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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

“RELACION EXTRACONTRACTAUL”

INTEGRANTE:
o TUESTA CUSI HEYDI

ASIGNATURA: DERECHO CIVIL

DOCENTE: REMIGIO WARTHON SANDOVAL

ANDAHUAYLAS-PERÚ -2022
DEDICATORIA

Dedico este trabajo principalmente a Dios, por haberme dado la vida. A mi madre, por
ser el pilar más importante y por demostrarme siempre su cariño.
Introducción
En este trabajo consideraremos la responsabilidad civil en la introducción, primero

creando una definición de carácter teórico, luego indicaremos su clasificación

legislativa adoptada en el código civil del Perú (en adelante cc), la cual analizaremos

más adelante. eche un vistazo a algunos de los aspectos más destacados de su taxonomía

y finalmente saque sus conclusiones.


CAPITULO I

1. EL CONCEPTO DE RESPONSABILIDAD CIVIL


Los conceptos poseen vida e historia, un patrón de descubrimientos y

refinamientos. Para conseguir un concepto actual de responsabilidad civil nos

serviremos exclusivamente de un ensayo del análisis semántico del filósofo Paul

Ricoeur, en el cual examina el empleo contemporáneo del

término responsabilidad. En derecho civil la responsabilidad es aún definida en

su sentido clásico, como «obligación de reparar daños que infligimos por nuestra

culpa y, en ciertos casos determinados por la ley; en derecho penal, por la

obligación de soportar el castigo». Es responsable todo aquel que está sometido

a esa obligación de reparar o de sufrir la pena. La crítica surge por el hecho de

que el concepto tiene origen reciente -sin inscripción marcada en la tradición

filosófica- pero posee un sentido tan estable desde el siglo XIX, siempre

llevando la estricta idea de una obligación. (Chaves de Farias, Rosenvald, Braga

Netto, 2015, p. 5)

El concepto de responsabilidad que nos toca abordar es el correspondiente al

derecho civil, en esa línea, su definición se construye de la premisa que «aquel

que causa un daño a otro está obligado a repararlo.


se construye sobre la premisa que «aquel que causa un daño a otro está obligado a
repararlo». La obligación resarcitoria que surge en cabeza del dañante tiene como finalidad
volver las cosas al estado anterior a la comisión del daño inferido al dañado o víctima.

Aquel que repara los daños a otro lo hace o bien por hecho propio o bien por hecho ajeno. En
el primer caso, las calidades de autor y responsable confluyen en la misma persona, en el
segundo el autor es el que comete el acto u omisión dañosa pero el responsable es otro, quien
lo tiene bajo su cargo o relación de dependencia, exista o no relación contractual entre el
responsable y la víctima o dañado.

El daño puede obedecer a la inejecución de una obligación (contractual) o puede producirse


sin vínculo previo, al vulnerarse el deber genérico de no dañar a otros o neminem laedere
(extracontractual).

1.1La responsabilidad civil por inejecución de obligaciones (contractual)

Elementos o presupuestos: antijuridicidad, daño patrimonial (daño emergente, lucro cesante)


y extrapatrimonial (daño a la persona, daño moral), nexo causal (causa próxima) y criterios de
imputación subjetivos (culpa leve, culpa grave y el dolo).

1.2 La responsabilidad civil extracontractual

Elementos o presupuestos: antijuridicidad, daño patrimonial (daño emergente, lucro cesante)


extrapatrimonial (daño a la persona, daño moral), nexo causal (causa adecuada) y criterios de
imputación subjetivos (dolo o culpa) y objetivos (riesgo creado).

Según el autor menciona que, LEÓN HILARIO, Leysser (2016) , Código Civil culpa
grave culpa leve daño a la persona daño emergente daño moral derecho civil dolo inejecución
de obligaciones lucro cesante responsabilidad civil responsabilidad extracontractual.

