Nuevos Umbrales de Fe 2

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Nuevos Umbrales de Fe.

Kenneth E. Hagin.
Lección 1 – ¿Cómo Obtenemos Fe?

Textos Bíblicos: Romanos 10:8-10,13-14,17; Hechos 11:13-14; 14:7-10; 8:5-


8.
Verdad Central: Dios ha provisto la manera por la cual todos pueden tener
fe.

Leemos en Hebreos 11:6, "Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque


es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan".
Si Dios demanda que tengamos fe cuando es imposible que la tengamos,
entonces tenemos derecho a desafiar Su justicia. Pero si Él pone en nuestras
manos los medios por los cuales la fe puede ser producida, entonces es
nuestra responsabilidad el tener o no tener fe. Dios nos ha dicho que sin fe
es imposible agradarle. Pero también nos ha dicho cómo obtener fe. Si no
tenemos fe, no es culpa de Dios. El culpar a Dios por nuestra falta de fe, no
es más que ignorancia. Dios ha provisto la manera por la cual todos
podemos obtener fe.

Fe Para Salvación.
El apóstol Pablo dijo que somos salvos por la fe. "Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efesios
2:8). Pero, ¿cómo obtienes la fe para ser salvo?
Romanos 10:8-10,13-14,17: “Más ¿Qué dice? Cerca de ti está la palabra, en
tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos. Que si
confesores con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación...Porque todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán
a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?...Así-que la fe es por el
oír, y el oír por la Palabra de Dios”.
Después de haber estudiado el pasaje de escritura recién citado, ¿cuáles
son los tres pasos que el hombre debe dar para recibir la salvación? (1.
Confesar 2. Creer 3. Aceptar) ¿Para quién está disponible esta salvación, de
acuerdo con el versículo 13? (Para cualquiera) ¿Según el versículo 17, de
dónde proviene la fe? (Por el oír de la Palabra de Dios).
Hechos 11:13-14: “Quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel,
que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el
que tiene por sobrenombre Pedro. Él te hablará palabras por las cuales serás
salvo tú, y toda tu casa”.
Dios le dijo a Cornelio que enviara a buscar a Pedro para conocer el plan de
la salvación. En la Gran Comisión, registrada en Marcos 16:15-18, Jesús les
dijo a Sus discípulos, "Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda
criatura...". Como Cornelio no había oído todavía este evangelio glorioso,
no era salvo. Dios le dijo a Cornelio que enviara a buscar a Pedro para que
conociera el plan de la salvación. ¿Por qué tenía Cornelio que enviar a
buscar a Pedro? ¿Por qué no pudo el ángel explicarle a Cornelio el plan de
la salvación? (Los ángeles no pueden predicar el evangelio. Dios le ha dado
esa tarea al hombre)
El versículo, “Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu
casa", nos muestra que los hombres son salvos por el oír palabras. La razón
es que "la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios" (Romanos
10:17).

Fe Para Sanidad
Hechos 14:7-10: “Y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra
estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás
había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual fijando en él sus ojos, y viendo
que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus
pies. Y él saltó, y anduvo”.
Un lector casual de la Palabra dijo una vez con respecto a este pasaje de
escritura, "¿No es maravilloso como Pablo sanó a ese hombre?" Sin
embargo, Pablo no sanó a aquel hombre. Aquel hombre no fue sanado
porque Pablo era un apóstol. Él no fue sanado por la fe de Pablo. El hombre
mismo tuvo fe.
Pablo hizo tres cosas:
1. Predicó el evangelio (Versículo 7).
2. Percibió que el hombre tenía fe para ser sanado (Versículo 9).
3. Le dijo al hombre que se pusiera en pie y caminara (Versículo 10).
El hombre hizo tres cosas:
1. Oyó predicar a Pablo (Versículo 9).
2. Tuvo fe para ser sanado (Versículo 9).
3. Saltó y anduvo (Versículo 10).
El hombre no fue sanado por algún poder que Pablo tenía. El hombre mismo
tuvo fe para ser sanado.
¿De dónde obtuvo el hombre la fe para ser sanado? (Por oír a Pablo hablar).
¿Qué fue lo que Pablo habló? (Predicó el evangelio). Pablo predicó un
evangelio de salvación y un evangelio de sanidad: "Porque no me
avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego" (Romanos
1:16). Una nota en la Biblia de Scofield refiriéndose a este versículo dice,
"La palabra griega y la palabra hebrea para ‘salvación' implica las ideas de
liberación, seguridad, sanidad y justicia". Por lo tanto, Pablo estaba
diciendo, "No me avergüenzo del evangelio de Cristo. Es el poder de Dios
para liberación, seguridad, sanidad y justicia”. Pablo predicaba el evangelio
completo, no solamente una parte de él.
Hechos 8:5-8: “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les
predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas
que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos
que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos
paralíticos y cojos eran sanados. Así que había gran gozo en aquella
ciudad”.
Los grandes milagros que encontramos en los versículos recién
mencionados sucedieron como resultado de que Felipe predicara a Cristo.
El Nuevo Testamento no conoce a un Cristo que no sea el Sanador. La
sanidad física es parte del evangelio. Si no hay evangelio de sanidad hoy en
día, entonces tampoco hay un evangelio de salvación.

La Fe en Acción
P. C. Nelson, quien fue por muchos años un ministro bautista notable, dijo:
"La sanidad es parte del paquete del evangelio". Mientras pastoreaba una
iglesia en Detroit, Michigan en 1921, fue atropellado por un automóvil. Los
doctores dijeron que su pierna derecha probablemente tendría que ser
amputada a la altura de la rodilla. Aunque no tuvieran que amputarla, le iba
a quedar tiesa. Mientras estaba en su cama del hospital, recordó los
versículos de escritura en Santiago 5:14-15: "¿Hay alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados". Él
trató de excusarse con el Señor diciendo que ellos no practicaban eso en su
iglesia. El Señor le recordó de cierto hombre y su esposa que creían en El, y
le dijo que los llamara para que vinieran a orar por él. Él lo hizo y ellos
vinieron, lo ungieron con aceite y oraron la oración de fe. Él fue sanado y su
pierna no tuvo que ser amputada, ni tampoco le quedó tiesa la rodilla. "La
fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios".
Hace muchos años, siendo un joven bautista, estaba yo acostado en el lecho
de aflicción. Estando acostado leyendo la Biblia de mi abuela, mientras más
leía, más aprendía. Pronto me di cuenta de que nunca había oído el
evangelio completo, sino solamente parte de él. Mientras más estudiaba la
Palabra, más me daba cuenta que podía ser sanado.
El diablo no se alejaba, por supuesto, trayendo a mi memoria toda la duda
e incredulidad que yo había escuchado durante toda mi vida. Él me dijo que
la sanidad ya no se practicaba (Afortunadamente, no podía recordar haber
escuchado alguna vez que la fe ya no se practicaba). También me habían
enseñado que Dios lo sanaría a uno si quería hacerlo (Esto, sin embargo, era
un insulto aún más grande que el decir que no podía hacerlo).
Leí en Marcos 5:34 donde Jesús le habló a la mujer con el flujo de sangre,
diciendo: "Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote".
Jesús no dijo que Su poder la había hecho salva. Él dijo: "Hija, TU FE te ha
hecho salva...". Cuando me di cuenta de esto, entonces supe que si la fe de
ella la había hecho salva, mi fe podía hacerme salvo. Y gracias a Dios, así
sucedió. Mi parálisis desapareció, la condición de mi corazón se normalizó,
y he estado yendo de salto en brinco desde entonces, predicando el
evangelio completo por más de 50 años.
Texto Para Memorizar: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de
Dios" (Romanos 10:17).
Lección 2 – ¿Qué Es La Fe?
Textos Bíblicos: Hebreos 11:1; Marcos 11:23-24; Juan 20:24-29; Romanos
4:17-21.
Verdad Central: La fe es apoderarse de las irrealidades de la esperanza y
traerlas al reino de la realidad.
Un versículo clave en el estudio de la fe es uno familiar encontrado en
Hebreos 11: "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve". La traducción de Moffatt de este versículo dice, "Ahora, la fe
significa que estamos seguros de lo que esperamos, convencidos de lo que
no vemos". Otra traducción dice, "La fe es dar substancia a las cosas que se
esperan". Todavía otra traducción dice, "La fe es el hecho de garantía de
que las cosas que hemos esperado son finalmente nuestras". Aquí Dios nos
está diciendo lo que es la fe.
Hay muchas clases de fe. Toda persona, salva o no salva, tiene una fe
humana natural. La escritura de arriba, sin embargo, está hablando de una
fe sobrenatural – una fe que cree con el corazón en vez de creer lo que sus
sentidos físicos le puedan decir. La fe, en otras palabras, es apoderarse de
las irrealidades de la esperanza, y traerlas al reino de la realidad. Y la fe nace
de la Palabra de Dios.
Nuestro texto describe la fe como "la evidencia de las cosas que no se ven".
Por ejemplo: Tú esperas tener el dinero para cumplir con las obligaciones
que tienes. La fe te da la seguridad de que tendrás el dinero cuando lo
necesites. Tú esperas tener la fortaleza física para hacer el trabajo que
debes hacer. La fe dice, "El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién
temeré?" (Salmos 27:1). La fe dirá de sí misma lo que la Palabra diga, porque
la fe en Dios es simplemente fe en su Palabra.
Aprendí una importante lección de fe poco después de ser levantado del
lecho de aflicción hace muchos años. Necesitaba trabajo, y como esto
sucedió durante la depresión, no era fácil encontrar trabajo. Pude conseguir
uno en un vivero ayudando a talar árboles de melocotón. Con otro
muchacho en el otro extremo del árbol, juntos arrancábamos esos árboles
de dos años para llenar los encargos que llegaban. Este era un trabajo duro
– especialmente ya que yo había estado dieciséis meses postrado en cama
y en aquel tiempo apenas habían pasado unos pocos meses desde que me
había levantado.
Cada día el número de trabajadores disminuía, y cada día alguien me decía,
"Bueno, no pensaba que vendrías hoy. ¿Sabes? dos o tres renunciaron ayer".
"Si no fuera por el Señor yo no estaría aquí", contestaba, "porque ves, Su
fortaleza es mi fortaleza. La Biblia dice, 'El Señor es la fortaleza de mi vida...'.
Mi vida consiste de lo físico tanto como también de lo espiritual, y el Señor
es la fortaleza de mi vida". Si me hubiera dejado llevar por mis sentidos no
habría salido de la cama. Actué en la Palabra porque sabía lo que era la fe.
Nunca recibí ninguna fortaleza hasta que empecé a trabajar. Mucha gente
quiere recibir y entonces creer que lo tienen. Así no funciona. Tienes que
creer primero, y entonces recibirás. Así que me sacaba de la cama todas las
mañanas y me iba a trabajar, ganando fortaleza mientras iba confiando en
la Palabra de Dios. Aunque yo era el más débil y el más delgado entre ese
grupo de hombres, fui el último que me quedé en el trabajo.
Podemos decir que sabemos que la Palabra de Dios es verdadera, pero no
lo sabremos hasta que hayamos actuado en ella y hayamos cosechado sus
resultados. La fe es darle substancia a las cosas que se esperan. Yo me fui a
trabajar, actué en la Palabra de Dios. Esperé fortaleza física para hacer el
trabajo que sabía que tenía que hacer, y actuando en la Palabra de Dios mi
fe le dio substancia a aquello por lo que yo esperaba. "Lo tendré alguna
vez", dice la esperanza. La fe dice, "Lo tengo ahora".

La Fe de la Cabeza contra La Fe del Corazón


John Wesley dijo una vez que el diablo le ha dado a la iglesia un sustituto
para la fe, uno que se parece y suena mucho como la fe, tanto que algunas
personas no pueden ver la diferencia. Le llamó a este sustituto
“asentimiento mental". Mucha gente lee la Palabra de Dios y está de
acuerdo en que es verdad, pero solamente están de acuerdo con sus
mentes. Y eso no es lo que produce resultados. La fe del corazón es la que
recibe de Dios.
Marcos 11:23-24: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este
monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere
que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que
todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis (cuando oréis), y os
vendrá”.
¿Cómo podemos decir si tenemos esta fe del corazón o si solamente
estamos de acuerdo mentalmente? El asentimiento mental dice: "Yo sé que
la Palabra de Dios es verdad. Yo sé que Dios ha prometido sanidad, pero por
alguna razón yo no la puedo obtener; no lo entiendo". Sin embargo, la fe
verdadera en la Palabra de Dios dice: "Si la Palabra de Dios lo dice, entonces
así es. Es mío. Lo tengo ahora". La fe dice: "Lo tengo aunque no lo pueda
ver".
He oído a algunas personas decir: "Pero todavía no ha sucedido aquello por
lo que he estado orando". Si ya lo tuvieras, no tendrías que creerlo porque
ya lo sabrías. Tienes que dar ese paso de creer para llegar al lugar de saber.
Demasiadas personas quieren saberlo desde el punto de vista en el que ya
ha sucedido, y entonces creerlo. Tenemos que creerlo porque la Palabra de
Dios dice que es nuestro, entonces se materializa.
Nótese en el versículo citado anteriormente que el recibir viene después
del creer. "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis (al orar), y
os vendrá". Jesús estaba diciendo simplemente, "Tienes que creer que lo
tienes antes de que lo puedas recibir".
Yo nunca he podido recibir sanidad física para mí mismo sin creer primero
que la tengo, mientras todos los síntomas en mi cuerpo están gritando: "No
lo tienes". Yo simplemente me mantengo firme en lo que la Palabra de Dios
dice acerca de mi sanidad y continúo diciendo que estoy sano. Entonces
más adelante vienen los resultados. Pero si yo me sentara quejándome y
gimiendo, acongojado y lamentándome, esperando que todos los síntomas
se vayan y que mis sentidos correspondan con mi fe antes de creer, nunca
llegaría muy lejos, Porque "la fe es...la evidencia de las cosas no vistas".

La Fe De Abraham contra La Fe De Tomás


Demasiados cristianos tienen una "fe como la de Tomás" cuando deberían
tener "una fe como la de Abraham". Tomás dijo, "Si no veo, no creo",
mientras que Abraham "no dudó ante la promesa de Dios ...sino que se
fortaleció en fe".
En Juan 20:24-29 dice: “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no
estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al
Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos,
y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado,
no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con
ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio
y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús
le dijo: Porque me has visto, Tomás creíste; bienaventurados los que no
vieron y creyeron”.
¿Por qué fue tan difícil para Tomás creer que Jesús estaba vivo? Tomás
había visto los clavos traspasar las manos de Jesús y la lanza atravesar su
costado. Sus sentidos físicos le decían que Jesús estaba muerto. Tomás
estaba usando el conocimiento mental, en vez de la fe del corazón.
Compara ahora la fe de Abraham:
Romanos 4:17-21: “(Como está escrito: Te he puesto por padre de muchas
gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama
las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra
esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se
le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al
considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años),
o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la
promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.
Plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo
que había prometido”.
Note la diferencia entre la fe de Tomás y la fe de Abraham. Tomás
solamente tenía una fe humana natural, la cual decía: "No creeré a menos
que sienta y vea". Abraham, sin embargo, creyó la Palabra de Dios, no
considerando su propio cuerpo; sus propios sentidos naturales. Si Abraham
no consideró su conocimiento físico o sus sentidos, ¿entonces qué
consideró? (La Palabra de Dios).
Hace muchos años cuando fui sanado de un problema en el corazón, yo
estuve luchando con algunas de esas enseñanzas de fe como mucha gente
hace. Los alarmantes síntomas del corazón regresaban. Mientras oraba y
me mantenía en las promesas de Dios, aun mientras padecía un severo
dolor, el Señor me recordaba a Abraham quien "no consideró su propio
cuerpo". El me mostró que no debía considerar mi propio cuerpo, sino que
en vez de eso debía considerar Su Palabra. A medida que hice eso,
repitiendo para mí mismo alguna de las promesas de Dios en las escrituras
acerca de la sanidad, como por ejemplo: "Ciertamente llevó El nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores", todos los síntomas se iban.
Muchas veces enfocamos nuestra atención en lo incorrecto. Consideramos
nuestro cuerpo físico y los síntomas en vez de mirar a la Palabra de Dios.
"Bueno, Dios no ha oído mi oración todavía. Me estoy poniendo peor, y creo
que terminaré siendo operado", gemía un hermano querido. Y lo será,
mientras viaje en esa carretera de incredulidad. En una iglesia que visité,
cierta mujer terminaba su testimonio regularmente con: "Oren por mí, creo
que tengo cáncer". Sin duda si sigue creyéndolo, lo tendrá. Jesús dijo:
"Conforme a tu fe te sea hecho". Otra persona solicitó oración diciendo,
"Por favor, oren por mí. Creo que me estoy resfriando". Si eso es lo que
crees, mi oración no hará ningún bien, porque "conforme a tu fe te sea
hecho" (Mateo 9:29). Necesitamos andar por la fe, y no por la vista.
Algunos han malentendido este tipo de enseñanza, pensando que les digo
a las gentes que nieguen todo síntoma y que sigan como si ni estuvieran
ahí. Piensan que estoy enseñando Ciencia Cristiana. Sin embargo, esto no
es Ciencia Cristiana, esto es Sentido Cristiano. No negamos los dolores u
otros síntomas, porque ellos son muy reales. En vez de eso, miramos más
allá de ellos a las promesas de Dios.
La fe real en la Palabra dice: "Si Dios dice que es así, entonces es así. Si Él
dice 'Por sus llagas fuisteis curados’, entonces yo estoy sano. Si dice, 'Dios
suplirá todo lo que os falta', entonces lo hace. Si dice, 'El Señor es la fortaleza
de mi vida', entonces lo es". En otras palabras, le fe verdadera simplemente
dice de uno lo que la Palabra de Dios dice.
La fe verdadera es edificada en la Palabra. Debemos meditar en la Palabra;
escudriñarla profundamente y alimentarnos de ella. Entonces la Palabra se
volverá una parte de nosotros como cualquier comida natural se vuelve
parte de nuestro cuerpo físico cuando comemos. Lo que la comida natural
es a nuestro hombre físico, la Palabra de Dios es a nuestro hombre
espiritual. La Palabra edifica en nosotros confianza y seguridad.

Texto Para Memorizar: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la


convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).
Lección 3 – La Fe contra La Esperanza
Textos Bíblicos: 1°Corintios 13:13; Efesios 2:8-9; Romanos 10:9-10,13.
Verdad Central: Se requiere una fe positiva – una fe de ahora – para
obtener resultados positivos.
Cuando Pablo, escribiendo a los corintios, dijo: "Y ahora permanecen la fe,
la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor"
(1°Corintios 13:13), él no estaba diciendo que la esperanza y la fe no son
importantes. Cada una tiene su lugar, y una no puede ser sustituida por la
otra. No podemos sustituir el amor por la esperanza. Tampoco podemos
sustituir la esperanza por la fe. Sin embargo, muchas personas tratan de
recibir de Dios basados en la esperanza en vez de en la fe.

La Fe Es Ahora
La esperanza mira hacia el futuro. Está siempre en tiempo futuro. La fe es
ahora. La fe dice: "Recibiré la respuesta ahora mismo. La tengo ahora". No
es por el esperar que el trabajo es hecho, sino por el creer. Alguien dijo:
"Bueno, yo creo algún día que recibiré mi sanidad". Eso no es fe, eso es
esperanza, porque está viendo a un tiempo futuro indefinido. La fe dice:
"Recibo mi sanidad; ¡ahora!". En una traducción moderna del Nuevo
Testamento, el conocido versículo Hebreos 11:1 dice "La fe es dar
sustancia...a las cosas esperadas”. Si necesitas sanidad, no la quieres en el
futuro; la quieres ahora mismo, especialmente si padeces dolor. Si estás
buscando el Bautismo del Espíritu Santo, quieres recibirlo ahora; no en un
tiempo futuro indefinido. Si necesitas salvación, no la puedes dejar para el
futuro, porque entonces puede ser demasiado tarde. He hablado con gente
que me decían que esperaban ser salvos. Sin embargo, algunos de ellos
están muertos. Dejaron el mundo sin ser salvos, porque la salvación que
está basada en esperanza nunca se realiza.
Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”.
Romanos 10:9-10,13: “Que si confesores con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación... Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo”.
Los versículos anteriormente citados apuntan al hombre hacia el plan de
salvación. Vemos que es por la fe; no por la esperanza, que somos salvos.
Jesús prometió que no echaría fuera a nadie que viniera a Él, sino que
salvaría a todo aquel que "invocare el nombre del Señor". Por lo tanto, no
necesitamos esperar que Él nos salvará. Él dijo que lo hará

¿Cómo Obtenemos Fe?


La fe, sabemos, nace de la Palabra de Dios. "Así que la fe es por el oír, y el
oír, por la Palabra de Dios" (Romanos 10:17). Otra traducción de este
versículo dice: "La fe es la garantía de que lo que has estado esperando
tanto es finalmente tuyo".
La fe es "la convicción de lo que no se ve", como leemos en Hebreos 11:1.
Para ilustrar, tú puedes esperar conseguir dinero para cumplir con cierta
deuda, pero la fe te da la seguridad de que tendrás el dinero cuando lo
necesites. Puedes esperar obtener fortaleza física para hacer un trabajo que
debes hacer, pero la fe dice: “El Señor es la fortaleza de mi vida" (Salmos
27:1). En otras palabras, la fe dice lo mismo que la Palabra de Dios dice.
La incredulidad en realidad es el tomar lugar contra de la Palabra de Dios.
Hay algunos que hablan incredulidad y toman el lugar contra de la Palabra
de Dios y luego se preguntan por qué la Palabra de Dios no funciona para
ellos. Si queremos que la Palabra de Dios trabaje para nosotros, tenemos
que estar del mismo lado que ella.
Muchas veces cuando le pregunto a la gente que viene por oración a mis
reuniones, si ellos creen que serán sanados, responden: "Bueno, yo espero
que sí". Yo simplemente les digo que no se sanarán porque nosotros
recibirnos de Dios por fe, y no a través de la esperanza. Inclusive otros
contestan a mi pregunta diciendo: "Bueno, yo quiero". Pero yo les digo:
"Podrías querer un Cadillac nuevo, pero eso no significa que lo tendrás.
Verás, el querer solamente, no producirá resultado”.
No es por esperar o por querer, es la fe la que hace la obra. Tú no recibirás
de Dios porque tengas esperanza. En ninguna parte de la Biblia dice que
cuando oremos, recibiremos aquello que tenemos esperanza de recibir. Sin
embargo, la Palabra de Dios dice: "Todo lo que pidiereis en oración, CREED
que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24). Jesús también dijo, "Y todo lo
que pidiereis en oración, CREYENDO, lo recibiréis" (Mateo 21:22). No
esperando, sino creyendo.
Mira la definición de fe en Hebreos 11:1: "Es, pues, la fe la certeza de lo que
se espera, la convicción de lo que no se ve". El verbo usado está en tiempo
presente. Recuerda, si no es ahora, no es fe. La fe es tiempo presente; la
esperanza es tiempo futuro, entonces no está creyendo, está esperando.
Para que obre resultado, debe estar en el tiempo correcto; el tiempo
presente. Algunas personas siempre están creyendo que Dios hará algo por
ellas, pero la fe cree que Él ya lo ha hecho, y que lo está haciendo.
Hace algunos años mientras estaba predicando en el estado de Oklahoma,
una mujer que no había dado un paso en cuatro años, fue traída al servicio
una noche por oración. Ella era una mujer mayor de unos setenta y tantos
años, y los doctores le habían dicho que no volvería a andar. Al terminar el
culto, cuando nos preparamos para orar por los enfermos, sus amigos la
trajeron al frente y la sentaron en el altar. Me arrodillé en frente de ella,
puse mis manos sobre ella y oré. Entonces le dije: "Ahora levántate y anda
en el nombre del Señor Jesucristo".
Ella hizo lo que pudo para levantarse, pero todo el tiempo estuvo llorando
y orando, "Oh, querido Jesús, por favor, sáname, por favor, déjame caminar,
¡oh, por favor...por favor!". Ella continuó de esa manera por algún tiempo
hasta que por fin pude hacer que callara lo suficiente para hablarle. Le
pregunté: "Hermana, ¿sabías que estás sana?"
Sorprendida, me miró y me dijo: "Oh, ¿lo estoy?"
"Sí", le dije, "estás sana, y te lo probaré en la Biblia". Entonces abrí mi Biblia
en 1 Pedro 2:24, se la di y le pedí que leyera el versículo en voz alta. Ella
leyó: "Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero,
para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia y
por cuya herida fuisteis sanados".
Entonces le pregunté, "¿'Fuisteis' es tiempo pasado, tiempo futuro, o
tiempo presente?"
"Es tiempo pasado", contestó.
"Si fuiste sanada por la herida de Jesús, entonces estás sana ahora, ¿no es
verdad?", le dije. Una sonrisa se extendió en su rostro y sus ojos se
iluminaron con un nuevo entendimiento. Entonces le dije: "Levanta las
manos y míralo a Él. Comienza a alabarlo porque estás sana, en el tiempo
presente. Porque estás sana; no es que vas estarlo, lo estás ahora".
Con fe como la de un niño, miró hacia arriba y dijo "Querido Señor Jesús,
estoy tan contenta de estar sana". No había dado un paso, y por lo tanto no
tenía evidencia física de sanidad. Aun así dijo: “Estoy tan feliz de estar sana".
Di la vuelta hacia ella y le dije: "Ahora mi hermana, levántate y camina en
el Nombre de Jesús". Inmediatamente ella saltó del altar como si tuviera
dieciséis años, y caminó, saltó, corrió y alabó a Dios.
Ves, tuvimos que ayudarla a ponerse en el tiempo correcto; porque la fe es
tiempo presente. Mientras estemos luchando para poder recibir,
esperando ver la respuesta algún día, no resultará. Eso es solamente
esperanza. La fe dice: "Es mío, lo tengo ahora".
La esperanza, por supuesto, usada apropiadamente es muy bendecida y
bella. Tenemos una esperanza bendita en el pronto regreso de nuestro
Señor Jesucristo, la resurrección de los justos muertos, el rapto de los
santos en vida, la esperanza del cielo, la esperanza de ver a nuestros seres
amados y amigos. Damos gracias a Dios por esa esperanza. Pero todo eso
es en tiempo futuro. Jesús viene, lo creamos o no. El viene porque la Palabra
lo dice. La resurrección se llevará a cabo tengamos fe en ello o no. Los
muertos en Cristo se levantarán para unirse con Él en aire, lo creamos o no.
Nuestra fe, o falta de fe, no afectará estos acontecimientos. Jesús viene otra
vez, porque la Palabra lo dice. Esta es la esperanza bendita que todos los
cristianos esperamos.
Pero es la fe, no la esperanza, la que puede cambiar lo imposible a lo
posible. Es la fe, no la esperanza, la que trae sanidad y victoria.
La esperanza es buena en esperar, pero pobre en recibir. Muchas veces he
oído gente decir: "Estoy esperando y orando..." o "Todo lo que podemos
hacer es esperar y orar". Si eso es todo lo que estás haciendo, estás
derrotado. Se necesita una fe positiva; una fe de ahora, para obtener
resultados positivos.

Texto Para Memorizar: "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,


estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1°Corintios 13:13).
Lección 4 – La Fe Ve La Respuesta
Textos Bíblicos: Proverbios 4:20-22; Hebreos 13:5-6; 4:14; Marcos 11:23
Verdad Central: Mirando continuamente a la Palabra, la fe ve la respuesta.
En nuestras lecciones anteriores sobre la fe, hemos estado aprendiendo
que la fe no es algo que nosotros tenemos sino algo que hacemos. Hemos
visto que la fe no es esperar que veremos la respuesta en el futuro. La fe es
creer que tenemos la respuesta ahora. Los ojos de la fe ven la respuesta
como si ya hubiera sucedido.
En Proverbios 4:20-22 dice: “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu
oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu
corazón; porque son vida a los que la hallan, y medicina a todo su cuerpo”.
Observa que esta escritura dice: "No se aparten (mis palabras) de tus
ojos...". Mucha gente fracasa porque se ven a sí mismos fracasar. Si están
enfermos, piensan de sí mismos como si estuvieran muriéndose. La Palabra
de Dios dice: "El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias". (Mateo 8:17). Si esa Palabra no se aparta de tus ojos, tendrás
que verte a ti mismo sin enfermedades. Sin embargo, si no te ves a ti mismo
como si estuvieras sano, entonces esa Palabra se ha apartado de tus ojos. Y
aunque Él quiera hacer de la salud una realidad en tu vida, no puede porque
tú no estás actuando en Su Palabra.
Observa también en el versículo 22, "Porque (mis palabras) son vida a los
que las hallan, y medicina a todo su cuerpo”. La palabra hebrea traducida
"medicina" aquí es también la palabra salud. En otras palabras: "Mis
palabras son salud a todo su cuerpo". Los primeros dos versículos de este
pasaje nos dan las instrucciones para tomar la medicina de Dios. ¿Cuáles
son estas instrucciones? ("Está atento" o estudia la Palabra de Dios, y
obedece esta Palabra, "guárdala en medio de tu corazón")
¿Y cuál es la medicina de Dios? "Mis palabras son vida a los que las hallan y
medicina a todo su cuerpo". Pero la medicina debe ser tomada según las
instrucciones para que tenga resultado, y una de las instrucciones es: "No
se aparten (mis palabras) de tus ojos". Mantente mirando a lo que la Palabra
dice.
Muchísimas personas oran y oran, pero nunca se ven a sí mismas con la
respuesta. Lo ven todo peor. Se mantienen mirando a lo incorrecto – a los
síntomas, a las condiciones, a sí mismos – así que caminan en incredulidad
y destruyen los efectos de su oración. Pon tu mente en la respuesta. Mírate
a ti mismo como si ya hubieras recibido. Constantemente afirma, aun frente
a la evidencia contradictoria, que Dios ha escuchado tu oración porque la
Palabra así lo dice. Entonces verás resultados.
Debemos creer que lo tienes antes de que lo puedas recibir. "Todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24). El
creer viene antes del recibir.
Hay algunos que dicen: "No voy a creer nada que no pueda ver". Pero en lo
natural creemos un montón de cosas que no podemos ver. El mundo entero
se alarmó cuando iban a explotar las bombas atómicas dejando salir
material radioactiva dentro de la atmósfera. No lo puedes sentir, pero aun
así es un poder destructivo.

