Guía para La Lectura Litúrgica y La Predicación-Año B
Guía para La Lectura Litúrgica y La Predicación-Año B
Guía para La Lectura Litúrgica y La Predicación-Año B
AÑO B
COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS
SUBCOMISIÓN EPISCOPAL PARA LA CATEQUESIS
ÍNDICE
Presentación
Introducción
Esquema General del Año B
Adviento
Introducción al Adviento
Esquema de Adviento
Primer domingo de Adviento
Segundo domingo de Adviento
Tercer domingo de Adviento
Cuarto domingo de Adviento
La Inmaculada Concepción
Navidad
Introducción a la Navidad
Esquema de Navidad
Natividad del Señor: Misa de la Vigilia
Natividad del Señor: Misa de Medianoche
Natividad del Señor: Misa del día
La Sagrada Familia
Santa María, Madre de Dios
Segundo domingo de Navidad
Epifanía del Señor
Bautismo del Señor
Cuaresma
Tiempo Pascual
Tiempo Ordinario
Solemnidades
PRESENTACIÓN (inizio)
Al presentar esta obra, tercer y último volumen del proyecto global, los Obispos de la
Subcomisión Episcopal de Catequesis damos por cumplido el encargo que se nos hizo en la LX
Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española. Durante los tres años del ciclo
litúrgico hemos querido ofrecer a los sacerdotes y a cuantos colaboran en la preparación de la
liturgia dominical una ayuda para la predicación dominical y festiva.
Iniciamos con esperanza y como una sencilla contribución la publicación de este instrumento al
servicio de la predicación. Hoy con la edición de los tres volúmenes esperamos haber
colaborado, en unión de otros muchos, al esfuerzo común de renovar la predicación litúrgica y de
preparar espiritualmente al pueblo de Dios ante las próximas celebraciones jubilares del tercer
milenio.
Presentación En la orientación de esta obra ha primado el deseo de ofrecer, en relación con los
textos bíblicos de la liturgia, las referencias del Catecismo de la Iglesia Católica que tienen que
ver con dichos textos. Y para garantizar el anuncio de la fe y la llamada a la vida evangélica que
se realiza en la homilía, para el recto ejercicio en definitiva del ministerio de la Palabra, nada
mejor que el Catecismo de la Iglesia Católica que ; CF es exposición de la fe de la Iglesia y de la
doctrina católica, atestiguadas o iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el
magisterio eclesiástico; CF (FD, 4). Al concluir el trabajo podemos decir que la práctica
totalidad de los contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica han sido dispuestos y ofrecidos
para el estudio y la preparación de la homilía.
Nuestro agradecimiento fraternal a quienes han contribuido a la elaboración de este instrumento
pastoral: el P. José Antonio Goenaga S.J., D. Anastasio Gil García, D. Luis García Gutiérrez y
D. Manuel del Campo Guilarte.
8 de Septiembre de 1996
Fiesta de la Natividad de Nuestra Señora
José Manuel Estepa Llaurens
Arzobispo Presidente de la
Subcomisión Episcopal de Catequesis
INTRODUCCIÓN (inizio)
De este libro a la homilía
En las últimas páginas del Nuevo Testamento, se repite con insistencia esta consigna: “El que
tenga oído, oiga qué dice el Espíritu a las Iglesias” (Ap 2, 7. 11 y passim). La sentencia obliga al
pastor a preguntarse, mientras elabora la predicación dominical, “¿qué dice el Espíritu a las
Iglesias?” Conforme a la teología de la homilía, la pregunta se desdobla en otras interrogaciones:
¿Qué dice el Espíritu en el texto proclamado? (dimensión bíblica de la homilía).
¿Qué dice el Espíritu en el texto proclamado junto con la Eucaristía? (dimensión litúrgica de la
homilía).
¿Qué dice el Espíritu en el texto proclamado junto con la Eucaristía a las Iglesias? (dimensión
eclesial y personal de la homilía).
Las respuestas articulan la composición de la homilía.
Si en la preparación de la homilía no se responde o se responde inadecuadamente, la homilía
degenera, se convierte en predicación simplemente instructiva, formativa, o en exhortación
moral de uno u otro signo, en desarrollo de temas al gusto del momento... La predicación de una
sola homilía puede no ser tenida en cuenta; pero los sesenta espacios homiléticos de cada año
litúrgico sí; suponen una importante oportunidad y suman un tiempo considerable, del que es
responsable el que predica. Recuérdese que no hay reunión política ni deportiva que reúna con
asiduidad semanal al 30 por ciento aproximadamente de los españoles, como lo consigue la
Eucaristía dominical. La larga cadena anual de los diez minutos homiléticos, si es lo que debe
ser, deja huella, alcanza una más plena participación en la celebración y va logrando más calidad
de vida cristiana; si no, es tiempo perdido o sirve a otros objetivos deseables pero no propios de
esta parte de la celebración eucarística (cf. SC 52). En estos casos, se diluyen o se pierden los
valores y frutos propios de la homilía, irrecuperables fuera de ella.
La Biblia se puede abordar desde muy distintos puntos de vista. Desde la filología, la historia, el
análisis literario... desde distintas perspectivas exegéticas convenientes para saber qué dice el
texto... El Concilio Vaticano II insiste en que se ha de conocer el texto bíblico, su sentido literal,
no el literalista. Este libro que presentamos ofrece la ayuda del Catecismo de la Iglesia Católica,
por la gran riqueza que contiene, por ser un documento único en su género por el valor
magisterial que posee. Garantizará el sentido literal de los textos bíblicos de cada Domingo y
fiesta en los apartados: I. La Palabra de Dios (donde los “títulos” condensan el sentido de los
textos) y en el apartado II. Apunte bíblico-litúrgico.
Sin embargo, para captar la Palabra de Dios, no basta, aunque sea necesario, saber qué dice el
texto, porque la Biblia es, a la vez, humano-divina. El mismo Espíritu Santo que la ha inspirado
habla con palabras humanas y, a la vez, las desborda (1Co 2,9s.), sugiere mucho más, porque su
mensaje es divino. El sentido literal, aunque básico, es insuficiente. Por eso el Concilio insiste en
que se ha de avanzar más allá en la profundidad del texto: “La Escritura se ha de leer e
interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita” (cf. DV 12c). Es decir que el que predica,
como todo intérprete de la Escritura, ha de preguntarse ¿qué dice el Espíritu en el texto
proclamado?
Para esto, el mismo Concilio apunta el camino: “Se ha de mirar con no menor diligencia que la
ejercida para conocer el sentido literal el contenido y la unidad de toda la Escritura” (cf. ib.). La
Sagrada Escritura es una, porque tiene un fin: descubrir gradualmente el único designio de Dios
sobre la humanidad. El Espíritu Santo habla del principio al fin y expone el plan definitivo de
Dios. Por eso, para saber qué se dice en un texto se ha de conocer qué dice el mismo Espíritu en
otros lugares de la Escritura.
Inmediatamente el Concilio señala cómo y dónde se encuentra la unidad de la Escritura tan
multiforme. No basta estudiar los textos bíblicos y familiarizarse con ellos. “Se ha de tener en
cuenta la interpretación de la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe” (cf. ib.). La
Sagrada Tradición, porque en ella se ha leído la Sagrada Escritura como un libro; el Antiguo
Testamento como semilla del Nuevo y éste como desarrollo de aquél 1. La analogía de la fe,
porque es la relación de unas y otras verdades y de todas con el centro, que es Cristo. La
analogía, a su vez, está presente a lo largo de la Tradición y en cada época.
Para esta tarea ;ema primera vista ingente;em, el celebrante cuenta con una gran ayuda, bien
garantizada, que es el Catecismo de la Iglesia Católica, que en cuanto tesoro de la Sagrada
Tradición, muestra el único designio de Dios y enseña, por tanto, lo que dice el Espíritu en la
Palabra que Él mismo ha inspirado.
En esta obra, con la ayuda del Catecismo de la Iglesia Católica, encontraremos el sentido “según
el Espíritu” de los textos homiléticos de cada Domingo y fiesta, en los apartados: II. Apunte
bíblico-litúrgico (ya citado) y IV. La fe de la Iglesia, que comprende: la fe, la respuesta y el
testimonio cristiano de los que nos han precedido en los caminos del Reino.
Como ya se ha indicado, aludimos tan sólo aquí a este rasgo propio y fuerte de la homilía, que es
su vinculación con el sacramento (dimensión litúrgica). La palabra homilética tiene una
peculiaridad que le da intimidad divina. Es predicación incrustada en el desarrollo del misterio
sacramental y junto a lo más hondo del mismo, la celebración de la Eucaristía en el Día del
Señor. Por eso, el que proclama la homilía ha de atender a la celebración, y hacer patente la
vinculación de la Palabra con el Sacramento. Para esto ha de recorrer los formularios litúrgicos
de cada Domingo y fiesta. Ha de recordar el sentido de las distintas partes de la Misa y el marco
en que se celebra: el Día del Señor, Día por excelencia de la Eucaristía. De ese bloque litúrgico
ha de incorporar a la predicación aquello que ahonda el mensaje del Espíritu contenido en la
Palabra. Así, la homilía, situada en el quicio entre la proclamación de la Palabra y la celebración
del Sacramento inicia e introduce en la Eucaristía. No debe olvidarse la necesaria vinculación de
la Palabra y del Sacramento.
¿Qué dice el Espíritu, en el texto proclamado junto con la Eucaristía, a las Iglesias?
Aludimos a la dimensión eclesial y personal de la homilía. El Espíritu de Dios no habla en el
vacío. Dios ama a la Iglesia de su Hijo y a cada uno de sus miembros, “hijos en el Hijo”. El
Espíritu Santo habla a cada Iglesia, a cada asamblea y a cada fiel en ella. Por eso, el pastor,
portavoz del Espíritu Santo, ha de aplicar el mensaje a esta comunidad, a este grupo humano, ha
de exponer cómo afecta a esta asamblea lo que dice el Espíritu a las Iglesias.
Esta dimensión eclesial y personal de la homilía obliga a responder a las aspiraciones y
expectativas del corazón humano, porque la Palabra pronunciada por el Espíritu Santo es Palabra
de salvación. Y también impulsa a cuestionar al ser humano, porque el hombre viejo que aún
vive ;emaunque esté herido de muerte;em en cada uno de nosotros ha de ir muriendo en lenta
agonía, poco a poco, en las personas y las sociedades. Esta muerte hará efectiva la Palabra de
Vida que colma las aspiraciones y expectativas del corazón humano. La actividad del Espíritu
Santo se rige por la ley pascual de muerte-vida. Cuando en la homilía se diluye la interpelación
al hombre viejo que todos llevamos dentro y no se propicia la respuesta del corazón humano a la
Palabra que salva, la Palabra de Dios no ha sido bien anunciada.
La persona del celebrante
En gran medida la homilía depende de quien la predica. A él le toca seleccionar y ordenar el
material adquirido en las tres respuestas que la articulan. A él le toca buscar las formulaciones
más precisas y significativas, y comunicarse con sus oyentes. Todo ello sin caer en el
subjetivismo, porque su tarea es profética. En definitiva es él quien debe preparar, reflexionar y
orar la homilía; a él le toca trabajar concienzudamente la homilía.
Ahora bien, no basta trabajar, porque “si el Señor no construye la casa, en vano se cansan...” Es
preciso sintonizar con el Espíritu que habla a las Iglesias. Por esto, la homilía es tarea espiritual.
El Espíritu está activo en la Palabra y en toda la celebración, en quien predica y en la asamblea
habitualmente formada por gran variedad de gentes en distinta situación de fe (convencidos,
inseguros, pasivos...), para todos es la Palabra: “El que tenga oído, que oiga qué dice el Espíritu a
las Iglesias” (Ap 2,7).
La homilía articulada, según las respuestas a las tres preguntas arriba formuladas, enriquecida
con las aportaciones del Catecismo de la Iglesia Católica, trabajada, convertida en sabiduría
;emdon del Espíritu Santo;em por la oración, será una homilía lograda. Además, al cabo de tres
años, una vez recorridos los correspondientes ciclos del Leccionario, ministros y fieles habrán
podido recibir ese gran tesoro escondido que es el Catecismo de la Iglesia Católica.
1 Cf. S. Agustín, Quaest. in Hept. 2, 73: PL 34, 623.
1. ADVIENTO
El cumplimiento de las promesas apoya nuestra esperanza
Convertirnos al Señor que viene a nosotros
2. NAVIDAD
La Palabra se ha hecho carne (Navidad); nos ha nacido de una Madre Virgen (Maternidad);
hemos visto su estrella (Epifanía)
Escuchar y atender al Padre que nos ha hablado por el Hijo
3. CUARESMA
La Iglesia camina con Cristo hacia la Pascua
Renovar nuestros compromisos bautismales
5. TIEMPO PASCUAL
El triunfo de Jesús es nuestra victoria
Renovar la Iglesia es proclamar la Resurrección
6. TIEMPO ORDINARIO
Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios
Seguir a Cristo por sus caminos
* Sal 79,2ac y 3b.15-16.18-19: “Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”
Los que vuelven del destierro encuentran su casa y su patria desoladas. Solamente Dios puede
sacarlos de tal situación. Invocado como “padre” y “redentor”, títulos que por cierto no se habían
dado antes más que a Abraham, induce a pensar que fue este camino a través del cual Dios fue
descubierto por el pueblo como Padre y Salvador.
En Cristo, la paternidad y la redención se manifestarán plenamente; mientras tanto, son los
signos humanos de Jesús los que nos muestran tales atributos.
Sólo en Dios la realidad que rodea al hombre y el hombre mismo tienen sentido y fundamento.
“Sales al encuentro del que practica la justicia”, es decir, la justicia y la salvación divinas son el
horizonte y la referencia de la actuación humana. No es alienación ni lejanía; es acercamiento de
la acción salvadora de Dios.
No parece posible vivir sin esperanza. El que no la tiene es como si estuviera muerto. Una
manera de muerte es que la vida carezca de sentido. Hoy nos encontramos con gentes que no
tienen norte; o porque lo han perdido o porque nunca lo han conocido. Incluso habrá quien siga
creyendo que la vida carece de sentido.
_ “Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se
pasa con brevedad, aunque su deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que
mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu
Amado con gozo y deleite que no puede tener fin (Santa Teresa de Jesús, excl. 15,3)” (1821).
La esperanza cristiana no inventa el Reino de Dios, pero hace que permanezcamos atentos a sus
signos.
La misma línea de “provisionalidad” de señales nos advierte S. Juan Bautista al indicar que
vendrá otro “que os bautizará con el Espíritu Santo”. Pero lo más urgente es la “metanoia”, el
cambio de pensamiento y de rumbo vital. Porque Dios “se convierte” (viene) a nosotros,
nosotros nos convertimos a Él.
El hombre que no ha perdido la ilusión por el futuro no se arredra ante las dificultades. Es
consciente de que los valles han de levantarse y los montes y colinas han de allanarse. Esto se
denomina esfuerzo. Y no faltan hoy quienes remueven del camino las piedras u obstáculos para
que otros puedan avanzar que es, en definitiva, ir preparando el Reino de Dios. Y cuanto menos
selectivo sea el esfuerzo y más universal el afán, más claramente se verá el Reino de Dios.
“Bautizaba Juan y bautizaba Cristo. Se preocuparon los discípulos de Juan, porque las gentes
corrían hacia Cristo y corrían hacia Juan, pero mientras Juan enviaba a Cristo los que le venían,
Cristo no enviaba sus bautizados a Juan... Los judíos decían que Cristo era mayor y que había
que acudir a su bautismo, pero ellos no lo entendían así y defendían el de Juan. Fueron a éste
para que resolviera la cuestión. Bien pudo decirles: Tenéis razón. Pero sabía ante quien se
humillaba... y entendía que la salvación está en Cristo” (San Agustín, Tract, 13,8).
La conversión es fruto de la gracia que ha llegado por el Reino de Dios, y el Reino de Dios
reclama la permanente conversión.
DOMINGO III DE ADVIENTO (inizio)
“Existe desde siempre, está en medio de nosotros y no lo conocemos”
* 1Ts 5,16-24: “Que vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado hasta la venida del Señor”
La imagen de los desposorios, tan frecuentemente usada en el Antiguo Testamento, es usada una
vez más, como reflejo de la Alianza de Dios con su Pueblo. El clima de alegría y de gozo
desbordante que recoge el profeta encaja perfectamente en este domingo denominado “Gaudete”.
Consciente de su papel de precursor, Juan “desvía” hábilmente la conversación para que quienes
preguntan quién es él, se dirijan hacia la persona de Jesús. O tal vez se trate de una lección más
sutil, buscando que sus interlocutores descubran que no pueden comprender la persona de Juan,
sin referencia a Jesús. Esto sí es verdaderamente “cristiano”, es decir, nadie que se llame
cristiano puede encontrar su identidad al margen de Jesucristo.
Es conocida la famosa tesis de Pirandello: “Yo soy lo que realmente soy; yo soy lo que creo que
soy; yo soy lo que los demás creen que soy; yo soy lo que creo que los demás creen que soy”.
Aplicada esta frase a las circunstancias del hombre de hoy, descubrimos que tan importante es a
veces lo que piensan de uno como lo que uno realmente es. ¿Será por eso por lo que el hombre
de hoy cuida tanto la imagen? El riesgo está en que al final puede no saberse dónde está la
verdad, si en la imagen o en el hombre que hay detrás.
_ “Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con Él; descendamos con Él para ser
ascendidos con Él, ascendamos con Él para ser glorificados con Él” (San Gregorio Nacianceno,
Or 40,9)” (537).
_ “Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño del agua, el Espíritu Santo
desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la voz del Padre, lleguemos
a ser hijos de Dios (San Hilario, Mat 2)” (537).
Cuando el cristiano se da cuenta de que no es autor de la luz sino testigo y portador, empieza a
preparar los caminos del Señor.
* 2 S 7,1-5.8b-11.16: “El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor”
Natán, decidido partidario de su rey, a pesar de haber ejercido como profeta con dureza ante él,
sale al paso de las inquietudes de su señor, prometiéndole un reino que durará por siempre. El
profeta no es consciente en aquel instante del alcance de sus palabras. La luz del Nuevo
Testamento ilumina tal oscuridad. El Reino permanecerá porque el Mesías heredará el “trono de
David, su padre”.
Las diversas citas bíblicas, tan hábilmente recogidas y ordenadas por san Lucas, nos muestra un
mosaico de acciones salvadoras de Dios, que dan paso a lo más importante: mostrar que lo que
acontece en María, la Encarnación del Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, sólo puede
venir de Dios.
El hombre de hoy, dominador de casi todo, no se siente sin embargo autor de su propia
salvación. No puede serlo y trata de encontrar la salvación en ideologías, sistemas, métodos, etc;
cualquier cosa con tal de no reconocer que la salvación viene de fuera, viene de Dios. Aquellos
que reconocen la dimensión trascendente del hombre, ya han empezado de alguna manera a creer
que la salvación tiene su fuente en Dios.
_ “!Salve María!,!Salve María!, criatura la más preciosa de la creación, salve, María, purísima
paloma; salve, María, antorcha inextinguible; salve, porque de ti nació el Sol de justicia. Salve,
María, morada de la inmensidad, que encerraste en tu seno al Dios inmenso, al Verbo unigénito,
produciendo sin arado y sin semilla la espiga inmarcesible...” (San Cirilo de Alejandría, Disc. en
Conc. de Efeso).
Se ha cumplido en María cuanto se había dicho de parte de Dios, y por eso crece cada día nuestra
esperanza.
“Elegida para Madre del Salvador, María es la primera entre los salvados”
El Génesis proclama ante todo que de Dios sólo puede venir el bien y no el mal; el mal es obra
del hombre. Una mujer acepta ser la Madre del que venía a traer al mundo la salvación. El
hombre aparece así como capaz del mal, pero también susceptible del bien que de Dios llega.
Y todo en nombre de una victoria. Es futura, pero ya es presente en María. Por el triunfo de su
Hijo, María no contrae esa mancha del pecado original “que a todos los hombres alcanza”
(Liturgia del Viernes Santo). Le ha llegado a Ella precisamente porque va a ser Madre de Dios.
Y si la victoria de Cristo es universal y por ello alcanza a su Madre antes que a nadie, ello quiere
decir que la victoria de María será también nuestra.
El hombre de hoy cree que “dejar hacer a Dios” es alienante y aun “destructivo” para él. Sin
embargo, nunca es más grande el hombre que cuando Dios actúa en él. Dios siempre “pide
permiso”. La acción de Dios, nunca “invade” ni manipula al hombre. Nos sorprende por su
magnificencia y gratuidad pero cuenta siempre con nosotros.
_ “Cuando leemos que el mensajero dice a María llena de gracia, el contexto evangélico, en el
que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición
singular entre todas las ``bendiciones espirituales en Cristo''. En el misterio de Cristo, María está
presente ya ``antes de la creación del mundo'' como aquella que el Padre ``ha elegido'' como
Madre de su Hijo en la Encarnación, confiándola eternamente el Espíritu de santidad” (Juan
Pablo II, Redempt. Mt. 8).
Si la victoria de Cristo ha hecho a María Inmaculada y bendita entre las mujeres, la Iglesia ve en
esa victoria el comienzo y el final de su propia santidad.
SANTA MARÍA, MADRE DEDIOS. Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron
Nm 6,22-27: “Invocarán minombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”
Ga 4,4-7: “Dios envió a su Hijo nacido de mujer”
Lc 2,16-21: “Encontraron aMaría, a José y al Niño”
La maternidad divina de María: 495
Hijo de Dios en sus dos naturalezas: 503
María en el año litúrgico: 1172
El acento principal de Isaías está en la importancia que el pueblo da a la venida del Mesías. El
profeta subraya que quien verdaderamente sale ganando aquí es el pueblo. Recibirá nuevos
nombres y abandonará los que sonaban a insulto. Y todo porque “el Señor la prefirió”.
