LA CUESTION CAPITAL - Humberto Quiroga Lavie
LA CUESTION CAPITAL - Humberto Quiroga Lavie
LA CUESTION CAPITAL - Humberto Quiroga Lavie
El convencional Manfredotti en su
intervención manifestó: “Asimismo estoy de
acuerdo que la ley convenio, sobre la base de un
acuerdo entre la Nación y las provincias, que
instituirá el régimen de coparticipación de las
contribuciones, tenga origen en la Cámara de
Senadores.
LA REORGANIZACION DE UN BANCO
FEDERAL
*
Sin embargo, hagamos abstracción de estas
objeciones y admitamos en principio que las
obras de desagüe reportarían beneficios para los
terrenos bajos, anegadizos y expuestos a las
inundaciones.
Nos hemos
ocupado del tema en nuestro libro
"La formación del derecho procesal
organizacional", editado por la
Cámara de Diputados de la Provincia
de Buenos Aires en 1996, que se
encuentra agotado. Fue allí donde
investigamos el pensamiento del
creador de la calidad total en
Japón, Edward Deming, en su libro
"Calidad, productividad y
competitividad". Ed Díaz de Santos,
Madrid. 1989. Fue allí donde
comprendimos que la "calidad total"
es una pedagogía aplicada al
trabajo y que ello se vincula
directamente con el incumplido art.
14 bis, cuando dispone el derecho
de los trabajadores a participar en
las ganancias de las empresas, con
control de la producción y
colaboración en la dirección de la
empresa.
Conocemos la
idea que impera con frecuencia en
nuestro medio, según la cual
pretender aplicar el m‚todo de
organización del trabajo que se
conoce universalmente como la
"calidad total", no resulta propio
de ser utilizado en la escuela ni
en el sistema educativo en general.
Se parte de la base de una suerte
de reivindicación de la autonomía
de las ciencias educativas que debe
ser protegida frente al avance de
los modelos que imperan en otros
ámbitos científicos, o
pretendidamente científicos, nos
estamos refiriendo a la economía, a
la matemática, a la biología o la
derecho. Esa resistencia puede
explicarse, como justificada
prevención, si se tratara de evitar
que los modelos impuestos en los
tiempos que corren por el
monetarismo neoliberal, invadan el
accionar educativo, con la idea de
convertir la escuela en un mercado.
Si de esa fuera la propuesta, desde
ya que estamos completamente en
contra de semejante línea de
pensamiento, sobre todo cuando de
la escuela o de la universidad
pública se trata. La escuela
pública es un servicio que no puede
estar gobernado por intereses
económicos, sino por valores, por
cierto que desarrollados a partir
del pluralismo de ideas, de allí la
validez de la escuela privada en el
sistema educativo, pero nunca
dejando de lado el principio de que
el costo funcional que irroga no
puede ser considerado un gasto,
susceptible de ser reducido, para
ajustar un presupuesto deficitario,
sin considerar que consiste en una
inversión necesaria e inexorable
para el crecimiento de la
prosperidad y bienestar general
del pueblo argentino.
Pero éste
posicionamiento de ideas que nos
parece esencial defender cuando de
la defensa de la escuela pública se
trate, no puede colocarnos en la
posición ignorante de cual ha sido
el camino que ha seguido el
capitalismo social, no el
neoliberalismo por cierto, para
lograr una producción de bienes y
de servicios de calidad total, en
provecho de todos los destinatarios
de esa producción, que no es otro
que todo el pueblo. Precisamente,
los pueblos desarrollados no han
logrado su posición de alto nivel
de vida por el hecho de ser o haber
sido colonialistas, aunque no se
pueda negar que el colonialismo ha
existido y todavía perdura: ellos
no han cimentado su condición
actual de alto ingreso per capita
por habitante, por la simple razón
de ser colonialistas, sino por
haber descubierto y aplicado una
socio-tecnología de organización
del trabajo de gestión de calidad,
lo cual ha implicado la fuerte
democratización y horizontalización
de la organización del trabajo
humano. Ni Japón, ni Canadá , ni
Australia, ni los países
escandinavos, tampoco Suiza, como
casos paradigmáticos, han impulsado
su desarrollo actual por ser
colonialistas, sino por ser
organizados: aunque muchos puedan
pensar lo contrario. No invalida
nuestra creencia el hecho de que
Inglaterra, Francia, Alemania e
Italia, también España y Portugal,
hayan sido países fuertemente
colonialistas, porque si después de
la segunda guerra mundial no
hubieran montado su aparato
productivo a partir de la
aplicación de gestión de calidad en
la organización del trabajo, no
hubieran sido competitivos ni
hubieran podido sustentar el alto
nivel de vida que tienen sus
pueblos. El caso de Estados Unidos
es equivalente, pero además ese
pueblo se ha constituido en un
"imperio", monopolísticamente
cuando se trata del uso de la
fuerza, con tendencia
monopolística, aunque sin lograr
imponerse, cuando se trata de la
moneda, solamente controlado por la
democratización de las redes de
información, particularmente en el
caso de Internet.
