Análisis de La Cultura Del Emprendimiento

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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA DE POSTGRADO

Análisis de la cultura del emprendimiento


y el emprendedor en la comuna de Rancagua.

Tesis optar al grado de Magister en Antropología Sociocultural

DANIEL ALEX MATURANA CABALLERO

Director:
Dimas Santibáñez Yáñez

Santiago de Chile, año 2021


Resumen

Chile se esgrime como un país fuertemente influenciado por la innovación y


la creatividad, lo cual resulta en el mejoramiento de un modelo de trabajo
independiente denominado emprendimiento. Bajo esta arista, la presente
investigación se sitúa en la ciudad de Rancagua con tal de observar si existe una
cultura emprendedora que construya un ecosistema positivo para el negocio,
posicionando a este formato de trabajo como un pilar económico real.

El objetivo general se entrama en el análisis de las prácticas emprendedoras y cómo


se interpreta la cultura de emprendimiento desde los mismos sujetos en
concomitancia con la mirada crítica del estudio, con el fin de establecer qué tan
cierto es esta cultura emprendedora y cuáles son sus formas de expresión.

Ante los parámetros de la necesidad y/o subsistencia y desde el discurso clásico


sobre el emprendimiento como una estrategia de esfuerzo sumado al riesgo, se
estudian las ideas sobre el trabajo emprendedor, las dimensiones culturales que
permean en las prácticas de los individuos y sus formas de relación que existen con
el entorno socioeconómico.

Se concluye que el emprendedor rancagüino asume los riesgos de emprender con


un dominio sobre las consecuencias y con la solvencia de la experiencia en otros
tipos de trabajo. Además, la muestra completa presentó un detalle poco común en
los análisis genéricos sobre el emprendimiento: la formación universitaria. Al sumar
estas condiciones se asumió al emprendimiento rancagüino como un
emprendimiento por competencias. Para complementar los análisis, se tomó la
apropiación del tiempo como una característica de la cultura emprendedora
rancagüina, junto con la búsqueda de mayor competencia y colaboración entre
emprendedores de diferentes rubros.

Palabras clave: Emprendimiento, emprendedor, tiempo, cultura, entorno.

ii
Agradecimientos

Soy un hombre de pocas palabras.

A mi profesor guía por las concretas correcciones y las ayudas precisas para
mejorar.

A mis compañeros de generación que me enseñaron todas las bases socio


antropológicas que desconocía.

A mis docentes porque cada curso era un mundo nuevo.

A mi familia, pareja y amigos porque entendieron y apoyaron la decisión de estudiar


este magister.

Y a todos los que de alguna u otra forma tuvieron que ver en este proyecto.

iii
ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN ........................................................................................................ 1
a) La actualidad del emprendimiento y su evolución en el sistema capitalista ............. 2
b) El emprendimiento y el emprendedor: un problema semánticamente decidor. ........ 5
i. Emprendimiento .................................................................................................. 5
ii. Emprendedor ....................................................................................................... 8
c) La aproximación cultural al emprendimiento ......................................................... 12
d) El caso de estudio: el emprendimiento en Rancagua. ........................................... 21
e) El problema ........................................................................................................... 22
f) Objetivos ............................................................................................................... 26
g) Aspectos metodológicos ....................................................................................... 28
h) La cultura de emprendimiento en Rancagua. ........................................................ 32
II. DIMENSIONES DEL TRABAJO EMPRENDEDOR ................................................... 35
a) El capitalismo social y la importancia del trabajo. .................................................. 35
b) La cultura del trabajo ............................................................................................. 41
c) Trabajo y cultura del emprendimiento en Chile...................................................... 48
d) Dimensiones del emprendimiento en Rancagua y la comprensión del trabajo. ..... 51
III. TIEMPO ................................................................................................................ 63
a) El tiempo como dimensión cultural ........................................................................ 63
b) Tiempo de trabajo y emprendimiento .................................................................... 66
c) Apropiación del tiempo .......................................................................................... 69
d) El valor del tiempo emprendedor. .......................................................................... 76
IV. COOPERATIVISMO Y COLABORACIÓN ............................................................. 86
a) Dos son mejores que uno ..................................................................................... 87
b) La expresión de las redes sociales........................................................................ 90
i. Instrumentación mediante medios digitales ....................................................... 96
ii. Colaboración con la competencia, integración del cliente. ............................... 102
V. CONCLUSIONES ................................................................................................... 112
a) Resultados destacados ....................................................................................... 112
b) Un hallazgo en el tiempo ..................................................................................... 115
c) Un modelo para armar ........................................................................................ 116
d) Perspectivas y oportunidades ............................................................................. 119
REFERENCIAS ............................................................................................................. 121
VI. ANEXOS ............................................................................................................. 131
I. INTRODUCCIÓN

En nuestra realidad nacional, hablar de emprendimiento dejó de ser un tema


lejano o extraño. Sumado a las ayudas institucionales; el aumento de los trabajos
independientes, la intromisión de asignaturas en las casas de estudio, las redes de
emprendedores y el abuso del concepto en sí mismo en los oficios, han intentado
situar al emprendimiento como un pilar económico.

Como el emprendimiento exitoso requiere manejo de muchas competencias, el


problema de su uso en cualquier tipo de oficio o sistema de venta va dejando de
relieve las diferencias entre emprendimientos innovadores y no innovadores, a la
vez que se destacan aquellos con buen manejo contable de sus negocios. El
liderazgo, la capacidad comercial y la calidad, entre otras cualidades, se manifiestan
en las personas que logran un continuum en el desarrollo de sus empresas1. Bajo
estas características, la comuna de Rancagua pasó desde una dependencia del
emprendimiento por medidas institucionales desde el 2000, a un abanico de
posibilidades de financiamiento (que no son únicas ni propias de la ciudad, sino más
bien del país). Un estudio del año 2017 mostró que Rancagua posee un Índice de
Competitividad2 destacado en grados de economía y gobernanza, los cuales se
destacan en las variables económicas para surgir y el nivel de autogestión para
iniciar un negocio (Belmar, 2017). Los emprendedores de esta tesis cumplen con
un alto nivel de autogestión y se destacan por estar alejados del concepto de
precariedad laboral por el cual el emprendimiento ha tomado notoriedad en los
últimos años, siempre evolucionando con la economía social de mercado.

1 La diferencia más tajante entre emprendimiento y empresa es el momento. Al formalizarse, un


emprendimiento pasaría a ser una empresa, pese a que existen más connotaciones.
2
El Índice de Competitividad constituye una herramienta de evaluación de la situación de cada
ciudad. Economía: Características del entorno de las actividades productivas preponderantes en la
ciudad. Gobernanza: Capacidad de los diversos actores de la ciudad para adoptar una perspectiva
estratégica en su desarrollo y actuar en consecuencia.
a) La actualidad del emprendimiento y su evolución en el sistema capitalista

Durante el siglo XX, el auge del neoliberalismo ha permeado en la concepción


del capital humano de trabajo, llevándolo desde el aumento de competencias
personales que permitan mayor riesgo3, hasta la expectativa de incorporar al
trabajador como entidad en el mercado. Esto incrementa la reputación, el prestigio
y la apreciación de este como agente de cambio, en donde un escenario incierto,
generaría una capacidad de innovación como respuesta4 (Feher, 2014; Santos &
Muñoz, 2018). Los emprendimientos actuales responden a un modelo donde la
empresa naciente puede gestionar capital de riesgo y generar la potencialidad de
crecimiento. Esta visión del emprendimiento iría acorde a la evolución del sujeto en
el neoliberalismo, donde existen riesgos por experimentar nuevos terrenos
económicos, constante competencia comparativa y un infinito abanico de proyectos
que en su mayoría nunca son llevados a cabo5, mostrando la “promesa” mental que
genera emprender como opción laboral (Hamuy, 2014; Santos & Muñoz, 2018).

El actual modelo chileno de capitalismo social (economía social de mercado), es


resultado de políticas económicas neoliberales, impulsadas durante la dictadura y
que ha permanecido hasta la actualidad (Araujo & Martuccelli, 2012). Dado el
cambio de paradigma en las prácticas de trabajo; como la diversificación de la
ocupación, el estancamiento en los derechos sindicales y el asentamiento del
individualismo; el trabajo, como operación fundamental de la economía, se ha
distanciado de las conversaciones de convivencia, pasando a ser una actividad
automatizada y deshumanizada (Moulian, 1998), con atisbos cambiantes en las
últimas décadas, dependientes de la capacidad individual del trabajador de
oponerse (o hacer buen uso) del modelo (CORFO, 2014; Paredes et al, 2019).

3 El riesgo o el capital de riesgo en la economía corresponde a la inversión a expensas de conocer


la probabilidad de tener pérdidas en el proceso debido a la incertidumbre (complejidad) del mercado.
4 “Lamentarse por la incertidumbre te aleja de este modelo de innovación”, citan en forma textual

Santos & Muñoz, 2018.


5 Aquí ya podríamos hablar de una especie de juegos de cálculos del sujeto.
Estas conceptualizaciones del trabajo no se evidenciaron en los emprendedores
rancagüinos, dado que la capacidad de gestión personal en sus negocios demostró
uso y dominio de competencias teórico-prácticas con tal de solventar distintos
obstáculos. Si bien el riesgo de inversión está siempre presente, este se veía desde
el positivismo de dominar sus quehaceres emprendedores6 y obtener un éxito por
encima de la ganancia neta reflejada en la acumulación del capital. Se ha señalado
que la práctica del trabajo estaría enfocada en la obtención del capital7, sin importar
las condiciones laborales, el “sacrificio” ejercido en tiempo y energía y/o el
aislamiento social de la persona (Cárdenas et al, 2012; Moulian, 1998), aspectos
que los emprendedores de Rancagua no referenciaron e incluso mostraron ir a
contracorriente de esas implicancias, aunque se destaca la visión de condiciones
laborales estresantes, pero buscadas y dominadas por el propio demandante en sí,
el cual resulta ser el emprendedor y la búsqueda de calidad, por encima del cliente
y su demanda.

Como efecto de los distintos tipos de trabajo que se ejercen en el presente y la


variabilidad en la ejecución de servicios primarios a terciarios, la promoción del
emprendimiento se ha instalado como un modelo laboral que permite autogestionar
el tiempo y crear una independencia socioeconómica y laboral, al no depender de
jefaturas ni otros cargos (CORFO, 2014). Un problema de esto último es que la
población emprendedora del país es resultante8 de un mercado laboral complejo o
bien de la escasa cobertura de derechos sociales por parte del Estado. Más que
tomar oportunidades de emprender, los trabajadores están rebuscándose un medio

6 Esto no siempre ocurre, pues en la moda emprendedora se puede “vender cualquier cosa”.
7
Otros componentes del trabajo que son trascendentales y transversales son la previsión en salud
y el sistema de ahorro para la vejez, los cuales tienen diversas formas de ejecutarse en los distintos
países, remarcando que en Chile el sistema de salud es público (FONASA) o privado (ISAPRE),
mientras que el sistema de ahorro para la vejez corresponde en mayor medida a las Aseguradoras
de Fondos de Pensiones (AFP), con otros que permanecen de regímenes anteriores al año ochenta
y los que son únicos para los trabajadores de la defensa nacional (Cárdenas et al, 2012).

8Aravena et al (2019) resumen el discurso idóneo de la siguiente manera: “Emprender apela a las
características particulares de las personas para definir el éxito o fracaso del desarrollo de un
proyecto económico que constituye una fuente laboral o de ingreso, homogeneizando las
condiciones sobre las que éste se establece”.
de subsistencia para sobrellevar los gastos de sobrevivencia (Aravena et al, 2019).
Los emprendedores de Rancagua provienen de una desilusión inicial del modelo
basado en el hastío del horario de trabajo y el cumplimiento de objetivos ajenos de
producción, lo cual suma la incomodidad de estar bajo jefaturas. Esa situación les
permitió utilizar sus propias herramientas para iniciar una actividad rentable de
manera artesanal para luego dar paso a un negocio con inserción y reconocimiento
local. Estas herramientas se vieron destacadas en el desarrollo de habilidades con
perfeccionamiento técnico, apropiación del tiempo como recurso y la capacidad de
interactuar bajo redes informales de emprendimiento que permiten afianzar y
mejorar continuamente a las empresas. Si bien la mitad de estos emprendedores
se han adjudicado algún fondo de ayuda, reconocen que en corto tiempo se
nivelaron de tal manera que estas ayudas carecieron de peso específico para ser
significativas. De hecho, en la última década el emprendimiento ha sido un objetivo
fundamental de las políticas públicas en el país, donde la promoción para la
formación de nuevas empresas se ha relacionado con el crecimiento, el nivel de
empleo y la innovación (Atienza et al, 2016).

El apoyo al emprendimiento se refleja en las intenciones de aumentar la cantidad


de emprendedores en desarrollo, con mayor énfasis en las micro y pequeñas
empresas (MYPES), como en pequeñas y medianas empresas (PYMES), donde al
emprendimiento se lo asume como un sostén económico que permite rebajar las
tasas de cesantía y que se presenta como una real opción ante la desocupación,
sumado a la chance de ser para el emprendedor, un ejercicio para subsistir.
(Mardones et al, 2017).
b) El emprendimiento y el emprendedor: un problema semánticamente decidor.

i. Emprendimiento

Los economistas fueron los primeros en investigar la problemática del


emprendimiento desde la medianía del siglo XX. Diferentes áreas de la ciencia se
interesaron en este tema con tal de enfocarlo desde distintas miradas, lo que se
traduce en una carencia de una teoría basal que sea considerada una piedra
angular del tema. Su vuelta como concepto de análisis académico (coincidente con
el de sobreexplotación política en el discurso) se ha producido en las últimas dos
décadas, donde el individualismo ha traspasado hacia la independencia económica
y la formación de una cultura9 emprendedora (Teran & Guerrero, 2020). Basado en
lo anterior, tanto la innovación como el emprendimiento han sido ampliamente
utilizados en el discurso político chileno. Ambos términos10 han ido cambiando su
peso interpretativo y se “…comienzan a establecer como elementos esenciales del
discurso de la productividad y el progreso económico nacional” (Moya & Molina,
2017); lo cual desencadena que ambos tengan un uso sin retorno en la orientación
económica, alejándolas de lo tecnológico, lo científico o la validación de
competencias personales (del emprendedor), siendo estas últimas, estructuradas
como un componente esencial para levantar, mantener y lograr el éxito (ganancia
económica) del emprendimiento (CORFO, 2014; Hamuy, 2014). Un ejemplo es la
utilización del concepto emprendimiento en distintos gobiernos de Chile. En los dos
períodos de Michelle Bachelet, la innovación estuvo por sobre el emprendimiento
en el uso del discurso, y este mismo fue entendido como una fuente de trabajo sin
llegar a ser un impacto de la macroeconomía; mientras que, en el primer período de
Sebastián Piñera, el discurso se volcó principalmente al concepto del

9 También es importante destacar que “cultura emprendedora” se usa indistintamente en el discurso


político, en ramas académicas de la economía y en las prácticas diarias de los emprendedores.
10 Es la innovación la que en el discurso público aparece casi mimetizada con emprendimiento.
emprendimiento, entendiendo que este en sí mismo impactaba desde la micro a la
macroeconomía. (Hamuy, 2014; Moya & Molina, 2017).

El nivel de emprendimiento que gestiona un país se baraja en una relación directa


al crecimiento económico11, independiente del tipo de política que lo impulse. Un
consenso vital entre todo esto, es que la innovación es necesaria para que el
emprendimiento se genere como pilar económico (Minniti, 2012). Las primeras
nociones relacionaban a la innovación con el emprendimiento dentro de un sistema
de mejora continua donde se “destruía para construir”, aumentando la productividad
y el crecimiento económico12 (Schumpeter, 2003). Otra consideración desde el
aspecto político considera que el emprendimiento es una expresión de innovación
(lo cual calza con el uso indistinto que tienden a utilizar las autoridades entre ambos
conceptos) y dinamismo económico (Hart, 2003). Todavía en el espectro
sociopolítico, el emprendimiento se ha visto como un elemento clave para la
determinación de innovaciones colectivas, diversificando el conocimiento (teórico-
práctico) y facilitando su difusión en la población (Audretsch & Keilbach, 2004). Hoy
por hoy, debido al uso, desuso y sobreuso del concepto del emprendimiento, se
pueden catalogar varias acepciones respecto al mismo, en donde el
emprendimiento es parte de la economía en función de satisfacer al sistema
económico a través de un modelo de mejora continua. Primero, se acepta que el
crecimiento es dependiente de la innovación tecnológica. Segundo, esta innovación
tecnológica requiere altos grados de experimentación en diversos rubros. Tercero,
la experimentación13 podría depender de nuevas empresas u organizaciones
empresariales; y cuarto, la experimentación productiva es esencial en el modelo
capitalista para aumentar su ímpetu negociador (Minniti, 2012).

