Capítulo 1 y 2 de Socioeconómica General USAC
Capítulo 1 y 2 de Socioeconómica General USAC
Capítulo 1 y 2 de Socioeconómica General USAC
EL MATERIALISMO HISTÓRICO
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Marx, proporcionaron la anatomía económica de las clases.
Aunque consideraban que las bases de existencia de las tres
grandes clases de la sociedad burguesa (los propietarios agrarios,
la burguesía y el proletariado) radicaban en las distintas fuentes
de distribución y no en el modo de producción, sus opiniones
representaron un importante paso adelante en el progreso del
pensamiento social.
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El Materialismo Histórico como Ciencia
gobernante genial. En este terreno sustentaba posiciones
idealistas.
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dialéctica: hace falta, además, estudiar las formas especiales de
su acción.
En los años 50 del siglo XIX Marx emprendió un grandioso estudio de una formación
socioeconómica tan compleja como es el capitalismo. En su obra El Capital mostró esta
formación socioeconómica en su surgimiento, movimiento y desarrollo;
descubrió cómo se desenvuelven dentro de ella las contradicciones entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción y entre las clases sociales, y reveló cómo
aparecen,
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Capítulo II
El Materialismo Histórico como Ciencia
sobre la base de las relaciones de producción de bienes materiales,
la correspondiente superestructura política y determinadas ideas,
costumbres y relaciones en la vida cotidiana y en la familia. Con
la creación de El Capital, el materialismo histórico pasó a ser una
teoría sociológica científica argumentada.
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sociedad y la naturaleza, como del materialismo metafisico, que no ve la diferencia
cualitativa existente entre ellas.
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Capítulo II
El Materialismo Histórico como Ciencia
instauración del poder del hombre y de la sociedad sobre las
relaciones sociales es, aparentemente, una obra más fácil que
subordinar al hombre las grandiosas fuerzas de la naturaleza que
le son hostiles. Sin embargo, la historia de la humanidad y la
historia de la ciencia testimonian que semejante idea es
equivocada.
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todo, las leyes más generales del desarrollo de la sociedad, las
leyes del surgimiento y existencia de las formaciones
socioeconómicas en su totalidad y las fuerzas motrices de su
desenvolvimiento.
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El Materialismo Histórico como Ciencia
método vivo de estudio de los fenómenos y procesos de la vida
social y, simultáneamente, un método de acción revolucionaria.
Sólo con su ayuda pueden el historiador, el economista, el jurista y
el crítico de arte orientarse en la compleja red de fenómenos de la
vida social. El materialismo histórico pone en manos de los
dirigentes políticos de la clase obrera, el hilo conductor que les
permite estudiar y comprender las situaciones históricas
concretas.
Los clásicos del marxismo-leninismo han dado brillantes ejemplos de aplicación del
método sociológico general a las investigaciones concretas de los procesos sociales. “La
teoría, amigo mío, es gris, pero el árbol de la vida es eternamente verde”. Estas palabras
del Fausto, de Goethe, fueron citadas más de una
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vez por Lenin en la polémica con los marxistas que no captaban ni
veían lo nuevo e inesperado que nos brinda a menudo la vida en
impetuoso desarrollo. La vida, la práctica histórica universal, es
siempre más rica que la teoría social más avanzada. Importa
tener esto en cuenta especialmente en nuestra época,
tempestuosa y dinámica.
A Marx y Engels les corresponde el gran mérito de haber descubierto en la vida social,
en la historia de la sociedad, no sólo lo que acerca las leyes sociales a las leyes de la
naturaleza, sino
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también lo que diferencia radicalmente una ley histórico-social de
una ley natural. Este hecho se manifiesta en la definición hecha
por ellos del desarrollo social como un proceso histórico-natural.
Ley social.
