El Mas Alla
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Publicado en línea: 10 de diciembre de 2018
Disponible en:
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Josep-Ignasi Saranyana
Universidad de Navarra
1
Carta del cardenal Antonio Carafa, de 26 de octubre de 1588, comunicando a santo
Toribio la aprobación pontificia del concilio y las enmiendas que debían introducirse en el
texto, en Francesco Leonardo Lisi, El Tercer Concilio Limense y la aculturación de los indígenas
sudamericanos. Estudio crítico con la edición, traducción y comentario de las actas del concilio provin-
cial celebrado en Lima entre 1582 y 1583, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1990 (bilingüe)
(Acta Salmanticensia. Estudios Filológicos, 233), p. 356.
2
El arzobispo de Lima comunicaba al delegado apostólico en Lima, el 23 de enero de
1913, que “la Asamblea de 1912 ha tenido pues la misma fuerza que la de 1909. Las dos han
tenido carácter conciliar”: celebradas con la autorización de la Santa Sede, que había dispen-
sado de algunas formalidades, dadas las dificultades que tenía el episcopado peruano con sus
autoridades civiles, empeñadas en avocar a sí la autorización (y la convocación) de los conci-
lios provinciales, apelando a los precedentes de Felipe II [sic]. Cfr. Archivo Secreto Vaticano,
Nunciatura Apostólica en Perú, monseñor Angelo G. Scapardini (1910-1917), n. 76, fasc. 5.
3
Primer Limense, constituciones de los naturales, const. 25 [24], en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), 3 v., Lima, s/e, 1951-1954, v. i, p. 20-21 (Obra rara y de
difícil consulta, de la que existe una versión en microfichas preparada por cidoc Project. Hay
ediciones críticas de los tres primeros concilios, llevadas a cabo por Francisco Mateos —los dos
primeros— y Francesco Leonardo Lisi —el tercero—); en Francisco Mateos (ed.), “Constitucio-
nes de indios del Primer Concilio Limense (1552)”, Missionalia Hispanica, 7, 1950, p. 35-36.
4
Primer Limense, constituciones de los naturales, const. 26 [25], en Rubén Vargas Ugar-
te (ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 21-22; Francisco Mateos (ed.), “Constitu-
ciones de indios del Primer Concilio Limense (1552)”, op. cit., p. 37-38.
5
Primer Limense, constituciones de los naturales, const. 38 [37], en Rubén Vargas Ugar-
te (ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 29; en Francisco Mateos (ed)., “Constitu-
ciones de indios del Primer Concilio Limense (1552)”, op. cit., p. 47.
Idem.
6
Idem.
7
8
Primer Limense, const. para españoles, 70, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios li-
menses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 81.
9
Segundo Limense, Constituciones para españoles, proemio, en Rubén Vargas Ugar-
te (ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 102; en Francisco Mateos (ed.), “Se-
gundo Concilio Provincial Limense 1567”, Missionalia Hispanica, 7, 1950, p. 211-296 y 525-
617, p. 217.
10
“Lingua vulgari et materna initiandis exponant” (Segundo Limense, Constituciones para
españoles, cap. 3, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 104;
en Francisco Mateos (ed.), “Segundo Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 221).
11
Segundo Limense, Constituciones para españoles, cap. 13, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 108; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 226. También cap. 48, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 123; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 247. También en Constituciones de indios 49, en
Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 182; en Francisco
Mateos (ed.), “Segundo Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 558.
12
Segundo Limense, Constituciones para españoles, cap. 19, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 110; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 229.
13
Segundo Limense, Constituciones para españoles, cap. 27, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 113-114; en Francisco Mateos (ed.), “Se-
gundo Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 233. En cambio, se dispone, en las
constituciones de indios, que no se los admita a las órdenes sagradas (cfr. Segundo Limen-
se, constitución de indios 74, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses (1551-1772),
op. cit., v. i, p. 197-198; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo Concilio Provincial Limense
1567”, op. cit., p. 573).
14
Segundo Limense, Constituciones para españoles, cap. 82, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 138; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 267-268.
15
Segundo Limense, Constituciones para españoles, cap. 124, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 154-155; en Francisco Mateos (ed.), “Segun-
do Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 291-292.
que existe Dios uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador de los hom-
bres, del cielo y de la tierra y de todas las cosas, que premia a los bue-
nos en el cielo y castiga a los malos en el infierno; y que Jesucristo es
el Hijo de Dios y redentor de los hombres, mediador entre Dios y los
hombres, por su propia pasión y muerte; persúadale así mismo que
crea todas las cosas que la Iglesia romana y los buenos cristianos creen,
y se disponga animosamente a creer y a hacer todo.22
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 177; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 550.
22
“Oportet credere toto corde: esse unum Deum, Patrem, Filium et Spiritum Sanctum,
scilicet, hominum, caeli terraeque et omnium rerum creatorem, bonorum preamiatorem in
caelo, malorumque in inferno punitorem, ac inter ipsos et eum mediatorem, per passionem
et mortem propriam; persuadeat deinde omnia credere quae Ecclesia romana et boni chris-
tiani credunt, et ut animo proponat se omnia credenda et operanda” (Segundo Limense,
Constituciones para indios, const. 33, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses (1551-
1772), op. cit., v. i, p. 176; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo Concilio Provincial Limense
1567”, op. cit., p. 549).
