Habermas y El Reto de La Posmodernidad
Habermas y El Reto de La Posmodernidad
Habermas y El Reto de La Posmodernidad
Este ensayo es una reflexin y al mismo tiempo una toma de postura ante el discurso posmoderno. Su objetivo es revisar a grandes rasgos las principales ideas contenidas en ese discurso y sealar lo que parece cuestionable en ellas. En esta tarea nos servir de gua el pensamiento de Jrgen Habermas, pues me parece que es uno de los pocos filsofos de la actualidad que an no se ha dado por vencido ante el agresivo embate posmoderno. En Habermas hallamos elementos que pueden ayudar a salir de la especie de nihilismo en la que nos encontramos en la actualidad. Mi reflexin no se circunscribir al terreno artstico o al terreno literario, sino que tratar de abrazar un espacio ms amplio que nos d una visin de conjunto sobre la situacin que viven los fenmenos culturales en la actualidad. La razn de este mtodo se comprender al final de este ensayo, una vez que sea explicada la idea de Habermas sobre la parcelacin de los saberes y su separacin con el mundo de la vida. Una vez hecha esta aclaracin, pasemos a abordar el fenmeno del posmodernismo. Desde los aos sesenta no ha dejado de repetirse que entramos en la etapa de la posmodernidad. El trmino es problemtico; primero, porque el pos remite necesariamente a la idea de progreso en las etapas de la Historia, lo cual resulta contradictorio, pues la periodizacin histrica es una idea netamente moderna.1 En efecto, desde la Ilustracin la modernidad puede ser identificada como un fenmeno dominado por la idea de la evolucin histrica, entendido como el sucesivo proceso de iluminacin activado por el motor de la Razn.
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Cfr. Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, Madrid: Taurus, 1989, cap. 1. Tambin Gianni Vatimo, El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenutica en la cultura posmoderna, Barcelona: Gedisa, 2000, p. 10.
Desde esta idea, la Historia deja de ser un cumulo de sucesos azarosos y adquiere una teleologa consistente en el continuo avance hacia un estadio cada vez ms pleno de libertad.2 En este sentido, si la posmodernidad supone un avance o un estadio superior de la modernidad, entonces sus fundamentos an siguen anclados en la lgica de lo moderno. Esto, me parece, es lo que ha sucedido con el pensamiento de algunos posmodernistas neoconservadores de la academia norteamericana, tales como Daniel Bell3 o Francis Fukuyama.4 Su posicin se basa sencillamente en la idea de hacer depender la aparicin de la posmodernidad del desarrollo del sistema econmico capitalista. Para ellos, reina en la sociedad contempornea un capitalismo tardo que es muy diferente al capitalismo nacido en la Edad Moderna. La idea es bastante pueril puesto que denominar capitalismo tardo al modelo econmico imperante es caer en el relativismo histrico, ya que lo que es tardo para nosotros lo ser viejo para los que nos sucedan. Tal vez por ello sea mejor el nombre de capitalismo transnacional o de consumo. Sin embargo, lo que interesa destacar es que, desde las ideas de estos filsofos, el llamado posmodernismo no sera otra cosa que un estadio histrico encerrado dentro de la misma lgica de la modernidad, lo cual impulsa a creer lgicamente, pensando como moderno que cuando el sistema capitalista evolucione hacia un modelo ms desarrollado (como est sucediendo ahora, que se ha convertido en un neoliberalismo mundial) debera surgir un nuevo periodo denominado posposmodernidad. Esto es lo que resulta cuestionable. Jrgen Habemas ha dado en el clavo cuando explica el motivo de este problema al diferenciar entre el proceso de modernizacin cultural y el de la modernizacin social.5 Basndose en los estudios de Max Weber6, explica que
Cfr. Emmanuel Kant, Qu es la Ilustracin? en: Filosofa de la Historia, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1987, p. 25. 3 Cfr. Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo, Madrid: Alianza, 2001. 4 Cfr. Francis Fukuyama, El fin de la historia y el ltimo hombre, Barcelona: Planeta, 1992. 5 Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, Madrid: Taurus, 1989, cap. 1 6 Cfr. Max Weber, Economa y sociedad. Esbozo de sociologa comprensiva, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1984; tambin Max Weber, La tica protestante y el espritu del capitalismo, Mxico: Coyoacn, 2004.
