Dialnet LosRetablosBarrocosEnLasCatedralesEspanolas 233912
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SUMMARY
Amongst the irnqirestionablerichness ojihe examples ojaltarpieces that the baroqtre period oljers, ihose thot are,/oiind
in the caihedrals, in ihe main chapels. in oiher places or secondary chapels are rhe mosr important. The airthor anali-
.res the,/brms irsed in al1 of'ihesecoses, iheir iconographical conteni and fries to explain ihe moiives oj'their location. A
ivide varieiy ?/!ipes relaied niih iheirfiinciion are identified, amongst those are ~abernacles~for ihe chapels dedicaied
ro snints ii.hich conserve iheir relics, relic altarpiece.~,designed io preserve and exhibii ihem, ihe greai wall groiips o/
pcrinling and ~crrlpiirre(or a nziriirre of.boih) ihai are placed in the presbyiery like un open book wiih a didaciicfiinc-
!ion. or those ihai are niode io dignify an old image with miracrrlorrs qiraliiies or ihose dedicated io the Virgin in her
~,crriorrsgi~ises.Also the conflict oj'paironship in Spain is annlped dirring ihe 17ih centirry ihrough ihe existente or no!
o/ //le corresponding forins qf ihe Viigin in ceriain cathedrals, and o/'course iheir posiiion in a prominent or secondary
place as ii~ellas ihe places of'greaier iranscendence srrch as: ihe presbyiery, ihe ceniral chape1oj'the apse aisle, !he /ron-
.srpi. /he reirochoir ondfinolly greaier or lesser proximiiy io ihe main chapel.
Es muy cierto que todas son distintas entre si, pero también que han tenido un denominador
común y ese ha sido: la continuada actividad artística que se ha llevado en ellas en cualquier
tiempo pasado y sobre todos ellos, en los siglos del barroco'. Por lo limitado del título del pre-
sente articulo no podemos ahora entrar en pormenorizar todos los puntos de interés que se des-
prenden del estudio global de este periodo en las catedrales españolas y nos vamos a acercar, tan
sólo, al mundo del retablo que, si ya de por sí es de trascendental importancia en el barroco espa-
ñol, en el ámbito de las catedrales llega a los niveles más altos de variedad formal, abundancia
numérica, calidad de factura y riqueza iconográfica. Desde luego no podemos entrar y tampoco
es objetivo de estas breves páginas, en analizar esa variedad formal apuntada pues ya hay estii-
dios que permiten aproximarse a ello con el método adecuado?, ni vamos a enumerar los muchí-
simos ejemplos que podríamos para reforzar cualquiera de las afirmaciones que aquí se hagan y
en cuanto a la calidad, tampoco merece la pena ahora resaltarla pues es en todos casos la mejor
posible en el lugar y momento en que se hizo la obra, ya que siempre se contaba con los mejo-
res profesionales habida cuenta de que tenían que satisfacer a los mas exigentes clientes.
No cabe duda de que al llegar a las últimas décadas del siglo XVI las catedrales españolas
de origen medieval habían sido ya dotadas de sus retablos, tanto del mayor como de las capillas
secundarias, y de que serían de buena calidad y formato; afortunadamente quedan aún ejemplos
de ello en los presbiterios, siendo espectaculares, los de Sevilla, Toledo, Palencia, Orense,
Oviedo o un poco más tardíos: Astorga, Burgos y santo Domingo de la Calzada o por abreviar,
10s alabastrinos de Damián Forment de las catedrales aragonesas. Peor suerte han tenido los de
capillas laterales que, aunque alguno quede in situ, han sido sustituidos la mayoría a lo largo del
tiempo por otros nuevos, mas modernos, y vistosos, que han hecho desaparecer los anteriores o
trasladarlos a otros templos o lugares para terminar ahora, la mayoría de lo subsistente, en los
museos diocesanos o catedralicios.
Sin embargo había aun muchas catedrales de las iniciadas a finales del gótico o ya en el rena-
cimiento que para los años de comienzos del siglo XVII carecían de ellos o no contaban con
I Esto se hace muy notorio en algunos casos como el de Santiago de Conipostcla, cstudiado por G A K C ~ AICLL-
SI AS. J.M., 1: caiedral de Saiiiiago e o harroco, Santiago de Compostela, 1990, así corno eii el fasi~iosoimafronte de 1;)
catedral d c Murcia, también estudiado por HERNÁNDEZALBALADE.10, E., Ln,/¿rchrirlride Iri coierlral de A,Iiiirici,
M~ircia1990. Pero falta abordarlo en estudios de conjunto para poder comprcndcr rnelor el alcance del feiióiiieiio. Algo
ine aproximé a ello, aunque muy centrado en la catedral de Oviedo, mediante la coinunicación: KAMALLO ASENSIO,
C., "Transformaciones niorfológicas y de significado en la catedral de Oviedo durante los siglos del barroco", Acias (le1
I Congresso do Barroco, Oporto, 1991. Pero tras esa primera visióii. converti el tcnia en objetivo prioriiario de mi iiivcs-
tigacióii y lo presenté como proyecto (muy avanzado) para el concurso de cátedra de Murcia en Abril d c 1992. Con esie
tenia también organicé y dirigi un Curso de Verano en Avilés, en Julio de ese niisino año.
2 Practicamente desde todas las universidades españolas se han abordado estudios parciales del retablo barroco,
bien como objeto aislado, bién ligado a la escultura, que se han visto luego publicados en trabajos firmados por: PALO-
MIZKO PAKAMO, PE N A VELASCO, POLO FERNÁNDEZ, RAMALLO ASENSIO, RAYA RAYA, Además son iniiii-
merables los artículos publicados sobre ejemplos concretos o sobre artífices que sc han ocupado del retablo; Lin b~ieii
cjemplo del interés suscitado por el tema lo puede proporcionar el número monográfico de la revista It~irifi~oii/c, N", dcl
Departaniento de Historia del Arte, de Murcia (1992). Y por último hemos de señalar el estudio d c conjunto de MAKT¡N
GONZALEZ. J.J., E l reiahlo harroco eri España, Ed. Alpuerto, S.A., Madrid, 1993.
LOS RETAIII OS BARI<OCOSEN LAS CATEDRALES ESPANOLAS
todos los deseados y por tanto podían convertirse en idóneos receptáculos de novedades, tanto
i n lo formal, como en nuevos programas iconográficos. Esto propicia que desde principios del
siglo XVII y con el 1engua.je inicial del barroco, podamos señalar algún imponente retablo mayor
en catedrales españolas como por ejemplo los de Barbastro, Tarazona, Jaén, Sigüenza, Calahorra
o Plasencia, que se sitúan cronológicamente dentro del primer cuarto del siglo3 y que allí apa-
rezcan los muevos temas iconográficos consolidados tras el Concilio de Trento, así como los
santos de moda por lo reciente de su canonización o por servir de apoyo a las nuevas ideas (peni-
tencia, p.e.). Pero estos son una mínima muestra de todo lo que se va a obrar en el barroco para
las catedrales. En estos siglos, además del gran retablo mayor se verán proliferar las grandísi-
inas, muy imaginativas y riquísimas «composiciones retablísticas)) en las capillas de la fábrica
primera y en otras, generalmente de mayor tamaño, que se construyen de nuevo más o menos
integradas en el espacio catedralicio. En varios casos se levanta girola con capillas en catedrales
que no la tenían de origen (Sigüenza, acabada en 1606; Calahorra, 1595-1614; Oviedo, 1621-
30; Orense, 1615-30) y en esos nuevos espacios se hace el más lujoso despliegue de fantasía.
