Que Te Mueve Hoy?

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Que te mueve hoy? Que es lo que hace vibrar tu alma?

Algo bonito té espera en lo


desconocido... Siente la vulnerabilidad que te abraza... permite la imperfección,
lo impredecible... siente tu conexión con la vida... suelta, sin resistencia!

Quiero amarte sin absorberte, apreciarte sin juzgarte, unirme a tí sin


esclavizarte, invitarte sin exigirte, dejarte sin sentirme culpable, criticarte sin
herirte y ayudarte sin menospreciarte.
Si puedes hacer lo misrno por mí ... nos habremos encontrado".

Ya no juzgas, ya no esperas, ya no reprochas, ahora ya tan sólo vives al fluir


amando...

Apenas voy despertando de un sueño aletargado que no recuerdo. A lo mejor estaba


despierta en el autismo de creerme viva. Pude percibir en el sabor que degusta el
olfato un olor macabro, como algo que se ha incendiado. Olor a huesos ya
desintegrados, a carne chamuscada, a lágrimas que han hervido su desconsuelo.
Sangre, burbujas de sangre entre el humo negro y un grito ahogado que jamás alcancé
a oír. Quizá fue un sueño, pero insisto en que no lo recuerdo. El olor también
estaba impregnado de una insoportable podredumbre de vida desolada, de calles sin
salida, de irascible tormento. Fuego. Olor... sabor a muerto. Pero también recuerdo
cenizas, eso sí lo recuerdo. Y un ave, recuerdo un ave enorme, de enormes alas.
Recuerdo un ave desplegando sus alas al viento y de sus cenizas... renaciendo.

No importa el lugar en el que estás ahora, ni tampoco los errores que cometiste
hace unos años.
No importa cuanta gente te dio la espalda cuándo se puso oscuro, importa lo que
haces cada día para convertirte en Luz 💫 y valorar a los que si están 🙏
Que la vida no es bonita siempre, hay días que nos toca estar bien abajo... nada
mejor que una buena sonrisa y dale que bah...🙌🏻

¿Acaso hay alguien sonriendo en el abismo, allí donde cae lo roto, lo dañado o lo
perdido? ¿Será real ese gesto risueño que se observa tan pleno, tan entero a pesar
de haber caído? ¿Se habrá herido golpeando contra piedras que ofician de túnel
reprimido? ¿Por qué será que puedo sentir como propio todo lo que digo?

Acurrucada entre raíces milenarias me siento a salvo. Desde allí puedo sentir la
vibración del mundo y también su espasmódico silencio. Me quedo dormida con el olor
a tierra húmeda, entre sonidos indescifrables de un afuera, de un arriba un tanto
lejano. Luego el sueño me transporta a un sitio extraño, donde despierto entre
ramas que atraviesan el cielo. Entonces puedo ver lo que gira más allá, lo que
nadie nunca vio y si lo viera, entendería. Lo entendería absolutamente todo. Pero
sé que estoy dormida y no podré traer mi sueño a este lado, ni podré contarle al
mundo lo que supe y ya no sé por haberme despertado. Sigo acurrucada en medio de
raíces milenarias, pero ya no me siento a salvo. Quiero huir de aquí y refugiarme
en las ramas más altas.

Pedirle por favor al día que no se vaya detrás del sol. Implorarle con justificada
insistencia que no libere el espacio para que la oscuridad llene con su vacío, su
silencio, su abismo. Suplicarle, si es necesario, para que no te deje a merced de
las sombras, allí donde la noche, incluso, te roba hasta la luna dejándote a
ciegas, desprotegido, tanteando la nada entre tinieblas. Rogarle, en última
instancia, que te lleve hacia el otro lado... donde se queda aguardando su turno
para volver a amanecer...

“Somos un suspiro que se extingue en un segundo dejado atrás todo lo vivido, nada
somos, nada nos llevamos, solo recuerdos dejamos a los que se quedan y la esperanza
de verlos en la eternidad”.

Tu espíritu
ahora más libre que nunca
navega por los ríos del cielo
recorriendo el mundo entero
como soñaste hacer alguna vez
cuando estabas conmigo.

Pasa la vida e inevitablemente nos vamos encorvando hacia adelante, siempre hacia
adelante, donde los ojos encuentran el paso firme pero cansado, allí donde los pies
se siguen poniendo de acuerdo para seguir avanzando. Y una mano reposa, quizá, en
la cintura que siempre carga el peso que los años fueron acumulando. La mano reposa
en ella como si quisiera consolar su silenciosa fragilidad, su dolor acostumbrado,
su pesar. Y así, torcidos, levantamos la mirada hacia un sol que acaricia suave
como si respetara la edad. Así... con el óxido que pincelan los años ocupamos
nuestro pequeño hueco con la silueta de un cuerpo que alguna vez supo ser de
utilidad... Como un clavo, a fuerza de golpes que la vida nos da, seguimos ocupando
un lugar, encorvados pero con dignidad.

La piel también se cansa... y cuando el tiempo ha transcurrido a lo largo de los


huesos; cuando han pasado tantas noches con sus días completos; cuando la mirada lo
ha visto todo, lo exhibido al frente y su reverso; cuando la boca calla más de lo
que hablan sus pensamientos; cuando las manos abrazan en paz su tibio silencio;
cuando el presente trae algo de sol, algo de rezo y una espera con vencimiento...
allí, la piel se deja caer con su cansancio sobre los huesos.

Alguna gente no enloquece nunca. Que vida mas horrible

El pensamiento creativo también considera esa parte de la vida que necesitamos


fluya con el desorden adecuado para poder subsistir con el resto. Cuando esto
sucede y la idea se manifiesta en algo palpable y visual... sonreímos como si nos
sintiéramos comprendidos, y hasta puede que los demás tengan la suerte de que
empecemos a ser menos exigentes con ellos.

