Reseña Víctor 3-1
Reseña Víctor 3-1
Reseña Víctor 3-1
El recinto fue financiado por José de la Borda, uno de los más grandes personaje de la minería
en México. De la Borda nació en Jaca de los Pirineos Aragón, España en 1699, y a sus 17 años
emigra a la Nueva España siguiendo los pasos de su hermano mayor, quien había llegado ocho
años antes y ya era propietario de una mina de plata la cual llevaba por nombre La Lajuela.
Tras la muerte de su hermano, José De la Borda hereda sus bienes incluyendo La Lajuela en
Taxco, en 1748 incursiona en la Venta de San Ignacio la cual dieron a Borda varios años de
producción constante de plata de alta calidad, por lo cual se convirtió en uno de los hombres
más ricos de la época.
Tras agotarse el mineral de sus minas, De la Borda sale de Taxco y viaja a Real del Monte en
1760, luego viaja a Chontalpa en 1761, resultando estas dos últimas malas inversiones. Tras
estos acontecimientos decide vender la custodia de la Santa Prisca y de esta manera viaja a
Zacatecas para trabajar la mina La Quebradilla, en la que casi pierde por completo su fortuna,
tiempo después y con el poco dinero que le quedo decide arriesgarse a explotar La Esperanza,
mina que le permitió recuperar parte de la fortuna que había perdido. En 1776 aquejado por
varias enfermedades regresar a Taxco y muere el 30 de mayo de 1778 en la ciudad de
Cuernavaca, Morelos.
La construcción del templo duró 7 años y medio, siendo su propósito principal el de la creación
de un espacio donde el sacerdote Manuel de la Borda hijo de José de la Borda, pudiera oficiar
misa.
El diseño de la estructura del templo estuvo a cargo del arquitecto francés Diego Durán y del
español Cayetano Sigüenza. Los retablos son obra de los también españoles Isidro Vicente y
Luis de Balbás.
Durante los casi 8 años de edificación la obra brindo una fuente de trabajo para muchos
lugareños tenido un costo aproximado de 2,541,836 escudos unos 5,083,672 pesos de
finales del siglo XIX
La parroquia fue levantada sobre una pendiente, la cual permite apreciar el templo desde lejanas
distancias. La forma, debido al lugar en el cual se edifico es de forma de cruz angosta. La
fachada y las esbeltas torres, las cuales están ubicadas con dirección poniente son notables
creaciones barrocas, resaltando de forma inigualablemente majestuosas desde cualquier ángulo
de la ciudad, con relieves que semejan una delicada mezcla de símbolos y misticismo, en ellas
se encuentran ocho estatuas, cuatro en cada una de ellas.
Con gran majestuosidad, en el centro del templo se encuentra la cúpula mayor la cual luce un
estilo completamente novohispano, la cual cuenta con una forma ochavada con linternillas muy
ornamentadas, cuenta también con una cúpula más pequeña sobre la cúpula mayor, la cual
reluce majestuosas ventanas en el tambor, decorada con azulejos poblanos de talavera en
colores amarillos, verdes, azules y blancos.
También podemos encontrar 9 retablos realizados por Miguel Cabrera en los cuales plasma su
estilo pictórico notándose el ellos una cierta influencia del gran pintos Rubens. Los retablos se
encuentran armoniosamente ornamentados, revestidos en oro los cuales se encuentran sobre
pilastras de cantera rosa. Éstos se encuentran ubicados de acuerdo a su jerarquía eclesiástica,
en tamaño forma y riqueza ornamental, siendo el principal de estos el de Santa Prisca, por ende
el nombre del templo.
Los altares del templo fueron realizados por Isidoro Vicente con la técnica de composición
mixtilínea, en donde nos expresa figuras compuestas por lados rectos y curvos, con diversos
planos de profundidad. También es autor de los medallones y roleos de todos tamaños con
referencias teológicas.
Podremos encontrar también algunos óleos anónimos que sobresalen en aspectos técnicos de
gran estética y algunos otros de menor perfección.
Por una parte el templo Santa Prisca representa una entidad teológica que trata de ilustrar con
objetividad, temas religiosos bíblicos, manifestando de esta forma el dogma de la Fe, las
instituciones eclesiásticas el culto a la glorificación, por otro lado, fuera del contexo religioso
cuenta con un gran valor estético e histórico inigualable, basta con observar el gran detalle de
su construcción, tanto como por la parte exterior como interior, la calidad de los materiales,
pinturas, esculturas y todo el aspecto arquitectónico, sin lugar a dudas una obra de arte en toda
la extensión de la palabra.
Por: Víctor H. Aguilar Ortiz, alumno de licenciatura del Conservatorio de música del Estado de México
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