Además de las leyes sociológicas generales, existen otras inherentes sólo a algunas
formaciones sociales. Son, en primer término, la ley de la división de la sociedad en
clases, peculiar únicamente de determinadas formas concretas de sociedad; la ley
de la lucha de clases como fuerza motriz de la historia, propia exclusivamente de las
formaciones socioeconómicas basadas en el antagonismo de las clases.
Algunos críticos del materialismo histórico dicen que la ley es una relación que existe
siempre y en todas partes. Según ellos, si la ley de la lucha de clases no responde a esta
exigencia, no es una ley. Las leyes de la vida social tienen una existencia y una
vigencia menores que las leyes eternas de la naturaleza, lo cual constituye en general
una de sus peculiaridades. Al igual que la
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Capítulo II
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ley de la lucha de clases, otras leyes sociales rigen únicamente
allá y cuando existen las correspondientes condiciones y
relaciones. No obstante, son leyes objetivas, reales, que expresan
los nexos esenciales internos y relativamente estables entre los
fenómenos y procesos sociales. Porque tampoco las leyes de la
biología terrestre actúan en el Sol. Y sin embargo, nadie duda que
son leyes objetivas, reales.
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sometiéndose en su desarrollo a las leyes generales, tiene en cada
país algunos rasgos y peculiaridades derivados, de su pasado
histórico, así como del nivel que han alcanzado en él las fuerzas
productivas y la cultura. Pero esas peculiaridades no afectan lo
principal, en tanto no pueden abolir las leyes generales que le son
inherentes. No hay leyes nacionales de desarrollo del capitalismo
o del socialismo, leyes peculiares de cada país. Las leyes de las
distintas formaciones generales, son a la vez leyes generales para
todos los países que integran la formación dada. Aquí, como en los
demás ámbitos, existe la unidad dialéctica de lo universal y lo
particular, de lo internacional y lo nacional. El desconocimiento y
la violación de esta unidad, la acentuación excesiva de lo
nacional en perjuicio de lo general, de lo internacional, puede
conducir a tendencias nacionalistas. En este terreno existe un
límite que el marxista-leninista, el internacionalista en la política
y dialéctico en la teoría, debe ver y comprender.
Por supuesto, es estúpido e insensato crear partidos para “organizar” eclipses de Luna
o el advenimiento de la primavera y del verano. En el movimiento de la Tierra alrededor
del Sol y en el movimiento de la Luna no participa la actividad humana. Antes
ya de que apareciera el hombre, la Tierra giraba alrededor del Sol, y la Luna, alrededor
de la Tierra. Pero la historia la hacen los hombres y sólo los hombres. Las leyes del
desarrollo social, a diferencia de las de la naturaleza, son leyes de la actividad humana
y no existen fuera de esa actividad. Por eso, las
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revoluciones sociales se producen únicamente como resultado de
la lucha de las clases avanzadas sobre la base de utilizar y
realizar las leyes objetivas del desarrollo social, en particular, las
leyes de la lucha de clases. Cuanto más a fondo conozcamos en
todos sus aspectos las leyes del desarrollo social; cuanto mayor
sean el grado de conciencia, la cohesión, la unidad y la
organización de los trabajadores, tanto más victoriosa será la
lucha por formas superiores de organización social y con tanta
mayor rapidez avanzará la historia.
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El Materialismo Histórico como Ciencia
una intensa labor consciente para su realización. La doctrina del
materialismo histórico acerca del proceso histórico-natural no
rebaja el papel del individuo y de su actividad consciente, sino
que, a la inversa, muestra la importancia de esta actividad, de la
lucha de las fuerzas sociales avanzadas. El desconocimiento de
las leyes, el desprecio de las condiciones reales y de los medios de
lucha condenan a las masas trabajadoras y a su partido a la falta
de perspectivas y la pasividad o al aventurerismo y la derrota.
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acción, los hombres tuvieron la posibilidad de dominarlas y
utilizarlas para someter cada día más a su voluntad las leyes
objetivas y, como consecuencia, alcanzar en grado creciente sus
propios objetivos.
