Hegel Sobre Las Necesidades Humanas
Hegel Sobre Las Necesidades Humanas
Hegel Sobre Las Necesidades Humanas
Carla Cordua
Universidad de Chile
1 p� D
a.
Entre los conceptos con que Hegel explica los aspectos prácticos de la
conducta y la vida hay algunos que oscilan extrañamente en su significado.
Esto ocurre en particular a propósito de términos que el filósofo usa repetidamente
pero en contextos diversos y que en la obra forman parte de escritos temática y tem
poralmente distantes entre sí. El manejo discursivo y las varias funciones de estos
conceptos en la teoría son una amenaza para su unidad; es difícil integrarlos coheren
temente por la diversidad de sus aplicaciones. Solo me refiero aquí a significados que
exhiben cambios que obviamente no son el producto de su desarrollo dialéctico 2 .
Voy a examinar el variable significado y la cambiante función discursiva de
'necesidad', esto es, de la carencia de algo que, sentido por los hombres, tiende a
provocar una actividad destinada a suprimir aquella sensación. Las necesidades
(Bedü,fnisse) poseen vastas consecuencias, de acuerdo con Hegel, para el desarrollo
de los seres menesterosos en general; en el caso de los hombres, tanto su individuali
zación como su existencia en la sociedad y en la historia están condicionadas por
necesidades. Tales necesidades son tratadas por el filósofo, en primera instancia, como
ingredientes esenciales de los intercambios prácticos del organismo natural con su
entorno natural. Pero las encontraremos, además, en tres coyunturas sistemáticas adi
cionales, que son:
Una versión más breve de este trabajo fue presentada en el Coloquio "El retomo del espíritu:
Motivos hegelianos en la filosofía práctica contemporánea" celebrado en Lima en septiembre de
1999.
2 Además del concepto de necesidad (Bedü,fnis), que investigamos aquí, el concepto de estamento
(Stand) o clase, entre otros, presenta oscilaciones del sentido dignas de un examen crítico.
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G.W.F. Hegel, Siimtliche Werke. Jubiliiumsausgabe in zwanzig Blinden, hrsg. von Hermann
Glockner, Stuttgart, Fromrnans Verlag, 1952, citadas aquí como WW seguido del volumen en
números romanos y de la página o el parágrafo(§) en árabes. Todas las traducciones de las citas al
castellano son mías.
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Esto quiere decir que cosas como las diferencias de clima, el cambio de las estaciones del año, las
diversas horas del día, la diferencia entre el día y la noche, entre otros sucesos naturales, corres
ponden a oscuros e incomprensibles movimientos y estados anímicos en el alma natural. Los
animales y las plantas siguen viviendo en una estrecha simpatía con los aspectos y variaciones de
la naturaleza, pero los hombres se separan paulatinamente de ella, según Hegel, a medida que se
hacen libres y espirituales.
Los paréntesis cuadrados en las citas contienen palabras agregadas a los textos que las hacen más
claras y comprensibles en castellano.
6 Los deseos inarticulados, los prontos inexplicables, la inquietud permanente caracterizan a las
personas que carecen de propósitos conscientes, de lucidez sobre sus posibilidades, de cultura
teórica y práctica. Solo encontrarán canales de expresión y conseguirán ligar sus emociones e
impulsos a actividades adecuadas en una comunidad libre y racional, que haya suprimido en buen
grado en su seno el desorden y la arbitrariedad, según Hegel.
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esfera de relaciones entre las diversas formas de la libertad establecida como organi
zación estatal. Pero ninguno de estos cambios afecta al concepto de necesidad, que
reaparece igual a sí mismo en la Introducción a la Filosofía del Derecho, dedicada a
exhibir el proceso de la voluntad que depone su naturalidad y se hace libre o racional.
En sus lecciones sobre los elementos del derecho explica Hegel la comunidad
política como la existencia de la voluntad libre que se ha convertido en un mundo
social e histórico de carácter espiritual. La voluntad, tal como el alma natural, ocupa,
al comienzo de su desarrollo, una posición intermedia entre la naturaleza y el estado.
Su punto de partida está situado en su modo incipiente de voluntad natural, donde la
voluntad posee todavía muchos de los rasgos que caracterizan al alma natural.
En efecto, la voluntad empieza por estar llena de un contenido impuesto por la
naturaleza que la ocupa como si ella no fuese más que espacio vacío. Las determina
ciones "aparecen en la voluntad inmediata como un contenido dado inmediato; son
los instintos, apetitos e inclinaciones por los que la voluntad se encuentra determina
da por naturaleza" (WW VII§ 11). Pero como ella es, potencialmente, muy otra cosa
que un espacio que se deja invadir pasivamente por el variado tumulto de los impul
sos, los instintos, las emociones, los deseos y los apetitos, pronto comienza la activi
dad específica de la voluntad frente a este contenido natural. Son tantas y tan varia
das las exigencias que su contenido natural quiere imponerle a la voluntad para ser
satisfechas y servidas, que ésta comienza a distinguirse de tal contenido por las reso
luciones y elecciones mediante las que enfrenta la presión que las necesidades ejer
cen sobre ella. La muchedumbre de los apetitos y las necesidades naturales es some
tida a una selección y ordenamiento que la privará de su abundancia indeterminada y
tumultuosa, de su intensidad salvaje e indisciplinada. A medida que la propia volun
tad se racionaliza, su contenido natural se refina. Sometida al gobierno de la razón,
que le imprime su sello y la trabaja hasta transformarla completamente, aquella natu
raleza queda convertida en cultura (WW VII§ 187 y Coment.).
