Corte Suprema de Justicia Sala de Casacion Civil: República de Colombia

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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia


Sala de Casación Civil

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACION CIVIL

Magistrado Ponente:
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

Bogotá D. C., quince (15) de enero de dos mil


cuatro (2004).

Referencia: Expediente No. 6913

Procede la Corte a dictar sentencia sustitutiva de


la que fue proferida el 14 de enero de 1997 por
la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, en el proceso ordinario de
mayor cuantía de JOSÉ PRIETO HERNÁNDEZ
contra GUILLERMO GARNICA RUIZ y
HÉCTOR ALFONSO PARRA SIERRA.
I. ANTECEDENTES:

1. Dentro del citado proceso, el Juzgado 29 Civil


del Circuito de Bogotá declaró la simulación
relativa de los negocios jurídicos vertidos en las
escrituras públicas que otorgaron las partes,
para concluir que el verdadero acto jurídico
celebrado entre ellas fue un contrato de permuta
y no de venta como en ellas se dijo; luego de lo
cual declaró resuelto el referido contrato
verdadero por el incumplimiento de la parte
demandada en el pago total del precio; condenó
al demandado Parra a pagar los perjuicios
derivados del mismo; ordenó a Garnica la
restitución del predio rural junto con los frutos a
partir de la fecha de la contestación de la
demanda; dispuso que Prieto pagara a Garnica
el valor de las mejoras útiles efectuadas antes
de la contestación de la demanda; condenó al
demandante a restituir en favor de Garnica la
suma de $2’400.000 con indexación a partir de
septiembre de 1978; ordenó a Prieto restituir a
Garnica el inmueble urbano objeto de la
permuta, junto con los frutos percibidos a partir
de la presentación de la demanda; condenas
todas que profirió in genere. Contra dicho fallo el

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demandante y el demandado Garnica
interpusieron recurso de apelación, e igualmente
se dispuso darle trámite al grado jurisdiccional
de consulta por ser adversa al demandado Parra
que estuvo representado por curador ad-litem,
por cuyo resultado el tribunal revocó el fallo,
negando las súplicas de la demanda.

2. Contra la sentencia del tribunal, la parte


demandante interpuso el recurso de casación, a
raíz del cual la Corte halló que el sentenciador
ad quem omitió tener en cuenta distintas
pruebas demostrativas de la simulación relativa
de la negociación que aparece plasmada en las
escrituras públicas inicialmente otorgadas.

3. Sentadas estas premisas relativas a la


situación del proceso, corresponde ahora dictar
sentencia de reemplazo que implica el examen
de los recursos de apelación interpuestos por
ambas partes contra la sentencia de primera
instancia y el referido grado jurisdiccional de
consulta.

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II. CONSIDERACIONES:

1. El pormenorizado análisis probatorio


efectuado en la sentencia de casación, al cual se
remite ahora la Corte, permitió verificar lo
siguiente:

a) Que el negocio celebrado entre las partes,


aunque complejo, quedó configurado por un solo
contrato y no por una serie independiente o
excluyente de actos jurídicos; en ese sentido, se
dijo que “un solo hilo conductor une las diversas
manifestaciones de voluntad –la promesa y las
escrituras, la subrogación y la transacción-,
como partes de un todo que fue la voluntad
realmente querida por los contratantes” (fl.
123); relación jurídica única que consiste en “el
acuerdo primitivo de permuta”.

b) Que con posterioridad al contrato primigenio


pero con ocasión del mismo, Prieto pagó
deudas de Parra para sanear el embargo del
inmueble que éste debía transferirle en
cumplimiento de la promesa de permuta; que
los aplazamientos en el otorgamiento de los
instrumentos notariales y el documento de

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transacción suscrito entre Garnica y Parra, se
dieron “para garantizar el cumplimiento de la
promesa de permuta”; y que en la escritura
pública que da cuenta de la transferencia de la
finca, la cual fue suscrita exclusivamente por
Prieto y Garnica, se simuló sobre los verdaderos
contratantes, pues no de otra forma se explica
que Parra, quien no fue incluido como
comprador, después le haya permitido a Garnica
la posesión total de ese inmueble tras de
haberle transferido sus derechos.

