Cuerpo Diferencia Sexual y Genero Marta Lamas
Cuerpo Diferencia Sexual y Genero Marta Lamas
Cuerpo Diferencia Sexual y Genero Marta Lamas
De esta edición:
D. R Q Santillana Ediciones Generales, S A de C.V., 2000
Av. Universidad 767, Col. del Valle
México, 03100, D.F. Telefono 5420 7530
..................................................................193
BIBLIOGRAF~A
Impreso en México
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,
ni registradaen o transmitidapor un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni
por ningún medio, sea mechico, fotoqulmico, electrónico, magn&uco,electroóptico, por fotocopia
o cualquier otro. sin el pemiiro pmvio, por escrito, de la editorial.
USOS,DImCULTADES Y POSIBILIDADES DE LA
CATEGORÍA "GÉNERO"*
1871
En los Últimos años cierto número de libros y artículos cuya
glosajón gender no corresponde de manera puntual con materia es la historia de las mujeres, sustituyeron en sus títulos
nuestro género: en inglés tiene una acepción que apunta "mujeres" por "género". En algunos casos esta acepción, aun-
directamente a los sexos (sea como accidente gramatical, que se refiera vagamente a ciertos conceptos analíticos, se re-
sea como engendrar) mientras que en castellano2se re- laciona realmente con la acogida política del tema. En esas
fiere a la clase, especie o tipo a la que pertenecen las ocasiones, el empleo de "género" trata de subrayar la seriedad
académica de una obra, porque "género" suena más neutral y
cosas, a un grupo taxonómico, a los artículos o mercan-
objetivo que "mujeres". "Género" parece ajustarse a la terrni-
cías que son objeto de comercio y a la tela. Decir en in- nología científica de las ciencias sociales y se desmarca así de
glés "vamos a estudiar el género" lleva implícito que se la (supuestamente estridente) política del feminismo. En esta
trata de una cuestión relativa a los sexos; plantear lo acepción, "género" no comporta una declaración necesaria de
mismo en castellano resulta críptico para los no inicia- desigualdad o de poder, ni nombra al bando (hasta entonces
dos: jse trata de estudiar qué género, un estilo literario, invisible) oprimido l...]
"género" incluye a las mujeres sin nom-
brarlas y así parece no plantear amenazas críticas.
una modalidad musical o una tela? En castellano, la con-
notación de género como una cuestión relativa a la cons-
trucción de lo masculino y lo femenino sólo se compren- Según Scott, este uso descriptivo del término, que es el
más común, reduce el género a "un concepto asociado
de en función del género gramatical, pero sólo las
personas que ya están en antecedentes respecto del de- con el estudio de las cosas relativas a las mujeres". Em-
bate teórico lo comprenden como relación entre los sexos, pleado con frecuencia por los historiadores para "trazar
las coordenadas de un nuevo campo de estudio" (las
como sirnbolización o como construcción cultural.
Cada vez se oye hablar más de la perspectiva de gé- mujeres, los niños, las famiiias y las ideologías de género),
referido "solamente a aquellas áreas t a n t o estructurales
nero. ¿Qué significa esto? Si se analiza dicha perspectiva
se constata que género se usa básicamente como sinóni- como ideológicas- que comprenden relaciones entre los
mo de sexo: la variable de género, el factor género, son sexos", este uso respalda un "enfoque funcionalista
nada menos que las mujeres. Aunque esta sustitución de enraizado en último extremo en la biología".
muwes por género se da en todas partes, entre las perso- Pero la cuestión no queda ahí. Scott señala además que
nas hispanoparlantes tiene una justificación de peso: en género se emplea también para designar las relaciones
castellano se habla de las mujeres como "el género feme- sociales entre los sexos,
nino", por lo que es fácil deducir que hablar d e género o
para sugerir que la información sobre las mujeres es necesaria-
de perspectiva de género es referirse a las mujeres o a la mente información sobre los hombres, que un estudio implica
perspectiva del sexo femenino. al otro. Este uso insiste en que el mundo de las mujeres es
En un ensayo clave,Joan W. Scott (1986) apunta varios parte del mundo de los hombres, creado en él y por él. Este
usos del concepto género y explica cómo "la búsqueda uso rechaza la utilidad interpretativa de la idea d e las esferas
de legitimidad académica" llevó a las estudiosas feminis- separadas, manteniendo que el estudio de las mujeres por se-
tas en los ochenta a sustituir mujeres por género: parado perpetúa la ficción de que una esfera, la experiencia de
un sexo, tiene poco o nada que ver con la otra.
CIJERP~:DIFERENCIA SEXUAL Y GÉNERO
los "estudios de la mujer" perpetúan la ficción de que la Delgado relata cómo en España, como reacción al le-
experiencia de un sexo tiene poco o nada que ver con la vantamiento militar de Franco en 1936, los anticlericales
experiencia del otro sexo. Aunque existe ese riesgo, creo incendiaron y arrasaron miles de iglesias, y destruyeron sus
que es menor ya que muchos trabajos ubicados en los objetos rituales, incluso las imágenes que poco antes ha-
"estudios de la mujer" integran la perspectiva de las rela- bían llevado en procesión; además, asesinaron a sacerdo-
ciones sociales entre los sexos. En todo caso, el uso de la tes, monjes y monjas. Esto ya había ocurrido en 1835,1909
categoría género implica otra índole de problemas: en y 1931, pero nunca con tanta saña como en 1936.
hinción de la disciplina de que se trate, se formulará la Gran parte de los historiadores de ese fenómeno no ve
interrogante sobre ciertos aspectos de las relaciones en- otra cosa que "explosiones en que se manifestaban los
tre los sexos o de la simbolización cultural de la diferen- instintos sádicos de turbas enloquecidas y sedientas de
cia sexual. sangre." Otros historiadores políticos plantean que ésa
Desde la antropología, la definición de género o de fue la forma en que se canalizó una enemistad violenta
perspectiua de género alude al orden simbólico con que contra los poderosos económica o políticamente, cuya
ataques a la Iglesia y sus cultos podrían haber funcio-
hegemonía era sancionada por la institución eclesial y la nado psicológicamente como agresiones contra una
religión católica. suerte d e poder, si n o femenino, cuando menos
La interpretación de Delgado va por otra parte, pues feminizante".
penetra en el entramado de la simbolización cultural y Lo notable de la propuesta de Delgado es que plan-
localiza los factores ocultos o tácitos, no explicitados. tea 1a "consideración del sistema religioso de la cultura
Delgado se propone prestar atención al contenido sim- en tanto que objeto de identificación genérica, como
bólico de "los motines iconoclastas y las actitudes parte del orden representacional encargado de operar
sacrílegas". la distinción sexual". Así, la Iglesia, como "hipostásis
de la autoridad social", pasaría a ser leída
Si la gente quemaba iglesias, pateaba confesionarios, defecaba
en las pilas bautismales, le sacaba los ojos a los santos y colga-
ba de los testículos a los sacerdotes, los historiadores no se han contribuyendo tanto repertorial como ideológicamente a la
preguntado qugsignij?cabanuna iglesia, un confesionario, una esencialización de la femineidad y sus "misterios" y encarnan-.
pila bautismal, un santo o un sacerdote. do presuntos peligros para la hegemonía del mundo-hombre.
Los disturbios iconoclastas pasarían así a incorporarse
significativamente a la realidad social concebida en clave de
Delgado tiene clara conciencia de que: "un aconteci- género, esto es a las articulaciones metafóricas e institucionales
miento es una relación entre algo que pasa y una pauta a través de las cuales la cultura procede al marcaje de los sexos.
de significación que subyace". Por eso él plantea que
esos hechos Delgado coloca en primer plano "la calidad determinan-
te de las diferencias simbólicas entre los sexos"; para él,
perienecen a una misma trama de significaciones,a una red de la distribución de funciones sociosexuales tuvo que ocu-
interrelaciones e interacciones cuya gramática oculta se inten- par un papel
ta reconstruir y cuya lógica he tratado de desentrañar [...ha-
ciendo] intervenir categorías relativas al desglose sexual, es
decir, a la construcción cultural de los géneros. social y psicológicamente fundamental y no marginable en la
producción de una ideología obsesivamente centrada en la
necesidad de abatir el poder sacramental en España, como
Al elegir una perspectiva de género, Delgado no se plan- requisito ineludible de un fantasioso proceso de moderniza-
tea "discutir el papel supuestamente real y objetivo de la ción/virilizaci6n, liberador de las antiguas cadenas del pasa-
m u j e r en el marco doctrinal del catolicismo", ni la do/mujer.
"culpabilización de lo femenino que se desprende del
texto bíblico"; él pretende dar cuenta.de la simbolización Así reconstruye la manera en que el género intervenía en
de la diferencia sexual reconstruyendo "la manera como la percepción de lo social, lo político o lo cotidiano para
la oposición hombre/mujer se producía en el imagina- los actores históricos. Su interpretación no se limita
rio de las movilizaciones que habían asumido la misión simplemente a reconocer la existencia de dos ámbitos
de destruir lo sagrado." Eso lo lleva a sugerir que "los
.diferenciado en un conjunto d e prácticas, ideas y
sociales, con sus espacios delimitados y los rituales que
discursos, entre los que se encuentran los de la religión.
los acompañan. De entrada, el hecho de que el clero sea
También hemos visto, aunque sea 'someramente, cómo
masculino no facilita una interpretación como la suya,
los procesos de significación tejidos en el entramado de
donde analiza lo relativo a la Iglesia como un territorio
la simbolización cultural producen efectos e n el
feminizante que amenaza simbólicamente la virilidad. Si
imaginario de las personas.
Delgado logra ir más allá de lo aparente es porque
La antropología ha investigado más bien cómo se insti-
reconoce el estatuto simbólico de la cultura y distingue el
tuyen las pautas culturales a partir de la simbolización, y
orden de lo imaginario.
no cómo opera el propio proceso de sirnbolización. La
N o es éste el espacio para dar cuenta de toda la inter-
humanización del primate en horno sapiens es resultado
pretación que hace Delgado. Este autor analiza cómo los
de su progresiva emergencia del orden biológico hacia el
varones perciben la religión como la maquinaria de inte-
orden simbólico. Su socialización y su individuación están
gración y control de la sociedad y a las mujeres como
ligadas a la constitución de la simbolización. El núcleo ini-
madres controladoras. Al relacionar lo femenino con lo
cial y hndador del aparato psíquico, esa parte del indivi-
religioso, el anticlericalismo se perfila como un proceso
duo que no está determinada por la historia, es la raíz rnis-
de masculinización frente a lo que se percibe como una
ma de la cultura, es decir, el punto del cual emerge el
hegemonía matriarcal.
pensamiento simbólico que se integra en el lenguaie. Con
Aunque, desde el plano de los significados culturales,
una estructura psíquica universal y mediante el lenguaje,
Delgado interpreta el odio contra la Iglesia y el clero como
los seres humanos simbolizamos y hacemos cultura.
un desplazamiento del desacuerdo hacia las coacciones
Para Claude Lévi-Strauss, la sorprendente variedad de
y fracasos que el imaginario masculino atribuía a figuras
los fenómenos culturales puede ser comprendida a partir
intercambiables (la Iglesia y la comunidad social: las es-
de códigos e intercambios (Castaingts,1986). Las unida-
posas y las madres), también insiste en que hay otros ele-
des del discurso cultural son creadas por el principio de
mentos en juego y deja abierta su explicación del fenó-
oposición binaria y unos cuantos principios subyacen a
meno a otros factores. Pero lo que me importa subrayar
las reglas de acuerdo con las cuales se combinan eias
aquí es cómo el uso de esta perspectiva le permite anali-
unidades para dar lugar a los productos culturales exis-
zar una de las tantas formas simbólicas de que se vale la
tentes: mitos, reglas.de matrimonio, arreglos totérnicos,
cultura para institucionalizar la diferencia entre hombres
etcétera. Es decir, para este antropólogo, las culturas son
y mujeres, y para poner en escena sus confrontaciones.
básicamente sistemas de clasificación, y las produccio-
nes institucionales e intelectuales se construyen sobre
Principios y mecanismos de oposición binaria del
proceso de simbolización estos sistemas clasificatorios.
El análisis estructural consiste en distinguir los conjun-
tos básicos de oposiciones que subyacen a un fenómeno
Hemos vislumbrado que el género, como simbolización
cultural complejo, y mostrar las formas en que ese fenó-
d e la diferencia sexual, se construye culturalmente
meno es, al mismo tiempo, una expresión y una inconsciente y sólo mediante el trabajo psicoanalítico po-
reelaboración de esas oposiciones. El conocimiento de demos reconstruir los caminos metafóricos y metonúiiieos
los conjuntos importantes de oposiciones en una cultura que adoptaron cuando perdimos su sentido.
revela los ejes del pensamiento y los límites de lo pensable Cualquier comprensión del inconsciente requiere la
. de esas oposiciones en una cultura dada. comprensión del lenguaje y de su ciencia particular, la lin-
La cultura es un resultado, pero también una media- . güística, de la cual Lacan seleccionó y adaptó ciertos as-
ción: es el conjunto de mecanismos de defensa del yo pectos a sus fines. Desde la lingúística moderna (en parti-
ante la entrada violenta al mundo. por el nacimiento y cular desde Saussure) se puede ver que el lenguaje posee
ante la paulatina estructuración Gíquica que se da con la una estructura que está fuera del control y la conciencia
adquisición del lenguaje. Según Freud, nos constituimos de los hablantes individuales quienes, sin embargo, ha-
en "seres de cultura" cuando ésta ejerce una represión y cen uso de esta estructura, que está presente en cada una
nos obliga a renunciar a la felicidad absoluta y la reconci- de sus mentes. Unas unidades de sentido, los signos,' di-
liación total, a la completud. Los seres humanos jamás viden y clasifican al mundo, y lo hacen comprensible.
superamos el drama de sabernos incompletos, castrados, Para Saussure, cada lengua "mapea" conceptualmente,
ni nos reponemos de las heridas narcisistas que nos infii- divide o clasifica el mundo de maneras diferentes a partir -
gen las renuncias impuestas por la cultura. No acepta- d e las relaciones específicas d e los significados y
mos la realidad - q u e 'somos seres escindidos y que nos , .significantes de sus signos: cada lengua articula y organi-
vamos a morir- y deseamos loimposible -la completud za el mundo endiferente forma. Por lo tanto, tampoco
y la inmortalidad-. Laplantine (1979) señala que la exis- hay una relación natural entre los signos y el mundo. Se
tencia humana sólo es sop~rtablea través de esa "panta- supone que las primeras lenguas se caracterizaron por
lla deformadora" de la realidad que e s la cultura. un principio económico: el máximo rendimiento con el
El lenguaje es un mec&fundamental para estrucrnmos mínimo esfuerzo, y que tuvieron una estructura similar a
culturalmentey para volvernos seres sociales.'Pero el íen- la de las computadoras, o sea, un lenguaje binario donde
guaje no es sblo un instrumento queutilizamos a volun- se produce información a partir de la afirmación y/o ne-
tad; también lo introyectamos inconscientemente. Desde gación de elementos mínimos, de la contraposición de
la perspectiva psicoanalítica de Lacan, el acceso del sujeto opuestos. Pero los lenguajes, incluso los más "primitivos",
al uso de una estructura de lenguaje que lo precede coin- no se limitan a nombrar lo útil o inmediato: son un vehí-
cide con la organización y establecimiento de su incons- culo para nombrar lo subjetivo, lo mágico, lo misterioso.
ciente. Para Lacan, el inconsciente y el lenguaje est5n. Esto se consigue a partir de la simbolización y la.,
inextricablemente ligados:,"el inconsciente está estructu- metaforización. Al nombrar se abre una brecha entre el
rado como un lenguaje"; "el inconsciente es el discurso nombre y aquello que es nombrado: el nombre no es la
del Otro"; "el lenguaje es el requisito del inconsciente".: cosa. Con la poesía (y' con el arte en general) se intenta
Por un procesode simbolización que utiliza la metáfora y cerrar esa brecha y suscitar una aproximación a esa ex-
' la metonimia, muchos de nuestros deseos quedan en el periencia indescriptible.
MARTALAMAS CUERPO:
DIFERENCIA SEXUAL Y GÉNERO
Los sefes humanos simbolizamos un material básico hermafroditas femeninos o fm (personas con
que e3 idéntico en todas las sociedades: la diferencia cor- oirarios, pero.con caracteres sexuales masculinos)
poral, específicamente el sexo. Aunque aparentemente la
Esta clasificación funciona sólo si tomamos en cuenta
biología muestra que los seres humanos vienen en dos los órganos sexuales internos y los caracteres sexuales
sexos, son más las combinaciones que resultan de las cin- "secundarios" como una unidad; pero si nos ponemos a
co áreas fisiológicas de las cuales depende lo que, en tér- imaginar la multitud de posibilidades a que pueden dar
minos generales y muy simples, se ha dado en llamar el lugar las combinaciones de las cinco áreas fisiológicas
"sexo biológico" d e una persona: genes, hormonas, q u e señalamos más arriba, veremos q u e nuestra
gónadas, órganos reproductivos internos órganosY dicotomia hombre/mujer es, más que una realidad
reproductivos externos (genitales). biológica, una realidad simbólica o cultural. Esta
Esbs áreas controlan cinco tipos de biológi-
dicotomia se refuerza por el hecho d e que casi todas las
cos en un continuum -y no en una dicotomía de unida- ,
En esta interpretación simbiica Godelier constata el salen los hijos y es gracias a su leche que éstos sobrevi-
ven los primeros meses. No obstante los datos de la rea-
relevante papel desempeñado por la diferencia de sexo.
