La Cristalizacion de La Ciudad Historica
La Cristalizacion de La Ciudad Historica
La Cristalizacion de La Ciudad Historica
ABSTRACT
Podemos asegurar que los centros históricos son los espacios urbanos
más complejos y frágiles de la ciudad, dado que en ellos convergen valores de
tipo simbólico y social compaginándose con una fuerte degradación.
Consideramos a la ciudad como resultado de la historia, como elemento
fundamental del desarrollo del presente y sustento del porvenir. La herencia del
pasado debe conservarse, permanecer y transformarse, preservando siempre su
valor y asumiéndolo.
0. INTRODUCCIÓN
1. PRESENTE-PASADO, PRESENTE-FUTURO
“La imposibilidad de uso tiene su lugar tópico en el Museo. La museificación
del mundo es hoy un hecho consumado. Una tras otra, de modo progresivo, las
potencias espirituales que definían la vida de los hombres –el arte, la religión,
la filosofía, la idea de naturaleza, incluso la política- se han ido retirando
dócilmente hacia el Museo. Museo no designa aquí un lugar o un espacio físico
determinado, sino la dimensión separada a la que transfiere aquello que en el
pasado fue percibido como verdadero y decisivo, y ya no lo es. El Museo puede
coincidir, en este sentido, con una ciudad entera (Évora, Venecia, declaradas
por eso patrimonio de la humanidad), con una región (declarada parque u
oasis natural) e incluso con un grupo de individuos (en cuanto representantes
de una forma de vida que se ha extinguido). En términos generales, hoy todo
puede volverse Museo, porque éste denomina simplemente la exposición de
una imposibilidad de usar, de habitar, de experimentar” (Agamben, 2005).
Con esta cita de Giorgio Agamben centramos el tema que nos preocupa en la
investigación. Abordamos el estado de la cuestión sobre el proceso de
tematización o, como iremos definiendo a lo largo de estas líneas, el proceso de
mercantilización2. El texto de Agamben termina con una ‘trilogía de
imposibilidades’ que se dan en el medio ‘museificado’. Esta tríada, que será
explicada de forma minuciosa, consiste en la imposibilidad de usar, habitar o
experimentar el patrimonio. Son características propias de los centros
comerciales, aquellos en los que su único fin es el mercado. Compararemos
estos centros comerciales del patrimonio, trozos de ciudad recualificados, con
los shopping-mall, para extraer desde ahí puntos para el estudio. Analizaremos
los paralelismos que se dan en ambos casos. Seguidamente, utilizaremos la
conferencia de Peter Sloterdijk sobre los palacios de cristal, que pronunció en el
marco del debate ‘Traumas urbanos. La ciudad y los desastres’, para analizar
junto con Fedor Dostoievsky el proceso de cristalización.
Los tejidos históricos de nuestras ciudades presentan dos riesgos extremos. Por
un lado el riesgo de una ‘degradación’ física y marginalización social, que los
convierte en zonas socialmente desplazadas y, a la postre, áreas urbanas
residuales y guetos. Por otro lado, el gran riesgo de la ‘tematización’, con la
consiguiente sustitución poblacional como paso previo a su entrada en el
mercado. Es evidente que hay pasos intermedios y que ninguno de los extremos
sería una alternativa deseable. El paradigma debería ser que la ciudad histórica
siguiera como una pieza viva en la ciudad contemporánea, con características y
valores específicos, con niveles de conservación, habitabilidad y diversidad
(social y funcional) razonablemente elevados (López, 2008: 70). Abordaremos
el gran riesgo y la fragilidad que supone la incorporación de los centros
históricos a las filas del mercado. Hay mucho publicado sobre los efectos
sociales que están deviniendo de las intervenciones en los centros de las
ciudades. Son muchos los análisis que tipifican, clasifican y encuadran las
consecuencias que han tenido las modificaciones del tejido residencial de estas
zonas, así como el cambio de uso de las mismas. Procesos como la
gentrificación3 (Smith, 1996), cristalización y zonificación de las ciudades
y tiendas de diseño. El móvil de este fenómeno es la ganancia especulativa obtenida a través del
cambio sufrido en el valor del suelo entre la fase de abandono de la zona y su posterior
revalorización. El abandono o desvalorización previa del barrio, tanto por parte del capital
inmobiliario como por parte de la administración, tiende a considerarse requisito fundamental
para la aparición de este proceso, aunque dicho abandono aparece en muchos barrios obreros
más o menos degradados. A su vez, la revalorización del barrio puede venir dada por planes de
rehabilitación de la administración pública o por el desarrollo de zonas nobles próximas a los
barrios afectados que provocan cambios en el valor del suelo de su entorno.Otros aspectos que
facilitan el desarrollo del proceso son la existencia de una población envejecida o el predominio
del alquiler sobre la propiedad (lo que facilita los desalojos masivos). Asimismo, es un proceso
que se desarrolla a lo largo de muchos años, habitualmente comprende varias décadas. Fuente:
http://estrecho.indymedia.org/newswire/display/14848/index.php
a) Sin usar, sin habitar, sin experimentar. Así definía G. Agamben las
nuevas cualidades del Museo y así serán extrapoladas estas cualidades al
modelo de centro histórico. Aquí entenderíamos la definición augéiana de no-
lugar, espacio sin creación y sin sociedad ya que no se puede crear sociedad sin
la suma de experiencias personales, sin relaciones de habitar (Innerarity, 2001).