También se hacen nuevas capillas en el claustro, o se agrandan y renuevan las antiguas, que asi-
mismo acogen los nuevos retablos de formas modernas e iconografías al uso. Y por fin, se ubi-
carán en los brazos del crucero como lugar preferente sólo supeditado al altar mayor, también en
el trascoro, elemento en auge, y por último en las sacristías que muchas veces hacen las veces
de relicarios.
Pero estos lugares guardaban un orden de importancia que era fielmente respetado, ubican-
do 10s retablos en uno u otro lugar según la advocación elegida y el comitente que hubiese tras
él. Como es lógico el lugar principal es el presbiterio y por ende el retablo mayor el más desta-
cado; le siguen en importancia las capillas colaterales o, en caso de que no las haya por existir
girola, los espacios adyacentes del crucero y la capilla central de la girola. Pero a poco de comen-
zar el siglo XVII el trascoro, antes espacio relegado y abierto en su parte central para facilitar la
procesión se erige en zona privilegiada al tiempo que se cierra definivamente, ofreciendo así una
superficie idónea para ser ocupada por retablo que acoja advocaciones muy destacadas (Sevilla,
1619-1631; Burgos, 1619; Murcia, 1626 o Sigüenza, 1665)4para advocaciones muy destacadas.
Tras estas zonas venían las capillas laterales y las de la girola que normalmente se moderniza-
ban o si el patrón podía y era lo más deseable, se ampliaban, llegando a alcanzar muy grandes
dimensiones con lo cual pasaban a ser un espacio destacado para acoger cualquiera de las advo-
caciones más trascendentes que se quisiera ensalzar en el momento.
3 E1 retablo de Barbastro se hace entre 1600 y 1602 por los maestros: P. Aramendia, J.M. Orliens y P. Martinez de
Calatayud; véase: IGLESIAS COSTA, «La catedral de Barbastro)) en Las caiedrales de Aragón, 1987, 202 a 205. El de
Tarazona entre 1603 y 1614, siendo sus autores el emsamblador Jaime Viñola y el escultor Pedro Martínez; ver:
BORRAS GUALIS, G.M., «La catedral deTarazona» en Las caiedrales deAragón, 1987, 131-132. El de Jaén es ahora
de finalei del siglo XVIII, pero incorporó las esculturas del anterior, obra de Sebastián de Solis, GALERA ANDKEU,
Ln cniedrnl de Jaén, Everest, 1984. El de Sigüenza fue obra de 1610, realizada por Giraldo de Merlo; M A R T ~ N
GONZÁLEZ, Esculii~rnbarroca en España, 1983, 284. El de Córdoba fue realizado en 1618 y según las trazas de
Aloiiso Matías, S. J.; En Calahorra, Argüello y Juan Bazcardo comenzaron el retablo mayor a partir de 161 8, dándose
por concluido en el 40. Y en Plasencia, Alonso de Balbás trazó su arquitectura, encargándose la escultura a Gregorio
Fcrnáiidez en 1625; M A R T ~ NGONZÁLEZ,Escirliura barroca en España, 1983, 52 a 57.
4 RlVAS CARMONA, J., Los trascoros de las catedrales españolas: esiildio de irna tipologia arqiriieciótiicn,
Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 1994.
GEKMAN RAhlALLO ASENSIO
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5. M A R T ~ NGONZALEZ, J.J., ((Nuevas noticias sobre el retablo mayor de la catedral de Plasencia (Cácei-es))),
B.S.A.A., 1975, p. 297.
LOS RETABLOS BARROCOS EN LAS CATEDRALES ESPANOLAS 55
vas ideas del pensamiento religioso, además de los que se hacen para sustituír a los antiguos bus-
cando con ello la máxima monumentalidad y prestancia.De entre los primeros destacamos dos
ejemplos interesantes: el de la Redonda, concatedral de Logroño, y el desaparecido de la cate-
dral de Murcia. En el primer caso, un relieve del Arbol de Jessé de hacia fines del siglo XV, sirve
de tabla central a una grande y rica arquitectura de columnas salomónicas sobre ménsulas vola-
das y con abundante y muy crespa decoración que sustenta un crucifijo en el ático, también de
estética tardogótica. El ((arreglo))modernizante se llevó a cabo entre los años 1684 al 88 y lo
financió D. Juan Bautista de Espinosa, canónigo en la entonces colegiata6. Y en cuanto al de la
catedral de Murcia, desaparecido en un incendio de 1854, también se vio enriquecido por un fas-
tuoso tabernáculo que albergaría un arca de plata en simulación del ((Arca del Testamento)), en
el que irían los cuatro evangelistas, ademas de ((nubes, rayos, serafines y querubines)); el encar-
gado de su traza y realización fue el marsellés establecido en Murcia Antonio Duparc, se hizo
en 1722 y fue financiado por el chantre D, Francisco Lucas Marín y Roda7. El segundo caso lo
inlustra de manera espectacular el ejemplo de la catedral de León que aun hoy podemos calibrar
por documento gráfico antiguo (pintura del convento de monjas de Villalpando), y en parte, por
los restos que se conservan en la iglesia de capuchinos de la misma capital (lám. 2). Lo trazó
Narciso Tomé en 1738 y dirigió su materialización Simón Gaviláng. Pese a que cuando se aca-
bara despertaría la misma admiración sin limites que producía el transparente toledano, a los
pocos años iba a ser la obra más denostada por los neoclásicos (Ponz, sobre todos), pero lo cier-
to es que revisado con la perspectiva del tiempo hemos de lamentar su pérdida pues es culmina-
ción de la fantasía y lujo barrocos y desde luego un gran acierto de diseño para el lugar a que
iba destinado.
Hubo también proyectos de envergadura que se frustaron como sucedió con el retablo mayor
de la catedral de Bilbao: en 1740 se desmontó el antiguo retablo de los Beaugrant con el fin de
hacer uno de cascarón que cubriera todo el presbiterio, pero hasta entrado el siglo XIX (1 805)
no se pudo llevar a cabo y para entonces ya se había variado de moda estéticag.
Hay vanos y buenos ejemplos de retablos tabernáculo en las catedrales españolas que por lo
general están ubicados en las capillas dedicadas a algún santo del que se guardan importantes
reliquias. Sin duda el que motivó su uso fue el de S. Pedro de El Vaticano, resuelto como balda-
quino sobre las reliquias de S. Pedro. Sin embargo también los podemos encontrar utilizados en
la capilla mayor y con diferentes funciones. El primero a considerar es el de Santiago de
Compostela que se idea como lógica emulación al de Roma ya que había de cubrir el lugar de
reposo del cuerpo santo del Apostol Mayor, evangelizador de España. Las primeras trazas dadas
con carácter definitivo se remontan a 1664 y se deben a Francisco de Antas, aunque se conoce
dibujo propuesto por el mismo canónigo Vega y Verdugo que refleja un recuerdo a la cúpula vati-
cana y antes también las había suministrado Bernardo de Cabrera; al final Domingo de Andrade
guiado por el canónigo sena el encargado de materializar la obralo.
Otra muestra muy efectista es el retablo que, a modo de baldaquino ((aplanado))se hace en
1766 en la renovada capilla mayor de la catedral de Lugo. El proyecto del conjunto fue del ige-
niero francés Carlos Lemaur, el del retablo de Pedro Ignacio Lizardi y su realización de José
Eleixaldell. Pero aquí la diferencia fundamental con Santiago estriba en que está destinado a la
exposición y adoración continuada del Santísimo Sacramento y en lugar de concebirse como un
dosel sostenido por ángeles en vuelo, como la visión de un prodigio celeste, materializado en
madera dorada, se hace con firmes columnas de piedras duras que albergan la gloria y acogen a
los ángeles en perpetua adoración. Pese a la fecha tan tardía en que se realiza aun queda refleja-
da la estética barroca en el remate de tornapuntas y la policromía general de los materiales. En
8 ALVAREZ , E, «La Pulchra leonina y su retablo de la Capilla Mayor)), Archivos I.eoneses, T.6, p. 94, 1952.
PRADOS G A R C ~ AS.M.,. «El retablo mayor del siglo XVlll de la catedral de León)), A.E.A., pp. 329-350, 1982.
