Tema 37

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CELEBRAMOS LA RECONCILIACIÓN

(TEMA 37 C.J.S.) Pág:110

CONOCER
-Jesús mandó a los Apóstoles que, en su nombre, perdonasen los pecados.

-Los sacerdotes en nombre de Jesús y de la Iglesia, perdonan los pecados en el Sacramento de


la Reconciliación.

-Cuando los cristianos, después del Bautismo, necesitamos recibir el perdón de Dios,
celebramos el Sacramento de la Reconciliación, nos acercamos al Sacramento de la Penitencia.

Antes de volver a su Padre, Jesús Resucitado dio a los Apóstoles el poder de perdonar los
pecados en su Nombre. Les dijo:” Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados
les quedan perdonados”. (Jn 20,22-23)

La Iglesia no se cansa de anunciar a los hombres la misericordia de Dios. Dios quiere que quien
peca no se desaliente, sino que se anime y continúe el camino de Jesús.

La Iglesia nos ofrece hoy el perdón de Dios de muchas maneras, pero hay una muy especial por
la que cada uno recibe de Jesús el perdón de Dios Padre y se reconcilia con la iglesia y con los
hermanos. Es el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia.

Este Sacramento es un encuentro maravilloso. Dios que quiere perdonarnos, y nosotros que,
arrepentidos, volvemos a Él.

Confesamos nuestros pecados ante el sacerdote que nos los perdona diciendo: Dios, Padre
misericordioso que reconcilió consigo al mundo por la Muerte y Resurrección de su Hijo y envió
al Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda por el ministerio de la Iglesia el
perdón y la paz.

Apoyados en la gracia del perdón y con alegría, nos comprometemos a ser fieles a Jesús y al don
de nuestro Bautismo.

Quien recibe el perdón de sus pecados dice con la frase de un Salmo:

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. (Sal 118,1)

Una de las frases del Credo dice: Creo en el perdón de los pecados.

La Iglesia en el Sacramento de la Reconciliación nos perdona en nombre de Jesús. Los


sacerdotes en nombre de Jesús, de la Iglesia siguen perdonando los pecados en el Sacramento
de la Reconciliación o Penitencia que recibimos cuando nos confesamos bien.

¿Que es necesario para confesarse bien? 1)Examen de conciencia: Nos preguntamos: ¿hemos
hecho siempre lo que Jesús quiere que hagamos?

En el examen de conciencia pensamos en los momentos en los que no nos hemos comportado
como Dios quiere, en las cosas que hemos hecho mal, decimos no me porté bien.

2)dolor de los pecados. Sentimos pena por haber desobedecido a Dios y disgustado a los demás.
Dolor de los pecados, me da pena, lo siento, estamos tristes por habernos alejado de Dios, por
no haber apreciado su amistad, por hacer daño a los demás.
3)propósito de la enmienda: Prometemos con la ayuda de Dios no volver a hacer el mal.
propósito de la enmienda, quisiera no volver a hacerlo, pedimos a Dios que nos ayude a ser
siempre amigos suyos y prometemos no volver a comportarnos mal

4)decir los pecados al confesor: que nos escucha y acoge, acogemos el perdón que Dios nos da
por medio del sacerdote.

5)cumplir la Penitencia: Damos gracias a Dios y hacemos como Penitencia lo que nos mande el
sacerdote.

Con el Sacramento de la Confesión, recibimos el perdón de Dios, volvemos a la amistad con Él y


recibimos la fuerza para seguir a Jesús, vivir como buenos bautizados, como buenos cristianos.

Página 146 del catecismo:

Pregunta 60: ¿Qué hace en nosotros el Sacramento de la Penitencia? Por el Sacramento de la


Penitencia, la Iglesia, en nombre de Jesús, perdona nuestros pecados y nos reconcilia con Dios y
con los hombres.

Página 113 del catecismo: están los cinco pasos para confesarnos.

Jesús dio a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados cuando dijo:

“Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados les serán perdonados”

Este poder continúa en los sacerdotes por el Sacramento de la Penitencia o Reconciliación. El


perdón de Dios Padre y la Reconciliación con los demás nos llega a través de la Iglesia por este
Sacramento. Para recibirlo con las debidas condiciones hemos de estar arrepentidos por el mal
que hicimos y tener el firme propósito de corregirnos.

En este Sacramento se produce un encuentro con Dios en el que por medio de la Iglesia y las
palabras del sacerdote se nos hace el regalo del perdón y la paz.

Uno de los cinco Mandamientos de la Iglesia nos pide confesarnos al menos una vez al año, pero
es bueno hacerlo más frecuentemente y siempre que se necesite.