La Fe Contradice A Las Circunstancias


Hebreos 13:5-6 dice: “Porque Él dijo: no te desampararé, ni te dejaré. De
manera que podemos decir confiadamente: el Señor es mi ayudador; no
temeré lo que me pueda hacer el hombre”.
¿Estamos diciendo confiadamente que el Señor es nuestro ayudador? Esto
es lo que deberíamos estar diciendo. "Bueno, oren por mí. Me siento como
si el Señor me hubiera desamparado", lloraba una pobre hermana. Sin
embargo Dios dijo: "No te desampararé, ni te dejaré". "No sé si podré o no,
espero poder lograrlo. Oren por mí para que pueda mantenerme fiel hasta
el final", es una petición muy familiar en las reuniones de oración y
testimonios. Pero eso no fue lo que Dios nos dijo que dijéramos
confiadamente.
Muchísima gente está diciendo confiadamente: "Estoy abatida, estoy
derrotada. El diablo me tiene atada". Pero en ninguna parte de la Biblia
encontramos nosotros que Dios nos dijo que dijéramos confiadamente eso.
Dios dijo: "No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador".
Dejemos de decir lo incorrecto y empecemos a decir lo correcto. Di que el
Señor es tu ayudador. Di que el Señor es tu sanador. Di que el Señor tomó
tus enfermedades y sufrió tus dolores. Debes mantenerte hablando lo
correcto. Debes mantenerte creyendo lo correcto.
Lo que abate a las personas es simplemente el pensar lo incorrecto, el creer
lo incorrecto y el hablar lo incorrecto. El diablo no te puede derrotar porque
Jesús ya ha derrotado al diablo por ti. Satanás no te vence, tú te vences a ti
mismo. O si lo hace es porque tú se lo permites. Es un consentimiento de
ignorancia. Dios nos ha dado Su Palabra para que nos dirija de manera que
nuestro creer sea correcto. Y si nuestro pensar es correcto y nuestro creer
es correcto, entonces nuestro hablar será correcto. "El Señor es mi
ayudador". "El Señor es mi fortaleza".

La Fe 'Dice' La Respuesta
La fe verdadera en la Palabra dice que si Dios dice que es así, entonces así
es. Si Él dice que "Por cuya herida fuisteis sanados" (1°Pedro 2:24), entonces
somos sanos. Si Él dice que, "Mi Dios suplirá todas vuestras necesidades
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19),
entonces Él lo hace. Si la Palabra dice: “El Señor es la fortaleza de mi vida"
(Salmos 27:1), entonces lo es. En otras palabras, la fe verdadera en Dios
simplemente dice de uno lo que la Palabra dice. Tenemos lo que la Palabra
dice. Somos lo que la Palabra dice que somos. Si Dios dice que somos
fuertes, entonces lo somos. Si Él dice que tiene cuidado de mí, entonces es
así.
Hebreos 4:14 dice: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que
traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión”.
Como Jesús es nuestro sumo sacerdote y está sentado a la diestra de Dios
en el cielo, haciendo intercesión por nosotros, podemos tener las
respuestas a nuestras peticiones ahora mismo. Buscando la palabra griega
aquí traducida "profesión" me enteré que debería decir: "Retengamos el
decir las mismas cosas".
Jesús está en el cielo, representándonos ante el trono de Dios. Él está
diciendo, "Yo tomé su lugar, o morí por y ellos como su sustituto". Jesús no
murió por sí mismo. No necesitaba redimirse a sí mismo porque no estaba
perdido. Él murió por nosotros. Él se volvió nuestro sustituto. El tomó
nuestros pecados, tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.
Él murió por nosotros, se levantó de los muertos por nosotros, y ascendió a
los cielos por nosotros. Él está allá arriba ahora diciendo: "Yo hice eso por
ellos," y nosotros debemos mantenernos diciendo las mismas cosas aquí
abajo.
Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a
este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
No es solamente un asunto de fe saliendo de tu corazón hacia Dios, sin que
tú digas nada. Eso no obrará resultado. En ninguna parte de la Biblia leemos
que eso es lo que debemos hacer. La fe mantenida en el corazón solamente,
nunca traerá sanidad a tu cuerpo o la plenitud del Espíritu Santo, o una
respuesta a la oración. Pero la fe en tu corazón, que es soltada a través de
tus labios, traerá resultados.

Texto para Memorizar: "No se aparten (mis palabras) de tus ojos..."


(Proverbios 4:21).
Lección 5 – La Fe En Acción (Parte 1)

Textos Bíblicos: Josué 6:2-5,16,20; Lucas 5:18-20;24,25.


Verdad Central: Grandes milagros son realizados por aquellos que actúan
en la Palabra de Dios.
En ambos, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento vemos ejemplos
de cómo el pueblo de Dios, poniendo su fe en acción, fueron capaces de
realizar hechos grandiosos. Grandes milagros fueron llevados a cabo por
hombres humildes, quienes en simple fe crédula, actuaron en la Palabra de
Dios.

La Fe En Acción En El Antiguo 'Testamento


Josué 6:2-5,16,20: “Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu
mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la
ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez;
y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de
cuernos de carnero, delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a
la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen
prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina,
todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá, entonces
subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante... Y cuando los sacerdotes
tocaron las la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha
entregado la ciudad... Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las
bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina,
gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la
ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron”.
En el versículo 2 leemos que Dios le dijo a Josué que Él había entregado la
ciudad de Jericó "en su mano". Esto no significaba, sin embargo, que Josué
y el pueblo de Israel podían sentarse y relajarse mientras la ciudad
automáticamente llegaba a ser suya. Tuvieron que hacer algo.
Dios les dio instrucciones específicas de cómo ir a tomar posesión de la
tierra que Él ya les había dado, pero ellos tenían que creer esa Palabra y
actuar en ella. Su actuación en la Palabra fue su fe en acción.
Tenían que marchar alrededor de los muros de la ciudad una vez al día por
seis días. En el séptimo día, tenían que marchar alrededor de la ciudad siete
veces. Luego cuando los instrumentos musicales sonaran, tenían que gritar.
Observa que ellos gritaron mientras los muros todavía estaban en pie.
Cualquiera puede gritar cuando los muros se han derrumbado; para hacer
eso no se necesita fe. Pero ellos pusieron su fe en acción. Ellos "gritaron con
gran vocerío", y el muro se derrumbó.
Muchísimas personas están sentadas esperando que algo les suceda. Ellos
están más o menos inertes con una fe pasiva en vez de una fe activa,
esperando que algo suceda. Conocí a un hombre así hace algunos años en
Colorado. No tenía trabajo. Tenía una esposa y cinco hijos, y estaba
esperando que algo sucediera. Pero lo único que sucedía eran más cuentas
que pagar. El necesitaba ponerse a trabajar. Todos tenemos ciertas
obligaciones y no podemos quedarnos en casa y esperar que algo nos venga
a nosotros. Pero si oramos, creemos y entonces actuamos, algo sucederá.

La Fe En Acción En El Nuevo Testamento


Lucas 5:18-20,24-25: “Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a
un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle
delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud,
subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho,
poniéndole en medio, delante de Jesús. Al ver él la fe de ellos, le dijo:
Hombre, tus pecados te son perdonados... Pues para que sepáis que el Hijo
del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al
paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Al
instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que
estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios”.
Mientras Jesús estaba en una casa enseñando, unos hombres trajeron a su
amigo donde Jesús para que lo sanara. El hombre era paralítico y estaba
postrado en cama. La multitud era tan grande que estos hombres no podían
llegar donde Jesús estaba. Pero en vez de rendirse, ellos tomaron la
determinación de encontrar un medio de llevar a su amigo a Jesús. Se
subieron al techo y por una abertura del tejado, bajaron al hombre con el
lecho dentro del cuarto delante del Señor.
¿Por la fe de quién se realizó este milagro – el hombre en el lecho, o los
amigos que lo trajeron a Jesús? La escritura dice, "al ver él la fe DE ELLOS...".
La palabra "ellos" es plural. Fue la fe de todos ellos. Hubiera sido fácil para
los amigos del hombre, al ver la gran multitud rodeando a Jesús, haberse
encogido de hombros, rendirse y haber regresado a casa diciendo, "Bueno,
por lo menos hemos tratado. Hicimos lo que pudimos". Pero ellos no se
dieron por vencidos tan fácilmente. Ellos encontraron una manera de llevar
a su amigo a Jesús.
El hombre enfermo demostró tener una gran fe también, porque ¿cuántos
inválidos permitirían ser subidos a un tejado? Más aun, cuando Jesús le dijo
que se levantara y caminara, él no estaba mejor. Él estaba ahí acostado tan
indefenso como siempre. Pudo haber dicho: “¿Levántate y anda? ¿Es que
no has visto que estos hombres me han traído hasta aquí? Yo no me puedo
levantar. Tendrás que sanarme primero". Pero no, cuando Jesús le dijo que
se levantara, él comenzó a moverse y al hacerlo, el resultado fue la sanidad.
Si él se hubiera negado a actuar en la Palabra del Maestro, no hubiera
recibido la sanidad. Pero como actuó, recibió.

La Fe En Acción En El Siglo Veinte


En los tempranos días del movimiento pentecostal, una mujer evangelista
estaba ministrando a cuatro personas en sillas de ruedas. En un tono muy
bajo les dijo: "Levántense y anden en el Nombre de Jesús". Tres de ellos se
levantaron y caminaron. El cuarto dijo, "No puedo caminar".
"Los otros no podían caminar tampoco", dijo la evangelista, "pero lo
hicieron". "Ya sé que lo hicieron", dijo la mujer inválida, "pero yo no puedo.
Hace años que no he caminado". Y la evangelista tuvo que irse y dejarla allí
sentada. Los otros actuaron su fe y cosecharon los resultados.
En una iglesia donde yo estaba ministrando había un hombre que se había
quemado la parte inferior de su cuerpo, quedando imposibilitado para
caminar. Sólo deslizaba los pies sobre el suelo. Durante el servicio de
sanidad una noche este hombre pasó adelante para recibir oración. El Señor
me había dicho qué hacer, y cuando llegué a él le dije: "¿Puedes correr?"
Sorprendido ante tal pregunta, me dijo: "Oh no, ni siquiera puedo caminar,
mucho menos correr".
Entonces le dije: "El Señor me ha dicho que te diga que corras". El hombre
no lo pensó dos veces, se dio la vuelta y empezó a deslizarse por el pasillo
tan rápidamente como pudo. Hizo esto tres o cuatro veces alrededor de la
iglesia, y cuando regresó al frente estaba caminando normalmente. ¡El
hombre estaba perfectamente curado! El activó su fe.
En el servicio de la noche siguiente vimos otro milagro como resultado del
primero. Dos caballeros ancianos respondieron a la invitación para ser
salvos algo que no se ve con frecuencia. Supe más tarde que esos hombres
eran hermanos, de setenta y dos y setenta y cuatro años de edad. Parece
que estos hermanos eran vecinos del hombre que había sido sanado la
noche anterior. Cuando vieron al hombre inválido afuera trabajando en su
jardín el día siguiente, pensaron que había salido afuera a gatas. Pero
entonces lo vieron levantarse en pie y derecho, y caminar alrededor de la
casa. Se apresuraron para ver lo que había sucedido, y él les contó sobre la
sanidad y lo que el Señor había hecho por él. Como resultado los dos
hombres vinieron al servicio esa noche y dieron sus corazones al Señor.
Una de las mejores definiciones de la fe es: Si crees, vas a actuar. Si crees la
Palabra de Dios, actuarás como si fuera verdad. "Es, pues, la fe la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1). La fe es
dar sustancia a las cosas por las que se espera.

Texto Para Memorizar: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la


convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).
Lección 6 – La Fe En Acción (Parte 2)

Textos Bíblicos: Hechos 19:1-6; 1°Corintios 14:14


Verdad Central: La fórmula de la fe en acción puede aplicarse para recibir
el Espíritu Santo al igual que para recibir cualquier don de Dios.

En la lección anterior hablamos de cómo la fe es un hecho, es poner la


Palabra de Dios en práctica. Muchos milagros de sanidad han sucedido
cuando la gente ha actuado en fe, han dado un paso en las promesas de
Dios, y han recibido de Dios. Lo mismo es aplicable para recibir el Bautismo
con el Espíritu Santo. Para recibir esta potente dotación del poder de Dios
debemos también dar un paso en fe y reclamar la promesa del Padre.

El Don Del Espíritu Santo: Ya Fue Dado


Hechos 19-1-6: “Y aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto,
Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando
a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?
Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo:
¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo
Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo
que creyesen en aquel que vendría después de él esto es, en Jesús el Cristo.
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y
habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y
hablaban en lenguas, y profetizaban”.
A medida que estudiamos el libro de los Hechos, notamos que después del
día de Pentecostés, los discípulos siempre les hacían a los creyentes la
pregunta: "¿Has recibido el Espíritu Santo?" Ellos no decían, "¿Te ha dado
Dios el Espíritu Santo?" Dios no te va a dar el Espíritu Santo. Según Él, ya te
lo ha dado. Depende de ti el recibirlo. Eso es algo que tú mismo haces.
Algunos dicen: "Como me gustaría que recibir el Bautismo del Espíritu Santo
fuera tan fácil como tú lo dices". Pero ¿qué difícil es recibir un regalo? Si un
hombre me pidiera un libro que tuviera en mis manos, se lo daría. Le estaría
dando el libro de regalo. Pero supongamos que él entonces empezara a
llorar y a suplicar "Por favor, oh, por favor, hermano Hagin, ¡por favor,
démelo!" Por supuesto, la gente pensaría que aquel hombre no estaba bien.
La gente pensaría y se preguntaría por qué no extendía la mano y lo tomaba.
Las cosas espirituales son tan reales como las cosas materiales, Dios nos
ofrece el don del Espíritu Santo. No tenemos que llorar y suplicar que nos
lo dé. Dios dice: "Aquí está el don del Espíritu Santo. ¡Si eres nacido de
nuevo, no tienes que esperar, estás listo para recibir ahora mismo al Espíritu
Santo!" "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios" (Romanos
10:17).

Tenemos Su promesa en la Palabra. La fe es actuar en la


Palabra
Durante una reunión que estaba dirigiendo en un pueblo en Texas, una
señora pasó adelante para recibir oración para recibir el Espíritu Santo. Le
impuse las manos y oré, el Espíritu santo vino sobre ella, pero ella no
respondió. Abrí mi Biblia en Hechos 2:4, y le pedí que leyera ese versículo
de escritura en voz alta. Ella leyó "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen".
“¿Quién dice esta escritura que habló en lenguas?" le pregunté.
"Dice que el Espíritu Santo lo hizo", contestó ella.
Le dije que lo leyera otra vez. Por fin, después de leerlo cuatro veces, ella
vio lo que no había visto antes. Sorprendida, me miró y dijo, "Caramba,
¡ellos hablaron en lenguas! Yo siempre pensé que el Espíritu Santo fue el que
habló". Entonces le dije: "Vamos a leer otras escrituras para no tomar
solamente ésta", y le señalé Hechos 10:44-46, "Mientras aún hablaba Pedro
estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y
los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro quedaron atónitos
de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios".
Luego leímos en Hechos 19:6, "Y habiéndoles impuesto Pablo las manos,
vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban".
"Ahora quiero hacerle una pregunta", le dije, "Cuando yo le impuse las
manos, ¿vino sobre usted el Espíritu Santo? ¿Sintió el poder de Dios sobre
usted?"
"Absolutamente", contestó.
“¿Quería su lengua decir algo que no era en inglés?" le pregunté. "Sí", me
dijo ella: "Casi no podía mantenerme sin hacerlo".
"Usted no debe mantenerse sin hacerlo", le dije, "debe cooperar con ello".
Algunos parecen pensar que deben luchar contra esa necesidad tanto como
puedan y finalmente el Espíritu se apoderará de ellos. Cuando el Espíritu
Santo te da lenguaje, debes tener fe para actuar.
Hace algún tiempo yo estaba hablando con un hombre que había estado
esperando recibir durante unos quince años. Él me dijo, "Yo sé todo lo que
hay que saber acerca de buscar a Dios". Él sabía todo acerca de buscar, pero
nada acerca de recibir. Y hay una gran diferencia entre las dos cosas.
Un ministro amigo mío me contó acerca de un hombre que le dijo: "He
estado buscando el Espíritu Santo durante diecinueve años". El ministro le
respondió: "Tú no has hecho eso. Jesús dijo, 'buscad, y hallaréis’ (Mateo
7:7). Si hubieras estado buscando, habrías encontrado. Todo lo que has
estado haciendo, ha sido solamente ir al altar". Parece que esto es todo lo
que muchos hacen. Es hora ya de dejar de perder el tiempo y empezar a
actuar en la Palabra de Dios, porque la fe es actuar.

El Don Del Espíritu Santo: Una Experiencia Espiritual


En 1 Corintios 14:14 dice: “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto”.
El recibir el Espíritu Santo es una experiencia espiritual, no una experiencia
mental o física. El Espíritu Santo viene a morar en tu espíritu y tu cuerpo se
convierte en el templo del Espíritu Santo. La razón por la cual tu cuerpo se
convierte en el templo del Espíritu Santo, es porque tu cuerpo es el templo
o la casa de tu propio espíritu. El Espíritu Santo está morando en tu espíritu.
Tú no puedes establecer contacto con Dios con tu mente. Dios no es una
mente. Números 23:19 dice: "Dios no es hombre..." que quiere decir que no
es un ser físico. Él es un espíritu.
Nótese que Él no es "espíritu", sino que Él es "un espíritu". La palabra
“espíritu" para muchas personas significa una influencia o una atmósfera.
Pero Dios no es espíritu. Jesús dijo: "Dios es un Espíritu..." (Juan 4:24 Biblia
King James). Él es una personalidad divina. No podemos establecer contacto
con Dios con nuestras mentes; tampoco podemos hacerlo con nuestros
cuerpos. Nos ponemos en contacto con Dios a través de nuestro espíritu,
porque Él es espíritu. Y aquí es donde muchos tienen dificultad tratando de
recibir el Espíritu Santo. Tratan de recibir el Espíritu Santo mentalmente o
físicamente. Quieren una experiencia física, y es una experiencia espiritual.
La única parte física de ello es el hecho de hablar en lenguas. Él te dará el
denuedo, pero ese denuedo sale de tu espíritu, y tú hablas las palabras.
Pablo dijo: "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi
entendimiento queda sin fruto" (1 Corintios 14:14). La traducción
Amplificada dice: "Mi espíritu (por el Espíritu Santo en mí) ora". En otras
palabras, es el Espíritu Santo dentro de ti quien te da la habilidad para
hablar en otras lenguas.
Jesús dijo, "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre" (Juan 14:16). El viene a vivir y a morar en ti, y tú
debes aprender a responderle. Él te dará el lenguaje. Muchas veces las
personas fallan aquí porque confían sus sentidos naturales; lo que pueden
ver, oír o sentir. No creen que tienen el Espíritu Santo hasta que hablan en
lenguas. Sin embargo, uno cree y recibe el Espíritu Santo primero, luego
habla en otras lenguas como resultado de haberlo recibido.
"Y fueron todos llenos del Espíritu Santo..." (Hechos 2:4). Observa que esta
escritura dice que ellos fueron llenos. Entonces después que fueron llenos,
comenzaron a hablar en otras lenguas. Esta es la cosa con la que mucha
gente tropieza. Quieren hablar en lenguas primero, y después creer que
tienen el Espíritu Santo. Pero tienes que creer primero. Para recibir el don
del Espíritu Santo, así como para recibir cualquier cosa de Dios, tienes que
dar un paso en fe poniendo tu fe a trabajar. Entonces tendrás fe en acción.

Texto Para Memorizar: "...Vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en


lenguas, y profetizaban". (Hechos 19:6).
Lección 7 – La Fe contra los Sentimientos
Textos Bíblicos: Juan 20:24-29; 2°Corintios 5:17.
Verdad Central: Una fórmula para la fe es: (1) Encuentra una promesa en la
Palabra de Dios para cualquier cosa que estés buscando, (2) Cree la Palabra
de Dios, (3) No consideres las circunstancias contradictorias, y (4) Alaba al
Señor por la respuesta.

El amado hombre de fe, Smith Wigglesworth, dijo en cierta ocasión: "No


puedo entender a Dios a través de mis sentimientos. No puedo entender a
Dios el Padre y a Jesucristo a través de mis sentimientos. Solamente puedo
entender a Dios el Padre y a Jesucristo a través de lo que la Palabra de Dios
dice acerca de ellos. Dios es todo lo que la Palabra dice que es. Necesitamos
conocerlo a través de la Palabra". Muchísimas veces muchos tratan de
conocer a Dios a través de sentimientos personales. Cuando se sienten bien,
piensan que Dios ha escuchado sus oraciones. Si no se sienten
particularmente bien, piensan que Él no les ha escuchado. Su fe está basada
en sus sentimientos cuando debería estar basada en la Palabra de Dios.

Una Fe Cómo la de Tomás

En Juan 20:24-29 dice: “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no
estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al
Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos,
y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado,
no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con
ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio
y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús
le dijo: Porque me has visto, Tomás creíste; bienaventurados los que no
vieron y creyeron”.
Tomás era alguien que basaba su fe en sus sentimientos, en lo que sus
sentidos le decían. Él dijo que no creería a menos que pudiera ver con sus
propios ojos la señal de los clavos en las manos de Jesús, y tocarlas con sus
propias manos. El confiaba en lo que podía ver y tocar, no en lo que Dios
tenía que decirle. Tenemos muchos "cristianos como Tomás" hoy día,
aquellos que creen solamente lo que sienten, ven, oyen o tocan. Pero la fe
real en Dios está basada en la Palabra de Dios. La fe verdadera en la Palabra
dice: "Si Dios dice que es verdad, lo es". Creer en Dios es creer en Su Palabra.
Si la Palabra de Dios dice que Él me oye, entonces yo sé que me oye porque
Él lo dice y Su Palabra no puede mentir.
Si tu fe está basada en sentimientos, entonces estás usando una fe humana
natural. No podemos obtener resultados con la fe humana natural.
Tenemos que usar la fe de las escrituras, la fe de la Biblia, creyendo en la
Palabra de Dios.
En cierta ocasión oré por una señora, quien había estado en muchas filas de
sanidad, y nunca había recibido su sanidad. Después de orar por ella, me
dijo inmediatamente: "Todavía no la tengo, ore otra vez". Oré otra vez y
cuando terminé, dijo lo mismo. Después de orar por tercera vez al parecer
sin resultados, le pregunté: "¿Cuándo vas a empezar a creer que estás
curada?"
"Bueno", me dijo ella, "cuando esté sana". "¿Para qué quieres creerlo
entonces? Me parece que entonces ya lo sabrás", le dije.
Cualquiera puede creer lo que puede sentir, oír o ver. Nosotros vivimos y
operamos en el reino físico la mayor parte del tiempo y obviamente
entonces tenemos que caminar por la vista. Pero cuando se trata de las
cosas de la Biblia, de las cosas espirituales, entonces no andamos por vista;
andamos por fe.

La Sanidad es Espiritual
La sanidad de Dios es una sanidad espiritual. Si la ciencia médica sana, sana
a través de lo físico. La Ciencia Cristiana sana a través de la mente. Pero
cuando Dios sana, sana a través del espíritu.
En 2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
La sanidad espiritual, o sanidad divina, se recibe de Dios de la misma
manera que el nuevo nacimiento, el cual es un renacimiento del espíritu.
Cuando naces de nuevo, no es tu cuerpo el que nace de nuevo, porque
todavía tienes el mismo cuerpo que siempre has tenido. Cuando Pablo dijo:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es...", él no se estaba
refiriendo al cuerpo del hombre hecho nuevo. El nuevo nacimiento no
cambia lo físico de ninguna manera. Por supuesto que después de ser salvo,
el hombre interior domina al hombre físico, pero es el hombre de adentro,
el hombre interior el que nace de nuevo.
El nuevo nacimiento es el renacimiento del espíritu humano. Jesús dijo "Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es" (Juan 3:6). Lo que ha sucedido en el interior de la persona, no puede
verse inmediatamente, ya que toma lugar en el espíritu humano. Pero a
medida que la persona camina en la luz de lo que tiene, con el transcurso
del tiempo se volverá evidente.
Hemos estado equivocados muchas veces cuando hemos visto a personas
venir al altar, orar, llorar, saltar y abrazar a todos a su alrededor, actuando
muy felices. Después no se les vuelve a ver más. Realmente pensamos que
habían recibido algo maravilloso de Dios. Pero era solamente algo
emocional, y no el nuevo nacimiento. Otras veces hemos visto a gente venir
al altar por salvación, que no han demostrado emoción alguna, y nos hemos
preguntado si habían recibido algo del Señor. Pensamos que no habían
estado en el altar el tiempo suficiente para recibir algo. Sin embargo,
muchos de estos se vuelven cristianos sobresalientes durante toda su vida.
Este es otro ejemplo de fe basada en los sentidos físicos.
Yo creo en los sentimientos, pero los pongo en último lugar. La Palabra de
Dios viene primero, la fe en la Palabra de Dios en segundo lugar, y los
sentimientos al último. Muchísimas personas lo hacen al revés y ponen los
sentimientos primero, la fe en sus sentimientos segundo, y la Palabra de
Dios al final. Esta gente nunca va a tener éxito en nada.
Al andar en el ámbito natural, tenemos que guiarnos por nuestros sentidos
físicos (Por ejemplo, si estamos cruzando la calle y nuestros ojos nos dicen
que vienen autos, tenemos que esperar hasta que los autos pasen). Pero lo
que mucha gente trata de hacer es creer en Dios con esa fe física o natural,
y si sus sentidos físicos les dicen que no es así, entonces creen que no es
así. Pero nuestros sentimientos físicos no tienen nada que ver con la Biblia.
La Palabra de Dios es la verdad, no importa lo que nuestros sentimientos o
las circunstancias nos digan. "Para siempre, oh Jehová, permanece tu
Palabra en los cielos" (Salmos 119:89).
Fórmula Para la Fe
Aquí hay una fórmula de fe que puedes hacer que obre resultado para ti.
Primero, ten la Palabra de Dios para cualquier cosa que estés buscando;
segundo, cree la Palabra de Dios; tercero, rehúsa considerar las
circunstancias contrarias, o lo que tus sentidos físicos te puedan decir
acerca de eso; y cuarto, agradece a Dios por la respuesta. Sigue estos cuatro
pasos, y siempre obtendrás resultados. Estos son cuatro pasos seguros para
liberación, sanidad, oraciones respondidas o cualquier cosa que estés
buscando del Señor.

Texto Para Memorizar: "Para siempre, Oh Jehová, permanece tu Palabra en


los cielos" (Salmos 119:89).
Lección 8 – Lo Que Significa Creer Con El
Corazón (Parte 1)

Textos Bíblicos: 1°Tesalonicenses 5:23; Romanos 12:1-2; Lucas 16:19-25.


Verdad Central: El hombre es un espíritu, tiene un alma y vive en un cuerpo.

Por años busqué una explicación satisfactoria de lo que significa creer con
el corazón. Leí en Marcos 11:23 donde dice: "Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en SU CORAZON, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho". Romanos 10:10 también habla de creer con el corazón. "Porque
CON EL CORAZON se cree para justicia...".
La palabra "corazón" que es usada en estas escrituras no se refiere al órgano
físico que hace circular la sangre a través de nuestro cuerpo y nos mantiene
vivos. Eso sería creer en Dios con nuestro cuerpo. No podríamos creer con
nuestro corazón físico más de lo que podríamos creer con nuestra mano o
nuestro dedo. La palabra "corazón" es usada para transmitir un
pensamiento.
Nótese como usamos la palabra "corazón" hoy en día. Cuando hablamos del
corazón de un árbol, nos referimos al centro, el mismo núcleo. Cuando
hablamos del corazón de un tema, nos referimos a la parte más importante
de ese tema, al mismo centro, la parte principal alrededor de la cual gira el
resto del tema. Y cuando Dios habla del corazón del hombre, Él se está
refiriendo a la parte principal de él, al mismo centro de su ser, el cual es su
espíritu.

