Aristóteles 2ºbachillerato

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Silvia del Castillo Jacinto del Castillo 2023

ARISTÓTELES 2ºBACHILLERATO
1. EXPLICA LAS IDEAS QUE EXPONE ARISTÓTELES EN EL TEXTO

“La ciudad es la comunidad, procedente de varias aldeas, perfecta, ya que posee, para
decirlo de una vez, la conclusión de la autosuficiencia total, y que tiene su origen en la urgencia
del vivir, pero subsiste para el vivir bien. Así que toda ciudad existe por naturaleza, del mismo
modo que las comunidades originarias. Ella es la finalidad de aquéllas, y la naturaleza es finalidad.
Lo que cada ser es, después de cumplirse el desarrollo, eso decimos que es su naturaleza, así de
un hombre, de un caballo o de una casa. Además, la causa final y la perfección es lo mejor. Y la
autosuficiencia es la perfección, y óptima”.

Nos enfrentamos a un fragmento del libro I de la Política de Aristóteles en el que el peripatético


nos explica el origen de la polis y el por qué de su autosuficiencia. Debemos recordar que para la
mayoría de los pensadores griegos ética y política necesariamente han de ir de la mano y el
estagirita no es una excepción. Para Aristóteles la política -igual que la ética- es una ciencia
práctica que tiende al bien, pero éste ahora considerado desde una perspectiva colectiva. Y si
tenemos en cuenta que la virtud del hombre no se puede ejercitar fuera del marco de la polis,
será más fácil entender por qué Aristóteles da prioridad a la política sobre la ética, y a la polis
sobre el ciudadano, porque la polis, es decir, el Estado, es la más alta realización humana y la que
hace posible toda vida virtuosa y feliz.
El hombre, para el estagirita, es un animal político, un animal de rebaño, el hombre es un
ciudadano, pues los seres que viven solos o son dioses o son animales. El hombre es por
naturaleza un animal social y un ser político que vive en la polis; de hecho, el desarrollo de la
virtud sólo es posible dentro de la polis. La propia physis del hombre, su propia naturaleza, le
impulsa a vivir en sociedad con los demás hombres, pero esta integración del hombre en la
sociedad se realiza a tres niveles: en la familia (constituida por el marido, la mujer, hijos, nietos,
esclavos y animales), la aldea (conjunto de familias que se agrupan en busca de ventajas) y la polis
(la Ciudad-Estado lo suficientemente grande para que pueda autoabastecerse, pero lo
suficientemente pequeña para que los ciudadanos se conozcan y puedan establecer auténticas
relaciones).

"La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social
es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único
animal que tiene palabra. La voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los
demás animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y
significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo
y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales, el tener, él sólo, el sentido
del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que
constituye la casa y la ciudad”

El fragmento propuesto pertenece a Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a.C. Discípulo de
Platón, no tardó sin embargo en distanciarse de una manera progresiva de respecto a las ideas
de su maestro. La Política, obra a la que pertenece el texto, es en cierta manera una buena
expresión de la vida que acabamos de esbozar: siendo una de sus obras de madurez mantiene el

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carácter empírico. Su autor conoció de primera mano la constitución y las leyes de diversas
ciudades-estado de su tiempo antes de redactar esta obra, en la que reflexiona, entre otras cosas,
sobre la ciudad y su organización como uno de los aspectos esenciales de la vida humana.
La idea principal del texto es el lógos como característica diferenciadora de las sociedades
humanas respecto al resto de sociedades. Esta idea continúa la reflexión aristotélica en torno a
la sociabilidad natural del ser humano: vivimos en sociedad por naturaleza, y también por
naturaleza poseemos el lenguaje como elemento que nos distingue del resto de especies. Así,
Aristóteles nos está ofreciendo también su propia visión del ser humano como animal que tiene
palabra. El lenguaje se convierte además en la raíz de la moral y la política, pues gracias a él
podemos discutir “sobre lo justo y lo injusto” y dar voz a nuestro “sentido del bien”. En
consecuencia, el texto podría responder a la siguiente pregunta: ¿En qué se diferencia la sociedad
humana del resto de sociedades? La respuesta aristotélica apuntaría al lógos como aquello que
nos define y nos separa del resto de animales, siendo una condición indispensable de nuestra
manera de vivir en sociedad.

