De Las Guacas A Las Caletas: Tradición Y Legalidad

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DE LAS GUACAS A LAS CALETAS:

TRADICIÓN Y LEGALIDAD

FROM GUACAS TO CALETAS:


TRADITION AND LEGALITY

JOSÉ GUSTAVO LENIS DURÁN

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Antropología
Bogotá, D.C., Colombia
2015
DE LAS GUACAS A LAS CALETAS:
TRADICIÓN Y LEGALIDAD

FROM GUACAS TO CALETAS:


TRADITION AND LEGALITY

JOSÉ GUSTAVO LENIS DURÁN

Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:


Magister en Antropología

Director:
Ph.D. JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ CUENCA

Línea de Investigación:
Antropología Social

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Antropología
Bogotá, D.C., Colombia
2015
A Blanca Cecilia Durán Gómez, mi madre,
quien me enseñó cómo se deteriora el cuerpo
y se desvanecen las ilusiones.
Agradecimientos
Al momento de plasmar finalmente estas líneas, varias de las personas cuya importante
contribución al presente trabajo resultó vital para comprender el mundo de la búsqueda
furtiva de tesoros, se han adelantado iniciando ya su viaje en procura, quizás, del logro
más anhelado entre los humanos: el descanso eterno. Su partida me deja sinsabores y
hondo pesar debido en primer lugar a que no contaré más con las enormes cualidades y
hermosas formas de ser de las que hicieron gala y que me depararon gratos momentos
en su compañía; en segundo lugar, porque en todos los casos no pude acompañarlas en
sus lechos de enfermos ni en sus funerales. De algunas más no he vuelto a tener noticias
después de circunstancias especiales por lo que temo lo peor.

Sea como fuere, quizás la culminación de esta tesis represente el mejor homenaje de mi
parte a su memoria; mis respetos, admiración y cariño van para todas estas personas: la
antropóloga Blanca Margarita de Corredor (q.e.p.d.), quien con su ejemplo de vida y sus
enseñanzas me señaló la importancia que guarda para el trabajo de campo el análisis de
la tradición oral; Arnulfo Henao, “El Pavo” (q.e.p.d.), el guaquero de tiempo completo y
todo corazón, sus saberes pero más que nada su amistad son el mejor legado que me ha
podido dejar; el hermano Peña (q.e.p.d.) quien pese a sus conocimientos
lamentablemente no estaba destinado para sortear el difícil trance de salud que debió
enfrentar. Entre aquellos cuyo destino ignoro evoco el recuerdo de Heladio Penagos
Rojas, raptado desde febrero de 1998 en Cundinamarca por el frente 42 de las FARC;
don Mario Londoño y Ludivia Carmona, de ellos no volví a tener noticias después del
terremoto de Armenia; y “Rafita”, Rafael Ramírez Buitrago, quien retornó a avanzada
edad a su mundo en Risaralda.

Mi fortuna sigue siendo hoy día contar con el respaldo incondicional, el aprecio y el
invaluable vínculo amistoso que me une con el doctor JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ
CUENCA. Nunca se ha cansado de ayudarme y de soportar mis demoras y ausencias
VIII De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

con gran comprensión y simpatía. Como es habitual, van para él no sólo mis sinceros
reconocimientos sino los de mi familia por sus siempre efectivos consejos e indicaciones
en las esferas pública y privada.

El otro tesoro que poseo es la inagotable ayuda y permanente compañía de mis amigos
ajenos al círculo antropológico y al de los buscadores de fortunas:

Al buen juicio y sabiduría de la doctora Sandra Elizabeth Martínez Martínez se debe por
completo su respaldo profesional en esta tesis y la guía integral en otras difíciles
situaciones cotidianas que he debido sortear con el transcurso del siglo.

Siempre estaré en deuda con mi colega radial Camilo Zapata Méndez y los colegas
docentes María Nilsa Castaño y Rafael Cepeda, los tres, demostrando una amistad
incondicional, me favorecieron con su altruismo al estar pendientes de los trámites
universitarios en Bogotá mientras me encontraba fuera y lograron en varias
oportunidades la consecución de obras literarias, así como compartirme sus valiosas
reflexiones sobre el imaginario de tesoros ocultos del eje cafetero que resultaron
fundamentales para la realización de esta tesis.

Finalmente, como en el pasado, hoy quiero agradecer a todos los aficionados a la


pesquisa de bienes ocultos, pues sin su concurso durante las últimas dos décadas no
habría sido posible construir los datos que componen el presente estudio, que si se
quiere puede entenderse como el colofón de la monografía de pregrado. ¡Salud a ellos!
Y como siempre, para mí, el premio es la información científica.

JOSÉ GUSTAVO LENIS DURÁN


Antropólogo U.N.
Especialista en Psicología Jurídica y Forense USTA
E-mail: [email protected]
Resumen y Abstract IX

Resumen
Este trabajo analiza e interpreta la transmisión oral de las historias de tesoros
legendarios entre los buscadores de fortunas colombianos en el Siglo XXI. La oralidad
del presente y pasado es un importante vehículo para desarrollar las ideas y prácticas de
la guaquería. Este vasto conjunto narrativo al pasar por diferentes agentes y medios
transmisores se constituye en un corpus folklórico oral, escrito y mediático relacionado
con guacas, entierros, minas y caletas; y como un arquetípico juego con instrucciones
para hallar el tesoro en el que participan a voluntad hablante-oyente, autor-lector, actor-
espectador.

Palabras clave: Tradición oral, oralidad, guaquería.


X De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Abstract
This work analyses and interprets the oral transmission of the stories of legendary
treasures among the Colombian fortunes searchers of the 21st Century. The orality of the
present and past time is an important vehicle to develop ideas and practices of
“guaquería”. This vast narrative is an oral, folk corpus when goes through different agents
and transmitters media which is related to “guacas”, “entierros", mines and “caletas”; and
like a game with instructions to find the treasure in which the will speaker-listener, author-
lector, actor-spectator participed.

Keywords: Oral tradition, orality, guaquería.


Contenido XI

Contenido
Pág.

Resumen ......................................................................................................................... IX

Lista de figuras ............................................................................................................. XIII

Introducción .................................................................................................................... 1

1. Tradición: el anverso de la moneda ........................................................................ 7


1.1 Horizontes de la transmisión oral entre guaqueros .......................................... 7
1.1.1 Horizonte temporal ................................................................................ 8
1.1.2 Horizonte de transmisión ..................................................................... 17
1.1.2.1 Los agentes ........................................................................................ 17
1.1.2.2 El contexto .......................................................................................... 27
1.1.2.3 Otros vehículos sociales de transmisión oral ....................................... 38

2. Legalidad: el reverso de la moneda ...................................................................... 45


2.1 El arquetipo guaquero.................................................................................... 45
2.1.1 El arquetipo y el sistema de retroalimentación positiva ....................... 50
2.1.2 El arquetipo y la ley de las transposiciones ......................................... 52
2.2 Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas, entierros, minas y
caletas............................................................................................................... 55
2.2.1 Notas sobre la clasificación del cuerpo oral, escrito y mediático
relacionado con guacas, entierros, minas y caletas........................................... 56

3. Consideraciones finales ........................................................................................ 59

A. Anexo: Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas ..................... 61

B. Anexo: Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros .................. 71

C. Anexo: Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con minas ....................... 85

D. Anexo: Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con caletas ..................... 89

Bibliografía .................................................................................................................... 93
XII De las guacas a las caletas: tradición y legalidad
Contenido XIII

Lista de figuras
Pág.
Figura 2-1: Principio del sistema positivo de retroalimentación aplicado a la
evolución de la guaquería. ....................................................................... 51
Contenido XIV
Introducción
El objetivo de este trabajo es analizar e interpretar la transmisión oral de las historias de
tesoros legendarios empleada por un determinado grupo de buscadores de fortunas en la
Colombia del Siglo XXI. Al respecto, es de suma importancia aclarar desde ya a los
lectores que no se abordará en ningún momento al guaquero que podría tomarse como
el ejemplo “clásico” de tal oficio, es decir, aquel personaje cuyas aventuras en el Quindío
fueron ampliamente evocadas por el pionero en estas lides Luis Arango C. (1924), o
descrito con suficiencia etnográfica hace ya un buen tiempo desde el occidente del país
por el antropólogo Diego Herrera Gómez (1979) y reinterpretado más recientemente a
partir de sus historias de vida en la Sierra Nevada de Santa Marta por el colega Fabio
Enrique Ortiz Sánchez (2009); imágenes que seguramente son las retenidas en la mente
tanto de los lectores casuales como del círculo científico local.

En su lugar, las siguientes páginas tratarán sobre la estructura de la verbalidad utilizada


por ciertas organizaciones cuya finalidad es disponer escenarios de tesoros ocultos a
partir de la re-creación de objetos, espacios físicos y cuentos relacionados con fortunas
inconmensurables, en procura de alcanzar beneficios económicos personales mediante
la persuasión y el engaño, empleando la oralidad como vehículo para desarrollar sus
ideas y prácticas furtivas.

Los integrantes de la comunidad aquí estudiada reconocen en el otro guaquero, es decir,


aquel que hemos denominado más arriba como “clásico”, al “guaquero a lo bien”. Con
esta denominación propia de su jerga, se diferencian de y designan a la persona
poseedora de un verdadero conjunto de saberes, prácticas, tecnología y
comportamientos y que utiliza tal acervo en la búsqueda de auténticos tesoros. Una
distinción algo similar establece la arqueóloga alemana Réna Gündüz en la zona de
Lambayeque, Perú, durante su trabajo de campo a mediados de la década de 1990. Ella
reporta haber encontrado “huaqueros ‘tradicionales’ que conservan, conocen y cuidan su
patrimonio”; en oposición a los “‘no tradicionales’, que no sienten nada por su pasado, no
2 Introducción

conocen ceremonia ni rito alguno, y que realmente destruyen el patrimonio” (Gündüz,


2001: 14 y 150-155). Sin embargo, en Colombia podemos observar diferencias
ostensibles con lo expuesto por la colega alemana como “no tradicional”. De igual
manera, los personajes de nuestro análisis tampoco corresponden en estricto sentido a
los “guaqueros pasados” ni a los “guaqueros de mala clase” referidos por Luis Arango C.
(Op. Cit.: Tomo I p.15 y Tomo II p. 7 y 10-12).

Indiquemos también en este punto que al interior de la esfera conocida generalmente


como guaquería, la oralidad del presente y pasado con sus procesos de elaboración y
difusión de elementos socioculturales ha comenzado a ser estudiada. Tal es el caso del
pormenorizado escrito etnográfico de Luis Alberto Suárez Guava (2009) sobre este oficio
en el Tolima, en el cual junto a exponer el complejo simbolismo que encierra tal tarea,
enumera estrategias, elementos materiales y experiencias (por lo demás comunes a
otras regiones de Colombia) que, según expone Suárez Guava, han sido transmitidas
oralmente por los pobladores de aquella área como un conjunto informativo que les
permite entender su relación con el destino, la vida y la muerte.

No obstante, tampoco aquí se tomará rigurosamente tal senda. De manera alternativa,


nuestro estudio apunta a evidenciar esa oralidad en un sentido diferente, es decir, como
una estructura que puede soportar la engañifa, razón por la cual, y más allá de lo
deparado por el Destino, frecuentemente los tesoros no se encuentran o “se escapan”.

Dentro del grupo humano aquí analizado, las figuras narrativas aludidas serían producto
tanto de la adaptación de formas tradicionales como de la invención, dos factores
posiblemente determinantes, con el transcurso del tiempo, en las elecciones creativas,
temáticas y formales, que expresarían las distintas y secuenciales adquisiciones
intelectuales presentes en la conciencia de estos cazadores de fortunas y les
suministraría materiales para erigir su universo ficcional empleando como piedra
fundamental una idea de realidad o de engaño sobre ella, crucial para la legitimación y
comercio de sus “descubrimientos”.

Este vasto conjunto narrativo al pasar por diferentes agentes y medios transmisores se
constituye en un corpus folklórico expuesto a un bricolaje mítico producto de la creación y
recreación individual, que en la primera parte de este estudio se pretende mostrar con las
Introducción 3

diferentes características que permitirían clasificarlo dentro de la tradición oral; mientras


que en la segunda sección de la tesis proponemos sintetizarlo como un arquetipo de una
suerte de juego y sus instrucciones para hallar el tesoro en el que participarían a voluntad
hablante-oyente, autor-lector, actor-espectador; y cuya reiteración en todos los casos
observados parecería sugerir la búsqueda de legitimidad social de las transacciones
comerciales que giran en torno a esas posibles fortunas. Ya al final, en los anexos, ese
conjunto lo organizamos e ilustramos con numerosos ejemplos como un cuerpo oral,
escrito y mediático; pero atendiendo a cuatro categorías establecidas por la propia
comunidad durante la investigación. Tan dilatado catálogo con su amplia posibilidad
combinatoria, es periódicamente reutilizado por los caza fortunas para tejer nuevas
historias sobre posibles hallazgos.

Con relación a este último aspecto resulta oportuno señalar que durante el proceso
adelantado se pudo apreciar cómo junto a la idea de guaca, viene troquelándose por la
mano de estos buscatesoros y los avatares históricos del país, una nueva clasificación
empírica también abundante en elementos narrativos donde se funden la tradición con la
novedad, amalgama que bien puede reflejar nuestra realidad social y cultural, los
cambios históricos acaecidos y los imaginarios colectivos que le corresponden. De tal
manera, estos individuos clasifican ahora los yacimientos conforme a la época histórica a
la que el botín pueda pertenecer de acuerdo con la cuarteta integrada por guacas,
entierros, minas y caletas.

También es necesario advertir que todos los casos de excavaciones tomados para este
estudio y dentro de los cuales el empleo de la oralidad jugó un papel decisivo, se sitúan
en las fronteras entre las esferas pública y privada, entre lo sensato y lo hilarante, y entre
el fraude1 y la necesidad de legitimación, escenarios de liminalidad por donde discurren
en pos de jugosas transacciones comerciales viajeros, coleccionistas, “planteros”2,
informantes, sabios locales, científicos renegados3, correos, emisarios de confianza,

1 Los cuatro yacimientos diseñados en nuestro medio por los buscadores de tesoros, son
agrupados en otras regiones del mundo, verbigracia la península española, bajo una sola figura
conocida como “el timo del entierro” (Hamilton, 1990: 92).
2 Se llama así en el argot guaquero al socio capitalista de riesgo.
3 Con esta denominación, acuñada durante la práctica de la asignatura de Arqueología Forense

en la Maestría de Arqueología de la Universidad Nacional de Colombia en el Semestre I-2007, el


4 Introducción

portadores, “caballeros de las industrias”, buscadores, proveedores, oferentes,


intermediarios, asesores técnicos y consejeros espirituales, funcionarios, diplomáticos,
comerciantes e incluso académicos, entre el largo etcétera de agentes sociales proclives
a este tipo de aventuras.

El contacto con estas organizaciones se dio desde mediados del año 1994 e inicialmente
condujo a un estudio descriptivo tanto de los comportamientos de sus miembros como de
sus técnicas de excavación, quedando apenas esbozado el rol que juega el discurso al
interior de tales sociedades. Dichas observaciones fueron plasmadas en mi trabajo de
pregrado (Lenis Durán, 2005). Desde entonces y hasta la fecha gracias a la colaboración
de aquel considerable número de protagonistas, he podido continuar con la recopilación
de multitud de historias sobre fortunas escondidas, que ya fueran contadas oralmente o
referenciadas a través de textos u otros documentos empleados por los mismos
buscatesoros, presentan ciertas reiteraciones o modelos que llamaron mi atención y para
cuyo análisis encontré apoyo teórico en el estudio de la tradición oral. Estas nuevas
interpretaciones son las que ahora presento en la tesis de Maestría.

La información fue construida desde el año 2006 hasta el 20134 a partir de tres
actividades: entrevistas cualitativas no estructuradas sostenidas con 84 personas; 65
hombres y 19 mujeres, cuyas edades oscilaban entre los 25 y 70 años, con diferente
formación académica y diversa procedencia regional dado que residían para entonces en
el Tolima, Risaralda, Quindío, Caldas; Antioquia, Santander; Boyacá, Cundinamarca,
Meta, Casanare, Arauca y el Distrito Capital. En su totalidad llevaban vinculadas varios
años a la tarea de extraer fortunas escondidas y fueron consultadas durante los viajes de
pesquisa. Los contactos iniciales se efectuaron en Bogotá, Yopal, Tunja o Villavicencio,
de donde a su vez partían las expediciones. Por otra parte, la recolección de datos en
terreno durante los procesos de excavación y/o simulación de yacimientos se llevó a
cabo en los departamentos mencionados cada vez que se presentaba una de esas
operaciones. En tercer lugar, se adelantó la inspección de fuentes documentales

profesor José Virgilio Becerra Becerra y quien escribe, quisimos referirnos a algunos colegas de
quienes tuvimos noticias habían prestado su concurso para elaborar experticios sobre exóticas
piezas arqueológicas en poder de coleccionistas particulares y comerciantes comunes.
4 Sin embargo, algunas informaciones obtenidas antes de este período de investigación han sido

retomadas aquí debido a su importancia para la comprensión cabal del fenómeno.


Introducción 5

suministradas por los propios protagonistas quienes algunas veces eran los cazadores
de tesoros u otras las víctimas. En las tres situaciones se prestó atención al empleo del
discurso oral y escrito como herramienta para “detectar” o re-crear bienes ocultos.

Después y teniendo como eje el pensamiento de Jan Vansina acerca de la tradición oral,
el análisis de la información una vez colegida comprendió la comparación de los diversos
cuentos para determinar los elementos que les son comunes y el arquetipo subyacente,
cuya presencia había sido detectada con anterioridad durante el trabajo de campo. Para
esta labor se tomaron entonces como base el método y las categorías propuestas por el
formalista ruso Vladimir Propp en el estudio de la morfología del cuento. En el último
paso, la propuesta de clasificación de los conjuntos de relatos una vez comparados, se
acudió a las figuras narrativas que distingue González Alcantud a partir de la recurrencia
en ellas de temas, secuencias, personajes, espacios y objetos.

Finalmente, la intención del estudio es presentar las adaptaciones que han transformado
el circuito comunicativo guaquero, hasta moldear ciertos arquetipos, que si bien son
apasionantes y dignos de tener en cuenta por mantener vivas las tradiciones y los
conceptos culturales al respecto; sin embargo, son susceptibles de manipulación con
fines delictivos por parte de ciertos sectores de cateadores de fortunas quienes procuran
hacerse al dinero de sus incautos socios. Pensamos que los elementos de juicio
ofrecidos al lector le permitirán reconocer la aparición de cada factor sociocultural
inherente a las historias de tesoros y la intencionalidad con la que surge y se repite, para
así tomar la posición que considere más conveniente frente a la situación.
6 Introducción
1. Tradición: el anverso de la moneda
Debido a que durante los años de trabajo de campo entre diversos grupos de buscadores
de tesoros pudimos observar que ellos privilegian el empleo de la oralidad, en su
esfuerzo por hacer aparecer en dimensiones reales ante el público interesado el producto
de sus hallazgos, en esta sección nos enfocaremos exclusivamente al análisis de esa
transmisión oral vista como “un sistema comunicativo asociado, inevitablemente, a una
forma determinada de organizar la cultura” cuyo empleo “juega un papel preponderante
en la construcción de la perspectiva desde la cual observa –y se observa a sí mismo- el
grupo sociocultural” (Terán Morveli, 2003: 1-2). Para nuestro caso específico
estudiaremos a continuación la participación de agentes, vehículos sociales y fuentes de
legitimidad que emplean como materia prima figuras narrativas de legendarios tesoros,
en un entramado dispuesto para edificar a diario el universo ficcional de estos guaqueros.

1.1 Horizontes de la transmisión oral entre guaqueros


La adaptación consuetudinaria de información histórico-geográfica nacional y extranjera
mezclada con atavismos mágico-religiosos, adiciones tecnológicas y episodios del
anecdotario popular, más la manera verbal y el ambiente confidencial en que se difunde
a través de un círculo de “entendidos en la materia”, nos conducen a proponer
inicialmente que en el conjunto narrativo guaquero es factible encontrar los elementos
propios de la oralidad: el tiempo y la difusión. Al respecto, nos apoyamos en González
Alcantud quien postula de la siguiente manera las coordenadas de esta cualidad de la
expresión humana: “La oralidad se remite a dos horizontes, el temporal, definidor de la
historia y la tradición, y el sistema de transmisión, generado por los agentes y
sobredeterminado por el contexto” (1995: 142).

Veamos a continuación cómo se manifiestan cada uno de estos ejes en nuestro campo
de estudio.
8 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

1.1.1 Horizonte temporal


Dentro del horizonte temporal de la oralidad la idea de tradición “se mide en una
concepción temporal implícita, la que enfrenta un tiempo anterior, tradicional, al actual,
contemporáneo” (Ibíd., p. 142). Desde esta perspectiva, el arquetipo narrativo guaquero
al ofrecer un amplio repertorio de leyendas sobre grandes tesoros ocultos pertenecientes
a grupos indígenas prehispánicos, curas doctrineros, personajes extranjeros asentados
durante la Colonia, acaudalados comerciantes o hacendados que amasaron su capital
durante la temprana República e inclusive a narcotraficantes internacionales de épocas
recientes; lleva implícito cómo en la mente de estos guaqueros se concibe una medida
temporal de la historia en función de la cual se fragua la idea del posible tesoro. Para
ello, se dispone de un sistema de organización temporal de narraciones capaz de
diferenciar cada uno de los períodos anteriores del acontecer patrio, separándolos de los
hechos actuales, referenciando en los primeros, a su manera, legendarios personajes y
sus respectivas pertenencias enmarcados en episodios y sitios ancestrales específicos.
Veamos algunos ejemplos.

Para Alfonso Beltrán., buscador de tesoros de Gachalá, Cundinamarca:

“Las guacas tienen ‘loza’5, huesos de humanos y ‘muñecos’ de


oro… son cosas de indios metidas en la tierra desde antes de los
españoles. Para nosotros las guacas son terminadas con chicha y
con una ceremonia especial, o sea con borrachera y baile, como
hacían los indios. Es como retroceder en el tiempo haciendo lo
contrario… El entierro es otra cosa: son piedras preciosas
trabajadas… mucha joyería, a veces cosas de las iglesias del
tiempo de los españoles como custodias, un cáliz… y también de
más para acá [se refiere al tiempo transcurrido] como morrocotas
de cuando la gente no tenía bancos y acostumbraba guardar la
plata y las cosas en las paredes, en los zarzos o bajo el tablado,
también en la pata de los árboles, entre tarros de galletas o
zurrones de cuero”. (Comunicación personal, Bogotá, 2006).

5 LOZA: se llama así en el argot al conjunto de cerámica prehispánica perteneciente a una guaca.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 9

Notemos que esta idea plantea una distinción importante para la clasificación de los
yacimientos al interior del grupo analizado y con tan detallada descripción se aparta de
“la certeza de que una guaca es también llamada ‘entierro’” como postula Suárez Guava
(2009: 391). Pero a la vez, las declaraciones de Alfonso Beltrán, similares a las de otros
excavadores de este círculo, sólo dejan ver su comprensión meramente material y
monetaria sobre el asunto.

Por lo recogido en terreno, parecería que la idea de estos individuos acerca de guaca se
relacionaría apenas tangencialmente y de forma instrumental6 con los amplios y
complejos significados ancestrales indígenas que podemos encontrar en la obra editada
por Tamara L. Bray (2015), donde muestra cómo a las guacas en el vecino Perú se les
concibe como objetos y lugares que participan en los asuntos humanos, con
manifestaciones y personificaciones de poder y con la potestad de realizar actos en
beneficio comunitario enmarcados en una interacción social y con amplio sentido
simbólico. Para Beltrán y su grupo, por el contrario, y aun para las demás agrupaciones
estudiadas, esos beneficios son meramente personales y la relación con el lugar o con el
paisaje y lo que ellos “guarden” carece de aquellas connotaciones naturales y de “cosas
sagradas” que la obra de Bray nos resalta. En suma, y a partir de lo observado durante
estos prolongados años al interior de los círculos guaqueros encontrados, los rituales y
demás aspectos simbólicos, así como los ambientes de exploración, las historias, los
materiales y equipos utilizados, sólo hacen parte de la tramoya para escenificar la obra
de teatro con la cual devengan sustanciosas ganancias explotando la ingenuidad, la
confianza o la necesidad de sus eventuales socios o víctimas.

Pasando ahora a la siguiente categoría tenemos que la mina se configura de otra


manera. Según Marco Antonio y Ricardo R., importadores bogotanos de materiales
electrónicos aplicados a la minería:

6Con este término quiero referirme aquí al uso indiscriminado de equipos, de fórmulas químicas y
mágicas, montaje de rituales, bricolaje de historias y re-creación de hallazgos de tesoros,
pensados todos como instrumentos cuya finalidad exclusiva es engañar a terceros.
10 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

[Marco Antonio] “Aquí a la oficina nos vienen con infinidad de


historias y negocios. Nos han ofrecido desde oro y plata hasta
uranio y plutonio. Pero nosotros sólo escuchamos porque existe
mucha mentira en esto. Los sinvergüenzas hasta se dan mañas
de ‘pintar’7 las minas para hacer ver que hay vetas”.

[Ricardo] “Como en una finca a donde fuimos. Los tipos se


habían puesto en el trabajo de conseguir escopetas.
Desbarataron los cartuchos y como si fueran de salva los
cargaron con oro en polvo, los tacaron y después dispararon ahí
contra el filo de la montaña”. (Comunicación personal, Bogotá,
febrero 2002).

Las caletas son entendidas como los lugares y el conjunto de objetos guardados allí por
los extintos grandes jefes de la mafia vinculada al narcotráfico. La búsqueda de estos
depósitos puede alcanzar en ocasiones dimensiones excepcionales:

“En ‘la vuelta’ de ‘La María’ aquí en Suba, cuando la mansión fue
declarada casa – cárcel para varios senadores, ellos durante ese
tiempo, aparte de disfrutar de las comodidades, se dedicaron a
buscar la caleta que dejó Gacha, pero no dieron con nada en esa
época. Cuando salieron, esos políticos ya habían hecho amistad
con altos funcionarios de la ley que estaban encargados de
administrar la vigilancia de este predio y de los detenidos. Pues
no quisieron perder el impulso y se asociaron entre todos. La
vaina siguió. Era un desfile de gente y equipos y se oían todo el
día y toda la noche martillos, taladros, picas, palas,… Al otro día,
bien temprano, se ponían baldosas nuevas en el piso de las
habitaciones o de los corredores o se pañetaban las paredes y
después se estucaba y se pintaba, para que cuando vinieran las

7 Aparición de una veta. Simular un yacimiento.


Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 11

visitas del INPEC o de los que estuvieran al mando de esto 8, ellos


no vieran nada raro ¿Cuántos túneles se hicieron? 23. Y,
¿Cuántos individuos participaron? Unos 700 han desfilado por
esta casa. Todo eso lo pagaron los ‘duros’9 para buscar la caleta.
La casa se la tiraron, la armaron y desarmaron, pero… ¡nada!
Debajo de estos pisos lo que hay son túneles, esto con el tiempo
se viene cayendo porque debilitaron los cimientos”. (Guardia del
INPEC, casa-cárcel de “La María” en Suba, comunicación
personal. Bogotá, 2006).

Queremos proponer ahora que atendiendo a las características temáticas y de


transmisión encontradas en el conjunto argumentativo guaquero, podemos considerarlo
para fines académicos como fuente oral y de naturaleza tradicional. Veamos:

Por un lado, este conjunto de narraciones acerca de tesoros emplea como vehículo de
transmisión privilegiado la comunicación verbal de persona a persona, generación tras
generación; e incorpora temas (cuatro diferentes tipos de yacimientos con botines
escondidos desde tiempo remotos), secuencias (el cuarteto y dentro de cada uno de
estos la noticia acerca de la existencia de cierta fortuna escondida, la promesa de
rescatarla, los requerimientos de la búsqueda, los retos y la expectativa de un futuro
promisorio para quienes participen y logren concluir acertadamente la aventura),
personajes (el cacique, el misionero, el mafioso), espacios (montañas remotas,
construcciones coloniales o republicanas, mansiones deshabitadas) y objetos de antaño
(cerámica, morrocotas, mosquetes, documentos).

De otra parte, y por lo recopilado en terreno, este conjunto de figuras narrativas


reinterpretado y reformulado por nuestros agentes sociales en Colombia, no obedece la
mayor parte de las veces a la cercanía con los hechos, ni a su participación directa en los
eventos o como testigo de excepción de los acontecimientos que ellos cuentan, debido

8 Según el entrevistado, el cuidado de la mansión convertida en cárcel se rotaba periódicamente


entre las distintas agencias del aparato de control estatal.
9 Individuo muy importante o poderoso. También suele llamársele así al experto en alguna
actividad. Sabio, conocedor.
12 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

sobre todo a que muchos de esos sucesos remiten a épocas históricas remotas; lo cual
se pone de manifiesto ya sea al inicio o en el cuerpo de la narración con el empleo de
fórmulas como estas: “la gente dijo que ahí había un tesoro”; “dicen que se encontraron
cosas”; “el tesoro quedó entonces enterrado y sin dueño; pero el viejito que quedó
cuidando la finca dice que puede ser alrededor de la casa”.

Estas características si bien en el sentido práctico de la narrativa guaquera


representarían para sus usuarios ciertos inconvenientes al no determinar el lugar exacto
del botín o por el contrario la oportunidad de abandonar la empresa con discreción tras
cobrar por la asesoría en el cateo; en el sentido lingüístico se ajustan a lo postulado por
el investigador belga Jan Vansina como requisitos para considerar a este tipo de relatos
como parte de la tradición, pues según él:

“las tradiciones orales son todos los testimonios orales, narrados,


concernientes al pasado […], es decir, las que son transmitidas de
boca en boca por medio del lenguaje […] sólo comprende
testimonios auriculares; es decir, testimonios que comunican un
hecho que no ha sido verificado ni registrado por el mismo testigo,
pero que lo ha aprendido de oídas” (1967: 33 y 34).

Continuando con la caracterización del corpus folclórico de nuestro estudio, debemos


referirnos ahora a las tradiciones orales una vez formalizadas entre los individuos y en
función de la significación que adquieren para el grupo. Esta puede ser controlada desde
dentro de la misma comunidad o por medio de un órgano superior de carácter
gubernamental. En nuestro corpus se evidencian ambas situaciones; pero antes de
entrar con los ejemplos revisemos la distinción que establece entre ambas directivas Jan
Vansina:

“En la sociedad en cuyo interior es transmitida, se aplica un


significado especial a cada tradición. Algunas de ellas son
impuestas y ratificadas por las autoridades. Los hechos que son
comunicados en estos acontecimientos, son aceptados como
verdad oficial concerniente al pasado, con exclusión de todas las
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 13

demás. Estas son tradiciones oficiales. […] Las tradiciones


privadas son las transmitidas por personas o por grupos, pero que
no tienen una ratificación oficial. […] Se cuenta la historia por
medio de proverbios, canciones y especialmente relatos, que […]
no son distintos de los relatos o fábulas sin sujeto histórico.” (Op.
Cit., p. 65).

De conformidad con lo anterior, entre las tradiciones relativas a tesoros colombianos que
podríamos considerar como oficiales encontramos la Leyenda de Guatavita, de cuya
difusión están encargadas las agencias estatales de educación a través de los textos de
primaria y bachillerato donde quedan fijados para la memoria colectiva y sin mayores
alteraciones el tema, la secuencia y demás elementos constitutivos de ese relato mítico.

Por su parte, un ejemplo clave para observar las características narrativas y de


transmisión no oficiales donde se evidencia el traspaso y variación de conocimientos
ancestrales acerca de tesoros ocultos es la Leyenda de Caribabare, aquella inmensa
fortuna abandonada en los territorios de los actuales departamentos de Arauca y
Casanare tras la expulsión de los jesuitas, y que difundida por diferentes estamentos de
la población local refiere diversos lugares donde podría estar guardado el tesoro,
aumenta la proporción del mismo, lo fracciona o escamotea según cada relator. Estas
razones nos permitirían, de acuerdo a Vansina, calificarla como otra narración
perteneciente al conjunto de las tradiciones privadas, las cuales permanentemente
circulan de boca en boca entre los habitantes de las diferentes regiones de nuestro país,
en la intimidad del seno familiar o de los círculos de amigos y relacionados.

Y es en este ambiente donde el control de la reproducción y a la veracidad de estas


tradiciones orales privadas, pese a la significación social y los valores culturales que
puedan poseer10, se apartan del rigor académico oficial ya que sufren la influencia de la

10Sin embargo, también deben considerarse otros significados Tales narraciones colombianas
quizás reflejan experiencias de la vida sociocultural y anhelos; pero, de igual manera, es factible
que posean un significado más profundo: establecer y difundir preceptos morales y las
14 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

personalidad de cada narrador local, quien siguiendo sus intereses personales y sin el
control de la sociedad hace adiciones libres que ajusta en el propio cuerpo ancestral de
la leyenda. Vansina advierte:

“Un último punto digno de ser subrayado en conexión con el valor


de las tradiciones oficiales y privadas, es que las primeras son
generalmente transmitidas con mucho cuidado, precisamente a
causa de su importancia funcional, mientras que las segundas
son muy a menudo transmitidas por azar, sin ningún control y
abiertas a la fantasía individual”. (Ibid., p. 101).

Y es precisamente aquí donde se solapan las intenciones de los cazatesoros estudiados.


En procura de comercializar los posibles hallazgos se sirven del acopio de información
referente a diversas culturas del mundo para dar cuerpo a sus opiniones, añadiendo
pasajes donde puede incluso mencionarse la participación de alienígenas y de
civilizaciones perdidas como la Atlántida y Lemuria; otras veces se presenta la mezcla de
personajes de la historia nacional y la exigencia de una prueba seriada. En este empeño
por reforzar y legitimar la leyenda surgen también la asistencia “técnica” de los sabios
locales y el peritaje aparentemente respaldado por la firma de un miembro de la
comunidad antropológica nacional. Aunque algunas veces hemos podido constatar la
participación directa de algunos colegas.

Ilustremos lo expuesto con extractos tomados de tres tipos de documentos muy


conocidos en este circuito bajo las denominaciones de la reseña, el pergamino y el
experticio11:

advertencias prácticas derivadas. Otro aspecto, esta vez más funcional, apuntaría al hecho que
esos relatos pretenderían constituir la fuente de legitimidad de antiguos poderes sociales y
políticos locales o regionales, originados en un repentino fortalecimiento económico explicado
mediante el casual encuentro de riquezas escondidas.

11Algunos ejemplos de otra variedad de documentación, como los certificados de autenticidad


expedidos por galerías de arte nacionales dedicadas a la venta de piezas arqueológicas, pueden
verse en la tesis de grado de Herrera Gómez, Op. Cit., p. 220.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 15

“RESEÑA GENERAL DE PIEZAS

Cultura: No precisada

Similitud: Oriental

Al parecer Nómadas

Material: Pesados (roca) con presencia y mezcla diversificada de


elementos.

