ONU Rwanda-Somalia
ONU Rwanda-Somalia
ONU Rwanda-Somalia
ISSN: 0185-0164
[email protected]
El Colegio de México, A.C.
México
[559]
paz. Por otra parte, vale aclarar que por extensión hubo y hay misiones de paz con
características similares llevadas a cabo por organismos regionales y subregionales, por
ejemplo la Amisom (Misión de la Unión Africana para Somalia) o la Amis (Misión
de la Unión Africana para Sudán).
3
El conflicto de Timor Oriental —hoy Timor Leste— estalló en forma dramática
en 1999, luego de que paramilitares indonesios diezmaran a la población timorense
que se había expresado por la autodeterminación en un referéndum organizado por
las Naciones Unidas. Una vez restablecida la paz mediante una misión de peace en-
forcement llevada a cabo por Australia, las Naciones Unidas no sólo debieron seguir
asegurando la paz sino que además debieron “crear” el Estado timorense, lo que supu-
so desde la creación de instituciones, códigos y reglas de convivencia hasta la realización
de elecciones libres. Estas tareas fueron realizadas por la untaet (Administración de
Transición de las Naciones Unidas para Timor Oriental).
4
Estas misiones de paz, complejas, de tercera o cuarta generación, incluyen tareas
de prevención, establecimiento-mantenimiento de la paz, imposición de la paz por la
fuerza si es necesario y tareas posconflicto. La decisión del despliegue de algunas de
ellas y la forma de su implementación fueron fuertemente cuestionadas, como lo
demuestran el caso de las intervenciones de la otan en Bosnia, con la autorización de
las Naciones Unidas, y en Kosovo, sin el consentimiento de ésta. La proliferación de con-
flictos armados, donde los civiles muertos eran los principales blancos y víctimas,
reavivó a su vez, en la década de los noventa, el debate sobre el intervencionismo
humanitario. La intervención humanitaria puede definirse como la amenaza o el uso
de la fuerza por un Estado o grupo de Estados con el objetivo de prevenir o terminar
con amplias y graves violaciones a los derechos humanos fundamentales de ciudadanos,
que no son los propios de quienes realizan la intervención, y que se lleva a cabo sin
el consentimiento del Estado en el que se despliega la fuerza. Véase J. L. Holzgrefe y
R. Keohane, The Humanitarian Intervention. Ethical, Legal and Political Dilemmas,
Nueva York, Cambridge University Press, 2003. Más allá de esta definición, hay debates
que giran en torno de preguntas controversiales: ¿existe el derecho de intervención?
¿Hay “obligación” de intervenir? ¿Quiénes deben intervenir? ¿Cuál es el papel del Conse-
jo de Seguridad para que una intervención sea considerada legal? ¿Cuáles son los
peligros de la intervención? Buena parte de estas preguntas se suscitaron alrededor
de las intervenciones en la ex Yugoslavia, ya que si bien las condiciones de deterioro
humanitario eran fácilmente verificables tanto en la crisis de Bosnia como en la crisis de
Kosovo, la intervención de la otan parecía avalar la idea de la utilización del concep-
to de intervencionismo humanitario para encubrir una operación militar de la otan,
funcional a los intereses de política exterior de Estados Unidos. Condiciones simila-
res de violaciones a los derechos humanos —por ejemplo, el caso de Sierra Leona o
Liberia, contemporáneos al de Kosovo— no ameritaron la misma respuesta de la co-
munidad internacional.
5
Cuando en un escenario conflictivo se despliega una misión de peace enforcement,
en general el Estado es uno de los responsables de la degradación humanitaria —es
decir, del empeoramiento de las condiciones humanitarias de la población—, por lo
que, si la misión se despliega, debe hacerse sin el consentimiento del Estado recep-
tor. Sin embargo, hay algunas misiones de estas características que han desplegado la
aquiescencia del Estado, por ejemplo la unamid (Misión híbrida de la Unión Africa-
na y las Naciones Unidas en Darfur) o la monuc (Misión de las Naciones Unidas en
la República Democrática del Congo).
6
Ray Murphy, Peacekeeping in Lebanon, Somalia and Kosovo, Nueva York-Cam-
bridge, Cambridge University Press, 2002, p. 9.