11 Una forma de medirlo es el PIB.


12 Productividad en simple, es la cantidad de producción en función de los insumos utilizados. El
crecimiento se veía en los tiempos de Schumpeter (2da mitad siglo XX), como algo directamente
asociado a la cantidad de empresas.
13 Un ejemplo en la práctica de esto es como se entrampa la discusión sobre los fondos de apoyo a

la investigación, pues un problema radica en si es mejor apoyar la ciencia básica o la ciencia


aplicada.
Otra forma de evaluar cómo se entiende el concepto del emprendimiento, es
mediante su representación social. En un estudio realizado en zonas rurales por
Moliné, la principal referencia asociada al emprendimiento es el concepto del
Dinero14. A su vez, la motivación para emprender se asoció mayormente al término
Familia, dado el impulso por mantener y sacar adelante a la misma. La autora
discute el rol activo de la mujer emprendedora (tanto rural como no rural) en función
de que todo lo que haga y desempeñe será nuevo o será visto como un nuevo rol
socioeconómico, más allá de que resultados de trabajos similares, pero, enfocados
en la urbano, mostraron que independiente del género, el emprendimiento se motiva
desde la libertad e independencia económica (Moliné, 2017). Las motivaciones son
menos “estáticas” a nivel urbano y sufren variaciones en el tiempo, ajustándose a
los desafíos comerciales que van apareciendo. Desde la base motivacional de
emprender por necesidad u oportunidad, se transforma en una forma de emprender
acorde al entorno y la realidad socioeconómica del país (Williams & Williams, 2011),
lo cual podría denominarse un emprendimiento por ajuste.

Hasta aquí el concepto de emprendimiento (que se extiende al de emprendedor) va


siendo interpretado de diversas maneras dependiendo del plano económico, político
o social. Podríamos estar ante un concepto en constante evolución (su uso data
desde la revolución industrial) o bien, este podría poseer interpretaciones acordes
a quién lo está usando, sin afectar en la práctica, las operaciones del sujeto
emprendedor (Carmen & Viveros, 2011; Santos & Muñoz, 2018). Un aliciente para
esta investigación es la diversificación del concepto emprendimiento, que se usa
livianamente por parte de las autoridades, a expensas de las definiciones
académicas.

14Sus resultados mostraron mayor interés por dinero en mujeres que en hombres (que asociaron
más el conceto de responsabilidad). Comparativamente esto se contradice con estudios previos que
mostraron que el interés por dinero en mujeres era secundario, centrándose más en la independencia
y autogestión. Aparte, el mercado “machista” sería un aliciente a la búsqueda de independencia
económica.
El emprendimiento se asocia entonces, a personas propietarias de su negocio o
autoempleados, siempre que contraten trabajadores para el logro de objetivos a
mediano plazo, mientras que, en la visión instrumental, el emprendimiento
corresponde a nuevas empresas que introducen innovaciones removiendo
paradigmas15 (Ascencio, 2014). Desde la mirada de los negocios, se considera
esencial la existencia de una oportunidad, el descubrimiento o detección de esa
oportunidad y la creación de una organización para explotarla. (Villalobos et al,
2007).

Mi visión de acuerdo con las experiencias de trabajo (asesorías) y en función de la


comprensión del término, es que el emprendimiento, tal como lo señalé antes, es
un proceso momentáneo donde se afianza un negocio, aplicando todas las
competencias y aprendizajes para generar un camino hacia el nacimiento de
una empresa. Si bien no pretendo ser absolutista de la visión formal de una
empresa (esto es, para el SII sólo hay empresas y no emprendimientos), bien me
parece establecer que los emprendimientos rancagüinos analizados en este
estudio, dado el perfil histórico de formación académica de la muestra,
corresponden a emprendimientos por competencias, como una rama del
emprendimiento por necesidad, alejándose de conceptos de subsistencia o
sobrevivencia, algo común en los objetivos de las políticas públicas.

ii. Emprendedor

En ocasiones, todos los ámbitos del entorno del emprendimiento y por


supuesto, todos los contextos individuales del emprendedor están presentes en el
esfuerzo constante de mantenerse activo en el mercado (GEM, 2016). La relación

15Es complicado relacionar emprendimiento y empresa. Es emprendimiento hasta que se formaliza,


pero el discurso público no los separa tajantemente.
con el entorno y las características personales del emprendedor, formarían su
propia cultura del trabajo16 (Supiot, 1999; Steckerl, 2011). En un cambio del uso
conceptual desde un tipo de persona pasiva y resiliente, el emprendedor debe tener
cualidades de innovador y capacidad de crear nuevos negocios crecientes,
mostrando que, en la actualidad, es un sujeto que “relaciona varias disciplinas, tales
como: economía, estrategia de negocios, comportamiento organizacional,
sociología y psicología” (CORFO, 2014).

El detalle radica en cómo se maneja el concepto y la diferenciación entre lo que


debería ser y lo que es. Analizando el mismo informe de emprendimiento de
CORFO17 de 2014, ha pasado desde considerarlo como:

“La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar, con


empeño, alguna operación considerable y ardua”, hasta “Un agente
económico que une los principales factores productivos, la tierra de
uno, el trabajo de otro y el capital de otro, para producir un producto.
Con la venta del producto en el mercado, paga la renta de la tierra,
el salario y los intereses del capital; y el remanente corresponden a
sus ingresos. Así, el emprendedor traslada recursos económicos
desde un área con baja productividad y retorno, a una de alta
productividad y retorno”

Lo que se espera del emprendedor es una persona capaz de generar su propio


conocimiento y estrategia sobre el producto y/o servicio ofrecido, el cual, a su
vez, asume riesgos estando dispuesto a obtener retribución a mediano plazo
(CORFO, 2014). El detalle es que particularmente en Chile, el emprendedor muestra
a una persona con escaso capital inicial, sobre todo cuando deriva del desempleo18
(Aravena et al, 2019; Zúñiga et al, 2016). Pareciera que la conceptualización del
emprendedor como un posible empresario exitoso no es real y en lugar de ello,

16 Usado como concepto, la cultura del trabajo no se define en tales trabajos.


17 Es por lejos el principal ente gestor de recursos, proyectos e impulsos de emprendimiento.
18 Otras formas son “probar” un emprendimiento mientras se trabaja como asalariado, complementar

sueldo familiar y luchar contra malas condiciones laborales a nivel país.


podríamos considerar a estos como “…trabajadores por cuenta propia, con altos
niveles de informalidad, escasa o nula tecnología en sus emprendimientos, en su
mayor parte autoempleados, con poca o nula perspectiva de crecimiento y con
ingresos bastante bajos” (Aravena et al, 2019).

En Chile, esto se condice con la estructuración del sistema de economía social de


mercado que produce condiciones superficiales para concretar un negocio, con
aperturas a mercados obstaculizadas por conglomerados y contactos (“pitutos”). El
monopolio escondido de los grupos económicos obliga a los emprendimientos y las
empresas nacientes a sumarse a estos o bien a ocupar prácticas similares.

“…ocupamos el lugar 48 de 54 en materias de Infraestructura


profesional para los negocios, donde un 75% de los encuestados
encuentra que es difícil acceder al mercado financiero o bancario”
(Iriberry, 2019).

Otro aspecto es el bajo nivel de educación financiera de los emprendedores (que


sigue a medida que crecen como empresarios), que, interpretado al sistema
educativo nacional, se demuestra que se ocupa uno de los últimos lugares de la
OCDE en el indicador de educación primaria en los emprendedores19 (GEM, 2020).
Un punto coincidente a los datos regionales de Rancagua es la alta promoción del
emprendimiento por parte del gobierno, ocupando el lugar 11 entre 54 países
analizados. El “pero” es el acceso a la banca para nuevos emprendedores y la
capacidad de crecimiento mediante negociación, que termina destruyendo los
emprendimientos. En esto también se ocupa un triste lugar 43 entre 48 países
analizados (GEM, 2020; Iriberry, 2019).
Los emprendedores de Rancagua rompen con la segunda generalización, esto es,
tienen alto grado de formación educacional (todos universitarios) y han ocupado y
ocupan las herramientas educativas en la evolución de sus negocios, aprovechando

19 Puesto 43 de 54 en educación básica y media.


la experiencia en sus trabajos formales dependientes. En función de estos
aprendizajes, se van formando en educación financiera y de alguna u otra forma
acceden a la banca o se plantean buenas formas de ahorro/inversión. También
existe la antigua noción del éxito tras innumerables fracasos20, que es en parte lo
que une la conceptualización antigua del emprendedor (como trabajador
independiente con negocio propio) con un nuevo personaje que debe poseer
dominio de TICs21, gran capacidad de autogestión e impecable vocabulario técnico22
del emprendimiento. Eso se encontró en esta investigación, pero no sin grandes
esfuerzos de estudio informal y la valoración de las capacidades propias de
manifestar esos conocimientos.

Al hablar del emprendedor clásico, se asume que este lo intentará mil veces hasta
lograr su cometido, actitud ampliamente valorada en el mundo económico (Santos
& Muñoz, 2018). Ciertos contrastes en la actitud de “reemprender” se presentan a
medida que el origen del emprendedor se aleja de la idoneidad moderna, mostrando
otra clase de emprendedores (de zonas rurales y alejadas del centro urbano)
carentes de confianza en sí mismo y, por tanto, animados a depender de trabajos
asalariados (Williams & Williams, 2011). Retomando la aseveración previa, el
emprendimiento sin un “colchón” económico que amortigüe el fracaso, genera
mayor desilusión del formato (Zúñiga et al, 2015). Cuando el emprendedor se
cataloga bajo la arista social (el lucro está ausente), el éxito vuelve a basarse en los
objetivos, esta vez, enfocado en generar un aporte a la comunidad. El
emprendimiento social requiere una enorme cantidad de contactos o bien, ser
naciente desde un estrato que ya posee recursos suficientes. Es por esta razón que,
ante los nuevos estándares de ser un aporte social con el negocio, los
emprendimientos sociales tienden a estar coartados por el aspecto filantrópico y el
realce de esto como una característica del emprendedor en sí. El resultado ha sido

20 Hoy se sabe que el número de fracasos disminuye a medida que, al arriesgarse, el emprendedor
ya posee mejores herramientas de sostén económico.
21 Tecnologías de Innovación y Comunicación.
22 Que en rigor no existe. Más se da el caso de modas pasajeras de vocabulario, sobre todo en

tecnicismos en inglés.
movilizar a una aristocracia emprendedora a impulsar, auspiciar y trasmitir en los
nuevos emprendedores un espíritu social dentro del emprendimiento, fomentando
a su vez el marketeo de las actividades beneficiosas23 (Santos-Ortega & Muñoz-
Rodríguez, 2018). El emprendedor es trasversal a la clase social, idealiza un modelo
de soberanía económica y asume la innovación como disruptiva de modelos
imperantes. (Schumpeter, 2003).

De esta situación me hago cargo con la presente investigación, considerando que


el emprendedor rancagüino arriesga con una seguridad económica dentro de sus
límites, se educa continuamente en el producto/servicio ofrecido y comprende
cómo usar las redes de apoyo para solventar aquellos puntos en los que se siente
debilitado. Si el éxito está en lo monetario, los resultados son dispares, pero si
centrara en el logro de objetivos, toda la muestra estudiada es exitosa,
independiente de los obstáculos, pues el impulso del crecimiento de los
emprendimientos pareciera superar la carga de trabajo, transformando los
problemas en desafíos de constante desarrollo.

c) La aproximación cultural al emprendimiento


Desde la segunda mitad del siglo XX las investigaciones sobre
emprendimiento se centraron en la ciencia del comportamiento24, con atisbos
sicológicos y sociológicos. Es a mediados de la década del 80, donde la
investigación viró hacia la gestión y la economía, especialmente en las medianas y
pequeñas empresas; comenzando los análisis del rol de estas en la innovación, el
desarrollo regional, la relación urbana-rural y la aparición del espíritu emprendedor
dentro del sistema capitalista (Teran & Guerrero, 2020). Con esa base de

23 Un ejemplo macro y con matices sería la Teletón, pero a nivel específico y actual, la empresa
chilena Green Glass mezcla los aportes sociales con campañas publicitarias, pese a que aún se
consideran emprendimiento.
24 La cual nace con la “ciencia” del trabajo de Frederick Taylor, que se adoptó como el taylorismo

desde la década del 30 y tuvo su auge gracias al crecimiento exponencial de empresas


norteamericanas.
investigación, se planteó un trío de problemáticas asociadas a estudiar el
emprendimiento: qué sucede en la práctica de los emprendedores, por qué realizan
estas prácticas y cómo realizan estas prácticas (Stevenson & Jarillo, 1990).

Con estas consideraciones, Chu propuso que el fenómeno emprendedor puede ser
estudiado desde cuatro aristas: la sicológica, la sociológica, la económica y la de
gestión. La teoría del emprendimiento resulta como base en una de ellas sumando
tintes de alguna otra, como también pueden hacerse estudios mixtos de estas áreas
(Chu, 1998).

Tabla 1.- Principales corrientes de la teoría del emprendimiento.

Fuente: Teran & Guerrero, 2020.

Si bien la masa de estudios se enfoca desde lo económico, las corrientes de


investigación sociológica acerca del emprendimiento permiten enfocarse en el
contexto social, religioso (históricamente importante en las teorías económicas del
capitalismo) y cultural. Los análisis teorizan desde “…el origen, desarrollo,
costumbres y creencias de la comunidad” (Teran & Guerrero, 2020). Dentro de la
corriente sociológica se puede encontrar la teoría antropológica del
emprendimiento, la cual, tomando el concepto de emprendimiento como un
despegue o inicio de un proyecto de empresa, se debe considerar el contexto
sociocultural del individuo, involucrando todas sus relaciones humanas y con las
instituciones (North, 1990).
El modelo antropológico de análisis se basa en que, influenciado por la propia
cultura, la empresa se crea casi por decante, dado que “las prácticas culturales
conducen a actitudes emprendedoras como la innovación que también conducen al
comportamiento de creación de empresas” (Teran & Guerrero, 2020). La cultura
muestra cómo las prácticas de los sujetos en el emprendimiento son resultantes de
la historicidad étnica, las relaciones sociales y la interacción con el sistema
económico/político (Mitchel et al, 2002). Gran parte de las teorías económicas se
centran en el éxito/fracaso y la generación de ganancia, donde la cultura
emprendedora es una variable explicativa más que una fuente desde dónde
investigar. Esto significa que las teorías no económicas (como la antropológica)
intentan dilucidar desde la complejidad del comportamiento humano, cómo las
prácticas del emprendedor son difíciles de encasillar en un modelo único, dejando
ver que la cultura es una realidad palpable que permea en la persona, pero que a
su vez tiene acciones de respuesta desde el individuo (Mitchel et al, 2002; Solís,
2017; Teran & Guerrero, 2020). Esto implicaría que el éxito empresarial (en su
sentido clásico) no se aseguraría simplemente entregando un sustento económico
o aumentando las competencias de mercado de los emprendedores25, sino que
además requiere un análisis desde el mismo emprendedor y su comportamiento
organizacional, social y cómo a su vez, los valores, tradiciones y pensamientos
influyen en el propio modelo cultural del emprendimiento (Carmen & Viveros, 2011;
Mitchel et al, 2002; Teran & Guerrero).

El antropólogo social Norling Solís considera que la cultura donde se desarrolla una
persona es una influencia directa en su proceso de creatividad. Al mismo tiempo
toma las consideraciones de Maslow26 donde las necesidades básicas se satisfacen
por actividades derivadas de la creatividad de las personas. Según él, la cultura27

25Como autor, he visto reflejado este punto en mis labores de asesoría emprendedora.
26El mismo que propone la pirámide de necesidades a cubrir con tal de elevar el nivel de satisfacción
personal.
27 La definición de cultura en la cual se basa el autor es la de Berdichewsky: conjunto de

comportamientos y creaciones humanas socializadas y estandarizadas producto de la actividad


social de los seres humanos. Consiste en ideas y sentimientos, formas de actuar o de comportarse
“funciona como un regulador de los materiales o productos que se emplean para
satisfacer una necesidad”. Se entendería que las sociedades, culturalmente dan
respuesta a los vacíos y necesidades, empleando contradicciones internas,
respondiendo mediante el aprender haciendo y optimizando sus prácticas mediante
el ensayo con tal de reducir los errores. Ese formato de creatividad queda
históricamente demostrado por los vestigios remanentes de la cultura28 (Solís,
2017). El emprendimiento funciona con prácticas culturales que lo van puliendo
según las necesidades, integrando todos los conocimientos y aprendizajes de quien
lo ejecute, desarrollando una capacidad de manejar la frustración, decidir bien para
disminuir riesgos e incorporar el estudio sistemático de lo ofrecido.

La conceptualización del emprendimiento como un trabajo independiente que varía


en función de quien lo ejecuta, le ha permitido suplirse de distintos tipos o
“apellidos”, distinguiéndolo en su campo de aplicación; existiendo, por ejemplo, el
emprendimiento organizacional, cultural, turístico, ambiental, etc. La distinción
teórica del tipo de emprendimiento y sus implicancias a nivel práctico, presentarían
cierta ventaja en las posibilidades de éxito29, logrando formar cadenas de valor
efectivas entre los emprendimientos, mejorando la calidad de vida en una sociedad
(Carmen & Viveros, 2011).

Si tomamos la arista política de la cultura emprendedora, se ha visto en la última


década, que cuando se produce una desaceleración económica, las empresas
generan una presión extra al gobierno para evitar las reformas estructurales que
involucren cambios en las estructuras empresariales. La demostración de este
punto es que aún se mantiene un sistema de fomento a la independencia, pero sin
perder el rol de Estado subsidiario, donde se incluye el papel garante de aumentar
las competencias, enseñar modelos de TIC’s, generar conocimientos en economía,

y también objetos sociales, constituyendo un sistema coherente e interrelacionado de estructuras


mentales, sociales y materiales
28 Para esta deducción, Solís utiliza referencias de Althusser y el materialismo dialéctico-histórico.
29 Siempre el éxito en el emprendimiento actual se entiende como el logro de los objetivos propuestos

y no se cierra en la ganancia económica.


etc., lo cual desincentiva la formalización de los emprendedores para convertirse en
empresas (Caviedes, 2014). La gestión de la política pública siempre deja un
espacio de oportunidades para la formalización considerando a aquellos que
comienzan un negocio y tienen oportunidades para concretar o legalizarlo; mientras,
se le denomina negocio ilícito en la medida que no podamos diferenciar el origen
del producto ofrecido o su impuesto, mostrando que es el proceso el que define el
tipo de economía formal o informal (Molina, 2004).