Entonces, el
método de organización del trabajo
de gestión de calidad está
gobernado por la democratización
del trabajo. Gobierna el principio
de horizontalidad en las relaciones
laborales no el de la jefatura
verticalista, por parte, ni del
dueño ni del gerente, sino del que
sabe por su posición en el grupo o
taller laboral. En la gestión de
calidad hay un sistema ‚tico y
humanista en juego, en relación con
el cual la escuela, tampoco la
pedagogía pueden estar al margen,
ni darles espalda. Simplemente
porque la escuela, la educación ni
la pedagogía pueden estar al margen
de principios liminares que hacen a
la ‚tica de la solidaridad, a la
democracia laboral y al humanismo
implicado en la auto-organización,
clave de la libertad humana y de su
autonomía. Quienes se resistan a
ello es: o por ignorancia o por
prejuicio.
Impacta tener
que hacerse cargo de las
conclusiones a las cuales llegaron
las investigaciones del
norteamericano Coleman, ya por el
año l966, según las cuales la
influencia de la escuela en el
resultado educativo es poco
importante, aunque se apliquen
muchos recursos económicos a su
funcionamiento: la influencia de la
escuela no va más allá del l0% en
el mejoramiento y calidad de los
resultados educativos, pues lo más
trascendente resulta ser una
variable dependiente de la cultura
ambiental de donde proviene cada
estudiante, su familia, posición
social y cultura correspondiente:
suerte de caldo de cultivo que la
escuela publica o privada, para
gente de poco desenvolvimiento
cultural, no puede revertir por sus
propias fuerzas (Coleman, Equuality
of Educational Opportunity,
Washington, Gov: Pruit Off, l966).
Importan más los procesos
psicosociales, la calidad de las
interacciones y la índole de las
normas de cada sector involucrado
en la escuela: estudiantes,
profesores y de unos y otros. A
partir de estas consideraciones
impugnativas de las creencias
tradicionales en sentido contrario
es que surgió la importancia del
punto de vista de la cultura
organizacional aplicada al ámbito
de las instituciones educativas
(conf. Greenfield, l975, citado
por Cano García en op.cit. pag 27).
Lo que puede cambiar la historia es
la organización de la escuela
(nosotros agregamos y la
instalación de una pedagogía
organizacional aplicada en las
aulas), no el aumento de recursos
económicos, ni con computadoras y
moderna tecnología mediante,
tampoco con mejora de sueldos a los
docentes, con todo lo justo e
importante que ello resulte.
La
investigación de Coleman nos indica
que la calidad del proceso
educativo consiste: en hacer bien
el trabajo, desde el principio;
responder a las necesidades de los
usuarios (los estudiantes, su
familia y la sociedad); administrar
óptimamente los recursos (pero sin
privación de aquello que resulte
imperioso y conveniente); actuar
con coherencia, tanto lógica como
emotiva en las determinaciones;
cumplir el programa de calidad
estipulado; satisfacer al
destinatario de la gestión;
disfrutar con el trabajo en equipo
ofreciendo lo mejor de uno mismo;
reducir costos y actividades
inútiles; evitar fallos; lograr
eficacia, controlando el accionar
del grupo.