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El Materialismo Histórico como Ciencia
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CAPÍTULO II
PECULIARIDADES Y DIFICULTADES DEL CONOCIMIENTO DE LA SOCIEDAD"
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Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
humanos? La explicación científica de la actividad de los
hombres en la historia es, en efecto, una tarea teórica
excepcionalmente difícil. Y, además, ¿puede hacerse? Ciertos
filosóficos, por ejemplo, los neokantianos! responden
negativamente a esta pregunta, consideran que la ciencia puede
sólo explicar los fenómenos, y los procesos de la naturaleza,
mientras que el proceso histórico, la actividad del hombre en la
sociedad no tienen explicación científica. <<Las ciencias
naturales y las históricas -escribe, por ejemplo, el neokantiano
H. Rickert- deben hallarse siempre en oposición lógica por
principio.? Esta no es una observación fortuita, sino una posición
determinada. H. Rickert, W. Windelband y otros representantes de
la escuela de Baden deslindaban y oponían, unas a las otras, las
ciencias naturales y las sociales, por la razón de que, según ellos,
en la sociedad, a diferencia de la naturaleza, todos los fenómenos
son singulares y únicos, por lo cual, las ciencias de la naturaleza
pueden usar el método de la generalización, mientras que las
ciencias históricas, sólo el método de la singularización. Las
primeras tratan las leyes de la naturaleza, las conexiones
causales que les son inherentes (por eso se llaman nomotéticas, es
decir, generadoras de leyes), explican y prevén la marcha de los
procesos naturales, mientras que las segundas deben limitarse a
los acontecimientos aislados y únicos de la historia concreta. Los
neokantianos calificaban de ideográficas (descriptivas) las
ciencias sociales. Este punto de vista sigue hasta hoy influyendo
en dichas ciencias. Incluso en nuestros días, muchos miran con
escepticismo las posibilidades del conocimiento social. En
oposición a éstos, hay otros que se muestran asombrados y
molestos por semejante actitud ante las ciencias sociales, por la
incredulidad acerca de sus capacidades cognoscitivas y poder de
penetración. Pero no se trata de emociones. Hay que ahondar en
su esencia. En efecto, ¿acaso es justa la contraposición
neokantiana de la sociedad a la naturaleza, y del conocimiento
social a las ciencias naturales? Diríase que, por cuanto la sociedad
se distingue efectivamente de la naturaleza, la posición de los
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neokantianos posee cierto fundamento, tanto más por cuanto
reaccionan ante la simple parificación de lo natural y lo social. Sin
embargo, no se puede olvidar que, en la ciencia, no basta, ni
mucho menos, apelar a la percepción directa, en este caso a la
desemejanza visual, de la sociedad y la naturaleza. Incluso la
afirmación, ahora evidente para todos, de que la Tierra es
redonda, ha tropezado en tiempos con muchas barreras, ya que
contradecía la percepción directa. Por tanto, hasta la evidente
diferencia que hay entre la sociedad y la naturaleza no puede
reconocerse como argumento convincente del criterio
neokantiano. Así comenzaremos por poner en claro el problema de
en qué consisten las peculiaridades del conocimiento de la
sociedad y con qué dificultades específicas se tropieza para ello.
En el curso de la exposición de nuestro tema veremos lo hecho por
la ciencia para superarlas.
