El Arte de La Intimidad

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Gay Hendricks

Kathlyn Hendricks

El
Arte
de la
Intimidad
Una guía para perder el
miedo al amor
Indice

Prólogo 7
I. El secreto 11
II. Cómo acercarnos a otra persona 21
Formas comunes de eludir una relación íntima 24
Nos insensibilizamos 24
Culpamos a los demás 25
Pasamos nuestras viejas películas 26
Luchamos por el poder 27
Tenemos sentimientos contradictorios 28
Discutimos 29
Enfermarnos 30
La experiencia del acercamiento 31
III. Para lograr la autonomía 33
IV. Diferencias entre una relación y un enredo 39
Características de los enredos 42
V. Cómo establecer relaciones positivas 47
Intenciones conflictivas 49
VI. Intenciones y acuerdos esenciales para una re-
lación positiva 53
VII. Los enredos se reflejan en el cuerpo 61
Espacio, peso y tiempo 66
Espacio 66
Peso 67
Tiempo 68
VIII. La proyección: una importante barrera para
las relaciones positivas 71
Cómo eliminar la proyección 76
IX. Cómo resolver el problema de los límites su-
periores: aprender a manejar más energía positiva 79
La alternativa: crear nuevos canales para la ener-
gía positiva 88
Comentarlo con la pareja 89
Darse espacio para crecer 90
Contacto físico y movimiento 91
Llegar a acuerdos positivos con el Universo 91
X. Estrategias específicas para resolver conflictos 95
Intensificación de las descargas 97
Retirada 98
Ofender y pedir borrón y cuenta nueva 98
La alternativa milagrosa 99
Experimentar el conflicto 100
Comunicación iluminadora 101
Dos ejemplos 102
XI. La sexualidad y el dinero 105
SEXUALIDAD 107
Alta fidelidad 110
DINERO 111
XII. Ejercicios 115
Estiramiento en parejas 117
Acercarse-alejarse 117
Polaridades de poder 119
Análisis de las intenciones 120
Esta bien-no esta bien 122
Nuevos Estímulos 123
Caminar juntos 124
Conversación por señas 125
Danza del vientre 126
Moldear 126
Domando al dragón de los limites superiores 126
Posiciones 128
Establecer intenciones 129
Incrementar el amor 130
Retroinformación 131
Ciclos de expresión 132
Completar ciclos de percepción 133
Mensajes callados 134
Epílogo 135
Prólogo

Amar es lo que mejor hacemos. El amor es nuestra


gloria y nuestra fuerza, y es tan poderoso que, aunque
sólo sea un poco, puede sanar y transformar nuestra vida
en forma permanente o impulsarnos a ir a los confines del
mundo buscándolo o huyendo de él.
Experimentar el amor en forma total y permanente es
lo que deseamos con mayor intensidad los seres humanos,
y tan es así que detrás de todos nuestros esfuerzos para
que nos reconozcan, para obtener poder, dinero y demás
cosas materiales, lo que en verdad buscamos es amor.
¿Qué nos impide entonces sentirlo? ¿Por qué es tan
difícil de conseguir y conservar si tanto lo anhelamos?
He aquí la razón: el poder del amor hace a un lado todos
los obstáculos que encuentra en el camino, y nosotros lo
afrontamos ya sea con más amor o cerrándole la puerta.
Pongamos por ejemplo el caso de un hombre que ha sido
desdeñado en una relación anterior y más tarde encuentra
un nuevo amor. Por un lado se alegra pues lo que más
desea es amar, pero por otro se asusta, porque en su mente
y su corazón el amor va asociado con rechazo. Como él
busca el amor total y permanente, debe hacer desaparecer
los viejos sentimientos de sufrimiento y rechazo que
conserva, pues al sentirse amado por la nueva mujer
saldrán a la superficie. Y ¿cómo se enfrentará con ellos?
¿Los proyectará en ella esperando que le rechace? ¿Los
alzará como una barrera en forma tal que ella acabará por
rechazarle? ¿O considerará sus viejos sentimientos como
lo que son: un remolino de antiguos dolores purificados y
liberados por el poder de la energía positiva de su nuevo
amor? Y lo que es más importante: ¿manejará la situación
pretendiendo alcanzar un nivel más elevado de dar y
recibir amor o seguirá aferrándose al antiguo patrón?
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Hay miles de formas de cerrar la puerta al amor y
sólo unos cuantos secretos para propiciarlo, pero son
tan poderosos que, de hecho, no necesitamos más. Sólo
tenemos que aprender en qué consisten y cómo usarlos
adecuadamente. De eso trata este libro.
Para las ideas y técnicas que aquí describimos hemos
analizado los problemas de las relaciones en varias
formas: en primer lugar, nuestra experiencia personal
en el amor ha sido el campo de prueba más importante;
la relación mutua de amor y creatividad a la que hemos
llegado es producto de las ideas que analizaremos en los
siguientes capítulos. Tenemos en total más de veinticinco
años de experiencia conjunta impartiendo psicoterapia y,
tanto nuestros clientes como quienes han participado en
nuestros talleres, han venido a ampliar el campo de ensayo
en el que hemos puesto a prueba y perfeccionado estas
técnicas. También estamos al tanto de la literatura sobre
investigación en psicoterapia y en terapia de relaciones,
porque los dos hemos sido maestros de terapeutas durante
los últimos diez años.
Nuestra relación es el elemento más importante
de crecimiento y aprendizaje en nuestra vida. Aunque
hagamos referencia de vez en cuando a la literatura
especializada y a las experiencias de nuestros clientes,
podemos garantizar que, como pareja, hemos
experimentado con éxito todas las ideas y técnicas del
libro.
Nuestro objetivo es estudiar el proceso para
desarrollar y conservar una relación estrecha de acuerdo
con los detalles muy personales de cada pareja. Queremos
escuchar el latido de la intimidad, averiguar qué se siente
superar las barreras que nos impiden tener con los demás
un relación creativa y extática. Sabemos que este tipo de
relación se puede lograr y deseamos que abunde en el
mundo.

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Las relaciones ofrecen infinitas oportunidades
para nuestro crecimiento espiritual y psicológico y los
beneficios son ilimitados. ¿Qué mejor que conseguir
la luminosa experiencia del amor y tener con quien
celebrarlo? Abramos juntos el libro de los secretos y
descubramos las sorpresas que nos aguardan.

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I

El secreto
Al entablar relaciones nuevas lo hacemos con grandes
esperanzas y con un pasado. El pasado consiste en los
trastornos de nuestra personalidad que emanan de
antiguas experiencias. El amor y la energía positiva que
se generan entre dos personas traen esos trastornos a la
superficie.
He aquí algunos ejemplos de conflictos de la
personalidad:
• En el fondo siento que no soy digno de ser amado
• No soporto que me critiquen
• Por razones inexplicables, me deprimo y me pongo
de mal humor
• Siento una rabia explosiva
• Quiero que se ocupen de mi
Surge una extraña paradoja. A menudo se cree que
este tipo de cuestiones se originaron por falta de amor.
Y quizás es cierto en la infancia, cuando por primera vez
se instalan. Sin embargo en nuestra vida actual lo que lo
hace aflorar es precisamente la experiencia de ser amados.
El amor sana y el proceso de curación tiene que sacar
primero los problemas a la luz. Cuando éstos surgen, a
menudo no sabemos cómo afrontarlos, y nos retraemos
de la otra persona achacando los problemas a falta de
amor en la relación.
Si no te crees digno de merecer amor y atención
positiva, es probable que te sientas incómodo cuando te
los den. Haz un experimento que hemos realizado con
cientos de personas en nuestros talleres de relación. Está
diseñado para descubrir las barreras que impiden recibir
de lleno energía positiva.
Pide a un amigo o compañero que se siente frente a ti
y que mirándote a los ojos te diga sinceramente cada diez
segundos más o menos: “eres maravilloso”. Todos somos
maravillosos aunque quizás no lo creamos, así que la
afirmación es rigurosamente cierta. Haz que esa persona
te lo siga diciendo durante dos o tres minutos. En cada
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pausa observa lo que sucede en tu mente y en tu cuerpo.
Estas son algunas respuestas típicas que da la mente:
• “No, no lo soy”
• Desvario
• Pensamientos alocados
• Ofuscación
Las respuestas típicas del cuerpo son:
• No sostener la mirada
• Cuerpo tenso
• Grandes deseos de volver la cabeza
• Flujo de emociones a punto de desbordarse, tales
como miedo y tristeza.

Este experimento nos hace ver claramente que casi


todos ofrecemos resistencia a recibir energía positiva. Sin
embargo nos podemos beneficiar descubriendo la forma en
que la bloqueamos. Por ejemplo, si notas que evitas la energía
positiva cambiando de tema o haciendo una broma, observa
si en situaciones futuras repites el patrón. Volveremos a
hablar de este tema en otro capítulo dedicado a las diversas
formas que empleamos para evitar la energía positiva.
Una relación cercana es como un faro cósmico que saca
a la luz todo lo mejor y todo lo peor que tenemos. Cuando
una persona se une estrechamente a otra, la energía de
ambas se combina y aumenta, creando la posibilidad de
que la relación ascienda a nuevas cumbres o se desvanezca.
Esta paradoja se debe a que una relación cercana desafía
dos importantes temores que tenemos los seres humanos:
el temor a una relación íntima y el temor a la soledad.
Lo ideal sería que tuviéramos la capacidad de
sentirnos a gusto tanto en estrecha relación con otros
como en independencia. Pero, de hecho, pocos llegamos a
sentirnos perfectamente cómodos con nosotros y con los
demás sin haber trabajado bastante en nosotros mismos.
La dificultad para intimar reside en los choques,
heridas y disgustos que hemos sufrido en el pasado al
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tener relaciones cercanas. Es el caso, por ejemplo, de una
muchacha a la que le gusta abrazar y tener una relación
estrecha con su padre. Él fuma puros que a ella le irritan su
sensible sistema respiratorio y su reacción, perfectamente
normal, es estornudar. Su mente junta las tres cosas:
acercamiento, humo de puros y estornudos. Más tarde se
acercará a su marido, que ni siquiera fuma, y estornudará.
La mente funciona así por una buena razón: tiene
que tomar instantáneas de las cosas que hieren. Pones la
mano en la estufa y te quemas. La mente tiene que evitar
que vuelva a suceder. ¿Cómo? Registrando toda la escena,
es decir, tomando una foto general. Si en el momento
de quemarte estabas comiendo orozuz por primera vez,
quizás más adelante descubras que el orozuz no te gusta
especialmente.
Por desgracia para nosotros, la mente a menudo
generaliza. Si por ejemplo tengo una relación cercana
con mi padre y él me molesta sexualmente, ¡pues dejo de
acercarme a él y ya está! Pero esto no para ahí, la mente
joven e impresionable va uno o dos pasos más allá y piensa:
• No te acerques mucho a los hombres
• Ojo con los sentimientos sexuales
• Sé estricta con los hombres - podrían violarte

Nos enfrentamos, pues, con este problema: hemos


tenido una relación cercana con alguien, hemos sufrido
algunas experiencias desagradables y la mente ha captado
la situación general. Lo que sucede a continuación es en
verdad asombroso.
Una parte de nosotros quiere evitar en el futuro
situaciones semejantes a la que nos lastimó. Otra, sin
embargo, debe buscar situaciones similares en un impulso
por poner en orden los sentimientos dolorosos y liberarse
de ellos. Además, buscamos situaciones similares porque
quizás tratamos de encontrar algo que sólo conseguimos
en la situación original. Por ejemplo, a la vez que mi
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padre me molestaba, quizás me mostraba aceptación y me
transmitía energía positiva.
Una parte de nosotros se cuida de las relaciones
cercanas, y otra nunca se sentirá satisfecha hasta
experimentar la intimidad total. No encontraremos
descanso mientras no nos liberemos del lastre del pasado
y logremos una relación llena de vitalidad y amor. Por
eso volvemos una y otra vez al terreno de las relaciones
cercanas.
Antes mencionamos el miedo a la soledad.
Idealmente, deberíamos ser autosuficientes y sentimos a
gusto con nosotros mismos como entes independientes,
experimentando al mismo tiempo total intimidad con
los demás. Los dos impulsos, hacia la unión y hacia la
independencia, estarían satisfechos y no entrarían en
conflicto.
La realidad es que a menudo tenemos tanto miedo
a la auténtica independencia como a la intimidad.
Imaginemos el conflicto de un niño. Para sobrevivir se
une a su madre. En el proceso mediante el cual la madre
lo alimenta y lo lleva en brazos el bebé y ella son uno; él
se abandona naturalmente en la plenitud y el calor que
recibe. Pero al crecer, el niño tiene también que afirmar
su propia identidad. Tiene que aprender a explorar el
mundo, a tomar decisiones y llegar a ser completamente
independiente. Tanto en la fase infantil de acercamiento,
como en la fase posterior de independencia, hay muchas
cosas que pueden interrumpir el feliz establecimiento de
ambas. Un buen ejemplo es el caso de un hombre que
nunca había logrado una relación íntima con una mujer,
a pesar de que rondaba ya los cincuenta años. Era un
profesionista atractivo y agradable, sin defectos obvios
que pudieran impedirle lograr su propósito. Al analizar
su infancia, sin embargo, resultó que su madre había
padecido tuberculosis al nacer él, y a lo largo de todo su
primer año de vida estuvo separado de ella. Durante ese
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tiempo lo crió una tía. Luego su madre decidió marcharse
para iniciar una nueva vida y lo dejó con esa tía, que
después lo adoptó. Este es un ejemplo, exagerado quizás,
del tipo de incidente que puede interrumpir la fase infantil
de acercamiento.
En la etapa de independencia pueden ocurrir
innumerables sucesos engorrosos que nos impedirán
sentirnos a gusto en el mundo. Por ejemplo, un niño
padeció fiebre reumática justo cuando comenzaba su
etapa de independencia. Su tercer año de vida lo pasó casi
entero en la cama. Más tarde, de adulto, casi no quería
salir de casa y no podía desarrollar relaciones íntimas con
nadie por miedo a que limitaran su libertad.
De hecho, nunca podemos saber si incidentes
tempranos como éstos son la única causa de problemas
posteriores, ni tampoco hay forma de impedir que
sucedan las extrañas circunstancias fortuitas de la vida.
Lo que siempre podremos hacer, sin embargo, es advertir
nuestras zonas de limitación y tratar de comprenderlas y
corregirlas.
La senda para convertirnos en verdaderos seres
humanos está en aprender a acercarnos a los demás,
disfrutando esa unión, y en lograr nuestra total
independencia para sentirnos a gusto con nosotros
mismos. Sin embargo, las limitaciones causadas por
patrones antiguos a menudo nos impiden realizar ambas
cosas. Así, al encontrarnos ante la oportunidad de
acercarnos a alguien, lo que haremos quizás será empezar
una discusión o buscar formas de lastimarlo. Cuando
tenemos la ocasión de lograr mayor independencia,
sufrimos un accidente o nos enfermamos para crear la
obligación de volver a una relación de dependencia.

Los siguientes ejemplos los hemos visto personalmente:


• La noche anterior al comienzo de su primer trabajo
serio, una mujer acusa a su marido de tener una amante
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(que luego resulta inexistente). Él se enfurece pensando
que se ha vuelto loca. Ella no se presenta al trabajo a causa
de la trifulca doméstica. Por razones económicas, se ven
obligados a establecer una precaria asociación, pero pasará
todavía un año lleno de altercados antes que resulte obvio
que ella inventó todo por miedo a la independencia.
• Otra pareja presenta un patrón de grandes
discusiones cada vez que van a iniciar una temporada
larga de estar juntos, como fines de semana unidos a días
festivos y vacaciones. Aunque al final reconocen que las
peleas proceden de su miedo a una relación más íntima,
les cuesta mucho trabajo romper el patrón.
• Un hombre que está a punto de dejar el hogar
conyugal para iniciar una separación de prueba, se lastima
la espalda y tiene que pasar una semana en cama atendido
por su furiosa esposa.

La mayor parte de nuestros conflictos se pueden


considerar como resistencia a acercarnos o a ser más
independientes. Deseamos ambas cosas vivamente y sin
embargo ponemos muchos obstáculos para logarlas. ¿Qué
podemos hacer?
En primer lugar, tenemos que aceptar que el centro
del problema es nuestra renuencia personal al amor y a
la atención positiva. Esta idea es difícil de aceptar, sobre
todo si uno ha tenido muchas experiencias dolorosas en la
vida. Sin embargo tenerlo presente nos impide caer en la
trampa mortal de creer que la culpa de nuestras barreras
de relación es de los demás o del mundo. En segundo
lugar, tenemos que desarrollar algunas técnicas para
descubrir y afrontar los viejos patrones cuando surjan.
En los capítulos siguientes explicaremos detalladamente
varias formas de hacerlo.
En tercer lugar, debemos crear nuevos canales para
experimentar y aceptar energía positiva; aprender a
recibir amor, a sentirlo y a permitirle perfeccionar nuestro
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interior, agradeciendo a quienes nos lo den. Al principio
puede resultar difícil, como empezar a hablar un idioma
nuevo. Decir simplemente “Me caes bien” sin imponer
condiciones, puede ser un auténtico reto si no estamos
acostumbrados a hablar el idioma de la energía positiva.
En cuarto lugar, debemos aprender a aceptar que
tanto uno mismo como nuestra pareja atravesamos ciclos
de acercamiento y ciclos de independencia. Este paso es
difícil porque al acercarnos o independizarnos nuestro
primer impulso a menudo es sentir miedo. Una relación
debe ser lo suficientemente amplia como para contener
las fluctuaciones de acercamiento e independencia de las
dos personas.
Todo esto y más podemos lograr con valor, buena
voluntad y práctica. Pero lleva tiempo, porque aunque
mentalmente estemos convencidos, el corazón y el
estómago no se convencen tan fácilmente. La siguiente es
una experiencia nuestra narrada por Gay:

“Una noche de verano estábamos dando un paseo


por nuestro barrio. El aire era muy suave y fresco.
Catalina me miró y me dijo “Eres extraordinario”.
Yo sentí que se me iba la cabeza y que todo mi cuerpo
se suavizaba por dentro. Era un impacto tan fuerte
de energía positiva que apenas cabía dentro de mí.
Sentí el impulso de cambiar de tema pero en lugar
de eso permanecí con la sensación. Enseguida le di
las gracias y seguimos caminando. Noté la parte
delantera de mi cuerpo purificada, ligera y libre. En
la espalda sentí mucha energía, como si se me fuera
a poner tensa si no hacía enseguida algo con esa
energía. Entonces puse las manos sobre los hombros
de Catalina y le dirigí toda la energía que sentía.
“Qué bien se siente” me dijo. Luego le pedí que le
dijera también a mi espalda que era extraordinaria,
y para hacerlo apoyó la suya contra la mía, respiró
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profundamente y le comunicó el mensaje. Entonces
me sentí equilibrado por delante y por detrás, libre
y ligero. Durante el resto del paseo discutimos
algunas ideas que queríamos incluir en este libro y
otros proyectos que teníamos entre manos”.

Este incidente ilustra varias nociones importantes


sobre las relaciones. En primer lugar, aunque ya se
conocieran todas las ideas contenidas en el libro, hace
falta práctica para poder experimentar del todo la
energía positiva. En segundo lugar, una descarga clara y
directa de energía positiva tiene un efecto poderoso en el
organismo: lo limpia y purifica, al tiempo que remueve
cualquier resistencia que el receptor albergue. En tercer
lugar, el receptor se siente lleno de energía y ésta debe
circular para mantener el equilibrio. En cuarto lugar, al
dar y recibir energía positiva la creatividad aumenta. Es
uno de los alimentos que nutren una relación creativa.
Ahora que ya entendemos los puntos básicos, vamos a
estudiar en detalle el proceso de acercamiento.

