LA CUESTION CAPITAL - Humberto Quiroga Lavie

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LA CUESTION CAPITAL: ASIGNATURA

PENDIENTE. LA REFORMULACION DEL


FEDERALISMO ARGENTINO

Humberto Quiroga Lavié

I. LA CUESTION CAPITAL: ASIGNATURA


PENDIENTE

Una megalópolis de trece millones de habitantes


ahoga el crecimiento del país. Ezequiel Martínez
Estrada le puso nombre al drama: una “cabeza
de Goliat” aplastando el débil cuerpo de un país
sin piernas

Gervasio de Artigas lo tuvo claro en 1813: “es


preciso e indispensable que sea fuera de Buenos
Aires donde resida el sitio del Gobierno de las
Provincias Unidas”. El Segundo Triunvirato,
tuvo en cuenta aquel consejo y en su proyecto de
Constitución sostuvo “Que la silla del Gobierno
ha de estar precisamente fuera de Buenos
Aires…”.

José de San Martín, en carta enviada a Godoy


Cruz, se preguntará “¿No será conveniente
transplantar la Capital a otro punto cortando por
este medio las quejas de las provincias?”.
La impronta sanmartininana la tomó Sarmiento,
proponiendo a Córdoba como Capital
(correspondencia de 1866), quizás influido por
Alberdi, quien sostuvo “que todo gobierno
nacional es imposible con Capital en Buenos
Aires. Sarmiento escribió desde New York en
1866, que pensaba que lo propio sería convertir a
Córdoba como Capital del país. Luego Juan R.
Muñiz propuso que la Capital se instalara en Rio
Tercero, quizás influido también por Alberdi y
Sarmiento.

Valentín Alsina, desde el Senado nacional,


sostuvo, en 1868, “debemos pensar en construir
una nueva capital, Buenos Aires no necesita ser
capital de la República, ni Rosario tampoco, pues
tienen en si mismo todos los elementos de la vida
y el progreso”. La misma bandera levantó
Leandro N. Alem cuando se opuso con firmeza
federalizar la Ciudad de Buenos Aires. Ya en el
Siglo XX Alcides Greca publica su libro “Una
nueva capital para la Nación Argentina”, donde
propone la creación de una ciudad capital que se
llame “San Martín”, a ser erigida en las cercanías
de Río Tercero.

En 1964 el gobernador de Tucumán Celestino


Gelsi propuso trasladar la capital a Córdoba. Y
el escritor francés André Malraux, pudo decir,
tras la construcción de Brasilia, que se trataba de
la “Capital de la Esperanza”.

Es así como llegamos a la presidencia de Raúl


Alfonsín, quién impulsó el traslado de la capital a
las ciudades de Viedma, Carmen de Patagones y
Guardia Vieja. El proyecto no anduvo.. Pero la
ley sobre el traslado 23.512 sigue vigente. El
debate que se instalará será: ¿insistimos con la
Patagonia o miramos al norte?.

Iniciamos el año 2010 con un déficit generalizado


en las provincias, cercano a los 14.000 millones de
pesos. Solamente Buenos Aires tiene un déficit de
6000 millones. Cual es nuestra propuesta y con
qué fundamentos. La propuesta es llevar la
capital a la provincia del Córdoba, porque es el
centro geográfico del país, porque es la provincia
con la segunda cantidad de habitantes de la
Argentina (3.200.000 en el censo del 2008), y con
el segundo P.I.B. con doce mil millones de
dólares. La pampa del Pocho tiene una extensión
de unas 200.000 hectareas. Solamente existe la
pequeña ciudad del Pocho con no más de 500
habitantes. Su capilla jesuitica data del año 1760:
reliquia que debe conservarse plenamente.

Habrán múltiples propuestas descentralizadoras:


por ejemplo disponer que el Congreso se instale
en la ciudad de Córdoba, que el Ministerio de la
Patagonia tenga su cede en Viedma, con partida
presupuestaria autónoma y suficiente para
impulsar el crecimiento del sur del país. El
Ministerio de Relaciones Exteriores no precisa
salir de Buenos Aires, con lo cual las Embajadas
deberían quedar en la histórica Buenos Aires.

Por otra parte cada región del desarrollo del país,


las cuencas hídricas, que nunca se han creado
institucionalmente, deben tener su cede en una
ciudad cabecera, que gocen de gran autarquía
económica. La creación de la nueva Capital se
vincula con la sanción de la ley convenio de
coparticipación federal impositiva, donde las
intendencias tengan prevista la asignación directa
de sus recursos propios. Esto significa que el
régimen de autonomía municipal dispuesto por el
aun incumplido art. 123 de la Constitución
vigente, debe hacer posible que cada Intendencia
argentina sea un centro de creación de riqueza.

Los costos no pueden ni deben ser faraónicos.


Ellos podrán ser financiados por el Banco
Interamericano de Desarrollo. Se debe buscar
una urbanización que sea un ejemplo de belleza
por su estilo, sus parques y su paisajismo

Todo esto es opinable. Si parece utópico e


impropio fundar una nueva Ciudad Capital en la
Pampa del Pocho. Pues que sea Córdoba capital
la nueva Capital. Si hay dudas sobre la
oportunidad o conveniencia, pues que se lo
consulte al pueblo. No pueden los celos históricos
existentes entre provincianos y porteños, ser
argumentos para dejar librado al acaso la
reorganización del país.

En definitiva la construcción de la nueva Capital


debe estar vinculada directamente con la
recreación del federalismo argentino.
Federalismo que también debe efectivizar el
mandamiento constitucional de reorganizar un
Banco Central gobernado por un organismo
fiscal federal, de carácter autárquico, con
representación de todas las provincias, encargado
tanto de controlar la coparticipación federal
impositiva como el arreglo de la deuda externa de
acuerdo con las directivas del Congreso, dando
efectivo cumplimiento al art 75 constitucional,
incisos 2, sexta clausula e inciso 6.

II. LA REFORMULACION DEL


FEDERALISMO ARGENTINO

LA NECESIDAD DE UNA NUEVA LEY


CONVENIO DE COPARTICIPACION
FEDERAL IMPOSITIVA

Sostuvimos en el debate plenario de la


Convención Constituyente de 1994, donde
representamos a la Unión Cívica Radical, que el
mantenimiento del sistema vigente de unificación
de impuestos internos, lo cual implicaba que la
recaudación era siempre centralizada por el
Gobierno Nacional, mantenía el unitarismo fiscal
de los argentinos. Hasta llegamos a proponer que
se convocara desde la propia Convención una
convocatoria para dentro de diez o quince años,
al solo efecto de revisar la suerte y los resultados
que el régimen de concentración unitaria fiscal
que se mantenía, había beneficiado al crecimiento
federativo, es decir tanto provincial como
municipal, de la economía integral del país.
Tuvimos conciencia de que estábamos
proponiendo una suerte de reforma
constitucional de carácter transitoria en materia
fiscal, sometida a control en términos de
resultados, algo ajeno completamente a nuestras
prácticas institucionales. Por supuesto que la
Convención tiene potestad para ejercer
potestades que le sen inherente e implícitas, en
resguardo de su propia función y obra
constituyente. El conservadorismo nacional
irracional escuchó con sonrisa irónica nuestro
atrevida propuesta: no hubo una sola voz que se
hiciera eco de la misma.

De todos modos la Convención tuvo conciencia de


que estábamos manteniendo el unitarismo fiscal,
a partir de la centralidad de Caja consagrada de
la recaudación de impuestos, que nos regía desde
hacia tanto tiempo. Y esa toma de conciencia, así
como de sus resultados negativos en términos de
crecimiento, hizo que se propusieran criterios de
reparto del fondo de coparticipación federal que
han pretendido potenciar el crecimiento de las
economías regionales del país. Veremos en detalle
estos nuevos criterios:

a)la distribución en la Nación y las provincias,


incluida la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. así como entre estas mismas, se debe
efectuar en relación directa a las
competencias, servicios y funciones de cada
una de ellas, contemplando criterios objetivos
de reparto, será equitativa , solidaria y dará
prioridad al logro de un grado equivalente
de desarrollo, calidad de vida e igualdad de
oportunidades en todo el territorio nacional
(texto de la tercera clausula del inc. 2 del Art.
75 constitucional).

Estos criterios de distribución implicaban


otorgar preferencia a las provincias más
pobladas (especialmente Buenos Aires,
Cordoba, Santa Fe y Mendoza), a las que
mayor necesidades económicas tenían (es
decir Formosa, Chaco, Santiago del Estero,
La Rioja y Catamarca), por razones de
solidaridad. El objetivo ha sido mejorar la
calidad de vida de toda la población del país,
con el objeto de lograr la igualdad de
oportunidades en todo el territorio nacional

b)También se ha dispuesto que “no habrá


transferencias de competencias, servicios o
funciones sin la respectiva reasignación de
recursos, aprobada por la ley de convenio de
coparticipación federal impositiva” (Quinta
clausula del inc. 2ª del art. 75).

De esta manera la Convención le ha dado


satisfacción a un continuo reclamo provincial,
que no es posible que la Nación les asigne nuevas
competencias, servicios o funciones a las
provincias, si no se les asignan los recursos
suficientes para poder darles satisfacción.

Corresponde señalar que también la Constitución


ha dispuesto, como cláusula transitoria,
penosamente vencida que “un régimen de
coparticipación conforme al inc. 2 del art. 75, así
como la reglamentación del organismo fiscal
federal, serán establecidos antes de la finalización
del año 1996”. Catorce años de mora
constitucional tiene en su haber el Congreso de la
Nación. No podemos extrañarnos, en
consecuencia, de que existan en el país un 35% de
pobres, es decir alrededor de catorce millones de
habitantes. En relación con los indigentes no
sabemos cuantos son, porque si por indigente se
entiende aquellas personas que no comen todos
los días, sino día por medio, los planes trabajar,
que son una especie de subsidio a la
desocupación, no dignifican a los beneficiarios,
porque la dignidad humana se logra con trabajo,
sobre todo bajo criterios de gestión de calidad, y
no con subsidios a los desocupados.

