Introducción A La Bioética
Introducción A La Bioética
Introducción A La Bioética
Introduction to bioethics
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Doctora en Medicina. Magíster en Bioética. Correspondencia: Dra. María Teresa Rotondo de
Cassinelli. Correo electrónico: [email protected]
Desde hace años en nuestro medio existe un genuino interés en conocer el significado del
término bioética, y se le invoca tanto en cursos como en congresos, comités de ética de
investigación o asis tenciales.
Habitualmente se dice que el neologismo bioética fue acuñado por Van Rensselaer Potter,
destacado bioquímico, investigador en el área de la oncología básica en la Universidad de
Wisconsin, quien lo utilizó por primera vez en Estados Unidos en el año 1970, en un artículo
publicado en la revista Perspectives in Biology and Medicine, editado por la Johns Hopkins
University Press, titulado Bioethics: The Science of Survival. Sin embargo, fue el pastor
protestante y filósofo alemán Fritz Jahr quien en 1927 usó el término Bio-Etnik refiriéndose
a la relación ética entre el ser humano, los animales y las plantas.
En la obra exponía su visión: “El objetivo de esta disciplina, como yo la veo, sería ayudar a
la humanidad en dirección a una participación más racional, más cautelosa, en el proceso de
la evolución biológica y cultural. Escribo ‘bio’ para representar el conocimiento biológico, la
ciencia de los sistemas vivientes, y ‘ética’ para representar el conocimiento de los sistemas
de valores humanos”. En el mismo año, sostenía: “El problema moral surge porque la
ciencia médica ha alcanzado un éxito parcial en el man tenimiento de la maquinaria sin
mantener a la persona”.
La causa de que la bioética se extendiera sobre todo al terreno biomédico se debió a André
Helleggers (ginecoobstetra de origen holandés, experto en fisiología fetal), quien,
entusiasmado con la propuesta, divulga la palabra bioética y en ese año (1971) funda un
centro de investigación en bioética en Washington DC, el Kennedy Institute of Ethics,
vinculado actualmente a la Universidad de Georgetown.
Más tardíamente, al ver el rumbo que había tomado su idea, Potter declaraba: “De acuerdo
a mi punto de vista, la bioética, como una ciencia para la supervivencia humana, tiene que
establecer puentes para las ideas éticas sociales ya existentes y orientaciones anticipadas”…
y “la función de la bioética puente se transforma así en una construcción de puentes hacia
cada una de las especialidades y de puentes entre las especialidades, con el fin de
desarrollar más a fondo una bioética global que considere el bienestar humano en el
contexto del respeto de la naturaleza”2).
Potter se refería no sólo al hombre sino a toda la naturaleza, a la relación de éste con los
animales, plantas y medio ambiente, estando preocupado por las generaciones presentes y
también por las futuras. En esos años introdujo el concepto de una bioética global como
respuesta a que hasta entonces se había reducido la bioética al ámbito de la biomedicina:
“En el momento actual, los eticistas médicos deberían ir más allá del monitoreo de los
avances tecnológicos para los más privilegiados. Deberían colaborar con los eticistas
sociales y deberían demandar medidas sanitarias para los no privilegiados en el propio país
y en el mundo en vías de desarrollo, donde la pobreza se combina con el SIDA, la malaria,
el parasitismo y la tuberculosis” (citado por Spinsanti) 1).
Hans Martin Saas, en sus estudios sobre Jahr, nos muestra que éste extendió el imperativo
moral kantiano a todas las formas de vida; modificó la estructura categórica inflexible de
Kant convirtiéndola en un modelo pragmático y situacional de equilibrio entre las
obligaciones morales, los derechos y las visiones morales. Jahr se expresaba: “Respeta por
principio a cada ser viviente como un fin en sí mismo y trátalo, de ser posible, como a un
igual”3).
La idea central de la bioética es el respeto de la vida humana, idea que está presente en
todas las corrientes del pensamiento ético. La libertad humana, la igualdad de derechos y la
solidaridad son los principios rectores de la disciplina en torno a los cuales parece haber
consenso universal.
