Nocturno III
Nocturno III
Nocturno III
Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de
murmullos y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y
húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado lentamente, contra mí ceñida,
toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de
amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de las
fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la
llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y
profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y
agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra,
por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba,
Y se oían los ladridos de los perros a la
luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas,
Sentí frío, era el frío que tenían en la
alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos
adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la
muerte
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta
primavera,
Como en esa noche llena de murmullos
de perfumes y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las
sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan en las
noches de negruras y de lágrimas!...
El cuento del aceite de oliva
Érase una vez una semilla de olivo que viajó miles de kilómetros
empujada por el viento. Volaba y volaba sin parar durante el día y la
noche. Atravesó mares, sobrevoló montañas y ríos... hasta que un día,
el viento paró. La semilla cayó en el suelo húmedo y fértil de un bonito
Valle. Allí nació el primer olivo. De este olivo nacieron sus primeros
frutos: las aceitunas.
El hombre, que ya andaba por allí, no tardó mucho en darse cuenta de
que el olivo y él serían grandes amigos, y que su amistad duraría para
siempre. Si el hombre aprendía a cuidarle cada año, el árbol le regalaría
un montón de Aceitunas.
Los viejos libros cuentan que pronto el hombre aprendió a extraer aceite
de las aceitunas que recolectaba cada año. Pero además también
aprendió a usar el aceite para encender sus lámparas, para cuidar la
piel... pero sobre todo, sobre todo... para usarlo como alimento.
Como les gustaba además comer siempre con su aceite de oliva allá
donde fueran, lo transportaban en unas grandes vasijas de barro
llamadas ánforas.
Y ¿Qué creéis que se hace luego? Pues limpiarlas. Se separan las hojas,
los tallos... se mira que no tengan polvo... y a veces se les da un
lavadito con agua. A continuación pasamos a la molienda. ¿Quién se
imagina qué es? Pues consiste en aplastar las aceitunas con unos
molinos (generalmente de martillos) para poder sacarles el aceite.
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Ojos de Perro Azul
Autor: Gabriel García Márquez
Género: Ficción y Literatura / Literatura Latinoamericana / Novelas
Idioma: Español
Resumen:
Otra faz en la narrativa de Gabriel García Márquez. Casi todas las obras de este gran
autor se caracterizan por la presencia simultánea de ámbitos aparentemente alejados
entre sí.
'Además de lo onírico y de la rareza individual -escribe Mario Vargas Llosa a propósito de
García Márquez- en este mundo en que lo social, lo político y otros niveles objetivos
(como el sexo) parecen arrolladores, tienen cabida hechos y situaciones que por su
carácter insólito y pintoresco contrastan con los hechos opresivos, obvios y monótonos
que constituye en la vida cotidiana... y sugieren la existencia de "otra" realidad, menos
previsible, en la que reinan la fantasía, la extravagancia, cierto tipo de humor'.
"En ojos de perro azul" el buceo de García Márquez en esa "otra" realidad es hondo y
vertiginoso. Ya no se trata de revelarnos un aspecto de realidad placentero y risueño.
García Márquez nos enfrenta con esa presencia inevitable que es la muerte,
descubriéndola como una parte gemela de nuestro vivir. La muerte vislumbrada en los
sueños y luego conocida como experiencia total del alma y del cuerpo la muerte como
una constante inminencia que nos revela hasta qué punto nuestro propio ser está formado
por aspectos distintos y nunca imaginados.
En este libro se incluye, además, su primer cuento célebre, el 'Monólogo de Isabel viendo
llover en Macondo', escenario de sus obras posteriores. El personaje de Isabel
reaparecerá en su primera novela, y el tema de la lluvia cayendo interminablemente, en
su personal versión del diluvio universal, acabaría integrándose suave y flexiblemente en
"Cien años de soledad". Este relato, incluido en todas las antologías del cuento
latinoamericano de nuestros días, fue la primera piedra de ese gigantesco edificio, tan
imaginario como real, que terminaría fundando el espacio literario más poderoso de las
letras universales de nuestro tiempo: Macondo.
La pobre viejecita tenía todos los manjares, tenía todo para comer.
La pobre viejecita tenía una hermosa casa.
La pobre viejecita tenía cuidados de muchas personas.
La pobre viejecita tenía los mejores sofás, la mejor cama,
La pobre viejecita tenía los mejores trajes para vestir, los mejores zapatos, y
todo ello en cantidad.
