(PAPER) ConcepGralesConservBiodiv PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 41

1

Proyecto CIPMA-FMAM
“Ecorregión Valdiviana: Mecanismos Público-Privados
para la Conservación de la Biodiversidad en la Décima Región”

Alberto Tacón Clavaín, Biólogo Ambiental


Claudia Sepúlveda, Socióloga
Valdivia, abril de 2003

CONCEPTOS GENERALES EN CONSERVACIÓN DE


BIODIVERSIDAD
Programa de Fomento para la Conservación de
Tierras Privadas de la Décima Región
2

Presentación

Durante cientos de miles de años en Chile han evolucionado formas de vida que son únicas: el
Alerce, el segundo árbol más longevo del planeta; el monito de monte, el marsupial más antiguo; y
el pudú, el ciervo más pequeño, por nombrar algunas.

El valor de la biodiversidad de Chile ha sido reconocido por organismos internacionales como el


Banco Mundial, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Conservation International, que han
clasificado, por ejemplo, a la ecorregión valdiviana entre las 25 de prioridad planetaria para la
conservación, debido a su alto endemismo y al grado de amenaza que la afecta.

El Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), la principal herramienta
para proteger la biodiversidad del país, presenta limitaciones –de representatividad ecológica, de
conectividad y de presupuesto, entre otras– para cumplir con su objetivo en el largo plazo.

Una señal promisoria es el surgimiento de iniciativas de conservación privadas emprendidas en su


mayoría por simples ciudadanos. Estas Áreas Protegidas Privadas han crecido explosivamente en
Chile a contar de los años 90, adquiriendo una importancia estratégica. Su principal fortaleza radica
en las sólidas motivaciones de sus gestores, quienes sin incentivo ni reconocimiento alguno han
llegado a proteger cerca de 600 mil hectáreas en todo el país, sumando unas 300 iniciativas, las que
se concentran en la Décima Región.

El presente documento ha sido preparado para servir de apoyo a las experiencias de creación y
manejo de Áreas Protegidas Privadas emprendidas por quienes participan en el “Programa de
Fomento para Proyectos de Conservación en Tierras Privadas de la Décima Región”. Este Programa
está destinado a apoyar a 150 gestores de iniciativas privadas de conservación, a través de cinco
incentivos no monetarios (capacitación, entrenamiento, asistencia técnica y legal, acceso a
información y reconocimiento social) con el fin de promover la creación de nuevas Áreas
Protegidas Privadas en sitios de alto valor ecológico de la Décima Región, y mejorar la gestión de
las actualmente existentes.

Esperamos que el contenido de este documento contribuya a que sus destinatarios se familiaricen,
en un nivel introductorio, con enfoques, conceptos y técnicas que nos parecen fundamentales para
que sus iniciativas se acerquen cada vez más al objetivo de conservación de la naturaleza que
persiguen. Buscamos entregar información simple, directa y práctica, que sea útil para que los
gestores de Áreas Protegidas Privadas mejoren sus capacidades para proteger aquellos lugares a los
que han destinado tanta dedicación, cariño y esfuerzo. Los temas seleccionados responden a
necesidades e intereses recogidos en las distintas actividades de capacitación y entrenamiento en
terreno desarrolladas, durante los últimos 18 meses, en distintos lugares de la Décima Región.

Estamos concientes que este es un primer paso en un sendero de largo recorrido donde todos
estamos aprendiendo. Así como las iniciativas de conservación en tierras privadas irán madurando y
evolucionando, fortaleciéndose en sus aspectos técnicos y estratégicos, nuestra capacidad de
entregar apoyo especializado, orientación y experiencia práctica irá a su vez enriqueciéndose.

Tenemos la convicción de que las Áreas Protegidas Privadas de nuestra región, independientemente
de su tamaño, grado de desarrollo o preparación técnica de sus gestores, tienen una función de
primera importancia que cumplir en la tarea nacional de conservar nuestra única biodiversidad.
Esperamos que el presente documento sirva de apoyo para el logro de esta misión.
Valdivia, enero de 2003.
3

INDICE
1. Ecología y paisaje 4
Con los pies sobre la tierra 4
Factores ambientales 6
Especies, comunidades, Ecosistemas 7
Recuadro 1: Descripción general de la ecorregión de los bosques 10
valdivianos y su importancia para la conservación (1 página)

2. Descifrando el funcionamiento del paisaje 11


Secuencia en cadena 12
Golpe a golpe 13
Recuadro 2: Ecología del bosque siempre verde Valdiviano 14

3. El uso humano y la reducción de la capacidad de la naturaleza 16


para responder a los cambios
La fragmentación del paisaje 17
El picaflor y el quintral 19
Inmigrantes: Introducción de especies exóticas 20
Pérdida de suelos 22
Cambio Climático y otros procesos de gran escala temporal 23
Recuadro 3: Procesos de deterioro del bosque Valdiviano 25

4. Conservación de la Biodiversidad 26
Diversidad genética 27
Diversidad de especies 27
Diversidad de ecosistemas y paisajes 28
Los corredores biológicos 30
Tabla N° 1 31
Recuadro 4: Sitios prioritarios para la conservación en la X región 36

5. Glosario 39

6. Bibliografía recomendada 41
4

1. ECOLOGÍA Y PAISAJE

Para lograr avanzar en la conservación de la naturaleza, es imprescindible empezar a


conocer un poco más el funcionamiento de nuestro ambiente, los procesos y ciclos
naturales que han hecho posible la existencia de las distintas formas de vida, grandes y
pequeñas, que encontramos hoy día en el planeta.
Para empezar, debemos conocer las condiciones naturales que regulan la existencia de estos
seres vivos, para seguir con la cadena de secuencias y dependencias mutuas que establecen
entre sí y con su entorno. Todo y mucho más esto es el campo de estudio de la ecología.

Con los pies sobre la Tierra


Comenzaremos desde la base, analizando el escenario en el cual los seres vivos nacen,
viven, se reproducen y mueren. Las condiciones propias del clima, las características del
agua, la estructura y composición de las rocas, el relieve, la exposición solar, son factores
del medio físico o factores abióticos (no vivos), que establecen las reglas del juego a las
plantas, animales y otros seres vivos que habitan en un territorio.
A modo de ejemplo, los factores abióticos en una zona litoral no son los mismos que en la
cumbre de una montaña. En el primer caso, la sal que el viento arrastra desde el mar limita
la presencia de plantas sensibles a este factor y solamente el olivillo o tique (Aetoxicum
punctatum) y otras plantas que toleran la sal logran establecerse y sobrevivir. En el segundo
caso, el viento, la acumulación de nieve y las bajas temperaturas durante gran parte del año
impiden que especies sensibles a estos factores colonicen estas áreas, por lo que solamente
algunos árboles como la lenga (Nothofagus pumilio) o el ñirre (Nothofagus antarctica)
logran mantenerse. El conjunto de los factores abióticos y la estructura física que tiene un
determinado lugar constituye un biotopo para que un determinado conjunto de seres vivos
Si avanzamos en la escala de relaciones mutuas encontramos que algunos de los más
importantes factores del medio físico --como la temperatura y la humedad-- se ven
modificados a lo largo del tiempo por su interacción con las condiciones creadas por
propios los seres vivos. Para todos es natural buscar la sombra de un árbol en las tardes de
verano. Bajo el árbol, las condiciones de temperatura y humedad nos refrescan y permiten
que nos encontremos más cómodos que a pleno sol. En este caso, las condiciones especiales
5

del clima corresponden a una interacción entre el clima natural de la región (factor
abiótico), con la sombra y la evaporación de agua de las hojas del árbol (factores bióticos).
A diferencia de los factores abióticos, los factores bióticos son generados por los propios
seres vivos, por lo que son muchos y muy complejos. Incluyen tanto las condiciones
creadas en la relación de cada una de las distintas formas de vida con su medio, como de
las relaciones positivas o negativas que establecen distintos seres vivos entre sí. El conjunto
de condiciones creadas por la interacción entre las diferentes formas de vida y su entorno,
y que a su vez condicionan el desarrollo de cualquier otro ser vivo recibe el nombre de
factores ambientales. El conjunto de los factores ambientales y la estructura física que debe
tener un determinado lugar para que un determinado ser vivo pueda desarrollarse constituye
su hábitat .
Siguiendo con el ejemplo anterior, al efecto directo de protección del sol que produce un
árbol, y la evaporación del agua por sus hojas, hay que sumar otros factores como la posible
estacionalidad de la caída de las hojas, la textura o composición química de la hojarasca
acumulada bajo el árbol, la capacidad de las raíces del árbol para bombear agua desde el
suelo, o la competencia por la luz solar entre las especies que se desarrollan bajo el árbol.
La conjugación de estos y otros factores es lo que explica por qué las plantas que viven
bajo la sombra de un maitén (Maytenus boaria) son muy diferentes a las que crecen bajo el
roble (Nothofagus oblicua), o que bajo la sombra del pino (Pinus radiata) muy pocas
plantas pueden sobrevivir. Cada una de estas situaciones constituyen el hábitat adecuado
para diferentes tipos de plantas y animales.
6

FACTORES AMBIENTALES

FACTORES
ABIOTICOS

• Geología

• Clima

• Relieve

• Exposición

• Microtopografía MEDIO FÍSICO

FACTORES FACTORES BIOTICOS


ABIOTICOS

• Geología
• Sombra

• Clima
• Evapotrasnpiración

• Relieve
• Materia orgánica

• Exposición
• Refugio

• Microtopografía
• Alimento

• Competencia
7

Especies, comunidades, ecosistemas

Al igual que nosotros, una infinidad de plantas, hongos, insectos y otros invertebrados
buscan la sombra de determinados árboles y dependen de su permanencia para sobrevivir.
Cada uno de estos organismos, que presentan características físicas similares y que se
reproducen entre sí para perpetuarse en el tiempo, recibe el nombre de especie.
Al conjunto de todos los individuos de una misma especie que coexisten e interactúan en un
lugar, y que por lo tanto están en condiciones de reproducirse entre sí, se les llama
población. Se define población como un grupo de individuos de una misma especie que
viven en un espacio geográfico suficientemente restringido para que cualquier miembro de
la población potencialmente se pueda aparear con cualquier otro miembro del sexo opuesto
(Noss, 1999).
Todas las especies de fauna y flora requieren la combinación de ciertos factores
ambientales que respondan a sus requerimientos de hábitat, es decir, a las condiciones
concretas en las que pueden nacer, crecer y reproducirse de manera óptima. A veces es
difícil determinar cual es el hábitat de una especie, sobretodo cuando se trata de animales
que se desplazan entre distintos ambientes para resolver distintas necesidades, tales como la
alimentación, la reproducción o la crianza. Para ellos se ha creado el concepto del ámbito
de hogar, el que corresponde a un territorio más amplio que contiene el conjunto de
hábitats que estas especies requieren.
Al conjunto de diferentes especies, que coexisten y se interrelacionan en un mismo tipo de
hábitat, se le conoce como una comunidad biológica, la que está en permanente cambio
producto de los procesos naturales o artificiales que influyen en el ambiente. Dada la
riqueza y variedad de especies presentes en cualquier lugar, por lo general es preciso acotar
a qué tipo de comunidad nos referimos, tratándose de manera diferenciada a las
comunidades de microorganismos, de insectos, de plantas, de aves, o de mamíferos, entre
otras muchas posibilidades de clasificación de seres vivos.
Cualquier población de cualquier especie en particular tiene dos requerimientos básicos
para poder mantenerse en el largo plazo: disponer de suficiente espacio para satisfacer las
necesidades vitales de sus individuos, y mantener cierto equilibrio en el número de los
individuos que la componen. Para ello es clave la capacidad de intercambio con otras
8

poblaciones cercanas de la misma especie, lo que facilita la adaptación ante eventuales


cambios en el ambiente y, un aspecto también muy importante, evita el nocivo cruzamiento
entre familiares (endogamia).
Todas las especies requieren para su supervivencia de la posibilidad de desplazarse y
dispersarse en el territorio, a distintas escalas espaciales y temporales. A una escala de
tiempo, los desplazamientos corrientes de la flora y la fauna obedecen a:

• los movimientos cotidianos de los individuos dentro de su ámbito de hogar para


alimentarse, refugiarse o reproducirse.