9 M A R T ~ N E ZTeodoro;
, Basilica catedral del Señor Santiago de Bilbao, Caja de ahorros de Vizcaya, Serie Roia,
1982.
10 G A R C ~ AIGLESIAS, Sosé Manuel, A catedral de Sat~tiagor o barroco, Colegio Oficial de Arcluitectos d c
Galicia, Santiago de Compostela, 1990. En este importante libro se recoge y analiza la información aiitcrior, así como
la nutrida bibliografía que la ha generado.
I I VÁZQUEZ SACO, F., La cotedral de Ligo, Lugo 1953. CHAMOSO LAMAS, M., La catedral de Ltrgo, col.
Catedrales de España, Everest, León, 1983.
[.OS l<I;rABLOS RhRROCOS E N LAS C A l tUI<ALES ESPANOI.AS 57
lo alto se ubica la Asunción acompañada por un coro angélico que ocupa las cornisas del pres-
biterio.
También el de la catedral Tui, formado por seis sólidas y monumentales colunmas está pen-
sado para acoger al Santo Sacramento y sostener en su parte superior la imagen de la Asunción.
Se hizo en 1680 y luego se completó en 175512. Sin embargo el que ocupa el presbiterio de la
' de Badajoz, de fastuoso diseño barroco como corresponde al 1708 en que fue realizado, se con-
vierte en receptáculo de una numerosa corte de santos, ángeles y virtudes de entre los que des-
tacan el S. Juan Bautista, titular de la catedral que ocupa el ámbito inferior y la Inmaculada que
se ubica en el superior (lám. 3). El tabernáculo se completa con fondo de madera tallada profu-
samente decorada con talla de tema vegetal, pero se independiza de tal fondo por su escala y cali-
dad. Se diseñó y talló en Madrid por Ginés López y de allí también llegó la preciosa escultura
de S. Juan Bautista, atribuída desde antiguo a Juan Alonso Villabrille y Ron, pero aun acoge a
S. Pedro y S. Pablo, S. Francisco Javier y S. Antón, y unas virtudes en la parte alta. Así pues es
éste un caso peculiar en el que se ha querido voluntariamente un tabernáculo, soporte de santos
pero desprovisto de las otras altas funciones antedichas.
Antes de abordar esta última modalidad conviene hacer una precisión para que quede bien
definida el nuevo tipo a que nos queremos referir. Es bien sabido que en el retablo barroco
adquiere un protagonismo y trascendencia creciente el sagrario expositor (custodia expositor se
le llama en algunos documentos de la época) y ello desde el ejemplar n~odelode El Escorial
hasta llegar al fastuoso de san Esteban de Salamanca, pero lo que se propone en la gran roton-
da-presbiterio de la catedral de Granada es otra cosa muy distinta y que tendrá sus secuelas en
otras catedrales andaluzas.
Como sabemos ese espacio se había diseñado así para servir de adecuado panteón al cuerpo
del emperador Carlos 114si bien el proyecto quedó fiustrado por la humilde decisión del usuario
de retirarse a Yuste, seguida de la de su hijo de materializar El Escorial. Con ello quedó sin sen-
tido esa imponente rotonda, centrada por el baldaquino en que se había de exponer la Eucaristía
y rodeada de arcos vacios. Estos se habian llenado con grandes lienzos de tema mariano pero.
una vez pasada la mitad del siglo XVII y con la catedral casi concluida, se sustituyeron por los
que pintó Alonso Cano (1652-64) y con ello se dió la dignidad artística necesaria a ese gran pres-
biterio. Los cuadros son de 4'51 por 2'52 m., sin contar sus grandes marcos dorados y, junto a
los más pequeños que se colocan en los plintos de las columnas y sobre los arcos del deambu-
latorio (Bocanegra, Juan de Sevilla), forman un colosal retablo de pintura como remate final del
15 WETHEY. I I.E., Alonso Cano. Pinto< escitltor y aryiiitecto, Alianza Forrna, 1983. NIETO ALCAIDE, V. Los
vidrieras de In cnteclral de Grattndn, Granada, 1973.
16 MEDINA CONDE, C., La Ctrtedral de Málaga, Imprenta El Correo de Andalucía, Málaga, 1878 (Ed. Fdcsimil
con introduccióii de Rosario Caniacho Martínez, Editorial Arguval, 1984). CAMACHO MARTINEZ. Rosario,
Arqiiitectiira y sirnholo. Iconografía de lo Catedral de Málaga, Málaga, Real Academia d c Bellas Artes d e Saii Telnio,
1988.
17 Obra citada. pág. 37.
G E R M A N K A M A L L O ASENSIO
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Ciriaco y Sta. Paula, patronos de Málaga y las otras: Abraham, Moisés y David, el Bautista y los
cuatro Padres de la Iglesia.
De esta forma, se materializaba la idea con la que luego se complementaría el presbiterio de
Granada, pero a su vez pasaría a Málaga la del baldaquino centrando el espacio aunque su rea-
lización se demoró en el tiempo tras un par de fallidos intentos anteriores18 y no pudo materia-
lizarse con el tamaño y nobles materiales que ahora muestra hasta después de 1797 en que fue
diseñado por el arquitecto de la Academia de San Fernando, Silvestre PérezlO.
El caso de la Capilla Mayor de la catedral de Almería pese a ser ya un ejemplo tradío es inuy
armonioso y rico. El presbiterio era ciego pero a principios del siglo XVIII (1709) y por deseo
del obispo Fr. Manuel de Santo Tomás se abrieron los cinco arcos que lo comunican ahora con
el deambulatorio y lo asemejan a Granada20. También aquí se rellenan con pinturas los dos
pisos que hay sobre ellos y se adornan con muy ricos marcos dorados (1755, Antonio García,
pintor), si bien la calle central se resuelve en escultura, ubicando dos relieves: de la
Encarnación y Calvario, restos procedentes del retablo que se hizo para este mismo lugar en la
primera década del siglo anterior; con estos ingredientes y los magníficos marcos dorados se
consigue el aspecto más típico del retablo español. También aquí juega un importante papel el
tabernáculo que ocupa el centro del espacio y sigue la línea de concepción del presbiterio vista
en Granada o Málaga. El que ahora vemos se hizo veinte años más tarde que la decoración pic-
tórica: 1773-77, pero está sustituyendo a otro más antiguo de madera. Su autor fue el mismo
Eusebio Valdés que materializó el trascoro, diseñado por Ventura Rodríguez, si bien aquí se
nota mayor pervivencia de la estética barroca; se usan también preciosos mármoles polícromos
y acoge a la Inmaculada y Salvador, más un cortejo de otros seis santos, todos ellos en blan-
quísimo mármol21.