Desde el principio san Mateo quiere mostrar a Cristo enraizado con la estirpe de Abraham,
arraigado en el Pueblo de Dios, descendiente de David. El Evangelio, destacando este aspecto,
quiere que el lector vea la segunda parte como realización “exclusiva” de Dios. Mientras que la
raíz humana de Jesús nos hace verlo cercano, la acción del Espíritu Santo en María nos muestra
al Hijo como verdadero don del Padre.
En ambos casos hay cumplimiento de profecías.
La perplejidad surge cuando se ignora la causa de algo y se remedia cuando se despeja esta
incógnita. Tal vez las dificultades que experimentan hoy muchos cristianos ante la realidad de
Dios tengan que ver con esto. La revelación no puede dejarnos perplejos, aunque no elimina la
capacidad de asombro y admiración aun para el hombre de hoy, que se cree de vuelta de casi
todo.
_ “Ordenador de los siglos en el seno del Padre, consagra el día de hoy en el seno de la madre;
allí permanece y de allí vino: Hacedor del cielo y de la tierra, nacido en la tierra bajo el cielo;
inefablemente sabio, sabiamente sin palabras llena el mundo y nace en un pesebre; gobierna a las
estrellas y se amamanta de unos pechos; de tal manera grande en la forma de Dios y pequeño en
la forma de siervo, que ni aquella grandeza se ha disminuido por esta pequeñez, ni esta pequeñez
oprimido por aquella grandeza” (San Agustín, Sermón de Navidad).
Cumplido en María cuanto se había dicho de parte del Señor, nuestro asombro descansa en Dios.
¿Qué es “buena noticia” en nuestros días? No siempre son noticias apreciadas aquellas que
abarcan a más personas, porque suelen diluirse precisamente entre la multitud. Suelen valorarse
más aquellas noticias referidas a pocos. Por eso la noticia de salvación universal, de
reconciliación, de luz que inunda el universo de los seres humanos, tal vez interese menos.
_ “La buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído;
combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del
pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto
fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades
espirituales de cada pueblo (GS 58,4)” (2527).
_ “Toda la Escritura (la Ley, los Profetas y los Salmos) se cumple en Cristo. El Evangelio es esta
``Buena Nueva''...” (2763).
_ “``La sabiduría divina se extiende poderosa del uno al otro extremo y lo gobierna todo con
suavidad'' (Sab 8,1). Sólo ella sabe unir extremos tan distintos: grandeza y abajamiento; majestad
y humildad, nacer de una Virgen, recostarse en un pesebre; brillar en el cielo, y tener por
compañía dos animales; recibir la adoración de los ángeles, estar envuelto en pañales pobres y
ser adorado por reyes; estar callado en el pecho de su madre y ser anunciado por la luz del cielo.
Contrastes que me descubren dos naturalezas. Porque es hombre, nace; porque es Dios, le adoran
los ángeles...” (Santo Tomás de Villanueva, Serm III in die Natalis Dni).
La vieja fórmula de la proclamación de un rey en Sión, “Tu Dios es Rey”, es la que aplica Isaías
a su anuncio. El pueblo, a punto de volver del exilio, escucha complacido a los anunciadores de
la paz y del reino nuevo. Eran los centinelas de Jerusalén que veían el regreso de los deportados.
El hoy del “Dios es Rey” representa la presencia de Dios entre nosotros, el mejor augurio de un
Reino nuevo.
La solemnidad del comienzo del texto a los Hebreos es comparable a la del prólogo de Juan que
se lee en el Evangelio. No se dicen sencillamente cosas: se proclaman, se pregonan. En ambos
casos hay una mirada hacia atrás. Para que el lector descubra lo relativo del tiempo anterior y el
carácter definitivo del instante en el que el Verbo se hace carne.
La Encarnación definitiva del Hijo de Dios ha tenido para Juan etapas previas. El acontecimiento
cósmico de la Creación (“sin ella ;obla Palabra;cb no se hizo nada de lo que se ha hecho”); los
sucesos de la historia de Salvación (“surgió un hombre... no era él la luz sino testigo de la luz”),
todo apunta a la “etapa final”, la del Verbo hecho carne como culminación de la (toda la)
historia.
Si el hombre se diera cuenta de lo que pasa cada Navidad, al actualizar este misterio, tal vez sería
capaz de mirar con ojos nuevos de cercanía y solidaridad a quien Dios ama.
_ “Volviendo a tomar la frase de san Juan (``El Verbo se encarnó'': Jn 1,14) la Iglesia llama
``Encarnación'' al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar
a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por san Pablo la Iglesia canta el misterio
de la Encarnación: ``Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios, sino que se despojó de sí
mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su
porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz''
(Flp 2,5-8)” (461).
_ “La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana:
``Podéis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en
carne, es de Dios'' (1Jn 4,2). Ésa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos
cuando canta ``el gran misterio de la piedad'': ``El ha sido manifestado en la carne'' (1Tm 3,16)”
(463).
_ “!Oh Hijo único y Verbo de Dios!, siendo inmortal te has dignado por nuestra salvación
encarnarte en la Santa Madre de Dios, y siempre Virgen María; sin mutación te has hecho
hombre, y has sido crucificado. !Oh Cristo Dios, que por tu muerte has aplastado la muerte, que
eres Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Espíritu Santo, sálvanos!”
(Liturgia bizantina, Tropario “O monoghenis”) (469).
Ha venido el que “ilumina a todo hombre que viene a este mundo” y nos ha hecho luz; el Hijo ha
puesto su casa entre nosotros y nos ha hecho hijos.
* Sal 127,1-2.3.4-5: “Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos”
El Sirácida recuerda que, entre los deberes más importantes para con Yavé, está el deber del
amor y respeto a los padres. Partiendo de Ex 20,12 (“Honra a tu padre y a tu madre”) insiste en
la vida de amor familiar como fuente de la bendición divina.
Si la Ley era el apoyo para la recomendación anterior, para san Pablo la referencia a Cristo será
el fundamento. Para el creyente las relaciones familiares pasan a depender de la coherencia con
su fe.
La intención del relato de san Lucas es mostrar cómo la misión de Cristo es llevada a término
asumiendo plenamente la condición humana. Si la vida del hombre se desarrolla, crece y madura
en el seno familiar, la intención de “el niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de
sabiduría” tiene claras alusiones a la identificación del Hijo de Dios con la humanidad.
Es verdad que a veces, se viene tachando a la familia de costumbre superada. Pero hoy se va
reconociendo su importancia y resulta curioso _aunque no demasiado sorprendente conociendo
la historia_ que hoy se vuelven a valorar las condiciones familiares. Este reencuentro con la
realidad familiar indica que el hombre no quiere renunciar a ella.
_ “La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comunión con Jesús a través de los
caminos más ordinarios de la vida humana: Nazaret es la escuela donde se comienza a entender
la vida de Jesús... Una lección de vida familiar” (Pablo VI, discurso 5 Enero 1964) (533).
_ “Con la sumisión a su madre y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto
mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión
cotidiana de Jesús a José y María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: ``No se
haga mi voluntad...'' La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inauguraba ya la
obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido” (532).
_ “La familia cristiana es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una
importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento” (2204; cf. 2213-2233).
_ “La familia es la ``célula original de la vida social''. La autoridad, la estabilidad y la vida de
relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la
fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se
pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La
vida de familia es iniciación a la vida en sociedad” (2207).
_ “Eres maestro y doctor en toda tu casa. Aprende de Job (1,5), que ofrecía sacrificios por los
pecados de pensamiento que hubieran podido cometer sus hijos. Aprende de Abraham, que los
incitaba a guardar los caminos del Señor (Gn 18,19). Lee los consejos que David daba a sus hijos
antes de morir (2Re 2,2-4). Tienes tu casa adornada con estatuas de oro. Son tus hijos. Límpialas,
adórnalas, cuídalas. Enséñales el temor de Dios superior a toda riqueza. Si los educas bien
aprenderán a hacer ellos lo mismo con sus hijos y se formará una serie ininterrumpida de santos
felices, de la que tú serás la raíz y recibirás el premio” (San Juan Crisóstomo)”.
Cristo creció en una familia. Nosotros nacemos en la familia para crecer como personas.
* Lc 2,16-21: “Encontraron a María y a José y al Niño. A los ocho días le pusieron por nombre
Jesús”
La historia del hombre está bendecida por Dios, por eso el creyente mira el mañana con
esperanza. Su fundamento son las promesas de Dios. Y estas promesas tienen rostro y nombre:
Abraham, Moisés... Jesús. Cristo hace que llegue la benevolencia divina a todos los pueblos.
Dios ha “bendecido” especialmente a María para hacerla Madre de Dios, y la “bendición” ha
culminado en la Maternidad. María sabe que no es ella la depositaria última de Cristo como
definitiva bendición del Padre. Ella es la primera de los bendecidos, pero el don es para toda la
humanidad. (Recuérdese que, cuando esta fiesta era aún la de la Circuncisión, se daba a adorar al
Niño diciendo: Christus DATUS est nobis.)
Junto con el deseo sincero de felicidad en el Año Nuevo, es necesario colaborar para que llegue a
aquellos a quienes felicitamos. Tal vez la ausencia de felicidad y aun el pesimismo tengan
relación con una resignación estéril de quien no “entiende” la historia desde Dios.
_ “Vino Nuestro Señor Jesucristo a liberarnos de nuestras dolencias, no a cargar con ellas; no a
rendirse a los vicios sino a remediarlos... y por eso convenía que naciese de manera nueva quien
traía la gracia nueva de la santidad inmaculada... Convino que la virtud del Hijo velase por la
virginidad de la Madre y que tan grato claustro del pudor y morada de santidad fuera guardada
por la gracia del Espíritu Santo” (San León Magno, Serm 22, II de Navidad).
No se nos ha dado bajo el cielo ningún otro Nombre por el que podamos ser salvados, incluida la
propia Madre del Salvador.
_ “...Algunos filósofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios (panteísmo); otros han
dicho que el mundo es una emanación necesaria de Dios; otros han afirmado la existencia de dos
principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, en lucha permanente, dualismo,
maniqueísmo; según estas concepciones, el mundo sería malo, producto de una caída y por tanto
se ha de rechazar y superar (gnosis), otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a
la manera de un relojero, (deísmo)... Esta búsqueda es inherente al hombre” (285).
_ Oposición de las tinieblas a la luz:
“La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes manifiestan la oposición de las tinieblas a la
luz: ``Vino a su casa y los suyos no la recibieron'' (Jn 1,11). Toda la vida de Cristo estará bajo el
signo de la persecución. Los suyos la comparten con Él. Su vuelta de Egipto recuerda el Éxodo y
presenta a Jesús como el liberador definitivo” (530).
_ “Mediante su razón el hombre conoce la voz de Dios que le impulsa a ``hacer el bien y evitar
el mal''. Todo hombre debe seguir esta ley que resuena en la conciencia y que se realiza en el
amor de Dios y del prójimo. El ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona
humana” (1706).
_ “Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser
resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera.
Encerrados en las tinieblas, era necesario que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos
un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos
razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra
naturaleza humana para visitarla, ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable
y tan desgraciado?” (San Gregorio de Nisa, or catech, 5).
“La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió”. “Vino a su casa y los suyos no la
recibieron”. Pero permanece como Luz y como Vida, y su victoria sobre el pecado ha hecho
posible el bien en el mundo.
* Sal 71,2.7-8.10-11.12-13: “Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra”
* Ef 3,2-3a.5-6: “Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la
promesa”
El profeta se imagina la Ciudad Santa resplandeciente por la gloria de Dios que brillaba sobre
ella, y refulgente por los regalos que vendrían de Madián y de Efá.
La estrella mesiánica de David es lo que quiere san Mateo que vean los destinatarios de su
Evangelio alumbrando a Cristo, en quien se cumplen las profecías del Antiguo Testamento.
Mientras ni Herodes, ni los rabinos, ni aun el pueblo lo reciben ni aceptan, sí lo hacen los
gentiles, los que venían de lejos. San Mateo quiere mostrarnos que la salvación es universal y así
se manifiesta desde el principio. Anunciada ya en las dos lecturas anteriores, la vocación de los
gentiles es llamada misterio revelado, que es tanto como decir, según el pensamiento paulino, el
acontecimiento por excelencia.
En un mundo donde cada vez hay menos fronteras, resulta extraño y anacrónico empeñarse en
vivir en “guettos”, en particularismos. A la vez que se pregona la solidaridad universal se puede
comprobar el apego a actitudes individualistas, a subjetivismos excluyentes... !Qué difícil
entender desde estas situaciones la universalidad de la fe cristiana!
_ “La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del
mundo... La llegada de los magos a Jerusalén para ``rendir homenaje al rey de los judíos'' (Mt
2,2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David, al que será el rey de
las naciones. La Epifanía manifiesta que la ``multitud de los gentiles entra en la familia de los
Patriarcas'' (San León Magno, serm. 23) y adquiere la ``israelítica dignitas''” (528).
_ Liturgia y culturas:
“Por tanto, la celebración de la liturgia debe corresponder al genio y a la cultura de los diferentes
pueblos. Para que el Misterio de Cristo sea ``dado a conocer a todos los gentiles para obediencia
de la fe'' (Rm 16,26), debe ser anunciado, celebrado y vivido en todas las culturas, de modo que
éstas no son abolidas sino rescatadas y realizadas por él. La multitud de los hijos de Dios,
mediante su cultura humana propia, asumida y transfigurada por Cristo, tiene acceso al Padre,
para glorificarlo en un solo Espíritu” (1204).
“Hemos celebrado recientemente el día en que el Señor nació del pueblo judío; hoy celebramos
aquel otro en que fue adorado por los gentiles, porque la salvación viene de los judíos (Jn 4,22),
pero esta salvación se extiende hasta los fines de la tierra (Is 49,6); en aquel día le adoraron los
pastores y hoy los Magos. A aquéllos se lo anunciaron los ángeles y a éstos una estrella. Los dos
aprendieron del cielo, al ver al Rey del cielo en la tierra, que era la gloria de Dios en las alturas y
en la tierra paz a los hombres de buena voluntad, porque Él es nuestra paz que hizo de los dos
pueblos uno (Ef 2,14)” (San Agustín, serm. 196,1).
Cuanto más clara es la estrella, más visible se hace el camino; cuanto más manifiesto se hace
Cristo para todos, más apremiante es la llamada a reconocerlo y a adorarlo como único Señor.
* Sal 28,1a y 2.3ac-4.3b y 9b-10: “El Señor bendice a su pueblo con la paz”
* Hch 10,34-38: “Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo”
“La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará” evoca la confianza de Dios
en el hombre, a pesar de todo. Quien sigue a Cristo habrá de estimar posible su salvación por
lejana y difícil que parezca. Nuestra esperanza está puesta en Jesucristo.
El discurso kerigmático y a la vez catequético de Pedro en casa de Cornelio (2.a lectura),
contiene una adaptación del mensaje a los paganos. Es significativa la alusión a Cristo como
“ungido por el Espíritu Santo”.
La intención de san Marcos es destacar el carácter teofánico del Bautismo de Jesús. Es a la vez
una manifestación de fe en la divinidad de Cristo por parte de la comunidad primitiva. Por otra
parte, los creyentes toman conciencia de lo que sucede en el Bautismo cristiano: que también
somos ungidos por el Espíritu Santo, que somos proclamados hijos de Dios, que entramos en
comunión con la Santísima Trinidad.
Todas las personas viven íntimamente la llamada a una vocación determinada, a un servicio a la
sociedad. Esta llamada se intuye en los intereses, actitudes, capacidades... que cada uno
experimenta. En otro orden, el bautismo es una llamada de Dios a la vida plena.
“La consagración mesiánica de Jesús manifiesta su misión divina. ``Por otra parte es lo que
significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo está sobreentendido El que ha ungido,
El que ha sido ungido y la Unción misma con la que ha sido ungido: El que ha ungido es el
Padre, El que ha sido ungido es el Hijo, y lo ha sido en el Espíritu Santo que es la Unción''. Su
eterna consagración mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena en el momento de su
bautismo por Juan” (438).
_ “...El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a ``posarse'' sobre Él. De
Él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, ``se abrieron los cielos'' (Mt
3,16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de
Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación” (536).
_ “El ``sello del Señor'' es el sello con que el Espíritu Santo nos ha marcado ``para el día de la
redención'' (Ef 4,30). ``El Bautismo, en efecto, es el sello de la vida eterna'' (San Ireneo,
Dem.,3). El fiel que ``guarde el sello'' hasta el fin, es decir, que permanezca fiel a las exigencias
de su Bautismo, podrá morir marcado con ``el signo de la fe''” (1274).
_ “El fruto del Bautismo: el perdón de los pecados, el nacimiento a la vida nueva, la
incorporación a la Iglesia y la participación del sacerdocio de Cristo” (cf. 1279).
_ En su Pascua, Cristo abrió a todos los hombre las fuentes del Bautismo:
“Considera dónde eres bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte
de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En él eres rescatado, en él eres salvado”
(San Ambrosio, sacr. 2,6) (1225).
Para comenzar su misión, Jesús recibe el Espíritu; cuando envíe a los suyos a la misión que Él
les encomendará, les dará el mismo Espíritu. Sin el Espíritu no hay misión ni hay envío ni hay
enviados.
Semanas Lema
De Ceniza
La conversión es camino hacia la luz
Primera
La Pascua de Jesús es don gratuito y apremiante llamada al amor
Segunda
La Pascua de Jesús es la vida de su Iglesia
Tercera
Por Cristo somos reconciliados y hechos testigos de resurrección
Cuarta
Participar de la Pascua de Jesús es conocer la Verdad y vivir la Vida
Quinta
La Pascua de Jesús es libertad porque somos liberados de la muerte
Semana Santa
Con su muerte el Siervo reúne a los hijos de Dios dispersos
Y ciñéndonos sólo a los domingos del ciclo B, proponemos una perspectiva general a los grandes
temas presentados por el Leccionario, en el marco de la Historia de la Salvación.
Domingos Pueblo elegido Cristo Nuevo Pueblo de Dios
Domingo I
Alianza con Noé
Cristo, obediente a la Palabra y vencedor en el Desierto
Nueva Alianza en Cristo victorioso
Domingo II
Abraham teme a Dios y no se reserva ni a su hijo
Cristo, a quien el Padre entregó a la muerte por nosotros
¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica
Domingo III
Alianza en el Sinaí
La Cruz de Cristo es para los llamados fuerza y sabiduría de Dios
Nuestra ofrendaes aceptable porque Cristo es el que se ofrece
Domingo IV
Decreto de liberación del Pueblo de Dios
Hemos sido liberados por la gracia de Cristo
Nos ha resucitado con Cristo y nos ha sentado en el cielo con Él
Domingo V
Se anuncia una Alianza Nueva
Aprendió, sufriendo, a obedecer
Morir su misma muerte, para resucitar con Él
* Sal 24,4bc-5ab.6-7bc.8-9: “Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad, para los que guardan
tu alianza”
Las palabras de Dios a la salida de Noé del Arca muestran que, mientras para los paganos la
tormenta y la lluvia son señales de una ira imparable, aquí es Dios quien toma la iniciativa y
ofrece su pacto (Alianza) figurada en el Arco Iris. El Señor no destruirá nada, ni hombres ni ser
viviente alguno.
Para san Pedro, Noé es anuncio profético de Cristo: salvado de las aguas, es Cabeza de una
humanidad que se libra del Diluvio. También hay cierta referencia a la Pascua
(Muerte/Resurrección): las aguas ahogan y destruyen, pero también son causa de la vida.
El episodio del desierto de san Marcos, nos trae a la memoria el Éxodo y la experiencia del
Pueblo de Dios en él. Pero lo fundamental es la llamada a la conversión. El “se ha cumplido el
plazo” se plantea como llamamiento. Dios sabe aguardar, espera pacientemente la respuesta del
hombre. Que Dios espere es señal de que quiere hacer al hombre la posibilidad de su conversión.
_ “``No entrar en la tentación'' implica una decisión del corazón: ``Porque donde esté tu tesoro,
allí también estará tu corazón... Nadie puede servir a dos señores'' (Mt 6, 21-24). ``Si vivimos
según el Espíritu, obremos también según el Espíritu'' (Ga 5, 25). El Padre nos da la fuerza para
este ``dejarnos conducir'' por el Espíritu Santo” (2848).
_ “Dios no quiere imponer el bien, quiere seres libres... En algo la tentación es buena. Todos,
menos Dios, ignoran lo que nuestra alma ha recibido de Dios, incluso nosotros. Pero la tentación
lo manifiesta para enseñarnos a conocernos, y así, descubrirnos nuestra miseria, y obligarnos a
dar gracias por los bienes que la tentación nos ha manifestado” (Orígenes, or. 29) (2847).
La conversión no nos libra de la tentación, pero al que vuelve su corazón a Dios, Dios le regala
la victoria de Jesucristo.
El relato de la ofrenda de Isaac por su padre Abraham pone de relieve que el sacrificio que Dios
prefiere es la fe-obediencia, en que tanto insisten los profetas contemporáneos al autor de la
tradición elohísta. Se advierte sin embargo que la perícopa ha sido elegida en función del
Evangelio: Jesús, obediente y entregado al Padre, es por eso mismo, el Siervo Glorificado en la
Transfiguración.