Gracia Guillén dice que Potter entendía la bioética como una nueva cultura, como el
encuentro necesario de los hechos, tal como hoy los plantea la ciencia, en especial las
ciencias de la vida y los valores, o si se quiere entre las Ciencias y las Humanidades, como
un nuevo paradigma intelectual y cultural consistente en la confrontación entre hechos y
valores. No es un azar que el propio Potter, un tanto desengañado por los derroteros
excesivamente médicos de la bioética en las décadas de 1970 y 1980, haya acuñado otro
término feliz, Global Ethics, que en su opinión expresa mejor que el anterior su verdadero
pensamiento”7).
Surgimiento de la bioética
La aparición de esta disciplina en los años 70 reconoce múltiples causas, entre las que se
destacan: a) el carácter cada vez más científico de la medicina; b) el enorme avance de las
tecnologías médicas, y c) la socialización de la atención de la salud.
a) Con el transcurso del tiempo el discurso médico se encaminó hacia el discurso científico,
logrando la máxima objetividad científica mediante la exclusión del sujeto, al cual convierte
en un simple “objeto” de estudio.
Laín Entralgo denomina “relación objetivante” a aquella en que uno de los hombres que la
integran intenta convertir al otro en un puro objeto; intencionalmente, el otro queda
reducido a ser realidad carente de libertad personal y fines propios; en definitiva, a una
“cosa”. “Si yo quiero tratar al otro hombre conforme a lo que él realmente es, habré de
entablar con él, por lo tanto, una relación interpersonal” 8).
A medida que crece la ciencia, en su gran expansión, se comienza a afirmar una corriente
adversa a la cosificación del objeto de estudio; se inicia la reflexión sobre el “objeto”, que
no es un simple objeto de estudio, el cual no puede ser abordado solo por la ciencia. Von
Weizsäcker encontró que el rasgo más característico de la medicina del siglo XX ha sido la
“introducción del sujeto”9. Coincide Laín Entralgo al señalar: “El sujeto enfermo y el
potencialmente enfermo se rebelaron clínica y socialmente contra la expresión del
diagnóstico y la terapéutica de la medicina, que sólo en la ciencia natural encuentra su
fundamento: cosificación del enfermo”(8). Es así que vemos surgir el sujeto moral como ser
racional, autónomo, que exige conocer, participar en las decisiones que sobre él tomará el
médico. Y la medicina científica, con el aporte de la reflexión y el estudio de los valores del
hombre que le provee la ética, reencuentra en la época actual su verdadera finalidad.
Pellegrino, una de las figuras prominentes de la ética médica norteamericana, refleja así lo
anteriormente explicitado: “La medicina es la más humana de la ciencias y la más científica
de las Humanidades”10).
Gafo sostiene que el principal problema bioético es cómo humanizar la relación entre
aquellas personas que tienen conocimientos médicos y el ser humano, frágil y
frecuentemente angustiado, que vive el duro trance de la enfermedad que afecta
hondamente a su ser personal11).
A todo lo anterior se agrega un progresivo cambio del sentido del accionar médico, el cual
evoluciona del acto de curar hacia la prevención de la enfermedad; el proceso del
diagnóstico clínico pasa a ser dominado por una creciente automatización tecnológica.
Gracia Guillén sostiene que “la bioética es la consecuencia necesaria de los principios que
vienen formando la vida espiritual de los países occidentales desde hace dos siglos. Si a
partir de la Ilustración ha venido afirmándose el carácter autónomo y absoluto del individuo
humano, tanto en el orden religioso (principio de la libertad religiosa) como en el político
(principio de democracia inorgánica) es lógico que esto llevara a la formulación de lo que
podemos denominar el ‘principio de libertad moral’, que puede formularse así: todo ser
humano es agente moral autónomo y como tal debe ser respetado por todos los que
mantienen posiciones morales distintas. Lo mismo que el pluralismo religioso y político son
derechos humanos, así también debe aceptarse como un derecho el pluralismo moral”. Y
prosigue: “El pluralismo, la democracia, los derechos humanos civiles y políticos han sido
conquistas de la modernidad”12).