2. Importa considerar, entonces, que el contrato


de permuta en su origen fue configurado entre
Prieto con Parra y Garnica, y consistió en
cambiar una finca de propiedad del primero, por
una casa de propiedad del segundo, otra casa de
propiedad del tercero, más una suma en dinero;
y a pesar de que Parra y Garnica variaron entre
sí los términos de la negociación para excluir al
primero de éstos de la propiedad de la finca y
para exonerar de responsabilidad a Garnica de
las deudas que Parra pudiera haber contraído
con Prieto, tal negociación interna no podía
afectar a éste por cuanto no intervino ni tuvo
conocimiento de ella.

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3. Acreditada en esa forma la existencia del
contrato de permuta con sus específicos
componentes, como el verdaderamente
celebrado entre las partes, queda por definir de
cara a las subsiguientes pretensiones de la
demanda, las obligaciones contraídas por las
partes contratantes, los efectos que se
desprenden de ellas dadas sus especiales
características y el incumplimiento que le imputa
el demandante a los demandados, con el fin de
esclarecer si hay lugar y de qué manera a la
resolución del mismo.

4. En esos términos se observa que del referido


contrato de permuta emanó a cargo del
demandante la obligación de dar una finca de su
propiedad, la cual cumplió plenamente con la
entrega material y jurídica de la misma, tal
como consta en las escrituras públicas número
993 de 28 de septiembre de 1978 y 414 de 26
de abril de 1980, mediante las cuales transfirió
el dominio de los predios “La Virgen”, y “La
Concepción”, “San Antonio” y “La María”,
respectivamente; y aunque en dichos
instrumentos públicos se hizo figurar
únicamente a Garnica como beneficiario de

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dicha entrega, ya se vio que ese fue,
precisamente, uno de los actos simulados que la
verificación de la realidad negocial se encargó
de desvirtuar.

La entrega de ese inmueble se hizo


completamente efectiva, no sólo porque confirió
la posibilidad de ejercer plena posesión del
mismo a Garnica y a Parra, como así lo
expresaron nítidamente en el contrato de
transacción que celebraron con ulterioridad, esto
es, el 21 de octubre de 1980 (fl. 6 C. #1), sino
también porque no existió ninguna objeción en
orden a que en la respectiva oficina de registro
quedara inscrito Garnica como nuevo propietario
de cada uno de los lotes que conforman el
referido predio, por lo cual quedó plenamente
perfeccionada la transferencia de dominio.

5. De otro lado, la contraprestación acordada


por las partes consistió en que los demandados
se obligaban a dar, a cambio de la finca, los
tres objetos siguientes: Garnica una casa de su
exclusiva propiedad, la cual efectivamente
entregó; Parra a su turno la suya, y ambos una
suma de dinero adicional. Ahora bien, sobre la

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obligación a cargo del segundo de los
nombrados, aunque se hizo constar la entrega
material en la “venta” que obra en la escritura
pública 2634, adiada el 21 de abril de 1980 (C.
principal, folio 18), lo cierto es que no fue
posible inscribir el título en la respectiva oficina
de registro.

Alega Parra que tal imposibilidad se dio por


circunstancias sobrevinientes ajenas a su
voluntad, pues el demandante fue quien dilató
injustificadamente la diligencia de registro del
título, de modo que cuando se celebró el
negocio el inmueble se encontraba libre de
gravámenes, pero cuando tardíamente se
intentó la inscripción, se hallaba nuevamente
embargado.

Empero, de acuerdo con lo probado no se


deduce la culpa del demandante por la
secuencia de embargos que afectaron el
inmueble objeto de permuta, dado que fue él
precisamente quien pagó varias de las
obligaciones a cargo de Parra con el objeto de
cancelar las medidas cautelares; efectivamente,
el 28 de noviembre de 1980 pagó $180.256 (fl.