7
Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, Diccionario de po-
lítica, México, Siglo XXI, 2002, p. 1049. La definición corresponde a “neutralismo” en
tanto la neutralidad se aplica a los Estados. Si bien frecuentemente se utilizan como si-
nónimos, la neutralidad no debe confundirse con “imparcialidad” que indica la falta de
simpatía con alguno de los bandos en conflicto.
8
R. Murphy, Peacekeeping in Lebanon…, op. cit., p. 9.
9
El presente trabajo utiliza los marcos situacionales de los casos seleccionados
sólo en función del foco de análisis; es decir, la cuestión del manejo de la neutralidad.
10
Los warlords son jefes militares cuyo poder emana de las luchas previas que
ellos mismos encabezaron. Como sucede habitualmente en los procesos de desintegra-
ción estatal, su poder se sustenta en la carencia o extrema debilidad de un Estado cen-
tral que pueda hacer uso monopólico de la violencia. Son frecuentes los pactos entre
ellos para enfrentar a otra facción o a un enemigo común, pero vuelven a enfrentarse
cuando esta amenaza desaparece. Obstruyen el accionar internacional, porque la paz
y constitución de un Estado son contrarias a sus intereses; por ende, sus compromisos
con organizaciones internacionales suelen ser efímeros. No negocian de buena fe, sino
que frecuentemente utilizan la negociación para ganar tiempo. Los warlords pelean
por objetivos localizados: las tierras fértiles, el control de los puertos, aeropuertos,
almacenes, las principales vías de comunicación —donde pueden instalar blockroads y
cobrar fuertes impuestos por la circulación o la seguridad— y todo lo que pueda serles
útil para ganar espacios en su carrera hacia su fin último: quedarse con el dominio total
del Estado. La ayuda humanitaria o las entregas de los países donantes son para ellos in-
gentes fuentes de dinero. Si bien existen matices entre ellos, las poblaciones bajo su
influencia son tratadas despóticamente; la ley y el orden dependen de su voluntad y
de su arbitrio en tanto toda la autoridad estatal desaparece.
11
Africa Watch Physicians for Human Rights, “Somalia. No mercy in Mogadishu.
The Human Cost of the Conflict & the Struggle for Relief”, 26 de marzo de 1992.
12
Eran Zimbabue, Marruecos y Cabo Verde.
13
S/RES/733. Nigeria, que abogaba por una resolución desde fuera del Con-
sejo, acusó a Estados Unidos de utilizar un “doble rasero” respecto de las crisis de
Yugoslavia y Somalia.
14
El general Aydeed tardó casi cuatro meses en autorizar el despliegue de la mi-
sión. Ésta fue luego reforzada por más efectivos militares y, ante la gravedad de la si-
tuación, se previó desplegarla no sólo en Mogadiscio sino también en otras cuatro zonas
del país (S/RES/767 y S/RES/775); sin embargo, sólo logró desplegarse parcialmente
en Mogadiscio y Bossasso, y resultó imposible hacerlo en el sur.
15
S/RES/794.S/RES/794.
También enviaron tropas Australia, Bélgica, Botsuana, Canadá, Egipto, Francia,
16
Alemania, Grecia, India, Italia, Kuwait, Marruecos, Nueva Zelanda, Nigeria, Noruega,
Pakistán, Arabia Saudita, Suecia, Túnez, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Zimbabue.
17
La cnn envió seis equipos de cámaras para registrar el desembarco y fletó un
avión completo con equipos de grabación que le permitieran establecer una conexión
directa con la central de la cnn de Atlanta, a fin de no perderse el mínimo detalle;
gastó aproximadamente 1 300 dólares diarios solamente en protección armada de sus
equipos, alojamiento y traslados. La cadena nbc envió un equipo de 79 reporteros y
técnicos para que cubrieran la llegada de los marines. La cadena abc hizo un despliegue
similar, mientras que cbs invirtió cerca de 2.5 millones de dólares en tres semanas pa-
ra realizar la cobertura de la operación. Véase Mark Huband, África después de la Guerra
Fría. La promesa rota de un continente, Barcelona, Paidós, 2004, pp. 387-391. “A las tres
23
Al hacer estas recomendaciones no se tenían en cuenta las características
clánicas de la sociedad somalí, que no eran compatibles con la concepción occidental
de la democracia.
