En Consulta
En Consulta
En Consulta
Los consultantes nos traen sus síntomas y conflictos y nosotros los utilizaremos como
camino de entrada.
Buscaremos conectar y escuchar el mensaje que los síntomas le están trayendo a
quien viene a la sesión, para poder luego utilizarlos como combustible para el
cambio.
Trabajaremos con la finalidad de que nuestro consultante pueda encontrar ese
potencial oculto en sus síntomas, en lugar de estar usándolos como ancla para
quedarse en esa zona de confort de la que el síntoma vino a rescatar, que ya no es
funcional y pide ser actualizada.
Otro constante en las consultas será el buscar por diferentes medios desafiar y
actualizar creencias limitantes del consultante, con una invitación a la modificación
de estrategias que les permitan alcanzar sus metas y objetivos. Ya que las creencias
condicionan las conductas, y son un paquete integrado para la toma de decisiones.
Afectan el pensamiento, el sentimiento, la percepción y condicionan la acción.
Entonces puede pasar, entre otros motivos, que una persona se sienta mal sin saber
por qué (niega las causas de su sufrimiento).
O puede que racionalice algún hecho significativo y traumático, pero no lo pueda
emocionar y entonces lo proyecte (niega la emocionalidad de las experiencias).
La proyección es otro mecanismo de defensa que aparece cuando la negación no
logra controlar ese contenido que quiere seguir reprimiendo.
Se trata de atribuir a otras personas u objetos aquellas experiencias nocivas que
intenta reprimir o negar, sobre todo cuando se pone en juego un conflicto
emocional.
En consulta
Para sintetizar:
No sabemos cómo son las cosas, solo sabemos cómo las observamos o cómo las
interpretamos.
Vivimos en mundos interpretativos.
La manera en que vemos las cosas, habla de la clase de observador que somos.
Problemas, posibilidades y soluciones están en función de la clase de observador que
somos.
No solo actuamos de acuerdo a cómo somos, también somos de acuerdo a cómo
actuamos.
La acción genera “ser”. Devenimos según hacemos.
Actuamos acorde a los sistemas sociales a los que pertenecemos.
No solamente observamos con nuestros ojos. También observamos con nuestras
distinciones.
Nuestras distinciones nos constituyen como el observador que somos.
La distinción es el resultado de un acto realizado por un observador en el “lenguaje”.
Realizando la distinción el observador separa algo de un trasfondo, y es capaz de
relacionarse con ella como una entidad única.
Tener distinciones nos permite observar lo que otros no pueden ver. También nos
permite accionar, donde otros no pueden.
Nosotros no somos capaces de accionar en un mundo que no podemos observar.
Las personas teniendo diferentes discursos históricos y/o proviniendo de diferentes
culturas poseen diferentes distinciones. Esto hace de ellos observadores diferentes.
Con el objeto de constituirnos en un observador diferente y expandir la forma de
actuar y producir otros resultados en nuestras vidas, debemos aprender “nuevas
distinciones”.
En consulta
La consulta nos presenta un enorme desafío: cambiar nuestra manera de percibir. A
medida que avanzamos en el estudio de la Astrogenealogía, nos vamos encontrando
con los límites de la mente racional y lineal para comprender la realidad. Esto va
habilitando nuevos niveles de percepción que van incluyendo nuevas informaciones
y al mismo tiempo van creando nuevas realidades.
Cuando uno aprende a interpretar una Carta Natal, y comienza a observar cómo uno
mismo es una manifestación de esos símbolos, se va perdiendo cierta inocencia.
Muchas veces nuestro ego funciona como un niño inocente que no puede ver más
allá. Se siente víctima de todo lo que lo rodea, y se vuelve exigente y caprichoso para
que el afuera se amolde a sus deseos. Un niño pequeño que está empezando a
conocer el mundo y no tiene recursos suficientes para autoabastecerse,
naturalmente necesita que el entorno esté atento a sus necesidades y responda a
ciertos requerimientos vitales. Sin embargo, esta manera de percibir, auto centrada,
se tiene que ir cambiando mientras el Ser se va desarrollando, ya que, de lo
contrario, la persona es un niño caprichoso en un cuerpo grande y desarrollado.
La vida que pretende el ego no es tal, y la manera de percibir se vuelve insuficiente
para tener una vida plena.
