Hora Santa - Porlosdifuntos
Hora Santa - Porlosdifuntos
Hora Santa - Porlosdifuntos
Guía: ORACIÓN:
¡Oh Señor nuestro Sacramentado! Míranos aquí en tu adorable presencia. Venimos
a bendecirte y alabarte en unión de los ángeles que invisiblemente rodean esa
hostia divina. Venimos a consagrarte esta Hora Santa, gozándonos de estar aquí,
en tu acatamiento, a gustar de tú compañía y a conversar contigo, que tienes
palabras de vida eterna. Señor Jesús queremos velar contigo, queremos estar junto
a ti. Quisa no se nos ocurran muchas cosas, pero queremos estar, queremos
sentir tu amor, como cuando nos acercamos a una hoguera, queremos amarte,
queremos aprender a amar. Lo importante es estar abiertos a tu presencia. *
agradecer, alabar, suplicar. Danos Señor, la oportunidad de gustar de los beneficios
que nos traes, déjanos estar contigo.
Durante este momento de oración, queremos pedirte por el eterno descanso de
todos nuestros amigos y familiares, pues confiamos que gozan ya de tu presencia.
Guía: La oración por las Benditas almas del Purgatorio es el más maravilloso acto
de amor que un alma puede dar. Orar por ellas es una demostración de fe en el
Reino prometido por Jesús, es una prueba de amor por aquellos que más lo
necesitan ya que nada pueden hacer por cuenta propia para acortar sus penas, y
es un gesto de unión en la Comunión de los santos, de la iglesia peregrina en la
tierra, con la iglesia purgante que está camino a la Iglesia Glorificada, la de los
santos que están en el Cielo
Oración
Oh Jesús, amado Redentor mío, yo sé y confieso que, al tiempo que tú estás
presente delante de mí en este adorable Sacramento del Altar tras los velos
eucarísticos en pasmoso silencio y humildad, juzgas el mundo entero con justicia,
exactitud y minucia no menos pasmosas, y sentencias a las almas que a cada
instante van presentándose ante tu tribunal. Mientras aquí en el Sagrario tu santidad
infinita me admite con mi alma fría, defectuosa y manchada de pecados, allí tu
misma santidad aparta de sí toda alma en la que percibe la menor sombra de culpa.
Mientras aquí tu justicia soporta con asombrosa paciencia irreverencias, ofensas y
sacrilegios, en aquel tribunal ella reclama todos sus derechos, y a cuantas almas
conservan la más pequeña deuda o exhiben la menor mancilla de culpa, las manda
a pagar en los acervos tormentos del Purgatorio.
Oh buen Jesús, todo estremecido por estos pensamientos ante tu majestad
humillada en este Sacramento de Amor, con lágrimas en los ojos te imploro piedad
para con las pobres ánimas del Purgatorio…
1.- Señor, creador y redentor mío, creo que en tu justicia has dispuesto el purgatorio
para los difuntos que pasan a la eternidad sin antes haberse purificado
completamente del pecado y sus consecuencias. Y creo que, en tu misericordia,
aceptas los sufragios, especialmente el sacrificio de la Misa para su alivio y
liberación. Aumenta mi fe e infúndeme sentimientos de amor hacia estos queridos
hermanos que sufren.
Descansen en paz.
Amén.
2.- Señor Jesucristo, Rey de la gloria, por intercesión de María y de todos los
santos, libra a los fieles difuntos de las penas del purgatorio. Y tú, san Miguel,
príncipe de la milicia celestial, guíalos a la luz santa que el Señor ha prometido a
Abraham y sus descendientes. Te ofrezco, Señor, sacrificios y oraciones de
alabanza. Acéptalas por los que hoy recordamos par a que pasen al gozo eterno
del cielo.
Descansen en paz.
Amén.
3. Jesús, Maestro Bueno, te pido por los difuntos a los que me unen vínculos
más estrechos de gratitud, justicia, caridad o parentesco: mis padres, mis
bienhechores, mis hermanos de congregación y mis familiares. Te encomiendo a
las personas que en el mundo han tenido mayores responsabilidades: los
sacerdotes, los gobernantes, los superiores y personas consagradas. Te ruego
también por los difuntos más olvidados y los más devotos de Jesús Maestro, de la
Reina de los Apóstoles y de san Pablo apóstol. Dígnate llamarlos pronto a la
bienaventuranza eterna.
