El Porvenir de Una Ilusión - ENSAYO
El Porvenir de Una Ilusión - ENSAYO
El Porvenir de Una Ilusión - ENSAYO
En “El porvenir de una ilusión” (1927) Freud define a la cultura como “todo aquello por lo
cual la vida humana se ha elevado por encima de sus condiciones animales y se
distingue de la vida animal” (pág 6). Estima que es difícil abordar la cultura, en primer
lugar por su amplitud y complejidad, en segundo lugar porque requiere de un vasto
conocimiento sobre el presente y el pasado o la historia; En este punto el ser humano
presenta dificultades para ser objetivo y reflexivo con su presente, por lo que considera
que lo más conveniente es trabajar con el presente en perspectiva, “vale decir que el
presente tiene que devenir pasado” (pág 5), ser historia.
También describe dos aspectos característicos de la cultura: “Por un lado, abarca todo
el saber y poder-hacer que los hombres han adquirido para gobernar las fuerzas de la
naturaleza y arrancarle bienes que satisfagan sus necesidades; por el otro comprende
todas las normas necesarias para regular los vínculos recíprocos entre hombres y, en
particular, la distribución de los bienes asequibles” (pág 6). Estos aspectos son
regulaciones necesarias que protegen a la cultura de las mociones pulsionales que
habitan, como tendencias antisociales y anticulturales, en los seres humanos. Es decir
que la cultura exige a sus miembros una compulsión al trabajo y una renuncia a lo
pulsional, que son sentidas por los individuos como la opresión que una minoría de
personas, “que han sabido apropiarse de los medios de poder y de compulsión” (pág 6),
impone sobre la mayoría. Sentimiento que se debe al hecho de que la masa sólo puede
cumplir esas exigencias si es influenciada por individuos arquetípicos admitidos como
conductores, los cuales “deben tener una visión superior en cuanto a las necesidades
objetivas de la vida” (pág 7), deben elevarse hasta el control de sus propios deseos
pulsionales, y deben disponer de medios de poder que les permita mantenerse
independientes de la masa. Puede decirse entonces que el ejercicio del poder es un
medio que asegura la continuidad de la cultura. En relación a esto Freud considera que
mediante normas más adecuadas se podría educar a las nuevas generaciones para que
aprecien los beneficios de la cultura y la sientan como propia, disminuyendo así el
sentimiento de opresión, por ende la hostilidad y las diferencias respecto de los
conductores. De esa manera podría prescindirse de la compulsión porque los sacrificios
se convertirían en ofrendas o donaciones. Aunque no se podrá alcanzar una completa
renuncia a la compulsión y a la sofocación de las pulsiones, éstas últimas siempre
limitarán la educabilidad del ser humano y la eficacia del cambio cultural que se
propone, pero se lograría mucho si se lograra disminuir al mínimo la cantidad de
enemigos de la cultura.
Lugar y función del superyó, el arte, la religión, los ideales en relación a la cultura
La opresión que los individuos sienten con respecto a las exigencias culturales se
manifiesta con conductas hostiles hacia la cultura y pueden convertirse en peligrosas
rebeliones, es por eso que la cultura cuenta con medios que la preserven. Hay medios
que son compulsivos y hay otros, que constituyen el patrimonio anímico cultural,
“destinados a reconciliar con ella [la cultura] a los seres humanos y resarcirlos por los
sacrificios que impone” (pág 10)
Frustración: “(denegación) una pulsión que no puede ser satisfecha” (pág 10);
Las privaciones que afectan a todos son las más antiguas,derivan de las prohibiciones
que iniciaron la diferenciación entre hombre y animal, siguen siendo eficaces y
formando el núcleo de la hostilidad a la cultura. Estas privaciones se refieren a los
deseos pulsionales que “nacen de nuevo con cada niño” (pág 10) y son los del incesto,
el canibalismo y el gusto de matar.