• las migraciones estacionales regulares altitudinales y latitudinales de algunas especies


de vertebrados.

• Los movimientos dispersivos de juveniles, polen, semillas o propágulos.

• los desplazamientos ocasionales por eventos climáticos o perturbaciones (sequía,


inundación, incendios, intervenciones humanas, etc).

• A otra escala temporal, numerosos estudios sobre los cambios climáticos ocurridos
desde la última era glacial demuestran desplazamientos importantes de las
distribuciones de comunidades enteras tanto en sentido norte-sur como a lo largo de un
gradiente altitudinal en zonas de montaña por cambios en la temperatura media anual,
en la temperatura mínima y máxima absolutas y/o en el promedio anual de
precipitación.

Volviendo al ejemplo inicial, el tipo de ambiente que existe bajo la copa de los árboles es
utilizado por comunidades de especies de plantas con requerimientos de hábitat muy
estrictos. Este tipo de hábitat, conocido en la jerga científica como ambiente nemoral, se
caracteriza por tener unas condiciones muy estables de luz, temperatura y humedad
ambiental como resultado de la protección que brinda la copa de los árboles, así como una
gran cantidad de materia orgánica en descomposición. Ello hace posible el desarrollo de
especies muy sensibles a las alteraciones naturales o humanas, como la orquídea palomita o
chequen lahuen (Codonorchis lessonii) o la flor de la araña (Arachnittis uniflora), una
planta sin clorofila que se alimenta de la hojarasca en descomposición.
9

Siguiendo con el ejemplo anterior, si modificáramos los factores bióticos ligados a la


presencia del árbol (sombra, humedad), las condiciones del hábitat cambiarían
dramáticamente desapareciendo con ello la comunidad de especies de plantas que crecían
albergadas por la protección del árbol. Lo más probable es que ésta sería reemplazada por
una comunidad diferente, compuesta por hierbas y arbustos más resistentes, adaptadas a las
nuevas condiciones de luz, humedad y temperatura. Este evento constituye una alteración o
perturbación, la que puede ser de origen natural o inducida por el ser humano.
El complejo conjunto de factores ambientales, bióticos y abióticos, junto a las especies,
poblaciones y comunidades (y las relaciones que estas tienen entre sí)—y el régimen de
perturbaciones naturales que se ve sometido, determina las características del ecosistema.
Término difícil de definir hasta para los ecólogos más expertos.
A mediados de los años 80 irrumpió con fuerza otro término que aterriza de alguna manera
el concepto de ecosistema y lo hace operativo: Ecorregión.
La ecorregión es un espacio territorial amplio, con límites bien definidos, donde coinciden
condiciones ambientales (clima, relieve, perturbaciones) y un conjunto de comunidades de
seres vivos características, que dan lugar a unidades de paisaje que representan de alguna
manera una región natural.
Distintos expertos a nivel mundial han llegado a un acuerdo sobre los límites de las
diferentes ecorregiones del planeta, elaborando para ello una serie de mapas muy
detallados. Es por esta razón que el concepto de ecorregión es muy operativo y es
considerada la unidad ideal para la planificación ambiental por parte de muchas
instituciones nacionales e internacionales.
10

Recuadro 1: Descripción general de la ecorregión de los bosques valdivianos y su importancia para la


conservación

La Ecorregión de los bosques valdivianos de Chile y Argentina es una de los siete ecorregiones de bosques
Templado Lluviosos del mundo y representa el segundo más grande del planeta de este tipo. De
aproximadamente 1.600 kilómetros de largo se encuentra desde Curicó (VII Región) hasta Cochrane (XI
Región), ocupando también una estrecha faja de la cordillera de los Andes en el sur argentino.
Este bosque pluvial exuberante, con árboles de hasta 50 metros de altura, mantiene todavía algunas muestras
intactas de los ecosistemas forestales antiguos, en grandes superficies continuas a lo largo de un gradiente
altitudinal y latitudinal. Rodeado por el océano, la cordillera y el desierto, su situación de aislamiento por
millones de años lo ha convertido en una isla biogeográfica.
Con un medio abiótico caracterizado por un clima de tipo oceánico, con una alta pluviometría, veranos suaves
e inviernos no demasiado rigurosos muy favorables para el crecimiento de la vegetación, el desarrollo de los
bosques alcanza valores de biomasa y productividad sumamente elevados, similar al de las selvas tropicales,
por lo que también es conocido como selva fría valdiviana.
No obstante, la Ecorregión Valdiviana posee diferentes tipos de bosque, producidos por las diferencias
climáticas y por las condiciones de suelo que ocurren a lo largo de su área de distribución, desde las cumbres
de la Cordillera de los Andes a la Cordillera de la Costa, pasando por el valle central que las separa. El área,
además, posee el segundo más alto nivel de vulcanismo a escala global. El fuego, las coladas de lava y las
avalanchas o lahares son perturbaciones naturales que cumplen un papel determinante en la distribución y
variabilidad de las comunidades vegetales, influyendo en la regeneración de especies de gran longevidad y
lento crecimiento como la araucaria y el alerce, y en la mantención de ciertos tipos de matorral natural de
altura.
Esta situación, junto al largo aislamiento anteriormente mencionado, ha dado lugar a un extraordinario nivel
de endemismo, es decir, especies de flora y fauna que sólo viven en estos bosques y que no se pueden
encontrar en ninguna otra parte del planeta. Asimismo, muchas comunidades animales y vegetales han estado
presentes en este territorio desde tiempos de Gondwana, el supercontinente desde el cual se desprendió
América del Sur y otros actuales continentes hace más de 150 millones de años, por lo que su origen es muy
antiguo. A modo de ejemplo, un tercio de los 82 géneros de plantas leñosas presentes en la ecorregión son lo
suficientemente antiguos para tener los parientes más próximos en Australia y Nueva Zelanda, territorios que
junto a la antártida tienen un origen gondwánico. Como en el caso de otros hábitats aislados, la importancia
de la Ecorregión Valdiviana reside principalmente en su singularidad, al mantener especies, comunidades y
ecosistemas irremplazables que, como el olivillo (Aetoxicom punctatum) o el monito del monte (Dromiciops
gliroides), son los únicos representantes de sus familias en todo el planeta. De manera similar a estas especies,
un 76% de los anfibios, 50% de peces de agua dulce, 36% de mamíferos y 30% de aves son endémicos de
estos bosque templados del sur del continente. Por ello, muchos científicos e instituciones internacionales
relacionados con la conservación, consideran que la biodiversidad de la Ecorregión Valdiviana posee un alto
valor a nivel mundial, el que actualmente se encuentra en un gran riesgo de desaparecer.
11

2 DESCIFRANDO EL FUNCIONAMIENTO DEL PAISAJE


Como ya mencionamos, en nuestro ambiente ocurren una serie de procesos naturales que,
en conjunto con la interacción de los seres vivos, permiten el funcionamiento y explican los
cambios del paisaje natural a lo largo del tiempo. Estos procesos se denominan procesos
ecológicos.
Los procesos ecológicos pueden suceder a diferente escala de tiempo (todos los años o cada
cierto número de años) y pueden además ocurrir a diferentes escalas territoriales, desde lo
local a lo global. En nuestro ejemplo inicial, la caída natural de un árbol en un temporal
supone una perturbación natural, es decir, un evento que produce cambios en los factores
ambientales los que a su vez afectan a la comunidad de especies presentes en un territorio
determinado.
Todo paisaje se ve modificado constantemente por una serie de perturbaciones naturales
que ocurren en distintas escalas temporales y espaciales. La perturbación en sí misma no es
buena ni mala. Es un cambio en las condiciones del ambiente, favoreciendo a unas especies
en desmedro de otras. Las perturbaciones pueden ser de mayor o menor intensidad,
extensión territorial, duración o frecuencia.
En el ejemplo seleccionado, la caída de un árbol en el bosque podría considerarse una
perturbación de baja intensidad, pequeña extensión, corta duración y baja frecuencia. Por lo
tanto, en el espacio dejado por el árbol caído en un temporal, y que modificó puntualmente
las condiciones del ambiente que hacían posible la presencia de determinadas especies,
podrán germinar en poco tiempo semillas de nuevos árboles que al crecer modificarán
nuevamente las condiciones ambientales, en un ciclo que conocemos como la dinámica
natural del bosque.
Por el contrario, un incendio natural provocado por un rayo o el derrumbe de toda una
ladera de un cerro en un aluvión, podrían considerarse como perturbaciones de alta
intensidad y gran extensión, por lo que los cambios en las condiciones ambientales son
mucho más dramáticos y duraderos.
Las perturbaciones son procesos que pueden tener tanto un origen natural (incendios por
rayo, avalanchas, temporales, inundaciones) como artificial (despeje de la vegetación,
movimiento de tierras, incendios provocado, laboreo de la tierra).
12