Esta ciudad fragmentada que venimos describiendo desde los centros históricos
es, en el momento actual, lo que vemos desarrollarse como centralización sin
centralidad, lugares que han renunciado a ser identitarios, a ser lugares activos.
En los centros de las ciudades vemos comercios, cafés, hoteles, plazas con su
mercado e iglesia, en definitiva, lugares que por lo reducido de la escala
pudiéramos decir que obligan a detener el tiempo y la actividad para acercar
más la persona al medio, para meter un nuevo reloj en la historia de ese centro,
un ritmo un poco perezoso y la atmósfera del domingo por la mañana (AUGÉ,
2004). En cambio, observamos cómo lo que subyace en estos conglomerados de
redes es la prisa, la individualidad y el desarraigo. Continúa diciendo M. Augé
que si un lugar lo pudiéramos definir como un ámbito de identidad relacional e
histórico, un no lugar, sería todo lo contrario, es decir, un ámbito para el
anonimato, que potenciaría la individualidad y sin historia presente. Todo ello
nos muestra cómo un centro histórico en la contemporaneidad es un ‘no lugar’
en el que la historia ha sido expulsada tras grandes procesos de especialización.
Estas dinámicas de individualidad, agilidad, y tematización, acaban
determinado el proceso de disolución urbana que ha sido subyugada a los
patrones de un nuevo urbanismo y forma de entender el patrimonio y el
mercado.
Son muchos los autores que hablan de centros históricos como centros
residenciales, ya que en la mayor parte estas superficies urbanas han sido y son
tejido destinados a este uso. Es más, algunos incluso subrayan que la vivienda es
un indicador de la recuperación de los conjuntos históricos (Álvarez, 2009).
Realmente éste podría ser un indicador válido si el uso residencial fuese unido
al de ocupación de viviendas y tipologías tradicionales. Como hemos dicho
anteriormente, las ciudades históricas sufren intensos fenómenos de expulsión
de la población original, eliminando con ello un recurso patrimonial como es el
patrimonio intangible. Esta población se dispersa por la ciudad ocupando
nuevas o diferentes tipologías habitacionales, y toda la memoria quedará callada
con el desasosiego de no haberse visto nuevamente sembrada para las siguientes
generaciones. El peso específico de esta gente no será más que el que tienen en
sí mismas, su capacidad económica e influencia política, que en la mayor parte
de los casos suele ser muy escasa o casi nula (Fernández, 2003). Esto traerá
consigo una nueva forma de “habitar” los centros históricos, una novedosa
manera de relacionarse con ellos. Son muchos los ‘archilab’ y ‘Europan4’ que se
han desarrollado en las ciudades históricas a fin de buscar y encontrar modos
inéditos de acercarse a la compleja realidad que supone adentrarse en los cascos
históricos de las ciudades. Ha habido muchos y diversos resultados en los que ya
empiezan a aparecer palabras algo manidas y en decadencia por el continuo mal
uso, como participación, proyectos participativos etc. El nuevo tejido social que
ocupa la ciudad histórica no generará nuevas formas de patrimonio inmaterial.