El Hombre Es Un Espíritu
1 Tesalonicenses 5:23 dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, ESPIRITU, ALMA y CUERPO, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Los términos, "espíritu del hombre" y "corazón del hombre", son usados
intercambiablemente en toda la Biblia. Sabemos que el hombre es un
espíritu porque es hecho a la imagen y semejanza de Dios, y Jesús dijo: "Dios
es Espíritu" (Juan 4:24). Nuestros cuerpos físicos no son los que se asemejan
a Dios, porque la Biblia dice que Dios no es un hombre. Recuerda que hay
un hombre interior y un hombre exterior. El hombre es un espíritu, tiene un
alma y vive en un cuerpo. Pablo dijo en su carta a los Romano: "Pues no es
judío, el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace
exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la
CIRCUNCISION ES LA DEL CORAZON, EN EL ESPIRITU, no en la letra; la
alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios" (Romanos 2:28-
29). Según este texto, el corazón es el espíritu.
Hablándole a Nicodemo, Jesús le dijo, “...Es necesario nacer de nuevo" (Juan
3:7). Nicodemo, siendo humano, sólo pudo pensar en lo natural, y por eso
le preguntó: "... ¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo siendo vicio?
¿Puede acaso entrar por segunda vez al vientre de su madre y nacer?"
(Versículo 4). Jesús le contestó "Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es" (versículo 6). El nuevo nacimiento es
un renacimiento del espíritu humano.
En el capítulo 4 del evangelio según San Juan también leemos donde Jesús
le dijo a la mujer en el pozo de Samaria: "Dios es Espíritu, y los que le
adoraran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24). No
podemos ponernos en contacto con Dios con nuestro cuerpo o con nuestra
mente. Solamente podemos tener contacto con Dios con nuestro espíritu.
1 Corintios 14:14 dice: "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu
ora, pero mi entendimiento queda sin fruto". El espíritu no es la mente.
Algunas personas creen erróneamente que la mente es el espíritu. Sin
embargo, como lo indica este versículo sabemos que cuando hablamos en
lenguas, esto no viene de nuestras mentes, o de nuestro propio pensar
humano, sino de nuestro espíritu, de lo más profundo de nuestro ser, del
Espíritu Santo en nuestro interior. Pablo siguió diciendo, "¿Qué, pues?
Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento..." (Versículo
15). En otras palabras, Pablo estaba diciendo que su espíritu era el
verdadero él.

El Hombre Interior
Pablo también dijo: "Por tanto, no desmayamos, antes aunque este nuestro
hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de
día en día" (2 Corintios 4:16). Pablo señaló que hay un hombre exterior y un
hombre interior. El hombre exterior es el cuerpo. El hombre interior es el
espíritu, y el espíritu tiene un alma.
En 1 Corintios 9:27 Pablo dijo: "Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga
a ser eliminado". Si el cuerpo fuera el hombre real, Pablo hubiera dicho: "Yo
me golpeo y me pongo en servidumbre". Él se refiere a su cuerpo como "lo".
"Yo" es el hombre de adentro, el hombre interior que ha renacido. Con
nuestro cuerpo hacemos algo: lo ponemos en servidumbre. El hombre al
que miramos no es el hombre verdadero, es solamente la casa donde
vivimos.
Ahora podemos entender más fácilmente los escritos de Pablo a los santos
en Roma:
Romanos 12:1-2 dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
En esta epístola Pablo no les estaba escribiendo a los incrédulos sino a los
creyentes. El dirige la carta de esta manera: "A todos los que estáis en Roma,
amados de Dios, llamados a ser santos..." (Romanos 1:7). Aunque estaba
escribiéndoles a hombres y mujeres nacidos de nuevo, él dijo que
necesitaban hacer algo con sus cuerpos y sus mentes. El nuevo nacimiento
no es un renacimiento del cuerpo humano sino un renacimiento del espíritu
humano, y la plenitud del Espíritu Santo no es una experiencia física sino
una experiencia espiritual.
Pablo dijo que tenemos que hacer algo con nuestros cuerpos físicos.
Tenemos que presentarlos a Dios en sacrificio vivo. Tenemos que renovar
nuestras mentes con la Palabra. Observa que esto es algo que nosotros
hacemos, no Dios. Dios da vida eterna. Nos ofrece Su Espíritu. Pero Dios no
hace nada con nuestro cuerpo. Si algo hay que hacer con nuestro cuerpo,
tenemos que hacerlo nosotros. La Palabra dice que tú debes ser
"transformado por medio de la renovación de tu entendimiento". Nuestras
mentes son renovadas a través de la Palabra de Dios.
Sabemos que el hombre es un espíritu, hecho a la imagen y semejanza de
Dios. Algunas personas creen que el hombre solamente es un animal. Sin
embargo, si eso fuera verdad, nos daría lo mismo matar a un hombre y
comérnoslo que matar a una vaca y comérnosla. El hombre tiene un cuerpo
físico en el que vive, pero no es un animal. Él es algo más que solamente
una mente y un cuerpo. Él es espíritu, alma y cuerpo. Él es un espíritu, tiene
un alma y vive en un cuerpo.
Los animales tienen almas, pero ellos no son espíritus. No hay nada en ellos
que sea como Dios. Dios tomó algo de sí mismo y lo puso en el hombre. El
hizo el cuerpo del hombre del polvo de la tierra, pero puso en las fosas
nasales del hombre el aliento de la vida. La palabra "aliento", significa en
hebreo, aliento o espíritu, y es traducido "Espíritu Santo" muchas veces en
el Antiguo Testamento. Dios es Espíritu, así que tomó algo de sí mismo, lo
cual es espíritu, y lo puso dentro del hombre. Cuando hizo eso, el hombre
se volvió alma viviente. No estaba vivo hasta entonces, pero se volvió un
alma viviente. Se volvió consciente de sí mismo porque el cuerpo estaba
muerto sin el espíritu.
El alma posee cualidades intelectuales y emocionales, y los animales las
tienen. Pero cuando sus cuerpos físicos mueren, están muertos. Nuestras
almas, nuestras cualidades intelectuales y emocionales, no están basadas
en lo físico, sino en el espíritu, y cuando el cuerpo muere ellas todavía
existen.
Lucas 16:19-25: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino
fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo
llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y
ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los
perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. Y en el hades alzó sus ojos, estando en tormento, y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno. Entones él, dando voces, dijo: Padre
Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta
de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en
esta llama. Pero Abraham le dijo: hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en
tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí y tu
atormentado”.
En este pasaje de escritura tenemos una ilustración vívida de las tres partes
del hombre – espíritu, alma y cuerpo. Observa que el versículo 22 dice,
"...murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham".
¿Quién fue llevado? (El mendigo. No su cuerpo, sino él) Su espíritu es la
persona real. Su cuerpo fue puesto en la sepultura, pero él estaba en "el
seno de Abraham".
El hombre rico también murió, su cuerpo fue puesto en la sepultura, pero
“en el hades alzó sus ojos". Aunque el cuerpo de Abraham había estado en
la tumba por muchos años, el hombre rico lo vio. También reconoció a
Lázaro. Por lo tanto, en el reino espiritual, el aspecto del hombre es muy
similar al de esta vida. El hombre rico le suplicó a Abraham: "Ten
misericordia de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta de su dedo en
agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero
Abraham dijo, hijo, recuerda...". El hombre es un espíritu, y tiene un alma.
Vemos en esta escritura que su alma está todavía intacta. Todavía puede
recordar. Tiene emociones. Estaba atormentado. Estaba preocupado por
sus cinco hermanos que aún vivían (versículos 27,28).
Dios es un espíritu. Él se volvió hombre, ya que Jesús era Dios manifestado
en la carne, viviendo en un cuerpo humano. Él tomó un cuerpo físico y
cuando lo hizo no fue menos Dios de lo que era antes.
Sabemos que el hombre deja su cuerpo físico cuando muere, y cuando lo
hace, no es menos hombre de lo que era cuando tenía su cuerpo físico,
como lo comprueba la historia del hombre rico y Lázaro.
No podemos conocer a Dios a través de nuestro conocimiento humano, a
través de nuestra mente. Dios solamente se revela al hombre a través de su
espíritu. Es el espíritu del hombre el que hace contacto con Dios, porque
Dios es un Espíritu.

Texto Para Memorizar: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10).
Lección 9 – Lo Que Significa Creer Con El
Corazón (Parte 2)
Textos Bíblicos: 2 Corintios 5:1,6-8; Proverbios 3:5-7.
Verdad Central: Creer con todo el corazón es creer con nuestro espíritu,
creer independientemente de nuestra mente o nuestro cuerpo.

Las cosas espirituales son tan reales como las cosas materiales. Dios es una
persona tan real como si tuviera cuerpo físico, aunque no lo tiene. Él es
Espíritu. Jesús tiene un cuerpo físico ahora, un cuerpo de carne y hueso,
pero no carne y sangre. Después de la resurrección, se apareció a sus
discípulos, y ellos pensaron que era un espíritu (o un fantasma). Jesús les
dijo. "...palpad y ved...porque un espíritu no tiene carne ni huesos..." (Lucas
24:39).
En otra ocasión mientras Pedro y algunos de los otros discípulos estaban
pescando, ellos vieron a Jesús en la ribera. Él los llamó, y ellos fueron donde
estaba y comieron con Él el pescado que había cocinado en el fuego. Así
que Él tiene un cuerpo físico ahora, un cuerpo de carne y hueso, resucitado.
Y Jesús, quien está ahora en el cielo con su cuerpo físico, no es más real que
el Espíritu Santo o que Dios el Padre.
Observa que no decimos que Dios es espíritu, pero sí que es un Espíritu.
Algunos piensan que Dios es espíritu, tomándolo como cierta influencia
impersonal. Aunque decimos que Dios es un Espíritu, eso no quiere decir que
no tenga una figura o forma en el terreno espiritual, porque sí lo tiene. Los
ángeles son espíritus, aun así los ángeles tienen forma o un cuerpo espiritual.
En una ocasión cuando los israelitas habían sido sitiados por el ejército sirio,
el sirviente del profeta Eliseo estaba lleno de temor al ver las huestes
enemigas de caballos y carros, rodeando la ciudad. Eliseo simplemente le
dijo: "No temas: Porque los que están con nosotros son más que los que
están con ellos. Y Eliseo oró, y dijo, Señor abre sus ojos, para que él pueda
ver. Y el Señor abrió los ojos del joven y él vio: y, he aquí que el monte estaba
lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo". (2
Reyes 6:16-17). Algunas veces, según Dios lo quiera, ángeles pueden tomar
una forma en el terreno material donde pueden ser vistos.
En Éxodo 33 leemos que Dios habló con Moisés "cara a cara" (versículo 11),
aunque Moisés no vio la cara de Dios porque había una nube. "No podrás
ver mi rostro, porque no me verá hombre, y vivirá" (v. 20). Entonces le dijo
Dios a Moisés: "Y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de
la peña y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré
mi mano y verás mis espaldas, mas no se verá mi rostro". Aunque Dios es
un Espíritu, nosotros sabemos que tiene rostro y manos; algún tipo de
forma, Él no es menos real por ser un Espíritu, de lo que sería si tuviera un
cuerpo físico. Las cosas espirituales son tan reales como las materiales.
2 Corintios 5:1,6-8 dice: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre,
este tabernáculo, se deshiciera, tenemos de Dios un edificio, una casa no
hecha de manos, eterna en los cielos... Así que vivimos confiados siempre, y
sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del
Señor. (Porque por fe andamos, no por vista). Pero confiamos, y más
quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes en el Señor”.
Cuando nuestro cuerpo es puesto en la tumba, todavía tenemos un edificio
de Dios, no hecho de manos y viviremos eternamente en los cielos. ¿Quién
estará ausente del cuerpo? Nosotros; el hombre real, el hombre interior.
En 1 Pedro 3:4 nuestro espíritu es llamado "el interno, el del corazón". Aquí
vemos la palabra "corazón" otra vez. El hombre interior, nuestro espíritu,
es llamado el interno. Él es un hombre del corazón, del espíritu. Es interno
del hombre físico o natural. En Romanos 7:22 el espíritu es llamado el
"hombre interior" ("Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de
Dios"). Así que este "hombre interior" cómo el "hombre interno" nos dan la
definición de Dios del espíritu humano.
El hombre real es espíritu, tiene un cuerpo y un alma. Con su espíritu hace
contacto con el mundo espiritual. Con el alma hace contacto con el área
intelectual. No podemos hacer contacto con Dios con nuestra mente.
Tampoco podemos tener contacto con Dios con nuestro cuerpo. Podemos
tener contacto con Dios solamente con nuestro espíritu.

La Palabra De Dios – Llave Para La Fe Del Corazón


Cuando oímos la Palabra de Dios predicada, la oímos con nuestra mente
natural (Antes de ser cristianos, el Espíritu Santo, a través de la Palabra,
habló a nuestro corazón o nuestro espíritu). Leemos en 1 Corintios 2:14,
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios...".
Una traducción dice: "El hombre natural o la mente natural no puede
entender las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son tontería.
Tampoco puede saberlas porque son discernidas espiritualmente".
No entendemos la Biblia con la mente, la entendemos espiritualmente. La
entendemos con el espíritu o corazón. Esta es la razón por la que podemos
leer ciertos pasajes docenas de veces y no entender su significado
verdadero. Luego un día de repente vemos lo que Dios nos está mostrando
a través de Su Palabra. Es en ese momento que lo entendemos con el
corazón. Tenemos que tener la revelación de la Palabra de Dios en nuestro
corazón. Por eso, tenemos que depender del Espíritu de Dios para que nos
abra y nos descubra el velo de la Palabra.
Por lo tanto, creer con el corazón significa creer con el espíritu. ¿Cómo es
que nuestro espíritu alcanza fe que nuestro intelecto no puede obtener? La
respuesta es: a través de la Palabra. Cuando Jesús dijo: "...No sólo de pan
vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo
4:4), estaba hablando de alimento espiritual. El usó un término natural para
enseñar un pensamiento espiritual. Nuestros espíritus se llenan de
seguridad y confianza a medida que meditamos en la Palabra. La Palabra es
el alimento del espíritu y de la fe. La Palabra de Dios es el alimento que
fortalece nuestros espíritus.
Creer con el corazón significa creer sin tomar en cuenta lo que nuestro cuerpo
físico nos pueda decir o lo que nuestros sentidos físicos puedan indicar. Esto
es porque el hombre físico cree lo que ve con sus ojos físicos o lo que oye con
sus oídos físicos, o lo que su sentir físico le diga. Pero el espíritu, o corazón,
cree en la Palabra sin prestar atención a lo visto, oído o sentido.
Proverbios 3:5-7 dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes
en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y El enderezará
tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate
del mal”.
La mayoría practica el versículo 5, pero lo hace al revés. Ellos se fían de toda
su prudencia y no se apoyan en su propio corazón. Santiago 1:19 dice: "Todo
hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse". Este es
otro versículo que estamos inclinados a practicar al revés. Somos prontos a
hablar, prontos para airarnos, pero tardos para escuchar.
Luego el versículo 6 en el pasaje de escritura mencionado anteriormente
dice: "No seas sabio en tu propia opinión". En otras palabras: "No seas sabio
con conocimiento humano natural, el cual te hará actuar
independientemente de la Palabra de Dios".
En el Nuevo Testamento encontramos la contraparte de esta escritura.
"Porque las armas de nuestra milicia no son camales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos (razonamientos)
y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:4-5).

Paz – Un Resultado De La Fe Del Corazón


Si queremos andar por fe, la Palabra debe estar por encima de cualquier
otra cosa. Y mientras confiamos en Dios con todo nuestro corazón, una
tranquilidad y paz vienen a nuestro espíritu. "Pero los que hemos creído
entramos en el reposo...” (Hebreos 4:3). "Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). Sabemos en nuestro espíritu que todo lo
que necesitamos será suplido. No nos preocupamos. No tenemos ansiedad.
Si nos estamos preocupando, entonces no estamos creyendo. Nuestro
corazón se llena de valor al leer la Palabra. A medida que vamos meditando
en esta Palabra, nuestra seguridad se hace más profunda. Esta seguridad
en nuestro espíritu es independiente de nuestro razonamiento humano o
evidencia física. Pero creer en Dios con el corazón significa creer aparte de
nuestro cuerpo.
La doctora Lilian Yeomans dijo: "Dios se deleita cuando Sus hijos atraviesan
el doloroso vacío sin nada más debajo de sus pies que la Palabra de Dios".
La razón por la que muchas personas son vencidas es que lo aceptan. Pero
la Palabra de Dios dice: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido;
porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1
Juan 4:4). El Espíritu Santo se levanta dentro de nosotros y sabemos que no
podemos ser vencidos. ¡Nosotros sabemos porque creemos!

Texto Para Memorizar: "Fíate de Jehová con todo tu corazón y no te apoyes


en tu propia prudencia" (Proverbios 3:5).
Lección 10 – La Confesión: Llave Para Abrir
La Fe
Textos Bíblicos: Mateo 3:5-6; Juan 16:7-11; Mateo 10:32-33.
Verdad Central: La confesión del Señorío de Jesucristo es el verdadero
corazón del evangelio.

Muy pocos cristianos se dan cuenta del lugar que la confesión ocupa en el
esquema de las cosas de Dios. Y es deplorable el hecho de que cada vez que
usamos la palabra "confesión", invariablemente la gente piensa en la
confesión de pecados, debilidades y fracasos. Ese es el lado negativo de la
confesión, pero hay un lado positivo. Y la Biblia dice más acerca de los
aspectos positivos de la confesión que de los negativos.
El diccionario dice que confesar es "admitir o apropiarse, admitir la fe
interna". Confesar, de acuerdo con el diccionario, significa hacer confesión
de las culpas de uno.
Hay cuatro clases de confesiones de las que se habla en el Nuevo
Testamento: (1) Las enseñanzas de Juan el Bautista acerca de la confesión
de pecados de los judíos; (2) La confesión del pecador de hoy en día; (3) La
confesión de Pecados del creyente cuando está fuera de comunión con
Dios; y (4) La confesión de nuestra fe en la Palabra de Dios.

La Confesión de los Pecados De Los Judíos.


Es importante que sepamos distinguir entre los pecados de los judíos bajo
el primer pacto, a quienes Jesús y Juan el Bautista estaban hablando, y los
pecados del no creyente de hoy, quien nunca ha conocido a Cristo.
Mateo 3:5-6: “Y salía a él Jerusalén y toda Judea, y toda la provincia de
alrededor del Jordán. Y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus
pecados”.
Aquí tenemos un cuadro del pacto de Dios confesando sus pecados y siendo
bautizados por Juan. Este no es el bautismo del cristiano. Jesús no había
muerto y resucitado. Juan no bautizaba en el nombre del Padre. Esta gente
eran judíos bajo la Ley.
La Confesión Del Pecador De Hoy.
Juan 16:7-11: “Pero yo os digo la verdad: Oí; conviene que yo me vaya;
porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere
os lo enviaré. Y mando él venga, convencerá el mundo de pecado, de justicia
y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mi; de justicia, por cuanto voy
al Padre, y no me veréis más. Y de juicio, por manto el príncipe de este
mundo ha sido ya juzgado”.
Observa las palabras de Jesús en el versículo 9: "De pecado, por cuanto no
creen en mí". Jesús nos muestra que el pecador será convencido por el
Espíritu Santo de un solo pecado, y ese es "por cuanto no creen en mí".
Cuántas veces hemos insistido en que el pecador confesara todos los
pecados que había cometido para poder ser salvo. Sin embargo, no podía
confesar todos los pecados que había cometido. No podía recordar todo lo
que había hecho. La principal confesión que el pecador puede hacer es el
señorío de Jesús.
En Hechos 19:18 leemos, "Y muchos de los que habían creído venían,
confesando y dando cuenta de sus hechos". Estos eran gentiles. No dice lo
que confesaron, pero es evidente según el versículo siguiente que ellos
estaban confesando las artes mágicas que practicaban. "Asimismo, muchos
de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron
delante de todos..." (v. 19). No estaban confesando estas cosas para ser
salvos, porque ellos ya eran salvos. Las trajeron porque eran salvos.
Después de ser salvos, fue más fácil hacerlo. Muchas veces la gente ha
tomado la carreta antes que el caballo. Le dicen a la gente que todavía no
es salva, "tú vas a tener que dejar esto y vas a tener que renunciar esto o
aquello antes que puedas ser salva". Pero lo más importante es que acepten
el señorío de Jesús. Entonces esas cosas se ocuparán de sí mismas.
Había una familia en la última iglesia que pastoreé, en la que la esposa era
salva pero el esposo no. Cuando les visité e invité al esposo a venir a la
iglesia, me dijo, "no, no quiero ir a la iglesia, porque cuando lo hago me
siento incómodo. Me siento bajo culpabilidad. Recientemente esta mañana,
mi esposa me preguntó por qué no dejaba esto o aquello para ser salvo. Ella
no lo sabe, pero hace semanas que llevo tratando de dejar estas cosas, pero
siempre vuelvo a ellas. Lo he intentado, y he fallado. No tiene sentido que
yo vaya a la iglesia. Simplemente no puedo vivirlo".
Aquí hay un ejemplo de confesión al revés. Él estaba tratando de limpiar su
vida y dejar todos sus malos hábitos. Estaba tratando de hacerlo por sí
mismo para poder alcanzar la salvación. Pero lo que él tenía que hacer era
simplemente confesar el señorío de Jesús. "Que si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los
muertos, serás salvo" (Romanos 10:9).
El pecador ha servido a Satanás. Es culpable solamente de un pecado ante
los ojos de Dios y ése es el rechazar a Jesús como Salvador y Señor. Dios
requiere que el pecador confiese el señorío de Jesús. El requerir que el
pecador confiese sus pecados antes que Dios pueda hacerle una nueva
criatura no tiene más sentido que si el gobernador de un estado le dijera a
un convicto en prisión, "yo te absolveré si confiesas que estás en prisión".
Es un hecho autoevidente que está en la cárcel. Del mismo modo es un
hecho autoevidente que el pecador es un hijo del diablo. Lo que debe
confesar es el señorío de Cristo. Debe estar realmente arrepentido de los
pecados del pasado y apartarse de ellos, abandonándolos por completo, y
admitiendo su necesidad de un Salvador. Entonces debe permitir que Jesús
domine su vida diaria.
Observe también las palabras, "Si confesores con tu boca...". Tiene que
haber una confesión oral. Los labios deben enmarcar las palabras. La
confesión no es solamente algo que hacemos para nosotros, sino también
para el mundo alrededor nuestro y para Satanás, quien ha gobernado
nuestras vidas.
Mientras dirigía una reunión en Dallas, Texas, hace unos cuantos años,
varios hombres en la iglesia se me acercaron pidiendo oración por cierto
hombre que todavía no era salvo, aunque había estado viniendo a sus
reuniones de oración matutinas cinco días por semana, durante seis meses.
Cuando lo conocí unas noches después en un estudio bíblico del sábado por
la noche que yo estaba dirigiendo especialmente para los hombres que
trabajaban y no podían asistir a nuestras reuniones diurnas, el Señor
inmediatamente me habló al corazón y me mostró cual era el problema.
Tuvimos algunos testimonios en esta reunión, entonces le pedí a este
hombre que se levantara y diera su testimonio. Sorprendido, vaciló y dijo,
"¿Por qué? Yo no puedo. Todavía no soy salvo". Entonces le pedí que
buscara en su Biblia Romanos 10:9-10 y leyera estos versículos en voz alta.
El leyó, "Que si confesores con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en
tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el
corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación”.
Cuando le pedí que leyera la última frase otra vez, él repitió, "Pero con la
boca se confiesa para salvación".
Yo dije, "Ciertamente usted no puede ser salvo hasta que confiese. Es con la
boca que la confesión se hace para salvación, de acuerdo a las escrituras
que usted acaba de leer. Ahora póngase en pie y confiese que usted es
salvo".
"Pero yo no me siento que soy salvo", respondió.
"Tal vez no", le dije, "pero usted ha estado viniendo a esta iglesia muy
temprano cada mañana por seis meses orando para ser salvo".
"Sí, yo me he arrepentido y he orado, llorado y suplicado a Dios por perdón",
dijo él. "Entonces todo lo que le falta es mantenerse firme en este versículo",
le dije. Entonces, algo vacilante, él se puso en pie y dijo, "Bien, yo creo en
estos versículos, que Jesús murió por mis pecados y fue resucitado de los
muertos, y que Dios lo levantó para mi justificación. Así que lo tomo como
mi Salvador y lo confieso como mi Señor". Entonces rápidamente se sentó.
Para dirigir la atención lejos de él, llamé a otro hombre para testificar.
Varios otros también testificaron.
Mirando de nuevo a aquel hombre noté que su rostro estaba brillando con
la gloria de Dios. Me volví a él y le dije, "¿Ahora le gustaría testificar otra
vez?"
El saltó sobre sus pies y dijo, "Cuando hice aquella declaración, cuando
confesé a Jesús como mi Señor, algo pasó dentro de mí", y continuó
alabando al Señor con gozo.
Yo le dije, "¡Claro que algo le pasó a usted! Vida eterna fue impartida a su
espíritu!"

Confesión En Público.
Mateo 10:32-33: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré
delante de mi Padre que está en los cielos”.
Observe que en estos versículos Jesús establece que nuestra confesión
debe ser pública. La confesión pública es realmente el rompimiento con el
mundo. Define nuestra posición. Muestra nuestro cambio de señorío. La
confesión del señorío de Jesús nos pone inmediatamente bajo supervisión,
cuidado y protección. Antes de esto Satanás era nuestro señor, pero ahora
Jesús es nuestro Señor. No solamente nos confesamos esto a nosotros
mismos y al mundo, sino que se lo confesamos al diablo. De esta manera
nos salimos de su sujeción y obtenemos la victoria a través de Jesús.

Texto Para Memorizar: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10).
Lección 11 – La Confesión Restaura La
Comunión Rota

Textos Bíblicos: Salmo 137:1-4; 1°Juan 1:3-10; Santiago 5:14-15; Hebreos


10:1-4
Verdad Central: La fe no tiene cántico cuando la comunión está rota.

En nuestros estudios sobre el tema de la Confesión hemos cubierto los


primeros dos tipos: la confesión de los judíos, y la confesión del pecador de
hoy en día. En esta lección trataremos sobre la confesión del creyente que
está fuera de la comunión con Dios.
En el Salmo 137 vemos un ejemplo dramático de comunión rota. Como
resultado del pecado, Israel había sido llevado a Babilonia.
El Salmo 137:1-4 dice: “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y
aun llorábamos acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella
colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían
que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
cantadnos algunos de los cánticos de Sión. ¿Como cantaremos cántico de
Jehová en tierra de extraños?”.
En este pasaje Israel lamenta su cautividad. El pueblo de Dios recordaba a
Sión, pero ahora están tristes y sus arpas estaban colgadas sobre los sauces.
Ellos no podían cantar "cántico de Jehová en tierra de extraños". La fe no
tiene cántico cuando la comunión está rota. Nosotros perdemos nuestro
testimonio en el mismo momento en que pecamos. El pecado siempre
apaga la luz. La fe tiembla en la oscuridad de la comunión rota.

La Confesión Trae Perdón


1 Juan 1:3-10 dice: “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os
escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje que
hemos oído de él y os anunciamos: Dios es la luz y no hay ningunas tinieblas
en El. Si decimos que tenemos comunión con El, y andamos en tinieblas,
mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como El está
en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo
nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si
confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado le
hacemos a El mentiroso, y su Palabra no está en nosotros”.
Observa que la palabra "comunión" es mencionada cuatro veces en estos
versículos. Estas palabras, las cuales son escritas para el creyente y no para
el pecador, fueron dadas, primero, como una advertencia contra la
comunión perdida, y segundo, para mostrar el camino para regresar a la
comunión con el Señor.
El versículo 6 dice: "Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad". En otras palabras, si
estamos fuera de comunión y declaramos que andamos bien, no estamos
diciendo la verdad. Pero Él dice que si nosotros confesamos los pecados, Él
es "fiel y justo para perdonar pecados, y para limpiamos de toda maldad".
Un punto que debemos aclarar aquí es que si has pecado, lo sabrás. En el
mismo instante en que hagas algo malo, algo dentro de ti te lo dirá. El
Espíritu Santo, el cual habita dentro del creyente instantáneamente te hará
saber que has cometido pecado. Si no damos en el blanco en alguna
manera, es importante que no esperemos, que nos detengamos ahí mismo
y pidamos al Señor Su perdón. Él nos perdonará, y continuaremos andando
en comunión con Él.

