Nuevos Umbrales de Fe 2
Nuevos Umbrales de Fe 2
Nuevos Umbrales de Fe 2
Kenneth E. Hagin.
Lección 1 – ¿Cómo Obtenemos Fe?
Fe Para Salvación.
El apóstol Pablo dijo que somos salvos por la fe. "Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efesios
2:8). Pero, ¿cómo obtienes la fe para ser salvo?
Romanos 10:8-10,13-14,17: “Más ¿Qué dice? Cerca de ti está la palabra, en
tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos. Que si
confesores con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación...Porque todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán
a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?...Así-que la fe es por el
oír, y el oír por la Palabra de Dios”.
Después de haber estudiado el pasaje de escritura recién citado, ¿cuáles
son los tres pasos que el hombre debe dar para recibir la salvación? (1.
Confesar 2. Creer 3. Aceptar) ¿Para quién está disponible esta salvación, de
acuerdo con el versículo 13? (Para cualquiera) ¿Según el versículo 17, de
dónde proviene la fe? (Por el oír de la Palabra de Dios).
Hechos 11:13-14: “Quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel,
que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el
que tiene por sobrenombre Pedro. Él te hablará palabras por las cuales serás
salvo tú, y toda tu casa”.
Dios le dijo a Cornelio que enviara a buscar a Pedro para conocer el plan de
la salvación. En la Gran Comisión, registrada en Marcos 16:15-18, Jesús les
dijo a Sus discípulos, "Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda
criatura...". Como Cornelio no había oído todavía este evangelio glorioso,
no era salvo. Dios le dijo a Cornelio que enviara a buscar a Pedro para que
conociera el plan de la salvación. ¿Por qué tenía Cornelio que enviar a
buscar a Pedro? ¿Por qué no pudo el ángel explicarle a Cornelio el plan de
la salvación? (Los ángeles no pueden predicar el evangelio. Dios le ha dado
esa tarea al hombre)
El versículo, “Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu
casa", nos muestra que los hombres son salvos por el oír palabras. La razón
es que "la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios" (Romanos
10:17).
Fe Para Sanidad
Hechos 14:7-10: “Y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra
estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás
había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual fijando en él sus ojos, y viendo
que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus
pies. Y él saltó, y anduvo”.
Un lector casual de la Palabra dijo una vez con respecto a este pasaje de
escritura, "¿No es maravilloso como Pablo sanó a ese hombre?" Sin
embargo, Pablo no sanó a aquel hombre. Aquel hombre no fue sanado
porque Pablo era un apóstol. Él no fue sanado por la fe de Pablo. El hombre
mismo tuvo fe.
Pablo hizo tres cosas:
1. Predicó el evangelio (Versículo 7).
2. Percibió que el hombre tenía fe para ser sanado (Versículo 9).
3. Le dijo al hombre que se pusiera en pie y caminara (Versículo 10).
El hombre hizo tres cosas:
1. Oyó predicar a Pablo (Versículo 9).
2. Tuvo fe para ser sanado (Versículo 9).
3. Saltó y anduvo (Versículo 10).
El hombre no fue sanado por algún poder que Pablo tenía. El hombre mismo
tuvo fe para ser sanado.
¿De dónde obtuvo el hombre la fe para ser sanado? (Por oír a Pablo hablar).
¿Qué fue lo que Pablo habló? (Predicó el evangelio). Pablo predicó un
evangelio de salvación y un evangelio de sanidad: "Porque no me
avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego" (Romanos
1:16). Una nota en la Biblia de Scofield refiriéndose a este versículo dice,
"La palabra griega y la palabra hebrea para ‘salvación' implica las ideas de
liberación, seguridad, sanidad y justicia". Por lo tanto, Pablo estaba
diciendo, "No me avergüenzo del evangelio de Cristo. Es el poder de Dios
para liberación, seguridad, sanidad y justicia”. Pablo predicaba el evangelio
completo, no solamente una parte de él.
Hechos 8:5-8: “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les
predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas
que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos
que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos
paralíticos y cojos eran sanados. Así que había gran gozo en aquella
ciudad”.
Los grandes milagros que encontramos en los versículos recién
mencionados sucedieron como resultado de que Felipe predicara a Cristo.
El Nuevo Testamento no conoce a un Cristo que no sea el Sanador. La
sanidad física es parte del evangelio. Si no hay evangelio de sanidad hoy en
día, entonces tampoco hay un evangelio de salvación.
La Fe en Acción
P. C. Nelson, quien fue por muchos años un ministro bautista notable, dijo:
"La sanidad es parte del paquete del evangelio". Mientras pastoreaba una
iglesia en Detroit, Michigan en 1921, fue atropellado por un automóvil. Los
doctores dijeron que su pierna derecha probablemente tendría que ser
amputada a la altura de la rodilla. Aunque no tuvieran que amputarla, le iba
a quedar tiesa. Mientras estaba en su cama del hospital, recordó los
versículos de escritura en Santiago 5:14-15: "¿Hay alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados". Él
trató de excusarse con el Señor diciendo que ellos no practicaban eso en su
iglesia. El Señor le recordó de cierto hombre y su esposa que creían en El, y
le dijo que los llamara para que vinieran a orar por él. Él lo hizo y ellos
vinieron, lo ungieron con aceite y oraron la oración de fe. Él fue sanado y su
pierna no tuvo que ser amputada, ni tampoco le quedó tiesa la rodilla. "La
fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios".
Hace muchos años, siendo un joven bautista, estaba yo acostado en el lecho
de aflicción. Estando acostado leyendo la Biblia de mi abuela, mientras más
leía, más aprendía. Pronto me di cuenta de que nunca había oído el
evangelio completo, sino solamente parte de él. Mientras más estudiaba la
Palabra, más me daba cuenta que podía ser sanado.
El diablo no se alejaba, por supuesto, trayendo a mi memoria toda la duda
e incredulidad que yo había escuchado durante toda mi vida. Él me dijo que
la sanidad ya no se practicaba (Afortunadamente, no podía recordar haber
escuchado alguna vez que la fe ya no se practicaba). También me habían
enseñado que Dios lo sanaría a uno si quería hacerlo (Esto, sin embargo, era
un insulto aún más grande que el decir que no podía hacerlo).
Leí en Marcos 5:34 donde Jesús le habló a la mujer con el flujo de sangre,
diciendo: "Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote".
Jesús no dijo que Su poder la había hecho salva. Él dijo: "Hija, TU FE te ha
hecho salva...". Cuando me di cuenta de esto, entonces supe que si la fe de
ella la había hecho salva, mi fe podía hacerme salvo. Y gracias a Dios, así
sucedió. Mi parálisis desapareció, la condición de mi corazón se normalizó,
y he estado yendo de salto en brinco desde entonces, predicando el
evangelio completo por más de 50 años.
Texto Para Memorizar: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de
Dios" (Romanos 10:17).
Lección 2 – ¿Qué Es La Fe?
Textos Bíblicos: Hebreos 11:1; Marcos 11:23-24; Juan 20:24-29; Romanos
4:17-21.
Verdad Central: La fe es apoderarse de las irrealidades de la esperanza y
traerlas al reino de la realidad.
Un versículo clave en el estudio de la fe es uno familiar encontrado en
Hebreos 11: "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve". La traducción de Moffatt de este versículo dice, "Ahora, la fe
significa que estamos seguros de lo que esperamos, convencidos de lo que
no vemos". Otra traducción dice, "La fe es dar substancia a las cosas que se
esperan". Todavía otra traducción dice, "La fe es el hecho de garantía de
que las cosas que hemos esperado son finalmente nuestras". Aquí Dios nos
está diciendo lo que es la fe.
Hay muchas clases de fe. Toda persona, salva o no salva, tiene una fe
humana natural. La escritura de arriba, sin embargo, está hablando de una
fe sobrenatural – una fe que cree con el corazón en vez de creer lo que sus
sentidos físicos le puedan decir. La fe, en otras palabras, es apoderarse de
las irrealidades de la esperanza, y traerlas al reino de la realidad. Y la fe nace
de la Palabra de Dios.
Nuestro texto describe la fe como "la evidencia de las cosas que no se ven".
Por ejemplo: Tú esperas tener el dinero para cumplir con las obligaciones
que tienes. La fe te da la seguridad de que tendrás el dinero cuando lo
necesites. Tú esperas tener la fortaleza física para hacer el trabajo que
debes hacer. La fe dice, "El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién
temeré?" (Salmos 27:1). La fe dirá de sí misma lo que la Palabra diga, porque
la fe en Dios es simplemente fe en su Palabra.
Aprendí una importante lección de fe poco después de ser levantado del
lecho de aflicción hace muchos años. Necesitaba trabajo, y como esto
sucedió durante la depresión, no era fácil encontrar trabajo. Pude conseguir
uno en un vivero ayudando a talar árboles de melocotón. Con otro
muchacho en el otro extremo del árbol, juntos arrancábamos esos árboles
de dos años para llenar los encargos que llegaban. Este era un trabajo duro
– especialmente ya que yo había estado dieciséis meses postrado en cama
y en aquel tiempo apenas habían pasado unos pocos meses desde que me
había levantado.
Cada día el número de trabajadores disminuía, y cada día alguien me decía,
"Bueno, no pensaba que vendrías hoy. ¿Sabes? dos o tres renunciaron ayer".
"Si no fuera por el Señor yo no estaría aquí", contestaba, "porque ves, Su
fortaleza es mi fortaleza. La Biblia dice, 'El Señor es la fortaleza de mi vida...'.
