Que Te Mueve Hoy?
Que Te Mueve Hoy?
Que Te Mueve Hoy?
No importa el lugar en el que estás ahora, ni tampoco los errores que cometiste
hace unos años.
No importa cuanta gente te dio la espalda cuándo se puso oscuro, importa lo que
haces cada día para convertirte en Luz 💫 y valorar a los que si están 🙏
Que la vida no es bonita siempre, hay días que nos toca estar bien abajo... nada
mejor que una buena sonrisa y dale que bah...🙌🏻
¿Acaso hay alguien sonriendo en el abismo, allí donde cae lo roto, lo dañado o lo
perdido? ¿Será real ese gesto risueño que se observa tan pleno, tan entero a pesar
de haber caído? ¿Se habrá herido golpeando contra piedras que ofician de túnel
reprimido? ¿Por qué será que puedo sentir como propio todo lo que digo?
Acurrucada entre raíces milenarias me siento a salvo. Desde allí puedo sentir la
vibración del mundo y también su espasmódico silencio. Me quedo dormida con el olor
a tierra húmeda, entre sonidos indescifrables de un afuera, de un arriba un tanto
lejano. Luego el sueño me transporta a un sitio extraño, donde despierto entre
ramas que atraviesan el cielo. Entonces puedo ver lo que gira más allá, lo que
nadie nunca vio y si lo viera, entendería. Lo entendería absolutamente todo. Pero
sé que estoy dormida y no podré traer mi sueño a este lado, ni podré contarle al
mundo lo que supe y ya no sé por haberme despertado. Sigo acurrucada en medio de
raíces milenarias, pero ya no me siento a salvo. Quiero huir de aquí y refugiarme
en las ramas más altas.
Pedirle por favor al día que no se vaya detrás del sol. Implorarle con justificada
insistencia que no libere el espacio para que la oscuridad llene con su vacío, su
silencio, su abismo. Suplicarle, si es necesario, para que no te deje a merced de
las sombras, allí donde la noche, incluso, te roba hasta la luna dejándote a
ciegas, desprotegido, tanteando la nada entre tinieblas. Rogarle, en última
instancia, que te lleve hacia el otro lado... donde se queda aguardando su turno
para volver a amanecer...
“Somos un suspiro que se extingue en un segundo dejado atrás todo lo vivido, nada
somos, nada nos llevamos, solo recuerdos dejamos a los que se quedan y la esperanza
de verlos en la eternidad”.
Tu espíritu
ahora más libre que nunca
navega por los ríos del cielo
recorriendo el mundo entero
como soñaste hacer alguna vez
cuando estabas conmigo.
Pasa la vida e inevitablemente nos vamos encorvando hacia adelante, siempre hacia
adelante, donde los ojos encuentran el paso firme pero cansado, allí donde los pies
se siguen poniendo de acuerdo para seguir avanzando. Y una mano reposa, quizá, en
la cintura que siempre carga el peso que los años fueron acumulando. La mano reposa
en ella como si quisiera consolar su silenciosa fragilidad, su dolor acostumbrado,
su pesar. Y así, torcidos, levantamos la mirada hacia un sol que acaricia suave
como si respetara la edad. Así... con el óxido que pincelan los años ocupamos
nuestro pequeño hueco con la silueta de un cuerpo que alguna vez supo ser de
utilidad... Como un clavo, a fuerza de golpes que la vida nos da, seguimos ocupando
un lugar, encorvados pero con dignidad.
A todos... de alguna manera nos pasa. Nos asusta la incomprensión, nos paraliza que
nos señalen con el dedo, nos da miedo el desamparo, el desapego, el desamor. Nos
tiembla el alma si nos maltratan, nos hace daño el mal uso de la palabra. Nos
lastima la indiferencia, no toleramos se nos juzque sin darnos lugar a defensa. A
todos nos pasa... la injusticia esta cosida en cada instante de tiempo, en cada
baldosa pisada. Procuremos entonces no estar del otro lado, haciendo lo mismo que
hace aquel que nos daña. Porque lo cierto es... que a todos nos pasa
Ven. Tiendo mi mano para que te sostengas. No te dejaré caer. Puedes confiar en mí,
seguramente nadie te conoce tanto. Ven. No temas, mis intenciones son buenas.