Tipo de Arte: Alfarería

Realización: Lugar temporal de asentamiento

Objetivo: Muestra de contenido dando a conocer diversas


existencias humanas en dicha travesía.

Pretensiones: Vigías-Señalizantes

Tiempo. Milenio

Género: Humano; En mezcla de destaque Femenino y masculino,


por su propio narcisismo y adoración a la humanidad desde
Lemuria, presencias para nosotros hoy por hoy celestiales con
elementos de talle enfatizado en algunos neolítos [sic] de la
Atlántida […]”

(Legajo de presentación de supuestas piezas arqueológicas,


Corporación Sociocultural Arte-Historia Coscahris, documentación
personal de Roberto Sánchez, ingeniero agrícola, aficionado a la
búsqueda de tesoros, El Colegio, Cundinamarca, noviembre de
2011).

Por su parte, el pergamino, aquel trozo de papel raído y maltrecho que da impresión de
antigüedad, y se halló incrustado misteriosamente en una roca promete:

“Hermanos este papel que esta [sic] escrito


16 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

dentro de esta piedra por la persona

que sea descubierta sera [sic] de gran valor

ya que ni la 5ta generación no

alcanzaran [sic] a disfrutar de esta fortuna.

Y para que se lleve esto a cabo

tendran [sic] que hacer lo siguiente pagar

una velación en Cartagena de Indias

de 333 Velones 333 misas de

10 cuartillos. En seguida [sic] de este mensaje

encontraran [sic] lo buscado y anhelado

por ustedes lo digo yo el Español

Pablo Murillo Toro.

La penitencia debe ser pagado [sic] por la

persona que tenga conocimientos

espirituales. Amen [sic]”

(Documento presentado por dos pobladores durante la temporada


de excavación del cementerio indígena en la Hacienda “La María”,
Usme, Bogotá, mayo de 2008)

Finalmente, el experticio se encuentra redactado de una manera diferente, con


tecnicismos y soporte documental variado, en él pueden unirse los conocimientos del
profesional en antropología y los intereses de los caza fortunas:

“CERTIFICADO DE AUTENTICIDAD

N°:

De la pieza arqueológica
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 17

Descripción: Estatuilla antropomorfa. Posición sedente en silla


para señor

Dimensiones: 2.7 cm x 12.5 cm.

Peso: 1180 gr.

Estilo arqueológico: Tumaco La Tolita.

Con el presente CERTIFICADO se da fe de la autoría de la pieza

Elaborado por:

Tumaco La Tolita

Es pieza arqueológica y única

Para constancia se firma en Bogotá D.C. a los 21 días del mes de

Julio del año 2011.”

[Aparecen la firma, nombre, número de identificación y fotocopias


de documentos personales de un conocido antropólogo; se
anexan fotografías de la pieza y documentación variada de sus
“propietarios”. Los textos también aparecen traducidos al inglés]
(PDF enviado a mi correo personal, mayo de 2011)

1.1.2 Horizonte de transmisión


Con este nombre nos referimos al sistema por medio del cual se difunde la oralidad entre
los aficionados a la pesquisa de bienes ocultos. Dicha transmisión la generan agentes de
distintos grupos etarios, poseedores de diversos conocimientos prácticos, técnicos y
mágico-religiosos, dentro de contextos delimitados por principios de territorialidad y
temporalidad de carácter sagrado y profano. Miremos esto con más detalle:

1.1.2.1 Los agentes

En cuanto atañe al sistema de transmisión de datos entre los expoliadores, este varía
dependiendo de los individuos que intervienen y la etapa en que se encuentra la
18 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

excavación, fenómeno que ya había sido registrado por González Alcantud para la
difusión oral en general, dentro de la cual:

“Los agentes de la transmisión oral difieren según sea la tradición.


Si esta se transmite en el seno de la unidad doméstica, cabe a los
adultos su traslado. Si se hace en el seno de la vida social
ceremonializada, el agente transmisor deberá haber sido iniciado
previamente en los secretos de la tradición. Si se hace en el seno
de la comunidad, los transmisores suelen ser personas
distinguidas por su capacidad de intelección nemotécnica.” (Op.
Cit., p. 147)

En el caso particular de nuestros buscadores de tesoros, se observa análogamente con


lo descrito por González Alcantud, que en la esfera familiar y filial son los adultos –
hombres y/o mujeres- quienes se encargan de propagar las noticias relacionadas con
botines escondidos. Mientras, en el evento de excavar una guaca serán los iniciados
como consejeros espirituales, los zapadores expertos y los asesores técnicos
contratados para el uso de “máquinas”, quienes tengan bajo su responsabilidad conducir
la información pertinente para celebrar el ritual de protección y apertura del yacimiento.
Ya ante la opinión pública, durante las transacciones articuladas en torno a objetos del
pasado, como vimos en la sección anterior surgirán sabios locales e incluso algún
científico quienes emitirán los primeros conceptos acerca de la naturaleza de la fortuna
encontrada.

Entre estos agentes observamos que la formación académica y la procedencia


geográfica suelen ser diversas; sin embargo, todos demuestran recordar el contenido
sustancial de las historias, o lo que es lo mismo, la composición temática de la figura
narrativa, integrada por la secuencia: noticia acerca de la existencia y entrega de un
tesoro, personajes y sus funciones, retos y condiciones, fechas propicias para la
excavación y descripción del botín; tomándose conforme a la personalidad y estilo
particular de cada portavoz, licencias para alternar los personajes, modificar a los
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 19

actuantes o variar los finales y difundirlos ya sea como larga exposición narrativa12, un
poema, una canción o una anécdota.

Esta reinterpretación y reformulación del arquetipo narrativo guaquero nos permite


confirmar, como se dijo páginas atrás, que los zapadores difunden tradiciones orales
privadas dentro de las cuales: “la ausencia de un dogmatismo oficial permite que cada
testigo se exprese de forma personal: los charlatanes harán obras de arte, los retraídos
expresarán los relatos de forma lacónica, telegráfica” (Vansina, Op. Cit., p. 65); pero, sin
importar la forma dada por los emisores a la figura narrativa, este conjunto oral siempre
se distinguirá por ser una “fuente libre, donde sólo el contenido del testimonio pertenece
a la tradición”. (Ibid., p. 71).

Ahora bien, estos testimonios privados para los buscatesoros tienen otra función: conferir
legitimidad a sus exploraciones y a los objetos relacionados. Mediante la pintoresca
construcción oral de datos históricos y arqueológicos y la adición de elementos
materiales o documentales preparados para cada oportunidad, los participantes en el
acto social de la enunciación de tales leyendas no tienen como objetivo perpetuar
saberes populares o conocimientos académicos, ni tratan de alterar la historia oficial del
país, sino más bien de acomodar esos datos a sus pretensiones personales. Estos
factores funcionales de la tradición oral ya habían sido detectados por Jan Vansina, en su
conocido estudio de mediados del siglo anterior cuando en el plano individual de la
transmisión observó que “[…] la influencia personal del testigo sobre el testimonio parece
más acentuada en los testimonios privados.” (Ibid., p. 66); y añadió que en cuanto se
refiere a “las fuentes privadas no aspiran a deformar los hechos del pasado, puesto que
su función es secundaria y defienden solamente los intereses particulares”. (Ídem, p.
100).

12 En la sección de anexos pueden encontrarse varios ejemplos que ilustran estas largas
narraciones, verbigracia, la de “Don Camilo Zapata”, los tesoros de Maya y Paratebueno en
Cundinamarca; “las leyendas sabaneras” o “El Corrío de Palma Rala”.
20 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

En este último sentido, los portavoces de descripciones detalladas de botines escondidos


y las maniobras para extraerlos, tienen como propósitos personales hacerse a un
prestigio por sus habilidades técnicas o espirituales y ganar consideración entre sus
auditores por la comprensión de los hechos del pasado; sin embargo, tales empeños se
encuentran subordinados a un objetivo primordial que es eminentemente comercial.13

Para lograr el fin recién anotado, estos individuos exhiben entre sus competencias la
posesión, conocimiento y difusión de objetos relacionados con la naturaleza del tesoro
como piezas de orfebrería y alfarería en ocasiones auténticas para solapar las réplicas; y
de los alijos, término empleado dentro del círculo dedicado a buscar caletas para
referirse a un conjunto de mercancías cuyo tráfico no es legal, se pretende que sean
armas, dinero en divisas extranjeras o estupefacientes.

También resulta prestigioso en este medio contar con herramientas y equipos para
excavar, mereciendo especial atención el dominio de los instrumentos de radiestesia
cuya práctica es la aplicación en terreno de los ejercicios planteados en manuales como
los de Moine (1974: 204-208) para hallar objetos perdidos empleando péndulos, varitas
adivinadoras o perchas de ropa.

En cuanto al manejo de conceptos y terapias para la sanación corporal y espiritual, cuyos


preceptos permanecen fundamentales al inicio de toda aventura, son habituales la
expiación mediante novenas o penitencias ofrecidas a diferentes santos y los ayunos y
abstinencias sexuales. También se formulan las abluciones seriadas empleando plantas
medicinales14.

Un atractivo especial lo ejerce el conocimiento de conjuros. Si bien existen para multitud


de fines, en este ambiente aquellos que se relacionan con la protección de los

13La descripción de estos rituales puede consultarse en Lenis Durán (Op. Cit., p. 200-273).
14Entre las de uso frecuente se tienen la artemisa o altamisa (Ambrosia cumanensis), manzanilla
(Matricaria Chamomilla), sígueme (Mentha citrata EHRH), yerbabuena (Mentha piperita), y ruda
(Ruta Graveolens).
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 21

expedicionarios y la posesión del botín son los más solicitados. El dominio de personajes
(dueños o entes protectores del tesoro) y situaciones (aparición de portentos y actuantes)
preocupan sin excepción a la concurrencia que, según su poder adquisitivo, durante el
período de excavación proceden al pago de servicios de protección contra aquellas
entidades metafísicas y, eventualmente, por la administración de consejería espiritual,
sanación física, “cierre de propiedades”, alejamiento de enemigos, atracción de la fortuna
en los negocios y excavación de la guaca o yacimientos similares. Revisemos una de
estas escenas:

Desde la noche anterior el señor Arrubla propone el conjuro para “el cierre de finca”. Bien
temprano en la mañana del segundo día, don Fabio Arrubla se dirige hasta uno de los
extremos del lote donde horas antes los zahoríes han determinado el lugar de la
excavación. Una vez allí cierra los ojos, respira profundo por varias ocasiones y tras
breves momentos en silencio, impone las manos sobre aquellos sitios intentando captar
flujos de energía de “pertenencias de los hermanitos indígenas” o de sus peligrosos
custodios espirituales. Un par de minutos después comienza a girar lentamente sobre sí,
mientras, dirigiéndose a los cuatro puntos cardinales pronuncia la INVOCACIÓN DE
SALOMÓN: “Potencias del Reino, colocaos bajo mi pie izquierdo y mi mano derecha.
Gloria y Eternidad, tocad mis hombros y llevadme por las vías de la victoria. […] Poco
después, alguien del grupo de excavación acerca a don Fabio el maletín negro el cual ha
llevado consigo durante el viaje. De allí extrae un pequeño frasco en cuyo interior se
agita cierto líquido incoloro, toma a la vez un crucifijo de bronce y una varita de incienso
que procede a encender con la ayuda del espontáneo asistente. Ahora, respirando
profundamente espeta: “EL CONJURO DE LOS CUATRO: “Caput mortun, imperet tibi
dominus por vivum el devotum serpenten.” […] el señor Arrubla abre el frasco y esparce
su contenido describiendo un círculo en torno suyo mientras anuncia: “¡Ángel de ojos
muertos, obedece o disípate con esta agua santa!”. Después, empuñando el crucifijo de
bronce a guisa de espada realiza lances advirtiendo: “¡Toro alado, trabaja o vuelve a la
tierra, sino quieres que te aguijonee con esta espada!”. En seguida, don Fabio Arrubla
mira hacia el cielo, como buscando algo, y sentencia: “¡Águila encadenada, obedece a
este signo, o retírate ante este soplo!”. Cierra entonces la mano derecha y acercándola a
su boca para formar una trompeta exhala el aliento. Finalmente, recibe de su ayudante
el sahumerio con el que dibuja trazos serpenteantes e impreca: “¡Serpiente movible,
22 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

arrástrate a mis pies, o serás atormentada por el fuego sagrado y evaporada con los
perfumes que yo quemo! ¡Que el agua vuelva al agua; que el fuego arda; que el aire
circule; que la tierra vuelva sobre la tierra por la virtud del pentagrama que es la estrella
matutina, y en nombre del tetragrama que está escrito en el centro de la cruz de luz!
¡Amén!”. (Conjuro empleado por el rezador Fabio Arrubla, durante una excavación en La
Peña, Cundinamarca, Junio 2001).15

 Valor de la fuente de información

Llegados a este punto del análisis, conviene ocuparnos ahora del valor que se le puede
conceder a la fuente de información relacionada particularmente con tesoros del pasado
indígena, colonial o republicano en nuestro país, a partir de varias formulaciones
científicas pertenecientes al estudio de la oralidad.

Para los intereses puramente académicos los testimonios orales constituyen una
poderosa fuente complementaria de información sociocultural e histórica, frente a la
influencia ejercida por la documentación escrita durante las últimas centurias; aunque,
como es previsto por varios autores de diferentes épocas, las fuentes orales en general
deben tomarse con ciertas precauciones:

Ya a comienzos del siglo pasado el etnógrafo y folclorista Arnold Van Gennep resaltaba
la conveniencia de otorgar distintos valores a las narraciones según la procedencia y
características personales de la fuente de información oral y no fijarnos sólo en su
contenido (Van Gennep, [1914] 1943: 193 y ss). Por su parte, a mediados del siglo XX,
Jan Vansina discutiendo el significado y la función tanto oficial como libre que se le aplica
a las tradiciones y el factor psicológico que interviene en el contenido de las mismas,
dejaba por sentado que “conviene no comprender las nociones de tradiciones oficiales y
privadas en un sentido absoluto […] [pues] para caracterizar las tradiciones […] es

15 Extracto tomado de la secuencia completa de conjuros y sus variaciones, ilustrada con


oraciones, fotografías y diagramas (Lenis Durán, Op. Cit., p. 226 y s.s.).
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 23

indispensable averiguar la actitud que los guardianes adoptan acerca de ellas […]
[debido a que las tradiciones carentes de sacralidad –que es nuestro caso-] aunque
comunican hechos del pasado, lo hacen como distracción más bien que como
documentos históricos”. (Op. Cit.: 65-66). Más cercano en el tiempo, el catedrático
español José Antonio González Alcantud basado en experiencias de su trabajo de campo
concluía que: “las fuentes orales aparecen fundamentales, si bien deben admitírseles
algunas reservas [puesto que] la capacidad de enmascaramiento en las propias fuentes
orales es enorme” (Op. Cit., p. 144).

Explicitemos que en nuestro estudio los testimonios verbales procedían de fuentes con
diferencias individuales que nos permiten situarlos en un amplio espectro, donde
coexisten por igual un nutrido conjunto de personas sin escolarizar que empleaban sólo
la comunicación oral; otro con conocimientos rudimentarios de escritura; un grupo más
que sabía leer y escribir e incluso individuos que habían realizado estudios universitarios.

Durante nuestro trabajo de campo encontramos grupos de labor donde participaban,


además de los actores mencionados páginas atrás, el informante privilegiado no
alfabetizado, pero cuyo manejo de herramientas y técnicas empíricas de búsqueda lo
hacen experto en el oficio de la guaquería; el bachiller quien funge como sabio local
expresando conceptos históricos y estilísticos acerca de los objetos escondidos; el
ingeniero agrónomo quien para establecer contactos comerciales asume el rol de
emisario de confianza presentando objetos y documentos alusivos a la arqueología e
historia del hallazgo; y el abogado magíster transformado en el socio capitalista o
“plantero” de la operación. Por su parte, Arango Cano (Op. Cit., p. 192) también reporta
haber encontrado entre los guaqueros de su tiempo, descritos por él como “algunos de
esos héroes del trabajo”, al “guaquero de más nombre, Carlos Agudelo (alias Macuenco),
no sabía leer ni escribir, pero el hombre de más memoria que haya conocido”.

Estos casos bien podrían incluirse dentro de las denominadas por Walter J. Ong como
“culturas orales primarias”, es decir:
24 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

“Aquellas que no conocen la escritura en ninguna forma,


aprenden mucho, poseen y practican gran sabiduría, pero no
`estudian´. Aprenden por medio del entrenamiento –
acompañando a cazadores experimentados, por ejemplo-; por
discipulado, que es una especie de aprendizaje; escuchando; por
repetición de lo que oyen; mediante el dominio de los proverbios y
de las maneras de combinarlos y reunirlos; por asimilación de
otros elementos formularios; por participación en una especie de
memoria corporativa; y no mediante el estudio en sentido
estricto”. (Ong, 2006: 18).

Pese a lo anterior, nos abstenemos de considerarlos como ejemplos de cultura oral


primaria; ya que la oralidad guaquera colombiana si bien mantiene sus usos y
costumbres ancestrales de excavación; simultáneamente es consciente de la existencia
de la escritura; razón por la cual estamos de acuerdo con Walter J. Ong cuando estima:

“Hoy en día la cultura oral primaria casi no existe en sentido


estricto puesto que toda cultura conoce la escritura y tiene alguna
experiencia de sus efectos. No obstante, en grados variables
muchas culturas y subculturas, aun en un ambiente altamente
tecnológico, conservan gran parte del molde mental de la oralidad
primaria” (Ibid., p. 20).

También al respecto, desde el Perú, Teran Morveli concluye lapidariamente: “la oralidad
primaria es, en la actualidad, inexistente. […] pretender insertar cualquier grupo socio-
cultural de nuestros días dentro de la oralidad primaria, resulta anacrónico”. (Op. Cit., p.
9-10).

En cambio, a partir de lo observado durante el estudio, podemos anotar que la actual


relación guaquera con la comunicación verbal se da en los términos de la oralidad
secundaria, que para Walter J. Ong está constituida por “la actual cultura de alta
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 25

tecnología, en la cual se mantiene una nueva oralidad mediante el teléfono, la radio, la


televisión y otros aparatos electrónicos que para su existencia y funcionamiento
dependen de la escritura y la impresión”. (Op. Cit., p. 20).

Lo antes citado puede evaluarse de dos maneras en el plano de la transmisión oral de los
aficionados a buscar bienes ocultos: primero, reportar que se verifica el proceso de
circulación de datos verbales sobre tesoros, gracias a lo que Arnold Van Gennep (Op.
Cit., p. 197) ha llamado “instrucción práctica” de los agentes cultivados, que para nuestro
caso consiste en la incorporación a los relatos ancestrales de conocimientos ganados por
la experiencia acerca de localización, individualización, temporización, rectificación y
adjunción de detalles. Siendo este un campo fructífero para el tabú y la restricción, podría
a primera vista pensarse en la dificultad de comparar las técnicas a través del tiempo; sin
embargo, el conjunto de informaciones disponibles en el país nos permiten apreciar la
instrucción práctica guaquera y sus periódicas adaptaciones.

En este sentido, pueden encontrarse en la literatura especializada colombiana16 ejemplos


plausibles de cómo se han desarrollado durante el siglo XX las prácticas guaqueras:
Arango C. (Op. Cit.), registra las formas y dimensiones de las tumbas tal como las
conciben los guaqueros y realiza además el inventario de las piezas extraídas por ellos;
adicionalmente, presenta diversos datos tomados de la literatura etnográfica mundial de
aquel entonces para interpretar los estilos de los objetos encontrados. Promediando la
segunda mitad del siglo XX, Herrera Gómez (Op. Cit.), retoma varias de las
descripciones que aparecen en la temprana obra de Luis Arango C. y las complementa
con las apreciaciones que obtiene en los años 70 de guaqueros coetáneos. Lenis Durán
(Op. Cit.), y Ortiz Sánchez (Op. Cit.), transcriben cada uno textualmente los testimonios
guaqueros recogidos en el interior del país y en la Costa Atlántica, respectivamente, para

16 Aunque también pueden encontrarse detalladas “instrucciones técnicas” tomadas del acervo
guaquero en la prensa nacional a partir de las declaraciones de testigos quienes informan
pormenorizadamente sobre la forma, ubicación y contenidos de las caletas del narcotráfico (Véase
El Tiempo, 10 de febrero de 2002; 4 de mayo de 2003; 8 y 9 de mayo de 2010; 18 de febrero de
2015). También en colecciones literarias enfocadas al tema es factible encontrar alguna
instrucción, como en Ocampo López (2001: 204) donde se describen las creencias populares
existentes en torno a las sepulturas indígenas como las emanaciones indicadoras y las fechas
cabalísticas para su exploración.
26 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

informar acerca de usos y costumbres durante la excavación. Suárez Guava (2008 y


2009), más enfocado a la simbología, hace un viaje por el norte del Tolima y el occidente
de Cundinamarca para explicarnos sobre la base de entrevistas y revisión documental el
concepto espacio-temporal que guarda la noción de guaca para los habitantes de estas
regiones y cómo se sustenta su imaginario cosmogónico. Más recientemente, Londoño
(2012) aboga en un artículo epistemológico y provocador por la equivalencia entre los
procesos técnicos académicos y los saberes tradicionales al momento del ritual de
excavación, pues para él “en cuanto práctica simbólica, guaquería y arqueología y, por
ende, guaqueros y arqueólogos, comparten una horizontalidad, son fenómenos del
mismo tipo”. (p. 210-211). .

Con este ejemplo cerramos la “instrucción práctica” de los agentes cultivados pasemos
ahora a la segunda cuestión.

Como se ha venido insistiendo todo el tiempo, debido a que los voceros mencionados u
otros informantes pueden alterar en su comunicación personal apreciaciones, encubrir
situaciones comprometedoras o presentar mitificación o idealización acrítica de
personajes y acontecimientos para favorecer los intereses comerciales individuales y del
colectivo, situación por lo demás muy común en este ambiente de buscadores de
fortunas, en el mensaje verbal guaquero junto a suponer que su intención de
comunicarse sea eficaz, es decir, sólo que se verifique el esquema lingüístico elaborado
por Roman Jakobson17, debemos contar simultáneamente con la intencionalidad del
emisor quien deseoso de asegurarse el dinero generado por cada transacción comercial
articulada en torno a la creación de un objeto del pasado, construye mediante su
mensaje hablado un universo ficticio derivado de una idea de realidad o de engaño sobre
ella que proyecta hacia el interlocutor.

No es por tanto extraño escuchar testimonios sobre la intervención intempestiva de


actuantes zoomorfizados o antropomorfizados que humillan y aterrorizan a los

17 El emisor dirige a un receptor un mensaje empleando un código, el mensaje posee un contexto


o referente a una realidad y su transmisión se hace a través de un contacto.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 27

buscatesoros; otras veces de grandes portentos como tempestades e inundaciones que


impiden la obtención del botín. Se reporta el “corrimiento” de la guaca, como también de
esquivas caletas rebosantes de alijos de narcóticos y divisas extranjeras. En un sentido
práctico como fue observado en terreno, estas argumentaciones, muchas de ellas
presentes en la tradición oral colombiana, son posiblemente creadas por la imaginación
del agente para conservar su prestigio técnico en función de los intereses a los que está
condicionado por el grupo social al que pertenece (Vansina, Op. Cit., p. 94), creando así
un final adecuado para retirarse de la escena de forma discreta y conveniente; mientras
mantiene la tensión del relato ancestral “mediante la invención que resulta ser el
elemento que determina, a lo largo de los años, las elecciones creativas, temáticas y
formales para expresar las diferentes adquisiciones intelectuales de la conciencia” a
través en este caso de “la oralidad y los procesos lingüísticos de transmisión y
elaboración de valores sociales” (Leonarda Trapassi y José Javier Martos Ramos, 2008:
8-10) que se manifiestan en este ámbito en una especie de juego en el que participamos
todos como autores-lectores, actores-espectadores, hablantes-oyentes.

Al respecto de la mentira o el engaño como recurso y su circuito comunicativo los


conceptos teóricos de la transmisión verbal son concluyentes:

“En la oralidad los términos manipulación y tergiversación son


más notorios que en la escritura (…) en el caso de los testimonios
entran en juego estos términos de acuerdo a los fines que persiga
el testor, de la imagen que pretenda construir ante el gestor”
(Teran Morveli, Op. Cit., p. 4).

1.1.2.2 El contexto

Cerremos la primera parte de la tesis, abordando el contexto del sistema de transmisión


oral entre los buscadores de tesoros colombianos. Para efectos de un adecuado
conocimiento del acto comunicativo entre estos agentes, proponemos tratar el contexto
desde dos puntos de vista: primero, como referente de lo verídico y, después, como el
marco espacio-temporal en que se desenvuelven los caza fortunas. Ambos enfoques
28 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

requieren tener nuevamente en cuenta que en este oficio, el amplio catálogo de lugares y
épocas propicias para aventurarse tras fortunas escondidas, suministra abundante
información que es transmitida con sigilo y de forma verbal entre los entusiastas; quienes
además hacen adiciones sobre el arsenal tecnológico y las variadas estrategias
personales necesarias para cada operación; estos últimos saberes eventualmente han
sido también heredados de los ancestros por vía oral. Dirijamos nuestra atención hacia la
primera perspectiva citada:

 El contexto como referente de lo verídico.

Partiendo del esquema lingüístico elaborado por Roman Jakobson tomamos de este
modelo, para nuestro estudio de comunicación oral, el contexto o “referente”,
entendiéndolo como “la realidad a la que se alude en el mensaje [que] puede estar
presente o ausente durante el acto comunicativo, sucede en el mismo instante de la
enunciación [o] a una distancia espacial y temporal mayor. [Y advirtiendo que cuando
esto último sucede] la información cede a la deformación, sobre todo en el tiempo; tiende
a reinterpretarse y reformularse” (Teran Morveli, Op. Cit., p. 3 y 5).

Tal es el caso de los relatos orales guaqueros que presentan frecuentes variaciones en
los nombres de los personajes y al mismo tiempo en sus cualidades externas. Pueden
también atribuir las mismas acciones a diferentes ejecutantes. Mientras, otros cambios
afectan a los elementos auxiliares de la leyenda como el sistema de información
empleado por los protagonistas para enterarse de la existencia del tesoro o las
motivaciones de la búsqueda18.

Insistamos igualmente aquí, como lo advertimos páginas atrás, que las discrepancias
obedecen también a perspectivas personales acerca de la realidad referida en el

18 En este sentido lingüístico, el contexto de la oralidad guaquera frente a la veracidad de los


hechos a que hace referencia puede presentar discordancias. Sin embargo, dentro del campo de
la literatura popular tradicional de los pueblos estas modificaciones hacen parte normal de las
leyendas siendo consideradas entonces como “valores variables”. Cfr. Vladimir Propp, 1982: 32 y
101.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 29

mensaje, que en este oficio se trata más bien de una idea de realidad o de engaño sobre
ella, sujeta a las libertades e intereses del portavoz de esa tradición oral.

Pasemos al segundo punto de vista:

 El contexto entendido como el espacio y el tiempo en que los actores desarrollan la


trama.

Nuestra propuesta ahora es demostrar cómo los sujetos involucrados en el acto social de
la enunciación de leyendas de grandes tesoros ancestrales, claramente demarcan
mediante la misma oralidad y sobre principios de territorialidad y temporalidad de
carácter sagrado y profano, los escenarios para la práctica de la guaquería. Ello nos
permitirá entrever la manera peculiar en que la oralidad guaquera se retroalimenta de la
información circundante y también corrobar lo observado en el Perú por Jorge Adrián
Teran Morveli19, quien en su estudio del fenómeno oral en el sector social bicultural
andino traza la relación general entre la oralidad y el contexto, que sirve para apuntalar
nuestra interpretación. El investigador peruano afirma:

“La oralidad es un hecho único e irrepetible, que se da en un


espacio y en un tiempo determinados. Los principios que la rigen
son: la territorialidad y la temporalidad. Se relaciona,
ineludiblemente, con el contexto como situación espacio-temporal
específica, que influye y determina los alcances de la
comunicación”. (Op. Cit., p. 5).

19 Los estudios de este investigador se enfocaron en el sector bicultural andino peruano de los
“misti”, habitantes inmersos en el contexto producido por el contacto entre dos tradiciones
socioculturales: la hegemónica u occidental, manifiestamente española que emplea la escritura y
la subalterna o étnica, en este caso, la andina quechua que hace uso de la oralidad.
30 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Analicemos el principio de territorialidad20 en nuestra investigación. Para el aficionado


a la pesquisa de bienes ocultos el espacio que le rodea no es uniforme. Hay partes con
clara diferenciación cualitativa y orientación específica evidenciadas en la oralidad
mediante un compendio de instrucciones recitado por sus conocedores que, tomado de
los imaginarios tradicionales, indica los comportamientos específicos a seguir en cada
sitio y actividad conforme a la concepción y manejo, por una parte, de las nociones
históricas, los principios tecnológicos e intereses económicos; y, por otra, del tiempo y
espacio seculares y/o santificados y los saberes mágico-religiosos necesarios al excavar.

Ahora bien, para nuestra interpretación de los entornos guaqueros así demarcados,
proponemos asimilarlos a las situaciones existenciales que para Mircea Eliade la
humanidad ha experimentado a través de su historia, es decir, los “dos modos de ser en
el mundo”, más concretamente, “las dos modalidades de experiencias, sagrada y
profana” (Eliade, 1981: 12). Expliquemos la cuestión:

El escenario de los buscadores de riquezas ocultas se encuentra compuesto por lo que


se denomina en este medio "el trabajo de calle” y “la vuelta”. En nuestra investigación
pudimos establecer que el origen de ambas denominaciones se encuentra en cierto argot
carcelario, sobre todo aquel que se relaciona con la estafa. Según “Míster Moto” y “El
Negro”, entrevistados en Yopal; “El Niño” en Villanueva, Casanare y “El Galleta”,
abordado en Palmira, Valle, a comienzos de este siglo, se le llama “trabajo de calle” al
conjunto de argumentaciones que se preparan para abordar a los transeúntes en plazas
y calles principales con el objetivo de ofrecerle algún objeto sin valor a cambio de una
gruesa suma de dinero21. Esta concepción de “trabajo” se encuentra carente de toda

20 Conviene aclarar que no hacemos referencia aquí a la idea de territorialidad como noción
jurídica o política que deriva en conductas de apropiación y administración; ni tampoco como
actitud instintiva humana que promueve la defensa de un área geográfica determinada, puesto
que los grupos estudiados se movilizan indistinta y permanentemente a través del país.
Territorialidad es en cambio una construcción cultural asociada a la ficción comercial y mágico-
religiosa de los espacios de exploración transitados por los buscadores transhumantes de tesoros.

21 Conceptos similares son acuñados por estudiosos del comportamiento delictivo: “los timadores
y sus cómplices, al igual que los delincuentes de otras muchas variedades del hampa, utilizan
cuando es necesario una jerga especial o lenguaje secreto que les sirve para intercambiar
información sobre la situación y/o sobre la futura víctima o el modo de abordarla. Y no sólo eso,
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 31

sacralización y misticismo y por lo tanto no guarda relación alguna con la concepción que
el mismo término tiene para los individuos que encontró Suárez Guava (2009: 383-384)
en la cuenca del Lagunilla al norte del Tolima, quienes llaman “trabajo” a la labor de
buscar y agarrar guacas en ese sector y a la vez a una forma de hacer brujería; ni
tampoco con el control ejercido sobre la guaca que implica para los entrevistados por
Suárez, seducirla, engañarla y controlar el “yelo” (op. Cit.: p. 393).

“La vuelta” la equipararon nuestros informantes con “una diligencia que se hace…”,
“como cuando usted dice voy a dar una vuelta al centro para hacer algo”, “es cuando se
tiene algo pendiente” (“Míster Moto” y “El Negro”, comunicación personal, Yopal,
Casanare, agosto de 2002).

Volvamos al “trabajo de calle”. En él se ofrece la transmisión verbal confidencial de


noticias sobre un posible tesoro, con las primeras referencias a espíritus, leyendas y
tabúes del folklore como las amenazas sobrenaturales y riesgos físicos que acechan a
los expedicionarios. Esta es la instancia primordial para difundir el extenso corpus oral
colombiano relacionado con guacas, entierros, minas y caletas. Adicionalmente, en la
medida que las historias de tesoros consiguen su objetivo comercial de hacer crecer el
interés y el número de adeptos, se discuten los itinerarios y el arsenal tecnológico.
También es el ambiente escogido para tratar las negociaciones en torno a la financiación
de la obra, que incluyen el regateo de los porcentajes de participación y los rendimientos
esperados. La fase siguiente al “trabajo de calle” y nutrida por este, es “la vuelta”. Aquí
se consolidan las transacciones, los planes de búsqueda y su ejecución y se obtienen los
resultados. A esta altura el acceso y control de los yacimientos deben estar garantizados
para facilitar la concurrencia y circulación del personal y de los recursos físicos por

sino que, intercalando en un léxico normal muchas de las palabras de su jerga, pueden sostener
conversaciones que resultarían del todo incomprensibles para la gente corriente de la calle.”
(Hamilton, Op. Cit., p. 35). En cuanto se refiere al concepto de “trabajo” quizás este se explique
mediante la siguiente analogía propuesta también por Anthony Hamilton: “Pensemos en esto: para
el timador, lo que está haciendo es su medio de vida; necesita el dinero que va a timar. Dejemos
aparte que esté delinquiendo, que esta es otra cuestión que no nos incumbe. El timador está
“trabajando para vivir”. Para vivir sin trabajar, pero está trabajando.” (Ibid., p. 31).
32 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

carreteras, terminales aéreos y terrestres, ríos, lagunas, inmuebles rurales y urbanos,


etc.

Vistos así, tanto “el trabajo de calle” como “la vuelta” carecen de sacralidad y por lo tanto,
basados en los conceptos de Mircea Eliade, podemos considerar a cada uno de los
ámbitos mencionados como:

“espacio profano [es decir,] la masa amorfa de una infinidad de


“lugares” más o menos neutros en los que se mueve el hombre
bajo el imperio de las obligaciones de toda existencia integrada en
una sociedad industrial” (Ibid., p. 16).

Sin embargo, estas actividades humanas cotidianas carentes de sacralidad no deben


hacernos perder de vista la construcción (aunque ficticia) por parte de estos cazas
tesoros de un espacio ritual al interior de los dos ambientes citados. Ello acontece en los
planos mágico-religioso, físico y de la oralidad tradicional guaquera cuando esta última
determina una escena central con específica orientación ritual y edificación del espacio
sagrado, para lo cual la verbalidad muta hacia un mensaje portador de instrucciones
puntuales, imprecaciones e imaginario místico de uso y conocimiento exclusivo del
reducido grupo de iniciados, que tendrá a su cargo la responsabilidad de purificar al
personal, “magnetizar” los equipos e invocar espíritus en “el trabajo de calle” y consagrar
el lugar de prospección y su consiguiente excavación durante “la vuelta”.

