Ética y Deontología Unido
Ética y Deontología Unido
Ética y Deontología Unido
¿Qué es el bien? ¿Cómo alcanzar la felicidad? ¿Qué debemos (o no) hacer? ¿Respetamos la norma solo por temor al castigo? Este tipo de preguntas se
inscribe en el horizonte de la reflexión ética. La pregunta por lo correcto e incorrecto, lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo nos inscribe en el marco de
reflexiones que buscan motivar y argumentar nuestras prácticas concretas. En esta lectura repasaremos el concepto de ethos a partir de la distinción
entre ética y moral.
La re exión ética
¿Qué es la ética?
Re exión abierta
Referencias
LECCIÓN 1 de 6
La reflexión ética
Pensando en concreto
Imaginemos la siguiente situación hipotética: Marco es estudiante de la carrera de Abogacía. Está cursando el último año y tiene aún varias materias para rendir.
Además, realiza una pasantía de media jornada en un estudio jurídico. Tiene un hijo de tres años y su esposa está sin trabajo. Para él resulta fundamental recibirse
cuanto antes, ya que le informaron desde el estudio jurídico que estarían interesados en contratarlo.
Llega la época de exámenes y, luego de una ardua semana laboral, Marco se dispone a estudiar el fin de semana para rendir los dos finales del día martes. Si bien
dedica el mayor tiempo posible al estudio, el día de los exámenes Marco no se siente seguro para poder rendir y aprobar ambos. Esto le provoca una gran
incertidumbre, pues tiene un problema: esta es la fecha límite para rendir ambos exámenes. Si no aprueba alguna de las materias, deberá recursarla.
Marco comenta esta situación con sus compañeros y uno de ellos le ofrece hacerle uno de los dos exámenes a cambio de una módica retribución económica. De
este modo, Marco rendiría los dos exámenes y se encontraría a unas pocas materias de convertirse en abogado. ¿Qué debería hacer Marco? ¿Aceptar la propuesta
del compañero? ¿Negarse a ello?
Estas preguntas son clave para iniciar nuestra exploración sobre aquella disciplina que llamamos ética. La vida cotidiana y, por supuesto, la práctica profesional
implica siempre tomar decisiones y asumir una postura respecto de situaciones como la ilustrada en el ejemplo. La respuesta que le demos a la pregunta final
implicará: 1) la naturalización de ciertas prácticas incorporadas como buenas y malas (deseables o indeseables; correctas o incorrectas); 2) la reflexión sobre por
qué –es decir, la justificación– deben ser consideradas buenas o malas.
Volvamos al ejemplo de Marco. ¿Qué debe hacer nuestro personaje en la situación retratada? ¿Qué podríamos recomendarle? Si el personaje quisiera pedir nuestro
consejo, probablemente no tendría una respuesta univoca.
Alguien podría aconsejarle que acepte la oferta de su amigo, sin temor a las posibles sanciones si llegara a ser descubierto, ya que lograría avanzar. Quizá se
podría argumentar que puso su mayor esfuerzo y que, por lo tanto, dejar que el amigo le realice el examen no constituye netamente un engaño.
Otra persona podría argumentar que dejar que otro realice un examen es un acto de deshonor. Marco está estudiando para ser abogado y es poco ético mentir,
aunque sea para librarse de una materia universitaria, cuando debería dar el ejemplo.
También podrán aconsejarle que el amigo realice el examen, ya que lo importante es conseguir trabajo debido a la situación de desempleo de su esposa y su hijo.
El ser deshonesto no se compara con el mal por el que podría atravesar toda la familia el él no se recibe.
Y quizá alguno argumentaría que no debería aceptar la oferta de su amigo y enfrentarse a los hechos.
Ahora bien, en estas recomendaciones se observan propuestas de cursos de acción que se basan en costumbres, normas y significaciones compartidas, pero
también se observan justificaciones sobre esos cursos de acción, es decir, razones por las cuales Marco debería seguir uno u otro curso de acción.
Si repetimos la pregunta, notaremos que aparece un término clave para comprender qué es la ética, el concepto de deber. ¿Qué debe hacer Marco? Esta pregunta
puede ayudarnos a desentramar una diferencia fundamental para la ética, la diferencia entre la ética y la moral. Por un lado, estamos preguntando qué debe hacer
en función del conjunto de normas morales que Marco ha aprendido a lo largo de su vida y, además, en función del conjunto de normas de la institución (educativa,
en este ejemplo).
Las normas morales sirven para regular las prácticas de una comunidad, determinando y estableciendo lo que esta reconoce como bueno y como malo, como
correcto e incorrecto, como justo o injusto. Ahora bien, supongamos que la institución a la que asiste Marco –al igual que la mayoría de las instituciones– no
acepta o considera malo o incorrecto que un alumno entregue un examen que fue realizado por un compañero como si fuera propio. En este caso, Marco puede
decidir no aceptar el ofrecimiento por temor a la sanción que establezca la norma de la institución, o por temor a quedar expuesto ante la comunidad. Pero también
puede rechazarlo porque considera que no es correcto engañar o mentir, ya no por temor a la norma o al juicio externo, sino porque lo que considera bueno, correcto
o justo es no engañar y no mentir. A su vez, a Marco le podemos pedir que nos explique por qué aceptó o rechazó el ofrecimiento, y esto implicaría una reflexión
sobre la acción (u omisión de acción) que la justifica. El plano de la justificación es el plano en el que se desarrolla propiamente la reflexión ética.
LECCIÓN 2 de 6
Tal como sostiene Maliandi (2009), la ética y la moral presentan sentidos diferentes:
En el lenguaje corriente suele emplearse el término “ética” como equivalente al término “moral". En medios intelectuales, y particularmente en
los filosóficos y — sobre todo desde hace algunos años— en los políticos, se procura distinguir entre ambas expresiones, aunque sin duda es
frecuente que esto no pase de ser un propósito. Digamos, por ahora, que, si se atiende a la etimología, podrían considerarse en efecto como
equivalentes: “ética" deriva del vocablo griego “ethos", y “moral” del vocablo latino “mos", que es la traducción de aquél. Pero, por una
convención bastante extendida, se tiende a ver en la "ética” la disciplina (la “tematización”) y en la “moral”, lo “tematizado” (por ejemplo, las
costumbres, los códigos de normas, etc.). Sin embargo, en razón de lo que se ha considerado antes, es decir, de la inevitable integración de la
“ética” en el ethos, nuevamente se acercan ambas significaciones, y se advierte que la distinción no puede ser tan sencilla. (Pp. 18-19).
Para clarificarnos un poco, el concepto de ethos en su acepción latina, como moral, puede ser entendido como el conjunto de las costumbres, valores y
significaciones socialmente compartidos por una comunidad que determinan normativamente el modo en que los sujetos que componen esa comunidad deberían
actuar, es decir, moral remite a morada. Pero es interesante prestar atención al sentido que le da Aristóteles al término ethos, el cual –como señala Maliandi (2009)
– responde al carácter, al modo de actuar de cada sujeto, a lo más propio de cada persona, esto es, el modo de ser o carácter.
En este sentido, el ethos remite a una disposición subjetiva para la acción que requiere una reflexión acerca de lo que cada sujeto considera bueno o malo, correcto
e incorrecto, justo o injusto. Por lo tanto, la distinción esencial sobre la que nos ocuparemos es aquella que se da entre ético y moral. Prestemos atención a la
siguiente observación del filósofo argentino Darío Sztajnszrajber. En él encontraremos las claves para comprender la distinción entre ética y moral:
Todo lo que hacemos está atravesado por un juicio valorativo. Antes que nada, incluso antes de pensar, las cosas se nos presentan como buenas
o malas. Y así, cuando queremos entender qué es el bien, buscamos, sin embargo, una explicación del bien que esté bien. ¿No será que primero
valoramos y después pensamos? (Sztajnszrajber en Matías, 5 de octubre de 2017, https://bit.ly/2JSxGil).
Teniendo en cuenta lo estudiado hasta acá, volvamos al caso de Marco. Como se mencionó, la situación familiar de nuestro personaje es complicada: su esposa
está desempleada y tiene un hijo de 3 años. Tanto Marco como su esposa son católicos y se consideran practicantes de los valores del catolicismo. Por otro lado,
la institución educativa tiene una normativa rigurosa respecto de lo que no está permitido hacer a los estudiantes. Entre las situaciones más graves, se encuentran
copiar o plagiar un trabajo, o presentar como propio un trabajo ajeno. Esta falta presenta consecuencias que van desde la sanción hasta la expulsión de la
institución.
¿En qué sentido estos marcos normativos, el católico y el institucional, sirven como justificación para la toma de decisión de Marco?
Marco podría ser descubierto en su intento de presentar el trabajo de su compañero, ser sancionado por la institución y, sin embargo, no sentir que ha obrado de un
modo incorrecto. ¿Es posible? Sí. Y este es el problema fundamental de la ética. Si bien la moral funda un marco normativo para la acción, ¿la ética también debe
ser normativa? Es decir, Marco ¿solo debe respetar la normativa de la intuición o además debe querer respetarla? ¿Debe respetar los principales valores del
catolicismo, como “no mentir”, o debe desear no mentir? Para que una acción sea ética, alcanza con que sea una conducta conforme a la norma (o al deber).
LECCIÓN 3 de 6
¿Qué es la ética?
¿Qué es la ética? Para aproximarnos a una primera respuesta, debemos tener presente que la ética está inscripta en el ámbito de la filosofía práctica. El hecho de
destacar su pertenencia disciplinar al campo de la filosofía constituye un punto central porque nos permite anticipar algunos aspectos clave de su significado.
Como parte de la filosofía práctica, el modo más corriente de definir la ética consiste en afirmar que se trata de una reflexión o una indagación del ethos. Muchas
expresiones emparentadas con estas acciones (reflexionar o indagar) suelen acompañar otras definiciones de la ética. En cualquier caso, se pone de relieve que
esta disciplina de la filosofía práctica designa un esfuerzo por comprender y esclarecer el hecho moral. Si quisiéramos ahondar más en el contenido de ese
esfuerzo, deberíamos decir que la pretensión fundamental de la ética es dilucidar el entramado de normas, valores, principios y creencias morales que rigen o
regulan nuestra conducta y las relaciones que entablamos con los demás. De este modo, la ética está estrechamente relacionada con la determinación de un
espacio de examen respecto a la vida humana: no se hace ética si se inhibe la capacidad de interrogar el sentido de nuestra existencia porque su punto de partida
es la experiencia del ser humano como sujeto reflexivo y capaz de crear un saber de la praxis y para la praxis.
En nuestra vida cotidiana, nos encontramos constantemente ante la pregunta por el cómo actuar y la justificación sobre el propio actuar. Esto se debe a que somos
sujetos inscriptos en un horizonte vital intersubjetivo, es decir, vivimos con otros sujetos, quienes tienen percepciones subjetivas acerca de los que está bien y lo
que está mal. Esta vida en comunidad (communitas) es la que exige la reflexión sobre los hechos morales.
La realidad que configura el ethos nos rodea plenamente debido a que está presente en nuestro obrar diario: puede expresarse, e incluso lo transmitimos en
nuestras preguntas sobre lo correcto o lo legítimo, sobre aquello que está bien o mal, o sobre lo justo o lo injusto. De cada una de estas manifestaciones del ethos,
surgen temas, controversias y exploraciones que pretenden servir de guía u orientación para llevar adelante proyectos de vida más plenos y satisfactorios. Como
es una dimensión constitutiva de la naturaleza humana, estamos inmersos en el ethos de manera relevante y concreta, debido a que el hecho moral atraviesa
nuestras acciones, preferencias y decisiones. Por lo tanto, el ethos constituye una realidad irreductible a otras e ineludible para la comprensión de la realidad.
La ética nos sitúa en el ámbito de la reflexión filosófica de esta gran cantidad de cuestiones que alberga el ethos como indagación o justificación no de una moral
determinada, sino del hecho moral en sí. El esfuerzo por esclarecer el ethos procura dar cuenta de esa fuente clave de inspiración y elemento indispensable de
comprensión de la actuación humana, que es el fenómeno de la moralidad. Construir una fundamentación argumentada es una tarea central del quehacer ético, y
la variedad de manifestaciones del ethos en el tiempo y el espacio equivale a un complejo intento por ofrecer un saber que les permite a las personas crecer en el
conocimiento de sí mismas.
Entonces, podemos repasar un punto abordado anteriormente, cuando afirmamos que, aunque cada cultura posee sus propios valores, costumbres y creencias
morales, semejante tarea de la ética no se circunscribe a una forma determinada de ethos, sino al escenario moral en su especificidad, es decir, a un aspecto
fundamental de nuestra existencia.
Por lo tanto, la ética se pregunta por aquello que es el bien. Muchas respuestas se han dado a esta pregunta: el bien es la felicidad; el bien es actuar por deber; el
bien es lo útil. La reflexión ética, la tematización de lo ético, intentará determinar argumentativamente qué es el bien y, por lo tanto, no hay una sola respuesta a la
pregunta por el bien que funda la ética.
Conjunto de normas a partir de las cuales una
Moral comunidad forma sus valores.
Pues bien, las normas morales que establecen tanto la institución como la religión de Marco lo obligan a no aceptar la oferta de su amigo. El principio de “no
mentir” está explícitamente señalado por el esquema de ambas instituciones (educativa y religiosa). Ahora bien, Marco debe tomar una decisión más fundamental,
una que implica no solo que acate una norma, sino que reflexione acerca del bien: ¿la verdad como bien moral se antepone a la responsabilidad del cuidado de su
propia familia en cuanto bien ético? Veremos aquí, entonces, cómo la ética implica una reflexión sobre la moral que funda un nuevo ámbito de investigación y
justificación que no siempre armonizará con la moral.
LECCIÓN 4 de 6
Ahora pensemos juntos sobre el valor de la ética para la vida profesional. Retomamos el caso de Marcos, sobre el cual no hemos dado una respuesta acabada.
Marcos quiere ser abogado y este hecho no es menor para la resolución de su dilema ético. Por esto, te proponemos leer el siguiente artículo en el que se analiza la
ética profesional de abogados y sociólogos. Esto nos ayudará a reconocer, por un lado, concepciones éticas de profesiones distintas y argumentos éticos y
morales, y por otro lado, a tener un primer acercamiento al concepto de deontología.
Fuente: Ibarra Rosales, G. (2007) Ética y valores profesionales. Reencuentro, (49) 43-50. Recuperado de http://bit.ly/2oV5YZ6
A partir de la lectura del artículo, te proponemos realizar las siguientes actividades de lectura y repaso.
El conjunto de normas, hábitos y costumbres que rigen las prácticas de una comunidad
Proporcionar a la sociedad los bienes y servicios que contribuyan al logro de una vida digna y plena.
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Reflexión abierta
Volvamos al dilema de Marco. En relación con lo leído en el artículo “Ética y valores profesionales” (Ibarra Rosales, 2007), acaso podemos dar una respuesta
provisional a la pregunta inicial: ¿qué debe hacer Marco?, ¿aceptar la oferta de su amigo o negase a ello?
Pues bien, que Marco decida implicará, por un lado, que reconozca, encarne y se inserte en normas morales que rigen las acciones en la comunidad a la que
pertenece. Pero la reflexión propiamente ética implicará que Marco pueda justificar su acción con base en lo que considere como el bien (lo correcto, lo justo, lo
útil). Sin embargo, si pensamos en alguno de los valores que establece el código de ética profesional de los abogados (en el caso del artículo), honestidad,
probidad, rectitud y sinceridad, tendremos una respuesta, al menos provisoria, al dilema de Marco: no aceptar la ayuda de su compañero, ya que estaría
incumpliendo todos los principios éticos con los cuales se comprometerá en su práctica profesional.
Marco no aceptará la oferta. Se quedará con una materia sin rendir, pues realizará el examen para el cual se siente más preparado. Regresará a su casa y le
comentará a su esposa que se retrasará un trimestre más en la carrera, ya que debe recusar la materia que no rindió. Pero esta acción ética no hace sentir a Marco
más feliz ni presenta alguna utilidad. En este sentido, ante la angustia de su esposa, Marco se pregunta si tomó la decisión correcta.
LECCIÓN 6 de 6
Referencias
Almao, D. (2019). [Imagen sin título sobre ética y moral]. Recuperado de http://guayoyoenletras.net/2019/02/03/estudio-breve-la-etica-la-moral/
Ibarra Rosales, Guadalupe. (2007). Ética y valores profesionales. Reencuentro, (49) 43-50. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/340/34004907.pdf
Maliandi, R. (2009). Capítulo I. En Autor, Ética: conceptos y problemas (pp. 11-23). Buenos Aires, AR: Biblos.
Matías, L. (5 de octubre de 2017). (Fragmento) Mentira la verdad: Moral y ética [Video en YouTube del programa Mentira la verdad conducido por Darío
Sztajnszrajber]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=D7zAqK821rs
Niveles de reflexión ética
Existe una distinción de niveles entre la moral y la ética. Esta distinción remite al tipo de reflexión que se pone en juego en cada una de
ellas. En esta lección examinaremos de cerca los niveles de reflexión ética con el fin de justificar la diferencia entre moral y ética que
trabajamos en la lectura anterior. Pondremos los conceptos en el terreno de la acción a partir de la situación de Marco.
Conclusiones
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
Como sostiene Maliandi (2009), podemos hablar de ethos en dos sentidos: uno prerreflexivo y uno reflexivo. En el primero nos encontramos con la normatividad
pura, no cuestionada aún, la conducta ajustada a determinadas normas, simplemente, y las maneras de juzgar dicha conducta, especialmente cuando ésta se
aparta de aquellas normas (Maliandi, 2009, p. 43). Pueden incluirse aspectos de la predica moral, a pesar de que la misma no puede permanecer en el ámbito de la
pura normatividad y nos va a conducir indefectiblemente a la reflexión:
Ocurre así que, casi insensiblemente, se pasa de ese nivel “prereflexivo”, a un primer nivel de reflexión. Se trata aquí de una reflexión elemental,
espontánea, que surge a consecuencia de discrepancias morales. Es el tipo de reflexión que va adosado a la toma de conciencia de qué el otro
no juzga exactamente como yo. En el ethos hay certezas, pero también hay dudas.
La actitud de “pedir consejo", por ejemplo, porque, aunque se conocen las normas, no se sabe cómo aplicarlas a tal situación concreta —o porque
no se sabe cuál norma habría que aplicar ahí—, y, sobre todo, la actitud de brindar ese consejo solicitado son actitudes que van necesariamente
acompañadas de un tipo de reflexión que podemos llamar “reflexión moral”. (Maliandi, 2009, p. 43).
En esta cita podemos captar la necesidad de establecer niveles de reflexión que denominaremos éticos. Marco ha tomado una decisión con base en una
evaluación de valores. Ahora bien, ¿podemos reconocer los niveles de reflexión que menciona Maliandi (2009) en el caso de nuestro personaje? Recordemos –
antes de analizar en dilema de Marco y las razones que justifican su curso de acción– cuáles son estos niveles:
Reflexión moral
–
Preguntas del tipo: “¿Debo hacer X?”.
La actitud de “pedir consejo”, por ejemplo, porque, aunque se conocen las normas, no se sabe cómo aplicarlas a tal situación concreta —o porque no se sabe cuál
norma habría que aplicar ahí—, y, sobre todo, la actitud de brindar ese consejo solicitado son actitudes que van necesariamente acompañadas de un tipo de
reflexión que podemos llamar “reflexión moral”. (Maliandi, 2009, p. 47).
Ética normativa
–
Preguntas del tipo: “¿Por qué debo hacer X?”.
Un segundo nivel está constituido por las reflexiones que es necesario desarrollar cuando no nos conformamos ya con saber, o con decir, qué se debe hacer, sino
que nos planteamos la pregunta “por qué”, y tratamos de responderla. Ahí se toma conciencia de que la reflexión no sólo es ineludible, sino también de que hay
que desarrollarla racional y sistemáticamente. Ese desarrollo equivale ya a una “tematización”. O sea, entramos ya en la “ética”. (Maliandi, 2009, pp. 47-48).
Pero se apela a la razón, a los argumentos en favor o en contra de determinadas normas. Consciente o inconscientemente, en este nivel de reflexión se hace filosofía práctica,
ética.
Metaética
–
Preguntas del tipo: “¿Está bien planteada la pregunta anterior?” (y “¿por qué sí o por qué no?”).
Un tercer nivel es el de la “meta- ética”, o sea, un tipo de reflexión que analiza el significado y el uso de los términos morales. La metaética constituye un “meta-
lenguaje” con respecto al lenguaje normativo. En principio, pues, pretende ser ya una reflexión no-normativa, sino “neutral”. (Maliandi, 2009, p. 48).
Ética descriptiva
–
Preguntas del tipo: “¿Cree A qué debe hacer X?” (donde A puede ser un agente individual, un pueblo, una cultura, un grupo religioso, etcétera).
Se intenta, simplemente, describir la “facticidad normativa". No se toma posición respecto de si algo está “bien” o “mal”, ni si “se debe” o “no se debe” hacer. Sólo
se dice cómo es; se investiga qué se cree que se debe hacer, se comprueba cómo se comportan los seres humanos. No es una labor filosófica, sino “científica”:
es parte de la labor de la antropología, o de la psicología, o de la sociología, etc”. (Maliandi, 2009, p. 48).
Una etnia africana tiene la costumbre de sacrificar a todos aquellos niños que nacen con deformidades, apelando a la ira de un dios que
exige el sacrificio y, a cambio, otorga buena cosecha. Un antropólogo cordobés se dispone a estudiar las costumbres de la etnia
SUBMIT
LECCIÓN 2 de 5
Teniendo en cuenta los cuatro niveles de reflexión ética, vamos a analizar el dilema ético que se le presenta a Marco. ¿Qué decisión ha tomado? ¿Cómo se justifica
esta elección?
La reflexión ética y su vínculo fundamental con la elección puede ser ejemplificada con el momento en que Neo, en la película Matrix, debe elegir entre la píldora
Recordemos el caso: Marco, estudiante de Abogacía del último año, realiza una pasantía en un estudio jurídico, tiene esposa (desempleada) y un hijo pequeño. Le
quedan pocas materias por rendir y desde el trabajo le proponen que se reciba pronto y será contratado. Marco estudia para dos finales, pero no logra encontrarse
en buenas condiciones para rendir ambos exámenes el mismo día. Si marco no rinde los dos, quedará libre, con lo cual su posible recibida se dilatará unos meses
más, ya que tendrá que recursar.
Un amigo, al escuchar el relato de Marco, le ofrece realizarle uno de los dos exámenes a cambio de una módica retribución económica. Después de pensar en
las posibles consecuencias, en las normas de la institución y en los preceptos del cristianismo, Marco decide no aceptar la oferta, realizar un solo examen y
aceptar que el tiempo de la carrera se extenderá indefectiblemente.
Aunque sabe que hizo lo correcto, nuestro personaje no se siente mejor por ello. Marco ya eligió entre mentir o no mentir, uno de los dilemas más habituales en
nuestra vida cotidiana.
A partir de los siguientes enunciados, determinaremos qué tipo de reflexión está operando en la toma de decisión de Marco y, además, comprenderemos el nivel de
profundidad reflexivo al que podemos apelar para ayudar a Marco a justificar su decisión.
¿Por qué no mentir en este caso? Marco es un buen estudiante, la mentira en este caso sería solo una ayuda, no una calumnia. Además, también se pone en juego
su situación familiar compleja. Sin embargo, Marco piensa que, si todos actuáramos mintiendo, entonces no podríamos distinguir entre lo bueno y lo falso, ya que
todos actuarían con base en sus propios intereses.
El concepto de mentira se pone en juego: ¿qué es mentir? ¿Cuál es la diferencia de grado entre una mentira que implica un embuste y una mentira que implica
proteger a una persona de una verdad dolorosa? ¿Qué significa mentir en el contexto de los estudiantes?