Guillén en el año 2001 insiste en que “el mundo moderno ha asistido a la pérdida de la
homogeneidad cultural y creencial. De un sistema basado en la uniformidad de valores
hemos pasado a otro en que la pluralidad y el respeto de la pluralidad han ocupado el
primer plano. En la vida religiosa, en la moral, en la política, hemos pasado de sistemas
basados en el ‘código único’ a otros que colocan en primer término el respeto del ‘código
múltiple’. Utilizando una célebre expresión de Max Weber, cabe decir que hemos pasado del
‘monoteísmo axiológico’ al ‘politeísmo axiológico’ de políticas sanitarias (asignaciones de
recursos, etcétera)”13. Por tanto, no podemos olvidar que todos los cambios acaecidos en el
campo de la medicina, de la tecnociencia, se han visto acompañados de cambios sociocul
turales.
En Estados Unidos la bioética surgió en los años 70 teniendo en sus orígenes eventos
moralmente perturbadores que sensibilizaron a las comunidades de ese país cuando los
mismos se hicieron públicos; se inicia la preocupación de cómo se deben hacer los
experimentos con seres humanos, del uso de las altas tecnologías y de los usos sociales de
la medicina.
En el año 1967, Cristian Barnard realiza el primer trasplante de corazón, originando dudas
sobre: ¿Estaba el donante realmente muerto? ¿Se respetaron los deseos del donante? Se
realiza una conferencia propiciada por CIBA en Inglaterra denominada Ética en el progreso
médico con referencia especial a los trasplantes, a cargo de médicos y científicos. En esa
época, Henry Beecher presenta un artículo titulado Ética e investigación clínica en el New
England Journal of Medicine, 1966, en el cual denuncia procedimientos antiéticos en 22
investigaciones médicas publicadas en revistas de renombre. En el año 1968, en Harvard,
un comité dirigido por Beecher, donde había un teólogo, determina una definición de muerte
cerebral.
En respuesta a estos hechos surge por ley en Estados Unidos la creación de la Comisión
Nacional para la protección de los sujetos de las investigaciones biomédicas y de la
conducta, teniendo una composición de carácter interdisciplinario, y como fin el de
recomendar reglas que guíen las investigaciones.
En 1974 surgen los movimientos de los derechos de los pacientes, del derecho a la vida
versus derecho al aborto, de los derechos de las minorías.
En 1976 se abre el debate sobre el uso de los medios artificiales de soporte vital, sobre las
órdenes de no resucitación, de las directivas avanzadas o “living will” y de los cuidados en
hospitales para enfermos terminales. Todos estos temas se originaron frente a casos
paradigmáticos (como el de Karen Quinlan, donde en las discusiones participaron médicos,
filósofos, teólogos; y entre las recomendaciones dadas estuvo la de crear comités de ética
hospitalarios).
En la década de 1980 surgen escuelas médicas con cursos de bioética y se decretan las
reglamentaciones Baby Doe (1982) y Baby Jane Doe (1983), Deciding to Forego Life-
Sustaining Treatment (1984) como respuesta a casos problemáticos muy difundidos en la
sociedad norteamericana.
Como ya expusimos, hubo hechos que ocasionaron perturbación pública, pero los que más
produjeron la reacción e indignación de la sociedad norteamericana fueron los sucedidos en
la realización de investigaciones con seres humanos.
Analizando los factores que permitieron estos abusos morales destacamos tres hechos
importantes:
Debemos destacar que cuando se dieron estos hechos previamente ya existían claras
declaraciones sobre las exigencias éticas que se debían cumplir para realizar investigaciones
con seres humanos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, donde ocurrieron aberrantes
violaciones a los derechos humanos en las investigaciones realizadas, se condenaron a los
autores y se redactó el Código de Nuremberg. Posteriormente, la Asociación Médica Mundial
redacta en 1964 la Declaración de Helsinki. A pesar de que las declaraciones explicitaban
claramente los requisitos éticos para realizar investigaciones, las mismas no fueron
respetadas. Estas situaciones actuaron como un elemento detonador, dado que en años
previos ya habían sido denunciadas otras situaciones violatorias de los derechos de las
personas, y se produjo una gran conmoción pública en Estados Unidos.
El informe contenía recomendaciones: todas las instituciones que reciben fondos del
gobierno federal deben establecer un Institutional Review Board (IRB); se debe incluir en el
mismo a investigadores, juristas, filósofos, teólogos, historiadores y sociólogos.