En términos de Mircea Eliade (cfr. Op. Cit.: 20 y s.s.), se trata de una “cosmización”, es
decir, de la organización y posesión del hasta ese momento “espacio extraño, caótico,
poblado de larvas, de demonios” que amenazan al hombre. Para Eliade la posesión de
un territorio cobra validez legal por la erección del altar de fuego; el uso de agua como
evocación del agua primordial de la creación en la que se amasa la arcilla que simboliza
la tierra y que se emplea para edificar el altar; las paredes laterales del altar que
representan la atmósfera; y los cánticos que acompañan a la construcción manifestando
el espacio cósmico recién creado por el hombre como reproducción de la Creación
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 33

celestial. Ambos actos humanos, ordenación y ocupación, se realizan mediante los


rituales de consagración a los dioses; que en nuestro caso, de manera análoga, las
prácticas guaqueras incluyen: instalar en torno a la entrada de la guaca un lazo de cuero
formando un triángulo equilátero simbolizando a la Santísima Trinidad. Y, a cierta
distancia, el altar iluminado con velones rojos; en el centro una Biblia de gran tamaño y a
su alrededor variados objetos de poder: imágenes del santoral católico romano,
camándulas de madera, pirámides, amuletos y variadas vitelas de “entidades”
provenientes de la religiosidad popular venezolana. Por último, en el fondo de la
cárcava22 se coloca otra Biblia sobre un atril. Los cánticos a los que alude Eliade son
sustituidos en nuestro caso por los conjuros y evocaciones empleadas por el rezador.
Las ceremonias concluyen con aspersión de alcohol antiséptico a la entrada y rituales
propiciatorios para evitar el corrimiento, inundación o desplome de la guaca, que incluyen
el uso de químicos, pólvora y como solvente agua corriente de la finca y greda
proveniente de la guaca. Mediante la elevación del altar y la consagración a Dios, los
santos y las otras deidades de la religiosidad popular, queda asegurada la comunicación
con el mundo de los dioses: el espacio del altar se convierte así en un espacio sagrado
protegido de ese otro espacio desconocido, indeterminado, poblado de peligros. Se
configura desde ese momento para los buscatesoros como “una ‘abertura’ hacia lo
trascendente, [que] “sostiene” su mundo y asegura la comunicación con el cielo”, es el
axis mundi (Eliade, Op. Cit., p. 22 y 23).

Para quienes participan en la operación está destinada una purificación previa a la salida
a terreno sin la cual no se permite adelantar la búsqueda. Se inicia con la consejería
social de carácter metafísico donde se expían las culpas y se procede a recomendar la
penitencia; prosigue con la terapéutica empírica vegetalista de la limpieza orgánica y no
orgánica de los participantes mediante la ingesta de purgantes a base de sulfato de
magnesio (MgSO4) e higuerilla (Ricinus communis L.) y abluciones. La ceremonia
concluye con la purificación de equipos mediante la aspersión de agua bendita y la
invocación de espíritus protectores

22 Término empleado por los cateadores de fortunas escondidas del área limítrofe entre los
departamentos de Boyacá y Casanare. Bajo esta denominación entienden un terreno poco
consistente, que presenta fracturas y tiende a formar orificios. Por extensión lo aplican al hoyo que
se hace al excavar en busca de tesoros.
34 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

En esta etapa, según la oralidad ancestral recogida, acontece de manera efectiva la


emergencia de elementos ancestrales de lo maravilloso, unidos a referentes que
sugieren la expectativa de la tenebrosa irrupción de lo irracional en la vida individual y
colectiva23, con su variable interpretación mágico-religiosa como consecuencia del
premio obtenido (indicación del sitio y rescate del tesoro) o del castigo acarreado
(extravío o escamoteo del botín) al final de la aventura según el sino de cada
participante. Este ambiguo cierre de la secuencia exploratoria de un tesoro también es
reportado para otras zonas del país, según lo expone Suárez Guava (2009: 393) cuando
compara las guacas conjuradas con aquellas que no lo están: “El conjuro o rezo consiste
en la maldición para el que quiera agarrarlas, pero también es la suerte de quien debe
tenerla […] Encontrarse una guaca es encontrarse con la propia suerte”.

Si bien es cierto que ese dorado final puede engatusar al buscador llevándolo hacia lo
dramático, como lo plantea el mismo Suárez Guava (2008) tras su investigación
documental y etnográfica en torno al legendario y opulento personaje Juan Díaz, quien
en opinión de Suárez fue trágicamente engañado por la Fortuna; de igual forma, ya sea
con la participación directa de los vivos o por la intervención de los muertos la
terminación de la guaca puede adquirir tintes jocosos, como le sucede a los
protagonistas del cuento Los huaqueros del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro
(1958), quienes tras una prometedora noche de excavación en la que asociados
generosamente con otros colegas e incluso con la policía que los descubre en tan
aparatosa labor, deben marchar de regreso a casa esperanzados en calentar la estufa

23 Los caracteres de estos eventos terroríficos e irracionales son interpretados por los estudiosos
desde varias perspectivas. En el plano de la oralidad se advierte: “El miedo es un elemento que se
debe tener en cuenta cuando se estudian las tradiciones privadas y también cuando se estudian
las oficiales”. (Vansina, Op. Cit., p. 101), en este caso el temor aparece como elemento que ejerce
una función de control de la transmisión del dato. Por otra parte, desde la experiencia religiosa
Mircea Eliade, rescatando las ideas del teólogo e historiador de las religiones Rudolf Otto, nos
muestra otra representación del terror esta vez en el hombre creyente, quien: “descubre el
sentimiento de espanto ante lo sagrado, ante ese mysterium tremendum, ante esa maiestas que
emana una aplastante superioridad de poderío; descubre el temor religioso ante el mysterium
fascinans, donde se despliega la plenitud perfecta del ser. Otto designa todas esas experiencias
como numinosas (del latín numen, “dios”), como provocadas que son por la revelación de un
aspecto de la potencia divina [ante la cual] el hombre experimenta el sentimiento de nulidad, de no
ser más que una criatura […] más que ʽceniza y polvoʼ”. (Otto, citado por Eliade, Op. Cit., p. 9).
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 35

para el desayuno sirviéndose de las tablas que han arrancado del ataúd de “una momia
con zapatos de cuero”24.

Empero, en ocasiones, el equipo puede ser contratado para la labor opuesta: cubrir la
guaca o el entierro25. En Ubalá, Cundinamarca, los hermanos Ochoa reportan cómo el
propietario de una finca, agobiado por las constantes invasiones de los vecinos en busca
de cierto entierro famoso, estipuló a esta familia dedicada a la guaquería fingir el hallazgo
y terminar así definitivamente con las visitas furtivas. Los Ochoa entonces excavaron:

[Hernán] “[…] el hueco de la moya, haciendo bien el “nido” con


paja y ramas secas que había por ahí, más la ceniza del fogón de
la estufa de leña que había en la casa”.

[Mauricio] “La ‘nidada’ quedó bien hecha en forma de vasija y con


pedazos de otra olla, y el hueco abierto pa’ que los vecinos lo
vieran y dijeran: ‘¡Ay, ya la sacaron!’”.

[Hernán] “Después de eso llamó el dueño a decir que con el


tiempo los cuentos del tesoro se acabaron y la gente dejó de
joder”. (Hernán “El Maleta” y Mauricio Ochoa, excavadores,
comunicación personal, Chía, enero 2002).

24 Este relato me fue sugerido por el colega Carlos Páramo durante la lectura que realizó como
jurado de la presente tesis. No obstante, opino que para el interesado en el tema resultará más
edificante, cercana a la realidad colombiana y anecdótica, la composición musical procedente del
Llano venezolano “El Muerto de las Tres Matas”, de Hipólito Arrieta. Puede escucharse en:
https://www.youtube.com/watch?v=LyFCMTYdCXo
https://www.youtube.com/watch?v=c9ZVhH7Pnec

25Herrera Gómez (Op. Cit., p. 106 y 138) y Lenis Durán (Op. Cit., p. 274-275) tratan sobre la
conveniencia de permitir “sacar” una guaca debido a los perjuicios que esta acarrea para los
cultivos, pastoreo y seguridad personal de los pobladores y la manera en que termina cada
excavación.
36 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Dejando a un lado lo hilarante, volvamos con las condiciones que nos llevan a proponer
la existencia de escenas inmersas en “el trabajo de calle” y “la vuelta” como espacios
sagrados guaqueros, en función de los siguientes términos descritos por Mircea Eliade:

“Todo espacio sagrado implica una hierofanía, una irrupción de lo


sagrado que tiene por efecto destacar un territorio del medio
cósmico circundante y el de hacerlo cualitativamente diferente […]
A menudo ni siquiera se precisa una teofanía o una hierofanía
propiamente dichas: un signo cualquiera basta para indicar la
sacralidad del lugar […] Y es que el signo portador de
significación religiosa introduce un elemento absoluto y pone fin a
la relatividad y a la confusión. Algo que no pertenece a este
mundo se manifiesta de manera apodíctica y, al hacerlo así,
señala una orientación o decide una conducta. Cuando no se
manifiesta ningún signo en los alrededores, se provoca su
aparición. Se practica, por ejemplo, una especie de evocatio
sirviéndose de animales […] Se trata, en suma, de una evocación
de fuerzas o figuras sagradas, que tiene como fin inmediato la
orientación en la homogeneidad del espacio. Se pide un signo
para poner fin a la tensión provocada por la relatividad y a la
ansiedad que alimenta la desorientación; en una palabra: para
encontrar un punto de apoyo absoluto”26. (Ibid., p. 18 y 19).

26 Construido con recientes observaciones realizadas en terreno y de otras antiguas disponemos


de un amplio repertorio oral guaquero que refiere diversos temas y secuencias: manifestaciones
sacras mediante la aparición in situ o a través de mensajes oníricos de seres celestiales indicando
el lugar exacto del yacimiento o prometiendo la entrega del tesoro. Demarcación geométrica de
protección alrededor de la cárcava. Como indicadores de sacralidad el repertorio menciona
tradicionalmente vegetales luminiscentes, emanaciones o llamaradas de diversos colores que
emergen de la tierra, fenómenos atmosféricos, ruidos extraños y espectros. Otro medio localizador
del santuario sería la proverbial aparición de aves seguidas de sus crías, ofidios gigantes,
enjambres de insectos, mamíferos de ojos refulgentes. Y, ante la urgente evocación de fuerzas
orientadoras sugiere exhortar con oraciones la asistencia del enigmático Belistes o las más
familiares del rey Salomón y la Virgen del Carmen; mientras, al requerir soporte inminente
recuerda hacer uso de fórmulas rituales que los rezadores deben pronunciar ceremonialmente
durante la apertura de un entierro o para evitar el “corrimiento” de una guaca.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 37

Tratemos ahora el principio de la temporalidad. Al igual que lo observado con el


espacio, en el ámbito de los buscadores de bienes ocultos el concepto del tiempo y su
empleo no es homogéneo ni continuo. Durante la aventura guaquera se distinguen
cualitativamente y orientan de forma específica dos períodos cuyas características y
significados son también transmitidos por la oralidad. A través del discurso verbal de los
cazatesoros se puede entonces detectar la dicotomía del tiempo en:

Una época ordinaria, empleada para hacer ofrecimientos comerciales y cerrar tratos,
siempre de palabra, en espacios cotidianos carentes de sacralidad27. Este período se
corresponde con “el Tiempo profano, la duración temporal ordinaria en que se inscriben
los actos despojados de significación religiosa” (Eliade, Op. Cit., p. 43).

Y aquella fase dedicada al servicio religioso sincrético cuando los ejecutantes elevan
plegarias de clara influencia católica, promulgan rezos vinculados a la terapéutica
tradicional vegetalista indígena y lanzan conjuros tomados de la religiosidad popular
mestiza, en el marco de funciones rituales celebradas en los espacios sagrados para
adelantar la extracción de la fortuna enterrada. Esta etapa podemos identificarla con:

“el Tiempo sagrado, [que] se presenta bajo el aspecto paradójico


de un Tiempo circular, reversible y recuperable, como una
especie de eterno presente mítico que se reintegra
periódicamente mediante el artificio de los ritos […] [en] el tiempo
de las fiestas (en su mayoría fiestas periódicas)”. (Ibid., p. 43-44)

Por relatos orales ancestrales difundidos al interior del ámbito guaquero, se conoce de
temporadas sagradas recurrentes propicias para la extracción de tesoros como la

27Entre las múltiples actividades comerciales y servicios “profanos” se cuentan, la compraventa o


permuta de inmuebles, automóviles, equipos diversos, semovientes, enseres, mobiliario; préstamo
de dinero; y muy especialmente la búsqueda de agua subterránea la cual realizan a la usanza de
zahoríes siguiendo las instrucciones y tablas de radiestesistas como Sig Lonegren (1991);
Vallemont (s.f.) y Michel Moine (1974).
38 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Semana Mayor, la Víspera de Todos los Santos y la Natividad del Señor, que retomando
a Mircea Eliade son los:

“intervalos «sagrados» que no participan de la duración temporal


que les precede y les sigue, que tienen una estructura totalmente
diferente y otro «origen», pues es un Tiempo primordial,
santificado por los dioses y susceptible de hacerse presente por
medio de la fiesta” […] ya no es el Tiempo histórico actual […],
ese tiempo que se vive, por ejemplo, en las calles y las casas
vecinas, sino el Tiempo en el que se desarrolló la existencia
histórica de Jesucristo, el tiempo santificado por su predicación,
por su pasión, su muerte y su resurrección”. (Ibid., p. 44-45).

Y esa reiterada santificación mediante, por ejemplo, la conmemoración anual de la


Semana Santa, es considerada en este ambiente como la fuerza primordial para proteger
y permitir el trabajo práctico de la guaquería.

Conviene aclarar que actualmente este calendario comienza a ser modificado cada vez
más por el propio guaquero en un cronograma íntimo de exploración, dependiendo del
contexto y de las informaciones personales recibidas acerca de la inaplazable ejecución
de la pesquisa clandestina en una carrera contra el tiempo, para aprovechar la ausencia
del dueño del predio o esquivar a los diferentes actores que prestan vigilancia en el área.

1.1.2.3 Otros vehículos sociales de transmisión oral

Dentro del estudio de la formación y transmisión de las leyendas, Arnold Van Gennep
(Op. Cit., 192 y ss) indicó cómo históricamente los agentes de la variación y difusión de
las narraciones ancestrales han sido diversos y han aparecido en etapas sucesivas,
dependiendo de la institucionalización de los espacios sociales, la especialización de los
roles en los individuos y del desarrollo tecnológico alcanzado por la humanidad.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 39

Siguiendo entonces la línea trazada por Van Gennep, consideremos ahora otros agentes
que intervienen en el imaginario colectivo al difundir conceptos acerca de tesoros ocultos.
Estos transmisores de amplio espectro social con el apoyo de la tecnología masifican y
han modificado ese conocimiento ancestral en el ámbito académico y también en las
relaciones personales directas; nos referimos a la escuela, la publicación literaria y, para
nuestro caso, al uso de los medios masivos de comunicación28.

Hablar de la escuela es asociarla con la alfabetización y el uso de libros. Al remitirnos al


tema del presente análisis, podemos encontrar que en Colombia la historia consignada
en los textos escolares resalta entre las diversas características de la vida de los
antepasados, narraciones sobre personajes y lugares maravillosos como Guatavita y El
Dorado. Este conjunto literario siguiendo lo expuesto páginas atrás, se constituye así en
tradición oficial para ser aprendida de memoria a través de la instrucción en el salón de
clases o de los libros de texto, pero cuyo origen es sin duda la oralidad ancestral que ha
pasado los tamices de cronistas, viajeros, escritores, historiadores, antropólogos y otros
profesionales quienes se han ocupado en cada época de recolectar la información
pertinente.29

28Aclaremos que estos últimos no alcanzaron a ser considerados por Arnold Van Gennep cuya
obra data originalmente de 1914.

29 Adicional a esta producción bibliográfica oficial también circulan en el mercado literario obras,
algunas de bajo costo, cuyo objetivo específico es recopilar los mitos y leyendas colombianos. En
esta temática deben resaltarse los aportes de textos generales como el de López Orozco (2007) y
otros con tratamiento más específico como los de Ocampo López (2001 y 2004). Al respecto, este
autor apunta acerca de su obra que: “se ha hecho con fines educativos y de divulgación general,
para el conocimiento de lo que han pensado los colombianos sobre los grandes tesoros
legendarios y sus abundantes riquezas escondidas” (Ocampo López, 2004: 13). Existen otros
libros y reportajes periodísticos que a partir de la recolección de historias de vida narradas
oralmente, intentan abordar las circunstancias que rodean la búsqueda de tesoros más actuales
que eventualmente de la mano de hechos impactantes recientes hacen correr ríos de tinta o
emplear bites de información digital (Véase, García, 2007; Ramírez Fonseca y Álvarez Rodríguez,
s.f.; Castro Caycedo, 2002; Duque, 2002 y la numerosa webgrafía de los diarios como El Tiempo,
cuya selección se presenta en el Anexo correspondiente de la tesis). Este conjunto de escritos
sólo brinda información noticiosa sin ningún análisis en profundidad y en casi todos ellos cabe
destacar la aplicación incorrecta del término guaca a las mercancías y demás objetos escondidos
por el narcotráfico, el paramilitarismo y la guerrilla, que siguiendo la clasificación empírica de los
buscadores de tesoros deberían considerarse más bien como caletas.
40 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Hemos tangencialmente indicado que tales datos escritos se aprenden de memoria, pues
así fue hasta no hace mucho la premisa de nuestro aprendizaje orientado en dirección
tradicionalista. Vemos entonces la manera en que en un principio “los libros sirven como
elemento mnemónico y deben ser sometidos a la memoria antes de considerárselos
‘leídos’” (Goody, 1996: 24).

Junto al significado oficial que el vehículo impreso le asigna al corpus folclórico citado y al
uso de estos dos en la construcción de la memoria colectiva del país en torno a los
tesoros ocultos30, el libro en la escuela y fuera de ella es también portador de las
propiedades de la cultura escrita que ahora coadyuva a la transmisión oral en la
formación de las leyendas. Al respecto, el célebre antropólogo Jack Goody nos recuerda
que:

“La importancia de la escritura radica en que crea un nuevo medio


de comunicación entre los hombres. Su servicio esencial es
objetivar el habla, suministrarle al lenguaje un correlato material,
un conjunto de signos visibles. De este modo, el habla puede
transmitirse a través del espacio y preservarse a través del
tiempo; lo que la gente dice y piensa puede rescatarse de la
transitoriedad de la comunicación oral. El alcance del intercambio
humano puede ahora extenderse mucho, tanto en el tiempo como
en el espacio” (Ibid., p. 12).

Sin embargo, señalar a cabalidad la influencia que en Colombia hayan tenido las
narraciones de tesoros una vez impresas es una tarea arriesgada, pues experiencias

30 Asumimos aquí el concepto de memoria colectiva a partir de las características enunciadas por
Jacques Le Goff, es decir, la memoria “partícipe de las ciencias humanas (y sustancialmente de la
historia y de la antropología)”, que se interesa de modo un tanto particular por la transmisión de
los conocimientos prácticos, técnicos y del saber profesional considerados como secretos
difundidos “a través de fórmulas prácticas fuertemente impregnadas de magia religiosa”; y por los
tiempos de los orígenes y los héroes míticos tendiendo a confundir la historia con el mito; una
memoria, en fin, más creadora que parece funcionar basada en una reconstrucción generativa y
no en una memorización mecánica, repetitiva. (Le Goff, 1991: 131 y ss).
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 41

similares estudiando el tránsito de la tradición oral a la cultura escrita en otras zonas del
mundo así nos lo demuestran. “El pasaje de la memoria oral a la memoria escrita es, por
cierto, difícil de asir”, confiesa Jacques Le Goff (1991: 144) quien debe recurrir a
instituciones y textos de la Grecia arcaica para reconstruir ese hecho. Por su parte a
comienzos del siglo XX, Arnold Van Gennep mencionaba que la transmisión oral podía
recibir modificaciones de “la instrucción en el sentido moderno, adquirida en la escuela o
en el libro”; pero también advertía que “es por extremo difícil evaluar su influjo” (Op. Cit.:
p. 197). Esta influencia proveniente de la obra literaria era posible rastrearla por aquel
entonces sólo en las combinaciones temáticas de las narraciones corrientes, de las
cuales los cuentos de hadas y las fábulas serían los más claros ejemplos de tal
retroalimentación (Ibid., p. 198).

En nuestro caso comenzamos a detectar las posibles influencias literarias en la


composición temática como también en las secuencias, personajes, espacios y objetos
que se re-crean para hacer parte de nuevo de las figuras narrativas orales empleadas
cotidianamente por los guaqueros colombianos e incluso por la propia población en
general; y adicionalmente, en la paulatina adaptación mediante tratamiento mediático a
que vienen siendo sometidos tales escritos (que fueron antes conocidos como leyendas
orales)31 en la cinematografía de aventuras, en los documentales científicos y en los
programas de radio. Este papel de los medios de comunicación de masas como
fabricantes de la “historia inmediata” o como los “nuevos instrumentos de producción” de
la memoria colectiva (Le Goff, Op. Cit.: 178 y 182), que al hacerse eco de las noticias
sobre encuentros fortuitos de grandes tesoros alientan la imaginación popular, merece
analizarse con mayor profundidad y rebasa por razones de tiempo y espacio los alcances
de la presente tesis.

31 Walter J. Ong en un estudio minucioso acerca del estado contemporáneo en que se hallan las
relaciones entre la oralidad y la escritura, señala que ambas se configuran como tecnologías
específicas acerca de la palabra; aunque cada cual usa mecanismos distintos para expresarla; y
puntualiza que la oralidad antecede a la escritura: “La escritura nunca puede prescindir de la
oralidad. (…) podemos llamar a la escritura un ‘sistema secundario de modelado’, que depende de
un sistema primario anterior: la lengua hablada. La expresión oral es capaz de existir, y casi
siempre ha existido, sin ninguna escritura en absoluto, empero, nunca ha habido escritura sin
oralidad” (Ong, Op. Cit., p. 17-18).
42 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Mientras tanto podemos afirmar en cuanto a la tensión establecida entre la escuela (y por
lo tanto la cultura escrita) y los relatos orales de leyendas ancestrales, que pese a los
acercamientos de las últimas décadas entre la academia y la sabiduría popular, aun se
continúan presentando divergencias entre ellas en cuanto se refiere al valor otorgado a la
fuente, sus métodos y a la utilización final de los contenidos32. Este tipo de situación ya
había sido detectada hace medio siglo por Jack Goody y Ian Watt; hoy, sus
observaciones sirven para interpretar lo encontrado en nuestro medio. Ellos afirmaron:

“Los valores del grupo primario probablemente estén aún más


alejados de los de la ‘alta’ cultura escrita, excepto en el caso de
los especialistas letrados. […] Podríamos atribuirle gran parte de
la culpa a la brecha entre la tradición escrita pública de la escuela
y las muy diferentes, y a menudo francamente contradictorias,
tradiciones orales privadas de la familia y del grupo de pares del

32 Al respecto, mediante el propio ejercicio académico hemos logrado observar la, en principio,
muy dinámica puesta en contacto de la comunidad educativa con su pasado y presente histórico
regional o nacional. En Chima, Santander, durante la exploración arqueológica de 2006 en el
marco de un proyecto de investigación patrocinado por la Fundación Ann Osborn y encabezado
por el profesor de la Universidad Nacional de Colombia José Virgilio Becerra Becerra; los
docentes del colegio municipal aplicaron una encuesta entre los alumnos y sus familias para
establecer el conocimiento local en torno a sitios de memoria y mitos relacionados con la vida de
los antepasados indígenas. El resultado fue una copiosa información consignada en el “cuaderno
viajero” de los estudiantes y el diligenciamiento completo de las encuestas diseñadas por nosotros
para el proyecto. Estos testimonios condujeron poco después a la elaboración de carteleras,
mapas, dibujos alusivos y la creación empírica por parte del estudiantado de una base de datos
sobre el pasado local. Posteriormente, hacia el año 2008, con el mismo docente universitario
socializamos el rescate de los restos óseos y el ajuar funerario de numerosas tumbas localizadas
en la Hacienda “El Carmen” del sector en proceso de conurbanización de Usme en Bogotá.
Nuevamente, el estamento educativo del área se hizo presente y empleó las informaciones
científicas emanadas del proyecto en sus actividades académicas. En ambos casos, y aunque
separados por el tiempo y la distancia, no tardaron en presentarse alrededor de las aulas
situaciones enmarcadas en la confidencialidad de la charla personal sostenida entre docentes y
antropólogos con informantes locales quienes surgían ahora con historias, propuestas u objetos
que ampliaban o modificaban lo expuesto inicialmente en los cuadernos viajeros y en las
relatorías de clase. Sin embargo, el interés despertado entre la comunidad en ambos sitios no
superó la temporada arqueológica y paulatinamente la información construida con la población
local fue cayendo en el olvido, quedando reservada al campo de conversaciones familiares sin
convertirse siquiera en parte de alguna cartilla municipal sobre el pasado regional. En los casos
citados, los textos aprobados por la oficialidad nacional fueron los encargados de continuar la
transmisión cultural al interior de la escuela.
Capítulo 1. Tradición: el anverso de la moneda 43

alumno. […] Y al margen de las dificultades que surgen de las


sustanciales diferencias entre las dos orientaciones, parecen
existir ciertos factores en la naturaleza misma de los métodos
propios de la cultura escrita que los hacen inadecuados para
eliminar la brecha entre la sociedad del barrio y la selva de los
pizarrones”. (Goody y Watt, 2003: 68)33.

Pero, más allá de las discrepancias entre la cultura oral y la escrita, a manera de
consideración final de este apartado los dos autores sugieren que “debemos tomar en
cuenta que en nuestra civilización, la escritura es claramente una adición, y no una
alternativa, a la transmisión oral” (Ibid., p. 77), es decir, “la escritura es considerada un
elemento auxiliar de la comunicación oral” (Goody, Op. Cit.: 24), y esta última continuará
siendo inseparable de nuestra sociedad; y en cuanto al tema que nos ocupa,
recurrentemente acrecentará el acervo popular de las historias relacionadas con
inconmensurables fortunas escondidas y alentará los anhelos más íntimos de aquellos
esperanzados en un repentino golpe de suerte.

33 Para estos investigadores los factores metodológicos de la cultura escrita que no permiten
zanjar las escisiones con la oralidad son: la falta de contacto personal entre los humanos que
favorece la experiencia individual y por ende el fomento del pensamiento privado; y el desdén que
en el seno de la cultura escrita se profesa hacia los mitos y leyendas; mientras que la transmisión
oral permite a los individuos dinamizar las pautas de pensamiento, sentimiento y acción del grupo.
(Ibid., p. 68-71).
44 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad
2. Legalidad: el reverso de la moneda
En su ánimo de legitimar y comercializar ya sea las piezas o la ubicación secreta de una
guaca, entierro, mina o caleta, los cateadores de fortunas manipulan las fuentes de
legitimidad de la tradición oral34. Valiéndose de los diferentes aportes culturales que
estas fuentes puedan poner a su alcance, los buscadores de riquezas ocultas
reinterpretan y reformulan verbalmente las narraciones ancestrales y asimismo emplean
material bibliográfico y documental tomado de la tradición erudita35 que pueda brindarles
información acerca de tesoros, para construir un nuevo argumento narrativo que hemos
denominado el arquetipo guaquero, cuya descripción presentamos enseguida.

2.1 El arquetipo guaquero


Este apartado pretende ilustrar cómo las redes de prospectores informales han laicizado
los elementos tradicionales de lo maravilloso, que ponen en evidencia la irrupción de lo
irracional en la vida individual y colectiva, adaptándolos en un paradigma utilizado como
estrategia para sus operaciones y reclutamiento de prosélitos. Tal modelo fue construido
después de escuchar y/o leer decenas de narraciones, realizar comparaciones entre
todos ellos hasta detectar elementos comunes irreducibles y aislarlos; una vez separados

34 Son múltiples y diversas las fuentes de autoridad que pueden intervenir en la transmisión de la
oralidad, en nuestro estudio pudimos distinguir dos clases: la tradición oral arraigada en el
conocimiento popular y la tradición erudita emanada de la alfabetización y la academia en sus
diversos grados. Más en detalle, el catedrático español González Alcantud afirma que “las fuentes
de legitimidad de la tradición oral son, por tanto, el poder político y el ethos social, confundido
frecuentemente con la autoridad emanada de la edad. Secundariamente intervienen otros factores
como el sexo y las clases. En las sociedades altamente alfabetizadas el poder político ha perdido
control frente a la tradición oral; su dominio está centrado en la escritura y los media”. (González
Alcantud, Op. Cit., p. 147).

35Recordemos que estos guaqueros son un grupo de personas pertenecientes a una sociedad
occidental dentro de la cual “la tradición oral convive con el lenguaje escrito en la transmisión de
conocimientos, y lejos de ser incompatibles se complementan” (Gómez Pellón, 2012: 4). Por otra
parte, esta coexistencia hace evidente el paulatino tránsito de lo oral a la escritura como síntoma
de la evolución y adaptación constantes del imaginario guaquero.
46 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

de las historias se agruparon en categorías como por ejemplo, fenómenos producidos en


la naturaleza, seres actuantes, lugares, retos o pruebas, etc. Finalmente, revisando el
discurso de los zapadores estudiados y la manera como ellos cuentan las historias de
riquezas escondidas, se pudo establecer que el arquetipo sigue la secuencia:

…Noticias, más o menos confidenciales, sobre la probable

/ EXISTENCIA Y ENTREGA DE UN TESORO OCULTO /


(Difundida por la tradición oral, escritura o tratamiento mediático)…

…determinada por la

/ GUÍA Y PARTICIPACIÓN DE ACTUANTES ZOO, FITO


O ANTROPOMORFIZADOS RICAMENTE ATAVIADOS
Y DE OTROS FENÓMENOS PRODUCIDOS EN LA NATURALEZA /
(Aves, reptiles, mamíferos, insectos;
flora parlante, en combustión o en desecación espontánea;
espectros de caciques, duendes,
curas doctrineros, venerables ancianos,
guerreros o soldados, jefes de la mafia;
llamas y penachos luminosos suspendidos sobre
las copas de los árboles, mástiles y construcciones,
que corretean por el suelo y el aire o arden sobre el agua;
truenos; ruidos subterráneos o en techos y paredes,
murmullos y llantos sobrenaturales; cadenas,
tintineo de monedas, tañido de campanas, órgano de iglesia)…

…que acontecerá en una

/ TIERRA LEJANA E IGNOTA O DE DIFÍCIL ACCESO /


(Con características geográficas dotadas de peculiaridades
de índole sobrenatural: cuerpos de agua que aparecen u ocultan,
se embravecen, desvían o desecan como por encanto;
montañas embrujadas; parajes borrascosos)…
Legalidad: el reverso de la moneda. Legalidad: el reverso de la moneda 47

…donde deberá observarse un elaborado protocolo durante el proceso de la

/ EXPLORACIÓN /
(Desarrollo consuetudinario o discontinuo
en la búsqueda del tesoro,
sirviéndose de la cuestión tecnológica y
la dimensión mágico-religiosa)…

…pues allí alternativamente acontecen

/ PRODIGIOS /
(Reaparición de fulgores, truenos, ruidos extraños;
emanaciones nauseabundas;
proliferación de sabandijas)…

…junto a la

/ PRUEBA SERIADA /
(Diferentes tipos y niveles de conjuros
que miden las condiciones del buscador:
recogimiento, oración, ayuno, abstinencia, valor, tenacidad;
cambios bruscos en las condiciones climáticas del lugar;
invasiones o embestidas de alimañas y bestias; aparición de espectros;
mordeduras, picaduras, cornadas, coces, salpullido, arañazos;
sensación de ser observado, temor, enmudecimiento, parálisis, desmayo)…

…de cuyo cumplimiento satisfactorio o superación depende en gran medida la

/ INTERMITENCIA DEL TESORO /


(Emergencia y desaparición alternativas
motivadas por interferencias espirituales o humanas:
“corrimiento”, inundación, hundimiento,
transmutación del oro en carbón o “un polvo negro”)…
48 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

…conducente a un

/ FINAL ABIERTO /
(Tipificado por la suspensión de actividades que encubre
el modus operandi de la red de guaqueros:
disposición de falsos yacimientos;
ineficacia del arsenal tecnológico empleado;
desbandada escabulléndose con los recursos generados
durante la actual búsqueda;
preparación de la escena para el próximo cliente
aseverando aún la existencia del botín y futura entrega,
cuando la Fortuna les sea propicia)…

…construyendo así, cada vez, nuevos datos para ensamblar a este círculo de
recurrencia, que posteriormente adaptan a sus necesidades, limpiándolos en la cultura,
utilizando como vehículo el

/ ANECDOTARIO LOCAL /
(Relación de curiosos sucesos particulares
acaecidos a paisanos y personajes foráneos
quienes fracasaron previamente
en el intento por alcanzar el tesoro;
que deviene en)…

…Noticias, más o menos confidenciales, sobre la probable

/ EXISTENCIA Y ENTREGA DE UN TESORO OCULTO /


(Difundida por la tradición oral, escritura o tratamiento mediático)…
Legalidad: el reverso de la moneda. Legalidad: el reverso de la moneda 49

La estructura anterior guarda cierta correspondencia con el método y materia establecido


por Vladimir Propp (1982: 31)36 dentro del cual el erudito ruso propone aislar las partes
constitutivas y las relaciones entre estas y con el conjunto para la descripción de los
cuentos. En nuestro caso el conjunto se determinó cotejando diversas figuras narrativas
difundidas básicamente de forma oral, con versiones literarias suministradas por los
mismos guaqueros que las utilizan a manera de bibliografía y con otras figuras
procedentes de la mass media.

La comparación nos permitió encontrar que todos los cuentos ancestrales sobre tesoros
en Colombia poseen personajes, situaciones y otros elementos que surgen
reiteradamente describiendo más o menos la secuencia anotada. A estas características
las llamó Vladimir Propp “valores constantes y valores variables”, diciendo de ellos que
“lo que cambia, son los nombres (y al mismo tiempo los atributos) de los personajes; lo
que no cambia son sus acciones, o sus funciones”; esto le permitió además puntualizar
que “se puede sacar la conclusión de que el cuento atribuye a menudo las mismas
acciones a personajes diferentes. Esto es lo que nos permite estudiar los cuentos a partir
de las funciones de los personajes”. (Ibid., p. 32). En el caso del corpus guaquero
encontrado la situación es idéntica y podemos evidenciarla tomando el paradigma de las
páginas anteriores para aplicarlo en las diferentes figuras narrativas que se registran en
los corpus de la sección de anexos de la presente tesis.

En cuanto a los atributos de los actuantes son los mismos que para Propp, esto es: “el
conjunto de las cualidades externas de los personajes: su edad, sexo, situación, su
apariencia exterior con sus particularidades, etc.” Y debemos reconocer que compartimos
la opinión con el estudioso ruso en cuanto a que “estos atributos proporcionan al cuento
sus colores, su belleza y su encanto”. (Ibid, p.101).