A todos... de alguna manera nos pasa. Nos asusta la incomprensión, nos paraliza que
nos señalen con el dedo, nos da miedo el desamparo, el desapego, el desamor. Nos
tiembla el alma si nos maltratan, nos hace daño el mal uso de la palabra. Nos
lastima la indiferencia, no toleramos se nos juzque sin darnos lugar a defensa. A
todos nos pasa... la injusticia esta cosida en cada instante de tiempo, en cada
baldosa pisada. Procuremos entonces no estar del otro lado, haciendo lo mismo que
hace aquel que nos daña. Porque lo cierto es... que a todos nos pasa

Ven. Tiendo mi mano para que te sostengas. No te dejaré caer. Puedes confiar en mí,
seguramente nadie te conoce tanto. Ven. No temas, mis intenciones son buenas.
Siempre estoy aquí cuando me necesitas. Si lo sientes, puedes conversar conmigo,
reir o llorar. No te daré la espalda. Ven. Toma mi mano, aferrate fuerte, no estás
sola. Mi consuelo te acaricia, mis palabras le dan aliento al vaivén de tu vida.
Ven. No me mires con recelo como si no me conocieras, no te alejes... porque si lo
haces... yo también me estaré yendo.

Aquí me quedo
en el minúsculo balanceo
apenas perceptible
meciendo las ansias
de verte florecer
entre cantos
y mariposas.

Me quedó aquí
velando tu invierno
el mío

a la espera
de ver llegar
(meciendo las ansias)
nuestra próxima estación.

Si pudiera volver a escuchar su risa, la guardaría para dejarla sonar, cuando el


silencio cruce la soledad.

Me enamora tu fortaleza, las ganas que le echas a la vida;


El aroma de un espiritu que jamás considero rendirse

"La luz que hay en nosotros


Se ve eclipsada
Por nosotros mismos
No tengas miedo a abrirte
Y mostrar tu luz."

Salir del personaje, entrar en coherencia, elevar la neutralidad.

No sé dónde me llevará todo esto.

Lo que sí sé es que cuando estoy ahí me veo capaz de todo.

Como lo que somos. Como lo que soy.

Un ser i l i m i t a d o al servicio del universo.

Cuando decides encender lo mejor de ti... con tus buenas intenciones, con tu mente
clara, con tus sueños puros, con el ser dispuesto en fervientes ganas, con el deseo
justo a flor de piel, con el amor que expande la esperanza... todo eso,
simplemente, se contagia.

Me crucé con personas que no eran lo que esperaba, y que en realidad nunca
intentaron serlo, pero con el tiempo aprendí a alejarme de ellas... cada vez
haciendo menos ruido.

Lo siento, no puedo quedarme.


El alma me implora seguir vuelo hacia ese lugar incierto que siempre me está
aguardando. No nací para vínculos de promesas que encadenen libertades, mis alas
solo viven en la constante caricia del aire que juega a ser viento cuando mi cuerpo
está en movimiento. Entro y salgo por los recovecos del tiempo, luces y sombras se
van destiñendo en una única penumbra de atardecer permanente. De ahí soy, de ese
sitio que nunca es igual. Soy con el ave que late dentro de mí desde hace tiempo,
desde otra vida. Ambos nos reconocemos y nos sabemos tan solo huéspedes del mismo
viento.

Entonces me tomé todas aquellas palabras que no llegué a pronunciar, que jamás
alcancé a decir, que volvieron para que las resguardara una vez más dentro de mí.
De un sorbo me bebí la hilera de sentires que tanto me habia costado escribir,
porque cuando nadie recibe lo que siento... simplemente vuelve a refugiarse en mí.

Estoy de pie, incompleta pero erguida. Las partes que se ausentan, ese vacío que
flota como neblina corporea y densa también me sostiene. Aprendí a ser con lo que
falta porque el hueco también habla, porque perdí ciertas batallas simplemente al
vivir. Dicen que a eso viene el alma... a cumplir con aquello que le falta. A veces
el vacío regenera algo del recuerdo de lo que latía allí. Puedo percibirlo con
cierta nostalgia. Cada día, lo que existe se acomoda para indicarme que el camino
continúa. Cada noche, lo que ya no existe es testigo de mi fortaleza y de no
haberme dado por vencida.
Entonces voy, soy y siento... con mis ausencias a cuestas, buscando el equilibrio
emocional dentro de la presencia que me habita y con quien compenso todo aquello
que ya no está...
Pienso a escondidas bajo un pequeño ramo de flores. Me detengo en los rincones del
alma, agitados por el miedo de no ser, de no llegar, de no poder. Soy con mis
limitaciones, pero también con los desafíos de sorprender. Como el agua, intento
fluir... busco llenar, desbordar con abundancia y, si es necesario, poder
escabullirme entre los dedos. A veces, huir a tiempo es la única manera de salvar
al ser. Pienso bajo el aroma... pienso sobre el papel. A escondidas.

Me sumerjo en la penumbra de mis miedos, en busca de un deseo que he perdido ayer.


Sé que está extraviado en algún lugar cercano, que no puedo hallarlo porque no se
ve. Cierro los ojos y extiendo mis manos entre los hilos de la intuición, mi alma
se enciende y logro pensarlo... frente a mí el deseo se vuelve ilusión. Sé que
venciendo el temor que me atrapa... veré al deseo en mi corazón.

Hay un viaje que se sigue postergando, de esos que se hacen mar adentro cualquier
día y sin pensarlo. Hay un lugar incierto que aún sigue aguardando, de golondrinas
pasajeras y viejos botes amarrados, que acalla por un rato la expectante ilusión de
poder ser visitado.

A veces, solo a veces... suelto las palabras en el agua calma. Suelto unas cuantas
para ver si se mueven, si nadan. Y me quedo ahí, observándolas, como degustando la
esperanza de que adquieran vida propia, lejos de mí. Lejos de quien las pensara, en
algún rincón de mi mente, lejos de quien las sintiera en el campo agreste de mi
alma, lejos de mi boca que, esta vez, las ha liberado silenciadas... en el agua...
en el agua calma.

Elige recorrer el camino, por más arduo que sea, para no seguir espiritualmente en
harapos. Y tras estas incomodidades, encontrarás valiosos tesoros como tu verdadero
propósito.