SAÚL JOSÉ COCA GUZMÁN, Bachiller en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del
Perú, estudiante de Comunicación y Publicidad en la Universidad San Ignacio de Loyola,
investigador en Derecho Civil y Procesal Civil, redactor y consultor independiente. Contacto:
[email protected]; [email protected]

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a) La acción dañosa

El primer elemento de la responsabilidad civil extracontractual es la acción que produce el


daño. Esta acción debe tener, en el plano fáctico, una coincidencia, siquiera parcial, con la
conducta que resulta penalmente relevante. Al igual que la acción jurídico-penal, esta acción
puede ser tanto activa como omisiva. Pero lo que es distinto al ámbito penal es que la acción
dañosa no tiene que ser necesariamente imputada como propia al sujeto civilmente
responsable.

En el Derecho civil se admite supuestos de responsabilidad indirecta, esto es, de


responsabilidad por el hecho de un tercero. La figura del tercero civilmente responsable
prevista en el proceso penal permite precisamente decidir en sede penal estos supuestos de
responsabilidad civil.

La acción dañosa debe ser antijurídica, pues los daños derivados de una acción lícita no
pueden sustentar una responsabilidad civil. Esta antijuridicidad no debe entenderse en los
mismos términos que la categoría del delito, sino sencillamente como la existencia de la
obligación jurídica de reparar el daño Bajo esta idea, queda claro, por ejemplo, que el daño
producido en legítima defensa no es civilmente antijurídico, pues no existe por parte del que
se defiende una obligación de indemnizar al agresor afectado.

La situación es distinta en aquellos supuestos en los que solamente se levanta la antijuridicidad


penal de la conducta, pero el deber de tolerancia del daño no incluye asumir también los
costos económicos de la agresión, tal como sucede, por ejemplo, con el llamado estado de
necesidad agresivo [6].

Lea también: ¿Cuáles son las clases de tipos penales? Bien explicado
b) El daño

El daño consiste en la afectación o lesión de un interés jurídicamente reconocido [7]. Esta


afectación no tiene que traducirse necesariamente en la alteración o destrucción de un bien
material. El interés puede lesionarse simplemente con eliminar o impedir el disfrute de un bien
sin que se altere su sustancia (por ejemplo, si se despoja indebidamente de un bien a su
dueño).

El daño producido puede tener un carácter patrimonial o extrapatrimonial, existiendo respecto


de ambos aspectos un deber de resarcimiento. Importante para decidir el resarcimiento es
determinar la entidad o magnitud del daño. En el lenguaje técnico se suele utilizar el término
“daños y perjuicios” como si se trataran de dos conceptos distintos, pero lo cierto es que se
refieren a lo mismo.

En el caso de la acción civil ejercida en el proceso penal, el daño civil resarcible no tiene que
formar parte del tipo penal del delito juzgado, por lo que no sólo el titular del bien jurídico
protegido puede constituirse en actor civil. El artículo 94.1 del CPP es muy claro al señalar que
el agraviado en el proceso penal es tanto el ofendido por el delito (titular del bien jurídico
penalmente protegido), como el perjudicado por las consecuencias del mismo (el que padece
daños civilmente reparables). Solamente el agraviado que es perjudicado por el delito
conforme a la normativa jurídico-civil, puede constituirse en actor civil dentro del proceso
penal (artículo 98 del CPP).

Así, si un agraviado solamente es afectado por el delito, pero no perjudicado, no podrá


constituirse en actor civil (por ejemplo, el que salió ileso del disparo dirigido a matarlo). Del
mismo modo, el perjudicado por el delito podrá constituirse en actor civil, aunque no haya sido
ofendido por el delito (por ejemplo, el chofer que se queda sin trabajo por el robo del
automóvil a su empleador). Reducir la calidad de actor civil al ofendido por el delito que sufre
daños es una estrechez conceptual inaceptable.

c) La relación de causalidad

En el lenguaje civilista, la relación de causalidad vincula la acción u omisión con el daño


resarcible. Como puede verse, no se maneja una concepción naturalista de la causalidad que
se limite a las causaciones, sino que se incluye sin mayores cuestionamientos a las omisiones.