Freud incluye en este punto el concepto de superyó como: instancia anímica que debe
considerarse como uno de los progresos anímicos y como patrimonio psicológico de la
cultura en tanto sirve a su preservación. Su función consiste en interiorizar la
compulsión externa, así es que todo niño se vuelve moral y social. Las personas en
quienes se consuma esto, se transforman de enemigos de la cultura en portadores de
ella. Aunque la interiorización de cada prohibición se haga en diversas medidas y
muchas veces se requiera de la presión que ejerce la compulsión para obedecer,
cuantas más personas hayan fortalecido su superyó más segura será la supervivencia
de esa cultura.
Freud le suma a este, otro modo de preservar la cultura, es el caso del patrimonio de
ideales y creaciones artísticas. Los ideales son las valoraciones que indican cuáles son
sus logros supremos y más apetecibles. Las satisfacciones que el ideal dispensa a los
miembros de la cultura es de naturaleza narcisista y contrarresta la hostilidad hacia la
cultura. Se genera así una identificación entre opresores y oprimidos, quienes a su vez
pueden estar ligados a ellos afectivamente y verlos como su ideal. Esta satisfacción
aumenta con la comparación con otras culturas de ideales diferentes.
En cuanto al arte, éste “brinda satisfacciones sustitutivas para las renuncias culturales
más antiguas” (pág 13), facilitando la reconciliación con la cultura y además realzan los
sentimientos de identificación. En ocasiones las creaciones artísticas pueden referirse a
los ideales generando satisfacciones narcisistas.
Por otra parte, las representaciones religiosas son también un patrimonio psicológico
muy importante para la conservación de la cultura.
Freud describe las representaciones religiosas como ilusiones, como las más valiosas
creaciones de la cultura, que se heredan de generaciones anteriores, sin ser puestas en
duda. Sin estas representaciones el hombre no cree poder soportar la vida, porque se
edifican sobre los recuerdos de desvalimiento de la infancia.
Estos aspectos son cuestionados por Freud: por ser propios de antepasados más
ignorantes que nosotros, porque las escrituras transmitidas como pruebas son de
carácter dudoso y contradictorias. Además la prohibición de cuestionar demostraría que
se reconoce la fragilidad de esos dogmas.
Freud considera que la religión forma parte del desarrollo cultural en la historia de la
humanidad, como un período o etapa que da pié para la que sigue. Su función ha sido
contribuir al dominio de las mociones pulsionales asociales, mediante reacciones
afectivas, en épocas en que la sociedad no contaba con otros medios para hacerlo.
A pesar del logro cultural posibilitado por la religión, la historia muestra que las doctrinas
religiosas no han logrado hacer al hombre más cultural, más moral y feliz, sino que por
el contrario hay un gran descontento con la cultura y una fuerte tendencia a querer
cambiar la situación. Por otra parte, el desarrollo y fortalecimiento del conocimiento
científico ha contribuido con esta tendencia, en tanto que ha generado mucha
desconfianza en torno a las predicaciones de la fe religiosa. Así es como Freud
concluye que nos encontraríamos en el período de transición hacia una nueva fase del
desarrollo cultural, en la cual se llevaría a cabo la sustitución de “la neurosis obsesiva
humana universal” (pág 43), que es el producto del mecanismo represivo, por los
resultados que puede brindarnos ahora el “trabajo intelectual” sobre el gobierno de las
pulsiones.
La educación para la realidad, que Freud propone implementar, se caracteriza por ser
irreligiosa, en el sentido de evitar transmitir el “sistema de ilusiones de deseo con
desmentida en la realidad efectiva” (pág 43), propio de las doctrinas religiosas. Por el
contrario se plantea la confrontación del hombre con su realidad, para que pueda
reconocer sus fortalezas y debilidades, es decir, su capacidad intelectual para
desarrollarla y su desvalimiento para afrontarlo por sí mismo. De este modo se
alcanzaría la madurez y se dejaría de depender “de los tiernos cuidados de una
Providencia bondadosa” (pág 48).