Las Falacias

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UNIV.

DELIA CALDERÓN RAMOS


DOCENTE: DRA. KAREN MALDONADO
PARALELO: B PRIMER AÑO

GESTION: 2022
LAS FALACIAS
QUÉ ES FALACIA:

Se conoce como falacia al error, engaño, y falsedad para dañar a una persona, y


conseguir algo. El término falacia es de origen latín “fallacia”.

Como tal, la falacia argumentativa es la característica o propiedad de algo que es


falaz, es decir, que tiene la habilidad y la voluntad de engañar o mentir con el fin
de inducir en el error a otra persona. En el ámbito de la lógica, la falacia se refiere
a los argumentos que intentan defender algo que no es válido. En ocasiones, las
falacias se cometen con la intención de persuadir a otros para lograr un fin, como
otras veces se cometen sin intención, por ignorancia.

Con base a lo anterior, la falacia puede estar ligada a la falta de honestidad o


lealtad con el objetivo de obtener ventajas sobre otra persona, a través de
engaños o mentiras.

En economía, la falacia de composición consiste en inferir que un todo es


verdadero a partir de la veracidad de alguna de sus partes, por ejemplo: “las
piezas del celular no pueden romperse al caer al suelo, y por lo tanto, el equipo
electrónico no se puede romper al caer al suelo”, esto es una falacia ya que existe
siempre la probabilidad de que pueda romperse sus partes constitutivas.

Los sinónimos de falacia son falsedad, mentira, embuste, disfraz. No obstante, en


el ámbito de la filosofía, Aristóteles aborda la falacia como sinónimo de sofismo,
un raciocinio errado que intenta pasar como verdadero para engañar a otras
personas.

TIPOS DE FALACIA

 Falacia ad hominem, específicamente este tipo de falacia viene dada por la


falsedad o cuestionabilidad de la persona quien expresa sus argumentos, y no de
estos propiamente. Este tipo de falacia intenta desacreditar a la persona que emite
la afirmación ya que esta es expresada por quien sufre de la no credibilidad al
emitir cualquier juicio de valor u opinión.

 Falacia ad baculum, se caracteriza por el uso de la fuerza, amenaza o abuso de


posición. Por ejemplo: “A- los adolescentes no deberían de salir en la noche
debido a la inseguridad. B- yo tengo un hijo adolescente, y no me importa tu
opinión él seguirá saliendo de noche y disfrutar de su juventud". Se observa como
B hace uso de su abuso como padre de un adolescente

 Falacia populum, las premisas son consideradas verdaderas debido al apoyo de


una gran cantidad de personas que coinciden en la opinión de alguna cosa en
particular. Por ejemplo: “un negocio que venda comida rápida es considerada por
una masa de personas como la mejor cadena de comida”

 Falacia ad verecundiam, consiste en defender algo que es verdadero porque es


expresado por alguien que posee conocimiento en la materia.

 Falacia ad logicam, consiste en afirmar la falsedad de algo porque va en contra


del razonamiento lógico.

Falacia naturalista

La falacia naturalista es planteada por el filósofo inglés Henry Sidgwick, y conocida


por el también filósofo George Edward Moore.

Se comete una falacia naturalista al considerar que algo es bueno porque es


natural, con su origen en la física u otros criterios como hedonistas, metafísicos,
nacionalistas, entre otros.

HISTORIA

En los diálogos platónicos aparecen ejemplos de diversas falacias, si bien no se


hace una clasificación sistemática de las mismas. El Eutidemo discute una gran
cantidad de falacias e intenta llegar a conclusiones sobre su validez o invalidez. El
primer estudio más elaborado sobre las falacias se remonta a Aristóteles,2 quien
en un trabajo titulado Refutaciones sofísticas, identificó y clasificó trece falacias.

FALACIAS EN LA COMUNICACION

Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de


comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la
autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:

 Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o falacia ad hominem, esto


es, afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de
dirigirse a la veracidad de X.

 No ocuparse de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y


de hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este
último caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando solo una opinión, no
relevante, sobre la moralidad del otro.

Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.

Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al argumentum ad verecundiam o


falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico es el ipse dixit (‘él mismo lo dijo’)
utilizado en la Antigüedad para conservar intacto el pensamiento de Pitágoras. Un
ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que
deberías comprar/usar/apoyar solo porque tu famoso favorito lo hace.

Una referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser
un argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área
mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas
partes deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las
circunstancias. Esta forma de argumentación es común en ambientes legales.

Otra falacia muy usada en entornos políticos es el argumentum ad populum,


también llamado sofisma populista. Esta falacia es una variedad de la falacia ad
verecundiam. Consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y
deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. En cualquier
caso muchas veces la propia premisa de que la mayoría piense eso puede ser
falsa o cuando menos dudosa ya que, en muchos casos, dicha afirmación no
puede ser probada más que con algún tipo de encuesta que no se ha realizado.
En caso de ser cierto tampoco se justifica el razonamiento porque la mayoría
piense eso. Se basa en la falsa intuición de que el pueblo tiene autoridad: «tanta
gente no puede estar equivocada». Se suele oír con frases del tipo «todo el
mundo sabe que…», o «…que es lo que la sociedad desea», así como «la
mayoría de los españoles sabe que…».