Ésta aparece como "una especie de fundamento cósmico lidad, prevalece la fuerza de la simbolización.
de la subordinación, incluso, de la opresión de las muje- En su estudio sobre los baruya, Godelier sigue de cerca
res". El entramado de la simbolización se hace a de la operación mediante,la cual la diferencia sexual es sim-
bolizada y, al ser asumida por el sujeto, produce un imagi- .
lo anatómico y de lo reproductivo; Godelier señala que
nano con una eficacia política contundente: las concepcio-
para los baruya todos los aspectos (económicos, sociales
nes socialesy culturales sobre la masculinidad y feminidad.
y políticos) de la dominación masculina se explican por
El sujeto social es producido por las representaciones sim-
el diferente.lugar que ocupa cada sexo en el proceso de
la reproducción sexual. Resulta interesante comprobar la , bólicas. Los hombres y las mujeres (baruyas, occidentales,
orientales, etcétera) n o son reflejo de una realidad "natu-
*
actualidad de esa creencia. ¡Ésaes también la idea recto-
a del pensamiento judeocristiano occidental, y es com- ra1",6sino resultado de una producción histórica y cultural.
partida hasta la fecha por la mayoría de las sociedades . s icomo Delgado proponía, "un acont'ecimiento es una
(orientales, musulmanas)! relación entre algo que pasa y una pauta de significación,
que subyace", para comprender más cabalmente las pau-
Ambos sexos comparten esas creencias, y en eso radi-
tas de significación cultural es necesaria una perspectiva
. ca su eficacia. Todos los gestos, ritos y prácticas simbóli-
cas que los'baruya producen para mostrar y demostrar la q u e utilice tanto la antropología como la teoría
psicoanalítica. En-cadacultura, la oposición hombre/mu-
primacía de los hombres en el proceso de reproducción
de la vida se nutren del imcaginario, pero tienen un vigor jer pertenece a una trama de significaciones determina-
social avasallador. La participación, convencida, de las das, que puede expresarse en alguno de los tres registros
de la experiencia humana propuestos por Lacan: simbó-
mujeres5 constituye la fuerza principal, silenciosa e invi-
sible, de la dominación masculina. Los baruya piensan lico, imaginario y real. En su investigación, Godelier re-
que los hombres han sabido apropiarse de los poderes construye los mecanismos, la lógica interna de las prácti-
d e las mujeres, añadiéndolos a los suyos propios. Obvia- cas sociales y de las ideas que articulan esta configuración
mente estos poderes no existen más que en el discurso y de relaciones, y aclara cómo el proceso de simbolización
en las prácticas simbólicas que confirman su existencia. de la diferencia sexual se ha traducido en desigualdad de
La preocupación por la diferencia sexual y el interés poder. Por eso Godelier declara que su investigación "trata
por la reproducción marcan la forma en que la sociedad acerca del poder, y ante todo, acerca del poder que un
contempla a los sexos y los ordena en correspondencia sexo ejerce sobre el otro". La lógica oculta que la antro-
con sus supuestos papeles "naturales". Reconocer la di- pología que investiga el género intenta reconstruir, des-
ferencia de papeles implica una jerarquización. Los baruya entrañando la red de interrelaciones e interacciones so-
llevan a cabo un verdadero salto mortal simbólico: des- ciales que se construye a partir de la división simbólica.
conocen la importancia del papel de la mujer en la repro- de los sexos, es la lógica del género. Esta lógica parte de
ducción, cuando justamente es de su cuerpo de donde una oposición binaria: lo propio del hombre y lo propio
MARTALAMAS
ve una construcción durable del inconsciente. y reproducción del capital simbólico y, en particular, la
Bourdieu, al igual que Godelier, ubica en lo simbólico dialéctica de pretensión y distinción, que es la base de la
e1 origen del estatuto inferior que casi universalmente es producción y el consumo de los bienes culturales como
asignado a las mujeres. Él dice: signos de distinción (Bourdieu, 1998).
La Ley social refleja la lógica del género y construye
Para explicar el hecho de que las mujeres, en la mayoría de las sus valores e ideas a partir de esa oposición binaria que
sociedades conocidas, están consignadas a posiciones sociales tipifica arbitrariamente, excluyendo o incluyendo en su
inferiores, es necesario tomar en cuenta la asimetría de estatus lógica simbólica ciertas conductas y sentimientos.Median-
adscrito a cada género en la economía de los intercambios sim- te el género se ha "naturalizado" la heterosexualidad y se
bólicos. Mientras que los varones son los sujetos de las estrate-
gias matrimoniales, a través de las cuales trabajan para mante-
excluye a la homosexualidad de una valoración simbóli-
ner o aumentar su capital simbólico, las mujeres son siempre ca equivalentemente aceptable. Aunque en nuestra cul-
tratadas como objetos de dichos intercambios, en los que cir- tura de facto se acepta la homosexualidad, el deseo ho-
culan como símbolos adecuados para establecer alianzas. Así, mosexual queda fuera de la lógica del género y tiene un
investidas deuna función simbólica, las mujeres son forzadas estatuto (simbólico, moral y jurídico) diferente al de la
continuamente a trabajar para preservar su valor simbólico, ajus-
heterosexualidad,: está fuera de la ley. De ahí que exista
tándose, amoldándose al ideal masculino de virtud femenina,
definida como castidad y candor, y dotándose ge todos ios atri- un buen número de personas cuyas vidas están en con-
butos corporales y cosméticos capaces de aumentar su valor flicto abierto con su sociedad.
físico y su atractivo. La comprensión del fenómeno de la estructuración
psíquica ha dado lugar, en ciertos círculos de especialis-
Bourdieu afirma que la dominación masculina está tas, a una aceptación de la homosexualidad como una
fundada sobre la lógica de la economía de los intercambios, identidad sexual tan contingente o tan condicionada como
simbólicos, o sea, sobre
la heterosexualidad (Gasque, 1990 y Torres Arias, 1992). también interpreta que a la niña le falta algo, tiene miedo
De ahí el paulatino reconocimiento en asociaciones de perder lo que.él sí tiene. Esto, de manera brutalmente
psicoanalíticas y psiquiátricas de que la homosexualidad simplificada, nos introduce - c o m o seres humanos- a
no es una patología'ni una enfermedad mental. Pero la la problemática imaginaria de la castración.
comprensión téorica sobre la calidad indiferenciada de . Scott dice "Si la identidad genérica se basa sólo y uni-
la libido y sobre el proceso inconsciente que estructura versalmente en el miedo a la castración, se niega lo esen-
al sujeto hacia la heterosexualidad o la homosexualidad cial de la investigación histórica". Scott tiene razón al se-
no tiene todavía correspondencia en la lógica simbólica ñalar que conceptualizar la identidad de género sólo con
de nuestra cultura, tan marcada por el género. Por eso, base en el factor psíquico es negar la historicidad. Pero;
aunque de entrada cada sexo contiene la posibilidad de ¿quién sostiene eso?Ni los psicoanalistas ni las feministas
una estructuración psíquica homosexual o heterosexual, que trabajan con perspectiva psicoanalítica. La identidad-
lo que lleva a cuatro posicionamientos de sujeto -mujer d e género d e las personas varía, de cultura en cultura,
homosexual, mujer heterosexual, hombre homosexual y en cada momento histórico. Cambia la manera como se
hombre heterosexual-, sólo están simbolizados dos: simboliza e interpreta la diferencia sexual, pero perma-
mujer y hombre heterosexuales. La supuesta "tolerancia1' nece la diferencia-sexualcomo referencia universal que
hacia las personas homosexuales no es sino lo que da pie tanto a la simbolización del género como a la
Bourdieu denomina una "estrategia de condescendencia", estructuración psíquica.
que lleva a la violencia simbólica a un grado más alto de Es muy amplio el número de personas que comparten
negación y disimulo. el error de Scott de confundir construcción cultural de la
La estructuración psíquica que determina la identidad identidad degénero y estructuración psíquica de la iden-
sexual8se lleva a cabo a partir de la dialéctica edípica, y tidad sexual. La identidad de género se construye me-
el resultado de este proceso puede ser la heterosexualidad diante los procesos simbólicos que en una cultura dan
o la homosexualidad.9 Hasta donde la clínica y las inves- forma al género. La identidad de género, por poner un
tigaciones del psicoanálisis permiten comprender, los ni- ejemplo muy simple, se manifiesta en el, rechazo de un
ños y las niñas incorporan su identidad de género (por la niñito a que lo vistan con un vestidito o en la manera con
forma en que son nombrados y por la ubicación que se que las criaturas se ubican en las sillitas rosas o azules de
les ha dado en la familia) antes de reconocer la diferencia un jardín de infantes. Esta identidad es históricamente
sexual. Esto ocurre antes de los dos años, &n total des- construida de acuerdo con lo que la cultura considera
conocimiento de la correspondencia entre sexo y géne- "femenino" o "masculino";evidentemente, estos criterios
ro, Después de los tres años suele darse la confrontación se han ido transformando. Hace treinta años pocos hom-
con la diferencia de sexos. La primera vez que las criatu- bres se hubieran atrevido a usar un suéter rosa por las
ras miran el cuerpo de otro u otra y lo comparan con el connotaciones femeninas de ese color; hoy eso ha cam-
propio, la niña interpreta la presencia del pene masculi-. biado, al menos entre ciertos sectores. En.cambio,la iden-
no como que a ella le falta algo; por su parte, el niño, que tidad sexual (la estructuración psíquica de una persona
CUERPO:
DIFERENCIA SEXUAL Y GÉNERO
como heterosexual u homosexual) no cambia: histórica- en la medida en que el género es visto como "una forma
mente siempre ha habido homosexuales y heterosexuales, de referirs.- a los orígenes exclusivamente sociales de las
pues dicha identidad es resultado del posicionamiento ,identidades subjetivas de hombres y mujeres y de enfati-
imaginario ante la castración simbólica y de la resolución zar un sistema total de relaciones que pueden incluir al
personal del drama edípico.lo sexo, pero que no está directamente determinadó por el
La identidad sexual se conforma mediante la reacción sexo o determinando la sexualidad". Penley es parte del
individual ante la diferencia sexual, mientras que la iden- colectivo de la revista dJque asumió de manera nota-
tidad de género está condicionada tanto históricamente ble el 'psicoanálisis como su perspectiva analítica princi-
como por la ubicación que la familia y el entorno le dan a pal. Las integrantes de df se propusieron realizar un es-
una persona a partir de la simbolización cultural de la crutinio crítico de los discursos feminista y socialista con
diferencia sexual: el género. el objetivo de mostrar cómo el discurso da forma a la ac-
ción y cómo hace posibles ciertas estrategias. Negándole
No es lo mismo género que diferencia sexual una especificidad fundante a la idea de Mujer, df desa-
rrolló un proyecto desconstructivista en el sentido más
Un requerimiento para avanzar dentro d e ciertas amplio del término. Aunque su adhesión al psicoanálisis
perspectivas teóricas en ciencias sociales es ponernos de le ganó acusaciones de elitista, indiferente a las urgen-
acuerdo sobre qué términos correiponden a qué cias políticas y apelativos peores, df se sostuvo en su
conceptos. Por ejemplo; diferencia sexual desde el proyecto de reelaborar y difundir las ideas psicoanalíticas
psicoanálisis es una categoría que implica la existencia para la teoría feminista. Penley critica a las teóricas femi-
del inconsciente; desde las ciencias sociales se usa como ' nistas, .que reconocen la importancia de la explicación
referencia a la diferencia ,entre los sexos y desde la psicológica, pero que tratan de encontrar una perspectiva
biología incluye otra serie de diferencias no visibles para dar cuenta de la construcción de la psique femenina
(hormonales, genéticas, etcétera). Tal vez se podrá llegar que se pueda "articular" mejor el psicoanálisis con los re-
a definir ¡a diferencia sexualcomo una realidad corpórea ,
cuentos sociales e históricos sobre las mujeres.
y psíquica, presente en todas las razas, etaias, clases, Al sociologizar la psique,12se rebajan los mecanismos
culturas y épocas históricas, que nos afecta subjetiva, de la adquisición inconsciente de la identidad sexual al
biológica y culturalmente, pero por el momento 'yo me mismo nivel que otras f rmas más sociales de adquisi-
ciño a la definición psicoanalítica.
R
ción de identidad. Así, se ve la diferencia sexual como
Así como se usa género en vez de sexo, existe una ten- una de tantas diferencias sociales. Esta confusión está
dencia a sustituir la categoría analítica diferencia sexual presente en el planteamiento de Teresa de Lauretis,13que
por género, eludiendo el papel del inconsciente en la for- la lleva a teorizar un sujeto "múltiple" en vez del sujeto
mación de la subjetividad y la sexualidad. Constance ' escindido del psicoanálisis. Freud plantea que el ~ u j e t o
Penley" señala que el término género parece más útil y está dividido, y que la clave del nudo humano es la falta, .
menos cargado que diferencia sexual, particularmente la carencia, la castración simbólica. Esto es lo que nos
la diferencia entre lo psíquico y lo social. Adams conclu-
constituye como sujetos en un mundo de deseos incons- ye su ensayo señalando-que sería una lástima que se re-
cientes ligados a signos. De ahí que la noción de satisfac- chazara prematuramente el
ción sea tan problemática.
Parveen Adams (1992), también de d L en un ensayo concepto psicoanalítico de diferencia sexual, que tanto ha con-
dondecritica posiciones teóricas que se forman supuesta- tribuido a socavar las nociones tradicionales d e qué son la's
mente dentro del psicoanálisis, pero que se alejan de la '
mujeres y los hombres y que ha servido para desarrollar el de-
teoría de Preud, señala la importancia de distinguir dos bate feminista y rebasar los limites deblamera interrogación d e
cuestiones fundamentales: "el concepto de realidsd psí- los papeles sociales. .
quica y la naturaleza de la relación entre lo psíquico y lo
social". Sobre esta compleja relación, Adams recuerda la En esta distinción de lo psíquico y lo social, y en la aceptación
concepción de Freud de cultura: "cultura significa que cual- de ciertas interpretaciones,se establece una toma de posición
quier conjunto de preceptos sociales requiere represión definida, que divide grosSo modo a las feministas en dos
campos explicativos sobre los procesos por los que se crea
.
primaria, deseo e inconsciente".La problematicidad de la
relación entre lo psíquico y lo social, o sea, entre constitu- -la identidad del sujeto: el del psicoanálisis de las relaciones
ción mental y exigencias culturales, se desprende de esa de objeto y el del psicoanálisis lacaniano.
concepción de cultura: "los mandatos culturales nunca Feministas como Chodorow y Gilligan están en el pri-
satisfarán las demandas psíquicas y la vida psíquica nunca mero, mientras que el grupo de psicoanalistas inglesas
encajará fácilmente en las exigencias culturales". (Adams, Penley, Mitchell y la revista m/B está en el se-
Con la sustitución del concepto diferencia sexual por gundo campo. Scott señala: "Cada vez más, los historia-
género se evitan conceptos como deseo e inconsciente dores que trabajan con el concepto 'cultura de mujeres'
y se simplifica el problema de la relación de lo social citan las obras de Chodorow y Gilligan como prueba y
con lo psíquico. Esta incapacidad (jresistencia?) para com- explicación de sus interpretaciones; quienes desarrollan
prender el ámbito psíquico lleva a mucha gente a pensar teoría feminista, miran a Lacan."
A Scott ninguna de esas .dos posturas le parece com-
que lo que está en juego primordialmente son los facto-
res sociales. Aunque las personas están configuradas por pletamente operativa para los historiadores: "Mis reser-
la historia desu propia infancia, por las relaciones pasa- vas acerca de la teoría de las relaciones de objeto proce-
das y presentes dentro de la faplia y en la sociedad, las den de su literalidad, de su confianza en que estructuras
diferencias entre masculinidad y feminidad no provienen relativamente pequeñas de interacción produzcan la iden-
sólo del género, sino también de la diferencia sexual, o tidad del género y generen el cambio."
sea, del inconsciente, de lo psíquico. Para ella esta inteGretación "limita el concepto de gé- .
Adams plantea que, aunque no.se puede hacer de lo nero a la familia 9 a la experiencia doméstica, por lo que
social un factor determinante de lo psíquico, no hay que no deja vía para que el historiador relacione el concepto
(O el individuo) con otros sistemas sociales de economía,.
. renunciar a transformar lo social. La posibilidad de incidir
política o poder".
se reafirma justamente cuando se subraya
1
Scott coincide con el psicoanálisis lacaniano en muchas para distinguir entre lo psíquico y lo social. ¿Por qué no
cuestiones: valora que el lenguaje sea "el centro de la teo- aceptar que en la construcción de la subjetividad partici-
ría lacaniana", que las ideas de masculino y femenino no pan elementos del ámbito psíquico y del ámbito social,
sean fijas, lo que hace problemáticas las categorías de hom- que tienen un peso específico y diferente en ese proceso
bre y mujer, al sugerir que no son características inheren- y que deben ser analizados y explorados diferencialmente?
tes sino construcciones subjetivas: "Esta interpretación Desde posiciones'como las de Scott. o de Lauretis no se
implica también que el sujeto está en un proceso constan- comprende que es absolutamente válida la insistencia del
te de construcción y ofrece unaforma sistemática de inter- psicoanálisis en explorar e1 papel del inconsciente en la
pretar el deseo consciente e inconsciente,al señalar el len- formación de la identidad sexual, así como descifrar la
.guaje como el lugar adecuado para el análisis." "compleja e intrincada negociación del sujeto ante fuerzas
Scott reconoce que "encuentra instructiva esta inter- culturales y psíquicas'' (Penley, 1990). Al analizar "la ines-
e pretación", aunque señala su preocupación por la "fija- tabilidad de tal identidad,.irnpuesta en un sujeto que es
ción exclusiva sobre cuestiones del 'sujeto' y porque la fundamentalmente bisexual" Penley señala cómo desta-
teoría tiende a unicersalizar las categorías y la relación can los mecanismos con los que las personas resisten las
entre el varón y la mujer". posiciones de sujeto impuestas desde afuera. Al mostrar
Aquí Scott parece olvidar que la pretensión del psicoa- que los hombres y las mujeres no están precondicionados,
nálisis es precisamente "fijarse exclusivamente sobre cues- sino que ocurre algo diferente,el psicoanálisis plantea algo
tiones del sujeto". Por eso, desde su posición de historia- distinto a una esencia biológica o a la marca implacable de
dora, a Scott no le resulta "completamente operativa" la la socialización:la existencia de una realidad psíquica. Así,
teoría psicoanalítica, no le convence la supuesta "univer- el psicoanálisis muestra los í í í t e s de las dos perspectivas
salización" que hace el psicoanálisis porque ella no dis- -biológica y sociológica- con las que se pretendía ex-
tingue entre el ámbito psíquico (con la indudable condi- plicar las diferencias entre hombres y mujeres. No es po-
ción universal de la diferencia sexualcomo estructurante sible comparar o igualar el caracter estructurante de la
psíquico) y el ámbito social (con el género como diferencia sexual para la vida psíquica y la identidad del
simbolización cultural de la diferencia sexual). sujeto con las demás diferencias (biológicas -hormona-
La propia Scott retoma la idea de Teresa de Lauretis de les, anatómicas, etcétera- y sociales - d e clase, de etnia;
que "[sil necesitamos pensar en términos de construcción de edad, etcétera). Las diferencias de índole cultural y
de la subjetividad en contextos sociales e históricos, no social varían, pero la diferencia sexual es una constante
hay forma de especificar esos contextos dentro de los tér- universal. Se trata de cuestiones de otro orden.
minos propuestos por Lacan" (Scott, 1996, p. 284).