la modernidad cultural sucedi cuando las esferas de la ciencia, la moral y el arte, antes reunidas en un mismo crisol por el lazo de la religin, se institucionalizaron gradualmente en esferas culturales diferenciadas y autnomas, cada una con una lgica propia y sistema de fundamentacin racional.7 Tal vez el mayor ejemplo de esta diferenciacin es la empresa de Emmanuel Kant, quien dedica un libro para cada una de estas esferas: la Crtica de la razn pura, dirigida a resolver los problemas de la teora del conocimiento cientfico (esfera de la ciencia); la Crtica de la razn prctica, dedicada a reflexionar sobre la problemtica de las normas morales y jurdicas (esfera de la moral) y, por ltimo, la Crtica del juicio, interesada en fundamentar las reglas y los juicios estticos que se hacen sobre las obras de arte (esfera del arte). 8 La finalidad de esto era encontrar un fundamento racional de cada una de estas esferas, volverlas autnomas de la religin y potencializar los conocimientos tericos, prcticos, estticos derivados de ellas. Por su parte, Habermas explica que la Modernidad no slo implic un cambio cultural sino tambin social. A esto es lo que denomina modernizacin social. Esta modernizacin implic la progresiva diferenciacin e institucionalizacin al igual que la diferenciacin de las esferas culturales antes mencionadas de dos sistemas organizativos funcionalmente compenetrados hasta antes en la cultura religiosa: la empresa capitalista y el aparato estatal burocrtico.9 El capitalismo y el Estado vienen a suplir la tarea de organizacin y cohesin que hasta antes vena siendo realizada por el poder eclesistico desde luego, hablamos del mundo occidental. En base a lo anterior, Habermas ve en la fundamentacin de la modernidad como un doble proceso de modernizacin: MODERNIZACIN Diferenciacin/institucionalizacin de las CULTURAL: esferas culturales de la CIENCIA/TCNICA, MORAL/DERECHO y ARTE/CRTICA DE ARTE.
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Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, op. cit. p. 12. Cfr. H. Vleeschauwer, La evolucin del pensamiento kantiano. Historia de una doctrina, Mxico: Centro de estudios filosficos de la Universidad Autnoma de Mxico, 1962, cap. I. 9 Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, op. cit. p. 12.
MODERNIZACIN Diferenciacin/institucionalizacin de los SOCIAL: sistemas sociales del CAPITALISMO y el ESTADO. Habermas dice que los posmodernistas neoconservadores que hacen depender la posmodernidad del desarrollo econmico lo que estn diciendo no es otra cosa que la tesis de que la modernizacin social ha absorbido a la modernizacin cultural.10 En este sentido, ms que posmodernistas seran modernos resignados al desarrollo del capitalismo. Incluso, dentro de la misma modernizacin social ha habido un poder que se ha terminado por imponerse sobre el otro. Nos referimos al capitalismo. En efecto, en la sociedad actual y desde los aos noventa, aproximadamente, cuando el famoso Estado social comienza a disolverse, quien ha llevado la batuta de la modernizacin social ha sido la economa, pues el Estado poco a poco ha liberado al mercado convirtindolo en un sistema salvaje y sin regulacin.11 Esta idea es la que el ala neoconservadora de los posmodernistas acepta sin criticar. Y precisamente la ausencia de crtica es lo que los vuelve sospechosos. La resignacin a la lgica del sistema capitalista, la confusin entre dos tipos de modernizacin y la posible sospecha de defensa encubierta al sistema es lo que hace criticable a los posmodernistas neoconservadores. Ahora bien, existe otra forma de posmodernismo ms interesante cuyas tesis resultan ms aceptables. Es el ala radical o lo que podemos denominar tambin como posmodernismo nietzscheriano o heideggeriano.12 Esta corriente del pensamiento tiene en Jean Fraois Lyotard a su mejor representante.13 A diferencia del posmodernismo neoconservador, el posmodernismo radical no hace depender la nueva etapa histrica del desarrollo econmico, pues su crtica se dirige a la modernidad en su conjunto, incluyendo a la modernizacin cultural y a
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Cfr. Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, op. cit. p. 13. Cfr. Jrgen Habermas, Problemas de legitimacin en el capitalismo tardo. Madrid. Editorial: Ctedra, 2000. 12 Cfr. Gianni Vatimo, El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenutica en la cultura posmoderna, op. cit. p. 10. 13 Cfr. Jean Fraois Lyotard, Qu es lo posmoderno, en Zona ergena, No. 12, 1992; La condicin postmoderna, Madrid: Alianza, 2000; Por qu filosofar? Barcelona: Paids, 1998.