A continuación pasamos a transcribir


importantes intervenciones registradas en los
debates de la Convención Nacional Constituyente
del 94, que ilustran la “voluntad de legislador”,
glosando a Savigny, como forma de interpretar el
texto constitucional vigente en materia fiscal.

El convencional Manfredotti en su
intervención manifestó: “Asimismo estoy de
acuerdo que la ley convenio, sobre la base de un
acuerdo entre la Nación y las provincias, que
instituirá el régimen de coparticipación de las
contribuciones, tenga origen en la Cámara de
Senadores.

También comparto que el organismo fiscal


federal tenga a su cargo el control y fiscalización
de la ejecución, así como que haya representación
para todas las provincias. También veo bien el
crecimiento armónico de la Nación y la población
de su territorio, así como la promoción de
políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el
desigual desarrollo relativo de las provincias y de
las regiones.

El convencional S.A. Hernandez sostuvo:


“Por eso vamos a sentar principios
fundamentales, como la necesidad de una ley
convenio entre la Nación y las provincias, que
fijará la coparticipación y la remisión automática
de lo recaudado. Cuando se hizo la Constitución
de 1853 teníamos un sistema impositivo muy
diferente: la gente no pensaba en el IVA o en los
sistemas modernos de imposición; por ello es que
nosotros, en este momento, no estamos
capacitados para pensar en cómo serán los
sistemas impositivos no ya dentro de cincuenta,
sino dentro de diez años; no sabemos cómo va a
evolucionar en este mundo cambiante el sistema
de imposición.

Por eso, el único principio, el fundamental


que debemos dejar aclarado y asentado es que el
sistema impositivo debe ser consensuado y
coparticipado; debe tratarse de un sistema
instrumentado por la Nación juntamente con las
provincias, donde ellas participen en la
imposición, porque ésta en definitiva parte de las
provincias.
También hemos resuelto que la distribución
se efectuará en relación directa con las
competencias, servicios y funciones que cada
provincia tenga, contemplando criterios objetivos
de reparto, que será equitativo, solidario y dará
prioridad al logro de un grado equivalente de
desarrollo, calidad de vida e igualdad de
oportunidades en todo el territorio nacional.

Todos estos principios, si son aplicados en los


convenios y legislaciones futuras, posibilitarán la
transformación del Estado nacional y veremos así
cumplido el destino que necesariamente debe
tener esta gran Nación, que es la Argentina.

Sentamos también que no habrá


transferencia de competencias, servicios o
funciones sin la correspondiente asignación de
fondos, y que el control y la fiscalización del
cumplimiento de lo acordado en la ley convenio
estará a cargo de un organismo integrado con la
representación de todas las provincias y de la
ciudad de Buenos Aires. Estos son principios de
integración y de coparticipación en la
administración de la cosa pública.

A su turno el convencional Guingle expresó


¿Por qué no avanzar en una ley convenio o en un
tratado interprovincial que signifique reconocer
el federalismo solidario, ese que sólo se declama
pero que debemos hacer práctico?

La unidad de ejecución en una política no se


pierde ni se perjudica por una acción concertada
entre el Estado nacional y las provincias
ribereñas; por el contrario, se va a lograr el
perfeccionamiento en el aprovechamiento de los
recursos naturales, vamos a poder generar
empleos genuinos para nuestros pueblos y se va a
asegurar el mantenimiento de la jurisdicción que
queremos mantener.

Por supuesto, es necesario acordar y para


ello es necesario dialogar. Debe existir disposición
para un diálogo que sea realmente conducente a
lograr acuerdos entre el Estado Nacional y las
provincias.

Las provincias ribereñas no estamos


tironeando por un recurso que reconocemos que
debe acrecentarse en función de las posibilidades
de crecimiento de todo el país. En una de
nuestras primeras intervenciones explicábamos el
porqué de la disidencia. No somos una mayoría
regimentada. Somos una mayoría comprometida
con nuestra plataforma electoral y con los
intereses de nuestro pueblo y de nuestro pago
chico. Distintos representantes provinciales han
reivindicado los intereses de Misiones, de
Formosa, del Chaco, de la pampa húmeda y de
otras provincias; los chubutenses de la Patagonia
reivindicando los intereses de la unidad
federativa y los intereses de las provincias
preexistentes que constituyeron este Estado
nacional. No estamos en un tironeo irreflexivo.
Intentamos que nos escuchen y que podamos
llegar en una discusión abierta a un
reconocimiento sobre los recursos. No queremos
que nuestro reclamo sólo forme parte de
discursos declamativos que hablan de la
Patagonia, del sur y del frío, pero que sostienen
un esquema híbrido en el manejo de los
recursos.”

Todos estos antecedentes, así como los


reseñados en los puntos siguientes, pueden
consultarse en el Diario de Sesiones de la
Convención Nacional Constituyente (1994), Tomo
IV, pags 3600 a 3819.

Además de la nueva ley convenio de


coparticipación federal impositiva, de la cual es
un avance el proyecto de ley del cheque
impulsado por la oposición, resultará importante
modificar la ley de Entidades Financieras, que
rige en el país desde 1977 impuesta por la
dictadura militar. Habrá que modificar, en tal
caso las limitaciones que dicha le ha puesto a la
banca cooperativa, así como a la pequeña y
mediana empresa, es decir a las pymes.

LA SITUACION DE LAS PROVINCIAS QUE


NO SUSCRIBIERAN LA LEY CONVENIO

Se planteó en el seno de la Convención el


tema de cual sería la situación de las provincias
que no suscribieran la ley convenio. El debate que
se desarrolló fue el siguiente:

El Convencional NATALE sostuvo en el recinto


que “el señor convencional Harvey formuló una
pregunta que desde mi punto de vista no ha sido
respondida adecuadamente por la comisión. Por
eso la vuelvo a reformular, dándole tal vez mayor
precisión. Si una provincia no ratifica la ley
convenio o no la aprueba, ¿cuál es el efecto que se
produce con relación a esa provincia? Esa sería la
primera hipótesis. ¿Deja de percibir la
coparticipación y en consecuencia recupera la
plenitud de sus potestades fiscales en aquellas
materias impositivas que eran coparticipables?

En una segunda hipótesis, la provincia que


no ha aprobado la ley convenio, ¿sigue
percibiendo los porcentajes de coparticipación
vigentes en la legislación anterior, fuesen estos
inferiores o superiores a los que resultan de la
nueva ley convenio sancionada? Espero que la
comisión responda en forma concreta a las
alternativas planteadas.

A su turno el Covencional Marín R.H se


pronunció sobre el mismo tema del modo
siguiente: “Señor presidente: la pregunta es
importante y fue objeto de discusión en la
comisión originaria y también posteriormente.
En última instancia, ese es el "quid" de la
cuestión. En el caso de la última alternativa que
planteó el señor convencional Natale, cuando una
provincia no firma el convenio, pensamos que
continúa percibiendo la coparticipación que
tenía. Ha habido casos concretos que se han
registrado en los últimos tiempos respecto de
determinadas provincias, ya que al firmarse el
Pacto Fiscal algunas no lo hicieron y sin embargo
continuaron percibiendo exactamente lo que
tenían asignado. Ese es el concepto que la
comisión ha brindado al interrogante formulado
por el señor convencional Natale y que
indudablemente también surgió en los 14
integrantes de la comisión.

A mi juicio la ley Convenio que suscriban el


Congreso y las provincias que adhieran deberá
prever en forma explicita la solución de este
importante tema, para no dejarlo a la deriva.
Pensamos, además, que el texto de la ley convenio
debe ser suficientemente operativo y preciso, a los
efectos de que no sea necesaria una
reglamentación del Ejecutivo Nacional en un
tema donde el órgano ejecutivo no debe
intervenir por razones claramente políticas.
Precisamente, la cuarta cláusula del inc. 2 del art.
75, que regula el tema, prohíbe la reglamentación
de la ley convenio, y establece que ella no podrá
ser modificada unilateralmente (por el Congreso
se entiende) y siempre aprobada por las
provincias.

LA REORGANIZACION DE UN BANCO
FEDERAL

Resulta imperioso hacerlo a la luz del claro


texto de la Constitución reformada en 1994, en
cuyo art. 75, inc. 6 se establece que le
corresponde al Congreso “Establecer y
reglamentar un Banco Federal con facultad de
emitir billetes…” Es decir que reformó el texto
histórico de 1853 que hablaba de Banco Nacional,
es decir que el cambio de nombre implica
federalizar el Banco, de modo tal que sea
cogobernado entre todas las Provincias, con la
debida intervención del Gobierno Nacional. Por
otra parte es evidente que no puede seguir
denominándose Banco Central el ente que tiene a
su cargo el gobierno monetario del país, pues si es
Central estamos desvirtuando el federalisimo y
convirtiendo en unitaria a la economía argentina.
Esta posición la hemos sostenido también en
nuestra Constitución de la Nación Argentina
comentada (Editorial Zavalía).

Pero el debate sobre el tema que se suscitó en


el seno de la Convención Constituyente es muy
ilustrativo al respecto. Veamos:

Interviene el convencional por Córdoba


MAQUEDA y sostiene: “El inciso 5 del artículo
67 de la Constitución de 1853 habla de establecer
y reglamentar un Banco nacional con facultad de
emitir billetes. En 1935 se crea un Banco Central
de la República Argentina. Su denominación
"Banco Central" y la concepción de esta entidad
es propio de las repúblicas unitarias. Así tenemos
los bancos centrales de Bolivia, de Chile o del
Uruguay. Por el contrario, las repúblicas
federales como los Estados Unidos tienen la
Reserva Federal . En el caso de Suiza existe el
Banco Nacional de Suiza, mientras que en
Alemania está el Banco Federal de Alemania. El
cambio de denominación es para adaptarlo
estrictamente a la concepción federal de nuestro
país. Obviamente, habrá que reformar la ley
24.144, que establece la Carta Orgánica del
Banco Central con el fin de determinar la nueva
denominación de "Banco Federal".