Y por fin, también la catedral de Guadix adopta el mismo sistema de ordenación de su capi-
lla mayor que está asimismo diseñada a base del semidecágono de lados calados por arcos abier-
tos al deambulatorio. Sobre estos se ubican pinturas con los misterios gozosos de María y ante
el arco central el tabernáculo de ricos mármoles, diseñado por Francisco Moreno y realizado por
18 Scgúii MEDINA CONDE, op. cit., p.44, priniero se pensó en un retablo aunque no sabenios que foriii:i y iihi-
cacióii pudiera tciicr: «En 1579 vino de Sevilla el escultor Uaptista Vazquez y dio la traza para el priiiier retablo dcl Alt:ii-
Mayor...)) Si bien mas adclante (p.47) dice que en «1583 trazó Arbasia el Taberiiáculo para quc sc hiciese de niirniol ... »
y afiade: «no sabemos si se concluyó este Tabernáculo: en cuentas de 1586 h . k l 588 suena hccha la pentia de el y los
dos balaustres de fierro para sostenerla: que son al parecer la que sostenía el Tabernáculo antiguo de madera de cedi-o
que se hizo eii 1667 y que trazó el célebre Cano Racionero de Granada: de lo que se puede infcrir no sc concluió y quedó
solo hecho el pedestal)). Este segundo tabcrnáculo se ha identificado por M A R T ~ N E ZCHUMILLAS, Alonso Cnrio,
1948, pp. 397-98, en el reproducido por ~ Á N C H E ZCANTON, Dibi,jos espiiñoles, vol IL: 1930, Iáii. 344, aunque
LLORDEN, I'i11lore.r. y dorodores mcilag~reños..., 1659, p. 109, afirma que el sagrario de la catcdral de Málaga era de
Francisco Diaz del Ribero. Recogido por WETHEY, H.E., op. cit., pp. 96, 174, 183 y 197.
19 CAMACHO M A R T ~ N E ZR., , op. cit., p. 44 y «Arquitectos de la Acadeinin de San Fernando cn Málaga eii el
siglo XVI I 1)) comunicación al V C o n g r e ~ ode Acamias de Andalircia, Málaga, Octubre, 1987.
20 TORRES FERNÁNDEZ,M.R.,»EI ciclo de pinturas marianas dc la capilla iiiayor de la catedral de Almcría.
Ciilniinación de un programa de valor hist»ricista», Ciiadernos de Arte e Iconogr(r/ía, Actas de los 111 Coloquios dc
Iconogratia, Madrid Fundación Universitaria Española. MAdrid 1993.
71 RODR~GUEZ,J.,RAMOS,L., LÓPEZ,N., ~ Á N C H G ZN,, , La cntedrcrl de Al177erW, Everest, Lcón. 1975
NICOLAS M A R T ~ N E ZM.M., , «El obispo Sanz y Torres y las obras de su ineceiiazgo en la catedril de Aliiieria),
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LOS ICE'I'ABI.OS BARROCOS EN I AS CXTEDItALES ESPANO1,AS 61
RETABLOS A LA VIRGEN.
22 ASL<NJO,C.,Ln co/t~drrrldeGiindix, Granada, Aula de Cultura, 1977. COMEN MORENO CALERA, J.L., <<La
catedral de G~iadixcii los sislos XVI y XVII)), Clindernos deAvle de la Utiiversidadde Granada, XVIII, 1987.
23 SÁNCIIEZ ROJAS. M.C., «La capilla del trascoro de la catcdral de Murcia)), Hoinenaje rilprof: Jiitril 7i>r.i.<~
Ii~rr/t~.s,
Univci-sidrid de Miircia. 1987, pp. 1535-1545. RIVAS CARMONA, J., Los /rriscoros de Inr crr/edrcrles esptrfio-
las: e.~/iitliode iriio /ipologitr c7rt/iii/ectónicri, Universidad de Murcia, 1994, pp. 123 a 125.
24 Quizás iiiios años antes, entre el 22 y 26 se Iiizo también el rctablo c imagen de Santa Teresa qlic nos sir1.c para
relacionarlo con el cjeiiiplo sig~iieiitedc Ovicdo y lucgo trataremos con mas detenimiento. VELADO G R A N A ,B., Ltr
tlr /ts/orgn y .sir nrir.sc,o, Astor:;i. 199 1, pp. 147- 153.
ca/t~tli~ol
GERMAN RAMALL.0 ASENSIO
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25 BOUZA BRtY, l., «Los altares del cucero de la catedral de Oviedo... », Bol. del I.D.E.:l.. n" 20, Oviedo, 1953.
RAMALLO ASENSIO.G., «Transformaciones niortológicas y de significado en la catedral de Oviedo durante los siglos
clcl Barroco)), Actas del Congreso Interiiaciorinl do Barroco, Porto, 199 1.
26 SEGURA S I M É N E Z ,S.A., Diego C~rporrrdondoy el arte barroco .v rococfj eri Ccilnl~oriil s i l c~oi,i<ri.cci,
Logroiio, 1994.
27 DURAN GUDIOL, A,, Historia de In catedral dv Hiiesca, Instituto de Estudios Altoaragoiieses, Diputacióii dc
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28. VPase nota 22.
29 MADURELL MARIMON, S.M., Ln cnpilln de In Iiiii~cicirladnCor~cepcio~i de Irr Seo [/e Tnrrngorln, Iiistit~iiodc
Est~idiosTarrncorienses, Sección Arq~ieologíae Historia, no 2 1, 1958. MARTINELL, C., Arq~iileclirrrri escirll~i,iihor,r>-
yires n C n l n l ~ / r ~vol.
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I OS RIiI,ZLILOS BARROCOS t N LAS CATEDRALES EII'ANOLAS 63
con~parableal recién citado retablo de Oviedo que en 1739 sustituyó al primitivo de mediados
del XVII. Y la de la catedral de Teruel en capilla de planta de cruz griega, centrando su girola;
aquí se sustituyó a la Virgen del Pilar para la que, en verdad, se eligió este lugar en 1727, ya que
en 1738. por deseo de obispo (y no de Cabildo) se materializó la importante capilla que sobre-
sale con mucho la estructura del edificio y en retablo salomónico de complejísima iconografía
se colocó a María Inmaculada30. Y para rematar la serie citaremos a la, ya neoclásica e impo-
nente, de la catedral de El Burgo de Osma, también conocida como capilla del Venerable
Palafox, trazada en 1772 por Juan devillanueva y concluída por Francisco Sabatini; en este caso,
por la fecha y moda impuesta, se imponía un retablo de arquitectura en piedra y así se hizo31.
Caso aparte son estas dos advocaciones ya que están estrechamente relacionadas con los con-
flictos de patronazgo que tanta importancia tuvieron en el siglo XVII. Santa Teresa llevaba con-
sigo la implantación honrosa de la Virgen del Carmen y así se ve en la pareja de retablos con
bellas imágenes de Antonio de Paz que se colocaron en las capillas de la girola adosadas a los
brazos del crucero de la catedral de León y asimismo aparece muy destacada la Virgen del
Carmen en el crucero de la catedral de Orense Pero el patronazgo de santa Teresa hacía sombra
al ya legendario de Santiago y su aliada, la Virgen del Pilar, por lo que será dificil encontrarlas
con igual rango en el mismo recinto. Logicamente esta última tendrá un gran auge en la catedral
del Santiago32, donde se hace capilla propia y el vanguardista retablo pétreo de Domingo de
Andrade - Casas-Novoa (1696- 17 15). Es también importantísima la presencia de esta Virgen en
La Seo de Zaragoza (d. 1695), así como en las catedrales de Albarracín (1748) y Jaca, algo muy
lógico tratándose de catedrales aragonesas3', pero asimismo vemos la gran trascendencia con-
cedida en aquellos lugares alejados del lugar del milagro e incluso sin ninguna conexión con el
Camino de Santiago, pero donde, en cambio, predomina el poder de la Orden de Santiago como
es el caso de la Catedral de Cuenca, donde en fecha ya tardía (1769) se levanta una preciosa capi-
lla de estética rococó, financiada por el canónigo Diego Liizando y el cabildo y realizada por
Martín de Aldehuela y en ella se entroniza una copia de la Virgen de Zaragoza, o asimismo el
de Ciudad Rodrigo, también en noble y grandiosa capilla añadida, qiie se debe al deseo del obis-
po aragonés D. Clemente Comenge (1735), cuya devoción se concretó en la proclamación de
fiesta con novena y sermón y materializó en la construcción de grandiosa capilla con muy bello
retablo rococó de muy fino diseño y delicada factura34.
