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Perfil del país

Prepared: June 2019

Venezuela, con un territorio continental e insular (más de 314 islas, cayos e


islotes) de 916445 km2, posee una gran variedad de ambientes acuáticos y
diversidad de recursos pesqueros. El sector pesquero de Venezuela contribuye a
la economía nacional en términos de generación de empleos (120 062 en 2017) y
de oferta de alimentos a la población (el consumo anual de pescado por habitante
se estima en 9.4 kg en 2016).

En 2017, las capturas totales fueron alrededor de 277600 toneladas con cerca el 8
por ciento procedente de la pesca continental mientras que el remanente se
originó en la pesca marítima en aguas del Océano Atlántico y también en la pesca
atunera en el Pacífico. Las principales especies capturadas de origen marino
fueron túnidos, sardinas y mejillones. Desde 2004 las capturas totales se han
reducido de casi la mitad debido a que la mayor parte de los recursos pesqueros
se encuentran plenamente explotados y en consecuencia sujetos a la regulación
del esfuerzo de pesca como, entre otros, el decreto con fuerza de ley 5.930 que
prohíbe la pesca de arrastre de camarón a partir de 2009.

La producción acuícola en el año 2017 se estimó cerca de 29000 toneladas, de las


cuales el 84 por ciento (24500 toneladas) provienen del camarón marino. El resto
de la producción acuícola proviene mayormente de cultivos de peces de agua
dulce, especialmente cachama, tambatinga, el bagre y trucha arco iris.
La flota pesquera en 2016 se compone de unas 49 384 embarcaciones, la mayoría
son embarcaciones de pequeña escala de menos de 12 m de longitud. Venezuela
registra la flota atunera de total de 66 buques principalmente cerqueros. En 2017
el sector pesquero generó un número estimado de poco menos de 120 062
puestos de trabajo. De ellos, alrededor de 10 780 fueron acuicultores y unos 81
765 se dedicaban a labores extractivas en el mar.

Los últimos años (datos hasta 2015) indican una expansión de la colocación de
productos pesqueros en el mercado interno ya sea frescos o procesados. En lo
que respecta a la balanza comercial de productos pesqueros de Venezuela, la
misma comenzó a ser deficitaria desde el 2006. En 2017 las importaciones
alcanzaron USD 30.8millones y las exportaciones fueron de USD 65 millones.
Objetivo 14: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y
los recursos marinos

El océano impulsa los sistemas mundiales que hacen de la Tierra un lugar


habitable para el ser humano. Nuestra lluvia, el agua potable, el tiempo, el clima,
los litorales, gran parte de nuestra comida e incluso el oxígeno del aire que
respiramos los proporciona y regula el mar.

Una gestión cuidadosa de este recurso mundial esencial es una característica


clave de un futuro sostenible. No obstante, en la actualidad, existe un deterioro
continuo de las aguas costeras debido a la contaminación y a la acidificación de
los océanos que está teniendo un efecto adverso sobre el funcionamiento de los
ecosistemas y la biodiversidad. Asimismo, también está teniendo un impacto
perjudicial sobre las pesquerías de pequeña escala.

Proteger nuestros océanos debe seguir siendo una prioridad. La biodiversidad


marina es vital para la salud de las personas y de nuestro planeta. Las áreas
marinas protegidas se deben gestionar de manera efectiva, al igual que sus
recursos, y se deben poner en marcha reglamentos que reduzcan la sobrepesca,
la contaminación marina y la acidificación de los océanos.

Respuesta al COVID-19

La conservación de los océanos y las medidas no deberían estancarse mientras


afrontamos la pandemia de la COVID-19. Debemos buscar soluciones a largo
plazo para la salud de nuestro planeta en su conjunto. Nuestras vidas dependen
de la salud del planeta.

La salud de los océanos está íntimamente ligada a nuestra salud. De acuerdo con
la UNESCO, el océano puede ser un aliado contra la COVID-19: las bacterias que
se encuentran en las profundidades del océano se están utilizando para llevar a
cabo pruebas rápidas para detectar la presencia de COVID-19. Además, la
diversidad de especies del océano es prometedora para los medicamentos.
La pandemia brinda una oportunidad para revivir los océanos y comenzar a
construir una economía de los océanos sostenible. Un informe de la Comisión
Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico sugiere que el
parón de actividad temporal, así como la reducción de movimientos de los seres
humanos y de las demandas de recursos debido a la pandemia de la COVID-19
puede proporcionar a los entornos marinos el respiro que tanto necesitaban para
empezar a recuperarse.

