Declaración Sobre La Raza y Los Prejuicios Raciales

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Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales

Aprobada y proclamada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones


Unidas para la Educación, La Ciencia y la Cultura, reunida en París en su vigésima reunión,
el 27 de noviembre de 1978

Preámbulo

Artículo primero
1. Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen el mismo origen.
Nacen iguales en dignidad y derechos y todos forman parte integrante de la humanidad.
2. Todos los individuos y los grupos tienen derecho a ser diferentes, a considerarse y ser
considerados como tales. Sin embargo, la diversidad de las formas de vida y el derecho a la
diferencia no pueden en ningún caso servir de pretexto a los prejuicios raciales; no pueden
legitimar ni en derecho ni de hecho ninguna práctica discriminatoria, ni fundar la política de
apartheid que constituye la forma extrema del racismo.

3. La identidad de origen no afecta en modo alguno la facultad que tienen los seres
humanos de vivir diferentemente, ni las diferencias fundadas en la diversidad de las
culturas, del medio ambiente y de la historia, ni el derecho de conservar la identidad
cultural.
4. Todos los pueblos del mundo están dotados de las mismas facultades que les permiten
alcanzar la plenitud del desarrollo intelectual, técnico, social, económico, cultural y político.

5. Las diferencias entre las realizaciones de los diferentes pueblos se explican enteramente
por factores geográficos, históricos, políticos, económicos, sociales y culturales. Estas
diferencias no pueden en ningún caso servir de pretexto a cualquier clasificación
jerarquizada de las naciones y los pueblos.

Artículo 2

1. Toda teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o
étnicos que dé a unos el derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o
que haga juicios de valor basados en una diferencia racial, carece de fundamento científico
y es contraria a los principios morales y éticos de la humanidad.

2. El racismo engloba las ideologías racistas, las actitudes fundadas en los prejuicios
raciales, los comportamientos discriminatorios, las disposiciones estructurales y las
prácticas institucionalizadas que provocan la desigualdad racial, así como la idea falaz de
que las relaciones discriminatorias entre grupos son moral y científicamente justificables;
se manifiesta por medio de disposiciones legislativas o reglamentarias y p rácticas
discriminatorias, así como por medio de creencias y actos antisociales; obstaculiza el
desenvolvimiento de sus víctimas, pervierte a quienes lo ponen en práctica, divide a las
naciones en su propio seno, constituye un obstáculo para la cooperación internacional y
crea tensiones políticas entre los pueblos; es contrario a los principios fundamentales del
derecho internacional y, por consiguiente, perturba gravemente la paz y la seguridad
internacionales.
3. El prejuicio racial, históricamente vinculado a las desigualdades de poder, que tiende a
agudizarse a causa de las diferencias económicas y sociales entre los individuos y los
grupos humanos y a justificar, todavía hoy, esas desigualdades, está solamente desprovisto
de fundamento.

Artículo 3
Es incompatible con las exigencias de un orden internacional justo y que garantice el
respeto de los derechos humanos, toda distinción, exclusión, restricción o preferencia
basada en la raza, el color, el origen étnico o nacional, o la intolerancia religiosa motivada
por consideraciones racistas, que destruye o compromete la igualdad soberana de los
Estados y el derecho de los pueblos a la libre determinación o que limita de un modo
arbitrario o discriminatorio el derecho al desarrollo integral de todos los seres y grupos
humanos; este derecho implica un acceso en plena igualdad a los medios de progreso y de
realización colectiva e individual en un clima de respeto por los valores de la civilización y
las culturas nacionales y universales. Artículo 4

1. Toda traba a la libre realización de los seres humanos y a la libre comunicación entre
ellos, fundada en consideraciones raciales o étnicas es contraria al principio de igualdad en
dignidad y derechos, y es inadmisible.
2. El apartheid es una de las violaciones más graves de ese principio y, como el genocidio,
constituye un crimen contra la humanidad que perturba gravemente la paz y la seguridad
internacionales.

3. Hay otras políticas y prácticas de segregación y discriminación raciales que constituyen


crímenes contra la conciencia y la dignidad de la humanidad y pueden crear tensiones
políticas y perturbar gravemente la paz y la seguridad internacionales.

