Sexualidades No Normativas y Sexología
Sexualidades No Normativas y Sexología
Sexualidades No Normativas y Sexología
4. SEXUALIDADES NO NORMATIVAS Y SU
PROBLEMATIZACIÓN. UNA
APROXIMACIÓN SEXOLÓGICA.
Bruno Martínez Santiago.
Juncal Martínez de las Heras.
“We are sworn that no boy or girl, approaching the maelstrom of deviation,
need make that crossing alone, afraid, or even in the dark ever again.” The
Mattachine Society, 1951.
[“Nos juramos que jamás volverá a haber niño o niña que al acercarse al abismo
de la desviación tenga que cruzarlo en solitario, con miedo o ni tan si quiera a
oscuras”]1
Introducción
1
Todas las traducciones del texto son de los autores.
53
54 Capítulo 4. Sexualidades no normativas y su problematización.
vivencias de los sujetos que tenían relación con ellas. Desde el punto de
vista de la Sexología sustantiva esta aproximación patologizadora de la
diversidad inhe rente al hecho sexual humano resulta no solo un error,
sino una clara demos tración de la dispositivación de la medicina y la
psicología como herramientas de control social y de mantenimiento del
statu quo. Por ello, y dado que estos sentires fuera de la norma han sido
considerados peligrosos por los gestores del control social, nos
referiremos a dichas expresiones del hecho sexual humano como
¨sexualidades disidentes¨ a lo largo del siguiente capítulo.
Además los firmantes de este artículo queremos pedir perdón de
antemano por el tono del mismo, pese a nuestra intención de escribir un
capitulo asépti co y de tono científico acorde con el de la publicación en la
que va a presentarse hemos decidido escribir algo más cercano a nuestra
vivencia del tema. Dado que además de sexólogos pertenecemos no sólo
a una sino a varias de estas cate gorías parias de la sexualidad, y realizamos
activismo sobre este tema, creemos que presentando un texto de género
bastardo entre lo científico y lo (ligera mente) ideologizado, asumiendo lo
que se conoce en la pedagogía sexológica como actitud de combate,
podemos lograr mejor nuestros humildes objetivos y generar un cambio
de actitud en nuestros lectores desde una actitud prescriptiva hacia una actitud
de cultivo. Asumimos así que solo un texto de carácter liminal puede
iluminar las vivencias de sujetos liminales.
DSM-IV (see O´Donohue, Regev, & Hagstrom, 2000, p 98). Thus, the sum total
of patients who have been studied in conjunction with revising the DSM diagnostic
criteria for the paraphilias is 3.That is fewer than half the number of paraphilias
diagnoses listed in the DSM. That means that most of the paraphilias diagnostic cri
teria were never looked at with a single patient as part of the DSM production ever.”
[“Los trabajos de campo para el DSM-III, financiados por el Instituto Na cional
para la Salud Mental, incluyeron tres pacientes con parafilias, nada más.
Los diagnósticos de parafilias no se incluyeron en los trabajos de campo para el
DSM-III-R (APA, 1987) o el DSM-IV (ver en O’Donohue, Regev &Hagstrom,
2000, p 98). Es decir, la suma total de pacientes estudiados para revisar los criterios
diagnósticos del DSM fue tres. Es menos de la mitad del número total de parafilias
enunciadas en el DSM. Lo cual implica que la mayoría de los criterios diagnósticos
para las parafilias no pudieron observarse presentados de forma aislada en ningún
momento de la elaboración del DSM.”]
Curiosamente, pese al evidente sesgo ideológico en el trato de las
categorías parafílicas y de la problemática derivada, incluida legal, de
diagnósticos relacio nados con estas categorías, que aparece ampliamente
representada en extensas encuestas realizadas por entidades como la
NCFSF (https://www.ncsfreedom.
org/resources/bdsm-survey/2008-bdsm-survey-fast-facts), Krueger
(2010) re coge cómo algunos profesionales relacionados con la
elaboración de ediciones del DSM anteriores a la de 2013 siguen negando
cualquier tipo de problema derivado de estas categorías diagnósticas:
“Spitzer (2005) responded to the above saying that the concept of ‘‘medical
disorder’’ could be applied to human behavior, and doubted that anyone had been hurt
by being given a diagnosis of a paraphilia. Fink(2005)maintained that it was
important to retain diagnoses to differentiate between normal and abnormal ways in
which people become aroused and that retaining paraphilic diagnoses was important‘‘to
save some people from jail and others from themselves’’(p. 118).”