En nuestro país primaría algo que la OCDE ha denominado cultura “fisiocrática 30”,
la cual es resultante de la ganancia debida a la explotación de recursos naturales
bajo leyes ambientales livianas, alejamiento de la investigación científica y el
centralismo estatal (OCDE, 2013). En ese sentido, Hamuy menciona como una
escasez de la “cultura” de la innovación y el emprendimiento en Chile, en donde el
Estado en los últimos años31 buscó (y busca, con mayor o menor medida
dependiendo del gobierno) transformar la tradición empresarial desde la ganancia
neta a gestiones económicas del cooperativismo y el uso de las TIC’s (Hamuy,
2014). Se logró esto en alguna medida durante los primeros momentos de la década
del 2000, pero se frenó en seco con la crisis de 2008.

Las políticas públicas se expresan en la performatividad32 del discurso, logrando


conectar la ideología partidista-valórica con el funcionamiento de las instituciones,
las prácticas gubernamentales y el propios actos teórico-prácticos de las personas33
(Moya & Molina, 2017). La ideología debe transmitirse a través del discurso político
con tal de “instalar” una forma de ver el mundo, para configurar una forma común
de vida basado en la unidad, pero donde estos objetivos dependen de los efectos
que el programa político produzca en las instituciones (y su mutación desde un
gobierno anterior) y en los ciudadanos (como una nueva realidad temporal). Este

30 Referente a la fisiocracia, menciona una economía país que no depende intervención estatal, sino
que su éxito viene dado por una naturaleza económica reguladora. Es la base de lo que Smith
propondrá como la mano invisible.
31 Dentro de la década 2004-2014.
32 Entendido como la capacidad del lenguaje para realizar una acción.
33 Estas dimensiones podrían considerarse parte de la cultura emprendedora.
movimiento no permite visualizar otros estilos o modos posibles para ser exitoso,
evitando prácticas socioculturales diferenciadas (o al menos coartándolas) y
excluye otros modos posibles, otros significados y, por tanto, otras prácticas
sociales. Todo esto ocurrió notoriamente durante el primer gobierno de Sebastián
Piñera y la inversión o cambio de las expresiones políticas asociadas al
emprendimiento. En el segundo gobierno de Bachelet se mantuvo la ola de
ayudas económicas y de preparación de competencias emprendedoras, basadas
en la construcción ideologizada de la cultura de emprendimiento, tomando este
como un real sostén económico y una real posibilidad de nuevas oportunidades de
surgimiento (Aravena et al, 2019; Atienza, 2016; Guerrero & Vega, 2015). Uno
problema de esto, es que, si asociamos el emprendimiento dentro de los formatos
de trabajo, encontraremos dos principales clasificaciones34: los asalariados y los
independientes (Márquez, 2004). Los primeros pueden tener asociado un contrato
(lo formal o lícito) o un acuerdo (informal e ilícito), donde esto último suele ocurrir en
los dependientes de negocios pequeños y en menor medida en trabajos de oficio35
(Acuña & Pérez, 2006). Los trabajadores independientes por su parte pueden ser
agrupados de la siguiente forma (Chamorro, 2008):

• De cuenta propia, los cuales trabajan sin asalariados en dependencia, pero


si pueden tener ayuda familiar o puntual.

• Independientes empleadores, que son los microempresarios (y serían


emprendedores si tuvieran plan de proyección de crecimiento).

La GEM, en su informe 2016 (ver figura 1 en anexo), propone la separación entre


emprendimientos nacientes y establecidos, aspecto no dependiente de la cantidad
de trabajadores.

34 Existen otras formas de clasificación basadas en temporalidad y estancia, nivel de retribución o el


carácter público-privado, las cuales no son oportunas para la intención de este proyecto.
35 Como, por ejemplo, gasfíter, jornal de construcción, albañil, etc.
Cabe señalar que muchos emprendedores comienzan mientras aún son
asalariados, cambiando las fuentes de ganancia capital y “probando terreno” para
el viraje completo del formato laboral (CORFO, 2014; GEM, 2016). Esto se demostró
en la presente investigación, pues todos los individuos de la muestra probaron sus
productos o servicios en el mercado mientras trabajaban de asalariados, reduciendo
el riesgo de pérdida. También se puede diferenciar (dentro del discurso de la
autoridad) entre emprendimiento por “necesidad” y por “oportunidad”, que son
claves del emprendimiento moderno, el cual considera un análisis activo del
mercado y de los clientes. Estas categorizaciones permiten observar el
comportamiento de los emprendedores referente al éxito y las probabilidades de
lograrlo (Atienza, 2016).

Dada la indiferencia práctica entre emprender por necesidad o subsistencia, la


incertidumbre termina caracterizando al emprendedor. Esto se repite en los
discursos sobre “arriesgarse y jugársela” por emprender (CORFO, 2012). El término
ha existido desde hace 200 años para referirse a quiénes comienzan una empresa
o bien a quiénes usan innovación en sus negocios, pero se masificó su uso en el
discurso público y privado de manera repetitiva desde los años noventa,
anteponiéndose visiones sobre su rol, ya que por un lado generaban turbulencias
en el mercado, mientras que por otro mejoraban las redes comerciales (Castillo,
1999). Desde esas visiones nació en la década del 2000 el concepto del espíritu
emprendedor para representar el aspecto que Castillo resume como “…innovador,
flexible, dinámico, capaz de asumir riesgos, creativo y orientado al crecimiento”
(Castillo, 1999). Uno de los detalles es la ignorancia general sobre cómo mejorar
ese espíritu emprendedor, pues si no, simplemente se aceptaría poseerlo como algo
innato. Otra cosa asumida es que todo el mundo desea ser innovador, flexible y
creativo. El problema es que cada emprendimiento exitoso se acompaña de muchos
fracasos (CORFO, 2012; GEM, 2016). Se asume lo del “espíritu emprendedor”
como algo que algunos tienen y otros no. Desde la década de los ochenta, se
propuso la típica visión que hoy se toma para los emprendedores, donde estos son
ejemplos de la “cultura del espíritu emprendedor”, que en forma sintetizada
corresponde a sujetos que presentan una orientación impulsada por la oportunidad,
lo cual implica la utilización de tecnología rápidamente cambiante, el análisis de la
situación económica de los consumidores y el ajuste a los valores sociales y las
normas políticas del momento (Stevenson & Jarillo, 1990). La oportunidad misma
es aprovechada por estos emprendedores como una motivación por la acción,
decisiones rápidas y efectivas, aceptación de riesgos razonables (en lo económico
y social) y la generación de redes de contacto cerradas (Carmen & Viveros, 2011).

Tal como se discutió en el primer punto de la introducción, el emprendimiento juega


entre el empresariado clásico y el contemporáneo. En lo histórico, su lógica se
desprende del rasgo cultural predominante, donde el emprendimiento debe luchar
constantemente con la negación y la poca consideración por los conglomerados
económicos. Lo importante es la remanencia de culturas diversas y la
predominancia de tipos de trabajo específicos (como el agrícola) debido a la
tradición de la producción (Batalla, 1990).

Para establecer nuevas prácticas dentro de la cultura que condicionen el


emprendimiento se deben producir transformaciones económicas que empujen la
gestión micro y macroeconómica con tal de que los cambios generados permeen y
permanezcan en la sociedad, produciéndose un estatus quo que, a conveniencia,
presiona directamente desde el sector político (Polanyi, 2015). Sumado a su
contexto económico, el emprendimiento se ha tomado como un fenómeno cultural
que encierra conductas, creencias, valores y modos de actuación que buscarían
generar bienestar social en la comunidad (Correas, 2009). Desde aquí se desprende
un aspecto sobre la formación del emprendedor, basada en un imaginario social
sobre los emprendedores: la autogestión; la cual se entiende como
autodeterminación, autovaloración y autoconocimiento. Lo externo a la persona es
importante en su formación como emprendedor, lo cual está asociado al Estado, la
familia, los lazos sociales, la comunidad en general y la posibilidad de interacción
del emprendedor con otras personas (Correas, 2009). En lo económico, el
emprendimiento corresponde a la gestión de un negocio propio con capacidad o
potencialidad de crecimiento; lo cual se diferencia de la venta simple de productos
(Boletín, 2018). Vale indicar que uno de los objetivos de los programas de
crecimiento en emprendimiento, es la formalización mediante la boleta/factura,
dejando inherente el hecho de vender sólo con permisos temporales o en ferias en
los inicios del negocio36, reiterando que el emprendimiento no tiene interpretación
desde la mirada fiscal, pues al legalizar y formalizar, pasa a ser una empresa.

La aproximación cultural de la que me hago cargo tomaría siempre los aprendizajes


de los emprendedores como la fuente principal de sus prácticas, destacando cómo
responden a los conceptos reiterados del discurso emprendedor: incertidumbre,
riesgo, independencia y formalización. Para observar la cultura de emprendimiento
en Rancagua, propondría que la incertidumbre económica de emprender está
manejada gracias a las experiencias previas en el rubro no independiente
asalariado, que permiten reducir el riesgo económico, puesto que dominan lo que
ofrecen y lo van mejorando, dándole valor agregado por su interés en la calidad
y fidelidad del cliente. A mi juicio, esas aptitudes se nutren al emprender, pero
debieron estar presentes al momento de tomar la decisión de independizarse,
generando nuevos aprendizajes sobre el manejo de diversos recursos más allá de
lo económico. La formalización aparece como un objetivo una vez que dan cuenta
del alza del nivel de sus negocios, dado las nuevas oportunidades de fondos,
concursos y asociaciones, que pueden desencadenar en redes de apoyo, vínculos
estrechos o circuitos de enseñanza-aprendizaje entre los emprendedores.

36Algunos ejemplos son: Capital Semilla y Abeja, Mujer Emprende, Fondos regionales de innovación,
programas de apoyo de universidades, fondos concursables municipales, entre otros.
d) El caso de estudio: el emprendimiento en Rancagua.
La primera aproximación a una cultura del emprendimiento muestra la
interacción entre el emprendedor y su entorno, pues las percepciones sobre su
aporte al sistema laboral se diferencian de otros trabajadores al ser de diferentes
categorías y trayectorias laborales, lo cual se visualiza en la heterogeneidad de
personas (Gaete & Soto, 2012). Si acaso las conductas laborales motivadas por el
conocimiento adquirido y los valores individuales (propios de cada uno) de los
trabajadores representaran una cultura del emprendimiento (Reygadas, 2002); esta
última sería observable como una subcultura del mundo del trabajo. Las
dimensiones de la cultura del emprendimiento podrían ser vistas en el propio
emprendedor (como sus prácticas y conocimientos) o bien, mediante interpretación
de un observador externo (Araujo & Martuccelli, 2012; Gaete & Soto, 2012).

En esta cultura, propia del emprendimiento, el emprendedor asume riesgos para


validar su posición en la sociedad como una persona productiva, a expensas de las
críticas y comparaciones con el ideal del trabajo asalariado. Tanto las políticas
públicas como la comunidad en general, espera de los emprendedores personas
atrevidas y jugadas, con la capacidad de autogestionar sus recursos y tiempos. La
manera de visualizarlo es el imaginario sobre el emprendimiento como un trabajo
independiente y sin horario, cuando la experiencia muestra todo lo contrario, donde
la ventaja sería sólo el horario flexible. La independencia buscada por un trabajador
se posiciona en dos formatos: Bajo libertad de trabajar y bajo libertad de emprender
(Supiot, 1999). Este último es de interés para esta investigación en Rancagua, pues
la heterogeneidad poblacional de la ciudad lograda por la integración de los sectores
aledaños, van mostrando el surgimiento de la opción emprendedora, defendida
como gran oportunidad por las autoridades locales, un fenómeno que se repite a
nivel nacional y que por parte de estas mismas autoridades es posicionada como
un nicho con redes propias de contacto (CORFO, 2014).

En este contexto, en Chile han emergido diversos programas de emprendimiento,


innovación y autogestión del conocimiento, con resultados dispares y en clara
posición de argumentar que, ante el trabajo precario, el emprendimiento es opción
válida y efectiva (Atienza, 2016; CORFO, 2014). Desde la propia biblioteca de
CORFO han informado que muchos proyectos perecen al primer año (90%),
mientras que, a nivel regional, como en la región de O’Higgins, la corporación e
incubadora ProO’Higgins ha informado que al tercer año decaen el 80% de
emprendimientos nuevos37. De aquí cabría preguntarse sobre las supuestas redes
de apoyo y contacto que al parecer no serían tan eficientes como se piensa o bien
no están maduras para que se considere como una cultura propia del
emprendimiento (Zúñiga-Jara, 2015). Si lo vemos de otro modo, podríamos
centrarnos en que las competencias económicas no son las únicas que validan y
aseguran el éxito para los emprendimientos, sino que deben ser vistas las prácticas
e interpretaciones que los propios emprendedores valoran y demuestran en su
actuar.

e) El problema
Si hasta los años noventa se hablaba de negocio propio, antes de atribuir este
concepto como una moda en su uso, sería importante dilucidar cómo es entendido
desde los propios emprendedores y si en su defecto, afecta en sus prácticas de
trabajo o en la convivencia social de estos (Carmen & Viveros, 2011). Muchas veces
esta atribución casi mágica que incluye competencias inherentes del emprendedor
genera confusiones en el mundo inicial del emprendimiento, pues inicialmente,
todos se consideran emprendedores e intentan abarcar la mayoría de las ayudas
gubernamentales al respecto. Sería interesante la construcción de una definición de
emprendimiento y de cultura de emprendimiento en cuanto a su significado a nivel
general en Rancagua y cómo puede ser este entendido por los sujetos
emprendedores (Ascencio, 2014; CORFO, 2014; GEM, 2016).

37Estos datos fueron obtenidos por experiencia en reuniones con los personajes en cuestión, dado
que no se encuentran publicados por las entidades. En parte, pertenece al incentivo de mostrar
cuándo los negocios son exitosos, aunque sea temporalmente.
Como se destacó en los antecedentes, las políticas públicas impulsan el
emprendimiento caracterizado por el esfuerzo de caer y levantarse, propiciando
ganar ciertas competencias que se ganen a medida que se realicen varios cursos
de capacitación. Un detalle es que los distintos gobiernos se sienten satisfechos con
los indicadores, donde la cantidad supera la calidad38. Desde la década del 2000 el
discurso de las autoridades trata de impulsar el emprendimiento como elemento de
independencia económica, esperando el mínimo porcentaje de empresas que darán
más trabajo y dinamizarán la economía local. Esto ha implicado una incesante
búsqueda y apoyo por la formalización de las empresas, dejando al emprendimiento
como el período de prueba para el negocio. Al comparar esta denominación
económica del emprendimiento, los aprendizajes deben demostrarse casi en
exclusividad con el éxito de ganancia capital, evitando ver otras ganancias dentro
de un espectro completo del capital humano. El camino de los emprendimientos
puede dirigirse a tres cuestiones: quedarse eternamente en el período de prueba,
formalizarse o morir. Respecto al éxito del negocio, ciertas contradicciones se ven
entre los informes internacionales (como el GEM) o estudios académicos del
emprendimiento y los informes realizados por los gestores del emprendimiento, con
su principal ejemplo en CORFO. Si por un lado los emprendedores casi rozan la
necesidad, para CORFO los emprendedores son mejores personas con
competencias en desarrollo y compromiso con la mejora económica del país en
virtud de elevar la competencia del mercado.

Al entender tales observaciones dentro del plano político e ideológico, el impacto


cultural puede ser positivo o negativo para el emprendimiento rancagüino, ya sea
de forma directa o por directrices a nivel nacional, que pueden tener o no un impacto
cultural en el emprendimiento que se produce en un territorio determinado.

Dada estas apreciaciones y tal cual ya se destacó, el emprendimiento se tomará


para esta investigación como aquel proceso temporal de levantamiento de un

38 Lo destaco como experiencia personal en mis asesorías de emprendimiento en Rancagua.


negocio previo a la formalización y sostenido en el tiempo inicial de la
empresa, donde el sujeto emprendedor aplica sus conocimientos adquiridos,
le da valor a su trabajo mediante la mejora continua de la calidad y establece
vínculos virtuosos con sus externos39. En la perspectiva cultural, se analiza la
permeabilidad de esta en el desarrollo del emprendimiento, a través de la
observación de los valores, las tradiciones, los aprendizajes e ideas de los
individuos. El enfoque es desde las prácticas como demostrativo de la cultura, lo
cual resulta de utilidad en esta investigación dado que el emprendimiento es una
forma de trabajo que opera según los cálculos de los emprendedores con resultados
asociados a estrechar vínculos con su entorno, a optimizar los recursos laborales y
en un juego inconsciente40, descubrir, usar o contradecir el modelo económico.

Estos conceptos me ayudaron a enfocar el trabajo de investigación puesto que los


emprendimientos son de rubros distintos y en esa diferencia, operan en
condiciones socioeconómicas y políticas con efectos distintivos en cada uno de
ellos. Por ejemplo, una postulación a un fondo de ayuda toma montos o rangos
dependientes del nivel de negocio y la etapa del emprendimiento, entendiéndose
que la venta de café está en un extremo y la confección telas41 está en otro.