Todos estos movimientos y discusiones públicas llevaron a crear con gran ímpetu el campo
interdisciplinario de la bioética. El movimiento bioético se gestó en todos los antecedentes
que convergieron en su aparición, dada la necesidad de llegar a un acuerdo en estas
delicadas cuestiones, ya que la sociedad consideró que no se podían dejar las decisiones
exclusivamente en manos del grupo médico.
La bioética, concebida entonces como una respuesta a las nuevas tecnologías en medicina,
fue gestada en una cultura sensible a determinadas dimensiones éticas, de modo especial a
los derechos de los pacientes y a los abusos de las instituciones.
Los factores sociales ayudan a moldear estas cuestiones y las soluciones a que llegan
dependen del moralismo de la sociedad, de factores políticos y de la profesión médica en sí
misma. Se hizo evidente que las cuestiones médicas requieren respuestas médicas y que las
cuestiones que suceden en la atención de la salud no son exclusivamente de naturaleza
médica. Existen cuestiones sobre los valores individuales, del significado personal de la vida
y muerte, acerca de equidad y justicia, que no pueden ser resueltas solo por el equipo
médico. La medicina, por los motivos enumerados anteriormente, comienza a ser
cuestionada en su ejercicio por una sociedad que ha cambiado, que posee el conocimiento
de sus derechos y exige el uso de los mismos.
Características de la bioética
La bioética debe tener como característica primordial el de ser una ética civil, la que se
corresponde a la situación de las sociedades contemporáneas.
Marciano Vidal en relación con la ética civil dice: “Con la expresión ética civil se alude al
específico y peculiar modo de vivir y de formular la moral en la sociedad secular y pluralista.
Por definición, la ética civil se presenta como la superación de las antinomias, aparentes o
reales, entre la moral religiosa y la moral no religiosa, y como proyecto unificador y
convergente dentro del legítimo pluralismo moral de la sociedad democrática”. Y prosigue
entendiendo que la ética civil postula, en primer lugar, la no confesionalidad de la vida
social. En segundo lugar, la ética civil exige como condición la existencia del pluralismo de
proyectos humanos y el tercer rasgo descriptivo del horizonte social en que surge la ética
civil se refiere a la posibilidad teórica y práctica de la ética no religiosa17).
La razón ética intenta establecer criterios universales, es decir que se apliquen a todos en
las mismas circunstancias, aunque los mismos deben estar en continua revisión. Sin
embargo, sabemos que los puntos de vista éticos dependen de cada individuo y serán por
tanto diferentes y diversas las opiniones.
Debemos aclarar una idea que lleva a confundir a quien se acerca por primera vez a la
bioética, y es que esta disciplina no tiene soluciones predeterminadas para los problemas
que se nos presentan en el ejercicio de la medicina sea individual o pública. No aporta
soluciones mágicas a los problemas que los incesantes cambios sociales, culturales y
tecnológicos nos proporcionan diariamente. Lo que aporta la bioética es una base
metodológica para la reflexión de los interrogantes, una metodología que nos aclara las
ideas en forma racional para llegar a las mejores decisiones, o al menos a las que resulten
menos perjudiciales.
Campo de la bioética
Hottois plantea la pregunta qué entendemos por bioética, y nos contesta: “El término no se
refiere a una nueva disciplina tecnocientífica (ya que es demasiado interdisciplinar y está
demasiado investida de apuestas ideológicas y filosóficas), ni a una nueva ética, universal y
actual de la vida (puesto que está en el centro de las controversias, debates y preguntas).
Aunque los problemas suscitados por las tecnociencias biomédicas ocupan un lugar
importante en ella, la bioética no se identifica de inmediato con la ética o deontología
médica, sino que estas constituyen más bien capítulos y aspectos importantes de la
problemática bioética. Esta incluye también cuestiones relativas a la manipulación
(biotecnologías, ingeniería genética) y a la preservación de especies no humanas, vegetales
y animales, así como cuestiones relativas, de modo más general, a la gestión de la biosfera.