Esta metamorfosis de la voluntad natural en racional exige un trabajo largo y
esforzado sobre la naturaleza dada de las necesidades y los apetitos. Hegel describe
las etapas iniciales como sigue: "El sistema de este contenido, tal como se encuentra
inmediatamente en la voluntad, no es más que una multitud y diversidad de instintos;
cada uno de ellos es, junto a muchos otros, mío absolutamente pero, al mismo tiempo,
es algo general e indeterminado, que tiene muchos objetivos diversos y distintas ma
neras de ser satisfecho" (WW VII § 12). Mediante la decisión, la elección y el juicio
(WW VII §§ 14, 16, 18) determina la voluntad cuáles son sus opciones propias, las
mejores a diferencia de las dadas por naturaleza, y cuáles son los medios de satisfa
cerlas. "La inclinación se convierte en fin mediante mi voluntad; son precisas la reso
lución, la decisión"7•
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Las necesidades son, para comenzar o en cuanto dadas por la naturaleza, se
gún la Introducción a la Filosofía del Derecho, demasiadas en número (WW VII §§
5-6; 11-12) y todavía relativamente indeterminadas, y, por eso mismo, pueden ser
satisfechas de muchas maneras diferentes. Solo la voluntad, que establece jerarquías
entre ellas, poniéndolas como más o menos importantes, más o menos urgentes, agu
das o débiles, introduce un orden en esta multitud y consigue darles una participación
medida y razonable en la conducta del menesteroso. En este sentido, las necesidades,
tendencias e instintos son oportunidades dóciles y organizables en vista de los fines
que se va proponiendo una voluntad que se hace paulatinamente pensante y libre
(WW VII §§ 13; 16; 21). No solo están ahí disponibles sino que tienen, además, la
ductilidad que Hegel le atribuye en general a la naturaleza, cuyos objetos son
apropiables, cognoscibles, conformables por el trabajo y la pericia humanos al punto
de perder su primera apariencia de existencias independientes. Nada natural resiste,
en último término, al esfuerzo, al saber y a las intenciones humanas. No importan las
dificultades ni la duración de los trabajos: nada doblega al espíritu que es el que
obliga a todo lo otro que él. La voluntad se hace libre y las necesidades quedan orga
nizadas como conviene a la personalidad consciente y dueña de sí.
La Filosofía del Derecho trata de la justicia y de los hombres capaces de regir
se por leyes razonables. El estado justo constará de ciudadanos que han dejado atrás
la animalidad natural y son aptos para coexistir en sociedad en el sentido de que se
conducen de acuerdo con reglas conocidas, exigiendo sus derechos y respetando los
de los demás. En su existencia privada los hombres modernos del estado hegeliano
son morales; como miembros de sus familias, sentimentales y piadosos. El miembro
de la sociedad civil o "persona concreta" es "un conjunto de necesidades y una mez
cla de necesidad natural y arbitrariedad" (WW VII § 182); carece de fines que sean
diversos de sus propios intereses. Trabaja porque tiene necesidades y concurre al
mercado con el fin de satisfacerlas. En cuanto persona particular que se tiene a sí
misma como fin, el miembro de la sociedad civil se parece mucho al esclavo que
Hegel menciona en la Introducción a la Filosofía del derecho. ''El esclavo desconoce
su esencia, su infinitud, la libertad, no se sabe a sí mismo en cuanto esencia; y no se
sabe así porque no se piensa" (WW VII§ 21). Pero como no hay particularidad sin
universalidad en la lógica de Hegel, tanto el esclavo como el burgués tendrán que
enmendar su convicción y conducta iniciales.
El burgués particular llega a modificar su egoísmo inicial obligado por el fun
cionamiento del mercado y la discreta presencia del estado en el ámbito de la socie
dad civil. Llegará a considerar las necesidades e intereses ajenos porque en el merca
do no se vende más que lo que los demás necesitan o desean. La conducta de compra
dores y vendedores tiene que ajustarse a las leyes del intercambio mercantil y son
estas leyes las que obligan al burgués a tener en cuenta a los demás en su trabajo y en
sus actividades comerciales.