El principal argumento de Aristóteles apela a la naturaleza como origen de nuestra capacidad


lingüística. Puesto que la naturaleza “no hace nada en vano” y el ser humano dispone del lenguaje,
habrá que concluir que todo lo que deriva del mismo, como el vivir en la ciudad, es “por
naturaleza”, y que además da a nuestra manera de vivir en sociedad una nota distintiva en tanto
que nos permite discutir sobre cuestiones morales y políticas, que es la idea que aparece en la
segunda parte del texto. Esto es precisamente lo más característico de la vida en la ciudad: tomar
las decisiones a través de la palabra, que nos ha sido dada por la naturaleza.

2. E X P L I C A E L S I G N I F I C A D O Q U E T I E N E N E N A R I S TÓ T E L E S L O S T É R MI N O S O
EXPRESIONES SIGUIENTES. FELICIDAD, SUSTANCIA, POTENCIA7ACTO, CAUSA.

Felicidad: Es el bien o fin del hombre. Consiste en una actividad del alma (no se puede ser
feliz en la pasividad) conforme a la virtud perfecta (aquella relacionada con la razón pues la razón
es lo propio del ser humano) y a lo largo de una vida completa.
Para averiguar el contenido de la felicidad Aristóteles se pregunta cuál es la función propia del
hombre. Son tres las funciones del alma: nutritiva, alimentarse y crecer propia también de los
vegetales, sensitiva, placer y dolor, presente también en los animales y, racional, específica del
hombre. Por ello en el ejercicio de la razón está la verdadera felicidad humana. Cultivar la razón
de un modo excelente equivale para Aristóteles a la contemplación de los primeros principios tal
y como se da en ciencias teóricas como la metafísica o la teología y en el hábito para elegir
siempre el término medio entre dos extremos.

La felicidad es un bien perfecto, es decir, que no se busca para conseguir otro bien, sino que se
busca por sí mismo; ni es un fin que se busque como medio para conseguir otro fin. Existen tres
tipos de fines: los que se quieren por otra cosa como el dinero, los que se quieren por sí mismos
y por otra cosa como los honores, el placer o la inteligencia y, por último, aquel que sólo se quiere
por sí mismo que es la felicidad.

La felicidad es, además de fin perfecto, fin suficiente, es decir, proporciona la autosuficiencia. Sin
embargo, Aristóteles admite que es preferible que vaya acompañada de otras comodidades
materiales formando una superabundancia de bienes.

Sustancia: Aristóteles observaba que tras los cambios de apariencia que afectan a casi todos los
objetos permanece siempre algo inalterado. Eso que permanece idéntico e inalterado, el sustrato
material al que no le afectan los cambios, es la sustancia. Por ejemplo, el agua sigue siendo agua

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independientemente de su estado, sólido, líquido o gaseoso. La sustancia tiene entidad por sí


misma, es el soporte real sobre el que descansan todas las demás cualidades cambiantes de las
cosas. Estas cualidades cambiantes son los accidentes (el color, la dureza de un material, su forma,
su temperatura, etc.).

Aristóteles distingue dos tipos de sustancias: sustancias primeras (los individuos concretos, como
Sócrates, la farola o el tenedor) y sustancias segundas (la forma o el universal: “humano”,
“animal”, “vegetal”…). En sentido estricto, sólo los individuos concretos deben ser considerados
sustancias. Pero puesto que las especies y los géneros son también algo real, no meros conceptos,
también deben ser consideradas sustancias, aunque no existen separadas de la sustancia primera
(de los individuos), sino en ella (en los individuos concretos).

La sustancia primera es un compuesto de materia (hylé) y forma (morphé). Esta es la teoría


hylemórfica. La Forma es la esencia de la cosa, la sustancia segunda, la especie, y es eterna. La
Materia es, en el caso del hombre, carne, huesos y sangre; en el caso de una estatua, bronce o
madera. A este tipo de materia le llama Aristóteles materia próxima, perceptible por los sentidos.
Pero habla también de una materia primera absolutamente indeterminada, carente de forma,
cualidades o extensión, incapaz de existir independientemente. Esta noción recuerda al apeiron
de Anaximandro, o a la materia primordial del Timeo de Platón. Dicha materia primera también
sería eterna, pero imperceptible por los sentidos, sólo por la inteligencia.