24
S/RES/837. Poco después el secretario general pedía la eliminación física de
Aydeed y el comandante de la onusom II ofrecía 25 000 dólares de recompensa por la
captura del señor de la guerra.
25
G. Prunier, Somalia…, op. cit., p. 17.
26
Durante los ataques, tropas paquistaníes de la onusom abrieron fuego contra
una multitud, murieron al menos diez civiles, incluidos mujeres y niños. Se dijo que
fue en legítima defensa, pero no hubo investigación sobre esto. Al buscar a Aydeed,
que aparentemente se había refugiado en el hospital Diegfer de Mogadiscio, las fuerzas
de la onusom, con el apoyo aéreo estadounidense, atacaron el hospital y provocaron
varios muertos y heridos entre los pacientes, en una clara violación a los convenios
de Ginebra. Poco después ocurría algo similar en otro hospital (Benadir). Otro ataque
llevado a cabo contra un supuesto comando de Aydeed dejó cerca de 55 muertos,
según cifras de la Cruz Roja. A él no lo encontraron. La Cruz Roja estimó para este
periodo cerca de 200 muertos y más de 2 000 heridos. Human Rights Watch, Report
Somalia 1993.
Según Africa Watch, cerca de 200 personas murieron por los ataques de la
onusom II y más de 2 000 resultaron heridos.
Principales resoluciones
del Consejo de Seguridad sobre el conflicto somalí
Res. 733 Establece el embargo de armas a Somalia.
Res. 814 Crea la onusom II, bajo el capítulo VII, con el mandato de es-
tablecer un entorno seguro, el desarme de las facciones soma-
líes, el monitoreo del cese del fuego, la protección del per-
sonal humanitario y de Naciones Unidas, la asistencia a los
refugiados y la realización de tareas de Nation Building para
la reconstrucción de instituciones democráticas en el país.
27
Las resoluciones 878, 897, 923 y 954 del Consejo de Seguridad fueron prolon-
gando el mandato de la misión en el terreno, pero la onu dejó de involucrase activa-
mente en la cuestión somalí.
28
La población ruandesa se dividía en hutus (85% de la población), tutsis (14%) y
twa (1%). Desde la llegada de los tutsis a la región —probablemente procedentes de
Etiopía— en el siglo xvii, hasta la Revolución hutu de 1959, los tutsis habían gobernado
a los hutus sometiéndolos a un sistema de servidumbre y explotación, sistema que fue
avalado y profundizado por los colonizadores tanto alemanes como belgas.
29
Habyarimana ascendió al poder luego de un golpe de Estado en el año 1972,
iniciando así la Segunda República Hutu.
31
Desde mediados de 1992, Habyarimana —que retenía el cargo de presidente
y el verdadero poder— había aceptado la formación de un gobierno de transición
integrado por cuatro partidos opositores y el suyo propio.
32
Con anterioridad, la Organización de la Unidad Africana había desplegado el
Grupo de Observadores Militares Neutrales (gomn I) y luego el gomn II —que estuvo
en el terreno hasta el despliegue de la unamir—; ambas intervenciones resultaron un
fracaso. Por otra parte, la resolución 846 del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas había creado la unomur, para vigilar la frontera entre Rwanda y Uganda.
33
S/RES/872. El interés por achicar los gastos se ve reflejado en la cláusula 9
43
Por ejemplo, una acción más decidida del secretario general hubiera podido mo-
ver a la opinión pública internacional en favor de una intervención más decidida, co-
mo cuando, en 1992, la cnn hizo interesarse al mundo en Somalia y forzó a un Conse-
jo, totalmente reticente, a involucrarse en la situación. Más aún, Boutros Ghali parecía
haber renegado de los principios sobre desarme y desmovilización como requisitos
indispensables para lograr “un entorno seguro” que tan sólo unos meses antes había de-
fendido en la cuestión somalí.
44
No se siguió ninguno de los pasos administrativos para girar la cuestión al Con-
sejo, es decir, colocarlo en un fólder negro que significa “urgente”, ni hubo comunicados
hacia los miembros sintetizando la cuestión.