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II

Cómo acercarnos a
otra persona
Los seres humanos sentimos un profundo deseo
de acercarnos a otros. Al hacerlo, sin embargo, surgen
desavenencias que a menudo nos hacen lamentar haber
tenido ese deseo. Veamos si podemos abrirnos paso
en ese extraño laberinto y lograr el acercamiento sin
contratiempos.
Nos gusta acercarnos por varias razones. La primera
es que resulta muy agradable unirse profundamente a
otra persona, hasta el punto de perder nuestro sentido
del yo. Una parte de nosotros, que algunos llaman
ego, ha establecido cuidadosamente un sentido del Yo.
Necesitamos en gran medida la seguridad de tener
el sentido de quién soy “Yo”. Pero también nos gusta
deshacernos de vez en cuando de ese Yo para unirnos del
todo a otra persona o al universo mismo. Cuando estamos
haciendo el amor en forma apasionada y extáticamente,
tal vez no queremos que nada, ni siquiera, un sentido del
Yo, nos impida abandonarnos por completo a nuestras
sensaciones. O sea que el ego trae consigo una paradoja:
debemos tenerlo y debemos trascenderlo.
Nos sentimos muy bien al unirnos a otra persona y
mezclar nuestras moléculas con las suyas. Durante millones
de años de evolución un organismo se ha mezclado con
otro para crear algo nuevo. En lo más recóndito de nuestro
ser yace el impulso de entrelazar nuestros átomos con los
de otra persona. Nos fascina jugar y para los juegos más
interesantes siempre se requiere una pareja.
Debido a varios aspectos peculiares, estos juegos
pueden a veces escocer. Nos abrimos, perdemos nuestro
sentido del yo, mezclamos nuestras moléculas y luego
resultamos gravemente heridos. Puede suceder también
que nos abramos, y luego retrocedamos asustados al ver
lo que surge de nuestro interior o el de la otra persona.
Hay unos animalitos metálicos con imán en la base que
cuando se ponen en una mesa dándose la espalda giran en
redondo para quedar frente a frente. Un proceso similar
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ocurre con las relaciones humanas. Nos metemos en una
relación nueva con la mente en sucesos pasados. Entonces
la atracción magnética nos hace dar la vuelta para afrontar
el presente cara a cara. En ese punto a menudo ofrecemos
una gran resistencia. La fuerza de la atención positiva de
la otra persona nos empuja a una dirección y la fuerza de
nuestro condicionamiento en otra.
El estrés que causan estas fuerzas contradictorias
nos hace retraernos y quedar inconscientes, lo cual no
significa quedar simplemente en blanco, aunque puede
suceder. Significa que abandonamos nuestras intenciones
conscientes y empezamos a funcionar automáticamente.
Y aquí entran nuestros patrones condicionados. Si,
por ejemplo, en alguna relación íntima anterior te han
criticado mucho, en el presente puede suceder que te
acerques a alguien para luego ver que retrocedes por
temor a una relación íntima.

FORMAS COMUNES DE ELUDIR UNA RELACIÓN


ÍNTIMA
La situación es la siguiente: empezamos a acercarnos a
una persona. El amor y la energía positiva incrementados
nos despiertan el miedo a la cercanía; entonces llevamos a
cabo acciones que provocarán un retraimiento por parte
de uno o de ambos, y el miedo disminuye. Las formas
comunes de retraernos a las que solemos recurrir son las
siguientes:

Nos insensibilizamos
Podemos detener el acercamiento cortando nuestra
sensibilidad. Por ejemplo, en plena experiencia sensual
intensa con la pareja, desaparece de repente toda
sensación, ¿qué fue de ella?
Por ejemplo. En el subconsciente estás muy enojado
con tu pareja pero no te permites reconocerlo o hablar
del tema. Más tarde, en la cama quizás, te das cuenta de
Pag. 24
que tus sentimientos hacia tu pareja han disminuido. Hay
varias formas de cortar la sensibilidad de nuestro cuerpo.
Una es dejar de respirar a fondo, lo cual cierra nuestra
capacidad de experimentar y responder plenamente.
Nos falta simplemente el combustible que proporciona
la respiración profunda. Otra forma es desarrollar en los
músculos tensión, dolor o pérdida de sensibilidad. En
la expresión de nuestras emociones participan algunos
de los músculos más susceptibles. Una tercera forma de
insensibilizarnos es desconectarnos del presente y crear
un mundo interior imaginando, quizás, una lista de lo que
compraremos en el supermercado o que nuestra estrella
de cine favorita nos rescata de una catástrofe.
Insensibilizarnos es, pues, algo que nos puede suceder
cuando no estamos conscientes. Es una forma que tiene
el inconsciente de apartarnos de una situación que por
alguna razón nos causa temor.

Culpamos a los demás


Cuando nuestro miedo a la intimidad está en activo
es muy probable que critiquemos a nuestra pareja, que
le echemos la culpa de algo que está haciendo o dejando
de hacer. Lo que pensamos inconscientemente es que
inculpándole podemos aplazar un poco más la pesada
responsabilidad de examinarnos a fondo. Una señal
silenciosa de crítica es un aumento de la territorialidad. De
pronto nos resulta muy importante saber qué es nuestro
y qué de nuestra pareja. Quizás el hecho de que haya
dejado otra vez trastes en el fregadero nos parezca una
intromisión y nos irrite, pues nos sentimos conscientes
de nuestra propiedad y espacio. Cuando estamos en
esa actitud de crítica a veces nos retiramos lanzando
miradas furiosas; otra variante es la de blandir una
espada silenciosa de muecas, suspiros, sonrisas burlonas,
chasquidos, movimientos bruscos, miradas significativas
y otras señales indirectas de reproche.
Pag. 25
Para mayor complicación, nuestro miedo es mayor
precisamente cuando nos parece más evidente que la culpa
es de la otra persona. Los sicólogos lo llaman proyección.
La palabra resulta adecuada si pensamos en un proyector
de cine. Situados en el lugar del proyector, viendo todas
esas imágenes oscilar al otro lado de la habitación, nos
cuesta creer que somos su origen. La proyección es un
obstáculo importante en las relaciones; en el capítulo 8 lo
analizaremos detenidamente.

Pasamos nuestras viejas películas


Acercarse a otra persona implica perder el control.
Aunque al final resulte divertido, al principio asusta un
poco. Así pues, cuando la trama de nuestra vida empieza
a complicarse y a seguir líneas desconocidas, lo que a
menudo hacemos es reactuar un guion más conocido.
Aunque ese guion no funcionara bien en su momento,
por lo menos es predecible, da menos miedo y es más fácil
de controlar. A una parte de la mente le gusta hacer las
cosas al estilo antiguo, ese estilo que aunque no nos haya
hecho muy felices, por lo menos nos ha mantenido vivos.
Bajo la presión del estrés, la mente recurre a sintonizar
programas asociados a la supervivencia.
Al establecer relaciones íntimas es muy importante
estar conscientes de los dramas que creamos basándonos
en guiones antiguos. Representar un papel siempre
resulta más insípido y mortecino que expresarse en forma
auténtica. Si los observamos de cerca veremos que los
roles tienen un aire familiar, una sensación de repetición
y de embotamiento (porque ya lo hemos visto todo antes).
Nuestra pareja se da cuenta, a menudo inconscientemente,
de que estamos pasando nuestras películas viejas; y
entonces actúa un rol que no desentone por miedo a
alterar el patrón familiar de la relación. El capítulo 7,
que trata de los aspectos no verbales de las relaciones, lo
analizará en detalle.
Pag. 26
Luchamos por el poder
Otra forma de evitar la intimidad es entablar luchas
por el poder, caracterizadas por cuestiones tales como:
• ¿Quién tiene razón?
• ¿Quién está equivocado?
• ¿De quién es el problema?
• ¿Qué tipo de proceso vamos a usar para resolver las
desavenencias?
• ¿Quién tiene el poder para poner fin a la relación?

La mayoría de nosotros tenemos necesidades de mando


no satisfechas, que provienen de épocas de nuestra vida
en que nos sentíamos impotentes frente a tratos injustos
e incluso crueles. También es cierto que la impotencia es
simplemente parte del crecimiento, aun cuando la niñez
haya sido feliz y libre de temores. Así pues, al pasar los
años muchos usamos las relaciones como un terreno en el
cual resolver cuestiones de mando.
En las luchas por el poder nuestro cuerpo expresa (sin
inhibiciones) el miedo a la escasez; nunca hay suficiente
para todos. Es un conflicto que arrastramos desde la
época en que entramos en contacto con las normas y
la autoridad. Muchas parejas se quedan atoradas en la
postura de cruzarse de brazos y mantenerse en sus trece:
yo no juego.
Susan Campbell, en su entrevista a cien parejas para
The Couples’ Journey, descubrió que las luchas por el poder
bloqueaban a la mayoría de las parejas y les impedían
alcanzar la etapa de creatividad conjunta. En otras
palabras, se atascan luchando por cuestiones de mando
y no alcanzan el nivel de acercamiento que les permitiría
crear algo nuevo para ellos y para el mundo. El tema del
siguiente capítulo es cómo superar estas luchas.

Pag. 27
Tenemos sentimientos contradictorios
A veces, al acercarnos a otra persona, brotan de
nuestro interior espontáneamente sentimientos tales
como miedo, enojo y tristeza. ¿De dónde vienen? ¿Los
causó la otra persona? ¿Por qué brotan ahora?
El efecto purificador que el amor y la atención positiva
producen en una relación hacen aflorar a menudo
sentimientos guardados durante largo tiempo. Por
ejemplo, un hombre nos contó algo que le preocupaba
mucho. En el momento cumbre de la relación sexual con
su esposa recordaba con ira a su madre. A veces volvía
a vivir experiencias de su niñez que había tenido hacía
más de treinta años. Durante la consulta con nosotros
descubrió que había entrelazado sus sentimientos
sexuales con animosidad hacia su madre. Y luego, al
sentirse sexualmente atraído por su esposa, la antigua
cólera volvía a aparecer. Una vez que consintió en sentirla
y analizarla, esa cólera dejó de enturbiar sus relaciones
sexuales.
El mismo proceso se puede dar con el miedo y la
tristeza. De alguna forma, van unidos a la experiencia
del acercamiento, y más tarde al acercarnos a alguien
nos sentimos tristes o asustados. Estos sentimientos
conflictivos deben desentrañarse con cuidado. Es muy
posible que tengan poco o nada que ver con la persona con
quien se está llevando en ese momento la relación. Quizás
te recuerda a alguien o todo se deba a que es del mismo
sexo que aquél que originalmente te causó el conflicto.
La otra persona es normalmente quien desencadena los
sentimientos que te preocupan.
Lo sentimientos que no vivimos ni expresamos se
almacenan en el cuerpo y, como las cuerdas del arpa,
vibran cuando se toca una en particular al acercarnos a
alguien. Por ejemplo, si en el pasado malinterpretaron
tus sentimientos y los usaron en tu contra, la experiencia
actual de acercamiento podría hacer vibrar las cuerdas
Pag. 28
de la tristeza y el miedo. Analizar la vida del cuerpo, las
formas tan sutiles en que nos habla, puede sernos de gran
ayuda para aclarar nuestros sentimientos conflictivos y
dejar libre el camino al acercamiento.

Discutimos
En una relación más cercana el miedo a la intimidad
puede llevarnos a empezar una discusión o a provocar
que la otra persona la empiece. Pero, ¿qué pasa si la pareja
comienza la discusión por su cuenta? ¿Qué sucede si uno es
la víctima? Las respuestas son duras pero potencialmente
iluminadoras.
En realidad, sólo abriéndose a la posibilidad de tener
toda la culpa de una discusión lograremos saber cuánta
responsabilidad es de uno y cuánta del otro. Dicho de
otra forma, una vez que estés dispuesto a reconocer que
el asunto puede ser sólo una proyección tuya tendrás un
panorama más exacto de quién lo provocó.
Por ejemplo, un hombre acusa a su esposa de ser una
coqueta porque la ha visto flirtear con otros hombres en
público. Ella por su parte dice que él es un paranoico y
que lo que le parece flirteo es una simple conversación.
¿Quién está causando el conflicto? Analizándolo a fondo
descubrimos que cuando el esposo tenía ocho años su
madre los abandonó a su padre y a él y se fue con otro
hombre. ¡Luego el problema es de él! ¡Un momento!, el
padre de la esposa, a su vez, la molestaba de pequeña
obligándola a adoptar con los hombres un patrón de
conducta de seducción y mucha rabia oculta.
Este ejemplo pone de relieve que en una pareja nunca
hay forma satisfactoria de atribuir un problema a uno
solo. La única solución es que los dos lo tomen como
propio. Sólo entonces es posible llegar a solucionarlo.
El momento mágico en terapia de parejas llega cuando
dos personas abandonan la lucha por el poder (“El
problema es tuyo”; ‘‘no es cierto, es tuyo”) y empiezan a
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aceptar responsabilidad individual. Hemos descubierto
que en esta terapia uno de los dos cónyuges suele tomar
la responsabilidad antes que el otro. Si el otro insiste en
culpar y criticar es poco probable que la relación crezca.
Tomar la responsabilidad es algo tan fuerte que, si uno lo
hace y el otro no, se genera una situación explosiva.

Enfermarnos
A veces un acto de acercamiento puede provocar una
resistencia tan grande que la persona se enferma para dar
marcha atrás.
Es muy común que la gente se enferme para no tener
que hacer algo que le inspira sentimientos contradictorios.
Seguramente habrán oído ejemplos tales como un dolor
de garganta antes de un recital, o un disco luxado antes
de las vacaciones. Como el acercamiento saca a relucir
emociones tan intensas, es fácil ver por qué preferimos
enfermarnos antes que pasar por ellas. Recuerda, como
experimento, las últimas veces que te enfermaste.
¿Coincidieron con un acercamiento o separación de
alguien?
Uno de nuestros ejemplos favoritos procede de una
amiga nuestra de California. Ella y su pareja habían sido
novios durante sus años de universidad, pero habían
esperado a casarse para tener relaciones sexuales. Esta
decisión les había atormentado todo el tiempo pues se
sentían fuertemente atraídos. Finalmente se graduaron
y se casaron. Después de la boda, cuando se dirigían
emocionados a una retirada cabaña de Oregon, el tapón
de una de las ruedas del auto se cayó y se fue rodando
entre los arbustos. Él se bajó a recogerlo y se infectó con
hiedra tóxica de la cabeza a los pies, lo cual le obligó a
pasar los tres días siguientes en el hospital con 39° de
temperatura, parte del tiempo envuelto en hielo.

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La experiencia del acercamiento
Hay varios pasos claves en el acercamiento. El primero
es decir si uno verdaderamente lo desea, pues no todos
lo tenemos como meta en la vida. El establecimiento
consciente de la intención es ya un paso eficaz. El
siguiente es enfrentarse con lo que obstaculiza el camino:
proyecciones, discusiones, sentimientos contradictorios
u otras manifestaciones de resistencia. El tercero es
incrementar la habilidad de experimentar energía positiva.
Al disipar la resistencia a las relaciones íntimas, uno
empieza a abrirse y a elevarse porque está recibiendo más
amor y energía positiva. Lleva tiempo y práctica aprender
a recibir cada vez mayor cantidad de energía positiva,
mientras que para la negativa somos bastante expertos
(normalmente ya hemos tenido bastante práctica).
Hay que abrir nuevos canales para recibir la positiva,
sentirla a fondo y aprender a expresarla. En el capítulo 9
analizaremos la forma de construir esos canales.

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III

Para lograr
la autonomía
Anhelamos la auténtica independencia tanto como la
intimidad, aunque no parece tan deseable; y sin embargo
es su mitad inseparable. Le ponemos resistencia porque
la asociamos con soledad y aislamiento, sentimientos
originados por una separación incompleta. Sólo
eliminando estas barreras lograremos alcanzar la
independencia.
Una relación estrecha y edificante sólo se da si
ambos están también dispuestos a ser independientes. Es
importante entender esta paradoja.
Los seres humanos llevamos en las relaciones un ritmo
parecido a la respiración: nos gusta inhalar y exhalar, es
decir acercarnos y alejarnos, y a menudo tememos ambas
cosas.
Piensen en un niño: busca el acercamiento, se
desarrolla gracias a él, eso le nutre. Claro que si la madre
no le quiere, o siente miedo o ira por haberlo tenido, o
fuma sin parar, el pequeño lucha por no acercarse a la
vez que lo desea. Más tarde, esa resistencia puede aflorar
cuando trate de acercarse a otras personas.
Al ir creciendo uno va buscando la autonomía y para
ello necesita desarrollar un sentido del yo, la habilidad de
sentirse a gusto consigo mismo y con el mundo. Es esencial
explorar el mundo, aprender a valerse por uno mismo y a
mantener una relación personal con el universo.
Lo ideal sería que aprendiéramos a entregarnos del todo
a los demás y gozáramos a la vez de total independencia
para que nuestra relación no se basara en la necesidad.
Pero pocos lo logran sin haber trabajado antes mucho en
sí mismos.
Al acercarnos, solemos tener miedo de perder la
independencia y por eso surgen las resistencias que
mencionábamos en el capítulo anterior. Y al tratar de
independizarnos debemos primero superar el miedo
a la soledad. Nos preocupa el hecho de que quizás no
volvamos a lograr la intimidad y entonces retrocedemos
Pag. 35
ante la auténtica independencia. Atrapados en el vaivén de
nuestras reacciones, el flujo y reflujo cadencioso con que
se mueven, idealmente la intimidad total y la verdadera
autonomía se convierten en algo irregular y violento.
Todas las dificultades que surgen al acercarnos pueden
manifestarse también al buscar la verdadera autonomía.
Vean estos ejemplos:
• Un hombre planea irse él solo de viaje para alejarse
un poco de la familia, pero la noche anterior se lastima y
no puede irse.
• Una mujer regresa por fin a la universidad después
de diez años y el primer semestre se embaraza.
• Una mujer se separa de su abusivo esposo, pero a la
semana siguiente choca su coche y tiene que depender de
él para el transporte.

Y para las mujeres resulta más problemático pues


tienen que afrontar mitos culturales como los siguientes:
• Una mujer sin hombre está incompleta.
• Una mujer debe esperar pasivamente, como la Bella
Durmiente, hasta que llegue el hombre de sus sueños.
• La independencia es un rasgo masculino. Una mujer
femenina ha de ser dependiente y semi-índefensa.
Mitos como éstos han impedido a las mujeres averiguar
qué quieren, cuáles son sus necesidades y realizar su
propio destino.
La realidad es que en general todos los seres humanos
debemos luchar contra las inhibiciones y prohibiciones
que impiden la auténtica independencia. En parte
tenemos que superar lo que Alan Watts llama el tabú de
no querer saber quiénes somos, aunque en gran medida se
trata simplemente de un asunto de aprendizaje y práctica.
No nos entrenan mucho para saber ser independientes del
todo, más bien es un proyecto que la gente inteligente debe
iniciar por sí misma. La primera vez que sintonizamos
con lo que significa ser independientes oímos las señales
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muy débilmente, en caso de oírlas. Después de mucha
práctica resulta más fácil pues la información interna sale
a la superficie con más claridad.
Al iniciar el proceso debe uno hacerse estas preguntas:
• ¿Me preocupa el hecho de que si logro una verdadera
autonomía ésta me impedirá acercarme a otros?
• ¿Estoy dispuesto a ser independiente de verdad y a
relacionarme a la vez estrechamente con otras personas?
• ¿Qué necesito dilucidar para llegar a ser
independiente?
Este tipo de preguntas no tiene una respuesta única;
son más bien formas de abrirse a un diálogo saludable e
iluminador con uno mismo.

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IV

Diferencias entre una relación y


un enredo
Cuando empezamos a ver cómo son en verdad la vida
y las relaciones, a menudo caemos en la cuenta de que
en lugar de relacionarnos nos enredamos con la gente.
Los enredos se basan en la necesidad, la desigualdad y
la sensación de estar incompletos. Las relaciones se dan
entre iguales. Es muy frecuente empezar enredándonos
pero de nosotros depende transformar los enredos en
relaciones que reflejen lo que en verdad deseamos.
Pocos saben cómo lograr desde el principio relaciones
positivas. Lo que suele suceder es que un día nos
encontramos metidos en una serie de enredos y luego
viene el proceso, a menudo doloroso, de ponerles fin para
crear relaciones que en verdad nos enriquezcan.

Veamos este caso:


“Me casé con mi primera esposa cuando ambos
teníamos poco más de veinte años, en una época que
considero la más inconsciente de mi vida. Yo sabía muy
poco de mí, de mis sentimientos, de los de ella, de cómo
comunicarme. En resumen, no tenía ninguna de las
habilidades que después me resultarían esenciales para
vivir. Unos años más tarde, después de pedir consejo,
empecé a darme cuenta de mis sentimientos, de lo que
quería, lo que necesitaba y cómo quería ser. Contemplé
horrorizado las relaciones que mantenía, principalmente
con mi esposa: rara vez hablábamos de algo importante,
nos mentíamos a menudo, peleábamos mucho y
encarnizadamente, teníamos muy poco en común y
nunca superábamos nuestros patrones condicionados al
discutir asuntos significativos para ambos.
Me había metido en la relación debido a mis viejas e
inconscientes necesidades y carencias. Ahora, mirando
hacia atrás me doy cuenta de que establecí una relación
a base de mentiras y peleas porque entonces creía que
la vida era así. Me había enajenado de mí, sobre todo
había perdido contacto con mi cólera y quizás hasta volví
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iracunda a mi esposa para ponerme en contacto con mi
enojo.
Terminar la relación no solucionó el conflicto. Tuve
que pasar varios años trabajando para buscar las piezas
de los rompecabezas que habíamos apilado en los cuatro
años de convivencia. Ahora me doy cuenta, sin embargo,
de que aunque todo aquello fue terrible, resultó esencial
para enseñarme lo que necesitaba aprender. Sin ello no
habría sido posible mi relación actual, tan positiva y
alegre”.