¡Pero si justamente ése es el punto del psicoanálisis! Reconocer íah diferencias, desconstruir el género
¿Qué sentido tiene -para el psicoanálisis- pensar la
construcción de la subjetividad en contextos sociales e Una discusión rigurosa sobre género implica abordar la '
históricos? Otra vez aparece, ahora en Scott, la dificultad complejidad y variedad de las articulaciones entre dife-
CUERPO:DIFERENCIA SEXUAL Y GENERO
rencia sexualy cultura. Las prácticas sociales con que el tiples narrativas sobre la vida sexual, se comprueba que
sujeto expresará su deseo están marcadas por el género, justamente la sexualidad es de lo más sensible a los cam-
pero también por su inconsciente. El psicoanálisis mues- bios culturales, a las modas, a las transformaciones socia-
tra cómo la estructuración psíquica se realiza fuera de la les. F o u ~ a u l tinició
' ~ un análisis histórico para mostrar que
conciencia y de la racionalidad d e los sujetos. Desde la en el pasado el sexo existía como una actividad o una
. perspectiva freudiana, el sujeto es una persona escindida, dimensión de lavida humana, mientras que en la actuali-
con deseos y procesos inconscientes. El reconocimiento dad se establece como una identidad. Esto, como él lo
de que nunca vamos a estar completos, de que siempre señala, invierte las jerarquías: por primera vez el sexo deja
nos va a faltar algo, es lo que se formula como la falta, la de ser una parte arbitraria o contingente de la identidad
carencia, la castración, y condiciona la estructuración de para inaugurar una situación inédita: y a no hay identi-
la identidad psíquica. Lo que hace justamente el psicoa- dad sin definición sexual. Para Foucault, el sexo no tuvo
nálisis es ofrecer el recuento más complejo y detallado siempre la posibilidad de caracterizar y constituir tan po-
hasta el momento de la constitución de la subjetividad y derosamente la identidad de los sujetos.
de la sexualidad, así como del proceso mediante el cual Hoy se acepta que la sexualidad no es natural, sino
el sujeto resiste la imposición de la cultura. que ha sido y es construida: la simbolización cultural
El trabajo crítico y desconstructivista feminista ha acep- inviste de valor, o denigra, al cuerpo y al acto sexual. Bajo
tado que los seres humanos estamos sometidos a la cul- el término sexo se caracterizan y unifican no sólo funcio-
tura y al inconsciente, reconociendo las formas insidio- nes biológicas y rasgos anatómicos, sino también la acti-
sas y sutiles del poder social y psíquico. Así, desechando vidad sexual. No sólo se pertenece a un sexo: se tiene un
-- - formas esencialistas de pensamiento, una nueva his-
las-
sexo y se hace sexo,
toria del cuerpo y de la sexualidad ha ido emergiendo Gran parte del pensamiento feminista contemporáneo
( ~ a o l a n1987:
I
. Feher,.Naddaff y Tazi, 1990;Laqueur, 1990; trata la sexualidad como derivada del género. Gayle Rubin "
ido conformando una perspectiva diferente sobre el sexo. que el uso en boga de género se da para aludir a las mu-
Muchos d e los nuevos trabajos histórico- jeres. Se habla de perspectiva de género para hacer refe-
desconstructivistas siguen los pasos d e Foucault: , rencia al sexo femenino. Creo que he abundado bastante
desesencializar la sexualidad, mostrando que el sexo tam- sobre lo que considero la perspectiva de género. Sin
bién está sujeto a una construcción social. A partir de múl- embargo, con este uso surge un dilema de otro orden.
Aunque usar género o perspectiva de género como muje-
. res o perspe~tivaque toma en cuenta k2 Rxrstencia de h
CUERPO':
DIFERENCIASEXUAL Y GÉNERO
'!
7
no". Este uso puede impulsar algunos avances en el terre- normatividad heterosexual impuesta a la humanidad es
no concreto de las instituciones y prácticas sociales, sobre limitante y opresiva, pues no da cuenta de la multiplici- I,
, ,'
, todo en los espacios y los discursos que no registran la exis- dad de posiciones de sujeto y de identidades de las per- ,
?
1
tencia de problemáticas diferenciadas entre hombres y sonas que habitan el mundo. Por eso, desconstruir la
mujeres. simbolización cultural de la d$3rencia sexual se convier- ;
if
. te e n una tarea prioritaria del feminismo.
La interrogaciónfeminista sobre las consecuencias de la i:j
I
'
estrechamente vinculada con la regulación social de la
sexualidad, está condicionada por el género.
En el feminismo ha habido várias reflexiones (Rich;
te el cual las personas recibimos significados culturales,
pero también los innovamos". De ahí que, para ella, ele-
gir el género significa que una persona interprete "las . '
E
..
&a
.l
el género y, por ende, desde el que se piensa y sanciona cata la idea de Simone de Beauvoirls del género como i1
. la orientación sexual. Estos planteamientos radicales y utó-
picos tienden a elaborar sobre lo que ya Freud señaló a
"proyecto" y plantea la provocadora idea de que el géne-
ro es un proyecto tácito para renovar la historia cultural.
'
I!
i;
principios de siglo: la calidad indiferenciada de la libido. ¿Cómo interpretar esto? ¿Como la escenificación de los
En la concepción de Freud, el ser humano es básicamen- , mitos culturales en nuestro ámbito personal? ¿Como la ,
te un ser sexual cuya pulsión lo llevatía a una actividad posibilidad de construir nuestras propias versiones del
sexual indiferenciada o "perversa polimorfa", si no fuera género?
porque la cultura orienta artificialmente la conducta ha- Para responderse esas interrogantes Butler escribe un
cia la heterosexualidad. libro (1990) donde propone que hay que desarrollar "una.
estrategia para desnaturalizar los cuerpos y resignificar. discursos dotan de significados, podemos pensar que las
categorías corporales" con una serie de "prácticas paradó- prohibiciones y sanciones que le dan forma y
jicas" que ocasionan "su resignificación subversiva y su direccionalidad a la sexualidad, que ,la regulan y
proliferación más allá de un marco binario". Las nuevas reglamentan, pueden ser transformadas. .
preguntas que ella se formula son estimulantes: ¿serfeme- El uso riguroso d e la categoría género conduce
nina es un hecho "natural" o un performancecultural? ¿Se ineluctablemente a la desencialización de la idea de mu-
constituye la "naturalidad a través de actos culturales que jer y de hombre. Comprender los procesos psíquicos y
producen reacciones en el cuerpo? ¿Cuálesson las catego- sociales mediante los cuales las personas nos converti-
rías fundantes de la identidad: el sexo, el género, el deseo? mos en hombres y mujeres dentro de un esquema cultu-
¿Es el deseo una formación específica del poder? ral de género, que postula la complementariedad de los
Muy acertado es su cuestionamiento a la búsqueda de sexos y la normatividad de la heterosexualidad, facilita la
"lo genuino". Esta crítica a esa forma de esencialismo lle- aceptación de la igualdad -psíquica y social- de los
va a Butler a replantear lo que está en juego políticamen- seres humanos y la reconceptualización de la homose-
te. Ahí ella distingue el ámbito psíquico del social, y se- xualidad.
ñala que no hay que frenar la tarea política para explorar Recientemente ha ido en aumento la búsqueda de una '
las cuestiones de la identidad. Por el contrario, Butler abre explicación genética de la homosexualidad. La inquie-
una vía fecunda para el feminismo al'plantearse que una tante interrogante no radica ahí sino en cómo, por la 1ó-
nueva forma de política emerge cuandola identidad como gica del género, diferentes culturas valoran negativamente
terreno común ya no restringe el discurso de la política la homosexualidad. Comprender la simbolización cultu-
feminista. ral de la diferencia sexual y el establecimiento del género
ofrecen una llave imprescindible para tal elucidación.
' Investigar la genealogía de nuestros arreglos sexuales vi-
Un objetivo ético-políticodel feminismo
gentes conduce a denunciar cómo un conjunto de su-
1
Si el cuerpo es el lugar donde la cultura establece los puestos sobre la "naturalidad" engendran ciertas prácti-
o s le da a la dij&renciasenial, ¿cómodistinguir
~ i g ~ c a dque cas opresivas y discriminatorias. Cualesquiera que sean
qué aspectos de ese cuerpo están libres de impronta ' a l - los orígenes genéticos o psíquicos de la homosexualidad,
tural, o sea, de génerci' No hay forma de responder a esta lo que podemos transformar son sus efectos sociales. Los
interrogante porque no hay cuerpo que no haya sido significados negativos s.obre la forma en qde millones de
marcado por la cultura. El rechazo de la perspectiva que personas organizan su vida sexual deben ser puestos en
habla de lo "natural" o de una "esencia" (masculina o tela de juicio. No se trata de defender el derecho de las
' femenina) se fundamenta en ese reconocimiento. En
"minoríassexuales", sino de cuestionar la heterosexualidad
cambio, si aceptamos -siguiendo a Foucault- que el como la "forma natural" alrededor de la cual surgen des-
cuerpo es un territorio sobre el que se construye una red viaciones "antinaturales". El camino es comprender que
de placeres e intercambios corporales a los que los las identidades sexuales de las personas responden a una
\
estructuración psíquica cuyos resultados posibles son la expectativas ético-políticas: unas muy evidentes son las
heterosexualidad y la homosexualidad. La lógica del gé- relativas a los lugares y los papeles de hombres y muje-
nerovaloriza una y devalúa la otra. Por su parte, las iden- . res en la sociedad, así como a las formas aceptadas de la
tidades de género son inventos culturales, ficciones ne- sexualidad. .
cesarias que Sirven para construir un sentimiento Reduck la complejidad de la problemática que viven los
compartido de pertenencia y de identificación.
- seres humanos a una interpretación parcial que habla sólo
Para ir estableciendo una nueva orientación ética que de "la opresión de las mujeres" no sólo es reduccionista,
no traduzca las diferencias en desigualdades se requie- sino que conduce al victimismo y al mujerismo que tan
re, antes que nada, "forzar el.reconocimiento del carác- , frecuentemente tiñen muchos análisis y discursos ferninis-
ter diverso e inesperado de la organización de las dife- tas. Hace falta uüizar la perspectiva de género para descri-
rencias sexuales" (Adams, 1990). Esto conduce a bir cómo opera la simbolización de la diferencia sexual en
cuestionar la forma en que es pensada la existencia so- las prácticas, discursos y representaciones culturales
cial. Aunque las reflexiones y teorizaciones no sustitu- sexistas y homófobos. Esto amplía nuestra comprensión
yen a la lucha política en la transformación de las relacio- sobre el destino infa~stoque compartimos mujeres y hom-
nes de poder, son imprescindibles para hacer un trabajo bres como seres humanos incompletos y escindidos, en-
de crítica cultural sobre nuestro malestar en la cultura. casillados en dos modelos supuestamente complementa-
Las identidades (políticas, sociales, nacionales, sexuales, rios. Tal encasillamiento no sólo limita las potencialidades
religiosas, etcétera) sirven para construir una base de iden- humanas, sino que discrimina y estigmatiza a quienes no
tificación social y para dar fuerza a la efectividad de cier- se ajustan al modelo hegemónico.
La riqueza y la complejidad de la investigación, la re-
tas alianzas. Por eso el feminismo se dirige a criticar cier-
tas prácticas, discursos y representaciones sociales que
discriminan, oprimen o vulneran los derechos de las per-
. flexión y el debate alrededor del género son de una di-
mensión amplísima. Pero la urgencia, en términos de su-
sonas en función de la simbolización cultural de la dife- frimiento humano, nos ubica prioritariamente en dos
rencia sexual. De ahí que cobre tanta importancia el uso consecuencias nefastas del género: el sexismo (la discrk
de las categorías que analizan al sujeto, la experiencia minación con base en el sexo) y la homofobia (el recha-
humana y la moralidad, ya que tienen implicaciones más zo irracional a la homosexualidad). Aunque ambas prác-
allá de la teoría, en las vidas concretas de las personas. ticas han tomado formas e intensidades diferentes
Una aspiración indudable de la reflexión y la investi- dependiendo del momento histórico y la cultura de una
gación feministas es tener eficacia simbólica para la lu- sociedad, tienen, como bien dice Blumenfeld (19921, un
cha política en el ámbito social. Un objetivo ético-políti- costo para todas las personas. Tratar de eliminar ese cos-
co de intentar esclarecer las dificultades de utilización de to mediante una acción simbólica colectiva es una de las
la categoría que nombra este proceso de simbolización tareas que se propone el feminismo. Para ello es impres-
cultural (el género) es evidenciar supuestos teóricos que cindible comprender cómo se fue articulando y cómo fun-
no se articulanexplícitamente, pero que implican ciertas ciona la lógica del género.
1
creo que aspiramos a lograr una situación en la que la llamada
Como se ve, a pesar de los varios usos de la categoría sexualidad desviada no sea solamente tolerada, sino que deje
género, el hilo conductor sigue siendo la "desnaturalización" de ser marcada como diferente.
\
de lo humano: mostrar que no es "natural" la subordina-
ción femenina, como tampoco lo son la heterosexualidad Una postura voluntarista y racional que busque la rápida
*
y otras prácticas. des-generización de la culnira conlleva el riesgo de ne-
El feminismo, al interrogarse sobre la desigualdad so- gar la dverencia sexual. El quid del asunto no está en
cial de mujeres y hombres, ha desembocado en la plantear un modelo andrógino, sin8 en que la diferencia
simbolización de la dqerencia sexualy las estructuras de no se traduzca en desigualdad. Si bien toda nuestra ex-
que dan forma al poder genérico hegemónico: masculi- . periencia de vida está marcada por el género, también
no y heterosexual. tenemos, como seres humanos, una comunalidad de as-
Tal vez es utópico fantasear sobre lo que significaría la piraciones y compromisos que con frecuencia nos une
. eliminación del género. Kate Soper (1992) plantea unas más que sólo las cuestiones de género. En ese sentido
proyecciones "utópicas" muy representativas de la pers- habría que tener presente la acepción castellana de géne-'
pectiva "in-diferente" al género que se manifiesta en mu- rb, en el sentido de que mujeres y hombres pertenece-
cho del trabajo teórico del feminismo occidental. re-as mos al género humano.
flexiones de esta índole hablan sobre un futuro más
"polisexual", una sociedad de "diferencia proliferante",
una sociedad donde sólo habrá "cuerpos y placeres", et-
cétera, etcétera. Soper reconoce que es muy. difícil
conceptualizar plenamente estas sociedades, pero seña-
la que esas imágenes representan algo atractivo para
, muchas mujeres y para cada vez más hombres cuyas ex-
periencias de vida no se ajustan a los esquemas tradicio-
, nales de género, y que se sienten violentados en su iden-
tidad y subjetividad por los códigos culturales y los
estereotipos de género existentes. Ante los múltiples
traslapes de género en la vida cotidiana de las personas,
mucho del esquema tradicional de género aparece "cruel-
mente anacr6nicoV.
Soper considera importante una diferenciación mayor
de los varios papeles y actividades humanas, pues
lleva a pensar que lo que está en juego primordialmente Con la excepción de estas feministas inglesas, el térmi-
son los factores sociales y, por tanto, el género, con su no diferencia sexual se interpretó en la academia femi-
diferente "potencial de relación" enae los sexos.4Como nista como "diferencia de sexos". En cambio, el género
su concepción de diferencia sexual se reduce a las dife- se convirtió en el sello distintivo del discurso feminista. Y
rencias de sexo, eso las lleva a considerar que en las rela- aunque su connotación psic,oanalíticafue ignorada, ganó
ciones sociales el principio de igualdad es capaz de mo- terreno la idea de que dz~wenciasexual implica no sólo
dificar el estatuto de lo psíquico. anatomías distintas, sino subjetividades diferentes. Las
Por otra parte, las psicoanalistas lacanianhs fueron quie- feministas que hablaban de "diferencia sexual" subraya-
nes insistieron en la necesidad de utilizar la teoría ban la existencia de algo específico de las mujeres en vir-
psicoanalítica para abordar los problemas de la diferen- tud de su ser sexual y su función materna. Muchas inves-
cia sexual. Especialmente el grupo feminista nucleado al- tigadoras iniciaron una búsqueda para registrar esa
rededor de la revista inglesa m/' se propuso revisar los "otredad" o "diferenciaJ'que es lo femenino, pero no tal y
planteamientos feministas socialistas y mostrar cómo el como es dicho dentro de una cultura "masculina".
discurso da forma a la acción y hace posibles ciertas estra- Este proceso del pensamiento feminista condujo, ya en
tegias. Este grupo desarrolló un proyecto desconstmctivista los noventa, a una aceptación de que si bien analizar la
en el sentido más amplio del término y, al cuestionar la situación de mujeres y hombres requiere comprender el
idea esencialista de la mujer, le negó una especificidad género, o sea, las creencias, costumbres y tradiciones
fundante al feminismo. Aunque su adhesión al psicoaná- sexistas, homófobas y machistas que se encuentran inser-
lisis le ganó acusaciones de elitista e indiferente a las ur- tas en la cultura, también se debe entender que en el ser
gencias políticas, m/f se sostuvo en su afumación y difu- humano lo subjetivo juega un papel determinante. Pero
sión de las ideas psicoanalíticas. este reconocimiento no desembocó automáticamente en
A diferencia de otras, las feministas influenciadas por la comprensión de que lo subjetivo incluye también la for-
el psicoanálisis lacaniano consideran que la determina- ma individual en que el dato biológico es simbolizado en
ción sexual está en el inconsciente. La estructuración psí- el inconsciente.
quica del deseo se da de manera inconsciente; además,
ni lo "femenino" ni lo "masculino" corresponden con el El género comoperformance
referente biológico. Esta visión no impide la crítica de la
definición patriarcal de "lo femenino" dentro del orden Para principios de los años noventa, el feminismo
simbólico; sólo reitera que el sexo se construye en el anglosajón (norteamericano y británico) había escrito
inconsciente, independientemente de la anatomía, por montañas de páginas sobre el género. La regulación de
lo que subraya el papel del inconsciente en la forma- los cuerpos por medios políticos y legales impulsó a buena
ción de la identidad sexual y la inestabilidad de tal iden- parte del discurso feminista a tomar como punta de lanza
tidad, impuesta en un sujeto que es fundamentalmente de su lucha el respeto a la diversidad (sobre todo en ma-
bisexual. teria de prácticas sexuales). Pero la manera en que se
formulaban muchas demandas y análisis, como los relativos turalidad" se constituye a través de actos culturales que
a la "preferenciasexual", reiteraba el voluntarismo feminista producen reacciones en el cuerpo: ¿ser femenina es un
que ignoraba el inconsciente en la complejidad de la hecho "natural" o un performancecultural?, e indaga cuá-
diferencia sexual. les son las categorías fundantes de la identidad: ¿elsexo, el
En ese contexto, no es de extrañar el éxito de Judith género, el deseo sexual? Para responder, ella se propone
Butler, quien planteó el género como un hacer que cons- analizar una serie de "prácticas paradójicas" que ocasio-
tituye la identidad sexual en un proceso que articula sexo, nan la "resignificación subversiva" del género y su "proli-
deseo sexual y práctica sexual, y que deriva en actos feración más allá de un marco binario". Un acierto de su
performativos. Por este proceso, el cuerpo es moldeado parte es el atinado cuestionamiento al esencialismo, pre-
por la cultura mediante el discurso. sente en la búsqueda de "lo genuino".