San Marcos une la Transfiguración al primer anuncio de la Pasión. Así, el Cristo paciente y
glorioso adquiere mayor relevancia. El Padre, avalando al Hijo mediante la invitación a que sea
escuchado, acepta su entrega sacrificial y lo coloca por encima de todos los personajes del
Antiguo Testamento. La referencia a que el Padre “no perdonó a su propio Hijo” (2.a lectura)
trae a la memoria igualmente la obediencia de Abraham.
Nada hay más buscado que la felicidad y a la vez con la convicción profunda de que su conquista
no es fruto simplemente de un esfuerzo. Cuanto más se experimenta, con más ansia se busca. El
hombre sabe que hay que trabajar por ser feliz, aunque reconoce que la felicidad en definitiva es
un regalo.
_ Fe-obediencia de Abraham:
“Como última purificación de su fe, se le pide al ``que había recibido las promesas'' (Hb 11,17)
que sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila: ``Dios proveerá el cordero para el
holocausto'' (Gn 22,8), ``pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar a los muertos'' (Hb
11,19). Así, el padre de los creyentes se hace semejante al Padre que no perdonará a su propio
Hijo sino que lo entregará por todos nosotros” (2572).
_ “Pedro no había comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la montaña. Te ha
reservado eso, oh Pedro, para después de la muerte. Pero ahora, él mismo dice: Desciende para
penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida
desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el camino desciende para
fatigarse andando; la fuente desciende para sentir la sed; y tú, ¿vas a negarte a sufrir?” (San
Agustín, serm 78,6) (556).
Tan montaña es el Calvario como el Tabor; pero no se puede subir a ésta sin haber pasado por
aquélla.
* 1Co 1,22-25: “Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero para los
llamados sabiduría de Dios”
La tradición Sacerdotal, al redactar el Decálogo, usa un estilo imperativo, conciso. Los mandatos
se imponen sin condiciones ni matices. Es una manera de entender por parte del pueblo la
voluntad de Dios.
Jesucristo, al mantener la antigua Ley en todo su vigor y dimensiones, pone en la caridad, en el
amor al Padre, la motivación principal para su cumplimiento. Y es precisamente ese amor,
experiencia única de los cristianos y velada a los que ponen en la racionalidad la única fuente de
su conocimiento, lo que hará que la Cruz sea “escándalo para los griegos o necedad para los
judíos” (2.a lectura).
El antiguo templo ya no tendrá razón de ser a partir del Nuevo Templo que es Cristo. Y la
referencia a los “tres días” y a la Pascua, muestra que Juan está pensando en el acontecimiento
pascual que dará lugar al inicio de ese tiempo nuevo.
_ “Jesús subió al templo como al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El templo era
para Él la casa de su Padre, una casa de oración, y se indigna porque el atrio exterior se haya
convertido en un mercado (Mt 21,13). Si expulsa a los mercaderes del templo es por celo hacia
las cosas de su Padre: ``No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado''. Sus discípulos
se acordaron de que estaba escrito: ``El celo por tu Casa me devorará' (Sal 69,10)'' (Jn 2,16-17)”
(584).
_ “Jesús anunció, no obstante, en el umbral de su Pasión, la ruina de ese espléndido edificio del
cual no quedará piedra sobre piedra (cf. Mt 24,1-2). Hay aquí un anuncio de una señal de los
últimos tiempos que se van a abrir con su propia Pascua” (585).
_ Nuevo templo:
“Por eso su muerte corporal anuncia la destrucción del templo que señalará la entrada en una
nueva edad de la historia de la salvación: ``Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén
adoraréis al Padre'' (Jn 4,21)” (586).
_ “Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él dirige
nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de
Él, en nosotros” (San Agustín, Sal 85,1) (2616).
_ “El Espíritu es verdaderamente el lugar de los santos, y el santo es para el Espíritu un lugar
propio, ya que se ofrece a habitar con Dios y es llamado su templo” (San Ambrosio, Spir. 26,
62). (2684).
* Ef 2,4-10: “Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo”
* Jn 3,14-21: “Dios mandó a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por Él”
El Cronista hace memoria de las infidelidades del pueblo de Dios y del castigo que recibieron de
sus enemigos. Se quiere hacer ver que la salvación vendrá de Dios, que el exilio terminará
porque Dios será su libertador. El decreto de Ciro será el instrumento del que Dios se servirá
para llevar a cabo la liberación. Se muestra la historia como el gran escenario de la acción
salvadora de Dios, incluso por medio de quienes no lo conocen.
Jesús, en el encuentro con Nicodemo, busca que éste ahonde y madure en su fe. Le anuncia la
Verdad, pero es también un llamamiento, una invitación a ir poco a poco cayendo en la cuenta de
cuanto le dice.
Presenta a Nicodemo la necesidad de tomar postura ante la salvación de Dios. El que cree está
en la luz y el que no cree está en tinieblas. El símbolo de la “clandestinidad” con la que
Nicodemo visita a Jesús, queda destruido por la invitación a que “realice la verdad para
acercarse a la luz”. La verdad, además de libres, hace valientes.
_ Vivir en la verdad:
“El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad. Su
ley es verdad. ``Tu verdad, de edad en edad'' (Sal 119,90; Lc 1,50). Porque Dios es el ``Veraz''
(Rm 3,4), los miembros de su Pueblo son llamados a vivir en la verdad” (2465).
_ “En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. ``Lleno de gracia y de verdad'' (Jn
1,14). Él es la ``luz del mundo'' (Jn 8,12), la Verdad, el que cree en Él no permanece en las
tinieblas” (2466; cf. 2467-2470).
_ “¿Dónde, pues, están inscritas estas normas sino en el libro de esa luz que se llama la Verdad?
Allí está escrita toda ley justa, de allí pasa al corazón del hombre que cumple la justicia; no que
ella emigre a él, sino que en él pone su impronta a la manera de un sello que de un anillo pasa a
la cera, pero sin dejar el anillo” (San Agustín, Trin. 14,15,21) (1955).
El anuncio de Jeremías, la Alianza Nueva, parece un anticipo evangélico. La letra había ahogado
al espíritu y había que grabar en los corazones la Ley Nueva. Dios mismo será quien escriba esa
ley dentro del hombre. Llegará el tiempo de la gracia y Dios mostrará su rostro de misericordia.
Cristo “será causa de salvación eterna” por su obediencia a la voluntad del Padre. El autor de
Hebreos quiere mostrar cómo el Salvador actúa según la nueva Alianza. Por Él tiene lugar el
nuevo pacto entre Dios y el hombre, y, además, enseña al hombre a vivir esa alianza.
El sentido de la muerte fecunda del grano enterrado hace presagiar la convicción que Cristo
comunica a los suyos sobre su propia muerte. El fruto llegará a todos porque la Pascua será para
todos. Y la voz del Padre ratificando la gloria es el mejor aval de su obra redentora.
Con frecuencia la vida de muchas personas es entregada al servicio de los demás: muchos padres
de una manera callada dan la vida día a día por sus hijos; muchos educadores gastan sus
energías en favor de los educandos; muchas otras personas anónimas entierran su vida como
grano de trigo... y todo esto da mucho fruto.
_ “Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, ``los amó hasta
el extremo'' (Jn 13,1) porque ``nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos'' (Jn
15,13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y
perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres” (609; cf. 606-608).
_ El Espíritu Santo grabará en nuestros corazones una Ley Nueva:
“En los ``últimos tiempos'', el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres grabando en
ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos y divididos; transformará la
primera creación y Dios habitará en ella con los hombres en la paz” (715; cf. 716).
_ “Hubo..., bajo el régimen de la antigua alianza, gentes que poseían la caridad y la gracia del
Espíritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adherían
a la ley nueva. Y al contrario, existen, en la nueva alianza, hombres carnales, alejados todavía de
la perfección de la ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el temor del castigo y ciertas
promesas temporales han sido necesarias, incluso bajo la nueva alianza. En todo caso, aunque la
ley antigua prescribía la caridad, no daba el Espíritu Santo, por el cual ``la caridad es difundida
en nuestros corazones'' (Rm 5,5) (Santo Tomás de Aquino, s. th. 1-2, 107,1 ad 2)” (1964).
Cristo habló de enterrarse para dar fruto. Por eso, los que creemos en Él, llamamos a la
muerte principio de resurrección.
ESQUEMA DE SEMANA SANTA (inizio)
DOMINGO DE RAMOS
Rey que entrega su vida como SiervoIs 50,4-7: “No oculté el rostro a los insultos”
Flp 2,6-11: “Se rebajó a sí mismo”
Mc 14,1-15,47: “Era media mañana cuando lo crucificaron”
El sacrificio de Cristo: 617-618.1851
El Siervo entregado por nosotros: 559-560.601
JUEVES SANTO
Nace la Nueva Pascua en la Mesa de Jesús
Ex 12,1-8.11-14: “Prescripciones sobre la cena pascual”
1 Co 11,23-26: “Cuando coméis del Pan, proclamáis la muerte del Señor”
Jn 13,1-15: “Los amó hasta el extremo”La institución de la Eucaristía: 1337
Culto eucarístico: 1380
Amor fraterno: 1939
VIERNES SANTO
Mirad el árbol de la Cruz
Is 52,13-53.12: “Fue traspasado por nuestras rebeliones”
Hb 4,14-16; 5,7-9: “Obedeciendo, se convirtió en causa de salvación”
Jn 18,1-19,42: “Mirarán al que atravesaron”
Cristo se ofreció al Padre por nuestros pecados: 607.616
El camino de la Cruz: 1993. 2015
SÁBADO SANTO
Cristo brilla sereno para el linaje humano
Rm 6,3-11: “Resucitado de entre los muertos, ya no muere más”
Mc 16,1-8: “Jesús, el Nazareno, ha resucitado”
La Resurrección, obra de la Trinidad: 648-650
Incorporación a la Muerte y Resurrección de Cristo: 1226-1228
Is 50,4-7: “No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaré defraudado”
Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Flp 2,6-11: “Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo”
El profeta destaca del Siervo la perfecta docilidad y entrega a la voluntad de Dios, y cómo todo
eso se revela como proyecto de Dios. El Siervo resiste, pese a todo, porque sabe que el Señor
está a su lado.
En la 2.a lectura, el apóstol sigue pensando en el Siervo entregado y enaltecido, doliente y
glorioso, olvidado y exaltado.
El silencio de Cristo y su soledad son los dos detalles más señalados en el evangelio de san
Marcos. Es el relato que menos palabras recoge de Jesús. El abandono de Jesús es total: los
discípulos huyen; Pedro le sigue de lejos; y se siente dejado por el Padre...
La eficacia es hoy uno de los objetivos prioritarios. Y en función de ella se acometen muchos
proyectos. Desde esta mentalidad la Cruz aparece como un fracaso y un escándalo. En otro
tiempo la cruz se contraponía a la especulación y racionalidad griegas o al empirismo hebreo.
Para quienes apuestan por la eficacia y la gloria hoy sigue siendo escandalosa.
“La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a
cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de
Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la Semana Santa” (560; cf. 559. 570).
_ El Siervo entregado por nosotros:
“Este designio divino de salvación a través de la muerte del ``Siervo'', el Justo” (Is 53,11) había
sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de rescate
que libera a los hombres de la esclavitud del pecado. La muerte redentora de Jesús cumple, en
particular, la profecía del Siervo doliente. Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su
muerte a la luz del Siervo doliente.” (601).
_ “Fuera de la cruz no hay otra escala por donde subir al cielo” (Santa Rosa de Lima, vida)
(618).
_ “Y la Iglesia venera la Cruz cantando: ``O crux, ave, spes unica''” (``Salve, oh cruz, única
esperanza''). (Himno ``Vexilla Regis'') (617).
Entre un “Hosanna” y un “Aleluya” transcurre la Semana Mayor. El primero por el Rey que
llega para triunfar muriendo; el segundo, por el Rey que ha triunfado resucitando”.
Hb 4,14-16; 5,7-9: “Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación para todos los
que le obedecen”
En la primera parte del texto de Isaías, se habla probablemente de todo el Pueblo de Dios y del
dolor que supuso la deportación y el exilio. Luego parece referirse a un solo personaje. Ambos se
entrecruzan y de aquí viene que la tradición cristológica haya visto en este texto una alusión al
Mesías doliente.
La Carta a los Hebreos destaca que ha llegado el final de todos ellos, para dar paso al único
Sacrificio del único Sacerdote.
San Juan en el relato de la Pasión, sin detenerse demasiado en la descripción de los dolores de
Cristo parece querer responder a la pregunta sobre la identidad del propio Jesús: Jesús es el Hijo
de Dios, el Mesías, el Rey, el Gran Sacerdote, el Cordero Pascual... A la pregunta “¿Quién
eres?” aparece en el texto evangélico un eco: “Yo soy”.
Hoy se corre el riesgo de huir del sacrificio, de la abnegación y del esfuerzo. La gratuidad parece
pertenecer a otra época y, sin embargo, gracias a Dios, sucede.
_ “Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús
porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación ``!Padre, líbrame de esta hora!
Pero !si he llegado a esta hora para esto!'' (Jn 12,27). ``El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo
voy a beber?'' (Jn 18,11); todavía en la Cruz antes de que ``todo está cumplido'' (Jn 19,30) dice:
``Tengo sed'' (Jn 19,28)” (607; cf. 606.603).
_ “El ``amor hasta el extremo'' (Jn 13,1) es el que confiere su valor de redención y de reparación,
de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Ningún hombre aunque fuese el más santo
estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en
sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo
sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la
humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos” (616; cf. 617).
_ “La justificación establece la colaboración entre la gracia de Dios y la libertad del hombre. Por
parte del hombre se expresa en el asentimiento de la fe a la Palabra de Dios que lo invita a la
conversión, y en la cooperación de la caridad al impulso del Espíritu Santo que lo previene y lo
custodia” (1993; cf. 1987-
2005).
_ “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate
espiritual” (cf. 2 Tm 4).
_ “La Cruz sobre el Calvario, por medio de la cual Jesucristo _Hombre, Hijo de María, Hijo
putativo de José de Nazaret_ deja este mundo, es al mismo tiempo una nueva manifestación de
la eterna paternidad de Dios, el cual se acerca de nuevo en Él a la humanidad, a todo hombre,
dándole el tres veces santo Espíritu de Verdad” (Juan Pablo II, RH, 9).
“Cristo, tu Hijo resucitado, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano”
Rm 6,3-11: “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más”
El Bautismo como símbolo de la muerte, sepultura y resurrección con Cristo, es expresado por
san Pablo con términos técnicos muy precisos. Indican la plena identificación con Cristo por
parte del bautizado. Por la fe y el bautismo, el hombre es “introducido en Cristo”; es
“identificado con Cristo”; vive “unido a Cristo” resucitado, y algún día “vivirá con” Cristo
eternamente.
Lo trascendental del anuncio que reciben las mujeres junto al sepulcro es: “Ha resucitado”. Se
insiste en las dificultades de la piedra. Y, con la mostrada evidencia del sepulcro vacío, se señala
lo perceptible del suceso.
Las mujeres se debaten entre la incertidumbre antecedente (“¿Quién nos correrá la piedra a la
entrada del sepulcro?”), y el asombro posterior (“salieron corriendo,... temblando de espanto”).
Este último hasta les impide hablar. Ante la NOTICIA, no saben qué hacer con tanto gozo y
tanta responsabilidad. Es el gozo de haber creído.
Cuando al mundo le invaden la indolencia, el conformismo y “el aquí no se puede hacer nada”,
se retrata el miedo a comenzar. Lo que llama la atención de las muchas consecuencias de la
Resurrección es la inmediata desaparición de toda señal de apatía, abatimiento y derrota. Había
comenzado lo nuevo, y empezaba por el corazón de los hombres que habían creído.
_ “Para mí es mejor morir en Cristo Jesús que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo busco a
Él, que ha muerto por nosotros; lo quiero a Él, que ha resucitado por nosotros. Mi parto se
aproxima... Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue allí, seré un hombre” (San Ignacio de
Antioquía, Rom. 6,1-
2) (1010).
Cuando se comparte una victoria como la que Cristo nos ha regalado por su Resurrección,
¿podrá alguien seguir teniendo miedo?, ¿podrá seguir creyendo en la muerte como dueña
definitiva del hombre?
ASCENSIÓN DEL SEÑOR Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo
Hch 1,1-11: “Le vieron levantarse”
Ef 1,17-23: “Lo sentó a su derecha en el cielo”
Mc 16,15-20: “Ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios”
Jesucristo es Señor: 662-669
La misión, exigencia de la catolicidad: 849-850
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23: “Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro
gozo”
Col 3,1-4: “Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo”
Es de notar el énfasis que pone san Pedro en su discurso: “Nosotros somos testigos” y “nos
encargó predicar al pueblo”. Los oyentes tenían que ver la tarea apostólica como consubstancial
con el seguimiento del Maestro Resucitado.
La intención de san Pablo al hablar de las cosas de “arriba” en contraste con las de “aquí abajo”,
va más allá de lo puramente ascético. Parece pensar en lo radicalmente nuevo que ha aparecido
por la resurrección, la aceptación por la fe y la adhesión a Jesucristo sería lo “de arriba”. Lo
relacionado con la ley vendría a ser lo de “aquí abajo”.
¿Puede haber contradicción entre el relato “Bienaventurados los que crean sin haber visto” y la
frase de hoy “vio y creyó”? No solamente no hay contradicción, sino que hay reafirmación,
porque cree no por lo que ha visto sino por lo que no ha visto.
Lo nuevo siempre apasiona, interesa, atrae. Pero compromete, y entonces hay muchos que
prefieren dejarlo para otra ocasión. Lo grande del Evangelio es que ofrece un proyecto nuevo
para todos. Cristo pensó en todo lo del hombre y en todos los hombres.
_ “El sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los
discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en
primer lugar, de las santas mujeres, después de Pedro. ``El discípulo que Jesús amaba'' (Jn 20,2)
afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir ``las vendas en el suelo'' (Jn 20,6) ``vio y
creyó'' (Jn 20,8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío que la ausencia del
cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una
vida terrenal como había sido el caso de Lázaro” (640; cf. 641-644).
_ Al tercer día resucitó de entre los muertos:
“Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en
nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13,32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad
culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como
verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos
del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que
la Cruz” (638).
_ “Así como el pan que viene de la tierra, después de haber recibido la invocación de Dios, ya no
es pan ordinario, sino Eucaristía, constituida por dos cosas, una terrena y otra celestial, así
nuestros cuerpos que participan en la eucaristía ya no son corruptibles, ya que tienen la
esperanza de la resurrección” (San Ireneo de Lyon, haer. 4, 18, 4-5) (1000).
Cristo es el germen de lo renovado, la meta de todos los esfuerzos, la ilusión de quienes, desde
la fuerza del Misterio Pascual, llenan el mundo de esperanza.
“Dios los miraba a todos con mucho agrado” revela que lo que hacían las primeras comunidades
no quedaba inadvertido. Y, si además, la gente se fijaba en su actitud y se sentía atraída por su
novedad u originalidad, se convertía en testimonio. Por sus obras eran misioneros, testigos.
San Juan muestra la conexión entre la Resurrección y el envío del Espíritu Santo. Por el Espíritu
reúne Jesús a su Iglesia, anuncia un nuevo modo de presencia, le garantiza que estará en y con la
comunidad. Es como si les invitara a verlo desde el acontecimiento Pascual.
Desde las perspectivas anteriores, la 2.a lectura adquiere su verdadera dimensión. La victoria de
la fe se “ve”, se “palpa” en quienes han creído. Desde la fe, el derrotado es el mundo y el pecado,
lo viejo del hombre, lo que ha quedado clavado con Cristo en la cruz.
Las convicciones de las personas se notan en sus obras. Las palabras pueden ser fachada de lo
que no se cree. El cristiano, como hombre de la verdad, muestra su fe en las obras, en lo que su
modo de vivir delata.
_ La fe de la primera comunidad:
“Todo lo que sucedió en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Apóstoles _y a
Pedro en particular_ en la construcción de la era nueva que comenzó en la mañana de Pascua.
Como testigos del Resucitado, los apóstoles son las piedras de fundación de su Iglesia. La fe de
la primera comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos
de los cristianos y, para la mayoría, viviendo entre ellos todavía. Estos ``testigos de la
Resurrección de Cristo'' (cf. Hch 1,22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos:
Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola
vez, además de Santiago y los Doce” (642; cf. 639-647).
_ La Resurrección como acontecimiento trascendente: 647.
_ Sentido y alcance salvífico de la Resurrección: 651-655.
_ “Les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. Se nos ocurre preguntar: ¿Cómo es que Nuestro Señor
dio el Espíritu Santo una vez cuando estaba en la tierra y otra cuando ya estaba en el cielo?...
Porque dos son los preceptos de la caridad, a saber, el amor de Dios y del prójimo. Fue dado el
Espíritu Santo en la tierra para que sea amado el prójimo; es dado desde el cielo para que sea
amado Dios. Así como es una la caridad y dos los preceptos, así también es uno el Espíritu y dos
las dádivas” (San Gregorio Magno, hom, 26).
Bienaventurados los que tengan oportunidad de ver los signos en los creyentes, porque ellos
también lo serán.
Hch 3,13-15.17-19: “Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos”
1 Jn 2,1-5: “Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo
entero”
Lc 24, 35-38: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer
día”
Lo fundamental del discurso de san Pedro es que el llamamiento a la conversión se realiza sólo a
partir del anuncio de la Resurrección. El asombro de quienes se preguntaban cómo san Pedro
había hecho andar al paralítico, había servido de apoyo para invitar a la conversión.
La misma conversión continuada se pide en la segunda lectura. Del conocimiento de Jesucristo
se desprende que el creyente se compromete a cumplir fielmente lo que Dios quiere.
El valor del testimonio está en darlo, es decir, en vivir de tal manera que los demás se sientan
interpelados por una determinada manera de actuar. La diferencia con el “ejemplo” es que éste es
más ocasional y pretende enseñar algo. El testigo no pretende enseñar _y menos dar lecciones_.