Un amigo de Marco intenta calmar su angustia explicándole lo que leyó en un artículo académico en el que se afirmaba que los valores a los que apeló son un
contrato social que en otras culturas son más flexibles; por ejemplo, los japoneses son incapaces de mentir en un examen, mientras que los argentinos mienten
con mayor frecuencia en situaciones en las que no son observados o en situaciones que presentan consecuencias nulas o moderadas.
Desde chicos sus padres le enseñaron que no hay que mentir. Los niños que mienten no son niños buenos. Además, Dios inculca la honestidad por sobre la
mentira y, en este sentido, mentir está mal.
En las siguientes tarjetas, podemos identificar el tipo de reflexión con las categorías de Maliandi (2009):
1 of 4
3 of 4
4 of 4
LECCIÓN 3 de 5
Ante la angustia de nuestro personaje, queda preguntarnos sobre los costes de la reflexión ética. En primer lugar, lo que debemos comprender es que la elección
ética requiere siempre una justificación. La reflexión moral abre el juego a la reflexión ética porque desde allí iniciamos el camino reflexivo-crítico. El primer paso
implica un cuestionamiento o un reconocimiento de que los preceptos normativos de toda moral son rígidos, es decir, guían nuestra conducta a partir de una regla
para la acción que debe ser respetada con independencia de la situacionalidad particular y el sujeto que vive esa situación. La acción moral no implica una elección
autentica, sino más bien una elección secundaria que se basa en una elección previa: la elección del esquema moral por el que guiaremos nuestras conductas.
La elección es el proceso a través del cual se constituye el sí mismo. Por medio de cada elección, el individuo participa de lo general, de lo
propiamente ético, y está en comunicación intersubjetiva con los demás, frente a la cuales asume una responsabilidad. Así, cada elección en el
proceso de socialización prepara el camino hacia una vida buena. Se trata de un proceso continuo de apropiación de la vida ética como decisión
libre del individuo. Con ello afirmo que la elección ética tiene una doble función: con el acto de la elección se describe tanto el proceso
ininterrumpido de la formación individual – la elección en general (primera función) –, así como el momento en el que la elección toma la forma
de un acto a través del cual el individuo se decide activamente por una forma concreta de vida y a partir de dicha base se relaciona positivamente
consigo mismo y con el mundo (segunda función). (Muñoz Fonnegra, 2010, p. 84).
La complejidad de la elección acompaña la complejidad de la reflexión ética. Además, implica dos conceptos fundamentales que estudiaremos en las próximas
unidades: la autonomía, la responsabilidad y el compromiso. Esta triada conceptual será la base para un análisis ético. Encontraremos que cada corriente filosófica
que ha desarrollado una ética establecerá vínculos diferentes entre esos tres conceptos.
Ahora podemos preguntarnos si la angustia, la responsabilidad y el compromiso son las bases para una ética auténtica, es decir, una auténtica reflexión sobre la
moral, ¿cuál es la relación entre el ethos y la felicidad?
Victoria Camps, en una entrevista para BBVA, reflexiona sobre estos temas:
“No hay una fórmula para aprender a ser feliz, la vida buena –en que consiste la felicidad- es un esfuerzo constante del individuo. Se deben
convertir las emociones en sentimientos que deben ser cultivados, o que no deben ser cultivados” (ApredemosJuntos, 12 de junio de 2019,
https://bit.ly/2mwMtov).
A partir de frase extraída de “La felicidad es una búsqueda que dura toda la vida”. Victoria Camps, filósofa (AprendemosJuntos, 12 de junio de 2019), te
proponemos la lectura atenta del siguiente artículo:
Fuente: Molina Ramírez, N. (2013). La moral: ¿innata o adquirida? Revista Colombiana de Bioética, 8(1) 89-106. Recuperado de
https://www.redalyc.org/pdf/1892/189228429007.pdf
Considerando que el autor plantea una pregunta fundamental: la moral es innata (nacemos con ciertos valores morales básicos) o es adquirida (se aprende a lo
largo de la trayectoria de los sujetos), realiza la siguiente actividad:
Identifica estas sentencias con las siguientes citas extraídas del texto.
La moral es un derecho natural universal que los seres humanos “Existe una gramática moral con la cual nacemos y el medio
poseen. ambiente influye..."
Modo de vincularse con los otros que implica una sensibilidad “La empatía como expresión de la moralidad innata se expresa en el
particular. altruismo..."
SUBMIT
LECCIÓN 4 de 5
Conclusiones
Teniendo en cuenta lo estudiado hasta aquí, cerraremos esta lectura con un último análisis sobre el dilema de Marco, nuestro personaje que ha decidido no pagar
por el examen y atenerse a las consecuencias de sus acciones. Ya presentamos el análisis de los niveles de reflexión, pero el hecho de que Marco actúe
“correctamente” nos conduce a la pregunta por la felicidad, que plantea Victoria (AprendemosJuntos, 12 de junio de 2019) como la búsqueda de la ética, es decir,
la búsqueda de la buena vida. Podríamos preguntar: ¿por qué nuestro personaje siente angustia en lugar de felicidad si ha obrado correctamente? Pues bien,
recuperando expresiones de la entrevista de Camps (AprendemosJuntos, 12 de junio de 2019), podemos decir que ni en la reflexión moral –nos referimos a la
reflexión sobre lo bueno y malo dentro de ciertos marcos normativos, pero no a los propios marcos– ni en la reflexión ética la resolución de un problema, conflicto o
dilema es fácil. La ética pone en evidencia la inherente responsabilidad de cada elección ante un problema que involucra valores y, en este sentido, cada elección
implica una pérdida. Marco eligió obrar de acuerdo con el deber, pero, en lugar de sentirse feliz, se siente desdichado.
Dejamos abierto este interrogante acerca de la posible contradicción entre una vida ética y la felicidad retomando la siguiente cita: “Una norma puede ser
legamente válida, pero moralmente injusta” (Molina Ramírez, 2013, p. 91), que puede ser reformulada del siguiente modo: “Una acción puede ser moralmente
correcta pero éticamente injusta”.
LECCIÓN 5 de 5
Referencias
AprendemosJuntos. (Nombre de usuario). (12 de junio de 2019). "La felicidad es una búsqueda que dura toda la vida". Victoria Camps, filósofa [Video en YouTube
sobre entrevista a Victoria Camps]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=cMIpGnoZ8Sc
Maliandi, R. (2009). “Niveles de reflexión ética”, En Autor, Ética: conceptos y problemas (pp. 41-62). Buenos Aires, AR: Biblos.
Molina Ramírez, N. (2013). La moral: ¿innata o adquirida? Revista Colombiana de Bioética, 8(1), 89-106. Recuperado de
https://www.redalyc.org/pdf/1892/189228429007.pdf
Muñoz Fonnegra, S. (2010). La elección ética. Sobre la crítica de Kierkegaard a la filosofía moral de Kant. Estudios de Filosofía, (41), 81-109. Recuperado de
https://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/estudios_de_filosofia/article/view/11605/10578
Justo medio
La acción y la deliberación
Eudaimonia
Virtud
Conclusiones
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
La acción y la deliberación
Vamos a retomar el caso de Marco en el punto en que quedamos en la lectura anterior: nuestro personaje
cree haber obrado correctamente, pero se siente angustiado y preocupado. Si bien Marco ha realizado, con
nuestra ayuda, una fundamentación moral, ética, metaética y descriptiva, no parece sentirse bien con la
elección que ha tomado. Está preocupado por su futuro laboral, por el de su hijo y el de su esposa. Entonces,
nos preguntamos: ¿la acción moral conduce siempre a la felicidad?
Aristóteles desarrolla sus reflexiones sobre la naturaleza de la acción moral fundamentalmente en su Ética
nicomáquea (1988). También estudia la ética en dos obras menores: Ética eudemia y Gran moral. Esta última
constituye un resumen de la Ética nicomáquea, mientras que la Ética eudemia conserva resabios del
platonismo por ser un escrito de juventud. La idea platónica que sostiene que por naturaleza todas las cosas
tienden al bien y que, por lo tanto, para obrar correctamente es necesario conocer el bien en cuanto idea,
será puesta en cuestión por Aristóteles. No hay en Aristóteles una idea de bien sino que cada ciencia, cada
arte y, por consiguiente, cada acción guardará una relación particular con el bien al que tiende. De este modo
podemos afirmar que el bien se dice de muchos modos. Así, el fin de la medicina es la salud; el de la
construcción naval, el navío; el de la estrategia, la victoria, y el de la ciencia económica, la riqueza.
Ahora bien, la Ética nicomáquea afirma que toda acción humana tiende a un fin, es decir, es por naturaleza
teleológica: el fin que se busca es el bien particular (Aristóteles, 1988). “El bien es aquello hacia lo que todas
las cosas tienden” (Aristóteles, 1988, p. 129). Existen diversos bienes a los que tienden las acciones que
presentan un carácter instrumental; son medios para alcanzar otro bien, como en el caso de la buena
alimentación como medio para lograr la salud.
En este punto, Aristóteles (1988) establece una diferencia fundamental entre aquellos fines que son medios
y aquel fin que lo es en sí mismo. Este fin último, que no será medio para alcanzar otro fin, sino que será el fin
al que toda acción tiende por naturaleza, es la felicidad. Como mencionamos, cada acción tiende hacia un
bien particular. Del mismo modo, cada agente moral tenderá hacia una concepción de felicidad particular.
¿En qué sentido puede pensarse la felicidad como un fin último al que toda acción tendería?
Para comprender con claridad esta distinción entre la búsqueda del bien como instrumento y el bien en sí
mismo, la felicidad, es necesario comprender la sistematización del conocimiento discursivo de Aristóteles.
El filósofo griego distingue tres tipos de saberes: el productivo, el práctico y el teórico, que se puede resumir
del siguiente modo:
El hecho de afirmar que cada cosa tiende a un fin determinado implica que, si el objeto o la acción no
cumplen con su propio fin, diremos que no es bueno. El filósofo griego lo ejemplifica con el cuchillo. Un
cuchillo tiene por naturaleza el fin de cortar; por lo tanto, un cuchillo que no sirva para cortar no será un buen
cuchillo, no cumplirá virtuosamente con su finalidad.
En este sentido, la ética aristotélica busca examinar la acción humana virtuosa en cuanto capacidad o
excelencia propia de una actividad humana. El hombre, como el cuchillo, tiene un fin que le es propio, el buen
vivir: si sus actos tienden a ese fin, entonces, dirá Aristóteles (1988), es un hombre virtuoso.
LECCIÓN 2 de 5
Eudaimonia
En este sentido, la acción de Marco parece conducirlo a la felicidad, pues él obra de acuerdo con el bien, ya
que elige virtuosamente y con coraje no obrar embusteramente al copiar en el examen y enfrentarse a las
dificultades de las consecuencias de sus actos. Pero volvamos al asunto: ¿qué debemos entender por
felicidad y por acción moral en este marco ético? ¿Por qué nuestro personaje no parece feliz?
Como dijimos, el fin último de la acción es la felicidad, la eudaimonia; esto es, el fin último de la acción moral
es la búsqueda de la plenitud o excelencia y solo puede alcanzarse por medio de lo que Aristóteles (1988)
llama el “justo medio”. La pregunta “¿qué significa vivir de la mejora manera?” llevará al filósofo griego a
establecer el primer campo de investigación ética, a partir de la cual establecer principios prácticos
universales desde el estudio y clasificación del carácter. Aristóteles (1988) considera que el bien es el fin de
la acción, y por eso decimos que la acción es teleológica. Tomamos decisiones o elegimos determinados
caminos a partir de determinados fines. Por lo tanto, si “el bien es hacia lo que todas las cosas tienden”,
entonces el fin de la acción va a ser el bien. Pero plantear que la búsqueda del buen vivir se reduce a la
búsqueda de la felicidad como telos, como fin en sí mismo, nos pude confundir si no tenemos en cuenta el
sentido griego de la palabra eudaimonia. Desbrozar el sentido del término nos permitirá comprender por qué
la acción de Marco podría ser virtuosa en el sentido de Aristóteles, aunque eso no despierte en nuestro
personaje un sentimiento inmediato de felicidad tal como la entendemos en el sentido común.
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Pero es importante tener presente que, para su investigación, Aristóteles busca respuestas a interrogantes
tanto de carácter universal (¿qué significa vivir de la mejor manera?), porque procura establecer principios
prácticos universales, como de carácter particular (¿qué decidir en esta situación?), que se instalan frente a
hechos o acontecimientos puntuales o singulares de la vida y son parte esencial de aquella reflexión
universalista.
Virtud
Profundicemos un poco en el concepto de virtud (areté) para poder responder, luego, si el caso de Marco
puede o no ser considerado dentro del marco de la ética de la virtud, y qué conclusiones podemos sacar de
ello.
Para comprender el sentido del concepto de virtud en Aristóteles, debemos considerar la distinción de las
facultades: vegetativa, sensitiva y racional. El hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, lo que
se conoce como hilemorfismo, por lo es un ser con tendencias apetitivas propias de su naturaleza animal y
tendencias intelectivas propias de su naturaleza racional. De acuerdo con esta distinción, las virtudes que
hacen referencia a bienes o fines de acciones humanas se clasifican en éticas (responsables de encausar
o dominar los impulsos característicos de nuestra naturaleza sensitiva-animal) y dianoéticas o intelectivas,
es decir, aquellas relacionadas con el intelecto o la parte racional del alma.
Aristóteles recurre a la idea de hábito, disposición o modos del carácter para lograr una definición de virtud.
En este sentido, considera que las virtudes éticas requieren ejercitarse mediante la práctica, es decir, para
cultivarse deben ser objeto de entrenamiento o aprendizaje: debemos aprender a comportarnos
virtuosamente y eso exige experiencia y tiempo. Un elemento central es la repetición de ese obrar recto
hasta transformarlo en hábito.
Si de forma habitual nos comportamos virtuosamente, entonces la rectitud de nuestro obrar no está sujeta a
un momento específico. La continuidad de esta actuación en el tiempo constituye una disposición o una
forma corriente de actuar frente a determinadas situaciones.
Este ejercicio del hábito será concebido en términos de ejercicio de la prudencia, phronēsis. La prudencia es
la adquisición de un saber práctico ético que nos acerca al buen vivir a partir del ejercicio de la elección del
justo medio entre dos extremos que puede graficarse del siguiente modo:
Vemos en el siguiente esquema cómo puede trazarse el justo medio entre el exceso y el defecto o la falta.
Los buenos hábitos reciben el nombre de virtudes, y los malos hábitos, el de vicios. La virtud consiste en
escoger el justo medio entre dos extremos, que son el exceso y el defecto, y se consideran vicios. El justo
medio nos revela que los buenos hábitos están ordenados o regulados por la recta razón que encauza los
deseos o los impulsos bajo su dominio y procura encontrar el equilibrio o la mesura. Así, por ejemplo, la
disposición intermedia entre la cobardía (defecto o falta) y la temeridad (exceso) es la valentía (término
medio).
El proceso de decidir el punto medio es un auténtico compromiso con nuestro bienestar moral, que consiste
en guiar nuestras acciones para acercarnos a la felicidad. Lo bueno para el hombre, es decir, lo virtuoso,
precisa una atención cuidadosa.
No somos justos por naturaleza, sino que alcanzamos la virtud de la justicia (en este caso,
una virtud moral) cuando actuamos de manera justa una y otra vez, hasta que esa forma
de actuar se convierte en un hábito, es decir, en una “disposición habitual de nuestra
voluntad”, que llega a integrarse prácticamente como una segunda naturaleza en nuestra
manera de ser. (Ruiz Trujillo, 2015, p. 112).
Fuente: Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia, (6), 15-21. Recuperado de
http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf
¿Cómo podríamos identificar si la acción de Marco es una acción virtuosa? Pues bien, deberíamos primero
recuperar el marco de acción y los posibles cursos de acción que podría asumir nuestro personaje. Como
sabemos, Aristóteles considera que la virtud puede ser entrenada a partir del ejercicio de la prudencia.
Marco rechazó la propuesta de su amigo, quien, ante su compleja situación, se había ofrecido a realizarle el
examen a cambio de una modesta remuneración. Teniendo en cuenta lo estudiado hasta aquí, responde las
siguientes preguntas.
¿Cuál de estas acciones corresponde a una acción virtuosa?
Marco reflexiona sobre las posibles consecuencias y actúa porque considera que no
engañar es mejor y más justo que hacerlo.
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¿Cuál crees que podría ser una razón por la que Marco se siente contrariado a
pesar de haber actuado correctamente?
Porque la virtud es una disposición que debe ser entrenada, y no siempre resulta fácil
elegir el justo medio.
Porque la felicidad no tiene nada que ver con el deber. Lo correcto y bueno no siempre
genera un estado de plenitud.
Porque Marco no actuó por propia voluntad, sino movido por el conjunto de códigos
morales de la institución.
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LECCIÓN 4 de 5
Conclusiones
Comenzamos esta lectura con el desafío de comprender la razón por la que Marco no encontraba un
sentimiento de felicidad o satisfacción en la acción de rechazar la propuesta de su amigo. Podemos avanzar
un poco sobre este dato, en apariencia menor. El hecho de que Marco no se sienta en calma puede tener que
ver con la complejidad de su situación: presión por el estudio, situación de su esposa, el cuidado de su hijo,
la necesidad del trabajo. Sin embargo, si pedimos a Marco que examine la acción particular de no mentir o
no sacar ventaja de una situación, es probable que nuestro personaje acepte el hecho de que actuó a
sabiendas, de modo deliberativo y movido por la disposición a actuar por el bien, lo bueno, lo justo, antes que
por el mal, el engaño y la injusticia.
En conclusión, la acción moral que persigue la vida virtuosa no implica una satisfacción inmediata en cada
acto, sino una constante formación del hábito, una educación en la elección del justo medio que nos
dispondrá a obrar correctamente. Tal como nos recuerda Garcés Giraldo, Aristóteles consideraba que es, por
lo tanto, “ese modo de ser que nos hace capaces de realizar los mejores actos y nos dispone lo mejor
posible de acuerdo con la recta razón” (Garcés Giraldo, 2015:129).
En otras palabras, podríamos concluir con que la virtud es un hábito que formará nuestro carácter, uno que
debe estar de alguna manera predispuesto para la virtud, inclinándose hacia lo que es noble y rechazando el
vicio.
LECCIÓN 5 de 5
Referencias
Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia, (6), 15-21. Recuperado de
http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf
Lavado Tejón, J. S. [Quino] (Dibujante). (s. f.). Se hacen llaves [Tira cómica]. Recuperado de
https://stryptor.herokuapp.com/mafalda/04-173
Garcés Giraldo, L. F. (2015) “La virtud aristotélica como camino de excelencia humana y las acciones para
alcanzarla”, Discusiones Filosóficas. Año 16 Nº 27, julio –diciembre, pp. 127 – 146. Recuperado de:
http://www.scielo.org.co/pdf/difil/v16n27/v16n27a08.pdf
Carácter
Formación y carácter
El caso de Marco
Empoderamiento
Referencias
Formación y carácter
A continuación, intentaremos responder a la pregunta inicial de la lectura anterior: ¿por qué Marco no se
siente feliz si actuó correctamente, a partir de la profundización y actualización de la teoría de la virtud
aristotélica? Para realizar esta tarea, volveremos a traer a la escena a nuestro desdichado personaje y
reflexionaremos sobre su situación a la luz de los conceptos de carácter, formación y felicidad.
Ya en el módulo anterior, nos hemos preguntado por la relación entre la felicidad y la buena vida, y
respondimos, junto a Aristóteles (1988), que la vida buena es aquella que busca la felicidad, y que esta solo
se alcanza mediante el ejercicio de un carácter virtuoso apoyado en la prudencia. Este esquema filosófico
nos sirve ahora para profundizar y dar una respuesta a la pregunta inicial. ¿Acaso Marco no ha obrado
correctamente y por ello no alcanza la felicidad? ¿Es la felicidad verdaderamente alcanzable mediante los
actos morales correctos?
[La ética] no solo es un conocimiento de lo que se debe hacer, de lo que está permitido o
prohibido, sino también un conocimiento de lo que es bueno sentir. También la ética es una
inteligencia emocional. Llevar una vida correcta, conducirse bien en la vida, saber discernir,
significa no solo tener un intelecto bien amueblado, sino sentir las emociones adecuadas
en cada caso, entre otras cosas, porque, si el sentimiento falta, la norma o el deber se
muestran como algo externo a la persona, vinculado a una obligación, pero no como algo
interiorizado e íntimamente aceptado como bueno y justo. (2011, p. 16).
Esta es la razón por la cual debemos tener presente que la formación ética es un ejercicio constante que
una persona debe poner en práctica hasta que se habitúa o está dispuesta a actuar virtuosamente.
Recordemos que el concepto de ethos conservaba en sí este doble sentido: el de costumbre o hábito y el de
carácter. Por esta razón, pensar la formación ética era una de las principales preocupaciones de la filosofía
griega. El carácter supone una inteligencia emocional, como dice Camps (2011) en la cita, que nos mueve a
obrar guiados por la prudencia a la consecución del justo medio entre vicios. La virtud solo se alzará
mediante este ejercicio y se sostendrá cuando se forje un carácter prudente. En este sentido, la
comprensión de la ética como desarrollo de una sensibilidad rectora capaz de expandir nuestro crecimiento
personal de forma íntegra y duradera determinará la relación del sujeto moral consigo mismo y con los
demás. Así, para forjar el carácter se necesita un “entrenamiento” (Cortina, 2007), una preparación
constante para ser excelentes o virtuosos. Recordemos que la virtud (en griego, areté) es la excelencia del
carácter que nos lleva a tomar buenas decisiones. Pues bien, no se puede generar un buen carácter si no lo
es en el medio y largo plazo, es decir, a lo largo de la vida. Por lo tanto, el carácter es el resultado de un
proceso formativo. Como dice Cortina:
El término ética viene del griego êthos, que significa carácter. Todos los seres humanos
nacemos con un temperamento determinado que no hemos elegido pero, a medida que
tomamos decisiones a lo largo de la vida vamos generando unos hábitos, unas
predisposiciones, a elegir en un sentido u otro, a las que se da el nombre de hábitos y esos
hábitos componen nuestro carácter. (2007, p. 28).
La formación de carácter
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Fuente: elaboración propia.
LECCIÓN 2 de 5
El caso de Marco
En la siguiente imagen, podemos observar gráficamente la guerra entre la razón y las emociones a la hora de
tomar decisiones significativas para nuestra vida.
Marco duda sobre su elección moral porque no encuentra un estado de felicidad aristotélica. Esto se debe a
que nuestro personaje pretende sentir una gratificación inmediata o, como Cortina (2007) señala, hay una
tendencia al “cortoplacismo”, a encontrar el bienestar en lo inmediato.
Lo primero que deberíamos señalar es que nuestro personaje parece no estar lo suficientemente
“entrenado” en la acción virtuosa. En este sentido, Marco parece motivado por las prohibiciones dadas por
los códigos normativos de la institución educativa y de su religión, aquellas normas que establecen lo que se
debe o no se debe hacer, antes que estar movido por aquello que considera justo y bueno. Aun así, Marco
puede ser educado moralmente, es decir, puede “entrenar” su carácter. Y una educación moral lo da la ética
en cuanto saber práctico. En este proceso, Marco deberá preguntarse qué es aquello que quiere
verdaderamente para él (García-Marzá y Gonzales Esteban, 2014). ¿Y hacia dónde hay que forjarse ese
carácter?, pregunta Cortina (2007); hacia la toma de decisiones que sean justas y felicitantes, lo que implica
un proceso de autoconocimiento que es esencial para alcanzar el bienestar moral.
Este concepto de autoconocimiento será central en la reflexión ética. Cada perspectiva filosófica que se ha
preocupado por dar cuenta acerca de la dimensión moral del ser humano ha dicho algo al respecto, pues no
es lo mismo actuar conforme al deber, es decir, actuar por el peso de la norma o la prohibición, que actuar
por deber, es decir, que el movimiento de la acción tenga que ver con el ejercicio de la acción moral como fin
en sí mismo. Kant dirá mucho sobre esta diferencia entre obrar conforme y por deber, como veremos en el
Módulo 2.