Al final le pobre viejecilla muere de vejez y deja una gran herencia.
A todo ello Pombo le antepone el contrario a comienzo de verso. Por ej… no
tenía qué comer, sino…
En fin. Eso es todo, como podéis ver, es algo muy corto. Inclusive, más que
resumen podríamos más bien hablar de las ideas principales en torno a las
cuales gira este hermoso poema del ecritor colombiano Rafael Pombo.
RESUMEN DE LA OBRA:
La obra comienza con la muerte de un médico innominado, que cayó en desgracia con el
pueblo de Macondo y que un buen día decidió ahorcarse, para mostrarse por primera vez,
como dice Gabo, "cómodamente muerto", en el velatorio del doctor del pueblo.
La historia es narrada a través de los monólogos de tres personajes de una misma familia: un
viejo coronel (el abuelo), Isabel (hija del coronel), y el hijo de Isabel.
A través de los ojos del niño, te puedes pasear por los fríos y tristes alrededores de la muerte
y del velatorio (la muerte de una persona y su cortejo, la muerte del pueblo y su procesión);
los mismos ojos te cuentan el ocaso del pueblo; fundidas sus riquezas y apagado su
esplendor por las guerras y las crisis; esas mismas que llenaron las calles y las casas de "una
hojarasca formada de desperdicios naturales y humanos".
De pronto, llegó la compañía bananera perseguida por “la hojarasca”(era una hojarasca
revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos:
rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil.) La hojarasca era
implacable, contaminando todo de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de
piel y de recóndita muerte.
El elemento responsable del sentido en el texto de la novela, es una formación social que
enmarca el desarrollo histórico de la región caribeña colombiana dentro de la caracterización
de Pueblo Nuevo y la opone a la de los "Pueblos Testimonios" de la región Andina. Esta
formación social implica, como ya se dijo, la eliminación-obliteración de la población autóctona
y la importación de mano de obra esclava, en primera instancia, y luego, asalariada, producto
de los flujos migratorios tan importantes en la conformación de todas las sociedades del
Caribe.
Macondo, pueblo reciente conformado por recién llegados (solo tiene unos 30 años, la
edad de Isabel) y el propósito último de la novela es precisamente mostrar ese origen
cercano, esa "novedad" y su evolución. La intención del autor probablemente es buscar su
origen, escudriñar su identidad, responderse a la pregunta: ¿De donde vengo? "De
extranjeros, de recién llegados", parece ser la respuesta. Por eso son ellos los dinamizadores
de la trama de la novela. El relato gira en torno al extranjero médico; el liderazgo en el pueblo
es ejercido por el cachorro, otro recién llegado; Martín ejerce singular atracción sobre las
mujeres de Macondo, e incluso, sobre el coronel; el coronel mismo es un recién llegado. Las
uniones en el pueblo de las que tenemos conocimiento se dan siempre con extranjeros:
Meme-Médico, Isabel-Martín, Genoveva-Titiriteros, signo inequívoco de la tendencia
integracionista y de la tendencia al sincretismo de las sociedades caribeñas.
En el texto aparece una semiótica referida a lo foráneo como elemento integral y constitutivo
de Macondo: "La hojarasca volteó y salió a recibirlo y con la vuelta perdió el impulso, pero
logró unidad y solidez; y sufrió el natural proceso de fermentación y se incorporó a los
gérmenes de la tierra."
Si uno de los rasgos de los pueblos contiguos al mar Caribe fue el extermino casi total de
la población autóctona, nos preguntamos por qué aparecen indígenas en un texto que
pretende erigirse como imagen especular de la región donde se desarrolla; y, adicionalmente,
y aún más intrigante: ¿Por qué guajiros? Cabe recordar, señalar que "el contacto de los
españoles con la población indígena, tuvo drásticos efectos sobre ésta" y como el mismo autor
continúa diciendo "los indígenas fueron reemplazados por negros traídos de las antillas y del
Africa, con lo cual se incidía en la modificación de la encomienda como sistema de producción
ante la impresionante desaparición de los indígenas."