Se limita a ser consecuente.
Tal vez nunca la sociedad ha hablado tanto de coherencia y la demanda tanto. Ser coherente, sin
más, no es ni bueno ni malo; depende de con qué se es coherente, la coherencia pide un
fundamento para el obrar. Hoy nuestra sociedad necesitaría cuidar más la correlación entre el
“obrar” y el “ser”.
_ “Los Apóstoles, palabra que significa ``enviados'', después de haber elegido a Matías,
echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número de doce, y después de haber
obtenido la fuerza del Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el
Señor, dieron primero en Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí iglesias,
después fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma fe... Y,
por esto, toda la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los
apóstoles, de la que proceden todas las otras” (Tertuliano, de presc. haer 20).
Sal 117,1.8-9.21-23.26.28 y 29: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular”
El poder y la libertad no siempre se han llevado bien. El verdaderamente libre no domina, invita;
el que hace mal uso del poder no sirve, manda. Seguramente el hombre contemporáneo se ve hoy
tentado por el afán del poder, al creer que le abrirá campos nuevos, incluso de mayor libertad.
Pero sólo el que se pone a disposición de otros hace un gesto de libertad interior; sólo el que
confía en la libertad de los otros y la reconoce, libera.
_ “Mirad si sois en verdad sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si
le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino
también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oir,
añade también: ``Quien dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso''”
(San Gregorio Magno, hom. 14,3).
El que reconoce la inconfundible voz del buen pastor, sólo anunciará y proclamará la Palabra
del buen pastor.
Se advierte el interés de san Lucas por mostrar la profunda unidad que cohesionaba a toda la
Iglesia, por encima de las pequeñas diferencias que podían surgir. Lo importante era que el
Evangelio fuera uno.
Seguro que Cristo, al emplear la alegoría de la vid, no está pensando en dicotomías: por un lado
la Cepa y por otro las ramas. Estaría hablando de Él como la totalidad de la Vid, el Cuerpo total,
haciendo verdad la profecía de la Viña-Pueblo de Israel. No es menoscabo del papel de las
ramas; es ratificación de que “sin Él no podemos hacer nada”. Si la savia de la cepa o tronco es
la única que hay en la vid, ¿qué son los sarmientos sino prolongaciones del tronco para dar fruto?
Cuando ningún miembro de la comunidad de la Iglesia intenta “vivir por su cuenta”, la Vid está
completa. Si alguien lo pretende, no será nada; será muerte, porque no contará con la única
savia-Vida.
Desde el primer tercio del siglo XIX se viene hablando de un Dios que aniquila al hombre, que
lo destruye, lo aliena, le impide ser él mismo pero la pregunta que hemos de hacernos es: ¿en qué
Dios estarían pensando quienes así hablaban? Desde luego no en el de Jesús. Porque desde el
primer momento busca quitar del Dios Verdadero los muchos disfraces que ocultan su auténtico
rostro.
_ “La Iglesia es labranza o campo de Dios. En este campo crece el antiguo olivo cuya raíz santa
fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos y de los
gentiles. El labrador del cielo la plantó como viña selecta. La verdadera vid es Cristo, que da
vida y fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en Él por medio de
la Iglesia y que sin él no podemos hacer nada” (755; cf. 1988).
_ “Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El que nos ha
injertado en la Vid verdadera hará que demos ``el fruto del Espíritu que es caridad, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza''” (736).
_ “Pues, así como la raíz hace llegar su misma manera de ser a los sarmientos, del mismo modo
el Verbo Unigénito de Dios Padre comunica a los santos una especie de parentesco consigo
mismo y con el Padre, al darles parte en su propia naturaleza, y otorga su Espíritu a los que están
unidos con Él por la fe: y así les comunica una santidad inmensa, los nutre en la piedad y los
lleva al conocimiento de la verdad, y a la práctica de la virtud” (San Cirilo de Alejandría, In Ev.
Joann. lib 10,2).
Al advertirnos de que sin Él no podemos hacer nada, Cristo no invita a la esperanza pasiva, sino
a hacer todo lo que podamos, pero desde Él, con Él y por Él.
Hch 10,25-26.34-35.44-48: “El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los
gentiles”
Jn 15,9-17: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”
En la sociedad civil la designación “a dedo” no tiene buena prensa. No goza de prestigio. Porque
en la Iglesia ni la vocación, ni la elección ni la designación proceden de los propios méritos ni
del consenso humano. La comunidad apostólica contemplaba la misión que Cristo daba a sus
primeros seguidores como iniciativa gratuita de Dios.
_ El mandamiento nuevo:
“Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo. Amando a los suyos ``hasta el fin'' (Jn 13,1),
manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el
amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: ``Como el Padre me amó, yo
también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor'' (Jn 15,9). Y también: ``Éste es el
mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado'' (Jn 15,12)” (1823).
_ “En todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia. Sin embargo,
quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino
hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa. Eligió,
pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una alianza con él y lo fue educando poco a poco. Le fue
revelando su persona y su plan a lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo esto, sin
embargo, sucedió como preparación y figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en
Cristo..., es decir, el Nuevo Testamento en su sangre convocando a las gentes de entre los judíos
y los gentiles para que se unieran, no según la carne, sino en el Espíritu” (LG 9) (781).
Somos Iglesia porque hemos sido convocados; convocamos a otros con nuestro testimonio,
porque somos Iglesia.
“Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre”
Lo verdaderamente importante para el autor de Hechos no es cuándo pasó algo o cuánto duró,
sino qué pasó y con qué finalidad. Ahora importa la misión, la tarea, el testimonio, la
evangelización. Y en ese contexto hay que situar el “reproche” de los ángeles: “¿Qué hacéis ahí
plantados mirando al cielo?”
La presencia de Dios entre su pueblo encontró en la nube un signo y el pueblo veía en ella el de
Yavé. San Lucas, en la nube quiere simbolizar por una parte la ocultación de Jesús y por otra la
nueva presencia de Cristo en medio de los suyos.
La finalidad del relato de san Marcos es subrayar el anuncio del Resucitado a partir de su triunfo.
Su permanente presencia se notará a través de los “signos”. Y apoyarán y “acompañarán” tanto a
los que predican como a los que oyen.
Una de las mayores dificultades con que se encuentra el que ofrece signos o señales de algo, es
que su mensaje no sea entendido o simplemente captado. Nuestra sociedad tiene unas claves,
unas categorías, que conectan pronto y bien con determinadas noticias, valores, actitudes, etc.
Pero está herméticamente cerrada para otras estimaciones.
_ “``Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de vivos y muertos'' (Rm 14,9). La
Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la
autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. Él
está ``por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación'' porque el Padre ``bajo sus
pies sometió todas las cosas'' (Ef 1,20-22). Cristo es el Señor del cosmos y de la historia. En Él,
la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1,10), su
cumplimiento transcendente” (668; cf. 669).
_ “Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose
la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre (Dn 7,14)” (664; cf. 662-663).
_ El mandato misionero:
“La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser ``sacramento universal de salvación'', por
exigencia íntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza
por anunciar el Evangelio a todos los hombres” (AG 1): “Id, pues, y haced discípulos a todas las
gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a
guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el
fin del mundo” (Mt 28,19-20) (849-850; cf. 851).
_ “El Señor arrastró cautivos cuando subió a los cielos, porque con su poder trocó en
incorrupción nuestra corrupción. Repartió sus dones, porque enviando desde arriba al Espíritu
Santo, a unos les dio palabras de sabiduría, a otros de ciencia, a otros de gracia de los milagros, a
otros la de curar, a otros la de interpretar. En cuanto Nuestro Señor subió a los cielos, su Santa
Iglesia desafió al mundo y, confortada con su Ascensión, predicó abiertamente lo que creía a
ocultas” (San Gregorio Magno, hom. 29 in Ev.).
Subió porque había bajado; bajó para que nosotros subamos; se va para que la Iglesia sea signo
de su presencia; nosotros somos Iglesia y presencia.
El pueblo, que había sufrido penuria y hambre, ha recibido ya bienes materiales que le han
sacado de la pobreza. Ahora se le prometen bienes de carácter espiritual.
San Pablo considera la entrega del Espíritu como inicio de la nueva vida. Al compararla con las
“primicias” o primeros frutos de la cosecha, se está refiriendo a la cosecha entera. El cristiano es
hijo de Dios en virtud del Espíritu recibido, y teniendo ya en su poder las “primicias”, espera
conseguir la gloria (“redención de nuestro cuerpo”).
La imagen del agua cabría aquí por el uso de las abluciones tradicionales. Podemos pensar
también que la referencia “todavía no había sido dado el Espíritu” haga creer al autor del IV
Evangelio que ha llegado la “era del Espíritu”, la “etapa de la Iglesia”.
_ “Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Co 2,11). Pues bien, su Espíritu
que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo.
El que “habló por los profetas” nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le
conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo
en la fe. El Espíritu de verdad que nos “desvela” a Cristo “no habla de sí mismo” (Jn 16,13). Un
ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué “el mundo no puede recibirle,
porque no le ve ni le conoce”, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en
ellos (Jn 14,17)” (687; cf. 686 y 688).
_ “Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia,
piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su
perfección la virtud de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con
prontitud a las inspiraciones divinas” (1831; cf. 1830 y 1832).
_ “El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más obscuramente al Hijo. El
Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu
tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto,
no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente
la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un
fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida... Así por avances y progresos
``de gloria en gloria'', es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más
espléndidos” (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5,26) (684).
Cristo ha dicho que el Espíritu hará fecundo el interior del creyente. Nos toca a nosotros beber
de esa fuente.
“Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu... y todos hemos bebido de un sólo Espíritu”
Hch 2,1-11: “Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar”
Sal 103,1ab y 24ac.29bc-30.31 y 34: “Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra”
1 Co 12,3b-7.12-13: “Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo”
Jn 20,19-23: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo”
En el relato de san Lucas, Jesús es el nuevo Moisés que ha subido al monte; nos da su Espíritu y
con él la Ley Nueva, no grabada en piedra sino “en nuestros corazones”.
La sucesión, según san Juan, en los acontecimientos de resurrección, ascensión y venida del
Espíritu Santo, adquieren en el pensamiento joánico una nota especial: la íntima unión entre la
Pascua y la animación de la Iglesia por el Espíritu, enviado precisamente porque Cristo ha
resucitado. De ahí que el poder de Cristo: “A quienes perdonéis...” se haya visto siempre
otorgado a la Iglesia en relación con la donación del Espíritu.
_ “Por el Espíritu Santo participamos de Dios. Por la participación del Espíritu venimos a ser
partícipes de la naturaleza divina... Por eso, aquellos en quienes habita el Espíritu están
divinizados” (San Atanasio, ep. Serap., 1,24) (1988).
Cristo viene “a traer fuego a la tierra”. Nos ha enviado su Espíritu para que arda el corazón de la
Iglesia y sus miembros seamos testigos de su luz y de su calor.
II-IV
Llamamiento y conversión
V-VII
Las curaciones, primeros signos del Reino de Dios
VIII-IX
El Evangelio superior a la Ley Antigua
X-XIII
El vigor y el dinamismo del Reino sólo vienen de Jesús
XIV-XVI
Signos que escandalizan, pero salvan
XVII-XX
Jesús, Pan de vida eterna
XXI-XXII
Cristo, Palabra Eterna del Padre
XXIII-XXIV
¿Quién decís que soy YO?
XXV-XXXI
Exigencias del seguimiento de Cristo
XXXII-XXXIII
Juicio de Dios sobre el hombre
IV Llamamiento y conversión
Dt 18,15-20: “Pondré mis palabras en su boca”
1 Co 7,32-35: “El célibe se ocupa de los asuntos del Señor”
Mc 1,21-28: “Les enseñaba con autoridad”Dios ha dicho todo en su Verbo: 65-67. 104
La fe, adhesión personal de Dios: 150-152
XXX Exigencias del seguimiento de CristoJr 31,7-9: “Ciegos y cojos, los guiaré entre
consuelos”
Hb 5,1-6: “Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec”
Mc 10,46-52: “Maestro, quepueda ver”
Confianza de los que se acercan a Jesús: 448. 2756
Invocar el nombre de Jesús: 2667
Samuel, consagrado desde el vientre de su madre para el servicio de Dios, recibe ahora el
llamamiento. El “sueño” o la “visión” es un recurso literario de una verdadera vocación de la que
Samuel es plenamente consciente.
A san Pedro se le cambia el nombre. Cambiar el nombre quería decir la adopción de un nuevo
estilo de vida. San Marcos habla del cambio del nombre de Simón por el de Pedro.
El llamamiento a los discípulos es una verdadera teología de la vocación. La iniciativa es de
Jesús. Luego vienen las preguntas. Y después las respuestas, que son a la vez fórmulas de
búsqueda, de inquietud, de afán de encuentro.
La palabra “prestaciones”, tan usada en el mundo de la técnica como indicativa de lo que nos
proporciona un objeto, delata que el hombre de hoy busca ante todo respuestas a lo que quiere y
busca. Y la carrera hoy está establecida para otorgar al usuario lo mejor y lo más pronto posible.
¿Y si alguien nos hiciera preguntas por respuesta? ¿Y si nos hicieran preguntarnos por nosotros
mismos cuando tratamos de saber algo de otro? Cuando en el campo religioso al hombre se le
ofrecen preguntas en lugar de contestaciones se siente defraudado. Esa iniciativa siempre es de
Dios.
_ “Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que
trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía
para que, una vez curados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos
sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue
para que vivamos por siempre con Dios, pues sin Él no podemos hacer nada (San Agustín, nat. et
grat. 31)” (2001).
La idea central de Jonás es mostrar a Israel la misericordia divina para con los gentiles. La
capacidad de escucha de la palabra profética, no tan frecuente entre el pueblo elegido, será
portador del anuncio de la misericordia divina si se convierten de sus pecados.
La invitación a la conversión y a la fe en el Evangelio es la frase con que Cristo comienza su
acción pública. Que esta conversión esté vinculada con el Reino de Dios es la prueba de que
pertenece a la enseñanza de Jesús.
Lo que en Jonás era un plazo de amenaza “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”, en
Jesús es un anuncio de salvación: “Se ha cumplido el plazo”. Y, sin embargo, resulta más
apremiante que el del profeta. Urge la responsabilidad de responder.
Cuando la sociedad, a fuerza de vivir de un modo determinado acaba por creer que no hay otro
modo de vivir, se cierra ella misma el futuro. Y es que, a fuerza de acostumbrarnos a algo, lo
creemos lo mejor. La llamada a la conversión tiene siempre como objetivo poner en cuestión el
modo de vivir y de ser de cualquiera; convencerle de que hay otros caminos, que merece la pena
recorrerlos.
_ “``El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva'' (Mc 1,15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que
no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la
conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo se renuncia al
mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida
nueva” (1427).
_ “El corazón del hombre es rudo y endurecido. Es preciso que Dios dé al hombre un corazón
nuevo. La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él
nuestros corazones: ``Conviértenos, Señor, y nos convertiremos'' (Lc 5,21). Dios es quien nos da
la fuerza para comenzar de nuevo” (1432; cf. 1430).
_ “Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento
que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es
preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás” (1489).
_ “En el ``cara a cara'' con Dios, los profetas sacan luz y fuerza para su misión. Su oración no es
una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios, a veces un litigio o una
queja, siempre una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de
la historia” (2584).
_ “El que confiesa sus pecados actúa ya con Dios. Dios acusa tus pecados, si tú también te
acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador, son por así decirlo, dos realidades: cuando oyes
hablar del hombre, es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre
mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que tú has hecho para que Dios salve lo que él ha hecho...
Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque
reconoces tus obras malas. El comienzo de las obras buenas es la confesión de las obras malas.
Haces la verdad y vienes a la Luz” (San Agustín, ev. Ioa. 12,13) (1458).
La conversión es dudar de nuestro modo de ser y de vivir para entregarnos por la gracia divina al
modo que nos propone el Evangelio.
Sal 94,1-2.6-7.8-9: “!Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor; no endurezcáis vuestro corazón!”
_ “De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres
por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo” (Hb 1,1-2).
“Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En
Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta” (65).
_ “En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza, porque, en ella,
no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios” (104; cf.
101).
_ “La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e
inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto
adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de
la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente
lo que Él dice” (150).
_ “No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien
revela a los hombres quién es Jesús. Porque ``nadie puede decir: `Jesús es Señor' sino bajo la
acción del Espíritu Santo'' (1 Cor 12,3). ``El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de
Dios... Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios'' (1 Cor 2,10-11). Sólo Dios
conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios” (152).
_ “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo
nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra...; porque lo que hablaba antes en partes a los
profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora
quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino
haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o
novedad” (San Juan de la Cruz, Carm. 2, 22) (65).
La autoridad como poder se impone; la autoridad como servicio atrae. Y Jesús vino no a ser
servido sino a servir.
Elifaz le había dicho a Job que cada hombre tiene asignada una tarea; y éste reconoce que la suya
está llena de sufrimiento y miseria. A pesar de lo cual, parece apelar al amor que Dios le tiene.
Jesús entra en casa de Pedro y Andrés en compañía de los discípulos habituales en estos casos.
Ante ellos tienen lugar importantes autorrevelaciones, es una manera de subrayarlas
precisamente delante de estos testigos.
La oración de Jesús suele estar vinculada a momentos importantes que tienen que ver con su
mesianidad: momentos de aplauso público y reconocimiento masivo; instantes de compromiso
radical con su entrega y pasión, etc. Las palabras “todo el mundo te busca” pueden aludir al
primer motivo. Ha creado con sus milagros tales expectativas mesiánicas que la gente no para
hasta encontrarlo.
Ocupado en miles de cosas, agobiado por miles de preocupaciones, el hombre de hoy acaba por
estar desinteresado de casi todo. Cuanto más hace el hombre, menos se para a pensar en el
sentido de la vida. Pero cuando encontramos a alguien que, además de vivir, se da cuenta de que
vive, estamos ante una persona.
_ “Jesús acompaña sus palabras con ``milagros, prodigios y signos'' (Hch 2,22) que manifiestan
que el Reino está presente en Él. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías” (547).
_ “El Hijo de Dios hecho hombre aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Y lo hizo de
su madre que conservaba todas las ``maravillas'' del Omnipotente y las meditaba en su corazón.
Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret
y en el Templo. Pero su oración brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la
edad de los doce años: ``Yo debía estar en las cosas de mi Padre'' (Lc 2,49). Aquí comienza a
revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el Padre
esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único en su Humanidad, con y
para los hombres” (2599; cf. 2601).
_ “Cuando Jesús ora, ya nos enseña a orar. El camino teologal de nuestra oración es su oración a
su Padre. Pero el Evangelio nos entrega una enseñanza explícita de Jesús sobre la oración. Como
un pedagogo, nos toma donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre. Dirigiéndose a
las multitudes que le siguen, Jesús comienza con lo que ellas ya saben de la oración por la
Antigua Alianza y las prepara para la novedad del Reino que está viniendo. Después les revela
en parábolas esta novedad. Por último, a sus discípulos que deberán ser los pedagogos de la
oración en su Iglesia, les hablará abiertamente del Padre y del Espíritu Santo” (2607).
_ “La oración de fe no consiste solamente en decir ``Señor, Señor'', sino en disponer el corazón
para hacer la voluntad del Padre (Mt 7,21). Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta
voluntad de cooperar con el plan divino” (2616).
_ “Jesús ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él
dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la
voz de Él, en nosotros” (San Agustín, Sal 85, 1) (2616).
Cuando cura a los enfermos, se manifiesta la fuerza libertadora de Jesús; cuando ora, enseña a
los hombres el camino de la liberación.
Al leproso se le consideraba un castigado por Dios por pecados ocultos. Debía ser declarado
“oficialmente impuro”. Por eso se llama a algunas intervenciones de Cristo “purificaciones”.
Apartado del culto, no podía entrar en la sinagoga; si alguno mejoraba de su mal, se le permitía
entrar y ponerse en un sitio aparte.
La lucha contra el pecado es manifestada por los evangelistas a través de las curaciones. Y
cuando la enfermedad lleva consigo el apartamiento y la segregación social, es reintegrada la
persona y devuelta a la comunidad como signo, no sólo de curación, sino de reconciliación.
Entendiendo así los milagros, son verdaderas señales del Reino de Dios, y la victoria de Cristo
como anticipo de la definitiva por la resurrección.
El modo de dirigirse a Jesús el leproso revela una gran fe. Sabe que puede ser curado y lo pide.
La curación será consecuencia de la misma fe.
En nuestra sociedad se dan diferencias sociales, raciales, políticas, culturales, etc.: son siempre
secuelas del mal inserto en el corazón del hombre del que difícilmente se libera.
Sin embargo, el hecho de que la humanidad luche contra estos males es señal de una gran
sensibilidad al considerarlos como tales. Porque además del mal que se sufra puede haber otro
mayor: que los demás no quieran enterarse.
_ “El Señor que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os
guarda contra las astucias del Diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la
costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al Demonio.
``Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?''” (San Ambrosio, sacr. 5, 30) (2852).
Superar el mal puede ser señal de lucha o de coraje; superar el pecado es signo de la salvación de
Jesucristo.
Mc 2,1-12: “El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”
Con todo lo importante que habían sido las intervenciones de Dios en favor de su pueblo, pide el
profeta que no sean comparadas con lo que ahora se prepara. Era el retorno de la cautividad de
Babilonia lo que estaba a punto de suceder. Si grande había sido el castigo de la deportación,
mayor sería el gozo del retorno. Todo, como siempre, fruto de la gratuidad divina.