Se señala en
todo el estudio que no solamente se
debe buscar calidad en los
resultados, sino también en el
proceso que los hace posible.
Señalamos que no es razonable
pensar en resultados de calidad si
el proceso está viciado por
defectos en la organización y
funcionamiento del grupo: si los
hubiera, el resultado satisfactorio
estaría encubriendo vicios no
aparentes, pero que, con el tiempo,
producirán resultados negativos o
no provechosos, es decir
desmentirán la gestión de calidad.
De allí que no podemos conformarnos
con calificaciones altas de la
actuación de los alumnos: lo
fundamental es determinar la
capacidad de quienes aprenden para
reproducir el saber, en forma
creativa y aplicativa, tanto
teórica como práctica. Aprender a
bastarse por si mismos, a partir de
la simiente que genera la escuela,
es una variable importante de su
gestión de calidad.
El proceso que
genera la gestión de calidad en la
escuela es una verdadera "caja
negra" del sistema educativo, que
debe ser abierto a partir de
inferencias y de controles de los
resultados obtenidos en la gestión.
Por caso, perfeccionar y normalizar
el lenguaje de los estudiantes es
una misión trascendente, de la
escuela, de cara a la función
comunicativa que el lenguaje tiene
en la integración social. Cómo se
seleccionan los profesores es
también una cuestión central: si
ellos no están comprometidos con la
gestión de calidad y con el método
participativo que la genera, ser
inútil pretender tener éxito al
implantar el programa. La formación
pedagógica, en tal sentido, ser
clave. Resulta muy importante para
nosotros determinar que‚ es un
docente: un instructor, un
movilizador, un integrador de
relaciones humanas, una fuerza viva
social, un asistente social, un
proletario o un burócrata, nos
preguntamos.
Definir el
curriculum de los estudios también
hace a la calidad total en la
gestión escolar. Si la misión de la
escuela es, como lo indica la
Declaración Mundial de Educación
para Todos, aprobada en Tailandia,
en l990: "generar la capacidad para
proporcionar a los alumnos el
dominio de los alumnos el dominio
de los códigos culturales básicos,
las capacidades para la
participación democrática y
ciudadana, el desarrollo de la
capacidad para resolver problemas y
seguir aprendiendo, así como el
desarrollo de valores acordes con
una sociedad que desea una vida de
calidad para todos sus habitantes",
no nos puede quedar dudas de la
importancia que adquiere nuestra
propuesta de construir una
pedagogía organizacional que haga
de los seres humanos personas
eficientes y prácticas en términos
de poder cumplir con la misión que
le ha sido señalada por la escuela.
Si la gestión de calidad debe
instalarse, tanto en la
administración de la escuela como
en el proceso de aprendizaje dentro
del aula, ello no ser factible si
no se involucra a la pedagogía con
el m‚todo de gestión de calidad. No
habrá gestión de calidad en la
educación sin pedagogía
organizacional, esa es nuestra
propuesta.
Pero hoy la
escuela no puede funcionar como un
organismo aislado del tejido
social: será preciso instalar redes
de información entre las escuelas,
no para uniformar performances,
sino perfilar sus diferencias a
partir del conocimiento de lo que
todas las unidades están haciendo.
La calidad de la enseñanza serán,
en consecuencia, un desafío
múltiple, a realizarse dentro del
aula, a partir de una pedagogía que
le corresponda, en comunicación con
la entidad escuela y, en red, con
el resto de las escuelas, también
con la comunidad, para consolidar
un tejido social solidario,
creativo y con destino común. Es
decir que siendo la escuela un
sistema, ella tiene un eco-sistema
que le corresponde, del cual no
estar incomunicada.
Un dato de
interés que tomamos del libro de
Cano García, es de las cien mejores
escuelas calificadas como tales en
España, el 79% son cooperativas.
Ello indica la importancia de la
organización cooperativa para
lograr una gestión de calidad en la
educación (en concordancia con ello
el pensamiento de Mario Bunge en su
libro "Las ciencias sociales en
discusión" Ed. Sudamericana, Buenos
Aires, l999). La propuesta no puede
ni debe afectar al postulado de
autonomía que debe gobernar todo el
desempeño escolar: gestión de
calidad es una variable activa de
la autonomía escolar, y viceversa.