También interviene el Convencional MARCONE


que pregunta: “Este Banco Federal, ¿va a
cumplir las funciones del Banco Central de la
República?; ¿será un banco de bancos
provinciales?; ¿sustituirá al Banco Nación?;
¿atenderá con sus créditos diversas actividades
agropecuarias e industriales no especializadas o
alguna actividad especializada? Es muy
importante aclarar todo esto en esta Convención.
Pero más o tan importante como eso es que
definamos si esta banco será realmente federal
porque su directorio estará integrado por
representantes de cada una de las provincias.

En nombre de los derechos humanos que leí


hace un rato, le propongo al señor convencional
Rubén H. Marín que acepte en este artículo la
siguiente inclusión: "..cuyo directorio estará
integrado por representantes de cada una de las
provincias.

Es muy tarde. Si no fuera por eso relataría


una anécdota acerca de la importancia que tiene
para cada provincia tener un comprovinciano
que esté al tanto de los problemas de su ciudad,
de su lugar, de su chacra chica, en el lugar desde
donde —como dijo Juan XXIII— se distribuye la
sangre de la economía que es el dinero. Frente a
la escasez de base monetaria que afecta sobre
todo en gran escala a las provincias argentinas
antes que a la Capital, porque el dinero se
acumula entre las calles San Martín, Reconquista
y Florida, la disponibilidad de dinero en el
interior es menor, por lo que las políticas de ese
banco central y los encajes mínimos deben ser
determinados también en función de las
necesidades de numerarios que tienen las
provincias.

En este momento estamos viendo el


agotamiento de la base monetaria, situación que
llevó al ministro de Economía a crear el cheque
diferido que es dinero secundario. Esto lo hace
una autoridad nacional, sin consultar o tomar en
cuenta la opinión de los interesados de cada
provincia aunque la haya considerado por sí
mismo. Entonces, resulta fundamental que este
directorio se integre con representantes de cada
provincia. Pero en este recinto hay una persona
más autorizada que yo para exponer acerca del
tema, que presentó un proyecto de ley sobre cuya
base o con muchos de sus elementos se estructuró
el actual Banco Central de la República
Argentina.
Asimismo, dejo sentada mi moción acerca de
la conformación del directorio de esta entidad
para que analice, que ese directorio esté
integrado por representantes de cada una de las
provincias”.

A su turno intervino el convencional


BARCESAT, y lo hizo en estos términos “Señor
presidente: después de las explicaciones
formuladas por el señor convencional Maqueda
deseo formular una cuestión de sintaxis. Es decir,
poner después de "moneda" un punto y coma,
porque si no parece que este Banco Federal emite
moneda, y otros bancos nacionales también
podrían hacerlo”.

Y MAQUEDA respondió: “Aceptamos la


sugerencia del señor convencional Barcesat”.
(Aplausos)

Cuando intervino el convencional ORSI (el


querido amigo Orsi desaparecido, a quien, desde
aquí le rendimos homenaje y recuerdo) sostuvo:
“Señor presidente: quiero hacer una aclaración
muy simple, que tiene que ver con las
manifestaciones formuladas por el señor
convencional Natale.

Si no he entendido mal, y es simplemente a


efectos de que quede en el Diario de Sesiones lo
que a mi juicio es la interpretación real, el señor
convencional Natale ha dicho que de acuerdo con
nuestro actual sistema monetario el Banco
Central y la Casa de la Moneda son las que
emiten los billetes. Tengo aquí tres billetes
principales: de cien, de cincuenta y de un peso

El que emite los billetes —y prueba de esto


es que el de cincuenta pesos está firmado por el
señor Alberto Pierri, en su carácter de presidente
de la Cámara de Diputados, y el de un peso por el
presidente de esta Convención en su carácter de
presidente del Senado de la Nación— es el Banco
Central.

La Casa de la Moneda es una simple


imprenta. Prueba de ello es que hace muchos
años, antes de que existiera la Casa de la Moneda,
los billetes se enviaban a imprimir fuera del país.
Recuerdo, siendo muy niño, que se imprimían en
Inglaterra.

El Banco Federal que se creará por esta


modificación de la Constitución, a mi juicio,
pasará a sustituir al Banco Central y será el
órgano emisor de la moneda”.

Con posterioridad intervino el convencional


SARAVIA TOLEDO quien sostuvo “Señor
presidente: a los efectos de solicitar a la Comisión
de Redacción que contemple y considere la
incorporación de un párrafo a continuación de
"Banco federal" que diga "independiente del
Poder Ejecutivo….

Esta inclusión que pedimos responde a la


necesidad de prever que la autoridad nacional no
convierta a una entidad de tanta responsabilidad
para la estabilidad monetaria en un ente
subordinado a los avatares políticos y a las
circunstancias del momento.

Hay antecedentes sobre este particular. Es el


caso del Banco de la Reserva Federal de los
Estados Unidos o del Banco Federal de Alemania,
donde se le concede esta autonomía al banco
pertinente.

Por esas razones solicitamos que esta


asamblea contemple la posibilidad de la
independencia del Banco Federal”.

EL ORGANISMO FISCAL FEDERAL DE


CONTROL DE LA COPARTICIPACION
FEDERAL.
La sexta cláusula del inciso 2 del art. 75
constitucional establece la creación de “Un
organismo fiscal federal que tendrá a su cargo el
control y fiscalización de la ejecución de lo
establecido en este inciso, según lo determine la
ley, la que deberá asegurar la representación de
todas las provincias y la Ciudad de Buenos
Aires.” A nuestro juicio este organismo fiscal no
es otro que el Banco Federal encargado de emitir
billetes, al cual ya hemos hecho referencia. Por
esa razón es que consideramos que el gobierno
del Banco Federal deberá estar integrado por
representantes provinciales.

Consideramos que si una provincia o la


Ciudad Autónoma de Buenos Aires no fueran
incluidos en el gobierno del Banco Federal, el o
los excluidos podrán solicitar a la Justicia que
emita un mandamiento de ejecución que le
permita incorporarse, en igualdad de condiciones
a los restantes. La vía jurisdiccional puede ser o
una acción de amparo de incidencia colectiva o
individual, según el caso, o la vía originaria ante
la Corte Suprema por ser una provincia la hace el
reclamo (Art. 117 C.N).

Pero si lo omitido fuere la creación por


ley del organismo de control Federal, no cabe
duda que será la Justicia la encargada de ejercer
el control y fiscalización de la ejecución del
sistema de coparticipación federal impositiva,
porque el incumplimiento de las leyes se genera
también, según lo prescribe el art. 43
constitucional, cuando regula la acción de
amparo, en razón de tratarse de una omisión de
una prescripción constitucional de claro carácter
operativo. Coincide esta interpretación con lo
prescripto por el art. 116 de nuestra Ley
Suprema cuando le otorga al Poder Judicial “el
conocimiento y decisión de todas las causas que
versen sobre puntos regidos por la Constitución”.

Del mismo modo consideramos que el


ejercicio del control de la coparticipación por
parte del órgano fiscal previsto por la
Constitución, que para nosotros no corresponde
que sea un órgano distinto del Banco Federal,
también puede ser controlado por parte de
Justicia, en la medida de que el debido proceso
legal o derechos individuales o colectivos se
encontraren vulnerados por parte del Banco u
órgano de control fiscal. El hecho de que dicho o
dichos entes sean autárquicos, no los coloca fuera
del control de constitucionalidad consagrada en
nuestro sistema republicano a partir de la
supremacía constitucional (arts. 28, 31, 33 y 116
de la C.N.).
LA INCLUSION DE LOS MUNICIPIOS EN LA
LEY CONVENIO DE COPARTICIPACION
FISCAL FEDERAL

La más elevada doctrina sobre municipalismo en


la Argentina de nuestro tiempo, como lo es sin
duda Antonio María Hernández, quien fuera
convencional nacional constituyente por
Córdoba en 1994, ha sostenido, en relación con
nuestro derecho público provincial, su origen y
futuro, que “la carta de nacimiento de la
nacionalidad de los argentinos estuvo en el
formidable debate del Cabildo Abierto del 22 de
mayo de 1810, en el cual se recuerdan cuatro
grandes posiciones: la del Obispo de Lué y
Riega, con la tesis de la continuidad del poder
realista, que fue respondida brillantemente por la
enunciación revolucionaria de Juan José
Castelli, abogado de la Universidad de Córdoba,
fundado en la teoría de la reversión del poder al
pueblo. Luego correspondió la intervención de
Genaro Villota, joven Fiscal de la Real Audiencia,
que inquirió sobre las facultades del Cabildo de
Buenos Aires para adoptar una resolución que
competía en un pie de igualdad a otros cabildos,
lo que puede servir de fundamento para el
desarrollo posterior de la tesis federal. Y ante tan
fino argumento, fue finalmente Juan José Paso, -
quien era el más prestigioso abogado de Buenos
Aires, pero que también había egresado de la
Universidad de Córdoba-, el que consolidó la
posición revolucionaria al recordar la teoría de la
gestión de negocios del derecho privado,
expresando que Buenos Aires había ganado el
título de hermana mayor y que podía tomar
decisiones, que después serían ratificadas por
los otros cabildos”.