La “novedad” del perdón de Cristo no pasa inadvertida: “¿Quién puede perdonar pecados fuera
de Dios?” Quienes buscaban una cosa (la curación), se encontraron dos (curación y perdón). Los
que no aceptaban el perdón, tuvieron que aceptar la evidencia de un paralítico que cogía la
camilla y se iba a su casa. Así quien no acepta la posibilidad del perdón de Dios, andará
buscando otras explicaciones a las maravillas divinas.
Los técnicos del mercado y los especialistas en publicidad tienen verdadero afán de presentarnos
algo novedoso todos los días. Y con el paso del tiempo, vuelve a aparecer como novísimo lo que
en otro tiempo apareció como atrasado o anacrónico. La novedad se nos ofrece como “última
generación”. Esto tiene una consecuencia seria: que las generaciones actuales creen que la
historia empezó el día que ellos empezaron a vivir. Y hacer tabla rasa del pasado es injusto.
_ “Jesús escandalizó sobre todo porque identificó su conducta misericordiosa hacia los pecadores
con la actitud de Dios mismo con respecto a ellos. Llegó incluso a dejar entender que
compartiendo la mesa con los pecadores, los admitía al banquete mesiánico. Pero es
especialmente, al perdonar los pecados, cuando Jesús puso a las autoridades de Israel ante un
dilema. Porque como ellas dicen, justamente asombradas, ``¿Quién puede perdonar los pecados
sino sólo Dios?'' (Mc 2,7). Al perdonar los pecados, o bien Jesús blasfema porque es un hombre
que pretende hacerse igual a Dios o bien dice verdad y su persona hace presente y revela el
Nombre de Dios” (589; cf. 1441-1445).
_ “Con una audaz confianza hemos empezado a orar a nuestro Padre. Suplicándole que su
Nombre sea santificado, le hemos pedido que seamos cada vez más santificados. Pero, aun
revestidos de la vestidura bautismal, no dejamos de pecar, de separarnos de Dios. Ahora, en esta
nueva petición, nos volvemos a Él, como el hijo pródigo y nos reconocemos pecadores ante Él
como el publicano. Nuestra petición empieza con una ``confesión'' en la que afirmamos al mismo
tiempo nuestra miseria y su Misericordia. Nuestra esperanza es firme porque, en su Hijo,
``tenemos la redención, la remisión de nuestros pecados'' (Col 1,14). El signo eficaz e indudable
de su perdón lo encontramos en los sacramentos de su Iglesia” (2839; cf. 2841).
_ “El que confiesa sus pecados actúa ya con Dios. Dios acusa tus pecados, si tú también te
acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador, son por así decirlo, dos realidades: cuando oyes
hablar del hombre, es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre
mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que tú has hecho para que Dios salve lo que él ha hecho...
Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque
reconoces tus obras malas” (San Agustín, ev. Jo. 12,13) (1458).
La gran novedad del perdón que Dios nos da en Jesucristo es el hombre nuevo que surge después
de la reconciliación.
El libro de Oseas respira un clima de relación de esponsal entre Dios y su pueblo. El Señor hace
caer en la cuenta a Israel de su infidelidad, como el esposo desairado que trata de reconquistar a
la esposa. El desierto tiene un gran significado: trae a la memoria de Israel los días en que
peregrinaba por él y dependía solamente de su Dios.
Cristo sale al paso de las intenciones de la práctica del ayuno en Israel: signo de esperanza
mesiánica. Si el Esposo ha llegado ya, ¿para qué seguir ayunando?
Ante Cristo no caben remedios caseros ni remiendos provisionales; sólo cabe el cambio total, la
novedad absoluta. Por eso las palabras finales hablan de odres nuevos. Aun en caso de que
aquellos que le oyeron hubieran entendido y aceptado su palabra sin renovarse por dentro, la
habrían perdido pronto como el pellejo deteriorado derrama el vino nuevo. El Evangelio es
demasiado serio como para aguantar parches.
Vivimos tiempos en los que el hombre está rodeado de un clima propicio para la reflexión, el
pensamiento, la búsqueda, etc. ¿Qué clase de “desierto” necesita el hombre contemporáneo? El
caso es que es consciente de ello. Se busca el campo, el descanso en soledad, la huida de las
grandes ciudades, pero se sigue en el agobio. ¿Qué clase de hombre alumbrará esta gestación?
_ “La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la nueva y eterna alianza
mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su vida, se unió en cierta manera con
toda la humanidad salvada por Él, preparando así ``las bodas del cordero'' (Ap 19,7.9)” (1612; cf.
1613-1615).
_ “La unidad de Cristo y de la Iglesia, Cabeza y miembros del Cuerpo, implica también la
distinción de ambos en una relación personal. Este aspecto es expresado con frecuencia mediante
la imagen del Esposo y de la Esposa. El tema de Cristo esposo de la Iglesia fue preparado por los
profetas y anunciado por Juan Bautista. El Señor se designó a sí mismo como ``el Esposo'' (Mc
2,19). El apóstol presenta a la Iglesia y a cada fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa
``desposada'' con Cristo Señor para ``no ser con Él más que un solo Espíritu''” (796).
_ “Cuando decimos Padre ``nuestro'', reconocemos que todas sus promesas de amor anunciadas
por los Profetas se han cumplido en la nueva y eterna Alianza en Cristo: hemos llegado a ser ``su
Pueblo'' y Él es desde ahora en adelante ``nuestro Dios''. Esta relación nueva es una pertenencia
mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad tenemos que responder ``a la gracia y a la
verdad que nos han sido dadas en Jesucristo'' (Jn 1,17)” (2787).
_ “He ahí el Cristo total, cabeza y cuerpo, uno solo formado de muchos... Sea la cabeza la que
hable, sean los miembros, es Cristo el que habla. Habla en el papel de cabeza o en el de cuerpo.
Según lo que está escrito: ``Y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo
respecto a Cristo y la Iglesia'' (Ef 5,31-32). Y el Señor mismo en el Evangelio dice: ``De manera
que ya no son dos sino una sola carne'' (Mt 19,6). Como lo habéis visto bien, hay en efecto dos
personas diferentes y, no obstante, no forman más que una en el abrazo conyugal... Como cabeza
él se llama ``esposo'' y como cuerpo ``esposa''” (San Agustín, psalm. 74, 4) (796).
Cristo no establece una Alianza nueva con este nuevo pueblo porque sea más fiel que el antiguo,
sino porque Él es el Esposo fidelísimo de su Iglesia.
Puede considerarse el relato del Decálogo, que se lee en el Deuteronomio, como un código moral
de mucha altura y, desde luego, muy por encima de cualquier otro (como es el Decálogo descrito
en Ex 20). La referencia al sábado es una de sus diferencias. El descanso sabático se vincula con
la historia de la salvación, con la memoria de lo que Dios ha hecho por su pueblo. Además de
descanso es memorial.
El no cumplimiento del sábado estaría apoyado en el “sentido común”, es decir, al igual que en
un momento de apuro los hombres de David comieron de los panes del altar, igualmente ahora
podría alguien verse libre de la obligación del sábado. Pero hay más: ahora es la autoridad de
Cristo la que exime. Ésa es la fuerza de su señorío sobre el sábado, y la razón del evangelista al
incluirlo.
Parece que hoy está desapareciendo cualquier idea de “sometimiento”. Entre el “esto está así
mandado y basta” y el “no me apetece hacerlo” hay un largo trecho de actitudes. Pero predomina
la segunda. El cumplimiento de algo por convicción, supone una disciplina mental y de
autodominio poco frecuentes hoy. Habiendo perdido, además, tanto sentido el argumento de
autoridad, no se ve muy fácil el camino. Sin embargo, nadie puede negar la grandeza de quien
nos descubre que la ley es para el hombre y no al revés.
_ “La Ley evangélica lleva a plenitud los mandamientos de la Ley. El Sermón del monte, lejos
de abolir o devaluar las prescripciones morales de la Ley antigua, extrae de ella las virtualidades
ocultas y hace surgir de ella nuevas exigencias: revela toda su verdad divina y humana. No añade
preceptos exteriores nuevos, pero llega a reformar la raíz de los actos, el corazón, donde el
hombre elige entre lo puro y lo impuro, donde se forman la fe, la esperanza y la caridad, y con
ellas las otras virtudes. El Evangelio conduce así la Ley a su plenitud mediante la imitación de la
perfección del Padre celestial, mediante el perdón de los enemigos y la oración por los
perseguidores, según el modelo de la generosidad divina” (1968; cf. 1965. 1966. 1967. 1969).
_ El domingo, plenitud del sábado:
“El Domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológicamente cada
semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la
Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre
en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella
prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo” (2175).
_ “Los que vivían según el orden de cosas antiguo han venido a la nueva esperanza, no
observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por
su muerte” (San Ignacio de Antioquía, Magn. 9,1) (2175).
El autor del Génesis presenta como un verdadero juicio la intervención de Dios ante el
comportamiento de Adán y Eva en el paraíso. Éstos tras su pecado se disculpan, pero la
sentencia se cumple exactamente en el mismo orden en que fue cometida la falta, es decir,
primero la serpiente, luego la mujer y, por último, el varón. Parecería que la mujer y la serpiente,
cómplices del pecado, mantendrían una cierta amistad. Sin embargo, la enemistad fue perpetua
entre ambas descendencias, hasta que la estirpe de la mujer logró aplastar la cabeza de su
enemigo.
El enfrentamiento entre Jesús y el pecado es una lucha permanente y sin cuartel. Ante la
acusación “...expulsa a los demonios por arte del jefe de los demonios”, Cristo responde con
facilidad. Incluso considera más “sensato” al diablo, que no lucha contra sí mismo, que al
acusador. El gran pecado que “no tendrá perdón jamás” es atribuir a poderes que no sean el
Espíritu Santo la victoria de Cristo sobre el demonio.
Es necesario convencerse de que la presencia del mal en el mundo no es una situación fatal e
irremediable, por muy cercano que lo sintamos. El que siempre haya ocurrido, no significa que
tenga que ser de la misma manera. Porque el mal es vencible. El amor y el perdón son más
fuertes que el pecado.
_ “El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un
acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre. La
Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado
original libremente cometido por nuestros primeros padres” (390).
_ “Los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el
nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió
perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios
durante cuarenta años por el desierto (cf. Sal 95,10), Cristo se revela como el Siervo de Dios
totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo; él ha ``atado al
hombre fuerte'' para despojarle de lo que se había apropiado (Mc 3,27)” (539).
_ “La victoria sobre el ``príncipe de este mundo'' (Jn 14,30) se adquirió de una vez por todas en
la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este
mundo, y el príncipe de este mundo está ``echado abajo'' (Jn 12,31). ``Él se lanza en persecución
de la Mujer'', pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, ``llena de gracia'' del Espíritu Santo es
librada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la
santísima Madre de Dios, María, siempre virgen). ``Entonces despechado contra la Mujer, se fue
a hacer la guerra al resto de sus hijos'' (Ap 12,17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: ``Ven,
Señor Jesús'' (Ap 22,17.20) ya que su Venida nos librará del Maligno” (2853).
_ “Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados
por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo (MR Embolismo)” (2854).
Con el mal nos encontramos sin buscarlo; pero antes nos hemos encontrado con Cristo que lo ha
vencido y nos hace fuertes.
Mc 4,26-34: “Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas”
El profeta Ezequiel anuncia que Dios se ocupará de dejar una rama verde de la que brote el
Mesías, plantada “en un monte elevado”. Y todos los pueblos se reunirán en Jerusalén (“aves de
toda pluma”); y todas las naciones (“todos los árboles silvestres”) reconocerán que todo ha sido
obra de Dios.
“La semilla germina y va creciendo sin que el labrador sepa cómo”. El Reino de Dios no llega de
repente, sino que va creciendo a partir de unos comienzos ocultos. Pero siempre por obra divina.
La presencia violenta del Reino de Dios habría sido interpretada como en consonancia con los
medios soñados por los notables de Israel.
Lo importante no es el tamaño de la semilla, sino su desarrollo; ni lo diminuto que nace el Reino,
sino lo enorme que llega a hacerse.
Cuando se intenta hoy explicarlo todo, incluso lo religioso, como un fenómeno surgido de
situaciones comprensibles y humanas, no se puede encajar, pese a todo, ni el crecimiento de lo
pequeño, ni la relevancia de lo que muchos desprecian. Sin embargo, lo pequeño tendrá sitio
entre los hombres siempre que ellos sean sencillos.
_ “La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe
y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma,
germina y crece hasta el tiempo de la siega (LG 5)” (543).
En el libro de Job, se van desmontando uno a uno los argumentos con los que los amigos de Job
le habían atormentado. Los considera como personas que no saben lo que dicen, ya que han
pretendido entrar en un círculo que es exclusivo de Dios.
La mención de la barca en medio de la tempestad es una clara alusión a la Iglesia y los avatares
que habría de sufrir en la historia. Pero, sobre todo, había que subrayar la permanente presencia
de Jesús en su favor.
San Mateo emplea el mismo término usado entre los profetas como turbación o desasosiego en el
seno de Israel para describir la tempestad. Puede aplicarse a la Iglesia mediante el símil de la
barca sacudida por las olas.
De vez en cuando llegan a nuestros oídos expresiones pesimistas y casi apocalípticas, en relación
con la Iglesia y hasta hay amenazas de desmoronamiento por los pecados de los que la
formamos. Es verdad que somos pecadores, que damos una imagen distorsionada o deforme de
la Iglesia. Pero el mantenimiento en pie de la Iglesia no depende sólo de nosotros.
Probablemente habría que interpelar a los pronosticadores de calamidades con la pregunta de
Jesús: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”
_ “Incluso aunque esta oración no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del Reino,
habríamos tenido que expresar esta petición, dirigiéndonos con premura a la meta de nuestras
esperanzas. Las almas de los mártires, bajo el altar, invocan al Señor con grandes gritos: ``¿Hasta
cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia por nuestra sangre a los habitantes de
la tierra?'' (Ap 6,10). En efecto, los mártires deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos.
Señor, !apresura, pues, la venida de tu Reino!” (Tertuliano, or. 5) (2817).
Temer por la Iglesia es no fiarse de la fuerza del Espíritu que Jesús nos dio; temer por nosotros
mismos es fiarse sólo de la gracia.
Sal 29,2 y 4.5-6.11 y 12a y 13b.: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”
2 Co 8,7.9.13-15: “Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres”
_ “La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.
Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se
ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe
de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a
otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no
puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de
los otros” (166; cf. 150-152).
_ “Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana
justa consiste en ponerse con confianza en las manos de la Providencia en lo que se refiere al
futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. La imprevisión puede constituir una
falta de responsabilidad” (2115).
_ “Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar las
potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo
_aunque sea para procurar la salud_, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas
prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro o
recurren a la intervención de los demonios” (2117).
_ “Cuando los apóstoles decían al Señor que la turba le apretujaba, Él contestó: ``Alguien me ha
tocado'' . Unos aprietan y la otra le toca. Muchos aprietan desagradablemente el cuerpo del Señor
y pocos le tocan saludablemente. ¿Quién me ha tocado? Como si dijera el Señor: Busco a los que
me tocan, no a los que me aprietan. Ahora ocurre lo mismo, porque el Cuerpo de Cristo es su
Iglesia, y, mientras la toca la fe de unos pocos, la aprieta una turba inmensa... La carne empuja,
la fe toca... Levantad, pues, los ojos de la fe y tocad la orla externa de su vestido, que eso basta
para la salud” (San Agustín, serm 77).
El que cree nunca utiliza a Dios; el que no cree, tal vez lo intente; pero Dios nunca utiliza ni a
uno ni a otro.
Ez 2,2-5: “Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”
Llamado a ser profeta en medio de un pueblo obstinado y rebelde, Ezequiel es denominado “hijo
de hombre”, destacando la debilidad humana, frente a la grandeza de Dios. Parece desprenderse
de la expresión: “Sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”, que hubiera alguna queja en el
pueblo contra Dios.
Mientras Jesús va dándose a conocer, se suceden ocasiones de hostilidad. Al principio, en esta su
tierra, hay “asombro” y “extrañeza”; luego, enemistad. Por eso el poder milagroso de Cristo
parece quedar sin efecto ante la incredulidad de sus paisanos. Lo que san Marcos describe como
“no pudo”, san Mateo lo suaviza con un “no hizo”; pero por idéntico motivo.
No es fácil reconocer que alguien, cuyos orígenes y pasos sean conocidos, intente un día
enseñarnos algo. Sobre todo si ha ascendido de categoría social. Nuestra ramplona visión se
retrotrae en el tiempo. Y, dejando de ver lo que tenemos ante los ojos, preferimos recordar lo que
tenemos en la memoria. A Jesús le dolió la falta de fe de la gente de su tierra. Pero también le
dolería que le trataran despectivamente con los títulos más “humillantes” que encontraron. Y no
por Él, sino por María y José.
_ “Cristo viene de la traducción griega del término hebreo ``Mesías'' que quiere decir ``ungido''.
No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que
esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran
consagrados para una misión que habían recibido de Él. Éste era el caso de los reyes, de los
sacerdotes y, excepcionalmente, de los profetas. Éste debía ser por excelencia el caso del Mesías
que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El Mesías debía ser ungido por el
Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote pero también como profeta. Jesús cumplió la
esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey” (436; cf. 3783,
1241).
_ “Cuando Jesús confía abiertamente a sus discípulos el misterio de la oración al Padre, les
desvela lo que deberá ser su oración, y la nuestra, cuando haya vuelto, con su humanidad
glorificada, al lado del Padre. Lo que es nuevo ahora es ``pedir en su Nombre'' (Jn 14,13). La fe
en Él introduce a los discípulos en el conocimiento del Padre porque Jesús es ``el Camino, la
Verdad y la Vida'' (Jn 14,6). La fe da su fruto en el amor: guardar su Palabra, sus mandamientos,
permanecer con Él en el Padre que nos ama en Él hasta permanecer en nosotros. En esta nueva
Alianza, la certeza de ser escuchados en nuestras peticiones se funda en la oración de Jesús”
(2614).
_ “Cristo, que es Maestro y Señor nuestro, manso y humilde de corazón, atrajo e invitó
pacientemente a los discípulos. Cierto que apoyó y confirmó su predicación con milagros para
excitar y robustecer la fe de los oyentes, pero no para ejercer coacción sobre ellos. Cierto que
reprobó la incredulidad de los que le oían, pero dejando a Dios el castigo para el día del Juicio.
Al enviar a los Apóstoles al mundo, les dijo: ``El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas
el que que no creyere, se condenará'' (Mc 16,16)” (DH 11).
No ser reconocido como profeta en su tierra no significó para Cristo dejar de serlo. No ser
reconocida la Iglesia como la voz legítima de Cristo, no quiere decir que no lo sea.
Amós certifica que su carisma viene de Dios. Sólo Yavé le ha llamado y sólo por haber sido
llamado ejerce de profeta. Poco más tarde, Amasías tendrá la oportunidad de comprobar que lo
que decía Amós, venía de Dios.
Cristo en el Evangelio señala más que recomendaciones prácticas para el camino las
características de su Reino. Sobre todo que no descansaría nunca sobre poderes o fuerzas de este
mundo, ni en el equipaje de los testigos, sino en la fuerza del Espíritu de Cristo porque en Él se
hacen verdad aquellas palabras de Joel: “Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas”. Por la fuerza de este Espíritu todo bautizado se hace heraldo del
Evangelio, profeta anunciador de la inmensa bondad de Dios.
_ “Los bautizados vienen a ser ``piedras vivas'' para ``edificación de un edificio espiritual, para
un sacerdocio santo'' (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misión
profética y real, son ``linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para
anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz'' (1 P 2,9).
``El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles''” (1268).
_ “Sólo un corazón puro puede decir con seguridad: ``!Venga a nosotros tu Reino!'' Es necesario
haber estado en la escuela de Pablo para decir: ``Que el pecado no reine ya en nuestro cuerpo
mortal'' (Rm 6,12). El que se conserva puro en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras,
puede decir a Dios: ``!Venga tu Reino!''” (San Cirilo de Jerusalén, catech. myst 5,13) (2819).
La grandeza del testigo no afecta al Reino de Dios; la grandeza del Reino de Dios hace grandes
hasta a los más débiles.
Ef 2,13-18: “Él es nuestra paz, Él ha hecho de dos pueblos una sola cosa”
Aun en el mismo lenguaje están desapareciendo poco a poco términos que hacen relación a
mando, dominio, autoridad... y proliferan expresiones que nos recuerdan lo colectivo, lo
igualitario, lo paritario, etc. Es como si ya no se necesitaran personas que llamen, orienten y
guíen. Y, sin embargo, cuando aparecen fracasos, nos quejamos de la falta de líderes, de
personas con iniciativa capaces de tomar decisiones en un momento dado.
_ La Iglesia es apostólica:
“La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles... Fue y permanece edificada
sobre ``el fundamento de los apóstoles'' (Ef 2,20; Hch 21,14), testigos escogidos y enviados en
misión por el mismo Cristo... ``Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de
los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de
aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio''” (MR,
Prefacio de los apóstoles) (857).
_ “Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para
poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los demás, ser
santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia. Sé de quién somos
ministros, dónde nos encontramos y adónde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la
flaqueza del hombre, pero también su fuerza. Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es el defensor de
la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, hace subir sobre el altar de lo
alto las víctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura,
restablece (en ella) la imagen (de Dios), la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más
grande que hay en él, es divinizado y diviniza” (1589).
