Rosario Por Las Vocaciones

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ROSARIO POR LAS VOCACIONES

Misterios Gloriosos
La Resurrección del Señor
El domingo al amanecer, cuando ya había pasado el tiempo del descanso obligatorio, María Magdalena y
la otra María fueron a ver la tumba de Jesús. De pronto, hubo un gran temblor. Un ángel de Dios bajó del
cielo, movió la piedra que cerraba la tumba, y se sentó sobre ella. El ángel brillaba como un relámpago, y
su ropa era blanca como la nieve. Al verlo, los guardias se asustaron tanto que empezaron a temblar y se
quedaron como muertos. El ángel les dijo a las mujeres: “No se asusten. Yo sé que están buscando a
Jesús, el que murió en la cruz. No está aquí; ha resucitado, tal y como lo había dicho. Vengan a ver el
lugar donde habían puesto su cuerpo. Y ahora, vayan de inmediato a contarles a sus discípulos que él ya
ha resucitado, y que va a Galilea para llegar antes que ellos. Allí podrán verlo. Éste es el mensaje que les
doy.” (Mateo 28:1-7).
Padre Celestial, la resurrección de Jesús ha traído la esperanza de una nueva vida al mundo. Ayuda a
aquellos que están llamados a ser discípulos a las naciones. Que se llenen de fortaleza y esperanza de Él
que vive y reina por los siglos. Te lo pedimos, con María, por Cristo nuestro Señor.

La Ascensión del Señor


Cierto día en que estaban reunidos los apóstoles, le preguntaron a Jesús: “Señor, ¿no crees que éste es
un buen momento para que les des a los israelitas su propio rey?” Jesús les respondió: “Sólo Dios decide
cuándo llevar a cabo lo que piensa hacer. Pero quiero que sepan que el Espíritu Santo vendrá sobre
ustedes, y que recibirán poder para hablar de mí en Jerusalén, en todo el territorio de Judea y de
Samaria, y también en los lugares más lejanos del mundo. Después de esto, los apóstoles vieron cómo
Jesús era llevado al cielo, hasta que una nube lo cubrió y ya no volvieron a verlo. Mientras tanto, dos
hombres se aparecieron junto a los apóstoles. Estaban vestidos con ropas muy blancas, pero los
apóstoles no los vieron porque estaban mirando al cielo. Entonces aquellos dos les dijeron: “Hombres de
Galilea, ¿qué hacen ahí, mirando al cielo? Acaban de ver que Jesús fue llevado al cielo, pero así como se
ha ido, un día volverá.” Los apóstoles que vieron a Jesús subir al cielo eran Pedro, Juan, Santiago,
Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el hijo de Alfeo, Simón el Celote y Judas el hijo de
Santiago. Todos ellos se alejaron del Monte de los Olivos y caminaron como un kilómetro, hasta llegar de
nuevo a Jerusalén. Cuando llegaron a la casa donde se estaban quedando, subieron a su cuarto.
(Hechos 1:6-12)

Padre Celestial, Jesús ha prometido estar con tu Iglesia hasta el fin del mundo. Que aquellos que están
llamados a continuar tu obra a través de los sacramentos y de tu testimonio santo sean fortalecidos para
llevar a cabo tu voluntad para con la Iglesia. Te lo pedimos, con María, por Cristo nuestro Señor.

La Venida del Espíritu Santo


Cuando el día de Pentecostés se cumplió, estaban todos juntos en un solo lugar. Y de repente vino del
cielo un ruido como de un viento impetuoso, y llenó toda la casa en que se encontraban. Entonces se
aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y fueron
todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía
expresarse. Ahora bien, había Judíos devotos de todas las naciones bajo el cielo de visita en Jerusalén.
Al oír el ruido, se reunieron en una gran multitud, pero ellos estaban confundidos, porque cada uno les oía
hablar en su propio idioma. Ellos estaban asombrados, y en su asombro se preguntaban a si mismos:
"¿No son todos estos que están hablando galileos? ... sin embargo, les oímos hablar en nuestras lenguas
de las maravillas de Dios. "(Hechos 2:1-7,11) Padre Celestial, sigue enviando tu Espíritu para renovar en
tu Iglesia el llamado a servirte en el sacerdocio y en la vida consagrada. Que el Espíritu Santo siempre
siga activo en nuestras vidas. Te lo pedimos, con María, por Cristo nuestro Señor.

La Asunción de la Virgen María


Luego se vio en el cielo algo muy grande y misterioso: apareció una mujer envuelta en el sol. Tenía la
luna debajo de sus pies, y llevaba en la cabeza una corona con doce estrellas. La mujer estaba
embarazada y daba gritos de dolor, pues estaba a punto de dar a luz a su hijo. De pronto se vio en el
cielo algo también misterioso: apareció un gran dragón rojo, que tenía siete cabezas, diez cuernos y una
corona en cada cabeza. Ese dragón arrastró con la cola a la tercera parte de las estrellas del cielo, y las
arrojó a la tierra; luego se detuvo frente a la mujer, para comerse a su hijo tan pronto como naciera. La
mujer tuvo un hijo que gobernaría con gran poder a todos los países de este mundo. Pero le quitaron a su
hijo y lo llevaron ante Dios y ante su trono. La mujer huyó al desierto, donde Dios había preparado un
lugar para que la cuidaran durante tres años y medio. (Apocalipsis 12:1-6)
Padre Celestial, María disfruta ahora de la plenitud de tu vida en el cielo. Ayúdanos a darnos cuenta de
que tiene un plan para cada una de nuestras vidas y que nuestra felicidad consiste en descubrir y seguir
el plan. Te lo pedimos, con María, por Cristo nuestro Señor.