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35 C. #1) y el 3 de diciembre de 1980,
$197.680 (fl. 36 C. #1), a pesar de lo cual no
pudo liberarlo plenamente porque a continuación
operó un embargo de remanentes por una
deuda hipotecaria que Prieto finalmente no
estuvo dispuesto a pagar.

Los sucesivos embargos que afectaron el


inmueble de Parra lo que hacen es evidenciar
su propio incumplimiento, toda vez que a pesar
de haberse obligado al saneamiento y de haber
afirmado en la escritura pública que el bien lo
entregaba libre de ellos, hizo caso omiso de las
obligaciones que tenía contraídas con terceros,
generándose el incumplimiento que aquí se
imputa a los demandados como fuente de la
pretensión resolutoria objeto de este litigio.

6. En ese orden de ideas, en principio es factible


acceder a la pretensión del demandante dirigida
a obtener la resolución del contrato, en cuanto
se apoya en que los permutantes incumplieron
con la obligación de dar que les correspondía
acatar; mas como en la permuta intervino otro
contratante, Garnica, quien aduce que cumplió
con sus obligaciones y que se considera ajeno a

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la acción resolutoria porque las obligaciones
dimanantes del contrato de permuta no son
solidarias ni indivisibles, es pertinente entrar a
definir de qué naturaleza son las obligaciones
contraídas por las partes y la incidencia del
comportamiento del contratante que satisfizo
parte del pago, en virtud de que la prueba
recaudada permite verificar que, en efecto,
Garnica se apersonó de parte de la negociación
y a ella ajustó su proceder.

7. Sobre el particular importa precisar que la


presencia de uno o varios sujetos intervinientes
en las obligaciones derivadas de un mismo
contrato, permite identificar que aquéllas
pueden ser de distintas especies: será única, si
la prestación es impuesta a un solo deudor y en
favor de un único acreedor; o será plural si es
impuesta a un solo deudor pero en favor de
varios acreedores, o a varios deudores en favor
de un acreedor, y obviamente que lo será
también si recíprocamente aparece un número
plural de sujetos activos y pasivos de la
obligación.

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8. En torno a las obligaciones plurales, desde el
punto de vista de los sujetos, se distinguen a su
vez las obligaciones conjuntas, cuyo efecto
radica en que “en general cuando se ha
contraído por muchas personas o para con
muchas la obligación de cosa divisible, cada uno
de los deudores en el primer caso, es obligado
solamente a su parte o cuota en la deuda, y
cada uno de los acreedores, en el segundo solo
tiene para demandar su parte o cuota en el
crédito”; y las obligaciones solidarias o in
solidum que se constituyen cuando se da igual
presencia de sujetos plurales que en la conjunta,
pero en virtud de la convención, del testamento
o de la ley “puede exigirse a cada uno de los
deudores o por cada uno de los acreedores el
total de la deuda”.

9. Desde el punto de vista pasivo, ambas


obligaciones, conjuntas y solidarias, exigen
como presupuesto para la aplicación de los
efectos antes indicados, o sea para la exigencia
de la cuota parte o de la totalidad de la deuda
respectivamente, la intervención de un número
plural de deudores, la unidad de prestación, es
decir, que sea uno mismo el objeto debido por

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éstos, bajo el bien entendido de que si cada uno
debe cosa distinta pueden formarse vínculos
jurídicos completamente independientes; y que
se trate de cosa divisible, dado que únicamente
siendo de esa especie el objeto adeudado es
susceptible la división por cuotas que reclama la
conjunta y admisible la posibilidad de que, no
obstante la divisibilidad, pueda exigirse
totalmente la prestación de cada deudor en
virtud de la solidaridad. (artículo 1568 del C.
Civil).