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En la sociedad civil las necesidades están ligadas al trabajo: en esta dirección se cumple práctica
mente la tendencia de la necesidad sentida a suprimir el sentimiento de la carencia mediante una
actividad eficiente. Pero, aunque las necesidades forman aquí un sistema, la necesidad por sí sola
es incapaz de fundar una verdadera sociedad, según Hegel. Los miembros de este aspecto del
estado moderno son singulares y autónomos; la universalidad que los reune es formal y consta de
las necesidades mismas, de una organización jurídica que protege a las personas y la propiedad y
de una reglamentación estatal del juego de los intereses (WW VII § 157). En esta esfera no reina
aún la racionalidad concreta del estado; los hombres que actúan para satisfacer sus necesidades
están dominados por una mezcla de necesidad natural y arbitrariedad (WW VII§ 182).
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Me refiero aquí en detalle solo a uno de los usos de 'necesidad', el principal desde nuestro punto
de vista, que encontramos en la mencionada Introducción. Pero de hecho, el significado de la
palabra tiende en este texto a dispersarse entre tres o cuatro sentidos claramente distintos. Compá
rense, por ejemplo, estos otros tres sentidos de 'necesidad' con el que examinamos arriba: 1) las
necesidades que se adquieren por entrenamiento o presión social: XI 123, 128-29 cf por imita
ción, lujo, etc. en VII §§ 190-195. 2) Las necesidades entendidas como el principal resorte del
cambio histórico: XI 47-9, 54, 63-4, 69-71, 75, 123, etc. 3) La necesidad concebida, no como algo
que se padece y experimenta, sino como una actividad realizadora: XI 50; 64.
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Hegel, con esos pueblos que todavía no han sido capaces de organizarse como esta
dos o aquellos cuyo aporte a la libertad racional pertenece de una vez para siempre al
pasado. El punto de vista de la historia universal destituye al individuo medio del
protagonismo que la teoría del estado hegeliano le reconoce al ciudadano del estado
moderno. "En la historia universal resulta además otra cosa que la que los hombres se
proponen y efectúan mediante sus acciones, algo diferente de lo que quieren y saben
inmediatamente. Ellos realizan sus intereses pero logran con eso además algo más
remoto, que también está contenido internamente, pero que no se encuentra en su
conciencia y en su intención" (WW XI 57).
Las necesidades que Hegel menciona a propósito de la historia universal ya
no están ligadas a la experiencia individual de una falta o carencia, pues subjetiva
mente los individuos solo experimentan necesidades de cosas determinadas perte
necientes a su entorno más o menos inmediato. El hombre en la historia no ha me
nester de fines últimos en el sentido hegeliano. Sin embargo, Hegel reconoce que las
necesidades particulares de estos hombres sirven de instrumentos para la realización
de aquellos fines últimos. Pero como ellos no conocen ni quieren los propósitos que
el espíritu persigue en la historia carecen de una verdadera relación práctica con tales
propósitos. Pues a la práctica pertenece un querer consciente o un saber de la volun
tad y una experiencia directa y penosa de los objetos de que carecemos: de lo que nos
separa de ellos, de la dificultad de lograrlos, de la inseguridad de conseguirlos. Los
hombres que son usados en la historia como instrumentos del espíritu (Werkzeuge
des Geistes: WW XI 54), aunque importaran en los planes de la historia universal,
como dice Hegel, no alcanzan a tener la condición de agentes prácticos en relación
con la historia pues no saben de tales fines ni los quieren a sabiendas. En este sentido,
tanto la relación de los animales con la naturaleza como la de los hombres particula
res con la historia universal caen fuera de lo que Hegel consigue pensar a propósito
de las necesidades. La menesterosidad que la obra de Hegel logra comunicar no es
sino la necesidad cotidiana tal como la entiende el sentido común. La variedad de los
usos de la palabra Bedürfnis en la obra de Hegel se nutre de una serie de analogías
más o menos remotas del sentido literal que la definición biológico-psicológica le
asigna a la noción común de 'necesidad humana'.
Resumiendo: lo que Hegel llama 'necesidad' es una relación práctica que perte
necería, primero, a la naturaleza. Con el sentido común, Hegel le atribuye necesi
dades a los animales. Sin embargo, define 'necesidad' como la negación mediante la
cual el viviente se escinde en dos, se enfrenta a sí mismo y trata de recuperar su
unidad. Esta proyección de una experiencia humana sobre todos los seres vivos encu
bre la oscuridad para nosotros de las mal llamadas 'experiencias' animales. Más jus
tificado parece el uso de 'necesidad' en el punto de partida del desarrollo del yo, por
ejemplo (WW VII § 5). En este contexto, las necesidades son dadas o el yo las en
cuentra simplemente como su contenido natural no puesto por él. En tanto naturales
son elementos que todavía separan al yo de sí mismo, un material opaco al pensa
miento y provisoriamente impermeable al orden libre y la jerarquía que luego esta
blecerá la elección libre. En este nivel, las necesidades se sienten y se sufren. Cuando
se trata de las necesidades que activan a los miembros de la sociedad civil y regulan
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Resumen / Abstract
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