La Conferencia sobre los Océanos de las Naciones Unidas, planificada en


principio para junio de 2020, se pospuso a una fecha posterior (aún por
determinar) debido a la pandemia de la COVID-19.

Los océanos cubren las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra, contienen
el 97 por ciento del agua del planeta y representan el 99 por ciento de la superficie
habitable del planeta en volumen.

Más de tres mil millones de personas dependen de la biodiversidad marina y


costera para su sustento.

A nivel mundial, el valor de mercado de los recursos marinos y costeros, y su


industria se estima en $ 3 billones por año o alrededor del 5 por ciento del PIB
mundial.

Los océanos contienen casi 200,000 especies identificadas, pero las cifras reales
pueden ser de millones.

Los océanos absorben alrededor del 30 por ciento del dióxido de carbono
producido por los humanos, amortiguando los impactos del calentamiento global.

Los océanos sirven como la mayor fuente de proteínas del mundo. Más de 3.000
millones de personas dependen de los océanos como fuente principal de
proteínas.
La pesca marina emplea directa o indirectamente más de 200 millones de
personas.

Los subsidios a la pesca están contribuyendo al rápido agotamiento de muchas


especies y están impidiendo los esfuerzos para salvar y restaurar la pesca mundial
y los empleos asociados a esta, causando que la pesca oceánica genere US $ 50
mil millones menos por año de lo que podrían.

Los espacios de mar abierto muestran que los niveles actuales de acidez han
aumentado en un 26 por ciento desde el comienzo de la Revolución Industrial.

Las aguas costeras se están deteriorando debido a la contaminación y la


eutrofización. Sin esfuerzos coordinados, se espera que la eutrofización costera
aumente en 20 por ciento de los grandes ecosistemas marinos para el año 2050.

14.7 De aquí a 2030, aumentar los beneficios económicos que los pequeños
Estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados obtienen del uso
sostenible de los recursos marinos, en particular mediante la gestión sostenible de
la pesca, la acuicultura y el turismo

14.a Aumentar los conocimientos científicos, desarrollar la capacidad de


investigación y transferir tecnología marina, teniendo en cuenta los Criterios y
Directrices para la Transferencia de Tecnología Marina de la Comisión
Oceanográfica Intergubernamental, a fin de mejorar la salud de los océanos y
potenciar la contribución de la biodiversidad marina al desarrollo de los países en
desarrollo, en particular los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países
menos adelantados

14.b Facilitar el acceso de los pescadores artesanales a los recursos marinos y los


mercados

14.c Mejorar la conservación y el uso sostenible de los océanos y sus recursos


aplicando el derecho internacional reflejado en la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar, que constituye el marco jurídico para la
conservación y la utilización sostenible de los océanos y sus recursos, como se
recuerda en el párrafo 158 del documento “El futuro que queremos”

Objetivo 2: Poner fin al hambre

Tras décadas de una disminución constante, el número de personas que padecen


hambre (medido por la prevalencia de desnutrición) comenzó a aumentar
lentamente de nuevo en 2015. Las estimaciones actuales indican que cerca de
690 millones de personas en el mundo padecen hambre, es decir, el 8,9 por ciento
de la población mundial, lo que supone un aumento de unos 10 millones de
personas en un año y de unos 60 millones en cinco años.

El mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para
2030. Si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por
el hambre superará los 840 millones de personas para 2030.

Según el Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135 millones de personas


padecen hambre severa Disponible en inglés, debido principalmente a los
conflictos causados por los seres humanos, el cambio climático y las recesiones
económicas. La pandemia de COVID-19 podría duplicar ahora esa cifra y sumar
unos 130 millones de personas más que estarían en riesgo de padecer hambre
severa a finales de 2020.

Con más de 250 millones de personas que podrían encontrarse al borde de la


hambruna Disponible en inglés, es necesario actuar rápidamente para
proporcionar alimentos y ayuda humanitaria a las regiones que corren más
riesgos.
Al mismo tiempo, es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema
agroalimentario mundial si queremos alimentar a más de 820 millones de
personas que padecen hambre y a los 2000 millones de personas más que vivirán
en el mundo en 2050. El aumento de la productividad agrícola y la producción
alimentaria sostenible son cruciales para ayudar a aliviar los riesgos del hambre.