23
Cfr. Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 95, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 203-204; en Francisco Mateos (ed.), “Segun-
do Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 588. En las constituciones 98, 99, 100 y 101 se
dan normas para el exterminio de la idolatría.
24
Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 102, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 208; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 594-595.
Para extirpar el anterior error [se refiere a todo cuanto acaba de descri-
bir], este Santo Sínodo establece que todos los sacerdotes destinados a
la cura de indios, si conocen que alguna cosa parecida ha sucedido, y
antes de que vaya a mayores, comiencen una diligente investigación,
para conocer quien ha aconsejado o mandado que tales cosas se per-
petren; y si hallan que la culpa es del que ha de ser sepultado o del que
ya fue sepultado, ante todo priven de sepultura eclesiástica al susodi-
cho supersticioso, por no decir herético; después, relajen [es decir,
transfieran] su cuerpo [cadáver] al juez secular, para ser castigado se-
gún determinan las disposiciones legales; y si además alguno de sus
familiares espontáneamente, o por consejo o mandato de otro, hizo tal
cosa [los errores antes descritos], sea castigado gravemente según es-
tablecen las normas canónicas.25
25
Idem.
26
Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 106, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 210; en Francisco Mateos (ed.), “Segundo
Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 598.
27
Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 103, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 208-209; en Francisco Mateos (ed.), “Segun-
do Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 595-596.
28
Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 107, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 211-212; en Francisco Mateos (ed.), “Segun-
do Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 599-600.
29
Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 113, en Rubén Vargas Ugarte
(ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. i, p. 215-216; en Francisco Mateos (ed.), “Segun-
do Concilio Provincial Limense 1567”, op. cit., p. 605-606.
30
“[…] etsi ignorantes, impulsu tamen quoddam naturali, futuram resurrectionem prae-
sagientes […]” (Segundo Limense, Constituciones para indios, const. 113, en Rubén Vargas
34
Acción segunda, cap. 4 (ed. Francesco Leonardo Lisi, El Tercer Concilio Limense…, op.
cit., p. 126-127). La primera parte de la disposición limense está tomada de (Hebreos 11, 6); la
segunda parte, de carácter cristológico, se halla explícitamente en distintos lugares del corpus
paulino: por ejemplo, en Romanos 3, 21 y s.; Colosenses 1, 13 y s.; I Timoteo 2, 5, etcétera.
35
“Quaecumque igitur prima Limensi congregatione anno a salute mundi millessimo
quingentesimo quinquagesimo secundo acta decretaque sunt, quia in iis et legitima auctoritas
desideratur et pleraque melius disposita sunt, nullam de caetero sive in tota provincia siva in
hac dioecesi obligandi vim habeant. Quae vero deinde per concilium provinciale in hac eadem
urbe coactum anno millesimo quingentesimo sexagesimo septimo constituta sunt, cum rite
ac legitime convocatum et celebratum atque etiam promulgatum fuisse constet, ea cum omni
veneratione tamquam canonica statuta serventur, praeterquam si quid, rerum ac temporis
ratione exigente, ab hac synodo aliter dispositum revocatumve sit, salvo etiam in omnibus
iure patronatus per sedem apostolicam catolico atque invictissimo regi nostro Philippo cae-
terisque Hispaniarum regibus concesso quod per omnia illaesum conservatumque cupimus,
diuturnam insuper ac felicissimam vitam a summo Deo nostro piissime illius maiestati de-
precantes” (actio secunda, cap. 1, ed. Francesco Leonardo Lisi, El Tercer Concilio Limense…,
op. cit., p. 122).
40
Para un estudio más detallado, cfr. Raimundo Romero Ferrer, Estudio teológico de los
catecismos del III Concilio Limense (1584-1585), Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra,
1992.
41
Complementos del Confesionario, en Monumenta catechetica hispanoamericana, op. cit., v. ii,
p. 553-554.
que les fuesen a servir a la otra vida”.42 Como es lógico, esta informa-
ción era para los curas de indios, a fin de que no les pillaran por sorpre-
sa las costumbres de los naturales.
Pasemos al Tercer catecismo o Catecismo por sermones, que es el ins-
trumento pastoral limense más importante y extenso. Después de un
proemio titulado “Del modo que se ha de tener en enseñar y predicar
a los indios” y de otras advertencias, vienen 31 sermones que se repar-
ten de la siguiente forma: nueve sobre la fe y algunos artículos que hay
que creer; ocho sobre los sacramentos; 10 sobre los mandamientos; dos
sobre el Padre Nuestro, y dos sobre los novísimos o postrimerías. Son
todos ellos de gran calidad teológica y además muy expresivos de la
vida cotidiana en las tierras del virreinato peruano.