Artículo 5
1. La cultura, obra de todos los seres humanos y patrimonio común de la humanidad, y la
educación, en el sentido más amplio de la palabra, proporcionan a los hombres y a las
mujeres medios cada vez más eficaces de adaptación, que no sólo les permiten afirmar que
nacen iguales en dignidad y derechos, sino también reconocer que deben respetar el
derecho de todos los grupos humanos a la identidad cultural y al desarrollo de su propia
vida cultural en el marco nacional e internacional, en la inteligencia de que corresponde a
cada grupo el decidir con toda libertad si desea mantener y, llegado el caso, adap tar o
enriquecer los valores que considere esenciales para su identidad.

2. El Estado, de conformidad con sus principios y procedimientos constitucionales, así como


todas las autoridades competentes y todo el cuerpo docente, tienen la responsabilidad de
procurar que los recursos en materia de educación de todos los países se utilicen para
combatir el racismo, en particular haciendo que los programas y los libros de texto den
cabida a nociones científicas y éticas sobre la unidad y la diversidad humanas y es tén
exentos de distinciones odiosas respecto de algún pueblo; asegurando la formación del
personal docente con esos fines; poniendo los recursos del sistema escolar a disposición de
todos los grupos de población sin restricción ni discriminación alguna de carácter racial y
tomando las medidas adecuadas para remediar las restricciones impuestas a determinados
grupos raciales o étnicos en lo que respecta al nivel de educación y al nivel de vida y con el
fin de evitar en particular que sean transmitidas a los niños.

3. Se exhorta a los grandes medios de información y a quienes los controlan o están a su


servicio, así como a todo grupo organizado en el seno de las comunidades nacionales --
teniendo debidamente en cuenta los principios formulados en la Declaración Universal de
Derechos Humanos, en especial el principio de la libertad de expresión -- a que promuevan
la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las personas y los grupos humanos, y a
que contribuyan a erradicar el racismo, la discriminación y los prejuicios raciales, evitando
en particular que se presente a las personas y a los diferentes grupos humanos de manera
estereotipada, parcial, unilateral o capciosa. La comunicación entre los grupos raciales y
étnicos deberá constituir un proceso recíproco que les permita manifestarse y hacerse
entender plenamente y con toda libertad. En consecuencia, los grandes medios de
información deberían abrirse a las ideas de las personas y de los grupos que facilitan esa
comunicación.

Artículo 6
1. El Estado asume responsabilidades primordiales en la aplicación de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales por todos los individuos y todos los grupos
humanos en condiciones de plena igualdad de dignidad y derechos.
2. En el marco de su competencia y de conformidad con sus disposiciones constitucionales,
el Estado debería tomar todas las medidas adecuadas, incluso por vía legislativa, sobre
todo en las esferas de la educación, la cultura y la información, con el fin de prevenir,
prohibir y eliminar el racismo, la propaganda racista, la segregación racial y el apartheid,
así como de fomentar la difusión de conocimientos y de los resultados de investigaciones
pertinentes en materia de ciencias naturales y sociales sobre las causas y la prevención de
los prejuicios raciales y de las actitudes racistas, teniendo debidamente en cuenta los
principios formulados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

3. Dado que la legislación que proscribe la discriminación racial puede no bastar por sí sola
para lograr tales fines, corresponderá también al Estado completarla mediante un aparato
administrativo encargado de investigar sistemáticamente los casos de discriminación racial,
mediante una gama completa de recursos jurídicos contra los actos de discriminación racial
y por medio de programas de educación y de investigación de gran alcance destinados a
luchar contra los prejuicios raciales y la discriminación racial, así como mediante programas
de medidas positivas de orden político, social, educativo y cultural adecuadas para
promover un verdadero respeto mutuo entre los grupos humanos. Cuando las
circunstancias lo justifiquen, deberán aplicarse programas especiales para promover la
mejora de la situación de los grupos menos favorecidos y, cuando se trate de nacionales,
para lograr su participación eficaz en los procesos decisorios de la comunidad.