la social. Lo que cuestionan es al sustrato que impulsa a estos dos procesos de modernizacin: la Razn. Su tarea es desenmascarar a la Razn como subjetividad represora y como voluntad de dominacin instrumental. Dejar de confiar ciegamente en la razn, esto es lo que pide. En este sentido, el pos del posmodernismo ms que criterio de periodizacin histrica significa a un estado de nimo o de pensamiento de desconfianza. Esto quiere decir que el posmodernismo se despide finalmente del pensamiento moderno y de su confianza en la Razn. Lyotard es claro al respecto:
La modernidad ha pretendido dar una respuesta filosfica y poltica al romanticismo y al dandismo. Ha intentado producir lo que podramos llamar gran relato, ya sea el de la emancipacin, a partir de la Revolucin francesa, o el discurso del pensamiento alemn sobre la realizacin de la razn. Tambin el relato de la riqueza, el de la economa poltica del capitalismo.14
Y agrega:
De algn modo todos estos discursos han sido intensificados y reorganizados por el marxismo, que ha ocupado la escena filosfica y poltica de Europa y del mundo durante todo un siglo. Mi hiptesis es que, para una gran parte de las sociedades contemporneas, estos discursos ya no son crebles ni bastan para asegurar como pretendan un compromiso poltico, social y cultural. No confiamos ya en ellos. 15
Desconfianza frente a la lgica de la Razn o nihilismo activo es lo que caracteriza al posmodernismo radical. La modernidad se concibe como un gran relato que puede cuyo criterio de validacin no es la de su verdad o falsedad, sino creer en l o no hacerlo. Nada nos asegura salvo un relato que la Razn nos ha de llevar a un estadio mejor de la Historia. Lo primero que debemos hacer es desconfiar de esa razn y en concomitancia en la finalidad teleolgica de la Historia. Habermas encuentra problemtica esta forma de pensar. Si bien es cierto que entramos en una etapa en donde el ser humano ha comenzado a desconfiar en los poderes de la Razn, tambin es cierto que no por ese hecho se debe tirar la toalla y por da terminado el proyecto de la modernidad:
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La modernidad es un proyecto inacabado y aun no superado [] mi opinin es que, en vez de dar por perdido lo moderno y su proyecto, debemos ms bien aprender de sus equivocaciones y de los errores de su exagerado proyecto de superacin [por tanto] no hay ms cura para las heridas de la Ilustracin que la propia Ilustracin radicalizada16
De ah que su apuesta sea por retomar el proyecto de la modernizacin cultural pero basndose en un nuevo criterio: la razn comunicativa. Veamos qu significa esto. Recordemos que modernizacin cultural se basaba en la diferenciacin e institucionalizacin de las esferas de la ciencia, la moral y el arte. Y que este proceso iba traer como consecuencia la emancipacin del ser humano. Sin embargo, Habermas detecta siguiendo aqu a Horkheimer y Adorno17 que la progresiva diferenciacin de estas esferas en profesiones y grupos institucionalizados de expertos (cientficos, juristas, artistas y crticos de arte) tuvo una seria consecuencia en el proyecto emancipatorio: El resultado es que aumenta la distancia entre la cultura de los expertos y la del pblico en general.18 Es decir, que se produce una irremediable separacin entre el saber y el mundo de la vida cotidiana. Esto es fcil de demostrar con algunos ejemplos. Hoy en da el lenguaje tcnico-cientfico se ha convertido en un lenguaje casi esotrico. Desde el ms alejado a nuestras expectativas como es el de lenguaje de la fsica hasta el ms cercano a nuestras necesidades como es el lenguaje mdico. En medio de estos dos extremos hay una franja de lenguajes de especialistas que abruman al pblico en general. La irona es que el proyecto ilustrado crea que la Razn iba a promover, a la larga, conocimientos ms transparentes que nos ensearan a valernos por s mismos. Desde luego, ha sido todo lo contrario: la parcelacin de la ciencia impone la idea de que irremediablemente dependemos de otros. En el mbito de la esfera jurdico-moral sucede algo parecido: la juerga tcnica de los abogados adems de ser incomprensible para los legos muchas veces resulta un
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Jrgen Habemas, Ensayos polticos, Barcelona: Pennsula, 1987, principalmente las pginas: 190, 265 y 279.