Butler definió el género como "el resultado de un pro- Butler construye su discurso con connotaciones teatra-
ceso mediante el cual las personas recibimos significa- les y "performativas",y utiliza la jerga filosófica para ava-
dos culturales, pero también los innovamos". (Butler, lar la propuesta feminista de distinguir el comportamien-
1990). En su reflexión, integró la perspectiva filosófica to de género del cuerpo biológico que lo alberga. Una
para discutir diferentes interpretaciones sobre el género; parte sustantiva de su interpretación tiene resonancias de
el feminismo y la identidad. Pero, sobre todo, su trabajo autores franceses, como Mauss y Bourdieu, a quienes ex-
levantó expectativas al interrogar hasta dónde el género trañamente no cita, aunque comparte conceptualizaciones
puede ser transformado a voluntad. En un ensayo ante- afines a ellos, como la de que el género es algo que se
rior (1987), ya se había preguntado hasta dónde el género hace, como una especie de estilo corporal sólo en escasa
. puede ser elegido. Partiendo de la idea de que las perso- medida voluntario, ya que está arraigado profundamente
nas no sólo somos construidas socialmente, sino que en en scripts culturales previos.
cierta medida nos construimos a nosotras mismas, Butler Las coincidencias de esta definición con el habitzls,
formuló que "elegir" nuestro género significa interpretar planteado primero por Mauss y desarrollado ampliamen-
las normas de género recibidas de tal forma que las repro- te por Bourdieu, son innegables. Marcel Mauss, quien tra-
ducimos y organizamos de nueva cuenta. Butler soltó la bajó el tema del cuerpo en los años treinta, señaló: "El
provocadora idea de que el género es un proyecto para cuerpo es el primer instrumento del hombre y el más
renovar la historia cultural en nuestros propios térmi- natural, o más concretamente, sin hablar de instrumen-
nos corpóreos. ¿Cómo interpretar esto? ¿Como la tos, diremos que el objeto y medio técnico más normal
escenificación de los mitos culturales en nuestro ámbito del hombre es su cuerpo" (Mauss, 1971, p. 342). En su
personal? ¿Comola posibilidad de construir nuestras pro- ensayo de 1936, "Técnicas y movimientos corporales",
pias versiones del génerd Mauss planteó que: "La educación fundamental de estas
Al conceptualizar el género como performance, "como técnicas consiste en adaptar e1 cuerpo a sus usos" (Mauss,
una actuación cuya condición coercitiva y ficticia se presta 1971, p. 355). También analizó la división de las técnicas
a un acto subversivo", Butler se interroga sobre si la "na- corporales según los sexos, y no simplemente la división
del trabajo entre los sexos, y afirmó: "Nos encontramos ocupados casi exclusivamente por los procesos de socia-
ante el montaje fisio-psico-sociológico de una serie de lización. Así, al alejarse de la línea que privilegia lo social
actos, actos que son más o menos habituales y más o sin visualizar lo psíquico, no logra evocar la complejidad
menos viejos en la vida del hombre y en la historia de la de la adquisición de género por los cuerpos sexuados en
sociedad" (Mauss, 1971, p. 354). una cultura, cuestión que Bourdieu transmite más
En ese texto también propuso la utilización del térmi- logradamente.
no habitus: Preguntarse cómo han sido inscritas, representadas y
normadas la feminidad y la masculinidad implica realizar
lo digo en latín, ya que la palabra traduce mucho mejor que un análisis de las prácticas simbólicas y los mecanismos
, ~ "adquirido" y la "facultad" d e
"costumbre", el " e ~ i s "lo culturales que reproducen el poder a partir del eje de la
Aristóteles (que era un psicólogo). La palabra no recoge los diferencia anatómica entre los sexos. Esto requiere
hábitos metafísicos, esa misteriosa memoria, tema de grandes decodificar significados.ymetáforas estereotipadas, cues-
volúmenes o de cortas y famosas tesis. Estos "habitus" varían
no sólo con los individuos y sus limitaciones, sino sobre todo
tionar el canon y las ficciones regulativas, criticar la tradi-
con las sociedades, la educación, las reglas de urbanidad y la ción y las resignificaciones paródicas. Para ello no basta
moda. Hay que hablar d e técnicas, con la consiguiente labor la concepción del género como performance, como ac-
de la razón práctica colectiva e individual, allí donde normal- tuación con cierto grado de creación individual. Quienes
mente se habla del alma y d e sus facultades de repetición se han interesado por desconstruir los procesos sociales
(Mauss, 1971, p. 340). y culturales del género han intentado también compren-
der las mediaciones psíquicas y profundizar en el proce-
Butler retoma de manera inteligente la reflexión de Mauss so de la constitución del sujeto.
sobre el cuerpo y la relanza.' Mucho del impacto de su Bourdieu, que continúa la línea d e investigación
trabajo radica en la reformulación del concepto d e etnológica de Mauss y asume su deuda intelectual con él,
habitus, que ella plantea como un estilo corporal arrai- muestra cómo las diferencias entre los sexos están
gado profundamente en scripts culturales previamente inmersas en el conjunto de oposiciones que organizan
existentes. La desconstrucción que Butler lleva a cabo es todo el cosmos, la división de tareas y actividades, y los
importante, así como el hecho de que se posiciona de papeles sociales. Explica cómo, al estar construidas so-
manera novedosa frente a las líneas tradicionales de ar- bre la diferencia anatómica, estas oposiciones confluyen
gumentación sobre el conflicto del sexo/género/identi- para sostenerse mutua, práctica y metafóricamente, al
dad. Pero si bien Gender Trouble recibe muchas críticas, mismo tiempo que los "esquemas de pensamiento" las
también genera una cauda de admiradoras. registran como diferencias "naturales", por lo cual no se
Butler representa una ruptura con el discurso feminis- puede tomar conciencia fácilmente de la relación de do-
ta que durante los ochenta había centrado su investiga- minación que está en la base y que aparece como conse-
ción en las consecuencias del género y había dado pie a cuencia de un sistema de relaciones independientes de
un corpus de teorizaciones y postulados parciales, pre- la relación de poder.
Bourdieu analiza la realidad social concebida en "cla- organización social de espacio y tiempo y la división sexual
ve de género", reconstruye la manera en que se simboli- del trabajo, y por otro lado, de estructuras cognitivas ins-
za la oposición hombre/mujer a través de articulaciones critas en los cuerpos y en las mentes. Estas estructuras
metafóricas e institucionales, y muestra la forma en que cognitivas se traducen en "esquemas no pensados de pen-
opera la distinción sexual en todas las esferas de la vida samiento", en habitus, mediante el mecanismo básico y
social y el orden representacional. El conjunto de su obra, universal de la oposición binaria, en forma de pares: alto/
desde su trabajo de campo antropológico, especialmen- bajo, grande/pequeño, afuera/adentro, recto/torcido, et-
te sus primeras investigaciones etnográficas, hasta sus cétera. Estos habitusson producto de la encarnación de la
reflexiones posteriores, en particular El sentido práctico relación de poder, que lleva a conceptualizar la relación
(Bourdieu, 1991) y L a dominación mmculina (Bourdieu, dominante/dominado como natural.
2000), resulta la indagación más consistente sobre el pro- En su obra más reciente, L a dominación masculina,
ceso de constitución e introyección del género. ampliación de un artículo-con el mismo nombre que data
de 1990 y se publicó en México en 1996, Bourdieu retoma
El babitus o la subjetividad socializada sus trabajos e inquietudes anteriores, los sistematiza y
convierte su etnografía en un trabajo de "socioanálisisdel
A lo largo de diversas obras, Bourdieu argumenta que todo inconsciente androcéntrico mediterráneo". Los bereberes
conocimiento descansa en una operación fundamental de representan para él una forma paradigmática de la visión
división: la oposición entre lo femenino y lo masculino. "falonarcisista" y de la cosmología androcéntrica, comu-
Las personas aprehenden esa división mediante actividades nes a todas las sociedades mediterráneas, pues su visión
cotidianas imbuídas de sentido simbólico, es decir, y cosmología sobreviven hoy día en nuestras estructuras
mediante la práctica cotidiana. Establecidos como un cognitivas y en las estructuras sociales de todas las cultu-
conjunto objetivo de referencias, los conceptos cotidianos ras europeas. El antropólogo los caracteriza como "la
sobre lo femenino y lo masculino estructuran la percepción ultramasculinidad mediterránea" (Bourdieu, 1996, p. 9).
y la organización concreta y simbólica de toda la vida so- Bourdieu documenta con insistencia la forma en que
cial. Bourdieu ofrece, a partir de su investigación en la dominación masculina está anclada en nuestros incons-
Cabilia, decenas de ejemplos de analogías de lo femenino/ cientes, en las estructuras simbólicas y en las institucio-
masculino: húmedo y seco, frío y caliente, claro y oscuro, nes de la sociedad. Por ejemplo, muestra cómo el sistema
alto y bajo, estirado y encogido, ruidoso y silencioso, mítico ritual, que juega un rol equivalente al sistema jurí-
etcétera. dico en nuestras sociedades, propone principios de divi-
Bourdieu advierte que el orden social masculino está sión ajustados a divisiones preexistentes que consagran
tan profundamente arraigado que no requiere justificación: un orden patriarcal.
se impone a sí mismo como auto-evidente, y es considera- Desde su perspectiva, la eficacia masculina radica en
do como "natural" gracias al acuerdo "casi perfecto e in- el hecho de que legitima una relación de dominación al
mediato" que obtiene de estructuras sociales tales como la inscribirla en lo biológico, que en sí mismo es una cons-
trucción social biologizada. De entrada, el autor refrenda hegemonía: dominación con consentimiento y a f m a que
el conflicto epistemológico ya señalado: no se puede comprender la violencia simbólica a menos
que se abandone totalmente la oposición escolástica en-
Al estar incluidos hombres y mujeres e n el objeto que nos es- tre coerción y consentimiento, imposición externa e im-
forzamos e n aprehender, hemos incorporado, bajo la forma d e pulso interno. Bourdieu rearticula culturalmente la idea
esquemas inconscientes d e percepción y apreciacibn, las es- de hegemonía y hace notar que la dominación de género
,tmcturas históricas del orden masculino; nos arriesgamos en- consiste en lo que en francés se llama contraintepar corps,
tonces a recurrir, para pensar la dominación masculina, a for-
mas d e pensamiento que son ellas mismas producto d e la
o sea, un constreñimiento efectuado mediante el cuerpo:
dominación. (Bourdieu, 1998, p. 11) Así, en la lectura de Bourdieu el cuerpo aparece como
un ente/artefacto simultáneamentefísico y simbólico, pro-
Bourdieu enriquece la definición de habitus de Mauss y ducido tanto natural como culturalmente, y situado en un
plantea que son "sistemas perdurables y transponibles de momento histórico concreto y una cultura determinada.
esquemas de percepción, apreciación y acción, resultan- El cuerpo experimenta, en el sentido fenomenológico,
tes de la institución de lo social en los cuerpos" (Bourdieu, distintas sensaciones, placeres, dolores, y la sociedad le
1995, p. 87). Este antropólogo amplía el concepto clave impone acuerdos y prácticas psicolegales y coercitivas.
de habituscomo una "subjetividadsocializada" (Bourdieu, Todo lo social es vivenciado por el cuerpo. Es más, para
1995, p.87), y con él se refiere al conjunto de relaciones Bourdieu, la socialización tiende a efectuar una
históricas "depositadas" en los cuerpos individuales en "somatización progresiva de las relaciones de domina-
forma de esquemas mentales y corporales de percepción, ción" de género. Este trabajo de inculcación, a la vez
apreciación y acción. La cultura, el lenguaje, la crianza, sexualmente diferenciado y sexualmente diferenciador,
inculcan en las personas ciertas normas y valores profun- impone la "masculinidad" a los cuerpos de los machos
damente tácitos, dados por "naturales'!. El habitus repro- humanos y la "feminidad" a los cuerpos de las hembras
duce estas disposiciones estructuradas de manera no humanas.
consciente, regulando y armonizando las acciones. Así el Pero, aunque Bourdieu reconoce que "convendría Ile-
habitus se convierte en un mecanismo de retransmisión var mucho más lejos la lectura antropológica de los tex-
por el que las estructuras mentales de las personas toman tos del psicoanálisis, de sus conjeturas, de sus sobreen-
forma ("se encarnan") en la actividad de la sociedad. tendidos y de sus lapsus" (1996), él no da ese paso; sólo
Las consecuencias de esto son brutales. Bourdieu des- enuncia ideas contundentes, pero que resultan difíciles
taca la violencia simbólica como un mecanismo opresor d e entender. Por ejemplo, cuando afirma que Yla
sumamente eficaz precisamente por la introyección que somatización del arbitrario cultural también se vuelve una
las personas hacen del género. Para él, la violencia sim- construcción permanente del inconsciente". ¿Qué quiere
bólica es "lo esencial de la dominación masculina" decir con ésto?, (que la forma en que nuestros cuerpos
(Bourdieu, 1996,p. 24). En su definición de violencia sim- asimilan la prescripción cultural de ser hombre o mujer
bólica Bourdieu incorpora la definición de Gramsci de queda fija en el inconsciente?
CUERPO:
DIFERENCIA SEXUAL Y GÉNERO
~ o u r d i e uno registra aspectos clave de la complejidad Y aunque no es parte de los tótems culturales del femi-
que provoca la adquisición del género por cuerpos nismo, debería tener un reconocimiento especial, ya que
sexuados y con inconsciente. Como desconoce las for- con su obra Bourdieu le da la razón de ser al feminismo
mas diversas de recepción del mandato de la cultura en cuando concluye que "el orden social funciona como una
la psique individual - e s decir, su traducción en el irnagi- inmensa máquina simbólica fundada en la dominación
nario- su explicación tiene lagunas, especialmente al masculina" (Bourdieu, í996).8
omitir la problemática de las personas cuya identidad
sexual va en contra de la prescripción cultural y de los Cuerpos sexuados y psiques sexuakadas
habitus de la masculinidad y feminidad.
Bourdieu comparte con otros científicos sociales un La antropología teoriza el cuerpo críticamente, tomando
manejo de conceptos que, aunque surgieron en el psicoa- distancia de las posiciones esencialistas, tal vez porque
nálisis, tienen ya una acepción social e n la teoría su espacio de intervencion -las múltiples expresiones
antropológica como inconsciente. Sin embargo, aunque del Otro- es propicio para darse cuenta de cómo el dato
Bourdieu aplica al psicoanálisis el mismo tratamiento ri- biológico del horno sapiens se manifiesta y expresa de
guroso con que se maneja él mismo, y se pregunta si el variadas maneras. Pero el cuerpo es territorio tanto de la
discurso del psicoanalista no se halla permeado hasta en simbolización social como de la psíquica, y los escollos
sus conceptos y problemática por un inconsciente no ana- surgen cuando se analizan cuestiones que pertenecen a
lizado, también cita tanto a Freud como a Melanie Klein los dos ámbitos, como la masculinidad y la feminidad -
para fundamentar muchas de sus apreciaciones. Por ejem- expresiones culturales y posiciones psíquicas- y se carece
plo, otorga credibilidad al psicoanálisis cuando, al hablar de un sustento teórico mínimo para poder distinguir qué
de la construcción social del sexo, señala que las acciones se puede abordar desde un determinado ámbito y qué
desde el otro.
surten el efecto de construir, mediante una verdadera acción ¿Qué pasa con el referente al cuerpo, en concreto, con
psicosomática, las disposiciones y los esquemas que organi- la diferencia anatómica sobre la cual se arman las inter-
zan las posturas y los hábitos más incontrolados de la hemk pretaciones psíquicas y culturales? El cuerpo simbólico
corporal y las pulsiones más oscuras del inconsciente, como
es social, cultural e históricamente específico, comparte
las revela el psicoanálisis (Bourdieu, 1996, p. 35).