El orden de los sermones resulta del mayor interés catequético y
teológico. El primer sermón declara los presupuestos de la fe que son:
“que hay otra vida adonde van nuestras almas, porque son inmortales;
que Dios hizo al hombre para que goce de él, y porque es justo, a los
buenos da descanso, y a los malos pena”. Este planteamiento equivale
a tomar como punto de partida los novísimos o postrimerías del hom-
bre, fundamentado todo en que el alma es inmortal y en que Dios es
creador y remunerador. El segundo sermón presenta la gravedad del
pecado y el enojo de Dios por los pecados. El sermón tercero se centra
en Jesucristo “como único remedio de los hombres para librarse del
pecado”; se relatan los misterios de su humanidad y se exhorta a amar-
lo. El cuarto sermón declara cómo se ha de creer y confiar en Jesucristo.
A partir del sermón quinto, el Tercer catecismo pasa a desarrollar los
artículos de la divinidad y se detiene particularmente, a lo largo de
varios sermones, en el atributo de Dios creador. Algunos de los sermo-
nes parecen pensados en clave antiluterana, como el sermón noveno:
“Que no basta sola la fe para salvarse”.43
IV Limense (1591)
42
Los errores y supersticiones de los indios, en Monumenta catechetica hispanoamericana,
op. cit., v. ii, p. 565-566.
43
Cfr. Raimundo Romero Ferrer, Estudio teológico de los catecismos del III Concilio Limense
(1584-1585), cit. en nota 40, passim.
V Limense (1601)
VI Limense (1772-1773)
Carlos III, por la real cédula del 21 de julio de 1769, dirigida a los me-
tropolitanos del Nuevo Mundo y conocida como el Tomo regio, ordenó
la celebración de concilios provinciales. La respuesta episcopal al re-
querimiento de la Corona fueron cinco asambleas conciliares, celebra-
das en México (1771), Manila (1771), Lima (1772-1773), Charcas (1774-
1778) y Santa Fe de Bogotá (1774).44
El Tomo regio de 1769 se proponía tres objetivos: exterminar las doc-
trinas laxas (o sea el “probabilismo” atribuido a los expulsos jesuitas);
restablecer la disciplina eclesiástica (en conventos y monasterios, sobre
todo femeninos) y acrecentar la fe y la moral cristianas en los fieles,
tanto criollos como indígenas. Para lograr esos tres fines, la real cédula
indicaba 20 puntos que los concilios debían estudiar. Además, advertía
a los obispos que evitasen cualquier obstáculo que impidiera la celebra-
ción del concilio y prohibiera tratar los temas de inmunidad eclesiásti-
ca reservados al monarca. Era la primera vez que la Corona española
fijaba los contenidos de un debate conciliar, antes incluso que lo hiciera
el gran duque de Toscana, en 1786, con su famoso memorial de 57 pun-
tos dirigidos a los obispos de su jurisdicción territorial.
El arzobispo Diego Antonio de Parada convocó el VI Concilio Pro-
vincial de Lima, que debió abrir sus sesiones el 1 de agosto de 1771. La
inauguración se retrasó hasta el 12 de enero de 1772. Asistieron los
44
Cfr. Elisa Luque Alcaide, Los concilios provinciales en Hispanoamérica, en Josep-Ignasi
Saranyana (dir.) y Carmen-José Alejos Grau (coord.), Teología en América Latina, Madrid, Ibe-
roamericana/Vervuert, 2005, v. ii/1: Escolástica barroca, Ilustración y preparación de la Indepen-
dencia (1665-1810), cap. v, p. 423-523.
Balance conclusivo
Hemos repasado las actas y los decretos de los seis concilios provincia-
les peruanos del ciclo colonial, con el fin de detectar las líneas de la
pastoral evangelizadora en relación con la muerte y el más allá.
Se constata, ante todo, que son muy pocas las referencias a estos
temas en las disposiciones “para españoles”. En ellas se indica —que
los curas— atiendan a los indios bautizados, en los momentos postreros
administrándoles el viático y dándoles digna sepultura. Se determinan
los conocimientos mínimos de la fe católica exigibles al recibir el bau-
tismo in extremis. Además se legisla sobre los estipendios, para evitar
cualquier asomo de simonía. Se condenan las profanaciones de las an-
tiguas tumbas del Incario (por parte de los buscadores de tesoros, prin-
cipalmente españoles), señalando que tales tumbas, aunque no cristia-
nas, presuponían creer en la vida después de la muerte y que en tal
sentido tenían un valor religioso.
Los padres sinodales sabían que la muerte, el embalsamamiento, el
entierro, el cuidado de las sepulturas y el recuerdo de los difuntos cons-
tituían aspectos fundamentales de las religiones del Incario. Por eso
45
Acción segunda, lib. i, tít. i, cap. 9, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses
(1551-1772), op. cit., v. ii, p. 20-21. Sobre el Anticristo se vuelve en acción iii, lib. v, cap. 5, en
Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses (1551-1772), op. cit., v. ii, p. 130.
46
Acción tercera, lib. iii, tít. iii, cap. 16, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses
(1551-1772), op. cit., v. ii, p. 90.
47
Acción tercera, lib. iii, tít. iii, cap. 5, en Rubén Vargas Ugarte (ed.), Concilios limenses
(1551-1772), op. cit., v. ii, p. 97.