El Perdón Restaura La Comunión


Cuando tú has confesado tus pecados, Él te perdona en ese mismo
momento y tú estás ante Su presencia como si nunca hubieras pecado. No
es necesario continuar confesando esos mismos pecados una y otra vez,
porque esto acrecienta la debilidad, la duda y la conciencia de pecado
dentro del espíritu.
Si lo confesaste una vez, Él lo perdonó y lo olvidó. Él no se acuerda de eso.
"Yo, Yo soy el que borra tus rebeliones por amor de mi mismo, y no me
acordaré de tus pecados" (Isaías 43:25). Y en Jeremías 31:34 leemos:
"...Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su
pecado".
Si Dios no se acuerda más de ese pecado que rompió tu comunión con Él,
¿por qué debes recordarlo tú? No es el Espíritu Santo el que te está
condenando. Es Satanás tratando de abusar de ti. El Salmo 103:1-3 dice:
"Bendice alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios: Él es
quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias".
Algunas veces hay personas que me piden que ore por ellas y dicen: "No sé
si el Señor me va a oír o no, porque he pecado y fallado". Sin embargo, si
ellos le han pedido perdón a Dios, Él no se acuerda de que ellos hayan hecho
algo malo. Así que, ¿por qué deben ellos recordarlo? Sin necesidad, se han
hablado a sí mismos saliéndose de la fe. El creyente debe estar dispuesto a
perdonarse a sí mismo, tal y como Dios desea perdonarle. Muchísimas
personas se han robado de fe a sí mismas porque no estaban dispuestas a
perdonarse a sí mismas.

El Perdón En Sanidad
Santiago 5:14-15: “¿Hay alguno enfermo entre vosotros? Llame a los
ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del
Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si
hubiere cometido pecados, le serán perdonados”.
Estos versículos son frecuentemente usados en conexión con la oración
para sanidad y está bien. Pero no debemos pasar desapercibida la última
parte: "...Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados".
Muchas veces al ver que alguien se ha enfermado que nosotros sabemos
está fuera de comunión con el Señor, pensamos: "Él ha hecho algo malo;
ahora va a recibir los resultados de su mala actuación. Está enfermo por
causa de su pecado". Algunas veces la comunión rota causará enfermedad.
Pero la Palabra de Dios dice: "Y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados".
Yo he conocido a personas quienes han pensado que tenían que quedarse
en el lecho de aflicción indefinidamente y que habían fallado y pecado. Sin
embargo, esto no es necesario porque la escritura dice: "La oración de fe
salvara al enfermo, y el Señor lo levantará, Y SI HUBIERE COMETIDO
PECADOS, LE SERAN PERDONADOS". Hay Perdón en la sanidad.
Hebreos 10:1-4 dice: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes
venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que
se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este
culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en
estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre
de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”.
Esta es la historia del fracaso de la sangre de los toros cabríos para quitar
los pecados. Su sangre solamente podía cubrirlos. El pecado lo dejaba en el
corazón de los hombres. Y con el pecado había conciencia de pecado. Pero
en nuestra redención en Cristo, Jesús nos ha redimido de la conciencia de
pecado. “Si nosotros confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos nuestros pecados, y para limpiarnos de toda maldad" (1 Juan
1:9). Tú no debes tener más conocimiento de tu pecado. Dios no lo tiene,
¿por qué deberías tenerlo tú? Así puedes ver con qué confianza y seguridad
puedes acudir a él en oración, sabiendo con certeza que Él te escucha.

Texto Para Memorizar: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo


para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
Lección 12 – La Confesión De La Palabra de
Dios Edifica La Fe

Textos Bíblicos: Marcos 16:15-20; Isaías 41:10; Salmos 119:28,130.


Verdad Central: La confesión es el modo que la fe tiene de expresarse. La
confesión de la fe crea realidades.

Siempre es posible saber si una persona está creyendo de forma correcta


por lo que dice. Si su confesión es incorrecta, su creer es incorrecto, si su
creer es incorrecto, su manera de pensar es incorrecta. Si su pensar es
incorrecto, es porque su mente aún no ha sido renovada con la Palabra de
Dios. Los tres; creer, pensar, decir, van juntos. Dios nos ha dado Su Palabra
para corregir nuestro pensar. Nosotros podemos pensar de acuerdo con la
Palabra de Dios.
En nuestros estudios sobre el tema de la confesión hemos tratado con tres
tipos de confesión: la confesión de los pecados de los judíos, la confesión
del pecador de hoy, y la confesión del creyente que está fuera de comunión
con Dios. En esta lección veremos la confesión de nuestra fe en la Palabra
de Dios.
Como ya lo mencionamos en una de las lecciones previas, siempre que la
palabra "confesión" es usada, nosotros instintivamente pensamos en el
pecado y en el fracaso. Pero ese es el lado negativo. Eso es importante en
su lugar, claro, pero hay un lado positivo y la Biblia tiene mucho más que
decir acerca del lado positivo que del negativo.

Las Cinco Partes De La Confesión


Confesar es afirmar algo que creemos. Es testificar de algo que nosotros
sabemos. Es dar testimonio de una verdad que nosotros hemos abrazado.
Nuestra confesión debe centrarse en cinco cosas:
1) Lo que Dios en Cristo ha provisto para nosotros en su plan de redención.
2) Lo que Dios, a través de Su Palabra y del Espíritu Santo, ha creado en
nosotros en el nuevo nacimiento y en la plenitud del Espíritu Santo.
3) Lo que somos para Dios Padre en Cristo Jesús.
4) Lo que Jesús está haciendo por nosotros ahora a la diestra del Padre
donde vive siempre intercediendo por nosotros.
5) Lo que Dios puede hacer por nosotros, o lo que Su Palabra puede hacer
a través de nuestros labios.

La Confesión En Marcha – Predicando La Palabra


Marcos 16:15-20: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no
creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: en mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas. Tomarán en las
manos serpientes y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán las manos y sanarán. Y el Señor, después que les habló,
fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo,
predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra
con las señales que la seguían”.
Dios obra a través de nosotros por su palabra a través de nuestros labios.
Jesús dijo, "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura".
Esa es la manera en que Dios obra a través nuestro. Nosotros llevamos la
Palabra a los perdidos. Si no llevamos la Palabra al mundo, entonces
perdemos el tiempo, orando para que Dios haga algo. En otras palabras,
sería inútil orar por alguien que está perdido sino le lleváramos también el
evangelio de la salvación. Si con solo orar pudiéramos conseguir que la
gente se salvara, no tendríamos que mandar misioneros por todo el mundo.
Sólo tendríamos que orar para que todos entraran al reino. Sin embargo, el
Espíritu Santo obra solamente en conexión con la Palabra.
En obediencia al mandato de Jesús de ir por todo el mundo y predicar el
evangelio, los discípulos fueron predicando la Palabra por todas partes y el
Señor trabajó con ellos y confirmó Su Palabra con señales. Dios no hizo nada
hasta que los discípulos predicaron la Palabra. Entonces las señales les
seguían.
Hablando de las señales que les seguían, éstas no siguen a un individuo, sino
que siguen a la Palabra. Di la Palabra y las señales se encargarán de seguirla.
Tú no sigues las señales, las señales siguen la Palabra.
En la última iglesia que pastoreé, llegué a preocuparme porque no sucedían
muchas señales en mi ministerio. Me encerré a orar por varios días,
pidiéndole a Dios por más señales. Finalmente el Señor me habló y dijo: "Tú
has estado orando para que yo confirme mi Palabra y hayan señales. Pero
todo lo que tienes que hacer es predicar la Palabra y yo la confirmaré. Si tú
predicas la Palabra, las señales la seguirán. Si las señales no están
sucediendo, entonces no estás predicando la Palabra”.
Yo me sorprendí de esto, pero al examinar más cuidadosamente mi
predicación, descubrí que era cierto. Había mezclado mucha tradición y
muchas opiniones personales en mis sermones. Y Dios no va a confirmar
tradiciones con señales.
A medida que empecé a predicar más de la no diluida, pura Palabra de Dios,
comencé a ver que seguían más señales. ¡Mientras más predicaba la
Palabra más señales tenía!
Dios se mueve solamente de acuerdo con Su Palabra. Él ha magnificado Su
Palabra por encima de Su nombre. Y no podemos esperar recibir ayuda de
Dios si nos ponemos en contra de Su Palabra, aunque éste sea un acto
inconsciente por nuestra parte. Deberíamos tratar la Palabra de Dios con la
misma reverencia que le demostraríamos a Jesús si él estuviera presente en
el mundo natural.

La Confesión Dispersa El Temor


Isaías 41:10 dice: “No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque
yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré
con la diestra de mi justicia”.
¿Has notado alguna vez, al leer la Biblia cuántas veces Dios le dice a Sus
hijos "No temas"? Cuando Jairo pidió a Jesús que sanara a su hija, el Señor
le dijo, "...no temas. Cree solamente, y será salva" (Lucas 8:50). Cuando
Cristo les estaba enseñando a Sus discípulos, les dijo, "No temáis, manada
pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino" (Lucas 12:32).
Cuando el Señor se le apareció a Isaac, renovando el pacto que había hecho
con su padre Abraham, el Señor le dijo, "...No temas, porque yo estoy
contigo, y te bendeciré..." (Génesis 26:24). Si Dios sólo hubiera dicho, “No
temas", y nos hubiera dejado ahí, podríamos decir ‘sí, pero no puedo evitar
el tener miedo', pero El no dijo solamente, "No temas", también dijo,
"Porque yo estoy contigo". ¿Podemos creer que Él está con nosotros y aún
tener miedo? No. Si tenemos miedo, es porque le estamos dudando.
"Pero", alguien podría decir, "yo soy tan débil". Dios dijo, "Yo te esfuerzo".
"Pero soy tan indefenso", alguien podría decir. Dios dijo, "Yo te sustentaré".
Salmos 119:28,130: “Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu
palabra... La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los
simples”.
Es cierto que en nosotros mismos podemos ser débiles e indefensos,
cargados de ansiedades y problemas. Pero en nuestra debilidad miramos
Su Palabra para recibir fuerzas, porque "La exposición de tus palabras
alumbrar hace entender a los simples".
Nuestra confesión puede ser, "Dios está conmigo". Podemos decir, “Mayor
es el que está en mí, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). "...Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Puedes estar
enfrentándote a un problema que parece imposible. En vez de hablar
acerca de lo imposible que es, míralo a Él, que está dentro de ti y di, "Dios
está en mí ahora". Te encontrarás con que tu confesión de fe hará que Él
obre a tu favor. Él se levantará dentro de ti y te dará el éxito. ¡El Maestro
de la Creación está en ti! Puedes enfrentarte a la vida sin temor porque
sabes que mayor es el que está en ti, que cualquier fuerza que pueda ser
organizada en contra tuya. Esta debería ser tu confesión continua.

La Confesión Aumenta La Fe
Sin confesión no hay fe. La confesión es el modo en que la fe se expresa a sí
misma. La fe, como el amor, es del corazón, del espíritu. Y sabemos que no
hay amor sin palabra o acción.
Con el razonamiento no podemos meter el amor dentro de las personas ni
lo podemos sacar tampoco con el razonamiento. Es algo del corazón. Como
la fe también es del espíritu o corazón, podemos decir con seguridad que
no hay fe sin confesión. La fe crece con la confesión.
La confesión del creyente hace varias cosas en él. Primero, lo ubica.
Segundo, arregla las fronteras de su vida. Nunca tendrás más de lo que
confiesas.
Marcos 11:2 dice3: “Porque de cierto os digo que CUALQUIERA QUE DIJERE
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
CREYERE QUE SERA HECHO LO QUE DICE, LO QUE DICE LE SERA HECHO”.
Si decimos que no podemos hacer algo, entonces por supuesto no
podemos. Pero si decimos que podemos, entonces podemos. De acuerdo
con Marcos 11:23, podemos tener cualquier cosa que digamos, o
confesemos, sea creencia o incredulidad, éxito o fracaso, enfermedad o
salud.
La razón por la que la mayoría de los cristianos, aunque sean sinceros, son
débiles, es que nunca se han atrevido a hacer una confesión de lo que son
en Cristo. Deberían averiguar cómo los ve Dios y luego confesarlo. Estos
privilegios se encuentran mayormente en las epístolas del Nuevo
Testamento, ya que fueron escritas a la iglesia. Cuando tú descubras todo
lo que Dios tiene para ti, entonces confiesa con confianza lo que la Palabra
de Dios declara que eres en Cristo. A medida que hagas esto, tu fe va a
abundar.
La razón por la cual tu fe es ahogada y detenida en cautiverio es porque
nunca te has atrevido a confesar lo que Dios dice que eres. Recuerda, la fe
nunca crece más allá de tu confesión. Tu confesión diaria de lo que el Padre
es para ti, de lo que Jesús está haciendo por ti ahora a la diestra del Padre,
y de lo que el Espíritu Santo está haciendo en ti edificará una vida sólida de
fe positiva.
No tendrás temor de ninguna circunstancia. No tendrás temor de ninguna
enfermedad. No le temerás a ninguna situación. Enfrentarás la vida sin
temores, serás un vencedor. Y para ser un vencedor, debes confesar que lo
eres. "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Viendo de nuevo la escritura en Romanos 10:10, vemos en forma de cápsula
la Ley de Dios de la fe: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con
la boca se confiesa para salvación". Para conseguir algo de Dios, primero
debemos creer en nuestro corazón lo que la Palabra dice. Luego debemos
confesar con nuestra boca que es así. Por ejemplo, para ser salvo un
hombre debe creer en su corazón y entonces confesar con su boca que
Jesús murió por él de acuerdo a las Escrituras, y que fue levantado de los
muertos para su justificación. Como resultado, recibirá (o verá) la respuesta
a su oración. Creerlo, confesarlo, recibirlo. "...Cualquiera que CREYERE que
será hecho lo que DICE, LO QUE DIGA LE SERA HECHO" (Marcos 11:23).
A medida que estudias la Palabra de Dios y aprendes lo que la Palabra dice
que eres, quien eres, y lo que tienes en Jesucristo, aunque no te parezca
real al principio, empieza a confesar, "Sí, es mío, de acuerdo a la Palabra de
Dios". Entonces averiguarás que la confesión de fe crea realidad.

Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos
11:23).
Lección 13 – La Confesión Del Creyente De
Sus Privilegios En Cristo

Textos Bíblicos: 2°Corintios 5:17; Efesios 1:7-8; Hechos 17:28.


Verdad Central: Cuando sabemos lo que somos en Cristo y pensamos de
acuerdo con ello; cuando lo creemos y lo confesamos, entonces no pueden
haber fracasos para nosotros.

Brevemente tocamos las cinco partes de la confesión en nuestra última


lección, pero lo veremos con más detalle en nuestro estudio de hoy para
intentar aprender más acerca de lo que debemos confesar. Nuestra
confesión se centra alrededor de estas cinco cosas:
1) Lo que Dios en Cristo ha provisto para nosotros en su plan de redención.
2) Lo que Dios, a través de la Palabra y del Espíritu Santo, ha creado para
nosotros en el nuevo nacimiento y la plenitud del Espíritu Santo.
3) Lo que somos para Dios Padre en Cristo Jesús.
4) Lo que Jesús está haciendo ahora a la diestra del Padre, donde El vive
siempre intercediendo por nosotros.
5) Lo que Dios puede hacer a través nuestro, o lo que Su Palabra puede
hacer a través de nuestros labios.

Descubriendo Nuestros Privilegios En Cristo.


Como dijimos, la confesión es testificar de algo que nosotros sabemos. Es
imposible testificar de algo que no sabemos. Y es lo que sabemos
personalmente acerca del Señor Jesucristo y lo que somos en Él lo que
cuenta. Primero que nada, lo podemos conocer a Él personalmente. Es de
primordial importancia el ser nacido de nuevo. Pero solamente porque
alguien ha nacido de nuevo, no significa necesariamente que es un cristiano
victorioso. También debe saber quién es él en Cristo Jesús. Cuando sabemos
lo que somos en Él y pensamos de acuerdo con ello, lo creemos y lo
confesamos, entonces no hay fracaso para nosotros.
Para descubrir lo que somos en Cristo, debemos mirar a la Palabra de Dios.
Ve al Nuevo Testamento, especialmente las epístolas escritas a la iglesia y
subraya con lápiz rojo cada una de las escrituras que tengan la expresión
"en El", "En Cristo”, y "En Quien". Aún mejor, toma varias hojas de papel y
escribe todas estas escrituras.
En el momento en que las encuentres, empieza a confesar que esto es lo
que eres y lo que tienes en Cristo. Si haces esto, yo te garantizo que tu vida
será diferente dentro de unos cuantos días.
Ya que ni tiempo, ni espacio nos permiten ver todas estas escrituras aquí,
veamos algunas de ellas.
2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
Nota la expresión "en Cristo". ¡Qué cosa más revolucionaria es para los
creyentes creer y confesar!
Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús. No solamente somos pecadores
perdonados. No somos débiles, pobres, vacilantes, viviendo con las justas,
miembros de iglesia. Somos nuevas criaturas, creados por Dios en Cristo
Jesús. Somos nuevas criaturas con la vida de Dios, la naturaleza de Dios y la
habilidad de Dios en nosotros.
Siendo un nuevo convertido a la edad de 17 años, nunca tuve los problemas
que muchos tienen porque era pronto a decirles a todos, "soy una nueva
criatura". Era pronto a dar testimonio de la gracia salvadera de Jesús en mi
vida, dondequiera que iba. Encontré que mientras más hablaba de ello, más
real se volvía para mí la nueva creación, porque eso es lo que somos y
quienes somos.
Yo era activo en salvar almas predicando en las cárceles, en las calles y
trabajando en la iglesia. Mientras estaba parado en la esquina de una calle,
un día, un chico que conocía se me acercó y me pidió que le hiciera un favor.
"No te pediría que hicieras esto," me explicó, “pero ya se me ha hecho tarde
y le prometí a mi novia que le traería un amigo para su prima, quien ha
venido de otra ciudad a visitarla. ¿Vendrías conmigo y me ayudarías a salir
de esa dificultad? Te estaré agradecido para siempre, y te prometo que no
estaremos más de 30 o 40 minutos, y que no fumaremos, beberemos, ni
bailaremos mientras tu estés ahí". Vacilando un poco fui con él para sacarle
de ese aprieto.
Cuando llegamos a la casa de su novia, ella me presentó a su prima.
Acabábamos de sentarnos cuando pusieron un disco en el fonógrafo y
empezaron a bailar. Cuando la prima de la novia de mi amigo me pidió que
bailara, le dije, "no, gracias, yo no bailo".
Ella me miró como si yo acabara de venir de Marte y me dijo: "¿No bailas?
¿Por qué?" "Porque soy una nueva criatura", le contesté. "¿Qué quieres
decir con que eres una nueva criatura?" Entonces le cité 2 Corintios 5:17,
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas
pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Hubo un tiempo cuando yo
estaba interesado en cosas como el bailar, pero ahora mi vida es diferente.
He sido hecho una nueva criatura en Cristo, con nuevos intereses y nuevos
deseos". Mientras el disco continuaba tocando y la otra pareja bailaba, yo
seguí dándole a la chica mi testimonio de fe en Cristo. Las palabras
empezaron a golpear su corazón con convicción y empezó a llorar. Cuando
el disco terminó, el chico vio lo que estaba pasando. Él se dio la vuelta hacia
mí y me dijo, “vámonos", y me llevó a mi casa.
No importaba donde estuviera; en las cárceles, en las calles, en la escuela o
en la iglesia, siempre estaba listo para dar mi testimonio a toda persona con
la que tuviera contacto, de que había nacido de nuevo y que era una nueva
criatura en Cristo Jesús. Y si confesamos esto, hará una gran diferencia en
nuestras vidas. Yo no era tentado por las cosas del mundo porque
constantemente confesaba que era una nueva criatura en Cristo Jesús.

Redención De La Maldición De La Ley.


En Efesios 1:7-8 dice: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados según las riquezas de su gracia. Que hizo sobreabundar para con
nosotros en toda sabiduría e inteligencia”.
Observa las palabras "en quien tenemos redención...". Qué agradecidos
debemos estar porque no estamos tratando de alcanzarla, ya la tenemos.
No la tendremos algún día, sino que ya la tenemos. El dominio de Satanás
ha sido roto, él perdió su dominio sobre nuestras vidas en el mismo
momento en que nos volvimos nuevas criaturas. Recibirnos un nuevo
Señor. Jesucristo reina sobre nosotros. Satanás era nuestro Señor, pero
ahora Jesús es nuestro Señor (Romanos 10:9 dice, "Que si confesores con tu
boca que Jesús es el Señor..." o a Jesús como Señor). El dominio de Satanás
terminó, el dominio de Jesús empezó en el momento en que lo aceptamos
como Señor y nacimos de nuevo.
¿De qué y de quién somos redimidos? Cuando esta pregunta es hecha,
mucha gente dice: "Soy redimido del pecado". Y esa es parte de la
respuesta, pero ni siquiera está cerca de ser toda la respuesta. Gálatas 3:13
dice, "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero)". Somos redimidos de la maldición de la Ley. Para averiguar qué es
la maldición de la ley, debemos regresar a los cinco primeros libros de la
Biblia. Ahí vemos que la maldición de la ley o el castigo por quebrantar la
Ley de Dios es tripartita: pobreza, enfermedad y la segunda muerte. Dios
nos ha redimido de la maldición de la pobreza, de la maldición de la
enfermedad, y de la maldición de la muerta; de la muerte espiritual ahora
y de la muerte física cuando Jesús venga otra vez. No debemos temer de la
muerte segunda.
Hechos 17:28 dice: “Porque en El vivimos, y nos movemos, y somos...”.
¡Qué almacén tan vasto de poder pasamos desapercibido muchas veces! En
Él, en Cristo nuestro Salvador y Señor, tenemos vida, energía, fuerza para
las tareas imposibles. No dice que podemos hacer estas cosas en nosotros
mismos, sino a través de Él, a través de Su poder, porque "en El vivimos, y
nos movemos, y somos”.

Liberación Del Poder De Satanás.


Vamos a ver dos escrituras que, aunque no contienen las palabras "en Él",
“en quien" o "en Cristo", llevan algo del mismo mensaje de lo que tenemos
en Él. "Quien (Dios) nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y tras al
reino de su amado Hijo" (Colosenses 1:13). Este versículo dice que somos
libres de la autoridad de las tinieblas, del poder de Satanás.
"Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido, porque mayor es el que
está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). La contraparte
de este versículo en el Antiguo Testamento se encuentra en Isaías 41:10:
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de
mi justicia".
Luego en el Nuevo Testamento encontramos, "Qué, pues diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Podemos
tomar esto como un mensaje personal para nosotros. Porque estamos bajo
el nuevo pacto, podemos decir, "Gracias a Dios. Él está en nosotros". Esta
es la mejor razón en la que puedo pensar para no tener miedo.
Una mujer me dijo: "Pero no es así en mi vida, yo sé que no lo es".
Yo le respondí: "Dios dice que es así; tú dices que no. Por lo tanto, o tu o
Dios está mintiendo al respecto. Si tú fueras a pararte delante de tu madre
y la llamaras mentirosa, te sentirías muy mal, ¿no es así? Entonces, ¿cómo
puedes esperar sentirte bien cuando te paras delante de Dios y dices: ‘Tu
Palabra no es verdad, no es cierta. Tú eres un mentiroso'? Para remediar
esta situación tienes que empezar a confesar que es así, aunque pienses que
no es así en tu vida. Entonces se volverá una realidad".
Tenemos que poner nuestro pensar en línea con la Palabra de Dios,
entonces nuestro creer será correcto. Cuando nuestro creer sea correcto,
podremos empezar a confesar; decir, afirmar, dar testimonio, testificar, de
la Palabra de Dios. Entonces tendremos éxito. ¡Entonces la vida será
diferente para nosotros!

Texto Para Memorizar: "Porque en El vivimos, y nos movemos, y somos..."


(Hechos 17:18)
Lección 14 – La Confesión Correcta E
Incorrecta

Textos Bíblicos: 2 Timoteo 1:7; 1 Pedro 2:24; Mateo 8:17


Verdad Central: La confesión de nuestros labios dará el dominio sobre
nosotros a Dios o a Satanás.

La Biblia es la Palabra de Dios y contiene los pensamientos de Dios. Y por


supuesto, los pensamientos de Dios son diferentes de los pensamientos de
los hombres. "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor. Porque como son más altos los
cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y
mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8-9). A
medida que vamos estudiando la Palabra de Dios y conociendo sus
pensamientos, podemos atrevemos a pensar los pensamientos de Dios
poniendo nuestro pensar en línea con Su Palabra.
Estudiando acerca de la confesión hemos aprendido que si nuestra
confesión es incorrecta es porque nuestro creer es incorrecto. Si nuestro
creer es incorrecto es porque nuestro pensar es incorrecto. Y si nuestro
pensar es incorrecto, es porque nuestra mente no ha sido aún renovada con
la Palabra de Dios.
Algunas veces las enseñanzas de la Palabra de Dios no le parecen razonables
al hombre natural, pero eso es porque su mente no ha sido renovada por la
Palabra. Marcos 11:22-24 dice: "...Tened fe en Dios (o la clase de fe que Dios
tiene). Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere...y no dudare en
su corazón sino creyere...lo que diga le será hecho. Por tanto os digo que
todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá". La versión
amplificada de este versículo dice, "Por esta razón os digo, cualquier cosa
que pidiereis en oración, creed – confiad y estar seguros – de que se os ha
otorgado, y lo obtendréis".
Las cosas más grandiosas que le sucederán a un cristiano ocurrirán cuando
se mueva en ese ámbito o reino espiritual. Su intelecto y los sentidos físicos
se le pondrán a cada paso del camino para evitar que entre en ese ámbito,
porque, si la mente natural no ha sido renovada por la Palabra de Dios, lo
querrá mantener en el terreno natural. Pero hay un terreno espiritual, y
este es realmente el terreno del cristiano.

La Confesión Correcta E Incorrecta


Mirando dentro del asunto del pensar incorrecto, el creer incorrecto y la
confesión incorrecta, hagamos la pregunta, ¿Qué es exactamente la
confesión incorrecta? La confesión incorrecta es una confesión de derrota
y fracaso, y de la supremacía de Satanás. El hablar de cómo el diablo le está
impidiendo triunfar, manteniéndole en cautiverio, o manteniéndole
enfermo, es una confesión de derrota. Y una confesión como esa,
simplemente glorifica al diablo.
Como hemos dicho en las lecciones anteriores, la confesión es dar
testimonio de una verdad que hemos abrazado, testificar de algo que
sabemos, y afirmar algo que creemos. Muchas veces nuestras confesiones,
en vez de dar testimonio de lo que la Palabra de Dios tiene que decir acerca
de determinado asunto, admiten nuestra derrota y glorifican al diablo en
vez de a Dios. Algunos de nosotros somos como la querida anciana que se
puso en pie en la iglesia para testificar: "El diablo ha estado detrás de mí
toda la semana, bendito sea su nombre". Pero muchos de nuestros
testimonios testifican más de la supremacía de Satanás en nuestras vidas
que del dominio de Cristo. Cuando testificamos de lo que Dios ha hecho por
nosotros, lo estamos glorificando; de la misma manera, cuando hablamos
de lo que el diablo está haciendo, de nuestras derrotas y fracasos, estamos
glorificando al diablo.
Mucha gente pierde la bendición que Dios tiene para ellos solo por hacer la
confesión incorrecta. Están derrotados y la vida es solamente un continuo
roce para ellos.
¡En realidad, una confesión que glorifica al diablo es una declaración
inconsciente de que Dios es un fracaso! Una confesión como ésa destruye
nuestra fe y nos mantiene en cautiverio. La confesión de la habilidad del
diablo para estancarnos y evitar que triunfemos le da dominio a él sobre
nosotros. Por lo tanto, con tu boca, vas a darle a Dios dominio sobre ti o a
Satanás. La confesión de tus labios que ha crecido de la fe en tu corazón va
a derrotar absolutamente al diablo en cada combate.
Cuando somos salvos, confesamos el Señorío de Jesús. El comienza a tener
dominio sobre nosotros y a gobernar nuestra vida. Pero cuando
confesamos la capacidad de Satanás para estancarnos y evitarnos triunfar,
entonces, aunque seamos cristianos, le estarnos dando a Satanás dominio
sobre nuestras vidas. Él es el dios de este mundo, y tomará lugar porque
nosotros se lo permitimos. Aunque puede ser un permiso hecho por
ignorancia o un consentimiento inconsciente, sin embargo, es un
consentimiento. Y cuando Satanás tiene dominio, estamos llenos de
debilidad y temor.
Venciendo El Temor Y La Duda
2 Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía
(temor), sino de poder, de amor y de dominio propio”.
Aunque en lo natural podemos algunas veces sentir miedo, nunca debemos
confesar temor. El temor no es de Dios. La escritura anterior dice que Dios
no nos ha dado un espíritu de temor, "sino de poder, de amor, y de dominio
propio". El temor no es algo que viene de dentro de ti. Es algo que viene de
afuera, tratando de dominarte. Es del enemigo. No debemos confesar
temor, debemos confesar poder, amor y dominio propio.
Lo mismo es cierto sobre la duda. No confieses tus dudas. Esto no quiere
decir que no debes admitir duda si la tienes. Únicamente que no digas nada
acerca de ella. La duda es del diablo. La duda es un artículo de contrabando.
La duda es mala. El cristiano no tiene nada que ver con la duda, porque no
le pertenece a él. Mucha gente piensa que está siendo sincera cuando
confiesa que duda. Puedes haber sido tentado a dudar, pero puedes hacer
que el diablo huya, resistiéndolo.
Así que no confieses duda, confiesa fe. Empieza a hablar de quien eres en
Cristo. Tú eres un creyente. Eres una nueva criatura. Habla eso, cree eso,
piensa eso. Y si eres tentado; y ninguno de nosotros está exento de ser
tentado, "resistid al diablo y huirá de vosotros" (Santiago 4:7). Niégate a
dudar en el nombre del Señor Jesucristo y la duda te dejará.