Cuando crecemos es necesario cambiar el observador. Veamos que el cuerpo físico
requiere esto desde un punto de vista muy simple. No es lo mismo mirar desde la
altura de un niño de 4 años, que de un adulto maduro que ya alcanzó su altura
máxima. Desde el punto de vista de la capacidad de hacer distinciones y la diferencia
de madurez psicológica y orgánica, lo mismo.
La comprensión y la madurez nos van permitiendo resignificar no solamente el
presente sino también el pasado a la luz del nuevo observador. Un bebé que se sintió
solo y desamparado cuando la mamá se fue al trabajo, observará ese hecho de forma
muy diferente cuando tenga unos 10 años, y mucho más diferente cuando tenga 30 y
vaya al trabajo separándose momentáneamente de sus hijos.
Seguimos con estos ejemplos que parecen tan obvios, pero que cuando los
trasladamos a otras cuestiones de la vida, no son tan simples de identificar. Una
persona que se separa de su pareja y se siente abandonada y traicionada, puede
estar identificada con ese bebé que tuvo hambre y su mamá se había ido. Cuando
dos adultos se vinculan y luego el vínculo se termina, no es cierto que uno de ellos
haya sido abandonado, ya que eso sólo ocurriría si el individuo no puede valerse por
sí mismo. Pero si son dos adultos responsables de sí mismos, en realidad lo que
pueden observar es que su vínculo llegó a un punto de no retorno, que la relación ya
no tiene vitalidad, o que no era sano seguir sosteniendo una relación que no va más.
Si uno de los dos se pone en víctima, el otro queda como victimario, y viceversa. Se
juegan reclamos, culpas, culpables, cuando en realidad tendrían que ser dos adultos
que deciden seguir cada uno por su propio camino.
La forma de observar esto es fundamental. ¿Desde qué lugar el individuo observa sus
relaciones, su posición en la familia, en el trabajo, sus aprendizajes, sus limitaciones?
En una consulta esto se puede volver el trabajo fundamental para realizar con el
consultante. La toma de consciencia del lugar del observador en que está
posicionada la persona, y el acompañamiento para el cambio de mirada y
percepción, es una de las tareas del consultor.
Cuando podemos ver los diferentes personajes internos que habitan en el interior,
identificamos cuáles toman el lugar de observadores que accionan y cuáles son
observados (y hasta juzgados), podemos hacer el trabajo de “desidentificación”
necesario para que el cambio de observador se produzca.
El lenguaje astrogenealógico tiene una riqueza enorme para percibir la realidad más
amplia. La Carta Natal revela el sistema, la red y la trama en la que estamos
inmersos, si somos capaces de interpretar este lenguaje y trabajar con el
consultante.
Actos del habla
A veces, al hablar, la palabra debe adecuarse al mundo, mientras que otras veces, el
mundo se adecúa a la palabra. Cuando se trate del primer caso, cuando podamos
sostener que la palabra debe adecuarse al mundo y que, por lo tanto, el mundo es el
que conduce a la palabra, hablaremos de afirmaciones.
Cuando suceda lo contrario, cuando podemos señalar que la palabra modifica al
mundo y que, por lo tanto, el mundo requiere adecuarse a lo dicho, hablaremos de
declaraciones.
Lo importante de esta distinción es que nos permite separar dos tipos de acciones
diferentes que tienen lugar al hablar: dos actos lingüísticos distintos.
Afirmaciones
Las afirmaciones corresponden al tipo de acto lingüístico que normalmente
llamamos descripciones.
La única descripción que hacemos es la de nuestra observación, no la descripción de
la realidad.
Cuando hacemos afirmaciones hablamos del estado de nuestro mundo y, por lo
tanto, estamos hablando de un mundo ya existente, “mundo de los hechos”.
Declaraciones
Cuando hacemos declaraciones no hablamos acerca del mundo, generamos un
nuevo mundo para nosotros. La palabra genera una realidad diferente. Después de
haberse dicho lo que se dijo, el mundo ya no es el mismo de antes. Este fue
transformado por el poder de la palabra.
Cuando el juez dice «¡inocente!»; cuando el árbitro dice «¡fin del encuentro!»;
cuando el sacerdote dice «los declaro marido y mujer»; cuando decimos en nuestra
casa «es hora de cenar. En estas situaciones se están haciendo declaraciones. Y en
todos estos casos, el mundo es diferente después de la declaración. La acción de
hacer una declaración genera una nueva realidad.
Una vez que una declaración fue hecha, las cosas dejan de ser como eran antes.
