Práctica Dirigida 003
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PRIMERA UNIDAD
CÓDIGO :
Nº DE ERRORES ORTOGRÁFICOS :
Ejemplo:
Error Corrección
concevía concebía
Oraciones
Introducción - se rige
- se instalan
2. Principios andinos y
horizontes de sentido
(Desarrollo o cuerpo)
3. La narrativa mítica y su
característica
conversacional
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(Desarrollo o cuerpo)
4. Una aproximación a la
ritualidad en la narrativa
de Arguedas (Desarrollo
o cuerpo)
Conclusiones
Resumen
En las novelas y relatos cortos del escritor andahuaylino José María Arguedas (1911-
1969), podemos encontrar los cantos quechuas y la música andina que anuncian y
acompañan el acto celebratorio de los rituales. Desde sus primeros cuentos, “Warma
Kuyay” (1933), hasta su novela póstuma, El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971),
Arguedas logra incorporar de manera magistral los diversos géneros musicales andinos en
el desarrollo de los hechos narrados. La música y el canto se instalan en la diégesis de la
novela o del relato corto como un elemento determinante en el desarrollo de los
acontecimientos narrados. El objetivo del presente artículo es estudiar la presencia de los
rituales, de la música y el canto en la narrativa arguediana. Para cumplir con nuestro
objetivo, nuestra lectura parte de la premisa de que el rito, la música y el canto que
aparecen en la narrativa arguediana logran establecer relaciones de intertextualidad y
dialogismo entre el universo representado en la novela y las prácticas musicales y
culturales andinas. Para realizar el análisis, centraremos nuestro estudio en las novelas Los
ríos profundos (1958) y Yawar Fiesta (1941).
1. Introducción
En ese sentido, los principios ontológicos andinos regulan la articulación del cosmos y los
procesos celebratorios. Estas ideas siguen las líneas de estudio de Zenón Depaz (2005),
quien define la tradición cultural como:
(…) un proceso viviente, orgánico, mediante el cual se transmite de generación en
generación intuiciones del mundo y la vida, nociones y pautas de conducta, que se
renuevan de continuo sobre la base de una matriz que constituye una suerte de
centro de las perspectivas. Se configura con la continuidad de cierto orden de
creencias y sensibilidades básicas —que remiten a un fondo mítico— que posibilita
procesar las influencias externas en el sentido de una asimilachin, es decir, de una
incorporación selectiva, orgánica a la matriz básica (…) (pp. 53-54).
La sabiduría de los pueblos y comunidades orales expresan y renuevan sus saberes a través
de los rituales o mediaciones simbólicas de correspondencia, procesos que no responden al
orden causal como lo comprende y establece el pensamiento occidental. En la matriz
andina, subyace un orden de saberes que han surgido a partir de la experiencia y de la
interrelación con el medio. Por ejemplo, en el tratamiento de la tierra, el hombre del ande
identifica los meses para la siembra y para la cosecha. Tiene la capacidad de escuchar y
comprender las señales de la naturaleza; por ello, el hombre del ande le otorga un sentido a
la altura en el que los pájaros construyen sus nidos en las ramas de los árboles que crecen
cerca de las riberas de los ríos y las lagunas, hecho que lo lleva a comprender si será un
año de lluvias e inundaciones o si, por el contrario, será un periodo de sequías. Estos
saberes conforman su “patrimonio sapiencial” que está ligado a sus concepciones
mitológicas, éticas, filosóficas y religiosas (Estermann, 1998).
El hombre del ande desarrolló sus saberes a partir del dominio de su espacio
geográfico y de la organización económica de sus actividades en función del control de los
pisos ecológicos de la topografía andina. Estas ideas son desarrolladas por John Murra
(1972), quien llega a estas conclusiones después de realizar un estudio sobre las funciones
del control vertical de archipiélagos con colonias en los diversos pisos ecológicos. “Ya en
1967 era evidente que el control de tales “archipiélagos verticales” era un ideal andino
compartido por etnías [sic] muy distantes geográficamente entre sí, y muy distintas en
cuanto a su organización económica y política” (p. 60).