10. En resumen, para la verificación de los


efectos propios de las obligaciones conjuntas y
solidarias se requiere que los varios deudores
deban lo mismo, de modo que si lo que se debe
por varios sujetos recae sobre objeto divisible, la
regla general es que la obligación es y obra
como conjunta y por consiguiente a cada deudor
únicamente se le puede reclamar su cuota parte
en la deuda; pero si se pacta la solidaridad, o la
establece la ley o el testamento, a cada y a
todos los deudores si se quiere se le puede
exigir el pago total, y si se trata de obligación
indivisible, cada uno de los que la han contraído

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unidamente, es también obligado a satisfacerla
en todo en razón de la naturaleza del objeto.

11. Ahora bien, si no hay unidad de prestación y


existen varios objetos como componentes de las
obligaciones derivadas de un contrato en el que
concurren como partes un número plural de
personas, tal hipótesis ya corresponde a la
presencia de una obligación que recae sobre un
objeto múltiple, que se da cuando la prestación
comprende dos o más objetos adeudados en
forma acumulativa, caso en el cual el acreedor
puede exigir el pago con todos y sólo se
satisface al acreedor si los recibe del mismo
modo, en el bien entendido de que obran en ese
evento las normas según las cuales “el pago se
hará bajo todos respectos en conformidad al
tenor de la obligación (...) El acreedor no puede
ser obligado a recibir otra cosa que lo que se le
deba” (artículo 1627 C. Civil), y “el deudor no
puede obligar al acreedor a que reciba por
partes lo que se le deba, salvo convención en
contrario” (artículo 1649 ibídem), lo cual obra
independientemente de que sean sujetos
diferentes los que a su vez y como partes del
mismo contrato tengan a cargo transferir el

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dominio de alguno de los objetos múltiples
comprendidos en él.

12. La última hipótesis corresponde justamente


a la que ofrece este caso en donde la permuta
fue celebrada entre un sujeto único, Prieto, y
sobre un objeto singular, su finca, y dos sujetos
que como contraprestación por ella se
comprometieron a dar tres objetos distintos, a la
vez o copulativamente, una casa de Garnica,
otra casa de Parra y una suma de dinero
adicional; en ese sentido, sólo cumpliéndose con
todos éstos objetos, como dimana por fuerza de
la unidad del contrato verdaderamente
celebrado y de la indivisibilidad del pago, el
permutante singular puede quedar satisfecho, y
de no, habiendo previamente cumplido su propia
obligación o habiéndose allanado a hacerlo,
puede optar por el cumplimiento de las
obligaciones o por la resolución total del
contrato, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 1546 del C. Civil, motivo por el cual no
impide la aplicación de éste el hecho de que
respecto de las varios objetos se haya alcanzado
a dar alguno, ni el que uno de los sujetos
obligados haya cumplido y el otro no, salvo en lo

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que a la indemnización de perjuicios
corresponda.

Es pues, desde ese punto de vista, o sea de la


presencia de una sola contraprestación pactada
en un el mismo contrato pero que comprende
tres objetos y del pago indivisible, que puede
verificarse si se dio exacto cumplimiento a las
obligaciones derivadas de él, sin que la
participación de sujetos plurales tenga que ver
con las obligaciones solidarias o indivisibles,
cuanto que la prestaciones convenidas respecto
de cada permutante no recaen sobre el mismo
objeto, salvo en lo que respecta a la suma de
dinero adicional.

Deviene de lo dicho que al no haber recibido el


permutante de la finca los dos bienes y la suma
completa de dinero que los otros contratantes se
obligaron a dar a cambio de ella, ambos
deudores incumplieron con dicha obligación, sin
que la conducta contractual que aduce Garnica
lo exonere de los efectos jurídicos que ello
genera, porque aunque si bien es cierto fue el
único de los deudores que satisfizo la parte del
precio pagado, fue también plenamente

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conciente de los términos en que se pactó la
obligación, tanto que celebró convenio interno
con Parra del cual no se puso en conocimiento a
Prieto, en el que pactó que él sería el único
propietario de la finca y aunque adicionalmente
dijo exonerarse de responsabilidad por la deuda
de Parra, es lo cierto que la posesión libre y
pacífica del predio que pretendía ejercer sólo era
viable en la medida en que se pagara la
totalidad del precio al demandante (documento
privado que obra a folio 6 del cuaderno
principal).