CARACTERÍSTICAS DE LOS ENREDOS


Lo que sucede en un enredo es que uno trata de
obtener del otro algo que no obtuvo en una relación
anterior. Por ejemplo, si una niña sufre porque no logra
la deseada aprobación de su padre, puede más tarde crear
una relación con un hombre de quien también será difícil
lograrla. O si un niño se esfuerza en tener contenta a su
mamá para que no se enoje, quizás de mayor sea él el que
ponga paz en su familia y trate siempre de reconciliar a
los miembros.
Nunca funciona. Incluso si se llega a satisfacer la vieja
necesidad, algo seguirá faltando. Una parte de nosotros
quiere revivir el antiguo drama pero la otra desea algo
más. Lo que ansiamos en última instancia es librarnos
del pasado y crear algo nuevo en nuestro interior y en el
universo. Por eso debemos superar los enredos.
Otra característica del enredó es que hay que orillar
al cónyuge para que actúe como uno desea. Por ejemplo,
una mujer aseguraba que su marido siempre flirteaba con
las mujeres y como muestra contaba que en una fiesta le
había contado un chiste colorado a una. “Pero tú estabas
delante, tú fuiste quien la trajo para que la conociera”,
rebatió él. Después de investigar el asunto salió a relucir
que la esposa recordaba haber presenciado de pequeña
muchas discusiones debidas a la infidelidad de su padre.
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En esas peleas ella se ponía del lado de su madre. Después,
al casarse, aunque su marido le era completamente fiel,
ella propiciaba situaciones en las que podía leer una
infidelidad potencial.
No es fácil reconocer estos patrones rápidamente. A
veces la gente tiene que repasarlos miles de veces antes
de darse cuenta de lo que está haciendo. Y desde luego
algunos nunca despiertan sino que siguen repitiéndolos
durante toda su vida.
En ocasiones no se trata de hacer que el otro actúe
como deseamos, sino que desde el principio elegimos a
alguien que encaje en nuestro cuadro sin necesidad de
modificaciones.
Por ejemplo, una mujer puso fin a su enredo hostil
de quince años de duración con un marido abusivo y
alcohólico, sólo para casarse poco después con otro
abusivo y drogadicto.
También nos metemos en enredos para completar
algo que nos falta, como en los casos siguientes:
• He perdido contacto con mis sentimientos, así es que
me enredo con alguien muy emotivo.
• No me quiero a mí mismo y por lo tanto me uno a
alguien que me asegure que merezco ser amado.
• Soy ambivalente con mi sexualidad, por lo que busco
a alguien cuya libido sea poco intensa.
Es típico de los enredos hacer un trato normalmente
inconsciente con el otro. Por ejemplo:
• Yo me ocuparé de pensar si tú te ocupas de sentir.
• Si tú no cambias yo tampoco.
• Si aceptas no hablar de tal cosa yo tampoco hablaré
de esta otra.
Cuando los tratos son conscientes (“Yo lavo los trastes
y tú cortas el césped, ¿de acuerdo?’’) no hay problema.
Los que causan conflictos, como ya hemos visto, son los
basados en antiguos patrones, que luego empleamos sin
darnos cuenta.
Pag. 43
* Muchos buscan en la pareja algo que a ellos les falta.
Es decir, demandan de su cónyuge aquello que no pueden
lograr. Por ejemplo, una mujer muy dependiente necesita
que el marido sea siempre fuerte y no ponga al descubierto
su lado tierno.
Las relaciones basadas en la desigualdad y en el
completarse uno a otro no son constructivas. Veamos lo
que sucede al multiplicar un medio por un medio: da un
cuarto, que es menos del valor de cada multiplicando.
Aunque sólo buscáramos que el otro nos completara en
una mínima parte (nueve décimos por nueve décimos)
tendríamos menos que antes.
También es característico del enredo que a los dos
les resulta muy difícil permitirse mutuamente atravesar
ciclos completos de emoción y energía. Al ser uno
complemento del otro, ninguno puede permitir que el
otro logre estar completo por temor a que se terminé la
relación. Por ejemplo, si nuestra pareja está triste, es difícil
dejarle que sienta profundamente ese sentimiento. Nos
creemos obligados a intervenir y consolarle. Uno de los
aspectos más sorprendentes del asesoramiento a parejas
es observar cómo se bloquean uno a otro para evitar que
experimenten sentimientos o que digan la verdad. Veamos
algunos ejemplos:
• Una mujer empieza a hablar de algo que la enoja y al
marido le da un ataque de tos. Cuando deja de toser ella
continúa hablando, pero entonces él se levanta y pregunta
dónde está el baño.
• Un hombre empieza a exponer a su esposa su punto
de vista sobre alguna desavenencia, pero ella pierde el hilo
de la exposición y hace que lo repita varias veces.
• Una pareja comienza por fin a decirse mutuamente
la verdad respecto a algunos sentimientos reprimidos
durante mucho tiempo. Luego cancelan la siguiente sesión
a última hora. Y a la semana siguiente el terapeuta recibe
una nota de ellos diciendo que no volverán a la terapia.
Pag. 44
En nuestros talleres de relaciones hacemos que
practiquen simplemente “estar ahí” mientras uno de
los cónyuges pasa por un ciclo emocional. También
los ponemos a que se escuchen uno a otro al expresar
emociones tales como:
• Tengo miedo
• Estoy enojado
• Quiero desarrollar mis posibilidades
• Estoy triste
• Estoy lleno de energía positiva
• Me siento feliz
Al principio a la mayoría les cuesta mucho abstenerse
de interrumpir, dar algún consejo u ofrecer una solución
instantánea. Tenemos muy poca práctica en conceder a la
otra persona espacio para que experimente y exprese lo
que siente.
Cuando contamos a los demás lo que sentimos
normalmente no buscamos en realidad consejo, ni
solución, ni confirmación de que hacemos bien en
sentirnos así. Sólo queremos que nos escuchen, que oigan
nuestro punto de vista. La mayoría somos capaces de
encontrar la solución solos si se nos da lugar para ello. El
problema es que muchos de nosotros hemos sufrido tan a
menudo la intromisión de los consejos ajenos en nuestros
asuntos, que no hemos podido desarrollar la facultad de
solucionarlos por nuestra cuenta.
Controlar es un punto importante en los enredos.
Queremos controlar lo que el otro siente, qué personas
le caen bien, qué quiere. Es importante que sepamos con
quién habla por teléfono y quién le escribe. Sin embargo,
para lograr relaciones positivas cada uno debe aprender
a abandonar el control propio y el de la pareja y así
descubrirá la creatividad que produce la libertad.
Una última característica del enredo es la forma de
manejar los conflictos. En un enredo las discusiones suelen
versar sobre quién es culpable y quién inocente. Ambos
Pag. 45
tratan de demostrar que son víctimas de la situación y
desde luego no funciona pues este punto de vista se
basa en la desigualdad; lo cual no nos impide a menudo
enzarzarnos en la discusión de quién tiene la razón. Es
cuestión de práctica aprender a resolver los conflictos en
forma tal que ambos resulten igualmente responsables.
Las relaciones positivas se basan en la igualdad y la
autonomía, y ninguno de los aspectos que acabamos de
mencionar las caracterizan. En el momento en que uno
decide ser autónomo e igual a los demás cualquier enredo
se puede transformar en relación positiva. En el próximo
capítulo veremos la forma de comenzar este proceso.

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V

Como establecer relaciones


positivas
Las relaciones positivas, aquellas que aumentan
constantemente la creatividad y claridad de la pareja,
surgen de ciertas intenciones claves de uno y de ciertos
acuerdos claves con el cónyuge. Si no se tiene una relación
cercana y se desea logarla, establecer la intención correcta
es quizás el paso más importante que se puede dar para
conseguirla. Si ya se tiene la relación cercana y se desea
mejorarla, lo primero que hay que hacer es señalar la
intención y llegar a acuerdos significativos con el otro.
Una intención es una actitud mental que implica una
gran diferencia. Por ejemplo, una persona nos puede decir
“buenos días” para desearnos lo mejor o para robarnos
algo. La intención es, pues la actitud mental qua hay
detrás de todo lo que decimos y hacemos.
Un acuerdo es un convenio consciente, a diferencia
de un trato, que suele ser inconsciente y se basa en la
desigualdad. Un ejemplo de trato sería el caso de una mujer,
de profesión programadora de computadoras, con una
mente muy racional pero enajenada de sus sentimientos,
que se une a un emotivo cantante de ópera cuya mente
no está regida por la lógica. El trato inconsciente es que
ella pensará por los dos si él siente por los dos. Gracias a
él ella no tendrá que aprender nada respecto al mundo de
los sentimientos y, gracias a ella, él no tendrá que pensar
racionalmente. En un acuerdo, cada uno localiza el punto
débil del otro y se ayudan mutuamente para que ambos
puedan estar completos

INTENCIONES CONFLICTIVAS
Como hemos visto, hay personas que empiezan una
relación para completar algo de su niñez; para conseguir,
por ejemplo, la aprobación que no consiguieron de su
padre o de su madre. Esta intención bloquea la posibilidad
de tener una relación positiva con su pareja pues la basarán
en el pasado. Hay que volver al pasado, enfrentarse al
padre o la madre, mentalmente o en persona, y resolver
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el problema; pero no con la pareja actual. También
hay quienes entran en una relación con la intención de
demostrarse algo a sí mismos o a los demás. Por ejemplo:
• Necesito, demostrar que soy digno de ser amado
• Necesito demostrar que merezco estar aquí
• Necesito demostrar que tengo poder
• Necesito demostrar que no se puede confiar en la
gente
• Necesito demostrar mi sexualidad
• Necesito confirmar que soy estúpido e indefenso
Resolver estos puntos es crucial, pero no se puede
hacer a través de una relación. Por ejemplo, un hombre
de veintitantos años tenía muchas parejas sexuales pero
no lograba comprometerse con nadie; por fin cayó en
la cuenta de que lo que hacía era tratar de demostrar
su sexualidad. De adolescente había tenido muchos
sentimientos homosexuales y le preocupaba que las
mujeres no le excitaban. Entonces se le ocurrió tener
muchos contactos sexuales para eliminar ese miedo.
Pero esa solución no atacaba el problema directamente y
no le proporcionó, por tanto, una satisfacción duradera.
Los problemas no suelen desaparecer si no se les enfrenta
directamente. Comprarse ropa nueva, por ejemplo, puede
ser un estímulo para la autoestima, pero para lograr un
cambio efectivo tenemos primero que preguntarnos por
qué no nos sentimos a gusto con nosotros mismos.
El hombre que tenía dudas respecto a su sexualidad
tuvo por fin que admitir sus sentimientos homosexuales
y el hecho de que todavía los sintiera a veces. Una vez que
fue sincero consigo mismo descubrió que, en realidad,
las mujeres sí le atraían sexualmente. Y finalmente logró
comprometerse con una, con la que después tuvo un hijo.
Otra intención que causa conflictos es la necesidad de
tener la razón. Muchos hemos crecido viendo a los que nos
rodeaban hacer mucho hincapié en el hecho de tener la
razón, aunque para ello tuvieran que sacrificar la calidad
Pag. 50
de su vida y la de los demás. Es natural que si una persona
tiene que estar en lo cierto, alguna otra tendrá que estar
equivocada. Por tanto, muchos hemos aprendido a ver el
mundo como un lugar en el que hay un juego constante
de desigualdad. Si yo tengo razón, tú tienes que estar
equivocado y a la inversa; o, los dos tenemos razón y el
resto del mundo está en el error.
El criterio justo queda así reemplazado por el
enjuiciamiento, y nuestros actos tienen que pasar el
filtro de la intención, bien sea la de tener la razón o la de
defendernos de estar equivocados. Hasta que no se presta
atención a esto, todo posible desarrollo de la relación está
en punto muerto. Para empezar a eliminar esta traba
basta con establecer una nueva intención: estoy dispuesto
a dedicar mis energías a ser feliz y ayudar a los demás a
serlo, en lugar de empeñarme en tener la razón. Con esta
nueva actitud comienza el lento proceso de cambio de
nuestras acciones y pensamientos que acaba por afectar
todas las áreas de nuestra vida.
Otra intención conflictiva es la de representar algún
guion que inconscientemente hemos adoptado como nuestro
drama personal. Gay tuvo una experiencia de este tipo:

“Mi padre era obeso, fumaba mucho y no


hacía ejercicio. A los 32 años murió dejando a mi
madre con un niño pequeño (yo). Después, cuando
cumplí 20 años, yo pesaba también 45 kg. de más,
fumaba mucho y no hacía ejercicio, pero no vi
ninguna relación hasta que alguien me preguntó
un día por qué estaba tan gordo. Después de mucho
pensarlo caí en la cuenta de que estaba volviendo a
representar la vida de mi padre. Y si moría entonces
dejaría también a mi esposa con una hija pequeña.
Para colmo, en esa época estaba casado con una
mujer cuyo padre también había muerto cuándo ella
era pequeña y que tenía las mismas características
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que el mío: pesaba demasiado, no hacía ejercicio y
fumaba mucho. Todo esto provocó en mí un cambio
que me llevó a bajar de peso, a dejar de fumar y a
recobrar la condición física”.

Hay tantos guiones diferentes para representar como


gente para hacerlo, pero algunos temas destacan entre
todos por ser más comunes. Por ejemplo, uno usual entre
las mujeres es el de haber sido educadas para representar
a la perfección un ideal determinado. Quizás después se
encuentran con que tienen un hogar perfecto, un marido
perfecto, un número de hijos también perfecto y ellas son
perfectamente miserables. Entre los hombres es común el
rol de hombre destinado a ser campeón en el campo de
fútbol de la vida, y que a los cuarenta años se da cuenta
de que aunque exteriormente es un éxito, no está en paz
consigo mismo.
Una forma segura de descubrir que guion
representamos es investigarlo: preguntarnos nosotros
mismos, a nuestras amistades y a nuestra familia si ven
alguna relación entre nuestra forma de vida actual y lo
que saben de nuestras experiencias pasadas. No todos
los aspectos de los guiones causan conflicto y por tanto
hay que observar los que sí funcionan. Pero también es
cierto que no estaremos del todo satisfechos hasta que no
elijamos nuestra vida conscientemente en vez de seguir
caminos trazados por otras personas.
Hemos visto cómo las intenciones y los acuerdos son
los puntos de arranque para las relaciones positivas y
que las reglas para el nuevo juego liberador pueden ser
revisar nuestras intenciones personales y lograr acuerdos
con nuestra pareja en forma consciente. También hemos
descrito algunas intenciones que no funcionan para
lograr relaciones positivas. Pasemos ahora a ocupamos de
las intenciones y acuerdos específicos que hacen posible
las relaciones positivas.
Pag. 52
VI

Intenciones y acuerdos
esenciales para una relación
positiva
Algo muy importante respecto a las intenciones es
que se pueden cambiar con una decisión mental, pues
sólo en la mente existen aunque influyen en todo lo que
hacemos o decimos. El cambio de intención es tan rápido
y terminante como el de opinión. Por ejemplo, quizás toda
nuestra vida hemos actuado con la intención de lograr
que los demás nos quisieran, pero un día nos damos
cuenta de lo absurdo de esa postura y decidimos cambiar
de intención: de ahora en adelante nos concentraremos
en querer nosotros a los demás. Aunque el cambio ha sido
sólo mental, modifica todo. Habría sin duda un período
de avance y retroceso entre la antigua decisión (recibir
amor) y la nueva (darlo). Pero una vez establecida la nueva
intención, no hay forma de volver del todo a la antigua
actitud. O sea que no debemos sorprendernos si nuestros
actos empiezan a modificarse radicalmente en la nueva
dirección.
También los convenios resultan de una gran sencillez.
Si se nos ocurre una intención positiva, todo lo que hay
que hacer es preguntar al otro si acepta que pase a formar
parte de la relación.
Cuando se establece una intención positiva o se llega
a un acuerdo con el cónyuge, uno tiende a volverse muy
perceptivo de todo cuanto puede estorbar su relación.
Por ejemplo, al día siguiente de decir “estoy dispuesto a
acabar con mi miedo a la muerte’’ quizás empiece uno
a ver muerte y decrepitud por doquier. De igual forma,
si la pareja acuerda por ejemplo aprovechar al máximo
el potencial de ambos en vez de reprimirse uno al otro,
quizás al rato surja una profunda lucha por el poder con
pormenores preocupantes. Pero también puede suceder
que la nueva intención se establezca sin encontrar ninguna
resistencia.
Veamos ahora algunas intenciones y acuerdos que han
resultado útiles para lograr libertad personal y relaciones
positivas. Al leerlas podemos pensar si provocan en
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nosotros alguna resistencia. Quizás el lector encuentre
interesante algún aspecto y lo aplique a sus relaciones.
Las intenciones están formuladas en forma de
afirmaciones que comienzan, con un “Estoy dispuesto
a...”. La razón es que cuando uno está dispuesto a cambiar
algo sin exigir que suceda en determinada forma se abre
una inmensidad de posibilidades creativas. Por ejemplo,
si perdemos las llaves y “tratamos’’ de encontrarlas es
probable que sólo logremos una gran frustración, porque
estarnos haciendo un esfuerzo y probablemente con el
mismo estado de ánimo que teníamos al perderlas. Es
mejor relajarse y ponerse simplemente en disposición
de encontrarlas, pues al disminuir la tensión hay más
probabilidades de hallarlas. En el momento en que nos
mostramos dispuestos a que algo, suceda, sin exigir que
sea en forma determinada, trascendemos las restricciones
de la conciencia normal del ego. El ego es algo importante
en los seres humanos pero la mente puede hacer funcionar
muchas formas más creativas. La buena disposición nos
permite liberarnos de las limitaciones de la mente y así
surge una creatividad más profunda. Al principio puede
resultarnos extraño resolver conflictos y hacer cambios
sin que el ego y el esfuerzo intervengan, pues pensamos
que cambiar es algo difícil. Vamos a experimentar algo
nuevo a ver si nos resulta más útil.

INTENCIÓN No. 1
Estoy dispuesto a mantener una relación totalmente
cercana y a ser a la vez totalmente independiente. Al tomar
esta decisión se empieza un juego nuevo. El anterior
era algo así: nos acercamos y surge el miedo a perder el
yo, o sea que le echamos la culpa al otro como excusa
para retirarnos. Pero al separarnos sentimos miedo a la
soledad y a no lograr la unión con el otro, así es que nos
enfermamos o empezamos alguna maniobra para volver
a acercamos.
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La solución es que ambos se pongan de acuerdo en
tener una relación muy cercana y en darse permiso de ser
completamente independientes.

INTENCIÓN No. 2
Estoy dispuesto a que mis relaciones constituyan una
fuerza que me lleve al máximo grado de iluminación. Cada
uno tenemos nuestra propia definición de iluminación:
para unos significa simplemente la liberación de algún
patrón engorroso, para otros es una maravillosa unión
con lo Divino, sea cual fuere nuestra definición, esta
intención hará que nuestras relaciones nos ayuden a
lograrla. Durante miles de años mucha gente ha creído que
las relaciones humanas lo alejan a uno de la iluminación.
Los yoguis se meten en cuevas, los monjes en monasterios
y las monjas en conventos. Algunos teólogos han dado a
entender que si uno quiere crecer espiritualmente tiene
que eliminar las relaciones íntimas con el otro sexo. Ya
es tiempo de rectificar y ver la verdad del asunto: si las
intenciones son correctas las relaciones pueden aumentar
el crecimiento espiritual. Si consideramos a los demás
iguales a nosotros, nuestras relaciones con ellos son tan
importantes para la iluminación como la meditación, la
oración, las posturas, los libros o los rituales. No hay que
olvidar que todas las cosas están relacionadas entre sí, o
sea que si huimos de las relaciones con los demás seres de
hecho estamos huyendo de la iluminación misma.

INTENCIÓN No. 3
Estoy dispuesto a acabar con lo que se interponga en mi
camino a la iluminación total y a la habilidad de mantener
relaciones cercanas. Esta es una intención clave que puede
hacernos el camino mucho más fácil. Decidir acabar con
cualquier rasgo de personalidad que se nos interponga es
como prender un cohete para impulsarnos. Y si estamos
dispuestos a realizar esa intención sin causarnos molestias
Pag. 57
a nosotros ni a los demás, el estorbo se reducirá mucho y
el camino resultará más divertido. Por ejemplo, si parte
de nuestra iluminación implica hacer frente a la furia
reprimida, una forma de manejarlo sería repartir unos
cuantos golpes a la gente que nos rodea. Sin embargo eso
nos causaría inconvenientes y casi seguro los causaría a
los demás. Para que nadie resulte perjudicado es mejor
descargar la furia cortando leña y haciendo ejercicios
agotadores en el gimnasio.
Esta intención es uno de los compromisos más
profundos que podemos hacer con nosotros mismos y
con la pareja. Contrasta con otros que quizás hayamos
hecho anteriormente:
• ¿Me serás fiel a pesar de lo mucho que me autocastigue
y te castigue?
• ¿Impedirás tu crecimiento si yo impido el mío?
• ¿Establecerás nuevas marcas de resistencia al dolor
por mi culpa?
Con esta intención ponemos en claro que nos
comprometemos a transformarnos y a desarrollar al
máximo nuestras relaciones, lo cual será de utilidad para
nosotros y para los demás. En las relaciones positivas no
puede haber conflicto entre lo que contribuye a nuestra
evolución y lo que sirve para mejorar las relaciones
en conjunto. Si la pareja se pone de acuerdo en que su
crecimiento y el de la relación es lo mismo, incluso los
conflictos aparentes servirán para lograrlo. Esta forma
de pensar es radicalmente distinta a lo que la mayoría
de nosotros hemos visto a nuestro alrededor mientras
crecíamos.