A nuestro juicio no perjudica la
autonomía de las escuelas públicas
el hecho de que ellas puedan
alquilar sus instalaciones para
eventos culturales, con el objeto
de recolectar fondos y, asimismo,
para brindar servicios culturales,
si fuera el caso: lo impropio a
denunciar ser que el Estado limite
el presupuesto que le corresponda a
la escuela, a partir de los fondos
que puedan ingresar por las
locaciones realizadas.
Buscar
calidad total en la escuela implica
lograr eficiencia en sus
realizaciones. Esto ha generado un
debate, a partir de considerar que
se busca optimizar la gestión
económica de cada escuela, a costa
de la calidad del proceso educativo
y de sus resultados. Cuando
hablamos de eficiencia no lo
hacemos desde el punto de vista
bancario, sino desde el punto de
vista de implicar al mayor
aprovechamiento de los recursos con
el fiel cumplimiento del programa
de calidad que cada escuela, así
como cada grupo docente, en
colaboración activa con sus
alumnos, han establecido. Cuando
hablamos de eficiencia lo hacemos
desde la relación mix eficiencia-
eficacia, sin perjudicar a ninguna
de ellas. Además ese mix debe
partir de la base de que la gestión
de calidad busca la mejora
continua, aun cuando ya estemos muy
bien, debemos seguir mejorando
(clave en el progreso de los
japoneses después de la segunda
guerra: postulado que gobierna el
modelo de gestión de calidad.
También debemos señalar que hay
varias dimensiones de la
eficiencia: en primer lugar hay una
eficiencia externa, que busca el
equilibrio entre los costes y los
beneficios sociales que produce la
escuela; hay una eficiencia
interna, que considera la relación
entre insumos y resultados dentro
del sistema educativo; y hay
también una eficiencia técnica que
predica el máximo resultado a
lograr a partir de un determinado
recurso técnico utilizado;
finalmente hay una eficiencia
económica, es decir que busca el
mejor resultado a un costo mínimo
(conf. Psacharopoulos y Woodhall,
l987 citado por Cano García).
Se suele
objetar la búsqueda de la eficacia
escolar a partir de la supuesta
dificultad para medirla. Se dice
que no hay método cierto o
suficientemente confiable para
ello. No estamos de acuerdo con
esta línea argumental. Si los
objetivos son claros, el método de
medición no resultar insuficiente.
Si el gran estadístico que fue
Edward Deming pudo instalar la
gestión de calidad a partir de
mediciones precisas hace más de
cincuenta años, como no podrá
hacerlo la estadística moderna,
equipada con técnicas en permanente
perfeccionamiento. Se deben medir
resultados en relación con cada
área de trabajo u objetivo buscado.
Más difícil ser medir resultados
globales, salvo que existan
suficiente precisión en la
determinación de los objetivos.
Sin control
no hay gestión de calidad posible.
El control debe ser externo, en
razón de que es preferible que
quien controle no se encuentre
comprometido con el controlado. Sin
embargo, ello no significa que no
deba existir un control interno,
porque cada unidad escolar, también
cada docente en su respectiva aula,
y cada uno de los alumnos, deben
controlar periódicamente su
gestión. Sin control integral,
interno y externo no hay calidad.
Además debe haber continuidad en la
gestión transformadora de la
educación, si se pretende lograr
calidad total en los resultados y
en el proceso educativo. Estamos de
acuerdo con Juan Carlos Tedesco
cuando señala el éxito de las
estrategias educativas depende de
la continuidad de su aplicación,
agregando que resulta paradójico,
pero real, que a mayor sucesión y
cambio de propuestas para el cambio
educativo se ha fortalecido su
rigidez e inmovilismo (ver su
trabajo Tendencias actuales en la
reforma de la educación, l994,
citado por Elena Cano García). Por
otra parte, el control debe
instalarse en función de la
verificación del nivel de calidad
de la gestión, no como un modo de
justificar la distribución y
aplicación de fondos: el eje del
control no puede ser el financiero,
aunque también deba hacerse, sino
el integral, donde debe prevalecer
la cuestión pedagógica, del proceso
educativo y de sus resultados en
términos de calidad.