[“Spitzer (2005) respondió a lo anterior diciendo que el concepto de “enfer
medad/trastorno” se podía aplicar al comportamiento humano y que no creía que
nadie hubiera sufrido daño alguno por haber sido diagnosticado de parafilia. Fink
(2005) sostuvo que era importante conservar los diagnósticos para diferenciar las
formas normales en las que las personas se excitan sexualmente y las formas anor
males, y que conservar los diagnósticos de parafilia era importante para “salvar a
algunas personas de la cárcel y de sí mismos” (p. 118).”]
Capítulo 4. Sexualidades no normativas y su problematización. 59
the DSM-IV the statement regarding progression was made with respect to sadism in
general. He suggested that, in view of the lack of a relationship of S & M with
psychiatric pathology, that sado-masochism, like homosexuality, should not be clas sified
as a DSM disorder.”
[“Campbell (1999) critica todo el DSM-IV por su escasa concordancia inte
robservador. En libros posteriores Campbell (2004, 2007), revisando el uso del
DSM en las valoraciones forenses de los delincuentes sexuales, encontró múltiples áreas
conflictivas, incluyendo la escasa concordancia interobservador.
En una revisión de aspectos relacionados con la sexología, McConaughey (1999)
señaló que el DSM-IV afirmaba que la gravedad de los actos sádicos se incrementaba
con el tiempo pero esto, que podía aplicarse a los asesinatos en serie o los asesinatos
sádicos, no parecía cumplirse en quienes realizaban prácticas sadoma
soquistas de forma habitual (muy poco presentes en la clínica habitual). Señaló que
pese a ello, en el DSM-IV esa afirmación en torno al curso progresivo del sadismo se
hacía en torno al sadismo en general. Sugirió entonces que, vista la escasa relación de
las prácticas sadomasoquistas con la patología psiquiátrica, el sadomasoquismo al
igual que la homosexualidad no deberían figurar clasificados como trastornos en el
DSM.”]
Además Krueger (2010) hace referencias específicas de otros trabajos
que critican la categoría de parafilia y cómo es gestionada en las ediciones
del DSM previas a la edición de 2013:
“Moser and Kleinplatz (2005) reviewed the paraphilic diagnoses in all of the
DSMs, and argued that paraphilias did not meet the defini tion of a mental disorder
and that the DSM presented ‘‘facts’’ to substantia te various assertions in the text, but
they found little evidence to support the se assertions. They opined that the paraphilias
section was so flawed that it should be removed from the DSM. They suggested that an
alternative would be to change the definition of a mental disorder or of paraphilia or
both, correct factual statements, adjust criteria for inclusion of a diagnosis, and add safe
guards to prevent the misuse of the diagnoses.”
[“Moser y Kleinplatz (2005) revisaron los diagnósticos de parafilia en todos los
DSMs y concluyeron que las parafilias no cuadraban dentro de la definición de
trastorno mental y que el DSM presentaba “hechos” para justificar diversas
afirmaciones a ese respecto en el texto, pero que había pruebas muy escasas para
refrendar dichas afirmaciones. Consideraban que la sección acerca de las parafilias
Capítulo 4. Sexualidades no normativas y su problematización. 61
era tan poco consistente que debía ser retirada del DSM. Propusieron entonces como
alternativas modificar la definición de trastorno mental, la definición de parafilia o
ambas; corregir la argumentación de base, ajustar los criterios para cada diagnóstico y
añadir salvaguardas para proteger frente a la mala utilización de dichos
diagnósticos.”]
Probablemente el siguiente hito, sólo comparable a la
despatologización de la homosexualidad en 1973, en la medicalización
del hecho sexual humano sea la publicación en 2013 del DSM-V y su
distinción entre parafilia y des orden parafílico. Evidentemente esto abre la
puerta a una despatologización efectiva de las sexualidades disidentes,
pero los problemas conceptuales que como sexólogos vemos en la
medicalización del hecho sexual humano siguen presentes.
Según el estudio de Joyal y Carpenter, publicado en el número de julio
de 2016 del Journal of Sex Research, la mitad de los adultos canadienses en
cuestados expresaban interés erótico en una de las parafilias que aparecen
en el DSM-V, y al menos un tercio de ellos había participado en una
práctica erótica susceptible de ser categorizada como parafílica.