“¿Por qué nos llevó tanto tiempo ese


proceso constituyente? –se pregunta Hernandez:
“porque había que resolver la fórmula política
que era en primer lugar, la forma de Gobierno, y
en segundo lugar, la forma de estado. El debate
sobre forma de gobierno fue entre república o
monarquía y finalizó en 1820, cuando las
montoneras federales del litoral, lideradas por
López y Ramírez, derrotan al Director Rondeau
en la primera batalla de Cepeda en 1820 y
rechazan tajantemente la Constitución unitaria y
promonáquica de 1819. En esos tiempos había
comenzado el proceso de creación de las catorce
provincias históricas de la nacionalidad, que
culminara en 1834 con la separación de Jujuy de
Salta, y que luego daría lugar a la realización de
los pactos interprovinciales, que serían la fuerza
instrumendatora del federalismo. Asimismo, las
Provincias comenzaron a dictar sus propias
Constituciones, como la de Santa Fé de 1819, la
de Tucumán de 1820 y la de Córdoba de 1821. Y
esto fue fundamental para resolver la segunda
gran cuestión de la fórmula política, o sea la
forma de estado, que conllevó además nuestra
cruenta guerra civil entre unitarios y federales”.
Remata Antonio Hernandez sus reflecciones
citando a Felix Luna: “La Argentina es un enano
macrocefálico. Es que en menos del 1% de
nuestro territorio se asienta casi el 35 % de la
población y en un radio no mayor de 500
kilómetros del área metropolitana se encuentra el
80 % de la riqueza nacional. Con este actual
ordenamiento territorial del país no puede regir
bien la Constitución ni puede haber un buen
federalismo”.

Recordamos que el Art. 123 de la Constitución


Nacional dispone una amplia autonomía
municipal en estos términos: “Cada provincial
dicta su propia Constitución, conforme a lo
dispuesto por el art. 5ª, asegurando la autonomía
municipal y reglando su alcance y contenido en el
orden institucional, político, administrativo,
económico y financiero”.

Precisamente, en relación con la autonomía


financiera consideramos que el constituyente ha
previsto que los municipios reciban los fondos
que les corresponde por coparticipación federal,
en forma directa. De este modo se evita el
favoritismo político que suelen tener los
gobiernos provinciales, en desmedro de los
municipios gobernados por partidos de la
oposición.
En un sentido equivalente consideramos que, por
imperio de su autonomía económica y
administrativa, los municipios deben estar
capacitados y habilitados para desarrollar
emprendimientos dirigidos al crecimiento
económico local, realizando inversiones en
investigación científica y tecnológica que los
sustenten.

No podemos olvidar que el centro científico más


importante del país se encuentra ubicado en la
ciudad de Bariloche, y aunque depende de la
Universidad Nacional de Cuyo y del Centro de
Energía Atómica, su ubicación geográfica
demuestra que un municipio como Bariloche, que
pertenece a la Provincia de Río Negro puede
constituirse en un centro de excelencia científica
de gran trascendencia. Ese es el modelo que
tienen que seguir todos los municipios argentinos
para generar desarrollo económico en todo el
territorio del país. Este de debe ser un objetivo
fundamental de la autonomía municipal. La
creación de centros de estudios o científicos
municipales no pueden ser vistos como utópicos,
ni propios para el nivel de gobierno terciario que
tienen las Comunas, sino un factor de crecimiento
activo a favor de la riqueza de la nación
argentina.
En el caso Rivademar la Corte Suprema sostuvo
que “los municipios no pueden ser disueltos por
voluntad de las provincias, porque ellos tienen
origen constitucional”, en un sentido equivalente
el Alto Tribunal sostuvo que las provincias no
pueden privar a los municipios de las
atribuciones mínimas necesarias para el
desempeño de su cometido” (ver El Derecho
133:536). Siempre se ha considerado que este
fallo implica el reconocimiento fuerte de la
autonomía municipal, aun antes de que estuviere
reconocido en forma explicita, como lo está hoy
en el art 123 constitucional.

La importancia del municipio como clave del


desarrollo nacional fue destacada en los Estados
Unidos, con énfasis, nada menos que por Thomas
Jefferson, el inspirador de la Declaración de la
Independencia en dicho país, quien también fue
Presidente de la República. El testigo de la
posición en tal sentido de este grande hombre no
fue otro que John Dewey, uno de los más grandes
filósofos políticos de su tiempo. Es él quien nos
señala que Jefferson sostuvo que “las
comunidades de tamaño mucho menor que las
provincias -es decir los municipios- son los
verdaderos baluartes de nuestra libertad, no el
gobierno concentrado en Washington”. Y agrega
Dewey que Jefferson “se encontraba
impresionado, tanto práctica como teóricamente,
por la eficacia de las sesiones municipales de
Nueva Inglaterra, y deseaba que algo por el estilo
se convirtiese en parte orgánica del sistema
gubernativo de todo el país”

También Dewey sostiene que “así como Catón


terminaba todos sus discursos con las palabras
Cartago detenda est, así termino yo la exposición
de mis opiniones con este requerimiento: dividid
las regiones en distritos”…”para de ese modo
hacer de ellos pequeñas repúblicas, con un
gobernante al frente de cada una de ellas (es decir
un Intendente o Director de una Cuenca
Hídrica), para todos aquellos asuntos que estando
bajo su vigilancia pudieran ser manejados mejor
que en las grandes repúblicas regionales o
provinciales”. ¡Que claro mensaje a favor de la
autonomía municipal proclamada en el art. 123
de nuestra Constitución Nacional.

“Esos distritos (municipios) debían cuidar de los


pobres, los caminos, la policía, las elecciones, el
nombramiento de jurados, la administración de
justicia en las pequeñas causas, y los ejercicios
militares elementales”. Es el pensamiento de
Dewey quien después agrega que “la esencia del
pensamiento de la filosofía política de Jefferson se
halla en su esfuerzo para instituir esas pequeñas
unidades administrativas y legislativas como la
piedra fundamental del país”. Todas estas ideas
pueden ser consultadas en el bello libro de John
Dewey titulado “Jefferson, con la mayor
felicidad”. Editorial Losada, Buenos Aires, 2006,
pags. 76 a 81.

Estas ideas jeffersonianas han sido tenidas en


cuenta por nuestro Juan Bautista Alberdi en su
libro “Elementos de Derecho Publico Provincial
para la República Argentina” (1853), por cuenta
de su propia gran intuición organizacional, pues
no resulta factible, por el manejo de los tiempos,
que haya conocido ni el pensamiento de
Jefferson, en sus cartas, ni la obra de Dewey.

LOS COMITES DE CUENCAS HIDRICAS

En la Argentina existe un señalado vacío


legislativo en materia de regulación de cuencas
hídricas. Nunca se ha dictado una ley de rios
interiores y ello ha merecido severa crítica desde
los tiempos de Sarmiento, ese gran organizador
que tuvo el país. Florentino Ameguino ha sido el
científico argentino que ha estudiado el tema con
mayor esmero y profundidad. (Florentino
Ameghino –“ Las sequías y las inundaciones en la
Provincia Buenos Aires” "Obras completas y
correspondencia científica de Florentino
Ameghino", Vol.IV "Zoología Matemática", pág.
145-214., Taller de impresiones oficiales, La
Plata, 1915. ) Hagamos una reseña de su
pensamiento vinculado al tema hídrico.

"En las primeras páginas de esta Memoria, al


exponer los resultados de mi excursión a las
lagunas de Lobos y de Monte, dije que ellos
fueron relativamente escasos a causa de la gran
cantidad de agua que llenaba las lagunas, y eso a
pesar de haber efectuado mi viaje cuando la
estación del calor estaba muy avanzada. Hasta
los mismos campos elevados pero de poco
declive, estaban todavía en parte inundados y ya
puede juzgarse por esto cómo estarían durante el
invierno excepcionalmente lluvioso del año
pasado. Natural es, pues, que la cuestión de las
inundaciones y de los proyectados trabajos de
nivelación y desagüe estuvieran a la orden del
día y se deseara conocer mi opinión al respecto.
Eso me indujo a hacer algunas observaciones
sobre las causas de las inundaciones y los
medios de evitarlas, y encontré que esta cuestión
estaba íntimamente ligada con la de las sequías
que de tiempo en tiempo hacen sentir sus
desastrosos efectos sobre distintas regiones de
la Provincia. Aún más: adquirí la convicción de
que todo esfuerzo y todo trabajo que tendieran a
evitar uno de esos males, sin tomar en cuenta el
otro, ocasionaría, probablemente, más perjuicios
que beneficios.

La cuestión de las obras de canalización y


desagüe en la provincia de Buenos Aires
continúa, sin embargo, a la orden del día. Los
trabajos de nivelación se prosiguen con
actividad y todos esperan con impaciencia el día
en que el pico del trabajador empiece la
excavación de los canales de desagüe,
destinados a preservar de las inundaciones a
vastas zonas de la Provincia hoy expuestas a
desbordes periódicos de las aguas, que
destruyen su riqueza y entorpecen el
desenvolvimiento de la ganadería.

Todos abrigan la esperanza de que dichos


trabajos librarán a la Provincia de las
inundaciones, abriendo así para el porvenir una
nueva era de prosperidad y riqueza sin
precedente entre nosotros. Por todas partes no
se oye hablar sino de proyectos de canales que
den salida a las aguas que en las épocas de
grandes lluvias cubren los terrenos bajos o de
poco declive. El objetivo de todos esos
proyectos parece ser buscar los medios de llevar
al océano lo más rápidamente posible las aguas
pluviales, con lo que se cree evitar en lo
sucesivo el desborde de los ríos y la inundación
consiguiente de los terrenos adyacentes.

Aunque el entusiasmo es contagioso, no se me


ha comunicado; he permanecido frío y pensativo,
reflexionando sobre las ventajas y desventajas
que reportarían los canales de desagüe y me he
confirmado más en mi opinión de que si ellos no
son el complemento de obras más eficaces y de
mayor consideración, reportarán probablemente
más perjuicios que beneficios.
Antes de emprender esos trabajos creo que sería
prudente darse cuenta no sólo de los beneficios
sino también de los perjuicios que podrían
reportar para ver si los unos compensarían a los
otros.

Es cierto que en distintas regiones de Europa se


practica el drenaje y el desagüe de los campos
en gran escala, sin que a nadie se le haya
ocurrido que pueda ser perjudicial, por ser
demasiado evidentes sus beneficios. Pero es que
la constitución física de aquellas regiones es
completamente distinta de la de estos territorios;
de consiguiente, lo que allí reporta beneficios,
bien podría producir aquí perjuicios. Allí no se
conocen esas grandes sequías que son a
menudo el azote de esta Provincia; las lluvias
son allí más regulares y el agua no escasea en
ninguna época del año. Es así muy natural que
allí se desagüe al sobrante de las aguas porque
realmente lo hay.