La Coronación de María, Reina del Cielo y de la Tierra


Entonces María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador. Por que ha mirado la humildad de su sierva; he aquí, de ahora en adelante todas las
generaciones me llamarán bienaventurada. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí, Santo es su
nombre. Su misericordia se extiende de edad en edad a los que le temen. Se ha demostrado su poder
con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón y de mente. Derribó a los poderosos de sus tronos y
enaltece a los humildes. A los hambrientos los ha llenado de cosas buenas; a los ricos los despide vacíos.
Él ha ayudado a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, según su promesa a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia para siempre. "(Lucas 1:46-55)
Padre Celestial, es en la humildad que nos percatamos de la grandeza de nuestra vocación. Ayúdanos a
servir de una manera humilde para que otros puedan ver tu luz, en lugar de la nuestra. Te lo pedimos, con
María, por Cristo nuestro Señor.

Letanía por las Vocaciones


Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
Ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo
Ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo.
Ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios
Ten misericordia de nosotros.
Santa María
Ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios
Ruega por nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes
Ruega por nosotros.
San Miguel Arcángel,
Ruega por nosotros.
San Gabriel, mensajero del plan divino de Dios,
Ruega por nosotros
San Rafael, compañero del camino,
Ruega por nosotros
Todos los santos ángeles y arcángeles,
Rueguen por nosotros
San José, protector de la Santa Iglesia
Ruega por nosotros.
San Juan Vianney, patrono de los sacerdotes,
Ruega por nosotros.
San Luis Gonzaga, patrono de los jóvenes,
Ruega por nosotros
San Alfonso María de Liguorio, patrono de las vocaciones,
Ruega por nosotros.
San Carlos Borromeo, patrono de los seminaristas,
Ruega por nosotros.
San Tarsicio, patrono de los monaguillos,
Ruega por nosotros.
Santa María Goretti, patrona de los adolescentes,
Ruega por nosotros.
San Francisco de Sales, patrono de la arquidiócesis,
Ruega por nosotros.
Todos los hombres y mujeres santas,
Rueguen por nosotros.
Ten piedad de nosotros,
Perdónanos, Señor.
Ten piedad de nosotros,
Escúchanos, Señor.
Por tu misericordia,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por tu bondad,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por la ferviente oración y sacrificios de tu Pueblo,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por el poder del Santo Sacrificio de la Misa,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por la intercesión de todos los ángeles y santos,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por la santificación de la familia,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por los padres generosos abiertos a la vida,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por los sacerdotes, religiosos y religiosas que luchan por la santidad,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Por un sentido renovado de fidelidad hacia nuestra fe católica,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Para que los jóvenes busquen vivir la verdad en Cristo,
Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Para que los jóvenes busquen la volundad de Dios en sus vidas,
Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Para que los jóvenes escuchen el llamado a entregar sus vidas a la misión de la Iglesia,
Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Para que todos los sacerdotes, religiosos y religiosas sean renovados en el espíritu de la nueva
evangelización, Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Para que los Obispos sean fortalecidos como pastores de la Iglesia,
Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Para que siempre oremos y promovamos las vocaciones,
Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Para que los que sean llamados al sacerdocio o la vida religiosa respondan con generosidad,
Señor, amo de la cosecha, escúchanos.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
La mies es mucha, los obreros pocos,
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Oremos:

Señor, Tú quien llamaste a los apóstoles para que hicieran discípulos en todas la naciones y quien
nos has llamado por medio de nuestro Bautismo y Confirmación para construir Tu Santa Iglesia, te
imploramos que escogas de entre nosotros, Tus hijos, muchos sacerdotes, religiosos y religiosas que
te amen con todo su corazón y que dediquen sus vidas con amor y felicidad a proclamar tu nombre.

Por Cristo Nuestro Señor.


Amén.

Oración por Vocaciones

Amoroso y bendito Dios, Padre de todos, Tú siempre bendices en todo momento a tu pueblo
y estás al pendiente de sus necesidades a través de tu providencial cuidado. Tu Iglesia
continuamente necesita sacerdotes, religiosos y religiosas que ofrezcan su vida al servicio del
Evangelio. Abre los corazones de nuestros hijos e hijas para que sientan tu llamado. Dales el
don del entendimiento para que puedan aceptar la invitación de servirte a ti y a tu Iglesia.
Dales el don de la decisión para seguir tu llamado. Concédeles tener el espíritu del joven
Samuel quien encontró el pleno desarrollo de su vida cuando te dijo: “Habla, Señor, que tu
siervo te escucha.” Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor y Redentor. Amén.

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