Secuencia en cadena
Uno de los principales procesos ecológicos observables a simple vista tras una perturbación
natural o humana es la sucesión, es decir, el cambio desde una comunidad de especies hacia
otra distinta debido a los cambios que los propios seres vivos producen en el ambiente.
A modo de ejemplo, en bosques que fueron intensamente perturbados por deslizamientos
de tierra en el terremoto de 1960 ocurrido en el sur de Chile, las condiciones de luz,
temperatura y estructura del suelo hicieron posible la colonización de especies nativas
como el notro (Embothrium coccineum), el ulmo (Eucriphia cordifolia) o el coigüe
(Nothofagus dombeyi), cuyas semillas se dispersan con el viento y cuyo rápido crecimiento
limita la instalación de otras plantas más exigentes . A su vez, estas especies, luego de
formar un denso bosque, generaron nuevos cambios en las condiciones del medio (sombra,
humedad, materia orgánica en el suelo) que permitieron el establecimento de otras especies
que toleran la sombra como el laurel (Laurelia semprevirens), o el mañio hembra
(Saxegothaea conspicua), junto con otras plantas menores que necesitan la protección de
árboles para sobrevivir, como algunas orquídeas y enredaderas. Estas modificaciones en el
hábitat no sólo afectaron a la flora del lugar sino también a parte importante de la fauna que
debió migrar en busca de nuevos hábitats para resolver sus requerimientos alimenticios y de
refugio apropiados para su subsistencia. De no ocurrir nuevas alteraciones, las especies
tolerantes a la sombra acabarán por dominar el bosque, dado que las semillas de coigüe y
de las otras especies que se instalaron inicialmente no toleran las condiciones de sombra
creadas por sus progenitores.
Este proceso natural de sucesión no es rígido, y se verá altamente influenciado por una serie
de condiciones que no son predecibles. Por ejemplo, un año de buena semillación de raulí
(Nothofagus alpina), o la cercanía de un árbol semillero de lingue (Persea lingue),
determinará qué tipo de especie logre colonizar con mayor rapidez un terreno deforestado,
lo que definirá a futuro el tipo de bosque que encontraremos. Asimismo, la presencia de
quila (Chusquea quila), especie colonizadora en los bosques del sur de Chile, condiciona en
gran medida la sucesión tras la caída de un grupo de árboles, dado que crece rápidamente
invadiendo el espacio y evitando durante muchos años el establecimiento de árboles, que en
ausencia de ésta podrían reconstituir el bosque en pocos años.
13

La ocurrencia de determinadas perturbaciones con cierta frecuencia, produce sobre la


población existente una presión de selección, proceso del que sobreviven sólo los
organismos más resistentes a los cambios generados. Estos eventos, en definitiva,
modifican la diversidad genética de la población, propiciando la evolución de
características que permitan a la especie sobrellevar exitosamente los cambios que ocurren
en su ambiente.
Este tipo de proceso nos permite entender, por ejemplo, la gruesa corteza que posee la
araucaria (Araucaria araucana): esta especie crece en zonas de alta actividad volcánica
donde sólo los ejemplares con corteza más gruesa han sido capaces de sobrevivir durante
miles de años a los frecuentes incendios que se generan producto de las erupciones.

Golpe a golpe
Los cambios en las condiciones ambientales causadas por la actividad humana son
consideradas perturbaciones artificiales. Al igual que las de origen natural, las
perturbaciones artificiales pueden ser de mayor o menor intensidad, extensión territorial,
duración o frecuencia, aunque por lo general en nuestros días lamentablemente
predominan las perturbaciones de alta intensidad, extensión y frecuencia como incendios
provocados, tala rasas o movimientos de tierras, entre muchas otras.
Unido a ello, las perturbaciones de origen humano son más complejas y su efecto es aún
más prolongado e impredecible. A diferencia de la evolución natural tras un deslizamiento
de tierra, la tala del bosque suele ir acompañada en muchos casos del ramoneo del ganado.
Este modifica en el largo plazo el proceso de colonización, desplazando a coigües y ulmos
que eliminados por el ganado y favoreciendo la aparición de arbustos espinosos como el
calafate (Berberis buxifolia) y el espino negro (Rhaphitamnus spinosus), venenosos como
el pillo-pillo (Ovidia pillo-pillo) o de mal sabor como el canelo (Drymis winteri), los que
resisten mejor la presencia del ganado. No obstante, estas plantas, además de mejorar las
características del suelo, ofrecen sombra y refugio a algunas especies tolerantes a la sombra
como el arrayán (Luma apiculata) que pueden llegar a dominar el bosque en el futuro.
14

Recuadro 2: Ecología del Bosque Siempreverde Valdiviano


Gran parte de los bosques templados de la ecorregión corresponden a una formación vegetal conocida como
“Selva Valdiviana” o bosque siempreverde, un ecosistema muy estable y de gran antigüedad que permaneció
libre de la influencia de las glaciaciones que afectaron la mayor parte de la Décima Región. Debido a su
estabilidad y a las favorables condiciones para el desarrollo vegetal, este es uno de los ecosistemas más
productivos y ricos en biodiversidad del país. El clima valdiviano, que se caracteriza por su ambiente
extremadamente húmedo durante todo el año, permite el desarrollo de una vegetación muy densa, rica en
árboles, arbustos, enredaderas, helechos, musgos y epífitas (plantas que crecen sobre los árboles). La mayoría
de los árboles dominantes de la Selva Valdiviana son del tipo siempreverde, es decir, no pierden sus hojas
durante el invierno, llegando algunos ejemplares de ulmo (Eucryphia cordifolia) o tineo (Weinmannia
trichosperma), a sobrepasar los 40 metros de altura. Las plantas que habitan este bosque tienen en muchos
casos hojas anchas que les permite captar la poca luz que llega hasta el suelo del bosque, germinando y
creciendo bajo la sombra de otros árboles adultos. Además, generalmente tienen flores de color anaranjado o
rojo, y frutos de colores llamativos. Las flores llaman la atención de los insectos o aves que las polinizan y los
frutos atraen a las aves y otros animales, como el zorro y el monito del monte, que al alimentarse de ellos
ayudan a su dispersión hacia otras partes del bosque, permitiendo la regeneración de los árboles y arbustos.
Muchas de estas semillas necesitan el paso por el sistema digestivo de pájaros y mamíferos para poder
germinar. Es así como siempre ha ocurrido, producto de millones de años de evolución y aislamiento. Un
caso notable es el del fío fío (Elaenia albiceps), un ave que viaja cada año desde el amazonas para alimentarse
de frutos silvestres de la Selva Valdiviana cuyas semillas ayuda a dispersar.
Las principales especies de árboles de la Selva Valdiviana son el Coigue (Nothofagus dombeyi), el ulmo
(Eucryphia cordifolia), el Tineo (Weinmannia trichosperma), el Laurel (Laurelia sempervirens), el Lingue
(Persea lingue) y el Olivillo (Aextoxicon punctatum). Este último es el único representante de una de las cinco
familias de plantas en el mundo de las que no se conoce su origen debido a su antigüedad.
Formando parte del estrato medio o arbustivo del bosque encontramos al Corcolén (Azara lanceolata), la
Quila (Chusquea quila), el Avellano (Gevuina avellana) y el Maqui (Aristotelia chilensis). Finalmente, en el
estrato inferior o herbáceo existe una gran cantidad de helechos, siendo el más común es el Helecho Palmita o
Ampe (Lophosoria quadripinnata), Helecho Costilla de vaca (Blechnum chilensis) y los helechos película
(Hymenophyllum sp.). Entre las enredaderas más comunes está el Copihue (Lapageria rosea), el Voqui negro
(Cissus striata), el Coralito (Luzuriaga radicans) y el Pilpilvoqui (Boquila trifoliolata), y como epifitas sobre
los árboles, plantas como la Chupalla (Fascicularia bicolor). En la Selva Valdiviana viven también muchos
pequeños mamíferos, aves e insectos. En lo profundo de estos bosques habita el ciervo más pequeño del
mundo, el pudú (Pudu pudu), amenazado de extinción debido a la constante caza por parte de los perros
domésticos y la destrucción de su hábitat. Una exclusividad de estos bosques es un pequeño marsupial
parecido a un roedor: el Monito del Monte (Dromiciops gliroides). Este pequeño mamífero es un verdadero
fósil viviente, pues es el pariente más antiguo de los canguros y otros representantes de la familia de los
marsupiales. Al igual que el pudú es muy escaso y se teme que pueda llegar a desaparecer debido a la
15

constante destrucción de su hábitat. Entre las aves de la Selva Valdiviana está el pájaro carpintero
(Campephilus magellanicus), que se alimenta de larvas e insectos que viven en los troncos podridos de
árboles muertos que quedan en pie. Esta especie es la más grande del Cono Sur, pero con la extinción de un
pájaro carpintero de Norteamérica ha pasado a ser el más grande del mundo. También es común encontrar en
estos bosques al Chucao (Scelorchilus rubecula), un ave que restringida a vivir únicamente al interior del
bosque, lo que la vuelve especialmente sensible a la fragmentación. Otras aves características de estos
bosques son los loros, torcazas, colibríes y el concon (Strix rufipes), una especie de lechuza que también vive
sólo al interior de los bosques, principalmente de bosques intactos.
En el caso de los invertebrados, entre los más conocidos está el ciervo volante (Hiasognatus granti), la madre
de la culebra (Ancestrotes cumingu) o la sanguijuela más grande del mundo, el liguay (Americobdela
valdiviensis), invertebrados que poseen largos ciclos de vida antes de alcanzar la madurez.
16

3. EL USO HUMANO Y LA REDUCCIÓN DE LA CAPACIDAD DE LA


NATURALEZA PARA RESPONDER A LOS CAMBIOS

Como todo ser vivo, el ser humano ha utilizado los recursos ofrecidos por la naturaleza para
satisfacer sus necesidades de sobrevivencia. Con ello ha generado cambios en los factores
ambientales que hacen posible el desarrollo de otras formas de vida, favoreciendo a algunas
en detrimento de otras.
El aumento explosivo de la población humana y nuestra gran capacidad de obtener y
transformar energía del ambiente, ha influido dramáticamente en el balance ecológico del
planeta. Actividades como la sobreexplotación de los recursos (agua, suelo, flora y fauna),
la construcción de represas y la sustitución de los ecosistemas por sistemas artificiales
(bosques por ciudades, cultivos, praderas o plantaciones), han afectado la disponibilidad de
hábitats para las demás especies y, con ello, la capacidad de los ecosistemas de recuperase
y responder a los cambios en forma efectiva. Estos grandes desequilibrios se expresan tanto
en los ámbitos naturales como en la dimensión económica y social de la propia especie
humana.
Los servicios ambientales son beneficios que recibimos de manera permanente y que están
asociados a la existencia de los ecosistemas. Por ejemplo, gracias a los bosques que
almacenan agua, ésta está disponible para consumo humano o usos productivos durante
todo el año y no sólo en las estaciones lluviosas. Otro ejemplo es la capacidad de los
bosques, y de los vegetales en general, de fijar el carbono del aire y emitir grandes
cantidades de oxígeno a la atmósfera, permitiendo la supervivencia de todas las especies
animales en el planeta, entre ellas la nuestra..
La calidad escénica del paisaje es otro servicio ambiental, asociado a la actividad turística.
La Región de Los Lagos, o Lake District como lo conocen mucho turistas extranjeros, se ha
logrado posicionar en una situación ventajosa respecto de otras regiones en lo que a turismo
se refiere. La belleza de sus lagos y volcanes no es el único atractivo de la región, los
bosques tienen una importancia fundamental en el mantenimiento de un ambiente agradable
y saludable que motiva a miles de turistas nacionales y extranjeros a ocupar hoteles y
restaurantes, cabañas y otros servicios turísticos de los que viven muchas familias.
De manera semejante, la industria de la salmonicultura depende del mantenimiento de
cuencas productoras de aguas limpias y oxigenadas, en tanto la agricultura y ganadería de
17

la estabilidad climática que evite sequías e inundaciones. Todos ellos son servicios
ambientales prestados por los ecosistemas forestales a sectores económicos que generan
empleo y riqueza en nuestra región. La destrucción de los bosques implica por lo tanto un
grave riesgo para nuestra calidad de vida.