Aquí no hay sobrante. Si hoy nos ahogamos por


excesiva abundancia de agua, mañana nos
moriremos de sed. En tales condiciones ¿que
ventajas reportará el desagüe de la Pampa?
Indudablemente importantes beneficios para
unas mil leguas de terrenos anegadizos en las
épocas anormales; de excedentes lluvias,
evitando en parte en lo sucesivo las grandes
pérdidas que ocasionan las inundaciones.
Con todo, sería bueno tener presente que si esos
terrenos anegadizos no son utilizables en los
períodos de grandes lluvias, en las épocas de
grandes sequías, cuando toda la llanura se
presenta desnuda de vegetación y sin agua, ellos
constituyen los únicos campos de pastoreo en
donde se acumulan las haciendas para salvarlas
de la muerte.

Por otra parte, con los canales de desagüe es


posible que no se eviten por completo las
inundaciones, como parece creerse. Las aguas
excedentes de las planicies elevadas y terrenos
de poco declive corren a los ríos con lentitud,
pero es permitido suponer que por medio de los
canales de desagüe se precipitarían con mayor
fuerza y prontitud a los cauces de los ríos o a los
puntos bajos hacia donde se les diera dirección.
Si así sucediera, o habría que dar a los canales
de desagüe una capacidad extraordinaria que
exigiría un costo enorme, o las crecientes y
desbordes se producirían con mayor rapidez que
ahora y ocasionarían estragos aún más
considerables en un menor espacio de tiempo,
pues verificándose el desagüe con mayor
rapidez, las inundaciones serían de menor
duración. Las aguas no ocasionarían pérdidas de
consideración en las planicies elevadas y de
poco declive, pero ¿qué estragos no producirían
en los puntos bajos los desbordes de los ríos y
de los canales?

*
Sin embargo, hagamos abstracción de estas
objeciones y admitamos en principio que las
obras de desagüe reportarían beneficios para los
terrenos bajos, anegadizos y expuestos a las
inundaciones.

Es sabido que toda cuestión tiene sus dos lados:


el pro y el contra. Veamos, pues, también un
poco los perjuicios que ocasionaría un desagüe
perpetuo de esas mil leguas de terrenos
anegadizos.

Desde luego desaguar sin límite los terrenos


quiere decir privar a la llanura de la pampa de
una cantidad considerable de agua que, bien
aplicada, puede constituir una reserva preciosa
para atenuar, cuando menos en parte, los efectos
desastrosos de las épocas de grandes sequías.

Si se hiciera un cálculo de los millones de


pérdidas que en los últimos treinta años han
producido las inundaciones por una parte y las
sequías por la otra, se vería indudablemente que
los perjuicios ocasionados por las últimas
sobrepasan en una cantidad asombrosa a los
que han sido producidos por las primeras.”

El federalismo de los Estados Unidos, en cambio,


no se ha desentendido del tema. Los Comites de
Cuencas de los Rios del Delleware, del Valle del
rio Tennessi, del Rio Colorado o del Rio Pecos,
entre otros, han sido organizados como agencias
independientes de gobierno, con amplias
atribuciones y de carácter autárquico e
independiente en materia reglamentaria,
administrativa y hasta judicial. Ello ha
fortalecido el federalismo de ese país y el
desarrollo de su economía nacional.

Incluir la legislación sobre cuencas hídricas en la


reforma del federalismo argentino, implica un
camino de transformación y de fortalecimiento de
la descentralización económica que nuestro país
no puede seguir dejando de lado entre su política
de Estado.

BASES DE LA GESTION DE CALIDAD EN LA


APLICACION DE LA COPARTICIPACION
FEDERAL IMPOSITIVA

El art 76, inc.


19 de la Constitución reformada en
1944 establece que "Le corresponde
al Congreso proveer a la formación
profesional de los trabajadores".
Esto significa que el constituyente
ha previsto la obligación del
Estado de establecer una pedagogía
especifica dirigida a mejorar la
calidad del trabajo de los
argentinos, tema vinculado con lo
que en el mundo se conoce "gestión
de calidad" en el trabajo.

Nos hemos
ocupado del tema en nuestro libro
"La formación del derecho procesal
organizacional", editado por la
Cámara de Diputados de la Provincia
de Buenos Aires en 1996, que se
encuentra agotado. Fue allí donde
investigamos el pensamiento del
creador de la calidad total en
Japón, Edward Deming, en su libro
"Calidad, productividad y
competitividad". Ed Díaz de Santos,
Madrid. 1989. Fue allí donde
comprendimos que la "calidad total"
es una pedagogía aplicada al
trabajo y que ello se vincula
directamente con el incumplido art.
14 bis, cuando dispone el derecho
de los trabajadores a participar en
las ganancias de las empresas, con
control de la producción y
colaboración en la dirección de la
empresa.
Conocemos la
idea que impera con frecuencia en
nuestro medio, según la cual
pretender aplicar el m‚todo de
organización del trabajo que se
conoce universalmente como la
"calidad total", no resulta propio
de ser utilizado en la escuela ni
en el sistema educativo en general.
Se parte de la base de una suerte
de reivindicación de la autonomía
de las ciencias educativas que debe
ser protegida frente al avance de
los modelos que imperan en otros
ámbitos científicos, o
pretendidamente científicos, nos
estamos refiriendo a la economía, a
la matemática, a la biología o la
derecho. Esa resistencia puede
explicarse, como justificada
prevención, si se tratara de evitar
que los modelos impuestos en los
tiempos que corren por el
monetarismo neoliberal, invadan el
accionar educativo, con la idea de
convertir la escuela en un mercado.
Si de esa fuera la propuesta, desde
ya que estamos completamente en
contra de semejante línea de
pensamiento, sobre todo cuando de
la escuela o de la universidad
pública se trata. La escuela
pública es un servicio que no puede
estar gobernado por intereses
económicos, sino por valores, por
cierto que desarrollados a partir
del pluralismo de ideas, de allí la
validez de la escuela privada en el
sistema educativo, pero nunca
dejando de lado el principio de que
el costo funcional que irroga no
puede ser considerado un gasto,
susceptible de ser reducido, para
ajustar un presupuesto deficitario,
sin considerar que consiste en una
inversión necesaria e inexorable
para el crecimiento de la
prosperidad y bienestar general
del pueblo argentino.

Pero éste
posicionamiento de ideas que nos
parece esencial defender cuando de
la defensa de la escuela pública se
trate, no puede colocarnos en la
posición ignorante de cual ha sido
el camino que ha seguido el
capitalismo social, no el
neoliberalismo por cierto, para
lograr una producción de bienes y
de servicios de calidad total, en
provecho de todos los destinatarios
de esa producción, que no es otro
que todo el pueblo. Precisamente,
los pueblos desarrollados no han
logrado su posición de alto nivel
de vida por el hecho de ser o haber
sido colonialistas, aunque no se
pueda negar que el colonialismo ha
existido y todavía perdura: ellos
no han cimentado su condición
actual de alto ingreso per capita
por habitante, por la simple razón
de ser colonialistas, sino por
haber descubierto y aplicado una
socio-tecnología de organización
del trabajo de gestión de calidad,
lo cual ha implicado la fuerte
democratización y horizontalización
de la organización del trabajo
humano. Ni Japón, ni Canadá , ni
Australia, ni los países
escandinavos, tampoco Suiza, como
casos paradigmáticos, han impulsado
su desarrollo actual por ser
colonialistas, sino por ser
organizados: aunque muchos puedan
pensar lo contrario. No invalida
nuestra creencia el hecho de que
Inglaterra, Francia, Alemania e
Italia, también España y Portugal,
hayan sido países fuertemente
colonialistas, porque si después de
la segunda guerra mundial no
hubieran montado su aparato
productivo a partir de la
aplicación de gestión de calidad en
la organización del trabajo, no
hubieran sido competitivos ni
hubieran podido sustentar el alto
nivel de vida que tienen sus
pueblos. El caso de Estados Unidos
es equivalente, pero además ese
pueblo se ha constituido en un
"imperio", monopolísticamente
cuando se trata del uso de la
fuerza, con tendencia
monopolística, aunque sin lograr
imponerse, cuando se trata de la
moneda, solamente controlado por la
democratización de las redes de
información, particularmente en el
caso de Internet.

Entonces, el
método de organización del trabajo
de gestión de calidad está 
gobernado por la democratización
del trabajo. Gobierna el principio
de horizontalidad en las relaciones
laborales no el de la jefatura
verticalista, por parte, ni del
dueño ni del gerente, sino del que
sabe por su posición en el grupo o
taller laboral. En la gestión de
calidad hay un sistema ‚tico y
humanista en juego, en relación con
el cual la escuela, tampoco la
pedagogía pueden estar al margen,
ni darles espalda. Simplemente
porque la escuela, la educación ni
la pedagogía pueden estar al margen
de principios liminares que hacen a
la ‚tica de la solidaridad, a la
democracia laboral y al humanismo
implicado en la auto-organización,
clave de la libertad humana y de su
autonomía. Quienes se resistan a
ello es: o por ignorancia o por
prejuicio.