A diferencia de Platón, Aristóteles admite que la sustancia puede estar sometida a procesos de
desarrollo vital y devenir (génesis), como observaba frecuentemente en los embriones de seres
vivos. Así, la sustancia primera no será simplemente algo estático (una Idea eterna en Platón),
sino una realidad capaz de desarrollarse, perfeccionarse y crecer. Para explicarlo utilizará los
conceptos de potencia-acto.

Potencia/acto: El problema del cambio o movimiento fue una de las grandes preocupaciones de
la Física aristotélica. Así, Aristóteles se ve obligado a superar los errores de Heráclito, Parménides
y Platón. El error de Heráclito fue suponer que todo cambia y nada permanece. Aristóteles
entiende que si esto fuese así el mundo sería ininteligible. Por ello, Aristóteles supone que existe
una sustancia que subyace bajo los accidentes y que proporciona orden y estabilidad al
mundo. El error de Parménides consistió en entender el ser unívocamente, en un solo sentido:
como lo-que-es-en-acto. Pero no-ser y ser-en-potencia son cosas diferentes. Del no-ser no surge
nada, mientras que el-ser-en-acto siempre procede del ser-en-potencia. La síntesis de Platón
consistió en dividir el mundo en uno sensible y otro inteligible, solución que no convence en
absoluto a Aristóteles pues deja de lado y califica de engañoso el mundo de la physis.

Para enfrentar el problema del movimiento Aristóteles reflexiona del siguiente modo. Todo ser
tiene dos aspectos o dimensiones: “lo que ya es” (acto, por ejemplo, un árbol) y “su capacidad
para llegar a ser lo que aún no es” (la potencia, por ejemplo, una semilla). El acto posee prioridad
absoluta sobre la potencia. Aunque una semilla parezca cronológicamente anterior al acto, no es
así: la semilla procede de un árbol en acto. El acto es el fin de la potencia, aquello hacia lo que
está orientada la potencia. Aristóteles tenía una concepción finalista o teleológica de la realidad.

Potencia-acto y materia-forma son pares de conceptos análogos o paralelos. La materia está en


potencia respecto a la forma; la forma es lo que actualiza la materia, la perfecciona y le confiere
su ser. La forma siempre es acto.

Causa: Sólo adquirimos conocimiento científico de algo cuando conocemos sus causas. La Física
se ocupa de establecer las causas de los seres naturales, dotados de movimiento propio. Las

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críticas de Aristóteles a los filósofos anteriores obedecen al hecho de que la mayoría se fijaron
sólo en una causa. Por ejemplo los físicos en la causa material: Tales de Mileto en el agua,
Heráclito en el fuego, Anaxímenes en el aire y Empédocles en fuego, aire, tierra y agua. Platón
habló de dos causas, la formal (las ideas) y la material, pero estableciendo un abismo entre una y
otra y dejando la forma, las ideas, fuera de las cosas. Empédocles (Amor-Odio) y Anaxágoras
(Inteligencia Universal) avanzaron la causa eficiente. Aristóteles, sin embargo, habla de cuatro
causas en total:

1) causa material (carne, huesos y sangre, en el caso de un hombre)

2) causa formal (la forma humana, la esencia, physis o naturaleza humana)

3) causa motriz o eficiente (hombre y mujer producen el nacimiento de un nuevo ser) y causa
final (animal social, racional, el fin hacia del desarrollo del ser humano).

Coinciden causa formal (la forma hombre), eficiente (a un hombre lo engendra otro hombre) y
final (la realización completa de todas las potencialidades de la forma hombre). Las tres hacen
referencia a la naturaleza o physis oponiéndose a la causa material. De modo que la teoría de las
causas puede reducirse en el caso de los seres vivos a la teoría hylemórfica.

3. R E L AC I ONA L A F I L OS OF Í A D E A R I S T Ó T E L E S C O N 3 D E L O S S I G U I E N T E S
A U T O R E S : P L A T Ó N , K A N T , D A V I D H U ME , H O B B E S

Platón: Aristóteles llevará a cabo una exhaustiva crítica a Platón. En primer lugar, se encuentra la
referida a la teoría de las ideas, en la que el estagirita llega a las siguientes conclusiones: el mundo
de las ideas es una duplicación innecesaria del mundo de las cosas, ya que sobre las ideas se
plantearían los mismos problemas que sobre las cosas (critica el carácter trascendente de las
ideas); el número de las ideas se multiplicaría hasta el infinito (debería haber ideas de las
relaciones entre las cosas e ideas de lo negativo); por último, la teoría de las ideas no explica la
génesis (da razón de lo que son, pero no de cómo llegan a ser). De todo esto se desprende que
lo que el estagirita repudiaba era la tesis de la separación de los dos mundos. Asimismo, se crea
el concepto de sustancia como compuesto hilemórfico, en el que la forma corresponde con la
Idea platónica.