Siempre estoy aquí cuando me necesitas. Si lo sientes, puedes conversar conmigo,
reir o llorar. No te daré la espalda. Ven. Toma mi mano, aferrate fuerte, no estás
sola. Mi consuelo te acaricia, mis palabras le dan aliento al vaivén de tu vida.
Ven. No me mires con recelo como si no me conocieras, no te alejes... porque si lo
haces... yo también me estaré yendo.
Aquí me quedo
en el minúsculo balanceo
apenas perceptible
meciendo las ansias
de verte florecer
entre cantos
y mariposas.
Me quedó aquí
velando tu invierno
el mío
a la espera
de ver llegar
(meciendo las ansias)
nuestra próxima estación.
Cuando decides encender lo mejor de ti... con tus buenas intenciones, con tu mente
clara, con tus sueños puros, con el ser dispuesto en fervientes ganas, con el deseo
justo a flor de piel, con el amor que expande la esperanza... todo eso,
simplemente, se contagia.
Me crucé con personas que no eran lo que esperaba, y que en realidad nunca
intentaron serlo, pero con el tiempo aprendí a alejarme de ellas... cada vez
haciendo menos ruido.
Entonces me tomé todas aquellas palabras que no llegué a pronunciar, que jamás
alcancé a decir, que volvieron para que las resguardara una vez más dentro de mí.
De un sorbo me bebí la hilera de sentires que tanto me habia costado escribir,
porque cuando nadie recibe lo que siento... simplemente vuelve a refugiarse en mí.
Estoy de pie, incompleta pero erguida. Las partes que se ausentan, ese vacío que
flota como neblina corporea y densa también me sostiene. Aprendí a ser con lo que
falta porque el hueco también habla, porque perdí ciertas batallas simplemente al
vivir. Dicen que a eso viene el alma... a cumplir con aquello que le falta. A veces
el vacío regenera algo del recuerdo de lo que latía allí. Puedo percibirlo con
cierta nostalgia. Cada día, lo que existe se acomoda para indicarme que el camino
continúa. Cada noche, lo que ya no existe es testigo de mi fortaleza y de no
haberme dado por vencida.
Entonces voy, soy y siento... con mis ausencias a cuestas, buscando el equilibrio
emocional dentro de la presencia que me habita y con quien compenso todo aquello
que ya no está...
Pienso a escondidas bajo un pequeño ramo de flores. Me detengo en los rincones del
alma, agitados por el miedo de no ser, de no llegar, de no poder. Soy con mis
limitaciones, pero también con los desafíos de sorprender. Como el agua, intento
fluir... busco llenar, desbordar con abundancia y, si es necesario, poder
escabullirme entre los dedos. A veces, huir a tiempo es la única manera de salvar
al ser. Pienso bajo el aroma... pienso sobre el papel. A escondidas.
Hay un viaje que se sigue postergando, de esos que se hacen mar adentro cualquier
día y sin pensarlo. Hay un lugar incierto que aún sigue aguardando, de golondrinas
pasajeras y viejos botes amarrados, que acalla por un rato la expectante ilusión de
poder ser visitado.
A veces, solo a veces... suelto las palabras en el agua calma. Suelto unas cuantas
para ver si se mueven, si nadan. Y me quedo ahí, observándolas, como degustando la
esperanza de que adquieran vida propia, lejos de mí. Lejos de quien las pensara, en
algún rincón de mi mente, lejos de quien las sintiera en el campo agreste de mi
alma, lejos de mi boca que, esta vez, las ha liberado silenciadas... en el agua...
en el agua calma.
Elige recorrer el camino, por más arduo que sea, para no seguir espiritualmente en
harapos. Y tras estas incomodidades, encontrarás valiosos tesoros como tu verdadero
propósito.
Soy agua volviendo al agua. Mi espíritu se lanza en un vuelo momentáneo que busca
internarse en el mar. Allí en las profundidades también es posible volar. Solo hay
que soltar el agua en el agua y echarse a nadar. Soy ave y soy pez, soy la fuerza
del mar. Soy un constante movimiento que revolotea por la vida sintiendo libertad.
Donde me veas solo un instante, será donde siempre me hallarás... en esos sitios
perfectos que no contienen ni retienen, en los huecos indomables de la vida
efervescente que me permiten ser... estar y no estar.