INTENCIÓN No. 4
No tengo objeción alguna a que los demás desarrollen
todo su poder en mi presencia. Algunas personas basan sus
relaciones en tratos inconscientes que limitan el poder y el
potencial de la pareja. El contrato tácito es así: Mantendré
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esta relación contigo mientras no te vuelvas demasiado
autoritario, creativo e independiente. Este trato es un
residuo de las luchas de autoridad de la infancia.
La intención de permitir que los demás tengan
poder y éxito en nuestra presencia anuncia que estamos
dispuestos a apoyar su total bienestar. El efecto suele ser
que los demás se sienten obligados a pensar qué quieren
y necesitan para vivir plenamente su potencial. Cuando
una pareja está de acuerdo en apoyarse mutuamente para
lograr el desarrollo completo, se forma una alianza de
gran creatividad.

INTENCIÓN No. 5
Estoy dispuesto a tomar una vacación cuando lo
considere necesario para recuperarme y fortalecer la
relación. En una relación cercana es preciso estar
consciente de que uno necesita dedicar tiempo a su
persona. Los seres humanos necesitamos espacio y
tiempo para nosotros mismos, lejos de los demas. Si
no tenemos de vez un momento de respiro, tendemos
a perder contacto con nuestro yo interno: y al perderlo
es fácil caer en el resentimiento, culpar a los demás y
sufrir un debilitamiento del sentido de responsabilidad
de nuestra persona. Si no nos damos este descanso
nuestro subconsciente lo tratara de conseguir, ya sea
enfermándonos, sufriendo un accidente o comenzando
una discusión para alejar al otro.
Tenemos tanta necesidad de alejarnos como de
acercarnos, y en una relación hay que querer realmente
trabajar para llegar a aceptar
Esto parece esencial en una relación positiva pues
ambos están en continuo cambio y crecimiento.

INTENCIÓN No. 6
Estoy dispuesto a que nuestra relación consista en dar
y recibir la mayor cantidad posible de energía positiva. Al
Pag. 59
elegir una relación positiva se inventa inconscientemente
un juego nuevo. Los viejos nos resultan muy conocidos.
Son algo así:
• Luchas por el poder
• Acumulación de cosas
• Aparentar ante los vecinos que todo va bien.
• Sufrimiento y sacrificio
• Permanencia juntos por los hijos
• Lamentaciones y rencores mutuamente compartidos
y reprimidos.
Las relaciones positivas crean algunas reglas del juego
nuevas y vitales. Una de las mejores cosas que puede
haber en una relación es dar y recibir la máxima cantidad
de energía positiva: y se puede decidir que la relación se va
a basar en un intercambio de energía y no de conflictos,
luchas por el poder y mutuo sufrimiento. Nosotros hemos
experimentado personalmente los resultados, los hemos
visto en otros y los recomendamos ampliamente.
Para construir relaciones positivas, tenemos que
desarrollar la habilidad de establecer intenciones que
contribuyan a nuestra evolución y a la de la relación. Y para
ello hay que tener el valor de crear algo completamente
nuevo pese a la enorme presión del pasado. De nuestro lado
tenemos el hecho de que el ser humano es notablemente
creativo y flexible, además de que en verdad desea tener
relaciones positivas.
Si miramos a nuestra pareja a los ojos y le preguntamos:
“¿Estás dispuesto a que disfrutemos la relación en
vez de sufrirla?” es muy probable que escuchemos un
sorprendente “Sí”. Pero aunque nuestra pareja se negara
a seguir la relación tendremos al menos la satisfacción de
saber lo que queremos y el valor de exponerlo.

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VII

Los enredos se reflejan en el


cuerpo
Cuando entraron a su primera sesión de asesoramiento
había entre ellos una tensión casi eléctrica. Ella se
movía con una celeridad convulsiva, en forma rápida y
crispada, mirándole por encima del hombro mientras él
arrastraba el cuerpo al caminar. Ella hablaba mirando a
todas partes, chasqueando los dedos y contorsionándose.
Él tenía el tórax hundido, la respiración imperceptible
y el rostro impasible. El terapeuta les preguntó: “¿Qué
desean lograr?” Él contestó: “Me gustaría que no fuera
tan descuidada”, y ella dijo: “Quisiera lograr una mayor
intimidad”. Su lenguaje corporal reflejaba el conflicto a
la perfección; vivían en la misma casa pero en mundos
distintos.
Es importante entender cómo funcionan los enredos
pero en este capítulo haremos algo más: veremos el aspecto
exterior que ofrecen y qué sienten los que están metidos
en ellos. Para acabar con los enredos y lograr relaciones
positivas es preciso observar con detenimiento los aspectos
externos de los patrones de una relación conflictiva, pues
todos son visibles para el observador sensible. Aparecen
en nuestro porte, en la forma de movernos, de respirar y
de comportarnos con los demás.
Al analizar estos aspectos externos tomamos conciencia
de la situación y nos sentimos libres de experimentar y
expresar directamente nuestros sentimientos, necesidades
y dudas. En este capítulo analizaremos los aspectos
ocultos más comunes que dificultan las relaciones, y en
el que trata sobre actividades para descubrir lacras de
conducta encontraremos ejercicios para poner en práctica
lo aprendido.
La manera de movernos y sentir el cuerpo ante nuestra
pareja refleja exactamente el estado de la relación. En
los enredos los cuerpos de ambos presentan un aspecto
desagradable: uno se encoge, el otro saca el pecho; uno
habla, mientras el otro vuelve la cabeza y desvía su
atención ligeramente. El cuerpo puede reflejar el dilema
Pag. 63
de desear y temer el acercamiento: la pelvis y las piernas
van hacia adelante y los hombros hacia atras. En el caso
del que desea acercarse pero tiene miedo a su sexualidad el
pecho y los hombros avanzan mientras la pelvis retrocede.
Querer controlar a la pareja es algo central en los
enredos y genera patrones de intromisión, como en los
ejemplos clásicos siguientes:
• Interrumpir cuando el otro tiene la palabra.
• Meterse en su terreno en forma amenazadora
• Fiscalizarlo
• Mirar a otro lado (al reloj quizás) durante una
conversación
• Suspirar o mostrar impaciencia mientras el otro
habla.
El afán de controlar se manifiesta también no
permitiendo al cónyuge terminar una actividad, por
ejemplo acabando sus frases o recogiendo lo que tiró o
desordenó, sin darle tiempo para que lo haga él. Otra forma
de control es llevar pasivamente la relación: encerrándose
en un mismo, guardando secretos, caminando más
despacio, retrasándose para salir, no llegando puntual a
citas, etc. En ocasiones ambos compiten para ver quién es
más lastre del otro.
Hay también quienes creen tener sobre la pareja ciertos
derechos implícitos: saber lo que está pensando, con
quién habla, dónde va. Estos derechos incluyen también
las expectativas de “Si de verdad me quisieras... querrías
pasar conmigo todo tu tiempo libre’’ o “...te caerían mal
las mismas personas que a mí’’.
Todo esto se comunica mediante un lenguaje corporal
exclusivo de cada pareja. Por ejemplo, un hombre
comunicaba a su esposa que esperaba que ella se encargara
de los deberes domésticos mostrándose complacido
cuando ella acababa de asear cada habitación. Otra pareja
podía pasar un rato largo en el mismo cuarto sin tocarse
para nada; pero si sonaba el teléfono y él contestaba, ella
Pag. 64
entonces se le acercaba muy afectuosa para abrazarle y
hacerle caricias mientras él hablaba.
Si una pareja no se puede decir la verdad directamente,
lo que ambos sienten, desean y necesitan, o si notan el
cuerpo incómodo al comunicarse es probable que estén
en un enredo. Las señales del cuerpo que indican que
no están siendo sinceros incluyen, entre otras: encontrar
dificultad para mirarse a los ojos o hacerlo con recelo,
ladear la cabeza, y contener la respiración.
Los patrones de respiración reflejan muy bien la
habilidad de comunicarse con claridad. Por ejemplo, un
hombre descubrió en la terapia que tenía una polaridad,
dos personalidades diferentes con las que sintonizaba
según lo requería la situación. El lenguaje corporal de una
reflejaba lo que odiaba en él: se inclinaba a la izquierda,
contenía la respiración en el pecho salido, apretaba
mucho los labios y caminaba con paso rígido. Con la otra,
que él llamaba de “mártir”, echaba el peso a la derecha,
hundía el estómago con un gran suspiro, cojeaba un poco
y arrastraba el cuerpo describiendo meandros al caminar.
Ambas personalidades expresaban el conflicto entre su
necesidad y su deseo de atención por una parte y el miedo
a acercarse a los demás por otra.
En algunos enredos ambos sienten que les falta aire
para respirar, pues esa suele ser la forma en que nos
impedimos a nosotros mismos sentir. Si uno nota que le
falta aire, que no tiene espacio para respirar, o que bosteza
mucho cuando está cerca del cónyuge quizás se halle en un
enredo que hay que desenmarañar. Tal vez está siguiendo
algún patrón viejo o hay alguna verdad oculta que sacar
a la luz.
El cuerpo tiene su propio lenguaje, como veremos en
estos ejemplos de mensajes comunicados sin participación
de la mente ni de las palabras: una mujer que no tiene
ganas de ir de vacaciones con su esposo se lastima la
espalda la noche anterior a la partida; un hombre tiene
Pag. 65
dolor de cabeza cuando hay baile en su club; poco después
de reprimir su furia durante una discusión, una persona
se golpea accidentalmente la cabeza contra un estante.
El cuerpo tiene también su propia inteligencia y si
aprendemos a escucharlo nos dirá mucho sobre lo que
sucede en lo más hondo de nuestro ser. Cuando una pareja
encuentra dificultades en decirse mutuamente la verdad,
encontrará asimismo que sus achaques, accidentes y
enfermedades son frecuentes.

ESPACIO, PESO Y TIEMPO


Estos tres puntos causan muchos problemas en las
relaciones pero cada uno ofrece aspectos externos que son
muy reveladores sí los sabemos interpretar.

Espacio
Veamos varias escenas que ilustran conflictos muy
comunes respecto al uso de espacio en una relación:
• Ella quiere discutir varias cosas con él. El está de
acuerdo y sugiere que lo hagan en el cuarto de estar
después de la cena. Cuando ella entra al cuarto lo
encuentra lleno de humo de cigarro, al que es alérgica, y
él había prometido no fumar en casa.
• Un hombre trata de acariciar a su esposa pero ella
le rehúye y continúa leyendo. Al rato, él se va al estudio y
cuando está enfrascado en su trabajo, entra ella y trata de
que le haga caso.
• El se acuesta a leer y ella decide hacer en el mismo
cuarto una llamada de larga distancia a su tía que es sorda.
• Una pareja ha pasado una semana de vacaciones
juntos las 24 horas del día. Al tomar el avión de regreso
a casa tienen una fuerte discusión sobre quién se sienta
junto a la ventanilla.
Como en los conflictos de espacio participa todo el
cuerpo la mejor forma de localizarlos suele ser estudiar
el lenguaje corporal. Por ejemplo, el asesor pidió a
Pag. 66
una pareja durante la terapia que dieran vueltas a la
habitación haciendo figuras al moverse. Los movimientos
de ella indicaban su deseo de definir un espacio para sí
además del de esposa y madre, y los de él se orientaban
a impedirle firmemente encontrarlo. Unos y otros
reflejaban a la perfección los problemas de su vida. Ella
acabó marchándose porque no pudo lograr el espacio que
necesitaba.
Cuando las cuestiones de espacio requieren atención
empiezan a suceder ciertos incidentes como:
• Notar que hay ropa tirada por todas partes
• Preguntar cosas como: ¿dónde está “mi” libro?
• Asegurarse de recibir raciones iguales de comida
• Enojarse en el cine porque alguien apoya el codo en
“su” asiento.
Una de las señales más obvias de enredo es sentir
incomodidad en el cuerpo cuando el cónyuge se acerca o
se aleja, es decir cuando entra o sale de nuestro espacio.
Estos conflictos están arraigados en nuestro antiguo
miedo al acercamiento y a la separación, o sea que es
preciso prestarles la debida atención para lograr relaciones
positivas.

Peso
¿Cómo pides en una relación lo que quieres y necesitas?
¿Te resulta fácil? ¿Puedes hacerlo en forma clara y sincera
o te vales de artimañas o insinuaciones? Estas preguntas
van asociadas a la forma de relacionarnos con nuestro
peso y tamaño y el dé los demás.
Físicamente, los hombres son en general más
grandes que las mujeres y esto ha contribuido a muchos
aspectos de los roles de ambos sexos. Cosas tales como
el paternalismo, la caballerosidad y la astucia femenina
han surgido de la diferencia de tamaño entre ambos.
Normalmente las mujeres no pueden lograr lo que quieren
por la fuerza bruta, o sea que han desarrollado varias
Pag. 67
técnicas persuasivas, muchas de ellas silenciosas, para
compensar su menor tamaño. El maquillaje, las modas
y el comportamiento sexualmente provocativo son parte
del arsenal. En una sesión de terapia, un hombre le dijo
a su compañera: “Soy más grande que tú, no me puedes
ganar”. “¿Apuestas algo?” contestó ella con una mirada
seductora.
La desigualdad y el miedo entre ambos sexos son
las raíces de esta conducta. Arremeter contra el otro es
a menudo el último recurso cuando la sinceridad no
funciona. La enorme incidencia de los golpes en el hogar
es una triste evidencia de lo mal que se han resuelto los
problemas de peso y tamaño en las relaciones. Una pareja,
por ejemplo, tenía un enredo en el que él no quería pelear
con ella. Pero para ella pelear era una forma esencial
de contacto, significaba que de verdad la quería. Si no
respondía, ella intensificaba el ataque; una vez llegó a darle
golpes mientras él permanecía sentado inexpresivamente.
Si él trataba de comunicarse con ella a su modo, ella se
mostraba distraída y desinteresada.
Las luchas por el poder se deben frecuentemente a
diferencias de peso. ¿Reprimimos nuestro impacto en
la relación? ¿Nos mostramos pasivos y poco firmes? En
esta cuestión como en muchas otras, hay que observar
cómo manejamos el peso y el tamaño, si nos achicamos
ante unos y nos crecemos ante otros. El mejor campo
para observarlo lo constituye el lenguaje corporal; gestos,
posturas y forma de desenvolvernos en el mundo.

Tiempo
La influencia de los ritmos personales es tan sutil, tan
vaga y a la vez tan penetrante, que solemos pasar por alto
sus dramáticos efectos en nuestras interacciones.
Cada uno tiene profundamente arraigado un ritmo
favorito de andar por la vida: unos van zumbando como
abejas y otros se mueven como tortugas. En los enredos
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se nos suele hacer sentir mal por el ritmo que llevamos:
“apresúrate, que no tenemos todo el día a nuestra
disposición’’ dice uno. “¿Tienes que hacer siempre todo a
esa velocidad?” contesta el otro.
Una de las señales de que se trata de un enredo es que
uno o ambos censuren el ritmo del otro. En una ocasión
el terapeuta hizo a una pareja caminar por el cuarto para
observar la compatibilidad de sus ritmos. Enseguida
él empezó a criticarla por ir tan deprisa y ella se puso
furiosa. Después de analizar el problema se vio que él
tenía miedo del ritmo de ella pues asociaba su rapidez con
pérdida de control y le preocupaba que se volviera loca y
atolondrada. A ella le irritaba su lentitud pues le recordaba
lo exasperantemente metódico que era su padre.
Cuando uno niega o no hace caso a su ritmo natural
puede haber conflictos. Una mujer, por ejemplo, se
levantaba todos los días a las 6 a.m. para preparar el
desayuno a su marido, aunque en el fondo odiaba hacerlo.
A menudo se le quemaba algo o le ocurría algún accidente
en la cocina. Al analizar la situación se dio cuenta de que
era una persona nocturna, mientras su marido era diurno.
La solución fue que ella dejara listo por la noche algo que
él pudiera prepararse rápidamente para desayunar al día
siguiente. El también vio que prefería desayunar solo
a tener que discutir con una esposa medio dormida y
malhumorada.
En los enredos suele suceder que ambos se sientan
obligados a adoptar el ritmo del otro. A veces el cambio
tiene éxito pero lo más normal es que el cuerpo proteste
de alguna forma: nos enfermamos, sufrimos accidentes,
empezamos discusiones, etc. Es el caso por ejemplo
de una mujer que prefería leer y descansar de noche, y
podía pasarse horas sentada en el cuarto de estar en una
inmovilidad casi total. El era mucho más activo, pero al
principio, como le gustaba estar con ella trató también de
sentarse a leer. Así hizo unas tres noches y luego explotó
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reprochándole que fuera tan “perezosa”. Finalmente, tras
mucha discusión, transigieron en darse oportunidad
mutuamente de seguir su propio ritmo. Otras parejas no
lo logran y la relación fracasa.
La solución al problema de los ritmos tiene dos
aspectos. Primero tenemos que interrogarnos y ver cuál
nos va mejor, tarea que no es fácil pues a todos nos han
tratado de disuadir de seguir nuestro ritmo propio. Una
vez que sepamos cuál nos gusta, el siguiente paso es
buscar alguien que lleve el mismo o, si tiene otro, dejar
que continúe con él.
Es muy eficaz observar las manifestaciones exteriores
de los enredos pues el cuerpo revela directamente el
subconsciente. Podemos decir mentiras con la boca, pero
el cuerpo expresa la verdad. Así pues, si queremos acabar
los enredos y crear relaciones positivas debemos observar
con atención la forma en que nuestro cuerpo siente y se
mueve en la interacción con los demás. Al ir mejorando
nuestra habilidad en esta área, debemos prepararnos para
algunos descubrimientos, unas veces alentadores y otras
humillantes.