_ “Concede, Padre que conoces los corazones, a tu siervo que has elegido para el episcopado,
que apaciente tu santo rebaño y que ejerza ante ti el supremo sacerdocio sin reproche sirviéndote
noche y día; que haga sin cesar propicio tu rostro y que ofrezca los dones de tu santa Iglesia, que
en virtud del espíritu del supremo sacerdocio tenga poder de perdonar los pecados según tu
mandamiento, que distribuya las tareas siguiendo tu orden y que desate de toda atadura en virtud
del poder que tú diste a los apóstoles; que te agrade por su dulzura y su corazón puro,
ofreciéndote un perfume agradable por tu Hijo Jesucristo...” (San Hipólito, Trad. Ap. 3) (1586).
El rebaño conoce la verdad, porque el Pastor es la Verdad; el rebaño sabe el camino porque el
Pastor sube el Camino; el rebaño tiene vida porque el Pastor es la Vida.
Los panes hechos con la más reciente cosecha, con las primicias, eran una forma de sacrificio, de
oblación a Dios. La expresión “así dice el Señor” se introduce siempre que va a cumplirse algo
previamente determinado.
Algunos llaman “signos de vida” a siete acciones de Cristo, comenzando por el “agua de vida”
del pasaje de la Samaritana. El que se lee este domingo es el cuarto. Cuando san Juan dice que
“estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos” no lo hace en vano porque piensa en la Eucaristía.
Usa el término “dijo la acción de gracias” en lugar de “alabó o bendijo” que emplean los
sinópticos en la primera multiplicación.
El entusiasmo final de las gentes, fruto del signo inmediato aunque lejos de la profundidad del
mismo, hace que se marche al monte Él solo. Probablemente hasta los mismos discípulos
participarían del clamor popular.
Al comprobar algunos males que aquejan al mundo de hoy (hambre, guerras, injusticia,
incultura...) sentimos desaliento e impotencia. Creemos que tiene que haber una salida, pero no
sabemos cuál. Hasta nos desentendemos porque pensamos que la solución a tan grandes
problemas no depende de nosotros. En el Evangelio no se llama a nadie a hacer milagros. Esa
solución es sólo de Jesús. Pero el hombre de Bal;vsSalisá y el muchacho de los peces dieron lo
que tenían.
_ “Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y
distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la
sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía. El signo del agua convertida en vino en
Caná anuncia ya la Hora de la glorificación de Jesús. Manifiesta el cumplimiento del banquete
de las bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo convertido en Sangre
de Cristo” (1335).
_ “``!Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de su pasión;
el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura!'' Si la Eucaristía es el
memorial de la Pascua del Señor y si por nuestra comunión en el altar somos colmados ``de toda
bendición celestial y gracia'', la Eucaristía es también la anticipación de la gloria celestial”
(1402).
_ “La presentación de las ofrendas: entonces se lleva al altar, a veces en procesión, el pan y el
vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio eucarístico en el
que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción misma de Cristo en la última Cena,
``tomando pan y una copa''... La presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el gesto de
Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. Él es quien, en su sacrificio,
lleva a la perfección todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios... Los cristianos presentan
también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad” (1350-1351).
_ “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de
Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo,
pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo,
dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas” (San Juan Crisóstomo. Prod. Jud. 1,6) (1375).
Cristo multiplicó los panes, signo de la Eucaristía, para que nosotros compartamos su Reino y los
bienes con los demás.
DOMINGO XVIII ORDINARIO (inizio)
“Al vencedor le daré un maná escondido y un nombre nuevo”
Sal 77,3 y 4bc.23-24.25 y 54: “El Señor les dio un trigo celeste”
Jn 6,24-35: “El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed”
Ante las dificultades surgidas en su camino hacia la Tierra Prometida, la ayuda divina no pudo
ser más espectacular y eficaz: “Hizo llover sobre ellos carne como una polvareda, y volátiles
como la arena del mar”. La sorpresa quedaría definitivamente plasmada en el “nombre” de la
nueva ayuda: ¿Qué es esto? (“Manhú”). Así quedó en las mejores tradiciones de Israel: “Hizo
llover sobre ellos maná, les dio trigo celeste”.
El discurso que Jesús pronuncia después de la multiplicación de los panes intenta desvelar el
profundo significado de lo que ha hecho. Pero el lector advierte en seguida que hay dos niveles:
uno, el de las palabras de Jesús; otro, el que la gente quiere entender. Y son paralelos, de modo
que no entenderán casi nada. Mientras Jesús habla del “pan que da la vida eterna”, ellos no pasan
de entender el pan que dio Moisés en el desierto.
Los contemporáneos de Jesús, con tal de no aceptarlo como Mesías, buscaban mil y una
explicaciones para no creer en Él. No lo aceptaban y era por razones religiosas, es decir,
comparaban a Jesús con Moisés o con otro y siempre quedaba Jesús por debajo. Hoy las cosas
van por otro camino. Se trata de primar la razón positiva para desentrañar cualquier “misterio”.
Pero un método así, se cierra él mismo las puertas de la verdad.
_ “Sobre esta armonía de los dos Testamentos se articula la catequesis pascual del Señor, y luego
la de los Apóstoles y de los Padres de la Iglesia. Esta catequesis pone de manifiesto lo que
permanecía oculto bajo la letra del Antiguo Testamento: el misterio de Cristo. Es llamada
catequesis ``tipológica'', porque revela la novedad de Cristo a partir de ``figuras'' (tipos) que la
anunciaban en los hechos, las palabras y los símbolos de la primera Alianza. Por esta relectura en
el Espíritu de Verdad a partir de Cristo, las figuras son explicadas. Así, el diluvio y el arca de
Noé prefiguraban la salvación por el Bautismo, y lo mismo la nube, y el paso del mar Rojo; el
agua de la roca era la figura de los dones espirituales de Cristo; el maná del desierto prefiguraba
la Eucaristía ``el verdadero Pan del Cielo'' (Jn 6,32)” (1094; cf. 1334).
_ El banquete pascual:
“El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía, representa los dos
aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Señor, y esto, tanto más
cuanto que el altar cristiano es el símbolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de
sus fieles, a la vez como la víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial
que se nos da. ``¿Qué es, en efecto, el altar de Cristo sino la imagen del Cuerpo de Cristo?'', dice
san Ambrosio (sacr. 5,7), y en otro lugar: ``El altar representa el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo
de Cristo está sobre el altar'' (sacr. 4,7). La liturgia expresa esta unidad del sacrificio y de la
comunión en numerosas oraciones” (1383; cf. 1382).
_ Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua “eucaristizados”, “llamamos a
este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él si no cree en la verdad de lo que se
enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el nuevo
nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo” (San Justino, Apol. 1,66,1-2) (1355).
“Se anuncia ya en figura, cuanto fue ofrecido por Isaac, o es tenido como Cordero Pascual, o
cuanto se da como maná a nuestros padres” (Himno “Lauda Sion”).
Recordando a Moisés en el desierto, se nos describe la huida de Elías que se siente fracasado en
su obra, y pide a Dios que se lo lleve de este mundo. El alimento que recibe es señal de que Dios
está con él.
Como hicieron sus antepasados en el desierto ante Moisés, los judíos hacen ahora ante Cristo:
“murmuraron”. Y para rechazarle, apelan a que su familia es conocida, y vana, por tanto, su
pretensión de que “viene del cielo”. Pero Jesús con las palabras de Isaías les denuncia porque no
escuchan la voz de Dios.
Con palabras más recias que nunca (“El pan que yo daré es mi carne para vida del mundo”),
Jesús relaciona la Eucaristía con su muerte empleando el término “carne”, expresión muy
primitiva.
Con frecuencia se observa que cada uno defiende “su” verdad, sinónimo de algo puramente
subjetivo. Quien así actúa debe reconocer el mismo derecho en los demás. Tanto subjetivismo
hace imposible hallar la verdad universal y objetiva. La defensa de la propia verdad nada tiene
que ver con la personalidad o con la dignidad. Nadie más digno que quien busca la verdad
objetiva y la acepta.
_ “Dios no rehusará ser invocado como Dios por aquellos que hayan mortificado en la tierra sus
miembros, y, sin embargo, viven en Cristo. Además, Dios es Dios de vivos, no de muertos; más
aún, vivifica a todo hombre por su Verbo vivo, el cual da a los santos para alimento y vida, como
el mismo Señor dice: ``Yo soy el pan de la vida'' (Jn 6,35). Los judíos, por tener el gusto
enfermizo y los sentidos del espíritu no ejercitados en la virtud, no entendiendo rectamente la
explicación de este pan, le contradecían porque había dicho: ``Yo soy el pan que ha bajado del
cielo''” (San Atanasio, Cart. 4, 3).
“Se da a los cristianos una gran verdad: que el pan se convierte en Cuerpo y el vino en Sangre.
Lo que no percibes o no ves, te lo confirma la fe, fuera del orden natural” (Himno “Lauda
Sion”).
La personificación de la Sabiduría, tan frecuente en los libros sapienciales, invita al banquete del
pan y del vino, signo del banquete escatológico prometido por Yavé. La Iglesia ha visto siempre
aquí una referencia a la Eucaristía.
Nicodemo había pensado en un nacimiento físico; la samaritana creía que el agua que Cristo le
ofrecía era como la del pozo; ahora los judíos entienden el lenguaje de Cristo en sentido literal.
Jesús, a pesar de todo, no ceja en su planteamiento. Su Palabra no es verdad porque sean muchos
los que la acepten; ni es falsa porque sea rechazada. Alude a la “carne” y a la “sangre”, indicio
de que a Jesús se le recibe todo entero en la Eucaristía.
La comunión de vida que se establece entre Jesucristo y quien comulga es el tema final de la
perícopa. Para ello se apela nada menos que a la comunión de vida entre el Padre y el Hijo.
Ahora es cuando queda definitivamente claro que es “el pan de la vida”.
Cuando las verdades se “conquistan” por consenso, hay que pensar que la expresión misma es
errónea. A la verdad no se llega por ese camino. Así sólo se logra un acuerdo o pacto, un
convenio, pero no necesariamente la verdad. Y fuera de ella la existencia humana acaba
oscureciéndose.
_ “En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las
palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de Él, hasta su
retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión: ``Tomó pan...'', ``tomó el cáliz lleno de
vino...''. Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y
del vino siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos
gracias al Creador por el pan y el vino, fruto ``del trabajo del hombre'', pero antes, ``fruto de la
tierra'' y ``de la vid'', dones del Creador. La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y
sacerdote, que ``ofreció pan y vino'' (Gn 14,18) una prefiguración de su propia ofrenda” (1333;
cf. 1334).
_ “De cada día”. La palabra griega ``epiousios'' no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento.
Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de ``hoy'' para confirmarnos en
una confianza ``sin reserva''. Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y
más ampliamente cualquier bien para la subsistencia. Tomada al pie de la letra ;obepiousios: ``lo
más esencial'';cb, designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, ``remedio de
inmortalidad'' sin el cual no tenemos la Vida en nosotros. Finalmente, ligado a lo que precede, el
sentido celestial es claro: este ``día'' es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la
Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se
celebre ``cada día''” (2837).
_ “La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es la fuerza
de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a
ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día
en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en
nuestra peregrinación” (San Agustín, serm 57,7,7) (2837).
“Naciendo, se da como amigo; puesto a la mesa, como alimento; muriendo, se ofrece como
redención; reinando, como premio” (Himno “Verbum supernum”).
El pueblo renueva su Alianza con Dios. La resolución de servirle no admite dudas. Lo mucho
que ha hecho Dios por su pueblo era el motivo de fidelidad.
¿Qué harán todos aquellos discípulos ante lo mucho que les queda por oír acerca de los misterios
de Jesús y el Padre? Si no han sido capaces de asimilar estas verdades, ¿qué sucederá en el
futuro? Jesús recordará que es el “Espíritu el que da la vida” y que, como ya le dijo a Nicodemo,
“aquí la carne nada vale”.
El desafío a los “Doce” es la ocasión que aprovecha san Juan para llamar por vez primera así a
los que hasta ahora había denominado como discípulos. Reaccionaron como debían: “Tú tienes
palabras de vida eterna”. Lo mismo que los israelitas proclamaron “!Lejos de nosotros abandonar
al Señor!”, ahora los Doce harán lo propio.
¿Qué impresión causarían el Papa y los obispos si, ante la oleada de críticas que constantemente
suscita su doctrina en sectores de la sociedad, “rebajaran” las exigencias del Evangelio a fin de
hacerse más “simpáticos” y “caer bien”? Con un pensamiento o una doctrina se puede estar de
acuerdo o no. Pero, desde luego, hay algo muy cierto que hay que proclamar: una doctrina
coherente consigo misma y que no abdica de lo fundamental, es algo muy serio.
_ “El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de la pasión
los escandalizó: ``Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?'' (Jn 6,60). La Eucaristía y la
cruz son piedras de tropiezo... ``¿También vosotros queréis marcharos?'' (Jn 6,67): esta pregunta
del Señor resuena a través de las edades, invitación de su amor a descubrir que sólo Él tiene
``palabras de vida eterna'' (Jn 6,68), y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a Él
mismo” (1336).
_ “Nosotros también seremos dignos de estos bienes si siempre seguimos a nuestro Salvador, y,
si no solamente en esta Pascua nos purificásemos, sino toda nuestra vida la juzgásemos como
una solemnidad, y siempre unidos a Él y nunca apartados le dijésemos: ``Tú tienes palabras de
vida eterna, ¿adónde iremos? Y si alguna vez nos hemos apartado, volvamos por la confesión de
nuestras trasgresiones, no guardando rencor contra nadie, sino mortifiquemos con el espíritu los
actos del cuerpo''” (San Atanasio, cart. 10).
Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez, la Eucaristía confirma nuestra
manera de pensar.
Dt 4,1-2.6-8: “No añadáis nada a lo que os mando... así cumpliréis los preceptos del Señor”
Moisés exhorta a su pueblo destacando que Dios está en medio de ellos y pueden escucharle;
Israel ha recibido de Dios una ley como ningún otro pueblo la tiene; recuerda a la teofanía del
Sinaí en que el pueblo oyó a Dios pero no le vio.
Después de una larga explicación acerca del rito de lavarse las manos Jesús marca la frontera
entre la ley y Él. No existe paralelo alguno en la literatura rabínica de lo que Jesús dice
seguidamente. Sus consecuencias se verán cuando la Iglesia se enfrente con el problema de los
conversos de la gentilidad.
Hoy nos hallamos en el polo opuesto con el que Jesús se enfrentó. Si Él tuvo que luchar contra el
legalismo, hoy hay que esforzarse por poner de relieve la heteronomía. Con la falsa defensa de la
libertad, hoy se presenta cualquier mandato o precepto como imposición destructora del hombre
y de su iniciativa personal. “Los mandamientos, dice Juan Pablo II, constituyen la primera etapa
necesaria en el camino hacia la libertad” (VS, 13).
Abolida la esclavitud se rechaza la opresión del hombre por el hombre, pero ¿y la opresión del
hombre por sí mismo?
_ “Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de
la esclavitud de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su
Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero, Padre providente
y juez justo, y para que esperase al Salvador prometido” (62; cf. 63).
_ “Esta pedagogía de Dios aparece especialmente en el don de la Ley. La letra de la Ley fue dada
como un ``pedagogo'' para conducir al Pueblo hacia Cristo (Ga 3,24). Pero su impotencia para
salvar al hombre privado de la ``semejanza'' divina y el conocimiento creciente que ella da del
pecado suscitan el deseo del Espíritu Santo” (708).
_ Decidir en conciencia:
“Ante la necesidad de decidir moralmente, la conciencia puede formular un juicio recto de
acuerdo con la razón y con la ley divina, o al contrario un juicio erróneo que se aleja de ellas”
(1786).
_ “En todos los casos son aplicables las siguientes reglas: nunca está permitido hacer el mal para
obtener un bien; la ``regla de oro'': ``Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo
también vosotros'' (Mt 7,12); la caridad actúa siempre en el respeto del prójimo y de su
conciencia. ``Lo bueno es... no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o
debilidad'' (Rom 14,21)” (1789).
_ “Él (san Pablo) reconoce la función pedagógica de la Ley, la cual, al permitirle al hombre
pecador valorar su propia impotencia y quitarle la presunción de la autosuficiencia, lo abre a la
invocación y a la acogida de la ``vida en el Espíritu''. Sólo en esta vida nueva es posible practicar
los mandamientos de Dios. En efecto, es por la fe en Cristo como somos hechos justos: la
``justicia'' que la Ley exige, pero que ella no puede dar, la encuentra todo creyente manifestada y
concedida por el Señor Jesús” (Juan Pablo II, VS 23).
Llevar a la vida los mandatos de Dios por amor a Jesucristo es la mejor lección de libertad que
podemos dar al mundo.
Is 35,4-7a: “Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará”
St 2,1-5: “¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos herederos del Reino?”
Eran demasiadas las calamidades sufridas por el pueblo como para mantener fácilmente la
esperanza. El profeta dice que Dios se sigue acordando de ellos, y se dirige especialmente a los
más débiles, “a los cobardes de corazón”. La profusión de imágenes de las que se sirve Isaías
revelan que gran parte de lo prometido se cumplirá en los días de Jesús.
No es infrecuente que Jesús haga signos “sacramentales” (la saliva; tocarle la lengua, etc.) que
servirían como elementos catequéticos en la comunidad primitiva. La palabra hebrea “Effetá”,
“ábrete”, evoca a Ez 24,27: “Tu boca se abrirá, y hablarás”.
La expresión “con más insistencia lo proclamaban ellos” es una manera de mencionar la
predicación evangélica en los primeros momentos... y el “todo lo ha hecho bien” puede ser una
evocación del Génesis.
Nuestro tiempo es el de las grandes comunicaciones. Pasará a la historia como la época de los
grandes medios. La cultura de la comunicación pretende hacer llegar todo y lo más pronto
posible a cualquier lugar, de manera que en cualquier punto de la tierra esté la noticia de modo
casi instantáneo. Pero, a la vez, se comprueba el incremento de la incomunicación y de la
soledad. ¿Será que la gente a fuerza de oír no escucha? ¿Será que ha llegado a la conclusión de
que no merece la pena atender?
_ “La verdad de la palabra, expresión racional del conocimiento de la realidad creada e Increada,
es necesaria al hombre dotado de inteligencia, pero la verdad puede también encontrar otras
formas de expresión humana, complementarias, sobre todo cuando se trata de evocar lo que
entraña de indecible, las profundidades del corazón humano, las elevaciones del alma, el
Misterio de Dios” (2500).
_ “A menudo Jesús pide a los enfermos que crean. Se sirve de signos para curar: saliva e
imposición de manos, barro y ablución. Los enfermos tratan de tocarlo ``pues salía de Él una
fuerza que los curaba a todos'' (Lc 6,19). Así, en los sacramentos, Cristo continúa ``tocándonos''
para sanarnos” (1504; cf. 1503).
_ “En su predicación, el Señor Jesús se sirve con frecuencia de los signos de la creación para dar
a conocer los misterios del Reino de Dios. Realiza sus curaciones o subraya su predicación por
medio de signos materiales. Da un sentido nuevo a los hechos y a los signos de la Antigua
Alianza porque Él mismo es el sentido de todos esos signos” (1151).
_ “La caridad y el respeto de la verdad deben dictar la respuesta a toda petición de información o
de comunicación. El bien y la seguridad del prójimo, el respeto de la vida privada, el bien
común, son razones suficientes para callar lo que no debe ser conocido, o para usar un lenguaje
discreto. El deber de evitar el escándalo obliga con frecuencia a una estricta discreción. Nadie
está obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla” (2489).
_ “El recto ejercicio de este derecho exige que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea
siempre verdadera e íntegra, salvadas la justicia y la caridad; además, en cuanto al modo, ha de
ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los
derechos legítimos y la dignidad del hombre, tanto en la búsqueda de la noticia como en su
divulgación (IM 5,2)” (2494).
El hombre es oyente de la Palabra de Dios porque Dios siempre quiso comunicarse Él mismo y
su Buena Noticia.
Mc 8,27-35: “Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho”
El Siervo repite lo que se le ha dicho: “Me ha abierto el oído” indica la revelación que ha
recibido; “mesaban la barba” evoca el desprecio de su dignidad personal; “no oculté el rostro....”
se cumplió en Jesucristo ante Pilatos y los soldados.
Por primera vez en san Marcos los discípulos reconocen a Jesús como Mesías. Pedro es el
primero de los hombres en confesar a Jesús como el Mesías esperado. Es un profundo acto de fe
proclamada. La prohibición posterior está vinculada con el secreto mesiánico, y con la
predicción de la pasión que sigue a continuación.
Jesús quiere que ya que le aceptan como Mesías, le acepten tal como los sucesos futuros les
harán ver. Con la expresión “el Hijo del hombre tiene que padecer” unirá en una sola las figuras
del Mesías juez glorioso y la del Siervo doliente. Y lo último se dirá en el kerigma apostólico.
Nuestra sociedad está convencida de que el sufrimiento no sirve para nada. Y no es que se
aborrezca por estéril, sino que se detesta en sí mismo. Y aquello que se rechaza no puede ser
considerado válido bajo ningún aspecto, ni siquiera por el heroísmo. Porque, como es gratuito,
cada día cuenta con menos adeptos.
_ “Como última purificación de su fe, se le pide al ``que había recibido las promesas'' (Hb 11,17)
que sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila: ``Dios proveerá el cordero para el
holocausto'' (Gn 22, 8), ``pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos''
(Hb 11,19). Así, el padre de los creyentes se hace semejante al Padre que no perdonará a su
propio Hijo sino que lo entregará por todos nosotros. La oración restablece al hombre en la
semejanza con Dios y le hace participar en la potencia del amor de Dios que salva a la multitud”
(2572).