Y ahora siento que soy silencio de un paraje recién concebido. Un rincón sagrado
que me ha devuelto la paz y el entendimiento. Un nuevo recordatorio del ser
inmortal que llevo dentro. Y ya solo queda sumar mi esencia al espiritu del lugar.
De instantes que avecinan el preludio del atardecer. Con los pies en la arena y el
salitre en la piel.
No soy lo que indica la etiqueta. Lo que creen que soy por leerla. No soy la
palabra escrita sin contexto ni aquella dicha con pretexto. No soy el significado
anclado que todos conocemos. No soy la huella que lastima y no se borra con el
tiempo. No soy una etiqueta, mi nombre ni siquiera está en ella. No soy eso que
señalan con el dedo, tan lleno de prejuicio y con recelo. No soy un pedazo de
cartón impreso, un número asignado ni una foto carente de respeto. No soy una
etiqueta, soy ausencia para el que se limita tan solo a leerla.
Es ahí donde de verdad te das cuenta de que la vida es lo que te llena, lo que te
aporta, lo que te suma y lo que te ilusiona.
Desde que nacemos nos venden la vida como mejor, cuando ésta es compartida.
Y no voy a negar que en parte tienen razón. Pero por otro lado no. No siempre
necesitamos a alguien a nuestro lado. No siempre la solución es rodearte de un gran
grupo de amigos, de tener la pareja ideal o de compartir todos los momentos en
familia.
No.
No eres más feliz por ello.
Tu vida no es mejor así.
Ellos no siempre tienen lo que necesitas. No tienen lo que anhelas en ese preciso
instante.
No tienen la solución.
Uno no elige a quien conoce, a quien va a matarle un poco la existencia, con quien
luchará codo con codo o de quién se enamorará.
Al amar nos deberíamos encontrar con nosotras mismas, pero la dependencia afectiva
hace que nos perdamos confundiendo la dependencia con el amor.
Bajo el disfraz del amor romántico, la persona dependiente comienza a sufrir una
despersonalización lenta e implacable hasta convertirse en un anexo de la persona
“amada”, un simple apéndice.
La peor de las esclavitudes que nos ahoga en un pequeño río, cuando el mar es
inmenso…
Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.
Y esa unión maravillosa de ser dos que parecen uno, sólo es posible hacerla sin
darle forma, con pasión y sin dependencia.
La libertad no es algo que se tiene y posee. Es algo que hay que conquistar día a
día.
Ejerzo mi libertad cuando me libero de ataduras y esclavitudes. Ataduras internas y
externas.
Ejerzo mi libertad cuando me libero de la tiranía,
De mi egoísmo destructor,
De mis instintos ciegos animales,
Del orgullo ridículo,
Del poderoso caballero que dicen que es don dinero,
De los convencionalismos sin sentido,
Del que dirán,
Del miedo al dolor,
Al ridículo, a la enfermedad, a la pobreza, a la muerte,
De las creencias impuestas sin aceptación libre,
De mi terquedad,
De la propaganda, de las ideas de los que se llaman portavoces del pueblo,
é atento y comprensivo.
¡ Cuántas veces las personas que vienen a hablar contigo, traen problemas
escondidos en el fondo de su Alma !.
Muéstrate sereno, tú que has comprobado la luz del entendimiento fraterno, conserva
tu equilibrio cuando alguien se presenta perturbado.
Sé atento y comprensivo, el mundo está lleno de enfermos, y tú tienes salud moral.
A la vida le pido tiempo. Que frene. Que vaya más despacio. Que me deje saborear un
poquito más cada momento.
A la vida le pido tiempo. Que me enseñe a recordar sin que duela. Y que nada duela
más de lo necesario.
A la vida le pido tiempo. Que me deje disfrutar (más) de los míos. Y que me ayude a
fortalecer cada vínculo.
A la vida le pido tiempo. Que me ayude a no sentirme culpable en mis días bajos. Y
que no deje de enseñarme como se sigue adelante.
A la vida le pido tiempo. Tiempo para entender que no siempre se es, no siempre
somos y no siempre estamos.
A la vida le pido tiempo. Tiempo para entender que cada persona siente, valora,
acepta, vive y quiere a su manera.