Dicho en breve, no se minimiza ese efecto de la


resolución total del contrato por el hecho de que
Garnica haya cumplido las obligaciones a que
individualmente se comprometió, cuanto que
apenas alcanza a constituir un pago parcial, ni
tampoco escapa de los efectos propios del
incumplimiento contractual, no obstante haber
atendido en principio las obligaciones que
personalmente adquirió – dar una casa y parte
de dinero - en la medida en que aquí, además,
su comportamiento permite concluir que él quiso
en últimas echarse sobre sí el cumplimiento de
las obligaciones contractuales, en consonancia

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con lo cual, incluso, entró a poseer y disfrutar
toda la finca permutada.

13. En esas condiciones, es imperioso concluir


que la resolución del contrato de permuta afecta
por igual a los demandados, de manera que
como el efecto que dimana de dicho
aniquilamiento del negocio, es el de volver las
cosas al estado anterior a la celebración del
mismo, habrá de proveerse sobre las
restituciones mutuas, para lo cual es preciso
puntualizar el ámbito jurídico pertinente que,
por expresa disposición vertida en el artículo
1958 del C. C., es igual al que regula el contrato
de compraventa, de suerte que lo relacionado
con la resolución del mismo se mueve dentro de
los precisos términos del artículo 1932 ibídem.,
el cual, a su vez, liga las restituciones en
materia de resolución por no pago del precio, -
como es lo que acontece en este caso-, a la
proporción que no se hubiera pagado (G. J.
tomo LI, pág. 570).

Ha de tenerse en cuenta, igualmente, sobre el


particular, que la Corte tiene dicho que “...en el
contrato de compraventa [igual en el de

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permuta], la legislación colombiana previó en
forma específica sus consecuencias jurídicas,
que no permiten, so pena de sustituir al
legislador, incluir dentro de ellas el fenómeno de
la corrección monetaria para la restitución del
precio pagado y de los frutos percibidos” (Sent.
21 marzo 1995, Exp. 3328).

Y ello es así, porque la materia relacionada con


las restituciones mutuas, en el evento de
incumplimiento del precio pactado, gira
exclusivamente en torno de lo dispuesto en el
artículo 1932 antes citado y no alrededor de lo
reglado en el artículo 1746 del mismo estatuto,
“de allí que para el juzgador de una resolución
por mora en el pago del precio, sea imperativo
sujetarse no solo a lo normado por aquel
precepto, sino también a su espíritu” (Sentencia
antes citada).

En esas condiciones, el vendedor o permutante


cumplido tiene derecho a retener las arras que
le hayan sido pagadas, o a exigirlas dobladas, y
el comprador o permutante incumplido a retener
los frutos percibidos en la parte proporcional del
precio o su equivalente pagado, así como la

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carga de restituir los frutos en el faltante, y a
recibir el precio que hubiere pagado,
entendiéndose, claro está de conformidad con la
interpretación armónica de dicha regulación
legal, la restitución nominal del mismo.

Igualmente, según el alcance previsto en el


inciso 3° del artículo 1932 en mención, para
efectos de las expensas al comprador o quien
hace las veces de tal como permutante, éste
debe ser considerado como poseedor de mala fe
con la excepción prevista en dicha norma que
para el caso en estudio no es de recibo dado el
comportamiento asumido por Parra y Garnica,
según lo explicado, de manera que en lo
pertinente se regula conforme a lo dispuesto en
el artículo 965 del Código Civil que tiene
previsto únicamente la restitución de las
expensas necesarias invertidas en la
conservación de la cosa.