Artículo 7
Junto a las medidas políticas, económicas y sociales, el derecho constituye uno de los
principales medios de conseguir la igualdad, en dignidad y en derechos, entre los
individuos, y de reprimir toda propaganda, toda organización y toda práctica que se
inspiren en ideas o teorías basadas en la pretendida superioridad de grupos raciales o
étnicos o que pretendan justificar o estimular cualquier forma de odio y de discriminación
raciales. Los Estados deberán tomar medidas jurídicas apropiadas y velar por que todos sus
servicios las cumplan y apliquen, teniendo debidamente en cuenta los principios formulados
en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esas medidas jurídicas deben insertarse
en un marco político, económico y social adecuado para favorecer su aplicación. Los
individuos y las demás entidades jurídicas, públicas o privadas, deberán observarlas y
contribuir por todos los medios adecuados a su comprensión y puesta en práctica por toda
la población.

Artículo 8
1. Los individuos, habida cuenta del derecho que tienen a que reine en los planos nacional
e internacional un orden económico, social, cultural y jurídico tal que les permita ejercer
todas sus facultades con plena igualdad de derechos y oportunidades, tien en los deberes
correspondientes respecto de sus semejantes, de la sociedad en que viven y de la
comunidad internacional. Tienen, por consiguiente, el deber de promover la armonía entre
los pueblos, de luchar contra el racismo y los prejuicios raciales y de contribuir con todos
los medios de que dispongan a la eliminación de todas las formas de discriminación racial.

2. En lo que respecta a los prejuicios, los comportamientos y las prácticas racistas, los
especialistas de las ciencias naturales, las ciencias sociales y los estudios culturales, así
como las organizaciones y asociaciones científicas, están llamados a realizar investigaciones
objetivas sobre unas bases ampliamente interdisciplinarias; todos los Estados deben
alentarles a ello.
3. Incumbe, en particular, a los especialistas procurar por todos los medios de que
dispongan que sus trabajos no sean presentados de una manera fraudulenta y ayudar al
público a comprender sus resultados.

Artículo 9
1. El principio de la igualdad en dignidad y derechos de todos los seres humanos y de todos
los pueblos, cualquiera que sea su raza, su color y su origen, es un principio generalmente
aceptado y reconocido por el derecho internacional. En consecuencia, toda forma de
discriminación racial practicada por el Estado constituye una violación del derecho
internacional que entraña su responsabilidad internacional.

2. Deben tomarse medidas especiales a fin de garantizar la igualdad en dignidad y


derechos de los individuos y los grupos humanos, dondequiera que ello sea necesario,
evitando dar a esas medidas un carácter que pudiera parecer discriminatorio en el plano
racial. A este respecto, se deberá prestar una atención particular a los grupos raciales o
étnicos social o económicamente desfavorecidos, a fin de garantizarles, en un plano de
total igualdad y sin discriminaciones ni restricciones, la protección de las leyes y los
reglamentos, así como los beneficios de las medidas sociales en vigor, en particular en lo
que respecta al alojamiento, al empleo y a la salud, de respetar la autenticidad de su
cultura y de sus valores, y de facilitar, especialmente por medio de la educación, su
promoción social y profesional.

3. Los grupos de población de origen extranjero, en particular los trabajadores migrantes y


sus familias, que contribuyen al desarrollo del país que los acoge, deberán beneficiar de
medidas adecuadas destinadas a garantizarles la seguridad y el respeto de su dignidad y de
sus valores culturales, y a facilitarles la adaptación en el medio ambiente que les acoge y la
promoción profesional, con miras a su reintegración ulterior a su país de origen y a que
contribuyan a su desarrollo; también debería favorecerse la posibilidad de que se enseñe a
los niños su lengua materna.

4. Los desequilibrios existentes en las relaciones económicas internacionales contribuyen a


exacerbar el racismo y los prejuicios raciales; en consecuencia, todos los Estados deberían
esforzarse en contribuir a reestructurar la economía internacional sobre la base de una
mayor equidad.

Artículo 10
Se invita a las organizaciones internacionales, universales y regionales, gubernamentales y
no gubernamentales, a que presten su cooperación y ayuda dentro de los límites de sus
competencias respectivas y de sus medios, a la aplicación plena y entera d e los principios
enunciados en la presente Declaración, contribuyendo así a la lucha legítima de todos los
seres humanos, nacidos iguales en dignidad y en derechos, contra la tiranía y la opresión
del racismo, de la segregación racial, del apartheid y del genocidio, a fin de que todos los
pueblos del mundo se libren para siempre de esos azotes.

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