_ “Con esta revelación del Padre y con la efusión del Espíritu Santo, que marcan un sello
imborrable en el misterio de la Redención, se explica el sentido de la Cruz y de la muerte de
Cristo. El Dios de la Creación se revela como Dios de la Redención, como Dios que es fiel a sí
mismo, fiel a su amor y al hombre y al mundo, ya revelado el día de la Creación. El suyo es
amor que no retrocede ante nada de lo que el mismo exige la justicia.. Y sobre todo el amor es
más grande que el pecado, que la debilidad, ``que la vanidad de la creación'', más fuerte que la
muerte; es amor siempre dispuesto a aliviar y a perdonar...” (Juan Pablo II, RH 9).
Una cosa es el Cristo que nos gustaría reconocer y otra el Cristo tal como se presenta Él mismo.
Lo primero es voluntarismo y error; la fe nos hace aceptarle también como Siervo.
St 3,16-4,3: “Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia”
Mc 9,30-37: “El Hijo del Hombre va a ser entregado... Quien quiera ser el primero, que sea el
servidor de todos”
Parece que el texto de Sabiduría se refiere a aquellos judíos que creían tener razón en su norma
de vida y se enfrentan con cualquiera que se oponga a ellos.
Es la segunda predicción que hace Jesús de su muerte. La fórmula nueva: “Será entregado”,
puede ser interpretada en el sentido de la traición de Judas o en el de su entrega a la muerte
según los designios de Dios.
La instrucción siguiente, repetición de lo que sucedió ante la petición de los hijos de Zebedeo,
muestra, una vez más, cómo Jesús ha de enfrentarse con la incomprención de sus discípulos. No
desaprovecha la ocasión para una catequesis, sobre Él mismo y sobre lo que ellos habrán de
hacer.
Entre los seguidores de Jesús, sigue hoy habiendo quienes miran la Cruz con recelo. La idea de
hacernos siervos como Él no nos apasiona demasiado. Sin embargo, ¿se puede ejercer el
sacerdocio _por ejemplo_ de otra manera? ¿Se puede servir al pueblo de Dios sin parecerse al
que dio la vida en rescate por muchos? ¿No resulta apasionante, como a los discípulos, intentar
el medro personal a la sombra de Cristo? Pero ya sabemos cómo reacciona Jesús ante esas
intenciones.
_ “El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la naturaleza
sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los
ministros son verdaderamente ``esclavos de Cristo'' (Rm 1,1), a imagen de Cristo que,
libremente, ha tomado por nosotros ``la forma de esclavo'' (Flp 2,7)” (876).
_ Carácter de servicio del ministerio eclesial:
“El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la naturaleza
sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los
ministros son verdaderamente ``esclavos de Cristo'' (Rm 1,1), a imagen de Cristo que,
libremente, ha tomado por nosotros ``la forma de esclavo'' (Flp 2,7). Como la palabra y la gracia
de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos
se harán libremente esclavos de todos” (876).
_ “Y, siendo que (san Pablo) podía recordar muchos aspectos grandiosos y divinos de Cristo, no
dijo que se gloriaba de estas maravillas _que hubiese creado el mundo, cuando, como Dios que
era, se hallaba junto al Padre, y que hubiese imperado sobre el mundo, cuando era hombre como
nosotros_, sino que dijo: ``Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo''” (San Agustín, Serm Güelferb. 3).
Quien, pudiendo servir domina, es de este mundo; quien pudiendo dominar, sirve, es de Cristo.
Nm 11, 25-29: “¿Estás celoso de mí? !Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta!
Sal 18,8.10.12-13.14: “Los mandatos del Señor son rectos, alegran el corazón”
Cuando dos ancianos no elegidos por Moisés comienzan a profetizar son “denunciados”. Sin
embargo, a Moisés esto no le importa mucho y expresa el deseo de que todo el pueblo se
comporte así. Ya dirá Joel que, en tiempos mesiánicos, en todas las capas sociales se manifestará
el Espíritu.
Comienza ahora san Marcos una serie de textos de carácter catequético, que empieza con el
pasaje del “que echaba demonios”. Jesús se va a mostrar no solamente “comprensivo” con quien
esto hace, sino que le considerará de los suyos. El hecho de que no le difamara era importante
allí donde muchos hablaban mal de Él.
Las advertencias sobre el pie, la mano y el ojo tendrían un gran sentido en el ambiente de las
persecuciones, y tal vez se comprendan mejor en ese contexto.
_ “La persona humana participa de la luz y la fuerza del Espíritu divino. Por la razón es capaz de
comprender el orden de las cosas establecido por el Creador. Por su voluntad es capaz de
dirigirse por sí misma a su bien verdadero. Encuentra su perfección en la búsqueda y el amor de
la verdad y del bien” (1704).
_ “Pero si alguien me dice: No sé qué hacer; ese hombre predica a Cristo, indica el camino para
seguirle, se dice discípulo suyo, afirma que anuncia la verdad, ¿cómo no voy a seguir a quien
enseña tales cosas?, responderé: Tiene una cosa en su lengua y otra en su conciencia. Me dirás:
¿Y por dónde lo sé? ¿Acaso puedo yo leer las conciencias? Yo oigo que habla de Cristo y creo
que profesa lo que oigo. No te engañe el hijo de la falsedad, y, si tú eres hijo de la verdad,
aprende, !oh cristiano!, que deseas oír y ver a Cristo. Si alguno te predicase a Cristo, examina y
considera qué Cristo te predica y en dónde te lo predica” (San Agustín, cant. nov. 4-5).
Dividir la sociedad entre unos y otros, buenos y malos, mejores y peores... es siempre ceder a la
tentación de colocarnos en el mejor de los lados.
Sal 127,1-2.3.4-5.6: “Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida”
Hb 2,9-11: “El santificador y los santificados proceden todos del mismo”
El autor sagrado quiere decir que la unión matrimonial para la comunicación de la vida, y que la
igualdad entre el hombre y la mujer son queridas por Dios. La ayuda que el hombre no ha
encontrado en ninguna parte vendrá del hombre mismo. Por eso le será presentada como algo tan
suyo que “es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.
San Marcos va a invocar la autoridad mesiánica de Jesús para dirimir una cuestión muy candente
entre los rabinos: la posibilidad del repudio de la mujer. Apelando a unas circunstancias muy
concretas; “por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto”, Jesús invocará Gn 1,27
para sancionar definitivamente la indisolubilidad del matrimonio. La propia voluntad divina será
la mejor garantía de la unión entre el hombre y la mujer: “Lo que Dios ha unido...”
Las constantes noticias de matrimonios rotos, familias destrozadas, niños que deambulan cada
fin de semana para convivir con el padre o la madre, disputas sobre la tutela de hijos,
enfrentamientos por los bienes comunes, etc., hacen que la experiencia humana en este asunto
sea preocupante. Puede suceder que en el origen de estas situaciones se encuentre un
planteamiento superficial del noviazgo, de la misma convivencia matrimonial, del concepto,
aceptación del matrimonio mismo, de la falta de madurez de la pareja, etc.
_ “La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro:
``No es bueno que el hombre esté solo''. La mujer, ``carne de su carne'', es decir, su otra mitad,
su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como un ``auxilio'',
representando así a Dios que es nuestro ``auxilio''. ``Por eso deja el hombre a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne''. Que esto significa una unión indefectible
de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando cuál fue ``en el principio'', el plan del
Creador: ``De manera que ya no son dos sino una sola carne'' (Mt 19,6)” (1605).
_ “Toda la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el
Bautismo, entrada en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo, como el baño
de bodas que precede al banquete de bodas, la Eucaristía. El Matrimonio cristiano viene a ser por
su parte signo eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y
comunicación de la gracia, el matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento de la
Nueva Alianza” (1617).
_ “¿De dónde voy a sacar la fuerza para describir de manera satisfactoria la dicha del matrimonio
que celebra la Iglesia, que confirma la ofrenda, que sella la bendición? Los ángeles lo proclaman,
el Padre celestial lo ratifica... !Qué matrimonio el de dos cristianos, unidos por una sola
esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo
Padre, servidores de un mismo Señor; nada los separa, ni en el espíritu ni en la carne; al
contrario, son verdaderamente dos en una sola carne” (Tertuliano, ux, 2,9; cf FC 13) (1642).
Sal 89,12-13.14-15.16-17: “Sácianos de tu misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría”
Hb 4,12-13: “La Palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón”
La lista de valores con los que Salomón compara a la sabiduría no es más que un recurso para
revalorizarla por contraste.
“Una cosa te falta...” muestra la radicalidad de la llamada de Jesús, porque se trata del
acercamiento a Dios y no simplemente de una perfección moral. La renuncia absoluta está más
en consonancia con el mensaje escatológico de Cristo. No olvidemos que Jesús no renuncia a ser
Él quien tome la iniciativa en cuanto al llamamiento; seguirle no es cuestión de voluntarismo,
sino de vocación. El muchacho se ha dirigido a Él, pero será Jesús quien marque la pauta.
La negativa del muchacho da lugar a la afirmación sobre las riquezas. La extrañeza de los
discípulos es porque ellos participaban de la idea de que las riquezas eran señal de la
benevolencia divina. Jesús mismo, matizando lo dicho, habla de la esperanza mesiánica de
salvación porque “Dios lo puede todo”.
Tal vez fatigados por tanta publicidad, deseamos que los programas, los proyectos, las
propuestas de vida, etc. se le presenten al hombre desde el primer momento limpios, claros...
para saber a qué atenerse. Se decidirá o no, pero sabrá qué es lo que emprende.
_ “Toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo: Él es el ``hombre perfecto'' (GS 38) que
nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que
imitar; con su oración atrae a la oración; con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación
y las persecuciones” (520).
_ “Hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay
eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que
entienda (Mt 19,12)” (1618).
_ “``Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?'' Al joven que le hace
esta pregunta, Jesús responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como ``el
único Bueno'', como el Bien por excelencia y como la fuente de todo bien. Luego Jesús le
declara: ``Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos''. Y cita a su interlocutor los
preceptos que se refieren al amor del prójimo” (2052).
_ “A esta primera respuesta se añade una segunda: ``Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme'' (Mt 19,21).
Esta respuesta no anula la primera. El seguimiento de Jesucristo comprende el cumplir los
mandamientos. La Ley no es abolida, sino que el hombre es invitado a encontrarla en la Persona
de su Maestro, que es quien le da la plenitud perfecta” (2053).
_ “Desde la profundidad del corazón surge la pregunta que el joven rico dirige a Jesús de
Nazaret: una pregunta esencial e ineludible para la vida de todo hombre, pues se refiere al bien
moral que hay que practicar y a la vida eterna. El interlocutor de Jesús intuye que hay una
conexión entre el bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino. Él es un israelita
piadoso que ha crecido, diríamos, a la sombra de la Ley del Señor... Siente la necesidad de
confrontarse con aquel que había iniciado su predicación con este nuevo y decisivo anuncio: ``El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva''”
(Juan Pablo II, VS 8).
En el Evangelio, lo mejor nunca es enemigo de lo bueno. Pero hay quien se conforma con lo
bueno. Y se queda a la mitad del camino.
Is 53,10-11: “Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus
años”
Sal 32,4-5.18-19.20 y 22: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos
de ti”
Mc 10,35-45: “El Hijo del Hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos”
Es la última parte del Canto del Siervo. Hace pensar en que el triunfo final será la recompensa a
tanto dolor, por voluntad divina, ya que “lo que el Señor quiere prosperará por sus manos”.
La misión con que se ha presentado Jesús será norma para sus discípulos. Ellos habrán de ser
servidores igual que el mismo Jesús. Él completará la idea de servicio con la entrega por
nosotros: “Dar su vida en rescate por todos”.
La alusión en la 2.a lectura al “trono de la gracia”, equivalente al “trono de Dios”, nos muestra
que el acceso a ese trono es posible precisamente por la obra redentora del sumo sacerdote
Jesucristo.
Cuando al hombre de hoy se le ofrecen oportunidades de cambio y mejoría, suelen ser aceptadas
con condiciones: que no compliquen la vida ni comprometan demasiado. Así no es posible
cambiar, porque a nadie se le hace mejor si él no quiere. La oferta siempre es un servicio y la
aceptación un favor a uno mismo.
_ “Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que
hace suyas sus miserias: ``Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades'' (Mt
8,17). No curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios.
Anunciaban una curación más radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En
la Cruz, Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal y quitó el ``pecado del mundo'' (Jn 1,29), del
que la enfermedad no es sino una consecuencia. Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio
un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con Él y nos une a su pasión
redentora. ``Sanad a los enfermos...''” (1505; cf. 517. 440).
_ “Por su obediencia amorosa a su Padre, ``hasta la muerte de cruz'' (Flp 2,8), Jesús cumplió la
misión expiatoria del Siervo doliente que ``justifica a muchos cargando con las culpas de ellos''
(Is 53,11)” (623).
El Evangelio nos retrata a un aparente perdedor, que siempre ganó, y a unos supuestos
ganadores, que acabaron perdiendo.
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”
Jeremías invita en nombre de Dios a celebrar gozosamente el retorno de los desterrados. Será
completo, alcanzará a todos, incluso a los que padezcan algo. Se entusiasma el Señor ensalzando
por boca de su profeta el número de los que vuelven: “!Una gran multitud retorna!” Al
contraponer cómo salieron, “llorando” y cómo regresan, “entre consuelos”, Yavé se ofrece para
ser su custodio en el desierto para que no les falte de nada.
Es la primera vez que una persona corriente (no un endemoniado) proclama la mesianidad de
Jesús. A Jesús no le molesta; son otros los que quieren que se calle. La pregunta que Jesús hace
al ciego: ¿Qué quieres que haga por ti?, está redactada en los mismos términos que la que hizo a
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, cuando le pidieron algo muy distinto. Para san Marcos el
seguimiento es más importante que la curación en sí misma.
La manifestación pública de la fe no suele encontrar muchos adeptos. Varias pueden ser las
causas: desde la más estricta reserva de la privacidad personal, hasta el principio de que la
religiosidad pertenece al ámbito íntimo y no comunicable. Cuando alguien tiene serias
convicciones, no las esconde.
A Bartimeo no le curaron sus gritos sino la fe en Jesús; grita el nombre de Jesús y termina
siguiéndole.
No le importa al autor sagrado repetir cuantas veces sean necesarias la idea de que Israel tiene
que ser fiel a Yavé porque le ha llevado a la tierra prometida. Por eso el “amarás al Señor tu Dios
con todo el corazón”, lo llevaban tan profundamente clavado en el alma y en los labios que todo
israelita recita a diario la “semá” (escucha). Pero, lejos del temor ante Dios, el amor ha de mover
a su pueblo para cumplir con lo mandado. Ese método recordatorio: “Las escribirás en las
jambas de tu casa”, se tomó al pie de la letra en algún momento, y se guardaba a la entrada de las
casas una cajita (mezuza), con este texto escrito.
Jesús, repitiendo la “semá”, conserva intacto aquel precepto. Se incluía también al prójimo, sin
excluir a los extranjeros. Lo original de Jesús es unir ambos mandatos en un solo principio
moral. Una expresión, “no estás lejos del Reino de Dios”, señala que aún le faltaba algo a aquel
escriba.
Por más que muchas leyes no se acepten porque para algunos son equivalentes a la pérdida de
libertad, sin ellas, el mundo será un caos. Cuando la sociedad toma conciencia de que ayudan a
ser libres, no solamente las cumple, sino que las agradece. Al fin y al cabo somos nosotros
mismos los que nos damos los cauces de paz y armonía.
_ “Hubo..., bajo el régimen de la antigua alianza, gentes que poseían la caridad y la gracia del
Espíritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adherían
a la ley nueva. Y al contrario, existen, en la nueva alianza, hombres carnales, alejados todavía de
la perfección de la ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el temor del castigo y ciertas
promesas temporales han sido necesarias, incluso bajo la nueva alianza. En todo caso, aunque la
ley antigua prescribía la caridad, no daba el Espíritu Santo, por el cual ``la caridad es difundida
en nuestros corazones'' (Rm 5,5)” (Santo Tomás de Aquino, s. th.,1-2,107,1 ad 2) (1964).
El que cumple la voluntad de Dios por amor ha alcanzado la “libertad gloriosa de los hijos de
Dios”.
Hb 9,24-28: “Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos”
Los relatos de acciones portentosas de los profetas tienen un objetivo muy concreto: realzar su
fama, que todos sepan que Dios está con ellos y hay que tenerlos en cuenta.
San Marcos presenta aquí un severísimo juicio. Parecen sentencias entresacadas de algún pasaje
más amplio y que se redujo para la catequesis. Las primeras acusaciones de Jesús contra los
fariseos adquieren su verdadero sentido en aquella cultura: usar el manto propio de la oración
(“tallith”) fuera del templo, era un signo de ostentación de religiosidad; sentarse en el primer
banco de la sinagoga, bajo el cual se guardaban los rollos de la ley, era señal de categoría social
y se buscaba afanosamente. Si se añaden datos de hipocresía, rapiña y orgullo (“devoran los
bienes de las viudas con pretexto de largos rezos”), comprenderemos que Jesús se muestre tan
duro con ellos.
En la categoría de famosos suele nuestra sociedad incluir a quienes no ocultan su vida, pese a
estar a veces marcada por el escándalo, el esperpento o la extravagancia. Quienes se toman la
vida en serio, no suelen ser famosos. Hacen el bien calladamente y, casi sin saberse, llega a
muchos.
_ El cumplimiento de la Ley:
“El cumplimiento perfecto de la Ley no podía ser sino obra del divino Legislador que nació
sometido a la Ley en la persona del Hijo. En Jesús la Ley ya no aparece grabada en tablas de
piedra sino ``en el fondo del corazón'' (Jr 31,33) del Siervo, quien, por ``aportar fielmente el
derecho'' (Is 42,3), se ha convertido en ``la Alianza del pueblo'' (Is 42,6). Jesús cumplió la Ley
hasta tomar sobre sí mismo ``la maldición de la Ley'' (Ga 3,13) en la que habían incurrido los
que no ``practican todos los preceptos de la Ley'' (Ga 3,10), porque ha intervenido su muerte
para remisión de las transgresiones de la Primera Alianza (Hb 9,15)” (580).
_ “Zaqueo fue un hombre de gran voluntad y su caridad fue grande. Dio la mitad de sus bienes
en limosnas y se quedó con la otra mitad sólo para devolver lo que acaso había defraudado.
Mucho dio y mucho sembró. Entonces aquella viuda que dio dos céntimos, ¿sembró poco? No,
lo mismo que Zaqueo. Tenía menos dinero pero igual voluntad, y entregó sus dos moneditas con
el mismo amor que Zaqueo la mitad de su patrimonio. Si miras lo que dieron, verás que entregan
cantidades diversas; pero si miras de dónde lo sacan, verás que sale del mismo sitio lo que da la
una que lo que entrega el otro” (San Agustín, Com. Ps 125).
!Qué cortitos de aspiraciones son aquellos que se conforman con el premio de ser vistos!
Aquellos que sólo buscan la mirada de Dios aspiran a mucho más: a que el premio sea el mismo
Dios.
Hb 10,11-14.18: “Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo
consagrados”
_ La expresión “los inscritos en el libro”, del profeta Daniel podría referirse no solo a los que
soporten los malos tiempos próximos, sino también a todos aquellos que conozcan y acepten los
nuevos tiempos, los mesiánicos. Además el texto sostiene que “los que enseñaron a muchos la
justicia”, esto es, el camino de Dios, “brillarán toda la eternidad”.
La afirmación fundamental de la perícopa es la aparición del “Hijo del hombre”. También con
ecos de la literatura de Daniel, se dirige a los ángeles para que “reúnan sus elegidos de los
cuatro vientos”.
La vigilancia es una actitud ante lo que se le viene encima al mundo. Por eso se exhorta a ella
mediante tantas comparaciones. E insiste en la vigilancia permanente por la afirmación postrera:
“Nadie lo sabe”.
Para quienes tienen la mirada puesta en las próximas horas como máximo, les resulta
verdaderamente incómodo plantearse perspectivas de futuro. Lo que preocupa es lo inmediato. Y
todo lo que no sea eso, es complicarse porque !ya llegará! La mirada hacia el mañana, que para
muchos ofrece incertidumbre e inseguridad, no tiene por qué ser así siempre. Nosotros vivimos
tiempos que tal vez parezcan temibles y no lo son tanto.
_ “Cristo, Dios nuestro e Hijo de Dios, la primera venida la hizo sin aparato; pero en la segunda
vendrá de manifiesto. Cuando vino callando, no se dio a conocer más que a sus siervos; cuando
venga de manifiesto, se mostrará a buenos y malos. Cuando vino de incógnito, vino a ser
juzgado; cuando venga de manifiesto, ha de ser para juzgar. Cuando fue reo, guardó silencio, tal
como anunció el profeta: ``No abrió la boca como cordero llevado al matadero''. Pero no ha de
callar así cuando venga a juzgar. A decir verdad, ni ahora mismo está callado para quien quiera
oírle” (San Agustín, In Ps 49, Serm 18).
Anunciándonos el Jucio al final de los tiempos, Jesús nos invita a dejarnos juzgar ahora por su
Evangelio.
Ap 1,5-8: “El Príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes
de Dios”
En las palabras “como un hijo de hombre entre las nubes del cielo”, se ha visto una figura del
futuro Mesías, y en el “poder, trono y reino”, que se le promete, imágenes que en la literatura
bíblica hacen referencia siempre a tiempos mesiánicos.
Con tres títulos kerigmáticos, que evocan la pasión, muerte y resurrección de Cristo, comienza
esta doxología del Apocalipsis: Jesús es testigo del Padre porque lo ha revelado; es el primer
resucitado, que garantiza nuestra resurrección; y príncipe de los reyes de la tierra por su
glorificación. Y aplica a Cristo títulos que ya Isaías había atribuido a Yavé, como “el primero y
el último”. Jesucristo es ahora “alfa y omega”.
