Monoteísmo Trinitario
Monoteísmo Trinitario
Monoteísmo Trinitario
Trinidad
1. Padre:
2. Hijo:
El Hijo es “la corriente”, el “río que fluye de la Fuente” (Panikkar). En la rítmica del
amor, es “existencia como recepción” (Von Balthasar). El Hijo es “la extensión de las
posibilidades divinas” (Greshake). Es Palabra y expresión del Padre; el que actúa, el que
crea… Con S. Juan “todo fue hecho por él”, en él todo existe. Él es “el principio y el fin,
el alfa y el omega”. Por eso, en cierto sentido, “la Persona Divina, el Señor, es el Hijo”
(Panikkar) que se manifestó en Jesucristo. El Dios con quien pueden hablar los humanos,
entablar un diálogo, entrar en comunicación personal es el Hijo. Cristo hace posible la
religión, él es el único Mediador.
Por eso, escribe Panikkar: No hay más Dios que el Padre, que es su Hijo por medio de su
Espíritu, pero sin tres quiénes o qués de ninguna clase… Podríamos llamarles ‘personas’
en la medida en que son verdaderas oposiciones relativas en el seno del misterio divino,
pero habría que tener cuidado de no “substancializarlas” o considerarlas “en sí mismas”;
sino que, por el propio hecho de ser persona, es siempre relación constitutiva.
3. Espíritu Santo:
El Espíritu es “la meta final”, el Fin, el Océano ilimitado donde se completa, descansa y
consuma el flujo de la vida divina. En la rítmica del amor es “pura recepción” (Panikkar),
en cuanto recibe el don del Padre y del Hijo; pero también “lazo de amor” entre el Padre
y el Hijo (Greshake).
El entendimiento cristiano sobre la Trinidad parte desde la experiencia que este ha tenido
de Dios. Pues, si la Trinidad es comunión, el ser humano tiene las miras hacia la
comunidad. Se debe entender a la Trinidad, entonces, como tres personas diferentes en su
procedencia, pero de igual esencia. En este sentido, la gloria de Dios trino “no se refleja
en las coronas de reyes… sino en el rostro del Crucificado y el en rostro de los oprimidos”
(Victorinio, 2009, pág. 205) Participamos del Dios trino puesto que la relación de amor
que existe se desborda hacia los hombres. En este sentido, el Padre, engendra al Hijo y
en el amor mutuo del Padre e Hijo, aspiran al Espíritu Santo y, a su vez, nos hace
participes en la comunión de la Trinidad.
5. La Trinidad en el cristiano:
Se entiende que la “Trinidad es la culminación de una verdad que penetra todos los
dominios del Ser y la conciencia, y esta visión nos une a todos los hombres” (Victorinio,
2009, pág. 203). El ser humano participa de la verdad Trinitaria. En este sentido, hace
que se conozca la visión de sí mismo, de Dios. El ser humano participa en la Trinidad por
la acción de las Tres Personas Divinas. Por Cristo nos unimos al Padre en el Espíritu
Santo. Es así que el hombre participa de la divinidad de Dios puesto que Dios mismo, en
la persona de Cristo nos une a esta esencia. Como un sentido salvador, Cristo nos une a
esta salvación. La relación de las Tres Personas se da por el amor, mismo en el que
nosotros nos volvemos partícipes.
Se entiende por relación a aquello por lo que la Trinidad es una sola. El Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo que se diferencian en su precedencia, según las Personas. En este
sentido, “la profesión de fe en Dios como persona incluye necesariamente la confesión
de fe en Dios como relación. Lo simplemente único, lo que no tiene relaciones, no puede
ser persona” (Victorinio, 2009, pág. 203). La Trinidad, aunque sus personas tienen
diferente procedencia, son una sola unidad. Puesto que “si hay un solo Dios, solo puede
haber un solo Ser… las tres personas no pueden ser tres seres sino participantes del Ser”
(Victorinio, 2009, pág. 206) Entonces no se puede separar a las tres personas de la
Trinidad, puesto que se la relación los mantiene en una misma esencia.
Bibliografía
Victorinio, P. (2009). La Trinidad. Una perspectiva de Dios para hoy. Actualidades
Pedagógicas, 201-211.
Khalil, S. (s.f.). El problema de Dios y del Hombre y sus implicaciones sobre la vida