Hábitos de Estudio
Hábitos de Estudio
Hábitos de Estudio
Aunque las variables que condicionan el rendimiento académico en los distintos niveles de
enseñanza son numerosas y constituyen una intrincada red en la que resulta harto complejo
ponderar la influencia específica de cada una, se ha generalizado la idea de que los hábitos de
estudio influyen considerablemente en los resultados escolares. Naturalmente, no se deben
confundir los hábitos (prácticas constantes de las mismas actividades) con las técnicas
(procedimientos o recursos). Unos y otras, empero, coadyuvan a la eficacia del estudio. De un
lado, el hábito de estudiar es necesario si se quiere progresar en el aprendizaje. De otro, conviene
sacar el máximo provecho a la energía que requiere la práctica consciente e intensiva del estudio
por medio de unas técnicas adecuadas. La pretensión de mejorar el estudio es una constante
pedagógica. Muchas de las propuestas de optimización de esta actividad se han realizado por los
propios maestros y profesores sobre la base de su experiencia e intuición, lo que ha permitido
alcanzar metas nada desdeñables. Junto a estas aportaciones naturales, tradicionales y
espontáneas, hay que considerar las contribuciones provenientes de la psicología conductista y
cognitiva. Sin pretensión de exhaustividad, recogemos algunas de las implicaciones que se derivan
para el estudio de los dos paradigmas citados (Hernández y García 1991):
Paradigma cognitivo.- Se centra sobre todo en el aprendizaje de contenidos y, por tanto, enfatiza
la importancia de la memoria, la codificación y la recuperación informativa. Las principales
aportaciones son: · La memorización de contenidos informativos representa el proceso más
característico de la conducta de estudio. · Hay un interés especial por las estructuras y procesos
cognitivos más relevantes: almacenes informativos, representaciones mentales, relación entre
informaciones viejas y nuevas, leyes del olvido, etc. · La mente es un “sistema constructor” de la
información. · La estructura del texto se corresponde con las estructuras mentales. De acuerdo
con este principio, el texto es un medio extraordinario para comprender el funcionamiento de la
mente humana y la actividad de estudiar. · Para mejorar el estudio es imprescindible desarrollar
ciertas operaciones cognitivas. · Las técnicas de trabajo intelectual adquieren especial importancia
en el estudio, porque permiten entrenar al alumno en determinadas estrategias de atención,
elaboración y Martínez-Otero, V. y Torres, L.: Análisis de los hábitos de estudio en una muestra de
alumnos universitarios Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653) 3 organización de
la información, al tiempo que se favorece la metacognición o regulación de los propios procesos
de pensamiento y de aprendizaje.
Así pues, este paradigma se interesa principalmente por los procesos mentales, la comprensión de
textos y la metacognición. Tiene el inconveniente de desatender aspectos no cognitivos que
pueden influir en el estudio y en los logros escolares. Por nuestra parte, consideramos que los dos
paradigmas mencionados nos ofrecen aportaciones relevantes para la comprensión del estudio. La
complejidad de la actividad de estudiar exige tener presente las distintas contribuciones, para no
caer en el error de adoptar visiones parciales y reducidas. El enlace entre las dos teorías nos ayuda
a explicar el proceso de estudio, mas creemos oportuno invocar la importancia de las variables
afectivas, grupales y sociales apenas contempladas por los paradigmas conductista y cognitivo.
Desde un enfoque integral de la persona, como el que defendemos, es evidente que en la
comprensión de la actividad de estudiar hay que prestar atención a los valores, actitudes e
intereses de los educandos. En este sentido, el vacío que dejan los investigadores de la conducta y
de la cognición se llena si consideramos el estudio como una parte del proceso de formación total.
Esto nos lleva a afirmar que para entender el procesamiento de la información y la representación
del conocimiento, al igual que las acciones más o menos ordenadas y observables que realiza el
alumno para la obtención de determinados resultados, es necesario apelar a otras dimensiones: la
autoestima y el autoconcepto, la motivación y los intereses, las expectativas de éxito, el clima
social del aula y del centro, el ambiente familiar, la cooperación entre alumnos, etc. El estudio,
pues, es una vertiente del proceso de crecimiento personal que supone el desarrollo armónico de
la inteligencia, la voluntad y la creatividad.