Este documento explora cómo los momentos de dolor y reflexión pueden ser oportunidades para enfocarnos en lo que es realmente importante en la vida, como la existencia de Dios y el significado de nuestra existencia. Sin embargo, es fácil volver a distraernos con las preocupaciones mundanas y rutinarias y descuidar estas preguntas trascendentales. Cada momento de nuestra vida debería ser una oportunidad para el crecimiento espiritual y acercarnos a Dios.
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Este documento explora cómo los momentos de dolor y reflexión pueden ser oportunidades para enfocarnos en lo que es realmente importante en la vida, como la existencia de Dios y el significado de nuestra existencia. Sin embargo, es fácil volver a distraernos con las preocupaciones mundanas y rutinarias y descuidar estas preguntas trascendentales. Cada momento de nuestra vida debería ser una oportunidad para el crecimiento espiritual y acercarnos a Dios.
Este documento explora cómo los momentos de dolor y reflexión pueden ser oportunidades para enfocarnos en lo que es realmente importante en la vida, como la existencia de Dios y el significado de nuestra existencia. Sin embargo, es fácil volver a distraernos con las preocupaciones mundanas y rutinarias y descuidar estas preguntas trascendentales. Cada momento de nuestra vida debería ser una oportunidad para el crecimiento espiritual y acercarnos a Dios.
Este documento explora cómo los momentos de dolor y reflexión pueden ser oportunidades para enfocarnos en lo que es realmente importante en la vida, como la existencia de Dios y el significado de nuestra existencia. Sin embargo, es fácil volver a distraernos con las preocupaciones mundanas y rutinarias y descuidar estas preguntas trascendentales. Cada momento de nuestra vida debería ser una oportunidad para el crecimiento espiritual y acercarnos a Dios.
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De pronto nuestra escala de valores se transforma: lo superfluo, lo
banal queda relegado a su justa subdimension y lo importante: la exis-
tencia de Dios, el bien y el mal, los valores espirituales, la verdad y el cuestionamiento existencial, aflora con toda su fuerza a su lugar prio- ritario. Son momentos de un terrible dolor, pero paradojicamente ferti- les para el espiritu del hombre. Nos damos cuenta que corremos tras la fama, la riqueza y los placeres m undanos sin quizas habernos pregimtados ni una sola vez si estas cosas son o no son reahnente im- portantes. Nos percatamos que al estar tan preocupados luchando por nuestras carreras o formando nuestras familias no nos quedo tiempo para hacemos las pregimtas mas trascendentes. Pero, ^cu^to tiempo dura todo este estado de reflexion^^ esta vital percepcion de la finalidad de nuestra existencia, infinitamente mas rea- lista que nuestra vision cotidiana? ^Cuanto tiempo nos !leva olvidar- nos de Dios, del sentido de nuestras vidas y volver a la normalidad de la rutina, a la comodidad intelectual que nos brinda la negacion de interrogantes? La pregimta es si mientras vivimos apaciblemente sabremos dotar de significado a nuestra existencia o seremos victimas de las distrac- clones fatales que desvian tanto nuestro atencion de su verdadero sen- tido. Esta en nuestras manos que cada instante de nuestras vidas pueda ser un logro espiritual. Que podamos abrimos camino hacia la conti- nuidad.
EL L U G A R D E C A D A V ID A
R laacob dijo en Pirk^ Abot, el tratado de principios judio;
"Es preferible un momento de Tor^ y buenas acciones en este mim- do que toda la vida del mundo por venir, y es mejor im momento del placer en el mimdo por venir que todo el placer de esta vida". Este mundo, en im aspecto, es superior al mundo por venir. Es pre- ferible im momento de crecimiento espiritual en esta vida a toda la vida del mundo por venir. Acercamos a Dios aqui, en nuestro mundo material, es ima condiddn excluyente para poder perdbir el resplan- dor de Su cercania en la prdxima vida. Cada M isvii, cada buena acd6n, cada psdabra generosa, cada plegaria pronunciada nutre nuestro espi-