KROTZ 1994 - Alteridad y Pregunta Antropologica
KROTZ 1994 - Alteridad y Pregunta Antropologica
KROTZ 1994 - Alteridad y Pregunta Antropologica
Mauricio Boivin
Ana Rosato
Victoria Arribas
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Introducción
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Esteban Krotz
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Constructores de Otredad
genes de la sobrevivencia física; así se ha querido presentar entre sus miembros, a pesar de que sólo el hecho de la
esta era de la humanidad, la más larga hasta ahora, desde la lengua misma, pinturas rupestres y adornos paleolíticos,
invención de la agricultura y más todavía desde la emer- así como restos de ofrendas mortuorias de aquel tiempo
gencia de la cultura urbana. Todo lo contrario: dejando de han permanecido como escasas y casuales huellas de todo
lado excepciones, parece que más bien se trataba de una ello. Esto significa que hay que suponer también para
forma de vida que enteramente puede ser caracterizada aquella época de la humanidad la existencia de una rica re-
como buena vida. Incluso ha sido calificada como la pri- flexión y creación intelectual: tal vez incluso se daban de
mera sociedad de abundancia4 aquella época de la historia manera más constante y con una participación mucho
humana en la cual ciertamente no se creaban grandes al- más general de lo que es el caso hoy en día de las sociedades
macenamientos de provisiones ni se acumulaba otro tipo llamadas “desarrolladas”.
de bienes materiales –lo que no puede esperarse en un Tal reflexión se ocupaba naturalmente también de un
modo de vida nómada- en la cual, empero, normalmente suceso quizás no demasiado frecuente pero que ocurría
ningún ser humano tenía que trabajar más de cinco horas, una y otra vez: el encuentro entre uno o varios miembros
incluso más bien menos, para la procuración de la comida del grupo con miembros de otras comunidades humanas.
del día. Esta constatación es aquí importante también Como lo documentan descripciones de este tipo de con-
porque de esta manera se evidencia que estos cazadores y tactos de tiempos mucho más posteriores todavía, estas si-
recolectores tenían, por así decirlo, “libre” la mayor parte tuaciones constituían en primer lugar un problema cogni-
de sus días para otras cosas (aunque, desde luego, no se tivo. Cuando los seres vivientes no pertenecientes al grupo
daba una separación como la que existe en el presente, propio no eran vistos de antemano como monstruos inin-
entre tiempo de trabajo y tiempo libre). teligibles, entonces había que aclarar si ellos o sus huellas
Aunque carecería de sentido considerar pueblos exis- eran realmente de naturaleza humana. De acuerdo con las
tentes todavía durante los siglos XIX y XX con tecnología clasificaciones muchas veces testimoniadas a lo largo de la
paleolítica y economía de caza y recolección como relictos historia de tales contactos, podía tratarse aquí tanto de
congelados de épocas prístinas de la humanidad (porque seres vivos infrahumanos, por ejemplo, de una variedad de
todas las sociedades humanas tienen su historia, aunque animales especiales, como también de seres suprahumanos,
esta historia se encuentre presente de modo diverso en la tales como espíritus, demonios o dioses. El paso decisivo
historia colectiva [Lévi-Strauss, 1988:59]), el estudio de en esta reflexión consistía siempre en ver a otros seres hu-
tales pueblos, empero, proporciona elementos útiles para manos como otros. Es decir, precisamente a pesar de las di-
el conocimiento de la época más temprana de la historia ferencias patentes a primera vista y a pesar de muchas
humana. Ante todo, de este modo queda comprobado que otras, que emergen sólo con la observación detenida y que
relaciones que suelen ser presentadas demasiado rápido pueden referirse a cualquier esfera de la vida, siempre se
como necesarias, no lo son. Así, por ejemplo, como lo ha trata de reconocer a los seres completamente diferentes
demostrado de manera impresionante Claude como iguales.