La fragmentación del paisaje


En los países en desarrollo centenares de millones de personas dependen de los recursos de
los bosques para su existencia y sobrevivencia. Es el caso de Chile, y en especial de la
Ecorregión Valdiviana, donde la gente tradicionalmente ha utilizado la leña para calentarse
y cocinar, y la tierra para sus cultivos y animales. Sin duda, esto produce una presión
constante sobre los ecosistemas y un cambio efectivo sobre el uso del suelo.
Estos cambios en el uso del suelo se han desarrollado por muchos años y se mantienen en la
actualidad dadas las necesidades de una población que aumenta en número y exigencias.
Cuando las perturbaciones artificiales en un paisaje son muy frecuentes en el tiempo o muy
extensas en el espacio terminan predominando amplios territorios abiertos con distintos
grados de alteración, y ocupados por comunidades de plantas y animales muy adaptables a
los cambios ambientales impuestos por la actividad humana. Este tipo de paisaje –que
rodea a los fragmentos de bosque poco alterados—se denomina matriz. Por su parte, cada
uno de los fragmentos de bosque menos intervenidos está sometido a un efecto borde, es
decir, a la interacción con especies y procesos que ocurren en la matriz. Al proceso de
cambio extenso, frecuente y duradero en el paisaje, que resulta en una serie de parches de
vegetación, más o menos bien conservada, rodeada de áreas muy intervenidas que generan
efecto de borde sobre los remanentes de bosque, lo conocemos como fragmentación del
ecosistema, y sus consecuencias sobre la biodiversidad pueden ser prácticamente
irreversibles.
Tomemos como ejemplo una población de chucaos (Scelorchilus rubecula) que habita en
un fragmento de bosque rodeado de potreros. En esta población existe una relación directa
entre el número de individuos y la superficie de territorio que tienen disponible para
moverse, comer y reproducirse. Si parte del bosque donde habitan los chucaos
desapareciera, por tala o quema, el tamaño de su población se vería disminuida
proporcionalmente a la cantidad de hábitat perdido. Pero si el mismo fragmento de bosque
18

se subdividiera en varios fragmentos menores, sumando la misma superficie total, la


población de chucaos disminuiría en una proporción mayor a lo que ocurriría en la
situación anterior, puesto que a la pérdida de hábitat se sumaría un mayor efecto de borde,
expresado, por ejemplo, en un mayor riesgo de depredación de nidos por parte de perros o
gatos domésticos.
La fragmentación puede originarse también por barreras artificiales que obstruyen el paso
entre hábitats que antes era continuos, situación que disminuye el tamaño de las poblaciones
y, por ende, su diversidad genética, producto del apareo entre individuos parientes
(endogamia). De esta forma cada una de las poblaciones resultantes tiene un mayor riesgo
de desaparición que el conjunto de la población original.
La construcción de caminos, ciudades o industrias, el desbroce y laboreo para uso agrícola
o ganadero, la plantación forestal o la corta de árboles en tala rasa, fragmentan los paisajes
originales. Algunas especies de aves como el fío-fío (Elaenia albiceps), relativamente
móviles y flexibles en sus requerimientos de hábitat, no se ven tan afectadas, pero muchas
otras como el chucao (Erithacus rubecula), que tienen una escasa capacidad de movimiento
y requerimientos de hábitats muy estrictos, sufren de manera severa los efectos de la
fragmentación.
La recuperación de las condiciones ambientales en un fragmento del territorio después de
una perturbación depende en gran medida de la presencia de núcleos de propagación
cercanos, ya sean árboles semilleros o poblaciones, que permitan a las distintas especies
recuperar poco a poco el espacio perdido.
Las especies generalistas, capaces de adaptarse a ambientes muy diferentes, colonizan
rápidamente y se mantienen durante largos periodos de tiempo en la matriz. Por su parte,
las especies que son especialistas de un solo tipo de ambiente quedarán restringidas a los
fragmentos mejor conservados de sus respectivos hábitats. Cuando las alteraciones son
demasiado extensas o frecuentes, puede ocurrir que no existan núcleos de propagación o
estos se encuentren demasiado alejados, por lo que la colonización se vuelve muy difícil y
la perturbación adquiere un carácter irreversible. Este tipo de situaciones puede llegar a
provocar la extinción o desaparición completa y definitiva de algunas especies o
comunidades con escasa capacidad de colonización. Los procesos de fragmentación de los
ecosistemas y el aislamiento de las poblaciones naturales ponen en peligro la permanencia
19

en el largo plazo de muchas de las especies del planeta. Por otra parte, la fragmentación
afecta dramáticamente el funcionamiento de interacciones ecológicas tales como
mutualismos de polinización y la dispersión de semillas, disminuyendo así la regeneración
de las especies vegetales.

El picaflor y el quintral
Un ejemplo de mutualismo de polinización es el que ocurre entre el quintral (Tristerix
corymbosus), el picaflor (Sephanoides galeritus) y el monito del monte (Dromiciops
gliroides). El quintral sólo crece sobre determinados árboles nativos, como el roble, el
arrayán macho y el maqui, y en su floración invernal necesita de los picaflores para que
ocurra la polinización de sus flores y puedan formarse los frutos. A su vez, el picaflor
necesita el azúcar del néctar de estas flores para sobrevivir a las bajas temperaturas
invernales. Mientras que, el monito del monte se alimenta de los frutos del quintral,
diseminando sus semillas por los alrededores. La destrucción y fragmentación de los
bosques provoca el distanciamiento de los árboles con quintral, por lo que los picaflores
solamente polinizarán aquellos quintrales que se encuentren a una distancia apropiada y los
monitos del monte solamente podrán aprovechar los quintrales presentes en el pequeño
fragmento de bosque que ocupe. Ello afecta a la vez a la supervivencia de las poblaciones
de las tres especies el picaflor que no encuentran alimento disponible en el invierno, el
monito del monte que no puede acceder a los frutos del quintral de otros fragmentos de
bosque y el quintral, que disminuye su producción y dispersión de semillas fértiles.
Una manera de disminuir los efectos de la fragmentación es creando corredores biológicos
que conecten entre sí los parches de vegetación nativa que aún existen, a fin de facilitar la
migración de distintas especies que necesitan de estos hábitats.
20

Inmigrantes : introducción de especies exóticas


Los cambios en el uso del suelo y la sobreexplotación de los recursos naturales representan
una de las más serias amenazas para los procesos naturales del planeta. Sin embargo, la
introducción deliberada o accidental de especies exóticas que son capaces de dominar los
nuevos ambientes desplazando o eliminando a las especies nativas, sigue siendo una de las
principales causas de extinción de plantas y animales en el mundo, especialmente en islas o
ecosistemas aislados como el bosque valdiviano.
Muchas de estas especies introducidas no son necesariamente invasivas en su hábitat
natural. Lo que sucede es que, al estar fuera de su rango de distribución natural, sus
poblaciones pueden crecer y reproducirse libremente debido a la falta de depredadores
naturales, enfermedades o competidores que controlen su crecimiento, como ocurriría en su
hábitat originario. Aunque algunas de las especies exóticas que han llegado a Chile lo
hicieron en forma accidental, en la mayor parte de los casos fueron introducidas de forma
deliberada, ya sea como animales domésticos o plantas cultivadas.
A diferencia de los bosques templados del hemisferio norte, nuestros bosques valdivianos
nunca contaron con una importante presencia de grandes animales herbívoros. La existencia
de guanacos y huemules se limitó a los límites del bosque en su transición con otros
ecosistemas, como las pampas de alta montaña o algunos sectores abiertos del valle central
con mayores recursos forrajeros. A su vez, las poblaciones de Pudú controladas
naturalmente por el Puma, nunca constituyeron una amenaza frente a la gran productividad
de los bosques valdivianos.
Con la llegada de los colonizadores europeos, la cría de ganado vacuno, equino y ovino
generó uno de los principales procesos de cambio ecológico a gran escala del paisaje
natural. Al igual que todavía ocurre en las economías campesinas, el ganado fue siempre un
pieza clave en la economía colonial, no sólo por asegurar la disponibilidad de proteínas
animales sino que, sobretodo, por la fuerza de trabajo de los bueyes, necesaria para
mantener el sistema productivo tradicional. Asimismo, la cría de ganado constituye además
la principal forma de ahorro e inversión de los pequeños agricultores, lo que permitió
durante siglos hacer frente a malas cosechas, enfermedades y otras necesidades eventuales.
Por ello, la posesión de ganado sigue siendo en nuestra región una inequívoca garantía de
estabilidad y estatus social en la comunidad.
21

La mantención de un elevado número de animales sueltos en el bosque provoca a la larga


un grave deterioro en la salud del ecosistema, puesto que el rebrote y la regeneración
natural es constantemente ramoneada, lo que dificulta la recuperación del bosque tras una
perturbación natural o humana. De este modo, solamente algunas especies venenosas como
el pillo-pillo (Ovidia pillopillo), espinosas como el espino negro (Rhamphitamnus
spinosus), o de mal sabor para el ganado como el canelo (Drymis winteri), logran
establecerse en lugares muy frecuentados por el ganado. Esta situación pone en riesgo la
continuidad del bosque en amplios sectores, especialmente donde la presencia de ganado en
el bosque coincide con faenas de aprovechamiento forestal.
De manera similar, perros, gatos y otros animales domésticos se convierten en el bosque en
peligrosos predadores para especies que no han desarrollado los mecanismos de defensa
adecuados para hacer frente a este tipo de ataques. Miles de pudúes mueren anualmente en
nuestros bosques como consecuencia del ataque de perros asilvestrados. Asimismo, para
numerosas especies de aves y pequeños animales terrestres, el gato doméstico compite con
ventaja frente a predadores nativos como el zorro culpeo o la guiña. En la actualidad, el
visón americano (Mustela vison) representa una de las mayores amenazas para las
comunidades de aves acuáticas de la ecorregión, debido a su capacidad natatoria que le
permite depredar los nidos que aquéllas construyen en islas y totorales. A diferencia del
huillín y otros depredadores nativos, el visón es muy generalista, adaptándose a todo tipo de
ambientes y alimentándose de todo tipo de pequeños animales, desde guarenes a gallinas.
En relación a las especies vegetales, el Ulex o Espinillo (Ulex europaeus) destaca por ser
una de las más invasoras. Esta especie procedente de Europa actualmente constituye una
seria amenaza para amplios sectores costeros de Valdivia, Puerto Montt y Chiloé. El
Espinillo fue introducido en el país con fines ornamentales y productivos por los primeros
colonizadores españoles que llegaron a Valdivia y Chiloé. Debido a que ninguno de los
enemigos naturales del espinillo se encuentra en Chile, éste logró dispersarse fácilmente y
colonizar nuevas áreas gracias a que resiste mejor el ramoneo del ganado y a la eficiente
dispersión de sus semillas, que son expulsadas a gran distancia desde la planta madre
cuando maduran las vainas. La densidad que llega a alcanzar el matorral de espinillo y su
capacidad para rebrotar tras cualquier tipo de perturbación dificulta la colonización de estos
espacios por parte de otras especies nativas.
22

Otras plantas introducidas logran alterar y cambiar ecosistemas completos, como es el caso
del Luchecillo (Egeria densa), que actualmente crece a orillas del río Calle-Calle y en el
Santuario de la Naturaleza Río Cruces. Esta especie de origen brasileño fue utilizada en un
principio como planta de acuario, pero casual o deliberadamente llegó a los ríos y lagos del
país. Sus efectos son claramente observables, pues crece formando manchones densos que
impiden el movimiento del agua, atrapan el sedimento y en ocasiones dificultan la
navegación, la pesca y la natación. Si bien el Luchecillo ha invadido amplios sectores del
Río Cruces, desplazando a otras especies nativas, en la actualidad es la principal fuente de
alimentación para el Cisne de Cuello Negro, beneficiando a esta especie y modificando la
composición de la comunidad de especies de aves.
Para evitar los peligros asociados a las especies introducidas es fundamental respetar las
normas sobre traslado de material biológico entre países que es regulado en Chile por el
Servicio Agrícola y Ganadero, controlar el acceso de los animales domésticos al bosque y
utilizar especies nativas en el ajardinamiento de nuestras casas de campo.