En el marco de las éticas de la virtud, el autoconocimiento va a estar ligado al sentimiento antes que a la
razón. En este punto podemos hacer hincapié en la noción de inteligencia emocional. Esta inteligencia tiene
que ver con un saber que se gesta desde la sensibilidad moral, es decir, nos conduce de acuerdo con el
sentir moral. El ser humano moral, para ser verdaderamente moral, acompañará su reflexión de un saber
sobre lo que es bueno sentir. Este saber versa sobre lo que es más conveniente sentir para alcanzar cierto
grado de crecimiento personal o de florecimiento personal, de felicidad en términos aristotélicos. Lo que
permite el sentir es adquirir, a partir del ejercicio constante de la acción moral, la disposición a largo plazo de
la conducta virtuosa. Es por esta razón que las emociones ganan relevancia como compañeras
imprescindibles de la reflexión ética y moral.
Escucha atentamente el fragmento del video en el que se entrevista a Victoria Camps sobre lo que denomina
“el gobierno de las emociones” .
YOUTUBE
Fuente: Herder Editorial [Herder Editorial]. (25 de julo de 2011). Victoria Camps y el gobierno de las emociones.
Teniendo en cuenta que la filósofa española Victoria Camps (2011) sostiene que la ética se ocupa de cómo
gobernar las emociones, las emociones tienen un papel importante en el comportamiento humano, ya que lo
motivan. Por otro lado, la autora asegura que el rechazo de las emociones por parte de la filosofía moral
occidental debe considerarse un absurdo y se dedica a argumentar por qué la reflexión ética debe dedicarse
a la articulación entre emoción y razón. Lo que propone es una ética de la virtud. Este tipo de perspectiva
filosófica que tiene que tener en cuenta las emociones entiende la ética como un saber práctico que sirve a
la formación del carácter más que la fundamentación del carácter (Camps, 2011).
Esto falso, ya que las emociones cumplen una función fundamental en la formación
de carácter.
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LECCIÓN 3 de 5
Empoderamiento
Un concepto que resulta fundamental para analizar la conducta de Marco es el de empoderamiento. Cortina
(2007) sostiene que el respeto a la norma por obligación, es decir, por el carácter de la prohibición que
implica, supone un extrañamiento de la norma, es decir, una no incorporación de la norma que denomina:
expropiación. Como menciona la autora (Cortina, 2007), el ser humano está expropiado fundamentalmente
por la tendencia al cortoplacismo. Esta expropiación implica que el ser humano ha perdido el dominio de sí
mismo y que ya no es dueño de su vida, de sus acciones, ya no es libre. Al fin y al cabo, ser libre significa
“señorío”, es decir, empoderamiento. Este concepto implica una autonomía y una responsabilidad sobre los
actos morales. Como dice Cortina:
Empoderar a alguien es intentar dar poder a sus capacidades para que pueda llevar
adelante los planes de vida que persigue. De tal manera que cuando hablamos de seres
humanos se puede decir, con Immanuel Kant, que las personas son tanto el fin limitativo
como el fin positivo de nuestras actuaciones. (2007, p. 29).
Es interesante esta definición porque, para la autora, existen ciertas características que pueden identificarse
como riesgosas ante ciertas situaciones –ella habla específicamente de la drogadicción en los jóvenes–
que ponen en tensión la formación ética (Cortina, 2007). También mediante el concepto de empoderamiento
establece diez valores que trae aparejados el empoderamiento como enaltecimiento de las capacidades
virtuosas.
En lo que sigue, recuperaremos algunos de los valores de riesgo y los valores de empoderamiento más
significativos que señala Cortina en “Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI” (2007).
Fuente: Cortina, A. (2007). Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI. Proyecto. Revista de la asociación proyecto
Aquí se extraen tres de los más importantes para que analicemos a los ojos de nuestro personaje.
V A LO RE S D E RI E S G O V A LO RE S D E E M PO D E RA M I E N T O
En el caso de nuestro personaje, podríamos decir que Marco requiere el auxilio de la reflexión ética para
empoderarse, es decir, para enriquecer sus capacidades y autoconocimiento. Empoderase significa no solo
conocer lo que es bueno hacer, sino aprehender la propia conducta como algo conscientemente aceptado y
con capacidad para potenciar el crecimiento y la superación personal. Marco puede formar su carácter
mediante la reflexión ética si logra comprender que el sentimiento que acompaña al carácter justo y bueno
no está ligado a una sensación de bienestar inmediata e individual. La elección de Marco de no engañar o
mentir en el examen se acerca mucho a la concepción de la formación del carácter virtuoso, ya que implica
una asunción de una dimensión no individualista y pone en vista una motivación más profunda que apela a la
responsabilidad y compromiso con un proyecto de vida particular. Como dice Camps en una entrevista que le
realiza el diario El país: “la felicidad es una búsqueda que dura toda la vida” (Camps V. 2019)
LECCIÓN 4 de 5
Referencias
AprendemosJuntos (Nombre de usuario). (12 de junio de 2019). "La felicidad es una búsqueda que dura toda
la vida". Victoria Camps, filósofa [Video en YouTube]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?
v=cMIpGnoZ8Sc
Cortina, A. (2007). Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI. Proyecto. Revista trimestral de la Asociación
Proyecto Hombre, (63), 27-38. Recuperado de http://www.proyectohombre.es/archivos/19.pdf
García-Marzá, D. y González Esteban, E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei
de Comunicación Publicacions.
Rodrigo (Nombre de usuario). (2017). [Imagen sin título sobre guerra entre razón y emoción]. Recuperado de
https://somoscomoesponjas.com/2017/02/26/razon-y-emocion/
LECCIÓN 5 de 5
Justo medio
–
Se ha profundizado en la ética aristotélica llamada “Ética de los valores”, centrándonos en la concepción
teleológica de tal perspectiva, a partir de la presentación de los conceptos de felicidad, virtud, justo medio,
prudencia, entre otras.
Carácter
–
Entender a la ética como un ejercicio del saber práctico es fundamental para comprender la ética como
reflexión. El carácter ha sido analizado en términos de disposición del ser humano de tender al bien y de
entrenar su saber práctico para obrar de acuerdo con el bien. La reflexión sobre la ética profesional ha sido
el tema central en esta lectura.
Ética y modernidad
Ética y modernidad
Conclusiones
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
Ética y modernidad
La modernidad es una de las épocas de mayor producción intelectual y en la que se rompe de modo radical e
irrevocable con el modo medieval de ver el mundo. Uno de los grandes referentes de la modernidad, si no el
posibilitador de esta, es René Descartes (1596-1650). Si bien esta nueva visión del mundo que coloca al ser
humano en el centro de la escena se nutre de procesos sociohistóricos, como el descubrimiento de América
y el giro copernicano, se consagra en la idea de sujeto como noción que colocará en el ser humano la fuerza
de la razón y la voluntad.
Una nueva sociedad se va gestando y la relación del ser humano consigo mismo y con los otros también se
transforma, por lo que surgen nuevos modos de vínculos e inquietudes éticas. En la presente lectura,
repasaremos brevemente dos grandes posiciones modernas sobre el lugar de la razón y las pasiones, lo que
dará lugar a dos miradas éticas radicalmente diferentes. En las lecturas 2, 3 y 4, nos encargaremos de tratar
dos grandes corrientes posibilitadas por la pregunta por la vida nueva de este sujeto moderno: la ética
deontológica kantiana y la ética consecuencialista.
Para lograr comprender las dos vertientes modernas que surgen a partir del descubrimiento cartesiano del
sujeto pensante (res cogitan), vamos a traer a colación un dilema ético moderno, en donde la situación de
nuestro personaje tiene una gran relevancia para su toma de decisión.
Te presentamos la siguiente situación basada en la famosa película de Vittorio de Sica, Ladrón de bicicleta
(De Sica, 1948): la película relata la historia de Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un desempleado que
tiene a su cargo esposa y dos hijos, y se encuentra en busca de un trabajo para mantener su hogar. La
situación de Italia es crítica, y se hace difícil ganarse el pan en un momento donde el dinero y hasta los
mismos trabajos escaseaban. Por fortuna, consigue un trabajo para pegar carteles de publicidad por las
calles y se da cuenta de que necesita una bicicleta para lograr mantener el trabajo. Por esta razón decide
empeñar las sábanas (que muestran la difícil situación por la que atraviesa la familia) para poder comprar
una bicicleta.
En su primer día de trabajo, Antonio se encuentra pegando un cartel subido a una escalera cuando ve con
angustia que un pillo aprovecha para robarle la bicicleta. Es así como comienza toda la aventura de Antonio
por recuperar su bicicleta. Ante la desesperación, la única solución que Antonio encuentra es robar una
bicicleta para volver a trabajar.
Te invitamos a que veas la película si quieres saber la resolución final de la historia. Acá nos centraremos en
el dilema ético en el que se encuentra el personaje: ante la desesperación por no poder trabajar y la
necesidad de su familia, el personaje se ve empujado a tomar una sola resolución, robar, que implicaría
reproducir lo que le hicieron a él con todas las consecuencias que ello implica.
c) en la reflexión moral, podemos encontrar tensiones irresolubles entre pasión y razón. ¿Antonio se guía por
sus pasiones o por su razón a la hora de decidir robar la bicicleta?
LECCIÓN 2 de 5
Si bien durante la Edad Moderna pueden distinguirse grandes y diferentes corrientes dentro del campo de la
ética, existen algunos rasgos que predominan en la reflexión desarrollada en este período. Un rasgo esencial
es la centralidad del sujeto, reconocido como punto de partida de la filosofía moderna. Como sostiene
Heidegger,
Como anticipamos, una figura esencial para comenzar a desandar el significado de este paradigma moderno
del sujeto es René Descartes (1596-1650), filósofo y matemático francés. La idea del sujeto como núcleo
central del conocimiento inicia, con Descartes, un trayecto fundamental para la comprensión del mundo
moderno. Su obra, el Discurso del método (2003), suele ser referenciada como el acontecimiento
fundamental en el surgimiento del pensamiento filosófico de la modernidad. La extraordinaria influencia de
esta obra sobre el pensamiento moderno no puede sintetizarse rápidamente, pero sí podemos acercarnos y
enfatizar cuál era el punto de partida que establecía el autor en su pretensión de fundar una filosofía que se
apartara de la herencia escolástica acumulada.
Video 1: Descartes
Observarás, de un modo sencillo y dinámico, cómo opera el método cartesiano (se sugiere visualización
hasta el minuto 3:32).
YOUTUBE
Fuente: Unboxing Philosophy [Unboxing Philosophy]. (2016, ene 17). Descartes (Primera parte). [YouTube]
Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=9BMXwjKOSyk
Ante la posibilidad de no encontrar una verdad indudable, los pasos que seguir son estos cuatro que nos
señala video de un modo sintético. Pero, si queremos profundizar un poco más, debemos señalar con
Descartes los siguientes pasos rigurosos.
Primera regla
–
No admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar
cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se
presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
(Echegoyen Olleta, s/f https://bit.ly/2JcPNxK).
Segunda regla
–
Dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas fuere posible y en cuantas requiriese su
mejor solución. (Echegoyen Olleta, s/f https://bit.ly/2JcPNxK).
Tercera regla
–
Conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de
conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos; e
incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente. (Echegoyen Olleta, s/f
https://bit.ly/2JcPNxK).
Cuarta regla
–
Hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro
de no omitir nada. (Echegoyen Olleta, s/f https://bit.ly/2JcPNxK).
En la primera regla del discurso, se propone la evidencia como criterio de la verdad. La claridad y la distinción
hacen referencia a los dos grandes rasgos esenciales de ese criterio. Para la tradición escolástica, la verdad
o la falsedad de una idea estaban determinadas por su adecuación o su conformidad con la cosa. Para
Descartes, en cambio, el suministro del conocimiento son las ideas mismas y, entre ellas, la evidencia
principal que él estableció como base fundamental de su filosofía se concentra en la expresión “Pienso,
luego existo” (Cogito ergo sum) (Descartes, 2003).
La conciencia individual como nuevo modo de pensar el individualismo metodológico como punto nuclear de
la reflexión filosófica constituye la piedra fundacional del pensamiento moderno. Así como se pone en
cuestión el conocimiento heredado de la escolástica (autoridad), también debe inspirarnos desconfianza el
conocimiento obtenido a través de los sentidos. Como afirman García Marzá y González Esteban:
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¿Qué debería hacer Antonio ante las circunstancias descriptas? Pues, suponiendo que nuestro personaje
tuviera la posibilidad de intentar pensar en calma por un momento, debería comenzar por cuestionarse los
valores morales que ha aprendido a lo largo de su vida. Así, las reglas del método deben también ser
aplicables a la moral.
Aunque no elaboró una teoría propiamente dicha acerca de la moralidad, Descartes profundiza en este
ámbito en la tercera parte del Discurso del método (2003), donde desarrolla la idea de moral provisional. Hay
una serie de máximas o normas de comportamiento que se mencionan en ese apartado que, en conjunto,
nos permiten dimensionar su propuesta (Descartes, 2003). Estas máximas aparecen como una forma de
delinear la conducción de nuestros actos y garantizar una convivencia pacífica en medio de situaciones que
no admiten pautas endebles ni vacilaciones de ningún tipo. Cuando las acciones de la vida no resisten
demoras, el control y el dominio de las pasiones son fundamentales para una resolución firme respecto del
camino que hay que seguir. Desde una mirada racionalista, las pasiones aparecen como aquello que
debemos someter para no alterar el curso racional de las acciones.
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A falta de una ciencia moral perfecta y acabada, es preciso contar con determinadas máximas (con las
directrices de una moral provisional) que nos permitan conducirnos sin perecer en la duda constante o las
irresoluciones que se extienden en el tiempo y producen insatisfacción y malestar. Las máximas de la moral
provisional de Descartes pueden resumirse en los siguientes términos:
Primera máxima
–
Obedecer las leyes y las costumbres de mi propio país, conservar con constancia la religión en la que la
gracia de Dios hizo que me instruyeran desde niño, regirme en todo lo demás con arreglo a las opiniones
más moderadas y más alejadas del exceso que fuesen aprobadas comúnmente en la práctica por los más
sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir. (E-IKASIA, s/f, https://bit.ly/2oV0Ch6)
Segunda máxima
–
Ser en mis acciones lo más firme y lo más resuelto que pudiese. (E-IKASIA, s/f, https://bit.ly/2oV0Ch6)
Tercera máxima
–
Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna y modificar mis deseos antes que el orden
del mundo y, generalmente, acostumbrarme a creer que no hay que esté enteramente en nuestro poder,
sino nuestros propios pensamientos (Descartes, 2003).
Entonces, volviendo a nuestro desdichado Antonio, ante la imposibilidad de determinar una moral perfecta,
nuestro personaje seguirá las máximas para la acción, pues, de lo contrario, la duda lo llevaría a un estado
de inacción o incapacidad para decidir sobre cómo actuar. Por lo tanto, la opción de nuestro personaje es
seguir las máximas de una moral al menos provisional que permita actuar y reflexionar éticamente sobre las
acciones. En primer lugar, al respetar las leyes y costumbres de su propio país, Antonio se vería impedido
éticamente a decidirse por robar, y su conducta debería estar guiada por la acción firme de vencer su propio
sentimiento de necesidad. Pero ¿es tan sencillo para Antonio llegar a establecer un razonamiento de tal
naturaleza en su situación particular?
LECCIÓN 3 de 5
Otra gran línea de pensamiento dentro de la filosofía moderna es la de David Hume (1711-1776). En la
filosofía moral de Hume, a diferencia de la visión racionalista, las pasiones desempeñan un papel central. La
idea de un sentimiento moral se erige como principio rector en el análisis del comportamiento moral. Hume,
considerado el padre del empirismo, se aparta de las consideraciones relativas al sometimiento de las
pasiones, tarea concebida por las teorías éticas racionalistas como una pieza central para la corrección de
las acciones. Por el contrario, la moral no dependerá de la razón como su principal eje de determinación. En
el Libro II del Tratado sobre la naturaleza humana, Hume hace aún más patente el quiebre con la tradición
racionalista (Hume, 2001)
Hay un sentido interno o un sentido moral que conecta los comportamientos con nuestra aprobación o
desaprobación de estos. Así, la posibilidad de trazar la distinción entre vicio y virtud no radica únicamente en
el ejercicio de la razón o en un esfuerzo de abstracción. Los juicios morales, por el contrario, están
estrechamente relacionados con las pasiones que impulsan nuestras formas de conducirnos o actuar. En
este caso, Antonio podría justificar, a partir de su amor hacia su esposa e hijos, su necesidad de robar la
bicicleta. Pero esta necesidad y la acción vinculada al amor por su familia, ¿justifican que nuestro personaje
robe? La respuesta más probable es que no, ya que justifica la acción, pero no la justifica en sentido moral.
El caso es que, en estos dos pensadores, Descartes y Hume, más que un intento de justificación de la
acción moral, lo que aparece es una justificación del ámbito moral en el ser humano ligada al modo en que
ambos entienden la relación del sujeto con el mundo.
“Si la naturaleza se contrapone a los milagros, no sólo la distinción entre el vicio y la virtud es natural, sino
todo hecho que haya sucedido en el mundo, exceptuando los milagros sobre los que nuestra religión está
fundada” (Hume, 2001, p. https://bit.ly/2OLW1os). La moralidad, en efecto, procede del sentimiento, es más
“sentida que juzgada” (Hume, 2001, p. https://bit.ly/2OLW1os). Sentimos que las cosas buenas son
agradables, que la virtud produce satisfacción, incluso placer.
Conclusiones
El caso de Antonio nos ha servido para comparar estas dos perspectivas: una claramente racionalista, la
cartesiana, en la cual, si bien no puede asegurar una moral, sí puede determinar ciertas máximas racionales
para actuar sobre la base de una moral provisional; y la otra de corte empirista, que sostiene que la fuente de
la moral está representada por los sentimientos y que la razón debe servir a las pasiones. En cada uno de
estos casos, Antonio se vería condicionado por criterios morales diferentes. En las próximas lecturas,
profundizaremos en las distintas opciones que las éticas modernas nos ofrecen para justificar, o no, la
decisión de nuestro personaje.
LECCIÓN 5 de 5
Referencias
Echegoyen Olleta, J. (s. f.) Filosofía Medieval y Moderna, Descartes. Publicado en e-torredebabel.com.
Recuperado de https://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-
filosofia/Filosofiamedievalymoderna/Descartes/Descartes-ReglasMetodo.htm
García Marzá, D., y González, E. E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions.
Hume, D. (2001). Tratado de la naturaleza humana. Publicado en Libros en la Red. Recuperado de
https://www.dipualba.es/publicaciones/LibrosPapel/LibrosRed/Clasicos/Libros/Hume.pm65.pdf
El pensamiento kantiano
¿Qué es la ilustración?
Conclusiones
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
El pensamiento kantiano
En primer lugar, volvamos al caso del desdichado Antonio Ricci. Dijimos que los acontecimientos que llevan
a Antonio a robar la bicicleta se presentaban con una complejidad tal que no podíamos, a primera vista,
tomar una posición deontológica o consecuencialista para determinar el carácter moral de la conducta de
nuestro personaje. Pero ahora haremos el esfuerzo de abordarlo desde la ética kantiana para pensar
posibles cursos de acción que Antonio podría tomar si pudiéramos conversar con él antes de que decida
robar la bicicleta.
Haciendo un rápido resumen, Antonio vive en un estado de pobreza y desempleo que lo mueve a buscar un
trabajo. Para desarrollar el trabajo, necesita, casi obligadamente, una bicicleta que logra comprar
empeñando sus sábanas. En esta situación Antonio inicia su trabajo con gran entusiasmo, pero en la
primera jornada nuestro personaje ve con mucha angustia cómo un hombre roba su bicicleta. El argumento
de la película es angustioso, pero vayamos a lo que nos interesa: Antonio, desesperado, decide que su única
opción es robar una bicicleta. ¿Qué diría una ética del deber como la kantiana sobre la elección de Antonio?
Presentemos un poco el contexto de la reflexión ética de Kant (1724-1804), que será decisiva en la
construcción de una filosofía moral racionalista y formal inspirada en la preocupación central por el
fundamento moral de nuestras acciones y juicios. En la Crítica de la razón práctica (1788) y en la
Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), Kant hace su aporte clave al campo de la ética,
al punto de considerarse que también cabe, manifiestamente, introducir la célebre imagen del giro
copernicano. Kant introdujo esta imagen en el prólogo de la segunda edición de la Crítica de la razón pura
(1781) para ilustrar una gran transformación en el terreno del conocimiento. En esta obra, Kant propone una
inspección del pensamiento humano tan sobresaliente en su seriedad crítica como la semblanza moral que
surge de sus biografías más acreditadas. El giro copernicano hace referencia a una inversión del papel que
juega el sujeto y el objeto en el conocimiento, inversión que es producto del intento de Kant por superar las
dos principales corrientes filosóficas de los siglos XVII y XVIII: por un lado, el racionalismo, con sus
principales referentes, Descartes y Leibniz, y por el otro, el empirismo, con Locke, Berkeley y Hume como
sus portavoces más consumados.
Para ampliar los conceptos que se desarrollan en esta lectura, se recomienda leer atentamente el capítulo
“La dicotomía deonto-axiológica” de la bibliografía básica Ética: conceptos y problemas (2009), de Maliandi,
R.
Pues bien, Kant observa que ni el entendimiento ni la percepción sensible por sí solos pueden constituirse
en la base de la actividad cognoscitiva, es decir, en fuentes legítimas del conocimiento. Así como Copérnico
mostró que la Tierra orbitaba alrededor del Sol y no al revés, Kant afirma que, en el conocimiento de la
realidad empírica, el sujeto no es un receptor pasivo que se limita a la recepción de los datos provenientes
de los sentidos, sino que posee facultades o estructuras cognoscitivas que son condición de posibilidad de
cualquier conocimiento. La Crítica de la razón pura (1781) procura, así, averiguar qué podemos conocer y
cuáles son los componentes y los límites de nuestro conocimiento, y enfatizar que hay esquemas
organizativos del entendimiento que son previos e independientes de la experiencia, y que sin ellos la
realidad no puede ser conocida. En este punto es fundamental destacar el gran valor depositado en la fuerza
de la razón. El siglo XIII es conocido como el Siglo de las Luces por su marcada convicción de que el ser
humano es capaz de servirse de su propia razón para disipar las ligaduras que lo sujetan a prejuicios,
supersticiones y ordenamientos sociales abusivos o tiránicos. El punto de partida de esa emancipación se
encuentra en los conceptos de libertad y dignidad. La consideración del ser humano como un ser digno y con
libertad para hacer uso íntegro de su razón constituye el principio organizador más fundamental del
autogobierno, es decir, la posibilidad de constituirnos como seres autónomos y responsables de nuestros
pensamientos y acciones.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que el sujeto gana autonomía, al volver a nuestro personaje debemos
mencionar dos cuestiones fundamentales: Kant consideraría que Antonio es un sujeto cuya voluntad, así
como toda facultad humana, está sujeta a las leyes de la razón y que, por lo tanto, el obrar de nuestro
personaje debería estar motivado por estas leyes. Por otro lado, Kant consideraría que Antonio, en cuanto
sujeto racional, es un sujeto libre y que su obrar dependerá de sus propios principios y máximas de acción,
es decir, que es un sujeto autónomo. Pero, si atendemos el caso concreto, ¿podemos considerar que
Antonio verdaderamente puede ser considerado como un sujeto que, en el uso de su razón proactiva, obra
con autonomía y libertad? Esta es la pregunta que intentaremos responder a la luz de la ética kantiana.