Pag. 70
VIII

La proyección: una importante


barrera para las relaciones
positivas
La proyección empieza cuando olvidamos que nosotros
somos los encargados de crear nuestras vivencias. Cuando
nos proyectamos suponemos que los demás y el mundo
son responsables de nuestros pensamientos, sentimientos
y de todo lo que nos sucede. La proyección ofrece muchas
formas. Aquí tenemos unos ejemplos tomados de la vida
real:
• Un hombre acusa a su esposa de flirtear con otros
hombres en una fiesta y se origina una pelea. Al aclarar
la situación a fondo una semana después, sale a relucir
que en esa fiesta él se había sentido muy atraído por una
mujer, pero había reprimido el sentimiento y entonces se
había obsesionado con el aspecto sexual de la interacción
de su esposa con otros hombres.
• Una mujer se queja de que su cónyuge le critica
demasiado. Más tarde se da cuenta de que cada vez que da
un paso arriesgado oye en su interior una fuerte voz que
se burla de ella.
• Una persona tiene una serie de enfrentamientos
con gente enojada y, de pronto, cae en la cuenta de que la
enojada es ella, con lo cual el enojo de la gente empieza a
desaparecer.
En un taller que dimos los dos una mujer nos
proporcionó un ejemplo perfecto de cómo funciona
la proyección. Divorciada hacía poco tras un largo
matrimonio, apenas empezaba a abrirse paso en el mundo.
Se enorgullecía de ser ciudadana modelo, de que nunca le
habían puesto una multa; así que cuando un día le paró un
policía de tráfico se quedó atónita. Le insistió en que era
imposible que hubiera manejado con exceso de velocidad.
“Yo no hago esas cosas’’. Pero el policía, inconmovible, le
puso la multa. Una semana después otro policía (hombre
también) le multó por la misma razón. Nuevamente se
puso a discutir sin que le sirviera de nada. Al recibir la
tercera multa un mes más tarde abrió por fin los ojos y se
preguntó “¿No seré yo la que está enojada? ¿Tengo algún
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conflicto que resolver con figuras de autoridad masculina?
Y así descubrió que conservaba una profunda ira que no
había resuelto hacia su ex-marido. Profundizado más se
percató de sentimientos que también había tenido hacia
su padre y su abuelo. Asimismo vio cómo el hecho de
conservar esa ira limitaba el éxito en su carrera. Una vez
analizados los sentimientos los hizo a un lado y su vida
dio un salto cuántico en una dirección más positiva.
La proyección también puede consistir en negarnos a
lograr para nosotros alguna cualidad positiva que vemos
en otros. Los sentimientos de competencia suelen resultar
de ver en otro algo que nos gusta y que desearíamos tener.
Pero en lugar de abrirnos y ponernos en disposición
de lograrlo, nos damos por vencidos antes de tiempo y
pensamos cosas tales como “Bueno, después de todo
no me gustaría realmente ser así” o, “Seguramente ha
pisoteado a mucha gente para llegar ahí”.
De igual forma, a veces proyectamos en la relación
algún conflicto personal. Por ejemplo, si necesito tener
más poder de decisión pero temo ejercerlo, quizás empiece
a sentir que la relación me coarta, que mi pareja tiene
mucho poder y me domina.
Un aspecto de la proyección que se encuentra con
mucha frecuencia en los enredos es la ausencia del
desarrollo de las facetas masculina y femenina en ambos.
Todos, hombres y mujeres, debemos desarrollarlas,
es decir, tener una relación saludable con los rasgos
tradicionalmente considerados femeninos: sentimientos,
intuición, compasión, visión global de la vida. Y también
con los masculinos: sociabilidad, expresividad, solución
de problemas, función específica. Un hombre completo
está en contacto con sus sentimientos; una mujer completa
se desenvuelve bien en el mundo. La mayoría tenemos que
trabajar mucho para lograr el perfecto desarrollo de ambos
aspectos. Cuando el equilibrio está roto quizás tratamos
de compensar lo que nos falta uniéndonos a alguien que
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lo tiene. Por ejemplo, un hombre que necesita ponerse en
contacto con sus sentimientos y limitaciones, quizás se
junte con una mujer muy emotiva y dependiente, y tal vez
luego se queje de ella sin pensar que es sólo un reflejo de
algo que él necesita revisar en sí mismo. Igualmente, una
mujer puede no estar dispuesta a cultivar su parte sociable
y autoafirmativa, es decir, la masculina, y lo proyecta en la
relación pensando “No va a dejar que me realice”.
A veces, por supuesto, estos conflictos están realmente
presentes en la relación. Pero no lograremos afrontarlos
en forma efectiva hasta que estemos dispuestos a dejar a
un lado la proyección.
Catalina describe un sueño que tuvo y que ilustra la
proyección de los aspectos masculino y femenino:
“Me desperté un día triste llena de sospechas
pues había soñado que a Gay le gustaba otra
mujer y no me lo había dicho. El efecto del sueño
fue tan fuerte que me sentí alejada de Gay, y
lo noté enseguida pues normalmente estamos
muy unidos. Como suelo analizar mis sueños
viendo qué parte de mí representa cada pasaje
del sueño me pregunté de qué parte me sentía
alejada y vi que tenía miedo al acercamiento y
que junto con eso surgía mi antigua y profunda
desconfianza a los hombres. Yendo más allá me
pareció que el significado profundo del sueño
era que no confiaba en mi faceta masculina, que
todavía no me sentía a gusto autoafirmándome
en la vida. El sueño parecía una proyección
de esta dificultad en mi relación con Gay. Así
que decidí abrirme más a mi autoafirmación,
experimentar el miedo y comentar todo con
Gay. En seguida me sentí de nuevo muy unida a
él y en completa armonía”.

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CÓMO ELIMINAR LA PROYECCIÓN
La clave para deshacerse de la proyección está en que
ambos asuman total responsabilidad por los incidentes y
sentimientos que surjan en la relación. Esta sola intención
propicia que todo cuanto acontezca en la relación
contribuya al crecimiento de la misma. Para descubrir qué
es proyección y qué no lo es tenemos que estar dispuestos
a considerar todo como proyección.
Identificar las connotaciones nos permitirá saber si nos
estamos proyectando. Una mujer, por ejemplo, estornuda
a menudo y lo considera síntoma de la fiebre del heno.
Siguiendo la recomendación de su terapeuta empezó a
observar lo que pensaba y sentía justo antes de estornudar,
y vio que solía hacerlo cuando no se atrevía a tomar una
decisión o cuando se abstenía de decir lo que pensaba.
Un día tuvo lugar un progreso notable. Iba a comprar
una lavadora-secadora, lo cual era muy importante pues
se trataba de una de sus primeras compras en su vida de
adulta. Pero en la tienda encontró dificultad para elegir
y al dudar si tomaba ella la decisión o consultaba a su
marido empezó a sorber y estornudar. Salió del local y se
sentó en el coche a pensarlo hasta que vio el significado
de lo sucedido. Entonces volvió a la tienda e hizo la mejor
elección posible, con lo cual dejó de estornudar.
Cuando descubrimos el gran poder de la proyección,
lo profundamente que influye en nuestra cosmovisión, la
respuesta inmediata es a menudo una furiosa negativa.
Puede resultar exasperante saber que hemos estado
creando una realidad llena de sufrimiento, desavenencias
y desperdicio. Debemos reconocer estos sentimientos
para liberarnos de nuestras viejas formas de vivir.
Al analizar la proyección nos han sido de mucha
utilidad preguntas como ésta:
¿Dónde y cómo aprendí a ver las cosas así?
• ¿Qué siento en el cuerpo?
• ¿Siento miedo? ¿Ira? ¿Tristeza?
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• ¿Siento que me estoy ocupando de mis sentimientos
ahora mismo?
En caso negativo ¿quién los está “causando”?
• ¿Estoy siendo sincero de verdad conmigo mismo? ¿Y
con mi cónyuge?
• ¿Estoy ocupando la totalidad de mi espacio? ¿O me
estoy achicando a mí mismo?
• ¿Qué quiero lograr en esta situación?

La proyección implica tomar posición mental y


corporal. Actitudes como: yo tengo razón; es tu culpa; no
me dejas hacer lo que quiero; tú crees que te ha tocado
la peor parte, etc. tienen efecto directo en el cuerpo,
impiden el flujo de energía y congelan nuestra respuesta
a la vida. Con la práctica podemos captar la proyección
cuando tiene lugar y observar su efecto en el cuerpo. Un
hombre, por ejemplo, decidió estudiar sus pensamientos
paranoides del tipo “todos están en contra mía” “nadie
me quiere” y vio que cuando le venían a la mente tenía la
cabeza inclinada hacia adelante y después sentía dolor de
cabeza y la vista cansada.
Por tanto, una forma rápida de eliminar la proyección
es prestar atención a los pensamientos y señales
corporales que nos indican que no estamos tomando
plena responsabilidad por nuestra vida. Cuando nos
abrimos a lo que sucede bajo la superficie de la proyección
es más fácil que nos amemos aunque lo que sintamos sea
desagradable.
Eliminar la proyección es fundamental para lograr
relaciones claras, sinceras y susceptibles de evolucionar,
pues así tenemos la oportunidad de ver las cosas como son.
El mundo es un lugar luminoso y radiante y si logramos
eliminar la proyección las relaciones pueden convertirse
en una danza extática. Para evolucionar hay que llegar
a ser la fuente de amor de uno mismo y de los demás.
Aquellos que aceptan sus aspectos masculino y femenino
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están dispuestos a responder de todo su potencial y
sentimientos, son personas completas. Su recompensa por
haber acabado con la proyección es surcar las olas de la
energía y la vitalidad que trae consigo la integridad.

Pag. 78
IX

Cómo resolver el problema de


los límites superiores: aprender
a manejar más energía positiva
Muchas de las dificultades que encontramos en la
vida y en las relaciones se deben a que nos estrellamos
con nuestros límites superiores y con los de los demás.
Entender a fondo este problema puede ahorrarnos muchos
de los irritantes obstáculos con que nos topamos.
Veamos cómo funciona. Al crecer aprendemos a
limitar la cantidad de energía que sentimos y expresamos.
Por ejemplo, si los padres están en medio de una discusión
y entra el niño emocionado porque acaba de atrapar una
rana, es posible que se estrelle contra un muro si trata de
comunicarles su entusiasmo. Acaso no recordamos todos
haber oído de pequeñas cosas como:
• ¿Por qué andas tan contento?
• No hagas castillos en el aire
• De la mano a la boca se pierde la sopa
• Ahora todo te parece maravilloso pero ya verás
cuando crezcas...
• ¡Estáte quieto!
Con frases de este tipo se nos advierte de los peligros
de emocionarnos mucho, de sentirnos demasiado bien o
de ser muy optimistas. Muchas familias están en precario
equilibrio, o sea que no hace falta mucha energía para
trastocar su sistema. Para poder sobrevivir y mantener
intacto el sistema aprendemos de niños a poner límites a
lo bien que nos podamos sentir.
Ya de mayores, cuando empezamos a analizarnos, a
experimentar nuestros sentimientos y amarnos, nuestra
energía interior aumenta y ejerce presión sobre los límites
en los que habíamos aprendido a vivir. Al trascender
esos límites superiores entramos en una zona que
nunca habíamos ocupado y nos embarga el temor a lo
desconocido. Entonces hacemos algo que nos devuelva a
la zona conocida: enfermarnos o tener un accidente. Un
hombre, por ejemplo, observó un patrón repetido en su
vida al menos tres veces y que, curiosamente, abarcó en
total casi diez años. La primera vez que se separó de su
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familia, a los 18 años, se torció el cuello al salir y tuvo que
manejar una gran distancia con la tortícolis. Siete años
después se separó de su esposa, pero la noche antes de
partir se lastimó los hombros y el cuello con un ejercicio
de yoga y todo el viaje sufrió dolores cada vez que movía
la cabeza. Años después decidió mudarse para cambiar
de empleo y sucedió lo mismo: se lastimó antes del viaje y
le resultó muy incómodo. Entonces cayó en la cuenta del
patrón y después de reflexionar vio que tenía un problema
de límites superiores. Los tres incidentes habían sucedido
cuando estaba a punto de hacer lo que quería; es decir,
violaba su límite superior ya que al avanzar en pos de una
mayor libertad se sentía mejor que nunca. Las lesiones le
regresaban a una zona más familiar y que después de todo,
pensaba, no es justo que yo me sienta feliz si los demás no
se sienten también felices.
En las relaciones el problema de los límites superiores
se complica puesto que al acercarse dos personas la
energía se multiplica y aumenta. Es como si tuviéramos
un termostato escondido que acciona una alarma
inconsciente si nos pasamos de cierto límite. En una
relación las alarmas se disparan con mayor facilidad que
cuando estamos solos debido al incremento de energía
y a lo imprevisible de la conducta de ambos. Cuando
suenan las alarmas hacemos algo para bajar la presión.
Por ejemplo:
Proyectarnos: Si uno está enojado pero no sabe cómo
manejarlo o expresarlo, se lo achacará a la pareja diciendo
“Hoy andas enojado por algo”. La proyección perjudica
tanto las relaciones que la abordamos minuciosamente en
capítulo aparte.
Comenzar una discusión: Es la forma más común de
afrontar el problema de limites superiores y de regresar
rápidamente a la pareja a la zona familiar. Los que no
conocen el mecanismo de este conflicto quizás pensarán
que el otro comenzó la discusión, a la cual seguirá una
Pag. 82
lucha por el poder y la energía positiva de la relación
quedará en punto muerto.
Luchar por el papel de víctimas: Al estrecharse
la relación aumenta la energía y vierte todo lo que
causa bloqueo en ambos: resentimientos, ofensas,
arrepentimientos acumulados tiempo atrás. Sin embargo
todo esto lo provoca la presencia del amor, no su
ausencia. El conflicto surge cuando olvidamos hacernos
responsables de ello y proyectamos la responsabilidad
sobre el cónyuge. Entonces hay una competencia para ver
quien logra el papel de víctima pues a casi nadie le gusta
ser el “villano”.
Veamos el diálogo de una pareja después que el
terapeuta le preguntara a él cómo se sentía:
Él: No estoy satisfecho
Ella: (interrumpiendo bruscamente) ¡No estás
satisfecho! ¡No hay ninguna razón para que no lo estés!
Tienes todo resuelto.
La que no está satisfecha soy yo.
Él: ¿Por qué crees que sí lo estoy?
Ella: ¿Acaso no tienes una camioneta nueva? Yo ni
siquiera tengo con quien hablar.
El: La necesito para mi trabajo. Y además yo tampoco
tengo nadie con quien hablar.
Ella: Al menos tienes tu trabajo.
Y así sigue la discusión. Una vez iniciada la maniobra
para lograr el papel de víctimas, ya sea comportándonos
como tales o pensando “pobre de mí”, no hay nada que
hacer. No se puede ganar la partida porque las víctimas
no ganan; a lo más que pueden aspirar es a la compasión
de otros en la misma situación.

Adormecernos: Otra forma de afrontar el problema


de limites superiores consiste en adormecernos y seguir
funcionando automáticamente. En vez de aumentar la
vitalidad y el conocimiento de sí mismos, muchos optan
Pag. 83
por permanecer en una cómoda somnolencia. Pasan por
la vida como sonámbulos, sin airear su mente con un
cambio de opinión y sin transformar su cuerpo poniendo
en tela de juicio sus formas estereotipadas de moverse.
Una pareja, por ejemplo, solía aletargarse cuando la
creciente energía de ambos estaba a punto de sacar a la
luz antigua ira no expresada. El lenguaje corporal de
ambos era muy revelador: ella permanecía de pie mirando
al suelo, con el aspecto de una niña de 4 años que trata
de portarse bien; y él empezaba a bostezar, a suspirar y a
retirarse, evidentemente cansado. Luego se iba cada uno
por su lado a recobrarse. Cuando analizaron sus patrones
descubrieron muchos datos liberadores. La conducta
de ella le recordaba a él la forma de comportarse de su
propia madre cuando estaba a punto de actuar abusiva e
irracionalmente; y el aparente desinterés de él le traía a
ella a la memoria el recuerdo del impenetrable fastidio de
su padre ante su vivacidad infantil. Como suele suceder, se
habían elegido uno a otro buscando ayuda para solucionar
esos viejos patrones de conducta.
No experimentar nuestros sentimientos: Una manera
de no entrar en conflicto con nuestros límites superiores es
insensibilizarnos. Uno se enoja con alguien, por ejemplo,
y en lugar de sentirlo a fondo corta en seco el sentimiento.
O quizás a uno le atrae sexualmente alguien que no es
su pareja, pero se siente culpable y frena el sentimiento.
El problema es que el cortar los sentimientos disminuye
la vitalidad y se resta energía a la relación. Dado que las
relaciones positivas se desarrollan gracias a la totalidad de
cada persona, si uno de ellos desperdicia energía, ambos
salen perjudicados.
No ser sinceros: Se recurre a esto para no sentir más
energía positiva de la que se puede manejar. Una mentira
interrumpe de dos formas el flujo de energía. Una es
sentirse enojado por algo y no compartirlo con la pareja:
entonces se crea en la relación una especie de tapón de
Pag. 84
vapor que no la deja seguir creciendo. Sólo al destaparse
podrá continuar el flujo de energía. Otro tipo de mentira
se da cuando distorsionamos algo al relatarlo. Si pensamos
en la verdad como en un tono musical puro, la distorsión
sonaría como una nota discordante tocada a la vez. Oímos
la disonancia pero no sabemos qué hacer.
Como terapeutas hemos observado que la gente nota
enseguida si ellos o los demás están mintiendo, pero con
mucha habilidad aparentan no darse cuenta. En nuestro
afán por qué todo reluzca y tenga buen aspecto todos
conspiramos para ser menos perceptivos e intuitivos
cuando se trata de sentir y decir la verdad.
¿Por qué mentimos? En parte se debe a que en ocasiones
nos han castigado por decir la verdad y entonces hasta la
persona más torpe piensa: “Bueno, si lo que quieren son
ilusiones, eso tendrán”. Y otra razón es que no tenemos
mucho interés en abrirnos bajo la tormenta que el decir la
verdad provoca. La gente realiza todo tipo de acrobacias
emocionales al oir la verdad y necesita mucho valor y
capacidad de transigir para soportar la revelación y llegar
a tomar una determinación positiva.
Muchos nos han dicho que mienten porque su pareja
no soportaría que le dijeran la verdad. Por alguna razón
nos parece mejor dejar que la relación se desvanezca entre
la niebla de la falsedad antes que ver reflejado en el otro el
dolor o la ira. Al no decir la verdad disminuye la vitalidad
de la relación, pero esa especie de parálisis es tal vez más
fácil de manejar que una posible explosión por parte del
consorte.
No es fácil decir la verdad. Incluso si tuviéramos una
repentina revelación en la que el universo nos ordenara
decir para siempre la verdad, necesitaríamos práctica
para lograrlo. En el capítulo sobre comunicación hay
diversas actividades y experimentos para aprender a decir
la verdad.

Pag. 85
Romper un acuerdo: Es una forma segura de disminuir
el flujo de energía positiva en la relación si uno ha llegado
a los límites superiores. Veamos unos ejemplos triviales y
otros importantes:
• Un hombre se compromete a hacer algún quehacer
en la casa regularmente pero se le “olvida” realizarlo y la
esposa tiene que recordárselo a cada rato.
• Una mujer se compromete a no volver a ver a su
antiguo pretendiente, pero al analizar sus palabras se da
cuenta de que no ha prometido no hablarle por teléfono.
Así es que le habla a menudo y luego se siente culpable,
pero no le dice nada a su marido.
• Una pareja decide que antes de aceptar ningún
compromiso social se consultarán mutuamente, pero uno
de ellos se compromete sin consultar al otro.
• Una pareja decide, con la ayuda de un consejero,
dedicar las tardes de los jueves a hablar sobre su relación
y sus sentimientos, pero todos los jueves surge algo que les
impide hacerlo.
• A un hombre le gusta ir a tomar la copa con los
amigos, y se compromete a volver a casa a determinada
hora o llamar por teléfono. No obstante, seguido se
olvida de cumplir lo acordado provocando la consabida
discusión cada vez que sucede.
Una parte de nuestra mente vigila si cumplimos o
no los acuerdos que hacemos. Dos formas seguras de
disminuir la vitalidad de la relación son: comprometerse
a cosas que uno no desea y no cumplir lo prometido. A
menudo los conflictos más graves surgen de discusiones
aparentemente triviales, pero esto se debe a que el
incumplimiento de lo pactado es sólo síntoma de un
conflicto más profundo.
O se cumple lo pactado o no se cumple, y en el segundo
caso surge otro punto clave: se revisa por qué rompimos
el compromiso o no se revisa. Resulta obvia la relación
entre el éxito en las relaciones y la escrupulosidad con que
Pag. 86
cumplimos los acuerdos. Es asombroso lo íntimamente
relacionados que están ambos. Cuando no cumplimos,
una parte nuestra vital sale de la relación y en su lugar
queda un bloqueo. Pero no todo está: perdido. Existe
siempre la posibilidad de retractarse, admitir la ruptura
del convenio y ver la forma de arreglarlo.
En los acuerdos hay tres aspectos principales que
tener en cuenta. El primero es fijarse bien en las promesas
conscientes o inconscientes que hacemos, es decir
comprometerse sólo a cosas que de verdad nos importen,
que signifiquen algo para nosotros. Muchos acuerdos se
rompen porque algunos de los dos los hizo sin ganas
El segundo aspecto es cumplir bien lo prometido. Por
ejemplo, si uno queda en sacar la basura, eso también
significa recoger los papeles que riegue al hacerlo. El tercer
aspecto es cómo manejar las cosas en caso de ruptura
del acuerdo. Muchos conflictos debidos a acuerdos no
cumplidos se pueden solucionar fácilmente con unos
minutos de comunicación sincera. Pero por desgracia la
mayoría prefiere aparentar que no sucedió nada antes que
reunir el valor necesario para encararlo.
Hay también mucha gente con un temperamento
especial que piensa que están eximidas de las leyes normales
del Universo. Por ejemplo, un hombre daba rienda suelta
a su ira y ponía ese sentimiento como excusa para romper
todo tipo de acuerdos, entre ellos el de fidelidad sexual.
Cuando se enojaba con la esposa se iba y tenía relaciones
con alguien. Ya que se le pasaba el mal humor se sentía
culpable pero no era capaz de reconocer que rompía su
promesa y acabó arruinando su matrimonio.
Otras reacciones “especiales” que la gente cree tener
son:
• Cuando me enojo me da por robar y estafar
• Cuando alguien me ofende de verdad, no tengo por
qué ser sincero con él
• Cuando tengo miedo tiendo a comer en exceso
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• Cuando estoy de mal humor me importan poco los
demás
El Universo nos trata bruscamente hasta que
captamos el mensaje: tenemos que cumplir lo prometido
independientemente de cómo nos sintamos.
Metáforas corporales: Para afrontar los límites
superiores nos valemos muchas veces del cuerpo. Es
muy común, por ejemplo, enfermarnos o tener un
accidente justo después de un período de acercamiento
pues entonces perdemos ligeramente el control. Esto
es productivo porque casi todo lo divertido y creativo
implica perder el control. Pero si no está uno al tanto del
proceso quizás sienta miedo y necesite poner los pies en la
tierra bruscamente. Veamos unos ejemplos:
• Un hombre se hirió la cabeza con la tapa de un baúl
justo cuando iba a tener lugar el ansiado nacimiento de su
primer hijo.
•Una mujer que había arreglado una habitación de su
casa para hacer ahí sus meditaciones empezó a sentirse
muy culpable por tomarse tiempo para ella y por usar el
cuarto para algo tan “frívolo”. Resbaló varias veces por
la escalera cuando se dirigía a esta habitación, cosa que,
curiosamente, nunca le había sucedido.
Resulta muy útil analizar qué sucedió justo antes de
enfermarnos o accidentarnos. ¿Qué estaba pensando
y sintiendo antes de cortarme el dedo? ¿Cómo iba mi
relación antes de enfermarme? Este tipo de preguntas
sirve para ver con claridad los patrones limitadores y
cambiarlos.