Las sociedades andinas lograron el dominio de estos espacios geográficos
accidentados y diversos y, a la vez, lograron mantener, como lo denomina Murra, su
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Muestra de ello son las experiencias de hombres y mujeres del ande que reactualizan las
técnicas ancestrales como la siembra y cosecha de agua, Yacu waqachay (Ayacucho); las
prácticas integrales de conservación de las papas nativas en las alturas de Huánuco, las 298
variedades de papas nativas tienen un nombre y son consideradas las hijas y los mejores
tesoros por quienes las crían; las formas ancestrales de conservación del suelo agrícola y de
la siembra que exige el trabajo del hombre y la mujer en simbiosis de complementariedad
(Cusco): después del ritual del pago a la pachamama, los hombres abren la tierra con su
chaquitaclla y las mujeres depositan las semillas de papa y el abono de animales. Esta
forma de labranza es considerada una ceremonia de fertilidad denominada Chuki y su
desarrollo se ejecuta con alegría y felicidad4.
Lo ritual y lo celebrativo se manifiesta en la red de relacionalidad que existe entre
los seres y el cosmos, entendida esta desde una dimensión holística y en grados de
complementariedad y reciprocidad. La experiencia sapiencial primaria es eminentemente
ritual y celebratoria en grados de relacionalidad. Los saberes no se constituyen en función
de teorías científicas, procedimientos pragmáticos ni grados de racionalidad cognoscitiva,
“La experiencia primaria en el mundo andino (…) es celebratoria, simbólica. En ella, el
hombre no “aprehende” la realidad para manipularla; la realidad es recreada, se hace
presente de manera concentrada, intensa en cada acto ritual” (Depaz, 2005, p. 54).
Por ello, en cada testimonio de los hombres y mujeres protagonistas de las
experiencias recogidas en Lecciones de la tierra (2015), se expresan y ponen en práctica
estos saberes, a pesar de que la modernidad y el cientificismo han llegado a sus
comunidades, toman lo mejor de estos conocimientos en un proceso de asimilación,
asimilachin, pero preservan sus saberes y conocimientos culturales, abren camino para una
convergencia y diálogo de diversas epistemes5. Este es el caso de las hermanas Machaca,
quienes siembran y cosechan lagunas:
contrarrestar las consecuencias del cambio climático. La publicación registra la implementación y beneficios
de las buenas prácticas, pero también, están presentes los diversos relatos, mitos y ritos que se practican en la
comunidad para lograr la correspondencia con el cosmos.
4 De las veinte experiencias recogidas en el libro Lecciones de la tierra, hemos considerado tres de ellas por
su relación con la temática del presente artículo: “Las hermanas que crían lagunas” (Experiencia 10), “El
coleccionista de papas” (Experiencia 11) y “Una técnica ancestral frente al cambio climático” (Experiencia
1), respectivamente por el orden en que aparecen en el presente texto.
5 Esta idea se desarrolla en función de la experiencia de las hermanas Machaca, formadas en la carrera de
ingeniería Agrónoma en la Universidad San Cristóbal de Huamanga.
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Para ellas, todos los elementos de la tierra son seres vivos: el agua no es un recurso
natural, sino una persona con quien se habla, se canta y se baila. Una madre que
cría y hay que criar. “Por eso no hay que explotarla. Así se resiente y desaparece.
La clave es tratarla con cariño. Solo así las deidades permiten que aflore de las
profundidades de la tierra y nunca nos abandone”, cuenta Marcela (2015, p.113).
El diálogo y la conversación reafirman el principio de relacionalidad en todos los niveles
del cosmos andino, la correspondencia y reciprocidad cobra sentido en actos de
cooperación y solidaridad entre todos los seres y entes. Se co-crea, conversa y celebra con
la madre tierra (pachamama), con los lagos (Yaku mama) y otros entes, seres o deidades a
quienes se les pide permiso, se les agradece y celebra a través de los ritos. En estos actos
festivos, están presentes la música, el canto y la danza como expresiones que emanan y que
se hallan en la naturaleza; por ello, la participación del hombre en estas fiestas y
celebraciones se constituye en actos de unión o de cohesión comunal, de cooperación en la
restitución y renovación del principio de correspondencia con el cosmos para así
contrarrestar su ruptura o desgaste.
El pensamiento del hombre del ande, sus principios y concepciones éticas,
religiosas y míticas se encuentran en los relatos cortos y novelas de Arguedas. De todos los
escritores indigenistas, fue él quien logró representar de manera más auténtica al hombre
del ande, su cultura y cosmovisión. Uno de los elementos culturales que introdujo con
mayor maestría fue la música y el canto andino, unidos estos dos elementos en los actos
celebratorios y rituales en los que el runa participa respondiendo a los principios de
reciprocidad y al “deber cósmico”. La música y el canto acompañan los pasajes narrados
en la novela o relato y ponen en evidencia la capacidad creativa y plástica del hombre del
ande al componer los diversos géneros musicales que se registran en las novelas.