30 SEBASTIAN LÓPI:Z, S.-MART~NEZPÉREZ, J?, ((Catedral de Teruel)) en: A.A.VV. Las caiedrnles de
Arolgíjr~,Zaragoza, 1978, pp. 155-1 82.
31 CllUECA GOITIA. E, «Juan de Villaiiiieva cii la capilla del Venerable Palafox y la sacristía de la catedral de
I3~irgod c Osma)), A~.qrrii'ciirt.o, n" 233. 1983. pp. 34-37.- ALONSO ROMERO, J., «La capilla de Palafox. virrey dc
Mkxico en la catedral de Burgo de Osiiia», Crliiheria, XLII, 1992, pp. 53-82.
32 GARCIA IGLESIAS, J.M., obra citada en la nota ti" 1.
33 A A.V;V, Los cniedrt~lesde Arri,ycjri, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragóii y Rioja, Zaragoza, 1987.
3 3 I I E R N Á N D E ZVf:(;AS, M.. Ciitdnd Rodi-i,go la caieíirai y In ciirdrrd, l o edición 1935; Facs. Excnio. Ciibilclo
de la Catedral, 1982. LOPEZ SIhlON. II.. Lrr catedrrrl de ciitdad Rodrigo, Cabildo Catedral de Ciudad Rodrigo, 3" edic.
1903.
LAS OTRAS ADVOCACIONES.
V.,, Arqirileclos mndrileños de la segund(~nriicid(le1 siglo XVII, Madrid, 1975, pp. 276 y
35 TOVAR M A R T ~ N SS.-
ItIVAS CARMONA, J., Obra citada, pp. 125-128.
!LOS RE.I..ABLOS BAI<IIOCOSEN LAS CATCDRAL.FS ESPANOLAS
el centro de la girola entre 1726 a 36; la planta circular de la capilla y el tabernáculo en el cen-
tro, aunque unido por aletones a los muros pétreos (Miguel de Romay) consiguen asimismo uno
de los interiores más audaces de entre estos aditamentos catedralicios36. En cuanto al caso de
Oviedo, Nuestra Señora del Rey Casto, venía de ser basílica prerrománica desde su fundación
en tiempos de Alfonso 11 el Casto, pero ya a mediados de la década de los cincuenta del siglo
XVII se estaba hablando de su mucha antigüedad, ruina y poca decencia, con el fin seguro de su
demolición y unirla a la catedral como capilla mariana, cosa que se consiguió a partir de 171 0,
bajo el mandato del obispo Reluz y la actuación de Bernabé Hazas como maestro arquitecto;
para esta nueva capilla se construyó un retablo de estípites con muy buena imaginería de Antonio
B o j a que incluye la actualización de la imagen medieval con peana de angeles y otros que revo-
lotean alrededor37.
Igual que sucede con las imágenes de Vírgenes antiguas que adquieren en el barroco un reno-
vado y suntuoso ámbito, retablo y por tanto culto (véase el apartado anterior), va a ocurrir con
otras y sobre todas, los Cristos crucificados. Son muy pocas las catedrales españolas que no
revalorizan un viejo crucificado al cual, con independencia de su valor artístico, rodean de leyen-
das milagrosas que abarcan desde su origen o hallazgo, hasta los milagros más estrambóticos
que pensarse pueda. De muy especial importancia son el de la catedral de Orense, por supuesto
el de la de Burgos, también lo hay en Santiago de Compostela (aunque la talla que hoy vemos
es la que reemplazó a un lienzo antiguo en 1754), asimismo en la catedral de Huesca, la de
Calahorra, o las de Burgo de Osma y Ciudad Rodrigo (Cristo de Oriente en la capilla de los
Pachecos), sin olvidarse de la de Salamanca (Cristo de las Batallas).
En la catedral de Orense se tiene constancia desde antiguo y aun hoy se puede ver en capilla
de su girola (abierta de 16 15 a 18) de un gran Crucificado de estética románica que despertaba
la devoción de los fieles, sin embargo sera otro de origen legendario, vinculado con Nicodemo,
hallado en el mar de Finisterre y aportado a la catedral por una familia de origen no menos exó-
tico (los Mariño, engendrados por una sirena) el que se alzará con el máximo protagonismo
desde el ultimo tercio del siglo XVI (en 1572 se le había hecho nueva capilla que coincide con
los tramos delanteros de la que ahora existe) y, sobre todo, en el último cuarto (1674) del siglo
XVII38. La imágen puede situarse hacia el siglo XIV, si bién con abundantes retoques modifica-
dores en los siglos siguientes. Representa a un Cristo muerto con la boca abierta y desencajada,
servido de postizos de pelo natural en bigotes, barbas y cabellera que le confieren un aspecto
terrorífico de cadáver, aspecto que se intensifica en la anatomía al ser de las esculturas que están
36 VlLA JATO, M.D., "La capilla de la Virgen de los Ojos Grandes de Lugo, un espacio de exaltación mariana"
AKPL o n p , 2, Valencia, 1990, pp.29-34.
37 RAMALLO ASENSIO, G., Escultirra Barroca en Asturias, I.D.E.A. y Consejena de Educación y Ciiltura del
Principado, Oviedo 1985, pp. 100-102 y 300-332. - ID., "Transformaciones morfológicas y de signifieado...", ver nota
ii" I .- MADRID ÁLVAREZ,V. de la, «La capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la catedral de Oviedo)), Liño, 9,
Oviedo 1989.
38 I'[:RKO COUSELO,J.,- LORENZO FERNANDEZ,J., La capilla y santuario del santísimo Cristo de la cote-
(Irrrl de Or<~nse.
Doletin Auriense, anexo 12, Muero Arqueloxico Provincial, Ourense, 1988.
G E R M A N R A M A L L O ASENSI(1
66
envueltas en algunas partes por tiras de lienzo estucado y pintado en el que se simulan heridas,
hematomas y magulladuras en general; el resultado conseguido es tal que ha llegado a ser toma-
do por una niotnia (lám. 7). Pero es justamente ese efectismo unido a su oscuro origen el que se
utiliza en el barroco para situarlo en el centro de la máxima devoción y todo ello, lo que motiva
la erección del nuevo santuario y el complejísimo revestimiento de él con estructuras arquitec-
tónicas de madera que se centran en el baldaquino que acoge a la imagen. La arquitectura de la
parte añadida se debe a Pedro de Arén; Domingo de Andrade diseñó el baldaqino, así como gran
parte de los retablos y marcos de madera que revisten todo el interior, y las esculturas y relieves
(salvo algunas reutilizadas) fueron hechas por Castro Canseco, el mejor y más fecundo escultor
del barroco orensano y uno de los grandes pilares de la plástica gallega.