Mi vida consiste de lo físico tanto como también de lo espiritual, y el Señor
es la fortaleza de mi vida". Si me hubiera dejado llevar por mis sentidos no
habría salido de la cama. Actué en la Palabra porque sabía lo que era la fe.
Nunca recibí ninguna fortaleza hasta que empecé a trabajar. Mucha gente
quiere recibir y entonces creer que lo tienen. Así no funciona. Tienes que
creer primero, y entonces recibirás. Así que me sacaba de la cama todas las
mañanas y me iba a trabajar, ganando fortaleza mientras iba confiando en
la Palabra de Dios. Aunque yo era el más débil y el más delgado entre ese
grupo de hombres, fui el último que me quedé en el trabajo.
Podemos decir que sabemos que la Palabra de Dios es verdadera, pero no
lo sabremos hasta que hayamos actuado en ella y hayamos cosechado sus
resultados. La fe es darle substancia a las cosas que se esperan. Yo me fui a
trabajar, actué en la Palabra de Dios. Esperé fortaleza física para hacer el
trabajo que sabía que tenía que hacer, y actuando en la Palabra de Dios mi
fe le dio substancia a aquello por lo que yo esperaba. "Lo tendré alguna
vez", dice la esperanza. La fe dice, "Lo tengo ahora".
La Fe Es Ahora
La esperanza mira hacia el futuro. Está siempre en tiempo futuro. La fe es
ahora. La fe dice: "Recibiré la respuesta ahora mismo. La tengo ahora". No
es por el esperar que el trabajo es hecho, sino por el creer. Alguien dijo:
"Bueno, yo creo algún día que recibiré mi sanidad". Eso no es fe, eso es
esperanza, porque está viendo a un tiempo futuro indefinido. La fe dice:
"Recibo mi sanidad; ¡ahora!". En una traducción moderna del Nuevo
Testamento, el conocido versículo Hebreos 11:1 dice "La fe es dar
sustancia...a las cosas esperadas”. Si necesitas sanidad, no la quieres en el
futuro; la quieres ahora mismo, especialmente si padeces dolor. Si estás
buscando el Bautismo del Espíritu Santo, quieres recibirlo ahora; no en un
tiempo futuro indefinido. Si necesitas salvación, no la puedes dejar para el
futuro, porque entonces puede ser demasiado tarde. He hablado con gente
que me decían que esperaban ser salvos. Sin embargo, algunos de ellos
están muertos. Dejaron el mundo sin ser salvos, porque la salvación que
está basada en esperanza nunca se realiza.
Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”.
Romanos 10:9-10,13: “Que si confesores con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación... Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo”.
Los versículos anteriormente citados apuntan al hombre hacia el plan de
salvación. Vemos que es por la fe; no por la esperanza, que somos salvos.
Jesús prometió que no echaría fuera a nadie que viniera a Él, sino que
salvaría a todo aquel que "invocare el nombre del Señor". Por lo tanto, no
necesitamos esperar que Él nos salvará. Él dijo que lo hará
La Fe 'Dice' La Respuesta
La fe verdadera en la Palabra dice que si Dios dice que es así, entonces así
es. Si Él dice que "Por cuya herida fuisteis sanados" (1°Pedro 2:24), entonces
somos sanos. Si Él dice que, "Mi Dios suplirá todas vuestras necesidades
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19),
entonces Él lo hace. Si la Palabra dice: “El Señor es la fortaleza de mi vida"
(Salmos 27:1), entonces lo es. En otras palabras, la fe verdadera en Dios
simplemente dice de uno lo que la Palabra dice. Tenemos lo que la Palabra
dice. Somos lo que la Palabra dice que somos. Si Dios dice que somos
fuertes, entonces lo somos. Si Él dice que tiene cuidado de mí, entonces es
así.
Hebreos 4:14 dice: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que
traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión”.
Como Jesús es nuestro sumo sacerdote y está sentado a la diestra de Dios
en el cielo, haciendo intercesión por nosotros, podemos tener las
respuestas a nuestras peticiones ahora mismo. Buscando la palabra griega
aquí traducida "profesión" me enteré que debería decir: "Retengamos el
decir las mismas cosas".
Jesús está en el cielo, representándonos ante el trono de Dios. Él está
diciendo, "Yo tomé su lugar, o morí por y ellos como su sustituto". Jesús no
murió por sí mismo. No necesitaba redimirse a sí mismo porque no estaba
perdido. Él murió por nosotros. Él se volvió nuestro sustituto. El tomó
nuestros pecados, tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.
Él murió por nosotros, se levantó de los muertos por nosotros, y ascendió a
los cielos por nosotros. Él está allá arriba ahora diciendo: "Yo hice eso por
ellos," y nosotros debemos mantenernos diciendo las mismas cosas aquí
abajo.
Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a
este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
No es solamente un asunto de fe saliendo de tu corazón hacia Dios, sin que
tú digas nada. Eso no obrará resultado. En ninguna parte de la Biblia leemos
que eso es lo que debemos hacer. La fe mantenida en el corazón solamente,
nunca traerá sanidad a tu cuerpo o la plenitud del Espíritu Santo, o una
respuesta a la oración. Pero la fe en tu corazón, que es soltada a través de
tus labios, traerá resultados.
En Juan 20:24-29 dice: “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no
estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al
Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos,
y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado,
no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con
ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio
y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús
le dijo: Porque me has visto, Tomás creíste; bienaventurados los que no
vieron y creyeron”.
Tomás era alguien que basaba su fe en sus sentimientos, en lo que sus
sentidos le decían. Él dijo que no creería a menos que pudiera ver con sus
propios ojos la señal de los clavos en las manos de Jesús, y tocarlas con sus
propias manos. El confiaba en lo que podía ver y tocar, no en lo que Dios
tenía que decirle. Tenemos muchos "cristianos como Tomás" hoy día,
aquellos que creen solamente lo que sienten, ven, oyen o tocan. Pero la fe
real en Dios está basada en la Palabra de Dios. La fe verdadera en la Palabra
dice: "Si Dios dice que es verdad, lo es". Creer en Dios es creer en Su Palabra.
Si la Palabra de Dios dice que Él me oye, entonces yo sé que me oye porque
Él lo dice y Su Palabra no puede mentir.
Si tu fe está basada en sentimientos, entonces estás usando una fe humana
natural. No podemos obtener resultados con la fe humana natural.
Tenemos que usar la fe de las escrituras, la fe de la Biblia, creyendo en la
Palabra de Dios.
En cierta ocasión oré por una señora, quien había estado en muchas filas de
sanidad, y nunca había recibido su sanidad. Después de orar por ella, me
dijo inmediatamente: "Todavía no la tengo, ore otra vez". Oré otra vez y
cuando terminé, dijo lo mismo. Después de orar por tercera vez al parecer
sin resultados, le pregunté: "¿Cuándo vas a empezar a creer que estás
curada?"
"Bueno", me dijo ella, "cuando esté sana". "¿Para qué quieres creerlo
entonces? Me parece que entonces ya lo sabrás", le dije.
Cualquiera puede creer lo que puede sentir, oír o ver. Nosotros vivimos y
operamos en el reino físico la mayor parte del tiempo y obviamente
entonces tenemos que caminar por la vista. Pero cuando se trata de las
cosas de la Biblia, de las cosas espirituales, entonces no andamos por vista;
andamos por fe.
La Sanidad es Espiritual
La sanidad de Dios es una sanidad espiritual. Si la ciencia médica sana, sana
a través de lo físico. La Ciencia Cristiana sana a través de la mente. Pero
cuando Dios sana, sana a través del espíritu.
En 2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
La sanidad espiritual, o sanidad divina, se recibe de Dios de la misma
manera que el nuevo nacimiento, el cual es un renacimiento del espíritu.
Cuando naces de nuevo, no es tu cuerpo el que nace de nuevo, porque
todavía tienes el mismo cuerpo que siempre has tenido. Cuando Pablo dijo:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es...", él no se estaba
refiriendo al cuerpo del hombre hecho nuevo. El nuevo nacimiento no
cambia lo físico de ninguna manera. Por supuesto que después de ser salvo,
el hombre interior domina al hombre físico, pero es el hombre de adentro,
el hombre interior el que nace de nuevo.
El nuevo nacimiento es el renacimiento del espíritu humano. Jesús dijo "Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es" (Juan 3:6). Lo que ha sucedido en el interior de la persona, no puede
verse inmediatamente, ya que toma lugar en el espíritu humano. Pero a
medida que la persona camina en la luz de lo que tiene, con el transcurso
del tiempo se volverá evidente.
Hemos estado equivocados muchas veces cuando hemos visto a personas
venir al altar, orar, llorar, saltar y abrazar a todos a su alrededor, actuando
muy felices. Después no se les vuelve a ver más. Realmente pensamos que
habían recibido algo maravilloso de Dios. Pero era solamente algo
emocional, y no el nuevo nacimiento. Otras veces hemos visto a gente venir
al altar por salvación, que no han demostrado emoción alguna, y nos hemos
preguntado si habían recibido algo del Señor. Pensamos que no habían
estado en el altar el tiempo suficiente para recibir algo. Sin embargo,
muchos de estos se vuelven cristianos sobresalientes durante toda su vida.
Este es otro ejemplo de fe basada en los sentidos físicos.
Yo creo en los sentimientos, pero los pongo en último lugar. La Palabra de
Dios viene primero, la fe en la Palabra de Dios en segundo lugar, y los
sentimientos al último. Muchísimas personas lo hacen al revés y ponen los
sentimientos primero, la fe en sus sentimientos segundo, y la Palabra de
Dios al final. Esta gente nunca va a tener éxito en nada.
