Descartes
Descartes
Descartes
Descartes (S. XVI), inaugura una nueva época de la losofía, el racionalismo, que se caracteriza
por la independencia absoluta de la tradición, el criterio de autoridad o la fe religiosa.
CONOCIMIENTO
Descartes inaugura la teoría del conocimiento (gnoseología), su tesis consiste en que para buscar
la verdad en el conocimiento es preciso seguir un método
ya que la razón (la facultad de distinguir lo verdadero de lo falso) por sí sola no es garantía de
éxito. Este método es una serie de reglas ciertas y fáciles de modo que el que las siga
exactamente tal como están enunciadas nunca tomará nada falso por verdadero y llegará así al
conocimiento verdadero de todas aquellas cosas que no sobrepasen su capacidad. Estas reglas
son: En primer lugar, la evidencia, es no aceptar como verdadero aquello de lo que se tiene la
más mínima duda. La tercera, es el análisis: reducir lo complejo a sus partes más simples. La
tercera regla del método es la síntesis: volver a reconstruir lo complejo, deduciendo ideas o
consecuencias. La cuarta regla es la enumeración: revisar los pasos anteriores para comprobar
que no hemos cometido errores ni omisiones. El método se debe basar en dos procesos básicos
del racionamiento: la intuición y la deducción. La intuición es la captación inmediata de una idea
como evidente y la deducción es la obtención de verdades a partir de la intuición.
Este método implica usar la duda metódica, es decir, considerar falso de lo que se tenga la mas
mínima duda. La duda metódica es un método para hallar verdades; es teorética (se limita al
ámbito teórico); no es escéptica, es decir, no se niega la posibilidad de alcanzar el conocimiento;
y es universal, ya que se duda de absolutamente todo. Tiene cuatro niveles o procesos: En primer
lugar, se duda de los sentidos ya que no son fuente able de conocimiento, pues nos engañan
con frecuencia. En segundo lugar, se duda de la no distinción entre sueño y vigilia, ya que al
despertar muchas veces descubrimos que lo que hemos soñado es falso. En tercer lugar, es lo
que se ha llamado Deus deceptor (un dios engañador): quizá dios nos ha hecho de forma que nos
equivoquemos cada vez que llevamos a cabo operaciones matemáticas y las conclusiones a las
que llegamos son falsas. Y si no aceptamos esta imagen de un dios engañador cabría pensar
entonces en la existencia de un genio maligno, un ser omnipotente que disfruta engañando
siempre y con todo.
A través de la duda metódica se obtiene la primera certeza (algo indudable): pienso, luego existo.
El hecho de dudar por si mismo una forma de pensar y, aunque lo que piense sea falso, el
pensamiento como acto es verdadero e implica la existencia de un ser pensante. Re exionando
sobre esto vemos que cumple el criterio de certeza (es verdad todo lo que percibo con claridad y
distinción). Entiendo por claridad aquella percepción que es indudable, y por distinción, aquella
percepción imposible de confundir con cualquier otra. El criterio de certeza to no es ahora el
aristotélico, en la que el pensamiento se adecuaba con la realidad. El método de Descartes es
único puesto que la razón es una también; las ciencias deben formar un único saber.
Descartes elabora una teoría de las ideas: divide el pensamiento e ideas y en otros contenidos
(actos de la voluntad, a rmaciones y negaciones). Las ideas son para Descartes representaciones
mentales de los objetos a los que se re ere, son también la forma de cualquier pensamiento por
cuya percepción inmediata tomo conciencia de esa pensamiento, puede ser de varios tipos
según su origen. En primer lugar existen las ideas innatas que son las que nacen conmigo: la idea
de in nito, la idea de sustancia y la idea de pensamiento. En segundo lugar están las ideas
adventicias, (temperatura, color…). En tercer lugar las ideas cticias que son las que elaboro en
mi imaginación mezclando otras ideas. Las ideas se pueden estudiar desde distintas
perspectivas. Desde el punto de vista material: todas las ideas están hecha de la misma materia;
no hay diferencia entre ellas. Desde el punto de vista formar todas las ideas tienen la misma
esencia y no hay diferencia en ellas. Y desde el punto de vista objetivo: cada idea representa una
realidad distinta; por tanto si hay diferencia entre ellas. Entre todas todas las ideas hay una
fundamental que es en la que descartes se va a centrar para averiguar si existe algo extramental,
y concluye que si: hay una idea cuya realidad objetiva es tan grande que no se puede explicar
desde el yo como causa formal (origen) por lo que tiene que existir otra realidad que sea
explicativa, esta realidad es Dios. Dios será quien garantice que las verdades cientí cas que
conocemos acerca del mundo exterior, utilizando adecuadamente las reglas del método, son
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DESCARTES
DIOS
El papel que cumple dios en la losofía cartesiana es fundamental, dios no puede ser engañador,
ya que todo engaño implica defecto y dios es sumamente perfecto, por lo que todo lo que
percibo con claridad y distinción debe ser verdadero y existir realmente fuera de mi pensamiento.