3. La narrativa mítica y su característica conversacional
Lévi–Strauss (1984) sostiene que “[s]i queremos dar cuenta de las características
específicas del pensamiento mítico, tendremos que establecer entonces que el mito está en
el lenguaje y al mismo tiempo más allá del lenguaje” (p.189). Para Lévi-Strauss, el mito es
un lenguaje de un nivel muy elevado del sentido que relaciona sus elementos estructurales
constantes en comparación con el sistema de la lengua (fonemas, morfemas y
semantemas); por ello, determina que existen “unidades constitutivas mayores” que se
ubican por encima de cualquier expresión lingüística a las que denomina “mitemas”. Los
mitemas son unidades lingüísticas que permiten identificar la “sucesión de acontecimientos
por medio de las frases más cortas posibles” (p.191). A pesar de que su estudio fue
cuestionado por los filósofos funcionalistas, quienes criticaron su propuesta por no tomar
en cuenta el contexto del mito, lo interesante de su planteamiento es la posible
identificación de un orden o estructura común a todos los relatos míticos, además de
considerarlo como un fenómeno atemporal (sincrónico y diacrónico al mismo tiempo), que
posibilita la identificación del pensamiento de las sociedades que las crean o reelaboran.
Contrario a las ideas estructuralistas de Levi-Strauss, Hans-Georg Gadamer (1997)
sostiene que, para el pensamiento racionalista moderno, lo mitológico es todo aquello que
se puede explicar mediante la experiencia metódica en la que cobra mayor importancia
establecer los límites entre el mito y la razón. Al respecto, Gadamer afirma:
El mito se convierte en portador de una verdad propia, inalcanzable para la
explicación racional del mundo. En vez de ser ridiculizado como mentira de curas o
como cuento de viejas, el mito tiene, en relación con la verdad, el valor de ser la
voz de un tiempo originario más sabio (p.16).
Desde esta mirada, Gadamer sitúa al mito entre las construcciones discursivas portadoras
de una verdad alejada de la explicación racional y científica. En esta misma línea, Bruce
Mannheim (1999) cuestiona la decisión de Lévi-Strauss de trabajar su esquema de análisis
mitológico con resúmenes traducidos. Para Mannheim, este proceder le impidió “establecer
conexiones entre las narrativas y el contexto de su actuación o que estableciera cualquier
relación intertextual que estuviera mediada por propiedades formales de la narrativa a
excepción de las imágenes” (1999, p.53).
Mannheim aboga por el estudio de los mitos andinos a partir de su relación con el
contexto y de su carácter intertextual al que denomina “narrativa conversacional”.
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“Yawar” (1937). Para el crítico literario, los elementos míticos presentes en la narrativa
arguediana expresan la cultura de los pueblos quechuas; a través de ellos, se ofrece una
visión coherente del mundo. Cuando el pensamiento mítico entra en relación directa con la
naturaleza, se evidencia una relación armónica con el pueblo quechua.
4.1. Los ríos profundos. Capítulo IV “La hacienda”
En la novela Los ríos profundos, el sentido autobiográfico es un elemento esencial
que se relaciona con el plano vivencial. El testimonio del niño Ernesto, personaje principal
de la novela, nos acerca al universo andino y, desde su mirada, accedemos al imaginario
andino.
En el siguiente fragmento, la voz del narrador relata hechos vinculados con la
ritualidad, la canción quechua y la música andina:
“Cuando los políticos dejaron de perseguir a mi padre, él fue a buscarme a la casa
de los parientes donde me dejó. Con la culata de su revólver rompió la frente del
jefe de la familia, y bajó después a la quebrada. Se emborrachó con los indios, bailó
con ellos muchos días. Rogó al vicario que viniera a oficiar una misa solemne en la
capilla del ayllu. Al salir de la misa, entre cohetazos y el repique de las campanas,
mi padre abrazó en el atrio de la iglesia a Pablo Maywa y Victo Pusa, alcaldes de la
comunidad. En seguida montamos a caballo, en la plaza, para comenzar el inmenso
viaje. Salimos del caserío y empezamos a subir la cuesta. Las mujeres cantaban el
jarahui de la despedida.
–No importa que llores. Llora, hijo, porque si no, se te puede partir el corazón –
exclamó mi padre, cuando vio que apretaba los ojos y trotaba callado” (Los ríos
profundos, pp. 42–43).