Tiempo para aceptar que cada persona necesita su tiempo.
Voy a descubrirme, pero no lo haré para el mundo... lo haré para mí. Dejaré de
esconderme creyendo lo que no creo, sosteniendo lo que no quiero, velando lo que no
siento. Dejaré la guarida que me aleja de la conciencia, donde aguardo que algún
día me devore la pereza... de creer, sostener y velar todo aquello que ya ha
muerto. Voy a des-cubrirme de esa que no me permite ser a través del miedo.
No confío, y no es por nada, sino por alguien. Porque un día bajé la guardia, me
dejé llevar y hubo alguien que lo tomó como la única e irrepetible oportunidad de
dañarme. Cómo si eso le hiciera ser mejor persona. Cómo si eso le enseñara algo en
la vida.
No entiendo a los que no son de verdad. Por eso quizá me envuelve tanto hermetismo.
Quizá por eso, de un tiempo atrás, me he vuelto tan mía. Y es que antes daba mucho
de golpe, confiaba muy rápido, me entregaba demasiado, y ahora… Ahora ya nada.
Ahora ya no.
Me ahoga pensar demasiado. Darme cuenta quién está por estar. No encontrar nada con
lo que tirar y avanzar. Recordar a quien no está por voluntad propia. Pensar en
aquellos que formaron parte de mi camino en un tiempo pasado, y no haberles podido
agradecer el enseñarme a ser mejor persona y a saber sobrellevar situaciones
demasiado complicadas.
No concibo nada sin una verdad por delante. Y aunque a veces duelen, incluso a
veces demasiado, soy de esas que piensan que siempre será mucho mejor una verdad a
tiempo que aquello que realmente alguien quiere escuchar.
Estoy. Estoy y estaré. Para aquellos que están, y a veces incluso hasta para los
que no. Y aunque soy de pocas palabras, un gesto, una mirada o un comentario son
suficientes para que los que me conocen recuerden que pase lo que pase, sea lo que
sea, ahí estaré.
Es posible que sea desde ahí el único lugar posible para cruzar portales y crear
una nueva mirada.
Más amplia, más limpia y con más perspectiva.
Porque cuando actúo y hablo desde mi sentir más profundo es cuando me encuentro.
Desde ahí nunca me pierdo en la immensidad del desierto. Esa brújula interna
siempre acierta.
Tan sólo hay que silenciar la mente y observar qué es lo que dice mi criterio
interno.
Cada mañana, debemos tomar consciencia del sin sentido que supone desgastarnos en
expectativas que no se ajustan a nuestra realidad y nuestra vida.
Esa toma de consciencia nos posibilita partir de lo que somos, de lo que tenemos,
de lo que realmente queremos y lo que hacemos con nuestra vida.
Nos confronta directamente con lo que hemos creado y podemos crear si permanecemos
en la quietud del presente, desaprendiendo el pasado y desesperando el futuro.
Cada día es una gran oportunidad para hacer la gran limpieza mental.
Ya que, si esperamos para vivir la propia vida, otros la vivirán por nosotros.
Quizás el fracaso hubiera sido continuar con ese abanico de pantomimas, de risas y
de rimas.
Se te abre una nueva oportunidad que te da la vida para reconstruirte las preguntas
y desaprender tantas respuestas enlatadas sobre el amor.
Por fin empezarás a comprender que cuando hay un motivo para amar existen también
motivos para desamar.
Que sólo cuando experimentamos que todo lo que nace morirá, es posible el amor.
Y que mientras haya vida debe haber amor, sino para qué todo lo demás.
Porque no se trataba de un amor para toda la vida, se trata de toda la vida para el
amor.
Hemos creado un sinfín de normas y de formas que lo único que hacen es deformarnos
y estirarnos en el poco tiempo que tenemos, pero nunca nos ensanchan los días, ni
la vida y ni el alma.
Por eso, por la vida, por un inmenso mar que aún podemos navegar, tenemos que
recuperar el alma.
Hay que tomar una gran bocanada de aire y ser conscientes del milagro de la vida.
Saboreando el momento que se entrelaza entre los pliegues de nuestra piel arrugada.
Disfruta y disfrútate.
De la pasión a la obsesión.
Excitada por el WhatsApp.
Desvelada por la realidad.