La alternativa: crear nuevos canales para la energía


positiva
Ya hemos visto varias formas de limitar e impedir el
flujo de energía positiva en las relaciones; veamos ahora
qué hacer en lugar de eso. La cuestión es: ¿Cómo elevarnos
cada vez más sin tener que descender?
Pag. 88
Comentarlo con la pareja
En una relación positiva ambos deben perfeccionar
su capacidad para decirse en verdad lo que sienten.
Veamos algunos ejemplos de cómo comunicar los límites
superiores:
• “Anoche estuvimos tan unidos que quisiera alejarme,
pues tengo miedo de que me ames tanto”
• “Últimamente he temido que me abandones aunque
sé bien que no lo harás, pues nunca me he sentido tan
cerca de ti como ahora. Lo que me pasa seguramente es
que tengo miedo a una unión tan estrecha”
• “A veces cuando me quieres tanto creo que no lo
merezco y me dan ganas de huir”
• “Me asusta tanto sentirme tan feliz contigo como
me he sentido últimamente, que creo que ayer me torcí el
tobillo para obligarme a descender de las nubes”
• “Creo que vamos a empezar, a discutir, pues estoy
notando muchas cosas que me irritan. ¿No será que no sé
cómo manejar todo el amor que me estás dando?”
A nosotros mismos nos costó varios meses de
práctica aprender a comunicarnos claramente cuando
rebasábamos los límites superiores. Hay siempre una
fuerte tendencia a culpar y criticar al otro, así como a
tomar en serio la escoria que se produce al forjar la mente
y el cuerpo. Con la práctica, sin embargo vimos que era
posible detectar esos problemas, comunicarlos al otro y
superarlos rápidamente. Vean un ejemplo narrado por
Catalina:

“Tuve un inquietante sueño en el que Gay


estaba enojado conmigo, pero en vez de tratar de
olvidarlo o darle vueltas yo sola en la cabeza, se
lo conté a él. Gay podía no haberme escuchado,
haberse puesto a la defensiva, haberse enojado
o haber tratado de interpretarlo. Pero en lugar
de eso me escuchó, me preguntó qué parte mía
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representaba cada parte del sueño y resultó que
yo estaba captando a un, nivel profundo su
antigua ira contra las mujeres, la cual me hacía
sentir muy insignificante. Una vez analizado nos
sentimos de nuevo muy unidos”.

Darse espacio para crecer


Un acuerdo clave en una relación positiva es que
ambos tomen espacio y tiempo para sí, lo cual les
permitirá integrar la energía positiva que reciben uno del
otro. Hay veces en que la única forma de poder enfrentar
lo que surge es marcharse uno solo durante una hora o
una semana. Si ambos han acordado que es necesario y
admisible tomarse tiempo libre, no suelen necesitarse
períodos largos de vacación para lograr la necesaria
integración. Sin embargo muchos encuentran difícil
darse a sí mismos o a su pareja ese descanso por miedos
tales como:
• Si lo/la dejo ir. Cuando vuelva quizás no me quiera
• Si me tomo tiempo para mí, tal vez al regresar no
me quiera
• Temo perder el control sobre ti
• Me asusta estar solo/a
Los que se hallan en enredos tienen miedo de salir
perdiendo si se dan un descanso. Pero los que tienen
relaciones positivas se toman tiempo porque se han
comprometido a que crezca la relación. Se dan cuenta
de que para fortalecerla deben tomar espacio y tiempo
para deshacerse de la escoria. Situarse en el nuevo nivel
de energía y reafirmar su conexión individual con el
universo.
Para todo eso hace falta valor, pero es esencial en una
relación positiva, pues con la libertad de separarse quizás
se logre un mayor acercamiento.

Pag. 90
Contacto físico y movimiento
Cuando traspasamos el límite superior de amor y
energía positiva que solemos manejar ampliamos nuestras
fronteras. Es como si lleváramos puesto mucho tiempo un
corsé muy apretado y de repente alguien nos aflojara el
cierre y nos invitara a respirar hondo. Probablemente nos
sentiremos muy bien pero también nos resultará extraño
hasta que nos familiaricemos con esa mayor cantidad
de espacio y libertad. El amor funciona igual. Cuando
lo recibimos y lo damos, nuestras fronteras se amplían
y necesitamos un período de adaptación para volver
a sentirnos a gusto. Dos formas excelentes de lograrlo
son el contacto físico y el movimiento. Y es preciso que
exploremos los nuevos niveles conscientemente, pues si
no, lo haremos en forma inconsciente.
Darse masajes uno al otro es una magnífica forma de
contacto físico para situarse en los nuevos niveles, aparte
de que es muy agradable. Bailar, correr, hacer ejercicios
aeróbicos y caminar son también formas muy buenas
de movimiento para ubicarnos tras una excursión a las
elevadas cimas del amor y la energía positiva.

Llegar a acuerdos positivos con el Universo


Es muy normal que hagamos nuestros acuerdos
básicos con el Universo muy jóvenes y bajo presión, para
luego ver que nos coartan. Por ejemplo:
• Este mundo está loco; yo no juego
• Si dejo de ver y sentir lo que me rodea quizás sufra
menos
Una vez que dejamos atrás la indefensa época de la
niñez, de nosotros depende llegar a un convenio mejor con
el Universo en forma consciente, y arreglar el escenario
para que tenga lugar una experiencia de vida totalmente
diferente. Un acuerdo de este tipo sería estar dispuestos
a situarnos en niveles cada vez más altos de energía
positiva sin molestar a nadie, con lo cual evitaríamos
Pag. 91
muchas discusiones y tropiezos. Después de ascender a un
nivel más alto de energía positiva, solemos provocar un
encuentro violento con los demás o con el Universo, con
el propósito de ubicarnos y situarnos en el nuevo nivel.
Pero esto implica mucho desgaste para nosotros y para
los otros; es mejor tomar la responsabilidad de situarnos a
ese nivel más elevado con resultados positivos para todos.
Conviene que hagamos esta afirmación: estoy dispuesto a
situarme en niveles cada vez más altos de energía positiva
con consecuencias totalmente positivas para mí y para los
demás. Así evitaré muchos encuentros desagradables.
Otro acuerdo básico que podemos hacer con el
Universo es el de estar dispuestos a aprender las lecciones
en forma amable para nosotros y para los demás. La vida
está llena de lecciones y si pensamos que por fuerza tienen
que ser duras estaremos contribuyendo a que así lo sean.
Mucha gente ha visto que cambiando sus creencias
básicas se puede abrir paso en este mundo. Trata de hacer
esta intención: Estoy dispuesto a aprender las lecciones en
forma agradable para mí y para los demás.
Nadie necesita ni desea que el aprendizaje sea muy
cruel. Si creemos que hay que aprender a fuerza de golpes
es porque eso nos han dicho, pero tratemos de hacerlo de
otra manera a ver si nos gusta más.
Al llegar a cierto punto de evolución hay que usar el
cuerpo para fincar las intenciones más elevadas pues con
la mente no se puede avanzar más. Al elevarse nuestras
intenciones tenemos que aprender a remontar las olas
interiores de energía positiva, fortaleciendo y apoyando
su flujo mientras pule nuestro interior. La danza y los
ejercicios aeróbicos son esenciales para dejar pasar más
energía. También hay que prestar atención a nuestra
dieta y ver qué alimentos nos elevan y cuáles nos hacen
descender. Al final, el juego de energía positiva en el
cuerpo se convierte en un pasatiempo fascinante, en un
viaje para descubrir cómo nuestra danza con los demás y
Pag. 92
con el Universo puede ser cada vez más vital.
Se requiere valor para abrirse a niveles más altos de
energía positiva, pues al hacerlo se rompen los límites del
pasado y se entra en terreno desconocido. Por eso muchos
prefieren pasar la vida adormilados despertando sólo de
vez en cuando para comer o dar su opinión. El hecho de
estar leyendo este libro quiere decir que ya has despertado
y tu tarea te resultará más clara.
Hay que empezar por localizar la forma en que uno
limita su energía positiva, ya sea proyectándose, haciéndose
la víctima, no sintiendo, mintiendo o rompiendo acuerdos.
Luego hay que abrirse a la energía positiva haciendo todo
lo contrario: sintiendo, diciendo la verdad, manteniendo
las promesas, tomándose tiempo libre, estableciendo
contacto físico con la pareja, moviéndose, llegando con el
Universo a acuerdos que nos ayuden a crecer.
Todo esto nos ayudará a sentir un flujo más claro de
energía positiva entre nosotros y el mundo que nos rodea.
Así la vida se convierte en un proceso de elevación a
niveles más altos de dar y recibir energía positiva.

Pag. 93
X

Estrategias específicas para


resolver conflictos
En este capítulo analizaremos formas específicas de
resolver los conflictos que van surgiendo, basadas en
enfoques que han funcionado bien tanto con individuos
como con parejas en nuestras terapias y talleres.
Lo primero que hace falta es que ambos quieran
resolver el conflicto, pues suele suceder que uno tenga
más interés que el otro. Sólo surgirán posibilidades llenas
de vitalidad si a los dos les interesa el crecimiento de la
relación y, por tanto, la solución de los conflictos.
Pero antes es preciso superar grandes obstáculos,
pues hay que tener en cuenta que muchos no entran en las
relaciones buscando la iluminación, sino por otras razones.
Puede parecerles importante, por ejemplo, perpetuar
algún viejo patrón de personalidad. Prefieren insistir
en sus viejos conflictos a interesarse en el crecimiento
de la relación. A otros les importa más justificar alguna
decisión suya que resolver los conflictos.
¿Qué sucede cuando uno o los dos no se han
comprometido a hacer crecer la relación? Hay ciertos
patrones o estilos comunes a este tipo de relaciones y, si
estamos concientes de ellos, podremos cambiarlos por
algo mejor.

Intensificación de las descargas


Empieza con un comentario en apariencia inocente:
• ¿Con quién hablabas por teléfono?
• Es evidente que has trabajado demasiado últimamente
• ¿Te encogieron esos pantalones? Se te ven muy
ajustados
El intercambio de descargas va en aumento hasta
desembocar en un enfrentamiento a gritos. Cuando
se les agota la fuerza salen a la superficie los auténticos
conflictos o, lo que es más probable, permanecen
sumergidos. Como estas escaladas de ira son semejantes a
los orgasmos (intensidad creciente y clímax) les llamamos
“pugnasmos”.
Pag. 97
Retirada
Hay personas que ante la presión del conflicto se
retraen y evitan el contacto con los demás. Este patrón
está al otro extremo del espectro del “pugnasmo”.
Una forma de hacerlo es alejarse de la interacción
enfurruñados y negarse a participar. Otra es hacerse
el desentendido para no afrontar el problema. A veces
se mezclan las dos. Un hombre, por ejemplo, solía
encerrarse en sí mismo cuando había problemas y a la
vez se desentendía de todo para no darse por aludido
de lo que sucedía a su alrededor. Su esposa empezó
a tener relaciones con un hombre que vivía con ellos e
incluso trató de decírselo varias veces pero él se negaba a
escuchan Comenzó a hacer largos viajes para no tener que
enfrentarse a lo que sucedía en casa.
A muchos nos cuesta tratar de solucionar los conflictos
y preferimos encerrarnos en nosotros mismos y no
enterarnos de nada, pero a la larga este patrón empeora
la situación.

Ofender y pedir borrón y cuenta nueva


Un tercer estilo que no conduce a relaciones positivas
es el de arreglar las desavenencias pidiendo disculpas y
prometiendo no volver a hacerlo. No es que disculparse
y prometer sea malo, pero nosotros hemos visto que rara
vez funciona pues las disculpas no suelen llegar al meollo
del asunto.
Como ejemplo tenemos el caso de un hombre que a
cada rato rompía los acuerdos con su esposa, a lo cual
seguía una fuerte discusión que solía terminar pidiéndole
excusas y prometiendo no volver a hacerlo. Como mucho
era una solución temporal, pues todo volvía a suceder un
par de semanas después. Lo curioso es que pedir excusas
no le acababa de gustar, pero no tenía ni idea de por qué
rompía sus promesas. Después de mucho análisis descubrió
que el patrón se remontaba a su forma de interactuar con
Pag. 98
su propia madre. Más o menos en ese tiempo su esposa
cayó en la cuenta de la parte que le correspondía a ella:
su padre solía romper a menudo los acuerdos con su
madre, lo que provocaba grandes altercados seguidos de
petición de disculpas. Ese patrón no había funcionado
para sus padres (se divorciaron pasados los 50 años) pero
no por eso dejó la hija de adoptarlo en su matrimonio. La
anécdota no tiene el típico final feliz pues ella no quiso
responsabilizarse del problema en profundidad. Siguió
exigiendo disculpas y a él se le hizo cuesta arriba dárselas
al saber cómo estaba el juego. Y como suele suceder en
estos casos la relación finalmente se rompió.
Cuando las afrentas se repiten a menudo conviene
preguntarnos: “¿Qué estoy haciendo para crear estas
situaciones? ¿Cómo estoy organizando mi vida para
que suceda esto?” Si la gente me ofende a cada rato,
quizás pierdo el tiempo sintiéndome siempre ofendido y
exigiendo disculpas. Puede que sea más fácil descubrir
por qué estoy tan vulnerable.
Aceptar la responsabilidad por lo que sucede y
examinar patrones que no funcionan, son señales
evidentes de que estamos listos para lograr relaciones
positivas. Significa que estamos cansados de resolver los
conflictos al estilo ganador-perdedor, yo tengo razón-
tú no. Significa que estamos listos para una relación
de igualdad con los demás y preparados para cruzar el
umbral de la auténtica magia, donde los milagros pueden
suceder en forma regular.

La alternativa milagrosa
El secreto para manejar los conflictos es disolverlos en
lugar de resolverlos. Un conflicto se disuelve cuando se
experimenta completamente y se expresa en su totalidad,
lo cual no resulta fácil; pero el premio nos compensa la
energía invertida.
Para disolver conflictos es preciso que ambos acepten
Pag. 99
el cien por ciento de responsabilidad pues por debajo de
esa cantidad hay lucha por el poder, es decir desigualdad.
Y las relaciones positivas sólo se dan entre iguales. Por
desgracia muchas relaciones fracasan en este punto, al no
reconocer ambos el conflicto como totalmente suyo.

Experimentar el conflicto
Una vez aceptada la responsabilidad, ¿cómo lo
resolvemos? Sintiéndolo primero lo más que podamos,
lo cual significa ir más allá del pensamiento para verlo,
gustarlo, sentirlo y tocarlo. Por ejemplo, un hombre que
solía mentir a su pareja trató de ver cómo lo experimentaba
en su cuerpo y descubrió una bola dura en el estómago.
Cuando inhalaba aire hacia ese punto se le saltaban las
lágrimas recordando cuántas veces le habían castigado de
pequeño por decir la verdad. El problema con su esposa
era una simple extensión de la bola dura de miedo que
desde entonces llevaba consigo. Una vez que sintió ese
miedo y lo dejó ir no tuvo obstáculos para ser veraz con
su esposa.
Sentir un problema significa estar dispuesto a abrirse
a él, analizarlo, moverse, dormir y soñar con él. El cambio
más importante parece ser la disposición a sentirlo. Todos
tenemos formas personales de sentir las cosas o sea que
no es posible decir qué hacer en cada caso; pero con la
disposición a sentir los conflictos surgen automáticamente
formas de hacerlo. Preguntas que nos pueden ayudar son:
• ¿En qué parte del cuerpo lo siento?
• ¿Qué me trae a la mente de mi pasado?
• ¿Tengo miedo? ¿De qué?
• ¿Estoy enojado? ¿Por qué?
• ¿Estoy triste? ¿Por qué?
• ¿Qué necesito comunicar? ¿A quién?
• ¿Estoy tratando de controlar algo o a alguien?
• ¿Busco aprobación? ¿De quién?

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Hemos presenciado muchos cambios, en apariencia
milagrosos, cuando la gente está dispuesta a hacerse este
tipo de preguntas. A veces los avances más significativos
suceden al cuestionarnos cuando nos sentimos
completamente atorados. Y el simple hecho de hacerlo
puede disolver el conflicto sin importar la respuesta que
obtengamos.

Comunicación iluminadora
Ya hemos visto que el primer paso para resolver
conflictos es la disposición de ambos a aceptar toda
la responsabilidad. El segundo paso es sentirlos, y el
tercero es establecer comunicación sobre el tema en
forma iluminadora. Para darlos tenemos que aprender un
lenguaje nuevo que va más allá de la censura y el reproche
para decir en verdad lo que sentimos.
Hay un tipo de comunicación que procede de nuestra
parte censuradora, culpadora y defensiva, y otro que surge
de un nivel más profundo. Veamos ejemplos de ambos:

Nivel de reproche Nivel de la verdad


Eres horrible Estoy dolido
No me quieres Siento que no merezco que
me quieran
Me vas a dejar, lo sé Tengo un nudo en el
estómago igual que cuando
papá abandonó a mamá
No te importo Llegaste a casa con un
cuarto de hora de retraso

Hay algo de cierto a veces en el nivel de reproche,


pero la realidad en su totalidad no emerge hasta que no
llegamos al nivel de la verdad.
Aprender a conocernos y comunicarlo claramente
son unas de las cosas más difíciles de dominar en la vida.

Pag. 101
No hay escuela que las enseñe y a veces recibimos castigo
por saber la verdad y comunicarla. Así pues, tenemos
que darnos permiso para empezar a desarrollar esas
habilidades como principiantes.

Dos ejemplos
El primero le sucedió a Catalina:
“Un día rompí una copa de cristal y como ese
día había roto otra cosa de cristal, me pregunté
si esos accidentes no tendrían alguna razón de
ser. Enseguida me di cuenta de que la cristalería
era vestigio de una relación anterior. Al día
siguiente Gay pisó un trozo de cristal y se cortó
el pie, pues aunque yo había pasado la aspiradora
con cuidado se me había escapado ese trozo.
Me pregunté si su incidente tenía algo que ver
conmigo y sentí ira en el estómago. La seguí
sintiendo un rato poniéndome en disposición
de acabar con cualquier ira de esa vieja relación
sin dejar que recayera sobre Gay. También me
deshice del resto de la cristalería, a pesar de que
era muy bonita para no continuar el patrón de
romper una o dos piezas al año”.

El otro ejemplo, contado por Catalina, ilustra lo lejos


que hay que llevar a veces los conflictos antes de hacerles
frente.
Una antigua cliente que se había ido a vivir a
otro Estado nos llamó a las dos semanas diciendo
que se sentía mal, no podía dormir y estaba
como atontada. Mientras hablábamos le sugerí
que hiciera varias respiraciones profundas y
viera qué sentía en el cuerpo. Enseguida captó lo
que le sucedía: estaba sufriendo por su ex-novio
pero trataba de aparentar que no. Me dijo que
sospechaba que se había ido de la ciudad porque
Pag. 102
no quería afrontar la pérdida de la relación. Pero
aunque se encontraba a miles de kilómetros
del ex-novio, seguía sufriendo. Le aconsejé
que sintiera y amara ese dolor al máximo, y al
rato me dijo que lo seguía teniendo pero que
empezaba a aligerarse. Pocos días después nos
llamó para decir que se sentía mejor y que estaba
lista para afrontar su nueva vida. Desde entonces
ha iniciado nuevas relaciones y ha encontrado
un trabajo muy interesante.

Alguien dijo una vez que solucionar conflictos es


como ahuecar almohadas: no tiene caso quejarnos de
las protuberancias, simplemente hay que esponjarlas y
la almohada queda mullida. Esponjar significa sentir el
conflicto, hablar de él a niveles cada vez más profundos y
analizarlo sin juzgarlo hasta que se disuelva. No hay una
forma única de ahuecar almohadas o problemas, pero
eso sí, hay que hacerlo sin interrupciones hasta obtener
el punto deseado. En las relaciones positivas los conflictos
no se resuelven, se disuelven hasta hacerlos desaparecer.

Pag. 103
XI

La sexualidad y el dinero
Veamos ahora dos áreas fundamentales que suelen
hacer fracasar las relaciones: la sexualidad y el dinero. Son
tan complicadas que se podría escribir mucho sobre ellas.
Sin embargo, las desavenencias que provocan propician
a veces muchos momentos iluminadores y sus soluciones
son bastante sencillas si se enfocan correctamente. En
este capítulo abordaremos algunas de las cuestiones
principales y daremos las soluciones que nos han parecido
esclarecedoras y factibles.