36 Publicado originalmente en ruso en 1928. El estudio de la morfología del cuento folclórico


representa todavía un método aportante empleado como base por todos los interesados en la
materia. El estudioso de la oralidad González Alcantud recomienda adoptar las ideas del
investigador ruso Vladimir Propp quien, en palabras del catedrático español, “aportó a la
comprensión del folclor oral un método científico capaz de aislar los grandes temas, secuencias y
personajes […] ideando un sistema combinatorio lógico, capaz de explicar la permanencia de
algunas de estas tradiciones en el tiempo y en el espacio”. (González Alcantud, Op. Cit., p. 145).
50 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Para terminar este apartado digamos que frente a la gran cantidad y variedad de historias
de tesoros, prácticamente una por cada personaje que surge en todo tiempo y lugar de
nuestro país, también estamos de acuerdo con el punto de vista de Vladímir Yákovlevich
Propp, quien al respecto expuso: “Podemos decir, anticipando, que las funciones son
extremadamente poco numerosas, mientras que los personajes son extremadamente
numerosos. Esto explica el doble aspecto del cuento maravilloso: por una parte, su
extraordinaria diversidad, su abigarrado pintoresquismo, y por otra, su uniformidad no
menos extraordinaria, su monotonía”. (Ibid, p. 32-33).

2.1.1 El arquetipo y el sistema de retroalimentación positiva


Pasemos ahora a proponer la representación gráfica del arquetipo guaquero (Figura 2-1
de la página 51) basados en el diagrama del sistema de retroalimentación positiva de
Serena Nanda (1982: 7), que ilustra cómo en el devenir humano los cambios de
adaptación que hacen parte del proceso evolutivo son provocados por sistemas positivos
de retroalimentación. Nuestra figura, entonces, muestra la aplicación de este principio a
la evolución de la guaquería de la siguiente manera:

Las reformas en un componente del sistema traen modificaciones en otros elementos del
mismo, lo que a su vez retroalimenta reforzando las alteraciones en el componente
inicial, que en este caso es la reestructuración del concepto de tesoros ocultos o guacas
a partir de la asunción de formas como el entierro, la mina y la caleta. A estas ideas se
suman la promesa y el deseo incontrolado de alcanzar y detentar relativamente fácil
aquellos dividendos, percepciones que constituyen, quizás, las motivaciones
fundamentales de quienes se dedican a esta tarea, pudiendo ser consideradas como el
punto de partida del círculo de recurrencia guaquero aquí propuesto. También, en la
búsqueda ilegal de cultura material, las innovaciones en los componentes tecnológicos y
las transformaciones en los preceptos religiosos se han alimentado y reforzado
mutuamente. El estudio de tal interacción ofrece otra posibilidad para abordar esta
problemática desde la perspectiva de la antropología como disciplina que aglutina
conocimientos biológicos, lingüísticos, socioculturales y arqueológicos.

En el diagrama propuesto las interacciones entre los distintos componentes se indican


con líneas de enlace que empiezan y terminan con una flecha. Sin embargo, todas se
Legalidad: el reverso de la moneda. Legalidad: el reverso de la moneda 51

encuentran jerarquizadas en función del proceso principal que sigue el arquetipo


guaquero, indicado por la línea más gruesa o sólida que asciende desde el centro de la
figura y sigue el movimiento de las manecillas del reloj. Adicionalmente, se incluyen otro
tipo de relaciones cruzadas o de segundo y tercer orden representadas por líneas de
guiones y enlaces punteados, respectivamente, que implican otras vías o direcciones que
se pueden establecer entre los componentes, subordinadas a la irrupción o ausencia de
uno o varios de ellos según los avatares de cada expedición y la versión que se
reproduzca de ello en el cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas,
entierros, minas y caletas. Incluso es posible fijar un cuarto y hasta quinto orden de
relación entre conceptos, pero por claridad se han omitido.

Figura 2-1: Principio del sistema positivo de retroalimentación aplicado a la evolución


de la guaquería.

Fuente: Trabajo de Campo; 2008-2014. Elaboración propia.


52 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

2.1.2 El arquetipo y la ley de las transposiciones


Dentro de este prototipo, comienza a hacer carrera la paulatina sustitución de personajes
y situaciones ancestrales por temas, espacios, secuencias, actores y objetos de la
historia colombiana reciente, así:

Las figuras legendarias de caciques cubiertos de oro ceden su puesto a espectros


identificados con los extintos capos de la mafia: “El Patrón”, “don Pablo”, “El Mexicano”.
El cura doctrinero es relevado por el constructor de caletas. La Laguna de Guatavita,
entre otras, es reemplazada por “Fredy 1”, faraónica desviación fluvial ordenada por
Gonzalo Rodríguez Gacha para cubrir algunas de sus riquezas. El santuario que alberga
orfebrería indígena; el baúl de madera donde los piratas escondían objetos labrados de
plata u oro, joyas con pedrería y monedas; los sacos con ornamentos de la misión; las
alforjas de cuero, las múcuras y los cerditos de arcilla y los tarros de galletas cargados de
morrocotas, son sustituidos por canecas plásticas de color azul que rebosan dólares,
narcóticos y armas. Los antiguos galeones idos a pique en el Atlántico y las recuas y
yuntas despeñadas en Los Andes o extraviadas por la llanura orinoquense, se funden en
la relación actual con embarcaciones de poco calado y pequeñas aeronaves hundidas,
caídas o abandonadas en líneas costeras y selvas. Las mortales trampas reservadas a
los profanadores son cambiadas por complicados circuitos electrónicos de seguridad. El
vetusto pergamino se desintegra con el paso del tiempo y ahora se materializa como un
portafolio de cuero negro que guarda en formato digital los documentos secretos de la
mafia colombiana (mapas de caletas, microfilmes de transacciones y números de
cuentas bancarias con nombres prestantes, fotografías de reuniones donde aparecen
reconocidas figuras nacionales y extranjeras de la política, la industria, el comercio, el jet-
set, el deporte). Los aguerridos indígenas y los temibles bucaneros, antaño custodios del
tesoro, abandonaron su papel tradicional ante las funciones del Banco Emisor o la
incursión de piquetes de soldados regulares o de ejércitos privados. En suma, al parecer
también para estos fines, el mito no muere, se transforma.

En el plano teórico, desde el estudio comparativo de la formación de las leyendas, Arnold


Van Gennep retomando los principios formulados por el folklorista y escritor francés
Raoul Rosières, nos habla de la razón que lleva al relevo de los personajes ancestrales
según “la ley de las trasposiciones [mediante la cual] a medida que se debilita el recuerdo
de un héroe, la leyenda que se creó para honrarle le abandona y se une a un héroe más
Legalidad: el reverso de la moneda. Legalidad: el reverso de la moneda 53

famoso.” (Rosières, citado por Van Gennep, Op. Cit., p. 205). Pero, como lo hemos
también observado más arriba para los casos de guaquería, no sólo la trasposición
afecta al tema legendario pues los ornamentos, técnicas o ritos son asimismo objeto de
sustitución. Al respecto Van Gennep opina:

“La segunda ley de Rosières [ley de las trasposiciones] presenta


efectivamente tal carácter de utilidad y de generalidad que
conviene adoptarla. Es así como reemplazaron a considerable
número de héroes locales, Alejandro, Genghio-Kan [sic],
Carlomagno, etc. De igual modo Heracles, Zeus, Júpiter, etc., se
han asimilado divinidades locales. En magia, un rito más
poderoso ha absorbido otros de diferente forma, pero teniendo el
mismo objeto. En tecnología un mismo instrumento puede
adaptarse a nuevos fines, y los antiguos instrumentos destinados
a estos fines desecharse.” (Ibid., p. 206-207).

Otra interpretación antropológica encuentra más puntualmente la causa de estas


modificaciones en el hecho que por tratarse de tradición oral, las sustituciones de los
elementos en el relato “tienden a ser automáticamente ajustadas a las relaciones
sociales existentes a medida que van pasando verbalmente de un miembro de la
sociedad a otro”, y a manera de ejemplo relacionan que “un proceso semejante tiene
lugar también con respecto a otros elementos culturales, como por ejemplo, los mitos y
las enseñanzas sagradas en general. Las deidades y otros agentes sobrenaturales que
ya han servido su propósito pueden ser tranquilamente borrados del panteón
contemporáneo y, a medida que la sociedad va cambiando, también los mitos son
olvidados, atribuidos a otros personajes o transformados en su significado”. (Goody, Op.
Cit., p. 45).

Otros estudios plantean que el origen de la situación radica en la tecnología de la


palabra. De esta manera se atribuyen los relevos mencionados a los sucesivos cambios
experimentados por la cultura oral frente al advenimiento de las que ha denominado
Walter Jackson Ong, en su obra Oralidad y Escritura, como “cultura caligráfica”; “cultura
de la imprenta” y “cultura de la alta tecnología”. Dice este filólogo y lingüista
estadounidense:
54 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

“A medida que la escritura y finalmente la imprenta modifican de


manera gradual las antiguas estructuras intelectuales orales, la
narración se basa cada vez menos en las grandes figuras hasta
que, unos tres siglos después de la invención de la imprenta,
puede fluir fácilmente en el mundo vital humano ordinario que
caracteriza a la novela. Aquí, en lugar del héroe, con el tiempo
encontramos incluso al anti-héroe, el cual (en lugar de afrontar al
enemigo) constantemente pone pies en polvorosa y huye. […] Lo
heroico y lo maravilloso desempeñaron una función específica en
la organización del conocimiento en el mundo oral. Con el control
de la información y la memoria establecido por la escritura y, de
manera más intensa, por la imprenta, no se necesita un héroe en
la antigua acepción para plasmar el conocimiento en una historia.
La situación no tiene nada que ver con una putativa ‘pérdida de
ideales’”. (Ong, Op. Cit., p. 74).

Ahora bien, en el sentido práctico de los cazadores de fortunas estudiados, la sustitución


de elementos pertenecientes a la arquetípica leyenda de tesoros escondidos se debe a la
cada vez más evidente escasez de “guacas ricas”37 que representan un valor comercial y
a su distancia temporal con la realidad actual del país, dos condiciones que trascienden
hasta el imaginario popular. Ante la posibilidad de sacar una “guaca pobre”:

“la gente ya no cree en las guacas y no quieren pagar por


buscarlas. Casi todas las sacaron ya. Toca entonces es buscar la
plata y los tesoros de los grandes narcos. Eso sí es más de ahora
y lo cree la gente. Hay muchas cosas encaletadas de los
mafiosos: dólares, coca, armamento… ¡de todo! Y eso es lo que
se le dice a la gente y eso es lo que les llama la atención”
(Alfonso Beltrán, guaquero a tiempo completo, comunicación
personal, Bogotá, 2007).

37Esta situación ya había sido señalada por Herrera Gómez a mediados de la década de 1970,
ver Op. Cit., p. 157 y 209.
Legalidad: el reverso de la moneda. Legalidad: el reverso de la moneda 55

2.2 Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con


guacas, entierros, minas y caletas

Quiero proponer ahora que en el paradigma guaquero, sus quiméricos factores


constitutivos, que a simple vista se antojan inusitados y aleatorios, son susceptibles de
análisis científico permitiéndonos prever su emergencia y repetición, anticipar su forma y
función; y despojarlos del halo de misterio y excepcionalidad que los prospectores de
riquezas se empeñan en conferirles.

Para conseguir estos objetivos, inicialmente debe tenerse en cuenta el vehículo


empleado con preferencia para la construcción de datos sobre tesoros: la tradición oral,
que:

“opera plenamente en la función simbólica […] en el seno de la


vida social confiriéndole sentido […] cristalizando identidades,
alteridades, y contribuyendo a la invención de tradiciones”.
(González Alcantud, Op. Cit., p. 145).

Observando que tales tradiciones pasan por diferentes agentes y medios transmisores
para constituir un corpus folklórico, el paso siguiente es dividir este conforme a:

“[…] varias figuras narrativas que han adquirido características de


universalidad: narraciones míticas; genealogías; cuentos
maravillosos; leyendas religiosas; leyendas históricas; romances;
refranes, dichos y consejas, [en razón a que] este es el cuerpo
oral, admitido por todos los investigadores consagrados a la
oralidad, desde el lado de la antropología y la etnografía
[advirtiendo que] está sometido, de todas maneras a los cambios
estructurales de lo oral a lo escrito, y de este a lo mediático”.
(Ibid., p. 146).

Tal sistema aplicado a la guaquería permite, finalmente, para un mejor ordenamiento,


dado la copiosa cantidad de fuentes orales, escritas y mediáticas adaptadas por los caza
56 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

fortunas de las regiones colombianas visitadas, catalogarlas en cuatro grandes


subconjuntos relacionados con otros tantos yacimientos propios de esta actividad, es
decir, guacas (véase Anexo A, p. 61-70), entierros (Anexo B, p. 71-84), minas (Anexo C,
p. 85-87) y caletas (Anexo D, p. 89-92).

2.2.1 Notas sobre la clasificación del cuerpo oral, escrito y


mediático relacionado con guacas, entierros, minas y
caletas
Para el presente análisis la labor de agrupar el corpus de datos sobre riquezas
escondidas se adelantó a partir de dos consideraciones: una de carácter teórico y
académico. La otra, empírica.

La primera clasificación se relaciona con las figuras narrativas que son universales en la
tradición oral de los pueblos alfabetizados. Para ello tomamos el ordenamiento de
González Alcantud, (Op. cit., p. 146) quien establece siete categorías cada una de las
cuales presenta particularidades que la hacen diferente de las demás. Estas
características fueron buscadas en cada una de las narraciones orales o escritas para
proceder a esta primera sistematización. De tal manera que las historias se agruparon
conforme a las siguientes categorías:

NARRACIONES MÍTICAS: Ocupan un rol central en la vida cultural y social de las


sociedades y se refieren a seres mitológicos. Funcionan como un bricolaje mítico, donde
la creación y recreación individual tiene un cierto espacio.

GENEALOGÍAS: Se enlazan con la narración mítica, si bien pueden hallarse


secularizadas. Son fuente de poder social y político pues explicarían el asentamiento en
el poder de una familia, clase social o grupo.

CUENTOS MARAVILLOSOS: Recogen tradiciones infantiles universalizadas en las que


sus actuantes son antropomorfizados y/o zoomorfizados. Son transmitidos por vía
familiar, literaria y mediática.

LEYENDAS RELIGIOSAS: Responden o involucran fundamentalmente a las tradiciones


teológicas de la iglesia católica.
Legalidad: el reverso de la moneda. Legalidad: el reverso de la moneda 57

LEYENDAS HISTÓRICAS: Responden a tradiciones nacionales. Sus actuantes son


héroes, cuyas acciones adoptan diferentes formas: épica, martirologio, etc. Se transmiten
por vía escolar en la enseñanza primaria a partir de la generalización de la alfabetización.

ROMANCES: Narraciones históricas y amorosas básicamente, que emplean en su


formalización estructuras poéticas romanceadas. Transmitidos por varias vías, entre ellas
las de los ‘narradores profesionales’- poetas inclusive- y la de las ‘gentes de memoria’ de
las comunidades. Para nuestro ejercicio se tomaron casos de la Orinoquía donde los
cantantes y copleros criollos cumplen esa función.

REFRANES, DICHOS Y CONSEJAS: Transmiten experiencias morales y enseñanzas


prácticas populares como voz de la experiencia de la edad adulta a la juvenil. Es común
a todas las clases sociales.

La segunda clasificación fue tomada del ordenamiento empírico que los aficionados a la
búsqueda de fortunas escondidas han establecido, es decir; guacas, entierros, minas y
caletas. En este sentido sólo bastó con analizar el tipo de yacimiento del que da razón la
historia misma y se procedió a su catalogación.

Después se refinaron los datos conforme a los actuantes (para los mitos, genealogías,
cuentos, leyendas religiosas e históricas) y a la forma asumida por la figura narrativa (si
era romance o refrán) y se procedió a su sistematización donde se crucen ambas
clasificaciones.

Por ejemplo: Si en el relato aparece un cura sin cabeza que cuida un botín del
narcotráfico escondido en las ruinas de una misión abandonada en los Llanos orientales
de Colombia, la historia se clasifica en el Cuerpo Oral relacionado con caletas y en la
categoría de leyendas religiosas,

Nota: para todos los casos no se hizo una distinción particular de entrada acerca de si el
mensaje fue oral, escrito o mediático. Tan sólo se registra el tipo de fuente al final del
mismo entre paréntesis acompañando los créditos de rigor.
58 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad
3. Consideraciones finales
La descripción e interpretación de ciertas prácticas de guaquería en Colombia evidencian
la forma en que sus adeptos emplean la oralidad como medio de comunicación que se
hereda de generación en generación a través de relatos orales (narraciones míticas,
genealogías, cuentos maravillosos, leyendas religiosas, leyendas históricas, romances,
refranes, dichos y consejas). Este corpus albergado en la memoria colectiva no oficial,
confiere al guaquero legitimidad con respecto a los contextos en que practica su oficio y a
los objetos que maneja para ello (ya sean piezas relacionadas con las excavaciones o las
herramientas y equipos que emplea), puesto que por medio de los contenidos de cada
relato convierte los espacios y los objetos en reales, los identifica y delimita, los sacraliza
y hasta los documenta, sin importar el resultado ulterior de su exploración arqueológica
ilegal. También la oralidad le otorga identidad en cuanto a individuo perteneciente a un
grupo que se identifica por un oficio determinado: la búsqueda de bienes ocultos;
claramente diferenciable del campo científico de la arqueología y de otras actividades
como la colonización o la agricultura que eventualmente pueden desarrollarse en los
contextos por donde transitan los zapadores (cfr. Arango, Op. Cit., y Ortiz Sánchez, Op.
Cit.). La oralidad les dota así mismo de una historia de vida, de una trayectoria
“profesional” vinculante con los mismos relatos orales ancestrales que ellos narran,
dentro de los cuales, en el aquí y ahora, pasan a ser sus nuevos protagonistas. Esta
oralidad acompañada de la escritura implica la existencia de un imaginario guaquero,
soportado por una memoria colectiva que reinterpreta y reformula constantemente en los
ámbitos privado y local, las figuras narrativas pertenecientes al pintoresco y rico cuerpo
oral relacionado con guacas, entierros, minas y caletas; que nos da imagen del mundo
del cazador de tesoros y nos plantea el siguiente paso y reto académico: rastrear y
decodificar las influencias culturales que lo alimentan.
60 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad
A. Anexo: Cuerpo oral, escrito y
mediático relacionado con guacas
Figura Narrativa ◘ “NARRACIONES MÍTICAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a guacas

◘ “EL DORADO

La leyenda indígena que hizo posible la conquista de toda Colombia era un tesoro en la ciudad de oro, que nuestros
antepasados indígenas habían escondido a la llegada de los españoles. Buscando El Dorado se encontraron en la sabana
de Bogotá los conquistadores Gonzalo Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federmán”.
(Solórzano, 1994: 93).
◘ “En la Orinoquia existen diversos mitos que incentivaron la Conquista. Los mitos de ‘El Dorado’ o Metha y Xerira (‘el país
del oro’) en los llanos […] ‘Metha’ es donde se creía que había una casa dedicada al sol, ‘casa del sol’, con infinidad de oro
y piedras preciosas en sus adornos […] Para Friede, Xerixa era simplemente la meseta de Jerida o Jerira habitada por los
guanes al norte de la altiplanicie chibcha. El historiador Demetrio Ramos considera que es el mismo tesoro del ‘Metha’ o el
sueño de El Dorado en proximidades de los Llanos”. (Pérez, 2003: 66-69).

◘ “LA VIGA DE ORO QUE SOSTIENE UN CERRO

Cuentan los antiguos que desde el Cerro Zamaricote hasta el municipio de Támara [Casanare] existe una viga de oro que
sostiene el cerro. El día en que la gente ambiciosa la encuentre y empiece a sacar el oro hasta agotarla, el cerro se
derrumbará”. (Grupo Ecológico Mastranto, 2000: 10).

◘ “LA LAGUNA ENCANTADA

Cuenta la leyenda que un día, hace muchos años, un cazador subió a la cima del cerro [Zamaricote] en busca de
chácharos o marranos de monte. Estando allí, vio que surgió una laguna y en el centro de ella una isla en donde
sobresalía una mata de guajiro maduro (plátano pequeño); cuando se dispuso a arrancarlos apareció una persona que le
ofreció a cambio de ellos unas naranjas, el cazador aceptó el cambio y las metió en un costal, luego partió y a medida que
bajaba del cerro el costal se hacía más pesado, lo cual le imposibilitaba seguir adelante. El cazador abrió el costal y vio
que las naranjas se habían convertido en bolas de oro, por ello el cazador dejó el costal sobre una roca y bajó por ayuda.
Fue en busca de otros cazadores y les contó lo sucedido, entonces los demás decidieron acompañarlo y ayudarle;
subieron y al llegar al sitio donde se suponía que había dejado el costal con el oro, este había desaparecido, lo que causó
intriga y susto a los cazadores”. (Ibid., p. 10-11).

◘ “EL ORIGEN DE ZAMARICOTE SEGÚN LA MITOLOGÍA ACHAGUA

En los primeros tiempos cuando aún existían los Achaguas en el llano y los Muiscas cambiaban por sal, mantas y oro,
Gualguierrí, dios de la tribu llanera se enfureció con su pueblo Achagua por estar regalando sus descendientes y los
castigó secando el vientre de las mujeres Achaguas. Arrepentida, la tribu pidió a su dios que devolviera la fertilidad a sus
mujeres, el dios Gualguierrí aceptó, pero con la condición de que no cambiaran sus hijos con los Muiscas, la tribu aceptó la
condición y las mujeres volvieron a tener el don de la maternidad. Pero como los Muiscas ya estaban acostumbrados a los
niños Achaguas, los robaban sin que los Achaguas pudieran hacer algo para impedirlo, ante esto los indígenas invocaron
de nuevo a su dios Gualguierrí para que los ayudara. Gualguierrí, que era el dios de los animales y del agua, creó e hizo
surgir el Cerro Zamaricote, donde empieza el llano y termina la cordillera, dándole forma de caimán, de manera que
ahuyentara a los Muiscas raptores de sus niños. Desde entonces los Muiscas no volvieron por más niños sagrados de
Casanare”. (Ibid., p. 11-12).

◘ “EL TESORO DEL ORGANO DE GUARNE

En el municipio de Guarne, oriente de Antioquia, muy cerca de las veredas Chaparral y Juan XXIII, existe el Alto de la
Cruz, donde en noches serenas de luna llena se escucha en el centro de la montaña una música como de catedral o
iglesia con las melodías de un fino órgano. En su interior hay un rico tesoro encantado, dado a conocer desde la
62 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Conquista por el cacique Guarne a Vasco de Heredia, quien cavó hasta las profundidades del monte Gurupera por donde
pasa la quebrada La Mosca, encontrándose una pieza rectangular y un portón de dos alas de piedra apizarrada y con dos
travesaños de plata y un enorme candado del mismo metal. Se aseguró la existencia de un ser misterioso de estridentes
carcajadas en sus profundidades. El lugar está completamente inundado y en el interior de la caverna descubierta viven
enormes murciélagos vampiros, los que custodian el santuario que guarda esas riquezas adornadas con un órgano de
iglesia cuyas melodías no dejan conciliar el sueño a los curiosos”. (Solórzano, Op. cit., p. 72-73).

TUNJOS

◘ “Los indios llamaban chunzos a las figurillas o fetiches de oro, lo que los españoles tradujeron en la palabra ‘ídolo’, con
más o menos fundamento, lo cual no abarcaba, sin embargo, el conjunto de innumerables objetos que la palabra muisca
comprendía. Fue necesario dejar subsistente esta en el lenguaje del buscador de tesoros; pero sufrió una adulteración y
se llamó tunjo a todo lo que valiera como trabajo esmerado de orfebrería, así representase un hombre, un animal, un
símbolo, un santillo o un objeto de aplicación incomprensible”. (Triana, 1972: 163).
◘ “Estas piezas tienen una unidad de características que las define, aunque a decir verdad no hay una que sea
enteramente igual a otra. Por lo general los tunjos están desnudos; casi siempre la figura es de una pieza, aun cuando las
hay compuestas, representando entonces algún cuadro de las costumbres, como el grupo antropomorfo sobre una balsa,
hallado en la laguna de Siecha en 1856. Se han encontrado tunjos con la representación de nidos, niños en brazos y a la
espalda, etc. A una conclusión sobre los tunjos han llegado los tratadistas, y es que estos son la esquematización de una
necesidad humana, realizada con gran simbolismo como un reclamo de algo que, aunque no fuera real, debiera serlo”.
(Cartilla sin nombre y sin fecha, biblioteca personal de Rosalba Briceño Alvarado, profesora rural, escuela vereda Mave,
Villeta, Cundinamarca, 1997).

EL MISTERIO DEL AMASIJO DEL ORO

◘ “[…] ‘amasijo del oro’, la manufactura del cobre y sus aleaciones, el dorado por medio de la yerbita prodigiosa y otras
maravillas, para envolver la prehistoria chibcha con los cendales del arcano”. (Triana, Op. cit., p. 226).

◘ “Se admiraban tanto los españoles del primor de la manufactura indígena, que llegaron a pensar en su ignorancia, que
los Chibchas amasaban el oro por medio de una yerba que le transmitía al metal la plasticidad de la cera. La absurda
hipótesis se hizo popular y ha llegado hasta nuestros días, sustentada por la impresión dactilográfica en la superficie de
muchas obras. Para desvirtuar tan maravilloso artificio en el concepto del mayor número, no ha sido bastante la
explicación dada por el doctor Liborio Zerda en su bello libro El Dorado, de que la impresión negativa de los dedos en los
moldes de arcilla que sirvieron para vaciar las obras, originó la impresión positiva en la superficie de ellas, y todavía hay un
sinnúmero de personas que creen en la existencia de la yerba prodigiosa”. (Ibid., p. 164).
◘ “[…] se encuentran en las sepulturas antiguas de indios, tunjos de cobre y de tumbaga (aleación de oro y cobre), lo cual
demuestra que sí conocían y utilizaban aquel metal, del que hacían uso para rebajar el oro. Oviedo dice que conoció la
yerba de que se servían los indios para dorar el cobre: ¡Otra leyenda semejante a la de amasar el oro! Las operaciones de
dorar y soldar con oro obedecen a la misma técnica industrial que les dio a los orfebres chibchas la calidad de maestros en
el arte, calidad que los conquistadores ignorantes confundieron con la misteriosa alquimia”. (Ibid., p. 168).

PIEDRAS SAGRADAS

◘ “Sitio propicio de hallazgos para los guaqueros es el arranque de las piedras pintadas, donde su instinto les dice, sin
mayores disquisiciones arqueológicas, que aquellos fueron altares, y sin ponerse a considerar si los jeroglíficos de tinta
roja expresan una plegaria, hacen un hoyo al pie y suelen encontrar dijecillos de oro”. (Ibid., p. 236).

Figura Narrativa: ▲ “GENEALOGÍAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a guacas

INDIO RICO INDIO POBRE

▲ “Las excavaciones hechas en la parte alta de lo que hoy es la población de Sopó [...] nos dan a conocer que entre los
primitivos pobladores de aquellas regiones existió una marcada división de clases. Los restos de los poderosos, es decir,
los que fueron sepultados con utensilios artísticos y de valor, se encuentran en las partes altas y secas, al paso que en las
hondonadas sólo se hallan esqueletos desprovistos de alhajas y de vasijas, lo que nos demuestra que allí eran inhumados
los pobres pertenecientes a las clases bajas”. (Ortega, 1935: 32-33).

▲ “Si descubríamos un entierro de indios y no estaban sino los huesos, o las ollas vacías, decíamos:

-¡Ah, ese indio era pobre!

[...] sacábamos la calavera y con otras ensayábamos tiro al blanco [...] con las ollas y platos a veces hacíamos lo mismo, o
las tirábamos por ahí. Guardábamos las más raras o bonitas, con figuras de animales o indios, [...] yo no me imaginé que
eso pudiera tener algún valor y que a los antropólogos les llamara la atención”. (Jorge “El Chamizo”, mecánico automotriz,
comunicación personal, Pauna, Boyacá, 2001).
Anexo A. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas 63

HERENCIA GUAQUERA

▲ “El abuelo una vez estaba arando una fanegada y con el tractor se topó una ‘tumba de indios’ y después otra y otra. En
total como diez. Nosotros, con mi papá pensamos que era un cementerio y llevamos el detector de cerámicas, eso ‘pitaba’
por todos lados, ¡huy! eran muchas. Pero todas pobres. Salió mucha cerámica y huesos. Ese día los ‘pelaos’ que nos
acompañaron cogieron las calaveras y hasta jugaron dándoles patadas a ellas como a un balón. ¿La loza? Mucha se
rompió con el arado y otras las dejamos ahí tiradas después de revolcar la tierra. Después cuando creció, le dejé el
detector a Alfonso [el hijo mayor] pa´ que trabajara y con ese fue que empezó a hacer sus correrías. Ahora tiene muchos
aparatos y sigue aventurando”. (José Beltrán, agricultor de Gachalá y guaquero retirado, opinión verbal, Bogotá, 1997).

COSAS DE INDIOS

▲ “De todos los viajes yo sacaba las piezas más bonitas, cálices, múcuras, y las coleccionaba en unas vitrinas en mi casa
para mostrárselas a mis amigos cuando fueran de visita. La costumbre duró hasta cuando me casé, cuando empecé a
tener problemas con mi mujer, entonces yo llegaba borracho y para desquitarme y no cascarle a ella cogía a tiros a la loza
hasta que la fui acabando. Y de ahí para acá no tengo casi nada”. (Alfonso Beltrán, guaquero a tiempo completo,
entrevista, Bogotá, marzo 2001).

▲ “Las cosas de indios que encontramos por aquí, las que son más bonitas y están como completas, las tenemos de
adorno en los patios de las fincas. Es una costumbre desde antes de los abuelos”. (José Santos, joyero y aficionado a la
guaquería, opinión verbal, Pasca, mayo de 2002).

▲ “Hay que devolver los huesos a donde se encontraron. Ellos eran los dueños de todo eso y están muertos, fueron
personas. Cuando no se alcanza por el afán a enterrarlos ahí mismo, se abre un hueco pequeño donde queden apenas,
se meten y tapan otra vez. Si no se les devuelve a la tierra donde estaban lo pueden perseguir a uno y hacer que le pasen
cosas”. (Arnulfo Henao, guaquero profesional, entrevista, Montenegro, Quindío y Bogotá, 1997).

▲ “Cuentan que bien al comienzo de la guaquería, cuando se volvió negocio lucrativo, en serie, a unos de los primeros
guaqueros les pasó algo muy grave. Como una maldición. Eran unos cinco, y venían hacia la capital después de abrir
unas tumbas de indios por el Huila y después por el Tolima. Se habían sacado grandes tesoros y traían hasta los huesos
de los indios. Todo el tiempo hablaban de gastar, comprar y tirarse la plata. Y se reían. Nada de respeto por lo que
acababan de hacer, ni por los antepasados. Hasta que a mitad de camino se desbarrancaron y fueron a dar a lo más
hondo de un precipicio. Y allá quedaron para siempre como advertencia para las demás generaciones de que estas cosas
se hacen en silencio y con respeto por lo antiguo, porque eso se lo entregan a uno es en reconocimiento de algo bueno o
para hacer el bien entre la gente de ahora. Eso sigue siendo de los antiguos, les pertenece es a sus dueños. No es un
negocio. Hace muchos años, después de La Violencia, le pasó lo mismo a otro grupo de guaqueros. Esos también traían
bastantes cosas que se sacaron de las tumbas de los indios por allá en el sur, por los lados del Valle. Venían contentos y
se volcaron subiendo de Melgar, por ahí por el punto que llaman ‘Las Canecas’. Todos se mataron”. (Doctor Euclides
Peñuela, médico naturista, comunicación personal, Bogotá, 1996).

Figura Narrativa ■ “CUENTOS MARAVILLOSOS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a guacas

DUENDES Y NIÑOS

■ “Hay historias de personas que cuando niños jugaban en las afueras de sus casas o llevaban mandados de una
hacienda a otra y eran abordadas por un pequeño ser juguetón y escurridizo, de amplia sonrisa, ojos brillantes, con cuerpo
reluciente como de oro y a veces rojizo como el cobre, que sentado en las cercas al borde del camino, haciendo gestos
trataba que los niños lo persiguiesen. Era el duende. Se cree que el duende juega con los niños para entregarles tesoros
mostrándoles el sitio donde hay una fortuna, porque son aún inocentes y los únicos con derecho a tener esos bienes. Pero
tiene sus peligros para la criatura que está sin bautizar por lo católico pues se puede desaparecer, los gnomos se lo llevan
para convertirlo en otro duendecito. Estos personajes mágicos se fijan en niños parecidos a ellos: tez blanca, cabellos
ensortijados, rubios o rojizos. Se cuenta también el caso de criaturas rescatadas que han sido encontradas días después,
inconscientes, monte adentro. Cuando vivíamos en la finca de mis papás en Cartago [Valle] a mí me siguió varias veces,
se me escondía de un lado a otro, entre los árboles, después por entre las piedras, me silbaba, se reía, me hacía
‘coquitos’, bueno, de todo para llamar la atención. A mí sí se me apareció. Por eso le cuento esas cosas; pero a mí me
dio mucho miedo y como le tenía tanto pavor a mi papá, cuando se ponía bravo porque uno se demoraba con los
mandados, pues el duende nunca me pudo conquistar. Yo era muy miedosa en esa época”. (Luzmila Acevedo Rico,
esoterista, comunicación personal, Montenegro, Quindío, 1998).
64 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

■ “EL POLLO DEL AIRE

Es un alma en penas que vive atormentada por el demonio y cuando se oye es como un pío, pío, de pollito abandonado
por la gallina, se oye cerca de uno o lejos en el monte cercano o en los caminos solitarios. Si uno reza de miedo parece
como si lo llevara encima trepado, encaramado en el hombro, entonces hay que maldecir para que desaparezca. Hay
gentes que aseguran que se pueden hacer pactos con el pollo quien da riquezas y prosperidad, que para tal pacto se debe
ir a lo más profundo del bosque muy entrada la noche y llamarlo sin sentir ninguna clase de miedo, el pollo aparece
caminando y piando pero en forma de esqueleto. Las monedas que da el pollo del aire sólo sirven para hacer obras de
caridad o sostener la familia; de lo contrario, si son para beber, sinvergüenzear o parrandear se convierten en gusanos. La
otra condición que pone el pollo es que se le debe espulgar diariamente de unos gusanos que le aparecen entre su
plumaje esquelético, gusanos que al tirarse al suelo se convierten en monedas”. (Solórzano, Op. cit., 67-68).

■ “LOS RESCOLDADOS

Especie de diablillos que les gusta jugar con las brasas y el rescoldo de los fogones campesinos o los que hacían los
arrieros a la vera de los caminos de herradura en sus viajes por las montañas del gran Caldas y el viejo Tolima; no hacen
daño sino que simplemente se les ve jugar, tirarse los carboncillos encendidos y las cenizas volviendo todo un desorden y
una locura, sólo una risa chillona y unas palabrejas ‘¡chizas!’, ‘¡chizas!’, advierten su presencia, pues no se les ve un
cuerpo definido”. (Ibid., p. 69).