Soy agua volviendo al agua. Mi espíritu se lanza en un vuelo momentáneo que busca
internarse en el mar. Allí en las profundidades también es posible volar. Solo hay
que soltar el agua en el agua y echarse a nadar. Soy ave y soy pez, soy la fuerza
del mar. Soy un constante movimiento que revolotea por la vida sintiendo libertad.
Donde me veas solo un instante, será donde siempre me hallarás... en esos sitios
perfectos que no contienen ni retienen, en los huecos indomables de la vida
efervescente que me permiten ser... estar y no estar.
Y ahora siento que soy silencio de un paraje recién concebido. Un rincón sagrado
que me ha devuelto la paz y el entendimiento. Un nuevo recordatorio del ser
inmortal que llevo dentro. Y ya solo queda sumar mi esencia al espiritu del lugar.

De instantes que avecinan el preludio del atardecer. Con los pies en la arena y el
salitre en la piel.

No soy lo que indica la etiqueta. Lo que creen que soy por leerla. No soy la
palabra escrita sin contexto ni aquella dicha con pretexto. No soy el significado
anclado que todos conocemos. No soy la huella que lastima y no se borra con el
tiempo. No soy una etiqueta, mi nombre ni siquiera está en ella. No soy eso que
señalan con el dedo, tan lleno de prejuicio y con recelo. No soy un pedazo de
cartón impreso, un número asignado ni una foto carente de respeto. No soy una
etiqueta, soy ausencia para el que se limita tan solo a leerla.

Es ahí donde de verdad te das cuenta de que la vida es lo que te llena, lo que te
aporta, lo que te suma y lo que te ilusiona.

A veces elegimos la soledad. Por necesidad. Porque necesitamos pensar, olvidar o


simplemente apartar.
Tan necesario como sanador.

Desde que nacemos nos venden la vida como mejor, cuando ésta es compartida.
Y no voy a negar que en parte tienen razón. Pero por otro lado no. No siempre
necesitamos a alguien a nuestro lado. No siempre la solución es rodearte de un gran
grupo de amigos, de tener la pareja ideal o de compartir todos los momentos en
familia.

No.
No eres más feliz por ello.
Tu vida no es mejor así.
Ellos no siempre tienen lo que necesitas. No tienen lo que anhelas en ese preciso
instante.
No tienen la solución.

Está claro que necesitamos la soledad para resguardarnos de la realidad. Para


apartar el dolor. Para mirar más allá. Para darte cuenta que tú solo puedes y que
no necesitas ni la ayuda, ni la compasión, ni la pena de nadie.
Alejarte.
Sentirte solo.
En paz.
En calma.
A veces tan solo eso nos cura.
Nos sana.
Y nos llena del valor necesario que hemos ido dejado olvidado a lo largo de nuestra
vida.
La soledad no es mala.

Hay gente que no entiende la soledad.


Y yo no entiendo la necesidad de aparentar que todo es felicidad.

No sé dar lo que recibo.


Sé dar lo que siento.
Y eso siempre es más.
Siempre ha sido más.

Somos todo aquello que


no mostramos a nadie.
Aquello que callamos.
Y todo aquello que
evitamos sacar a flote
para que no se rompa nada más.

Somos todo aquello que obviamos.


Todo ese “como si no pasara nada”
que no nos queda más remedio
que interpretar.

Somos todo aquello que nos duele.


Que nos rompe.
Y todo aquello que nos hunde.

Somos muchas veces sin ser,


aunque nadie lo logre ver.

Uno no elige a quien conoce, a quien va a matarle un poco la existencia, con quien
luchará codo con codo o de quién se enamorará.

Al amar nos deberíamos encontrar con nosotras mismas, pero la dependencia afectiva
hace que nos perdamos confundiendo la dependencia con el amor.

Y la dependencia enferma al amor.

Porque castra, incapacita, degrada y somete, deprime, estresa, asusta, cansa,


desgasta y, finalmente, acaba con todo residuo de amor disponible porque se deshace
la propia identidad en el otro.

Bajo el disfraz del amor romántico, la persona dependiente comienza a sufrir una
despersonalización lenta e implacable hasta convertirse en un anexo de la persona
“amada”, un simple apéndice.

La dependencia afectiva es la peor de las formas que joden al propio amor.

La peor de las esclavitudes que nos ahoga en un pequeño río, cuando el mar es
inmenso…

Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.

Deberíamos encajarnos sin dependernos, abrazarnos, sujetarnos despacio y


tiernamente, como quién tan sólo quiere admirar y compartir instantes que se hacen
eternos fuera de las formas, del espacio y del tiempo.

Y esa unión maravillosa de ser dos que parecen uno, sólo es posible hacerla sin
darle forma, con pasión y sin dependencia.

Porque el deseo mueve tu mundo y la dependencia te lo frena.

Sigue, aunque no este de moda el querer de verdad.

Sigue, para sentir la vida al querer.


Sigue, incluso cuando te dejaron de querer.
Sigue, queriendo querer.
Sigue, curándote del mal querer.
Sigue, liberándote de lo que no quieres querer.
Sigue, desaprendiendo lo que te enseñaron al querer.
Sigue, deconstruyendo tu manera de querer.
Sigue, descubriendo lo que de verdad sí es querer.

Sigue, y no te dejes de querer.


Sigue, no te quieras vencer.
Sigue, no te conformes con no querer.
Sigue, que no te impidan querer.
Sigue, a pesar de los jirones de tu piel.
Sigue, sin esperar a desesperarte tu querer.

Sigue, queriéndo(te) querer.


No seas esclavo del pasado y de los recuerdos tristes.
No revuelvas una herida que está cicatrizada.
No rememores Dolores y sufrimientos antiguos.
¡Lo que pasó, pasó!
De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto, y
camina hacia delante, sin mirar hacia atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que paso.