LECCIÓN 2 de 5
El pobre Antonio es puesto bajo la lupa de la ética kantiana. Lo primero que debemos considerar es que esta
ética es racionalista y formal. La dimensión ética del ser humano alude al uso de la razón práctica, que es la
que conforma el ámbito de la moral. De este modo, la razón práctica es fuente de la moralidad. Las máximas
y los principios morales que el ser humano se impone a sí mismo y edifican la estructura interna de la
moralidad son producto de la razón en su uso práctico. Afirmar con Kant que el obrar moral está regulado por
la razón práctica implica sostener que los juicios y el accionar humanos no tienen más determinación que la
propia voluntad y que, por lo tanto, no pueden considerarse como un medio puesto al servicio de algo externo
(felicidad, éxito, bienes materiales, etc.). No hay un fin situado fuera de la razón práctica porque la dimensión
ética se centra en la interioridad de la acción y la capacidad que posee el ser humano de imponerse la ley
moral a sí mismo: depende de la razón y no de alguna constricción o circunstancia externa.
Hay regresos que no son posibles luego de que un pensamiento activo y creador es capaz de construir un
nuevo enfoque de gran consistencia, y el planteamiento ético de Kant (1724-1804), filósofo prusiano de la
Ilustración, se yergue precisamente como una de las visiones más influyentes en la historia del
pensamiento.
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Fuente: elaboración propia.
¿Cómo se formula el imperativo categórico en un caso como el de Antonio? Pues bien, Antonio podría robar y
la máxima implicaría que la necesidad de robar para poder trabajar y alimentar a su familia puede ser una
regla universal, es decir, todo aquel que se encuentre en una situación particular será movido a robar. Pero,
en esta solución, la acción no implica la autonomía del sujeto, pues la resolución depende de un principio
heterónomo que hace de la acción un medio para un fin, alimentar a su familia, y no un fin en sí mismo, y en
este sentido robar no guarda valor lógico con la formulación del imperativo porque todo acto de robar podría
ser considerado como moralmente bueno, lo que es un contrasentido.
El imperativo, sobre el que descansa la filosofía ética kantiana, afirma el deber de cada sujeto de actuar de
forma tal que le sea lícito desear que aquello que rige su acción regule el comportamiento de todos los seres
humanos. Las cualidades propias de esta máxima son su universalidad y su necesidad. En otras palabras, el
imperativo categórico que el sujeto se dicta a sí mismo no obedece a mandatos externos ni a
condicionantes particulares: el criterio válido para el obrar moral pretende constituir una ética legítima y
obligatoria para todos los seres racionales que pueda aplicarse en todo tiempo y lugar.
La ley moral proviene, así, del propio agente y los motivos interiores que conducen su obrar. En este sentido,
es una posición ética autonomista, ya que no reconoce un fundamento ajeno a la propia voluntad del sujeto.
Kant denomina como heterónomas a aquellas perspectivas según las cuales la fuente de la moralidad se
sitúa en algo externo que se desea.
Los actos morales son buenos siempre que sean motivados por la sensibilidad.
Los actos morales deben realizarse de acuerdo con las leyes de la época.
La filosofía práctica kantiana introduce una clara diferenciación entre dos grandes líneas de construcción
ética: las deontológicas y las teleológicas o las consecuencialistas. Como afirma Maliandi: “de Kant deriva
una larga línea de éticas deontológicas, distintas entre sí, pero que comparten la idea de que las normas
morales son válidas si son ‘justas’, con independencia de las consecuencias que pueda acarrear su
observancia” (2009, p. 101). En este sentido, desde la perspectiva de Kant podría entenderse la distinción
entre las dos líneas éticas del siguiente modo:
Éticas deontológicas
Kant estructura la ética deontológica mediante el planteo de una facultad del querer racional, autónomo y libre que se
rige por una voluntad buena y es capaz de imponerse a sí misma máximas morales universales.
Ya no disponemos de un concepto objetivo de felicidad, de naturaleza humana, en el cual anclar la exigencia de
universalidad que acompaña a nuestros juicios morales.
Ética consecuencialista
La crítica fundamental de Kant a las éticas consecuencialistas se debe a que la razón práctica se convertiría
en tecnología práctica, y la moral, en un cálculo matemático que reduce el propio concepto de humanidad
(García Marzá y González Esteban, 2014, p. 90).
Con Kant, el fenómeno moral queda estrechamente unido al concepto de deber: la razón práctica impone
deberes a la voluntad. El mandato de la razón práctica, es decir, el imperativo categórico, es incondicional en
su obligatoriedad, ya que incluye la universalidad y, en consecuencia, se muestra ajeno al contenido material
de las acciones morales.
Es precisamente este aspecto el que define la formulación de la ética kantiana como formalista, en el
sentido de que no se atiene a contenidos particulares de las normas o las leyes para la determinación del
carácter moral, sino a un criterio abstracto de universalización.
En la ética kantiana, el deber no deriva de algo externo al sujeto, sino de la aprehensión primordial del querer
racional, autónomo y libre del agente moral. El cumplimiento del deber se pone en marcha en la realización
de la voluntad buena y el obrar moral se desenvuelve porque reconoce al sujeto como un fin en sí mismo y
nunca como un mero medio. El valor del ser humano como fin en sí mismo fundamenta la moral
incondicionalmente y, por lo tanto, la dignidad y el respeto humanos constituyen valores morales
incuestionables. A continuación, mencionaremos tres de las principales formulaciones que Kant ofrece del
imperativo categórico:
Tercera definición
–
“Obra de tal modo que tu voluntad pueda considerar al mismo tiempo que está creando una ley universal
mediante su máxima” (Kant, 1985, https://bit.ly/2JhUoQY). Esta definición hace concebir la voluntad de
todo ser racional como una voluntad universalmente legisladora.
Veamos, de acuerdo con la triple formulación, qué pasaría con la acción de robar. En primer lugar, robar no
podría ser considerado un acto moral porque en su formulación universal implicaría que todo ser humano
debería robar. En segundo lugar, al robar se le quita algo a alguien para satisfacer una necesidad propia; por
lo tanto, se trata al otro como un medio y no como un fin en sí mismo. Si Antonio roba la bicicleta para poder
trabajar y alimentar a su familia, entonces estaría poniendo a otra persona, el dueño de la bicicleta, como el
medio y no como fin. Por último, la universalidad de la ley implica la voluntad legisladora, esto es, que el
sujeto sea autónomo. En el caso de Antonio, este está tan condicionado por sus circunstancias que no
puede realizar una reflexión a partir de la buena voluntad o la voluntad moral, y solo busca resolver el
problema a partir de una acción heterónoma, es decir que se basa en las normas o circunstancias externas.
LECCIÓN 3 de 5
¿Qué es la ilustración?
Resulta evidente que la ética kantiana es una ética rigurosa. Si pensamos en el contexto en el que Kant está
escribiendo, podemos notar que los temas de la libertad, la autonomía y la voluntad son temas esenciales
que definen el ideal ilustrado de la época y serán mucho más que una mera declaración del poder de la
razón. Servirse de la propia inteligencia se convierte en una regla de compromiso, es decir, una exigencia
moral en la que todo ser racional que asuma su propia libertad debe implicarse sin excepción.
“¡Es tan cómodo no estar emancipado!” (Kant, 2009, p. 249), dirá el autor en ¿Qué es la Ilustración? El uso de
la razón, en cambio, exige esfuerzo y riesgo, y pertenece por completo al que es capaz de manifestar la
determinación de su voluntad como origen y guía firme de su accionar en la vida. Hay un entorno seguro, que
es el de aquel que posterga las decisiones a la espera de que otro las tome por él. Pero Kant sostiene que, si
se presta debida atención a esa postergación, se observa que en ella se encarnan principios de deber
frágiles, consideraciones endebles de cumplimiento e interacciones caracterizadas por la opresión; en
definitiva, incapacidades para experimentar la vida con libertad y dignidad. Ahora bien, Antonio puede
ejercitar su libertad en el contexto en el que tiene que realizar elecciones que involucran un compromiso
ético como robar o no robar. Es tan cómodo no estar emancipado, pero, en el caso de nuestro personaje, la
reflexión ética de influencia kantiana lo pondría ante el siguiente dilema: cómo reconocer cuál de los dos
valores morales se debe elegir para poder cumplir con la máxima de acción robar o dejar que su familia
muera de hambre.
La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad
significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad
es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor
para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de
servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración. (Kant, 2009, p. 249).
El texto “¿Qué es la ilustración?” (2009) nos permite adentrarnos en la reflexión kantiana sobre la autonomía
del sujeto moderno.
Qué es la ilustración.pdf
69.7 KB
Fuente: Kant, E. (2009). ¿Qué es la ilustración? Foro de Educación (11) 249-254. Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3171408
Es falso de acuerdo con la perspectiva kantiana porque la conducta debe ser guiada
por la voluntad heterónoma y todo ser humanos debe ser considerado como un fin y no
como medio.
SUBMIT
Según Kant, el ser humano es capaz, como ser racional y libre, de regir sus acciones por una voluntad buena
y, así, sustraerse de aquello que lo somete y lo condiciona a una causalidad externa. No es por falta de
inteligencia, según Kant, que el ser humano permanece en ese entorno seguro. Sucede que el uso íntegro de
la razón demanda un repertorio de fortalezas y decisiones para abandonar esa torre de marfil y erguirse
como ser autónomo y libre. Ese uso de la razón afirma la primacía de la voluntad y se muestra en el hecho de
poder darse a sí mismo, en su carácter de autolegislador, máximas y principios morales universales. La
estructura de la dimensión moral consiste en la consolidación de preceptos internos de la acción que solo
provienen de una razón autónoma:
pero si el hombre es aquel ser que tiene dignidad y no precio, ello se debe a que es capaz
de sustraerse al orden natural, capaz de dictar sus propias leyes: es autolegislador,
autónomo. Lo cual implica que su mayor grandeza estribe no en juzgar sus acciones a la
luz de la felicidad que producen sino en realizarlas según la ley que se impone a sí mismo
y que por tanto constituye su deber. (Cortina, 2000, p. 136).
LECCIÓN 4 de 5
Conclusiones
De acuerdo con la ética kantiana, Antonio no debería robar, incluso en el caso de que se presente como la
única salida posible. Esto no significa que nuestro personaje no lo pueda hacer, sino que su acción no podrá
ser considerada como un acto guiado por la razón que conduzca a la buena voluntad o a la acción libre.
Podemos estar de acuerdo en este punto con Kant, pero podríamos preguntarnos lo siguiente: si el hecho de
no robar implica que su familia muera de hambre, ¿no será que Antonio trata a su familia como un medio
para la consagración de una ética que, en lugar de implicar un fin en sí mismo, suponga una pretensión de
sentirse bien en el obrar? ¿Cuál es el modo de saber qué es lo que dicta la razón? El riesgo de esta ética del
deber formalista es que puede conducirnos a situaciones sin salida aparente o a no considerar las
circunstancias en las que se debe elegir. Aunque parece funcionar muy bien como un principio regulador de
la acción que devuelve al ser humano su responsabilidad moral sobre sí y sobre los otros. En este caso,
Antonio será responsable de darse a sí mismo, a partir del uso racional de su voluntad, su propia respuesta.
LECCIÓN 5 de 5
Referencias
Cortina, A. (2000). Ética mínima. Introducción a la filosofía práctica. Madrid, ES: Tecnos.
García Marzá, D. y González, E. E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions.
Kant, I. (2009). ¿Qué es la Ilustración? Foro de Educación (11), 249-254. Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3171408
Kant, I. (2007). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Edición de Pedro M. Rosario Barbosa.
Recuperado de https://pmrb.net/books/kantfund/fund_metaf_costumbres_vD.pdf
Sobre el hedonismo
Posturas utilitaristas
Conclusiones
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
Sobre el hedonismo
Volvamos a traer al centro de la escena a nuestro personaje, Antonio Ricci, para explorar las opciones que
tiene desde una perspectiva ética distinta a la kantiana, la ética utilitarista. Hemos visto que el caso de
Antonio nos dejó alguna duda respecto de cómo garantizar que la acción moral realmente implicaba un obrar
por deber y no radicaba en un obrar moral por medio a una reprimenda o porque le produjera a nuestro
personaje algún tipo de placer obrar correctamente. Pero estos tipos de inquietudes no tienen lugar en la
perspectiva de las éticas consecuencialistas. Veremos por qué.
Cuando hablamos de consecuencialismo, en general nos referimos a Jeremy Bentham (1748-1832) y John
Stuart Mill (1806-1873), los dos grandes referentes de esta perspectiva ética. Existen desde hace tiempo
muchas y diversas variantes de esta doctrina, que instituye, desde su núcleo central, una ética fundada en la
idea de que el carácter moral de nuestras decisiones y acciones morales deriva de las consecuencias,
efectivas o previsibles, que se siguen de ellas. Indagar, así, el porqué de los fenómenos morales plantea
como objeto de reflexión no la observancia de una máxima incondicional y a priori (el imperativo categórico
kantiano), sino los fines de la acción. La expresión teleológica está compuesta por el griego télos, que
significa “fin”. En este sentido, nuestro personaje se encuentra con herramientas teóricas muy diferentes de
las deontológicas para justificar –o al menos intentar hacerlo– el robo de la bicicleta. Pero, antes de
examinar el caso, profundicemos un poco más en aquello que implica pensar en los fines de la acción.
En el caso de las éticas deontológicas, tal como adelantamos al hacer referencia a Kant, existen máximas o
reglas que poseen un valor incondicional e independiente de cualquier causalidad o constricción externa.
Esto implica afirmar que, para estas corrientes, la moral se funda en algo que pertenece por completo a un
principio interno de acción que depende por completo de la razón y no de los resultados que puedan seguirse
de su aplicación. Desde esta posición, aquello que determina el valor de nuestras acciones morales reside
en el deber. Las éticas teleológicas o consecuencialistas, en cambio, inspeccionan el valor moral de las
acciones y les otorgan primacía a los fines logrados por esas acciones o en función del bien que procuran.
Tanto para Bentham como para Mill, ese bien es identificado con la felicidad, que es entendida como placer
y ausencia de dolor (Maliandi, 2009). Aquí ya tenemos una pista importante sobre cómo puede Antonio
justificar moralmente su acción, pues lo que se busca es maximizar el bien y reducir el daño de las
conductas morales. Pero ¿esto permite pensar que a Antonio le está éticamente permitido robar?
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Una pieza clave que suele aparecer en las reconstrucciones históricas del utilitarismo es el llamado
hedonismo, defendido en la Antigüedad por Aristipo y Epicuro. La razón de su nombre reside en que, de
acuerdo con esta doctrina, los seres humanos deben afanarse por la búsqueda del placer y evitar las causas
o los motivos de pesar o dolor. El principio supremo de todo hedonista está fundado en el deber de perseguir
el placer como bien supremo. Para Aristipo, la realización concreta del verdadero placer reside en el gozo
que se experimenta al vivir el presente y las gratificaciones del cuerpo por encima de las de la mente. En la
lógica hedonista, es muy probable que una respuesta a nuestro personaje sea que su conducta debe llevarlo
al placer, por lo que robar la bicicleta podría ser un medio válido para volver a sentirse dichoso como el primer
día de trabajo antes de que le robaran a él la bicicleta. La famosa frase “¡Carpe diem!” es una invitación a
prescindir, a partir del goce por el instante presente, de las nostalgias o los recuerdos del pasado y las
preocupaciones o los temores respecto del futuro (Guariglia y Vidiella, 2011).
Con Epicuro nos encontramos nuevamente ante la afirmación del gozo como fin primordial, pero desde una
dimensión diferente. Debido a las ordinarias simplificaciones que se congregan en torno a su visión, es
conveniente recordar que su interpretación se distancia de la de Aristipo. Para él, una vida dichosa lleva
aparejada la moderación y el distanciamiento de los excesos que perturban la serenidad: el placer se asocia
a la búsqueda de un estado de tranquilidad o sosiego del alma que es alcanzado mediante la supresión del
dolor. Ese estado al que deben aspirar todos los seres humanos recibe el nombre de ataraxia (Guariglia y
Vidiella, 2011). Nuestro personaje podría lograr un estado de ataraxia en la situación en la que está. Por un
lado, debemos considerar que Antonio no se decidió por robar en primer lugar, con lo cual podemos intuir que
el acto de robar no es para él una opción. Sin embargo, aunque se viera movido por la búsqueda de un estado
de tranquilidad, la posibilidad de robar una bicicleta lo angustia al punto de solo considerarla en un estado de
absoluta desesperación y sin evaluar las consecuencias de su decisión. Veremos en qué punto la ética
utilitarista sí puede dar una respuesta a nuestro personaje.
La visión de Bentham, de quien Mill fue discípulo y crítico, se identifica comúnmente como la piedra
fundacional de la ética teleológica que mayor impacto tuvo históricamente: el utilitarismo. Es importante
tener presentes las motivaciones subyacentes que acompañaron el arraigo de la corriente utilitarista como
doctrina moral en los escritos de Bentham, aunque fue principalmente Mill el que impulsó con su análisis la
mayor difusión de su principio maximizador: la mayor felicidad para el mayor número de individuos. El
utilitarismo de Bentham surgió en estrecha conexión con una evaluación del orden democrático que
buscaba guiar una reforma profunda de las instituciones para promover el bienestar social. La dimensión
normativa básica de esta doctrina se desplegó durante una época de grandes transformaciones sociales,
por lo que, además de su importante signo ético, se irguió también como una perspectiva jurídica y política.
De acuerdo con esta posición, el valor de una acción reside en su utilidad y lo relevante del concepto de
utilidad es la conducción a la felicidad entendida como placer y ausencia de dolor. En el marco del interés
por una renovación democrática institucional que combatiera las desigualdades sociales, caben pocas
dudas del asentimiento popular que acompaña la defensa de medidas legislativas capaces de conducir a la
sociedad a la obtención de mayor felicidad (Maliandi, 2009).
Fuente: [Imagen sin título sobre Bentham y Mill]. (s. f.). Recuperado de http://bit.ly/2IxN3L5
Imagen de los padres del utilitarismo, Jeremy Bentham y John Stuart Mill.
1 X observa cómo le roban la bicicleta a Antonio, que estaba trabajando. Entonces, corre
desesperadamente al ladrón e intenta alcanzarlo. Solo se da por vencido cuando el ladrón se
aleja entre la multitud.
Desde una perspectiva kantiana, ambas acciones poseen el mismo valor moral, independientemente de los
resultados, ya que estos dependen de contingencias que escapan a la voluntad. Sin embargo, muchos de
nosotros nos sentimos fuertemente inclinados a conceder mayor valor a la acción de Z: X tuvo las mejores
intenciones, pero los resultados no fueron buenos, mientras que, con idénticas intenciones, Z logró un fin
valioso. ¿Es infundado concederle mayor valor a su acción? Para el utilitarismo no lo es, ya que no acepta
valorar las acciones independientemente de sus resultados o consecuencias (Guariglia y Vidiella, 2011, p.
139).
La lectura del ejemplo que toman los autores nos permitirá profundizar en la compresión de la búsqueda de
las consecuencias o los resultados de la acción para el utilitarismo.
Debemos mencionar también que otra gran corriente que confluye en el entramado conceptual del
utilitarismo es el empirismo británico. Las visiones de Hume, Adam Smith y muchos otros pueden
enumerarse entre las principales influencias que aportaron a los contenidos utilitaristas al subrayar la
importancia de los efectos, directos o indirectos, de las acciones morales.
La corrección de los actos se funda en un principio ético empírico. Bentham formula el llamado principio de
utilidad. Como decíamos antes, se trata de un principio que fundamenta la moralidad de un acto en la
cantidad de felicidad que produce (en el que la felicidad es entendida como maximización del placer y
minimización del dolor) y la cantidad de seres humanos que la alcanzan. La determinación del carácter
moral de las acciones pertenece a un cálculo de utilidad o cálculo de felicidad, debido a que los actos
morales son aquellos que proporcionan la mayor cantidad posible de felicidad a la mayor cantidad posible de
personas.
SUBMIT
Para el principio de utilidad, Bentham hace hincapié en la idea de cálculo, se centra en una mirada
marcadamente cuantitativa y enuncia siete criterios de preferencia para efectuar una medición referida al
placer. Estos son: intensidad, duración, certeza, proximidad, fecundidad, pureza y extensión (Maliandi, 2009,
p. 152). Mill sofisticó el análisis de Bentham y examinó, con otros elementos de juicios, los conceptos
centrales de placer y ausencia de dolor como determinantes morales de nuestras acciones. El énfasis en
una visión cuantitativa del placer como la propiciada por Bentham es criticado por su discípulo, quien
considera que es preciso introducir una distinción de carácter cualitativo entre placeres superiores e
inferiores. El aspecto cuantitativo resulta insuficiente. El análisis de esta dimensión cualitativa, para Mill, es
más apropiada no solo al momento de evaluar el carácter moral de los actos, sino también al examinar el
vínculo entre utilidad y justicia. ¿Es suficiente considerar si las consecuencias de un acto conducen a una
maximización para juzgar su carácter moral? Frente a este interrogante, Mill anticipa aquello que
posteriormente se conceptualizó como un utilitarismo de la regla: la moralidad no alude expresamente a las
consecuencias de un acto en particular, sino a las que se derivan del respeto u observancia de una regla
general (Maliandi, 2009).
LECCIÓN 3 de 5
Posturas utilitaristas
En virtud de la repercusión y las discusiones promovidas por el principio de utilidad, pueden reconocerse
diferentes posturas sobre el tema. García Marzá y González Esteban (2014) enumeran diferentes tipos de
posiciones teóricas que pueden enmarcarse como utilitaristas. Para ampliar los conceptos que se
desarrollan en esta lección, se recomienda leer atentamente el capítulo “El utilitarismo” de García Marzá y
González (2014), ya que su lectura permitirá profundizar en el carácter consecuencialista del utilitarismo. De
acuerdo con la lectura, podemos reconocer los siguientes tipos de utilitarismo:
Utilitarismo de la preferencia
–
Generalmente, se considera que Mill se apartó de la doctrina utilitarista de Bentham al introducir el
concepto de calidad de los placeres como algo a tener en cuenta a la hora de elegir tanto una acción
privada como una actuación colectiva, frente a una concepción cuantitativa de los placeres (Guisán, 1992b,
p. 288).
Utilitarismo ampliado
–
En la línea de Mill y Brandt, Farrell ha intentado en nuestros días responder a la mayoría de las críticas
presentadas al utilitarismo incorporando la noción de derechos individuales prima facie, derechos que no
son absolutos sino desplazables, siguiendo criterios de utilidad, por el cálculo de consecuencias (Farrell,
1983, p. 366)
La propuesta utilitarista constituye una de las más grandes e importantes corrientes dentro del campo de la
ética y, como tal, no está exenta de problemas. Como intento de fundamentación empírica de la acción
moral, se enfrenta a numerosas objeciones que, en muchos casos, recogen puntualmente aquello que el
mismo Kant había destacado en relación con la determinación de un sujeto moral condicionado a la
causalidad externa de la experiencia:
[Los intentos de fundamentación empírica] tienden muy fuertemente a incurrir en lo que
puede denominarse "falacia empirista”: argumentar bajo el supuesto de que todo cuanto
no proviene de la experiencia sensible puede reducirse a una especie de "quimera"
metafísica. Allí reside precisamente el mayor defecto estructural de las fundamentaciones
orientadas hacia conceptos empíricos: no en la mera imprecisión de tales conceptos -que,
por otra parte, no deberían perderse jamás de vista-, sino en la obstinada incomprensión
que acompaña a esas pretendidas fundamentaciones respecto del "a priori". Éste no
constituye un "más allá", sino precisamente un "más acá" de lo empírico; es, en cada caso,
lo que condiciona la posibilidad de la experiencia. Las posturas empiristas se niegan a
admitirlo y acaso por esto las éticas correspondientes desembocan a menudo en
relativismo u otras formas de negar la posibilidad última de fundamentación. (Maliandi,
Thüer y Cecchetto, 2009, pp. 17-18).
LECCIÓN 4 de 5
Conclusiones
Esta perspectiva nos permite encontrar una solución ética al dilema de Antonio, una que contempla su
situación compleja. No obstante, pone de relieve la complejidad de nuestras intuiciones utilitarias, ya que
aquello que determina las consecuencias de la acción (la mayor felicidad del mayor número) no es siempre
una guía decisiva, una máxima o un precepto firme para el curso de las decisiones que tomamos.
