Debate Eutanasia

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Actualmente existe una disyuntiva entre la vida y la muerte cuando un individuo pierde la mayoría

de sus facultades fisicas o psiquicas para valerse por sí misma y llevar una vida normal. Esta
disyuntiva inicia una confrontación inmisericordemente entre lo legal con lo ético. La discusión
acerca del derecho a “morir con dignidad” se retoma en los proyectos de ley sobre derechos de las
personas que padecen una enfermedad incurable o fase terminal. Entonces surge la eutanasia
como fenómeno que se ha practicado desde todos los tiempos, en unas culturas más que en otras
y su uso se ha generalizado ya más ampliamente en la época posmoderna. En el ius puniendi del
derecho venezolano en ninguna de sus disposiciones legales se contempla el término Eutanasia o
los otros términos relacionado con la muerte asistida, lo que deja una gran laguna legal sobre el
derecho de las personas que padecen una enfermedad incurable o en fase terminal a ejercer su
derecho basado en el principio de autonomía, y poder exigir así su derecho a una muerte digna
que mitigue su sufrimiento u agonía. Por lo que se, penaliza al individuo que causare la muerte a
otro de forma intencional (asistida). Sin embargo, solo la Ortotanasia es aceptada en Venezuela
siempre y cuando se haya certificado la muerte cerebral y se cuente con la autorización de los
familiares.

La eutanasia es parte del derecho humano a tener una muerte digna y hay diferentes medios para
lograrla, sin sufrimiento y de acuerdo con los valores de la persona; mientras que sólo en siete
países del mundo es legal, en México se permite la decisión de suspender o rechazar tratamientos
que prolongan la vida y los cuidados paliativos, afirmó Asunción Álvarez del Río, profesora e
investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina.

Al legislar en la materia, consideró, “se debe saber que un derecho no es obligación, no se tiene
que pedir si no se quiere; pero no se puede imponer a los demás que no la pidan”.

La eutanasia no se ha legislado en más lugares del mundo “porque nos cuesta mucho trabajo
hablar de la muerte y pensar que podemos querer morir en algún momento, aun por asuntos
religiosos; muchas veces porque hay grupos de poder que quieren imponer una visión religiosa a
todos por igual, en lugar de dejar que cada quien, una vez que algo es legal, decida si lo usa o no,
siguiendo su conciencia y los lineamientos de su religión, si la tiene o no”, señaló la especialista.

Autora de varios libros sobre el tema, opinó que se ha obstaculizado esa legislación por las
creencias de personas que tienen la capacidad para intervenir en las políticas públicas de las
naciones e impedir que legislaciones la aprueben. Es una cuestión complicada: en algunas
personas impera la idea de que va contra de Dios y, si son religiosos, piensan que esto es algo
malo, “y así se vende, no como una decisión personal, sino como algo que determinan algunos
sobre otros”.
Para la doctora en Bioética no hemos discutido suficiente sobre lo que significa tener libertad al
final de la vida, porque eso representa la eutanasia: que alguien sepa que puede seguir viviendo
con la confianza de que cuando las cosas se ponen muy mal, puede solicitar ayuda y dejar de
sufrir.

Se trata de una acción que se realiza en el contexto de la atención médica, en la cual un


especialista de la salud causa la muerte de un paciente mediante una inyección de medicamentos
que la producen de manera rápida y sin dolor. Debe hacerse a petición del enfermo porque está
sufriendo y quiere acabar con esa situación.

Álvarez del Río se preguntó ¿qué pasa cuando un paciente no se puede comunicar? Y estimó que
posiblemente se debe a que recibe tratamientos de los cuales depende su vida, de soporte vital; si
hay elementos para decir que no va a recuperar la conciencia, su estado de salud o la calidad de
vida, hay que considerar para qué se le sigue prolongando, quizá no es en su beneficio. Antes se
llamaba eutanasia pasiva, pero ahora se le conoce como limitación del esfuerzo terapéutico.

Hay una idea acerca de la calidad de vida que con frecuencia se asocia a vivir más, comentó la
autora del libro Práctica y ética de la eutanasia. Y agregó: “Hay intervenciones en la atención
médica al final de la vida que no son eutanasia, son cuidados paliativos que buscan no prolongar la
vida, sino darle calidad por el tiempo que le quede a alguien.

“Siempre y cuando las personas estén dispuestas a aceptar esos cuidados; se ignora que pueden
decidir ya no tenerlos porque ya no alivian el sufrimiento, es una cuestión de autonomía que no se
respeta en ocasiones.”

Pacientes psiquiátricos

Al respecto, la universitaria apuntó que hay naciones donde es permitida, porque se cumplen los
requisitos principales, siempre y cuando pueda hacer un pedido voluntario. Hay que saber que ser
este tipo de pacientes no quiere decir que tienen perdido el juicio: hay ocasiones en las cuales una
persona que quizá padece depresiones profundas y tiene etapas donde sabe que no quiere seguir
así, puede hacer un pedido totalmente racional.

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