Otra problemática es la comparación entre las condiciones prescritas por los


estudios versus la realidad en la muestra tomada, como lo comentado sobre la
mortandad de los negocios nuevos. Se une a estos análisis la escasez de formación
continua educativa y las bajas chances de crear redes reales de apoyo. En la
muestra de esta investigación, la capacidad de educarse autónomamente, sumando
competencias anteriores, hizo ver emprendedores calificados con un dominio en
aumento de su producto/servicio.

39 Clientes, proveedores y otros emprendedores.


40 Por lo general, dentro de la operatividad no se tiene plena conciencia (en un sentido práctico) o no
se está en constante reflexión sobre el modelo, aunque la desilusión/ilusión ocurre dentro de este.
41 Dos rubros dentro de la muestra.
Las ideas respecto al uso de los recursos también operan en contradicción (o como
dato faltante) respecto a la realidad emprendedora nacional, que principalmente se
asocia a emprendimientos por necesidad o sobrevivencia. Como el manejo de
recursos excede lo económico y estos también operan en una mejora continua, el
emprendimiento rancagüino demuestra un tipo de emprendimiento denominado por
competencias.

Todo lo anterior continúa sucediendo en los emprendedores bajo lo cultural del


trabajo, puesto que se mantendría la relación salarial mensual y las relaciones
sociofamiliares no se modificarían de acuerdo con los valores del individuo, sino a
la valorización de este al trabajo emprendedor y sus consecuencias en las
interacciones.

De acuerdo con lo anterior y considerando los antecedentes expuestos, la pregunta


de la presente investigación fue:

¿Cómo es interpretada la cultura del emprendimiento en Rancagua y cuánto


de ella se refleja en las prácticas de los emprendedores?

La investigación propuso un modelo asociado a las dimensiones de la cultura según


la definición de esta como un conjunto de conocimientos, creencias y valoraciones
que orientan y/o condicionan la conducta y prácticas de los actores sociales
(Goodenough, 2003; Santibáñez et al, 2018). Desde ahí, se tomaron las
dimensiones de los valores, las creencias y los conocimientos como condicionantes
de las prácticas de los sujetos. El otro interés asociado es descubrir cómo se dan
las prácticas emprendedoras y bajo qué forma es entendida la cultura
emprendedora por los propios sujetos.

Respecto a los aportes que la investigación pudiera proveer en virtud de su


aplicación en políticas públicas, planes de intervención comunal o en ser una base
para futuros proyectos de mejora. Estos serán considerados como un aspecto final
de las conclusiones, viéndolos en su propio mérito.
f) Objetivos
Para dar respuesta a la pregunta y realizar una construcción del proyecto de
investigación, se abordó el siguiente objetivo general:

Analizar las prácticas emprendedoras y la interpretación de la cultura del


emprendimiento en la comuna de Rancagua42.

El desglose del objetivo general se hizo bajo el amparo de tres objetivos


específicos43, los cuales fueron:

1.- Identificar y reconocer las creencias sobre el trabajo y el no trabajo dentro de la


cultura emprendedora por parte de los emprendedores de Rancagua.

2.- Describir los valores (económicos, sociales, culturales) otorgados al trabajo


emprendedor, según los emprendedores rancagüinos, observando las prioridades
dentro del entorno laboral.

3.- Observar los aprendizajes e ideas del emprendimiento de los emprendedores


rancagüinos, a través del análisis de las prácticas y conductas de estos.

La intención inicial fue identificar las dimensiones de la cultura emprendedora en


Rancagua. El planteamiento consistió en observar cómo se comportan los
emprendedores dentro de su entorno laboral, mediante un acercamiento por
entrevista de campo.

42 Que vive y se desarrolla en Rancagua.


43 Una forma de construir la operacionalización de objetivos se muestra en la tabla 1 de los anexos.
Si bien en una primera instancia se consideró realizar una observación participante,
se decidió por la entrevista en profundidad para establecer las principales
dimensiones que los emprendedores abordan en su trabajo, teniendo en cuenta los
valores asignados al trabajo y la importancia de este en su desarrollo. El trabajo de
campo incluyó entrevistas en los mismos lugares de trabajo.

Para esta investigación, el emprendedor fue considerada aquella persona capaz de


utilizar sus competencias teórico-prácticas para integrar todos los conocimientos
posibles dentro del ejercicio de su actividad que, a su vez, autogestiona su
crecimiento económico a través de la innovación y/o el análisis de su entorno.
g) Aspectos metodológicos

La muestra tomada se compuso de 8 emprendedores rancagüinos, identificados


según las fichas completadas (ver anexo, tabla 3). La caracterización por rubro está
de acuerdo con la siguiente tabla:

Tabla 2.- Características generales de la muestra


Emprendedor Nombre Rubro44 Formalización Formación
emprendimiento/empresa universitaria

F38 Café Alegre Alimentación Sí Sí

C42 Cerveza Caudillo Bebestibles Sí Sí

P37 Artaza Café Alimentación Sí Sí

J51 Galletas del mundo Alimentación Sí Sí

A35 Taller textil Catdrea Confección Sí Sí

P64 Manzana y Canela Alimentación Sí Sí

A37 Bazar Amancay Reventa Sí Sí

D37 Piola Estudio Creativo Diseño Sí Sí

El tipo de metodología que se realizó fue cualitativo de carácter


exploratorio/descriptivo y con muestra heterogénea de tipo estructural. Al ser de
corte cualitativo, los entrevistados fueron seleccionados acorde a las características
deseadas, incluyendo personas con diferentes edades, rubros y género.

El criterio heterogéneo de la muestra permitió seleccionar a los emprendedores


como microempresarios, según su clasificación en el SII45. Como esto dejó un
amplio margen de selección (variación máxima), se utilizó un segundo criterio en
cuanto a la accesibilidad con el entrevistado, lo cual se complementó con la decisión

44Acorde a categorizaciones del SII.


45MICRO 1 0,01 UF a 200 UF; MICRO 2 200,01 UF a 600 UF; MICRO 3 600,01 UF a 2.400 UF. En
las entrevistas se consultó con los valores aproximados en pesos chilenos (CLP).
muestral de considerar actores con los cuales se haya tenido algún contacto
comercial, de conocimiento por contacto indirecto o bien por su visualización como
un emprendedor conocido en la ciudad. Los puntos de muestreo no fueron
estandarizados y se repartieron entre la plaza46 central de Rancagua, la calle
peatonal Estado y direcciones particulares de los emprendedores. La identificación
de cada emprendedor (a) se hizo bajo la construcción de una ficha preconcebida,
donde se registraron las ganancias brutas anuales estimadas y el rubro, entre otras
(ver tabla 2 en anexos). Se realizaron ocho entrevistas entre mayo y septiembre de
2019, con emprendedores de diversos rubros47. El acercamiento a los entrevistados
fue el siguiente:

A) Contacto por celular o correo electrónico.

B) Fijación de fecha de entrevista.

C) En el inicio de jornada se explicó el contexto de investigación, se completó la


ficha de identificación y se mostró (leyó) la carta de consentimiento.

D) Se efectuó la entrevista en profundidad.

Se utilizó la entrevista en profundidad, ya que esta permitió obtener información


acerca del punto de vista de los emprendedores, donde el entrevistador focalizó en
forma progresiva la entrevista hacia la problemática, con asuntos cada vez más
precisos respecto a los temas propuestos en los objetivos (pauteadas mediante un
constructo preliminar; ver anexo, tabla 1); asegurando la correcta construcción de
categorías de análisis. Al respecto, Rodríguez, et al, señalan que la entrevista en
profundidad se sustenta en una serie de conversaciones libres y distendidas en las
que el investigador poco a poco va introduciendo nuevos elementos que ayudan al
informante a comportarse como tal en relación con el tema que se indaga
(Rodríguez et al, 1996).

46 Plaza de los Héroes.


47 Tres de bebestibles, dos de comestibles, una de bazar, una de textiles y uno de diseño gráfico.
Figura 1.- Resumen metodológico. Elaboración propia.

Además, Taylor & Bogdan indican que “…las entrevistas en profundidad son
reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros
éstos dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes
respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como lo expresan con sus
propias palabras siguiendo el modelo de una conversación entre iguales y no de un
intercambio formal de preguntas y respuestas...” (Taylor y Bogdan, 1986). Sumado
a esto, este tipo de entrevistas es diferente a las entrevistas estructuradas, lo cual
permite que la conversación sea flexible y bajo la guía del mismo entrevistador. Por
lo tanto, la entrevista en profundidad o abierta, es una conversación entre dos
personas, un entrevistador y un informante, con el propósito de favorecer la
producción de un discurso conversacional, continuo y con una cierta línea
argumental. Esta herramienta capta información verbal de los temas que
interesaban, lo que es indispensable para comprender las representaciones
sociales. Más aún, como indica Rodríguez, los elementos diferenciadores de una
entrevista en profundidad son la existencia de un propósito explícito; la presencia
de explicaciones al entrevistado; y la formulación de algunas cuestiones. El primer
elemento diferenciador, tiene relación con el hecho que la entrevista parte de un
objetivo específico, que a pesar de lo distendida que resulte la conversación, es un
hecho que no se puede olvidar para obtener la información esperada. El segundo
elemento, tiene relación con que el entrevistador debe ofrecer las veces que sea
necesario explicaciones al informante respecto a la finalidad y orientación general
del estudio (Rodríguez, 1996). Para esta investigación, los principales términos que
requirieron explicación estuvieron bajo la interpretación del concepto de
emprendedor, pues se referenció como un adjetivo que nunca necesita de
explicación por parte de los emprendedores.

Para las consideraciones éticas, se veló por la confidencialidad de la información y


la participación voluntaria de las personas en cada una de las actividades de la
investigación. Ante todo, se aseguró la representatividad de la muestra no por
cantidad neta sino por diferenciación de rubro y en donde todos los emprendedores
correspondieron a emprendimientos ejecutados en Rancagua. Según señala
Chamorro; se pretende utilizar “una muestra cualitativa de carácter estructural que
localiza y satura el espacio simbólico y discursivo del tema a investigar. La
confiabilidad es posible en la medida en que el estudio muestre coherencia y
precisión interna, desde el diseño de investigación hasta los resultados obtenidos”
(Chamorro, 2008). Además, la autora señala que se deben cumplir tres aspectos
para la rigurosidad del estudio, a su haber:

Triangulación de fuentes y técnicas: En este sentido se aplicaron entrevistas que


cubrieron todos los marcos de la muestra; esto es, todos los tipos de trabajadores
independientes, que, en concordancia con ser independientes, tenían un
emprendimiento en marcha. Para las técnicas, se analizaron las entrevistas en
profundidad junto con observaciones foto etnográficas de sus emprendimientos y la
veracidad de datos de flujos de entrada y salida.
Contexto teórico: La comparación de datos de otros estudios y análisis bibliográficos
permitió dar legitimidad a los análisis.

Definición precisa de la muestra: Con tal de establecer la correcta participación de


los entrevistados, se corroboraron los datos de estos. Además, se solicitó un
documento firmado donde se dio a conocer el contexto de la investigación como
una tesis de postgrado de la Universidad de Chile.

En cuanto a la publicación de resultados futuros, se solicitó la declaración expresa


de los participantes para ser publicados con sus datos reales, con tal de no afectar
alguna faceta de la persona entrevistada, ya sea por impedimento de algún
concurso de emprendimiento en el que estuvieran participando o por simple
disposición del individuo; igualmente se aclaró que la información sería entregada
con nombres alternativos o en un contexto global de la información.

h) La cultura de emprendimiento en Rancagua.

Existe en Rancagua una cultura emprendedora que opera según los valores de
los emprendedores, bajo conceptos como la competencia, la colaboración, el
aprendizaje constante por autoformación y la mejora continua.

Observando las dimensiones que comprometen el actuar de los individuos de la


muestra, se determinó la permeabilidad de la cultura expresada en sociedad dentro
de lo que se halló como cultura emprendedora. Una dimensión del análisis fue el
tiempo como apropiación en un sentido de alargarlo o gestionarlo en un antojo que
escapó del denominador común cronológico. Esta capacidad es propia 48 de la
cultura emprendedora rancagüina. Además, la colaboración está fusionada con la

48 Lo cual no quita que esté en otro lugar o en otro subgrupo social.


competencia en un intento de generar límites más altos para la calidad de sus
productos y/o servicios. Esta fusión se denomina coopetencia y si bien comienza
como una paradoja de buscar otros competidores, termina como parte de una red
de emprendedores que se estimula entre sí, logando que sus recursos individuales
se eleven cada día, cimentando una cultura emprendedora en Rancagua fortalecida
por vínculos asociativos.

En función de los hallazgos y los resultados obtenidos, se decidió segmentar en tres


partes los resultados.

El segundo capítulo destacó la importancia del trabajo emprendedor y su viaje entre


la obligación y la satisfacción al cambiar de un sistema dependiente asalariado a
uno independiente. Los emprendedores rancagüinos rompen la obligación del
trabajo para otros mediante un sentimiento de libertad donde el trabajo forma parte
de sus interacciones sociales. La baja frustración ante posibles errores y la contante
preparación en competencias emprendedoras, reflejó una satisfacción en los
individuos que se mostró como una felicidad por emprender u obtenida al
emprender. La calidad de vida laboral en el emprendimiento rancagüino no está
carente de presiones por mejorar, lo cual se observó por las declaraciones sobre
los aprendizajes, experiencias y la búsqueda de ayuda en el entorno, con tal de
establecer una práctica de formación que lo enmarcaba como emprendedores
autogestionados.

El tercer capítulo se enfocó en discutir sobre el tiempo como una creencia de


dominio o uso y como un valor integral al trabajo emprendedor. El hallazgo sobre la
temporalidad de las prácticas diarias de los emprendedores llamó a establecer un
capítulo específico para su análisis. En ese hallazgo, se logró verificar que el tiempo
diario de trabajo no tiene barreras cronológicas más allá de la exigencia de un
cliente y las formas de usar el tiempo (apropiación) están afrontadas según lo que
denominé los subtiempos del tiempo. Estos subtiempos determinaron los clústeres,
que, formados por el tiempo familiar, tiempo productivo, tiempo de ocio y el tiempo
social no familiar, permitieron generar un modelo de distribución horaria distinto al
corriente continuo del tercio del día laboral más dos tercios de uso libre. Ese dominio
del tiempo fue tomado como un grado de libertad para estos sujetos, donde pudo
ser visto como un desafío o bien como una dimensión de dominio. El emprendedor
rancagüino moldea el tiempo en su percepción, independiente de la carga
cronológica del horario. Emprender significa apropiarse del tiempo y gestionarlo
como un recurso. Esta es una idea de los emprendedores y en la práctica
corresponde a una creencia arraigada en la cultura de emprendimiento rancagüino.

En el cuarto capítulo se vio la prioridad de los lazos débiles y la formación de redes.


Emprender genera la desalienación del trabajo, quitando el peso de la obligación y
el cumplimiento para otros del trabajo asalariado. Las interacciones diarias del
emprendedor rancagüino producen mayor colaboración y permiten un crecimiento
integral del individuo. Como fue señalado, el éxito emprendedor puede mirarse
desde la coopetencia, que como estrategia logra altas retroalimentaciones con el
entorno y establece una forma de levantar las propias competencias personales del
sujeto emprendedor. El entorno emprendedor es vital en la formación de la cultura
emprendedora, puesto que, desde los clientes, pasando por los proveedores y
sumando a otros emprendedores, las constantes relaciones y la representatividad
de toda una empresa mediante un solo individuo, demostraron que cada dimensión
cultural del emprendedor se refleja como dimensiones del emprendimiento
rancagüino.

El último capítulo muestra las principales conclusiones derivadas de los objetivos


específicos y cómo estos responden a la información captada por la investigación,
intentando generar una definición de emprendimiento desde la naturaleza
académica y en lo posible contrarrestarla con lo práctico, sumando nuevas
propuestas de análisis a futuro.
II. DIMENSIONES DEL TRABAJO EMPRENDEDOR

a) El capitalismo social y la importancia del trabajo.