Pérdida de suelos
El suelo es la base en la que animales y plantas se apoyan para subsistir. La materia
orgánica (humus) que contiene el recurso suelo constituye el primer paso en el ciclo de los
sistemas naturales, pues las plantas obtienen de él los nutrientes necesarios para realizar la
fotosíntesis. Por esta razón, el suelo no debe verse como una unidad independiente, sino
como parte de la cadena que constituyen suelo-flora-fauna, la base del sistema natural.
El suelo del que hoy disponen nuestros bosques es el capital acumulado por la naturaleza
durante miles de años. Por ello, y dada la lentitud de su desarrollo, su pérdida podría
considerarse un proceso irreversible en la escala de tiempo humana.
La pérdida de suelos tiene variadas causas, aunque la principal de ellas es la erosión o
arrastre del material por el agua o el viento para acabar siendo depositado en el fondo de
ríos, lagos y mares. Los procesos de erosión del suelo se desencadenan cuando se rompe el
equilibrio entre el clima, el relieve y la vegetación. En climas lluviosos como el nuestro, los
terrenos con pendiente deben estar protegidos permanentemente por una cubierta de árboles
o arbustos, de lo contrario el agua se llevará poco a poco nuestro suelo. Algunas prácticas
forestales como la tala rasa de bosques o plantaciones, los incendios provocados, la
23

construcción de caminos o la conversión en cultivos o praderas de suelos no aptos para la


agricultura han ocasionado la pérdida de nuestro principal capital natural. Otras causas de
pérdida de suelo son la urbanización, la inundación por represas, o la mineralización y el
lavado ocasionada por la exposición prolongada del suelo del bosque a la radiación solar y
la lluvia.

Cambio climático y otros procesos de gran escala temporal


Hace ya unos 18 mil años los campos de hielo en el planeta comenzaron a retroceder,
dando término a la última era glaciar. El clima cálido en que vivimos actualmente forma
parte de los ciclos de la Tierra. El problema surge cuando los seres humanos afectan tales
ciclos y los modifican haciendo que, cambios que serían graduales en cuanto procesos
naturales, se aceleren generando grandes y peligrosas perturbaciones al medio ambiente. Es
lo que ocurre, por ejemplo, con lo que se conoce como el “calentamiento global”: al
aumentar la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, la temperatura del planeta se
eleva provocando cambios climáticos de consecuencias imprevisibles .
El dióxido de carbono es lo que exhalamos en nuestra respiración, producto de nuestro
funcionamiento como seres vivos, y lo que resulta de la combustión de los vehículos y
maquinarias. Las plantas toman ese carbono y lo usan para crecer y desarrollarse, y luego
liberan oxígeno de sus procesos internos, elemento vital para nuestra vida.
El aumento en la emisión de carbono a la atmósfera debido a la quema de combustibles
fósiles como el petróleo y el carbón, unido a la disminución en la superficies de bosques
que capturen este carbono, es la causa principal del cambio climático global que estamos
enfrentando. Un invernadero permite el paso de la energía solar a través del cristal (o
plástico) que lo cubre, pero no deja que ese calor salga de él, manteniendo así la
temperatura interna del lugar. En el caso de la Tierra ocurre lo mismo, aunque en lugar de
un cristal o plástico lo que existe son gases que retienen parte de la energía solar que rebota
de la superficie terrestre, manteniendo la temperatura adecuada en la superficie del planeta.
Debido al aumento de la existencia de estos gases –conocidos como gases invernadero- el
calor retenido ha aumentado, recalentando la Tierra. Es lo que se conoce como el “efecto
invernadero” que da lugar a un calentamiento global del planeta.
24

Las consecuencias de este calentamiento global son imprevisibles. El aumento de


temperatura ha comenzado a modificar tanto la circulación general de la atmósfera como
las corrientes oceánicas, por lo que el clima será diferente en el futuro. Ello provoca riesgos
para grandes extensiones de bosques que pueden sufrir incendios, inundaciones o plagas
desconocidas anteriormente y que vendrían a agravar la ya difícil situación.
25

Recuadro 3: Procesos de deterioro del Bosque Valdiviano


La Cordillera de la Costa considerada como una de las áreas más ricas en biodiversidad de todo Chile, ha
sido en gran parte destruida.Por ser esta serranía costera de topografía suave y estar atravesada en sentido
este-oeste por grandes valles con suelos cultivables, la cordillera de la costa ha soportado durante siglos la
transformación y degradación de sus bosques, mucho más accesibles al uso humano que los de la cordillera de
los Andes. Paralelamente, y a diferencia de esta, la cordillera costera no cuenta en la actualidad con una buena
representación de Áreas Protegidas que garanticen su conservación en el largo plazo.
Paradójicamente, el área que fue refugio del bosque durante todo el periodo glacial por la menor presencia de
campos de hielo y actividad volcánica, se ha convertido en los últimos cien años en el área más desprotegida
y sujeta a transformación.
Las principales actividades responsables de dicha destrucción son la agricultura, la ganadería, y en las
últimas décadas la substitución de los bosques por plantaciones forestales de pino insigne (Pinus radiata) y
eucalipto (Eucaliptus sp.), especies exóticas de crecimiento rápido. A esto se suma la sobreexplotación del
bosque nativo existente para la producción de madera y leña, que se extrae en muchos casos de manera ilegal
y en cantidad muy superior a la que el bosque puede producir. Ejemplos de esta fuerte destrucción y
reemplazo del bosque nativo con especies exóticas en la cordillera de la costa de nuestra región son las
comunas de La Unión y Corral. En ellas, sobre 45% del bosque nativo fue destruido entre 1981 y 1993 (Lara
et al 1993). La destrucción del el bosque templado en la cordillera de la costa a lo largo de toda la ecorregión
de los bosques templados ha causado graves daños a la conservación de la biodiversidad, reduciendo a su
mínima expresión la distribución y las poblaciones de especies leñosas endémicas como el queule
(Gomortega Keule), el ruil (Nothofagus alessandrii) o el pitao (Pitavia punctata) actualmente clasificadas
como en peligro de extinción. Otras especies que, sin ser exclusivas de la cordillera de la costa, han
mantenido poblaciones aisladas de gran valor genético y biogeográfico en este territorio, han perdido gran
parte de su área de distribución original por la destrucción de este territorio, por lo que han sido clasificadas
en la categoría de vulnerables. Entre ellas encontramos al roble hualo (Nothofagus glauca), el ciprés de la
cordillera (Austrocedrus chilensis), el raulí (Nothofagus alpina) o la araucaria (Araucaria araucana). La
destrucción de los bosques reduce también la diversidad del paisaje, los bienes y servicios que éste provee a la
sociedad (madera, carbón, frutos y hongos comestibles con valor cultural, agua de buena calidad y
oportunidades de recreación) La pérdida de nutrientes y la erosión de los suelos hace en muchos casos
inviable su recuperación en el corto plazo. Junto a estos impactos ambientales, la sustitución del bosque está
asociada a una serie de impactos sociales negativos, como la expulsión masiva de la población rural hacia las
ciudades debido a la compra de tierras por parte de las grandes empresas forestales para el establecimiento de
plantaciones.
26

4. CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD

Una cualidad crítica en todos los ecosistemas y en todas las escalas de tiempo y espacio es
la biodiversidad. Pese a ser un concepto evasivo, difícil de capturar en una definición, la
más sencilla podría ser "la variabilidad de la vida y sus procesos". La diversidad biológica o
biodiversidad involucra la riqueza de organismos, su variabilidad genética y la de los
ecosistemas a los cuales pertenecen. La biodiversidad actual es el producto final de
procesos y eventos que han ocurrido en forma natural durante miles de millones de años.
Desafortunadamente, muchos de estos procesos han sido interrumpidos y fuertemente
alterados por el ser humano, causando la reducción de la biodiversidad en el planeta.
La biodiversidad es de gran importancia para la humanidad, ya sea desde el punto de vista
económico, cultural, educativo, genético o ecológico. Por ejemplo, la pérdida de
biodiversidad puede limitar la disponibilidad y explotación de especies de importancia
alimenticia o medicinal, o bien afectar procesos a mayor escala como la estabilidad
climática o la calidad del agua. Así, los objetivos que persigue la conservación de la
biodiversidad pueden explicarse con tres principios:
a) la mantención del cambio evolutivo. La evolución ofrece una perspectiva histórica que
permite explicar la biodiversidad actual. El objetivo es entonces asegurar que las poblaciones
respondan naturalmente a los cambios del ambiente.
b) la mantención de la dinámica ecológica. Los cambios son constantes en el ambiente, las
perturbaciones son un componente universal de las comunidades ecológicas. Resulta necesario
entonces la conservación de esos procesos dinámicos y su relación con grandes ecosistemas.
c) la consideración de la presencia humana. La sociedad humana siempre ha tenido impactos
sobre las comunidades ecológicas. La conservación debe incorporarnos para comprender los
procesos naturales y diseñar e implementar soluciones.
La biodiversidad existe en varios niveles de la organización biológica y en cada uno de
estos niveles puede verse amenazada por las actividades humanas. Por ello la biodiversidad
es un concepto central en la conservación moderna.

Aunque existen otras clasificaciones, tres niveles de organización biológica y de


biodiversidad reconocidos comúnmente son: diversidad genética, diversidad de especies y
27

diversidad estructural del paisaje. Si nuestro objetivo es mantener la biodiversidad global,


estas diversas manifestaciones de diversidad deben perpetuarse en todos nuestros bosques.