SEXUALIDAD
Empecemos con una lista de los problemas sexuales
más comunes:
1. Deseo tener relaciones más a menudo que mi
cónyuge
2. No deseo tener relaciones tan a menudo como mi
cónyuge
3. Muchas veces lo único que quiero es que me abrace
4. Me sirvo de las relaciones sexuales para satisfacer
otras necesidades (dominar o controlar a mi pareja, por
ejemplo)
5. Me reprimo de tener relaciones sexuales para
castigar a mi cónyuge
6. No me es fácil hablar de la sexualidad (por ejemplo,
me es difícil decirle lo que quiero que haga)
7. Parece que no logro unir el amor y la sexualidad
8. Mi cónyuge no se preocupa de si yo disfruto o no,
sólo busca su propia satisfacción
9. El placer sexual me produce sensación de culpa
10. Temo sentir intensamente mi sexualidad

Estos conflictos son muy frecuentes sobre todo en


el mundo occidental donde todo lo que se vende, desde
unos pantalones vaqueros a unos lentes, se asocia con la
sexualidad; por eso resulta tan difícil saber qué sentimos
de verdad respecto a ella. Y también hay que tener en
Pag. 107
cuenta que hace apenas ochenta años ver el tobillo desnudo
de una dama podía acelerar expulso a los hombres. No
tiene nada de raro, pues, que tengamos dificultades para
analizar y hablar de nuestra sexualidad.
En la raíz de los temas sexuales encontramos dos
temores: el de abrirnos a la sexualidad y el de expresarla,
que incluye hablar sobre ella. Resulta obvio el origen de
estos temores: la poca información sobre el tema que nos
dieron al crecer. Hubo casos como el de una mujer que
recibió información sexual justo el día de su boda (esto
ya en 1960): su madre entró de repente en la habitación,
la tomó por los hombros y le gritó: “No olvides, el coitus
interruptus es pecado mortal”. Eso fue todo. La muchacha
ni siquiera sabía qué quería decir coitus interruptus.
Y hay veces que se dice menos sobre el tema, aparte de
que nuestros propios sentimientos nos resultan confusos.
Un día estamos en plena infancia y de repente, como
accionados por un interruptor, tomamos conciencia de
nuestra sexualidad. Y tanto si estos sentimientos son
suaves como si son violentos, constituyen un motivo de
desconcierto para nosotros. Nos asusta abrirnos a esos
misteriosos sentimientos pues pensamos ¿a dónde nos
llevarán? ¿nos causarán problemas?
El miedo a expresar la sexualidad resulta también
complicado. Si no lo hacemos inteligentemente puede
haber muchos conflictos, desde el simple trastorno
emocional al embarazo accidental. Además a veces se
castiga a los niños sólo por mencionar el tema. Gay
recuerda su niñez a mediados de los cincuenta en una
familia para la que lo sexual era tabú. Sólo dos veces sacó
el tema en casa y provocó tal escándalo en su madre (ira,
ataques de llanto, evasivas de mal humor) que enseguida
aprendió a no volver a hacerlo. Y tuvo que pasar mucho
tiempo para que lograra hablar de la sexualidad con
naturalidad.
Para sacar el máximo provecho del don de la
Pag. 108
sexualidad y solucionar los conflictos que provoca es muy
útil expresar esta intención: Estoy dispuesto a abrirme del
todo a mi sexualidad y a expresarla en forma tal que apoye
completamente mi evolución. En el fondo todos sabemos
que la sexualidad es algo magnifico y que si la expresamos
con claridad lograremos resultados positivos para todos.
Los dos mejores afrodisíacos que hemos descubierto
son la honradez emocional y la comunicación abierta.
Saber lo que sentimos y deseamos y estar dispuestos a
comunicarlo sin ambages a quien queremos, puede ser
una plataforma de lanzamiento para muchas experiencias
sexuales notables. La honradez emocional nos pone en
armonía con nuestros sentimientos más íntimos y la
comunicación sincera nos pone en contacto directo con el
mundo que nos rodea. Veamos varios ejemplos, y aunque
algunos nos parezcan triviales en el fondo no lo son:
• Me gustaría que me abrazaras y acariciaras más
antes de tener relaciones
• A veces siento atracción sexual hacia otras personas
• Quiero que me acaricies el clitoris con suavidad
• Tócame aquí cuando tenga un orgasmo
• Quiero que me abraces un rato, nada más
• Me gusta que me susurres al oído mientras hacemos
el amor

No es fácil ser sinceros con nosotros mismos ni con


nuestra pareja, pero hay que creer en la eficacia de hacer
ambas cosas como creeríamos en la de tomar una pastilla
milagrosa: con pura fe. Quizás todos tememos que si
decimos la verdad todo se vendrá abajo y a veces sucede.
Sin embargo, en nuestra experiencia de los últimos años
con miles de personas no ha habido un sólo caso en el que
la honradez y la comunicación sincera no hayan servido
para restañar heridas y hacer más felices a los interesados.

Pag. 109
Alta fidelidad
Hablemos ahora de la atracción sexual hacia alguien
que no es la pareja. De la fidelidad, la infidelidad, los
celos. Estos temas llevan mucha carga emocional difícil
de resolver en forma convencional, pero contemplados
con nuevos ojos no resultan tan complicados.
Es natural sentirse atraído hacia otros, y debemos
permitirnos experimentar esos sentimientos pues si
los negamos o combatimos aumentamos su valor.
Normalmente si accedemos a sentir esa atracción no tarda
en desaparecer. Por otra parte, si decidimos llevarla a la
práctica debemos prepararnos para el circo de tres pistas
que nos aguarda. No comunicarlo al cónyuge establece en
la relación una profunda vibración que tarde o temprano
hará su aparición y tendrá que solucionarse. Si decidimos
decirle lo que sucede, es muy probable que se intensifique
la acción en el circo pues pocos pueden afrontar una
verdad desnuda sin una fuerte reacción. Después de ver
cientos de casos, tanto de los que dijeron la verdad como
de los que la ocultaron, estamos más convencidos de que
es mejor decirla. Definitivamente, mentir no tiene gracia
e incluso si se hace por proteger a alguien (a uno mismo,
al cónyuge, a los hijos o a la relación) casi siempre acaba
por herir más.
Cuando se mantiene una comunicación sincera,
compartiendo incluso la atracción sexual hacia otras
personas, la relación mejora rápidamente pues la energía
que produce esa atracción externa no sale del ámbito de la
pareja. Pero si tal atracción se niega o suprime, la energía
se pierde y el resultado es monotonía y falsedad.
En nuestra propia relación hemos visto que cuando
somos honestos con nosotros mismos y hablamos con
sinceridad sólo deseamos tener relaciones sexuales entre
nosotros. Podremos sentir atracción hacia otros de vez en
cuando, pero eso no representa problema. Y lo mismo ha
sucedido a otras personas con las que hemos trabajado.
Pag. 110
Dadas las condiciones que acabamos de mencionar, la
fidelidad se da espontáneamente. Eso es lo que queremos
decir con el término “Alta fidelidad”.
Mucho de lo que se toma por fidelidad en las parejas es
sólo miedo o negación: tengo miedo de que mi cónyuge se
entere, así es que mejor no hago nada, suprimo mi interés
sexual hacia otras personas y finjo que no existe.
La alta fidelidad no se basa en el miedo ni en la negación
sino en intenciones claras y comunicación sincera, y se
desarrolla gracias a las afrodisíacas cualidades de saber la
verdad y decirla.

DINERO
El dinero, igual que la sexualidad, hace tropezar
a mucha gente bienintencionada. Hay dos puntos
principales que tener en cuenta en este tema. El primero
es que el dinero es un signo de desigualdad subyacente
e instrumento de las luchas por el poder en la relación.
El segundo es que el dinero y las cosas materiales
llegan a emplearse como sustitutos del amor y de una
comunicación sincera.
Cuando en la relación hay luchas no manifiestas por
el poder y desigualdad, siempre se expresan por medio
de disputas por el dinero. Como es algo tangible y la
mayoría de la gente cree que no tiene suficiente, el dinero
resulta una pantalla perfecta para proyectar cualquier
incompatibilidad más profunda que haya en la relación. La
cantidad exacta de dinero de que disponga una pareja no
parece ser factor importante en muchas peleas emanadas
de él. Por ejemplo, en una relación que podemos situar
a nivel de millonarios, la esposa tenía que pedirle cada
semana dinero al marido para la compra, petición que
provocaba siempre una discusión. Su origen obviamente
no era el dinero sino la situación de impotencia y
subordinación en que quería mantener a su esposa. Si hay
luchas por el dinero debemos preguntarnos:
Pag. 111
• ¿Está alguno de los dos tratando de controlar al otro?
• ¿Está uno haciendo sentir impotente al cónyuge
controlándole el dinero?
• ¿Nos sentimos iguales respecto al dinero?
Resolver los conflictos de dinero resulta más difícil
cuando de hecho existe una situación real o supuesta
de desigualdad en la relación. Por ejemplo, una pareja
llevaba casada cuarenta años, pero como la mujer nunca
había aportado un centavo al hogar no podía superar la
sensación de estar siempre gastando el dinero del esposo.
Por tanto, aunque su situación económica era bastante
desahogada, le resultaba muy difícil gastar en sí misma
aunque obviamente la fortuna era de ambos. Como hoy
en día la sociedad impone muchos casos similares de
desigualdad, harán falta muchos cambios de mentalidad
y acuerdos equitativos entre hombres y mujeres antes de
resolver la cuestión.
Otra cosa que suele suceder en las relaciones es que
el dinero y las cosas materiales sustituyan al amor, la
devoción y a la comunicación sincera. Desde luego, el
comercio tiene gran interés en que compremos joyas y
perfumes para expresar nuestro amor, rosas para pedir
perdón, camisones de seda para hacer las paces, etc. En la
terapia hemos conocido parejas que han gastado cientos
de miles de pesos en brillantes y otras cosas materiales
para tratar de “salvar” o revivir la relación, es decir, para
ocultar algún conflicto o distorsión profunda. Desde
luego no hay nada malo en obsequiarse cosas uno al otro,
pero si sólo son para disimular cuestiones que necesitan
discutirse claramente, éstas seguirán ahí cuando haya
pasado la emoción del regalo. Se trata de acabar con el
engaño simbolizado en esta frase que nos dijo una señora:
“Siempre sé cuándo mi marido pone fin a una aventura
porque entonces me regala alguna joya”.
Dinero y sexualidad son áreas sensibles que pueden
interesar a los que buscan relaciones positivas. Hemos
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visto algunos de los puntos más comunes pero hay
miles de variantes específicas de cada pareja. Para las
que tienen el valor de establecer intenciones claras y
comunicar íntegramente lo que sienten, discutir estas
áreas problemáticas es la vía más directa para mejorar la
calidad de su relación.

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XII

Ejercicios
Este capítulo contiene experimentos de comunicación
mediante ejercicios físicos que ilustran los puntos y
principios más importantes del libro, pues para iluminar
una relación es tan importante entender intelectualmente
los conceptos como experimentarlos físicamente.
Cada ejercicio tiene una introducción que explica
su objetivo así como las instrucciones precisas para
realizarlos. Elijan los que más les gusten y adáptenlos
libremente a su relación y necesidades, llevándolos a cabo
en el lugar y a la hora más adecuados. Esperamos les sean
de tanta utilidad como a nosotros.

Estiramiento en parejas
Con este ejercicio favorecemos la expansión y el
crecimiento de nuestra pareja y aprendemos nuevas
formas de apoyo mutuo.

Instrucciones
Pónganse uno frente al otro con las piernas separadas,
sin que sobresalgan del nivel de la cadera. Agárrense
firmemente por las muñecas como si fueran trapecistas.
Empiecen lentamente a echarse hacia atrás y sientan hasta
dónde llega el estirón. Regresen a su posición e inclínense
de nuevo en otra dirección, manteniendo siempre las
rodillas flojas. Regresen al centro.
Luego, sin soltarse las muñecas, apóyense por
completo en el peso del otro para estirar el propio cuerpo;
pueden tocerlo y recargarse en una pierna para alcanzar
otras zonas, por ejemplo los costados. Después vuelvan a
enderezarse, suelten suavemente las muñecas y relajen el
cuerpo.

Acercarse-alejarse
Un punto importante en la dinámica de las relaciones
es sentirse bien en el ciclo de acercamiento y alejamiento
para lograr espacio individual. Este ejercicio analiza el
Pag. 117
latido fundamental de la relación (acercarse- alejarse)
y proporciona un marco de referencia para analizar los
datos corporales y la comunicación sin palabras con
la pareja, indicándonos nuestras preferencias y puntos
ciegos en la danza espacial de la relación. Si sólo disponen
de tiempo para un ejercicio, le recomendamos este. Se
puede hacer en parejas o en grupos. En lugares abiertos
hay más libertad de acción.

Instrucciones
Comiencen observándose a sí mismos atentamente
mientras circulan por la habitación. Cada uno debe
moverse como quiera, despacio o deprisa, teniendo en
cuenta que pueden cambiar de paso. Acerquese y aléjese
de su cónyuge tanto como desee, durante varios minutos.
Fíjese cómo le percibe, si siente alguna presión o jalón
interno al acercarse o alejarse. Observe su conexión
consigo mismo.
Comente luego su experiencia con su cónyuge, siempre
en primera persona: Por ejemplo: “Cuando te alejabas sentí
una opresión en el pecho”. Tómense tiempo suficiente para
hablar y escuchar y no inhiban su capacidad de asombro.
En el siguiente paso de este ejercicio uno de los
cónyuges se mueve (M) y el otro reacciona (R). Una vez
que decidan quién hará primero cada papel coloquense en
su puesto. M empezará a acercarse a R y éste le señalará
con las manos cuando no quiera que se acerque más.
Entonces M se alejará tanto cuanto R desee. De nuevo con
las manos R pedirá a M que se acerque.
M se moverá todo el tiempo sin parar. Comiencen
muy despacio para que puedan sentir en sí mismos todos
los niveles de respuesta. Pasados unos minutos M debe
experimentar con cambios de velocidad, de nivel de
espacio y de dirección de sus pasos.
Empleen de cinco a diez minutos en esta parte y luego
cambien papeles y empiecen despacio otra vez. Tengan
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presente que cada ciclo de acercamiento y alejamiento
puede ser diferente.
Cuando ambos hayan interpretado los dos papeles,
comenten sus experiencias y lo que hayan descubierto:
quizás algunos patrones que no habían observado con
anterioridad. Tal vez deseen pedir algo a su cónyuge o
necesiten analizar algo más a fondo. Arriésguense a pensar
que este ejercicio es un cofre del tesoro que enriquecerá
su relación al abrirse. Anoten los acuerdos que tomen y
dediquen un momento a darse las gracias mentalmente.

Polaridades de poder
La lucha por el poder requiere contrincantes, pues si
hay un vencedor tiene que haber también un vencido. En
las relaciones la fuerza que nos lleva a imponernos al otro
es la escasez de espacio, amor o libertad; pues sentimos
que tenemos que lograr nuestra ración. Este ejercicio nos
da la oportunidad de saber cómo andan nuestras luchas
por el poder con nuestro cónyuge. Las estructuras son
muy simples, así que pueden probar cualquier variación
que se les ocurra.

Instrucciones
Póngase frente a frente y muévanse así: cuando uno
avance el otro retroceda y a la inversa. Háganlo sin parar
durante Unos minutos.
Después cambien a la dimensión vertical, es decir,
cuando uno se eleve el otro debe agacharse. Si uno por
ejemplo se acuesta en el suelo, el otro se debe estirar lo
más posible tratando de alcanzar el techo. Como en la
parte anterior, háganlo durante varios minutos.
Con esta polaridad se trata de ver cuanto espacio
síquico se permiten mutuamente. Cuando uno de los
dos se siente MUY BIEN ¿el otro se deprime o trata de
deprimir al que se siente bien? Si uno está deprimido
¿se le contagia al otro o se crea en alguno de los dos un
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sentimiento de culpa? Estos experimentos proporcionan
información sobre la calidad de la unión entre ambos.
Comenten lo que hayan descubierto.
Ahora ampliaremos estos ejercicios jugando a
seguir-al-jefe. Tome uno el mando y dirija al otro por la
habitación con diferentes puntos de contacto físico: ya
sea tomándole de la mano, empujándole por la espalda,
pasándole un brazo por los hombros, sujetándole por
el codo, agarrándole de una oreja. Establezca el mayor
número posible de puntos de contacto. El que obedece
debe mostrarse al principio muy cooperativo, ir donde
se le ordene y a la velocidad que se le diga. Al rato debe
ponerse en contacto con su parte QUE SE NIEGA A
OBEDECER y oponer resistencia con el fin de descubrir
su reacción a la presión. Con un minuto más o menos es
suficiente y no es raro que se sientan muy cansados pues
rebelarse absorbe mucha energía.
Ahora cambien papeles y procedan de igual forma,
observando el estilo de cada uno cuando no quieren
obedecer. Unos se ponen rígidos, otros se derrumban,
otros se ponen nerviosos y tiemblan y hay quien pasa a la
ofensiva. ¿Cuál es su estilo personal?
Cuando estamos conscientes de nuestras preferencias
internas podemos reconocerlas antes de que empiecen a
convertirse en patrones que luego darán lugar a luchas
por el poder. Compartan los dos sus experiencias en estos
ejercicios.

Análisis de las intenciones


Las intenciones vienen a ser como los cimientos de
un edificio pues determinan qué se puede construir, la
altura que se puede alcanzar y el grado de resistencia de
la estructura de las relaciones. Todo lo que comunicamos
al cónyuge refleja nuestra intención y nuestra habilidad
para resolver conflictos es especialmente sensible a las
intenciones ocultas. Este ejercicio puede emplearse para
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analizar diferentes intenciones y su impacto en la calidad
de la relación. Podemos concentrarnos en una de las
siguientes intenciones o analizar todas.

Instrucciones
Pónganse los dos frente a frente, ya sea de pie o
sentados. El que vaya a obedecer imitará los movimientos
del que haga de jefe como si se viera en un espejo. El jefe
empezará moviéndose despacio para dar tiempo al otro
a emparejarse con sus movimientos. Cuando sientan que
se mueven a la par el jefe empezará a analizar intenciones
diferentes, para lo cual no necesita hacer nada diferente
sino pensar intensamente en la intención mientras se
mueve. Cambien los papeles después de cada intención
para permanecer paralelos en su análisis.
• Comience con la intención de hacer el ejercicio
perfectamente. Propóngase imitar a su cónyuge sin el más
mínimo error y mantenga esa intención durante unos
minutos observando qué siente en el cuerpo y cómo siente
a su pareja.
• Imite después al jefe con la intención de lograr su
aprobación. Que sus movimientos emanen de la intención
de lograr el beneplácito que sólo su pareja le puede otorgar.
• Que su intención sea ahora tener la razón, saber
más que el otro. Vea si esto provoca alguna conducta
sutilmente crítica o reprobatoria. Piense si le viene a la
mente algún patrón de conducta.
• Deje que la intención de estar totalmente presente le
inunde el cuerpo al moverse. Propóngase estar aquí con
todo su ser.
• Muévanse ambos con la intención dé estar el uno
con el otro. Aflojen cualquier resistencia para hacer
exactamente los mismos movimientos y dejen que su
intención les de forma.
Analicen de palabra el efecto de sus diferentes
intenciones en lo que experimentaron.
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Esta bien-no esta bien
Este ejercicio le dará la oportunidad de hacer una
especie de limpieza general. Los desechos consisten en
viejos papeles y conductas que quizás están esparciendo
sobre la relación. También puede servir para aumentar su
capacidad de escuchar y observar.

Instrucciones
Túrnense para experimentar con todo su cuerpo los
mensajes que recibieron de pequeños sobre lo que ESTABA
BIEN hacer. Por ejemplo: ponte derecho, mete el estómago,
estate quieto, pon buena cara, sé valiente, sé educado, etc.
Repita mentalmente estos mensajes y observe cómo los
siente su cuerpo. Su cónyuge debe observarle y ayudarle a
descubrir si esos mensajes y la forma de mover el cuerpo
le resultan familiares. Quizás se está comportando como
si esas órdenes tuvieran todavía poder sobre usted y tal
vez olvida que puede elegir respecto a la relación con su
cuerpo. Cuando ambos hayan ensayado varios mensajes
de ESTA BIEN y hayan observado si los están eligiendo
o ejecutándolos automáticamente, sacudan brazos y
piernas.
Túrnense después en compartir las formas en que
su cuerpo percibe los mensajes de NO ESTA BIEN, tales
como: no andes tan desgarbado, no te quiero ver con esa
cara de mal genio, así no se comporta una señorita, no
te tumbes en todas partes, no seas marica, etc. Busquen
en su pasado mensajes sobre formas de comportamiento
que NO ESTABAN BIEN y ensayen lo prohibido. ¿Qué
sienten en el cuerpo? ¿Qué nota su pareja cuando usted
mueve su cuerpo como le dijeron que no debía moverlo?
Túrnense y no olviden observarse con amor.
Tras intercambiar posiciones del cuerpo quizás
decidan que algunas conductas son arcaicas y más vale
cambiarlas o abandonarlas. Discuta con su pareja formas
de apoyarse mutuamente para renovar la relación con
Pag. 122
su cuerpo y permanecer en contacto con sus diferentes
necesidades.