45
Por ejemplo el intento de asesinato del primer ministro designado del gtba
y, posteriormente, el asesinato del líder el Partido Liberal, Gatabazi. Esto último
provocó una represalia que terminó con la vida del presidente del cdr (Coalición
para la Defensa de la República).
46
Cerca de 70 tutsis fueron asesinados, en febrero, frente a los ojos de la unamir,
que no pudo intervenir debido a su mandato.
47
Varios cargamentos de armas con destino a las far fueron interceptados por la
unamir: en marzo, en una violación flagrante al embargo de armas, se interceptó un
cargamento con armas provenientes de una compañía francesa y otra británica. Asi-
mismo, el flujo de armas era incesante. La inteligencia belga reportó un importante
cargamento de armas proveniente de Angola —aparentemente de la unita— llegado a
las far a través de Zaire. A. des Forges, Leave None…, p. 128.
48
Entre tantos cables y comunicaciones diversas, un informe enviado por Dallai-
re, el 23 de febrero, indicaba que abundaba la información sobre listas de víctimas de
escuadrones de la muerte, distribución de armas entre la población y organización
de disturbios. Con total realismo afirmaba: “Parece estar agotándose el tiempo para
las conversaciones políticas, ya que cualquier incidente de seguridad podría tener con-
secuencias catastróficas”. Informe de la Comisión independiente…, op. cit., p. 14.
Principales resoluciones
del Consejo de Seguridad sobre la cuestión ruandesa
(antes del genocidio)
Principales resoluciones
del Consejo de Seguridad sobre la cuestión ruandesa
(durante el genocidio)
de la sede y con los consejeros militares de la onu, que lo veían como un cowboy
(idem).
51
Estos errores también demuestran el fracaso de las gestiones políticas en el marco
de cada misión; nos referimos a los procesos de democratización y las conferencias de
reconciliación nacional encaradas en Somalia por la onu, o las tímidas presiones ejer-
cidas sobre Habyarimana para que cumpliera los acuerdos en Rwanda.
52
El Consejo raramente actúa en aquellas regiones donde los intereses de los miem-
bros permanentes necesitan ser resguardados, ni tampoco actúa decididamente —a
tiempo, con mandatos claros, con personal suficiente— si alguno de los miembros
permanentes no tiene intereses específicos que defender en una determinada región.
53
Por los artículos 108 y 109 de la Carta, que regulan el proceso de revisión, cual-
quier reforma de Naciones Unidas debe contar con la ratificación de los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad.
54
Nos referimos al derecho de veto consagrado en el capítulo V de la Carta de
las Naciones Unidas.
55
La Cumbre Mundial 2005, convocada con el objetivo de impulsar una refor-
ma estructural del sistema de Naciones Unidas, terminó con un estrepitoso fraca-
so. Más allá de los discursos grandilocuentes de todos los Estados y de las declaraciones
optimistas realizadas a la prensa, dicha Cumbre no logró consensuar un documento
que plasmara una reforma sustancial para la Organización. La falta de acuerdo entre
los Estados acerca del punto álgido de la reforma del Consejo de Seguridad, y el poco
compromiso para con el sistema de seguridad colectiva frente a los nuevos desafíos
globales, quedó patentizado en los discursos vacíos que se pronunciaron en unas
jornadas que prometían ser históricas para la Organización. El fracaso de la Cumbre
adquiere dimensiones más dramáticas si se considera el desprestigio y las críticas a las
que hace frente la Organización, luego de no haber podido impedir la guerra en Irak.
Véase, Silvia Perazzo, “Reforma de las Naciones Unidas: redimensionar el sistema de
seguridad colectiva”, Ágora Internacional, núm. 1, 2006, pp. 8-13.
Despliegue Desde marzo de 1993 hasta mar- Desde octubre de 1993 hasta mar-
en el terreno zo de 1995. zo de 1996.
Bajas 147 en total (143 militares, tres fun- 27 en total (22 militares, tres obser-
en misión cionarios civiles internacionales y vadores militares, un oficial de po-
un funcionario local). licía civil y un funcionario local).
Bibliografía
Documentos oficiales