Por ello, las teorías utilizadas para determinar la relación de causalidad en la responsabilidad
civil se corresponden fundamentalmente con las teorías individualizadoras de la causalidad
que, en cierto momento, se discutieron en el Derecho Penal.

De entre ellas, la que más reconocimiento ha recibido entre los civilistas es la teoría de la
causa adecuada, según la cual una causa es adecuada respecto del resultado cuando de
acuerdo a la experiencia normal y cotidiana debe ser capaz o adecuada para producir el daño
causalmente provocado. En el plano legislativo, esta caracterización de la relación de
causalidad es la que asume, por lo demás, el artículo 1985 del CODIGO CIVIL

La relación de causalidad puede fracturarse y, por lo tanto, reconducir el daño a otra causa en
cuatro supuestos legalmente previstos: el caso fortuito, la fuerza mayor, el hecho
determinante de un tercero y la imprudencia de la propia víctima (artículo 1972 del CC). Si bien
resulta inexacto hablar de una fractura del nexo causal, pues el nexo causal no se fractura,
sino, en todo caso, se desvía del proyectado, lo cierto es que, en una comprensión de la
causalidad tan desligada de la comprensión naturalista como lo es la civilista, puede admitirse
tal denominación. Lo que debe resaltarse es que estos supuestos muestran que la única
defensa que se tiene en el proceso penal, en cuanto a la reparación civil, no es negar la
existencia del hecho dañoso, sino que también es posible alegar que se ha producido una
fractura del nexo causal, aun cuando tal dato no sea relevante para la imputación penal.

d) Los factores de atribución

La sola producción de un daño no es suficiente para hacer civilmente responsable a alguien de


ello. Es necesario que, con base en los criterios de ordenación del Derecho Civil, se le pueda
atribuir jurídicamente el daño producido. Simplificando la discusión doctrinal, puede decirse
que los factores de atribución pueden ser de dos tipos.

Por un lado, están los factores de atribución de carácter subjetivo que responden a situaciones
internas del causante del daño: la culpa y el dolo civil. Por otro lado, se encuentran los factores
de atribución de naturaleza objetiva que van desde la sola adecuación de la acción para causar
el daño hasta criterios de distribución eficiente del riesgo. Un ordenamiento jurídico no tiene
que optar necesariamente por uno de estos tipos de factores de atribución, sino que puede
decidir operativamente su aplicación en función de los ámbitos en los que se produce el daño
civilmente reparable. Así lo ha hecho precisamente el Código Civil Peruano.

Conforme al artículo 1969 del CC, la responsabilidad civil extracontractual requiere la


concurrencia de criterios objetivos de imputación junto con los subjetivos

El dolo civil consiste en la conciencia y voluntad de producir el daño. La culpa existe cuando se
omite la diligencia debida o el cuidado ordinario exigido por la actividad que se realiza y por las
circunstancias de las personas, tiempo y lugar. Esta culpa admite graduaciones en leve, lata,
grave e inexcusable.

El que la regla general en la responsabilidad civil extracontractual sea exigir un factor subjetivo
de atribución, no excluye que, en determinados ámbitos con mayores exigencias de
estandarización, el factor de atribución sea solamente objetivo. Por ejemplo, si el daño se
produce por un bien o una actividad riesgosa, el deber de reparar es objetivo (artículo 1970 del
CC).
La sola producción de un daño no es suficiente para hacer civilmente responsable a alguien de
ello. Es necesario que, con base en los criterios de ordenación del Derecho Civil, se le pueda
atribuir jurídicamente el daño producido

6. Bibliografía

CHAVES DE FARIAS, Cristiano; ROSENVALD, Nelson y BRAGA NETTO, Felipe Peixoto (2015).
Curso de direito civil. Responsabilidade civil. Volumen 3. São Paulo: Editora Atlas.

FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón (2019). Introducción a la responsabilidad civil. Lecciones


universitarias. Colección “Lo Esencial del Derecho”, n. 46. Lima: PUCP.

LEÓN HILARIO, Leysser (2016). Responsabilidad Civil Contractual y Extracontractual. Lima:


Academia de la Magistratura.

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