TEXTO EXPOSITIVO - Redes Sociales - Agosto

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La 

adicción a las redes sociales y su relación con la baja


autoestima

El número de usuarios de Internet en el mundo supera el 50% de la


población: 4.000 millones (2018)

A trece años del nacimiento de Facebook, son múltiples las redes sociales que hay en todo
el mundo: Facebook es quien lleva la delantera, con 2000 millones de usuarios, pero no es
la única. Wechat ronda los 1000 millones, aunque la enorme mayoría está en China;
Instagram ya tiene 800 millones; Twitter, 330 millones. Snapchat, entre 180 y 200 millones.

Las redes tienen sus particularidades, y aunque ninguna impone restricciones de edad, en
todo el mundo Snapchat tiene una mayor presencia entre los jóvenes, mientras que
LinkedIn, firmemente asociada con lo laboral, tiene más usuarios de mayor edad (en total
unos 500 millones de usuarios registrados).

Las redes sociales como Twitter o Facebook han cambiado la forma de


relacionarnos y han llegado a influir, en algunos casos, en nuestro comportamiento. Cada
persona utiliza las redes sociales con una finalidad: difundir su trabajo, dar a conocer su
empresa, vender productos y servicios o contactar con antiguos amigos. De manera que la
forma en cómo son utilizadas repercute en el individuo.
Desde su aparición se han llevado a cabo muchos estudios con el objetivo de conocer
cómo afectan a nuestro comportamiento y a la forma que tenemos de valorarnos. Los
resultados obtenidos han demostrado que un uso excesivo de redes sociales contribuye
por un lado, al aumento del estrés y la sensación de soledad y por otro, a la disminución
del sentimiento de felicidad.
Incluso, algunos estudios han relacionado la adicción a las redes sociales como
Facebook, Instagram y Twitter con una baja autoestima. Resultados que se han visto
apoyados por la presencia de sintomatología depresiva y falta de habilidades sociales en
ellas. La razón se encuentra en que ante tantas publicaciones de la vida de los demás, la
persona adicta realiza continuas comparaciones y acaba por pensar que su vida es
aburrida, miserable y vacía. Sin darse cuenta de que el tiempo que podría estar dedicando
a enriquecerla, lo está malgastando.

Por otro lado, la autoestima también se ve afectada de manera negativa cuando, para
impresionar a los demás, se inventa una vida que no tiene para recibir más likes o
comentarios. Porque a pesar de experimentar esa intensa pero breve sensación placentera
cuando publica algo, más adelante esto no fortalecerá su propia valoración personal sino
que puede convertirse en una esclava de las opiniones y los juicios de los demás.
A menudo, las redes sociales funcionan como un escaparate donde exponer casi
exclusivamente todo lo que está relacionado con la felicidad. Comportamientos que de
forma puntual no indican nada, pero que en exceso ayudan a la creación de un
personaje o de una auténtica máscara. En el fondo, la adicción a las redes sociales indica
una necesidad que no está cubierta. Un vacío que se parchea con la visita a los perfiles de
los demás o la invención de una vida propia.
 Existen diferentes posturas para los especialistas que abordaron el tema. Por ejemplo,
para Manuel Castells, uno de los sociólogos que más ha escrito sobre el tema digital y un
referente obligado en la academia al hablar sobre comunicación digital, las redes sociales
representan una oportunidad para el cambio social

 Caso opuesto es el de Noam Chomsky, lingüista de formación y una de las figuras clave
de la izquierda estadounidense, explica que, de alguna manera, la red crea una sensación
equivocada de pertenencia y autonomía, pues al construir relaciones basadas en
interacciones digitales, sólo se construye una falsa idea de amistad, superficial y limitada.

Por otra parte, los neurólogos han recordado que ya se ha demostrado que las redes
sociales provocan cambios en los neurotransmisores como la oxitocina, la
adrenalina, la dopamina, la serotonina, la testosterona y el cortisol. 

En concreto, los mayores niveles de oxitocina se relacionan con más compras e


inversión y con una mayor influencia de la familia y la pareja; mientras que la
adrenalina, que se libera puntualmente en el uso de redes sociales, estaría vinculada con
la agresividad; y la dopamina, que se libera cuando se recibe un 'like', ayuda a
potenciar los centros de recompensa e incrementando la sensación de felicidad

Ahora bien, las redes sociales no son malas ni peligrosas, sino el uso que hacemos
de ellas. Por eso es muy importante tener en cuenta hasta qué punto son una prioridad en
nuestras vidas. Nunca algo que tenga que ver con el exterior va a producirnos la felicidad
que realmente queremos y necesitamos, porque esta solo es accesible desde nuestro
interior.

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