Respuesta al COVID-19

El programa de ayuda alimentaria del Programa Mundial de Alimentos proporciona


un sustento vital a 87 millones de personas vulnerables en todo el mundo. Su
análisis de las implicaciones económicas y relativas a la seguridad alimentaria de
la pandemia destaca el posible efecto de la COVID-19 sobre las personas más
pobres del mundo.

En vista de los efectos de la pandemia sobre el sector agroalimentario, se


necesitan medidas urgentes para garantizar que las cadenas de suministro
alimentario se mantengan en funcionamiento con el fin de mitigar el riesgo de
grandes perturbaciones que puedan afectar de manera considerable a todo el
mundo, en especial a las personas pobres y más vulnerables.
Para abordar estos riesgos, la Organización para la Alimentación y la Agricultura
insta a los países a que realicen lo siguiente:

Satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas de sus poblaciones


vulnerables.

Estimular los programas de protección social.

Mantener el comercio mundial de alimentos.

Mantener en funcionamiento los engranajes de las cadenas de suministro


nacionales.

Apoyar la capacidad de los pequeños productores para aumentar la producción de


alimentos.

El Plan Mundial de Respuesta Humanitaria de las Naciones Unidas presenta los


pasos que hay que tomar para luchar contra el virus en los países más pobres del
mundo y para abordar las necesidades de las poblaciones más vulnerables,
incluidas aquellas que se enfrentan a la inseguridad alimentaria.

Datos destacables

Metas del objetivo 2

Enlaces

Datos destacables

Hambre
Una de cada nueve personas en el mundo está subalimentada en la actualidad;
esto es, alrededor de 815 millones de personas en el mundo.

La mayoría de las personas que sufren de hambre viven en los países en


desarrollo, donde el 12.9 por ciento de la población se encuentra subalimentada.

Asia es el continente que tiene la mayor población de gente que sufre hambre –
dos tercios del total. El porcentaje en Asia del Sur se ha reducido en los últimos
años pero en el Asia Occidental el hambre se ha incrementado ligeramente.

Asia del Sur se enfrena a la mayor carga de población que sufre hambre, con 281
millones de personas subalimentadas. En el África subsahariana, las proyecciones
del período 2014-2016 indican que el ratio de personas subalimentadas es casi del
23 por ciento.

La pobre nutrición causa cerca de la mitad (45 por ciento) de las muertes en los
niños menores de 5 años – 3.1 mil niños cada año.

Uno de cuatro niños en el mundo sufren de retraso en el crecimiento. En los


países en desarrollo, la proporción puede elevarse a uno de cada tres.

66 millones de niños en edad escolar primaria asisten a clases con hambre en los
países en desarrollo, 23 millones solo en África.

Seguridad alimentaria

El sector de la agricultura es el mayor empleador del mundo y proporciona medios


de vida al 40% de la población mundial actual. Es la mayor fuente de ingresos y
empleos para los hogares rurales pobres.

500 millones de pequeñas granjas en todo el mundo, la mayoría aún con


producción de secano, proporcionan hasta el 80 por ciento de los alimentos que se
consumen en gran parte del mundo en desarrollo. Invertir en pequeños
agricultores hombres y mujeres es una forma importante de aumentar la seguridad
alimentaria y la nutrición para los más pobres, así como la producción de
alimentos para los mercados locales y mundiales.

Desde el inicio de los años 1900, alrededor del 75 por ciento de la diversidad de
cultivos ha desaparecido de los campos de los agricultores. Un mejor uso de la
biodiversidad agrícola puede contribuir a dietas más nutritivas, mejorar formas de
vida en las comunidades agrícolas y ayudar a que los sistemas agrícolas sean
más resistentes y sostenibles.

Si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los
hombres, la cantidad de personas que padecerían de hambre en el mundo se
reduciría hasta en 150 millones.

4 mil millones de personas no tienen acceso a la electricidad en todo el mundo, la


mayoría de las cuales vive en áreas rurales de los países en desarrollo. La
pobreza energética en muchas regiones es una barrera fundamental para reducir
el hambre y asegurar que el mundo pueda producir suficiente alimento para
satisfacer la demanda futura.

2.3 Para 2030, duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores
de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas,
los agricultores familiares, los pastores y los pescadores, entre otras cosas
mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de
producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y
oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas

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