Nuestro sistema económico actual es un tipo de economía denominada
capitalismo social, el cual corresponde según Bauman a un capitalismo liviano en la
medida que tiene una visión de la humanidad del trabajador, alejándose de los
principios del capitalismo duro más esclavista (Bauman, 2015). La humanidad está
centrada en el capital como elemento único de intercambio (Ponce, 2001). En la
vertiginosa evolución del capitalismo, pasamos desde la destrucción del maestro
artesano y la formación del trabajador en serie, hasta la tercerización de servicios
(Castel, 1997; Ponce, 2001). Hoy, el capitalismo liviano destaca más por su
inestabilidad en la relación del capital con el trabajo49, lo cual se muestra como algo
clave en los resultados esperados. Los capitales se han globalizado, no necesitan
una revalidación en algún tangible y la explotación de los recursos se gestiona en
países desarrollados, pero se ejecuta en países tercermundistas, con generación
de mercados volátiles en esos mismos países desarrollados (Lalama & Bravo, 2017;
Subirats, 2019).
Los efectos económicos de la globalización y el capitalismo social no son
específicos ni únicos en cuanto a la desigualdad y la valorización del propio
trabajador como un elemento intercambiable, sino que también las formas de trabajo
se vieron alteradas, principalmente desde los años setenta, con bastante
intensificación de estos cambios en la década de los ochenta (Castel, 1997). Una
de estas transformaciones fue la disminución de los tiempos de contrato expresado
en el aumento de la contrata (plazo fijo) y la caída del contrato indefinido50. Otra fue
la tercerización de servicios a principios de los noventa con un alza notable en la
década del 2000 (Gaggi & Narduzzi, 2008). Esto tuvo efectos en la relación jefe-
empleado que se resumen en la ausencia de compromiso por incumplimientos,
dando peso al trabajador como responsable. Otro factor es el abuso del contrato a

49 Esto se refleja en la incertidumbre y la especulación de la bolsa de valores en el mercado.


50 Problema vigente en servicios públicos de salud, educación y servicios en nuestro país.
plazo fijo evitando el contrato indefinido con saltos del tiempo o intermitencia de
estos, dejando la puerta abierta a los trabajos por objetivo más que por horario
(Boltanski & Chiapello, 2002). De estos trabajos derivaron los sistemas de
autogestión del conocimiento y capacidad de asumir riesgos, entendiéndose estos
como claves en la nueva forma de ver los trabajos, mostrando opciones válidas para
suplir la necesidad creada por el trabajo asalariado de baja especialización práctica,
alta especialización teórica y fuertes incrementos en los créditos de bancos (Gaggi
& Narduzzi, 1996). Se permitió la intromisión sin retorno del trabajador y trabajadora
al mundo del comercio, claro está, como cliente y consumidor. Los préstamos
crearon una ilusión de libertad económica, generando la inquietud de ahogamiento
o sofocación en el trabajador asalariado (Supiot, 1999), abriendo las puertas del
trabajo independiente51. Los maestros artesanos se mantuvieron en el tiempo
incluso contratando gente o teniendo personal a cargo, pero la referencia está en el
aumento de los independientes. El aumento incorporó también a los pertenecientes
al trabajo precario (Boltanski & Chiapello, 2002), los cuales sufrieron el alejamiento
del contrato indefinido y la incorporación del contrato a plazo fijo con alta
intermitencia, manteniéndose estos por trabajos de puerta en puerta con bajo grado
de especialización (Gaggi & Narduzzi, 1996). Se debe remarcar que el trabajo de
oficio precario no cae en los cánones del emprendimiento, aun cuando cumpla con
la capacidad de autogestión, pero en la medida que su oficio comience a negociar
contratos, formalizarse o bien tenga un aumento en su aprendizaje para
evolucionar su propio trabajo, podría hablarse de emprendimiento de acuerdo con
lo discutido en los antecedentes.
La mayoría de los países latinoamericanos (y como ya se dijo, en Chile), viven bajo
sistemas políticos democráticos sujetados en un capitalismo social que, a diferencia
de siglos anteriores, surge como el pilar de los países, donde lo sociopolítico nace
desde el mercado (Harris, 2004; Ponce, 2001).

51Forzosamente en trabajos de oficio precarios y con riesgo e incertidumbre en generadores de


negocios propios o emprendedores.
Independiente de la regulación estatal, el capitalismo liviano genera baja movilidad
social pese a la mejoría sustancial de los niveles de pobreza. Esto aumenta el gasto
público para sustentar las demandas sociales, transformando el país en un Estado
subsidiario. En Chile, la pobreza en el tramo 2006-2017 bajó de 29,1% a 8,6%,
mientras que la desigualdad se ha incrementado, mostrando que “la diferencia de
ingresos del trabajo entre el 10% más rico y el 10% más pobre era de 30,8 veces…
en 2017 el 10% más rico ganaba 39,1 veces más que el decil más pobre”, dentro
del mismo tramo temporal (González, 2019). La economía social de mercado no
debe competir con la inversión privada, sino apoyarla y generar cooperación basada
en el aumento del capital disponible a nivel de inversión externa e interna, donde el
emprendimiento tomaría un rol clave (Aravena et al, 2019; Lalama & Bravo, 2017).
Este emprendimiento es estimulado para una rápida formalización 52 para que la
inversión interna crezca y se logren inversiones extranjeras, demostrando uno de
los efectos de la globalización, que es la libre disposición del capital sin barreras
territoriales, políticas y/o legales (sin incurrir en lo ilegal, sino en la permisividad de
las instancias). Las consecuencias serían la disminución de impuestos53, la
privatización de empresas estatales y la desregularización del trabajo (Núñez et al,
2018).
La economía social de mercado ha avanzado en el bienestar socioeconómico,
gracias a la acción colectiva, la formación de redes informales y la coordinación
entre las actividades público-privadas, evitando la sobre explotación de recursos54
y buscando la tributación a la comunidad por la actividad ejercida. Esto no ha
ocurrido como un flujo natural desde el sistema, sino que, por presión social y
demanda ciudadana, en distintos niveles y bajo diferentes formas de gobierno
(Lalama, 2017; Sotomayor, 2018). Chile está en un momento posterior al inicio de
una crisis social y envuelto en una pandemia mundial, por lo que es difícil observar

52 Se vuelve a destacar que el tipo de ayuda que se les ofrece es para que se conviertan rápidamente
en empresas.
53 Como ocurre en la actual presidencia de Trump en USA, que al rebajar impuestos levantó la

inversión, pero sin reflejarlo en políticas públicas.


54 Por eso está tan en boga el tema medioambiental y las reuniones mundiales tipo COP.
los comportamientos económicos con tal de establecer cuáles movimientos
debieran ser realizados desde la banca, el comercio y/o el gobierno. Los efectos del
capitalismo posterior a la dictadura (en todos los ámbitos de la sociedad),
desencadenaron en una economía centrada en la explotación y exportación de
recursos, la sobre dependencia de inversión extranjera, la tercerización laboral, la
lógica del mercado55 y el establecimiento del Estado subsidiario (Ffrench-Davis,
2012; Ruiz & Boccardo, 2014). Otro problema que se arrastra es el libre mercado,
pues en esa misma “libertad” el comercio nacional minoritario se ve afectado56, más
allá de las declaraciones de beneficios y en donde se genera “…la reproducción de
un modelo económico que ocasiona una fuerte desigualdad social y perpetúa
relaciones comerciales asimétricas” (Carrasco, 2018).
¿Qué relación ha tenido esto con empleo o pleno empleo? El alza neta de la
empleabilidad57 en países en vías de desarrollo como el nuestro, ha tenido mayor
relación a la tercerización (que por lo general su empleabilidad radica en trabajos
que no rebasan el sueldo promedio nacional) y los subcontratos, sobre todo en
minería. La cadena de valor eleva los costos de producción y, por consiguiente,
implica menor movimiento interno del mercado a menos que se estimule la deuda
(Subirats, 2019). Se produce una desatención de los trabajadores respecto a los
fines de la empresa, que sumado al desincentivo sindical derivado desde los años
setenta y la individualización dependiente del capital de trabajo, motiva la búsqueda
de más de un trabajo o bien, una independencia económica-laboral (Feres, 2007;
Moulian, 1998; Subirats, 2019).
En el plano regional, los países latinoamericanos volcaron su fuerza de trabajo dada
la captura por la alta demanda de explotación de recursos, influenciados por la
pérdida de identidad cultural que buscaba (y busca) un ser humano diferenciado
pero globalizado (Bauman, 2015). En América Latina, a menos que se tenga un
recurso apetecido mundialmente y sea explotado en su totalidad por el país, los

55 Como la mano invisible de Smith.


56 Reflejado esto, por ejemplo, en la excesiva importación china.
57 Según la OIT, se estima que la población laboral se incrementó en un 20% entre 1990 y 2010. En

países "emergentes" se incrementó en alrededor del 80% en el mismo período.


trabajos dependen en gran parte de la creación, explotación o arreglos de recursos
demandados por los mercados europeos o norteamericanos58 (Ffrench-Davis,
2012). Cualquier reducción de la demanda a mediano plazo, provoca crisis
económicas y tiempos largos de desocupación, haciéndose cargo el Estado
mediante medidas populistas o gestionadas bajo el apuro del momento,
aumentando el descontento y desvalorizando el trabajo práctico, por lo que se
estanca el crecimiento laboral especializado. Pero el mercado tecnológico ha
permitido el auge del trabajador autogestionado, el cual mejora sus competencias,
compara habilidades y visualiza con mayor rapidez sus competencias respecto a la
masa; mostrando una idealidad en esperar lugares de trabajo agradables; sin
embargo, al ser el dinero el eje central del modelo actual, las preferencias pueden
centrarse exclusivamente por el aumento del capital (French-Davis, 2012; Garretón,
2002).
Tal aumento genera desigualdad social, dado que los trabajadores parecieran
siempre estar limitados en su capacidad de acumulación, alimentados a su vez, por
el deseo de comprar y satisfacer necesidades encubiertas (o prácticamente
innecesarias). El ímpetu de desfigurarse desde la concepción de masa a un
individuo con dignidad, compite contra el modelo neoliberal donde esto se logra
mediante el dinero o la búsqueda de realización personal ligada al desempeño
laboral (Harris, 2004; Ruiz & Boccardo, 2014; Subirats, 2019).
Las transformaciones ocurridas en los tipos de trabajo ya sean típicos o atípicos
como, por ejemplo, el independiente que autogestiona su negocio, muestran que
mientras se avanza en globalización, también se aumenta en el trabajo precario y
al crecer el modelo capitalista, también lo hacen los asalariados, dejando a los que
crean su propio negocio como marginales del sistema laboral (Feres, 2007). Cuesta
entender el aumento de las facilidades para los emprendedores, en un sistema
chileno que privilegia al titulado, al que estudia y se forma evitando no solventar los
problemas de demanda o campo laboral, lo cual permite la penetración de una forma

58 Como Chile y el mercado del cobre.


de trabajo autónomo de condiciones poco favorables, denominado emprendimiento
(Aravena et al, 2018; Mancilla & Amorós, 2012; Sotomayor, 2018).
La consolidación de este modelo neoliberal llegó de la mano con la transición 59,
donde no se hicieron esfuerzos en frenar la privatización o en diversificar el apoyo
legal a las empresas, pues las más grandes se vieron favorecidas, de tal modo que
el apoyo reciente (última década) y bullicioso al emprendimiento, parece más una
pancarta que un proyecto (Aravena et al, 2019). Desde la transición hasta la fecha,
se consolidó también una forma de despolitización, que aborda el hecho de aceptar
cualquier criterio técnico como si fuera un criterio político, de tal forma que las
personas se desincentivan del plano sociopolítico y abrazan más fuerte el plano
individualista60 (Mayol, 2012). Se refleja esto en discursos y palabras de
bienaventuranza sobre el emprendimiento (y la innovación) que independiente del
lado político que lo tome, propone como un pilar fundamental al emprendimiento,
mostrándolo como una real opción laboral, donde cualquiera puede emprender y
cualquiera puede intentar, caerse y levantarse, pues las opciones de obtener capital,
endeudarse y reinvertir, parecen aseguradas desde la banca (Moya & Molina, 2017;
Zúñiga, 2015). Se asume una “culturización” neoliberal basada en el discurso
empresarial de la bonanza y la inversión que, motivados desde el sistema educativo
y los medios de comunicación, generan nuevas subjetividades en la sociedad
(Aravena et al, 2019). El triunfo ideológico del neoliberalismo es mediante la
inserción de la “cultura del emprendimiento”61 (Mayol, 2012).
El emprendimiento se ha tomado desde la formación profesional universitaria,
elevando aún más el concepto como una real opción de desempeño laboral,
mientras todavía no se aseguran las condiciones para generar la cultura del

59 Década del 90 en Chile, posterior a la dictadura.


60 Entendido en discursos del tipo: “da lo mismo quien gobierne, igual me tengo que levantar y
trabajar”.
61 Mayol entiende al emprendimiento (y su cultura asociada) como aquella que la pone en paralelo a

la opción del “cartón” de título, dándoles un carácter de únicas formas de desempeño. Más aún, toma
al emprendimiento como un concepto renovado por el neoliberalismo como excusa para lo que no
pueden ejercer o surgir económicamente, esto es, todos pueden emprender, independiente de sí el
apoyo a la microempresa sea suficiente o no. En rigor, siempre el individuo es culpable de su fracaso.
emprendimiento promovida en el discurso público, proceso que debe tomar un
tiempo largo para implementarse como cambio cultural (Aliaga & Schalk, 2018).
Una de las dimensiones que se ha estudiado en Chile para la búsqueda del trabajo
emprendedor (bajo su entendimiento general) es reconocerlo como una necesidad
por parte de los jóvenes para la búsqueda de la independencia económica, pero en
rigor, es la forma de mantener las deudas a raya. Cuando son parejas jóvenes
autónomas, el complemento de la vida en pareja les permite (complementando un
trabajo asalariado) emprender “nuevas estrategias económicas utilizando su fuerza
laboral fuera de los espacios de trabajo, su tiempo libre y postergando sus proyectos
familiares y económicos” (Pérez-Roa, 2019). El emprendimiento como verdadera
opción económica requeriría una maduración de lo entendido como cultura del
emprendimiento, rescatando al sujeto detrás del negocio o visto por otro lente,
visualizando a la persona detrás del trabajador.

b) La cultura del trabajo


Como categoría antropológica, el trabajo define a la especie en su proceso
evolutivo y constituye la esencia de la actividad humana en la que se organizan los
comportamientos y actitudes asociados a un orden sociocultural (Pérez, 1996;
Rieznik, 2001). Las sociedades generan distintas interpretaciones de la realidad en
el ámbito del trabajo, desde la noción tradicional de una relación dinámica entre el
ser humano y la naturaleza, hasta el peso económico de producir bienes y/o
servicios para generar capital, en su concepción más moderna; por cuanto el trabajo
es un aspecto del individuo que se expresa en él y que junto al trabajo de los “otros”
integrantes de la sociedad, componen un ámbito cultural con sus propios valores
(Pérez, 1996).
El trabajo es la capacidad humana de hacer transformaciones en la naturaleza que
históricamente desencadenaron en la acumulación de capital, la industrialización y
la construcción de mercados. Si el enfoque es propio de la persona, el trabajo
entrega la chance de adaptarse al entorno de acuerdo con sus necesidades con tal
de subsistir (Rieznik, 2001).
¿Es hoy la subsistencia (sobrevivencia) el pilar del trabajo? La dinámica casi
corrosiva de crecimiento permanente y agitado es el paradigma actual que impone
el capitalismo liviano con tal de satisfacer mediante el rendimiento económico el
modo de producción que hace de su crecimiento la clave misma de su existencia,
apropiándose del carácter artesanal del desempeño y centrándolo en la
productividad. El trabajo pasa a transformarse en un elemento inherente de la
producción, restándole importancia como ámbito social y dejando que sólo lo
económico prime en la cultura (Cárdenas et al, 2012; Harris, 2004; Rieznik, 2001).
El trabajo dispone de algunas dimensiones principales como la centralidad, la cual
rescata la importancia en la vida de la práctica laboral; las normas sociales, que
proponen el trabajo como una dualidad de derecho y obligación; los resultados
valorados del trabajo, asociados al reconocimiento como trabajador; la identificación
con el rol laboral, la cual depende de contextos externos y visiones de terceros y,
por último; la importancia de los fines del trabajo, que extiende la pregunta
existencial sobre el por qué y para quién trabajamos (Pérez, 1996).
Además, el trabajo implica dimensiones correspondientes al conjunto de creencias
y conocimientos que puede mostrarnos como los valores, las enseñanzas, el
significado mismo de trabajar o la trascendencia pueden ser evidenciadas dentro
del contexto laboral del individuo (Peralta, 2012), involucrándose el significado del
trabajo en la persona. Para Romero (Citado en Araujo & Martuccelli, 2012), los
modelos de identidad en el trabajo se resumirían en la carrera laboral y sus modos
de obtenerla, independiente del tipo de trabajo. Dado su carácter multidimensional,
la cultura podría conducir al individuo a demostrar en su trabajo el conjunto de
valores, creencias, actitudes y normas que experimenta y aprende durante su
desarrollo. El trabajo asoma como un conjunto de representaciones del mundo
laboral asociadas a las prácticas del individuo, las cuales se adquieren en la
interacción entre las experiencias y el aprendizaje, creándose el marco de
referencia donde, en función de su desempeño laboral, el individuo interpreta el
valor y el grado de importancia de su trabajo (Pérez, 1996). En el entorno laboral
los valores y creencias están en constante conflicto entre los sujetos y es
observable también un sistema de valores complementario entre las prácticas
cotidianas y las prácticas laborales (Millán, 2000; Nader, 2009).
Los valores se toman como variables que guían la acción y responden al cómo de
las actitudes hacia las situaciones y los objetos (Casal, 2003). Un sistema de valores
se asocia a un conjunto de creencias62 sobre el modo de conducta preferido con
distintos grados de importancia, que sirven como criterios para la justificación del
comportamiento de la persona (Casal, 2003; Del Carmen et al, 2006).
Un ejemplo del ámbito de los valores es un análisis realizado dentro de una empresa
familiar, que mostró que los valores como empresario son dependientes de la
religión, la interacción familiar, la interacción con su grupo social y la experiencia
individual. Si bien el estudio se enfoca en la capacidad de administración, pone a
los valores del empresario como aspecto clave que deriva en las creencias
empresariales, valores y prácticas empresariales, “…que forman la cultura
organizacional” (Steckerl, 2011). Desde la mirada de la administración de empresas,
la cultura63 es una variable que influye en las interacciones y prácticas de las
personas, debido a patrones de relaciones y conducta (Smircich, 1983),
dejándola en el campo explicativo de la conducta y el comportamiento de la persona.
El comportamiento del individuo dentro de la sociedad (y en todos sus ámbitos), ha
sido propuesto como un componente guiado por las ideas, pero debemos distinguir
que la mente se va llenando de instrucciones culturales (o normas) de
comportamiento, las cuales poseen la dualidad de ser o no respetadas con pleno
conocimiento de los hechos (Goodenough, 2003; Harris, 2004). Dentro del entorno

62 Creencia: firme asentimiento y conformidad con algo. La creencia es la idea que se considera
verdadera y a la que se da completo crédito como cierta. Valor: Cualidad que confiere a las
personas, cosas o hechos una estimación. El término se utiliza para nombrar a las características
morales que son inherentes a un sujeto (la piedad, la responsabilidad, etc.). Fuente: RAE.
63 En lo que respecta a cultura organizacional, esta se entiende como un nicho propio del ambiente

laboral, que genera su propio sistema de operación. Su utilización puede ser como una cualidad o
característica de la humanidad, para caracterizar a un conjunto de individuos y para señalar procesos
y cualidades individuales que resultan de la interacción con otro (Gómez, 2003).
laboral, el comportamiento se asocia a la capacidad de demostrar competencias y
en donde los patrones de conducta, las variables sociodemográficas o el nivel
educativo, son claves para entenderlo (Dakduk et al, 2008).
Podríamos visualizar una cultura del trabajo como las prácticas y conductas
laborales dado el conocimiento adquirido y los valores de los sujetos como
trabajadores; por cuanto el trabajo sería un marco donde ocurre el accionar,
mostrándose variaciones dependiendo de la sociedad donde se desenvuelve el
sujeto (Correas, 2009; Reygadas64, 2002).
La cultura del trabajo está constituida por un conjunto de comportamientos,
valores, creencias e interacciones presentadas en las relaciones laborales, que
resultan permeadas desde sus propias vivencias. Se suman los resultados
esperados de acuerdo con la tipificación del trabajo ejercido y el conocimiento
general acumulado de ese desempeño laboral, por cuanto incluiría las
declaraciones de operación de una empresa/organización (políticas, misión, visión,
etc.) y las respuestas que los propios individuos generan ante ellas (Álvarez &
Urbano, 2013; Gintis, 1983; Mancilla & Amorós, 2012).