Lévi-Strauss5, no existe ningún motivo para suponer una Exactamente este es el lugar de la pregunta antropoló-
correlación necesaria, o incluso predominante, entre sen- gica de la que aquí se trata: la pregunta por la igualdad en la
cillez tecnológica o caza y recolección y capacidad del diversidad y de la diversidad en la igualdad. Abundando un
habla y del pensamiento rudimentario u orientado exclu- poco, este problema de identidad y diferencia humana
sivamente de modo utilitario. Visto de manera conjunta, también podría expresarse así: es la pregunta por los as-
parece bastante acertada la suposición de que la sociedad pectos singulares y por la totalidad de los fenómenos hu-
cazadora–recolectora nómada con su detallada y precisa manos afectados por esta relación, que implica tanto la al-
observación de la naturaleza y sus desarrollados meca- teridad experimentada como lo propio que le es familiar a
nismos sociales de cooperación y coordinación exigía y, al uno; es la pregunta por condiciones de posibilidad y lí-
mismo tiempo, impulsaba, una intensiva comunicación mites, por causas y significado de esta alteridad, por sus
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formas y sus transformaciones, lo que implica a su vez la La mención de este tipo de relación conduce a otra
pregunta por su futuro y su sentido. Finalmente es tam- forma de contacto entre sociedades conformadas de modo
bién siempre la pregunta por la posibilidad de la inteligibi- distinto, que en la historia de la humanidad se dio más
lidad y de la comunicabilidad de la alteridad y por los cri- tarde aún. Bajo ciertas condiciones, determinados tipos de
terios para la acción que deben ser derivados de ella. organismos sociales, a saber, civilizaciones organizadas de
Una forma del contacto cultural como lugar de la pre- modo estatal, parecen rendirse casi de modo obligado al
gunta antropológica que se da en términos cronológicos y impulso hacia la expansión absoluta. Esta persigue la ma-
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de historia civilizatoria mucho más tarde, es el viaje. De- yoría de las veces una combinación de intereses territo-
jado de lado nuestro propio siglo, parece que en todos los riales, demográficos, económicos, religiosos y militares, y
tiempos –al menos en lo que se refiere a Europa– han sido está encaminada hacia el aumento de prestigio de la so-
los guerreros y los comerciantes quienes han provisto los ciedad en cuestión, ante sí misma o ante las deidades, y
mayores contingentes de viajeros, pero también hay que re- lleva a la incorporación más o menos violenta de otros
cordar a los exploradores y los mensajeros, los peregrinos y grupos humanos. Así, los imperios que se forman de esta
los misioneros, los refugiados y los marineros; de modo más manera institucionalizan un contacto cultural, pero éste es
bien marginal y sólo en la época moderna de Europa se por principio asimétrico. Sin embrago, hasta ahora siem-
agregan a ellos los aventureros y los artistas, los estudiosas y pre ha habido un momento en el correr del tiempo en el
los trabajadores migrantes. Estos viajeros proporcionaban cual se ha revelado la fragilidad por principio de una inte-
en las regiones que atravesaban y en los pueblos donde per- gración realizada sobre la base de una comunidad sólo afir-
manecían, toda clase de impresiones sobre las culturas de las mada o exigida. Porque siendo normalmente más es-
que provenían. Esto sucedía ya a través de su idioma ex- quema doctrinal que realidad política, esta base usual-
traño, sus ropas y armas, sus costumbres alimenticias y ritos mente no es capaz de disolver las tensiones de las
religiosos, sus joyas y en dado caso su mercadería, sus relatos confrontaciones socioculturales que resultan de la siempre
y sus respuestas a preguntas asombradas. De regreso a sus intentada supresión de tradiciones económicas, políticas y
lugares de origen, eran entonces sus relatos y los objetos cosmológicas. El conquistador y el lugarteniente, el rehén
traídos consigo –aparte de mercancías principalmente tro- y el recolector de tributo, el colono y el soldado de las
feos de toda clase– los que daban noticia a los que se habían tropas de ocupación, los inspectores y los funcionarios de
quedado en casa, de mundos extraños, a menudo tan des- las instituciones necesarias para el aseguramiento de la he-
conocidos como inesperados. Por cierto, llamar al viaje una gemonía se convierten en las figuras determinantes de esta
forma de contacto entre sociedades y civilizaciones implica forma del contacto cultural. Los reinos de los sumerios y
que siempre viajeros concretos son los medios de este con- de los babilonios, de los asirios y de los persas, de los
tacto, por lo que estos encuentros entre culturas –y así todos chinos y de los egipcios, de los romanos y de los aztecas
los encuentros entre culturas– y sus testimonios siempre pertenecen a los ejemplos tempranos más conocidos de
sólo difícilmente pueden ser separados de características de tales imperios; pero a pesar de sus extensiones enormes y
personalidad y de circunstancias de vida casuales de cada de su esplendor, la importancia de todos ellos no superó el
uno de los viajeros. carácter regional. Durante el siglo pasado, sucedió por pri-
El viaje como forma, como marco del encuentro entre mera vez que un tipo determinado de sociedad humana, a
culturas, implica también siempre la posibilidad del acos- saber, la sociedad industrial europea, se extendió en pocas
tumbramiento a lo que primero resulta completamente generaciones sobre todo el globo terráqueo. Así, ésta inició
desacostumbrado y de la aceptación de lo que hasta en- una relación directa, casi siempre impuesta con todos los
tonces era desconocido; incluso puede darse el caso de demás pueblos y en este marco incluso puso en contacto a
estar finalmente extrañado ante lo que alguna vez había muchas culturas no europeas, que hasta entonces no ha-
sido familiar. Empero, a causa de que tantos viajes tienen bían tenido conexión entre sí. Con esto se inició una
un objetivo claramente definido, no puede ocasionar sor- nueva era de contacto cultural de intensidad, multipli-
presa que la experiencia del hecho del encuentro a veces se cidad y complejidad hasta entonces desconocidas, uno de
desvanece en la conciencia del viajero, mientras que esa cuyos resultados fue la aparición de una forma especial de
sorpresa es experimentada de modo más intenso por quie- la pregunta antropológica, a saber: las ciencias antropoló-
nes sólo tienen acceso a otras formas de convivencia hu- gicas. Como en todas las formas de plantear la pregunta
mana a través de la narración de aquel. antropológica, su categoría central era la de alteridad.