■ “EL TESORO DE PIPINTA

Ha sido una leyenda unida a la epopeya de la colonización antioqueña del occidente colombiano y es uno de los grandes
tesoros fabulosos de Antioquia la Grande, donde la guaquería era uno de los oficios más apetecidos unido al
descubrimiento de verdaderas minas de oro. Los sepulcros y ruinas indígenas despertaron la imaginación de ese paisa,
ávido de aventuras y de independencia familiar, rebuscador y andariego. La tradición ubicó al tesoro por los lados de
Salento [Quindío] y otras versiones cerca a Pácora [Caldas], y consistía en un palacio encantado custodiado por
monstruos y serpientes gigantes que paralizaban y mataban con el solo vaho. Un colono, dice la conseja, se internó en la
selva y se perdió; buscando la salida se encontró con unas escalinatas de piedra pulida, las que descendían, bajó por ellas
y halló con un templo repleto de numerosos objetos de oro puro custodiados por una enorme serpiente. El colono
encontró nuevamente el camino perdido y regresó por sus hermanos para que lo ayudaran con tan abundantes riquezas;
pero con tan mala suerte, que nunca más volvieron a encontrar las escalinatas que los conducirían al templo subterráneo.
Por años lo buscaron perdiendo sus ahorros, la salud y la cordura. Muchos aseguran que en las cercanías del sitio del
tesoro de Pipinta, se ve de cuando en vez una gallina de oro seguida con 500 pollitos, también de oro, con sus ojos de
diamantes relucientes; otros afirman que en la Semana Santa, el Viernes Santo a las 12 de la noche, se abre una
reluciente caverna iluminada por el destello del oro representado en frutas, animales y hombres de ese metal”. (Ibid., p.
75).

■ “EL VERRACO DE GUACA

Guaca era lo que hoy es conocido como Heliconia [Antioquia], poseía ritmo y vida propia por sus importantes y prósperas
salinas las cuales tuvieron actividad hasta 1955 aproximadamente. En aquellos riscos vivía un cerdo de tamaño
desproporcionado, muy furioso, dañaba cercos y sembrados, se comía toda clase de animales y hasta los niños de las
lavanderas, tumbaba ranchos de paja y cuando se entraba a las salinas, todos los salineros cansados salían asustados y
nunca volvían al trabajo pues era imposible sacar aquel animalejo a la fuerza. Vagaba a veces por toda la aldea, la cual
también era desocupada por sus moradores temerosos, se apoderaba de barrios y corregimientos y dicen que de pueblos
vecinos. Lo seguían varias marranitas enamoradas y un reguero de cerditos muy parecidos a su papá en lo rabiosos y
dañinos. No se sabe la suerte del verraco de Guaca, tal vez los salineros aburridos con estos insucesos lo mataron a
mansalva y terminaron comiéndoselo un viernes de esos tan famosos en la comarca, cuando todo el pueblo se reunía en
las salinas y sus cercanías a comer, beber, cantar, contar chistes, levantar chismes o morirse de miedo con los cuentos de
espantos, brujas y aparecidos. Estas comilonas terminaban en peleas, riñas y hasta en muertos o muñecos y con el
tiempo, la agresividad de aquel cerdo fue sinónimo de sus habitantes, quienes fueron cogiendo fama de pendencieros y
llamados berracos de guaca. La paremiología antioqueña lo fue incorporando como persona arriesgada, guapa, sin
temores, valiente, que no se le corre a nada ni a nadie; viene luego la palabra berraquera como adjetivo de igual
significado”. (Ibid., p. 76).

Figura Narrativa ♦ “LEYENDAS RELIGIOSAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a guacas

ARTIFICIO PARA PERSEGUIR Y SACAR ÍDOLOS Y SANTUARIOS

♦ “En tiempos del primer Arzobispo de Santa Fe, Fray Luis Zapata de Cárdenas, ‘gran perseguidor de ídolos y santuarios’,
sucedió que el clérigo Francisco Lorenzo, Cura de Ubaque, le sacó al Cacique del pueblo un buen tesoro que tenía
escondido, según refiere Rodríguez Fresle, y el indio, envidioso, le denunció un santuario que guardaba un Jeque viejo.
Por lo ingenioso del artificio de que se valió para sustraer el tesoro, nos vemos tentados a reproducir el caso: Provisto de
Anexo A. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas 65

estola y aspergeando el camino con agua bendita, una noche oscura ‘entró por la labranza hasta llegar a los ranchos del
Jeque; sentió [sic] que estaba recuerdo y que estaba mascando hayo, porque le oía el ruido del calabacillo de la cal.
Sabía el Padre Francisco Lorenzo de muy atrás y del examen de otros Jeques y mohanes, el orden que tenían para hablar
con el demonio. Subióse en un árbol que caía sobre el bohío, y de él llamó al Jeque con el estilo del Diablo, que él sabía.
Al primer llamamiento calló el Jeque; al segundo respondió, diciendo: aquí estoy, señor, ¿Qué me mandas? Respondióle el
Padre: aquello que me tienes guardado saben los cristianos de ello, y han de venir a sacarlo, y me lo han de quitar; por
eso llévalo de ahí. Respondióle el Jeque: ¿A dónde lo llevaré, señor? Y respondióle: a la cueva del pozo, que mañana te
avisaré a dónde lo has de esconder. Respondióle el Jeque: haré, señor, lo que me mandas. Respondió, pues: sea luego,
que ya me voy. Bajóse del árbol y púsose a esperar al Jeque, el cual se metió por la labranza y perdiólo de vista. Púsose
el Padre en espía del camino que iba a la cueva, y al cabo de rato, vio al Jeque que venía cargado; dejólo pasar, el cual
volvió con presteza de la cueva y en breve espacio volvió con otra carga; hizo otros dos viajes y al quinto se tardó mucho.
Volvió el Padre hacia los bohíos del Jeque, vista la tardanza, y hallóle que estaba cantando y dándole al calabacillo de la
cal, y de las razones que decía en lo que cantaba alcanzó el Padre que no había más qué llevar. Partióse luego hacia la
cueva, llegó primero a los bohíos a donde había dejado su gente, mandó encender el hacha de cera, y llevándolos
consigo, se fue a la cueva, a donde halló cuatro ollas llenas de santillos y tejuelos de oro, pájaros y otras figuras, quistes y
tiraderas de oro; todo lo que había era de oro, que aunque el Padre Francisco Lorenzo declaró y manifestó tres mil pesos
de oro, fue fama que fueron más de seis mil pesos’. (Rodríguez Fresle, Op. cit., Cap. V, p. 20, citado por Triana, Op. cit.,
p. 190-191). Todavía se anda corto Rodríguez Fresle en esta duplicación, pues seis mil pesos de oro en dijes caben en
una pequeña vasija y las transporta un niño en un solo viaje”. (Ibid., p. 190-191).

MENSAJE MISTERIOSO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

♦ “Por último, se impone con eminente interés el mencionar y matricular aquí entre las inscripciones trascendentales, una
que apareció y desapareció como un meteoro, con el propósito de mensaje misterioso al través de los siglos. El asunto
reviste los caracteres de una leyenda fantástica, por el modo romántico como se reveló, por el estilo pintoresco con que
fue presentado al público y por el hado fatal que lo hizo desaparecer nuevamente en el arcano del olvido. Por estas
circunstancias propicias a la duda, hubimos de buscar comprobaciones a la relación de los datos con que el hecho se
presentó a nuestro conocimiento, a fin de reproducirlo como auténtico.

Cuenta ese relato, hecho por el señor don Alfredo Angueyra en carta dirigida al autor, la cual se publicó en el número 528
de El Gráfico, correspondiente al 29 de mayo de 1920, que de tiempo atrás se había radicado a orillas del lago de Tota una
familia indígena, de contumaces adoradores del Sol, cuya idolatría tenía preocupados a los señores Párrocos de las
poblaciones vecinas y que todos estos procuraban su reducción a la Ley Evangélica. Un día del año 1891 fue llamado por
el padre de aquella familia el señor Cura de Tota, Presbítero Lucindo Moreno, quien acudió presuroso creyendo que el
indio viejo lo llamaba para confesarse. No se trataba sino de consultarle, como a persona docta, cómo podría el indio en
un caso extremo cumplir un fideicomiso de que estaba encargado por sus antepasados, en línea recta de sucesión de
varones desde el tiempo de la Conquista, el cual le había otorgado su padre con la promesa jurada de que lo
desempeñaría fielmente.

‘Pondrás en propia mano este mensaje al Sumo Pontífice de Sogamoso o se lo transmitirás a tu hijo mayor con igual
encargo’, le había dicho su padre a la hora de su muerte, y le había entregado un objeto, advirtiéndole que se habían
expedido en su remoto origen tres ejemplares iguales, por si dos de ellos llegaban a extraviarse. El momento de la muerte
se aproximaba por instantes para este último portador del misterioso encargo, y no estando restablecido, como lo
esperaba para algún día, el Sumo Sacerdote del Sol, ni teniendo hijo varón a quien encomendárselo, era necesario pedir
consejo al señor Cura a fin de solucionar el conflicto.

Creyendo torpemente que se trataba de alguna joya de valor material, el Presbítero Moreno sedujo sin dificultad al infeliz
indígena para que lo hiciera su depositario; pero sufrió una gran desilusión, según refirió después, cuando vio que la
flamante prenda no era sino una bolita de arcilla cocida, perfectamente esférica, de unos cuatro centímetros de diámetro,
pulimentada hasta la brillantez y de color de chocolate, con unos signos incrustados en la superficie, de un barro de color
amarillo cromo. Tal era el mensaje.

Traída la bolita a Tunja, fue objeto de la curiosidad de muchas personas, quienes con el mismo criterio de los hombres de
la Conquista, pretendían ver en ella la clave para encontrar el tesoro de Suamox. El sabio ingeniero don Basilio Angueyra
recordó que el Presbítero Pedro Antonio Vezga, Cura de Pesca, le había hablado alguna vez de otra bolita semejante, que
decía contener en su inscripción el itinerario seguido por los indios para ocultar el fabuloso depósito de oro. El señor
Angueyra tomó un cuidadoso facsímil de los jeroglíficos, del cual dio una copia al señor doctor José Manuel Goenaga,
persona de grande ilustración en asuntos orientalistas. El señor Goenaga tuvo la amabilidad de disponer desde Europa,
lugar de su residencia actual, que se nos entregara dicha copia para publicarla en este libro; pero, desgraciadamente, no
ha sido posible dar con ella en su desorganizada biblioteca.

El Presbítero Moreno formó en Tunja una pequeña Compañía expedicionaria para seguir el fantástico itinerario señalado
por el Cura de Pesca; pero se agotó el capital suscrito, en infructuosas exploraciones en el lago de Tota. Desalentado, por
último, ante la imposibilidad de enriquecerse a virtud del enigma de la bolita, resolvió obsequiársela al Ilmo. Sr. Benigno
Perilla, Obispo de la Diócesis, quien la puso al estudio del R. P. José Prom, Rector del Seminario Conciliar, para que
dictaminara sobre su importancia. Requerido treinta años más tarde el anciano religioso por el autor de este libro, para
atestiguar sobre los hechos relatados y sobre el fin que hubiera tenido la consabida bolita, le informó que, después de
estériles cavilaciones, la había devuelto al señor Perilla, en vez de remitirla a ningún instituto europeo, como lo afirma el
señor don Alfredo Angueyra en su carta.
66 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Muerto el Sr. Obispo, sus bienes pasaron mediante un largo litigio a poder de sus sobrinos Jesús y Benigno Perilla,
quienes dicen ignorar el paradero de aquel minúsculo objeto, portador de un misterioso mensaje para el Sumo Sacerdote
del Sol, a través de los siglos.

Valga esta última tentativa en busca del secreto del pueblo Chibcha, como un apólogo que simbolice la cruel desventura
de su sino. El último de los Jeques espera hasta la extinción de su estirpe el restablecimiento del culto máximo, para
cumplir una sagrada misión de su raza, e inconsciente del naufragio de sus ideales y de sus dioses, entrega el emblema
de un pasado ignoto al representante de una civilización que lo desconoce, tanto como él se ignora a sí mismo.

¡La incomprensión de los actores en este triste apólogo dejó subsistente el enigma de una civilización muerta, el cual
permanecerá, acaso para todos los tiempos, como un interrogante de esfinge en la prehistoria de América!”. (Triana, Op.
Cit., p. 260-262).

Figura Narrativa ▼ “LEYENDAS HISTÓRICAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a guacas

▼ “TESOROS Y SANTUARIOS

La actividad y eficacia de las industrias locales tenían en las exóticas y en el comercio del oro, su balance o equilibrio
económico. Así, como pueblo industrioso, el chibcha era rico en joyas de uso personal, sus magnates desplegaban un lujo
soberbio en adornos de oro y esmeraldas y los Soberanos acumulaban inmensos tesoros por causa de tributos. En las
muchas fiestas de orden privado y en las innumerables de orden oficial que su bienestar económico les permitía celebrar
en el ansia de placeres que la riqueza fomenta, los Chibchas se presentaban engalanados con guirnaldas, zarcillos,
gargantillas y brazaletes de resplandeciente oro fino y rutilantes esmeraldas. En las guerras, carreras de honor, y juegos
atléticos los campeones aparecían en la liza cubiertos con cascos, pecheras y cinturones primorosamente repujados con
figuras simbólicas y esmaltados de ricas gemas. Los mantos reales y las coronas y cetros de los príncipes exhibían un
juego deslumbrador de filigranas y pedrería. Los sitiales de los soberanos estaban enchapados en oro, así como las
andas o literas en que se hacían conducir. En Tunja, Duitama y Sogamoso había en las puertas de las casas unas
colgaderas de oro que sonaban al abrir y cerrar. A los muertos acaudalados se les enterraba ataviados con una parte de
sus prendas de adorno y uso personal, lo que constituía un rico tesoro fúnebre, y se les ponía en las ventanillas de la nariz,
en las cuencas de las orejas, en la boca y sobre el ombligo magníficas esmeraldas. A los cadáveres de Zaques y Zipas,
además, se les embalsamaba al estilo egipcio, se les envolvía en una cinta de oro, se les colocaba en una caja mortuoria
tallada en un bloque de madera fina y se les enterraba en sepulturas profundas en sitios ignorados que sólo el sacerdocio
conocía. A los mismos humildes indiecillos, hijos de la gleba, se les ponía en la tumba su hachuela de trabajo, su huso y
telar, la terracota representativa o por lo menos una rústica olla con las cuentecillas de piedra que constituían su atavío,
amén de sus fetiches y tal cual morrallón de esmeralda. Así muchas riquezas volvían al seno de la tierra.

También volvían al seno de la madre común en forma de ofrendas, la mayor parte de los tunjos que fabricaban los joyeros,
los cuales se colocaban en urnas propiciatorias en los templos para enterrarlas después de colmadas, en lugares
recónditos o se arrojaban al fondo de las lagunas sagradas. Eran muchas las lagunas y pocetas que restaban del desagüe
en las planicies y son numerosas las cuencas del suelo en la cordillera que apresan las lluvias, en casi todas las cuales se
han encontrado dijecillos de ofrenda, en señal de que todo depósito natural de agua era sagrado para los Chibchas y
constituía un altar de propiciaciones a la diosa Sie. Estos actos de piedad repetidos a través de largos siglos, por
generaciones sucesivas, determinaron verdaderas minas de oro en cada una de aquellas lagunas, las cuales han venido a
ser objeto de empresas de explotación aurífera. Las dificultades para el desagüe han defendido en algunos casos esos
tesoros hasta nuestros días; pero en otras el éxito ha venido a coronar el empeño de los empresarios, después de una
serie de tentativas desafortunadas.

▼ La célebre laguna de Guatavita, donde tenía lugar la famosa ceremonia de El Dorado, después de haber causado la
ruina de una larga serie de empresarios encabezada por el Capitán Lázaro Fonte y el comerciante Antonio de Sepúlveda,
en los primeros días de la Colonia, a fuerza de perforaciones ha venido a reducirse a una cuenca seca, llena de milenarios
sedimentos que constituyen un banco aurífero en explotación actualmente, por una compañía inglesa.

▼ La de Siecha, no menos célebre, situada sobre la cordillera al suroeste del pueblo de Guasca, dio origen a multitud de
olvidadas empresas de desagüe desde los comienzos de la Colonia, entre las que figura la de un tal Matos, quien por
haberse arruinado en eso la bautizó con su nombre. En 1870 costó la vida de los empresarios señores Enrique Urdaneta y
Jorge Crowther, asfixiados en un socavón que se practicó hasta el vértice de la cuenca. Se calculaba que el estallido del
depósito de pólvora que se había colocado en el extremo del socavón rompería el delgado tabique y que las aguas se
precipitarían por allí; pero transcurrió el tiempo suficiente para que ardiera la mecha y no aparecieron burbujas en la
superficie de la laguna ni se oyó el estallido, lo que hizo pensar a los empresarios que la mecha se había apagado, e
impacientes, penetraron en el socavón y no volvieron a salir, envenenados por los gases de la combustión. El efecto, sin
embargo, se produjo en parte y por mucho tiempo estuvo escurriendo lodo espeso por la perforación, en el cual solían
lavar los campesinos dijecillos de oro; pero la empresa formal fracasó con aquel deplorable siniestro. Hoy no queda de
aquella pequeña laguna sagrada sino la cuenca seca colmada en el fondo de un barro endurecido y de muy difícil lavado,
justamente por falta de agua, a causa de estar situada en una eminencia sin vertientes.
Anexo A. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas 67

▼ El extenso lago de Fúquene, residuo del que cubría el valle de Ubaté, era en concepto de los Chibchas el lecho del dios
Fu o Fo, según lo indica la etimología de su nombre, y en el centro de él hay una isla llamada hoy de ‘El Santuario’, donde
se le rendía culto a esta divinidad sombría. Al amparo de esta divinidad agresiva se refugiaron los indios en los comienzos
de la Colonia, huyendo de las crueldades de sus dominadores, a una isla que actualmente ha quedado en seco y que
forma un otero, en el cual existe un cementerio de la raza proscrita cubierto de sepulturas que el buscador de tesoros ha
violado a caza de esmeraldas. (Manuel Ancízar, Peregrinación de Alpha. Por las provincias del norte de la Nueva Granada
en 1850-1851, segunda edición, p. 28, citado por Triana, Miguel. La civilización Chibcha, edición limitada, Cali: Carvajal &
Compañía, 1972: 184).

Este lago ha sido objeto de constantes proyectos de desagüe, aunque no con el intento directo de extraerle las riquezas de
oro que debe contener, sino con el propósito de utilizar los terrenos y evitar las inundaciones periódicas de la planicie de
Ubaté. Las orillas que van quedando enjutas, al ararlas, han ofrecido numerosos encuentros de alhajuelas de oro,
especialmente por el costado de Guachetá, hasta donde se extendía este poblado, según se comprende por los
cementerios prehistóricos que por allí abundan.

▼ La laguna de Iguaque, llamada actualmente de San Pedro, situada al noreste de la ciudad de Leiva, fue también motivo
de codicia en los comienzos de la Colonia, a causa de que en ella arrojaron los indios del extinguido pueblo de Iguaque
una estatua de oro macizo, como de veinte arrobas de peso, que representaba el primer hombre a la edad de tres años,
salido de aquella laguna con la madre Bachué, según la leyenda. El Padre Francisco Medina, doctrinero de estos indios,
descubrió que sus catecúmenos se disipaban en prácticas idolátricas en un templo subterráneo que habían cavado bajo el
pueblo, y una noche asaltó el adoratorio en compañía de otros españoles para apoderarse de los ídolos; pero fracasó en
su empeño, porque los indios no se dejaron sorprender y le infligieron un severo castigo por su sacrílega tentativa. (Fray
Pedro Simón, Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales, Vol. II, p. 281, citado por
Triana, Op. cit., p. 184-185).

▼ Fue la laguna de Teusacá lugar de ofrendas, según lo afirma Rodríguez Fresle en la página 19 de su libro, y agrega con
donosura: ‘El cuarto altar y puesto en devoción era la laguna de Teusacá, que también tiene gran tesoro, según fama,
porque se decía tenía dos caimanes de oro, sin otras joyas y santillos, y hubo muchos golosos que le dieron tiento; pero es
hondable y de muchas peñas. Yo confieso mi pecado, que entré en esta letanía con codicia de pescar uno de los
caimanes, y sucedióme que habiendo galanteado muy bien a un Jeque, que lo había sido de esta laguna o santuario, me
llevó a él, y así como descubrimos la laguna, que vio el agua de ella, cayó de bruces en el suelo y nunca lo pude alzar de
él, ni que me hablase más palabra. Allí lo dejé, y me volví sin nada, con pérdida de lo gastado, que nunca más lo vi’.
(Rodríguez Fresle, El Carnero, p. 19, citado por Triana, Op. cit., p. 185).

▼ La presunción muy probable de que el arcano eterno del lago de Tota, situado al sureste de Sogamoso, fueron
confiados por el celoso sacerdocio del templo máximo del Sol las reliquias sagradas, para defenderlas de los ultrajes de la
Conquista, hizo pensar en 1880 a un atrevido empresario en el desagüe de esta hermosísima laguna, y al autor de este
libro le tocó en gracia hacer los estudios técnicos necesarios. Entonces comprobó que subsistía aún entre los indígenas
del vecindario de Cuítiva la tradición de un monstruo negro con cabeza de toro que dizque vive en las aguas de esa laguna
encantada, del cual habla Piedrahita en su Historia. Algunas alhajas se han encontrado en la llanura lacustre de
Puebloviejo, como rezago de las ofrendas que los habitantes del extinguido pueblo de Guáquira, situado a orillas del lago,
hacían en sus aguas sagradas.

▼ En el picacho que domina la laguna de Ubaque había ocultado sus tesoros el Cacique de la región, según leyenda
recogida de tiempos remotos por el cronista. (Simón, Op. cit., Vol. II, p. 327, citado por Triana, Op. cit., p. 185). Deseoso
el hermano del Zipa, Gobernador de Guatavita, de apoderarse de ellos, sorprendió una noche a los guardianes, matando a
muchos de ellos, y ocupó en asalto la empinada cumbre. Avisado el Ubaque, ocurrió solícito y embravecido a recuperar la
codiciada presa y hubo una lucha trágica en la cúspide de aquella roca piramidal, de la que resultó que el inmenso tesoro
fue arrojado al agua. Esta leyenda indujo a un español de apellido Carriega a intentar el desagüe en los primeros días de
la Colonia y este intento le costó la vida al codicioso por lo que por entonces se bautizó la laguna con su nombre.
(Rodríguez Fresle, Op. cit., p. 19, citado por Triana, Op. cit., p. 186).

▼ Las mencionadas lagunas fueron los más respetados altares de ofrenda, como los llama Rodríguez Fresle; pero se
puede asegurar que todos los depósitos de agua, por pequeños que fueran, constituían para los Chibchas otros tantos
santuarios de adoración de la diosa Agua. Donde quiera que hay en las cordilleras pequeñas cuencas colmadas de
sedimentos, allí se encuentran dijecillos de oro de las ofrendas tributadas. Entre estos pequeños depósitos es digno de
mención por lo fantástico de su tradición uno situado en la serranía que separa el valle de Tabio del de Subachoque,
llamado la Lagunita misteriosa, por la circunstancia de que en invierno estaba seca y en verano se colmaba de agua. En
esta pequeña cuenca, de unos cincuenta metros de diámetro, encuentran tunjos los guaqueros que practican
perforaciones en el sedimento que la colma actualmente.

▼ El famoso ‘Pozo de Donato’, en Tunja, es uno de tantos depósitos cenagosos donde la tradición atribuye la ocultación
de cuantiosos tesoros indígenas. El nombre de este pozo se debe, como es notorio, al primer empresario que pretendió
desaguarlo para apoderarse del tesoro del Zaque, arrojado allí, según se cree, la noche trágica de la ocupación de Tunja
por Quesada. No obstante el haber divagado por mucho tiempo los expedicionarios españoles en busca de esmeraldas,
de las que hicieron un grande acopio por los lados de Somondoco, no le fue posible al Zaque de Tunja poner a salvo
durante este plazo todas sus riquezas, y cuando los invasores creyeron tomarlo de sorpresa encontraron, como señal del
traslado de la mayor parte, una petaquilla caída al respaldo del cercado que contenía ‘hasta ocho mil pesos de finísimo oro
en diferentes joyas, tras de la cual dieron luego con un ataúd del mismo oro fino, hecho a modo de linterna o farolillo, el
cual tenía dentro unos huesos de hombre que debían ser de algún Cacique antiguo, que pesó seis mil pesos, sin otros que
68 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

valdrían las esmeraldas que tenía dentro; junto con los huesos hallaron muchas chagualas o patenas, águilas y otras joyas
del mismo oro fino, y colgadas a las puertas de los aposentos de las reales casas, colgaderas que sonasen unas con otras
al abrir y cerrar de las puertas; tampoco se les escondieron mucha cantidad de caracoles marinos, muy grandes y
guarnecidos del mismo oro’. (Simón, Op. cit., Vol. II, p. 191, citado por Triana, Op. cit., p. 187). Con todos los objetos de
oro que iban encontrando los soldados en el saqueo mandó el general Quesada que se hiciese un montón para el reparto,
ante el cual aquellos exclamaron gozosos: ‘¡Pirú, Pirú, Pirú! señor Licenciado. ¡Voto a tal! ¡Que también hemos hallado
por acá otro Cajamarca!’. Ya en el templo de Baganique, en Ramiriquí, habían encontrado los soldados del Capitán
Fernán Venegas tan copioso tesoro, según dice el cronista, que de él sacaron, además de finas esmeraldas, algo como
‘seis mil pesos en joyas, razonablemente labradas y algunos animales de buen oro fino, como serpientes, águilas y otros
que tenían ofrecidos los indios a sus ídolos’. (Simón, Op. cit., Vol. II, p. 183, citado por Triana, Op. cit., p. 187).

▼ No fue tan generosa la fortuna de los merodeadores al saquear a Duitama, de paso para Sogamoso; porque el
malicioso Cacique de este pueblo, menos perezoso que el Zaque, puso en tiempo a salvo sus tesoros. Sin embargo
encontraron colgaderas o sonajas de oro en las puertas y muchas ricas piezas olvidadas, entre las cuales hubo alguna que
pesó más de mil pesos de buen oro. (Simón, Op. cit., Vol. II, p. 196, citado por Triana, Op. cit., p. 188).

▼ Es de presumirse, según el tiempo perdido por Quesada en las resistencias que le ofreció el Cacique Tundama para
impedirle la invasión al Valle Sagrado, que los tesoros del templo máximo de Sogamoso y sus numerosos sacerdotes se
escondieron, pues cuando lograron entrar a saco en la ciudad, no encontraron en el tabernáculo sino un guardián anciano,
de larga barba blanca, y unas momias sacerdotales envueltas en mantas, ‘adornadas con muchas joyas de oro fino, de
diversas hechuras, y muchas sartas de cuentas’; también es de presumirse, como lo dijeron después los profanadores,
que el guardián aquel puso fuego al templo, ‘el cual duró humeando un año entero’. Sin embargo, en el resto de la ciudad
el saqueo produjo, según cuentas del cronista, más de seiscientas libras en piezas de fino oro, o como otros quieren, más
de ochenta mil ducados. (Simón, Op. cit., Vol. II, p. 198, citado por Triana, Op. cit., p. 188). Estos encuentros dispersos en
la ciudad son apenas un indicio de las riquezas del templo ocultadas por los indios, sobre las que jamás pudieron dar
después los españoles. Una investigación metódica, de recursos científicos, puede, sin embargo, descubrir el lugar de la
ocultación.

▼ Estimulados por este fácil botín, los españoles volaron sobre Bacatá en busca del tesoro del Zipa Tisquesusa, a quien
no pudieron aprehender ni siquiera conocieron de vista, merced a la hábil estrategia que desplegó en su defensa.
Después de marchas y contramarchas inútiles, corrió la noticia de que en un asalto nocturno había muerto Tisquesusa y
dieron los invasores con un sustituto embustero, cuyo nombre, Za-zipa, que se traduce ‘No-Zipa’, indica claramente el
papel que desempeñó en la estratagema. Sometido a tormento el falso Zipa para que entregara el tesoro, murió
obstinado, después de un mes de cruel suplicio, el cual consistió en ponerle herraduras incandescentes en los pies. El
tesoro del Zipa quedó ignorado, y en su busca anduvieron los españoles mucho tiempo por cuevas y peñascos. Al elegir
el sitio para fundar a Santa Fe en un cercado de recreo del Zipa, encontraron donde iba a quedar la plaza, un santuario del
que sacaron más de veinte mil pesos de buen oro, ‘según la fama’. (Rodríguez Fresle, Op. cit., p. 23, citado por Triana,
Op. cit., p. 189).

▼ Posteriormente, por diligencia del Obispo Fray Juan de los Barrios, de una de las sepulturas que hallaron en los cerrillos
de Cáqueza, se sacaron más de veinticuatro mil pesos de buen oro. (Simón, Op. cit., Vol. II, p. 311, citado por Triana, Op.
cit., p. 189).

▼ Durante las luchas de la conquista, el gran señor de Guatavita permaneció cobardemente agazapado y olvidado en el
valle de Gachetá, sin prestarle auxilio a su rival el de Bacatá. Sabedor de que los españoles habían sacado el tesoro del
Zipa que tenía en Teusaquiyo y que eran tan amigos del oro que andaban por los pueblos buscándolo y lo sacaban de
donde estuviera, ‘llamó a su Contador, que era el Cacique de Pauso, y dióle cien indios cargados de oro, con orden de que
los llevase a las últimas cordilleras de los Chios que dan vista a los Llanos, y que entre aquellos peñascos y montañas lo
escondiesen y que, hecho esto, se viniese con toda la gente al cerro de la Guadua y que no pasase de allí hasta que él le
diese orden. Volvióse (Pauso) con toda la gente al cerro de la Guadua, guardando el orden de su señor, a donde halló al
Tesorero Sueva, Cacique del Zaque, con quinientos indios armados, el cual pasó a cuchillo, a todos los que habían llevado
el oro a esconder, y al contador Pauso con ellos’. (Rodríguez Fresle, Op. cit., Cap. VII, citado por Triana, Op. cit., p. 189)
[…]

▼ La noticia de estos tesoros volaba agitada, en alas de la fama y encendía la imaginación de los menesterosos del viejo
mundo, y los aventureros en avalanchas asoladoras invadían el Nuevo Reino, en busca de fáciles fortunas; de modo que
no quedó sepultura ni santuario probable que no fuese materia de explotación. La busca de entierros o guacas indígenas
vino a constituir un arte casi adivinatoria, por los recursos admirables de que se valía y por la certidumbre de los indicios
para su encuentro. Incalculable fue la cantidad de oro y esmeraldas extraídas en los primeros tiempos de la Colonia de los
cementerios prehistóricos y de los innumerables sitios de adoratorio que los indios habían consagrado, y sin embargo, el
venero de los tunjos, aunque empobrecido, no se ha agotado todavía, y la guaquería es una verdadera profesión para
muchas personas que suelen derivar de ella pingües rendimientos en la actualidad. Con frecuencia se oye decir del
encuentro de valiosos tesoros indígenas y a diario aparecen en las vitrinas y en los aparadores de las joyerías nuevos
muestrarios de tunjos, que los extranjeros se apresuran a adquirir para enriquecer con ellos los museos de Europa y
América”. (Triana, Op. cit., p. 181-192).
Anexo A. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con guacas 69

Figura Narrativa ● “REFRANES, DICHOS Y CONSEJAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a guacas

● “GUACA

Tesoro escondido, especialmente de los indígenas. Antiguamente se llamaba así a la actual población de Heliconia
[Antioquia], muy famosa en todo el país por sus antiguas factorías de sal de Guaca y por ser la cuna del verraco de Guaca,
cerdo desproporcionado y salvaje, peligroso, que era el terror en el siglo XVIII en toda la comarca. Se le llamó Guaca por
la cantidad de guacas indígenas halladas en su territorio generalmente con elementos de oro que en esa época fueron
cambiados con las tribus cercanas por la valiosa sal yodada”. (Solórzano, Op. cit., p. 98).

● “CUEVAS

Se les asocia siempre con el refugio de Satanás, allí viven seres extraños y horribles que hacen o el bien o el mal, hogar
de vampiros y de murciélagos, antiguamente se creía que allí vivían los dragones, que en esas cuevas encantadas vivían
los genios o guardaban fabulosos tesoros de los indígenas, que son la entrada o salida de laberintos que llevan a ciudades
fabulosas habitadas por seres extraterrestres”. (Ibid., p. 88).

● “LOS ENCANTOS

Que cuando llueve bastante los viernes santos y bajan las crecientes y las aguas se salen de sus cauces, es cuando flotan
los encantos de oro en forma de gallina, con sus polluelos o con figura de cabeza de toro y que para poderlos enlazar se
necesita un rejo mojado con agua bendita y esparcirles sal de cocina”. (Reyes, 1982: 121).