Es por ello que


invitamos a nuestros responsables
de la conducción educativa, también
a nuestros educadores y pedagogos,
a compartir el estudio que llevara
a cabo Elena Cano García, en su
tesis doctoral publicada sobre
"Evaluación de la calidad
educativa" (Ed. La Muralla,
Barcelona, 1995): tesis que fuera
aprobada por la Universidad de
Barcelona. En ese estudio se pone
en evidencia que el concepto de
calidad total en la educación, así
como su búsqueda, han sido el eje
de las investigaciones
educacionales en gran parte del
mundo, destacándose que si bien
hasta los años 70 del siglo pasado,
las investigaciones se preocupaban
por evaluar cuestiones vinculadas
con la cuantificación en los
standares educativos, a partir de
esa década‚ el tema central han
sido los estudios que se han
centrado en el tema de la calidad (
op. cit.pag. l8). Es que, se
indica, no se puede abordar el
estudio de la calidad en la
enseñanza, pasando por alto el
"movimiento de las escuelas
eficaces". Calidad y eficacia, en
consecuencia, son dos variables
fuertes que deben se articuladas,
para ser bien comprendidas, en el
campo de nuestras investigaciones.
Se señala que a partir de los años
60 surgió en la sociedad
norteamericana un movimiento
generalizado dirigido a considerar
el rendimiento de cuentas de la
performance escolar (su
"accountability).

Impacta tener
que hacerse cargo de las
conclusiones a las cuales llegaron
las investigaciones del
norteamericano Coleman, ya por el
año l966, según las cuales la
influencia de la escuela en el
resultado educativo es poco
importante, aunque se apliquen
muchos recursos económicos a su
funcionamiento: la influencia de la
escuela no va más allá del l0% en
el mejoramiento y calidad de los
resultados educativos, pues lo más
trascendente resulta ser una
variable dependiente de la cultura
ambiental de donde proviene cada
estudiante, su familia, posición
social y cultura correspondiente:
suerte de caldo de cultivo que la
escuela publica o privada, para
gente de poco desenvolvimiento
cultural, no puede revertir por sus
propias fuerzas (Coleman, Equuality
of Educational Opportunity,
Washington, Gov: Pruit Off, l966).
Importan más los procesos
psicosociales, la calidad de las
interacciones y la índole de las
normas de cada sector involucrado
en la escuela: estudiantes,
profesores y de unos y otros. A
partir de estas consideraciones
impugnativas de las creencias
tradicionales en sentido contrario
es que surgió la importancia del
punto de vista de la cultura
organizacional aplicada al  ámbito
de las instituciones educativas
(conf. Greenfield, l975, citado
por Cano García en op.cit. pag 27).
Lo que puede cambiar la historia es
la organización de la escuela
(nosotros agregamos y la
instalación de una pedagogía
organizacional aplicada en las
aulas), no el aumento de recursos
económicos, ni con computadoras y
moderna tecnología mediante,
tampoco con mejora de sueldos a los
docentes, con todo lo justo e
importante que ello resulte.
La
investigación de Coleman nos indica
que la calidad del proceso
educativo consiste: en hacer bien
el trabajo, desde el principio;
responder a las necesidades de los
usuarios (los estudiantes, su
familia y la sociedad); administrar
óptimamente los recursos (pero sin
privación de aquello que resulte
imperioso y conveniente); actuar
con coherencia, tanto lógica como
emotiva en las determinaciones;
cumplir el programa de calidad
estipulado; satisfacer al
destinatario de la gestión;
disfrutar con el trabajo en equipo
ofreciendo lo mejor de uno mismo;
reducir costos y actividades
inútiles; evitar fallos; lograr
eficacia, controlando el accionar
del grupo.

Se señala en
todo el estudio que no solamente se
debe buscar calidad en los
resultados, sino también en el
proceso que los hace posible.
Señalamos que no es razonable
pensar en resultados de calidad si
el proceso está  viciado por
defectos en la organización y
funcionamiento del grupo: si los
hubiera, el resultado satisfactorio
estaría encubriendo vicios no
aparentes, pero que, con el tiempo,
producirán resultados negativos o
no provechosos, es decir
desmentirán la gestión de calidad.
De allí que no podemos conformarnos
con calificaciones altas de la
actuación de los alumnos: lo
fundamental es determinar la
capacidad de quienes aprenden para
reproducir el saber, en forma
creativa y aplicativa, tanto
teórica como práctica. Aprender a
bastarse por si mismos, a partir de
la simiente que genera la escuela,
es una variable importante de su
gestión de calidad.

El proceso que
genera la gestión de calidad en la
escuela es una verdadera "caja
negra" del sistema educativo, que
debe ser abierto a partir de
inferencias y de controles de los
resultados obtenidos en la gestión.
Por caso, perfeccionar y normalizar
el lenguaje de los estudiantes es
una misión trascendente, de la
escuela, de cara a la función
comunicativa que el lenguaje tiene
en la integración social. Cómo se
seleccionan los profesores es
también una cuestión central: si
ellos no están comprometidos con la
gestión de calidad y con el método
participativo que la genera, ser 
inútil pretender tener éxito al
implantar el programa. La formación
pedagógica, en tal sentido, ser 
clave. Resulta muy importante para
nosotros determinar que‚ es un
docente: un instructor, un
movilizador, un integrador de
relaciones humanas, una fuerza viva
social, un asistente social, un
proletario o un burócrata, nos
preguntamos.

Definir el
curriculum de los estudios también
hace a la calidad total en la
gestión escolar. Si la misión de la
escuela es, como lo indica la
Declaración Mundial de Educación
para Todos, aprobada en Tailandia,
en l990: "generar la capacidad para
proporcionar a los alumnos el
dominio de los alumnos el dominio
de los códigos culturales básicos,
las capacidades para la
participación democrática y
ciudadana, el desarrollo de la
capacidad para resolver problemas y
seguir aprendiendo, así como el
desarrollo de valores acordes con
una sociedad que desea una vida de
calidad para todos sus habitantes",
no nos puede quedar dudas de la
importancia que adquiere nuestra
propuesta de construir una
pedagogía organizacional que haga
de los seres humanos personas
eficientes y prácticas en términos
de poder cumplir con la misión que
le ha sido señalada por la escuela.
Si la gestión de calidad debe
instalarse, tanto en la
administración de la escuela como
en el proceso de aprendizaje dentro
del aula, ello no ser  factible si
no se involucra a la pedagogía con
el m‚todo de gestión de calidad. No
habrá gestión de calidad en la
educación sin pedagogía
organizacional, esa es nuestra
propuesta.
Pero hoy la
escuela no puede funcionar como un
organismo aislado del tejido
social: será preciso instalar redes
de información entre las escuelas,
no para uniformar performances,
sino perfilar sus diferencias a
partir del conocimiento de lo que
todas las unidades están haciendo.
La calidad de la enseñanza serán,
en consecuencia, un desafío
múltiple, a realizarse dentro del
aula, a partir de una pedagogía que
le corresponda, en comunicación con
la entidad escuela y, en red, con
el resto de las escuelas, también
con la comunidad, para consolidar
un tejido social solidario,
creativo y con destino común. Es
decir que siendo la escuela un
sistema, ella tiene un eco-sistema
que le corresponde, del cual no
estar incomunicada.

Un dato de
interés que tomamos del libro de
Cano García, es de las cien mejores
escuelas calificadas como tales en
España, el 79% son cooperativas.
Ello indica la importancia de la
organización cooperativa para
lograr una gestión de calidad en la
educación (en concordancia con ello
el pensamiento de Mario Bunge en su
libro "Las ciencias sociales en
discusión" Ed. Sudamericana, Buenos
Aires, l999). La propuesta no puede
ni debe afectar al postulado de
autonomía que debe gobernar todo el
desempeño escolar: gestión de
calidad es una variable activa de
la autonomía escolar, y viceversa.
A nuestro juicio no perjudica la
autonomía de las escuelas públicas
el hecho de que ellas puedan
alquilar sus instalaciones para
eventos culturales, con el objeto
de recolectar fondos y, asimismo,
para brindar servicios culturales,
si fuera el caso: lo impropio a
denunciar ser  que el Estado limite
el presupuesto que le corresponda a
la escuela, a partir de los fondos
que puedan ingresar por las
locaciones realizadas.

Buscar
calidad total en la escuela implica
lograr eficiencia en sus
realizaciones. Esto ha generado un
debate, a partir de considerar que
se busca optimizar la gestión
económica de cada escuela, a costa
de la calidad del proceso educativo
y de sus resultados. Cuando
hablamos de eficiencia no lo
hacemos desde el punto de vista
bancario, sino desde el punto de
vista de implicar al mayor
aprovechamiento de los recursos con
el fiel cumplimiento del programa
de calidad que cada escuela, así
como cada grupo docente, en
colaboración activa con sus
alumnos, han establecido. Cuando
hablamos de eficiencia lo hacemos
desde la relación mix eficiencia-
eficacia, sin perjudicar a ninguna
de ellas. Además ese mix debe
partir de la base de que la gestión
de calidad busca la mejora
continua, aun cuando ya estemos muy
bien, debemos seguir mejorando
(clave en el progreso de los
japoneses después de la segunda
guerra: postulado que gobierna el
modelo de gestión de calidad.
También debemos señalar que hay
varias dimensiones de la
eficiencia: en primer lugar hay una
eficiencia externa, que busca el
equilibrio entre los costes y los
beneficios sociales que produce la
escuela; hay una eficiencia
interna, que considera la relación
entre insumos y resultados dentro
del sistema educativo; y hay
también una eficiencia técnica que
predica el máximo resultado a
lograr a partir de un determinado
recurso técnico utilizado;
finalmente hay una eficiencia
económica, es decir que busca el
mejor resultado a un costo mínimo
(conf. Psacharopoulos y Woodhall,
l987 citado por Cano García).

Se suele
objetar la búsqueda de la eficacia
escolar a partir de la supuesta
dificultad para medirla. Se dice
que no hay método cierto o
suficientemente confiable para
ello. No estamos de acuerdo con
esta línea argumental. Si los
objetivos son claros, el método de
medición no resultar  insuficiente.
Si el gran estadístico que fue
Edward Deming pudo instalar la
gestión de calidad a partir de
mediciones precisas hace más de
cincuenta años, como no podrá 
hacerlo la estadística moderna,
equipada con técnicas en permanente
perfeccionamiento. Se deben medir
resultados en relación con cada
área de trabajo u objetivo buscado.
Más difícil ser  medir resultados
globales, salvo que existan
suficiente precisión en la
determinación de los objetivos.

