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CUANDO ERA HUMANA

Mi desprecio por todo sentimiento de piedad, compasión o indulgencia hacia los demás comenzó a
crecer hace algunos años. Se me hace difícil recordar cómo en otros tiempos no me embargaba la
cólera ante todo sonido que surgiera de otra persona con la pretensión de hacer un comentario
jocoso o simplemente de obtener una llana opinión al respecto de cualquier tema. Supongo que
en esos momentos participaba, a mi manera, de ese disparate estéril llamado “comunicación
verbal”, intentando proponer algo que se saliera de los márgenes de lo que se esperaba
comúnmente. Ahora, ya no creo que se pueda decir algo que ayude al resto a pensar de forma
diferente y debido a la decepción acumulada día a día, el poco ingenio que tenía ha desaparecido.
He tratado últimamente de cambiar este transcurso apático, pero al cabo de unos minutos, me
doy cuenta que creo tan poco en lo que digo que ya no sé si son mis palabras o simplemente
intento pensar como lo haría cualquiera de ustedes. Así que vuelvo a mi silencio, decidida a
callarme y escuchar cómo se repite el discurso de los que me rodean. Esto podrá parecer un
encierro, pero no. Nada me lleva a pensar sobre lo que aprendí, leí, vi o escuché; lo único que
logro es centrarme obsesivamente en mi incapacidad para deshacerme del hechizo. Al final, nunca
consigo encerrarme en mi misma, porque hasta dentro no llega la luz y se marchitan las pocas
ideas que quedan en pie. Y no llega la luz del exterior porque no encuentro nada digno para
dejarlo pasar.

Conclusión: Se corrompe el interior sin mayor resistencia y se inunda de hiel todo el maldito
cerebro. Así soy impulsada a odiar toda acción, palabra y pensamiento. Sin embargo, lo que más
odio es haber realizado esta confesión como si pretendiera curar una enfermedad terminal e
irreversible, por los medios de la piedad, compasión e indulgencia conmigo misma.

TÚ, QUE TODO LO SABES.


Tal vez tú puedas encontrar lo que a mí me resulta imposible, lo que no he conseguido, minuto
tras minuto, cuando no podía dormir, porque nada confiesan los últimos esfuerzos, ni los ruidos de
la luz, ni los primeros carros.
Tú, que todo lo piensas, quizás puedas encontrar lo que es invisible para mí: un lugar de mi cuerpo
o un rincón de mis ojos que no sean memoria de tu cuerpo y de tus ojos, de tu cabello que sabe
llorar, de tus labios, de tus manos que buscan mi cara y me preguntan sin esperar respuesta.
Estoy segura que tú puedes porque lo piensas todo y yo nada encuentro.
Ya no encuentro nada en mí que no sea memoria tuya, sombra de lo que existe porque te
pertenece.

INCURIA
Cómo entender la falsedad que sale de su boca. Cómo evadir los dedos de su mirada. Cómo abrir
mi boca para dejar entrar sus besos. Si todo infecta mi alma y engaña hasta a mis sueños. Porque
tú lo eres todo y sin embargo, sólo tú descompones en tus manos los retales de sonrisa que
sostienes y eres el único que toma las decisiones de hoy en adelante.
02:30 a.m.
Quizás ahora duermas. Mientras tanto, yo pienso en el goce que falta y que seguro entreabrirá la
puerta de tu sueño para incrustarte las uñas, rasgar tu cuerpo y abrazarte sin mis brazos. En una
hoguera de cenizas, soy bienvenida. Y es que entre tú y yo, hay centenares de sirenas cantando.
Ese canto asesina mariposas. Yo recojo las mariposas muertas y las cargo. Para sonreír, necesito
estar completamente drogada.
La distancia entre tu sueño y mi vigilia es sed. Y la noche es un simple preámbulo de otro día lleno
de falsedades e hipocresías. Tu caricia me provoca sólo la temperatura de un beso que nunca me
darás.