Por otra
parte, de nada sirve evaluar sino
se proponen remedios a los
desfasajes o fallas verificadas en
la gestión. Reiteramos: no debemos
utilizar el control para justificar
realizaciones aparentes y no
substanciales ni estructurales.
Aplicar "gestión de calidad" para
poder mostrar a la opinión pública
un certificado de gestión de
calidad, como etiqueta de ventas,
como hacen muchas empresas
argentinas, desvirtuando la
transformación cultural del
sistema, ello lleva a la
desnaturalización y falsificación
de la gestión de calidad auténtica.
Luego los usuarios verifican fallas
y desatenciones cuando acuden a los
servicios empresarios: que ello no
ocurra en nuestras escuelas. Puro
gatopardismo empresarial propio de
países subdesarrollados. Por eso es
que el control no solamente debe
realizarse en las escuelas, sino
también en la gestión de los
controladores, es decir en las
entidades autorizadas para
certificar calidad. Países
subdesarrollados ética y
culturalmente como el nuestro,
hacen posibles comportamientos
inauténticos y falsificadores de la
realidad. Como dice con acierto
Cano García: "puede suceder que la
evaluación no posea las finalidades
de recabar información para
orientar políticas y mejorar
sistemas educativos, sino que, a
menudo, solapadamente, intente
servir de justificación para
ciertos cambios, e intente
acomodarse al sistema económico y
laboral imperante...en definitiva,
está plagada de ocultos propósitos
que desvirtúan su función y
desilusionan respecto a sus
posibilidades (op. cit. pag. l64).
Para lograr
la mejora de la calidad de la
educación se debe partir de: un
fuerte liderazgo del director de la
escuela; altas expectativas de
profesores y alumnos; clima
ordenado de trabajo; énfasis en las
habilidades instructivas básicas;
coherencia del programa de calidad
instalado; colaboración estrecha
entre la escuela, la sociedad y la
política de estado, sin que ello
perjudique la autonomía escolar. Un
dilema presenta si corresponde o no
que la escuela esté‚ en vinculación
con la actividad productiva del
país, sea ella estatal o privada:
nosotros no hacemos un tabú de esta
cuestión; que bueno que la
actividad productiva este
comunicada con la fuente nutricia
de la productividad futura: no
olvidar que también los poetas y
los pintores van a la guerra, y
luchan sin armas, pero si con su
arte, si fuera el caso, en defensa
de la soberanía nacional, así lo
sostuvo el sociólogo norteamericano
Talcott Parsons, en una publicación
del New York Times durante la
Segunda Guerra Mundial.
En España funciona
un Instituto Nacional de Calidad y
Evaluación: sería bueno estudiar su
desempeño en términos de como se
controla la gestión de calidad
educativa desde esa institución. El
Instituto tiene un plan trienal
basado en los principios de
relevancia, factibilidad y
flexibilidad de los respectivos
planes en ejecución. Se ha
construido un sistema estatal de
indicadores de la calidad del
sistema educativa, importante de
ser tenido en cuenta por el sistema
educativo argentino. También se
tienen allí en cuenta estudios
internacionales de valuación
educativa. Se ha denunciado en
España que el Instituto ha
perjudicado el proyecto de red de
centros (escuelas) que venía
funcionando en dicho país: ser
importante evaluar la verdad de
esta aceveración (ver Cano García,
pag. l39) y analizar el alcance y
efectos del funcionamiento de dicha
red, con miras a aprovechar dicha
experiencia.