En el campo de la teoría del conocimiento, ambos coinciden en que el conocimiento verdadero


versa sobre lo universal (episteme en Platón y silogismo científico en Aristóteles). Ahora bien,
para Aristóteles, no es posible llegar a la sabiduría, el conocimiento de las causas y principios que
culmina la escala del conocer, si antes no se ha llevado a cabo un proceso inductivo, de manera
que el conocimiento empezaría por los sentidos, siendo las sensaciones el primer grado de la
escala. Platón, en cambio, considera que el conocimiento adquirido a través de los sentidos es
solo apariencia de conocimiento o, en todo caso, sería inferior al que nos brinda la razón.

En cuanto a la teoría del alma, Platón considera que alma y cuerpo son dos sustancias distintas,
su unión es accidental, por lo que el alma sobrevive a la muerte del cuerpo. Ante esto, Aristóteles
expondrá que alma y cuerpo son dos elementos separables de la misma sustancia; el alma no
podrá existir fuera del cuerpo. Por otra parte, la división tripartita del alma que ambos realizan
tiene distinta función: la de Platón (alma concupiscible, irascible y racional) pretende reflejar que
el conflicto psicológico entre la razón y los deseos y pasiones tiene lugar en la misma alma,
mientras que la división aristotélica hace referencia a las funciones vitales (el alma está presente

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en todos los seres vivos). Por último, señalaremos que ambos filósofos coinciden en que la parte
racional del alma debe ser el elemento rector.

Por último, nos encontramos con la filosofía moral. En el ámbito ético, Aristóteles se opone a la
idea socrática, asumida por Platón, de que todo el que conoce el bien lo sigue, aunque acepta el
hecho de que el conocimiento del bien ejerce alguna influencia sobre el comportamiento. Para
Sócrates, si el hombre sigue el mal, no lo hace conscientemente, pues el bien es el objeto de
nuestra voluntad. Frente a esto, el estagirita considera que, efectivamente, hay hombres que
conocen el bien y no lo siguen, pues en el acto moral, además del conocimiento, intervienen las
pasiones. En cuanto a la política, ambos consideran que esta es la ciencia práctica suprema a la
que está supeditada la ética y que el hombre es social por naturaleza, la vida plenamente humana
es la vida en comunidad. Sin embargo, en Platón, la reflexión política se orienta a la propuesta de
un Estado ideal en el que el criterio que determinará a qué estrato social se pertenece es qué
parte del alma predomina en el hombre. Aristóteles criticará la rigidez de dichos criterios,
considerando que, aunque las distintas partes tengan intereses diversos, la polis deberá aunarlos
y armonizarlos en una tarea eficaz y común. Para conseguirlo, realiza un análisis fáctico de los
distintos modos de autoridad, apenas esboza un modelo de constitución ideal.

Hobbes: Frente a Hobbes, el estagirita mantendrá la teoría de la sociabilidad natural del hombre,
siendo este un zóon politikon (el individuo no es anterior a la sociedad, el todo es anterior a las
partes). La naturaleza, que no hace nada en vano, ha dotado al humano del logos, el cual le
permite llegar a acuerdos que se plasman en las leyes de la ciudad. Familia y aldea (asociaciones
básicas) son partes de la polis (asociación superior que las engloba), siendo esta la única
autosuficiente. Así, el desarrollo natural del hombre culmina en la asociación política entre libres
e iguales. Por su parte, Hobbes considera que la guerra hunde sus raíces en la naturaleza humana,
siendo el Estado un mecanismo útil de supervivencia. La creación del Estado queda justificada a
través de estos argumentos: la igualdad existente entre los hombres genera expectativas iguales
para conseguir sus fines, lo cual hace que se procuren unos a otros el máximo mal, la muerte.
Esto genera un estado permanente de desconfianza, pero la razón acude en ayuda del hombre
en forma de normas subordinadas a una principal que prescribe buscar la paz. Para conseguirla,
es necesario que las reglas sean respetadas por todos, siendo la única solución instituir un poder
que convierta cualquier acción contraria a la norma en desventajosa o perjudicial: el Estado.
Finalmente, el acuerdo por el que este se instituye es un acto de nuestra voluntad, por el que el
Estado no es un hecho natural.