Las declaraciones están relacionadas con el poder. Sólo generamos un mundo
diferente a través de nuestras declaraciones si tenemos la capacidad de hacerlas
cumplir. Esta capacidad puede provenir de la fuerza o habernos sido otorgada como
autoridad. La fuerza nos obliga a inclinarnos ante una declaración y acatarla porque
queremos evitar el riesgo de desintegración. La autoridad es el poder que nosotros o
la comunidad otorga a ciertas personas para hacer declaraciones válidas.
Juicios
Al igual que las declaraciones, los juicios sólo existen en el lenguaje. "Hermoso",
"Útil", "Grande", "Irrelevante", son la opinión de alguien respecto de algo. De hecho,
nos dicen cuál es la opinión de quien evalúa respecto de lo que observa y no
necesariamente acerca de lo observado.
Los juicios son imprescindibles para nuestra supervivencia y juegan un papel esencial
en nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, si no opináramos que ciertas acciones son peligrosas, cruzaríamos la
calle sin mirar hacia ambos lados. También son el motor que impulsa todas nuestras
acciones y una poderosa herramienta si aprendemos a utilizarlos.
Al mismo tiempo que conectan el pasado, el presente y el futuro (basándonos en lo
que ocurrió en el pasado podemos anticipar lo que es más probable que ocurra en el
futuro) permitiéndonos enfrentar el porvenir con menor grado de incertidumbre,
pueden restringir nuestras posibilidades futuras si no tenemos en cuenta que es
posible diseñar nuevas prácticas (innovación) que conduzcan a un futuro diferente.
No tener las distinciones necesarias para diferenciar entre juicios y afirmaciones
tiene graves consecuencias en tanto que restringe nuestras posibilidades de acción.
Por ejemplo, decir que algo es "difícil" como si se tratara de una característica de lo
evaluado, puede obstaculizar el aprendizaje.
Tener en cuenta que cambiando las acciones podemos cambiar los juicios nos abre el
camino para el aprendizaje y la innovación.
Por ser una sub-especie de las declaraciones (crean una realidad y sólo existen en el
lenguaje), los juicios pueden ser válidos o inválidos según el poder -por autoridad o
fuerza- de la persona que los hace.
Los juicios pueden ser fundamentados o sin fundamentar, y fundados o infundados
dependiendo de cómo se relacionan con el pasado.
Suponemos que muchas de nuestras concepciones sobre bien, mal, justicia,
sabiduría, belleza, verdad podemos tratarlas en forma objetiva con independencia
del observador que las dice. Cuando hablamos de juicios nuestro compromiso no
está en proporcionar evidencia sobre lo que decimos con un testigo que coincida con
nosotros, sino que en los juicios aceptamos que se pueda discrepar con lo que
estamos diciendo. Cuando digo “Juan es bueno” “Ale es alto” cualquier otro
observador puede impugnar legítimamente lo que yo estoy diciendo.
Los juicios son declaraciones y -a diferencia de las afirmaciones- las palabras guían y
el mundo las sigue.
Pero no todas las declaraciones son juicios. Un juicio siempre viene de quien lo
formula, por lo que siempre hay lugar para la discrepancia.
A diferencia de otras declaraciones, los juicios tienen el compromiso de que estén
fundamentados en una cierta tradición. Lo que los hace también, fundados o
infundados dependiendo de cómo se relacionan con el pasado.
Los juicios que emitimos acerca de las personas contribuyen a formar su identidad,
así como también podemos a través de los juicios contribuir a generar la identidad de
una empresa, un país, un pueblo, una familia, una profesión.
Cuando emitimos un juicio nuestro compromiso está en que podemos fundarlo en
acciones que hemos visto en el pasado.
Los juicios nos permiten anticipar lo que puede ocurrir más adelante y esta es una de
las funciones que los hace tan importantes para nuestra vida. Emitimos juicios
porque el futuro nos inquieta y lo hacemos porque hemos aprendido (tenemos el
juicio) que lo sucedido puede ser usado para saber lo que está por venir.
Como están basados en el pasado suelen ser muy conservadores por lo que
requieren que los examinemos en detalle.
Si no diferenciamos juicios de afirmaciones solemos llegar a tratar a los juicios como
afirmaciones, como verdades inamovibles, y cerramos posibilidades de acción.