“Las culturas del trabajo conforman los grupos de referencia


normativos, relativamente homogéneos y cohesionados, que se
constituyen a través de la propia interacción que se establece entre
los trabajadores como resultado de la división técnica del trabajo”
(Reygadas, 2002).

Godelier propone que las fuerzas productivas65 se ven sólo en la práctica de las
relaciones sociales que son determinadas (o impuestas) según la división del
trabajo, el cual les da valor a las tareas/actividades y asigna categorías sociales

64 Reygadas cita en forma textual: “por cultura del trabajo entiendo la generación, actualización y
transformación de formas simbólicas en la actividad laboral”.
65 Como parte de la infraestructura. Godelier la define como “la combinación de diversas condiciones

materiales y sociales que permite a los miembros de una sociedad producir y reproducir los medios
materiales de su existencia social”.
(clasificaciones) para estas tareas, dependiendo del contexto cultural66. Estas
asignaciones de valor y categoría poseen un componente ideal que las legitima,
para luego ser transmitidas (porque no quedan como ideas abstractas) mediante el
lenguaje, a través de formatos endoculturales que permiten la expresión de estas
ideas en la sociedad (Godelier, 1989).
Otro aspecto de la permeabilidad cultural en los individuos se da a la inversa, desde
su trabajo a su vida diaria (pues la idea siempre está centrada en que la formación
cultural permea hacia el comportamiento laboral). Reygadas establece que:

“los sujetos productivos exportan o trasladan sistemas de


representaciones, normas, valoraciones y utopías desde su trabajo
hacia las otras esferas de su vida” “… hay un movimiento de
creación simbólica que parte de la esfera de la producción y se
difunde hacia otras instancias de la sociedad.” (Reygadas, 2002).

Se vive un “proceso de creación de conocimiento, valores y/o creencias” desde el


propio trabajo, donde lo laboral implica prácticas que permite a los individuos la
interacción reciproca con sus pares y generar interacciones propias del ambiente
laboral67 mediante símbolos, que tendrían (tal vez) un uso en la vida “extralaboral”
(Reygadas, 2002; Sahlins, 1998).
Al colocar al trabajo como eje central en la vida de los individuos, se jerarquiza el
mismo como un determinante cultural en las sociedades contemporáneas. Esto
estaría en estrecha relación a lo señalado por la mirada del trabajo como una
búsqueda de rendimiento del capital vertiginoso, impulsado por las presiones
familiares o de construcción social del individuo. Esto ha sido mostrado como una
prioridad de las personas en Latinoamérica y en Chile (Boletín, 2018; Moulian, 1998;
Veira & Romay, 1998); donde el trabajo adquiere el mismo nivel de importancia que

66 Godelier usa los binarios hombres/mujeres, jóvenes/adultos, amos/esclavos.


67 Tímidamente podía llamarse cultura del trabajo o cultura laboral, pero existe un riesgo de generar
cultura según lugar físico (donde se desempeña el trabajo), lo cual sería un error, pues asociaría que
el individuo deja “colgando” su cultura al entrar a su puesto de trabajo y se “coloca” la cultura laboral.
Luego, viceversa.
la familia, en lugar de ser una forma de práctica cultural que permita satisfacer
necesidades productivas. El trabajo tiene múltiples interpretaciones que se reflejan
en la posición social e individual de la persona, basándose en el hecho de tener o
no tener trabajo como una posesión/objeto que daría reconocimiento ante los demás
(Dujarier, 2010), realzando la importancia del trabajo en las personas. En un análisis
realizado en Venezuela, la importancia del trabajo se asoció con la conducta, la
posición demográfica y la situación laboral, arrojando que poseían una valoración
superior a otros aspectos de la vida, sólo superado por la importancia de la familia.
Además, se determinó que el trabajo adquiere importancia en el desarrollo de
competencias y generación de condiciones óptimas para trabajadores asalariados
mientras que para los trabajadores independientes la importancia radica en los
ingresos y su variabilidad temporal (Dakduk et al, 2008).
¿Y qué significado tiene el trabajo para el individuo? En el caso del entorno laboral
de nuestro país, Araujo y Martucelli proponen que existen las significaciones
autorreferidas68 del trabajador chileno, donde se reconocen cuatro aristas: a) el
profesionalismo; referido a sentirse bien trabajando o definirse como individuo a
través del trabajo, aumentando el autoestima, b) la intensidad; correspondiente a la
pasión de efectuar un trabajo al esperar riesgos de no saber cómo se procederá
pero logrando romper lo rutinario; c) la sociabilidad, que en otras etapas históricas
era lo primordial, hoy se enmarca como una posible forma de significación donde el
trabajador gusta de compartir con sus compañeros y finalmente; d) los ingresos
económicos; los cuales definen en sí mismo en el trabajo. “…un símbolo inequívoco
de individuación” (Araujo & Martucelli, 2012). Otras investigaciones desarrolladas a
principios de este siglo han observado que, si nos centramos en las prácticas
laborales, los trabajadores se inclinan a la idealidad de la libertad de acción dentro
de la jornada o bien, a la flexibilidad laboral asumiendo el riesgo de años de servicio
o incluso de la paga. El control del tiempo, por ejemplo, aparece como un ámbito
determinante en la decisión de cambiarse a un sistema de trabajo independiente

68 Martucelli aduce este término bajo la premisa de ser significados subjetivos de la propia persona.
desde el trabajo asalariado). Se produce un intento por dominar los recursos
necesarios para operar en tal independencia (Acuña & Pérez, 2006).
Entonces, ¿cuál es la relación entre cultura de trabajo y cultura del emprendimiento?
Dada las acepciones sobre una cultura del trabajo dependiente de la cultura general
del sujeto, la cultura de emprendimiento es una variante de la cultura del trabajo (tal
vez como una subcultura), pero esta visión no es diferenciada en los sujetos, puesto
que siempre están trabajando, de tal modo que la cultura de emprendimiento, para
ellos es simplemente la cultura de trabajo; la cual, optimizada, modificada o validada
en sus propios recursos, que opera en sus prácticas cotidianas. Dejo en claro esta
visión de los propios sujetos, pese a que fueron enfrentados a una pregunta abierta
(según metodología) sobre la existencia de una cultura de emprendimiento en
Rancagua. Las referencias de estos no califican para otorgarles algún grado de
territorialidad. Si agrego la visión como investigador, la cultura de emprendimiento
en Rancagua mostró parámetros de independencia económica con mejora
sustancial de la capacidad financiera, optimización del uso del tiempo y
búsqueda de vínculos para externalizar el propio negocio. Si nuestra cultura de
trabajo deja como una minoría el trabajo independiente, desde donde aprontamos
el emprendimiento por competencias, entonces los valores, tradiciones, los
aprendizajes, las experiencias y las ideas sobre el trabajo se superponen a las del
emprendimiento. Los contantes quiebres con lo establecido muestran que la cultura
del emprendimiento es al mismo tiempo, una categoría de la cultura del trabajo y
una búsqueda de identificación donde el emprendimiento va rompiendo paradigmas
asumidos del trabajo asalariado.
La cultura del emprendimiento rancagüino es propia por los tipos de personas que
la conforman más que por el territorio y sus condiciones socioculturales. Pese a la
dificultad de saber si los emprendedores se comportarían de la misma manera en
otro lugar, sus características e ideas los sitúan como individuos en constante
búsqueda de asociatividad, que asumo como una característica permanente y
permeable, ganada por las interacciones “naturales” del diario vivir.
c) Trabajo y cultura del emprendimiento en Chile
Ahora la discusión se centra en el emprendimiento y su característica como
un modelo cultural. En algunos casos, la conceptualización de cultura sigue siendo
la misma que se utiliza para la cultura del trabajo, a pesar de que el emprendimiento
puede entenderse como un fenómeno cultural, y como tal, “encierra conductas,
valores, creencias y modos de actuación, con la intencionalidad de generar
bienestar social en una comunidad”, mientras la cultura toma una importancia “tanto
para el proceso de desarrollo de la idea emprendedora como para la acción o puesta
en marcha” (Correas, 2009). Estas construcciones de prácticas culturales se reflejan
en el diario vivir del individuo, ya sea que se manifiesten en lo social, lo laboral, etc.
Cuando se manifiestan en lo laboral, las prácticas culturales se ven influenciadas
por la institucionalidad, sobre todo cuando el modelo de gobierno quiere reflejar al
emprendimiento como un pilar económico y laboral. Organizaciones como la
ASECH69, se plantean mostrar y generar una cultura emprendedora en todos los
niveles de la sociedad, con tal de “forjar un país con estructuras proclives al
emprendimiento” (ASECH, 2014). ¿Cómo es posible eso? En ese discurso se sobre
entiende que la cultura es vista como una forma de operar mediante el traspaso de
cosas o como si la cultura fuera un objeto cultivable (independiente de la etimología
del término). Se nota un aire de otorgar un ambiente emprendedor que se adecue
al nuevo trabajador que busca emprender, sumado al extraño sentimiento de que
cualquiera (aunque no sepa o no tenga las competencias) puede emprender.
Es bueno recordar que desde la implantación del modelo liberal y las crisis
económico-laborales desde los años ochenta, el trabajo por cuenta propia ha tenido
un aumento y actualmente un auge sin detenimiento y con todas las herramientas
posibles para que las personas se arriesguen, de tal manera que “todos tenemos
iguales posibilidades de tener éxito al realizar un emprendimiento” (Aravena et al,
2019). CORFO también se apropia del discurso emprendedor asociando la cultura,
señalando que:

69 Asociación de Emprendedores de Chile.


“el gobierno también puede jugar un rol en la formación de valores
y aptitudes emprendedoras, mediante la introducción de elementos
empresariales en el sistema educacional y el posicionamiento de
esta temática en los medios de comunicación masiva” (CORFO,
2014).

El problema es que al unir este discurso con el de la ASECH, lo único que se puede
encontrar son frases sobre el emprendimiento y donde prácticamente todo tipo de
trabajo por cuenta propia que signifique formalización y venta de producto/servicio
es un emprendimiento, sumando que el emprendedor debe ser creativo e innovador.
La mirada es como si existiere un espíritu genuino y natural en los trabajadores, que
se verá premiado por la perseverancia y la meritocracia. El detalle es que la
idealización del personaje emprendedor debe sustentarse en un emprendimiento
por oportunidades, aun cuando el emprendimiento por necesidad esté bordeando la
mitad de estos (ya sea por necesidad de aumentar ingresos o por estar
desempleado). Cerca del 45% de los emprendimientos son por necesidad (GEM
2016; Universia, 2017), y dentro del restante, el emprendimiento por oportunidad,
ubico al emprendimiento por competencias70 que es el asumido para los
emprendedores rancagüinos de esta investigación. Esta idealización que comienza
en el discurso público decanta como falsas expectativas de emprendedores que
terminan viviendo de ferias, concursos y apoyos esporádicos en tiempos de crisis.
De ahí este modelo emprendedor o “cultura” de emprendimiento entendido por las
autoridades; como el resultado de una cierta cantidad de individuos que por
necesidad deben recurrir a trabajos atípicos e independientes, divagando entre un
posible éxito y una precariedad laboral (Aravena et al, 2019; Moya & Molina, 2017;
Zúñiga et al, 2015).
Es bueno visualizar como las instituciones a cargo del emprendimiento en Chile,
terminan definiendo (¿entendiendo?) la cultura del emprendimiento. Para la
ASECH, el emprendimiento “es el motor de la economía, fuente de movilidad social

70 Correspondiente a una denominación que propongo en esta investigación.


y de desarrollo personal y colectivo71”. La formación de cultura emprendedora
incorpora el rol de un Estado que reconozca el trabajo emprendedor y una
ciudadanía que valore el riesgo implicado en el emprendimiento. Por su parte, el
emprendimiento se define para CORFO como una expresión de libertad para las
personas que les permite desplegar sus talentos, donde el Estado se orienta a
permitirlo optimizando las condiciones del entorno. De forma textual, “el
emprendimiento es la actividad que involucra la detección, evaluación y explotación
de oportunidades para introducir productos, procesos y crear organizaciones”. Es
llamativo que para CORFO72 la valoración del emprendimiento como un motor del
crecimiento (al igual que la ASECH, generando ingresos en las personas al
establecer nuevos negocios y motivando la competencia. Así, para CORFO, la
cultura del emprendimiento no está definida, sino que se considera el factor cultural
como una variable del entorno que afecta el desarrollo emprendedor (CORFO,
2014). Finalmente, para la Global Entrepreneurship Monitor73 (GEM) la valoración
social hacia el emprendimiento depende de la percepción de la población adulta del
emprendimiento como una opción de carrera, del estatus social que tienen aquellos
emprendedores exitosos y de la atención que reciben de los medios de
comunicación. En paralelo, las capacidades personales dependen de la percepción
de la población adulta sobre las oportunidades, capacidades individuales, intención
de emprender y miedo al fracaso sobre emprender. De esta manera, la valoración
social y las capacidades personales conforman (junto al entorno institucional) la
cultura del emprendimiento (GEM, 2016).

Los emprendedores de la muestra (ver tabla 2) para esta tesis dominan su


producto/servicio y tienen un colchón económico para aminorar el riesgo de
inversión. Corresponden a personas con formación académica de pregrado (al
menos) y saben diversificar, compartir y optimizar sus conocimientos. Si bien es la

71 https://home.asech.cl/pagina-estatica/nosotros

72Destaco que la referencia de SERCOTEC para “emprendimiento” es la misma de CORFO.


73 La GEM provee de información relevante sobre las múltiples dimensiones del proceso
emprendedor y de sus actores a nivel regional, nacional y global.
oportunidad lo que los define al momento de emprender, yo los categorizo bajo el
emprendimiento por competencias, dado los recursos que dominan y usan.

d) Dimensiones del emprendimiento en Rancagua y la comprensión del trabajo.


El reconocimiento de las creencias de los emprendedores (1er objetivo
específico74) se ha centrado en gran medida en el entendimiento o el significado
que los propios emprendedores tienen del trabajo. La diversidad de respuestas
encontradas entre los entrevistados en cuanto a sus quehaceres y las formas de
cómo el trabajo toma relevancia en sus propios negocios, permite observar el valor
intrínseco que dan a sus emprendimientos como trabajadores, lo cual podría
tomarse como un orgullo de ejercer en tal formato. Existe una estrecha relación
entre lo que se ejecuta y el bienestar o la alegría que provoca hacerlo. También es
notorio el concepto de la obligatoriedad, donde el no sentir la obligación en el
quehacer, implica mayores grados de satisfacción.

(respecto al trabajo) “la voluntad del querer hacerlo y no estar dentro


de la obligación… a mí me genera algo bastante positivo porque…
cuando estoy trabajando en algo que a mí me satisface y que lo
hago de manera voluntaria, estoy como… como que el trabajo está
sacando lo mejor de mí, me entiende”. (A3775)

La satisfacción puede ser interpretada como felicidad y desarrollo personal. La


primera valoración de la cultura del emprendimiento en Rancagua asociaría
distinciones de valor y libertad, sumando la interpretación anterior. Esto no se daría
en el trabajo asalariado (asumido como lo contrario a emprender) que se caracteriza
por la obligatoriedad, grados de insatisfacción y mediocridad profesional.