Cabe preguntarse si esa serenidad del alma que pregonaban los hedonistas, o la felicidad como plenitud de
Aristóteles, puede ser alcanzada desde una perspectiva utilitarista, incluso aquella más moderada en la cual
existe una intención propiamente ética, es decir, de búsqueda genuina de la buena vida. Lo que es claro, y el
caso de Antonio no lo ejemplifica, es que la ética constituye una dimensión de reflexión difícil y casi nunca
completamente resuelta.
LECCIÓN 5 de 5
Referencias
Bouguereau, W.-A. [Pintor]. (1884). The Youth of Bacchus [Pintura]. Estocolmo, SU: Nationalmuseum.
Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-
_The_Youth_of_Bacchus_(1884).jpg
García Marzá, D. y González, E. E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions.
Guisán, e. (1992) “Utilitarismo”, en Concepciones de la Ética (V. Camps, U. Guariglia & F. Salmerón, ed.) pp.
269-295. Madrid, ES: Editorial Trotta.
Gutiérrez, G. (1990). La estructura consecuencialista del utilitarismo. Revista de filosofía, III(3), 141-174.
Recuperado de https://core.ac.uk/download/pdf/38842807.pdf
Referencias
En esta lectura nos encargaremos de pensar la justificación de la ética universalista y el alcance de tal
justificación. Para ello recuperaremos y profundizaremos el caso de Antonio Ricci, nuestro desdichado
personaje. Lo que nos interesa es el dilema ético en el que se encuentra el personaje: ante la desesperación
por no poder trabajar y la necesidad de su familia, el personaje se ve empujado a tomar una sola resolución,
robar, que implicaría reproducir lo que le hicieron a él con todas las consecuencias que ello implica.
Por tanto, la pregunta que cabe es: ¿cómo justificar que la ética tenga un valor universal y un peso en
nuestras acciones? En el caso de que una “verdad” ética fuera “no hay que robar”, ¿el personaje debe dejar
que su familia muera de hambre por no violar ese supuesto valor ético? ¿Qué es más importante en este
caso: no robar o no dejar en el abandono a su familia? En lo que sigue desarrollaremos los conceptos
fundamentales de las éticas universalistas y consecuencialistas a la luz de este ejemplo.
Cuando se reflexiona acerca del porqué de la acción moral, se suelen brindar dos grandes respuestas: una
fundamentación trascendental y apriorística y otra empírica o basada en la experiencia. Las diferencias
entre ellas no se agotan simplemente al considerar expresiones clave, aunque es importante tenerlas
presente. El criterio ético esencial para el primer tipo de fundamentación reside en el concepto de deber y la
existencia de principios o máximas que regulan de manera incondicional la conducta de los seres humanos.
Recordaremos que la fortaleza de la identidad moral del sujeto descansa, para Kant, en imperativos morales
que dependen de la razón autónoma y no de alguna constricción externa o realidad empírica de ningún tipo.
El vigor de esos imperativos no puede vislumbrarse sin comprender que el establecimiento de una ética
normativa autónoma representa, desde esta perspectiva, una preocupación básica e insoslayable. La validez
de un deber ser absoluto e indiscutible, no susceptible a la consideración de los efectos o las
consecuencias de la acción, nos permite comprender la gran altura y contundencia de ese árbitro del
comportamiento moral formulado por Kant.
Fuente: captura de pantalla de la película Ladrón de bicicleta (De Sica, 1948b,
http://bit.ly/2Vrb3EP).
Ahora bien, ¿qué implicaría para nuestro personaje adoptar un punto de vista kantiano sobre la moral? Por un
lado, implicaría aplicar un principio fundamental: toda acción moral debe tomarse como fin es sí mismo y no
como medio. Pero tal principio, al ser un principio de carácter formal, es decir, al estar vinculado a una
máxima de razón, deja a nuestro personaje arrojado a su suerte, pues implicaría que este no debe robar,
pues esa acción implica que la acción es un medio y no un fin en sí mismo, y el deber moral debe ser un fin
en sí mismo. ¿Cómo se explica este rasgo del deber? Pues bien, toda acción, para ser considerada un fin en
sí mismo, debe poder ser universalizable; es decir, Antonio debería considerar que, si roba, el acto de robar
constituye un valor universal, lo que implicaría que robar una bicicleta sería bueno para mantener el trabajo,
pero no como fin en sí mismo. Pero Kant consideraría que es contra la razón concebir el acto de robar como
un acto moral universal, pues implica utilizar al otro, como le sucede en primer lugar al propio Antonio, como
un medio y no como fin en sí mismo. Pero, como afirmamos antes, esto dejaría a nuestro personaje en una
situación compleja: su familia no tiene medios para sobrevivir en época de guerra más que con el trabajo de
Antonio. Por lo tanto, para cumplir con el deber de no robar, Antonio está poniendo a su familia como medio
para satisfacer el deber de no robar. Ninguno cuestionaría el hecho de la responsabilidad del personaje
frente a la situación familiar y su deber de cuidado por encima de cualquier deber moral secundario.
Entonces, ¿qué debe hacer Antonio?
A las éticas universalistas se les cuestiona que, en situaciones concretas, no pueden brindar herramientas
para guiar la acción moral, ya que funcionan más bien como principios reguladores. Sin embargo, en otros
casos obrar moralmente no implica asumir un deber de esta naturaleza. Veamos en lo que sigue qué pueden
decir las éticas consecuencialistas de la situación de Antonio.
LECCIÓN 2 de 5
Hay otras perspectivas teóricas en las que la fundamentación del comportamiento moral no es posible sin
conceder un valor fundamental a la existencia de principios éticos y empíricos. Las éticas
consecuencialistas, como el utilitarismo, definen el carácter moral de un acto y toman en cuenta los efectos
o las consecuencias que se siguen, ya sean directas o indirectas y reales o posibles. El principio fundante
de los fenómenos morales no se concibe, por lo tanto, como algo ajeno a la experiencia, sino que el criterio
utilitarista del mayor beneficio para el mayor número se asienta en una perspectiva que no remite a una
moral racional y a priori de la experiencia, como en el estilo kantiano.
Para ampliar los conceptos que se desarrollan en esta lectura, se recomienda leer atentamente el capítulo
“Kantismo” (pp. 25-57) del libro Concepciones de la ética, de Camps, Guariglia y Salmerón (2013), ya que allí
se profundizará este primer acercamiento a la concepción kantiana de la ética formal y universal.
Ahora bien, ¿qué podríamos decir de nuestro personaje dentro de este enfoque? Pues bien, en primer lugar,
que Antonio podría pensar en la posibilidad de robar la bicicleta (siempre considerando que se la robaron
primero a él) para poder volver a trabajar y así lograr mantener a su familia, ya que le traería aparejado un
beneficio para el mayor número de personas. Sin embargo, esto no nos salva de realizarle al personaje otra
pregunta: ¿y si a quien le roba la bicicleta tiene a cargo a más personas que dependen de su trabajo? Pues
bien, como vemos, el dilema del ladrón de bicicleta parece complejo incluso para esta perspectiva. Pero
avancemos un poco más sobre la presentación de las éticas consecuencialistas.
Muchas visiones sobre la ética emparentadas con el relativismo y el escepticismo moral surgieron de
críticas a la existencia de criterios incondicionales o universales para la determinación del carácter moral de
las acciones. Los filósofos de la sospecha, como los llaman Camps et al. (2013), crean una derivación
escéptica o relativista respecto del problema de la fundamentación y formulan algún tipo de tematización
empírica de la moral en la que se cuestiona el predominio de un sistema moral necesario y apriorístico. Los
grandes referentes en este tema son Nietzsche, Marx y Freud.
Nietzsche
–
Desenmascarar el fundamento de la moral trae implícito poner al descubierto aquello que los defensores
de una moralidad sustraída por el dominio de la razón no quieren aceptar: en el trasfondo de los términos
que se yerguen como expresiones morales (bueno, malo, mejor, peor, prohibido y permitido).
Marx
–
Marx sitúa el punto clave de su pensamiento ético en el examen de aquello que ensancha la búsqueda de
beneficios de la clase dominante (los capitalistas) y el sentimiento de alienación de la clase oprimida (los
proletarios). La desconfianza que se instala en torno a las construcciones morales reside en su poder para
fortalecer y promover un escenario de desigualdad social.
Freud
–
En cuanto fuente de oposición, ese espacio de costumbres, mandatos y demás herramientas creadas por
el ser humano con el fin de proveerse seguridad contra las agresiones del mundo, ese conjunto de
expresiones significativas y diversas de la civilización, impone la supresión de ese anhelo irreductible de
felicidad que cada persona cobija con firmeza en su interior.
La moral para estos pensadores es un engaño o ficción (Nietzsche, 2014), pues se funda en criterios
universales que sostienen formas sociales y culturales conservadoras. El caso de Antonio nos pone a la
vista esta situación, ya que, si se piensa en una solución basada en modelo universalista sobre el deber, el
personaje se vería obligado a no contemplar su situación particular de desempleo, pobreza y falta de
atención por parte del Estado italiano en situaciones de crisis sociales.
Ahora bien, ¿qué implicarían para nuestro personaje las críticas que realizan los
filósofos de la sospecha a las éticas universalistas?
SUBMIT
LECCIÓN 3 de 5
Ahora bien, ¿cuáles son las opciones para nuestro personaje? Pues bien, Antonio podría buscar otro trabajo,
aunque esto le llevará mucho tiempo, lo cual puede poner en riesgo la salud y la integridad de toda su
familia. Por otro lado, si Antonio roba, podría considerarse que, por el hecho de que le robaran la bicicleta en
primer lugar, este acto no podría ser juzgado como incorrecto. O podría darse el caso de que ambos sean
juzgados como actos inmorales sujetos a las normas sociales, con lo cual Antonio podría ir a la cárcel y, de
ese modo, también dejar en una situación vulnerable a su familia.
Lo que vemos con el caso de Antonio Ricci es que la ética, como dijimos en el Módulo 1, es una reflexión
difícil. En las lecturas que siguen, profundizaremos en las perspectivas universalistas y consecuencialistas.
Referencias
Camps, V., Guariglia, O. y Salmerón, F. (Comps.). (2013). Concepciones de la ética. Madrid, ES: Trotta.
Ética y modernidad
–
Analizamos cuáles son las posturas éticas de los filósofos modernos Descartes y Hume.Con Descartes
aparece la idea de moral provisional y con Hume la idea de que la razón debe estar al servicio de las
pasiones.
El sujeto kantiano
–
Presentamos la ética deontológica kantiana a partir del concepto de imperativo categórico, de razón y
buena voluntad. La idea de un sujeto autónomo e ilustrado serpa el tema de esta lectura.
Utilitarismo
–
Presentamos la ética utilitarista. El utilitarismo es una ética que centra su atención en las consecuencias
de los actos morales. Se tendrá en cuenta la herencia del hedonismo y la formulación “mayor bien para le
mayor número” como contrapartida a la ética kantiana.
El problema de la universalidad
–
Se ha puesto de manifiesto los límites y alcances de las éticas universalistas a la luz delas críticas de las
éticas consecuencialistas. Se presentó para ello, algunas de las críticas de los filósofos de la sospecha:
Freud, Nietzsche y Marx.
La ética comunicativa la búsqueda del consenso
Comunicación
Pragmática universal
Conclusión
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
Hemos abordado una de las éticas contemporáneas ligadas al kantismo y al liberalismo de la mano de
Rawls. En esta lectura nos ocuparemos de reflexionar sobre otra de las éticas más influyentes, también de
herencia kantiana, denominada “ética de la comunicación” o “ética del discurso” de Jürgen Habermas.
Para ello, volveremos al problema que nos convocó en las unidades
anteriores: la posibilidad de argumentar a favor o en contra de la
eutanasia y la muerte digna. La dimensión ética de la comunicación
implica ciertos conceptos claves: democracia, justicia y autonomía,
son algunos de ellos. Sin embargo, ¿es viable juzgar sobre el deseo, o
necesidad, de morir que tiene un enfermo terminal?
Cuando hablamos de las raíces de la llamada ética dialógica o ética comunicativa, los trabajos del filósofo y
sociólogo alemán Habermas aparecen con todo su vigor. La obra de este autor es de una extensión
asombrosa en su riqueza temática, por eso, a continuación, presentaremos algunas de las tesis medulares
de sus principales contribuciones: la teoría de la acción comunicativa y el concepto de democracia
deliberativa. ¿Cómo estos conceptos pueden dar una respuesta ética a la pregunta que nos hemos
planteado? Sobre eso trabajaremos en la presente lectura. A continuación, lee atentamente el artículo
propuesto.
Fuente: Oviedo Torres, J. M.; Galván Patrignani, G.; Hernández Palma, I. O. (2016). Ética del discurso de Habermas:
Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/just/n29/n29a02.pdf
Esta ética del discurso, como vemos en el artículo, puede definirse como un
“proceso formal”, es decir, un modelo que permite construir normas que no
dependan de su contenido. Podríamos recordar aquí que “formal” refiere a las
reglas racionales o esquemas abstractos que dan forma al contenido. ¿Cuál es el
objetivo de plantear este proceso “formal” como base de una ética del discurso?
Pues, remite a la capacidad de argumentar, es decir, dar razones, de modo tal
que tenga en cuenta los intereses de quienes participan de la discusión. La
aprobación, por tanto, estará sujeta a dar las mejores razones y defender mejor
el propio argumento. Existen tres reglas que pueden definirse como (Moreno
Lax, 2008, p. 97):
RE G LA A RE G LA B RE G LA C
Autonomía de cada uno de los participantes para expresar libremente aquellos argumentos que representan
sus intereses, teniendo como horizonte último la representación simultánea de los intereses potenciales
del resto de sujetos afectados.
RE G LA A RE G LA B RE G LA C
Simetría de los participantes en cuanto al valor de sus argumentaciones, donde solo la coacción no violenta
del mejor argumento se impondrá definitivamente. Se trata del argumento que mejor representa los
intereses de todo el colectivo.
RE G LA A RE G LA B RE G LA C
Falibilidad del consenso adquirido, en la medida en que nuevas y futuras argumentaciones pueden criticar y
mejorar el argumento considerado como el más válido de todos.
Es por esta razón que la ética propuesta por Habermas se conoce como una ética pragmática, cuyo
instrumento es el lenguaje. En este sentido, como menciona Moreno Lax,
Comunicación
La disposición al diálogo como una pieza central de la ética de Habermas no puede reconocerse sin
comprender cuál es el alcance que le otorga a la dimensión pragmática del lenguaje. Empezaremos,
entonces, por remarcar la idea misma de acción comunicativa como elemento crucial del consenso. La
palabra acción ligada a la comunicación ya nos advierte que la propuesta habermasiana pone el acento en el
uso que hacemos del lenguaje en nuestras interacciones sociales. Hacer referencia al uso del lenguaje
equivale a interrogarnos por su aspecto pragmático, que es un componente clave del lenguaje, además de la
sintaxis (que alude a las reglas para combinar y ordenar las expresiones) y la semántica (que alude al
significado de las palabras).
La atención en los actos de habla abre un panorama nuevo para aproximarnos a la ética,
porque Habermas (1987) afirma que hay algo en el uso del lenguaje, inscripto en esta
dimensión pragmática, que es universal. Ese elemento universal, válido para cualquier
hablante, se expresa en el supuesto de un entendimiento mutuo, es decir, en la
competencia que todos poseemos de acordar con otro. Esta propuesta clave de Habermas
le confiere al uso del lenguaje una importancia decisiva para el acuerdo.
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Hay un a priori del acuerdo moral, es decir, un elemento universal y común en el acto de habla que hace
posible que el entendimiento y el consenso primen sobre dogmatismos e imposiciones. Se trata de una
situación ideal del habla, en la que, como partícipes reales o potenciales de interacciones comunicativas, se
presupone la posibilidad de un entendimiento racionalmente motivado: hablar es querer estar de acuerdo. Si
en el uso del lenguaje reside esa posibilidad, el tipo de racionalidad que emerge es esencialmente una
racionalidad comunicativa.
La ley moral es una ley autoimpuesta, la conciencia se autolegisla -como ya pensó Kant-,
pero esa ley no puede proceder solo de la unidad de la conciencia individual, sino debe ser
consensuada social y democráticamente. El ser humano no ha de verse forzado por esa
necesidad de consenso, puesto que está hecho de lenguaje, y el lenguaje es
comunicación, y toda comunicación busca finalmente -creen los filósofos citados- el
consenso. De esta forma, la ética comunicativa nos proporciona el fundamento
antropológico de la ética como búsqueda de consenso, y, al mismo tiempo, nos brinda el
criterio trascendental que permite identificar la acción comunicativa racional de la que
saldrán acuerdos legítimos (Camps, Guariglia, y Salmerón, 2013, p. 24).
Si queremos resolver el caso de una solicitud de una familia para suspender los
esfuerzos terapéuticos y dejar morir al abuelo de 95 años, desde la óptica de la
ética del discurso, ¿cuáles son los elementos que deberíamos tener en cuenta
para actuar moralmente?
Universalista, pues la validez de la moral es una respuesta que depende de este carácter.
SUBMIT
Por lo tanto, la ley moral, en tanto ley autoimpuesta, presenta las mismas características de la ética
kantiana: formalismo, universalidad, deontología, y en el caso de Habermas, es una ética fuertemente
cognitivista. Lo que se propone argumentar Habermas, es que una ética discursiva o comunicativa logra
vincular entendimiento y acuerdo sobre la base de razones normativas compartidas.
LECCIÓN 3 de 5
Pragmática universal
¿Cómo se concibe esta pragmática universal? Para comprender este elemento, ese criterio trascendental de
universal, es preciso tener en cuenta que en el uso del lenguaje se pone en juego aquello que Habermas
denomina pretensiones de validez, y debemos distinguir varios niveles según el tipo de enunciado que se
emplea en la comunicación. Estos enunciados dependerán de cuál sea el mundo al que hacemos referencia.
Habermas distingue tres grandes “estructuras del mundo” (Cristiano et al, 2007, p. 172).
M U N D O O BJ E T I V O M U ND O SOC IA L M U N D O S U BJ E T I V O
Hay una estructura del mundo conocida como mundo objetivo, que está compuesta de hechos o entidades,
tales como mesas, árboles, máquinas, personas, en tanto cuerpos físicos, etcétera.
M U N D O O BJ E T I V O M U ND O SOC IA L M U N D O S U BJ E T I V O
Hay una estructura del mundo conocida como mundo social, que está compuesta de normas, valores,
significados culturales, instituciones sociales, etcétera.
M U N D O O BJ E T I V O M U ND O SOC IA L M U N D O S U BJ E T I V O
Hay una estructura del mundo conocida como mundo subjetivo, que está compuesta de sensaciones,
emociones, ideas, etcétera.
Cada vez que hacemos referencia a estas estructuras del mundo, aquello que decimos implica la existencia
de un oyente, es decir, otro que me escucha. En este sentido, los actos de habla se vinculan con diferentes
pretensiones de validez: al hacer referencia al mundo objetivo y emplear enunciados constatativos (por
ejemplo, es un árbol), pretendemos que aquello que decimos es verdadero, al aludir al mundo social y
emplear enunciados regulativos (lo ocurrido en tal situación es un acto de soborno), pretendemos que
aquello que decimos es recto o normativamente aceptable, y al hacer referencia al mundo subjetivo y
emplear enunciados expresivos (estoy molesto), pretendemos que aquello que decimos es sincero o veraz.
En todos los casos, independientemente de que se cumplan o no estos requisitos de validez, al hablar sobre
el mundo ponemos en marcha estas pretensiones, es decir, la construcción de un vínculo entre
comunicación y entendimiento mutuo.
La capacidad para crear este vínculo a través del lenguaje se presenta como un aspecto constitutivo de la
naturaleza humana, una competencia del acto de habla que es base y punto de referencia de la posibilidad
de acordar con otro y, por lo tanto, de una racionalidad comunicativa: hacer uso del lenguaje es poner en
juego la potencialidad de un acuerdo racional, es decir, la posibilidad de una comunicación “libre de
dominaciones, de asimetrías y de injusticias, es, sin duda, una comunicación ideal” (Camps et al., 2013, p.
23).
Es falso, porque el concepto de falibilidad implica que los argumentos pueden ser
criticados y mejorados.
SUBMIT
Esta actividad comunicativa revela que en el uso del lenguaje podemos delimitar otro ámbito de abordajes de
los problemas éticos. Así, cobra sentido la posibilidad de la ética como búsqueda de consenso:
Quien entabla un diálogo considera al interlocutor como una persona con la que merece la
pena entenderse para satisfacer intereses universalizables… porque solo si reconocemos
que la autonomía de cada hombre tiene que ser universalmente respetada, podremos
exigir que se respeten sus peculiaridades, y la forma de hacerlo será a través de los
diálogos en los que cada cual exprese sus peculiaridades desde la unidad que supone
saberse al menos mínimamente entendido y máximamente respetado. Desde estos
supuestos, será posible construir no solo una ética cívica, propia de un estado-nación
determinado, sino una ética universal. (Cortina, 1999, pp. 91-92).
LECCIÓN 4 de 5
Conclusión
A modo de cierre, te invito a reflexionar sobre la película “Mar adentro”. En la lectura 2 incluimos un
fragmento de la misma. Aquí vamos a revisar los argumentos que da Ramón, el protagonista de la película,
para desear morir. Ante la pregunta fundamental ¿por qué morir? que le realiza la abogada, Ramón responde:
Quiero morir por que la vida para mí, en este estado, así no es digna. Yo entiendo que otros
tetrapléjicos puedan sentirse ofendidos cuando yo digo que la vida así no es digna. Pero es
que yo no juzgo a nadie, quién soy yo para juzgar a quien quiera vivir. Por eso pido que no
me juzguen a mí, ni a la persona que me preste la ayuda necesaria para morir (Amenábar y
Bovaira, 2004).
Y luego continúa:
No es para tanto, si la muerte siempre ha estado ahí, y siempre estará. Al final nos toca a
todos ¿no? Si forma parte de nosotros, entonces, por qué se escandalizan si yo digo que
me quiero morir, como si fuera algo contagioso (Amenábar y Bovaira, 2004).
Por último, y como respuesta a la última pregunta sobre por qué no buscar un modo de sobreponerse a su
incapacidad, por ejemplo, usando silla de ruedas, Ramón contesta:
Aceptar la silla de ruedas sería como aceptar migajas de lo que fue mi libertad. Mira, fíjate
en eso: tú estás ahí sentada, a menos de dos metros. ¿Y qué son dos metros?: un recorrido
insignificante para cualquier ser humano. Pues para mí, esos dos metros necesarios para
poder llegar hasta ti y poder siquiera tocarte, es un viaje imposible, es una quimera, es un
sueño. Por eso me quiero morir” (Amenábar y Bovaira, 2004).
Pues bien, este esfuerzo por encontrar razones por parte de Ramón es
de gran interés para nuestro análisis sobre éticas contemporáneas
como la de Rawls y la de Habermas, pues el principio de la
comunicación, la posibilidad de formalización, de diálogo, involucra al
otro como receptor, como aquel por el cual la ética se va a establecer
a partir del acuerdo y del consenso. Aunque los autores presentan
claras diferencias, podemos notar en ambos que el espíritu kantiano
coloca a la razón en el centro de la escena: la justicia, imparcialidad,
comunicación, acuerdo, democracia. Estos son algunos de los valores
involucrados en estas miradas éticas. Ramón argumenta por qué
morir, y como vemos no lo hace a partir de prejuicio alguno, lo hace a
partir del examen de los valores y de la reflexión sobre la dignidad y la
justicia. El derecho a morir es para él un derecho que no debería ser
puesto en cuestión, porque responde a una falta de vida digna y de
autonomía, por tanto, la muerte, como destino que a todos nos llegará,
se presenta como el reencuentro con la dignidad de una vida que ya
no quiere ser vivida. Y la justicia, ligada a una ética de la
comunicación, debe escuchar y garantizar a partir de la pragmática
universal que todo ser humano sea un fin en sí mismo.