Al andar en el ámbito natural, tenemos que guiarnos por nuestros sentidos
físicos (Por ejemplo, si estamos cruzando la calle y nuestros ojos nos dicen
que vienen autos, tenemos que esperar hasta que los autos pasen). Pero lo
que mucha gente trata de hacer es creer en Dios con esa fe física o natural,
y si sus sentidos físicos les dicen que no es así, entonces creen que no es
así. Pero nuestros sentimientos físicos no tienen nada que ver con la Biblia.
La Palabra de Dios es la verdad, no importa lo que nuestros sentimientos o
las circunstancias nos digan. "Para siempre, oh Jehová, permanece tu
Palabra en los cielos" (Salmos 119:89).
Fórmula Para la Fe
Aquí hay una fórmula de fe que puedes hacer que obre resultado para ti.
Primero, ten la Palabra de Dios para cualquier cosa que estés buscando;
segundo, cree la Palabra de Dios; tercero, rehúsa considerar las
circunstancias contrarias, o lo que tus sentidos físicos te puedan decir
acerca de eso; y cuarto, agradece a Dios por la respuesta. Sigue estos cuatro
pasos, y siempre obtendrás resultados. Estos son cuatro pasos seguros para
liberación, sanidad, oraciones respondidas o cualquier cosa que estés
buscando del Señor.
Por años busqué una explicación satisfactoria de lo que significa creer con
el corazón. Leí en Marcos 11:23 donde dice: "Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en SU CORAZON, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho". Romanos 10:10 también habla de creer con el corazón. "Porque
CON EL CORAZON se cree para justicia...".
La palabra "corazón" que es usada en estas escrituras no se refiere al órgano
físico que hace circular la sangre a través de nuestro cuerpo y nos mantiene
vivos. Eso sería creer en Dios con nuestro cuerpo. No podríamos creer con
nuestro corazón físico más de lo que podríamos creer con nuestra mano o
nuestro dedo. La palabra "corazón" es usada para transmitir un
pensamiento.
Nótese como usamos la palabra "corazón" hoy en día. Cuando hablamos del
corazón de un árbol, nos referimos al centro, el mismo núcleo. Cuando
hablamos del corazón de un tema, nos referimos a la parte más importante
de ese tema, al mismo centro, la parte principal alrededor de la cual gira el
resto del tema. Y cuando Dios habla del corazón del hombre, Él se está
refiriendo a la parte principal de él, al mismo centro de su ser, el cual es su
espíritu.
El Hombre Es Un Espíritu
1 Tesalonicenses 5:23 dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, ESPIRITU, ALMA y CUERPO, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Los términos, "espíritu del hombre" y "corazón del hombre", son usados
intercambiablemente en toda la Biblia. Sabemos que el hombre es un
espíritu porque es hecho a la imagen y semejanza de Dios, y Jesús dijo: "Dios
es Espíritu" (Juan 4:24). Nuestros cuerpos físicos no son los que se asemejan
a Dios, porque la Biblia dice que Dios no es un hombre. Recuerda que hay
un hombre interior y un hombre exterior. El hombre es un espíritu, tiene un
alma y vive en un cuerpo. Pablo dijo en su carta a los Romano: "Pues no es
judío, el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace
exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la
CIRCUNCISION ES LA DEL CORAZON, EN EL ESPIRITU, no en la letra; la
alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios" (Romanos 2:28-
29). Según este texto, el corazón es el espíritu.
Hablándole a Nicodemo, Jesús le dijo, “...Es necesario nacer de nuevo" (Juan
3:7). Nicodemo, siendo humano, sólo pudo pensar en lo natural, y por eso
le preguntó: "... ¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo siendo vicio?
¿Puede acaso entrar por segunda vez al vientre de su madre y nacer?"
(Versículo 4). Jesús le contestó "Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es" (versículo 6). El nuevo nacimiento es
un renacimiento del espíritu humano.
En el capítulo 4 del evangelio según San Juan también leemos donde Jesús
le dijo a la mujer en el pozo de Samaria: "Dios es Espíritu, y los que le
adoraran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24). No
podemos ponernos en contacto con Dios con nuestro cuerpo o con nuestra
mente. Solamente podemos tener contacto con Dios con nuestro espíritu.
1 Corintios 14:14 dice: "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu
ora, pero mi entendimiento queda sin fruto". El espíritu no es la mente.
Algunas personas creen erróneamente que la mente es el espíritu. Sin
embargo, como lo indica este versículo sabemos que cuando hablamos en
lenguas, esto no viene de nuestras mentes, o de nuestro propio pensar
humano, sino de nuestro espíritu, de lo más profundo de nuestro ser, del
Espíritu Santo en nuestro interior. Pablo siguió diciendo, "¿Qué, pues?
Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento..." (Versículo
15). En otras palabras, Pablo estaba diciendo que su espíritu era el
verdadero él.
El Hombre Interior
Pablo también dijo: "Por tanto, no desmayamos, antes aunque este nuestro
hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de
día en día" (2 Corintios 4:16). Pablo señaló que hay un hombre exterior y un
hombre interior. El hombre exterior es el cuerpo. El hombre interior es el
espíritu, y el espíritu tiene un alma.
En 1 Corintios 9:27 Pablo dijo: "Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga
a ser eliminado". Si el cuerpo fuera el hombre real, Pablo hubiera dicho: "Yo
me golpeo y me pongo en servidumbre". Él se refiere a su cuerpo como "lo".
"Yo" es el hombre de adentro, el hombre interior que ha renacido. Con
nuestro cuerpo hacemos algo: lo ponemos en servidumbre. El hombre al
que miramos no es el hombre verdadero, es solamente la casa donde
vivimos.
Ahora podemos entender más fácilmente los escritos de Pablo a los santos
en Roma:
Romanos 12:1-2 dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
En esta epístola Pablo no les estaba escribiendo a los incrédulos sino a los
creyentes. El dirige la carta de esta manera: "A todos los que estáis en Roma,
amados de Dios, llamados a ser santos..." (Romanos 1:7). Aunque estaba
escribiéndoles a hombres y mujeres nacidos de nuevo, él dijo que
necesitaban hacer algo con sus cuerpos y sus mentes. El nuevo nacimiento
no es un renacimiento del cuerpo humano sino un renacimiento del espíritu
humano, y la plenitud del Espíritu Santo no es una experiencia física sino
una experiencia espiritual.
Pablo dijo que tenemos que hacer algo con nuestros cuerpos físicos.
Tenemos que presentarlos a Dios en sacrificio vivo. Tenemos que renovar
nuestras mentes con la Palabra. Observa que esto es algo que nosotros
hacemos, no Dios. Dios da vida eterna. Nos ofrece Su Espíritu. Pero Dios no
hace nada con nuestro cuerpo. Si algo hay que hacer con nuestro cuerpo,
tenemos que hacerlo nosotros. La Palabra dice que tú debes ser
"transformado por medio de la renovación de tu entendimiento". Nuestras
mentes son renovadas a través de la Palabra de Dios.
Sabemos que el hombre es un espíritu, hecho a la imagen y semejanza de
Dios. Algunas personas creen que el hombre solamente es un animal. Sin
embargo, si eso fuera verdad, nos daría lo mismo matar a un hombre y
comérnoslo que matar a una vaca y comérnosla. El hombre tiene un cuerpo
físico en el que vive, pero no es un animal. Él es algo más que solamente
una mente y un cuerpo. Él es espíritu, alma y cuerpo. Él es un espíritu, tiene
un alma y vive en un cuerpo.
Los animales tienen almas, pero ellos no son espíritus. No hay nada en ellos
que sea como Dios. Dios tomó algo de sí mismo y lo puso en el hombre. El
hizo el cuerpo del hombre del polvo de la tierra, pero puso en las fosas
nasales del hombre el aliento de la vida. La palabra "aliento", significa en
hebreo, aliento o espíritu, y es traducido "Espíritu Santo" muchas veces en
el Antiguo Testamento. Dios es Espíritu, así que tomó algo de sí mismo, lo
cual es espíritu, y lo puso dentro del hombre. Cuando hizo eso, el hombre
se volvió alma viviente. No estaba vivo hasta entonces, pero se volvió un
alma viviente. Se volvió consciente de sí mismo porque el cuerpo estaba
muerto sin el espíritu.
El alma posee cualidades intelectuales y emocionales, y los animales las
tienen. Pero cuando sus cuerpos físicos mueren, están muertos. Nuestras
almas, nuestras cualidades intelectuales y emocionales, no están basadas
en lo físico, sino en el espíritu, y cuando el cuerpo muere ellas todavía
existen.
Lucas 16:19-25: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino
fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo
llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y
ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los
perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. Y en el hades alzó sus ojos, estando en tormento, y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno. Entones él, dando voces, dijo: Padre
Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta
de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en
esta llama. Pero Abraham le dijo: hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en
tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí y tu
atormentado”.
En este pasaje de escritura tenemos una ilustración vívida de las tres partes
del hombre – espíritu, alma y cuerpo. Observa que el versículo 22 dice,
"...murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham".
¿Quién fue llevado? (El mendigo. No su cuerpo, sino él) Su espíritu es la
persona real. Su cuerpo fue puesto en la sepultura, pero él estaba en "el
seno de Abraham".
El hombre rico también murió, su cuerpo fue puesto en la sepultura, pero
“en el hades alzó sus ojos". Aunque el cuerpo de Abraham había estado en
la tumba por muchos años, el hombre rico lo vio. También reconoció a
Lázaro. Por lo tanto, en el reino espiritual, el aspecto del hombre es muy
similar al de esta vida. El hombre rico le suplicó a Abraham: "Ten
misericordia de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta de su dedo en
agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero
Abraham dijo, hijo, recuerda...". El hombre es un espíritu, y tiene un alma.