Nuevos Estímulos
No hay nada que acabe más deprisa con la alegría
de la relación como la repetición pues el instalarse
en la seguridad y la uniformidad suele conducir al
aburrimiento. En todos los niveles, los nuevos estímulos
surgen de la variedad, de hacer las cosas de otra forma. En
este ejercicio hagan la intención de cambiar su perspectiva
abriéndose a otras posibilidades.

Instrucciones
Pongan música de su gusto y empiece uno a
moverse como le parezca: tirándose al piso, sentándose,
parándose, balanceándose, dando vueltas o simplemente
bailando arrastrando los pies. La tarea del otro es hacer
notar cuando hay repetición, ya sea en la calidad del
movimiento o en el patrón, interrumpiéndole de palabra
o haciéndole alguna señal. Prueben a interrumpirse
en formas diferentes, incluso a observarse variando su
actitud. Cambien de papel tras unos minutos y comenten
luego sus reacciones durante el experimento. Es posible
que experimenten frustración, enojo o irritación pues
estas reacciones son normales cuando a uno le despiertan
de una siesta.
Como variante pueden experimentar con alguna
rutina que tengan en su relación y modificar algo de ella.
Por ejemplo, cambiar de lado en la cama, si siempre maneja
el mismo dejen que lo haga el otro, si comen siempre a
las seis en punto prueben a hacerlo a otra hora. Buscar
formas de abrir nuevos caminos en nuestras relaciones
ayuda a reanimarlas y a que crezcan.

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Caminar juntos
Hemos empleado mucho este sencillo ejercicio para
que las parejas se pongan en contacto y compartan sus
ritmos favoritos, su relación con el tiempo y todo lo que
se relaciona con él: tomar decisiones, elegir pasatiempos
y vacaciones, organizar los ciclos diarios de descanso y
actividad, etc. Muévase con su pareja como si se acabaran
de conocer. Es muy divertido caminar juntos fuera de
casa.

Instrucciones
Empiece uno a caminar con su estilo familiar, sin
tratar de adoptar una postura perfecta o de acoplarse a
su consorte: camine simplemente y cambie de dirección
si lo desea. Su pareja le seguirá tomándose el tiempo
necesario para imitar exactamente su forma de andar,
observando cómo lleva la cabeza, cómo mueve los brazos
y en qué dirección gira sus caderas y coloca sus pies. Que
su cuerpo reciba toda la sensación corporal del paseo.
Sigan haciéndolo unos minutos y cambien luego de papel.
Después prueben algunas variantes:
• Camine junto a su pareja tratando de igualar su
forma de andar sin mirarle.
• El que lleva la batuta trate de cambiar la velocidad
cuando su pareja logre imitarle.
• Una vez que el otro le siga el paso hágase a un lado y
deje que siga caminando así, ¿qué observa?
• Cuando ya estén caminando a la par, el que dirige
trate de pensar en algo que le preocupe sin decírselo a
su pareja y vea si luego le comenta algún cambio en su
forma de andar en ese momento. Pruebe con sentimientos
diferentes: irritación, tristeza, entusiasmo y vea si su
pareja nota algún cambio o alteración en sus propios
sentimientos.

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Conversación por señas
Este ejercicio puede ayudarles a observar en qué
medida se sienten a gusto con sus aspectos masculinos y
femenino. Al intercambiar frases mediante movimientos
quizás comiencen a disfrutar el variar o ampliar su
expresión.

Instrucciones
Siéntense frente a frente y por turnos “háblense” por
señas. Después quizás acaben hablando a la vez.
Dejen que sus manos hablen por ustedes y se
muestren:
• tímidas • deprimidas
• tontas • fuertes y vigorosas
• enojadas • seductoras
• tal y como se sientan ustedes en ese
• entusiasmadas
momento

Luego háganse muecas mutuamente. Recuerden las


caras que ponían de pequeños y traten de que sean lo más
extravagantes posible, añadiéndoles sonidos.
Párense luego y participen con su cuerpo en la medida
que deseen intercambiando movimientos y gestos que
sean:
• enormes, gigantescos • diminutos
• sólo ángulos agudos y líneas rectas
• líneas curvas en el espacio
• movimientos bajo el agua
• plumas flotando con la brisa
• aceleraciones
Intercambien luego movimientos que expresen sus
ideas de lo masculino y lo femenino, con libertad para
exagerarlos y para sorprenderse a sí mismos. Comenten
sus experiencias.

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Danza del vientre
Este ejercicio analiza la pregunta: ¿Puedo ser yo mismo
y estar a la vez en contacto estrecho con mi consorte?
Pongan la música de fondo que les agrade.

Instrucciones
Párense y junten sus vientres con los brazos extendidos
y las piernas bien balanceadas. Cada uno debe moverse
con la intención de ocupar todo su espacio. Deje que su
exhalación fluya hacia el Universo, tratando de alcanzar
el mundo entero a través de su pareja. Sigan haciéndolo
varios minutos y luego sepárense y salten durante un
minuto para ubicarse en el nuevo nivel de energía.

Moldear
Este ejercicio es una variante del juego de las estatuas
de marfil y nos ofrece la oportunidad de analizar actitudes
que damos por supuestas sobre el comportamiento de
cada rol.

Instrucciones
Hagan turnos para moldearse mutuamente como si
fueran de arcilla, dándose la forma que les parezca ideal.
Recuerden que si cambian de opinión la arcilla es muy
plástica. Cuando acaben hagan que su pareja camine
y sugiéranle lo necesario para que se ajuste al molde.
Infórmense mutuamente de lo que sienten al hacer ese
papel.

Domando al dragón de los limites superiores


Si logramos entender que el único auténtico conflicto
es el de los limites superiores, es decir, el de recibir más
amor del que sabemos manejar, resulta más fácil domar
ese dragón. Empezaremos observando nuestra conducta y
pensamientos que indican que tenemos ese conflicto y así
lograremos desarrollar la habilidad de permanecer más
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tiempo conscientes antes de que algún patrón antiguo
haga su aparición. Al final podremos señalar, reconocer y
resolver esos conflictos de limites superiores con rapidez
y amor. Lo podemos practicar solos o con nuestra pareja
en cualquier momento y lugar.

Instrucciones
Repase mentalmente la última experiencia positiva
que haya tenido en su relación. Al hacerlo fíjese si
lo asalta algún pensamiento negativo por fugaz que
sea. Estos pensamientos están a veces disfrazados
de preocupaciones, por ejemplo algún contratiempo
(lluvia, coche averiado), algo que sucederá de camino a
algún lugar (en este caso la mente abandona el presente)
o alguien que va a sufrir un accidente (el avión se va a
estrellar) etc. Al repasar experiencias positivas podemos
descubrir cuáles son nuestros pensamientos e imágenes
cuando nos encontramos ante el conflicto de los límites
superiores.
Es importante recordar que esas imágenes mentales
suceden antes de que aparezca un obstáculo real como por
ejemplo una torcedura de pie, una discusión gratuita, una
cita no cumplida, etc. Otra manera de repasar es recordar
el último accidente o enfermedad que tuvimos y pensar
las circunstancias de nuestra vida y nuestra relación
justo antes de que sucediera. En el capítulo sobre limites
superiores damos muchos ejemplos al respecto.
Con esos recuerdos frescos en la mente, elijan uno y
practiquen preguntándose: ¿Cómo lo siento en el cuerpo?
Deténganse un momento y observen cualquier variación
en su respiración, dolores y opresiones en algún lugar
del cuerpo, sensaciones extrañas, tensión. Tomen el
fenómeno corporal más notable y vívanlo (aunque se
trate del dedo gordo del pie). No lo analicen ni piensen
qué hacer, simplemente estén ahí. Enseguida notarán
algún cambio en la sensación y quizás les venga una idea
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repentina de la relación que tiene con su vida. Respiren
profundo varias veces y relajen el cuerpo, sobre todo el
cuello y el torso. Pueden repetirlo las veces que deseen
volviendo a los pensamientos, buscando su reflejo en el
cuerpo, amándolos y viéndolos disolverse.

Posiciones
El miedo a soltar la rienda es uno de los grandes
problemas que afrontamos en la vida y las relaciones. La
pérdida del control, el miedo a una catástrofe, nos llevan
a protegernos de lo desconocido tomando posiciones en la
vida. Por ejemplo:
• Tengo que hacerlo bien
• No tengo tiempo
• Tengo que sujetarlo
• Te lo voy a demostrar
• No es justo
Las posiciones causan conflictos porque, al igual que
la luz roja del semáforo, las consideramos señal de peligro
y entonces nos encerramos y disminuimos nuestra
vitalidad. Toda posición mental tiene su correlativo
físico directo, es decir, esculpe nuestro cuerpo y nuestras
posibilidades. Este ejercicio está diseñado para analizar
las posiciones y su efecto en nuestras interacciones y
percepciones, así como para experimentar directamente
la vitalidad y la conexión con la vida que surgen al disolver
nuestras viejas actitudes.

Instrucciones
Durante unos minutos discuta con su consorte y
escriban expresiones e ideas familiares, cosas que a
menudo se repitan en voz alta o en su interior. De esa lista
elijan una para hacer por turnos la prueba del cuerpo.
El primero en actuar la repite en voz alta varias veces
al tiempo que gesticula. El otro le animará a exagerar
el tono de voz y los movimientos, como en la ópera,
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actuando para la última fila con gran afectación. Cuando
habla y gesticulación alcanzan una misma intensidad, la
mantiene por un minuto. Observa cada uno los efectos
en sí mismos, la forma de sentir a su consorte y lo que
ve a su alrededor, prestando atención a la respiración y
a la tensión de esa posición. Empiecen enseguida ambos
a amarla activamente; contémplenla, hagan espacio a su
alrededor, amen lo que creó la necesidad de esa posición.
Dejen que su amor la disuelva de la mejor forma posible,
bruscamente o poco a poco. Cambien luego los papeles
para que el otro esté en posición de investigar.
Para variar el otro puede imitar al que habla y gesticula,
pues al probar la posición con su propio cuerpo puede
sentir sus actitudes con mayor profundidad. También se
puede introducir alguna variante en la fase de disolución.

Establecer intenciones
Para este ejercicio de comunicación se usan las
intenciones enumeradas en el Capítulo 6, en una
estructura que les permite analizar mutuamente su estilo
de comunicación.

Instrucciones
Pónganse frente a frente y el que vaya a hablar
mantenga abierto el libro en la página de las intenciones,
leyendo una por una en voz alta. Haga una pausa de unos
segundos después de cada una para meditar cualquier
pensamiento, sentimiento o imagen que surja en su mente.
El que escucha tiene dos tareas importantes: la primera
escuchar con todo el cuerpo cada intención y preguntarse
si siente alguna reacción interna. En caso afirmativo vea
cuál es y acéptela. La segunda tarea es observar la forma
de expresarse del que habla. ¿Mantiene el cuerpo derecho
o tiene alguna parte hundida o inclinada? Escuche su tono
de voz, vigile si gesticula o emplea palabras rebuscadas
que estropean la comunicación directa de la intención.
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Infórmele de lo que note.
Repita cada intención hasta que el que escucha diga: “Sí,
la entendí, está clara. Te escucho”. Que su intención global
en este ejercicio sea la comunicación directa y sincera.
Cuando haya acabado de leer la lista cambien papeles.

LISTA DE INTENCIONES:
• Estoy dispuesto a mantener una relación totalmente
estrecha y a ser a la vez totalmente independiente
• Estoy dispuesto a que mis relaciones constituyan
una fuerza que me lleve al máximo grado de iluminación
• Estoy dispuesto a acabar con lo que se interponga
en mi camino a la iluminación total y a la habilidad de
mantener relaciones cercanas
• No tengo objeción alguna que los demás desarrollen
todo su poder en mi presencia
• Estoy dispuesto a tomar una vacación cuando lo
considere necesario para recuperarme y fortalecer la relación
• Estoy dispuesto a que nuestra relación consista en
dar y recibir la mayor cantidad posible de energía positiva
• Estoy dispuesto a hacer los cambios que necesite
para lograr mi máximo desarrollo y a mantener con las
demás relaciones de la mayor calidad posible

Incrementar el amor
Una de las cosas más difíciles es reconocer que
somos dignos de ser amados. Todos tenemos recovecos
que sabemos no merecen amor y eso dificulta nuestras
relaciones pues tratamos de esconderlos, mejorarlos o
compensarlos. El objetivo de este ejercicio es ver que a
pesar de ellos somos totalmente dignos de ser amados.

Instrucciones
Siéntense uno frente al otro en sillas o en el suelo, con
las piernas cruzadas y tómense de las manos sin hacer
fuerza. Mírense a los ojos en silencio repitiendo en su
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mente la frase “Eres completamente adorable”. Entre cada
frase hagan una pausa y observen si hay alguna respuesta
en su interior.
Después túrnense repitiendo la misma frase en voz alta
y con pausas entremedias. Luego comenten lo que hayan
experimentado. Pueden repetir la ronda de intercambio
de frases diciendo “Yo soy totalmente adorable”, hasta
sentir profundamente la verdad de la frase.
Luego identifiquen ambos algún lugar de su cuerpo que
les parezca despreciable, comunicándoselo mutuamente y
dejen que uno ame activamente esa parte hasta que el otro
entre directamente en contacto con ella y la ame. El que
esté amando puede dejar que su amor fluya de sus ojos y
manos y hacer lo que crea necesario para comunicar a su
consorte su total cualidad de ser amado. Pueden repetir
todo el proceso con otras partes del cuerpo hasta que se
sientan llenos de amor.
Al acabar el ejercicio quizás descubran que están
llenos de energía y tal vez deseen descubrir una forma
nueva de compartir mutuamente ese amor.

Retroinformación
En la comunicación hay muchos niveles. Este ejercicio
amplía las rutas que normalmente seguimos en nuestras
interacciones para enriquecer la relación. Está diseñado
para aumentar la conciencia de las sutiles señales a las que
respondemos, pues cuando lo hacemos inconscientemente
los mensajes contradictorios y la comunicación frustrada
pueden empezar a impedir el flujo de la relación.
Instrucciones

Instrucciones
Túrnense para terminar las siguientes frases y dense
mutuamente la oportunidad de responder.
1. Noto (alguna expresión o gesto corporal) y me
pregunto qué significa. Ejemplo: Noto que dejaste de
Pag. 131
respirar en tal o cual momento y quisiera saber qué
significa.
2. Noto (alguna expresión o gesto corporal) y temo que
signifique... Ejemplo: Noto que tienes el ceño fruncido y
temo que signifique que estás enojado/a conmigo.
Aclaren cualquier ambigüedad, hablen sobre lo que
querían comunicar y comenten cualquier intención que
hayan descubierto gracias a este ejercicio.

Ciclos de expresión
Este ejercicio de comunicación está diseñado para
descubrir lo que queremos y aprender a expresarlo con
claridad. Se oye decir a menudo, sobre todo a las mujeres:
“¡NO SE lo que quiero! ¡Nunca me he puesto a pensarlo!”
Reconocer que somos iguales implica abrirnos a nuestros
más íntimos deseos y necesidades, así como observar y
disolver lo que nos bloquea para expresarlo.

Instrucciones
1a parte: Túrnense para terminar la frase “En este
momento siento _________. “Antes de decirla haga varias
inspiraciones profundas, estire el cuerpo y perciba los
hormigueos, tensiones y demás sensaciones internas.
Digan esta frase varias veces y luego repítanla mediante
gestos o movimientos.
2a parte: Pónganse de pie frente a su pareja. El que
vaya a hablar primero repita la frase “Quiero” hasta que la
sienta en el cuerpo. El que escuche debe informarle sobre
su tono de voz, si mantiene la mirada, qué postura tiene
al hablar. Debe observar también su propia experiencia y
luego cambiar papeles.
3a parte: Túrnense para completar la frase “En este
momento siento y quiero__________”. Ejemplo: “En este
momento estoy irritable y quiero dar un paseo” o “En este
momento estoy feliz y quiero estar junto a tí”.

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Completar ciclos de percepción
Este ejercicio de comunicación sirve para percibir
mejor cómo se mueve la energía en el cuerpo y su
estructura permite a la pareja experimentar ciclos
profundos y completos. Como es más largo e intenso que
los demás quizás sea mejor dividirlo en dos partes,

Instrucciones
El que vaya a experimentar las sensaciones (S) se
acostará en un lugar cómodo y acogedor, y el que vaya a
tocar (T) se sentará a su lado, dándole la cara. T colocará
suavemente una mano en el cuello de S mientras le recorre
el torso con la otra hasta encontrar el lugar de la “ira” y la
mantendrá ahí.
S dejará que ese centro de ira le hable, que broten los
sentimientos y se formen en su mente; luego los pondrá en
palabras: “Estoy irritado”. T captará el latido de la ira y lo
sentirá en su cuerpo, vivirá esos sentimientos y amará a
su consorte y a sí mismo por cada pizca de ira que sienta.
Cuando la ira ceda, T dirá al otro “Te amo por todo”.
Después T recorrerá de nuevo con su mano el torso de
su consorte hasta descubrir el lugar del miedo y repetirá
el proceso hasta que S diga “Tengo miedo”. T recogerá
todas las oleadas de temor y las regresará a S con amor,
concentrándose en amarlo profundamente hasta que la
conexión entre sus manos esté libre de obstáculos.
T tratará ahora de encontrar el lugar que diga “Estoy
contento de estar vivo”, el que manifieste más alegría y
vivacidad. La labor de T será convencer a su consorte
de que no hay límite para los sentimientos positivos. Su
contacto físico quitará esos límites. S pensará una frase
para expresar lo mejor posible su relación con la vida y la
hará resonar en sí mismo, tratando de poner en palabras
ese sentimiento. T amará la conexión con la vida de su
consorte y cuando amaine la comunicación le amará por
EXISTIR, no por lo que llegará a ser sino por lo que es.
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T pondrá luego una mimo en la frente de S y otra en la
pelvis imaginando que un globo largo y delgado, lleno de
amor, recorre de arriba abajo su cuerpo.
Interrumpa luego suavemente el tacto manual y tomen
el tiempo y contacto físico necesario para completar la
comunicación. Hagan contacto visual, abrácense, estén
juntos, hablen.

Mensajes callados
Este ejercicio de comunicación nos ayuda a descubrir
secretos cuya existencia no sospechamos. Hay que
concentrarnos en la calidad de nuestra voz y las sutiles
tonalidades de las palabras que usamos. En las relaciones
no cuenta tanto lo que decimos sino cómo lo decimos.
Con este ejercicio analizaremos esos matices.

Instrucciones
Uno primero y otro después, díganse algo que hayan
ocultado sobre su relación haciendo uso de una cassette
para grabar toda la conversación. Luego escuchen la
grabación buscando los matices ocultos de sus palabras,
tratando de captar sus intenciones y motivaciones por el
tono de la conversación. ¿Dijeron lo que realmente querían
decir? ¿Se oye alguna emoción reprimida? ¿Se estaban
justificando o culpando? Deben decirse mutuamente lo
que opinan sobre lo que dijo cada uno Platiquen después
sobre el mismo tema con la intención de decir toda la
verdad sobre su experiencia. Concéntrense en eso y
observen en qué forma surge la comunicación. Después
vuelvan a escuchar la cinta.

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Epílogo
Las relaciones humanas han cambiado tanto en
esta época que seguirles el ritmo ha sido un desafío
vertiginoso. Lo que hicimos fue empezar de cero y volver a
imaginar cómo podían ser las relaciones, preguntándonos
nosotros mismos qué queríamos obtener de la nuestra.
Las respuestas fueron simples: queríamos pasarla bien,
comunicamos con sinceridad, tener el menor número
posible de conflictos, aumentar la creatividad mutua y
lograr que nuestro contacto fuera una fuente continua
de crecimiento sicológico y espiritual. Durante varios
años trabajamos para descubrir lo que necesitábamos
para alcanzar nuestras metas y nuestro esfuerzo mereció
la pena pues hemos logrado ser más felices, vitales y
creativos de lo que jamás hubiéramos imaginado. Entonces
aplicamos esas ideas a nuestros clientes de terapia y a los
participantes en talleres y ahora las hacemos del dominio
público por medio de este libro. Les rogamos las acepten
como lo que son: experimentos que cada uno debe hacer
y verificar Permítannos por último felicitarles por haber
elegido el reto gratificante de transformar las relaciones
humanas. Nosotros hemos visto que no hay iluminación
mayor que la que se logra mediante el contacto estrecho
de la pareja. Les deseamos que sean muy felices en la
jornada que van a emprender.

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