Confesando La Palabra De Dios


En vez de confesar tus dudas y temores, confiesa lo que la Palabra de Dios
dice. Dios dijo: "No temas, porque yo estoy contigo..." (Isaías 41:10). Por lo
tanto puedes decir: "Yo no tengo miedo. Yo soy un hijo de Dios y Él está
conmigo. Él no me ha dado un espíritu de temor, sino de poder, amor y
dominio propio. No soy un desconfiado, soy un creyente".
Deja de hablar el lenguaje del diablo de duda y temor. Empieza a hablar el
lenguaje de Dios. Dios es un Dios de fe. Nosotros somos hijos de fe de un
Dios de fe.
En una de nuestras reuniones una mujer me dijo acerca de su hermana,
quien estaba en una institución mental: "Ella no está muy mal, pero sí
necesita los cuidados de una institución mental. Ella entiende lo que se le
dice. En ocasiones puedo traerla a casa por períodos de dos semanas. La
traeré a casa ahora para que pueda asistir a estas reuniones. Creo que le
ayudarán".
Yo no oré por la mujer enferma durante esas dos semanas, pero estuvo en
cada reunión. Sólo por escuchar la Palabra, su mente se volvió clara y nunca
tuvo que volver a la institución mental. Los doctores le dieron por alta,
dándole una tarjeta limpia de salud. En el pasado ella había estado
confesando derrota, temor y duda hasta que se volvieron parte de ella. Pero
a medida que escuchó la Palabra de Dios predicada vio donde había fallado,
comenzó a confesar lo correcto y fue sanada.
Viendo la notable recuperación de esta mujer, otra señora en la iglesia fue
inspirada para traer a su vecina, quien había sido asignada al hospital
mental del estado pero todavía no se había ido. Ni esta mujer ni su esposo
eran cristianos, pero él consintió en dejarla asistir a nuestras reuniones con
su vecina. En una semana, la mujer fue salva, sana y llena del Espíritu Santo,
y nunca tuvo que ir al hospital mental.
La gente se puede enfermar mentalmente así como físicamente, y Dios
puede sanar enfermedades mentales tan fácilmente como puede sanar las
físicas. Tenemos que reconocer que Dios no nos ha dado un espíritu de
temor. Necesitamos aprender a estar firmes contra el enemigo.
Recuerda, la confesión de temor, le da al temor dominio sobre ti. Tus
temores se vuelven más fuertes y te metes más dentro del cautiverio del
enemigo. Pero si confiesas el cuidado que tu Padre tiene de ti, confiesas Su
protección, confiesas Su Palabra, y declaras con denuedo que lo que dice
Dios acerca de ti es cierto, confiesas que mayor es Él que está en ti que el
que está en el mundo, te levantarás por encima de la influencia satánica en
toda ocasión.
Cuando confiesas tus dudas y temores, tus debilidades y enfermedades,
estás confesando abiertamente que la Palabra de Dios no es verdad y que
Dios ha fracasado en hacer las cosas bien. Su Palabra declara que por sus
llagas fuiste sanado.
1 Pedro 2:24 dice: “Quien llevó El mismo nuestros pecados en su cuerpo
sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.
Mateo 8:17 dice: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías,
cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias”.
Si en vez de confesar que "Jesús tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias", declaramos que todavía las tenemos,
permaneceremos enfermos. Pero cuando empezamos a confesar que Él ha
hecho algo con respecto a nuestras enfermedades, entonces recibiremos
sanidad. Muchísimas tomamos el testimonio de nuestros sentidos físicos en
vez de tomar el testimonio de la Palabra de Dios. Tenemos que practicar la
Palabra de Dios, para que pueda obrar a nuestro favor.

Texto Para Memorizar: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía


sino de poder, de amor, y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7).
Lección 15 – Fe Para Prosperidad

Textos Bíblicos: Gálatas 3:13-14,29; Deuteronomio 28:1-8,11-12.


Verdad Central: Como creyentes nacidos de nuevo, somos redimidos de la
maldición de la Ley y somos herederos de las bendiciones de Abraham y de
las promesas de prosperidad de Dios.

Durante muchos años no podía entender que la voluntad de Dios es que Sus
hijos prosperen. Yo pensaba como muchos hacen que la pobreza era una
característica de la humildad, y que para ser humilde uno debe ser pobre.
Yo pensaba que un hombre justo no podía ser rico y que un hombre rico no
podía ser justo. Pensaba que cualquier promesa en las escrituras sobre
bendición financiera se refería solamente a los judíos. Desde entonces he
aprendido, a través del estudio de la Palabra de Dios y su aplicación en mi
propia vida, que Dios quiere que Sus hijos sean “prosperados en todas las
cosas, y que tengan salud, así como prospera su alma" (3 Juan 2).
"Pero", alguien puede decir, "la Biblia dice que el dinero es la raíz de todos
los males". Sin embargo, la Biblia no dice eso. 1 Timoteo 6:10 dice: "Porque
raíz de todos los males ES EL AMOR AL DINERO, el cual codiciando algunos,
se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores".
Una persona puede ser culpable de ese pecado y no tener ni diez centavos.
He oído a la gente decir: "Bueno, creo que debo ser otro Job". Alguna gente
piensa que el pobre Job se pasó la vida agobiado por la pobreza, enfermo y
afligido. Sin embargo, el libro entero de Job sucedió en un período de nueve
meses, y el último capítulo dice que Dios quitó la aflicción de Job, y que "el
Señor aumentó al doble las cosas que hablan sido de Job" (Job 42:10).
Cuando los ladrones entraron y robaron las cosas de Job, él estaba bajo la
aflicción de Satanás. Cuando el fuego cayó y quemó sus rebaños, estaba
bajo la aflicción de Satanás. Cuando vino la tormenta y azotó su casa y ésta
cayó sobre sus hijos y los mató; cuando Job fue herido con una sarna
maligna desde la planta del pie hasta la cabeza, cuando su esposa se volvió
a él y le dijo, "maldice a Dios y muérete," Job estaba bajo la aflicción de
Satanás. Pero Dios quitó la aflicción de Job.
Si tú piensas que eres otro Job, eso quiere decir que serás uno de los
hombres más ricos de los alrededores. Tendrás el doble de lo que tenías
antes, y serás sano y vivirás hasta ser viejo. Job vivió ciento cuarenta años
después de los acontecimientos escritos en la Biblia. Si tú eres otro Job, vas
a prosperar.

Redimido De La Maldición De La Ley


Gálatas 3:13-14,29 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho
por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado
en un madero).Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase
a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu... Y
si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos
según la promesa”.
Las escrituras recién mencionadas nos dicen que Cristo nos ha redimido de
la maldición de la Ley. ¿Qué, pues, es la maldición de la Ley? Para encontrar
esta respuesta volvamos a los primeros cinco libros del Antiguo
Testamento, referidos como el Pentateuco, o los libros de la Ley. Ahí
aprenderemos que la maldición o castigo por quebrantar la Ley de Dios, es
tripartita: la pobreza, la enfermedad, y la segunda muerte. Cristo nos ha
redimido de la maldición de la pobreza. Él nos ha redimido de la maldición
de la enfermedad. Él nos ha redimido de la maldición de la muerte de la
muerte espiritual ahora y de la muerte física cuando Jesús venga de nuevo.
No debemos tener miedo de la segunda muerte.

La Bendición De Abraham
Así como la maldición es tripartita, la bendición de Abraham también lo es.
Primero, fue una bendición material, financiera. Segundo, fue una
bendición física. Tercero, fue una bendición espiritual. La escritura del
Nuevo Testamento, 3 Juan 2, está de acuerdo en que Dios quiere que
tengamos prosperidad material, física y espiritual, porque dice: "Amado,
deseo que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como
prospera tu alma". Muchísima gente tiene la impresión que todas las
promesas de bendición material y de prosperidad en la Biblia, se refieren
únicamente a los judíos. Sin embargo, este versículo fue escrito para
cristianos neotestamentarios.
La palabra "judío" es un término corto o un sobrenombre para "Judá". Los
israelitas nunca fueron llamados judíos hasta después de la división de las
tribus. Judá no tenía más promesas de bendición material y financiera que
las que tenían las otras tribus de Israel. Ellos recibieron y heredaron la
bendición a través de su padre Jacob. Jacob heredó la bendición a través de
su padre Abraham. Así que no es la bendición o promesa de los judíos. No
es la bendición de Israel. Es la bendición de Abraham. Y esa bendición es
mía.
"Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles,
a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu..." (Gálatas 3:14).
En este tercer capítulo de Gálatas, también leemos en el versículo 7:
"Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham". Al ser
cristianos nacidos de nuevo: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje
de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gálatas 3:29).
Después que estas escrituras se me hicieron claras y vi lo que me pertenecía
como Hijo de Dios, a través de la fe en Él, otras escrituras empezaron a
abrirse. Todo le pertenece a Dios y está a su disposición. "Porque mía es
toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados...porque
mío es el mundo y su plenitud" (Salmos 50:10-12). "De Jehová es la tierra y
su plenitud..." (Salmos 24:1). Dios creó todo, entonces hizo al hombre,
Adán, y le dio dominio sobre todo. Dios lo hizo todo para su hombre Adán.
Le dio a Adán dominio sobre los animales de los millares de collados, sobre
la plata y el oro, sobre el mundo y su plenitud. En otras palabras, Adán era
el dios de este mundo.
Pero Adán cometió alta traición y se lo entregó a Satanás. Así Satanás llegó
a ser el dios de este mundo. Jesús, sin embargo, vino a redimirnos del poder
de Satanás y de su dominio sobre nosotros. Romanos 5:17 dice: "Pues si por
la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por
uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de
la justicia". La versión amplificada de esta escritura se lee así: "Ellos reinarán
como reyes en vida, por uno, Jesucristo". Nosotros vamos a reinar como
reyes en vida. Eso quiere decir que nosotros tenemos dominio sobre
nuestras vidas. Vamos a dominar, no ser dominados. Las circunstancias no
van a dominarte. Tú vas a dominar las circunstancias. La pobreza no va a
gobernar y reinar sobre ti. Tú vas a gobernar y reinar sobre la pobreza. Las
enfermedades no van a gobernar y reinar sobre ti. Tú debes gobernar y
reinar sobre las enfermedades. Vamos a reinar como reyes en vida por
Cristo Jesús, en quien tenemos nuestra redención.
Deuteronomio 28:1-8,11-12 dice: “Acontecerá que si oyeres, atentamente
la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará
sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas
bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito
serás tu en la ciudad, y bendito tu en el campo. Bendito el fruto de tu vientre,
el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños
de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito
serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos
que se levantaron contra ti; por un camino saldrán contra ti y por siete
caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus
graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en
la tierra que Jehová tu Dios te da... Y te hará Jehová sobreabundar en bienes,
en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en
el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su
buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia”.
La primera parte de Deuteronomio 28 enumera todas las maneras en que
el Señor bendeciría a su pueblo si ellos le obedecían. El prometió bendecir
a sus hijos, sus tierras y sus animales. El prometió bendecirlos y protegerlos
en las batalla. El prometió hacerlos “sobreabundar en bienes", y bendecirlos
en "todo aquello sobre lo que pusieren su mano”.
Esta bendición lo incluía todo, pero también era condicional. Ellos debían
guardar todos los mandamientos de Dios. Debían ser gente santa, que no
lo dejaran a Él para irse detrás de otros dioses, sino que lo sirvieran a Él con
todo su corazón. El resto de este capítulo, versículos 15 a 68, da una lista de
las maldiciones que caerían sobre su pueblo si no guardaban sus
mandamientos.
Cuando me di cuenta por primera vez de esta verdad, y vi la prosperidad,
material y espiritual que Dios ha planeado para su pueblo, y que todo
creyente nacido de nuevo en Cristo es un heredero de esta promesa, casi
no podía contener mi gozo. Me conmoví al darme cuenta que estaba
redimido de la maldición de la Ley, de la maldición de la pobreza, y que la
bendición de Abraham era mía. Nosotros como cristianos no tenemos que
padecer retrasos financieros, no tenemos que estar cautivos de la pobreza
o de la enfermedad Dios ha provisto sanidad y prosperidad para sus hijos si
ellos obedecen sus mandamientos.
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, Él dijo: "Si vosotros siendo malos
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, CUANTO MAS vuestro Padre que
está en los cielos dará buenas cosas a quienes le pidan" (Mateo 7:11).
¿Cuántos de nosotros que somos padres queremos que nuestros hijos
pasen por la vida hambrientos, enfermos o afligidos, nunca teniendo
suficiente? Ningún padre quiere eso. De hecho, trabajamos y nos
sacrificamos para tratar de que nuestros hijos alcancen una mejor
educación que la que nosotros tuvimos para que reciban mayor
remuneración.
Dios puso todos los animales aquí, todo el oro y la plata. ¿Es razonable el
pensar que hizo todo esto solo para los que no creen en Dios? Ciertamente
El ama al pecador, pero, ¿ama El más al pecador que a su propios hijos? No.
Dios puso todas estas cosas aquí para Su pueblo. Él le dijo a Israel: "Si
quisierais y oyereis, comeréis el bien de la tierra" (Isaías 1:19). Y si Dios
quiere que sus hijos coman lo mejor, Él quiere que ellos usen la mejor ropa,
Él quiere que ellos conduzcan los mejores autos, y Él quiere que ellos tengan
lo mejor de todo.

Probado A Través De Experiencia Personal


Cuando esta verdad se volvió real en mi corazón, el Señor me habló y me
dijo: "No ores más por dinero. Tú tienes autoridad a través de mi nombre
para reclamar prosperidad. Yo ya he puesto oro, plata, y ganado sobre
millares de collados para mi hombre Adán, y yo le di dominio sobre ellos.
Después que él le entregó todo a Satanás, el segundo Adán, Jesucristo, vino
a redimirte de la mano del enemigo y a liberarte de la maldición de la ley.
Ahora en vez de orar que yo lo haga, ya que yo he hecho provisiones para
tus necesidades, todo lo que tienes que hacer es decir, 'Satanás, quita tus
manos de mi dinero'. Solamente reclama lo que necesitas. Tú reinas en vida
por Cristo Jesús”.
Durante este tiempo en mi vida yo era un evangelista. A la siguiente iglesia
donde fui dije: "Señor, si consigo lo que necesito aquí, esto tendrá que
funcionar. La última vez que estuve aquí recibí solamente $60.00 por
semana. Voy a reclamar $150.00 para esta semana". Entonces dije,
"Satanás, quita tus manos de mi dinero, en el nombre del Señor Jesucristo".
Ves, nunca se cree por lo posible, se cree por lo imposible. Se suponía que
yo iba a estar en esta iglesia solo por una semana, pero resultó que estuve
diez días. Entonces reclamé $200.00 por esos diez días. El pastor no suplicó
por dinero para nada, simplemente pasó los platillos de la ofrenda, y
cuando la ofrenda fue contada yo recibí $240.00.
Después de eso cuando iba a iglesias a tener reuniones, el dinero venía
fácilmente y muchas veces el pastor decía con sorpresa: "Esta es la ofrenda
más grande que esta iglesia le ha dado a un evangelista". Y no había pedido
ningún favor. Yo tenía la llave que abre la puerta.
¡Gracias a Dios, no estamos bajo la maldición, porque Jesús nos ha liberado!
"En vez de enfermedad, tengo salud; en vez de pobreza, riqueza; ya que
Jesús ha pagado mi rescate".

Texto Para Memorizar: "Amados, deseo sobre todas las cosas que seas
prosperado y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan 2).
Lección 16 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 1)

Textos Bíblicos: Colosenses 1:12-14; 1°Corintios 6:19-20.


Verdad Central: Es por la sangre del Cordero y la palabra de nuestro
testimonio que vencemos a Satanás, que somos liberados del poder de las
tinieblas, y somos trasladados al Reino de Su amado Hijo.

En esta próxima serie de lecciones de fe tengo un doble propósito en


mente. Ya hemos cubierto la mayoría de estos siguientes puntos en una
forma u otra, pero quise ponerlos juntos para que puedas ver el progreso
que estás haciendo. Si has estudiado estas lecciones de fe y ellas han
formado parte de tu vida, el diablo va a tratar de vencerte. El Señor quiere
que estés preparado para el futuro, y a través del poder de la Palabra de
Dios puedes estar listo para cualquier emergencia que se presente.

Paso 1 – La Integridad De La Palabra De Dios


Lo primero que necesitamos saber es que la Palabra de Dios es realmente
lo que declara ser. Es una revelación de Dios a nosotros. Es Dios
hablándonos ahora, No es solamente un libro del pasado y un libro del
futuro, es también un libro del ahora. Este libro tiene el aliento de Dios, es
habitado por Dios, y es un mensaje inspirado por Dios. "Porque la Palabra
de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12). La
traducción de Moffat de este versículo (traducida del inglés) dice así,
“Porque la Palabra de Dios es una cosa viviente". La Palabra de Dios está
viva. Pero solamente se hará viva para ti cuando la uses y actúes en ella.
Así que vemos que el primer paso hacia la clase más elevada de fe es
aceptar y entender la integridad de la Palabra de Dios. La Palabra es de gran
importancia. Algunas veces las personas piensan que Dios no les da gran
importancia. Algunas veces las personas piensan que Dios no les ha hablado
a ellos a menos que tengan un mensaje en lenguas o profecía. Pero la
Palabra de Dios es Dios hablándonos. El don de profecía, lenguas e
interpretación de lenguas no sobrepasan a la Palabra. La Palabra viene
primero. Estos dones orales inspiracionales nos son dados para inspirarnos
en línea con la Palabra de Dios, pero si dicen algo aparte de la Palabra, no
es el Espíritu Santo el que está hablando; esa persona está hablando de su
propio pensamiento. Siempre debemos juzgar estas cosas a la luz de la
Palabra de Dios.
También hay algunos que tratan de hacer que la Palabra diga ciertas cosas
porque quieren que diga lo que ellos creen. Están tratando de adaptar la
Palabra a sus propias creencias en vez de adaptar sus creencias a la Palabra.
Algunas gentes tratan de pasar desapercibidos ciertos pasajes o explicarlos
de manera que les roban su valor. Pero debemos aceptarlos por lo que
dicen y caminar en su luz. Debemos creer lo que la Palabra dice, no lo que
pensamos que dice. Cuando empieces a estudiar la Palabra en esta luz,
aceptándola como es, te sorprenderás al darte cuenta que algunas de las
cosas que siempre has creído no se encontraban en la Palabra. Te
preguntarás por qué creíste algunas cosas como lo hiciste.
Esto ocurrió en mi propia experiencia. Mientras pasé muchos meses en el
lecho de aflicción, estudié la Biblia y vi en ella verdades de la fe y de la
sanidad. Pero mientras más estudiaba la Palabra de Dios, más vela que era
verdad.
A pesar de las enseñanzas de mi iglesia, decidí que iba a andar a la luz de la
Palabra de Dios porque creí que esta Palabra era Dios hablándonos a
nosotros hoy en día. Cuando tomé ese paso, la mayor parte de la batalla fue
ganada.
Para creer realmente la Palabra de Dios tuve que ir en contra, no solo de las
enseñanzas de mi iglesia, sino también de mi familia. Es sorprendente como
podemos hacerle más caso a lo que enseñan en una iglesia que a la misma
Biblia. Y algunas veces nuestros amados, pensando que ellos saben lo que
mejor nos conviene, se opondrán a que caminemos en la luz completa de
la Palabra de Dios. Aun así, yo tomé la determinación de seguir la Palabra
de Dios, sabiendo que ésta es Dios hablándome a mí hoy.

Paso 2 – Nuestra Redención En Cristo


Lo segundo que necesitamos saber es la realidad de nuestra redención en
Cristo; no como doctrina, filosofía o credo de algún tipo, sino como una
redención real de la autoridad de Satanás. Por el nuevo nacimiento hemos
sido trasladados al reino de Su Hijo, al reino de Dios. En otras palabras,
hemos nacido dentro de la misma familia de Dios.
Colosenses 1:12-14 dice: “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo
aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha
librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado
Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.
Qué maravilloso que podemos entrar a nuestra herencia en Cristo. Dios nos
ha capacitado para poder tener parte de esta herencia, como acabamos de
leer.
El versículo 13 continúa diciendo, "El cual nos ha librado de la potestad de
las tinieblas”. La palabra griega traducida "potestad" aquí, quiere decir
"autoridad". "El cual nos ha librado de la AUTORIDAD de las tinieblas...". Se
refiere al reino de Satanás. Nota también que la escritura no dice que Él nos
va a librar. Dice, "El cual nos HA librado...”.
El versículo 14 nos dice el precio de la redención. "En quien tenemos
redención por su sangre...". En conexión con esta escritura leemos en
Apocalipsis 12:11: "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero
y de la palabra del testimonio de ellos...". La versión revisada Americana de
este versículo dice: "por la sangre del Cordero y por la palabra del su
testimonio".
La sangre de Jesús es la base de nuestra victoria. Pero tenemos que
agregarle nuestro testimonio, nuestra confesión. Tenemos que defender
nuestra posición en contra del enemigo. Ya que Satanás es el dios de este
mundo, él tratará de ejercer autoridad sobre ti. Pero no tiene que ser el que
gane, porque tú has sido librado a través de la sangre de Jesucristo del
poder de las tinieblas, de la autoridad de Satanás. Por la virtud del nuevo
nacimiento has sido trasladado al reino de Su amado Hijo. En toda batalla
con Satanás puedes ganar, no importa la clase de prueba que sea, porque
tienes redención a través de la sangre del Cordero y por la palabra de tu
testimonio.

¡Hay Poder En Su Sangre!


El dominio de Satanás sobre nosotros como nuevas criaturas en Cristo
terminó. Jesús es el Señor y Cabeza de este nuevo cuerpo. Las escrituras se
refieren a Él como a la Cabeza de la Iglesia. La Iglesia, la cual es todos los
creyentes nacidos de nuevo, es llamada el Cuerpo de Cristo. Satanás no
tiene derecho de gobernar sobre el Cuerpo de Cristo. Cristo es la Cabeza del
Cuerpo. Él es quien debe gobernar y dominar el Cuerpo.
Algunas personas aceptan la derrota en la vida porque no entienden la
Palabra en su plenitud. Ellos me han dicho que no triunfaron porque no era
la voluntad de Dios. Me han dicho: "Nuestros espíritus pertenecen al Señor,
pero nuestros cuerpos no han sido redimidos todavía. Por eso, ahora
debemos sufrir enfermedades en el terreno físico. Pero viene el tiempo
cuando no tendremos que hacerlo”. En respuesta a esto vayamos a 1
Corintios 6.
1 Corintios 6:19-20 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
Este pasaje nos dice que no solamente nuestro espíritu, sino nuestro cuerpo
también fue comprado por un precio. Por lo tanto, debes "glorificar a Dios
en tu cuerpo y en tu espíritu, los cuales son de Dios". ¿Recibe Dios alguna
gloria cuando Satanás nos domina físicamente? ¿Podría Dios obtener
alguna gloria de un cuerpo, templo del Espíritu Santo, que está deformado
o desfigurado con enfermedad? Ciertamente que no. Necesitamos
entender esto claramente y aprender a tomar una posición firme contra el
diablo cuando ataca nuestros cuerpos; tal y como lo haríamos cuando ataca
nuestros espíritus.
Veamos de nuevo Colosenses 1:12, "Con gozo dando gracias al Padre que
nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz". Esto es
parte de tu herencia como hijo de Dios cuando andas en la luz. Tenemos
autoridad sobre el diablo a través de la sangre de Jesús. Es por la sangre del
Cordero y la palabra de nuestro testimonio que vencemos a Satanás, que
somos librados del poder de las tinieblas y somos trasladados al reino de su
amado Hijo.
Observa las palabras, "Dando gracias al Padre, que nos hizo APTOS para
participar de la herencia...". Puedo tomar de mi herencia ahora mismo. No
tenemos que relegarla al futuro. Tenemos una herencia ahora. Estamos
libres de la autoridad de las tinieblas ahora. Hemos sido trasladados al reino
de Su amado Hijo ahora. Tenemos libertad y redención de la mano de
Satanás ahora Podemos vencerlo ahora por la sangre del Cordero y por la
palabra de nuestro testimonio. Podemos glorificar a Dios ahora en nuestros
cuerpos y en nuestros espíritus, los cuales son de Dios.

Texto Para Memorizar: "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos..." (Apocalipsis 12:11).
Lección 17 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 2)

Textos Bíblicos: 2 Corintios 5:17; 1 Juan 1:3-4,7; Juan 14:13-14.


Verdad Central: La comunión es la madre de la fe. Es la madre del gozo. Es
la fuente de la victoria.

A medida que perseveramos en nuestro estudio de la Palabra de Dios hacia


un entendimiento más profundo del significado de la fe, en esta lección
veremos tres pasos más hacia la clase más elevada de fe. Estos pasos van a
imprimir en nosotros la realidad de (1) la nueva creación, (2) nuestra
comunión con el Padre, y (3) la autoridad del nombre de Jesús.

Paso 3 – La Realidad De La Nueva Creación


2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
Para lograr la clase más elevada de es necesario que sepamos la realidad de
la nueva creación. Necesitamos saber que en la mente de Dios, fuimos
creados en Cristo Jesús cuando Él fue hecho pecado como nuestro sustituto.
Deberíamos saber que en el momento en que aceptamos a Cristo como a
nuestro Salvador y lo confesamos como Señor, fuimos recreados. Ahí es
cuando el aspecto legal se volvió una realidad en nuestra vida.
Tenemos hoy en nuestros espíritus la misma vida y naturaleza de Dios. Esto
no es una experiencia, no es una religión, no es unirse a una iglesia. Es un
nacimiento real de nuestro espíritu. Somos los hijos e hijas de Dios. Él es
nuestro Padre. Sabemos que hemos pasado del dominio de Satanás y
muerte espiritual al reino de la vida a través de Jesucristo. "Nosotros
sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los
hermanos" (1 Juan 3:14). Sabemos que estamos en la familia de Dios, somos
hijos de Dios. Uno no puede unirse a esta familia, debe nacer dentro de ella.
¿Cómo nos afecta esto en la vida diaria? Si Dios es nuestro Padre y nosotros
somos sus hijos. Tenemos tanta libertad y comunión con el Padre como
tuvo Jesús en su andar sobre la tierra, ¡porque el Padre nos ama tanto como
amó a Jesús! "Para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos COMO TAMBIEN A MI ME HAS AMADO".
Colosenses 1:18 dice: "Y Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia: El que
es el principio, el primogénito de los muertos; para que en todo tenga la
preeminencia". Jesús es el primogénito, pero nosotros también hemos
nacido de los muertos. Pedro dijo, "Siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y
permanece para siempre" (1 Pedro 1:23). Somos engendrados por Dios,
somos nacidos de Dios. Somos hijos de Dios, herederos de Dios y
coherederos con Cristo.
Cuando decimos esto, no nos estamos magnificando a nosotros mismos,
estamos magnificando a Dios y lo que Él ha hecho por nosotros a través del
Señor Jesús. No nos hicimos nosotros mismos nuevas criaturas. Él es el
autor y consumador de nuestra fe. “Porque somos hechura suya, creados
en Cristo Jesús para buenas obras..." (Efesios 2:10). Nosotros mismos no nos
hicimos quienes y lo que somos, Dios lo hizo.
Cuando una persona se achica a sí misma, en realidad está achicando la
misma hechura de Dios. Está criticando algo que el Señor ha hecho.
Debemos dejar de mirarnos desde un punto natural y mirarnos como Dios
nos ve, como creados en Cristo Jesús. El Padre no nos ve como cualquier
otro nos ve, Él nos ve en Cristo. Muchos cristianos son derrotados porque
se ven a sí mismos desde el punto de vista natural cuando podrían ser
victoriosos mirándose a sí mismos como Dios lo hace.
Un cristiano que estaba teniendo serios problemas en su vida me dijo una
vez: "Creo que estoy pagando por la vida que viví antes de ser salvo. Fui tan
pecador". Sin embargo, cuando nacemos de nuevo, somos redimidos no
solamente del pecado, sino también de la paga del pecado. No tenemos
que pagar por nuestros pecados porque Cristo ya lo ha hecho por nosotros.
Ni siquiera nos es posible pagar por ellos.
Muchas personas no saben la diferencia entre el arrepentimiento y el hacer
penitencia. Si los acusaras de seguir las enseñanzas de cierta otra religión,
lo negarían acaloradamente. Pero eso es exactamente lo que están
haciendo; están tratando de hacer penitencia por su vida pasada.
Cuando un hombre se arrepiente entonces Dios no tiene conocimiento de
que ese hombre haya hecho algo malo alguna vez. "Yo, yo soy el que borro
tus rebeliones por amor de mi mismo, y NO ME ACORDARE DE TUS
PECADOS" (Isaías 43:25). Si Dios no se acuerda, ¿por qué debes hacerlo tú?
Si después de ser salvo un hombre tuviera que cosechar lo que había
sembrado como pecador, entonces tendría que ir al infierno al morir,
porque eso también es parte de la pena. Si va a cosechar cualquier parte de
la pena, va a cosecharla toda completa. Pero, somos redimidos no solo del,
poder, sino también de la paga del pecado. Jesús tomó nuestro lugar. El
sufrió la paga de nuestro pecado. Él nos ha capacitado para disfrutar de la
herencia de los santos en luz, como vimos en nuestra última lección.