Diversidad genética

Los biodiversidad incluye toda la variabilidad genética dentro de cada una y entre las
diferentes poblaciones de las especies. Las poblaciones animales y vegetales difieren unas
de otras, y los individuos dentro de estas poblaciones varían, en gran medida, porque
poseen combinaciones únicas de genes adaptados a las condiciones específicas del
ambiente. Sin variabilidad genética, las poblaciones son menos adaptables y su extinción es
más probable. Pequeñas poblaciones, aisladas de otras de la misma especie por la
fragmentación del hábitat, son más susceptibles de cruzamiento entre parientes cercanos, lo
que limita sus diversidad genética y sus posibilidades de adaptación a circunstancias
ambientales cambiantes. La diversidad genética es fundamental para que se mantengan los
procesos evolutivos. Las grandes plantaciones de álamos, pinos o eucaliptos que
encontramos hoy en día en la X Región proceden, en la mayor parte de los casos, de las
semillas de unos pocos individuos importados de sus respectivos países de origen e incluso
pueden llegar a ser idénticos, al proceder de un mismo ejemplar clonado “in vitro” o
propagados por estaca o patilla. Estos bosques, que pueden ser sumamente productivos bajo
las actuales condiciones ambientales, son en cambio muy pobres genéticamente y por lo
tanto muy sensibles a cualquier pequeño cambio en el medio, tanto de origen climático
como debido a la llegada de nuevas plagas y enfermedades.

Diversidad de especies

El término biodiversidad recoge la variedad y número de especies que componen un


ecosistema y el grado de dominancia de unas respecto de otras. La variedad de especies de
una región se puede evaluar por medio de diferentes parámetros o indicadores como la
riqueza de especies (número de especies diferentes presentes en un ámbito territorial
determinado), o la diversidad de especies (una medida del conjunto de especies presentes y
su grado de dominancia en la comunidad). Es importante definir el ámbito o la escala en la
que se evalúa la biodiversidad, sólo así podremos comparar de una manera adecuada sus
28

rangos de variación. Cabe destacar que, aunque existen especies emblemáticas, como la
guiña o el alerce, la conservación del la biodiversidad de nuestros bosques debe ser
abordada desde un enfoque ecosistémico, asumiendo la importancia de todos los seres
vivos, grandes y pequeños que se desarrollan en él. Las especies herbáceas y arbustivas,
como el maqui (Aristotelia maqui) o la murta (Ugni molinae) que protegen el suelo de la
erosión en las primeras etapas tras una perturbación natural o humana; los pequeños
insectos polinizadores como el moscardón (Bombus sp.), que posibilitan la producción de
grandes cantidades de frutos silvestres; las numerosas especies de pequeñas aves y
micromamíferos, como el fio-fio (Elaenia albiceps) o el ratón de darwin (Phyllotis
darwinii) que dispersan las semillas; los hongos y la microfauna del suelo que permiten el
reciclaje de los nutrientes. La conservación del ecosistema forestal requiere el
mantenimiento de toda esta multitud de pequeñas especies, poco llamativas pero muy
sensibles a las modificaciones en el entorno. Algunas de estas especies juegan un rol
fundamental al ser piezas clave sobre quienes recae en gran parte la estabilidad del
ecosistema. No obstante, debemos tener en cuenta que la mayor parte de estas especies son
muy poco conocidas. Cientos de especies de invertebrados y quizás miles de diferentes
especies de hongos y bacterias pueden encontrarse en un metro cuadrado de nuestros
bosques, y probablemente todavía muchos de estos organismos esperan ser descubiertos,
por lo que es preciso aplicar un principio de precaución a la hora de diseñar estrategias de
conservación de la biodiversidad.

Diversidad de ecosistemas y paisajes

Por ello, tras casi un siglo de experiencias de conservación, un número creciente de


ecólogos sostiene que la conservación es más eficiente cuando está enfocada directamente
en los ecosistemas y no en las especies. La conservación a escala de ecosistema se basa en
el establecimiento de medidas conservación para una muestra representativa de todos y
cada uno de los ambientes presentes en una región natural.

No obstante, la conservación a nivel de ecosistema exige poner mucha atención a la


diversidad estructural del paisaje, tanto en la escala espacial como en la temporal. El
ecosistema no es un espacio homogéneo sino un mosaico de microambientes determinados
29

por los procesos de perturbación y sucesión ecológica que tienen lugar en ellos. Mantener
el equilibrio entre estos microambientes es crucial para mantener el dinamismo del
ecosistema.

Por ejemplo, muchas especies animales usan más de un tipo de hábitat para satisfacer sus
necesidades a lo largo de sus vidas. Aunque la guiña (Oncifelis huigna) utilice los bosques
adultos con grandes árboles para reproducirse o guarecerse, también desarrolla parte de su
actividad en renovales, matorrales e incluso plantaciones forestales. Para la mayor parte de
las especies, la funcionalidad de un determinado hábitat depende en gran medida de la
presencia de otros colindantes, por lo que el ecosistema no puede ser protegido
adecuadamente a través del la conservación de muestras aisladas de los diversos hábitats.
La discontinuidad estructural del paisaje ofrece oportunidades para muchos organismos, a
la vez que puede asimismo frenar el avance de incendios, plagas y enfermedades que
pongan en riesgo la estabilidad del ecosistema. Un paisaje de gran diversidad estructural
será aquel que contenga muchos tipos de ambientes diferentes, en los cuales se desarrollen
procesos ecológicos tales como intercambio de genes o el flujo de nutrientes y de energía,
a través de la dinámica de cuencas o de las distintas etapas en los procesos vitales de los
seres vivos.

Para mantener la biodiversidad en un paisaje es preciso mantener su diversidad estructural


dentro de los límites naturales de variación, es decir, el paisaje precisa la existencia de un
régimen de perturbaciones. Un bosque virgen, sin factores de perturbación apreciables en
grandes escalas de tiempo, es mucho más frágil a las alteraciones humanas que un paisaje
heterogéneo, compuesto por un mosaico equilibrado de bosques adultos, renovales y
matorrales en distintos estados de madurez, originados por una dinámica de perturbación
natural o humana.

Las actividades tradicionales desarrolladas en el paisaje rural generan un patrón paisajístico


sumamente diverso, induciendo en el ecosistema un dinamismo permanente a través de un
territorio extenso. La diversidad del paisaje rural tradicional es económica y
ecológicamente funcional. Por ello, si se quiere que persista la biodiversidad, es preciso
prestar atención a las actividades tradicionales, las que han generado un patrón de paisaje
30

compuesto por muchos hábitats diferentes, variando desde verdaderos bosques maduros
hasta praderas y parcelas de matorral o renoval en diferentes etapas de colonización.

En los últimos años, la diversidad de aprovechamientos del paisaje rural de la X Región


está siendo substituido por una cubierta de plantaciones forestales de pino y eucalipto. Este,
junto con otros cambios en el uso tradicional del suelo son factores de riesgo que atentan
contra la funcionalidad ecológica del bosque. Las plantaciones forestales a gran escala, la
tala rasa de grandes superficies de bosque nativo, la construcción de infraestructuras o la
urbanización del territorio, entre otras actividades habituales en nuestra región, provocan la
progresiva fragmentación y aislamiento de las poblaciones de especies que dependen del
bosque en alguna fase de su vida, dificultando la perpetuación a largo plazo de los procesos
ecológicos fundamentales.

Los corredores biológicos


Los procesos de fragmentación de los ecosistemas, como resultado de la destrucción de los
ambientes naturales, pone en peligro la conservación de la biodiversidad en el largo plazo.
Los cambios en la estructura de los hábitat limitan la capacidad de dispersión o propagación
de las especies, con lo que se interrumpe el flujo de individuos entre distintas poblaciones,
con el consiguiente empobrecimiento genético de las poblaciones. El efecto es la pérdida de
la diversidad genética de las especies, la que permite la continuidad de los procesos
evolutivos a través de la selección de los individuos más aptos a los cambios o
perturbaciones del medio.
En cierta medida, la fragmentación del paisaje puede ser compensada con la creación de
áreas protegidas, destinadas a conservar ambientes naturales con el menor grado posible de
intervención humana. No obstante, la superficie actual de áreas protegidas es insuficiente
para proteger a todas las especies que lo requieren. La más alta diversidad biológica sigue
existiendo fuera de los territorios protegidos. La progresiva fragmentación del paisaje
natural ha ido convirtiendo al actual Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del
Estado (SNASPE, administrado por CONAF) en islas desconectadas dentro de una matriz
de paisaje intervenido para usos productivos.
En relación a la conectividad entre las áreas del SNASPE de la Décima Región es posible
señalar que sólo dos áreas protegidas son contiguas entre sí –PN Puyehue y PN Vicente
31

Pérez Rosales- formando una gran unidad de conservación de más de 360 mil ha. El resto
de las áreas protegidas de la Décima Región muestran un alto grado de aislamiento.
Particularmente grave es la situación de las áreas protegidas de menor tamaño, como la
R.N. Valdivia, el M.N. Alerce Costero y la R.N. Mocho-Choshuenco, todas con superficies
inferiores a 10.000 hectáreas y sometidas a una fuerte presión en su entorno inmediato.
Algunos estudios sugieren que este es un tamaño insuficiente para garantizar la
supervivencia en el largo plazo de las especies que contienen, en especial de los mamíferos
de mayor tamaño, los que necesitan áreas extensas para sostener poblaciones viables.
En la Décima Región existen al menos 33 especies de mamíferos terrestres, de los cuales 17
presentan problemas de conservación. La siguiente tabla muestra los resultados para la
Décima Región de un estudio que evaluó la capacidad de las actuales unidades del
SNASPE para contener poblaciones de tamaños mínimos viables de las principales especies
de mamíferos grandes:

Tabla N° 1: Densidades poblacionales, áreas mínimas viables y unidades del SNASPE con tamaños
adecuados para cinco especies de mamíferos grandes de la Décima Región
Especies Nombre científico Densidad (ind/km2) Área viable (km2) * Nº unidades
del SNASPE
Mínima Máxima Mínima Máxima con tamaño
adecuado
Pudú Pudu pudu 3,85 6,25 80 130 7
Huemul Hippocamelus bisulcus 0,02 1,8 278 25000 0
Chingue Conepatus humboldtii 6,25 10,3 48 80 10

Zorro culpeo Pseudalopex culpaeus 0,13 1,37 365 3846 0


Zorro chilla Pseudalopex griseus 0,31 4,35 115 1613 1

Puma Puma concolor 0,02 0,04 12500 25000 0

* Para una población de 500 individuos.


Fuente: Mella, J.E. (1994). Áreas Silvestres Protegidas y la conservación de los mamíferos terrestres chilenos.
Tesis para optar al grado de Magister en Ecología. U. de Chile.

Como vemos, el reducido tamaño de las áreas protegidas, y la inexistencia de zonas que las
conecten entre sí, aumenta los riesgos de extinción de la fauna local. El establecimiento de
corredores ecológicos y zonas de amortiguamiento, diseñados y gestionados activamente,
pueden contribuir a superar los efectos de la fragmentación al favorecer estructuras de
hábitat adecuadas para especies o procesos propios de los ecosistemas a resguardar y que
32

además constituyan barreras efectivas para especies o procesos característicos de la matriz


que los engloba. Se considera que los corredores ecológicos serán biológicamente efectivos
cuando:

Permitan el desarrollo de actividades polinización, dispersión de semillas,


desplazamiento de fauna y otras actividades que aseguren un adecuado flujo genético
entre poblaciones que se encuentran en áreas separadas por barreras artificiales o por una
matriz de paisajes modificados por la actividad humana.