Tú puedes hacer con tu actitud que la justicia, el amor, la generosidad y el deseo


de vivir crezcan en muchas personas que desesperaba cuando oían hablar a su
derredor de imposibilidades de amar y vivir y que el mundo y la vida solo son un
asco.
La vida, a pesar de las noches oscuras, de los inviernos fríos, de las i justicias
y egoísmos a nivel de naciones, familias, individuos... a pesar de las guerras y
muertes, a pesar de las ingratitudes de los seres más queridos, a pesar de todos
los pesares, es bella y digna de vivirse con ilusión.
Quizás tú no puedas cambiar toda esa parte de la realidad negra.
Pero sí puedes cambiar tu modo de verla.
Cuando mires más el día que la noche.
Cuando mires más la flor que el cieno que la alimenta.
Cuando mires más tanta generosidad que existe en el mundo

La libertad no es algo que se tiene y posee. Es algo que hay que conquistar día a
día.
Ejerzo mi libertad cuando me libero de ataduras y esclavitudes. Ataduras internas y
externas.
Ejerzo mi libertad cuando me libero de la tiranía,
De mi egoísmo destructor,
De mis instintos ciegos animales,
Del orgullo ridículo,
Del poderoso caballero que dicen que es don dinero,
De los convencionalismos sin sentido,
Del que dirán,
Del miedo al dolor,
Al ridículo, a la enfermedad, a la pobreza, a la muerte,
De las creencias impuestas sin aceptación libre,
De mi terquedad,
De la propaganda, de las ideas de los que se llaman portavoces del pueblo,

Vigila tus palabras.


Evita términos impropios y anécdotas pesadas.
Recuerda que todo lo que decimos permanece en nuestra atmósfera mental, atrayendo a
los que piensan de la misma manera y que pasarán a formar parte de nuestro círculo.
No ofendas con palabras ordinarias.
La buena educación se manifiesta también en las palabras que salen de nosotros

é atento y comprensivo.
¡ Cuántas veces las personas que vienen a hablar contigo, traen problemas
escondidos en el fondo de su Alma !.
Muéstrate sereno, tú que has comprobado la luz del entendimiento fraterno, conserva
tu equilibrio cuando alguien se presenta perturbado.
Sé atento y comprensivo, el mundo está lleno de enfermos, y tú tienes salud moral.

A la vida le pido tiempo. Que frene. Que vaya más despacio. Que me deje saborear un
poquito más cada momento.

A la vida le pido tiempo. Que demasiado se ha llevado. Y de demasiado me ha privado


ya.

A la vida le pido tiempo. Que me enseñe a recordar sin que duela. Y que nada duela
más de lo necesario.

A la vida le pido tiempo. Que me deje disfrutar (más) de los míos. Y que me ayude a
fortalecer cada vínculo.

A la vida le pido tiempo. Que me ayude a no sentirme culpable en mis días bajos. Y
que no deje de enseñarme como se sigue adelante.

A la vida le pido tiempo. Tiempo para entender que no siempre se es, no siempre
somos y no siempre estamos.

A la vida le pido tiempo. Tiempo para entender que cada persona siente, valora,
acepta, vive y quiere a su manera.
Tiempo para aceptar que cada persona necesita su tiempo.

Y tú, ¿qué le pides a la vida?

Decidí no quedarme por nadie. Decidí avanzar, luchar, sentir y vivir.


Quien quiera que lo haga conmigo, y quien no que se quede por el camino.

Voy a descubrirme, pero no lo haré para el mundo... lo haré para mí. Dejaré de
esconderme creyendo lo que no creo, sosteniendo lo que no quiero, velando lo que no
siento. Dejaré la guarida que me aleja de la conciencia, donde aguardo que algún
día me devore la pereza... de creer, sostener y velar todo aquello que ya ha
muerto. Voy a des-cubrirme de esa que no me permite ser a través del miedo.

No confío, y no es por nada, sino por alguien. Porque un día bajé la guardia, me
dejé llevar y hubo alguien que lo tomó como la única e irrepetible oportunidad de
dañarme. Cómo si eso le hiciera ser mejor persona. Cómo si eso le enseñara algo en
la vida.

No entiendo a los que no son de verdad. Por eso quizá me envuelve tanto hermetismo.
Quizá por eso, de un tiempo atrás, me he vuelto tan mía. Y es que antes daba mucho
de golpe, confiaba muy rápido, me entregaba demasiado, y ahora… Ahora ya nada.
Ahora ya no.

Sufro demasiado. Sí. No sé nunca como clasificarlo, si como defecto o si como


virtud. Pero el miedo a perder a alguien que forma parte de mi vida, me paraliza. Y
me guste o no, forma y formará siempre parte de mí.

Me ahoga pensar demasiado. Darme cuenta quién está por estar. No encontrar nada con
lo que tirar y avanzar. Recordar a quien no está por voluntad propia. Pensar en
aquellos que formaron parte de mi camino en un tiempo pasado, y no haberles podido
agradecer el enseñarme a ser mejor persona y a saber sobrellevar situaciones
demasiado complicadas.

No concibo nada sin una verdad por delante. Y aunque a veces duelen, incluso a
veces demasiado, soy de esas que piensan que siempre será mucho mejor una verdad a
tiempo que aquello que realmente alguien quiere escuchar.

Estoy. Estoy y estaré. Para aquellos que están, y a veces incluso hasta para los
que no. Y aunque soy de pocas palabras, un gesto, una mirada o un comentario son
suficientes para que los que me conocen recuerden que pase lo que pase, sea lo que
sea, ahí estaré.

Seguir caminando con fe y sentir la solitud, el silencio, el vacío del desierto.

Es posible que sea desde ahí el único lugar posible para cruzar portales y crear
una nueva mirada.
Más amplia, más limpia y con más perspectiva.

No mentirme, dar mi verdad al mundo me hará libre.

Porque cuando actúo y hablo desde mi sentir más profundo es cuando me encuentro.
Desde ahí nunca me pierdo en la immensidad del desierto. Esa brújula interna
siempre acierta.

Tan sólo hay que silenciar la mente y observar qué es lo que dice mi criterio
interno.

Y desde ahí crear el nuevo mundo.


La vida tozuda nos llama cada amanecer.

Nos despierta cada día.