La frase “mi reino no es de este mundo” conecta con una tradición muy corriente en la tradición
sinóptica y en la predicación cristiana, y presenta a Jesús como Mesías rey, pero desvinculado de
la idea nacionalista y reivindicativa de algunos de sus coetáneos.
A veces se advierte que hay gente a quien gusta que le den órdenes y que todo esté dispuesto;
con tal de limitarse a obedecer y no tener que tomar decisiones. No se sabe muy bien si es que
renuncian a ser libres o es pura apatía y desidia. Sin embargo, nada más lejano de la condición
humana. Aceptar responsabilidad es comprometerme desde la libertad con la construcción del
mundo.
_ “Discerniendo según el Espíritu, los cristianos deben distinguir entre el crecimiento del Reino
de Dios y el progreso de la cultura y la promoción de la sociedad en las que están implicados.
Esta distinción no es una separación. La vocación del hombre a la vida eterna no suprime, sino
que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador para
servir en este mundo a la justicia y a la paz (cf. GS 22; 32; 39; 45; EN 31)” (2820).
_ “En la segunda petición, la Iglesia tiene principalmente a la vista el retorno de Cristo y la
venida final del Reino de Dios. También ora por el crecimiento del Reino de Dios en el ``hoy'' de
nuestras vidas” (2859).
_ “Incluso puede ser que el Reino de Dios signifique Cristo en persona, al cual llamamos con
nuestras voces todos los días y de quien queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera.
Como es nuestra Resurrección porque resucitamos en Él, puede ser también el Reino de Dios
porque en Él reinaremos” (San Cipriano, Dom. orat. 13) (2816).
Porque nos ha ganado al altísimo precio de su Sangre derramada en la Cruz, nuestro Rey no
domina ni subyuga; invita, llama y atrae hacia sí todas las cosas.
CUARESMA
SANTÖSIMA TRINIDAD Con tu Hijo énico y el Esp¡ritu Santo eres un solo Dios
Dt 4,32-34.39-40: El Señor es el único Dios
Rm 8,14-17: Hab‚is recibido un esp¡ritu por el que grit is !Abba!
Mt 18,16-20: Bautiz ndolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp¡ritu Santo
Misterio central de la fe: 234-237. 253-256
Llamados a ser habitados por la Trinidad: 260. 1997
TIEMPO ORDINARIO
SAN PEDRO Y SAN PABLO El que cree en la piedra elegida no ser confundido
Hch 12,1-11: El Señor me ha librado de las manos de Herodes
2 Tm 4,6-8.17-18: Ahora me aguarda la corona merecida
Mt 16,13-19: Tú eres Pedro y te dar‚ las llaves del cielo
La Iglesia es una: 816. 834Magisterio de la Iglesia: 2034-2035
“Elegida para Madre del Salvador, María es la primera entre los salvados”
El Génesis proclama ante todo que de Dios sólo puede venir el bien y no el mal; el mal es obra
del hombre. Una mujer acepta ser la Madre del que venía a traer al mundo la salvación. El
hombre aparece así como capaz del mal, pero también susceptible del bien que de Dios llega.
Y todo en nombre de una victoria. Es futura, pero ya es presente en María. Por el triunfo de su
Hijo, María no contrae esa mancha del pecado original “que a todos los hombres alcanza”
(Liturgia del Viernes Santo). Le ha llegado a Ella precisamente porque va a ser Madre de Dios.
Y si la victoria de Cristo es universal y por ello alcanza a su Madre antes que a nadie, ello quiere
decir que la victoria de María será también nuestra.
El hombre de hoy cree que “dejar hacer a Dios” es alienante y aun “destructivo” para él. Sin
embargo, nunca es más grande el hombre que cuando Dios actúa en él. Dios siempre “pide
permiso”. La acción de Dios nunca “invade” ni manipula al hombre. Nos sorprende por su
magnificencia y gratuidad pero cuenta siempre con nosotros.
_ “María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es
la presencia de Aquel que es la fuente de toda gracia. ``Alégrate, hija de Jerusalén... el Señor está
en medio de ti'' (So 3,14,17a). María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la Hija de
Sión, el Arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor; ella es la ``morada de Dios
entre los hombres'' (Ap 21,3). ``Llena de gracia'', se ha dado toda al que viene a habitar en ella y
al que ella entregará al mundo” (2676).
_ “Cuando leemos que el mensajero dice a María ``llena de gracia'', el contexto evangélico, en el
que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición
singular entre todas las ``bendiciones espirituales en Cristo''. En el misterio de Cristo, María está
presente ya ``antes de la creación del mundo'' como aquella que el Padre ``ha elegido'' como
Madre de su Hijo en la Encarnación, confiándola eternamente el Espíritu de santidad” (Juan
Pablo II, Redept. Mt. 8).
Si la victoria de Cristo ha hecho a María Inmaculada y bendita entre las mujeres, la Iglesia ve en
esa victoria el comienzo y el final de su propia santidad.
El profeta Natán, que inicialmente había anunciado que David construiría el templo, cambia
ahora el sentido de sus palabras, para decir que, por medio del rey, Dios “construirá” una
dinastía (“casa”) perdurable. Es una promesa personal, porque, mientras al pueblo de Israel se le
aseguran paz y seguridad, a David se le anuncia un larguísimo linaje.
En José se dan dos momentos claves: saber esperar sin precipitaciones (“no quería denunciarla”),
y aceptar desde la fe el anuncio del origen de la gravidez de su esposa. Con toda verdad se le
puede llamar “justo”, “bueno” y “honrado”. Desde el primer momento de su narración, san
Mateo trata de presentar la novedad de Cristo. José, perfecto conocedor de las maravillas obradas
por Dios a lo largo del Antiguo Testamento, recibe ahora el anuncio de la última “maravilla”. Y
oye, atiende y entiende. Porque actuaba desde la plena confianza en Dios.
El hombre que dice no escuchar a Dios le tacha de mudo, pero nunca se le ocurre pensar si es
que él mismo está sordo. La miseria del que no atiende ni escucha a otro está en que se cierra a sí
mismo el camino, mientras no cambie. !Y es que no hay peor cosa que creer que uno ya lo ha
escuchado todo y lo sabe todo! Y atender quiere decir que quien habla es importante, y si el
mensaje es de Dios, nadie puede distraerse.
_ “La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la
obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el
``sí'' del Hijo hecho siervo y en el ``fiat'' de su humilde esclava” (2716).
_ “El discípulo de Cristo acepta ``vivir en la verdad'', es decir, en la simplicidad de una vida
conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. ``Si decimos que estamos en
comunión con Él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad'' (1 Jn
1,6)” (2470; cf. 2570).
_ “Sólo pido por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el
gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas
de oración, siempre que le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina
de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por
lo bien que les ayudó a ellos” (Santa Teresa de Jesús, lib. vida, 6).
Tener el oído y el espíritu abiertos para oír a Dios es tener la voluntad decidida a llevar a cabo su
encargo.
Dt 4,32-34.39-40: “El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no
hay otro”
Rm 8,14-17: “Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: !Abba! (Padre)”
Mt 28,16-20: “Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
San Pablo recuerda el teocentrismo trinitario de la vida cristiana: el Padre nos adopta como hijos;
el Hijo, con quien somos coherederos; y el Espíritu, que nos hace conscientes de todo ello.
No parece casual que sitúe san Mateo a Jesús en un monte a la hora de enviar a sus discípulos y
darles el encargo de “hacer cumplir cuanto Él ha mandado”. Jesús, nuevo Moisés, Nuevo
Legislador, Autor y Promulgador de la Ley Nueva y Última. Que esa Ley sea aceptada en el
Bautismo y en nombre de la Trinidad es lo verdaderamente novísimo e imprescindible en la
misión.
El hombre es una unidad total, y la dispersión en la que vive hace difícil que reconozca a su
Dios como el que le devuelve su propia integridad interior. El hombre está encarnado en el
mundo y es aquí donde ejerce su dinamismo y su fuerza. Dios, que es un ser personal, quiere que
el hombre no se cosifique ni dependa de lo que le rodea, sino que lo quiere persona, hijo.
_ “La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida
trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo.
Como ``hijo adoptivo'' puede ahora llamar ``Padre'' a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la
vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia” (1997).
_ “El fin último de toda la economía divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de
la Bienaventurada Trinidad. Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima
Trinidad: ``Si alguno me ama _dice el Señor_ guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada en él'' (Jn 14,23)” (260).
_ “Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí misma para
establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada
pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más
lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y
el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente,
totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora” (Beata
Isabel de la Trinidad) (260).
Resulta curioso advertir que, a medida que en nuestra sociedad se abandona el espíritu de
sacrificio, de renuncia, de esfuerzo por conseguir cualquier cosa, se desvirtúe y diluya el
carácter sacrificial de la Muerte de Cristo y de la misma Eucaristía. Destacamos, _y hacemos
muy bien_ la condición de “banquete de fraternidad”. Pero nunca se debe contraponer un
elemento a otro.
_ “El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la
hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los
pies y les dio el mandamiento del amor (Jn 13,1-17). Para dejarles una prenda de este amor, para
no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como
memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno,
``constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento''” (1337; cf. 1338-1344).
_ El memorial sacrificial de Cristo y de su Cuerpo, que es la Iglesia:
“La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización y la ofrenda sacramental de
su único sacrificio, en la liturgia de la Iglesia que es su Cuerpo. En todas las plegarias
eucarísticas encontramos, tras las palabras de la institución, una oración llamada anámnesis o
memorial” (1362; cf. 1363-1372).
_ “Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre
la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis ``Amén'' (es decir, ``sí'', ``es
verdad'') a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir ``el Cuerpo de
Cristo'', y respondes ``amén''. Por lo tanto, sé tú verdadero miembro de Cristo para que tu
``amén'' sea también verdadero” (San Agustín, serm. 272) (1396).
“!Buen Pastor, Pan Verdadero!, Señor Jesús, ten misericordia de nosotros. Danos de comer y
mira por nosotros. Haz que veamos la felicidad eterna”.
“He aquí que coloco en Sión una piedra angular elegida, preciosa, y el que crea en ella no será
confundido”
Mt 16,13-19: “Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos”
Herodes, que sabía que Pedro se había evadido ya antes de la cárcel (cf. 5,19), manda poner una
guardia extraordinariamente severa. Alguien ha dicho que por vez primera en la historia, la
Iglesia oraba “pro pontifice”.
San Pablo, previendo un resultado adverso en la sentencia que sobre él habría de pronunciarse, se
muestra más cercano a la muerte que en la primera ocasión de cárcel. Incluso en medio del
proceso confiesa: “Me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje”. Y al final la condena no se
produjo aún.
Jesucristo entrega a Pedro “las llaves” y se le nombra “jefe de la Iglesia”. La misión se amplía y
especifica más aún con “lo que ates... lo que desates”. Además se le llama “roca” en razón de la
fe que acaba de mostrar confesando a Jesús como Hijo del Dios vivo.
Una cosa es que alguien no acepte un mensaje y otra muy distinta que niegue a quien habla el
derecho a hacerlo. Hay quien no acepta que el Papa pueda decir lo que como Pastor universal le
compete. Algo está quedando muy claro en este pontificado: que la causa del Papa es el hombre,
todos los hombres. Porque el hombre es la causa de Jesucristo; por eso, no habla sólo para los
católicos.
_ “La única Iglesia de Cristo..., Nuestro Salvador, después de su resurrección, la entregó a Pedro
para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran Pedro y los
obispos en comunión con él (LG 8)” (816; cf. 834).
_ “Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de salvación,
puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación. Creemos que el Señor confió todos
los bienes de la Nueva Alianza a un único colegio apostólico presidido por Pedro, para constituir
un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al cual deben incorporarse plenamente los que de algún
modo pertenecen ya al pueblo de Dios (UR 3)” (816).
_ “El romano pontífice y los obispos como ``maestros auténticos por estar dotados de la
autoridad de Cristo... predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay
que llevar a la práctica'' (LG 25). El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en
comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la
bienaventuranza que han de esperar” (2034; cf. 2036-2040).
_ “El grado supremo de la participación en la autoridad de Cristo está asegurado por el carisma
de la infalibilidad. Ésta se extiende a todo el depósito de la revelación divina; se extiende
también a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin los cuales las verdades
salvíficas de la fe no pueden ser guardadas, expuestas u observadas” (2035; cf. 2036-2040).
_ “Entre los apóstoles, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia. Por ello, en
cuanto él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas
palabras: ``Te daré las llaves del Reino de los cielos''. Porque estas llaves las recibió no un
hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él
representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: ``Yo te entrego'',
tratándose de algo que ha sido entregado a todos” (San Agustín, Serm 295, 1-2..4).
Buscar la unidad de la Iglesia es hacerlo por los mismos y únicos caminos que Cristo determinó.
Hch 4,33; 5,12.27-33; 12,2: “El rey Herodes hizo decapitar a Santiago”
Sal 66,2-3.5.7-8: “!Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben”
Las autoridades acusan a los discípulos de “hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.
A toda costa quieren decir que Jesús fue condenado legalmente, y que no consentían que se le
presentara ahora como inocente, y a sus jueces como culpables.
En los discípulos se había suscitado la pregunta sobre quién sería el mayor en el Reino (cf. 18,1-
5), y ahora ellos quieren esa oportunidad. Jesús volverá a mencionar la pasión con la metáfora
del cáliz. Y empezaron a comprender. Su respuesta es decidida y resuelta.
La autoridad absoluta que Jesús menciona, aunque no la juzga, era la corriente en las culturas
helenística y romana. Ahora se invierten los términos; y el que quiera mandar, que sirva y sea el
último. Exactamente lo que ha hecho Jesús.
Aquella fórmula de los ilustrados: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, un tanto descarada,
pero sincera, pone en evidencia muchas caras del poder humano. Se trata de vender como sea el
servicio, la disponibilidad, la entrega. Se nos ofrecen constantemente proyectos en los que lo más
importante es el esfuerzo de quienes pretender servirnos, aunque muchas veces el servicio a
alguien es la máscara del servicio a uno mismo.
_ “``Los otros diez se indignaron contra los dos hermanos''. Ya veis cuán imperfectos eran
todos, tanto aquellos que pretendían una precedencia sobre los otros diez, como también los
otros diez que envidiaban a sus dos colegas. Pero, si nos fijamos en su conducta posterior,
observamos que están ya libres de esta clase de aspiraciones. El mismo Juan, uno de los
protagonistas de este episodio, cede siempre el primer lugar a Pedro... En cuanto a Santiago, no
vivió por mucho tiempo; ya desde el principio se dejó llevar de su gran vehemencia y, dejando a
un lado toda aspiración humana, obtuvo bien pronto la gloria inefable del martirio” (San Juan
Crisóstomo, In Ev, Mat hom. 65).
“No te alcanza la pena debida por el pecado, porque la muerte ha sido derrotada; y, como
vencedora por tu Hijo, eres llevada en cuerpo y alma al cielo”
Sal 131,6-7.9-10.13-14: “Levántate, Señor, ven a tu mansión; ven con el arca de tu poder”
A quien tiene del hombre una visión tan corta que todo su horizonte se acaba con la muerte
“negadora de todo”, es grato ofrecerle una perspectiva que trascienda esta vida y la presente un
futuro sin límites. Hay antropologías que estrechan las fronteras del hombre reduciéndolas a un
callejón sin salida. Se supone que intentan dar respuesta a sus interrogantes, el resultado es la
nada y la muerte como inapelable final definitivo.
_ “El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva
directamente de ella. ``Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se
manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte'' (LG 57). Se
manifiesta particularmente en la hora de su pasión. La Bienaventurada Virgen avanzó en la
peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad
de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de
Madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima.
Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras:
``Mujer, ahí tienes a tu hijo'' (Jn 19,26-27)” (LG 58) (964; cf. 963).
_ “Hoy envió nuestra tierra al cielo un precioso regalo, para que, dando y recibiendo, se unan en
trato feliz de amistades lo humano y lo divino, lo terreno y lo celestial, lo ínfimo y lo sumo.
Porque allá subió el fruto sublime de la tierra, de donde descienden las preciosísimas dádivas y
los dones perfectos. Subiendo pues, a lo alto, la Virgen Bienaventurada, nos dará también dones
a nosotros los hombres. Y, ¿ cómo no? Ni le falta poder ni voluntad. Reina de los cielos es,
misericordia es, Madre es, en fin del Hijo Unigénito de Dios” (San Bernardo, In Assump. serm
1).
El Dios que no deja que sus fieles conozcan la corrupción, llevó en cuerpo y alma a la gloria a la
que fue siempre fiel y modelo de fidelidad.
“Vencedora de la muerte y del pecado, estás, oh Virgen María, sentada junto a Cristo; y el
universo entero te proclama por eso su Reina”
Ap 11,19a; 12,1.3-6a.10ab: “Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal”
Sal 44,10,b,c.11-12.ab.16: “De pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir”
1 Co 15,20-27a: “Primero Cristo como primicia; después, todos los que son de Cristo”
Lc 1,39-56: “El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes”
En el Apocalipsis se contempla a la Iglesia como una realidad celestial, triunfante. San Juan no
pierde de vista la perspectiva mariológica, como miembro del pueblo que alumbró al Mesías: la
mujer celeste adornada de esplendor. La victoria de los cristianos es segura si son fieles a su
Señor, y con ese triunfo queda asegurada la instauración de su Reino.
La contraposición entre Adán y Cristo es para san Pablo la garantía de que todo ha cambiado
desde el triunfo de Jesucristo. Por Él todos volveremos a la vida. Él como primicia. El triunfo de
la Virgen María, asunta en cuerpo y alma a los cielos, es la esperanza que tiene la Iglesia de ser
un día lo que ya es su Santísima Madre.
En el Magníficat el poder de Dios se manifiesta en especial en favor de los necesitados. Que
Dios despliegue “su brazo” nos hace recordar hazañas del Antiguo Testamento.
!Qué gran generosidad la de quien piensa en los demás antes que en sí mismo a la hora de
compartir la victoria! Pero suele suceder que el que gana no comparte fácilmente su éxito. Los
que lo comparten a veces tienen que arrebatar los despojos a modo de botín.
_ La Asunción de María:
“La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma
a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo,
anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo” (974).
_ María: “Dichosa la que ha creído”:
“La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió
el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que ``nada es imposible para
Dios'' (Lc 1,37); y dando su asentimiento: ``He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra'' (Lc 1,38). Isabel la saludó: ``!Dichosa la que ha creído que se cumplirán las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!'' (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán
bienaventurada” (148).
“Hoy descansa en el templo divino, no fabricado por mano alguna, la que fue también templo del
Señor. Hoy el Edén recibe al paraíso del nuevo Adán, donde fue otra vez plantado el árbol de la
vida y remediada nuestra desnudez. Desde hoy la Virgen Inmaculada, que no tuvo jamás afectos
terrenos, sino celestiales, ha dejado de habitar en la tierra, y como cielo animado es colocada en
las mansiones celestes” (San Juan Damasceno, hom. 2 In assump).
Canta y salta de gozo, Iglesia santa, porque lo que en María es ya una gozosa realidad, es en ti
esperanza; porque la misma victoria que a Ella le ha hecho Inmaculada y Asunta en cuerpo y
alma a los cielos, a ti también se te ha regalado.
Ap 7,2-4.9-14: “Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de
toda nación, razas, pueblos y lenguas”
Mt 5,1-12a: “Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”
Bajo la simbología de número está designada la Iglesia entera. Mencionando primero a la tribu
de Judá, de la que procedía Jesús, recorre todas las tribus de Israel, el antiguo pueblo que dio
paso a los marcados con el sello de Jesucristo.
Los “pobres de espíritu” de san Mateo se identifican con todos aquellos que tienen a Dios como
fundamento de su esperanza. Se parecerían a los “mansos” de la tercera bienaventuranza. El
consuelo que se promete a “los que lloran” vendría de que lamentaban los pecados del pueblo.
“El hambre y sed de justicia” es el afán por la santidad. La misericordia es habitual en los
evangelios, y el premio para quien la tiene es recibirla de otros. Jesús bendice a “los limpios de
corazón”, es decir, a los de pureza interior. Son “bienaventurados los pacíficos” porque son
reconciliadores.
Los santos son los que nunca se han creído que lo eran. Hoy no es infrecuente la ostentación de
valores, hazañas, logros. Porque la exhibición forma parte del éxito. ¿Y cómo encajar esto con
las bienaventuranzas?
_ “La comunión con los santos. ``No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como
modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea
reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos
todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo,
del que mana, como de Fuente y Cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios'' (LG 50)”
(957).
_ “La intercesión de los santos. ``Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos
con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder
por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres,
Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a
nuestra debilidad'' (LG 49)” (956).
_ “A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino
también los que están ya en la gloria del cielo: la Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico en
comunión con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella así como de todos los
santos y santas” (1370).
_ “Siguiendo la misma norma de vida, los creyentes comparten la ``bienaventurada esperanza''
de aquellos a los que la misericordia divina congrega en la ``Ciudad Santa''” (2016).
_ “Pertenece a la gloria de los Santos el prestar auxilio a los que lo necesitan para su salud,
porque de este modo se hacen cooperadores de Dios ``que es lo más divino que hay'', como dice
san Dionisio. De donde se deduce que los santos tienen conocimiento de aquellas cosas que para
esto se requieren. Y así es manifiesto que conocen en el Verbo los deseos, las devociones y las
oraciones de los hombres que se acogen a su protección” (Santo Tomás de Aquino, Suppl. q. 72
a).
El triunfo de Jesucristo en los santos se manifiesta de muchas maneras; pero solemos fijarnos
más en las admirables que en las imitables.