VOLCANO
Me gusta comerte con los ojos. Mirarme en ti, extenderme. Que no nos dé miedo retarnos. El
mismo invierno teñido de luz que enceguece. Y ese frío que asfixia se acomoda a nuestras pieles,
extiende sus garras y deja caer el peso de la monotonía.
El sonido metálico de las vías me transporta hasta hace tres años, quizás. Y todavía me pregunto
mientras te miro, mientras tu silueta andrógina se dibuja entre la multitud, ¿quién te pudo hacer
esa herida que todavía supura?
Cuentos de adúlteros descarriados para tu boca sedienta. Asfalto virgen para mis ganas marchitas.
Pupilas dilatadas por anfetaminas. Toneladas de esquizofrenia paranoide de obsequio. Y sus gritos
petándome los oídos. Ahora tengo frecuencias reversibles, como tu imagen, que va y viene, la de
ella, va y viene… y me temo que se van.

Y estoy sola y todo cae. todo. Me es impasible. Nada causa ningún estrago en mí. No puedo llorar.

DESENCANTO DE LA FILOSOFÍA

Evoca realidades presentes: el oído que te escucha, la mirada que te busca. Uno nunca se desnuda
a cambio de nada. Ver crecer un hijo. Encontrar que la cama no está vacía compensa su vida gris.
El sabor de la amistad. Los ojos que te miran cuando los miras. Compensa-la pequeña-traición
mental. No es verdad. Uno no puede caminar como si la historia de nada-nadie-la pudiese
compensar. Amurallado, abrazado al baúl en el que guardó su pérdida-trono o resignación.
Hoy nació dos veces. Imagino que corren nuevos tiempos, que estas esquizofrenias ya no
aterrorizan a las personas, que lo cotidiano ya no es lo que era, que la virtud seduce. Descubres
que la vida, en el fondo, la teníamos sobrevalorada. ¿Y mostrar la cara que hay tras la máscara?
Aunque no quieras, aunque duela, ya es hora ¿Y ahora qué? Si se han roto las tablas de la ley y ha
desaparecido la página con el jardín del Edén, ¿qué hacer?, revisar errores y culpas, de todo lo
que, como un ciego, fuiste pisando sin querer. Si algo cambió en ti y apenas dos palabras dieron
luz a meses de confusión, ¿para qué continuar, con el afán de conseguirlo todo, sin contar con
nadie? Queda un puñado de canciones, de lugares, de palabras imposibles de exorcizar y que
permanecerán atadas a todo lo que tenía que haber sido.
Ahora son patentes todos aquellos errores y fracasos.
PODER DECIRTE
Me gustaría poder decirte que mi saldo de caramelos, dulces de algodón, suspiros, caricias,
ganchitos, perdones y amor, se acabó. Que ya no eres el primero que encuentro. O que caminé
tan lejos que ya no volveré.
Que tomé el barco hacia una isla desconocida y que ahora ando buscando en el fondo del mar.
Que recorté sobre mi cama corazones de papel sin ningún color, sin ninguna dificultad.
Que teñí de rosa mis sueños. Que mi jardín está lleno de flores. Que por aquí nunca llueve. Y que
sonrío sin detenerme.
Me gustaría poder decirte tantas otras mentiras, como que ya no te quiero, pero es imposible.
Quiero morir. Quiero desaparecer como una mota de polvo que nadie ve. Y seguir en mi tumba,
callada, silenciosa, hasta el día del juicio final donde todas las personas tendrán la llama del
infierno y en cuyo centro estaré yo.