Nos invita a una nueva aventura.
A un nuevo viaje, a un nuevo desafío.

Cada mañana, debemos tomar consciencia del sin sentido que supone desgastarnos en
expectativas que no se ajustan a nuestra realidad y nuestra vida.

Esa toma de consciencia nos posibilita partir de lo que somos, de lo que tenemos,
de lo que realmente queremos y lo que hacemos con nuestra vida.

Nos posiciona en el momento presente.

Nos confronta directamente con lo que hemos creado y podemos crear si permanecemos
en la quietud del presente, desaprendiendo el pasado y desesperando el futuro.

Cada día es una gran oportunidad para hacer la gran limpieza mental.

Tirar todo lo que encadena al pasado.


Liberarse de toda inquietud por el futuro.
Limpiar el guión de la propia biografía.
Reescribir cada historia en el mejor relato.

No esperar más tiempo para vivirnos la vida.

Ya que, si esperamos para vivir la propia vida, otros la vivirán por nosotros.

Porque nadie estará pendiente de nuestra espera, a nadie le interesará que


naveguemos a la deriva, sin rumbo, sin destino claro porque esperamos que sople el
viento a favor.

Mindfulness no es otra cosa que sumergirse en el mar inmenso de la vida.

Una ruptura nunca es un fracaso.

Quizás el fracaso hubiera sido continuar con ese abanico de pantomimas, de risas y
de rimas.

Ahora comprobarás que hay vida después de la ruptura.

Tanta vida como muerte había en tu relación.

Se te abre una nueva oportunidad que te da la vida para reconstruirte las preguntas
y desaprender tantas respuestas enlatadas sobre el amor.
Por fin empezarás a comprender que cuando hay un motivo para amar existen también
motivos para desamar.

Que sólo cuando experimentamos que todo lo que nace morirá, es posible el amor.

Que el que ama, arriesga y el que arriesga, ama.

Y que mientras haya vida debe haber amor, sino para qué todo lo demás.

Porque lo importante no será si tu sigues creyendo en el amor, sino que el amor


siga creyendo en ti.

Porque no se trataba de un amor para toda la vida, se trata de toda la vida para el
amor.

Creo que nos hemos equivocado en la vida desde el principio...

Porque ni siquiera soñándola nos ha resultado alegre.

Agotados por la fatiga del sueño.

Despistados por la prisa de lo que uno se pierde.

Hemos creado un sinfín de normas y de formas que lo único que hacen es deformarnos
y estirarnos en el poco tiempo que tenemos, pero nunca nos ensanchan los días, ni
la vida y ni el alma.

Nos sentimos expulsados de nuestra propia alma.

Hemos hecho un transbordo de nosotros mismos hacia no sé dónde.

Y ahí nos hemos quedado, estancados, aburridos e inútiles.

No nos encontramos dónde nos sentimos.

Y si nos buscamos, no sabemos quiénes son lo que nos buscan.

Somos el resultado de todo aquello que no nos atrevimos a hacer.

Y ahora la vida se va como un destello tras el vendaval de una pandemia.

Al sentir la amenaza hemos experimentado una sensación extraña y falsa.

Como si estuviéramos en la cuenta final de una vida postergada.

Por eso, por la vida, por un inmenso mar que aún podemos navegar, tenemos que
recuperar el alma.

Hay que tomar una gran bocanada de aire y ser conscientes del milagro de la vida.
Saboreando el momento que se entrelaza entre los pliegues de nuestra piel arrugada.

Acompasando el ritmo de la respiración con los latidos del corazón.

Observando la responsabilidad que toman nuestros pensamientos.

Y la libertad de nuestras emociones ante la propia sensación de sentirse viva.

Disfrutando de las sensaciones de aquello que nos rodea.

Así es, eres esa persona, trabajadora de sueños y vividora de hechos.

Que elige en cada instante el cómo viajar por el camino de la vida.

Por eso, desea, descubre, desnuda.

Por eso, inventa, investiga, intima.

Por eso, enfatiza, enfoca, entrega.

Por eso, admira, acepta, abraza.

Por eso, busca, batalla, besa.

Y no olvides nombrarte ante la vida y hacerte sentir viva.

Disfruta y disfrútate.

Que mal te quieres.

Que mal andas de cariño del bueno.


Que poco reparas para darte todo lo tuyo.

Tanto esperar a recibir.Esa expectativa para pedir.Dependiendo hasta transigir.

Que pronto perdiste tu valor.


Tantas palabras de amor.
Tantos mensajes de calor.

De la pasión a la obsesión.
Excitada por el WhatsApp.
Desvelada por la realidad.

Os queríais mucho, muchísimo.


Pero mal, tan mal que sólo fue intenso.
Amor hipotecado, amor estrangulado.

Y ahora lo quieres cambiar.


Ahora te deshaces en mendigar.
Cuando ya no hay más para dar.

Qué mal te quieres.


Qué mal te resistes.
Qué poco te sabes.
Y tú que te pierdes la vida.
Mientras vives para un sólo amor.
Cuando sólo tienes un vida para tanto amor.

Porque no hay un amor para toda la vida.


Sino una vida para todo el amor.
Que aún sigue habitando en tu corazón.

Qué mal te quieres.


Qué malamente lo llevas.
Cuando te limitas tu propia capacidad.

Urge deconstruir el amor romántico, porque con las pautas que la cultura indica
obtura el deseo y la libertad de las almas.

Deconstruir el amor no es destruirlo, sino emanciparlo de los formatos


tradicionales y románticos que nos han generado un sentido común que nos exige
pensar y vivir el amor de una manera que nos aleja del propio amor y que tanto
sufrimiento e insatisfacción nos ha dado.

Hay que superar esa forma tradicional de pareja y dejar emerger un vínculo que
tenga sus propias pautas donde el amor nos haga muy libres y liberadas.

Que el amor sea una inclusión y no una exclusión.