Vemos en esta escritura que su alma está todavía intacta. Todavía puede
recordar. Tiene emociones. Estaba atormentado. Estaba preocupado por
sus cinco hermanos que aún vivían (versículos 27,28).
Dios es un espíritu. Él se volvió hombre, ya que Jesús era Dios manifestado
en la carne, viviendo en un cuerpo humano. Él tomó un cuerpo físico y
cuando lo hizo no fue menos Dios de lo que era antes.
Sabemos que el hombre deja su cuerpo físico cuando muere, y cuando lo
hace, no es menos hombre de lo que era cuando tenía su cuerpo físico,
como lo comprueba la historia del hombre rico y Lázaro.
No podemos conocer a Dios a través de nuestro conocimiento humano, a
través de nuestra mente. Dios solamente se revela al hombre a través de su
espíritu. Es el espíritu del hombre el que hace contacto con Dios, porque
Dios es un Espíritu.
Texto Para Memorizar: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10).
Lección 9 – Lo Que Significa Creer Con El
Corazón (Parte 2)
Textos Bíblicos: 2 Corintios 5:1,6-8; Proverbios 3:5-7.
Verdad Central: Creer con todo el corazón es creer con nuestro espíritu,
creer independientemente de nuestra mente o nuestro cuerpo.
Las cosas espirituales son tan reales como las cosas materiales. Dios es una
persona tan real como si tuviera cuerpo físico, aunque no lo tiene. Él es
Espíritu. Jesús tiene un cuerpo físico ahora, un cuerpo de carne y hueso,
pero no carne y sangre. Después de la resurrección, se apareció a sus
discípulos, y ellos pensaron que era un espíritu (o un fantasma). Jesús les
dijo. "...palpad y ved...porque un espíritu no tiene carne ni huesos..." (Lucas
24:39).
En otra ocasión mientras Pedro y algunos de los otros discípulos estaban
pescando, ellos vieron a Jesús en la ribera. Él los llamó, y ellos fueron donde
estaba y comieron con Él el pescado que había cocinado en el fuego. Así
que Él tiene un cuerpo físico ahora, un cuerpo de carne y hueso, resucitado.
Y Jesús, quien está ahora en el cielo con su cuerpo físico, no es más real que
el Espíritu Santo o que Dios el Padre.
Observa que no decimos que Dios es espíritu, pero sí que es un Espíritu.
Algunos piensan que Dios es espíritu, tomándolo como cierta influencia
impersonal. Aunque decimos que Dios es un Espíritu, eso no quiere decir que
no tenga una figura o forma en el terreno espiritual, porque sí lo tiene. Los
ángeles son espíritus, aun así los ángeles tienen forma o un cuerpo espiritual.
En una ocasión cuando los israelitas habían sido sitiados por el ejército sirio,
el sirviente del profeta Eliseo estaba lleno de temor al ver las huestes
enemigas de caballos y carros, rodeando la ciudad. Eliseo simplemente le
dijo: "No temas: Porque los que están con nosotros son más que los que
están con ellos. Y Eliseo oró, y dijo, Señor abre sus ojos, para que él pueda
ver. Y el Señor abrió los ojos del joven y él vio: y, he aquí que el monte estaba
lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo". (2
Reyes 6:16-17). Algunas veces, según Dios lo quiera, ángeles pueden tomar
una forma en el terreno material donde pueden ser vistos.
En Éxodo 33 leemos que Dios habló con Moisés "cara a cara" (versículo 11),
aunque Moisés no vio la cara de Dios porque había una nube. "No podrás
ver mi rostro, porque no me verá hombre, y vivirá" (v. 20). Entonces le dijo
Dios a Moisés: "Y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de
la peña y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré
mi mano y verás mis espaldas, mas no se verá mi rostro". Aunque Dios es
un Espíritu, nosotros sabemos que tiene rostro y manos; algún tipo de
forma, Él no es menos real por ser un Espíritu, de lo que sería si tuviera un
cuerpo físico. Las cosas espirituales son tan reales como las materiales.
2 Corintios 5:1,6-8 dice: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre,
este tabernáculo, se deshiciera, tenemos de Dios un edificio, una casa no
hecha de manos, eterna en los cielos... Así que vivimos confiados siempre, y
sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del
Señor. (Porque por fe andamos, no por vista). Pero confiamos, y más
quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes en el Señor”.
Cuando nuestro cuerpo es puesto en la tumba, todavía tenemos un edificio
de Dios, no hecho de manos y viviremos eternamente en los cielos. ¿Quién
estará ausente del cuerpo? Nosotros; el hombre real, el hombre interior.
En 1 Pedro 3:4 nuestro espíritu es llamado "el interno, el del corazón". Aquí
vemos la palabra "corazón" otra vez. El hombre interior, nuestro espíritu,
es llamado el interno. Él es un hombre del corazón, del espíritu. Es interno
del hombre físico o natural. En Romanos 7:22 el espíritu es llamado el
"hombre interior" ("Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de
Dios"). Así que este "hombre interior" cómo el "hombre interno" nos dan la
definición de Dios del espíritu humano.
El hombre real es espíritu, tiene un cuerpo y un alma. Con su espíritu hace
contacto con el mundo espiritual. Con el alma hace contacto con el área
intelectual. No podemos hacer contacto con Dios con nuestra mente.
Tampoco podemos tener contacto con Dios con nuestro cuerpo. Podemos
tener contacto con Dios solamente con nuestro espíritu.
Muy pocos cristianos se dan cuenta del lugar que la confesión ocupa en el
esquema de las cosas de Dios. Y es deplorable el hecho de que cada vez que
usamos la palabra "confesión", invariablemente la gente piensa en la
confesión de pecados, debilidades y fracasos. Ese es el lado negativo de la
confesión, pero hay un lado positivo. Y la Biblia dice más acerca de los
aspectos positivos de la confesión que de los negativos.
El diccionario dice que confesar es "admitir o apropiarse, admitir la fe
interna". Confesar, de acuerdo con el diccionario, significa hacer confesión
de las culpas de uno.
Hay cuatro clases de confesiones de las que se habla en el Nuevo
Testamento: (1) Las enseñanzas de Juan el Bautista acerca de la confesión
de pecados de los judíos; (2) La confesión del pecador de hoy en día; (3) La
confesión de Pecados del creyente cuando está fuera de comunión con
Dios; y (4) La confesión de nuestra fe en la Palabra de Dios.
Confesión En Público.
Mateo 10:32-33: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré
delante de mi Padre que está en los cielos”.
Observe que en estos versículos Jesús establece que nuestra confesión
debe ser pública. La confesión pública es realmente el rompimiento con el
mundo. Define nuestra posición. Muestra nuestro cambio de señorío. La
confesión del señorío de Jesús nos pone inmediatamente bajo supervisión,
cuidado y protección. Antes de esto Satanás era nuestro señor, pero ahora
Jesús es nuestro Señor. No solamente nos confesamos esto a nosotros
mismos y al mundo, sino que se lo confesamos al diablo. De esta manera
nos salimos de su sujeción y obtenemos la victoria a través de Jesús.
Texto Para Memorizar: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10).
Lección 11 – La Confesión Restaura La
Comunión Rota
El Perdón En Sanidad
Santiago 5:14-15: “¿Hay alguno enfermo entre vosotros? Llame a los
ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del
Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si
hubiere cometido pecados, le serán perdonados”.
Estos versículos son frecuentemente usados en conexión con la oración
para sanidad y está bien. Pero no debemos pasar desapercibida la última
parte: "...Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados".
Muchas veces al ver que alguien se ha enfermado que nosotros sabemos
está fuera de comunión con el Señor, pensamos: "Él ha hecho algo malo;
ahora va a recibir los resultados de su mala actuación. Está enfermo por
causa de su pecado". Algunas veces la comunión rota causará enfermedad.
Pero la Palabra de Dios dice: "Y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados".
Yo he conocido a personas quienes han pensado que tenían que quedarse
en el lecho de aflicción indefinidamente y que habían fallado y pecado. Sin
embargo, esto no es necesario porque la escritura dice: "La oración de fe
salvara al enfermo, y el Señor lo levantará, Y SI HUBIERE COMETIDO
PECADOS, LE SERAN PERDONADOS". Hay Perdón en la sanidad.
Hebreos 10:1-4 dice: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes
venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que
se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este
culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en
estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre
de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”.
Esta es la historia del fracaso de la sangre de los toros cabríos para quitar
los pecados. Su sangre solamente podía cubrirlos. El pecado lo dejaba en el
corazón de los hombres. Y con el pecado había conciencia de pecado. Pero
en nuestra redención en Cristo, Jesús nos ha redimido de la conciencia de
pecado. “Si nosotros confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos nuestros pecados, y para limpiarnos de toda maldad" (1 Juan
1:9). Tú no debes tener más conocimiento de tu pecado. Dios no lo tiene,
¿por qué deberías tenerlo tú? Así puedes ver con qué confianza y seguridad
puedes acudir a él en oración, sabiendo con certeza que Él te escucha.
La Confesión Aumenta La Fe
Sin confesión no hay fe. La confesión es el modo en que la fe se expresa a sí
misma. La fe, como el amor, es del corazón, del espíritu. Y sabemos que no
hay amor sin palabra o acción.