En consulta
El uso del lenguaje es un aspecto fundamental en una consulta. La manera en la que
comunicamos las interpretaciones astrogenealógicas, la forma de preguntar, de
transmitir la información e intercambiar con el consultante, define el tipo de consulta
que realizamos y, por lo tanto, el efecto que produce en el consultante y el tipo de
experiencia que va a tener.
Desde el enfoque psicológico-humanístico-terapéutico de la Astrologenealogía, la
capacidad de distinguir entre afirmaciones, juicios y declaraciones, tanto por parte
del consultante como del consultor, se vuelve primordial.
Las afirmaciones que hagamos sólo deben estar basadas en hechos concretos,
medibles y comprobables.
Las afirmaciones que realiza el consultante, son informaciones que debemos tomar
tal como son. Por ejemplo “me separé en el año 2001”, ó “tengo el deseo de cambiar
de trabajo” ó “tengo dos hijos”.
Si realiza afirmaciones que no son tales, debemos trabajar en la desactivación de tal
afirmación. Por ejemplo “mi marido me arruinó la vida cuando quiso separarse”,
“mis hijos no tienen posibilidades”, “mi trabajo me impide vivir”.
Cuando aparecen estas afirmaciones, suelen estar cargadas de impotencia. Esto es
natural ya que, al ser confundidas como verdades objetivas, parecen incuestionables.
Qué pasaría si uno explorara: qué aspectos del matrimonio eran poco sanos, en qué
sentido la relación llegó a su fin, qué cualidades y talentos tienen los hijos, qué otras
posibilidades además de las conocidas podrían tener, y qué otras cosas tengo en la
vida además de mi trabajo.
Cuando los consultores hacemos afirmaciones, debemos ser cuidadosos en dar
información objetiva y certera.
Por ejemplo, “la Luna está en Cáncer”, ó “Venus está en Aspecto de Cuadratura a
Saturno”. Todos estos son ejemplos de afirmaciones objetivas, se pueden comprobar
y son verdaderas o falsas, pero no dan lugar a segundas interpretaciones.
Ejemplos de sentencias que parecen afirmaciones, pero no deberían serlo son:
“como Saturno está en tu Casa VII, tendrás problemas para formar pareja” o “con la
luna en capricornio, eres fría y no expresas tus emociones”.
Estas en realidad son interpretaciones subjetivas que se expresan como afirmaciones
objetivas. Estas afirmaciones son peligrosas, ya que determinan a la persona, instalan
juicios y verdades que no son tales.
Es muy diferente decir: “con Saturno en la Casa VII, la estructuración viene en el
aprendizaje vincular con otros. La pareja puede ser un ámbito de solidez, madurez y
crecimiento. Es importante trabajar con las frustraciones que se producen en esta
área”.
A partir de esta interpretación se debe seguir explorando con la persona a fin de
observar cómo vive ese factor de su Carta natal, teniendo en cuenta el mapa
completo.
Las declaraciones implican autoridad y poder en relación a lo que se dice. En este
sentido hay que ser extremadamente cuidadosos.
El consultor no tiene información sobre la vida del consultante que el consultante
mismo no tenga, tampoco debería proyectarse en él el poder de decidir.
Consideramos que no es serio ni sano que el consultor diga al consultante lo que
debe hacer, ni cuándo, ni qué le va a pasar.
La declaración del consultor puede ser muy poderosa en el inconsciente del
consultante. Hay personas que viven torturadas por una sentencia que han
escuchado alguna vez en consulta.
Los juicios son muy comunes en la práctica. Hay todo tipo de juicios, algunos están
instalados en el inconsciente colectivo y otros son muy personales: “todos los de
Escorpio son de tal manera”, “no me cae bien ningún ariano”, “mi jefe no puede ser
buena persona con tanto Plutón”, “todas mis parejas siempre fueron frías y
calculadoras”.
Los juicios deben ser fundamentados, y en ese proceso podemos descubrir que
teníamos una visión parcial, o subjetiva o no real de la situación. Los juicios de valor
son moneda corriente en la cultura occidental. Hay una fuerte dependencia de las
formas consideradas “normales”, los mandatos, lo que determina qué está bien o
mal. Todo aquello que no entra dentro de la norma impuesta, es enjuiciado.
En una consulta astrogenealógica, los consultores debemos ser cuidadosos con los
juicios que podamos tener, no solo de las posiciones de la Carta Natal, sino también
de nuestra postura ante los demás.