Que el amor sea una suma y no una resta.
Que el amor libere y no esclavice.
Que amor sea una devoción y no una obligación.
Que el amor comprenda y no reproche.
Que el amor no dependa y siempre pretenda.
Que el amor respete y sólo te impulse.
Que el amor no te cambie ni te quiera cambiar.
Que el amor sea verdadero y no eterno.

Desechar esa idea absurdamente romántica de prometer amor eterno cuando lo que no
tenemos en la vida es tiempo.

No se sufre por amor, por lo que realmente se sufre es por no saber lo que es el
amor.

Tu verdad te hará libre.

Sólo eres verdad cuando eres silencio.


Cuando tiemblas de miedo por ti.
Cuando eres paz y calma.
Cuando te derramas sobre cada instante.

Sólo eres verdad cuando eres presente.


Cuando sabes que no es para siempre.
Cuando nada te resulta intrascendente.
Cuando todo ya te es suficiente.

Sólo eres verdad cuando eres capaz.


Cuando continuas sin marcha atrás.
Cuando respetas a los demás.
Cuando ya te gastas en reprochar.

Sólo eres verdad cuando eres libre.


Cuando sueltas el lastre.
Cuando aprendes del desastre.
Cuando te liberas de todo lo que te reste.

Sólo eres verdad cuando eres amanecer.


Cuando ya nada te puede oscurecer.
Cuando hay cosas que dejas de creer.
Cuando te sientes llena al atardecer.

Sólo eres verdad cuando te atreves a ser.

Ahora que ya no te escondes de tus miedos porque los has convertido en tus aliados.

Ahora que mantienes el mayor idilio de amor contigo misma.

Y que tu mayor autoconocimiento está en el abrazo que te eriza todo lo demás.

Ahora que sabes de qué va el juego y que aprendiste a mojarte con tu fuego.

Ahora que el amor y la amistad te sostienen de cumbia madre en el oleaje de tu mar.

Ahora que vuelves a creer en la pasión como el mayor motivo de tu ilusión.

Y que empiezas a escuchar a tu corazón que está gritando por tu liberación.

Ahora que empezaste a correr bajo la tormenta que aún te queda por vencer.

Ahora que sientes tu poder para ya no tener ese ingenuo miedo a perder.

Ahora que deshaces el nudo soltando el cordel que tanta vida te anudó.

Y que sueltas el lastre de todo aquello que tanto te hundió.

Ahora que ya no te importa lo que pueda suceder.

Ahora que estás empezando a crecer cuando ya has dejado de temer.


Ahora que un nuevo año se te abre para recuperarte de tanto daño.

Y así poder seguir navegando con los restos de tu naufragio.

Ahora que por fin lo ves todo claro.

Ahora que las dudas ya se han quebrado.

Ahora que ya las certezas se han revelado.

Ahora que tu corazón es el que manda.

Ahora es cuando te sientes liberada.

Ahora que después de perderte te has encontrado.

Ahora que tienes un plan trazado.

Ahora que de nuevo te has apasionado.

Ahora que tu oscuridad has iluminado.

Ahora es cuando quieres seguir adelante.

Allí, donde el corazón mande.

Llega un momento en tu vida en que todo se vuelve simple.

Reduces el equipaje al tener preferencias en vez de exigencias.

Tus posibilidades superan a tus necesidades.

Abandonas las certezas que tanto contribuían a tus tristezas.

Las opiniones de los demás ya no te dan pena porque son ajenas.

Vives de acuerdo a lo que sientes sin el cálculo de antes.

Ya no juzgas, ya no esperas, ya no reprochas, ahora tan sólo amas.

Porque tu vida es para que no sea nada aburrida.

Porque entendiste que no precisas de suerte sino tan sólo moverte.


Porque tu libertad radica en asumir tu propia responsabilidad.

Que lo que tienes es lo que te buscas.

Que lo que buscas es lo que deconstruyes.

Porque haces que lo importante sea siempre lo urgente.

Finalmente sabes distinguir lo esencial de lo circunstancial.

Ahora es cuando al fluir, nada ya te puede influir.

Amar no es anularse, sino crecer de a dos.

Un crecimiento donde las individualidades, lejos de opacarse, se destacan.

Querer a alguien no significa perder sensibilidad y volverse una marmota sin más
intereses que la presencia mundana y monótona del otro.

Puedes amar profunda y respetuosamente a tu pareja y al mismo tiempo disfrutar de


seguir siendo un ser humano completo y normal.

Al amar nos deberíamos encontrar con nosotras mismas, pero la dependencia insana
hace que nos perdamos confundiendo el apego con el amor.

Y el apego enferma, castra, incapacita, elimina criterios, degrada y somete,


deprime, genera estrés, asusta, cansa, desgasta y, finalmente, acaba con todo
residuo de amor disponible porque se deshace la propia identidad en el otro.

Cuando el apego está presente, entregarse, más que un acto de amor desinteresado y
generoso, es una forma de capitulación, una rendición guiada por el miedo con el
fin de preservar la seguridad que ofrece la relación.

Por eso, lo que define el apego no es tanto el deseo como la incapacidad de


renunciar a él. Si hay un síndrome de abstinencia, hay apego. Incluso de manera más
específica, podría decirse que detrás de todo apego hay miedo, y más atrás, algún
tipo de incapacidad. Y al final del todo está eso del miedo a la propia libertad.

No podemos vivir sin afecto, nadie puede hacerlo, pero sí podemos amar sin
esclavizarnos.

Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.

El desapego no es más que una elección consciente y liberadora que dice a gritos:
el amor es ausencia de miedo.
Hemos decidido vivir como si no fuéramos a morir nunca.

Como si estuviéramos a salvo, vamos por la vida fingiendo ser inmortales.

Y eso nos hace pensar que tenemos todo el tiempo del mundo.

Incluso nos hace ser tacaños a la hora de esparcirnos.

Cuando más temprano que tarde el tiempo sólo nos será tiempo de espera.

No se trata de vivir angustiados por la prisa.

No se trata ya de tantas cosas que nos perdemos.

Sino de saber caminar con pausa, disfrutándonos en un paisaje lleno de cosas


hermosas y también de lugares turbios y peligrosos.