De este modo, la bioética cubre un campo que va desde la deontología y ética médicas,
centradas en problemas a menudo próximos a la filosofía de los derechos del hombre, a la
ecoética o ética ambiental centrada en la solidaridad antropocósmica y próxima a la filosofía
de la naturaleza, atenta a las dimensiones evolucionistas” 18.
Los temas que comprende en su estudio son numerosos y extensos, y cada vez que se
producen cambios en la ciencia y su aplicación, como así cambios concomitantes en las
sociedades, el espectro de su interés se amplía.
Siguiendo los conceptos de Mainetti, los tópicos de la bioética abarcan tres grandes
capítulos: a) Ética médica, b) Bioética general, c) Bioética especial6).
Reconocemos que actualmente la acepción ética médica posee un significado más extenso,
abarcando la reflexión bioética en el terreno de la relación médico-paciente o, mejor dicho,
de la relación de todos los intervinientes en la relación sanitaria.
La aplicación de los principios y reglas morales en la medicina clínica tiene como objetivo
primordial la mejoría de la calidad de esta relación. Por tanto, los temas que la bioética
privilegiará en esta relación serán el estudio de los principios morales de no maleficencia,
beneficencia y autonomía de los pacientes; de las normas morales de confidencialidad,
veracidad, privacidad, y consentimiento informado; todo ello dentro de un contexto
deontológico de derechos y deberes médico-paciente.
c) La bioética especial tiene que ver con la intervención biotécnica en la vida humana desde
el nacimiento a la muerte y comprende los siguientes temas:
La ética médica en su sentido más amplio es en realidad bioética, es decir una reflexión de
lo que es bueno o errado, correcto o incorrecto en la práctica médica referente a la relación
médico-paciente; es una disciplina que asume la tarea de valorar criterios morales con el
conjunto más probable de consecuencias. Utiliza la metodología casuística, en la cual reglas
específicas que derivan de principios morales genéricos son aplicadas a situaciones
concretas; la ética médica es inevitablemente situacional y debe necesariamente explorar
las circunstancias de cada caso. Como podemos observar, la bioética abarca más que la
ética médica en su sentido tradicional, preocupándose por los problemas relacionados con
los valores de todos los intervinientes en el acto médico; también se interesa por la
aplicación de las normas éticas en torno a las investigaciones en seres humanos. Toma para
su estudio cuestiones sociales relacionadas con la salud pública y ocu paciones, además de
interesarse en la vida animal y vegetal, es decir, intenta formar una conciencia ecológica.
Por su parte, Gracia Guillén traza un panorama de la evolución de los problemas que han
sido preocupación de las disciplinas: “La bioética es un movimiento muy reciente: tiene
apenas treinta años de vida. A lo largo de ellos, y con una periodicidad que viene a coincidir
con la década, ha ido enfrentando diferentes cuestiones, hasta el punto de que puede
hablarse de tres generaciones de problemas, la de los años setenta, la de los ochenta y la
de los noventa”19).
Principios bioéticos
Los modelos bioéticos que se presentaron en los países donde la disciplina se inició y
alcanzó enorme expansión, como en Estados Unidos,tienen como objetivo primordial el
cultivo entre los profesionales de las virtudes morales derivadas de los principios de
beneficencia, autonomía y justicia; y de promover la eticidad de las instituciones con los
valores de beneficencia, libertad y equidad. Tienen como fundamento dos teorías morales:
deontológica y teleológica; los principios normativos: no maleficencia, beneficencia,
autonomía y justicia; y las reglas de confidencialidad, consentimiento informado, vera cidad
y privacidad.
Para finalizar citaremos a Marciano Vidal, que encuentra que en el paradigma de la ética
racional se concretan un conjunto de orientaciones axiológicas, las cuales constituyen los
criterios referenciales de la bioética. Se constatan una serie de valores que son
generalmente admitidos como orientaciones básicas para el juicio ético en el campo de la
bioética. Por ejemplo, el principio de buscar siempre “el bien del sujeto” o en formulación
negativa, “no causar daño al sujeto”. Sitúa otros en el mismo nivel de los anteriores: el
principio de libertad de todo sujeto racional y el derecho de todos a una justa distribución
de beneficios y de cargas en el ámbito del bienestar vital20.
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