Bajo esas puntuales y especiales premisas, se


deberá considerar, además, que para efectos de
cuantificar cada uno de los conceptos referidos,
al proceso se arrimó un primer dictamen que
luego de ser adicionado y aclarado se objetó por

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error grave, de suerte que durante el trámite
incidental pertinente se aportó otro dictamen
también sujeto a aclaración y complementación.
El primero concluyó, por ejemplo, que los frutos
percibidos en el predio rural desde el año de
1978 ascendieron a $209’571.843 (fl. 208 Cdo.
de pruebas); la experticia que se realizó en
virtud de la objeción, por su parte, discriminó,
inicialmente, por igual periodo de tiempo, que la
explotación pecuaria arrojó frutos por
$239’394.000 y la explotación agrícola, frutos
por $83’642.000 (fl. 384 cuaderno de pruebas),
avalúo que resultaba muy similar al anterior,
pero luego aclaró y adicionó dicho concepto para
fijar dichos frutos en $1.361’517.220, sin que
aparezca lo suficientemente fundado el hecho de
exceder más de cuatro veces el primer avalúo;
obra al respecto una escueta evaluación que no
explica semejante diferencia.

En ese entendido, debiéndose desatar lo


relacionado con la objeción grave en esta
providencia, importa destacar que las cantidades
numéricas de uno y de otro dictamen son
diametralmente contrarias en lo relacionado con
los frutos que debe restituir Garnica a Prieto en

SFTB. Exp. 6913 20


cuanto a la explotación agrícola y agropecuaria,
siendo la última, en cuanto a su adición,
sustancialmente diferente a la que inicialmente
se aportó y que se ajustaba sin mayor
traumatismo al dictamen precedente, lo que
implica que no sólo no se encontró probada la
objeción, sino también que será la primera
experticia que se efectuó en el trámite previo a
esta sentencia, la que se tenga en cuenta para
apreciar los valores determinantes para efectos
de las restituciones pertinentes.

14. En consecuencia, con base en ese dictamen


las restituciones mutuas entre las partes
corresponden a los siguientes conceptos y
valores:

a) Garnica transfirió el inmueble de su propiedad


y cubrió la parte proporcional del saldo en dinero
pendiente; lo primero lo hizo mediante la
escritura pública 3246 de junio de 1978 (fl. 15
C. #1), la cual fue debidamente registrada y por
ello aparece actualmente en nombre de Prieto;
lo segundo lo satisfizo con los títulos valores
cuyas copias obran a folios 70 y 71 del cuaderno
número 6, en las fechas detalladas, y con la

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confesión que sobre el particular arroja la
demanda presentada por el vendedor.

Por tal razón Prieto deberá restituir a Garnica el


inmueble en mención, que se sabe ocupa la
familia de aquél desde esa época, y el dinero
referido, lo cual se hará sin ningún otro
aditamento, toda vez que por ser el permutante
cumplido tiene que restituir estrictamente lo
recibido. Deberá restituir, además, el dinero que
recibió, en su valor nominal, con exclusión de la
suma de $100.000 que mediante cheque
emitido de la cuenta corriente 319786 del Banco
Ganadero se entregó el 6 de diciembre de 1977
por concepto de arras, según declaración vertida
por el propio Garnica (fl. 74 vto. Cdo. #6).