un lenguaje y asume los habitus y los discursos comu-
Pese a algunas inconsistencias, Bourdieu reconstruye lo nes: médico, educativo, jurídico. El cuerpo imaginario de
más cuidadosamente posible la lógica interna de las ideas un sujeto se construye tomando la diferencia anatómica
que articulan la configuración de las relaciones entre como punto de partida. Pero ¿tiene expresión social en la
mujeres y hombres, y las prácticas sociales que las sostie- producción d e la cultura el hecho d e privilegiar
nen. Su mérito es mostrar cómo los sujetos aprehenden y imaginariamenteciertas partes del cuerpo, o fantasear con
vuelven subjetivas ciertas relaciones sociales e históricas. otras? No es común en la antropología interrogarse sobre
qué ocurre con las formas particulares que el cuerpo,
MARTA LAMAS
construido culturalmente, toma en el imaginario de las guaje y en el orden representacional, favorece una con-
personas. ¿Cómo se proyecta en la vida social esa elabo- ceptualización biologicista de la mujery del hombre, de
ración supuestamente individual? la feminidad y la mas~ulinidad,~ y formula una supuesta
El psicoanálisis explora la forma como cada sujeto ela- "naturalidad" de la heterosexualidad. Desde la lógica del
bora en su inconsciente la diferencia sexual y la manera género, la relación entre los sexos aparece como comple-
en que, a partir de esa operación, se posiciona su deseo mentaria, no sólo en el aspecto reproductivo, sino en
sexual y su asunción de la masculinidad y feminidad. La muchos otros: afectivo, económico, etcétera. Si bien la
teoría psicoanalítica ofrece el recuento más complejo y heterosexualidad ha sido imprescindible para la reproduc-
detallado, hasta el momento, de la constitución de la ción, no lo ha sido para la obtención de placer sexual. El
subjetividad y de la sexualidad, así como del proceso psicoanálisis rompe con la idea de complementariedad,
mediante el cual el sujeto se resiste o se somete al códi- especialmente con Lacan, quien señala que es imaginaria.
go cultural. El psicoanálisis piensa al sujeto como un ser Pero si otorgamos al género el papel constitutivo de
sexuado y hablante que se constituye a partir de la for- la masculinidad y la feminidad, como hace gran parte
ma en que imagina la diferencia sexual y sus conse- de la academia feminista, ¿qué ocurre con los elemen-
cuencias se expresan también en la forma en que se tos psíquicos de la diferencia sexual! No se puede tras-
aceptan o rechazan los atributos y prescripciones del ladar mecánicamente el problema de las identidades
género. sexuales subjetivas de mujeres y hombres al de subjeti-
La identidad "social" de las personas como "mujeres"u vidades femeninas o masculinas, pues esto presenta otro
"hombres" -la identidad de género- y la identidad conjunto de asuntos que pasan por el dilema: ¿quién es
sexual -estructurada en el inconsciente- no son lo mis- hombre o mujer?, ¿quienes cargan con los cromosomas
mo. Sin embargo, se suele subsumir una dentro de la otra; correspondientes, quienes se sienten como tales o quie-
con menor frecuencia, se distingue una de la otra cuando nes son reconocidos así por su entorno social?,¿qué ocu-
entran en contradicción, por ejemplo, por los conflictos rre con las personas que aceptan los emblemas corres-
que surgen ante la existencia de personas cuya identidad pondientes a la masculinidad y la feminidad, aunque su
sexual no corresponde con su identidad de género: mu- cuerpo no corresponda con la prescripción?
jeres que aman a mujeres y hombres que desean a hom- Encarar de manera crítica esta problemática conduce a
bres. La manera e n que un sujeto sexuado asume, revisar tanto los efectos consistentes de la simbolización
inconsciente e imaginariamente, su diferencia de sexo es y el condicionamiento en los cuerpos de las personas,
especialmente relevante en la formación de su identidad como las fugas, resistencias y rupturas que los sujetos lle-
sexual. van a cabo frente a la imposición cultural del género. Esto
Al examinar cómo el género estructura la vida material deriva a explorar la relación entre corporeidad,
y simbólica, salta a la vista el papel constitutivo que tiene autoconciencia e identidad.
para dicha simbolización la complementariedad La diferencia se'mal, en su acepción psicoanalítica de
reproductiva. Esta complementariedad, recreada en el len- cuerpo e inconsciente, no es una invención humana ni
es una construcción social; es lo que podríamos llamar turales. Por eso, con la teorización sobre la articulación
sexo/substancia y, al mismo tiempo, sexo/significación. entre lo cultural, lo biológico y lo psíquico se podría
¿Qué supone replantear desde ahí la disimetría biológica decir que Bourdieu investiga el cuerpo simbólico en la
entre los machos y las hembras de la especie? ¿Hay o no cultura -¿el imaginario social?- mientras que Lacan in-
una relación contingente entre cuerpo de hombre y mas- vestiga el cuerpo simbólico en el imaginario del sujeto.
culinidad, y cuerpo de mujer y feminidad? El feminismo Esta problemática está imbricada con la formación de la
señala que el hecho de que el cuerpo de mujer o el cuer- identidad. Colocar la cuestión de la identidad en la cultura
po de hombre tengan un valor social previo y distinto derrumba concepciones biologicistas: tener identidad de
tiene un efecto en la conciencia de las mujeres y los hom- mujer, posición psíquica de mujer, sentirse mujer y ser fe-
bres. Pero Bourdieu muestra que masculino y femenino . menina, o sea, asumir los atributos que la cultura asigna a
no son transcripciones arbitrarias en una conciencia in- las mujeres, no son procesos mecánicos, inherentes al he-
diferente, sino que la significación del género está an- cho d e tener cuerpo d e mujer. Contar con ciertos
clada en la biología vivida en un contexto histórico y cromosomas o con una matriz no lleva a asumir las pres-
cultural. Ahora bien, jacaso la determinación social de cripciones del género y los atributos femeninos. Ni vice-
la identidad personal que opera en el plano de la mente versa (en el caso de los hombres). Las conceptualizaciones
es capaz de reconocer los esquemas inconscientes? En que vinculan deterministamente cuerpo, género e identi-
ese sentido, si tanto la feminidad como la masculinidad dad se estrellan contra la multiplicidad de "identidades"
(en el sentido de género) son algo más que mera socia- que hoy en día observamos en mujeres y hombres.
lización y condicionamiento, o sea, si son algo más que Por eso en la actualidad las preguntas más acuciantes
una categoría discursiva sin referente concreto, pode- y provocativas que plantea trabajar con los conceptos
'
mos interpretarlas como formas imaginarias que utili- de género y de diferencia sexualestán vinculadas a cues-
zan fantasmas culturales compartidos (simbólicos) so- tiones relativas a la identidad sexual: ya no se trata de
bre la biología. analizar sólo la dominación masculina; ahora es preciso
Una manera posible de responder a esto es pensar que reflexionar sobre la dominación d e la ideología
la subjetividad se expresa también como sentimiento heterosexista, de las personas heterosexuales sobre las
corporeizado. El término "embodimenf', que empieza a personas homosexuales, las lesbianas y los gay, los
alcanzar el estatuto de concepto en el análisis c ~ l t u r a l , ' ~ transexuales, los quem, es decir, de las personas que no
transmite mejor la idea de Bourdieu, pues remite a la asumen los habitus femeninos y masculinos que corres-
presencia concreta y material del cuerpo, y su subjetivi- ponden a la prescripción de género en materia de sexua-
dad sensorial. Según Bourdieu, lo determinante, más que lidad y afectividad. Y aunque distintas culturas reconocen
el tema de la corporalidad de la diferencia, en el sentido que hay más de dos corporalidades (o sea, distinguen los
de la diferencia anatómica entre mujeres y hombres, es intersexos y dive~sosgrados de hermafroditismo), hay
el proceso de encarnación (de embodiment), es decir, gran resistencia a reconocer esa variación en materia de
de organización en el cuerpo de las prescripciones cul- subjetividades y deseos sexuales.
Entre los esquemas de "pensamiento impensado" de pene, algunas señalan que atributos considerados feme-
Bourdieu está la heteronormatividad de la vida sexual. ninos, como la modestia o el pudor, tienen que ver con
Bourdieu habla de "el modo de operación propio del la vivencia de la menstruación, en el sentido de la impo-
habitus sexuado y sexuante y las condiciones de su for- sibilidad de controlar este fluido corporal, mientras que
mación". ¿Qué pasa con un número cada vez mayor de la metaforización de la sexualidad masculina como una
personas que tienen experiencias de vida que no se ajus- fuerza indomeñable tiene que ver con la vivencia de la
tan a la normatividad de género imperante? Precisamente erección incontrolada del pene.
para explicar ese fenómeno es básica la concepción de El análisis de los rasgos ostensibles de1 género, su apa-
Freud de que el ser humano es básicamente un ser sexual riencia y su actividad comoperformance, representación
y que su libido tiene una calidad indiferenciada. La teoría o habitus, rutinizado e integrado, apunta a algo básico:
psicoanalítica ayuda a leer en términos nuevos el signifi- aunque existen cuerpos de mujer y de hombre, no hay
cado de los conflictos ligados a la identidad sexual. Esto esencia femenina ni esencia masculina. El análisis de la
remite a algo central: hoy el análisis del deseo sexual se subjetividad de personas en cuerpo de mujer o en cuer-
vuelve un territorio privilegiado de la interrogación so- po de hombre conduce a reconocer algo similar: no hay
bre el sujeto. características psíquicas exclusivas de un sexo. Sin em-
Aunque la determinación somática de la identidad de bargo, ¿cómo viven la feminidad, mediada por el cuerpo,
género que opera en la mente no reconoce los esquemas ciertos hombres que se sienten mujeres y que se com-
inconscientes que la constituyen, eso no quiere decir que portan con atributos "femeninos", si carecen de la viven-
aquellos no tengan un efecto. Surge entonces la duda de cia de los fenómenos que simbólicamente se asocian con
si algunas experiencias corporales, que no necesariamente la feminidad, como la sangre menstrual? ¿Establece eso
tienen una significación cultural fija, cobran relevancia una diferencia cualitativa con la vivencia de las mujeres?
simbólica en relación con la feminidad y el ser mujer, y Creo que la pregunta que subyace a estas dudas es:
con la masculinidad y el ser hombre. más allá de interpretaciones, elaboraciones o representa-
En muchos recuentos feministas sobre habitus de la ciones, ¿qué es lo real del cuerpo? Eso que no se puede
masculinidad y la feminidad parecería que los valores que formular, para lo que no hay palabras, eso que se escapa,
se inscriben culturalmente en el cuerIjo fueran arbitra- es lo que Lacan llama lo real.
rios: como si la feminidad fuera un constructo que se
impusiera al cuerpo de la mujer y la masculinidad al del Diferencia sexual ygénero, psicoanálisis
hombre. Varias etnografías establecen una relación en- y antropología
tre experiencias corporales exclusivas de un cuerpo de
mujer o un cuerpo de hombre y la construcción simbó- La construcción social de los deseos, discursos y prácticas
lica del género (Héritier, 1996). Aunque se han docu- en torno a la diferencia entre los sexos apunta, más que a
mentado divergencias en cómo se interpreta la imposi- una articulación de la mente con el cuerpo, a una
bilidad de controlar la menstruación o la erección del integridad que cuesta concebir. El psicoanálisis, que
CUERPO:
DlFERENCiA SEXUAL Y GÉNERO
supera la concepción racionalista mente/cuerpo, propone Confundir diferencia sexual con sexo o con género, em-
concebir la diferencia sexual como cuerpo e inconsciente: plear los términos indistintamente, oculta algo esencial:
un cuerpo pensante, un cuerpo que habla, que expresa el que el conflicto del sujeto consigo mismo no puede ser
conflicto psíquico, que reacciona de forma inesperada, reducido a ningún arreglo social.
irracional;*'un cuerpo que recibe e interpreta percepciones Aunque el ámbito psíquico requiere diferente abor-
olfativas,táctiles, visuales y auditivas que tejen sutilmente daje que el ámbito social, el interés compartido de la
vínculos entre sufrimiento, angustia y placer. Para el antropología y el psicoanálisis por los procesos de
psicoanálisis es imposible hacer un corte claro entre la simbolización de los seres humanos perfila una posible
mente y el cuerpo, entre los elementos llamados sociales relación entre ambas disciplinas. Al menos desde la an-
o ambientales y los biológicos: ambos están imbricados tropología, ir más allá de la descripción etnográfica e in-
constitutivamente. tentar comprender algo de la dinámica interna de la
En la actualidad no es posible tratar temas como la exis- constitución del sujeto requiere un manejo básico de ele-
tencia del Otro, o sea, no es posible hacer antropología re- mentos de la teoría psicoanalítica. Sin embargo, el USO
flexiva12sin comprender el género y la diferencia sexual y de ciertos términos psicoanalíticos a los que cada disci-
sin abordar el proceso de constitución de la identidad. La plina otorga significados distintos puede plagar de
identidad de un sujeto no puede ser entendida a menos que disonancias de interpretación este supuesto manejo bá-
se perciba el género como un componente en interrelación sico. Un ejemplo clásico es el uso distinto de lo simbóli-
compleja con otros sistemas de identificación y jerarquía co. Mientras que los antropológos lo aplican a las
(Alcoff y Potter 1993).El paradigma de que el sujeto no está construcciones culturales, el término simbólico desde
dado, sino que es construido en sistemas de significado y el psicoanálisis lacaniano denomina uno d e los tres re-
representaciones culturales, requiere ver que, a su vez, es- gistros '(imaginario,real y simbólico) que hacen referen-
tos sistemas esián inscritos en jerarquías de poder. cia a la ley del significante: la manera en que el ser
Por eso, hoy en día un dilema epistemológico de las humano está sometido a una regulación simbólica.Tam-
antropólogas feministas es dejar de pensar toda la expe- bién el concepto de inconsciente tiene una aplicación
riencia sólo marcada por el género y empezar a verla tam- distinta en antropología. Otras dificultades son de corte
bién marcada por la diferencia sexual, entendida no como ideológico, como la resistencia a comprender la distin-
anatomía sino como subjetividad inconsciente. El sujeto ción que Freud introdujo entre instinto y pulsión, al di-
es producido por prácticas y representaciones simbóli- ferenciar la función natural del instinto y la vinculación
cas dentro de formaciones sociales dadas, pero también de la pulsión con la representación. Pero pese a estas y
por procesos inconscientes vinculados con la vivencia y otras divergencias, la coincidencia entre antropología
la simbolización de la diferencia sexual. Es crucial com- y psicoanálisis por su interés en los procesos de repre-
prender que la diferencia sexual no es cultura (como sí sentación, en un caso en la cultura y en el otro en el
,lo es el género), y por lo tanto no puede ser situada en el imaginario del sujeto, abre un campo fecundo para el
mismo nivel que los papeles y prescripciones sociales. diálogo.
La perspectiva psicoanalítica lacaniana sirve para desci- comprender. Bourdieu (1991) plantea que todas las per-
frar el intrincado proceso de resistencia y asimilación del sonas tienen cierto interés en no comprender, o en des-
sujeto ante fuerzas culturales y psíquicas. En esta explora- conocer, los significados de la cultura en que viven. Esa
ción es notable cómo destacan los mecanismos con los forma de ignorancia voluntaria, distinta del proceso de
que las personas resisten y elaboran las posiciones de su- represión inconsciente, hace que las personas no pue-
jeto impuestas desde afuera, como el género. El amplio y dan entender cuestiones de su vida cotidiana. Esta forma
complejo panorama de fantasías, deseos e identificaciones de desconocimiento "voluntario" es una parte sistemática
detectado por la clííca psicoanalítica es un co-que des- del proceso de mantenimiento y reproducción del orden
cribe la necesidad humana de tener una identidad sexual y social. Por eso, explorar la determinación situacional y
también muestra que las formas' que esa identidad toma relaciona1de los seres humanos llevaa cuestionar los pro-
jamás son fijas. Para leer este corpu, para retomarlo, se cesos de representación y de producción de conocimien-
requiere el manejo básico de cuatro conceptos, articulados to, cruzados tanto por el género como por la estructuración
entre sí, que sostienen el campo operativo del psicoanáli- psíquica de los seres humanos.
sis: 1.Inconsciente, 2. Repetición, 3. Pulsión, y 4. Transfe- El cuerpo es una bisagra que articula lo social con lo
rencia. ¿Por qué no revisarlos desde la antropología? psíquico. Allí se encuentran sexualidad e identidad,
Si todavía hoy existen serias dificultades para integrar pulsión y cultura, carne e inconsciente. ¿Cómo investigar
el saber psicoanalítico sobre las personas en las concep- habitus seculares.producidos por instituciones de carác-
ciones teóricas, ¡qué decir de las cotidianas! ~ r e u d
descu- ter patriarcal en culturas con inconsciente androcéntrico?
brió que no todo lo que percibimos entra en la conciencia, Se requiere una labor constante de crítica para revisar los
sino que buena parte permanece inconsciente. Pero esto habitus que, asumidos sin cuestionamiento, troquelan
que percibimos inconscientemente actúa y deja su marca. nuestras vidas y nutren los estereotipos de género vigen-
Por ello algunas experiencias corporales, que no necesa- tes. Pero también se necesita distinguir en qué consiste la
riamente tienen una significación cultural fija, cobran re- diferencia sexual. La comprensión de esa bisagra psíqui-
levancia simbólica en relación con la feminidad y el ser co/social permite una nueva lectura de las relaciones so-
mujer, y con la masculinidad y el ser hombre. Algo espe- ciales. Por eso el desafío intelectual es intentar esclarecer
cialmente rescatable del psicoanálisis es su radicalidad los procesos psíquicos y culturales mediante los cuales
crítica, que toma todo como materia de cuestionamiento, las personas nos convertimos en hombres y mujeres den-
y muestra que no hay tema ni persona ni pensamiento tro de un esquema que postula la complementariedad de
que no pueda ser revisado. Al poner en tela de juicio los sexos y la normatividad de la heterosexualidad.
todas las "representaciones de la tribu", aún las de sus Desde puntas distintas, la antropología y el psicoanáli-
antecesores míticos, el psicoanálisis continúa la línea de sis pretenden aprehender el cuerpo como un real inasi-
desconstrucción radical que inició Freud. ble. ¿Será que es imposible, por el momento, concebir al
Pero, además de las resistencias ante la teoría, hay un cuerpo, al sexo? Joan Copjec, al señalar las dificultades
amplio número de cuestiones vitales que no se quieren que tenemos los seres humanos para pensar cuestiones
que nos rebasan, parafrasea a Kant y dice que "teorizar el
sexo implica una eutanasia de la razón pura" (1994). Copjec
dice que tratar de entender el sexo es lanzar la razón a un
conflicto, pues al enfrentar la aparente irresolubilidad de
ciertas cuestiones, ésta se apega más fuertemente a sus su-
posiciones dogmáticas o se abandona a un escepticismo
sin esperanzas. Lo interesante de la reflexión de Copjec es
su formulación sobre la necesidad de interrogarse sobre si
no existe una forma de pensar la división de los sujetos en
dos sexos sin que, por ejemplo,esto apoye cuestiones como
la heterosexualidad normativa.