También se hace nueva capilla para un viejo Crucificado en la catedral de Huesca; el lugar
es del mayor privilegio: el absidiolo lateral norte, dedicado antes a santa Catalina, junto a la capi-
lla de S. Pedro y S. Pablo que poco más tarde será de la Inmaculada. En él se propone una plan-
ta de tres ambientes: un vestíbulo (poco más o menos el tramo recto del absidiolo), un tramo de
cruz griega con su correspondiente cúpula y un tercero algo elevado que hace de presbiterio. Fue
obra sufragada por el obispo Juan Moriz de Salazar y realizada en un austero clasicismo por
Pedro de Ruesta, arquitecto de Barbastro, entre 1622 y 162539. más tarde, en 1693, fueron pin-
tados por Vicente Verdusán los dos grandes cuadros que hoy ocupan los laterales del santuario y
que representan: la entrada de Jesús en Jerusalén y Jesús en casa de Simón. La imagen del
Crucificado es pequeña, de talla popular y datable hacia el siglo XV, pero su nombre de Cristo
de los Milagros puede explicar mejor que cualquier otro razonamiento tan grandiosa empresa.
Ocupando también el absidiolo norte, aunque éste sin reformar, en lo que fue antigua capi-
lla de santo Domingo, se encuentra el retablo del Santo Cristo del Milagro en la catedral de
Burgo de Osma. Es este un Crucificado románico de tamaño natural que, según tradición popu-
lar, el 21 de Diciembre de 1272, sangró al alcanzarle en la pierna una piedra que iba dirigida a
un gallo inoportuno que había entrado en el templo y se había colocado a sus pies. Ya a princi-
pios del siglo XVII fue elegido el lugar y llevada allí la imagen por el deán Antonio Meléndez,
como así puede verse en la efigie de éste que ora a los pies de Cristo, pero fue en 1712 cuando
el obispo Soto Lafuente dicidió darle la máxima suntuosidad al lugar encargando y pagando un
nuevo retablo con jaspes y bronces a Francisco Villanova, maestro que estaba entonces encarga-
do de la basílica de El Pilar, en Zaragoza40. Pese a lo nuevo y lujoso de la obra se conservó el
gallo como causa indirecta del milagro y el bulto orante del anterior deán.
Y destacaré asimismo la capilla y retablo del Cristo de la Pelota, de la catedral de Calahorra,
abierta en la girola (obra ésta levantada entre 1595 a 1614), al lado derecho de la enorme capi-
lla que ocupa el centro y que está dedicada a los mártires patrones. La capilla como en otras
muchas ocasiones se concibe como capilla pasional dando acogida a relieves de la Pasión de
Cristo e imágenes relacionadas con ella. Es muy espaciosa, de planta cuadrada con cúpula y pre-
sidida en su frente por un imponente ratablo cuya traza suministró en 1745 Diego de
Camporredondo; está resuelto en doselete como es frecuente en la zona y usando de vistosas
columnas terciadas abalaustradas, a más de multitud de repisas para imágenes y adornos en los
que coexisten las formas barrocas con las ya rococó. Su realización estuvo a cargo Julián
Martínez y Pedro Luzán41. La imagen debe ser el único vestigio de un grupo del descendiniien-
to que tan frecuentes fueron en el siglo XV y XVI; el Cristo tiene por ello un brazo desenclava-
do de la cruz (el izquierdo) y parece señalar algo. De ahí vendría la leyenda que justifica su noiii-
bre y quizás también su recuperación para el culto; ésta dice que, al parecer, un joven mató de
un pelotazo al compañero de juego y como la culpa la hacían caer sobre un inocente, el Santo
Cristo hizo el milagro de desclavar la mano para señalar al culpable.
Es bien sabido y no vamos a insistir ahora en ello, el auge que alcanza el culto a las reliquias
durante los años del barroco; su ubicación preferente en la basílica de El Vaticano marca un
ejemplo a seguir y a él veremos acercarse a las otras importantes iglesias de los paises católicos.
sin quedarse a la zaga las catedrales españolas. En todas ellas se define ahora el lugar donde
guardar y exibir a un mismo tiempo esos preciosos tesoros, bien sea creando un ámbito nuevo
en el que se exibirán preciosos retablos diseñados para albergar reliquias, asimismo dedicando
una capilla que anteriormente estuvo dedicada a otro culto o ubicando retablos relicarios en Iiiga-
res muy destacados de la catedral. Aunque, junto a estas actuaciones aparece ahora la dignifica-
ción o ampliación del retablo relicario ubicado en la sacristía, manteniéndose así el carácter
semioculto que habían tenido las reliquias en otros tiempos pasados.
De entre los ejemplos que se pueden analizar hay que hacer una primera diferenciación entre
aquel que está destinado a ensalzar una reliquia muy importante y aquellos que recogerán varias
de ellas. Para el primero se preferirá el retablo baldaquino como así sucede en la catedral de
Oviedo con el que acoge las reliquias de la patrona, santa Eulalia, o en la de Avila con el de las
de S. Segundo, asimismo patrón de la Ciudad, y sobre todos ellos con el de Santiago de
Compostela que, en el altar mayor, como en San Pedro de Roma, indica, delimita y enaltece el
lugar más sagrado. Para los de múltiples reliquias, con independencia de su mayor o menor
tamaño, diseño estructural, decoración o cualquier otra variante, se impondrá su superficie muy
compartimentada para recibir los abundantes relicarios a conservar y las imágenes en busto o
cuerpo entero de quienes se posea reliquia.
De entre estos últimos son especialmente importantes los que ocupan los muros del ochavo
en la catedral de Toledo por ser el caso más temprano ya que los planos para su construcción
junto a otras dependencias se remontan a 1592 y fueron suministrados por Nicolás de Vergara el
Mozo. Esta estancia caredralicia ya se concibe como relicario aunque eso si, separada del ámbi-
to público de la catedral. Los retablos alojados en los arcos rehundidos en el muro son muy sen-
cillos pero en sus abundantes registros se recogen un buen número de magníficos relicarios.
Asimismo es muy de recordar el desaparecido retablo de la capilla de las reliquias, en la cate-
dral de Santiago de Compostela que se realizó por Bernardo de Cabrera de 1625 a 1633 y que
41. ORTEGA LOPEZ, A., Giría de la catedral. Calohorra. Edita: Asociación Amigos de la Catedral de Calaliorrri.-
SEGURA JIMENEZ, Obra citada, pp. 179-181..
I OS KITAI11.05 UARROCOS L N LAS CATEDRALES tSl'AkOLAS
42 OT1:1?0 TUNEZ, R., ((Las pririicras coluninas salornónicas de España)), Boletíi7 de Irr U~~ii.c,r,ridrrd
concpoct~~-
l(lll(/, 1055
43 I?AMALLO ASENSIO, (i., «l:I retablo barroco en Ast~irias)),Imflfronte, 1989, pp. 259-304.
CiERhlAN RAhlALLO ASENSIO
70
La exaltación del culto a los patrones de diócesis, ciudades u otras localidades fue otra de las
caracteristicas que definen el tiempo del barroco. Tras los ataques del mundo protestante era pre-
ciso definir y potenciar a estas figuras ligadas de alguna manera a la tradición local y de exis-
tencia probada por historia escrita, leyendas y la materialidad de sus reliquias y para ello, se
levantan santuarios que atraen la devoción de los fieles y se recomienda su culto en la totalidad
de las iglesias del territorio. La catedral no queda al margen de esta nueva devoción y en ellas
se asiste a la construcción de nuevas y suntuosas capillas para acoger el culto potenciado de estos
santos, eligiéndose ademas, lugares destacados como se venía haciendo con las otras advoca-
ciones que venimos viendo desde los apartados anteriores. No faltan aquellos que ocupan el
presbiterio, como S. Fulgencio y santa Florentina, en la catedral de Murcia, o S. Frutos y S.
Geroteo, en la de Segovia; sin embargo es más común que se utilicen capillas importantes de la
girola, incluso la central, o que se creen espacios nuevos de gran tamaño que se destaquen cla-
ramente del resto del templo.