Urge deconstruir el amor romántico, porque con las pautas que la cultura indica
obtura el deseo y la libertad de las almas.
Hay que superar esa forma tradicional de pareja y dejar emerger un vínculo que
tenga sus propias pautas donde el amor nos haga muy libres y liberadas.
Desechar esa idea absurdamente romántica de prometer amor eterno cuando lo que no
tenemos en la vida es tiempo.
No se sufre por amor, por lo que realmente se sufre es por no saber lo que es el
amor.
Ahora que ya no te escondes de tus miedos porque los has convertido en tus aliados.
Ahora que sabes de qué va el juego y que aprendiste a mojarte con tu fuego.
Ahora que empezaste a correr bajo la tormenta que aún te queda por vencer.
Ahora que sientes tu poder para ya no tener ese ingenuo miedo a perder.
Ahora que deshaces el nudo soltando el cordel que tanta vida te anudó.
Querer a alguien no significa perder sensibilidad y volverse una marmota sin más
intereses que la presencia mundana y monótona del otro.
Al amar nos deberíamos encontrar con nosotras mismas, pero la dependencia insana
hace que nos perdamos confundiendo el apego con el amor.
Cuando el apego está presente, entregarse, más que un acto de amor desinteresado y
generoso, es una forma de capitulación, una rendición guiada por el miedo con el
fin de preservar la seguridad que ofrece la relación.
No podemos vivir sin afecto, nadie puede hacerlo, pero sí podemos amar sin
esclavizarnos.
Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.
El desapego no es más que una elección consciente y liberadora que dice a gritos:
el amor es ausencia de miedo.
Hemos decidido vivir como si no fuéramos a morir nunca.
Y eso nos hace pensar que tenemos todo el tiempo del mundo.
Cuando más temprano que tarde el tiempo sólo nos será tiempo de espera.
Se trata, en resumen, de asumir con sencillez las posibilidades que se nos dan al
existir.
De escuchar atentos, serenos, lúcidos, conscientes, las palabras del tiempo que nos
susurran al oído que somos mortales.
Y sólo esa certeza nos hará querer ser mejores de lo que somos.
Nos hará encajar el paso del tiempo inevitable sobre nuestra piel arrugada.
Con nuestro cuerpo gastado y sin que importe lo que pueda suceder.
Por eso, ama, perdona, abraza, besa, siente, expresa agradecida la vida.
Deconstruir tus razones, tus medias verdades, tus creencias e ideas que te limitan
tus posibilidades.
Reconstruirte tus emociones, tus sensaciones y tu pasión entusiasmada.
No conformarte con lo que te deja sin vivirte, sin acariciarte, sin esparcirte, sin
regalarte y sin tiempo para darte.
Surfea el miedo a mojarte, sin miedo a cada nuevo oleaje, sin miedo a la libertad y
con la arrogancia de tu propia realidad.
Sólo cuando estás bien contigo misma puedes estar bien con los demás.
Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y
aceptarte para dar lo que una tiene dentro de sí.
Solo podrás ser feliz con otra persona cuando seas capaz de decirle bien
convencido: "No te necesito para ser feliz".
Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es
una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones.
Sólo se podrá ser feliz cuando dos personas felices se unen para compartir su
felicidad, no para hacerse felices la una a la otra.
Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni
manejar a los que dices querer.
Por eso, ámate mucho, madura, y el día que puedas decirle a la otra persona "Sin ti
me lo paso bien", ese día estarás más preparada para vivir en pareja.
Es un largo proceso que puede tomarnos toda la vida, y al transitar ese camino, nos
encontramos con partes nuestras que preferiríamos no reconocer, con dolores, con
miserias personales... pero vale la pena.
Antes de acudir al encuentro del otro, deberíamos intentar el encuentro con
nosotras mismas...
Tan sólo la ternura de un amor liberado, la pasión de un abrazo sin precio que
pagar y unas cuantas risas y rimas cada día a la hora de soñar.
No necesito recordar para guiar mis pasos, para seguir mi camino. Soy lo que vivo
desde la piel hasta el alma, me basta con los sentimientos de dolor y de alegría
que me hicieron ser lo que soy hoy.