Paso 4 – La Realidad De Nuestra Comunión Con El Padre


La razón principal de la redención es la comunión. "Fiel es Dios, por el cual
fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor" (1
Corintios 1:9). Nota que fuimos llamados a "la comunión con su Hijo”.
1 Juan 1:3-4,7: “Lo que hemos visto y oído, eso anunciamos, para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os
escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido... Pero si andamos en luz,
como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.
El honor más alto que el Señor nos ha conferido es el de tener comunión
con El, con Su Hijo, y con el Espíritu Santo en la realización de su sueño de
la redención de la raza humana. La relación sin comunión es una cosa
insípida. Es como un matrimonio sin amor o sin compañerismo. La
comunión es la madre de la fe. Es la madre del gozo. Es la fuente de la
victoria. Y Él nos ha llamado individualmente para tener comunión con su
Hijo.
Si tenemos comunión con Él y andamos en luz, entonces la oración se
convierte en uno de los privilegios más dulces y grandiosos que heredamos
en Cristo. Al oír a algunas personas hablar, uno pensaría que la oración es
un trabajo penoso. Los oímos hablar de luchar y pelear; de tratar de creer.
Pero nunca ha sido un problema o una lucha para mí el orar. El orar nunca
me ha sacado algo, más bien ha puesto algo en mí. Yo a menudo oro cinco
horas o más al día.
El problema con la gente que tiene tal dificultad con la oración es que en
vez de dejar que el Espíritu Santo los ayude y ore a través de ellos, están
tratando de hacer todo por sí mismos, con su propia energía. Naturalmente
esto los va a extenuar. Dios quiere que vengamos al lugar de descanso en
El. "Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este
pueblo. A los cuales Él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este
es el refrigerio" (Isaías 28:11-12). Podemos encontrar un tiempo de
refrigerio en el Señor mientras oramos en otras lenguas.

Paso 5 – La Realidad De La Autoridad Del Nombre De


Jesús
Juan 14:13-14 dice: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre,
yo lo haré”.
Supón que un hombre rico te diera un documento firmado diciendo que te
ha conferido el derecho para usar su nombre y así recibir cualquier cosa que
necesites para vivir cómodamente. Supón que ése fuera un documento
legal, dado ante testigos, por el cual cada una de tus necesidades pudieran
ser suplidas para el resto de tu vida. ¿Suena esto demasiado bueno para ser
verdad? ¡Lo más maravilloso de ello es que es verdad!
Dios nos ha hecho "apoderados" para usar el nombre de Jesús para suplir
toda necesidad; espiritual, física o financiera. Él nos ha dado poder sobre
las fuerzas satánicas. Él ha dicho que "todo lo que pidiereis en mi nombre"
nos lo dará. Tenemos autoridad para usar su nombre. El hecho de que
muchos no lo hagan no es por falta de fe, sino por no saber cuáles son sus
derechos legales en Cristo. Debemos tomar el lugar de hijo o hija y
aprovecharnos de nuestros derechos como hijos de Dios. Debemos saber lo
que nos pertenece y hacer lo que la Palabra dice.

Texto Para Memorizar: "Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la


comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor" (1 Corintios 1:9).
Lección 18 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 3)

Textos Bíblicos: 2 Corintios 6:14-16; Romanos 3:23-26; Salmos 32:1-2.


Verdad Central: Podemos acercarnos a Dios con completa seguridad
porque hemos sido hechos la justicia de Dios en Cristo Jesús.

Esta lección nos trae al paso 6 en nuestro estudio de la clase más elevada
de fe. En ella queremos ayudarte a ganar una nueva comprensión dentro
del significado de las palabras "justo" y "justicia", tal y como se muestra en
las Escrituras.

Paso 6 – La Realidad De Nuestra Justicia En Cristo


En 2 Corintios 6:14-16 dice: “No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo
de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como
Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos y seré su Dios, y ellos serán mi
pueblo”.
Leyendo la escritura anterior, mucha gente ve en ella solamente la
enseñanza de la separación del mundo. Y ellos inmediatamente practican
la segregación pensando que eso es lo que la separación quiere decir.
Piensan que no pueden tener nada que ver con el mundo o con nadie del
mundo. Hasta se segregan de otros cristianos si no están completamente
de acuerdo con ellos. Sin embargo, Jesús dijo: "Vosotros sois la sal de la
tierra...vosotros sois la luz del mundo" (Mateo 5:13-14). Para poder ser la
sal y la luz del mundo, debemos permanecer en el mundo, haciendo nuestro
trabajo para el Señor.
Quiero que notes algo más en esta escritura, igualmente importante: los
creyentes son llamados "creyentes" y los incrédulos son llamados
"incrédulos". El creyente es llamado "justicia" y el incrédulo es referido
como a "injusticia". El creyente es llamado "luz" y el incrédulo "tinieblas".
Para muchos, la idea de llamarse a sí mismos "justicia" suena egoísta. Aún
así estas mismas personas no objetan a llamarse a sí mismas "creyentes" o
"luz". Esta escritura usa los tres términos para referirse a los creyentes. En
el versículo 15 vemos a la iglesia, a los creyentes, referidos como a Cristo,
porque Él es la Cabeza y nosotros somos el cuerpo. Y por supuesto, la
cabeza no va a ser llamada por un nombre, y el cuerpo por otro. La iglesia
es Cristo, y nosotros somos el cuerpo de Cristo.
Romanos 3:23-26 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios. Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús. A quien Dios puso como propiciación por
medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia a causa de haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados. Con la mira de
manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que
justifica al que es de la fe de Jesús”.
¿Qué significa todo esto? ¿Qué nos está enseñando Dios a través de esta
escritura? Que Dios a través de Jesús declaró Su justicia. Que Dios mismo
es justo, y que Dios es mi justicia. Él es "el que justifica", o la justicia del que
es de la fe de Jesús.
Romanos 5:17 dice: "Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia". La mayoría de la gente ha
pensado que justicia es algo que uno logra viviendo correctamente. La
justicia, sí quiere decir rectitud, o recto, pero esta escritura dice que es un
don, no algo que podamos ganar haciendo buenas obras y viviendo
limpiamente. Un don es algo que nosotros recibimos instantáneamente; un
estado de desarrollo espiritual es el fruto. Si la justicia fuera un fruto, la
escritura leería: "Y del fruto de la justicia". Sin embargo, dice: "Y del don de
la justicia".
Cada uno de los amados hijos de Dios tiene la misma justicia y el mismo
derecho para con Dios. El no ama a uno más que a otro. El no escuchará las
oraciones de uno más que las de otro. Cuando esta verdad te haya
penetrado completamente, ¡Tus oraciones obrarán resultado! ¡Tus
oraciones serán contestadas!
Mucha gente lucha en el terreno de la autocondenación, dejando que el
enemigo les robe la herencia que es de ellos en Cristo Jesús. Creen que sus
oraciones no obrarán resultado y que Dios no los escuchará. Piensan que si
pudieran encontrar a un hombre justo para orar por ellos, las oraciones de
él sí que obrarían resultados.
Qué triste es que ellos no hayan visto la verdad en las escrituras que
acabamos de leer. Dios es nuestra justicia. Él se convirtió en nuestra justicia
cuando nos impartió su naturaleza, su vida eterna, cuando nacimos de
nuevo. Él se volvió nuestra justicia en el momento en que aceptamos a Jesús
como nuestro Salvador y lo confesamos como Señor.
Yo descubrí las verdades de estas escrituras por primera vez siendo un
joven cristiano, cuando por 16 meses pasé acostado en cama sin poder
moverme de ella por mí mismo. No las entendí entonces. Al principio eran
como un rayito de luz en una esquina obscura. Estaba sosteniendo las
mismas luchas que muchos de ustedes sostienen para salir de algún
problema en su vida o para obtener salud.
Leyendo mi Biblia me encontró un día con la escritura en Santiago 5:14-15,
"¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y
oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe
salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados le
serán perdonados". Pero mientras leía, cualquier fe que
momentáneamente flameara, era extinguida rápidamente por el
pensamiento de que yo sabía que mi iglesia no creía en sanidad o en la
unción con aceite. Yo no tenía a nadie a quien llamar para oración, como
decía esta escritura.
Entonces el Señor me habló y me dijo, "Es la oración de fe la que sana a los
enfermos. Tú puedes hacer esa oración tú mismo como cualquier otro
podría hacerlo".
Yo era simplemente un bebé en Cristo. Sólo tenía 16 años de edad, y hacía
pocos meses que había sido salvo, ¡aún así el Señor me dijo que yo podía
hacer esa oración de fe! Inmediatamente mi pensar erróneo me derrotó.
Pensé: "Sí, podría; si fuera justo" (Yo me daba cuenta de todos mis errores
y sabía que no era justo, por lo menos según mi entendimiento de la
Palabra). Leyendo más adelante en el libro de Santiago, leí donde Elías es
puesto como ejemplo de un hombre justo orando: "Elías era un hombre
sujeto a pasiones como nosotros, y oró fervientemente para que no lloviese,
y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses" (Santiago 5:17).
Al estudiar acerca de Elías, determiné que él no era mi idea de hombre
justo. Cuando la mano del Señor estaba sobre él, podía correr más
rápidamente que el carro del rey. Pero cuando se dio cuenta que la reina
Jezabel lo quería matar, corrió y se escondió debajo de un árbol de enebro
y le rogó al Señor que lo dejara morirse. Entonces gimió al Señor: "Todos
han apostatado, menos yo. Yo soy el único que te está sirviendo, Señor".
Semejante inconsistencia no podía ser la marca de un hombre justo, yo
pensé, "¿Cómo pudo Santiago haberlo puesto como ejemplo de un hombre
justo orando? ¡Él no era más justo que yo!"
Entonces recordé que Santiago dijo que Elías era un "hombre sujeto a
pasiones como nosotros". Y no solamente estaba sujeto a estas pasiones,
sino que también se rindió a ellas. Aunque permitió que el desánimo
dominara sus acciones, fue llamado un hombre justo.

Un Mejor Pacto
Salmos 32:1-2 dice: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová
no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”.
Bajo el antiguo pacto, la sangre de animales inocentes cubría el pecado.
Dios no le atribuyó iniquidad a la gente aunque habían hecho maldad. Él lo
encubrió y lo perdonó y les imputó justicia. Ante El ellos eran justos. "Y veré
la sangre, y pasaré de vosotros..." (Éxodo 12:13). Si Dios hizo esto por sus
hijos bajo el pacto de le Ley, ¿cuánto más hará lo el por nosotros? Bajo la
gracia tenemos un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. La
sangre de Jesucristo no solamente cubre nuestros pecados, sino que nos
limpia "de toda maldad". "Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados
con su sangre" (Apocalipsis 1:5).
Cuando leí esta escritura vi que cuando nací de nuevo todos mis pecados
fueron perdonados y mi vida pasada dejó de ser. Vi que me había
convertido en nueva criatura en Cristo, y yo sabía que Él nunca hacía nuevas
criaturas no justas.
Inmediatamente el diablo estaba ahí diciéndome: "Eso no puede ser verdad,
pero, ¿y desde entonces? No hace mucho tiempo te enojaste mucho. Esa
ciertamente no es la manera de actuar de un hombre justo". Hizo que mirara
a lo natural de nuevo en vez de a la Palabra de Dios.
Entonces leí 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (Esta
escritura no fue escrita a pecadores, sino a creyentes). Esto significaba que
yo me había convertido en la justicia de Dios en Cristo cuando nací de
nuevo. Si había pecado desde entonces; y lo había hecho, sólo tenía que
confesar mis pecados y Él me perdonaba y limpiaba de toda maldad (Si
estoy limpio de maldad, entonces soy justo de nuevo).
Antes, cuando había leído Santiago 5:16: "La oración del justo puede
mucho" había pensado que si algún día me pudiera volver justo, entonces
sí tendría una vida de oración tremenda y vería respuestas prominentes a
mis oraciones. Ahora yo veía que mis oraciones obrarían resultado, porque
Dios me escucharía tan pronto como Él escucha a cualquier otro. En mi
Biblia al lado de esta escritura en Santiago 5:16 escribí estas palabras: "Yo
soy ese hombre justo". Esto no es jactarme de nada que yo haya hecho, es
jactarme de lo que soy en Cristo. Es alabar a Dios por lo que Él ha hecho
posible para nosotros en Cristo.
Esto significa que podemos estar en la presencia de Dios sin ningún
sentimiento de culpa, condenación o inferioridad. Esto quiere decir que el
problema de la oración está resuelto. Ya no necesitamos ir ante su
presencia con la lengua atada por la condenación o llenos de temor por la
ignorancia. Podemos entrar en su presencia en completa seguridad porque
hemos sido hechos justicia a través de la sangre de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.

Texto Para Memorizar: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El"
(2°Corintios 5:21).
Lección 19 – Siete Pasos Hacia La Clase Más
Elevada De Fe (Parte 4)

Textos Bíblicos: 1 Corintios 6:19-20; 2 Corintios 6:16; Hechos 8:14-15; 9:17;


19:1-2
Verdad Central: Dios mismo, en la persona del Espíritu Santo, habita en el
creyente.

Muy a menudo, aquellos que han sido llenos del Espíritu Santo piensan de
ellos mismos como que acaban de recibir una bendición maravillosa o algún
tipo de experiencia espiritual rica. Y dejan pasar la enseñanza de la Palabra
por completo. 1 Juan 4:4 dice: "Mayor es El que está en vosotros que el que
está en el mundo".
La plenitud del Espíritu Santo significa que Él; el Espíritu Santo, viene a
morar en nosotros. Jesús dijo: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, PARA QUE ESTE CON VOSOTROS PARA SIEMPRE" (Juan 14:16).
Por lo tanto, el séptimo; y extremadamente vital, paso en nuestra búsqueda
de la clase más elevada de fe, es darnos cuenta de que nuestro cuerpo es el
templo de Dios. ¡Dios mismo, en la persona del Espíritu Santo habita en
nosotros!

Paso 7 - La Realidad del Espíritu Morador


En los tiempos del Antiguo Testamento, el lugar donde Dios moraba en la
tierra era el tabernáculo o el templo. Pero después que Cristo murió en la
cruz, se levantó otra vez y regresó al cielo, enviando al Espíritu Santo sobre
los creyentes en el día de Pentecostés; Él no habita más en el Lugar
Santísimo hecho por hombres. Nuestros cuerpos se han vuelto Su templo.
1 Corintios 6:19-20 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestros espíritus, los cuales son de Dios”.
2 Corintios 6:16: “...Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como
Dios dijo, habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi
pueblo”.
En toda crisis de nuestra vida debemos instintivamente decir: "Soy más que
vencedor. Soy más que victorioso, porque el Creador habita en mí. El más
grande vive en mí. Él puede hacerme triunfar. Él me puede hacer un éxito.
No puedo fracasar". Esto no es jactancia en uno mismo. Es jactarse en El
que está en ti. Sin embargo, muy frecuentemente los creyentes llenos del
Espíritu Santo tiemblan ante las pruebas de la vida, y sin haber necesidad le
permiten al diablo que los derrote.
Andan de un lado a otro llorando en los hombros de otro, orando oraciones
débiles y sin poder, preguntándose por qué no les llega la victoria. Sin
embargo la ayuda estaba presente todo el tiempo; porque el Espíritu Santo
está dentro de ellos listo para ayudarles.
El Revestimiento de Poder en la Iglesia Primitiva
En la iglesia del Nuevo Testamento era una excepción y no una regla que
hubiera algún creyente que no hubiera recibido la plenitud del Espíritu
Santo con la señal sobrenatural de hablar en otras lenguas. Los apóstoles
reconocieron la necesidad del Espíritu de Dios morando en el interior, y
enfatizaron esto en sus enseñanzas a los nuevos convertidos.
Hechos 8:14-15 dice: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén
oyeron que Samaria había recibido la Palabra de Dios, enviaron allá a Pedro
y a Juan. Los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen
el Espíritu Santo”.
Hechos 9:17 dice: “Fue entonces Ananías y entró en la case y poniendo sobre
él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el
camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la viste y seas
lleno del Espíritu Santo”.
Hechos 19:1-2 dice: “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en
Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y
hablando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando
creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”.
Ciertamente la iglesia de hoy no tiene menor necesidad de este
revestimiento de poder.
El apóstol Pablo dijo: "No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu
de Dios mora en vosotros?" (1 Corintios 3:16). La Versión Amplificada de
este versículo dice: "¿No disciernen y entienden que ustedes (toda la iglesia
en Corinto) son templo de Dios (Su Santuario), y que el Espíritu de Dios tiene
habitación permanente en ustedes, para estar en Su hogar en ustedes
(colectivamente como una iglesia, y también individualmente)?". Somos el
templo de Dios. Dios habita en nosotros, no sólo como un cuerpo, sino
como individuos.
Observa la expresión: "estar en Su hogar en ti". Dios está realmente
haciendo Su hogar en nuestros cuerpos. Ya no habita más en un lugar
Santísimo hecho por hombre, como en los tiempos del Antiguo Testamento.
Entonces era requerido que cada varón se presentara, por lo menos una vez
al año en Jerusalén ante Dios. Los varones tenían que viajar a Jerusalén, ya
que la presencia de Dios estaba solamente en el Lugar Santísimo. Nadie se
atrevía a acercarse a la presencia Santa excepto el Sumo Sacerdote, y él
solamente con gran precaución. Cualquier otro que se metiera al Lugar
Santo caía muerto instantáneamente.
Pero ahora todo esto ha pasado y podemos "acercamos confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro" (Hebreos 4:16).
Poco antes de que Jesús muriera dijo: "Consumado es". Él no se estaba
refiriendo al plan de redención, porque aún no estaba terminado cuando El
murió. Él tuvo que levantarse de los muertos y ascender al Lugar Santísimo
en los Cielos con su propia sangre como sacrificio para obtener nuestra
redención. Después tuvo que ascender hasta lo Alto para sentarse a la
diestra del Padre y empezar Su intermediaria intercesión, para ser el
mediador entre Dios y los hombres. Hasta entonces el Nuevo Pacto no
había entrado en vigor. Cuando Jesús dijo en la cruz, "Consumado es", se
estaba refiriendo a la terminación del Antiguo Pacto.
Cuando esto sucedió, el velo o cortina que separaba al Lugar Santísimo fue
rasgado en dos desde arriba abajo.
Los historiadores judíos nos dicen que esta cortina tenía 40 pies de anchura,
20 pies de altura y 4 pulgadas de grosor. ¡Imagínate que difícil sería para un
hombre rasgar en dos algo de estas dimensiones! Pero nota que las
escrituras no dicen que la cortina fue rasgada de abajo para arriba. Sino
"...el velo del templo se rasgó en dos, DE ARRIBA ABAJO..." (Mateo 27:51).
Esto significó que fue Dios y no el hombre quien rasgó la cortina, la barrera
que separaba al hombre de Dios.
La presencia de Dios se fue del Lugar Santísimo hecho por hombre y nunca
más habitó allí. Ahora Su presencia divina habita en nosotros.
El ser lleno del Espíritu Santo es mucho más que solamente una experiencia
estremecedora. ¡El Espíritu Santo, la divina personalidad, realmente viene
a vivir en ti! “Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios
dijo, HABITARE Y ANDARE ENTRE ELLOS, y seré su Dios. Y ellos serán mi
pueblo" (2 Corintios 6:16). Pero ¿cuántos de nosotros nos damos cuenta
completa de esta maravillosa verdad? ¿Cuántos de nosotros reconocemos
el hecho de que en nosotros, listo para nuestro uso, está todo el poder que
necesitaremos para triunfar en la vida?
Si comenzamos a creer lo que la Biblia dice, a confesar lo que la Palabra de
Dios dice, entonces el Espíritu Santo se levantará dentro de nosotros y dará
iluminación a nuestras mentes. El dará dirección a nuestros espíritus, salud
a nuestros cuerpos y ayuda en cada aspecto de la vida. Podemos estar
conscientes de Su presencia moradora a cada momento.
Veamos otra vez la traducción Amplificada de 1 Corintios 3:16, "...El Espíritu
de Dios tiene su residencia permanente en ti, para estar en Su hogar en ti".
Muy pocos de nosotros estamos conscientes de que Dios vive en nuestros
cuerpos, porque no podemos estar conscientes de que Él vive en nosotros
y ¡todavía hablar como lo hacemos! Por ejemplo, cuando se nos pide hacer
alguna cosa difícil, que prontos somos para decir: "No, no puedo hacer eso".
¿Por qué hacemos esto? Es porque estamos confiando en nosotros mismos
para hacerlo y sabemos que no tenemos la habilidad. Pero si sabemos que
Él está en nosotros, sabemos que Él tiene la habilidad. Entonces cambiamos
el "no puedo" por "yo puedo", porque estamos confiando en Él. Decimos
"yo puedo, porque Él está en mí. “Mayor es el que está en mí que el que está
en el mundo". No importa qué imposibilidades estemos afrontando,
podemos decir: "Él me hará ser un éxito, porque mora en mí".
Esta clase de creencia, esta manera de hablar es hablar con fe, y lo pondrá
a Él a obrar a tu favor.
Algunos tienen un concepto erróneo del papel del Espíritu Santo en su vida.
Piensan que El entrará, tomará posesión y se ocupará de todo. Esperan que
se convierta en algo así como un gran jefe, sin que ellos tengan que hacer
nada. Sin embargo, el Espíritu Santo es un caballero. Él nos guiará y nos
dirigirá, pero nunca nos obligará o controlará nuestra vida. Los demonios y
los espíritus malignos controlarán a aquellos en quienes entren,
forzándolos a hacer cosas que ellos no quieren hacer. Pero el Espíritu Santo
gentilmente nos dirige y nos guía. Él no hará nada hasta que nosotros lo
pongamos a trabajar para nosotros, porque ha sido enviado para ser
nuestro ayudador. Él no es enviado para hacer el trabajo, pero para
ayudarnos a hacerlo: "...Porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré, de
manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no
temeré lo que me pueda hacer el hombre" (Hebreos 13:5-6).
La Versión Amplificada de Efesios 3:16-17 dice: "Que él te dé de los ricos
tesoros de Su gloria, que seas esforzado y reforzado con superpoder en el
hombre interior por el Espíritu Mismo morando en lo más profundo de tu
ser y personalidad. Pueda Cristo a través de tu fe realmente morar,
establecerse, habitar y hacer hogar en vuestros corazones. Puedas tú ser
enraizado profundamente en el amor, y cimentado muy seguro sobre el
amor". En este pasaje de escritura Pablo estaba escribiéndoles a aquellos
que ya habían nacido de nuevo y eran llenos del Espíritu Santo. ¿Cómo
habita Dios en nuestros corazones? A través de nuestra fe. Cristo quiere
morar en nuestros corazones, reinar como Rey en el trono de nuestros
corazones. Pero muy pocos le hemos permitido que lo haga.
La gente espera que Dios haga algo independientemente de ellos, cantan
"Pasa por aquí, Señor, pasa por aquí" (Pensamos que si tan solo pudiéramos
hacerlo pasar por aquí, quizás haría algo por nosotros). Luego cantamos,
"alarga tus brazos y toca al Señor cuando pase". Pero esto es todo un
conocimiento de los sentidos. Está todo fuera, es todo físico. Alguien puede
discutir: "Pero en la Biblia, la mujer con el flujo de sangre, ¿no alargó ella
los brazos y tocó al Señor?" Sí, pero eso fue cuando Él estaba aquí en la
tierra con forma física. Ahora Él no está con nosotros, está en nosotros. No
tenemos que alargar nuestros brazos y tocarlo, Él está siempre en nosotros.
Pero esto no te servirá de nada a menos que lo sepas y lo creas, porque el
Espíritu Santo no se levantará y tomará control. Cuando sabemos que Él
está ahí dentro y actuamos sobre la Palabra de Dios inteligentemente,
entonces El obrará a través de ti.
Podemos decir: "Mayor es El que está en mí que el que está en el mundo. El
más grande está en mí. Estoy dependiendo en Él. Me hará triunfar, me hará
tener éxito, porque Él está en mí. El Maestro de la creación está haciendo
Su hogar en mi cuerpo".

Texto Para Memorizar: "...Mayor es El que está en mí que el que está en el


mundo" (1 Juan 4:4).
Lección 20 – Seis Enemigos De La Fe

Textos Bíblicos: 2 Corintios 5:17,21; Juan 16:23-24; Romanos 10:10; Marcos


11:23-24
Verdad Central: Cuando nosotros "peleamos la buena batalla de la fe",
podemos salir del angosto lugar del fracaso y entrar al infinito poder de
Dios.

Nuestra lección hoy trata con "la buena batalla de la fe", como menciona
1°Timoteo 6:12. Yo algunas veces he oído a algunos decir que van a pelear
contra el diablo. Yo no sé por qué, porque en primer lugar no podrían. En
segundo lugar, Jesús ya ha derrotado al diablo a nuestro favor. Jesús fue
nuestro sustituto. También he oído a algunas personas decir que van a
pelear contra el pecado. Yo no voy a pelear contra el pecado, voy a predicar
la cura para el pecado. Jesús es la cura.
La única batalla que el creyente está llamado a pelear es la "buena batalla
de la fe". Y si hay una pelea, entonces debe haber enemigos o estorbos para
la fe. Si no hubiera enemigos de la fe, no habría pelea. En esta lección
trataremos con seis enemigos de la fe.

Enemigo No. 1 – Falta De Entender Lo Que Significa Ser


una Nueva Criatura En Cristo.
2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
La falta de entendimiento de lo que significa ser una nueva criatura
obstaculiza nuestra vida de fe. Mucha gente no se da cuenta que ellos son
realmente nuevas criaturas; piensan que cuando fueron salvos, Dios
solamente los perdonó de sus pecados. Les sería de poco provecho si esto
fuera todo lo que el pecador recibiera, porque es un hijo del diablo y todavía
iría al infierno. Él tiene que nacer de nuevo. Él tiene que convertirse en una
nueva criatura dejando todos sus viejos caminos pecaminosos. No,
nosotros no sólo somos pecadores perdonados. No somos meros miembros
de iglesia viviendo con las justas. No estamos viviendo al final de la cuadra
en la calle "Luchando para llegar al Cielo", contiguo al callejón "queja". ¡Eso
no es para nosotros! Somos nuevas criaturas, creadas por Dios en Cristo
Jesús con la misma vida y naturaleza de Dios en nuestros espíritus. Somos
los niños de Dios, hijos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo
Jesús.
Enemigo No. 2 – Falta De Entender Nuestro Lugar En Cristo
Dondequiera que voy sugiero que los cristianos vayan a través del Nuevo
Testamento, particularmente las epístolas, y escriban las frases "en Cristo",
“en quien", y "en El". El escribirlas ayudará a recordarlas. Hay
aproximadamente 140 de estas expresiones en el Nuevo Testamento. Si
lees y meditas en estas escrituras hasta que se vuelvan una parte de ti, la
vida se te hará diferente. A medida que leas estos versículos, dite a ti
mismo: "Esto es lo que soy. Esto es lo que tengo en Cristo Jesús".
En una iglesia que yo visité había una mujer a quien el pastor describió
como una de las trabajadoras cristianas más sobresalientes que había
conocido. Ella se había graduado en un seminario de líderes con un grado
en educación cristiana, y prestaba sus servicios a la iglesia gratuitamente.
Durante nuestro avivamiento en ese lugar, yo urgí a la gente para que
comenzaran a memorizar y a reclamar estos versículos. Después de un
tiempo esta mujer se me acercó y me dijo que había estado confesando
veinticinco de estas escrituras, y que se había convertido en una persona
completamente diferente. Se dio cuenta de que ya no se preocupaba más.
Ella me dijo que pensaba y actuaba de diferente manera. Se sentía
diferente. Estaba sorprendida de ella misma. Yo le dije que estaba
comenzando ahora a andar en la luz de lo que siempre había tenido: Ella,
como muchos cristianos, no había llegado a comprender lo que Cristo era
en su vida. Esto obstaculizaba su fe. El recibir ese entendimiento la curó de
su hábito de la preocupación.

Enemigo No. 3 - Falta De Entender La Justicia


2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuéramos hechos la justicia de Dios en El”.
La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7). Por lo tanto por
el nuevo nacimiento nos volvemos una nueva criatura justa.
Sabemos que Dios no hizo ninguna nueva criatura injusta. Somos creados
por Dios en Cristo Jesús. Él hizo una nueva criatura justa. Somos hijos e hijas
de Dios como si nunca hubiéramos pecado. Podemos estar en Su presencia
sin conciencia de pecado, sin ningún sentimiento de culpa o vergüenza. No
tenemos que estar paralizados por el temor. Podemos venir a la presencia
de Dios porque ahí pertenecemos. Cuando nacimos de nuevo, nuestros
pecados fueron perdonados porque nuestra vida pasada dejó de existir.
Dios dijo que no recordaría nuestras transgresiones (Jeremías 31:34). Y si Él
no las recuerda, ¿por qué debemos hacerlo nosotros?
Algunos pueden preguntar: "Pero yo he cometido pecados desde que me
hice cristiano, ¿cómo puedo ser justo?" La respuesta a esta pregunta se
encuentra en 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". Cuando el
creyente que ha pecado confiesa su pecado y pide perdón, el Señor hace
dos cosas: Primero, lo perdona. Segundo, lo limpia de toda maldad.
Cuando hemos pecado nos sentimos culpables y tenemos una sensación de
injusticia. Nos sentimos indignos de venir a la presencia del Señor. Pero
cuando confesamos nuestro pecado. El perdona y también limpia. Ganamos
de nuevo nuestra posición correcta con Él.
La palabra "injusticia" es la palabra "justicia" con el prefijo "in" por delante,
significando "no" o "no-justicia". Si somos limpios de "no-justicia", entonces
somos justos otra vez.