En algunas ocasiones el patrón coincide con alguna imagen antigua de mucha devoción (ima-
gen mariana) que es honrada con nueva estancia y nuevo retablo por esta doble cualidad, como
sucede por ejemplo con Nuestra Señora de los Ojos Grandes, de Lugo, o la Virgen del Espino,
de Burgo de Osma (ambos casos ya vistos en el apartado dedicado a la Virgen: Otras advocn-
cioties), pero es también muy interesante cuando encontramos al auténtico patrón relegado a un
segundo lugar por una advocación foránea que por razones diversas adquiere el máximo prota-
gonismo, o por otros santos que se imponen aprovechando una oportuna canonización o por
deseo expreso de algún mecenas de la catedral; esto sucede el la catedral de Burgos donde se
hace grandiosa capilla (lám. 9) y fastuoso retablo para santa Tecla, patrona de la diócesis de
Tarragona, por haber ocupado la sede burgalesa un obispo de aquella localidad45, también se
mejora capilla y se construye nuevo retablo para S. Juan de Sahagún, monje agustino que había
sido canónigo de la catedral en el siglo XV y fue canónizado en el XVIII, y asimismo adquiere
un protagonismo injustificado S. Enrique por ser el santo patrón del obispo D. Enrique Peralta y
ser él quien une dos capillas al ingreso de la girola, lado de la epístola para conseguir un gran
espacio que dedicará a panteón y lo hace presidir por retablo en que entronizará una antigua ima-
gen del Ecce Homo y al santo citado (1 670-74, Juan de Sierra y Bernabé de Hazas). El primer
caso de los tres expuestos en Burgos sucede también en Burgo de Osma con la Virgen del Pilar,
46 BUESA CONDE, D.J., ((Lacatedral de Jaca» en Las calelirale~de Arogíiti, Zaragoza, 1987.
47 D U R A N GUDIOL, A,, llisloria de la caledral de H~iesca,Diputación de liuesca, 1 Y9 1 .
48 CERVERA V E R A , L., «La capilla de San Segundo en la catedral de Avilan, B.S.A.A.. T.. 56. 1952
1.0s RFI.A~I.OS B A R R O COS EN I A S CAI EDRALES ~ S P A ~ O L A S 73
de plata custodiada por dieciocho ángeles y rematado todo por la Inmaculada y la Cruz de los
Angeles. Todo se hizo en 1690 por arquitectos y escultores locales pero sin escatimar nada en el
ornamento de lo arquitectónico o la parte de escultura4".
Sin la frecuencia de los que hasta aquí se han ido señalando, también aparecen en nuestras
catedrales y en los años del barroco otros grandes retablos ubicados en espacios privilegiados
que acogen distintas advocaciones que van imponiéndose en uno u otro lugar y en tiempos más
o menos concretos. Son de gran interés las muestras de adhesión que se producen a las distintas
((candidaturas)) para plitron de España. Conocemos la histórica preponderancia del apóstol
Santiago y es ahaora cuando se pone en peligro por la inclinación hacia santa Teresa que propo-
nen los carmelitas que tanta influencia tuvieron hasta en la persona del rey. La catedral de
Granada opta por el antiguo patrón peregrino y guerrero y le rinde cumplido honor con la impo-
nente imagen de Alonso de Mena (1640) que, en muy rico retablo de Hurtado Izquierdo ubica
en zona predominante (lám. 10). Es el Santiago que se aparece en Clavijo para salvar a Esparia
del dominio musulmán como ahora había que salvarla de la amenaza de las nuevas herejías.
Burgo de Osma, Cuenca o Astorga, entre otras muchas, también optan por ensalzar al Apóstol y,
como es lógico, las catedrales de Aragón en la Virgen del Pilar que, asimismo, tiene lugar de
honor en Santiago de Compostela. Por el contrario ya dijimos que la santa carmelita tiene tam-
bién sus lugares de máxima exaltación: Oviedo, León y Astorga, aunque en el caso de Salamanca
se unen ambos santos en el mismo retablo: abajo Teresa y en el cuerpo superior Santiago (1628,
Antonio de Paz), aunque en este caso el santo aparece de peregrino y no como ahora es habitual,
de matamoros.
También S. José tuvo sus adeptos y sus propuestas y es otro de los que va a ocupar retablo y
lugar destacado en la catedral; destaco el de Salamanca, en retablo de Churriguera y junto al tlel
Cristo de las Batallas (imagen antigua) en la cabecera de la girola (ambos entre 1730 a 1735).
Así como la importante presencia que se le va a otorgar en los retablos marianos, incluídos los
dedicados a la Inmaculada. Pero del mismo modo se fue agigantando la figura de San Joaquín
con un protagonismo que no había tenido hasta entonces. En la catedral de Huesca tiene gran
capilla en el lado sur que, aunque comparte titularidad con santa Bárbara y S. Juan Bautista (cul-
tos precedentes) él ocupa el centro en imagen de tamaño natural realizada en alabastro policro-
mado'o.
Como era de esperar en unos momentos en que tanto se reforzaba el sacramento de la peni-
tencia, también vanlos a encontrar notables ejemplos de Santos penitentes ensalzados en niag-
níficos retablos que están colocados en sitio de honor. Son muy importantes los que se ubican
en el crucero y cabecera, lado de la espístola, de la catedral de Astorga dedicados a S.Juan
Bautista y a S.Jerónimo, ambos efigiados como penitentes en imágenes fuertemente expresivas
49 KAMALLO ASENSIO, G. "El decorativismo en la arquitectura barroca asturiaiia", 1"Senintin del Pr~rrin~oirio
Arrí,srico Asrr~riri~io,
Oviedo 1978.
50 L:i capilla se renovó con cupiila y revestimiento de cornisas y otros elementos y se iba a tlestinar a panteón tlcl
canónigo Josi. Santolaria y familia. Las obras se llevaron ri cabo a partir de 1654. D U R Á N CiUDIOL, A,, Obra cirrrcln,
1'. 222-223.
I OS IRE'TABl.OS BARROCOS EN LAS CATEDRALES ESP.%ÑOLAS 75
y conmovedoras que han sido atribuídas ~iltimamentey con bastante fundamento a Mateo de
Prados'. Ambos retablos son de 1660, uno donado por el canónigo, chantre, D. Juan Ramos y el
otro, por el obispo Fr. Nicolás de Madrid que pedía enterrarse allí mientras tanto no le llevasen
a El Escorial donde había sido prelado; las escult~irasestán ((ambientadas))en sus hornacinas con
paisajes resueltos en alto y bajo relieve y acompañadas en calles laterales, áticos y basamentos
por pinturas narrativas de la vida de los Santos. En la misma catedral, esta vez en capilla del lado
del evangelio, encontramos otro grande y fastuoso retablo que aloja en su hornacina central a
María Magdalena penitente, también cambientada)), como queriendo asemejarse a los antedi-
chos y, desde luego formando un completo programa penitencial muy acorde con la época; se
hizo esté retablo en 1710 y recoge en su ático a S Juan Evangelista, manteniendo unida a esta
pareja de jóvenes seguidores de Jesús que se había consolidado desde los siglos bajomedieva-
les'2. En la catedral de Huesca hay también un monumental retablo a S. Jerónimo penitente,
situado en la segunda capilla, lado de la epístola, entre los de San Joaquin y santos Orencio y
Paciencia. Su factura corresponde al segundo tercio del XVIII (1762-64) y está resuelto en un
expresivo altorrelieve del Santo, coronado en el ático por un ((arrepentimiento)) de San Pedro,
también en relieve5'. La obra fue promovida y financiada por el obispo Sánchez Sardinero que
fue enterrado en el subsuelo de la capilla en 1775.