En ese sentido, deberá restituir a Garnica la


suma de $2’190.000, porque en el hecho sexto
de la demanda, Prieto admitió haber recibido
ese dinero del capital correspondiente a
$2’400.000 que fue el dinero con el que se
ajustó el precio de $4’900.000 que se fijó a la
finca, toda vez que adujo que “del saldo del
precio pendiente de la permuta, o sea la suma
de $2’400.000 aún los demandados adeudan a

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mi poderdante la suma de ciento diez mil pesos”
(fl. 44 Cdo. Ppal.), excluyendo, por efecto de lo
dicho antes, la suma relacionada con las arras
en mención.

b) Garnica, por su parte, deberá restituir la


totalidad de la finca de propiedad del
demandante y lo hará con los frutos percibidos
por dicho inmueble desde el momento en que
recibió la citada finca, esto es desde el año de
1978, hasta la fecha del dictamen respectivo, en
la proporción insoluta del precio que se fijó para
dicha finca, el cual, según lo recaudado en el
proceso, corresponde a $4’900.000, que habría
de pagarse con dos casas por valor total de
$2.500.000 y un saldo en efectivo de
$2’400.000, de suerte que el saldo pendiente
ascendió a $1’250.000 por una de las casas no
recibida y a $110.000 del dinero adeudado, para
un gran total, por dicho concepto, de
$1’360.000 no recibido por el vendedor,
cantidad que de cara a lo pactado como precio,
permite concluir que corresponde al 27.75% .

Por consiguiente, de conformidad con lo


esclarecido líneas atrás en torno al dictamen

SFTB. Exp. 6913 23


pericial, la suma que debe restituir Garnica a
Prieto por concepto de los frutos referidos
asciende a $209’571.843 (fl. 208 Cdo. de
pruebas de la Corte); pero como del precio se
dejó de pagar la proporción que corresponde al
27.75% finalmente por dicho concepto deberá
restituir la suma total de $58’156.186.

c) Tomando en consideración lo determinado por


los peritos en el mismo dictamen, Prieto debe
restituir a Garnica el valor de las expensas
necesarias, las cuales se reducen a la acometida
de la luz, el mantenimiento de albercas, vías,
cercas y conducción de aguas. El primer
concepto asciende a $400.000 y lo último a una
suma global de $554.640, discriminados en
$172.480, $368.400 y $13.760, para un gran
total por expensas necesarias de $954.640 (fls.
172 C. #1 y 210 Cdo. de pruebas de la Corte).

d) Se sabe, de otra parte, que Prieto pagó dos


obligaciones a cargo de Parra para tratar de
liberar de las medidas cautelares al inmueble de
propiedad de este último que se pactó como
parte del precio de la permuta, pagos que se
hicieron el 28 de noviembre de 1980 por

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$180.256 (fl. 35 C. #1) y $197.680 el 3 de
diciembre de 1980 (fl. 36 C. #1), dinero
respecto del cual el demandante no planteó
ninguna pretensión, de suerte que se tendrá
como concepto ajeno al presente debate.

e) Aunque dentro del proceso se menciona que


Prieto recibió un vehículo de Parra, en lo que
habría constituido el único concepto de pago
efectuado por éste, no obra ninguna prueba en
el expediente que acredite la real situación del
mismo, por lo que no es factible resolver sobre
las restituciones a que hubiera lugar en relación
con dicho bien.

f) En cuanto al inmueble que Parra prometió


permutar a Prieto, los contratantes coinciden en
afirmar que aunque éste último inicialmente
recibió la posesión del mismo, a continuación
permitió que Parra la ocupara en arriendo, el
que pagó durante un tiempo hasta cuando se
iniciaron los problemas jurídicos en virtud de la
referida negociación y no siguió pagando suma
alguna; incluso la arrendó por su cuenta a un
tercero desde 1984 (fl. 131 C. # 11). De esa
manera, es evidente que el inmueble se

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encuentra en posesión de Parra, lo que, por
ende, excluye la posibilidad de que se ordene su
reintegro o el de los frutos que hubiera podido
producir.

15. Finalmente, aunque el demandante pretende


que se condene en perjuicios a los demandados,
no obra prueba en el expediente que los
determine, motivo por el cual las condenas
impuestas corresponderán únicamente a las que
se dejaron descritas con antelación.

16. El único medio exceptivo propuesto fue el de


prescripción de la lesión enorme, el cual lo
presentó el demandado Garnica, de suerte que
como en este fallo se concluye sobre la
procedencia de la pretensión relacionada con la
resolución del contrato y no con la figura jurídica
objeto de excepción, se declarara no probado.