AULLIDO
A veces me gustaría sacudir la tierra con palabras hechas de dinamita. Verter, con ímpetu, ríos de
lava infectando la sangre de cada individuo y gritar punzantes sentencias reclamando el despertar
de las almas de la mayoría. Mostrar este incendio perpetuo que nos conduce al desierto de
nuestras esperanzas, donde el ciego pueblo de la cólera mantiene su eterna guerra contra la
diferencia, instruyendo a sus hijos con el arsenal del odio y del supuesto error. Reclamar la
atención necesaria para impedir ese éxodo que nutre las fauces del océano con los hombres que
perseguían el demente sueño de un viejo que agoniza. Acumular la fuerza original ―inoculada en
el espíritu de los que han de venir― para que malogre las intenciones de un mudo desastre que se
manifiesta en los silencios de una cínica comedia fingida. Robar todo el valor del canceroso virus
que infecta el planeta, ahogando las voces de los que imprimieron hojas con su sangre para crear
un nuevo mundo. Volver a interpretar la vida como un juego sagrado, donde los límites son fijos
sólo para ser nuevamente superados.

MALABARES
Malabares son tus recuerdos y los míos. Son los mundos paralelos. El contorsionismo de la
filemamanía. Tus manos que se mueven a la velocidad de la luz. Los domingos astrománticos con
playa de estacionamiento de fondo. Mercromina y tú, derramada en el salón.
Son mis ojos y esa forma impuntual de mirarte. Caminar por pasillos estrechos, para que te aprietes
fuerte contra mí. Silencios, tus manos, mi sonido, mis ganas, tu cuerpo. Y todo lo que no nos
pertenece.
Inventamos personajes, para no parecernos a los demás; entre las sombras que conducen sus
pasos hacia la locura.
IRREMEDIABLE

“El imperio de la estulticia avanza irremediablemente”.

Con esta frase bastaría para resignarme, pero existe una clara disposición de mi espíritu a desafiar
las barreras y mi propia resistencia mental con el objeto de experimentar nuevas sensaciones,
ejerciendo un efecto fortalecedor.

Así que, de una vez, he decidido adentrarme en el tormentoso túnel de imagen y sonido. Y en esos
momentos de reflexión surgen nuevas detonaciones.

Estallidos que van aumentando progresivamente en cantidad y fuerza, acelerando el ritmo


cardíaco, elevando la temperatura del cuerpo, invadiendo las venas con el corrosivo compuesto de
la cólera. Y así llega la certeza respondiéndome: “Es la náusea, amiga”.

--

Se cree que el éxito de los formatos de vida radica en el morbo. En otras ocasiones, la causa la
inventó la ignorancia del vulgo. Parece un hecho digno de estudio, como la desnudez de las
cloacas del alma, que genera una desorbitada expectación. Pasando entre todas las personas,
escogiendo a una para explicar un fenómeno sorprendente, que se ha bautizado con el título de la
confitura del todo. Tratar de englobar en un mismo espacio audiovisual sucesos de nuestra época.
Siendo la quimera convertida en sólida realidad.

Particularmente no concibo un logro comparativo a tal hazaña en la historia de la humanidad.

¿Comprendes ahora mi sentimiento de repugnancia?, ¿la ira resultante de este circo atroz, de
este alcantarillado donde se concentra la más abominable descomposición? ¿No?

Será que habito entre puercos que degustan el estiércol como si fuera el mejor manjar depositado
sobre la tierra.

MUTE
Hay noches que te tengo tan presente que
si cierro los ojos
me acaricia tu voz.

OPERA
A veces los vaivenes sirven para algo más que para marearte.
Sirven para tomar IMPULSO.
VENDIX
Puede que las noches se hagan eternas y aún así no consigas encontrarte entre tanta gente. Dime
si no estarías buscando a cualquier vendix para rellenar huecos.
La mala costumbre de los que pierden el tiempo en butacas de Ikea y se creen importantes.
Cualquiera es un buen partido, si mata este silencio.
Qué te voy a decir yo que no sepas. Si no sé tantos idiomas, ni siquiera tengo una historia para
contarte.
Pero si quieres comparto vino contigo, si quieres… me retuerzo una vez más y te estallo en el
pecho.