Muy otra cosa es la sociedad humana. Todo lo que ocurre en ella es resultado de la
actividad de los hombres, de su interacción. Pero los hombres son seres conscientes, y
todo lo que hace cada uno pasa, de una manera u otra, por su cabeza. Los hombres
actúan movidos por pasiones, reflexiones o, en el peor de los casos, por caprichos. Y si
fuese así, parecería imposible analizar la sociedad apelando a las ciencias naturales,
igual que éstas hacen con la naturaleza. En realidad, no se pueden tomar en cuenta
todas las opiniones y teorías, todos los deseos y aspiraciones, todas las pasiones y
caprichos, todo lo que mueve a los hombres a actuar de una u otra forma y condiciona
determinados efectos sociales. <<En las violentas convulsiones que conmueven, a
veces, las sociedades políticas -escribía el famoso pensador francés Holbach- y que
ocasionan el
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El Materialismo Histórico como Ciencia
hundimiento de uno u otro imperio, no hay una sola acción, una
sola palabra, un solo pensamiento, una sola voluntad, una sola
pasión de quienes toman parte en la revolución, ya sea como
elementos activos, ya como víctimas de la misma... que no
produzcan infaliblemente los efectos debidos en consonancia con
el lugar que ocupan en ese torbellino moral. Esto parecería
evidente para toda inteligencia capaz de abarcar y de
comprender todas esas acciones y reacciones de los espíritus y de
los cuerpos de quienes coadyuvan a esta revolución>>?. No hay
duda de que Holbach se equivoca. Incluso en los que respecta a la
interacción de partículas de la materia, los físicos no pueden
prever, con absoluta exactitud, todos los efectos, por cuanto en
dicha interacción no sólo concurre la necesidad, sino también el
azar. Aplicada a la sociedad humana, la solución de tal problema
resulta imposible, tanto práctica como teóricamente, no sólo
porque en la sociedad, al igual que en la naturaleza, actúe el azar
y en cualquier proceso social existe, actúe y se entrelace una gran
diversidad de conexiones, relaciones, interacciones y factores,
sino también porque intervienen la conciencia, la voluntad, las
pasiones, etc. Todo esto presenta especiales exigencias al proceso
de conocimiento de la sociedad. Al tratar de conocer los
fenómenos sociales <<es preciso tener siempre en cuenta que
tanto en la realidad como en el pensamiento existe el sujeto
dado>>.* En eso reside la peculiaridad, y la dificultad específica de
las ciencias sociales, cuya superación sólo es posible si se resuelve
el problema de la correlación entre lo objetivo y lo subjetivo.
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Muy otra cosa ocurre en la sociedad humana. Los procesos
concretos y los acontecimientos históricos revisten aquí un
carácter muy individual y jamás se repiten en parte alguna.
Cualquier acontecimiento histórico, ya sean las guerras greco-
persas o las campañas de Alejandro Magno, ya la Gran Revolución
Burguesa de Francia o la Gran Revolución Socialista de Octubre,
la segunda guerra mundial o la desintegración del sistema
colonial del imperialismo, es siempre único en su género y no tiene
repetición absoluta. De ahí podría desprenderse la conclusión de
que no existen leyes que rijan el desarrollo de la sociedad, de que
no se la puede enfocar desde un criterio científico general de la
repetición y de que, por tanto, no puede haber ciencia de la
sociedad. Sin embargo, no se puede elevar al absoluto esta
singularidad, puesto que muchas cosas se repiten también en la
sociedad. El hombre nace, estudia, trabaja, forma un hogar y cría
hijos, se comunica con sus amigos, se plantea determinados
objetivos, y así sucesivamente. Todo ello muestra que, pese a la
colosal diversidad de las condiciones de vida, de costumbres, de
peculiaridades de la historia concreta de unas u otras zonas,
regiones, países, pueblos y Estados, el estudio detallado de la vida
de la sociedad permite indiscutiblemente advertir muchos más
elementos comunes que se repiten que lo que podría parecer a
primera vista. Por consiguiente, las perspectivas de la ciencia
social no son tan tristes y pesimistas. El quid de la cuestión reside
en la correlación entre lo común y lo singular aplicado a la historia.