Uno de los
grandes desafíos del modelo escolar
se encuentra en el tema de la
competitividad entre las escuelas
públicas, entre ellas y con las
privadas. Competir para ser modelo
nunca puede ser negativo en el
quehacer humano, lo negativo está
en la búsqueda de la destrucción o
de la afectación del otro,
generándose la quiebra de los lazos
de solidaridad que debe existir en
el sistema escolar del país. La
competitividad encuentra sentido en
la búsqueda de ser diferentes,
porque en eso radica una de las
claves de la calidad total: no se
concibe la calidad a partir de la
homogenización compulsiva de las
diferencias, pues de ese modo se
afecta el principio de la identidad
humana que, precisamente radica en
ser diferentes. El hombre masa, la
escuela masa no potencia la gestión
de calidad. Hay que saber lograr
compatibilizar la potenciación de
las diferencias con la
consolidación de una red escolar
sin exclusiones que apoye el
desarrollo integral de todas las
escuelas del país. No es el caso de
propender a la existencia de
categorías de escuelas dentro del
sistema, sino de que cada escuela
sea modelo en los suyo, a tenor de
la potenciación de sus respectivas
aptitudes y cualidades.
El
perfil del director de escuela
también genera un rico debate. No
podemos afirmar el carácter
burocrático, que hasta hoy
prevalece en nuestro medio, de la
dirección escolar. Lo fundamental
es que debe ser un "impulsor de la
renovación pedagógica". También es
conveniente un "modelo de dirección
colegiada y cualificada que
profundice en la gestión
democrática y colaborativa" (conf.
Cano García, pag.. l49). En
relación con la administración de
la escuela propiamente dicha hay
instalar en el debate la
posibilidad diferenciar las
funciones pedagógicas de la
dirección de las propiamente
administrativas: en este ultimo
caso preferimos que sean
organizacionistas especializados en
gestión de calidad quienes se hagan
cargo de estas tareas: el rol del
organizacionismo en nuestro país
está absolutamente devaluado en la
gestión publica de los argentinos,
cuestión que debemos revertir.
Podemos
coincidir con Paulo Freire, en la
Educación como práctica de la
libertad, que no somos pobres (les
hablaba a los pobres), sino
ignorantes. El mayor enemigo de la
calidad es la ignorancia (ver Cano
García, obra citada, pag. 275).
Benavente, que recibiera el Nóbel
de Literatura durante una visita
artística en nuestro país, nos
envió un tremendo mensaje, en
respuesta a la cargosa requisitoria
periodística sobre "como nos ve Ud.
a los argentinos": contestó
Benavente, al subir al barco que lo
llevaría a su España, la respuesta
está en la palabra "argentino",
busquen cual es la única palabra
que se puede armar con las letras
que la componen y allí la
encontraran. Buscaron los
periodistas y encontraron que esa
única palabra es "ignorante". Nos
duele. Demostremos que somos
capaces de cambiar la historia,
mirando la historia que hicieron
los padres de la patria, que no
eran ignorantes: Alberdi,
Gutierrez, Gorostiaga, Sarmiento,
Mitre, Echeverría, José‚ Hernandez,
‚éste último como expresión de la
sabiduría innata de nuestra raza
autodidacta, al igual que
Sarmiento.
Los famosos
catorce puntos de la gestión de
calidad de Deming fueron: l. Crear
constancia en la mejora del
servicio 2. Adoptar la nueva
filosofía, sobre todo a partir de
la dirección. 3. No depender de las
inspecciones externas, sino de los
controles internos para generar
calidad. 4. Acabar con la práctica
de los negocios a partir del precio
del producto: sino a partir de su
calidad. 5. Mejorar constantemente
el servicio. 6. Implantar la
formación en el trabajo. 7.
Implantar el liderazgo. 8. Desechar
el miedo en cada trabajador (de la
educación). 9. Derribar las
barreras entre los departamentos de
la empresa (de la escuela y del
sistema escolar). l0. Eliminar
slóganes e implantar el principio
de la búsqueda de la calidad. ll.
Eliminar los standares o cupos en
las plantas, así como la gestión
por objetivos, e instalar el
liderazgo en la gestión. l2.
Eliminar las barreras que no le
permiten al trabajador (al docente)
sentirse orgulloso de su trabajo.
l3. Implantar un programa vigoroso
de educación y auto-mejora.l4.
Poner a todo el personal de (la
escuela) a trabajar para conseguir
la transformación, porque ello es
tarea de todos (vid. Deming
"Calidad, productividad y
competitividad. Ed. Díaz de Santos.