Su existencia puede ser demostrada racionalmente. En primer lugar dios es in nito: como las
ideas no proceden de la nada y ésta idea en concreto no la puedo haber creado yo (porque soy
nito) ni la puedo haber elaborado a través de la experiencia (ya que el in nito no se percibe),
debe haber sido puesta en mi por un ser in nito, que, por lo tanto, debe existir. Esto supone, que
dios es una substancia cuyo atributo principal es la in nitud; en sentido estricto es la única
substancia, ya que existe sin necesidad de ninguna otra realidad para existir. La segunda
demostración de la existencia de dios es: yo me capto como un ser imperfecto y esto solo es
posible porque existe en mí la idea de algo sumamente perfecto (este algo sería dios) por
comparación con la cual me capto así. En tercer lugar, Descartes utiliza el argumento de San
Anselmo para demostrar la existencia de dios: si dios es el ser sumamente perfecto, debe existir,
pues sino, le faltaría la perfección mas importante, la existencia.
ÉTICA
Descartes nos habla en su Discurso del Método de una moral provisional, de un boceto que
nunca llegó a desarrollar, a pesar de considerar a la ética el último grado de la sabiduría. Acepta
el intelectualismo ético, que consiste en considerar en conocimiento como virtud y la ignorancia
como vicio. Nadie elige el mal como tal, sino con apariencia del bien; y será la in uencia de las
pasiones la que motive que escojamos mal. El objetivo último de la moral, es la felicidad; esta se
consigue perfeccionando el alma mediante el desarrollo de la libertad, lo que implica dominar los
deseos y las pasiones del cuerpo. La principal virtud que nos acerca a la felicidad es la
generosidad, porque esta muestra el autodominio del ser humano, el control de las pasiones, y
concluye en el perdón.
Descartes ofrece cuatro reglas de conducta: obedecer las leyes y costumbres del país, seguir con
decisión las resoluciones tomadas, el hombre debe guiarse por su razón y no preocuparse de lo
que sobrepasa, y el hombre debe dedicar su vida al cultivo de la razón.
SER HUMANO
Descartes tiene una visión dualista del ser humano, es decir, que está formado por dos
substancias distintas: la substancia pensante y la substancia externa. La substancia pensante
(“res cogitans” o alma espiritual) tiene como atributo principal el pensamiento, sus modos o
cualidades no esenciales son juzgar, querer, razonar… y es la sede de la libertad del ser humano,
que no está sujeta a ninguna ley, debe gobernar al cuerpo, y además, es inmortal. La substancia
extensa (cuerpo material) tiene como atributo principal la extensión (la forma, el peso, la
extension…), sus modos o cualidades no esenciales son la gura, el movimiento y el reposo; y
según Descartes es una máquina, que como toda substancia física, está sujeta a la mecánica, no
es libre y por lo tanto debe ser gobernada. Entre cuerpo y alma existe una interacción, que tiene
su centro neurálgico en la glándula pineal. A través de esta glándula el alma transmite las órdenes
al cuerpo mediante los espíritus animales, que circulan a través de la sangre. Esta interacción
entre cuerpo y alma es lo que origina las pasiones. Estas son percepciones, sentimientos o
emociones del alma, que se relacionan particularmente con ésta, y que son causadas,
mantenidas y reforzadas por algún movimiento de esos espíritus animales. Las pasiones son
buenas, porque su objetivo es conservar y perfeccionar el cuerpo; solo hay que evitar su mal o su
exceso a través de la prudencia.
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