74 Identificar y reconocer las creencias sobre el trabajo y el no trabajo dentro de la cultura


emprendedora por parte de los emprendedores de Rancagua.
75 Emprendimiento de bazar que promueve a otros emprendedores. Mujer. Trabajó antes como

profesora.
Se produce en el trabajador una tensión entre obligación y satisfacción, la cual
parece ser mejor llevada en el modelo independiente del emprendimiento76, pues el
sujeto emprendedor se siente satisfecho con una libertad en dimensiones del
horario, el autoaprendizaje y la revaloración de las relaciones sociales. Aduzco que
el nivel de identificación con el trabajo y ver frutos de la preparación para el
desarrollo emprendedor son aristas para producir este bienestar. Para tomar la
comparativa respecto a este tema, se ha visto en el trabajo dependiente que si la
identificación sicológica con el trabajo es elevada (se trabaja en lo esperado y en lo
que se preparó), pero la obligación al cumplimiento es alta, la satisfacción no se
afecta de manera significativa y cuando el nivel de identificación es baja, mezclado
a un sentimiento de obligatoriedad, la satisfacción es elevada, incluso si se presenta
alto estrés (López et al, 2007). En el trabajo independiente del emprendedor, existe
alta identificación sicológica con el trabajo y que la obligación no es un sentimiento
en los sujetos, por tanto, el grado de satisfacción sería elevado con baja frustración
por el quehacer laboral. Es una mejora continua que estimula el crecimiento de la
persona en sus prácticas emprendedoras y por ende estimula el negocio, como se
puede observar en el “está sacando lo mejor de mí”.
Uno de los conceptos más asociados en el ámbito de cultura emprendedora (como
también en la cultura del trabajo en general) es la gestión77. Esta es impulsada como
un carácter propio del ambiente laboral y su desarrollo a gran escala, permite que
los individuos generen una capacidad de autogestión, que sería clave para las
decisiones de emprendimiento y para generar prácticas de trabajo acordes al
objetivo de la organización, de tal forma que la expectativa para el trabajador es
cumplir con los niveles de gestión esperados, los cuales se contienen por la
capacidad propia de elevar las competencias de trabajo y por la intención de la
organización por implementar modelos de gestión que se internen en las ideas y
prácticas de los trabajadores (Zangaro, 2011).

76 Si bien forma parte del imaginario social del emprendimiento, es cierto que forma parte también
del discurso del emprendedor.
77 En administración está fuertemente asociada a la mejora continua y la calidad.
Hasta aquí la visión general del trabajo se toma como elemento de la praxis diaria
emprendedores, con tal de entregarle una importancia a este o para otorgarle un
valor más allá de lo económico. Por ello, la satisfacción y libertad se acompañó de
la responsabilidad del trabajo:

“…el trabajo desde lo personal es la capacidad de desarrollarse en


lo que eres bueno, así lo considero y eso genera la… como
consecuencia… el pago por esto o la remuneración o la
compensación del por qué estoy siendo útil, tiene que ver con el
concepto del ser útil, del servir”. (D3778)

(respecto al trabajo) “Significa hacerme cargo de mis tiempos…


significa ser responsable también de mis libertades”. (P3779)

Dentro de la economía social de mercado el trabajo es el medio para obtener capital,


sin componentes de libertad de acción a menos que la meta de capital se logre. El
trabajo baja su prioridad social sólo en la medida que dispongamos del medio capital
para ejecutar otras acciones. Con la interpretación capitalista del trabajo, cabe
preguntarse si la responsabilidad en este tipo de sistema está asociada a cumplir
con el cometido o está ligada a alivianar la carga de cumplir con lo laboral (Alvarado,
2010). Se genera otro conflicto entre ser responsable o sentir “libertad” al completar
la jornada o los objetivos de trabajo. El trabajo asalariado no es liberador y se
sostiene en la premisa de disminuir la incertidumbre del capital disponible en cada
pago mensual. La responsabilidad en los emprendedores se basaría en arriesgar
una rutina de ganancia segura, fija y constante. Esta misma responsabilidad se
validaría con la necesidad de sentirse útil. Con esta concepción del trabajo en los
emprendedores de la muestra, el sentimiento de utilidad está ganado desde el

78 Empresa gráfica con altos y bajos desde hace ocho años. Trabaja en paralelo como director de
carrera en Inacap.
79 Cafetería con local establecido. Se desempeñó antes como diseñadora gráfica asalariada.
mismo momento en que se genera ganancia por la actividad, permitiendo que la
satisfacción de la responsabilidad esté enmarcada en el desarrollo personal.
La interpretación cultural que se le da al trabajo puede estar centrada en el
intercambio, entendiendo que el valor que se le entrega a un servicio o producto es
intercambiado por dinero. Se visualiza la noción de un tiempo “ocupado” para esto
y cómo la carga mensual está implícita en la respuesta, aun cuando la
emprendedora P37 llevaba casi dos años dedicándose exclusivamente a su
negocio.
Lo cultural permea desde el entorno hacia el trabajador, que se leería como un
aspecto de la cultura del emprendimiento insertándose en el modo de producción
de la persona80.
“El trabajo como actividad en general, para mí trabajo es una forma
de adquirir tu… salario o tu renta o tus cantidades monetarias
mensuales o en un periodo X para poder tener cubiertos tus gastos
o tus necesidades… y trabajo en sí lo puedes ir aplicando en
distintas áreas, distintas actividades o distintos formatos de obtener
ese recurso, básicamente eso sería para mí el trabajo”. (A3581)

El trabajo es visto como la utilidad del acto ejercido, bajo la premisa de ser una
creencia clásica del trabajo como método de obtención de capital. Se recalca el
trabajo que toma un valor dentro de “ser útil para otros” (2do objetivo específico82).
¿Cambia la visión del trabajo al emprender? Esta pregunta está canalizada desde
el hecho de que cada uno de los entrevistados provenía del mundo asalariado y su
entendimiento del trabajo puede estar definida o asumida desde la cultura general
del trabajo. Para la muestra estudiada, a mayor tiempo de desempeño laboral,
existe una posibilidad de que el trabajo sea asumido como una forma de valorización
de la persona, sobre todo en un trabajo independiente, sumándose el alejamiento

80 Insistiendo que la cultura es una sola, aquí sería la interacción de una práctica en un ambiente
distinto.
81 Emprendimiento textil. Mujer. Trabajó antes como ingeniera informática (7 años).
82 Describir los valores (económicos, sociales, culturales) otorgados al trabajo emprendedor, según

los emprendedores rancagüinos, observando las prioridades dentro del entorno laboral.
del sentimiento de obligación y el dominio del horario de ejecución del trabajo (como
una libertad restringida, pero más “liberal” que los formatos clásicos del trabajo
dependiente).
¿Esta libertad está ligada a las expectativas y/o a “ser feliz” trabajando?
La felicidad o bienestar subjetivo, está asociada a la expectativa que genera el
trabajo. La expectativa positiva en la disposición del trabajo eleva el desempeño
laboral y viceversa. Esta disposición optimista es clave en cómo se espera que la
expectativa sea cubierta en la práctica. Si lo económico mejora, la felicidad está
tibiamente afectada, mientras que las pérdidas económicas tienen un fuerte
remezón en lo que a felicidad se refiere (Ahn & Mochón, 2010). Si bien estos
resultados se vieron en trabajadores asalariados, cabe indicar que los entrevistados
en Rancagua no destacaron en demasía lo ecnomómico, salvo lo mencionado como
un carácter cultural del trabajo: la programación de las ganancias no rutinarias 83 y
la dificultosa diferenciación entre los recursos del emprendimiento y del hogar. Si lo
analizamos desde el imaginario social de los emprendedores y el dominio de su
tiempo/espacio, esto es medianamente visible en el emprendimiento rancagüino,
pues el dominio del tiempo84 de trabajo es sólo una forma de no tener ataduras
horarias, pudiendo formarse nuevas ataduras desde la dependencia del horario de
los clientes o de lo proveedores. Se espera que en cualquier trabajo (dependiente
o independiente) uno sea capaz de ser juez de su propio bienestar y satisfacción.
Una dimensión de este punto es lo que la institucionalidad deja para los trabajadores
en cuanto a legislación y derechos, que en el emprendedor se traduce a las políticas
de emprendimiento que se generan para su desempeño. Las urgencias o estados
de catástrofe pueden mostrar si el camino del emprendimiento va en la dirección
que espera la autoridad, el cual se enmarca en la formalidad y la generación de
impuestos. Pero en casos como el de México, la respuesta ha sido contraria a esto,
pues el emprendimiento “puede tener características destructivas, es decir, que no
contribuye a la innovación y la generación de fuentes formales de empleo que

83 Aunque igual buscan “mensualizarse” con tal de coordinar mejor con su entorno.
84 Se analizará al detalle en un capítulo III.
fortalezcan la competitividad” (Charles et al, 2019). De esta manera, la explosión
del emprendimiento se da en negocios informales, situación que en Chile 85 es de
esperar si es que las políticas de emprendimiento se mantienen bajo la lógica del
discurso bonito y conciliador. La construcción de políticas a favor del
emprendimiento que consideren las características del entorno local, estarían
centradas en

“el análisis de la persistencia temporal de los clústeres de


emprendedores, especialmente los que presentan características
menos favorables; la estimación de los determinantes tanto locales
como individuales de la elección de ocupación por parte de los
trabajadores; la evaluación de efectos sectoriales en los distintos
entornos emprendedores; y la evaluación del impacto espacial de
los programas actuales de creación de nuevos negocios” (Atienza
et al, 2016).

Surge la duda de si la mirada institucional del emprendimiento guarda relación con


la realidad local y se hace cargo del emprendimiento como una medida de
subsistencia (necesidad) más que por oportunidad. La defensa del emprendimiento
como un pilar económico de la oportunidad de surgir, genera una contradicción entre
la expectativa de “escapar” de los males del trabajo asalariado, debido a que el
discurso público emprendimiento se entiende como un concepto que no distingue
entre un vendedor de dulces en un puesto en la calle con un empresario de capital
de inversión propio86. Pedro Sáez asegura que el emprendimiento individual traería
consigo menores oportunidades de levantamiento económico. Dentro de los propios
emprendedores, considera a los independientes encadenados87 como los que
presentan condiciones menos desfavorables, mostrando en su análisis que un 40%

85Ya se está viendo en la pandemia actual (2020), un estado similar al descrito en México.
86Y como se remarcó en la introducción, para el SII sólo existen empresas, no emprendimientos.
87 Trabajadores que no venden su fuerza de trabajo, pero que presentan algún grado de

subordinación al capital.
de los hogares con proveedor principal percibe ingresos de hasta 2 salarios mínimos
(datos 201388) y donde un 21% logra sobrepasar los 8 salarios mínimos. Asume
que, pese a la dependencia del capital, evitan de buena forma la precariedad, lo
cual es contrario al compararlo con los cuentapropistas (no encadenados a
empresas). Más aun, Sáez considera también que los mismos emprendedores
generan subempleos de informalidad/formalidad, dependiendo exclusivamente de
las variables del capital generado (Sáez, 2013), conduciendo a un alto grado de
autonomía en los emprendedores, la cual no se exime de trabajar en demasía o en
tener un dominio auténtico del horario.

“la autonomía… no es algo que funcione de forma positiva


automáticamente. Es algo que exige un trabajo y un esfuerzo: La
autonomía tiene sus propias dificultades. No se solucionan todos los
problemas de la realización de la autonomía entregando mejoras
pensadas desde la situación del asalariado, sin hacerse cargo de la
generación de un espacio para la autonomía”. (Jiménez, 2016)

Los emprendedores entrevistados en esta investigación asociaron el bienestar por


encima de la institucionalidad, tomando esta última como una herramienta para
cumplir sus objetivos de forma autónoma:

“Bueno es… es una oportunidad que genera un bienestar, ya sea


individual o familiar. Estar inmerso en el sistema”. (F3889)

(respecto a la ventaja de emprender) “…porque tiene una


componente que para mí ha sido una eficiencia… manejo de mi
tiempo y metas mías, no metas ajenas. Cuando tú trabajas para una
empresa, tú tienes que seguir las metas que te pone la empresa y
ahí no importa mucho tu iniciativa versus a lo que tú le pongas más

88 $210.000 al 01 de agosto.
89 Cafetería móvil (carro). Se desempeñaba antes como profesor de música.
color y más trabajo que otros, porque da lo mismo es como todo
igualito cuando tú eres emprendedor o cuando tú trabajas solo tu
tiene una meta, tienes el tiempo…” (P6490)

Los entrevistados asumieron el trabajo como una oportunidad que entrega felicidad
(bienestar subjetivo) y lo eleva (sin quitar lo personal) dentro del marco social de la
familia. Para P64 las metas dirigen el camino emprendedor (más allá del capital) y
estas podrían mutar sin problema si no está en conformidad con la satisfacción. En
F38, lo llamativo es la frase posterior, pues el emprendimiento como un acto laboral
cae dentro de las oportunidades de estar en el sistema como de servir socialmente:

(sobre lo que es el trabajo) “Ejercer alguna labor, dentro de una


sociedad en la cual uno podría entregar un bien o un servicio al
público”. (C4291)

Se refuerza el hecho de ver el emprendimiento como que fuera un elemento más


para cumplir con la sociedad (en cuanto al trabajo), al mismo tiempo que satisface
necesidades individuales de ganancia. Tenemos que volver a mirar la relación de
reciprocidad de la cultura del trabajo permeando hacia la vida doméstica y
viceversa, si es que acaso esto se repitiera en la cultura del emprendimiento, de
modo que, si bien el trabajo es parte del emprendedor como un “todo”, más que la
diferenciación entre vida laboral y doméstica, se visualiza una integración entre las
dimensiones culturales.
Dado que la cultura opera como un conjunto de valores, creencias y
comportamientos, es preciso destacar que las subculturas (culturas dentro de la
cultura) poseen la misma heterogeneidad de componentes. Esta cultura del
emprendimiento se destacaría porque sus actores poseen un conjunto de valores,
creencias y comportamientos que están basados o se producen en consecuencia

90 Productora de galletas. Antes se desempeñaba como diseñadora gráfica.


91 Trabajó antes como técnico en alimentos para una multinacional.
de una inserción económica social92, producida por la capacidad de corroborar esos
valores propios con los de su entorno emprendedor (Álvarez & Urbano, 2013).

En cuanto a la cultura y su interpretación territorial, no parece potente el valor


asociado a la pertenencia local, por cuanto atribuyo el hecho de que el impulso
emprendedor no se arraiga en una necesidad zonal o porque las características del
territorio obliguen emprender (u otras formas de trabajo), como se ha visto en
localidades extremas subyugadas a una cesantía difícil de sobrellevar, por cuanto
el emprendimiento es por subsistencia más que por oportunidad, como el caso de
la Patagonia (Uribe & Leatherbee, 2017; Zúñiga, 2015).

El emprendimiento rancagüino es por competencias93 y se destaca por la búsqueda


de una satisfacción laboral conducente o dirigida por la libertad. En el caso de la
sexta región, se ha utilizado el concepto de aceptación cultural como medida de una
variable emprendedora (junto a la capacidad de innovación, tolerancia al riesgo,
capacidad tecnológica, entre otras), la cual resulta entre la apreciación de los
emprendedores por su negocio (valor cultural, si acaso) y la valoración social de
este, en que se utiliza el estatus del tipo de emprendimiento. Es en zonas extremas
donde esto es bajo y en función de que la zona sea cercana a la capital (región
metropolitana), más valor social se da al emprendimiento, ligado principalmente a
las oportunidades de mostrar y difundir el negocio. (Uribe & Leatherbee, 2017). En
el informe de Uribe y Leatherbee, la región de O’Higgins mostró altos niveles de
aceptación cultural. En esta investigación no se encontraron referencias a este
punto más allá de otorgar esa valorización al “estatus”, aunque fuera referenciado
desde el trabajo asalariado.

Con tal de determinar algunas dimensiones del emprendimiento rancagüino,


primero se debió interiorizar en la cultura del trabajo (en su definición temprana
según el apartado anterior) del emprendedor, lo cual se hizo metodológicamente

92 Thévenot (2016), lo analiza desde la propuesta de John Elster sobre el Homo Sociologicus vs
Homo Economicus.
93 Insisto que esta categorización la propongo dentro del emprendimiento por oportunidad.
con la identificación de este como un trabajador parcial o totalmente dependiente
del emprendimiento. Los valores personales que permiten la integración de los
saberes emprendedores fueron mostrando como la creencia de la libertad horaria y
de aprendizaje lograba la obtención de resultados en lo laboral. Los emprendedores
rancagüinos (y de otras latitudes, según bibliografía) parecen otorgarle más valor al
trabajo o al menos otros grados de importancia en paralelo a la obtención de capital
de sobrevivencia:

“(sobre lo que es el trabajo) Un quehacer, una forma de… chuta,


una forma de vida que entre otras cosas permite pagar gastos… en
fin, es una forma de vida, es parte de la vida, es una entretención, a
veces es una preocupación, a veces es vida… jaja es vida” (C5194).

“…todo este tiempo que estoy viviendo de emprendedor en realidad


estoy viajando, este es mi viaje y un viaje más entretenido que la
cresta” (C51).

Lo indicado como entretención y viaje, lo asocio a la felicidad. Destaco otra vez lo


de forma de vida porque refleja al trabajo como una práctica cultural que envuelve
el pago a cambio del trabajo ejercido, señalado antes por los otros emprendedores.
En cuanto a los valores otorgados al trabajo, debido a ejercer el emprendimiento,
los entrevistados destacan la libertad, el dominio de horario y el rompimiento del
paradigma asalariado (como la dependencia de jefaturas).
Estos valores pueden ser tomados de forma temprana como parte de una cultura
emprendedora o cultura de emprendimiento. Al igual que la culturización del trabajo,
la culturización del emprendimiento se ha tomado como concepto explicativo e
incluso causal de las conductas y formas de interacción de los individuos
emprendedores (CORFO, 2012, GEM, 2016, Zúñiga, 2015). Es la creación de

94Fue subgerente con oficina internacional para una empresa agrícola. El cambio al emprendimiento
fue drástico y cortante, sin ejercerlo en paralelo.
empresas el interés de la autoridad, que contrasta con la búsqueda de nuevos
caminos por parte de los trabajadores, sin dar crédito al éxito monetario o la posición
social.