EXTREMAYDURA
A ver, chico, ¿cómo te lo explico?
Me sobra tanto vicio como afasia. Así que no pidas que frene el bucle de ganas repitiéndose en mi
cabeza. Me estoy recreando entre tus piernas y le cojo el gusto rápido a los arañazos en la espalda
y a las descargas frenéticas cuando mis dedos te atraviesan y les da por descubrir nuevos
laberintos.
Ábrete de par en par, que quiero oírte gritar en cada recodo.

ABSURDO
Tenías una mirada especial. Cualquiera que te prestara atención, lo notaba. Una lástima que me
dejase seducir por la tristeza incondicional de la noche y el vapuleo de tus huesos.
Tenías unos ojos penetrantes, melancólicos y ávidos, casi tiernos. Yo fui vasallo y mártir. No podía
hacer menos. Estaba cansada de cuentos, de galopar en el tiempo y revivir inquietudes, de tener la
epiglotis llena de sangre. Te observé un instante. No recuerdo de qué hablabas esta vez. Oía el
murmullo de tu voz en mi mente, tenue y frágil. Me limité a cobijarme en tu luz apagada. Estaba
helada. Hacía un frío animoso.

FUNDIDO EN NEGRO
Y el olvido se refleja como ausencias, mirando al vacío, sin saber qué desaparece en su cabeza.
Arrasaron con todo, aullando su triunfo y deslizándose parcamente sobre sus pies invisibles.
Bramando te dejaron desnudo y a la intemperie con tu pelaje encima, en medio de un remolino,
sin poder hablar. Inerme tocabas la arena. Se llevaron todas las palabras que pudieron robar, tu
perfume, tus ilusiones, tus recuerdos.
Se alejan sin rumbo, sin dejar de girar, ajenos a todo, salvo a sus propios impulsos, permaneciendo
frente a las tentaciones y a los escollos. Hasta el final.
Saben lo que es inflamarse de sentimientos. Somos animales heréticos, versados en el arte de
traicionar y reinventarse, sabedores de que la fidelidad es la gran deslealtad, pues no hay verdad
que al tiempo no esclavice, que no se divorcie del espíritu que la alumbró, hasta tocar el cielo.
Saben vigilar con atención el momento de la herejía, abrazar lo que queremos combatir, beber de
la copa de la condenación, virar el rumbo hacia cosas extrañas. También saben del vértigo, la
pasión, la desmesura al rotar. Saben del miedo atroz, que despedaza todo lo que se acerca como
disparate infértil de la comunicación verbal.
Una sombra que anula el pensamiento, un vendaval en el corazón. Pero siempre amaina.
Fortalecen tus raíces, llegando hasta el reflejo.

SUSPENSO
Un destello de luz alumbra mi corazón y se detiene el tiempo. Un segundo, dos. Tus palabras que
se ahogan en la marabunta y no logro alcanzarte, lástima. Ingenua la que piense que esta
sensación durará por siempre. Dulce sonrisa infectada de dolor. En tu mirada anónima, irónica,
encontré pedacitos de sueños que no has cumplido y que recoges de los llantos y de las palabras
incoherentes, ¿volverás, algún día? Dime, ¿volverás a creer en el cielo azul, aunque esta noche sea
gris?, ¿volverás a sonreír junto al tenue viento, aunque ahora besen tus lágrimas?, dime,
¿volverás?
Es entonces cuando pensamos que somos una pieza más en el engranaje, que se levanta y
produce, la que se apaga como una cerilla. Intuyo que tras cada giro, tras nueva felicidad tuya, el
regreso es capaz de aguardar su turno porque sabe que puedes inundar de gris cada esquina del
lienzo. Triste y sabio niño.

SIN NADA
Me siento una casa enferma,
leprosa.
Es necesario que alguien venga
a recoger los mangos que se caen en el patio.
Es necesario que alguien venga
a cerrar la ventana del corredor
que se ha quedado abierta
porque anoche entraron los murciélagos.
Es necesario que alguien venga
a ordenar, a gritar, a cualquier cosa.

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