Muy distinto ocurre con la sociedad. ¿Cómo abordar el análisis de la misma? Unos dicen
que la historia de la sociedad humana es un torrente ininterrumpido. Miles de millones
de seres humanos viven y actúan, administran la economía y educan la
nueva generación, construyen ciudades y ponen en cultivo nuevas tierras, estudian y
practican el deporte, mantienen relaciones de amistad los unos con los otros o se pelean
y luchan, y de todas estas acciones y actitudes forman la continua historia
del género humano. La muerte y el renacimiento renuevan constantemente el mar
humano, en el que todo se halla en
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Capítulo II
El Materialismo Histórico como Ciencia
constante proceso de cambio y, diríase, no se puede detener para
analizarlo, aunque sea en términos generales. Otros, al contrario,
afirman que no es continua la evolución en la historia. Cada
persona está ligada a una determinada cultura, la cual forma su
modo de pensar y actuar y no cambia a lo largo de siglos, e incluso
milenios. Empero, cada cultura es tan peculiar que no tiene
sentido compararlas y trazar una línea única de evolución. Se
atienen a estas concepciones ciertos etnólogos adeptos de la
llamada <<antropología cultural>> que se dedican al estudio de la
vida y la cultura, efectivamente muy estables, de los pueblos
primitivos.
En nuestra época, la religión es más cautelosa, y los sacerdotes de la Iglesia sólo exigen
que la ciencia deje a Dios lo que <<es de Dios>>, es decir, que no critique las
concepciones religiosas.
Por tanto, no cabe lugar a dudas, la sociedad, como objeto de estudio, se distingue muy
esencialmente de la naturaleza, y el pensamiento teórico tropieza aquí con dificultades
en verdad colosales.
Esta es, en gran parte, la causa de la complejidad y la duración del proceso del devenir
y del desarrollo de las ciencias sociales, aunque no siempre se ha tenido conciencia de
las dificultades, y el advertirlas ha sido ya, de por sí, un adelanto de la ciencia.
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Capítulo II
El Materialismo Histórico como Ciencia
Durante varios milenios, la historia escrita ha registrado el
desarrollo del conocimiento de la sociedad y se han ido formando
las corrientes de acumulación de conocimientos sobre la misma,
los cuales han ofrecido la base para distinguir tres esferas
fundamentales de las ciencias sociales.
Esta breve excursión a la esfera de las principales concepciones filosóficas nos ha sido
necesaria para establecer una mayor claridad en la exposición que sigue, ya que
recurriremos con frecuencia a dichas concepciones. Aquí no se puede prescindir de la
terminología filosófica ya que la filosofía abarca las teorías sociales generales, que
plantean problemas de la sociedad en conjunto, mientras que las posiciones filosóficas
departida de sus autores influyen en la esencia de las teorías mismas y determinan el
sentido en que se resuelven los problemas planteados. Reviste también un carácter
filosófico la teoría marxista del desarrollo de la sociedad, es decir, el materialismo
histórico (la concepción materialista de la historia).
Pero aquí se presenta el crítico y dice que semejante teoría social, tan amplia que se
sitúa por encima de toda realidad social, es imposible ya por el solo hecho de que debe
abarcar un colosal número de datos, de que la sociedad no ha sido estudiada todavía
suficientemente en todos sus detalles para que se establezca una
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El Materialismo Histórico como Ciencia
teoría general. Tales voces críticas suenan incluso en nuestra
época entre ciertos sociólogos burgueses. El problema merece
especial atención.
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<acción social>>, <<cambio social>>, <<grupo>>,
<<comunicación>>, <<conflicto>>, <<adaptación>>,
<<asimilación>>, <<conducta colectiva>>, etc., etc. Se produce un
auge impetuoso del número de investigaciones empíricas, surgen
oficinas, centros e institutos especiales de investigación, se
fundan cátedras y facultades de sociología. <<Se eleva al absoluto
el empirismo, no entendido como base de los conocimientos, sino
como principio opuesto a la teoría. La sociología es proclamada
disciplina empírica, dedicada al estudio de la <<conducta social>>
de los hombres, y entre los sociólogos <<no está ya en boga>»>, el
ser fundador de escuelas de pensamientos>>*.