Sinopsis
La historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza, en el escenario de un
pueblecito portuario del Caribe y a lo largo de más de sesenta años, podría parecer un
melodrama de amantes contrariados que al final vencen por la gracia del tiempo y la fuerza
de sus propios sentimientos, ya que García Márquez se complace en utilizar los más
clásicos recursos de los folletines tradiciones. Pero este tiempo -por una vez sucesivo, y no
circular-, este escenario y estos personajes son como una mezcla tropical de plantas y
arcilla que la mano del maestro moldea y con las que fantasea a su placer, para al final ir a
desembocar en los territorios del mito y la leyenda. Los jugos, olores y sabores del trópico
alimentan una prosa alucinatoria que en esta ocasión llega al puerto oscilante del final feliz.
«Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de
los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la
casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso
que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años. El refugiado
antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su
adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la
memoria con un sahumerio de cianuro de oro.
» Encontró el cadáver cubierto con una manta en el catre de campaña donde había
dormido siempre, cerca de un taburete con la cubeta que había servido para
vaporizar el veneno.»
La crítica dijo...
«La voz garciamarquiana alcanza aquí un nivel en el que resulta a la vez clásica y
coloquial, opalescente y pura, capaz de alabar y maldecir, de reír y llorar, de fabular y
cantar, de despegar y volar cuando es necesario.»
Thomas Pynchon, The New York Times
Género Novela
Tema(s) Biografía
Ciudad Bogotá
País Colombia
(1977)
(1971) (1984)
La otra raya del tigre es una novela del escritor colombiano Pedro Gómez Valderrama (1923-
1992). Ambientada en la segunda mitad del siglo XIX, narra la vida de un colonizador y
aventurero alemán, Geo von Lengerke, quien emigró al entonces estado soberano
de Santander, en Colombia, buscando fortuna. Recrea de una manera un tanto barroca, las
extravagancias del protagonista y sus compañeros alemanes, que vivieron cual señores
feudales en medio de montañas selváticas semiexploradas.
Publicada por primera vez en 1977, es considerada por los críticos como un ejemplo de novela
histórica. Como tal, es además un importante testimonio de las guerras civiles del siglo XIX.
También se refiere a la historia de la quina, uno de los principales productos de exportación en
la Colombia de la época.
La novela fue convertida en serie de televisión en 1993 por RCN Televisión. Fue
protagonizada por el actor brasilero Guy Ecker y la actriz colombiana Danna García.
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Frans Mauricio Castro Barahona*
(Pontificia Universidad Javeriana)
Mito de la infancia.
Celia se pudre: mitos, aesthesis y lagos
Resumen
El presente escrito se encarga de revisar la novela de Héctor Rojas Herazo, Celia se pudre.
Novela que es el mito de la infancia, que es todo y es nada, que es la existencia, pero
también
la muerte. Es un mito, que más allá de ser una defensa para el hombre contra lo intangible y
amenazador, pone al ser humano en las fronteras del abismo, lo hace caminar en ellas y
sentir-
las como parientes, sus hermanas, una imagen de ellas. Con la conciencia de la muerte se
abre
la conciencia del habitar. Éste es la otra mitología de lo humano, es el punto que construye
el
recuerdo capaz de poseer el presente y ser pasado. La casa o la ciudad son el habitar y el
habitar es el ser. Un ser caótico, lleno de resignificaciones y nuevos sentidos. Esta termina
con
elhombre mismo y ella también acaba al hombre.
Palabras clave: existencia, ser humano, conciencia, mitología, Héctor Rojas Herazo
Como se pone de presente en las notas preliminares a la obra de José Antonio Osorio
Lizarazo, publicada por el instituto Colombiano de Cultura en 1978, el autor no aparece
entre las figuras destacadas de la novelística nacional, aunque se debe matizar la cuestión
cuando se observa que la crítica literaria contemporánea ha tornado su mirada hacia el autor
bogotano. Osorio fue un prolífico escritor que cuenta con 20 libros entre novelas y crónicas,
lo cual de por sí, genera la sospecha sobre el equilibrio de su obra.
Precisamente es este último tema uno de los ejes en la narración. Oculta bajo la retórica de
una élite conservadora que había gobernado el país durante más de 40 años (1886-1930) la
pobreza se afincaba en las clases más desfavorecidas de Colombia. Los personajes de Casa
de vecindad son avasallados por la falta de dinero y empleo y se crea dentro de la novela
una dicotomía entre la virtud, que deriva en hambre y despojo, o el crimen y la
prostitución.