La superficie del cuerpo, esa envoltura del sujeto, es
simbolizada en los dos ámbitos: el psíquico y el social. La
representación inconsciente del cuerpo necesariamente
pasa por la representación imaginaria y simbólica. La re-
presentación social se arma a partir de lo simbólico y lo
cultural. La triada lacaniana de simbólico, imaginario y
real viene a plantear que no hay división entre lo biológi-
co, lo psicológico y lo social: hay un nudo borromeo,
que es una concepción estructural que borra estas
dicotomías.
¿Cómo entiende hoy la antropología al Otro? ¿Y el
psicoanálisis? ¿Qué se puede aprovechar de ambas
comprensiones? Algo básico, pero fundamental, es que
el Otro es también el Otro sexo, tanto para el hombre
como para la mujer. De ahí la vigencia de la indagación
básica del feminismo: jcuál es la verdadera diferencia entre
los cuerpos sexuados y los seres socialmente construidos?
Para responder a esa pregunta se necesita distinguir en-
tre diferencias de sexo, género y diferencia sexual, y este
ensayo quiere ser un paso en esa dirección.
La contribución teórica más significativa del feminismo
contemporáneo, el concepto de género, se ha convertido
en un recurso estratégico para des-naturalizar las concep-
ciones ideológicas sobre las mujeres y los hombres y, por
ende, sobre sus roles laborales y políticos, sexuales y
afectivos. Esta categoría ha adquirido un valor extra-aca-
dérnico y se utiliza en política para desconstruir los man-
datos culturales que reproducen y proponen papeles
estereotipados para las mujeres y los hombres.' La ur-
gente necesidad de impulsar un modelo de desarrollo que
supere al actual, que evidentemente no ha logrado abatir
pobreza, exclusión y desempleo, ha obligado a poner
atención en la forma como operan los condicionantes
culturales; esto a su vez conduce a procurar una mirada
más aguda sobre el género: cómo las asimetrías en los
derechos y las obligaciones d e las mujeres y los hombres
se traducen en capacidades y comportamientos distintos.
De ahí que, en la actualidad, la mentada "perspectiva de
género" se haya vuelto un caballito de batalla en la admi-
nistración pública y en el diseño y la gestión de políticas
públicas.
Sin embargo, aunque constatar los diferentes intere-
ses, papeles y necesidades de las personas permite reco-
nocer el peso del género en la desigual estructuración de
.
MARTALAMAS
los distintos ámbitos de la sociedad, todavía no se han último se puede ver, para empezar, en la forma en que
podido enfrentar sus consecuencias. ¿Por qué? No sólo las académicas utilizan la categoría género. Hawkesworth
porque la reproducción de la desigualdad (en especial, (1999) cita una cantidad impresionante de usos vigentes:
la llamada "insustentabilidad" de las políticas económi-
En trabajos más recientes, otras y otros emplean el género para
cas) es una necesidad del sistema, sino también por la analizar la organización social de las relaciones entre hombres
condición de subjetiuidad socializada (Bourdieu) de las y mujeres (Rubin, 1975; Barrett, 1980; MacKinnon, 1987); para
prácticas. Pensar la perspectiva de género como una pa- investigar la reificación de las diferencias humanas (Vetterling-
lanca fundamental para impulsar otro tipo de desarrollo Braggin, 1982; Hawkesworth, 1990; Shanley y Pateman, 1991);
humano requiere no sólo de un proceso consistente que para conceptualizar la semiótica del cuerpo, el sexo y la sexua-
impulse la igualdad de trato y oportunidades, orientado lidad (De Lauretis, 1984; Suleiman, 1985; Doane, 1987;
Silverman, 1988); para explicar la distribución de cargas y be-
por la vía de acciones afirmativas y de políticas dirigidas
neficios en la sociedad Walby, 1986;Connell, 1987; Boneparth
a superar la discriminación, sino también de una com- y Stoper, 1988); para ilustrar las microtécnicas del poder (De
prensión más afinada de los complejos componentes que Lauretis, 1987;Sawicki, 1991); para iluminar la estructura d e la
integran el fenómeno de la diferencia sexual. psique (Chodorow, 1978); y para explicar la identidad y la as-
Conceptualizar al género como un mecanismo cultural piración individuales (Epperson, 1988; Butler, 1990).
que instaura un sistema de poder ha servido para desen- Las discusiones sobre el género e n historia, lenguaje, lite-
ratura, artes, educacibn, medios de comunicación, política,
trañar el proceso mediante el cual la diferencia se tradu- psicología, religión, medicina y ciencia, sociedad, derecho y
ce en desigualdad: los códigos de significado sobre lo lugar de trabajo se han convertido en temas centrales del saber
"propio" de los hombres (lo masculino) y lo "propio" de feminista contemporáneo. A medida que la investigación so-
las mujeres (lo femenino) están jerarquizados. Pero tal bre el género prolifera, lo hace también la tendencia a suponer
parece q u e comprender cómo s e estructuran que el significado del género no es problemático. Sin embar-
jerárquicamente las relaciones entre mujeres y hombres go, diferentes estudiosas y estudiosos emplean el género de
maneras notablemente diferentes. El género ha sido analizado
ha frenado una indagación más rigurosa sobre las demás
como un atributo de los individuos (Bem, 1794, 1983), como
diferencias entre los sexos. una relación interpersonal (Spelman, 1988) y como un modo
Hoy, en el terreno de las ciencias sociales, a pesar de de organización social (Firestone, 1970; Eisenstein, 1979). El
indudables avances, hay un impasseen la investigación y género ha sido definido en términos d e estatus social (Lopata y
la teorización: se distinguen las creencias y preceptos ' Thorne, 19781, papeles sexuales (Arnundsen, 1971; Epstein,
culturales acerca de lo que es ser mujer o ser hombre, 1971; Janeway, 1971) y estereotipos sexuales (Friedan, 1963;
pero no se investigan otros aspectos de la diferencia Anderson, 1983). Ha sido concebido como una estructura de la
conciencia (Rowbotham, 19731, como una psique triangulada
sexual. La reflexión en torno al g é w o como instancia de (Chodorow, 19781, como una ideología internalizada (Barrett,
formación de poder (político, militar, eclesiástico y eco- 1980; Grant, 1993). Ha sido discutido como producto de la atri-
nómico) ha obturado el pensamiento sobre la sexuación. bución (Kessler y McKenna, 19781,de la socialización (Ruddick,
Además, el género está siendo reificado y se ha vuelto un 1980; Gilligan, 19821, de prácticas disciplinarias (Butler, 1990;
fetiche específicamente en la academia feminista. Esto Singer, 19931,y posturas tradicionales (Devor, 1989). El género
(Caplan, 1988). Si la simbolización de la diferencia sexual
ha sido descrito como un efecto del lenguaje (Daly, 1978;
Spender, 1980); una cuestión de conformismo conductual
-o sea, el género- tiene un peso significativo en la for-
(Amundsen, 1971;Epstein, 1971); una característica estructural mación de los seres humanos, hay que revisar la referen-
del trabajo, el poder y la catexis (Connell, 1987); y un modo de cia al "Hombre" como abstracción: un sujeto universal,
percepción (Kessler y McKenna, 1978; Bem, 1993). El género pero sin cuerpo. Las posturas que apelan al ser humano
ha sido descrito en términos de una oposición binaria, de con- como un ser asexuado han producido un conocimiento
tinuos variables y variantes, y en términos de capas de la per-
claramente androcéntrico. Por eso, la idea de un sujeto
sonalidad. Ha sido caracterizado como diferencia (Irigaray, ,
1985a, 1985b) y como relaciones de poder manifestadas como que se constituye por principios morales universales se
dominación y subordinación (MacKinnon, 1987, Gordon, ha ido resquebrajando. Como ejemplo ilustrativo de este
1988).2 proceso retomo el debate suscitado en torno al trabajo
de Carol Gilligan (1985). Me parece oportuno traerlo a
Esta misma autora hace un señalamiento clave: "a medida colación por sus implicaciones en torno a la definición
que la investigación sobre el género prolifera, también lo y utilización de la categoría género en un contexto don-
hace la tendencia a suponer que el significado de género de se perciben los cánones sesgados de la investigación
no es problemático".Hoy día, hablar de género es referirse y se señalan las consecuencias epistemológicas del
a un filtro cultural, a una identidad y a un conjunto de androcentrismo.
prácticas, creencias, representaciones y prescripciones En 1982 Carol Gilligan, una psicóloga norteamericana,
sociales. ¿Tal multiplicidad d e significados puede publicó una investigación que criticaba la postura de
proporcionar una explicación coherente? Creo que sí, Lawrence Kohlberg, su maestro en Harvard. Este impor-
porque la comprensión d e la manera e n q u e la tante teórico del desarrollo moral se graduó en los años
simbolización de la diferencia sexual estructura la vida cincuenta con una tesis sobre las formas de pensamiento
material y simbólica produce el tipo de corte (break) y el proceso de toma de decisiones de adolescentes entre
epistemológico q u e Stuart Hall (1994) considera 10 y 16 años. Posteriormente, trabajó en el análisis del
importante y significativo: "cuando las viejas líneas de desarrollo cognitivoy se especializó en el desarrollo moral
pensamiento son interrumpidas, las antiguas de los adolescentes. Sólo que Kohlberg basó sus reflexio-
constelaciones son desplazadas y los elementos, nuevos nes en muestras de varones y trató de medir el razona-
y viejos, son reagrupados alrededor d e un nuevo miento que éstos elaboraban sobre la justicia. En in-
conjunto de premisas y temas". vestigaciones previas había concluido que las mujeres
Dentro del conjunto de nuevas premisas en las cien- se quedaban en un estadio inferior del desarrollo mo-
cias sociales, destaca el género como un constructo ral, y como muy pocas mujeres alcanzaban lo que él
. epistemológico que tiñe la forma en que comprendemos definía como el rango más alto de1 razonamiento mo-
el mundo, de manera que se ha vuelto una exigencia re- ral, para evitar la distorsión que le creaban los sujetos
conocer la "generización" de la propia mirada y la femeninos, Kohlberg decidió hacer sus investigaciones
"generización" del conocimiento considerado "neutral" sólo con sujetos masculino^.^
A contracorriente de su maestro, Gilligan eligió como development. La traducción al español dice: "La voz distin-
sujetos de investigación a mujeres adolescentes y, como ta que yo describo no se caracteriza por el sexo sino por el
quería estudiar un verdadero dilema moral, trabajó con tema. Su asociación con las mujeres es una observación
jóvenes embarazadas que estaban considerando abortar. empírica, y seguiré su desarrollo básicamente en las voces
Gilligan inició su investigación con dos interrogantes: la . de las mujeres". El traductor del Fondo de Cultura Econó-
primera era la relación entre el juicio moral y la acción, mica, totalmente al margen del debate sobre el género,
para averiguar cómo la gente de carne y hueso piensa tradujo gender a la manera clásica, como sexo.4
sobre problemas morales reales, en contraposición a pro- Lo contradictorio es que, aunque su aportación consis-
blemas teóricos. La segunda cuestión fue la relación en- te en mostrar que la existencia del género como tejido
tre la experiencia y el desarrollo moral: jcómo afecta la cultural conduce a repensar la lógica de los razonamien-
experiencia propia de conflicto y elección moral nuestro tos morales, Gilligan no utilizó esa categoría analítica. En
,pensamiento sobre la moralidad y nuestra visión de no- su reflexión, ella se refiere. a la identificación empírica de
sotros mismos como agentes morales? la diferencia de sexo y no utiliza explícitamente la cate-
Al escuchar lo que le decían las jóvenes, Gilligan cons- goría género con el sentido de construcción cultural. Lo
tató que utilizaban un lenguaje moral en relación al pro- que sostuvo Gilligan es que esa voz drerente revelaba
blema del aborto, sólo que el problema moral estaba una forma distinta de pensar sobre el yo y el otro, sobre
definido de otra manera: como uno de responsabilidad. las causas del conflicto y las estrategias para lograr una
La interrogante era: jme es posible cuidar a esta criatura mejor solución. Al identificar esta voz particular, Gilligan
como ella lo necesitaría y merecería? La perspectiva so- notó su ausencia de la bibliografía occidental sobre psi-
bre la decisión era fundamentalmente distinta de la que cología del desarrollo y señaló que ese campo de conoci-
tenían los adolescentes varones de Kohlberg; la toma de miento ha dejado sistemáticamente fuera a las mujeres,
decisiones, en vez de ocurrir en un momento aislado, silenciando sus experiencias en la definición de la condi-
estaba inscrita en un continuum de eventos, en una rela- ción humana.
ción. La decisión no estaba separada del contexto, de la El trabajo de Gilligan causó gran revuelo en el mundo
historia, de la narrativa de vida. Para estas jóvenes abor- intelectual porque planteó que el gender (jsexo?, igéne-
tar no era la solución ideal, ni siquiera era la solución ro?) había definido la moralidad y la condición humana
correcta, sino la menos dañina para todos los en la tradición intelectual occidental. Según Susan J.
involucrados: era el menor de los males. Hekman, (1995) uno de los campos que se ha resistido a
Por este estudio, Gilligan planteó que las mujeres articu- hablar de sujetos sexuados es la filosofía moral, que sos-
lan sus dilemas morales con "una voz diferente". Ella fue tiene la necesidad de un sujeto universal, racional y autó-
muy cauta al señalar al principio de su libro: The dgerent nomo. En el esquema de la filosofía moral, racionalidad
voice I describe is cbaracterized not by gender but tbeme. y moralidad aparecen como complementarias, y el pen-
Its association witb women is a n empirical observation, samiento racional, kantiano, tiene primacía sobre cual-
and it isprimarily tbrougb women's voices tbat I trace its quier otro: se trata de la habilidad del sujeto para
MARTA LAMAS
abstraerse de su particularidad, de su circunstancia, y for- cognitivo del desarrollo moral y se apoya en el trabajo de
mular los principios universales que definen la esfera Kohlberg. En su reflexión sobre el desarrollo moral de
moral. las personas, Habermas aborda los pasos cognitivos que
In a Diffwent Vooice cimbró las discusiones sobre la permiten pasar de una comprensión convencional de lo
teoría moral y las teorías del sujeto, pues planteó la exis- bueno y lo malo a una etapa posterior donde las reglas
tencia de dos claras tendencias en la tradición moral oc- requieren una justificación discursiva.
cidental: una, masculina, del interés propio y los derechos A raíz de la publicación del trabajo de Gilligan, la iden-
individuales; interés propio unido al contrato social en tificación de la madurez moral en el proceso del yo para
su formulación moderna. La otra, femenina, del altruis- lograr su independencia ha sido revisada. Por eso
mo, la abnegación, el renunciamiento. Según ella, estas Habermas se sintió interpelado e intentó descartar la crí-
dos líneas de moralidad que cruzan la tradición occiden- tica de Gilligan argumentando que ella había confundido
tal, contraponiendo razón y compasión, justicia y piedad, cuestiones de motivación moral con problemas cognitivos
producen una gender division: ¿división entre las muje- en la aplicación de normas. A la vez, el señalamiento de
res y los hombres o división entre lo que se considera Habermas de que Gilligan había traslapado asuntos de
masculino y femenino? justicia con asuntos valorativos sobre la buena vida desa-
La ambigüedad con la que ella manejó la categoría tó la crítica de varias filósofas feministas. Seyla Benhabib
gender no permitió clarificar su propuesta. Pese a ello, y (1995) cuestionó la fácil distinción de Habermas entre
a deficiencias fuertes en su metodología, Gilligan "refor- preocupaciones valorativas y asuntos de justicia, argu-
mó" la teoría de Kohlberg. Ella describió a las mujeres no mentando que una consideración de las acciones y deci-
como inferiores a los hombres, sino como distintas, y esto siones morales concretas revela el grado en que están
suscitó todo tipo de reacciones: desde quienes la llama- imbricadas unas en otras. Según Benhabib, Gilligan toma
ron esencialista hasta quienes la consideraron una profe- estos asuntos como una obligación relacional y de cuida-
ta. Su descripción de una esfera moral distinta y de un do (care), como asuntos morales en sí, y no los ubica en
sujeto relacional tuvo repercusiones notables. Entre otros, los márgenes de la moralidad, como Habermas. Ella se-
Jürgen Habermas debatió su trabajo (Habermas, 1989. ñala que esta distinción se deriva de una perspectiva de
Habermas se ha dedicado a buscar las estructuras nor- género y pone en entredicho que la moderna filosofía
mativas de la razón práctica que determinan la forma- moral - d e la cual Habemas es un ejemplo distingui-
ción de la identidad y los papeles sociales. Este filósofo do- acepte la dignidad y el valor de un sujeto moral
pone el énfasis en la constitución intersubjetiva de la iden- abstracto sin reconocer las vulnerabilidades y dependen-
tidad: nos convertimos e n personas a través de la cias de las personas en cuerpos sexuados y cruzados por
interacción social. Pero para él esto implica no sólo reco- el género.
nocer a los demás participantes en la interacción, sino La apuesta de Habermas de redefinir la autonomía
ver también las normas que moldean las relaciones. moral en términos de racionalidad comunicativa carece
Habermas se interesa especialmente por el aspecto del entramado de intuiciones que Bourdieu postula so-
CUERPO:
DIFERENCIA SEXUAL Y GÉNERO
bre el habitus: la relación yo/otro está incrustada en una trucciones humanas, teñidas por la cultura, con lo cual
forma de ser con los otros que no pasa ni por el hace tambalear el paradigma investigativo androcéntrico
autoconocimiento ni por la comprensión de los otros, sino y su pretensión de universalidad. Parafraseando a .
que es constitutiva del proceso de ser en cada cultura. El Bourdieu (1997),~lo que hace Gilligan en forma inequí-
habitus adquiere su plena significación al ser pensado voca es poner en evidencia la universalización incons-
como matriz. Las personas nacemos, como señala ciente que realizó Kohlberg con sujetos masculinos: aun-
Bourdieu, en un espacio social y en un campo de poder. que se trataba de una experiencia particular, Kohlberg la
El habitus, con el que nos convertimos en personas, trae convirtió en norma universal, con lo cual legitimó tácita-
encarnadas las relaciones sociales mucho antes de que mente a quienes tienen el privilegio de acceder a ella (o
se verbalicen las normas. Como subjetividad socializa- sea, los varones). Así, la aportación de Gilligan radica en
da, es un conjunto de relaciones históricas "depositadas" la puesta en evidencia del falso universalismo de Kolhberg
en los cuerpos individuales en forma de esquemas men- y, por ende, de otros filósofos como Habermas.' La mo-
tales y corporales de percepción, apreciación y acción raleja, aplaudida por varias autoras (Benhabib, 1995;
resultantes de la institución de lo social en los cuerpos. El Dean, 1995; Warnke, 1995), es que el saber se produce
habitusviene siendo un mecanismo de retransmisión por en el marco de una matriz cultural, y cualquier preten-
el que las estructuras mentales de las personas toman for- sión de conocimiento de lo humano tiene que tomar en
ma en la actividad de la sociedad. Esta compleja formula- cuenta, de manera irrenunciable, la estructuración pro-
ción pone de relieve lo fragmentario de los plantearnien- ducida por la diferencia sexual, sea como género o como
tos normativos de Habermas. diferenciación psíquica.