Como hemos dicho anteriormente, estos nuevos moradores ocupan un rol
diferente, no el del ciudadano que habita y vive una ciudad, sino el del
observador que vive una realidad paralela sin encarnarse en ese lugar. Serán la
casualidad y las sinergias sociales las que se encarguen del bien inmaterial
contemporáneo en un contenedor heredado. Así, como dice M. Delgado, la
ciudad que verdaderamente permanece, la que sobrevive a los cambios
morfológicos, sociológicos o culturales, es la que van componiendo los
quehaceres efímeros, “las pasiones azarosas, los avatares infinitos que
obedecen a una lógica desperdigada y sonámbula, cuyos protagonistas son un
5 http://ultimahora.es/mallorca/noticia/sucesos/ultimas/enfrentamientos-en-alvia-
entre-taxistas-y-prostitutas-durante-una-manifestacion.html 24 de septiembre de 2011.
Unidos donde puede trazarse claramente una línea de evolución. Según G. Tella
los podríamos clasificar en:
- Shopping center reciclados: los primeros complejos tuvieron una localización
sobre áreas centrales y estaban basados en el reciclaje de edificios industriales
decimonónicos desafectados;
- Shopping periféricos ex-novo: sin interrupción del anterior proceso, se inició
una etapa de construcción de nuevos edificios, con un lenguaje altamente
atractivo, de gran tamaño y situados sobre áreas periféricas;
- Shopping periféricos reciclados: finalmente, a mediados de los años 90 se
sumó una nueva instancia, la de los shoppings barriales o de vecindad,
usualmente construidos como resultado de operaciones de reciclaje, pero en una
escala reducida en relación con los anteriores. (Tella, 2009)
Todos ellos tienen una estructura común, un trozo de ciudad ‘cosificado’,
vaciado de su contenido original y colmatado con el uso comercial. Supondrán
la frontera entre un espacio donde todo puede ocurrir y un espacio en el que
nada que no haya sido programado ocurrirá. Dadas las características descritas,
podemos ver el paralelismo entre estos y los centros históricos tematizados.
Veamos los rasgos de estos espacios robados al espacio público:
6 Fuente: http://www.cocahi.org/
Será por tanto lógico ver el resultado actual de intervenciones en los centros
históricos si los requerimientos que a estos se les piden son los definidos por la
citada confederación.
Cuando Adolfo Vásquez define el hábitat contemporáneo en su obra Air
Conditioning en el mundo interior del capital, dice que el hábitat del ser
humano no es ya ni la naturaleza en estado puro ni la casa o el domicilio, sino
una organización intermedia que asegure la calidad urbana de la estancia
humana (Vásquez, 2009). De aquí la necesidad del estado del bienestar de
sentirse dentro de un gran ‘palacio de cristal’. Estas demandas de la nueva
sociedad tendrán su reflejo en los centros históricos, como una parte más de la
desmembrada ciudad. Estos entornos tematizados se caracterizarán por la
necesidad de esferas protectoras que den cobijo a los símbolos identitarios de la
ciudad. Ese palacio de cristal urbano en que se han convertido los centros
históricos, con sus calles peatonales y sus casas con aire acondicionado, parece
constituir una respuesta adecuada a ese deseo de protección. Ya lo decía Walter
Benjamin en la época de la Restauración en Francia, cuando hablaba de las
galerías comerciales, los pasajes y los mercados de París. Para él, construyendo
esos pasajes, el régimen de Napoleón III mostró su verdadera naturaleza al
tratar de transformar el mundo interior en una especie de fantasmagoría: un
gran salón abierto donde uno recibe al mundo sin estar obligado a salir de su
casa. Para él, ése era el fantasma burgués de base: querer disfrutar de la
totalidad de los frutos del mundo sin tener que salir de su casa.
