El Banquete Es Un Sutil y Elegante Coloquio Compuesto Hacia El Año 380 A.c., Cuyo Objeto Gira en
El Banquete Es Un Sutil y Elegante Coloquio Compuesto Hacia El Año 380 A.c., Cuyo Objeto Gira en
El Banquete Es Un Sutil y Elegante Coloquio Compuesto Hacia El Año 380 A.c., Cuyo Objeto Gira en
Platón; Banquete
El Banquete es un sutil y elegante coloquio compuesto hacia el año 380 a.c., cuyo objeto gira en
torno al origen y las diferentes especies del amor que muchos han dado en llamar “la idea de amor
platónico”.
Podemos decir que El Simposium, también llamada esta obra, está destinado a ensalzar la
personalidad de Sócrates como filósofo, como ciudadano, como soldado y preceptor de la
juventud.
El Debate inicia con el ateniense Apolodoro, que, en una conversación con un amigo, (el cual no es
mencionado en la obra), rememora la historia de una comida reciente. Apolodoro le comenta que
dichos diálogos en los que participó Sócrates ocurrieron en otro momento histórico, cuando ellos
eran niños. Lógicamente Apolodoro no asistió a la comida, pero supo los pormenores por un tal
Aristodemo, uno de los convidados, cuya veracidad está comprobada con el testimonio de
Sócrates.
El poeta trágico Agatón organiza un banquete para celebrar su victoria por la presentación de su
primera tragedia durante las fiestas Leneas del 416 a.c., por lo que asistirán los más grandes
representantes de la sociedad ateniense: Phedro, el médico Erixímaco, el poeta cómico Aristófanes y
otros; sólo Sócrates se hace esperar. Llega a la casa de Agatón al terminarse la comida y su llegada
imprime a la reunión un carácter de sobriedad y de gravedad desacostumbrada.
Luego de la comida, Erixímaco propone a los convidados “beber moderadamente, despedir a la
tocadora de flauta y pasar el tiempo en mutuos discursos en alabanza de un tema que Phedro ha
tenido en mente: el amor, el Eros”. Erixímaco pide que cada uno de los comensales improvise un
elogio a Eros pues, según comentarios de Phedro, siendo este dios uno de los más importantes, rara
vez es encomiado como merecería.
De entre los asistentes al banquete, Phedro habla como un joven, pero joven cuyas pasiones se han
purificado con el estudio de la filosofía; Pausanias, como hombre maduro, a quien la edad y la filosofía
han enseñado lo que no sabe la juventud; Eriximaco se explica como médico; Aristófanes tiene la
elocuencia del poeta cómico, ocultando bajo una forma festiva pensamientos profundos; Agatón se
expresa como poeta. En fin, después de todos los demás, Sócrates la completa y la expresa en un
lenguaje maravilloso.
Quien toma primero la palabra es Phedro, para hacer de Eros un elogio muy alzado; Eros es el dios
más antiguo, puesto que ni los prosistas ni los poetas han podido nombrar a su padre ni a su madre;
lo que significa, sin duda, que es muy difícil sin estudio explicar su origen. Es el dios que hace más
bienes a los hombres, porque no consiente la cobardía del amante o del amado y les inspira la
complacencia para morir en nombre del otro. Es como un principio moral que gobierna la conducta,
sugiriendo a todos la vergüenza del mal y la pasión del bien.
Dice Phedro: “En resumen, pues, yo, por mi parte, afirmo que Eros es, de entre los dioses, el más
antiguo, el más venerable y el más eficaz para asistir a los hombres, vivos y muertos, en adquisición
de virtud y felicidad”.
Pausanias es el segundo en turno; coloca la teoría del amor a la entrada del verdadero camino, del
camino a una indagación filosófica. Eros no camina sin Afrodita, es decir, no se explica sin la
belleza; primera indicación de este lazo estrecho, que se pondrá después en evidencia, entre el Amor
y lo Bello.
El amante debe amar el alma, y en el alma la virtud. El Eros entonces está fundado en un cambio de
recíprocos servicios entre el amante y el amigo, con el fin “de hacerse mutuamente dichosos”;
Pausanias, relaciona al cuerpo y al alma, pero que el único Eros digno, presumiblemente el del alma,
es el que está al servicio de la virtud, que este es presumiblemente corporal y físico.