Con el razonamiento no podemos meter el amor dentro de las personas ni
lo podemos sacar tampoco con el razonamiento. Es algo del corazón. Como
la fe también es del espíritu o corazón, podemos decir con seguridad que
no hay fe sin confesión. La fe crece con la confesión.
La confesión del creyente hace varias cosas en él. Primero, lo ubica.
Segundo, arregla las fronteras de su vida. Nunca tendrás más de lo que
confiesas.
Marcos 11:2 dice3: “Porque de cierto os digo que CUALQUIERA QUE DIJERE
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
CREYERE QUE SERA HECHO LO QUE DICE, LO QUE DICE LE SERA HECHO”.
Si decimos que no podemos hacer algo, entonces por supuesto no
podemos. Pero si decimos que podemos, entonces podemos. De acuerdo
con Marcos 11:23, podemos tener cualquier cosa que digamos, o
confesemos, sea creencia o incredulidad, éxito o fracaso, enfermedad o
salud.
La razón por la que la mayoría de los cristianos, aunque sean sinceros, son
débiles, es que nunca se han atrevido a hacer una confesión de lo que son
en Cristo. Deberían averiguar cómo los ve Dios y luego confesarlo. Estos
privilegios se encuentran mayormente en las epístolas del Nuevo
Testamento, ya que fueron escritas a la iglesia. Cuando tú descubras todo
lo que Dios tiene para ti, entonces confiesa con confianza lo que la Palabra
de Dios declara que eres en Cristo. A medida que hagas esto, tu fe va a
abundar.
La razón por la cual tu fe es ahogada y detenida en cautiverio es porque
nunca te has atrevido a confesar lo que Dios dice que eres. Recuerda, la fe
nunca crece más allá de tu confesión. Tu confesión diaria de lo que el Padre
es para ti, de lo que Jesús está haciendo por ti ahora a la diestra del Padre,
y de lo que el Espíritu Santo está haciendo en ti edificará una vida sólida de
fe positiva.
No tendrás temor de ninguna circunstancia. No tendrás temor de ninguna
enfermedad. No le temerás a ninguna situación. Enfrentarás la vida sin
temores, serás un vencedor. Y para ser un vencedor, debes confesar que lo
eres. "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Viendo de nuevo la escritura en Romanos 10:10, vemos en forma de cápsula
la Ley de Dios de la fe: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con
la boca se confiesa para salvación". Para conseguir algo de Dios, primero
debemos creer en nuestro corazón lo que la Palabra dice. Luego debemos
confesar con nuestra boca que es así. Por ejemplo, para ser salvo un
hombre debe creer en su corazón y entonces confesar con su boca que
Jesús murió por él de acuerdo a las Escrituras, y que fue levantado de los
muertos para su justificación. Como resultado, recibirá (o verá) la respuesta
a su oración. Creerlo, confesarlo, recibirlo. "...Cualquiera que CREYERE que
será hecho lo que DICE, LO QUE DIGA LE SERA HECHO" (Marcos 11:23).
A medida que estudias la Palabra de Dios y aprendes lo que la Palabra dice
que eres, quien eres, y lo que tienes en Jesucristo, aunque no te parezca
real al principio, empieza a confesar, "Sí, es mío, de acuerdo a la Palabra de
Dios". Entonces averiguarás que la confesión de fe crea realidad.
Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos
11:23).
Lección 13 – La Confesión Del Creyente De
Sus Privilegios En Cristo
Durante muchos años no podía entender que la voluntad de Dios es que Sus
hijos prosperen. Yo pensaba como muchos hacen que la pobreza era una
característica de la humildad, y que para ser humilde uno debe ser pobre.
Yo pensaba que un hombre justo no podía ser rico y que un hombre rico no
podía ser justo. Pensaba que cualquier promesa en las escrituras sobre
bendición financiera se refería solamente a los judíos. Desde entonces he
aprendido, a través del estudio de la Palabra de Dios y su aplicación en mi
propia vida, que Dios quiere que Sus hijos sean “prosperados en todas las
cosas, y que tengan salud, así como prospera su alma" (3 Juan 2).
"Pero", alguien puede decir, "la Biblia dice que el dinero es la raíz de todos
los males". Sin embargo, la Biblia no dice eso. 1 Timoteo 6:10 dice: "Porque
raíz de todos los males ES EL AMOR AL DINERO, el cual codiciando algunos,
se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores".
Una persona puede ser culpable de ese pecado y no tener ni diez centavos.
He oído a la gente decir: "Bueno, creo que debo ser otro Job". Alguna gente
piensa que el pobre Job se pasó la vida agobiado por la pobreza, enfermo y
afligido. Sin embargo, el libro entero de Job sucedió en un período de nueve
meses, y el último capítulo dice que Dios quitó la aflicción de Job, y que "el
Señor aumentó al doble las cosas que hablan sido de Job" (Job 42:10).
Cuando los ladrones entraron y robaron las cosas de Job, él estaba bajo la
aflicción de Satanás. Cuando el fuego cayó y quemó sus rebaños, estaba
bajo la aflicción de Satanás. Cuando vino la tormenta y azotó su casa y ésta
cayó sobre sus hijos y los mató; cuando Job fue herido con una sarna
maligna desde la planta del pie hasta la cabeza, cuando su esposa se volvió
a él y le dijo, "maldice a Dios y muérete," Job estaba bajo la aflicción de
Satanás. Pero Dios quitó la aflicción de Job.
Si tú piensas que eres otro Job, eso quiere decir que serás uno de los
hombres más ricos de los alrededores. Tendrás el doble de lo que tenías
antes, y serás sano y vivirás hasta ser viejo. Job vivió ciento cuarenta años
después de los acontecimientos escritos en la Biblia. Si tú eres otro Job, vas
a prosperar.
La Bendición De Abraham
Así como la maldición es tripartita, la bendición de Abraham también lo es.
Primero, fue una bendición material, financiera. Segundo, fue una
bendición física. Tercero, fue una bendición espiritual. La escritura del
Nuevo Testamento, 3 Juan 2, está de acuerdo en que Dios quiere que
tengamos prosperidad material, física y espiritual, porque dice: "Amado,
deseo que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como
prospera tu alma". Muchísima gente tiene la impresión que todas las
promesas de bendición material y de prosperidad en la Biblia, se refieren
únicamente a los judíos. Sin embargo, este versículo fue escrito para
cristianos neotestamentarios.
La palabra "judío" es un término corto o un sobrenombre para "Judá". Los
israelitas nunca fueron llamados judíos hasta después de la división de las
tribus. Judá no tenía más promesas de bendición material y financiera que
las que tenían las otras tribus de Israel. Ellos recibieron y heredaron la
bendición a través de su padre Jacob. Jacob heredó la bendición a través de
su padre Abraham. Así que no es la bendición o promesa de los judíos. No
es la bendición de Israel. Es la bendición de Abraham. Y esa bendición es
mía.
"Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles,
a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu..." (Gálatas 3:14).
En este tercer capítulo de Gálatas, también leemos en el versículo 7:
"Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham". Al ser
cristianos nacidos de nuevo: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje
de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gálatas 3:29).
Después que estas escrituras se me hicieron claras y vi lo que me pertenecía
como Hijo de Dios, a través de la fe en Él, otras escrituras empezaron a
abrirse. Todo le pertenece a Dios y está a su disposición. "Porque mía es
toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados...porque
mío es el mundo y su plenitud" (Salmos 50:10-12). "De Jehová es la tierra y
su plenitud..." (Salmos 24:1). Dios creó todo, entonces hizo al hombre,
Adán, y le dio dominio sobre todo. Dios lo hizo todo para su hombre Adán.
Le dio a Adán dominio sobre los animales de los millares de collados, sobre
la plata y el oro, sobre el mundo y su plenitud. En otras palabras, Adán era
el dios de este mundo.
Pero Adán cometió alta traición y se lo entregó a Satanás. Así Satanás llegó
a ser el dios de este mundo. Jesús, sin embargo, vino a redimirnos del poder
de Satanás y de su dominio sobre nosotros. Romanos 5:17 dice: "Pues si por
la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por
uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de
la justicia". La versión amplificada de esta escritura se lee así: "Ellos reinarán
como reyes en vida, por uno, Jesucristo". Nosotros vamos a reinar como
reyes en vida. Eso quiere decir que nosotros tenemos dominio sobre
nuestras vidas. Vamos a dominar, no ser dominados. Las circunstancias no
van a dominarte. Tú vas a dominar las circunstancias. La pobreza no va a
gobernar y reinar sobre ti. Tú vas a gobernar y reinar sobre la pobreza. Las
enfermedades no van a gobernar y reinar sobre ti. Tú debes gobernar y
reinar sobre las enfermedades. Vamos a reinar como reyes en vida por
Cristo Jesús, en quien tenemos nuestra redención.
Deuteronomio 28:1-8,11-12 dice: “Acontecerá que si oyeres, atentamente
la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará
sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas
bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito
serás tu en la ciudad, y bendito tu en el campo. Bendito el fruto de tu vientre,
el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños
de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito
serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos
que se levantaron contra ti; por un camino saldrán contra ti y por siete
caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus
graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en
la tierra que Jehová tu Dios te da... Y te hará Jehová sobreabundar en bienes,
en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en
el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su
buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia”.
La primera parte de Deuteronomio 28 enumera todas las maneras en que
el Señor bendeciría a su pueblo si ellos le obedecían. El prometió bendecir
a sus hijos, sus tierras y sus animales. El prometió bendecirlos y protegerlos
en las batalla. El prometió hacerlos “sobreabundar en bienes", y bendecirlos
en "todo aquello sobre lo que pusieren su mano”.