Consideramos que esta esta dística es especialmente problemática por dos
razones; por un lado muestra la variedad inherente al hecho sexual
humano y lo innecesario a todos los niveles de la taxonomía parafílica, y
por otro es especialmente peligrosa por el uso que a nivel legislativo y
judicial se hace de los diagnósticos psicopatológicos. Kai (2014) incide en
cómo de acuerdo al estudio, anteriormente nombrado, de 2008 de la
National Coalition of Sexual Freedom, realizado entre poblaciones
autoidentificadas como pertenecientes a alguna minoría erótica, un 11,2%
de los encuestados habían sufrido la pérdida de la custodia de sus hijos
en juicios de divorcio por sus prácticas eróticas no normativas,
especialmente si eran par
ticipantes de la subcultura BDSM. No debemos olvidar que manuales
como la CIE o el DSM son de uso habitual en el mundo legal anglosajón
y cómo hasta el DSM-V sus categorías diagnósticas relativas a la
sexualidad podían ser extre madamente perjudiciales para determinados
sujetos en situaciones referidas al ámbito jurídico. Así, asumiendo una
visión foucaultiana, la acción del poder disciplinario, encarnado por el
dispositivo clínico, y del poder soberano, encar nado por el dispositivo
legislativo y judicial, han actuado tradicionalmente de forma conjunta en
menoscabo de los derechos de los sujetos relacionados con las
sexualidades disidentes.
62 Capítulo 4. Sexualidades no normativas y su problematización.
genéricos, sino en las mujeres y hombres concretos que son, cada uno de
ellos con una mezcla única de caracteres asociados por la cultura a uno u
otro sexo. Así un determinado enfoque sexológico afirma que la
pertenencia a uno de los sexos no es por tanto algo tangible y ponderable
sino una cuestión vivencial y por tanto fenomenológica, asumiendo las
tesis de Paul Ricoeur (1984-1988) en cuanto a la ¨identidad narrativa¨. La
identidad íntima de los sujetos, el ser (o quizás “estar” dado el carácter
evolutivo del proceso de sexuación) hombre o mujer no está re gida por
sus caracteres sexuales sino por la experiencia personal de su proceso de
sexuación. Es el sujeto quien mediante su narrativa biográfica, vivencia
íntima de su proceso de sexuación a todos los niveles, se declara de uno u
otro sexo, pese a ser masculino Y femenino, no por los prejuicios
culturales o la opinión de un experto.
Landarroitajauregi (2000) realiza una interesante aportación al generar una
nueva noción, sexación, que pese a estar implícita en la idea de sexuación de
Amezúa es interesante señalar específicamente a la hora de entender la
proble mática de determinados sujetos y sus formas concretas de
intersexualidad como las anteriormente señaladas. Landarroitajauregi
(2000) define como sexación a los “hechos de clasificación, de
categorización y/o de etiquetación sexual”, y consi dera que existen dos
actos básicos de sexación: la autosexación, y la alosexación.
“Con el término autosexación me refiero al acto de categorización sexual de uno
mismo, cuyo resultante –al menos en humanos– es la convicción de que uno es hombre o
es mujer. Sobre esta convicción se irá construyendo evolutivamente la que deno minamos
identidad sexual; y sobre ésta, biográficamente, la sexualidad de este ser sexuado: su
modo personal e intransferible de ser el hombre o la mujer que de hecho es.”
(Landarroitajauregi, 2000)
“La alosexación es actividad interactiva que requiere en principio de un otro-dis
tinto-de-mí que actúe como objeto sexable. Luego en todo acto de alosexación hay dos
ACTORES: el sujeto alosexador y el objeto alosexado. Ahora bien, aunque normal
mente el sujeto alosexador y el objeto sexado son diferentes, también puede ser el mis mo.
Pues como ya he dicho más arriba, yo puedo alosexarme a mí mismo…”
(Landarroitajauregi, 2000)
Los autores de este artículo consideramos que la existencia de sujetos cul
turalmente liminales por su intersexualidad, como los anteriormente nom
brados, y su problemática deriva directamente de su alosexación en base a
los caracteres sexuales terciarios (culturales, circunstanciales y
normativizadores) que pese a no ser producto de la sexuación tienen un
gran valor alosexante.
74 Capítulo 4. Sexualidades no normativas y su problematización.
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