El médico Ereximaco, acepta también que Eros es doble (la distinción de los dos amores
designados por Pausanias); pero más completo; se propone probar que Eros no reside sólo en el alma
de los hombres, sino que está en todos los seres, en las principales fuerzas de la naturaleza y del
Universo, por lo que examina a Eros de diferentes maneras por diferentes ciencias; considera a Eros
como la unión y la armonía de los contrarios.
Aristófanes, que llegado su turno había cedido la palabra a Eriximaco, considera que Eros, es, a su
parecer, la unión de los semejantes, es el deseo de la plenitud, unidad y reintegración causado por el
hecho de que nuestras naturalezas estaban originalmente unidas. Para confirmar su opinión y dar a
su vez pruebas completamente nuevas de la universalidad de Eros, imagina una mitología muy
singular;
Primitivamente había tres especies de hombres: unos, todo hombres, otros, todo mujeres, y los
terceros, hombres y mujeres, los andróginos, especie en todo inferior a las otras dos. Estos hombres
eran dobles: dos hombres unidos, dos mujeres unidas, un hombre y una mujer unidos. Estaban
unidos por el ombligo, y tenían cuatro brazos, cuatro piernas, dos semblantes en una misma cabeza,
opuesto el uno al otro y vueltos del lado de la espalda, los órganos de la generación dobles y
colocados del lado del semblante, por bajo de la espalda. Los dos seres unidos de esta manera,
sintiendo amor el uno por el otro, engendraban sus semejantes, no uniéndose, sino dejando caer la
semilla a tierra como las cigarras.
Esta raza de hombres era fuerte. Se hizo orgullosa y atrevida hasta el punto de intentar escalar al
cielo; Zeus para castigarles y disminuir su fuerza, resolvió dividir estos hombres dobles.
Desde entonces la generación se hizo mediante la unión del varón con la hembra y la sociedad hizo
que se separaran los seres del mismo sexo, primitivamente unidos. Sin embargo, en el amor que
sienten el uno por el otro, han guardado el recuerdo de su antiguo estado; los hombres nacidos de
hombres dobles se aman a su vez; como las mujeres, nacidas de los andróginos, aman a los hombres,
y como los hombres nacidos de los mismos andróginos, aman a las mujeres.
El objetivo de este mito es parecer, intentar explicar y clasificar todas las especies del amor humano.
Finalmente Agatón toma la palabra; es poeta y hábil retórico también, anuncia que va a completar lo
que falta aún a la teoría del Amor; Eros es el mejor de los dioses, como lo es el más justo, puesto que
no ofende nunca, ni nunca es ofendido; el más moderado, puesto que la templanza consiste en
dominar los placeres, y no hay un placer mayor que Eros.
Llegado el turno de Sócrates, este se burlará de sus compañeros de vida, pero sobre todo de la ficción
de que han sido víctimas; después los reprenderá y les hará admitir de cierta manera particularmente
sofística que han hecho un gran esfuerzo por dar a saber lo que es Eros, pero que no lo han logrado.
Sócrates considera que hay que apartarse de los encomios que han hecho estos oradores al referirse a
Eros en tanto dios, como de pasión erótica; considera que Eros ha sido alejado de la verdad, por lo
que se niega a seguir esta dinámica de encomio y mejor opta por decir la verdad a su manera, al
mismo tiempo que invita expresamente a sus amigos a acercarse a la verdad sobre el famoso dios.
Todos participantes del banquete expresaron libre y públicamente el concepto que les merece Eros;
Sócrates aparece en éste, como el único intérprete directo de Platón; monifestando que debe buscarse
la teoría platónica del Amor.
A diferencia de los discursos de Phedro, Pausanias, Eriximaco, Aristófanes y Agatón, considerados
como virtuosos, el de Sócrates es algo extraño, está practicamente recitando lo que aprendió de
Diotima; se trata más de más de un monólogo Diotima-Sócrates (Martínez Garcés, 2015); ella es una
experta en el amor, ella sabe de Eros.