El paralelismo del palacio de cristal (shopping mall) y el ámbito urbano que
conforma un centro histórico no es nada nuevo. Hay muchos autores que hablan
de la fragilidad del mismo. Así Fernández Salinas, que escribe sobre la
alarmante preocupación del estado de los centros históricos (Fernández, 2005),
subrayará que “volver al centro histórico como objeto de reflexión parece una
acción oportuna y necesaria”. Igualmente, y refiriéndose a la problemática de
transformación de los mismos, López de Lucio alerta de los riesgos que corren
los tejidos históricos de nuestras ciudades (López, 2008). Esta fragilidad,
representada en la imagen de ‘palacio de cristal’ por la fugacidad del material
construido, también se traducirá en la tensión que transmite. Ninguna
construcción en cristal ha sido nunca sinónimo de tranquilidad, estabilidad y
perdurabilidad; todo lo contrario, ha sido fiel reflejo de inestabilidad, fugacidad
y vértigo. Pues bien, esas serán las características que entresaquemos de los
centros históricos desde los numerosos estudios que hoy pueblan las bibliotecas.
La inconsistencia de estos espacios no es nada nuevo, sino que ya se viene
advirtiendo desde los comienzos del tiempo postindustrial. Habrá numerosos
autores que planteen alternativas desde la austeridad (Campos, 1981) hasta todo
lo contrario, y otros que se replanteen el modelo de estructuración económica
(Hall, 1996).
Entre todo este magma de publicaciones hay varios hilos conductores: la
problemática de los centros históricos, el papel de los mismos en el urbanismo
contemporáneo y la debilidad de estos, tanto a nivel material como inmaterial.
Igualmente ocurrirá con la escala, encontrando desde autores que lo verán como
problemas anecdóticos a resolver puntualmente hasta los que lo analizarán
desde una escala mayor, una escala de ciudad. Por otro lado, y dentro de la
preocupación de abordar esta problemática acuciante, aparecen los modelos de
indicadores como herramientas para clarificar y definir, de forma más precisa,
objetivos e impactos. Serán de gran ayuda para modelos objetivables, como la
clasificación, ordenación y determinación del estado de los centros, pero no lo
serán tanto cuando abordemos los modelos sociales. Ésta será una de las
demandas que se haga a este modelo (López, 1999).
CONCLUSIONES
La aparición de una industria patrimonial, orientada por el valor de
cambio, responde más a la demanda de distracción y de ocio, confiriéndole a sus
consumidores un estatus social y de distinción, donde el valor histórico del
edificio es considerado como parte de la estrategia de la venta. La
mercantilización del patrimonio histórico ha sido presentada como una solución
empresarial y de la autoridad local para el establecimiento de programas de
renovación urbana que deberían de reactivar la dinámica económica del centro
histórico. Se considera que una parte importante del patrimonio histórico se
localiza en las ciudades que conservan su función simbólica, política y
económica en el imaginario social, a pesar de su expansión física. Y todo ello
gracias a este proceso de puesta en venta o mercantilización.
En este sentido, el patrimonio tiene que hacer continuamente el
esfuerzo por ser un proceso vivo, que tiene sentido solamente cuando, por
medio de elementos materiales, activa el acto de rememorar algo vital e
identitario para determinado grupo social. Se ve obligado a dejar de ser por un
momento el cascarón inerte que se exhibe diariamente a los tour-operadores
para ser una realidad heredada generadora de memoria. En su libro La Memoria
Colectiva y el tiempo, Halbwachs hace una reflexión interesante sobre esta
relación: “Si entre las casas, las calles y los grupos de habitantes, no hubiera
más que una relación accidental y de corta duración, los hombres podrían
destruir sus casas, su barrio, su ciudad y reconstruir otros, en el mismo lugar,
según un plano distinto. Pero aunque las piedras se dejen transportar, no es
tan fácil modificar las relaciones que se han establecido entre las piedras y los
hombres. Cuando un grupo humano vive durante mucho tiempo en un lugar
adaptado a sus costumbres, no sólo sus movimientos, sino también sus
pensamientos, se regulan según la sucesión de imágenes materiales que les
ofrecen los objetos exteriores. Ya se pueden suprimir en parte o modificar la
dirección, la orientación, la forma o el aspecto de las casas, estas calles, estos
pasos o cambiar solamente el lugar que ocupan unos respecto a otros. Las
piedras y los materiales no se resistirán y, en ellos, se enfrentarán, no tanto el
apego a las piedras, como al que tienen a sus antiguos lazos”. (Halbwachs,
2004)
BIBLIOGRAFÍA
WEB
- http://www.guillermotella.com/articulos/los-shopping-evolucionan-como-
neocentros-urbanos (11 de octubre de 2011)