En la práctica astrogenealógica con enfoque holístico, es fundamental que podamos
aceptar al otro tal cual es, como un ser en desarrollo, con experiencias, talentos y
limitaciones. Nuestro rol no es emitir juicios, sino más bien desactivar los juicios
propios y los que tenga la persona acerca de sí misma y sus vínculos.
Distorsiones cognitivas
Forman parte de los juicios y son pensamientos y percepciones de carencia que
realiza la persona acerca del mundo, estas percepciones llevan a desarrollar fobias,
problemas de autoestima, obsesividad, entre otras.
La misión del consultor es mostrar que la percepción del mundo en un determinado
momento es sólo una de las posibles formas de percibir ese mismo mundo, y
ciertamente no la más enriquecedora.
El objetivo es guiar al consultante a que desarrolle pensamientos alternativos de
plantarse frente a la situación que le resulta problemática en el mundo real.
Entre las distorsiones o creencias irracionales, se encuentran:
-Nadie me quiere (generalización excesiva)
-Me va mal con los hombres (generalización)
-Soy tonto (etiquetado)
-Sé que se están riendo de mí (leer el pensamiento, personalización)
-Yo no le gusto a ella (leer el pensamiento)
-Me va a ir mal en este examen (adivinar el futuro)
-Soy un imbécil inservible (catastrofismo, generalización excesiva)
-Tengo este problema y no he podido resolverlo a pesar de intentarlo varias veces,
así que
no tiene solución (creencia de que nada cambia, pensamiento “todo o nada”)
Niveles de aprendizaje:
Nivel 0 de aprendizaje: en este nivel, seguimos tropezando en la misma piedra sin
integrar ningún cambio en nuestras acciones. A misma acción, mismo resultado.
Nivel 1 de aprendizaje: implica la existencia de un cierto nivel de metaconciencia; es
decir, disponemos de experiencia interna y podemos evaluar nuestras propias
acciones. En este nivel de aprendizaje somos capaces de generar algún cambio en
nuestras acciones. Por ejemplo, cuando volvemos a dirigirnos hacia la salida, esta vez
colocamos una mano delante de la frente para amortiguar la colisión. Un cambio en
la acción evita el golpe en la frente.
Nivel 2 de aprendizaje: aparece cuando aumenta la provisión de alternativas
posibles. Por ejemplo, decidimos que quizás no es conveniente cruzar el umbral de la
puerta, hasta que no esté abierta.
Depositamos nuestra atención en tratar de averiguar cómo o cuándo se abre la
puerta. También se denomina al aprendizaje 2 como deuteroaprendizaje, es
aprender a aprender.
Nivel 3 de aprendizaje: Consiste en llevar a cabo una acción que trasciende la propia
identidad. Siguiendo el ejemplo, de pronto comprendes que ser pacífico y calmado,
en este contexto, no te está ayudando a salir de la habitación. Así que decides tomar
un buen envión y con todo tu enojo y todas tus fuerzas intentar tirar abajo la puerta
transparente.
Nivel 4 de aprendizaje: consiste en llevar a cabo una acción totalmente nueva. Es
decir, que nadie antes la haya llevado a cabo. Este nivel supone una revolución.
En consulta
La consulta es un espacio que requiere una disposición al aprendizaje, tanto del
consultante como del consultor.
En una consulta astrogenealógica con orientación holística, la comunicación que se
establece entre ambos es fundamental. La consulta no es un monólogo donde el
consultor dice “lo que sabe” del consultante. Es un espacio de aprendizaje acerca de
la vida del consultante y la relación con los símbolos de la Carta, con el fin de
movilizar las verdades instaladas y rígidas, y abrirse a nuevas formas de ver el mundo
y a sí mismo.
En una consulta se pretende que haya algún tipo de cambio o toma de consciencia.
Esto no se refiere a la idea new age de “salir más evolucionado”, porque eso
implicaría en la base que hay un consultor sabio y evolucionado, que hace
evolucionar al consultante.
La toma de conciencia a la que nos referimos es la capacidad de ver el punto ciego
que antes no veíamos. Esto no suele ser algo cómodo. Muchas veces la consulta se
vuelve incómoda porque es posible que a uno no le guste eso nuevo que está viendo.