Se trata, en resumen, de asumir con sencillez las posibilidades que se nos dan al
existir.

De escuchar atentos, serenos, lúcidos, conscientes, las palabras del tiempo que nos
susurran al oído que somos mortales.

Y sólo esa certeza nos hará querer ser mejores de lo que somos.

Nos hará encajar el paso del tiempo inevitable sobre nuestra piel arrugada.

Con nuestro cuerpo gastado y sin que importe lo que pueda suceder.

Sin que nada ya sea realmente importante.

Donde el tiempo no pueda acusar de remordimientos y culpabilidad.

Y la vida no encuentre de qué arrepentirse por no haberlo vivido.

Así que, recuerda que sólo eres una persona.

Recuerda que tu tiempo es mortal.

Podrías estar haciendo algo por última vez y no saberlo.

Por eso, ama, perdona, abraza, besa, siente, expresa agradecida la vida.

Ser valiente no es cuestión de suerte.

Ser valiente es moverte.

Deconstruir tus razones, tus medias verdades, tus creencias e ideas que te limitan
tus posibilidades.
Reconstruirte tus emociones, tus sensaciones y tu pasión entusiasmada.

Porque ser valiente consiste en soltarse.

No conformarte con lo que te deja sin vivirte, sin acariciarte, sin esparcirte, sin
regalarte y sin tiempo para darte.

Surfea el miedo a mojarte, sin miedo a cada nuevo oleaje, sin miedo a la libertad y
con la arrogancia de tu propia realidad.

Y sin nada de culpabilidad por ser consciente de tu honestidad.

Aprender a estar solo

Sólo cuando estás bien contigo misma puedes estar bien con los demás.

Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación.

Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y
aceptarte para dar lo que una tiene dentro de sí.

Ninguna relación te dará la paz que tú misma no crees en tu interior.

Ninguna relación te brindará felicidad que tú misma no construyas.

Solo podrás ser feliz con otra persona cuando seas capaz de decirle bien
convencido: "No te necesito para ser feliz".

Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es
una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones.

Sólo se podrá ser feliz cuando dos personas felices se unen para compartir su
felicidad, no para hacerse felices la una a la otra.

Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni
manejar a los que dices querer.

Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, necesitas autoestima y la práctica


de una libertad responsable.

Por eso, ámate mucho, madura, y el día que puedas decirle a la otra persona "Sin ti
me lo paso bien", ese día estarás más preparada para vivir en pareja.

Nada encontraremos en el otro si primero no lo hallamos en nosotras.

Es un largo proceso que puede tomarnos toda la vida, y al transitar ese camino, nos
encontramos con partes nuestras que preferiríamos no reconocer, con dolores, con
miserias personales... pero vale la pena.
Antes de acudir al encuentro del otro, deberíamos intentar el encuentro con
nosotras mismas...

Y de pronto te das cuenta de que ya no quieres desperdiciar ni un segundo más de


cada día.

En este momento de tu vida, ya no quieres casi nada...

Tan sólo la ternura de un amor liberado, la pasión de un abrazo sin precio que
pagar y unas cuantas risas y rimas cada día a la hora de soñar.

Instantes de belleza cotidianos.

Sorprenderse para seguir agradeciendo la vida.

Llorarse si hace falta llorar, pero no quejarse nunca más.

Y que la fe te mantenga para que todo merezca la pena.

No necesito recordar para guiar mis pasos, para seguir mi camino. Soy lo que vivo
desde la piel hasta el alma, me basta con los sentimientos de dolor y de alegría
que me hicieron ser lo que soy hoy.
No necesito la memoria, me sobra el odio y el rencor. Me niego a acumular vacíos,
olvidos y soledades; en mi solo tengo espacio para amar y sentir, para acoger y
aprender de lo que disfruto hoy, para continuar mi eterna lucha por un presente
mejor. - jjmoralesflores

Vivimos cuando superamos las cosas que alguna vez nos paralizaron.

Y a ese estado sólo se llega después de haber dado algún que otro rodeo por la
propia sombra.

Es el momento de ser invencible.

Encontrar la fuerza para hacer lo que quieres te sacará de esperar a ver qué te
sucede.

Haz la vida inolvidable e irrepetible: improvisa.

No trates de definirte, encasillarte, con cada riesgo te redefinirás en todo tu


potencial.

Teniendo aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas.

Y dejando que el amor guíe tu corazón, la lógica guíe tu mente y la fe guíe tu


alma.

(El amor, el abrazo de la piel, esa naturaleza animal que nos salva de ser sólo
humanos)

Déjate llevar...
Déjate querer...
Deja de controlar...
No te dejes vencer.

Dite a ti misma que debes ser más poeta para descubrir las bellezas de la vida...

Así que mientras estés viva, descubre que eres invencible, di sí a todo lo que te
conmueva.

El desapego no es que no debamos poseer nada, sino que nada nos posea...

Pasan los años y cada año nos regala la misma evidencia: que la felicidad no se
encuentra en lo que tenemos sino en lo que somos capaces de soltar.

Soltar no es abandonar ni olvidar.


Es simplemente dejar en libertad.
Ser y dejar ser, sin presionar, ni ahogar, ni exigir.
Y mucho menos apegarse a algo que se dice tener o se cree poseer.

Pero, soltar no implica tampoco ignorar.


Ni dejar que la rutina y el olvido se apoderen de aquello que es de mucho valor: el
amor a la vida y a los demás. Si no hay amor, ¿para qué todo lo demás?

Y cuidado, el tiempo no se detiene, la vida no se puede archivar en nuestra agenda


de tareas pendientes. Al tiempo le da igual, sigue su camino.

Cuando te das cuenta ya son las ocho de la tarde, es domingo, final de mes, cuando
menos te lo esperas ya ha terminado el año y de repente han pasado las promesas de
los años prometidos.

Después pierdes los momentos, pierdes las ganas, las experiencias, pierdes los
amigos, pierdes los amores, pierdes los trabajos, pierdes la salud… pierdes la vida
y se te hiela el alma.

Suelta, disfruta ahora, vive ya, deja de sobrevivir.