Esta bendición lo incluía todo, pero también era condicional. Ellos debían
guardar todos los mandamientos de Dios. Debían ser gente santa, que no
lo dejaran a Él para irse detrás de otros dioses, sino que lo sirvieran a Él con
todo su corazón. El resto de este capítulo, versículos 15 a 68, da una lista de
las maldiciones que caerían sobre su pueblo si no guardaban sus
mandamientos.
Cuando me di cuenta por primera vez de esta verdad, y vi la prosperidad,
material y espiritual que Dios ha planeado para su pueblo, y que todo
creyente nacido de nuevo en Cristo es un heredero de esta promesa, casi
no podía contener mi gozo. Me conmoví al darme cuenta que estaba
redimido de la maldición de la Ley, de la maldición de la pobreza, y que la
bendición de Abraham era mía. Nosotros como cristianos no tenemos que
padecer retrasos financieros, no tenemos que estar cautivos de la pobreza
o de la enfermedad Dios ha provisto sanidad y prosperidad para sus hijos si
ellos obedecen sus mandamientos.
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, Él dijo: "Si vosotros siendo malos
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, CUANTO MAS vuestro Padre que
está en los cielos dará buenas cosas a quienes le pidan" (Mateo 7:11).
¿Cuántos de nosotros que somos padres queremos que nuestros hijos
pasen por la vida hambrientos, enfermos o afligidos, nunca teniendo
suficiente? Ningún padre quiere eso. De hecho, trabajamos y nos
sacrificamos para tratar de que nuestros hijos alcancen una mejor
educación que la que nosotros tuvimos para que reciban mayor
remuneración.
Dios puso todos los animales aquí, todo el oro y la plata. ¿Es razonable el
pensar que hizo todo esto solo para los que no creen en Dios? Ciertamente
El ama al pecador, pero, ¿ama El más al pecador que a su propios hijos? No.
Dios puso todas estas cosas aquí para Su pueblo. Él le dijo a Israel: "Si
quisierais y oyereis, comeréis el bien de la tierra" (Isaías 1:19). Y si Dios
quiere que sus hijos coman lo mejor, Él quiere que ellos usen la mejor ropa,
Él quiere que ellos conduzcan los mejores autos, y Él quiere que ellos tengan
lo mejor de todo.
Texto Para Memorizar: "Amados, deseo sobre todas las cosas que seas
prosperado y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan 2).
Lección 16 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 1)
Texto Para Memorizar: "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos..." (Apocalipsis 12:11).
Lección 17 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 2)
Esta lección nos trae al paso 6 en nuestro estudio de la clase más elevada
de fe. En ella queremos ayudarte a ganar una nueva comprensión dentro
del significado de las palabras "justo" y "justicia", tal y como se muestra en
las Escrituras.
Un Mejor Pacto
Salmos 32:1-2 dice: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová
no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”.
Bajo el antiguo pacto, la sangre de animales inocentes cubría el pecado.
Dios no le atribuyó iniquidad a la gente aunque habían hecho maldad. Él lo
encubrió y lo perdonó y les imputó justicia. Ante El ellos eran justos. "Y veré
la sangre, y pasaré de vosotros..." (Éxodo 12:13). Si Dios hizo esto por sus
hijos bajo el pacto de le Ley, ¿cuánto más hará lo el por nosotros? Bajo la
gracia tenemos un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. La
sangre de Jesucristo no solamente cubre nuestros pecados, sino que nos
limpia "de toda maldad". "Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados
con su sangre" (Apocalipsis 1:5).
Cuando leí esta escritura vi que cuando nací de nuevo todos mis pecados
fueron perdonados y mi vida pasada dejó de ser. Vi que me había
convertido en nueva criatura en Cristo, y yo sabía que Él nunca hacía nuevas
criaturas no justas.
Inmediatamente el diablo estaba ahí diciéndome: "Eso no puede ser verdad,
pero, ¿y desde entonces? No hace mucho tiempo te enojaste mucho. Esa
ciertamente no es la manera de actuar de un hombre justo". Hizo que mirara
a lo natural de nuevo en vez de a la Palabra de Dios.
Entonces leí 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (Esta
escritura no fue escrita a pecadores, sino a creyentes). Esto significaba que
yo me había convertido en la justicia de Dios en Cristo cuando nací de
nuevo. Si había pecado desde entonces; y lo había hecho, sólo tenía que
confesar mis pecados y Él me perdonaba y limpiaba de toda maldad (Si
estoy limpio de maldad, entonces soy justo de nuevo).
Antes, cuando había leído Santiago 5:16: "La oración del justo puede
mucho" había pensado que si algún día me pudiera volver justo, entonces
sí tendría una vida de oración tremenda y vería respuestas prominentes a
mis oraciones. Ahora yo veía que mis oraciones obrarían resultado, porque
Dios me escucharía tan pronto como Él escucha a cualquier otro. En mi
Biblia al lado de esta escritura en Santiago 5:16 escribí estas palabras: "Yo
soy ese hombre justo". Esto no es jactarme de nada que yo haya hecho, es
jactarme de lo que soy en Cristo. Es alabar a Dios por lo que Él ha hecho
posible para nosotros en Cristo.
Esto significa que podemos estar en la presencia de Dios sin ningún
sentimiento de culpa, condenación o inferioridad. Esto quiere decir que el
problema de la oración está resuelto. Ya no necesitamos ir ante su
presencia con la lengua atada por la condenación o llenos de temor por la
ignorancia. Podemos entrar en su presencia en completa seguridad porque
hemos sido hechos justicia a través de la sangre de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.
Texto Para Memorizar: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El"
(2°Corintios 5:21).
Lección 19 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 4)
Muy a menudo, aquellos que han sido llenos del Espíritu Santo piensan de
ellos mismos como que acaban de recibir una bendición maravillosa o algún
tipo de experiencia espiritual rica. Y dejan pasar la enseñanza de la Palabra
por completo. 1 Juan 4:4 dice: "Mayor es El que está en vosotros que el que
está en el mundo".
La plenitud del Espíritu Santo significa que Él; el Espíritu Santo, viene a
morar en nosotros. Jesús dijo: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, PARA QUE ESTE CON VOSOTROS PARA SIEMPRE" (Juan 14:16).
Por lo tanto, el séptimo; y extremadamente vital, paso en nuestra búsqueda
de la clase más elevada de fe, es darnos cuenta de que nuestro cuerpo es el
templo de Dios. ¡Dios mismo, en la persona del Espíritu Santo habita en
nosotros!
Nuestra lección hoy trata con "la buena batalla de la fe", como menciona
1°Timoteo 6:12. Yo algunas veces he oído a algunos decir que van a pelear
contra el diablo. Yo no sé por qué, porque en primer lugar no podrían. En
segundo lugar, Jesús ya ha derrotado al diablo a nuestro favor. Jesús fue
nuestro sustituto. También he oído a algunas personas decir que van a
pelear contra el pecado. Yo no voy a pelear contra el pecado, voy a predicar
la cura para el pecado. Jesús es la cura.
La única batalla que el creyente está llamado a pelear es la "buena batalla
de la fe". Y si hay una pelea, entonces debe haber enemigos o estorbos para
la fe. Si no hubiera enemigos de la fe, no habría pelea. En esta lección
trataremos con seis enemigos de la fe.
Hay dos cosas que se deben notar acerca de la clase de fe de Dios. Primero,
el hombre cree en su corazón. Segundo, él cree con sus palabras. No es
suficiente el creer con el corazón. Para conseguir que Dios obre para ti,
tienes que creer con tus palabras también. Jesús dijo: "Cualquiera que
dijere...y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice;
lo que diga le será hecho" (Marcos 11:23). Esta es la inalterable ley de la fe.
Marcos 11:12-14,20-24 dice: “Al día siguiente cuando salieron de Betania,
tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal
vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues
no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera; nunca jamás coma
nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos... Y pasando por la mañana,
vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro,
acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis y os vendrá”.
Vamos a enfocar nuestra atención en la afirmación, "Tened fe en Dios", o
como dice al margen, "tened la fe de Dios". Los eruditos del griego nos dicen
que esto debería traducirse: "Tened la clase de fe de Dios". Jesús demostró
que tenía la clase de fe de Dios. De lejos, Jesús vio que la higuera tenía hojas.
Pero cuando se acercó, buscando fruto, vio que era estéril. Algunos
preguntan por qué buscó Jesús higos en este árbol cuando no era tiempo
para que tuviera fruto. Sin embargo, en aquel lugar, los árboles que
retenían sus hojas generalmente también tenían fruto.
Al no encontrar fruto en el árbol, Jesús dijo: "Nunca jamás coma nadie fruto
de ti".
Al día siguiente, cuando Jesús y Sus discípulos pasaron otra vez por ahí
encontraron el árbol seco desde las raíces. Sorprendido Pedro dijo:
"Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.” Fue entonces
cuando Jesús hizo la afirmación, "Tened fe (tened la fe de Dios, o la clase de
fe de Dios). Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere a este monte:
quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (vs. 22-23).
Después de decirles a sus discípulos que tuvieran la clase de fe de Dios,
Jesús prosiguió explicando en el versículo 23, lo que eso significaba: la clase
de fe de Dios es la clase de fe en la cual un hombre cree con su corazón y
dice con su boca lo que cree en su corazón, y sucede.