LECCIÓN 5 de 5
Referencias
Amenábar, A., Bovaira, F. (productores). Amenábar, A. (director). (2004). Mar Adentro [película]. España:
Sogecine Himenóptero.
Camps, V., Guariglia, O., y Salmerón, F. (2013). Presentación. En Concepciones de la ética pp 11-27. Madrid,
ES: Trotta.
Cristiano, J., Giletta, M., y Von Sprecher, R. (2007). Teorías sociológicas. Introducción a los
contemporáneos. Córdoba, AR: Brujas.
Habermas, J. (1987b). Teoría de la acción comunicativa. Volumen 2: Crítica de la razón funcionalista. Taurus,
Madrid.
Moreno Lax, A. (2008). Jürgen Habermas: entre la ética del discurso y la ética de la especie. Recuperado de
https://www.researchgate.net/publication/28209316_Jurgen_Habermas_entre_la_etica_del_discurso_y_la_e
tica_de_la_especie
Oviedo Torres, J.M., Galván Patrignani, G., Hernández Palma, I.O., (2016). Ética del discurso de Habermas:
como propuesta teórico-práctica en la solución de problemas práctico-morales. En Justicia 29 pp. 13-27.
Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/just/n29/n29a02.pdf
La teoría de la justicia
En esta lectura pondremos el foco en una de las teorías éticas contemporáneas más
interesantes: la teoría de la justicia de Rawls. Profundizaremos en el concepto de
justicia analizando aquello que hereda de la ética kantiana. Para ello, nos serviremos
de un caso que en la actualidad tiene mucha repercusión, tanto en ética como en
bioética, para la cual la postura de Rawls será de gran interés.
La teoría de la justicia
Conclusiones
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
En esta lectura recuperaremos el caso que dejamos abierto en la lectura anterior: eutanasia y muerte digna.
La primera aclaración que debemos hacer es que ambos conceptos refieren a dos situaciones de final de la
vida distintas. La eutanasia supone provocar la muerte de un paciente que se encuentra atravesando una
enfermedad terminal, puede ser por su pedido o no. La intención es acelerar la muerte omitiendo una acción
o actuando para producirla. Mientras que la muerte digna implica el derecho que tiene todo ser humano en
situación de enfermedad y vulnerabilidad a morir dignamente, es decir, sin el apoyo excesivo de los
denominados “esfuerzos terapéuticos”. En términos generales, la eutanasia supone un hacer morir por
distintos medios, mientras que la muerte digna implica un dejar morir.
A pesar de esta distinción entre conceptos, lo que es interesante es pensar sobre el valor de la vida desde
una mirada ética en torno al concepto de dignidad y justicia, que son los conceptos que nos interesan
desarrollar en esta lectura.
Te invito a ver este video que nos acompañará a lo largo de todo el módulo:
YOUTUBE
Fuente: Amenábar, A. [Luis Ruiz]. (2018, ene 18). Mar adentro Monólogo [YouTube]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=kG6mAfp5smE
Este testimonio permite pensar sobre dos conceptos fundamentales e interrelacionados: la dignidad y la
justicia como base para la autonomía de todo ser humano.
A continuación, se presenta una nota del diario Clarín. Mediante la misma, podremos comprender cómo se
gestó la ley de la Muerte Digna en Argentina.
ley-permite-acceder-eutanasia-pasiva_0_GfAXIMldS.html
En esta lectura, a partir del caso del deseo de la muerte, sea que se apele a la
muerte digna o a la eutanasia, estudiaremos cómo este se pone en
funcionamiento en el marco de las actuales perspectivas éticas. Estas
perspectivas ponen un fuerte acento en la noción de justicia desde una óptica
kantiana. En esta oportunidad, nos ocuparemos de presentar la “Teoría de la
Justicia” de John Rawls.
LECCIÓN 2 de 5
La teoría de la justicia
En el campo del pensamiento ético contemporáneo, uno de los más grandes exponentes es, sin duda, el
filósofo norteamericano John Rawls (1921-2002). La teoría que propone este autor representa, en cierta
forma, una renovación de la ética deontológica kantiana y, por lo tanto, un distanciamiento del empirismo
utilitarista. Así, la Teoría de la Justicia de Rawls, publicada en 1971 (1995), se propone brindar, en el contexto
de la filosofía moral, una visión alternativa a la preconizada por el utilitarismo clásico en el que la
identificación de lo bueno y lo justo se presenta como un aspecto central y polémico. Elaborar una
concepción de la justicia desde un fundamento deontológico implica esgrimir una idea de justicia sostenible
en principios aceptados y compartidos por todos, no derivables de preferencias o apreciaciones particulares
ni tampoco de consideraciones relacionadas con la corrección de las acciones a la luz de sus
consecuencias.
Al darle prioridad al concepto de justicia, virtud central de las instituciones sociales, Rawls (1995) parte de
una situación originaria que nos remonta al espíritu contractualista de los filósofos políticos clásicos. La
centralidad de las teorías del contrato social se recupera en la visión de Rawls, como un referente clave a
nivel argumental para desarrollar su formulación moral de los principios de la justicia:
En este punto, debemos dejar de lado algunas diferencias cruciales de la teoría de la justicia de Rawls con
estos filósofos políticos clásicos, pero sí es importante subrayar que su empleo de la propuesta
contractualista no implica hacer algún tipo de concesión a una determinada forma de gobierno o de
estructura social, sino destacar el hecho de que, en tal situación de acuerdo hipotético, las diferencias
particulares no gravitan en la elección de los principios fundamentales de la justicia. Estos principios deben
ser aceptables para todos y, por lo tanto, públicos. Esta situación de acuerdo imaginaria pone de relieve la
existencia de un procedimiento equitativo de elección, y de ello se deriva la idea central de justicia como
equidad: todos y cada uno de sus miembros elegirán unánimemente esos principios de justicia. El acuerdo
hipotético al que arriban los miembros de la situación originaria reemplaza la noción tradicional de contrato y
está supeditado a determinadas condiciones.
SUBMIT
La tesis rawlsiana sobre la justicia enfatiza la presencia de exigencias que intentan superar las
insuficiencias de una mirada utilitarista, que está regida por el principio del mayor beneficio al mayor número.
Estas exigencias son:
G E N E RA LI D A D U N I V E RS A LI D A D PU BLI C I D A D
Los principios deberán ser generales. Aparece el llamado velo de ignorancia acerca de las características o
las circunstancias particulares de los que participan en tal situación.
G E N E RA LI D A D U N I V E RS A LI D A D PU BLI C I D A D
G E N E RA LI D A D U N I V E RS A LI D A D PU BLI C I D A D
Los principios de la justicia tienen carácter público, es decir, deben ser compartidos por todas las personas
que integran el mundo social.
El llamado “velo de la ignorancia” impide que las partes dispongan de información específica acerca de sí
mismos y los otros, y esta ausencia de información evita que los principios se muestren influenciados por
preferencias particulares. La imparcialidad se garantiza por el “velo de ignorancia”. Los miembros de este
acuerdo resolverán sus decisiones sobre la justicia en la más plena ignorancia para que, de ese modo, las
posiciones de ventajas o desventajas personales no ejerzan su poder distorsionador: cubiertas por un velo
de ignorancia, las personas se sitúan en pie de igualdad. Se trata de una elección justa que no procede en
detrimento de nadie y que, por lo tanto, alude a la equidad de los principios de la justicia. Este velo, como
recurso metodológico empleado por Rawls, es indispensable para establecer un acuerdo justo:
… nadie sabe cuál es su lugar en la sociedad, su posición, clase o status social; nadie
conoce tampoco cuál es su suerte con respecto a la distribución de ventajas y
capacidades naturales, su inteligencia, su fortaleza, etcétera. Supondré, incluso, que los
propios miembros del grupo no conocen sus concepciones acerca del bien, ni sus
tendencias psicológicas especiales. Los principios de justicia se escogen tras un velo de
ignorancia... si un hombre sabe que él es rico, puede encontrar racional el proponer que
diversos impuestos sobre medios de bienestar sean declarados injustos; si supiera que
era pobre, es muy probable que propusiera lo contrario. Para presentar las restricciones
deseadas uno se imagina una situación en la que todos estén desprovistos de esta clase
de información (Rawls, 1995, pp. 29).
Fuente: Vidal Molina, P. F. (2009). La teoría de la justicia social En Rawls. ¿Suficiente para enfrentarse a las
consecuencias capitalistas? En Polis, Revista de la Universidad Bolivariana 8 (23) pp. 225-246. Recuperado de
https://www.redalyc.org/articulo.oa?idp=1&id=30511379011&cid=73259
Es falso, porque por que el segundo médico pretende garantizar la verdad, mientras
que el primero pretende garantizar la imparcialidad.
SUBMIT
Con mayor precisión, Rawls (1995) propone dos principios sobre los cuales debe basarse la noción de
justicia a partir de esta situación originaria. Estos principios son establecidos desde un contrato social
hipotético, acordados por personas libres, racionales e iguales, escogidas desde un “velo de ignorancia” que
previene que sean configurados para la ventaja o desventaja de algunos y característicos de una sociedad
justa. Estos principios se formulan del siguiente modo: cada persona ha de tener un derecho igual al más
amplio sistema total de libertades básicas, compatible con un sistema similar de libertad para todos y,
además, las desigualdades económicas y sociales han de ser estructuradas de manera que sean para: a)
Mayor beneficio de los menos aventajados, de acuerdo con un principio de ahorro justo, y b) Unido a que los
cargos y las funciones sean asequibles a todos, bajo condiciones de justa igualdad de oportunidades
(Rawls, 1995, p. 341).
LECCIÓN 3 de 5
Rawls (1995) hace referencia a una especie de ordenamiento jerárquico entre estos principios: el primero
tiene prioridad sobre el segundo, y la segunda parte del segundo principio tiene prioridad sobre la primera y
es conocida como principio de la diferencia.
Dicho brevemente, el primer principio hace referencia a la igualdad en la distribución de la libertad, que es
concebida como un bien social primario. Se destacan libertades básicas en el terreno político, como el
derecho al voto, en lo que hace referencia a la libertad de expresión, conciencia, pensamiento e integridad
personal. El derecho por igual a estas libertades queda asegurado en la formulación de este primer principio
como condición necesaria no solo para la realización de cualquier plan de vida, sino también para la
emergencia y el fortalecimiento del respeto o la valoración personal.
Estos principios de la justicia expresan la centralidad de un sentido moral que incluye, en su configuración, la
capacidad de establecer lazos de cooperación para conformar una estructura social justa en la cual vivir y
desarrollar nuestras expectativas y oportunidades:
Figura 2: John Rawls
Fuente: [Imagen sin título sobre justicia como equidad], 2012, https://bit.ly/37IYTfl.
El hipotético acuerdo sobre los principios de la justicia no descansa sólo en la imparcialidad de que pueden
hacer gala los miembros de la “situación imaginaria”, sino en una determinada idea de la “personalidad
moral”. Aunque las partes del acuerdo carecen, en principio, de cualquier concepción del deber o de la
justicia, poseen, sin embargo, la capacidad de adquirirlo.
A diferencia de Hobbes, Rawls no concibe al ser humano como “egoísta por naturaleza”,
sino más bien como un ser con capacidad para cooperar. Además de ser racional, la
personalidad moral es razonable. Es decir, a la capacidad para concebir su bien y
perseguirlo, se le supone a la personalidad moral la capacidad para tener un sentido del
deber y la justicia. También como Kant, Rawls entiende que la autonomía plena, a
diferencia de la mera autonomía racional, consiste en la voluntad de actuar conforme a los
principios de la justicia, pues el ser humano es autónomo no solo para hacer lo que quiere,
sino lo que debe. Ahora bien, no hay en el punto de partida de la teoría de Rawls una
concepción esencialista de la persona, como la había en Aristóteles o en Santo Tomás. La
concepción de Rawls es liberal: la unidad social se basa únicamente en el acuerdo sobre
lo que es justo, el acuerdo mínimo imprescindible para que podamos hablar de sociedad
moral (Camps, Guariglia, y Salmerón, 2013, p. 22).
LECCIÓN 4 de 5
Conclusiones
Para finalizar, volvamos al caso de la eutanasia, ahora presentando a Mario, un nuevo personaje. Mario tiene
18 años, sufre una fuerte depresión producto de una situación de abuso en su infancia. Además, le
descubren un tumor en la garganta y los médicos consideran que debe ser sometido a una operación
urgente. Sin embargo, Mario considera que no tiene sentido realizar el tratamiento para el tumor, ya que él
desea morir. Realiza un pedido al médico de suicidio asistido, y éste le informa que en Argentina no existe
una ley que avale la eutanasia ni el suicidio asistido. Luego de la consulta, el médico se dirige al área de
psicología del hospital para informar el caso de Mario y actuar de inmediato. Las psicólogas hablan con
Mario pero él les asegura que ya tomó la decisión, y que si la institución no lo acompaña entonces
encontrará la manera de hacerlo. La familia muy preocupada acude a la justicia para solicitar algún tipo de
custodia posible y asesoramiento. Mario se encuentra vigilado día y noche, mientras su angustia sigue
creciendo. ¿Podemos decir que en el caso como el mencionado en el que encontramos traumas graves, una
posible enfermedad crónica y verdaderos deseos de no seguir adelante, es justo que la justicia disponga
sobre la vida o la muerte? ¿La autonomía de Mario se respeta? ¿Cuáles son los principios y valores éticos
involucrados en la postura del médico?
Desde el punto de vista de la teoría que analizamos podríamos considerar que si bien la
justicia se establece a partir de un contrato social, es decir, lo bueno y lo malo está fijado
por contrato, es importante resaltar que, así como Kant, Rawls entiende que, como ya
dijimos, la “autonomía plena”, a diferencia de la mera autonomía racional, consiste en la
voluntad de actuar conforme a los principios de la justicia, pues el ser humano es
autónomo no sólo para hacer lo que quiere, sino lo que debe (Robles, 2016,
https://bit.ly/39PX4yY).
En este sentido, si bien la autonomía del joven debe ser respetada, pues la cada ser humano es un fin en sí
mismo y es esa autonomía la que le otorga su dignada, los médicos o los familiares están impedidos
éticamente a provocar o facilitar la muerte del joven, pues, de acuerdo con el contrato social, la leyes
establecidas, y los valores involucrados, provocar la muerte no puede ser considerado algo bueno, y, por lo
tanto, actuar en contra de esta convención implicaría actuar de forma inmoral.
Referencias
Amenábar, A. [Luis Ruiz]. (31 de enero de 2018). Mar adentro Monólogo [YouTube]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=kG6mAfp5smE
Camps, V., Guariglia, O., y Salmerón, F. (Comps.). (2013). Concepciones de la ética. Madrid, ES: Trotta.
Firpo, J. (2019). El caso de Vincent Lambert. Muerte Digna: en Argentina la ley permite acceder a una
“eutanasia pasiva”. En Diario Clarín. Recuperado de https://www.clarin.com/sociedad/muerte-digna-
argentina-ley-permite-acceder-eutanasia-pasiva_0_GfAXIMldS.html
Rawls, J. (1999). Distributive Justice. En S. Freeman, Collected Papers (pp. 130-153). Cambridge: Harvard
University Press.
Referencias
LECCIÓN 1 de 4
Tomaremos como ejemplo un dilema que podemos considerar “fundamental” para comprender la necesidad
y la limitación de la herencia kantiana. Por otro lado, este mismo ejemplo servirá para presentarlo y
reemplazarlo por uno más contemporáneo.
El caso de la autonomía y la responsabilidad por las acciones propias es llevado al extremo por el filósofo
francés Jean-Paul Sartre en su conferencia “El existencialismo es un humanismo”:
Lo interesante de este punto es que la responsabilidad recae plenamente sobre el individuo, no existen
garantías metálicas que puedan servir de fundamento a mi acción, el hombre es sin excusas. Ahora, este
ejemplo extremo, aunque no puede considerarse plenamente kantiano, nos coloca sobre una pista. La
importancia radical de la teoría que Kant desarrolló sobre la moral, implica restituir al hombre, a través de su
razón, toda su responsabilidad ante la elección y la acción. Quién sino la propia razón puede darnos
respuestas sobre el curso de acción considerado moral.
Figura 1: Abraham recibiendo el mensaje de Dios
Fuente: [Imagen sin título sobre Abraham recibiendo el mensaje de Dios], 2017,
https://bit.ly/2QVCjt3
SUBMIT
En este sentido, existen diversas concepciones éticas actuales que se colocan desde una perspectiva
kantiana para dar respuestas a los conflictos de nuestros tiempos. Para recorrer este módulo, nos
preguntaremos cómo tratan estas perspectivas un problema fundamental: en el ámbito de la salud pública
se está reflexionando sobre cómo garantizar una vida digna, una autonomía de los pacientes y una justicia
sanitaria, conceptos estrechamente ligados a la ética kantiana. Tomemos por caso a un hombre que se
encuentra a punto de morir y agonizó por varios días. Un día recupera un poco la conciencia ya que le
administran una dosis extra de morfina, y cuando logra recuperar el habla les dice a la enfermera y a sus
hijos (que se encontraban en la sala), “no quiero más esto, déjenme morir”. Ante esta solicitud desgarradora,
a la enfermera y a los hijos se les presentan muchas preguntas sobre el valor ético de ayudarlo a morir y
sobre el valor de mantenerlo con vida en contra de su propia voluntad. Estos conflictos nos permitirán
evaluar y valorar la influencia del kantismo en las éticas contemporáneas.
LECCIÓN 2 de 4
Figura 2: Tu deber
Fuente: Comisión de Ornato Regional de Centro Habana, 1970 citado en Diseñadores
Cubanos por el Mundo, 2019, https://bit.ly/35CxR8d
Estas elaboraciones mantienen activo el principio de universalización kantiano de la ética deóntica, aunque
lo integran a criterios evaluativos y problemas diversos. Pero, en cualquier caso, la influencia de Kant es tan
decisiva en el campo de la ética que no parece posible adentrarse en la reflexión moral sin incursionar en
sus imperativos o sus máximas a priori.
La filosofía práctica kantiana no lo abarca todo, aunque sí posee la capacidad de mantenerse viva como
centro operante de toda moral incondicionada y, por lo tanto, universalizable. Como afirma Cortina:
Filósofos decisivos en nuestro momento (Rawls, Apel, Habermas, por citar algunos), se
dicen kantianos. Otros, que no se dicen, asumen sin embargo buena parte de la herencia
de Kant, aunque les falte caletre para darle base filosófica. Y es que renunciar a ese
legado es renunciar a nuestro modo de ser personas y ciudadanos (mujeres, varones) en
el siglo XXI. (Cortina, 2004, https://goo.gl/KvaPtZ).
Lectura Obligatoria: La herencia de un filósofo
La lectura de la publicación te ayudará a comprender la relevancia de la filosofía kantiana en la actualidad.
https://elpais.com/diario/2004/02/07/babelia/1076113033_850215.html
La vigencia de este legado kantiano en las últimas décadas favoreció, en gran medida, el despliegue potente
de la ética como objeto de interés en una constelación cada vez más creciente de disciplinas científicas.
También es conveniente reparar en que las problemáticas que hoy atravesamos a nivel mundial nos invitan a
que recuperemos la reflexión por la autocomprensión del sujeto moral, el valor de la dignidad en la
consideración de todo ser humano y la importancia de principios exigibles a todos para la construcción de
una sociedad más justa.
De acuerdo con el análisis que realiza Adela Cortina sobre la influencia de Kant
en la comprensión ética contemporánea, implica el compromiso por crear una
ciudadanía regional que incluya un relativismo moral.
Es falso, porque para la autora la herencia kantiana implica un compromiso con una
ética universalista y la construcción de una cosmópolis.
SUBMIT
Entre las cuestiones reconsideradas a la luz de la influencia del pensamiento ético kantiano, también la
filosofía como tal sintió su impacto. En palabras de Camps, Guariglia y Salmerón:
Tal vez esa inclinación de la filosofía hacia el discurso ético revela una actitud cada vez más frontal de la
filosofía moral respecto de la búsqueda de soluciones de una gran diversidad de problemas que, por su
carácter global, demandan la superación (o cuanto menos el cuestionamiento) de ciertos límites divisorios
artificiales y posturas marcadamente subjetivistas. En este contexto, tener presente la vocación kantiana
por dar cuenta de una dimensión incondicional de la acción moral, resulta más significativo:
Como se sostiene en el artículo de Islas Azais (2004, https://bit.ly/2s2TDE9), la ética kantiana tiene tres
ideas de la filosofía kantiana que continúan vigentes en la actualidad, éstas son:
LA FI LO S O FÍ A M O RA L D IGNID AD LI BE RTA D C O M O A U T O N O M Í A
“Esta concepción de la filosofía como una reflexión de carácter fundamentalmente moral tendría que
resultar para nosotros aleccionadora, sobre todos luego de que a lo largo del siglo XX el discurso filosófico
pareció debatirse en el dilema excluyente, de humanismo o rigor”.
LA FI LO S O FÍ A M O RA L D IGNID AD LI BE RTA D C O M O A U T O N O M Í A
“La humanidad como fin en sí mismo. Esta idea se recoge en la segunda formulación del imperativo
categórico (…). La idea de dignidad de la persona, de la humanidad como sin en sí, representa, la base
normativa tanto de la ética como de la filosofía práctica kantiana en su conjunto”.
LA FI LO S O FÍ A M O RA L D IGNID AD LI BE RTA D C O M O A U T O N O M Í A
En un esfuerzo por definir una ética racional y humanista, acorde a la condición de libertad del hombre
moderno, Kant estableció el principio de autonomía como el único principio de la moral.
En este sentido, la ética kantiana constituye un modelo de moral que tiene la potencialidad de ser un
principio regulador para abordar los temas más diversos en materia de ética y moral en la actualidad.
LECCIÓN 3 de 4
De acuerdo con el principio de “autonomía”, que es el que mayor relevancia tiene en la herencia del filósofo
alemán, una pregunta se abre en la actualidad: ¿también es un derecho la muerte cuando la propia persona
la solicita? ¿En qué contextos sí y en qué contextos no? ¿Mantener con vida a alguien que no lo desea
implica un respeto por su autonomía? ¿Acaso la autonomía determina la concepción de justicia que se
asume en una institución o que asumen la políticas públicas de un estado? Estas preguntas se irán
respondiendo a lo largo del Módulo pero será a partir del caso de las discusiones éticas sobre la eutanasia y
la muerte digna, donde transitaremos estos cuestionamientos.
Figura 3: Vida-muerte
Referencias
Camps, V., Guariglia, O., y Salmerón, F. (2013). Presentación. En Concepciones de la ética. pp. 11-27.
Madrid, EspañaS: Trotta.
Diseñadores Cubanos por el mundo, (2019). Selección de carteles cubanos color rosado. Recuperado de Tu
deber es tener tu cuadra siempre limpia. Recuperado de
https://disenadorescubanosporelmundo.org/seleccion-de-carteles-cubanos-de-color-rosado/.
[Imagen sin título sobre Abraham recibiendo el mensaje de Dios], (2017). Recuperado de
http://abrahamelgrande.blogspot.com/
Islas Azais, S. (2004). Kant Hoy. Revista Casa del Tiempo. Cariátide. Recuperado de
http://www.uam.mx/difusion/revista/dic2004/islas.pdf
Solé, J. (2015) Kant. El giro copernicano en la filosofía. Biblioteca Descubrir la Filosofía. Editorial Salvat.
Barcelona, Madrid.
La ética de la razón cordial
Sobre el empoderamiento
Educación moral
Conclusiones
Referencias
Teleclase Práctica
LECCIÓN 1 de 7
Sobre el empoderamiento
Volvamos a recuperar el caso de Ramón, el personaje de la película “Mar Adentro”, y sus razones para morir:
él argumenta, por un lado, que vivir así ‘no es digno’ y que, por otro lado, la muerte es algo ‘esencial’ al ser
humano, no una situación extraordinaria. Entonces, en este caso tan radical podemos notar que de lo que se
trata es de una necesidad de empoderamiento, es decir, de la posibilidad de ser autónomo, libre y decidir
sobre la propia vida. Ramón no tiene esta posibilidad, su condición física no se lo permite, y por ello – debido
al largo tiempo en que ha reflexionado sobre su situación- tiene las palabras justas, claras y éticamente
desafiantes.