● “COSTUMBRES FUNERARIAS Y SEPULCROS

Las bóvedas o sepulcros eran fabricados de diversas maneras: hacían una perforación vertical al terreno, que luego
ensanchaban en la parte inferior para formar lo que propiamente se llamaba cámara. La lumbrera era de forma
rectangular, cilíndrica, cónica o en forma de media luna. […] Las hay casi superficiales de dos y media varas, de 5, de 8,
de 10 y hasta de 25 varas de profundidad. A uno y otro lado de la bóveda se hacían excavaciones secundarias para
enterrar a las mujeres y los esclavos o servidumbre del cacique, […] pues suponían que el muerto necesitaba en la otra
vida de los enseres que le habían servido durante su vida mortal. Muchas bóvedas se han encontrado de una longitud de
tres metros con veinte centímetros, por 2,40 metros de ancho o de un radio que va de 1 a 5 varas. En el centro de la
cámara se depositaba el cadáver, a veces de pies, recostado a una de las paredes laterales, en nicho especial, casi
siempre tendido de espalda y con la vista hacia el oriente. El acceso se hacía a veces por galerías en forma de espiral o
por escalones labrados en las paredes. A diferentes alturas de la galería se han hallado cadáveres cuyo número variaba
según la importancia del muerto, llegando a localizarse hasta 80 estas víctimas, lo que indica que la servidumbre y las
tiguyas del difunto eran sepultados vivos, después de embriagarlos y narcotizarlos hasta la inconciencia. Una vez
terminada esta labor del enterramiento, se echaba una pared vertical que incomunicaba el cadáver con la lumbrera y esta
se iba llenando con tierra de diferentes colores, aportadas para el caso, de minas especiales. Varias huacas se
encuentran con las paredes barnizadas de blanco, con rayas rojas o de este solo color; las paredes son pulidas y se han
llegado a encontrar algunas con las paredes de la lumbrera y la bóveda cuidadosa y matemáticamente cubiertas con lajas
de granito, sobre todo aquellas que ostentan, en su techo forma trapezoidal. Algunas forman galerías o salones de
bastante amplitud, sostenidas por columnas de la misma tierra perforada; al lado del muerto se colocaban sus trastos de
cocina, de comedor, sus armas y herramientas de trabajo. Sobre la cara del cadáver y debajo de la espalda se situaban
cuidadosamente sus alhajas de oro, de cobre y piedras de distintos colores, a las que ellos tributaban una especie de
adoración, por creerlas animadas de algún ser espiritual, invisible; el cadáver a veces se envolvía en finas mantas, de las
cuales se encuentran retazos en los que se ven aún los colores y la trama del tejido. Las joyas muchas veces las
disimulaban en perforaciones especiales debajo del cadáver o a los lados, en las paredes de la cámara; algunas están
comunicadas por galerías adyacentes, por huecos cilíndricos de diámetro imposible de que por ellos cupiese una persona,
siquiera fuese pequeña. Los huaqueros tienen lenguaje especial y sus ideas propias nacidas de la superstición; el que se
acerque con envidia, con ambición desmedida, con malas intenciones, sin fe, en pecado mortal, y aun más si es mujer,
puede estar seguro que el oro de la huaca se corre o se llena esta de agua, o se derrumba o el tesoro se convierte en
carbón. Quien recorra el territorio de los quimbayas, sobre todo en los municipios de Montenegro, Armenia, en Quimbaya,
Pereira, lo encontrará completamente perforado por todas partes. La locura de las huacas ha llegado a ser general, y es
que esto tiene su prestigio, algo inexplicable que agrada y llena de esperanzas. Yo mismo, deseoso de conocer esa vida
subterránea y poder dar mejor razón en mi obra, no he podido librarme de esta fuerza magnética que le obliga a uno a
trabajar sin descanso, sobre todo si está acompañado de amigos que se riegan como hormigas perforando la tierra con
sus golpes o cateos inmisericordes. A ello debo, sin embargo, poder completar este estudio con mis personales
observaciones”. (Bedoya, Op. cit., p. 194 - 196).

Promediando el siglo pasado, este docente e historiador tolimense atestiguaba sobre lo ocurrido en su región:

● “Generalmente, se ha considerado a los pijaos […] como una raza meramente guerrera y destructora; bien pocos les
conceden manifestaciones de adelanto. Mas, lo que existe, en realidad, es un desconocimiento culpable de esta raza, […]
los arqueólogos comienzan a estudiar la vida soterrada de esta nación y algo se ha adelantado, si bien es cierto que no
existen aún colecciones apreciables de la cerámica y de la orfebrería de los pijaos. Lo poco que se va encontrando en los
70 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

sepulcros, va desapareciendo dentro de los patrimonios particulares. Esta vasta zona está virgen, y tenemos la convicción
de que se pueden hacer estudios de provecho para el conocimiento del verdadero estado cultural de esta raza, […] los
estudios arqueológicos tienen bastante qué hacer en el territorio que ocuparon los pijaos. Ibagué y Neiva están en mora
de formar el museo correspondiente para asegurar los tesoros arqueológicos y evitar que los particulares se carguen con
este patrimonio nacional”. (Ibid., p. 145-146).

Páginas adelante y en tierras más al norte, el citado autor hace relación de los productos del talento de los orfebres y
alfareros quimbayas, reportando para la época en que escribe:

● “Orfebrería […] se han encontrado de muchísimo valor artístico, ya clasificados por los coleccionistas y ampliamente
estudiados por los arqueólogos. Desgraciadamente, las joyas más raras han salido del país. Cerámica. En esta materia
[…] las obras de los quimbayas llegan a ser suntuosas por la forma artística y la variada pintura. […] Para poder apreciar
estos detalles no hay sino meterse uno en el depósito del señor Roberto Quintero, de Montenegro, en donde aquello es
para desconcertar al observador. Más de dos mil obras en las que palpita la vida de una raza opulenta, en donde el color
de las pintas, soterradas de 5 a 600 años, en una tierra húmeda, como la del Quindío, no ha perdido su frescura ni su
belleza artística. Lástima grande que la incuria de los huaqueros y la rapacidad extranjera, sin control hasta hace poco
tiempo, nos hayan privado de tantas y tan preciosas obras de arte Quimbaya, y que hoy reposen estos tejos en las selvas
del Quindío, o luciendo su opulencia fantástica en los museos de Europa y América”. (Ibid., p. 201-202).

CREENCIAS COMUNES

● Circula la opinión de un riesgo inminente en torno a la guaca debido a la presencia de personas no apropiadas,
portadoras de malas energías, o que han tenido relaciones sexuales por esos días, o mujeres con el período menstrual,
cuya cercanía podría causar la desaparición o corrimiento del material enterrado. (Alirio Álvarez, guaquero, comunicación
personal, Bogotá, D.C., diciembre de 2001).

● Los grupos de buscatesoros acostumbran advertir:

-‘El que no se halla al entierro de su padre, no puede reclamar herencia’.

Esto significa que si la persona elegida para encontrar la fortuna no toma partido con prontitud, al tratarse de una guaca o
un entierro se pueden correr, pues las fechas para la entrega de las pertenencias son estrictas, y normalmente, están
próximas a cumplirse, con lo cual se perdería no sólo el esfuerzo empleado por tanto tiempo, sino la honrosa oportunidad
de participar en el enriquecimiento casual. Esto terminaría por molestar a los espíritus. (Fabio Arrubla, rezador,
comunicación personal, La Peña, Cundinamarca, junio de 2001).

● Otro argumento tiene que ver con los espíritus cuidanderos, especie de genios guardianes cuya misión es velar por la
conservación de la guaca protegiéndola de intrusos. Empero, ante la insistencia o descubrimiento del reto o prueba con
que está conjurado el tesoro, pueden permitir su rescate. Tales espíritus también se enojan y ocultan los objetos preciosos
por la inconstancia en el trabajo, que mostraría a ese equipo de búsqueda poco merecedor de los premios, al carecer de
cualidades que distinguen a todo excavador como son la laboriosidad y tenacidad. (Alfonso Beltrán, guaquero,
comunicación personal, Bogotá, D.C. julio de 1998).

● Que donde comienza o termina el arco iris se esconde una olla colmada de oro de los indígenas.
B. Anexo: Cuerpo oral, escrito y
mediático relacionado con entierros
Figura Narrativa ▲ “GENEALOGÍAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a entierros

▲ El PERGAMINO

Uno de los más célebres ejemplares de la colección de mensajes misteriosos a través de los tiempos. Documento en
presentación mecanográfica o manuscrita que envuelto en el arcano resurge periódicamente en manos de ciertos
portadores, quienes aseguran su legitimidad apoyándose en su trascendencia durante siglos entre privilegiados e
iniciados. Transcribe eventos de entierro, escamoteo y posteriores reapariciones de fabulosas fortunas. En su estructura
pueden determinarse componentes propios del arquetipo guaquero que se repiten casi invariablemente en todas las
versiones, desde las más sencillas de una página hasta las muy elaboradas que llegan a constar de 3 ó 4 cuartillas. Estos
factores pueden ser: salutación o fórmula de tratamiento para el lector, prometiéndole desde ese momento larga
prosperidad condicionada al cumplimiento de las instrucciones que en seguida se le imparten; descripción de los hechos
que rodearon el entierro; inventario de esos bienes; exigencia de un reto seriado, en general con fuerte influencia católica,
que pone a prueba la devoción resaltando la necesidad de acudir a un especialista religioso; plano o mapa del tesoro,
incluso con una equis marcando el sitio exacto; firma o mención del nombre de un supuesto personaje importante, con
frecuencia extranjero, a quien se atribuye el entierro; despedida empleando fórmula de tratamiento de carácter piadoso
como bendición, amén, etc.

▲ “Usted encuentra señoras de edad avanzada que cuentan que cuando muy niñas vieron a sus papás enterrar zurrones
repletos de monedas de oro, morrocotas, en los solares de sus casas o entre las paredes, todo con sigilo y precaución.
Pero ellas, jugando y curioseando, vieron todo. Eso se les quedó presente en la memoria y sólo hasta ahora, porque están
en necesidades económicas, se atreven a divulgar lo del tesoro y posiblemente a buscarlo si les ayudamos. Eso sí, avisan
que hace muchos años, por culpa de otro familiar que habló y que ahora no está presente, un aventurero les habría
sacado el secreto y alcanzó a robarles una parte del dinero sepultado. ‘Me parece que sacó algo pero no recuerdo bien’,
le dicen. A veces, se les ve en compañía de alguno de sus familiares, esposo o hijos de mediana edad, que les ayudan a
contar la historia”. (María del Carmen Valero, propietaria de finca, comunicación personal, El Colegio, Marzo de 1997)

▲ “En Casanare por generaciones hemos sido buenos y nos pasa de todo. Desde de Bogotá venia un costeño alto. El
sitio era un hato de la familia que teníamos por Trinidad [Casanare] y donde se oían y veían cosas, tenía un mentalista que
era como su socio y yo los llevaba en un Toyota nuevo que había comprado para ir a la finca y viajábamos también en un
Samurai. En esa época se podía transitar sin que lo pararan. Se miraban buenas personas. Los aparatos que cargaban
eran una especie de dados fríos en metal, pesados, del tamaño de dos panelas. No cargaban maletines, ni paquetes.
Excavaron en la finca de nosotros un hueco del tamaño de un hombre, la última noche al socio se le pusieron los ojos
rojos. Nos ordenó alejarnos 5 metros y colocarnos de espaldas, solo oíamos los quejidos y sacaron una pepita de oro y
una figurita. Por esto nos cobraron mucha plata y nos dejaron las cositas de oro. Quedaron de volver porque había más,
pero tenían que volver con otro experto para terminar de desconjurar. Como los días pasaban y nada, nos fuimos para
Bogotá a cambiar el oro y nunca los encontramos en la tal oficina, se habían trasteado. En la joyería nos dijeron que no
era oro y después de la prueba se puso todo negro y se derritió. No quedó nada. Les fue bien porque dieron con llaneros
de cepa, el llanero auténtico, de adentro, el confiado y bueno, que cuando usted llega le da posada, chinchorro y hasta
comida, así sea a media noche…

▲…En el hato de unos parientes había una habitación con piso en mineral para las visitas. Allí durmió un hermano
cristiano que me contó el caso. Había una figura alta con costal que se le aparecía a los que se quedaban. Los sustos no
lo dejaron dormir. Fue él después con máquinas y marcaban dentro de la habitación en varios sitios y la aguja se
enloquecía. Lo que fuera había quemado antes varios aparatos sofisticados de otros individuos. Él no pudo sacar nada y
me dijo que fuera después. Cometí el error de ir sólo, tuve un combate espiritual esa noche. Empecé a romper el piso y
me dio de pronto una ‘jucha’ [comezón]. Cuando se me quitó el salpullido después de unos dos minutos se le pasó a los
que estaban excavando y de inmediato saltó algo proveniente del hueco como en forma de un chorro de agua que los
empapó. Les dije: ‘Está bien, dejemos todo como está y vámonos, esto no es para nosotros’. Dejamos un hueco como de
72 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

un metro. Con tres hermanos pastores guerreros [se refiere a líderes religiosos protestantes] y yo, lo habríamos sacado,
pero es muy peligroso ir sin respaldo…

▲…Esta historia le pasó al sobrino de unos compadres: el papá que estaba muerto desde hacía tiempo lo llamaba y lo
llamaba. El mensaje era tan fuerte que la mamá del muchacho lo oía y lo miraba que lo sacaba de la casa para la
topochera [platanera] y hablaban medias horas cada noche, el muchacho parecía un autómata. A la hermana también le
sucedió pero ella no prestó atención. El mensaje del papá era: “es para usted no le comente a su mamá”. Un día el
muchacho pescando en el río se encontró una múcura, la cogió y vió que era muy pesada. Miró adentro y encontró que
tenía bolas de oro de casi 800 gramos. Ese día todos se habían ido y las enterró en una esquina del rancho y cada
semana la cambiaba de sitio. La curiosidad hizo que se las llevara para Trinidad y le prestaran plata sobre las bolitas de
oro porque no las quiso vender. Obtuvo cinco millones de pesos que gastó en los prostíbulos durante toda una semana.
Al cabo de ese tiempo volvió sin dinero y a partir de ahí experimentó una vida difícil con sustos y hambre. Como pudo y a
partir de las cosechas, consiguió la plata para recuperar las bolitas de oro y las regresó a la múcura y la volvió a enterrar
en el rancho. Un día cuando ya le había contado a la mamá y a la hermana lo que le había pasado, decidieron repartirlas
entre la familia. Fueron y alistaron un cuero viejo de vaca para voltear la múcura y regar las bolas para hacer el reparto
entre la mamá, la hermana y él. La mamá dijo: ‘una para usted, otra para mí, y otra para usted -señalándolos uno tras
otro- y así hasta que se termine’. Prepararon un sancocho para celebrar y mientras tanto buscaron la múcura, pero se
había hundido un poco más; les dio pereza seguir excavando y decidieron comer primero. Cuando esto, se acordaron y le
ordenaron a un muchacho ir a recoger la herramienta, que no se debe dejar tirada por nada, entonces, el muchacho
mandadero entró a la pieza y encontró un güío con las escamas que son las pepas de oro, y se le lanzó al muchacho que
salió a correr asustado. Él fue hasta donde estaban los otros y les contó todo tembloroso lo que había visto. De inmediato
dejaron la comida a un lado y se fueron a ver qué había pasado. Cuando todos entraron vieron al güío como enroscarse y
después enterrarse con múcura y todo y desapareció para siempre”. (Testimonios verbales de Marcos Samuel Hernández,
contratista de obras públicas, residente en Yopal Casanare, septiembre 2002).

Figura Narrativa ♦ “LEYENDAS RELIGIOSAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a entierros

♦ “LA LEYENDA DEL TESORO DE CARIBABARE

La leyenda del tesoro de Caribabare no es únicamente patrimonio de la cultura ancestral de Arauca: pertenece en mayor
grado a la región del Casanare. Sin embargo, es rescatable dentro de estas tradiciones en la concepción de que el llano
primitivo popular es uno, y como tal existe una casi perfecta identificación entre los aspectos tradicionales. La hacienda
Caribabare fue la de mayor extensión y productividad de las poseídas por la Compañía de Jesús en el Casanare. Entre
diciembre de 1765 y julio de 1767 el ingreso promedio de esta hacienda fue así: producto bruto $9.192.oo; Gastos de
ingresos $294.oo; dando un resultado líquido de $8.898.oo. Cuando se hizo inventario de esta hacienda en 1760, se
expresó lo siguiente: ‘Tierras de uno y de otro lado del Casanare… 10.606 reses…’ Conozcamos entonces la tradición del
Tesoro de Caribabare: el real decreto de la expulsión de los hijos de Loyola, dictada en el año de 1767 por Carlos III, se
había promulgado en Colombia, y aquellos para poner a salvo enormes riquezas de la institución, haciendo uso del escaso
tiempo que se les concedía para su éxodo, empezaron a movilizar secreta y activamente toda clase de valores
transportables hacia la Cordillera Oriental, con el fin de ocultarlos en algunos de los solitarios y selváticos parajes de las
pampas del Casanare. La idea de San Salvador o Puerto Casanare, por su situación más próxima a la llanura y su mejor
ubicación por estar sobre la margen de un río navegable, fue el lugar escogido. El Padre Manare, discípulo de la orden, el
encargado de ejecutar las disposiciones de ésta. Haciendo paradas de día en los sitios más despoblados y largas
jornadas de noche, de todos los puntos del país se destacaron expediciones que llegaban sigilosamente al Puerto de
Casanare, depositaban en la Casa Cural sus cargamentos y luego desaparecían. Atendiendo al arribo de estas
expediciones, no descuidando el desempeño de su ministerio, tuvo todavía tiempo el Padre Manare, de emprender en un
discreto sitio de las sabanas de Caribabare una excavación revestida de mampostería y pudo trasladar a ella los tesoros
que le habían sido confiados. Poco a poco, trabajando con el auxilio de los peones llaneros, de noche y con inquietud de
que fueran sorprendidos, la excavación fue colmándose con el tesoro de la Compañía. Era, según la tradición un tesoro
inmenso que podía emular con el de la gruta de la isla de Montecristi. Allí fueron cayendo cajas y más cajas de vasos
sagrados y joyas religiosas de inestimable valor; se aglomeraban lingotes de oro y de plata traídos por toneladas de
Antioquia y Chocó, se hacinaron cofres de piedras preciosas; se superpusieron sacos de monedas de oro, de plata, de
todos los valores y de todos los países. Este tesoro inmenso llenó un cuadrilátero de más de seis metros, y cuando estuvo
colmado, fue cubierto con lápida de piedra y con un concreto de calicanto que los aislaba de la humedad. Luego se desvió
la corriente de un riachuelo cercano, y sus aguas mansas y tranquilas corrieron sobre aquel depósito y borraron todo
vestigio, toda huella de aquellas riquezas que hubieran podido formar la grandeza de un imperio. Cumplida esta tarea, el
Padre Manare había concluido su misión. Nada le quedaba por hacer en aquellos lugares y tomó el camino del ostracismo
impuesto por sus hermanos. Nadie volvió a saber de él; pero cuentan en las crónicas que años después, en las épocas
del plenilunio cuando el astro caía, en alguna región de Caribabare, los llaneros veían, sin que cuerpo alguno se
proyectara, la sombra negra y escueta de un religioso que vagaba por las pampas. Y se decía que era el alma del Padre
Manare, que custodiaba el tesoro de la Compañía. Aún no se ha cerrado el caso de la leyenda del tesoro de Caribabare.
Cuentan que en 1944, cuando las compañías petroleras exploraban el llano, una comisión que con un gravímetro llevaba
un detector de minas, encontró el tesoro de los Jesuitas. Es más, se dice que las compañías junto con el petróleo
buscaban los tesoros ocultos en los sitios donde hubo pueblos y que fueron muchas las guacas que sacaron, excavando
Anexo B. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros 73

por doquier con el pretexto de adelantar misión exploratoria de petróleo. Sin embargo, hay quienes aseguran que el tesoro
aún no ha sido encontrado y que existe un mapa que tenía un hombre que enloqueció; este hombre era el guía del jesuita
español que remontando el Orinoco, el Meta y el Casanare llegó al Puerto de San Salvador, hoy apenas un caserío y allí
murió a consecuencia de una fiebre muy alta”. (Fondo Mixto Para la Promoción de las Artes y la Cultura de Casanare.
Texto digitado, s.f.).

♦ “LOS ENTIERROS O GUACAS

En varias casas viejas [de Cerinza, Boyacá], sus dueños se dieron a la tarea de buscar tesoros en donde habían visto una
luz o percibido ruidos extraños. Doña Evangelina contó a sus hijas y yerno, cómo estando una noche recostada en su
cama, rezando el rosario, vio entrar a su alcoba una gallina seguida de diez pollitos amarillos de puro oro y cuando dio a la
mitad del aposento, extendió sus alas y guardó bajo ellas a sus polluelos y luego se hundió entre la tierra formando una
llamarada que iluminó toda la casa. Días más tarde, suegra, hijas y yerno trancaron sus puertas; la sirvienta traía el pan y
hacía los mandados por sobre las paredes del solar para que ningún intruso se percatara de sus quehaceres; sus
moradores cavaban de día y de noche, trabajo que cesó hasta cuando se desplomó una pared de la solariega casa,
estando a punto de salir mal herida la tan atareada familia. Un cura por la misma época, muy dado a buscar ‘guacas’,
resolvió abrir troneras en la sacristía, asesorado de expertos guaqueros, habiendo encontrado un escaño de hierro repleto
de vasos sagrados de fino oro y pedrería. La señorita Carlota, sobrina del señor cura, estando un día sentada en la letrina
y al alzar sus ojos bien abiertos, vio entre una hendidura del cielo raso una custodia de oro macizo, aderezada de
esmeraldas y de rubíes, la que el coadjutor la tomó como suya. Dizque por estar en estos profanos menesteres fue el
motivo por el cual las paredes de la iglesia vieja se vencieron, y por dichas averías hubo necesidad de derribar la reliquia
colonial del pueblo”. (Reyes, Op. cit., p.123).

♦ “ALMAS EN PENAS

Cuando en las noches aparecen luces son las almas en penas de criminales, condenados o de quien ha dejado algún
entierro. Las almas en penas obligan a decir misa por el descanso eterno de su alma a quien encuentre el tesoro o
entierro y así poder salir del purgatorio. Cuando el alma en penas es de un condenado, el entierro o tesoro es custodiado
por el mismo demonio en forma de serpiente o de gatos negros, en este caso se les llama luces malas y hacen hasta
enloquecer a quien las ve y las sigue. También se cree que son las almas de los que fallecen no siendo sábado y tienen
que esperar hasta que la Virgen del Carmen venga a buscarlos”. (Solórzano, Op. cit., p. 80).

♦ “ASOMBRADO O ASOMBRADA

Son las visitas de las almas en pena. Por lo regular es un bulto, un quejido lastimero, pasos, llantos de niños, una llamita
azulada; algunas veces se oyen campanitas, el tintineo de monedas; otras veces sombras que cruzan rápidamente por el
frente de uno, se siente que alguien está al lado, se le sientan en la cama o en la mesa. Cuando se está solo, se para el
pelo”. (Ibid., p. 82).

♦ “LUZ MALA

Es el nombre que se le da a los fuegos fatuos los cuales inspiran respeto y temor. Se cree que son las manifestaciones de
las ánimas en pena o personas muertas que vagan purgando pecados o expresando deseos que hay que cumplir para que
descansen; ejemplo, anunciar un entierro. Hay veces que a la luz siguen un bulto o espanto y cuando uno se lo encuentra
debe preguntarle: ‘De parte de Dios todopoderoso, dígame: ¿Qué quiere?’”. (Ibid., p. 101).

♦ “LAS VELAS Y EL MUERTO

Las velas han estado relacionadas durante mucho tiempo con la muerte y el muerto. Una vela de ‘cadáver’ es la que
pende en el aire, impidiendo todos los intentos de acercarse. Según los documentos galeses, esas velas desaparecían si
se intentaba acercarse a ellas o ponerse en su camino. En esas ocasiones desaparecían y luego volvían a aparecer tras
el observador, para seguir su curso. Si se ve una pequeña vela con una luz azul clara, se producirá el cadáver de un niño
abortado o de algún niño pequeño; si es grande, entonces el cadáver de alguien ‘mayor’ se encontrará, mientras que dos o
más velas de diferente tamaño y forma indican diferentes cadáveres de distintos tamaños y edades. Sin embargo, si dos
velas vienen de lugares diferentes y se las ve encontrarse, dos cadáveres harán pronto lo mismo. A veces esas velas
indicaban los lugares reales donde enfermarían y morirían las personas. Con frecuencia, se vieron muchas luces que
seguían un camino exacto que llevaría un entierro más tarde. Si iba a haber detenciones en la ruta funeraria, la vela o
velas indicaban dónde, y la cantidad de tiempo allí pasado, pendiendo sobre el punto exacto. La tradición nos habla de la
promesa que hizo San David a los galeses de su territorio, que ninguno moriría sin el presagio de una luz viajando hacia su
casa desde el campo santo para llamar a su alma. Se pensaba que la llama era el espíritu de un pariente que llegaba a
escoltar el alma del moribundo hasta su lugar de descanso, y esta misma creencia se sostiene en Devon y Cornwall
[regiones en el extremo suroeste de Inglaterra], salvo por el hecho de que si el campo santo no contiene a ningún pariente
del moribundo, ninguna vela de cadáver vendrá a escoltar el alma”. (Vinci, 1983: 23-24).

♦ “LAS ÁNIMAS BENDITAS

Diversas son las historias que se cuentan entre las personas mayores de cuarenta años, de que fueron acompañadas por
la luz que despedía el alma de un pariente difunto, caminando por los aires a la altura del hombro y alumbrando el camino
del pueblo hasta el rancho; de lo contrario había sido difícil transitar por esos lugares peligrosos. Otros las han visto venir
74 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

por la bocacalle, embocar por la cañada, subir loma arriba, atravesar el monte y dar luego a la estancia del compadre
Isaías. […] bajar en vertiginosa carrera al cementerio y permanecer de las once de la noche hasta las tres de la mañana,
desandando por el campo santo, hasta cuando […] se enterró en la mitad del cementerio, despidiendo destellos como los
que son producidos por la soldadura eléctrica”. (Reyes, Op. Cit., p. 121-122).

♦ “JUAN MACHETE

Es un personaje dentro de los espantos, que hace sus apariciones en la inmensa llanura en las noches oscuras y
tenebrosas. Dicen que es un hombre alto y que su cara no se le ve, quien siempre porta en la cintura un gigantesco
machete, se hizo más rico y extremadamente millonario, haciendo un pacto con el diablo, comprometiéndose a entregar su
alma, la de su esposa y la de sus hijos. Después de que el diablo hizo rico a Juan Machete, con abundantes ganaderías y
haciendas, Juan comenzó a marcar sus ganados y bestias con una cruz y una jota. Pero Juan Machete tenía un corazón
noble y generoso, por lo que ayudó a los más pobres que vivían en su región. Con estos actos de benefactor y de
alabanza a Dios, hizo que se incumpliera el pacto convenido con el diablo, y este enfurecido se transformó en un toro
negro altamente peligroso. En un trabajo de llano este furioso toro, fue embistiendo a cada uno de los vaqueros
incluyendo al patrón Juan, matándolos junto con sus bestias de terribles cornadas. A partir de dicho suceso, el diablo se
configura en el espanto de Juan Machete, para no permitir la posesión de estas comarcas, o de quien quiera apoderarse
de terrenos que no sean por la vía legal”. (Fondo Mixto Para la Promoción de las Artes y la Cultura de Casanare. Texto
digitado, s.f.).

Figura Narrativa ▼ “LEYENDAS HISTÓRICAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a entierros

▼ “SIMON DE MURGA Y SU TESORO

Cuando Jorge Robledo vino por estos lugares con sus hombres, por allá en 1541, y encontró a unos indios que se la
pasaban cocinando sal obtenida de unas fuentes abundantes en este paraje conocido como Murgia, se llevó como prenda
para España a una indiecita que uno de sus hombres bautizó como María Jesús Ortíz. Cuando la india fue mayor le
confesó al hijo de su protector Simón de Murga, el secreto del tesoro de los indios Arbí en la jurisdicción del pueblo de Sal,
nombre que le dieron los españoles por sus salinas; este poblado también era conocido como Guaca debido a la gran
cantidad de sepulcros indígenas hallados en sus alrededores repletos de riquezas. La indiecita le pintó un mapa al colono
y le explicó que al subir y bajar de Los Azules, un monte alto ubicado en el suroeste de la comarca, encontraría unas
cavernas camufladas y repletas de figuras de oro. Se sabe que don Simón de Murga vino como dueño de las Salinas de
Guaca, que por disimular las trabajó unos años y luego, dice la leyenda, que en el año 1630 aproximadamente, salió de
Guaca hacia la costa norte rumbo a España con 9 bueyes cargados de oro. Las cargas eran inmensas y agotaban a los
pobres animales y varios se despeñaron. Donde un buey se moría, ahí lo enterraba con carga de oro y todo y como señal
sembraba un ajo, parece que perdió en tierras de Guaca unos cuatro animales. La hediondez del ajo que se siente por el
camino real rumbo a Santa Fe de Antioquia, el mugido de los bueyes moribundos por los contornos, el repentino
remolinear de los gallinazos y el no hallar absolutamente nada en kilómetros a la redonda, ni siquiera rastros de ajo, nos
hacen pensar que la leyenda no está lejos de la fantasía o quizás la realidad. Se supo que don Simón de Murga llegó a
Cartagena rumbo a Cádiz y dejó dicho que regresaría en unos meses, pues había dejado algo pendiente en estas
provincias lejanas y aisladas. Inútilmente se le buscó después en la península y nunca jamás se tuvieron noticias de él.
Mientras tanto, en Guaca, el capitán Juan Jaramillo y Andrade, remataba sus pertenencias, entre ellas las salinas. De esa
época, miles de vidas y valiosos capitales se han perdido en los riscos de Guaca, hoy conocido como Heliconia [Antioquia],
buscando ese famoso tesoro hasta el sol de hoy”. (Solórzano, Op. cit., p. 70).

LEGENDARIOS TESOROS LLANEROS

▼ “El indio Agustín […] había sido esclavo en Manoa y ponderó desmedidamente la belleza y riqueza del lugar […] La
ciudad de Manoa, según afirmaciones de nuestros antepasados estaba oculta en la serranía del Samaricote , hoy reserva
natural del municipio de Paz de Ariporo [Casanare] y cuya entrada se hallaba clandestinamente entre el Guachiría y el
Muese . […] Manoa en lengua Achagua quiere decir, no derrama, nombre que dan a todas las lagunas, no sin propiedad y
así la ciudad de Manoa es la laguna. Nuestros venerables viejos creían en la leyenda de la laguna, en la gallina dorada
que se veía correr por la orilla con sus pollitos amarillos y en las demás versiones acerca del ‘encantamiento’ de la laguna
y sus alrededores”. (Olmos, 2004: 10-11).

▼ “Al fundar el hato La Aurora, este hacendado [Pedro Delgado] desterró a los indígenas de sus tierras y de las zonas
aledañas. Con los aborígenes alejados empezaron a florecer los hatos, el Rosario, Rascador, Paso Rial [sic], etc. Ellos
[los indígenas] perdieron el dominio en sus sabanas pero no los ríos, salían en canoa hasta la desembocadura del caño el
Oso, por el Chire, Guachiría, el Ariporo, en meses de invierno. Subían al cerro, especialmente a Guayureme y al
Samaricote a buscar raíces y conchas para preparar sus medicinas. Comían salitre, un barro salado. Algunos de tanto
comer ese barro se inflaban y morían en el camino de regreso. Por eso en esta región hay muchos cementerios
indígenas, en cualquier mata o vuelta de cañada se encuentran tiestos y tinajas envejecidas por el tiempo. Tal vez por eso
se han tejido muchos cuentos sobre ‘entierros’ de oro, sabiendo claramente que estos indios eran pobres. Sus antiguos sí
poseían oro y mucha sabiduría arcaica”. (Ibid., p. 45).
Anexo B. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros 75

▼ “MUJER PERSEGUIDA POR LOS ESPANTOS

Es la historia de una muchacha del servicio que llegó al pueblo [Cerinza, Boyacá] huyendo de los espantos, que siempre le
perseguían; pero por mala fortuna salió del relámpago y cayó en el trueno. Así fue como una noche mientras hacía unos
oficios en la cocina, se le apareció un anciano de venerable barba quien le solicitó que le ayudara a salir de su pena, la
que estaba pagando desde la Guerra de los Mil Días. Cuando la fámula levantó la mirada vio cómo el mismo diablo
estaba acaballado sobre la nuca del viejo, quién con sus uñas afiladas como las de un gavilán, le arañaba la cara y que las
barbas no eran las del anciano sino que pertenecían al mismo ‘cachudo’, y que luego condujo a la asustada sirvienta a un
cuarto oscuro donde le indicó con pelos y señales, el sitio del entierro y que en sacándolo se dejaría de sufrir tantos
padecimientos y afrentas hechas por el enemigo malo. Dizque la noticia llegó a oídos del pueblo y en presencia del señor
cura, del alcalde y de centenares de curiosos, se oyó de nuevo la versión de la perseguida de los espantos,
prosiguiéndose de inmediato a hacer las excavaciones en el lugar indicado, en donde, en efecto se hallaron unas armas
enmohecidas e inservibles”. (Reyes, Op. cit., p. 122-123).

Figura Narrativa ● “REFRANES, DICHOS Y CONSEJAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a entierros

● “ENTIERRO

Nombre que se le da a los tesoros escondidos por personas en vida y que después de muertos aparecen como espantos,
bultos y luces. Por lo regular son vistos a las 12 de la noche los días viernes y en especial en el mes de noviembre.
Antiguamente, como no había bancos, la gente enterraba sus joyas, oro y sobre todo las monedas de libras esterlinas
usadas en nuestro país. Se le conoce además como guaca o tapado”. (Solórzano, Op. cit., p. 95).

● “TAPAO

Sinónimo de entierro, guaca. Son los tesoros escondidos en las entrañas de la tierra, debajo de los entablados, dentro de
los paredones o tapias de las construcciones antiguas y son de carácter indígena, quienes enterraron sus tesoros a la
llegada de los españoles; y los de españoles que enterraron sus fortunas al estallar las revoluciones y huyeron
generalmente a España; o los de las gentes de las primeras repúblicas quienes lo hacían al no existir los bancos actuales.
Quienes violaban estos lugares eran castigados por un daño que el difunto hace a quien saque el entierro consistente en la
locura total o parcial, enfermedades raras que finalmente producen la muerte súbita. Por lo regular, donde existe el tapao
surgen llamas o luces. Al ver un aparecido, bulto, espanto, lucecita, se debe decir: ‘De parte de Dios todopoderoso,
dígame: ¿Qué es lo que quiere?’ Él responde con una señal y muestra el tapao o entierro”. (Ibid., p. 108).

● “CONDENA DEL ORO

Quien ha dejado un entierro en oro, su alma pena eternamente si no se lo sacan. Se manifiesta por una llamita que
generalmente en las noches oscuras se observa por caminos y senderos, también por un tintineo metálico que persigue a
quien lo escucha”. (Ibid., p. 86).

EL CURA DOCTRINERO

● “Se trata del fantasma de un cura o un monje que se le aparece al que va solo por los caminos y le echa una adivinanza.
Si usted se la contesta, él de inmediato le hace una seña y le dice dónde está el entierro de la iglesia que tuvo en vida. Si
no le adivina lo que le pregunta, entonces lo garrotea con una vara larga que él carga y no le entrega nada; es peligroso
porque a veces lo puede lastimar con ese palo o lo deja privado del susto hasta que otros lo encuentren en el camino ahí
tirado. También oí, cuando era un ‘chino’ pequeño, que a veces hay que enfrentársele con otro palo o con machete y si
usted le gana la pelea o le corta un pedazo del hábito o se lo rompe, él ahí mismo se rinde y como premio le entrega el
tesoro. Dicen que es un cura gordo, algo viejón, con hábito carmelita, sandalias y viene siempre encapuchado, que casi
no da la cara”. (José Manuel Albornoz, vigilante Ciudad Universitaria, comunicación personal, Bogotá, 1996).

CREENCIAS COMUNES

● “Que cuando una persona entierra joyas de valor y esta muere, su alma sigue penando en el lugar del entierro, hasta
cuando el tesoro es sacado por una persona deseada por el difunto. Se cree en la mala suerte o sea en la fuerza mental
emanada de algunas personas, especialmente de ojos claros, se conoce como ‘el mal de ojos’”. (Cuéllar, 1997: 57).