No necesito la memoria, me sobra el odio y el rencor. Me niego a acumular vacíos,
olvidos y soledades; en mi solo tengo espacio para amar y sentir, para acoger y
aprender de lo que disfruto hoy, para continuar mi eterna lucha por un presente
mejor. - jjmoralesflores
Vivimos cuando superamos las cosas que alguna vez nos paralizaron.
Y a ese estado sólo se llega después de haber dado algún que otro rodeo por la
propia sombra.
Encontrar la fuerza para hacer lo que quieres te sacará de esperar a ver qué te
sucede.
(El amor, el abrazo de la piel, esa naturaleza animal que nos salva de ser sólo
humanos)
Déjate llevar...
Déjate querer...
Deja de controlar...
No te dejes vencer.
Dite a ti misma que debes ser más poeta para descubrir las bellezas de la vida...
Así que mientras estés viva, descubre que eres invencible, di sí a todo lo que te
conmueva.
El desapego no es que no debamos poseer nada, sino que nada nos posea...
Pasan los años y cada año nos regala la misma evidencia: que la felicidad no se
encuentra en lo que tenemos sino en lo que somos capaces de soltar.
Cuando te das cuenta ya son las ocho de la tarde, es domingo, final de mes, cuando
menos te lo esperas ya ha terminado el año y de repente han pasado las promesas de
los años prometidos.
Después pierdes los momentos, pierdes las ganas, las experiencias, pierdes los
amigos, pierdes los amores, pierdes los trabajos, pierdes la salud… pierdes la vida
y se te hiela el alma.
La única forma que tenemos de vivir y percibir el mundo que nos rodea es a través
de nuestros sentidos. Es imposible apartarse de nuestros pensamientos y sensaciones
y verlas por fuera de nosotros mismos.
Entonces podríamos decir que todo lo que vemos, sentimos y obviamente pensamos,
ocurre dentro de nuestra cabeza, pudiendo no ser entonces la realidad objetiva y
absoluta.
Al final comprendí que las caricias no rozan el reverso de la piel; que las miradas
solo alcanzan a mirar un poco más de lo que ven; que el beso se oxida en algún
lugar olvidado de los labios; que un nombre nunca suena bien en la voz que queda
afónica de antemano. Comprendí que la soledad te ampara aunque estés acompañado;
que el adentro es la guarida que el alma siempre está buscando; que,
inevitablemente, uno se va un poco más de lo que apenas se va quedando...
https://sacacorchosblog.net/2016/02/14/mercantilismo-del-amor/
La paz y la dicha están en nuestro interior, más allá del mundo, más allá del
cuerpo, más allá de lo que puede nacer o morir. Y esa plenitud interna es algo con
lo que tenemos la capacidad de conectarnos, si así lo decidimos.
El propósito es elevarnos por encima de nuestro pequeño ser. Que nuestro amor se
expanda hasta abarcar toda la existencia y finalmente llegar a Dios.
Los seres humanos no se conforman con mirar las estrellas; quieren llegar hasta
ellas para buscar respuestas sobre quiénes son y cómo llegaron a existir. No se
contentan con nadar en el océano, se aventuran a bucear en sus profundidades y
descubrir lo que hay en los fondos abisales. La sed de conocimiento de los seres
humanos ha llevado a la gente a explorar todos los aspectos de la existencia para
saber por qué y cómo todo llegó a ser.
Así como hubo pioneros que exploraron los océanos cuando la gente creía que el
mundo era plano y valientes astronautas que se aventuraron al espacio exterior,
también existieron exploradores de los mundos internos del alma. Ellos superaron
grandes obstáculos (el jalón de la mente y los sentidos), para invertir su
atención. Al descubrir el portal que lleva al alma, pudieron penetrar y retirar las
capas que la cubren para que el alma pudiera brillar en toda su gloria prístina
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Las personas con este trastorno tienden a guardar silencio y aislarse de los demás,
ocultando su vacío interior detrás de una falsa fachada de felicidad.
Cada persona es diferente y cada bajón puede afectar de manera distinta a distintas
personas,
Sentirse hundido o vacío. Estar de forma continua triste, ansioso, con el ánimo muy
bajo o con sensación de vacío. pero si es algo continuo, persistente, es una señal
preocupante.
cuando algo malo suceda, tienes tres opciones: dejar que te marque, dejar que te
destruya o dejar que te fortalezca