A continuación, te invito, antes de adentrarnos en su teoría, a leer el artículo de Adela Cortina, que será objeto
de estudio de la presente lectura:
Fuente: Cortina, A. (1999). La eutanasia: 'conmorir', convivir. En Vida Nueva 2212. Asociación de profesionales
Pero para comprender un poco más cómo puede darse una discusión sobre el valor de la vida y el derecho a
la muerte, debemos comprender el concepto de razón cordial propuesto por Cortina.
LECCIÓN 2 de 7
En la actualidad hay una forma de comprensión de la ética que está sustentada en el concepto de razón
cordial. Dos pilares fundamentales de esta ética son el sujeto autónomo kantiano y la teoría de la
pragmática universal de Habermas. Cuando se habla de razón cordial, se alude a un pensamiento ético que
afirma con vigor la centralidad de la autonomía de las personas y el reconocimiento recíproco. Estas dos
grandes cuestiones se concentran para expresar un punto de vista singular sobre la ética como formación y
cultivo de valores de empoderamiento para construir planes de vida dignos y valiosos.
La ética de la razón cordial se presenta como un nuevo hogar de aquella educación moral tan fundamental
para la Ética Aristotélica, según la cual la vida virtuosa emerge de un proceso de aprendizaje y de forjarse un
carácter a mediano y largo plazo. El espectro reflexivo de esta mirada ética está guiado, entonces, por
corrientes de pensamiento que parecen aunar tres grandes procesos:
La conciencia educada
–
Tal como vimos en el módulo 1, para Cortina (1999) la ética implica formación, es decir, educación continua
en valores morales compartidos como ciudadanos activos para forjar un carácter ético.
Estos componentes estructurales de la razón cordial se integran para conformar una visión sobre las
normas morales, en la que la autonomía, la racionalidad comunicativa y la cordialidad se constituyen en los
principios rectores de una vida moral plena.
Con este breve marco introductorio, estamos en condiciones de definir la articulación entre las corrientes
mencionadas, y acercarnos así a las principales cuestiones que comprenden el concepto de razón cordial.
SUBMIT
La figura clave en este camino que desandaremos es la de la filósofa española Adela Cortina (1948). Nos
limitaremos a una de sus obras que se titula ‘Ética de la razón cordial: educar en la ciudadanía en el siglo
XXI’, publicada en el año 2007.
Esta obra (Cortina, 2007) se presenta como una aspiración de tan
inagotable riqueza y fuerza, que opera como una guía capaz de abrir
senderos de reflexión sobre la moralidad, profundamente sostenidos
por la afirmación de un sí participante de las interacciones sociales,
tanto ciudadanos como ciudadanas comprometidos con la
construcción de un mundo más humano. El análisis del quehacer
cívico constituye el punto de referencia de un horizonte de condiciones
concretas para el desarrollo social y personal, para asumir la
responsabilidad de cada uno con el otro y proyectar planes de vida en
máximas de vida buena con una ética mínima de base y compartida.
El valor de la ciudadanía penetra la vida cotidiana pero no en forma mitigada. Por el contrario, su importancia
es decisiva para la construcción de compromiso e integración social. La ciudadanía se forja inevitablemente
en el entendimiento de forma recíproca y en el ejercicio moral de virtudes que nos disponen para obrar y
pensar bien; en tales virtudes se reconocen intereses universalizables, sin los cuales la convivencia social
sería inviable.
En Cortina (2007), esta tesis se expresa en términos de una transformación pedagógica y social atenta a la
transición hacia una ciudadanía global que ya no puede (ni debe) indicarse opciones normativas que sean
preponderantemente concebidas desde la autonomía ejercida por individuos aislados, y absortos en la
satisfacción de sus propias necesidades.
Esta mirada de la ciudadanía está sustentada por un tipo específico de razón, la razón cordial e impregnada
de un ethos comunicante, dialogante e intersubjetivo. Ese ethos constituye un marco de referencia básico
para la consideración del ser humano como ciudadano:
El civismo entendido tal como hemos argumentado, como la potenciación de las virtudes o
actitudes que convertirán a la persona en un buen ciudadano o en buen demócrata, está
estrechamente relacionado con la educación. Enseñar civismo es enseñar ética” (Camps,
2005, p. 20).
¿Qué aspectos podemos reconocer de cada una de las conciencias mencionadas anteriormente (la
personal y autónoma, la intersubjetiva y dialógica y la educada en valores morales compartidos como
ciudadanos activos) en el concepto de razón cordial introducido por Cortina?
SUBMIT
Es importante ver la conexión existente entre esta propuesta y la racionalidad comunicativa. Esta última
involucra una cuestión central para la ética cordial: el reconocimiento recíproco basado en el diálogo y la
intersubjetividad. La inclusión de la acción comunicativa representa la apertura a una nueva forma de
implicarnos en la realidad social desde una experiencia dialógica imprescindible para la convivencia
colectiva. Torres Guillén sintetiza estas condiciones de posibilidad que se vuelven particularmente
importantes para la creación de mecanismos de participación:
La racionalidad comunicativa abre los horizontes no solo a opinar sobre los asuntos
públicos, sino también a los sujetos que de alguna manera presentan demandas de
inclusión y participación social desde su moral personal, como lo son los grupos de
diversidad sexual, de contracultura, indígenas, de alternativas económicas y sociales,
etcétera. La acción de la ética del discurso estaría en posibilidades de construir, día a día,
una ética pública capaz de inspirar normativas jurídicas propias de un estado laico y
democrático, dentro del cual, los ciudadanos plurales y diversos… se disponen a aprender
de los demás, tratando de conjugar sus creencias con la de otros desde un tribunal básico:
la racionalidad comunicativa (2010, p. 47).
La ética del discurso pone de relieve que la razón humana es esencialmente dialógica y, por lo tanto,
introduce un elemento de orientación del sujeto implicado en su carácter de interlocutor válido, cuyo sentido
emerge del reconocimiento recíproco (fundamento de la obligación moral). Esta orientación pretende
hacerse efectiva para guiar la conducta de modo tal que se evite el peligro del dogmatismo, y se tenga así
una influencia decisiva en la creación de espacios de convivencia social.
Sin embargo, para Cortina (1996) no es la pura razón formal la que fundamenta la moral. El juicio moral
autónomo se desenvuelve en la experiencia del reconocimiento mutuo y una relación en la que las
capacidades pueden ser empoderadas y enriquecidas por una moral auténtica y comprometida.
LECCIÓN 3 de 7
Educación moral
El valor de la educación moral es clave para la ética cordial. A continuación propongo leer con atención el
texto de Adela Cortina “Ética discursiva y educación en valores”.
https://caredu.files.wordpress.com/2010/04/adela-cortina-etica-discursiva-y-educacion-en-valores.pdf
No hay intentos de fundamentación dentro de esta ética que hagan lugar a mecanismos de asignación de
acciones buenas o malas, sí hay un sentido de formación que implica un esfuerzo continuo por aprender
cómo apreciar los valores morales:
La pregunta por cómo formar “buenos ciudadanos” implica, para el pensamiento de Adela Cortina, una
formación para la democracia. Pero cabe preguntar, ¿cómo educar en o para una sociedad democrática? La
autora responde lo siguiente:
… hay otra tarea que debe emprender cualquier educador deseoso de determinar qué tipo
de educación moral es apropiada para construir una sociedad democrática: la de tratar de
dilucidar en qué consiste una auténtica democracia. Porque, aunque es éste un tema que
ha originado ríos de tinta, no parecen tomarlo en cuenta quienes organizan la vida social,
sino darlo por supuesto. Y no es de espíritus críticos y responsables, sino de espíritus
dogmáticos, dar por supuesto lo que prácticamente nadie tiene claro, en este caso qué
tipo de democracia queremos construir. (Cortina, 2010, de https://bit.ly/2QXBfou).
… una auténtica democracia solo es posible sobre la base del fomento de la autonomía y la
solidaridad, valores para los que la racionalidad instrumental, experta en destrezas, es
totalmente ciega. Es por esta razón que las perspectivas de corte liberales, como las
propuesta de Rawls y Habermas, deben ser mejoradas a partir de un compromiso con la
dedicación en la razón cordial o, en otras palabas, en la compasión, por la cual el otro
nunca puede ser concebido como un individuo asilado, sino como una persona que se
encuentra siempre en relación a otras. Por eso, según la autora, deberíamos preguntarnos
si lo que queremos realmente son individuos diestros, que saben manejarse para lograr su
bienestar, o individuos autorrealizados, es decir, formados en el bien ser, porque no es lo
mismo el bienestar que la autorrealización. Para lograr el primero basta con las destrezas,
para conseguir la segunda, es necesaria una educación moral en el más amplio sentido
del término "moral". (Cortina, 2010, https://bit.ly/2QXBfou).
LECCIÓN 4 de 7
Conclusiones
Hemos explorado distintas concepciones éticas contemporáneas que comparten la herencia kantiana de
fundamentar la ética en la razón. Lo hemos explorado a partir de un caso que pretendió ser motivador de una
reflexión ética profunda que vaya más allá de las consideraciones teóricas tratadas. Por esta razón,
cerramos la unidad con un conjunto de peguntas fundamentales: ¿qué es la vida buena? ¿Quién puede
decidir que sea esa vida buena? ¿Hasta qué punto la vida debe ser glorificada cuando nos encontramos ante
casos como el de Ramón? ¿Qué concepción de justicia debemos sostener para juzgar un pedido de
eutanasia? Estas preguntas quedarán abiertas, pues constituyen un debate que en la actualidad está
abierto: la pregunta por la autonomía de la persona es una pregunta esencial de cualquier sistema
democrático, y sin embargo no está exenta de dilemas éticos.
El siguiente, es un poema de Ramón Sampedro, el hombre que motivó el personaje de la película “Mar
adentro”. El poema, de nombre homónimo, dice lo siguiente:
Mar adentro,
mar adentro.
Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
‘más adentro’, ‘más adentro’
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca (Sampedro, 1996, p.25).
LECCIÓN 5 de 7
Referencias
Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo, las claves de la convivencia (6), pp. 15-21. Recuperado de
http://educadoressinfronteras.mx/centro-info-biblioteca/sentido-civismo.pdf
Cortina, A. (1996). El quehacer ético. Guía para la educación moral. Madrid, España: Santillana.
Cortina, A. (2007). Ética de la razón cordial: educar en la ciudadanía en el siglo XXI. España: Ediciones
Nobel.
Sampedro, R. (1996). Cartas desde el infierno. Madrid, España: Planeta Mar adentro. Recuperado de
https://www.cinenganos.com/el-poema-de-mar-adentro/
La teoría de la justicia
–
En esta lectura se estudió una de las teorías éticas contemporáneas más influyentes: la Teoría de la
justicia de Rawls. El autor presenta una concepción de la justicia desde un fundamento deontológico, que
se sostiene en principios aceptados y compartidos por todos, no derivables de preferencias o
apreciaciones particulares, ni de sus consecuencias.
Teleclase Práctica
Globalización
El riesgo y la ética
Referencias
LECCIÓN 1 de 4
El caso de Greta Thunberg ha tenido resonancia global y cada vez es más frecuente escuchar jóvenes que
se expresan por la situación climática. El grito "Ni una menos" ha traspasado las fronteras del movimiento
feminista argentino, al igual que la consigna "aborto legal, seguro y gratuito". Estos movimientos están en su
momento más álgido de desarrollo y éxito, al menos en la visibilidad de los problemas que denuncian, y son
algunas de las cuestiones que sacuden hoy al mundo entero. En estas lecturas nos adentraremos en
algunos de ellos.
http://www.fhuc.unl.edu.ar/sociologia/paginas/biblioteca/archivos/Bauman1.doc
Pensemos el siguiente caso hipotético: Teresa es una trabajadora del rubro textil que trabaja en su casa de
la puna hilando telares. Sin embargo, una empresa que se dedica a la extracción de minerales ha
comenzado a dinamitar la zona en busca de cobre. El agua del río que está cerca de la casa de Teresa
comienza a verse afectado por los desechos tóxicos que genera la compañía minera. Las llamas y
guanacos -animales de la zona- comienzan a morir, ya que beben el agua del río y se intoxican. Teresa sufre
amargamente la contaminación del río, el arrase de su tierra, la muerte de los animales y la imposibilidad de
seguir produciendo para su subsistencia.
Esta situación abre un conjunto de dilemas: ¿qué debe hacer Teresa? Pensó en presentar una denuncia (lo
cual le resultó muy dificultoso porque desconocía las cuestiones legales y sus escasos ingresos le
impedían contratar a un abogado); no obstante, consiguió asesoramiento gratuito, pero luego encontró otras
trabas, ya que la empresa minera tenía acuerdos con el municipio. Al hablar con la gente de la zona entendió
que no era solo un problema de ella, sino que afectaba a toda la comunidad. Aun así, debido al desgaste, a la
poca ayuda profesional y la precariedad y pobreza de sus vidas; Teresa y otros habitantes del pueblo se
dieron por vencidos, cerraron sus casas y migraron a otros parajes de la puna, lejos del agua contaminada
que salía de la minera.
Globalización
La globalización introduce una perspectiva global respecto de la reflexión ética y esto se observa claramente
en los espacios de gobernanza, economía y educación. Estos espacios enfrentan problemáticas que nos
llevan a interrogarnos sobre los principios morales operantes en determinados actos, así como la
orientación moral presente en controversias de gran envergadura social.
Es falso porque por la ética global no trata los casos particulares, sino los vinculados
al futuro de la humanidad, de los seres vivos y del medioambiente.
SUBMIT
Las polémicas sobre migración, terrorismo, refugiados, guerras nucleares y problemas ecológicos revelan la
importancia de una relación cada más significativa con la teoría ética. La lista de preguntas que suscitan
estas cuestiones para analizar éticamente es bastante extensa e implica acontecimientos en los que ya no
podemos pensar simplemente en términos locales y en los que crece el reclamo por un mejor entendimiento
de los principios morales que rigen la acción: ¿qué concepción de deber subyace frente al devastador
impacto ambiental de prácticas comerciales que diezman la vida de los animales?, ¿qué compromiso moral
se adopta ante el prejuicio destructivo del racismo, los niveles alarmantes de intolerancia y el incremento de
operaciones y discursos típicamente xenófobos?, ¿qué principios morales lideran la preocupación creciente
de organismos internaciones por las armas biológicas del terrorismo y la amenaza continua de ataques en
cualquier región del planeta?, ¿a qué valoración crítica se somete la idea de que la clonación destinada a la
reproducción de seres humanos es segura y responsable? La magnitud de estos problemas no tiene
precedente.
Figura 1: Basural
Fuente: Decologia.info [usuario] (s.f.). Contaminación ambiental. Recuperado de
https://decologia.info/medio-ambiente/contaminacion-ambiental/
La consigna de "Ni una menos" resuena en todo el mundo. Las cuestiones de género vinculadas los
femicidios, el acoso, maltrato, abuso, hacia la mujer es, sin duda, uno de los problemas sociales
fundamentales de nuestra época y, como tal, requiere una revisión crítica de los valores y normas morales
que rigen nuestras concepciones de mundo y nuestras prácticas concretas. Lo mismo ocurre con los
movimientos ecologistas.
Fuente: Cabello, A. M. y Hormigos Ruiz, J. (2005). La sociedad del riesgo y la necesidad moderna de seguridad.
https://www.redalyc.org/pdf/3221/322127617002.pdf
Para comprender el concepto de ética global, debemos conocer que el mismo experimenta profundos
cambios. Peter Singer (2004) los sintetiza en los siguientes términos:
Concepción aristotélica
–
Se ha registrado una vuelta a la concepción aristotélica de la moralidad como algo
esencialmente vinculado a la virtud, en vez de a principios abstractos. Alasdair Maclntyre
y Bernard Williams, entre otros, intentan desarrollar una concepción comunitaria de la
personalidad moral y de la dinámica de la moralidad (Singer, 2004, p. 229).
Reclamos masivos
–
Se ha registrado un rápido auge del interés por los problemas que plantea la necesidad de
coordinar la conducta de muchas personas para emprender acciones eficaces. Muchas
cuestiones, como la conservación de los recursos y el entorno, el control de población y la
prevención de la guerra nuclear parecen tener una estructura similar, y los filósofos
morales, así como muchos economistas, matemáticos y otros especialistas están
dedicando su atención a ellas (Singer, 2004, p. 229).
A pesar de que no existe un consenso general sobre aquello que puede ser considerado un desastre, los
acontecimientos que aparecen así referenciados recorren un espectro cada vez más amplio: accidentes
petroleros, explosiones nucleares, daños ambientales causados por la fabricación de ciertos materiales,
erosión del suelo y sedimentación, deshielo progresivo de los casquetes polares, incremento de las
precipitaciones a nivel planetario, contaminación del aire, entre muchos otros.
En su análisis sobre la sociedad de riesgo, Ulrich Beck (1998) destaca cómo las amenazas producidas por el
uso de la tecnología se expandieron enormemente y cambiaron la conciencia global sobre el alcance de las
prácticas que degradan el medio ambiente y ponen en peligro nuestra subsistencia. Estas prácticas
contribuyeron a la transición de una época caracterizada por la industrialización capitalista a una en la que
predomina el riesgo.
Fuente: Infobae.com [usuario] (2019). Greta Thunberg liderando la multitudinaria marcha del
viernes en Montreal, Canadá. Recuperado de
https://www.infobae.com/america/eeuu/2019/09/28/greta-thunberg-encabezo-una-protesta-
climatica-de-500000-personas-en-montreal/
Muchos acontecimientos producidos en las últimas décadas nos permiten ser testigos de la emergencia de
un nuevo tipo de sociedad.
LECCIÓN 3 de 4
El riesgo y la ética
El terrible accidente nuclear de Chernóbil, ocurrido en Ucrania septentrional en 1986, es uno de los tantos
eventos catastróficos considerados por Beck (1998) para entroncar su análisis de las sociedades
posmodernas en la noción de riesgo. Hablar de cambios sustanciales en los dispositivos de prevención o
minimización de riesgos cuando se discute sobre los problemas que enfrenta actualmente el planeta se
instaló como una cuestión de primerísima importancia a nivel mundial.
En la sociedad emergente que analiza Beck (1998) los límites del riesgo son imposibles de trazar. Este nuevo
contexto presenta las siguientes características:
Segunda modernidad
–
Una segunda modernidad que reemplaza a la época de la modernidad ligada a la industrialización
capitalista.
Sociedad individualista
–
Una sociedad individualista: mientras que las seguras estructuras de la modernidad permitían familias
estables y protegían los trabajos, las comunidades locales y la lealtad de clase, ahora el mundo es mucho
menos estable, sumamente individualista y se vuelve más individualizado en lugar de colectivo. La vida es
una biografía del tipo hágalo usted mismo, el trabajo está troceado y envasado, y el consumo es
omnipresente.
Sociedad cosmopolita
–
Una sociedad cosmopolita es una en la que cada uno mira más allá de las fronteras los países y las
identidades. Mira hacia un futuro en el que “en un mundo radicalmente inseguro, todos son iguales y cada
uno es diferente” (Macionis y Plummer, 2011, p. 443).
Todas estas cuestiones mencionadas anteriormente nos permiten comprender por qué la interrogación
sobre los principios que guían nuestro trato con los demás y la naturaleza es amplia y significativa.
Existe una inmensa variedad de éticas aplicadas: ambientales, políticas, educativas, etcétera. Todas ellas
manifiestan una inquietud creciente por la solución de problemas morales concretos. Pero a estas
propuestas de solución le subyacen paradigmas éticos que precisamos comprender para discutir su
justificación. Consideremos, por ejemplo, la incidencia de estos paradigmas en el campo de la ética
ambiental:
Algunos piensan que las políticas ambientales deberían evaluarse exclusivamente sobre la
base de su incidencia sobre las personas (véase Baxter, 1974, y Norton, 1988). Esto
supone una ética ambiental centrada en el ser humano. Aunque los utilitaristas clásicos
incluyen el sufrimiento de animales en sus cálculos éticos, una variante del utilitarismo,
que nos insta a maximizar el excedente de felicidad humana sobre infelicidad humana,
constituye un ejemplo de ética centrada en las personas (…) Podríamos comprobar que la
minería reduciría la riqueza ecológica de las marismas y que si sucediese esto se causaría
la infelicidad de algunas personas (…) Esto dependería de los hechos acerca de los
efectos que los cambios del medio natural tienen sobre las personas. Sin embargo, esta
decisión se habría alcanzado considerando sólo los intereses de las personas (…) Existe
una concepción de la ética que no sólo considera moralmente relevantes a las personas
sino también a los animales no humanos; incluye en su ámbito a todos los animales.
Muchas de las cosas que hacemos al entorno natural afectan adversamente a los
animales no humanos y esto es algo relevante para esta ética (Singer, 2004, p. 393 y 394).
Para muchos autores, lo característico de estos enfoques éticos sobre problemas prácticos morales no solo
es el método empleado, sino también el tipo de conexión que mantienen con exigencias y demandas
diversas del mundo social:
Referencias
Beck, U. (1998) La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona: Paidós Ibérica, S.A.
Carroto, P. (28 de enero de 2018). La hora del manifiesto animalista. El País. Recuperado de
https://elpais.com/cultura/2018/01/28/actualidad/1517162827_605464.html
Infobae.com [usuario] (28 de septiembre de 2019). Greta Thunberg liderando la multitudinaria marcha del
viernes en Montreal, Canadá. Infobae. Recuperado de
https://www.infobae.com/america/eeuu/2019/09/28/greta-thunberg-encabezo-una-protesta-climatica-de-
500000-personas-en-montreal/
El caso de Teresa
Sobre la aplicabilidad
Bioética
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
El caso de Teresa
Vamos a continuar con el caso ficticio de Teresa: luego de migrar hacia otra localidad de la puna, Teresa
comenzó a tener dificultades para respirar. Acudió a una salita de atención médica ubicada en el pueblo más
cercano, a diez kilómetros a pie en plena puna. En la salita le diagnostican neumonía, una infección en los
pulmones producida por la exposición a la contaminación de la minera. Le recomiendan viajar a la ciudad
capital para atenderse en un hospital de alta complejidad. Teresa, con sus últimos y escasos recursos
económicos, y acompañada de una vecina del pueblo, llega al hospital casi sin aliento. Al ingresar a la
guardia la atienden de inmediato y los médicos constatan que la neumonía está muy avanzada. Sin embargo,
Teresa pasa la noche y al otro día se encuentra estable. Los médicos le indican que debe usar un tubo de
oxígeno portátil una vez que esté dada de alta, ya que también comprobaron que su corazón funcionaba con
deficiencia.
Figura 1: Puna
Esta situación requiere una mirada ética muy aguda, concreta y urgente. Las ventajas de los avances
tecnológicos, e incluso de recursos tecnológicos básicos, como el empleo de un tubo de oxígeno, ponen al
descubierto las posibilidades y limitaciones éticas del impacto de la técnica en la vida. ¿A qué precio una
vida debe sostenerse? La bioética, una de las éticas aplicadas, se hace este tipo de preguntas: ¿cuál es el
límite de la tecnología sobre los cuerpos vivientes? Esta es la razón por la cual, en la actualidad, la mayoría
de los hospitales cuentan con un comité de bioética que ayuda a resolver dilemas como el de Teresa. En el
caso descripto se actuó para mantener con vida a la paciente, pero no se consideraron los deseos de
Teresa. ¿Acaso los médicos tenían otra opción? ¿Era más ético dejar que Teresa regresara a su vivienda, a
sabiendas de que moriría allí?