Por otro lado, suele ser un desafío cuestionar las creencias que ya tenemos, porque
muchas de ellas suelen estar asociadas directamente a la seguridad personal e
incluso a la identidad. Cuestionar las creencias y los sentimientos, abrirse a nuevos
niveles de conciencia, ver más allá, cambiar el observador, son cuestiones que
movilizan y pueden provocar emociones tales como miedo, enojo o angustia. Sin
embargo, sabemos que la posibilidad de ver nuevas realidades y cuestionar lo que
está cristalizado, es el camino al centro, a la plenitud y la integridad.
Gestión de emociones
Las emociones son procesos naturales dinámicos que cumplen funciones adaptativas
de autoprotección y autorregulación del organismo frente a situaciones emergentes.
Fundamentalmente nos llevan a actuar, y pueden ser tanto fugaces como
perdurables, leves o intensas, agradables o desagradables, pero siempre buscan
mover la energía, condicionando al cuerpo para que se adapte a determinadas
circunstancias o se enfrente a situaciones específicas.
Jugando con la palabra, una emoción (e-moción) siempre predispone para la acción.
Hay por lo menos seis emociones básicas.
La ira predispone a la lucha.
El miedo sirve para la autoprotección tanto desde la inmovilidad como para la fuga.
El asco o el desagrado consigue por ejemplo bloquear las fosas nasales para evitar
olor nocivo y proteger de posible enfermedad o infección.
La alegría, la felicidad, aumentan las endorfinas, colaboran con el descanso y genera
buena predisposición
El amor y la ternura despiertan el parasimpático, causan relajación, calma,
satisfacción y cooperación.
La sorpresa ofrece mayor información sobre el acontecimiento inesperado.
Los estados de ánimo son el fluir de la vida, al actuar, siempre lo hacemos dentro de
un determinado espacio de posibilidades, y la emoción es una modificación en ese
fluir.
Gestionar las emociones es un aprendizaje fundamental, y se trata de una
importante inteligencia entendida como un conjunto de habilidades que implican
emociones. Se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones,
para razonar y resolver problemas en base a ellas.
Los puntos fundamentales de la inteligencia emocional son:
Autoconciencia emocional: ¿sabemos cómo nos afectan las emociones? ¿Sabemos
cuáles son nuestros puntos débiles y nuestras virtudes desde el punto de vista de lo
emocional?
Autorregulación emocional: ¿podemos autocontrolarnos cuando una emoción se
dispara, o nos dejamos llevar ciegamente por ella?
Automotivación: ¿somos capaces de dirigir las emociones hacia un objetivo,
manteniendo la motivación? ¿Cómo actuamos ante los contratiempos?
Empatía: ¿podemos reconocer las emociones ajenas? ¿Interpretamos efectivamente
las señales que los demás emiten inconscientemente? ¿Podemos identificarnos con
las emociones del otro?
Relaciones interpersonales: ¿cómo nos relacionamos con los demás? ¿Cómo lo
hacemos con quienes no nos parecen simpáticos, o con figuras de autoridad? ¿Qué
habilidades y torpezas sociales tenemos?
La clave para la vivencia saludable de las emociones consiste en tomar conciencia de
la coherencia estructural que se da entre el cuerpo, la mente y las emociones.
A veces no nos damos cuenta que el estado de nuestro cuerpo impacta sobre las
emociones y los pensamientos, o que el estado mental impacta sobre el cuerpo y las
emociones.
Cuando un suceso nos conduce a variar nuestro juicio de lo que podemos esperar en
el futuro, hablamos de un quiebre, un cambio en nuestro espacio de posibilidades.
En consulta podemos dar cuenta de cuatro instancias para trabajar con las
emociones.
Identificación: tomar conciencia de la emoción. ¿Qué es esta emoción que estoy
sintiendo?
Apropiación: aceptar la propia emoción de manera incondicional.
Aprovechamiento: explorar el contexto donde transcurre la emoción. Expresarla
responsablemente. ¿Que pide esta emoción? ¿Para qué aparece? ¿Qué te ofrece?
Accionar con coherencia estructural.
Higiene: Actividad para asegurar el reencuentro con el equilibrio profundo. ¿Qué
cosa necesito para recuperar la calma y la serenidad?
En consulta
En consulta pueden ocurrir quiebres, incomodidades y frustraciones a medida que se
profundiza. Cuantas más expectativas tiene el consultante de confirmar lo que cree,
más frustraciones e incomodidades van a aparecer.
Estos quiebres o movimientos son fundamentales en el proceso, se pueden dar
cuando se descubre que no se pueden fundamentar algunos juicios, o cuando se
cambia el observador y se ve otra realidad de la que se veía.