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Cfr. Max Horkheimer; Theodor Adorno, La dialctica de la ilustracin, Madrid: Trotta, 2000. Jrgen Habemas, La modernidad: un proyecto incompleto en: La posmodernidad, Barcelona: Kairs, 2006.
instrumento de coercin o de estafas. La irona es que la esfera de la moral, en esta situacin, est llena de prcticas inmorales e injustas. Finalmente, la esfera cultural del arte no podra ser la excepcin. La llamada deshumanizacin del arte que para Ortega y Gasset tanto merito tena ha desembocado hoy en la ininteligibilidad del arte por parte de la gente comn. El arte se ha convertido en terreno habitado nicamente por artistas, especuladores y crticos. Falta la gente. La crtica del arte corre por ese mismo camino: si Baudelaire deca que una de sus funciones era la de formar el gusto esttico de las personas hoy podra decirse que su funcin principal es la de provocar la ms pura indiferencia. Cargada de tecnicismos tericos y de modelos de interpretacin complejos, la crtica ha perdido una de sus finalidades y se ha encerrado en s misma. Un diagnostico similar no el mismo diagnostico ha sido hecho por Frederic Jameson, al hablar de la fragmentacin del lenguaje en la sociedad posmoderna:
[] cada grupo ha llegado a hablar un curioso lenguaje privado, cada profesin ha desarrollado su propio cdigo de ideologa o modo de hablar particular, y finalmente cada individuo ha llegado a ser una especie de isla lingstica, separada de todas las dems. Pero en este caso, la misma posibilidad de cualquier norma lingstica con la que se pudiera ridiculizar los lenguajes privados y los estilos idiosincrticos se desvanecera, y no tendramos ms que diversidad estilstica y heterogeneidad.19
Slo que en Jameson el diagnstico es ms radical que el de Habermas, pues supone que incluso no existe un lenguaje ordinario del que haga uso el pblico en general y con el cual contrastar los estilos. La idea de Jameson, aunque atractiva, es problemtica. En efecto, el problema surge cuando observamos que el mdico no siempre habla como mdico ni el ingeniero como ingeniero. Si todos grupos, profesiones e individuos fueran islas lingsticas encerradas en su propio lenguaje la comunicacin quedara anulada de inicio porque no habra un cdigo compartido que fundamentara el sentido de las proposiciones. En un mundo as, las relaciones intersubjetivas a gran escala fuera de grupos y profesiones seran inexistentes porque los estilos particulares de unos no
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Frederic Jameson, Posmodernismo y sociedad de consumo, en: La posmodernidad, Barcelona: Kairs, 2006, pp. 165-187, p. 169.
tendran sentido para los otros. Cierto, hemos visto que hoy el lenguaje de la ciencia, la moral y derecho, y el del arte (y la crtica) se han convertido en lenguajes esotricos manejados por expertos, pero esto no significa que no se pueda reformular el lenguaje para hacerlo ms comprensible a los no expertos. La suposicin de Jameson resulta extrema. La nica forma de superarla es asumiendo que, si bien es cierto que en la sociedad posmoderna han aparecido formas particulares de habla, el lenguaje ordinario continua viviendo paralelamente a esta parcelacin de esferas es el cdigo compartido que asegura la mutua comprensin. As, el sujeto sera una isla lingstica en la sociedad posmoderna como quiere Jameson, s, pero con la posibilidad de tender puentes hacia otras islas gracias a un lenguaje comn que proporciona el sentido. Esta es la idea de Habermas al hablar de la razn comunicativa. La razn comunicativa no es otra cosa que la Razn inserta en el dilogo.20 Es tender puentes entre las distintas tanto de manera horizontal como de manera vertical, es decir, entre las distintas esferas culturales y entre stas y el pblico en general. En el primer caso (el horizontal), nos hallamos ante programas interdisciplinares que culminen en la transdisciplinaridad de los saberes. Del dilogo entre las parcelas del conocimiento a su sntesis. Para que esto funcione se debe tomar en cuenta que el dilogo no es un ejercicio libre en donde todos hablan desde su verdad e quieren imponerla. Por el contrario, se deben generar ciertas condiciones ideales para que funcione. Las condiciones que Habermas menciona se reducen a cuatro bsicas: a) Carcter pblico e inclusin: no puede excluirse a nadie que en relacin con la pretensin de validez controvertida, pueda hacer una aportacin relevante; b) Igualdad en el ejercicio de las facultades de comunicacin: todos se les conceden las mismas oportunidades para expresarse sobre la materia; c) Exclusin del engao y la ilusin: los participantes deben creer lo que dicen; d) Carencia de coacciones: la comunicacin debe estar libre de restricciones, ya que estas evitan que el mejor
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Jrgen Habemas, Teora de la accin comunicativa, tomo I y II, Madrid. Editorial: Taurus, 1987.