Jesús mostró que tenía esa clase de fe, porque creyó que lo que dijo
sucedería. Él dijo a la higuera: "Nunca jamás coma nadie fruto de ti". Esta
es la clase de fe que habló al mundo a existir. “Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía" (Hebreos 11:3). ¿Cómo lo hizo? Dios creyó
que lo que dijo sucedería. Él habló la Palabra y se hizo la tierra. Él habló al
reino vegetal para que exista. Habló al reino animal para que exista. Habló
para que existan los cielos así como también la tierra, la luna, el sol, las
estrellas y el universo. Él lo dijo y fue así. Esa es la clase de fe de Dios. El
creyó que lo que dijo sucedería y sucedió.
La Medida De Fe.
Jesús demostró la clase de fe de Dios a sus discípulos, y entonces les dijo
que ellos también tenían esa clase de fe; la fe que un hombre cree con su
corazón, dice con su boca lo que cree, y sucede. Alguien puede decir: "Yo
quiero esa clase de fe. Voy a orar para que Dios me la dé". Sin embargo, no
necesitas orar por eso; tú ya la tienes. "Digo, pues, por la gracia que me es
dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto
de sí mismo que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (Romanos 12:3).
Nota que Pablo escribió esto a creyentes, porque él dice: "A cada cual que
está entre vosotros". La epístola a los Romanos no fue escrita a los
pecadores en el mundo, es una carta para los cristianos. Él dirige esta carta
"A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos”
(Romanos 1:7). Y en ella les dice que Dios ha dado a "cada uno la medida
de fe". Pablo también dijo: "Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efesios 2:8). Pablo está
diciendo aquí que esta fe no es tuya. Él no se estaba refiriendo a la gracia,
porque todos saben que la gracia es de Dios. Él está diciendo que la fe por
la cual somos salvos no es nuestra. No es una fe humana natural. Fue dada
por Dios a los pecadores. Y ¿cómo le dio Dios fe a los pecadores para ser
salvos? Romanos 10:17 dice: "Así que la fe viene por el oír, y el oír por la
Palabra de Dios". En estos versículos Pablo ha dicho que la fe: (1) es dada,
(2) es repartida, y (3) viene.
Uno de los errores más grandes que muchos creyentes cometen es confesar
su fe en la Palabra de Dios y al mismo tiempo contradecir su confesión con
acciones incorrectas.
Decimos que estamos confiando en que Dios provee para nuestras
necesidades financieras, pero al mismo tiempo nos estamos preocupando
de cómo vamos a pagar nuestras cuentas. En un momento confesamos que
la Palabra de Dios es verdadera, y el minuto siguiente repudiamos todo lo
que dijimos con acciones incorrectas. Nuestras acciones tienen que
corresponder con nuestro creer, si hemos de recibir de Dios.
La Fe Hecha Perfecta
Santiago 2:14-22 dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprovecha si alguno dice
que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una
hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada
día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les
dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así
también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú
tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré
mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los
demonios creen y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin
obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre,
cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó
juntamente con sus obras y que la fe se perfeccionó por las obras?”.
La traducción de Weymouth de los versículos 14 y 22 dice: "Hermanos míos,
¿de qué aprovechará si un hombre profesa tener fe y, sin embargo, sus
acciones no corresponden?...Notas que su fe estaba cooperando con sus
acciones, y por sus acciones su fe fue perfeccionada".
Algunos han pensado que el libro de Santiago fue escrito acerca de la
salvación y dirigido al no creyente. Sin embargo, Santiago no estaba
escribiendo a los que no eran salvos, sino a los creyentes, él dijo: "¿De qué
aprovechará, HERMANOS MIOS...". Él estaba escribiendo a sus hermanos y
hermanas en Cristo, señalando que la fe sin las correspondientes acciones
no funcionará para ellos, aunque sean creyentes.
Santiago también dijo: "Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Santiago 1:22). Otra
traducción dice: "...burlándoos a vosotros mismos".
Hay muchos que se engañan a sí mismos y le achacan sus problemas al
diablo o a algunos individuos, cuando realmente ellos se engañan a sí
mismos. Esto es porque ellos no son hacedores de la Palabra.
¡Las acciones de un hacedor de la Palabra coinciden con su confesión!
Texto Para Memorizar: "Hermanos míos, ¿de qué aprovecha si alguno dice
que tiene fe y no tiene obras?" (Santiago 2:14).
Lección 23 – Cómo Rellenar Tu Propio
Cheque Con Dios
Textos Bíblicos: Marcos 5:25-34; 1 Samuel 17:45-47,49-50,54; Lucas 15:18-
20,24.
Verdad Central: Si nos encontramos al pie de la escalera de la vida, es
porque eso es por lo que hemos creído. Cuando hablemos y creamos
correctamente, escalaremos hasta la cima.
Los cuatro pasos hacia la fe que delineamos en esta lección son tan simples
que casi parecen tontos. Pero en el ministerio de Jesús en la tierra, El habló
en términos que aún la gente sin educación podía entender. El habló acerca
de viñas y viñeros, rebaños y pastores. El ilustró verdades espirituales en
una forma tan simple que la gente sencilla pudo entenderlo. Su mensaje
nunca fue complicado, sino más bien claro y conciso.
Marcos 5:25-34: “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de
flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo
lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor. Cuando oyó
hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque
decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente
de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de su azote.
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él,
volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus
discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha
tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces
la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho,
vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe
te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”.
Paso 1 – Dilo
¿Qué es lo primero que esta mujer hizo? El versículo 28 dice: "Porque decía:
Si tocare tan solamente su manto, seré salva". Alguien le había contado a
esta mujer acerca de Jesús. Ella sabía que Él andaba sanando gente.
Teniendo esta información, ¿cuál fue su primer paso para recibir sanidad?
Lo primero que hizo fue decirlo.
Hay un lado de Dios y un lado del hombre en cada batalla, en cada victoria,
en todo lo que recibirnos de Dios. Nosotros tenemos que cumplir con
nuestra parte. Hay algo que nosotros debemos hacer. Dios no va a fallar. Si
hay alguna falta, es por nuestra parte. Sin embargo, si cumplimos con
nuestra parte, podemos estar seguros de que habrá una respuesta y una
victoria. Esta mujer pudo haber hecho una confesión negativa, y eso es lo
que habría recibido. Podría haber dicho que era inútil, que ya había sufrido
tanto y visitado tantos doctores, que quizás era mejor morir. Pero ella no
habló negativamente, habló positivamente. Dijo: "Si tocare tan solamente
su manto, seré salva". Y sucedió – porque podemos tener lo que decimos.
Por lo tanto, el primer paso para rellenar nuestro propio cheque con Dios
es: decirlo. Si somos derrotados, somos derrotados con nuestros propios
labios. "Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso
en los dichos de tus labios" (Proverbios 6:2).
Paso 2 – Hazlo
No le hubiera hecho ningún bien a esta mujer si cuando ella dijo: "Si tocare
tan solamente su manto, seré salva", no hubiera actuado sobre ello.
Nuestras acciones nos pueden derrotar o llevarnos al triunfo. De acuerdo
con nuestras acciones, recibimos o nos impedimos recibir. La mujer con el
flujo de sangre lo dijo y actuó sobre ello. Tocó Su manto.
Paso 3 – Recíbelo
Primero, la mujer lo dijo. Confesó su fe. Luego, actuó de acuerdo con
aquella fe extendiéndose y tocando al Maestro. Luego, recibió su sanidad.
Ella sintió en su cuerpo que estaba sana de su azote.
Nota que el sentir y la sanidad siguieron al decir y al actuar. La mayoría de
la gente quiere tener el sentir y la sanidad primero, y piensan que después
tendrán que decir y hacer. Pero no es así como funciona. Tienes que decir y
hacer primero. Luego tendrás el sentir y la sanidad.
Jesús percibió que de Él había salido poder. El mundo entero se está
preocupando por las bombas nucleares porque sueltan material radioactiva
dentro de la atmósfera; un poder que no puede ser visto o sentido, pero
que es un poder mortal y peligroso. Sin embargo, hay un poder que no se
ve, obrando en la tierra, el cual no es mortal ni peligroso, y ese poder está
siempre presente en todo lugar. Este poder nos puede liberar de cualquier
cosa que nos ate o nos dañe. Es el poder de Dios.
Paso 4 – Cuéntalo
El versículo 33 nos dice que la mujer con el flujo de sangre dijo lo que había
pasado. Ella "...le dijo toda la verdad". Jesús quiere que nosotros lo
contemos para que otros puedan recibir.
El primer paso al rellenar nuestro propio cheque es decirlo; el cuarto paso
es contarlo. Hay una diferencia. Al principio la mujer dijo lo que ella creía.
Luego contó lo que había pasado. Tenemos que decir algunas cosas en fe,
antes que las recibamos de Dios. La gente dice cosas incorrectas. Cuando
empiecen a creer lo correcto y a decir lo correcto, entonces eso es lo que
van a tener.
1 Samuel 17:45-47,49-50,54: “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí
con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de
los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza,
y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la
tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová
es la batalla y él os entregará en nuestras manos... Y metiendo su mano en
la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en
la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en
tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo
mató, sin tener David espada en su mano... Y David tomó la cabeza del
filisteo y la trajo a Jerusalén...”.
Cuando David derribó al gigante con su honda de pastor, él sabía que podía
rellenar su propio cheque con Dios. Él sabía que Dios haría cualquier cosa
que dijera. Y en los versículos de arriba vemos como David usó estos cuatro
pasos para recibir su propio cheque con Dios.
Primero, él dijo: "Jehová te entregará hoy en mi mano..." (Versículo 46).