Enemigo No. 4 – Falta De Entender Nuestro Derecho A


Usar El Nombre De Jesús
Juan 16:23-24 dice: "...Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo
dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis para
que vuestro gozo sea cumplido”.
Cuando nos damos cuenta del poder del nombre de Jesús, cuando
entendemos lo que ese nombre hará, entonces podemos derrotar a Satanás
y disfrutar la victoria.
En el capítulo 16 de Marcos, Jesús les dijo a sus discípulos, "Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado será salvo, más el que no creyere, será condenado. Y estas señales
seguirán a los que creen..." (Marcos 16:15-17). A aquellos que creen este
evangelio, estas señales les seguirán; no solamente a la iglesia primitiva, no
solamente a los apóstoles, no solamente a los predicadores. Todos los
creyentes pueden echar fuera demonios en Su nombre. Todo cristiano tiene
autoridad sobre los demonios y espíritus malignos en el nombre de Jesús.
En Su nombre ellos hablarán con nuevas lenguas. En Su nombre impondrán
las manos sobre los enfermos y sanarán.
¡El nombre de Jesús tiene autoridad y poder hoy, y ese nombre nos
pertenece!

Enemigo No. 5 – Falta De Actuar Sobre La Palabra


Si sabemos que la Palabra de Dios es verdad, y actuamos como que es
verdad, entonces se convierte en una realidad en nuestras vidas. La Biblia
dice: "Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio
entendimiento" (Proverbios 3:5). Todo lo que es necesario que sepamos es
"¿Qué dice la Palabra de Dios?".
La gente con frecuencia me pregunta por qué no reciben sanidad. Ellos citan
escrituras como "...El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias" (Mateo 8:17), y "Quien llevó El mismo nuestros pecados en su
cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia y por cuya herida fuisteis sanados" (1°Pedro 2:24). Ellos
me dicen que creen estas escrituras. Entonces les pregunto: "Pero, ¿han
actuado ustedes como que estos versículos son verdad?"
A la edad de 46 años, al Doctor A.B. Simpson, un ministro Presbiteriano que
más tarde fundó la Alianza Misionera Cristiana, le dijeron que estaba
muriendo de una condición del corazón y que solamente tenía seis meses
de vida. Tomó vacaciones y se fue a su granja para poder tener tiempo para
estudiar la Palabra de Dios sobre el tema de la sanidad divina, un tema que
había adquirido su interés. El escribió en el libro titulado El Evangelio de la
Sanidad: "...durante aquel verano oí a varias personas dando testimonio de
su sanidad por el simple hecho de confiar en la Palabra de Cristo, tal y como
lo hicieron para recibir su salvación. Esto me llevó a estudiar la Biblia.
Determiné que debía resolver este asunto una vez por todas.
"Me alegro de no haber acudido a ningún hombre", continuó. "A Sus pies,
solamente, con la Biblia abierta, y con nadie para ayudarme o guiarme, me
convencí de que esta era parte del Glorioso Evangelio de Cristo para un
mundo pecador y sufriente, y que era parte de Su Compra en la Bendita Cruz,
para todo aquel que creyere y recibiese Su Palabra”.
Simpson le prometió solemnemente a Dios que aceptaba la sanidad sin
ninguna cuestión, que recibía a Jesús como su Sanador; y que predicaría y
ministraría la sanidad en cualquier forma que Dios se lo pidiera.
Dos días después, Simpson fue invitado a predicar en una reunión en New
Hampshire. Todo lo que le vino a la mente para hablar fueron las palabras
"Él mismo" en Mateo 8:17. Así que El abrió su Biblia, leyó el versículo y les
dijo a la audiencia que quería enfocar su atención a esas palabras. Entonces
dio su testimonio acerca de cómo había estado escudriñando la Biblia y
había llegado a la conclusión de que Jesús todavía sana hoy.
El día siguiente fue invitado a ir a escalar montañas. Su primera reacción fue
que no podía ir por la condición de su corazón. Entonces recordó que había
declarado su sanidad, así que aceptó la invitación. Hasta ese punto él no
había sentido realmente su sanidad sino que solamente la había declarado.
Luchó todo el camino montaña arriba. Cada vez que quitaba su mente de la
escritura comenzaba a sentir dolor, y miedo. Pero a medida que venció
estos sentimientos y reclamaba su sanidad, los síntomas se iban. El peleó
esa batalla todo el camino hasta llegar a la cima de la montaña, pero salió
victorioso. Prosiguió llevando una vida energética y activa en el servicio de
Dios sin ningún tipo de síntomas. "Yo necesitaba tomar ese paso y reclamar
mi victoria", concluyó diciendo.
La fe real es hija del conocimiento de la Palabra de Dios. Simpson actuó en
la Palabra y obtuvo fe real de ella. En vez de tratar de creer, él actuó sobre
la Palabra.

Enemigo No. 6 – Falta de Asirnos Bien De Nuestra


Confesión De Fe
Romanos 10:10 dice: “Porque con el corazón se cree para justicia; pero con
la boca se confiesa para salvación”.
Marcos 11:23-24 dice: “Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere
a este monte, quítate y échate en el mar; y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os
digo, todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
Un joven ministro en San Luis, una vez me dijo, "Tengo treinta y dos años.
Los doctores han dicho que es imposible que mi esposa tenga hijos.
¿Hablarás y orarás con nosotros?" A medida que hablábamos y orábamos
juntos, su esposa dijo que ella confesaría que tendrían un hijo. En el pasado
había dicho que a ella le gustaría tener un niño. Ahora diría que ellos
tendrían un hijo. Doce meses más tarde recibí una carta diciendo que tenían
una bebé robusta. Todo lo que ellos necesitaban hacer era actuar sobre la
Palabra. La fe es medida por nuestra confesión. Nuestra utilidad para el
Señor es medida por nuestra confesión. Eventualmente nos convertimos en
lo que confesamos para bien o para mal. Hay una confesión de nuestro
corazón y una confesión de nuestros labios, y cuando estas dos armonizan,
nos volvemos poderosos en nuestra vida de oración. La razón por la que
muchos cristianos son derrotados es porque hacen una confesión negativa.
Siempre están hablando de sus debilidades y fracasos, e invariablemente se
hunden al nivel de su confesión.
Hay una ley en las escrituras que yo descubrí de los labios de Jesús en
Marcos 11:23-24, la cual fue citada anteriormente. Esta es la ley que dice
que nuestras confesiones nos gobiernan. Somos lo que decimos. La mujer
con el flujo de sangre, cuya historia encontramos en Marcos 5:25-34 dijo:
"Si tocare solamente su manto, seré salva". Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha
hecho salva; ve en paz y queda sana de tu azote". Lo que ella dijo era su fe
hablando; y así sucedió.
Cuando nosotros peleemos "la buena batalla de la fe", como el apóstol
Pablo nos exhorta, podemos salir del angosto lugar del fracaso y la debilidad
en el que vivimos y entrar al infinito poder de Dios.

Texto Para Memorizar: "Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la


vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena
profesión delante de muchos testigos" (1 Timoteo 6:12).
Lección 21 – La Clase De Fe De Dios

Textos Bíblicos: Marcos 11:12-14,20-24; Romanos 10:13-14,17.


Verdad Central: La clase de fe que habló trayendo al universo a la existencia
es repartida a nuestros corazones.

Hay dos cosas que se deben notar acerca de la clase de fe de Dios. Primero,
el hombre cree en su corazón. Segundo, él cree con sus palabras. No es
suficiente el creer con el corazón. Para conseguir que Dios obre para ti,
tienes que creer con tus palabras también. Jesús dijo: "Cualquiera que
dijere...y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice;
lo que diga le será hecho" (Marcos 11:23). Esta es la inalterable ley de la fe.
Marcos 11:12-14,20-24 dice: “Al día siguiente cuando salieron de Betania,
tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal
vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues
no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera; nunca jamás coma
nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos... Y pasando por la mañana,
vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro,
acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis y os vendrá”.
Vamos a enfocar nuestra atención en la afirmación, "Tened fe en Dios", o
como dice al margen, "tened la fe de Dios". Los eruditos del griego nos dicen
que esto debería traducirse: "Tened la clase de fe de Dios". Jesús demostró
que tenía la clase de fe de Dios. De lejos, Jesús vio que la higuera tenía hojas.
Pero cuando se acercó, buscando fruto, vio que era estéril. Algunos
preguntan por qué buscó Jesús higos en este árbol cuando no era tiempo
para que tuviera fruto. Sin embargo, en aquel lugar, los árboles que
retenían sus hojas generalmente también tenían fruto.
Al no encontrar fruto en el árbol, Jesús dijo: "Nunca jamás coma nadie fruto
de ti".
Al día siguiente, cuando Jesús y Sus discípulos pasaron otra vez por ahí
encontraron el árbol seco desde las raíces. Sorprendido Pedro dijo:
"Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.” Fue entonces
cuando Jesús hizo la afirmación, "Tened fe (tened la fe de Dios, o la clase de
fe de Dios). Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere a este monte:
quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (vs. 22-23).
Después de decirles a sus discípulos que tuvieran la clase de fe de Dios,
Jesús prosiguió explicando en el versículo 23, lo que eso significaba: la clase
de fe de Dios es la clase de fe en la cual un hombre cree con su corazón y
dice con su boca lo que cree en su corazón, y sucede.
Jesús mostró que tenía esa clase de fe, porque creyó que lo que dijo
sucedería. Él dijo a la higuera: "Nunca jamás coma nadie fruto de ti". Esta
es la clase de fe que habló al mundo a existir. “Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía" (Hebreos 11:3). ¿Cómo lo hizo? Dios creyó
que lo que dijo sucedería. Él habló la Palabra y se hizo la tierra. Él habló al
reino vegetal para que exista. Habló al reino animal para que exista. Habló
para que existan los cielos así como también la tierra, la luna, el sol, las
estrellas y el universo. Él lo dijo y fue así. Esa es la clase de fe de Dios. El
creyó que lo que dijo sucedería y sucedió.

La Medida De Fe.
Jesús demostró la clase de fe de Dios a sus discípulos, y entonces les dijo
que ellos también tenían esa clase de fe; la fe que un hombre cree con su
corazón, dice con su boca lo que cree, y sucede. Alguien puede decir: "Yo
quiero esa clase de fe. Voy a orar para que Dios me la dé". Sin embargo, no
necesitas orar por eso; tú ya la tienes. "Digo, pues, por la gracia que me es
dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto
de sí mismo que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (Romanos 12:3).
Nota que Pablo escribió esto a creyentes, porque él dice: "A cada cual que
está entre vosotros". La epístola a los Romanos no fue escrita a los
pecadores en el mundo, es una carta para los cristianos. Él dirige esta carta
"A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos”
(Romanos 1:7). Y en ella les dice que Dios ha dado a "cada uno la medida
de fe". Pablo también dijo: "Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efesios 2:8). Pablo está
diciendo aquí que esta fe no es tuya. Él no se estaba refiriendo a la gracia,
porque todos saben que la gracia es de Dios. Él está diciendo que la fe por
la cual somos salvos no es nuestra. No es una fe humana natural. Fue dada
por Dios a los pecadores. Y ¿cómo le dio Dios fe a los pecadores para ser
salvos? Romanos 10:17 dice: "Así que la fe viene por el oír, y el oír por la
Palabra de Dios". En estos versículos Pablo ha dicho que la fe: (1) es dada,
(2) es repartida, y (3) viene.

Creer y Decir – La Clave Para La Fe.


Nota otra vez las palabras de Romanos 10:8: "Mas ¿qué dice? Cerca de ti
está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos". ¿Cómo se compara esto con las palabras de Jesús en Marcos
11:23? Los escritos de Pablo a los Romanos concuerdan exactamente con
lo que Jesús les dijo a sus discípulos cuando dijo: "Cualquiera que diga...y
no dudare en su corazón, sino creyere...lo que diga le será hecho". Vemos
aquí el principio básico inherente a la clase de fe de Dios: el creer con el
corazón y decirlo con la boca. Jesús lo creyó y lo dijo. Dios lo creyó y lo dijo,
creando la tierra en existencia a través de palabras.
Los versículos 9 y 10 de este mismo capítulo 10 de Romanos dice: "Que si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación". Una medida de
fe es repartida al pecador por el oír de la Palabra. Entonces él la usa para
crear la realidad de la salvación en su propia vida.
Cuando se les pregunta a los cristianos: "¿Cuándo fuiste salvo?", con
frecuencia, contestan algo así: "Alrededor de las nueve de la noche del 10
de Julio". Están equivocados, sin embargo, porque Dios los salvó hace cerca
de 2,000 años. Sólo se volvió una realidad cuando ellos lo creyeron y lo
confesaron. La salvación le pertenece a todos. Todo hombre y mujer en este
mundo tiene derecho legal a la salvación. Jesús murió por todo el mundo,
no solo por ti y por mí. Cuando la verdad es predicada al pecador, esto causa
que la fe venga. Cuando él cree y confiesa, él crea la realidad de ello en su
propia vida a través de su fe.
Romanos 10:13-14,17 dice: “Porque todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”.
Así como la fe viene por el oír la Palabra de Dios, es también con todo lo
que recibimos de Dios. La clase de fe de Dios viene por el oír la Palabra de
Dios. En otras palabras, Dios hace que la clase de fe de Dios venga a los
corazones de aquellos que la oyen. Con razón Jesús dijo: "Mirad pues, como
oís" (Lucas 8:18). No puedes dejarlo entrar por un oído y salir por el otro,
porque eso no haría ningún bien. La fe no vendrá así. Si actúas como si la
Palabra de Dios fuera una leyenda, la fe no va a venir así. Pero cuando la
aceptas reverentemente, cuando actúas sobre ella, la fe viene.
Pablo escribió a la iglesia de Corinto: "Pero teniendo el mismo espíritu de fe,
conforme a lo que está escrito. Creí por lo tanto hablé, nosotros también
creemos, por lo cual también hablamos" (2 Corintios 4:13).
Pablo dijo que tenemos el mismo espíritu de fe. Y lo que le perteneció a la
iglesia de Corinto, le pertenece a la iglesia de hoy. En ninguna ocasión Pablo
o alguno de los apóstoles escribieron para animar a la gente a creer; nunca
les dijeron que tuvieran fe. Nuestra necesidad de animar a los creyentes a
creer o a tener fe es resultado directo de que la Palabra de Dios ha perdido
su realidad en nosotros. ¡Somos creyentes! Cuando nuestros hijos están
lejos, no tenemos que decirles: "Acuérdense de continuar respirando". Ellos
seguirán respirando mientras estén vivos. Tampoco tenemos que animar a
los creyentes a creer porque esto es lo que son; creyentes. ¿Cuántos de
nosotros nos damos cuenta de que nuestras palabras nos dominan? "Te has
enlazado con las palabras de tu boca..." (Proverbios 6:2). Otra versión dice:
"Vosotros habéis sido tomados cautivos con las palabras de vuestra boca".
Un joven una vez me dijo que nunca fue vencido hasta que confesó que lo
era. Un ministro bautista lo puso de esta manera: "Dijiste que no tenías fe y
la duda se levantó como un gigante y te ató. Eres aprisionado con tus
propias palabras. Tú hablas fracaso y el fracaso te mantiene en cautiverio".
La derrota y el fracaso no le pertenecen al hijo de Dios. ¡Dios nunca hizo un
fracaso! Dios nos hizo nuevas criaturas. No somos nacidos de la voluntad
de la carne o del hombre, sino de la voluntad de Dios. Somos creados en
Cristo Jesús. Los fracasos son hechos por el hombre. Son hechos por el creer
erróneo y el pensar erróneo. 1 Juan 4:4 dice: "Mayor es El que está en ti,
que el que está en el mundo". Aprende a confiar en el que es Mayor que
está en ti. Él es más poderoso que cualquiera en el mundo.
¡Dios creó el universo con palabras! Las palabras llenas de fe son las cosas
más poderosas del mundo.
La clave para la clase de fe de Dios es creer con el corazón y confesar con la
boca.
Nuestros labios pueden hacernos millonarios o mantenernos pobres.
Nuestros labios nos pueden hacernos vencedores o mantenernos cautivos.
Podemos llenar nuestras palabras con fe o podemos llenar nuestras
palabras con duda.
Podemos llenar nuestras palabras con amor que derretirá el corazón más
frío, o podemos llenar nuestras palabras con odio y veneno.
Podemos llenar nuestras palabras con amor que ayudará al desanimado y
al de corazón quebrantado, con fe que conmoverá el cielo.
Podemos hacer nuestras palabras respirar la misma atmósfera del cielo.
Nuestra fe nunca se levantará por encima de las palabras de nuestros
labios. Jesús dijo a la mujer con el flujo de sangre que su fe la había hecho
salva.
Pueden venir pensamientos y persistir en quedarse. Pero si rehusamos
poner esos pensamientos en palabras, ¡se mueren sin haber nacido!
Cultiva el hábito de pensar en cosas grandes. Aprende a usar palabras que
reaccionarán sobre tu propio espíritu.
Las confesiones de fe crean realidades. La realización sigue a la confesión.
La confesión precede a la posesión.

Texto Para Memorizar: "Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu


boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos" (Romanos
10:8).
Lección 22 – Acciones Que Corresponden
Con La Fe

Textos Bíblicos: Santiago 2:14-22; Mateo 7:24-27.


Verdad Central: Las acciones de un hacedor de la Palabra coinciden con su
confesión.

Uno de los errores más grandes que muchos creyentes cometen es confesar
su fe en la Palabra de Dios y al mismo tiempo contradecir su confesión con
acciones incorrectas.
Decimos que estamos confiando en que Dios provee para nuestras
necesidades financieras, pero al mismo tiempo nos estamos preocupando
de cómo vamos a pagar nuestras cuentas. En un momento confesamos que
la Palabra de Dios es verdadera, y el minuto siguiente repudiamos todo lo
que dijimos con acciones incorrectas. Nuestras acciones tienen que
corresponder con nuestro creer, si hemos de recibir de Dios.

La Fe Hecha Perfecta
Santiago 2:14-22 dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprovecha si alguno dice
que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una
hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada
día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les
dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así
también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú
tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré
mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los
demonios creen y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin
obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre,
cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó
juntamente con sus obras y que la fe se perfeccionó por las obras?”.
La traducción de Weymouth de los versículos 14 y 22 dice: "Hermanos míos,
¿de qué aprovechará si un hombre profesa tener fe y, sin embargo, sus
acciones no corresponden?...Notas que su fe estaba cooperando con sus
acciones, y por sus acciones su fe fue perfeccionada".
Algunos han pensado que el libro de Santiago fue escrito acerca de la
salvación y dirigido al no creyente. Sin embargo, Santiago no estaba
escribiendo a los que no eran salvos, sino a los creyentes, él dijo: "¿De qué
aprovechará, HERMANOS MIOS...". Él estaba escribiendo a sus hermanos y
hermanas en Cristo, señalando que la fe sin las correspondientes acciones
no funcionará para ellos, aunque sean creyentes.
Santiago también dijo: "Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Santiago 1:22). Otra
traducción dice: "...burlándoos a vosotros mismos".
Hay muchos que se engañan a sí mismos y le achacan sus problemas al
diablo o a algunos individuos, cuando realmente ellos se engañan a sí
mismos. Esto es porque ellos no son hacedores de la Palabra.
¡Las acciones de un hacedor de la Palabra coinciden con su confesión!

Las Tormentas De La Vida


Mateo 7:24-27: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra
aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero
cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un
hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplan vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y
cayó, y fue grande su ruina”.
Las tormentas de la vida nos vienen a todos. Pueden ser tormentas de
enfermedad, dificultad financiera, problemas familiares, o cualquier otra
prueba. No son las tormentas de la vida las que nos derrotan, sin embargo.
Si las tormentas fueran las que nos derrotaran, derrotarían a todo el
mundo. No, es nuestra reacción a las tormentas lo que nos derrota.
Los vientos soplan y las inundaciones llegan pero aquel que es un hacedor
de la Palabra se aferrará a su confesión de fe, porque él sabe que Dios no
puede fallar. Si la enfermedad viene, se mantiene firme y rehúsa aceptarla.
Otros pueden ser derrotados con la misma prueba.
Aquellos que no son derrotados por las tormentas de la vida actúan según
la Palabra de Dios. Aquellos que son derrotados, pueden ser
verdaderamente salvos, pero sus acciones no corresponden con su fe.
El mismo viento y la misma tormenta vinieron contra las dos casas de
nuestro texto. La razón por la cual una fue destruida y la otra no, es que el
hombre sabio fue hacedor de la Palabra, y el insensato no.
Muchos profesan a Cristo y declaran que creen en la Biblia desde Génesis
hasta Apocalipsis, pero no son hacedores de la Palabra. Son habladores de
la Palabra. Eso es diferente.
Los "habladores" han asentido mentalmente simplemente que la Palabra
de Dios es verdad, pero no les hace ningún bien, porque no la están
haciendo suya. No están reclamando sus promesas.

Confiar en Dios es Confiar en Su Palabra


La manera de hacer la Palabra de Dios tuya es actuando sobre ella. Haz lo
que ella dice. "Confía en el Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu
propio entendimiento" (Proverbios 3:5).
No puedes confiar en el Señor sin confiar en Su Palabra. Dios y Su Palabra
son uno, así como tú y tu palabra son uno. Si tu palabra no puede confiarse,
entonces tú tampoco. Si la Palabra de Dios no sirve, El tampoco. Pero Su
Palabra es de confiar. El vigila sobre Su Palabra. “Entonces me dijo el Señor:
Bien has visto; porque yo apresuro mi Palabra para ponerla por obra"
(Jeremías 1:12). Otra versión lee: "Yo vigilo sobre mi Palabra para ponerla
por obra".
Si no tomas la Palabra y la haces tuya, Él no tiene nada para poder usar para
traer bien a tu vida. Él quiere que tengas lo que Su Palabra promete. Pero
si no actúas sobre Su Palabra, entonces Él no tiene nada con lo que trabajar
para traer bien a tu vida.
Cuando confío en la Palabra con todo mi corazón y dejo de apoyarme en
razonamientos humanos y dejo de mirar a la gente para recibir liberación,
entonces tengo acciones que corresponden con mi fe. Mis acciones están
en completa comunión con mi confesión de fe.
A algunos de nosotros nos ha costado mucho tiempo aprender esto; y a
otros les costará más tiempo porque han estado caminando en el camino
equivocado. Sus mentes están tan estancadas con razonamientos humanos
que les costará algún tiempo renovar sus mentes con la Palabra de Dios
hasta que tengan acciones que correspondan con su confesión de fe.
Hasta que haya acciones correspondientes, habrá continuo fracaso en la
vida. Yo puedo confesar y decir que Dios es la fortaleza de mi vida, pero si
al mismo tiempo continúo hablando acerca de mi debilidad y falta de fe,
seré derrotado porque no hay acción correspondiente. El acudir a métodos
humanos en vez de confiar en el Señor, trae confusión a mi espíritu. Trae
debilidad y derrota a mi vida. Solamente hay una cosa que podemos hacer:
Volver a la Palabra de Dios y actuar sobre ella.
Nuestro peor enemigo es la carne. La carne y el razonamiento humano
natural nos limitarán a nuestra propia habilidad. Vemos las circunstancias,
los problemas, las pruebas y tormentas y decimos que no podemos. El
lenguaje de la duda, la carne y los sentidos es: "No puedo, no tengo la
habilidad, la oportunidad o la fortaleza. Estoy limitado". Pero el lenguaje de
la fe dice: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Pablo no dijo que podía hacerlo todo porque era un apóstol y tenía poder
especial o gracia. Él dijo: "Todo lo puedo en Cristo..." y nosotros tenemos el
mismo acceso a Cristo, Pablo dijo: "Por lo tanto, si alguno está en Cristo
nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas" (2 Corintios 5:17). Tú eres una nueva criatura en Cristo también.
Cristo no le pertenece más a Pablo de lo que te pertenece a ti.
El lenguaje de la fe dice: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Nuestro
Padre me fortalece. No puedo ser conquistado y no puedo ser derrotado".
Si vienen contra ti fuerzas naturales, no pueden derrotarte, porque no hay
suficientes fuerzas naturales en todo el mundo que puedan vencer al
Espíritu Santo que mora en ti. "Mayor es El que está en ti que el que está en
el mundo" (1 Juan 4:4). ¡Tú eres fortalecido desde adentro!
Yo he aprendido como poner al que es Mayor a trabajar a mi favor. No
solamente soy nacido de Dios, copartícipe de Su amor, sino que mora en mí
el Espíritu de Aquel que levantó a Jesús de los muertos.
Yo tengo la sabiduría, la fuerza y la habilidad de Dios en mí. Estoy
aprendiendo a permitirle a esa sabiduría gobernar mi intelecto. Le estoy
permitiendo gobernar mi mente y hablar a través de mis labios. Me estoy
atreviendo a pensar los pensamientos de Dios después de Él. Me estoy
atreviendo a decir en presencia de todos mis enemigos: "Dios es mi
habilidad". "Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos"
(Salmo 23:5). "El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién temeré?" (Salmo
27:1). Dios me ha hecho mayor que mis enemigos. Dios me ha hecho
aplastar el cuello de la debilidad, el temor y la inhabilidad.
La fortaleza de Dios es mía. Yo no estoy confiando en mi propia fortaleza
porque la Biblia no dice ni una palabra acerca de ser fuerte en mí mismo.
Dice que Dios es mi fortaleza.
Hay tanta gente luchando y tratando de hacer algo por sí solos. Se levantan
a testificar y piden a todos que oren por ellos para poder "resistir hasta el
final". Pero Dios no quiere que resistas así. Él quiere que le permitas
hacerlo. ¡Envuélvete en las promesas de Dios!
Una vez oí la historia de un hombre que estaba caminando por la vía del
tren con un bulto en sus espaldas. Cuando llegó a una sección donde
estaban reparando la vía él pensó que el capataz le iba a decir que se saliera
de la vía férrea, así que le mostró el billete que tenía. El capataz le dijo que
ese boleto no le daba el derecho de caminar por la vía del tren.
Muchas personas son así, están en la vía correcta, pero deberían estar
viajando en tren en vez de ir caminando. También, deberían registrar su
equipaje porque no tienen por qué cargarlo. La Biblia dice: "Echando toda
vuestra ansiedad sobre él porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro
5:7).

Texto Para Memorizar: "Hermanos míos, ¿de qué aprovecha si alguno dice
que tiene fe y no tiene obras?" (Santiago 2:14).
Lección 23 – Cómo Rellenar Tu Propio
Cheque Con Dios
Textos Bíblicos: Marcos 5:25-34; 1 Samuel 17:45-47,49-50,54; Lucas 15:18-
20,24.
Verdad Central: Si nos encontramos al pie de la escalera de la vida, es
porque eso es por lo que hemos creído. Cuando hablemos y creamos
correctamente, escalaremos hasta la cima.
Los cuatro pasos hacia la fe que delineamos en esta lección son tan simples
que casi parecen tontos. Pero en el ministerio de Jesús en la tierra, El habló
en términos que aún la gente sin educación podía entender. El habló acerca
de viñas y viñeros, rebaños y pastores. El ilustró verdades espirituales en
una forma tan simple que la gente sencilla pudo entenderlo. Su mensaje
nunca fue complicado, sino más bien claro y conciso.
Marcos 5:25-34: “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de
flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo
lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor. Cuando oyó
hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque
decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente
de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de su azote.
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él,
volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus
discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha
tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces
la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho,
vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe
te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”.

Paso 1 – Dilo
¿Qué es lo primero que esta mujer hizo? El versículo 28 dice: "Porque decía:
Si tocare tan solamente su manto, seré salva". Alguien le había contado a
esta mujer acerca de Jesús. Ella sabía que Él andaba sanando gente.
Teniendo esta información, ¿cuál fue su primer paso para recibir sanidad?
Lo primero que hizo fue decirlo.
Hay un lado de Dios y un lado del hombre en cada batalla, en cada victoria,
en todo lo que recibirnos de Dios. Nosotros tenemos que cumplir con
nuestra parte. Hay algo que nosotros debemos hacer. Dios no va a fallar. Si
hay alguna falta, es por nuestra parte. Sin embargo, si cumplimos con
nuestra parte, podemos estar seguros de que habrá una respuesta y una
victoria. Esta mujer pudo haber hecho una confesión negativa, y eso es lo
que habría recibido. Podría haber dicho que era inútil, que ya había sufrido
tanto y visitado tantos doctores, que quizás era mejor morir. Pero ella no
habló negativamente, habló positivamente. Dijo: "Si tocare tan solamente
su manto, seré salva". Y sucedió – porque podemos tener lo que decimos.
Por lo tanto, el primer paso para rellenar nuestro propio cheque con Dios
es: decirlo. Si somos derrotados, somos derrotados con nuestros propios
labios. "Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso
en los dichos de tus labios" (Proverbios 6:2).