Madrid. l989). La propuesta que
formula Cano García resulta
equivalente (ver. pag. 277 de su
obra). Más adelante la autora hace
una descripción adaptable a la
educación, de los referidos catorce
puntos de Deming (ver pags. 304 a
308)
El objetivo
central es transformar a las
escuelas en organizaciones
inteligentes. Que ellas se
constituyan en círculos de
excelencia, formando grupos no
jerárquicos que se reúnen de forma
voluntaria para discutir aspectos
de la mejora continua. Se propone
utilizar las técnicas de medición
utilizadas por Pareto: tablas de
posición, distribución de
frecuencias, histogramas, diagramas
de dispersión (o de flujos) y las
gráficas de dimensión (Cano García,
en pag. 277). Haba que
diagnosticar, planificar, ejecutar
y controlar. El resultado de todo
ello, según Cano García, con lo
cual coincidimos es: el personal se
siente mejor consigo mismo y están
orgullosos de ello; las relaciones
entre ellos (también con su
entorno) mejoran; los directores se
sienten menos aislados e
incomprendidos; la productividad
aumenta (es decir la gestión de
excelencia en la escuela). Pero
nunca se debe pensar que con la
acreditación de la gestión de
excelencia se ha cumplido con el
objetivo: éste último es la mejora
continua. Nunca debe haber
objetivos inmediatos, para este
año, sino hacia el futuro: lo
contrario puede instalar un
gatopardismo al cual ya nos hemos
referido. De ese modo la excelencia
debe ser el factor más provechoso,
tanto para el sistema escolar, cada
una de las escuelas y el país todo.
Siguiendo a
Bradley, citado por Cano García, la
gestión de calidad en el sistema
escolar implica:
l. mantener una
visión clara y compartida de
que‚ deben aprender los
estudiantes.
2. poner en
funcionamiento estrategias de
aprendizaje cooperativo (idem
Bunge, ya citado)
3. proyectarse
hacia la misión, a partir de un
plan estratégico de la escuela.
4. integrar el
equipo escolar con los padres, las
agencias comunitarias, las escuelas
y el Estado (le agregaríamos:
también a la actividad productiva
del país)
5. disponer de
un plan de acción a partir de
documentos que lo desarrollen.
6. promover y
apoyar la innovación
7. identificar
las habilidades personales de cada
protagonista y dar oportunidades a
todos para utilizarlas.
8. implantar la
formación permanente.
9. enfatizar en
el como de la resolución de
problemas transversales en el
curriculum.
l4. realizar
modificaciones en el sistema
curricular.
l5. disponer de
estructuras y procesos para
controlar la ejecución y la
eficiencia del desarrollo del
sistema.
l6. utilizar
tecnología apropiada a la gestión
de excelencia.
l7. proporcionar
un feedback interactivo que vaya
desde el control hasta la mejora
del proceso.
l8. realizar una
evaluación anual del proceso
educativo.
Bradley maneja
la aplicación de la gestión de
excelencia tanto en el campo
administrativo, como en el
académico y pedagógico,
profundizando sus conclusiones en
ambos sentidos. Sin embargo resulta
muy significativo el aporte que
realizan los autores English y Hill
sobre las consecuencias de la
aplicación del TQM a la educación.
Ellos manifiestan que:
a) desde lo
filosófico se debe pasar: de un
universo de certezas a uno de
incertidumbres (a la búsqueda de
una nueva certeza constructiva); se
debe pasar de un universo de leyes
a otro de patrones temporales
cambiantes a partir del dominio de
la información; de la verdad como
algo eterno a algo como contextual;
de una escuela centrada en los
docentes a otra centrada en el
aprendizaje; del aprendizaje como
inducción al aprendizaje como algo
natural; del aprendizaje como
monocultura al aprendizaje como
múlticultura; del aprendizaje del
curriculum al aprendizaje liberal y
crítico del curriculum; de la
educación reproductiva de roles
sociales a la educación como
palanca del cambio social.
b) desde lo
psicológico se sostiene que se debe
pasar: del aprendizaje pasivo al
activo; de un aprendizaje
acreditado a la idea de la
inteligencia múltiple; del
aprendizaje de conductas al
centrado en la moral, en lo
espiritual y en lo humanístico; del
aprendizaje centrado en la
didáctica al inductivo; de una
educación centrada en la
competitividad a otra basada en la
autocomprensión, la capacidad y la
cooperación. Esto indica que la
búsqueda de la eficiencia no
implica la competitividad del
mercado, sino el cumplimiento de
códigos ‚ticos, culturales y
humanísticos.