Descansen en paz.
Amén.
4.- Espero en Ti, piadoso Jesús mío. Oigo tu voz que dice: «Ven a Mí».
Porque eres fiel, por eso en Ti confío. Todo, Señor, lo espero hoy de Ti (bis).
4. Te doy gracias, Jesús Maestro por haberte encarnado para librar al hombre
de tantos males, con tu doctrina, tu vida, tu muerte y resurrección. Te pido por los
difuntos que en su vida fueron víctimas del error y del mal a causa de los medios de
comunicación social. Espero que estos difuntos, una vez librados de sus penas y
admitidos en el gozo eterno, te rueguen y supliquen por el mundo moderno, a fin de
que los muchos bienes que nos has dado para la elevación de la vida presente,
sirvan igualmente para el apostolado y la vida eterna.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz.
Amén.
Descansen en paz.
Amén.
Ahora dejemos que la palabra de Dios penetre en nuestra alma y nos ilumine:
“Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se
quedó en casa”.
Juan 11:20
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”.
Juan 11:25
De rodillas, vamos a pedir no solo por los que ya han dado este paso de esta vida
hacia el Padre, pidamos también para que cuando nosotros lleguemos al momento
de nuestra muerte, estemos preparados para el encuentro definitivo con el Señor:
Dios mío: Tú has decretado mi muerte desde la eternidad: yo la acepto desde ahora
con todo mi corazón en el modo y forma que tu divina Majestad ha dispuesto, y
acepto también todos los dolores que la han de acompañar, los uno a los tormentos
y a la muerte de Jesucristo, y te los ofrezco en satisfacción y penitencia de mis
pecados. Acepto igualmente la destrucción de mi cuerpo para que resplandezca
más tu supremo dominio sobre mí. Y por lo tanto, acepto y me alegro de que estos
ojos, que tanta libertad se han tomado contra Ti, queden con la muerte ciegos hasta
el fin del mundo.
Acepto y me alegro de que esta lengua, que tantas veces he empleado en palabras
vanas, murmuraciones y mentiras, quede muda con la muerte, y sea comida de
gusanos en el sepulcro.
Acepto y me gozo de que estas manos y estos pies que han sido para mi corazón
instrumentos de tantas acciones desordenadas y de tantos pasos torcidos, queden
con la muerte sin movimiento y sin acción entre los horrores de una hedionda
sepultura. Acepto y me gozo de que este mismo corazón que, siendo formado para
darte todos sus afectos, los ha empleado en miserables e indignas criaturas, sea
arrojado a la tierra y reducido a polvo y ceniza.
Jesús mío crucificado: Tú que para alcanzarme una buena muerte haz querido sufrir
muerte tan amarga, acuérdate entonces de que yo soy una de tus ovejas que has
comprado con el precio de tu sangre. Cuando todos los de la tierra me hayan
abandonado y nadie pueda ayudarme, Tu sólo podrás consolarme y salvarme,
haciéndome digno de recibirte por Viático, y no permitiendo que te pierda para
siempre. Amado Redentor mío, recíbeme entonces en tus llagas, puesto que yo
desde ahora me abrazo a Ti, y protesto que quiero entregar mi alma en la llaga
amorosa de tu sacratísimo costado.
Y Tú, Virgen Santísima, Abogada y Madre mía María; después de Dios, Tu eres y
serás mi esperanza y mi consuelo en la hora de la muerte. Desde ahora recurro a
Ti, y te ruego no me abandones en aquel último momento: ven entonces a recibir
mi alma y a presentarla a tu Hijo. Te aguardo, Madre mía, y espero morir bajo tu
amparo y abrazado a tus pies. Y Tú, Protector mío San José, San Miguel Arcángel,
Ángel Custodio, Santos mis abogados, ayúdenme en aquel trance extremo, en
aquel último combate y llévenme a la Gloria celestial. Amén.