La girola de la catedral de Oviedo, como ya he apuntado en otro lugar54, es un conjunto 111uy
significativo de lo que son los cultos preferidos en el barroco y la exaltación de la Iglesia
Católica. Allí se entroniza a todos los apóstoles en recuerdo de la primera advocación con que
se consagró la basílica de Alfonso 11, a San Salvador y los Santos Apóstoles, presididos todos
(en el centro y en capilla un poco mayor) por San Pedro de pontifical y en la Cátedra, pero lo
que ahaora quiero destacar es a los dos penitentes: S. Jerónimo y santa María Magdalena que,
en Iiornacinas enmarcadas con preciosos marcos rococó, se sitúan a la entrada y salida del deam-
bulatorio como recordatorio de la actitud que debe adoptar el cristiano.
Lrr Ezrcnr-istín había ido tomando lugar prioritario en todos lo templos del mundo católico y
lo había hecho en tabernaculos cada vez mayores y más lujosos que ocupaban la calle central de
los retablos. Como se sabe el origen está en la basílica de El Escorial y su culminación, dentro
aún del siglo XVII, en el retablo mayor del Convento de San Esteban, en Salamanca. Dentro de
esta línea sería ejemplo muy importante el que hizo Antonio Duparc para el retablo mayor de la
catedral de Murcia en 1722, ya tratado páginas atrás. Pero asimismo veremos retablos eucarísti-
cos hechos con independencia del homenaje que ya se dedique a esta advocaión en el retablo
mayor, creándole con ello su lugar concreto y destacado. El primero en el tiempo, se supone con-
cluído en 1599 y es el muy bello y grandioso que ocupa el abside colateral norte en la catedral
de Palma de Mallorca; su autor fue Jaime Blanquer y está todo el dedicado a la Caridad recor-
dando con ello el acto de sumo amor que tuvo Jesucristo al quedar en la Eucaristía para alimen-
to de sus fieles: la escena principal recoge la Santa Cena y siguiendo en sentido ascendente por
51 LLAMAZARES, I-, "Ln torno al esciilior Mateo de Prado". Tierras de León, 73, León, 1988
52 VELAIIO G R A N A , B.,Lrr colc.drnl de il5torga y sil n ~ ~ / s eEd.
o , Museo de In Catedral de Astorga, A s f o ~ ~ a ,
1991.
53 D U R A N GUDIOL, A,, Ohrci citada, pp. 223-224.
54 Vcr nota no 43.
la calle central, continúa la presentación de Jesús
en el templo, para rematar con las tres virtudes teo-
logales, presididas por la Caridad. Pero como deci-
nios, este no es ejemplo único; hay otros retablos
dedicados al sacramento eucarístico y también ubi-
cados en lugares destacados dentro del ámbito
catedralicio. El más conocido y desde antiguo, tan
alabado como vituperado, es el Transparente de la
catedral de Toledo; obra singular donde las hubie-
re, se trataba de horadar las bóvedas del centro de
la girola para dejar pasar luz y legiones de ángeles
desde el cielo, destinados a la adoraci6n del
Santísimo Sacramento que se ((transparentaba)) al
deambulatorio para recibir el culto de esos espíri-
tus celestes y todos los fieles, en todo momento.
Desde luego el motivo principal es la Eucaristía;
desde el camarín emergen rayos de bronce y nubes
por donde se reparten ángeles y arcángeles y sobre
él, está la representación de la Ultima Cena en el
momento de la bendición del pan. Pero este nuevo
lugar conseguido en la catedral que reune todos los
ingredientes de lo maravilloso, se aprovecha asi-
mismo para incluír en él otros temas que eran de la G ~1 1 . ~~ ~~ ,~ b del ~ ~i.ct:ihli>
~ ~ ;1:) ícapill;i
~ ~ l ~ ,
máxiina actualidad y que en otras catedrales y en la de los Ayala, 1718. Catedral dc Scgovia.
misma de Toledo, tenían lugares dispersos; así, en
el lugar mas cercano al fiel encontramos la bella imagen de María con el Niño como mediado-
ra en la Redención y como anti Eva (que está representada ofreciendo la manzana a Adán, en el
globo terráqueo que aparece junto al Niño) y en las calles laterales de la zona superior, a los san-
tos locales: Leocadia y Casilda, Eugenio e lldefonso (éste último también en el ático recibiendo
la casulla), para terminar con las virtudes, presididas por la Fe. Todo está hecho en mármoles,
bronces y estucos por Antonio, Narciso y Diego Tomé, entre los años que van de 1721 a 173255.
Y para concluír ya, solo hablaré de otro deslumbrante ejemplo, también dedicado a la exal-
tación de la Eucaristía y en ámbito distinto al altar mayor: el tabernáculo que ocupa el centro del
retablo de la capilla de los canónigos Ayala en la Catedral de Segovia. La capilla se habia cons-
truído desde los años 1686 a 1690 y al momento del inicio se ajustó la traza del retablo que había
de ocupar su presbiterio con José Benito Curriguera y su factura con José de Ferreras, resultan-
do un colosal retablo de columnas salomónicas en cuyo ático se aloja San Fernando (imagen
55 1:l prinier est~idiode esta obra se debió a AYALA MALLORY, N,, «El Trririsp;irciitc de In catcdrnl <leTolc<lo>~,
il.1i.A.. 1969, pp. 255 a 288. La friinilia de los Toriií: es15csiudia<lapor PRADOS G A R C I A J.M., , Lo., Ton16 iciitr /iii~iili<i
(le tri.fi.sf(r.ses[~:l,criiolev(1.1 siglo ,Yl'lll, Universidad Coniplutense, Madrid, 1990. Este mismo nLitor piihlic0 y cst~idiólas
trazas del Transparcntc cn: «Las [razas del Transparente y otros dibujos de Narciso Tomi para la caiedral dc Tolcdon,
A.B.A., 1976,pp. 387-416.
LOS l<fTAUI.OS I1AKROCOS l i U [.AS ( ' A I E I > R A I ES ESP.~\~OL,AS
impuesta desde la Corte que se multiplica en estos años ochenta). Pero el tabernáculo había que-
dado sin realizar y es aquí donde vuelve a aparecer la gran fantasía de los Tome (17 18) en una
urna giratoria rodeada de coro angélico, rayos de luz y nubes, y sostenida, aunque casi en el aire.
por los cuatro Evangelistas; de los cuatro frentes de la urna dos, opuestos entre sí, recogen relie-
ves de la Anunciación y Venida del Espíritu Santo, mientras los otros dos están destinados a la
exposición del Santísimo el dia de Jueves Santo, uno, y el Corpiis Christi, el otrosb.
ADVERTENCIA FINAL.
Somos conscientes de que aquí solo hemos hecho una aproximación muy ligera a un tema
muy profundo y del que salen muchas ramificaciones de todo tipo. Esto es fruto de una obser-
vación y posterior reflexión y sera incluído y debidamente ampliado en el ensayo que prepara-
mos sobre las Catedrales españolas durante el Barroco. No obstante valga para ir introducién-
donos en esta propuesta de revisión del retablo, arte cumbrero en la España barroca que, como
pionero, el maestro icfartín Gonzúlez, nos ha ido mostrando en todo su interés y trascendencia y,
ya ahora, es tema acogido con la debida dedicación por todos los investigadores del arte espa-
ñol.
56 I>KADOSG A R C ~ AJ.M., , «El tabernáculo piirn lacapilla del Sagrario o de los Ayala en la catedral d e Segovia)),
Dcpart;iiiirrito de I listoria del Arte. Murcia, 1989, pp. 433 a 445.
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