● “En las instalaciones de la gran hacienda de La Rubiera se escogía el ganado y se vendía a razón de uno por morrocota.
Estas enormes cantidades de oro eran enterradas en diferentes lugares y a quienes ayudaban a hacerlo se les daba
muerte para que no divulgaran el secreto. Se dice, también, que en algunas ocasiones a los mensuales se les pagaba con
ese metal y, cuando se iban definitivamente del hato, los dueños enviaban a familiares o a gente de su confianza para que
los esperaran en el camino, los asesinaran y los despojaran del dinero” (Vargas, 1996: 34).
76 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

● “Había en este pueblo [Yopal, Casanare] una familia con varios hijos que era extremadamente pobre, trabajaban sin
descanso pero sus pocos ingresos apenas les permitía una vida llena de penurias, pero aun así sobrevivían y hasta les
alcanzaba para prodigar a sus pequeños una mediana educación. En las noches y por muchos años hacían durante ellas,
un sin número de planes para el día en que tuvieran suficiente dinero, pero con la misma facilidad que los elaboraban eran
cambiados para ser sustituidos por otros, no sin antes haber llegado a acaloradas discusiones en razón de la proyectada
inversión de su anhelada riqueza. Vivían en una vieja casona de pared de tapia pisada heredada de los padres de ella.
Un día en que el buen hombre logró unos ingresos fuera de los usuales, y tras de muchas discusiones, que los llevaron
casi a terminar con el sagrado vínculo matrimonial, decidieron tumbar las viejas paredes que estaban por venirse a tierra y
construir allí una pieza que les permitiera vivir con un poco más de comodidad. En procura de lo anterior madrugó el
sufrido consorte y adquirió en un almacén una barra de hierro y después de quitarle el goteroso techo a su vivienda,
empezó su ardua tarea. Luego de varios días, y cuando estaba por dar por terminado su oficio, dentro de la gruesa pared,
encontró una botija llena de morrocotas. Como es apenas lógico, empezó la disputa sobre lo que se debía hacer con el
precioso tesoro. Ella opinaba trasladarse a Bogotá para venderlo en el Banco de la República, él era partidario de
enterrarlo mientras que conseguían un comprador, pero ambos discrepaban sobre la cantidad que debían pedir por cada
una de las monedas, luego de repetidas y acaloradas discusiones y de golpearse mutuamente resolvieron dejar una
moneda de muestra y el resto enterrarlo. El diligente hombre no volvió al trabajo ni se le ocurrió ponerle un techo
provisional a su vivienda, quedando todos a merced de la lluvia y obligados a dormir en un rincón, a los pocos días
empezó a faltar la comida, los niños lloraban frecuentemente, pero ellos no se molestaban, porque todo el tiempo lo
dedicaban a su objetivo. Luego de ofrecerlas y de recibir igual número de propuestas, fueron vendidas a un ciudadano
americano que se las pagó a un precio razonable. Con el dinero en efectivo vino la consabida discusión, ella era partidaria
de comprar una casa y dotarla con los más modernos elementos, él quería comprar una finca y dedicarse a la cría de
ganado. Ella aceptaba hacer parte del gremio ganadero pero únicamente en lo referente a la ceba, y como no llegaban a
ningún acuerdo proponían de nuevo otra solución. Por fin aunaron ideas: pondrían el dinero en los bancos a interés y
luego de discutir en cuál lo harían, decidieron investigar cuál de todos ofrecía mayores ventajas. Mientras los niños que
carecían de comida no dejaban de llorar, preocupados por ellos, fueron a consignar el dinero, en cuya tarea demoraron
toda la mañana, por fin lo lograron y por primera vez tuvieron el mismo propósito sin discutir, dejarían una buena cantidad
de pesos para comprarle comida y regalos para sus hijitos. Llegaron a la recién construida vivienda llenos de felicidad y
optimistas de su futuro, pues por fin habían logrado entre ambos una determinación, de ahora en adelante nada les faltaría
ni a ellos ni a sus hijos. Pensando en la cara de felicidad que pondrían sus pequeñuelos al ver tanta comida y tan bellos
regalos, abrieron las latas de zinc que hacían de puerta, todo estaba en silencio, los dos niños estaban recostados a la
pared, fueron a despertarlos, los llamaron repetidas veces, los movieron y por fin se dieron cuenta que habían muerto.
Consternados y sin entender el porqué de la muerte de sus hijos, decidieron llamar a un facultativo para saber la causa del
fatídico desenlace, el galeno examinó los delgados cuerpos y conceptuó que ‘habían muerto de hambre’. Eso pasa,
cuando llega un dinero a quienes no están acostumbrados a manejarlo y no esperaban tal riqueza sino en sueños y por tal
motivo no habían hecho la adecuada planeación”. (Ibid., p. 63-65).

● “En Casanare se cuentan historias como la de don Horacio Paniagua, que era un rico hacendado dueño de muchos
hatos y era pactado con el diablo que lo buscaba seguido. Cuando esto pasaba, don Horacio escupía sangre y se le ponía
la voz profunda, más gruesa que de costumbre… Mandaba a hacer unas comilonas enormes, como si esperara muchos
invitados, bastante carne y trago, pero no se miraba a nadie. Se encerraba a comer sólo y cuentan que los sirvientes oían
detrás de la puerta que don Horacio como que hablaba con alguien más, se reían adentro a carcajadas, con voz gruesa. A
medianoche se terminaba todo y a esa hora salían a cabalgar. Lo miraban montar en la oscuridad y cruzar la sabana con
el otro jinete, que a veces tenía los ojos rojos como en llamas, igual que el caballo que montaba. Dicen que se iban a
pasar revista a las propiedades que el Maligno le había dado. Como él, hay muchos más que hacen pactos con el
Maligno, bien lejos, en la sabana, y se firma con sangre, para recibir bienes, cosas y propiedades; pero todo tiene fuerzas
demoníacas y no les dura demasiado porque el demonio es un negociante muy astuto y viene rápido por la parte que le
corresponde: el alma de la pobre víctima. Eso sí, antes de eso les cumple con todo lo que piden. Pero eso no dura
demasiado y no se alcanza a disfrutar todo lo que se quisiera, es un trato muy corto y no luce, él le hace ver cosas a uno,
cosas imaginarias… como las hojas de los árboles que en las noches se ponen brillantes, se mira su luz. Usted se mete
un poco de hojas en el bolsillo y el mismo bolsillo alumbra. Puede poner un pañuelo en un palo y enterrarlo como señal
para volver de día. Al día siguiente usted mira y nada, sólo tiene las pocas hojas que logró meter en sus bolsillos. Pero no
son tesoros como pensó…” (Marcos Samuel Hernández, contratista obras públicas, testimonio verbal, Yopal, Casanare,
septiembre 2002).

¿APLICACIONES PRÁCTICAS O MORALEJAS?

● “En esos mismos días [Se trata de la temporada de guaquería en Cerinza, Boyacá, relatada por Reyes en su obra, y
cuyos apartes son citados en esta sección] el cura tuvo noticia de la posible existencia de un tesoro en la casa que fuera
de don Clímaco. Y como uno de sus nietos le relatara la historia del ‘duende’, agregó el levita que en donde aparecían
esos seres diabólicos y pícaros, era precisamente en lugares sembrados de tesoros. Convinieron las partes cómo se
debería de distribuir el entierro allí escondido: dos cuartas partes para el tonsurado; una para los expertos guaqueros y la
otra para doña Celia, propietaria del inmueble, quien a la vez daría la mitad de su parte al sobrino. Hechos los convenios
el grupo inició su trabajo así: en la cocina, en el cuarto de San Alejo, en el solar y en la pesebrera. La búsqueda duró
varias horas sin resultados positivos y cuando ya se perdía toda esperanza, el detector de metales marcó en un cuarto
oscuro, que según la tía era el dormitorio del ‘biato’ [sic], otro espanto que rondaba la casa. El señor cura se santiguó con
parsimonia y devoción, a la vez que pronunciaba unas palabras en latín que ninguno de los presentes acertó a entender
sino en su final que decía: ‘Prochedamos in Pache’ [sic]. La respiración se tornaba pesada cada vez que se levantaba el
tamo de cebada que cubría prominentemente el cuarto, cuando de repente un objeto blanco como de plata martillada brilló
en la oscuridad. Gracias a Dios, musitó el cura, sacando por entre la sotana un frasco de alcohol y bañándose las manos
con él, como medida precautiva [sic] ante lo nocivo de la presencia de sustancias y gases minerales. Agarró tembloroso
Anexo B. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros 77

por una manija el supuesto tesoro y ganando de tres pasos la boca de la puerta, con la luz del día se percató que lo que
tenía asido en sus ungidas y desinfectadas manos no era sino una vieja y esmaltada bacenilla [sic], que doña Celia
escondiera cuando vio entrar a su casa a tan selecta comitiva; y que por pena a que viera este doméstico utensilio, no tuvo
otra ocurrencia a la de ocultarla debajo de la paja”. (Reyes, Op. cit., p. 124).

● “Uno en el campo también es muy ‘chicanero’, y cuando va’l pueblo más. En esa época yo estaba empezando con la
psicotrónica, a estudiar y recetar con lo’e las yerbas y lo’e la guaquería y tu’eso. Estaban de moda los pantalones blancos
con bota campana, el tacón cubano y la punta de los zapatos puño’e gato; por esas calles de piedra y sobre tu’o de noche,
cuando tu’os ya se habían ido a dormir, sonaban esos tacones como si uno juera [sic] ‘el patas’ que llegaba de visita. Era
muy bien visto, y estaban en furor, usar cubiertas de las que llaman ‘chaparralunas’, pa’ los machetes, hay quien las llama
también chapuzas; son esas de cuero bien trabajado, con hartos nudos y flecos bien largos, hasta 24 se le podían mandar
a hacer, entre más hartos y que se escurrieran eran más elegantes. Yo tenía una buena peinilla [machete] marca Corneta,
que quería mucho, con la qu’iba al pueblo y le mandé a hacer una de las tales cubiertas. Una vez me cogió la noche en el
pueblo pa’ devolverme pa’ la finca. Como estábamos en luna llena yo decidí irme de tu’as formas. En ese entonces no
había taxis ni ‘plataneros’ que lo llevaran a uno hasta la vereda. Tocaba a ‘pata’. Cuando ya había salido de Chaparral,
empecé a oír como pasos detrás… alguien como que arrastraba las quimbas o algo… a veces lo sentía aquí al lado
derecho, otras veces atrás. Bueno, eso siguió un buen rato y yo póngame más y más culilloso. Empecé a rezar todo lo
que me acordaba y de pronto cogí valor y me pare pa’ mirar. Yo dije:

-Ya no aguanto más esta vaina, muestre a ver qué es.

Me ‘voltié’. ¡Nada! Seguí por el camino y la vaina detrás, me paraba a mirar y nada, así como un cuarto de hora. Yo me
dije pa’ mis adentros: ‘Si me jueran [sic] a asustar ya me habían privao [sic]. Eso me van es a mostrar algo y como por
este camino siempre dicen que hay cosas encantadas pues eso va a ser’. Y ¡claro! más adelantico, había un pedazo’e
monte descarralao [sic], con tres o cuatro árboles pelaos [sic] y otros tumbaos [sic] en el suelo, eso jue [sic] lo que vi al
comienzo, y hay entre tu’eso había una luz blanca como la plata y alrededor como hartos papeles, billetes regaos que
alumbraban, eso brillaba… Yo me paré enfrente y pensé:

-Aquí jue [sic]. ¡Me enguaqué!

Tenía que atravesar la acequia al borde del camino y la cerca, no más. Tan pronto me le acercaba, ¡zas! se desvanecía.
Volvía a echar pa’ detrás donde estaba antes parado y ahí sí aparecía. Me iba hacia adelante y otra vez dejaba de brillar y
así era que me mamaba gallo. Me hice el desentendido como pa’ tomarla descuidada, cuando pegué carrera, salté la
acequia, me metí pu’entre los alambres y ¡zas! llegué al punto donde se veía la luz desde la carretera… Ahí jue [sic]
cuando me di de cuenta que los tales billetes eran las hojas que se habían caído de los árboles y los pasos que oía eran
los flecos de la cubierta chaparraluna cuando se arrastraban por entre las matas y las piedras. Me salí de ahí tu’o aburrido
antes que pasara un vecino y se burlara. Cuando estuve en la carretera, volví a mirar y vi otra vez esa luz, entonces
comenzó a hacer un viento suave y jue [sic] cuando entendí la cosa: la Luna es la que hacía brillar los palos tumbaos [sic]
y el piso porque se les habían caído casi tu’as las hojas a los árboles; y las nubes con el viento tapaban o dejaban ver la
luna y ahí era cuando desaparecía la luz o se veía; o si no como que dependía también del punto desde donde se miraba,
en uno se veía y en otro se iba la luz. Después de eso, me amarré bien arriba el machete y me jui [sic] para la finca y los
pasos no se volvieron a oír”. (Nelson Casas, yerbatero, comunicación personal, Chaparral, Tolima, mayo de 2002).

● “Yo desde que estaba en la casa de Maya y Paratebueno (Cundinamarca) me asustaban. Antes de venirme pa’ Bogotá.
Estoy hablando de hace unos 25 a 26 años que me asustaban. Escuchaba algo, escuchaba que bajaba un piedrón una
vez, voltié a mirar y ¡no! Eso no había nada. Pero a mí no me daba miedo, yo era apenas:

-¡Ve! ¿Y esta vaina qué? -Y seguía mi camino por donde iba.

El otro día estaba yo cerquita amarrando unas varas de leña cuando sentí que alguien se metía así por debajo, se metió
como un animal, así por debajo de tierra sin haber huecos, por ahí no hay nada. Y se hizo así como una explosión ¡fuá! Y
se metió por debajo de los pies. Yo voltié a mirar y dije:

-¡Ah! ¿Esa vaina que será? -No le puse atención y seguí… y así.

Y me vine pa’ Bogotá. Me vine y empecé a soñar en el ’93. Ya había tenido mi primer niño cuando empecé a soñar. Y
me empecé a enfermar y me empezaron los espíritus a moler con unas electricidades terribles, que me botaban en sueños
a un caño, que me daban contra las piedras, hasta que mi papá dijo:

-¡No! ¿Esta vaina que está pasando?

Entonces, en el 96 mi papá consiguió un brujo en Villanueva. Un señor. Y le consultamos y nos fuimos. Yo fui con mi
esposo y los niños. Yo ya tenía los dos niños grandes, estaban pequeñitos, y nos fuimos.

Y eso se vio muchas cosas, se excavó, se oyeron cosas, se miraron cosas… Todos lo veíamos. Vimos todo el oro regado
en el piso. Cadenas en oro, cruces en oro, una serpiente en oro que pasó y ¡fuá! Por debajo de los pies de todos y se
metió a la cueva. Es que todos lo vimos. Y mi padre decía:

-Yo soy muy incrédulo, pero hoy sí creo porque estoy viendo por mis propios ojos que sí hay algo ahí.
78 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Y excave y excave y no, se llenaba de agua. Uno pica ese huequito y se llena de agua. Yo no sé si ahorita estará
lechoso. Me parece que sí. Entonces era rebotada, turbia el agua, negra, no se miraba nada. Cuando se miraba, que era
una caja que rebosaba ahí, hacía la figura así [con las manos describe movimientos ondulantes] y apenas bramaba. Y mi
abuelito, mi tío, mi hermano, mi papa, mi esposo y yo… ¡Ay! nos botamos a cogerla y ¡no!, se fue… hizo así: ¡fuá! [deja
caer las manos abiertas] y se hundió.

Imagínese, dijo don Carlos [el nuevo consejero espiritual de la familia]:

-¡No! es que: ¿Cómo así que se van a meter todos, sin ser para todos?

Y dijo:

-No, ustedes la hicieron huir de acá. Sí había algo, pero se fue muy lejos.

Y yo échele, y mi tío… ¡imagínese! le echó como una arroba de sal.

Dijo:

-No, ¿Pero para qué le echaban sal? No, ustedes eran muy inexpertos en esto, dijo.

Entonces, volviendo con la historia, cuando llevamos al señor este ya no pudo hacer nada, don Hildebrando, el primero
que fue, el de Villanueva. Pero él ya murió hace unos años. Él me dijo muchas cosas y con el tiempo estaba analizando
todo lo que él me dijo y algunas cosas me están saliendo. Y no perdí las esperanzas de que hay algo allá. Y así moveré
cielo y tierra y voy a los Llanos.

Todo eso que le cuento pasó estando allá excavando. Eso fue el 9 de octubre del 96. Nosotros llegamos con mi esposo y
los niños el 8; pero nos fuimos a trabajar el 9. Y entonces, ya por la noche, eran como las 7 de la noche y mi mamá ya se
iba a venir para la casa a ver a los niños. Y se quedó mi papá, mi tío, mi marido y yo excavando, excavando, cuando salió
una lucecita. Entonces mi tío dijo:

-¡Ay, Rubiela coja esa lucecita!

Entonces yo tenía un trapito y dije:

-¡Ah! Hice así [separa los brazos del cuerpo en ademán de arrojar algo con susto] y le boté el trapo.

Mi papá dijo:

-¡No!, usted es mero miedo.

Entonces, le dije:

-No, no, yo estoy muy nerviosa.

Estaba muy nerviosa. Un ataque de nervios que estaba que me moría. Y entonces… ¡hum!, se perdió. Mi papá dijo:

-¡No, usted es muy bruta! Y fue cuando me regañó.

Y entonces cuando volvió a aparecer más abajito una lucecita, haga de cuenta esos bombillitos que ponen en los árboles,
un tamaño así de grande [cierra el índice bajo el pulgar de la mano derecha simulando el tamaño de una canica]. Era
como amarillita, medio rojiza, como con los bordecitos como azulitos. Entonces mi tío dijo:

-¡Ay! Permita que yo la coja.

Y dije:

-¡Ay! Sí papá, permita que mi tío la coja porque yo estoy muy nerviosa, deben entenderme.

Entonces mi tío la agarró así [cierra el puño con fuerza] y escupió. Hizo así [mueve la cabeza de arriba abajo y de
izquierda a derecha], escupió así en cruz. Cuando él escupió en cruz, voltié a mirar y miré 5 cadenas en oro perfectas y
dije:

-¡Ay, las cadenas!

Y ahí sí me lancé. Y las agarré con el trapo. Las escupí en cruz y las mostraba con el trapo y dije:

-¡Ay, mis cadenas!


Anexo B. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros 79

Cuando miramos a la redonda, como unos 100 metros a la redonda, solas cositas así de grandecitas como el confite que
echan en las fiestas. ¡Una mano de oro en ese piso! ¡No! Dije yo:

-¡Salió mi riqueza! ¡Gracias Señor Bendito por sacar mi riqueza!

Yo me enloquecí. Entonces mi papá alumbró con la linterna y soltó la risa y dijo:

-No. Estas son hojitas de árboles y esto no es nada.

Dijimos:

-Ah, ¿Si?

Dijimos:

-¡Pero es una pista!

Mi papá dijo:

-¡Huy!, mejor vayámonos porque aquí de pronto quedamos todos encantados.

Y eso. Nos fuimos pa’ la casa y quedó ese monte iluminado como cuando uno le prende fuego y al otro día amanecen
todas las brasas. Dejamos ese monte prendido en oro. Y me bajé con mi puñado de cadenas y con la tierra del trapo ahí
agarrado. ¡Ah!, mi marido miró una crucecita y me la mostraba así [sujeta imaginariamente algo en sus manos] cuando
pasó la serpiente en oro. Y él dijo:

-¡Una serpiente en oro!

Y yo dije:

-¡Ay, cuidado con ese animal!

Y yo alcé los pies y se metió a la cueva. Y mi marido se llevó la crucecita, yo me llevé las cadenas en el trapo, bien con
tierra; y mi tío no sé qué llevó. No me acuerdo. Allá en la cocina, llegamos y apagamos las luces y le dijimos a mi mamá:

-Venga voy a abrir el trapo y venga y mire las cadenas.

Y todavía estaban ahí. Mi mamá me dijo:

-Bueno, guárdelas bien y mañana por la noche vuelve y las abre para ver si están las cadenas.

No. Ya no estaban. Estaba la sola tierra. Y seguimos trabajando. Ya mi marido se vino. Ya se oía llorar un niño, rozaba
la caja… Entonces trajimos a don Hildebrando. Se oía llorar un niño por debajo de tierra donde estaba el oro regado en
confite. Y la caja era como de un metro de larga, delgada, venía y apenas bramaba y hacía la figura así [simula un
rectángulo con sus manos] en el agua, de día. Pero no se miraba. Mi abuelito decía:

-¡Esperen, voy a ayudar, esperen, les voy a ayudar a sacar agua para abrirle el camino!

Y esperen y ayuden, pero no. Analizamos que era una caja porque hacía la figura, hacía la burbuja y marcaba la caja,
venía así como en diagonal,… hizo ¡fuá! Y se hundió. Después, debajo de mis pies, estaba parada, campaneaba un reloj
y yo meta la mano a buscarlo pa’ encontrarlo y nada. Y don Carlos tiempo después concentrándose dijo:

-Eso se huyó, está muy lejos, lo siento muy lejos, por allá en un sitio de unas casas viejas, muy lejos de aquí. Y suenan
como unas monedas, como una campana”. (Rubiela Bejarano, empleada del servicio doméstico, comunicación personal
sostenida en Bogotá, mayo de 2001).

● ESO FUE SUBIENDO POR EL LLANO

● “Yo no volví a invertir en guacas ni entierros. Desde que me tumbaron a mí… ¡No más! A mí también me tumbaron.
Eso se le da al que no está buscando. Al que no es ambicioso, porque el origen mismo de esas cosas, es mi conclusión y
más ahora que estoy en la fe cristiana, es que eso es enterrado por corazones avaros, que muchas veces teniendo
hambre no comieron, viendo inclusive que sus propios hijos estaban pasando hambre, no les daban de comer y guardaban
y guardaban montones de morrocotas para después enterrarlos. Entonces, hablemos del principal,… el que tiene los
cachos… El Maligno, eso sí, con potestad del Señor que todo lo puede, se encarga con sus demás ángeles, que también
lo son, pero malos, y son muchos, cientos y cientos, de tomar posesión de esas riquezas para tentar también a los
corazones avaros de otros. Por eso, cuando esas riquezas aparecen y se entregan es siempre a alguien que no sabía de
eso, alguien que no las estaba buscando: abrió un hueco para poner unos horcones para cerca y justo le apareció. Esto
de la búsqueda sólo conduce a nada o al terror frente a lo desconocido, al final sólo se peca o se cae en tentación. ¿Le
digo una cosa? Eso fue ‘subiendo’ por todo el Llano hasta llegar por acá a Casanare, que era bueno.
80 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

-‘¡Radio Lara, los venezolanos primero!’ [El entrevistado imita la voz de un locutor]. Ese era su eslogan, tuvo mucho que
ver.

Venezuela es la cuna, el origen de todas las cosas diabólicas, llegaban de allá, por la Radio Lara, la oíamos todo el día y
ahí le daban las historias de la Sayona, el Cuy que es un muñeco, el Silbón… ahora ya no porque Venezuela se ha
evangelizado y hay muchas iglesias ya en el Llano”. (Testimonio de Marcos Samuel Hernández, contratista de obras
públicas, Yopal, Casanare, Septiembre 2002).

● ACTITUD ESPERANZADORA

● “La naturaleza y la cultura están presentes en la vida de los hombres desde tiempos inmemoriales, las leyendas surgen
antes que la ciencia pero no emiten leyes como esta, no es su objetivo. Tratan permanentemente de explicar los
fenómenos, como la gasificación del petróleo que un científico alemán y su alumno al comienzo de la exploración en
Casanare quisieron enseñar; pero la gente del común la asumió bajo el cuento de ‘la bola ’e fuego’.

Este tipo de situaciones responden a dos aspectos de la cultura: por un lado el padre que es el gran hacendado dueño de
inmensos hatos, representa para la familia y su entorno social, trabajadores, vecinos, etc., la directriz y el ejemplo a seguir;
y así, ser rico como él es la única necesidad en la vida, la prestancia y el poder se tienen únicamente para que la finca, el
hato, sea más grande. La transmisión cultural de estos datos es de padres a hijos:

-¡Miren: allí donde se aparece una candela hay una guaca!

Y sirve como una actitud esperanzadora de que el mundo va a ser mejor si encontramos esa guaca.

De otra parte, el aspecto simbólico guarda importancia: el diablo está suelto en la semana santa, es la época del año en
que detenta todo el poder, entonces, el reto es ir a sacar ese tesoro, ‘robarle el fuego al diablo’, porque ese dinero es
proveniente del diablo, ha sido enterrado por corazones avaros. Sólo pueden proceder de mentes y corazones corruptos”.
(Doctor Hernán Rivera, Filósofo, comunicación personal, Yopal, Casanare, octubre 2002).

● “LA BOLA DE FUEGO

Unos dicen que la bola de fuego es una bola de candela de aproximadamente dos metros de diámetro y se desplaza con
mucha ligereza de un lugar a otro, mediante saltos entre sabanas y montes. Cuando se detiene desborda chispas de
candela, algunas personas comentan que emite un sonido muy similar al de las lámparas a gasolina Coleman y otros
cuentan que este espanto no emite ruido alguno. La bola de fuego aparece en épocas de verano y algunas veces en
épocas de invierno, y hace sus apariciones principalmente en las noches muy oscuras. […] Otros llaneros que la han visto
dicen que dentro de la bola de fuego se ve una mujer fea, alta, corpulenta y dientona llevando en uno de sus cuadriles un
niño sin cabeza y en la otra mano un hacha, esta mujer persigue a los hombres llamados Juanes y los comúnmente
denominados donjuanes, por ser mujeriegos y parranderos. […] Si este espanto denominado la bola de fuego se les
aparece a las personas se le profieren inmediatamente groserías de alto calibre y jamás debe ocurrírseles rezarle o
invocarle santos, porque esta se les viene encima, asustándolos hasta dejarlos privados. Además, a otros llaneros que se
les ha aparecido alejan el espanto soltándole el rejo que llevan en sus sogueros a lo largo del camino y la bola de fuego
solo llega hasta la punta del rejo, sin hacerle nada al jinete”. (Fondo Mixto Para la Promoción de las Artes y la Cultura de
Casanare. Texto digitado, s.f.).

● “La familia la miraba y yo también por las montañas de El Totumo. Se venía y se venía si se le rezaba y maldiciéndola
se iba. Cuando oíamos la gente salíamos y veíamos y ahí sí ‘se nos hacía así’ [abre y cierra los dedos de la mano
derecha y sonríe]. Por allá en el campo se mira a lo lejos, hacia donde se acuesta el Sol y sobre todo en horas de la tarde.
Más bien en el verano. Nosotros, mi hermano mayor, Luis, y yo, nos quedamos solos en la casa cuando mi papá se
consiguió la otra señora. Uno siempre es disposicionero cuando es pequeño. No se pierde de nada. Y veíamos la bola ’e
fuego exactamente para el lado que se oculta el Sol, siempre salía allá en la finca donde vivíamos. Mirábamos la bola ’e
fuego en la casa de El Totumo, encima de un corozo. Salía para el broche, como yendo para Palestina. Sí, más allá había
una mata de corozo. Eso fue a finales de los 70’s. Yo tenía 12 años entonces, yo nací en 1967. Nosotros teníamos 14;
12; y 11 años. Nosotros jugábamos con la bola ’e fuego cuando mi papá se fue para allá donde la mujer. Era de tardecita,
siempre de tardecita cuando salía; pero el miedo era que se nos metiera a la casa, porque dicen que si lo alcanza lo mata
a uno. Le rezábamos para hacerla venir y nos encerrábamos en la pieza y decíamos:

-¿Por dónde se nos va a meter?

Porque antes preparábamos todo, por si no funcionaban las groserías. Mi papá era evangélico y si nos oía decir
groserías,… ¡hum!, por eso estábamos a las anchas cuando él se fue”. (Dolly Escobar Tarache, comerciante, entrevista,
Pore, Casanare, septiembre 2002).

● “Mis hermanos decían que la bola ’e fuego saltaba de árbol en árbol, sobre todo por los corozos. Eso se miró desde
aquí para abajo por todo Casanare. Si se aparece tienen que atravesarse un cuchillo en la boca. Es un espíritu de esos a
los que no se les reza. No tiene nada que ver con tesoros”. (Testimonio de Margolfa Barreto Leguizamón, secretaria de
juzgado, Pore, Casanare, septiembre 2002).
Anexo B. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros 81

● DE ÁRBOLES ELÉCTRICOS, ÁRBOLES DESECADOS Y PLANTAS PARÁSITAS

“En Casanare llueve entre mayo y junio, se miran relámpagos, durante la lluvia el ganado se aglomera junto a las cercas,
toca alejar al ganado de las palmas reales y los corozos, debe alejarse también de esas matas la cerca de alambre,
porque esas palmas son muy atractivas para los rayos. Por esto toca quitar los sombríos porque atraen las descargas y
matan al ganado, hasta 30 ó 40 reses; pero ahí también debe haber algo porque los tesoros llaman energía. Son muy
eléctricos. Nosotros estamos pendientes de cualquier cosa extraña porque esa es la forma en que se comunican con uno
para que los saque. Aquí en Casanare, otros árboles buenos para bajar rayos y comunicar son el hobo y el mora”.
(Floripes Nieto Trujillo, campesina de la vereda Sirivana, comunicación personal, Yopal, Casanare, julio 2002).

● “Mis papás tenían una finca en Tabio, Cundinamarca, y ellos y la gente decían que por semana santa se veían luces y
brillos. Alguna vez, una noche alumbró bastante una luz al pie de un eucalipto pero a nadie le dio por ir a buscar. El caso
es que tiempo después el árbol se secó y quedó así hasta que ellos vendieron la finca. La noticia del alumbrado continuó
y dicen que el comprador de la finca sí le puso atención a la historia y escarbó en el eucalipto. Ahora es un señor
multimillonario y para nosotros y para la gente, que esa riqueza no la consiguió con el negocio de la madera que fue lo que
llegó a meter en la finca, uno no se hace rico tan rápido. Eso tuvo que haber encontrado algo. Él tumbó el árbol después”.
(Sara de Lin, oficinista, testimonio verbal, Yopal, Casanare, septiembre 2002).

● “En Orocué, donde ahora es La Guacava, por eso se llama ese hotel así, por la cantidad de guacas que encontraron
hace muchos años, alumbraban bastante las matas. Alguna vez para un viernes santo un árbol de naranjo alumbró
muchísimo y después de alumbrar se secó. La gente dijo que ahí había un tesoro. Toda esa parte por Orocué la han
escarbado y de vez en cuando dicen que se encontraron cosas”. (Señora Isabel Páez, servicios generales, comunicación
personal, Yopal, Casanare, septiembre 2002).

● “¿Usted conoce la leyenda de la laguna encantada? Pues la laguna sí existe. Yo tengo un amigo que vive en Támara y
él se ha recorrido casi todo Zamaricote y ha entrado hasta bien al fondo y bien arriba. De frente, por aquí, usted se
encuentra con unas paredes verticales de casi 100 metros y no se puede avanzar, es muy difícil. Toca dar la vuelta por
Támara que está más arriba y por allá sí se llega directamente arriba. No toca escalar tanto. Me cuenta mi amigo que
cuando él estuvo allá miró la laguna. Lo que pasa es que cuando se mira desde arriba, la laguna queda en medio de las
montañas y hay un boquerón por donde entra el viento. Uno lo siente es estando arriba. Ese viento entra y mueve las
matas de boro que están en la laguna y es cuando ella aparece. Uno la mira desde arriba. Y cuando baja a buscarla, el
viento ya ha mermado y se mira es tapizadito de verde y uno piensa que no está. Ese es el encanto de la laguna: el boro.
Esa mata se da en los esteros, florea moradito y es acuática, la hoja de la matica es redonda y echa bulbos, las raicitas
van abajo y de cada hoja sale un bulbo hacia arriba. En Santander también le llaman pato. Otros le dicen buchón”.
(Miguel Angel Gualdrón, comerciante, entrevista, Pore, Casanare, septiembre 2002).

Figura Narrativa ◙ “ROMANCES:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a entierros

◙ “LEYENDAS SABANERAS. PALMA RALA.

[…] los espantos ambulaban los hatos y caseríos. Igualmente los cuentos corrían sin freno por los caminos. Palma Rala
fue otra leyenda que nació en el llano, floreciendo en boca de los cantadores de corríos. […] Cuentos que habrían oído
desde niños pero que seguirían escuchando. Dos copleros, el negro Mato diagua y el coplero ariporeño Catire:

Esterón de Palma Rala


Donde nació una leyenda
Donde la vista no alcanza
Lo que el corazón encierra
Son muchos los comentarios
Que abundan en esta tierra
Y el que camina de noche
Con los espantos se encuentra.

Mato diagua: Si chico, eso es muy cierto el quianda de noche por estas tierras, se encuentra con los personajes del más
allá, no sabemos si son buenos o son malos.

Catire: Si señó, dicen que en la mata de palma de rala hay un entierro muy grande, que el conjuro es un toro negro
con los cachos blanquitos y el que quiera el entierro, tiene que salir a toriarlo, sacarle tres carpetazos y hay mismito el toro
se convierte en un araguato, lo coge por la mano y le entrega el tesoro. Es un baúl llenito de morrocotas. […]

Mato diagua: ¡Pija no joda!, pero ese conjuro es muy bravío, yo no me le mido por más jodío que té.

Catire: Pero el que pasa el conjuro queda rico. Dicen también que a veces el conjuro del toro no sale, miran es a
un hombre con una hacha en la mano.
82 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Mato diagua: Cuenta Marrero que recién pasada la Violencia, quedó jodido sin rial y que sin pensarlo dos veces convidó
unos amigos a sacar ese entierro, pa’ una semana santa ques cuando los entierros están más fáciles de sacar. Era luna
llena y la noche estaba claritica, […] esos coños empezaron llamando al dueño del tesoro y prometiéndole que lo sacarían
de pena.

[…] Estaban hablando del suceso de Marrero cuando vieron un jinete en el paradero. […] Como es costumbre en el llano
lo recibieron efusivamente, ofreciéndole posada y comida. El forastero agradeció riendo y aceptó de inmediato el
ofrecimiento pero cuando se desmontó le vieron bajo los reflejos de la Luna, con el cuerpo peludo y los pies deformes.
Tenía el jarrete para adelante y los dedos para atrás. Se empezó a transformar lentamente tan pronto tocó tierra en un
gato negro, luego en oso palmero, en chivo y por último en culebra. […] les dijo:

-Les voy a entregar el entierro del que hablaban, de ustedes depende garladores. Les falta una prueba. Como ya casi los
llaneros no me visitan, vine a visitarlos a ustedes, siéntanse privilegiados.

Recobrando la figura humana les proponía el más escalofriante trato. Mato diagua tartamudeaba y Catire se adelantó
tambaleante.

-¡Trato es trato! -aclaró desafiante-.

Los hizo acostar boca abajo a un metro de distancia cada uno, despegó un hacha de un chumbo de la silla y la cogió para
cortar de un tajo a Catire. Esto fue lo que observó Mato diagua bajo el ala del sombrero y sin pensarlo dos veces salió
corriendo por el paradero. Cuando volteó a mirar a atrás, Catire corría tras él.

-Espere, chico, espere.

-¡No joda!, ¿No lo cortó ese jodío? -se paró jadeante y sorprendido, observándolo escrutadoramente.