Sin control
no hay gestión de calidad posible.
El control debe ser externo, en
razón de que es preferible que
quien controle no se encuentre
comprometido con el controlado. Sin
embargo, ello no significa que no
deba existir un control interno,
porque cada unidad escolar, también
cada docente en su respectiva aula,
y cada uno de los alumnos, deben
controlar periódicamente su
gestión. Sin control integral,
interno y externo no hay calidad.
Además debe haber continuidad en la
gestión transformadora de la
educación, si se pretende lograr
calidad total en los resultados y
en el proceso educativo. Estamos de
acuerdo con Juan Carlos Tedesco
cuando señala el éxito de las
estrategias educativas depende de
la continuidad de su aplicación,
agregando que resulta paradójico,
pero real, que a mayor sucesión y
cambio de propuestas para el cambio
educativo se ha fortalecido su
rigidez e inmovilismo (ver su
trabajo Tendencias actuales en la
reforma de la educación, l994,
citado por Elena Cano García). Por
otra parte, el control debe
instalarse en función de la
verificación del nivel de calidad
de la gestión, no como un modo de
justificar la distribución y
aplicación de fondos: el eje del
control no puede ser el financiero,
aunque también deba hacerse, sino
el integral, donde debe prevalecer
la cuestión pedagógica, del proceso
educativo y de sus resultados en
términos de calidad.

Por otra
parte, de nada sirve evaluar sino
se proponen remedios a los
desfasajes o fallas verificadas en
la gestión. Reiteramos: no debemos
utilizar el control para justificar
realizaciones aparentes y no
substanciales ni estructurales.
Aplicar "gestión de calidad" para
poder mostrar a la opinión pública
un certificado de gestión de
calidad, como etiqueta de ventas,
como hacen muchas empresas
argentinas, desvirtuando la
transformación cultural del
sistema, ello lleva a la
desnaturalización y falsificación
de la gestión de calidad auténtica.
Luego los usuarios verifican fallas
y desatenciones cuando acuden a los
servicios empresarios: que ello no
ocurra en nuestras escuelas. Puro
gatopardismo empresarial propio de
países subdesarrollados. Por eso es
que el control no solamente debe
realizarse en las escuelas, sino
también en la gestión de los
controladores, es decir en las
entidades autorizadas para
certificar calidad. Países
subdesarrollados ética y
culturalmente como el nuestro,
hacen posibles comportamientos
inauténticos y falsificadores de la
realidad. Como dice con acierto
Cano García: "puede suceder que la
evaluación no posea las finalidades
de recabar información para
orientar políticas y mejorar
sistemas educativos, sino que, a
menudo, solapadamente, intente
servir de justificación para
ciertos cambios, e intente
acomodarse al sistema económico y
laboral imperante...en definitiva,
está  plagada de ocultos propósitos
que desvirtúan su función y
desilusionan respecto a sus
posibilidades (op. cit. pag. l64).

Para lograr
la mejora de la calidad de la
educación se debe partir de: un
fuerte liderazgo del director de la
escuela; altas expectativas de
profesores y alumnos; clima
ordenado de trabajo; énfasis en las
habilidades instructivas básicas;
coherencia del programa de calidad
instalado; colaboración estrecha
entre la escuela, la sociedad y la
política de estado, sin que ello
perjudique la autonomía escolar. Un
dilema presenta si corresponde o no
que la escuela esté‚ en vinculación
con la actividad productiva del
país, sea ella estatal o privada:
nosotros no hacemos un tabú de esta
cuestión; que bueno que la
actividad productiva este
comunicada con la fuente nutricia
de la productividad futura: no
olvidar que también los poetas y
los pintores van a la guerra, y
luchan sin armas, pero si con su
arte, si fuera el caso, en defensa
de la soberanía nacional, así lo
sostuvo el sociólogo norteamericano
Talcott Parsons, en una publicación
del New York Times durante la
Segunda Guerra Mundial.

En España funciona
un Instituto Nacional de Calidad y
Evaluación: sería bueno estudiar su
desempeño en términos de como se
controla la gestión de calidad
educativa desde esa institución. El
Instituto tiene un plan trienal
basado en los principios de
relevancia, factibilidad y
flexibilidad de los respectivos
planes en ejecución. Se ha
construido un sistema estatal de
indicadores de la calidad del
sistema educativa, importante de
ser tenido en cuenta por el sistema
educativo argentino. También se
tienen allí en cuenta estudios
internacionales de valuación
educativa. Se ha denunciado en
España que el Instituto ha
perjudicado el proyecto de red de
centros (escuelas) que venía
funcionando en dicho país: ser 
importante evaluar la verdad de
esta aceveración (ver Cano García,
pag. l39) y analizar el alcance y
efectos del funcionamiento de dicha
red, con miras a aprovechar dicha
experiencia.

Uno de los
grandes desafíos del modelo escolar
se encuentra en el tema de la
competitividad entre las escuelas
públicas, entre ellas y con las
privadas. Competir para ser modelo
nunca puede ser negativo en el
quehacer humano, lo negativo está 
en la búsqueda de la destrucción o
de la afectación del otro,
generándose la quiebra de los lazos
de solidaridad que debe existir en
el sistema escolar del país. La
competitividad encuentra sentido en
la búsqueda de ser diferentes,
porque en eso radica una de las
claves de la calidad total: no se
concibe la calidad a partir de la
homogenización compulsiva de las
diferencias, pues de ese modo se
afecta el principio de la identidad
humana que, precisamente radica en
ser diferentes. El hombre masa, la
escuela masa no potencia la gestión
de calidad. Hay que saber lograr
compatibilizar la potenciación de
las diferencias con la
consolidación de una red escolar
sin exclusiones que apoye el
desarrollo integral de todas las
escuelas del país. No es el caso de
propender a la existencia de
categorías de escuelas dentro del
sistema, sino de que cada escuela
sea modelo en los suyo, a tenor de
la potenciación de sus respectivas
aptitudes y cualidades.

El
perfil del director de escuela
también genera un rico debate. No
podemos afirmar el carácter
burocrático, que hasta hoy
prevalece en nuestro medio, de la
dirección escolar. Lo fundamental
es que debe ser un "impulsor de la
renovación pedagógica". También es
conveniente un "modelo de dirección
colegiada y cualificada que
profundice en la gestión
democrática y colaborativa" (conf.
Cano García, pag.. l49). En
relación con la administración de
la escuela propiamente dicha hay
instalar en el debate la
posibilidad diferenciar las
funciones pedagógicas de la
dirección de las propiamente
administrativas: en este ultimo
caso preferimos que sean
organizacionistas especializados en
gestión de calidad quienes se hagan
cargo de estas tareas: el rol del
organizacionismo en nuestro país
está  absolutamente devaluado en la
gestión publica de los argentinos,
cuestión que debemos revertir.

Podemos
coincidir con Paulo Freire, en la
Educación como práctica de la
libertad, que no somos pobres (les
hablaba a los pobres), sino
ignorantes. El mayor enemigo de la
calidad es la ignorancia (ver Cano
García, obra citada, pag. 275).
Benavente, que recibiera el Nóbel
de Literatura durante una visita
artística en nuestro país, nos
envió un tremendo mensaje, en
respuesta a la cargosa requisitoria
periodística sobre "como nos ve Ud.
a los argentinos": contestó
Benavente, al subir al barco que lo
llevaría a su España, la respuesta
está  en la palabra "argentino",
busquen cual es la única palabra
que se puede armar con las letras
que la componen y allí la
encontraran. Buscaron los
periodistas y encontraron que esa
única palabra es "ignorante". Nos
duele. Demostremos que somos
capaces de cambiar la historia,
mirando la historia que hicieron
los padres de la patria, que no
eran ignorantes: Alberdi,
Gutierrez, Gorostiaga, Sarmiento,
Mitre, Echeverría, José‚ Hernandez,
‚éste último como expresión de la
sabiduría innata de nuestra raza
autodidacta, al igual que
Sarmiento.

Cano García dedica


el último capítulo de su obra a "la
calidad total, como una vía
alternativa". En este caso se está 
refiriendo puntualmente a la
aplicación de las reglas ISO al
sistema escolar. Se refiere a la
Total Quality Management (TQM) que
logró implantar Edwards Deming en
Japón, después del olocausto
nuclear. Se demuestra en el
referido estudio que la TQM es "un
instrumento de gestión y no un
conjunto de buenas intenciones".
Nosotros nos ocupamos del tema en
nuestro libro "El derecho procesal
organizacional" (Universidad
Nacional de La Plata y Legislatura
de la Provincia de Buenos Aires,
l998). Se busca la mejora centrada
en el proceso educativo, no
solamente en los resultados. Hay
que ir siempre a las causas de la
insuficiencia educativa: de lo
contrario lo único que hacemos es
una política de parches. Esto es
perfecto, evaluamos, entonces
tenemos que mejorarlo. No dormirse
en los laureles de un certificado
de calidad. También se tiene que
instalar el sentido preventivo de
la mala calidad, evitar llegar a
tener que medir semi-
analfabetismos, como nos ocurre a
diario en la Argentina.