c) desde lo
pedagógico se sostiene que: la
enseñanza debe pasar de la
explicación a aconsejar y tutorizar
al alumno, para que ‚ éste aprenda
por si mismo; el eje no es la
escuela, sino cada grupo de
trabajo; no se busca la
homogeneidad del aprendizaje sino
la diversidad (porque los seres
humanos somos diferentes); de un
trabajo en clase como conjunto a un
trabajo individualizado y en
grupos; de un aprendizaje no
impuesto sino aceptado
espontaneamente.
d) desde el punto
de vista del curriculum se enfatiza
en sostener que se debe pasar: de
un curriculum unidireccional a otro
basado en la diferencia; de uno
basado en el control a otro basado
en el desarrollo personal; a uno
impuesto al alumno a otro
construido con la colaboración del
alumno; del curriculum como
resultados a uno basado en la
experiencia.
La síntesis del
pensamiento sistémico efectuada por
Cano García, a partir de las obras
de numerosos autores citados por
ella, nos indica lo siguiente: que
lo primero del sistema educativo es
el usuario: es decir los alumnos,
los padres y la comunidad, todos
ellos integrados como tales; se
debe basar la gestión en la mejora
continua y en la constante
evaluación de los procesos, a
partir del m‚todo de feed-back;
todos los integrantes del sistema
deben comprometerse y participar,
cooperando, en vez de competir;
debemos evitar el aislamiento
personal, potenciando las
individualidades, a partir del
trabajo en grupo; el papel del
líder del grupo, es decir del
maestro y del director de escuela,
como pedagogo debe ser básico; la
escuela se debe convertir en una
organización inteligente: se
recuerda que Deming propone
suprimir las clasificaciones a los
alumnos, para evitar que los
alumnos pongan ‚énfasis en las
notas y no en el aprendizaje; se
debe aprender a tomar decisiones a
partir de datos objetivos, no solo
a partir de intuiciones y de
nuestra experiencia; los cambios
deben ser paso a paso, pequeños,
sin pretender una reforma integral,
toda de golpe; no se deben
abandonar las recompensas, pero que
ellas no dependan de notas, sino
del reconocimiento explícito por el
aporte producido por cada alumno;
se deben prevenir fallas en el
aprendizaje, mejor aun que detectar
fallas producidas; también se debe
perder el miedo a equivocarse, cosa
común en la educación tradicional;
instalar diagramas de flujo como
técnicas de control: sea el ideado
por Pareto (hay que identificar el
20% de los factores de los errores,
pues ellos son los que generan el
80% de los errores restantes), o el
denominado flujo de espina de
pescado, ideado por Ishikawa: hay
que empezar por la cabeza del
pescado, es decir por los errores
m s gruesos, para luego continuar
las espinas m s gruesas y después
con las m s pequeñas.
Experienci
as de gestión de excelencia en la
escuela, nos informa Cano García,
se han producido aplicación del TQM
en Francia, así como en los Estados
Unidos, en Carolina de Sur, también
en New Jersey, ya desde l988 y en
Maryland. En Italia, en l99l, se
instaló el Proyecto Nacional para
la Calidad de la Enseñanza, por
parte del Ministerio de Educación,
con apoyo de la patronal italiana y
el grupo de empresas públicas
industriales Pero nos interesa el
aporte que realiza S. Schmelkes,
citado por Cano García, según el
cual la aplicación del método puede
ser útil para resolver los
siguientes problemas, comunes en
todo sistema escolar: la no
inscripción escolar; la deserción;
la reprobación de los alumnos; el
no aprendizaje; el trato
discriminatorio o inequitativo; las
malas condiciones del ambiente
físico de la escuela; la falta de
disciplina; el tiempo real de la
enseñanza; el manejo de los
recursos disponibles; las
relaciones con la comunidad por
parte de la escuela; las relaciones
humanas dentro de la escuela.