Indudablemente, el trabajo de Gilligan es limitad^.^ Al La crítica cultural del feminismo, con grandes afinidades
comparar los dos lenguajes morales -autointerés y con el proyecto desconstmctivista del postestructuralismo,
autosacrificio- pone de manifiesto cómo la experiencia impulsa un cambio de paradigmas cognitivos racionalistas
personal de gender (ide sexuación o de género?) produ- y objetivistas y propone una comprensión de la determi-
ce dos visiones morales. Los riesgos esencialistas de su nación situacional y relacional. Para entender cómo los
postulado son evidentes. Hubiera sido mejor acudir al sujetos aprehenden como subjetivas relaciones que, de
marco del posicionamiento social (Alcoff, 1988) para ex- hecho, son sociales e históricas, hace falta un abordaje más
plicar cómo la evolución moral de un sujeto está marca- matizado. Si hasta la fecha, las consideraciones sobre la
da por el género.. moralidad del abstracto sujeto universal han sido plantea-
Al registrar la existencia de una perspectiva moral dis- das desde parámetros culturalmente masculinos, jcómo
tinta en las jovencitas, Gilligan concluye que la relación incorporar las ideas de Gilligan en la perspectiva
entre los procesos de conocimiento y valoración moral universalista?Esto nos lleva a la necesidad -que señala-
está teñida por las implicaciones culturales de la diferen- ron las feministas italianas hace mucho tiempo- de sexuar
cia sexual (lo que yo llamo género). Si algo logra Gilligan el discurso supuestamente neutral, pero literalmente mas-
es mostrar que las categorías del conocimiento son cons- culino, que se refiere a los seres humanos.
Rebasar la pretensión racionalista sobre la objetividad y como factor decisivo, al género. La incomprensión que la
neutralidad del conocimiento y la razón supone desarro- mayoría de las académicas feministas ha mostrado ante
llar una crítica implacable de los procesos y productos del la diferencia sexual como algo del orden de lo real,*que
conocimiento y la representación. Con este aliento es re- rebasa lo biológico e implica lo inconsciente, ha alimen-
velador constatar, desde una perspectiva no anglosajona, tado la mistificación constructivista. Así, aunque las teóri-
la confusión que produce el malentendido del término cas tratan de desencializarla idea de mujer y la de hombre,
g d e r , en su doble acepción de sexo y de construcción con todas las consecuencias epistemológicas y políticas
cultural. Las feministas italianas han argumentado la nece- que eso implica, finalmente acaban remitiendo toda al gé-
sidad de reconstruir el mundo y las relaciones de poder nero. El voluntarismo inherente al constructivismo social:
entre los sexos introduciendo la diferencia sexual en el ciego a la existencia del inconsciente, ha tomado la cate-
discurso y en la ley. Esto no significa entender la diferen- goría género como una de tantas diferencias entre los se-
cia como una afirmación ~ontológica~, como si existiera res humanos: raza, clase, edad, etcétera.
una verdad absoluta de la mujer, opuesta a la del hombre El desarrollo del. postestructuralismo y el auge de la
(Boccia, 1%0), sino sólo aceptar su peso y especificidad desconstrucción han tenido gran impacto en el pensa-
en dos ámbitos donde verdaderamente hay una expe- miento feminista. Al aceptar la existencia de un yo
riencia diferente: el de la sexualidad y el de la procrea- relaciona1 que produce un conocimiento filtrado por la
ción. Sexualidad y reproducción no son cuestiones operación simbólica que otorga significados diferentes al
marginales, peso tampoco constituyen la &totalidad* de una hecho de tener cuerpo de mujer o cuerpo de hombre, se
mujer y ni siquiera su razón más profunda; por eso no reconoce que las prácticas de las mujeres y de los hom-
pueden constituir el principio arbitrario de un derecho ni bres no se derivan de esencias, sino que son construccio-
de formas de ciudadanía radicalmente diferentes para nes culturales pertenecientes al ordenidel lenguaje y las
ambos sexos (Saraceno, 1990). Sin embargo, como la dis- representaciones. Es obvio que las mujeres y los hom-
criminación sexista acecha en ámbitos donde ni la sexua- bres no son un reflejo de la realidad "natural", sino que
lidad ni la reproducción cuentan, Chiara Saraceno se son el resultado de una producción histórica y cultural
pregunta por qué, en un momento en que las vidas de basada en el proceso de simbolización. Pero la diferen-
hombres y mujeres se están igualando en otros terrenos, cia sexual es un hecho fundante que no suele ser analiza-
la postura que reivindica la igualdad encuentra más resis- do en toda su dimensión. Las escasas referencias a la "di-
tencia que la que defiende la diferencia. La desigualdad ferencia sexual" en la mayoría de las reflexiones feministas
social de las mujeres persiste sin congruencia con el desa- aluden solamente a la sexuación, ignoran el inconsciente
rrollo político y científico, y los problemas derivados de la y no registran que la diferencia sexual produce, como
diferencia sexual y reproductiva cobran importancia. significante, un universo de prácticas y representaciones
Al toparse con este conflicto, el feminismo ha tenido simbólicas e imaginarias. El miedo a aceptar la existencia
que reconocer la importancia de la sexuación, pero para de una diferencia fundante y estructusante, que se utiliza
no fortalecer las tesis biologistas, ha otorgado relevancia, como "fundamento cósmico" (Godelier, 1986) se debe al
La interpretación de Bourdieu resulta más satisfactoria
supuesto de que lo biológico es inmutable. Considerar .la q u e la multiplicidad d e definiciones simplistas y
naturaleza., o sea, la biología, como el origen y la razón de
reduccionistas sobre el género, que lo vuelven un fetiche
la situación de subordinación de las mujeres parece en- dentro del campo feminista. Se recordará que el término
frentarnos con algo inmodificable. Antes de explorar ese fetiche adquiere relevancia en la antropología del siglo XIX
campo, las académicas feministas prefirieron evadir el
en relación con el estudio de religiones llamadas "primiti-
temaloy, cobijándose en su rechazo al determinismo bio- vas": fetiche denominaba un objeto de culto. Por ende, la
lógico, rápidamente adoptaron la perspectiva de género. fetichización es el culto de los fetiches y también el acto
Tal parece que las feministas pensaron: si biología
de tratar algo como si fuera un fetiche. Figurativamente,
es destino, no hay posibilidad de igualdad. El reto, sin fetichización quiere decir "admiración exagerada e irra-
, duda, es pensar la igualdad a partir d e la diferencia.
cional" (Moliner, 1983) y "veneración excesiva" (Real
Para ello es preciso tener presente "el dilema de la dife-
Academia), y es el proceso por el cual una cultura o un
rencia" (Minow, 1984) citado por Joan W. Scott (1992). El grupo social reconoce en algo un poder sobrenatural.
planteamiento de esta jurista señala que el dilema consis- Marx hace famoso el término en el célebre capítulo 1 de
te en que cuando se ignora la diferencia, se da paso a una El Capital para ilustrar la forma en que se atribuye a las
falsa neutralidad; y cuando se la toma en cuenta, se pue- mercancías un poder y una capacidad de decisión pro-
de acentuar su estigma. Tanto destacarla como ignorarla pios de las personas. No puedo evitar establecer un para-
implican el riesgo de recrearla: ése es el dilema de la di-
lelismo entre la función de sustituto del fetiche que plan-
ferencia. Tal vez habría que glosar este dilema refirién- tea Freud y la forma en que, dentro del feminismo, el
dolo a la diferencia sexual.
concepto también actúa por sustitución."
Por debajo de los vericuetos teóricos que se han escri-
Como ilusión fabricada socialmente, la reificación sue-
to sobre el género, hay gran dificultad para comprender
le petrificar lo que está vivo y en transformación. Con el
la índole irreductible de la diferencia sexual, que remite
género, el discurso oficial sobre las relaciones entre muje-
a la discusión sobre el cuerpo como carne, mente e in-
res y hombres interpreta ese complejo proceso como algo
consciente. El paradigma de que el sujeto no está dado,
inamovible: las .mujeres son víctimas; los hombres, verdu-
sino que es construido en sistemas de significados y re-
gos. La "explicación" es tautológicamente reiterativa: todo
presentaciones culturales, requiere ver también que, a su
10 que ocurre entre mujeres y hombres es producto del gé-
vez, el sujeto está encarnado en un cuerpo sexuado. De
nero.
ahí la importancia de comprender el habitus. El sujeto no
Toda reificación es un olvido, dijeron hace tiempo Ador-
existe antes de las operaciones de la estructura social,
no y Horkheimer (1978). Lo que se ignora a menudo en
sino que es producido por las prácticas y representacio-
las explicaciones del concepto reificación es la dimen-
nes simbólicas dentro un contexto sociohistórico dado,
sión subjetiva que implica un olvido. ¿Qué se olvida con
pero a partir de un dato fundante: su sexuación. O sea, el
la reificación del género? La diferencia sexual, que es al
cuerpo es el lugar donde la cultura aterriza los significa-
mismo tiempo sexo/substancia y sexo/significación. Di-
dos que le da a la diferencia sexual.
cho olvido recorre el pensamiento feminista y conduce a pasan inadvertidos a los ojos de los pueblos que los
errores reduccionistas, como el de sostener que todo es ponen en práctica" (p. 17). Héritier reconoce al cuerpo
construcción cultural -y así se esquivan las referencias a humano como "un lugar d e observación de constantes
la anatomía- o a errores funcionalistas, como el de cen- -asiento de órganos, funciones elementales, humores-
trarse en los procesos biológicos del cuerpo. .(que) presenta un rasgo notable y ciertamente escanda-
La academia feminista norteamericana ha desatado una .loso:la diferencia de sexos y el papel distinto de éstos en
moda y el debate de género ha oscurecido, relegado, la la reproducción" (p. 19).
reflexión sobre la diferencia sexual. El género, como con- Como parte de una rica tradición intelectual, Héritier
cepto nacido en Estados Unidos, ha sido velozmente "uni- se introduce de una manera distinta al análisis del géne-
versalizado" por los mecanismos de globalización de la ro. Retomando el planteamiento de Lévi-Strauss sobre los
doxa norteamericana. Esto es lo que Bourdieu y Wacquant universales en la cultura ("la prohibición del incesto, el
(2001) califican como "argucias de la razón imperialista". reparto sexual en las tareas y una forma reconocida de
Estos autores señalan que "El imperialismo cultural repo- unión sexual", p. 26), esta antropóloga incorpora lo que
sa sobre el poder de universalizar los particularismos vin- ella llama la valencia diferencial de los sexos. Dicha
culados a una tradición histórica singular haciendo que valencia expresa una relación conceptual orientada, si
resulten irreconocibles como tales particularismos" (2001, no siempre jerárquica, entre lo masculino y lo femenino.
p. 7). Señalan que no sólo el cine de Hollywood o la mú- Esta valencia ddiferencial es "un artefacto y no un hecho
sica pop son productos culturales norteamericanos; sino de la naturaleza" (p. 23). De esta forma Héritier, que cen-
también las agendas de investigación, promovidas por las tra mucho d e su análisis e n las ricas y complejas
universidades y las fundaciones filantrópicas y las agen- simbolizaciones en torno a los procesos y productos del
cias multilaterales. De ahí que la perspectiva de género se cuerpo, se ubica de lleno en el mundo de lo simbólico.
plantee, entre otras cosas, como una línea de trabajo que Su formación estructuralista le permite comprender el
exigen instancias internacionales como la ONU y el Banco sentido fundante de la diferencia sexual. Pero por hablar
Mundial, donde hay hegemonía norteamericana. de "valencia diferencial del sexo" su trabajo ha sido eclip-
Otro aspecto de la fetichización es que se resiste a acep- sado por el fetiche género en el mundillo de los estudios
tar perspectivas que, aunque van en la misma dirección feministas.
esclarecedora, no usan el término género. Así ocurre con Hoy, para acabar con el malentendido del género y
algunos abordajes antropológicos, como por ejemplo el apreciar dicha categoria en su justa dimensión, se requie-
de Francoise Héritier, que publica en 1996 una recopila- re desfetichizarla a partir de un trabajo más riguroso y
ción de sus ensayos sobre este tema bajo el título Mascu- afinado, con una distinción clara entre la sexuación, la
lino/femenino. El pensamiento de la dverencia. Al ubi- diferencia sexual y las cuestiones culturales y psíquicas
car el debate en 1% cuestión de la diferencia, el objetivo que se derivan de ellas. En la discusión sobre el género
que se propone Héritier es "hacer comprender la exis- en la antropología actual, ciertas autoras plantean una
tencia y la profundidad de los anclajes simbólicos que recuperación de la categoría sexo (Moore, 1999). Ade-
CUERPO: DIFERENCIA SEXUAL Y GBNERO
más se siguen realizando estudios transculturales, que Tal parece que es imposible, por el momento, conce-
muestran que la relación entre los sistemas de pensamien- bir la diferencia sexual. Para Héritier la diferencia entre
to y los sistemas de clasificación no es mecánica: no to- los sexos es el "tope Último del pensamiento, en el que se
das las culturas representan la sexuación de la misma fundamenta una oposición conceptual esencial". Una
manera ni le otorgan el mismo peso. La investigación, psicoanalista norteamericana, Joan Copjec; al señalar las
antropológica rompe con el supuesto de que comohay dificultades que tenemos los seres humanos para pensar
dos sexos, también hay dos géneros: el trabajo etnográfico cuestiones que nos rebasan, parafrasea a Kant y dice que
pone de relieve que las construcciones simbólicas son "teorizar el sexo implica una eutanasia de la razón pura"
mucho más complejas que una simple asignación de pa- (Copjec, 1994). Para ella tratar de entender el sexo es lan-
peles. en función de los genitales (Herdt, 1994). Por eso zar la razón a conflicto, pues al enfrentar la aparente
el género no es cuestión de simples dicotomías, pues irresolubilidad de ciertas cuestiones, ésta se apega más
como sistema simbólico puede ser rebasado o trascendi- fuertemente a sus suposiciones dogmáticas o se abando-
do por hombres y mujeres.12 na a un escepticismo sin esperanzas. Por su parte, Robert
De ahí que Goldner (1996) plantee que existe una pa- Connell (1987), un sociólogo australiano, dice que en la
radoja epistemológica respecto al género el género es cultura occidental la idea de la diferencia sexual forma un
una verdad falsa. La paradójica verdad falsa consiste en límite más allá del cual el pensamiento no puede ir. Ade-
que, por un lado, la oposición binaria masculino-femeni- más de la necesidadide esforzarnos por reconocer las difi-
no es supraordenada, estructural, fundante y trasciende cultades que tenemos respecto de esta estructura fundante
cualquier relación concreta; así masculino/femenino, de la especie humana, es evidente la urgencia de una nueva
como formas reificadas de la diferencia sexual, son una forma de pensar la división de los sujetos en dos sexos sin
verdad, pero por otro lado, esta verdad es falsa en la reafirmar modelos esencialistas o deterministis.
medida en que las variaciones concretas de las vidas hu- Para ello hay que alejarse del cómodo camino fijado
manas rebasan cualquier marco binario de género. Por por ciertas certezas ideológicas, donde el concepto géne-
eso también Dimen (1991) señala que el género "a veces ro ocupa un lugar políticamente correcto, e incursionar
es algo central y definitivo, y a veces se limita a algo mar- en un sendero más riesgoso respecto de las diferencias
ginal y contingente". entre las mujeres y los hombres. Bourdieu y Wacquant
¿Cómocomprender la sexuación, cómo pensar al sexo? (2001) plantean que algunos "términos aislados, de apa-
Lo que subyace a estas interrogantes está transido por lo riencia técnica" son más insidiosos que las teorías o que
real. ¿Qué es lo real de un cuerpo semado? Entendido las visiones filosóficas del mundo, pues condensan y po-
lacanianamente, lo real es un absoluto ontológico, una nen en circulación "toda una filosofía del individuo y de
verdadera cosa-en-sí (Evans, 1997), es lo opuesto de la la organización social" (2001, p. 14). Del uso fetichizado
imagen, de la representación, es aquello que no se pue- de género se desprende una simplificación de los conflic-
de describir, lo que escapa a la simbolización, eso que no tos de los seres humanos. Uno de los peligros que se des-
se puede formular, para lo cual no hay palabras. prenden de un constructivismo que no incorpore las
complejas dimensiones del cuerpo es el ingenuo
voluntarismo con el que se pretende diseñar políticas
públicas.
Hawkeswonh detectó la paulatina transformación del
concepto género de una categoría analítica en una fuerza
causal, con la cual se intenta explicar todo. Este cambio
hoy se perfila como un obstáculo serio para la compren-
sión no sólo de los conflictos entre las mujeres y los hom-
bres, sino del proceso de constitución del sujeto. Reco-
nocer que los comportamientos sociales masculinos y
femeninos no dependen en forma esencialista de los he- Capítulo 1
chos biológicos lleva a cuestionar los códigos culturales La antropología feminista y la categoría "géneron
que hemos heredado, que encubren formas de explota- ' Esto no quiere decir que la cultura haya sido entendida d e la mis-
ción e injusticia. ma manera por todos los antropólogos, sino que ha sido un con-
cepto central y definitorio d e la antropología ante las otras ciencias
Hay que estar vigilantes y redefinir nuestra búsqueda sociales. Las diversas interpretaciones d e lo que es la cultura han
sin falsas prescripciones, y así acercarnos, cada vez más, a marcado el p r o c e s o d e definición ideológica [de la teoría
un conocimiento más preciso -¿habría que decir más cien- antropológica y han dado pie a sustanciosos e importantes debates.