Los famosos
catorce puntos de la gestión de
calidad de Deming fueron: l. Crear
constancia en la mejora del
servicio 2. Adoptar la nueva
filosofía, sobre todo a partir de
la dirección. 3. No depender de las
inspecciones externas, sino de los
controles internos para generar
calidad. 4. Acabar con la práctica
de los negocios a partir del precio
del producto: sino a partir de su
calidad. 5. Mejorar constantemente
el servicio. 6. Implantar la
formación en el trabajo. 7.
Implantar el liderazgo. 8. Desechar
el miedo en cada trabajador (de la
educación). 9. Derribar las
barreras entre los departamentos de
la empresa (de la escuela y del
sistema escolar). l0. Eliminar
slóganes e implantar el principio
de la búsqueda de la calidad. ll.
Eliminar los standares o cupos en
las plantas, así como la gestión
por objetivos, e instalar el
liderazgo en la gestión. l2.
Eliminar las barreras que no le
permiten al trabajador (al docente)
sentirse orgulloso de su trabajo.
l3. Implantar un programa vigoroso
de educación y auto-mejora.l4.
Poner a todo el personal de (la
escuela) a trabajar para conseguir
la transformación, porque ello es
tarea de todos (vid. Deming
"Calidad, productividad y
competitividad. Ed. Díaz de Santos.
Madrid. l989). La propuesta que
formula Cano García resulta
equivalente (ver. pag. 277 de su
obra). Más adelante la autora hace
una descripción adaptable a la
educación, de los referidos catorce
puntos de Deming (ver pags. 304 a
308)

El objetivo
central es transformar a las
escuelas en organizaciones
inteligentes. Que ellas se
constituyan en círculos de
excelencia, formando grupos no
jerárquicos que se reúnen de forma
voluntaria para discutir aspectos
de la mejora continua. Se propone
utilizar las técnicas de medición
utilizadas por Pareto: tablas de
posición, distribución de
frecuencias, histogramas, diagramas
de dispersión (o de flujos) y las
gráficas de dimensión (Cano García,
en pag. 277). Haba  que
diagnosticar, planificar, ejecutar
y controlar. El resultado de todo
ello, según Cano García, con lo
cual coincidimos es: el personal se
siente mejor consigo mismo y están
orgullosos de ello; las relaciones
entre ellos (también con su
entorno) mejoran; los directores se
sienten menos aislados e
incomprendidos; la productividad
aumenta (es decir la gestión de
excelencia en la escuela). Pero
nunca se debe pensar que con la
acreditación de la gestión de
excelencia se ha cumplido con el
objetivo: éste último es la mejora
continua. Nunca debe haber
objetivos inmediatos, para este
año, sino hacia el futuro: lo
contrario puede instalar un
gatopardismo al cual ya nos hemos
referido. De ese modo la excelencia
debe ser  el factor más provechoso,
tanto para el sistema escolar, cada
una de las escuelas y el país todo.

Siguiendo a
Bradley, citado por Cano García, la
gestión de calidad en el sistema
escolar implica:

l. mantener una
visión clara y compartida de
que‚ deben aprender los
estudiantes.

2. poner en
funcionamiento estrategias de
aprendizaje cooperativo (idem
Bunge, ya citado)

3. proyectarse
hacia la misión, a partir de un
plan estratégico de la escuela.

4. integrar el
equipo escolar con los padres, las
agencias comunitarias, las escuelas
y el Estado (le agregaríamos:
también a la actividad productiva
del país)

5. disponer de
un plan de acción a partir de
documentos que lo desarrollen.

6. promover y
apoyar la innovación

7. identificar
las habilidades personales de cada
protagonista y dar oportunidades a
todos para utilizarlas.

8. implantar la
formación permanente.

9. enfatizar en
el como de la resolución de
problemas transversales en el
curriculum.

l0. hacer de los


estudiantes unos aprendices
activos.
ll. comprender al
maestro como entrenador o
facilitador.

l2. dar apoyo


total a estudiantes y padres.

l3. también a los


padres como partícipes activos de
la educación de sus hijos.

l4. realizar
modificaciones en el sistema
curricular.

l5. disponer de
estructuras y procesos para
controlar la ejecución y la
eficiencia del desarrollo del
sistema.

l6. utilizar
tecnología apropiada a la gestión
de excelencia.

l7. proporcionar
un feedback interactivo que vaya
desde el control hasta la mejora
del proceso.
l8. realizar una
evaluación anual del proceso
educativo.

l9. usar procesos


de control estadístico en la
determinación de los planes de
aprendizaje.

Bradley maneja
la aplicación de la gestión de
excelencia tanto en el campo
administrativo, como en el
académico y pedagógico,
profundizando sus conclusiones en
ambos sentidos. Sin embargo resulta
muy significativo el aporte que
realizan los autores English y Hill
sobre las consecuencias de la
aplicación del TQM a la educación.
Ellos manifiestan que:

a) desde lo
filosófico se debe pasar: de un
universo de certezas a uno de
incertidumbres (a la búsqueda de
una nueva certeza constructiva); se
debe pasar de un universo de leyes
a otro de patrones temporales
cambiantes a partir del dominio de
la información; de la verdad como
algo eterno a algo como contextual;
de una escuela centrada en los
docentes a otra centrada en el
aprendizaje; del aprendizaje como
inducción al aprendizaje como algo
natural; del aprendizaje como
monocultura al aprendizaje como
múlticultura; del aprendizaje del
curriculum al aprendizaje liberal y
crítico del curriculum; de la
educación reproductiva de roles
sociales a la educación como
palanca del cambio social.

b) desde lo
psicológico se sostiene que se debe
pasar: del aprendizaje pasivo al
activo; de un aprendizaje
acreditado a la idea de la
inteligencia múltiple; del
aprendizaje de conductas al
centrado en la moral, en lo
espiritual y en lo humanístico; del
aprendizaje centrado en la
didáctica al inductivo; de una
educación centrada en la
competitividad a otra basada en la
autocomprensión, la capacidad y la
cooperación. Esto indica que la
búsqueda de la eficiencia no
implica la competitividad del
mercado, sino el cumplimiento de
códigos ‚ticos, culturales y
humanísticos.

c) desde lo
pedagógico se sostiene que: la
enseñanza debe pasar de la
explicación a aconsejar y tutorizar
al alumno, para que ‚ éste aprenda
por si mismo; el eje no es la
escuela, sino cada grupo de
trabajo; no se busca la
homogeneidad del aprendizaje sino
la diversidad (porque los seres
humanos somos diferentes); de un
trabajo en clase como conjunto a un
trabajo individualizado y en
grupos; de un aprendizaje no
impuesto sino aceptado
espontaneamente.

d) desde el punto
de vista del curriculum se enfatiza
en sostener que se debe pasar: de
un curriculum unidireccional a otro
basado en la diferencia; de uno
basado en el control a otro basado
en el desarrollo personal; a uno
impuesto al alumno a otro
construido con la colaboración del
alumno; del curriculum como
resultados a uno basado en la
experiencia.

La síntesis del
pensamiento sistémico efectuada por
Cano García, a partir de las obras
de numerosos autores citados por
ella, nos indica lo siguiente: que
lo primero del sistema educativo es
el usuario: es decir los alumnos,
los padres y la comunidad, todos
ellos integrados como tales; se
debe basar la gestión en la mejora
continua y en la constante
evaluación de los procesos, a
partir del m‚todo de feed-back;
todos los integrantes del sistema
deben comprometerse y participar,
cooperando, en vez de competir;
debemos evitar el aislamiento
personal, potenciando las
individualidades, a partir del
trabajo en grupo; el papel del
líder del grupo, es decir del
maestro y del director de escuela,
como pedagogo debe ser básico; la
escuela se debe convertir en una
organización inteligente: se
recuerda que Deming propone
suprimir las clasificaciones a los
alumnos, para evitar que los
alumnos pongan ‚énfasis en las
notas y no en el aprendizaje; se
debe aprender a tomar decisiones a
partir de datos objetivos, no solo
a partir de intuiciones y de
nuestra experiencia; los cambios
deben ser paso a paso, pequeños,
sin pretender una reforma integral,
toda de golpe; no se deben
abandonar las recompensas, pero que
ellas no dependan de notas, sino
del reconocimiento explícito por el
aporte producido por cada alumno;
se deben prevenir fallas en el
aprendizaje, mejor aun que detectar
fallas producidas; también se debe
perder el miedo a equivocarse, cosa
común en la educación tradicional;
instalar diagramas de flujo como
técnicas de control: sea el ideado
por Pareto (hay que identificar el
20% de los factores de los errores,
pues ellos son los que generan el
80% de los errores restantes), o el
denominado flujo de espina de
pescado, ideado por Ishikawa: hay
que empezar por la cabeza del
pescado, es decir por los errores
m s gruesos, para luego continuar
las espinas m s gruesas y después
con las m s pequeñas.

Experienci
as de gestión de excelencia en la
escuela, nos informa Cano García,
se han producido aplicación del TQM
en Francia, así como en los Estados
Unidos, en Carolina de Sur, también
en New Jersey, ya desde l988 y en
Maryland. En Italia, en l99l, se
instaló el Proyecto Nacional para
la Calidad de la Enseñanza, por
parte del Ministerio de Educación,
con apoyo de la patronal italiana y
el grupo de empresas públicas
industriales Pero nos interesa el
aporte que realiza S. Schmelkes,
citado por Cano García, según el
cual la aplicación del método puede
ser útil para resolver los
siguientes problemas, comunes en
todo sistema escolar: la no
inscripción escolar; la deserción;
la reprobación de los alumnos; el
no aprendizaje; el trato
discriminatorio o inequitativo; las
malas condiciones del ambiente
físico de la escuela; la falta de
disciplina; el tiempo real de la
enseñanza; el manejo de los
recursos disponibles; las
relaciones con la comunidad por
parte de la escuela; las relaciones
humanas dentro de la escuela.

Como bien señala Elena


Cano García, aun debe considerarse
como escasa, a nivel mundial, la
aplicación del método de gestión de
calidad al ámbito del sistema
educativo. Nuestro aporte dirigido
a potenciar esa posibilidad, en
beneficio del desarrollo humano
sustentable, en términos de
consolidación de los derechos
humanos, es insistir en la
necesidad de crear una pedagogía
organizacional, como alternativa a
la lecto-escritura tradicional, a
fin de lograr que la calidad total
organizativa se constituya en una
segunda naturaleza de la conducta
humana, no para automatizar a los
hombres, sino, al contrario, para
ayudarlos a ser libres, encontrando
m s fácilmente los caminos de la
libertad, a la búsqueda de la
autonomía educativa, de que nos
hablaban, cada uno a en su tiempo,
Sartre y Paulo Freire.

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