Kant: Por último, nos encontramos con Kant. En cuanto a la teoría del conocimiento, Aristóteles
es el máximo exponente del realismo, corriente filosófica que afirma que existen las cosas
(sustancias) y que estas son inteligibles, de manera que con ellas nos hallamos en una relación de
conocimiento. Conocer consiste en elaborar conceptos, en formar en nuestra mente un conjunto
de notas características para cada una de las esencias en las que consisten las sustancias
(abstracción), aplicar dichos conceptos para elaborar juicios y enlazar estos para formar
razonamientos. El conocimiento (conceptos, juicios y razonamientos) refleja en la mente del
sujeto cognoscente la realidad tal y como es en sí misma; la verdad consiste en la adecuación
entre el pensamiento y la cosa. Por el contrario, Kant, con su idealismo trascendental, expone
que la realidad en sí no puede ser conocida; el objeto ha de tener ciertas condiciones para ser
cognoscible y estas solo le pertenecen en la medida en que el sujeto las ha puesto en él. Las
formas de espacio y tiempo son propiedades que las cosas tienen porque el sujeto las ha puesto
en ellas (fenómenos). El objeto de conocimiento es el resultado de la labor sintética del
entendimiento y es pensado necesariamente bajo algunas de las categorías. El sujeto podía
conocer aquello que él ponía en los objetos. Incluso la propia experiencia resultaba posible a
partir de las condiciones a priori y trascendentales que este imponía a los objetos,
constituyéndolos.

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En cuanto a la filosofía moral, Aristóteles presenta una ética teleológica, considerando que el fin
de la acción es el bien que se busca, siendo la felicidad el fin último, cuya búsqueda es intrínseca
al hombre. La felicidad que le corresponde a este es aquella que le sobreviene cuando realiza la
actividad que le es más propia naturalmente y cuando la realiza de un modo perfecto: la
capacidad de razonar (logos), siendo la felicidad más humana la de la vida teorética (el alma
intelectiva), si bien el estagirita acepta que para ser feliz es necesaria una cantidad moderada de
bienes exteriores. Decimos entonces del hombre que es virtuoso o bueno, siendo la virtud el
hábito de decidir bien, la elección del término medio entre dos extremos. Por su parte, Kant critica
las éticas materiales, las cuales, al estar centradas en el contenido (la felicidad en el caso
aristotélico) serán inevitablemente relativas y contingentes. Solo una ética formal, aquella que
adopta como fundamento el respeto a la ley y el racional sometimiento al deber u obligación
moral, podrá valer como universal y necesaria, de ahí su deontologismo. Kant también habla de
la voluntad, siendo esta lo único sobre lo que pueden aplicarse los calificativos morales (sobre lo
que el hombre quiere hacer). El filósofo distingue entre la voluntad heterónoma, aquella que
recibe pasivamente la ley de algo o alguien que no es ella misma, y la autónoma, que se da a sí
misma su propia ley, en ella misma se sitúa la formulación de la ley moral. La ley moral no puede
consistir en decir “haz esto” (ética material), sino en decir “hagas lo que hagas, hazlo por respeto
a la ley moral” (ética formal). Lo meritorio no es ajustar la conducta a un precepto para así
alcanzar el fin último, sino por qué se ajusta la conducta a un precepto u otro.

Hume: Aristóteles reconoce la existencia de un mundo moral objetivo que tiene su fundamento
en la naturaleza humana. Aristóteles concede una importancia esencial a las facultades
intelectuales. Éstas son las encargadas de descubrir el orden moral objetivo y dirigir la conducta
de los hombres.

Las tesis del primatólogo Frans de Waal pisan el terreno del emotivismo moral anglosajón
marcado por David Hume y Adam Smith, principalmente. Nada que ver con las del griego
Aristóteles, para quien la virtud ética no es una emoción, aunque algo tenga que ver con ella, sino
una acción apropiada en el contexto de la ciudad.

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