Estandares de Belleza
Estandares de Belleza
Estandares de Belleza
formas de discriminación sobre las mujeres para responder al canon de belleza imperante; y quienes no responden a estos
estereotipos y exigencias están expuestas a la crítica, la descalificación, la ridiculización, la burla, la humillación y la
exclusión en los espacios públicos o privados por su imagen y corporalidad”, explica Esther Pineda, Doctora en Ciencias
Sociales y autora del libro Bellas para morir: Estereotipos de género y violencia estética contra la mujer.
Pineda tiene una relación personal con la violencia estética, la cual se convirtió en una de las razones para investigar el
concepto y escribir de manera extensa sobre él. Desde niña sintió rechazo y hostilidad hacia sus características de piel
morena y pelo rizado: “Decidí escribir ese libro que yo hubiese querido leer para entender por qué pasaba todo eso, que no
era mi culpa ni había nada malo en mí sino que es un problema estructural”.
ambién hay una motivación social que se relaciona con su preocupación por niñas y mujeres que pasan su vida
sintiéndose mal con su imagen, odiando sus cuerpos o recibiendo acoso en las redes sociales por no
responder a un estereotipo de belleza. Por lo mismo, al escribir en libro tuvo presente a “mujeres han quedado
lesionadas o han muerto al realizarse algún tipo de procedimiento o cirugía estética, lo cual habla de la
magnitud y la gravedad de esta problemática”.
Dentro del mundo del entretenimiento y los medios de comunicación, no hay pausa para las noticias sobre el
físico y posibles cambios en él de personas famosas. Sin embargo, la pauta parece siempre estar dedicada a
las mujeres. Al buscar “belleza” en Google News, los resultados están asociados a rostros femeninos.
La socióloga apunta a que si bien todas las personas pueden ser víctimas de violencia estética y en el caso de
los hombres la pueden experimentar siendo calvos o de baja estatura, los estereotipos de belleza no se
evalúan de la misma manera para ambos géneros.
“En cambio en las mujeres se le considera una condición inherente y definitoria de la feminidad, exigencia por
la cual son socialmente sancionadas y castigadas si renuncian a ella o transgreden el mandato”, asegura
Pineda. La experta también enumera casos en los que las mujeres del entretenimiento se ven
mayoritariamente perjudicadas, como ser descartadas de la industria audiovisual cuando envejecen o que no
exista publicidad para mantener la belleza masculina.
Esta premisa sexista es una de las cuatro que Esther Pineda establece como fundamentos para la violencia
estética. Los otros pilares son la gerontofobia, el racismo y la gordofobia. En el caso del primer concepto,
se entiende como el extremo rechazo a la vejez, mientras se sobrevaloran las características neonatales, la
ausencia de defectos y, por lo tanto, la juventud.
Por el lado del racismo, la socióloga explica que el canon de la belleza, desde sus orígenes, se ha construido
en base a la blanquitud, ya que en la gran mayoría de casos “las mujeres negras, indígenas, asiáticas y árabes
han estado invisibilizadas en el canon de belleza; su piel, su cabello y sus facciones han sido convertidas en
objeto de burla, discriminación, exclusión y violencia”.
“Es profundamente lesiva para el autoestima. Por una parte durante la infancia y la adolescencia la niña que
recibe comentarios negativos sobre su imagen en su entorno familiar, por parte de su grupo de pares, en la
escuela, el espacio público, y además no encuentra referentes de diversidad estética y corporal en las cuales
reconocerse o identificarse crece sintiéndose insegura, incorrecta, inapropiada, fea, incómoda con su imagen y
su cuerpo”.
Por su parte las niñas que sí responden al canon de belleza, que reciben mensajes positivos por su apariencia
y corporalidad, crecen creyendo que la belleza es un indicador de valor social, que su valor como persona
viene dado exclusivamente por la belleza, lo cual las presiona para satisfacer siempre el estereotipo de belleza
porque de ello depende su aceptación, validación y afecto.
Durante la vida adulta la experiencia de la violencia estética puede producir en las mujeres el padecimiento de
inseguridad, ansiedad, vergüenza, depresión, dificultades para interactuar, aislamiento social, trastorno
dismórfico corporal, trastornos alimenticios, y el sometimiento a procedimientos y cirugías estéticas invasivas
con el fin de satisfacer esa expectativa social y con ello intentar aumentar su autoestima”.
Para poder batallar con la violencia estética, Pineda asegura que es importante verla como un problema
multicausal, que debe atenderse desde distintos escenarios por parte de diferentes actores e instituciones. “La
familia y la escuela juegan un papel primordial porque son los primeros agentes de socialización de niños y
niñas, allí es posible. [Hay que] proporcionarles información para que internalicen que el juzgar la imagen de
otras personas tienen consecuencias físicas, psicológicas y sociales”, explica.
La autora refuerza la importancia de ser claros con las y los menores, hacerles saber que es lo que pueden y
no pueden decir sobre otras personas, además de enseñarles a reconocer la modificación de las imágenes que
se proyectan en publicidades, redes sociales, cine y televisión.
Por otro lado, se apunta a los medios de comunicación y sus narrativas, como también el rol de espectadores:
“[Debemos] presionar estos cambios al dejar de consumir estos contenidos que reproducen prejuicios,
estereotipos y juicios sobre la imagen y apariencia corporal de las personas”.
“Hablar del tema en los espacios en los que hacemos vida (casa, escuela, universidad, comunidad, trabajo)
sobre cómo nos estamos sintiendo con la imagen y corporalidad. Por lo general esta presión se vive en
soledad; reconocer que es un malestar que experimenta la mayoría permite sacar el problema de la dimensión
de lo personal y entenderla como consecuencia de las estructuras sociales y las formas en las que nos
relacionamos”, concluye Esther.
- GORDOFOBIA
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