'Aparte d e los trabajos pioneros d e Margaret Mead y de algunas com-
t í f i c o ? de la condición humana. Hay que evitar caer en lo paraciones transculturales sobre aspectos específicos, como división
que Bourdieu (1997) denomina el error epistemocéntrico, del trabajo (Murdock) o sexualidad (Malinowski), no abundan los
que consiste en aplicar los conceptos más allá de sus con- estudios clásicos transculturales sobre "roles sexuales". En cambio,
diciones de validez histórica (anacronismo) o social muchos de los estudios actuales sobre la mujer sí establecen compa-
raciones transculturales: Jacobs, 1971;Matthiasson, 1974; Friedl, 1975;
(etnocentrismo). Debemos reconocer que los conceptos y Kessler, 1976; Tiffany, 1979; Bourguignon, 1980; Etienne y Leacock,
demás instrumentos del pensamiento están producidos en 1980; Dahlberg, 1981.
condiciones específicas, "cuya particularidad con frecuen- La crítica al androcentrismo en los estudios antropológicos la han
realizado principalmente antropólogas feministas. Una notable ex-
cia se nos pasa por alto" (Bourdieu, 1997). Formular nue- cepción es Edwin Ardener quien, adelantándose al pensamiento
vas categorías con las cuales repensar nuestra cultura y feminista, se plantea cuestiones metodológicas relevantes: "Belief
nuestra tradición epistemológica requiere un irrenuncia- and the Problem of Women", 1968, está reproducido en Ardener,
ble vaivén dialéctico: probar, contrastar, redefinir. Para ello 1975; "The Problem Revisited" es la propia revisión d e Ardener d e
su artículo. La mayoría, si no es que todos los libros editados por
es imprescindible, por encima de todo, un pensamiento antropólogas feministas (véase la nota 2) incluyen críticas y
más crítico de las herramientas conceptuales que utiliza- cuestionamientos al androcentrismo e inclusive al machismo d e la
mos. De ahí la necesidad de tomar al género como punto antropología. Los artículos que lo tratan con más profundidad y que
de partida, y no de llegada, en una cada vez más necesa- p!antean cuestiones metodológicas son: Rosaldo, 1974; Reiter, 1975;
Tiffany, 1979; Harris y Young, 1979; Linton, 1979; Rohrlich-Leavitt,
ria reflexión sobre la condición humana sexuada que in- Sykes y Weatherfor, 1979; Edholm, Harris y Young, 1982.
tegre carne, inconsciente y mente productora de cultura.
CUERPO:
DIFERENCIA SEXUAL Y CÉNERO
Un buen compendio d e la postura neo-evolucionista, con clásicos d e Courtivron, 1980. Para América Latina y específicamente Méxi-
como Fox, Irons y Tiger, es Chagnon y Irons, 1979; una crítica sobre co, consultar la revista Fem, especialmente los números 12 (1980),
las implicaciones políticas del biologicismo está e n Achard, 1980. 13 (1980),17 (1981),31(1984) y 32 (1984).
Véase la breve, pero demoledora crítica que Eleanor Leacock (1981) No es mía la caracterización d e feministas para estas antropólogas.
hace a Macho y hembra, e n Myths of Male Dorninance. Ellas se asumen explícitamente como tales y señalan que su trabajo
La existencia e n varias sociedades d e lo q u e sería u n tercer académico tiene una meta política específica: contribuir al
desmantelamiento de las estructuras d e poder que oprimen a las mu-
género -mujeres con género masculino y hombres con género
jeres. Los clásicosde la antropología feminista son: Rosaldo y Lamphere,
femenino- ha sido documentada etnográficamente. El caso d e los
1974; Reiter, 1975; Martin y Voorhies, 1978; Harris y Young, 1979.
mohave es uno d e los más conocidos y difundidos. Un hombre bio-
'O Una buena revisión marxista/feminista del pensamiento d e algu-
lógico se puede convertir en una mujer social, o viceversa, con una
nos patriarcas clásicos (de ciencias sociales y del marxismo) la ha-
tercera categoría d e género. Sus parejas son reconocidas como
cen Sacks, 1979, y Coward, 1983.
sexualmente normales y ellados asumen completamente las carac-
terísticas del otro sexo: los varones femeninos simulan la menstrua-
" La búsqueda d e las mujeres e n la historia ha desembocado en la
publicación d e trabajos muy específicos sobre periodos históricos
ción y el parto y las mujeres masculinas son reconocidas como los
concretos. Dos libros que plantean cuestiones amplias son: Hartman
padres sociales d e los hijos d e sus mujeres. Los siguientes artículos
se refieren al cambio d e género: Devereux, 1935; Devereux, 1937; y Banner, 1974 y Rowbotham, 1979.
l2 La postura feminista sobre el matriarcado que se sostiene e n los
Whitehead, 1981. Casi todos los casos d e cambio d e género han
sido archivados bajo la etiqueta d e homosexualidad. Huelga decir clásicos (Bachofen, Briffault), está representada en Diner, 1973, y
Reed, 1980. Pero las mismas antropólogas feministas cuestionan la
que se trata d e fenómenos distintos. Hay sociedades en que se acepta
ideología y la falta d e rigor d e estos trabajos. Dos artículos ilustrativos
la homosexualidad, pero con clara conciencia d e que es una op-
ción sexual, mientras que en el resto d e las actividades sociales la d e la otra postura son Webster y Newton, 1979, y Bamberger, 1979.
persona sigue funcionando y asumiéndose como del género asig-. Un excelente estudio sobre sistemas d e parentesco matrilineal es el
d e Schneider y Gough, 1961.
nado. O sea, el homosexual es el hombre o la mujer que elige a
l 3 Mucho del material que enriqueció y modificó al Corpus d e la
alguien d e su mismo sexo para tener relaciones sexuales, mientras
que, en el caso de los mohave, por ejemplo, hay un cambio d e gé- teoría y la información antropológicas está e n los libros ya citados.
nero aunque la relación sexual siga siendo con alguien del mismo Otros que específicamente tocan la cuestión del poder son Lamphere,
sexo. información transcultural sobre conducta sexual donde se 1974; Sanday, 1981; Leacock, 1981.
l4 Son muchas las interpretaciones sobre la asimetría social d e los
documenta parcialmente el cambio d e género se encuentra en Ford
y Beach, 1951. Un buen enfoque interdisciplinario que da cuenta sexos que terminan justificándola como una cuestión "natural e in-
del género es Katchadourian, 1983. También vale la pena consultar evitable". Un clásico en esta línea es Lee y d e Vore, 1968. Un debate
Gagnon y Simon, 1973. explícito con el feminismo se encuentra e n Goldberg, 1976.
l5 La capacidad d e ser madres marca sin duda la gran diferencia que
Véase el articulo clásico que analiza esta cuestión e n Ortner, 1974.
Posteriormente aparece todo un libro especialmente dedicado a hay entre hombres y mujeres, pero no sólo por la experiencia física
analizar el tema: McCormack y Strathern, 1980. del embarazo, el parto y la lactancia. Las implicaciones profundas
Para una visión general del nuevo movimiento feminista veáse: i.a del aspecto no biológico d e la maternidad empiezan a ser estudia-
liberación d e La mujer, v.v.a.a., 1973. Para el proceso en Estados das y tomadas en cuenta. Dos libros significativos, aunque no d e
Unidos: Freeman, 1977. Una idea d e lo que pasó e n Francia se en- antropología, que se inscriben en esta perspectiva son Rich, 1978, y
cuentra en: De Pisan y Tristan, 1977. Respecto a México se pueden Chodomw, 1984. Un artículo que utiliza la categoría género para
consultar: Acevedo et al., 1977; García Flores, 1979; Bartra et al., distinguir entre la maternidad biológica y la cultural es Izquierdo,
1983. Para una visión de conjunto del pensamiento feminista anglo- 1986. El número 43 (1986) d e Femestá dedicado a analizar diversos
sajón veáse: Quest, 1981; Eisenstein, 1983. Sobre otras reflexiones aspectos d e la maternidad. Incluye una revisión d e los postulados
feministas (europea, oriental, etcétera) deben existir publicaciones, básicos de Freud, así como una presentación del pensamiento psi-
pero sólo conozco una antología d e feministas francesas: Marks y coanalítico d e tres mujeres: Melanie Klein, Marie Langer y Francoise
,. . ;..,.. . #'.
MARTA LAMAS
Dolto; también hay una crítica a la reflexión feminista sobre la ma- "
Una excelente introducción al sistema sexo/género desde una pers-
ternidad. pectiva feminista se encuentra en Izquierdo, 1983. Con una pers-
l6 La expresión "tiranía de la reproducción" es de Firestone, 1976, pectiva sociológica destacan: Oakley, 1972; Barker y Allen, 1976;
una de las máximas representantes de la corriente radical. Hunt, 1980. No está de más citar el muy cuestionable y cuestionado,
l7 El estudio del transexualismo está vinculado estrechamente con pero de todas maneras interesante, Gendwde Iván Illich, 1982.
los estudios de los trastornos de la identidad sexual. También está 24 Hay traducción en Ramos Escandón, 1991.
relacionado con el travestismo. Sobre el fenómeno transexual 25 Hay traducción en Lamas, 1996.
específicamente, CJ Millot, 1984. 26 De la corriente marxista (también llamada socialista) del feminis-
l e En el artículo "La terminología del género y del sexo", mo, el clásico fue: Mitchell (19741, La condición de la mujw. Del
Katchadourian, (1983) señala a John Money como el primero en planteamiento original de Mitchell surgieron muchos otros, más ela-
usar el término "papel genérico" (gender role) y a Robert Stoller borados, que tratan la situación de las mujeres en sociedades de
como el primero en usar formalmente la expresión "identidad ge- clases, y otros más que analizan específicamente la relación política
nérica" (gender identity). John Money se ha dedicado a estudiar las entre feminismo y socialismo. Destacan: Kuhn y Wolpe, 1978;Saffioti,
diferencias entre hombres y mujeres desde entonces. Un libro clási- 1978; Einsenstein, 1980; Weinbaum, 1984; Rowbotham, Segal y
co, publicado en 1972, es Man a n d Woman, Boy a n d Girl, traduci- Wainwright, 1979; Barrett,' 1980; Sargent, 1981.
d o al espafiol como El desawollo de la sexualidad humana; dqe-
rencias y dimorfimo de la identidad de género, Editorial Morata, Capítulo 2
~ a d r i d5982.
, - Cuerpo: diferencia sexual y género
l9 Cj Maccoby, 1966. Una de las conclusiones a que se llega en el
La diferencia fundante es la sexual, por eso la primera confronta-
libro coordinado por Maccoby es que muchísimas de las personas ción es con la mujer, pero de ahí se pasa a otro tipo de distinciones,
estudiadas que presentan más talento y más creatividad de lo co- de raza, de lengua, de religión. El hombre judeocristiano occidental
mún son justamente aquellas que se alejan de la conducta de géne- ha marcado su diferencia como desigualdad también con el indige-
ro estereotipada, o sea, las mujeres "masculinas"y los hombres "fe- na, el negro, eljudío, etcétera.
meninos". El proceso de estructuración psíquica se realiza en función de c6mo
Toda la obra de Freud es un cuestionamiento de lo aparente -lo el sujeto se posiciona ante la diferencia sexual. El hecho de que los
cual incluye la anatomía- y una reivindicación de lo simbólico. genitales masculinos sean externos y los femeninos sean internos
Una buena introducción al psicoanálisis es Braunstein et al., 1981. se traduce, en la mente infantil, como que unos tienen y a otras les
Dos libros que privilegian aspectos socioculturalesson Ricoeur, 1970, falta; ahí aparece la castración simbólica, la idea de "no tener" y el
y Rozitchner, 1972. Además, vale la pena leer el artículo de Freud miedo de perder lo que se tiene, que afecta tanto a mujeres como a
"El malestar en la cultup" en Braunstein et al., 1981. Allí aparece un hombres.
artículo interesante de Frida Saal: "Algunas consecuencias políticas Aquí es pertinente recordar la formulación de Bourdieu sobre el
de la diferencia psíquica de los sexos". Y no se puede dejar pasar el habitus. Para él los esquemas de habitus son el conjunto de relacio-
artículo clásico d e Freud: "Algunas consecuencias psíquicas de la nes históricas "depositadas" en los cuerpos individuales en la forma
diferencia anatómica de los sexos", en el tomo 19de sus Obras Com- de esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y
pletas, Amorromi, Buenos Aires, 1976. acción. Estos esquemas son de género y, a su vez, engendran género.
21 En su estudio transcultural clásico de las conductas sexuales Ford
El sexismo no se reduce al ejemplo comentado, sino que abarca
y Beach (1951) describen la amplia variaci6n de lo que se considera cualquier discriminación con base en el sexo.
sexual, incluyendo conductas que a nosotros nos parecen tan extra- Celia Amorós (1985) ha hecho evidente el trasfondo ideológico del
ñas como las nuestras a otros ojos. término "natural",que evoca nociones de inmutabilidad, de rectitud,
22 Un intento de abordar esa superposición Lévi-Strauss/Freud lo
de normalidad.
hace el psicoanalista y antropólogo George Devereux con su
etnopsicoanálisis. Ha publicado cientos de artículos y tiene libros
' Como bien me ha recordado Fernando M. González, el psicoaná-
lisis tiene también aspectos contradictorios, tanto en la teoría como
traducidos al español. Consultar bibliografía al final.
CUERPO:
DIFERENCIA SEXUAL Y GÉNERO
Capítuio 4 Wacquant (1996). Para una referencia más etnográfica ver Aull Davies
(1999).
Diferencias de sexo, género y diferencia sexual
Aunque el término cultura aparece en un amplio rango de los escri-
tos de distintas disciplinas sociales, persiste un cierto monismo expli- I capítulo 5
cativo. Marilyn Strathern, en un agudo ensayo, señala el riesgo de uti- La fetichización del género
lizar la cultura como un concepto totalizador que vuelve todo evidencia ' Todavía se siguen viendo como complementarias las dos figuras
clásicas, la Madre y el Guerrero: ella, como paloma para el nido, y él
de sí mismo: como el contexto de los contextos. Esto no le quita al como león para el combate.
término cultura "la flexibilidadde un concepto que es simultáneamente Hawkesworth, 1999, pp. 4 y 5.
normativo y comparativo" (Strathem, 1995). Kohlberg sólo siguió la tendencia dominante. Jean Piaget, al ras-
Véase la crítica d e Mary Hawkesworth (1999) y el interesante de- trear el desarrollo d e las ideas de justicia (él decía que la moralidad
bate propiciado por su texto. consiste en sistemas d e reglas, y que lo que debe estudiarse es cómo
Un caso paradigmático d e esta postura es el libro de Chodorow llega la mente del infante a respetar esas reglas), también resolvió el
(1984) cuya popularidad fue impresionante. i hecho d e que las mujeres "no alcanzaran" los estándares existentes
Por ejemplo, para Chodomw las diferencias entre masculinidad y l del "desarrollo moral" eligiendo estudiar sólo a sujetos masculinos,
feminidad son resultado d e que las mujeres desempeñen el papel así basó su teoría exclusivamente en experiencias de varones.
d e madres; ella declara: "el hecho de que las mujeres hacen d e ma- Y una de las tres posibilidades que consigna el diccionario Simon
and Schuster's: 1. (gramatical) género; 2. (familiar) sexo; 3. (anti-
dres es el único factor de su subordinación y el más importante". gua) clase, especie (de Gámez, 1973).
La revista m/f se publicó e n Inglaterra durante ocho años, de 1978 Me refiero únicamente a In a Lhyerent Voice, ya que desde enton-
a 1986. Sus ensayos más importantes fueron publicados posterior- ces, ella misma ha ampliado sus formulaciones a la luz de las críti-
mente e n el libro d e Adams y Cowie (1990). cas que ha recibido (Gilligan, 1984; Gilligan, Ward y McLean Tpylor,
a Ems o he& e s el .término griego que se refiere a la manera d e ser, 1988).
al estado, la constitución, el temperamento y el hábito. 6Véase especialmente el apartado "El privilegio d e lo universal".
'Por eso e n su libro siguiente, Bodies tbat Matter(1993) responde a ' Para una antología de críticas feministas a Habermas ver Meehan
sus críticas planteando que, aunque jugar con el género es una es- (1995).
trategia para resistir el esencialismo, "los cuerpos' cuentan". Los tres órdenes lacanianos son: real, imaginario y simbólico. Lo
A la misma conclusión llega otro conocido antropólogo, Maurice
real es lo que no se puede describir, pero que se vive. Lo real no se
puede expresar con palabras. Véase la entrada "real" en el Dicciona-
Godelier, a partir de su investigación sobre los baruya. rio introductorio delpsicoanál~islacaniano de Evans (1337, p. 63).
La esencialización que se construye en tomo de la idea de "mujer" Edward Stein (1992) hace una cuidadosa revisión de las posibles
y de "hombre" se consolida básicamente en la oposición y contra- combinaciones entre cuatro categorías: esencialistas, constructivistas,
posición solidarias de lo femenino, encarnado en la figura de la voluntaristas y deterministas. Curiosamente, n o todos los
madre, por una parte, y lo masculino, representado en la figura del esencialistas son deterministas ni todos los constructivistas sociales
guerrero, por otra. son voluntaristas.
'O Ver la compilación d e Csordas (1994), especialmente su introduc- 'O Evelyne Sullerot (1979) señaló que "la profunda reticencia l a
ción, donde plantea al cuerpo como representación y como forma mayor parte de las veces cabe hablar sin exageración de rechazo
de ser e n el mundo. vehemente- ante la idea de hablar de genética sexual y, por lo
" Aquí vale la pena recordar cómo surge el psicoanálisis. En 1889,
tanto, de anclaje del sexo en lo 'dado', lo 'innato' más profundo,
procede de un miedo comprensible a que tal conocimiento tenga
como frutos sociales la detención del proceso de igualación de los
sexos".
" Freud utiliza inicialmente este concepto en Tres ensayos sobre
teoría sexual (1905) y veintidós años después compendia y amplía
sus anteriores concepciones e n el artículo Fetichismo (1927). Véase
el tomo xxi d e las Obras completas.
l2 Collier y Yanagisako (1987) han cuestionado el hecho d e que las
dicotomías analíticas que sostienen el análisis antropológico del
género estén organizadas jerárquicamente, por ejemplo, en la dis-
tinción producción/reproducción.