Por definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero
muchas veces pueden ser (re) formulados de modo que cumplan un modo de
razonamiento válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa, esto
es, aquella que hace que la conclusión no sea firme.

EJEMPLOS DE FALACIAS

Veamos algunos ejemplos de falacias:

1. La falacia del hombre de paja

También conocida como “falacia del espantapájaros”, consiste en la


caricaturización, tergiversación y exageración de los argumentos del
adversario, para así sacarlas de contexto y que sean más fáciles de rebatir, cosa
que no sucedería si las enfrentamos a través de un razonamiento lógico
verdadero.

Su nombre proviene del hecho de que antiguamente se empleaban muñecos


hechos de paja para entrenar a los soldados en el combate, ya que los primeros
son inmóviles y fáciles de abatir.

Por ejemplo, imaginemos que alguien aboga por la legalización del aborto,
argumentando que es un hecho que ya ocurre en la sociedad y que requiere de
ciertos controles. Otra persona puede tratar de refutar ese argumento acusándolo
de querer legalizar el robo y el asesinato después.

El problema está en que la falacia no enfrenta lógicamente los argumentos a favor


del aborto que se le esgrimen, sino que inventa unos argumentos más fáciles de
combatir y arremete contra ellos, achacándoselos a su contrincante.

2. La falacia del francotirador

Esta falacia adquiere su nombre a partir de una anécdota, real o no, en la que un
supuesto francotirador disparó varias veces contra un granero en Texas, Estados
Unidos, y posteriormente dibujó una diana de tiro en su superficie, para así
aparentar que cada disparo había sido perfectamente planificado y demostrando
así su pericia con el rifle.

Similarmente, quien emplea esta falacia maquilla, adecúa o manipula la


información para producir un sentido a posteriori, y que parezca que todo es
producto de una conclusión lógica, hallando patrones donde no los hay, a
conveniencia.

Supongamos que alguien camina de noche y se encuentra un billete en el suelo.


Lo toma y mira hacia arriba, y le parece que las estrellas forman una flecha
señalando hacia el billete, así que decide que quien siga esa flecha, conseguirá
dinero regalado. Cuando alguien pone en duda que eso sea cierto, le muestra el
billete encontrado como evidencia.

Obviamente, un evento único no sirve para determinar un patrón, y la existencia


del dinero encontrado no prueba automáticamente sus causas, como las dianas
pintadas por el francotirador no demuestran que tenga buena puntería.

3. La falacia ad hominem

Su nombre en latín significa “contra el hombre” y quiere decir que, en lugar de


combatir las ideas del argumento, se combate a la persona que los propone,
dándolas así por inválidas mediante un razonamiento nada lógico. Es una falacia
sumamente común en distintos ámbitos de debate, sobre todo en la política, en la
que es común desvirtuar públicamente a un individuo para así desvirtuar también
sus ideas.

Por ejemplo, supongamos que un político propone una ley tributaria nueva, y en
lugar de combatir lo que la ley propone empleando argumentos que tengan que
ver con lo tributario, lo político o lo económico, sus adversarios le respondan
acusándolo de golpear a su mujer.

Sea o no cierta esta última acusación, por sí sola no dice absolutamente nada
sobre la ley tributaria y por ende no sirve para oponerse a ella, dado que la
popularidad o la moralidad de quien la propone no viene a cuento.

4. Falacia de la generalización apresurada

Consiste, como su nombre lo indica, en un procedimiento de extrapolación


o generalización que no se sostiene en premisas lógicas, sino que se da de modo
arbitrario, esto es, sin tener pruebas suficientes. Generalmente, estas
generalizaciones conducen a malas inducciones y conclusiones erróneas, de
modo que podemos considerarla un razonamiento inductivo falaz.

Imaginemos, a modo de ejemplo, que alguien adopta un gato, y que su mascota


demuestra una afición por comer chocolate. Entonces, generalizando
rápidamente, la persona decide que a los gatos les gusta el chocolate, sin
detenerse a pensar que quizá sea sólo a su gato al que le guste el chocolate, o
que tal vez a algunos gatos les guste y a otros no.

Falacias formales e informales

A lo largo del tiempo, las falacias se han clasificado de muy distintas maneras,
siendo la primera la que mencionamos al principio, obra de Aristóteles. Sin
embargo, más común hoy en día es la clasificación que las distingue entre falacias
formales e informales.
 Falacias formales. Son aquellas cuya invalidez puede demostrarse al revisar
las formas, o sea, el procedimiento lógico mismo, mediante pruebas de validez.

 Falacias informales. Son aquellas cuya invalidez no radica tanto en lo formal,


o sea, en el método de razonamiento, como en el contenido de los argumentos
o la intención con que se formulan.

Falacias y sofismas

La diferencia entre falacia y sofisma era común antiguamente, pero hoy en día se
encuentra en desuso. Se basaba en las intenciones de quien lleva a cabo el
razonamiento inválido. De modo que, si esta persona no tiene intención alguna de
mentir, sino que simplemente se equivoca, estamos en presencia de una falacia.

Por el contrario, un sofisma existe cuando una falacia se emite con mala intención,
o sea, a sabiendas del error lógico. Sin embargo, no siempre es posible
determinar las intenciones de una persona a partir de lo que dice, de modo que
esta diferenciación puede no ser tan útil como al principio aparenta.

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