6 Acerca de este tema véanse dos trabajos previos: Krotz, 1986 (publicado en un cuaderno monográfico sobre “El Occidente y lo otro”); 1991.
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7 Se usa aquí este compuesto para aproximarse al significado del término alemán “Heimat” que tiene importantes connotaciones en el habla popu-
lar, el romanticismo y la filosofía de Bloch, por ejemplo, y que supera lo que usualmente suele estar contenido en la palabra patria. Este último pue-
de complementarse mediante el significado de matria elaborado por L. González (1978) que se refiere a los aspectos menos marciales del terruño y
de la patria chica.
8 Podría decirse también, que es la perspectiva específica que elabora la antropología como disciplina científica (independientemente de formas pre
y extracientíficas) acerca de los fenómenos sociales; ésta la distingue de las demás ciencias sociales que se diferencian unas de las otras, como es bien
sabido, no por tratar fenómenos empíricos diferentes, sino por tener maneras diferentes de enfocar estos fenómenos empíricos.
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Un ser humano reconocido en el sentido descrito como al conjunto de los fenómenos socioculturales, el cual com-
otro no es considerado con respecto a sus particularidades prende a ambas culturas.
altamente individuales y mucho menos con respecto a sus A pesar de que el hablar de los unos y los otros puede
propiedades “naturales” como tal, sino como miembro de inducir a un modo estático de ver las cosas (que se ha
una sociedad, como portador de una cultura, como here- condensado en los estereotipos que se pueden encontrar
dero de una tradición, como representante de una colecti- en todo el mundo acerca de los pueblos vecinos respec-
vidad, como nudo de una estructura comunicativa de larga tivos y hacia el cual parece tender desde hace mucho la
duración, como iniciado en un universo simbólico, como lógica cognitiva occidental), la categoría de la alteridad
introducido a una forma de vida diferente de otras –todo introduce por principio el proceso real de la historia hu-
esto significa también, como resultado y creador partícipe de mana. Pues, con el correr del tiempo se modifica el ser
un proceso histórico especifico, único e irrepetible. En otro observado y experimentado de los otros; después
esto no se trata de una sencilla suma de un ser humano y su de un cierto tiempo de recorrer el extranjero o de estadía
cultura o de una cultura y sus seres humanos. Al divisar a en él, la patria-matria ha cambiado y el regreso se con-
otro ser humano, al producto material, institucional o es- vierte en un nuevo inicio bajo condiciones modificadas;
piritual de una cultura o de un individuo-en-sociedad, la relación entre los conquistadores y los pueblos domi-
siempre entra al campo de visión en conjunto de la otra cul- nados se transforma en complejos procesos de acultura-
tura y cada elemento particular es contemplado dentro de ción e innovación así como de resistencia. La valoración
esta totalidad cultural –lo que no quiere decir que se trate de los otros y la disposición de afectiva hacia ellos igual-
de algo integrado sin tensiones– y, al mismo tiempo, con- mente acusan tales transformaciones, por más que éstas,
cebido como su parte integrante, elemento constitutivo y fuera de determinados momentos de crisis, no suelen
expresión. ser muy visibles.