Análisis
Los pasajes citados corresponden al capítulo IV de la novela Los ríos profundos. Se
pone en evidencia el ritual de la despedida; este acto celebrativo moviliza una serie de
costumbres propias de la comunidad: se oficia la misa como un acto de respeto y
sincretismo de las creencias religiosas; se celebra con bebidas, música y baile. La
comunidad, el ayllu, participa de esta celebración. Los viajeros se despiden de las
autoridades; luego, irrumpen las voces de las mujeres con el canto del harawi que
acompaña la salida del pueblo. En las letras del harawi, se revela una carga simbólica, la
noción de la conversacional que caracteriza al pensamiento andino. Las mujeres cantan
para los viajeros, pero también, se dialoga con cada uno de los entes y elementos del
universo vivo y palpitante de la naturaleza, a los que se encomienda la salud, el recuerdo y
el pronto retorno de los viajeros. La melodía del harawi penetra en el corazón del niño,
ahonda su tristeza y lo precipita al llanto.
Arguedas presenta el harawi en quechua con su respectiva traducción en castellano.
Ello nos lleva a pensar que está pendiente de sus lectores, de los oyentes en quienes espera
que puedan conocer, aprender y valorar las prácticas culturales andinas. Con este ejercicio,
de mirar a los dos mundos, mestizo e indio, el escritor deja constancia de su rol de difusor
cultural, pero también de ser un gran conocedor de la cosmovisión andina.
Por otro lado, podemos afirmar que Arguedas incorpora el jarahui de la despedida
como una expresión del mundo musical andino y cuyo referente se encuentra en el
contexto de las prácticas culturales andinas del departamento de Apurímac. En concreto,
las tradiciones musicales de Abancay guardan relación con la citada canción que figura en
las páginas del capítulo analizado. Para entrar en diálogo epistémico con la teoría literaria,
es de nos es de interés el concepto de dialogismo, que nos permite analizar los tipos de
intertextualidad presente en el texto.
Los ríos profundos Wanka de la despedida (Recopilado por
Capítulo IV: La hacienda (jarahui de la Apolinario Saldívar y Amalia Astete,
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despedida) 2011)
Antonio Cornejo Polar (1997) sostiene que las reflexiones teóricas realizadas en el
campo literario por el ruso Mijaíl Bajtín eran las más adecuadas para estudiar la
heterogénea y compleja literatura de América Latina. Esta respuesta es esbozada al tratar
de identificar la importancia de la obra de Bajtín y su influencia en las reflexiones críticas
del mismo Cornejo Polar, en particular, en relación con las categorías de polifonía y
dialogismo. Acertadamente, explica que la noción de dialogismo es la más fértil y es el
concepto que vienen desarrollando en sus estudios críticos. El concepto de dialogismo es la
idea central de la poética social de Bajtín, quien considera que la condición esencial del ser
humano es comunicar y no conocer. Por ello, logra destacar el carácter social del texto. Al
respecto, Federico Altamirano (2020) sostiene:
Destaca la orientación social del texto, es decir señala que el texto es producto de
las interacciones entre el hablante y el oyente. El texto es un territorio común
compartido por lo interlocutores, por eso el texto está lleno de voces. (…) Al
privilegiar la orientación social del enunciado, la dialogía comprende la pluralidad
discursiva y reconoce la otredad, por ello, articula las voces de los otros… (p. 147)
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La música del turupukllay, del yawar fiesta, llegó a todo el pueblo. Los vecinos se
apuntaron para ir a la plaza.
–¡Ya es hora! Ya están llamando los indios.
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El canto grueso y triste de los wakawak’ras que sonaba todos los años desde
Pichk’achuri, sacudía esa tarde el corazón de los principales, los alocaba; se
reunían para ir, hacían cargar aguardiente y cerveza a la plaza. Se entusiasmaban de
repente; se alegraban, pero de otro modo, no como cuando se emborrachaban, ni
como cuando hacían buen negocio; era de otra clase esa alegría que se reventaba
desde lo más hondo de sus conciencias; ellos no lo hubieran podido explicar; era
una fiesta, una fiesta grande en cada alma” (Yawar Fiesta, p. 186).
Análisis
La fiesta de la sangre o su nombre en quechua Yawar Fiesta es un ritual
prehispánico que se celebra en diversos pueblos de los Andes peruanos (de origen chanka).
Es una celebración que se mantiene en la actualidad conservando el legado ancestral de los
antepasados. Esta celebración ritual es netamente india, ya que en ella participan los indios
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5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
Ministerio del Ambiente (2015). Lecciones de la tierra. Lima: Ministerio del Ambiente.
Altamirano, Federico (2020). “Teorías literarias viables para el estudio de las canciones”.
Universidad Autónoma de Madrid.
Saldívar, Apolinario y Astete, Amalia (2011). Traducción del canto quechua en Los ríos
profundos (Ponencia).