argumento pueda salir a la luz y predeterminan el resultado de la discusin.21 De ellas se derivan cierta cantidad de reglas para asegurar el consenso final.22 Toda fuerza fsica o moral debe quedar excluida en los procesos de dilogo; la nica fuerza aceptable es la fuerza incoactiva del mejor argumento. El filsofo francs Edgar Morin es quien ha avanzado ms en este aspecto a travs su mtodo de la complejidad, sobre todo con su programa de la democratizacin del conocimiento.23 Sin embargo, la tarea pendiente es respecto al mbito de lo horizontal. Cmo volver a unir las esferas culturales con el mundo de la vida? En el mbito de la ciencia ha habido pocos intentos por traspasar la esfera del esoterismo. Cada da ms los cientficos se encierran en su propia esfera cultural generando un divorcio entre su lenguaje y el usado por el pblico en general. En la esfera de la moral ha habido propuestas por generalizar el lenguaje de las normas. Sin embargo los resultados no han sido lo suficientemente satisfactorios.24 Y en el mbito del arte es destacable el programa fallido del surrealismo por unir el arte con la vida. Cada uno de estos intentos ha sucumbido en su pretensin emancipadora. Por qu? La razn, segn Habermas, es la siguiente:
Los procesos de comunicacin necesitan una tradicin cultural que cubra todas las esferas, cognoscitiva, moral-prctica y expresiva. En consecuencia, una vida cotidiana racionalizada difcilmente podra salvarse del empobrecimiento cultural mediante la
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Jrgen Habermas, Accin comunicativa y razn sin trascendencia. Barcelona. Editorial: Paids, 2002, p. 56. 22 Algunas de esta reglas son: (1) Todo hablante debe, cuando se le pide, fundamentar lo que afirma, a no ser que pueda dar razones que justifiquen el rechazar una fundamentacin. (1.1) Quien pueda hablar puede tomar parte en el discurso. (1.2) a) Todos pueden problematizar cualquier asercin. b) Todos pueden introducir cualquier asercin en el discurso. c) Todos pueden expresar sus opiniones, deseos, y necesidades. (1.3) A ningn hablante puede impedrsele ejercer sus derechos fijados en (1.1) y (1.2) mediante coaccin interna y externa al discurso. Cfr. Jrgen Habermas, Conciencia moral y accin comunicativa. Madrid: Pennsula, 1983, p. 67 y ss. 23 Cfr. Edgar Morin, El mtodo, (6 tomos) Madrid: Ctedra, 1989. 24 Cfr. Michael Walzer, Las esferas de la justicia, Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1998.
apertura de una sola esfera cultural proporcionando as acceso a uno slo de los complejos de conocimiento especializados.25
En este sentido, la tarea actual es configurar esa tradicin cultural que intente abrir al mismo tiempo tanto las esferas de la ciencia, la moral y el arte. Otro tanto es comenzar a adelgazar el lenguaje de las esferas culturales para el acceso libre del pblico en general. He dicho al inicio de este ensayo que mi visin sera general y no se concentrara en lo puramente artstico o literario. Ahora se comprende el porqu de este mtodo: si abordamos el tema de la modernidad y la posmodernidad en el arte correramos el riesgo de no observar el problema en su conjunto; se cometera el error de ver en el arte una esfera cultural aislada con una dinmica propia. Es cierto que existe esta dinmica propia, pero tambin es cierto que esa dinmica no se agota en s misma, pues se encuentra inmersa dentro de un fenmeno cultural mucho ms amplio. El arte, como toda esfera cultural, debe verse en su propio contexto. Esto es lo que indirectamente se ha intentado aqu.
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