17. En consecuencia, en lo integral, habrá de


confirmarse la sentencia proferida por el juzgado
de conocimiento, con las revocatorias que la
condena en concreto, frente a la condena en
abstracto que aquél profirió, torna procedentes,
y las restantes adiciones a que haya lugar.

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III. DECISION:

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia en Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por
autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO: CONFIRMAR los numerales 1, 2, 3,


5, 9 y 11 de la sentencia de 24 de noviembre de
1989 proferida por el Juzgado Veintinueve Civil
del Circuito de Bogotá.

SEGUNDO: REVOCAR el numeral 4° de la


sentencia apelada y, en su lugar, DECLARAR que
no se encontró probada la existencia de
perjuicios causados al demandante.

TERCERO: REVOCAR el numeral 6° de la


sentencia de primer grado, para fijar en
concreto la suma que deberá restituir Guillermo
Garnica al demandante José Prieto Hernández,
por concepto de frutos percibidos por la finca
desde que entró en posesión hasta la fecha del

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dictamen, deduciendo el porcentaje
correspondiente al precio efectivamente pagado
en la forma establecida en la parte motivada de
esta providencia, por lo cual se le condena a
pagar $58’156.186.

CUARTO: REVOCAR el numeral 7° de la


sentencia apelada y, en su lugar, DECLARAR que
Guillermo Garnica no tiene derecho a percibir
mejoras útiles, por tratarse de un poseedor de
mala fe, en los términos explicados en la parte
motiva de esta providencia.

QUINTO: REVOCAR el numeral 10°, en cuyo


lugar se dispone que la casa que debe restituir
el demandante a Guillermo Garnica, como parte
del equivalente a parte del precio pagado
(artículo 1932, inciso 2º).

SEXTO: CONDENAR al demandante que pague a


Guillermo Garnica el valor de las expensas
necesarias descritas en la parte motiva de esta
providencia, por un monto global de $954.640.

SFTB. Exp. 6913 28


SEPTIMO: El demandante deberá restituir a
Guillermo Garnica la suma de $2’190.000 por su
valor nominal.

OCTAVO: El demandante tiene derecho a


retener, en su favor, la suma que los
demandados pagaron por concepto de arras del
contrato, esto es, $100.000.

NOVENO: DECLARAR no probadas las


objeciones por error grave que las partes
formularon contra el dictamen pericial que se
practicó en la actuación efectuada por la Corte.

DECIMO: AUTORIZAR las compensaciones a


que haya lugar en virtud de las restituciones
mutuas que se dejaron referidas.

DECIMO PRIMERO: CANCELAR la inscripción


de la demanda que se surtió en los folios de
matrícula inmobiliaria 156-0009968, 156-
0015603, 156-0015582 y 156-0015604, según
oficio 0381 de febrero 27 de 1984, dirigido al
Registrador de Instrumentos Públicos de
Facatativa, previa cancelación, a su vez, de las
transferencias de propiedad, gravámenes y

SFTB. Exp. 6913 29


limitaciones al dominio que se hubiesen
efectuado con posterioridad a la inscripción de la
demanda.

DECIMO SEGUNDO: RESTITUIR al demandado


Guillermo Garnica la caución que prestó
mediante póliza de seguro 123561 de Seguros
del Comercio S. A. (fl. 109 C. del Tribunal).

DECIMO TERCERO: CONDENAR en costas de


ambas instancias a los demandados Guillermo
Garnica Ruiz y Héctor Alfonso Parra Sierra, las
cuales serán tasadas por la Secretaría en su
oportunidad.
Notifíquese.

MANUEL ISIDRO ARDILA VELASQUEZ


En comisión de servicios

CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

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PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA

JOSE FERNANDO RAMÍREZ GÓMEZ


(en comisión por estudio)

SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

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