Por nuestra parte aceptamos el perdón con agradecimiento y nos comprometemos a evitar con
ayuda del Espíritu Santo el pecado cometido, así como a reparar en la medida de lo posible el
daño causado.

Cuando recibamos este Sacramento debemos estar arrepentidos de nuestros pecados.


Debemos hacer el examen de conciencia para ver que pecados tenemos y pedir perdón a Jesús,
nos acercamos al sacerdote y le decimos los pecados con plena sinceridad. El sacerdote nos dará
unos consejos para ser mejores y nos impondrá la Penitencia y por último nos dará la absolución
y luego volvemos a nuestro sitio, al banco para rezar la Penitencia y dar gracias a Jesús.

En este Sacramento recibimos su perdón, un gran regalo y aprendemos a perdonar como Él nos
perdona. Siempre en este Sacramento, pero sobre todo en la primera confesión Jesús nos
abraza y nos perdona de una forma muy especial.

Jesús llamó a la conversión e instituyó el Sacramento de la Confesión para continuar


ofreciéndonos el perdón, este Sacramento es celebrado en la Iglesia por medio de los sacerdotes
que actúan en la persona de Jesús.

Se realiza el encuentro entre Dios que quiere perdonarnos y nosotros que volvemos a Él.
Este Sacramento recibe distintos nombres: Reconciliación, Perdón, Penitencia, Confesión.

El Sacramento de la Reconciliación nos llena de paz y alegría, también se le llama el Sacramento


de la alegría.

La Reconciliación o Penitencia es el Sacramento por el cual Jesús nos perdona por medio de la
Iglesia los pecados cometidos después del Bautismo.

El Sacramento de la Reconciliación es el Sacramento de la alegría, la alegría de que Jesús nos


perdona lo que hacemos mal y nos ayuda a ser mejores. Solo Jesús por ser Dios tiene el poder
de perdonar los pecados, este poder lo ejerció durante su Vida Pública, y se lo otorgó a los
Apóstoles y a sus sucesores para que lo ejerzan en su Nombre en la Iglesia.

El sacerdote cuando perdona los pecados en el Sacramento de la Penitencia actúa en la Persona


de Jesús, o sea que es el mismo Jesús el que perdona los pecados por medio de este
Sacramento.

Debemos confesar los pecados mortales, también la Iglesia recomienda confesar los pecados
veniales.

La Iglesia recomienda la Confesión frecuente, pues en ella recibimos nuevas fuerzas para nuestra
vida cristiana. El Sacramento de la Reconciliación nos reconcilia con Dios y la Iglesia, nos
devuelve la paz de la conciencia, nos aumenta las fuerzas para nuestra vida cristiana.

El sacerdote está obligado a guardar silencio sobre los pecados escuchados en la Confesión.

El pecado es aquello que nos aleja de Dios, cuando pecamos lo estamos ofendiendo. Podemos
pecar, con el pensamiento, por ejemplo, el desearle el mal a alguien, tener malos
pensamientos…, con la palabra, por ejemplo, mentir, insultar, faltar el respeto…. con las
acciones, por ejemplo, ser mal compañero, ser violento, robar, por omisión por ejemplo con las
cosas buenas que dejamos de hacer, darnos cuenta de que alguien nos necesita y no ayudarlo.

Todos somos pecadores, por tanto, todos estamos necesitados del perdón de Dios.

¿Por qué le llamamos Reconciliación a este Sacramento? Porque mediante este acto nos
estamos reconciliando con Dios al arrepentirnos y pedirle perdón por nuestras ofensas.

Los Sacramentos son signos sensibles instituidos por Jesús para darnos la gracia. Es un signo
sensible el Sacramento de la Penitencia pues el sacerdote después de oír nuestra Confesión y
arrepentidos de los pecados cometidos nos perdona en nombre de Jesús y nos impone una
Penitencia.

Fue instituido por Jesús, pues Jesús dijo a los Apóstoles, a quienes perdonéis los pecados les
quedan perdonados. Y para darnos la gracia pues reconcilia con Dios, perdona los pecados,
reconcilia con la Iglesia, recuperamos o aumentamos la gracia, nos abre las puertas del Cielo. Da
paz, alegría, serenidad, consuelo y aumenta la fuerza para ser buen cristiano.

Los gestos y las palabras de Jesús continúan hoy vivos entre nosotros a través de los gestos y
palabras de la Iglesia.

Además de pedirle perdón a Dios en nuestra oración, también le debemos pedir perdón en el
Sacramento de la Reconciliación.

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