-¡Que no, que no me hizo nada! Ese bicho solo hace ver visiones. El cobarde no sirve pa’sacar entierros ni pa’ matar
tigre.

-Pata e’ susto ¿Y qué se hizo?

Miraron la sabana y los alrededores del hato y no vieron al extraño hombre. Había desaparecido.

◙ EL CORRÍO DE PALMA RALA

¡Aaaaa…!
Por todo este inmenso llano
Se ha escuchado un comentario
Que un hombre negro y peludo
Llega de noche a los hatos
En una mula bien grande
Antes de cantar los gallos
Que persigue a las mujeres
Y asusta a los muchachos
Hace unos pocos días
Se les presentó a varios
Le salió a Marcos Cucharo
Cuando iba para un parrando
Un primer lunes de agosto
Que esa es la fecha del diablo
Le dijo que él se pasiaba
Por todo ese vecindario
Alrededor de la Chapa
Por la Aurora y el Rosario
Que este era su comedero
Que tenía hacía muchos años.

Dicen que el viejo es peludo


Charlatán y bien cachaco
Se le presenta a uno solo
Pero más a los borrachos
Camina al atardecer
Y por la costa ’e los caños
Y no lo corren con cruces
Con rezos ni escapularios
Han dicho que es un vampiro
Que no puede ser el diablo
Anexo B. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con entierros 83

O el alma de un condenao
Que en vida ya está penando
Yo si digo que es mandingas
Porque ese es el mismo espanto
El que le salió a Marrero
Ofreciéndole un contrato
En el paso ’el Chire viejo
Víspera de un viernes santo.

Cerca del hato la Borra


Y en medio de la sabana
Cuentan los viejos llaneros
De un espanto en Palma rala
El misterio es un jinete
Que sale desde una mata
En una mula bien grande
Y enderezando una carga
Son dos baúles de oro
Que en la pata de una palma
Un viejo de los Delgaos
Los enterró en la campaña
De la Guerra de los Mil Días
Tiempos de grandes hazañas
Del General Vargas Santos
Cuando llegó a Mate’palma
A reclutar los llaneros
Pa’ que fueran a las armas.

[…]

Y les seguiré contando


Del misterio en Palma Rala
Cuentan que pa’ to’ los años
Y en tiempo ’e semana santa
Miran alumbrá el entierro
Y que ilumina la mata
Pero nadie se ha atrevido
Hacerse dueño de esa plata
Porque el conjuro es bravío
Y el que lo mira se espanta.

Contaba Pedro Marrero


Hombre llanero y muy serio
Que no habla palabras falsas
Que un primer lunes de agosto
Salió de pueblo ’e la Chapa
Con rumbo al hato la Aurora
Iba a comprar unas vacas
Y en paso del Chire Viejo
Ya cuando el sol da la espalda
Se le apareció un jinete
En una mula castaña
El hombre bien caballero
Tenía las uñas bien largas
Le sobresalían los dientes
A la mitad de la cara.

Le formó conversación
Y le habló de Palma Rala
Que él era dueño ’el tesoro
Y que se lo regalaba,
Que le firmara un contrato
Mientras en vida durara
Y la pluma de escribir
En las manos la cargaba
Con sangre del dedo corazón
Sellaron estas palabras
Lo privó de pie a cabeza
Que no supo de más nada
84 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Y cuando se despertó
Dizque que era la madrugada.

¡Santa Bárbara bendita!, firmar contrato con el pate cabra es cosa seria. Bueno, si no me quieren creer pregúntele a Julio
Fernández y Norberto Tocaría que ellos son los dueños de esos terrenos y les ha tocao luchar mucho contra los espantos.

El misterio si es muy cierto


También lo vio Juan La Garza
Hombre completo p’al llano
Que en Casanare dio fama
Decía don Chepe Delgao
Que era el rey de la cantagua
Porque su estilo llanero
Nadie se lo arremedaba”. (Olmos, Op. Cit., Capítulo X, p. 100-108).
C. Anexo: Cuerpo oral, escrito y
mediático relacionado con minas
Figura Narrativa ◘ “NARRACIONES MÍTICAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a minas

◘ “[…] Las minas de plata en España se descubrieron por el casual incendio de los bosques.
◘ En Llangynnog, Gales, una mujer se resbaló mientras subía una colina y un rico filón se reveló a sus pies.
◘ Mucho tiempo atrás, el historiador griego Diodorus Siculus relacionó que ‘en el país de los Paeonianos, los granjeros,
cultivando la tierra, revolvían a menudo con sus arados pedazos de oro nativo’.
◘ De esta suerte, también se encontraron las minas de oro de Galicia, España”. (Pearl, Op. cit., p. 10).

Figura Narrativa ▲ “GENEALOGÍAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a minas

▲ “Persiste una historia que refiere cómo los yacimientos del célebre asentamiento minero del oeste americano en el siglo
XIX, Cripple Creek, fueron descubiertos cuando un minero, mientras acampaba, hizo una fogata con trozos de piedra que
soltaron telurio y humo, dejando a la vista glóbulos de oro. […]

▲ Otro fuego, esta vez trágico, en 1911 en el distrito Porcupine de Ontario, arrasó por completo la vegetación dejando
expuestas las piedras que revelaron la veta de oro a los buscadores en esa región de Canadá oriental.

▲ La historia de África se transformó en 1867 cuando Schalk van Niekerk fue atraído por una rara piedra que yacía en el
suelo de la granja que él visitaba. Los residentes le dijeron risueñamente que se trataba solo de un juguete recogido por
un niño en el campo. Cuando la piedra ‘sin valor’ fue mostrada a un mineralogista, se le identificó como un diamante cuyo
valor era aproximadamente de £500. La prospección que siguió culminó con el hallazgo, por parte de un joven pastor en
1869, de la Estrella de África del Sur, un magnífico diamante de inmenso valor. El inicio de la rica industria minera
surafricana fecha de este tiempo.

▲ Elisha Holmes reclamó la tierra en Divine Gulch, California, como su heredad. Años después, su nieto, trabajando en el
jardín familiar, descubrió un trozo de oro que se tasó en más de U.S. $1.000 que serían sólo el principio de un gran
rendimiento ulterior. […]

▲ El Campamento del Ángel, famoso en la historia de California, se renovó como pueblo minero cuando un prospector
conocido como ‘Raspberry’, disparó su arma para liberar la baqueta que tenía atrancada; el proyectil pegó en una piedra
revelando el oro allí contenido”. (Pearl, Op. cit., p. 10-12).

▲ “LA CIUDAD DE VICTORIA. Por el año de 1556, el Capitán Ascencio de Salinas y Loyola […] fundó a 15 leguas al
norte de Mariquita la ciudad de Victoria, que fue extinguida en 1585 a causa de que sus 9000 indios trabajadores de las
minas, amanecieron envenenados, unos, y ahorcados, otros, por no someterse al duro trabajo, como apunta el cronista de
‘El Carnero’. […] Sus habitantes se trasladaron a Mariquita, Tocaima y Santa Fe. La fama de las riquezas extraordinarias
era tan grande que Rodríguez Freile la relata así: ‘Desde esta ciudad de Victoria hasta la de Tocaima, hay ríos minerales
de oro y plata. Están en este comedio las minas de Sabandija, las de Venadillo, las de Herve, los socavones de Juan
Díaz, y otros, las vetas de Ibagué, las Lajas de Santa Ana, Mariquita, Victoria y los Palenques. Toda esta tierra está
lastrada de oro y plata’. (Rodríguez Freile, citado por Bedoya, p. 121). Exageración más, exageración menos, ello es que
el tal COMEDIO [sic], ha sido hasta hoy y sabe Dios hasta cuándo, un venero inagotable de riqueza aurífera. Agrega este
cronista picaresco, que ‘Alonso de la Torre, Fiscal de la Real Audiencia, casó a su hija doña Beatriz, con un fustamante de
Victoria, hombre tan rico que costeó en este matrimonio, verificado en Santa Fe, fiestas de toros y sortijas, en las cuales el
menor premio era una cadena de oro cuyo peso ascendió a 4 libras; que don Gaspar de Mena Loyola, natural de
Mariquita, casó a su hija con el Gobernador de Santa Marta y la dio en dote 12 cargas de a 10 arrobas de plata ensayada;
86 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

y tiene otras 12 cargas para casar a otra hija con otro gobernador, fuera de esto, lo que le queda en casa, que no ha
medido ni pesado. Aquel dote fue sin contar $6.000 y matalotaje que envió al yerno para que viniese por la mujer y no se
cuentan aquí el ajuar y joyas que llevó la desposada, que dicen fue grandioso’. (Ibid., p. 122). Todo esto lo da por sabido
y verdadero nuestro gracioso cronista y lo relata con frescura y maliciosa sorna.

▲ CIUDAD DE LOS REMEDIOS. El 15 de diciembre de 1570, como anota Freyle, y en 1560, como lo quiere el Padre
Simón, antes que se despoblase la ciudad de Victoria, el capitán Francisco de Ospina, vecino de esta salió con una
expedición de 40 hombres y en la provincia de Ortaña, perteneciente a los pantágoras, fundó la ciudad de los Remedios,
que hubo de trasladar a puntos diferentes, siguiendo las minas de oro, en las cuales la región era extraordinariamente rica.
[…] Esta ciudad que llamó, a última hora, Nuestra Señora de San Sebastián, […] no duró aquí sino 25 días, debido a que
más adelante encontraron minas más ricas y aún la trasladaron nuevamente en 1571, y al año siguiente la pasaron al valle
de San Blas, donde duró 26 años y siete meses. Finalmente la trasladaron al valle de San Bartolomé y de aquí a Dos-
Quebradas [sic]. De modo que esta trashumante ciudad, andaba para acá y para allá como un trasto viejo, sirviendo de
refugio transitorio a estos empecinados buscadores de oro, para quienes la tierra no tenía otra finalidad. Fray Pedro
Simón dice en la página 216 de su Compendio Historial, que este territorio ‘es uno de los más ricos suelos que han
descubierto los hombres en el mundo, donde los indios, en las madres de los arroyos y quebradas sacan en la arena oro a
puñadas como granos de trigo, garbanzos y muchos granos mayores que avellanas, que los mineros llaman puntas’.
(Simón, citado por Bedoya, p. 122-123). Agrega que la riqueza era tal, que sólo 20 españoles pudientes habían importado
2000 negros comprados en Cartagena para el laboreo de las minas y que en 1613, del sólo quinceavo que le pagan al rey,
le habían remitido 400.000 pesos de oro. Este territorio fabuloso, perteneció al antiguo Tolima, en el norte y hoy
corresponde a Caldas”. (Bedoya, Op. cit., p.121-123).

Figura Narrativa ■ “CUENTOS MARAVILLOSOS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a minas

■ “El azar, considerado como el detector general de yacimientos en los albores de la historia de la minería, juega también
su parte en el descubrimiento de depósitos minerales. W. R. Cross listó una vez 130 minas de oro y plata en los Estados
Unidos de las cuales 11 se encontraron por casualidad.

■ Mineros que acorralan burros; vaqueros que recogen una piedra suelta mientras buscan reses extraviadas; cazadores
aficionados; campistas que ocupan el sitio indicado, son algunos de los eventos que ilustran cómo el factor suerte ejerce
también un papel fundamental en la prospección de minerales.

■ Yacimientos cuyos minerales han entrado en combustión accidentalmente. Cortes en las vetas hechos durante la
construcción de caminos, senderos, vías férreas y excavación de cimientos para edificios.

■ Insectos y otros animales más grandes que cavando han traído la mena a la superficie donde pudiera encontrarse, son
otros ejemplos más.

■ Se dice que en el Desierto de Atacama en Chile, las hormigas extraen de las menas partículas de oro y cobre indicando
los lugares donde se debe explorar en busca de minerales.

■ Heródoto, el historiador griego, se refirió a ‘las hormigas excavadoras de oro’, probablemente osos hormigueros, en
India.

■ En 1810, mucho antes de la fiebre del oro de California, Thomas Pennant escribió que el descubrimiento de las minas de
oro de la India era como resultado de ver resplandecer en los hormigueros el color amarillo del metal. […]

■ Un burro que se había desviado del camino y se resguardó bajo un afloramiento de piedra, es considerado como
responsable del descubrimiento de la mina de Tonopah en Nevada, declarada por Jim Butler. La vena rindió finalmente
cerca de U.S. $150 millones en oro y plata.

■ Más efectivo aun resultó el asno blanco propiedad de Noah Kellogg cuando este exploraba en busca de minerales en el
Coeur d'Alenes, Idaho. Al sorprendente animal, que vagaba durante las noches por cañones y pendientes, se le encontró
cierto amanecer parado junto al afloramiento de una veta, mirando fijamente ‘con aparente asombro’ por el cañón hacia
otra mena ‘que reflejaba los rayos del sol como un espejo’. Así empezó la mina de Bunker Hill, clásica propiedad en la
historia de la explotación de la plata. […] La leyenda de Kellogg frecuentemente se ha retratado desde 1935 mediante la
imagen del gambusino acompañado por su burro.

■ La mina Big Blue, que empezó la estampida hacia Quartzburg, California, se descubrió cuando un explorador llamado
‘Lovely’ Rogers, lanzó una piedra a su mula errante y golpeó, en cambio, un pedazo de cuarzo”. (Pearl, Op. cit., p. 9-10;
12).

■ “De otro lado, experimentos con perros entrenados para olfatear minerales, se probaron primero en Finlandia y
posteriormente en Suecia y Rusia. Su éxito se demostró en Canadá, bajo la dirección de Harry V. Warren, de la University
of British Columbia”. (Ibid., p. 117-118).
Anexo C. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con minas 87

Figura Narrativa ♦ “LEYENDAS RELIGIOSAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a minas

Frente a los principios científicos generalmente admitidos, existe, sin embargo, una gran miscelánea de métodos
alternativos ligados a la dimensión mágico-religiosa, que parecen tener relativa validez para explorar en busca de
minerales. Al ojear célebres ejemplos de descubrimientos minerales, puede apreciarse que ellos conforman cierta clase
de arquetipos, susceptibles de repetición o adaptación entre los guaqueros:

♦ “La ‘creekología’ normalmente se usó en los campos de petróleo de Pennsylvania, y consistía en lanzar al aire el
sombrero y observar el lugar donde aterrizaba. Se trataba de un método popular en esta área y en muchas partes más.

♦ Se sostuvieron sesiones de espiritismo para determinar la situación de minas en Ute Pass, Colorado. Por la misma
época, 1910, Arthur J. Hoskin, de la Colorado School of Mines, escribió con respecto a la búsqueda de minerales, ‘el
tiempo de los místicos, cualquiera sea su línea, ha pasado’. Su pronóstico resultó equivocado.

♦ Debido a la creciente manía por la astrología y prácticas similares parecería que los buscadores escasamente pueden
escapar a su influencia.

♦ Indudablemente, la tabla ouija y otros dispositivos con frecuencia han sido empleados en muchos lugares; pero, los
métodos de exploración minera que involucran los poderes psíquicos no pertenecen al campo científico”. (Pearl, Op. cit.,
p. 117).

♦ “Richard Gump, comerciante de San Francisco, cita que Sung Ying-hising en su T'ien kunk k' ai wu, datado en 1637,
reporta que el jade era buscado en los ríos de China por jóvenes doncellas que caminaban desnudas por la noche. Siendo
mujeres (yin), ellas atraerían el jade que es masculino (yang), y podrían recogerlo tan pronto como tocara sus pies”.
(Gump, citado por Pearl, Ibid., p. 118).

Figura Narrativa ● “REFRANES, DICHOS Y CONSEJAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a minas

● “Cuando lo inviten a entrar a una mina, sobre todo por Boyacá, o allí por el lado de Gachalá y Chivor tenga cuidado.
Cuando vea un zapato tirado o un esqueleto, tírese al suelo sin pensarlo dos veces, y pegue las narices contra la tierra
para que respire oxígeno. Lo que pasa es que los mineros malosos envenenan los cortes cuando no quieren que los
exploten. Sacan el carburo de las lámparas y se orinan encima, la combinación de eso da un gas venenoso y tan pesado
que queda ahí encima y dura muchos años para despejar. Para evitar que dañen los cortes de una mina se debe llevar un
rezador de verdad para que los conjure. Ellos cobran mucho pero la veta queda protegida”. (Alirio Alvarez, jefe de
excavadores, comunicación personal, Bogotá, D.C., diciembre de 2001).

● “Al comienzo de la Era Científica, Georgius Bauer, llamado Agrícola (1494-1555), mostró en su obra De Re Metallica
amplio conocimiento mineralógico, que lo condujo a ser el primero en refutar vigorosamente la eficacia del palo de avellano
ahorquillado, usado en aquellos tiempos para intentar encontrar metales y agua. Muchas de sus cuidadosas
observaciones son retratadas profusamente en interesantes grabados en madera”. (Bateman, 1958: 9).

● G. Montague Butler, en una serie de artículos escrita a mediados del siglo XX y titulada "Algunas Falacias Mineras
Comunes", se esforzó por corregir ciertos mitos generados en torno al tema de la formación y ocurrencia de menas.
Aunque fueron originalmente escritos para los buscadores y mineros de Arizona, resultan aplicables mundialmente. En su
apartado 12 advierte: “Las varas adivinadoras carecen de valor científico para la exploración de minerales. Si usted es
supersticioso bien podría seguir en esta dirección, como en cualquier otra. Pero no espere contar con la simpatía de
ingenieros o geólogos”. (Montague, citado por Pearl, Op. cit., p. 274-276).
88 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad
D. Anexo: Cuerpo oral, escrito y
mediático relacionado con caletas
Figura Narrativa ◘ “NARRACIONES MÍTICAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a caletas

CREENCIAS COMUNES

◘ “En el año 2000 quedaron desconjuradas las caletas del narcotráfico” (declaraciones de varios informantes, Bogotá,
2001). Al parecer, cierta tendencia milenarista influyó a un ala del espectro guaquero que esperaba la nueva centuria “sin
los males y pecados de la humanidad del siglo anterior que no dejaba trabajar los tesoros ocultos”; algunos creyentes de
esta conseja afirmaron hacia 1999, haber experimentado visiones y mensajes oníricos con el espíritu de Gonzalo
Rodríguez Gacha, a quien las autoridades habían dado muerte 10 años atrás; este aniversario permitió a otra facción de
cazatesoros asegurar que “El Patrón” yacía ahora en paz y liberaba sus fortunas para quien desease buscarlas. El
fenómeno continuaba en 2003.

◘ ‘USTED DEBE RECORDARLO PORQUE FUE UN ESCANDALO:

Un mayor y un capitán entregaron parte, pero se quedaron con algunas canecas repletas de dólares y una de lingotes, y
se fueron del país. Pero el capitán enloqueció y regresó a darle muerte a un estudiante de la Universidad Javeriana que,
le dijeron, se acostaba con su mujer, lo asesinó y luego cayó preso’. (Declaración de una informante, citada por Castro
Caycedo, 2002: 2).

Figura Narrativa ▲ “GENEALOGÍAS:

Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a caletas

▲ DON CAMILO ZAPATA

Existe un apacible abuelo quién argumenta ser el confidente y único testigo vivo que recibió de manos del fallecido Camilo
Zapata, los planos con datos secretos sobre la localización, estructura y contenido de las caletas de Rodríguez Gacha.
Según relatos que se manejan en ese ámbito, Zapata fue un hábil albañil oriundo de Pacho, Cundinamarca, donde conoció
y departió desde la niñez con su coterráneo Rodríguez Gacha, uno de los máximos líderes de los carteles colombianos de
la droga. En razón a la confianza mutua y la astucia demostrada por don Camilo para encaletar bienes, “El Mexicano”
desde un principio le habría encomendado la tarea de diseñar y dirigir la construcción de los depósitos secretos en sus
propiedades y que son ahora objetivo de recuperación. Entre otros, la laguna artificial junto al río Magdalena; la montaña
artificial con parqueadero para camiones de seguridad y pista de aterrizaje móvil en algún punto entre Honda y La Dorada;
caletas donde guardó los botines más importantes; los cuartos herméticos bajo las piscinas de las mansiones y los
apartamentos giratorios en las capitales de departamento. La astucia del señor Zapata para estos menesteres era su
mejor recomendación. Amplió así los servicios para otros jefes del tráfico de narcóticos, con lo cual su talento
arquitectónico alcanzó cifras y sitios sin precedentes. Pero, entre sus logros, y quizás el importante, está el haber
sobrevivido al “Patrón” Rodríguez Gacha, puesto que se relata que para mantener el secreto del sitio exacto donde se
halla la bóveda, albañiles y arquitectos, varios contratados en el exterior por cuantiosas sumas de dinero, se habla de
cuadrillas procedentes de Perú, Brasil y México, fueron muertos selectivamente por orden de los narcos, una vez concluida
la obra encargada y sus cadáveres mutilados arrojados a los ríos del Eje Cafetero, Valle del Cauca, Antioquia o Magdalena
Medio, entre otras zonas del país. Don Camilo Zapata, entonces, milagrosamente no perdió la vida durante el auge y
posterior persecución del narcotráfico, muriendo tiempo después de manera sosegada, legando el saber a su esposa e
hijo, quienes con frecuencia son también mencionados por los galanchines e informantes que buscan hacerse pasar por
amigos de ellos. Como en otros casos, los planos arquitectónicos no son originales, se presentan transcritos de manera
90 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

artesanal sin las características propias de diseños técnicos, en ocasiones son tan sólo fotocopias arrugadas o
desordenadas hojas de papel bond. (Guardián del INPEC, comunicación personal, Suba, Bogotá, D.C., octubre de 2001).

▲ “EL BASTÓN OXIDADO Y EL RÍO DE PAPEL

En agosto [1989], asesinaron a Galán, que iba a ser Presidente de la República, y la policía y el ejército comenzaron a
corretear a los narcos, y unas horas después los militares llegaron a Pacho y tomaron como base ‘La Chihuahua’, una
finca del Mexicano dentro del pueblo, y desplegaron unos carros blindados, los Cascabel, que hacían temblar las calles por
las mañanas y por las noches, ‘para que no se escuchara el ruido de las varillas que le dieron a los soldados’.

-¿Los bastones?

-‘Pues claro. Ellos fueron quienes comenzaron a buscar el tesoro del Mexicano en las casas de estas fincas. Los
soldados tenían varillas tan largas como bastones, oxidadas y puntiagudas, y golpeaban con ellas los prados y los jardines
y los pisos de las casas, y […] en la casa del montador mayor encontraron lo primero: una pequeña alberca debajo del piso
de baldosa y en ella doce canecas, unas con dólares y otras con lingotes de oro’. […]

Una semana después de su llegada a Pacho, los militares habían lanzado los bastones y utilizaban a expertos en
radiestesia con sus péndulos, detectores de metales, detectores de vacío, escanógrafos, y se asesoraban de pitonisas que
espiaban el corazón de la tierra y más tarde por un monje con un crucifijo clavado de espaldas contra una cruz de carbón
en su mano izquierda”. (Castro Caycedo, Op. cit., p. 2).

▲ “¿QUÉ PASÓ CON LOS LINGOTES DE ORO?

HOY habló con el Banco de la República para investigar qué pasó con los lingotes de oro decomisados a Gonzalo
Rodríguez Gacha, en julio de 1990 en la finca Cuernavaca, en Pacho (Cundinamarca). En el mismo operativo fueron
halladas canecas repletas de fajos de dólares, Dionisio Valdivieso, director del departamento de Fiduciaria y Valores del
Emisor, explicó: ‘Todo es muy claro. Nosotros sólo servimos de custodios. Cuando hay decomisos de ese tipo, la Fiscalía
solicita una cita para un depósito de custodia. El Banco de la República expide un comprobante, que queda a órdenes de
la entidad competente. Una vez se inicia el proceso judicial, la Fiscalía puede ordenar una extinción de dominio, y los
valores son transferidos a la unidad especializada de la Dirección Nacional de Estupefacientes. Todo se queda en
bóvedas especiales. Nosotros no sabemos, inclusive, si el oro es de 18 ó 24 kilates, a no ser que la autoridad judicial
envíe un perito que realice el avalúo respectivo. Apenas somos custodios. Nada más’”. (Duque, 2002: 6).

CALETAS DE LA DELINCUENCIA COMÚN

▲ “Hace ya muchos años, unos tipos entraron a una joyería fina del centro de Bogotá y asaltaron a los empleados. Se
robaron muchas joyas, piedras preciosas y la plata que estaba en la caja fuerte. Antes de salir, dispararon y mataron a
uno de los empleados y ahí fue cuando la gente se dio cuenta y llamaron a la policía. En la persecución mataron a uno de
los tipos, pero los otros pudieron escaparse. Se escondieron un tiempo aquí en Bogotá y trataron de negociar las vainas
pero no encontraron con quién. Salieron por la vía de oriente con todo el robo y llegaron a Gachalá [Cundinamarca] de
donde era uno de ellos, el principal. Pero el D.A.S. [Departamento Administrativo de Seguridad] los iba siguiendo porque
por los datos del muerto consiguieron dar con el resto de la banda. Cuando se sintieron cogidos enterraron todo en la
finca de la familia del principal que está a cinco minuticos de Gachalá, ahí no ‘masito’ saliendo del pueblo. Y se fueron
para los llanos a esconderse. Por allá, en una pelea, mataron al segundo y el otro, con el tiempo, se puso a negociar con
piedras [esmeraldas] y por ahí trató de ‘tumbar’ a unos ‘duros’ y ellos lo ‘bajaron’ primero. El tesoro quedó entonces
enterrado y sin dueño. No se sabe dónde está, pero eso sí: el viejito que quedó cuidando la finca, que es como familiar,
dice que puede ser alrededor de la casa, porque el muchacho cuando iba se asomaba con disimulo por la ventana de la
pieza donde dormía y miraba hacia el patio, como revisando o cuidando algo, como hacia un palo de guayabo que está ahí
al pie de la casa, en una esquina. Es una finca que sus propietarios han desaparecido casi todos. Y no existe gente joven
que se dedique a la búsqueda de esa fortuna”. (Nicolás Pardo, excavador de guacas, testimonio oral, Bogotá, 1997).

▲ “…Unos kilómetros más allá de Pore existe una caleta del patrón Gacha. El administrador, el encargado, ha venido a
llevarnos varias veces. Él dice que el coronel de la brigada local de Yopal lo respalda con 50 hombres, pone helicópteros y
presta equipos de búsqueda. Dice que está debajo de unas fuentes de agua que él [Gonzalo Rodríguez Gacha] mandó a
construir. El encargado sabe bien”. (Marcos Samuel Hernández, contratista de obras públicas, testimonio verbal, Yopal,
Casanare, septiembre 2002).

Figura Narrativa ♦ “LEYENDAS RELIGIOSAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a caletas

LA LEYENDA DEL TESORO DE EL MEXICANO

♦ “Según su percepción [de la informante del periodista], la leyenda del tesoro de El Mexicano comenzó en julio de 1989
cuando ella misma voló en un helicóptero hasta Cali y trajo a Zulma, la última bruja de cabecera que tuvo Rodríguez
Gacha. De regreso, aterrizaron en una hacienda llamada ‘Cuernavaca’, cerca de Pacho, […] aislada de la casa principal
Anexo D. Cuerpo oral, escrito y mediático relacionado con caletas 91

hay una capilla […] allí era donde El Mexicano escuchaba a sus brujas […] aquella tarde Zulma iluminó la capilla con el
fuego de San Telmo que es el de las ausencias y que es el de la eternidad de la huida. […] Zulma suspiraba […] El
Mexicano se quitó el sombrero y tomó asiento en la misma banca de Zulma. Ella pellizcó una brizna de parafina del Cirio
Pascual que había encendido, la miró y luego lo miró a él, y le dijo:

-Patrón: veo a un soldado con un bastón en la mano. Es un bastón oxidado. Veo un río de papel… No veo más”. (Castro
Caycedo, Op. Cit., p. 2).

Figura Narrativa ▼ “LEYENDAS HISTÓRICAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a caletas

EL TESORO QUE EMPEZÓ A DESAPARECER EL PRIMER DÍA

▼ “-El tesoro comenzó a desaparecer el primer día. Cuando llegó el ejército aún había cajas sin abrir que se llevó el
helicóptero. Después, en marzo de 1991 la población se reveló y salió a las calles a pedir que se fuera la tropa. Cuando
se fue, empezaron a llegar bandidos: atan a los encargados de las fincas y se dedican a cavar. Eso no ha dejado de
suceder […]”. (Declaración de una informante, citada por Castro Caycedo, Op. Cit., p. 4).

▼ “NADIE DA RAZÓN DE ELLOS

En 1990, dos oficiales del Ejército fueron retirados del servicio activo después que un tribunal de honor adelantó una
investigación en su contra por la supuesta sustracción de una millonaria suma en dólares de la finca Cuernavaca,
propiedad de Gonzalo Rodríguez Gacha, en agosto de 1989. Los involucrados son el mayor Darío Antonio Pacheco
Martínez y el capitán Álvaro Hernán Uscátegui, quienes desaparecieron misteriosamente después de una visita secreta a
la finca ubicada en la población de Pacho (Cundinamarca). Aparentemente los oficiales habían robado 9 millones de
dólares. Sin embargo, se demostró que fueron 19 millones de dólares. HOY investigó, pero nadie da razón de ellos”.
(Duque, 2002: 6).

▼ SINOPSIS DE ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

La revisión de los textos deja ver cómo en pleno siglo XXI la gente sigue buscando y atendiendo orientación de “brujos
que ayuden a encontrar “guacas”: “Las informaciones sobre la guaca se fortalecieron el día martes con la presencia de una
bruja, curtida en la búsqueda de tesoros perdidos. “La mujer recorrió la casa, hizo rezos y regó agua que llevaba de una
botella repleta con hierbas. Están cerca, muy cerca, la guaca está a 20 centímetros” les dijo”.

La población que se aventura en la búsqueda de guacas y caletas es diversa en edad, sexo y condición social. Estos
caza tesoros intentan una y otra vez probando todo tipo de estrategia para burlar cercos y custodia, desde falsos
documentos para realizar allanamientos, falsa identidad, suplantación de autoridad, etc.

Existe una leyenda que da cuenta de la construcción de una caleta, debajo de una quebrada, para enterrar toda una
fortuna. Muchos intentaron buscar en las fincas, en las casas, y hasta en las montañas y ríos que rodeaban sus
propiedades. Llegan 'armados' de georradares, detectores de metales y hasta retroexcavadoras. Algunos guaqueros
lograron que el propio Comando del Ejército patrocinara la búsqueda. Pese a que hubo equipos de última tecnología, los
registros oficiales señalan que no se halló una moneda.

La búsqueda de tesoros ha acabado con la carrera de varios personajes que no se dan por vencidos e incursionan en
éstas lides con la esperanza de ser ellos quienes tengan el golpe de suerte. La riqueza de otros narcos también atrae
como miel a los buscadores de tesoros de la mafia que no temen arriesgar la vida.

¿Qué pueden contener los tesoros? Lingotes de oro, dólares y joyas, un maletín negro que parece contener varios de los
documentos con los secretos mejor guardados de un narco, desde una lista con nombres de nexos de la mafia, hasta
mapas de guacas, rutas de drogas, cuentas bancarias en el exterior y registros que permitirían reclamar la propiedad sobre
una serie de bienes de algún capo de las drogas.

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1324392 El maletín de El Mexicano. Fecha de publicación 10 de febrero


de 2002
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7699646 Los 'cazatesoros' de la mafia buscan 'guacas' en las fincas de
'paras' y narcos extraditados. Fecha de publicación 8 de mayo de 2010
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3957747 Vuelven los 'guaqueros' de la mafia. Fecha de publicación 9 de
mayo de 2010
http://www.caracol.com.co/noticias/regionales/caleta-de-las-auc-estaria-enterrada-en-chibolo-
magdalena/20150218/nota/2638586.aspx Caleta de las AUC estaría enterrada en Chibolo, Magdalena. Fecha de
publicación 18 de febrero de 2015
92 De las guacas a las caletas: tradición y legalidad

Figura Narrativa ● “REFRANES, DICHOS Y CONSEJAS:

Contiene: Temas, secuencias, personajes, espacios y objetos atribuidos a caletas

LA FORTUNA ESCONDIDA DE EL MEXICANO

● “El cuento es que descubrieron que El Mexicano escondía su fortuna dentro de canecas de plástico para reunir basura,
ni tan grandes ni tan pequeñas. Las henchía de dólares en fajos, luego aseguraba las tapas con cinta adhesiva y las
escondía bajo el piso de las casas de los trabajadores. Los huecos forrados en cemento y cubiertos nuevamente con
baldosa, no eran más hondos de un metro veinte o algo así. Quedaban a flor de tierra”. (Castro Caycedo, Op. Cit., p. 2).

● “EL CAPITÁN AGUACERO, EL RÍO DE PAPEL Y EL LOCO DE LOS FAJOS

La casa menos ostentosa está en una hacienda llamada ‘Mi Mazatlán’. Era mayo del año noventa y un capitán halló bajo
el piso de la vivienda del encargado del hato nueve canecas. Le avisó a su coronel y vino el helicóptero de las canecas,
pero no se llevó nueve sino siete: el capitán enterró dos en la orilla de un hilo de agua insignificante, […] la noche número
once se desgajó un diluvio y el hilo de agua se convirtió en un raudal portentoso que extrajo las canecas. La mañana
siguiente los campesinos pescaban dólares con sus ruanas, con cobijas. El río de papel. Aguas arriba, Nabor Vargas, un
montador de caballos venido del Huila, halló en un remolino […] fajos de billetes. Los recogió, regresó a su tierra y allí se
dedicó a beber, y al tercer día encontró al amor de su vida, pero como él era otro Mexicano, antes de irse a la cama con
ella compró un revólver y para escuchar el tono de su cañón, le dio muerte a un hombre. En el calabozo supo que su amor
había desaparecido con otro y con los fajos y con el revólver. Hoy es un esquizofrénico paranoico sepultado en el
frenocomio del penal”. (Castro Caycedo, Ibid., p. 3).

● “EL CAPITÁN TALADRO

Cuando dejaron de aparecer canecas, un capitán obsesionado con el tesoro, les dio muerte a dos trabajadores porque no
le decían dónde había más. Los trabajadores no sabían nada. Después se dedicó a amenazar de muerte a montadores,
ordeñadores y jardineros que aún quedaban. Alguno se quejó y lo retornaron al cuartel, donde lo veían por las tardes con
un taladro en la mano. Una noche se escuchó que perforaba el piso de su casa, luego la voz de su mujer y finalmente
cuatro balazos. Lo metieron al manicomio. Hoy lleva un taladro de juguete al cinto y una pala de plástico en la mano
izquierda”. (Castro Caycedo, Ibid., p. 4).
Bibliografía
ARANGO C., Luis
1924 Recuerdos de la guaquería en el Quindío. 2 tomos y suplemento.
Editorial de Cromos. Luis Tamayo & Co. Bogotá.

BATEMAN, Alan M.
1958 Economic mineral deposits. Second edition. John Wiley & Sons,
Inc. New York.

BEDOYA, Víctor A.
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