LECCIÓN 2 de 5
En la actualidad existen muchas líneas de investigación dentro del campo de la ética aplicada: bioética, ética
informática, ética ambiental, ética de la educación, ética empresarial, etcétera. El foco en diversos
problemas prácticos, como punto de arranque de estas líneas, revela la fuerza de determinadas demandas
en cada uno de estos espacios de nuestra realidad, para solucionar conflictos, situaciones de confrontación
entre principios morales o de incertidumbre acerca de aquello que debería hacerse. Los temas de aplicación
emergen en todos los campos de la actividad humana, aunque algunas ramas de la ética aplicada, en
particular la ética ambiental, la bioética y la ética empresarial; lograron captar la atención de la comunidad
internacional en las últimas décadas.
Fuente: Cortina, A. (2010). Ética discursiva y ética de los valores [documento en línea]. Recuperado de
https://caredu.files.wordpress.com/2010/04/adela-cortina-etica-discursiva-y-educacion-en-valores.pdf
Es claro que esta denominación hace patente una distinción controvertida: la ética pura o normativa, por un
lado; y la ética aplicada, por el otro. Esta separación entre teoría y práctica complejizó poder esbozar un
concepto, pero, a la vez, promovió la necesidad de demarcar, con elementos más precisos, en qué consiste
su contribución singular y a qué cuestiones dirige su exploración y análisis:
Una característica importante es que las múltiples situaciones que reclaman una reflexión moral
desencadenan reacciones diversas. Por lo tanto, la variabilidad de la aplicación de criterios morales, por el
tipo de conflictividad que subyace en estas situaciones, debe ser mirada como la resultante de muchos y
variados factores.
Una mirada desde la ética aplicada no solo tendría en cuenta la teoría ética, sino que
pondría en primer lugar el contexto y la situación en la que surge el dilema.
Una mirada desde la ética aplicada implica una revisión de los conceptos del bien y el
mal que entran en juego a la hora de presentar una solución al mismo.
Una mirada desde la ética aplicada no tendría en cuenta la situación de los sujetos
implicados, solo se aplicaría la teoría a una situación concreta.
Una mirada desde una ética aplicada implica considerar solo los deseos del individuo.
SUBMIT
Figura 2: Representación de apoyo a la eutanasia
¿Qué posición moral se adopta frente una situación particular? ¿Es correcto atenerse a las mismas normas
por considerarlas válidas y generalizarlas para cualquier situación? ¿Importa tomar en cuenta la singularidad
del caso o su carácter particular al momento de evaluar la aplicación de la norma?
LECCIÓN 3 de 5
Sobre la aplicabilidad
En este punto, se presenta una de las principales tensiones relacionadas con la aplicabilidad. Las dos
grandes opciones que pueden distinguirse son:
Afirma que, si las normas son válidas, pueden aplicarse a todo acto particular. Los hechos morales, aunque
difieren entre sí, son casos de una posible aplicación. El código moral debe prever todos los casos posibles
y, por lo tanto, cualquier situación es subsumible a una norma moral.
Afirma que, siendo las situaciones radicalmente distintas, no puede haber normas válidas
para todos. En cada situación concreta hay que tomar una decisión válida para esa
situación, pues estas son imprevisibles e irregulares. En definitiva, existe una contingencia
inherente a las situaciones que establece un límite a la vigencia de las normas
universales (García-Marzá y González Esteban, 2014, p. 151).
Mencionaremos brevemente una cuestión crucial de la articulación
entre una esfera de la vida social, el mundo empresarial y la formación
de agentes morales comprometidos con la construcción de la
ciudadanía. En este punto, es fundamental aludir al valor de una
educación moral de valores mínimos; es decir, una educación capaz
de integrar la ética a nuestra vida cotidiana como algo que nos
pertenece a todos. Estos mínimos éticos compartidos entre
ciudadanos de democracias pluralistas son los valores de libertad,
igualdad, solidaridad, tolerancia activa y ethos dialógico.
Si consideramos la mirada que propone Adela Cortina (1994) de la ética empresarial desde esta definición
de ética de mínimos, reconocemos los siguientes valores fundamentales para este campo de la ética
aplicada:
En síntesis, abordar la ética empresarial desde una ética aplicada a las personas implica reconocerlos como
ciudadanos comprometidos con la convivencia social. Asimismo, significa construir condiciones políticas,
económicas y sociales que permitan la realización de proyectos democráticos que promuevan la inserción y
la participación. Supone, por lo tanto, reconocer la necesidad común de unos mínimos morales “valores y
normas a los que una sociedad no puede renunciar sin hacer dejación de su humanidad” (Cortina, 2000, p.
38).
LECCIÓN 4 de 5
Bioética
Las contribuciones del médico norteamericano Van Rensselaer Potter son inseparables del desarrollo de la
bioética. En el año 1971 publicó un influyente libro, Bioethics: Bridge to the Future (La bioética: un puente
hacia el futuro), que se convirtió en el primer esfuerzo clave por hacer de la bioética una problemática central
y que requiere de una pesquisa científica constante y de cultivadores seriamente comprometidos con una
supervivencia humana digna. Esta obra de Potter cristalizó un anhelo de rigor y responsabilidad moral y se
constituyó al poco tiempo en el punto de arranque de un armazón institucional que permitió consolidar la
bioética como una nueva disciplina.
Esa fusión entre bios (vida) y ethos (comportamiento) se convirtió, a partir de entonces, en una corriente de
investigación potentísima y engendró apoyo, consenso y compromiso de parte de instituciones decisivas
para su crecimiento a nivel mundial, a la par de una red cada vez más amplia de especialistas. En contraste
con las posiciones que respaldaban la aplicación de normas tradicionales y eran indiferentes a los desafíos
que planteaban entonces las nuevas tecnologías terapéuticas y la ingeniería genética, la obra de Potter
expresaba la importancia de integrar a esos avances médicos la consideración por los valores humanos, ya
que los conocimientos y las prácticas de la ciencia no están exentos de problemas éticos: “la humanidad
necesita urgentemente de una nueva sabiduría que le proporcione ‘el conocimiento de cómo usar el
conocimiento’ para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de vida” (Constante, 2006, p. 283).
Fuente: Cortina, A. (2002). Ética de las biotecnologías. Revista Isegoría (27), 73-89. Recuperado de link
http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/555
La dilucidación de los principios que deben guiar las prácticas médicas constituye uno de los problemas
más ampliamente debatidos en el campo de la bioética. En 1978 se reunió en Estados Unidos la Comisión
Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos bajo Experimentación Biomédica. Dicha comisión
redactó un informe, conocido como Informe Belmont, que se convirtió en uno de los documentos más
importantes en el campo de la bioética. En él se definen “las directrices que se deben seguir en
experimentación con humanos y establece las normas para la protección de individuos que participan en
experimentaciones biomédicas basados en tres principios: autonomía, beneficencia y justicia” (Constante,
2006, p. 289), que son tres principios generales de resolución de conflictos éticos en medicina. Poco tiempo
después, a estos tres se les agregó el principio de no maleficencia (Beauchamp y Childress, 1999).
Principio de beneficencia
–
Este principio prioriza “la obligación moral de actuar en beneficio de los otros” (Beauchamp y Childress,
1999, p. 166) y suele entrar en tensión con el de respetar la autonomía del paciente. Por eso, la
especificación de las reglas morales en el caso de la investigación clínica debe estar guiada por el
propósito de “mejorar los procedimientos diagnósticos, terapéuticos y preventivos y la comprensión de la
etiología y la génesis de la enfermedad” (Constante, 2006, p. 295).
Principio de justicia
–
Hace referencia a la distribución equitativa de los recursos médicos y la regulación del acceso a los
servicios sanitarios. Pretende evitar la discriminación por motivos de raza, religión, económicos u otros, y
las situaciones de desigualdad concomitantes.
Principio de no maleficencia
–
Este se encuentra claramente subrayado en el juramento hipocrático e implica no producir daño al
paciente. La reflexión en torno al principio de no maleficencia tiene una gran relevancia en nuestros días
debido a que la expansión en el uso de la tecnología debe ir acompañada de exámenes para sopesar los
daños o los riesgos que puede implicar para el paciente o el sujeto de experimentación someterse a
determinadas prácticas médicas.
Principio de autonomía
–
Hace referencia a la potestad de todo ser humano de decidir sobre su propia vida como un ser racional y
consciente de sí mismo. Esta conceptualización hunde sus raíces en la filosofía moderna. Este principio,
basado en el respeto por la autonomía, se suele contraponer a la concepción paternalista de la medicina,
según la cual el médico, en su carácter de profesional, es el único autorizado para tomar decisiones sobre
la salud del paciente, a la vez que este último es visto habitualmente como un sujeto necesitado de
conducción y ayuda, y carente de capacidad para regir su vida de manera autónoma. De este principio se
deriva el consentimiento libre e informado de la ética médica actual. Se distinguen comúnmente tres tipos
de consentimiento: expreso, tácito y presunto.
Referencias
Constante, A. (2006). El conocimiento que viene: la bioética. En A. Hernández Baqueiro (Coord.), Ética actual
y profesional. Lecturas para la convivencia global en el siglo XXI (pp. 3-27). México: Thomson.
Cortina, A. (2010). Ética discursiva y educación en valores [documento en línea]. Recuperado de
https://caredu.files.wordpress.com/2010/04/adela-cortina-etica-discursiva-y-educacion-en-valores.pdf
Cortina, A. (1994). Ética de la empresa. Claves para una nueva cultura empresarial. Madrid: Trotta.
García-Marzá, D., y González Esteban, E. (2014). Ética. Castellón de la Plana: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions.
Deontología
Códigos profesionales
Referencias
LECCIÓN 1 de 5
El caso de Teresa nos conduce a indagar el rol de los profesionales del hospital en el que murió, cómo se
tomaron las decisiones y si intervino el mencionado comité de bioética. Precisamente, los comités de
bioética se encargan de evaluar éticamente los dilemas que se presentan con el fin de garantizar que las
decisiones que tome el equipo de salud velen por el bienestar del paciente. En este punto, entre las tareas de
los miembros de un comité de bioética y los deberes de los médicos nos adentramos en el terreno de la
deontología profesional.
Pensaremos, entonces, cuáles son los deberes de los médicos de acuerdo con su código ético.
Fuente: Carmen Morán Breña (2019). La decisión sobre la muerte de una enferma enfrenta a familia y hospital. El
Como vemos en la publicación sobre el caso de María Teresa, los médicos consideran que su deber ético es
no reanimar a la paciente si sufre un paro cardiorrespiratorio, a pesar de que los familiares de la paciente
consideran que deben mantenerla con vida. Aquí vemos que no siempre los casos tienen una única
alternativa ética, por ello cuestionar el alcance de la responsabilidad de los profesionales (en este caso, los
médicos) es fundamental en cualquier profesión.
Los deberes de los que se ocupa la deontología profesional están inmersos en el terreno de las profesiones
y, como hemos mencionado, esta ética aplicada aborda el campo de ejercicio de las profesiones.
La actuación respecto del ejercicio de la profesión no está definida únicamente dentro del marco de los
valores o las preferencias individuales. El compromiso vocacional está inmerso en un ethos que organiza la
conducta y, por lo tanto, se constituye en un móvil clave para la actuación profesional: hacer que prevalezca
un criterio de honestidad frente a una determinada situación conflictiva, guardar el secreto profesional
acerca de determinadas informaciones brindadas, tratar al cliente o usuario con respeto, etcétera. Sin
embargo, el ejercicio de la profesión no comprende únicamente disposiciones, creencias, convicciones o
puntos de vista particulares. Esta es la razón por la que los casos a resolver son tan complejos.
Porque, además de responder a un código ético común, el profesional debe lidiar con
sus propias convicciones éticas y morales.
Porque los médicos que atienen el caso de Teresa no conocen los códigos éticos.
Porque los profesionales tienen un código ético ajustado a cada caso particular.
SUBMIT
LECCIÓN 3 de 5
Deontología
Para comprender a qué hacemos referencia con la expresión deontología profesional es fundamental dirigir
nuestra atención a una reflexión ética que esté fundada en obligaciones o deberes. La palabra deontología
deriva de dos etimologías de origen griego, deón (deber) y logos (ciencia o conocimiento). Se trata de una
disciplina que estudia los deberes de comportamiento de las personas que se desempeñan en un campo o
un cuerpo profesional. En tanto se ocupa de los comportamientos éticos en el ejercicio profesional, fusiona
dos grandes vertientes de reflexión: por un lado, los mismos criterios y principios aportados por la ética
básica o normativa y, por el otro, los criterios o principios específicos de cada profesión, en la que se toma
en consideración tanto la teoría como la práctica sobre la que se asienta.
En los dos casos señalados, el de Teresa y María Teresa, lo que sucede es que los comités de bioética
realizan una reflexión sobre un dilema ético que pone en tensión a las normas establecidas en el código
ético. Si no fuera un dilema, ambos equipos de salud tomarían la misma decisión (siempre que compartan el
mismo código profesional):
En tanto expresión escrita de los deberes, en la que se especifica la responsabilidad que le cabe a un rol
profesional específico, los códigos deontológicos suelen funcionar como un modo de integración de la
profesión o como indicadores de profesionalidad o reputación sustancial. Esto se debe a que son
documentos elaborados con el propósito explícito de delimitar con claridad principios responsables de
acción dentro de un campo particular. Por eso, las asociaciones y los colegios profesionales que tienen a
cargo de la elaboración de tales códigos, destacan su formulación como una pieza clave para el estatus
profesional o el tipo de percepción de calidad de los servicios prestados.
LECCIÓN 4 de 5
Códigos profesionales
Es preciso remarcar cuáles son las razones fundamentales por las que las profesiones se apoyan en los
códigos. Para esto, basta con tomar en cuenta un aspecto central de nuestra compleja naturaleza humana:
Fuente: Pantoja Vargas, L. (2012). Deontología y código deontológico del educador social. Publicado en
codigo=3827746
Podemos afirmar que, en el campo de la ética profesional, existe prácticamente un acuerdo acerca de los
principios que deben fundamentar el quehacer profesional. Como en el caso de la bioética, los principios
fundamentales de la ética profesional son cuatro:
Respetar la dignidad de la
persona humana, la
Principio 1 igualdad y los derechos
humanos de todas las
personas.
El primer principio hace referencia al elemento básico y universal de la ética, sobre el que se asienta el
fundamento de los demás (principio de justicia, beneficencia y responsabilidad). Alude a valores de
igualdad, libertad y al respeto a los derechos humanos, sin distinción de sexo, raza, cultura o condición
social. Considera que estos valores deben manifestarse en el quehacer profesional, como así también, en
los códigos deontológicos como orientación fundamental y rectora de cualquier actuación.
El fortalecimiento de una conducta profesional ética está ligado a un ejercicio de indagación impostergable
sobre los comportamientos éticos y los valores morales, que le otorga a la profesión y a los servicios
brindados un sentido genuino, digno y encomiable:
Cada profesional puede construir su propia ética profesional, por esta razón en
el caso de Teresa, el equipo de salud acuerda, junto al comité de bioética, que su
tratamiento debe continuar a pesar de los deseos de la paciente de regresar a
su hogar. En este caso todos creen que el fin último de su profesión es velar por
la vida y no provocar (por acción u omisión) la muerte.
Es falso porque, a pesar de que la ética tiene mucho que ver con la subjetividad, la
ética profesional está mediada por códigos normativos que regulan su práctica.
SUBMIT
Figura 2: Comité de bioética reflexionando acerca de un caso clínico
Referencias
Cobo Suero, J. M. (2001). Ética profesional en Ciencias Humanas y Sociales. Madrid: Huergo y Fierro.
García-Marzá, D., y González Esteban, E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei
de Comunicación Publicacions.
Pantoja Vargas, L. (2012) Deontología y código deontológico del educador social. Pedagogía Social. Revista
Interuniversitaria (19), 65-79. Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/1350/135025474005.pdf
Región en Libertad (27 de mayo de 2019). Máster online de bioética en la UNIR: para trabajar en la frontera
ética del siglo XXI. Recuperado de https://www.religionenlibertad.com/ciencia_y_fe/152430227/curso-
online-de-bioetica-en-la-unir-para-trabajar-en-la-frontera-etica-del-siglo-xxi.html
La ética como ejercicio constante educar en la
ciudadanía y la convivencia
La ética y la ciudadanía
Educación y ciudadanía
Educación y bioética
Referencias
La ética y la ciudadanía
En este apartado dejaremos el lado el caso trabajado para centrarnos en la reflexión global de la ética
vinculada a la comunidad. Como hemos visto a lo largo de la materia, uno de los objetivos esenciales de la
ética y la deontología profesional es lograr realizar una síntesis entre distintas opciones de acción y
compromiso social, orientadas a generar espacios de interés común. Esto significa que la noción de ética,
especialmente en la actualidad, implica comprender profundamente su necesidad para la vida en
comunidad.
En todos los casos que hemos desarrollado a lo largo de las lecturas, podemos
reconocer un elemento común ¿cuál es?
La distinción entre ética y moral como base para reflexionar sobre conflictos globales.
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Adela Cortina, en sus entrevistas y escritos, ha enfatizado acerca de la importancia de la educación para la
formación del carácter ético y su rol en el desarrollo de la vida en comunidad.
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Educación y ciudadanía
Para repensar la situación planteada debemos tener en cuenta que el tema de la injerencia de la ética en la
educación experimentó un gran despliegue en los últimos años, fundamentalmente, gracias a los aportes de
Adela Cortina (2007). Esta filósofa toma como punto de partida la ética kantiana y realiza un recorrido por la
ética dialógica para acercarnos el concepto de ética cordial.
Para Cortina (2007), profesora de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, hablar de educación
moral implica pensar una educación basada en la razón sentimental; es decir, una enseñanza que recupera
el legado del pensamiento ético de la antigüedad. En esta época se creía que la ética forjaba el carácter y
que precisaba entrenamiento, como lo haría un deportista apasionado. Se reconocía la importancia de una
ética cordial para modelar facultades y emociones, y para lograr transformarnos en personas y ciudadanos
capaces de apreciar la vida desde un profundo sentido de justicia, dignidad y compasión.
La educación moral, instrumento indispensable para la formación del carácter, debe concebirse como un
valor en sí misma. Esa formación es esencial para alcanzar una moral alta, que debe cultivarse a lo largo de
toda la vida con firmeza y entrega, porque nadie puede arriesgarse a decir: mi moral ya está concluida. Estar
altos de moral no es un indicador de impecabilidad, optimización de recursos, afán desmedido de triunfo,
negación de las emociones ni conciencia fiscalizadora, útil y adaptativa para una concepción depredadora
de la vida. Todo lo contrario: pensar desde lo más simple es el mejor camino para revelar su significado.
Fuente: Elaboración propia.
A todos nos interesa estar altos de moral porque el que está alto de moral tiene ganas de
emprender tareas, de enfrentar los retos vitales y de convertir los problemas en
oportunidades de crecimiento. ¿Y hacia dónde hay que forjarse ese carácter? Hacia la
toma de decisiones que sean justas y felicitantes… el carácter se va forjando mediante la
toma de decisiones justas y felicitantes para ir encarnando en la vida un conjunto de
valores positivos. Estos valores sirven para condicionar el mundo y hacerlo habitable. A fin
de cuentas, igual que uno acondiciona su casa, los valores de justicia, prudencia, y
solidaridad, son valores que nos permiten acondicionar nuestro mundo y hacerlo habitable.
Es impensable un mundo humano en el que nunca se hablara de justicia, solidaridad e
igualdad. Un mundo sin valores sería un mundo inhumano que no nos podemos
representar (Cortina, 2007, p. 28).
Estamos altos de moral cuando nos sentimos capaces de convivir con un sentido de responsabilidad
constructivo, que nos permite crecer como personas, salvaguardar nuestra integridad y la de los demás,
colaborar de forma honesta y con entusiasmo, y poseer una gran sensibilidad para sentar las bases de la
confianza necesarias para empoderar a las personas y sus capacidades. Así, una educación moral basada
en la razón sentimental es aquella que apunta al desarrollo de una sensibilidad que expande nuestro
crecimiento personal y el de los demás.
La educación moral es una educación cívica. Esto significa que se debe aprender a ser ciudadano. Los
valores constitutivos de la ciudadanía se ejercitan, es decir, requieren de entrenamiento y perseverancia.
Están inmersos en la afirmación de un sentido de compromiso abierto al diálogo, a la reducción de las
desigualdades, al potenciamiento del respeto por los demás y a una participación responsable en
decisiones que se orientan al logro de una convivencia más pacífica y solidaria. Camps (2011) afirma que
hay tres valores básicos que deben guiar el desarrollo de las actitudes cívicas:
la responsabilidad;
la tolerancia;
la solidaridad.
Desde esta mirada clave de la ética cívica, el civismo hace referencia, concretamente, a un conjunto de
capacidades que las personas emplean para desarrollar su quehacer diario en comunidad como sujetos
activos en la instauración y el respeto de normas de convivencia pacífica. La práctica ética no puede
sustraerse de la tarea de educar en la ciudadanía:
El civismo responde a una idea básica: es necesario que las personas se respeten unas a
otras; y hay que respetar las cosas que son de todos para que todos las puedan disfrutar
cuando las necesitan. En las campañas de civismo que acostumbran a promocionar los
gobiernos locales, se insiste mucho en los aspectos más externos del respeto debido a
las personas y a las cosas públicas. Se propugna el mantenimiento de una ciudad limpia,
sin ruidos, sin alborotos violentos, una ciudad que reprima las actitudes racistas y
xenófobas, una ciudad amable en el más amplio sentido de la palabra. Eso está bien, pero
el fondo de la cuestión no consiste sólo en hacer que una ciudad sea más habitable, sino
en que las personas adecuen su manera de ser –su carácter o ethos, decían los griegos–
a las condiciones de la vida en común. Es decir, que asuman unos cuantos valores como
fundamentales, pero no sólo formalmente, sino de verdad (Camps, 2011, p. 19).
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Educación y bioética
Fuente: Carvajal Abril, H. A. (2016). Educación en bioética y la formación para la ciudadanía. Publicado en Praxis
De acuerdo con el paper, y siguiendo a Cortina (2007), la educación debe estar centrada en los valores, ya
que con ellos ordenamos la vida. Carvajal Abril (2016) considera que, en este sentido, los valores a los
cuales hace referencia Cortina, son aquellos que ayudan a la persona a desarrollarse como ciudadano.
Por esta razón, la educación debe servir para cultivar esos valores: “Educar en valores
consistiría pues en cultivar esas condiciones que nos preparan para degustar ciertos
valores, precisamente —esos en este caso— de los que decimos que componen una
ciudadanía plena” (Carvajal Abril, 2016, p. 229).
Una ética para la ciudadanía trata de cultivar la inteligencia emocional para desarrollar la empatía.
En otras palabras, no sólo basta con argumentar y exponer puntos de vista sobre lo que
puede ser justo e injusto en la sociedad, si no se cultiva la inteligencia sentiente y
emocional para desarrollar la empatía y poder percibir lo que siente el otro en una situación
de injusticia, y para ello es preciso educar en una ética que escuche el corazón, que
reconozca los recovecos de la estima de sí, de los otros, y que pueda formularse mediante
argumentos respetuosos de las diversas formas como se percibe el mundo (Carvajal Abril,
2016, p. 236).
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Referencias
Beneyto, V. (12 de junio de 2019). Cortina: "Europa corre el riesgo de quedar fuera de la digitalización, la
industria 4.0 y la inteligencia artificial" Valencia Plaza. Recuperado de https://valenciaplaza.com/cortina-
europa-corre-el-riesgo-de-quedar-fuera-de-la-digitalizacion-la-industria-40-y-la-inteligencia-artificial
Camps, V. (2011). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia (6), 15-21. Recuperado de
http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf.
Carvajal Abril, H. A. (2016). Educación en bioética y la formación para la ciudadanía. Praxis & Saber, 7 (13),
223-242. Recuperado de link http://www.scielo.org.co/pdf/prasa/v7n13/v7n13a11.pdf
Cortina, A. (2007). Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI. Proyecto Hombre. Revista trimestral de la
asociación proyecto hombre (63), 27-38.
Hervás, J. C. (2019). Una lección de ética frente a la intolerancia [entrevista a Adela Cortina]. Recuperado de
https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/aporofobia-no-se-rechaza-al-extranjero-sino-al-pobre-adela-
cortina/
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