Cualquier ciencia, incluida la social, sólo puede nacer y desarrollarse cuando tiene
terreno para ello, cuando hay condiciones sociales concretas y cuando lo impone la
necesidad social. No puede nacer ni desarrollarse en cualquier lugar ni en cualquier
tiempo.
Habría sido imposible que surgiera el materialismo histórico sin la enorme labor crítica
de superación del idealismo, dominante en la ciencia social anterior, y sin conservar y
aprovechar desde un punto de vista crítico todo lo valioso que había acumulado el
desarrollo de la filosofía, la historia, la ciencia económica y todo el pensamiento social
considerado en conjunto.
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A la par con ello, el materialismo histórico ha resuelto la antítesis
de la verdad y el interés.
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El Materialismo Histórico como Ciencia
ideas tergiversadas. El interés es una fuerza poderosa; y si,
digamos los axiomas o los teoremas geométricos contradijeran los
intereses de alguien, aparecerían inevitablemente hombres
empreñados en refutarlos.
Ahora bien, si una y otra teoría social se liga de cualquier modo con los intereses
egoístas de clases o grupos sociales privilegiados, que bregan por imponer su voluntad
a la sociedad y frenar el progreso social para mantener dichos privilegios, relacionados
con la procedencia, la riqueza y el poder, se coloca inevitablemente en una posición que
no le permite apreciar de modo objetivo la realidad, es decir, emprende el camino de la
deformación de esta última. En ese caso, el <<partidismo>> se opone al enfoque
científico, levanta obstáculos en el camino del conocimiento objetivo y conduce a que
se creen mitos. En la carta
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a Kugelmann (11 de julio de 1868), Carlos Marx expresó de la
siguiente manera la esencia del problema que nos ocupa: <<Una
vez se ha penetrado en la conexión de las cosas, se viene abajo
toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden
de cosas, se viene abajo antes de que dicho estado de cosas se
desmorone prácticamente. Por tanto, las clases dominantes están
absolutamente interesadas en perpetuar esta insensata
confusión>>",
El lector se puede preguntar: ¿por qué los autores se empeñan tanto en convencerle de
que para la ciencia social se necesita una posición y orientación determinadas, se
requiere ligazón con la práctica, etc.? ¿Por qué, al tratarse de una teoría social, es
preciso decir y subrayar, además de exponer su contenido, que es una teoría científica?
Todos están de acuerdo en que la ciencia no necesita propaganda. Por ejemplo, en los
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Capítulo II
El Materialismo Histórico como Ciencia
manuales de física no se insiste en demostrar que la física es una
ciencia; lo que se suele hacer es exponerla. En los trabajos de
mecánica cuántica no se dice que una solución sea la <<única
científica>>. Nadie trata de indicar que la tabla de multiplicar es
exacta, se aprende de memoria y nada más. ¿Por qué, pues, hay
que esforzarse por demostrar la razón de las tesis y los enunciados
de las ciencias sociales? Hay que reconocer que estas preguntas
son legítimas. La respuesta se desprende al definirse el carácter
específico de la función de las ciencias sociales, sobre todo las que
guardan relación estrecha con la actividad sociopolítica de los
hombres. En las ciencias sociales se libra constantemente una
lucha de ideas, entran en pugna intereses, y el convencimiento
basado en el saber figura en ellas como factor de orden individual
y de gran valor social. La seguridad en la exactitud de las tesis y
conclusiones de las ciencias sociales determina la orientación
social del hombre. La influencia de una u otra teoría social
depende del número de sus adeptos, y para reunir bajo sus
banderas a más y más partidarios es preciso convencer y
demostrar la certeza de la ciencia, exponerla objetivamente,
comparándola con las otras concepciones. Es importante, aun sin
ser decisivo, para una u otra teoría saber a qué fines sirve, a qué
intereses está ligada y qué valores la orientan.
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