Esa es la línea gruesa que separa al narrador de 50 años, Juana y su pequeño compañero, y
el resto de los habitantes, no sólo de la pensión sino de la ciudad. Los primeros tratan de
mantenerse al margen de la voracidad y el desinterés por los necesitados, mientras que en
los otros aparecen los vicios más desagradables: insensibilidad, calumnia, gusto por la
violencia, burla por los destinos malogrados y hasta proxenetismo, entre otros. En la
imposibilidad que tienen los personajes principales de alejarse de ese mundo en el que el
lumpen afila sus peores vergüenzas es donde se construye una de las tensiones de la novela.
Pero esos bajones no alcanzan a devaluar la lectura del trasfondo realizada en la novela:
Bogotá en 1930, parece decir Osorio Lizarazo, crece caóticamente y no genera los empleos
suficientes para una clase trabajadora en ascenso. Contra el mito de la Atenas suramericana
–esa Bogotá de gramáticos y humanistas empotrados en sus gazaperas lingüísticas- el
escritor graba la situación real de legiones de desocupados capitalinos, en una suerte de
realismo lejano a la abstracción de la élite conservadora. En ese sentido, la novela se
convierte en un llamado de atención a un estado de cosas que estallaría posteriormente y
que en épocas recientes fue narrada por una novela como Los parientes de Ester de Luis
Fayad.
Es en el fondo el problema de la modernización de las ciudades colombianas, que
tímidamente va apareciendo en la década del 30 y que Osorio Lizarazo evalúa desde la
prosa de ficción. El impacto que produce en el lector esa modernización enrevesada,
plasmada en esta novela corta, es tan fuerte como la solidez de los personajes y los ritmos
de la novela. Es el impacto ante el desequilibrio social porque con Casa de vecindad, la
anomia (ese estado en el que ante la ceguera de los dirigentes los lazos colectivos
comienzan a desbarajustarse y cada quien se crea su propia ley) se toma la novela
colombiana, acaso uno de los primeros campanazos de alerta frente a lo que sucedería casi
un siglo después en los barrios bajos de las ciudades.
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Vivir Para Contarla
Autor: Gabriel García Márquez
Género: Literatura Latinoamericana / Biografías
Idioma: Español
Resumen:
En este apasionante relato, el premio Nobel colombiano ofrece la memoria de sus años
de infancia y juventud, aquellos en los que se fundaría el imaginario que, con el tiempo,
daría lugar a algunos de los relatos y novelas fundamentales en la literatura en lengua
española.
Estamos ante la novela de la vida a través de cuyas páginas García Márquez va
descubriendo ecos de personajes e historias que han poblado obras como "Cien años de
soledad", "El amor en tiempos de cólera", "El coronel no tiene quien le escriba" o "Crónica
de una muerte anunciada" y que convierten "Vivir para contarla" en una guía de lectura
para toda su obra, en acompañante imprescindible para iluminar pasajes inolvidables que,
tras la lectura de estas memorias, adquieren una nueva perspectiva.
Pero también esta obra incluye muchas más sorpresas. Seguiremos los primeros pasos
de García Márquez en el mundo de la creación artística, el trabajo incansable en el
proceso de redacción y corrección de La hojarasca, los distintos escenarios de una
juventud bohemia plagada de burdeles, bailes y hoteluchos de mala muerte en
Barranquilla, Cartagena de Indias y Bogotá. Y todo aderezado con reflexiones sobre el
oficio de escritor, en un entramado que avanza y retrocede en el tiempo con la seguridad
que sólo pueden dar cincuenta años de oficio maestro.
Resumen
Una anécdota se impone como el antecedente más genuino de la fundación del periódico literario El Mosaico. Según
el relato, que es un testimonio de parte, el 21 de diciembre de 1858, en Bogotá, llegó hasta el cuarto de estudio de
un prestigioso escritor un hombre vestido con ruana, con "pantalones de algodón, alpargatas i camisa limpia, pero
sin corbata i sin chaqueta". Aquel hombre, que vestía como los "hijos del pueblo", llevaba "unos veinte cuadernillos
de papel escritos" que constituían los borradores de una novela, venía de alguna hacienda de tierra caliente y
buscaba en la capital un "juez en materia literaria" que aprobara para la publicación sus manuscritos. El perplejo
escritor bogotano -tenía ante sí la visión poco convencional de un hombre pobremente vestido pero instruido- debió
de sentir alivio cuando notó que aquel recién llegado tenía "su piel blanca, sus manos finas, sus modales corteses,
sus palabras discretas" que le anunciaban que estaba ante un "hombre educado".