Paso 2 – Hazlo
No le hubiera hecho ningún bien a esta mujer si cuando ella dijo: "Si tocare
tan solamente su manto, seré salva", no hubiera actuado sobre ello.
Nuestras acciones nos pueden derrotar o llevarnos al triunfo. De acuerdo
con nuestras acciones, recibimos o nos impedimos recibir. La mujer con el
flujo de sangre lo dijo y actuó sobre ello. Tocó Su manto.

Paso 3 – Recíbelo
Primero, la mujer lo dijo. Confesó su fe. Luego, actuó de acuerdo con
aquella fe extendiéndose y tocando al Maestro. Luego, recibió su sanidad.
Ella sintió en su cuerpo que estaba sana de su azote.
Nota que el sentir y la sanidad siguieron al decir y al actuar. La mayoría de
la gente quiere tener el sentir y la sanidad primero, y piensan que después
tendrán que decir y hacer. Pero no es así como funciona. Tienes que decir y
hacer primero. Luego tendrás el sentir y la sanidad.
Jesús percibió que de Él había salido poder. El mundo entero se está
preocupando por las bombas nucleares porque sueltan material radioactiva
dentro de la atmósfera; un poder que no puede ser visto o sentido, pero
que es un poder mortal y peligroso. Sin embargo, hay un poder que no se
ve, obrando en la tierra, el cual no es mortal ni peligroso, y ese poder está
siempre presente en todo lugar. Este poder nos puede liberar de cualquier
cosa que nos ate o nos dañe. Es el poder de Dios.

Paso 4 – Cuéntalo
El versículo 33 nos dice que la mujer con el flujo de sangre dijo lo que había
pasado. Ella "...le dijo toda la verdad". Jesús quiere que nosotros lo
contemos para que otros puedan recibir.
El primer paso al rellenar nuestro propio cheque es decirlo; el cuarto paso
es contarlo. Hay una diferencia. Al principio la mujer dijo lo que ella creía.
Luego contó lo que había pasado. Tenemos que decir algunas cosas en fe,
antes que las recibamos de Dios. La gente dice cosas incorrectas. Cuando
empiecen a creer lo correcto y a decir lo correcto, entonces eso es lo que
van a tener.
1 Samuel 17:45-47,49-50,54: “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí
con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de
los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza,
y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la
tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová
es la batalla y él os entregará en nuestras manos... Y metiendo su mano en
la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en
la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en
tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo
mató, sin tener David espada en su mano... Y David tomó la cabeza del
filisteo y la trajo a Jerusalén...”.
Cuando David derribó al gigante con su honda de pastor, él sabía que podía
rellenar su propio cheque con Dios. Él sabía que Dios haría cualquier cosa
que dijera. Y en los versículos de arriba vemos como David usó estos cuatro
pasos para recibir su propio cheque con Dios.
Primero, él dijo: "Jehová te entregará hoy en mi mano..." (Versículo 46).
David tenía fe – no en su propia fuerza, sino en la fuerza de su Dios. David
sabía que en su propia fuerza él no tenía poder contra el filisteo. Pero no
estaba confiando en su propia fuerza. Estaba confiando en el Señor.
Entonces David actuó sobre su fe. "Y metiendo David su mano en la bolsa,
tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente,
y cayó sobre su rostro en tierra" (versículo 49).
Si David hubiese sido guiado por sus sentidos naturales, si hubiera
escuchado el razonamiento humano, habría sabido que era imposible
matar a un gigante con una honda de pastor. Pero él estaba sintonizado con
la voz interior de fe, no con la voz exterior del razonamiento humano, y la
victoria fue suya. El recibió victoria para los israelitas sobre sus enemigos,
los filisteos (Este es el tercer paso).
Luego David tomó el paso número 4. La noticia de la gran victoria del día
fue publicada por toda la tierra. “Y David tomó la cabeza del filisteo y la
trajo a Jerusalén" (Versículo 54).
Muy poca gente sabe que puede rellenar su propio cheque con Dios. La
razón por la cual Dios no ha hecho más por ellos es porque ellos no han
dicho nada más; no han actuado nada más. Todo lo que tienen hoy es el
resultado de lo que ellos dijeron ayer.
Si tú estás al pie de la escalera, es porque eso es lo que has creído. Si tú
hablas correctamente y crees correctamente, subirás hasta el final de ella.
¿Puede el pecador usar estos cuatro pasos para escribir su propio cheque
con Dios? ¿Puede el pecador dar estos cuatro pasos para la salvación? El
pasaje siguiente prueba que sí.
Lucas 15:18-20,24: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo;
hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y
cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y
corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó... Porque este mi hijo muerto era,
y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”.
En la historia que Jesús contó acerca del hijo pródigo, vemos que lo primero
que hizo el hijo fue decirlo. "Me levantaré e iré a mi padre, y le diré..."
(Versículo 18). El confesó su fe y su necesidad. Luego actuó. "Y
levantándose, vino a su padre..." (ver. 20). Él no se sentó a tratar de
imaginar qué clase de recibimiento iba a tener en su hogar. Se levantó del
lugar de su vida pecaminosa y regresó a su casa.
Cuando lo hizo, recibió completo perdón y fue restaurado a su padre. "...lo
vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello,
y le besó" (ver. 20). El padre gozoso fue pronto para contar las buenas
nuevas de que su hijo vagabundo había regresado al hogar. "Porque este mi
hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado..." (ver. 24).
Si aquellos que están fuera de comunión con Dios el Padre se humillan
como lo hizo el hijo pródigo, y toman estos simples pasos para la salvación,
Dios correrá para encontrarlos y traerlos dentro de la completa comunión
con Él.

Texto Para Memorizar: "Y él dijo. Hija, tu fe te ha hecho salve; ve en paz, y


queda sana de tu azote" (Marcos 5:34).
Lección 24 – La Duda, Ladrón De Las Más
Grandes Bendiciones De Dios

Textos Bíblicos: Marcos 14:22-31; Mateo 17:14-20; Marcos 4:35-40.


Verdad Central: La duda le robará al creyente lo mejor de Dios para su vida.

En la lección de hoy vamos a concentrarnos en algunos ejemplos de duda,


los cuales encontramos en historias bíblicas conocidas.

Fe Para Caminar Sobre las Aguas


Mateo 14:22-31: “En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e
ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la
noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por
las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche,
Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar
sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a
ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba
sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y
comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento
Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por
qué dudaste?”.
En esta historia Jesús envió a sus discípulos al otro lado del mar mientras él
iba solo a un monte a orar. A la cuarta vigilia de la noche (entre cuatro y seis
de la mañana siguiente) los discípulos vieron a Jesús caminando hacia ellos
sobre las aguas. Pensando que estaban viendo un fantasma, gritaron con
miedo. Entonces Jesús les dijo: "Yo soy, no temáis". El impetuoso Pedro
gritó: "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas". Jesús le
contestó con una palabra: "ven".
Pedro comenzó con fe y mientras mantuvo sus ojos puestos en Jesús, le fue
bien. Pero cuando quitó sus ojos de Jesús y miró a las circunstancias que le
rodeaban; el viento batiendo el mar a su alrededor, le dio miedo y empezó
a hundirse. "¡Señor, sálvame!", le dijo a Jesús.
Jesús tomó la mano de Pedro y lo llevó a salvo de regreso a la barca,
reprendiéndole con las palabras: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
La fe es actuar sobre la Palabra de Dios. Mientras Pedro actuó sobre la
Palabra que Jesús le había dicho, todo le fue bien. Pero cuando empezó a
dudar porque tuvo miedo, dejó de actuar en las palabras de Jesús, comenzó
a hundirse. Jesús no tenía la intención de que Pedro se hundiera. Él tenía la
intención de que Pedro caminara de regreso a la barca con Él. La duda le
robó a Pedro su bendición.
La duda y el temor van de mano a mano, pero la fe y el amor también van
de mano a mano. "...El perfecto amor echa fuera el temor..." (1 Juan 4:18).

Fe Para Echar Fuera Demonios


Mateo 17:14-20: “Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se
arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es
lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y
muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido
sanar. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!
¿Hasta cuándo os he de soportar? ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?
Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y
éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a
Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús le
dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como
un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará,
y nada os será imposible”.
En el pasaje anterior de la escritura, ¿cuál fue la explicación de Jesús para
el fracaso de los discípulos en sanar al muchacho poseído por un demonio?
Fue por su duda o incredulidad (ver.20). ¿Pero tenían los discípulos en
realidad el poder para echar fuera el demonio? Sí, de acuerdo con Mateo
10:1: “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda
enfermedad y toda dolencia".
Qué a menudo escuchamos a cristianos decir que necesitan más poder para
hacer más para Dios. Sin embargo, ese no es el problema. Si ellos tienen el
Espíritu Santo, tienen el poder. Ellos piensan que si tuvieran más poder,
obraría resultados automáticamente; pero obra por la fe. ¡El problema es
la falta de fe, no la falta de poder!
La duda es la que está robándoles lo mejor de Dios. Jesús no les dijo a estos
discípulos que no podían echar fuera al diablo porque no tenían el poder.
Dijo que era por su incredulidad.
¿Cuánta fe se necesita para echar fuera demonios? Jesús dijo en el pasaje
anterior que una fe no más grande que un grano de mostaza podía mover
una montaña entera. Todo creyente lleno del Espíritu tiene dentro de él
suficiente poder para reclamar lo mejor de Dios para su vida. Si él está
viviendo debajo de sus privilegios, no es por falta de poder, sino por falta
de dejar que este poder se suelte a través de la fe.

Fe Para Aplacar Una Tormenta


Marcos 4:35-40: “Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro
lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y
había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de
viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él
estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le
dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose,
reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo
grande bonanza”. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no
tenéis fe?”.
Por la noche después de un día completo de predicar a multitudes que lo
apretaban, Jesús le dijo a sus discípulos reunidos a su alrededor en una
barca: "Pasemos al otro lado". Como estaba tan cansado, fue a la popa de
la barca donde pronto se durmió. Estaba tan dormido que no se percató de
la tormenta que se levantaba. A pesar de que las olas golpeaban la pequeña
embarcación, Jesús continuó durmiendo en completa paz. Sin embargo, Sus
discípulos no estaban en paz. Mientras el rugiente viento aumentaba y la
barca se llenaba de agua, los discípulos despertaron a Jesús diciéndole:
"¿No tienes cuidado de que nuestra barca se hunde y moriremos?". Ellos
habían olvidado las palabras de Jesús cuando empezaron el viaje: "Pasemos
al otro lado".
Jesús se levantó, reprendió al viento y aplacó la tormenta hasta que el mar
estuvo de nuevo en calma. Entonces se volvió a Sus discípulos y los
reprendió, "¿Por qué dudasteis de mí? ¿Por qué estáis llenos de temor?
¿Dónde está vuestra fe? ¿No os dije al comienzo de este viaje que
cruzaríamos a la otra orilla? ¿Por qué no me creísteis?"
Los discípulos permitieron que la duda y el temor entraran a sus corazones,
llevándose la fe en la promesa de Jesús de que llegarían a salvo al otro lado.
Una vez más el ladrón llamado duda había triunfado.
Notemos las similitudes de estas tres ilustraciones bíblicas. En cada una
Jesús reprendió a los discípulos por su incredulidad. (Mateo 14:31; Mateo
17:20; Marcos 4:40), y en cada ocasión Jesús resolvió el problema que los
discípulos, a través de su falta de fe, habían fallado en resolver.
En cada ocasión el ladrón de la duda privó a los discípulos de recibir lo mejor
que Dios tenía para ellos. Lo más alto y lo mejor de Él para sus vidas era que
ellos lo recibieran por la fe.
Si nosotros, al igual, utilizamos el poder que está en nosotros y actuamos
en la Palabra de Dios, obtendremos las más grandes bendiciones que Dios
ha planeado para nuestras vidas.

Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos
11:23).
Lección 25 – Tú Puedes Tener Lo Que Dices

Textos Bíblicos: Marcos 11:23; Números 13:17-18, 25, 27-28,30-32;


Números 14:6-9.
Verdad Central: No fueron los gigantes de la tierra de Canaán los que
mantuvieron a los israelitas afuera, sino los gigantes del temor en sus
corazones.

Nuestro texto para esta lección, Marcos 11:23, es uno que hemos usado
muchas veces en nuestra serie de estudios acerca de la fe, porque en él
vemos la "fórmula de la fe" para mover cualquier montaña que se presente
en nuestras vidas. Ya sea que tu montaña particular sea enfermedad, seres
queridos inconversos, dificultad financiera o problemas familiares, puedes
encontrar la solución en este versículo de escritura.
Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere a
este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
La última frase de nuestro texto dice: “...lo que diga le será hecho". En otras
palabras, puedes tener lo que tú dices que puedes tener. Lo que dices es tu
fe hablando. Esto obra en una forma negativa así como en una forma
positiva, como vemos en la historia del Antiguo Testamento de los doce
espías que fueron enviados a Canaán a reconocer la tierra.

Un Reporte De Temor
Números 13:17-18,25,27-28,30-32 dice: “Los envió, pues, Moisés a
reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid
al monte, y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte
o débil, si poco o numeroso... y volvieron de reconocer la tierra al fin de
cuarenta días... Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la
cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de
ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy
grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac... Entonces
Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y
tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas
los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel
pueblo, porque es más fuerte que nosotros.Y hablaron mal entre los hijos de
Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde
pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el
pueblo que vimos en medio de ella son hombres de gran estatura”.
De los doce espías que fueron a Canaán a reconocer la tierra, solamente
dos, Caleb y Josué eran hombres de fe y visión. Ellos dijeron: "Subamos
luego, y tomemos posesión de ella, porque más podremos nosotros que
ellos".
Los otros diez regresaron con un reporte negativo, lleno de temor de los
gigantes de la tierra. La Biblia dice de su reporte, que "...hablaron mal..."
¿Por qué? Porque era un reporte de duda y de temor. ¿Cuál es entonces un
buen reporte? Un reporte de fe.
Los diez espías temerosos eran la mayoría y el pueblo de Israel aceptó el
informe de la mayoría. Al hacerlo, ellos estaban diciendo que no podrían
tomar la tierra. Y obtuvieron exactamente lo que dijeron. Estos espías y el
resto de aquella generación de los israelitas, con excepción de Josué y
Caleb, nunca vieron la Tierra Prometida. Creyeron que no podrían tomarla
y no lo hicieron. Anduvieron en el desierto hasta que murieron. ¡Lo que
dijeron, sucedió!
El de ellos, es un ejemplo de fe al revés. Después de todo, ¡aun cuando
dudas, estás creyendo algo! Estás creyendo en derrota. Estás creyendo en
lo incorrecto.
Siempre obtienes en tu vida aquello por lo que crees y lo que dices. Si no lo
que estás diciendo, entonces no debes decirlo, porque si continúas diciendo
algo durante un tiempo suficientemente largo, esas palabras
eventualmente se registrarán en tu espíritu. Y una vez que estén registradas
en tu espíritu, controlarán tu vida.

Un Reporte De Fe.
Números 14:6-9: “Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los
que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda
la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos
para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare en
nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; tierra que fluye leche
y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis el pueblo de
esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha
apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”.
Nota el buen informe de Josué y Caleb. Su confianza estaba en el Señor y
sus corazones estaban llenos con la fe que Dios era capaz de llevarlos a la
tierra que les había prometido a sus padres. Dos veces en el versículo
nueve, ellos amonestaron a la gente para que no tuvieran temor. ¿Y cuál
fue el resultado de su informe de fe? ¡Ellos fueron los únicos dos hombres
de su generación que entraron a la Tierra Prometida! Tú puedes tener lo
que dices.
Muchas personas me preguntan por qué no se pueden sanar. Yo siempre
sonrío y le digo que ya han dicho que no pueden. Sus palabras les delatan.
Puedes ubicar a la gente por lo que dice.
Antes de orar por la gente, generalmente trato de que hagan algún tipo de
confesión de fe. Les pregunto si serán sanos cuando imponga mis manos
sobre ellos y ore. Si ellos contestan que esperan que sí, yo les digo que no
se sanarán, porque ellos están en esperanza y no en fe.
Otros hacen una confesión con alguna vacilación, pero esa vacilación los
derrota. Aquellos que tienen una pronta confesión llena de fe reciben casi
instantáneamente (Son las "pequeñas zorras las que dañan las viñas").
No es algo grande lo que impide que los hijos de Dios sean sanos. No fueron
los gigantes de la tierra de Canaán los que mantuvieron a los hijos de Israel
afuera. No fueron los gigantes los que los derrotaron. Si hubieran sido los
gigantes, éstos hubieran derrotado a Josué y Caleb también. La gente se
derrotó a sí misma por su propio pensamiento, su propia incredulidad, su
propia declaración de incredulidad.
No son los gigantes en la vida los que te derrotan. No son las tormentas de
la vida las que te derrotan. Si eres derrotado, es porque tú mismo te has
derrotado. Te has derrotado a ti mismo con el pensar erróneo. Te has
derrotado a ti mismo con el hablar erróneo. Tú puedes tener lo que digas.
Caleb y Josué dijeron que ellos eran capaces de vencer a los gigantes.
Después de cuarenta años de vagar en el desierto, y que toda la gente de
esa generación que habían aceptado el informe maligno de los diez espías
se murieron, Josué se convirtió en el líder de la gente, y él y Caleb los
guiaron a la victoria.
Cuando Caleb vino a Josué y dijo "Dame esta montaña", Josué miró hacia
atrás varios años, y se dio cuenta que su hablar correcto les había hecho
ganar la victoria antes. Él quería ubicar a Caleb, así que le preguntó si era
capaz de tomar la montaña. Josué quería oír su confesión de fe. Le dijo a
Caleb que había gigantes en la montaña. Pero Caleb, lleno de fe, dijo que él
era capaz de tomarla; y lo hizo.
Muchas cosas pasan porque esperamos que pasen de cierta manera. Pasan
porque las creemos y las hablamos, hasta que suceden. Yo he encontrado
que esto es verdad en mi propia experiencia. Hace algún tiempo leí acerca
de un científico que dijo que cuando uno se envejece, las arterias del
cerebro no son tan suaves como cuando uno era joven; se van
endureciendo gradualmente. Había llegado al lugar donde no podía
recordar cosas tan bien como una vez lo hice. Seguí así por un tiempo hasta
que me di cuenta que no había necesidad de esto. La mente es parte de mi
ser interior y espíritu, y nunca se envejece. El mismo momento en que
empecé a creer correctamente y a hablar correctamente, pude citar todas
las escrituras que siempre había sabido, y mi memoria en realidad mejoró.
Fallamos muchas veces porque nos preparamos a perder. Nos disponemos
a perder. Lo pensamos y lo creemos y entonces lo hacemos. Como
creyentes, sin embargo, no tenemos por qué hablar duda o derrota.

Texto Para Memorizar: "Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere
a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino
creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Marcos
11:23).
Lección 26 – Cómo Entrenar El Espíritu
Humano

Textos Bíblicos: Josué 1:8; Santiago 1:22; Proverbios 4:20-22.


Verdad Central: Dios usará nuestros propios espíritus para guiamos.

Así como la mente humana puede ser educada y entrenada


intelectualmente, también el espíritu puede ser entrenado espiritualmente.
Puede ser edificado en tu espíritu al igual que en tu cuerpo. En esta lección
veremos las cuatro maneras por las cuales se puede alcanzar esto.
1. Meditando en la Palabra de Dios.
2. Practicando la Palabra de Dios.
3. Dándole a la Palabra de Dios el primer lugar.
4. Obedeciendo instantáneamente la voz de nuestro espíritu.
Aplicando estos cuatro principios a nuestra vida diaria, podemos llegar a
conocer la voluntad de Dios aun en los menores detalles de la vida
Dios se comunica con nuestro espíritu y no con nuestras facultades de
razonamiento. Al obedecer instantáneamente a nuestro espíritu,
encontraremos que le estamos obedeciendo al Espíritu Santo. Dios dijo en
Su Palabra: "Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña
lo más profundo del corazón" (Proverbios 20:27). Esto significa que Dios
usará nuestro propio espíritu para guiarnos. El espíritu del hombre es la
lámpara del Señor.

Regla 1 – Meditando en la Palabra de Dios


Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que
de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a
todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino,
y todo te saldrá bien”.
Después de la muerte de Moisés, cuando Dios ungió a Josué para guiar a los
hijos de Israel, Dios le dijo al principio de su ministerio la importancia de
meditar en la Palabra. Otra traducción de la última frase de Josué 1:8, citado
anteriormente dice: "Tú podrás tratar sabiamente en las cosas de la vida".
Ciertamente, no tendríamos éxito si no pudiéramos tratar sabiamente en
las cosas de la vida. Dios le dijo a Josué que meditara en la Palabra, y que si
lo hacía, Dios haría prosperar su camino y todo le saldría bien.
Los hombres y mujeres más profundamente espirituales que he conocido
son los que dedican tiempo a la meditación. Uno no puede desarrollar
sabiduría espiritual sin meditar en la Palabra de Dios.
Un pastor una vez me dijo que él había estado tratando de hacer de su
iglesia un éxito. Voló por todas partes de la nación visitando muchas de las
iglesias más grandes, estudiando sus métodos y tratando de averiguar qué
era lo que las hacía triunfar. Traía a su iglesia sus programas e ideas, pero
parecía que no funcionaban.
Después de oírme enseñar sobre la meditación en la Palabra de Dios,
decidió tratarlo. En vez de pedirle a Dios por nada, diariamente dedicaba un
tiempo para meditar en la Palabra de Dios. Después de treinta días, al final
de su sermón matinal del domingo, un gran número de almas acudieron al
altar. Más personas fueron salvas en ese culto, que las que habían sido
salvas en los últimos dos o tres años en esa iglesia. Su gente recibió un
avivamiento y el pastor empezó a tener buen éxito.
Su testimonio puede ser el de cualquier creyente que siga su ejemplo y
dedique tiempo a meditar en la Palabra de Dios. Enciérrate solo con tu
espíritu, y deja al mundo afuera. Si tienes ambiciones de hacer algo que
valga la pena, te sugiero que empieces tomando diez o quince minutos
diariamente para meditación. Comienza a desarrollar tu espíritu.

Regla 2 – Practicando la Palabra de Dios


Santiago 1:22: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente
oidores, engañándoos a vosotros mismos”.
El practicar la Palabra es lo que Santiago llamó ser un "hacedor de la
Palabra". Algunas personas piensan que ser un hacedor de la Palabra es
seguir los Diez Mandamientos. Sin embargo, bajo el nuevo pacto tenemos
un mandamiento; el mandamiento del amor. Si amas a alguien, no le
robarás. No dirás mentiras acerca de él. Pablo dijo que el amor es el
cumplimiento de la ley. Si andas en amor, no quebrantarás ninguna ley que
haya sido dada para restringir al pecado.
En este versículo, Santiago estaba incitando a los creyentes a hacer
primeramente lo que está escrito en las epístolas, a actuar en la Palabra.
Por ejemplo, Pablo les escribió a los Filipenses: “Por nada estéis afanosos,
sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego, con acción de gracias" (Filipenses 4:6). La Versión Amplificada en
inglés dice: "No te preocupes ni tengas ansiedad por nada. Sino que en todas
las cosas deja que sean conocidas delante de Dios tus peticiones por oración
y mego, con acción de gracias". Generalmente practicamos solamente
parte de esto. No nos importa practicar la parte que nos dice que oremos,
pero si solamente practicamos una parte y no la otra, no estamos
practicando la Palabra. No somos hacedores de la Palabra.
Primero que nada, el Señor dijo que no nos preocupáramos. Si vamos a
preocuparnos y a tener ansiedades, entonces no nos hará ningún bien hacer
peticiones. Si Dios dijo que no nos preocupáramos, entonces esto quiere
decir que podemos abstenernos de hacerlo. Dios es un Dios justo y Él no
nos va a pedir que hagamos algo que no podamos hacer.
Hubo un tiempo en el que yo creía que podía hacer mis peticiones
conocidas delante de Dios, pero tenía dificultad en creer que no podía dejar
de preocuparme. Sin embargo, Dios dijo que no tenemos que
preocuparnos. Así que digo: "Yo rehúso preocuparme o tener alguna
ansiedad por cualquier cosa". Le traigo al Señor mis peticiones, y luego le
doy las gracias. Esto apacigua y pacifica el espíritu preocupado que el diablo
trata de que yo tenga. Si este malestar interno persiste, simplemente
regreso a este versículo y lo leo otra vez. Continúo reclamándolo.
Si seguimos el consejo de Pablo y "no nos preocupamos ni tenemos ninguna
ansiedad por nada", podemos creer en Dios por la promesa del versículo
que sigue: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses
4:7). Mucha gente quiere lo que dice este versículo siete, pero no quieren
hacer lo que el versículo seis dice hacer para alcanzarlo. Sin embargo, para
recibir esta "paz...que sobrepasa todo entendimiento", tenemos que hacer
lo que dice el v.6. "Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias"
(versículo 6).
"La paz de Dios...fortificará y montará guardia", es la versión amplificada
de este versículo siete. Mantendrá guardia sobre tu corazón y sobre tu
espíritu.
La educación de nuestros espíritus viene al practicar la Palabra de Dios.
¿Puedes recibir los resultados y tener paz sin ser un hacedor de la Palabra?
No, realmente no podemos. Sé un hacedor de la Palabra y crecerás
espiritualmente.

Regla 3 – Dando el Primer Lugar a la Palabra


Proverbios 4:20-22 dice: “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu
oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu
corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo”.
Con tantas voces diferentes rodeándonos, es a menudo difícil detenernos y
oír la voz de la palabra de Dios. La familia y los amigos están siempre listos
para darnos sus opiniones y consejos. Sin embargo, parte esencial del
entrenamiento del hombre espiritual es aprender a escuchar lo que la
Palabra de Dios nos dice a nosotros. Es dar el primer lugar a la Palabra en
nuestras vidas.
En los versículos citados anteriormente, Dios nos dice que hagamos tres
cosas con Su Palabra: (1) Escucharla; (2) leerla; y (3) memorizaría. En el
versículo 20 leemos, "...inclina tu oído a mis razones". Siempre que la Biblia
es leída en voz alta; en la iglesia, en los devocionales familiares, el evangelio
radiado o televisado, dale especial atención a Sus palabras.
El versículo 21 nos dice: "No se aparten de tus ojos...". En otras palabras,
dedica tiempo a la lectura de la Palabra, permite que se meta dentro de tus
pensamientos y en tu corazón. Memorízala, como la segunda parte del
versículo 21 dice: "...guárdalas en medio de tu corazón".
Si hacemos estas tres cosas encontraremos que la Palabra de Dios es "...vida
a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo" (versículo 22). Entraremos
en una vida más abundante en Cristo Jesús. Encontraremos sanidad física
para nuestros cuerpos. Todo lo que necesitamos hacer es darle a la Palabra
de Dios el primer lugar en nuestras vidas.

Regla 4 – Obedeciendo Instantáneamente a la Voz de


Nuestro Espíritu
El espíritu humano tiene una voz. Nosotros le llamamos a esa voz, la
conciencia. Algunas veces se le llama intuición. O le llamamos una voz
interior que nos guía. Es nuestro espíritu hablándonos.
El espíritu de todos los hombres tiene una voz, ya sean salvos o no. Pero el
nuevo nacimiento es un renacer del espíritu humano. Tu espíritu recibe
información a medida que meditas en la Palabra de Dios. Aprende a
obedecer a tu espíritu.
Tu espíritu tiene la vida y la naturaleza de Dios en él, porque el Espíritu
Santo mora dentro de ti. El diablo no puede estar dándote la información
porque él no está en ti. Él está fuera de ti. Dios tiene que comunicarse
contigo a través de tu espíritu porque ahí es donde está. Tu espíritu obtiene
su información a través de él. Aprende a obedecer a tu espíritu.
Algunos dicen que la conciencia no es una guía segura, pero eso no es
siempre cierto. La conciencia es una guía segura en el creyente lleno del
Espíritu Santo porque Dios está morando dentro de él. La conciencia del
creyente, la voz de su espíritu, se vuelve la voz de Dios. Dios le está
hablando. Pablo dijo que él obedecía a su conciencia (Hechos 23:1).
"Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre..." (Proverbios 20:27). Dios
usará tu espíritu para guiarte. Lo usará para alumbrarte. A medida que tu
espíritu se alimente y medite en la Palabra, se convertirá más y más en una
guía segura; está entrenado en la Palabra.
El Espíritu Santo habla un poquito diferente con aquellos de nosotros que
tenemos ciertos dones del ministerio. Pero como regla en las vidas de los
creyentes, la voz interior es la voz del espíritu hablando; no el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo con frecuencia me habla acerca de otros, pero nunca lo
oigo para mi propio beneficio. El ministerio de un profeta no le es dado a
uno para su propio beneficio, sino para el beneficio de otros. Yo tengo que
recibir guía para mí mismo a través de mi propia voz interior.
Cuando aprendamos a oír la voz de nuestro espíritu, llegaremos al lugar
donde sabremos qué hacer en todas las fases de la vida. El Señor nos guiará.
"Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Proverbios
3:6).
Texto Para Memorizar: "Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la
cual escudriña lo más profundo del corazón" (Proverbios 20:27).

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