Contemplar el fenómeno humano de esta manera en La alteridad tiene un alto precio: no es posible sin etno-
el marco de otras identidades colectivas, empero, no sig- centrismo. “Etnocentrismo es la condición humana de la
nifica verlo separado del mundo restante; al contrario, alteridad” (Lewis, 1976:13) y tan sólo él posibilita el con-
este procedimiento implica remitirse siempre a la perte- tacto cultural, la pregunta antropológica. Es la manera y la
nencia grupal propia. De este modo se refuerza y se enri- condición de posibilidad de poder aprehender al otro
quece la categoría de la alteridad a través de su mismo como otro propiamente y en el sentido descrito. Entre el
uso. Así, para el observador, para el viajero, incluso para grupo propio y el grupo extranjero existe, pues, una rela-
el lugarteniente, las situaciones del contacto cultural ción semejante a la que hay entre lo conocido y lo desco-
pueden convertirse en lugar para la ampliación y profun- nocido en el acto cognitivo, donde lo último es accesible
dización del conocimiento sobre sí mismo y su pa- casi siempre sólo a partir de lo primero. Ahora, es intere-
tria-matria, más precisamente, sobre sí mismo como sante ver cómo el contacto cultural igualmente puede re-
parte de su patria-matria y sobre su patria-matria como forzar y menguar el etnocentrismo; en esto, grado de dis-
resultado de la actuación humana, o sea, siempre también tancia y de cercanía, importancia de las diferencias y de los
de su propia actuación. aspectos considerados centrales juegan un papel, al igual
Mirando más de cerca, esta bipolaridad de grupo pro- que disposiciones históricamente prefiguradas hacia en-
pio y grupo extranjero que constantemente es incluida en capsulamiento o asimilación. La modernidad occidental
la perspectiva, se revela como tripolaridad –en caso de que muestra que en el interior de una sociedad se encuentran
esta formulación no evoque la imagen equivocada de una con respecto a todo esto bastantes tensiones –recuérdese
base común de un ser humano abstracto, que sólo “se ma- sólo la fascinación y el pavor que siempre provocaron los
nifiesta” en las dos formas culturales diferentes, que mera- pueblos y las culturas “orientales” en Europa o la imagen
mente “aparece” en las situaciones de contacto cultural; se ampliamente difundida de los indios norteamericanos,
trataría de una representación que tendría mucho en co- que en todas partes inspiraban miedo por su carácter gue-
mún con determinada idea sobre la relación entre sus- rrero supuestamente innato y que al mismo tiempo susci-
tancia y accidentes. Lo que tienen en común observadores taban admiración a causa de su inocencia presuntamente
y observados, cultura familiar y cultura extranjera no se natural.
encuentra, pues “en la base” o “encima” de las culturas, Finalmente, en esta presentación de la categoría alte-
sino en ellas mismas y en su interjuego. De ahí que en vez ridad hay que volver a recordar que los contactos cultu-
de hablar de bi y tripolaridad, sea más conveniente el con- rales nunca se dan en el espacio vacío, o sea, que no
cepto de una pertenencia dinámico dialéctica que remite pueden aislarse de la dinámica de la historia universal de
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los pueblos que comprende. Lo que aparece poco en el y misión, investigación en historia natural y aseguramien-
caso del cazador paleolítico, porque por la densidad demo- to militar de conquistas realizadas y planeadas, no deben
gráfica relativamente reducida, las áreas de caza y recolec- ser vistas , pues, como un “marco de condiciones” exterior
ción podían ser ampliadas casi siempre en varias direc- a los contactos de Europa con el resto del mundo, sino
ciones, se hace patente en el caso del viajero y más aún en como elementos de carácter constitutivo de éstos. Como
el del tipo imperial de organización social: los contactos tales llegaron a formar parte integrante de las formula-
culturales parecen haber sido casi siempre un producto co- ciones concretas de la pregunta antropológica y, de modo
lateral de otros procesos, que predisponían la configura- peculiar, de las ciencias antropológicas nacientes, al igual
ción y la utilización de la categoría alteridad y que en dado que los modelos de reflexión y las estructuras comunica-
caso trataban de aprovecharse de su uso. Cruzadas y co- tivas en cada caso existentes.
mercio con productos de lujo provenientes de lejos, emi-
gración y prestigio nacional, búsqueda de materias primas
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Introducción
Claude Lévi-Strauss
1 Llobera, J. (ed.), La antropología como ciencia, Anagrama, Barcelona, 1988. Reproducido en: http://www.geocities.com/latrinchera2000/articu-
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