Empieza a desear.
Este año toca soltar(se) para vivir(se).

Creo que el mejor regalo


que puedo recibir de alguien
es, que me vea,
que me escuche,
que me entienda,
y que me toque.
El mejor regalo que puedo dar
es ver, escuchar, entender
y tocar a la otra persona.
Cuando se ha hecho esto,
siento que se ha hecho contacto.”
de Virginia Satir

La única forma que tenemos de vivir y percibir el mundo que nos rodea es a través
de nuestros sentidos. Es imposible apartarse de nuestros pensamientos y sensaciones
y verlas por fuera de nosotros mismos.

Entonces podríamos decir que todo lo que vemos, sentimos y obviamente pensamos,
ocurre dentro de nuestra cabeza, pudiendo no ser entonces la realidad objetiva y
absoluta.

De lo único que podemos tener certeza es de la existencia de nuestros propios


pensamientos y de nuestra propia consciencia. Todo lo demás, es una ilusión que
creemos y creamos para poder existir.

Al final comprendí que las caricias no rozan el reverso de la piel; que las miradas
solo alcanzan a mirar un poco más de lo que ven; que el beso se oxida en algún
lugar olvidado de los labios; que un nombre nunca suena bien en la voz que queda
afónica de antemano. Comprendí que la soledad te ampara aunque estés acompañado;
que el adentro es la guarida que el alma siempre está buscando; que,
inevitablemente, uno se va un poco más de lo que apenas se va quedando...

https://sacacorchosblog.net/2016/02/14/mercantilismo-del-amor/

Ahí dentro, un ser inmortal enclaustrado, deseando escapar desesperadamente de su


prisión de huesos, piel, miedos y apegos. Ya se acostumbró a arrastrarse junto a la
infinita apatía de su dueño. Ya se resignó a no ser más que una llama sin brillo en
el interior. Ya no sabe de que forma llamar la atención de su dueño, el cual
deambula absorto en frivolidades y preocupaciones.

La paz y la dicha están en nuestro interior, más allá del mundo, más allá del
cuerpo, más allá de lo que puede nacer o morir. Y esa plenitud interna es algo con
lo que tenemos la capacidad de conectarnos, si así lo decidimos.

Cultiva el silencio interior y escucha a tu ser interior. Hay demasiadas personas


que escuchan el ruido del mundo en lugar de su propia alma
Escucha tu ser interior. Sumergete en el como el misterio insondable que es. En el
pesar y en el dolor, no menos que en el entusiasmo y en la alegría: toca, siente,
celebra tu camino hacia el reino de luz, porque en el último análisis, todos los
momentos son momentos clave, y la vida en sí misma es gracia

Para ello es necesario aumentar tu nivel de conciencia para vivir en el único


momento que existe, el momento presente y no dejarte arrastrar por la inercia de la
mente y sus ilusiones acerca del pasado y del futuro.

La vida se convierte en una aventura espectacular cuando te abres a experimentar


cada momento de forma espiritual, sin etiquetas ni juicios.

Calma tu mente y vive desde tu presencia.

Deja de darle poder a tus pensamientos.

Empieza a tomar distancia de ellos.

Es así como comprendemos que la verdadera libertad no es algo que se encuentra


afuera de nosotros mismos, sino que más bien, es simple y llanamente la libertad
interior de nuestro propio ser. Cuando una persona despierta a la conciencia de su
propio ser se libera de inmediato del ego y sus condicionamientos. Y esto es la
liberación en sí.

Y con conocimiento de nuestro espíritu y siendo seres integrales, podemos alcanzar


el más alto nivel de la evolución de la conciencia aquí y ahora.

Despertar es dejar de ser esclavo de un programa mental fuertemente condicionado,


que tanto sufrimiento provoca, para descubrir la realidad y vivir en armonía
espiritual.

El propósito es elevarnos por encima de nuestro pequeño ser. Que nuestro amor se
expanda hasta abarcar toda la existencia y finalmente llegar a Dios.

Los seres humanos no se conforman con mirar las estrellas; quieren llegar hasta
ellas para buscar respuestas sobre quiénes son y cómo llegaron a existir. No se
contentan con nadar en el océano, se aventuran a bucear en sus profundidades y
descubrir lo que hay en los fondos abisales. La sed de conocimiento de los seres
humanos ha llevado a la gente a explorar todos los aspectos de la existencia para
saber por qué y cómo todo llegó a ser.

Así como hubo pioneros que exploraron los océanos cuando la gente creía que el
mundo era plano y valientes astronautas que se aventuraron al espacio exterior,
también existieron exploradores de los mundos internos del alma. Ellos superaron
grandes obstáculos (el jalón de la mente y los sentidos), para invertir su
atención. Al descubrir el portal que lleva al alma, pudieron penetrar y retirar las
capas que la cubren para que el alma pudiera brillar en toda su gloria prístina
------------

Pero detrás de la máscara experimentan una profunda tristeza, ataques de pánico,


baja autoestima y, a veces, pensamientos suicidas.

Se honesto contigo mismo. Si está ocultando sus sentimientos, no se los oculte.

un estado de felicidad fingida, haciéndoles creer a los demás que se encuentran en


perfectas condiciones, lo que ocasiona daños más profundos.

Las personas con este trastorno tienden a guardar silencio y aislarse de los demás,
ocultando su vacío interior detrás de una falsa fachada de felicidad.

La depresión no es algo que se nos cruce en la cabeza, es una enfermedad grave y


compleja, con una evolución larga y que para un reducido número de personas termina
con la muerte

Cada persona es diferente y cada bajón puede afectar de manera distinta a distintas
personas,

Sentirse hundido o vacío. Estar de forma continua triste, ansioso, con el ánimo muy
bajo o con sensación de vacío. pero si es algo continuo, persistente, es una señal
preocupante.

No te desanimes. La salida de la depresión es un proceso lento pero al final


volverás a ser tú mismo.

cuando algo malo suceda, tienes tres opciones: dejar que te marque, dejar que te
destruya o dejar que te fortalezca

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