A veces la persona viene posicionada en un lugar que no quiere cuestionar, y para
salir de ese lugar (que es justamente el problema que trae) es necesario cuestionar
sus creencias.
Las incomodidades o frustraciones se toman como oportunidades de trabajo. Con
cuidado, contención y firmeza, el astrólogo puede usar a favor del consultante estos
quiebres. Jamás deben usarse para dejar al consultante en inferioridad de
condiciones o como juegos de poder entre consultante y consultor.
Para esto es fundamental que el consultor trabaje en su propio proceso personal y
esté preparado para afrontar los juegos de luz y sombra propios, que pueden
manifestarse en consulta.
Los quiebres se usan para que el consultante pueda encontrar nuevas maneras de
ver las cosas, nuevas formas de accionar y así tener resultados diferentes a los que
tiene como resultado de la repetición de patrones.
En consulta
Como ya dijimos, la consulta se trata de una conversación con el consultante. El arte
de preguntar se vuelve fundamental. Que el consultor pregunte al consultante, en
lugar de relatar todo lo que “ve” en la Carta Natal, no es un problema sino la
solución. La interpretación de una Carta sin preguntas al otro, sería un monólogo
desconectado de la vida real de la persona. Los símbolos no representan nada si no
somos capaces de observar cómo los vive la persona en su vida, qué comprende de
sus potenciales y aprendizajes, y cómo enfrenta el camino de su vida.
Las preguntas en una consulta astrogenealógica están guiados por el poder de los
símbolos que están incluidos en ellas. Es decir, cuando preguntamos, también
estamos haciéndolo en base a lo que observamos en la Carta Natal.
La pregunta inicial puede ser genérica: ¿qué te trae a la consulta? ¿Cuáles son los
aspectos de tu vida que están en movimiento actualmente? ¿Hay algún tema que
quieras trabajar?
Las preguntas que siguen tienen el objetivo de indagar en la vida de la persona, y al
mismo tiempo ir orientando la búsqueda usando los símbolos astrológicos.
Entonces, si la persona trae cuestiones a resolver con su pareja, y vemos que en su
Carta Natal tiene Urano conjunción Venus, comenzaremos a preguntarle con cierta
orientación: ¿cómo te sientes en el ámbito de la pareja? ¿Sientes algún tipo de
limitación o falta de libertad? ¿Cómo se han dado los vínculos a lo largo de tu vida?
¿Y a lo largo de tu historia familiar? ¿Qué te aportan? ¿Cómo es tu pareja?
Desde el conocimiento astrológico, sabemos que la Conjunción Urano-Venus indica
libertad dentro del vínculo, con toda la complejidad que eso implica ¿qué es la
libertad para ti? ¿y para tu familia? ¿Qué significa tener libertad en la pareja?
¿Sientes ganas de liberarte de algo? ¿Tu pareja busca irse? ¿Qué cosas creativas
hacen juntos?
Si la persona tuviera otra configuración, por ejemplo, Plutón Conjunción Venus, las
preguntas serían algo diferentes. Uno buscaría indagar en algunos mecanismos de
control, miedo y manipulación que se pudieran estar jugando en los vínculos, y llevar
a través de las preguntas y la reflexión, a observar las posibilidades que este tipo de
vínculos ofrece: el poder del amor, la transformación en vínculo, etc.
Si a esto le agregamos la información que tenemos sobre los tránsitos planetarios
activos, la consulta astrológica permite ahondar aún más en las posibilidades que
trae el momento.
Las preguntas bien orientadas nos ayudan a indagar y también a encontrar
respuestas, junto con el consultante, acerca de creencias, anhelos, patrones,
expectativas, talentos a desarrollar.
Si no trabajamos con el arte de preguntar, la consulta se volvería una serie de
afirmaciones y juicios que pueden estar totalmente desconectadas de la vida de la
persona, filtrados por los propios juicios que tiene el consultor.
Las manifestaciones concretas de un mismo factor son múltiples, diversas y pueden
ir cambiando a lo largo de la vida de la persona. Por eso es imposible hacer
afirmaciones tales como “Con Urano Conjunción Venus, tu pareja siempre se querrá
ir” o “tu destino es no tener parejas estables”. Si tenemos en cuenta el potencial de
cada factor, debemos ir explorando con la persona desde las formas poco integradas
o poco sanas, a formas transformadoras y plenas.