Permitan la conectividad de las comunidades animales y vegetales características de


una ecoregión en sentido altitudinal, latitudinal y/o a lo largo de un gradiente ambiental,
permitiendo los procesos de reacomodamiento y adaptación a eventuales cambios de
gran escala (vulcanismo, cambio climático, etc) dentro de y entre las distintas
ecoregiones.

Conserven un conjunto de áreas disjuntas que, si bien están inconexas territorialmente,


forman parte componente de un sistema soporte para el ciclo de vida de algunas especies
(sitios de descanso migratorio, áreas de refugio o de reproducción, etc.)

Pese a su función de conectar fragmentos de ecosistemas, los corredores ecológicos no


tienen porqué tener una estructura lineal. Un corredor actuará como conexión ecológica si
los individuos, semillas o propágulos de las especies componentes de un determinado
ensamble o comunidad tienen la disposición y la capacidad de desplazarse a través de un
territorio. Un conjunto de fragmentos de bosque a una distancia regular puede de paso
natural, permitiendo a las especies saltar de uno a otro de manera similar a como sirven las
piedras para atravesar un río.

La funcionalidad del corredor se basa por tanto en su capacidad de soporte para permitir el
establecimiento de poblaciones residentes (en el caso de especies con un pequeño radio de
dispersión) o de ofrecer temporalmente refugio y/o alimentación a un pequeño número de
individuos procedentes de poblaciones aledañas. A modo de ejemplo, muchas especies
diferentes utilizan las riberas de los ríos para desplazarse. Por lo tanto, el establecimiento de
un corredor ecológico fluvial en una zona de ribera ofrecerá una buena oportunidad para
proteger su función de conexión.
33

El diseño de un corredor supone una intervención intencional, en la que se favorecen


determinadas especies en desmedro de otras con las que pueden mantener relaciones de
competencia, predación, parasitismo u otras interacciones biológicas. La dimensión,
régimen de alteración y estructura del hábitat del corredor supone por lo tanto un filtro
selectivo que permitirá o limitará el paso a través de él de determinadas especies,
condicionando en gran medida la dinámica ecológica de estos fragmentos. No obstante, y
como norma elemental, el establecimiento de corredores ecológicos en un territorio debe
velar por el mantenimiento de una estructura de hábitat adecuada para las especies,
comunidades o ensambles características de los fragmentos de ecosistema a conectar, en
desmedro de las especies características de la matriz que los engloba.

A partir de estas funciones, y de acuerdo a la clasificación propuesta por Noss (1991) 1 se


distinguen al menos tres tipos de corredores para la vida silvestre, que son necesarios a
distintas escalas espacio-temporales en los que se desarrolla una población.

Corredor local: conecta fragmentos de hábitat próximos entre sí, como parches de
bosque, usando franjas de hábitat adecuado como cortinas de árboles o arbustos y riberas
de esteros y arroyos, para permitir desplazamientos de pequeños vertebrados e
invertebrados y ser una fuente de semillas de especies vegetales nativas. Estos
corredores se pueden implementar con medidas sencillas en cualquier predio
comprometido con la conservación.

Corredor zonal: funcionan a escala del mosaico de paisaje para desplazamientos diarios,
estacionales y/o permanentes de las especies. Este tipo de corredor incluye anchas
franjas de bosque, áreas de protección de ríos o manchones de bosque continuo que
siguen gradientes topográficos dentro de un mosaico de ambientes naturales
intervenidos.

Corredor ecoregional: es la mayor escala para un corredor, corresponde a una trama


relativamente continua de fragmentos de ecosistema que conservan la fisonomía y la
mayor parte de las comunidades y componentes de la biodiversidad nativa a lo largo de

1
Noss, R. (1991), Landscape connectivity: Different functios at different scales. En: Landscape
linkages and Biodiversity, pp 27-39. W.E, ed. Island Press, Washington, D.C.),.
34

un gradiente ambiental. Tiene por objeto asegurar la supervivencia y continuidad de los


procesos ecológicos y evolutivos naturales dentro de y entre las distintas ecoregiones,
permitiendo los procesos de adaptación a cambios de gran escala espacial y temporal.

Aunque el establecimiento de corredores locales para la conexión de fragmentos de bosque


es una herramienta de manejo fundamental a escala predial, el diseño de corredores
ecológicos en el territorio debe tener una visión más amplia. La contribución de los
pequeños y medianos propietarios a la creación y funcionamiento de corredores ecológicos
debe valorarse a una escala zonal y ecorregional. Las principales contribuciones que un
APP puede hacer a un sistema de corredores se resumen en:
• Conectar o contribuir a conectar Áreas Silvestres Protegidas del Estado entre sí,
manteniendo una estructura de hábitat adecuada para que las especies, comunidades o
ensambles característicos de estas áreas puedan desplazarse a través suyo.

• Integrarse en un área de amortiguamiento para una Unidad del SNASPE,


manteniendo una estructura de hábitat y usos del suelo compatibles con la conservación
en la periferia de las áreas protegidas del Estado.

• Contribuir a mantener poblaciones de especies de amplio ámbito de hogar mediante


fragmentos de hábitat adecuados para su alimentación y refugio, permitiendo el
desplazamiento diario, estacional o eventual, en respuesta a fenómenos climáticos o
perturbaciones locales.

• Mantener o contribuir a mantener una muestra representativa de distintos hábitats o


fragmentos de ecosistema a lo largo de un gradiente ambiental (climático,
geomorfológico, de alteración, etc.), permitiendo el dinamismo de la vegetación y la
evolución del paisaje.

• Conectar o contribuir a conectar fragmentos de ecosistemas a lo largo de un


gradiente topográfico altitudinal, mediante hábitats adecuados que garanticen la
continuidad de los procesos reproductivos y dispersivos que permiten el
reacomodamiento de las poblaciones en respuesta a fenómenos climáticos o procesos de
cambio a gran escala temporal.
35

• Conectar o contribuir a conectar fragmentos de ecosistemas a lo largo de un


gradiente geográfico latitudinal, permitiendo una continuidad norte sur que garanticen la
continuidad de los procesos reproductivos y dispersivos que permiten el desplazamiento
de las especies en respuesta a procesos de cambio de gran escala temporal y/o territorial

• Conectar fragmentos de ecosistemas a lo largo de un gradiente biogeográfico,


permitiendo la continuidad del flujo genético entre las poblaciones asentadas en la
cordillera de los Andes con otras poblaciones que se desarrollan en la cordillera de la
costa.

La creación de Áreas Protegidas Privadas pude aportar de manera decisiva al


establecimiento de áreas de amortiguación o corredores ecológicos, a partir de un sistema
de conservación y desarrollo, basado en un proceso de ordenamiento predial y en la
conexión de estas áreas entre sí y con grandes núcleos de dominio público o privado sujetas
a regímenes de administración especial (zonas de preservación ). Para ello se deberán
concertar compromisos de conservación entre las distintas jurisdicciones y las comunidades
y propietarios involucrados que garanticen su integridad en el tiempo.

El ritmo actual de disminución de la biodiversidad en la X Región es probablemente uno


de los más altos en toda su historia , siendo el cambio de uso del suelo, la degradación de
hábitats, la sobreexplotación de los recursos, la contaminación del ambiente y la
introducción de especies exóticas, sus principales causas. La biodiversidad no es un recurso
renovable que pueda tener réplicas. Si una porción de la biodiversidad se pierde, es para
siempre.. La conservación de la biodiversidad supone necesariamente de una activa
intervención humana, que genere formas de uso adecuadas que puedan aplicarse sin
ocasionar su disminución actual o futura.
36

Recuadro 4: Sitios prioritarios para la conservación en la X Región


Los patrones de distribución de la biodiversidad en el planeta son el producto de la interacción de factores
tales como el clima, las características del paisaje o el tipo de suelo a lo largo de la historia. Por ello, la
biodiversidad es diferente en cada región, encontrándose así, áreas mucho más ricas en biodiversidad que
otras (centros de diversidad). Su presencia justifica la creación de áreas de preservación, protegidas de
influencias perjudiciales que pongan en riesgo su valor.
La identificación de sitios de importancia para representar la diversidad ha sido abordado por distintas
instituciones públicas y privadas vinculadas a la conservación de la biodiversidad. Aunque los criterios
adoptados son variados, en general se coincide en valorar la presencia de altos niveles de biodiversidad,
especialmente si es endémica, y mantener los procesos ecológicos y la dinámica de los ecosistemas a escala
de paisaje. Factores como la pristinidad o primitivismo, la representatividad, la singularidad o el grado de
amenaza, son elementos útiles para seleccionar lugares de especial interés para la conservación. No obstante,
y dado que la evaluación en terreno de estas variables a partir de indicadores es un proceso lento y muy caro,
la metodología más utilizada para la priorización de sitios de conservación es el panel de expertos.
En 1993 a través del simposio “Sitios Prioritarios para la Conservación de la Diversidad Biológica en Chile”
un grupo de connotados científicos nacionales identificó un total de 101 sitios con diferentes niveles de
prioridad de conservación, a partir de distintos criterios biogeográficos, ecológicos y de amenaza. Esto dio
lugar al documento titulado “Libro rojo de los Sitios Prioritarios para la conservación de la diversidad
biológica en Chile” (Muñoz et al., 1996). Posteriormente, en el año 1997 la CONAF encargó la delimitación
cartográfica detallada de los 101 sitios identificados en el Libro Rojo, realizándose la cartografía vegetacional
de dichos sitios prioritarios a escala 1:50.000 (UACH et al, 1998). De estos 101 sitios de prioridad nacional
para la conservación, 10 se localizan en la Décima Región.
Por su parte, la oficina Ecoregional de WWF elaboró el documento “Visión de Biodiversidad para la
Ecoregión de los bosques Valdivianos”, la cual contó con la colaboración de más de 70 expertos regionales,
nacionales e internacionales. A partir de un análisis general comprendido entre las regiones VII y XI y áreas
adyacentes de Argentina, se definieron áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad a una escala
aproximada de 1:500.000 (WWF, 2000). Si bien, algunos de los sitios identificados coinciden con los listados
elaborados por CONAF en el libro rojo, los resultados de este trabajo aportan una visión mucho más detallada
para la ecorregión de los bosques de Chile y Argentina.
Recientemente, y en el marco de la formulación de la estrategia regional para la conservación de la
biodiversidad en la Décima Región, CONAMA encargó la elaboración de un informe de evaluación de sitios
prioritarios que fue desarrollado por el Instituto de Silvicultura de la Universidad Austral de Chile a partir de
los resultados del Catastro de Bosque Nativo y de opiniones de expertos. El resultado fue la determinación
cartográfica de 40 sectores de bosque considerados de alta prioridad para la conservación.
A continuación se presentan los listados de sitios priorizados por cada uno de los tres estudios citados.
37

Sitios Prioritarios en la Décima Región (CONAF, 1993)


Sitios propuestos Prioridad* Provincia Observaciones
Pirihueico (entre Volcán Choshuenco y Lago 1 Valdivia Incorporado al SNASPE en 1997:
Pirihueico) RN Mocho-Choshuenco (7.537 ha.).
Cordillera Pelada (entre ríos Colún y Bueno) 1 Valdivia Tierras privadas.
Futaleufú 2 Palena Incorporado al SNASPE en 1998:
RN Futaleufú (12.065 ha.).
Río Cruces 2 Valdivia En proceso de ser incorporado al
SNASPE : RN Río Cruces (9.000
ha.).
Cudico 2 Osorno
Monteverde 2 Llanquihue Declarado Parque Provincial por la
Intendencia Décima Región.
Ampliación Parque Hornopirén 2 Llanquihue-
Palena
Isla Guafo 2 Chiloé
Península de Huequi, Ayacara 3 Palena Parque Privado Ayacara.
Archipiélagos Guaipiquilán y Esmeralda 3 Chiloé Fiscal. Eventual traspaso a CONAF
para incluirlo en el SNASPE.
(*) 1: Urgente; 2: Importante; 3:Interés específico.
Fuentes: Informe Chileno al Primer Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y Otras Áreas
Protegidas (1997). Santa Marta, Colombia, 21-28 de mayo; Prado et al. (1994) Estado de Conservación de la
Vegetación y Flora de Chile. En Perfil Ambiental de Chile. CONAMA, Santiago; Departamento de
Patrimonio Silvestre CONAF, Décima Región. Gerardo Elzo, comunicación personal.