David tenía fe – no en su propia fuerza, sino en la fuerza de su Dios. David
sabía que en su propia fuerza él no tenía poder contra el filisteo. Pero no
estaba confiando en su propia fuerza. Estaba confiando en el Señor.
Entonces David actuó sobre su fe. "Y metiendo David su mano en la bolsa,
tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente,
y cayó sobre su rostro en tierra" (versículo 49).
Si David hubiese sido guiado por sus sentidos naturales, si hubiera
escuchado el razonamiento humano, habría sabido que era imposible
matar a un gigante con una honda de pastor. Pero él estaba sintonizado con
la voz interior de fe, no con la voz exterior del razonamiento humano, y la
victoria fue suya. El recibió victoria para los israelitas sobre sus enemigos,
los filisteos (Este es el tercer paso).
Luego David tomó el paso número 4. La noticia de la gran victoria del día
fue publicada por toda la tierra. “Y David tomó la cabeza del filisteo y la
trajo a Jerusalén" (Versículo 54).
Muy poca gente sabe que puede rellenar su propio cheque con Dios. La
razón por la cual Dios no ha hecho más por ellos es porque ellos no han
dicho nada más; no han actuado nada más. Todo lo que tienen hoy es el
resultado de lo que ellos dijeron ayer.
Si tú estás al pie de la escalera, es porque eso es lo que has creído. Si tú
hablas correctamente y crees correctamente, subirás hasta el final de ella.
¿Puede el pecador usar estos cuatro pasos para escribir su propio cheque
con Dios? ¿Puede el pecador dar estos cuatro pasos para la salvación? El
pasaje siguiente prueba que sí.
Lucas 15:18-20,24: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo;
hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y
cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y
corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó... Porque este mi hijo muerto era,
y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”.
En la historia que Jesús contó acerca del hijo pródigo, vemos que lo primero
que hizo el hijo fue decirlo. "Me levantaré e iré a mi padre, y le diré..."
(Versículo 18). El confesó su fe y su necesidad. Luego actuó. "Y
levantándose, vino a su padre..." (ver. 20). Él no se sentó a tratar de
imaginar qué clase de recibimiento iba a tener en su hogar. Se levantó del
lugar de su vida pecaminosa y regresó a su casa.
Cuando lo hizo, recibió completo perdón y fue restaurado a su padre. "...lo
vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello,
y le besó" (ver. 20). El padre gozoso fue pronto para contar las buenas
nuevas de que su hijo vagabundo había regresado al hogar. "Porque este mi
hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado..." (ver. 24).
Si aquellos que están fuera de comunión con Dios el Padre se humillan
como lo hizo el hijo pródigo, y toman estos simples pasos para la salvación,
Dios correrá para encontrarlos y traerlos dentro de la completa comunión
con Él.
Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos
11:23).
Lección 25 – Tú Puedes Tener Lo Que Dices
Nuestro texto para esta lección, Marcos 11:23, es uno que hemos usado
muchas veces en nuestra serie de estudios acerca de la fe, porque en él
vemos la "fórmula de la fe" para mover cualquier montaña que se presente
en nuestras vidas. Ya sea que tu montaña particular sea enfermedad, seres
queridos inconversos, dificultad financiera o problemas familiares, puedes
encontrar la solución en este versículo de escritura.
Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere a
este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
La última frase de nuestro texto dice: “...lo que diga le será hecho". En otras
palabras, puedes tener lo que tú dices que puedes tener. Lo que dices es tu
fe hablando. Esto obra en una forma negativa así como en una forma
positiva, como vemos en la historia del Antiguo Testamento de los doce
espías que fueron enviados a Canaán a reconocer la tierra.
Un Reporte De Temor
Números 13:17-18,25,27-28,30-32 dice: “Los envió, pues, Moisés a
reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid
al monte, y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte
o débil, si poco o numeroso... y volvieron de reconocer la tierra al fin de
cuarenta días... Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la
cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de
ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy
grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac... Entonces
Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y
tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas
los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel
pueblo, porque es más fuerte que nosotros.Y hablaron mal entre los hijos de
Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde
pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el
pueblo que vimos en medio de ella son hombres de gran estatura”.
De los doce espías que fueron a Canaán a reconocer la tierra, solamente
dos, Caleb y Josué eran hombres de fe y visión. Ellos dijeron: "Subamos
luego, y tomemos posesión de ella, porque más podremos nosotros que
ellos".
Los otros diez regresaron con un reporte negativo, lleno de temor de los
gigantes de la tierra. La Biblia dice de su reporte, que "...hablaron mal..."
¿Por qué? Porque era un reporte de duda y de temor. ¿Cuál es entonces un
buen reporte? Un reporte de fe.
Los diez espías temerosos eran la mayoría y el pueblo de Israel aceptó el
informe de la mayoría. Al hacerlo, ellos estaban diciendo que no podrían
tomar la tierra. Y obtuvieron exactamente lo que dijeron. Estos espías y el
resto de aquella generación de los israelitas, con excepción de Josué y
Caleb, nunca vieron la Tierra Prometida. Creyeron que no podrían tomarla
y no lo hicieron. Anduvieron en el desierto hasta que murieron. ¡Lo que
dijeron, sucedió!
El de ellos, es un ejemplo de fe al revés. Después de todo, ¡aun cuando
dudas, estás creyendo algo! Estás creyendo en derrota. Estás creyendo en
lo incorrecto.
Siempre obtienes en tu vida aquello por lo que crees y lo que dices. Si no lo
que estás diciendo, entonces no debes decirlo, porque si continúas diciendo
algo durante un tiempo suficientemente largo, esas palabras
eventualmente se registrarán en tu espíritu. Y una vez que estén registradas
en tu espíritu, controlarán tu vida.
Un Reporte De Fe.
Números 14:6-9: “Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los
que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda
la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos
para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare en
nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; tierra que fluye leche
y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis el pueblo de
esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha
apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”.
Nota el buen informe de Josué y Caleb. Su confianza estaba en el Señor y
sus corazones estaban llenos con la fe que Dios era capaz de llevarlos a la
tierra que les había prometido a sus padres. Dos veces en el versículo
nueve, ellos amonestaron a la gente para que no tuvieran temor. ¿Y cuál
fue el resultado de su informe de fe? ¡Ellos fueron los únicos dos hombres
de su generación que entraron a la Tierra Prometida! Tú puedes tener lo
que dices.
Muchas personas me preguntan por qué no se pueden sanar. Yo siempre
sonrío y le digo que ya han dicho que no pueden. Sus palabras les delatan.
Puedes ubicar a la gente por lo que dice.
Antes de orar por la gente, generalmente trato de que hagan algún tipo de
confesión de fe. Les pregunto si serán sanos cuando imponga mis manos
sobre ellos y ore. Si ellos contestan que esperan que sí, yo les digo que no
se sanarán, porque ellos están en esperanza y no en fe.
Otros hacen una confesión con alguna vacilación, pero esa vacilación los
derrota. Aquellos que tienen una pronta confesión llena de fe reciben casi
instantáneamente (Son las "pequeñas zorras las que dañan las viñas").
No es algo grande lo que impide que los hijos de Dios sean sanos. No fueron
los gigantes de la tierra de Canaán los que mantuvieron a los hijos de Israel
afuera. No fueron los gigantes los que los derrotaron. Si hubieran sido los
gigantes, éstos hubieran derrotado a Josué y Caleb también. La gente se
derrotó a sí misma por su propio pensamiento, su propia incredulidad, su
propia declaración de incredulidad.
No son los gigantes en la vida los que te derrotan. No son las tormentas de
la vida las que te derrotan. Si eres derrotado, es porque tú mismo te has
derrotado. Te has derrotado a ti mismo con el pensar erróneo. Te has
derrotado a ti mismo con el hablar erróneo. Tú puedes tener lo que digas.
Caleb y Josué dijeron que ellos eran capaces de vencer a los gigantes.
Después de cuarenta años de vagar en el desierto, y que toda la gente de
esa generación que habían aceptado el informe maligno de los diez espías
se murieron, Josué se convirtió en el líder de la gente, y él y Caleb los
guiaron a la victoria.
Cuando Caleb vino a Josué y dijo "Dame esta montaña", Josué miró hacia
atrás varios años, y se dio cuenta que su hablar correcto les había hecho
ganar la victoria antes. Él quería ubicar a Caleb, así que le preguntó si era
capaz de tomar la montaña. Josué quería oír su confesión de fe. Le dijo a
Caleb que había gigantes en la montaña. Pero Caleb, lleno de fe, dijo que él
era capaz de tomarla; y lo hizo.
Muchas cosas pasan porque esperamos que pasen de cierta manera. Pasan
porque las creemos y las hablamos, hasta que suceden. Yo he encontrado
que esto es verdad en mi propia experiencia. Hace algún tiempo leí acerca
de un científico que dijo que cuando uno se envejece, las arterias del
cerebro no son tan suaves como cuando uno era joven; se van
endureciendo gradualmente. Había llegado al lugar donde no podía
recordar cosas tan bien como una vez lo hice. Seguí así por un tiempo hasta
que me di cuenta que no había necesidad de esto. La mente es parte de mi
ser interior y espíritu, y nunca se envejece. El mismo momento en que
empecé a creer correctamente y a hablar correctamente, pude citar todas
las escrituras que siempre había sabido, y mi memoria en realidad mejoró.
Fallamos muchas veces porque nos preparamos a perder. Nos disponemos
a perder. Lo pensamos y lo creemos y entonces lo hacemos. Como
creyentes, sin embargo, no tenemos por qué hablar duda o derrota.
Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos
11:23).
Lección 26 – Cómo Entrenar El Espíritu
Humano