La segunda propuesta corresponde a los sitios identificados por el análisis ecorregional desarrollado por
WWF a partir de 1999, de la que se desprende la siguiente lista de áreas prioritarias en la Décima Región:

Sitios Prioritarios para la Conservación en la Décima Región (WWF, 1999)


Nombre Área (ha) % Protegido* Subecorregión**
Ríos Mahuidanchi-Queule-Nueva Toltén 95,695 0 Bosque valdiviano costero del sur
Ríos Valdivia-Curiñanco 76,694 0 Bosque valdiviano costero del sur
Cordillera Pelada-Cordillera Los Espejos 385,468 3 Bosque valdiviano costero del sur
Cordillera de Piuchén (Chiloé Norte) 229,788 19 Bosque valdiviano costero del sur
Isla Guafo 19,940 0 Bosque valdiviano costero del sur
Quellón (Chiloé Sur) 210,121 0 Bosque litoral de Aysén con Ciprés de las
Guaitecas
Winter-Palena (Ch-Arg.) 70,303 42 Bosque litoral de Aysén con Ciprés de las
Guaitecas
Neltume-Fuy-Pirihueico 173,443 <1 Bosque andino mixto de Nothofagus
Las Cascadas-Volcán Osorno 32,400 25 Bosque andino de Nothofagus con Alerce
Peulla-P.N. Vicente Pérez Rosales 20,499 100 Bosque andino de Nothofagus con Alerce
Cayutue-La Picada 14,421 100 Bosque andino de Nothofagus con Alerce
Lago Azul 74,154 6 Bosque andino de Nothofagus con Alerce
Lago Menéndez-Lago Puelo (Ch- Arg) 197,593 33 Bosque andino de Nothofagus con Alerce
Río Futaleufú-Lago Yelcho 53,954 8 Bosque andino de Nothofagus con Alerce
* Se refiere a las superficies actualmente bajo protección.
38

** Clasificación desarrollada por el análisis ecorregional de WWF.

Listado de áreas prioritarias propuestas para la X Región (UACh, 2002).

HABITAT A
NOMBRE DEL SITIO PROTEGER PROPONENTES
H A F V
Mehuín X C. Smith
Río Lingue X X X G. Medina
Ampliación Río Cruces X X X X A.Lara, G. Medina, R.Schlatter
Curiñanco X X X C. Smith, R. Schlatter
Llancahue X X X A. Lara, C. LeQuesne
Corral X C. LeQuesne
Neltume X X X G. Medina
Chaihuín X X C. LeQuesne, A. Lara
Pirehueico X X CONAF(2)
Ampliación R.N. Mocho-Choshuenco A. Lara, R. Schlatter, G. Medina
Huequi X X CONAF
Cordillera Pelada X X CONAF
Fundo La Barra X CONAF, X Región
Llancacura X A Lara
Cudico X CONAF
Rio Bueno X D. Soto, C. Smith
Licán X X A. Lara, R. Schlatter
Cordillera de la Costa de Osorno X X X C. Smith, A. Lara, C. Le-Quesne
Rupanco X X X A. Lara, R. Schlatter
Llico Norte X A. Lara
Llico Sur X X X A. Lara
Petrohue X X X G. Medina, D. Soto,
Río Llanquihue X R. Schlatter
Maullín X X X R. Schlatter
Monte verde X CONAF
Puelo X X D. Soto, G. Medina
Ampliación P.N. Hornopirén 1 X X CONAF
Ampliación P.N. Hornopirén 2 X X X A Lara
Caulín X R. Schlatter
Chepu X X X R. Schlatter
Ampliación P.N. Chiloé X X X J. Armesto, C. Smith, R. Schlatter y
Butachauque X X A.Lara
Quenac X A. Lara
Talcan X X A. Lara
Corcovado X X X A. Lara
Chaiguata X X X X A. Lara
Archipiélago Guaipiquilán X X X G. Medina
Isla Guafo X X CONAF
Tic – Toc X X CONAF
Calle-calle – San Pedro X X X F. Jara
A. Lara, G. Medina
(1) HUMEDAL ; A: ACUATICO ; F: FAUNA ; V: VEGETACIÓN
(2) CONAF. Áreas incluidas en el Libro rojo de los Sitios Prioritarios para la conservación a nivel nacional
CONAF (1996).
39

GLOSARIO

Factores Abióticos (no vivos): Corresponden a las condiciones que impone el medio en el
desarrollo de las distintas especies de plantas y animales que viven en un territorio. Estos
pueden agruparse en factores climáticos, factores geológicos o factores hidrológicos, entre
otros.

Biotopo: Se suele denominar así al escenario no vivo de un paisaje, es decir al conjunto de


todos los factores abióticos (no vivos).

Factores Bióticos: Son aquellas condiciones generadas por la actividad de los seres vivos y
que afectan al desarrollo de otros seres vivos diferentes. Incluyen tanto las nuevas
condiciones creadas en su medio (como la sombra, la materia orgánica o humedad del aire
ligadas a la presencia de un árbol), como de las relaciones positivas o negativas que
establecen distintos seres vivos entre sí. Algunos ejemplos de estos últimos factores son la
competencia, la depredación, el parasitismo o la simbiosis, entre otros.

Especie: Son cada uno de los linajes de organismos que, bajo condiciones naturales,
presentan características físicas similares y pueden reproducirse entre sí para producir
descendientes fértiles.

Población: Equivale al conjunto de todos los individuos de una misma especie que
coexisten e interactúan en un lugar, y que por lo tanto están en condiciones de reproducirse
entre sí.

Comunidad biológica: Representa al conjunto de todas las poblaciones de las diferentes


especies que coexisten y se interrelacionan en un mismo tipo biotopo.

Ámbito de hogar: Corresponde a un territorio amplio que contiene el conjunto de hábitats


necesarios para una determinada especie, la que se desplaza entre los distintos ambientes
para resolver distintas necesidades, tales como la alimentación, la reproducción o el
refugio.

Ecosistema: El ecosistema constituye la unidad fundamental de estudio de la ecología. Este


sistema complejo está definido por la interrelación entre una comunidad de organismos y su
medio, formando una unidad en equilibrio dinámico. Ecosistema es un término abstracto,
40

por lo que sus límites están definido por una determinada estructura (medio físico,
comunidad de especies, poblaciones, hábitats, etc.) y una función (factores ambientales,
relaciones entre especies, ciclos de materia y energía, etc.) que establece el investigador.

Ecorregión: Es un espacio territorial amplio, con límites bien definidos, donde coinciden
determinadas condiciones ambientales (clima, relieve, perturbaciones) y un conjunto de
comunidades de seres vivos características, que dan lugar a unidades de paisaje que
representan de alguna manera una región natural.

Dinámica natural del bosque: Respuesta natural de una comunidad de plantas a los
cambios en el medio, debido tanto a las modificaciones causadas por una perturbación
natural o humana, como a los cambios originados por la presencia de determinadas especies
que modifican las condiciones ambientales.

Presión de selección: Proceso que condiciona la supervivencia o éxito reproductivo de los


individuos de una especie, y que por lo tanto favorece a determinados linajes en desmedro
de otros. Este proceso modifica la composición genética de la población, propiciando la
evolución que permite a la especie adaptarse exitosamente los cambios en el largo plazo
que ocurren en su ambiente.

Especies generalistas: Son aquellas capaces de adaptarse a ambientes muy diferentes, que
colonizan rápidamente los lugares perturbados y se mantienen durante largos periodos de
tiempo.

Especies especialistas: Son aquellas que sobreviven en un solo tipo de ambiente y que por
lo tanto se adaptan muy mal a las alteraciones, quedando restringidas a los sectores más
estables.

Corredores biológicos: Corresponden a ambientes que permiten el paso de los organismos


característicos de un determinado hábitat a través de un hábitat diferente, conectando entre
sí poblaciones alejadas.
41

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Krebs, C. J. Ecología. 1986. Análisis experimental de la distribución y abundancia.


Madrid : Ediciones Pirámide S.A.
Margalef, R. 1991 . Ecología. Barcelona : Ediciones Omega.
Mcnaughton, S.J. Ecología general. Barcelona : Ediciones Omega, 1984
Odum, O.P. 1965. Ecología. Editorial continental, México.
Gastó, C.J.1979. Ecología: El hombre y la transformación de la naturaleza. Editorial
Universitaria, Santiago de Chile,
Armesto, J.J., C. Villagrán, M.K. Arroyo, eds. 1996. Ecologia de los Bosques Nativos de
Chile. Editorial Universitaria, Santiago. 470 pp.
Elizalde Mac-Clure, R. 1970. La sobrevivencia de Chile. (La conservación de sus recursos
naturales). Editor: Ministerio de Agricultura. 492 pp y fotos.
Espinoza G., P. Pisani., L. Contreras. y P. Camus. (eds.) 1994. Perfil Ambiental de Chile.
Edit. CONAMA. Santiago. 569 pp
Fuentes, E. y S. Prenafeta (eds.) 1988. Ecología del Paisaje en Chile Central. Estudio sobre
espacios montañosos. Editorial P. Universidad Católica de Chile. Santiago. 125 pp.
Sunkel, O. y otros autores. 2000. Estado del Medio Ambiente en Chile. 1999. Informe País.
Centro de Análisis de Políticas Públicas. Area de Desarrollo Sustentable.
Universidad de Chile. LOM Ediciones. Santiago., 409 pp y Anexo cartográfico
Simonetti J.A., M.T.K. Arroyo, A.E. Spotorno y E. Lozada (Eds). 1995. Diversidad
biológica de Chile. CONICYT. Santiago. 364 pp.

RECURSOS EN INTERNET

Http://www.cipma.cl/gef
Http://www.hayek.cl/ecolyma
Http://www.mnhn.cl
Http://www.sustentable.cl

También podría gustarte