“…yo creo que en general eso es uno de los grandes peligros


también de los emprendimientos, la pérdida de estatus o la creencia
de la pérdida de estatus… ni siquiera sé si se pierde estatus… es
nada esa wea’… tú estai’ arriesgando una wea que es nada… ahora
desde este lugar lo digo, pero en ese momento pesa (al trabajar
para una empresa), pesa… socialmente pesa, pero no sé si es una
pérdida… es el sentimiento interno… es una valorización interna”
(C51).

Basándome en el impulso para crear una empresa (que en su estado inicial es


emprendimiento), dependería de atreverse y tomar decisiones. Una de ellas es la
de romper el statu quo; es decir, buscar un cambio, lo cual no es fácil de hacer en
un estilo de vida inserto dentro de los modelos de capitalismo liviano. La otra
decisión es la de iniciar efectivamente un emprendimiento. Los valores de la
persona le moldearían a tomar al menos una de estas decisiones, que son
sinérgicas y complementarias (Marulanda et al, 2014).

Si hablamos de vocación y motivación, los emprendedores se ven influenciados por


su contexto sociocultural, los valores familiares (fuertemente endosados por la
endocultura) y las creencias, que pueden impulsar el interés hacia emprender95
(Carmen & Viveros, 2011; Sánchez et al, 2017). El valor implícito que se le da al
emprendimiento se enriquece con la toma de decisiones, la aceptación de los
riesgos y la voluntad de pasar por etapas de prueba (Sánchez et al, 2017).

95Al menos cuatro de los ocho entrevistados venía de un nicho donde emprender era posible y se
estimulaba.
Resumo que se han visto diferentes representaciones del trabajo como un carácter
cultural, centralizadas en la tensión satisfacción/obligación y en el intercambio de
valores entre lo producido y lo ganado. No es ánimo de esta investigación centrar
los análisis en la felicidad respecto del trabajo, pero a través de esta interpretación
se pueden ver aspectos que mostrarían que la cultura del trabajo, ampliamente
estudiada en los formatos dependientes asalariados, no es aplicable en un ciento
por ciento para el emprendimiento. Existiría una cultura del trabajo propia por cada
ambiente o nicho, como en el caso de Rancagua. Arteaga y colaborares encontraron
dentro de la relación de posicionamiento social y trabajo, tres formas de discurso
asociadas a su interpretación: una para moverse en el estrato social (no presente
en el discurso emprendedor de los entrevistados en Rancagua), una para la
construcción de un proyecto de vida social y diferenciado de lo clásico (esto sí
coincidiría con los entrevistados) y otra donde el trabajo sólo es un medio de
subsistencia que te mantiene en una posición social, sin generar aspiraciones
(Arteaga et al, 2016), lo cual difiere de los discursos de los emprendedores
entrevistados.
Los emprendedores rancagüinos revaloran el trabajo como una búsqueda constante
de oportunidades, ganancia de satisfacción personal y capacidad de desempeñarse
con libertad, todo bajo el prisma de la creencia que el emprendimiento presenta sus
propias prácticas, saberes y quehaceres, tomando principios de libertad individual,
mejoramiento de lazos sociales y por qué no, la diversión de ejecutar un trabajo.
III. TIEMPO

Si bien el tiempo es un recurso definido socialmente por la cultura96, no fue


tomado como una dimensión propia del análisis desde su comienzo, más allá de
asociarlo como una idea que necesite patrones para su cálculo operacional
individual. Se observó la mención del concepto tiempo bajo la arista del uso
horario97, lo cual en su contexto incluyeron: tener más, gestionar, manejar, ser
responsable de, controlar, ocupar mejor, entre otras. Llamó la atención el uso del
tiempo bajo la arista del dominio o la apropiación, razón por la cual se creó este
capítulo, sin olvidar que el tiempo es una dimensión cultural.

a) El tiempo como dimensión cultural98


La definición del tiempo es propia de cada sociedad, además de ser una
categoría social basada en la experiencia (Castoriadis, 1989; Durkheim, 1986). Los
límites culturales del tiempo son casi siempre distintos a los límites individuales
del tiempo en la interpretación o percepción de las personas. Se produce un
desajuste entre tiempo cronológico99 (cultural) y tiempo subjetivo (individual).
Esto desencadena varias maneras de observar cómo el individuo se inserta en
la sociedad a través de sus percepciones temporales y como a su vez genera
sus pautas de conducta como consecuencia del “avance” del tiempo (Evans,
2004; Torre, 2007). Este avance puede ser una visión de largo plazo, recogida
en ejemplos como las pensiones, las preocupaciones medioambientales, la
dirección política de nación o la continuación del buen pasar familiar (Cladellas,
2009; Evans, 1994).

96 Por ejemplo, los acuerdos para segmentar 1 minutos en 60 segundos.


97 El horario como segmentación de “horas” sigue la misma diferencia respecto al tiempo, esto es,
que el horario es una fragmentación del tiempo que se mide entre la ocurrencia de fenómenos
naturales que puedan guiar el “avance” del tiempo.
98 Esta parte se consideró desde el hallazgo de la importancia del tiempo en la investigación.
99 Cabe señalar que los análisis del tiempo en la historia tienen su propia categoría de tiempo

histórico, el cual debe ser considerado a la hora de evaluar la actuación de una sociedad.
De igual forma se reconoce que la interpretación del tiempo se guía por estándares
“objetivos”, como la cronología por astros, la cual es similar para todos los miembros
de una sociedad, así como también por estándares subjetivos, dotados de una
percepción diferenciada por cada individuo. El primero corresponde, justamente, al
tiempo cronológico y el segundo tiene varios matices, desde tiempo psicológico,
tiempo histórico, cualitativo (asociando que su contraparte, el cronológico, es
cuantitativo), entre otros, dejando incluso espacio para el tiempo efectivo, que es el
interpretado por el individuo dentro de los propios límites del tiempo cronológico, a
la vez que las temporadas de actividad social, como las cosechas, siembras o
festines, son otro tipo también de tiempo que particularmente puede ser resumido
como tiempo ambiental o natural (Blázquez, 2015; Elias, 1989; Torre, 2007).
En cuanto a las ideas y la interpretación del tiempo por parte de los individuos, estas
son creadas en el desarrollo de la persona, lo cual iría en conjunción con la madurez
o la toma de responsabilidades (pauta de conducta) en las etapas de la vida. Esto
haría notar la subjetividad de la interpretación del tiempo cronológico en cada
persona y que a su misma vez tiene diferentes formas de la idea del tiempo en
diferentes edades (Piaget, 1969). Además, la conceptualización del tiempo puede
cambiar según el tema tratado. La religión o los modos de reflexión tienen sus
formas de significado del tiempo que varían respecto al aspecto económico, sin
dejar de lado el carácter ambiental/entorno, del tiempo respecto a las variaciones
del clima (Elias, 1989; Evans, 1994).
El tiempo ha tomado su forma más cronológica en la actualidad al evolucionar
como concepto a la par del capitalismo, pasando desde nociones religiosas hasta
interpretar el valor de tiempo máximo, pero sin la pertenencia (dominio) del mismo
por el sujeto100. Básicamente es depender del capital y este se logra por la
dependencia del tiempo, dado que el tiempo de los seres humanos se debe ajustar
a la producción (Cladellas, 2009; Foucault, 2003).

100 Recalcando que algunas entrevistadas señalaron lo contrario, esto es, manejar y controlar el
tiempo.
En el sentido de la propiedad o del tiempo propio, los emprendedores pueden
generar su propia estructura temporal. Desde lo social, un discurso sobre el
emprendedor; como un imaginario social de los externos a él, corresponde a una
ventaja sobre el “libre albedrío” del horario. Esto se corroboró como una idea según
las entrevistas analizadas y quedó como una percepción en la práctica, incluso si
no es coincidente con el tiempo cronológico. Pareciera ser que la libertad horaria
fuese interpretada como control o manejo del tiempo lo que a su vez se identifica
como uso libre del tiempo. El emprendedor va estructurando su propio tiempo social
(subjetivo), donde el actor compara sus propias temporalidades con otros actores y
en donde lo estático/dinámico101 se racionaliza funcionalmente en el
aprovechamiento máximo del tiempo (Beriain, 2009; Torre, 2007). El tiempo; junto
al espacio, son dimensiones donde ocurren las experiencias y en donde en
particular el tiempo parece irremediablemente caer en una categoría social
(Durkheim, 1986). Es en ese espacio de dominio donde el tiempo se ejecuta con
libertad. Beriain propone esto como un habitus liberador de continuidad (Beriain,
2009), mientras que Ramos, reivindicándolo como un recurso, lo señala como una
politización que permite ejecutar poder para administrar el tiempo (Ramos, 2007).
La forma clásica del tiempo en la sociedad moderna puede plantearse de la
siguiente manera, restando el tercio del día correspondiente al sujeto dormido:

Figura 2.- Proyección diaria de los momentos productivos y libres.

101 Particularmente, Berain asume que existe un entorno estático que corre a distinta velocidad
(tiempo entorno) y que el sujeto presupone un ritmo sobre eso (dinámico).
De acuerdo con esto, ocupar el tiempo (un tiempo cedido, prestado) dentro de un
tiempo total, asociaría un manejo cambiante en su connotación dada las
transformaciones según la utilidad.

b) Tiempo de trabajo y emprendimiento


Existe una constante idea de que una gran y casi única ventaja de trabajar
por cuenta propia es el aporte temporal que da la independencia laboral; como en
el caso del emprendimiento; y el manejo de esta independencia desde los tiempos
productivos. Sin embargo, se entiende la independencia como un cambio en la
forma de establecer los tiempos. Por ejemplo, el dueño de Café Alegre (un carrito
de plaza), al abordarlo con una consulta sobre cómo la familia tomó el hecho de
decidir emprender:

“Algo que se asumió y sabían que iba a ser así y yo también; por lo
tanto, tratamos de adaptarnos y acomodarnos al sistema nuevo,
todos los tiempos tienen otra… hay otros tiempos ahora”. (F38)

“Otros tiempos”. ¿Son tiempos dentro de un gran tiempo? Es curioso lo de “ahora”


hay otros tiempos, porque reflejaría la ganancia de tipos de tiempo que pueden (o
no) ser usados con cierto grado de libertad. De las distintas percepciones sobre el
tiempo, me gustaría tomar el tiempo dentro de las ideas102, dado el imaginario social
sobre la libertad horaria de los emprendedores; clave en la decisión de emprender
en comparación al trabajo asalariado, para optimizar el tiempo productivo (Boltanski
& Chiapello, 2002; Cladellas, 2009).

Si miramos en un contexto histórico, ya se atribuye que, dentro del capitalismo el


tiempo es el símbolo máximo de intercambio como recurso, pero sin ningún grado

102 Las ideas están expresadas bajo el objetivo específico “Estudiar los conocimientos e ideas de
los emprendedores rancagüinos, a través del análisis de las prácticas y conductas de estos”.
de pertenencia (Foucault, 2003), lo cual implicaría esta búsqueda interior del sujeto
que desea independizarse laboralmente, con tal de satisfacer la distribución horaria.
También el tiempo pareciera un bien fijo en nuestra sociedad, repartido de distintas
maneras por los actores. En el marco de los emprendedores, serían ocupantes de
cierta parte de un tiempo “económico” cronológico. Esto fue señalado hace mucho
tiempo de forma directa por Weber como “el tiempo es dinero”, provocando una
escasez crónica de tiempo libre ya que se entregaba al tiempo de trabajo (Weber,
2001); sin olvidar lo asociado por Marx del tiempo cedido como capital de trabajo.
Adam consideró al tiempo cronológico como una dimensión que permite orientar,
regular y controlar al actor, de tal forma de establecer el tiempo como algo
indisociable del individuo. El trabajo entonces se traduce en dinero y cualquier
incertidumbre asociada al riesgo, se transforma en seguros, ahorros, planes de
salud, etc. El no trabajo103, debe ser un complemento del “tiempo vivido, donado y
generado, con un componente difícilmente cuantificable y, por tanto, no traducible
en dinero” (Adam, 2001). Ramos asume esto como el valor y tiempo empleado como
recurso, donde moralmente se hace un “sacrificio a cambio de”, mientras Beriain
interpela al tiempo capitalista-métrico y cualitativo, de manera que la racionalización
sociocultural del tiempo cae en diferentes hitos que pueden ser visto como pautas
de conducta. Estos hitos son el tiempo sagrado, el tiempo como ritmo diario de
actividad omnipresente, el tiempo impreso/plasmado y el tiempo como trabajo y
disciplina (Beriain, 1997). Este último se considera como el que rige las pautas de
conducta actualmente en nuestra sociedad, dejando de lado los tiempos sagrados
y centrándose más en el cumplimiento de metas y objetivos. A este símbolo de
eficiencia, Ramos lo considera bajo el tiempo como recurso, el cual es un bien
escaso pero satisfactorio, pues la escasez es interpretada en forma diferente a la
metáfora mercantil; esto es, la escasez impide más desarrollo, variantes y
aprendizajes en lugar de “menos dinero.”

103 Trabajo/no trabajo, entendido como (trabajo pago y no pago/ocio).


De esta manera, el tiempo económico formaría parte del tiempo social (Durkheim,
1986), donde, además, en el formato diario se debe tomar en cuenta el tiempo de
ocio, que para los emprendedores está expresado en el tiempo libre disponible para
actividades sociales, el tiempo de desarrollo de la idea (que no es tajantemente
considerado laboral) y el tiempo de reflexión personal104.
En este mismo sentido, los cambios en el tiempo son funciones de la experiencia
en el aprendizaje humano que resultan de la interacción de la agencia y el agente
(Blázquez, 2015; Elias, 1989). Hasta aquí sería el cambio el concepto clave en esta
dimensión de las ideas referente al tiempo. La vida rutinaria que se ensalza con el
trabajo de horario fijo supondría mostrar ser un aliciente en las decisiones tomadas
por los emprendedores, siempre y cuando exista una forma de controlar esos
cambios. Dentro de toda esta conceptualización sobre el tiempo, me gustaría
exponer como se tomó el tiempo como un recurso que se puede fragmentar
libremente (invertir tiempo es invertir capital):

“el respaldo que digo para poder avanzar con la idea y seguir
colocándole recursos dedicándole tiempo… sobre todo mucho
tiempo y buscando opciones
de mercado…”. (A35)

El tiempo es un recurso percibido como tiempo donado, el cual se considera propio,


resaltando de nuevo el hecho de la satisfacción de dominio (Ramos, 2007). Un
ejemplo de esto es el recalco constante del tiempo productivo en exceso
(reemplazante de tiempos domésticos o sociales) como un tiempo que “no duele”,
sino que cumpliría con los objetivos del trabajo en sí.
Esto supondría una apropiación del tiempo por parte del modelo capitalista y en
particular por el emprendimiento, visto como tiempo de mercantilización, donde se

104Cabe señalar que ninguno de los entrevistados mencionó en forma literal el concepto de ocio, el
cual tiene acepciones dependiendo de su interpretación: Ocio neto (hacer nada); ocio en desarrollo
(pasatiempos, artes, etc.); ocio social, etc. En rigor se toma como el uso del tiempo cronológico fuera
de los estándares normativos (horario de trabajo, familiar, etc.).
reparte el día entre vivir y ganar dinero, lo cual, como se dijo, es una aseveración
que ha acompañado desde siempre al capitalismo y sus cambios históricos (Ramos,
2007; Marx, 2011).
La interpretación del tiempo que se guía por estándares “objetivos”, como la
cronología por astros, es una forma de asentar el tiempo cronológico, la cual es
similar para todos los miembros de una sociedad. Se subraya nuevamente que el
estándar subjetivo está dotado de una percepción diferenciada por cada individuo.
Para A35, el tiempo es un recurso que satisface la necesidad de un consumidor
(cliente). La dedicación del tiempo para lograr una idea que se traduce
inmediatamente en un cálculo de entrega de tiempo, que de seguro involucra los
momentos de creación, de diseño y la búsqueda de clientes. El trabajo intelectual
(la idea para algo) goza de un libertada que la práctica no entregaría con eficiencia
en el trabajo asalariado, pero sí (tal vez) en el formato emprendedor. En el tiempo
como recurso no importaría el proceso, sino el resultado, obligado por el objeto que
debe crearse, sin valorar la creación de este y donde el tiempo libre no genera
productividad. El “trabajo y no trabajo… se encuentran en una oposición dada e
irreductible, natural y eterna” (Rieznik, 2001). Barajaría que en los emprendedores
no se ha perdido el tiempo como un recurso, pero quizás no es tan absolutista como
la interpretación de Rieznik, pues una práctica para recalcular ese recurso y
aprovecharlo de mejora manera, sería romper el estereotipo del horario fijo,
volcándose a un horario de domino propio.

c) Apropiación del tiempo105


En el caso de A37(emprendimiento de bazar), el tiempo está asociado a otras
dimensiones como la responsabilidad y la libertad, donde este último concepto se
repitió en otros emprendedores (P37, cafetería).

105Dentro de los análisis que se hicieron en esta investigación, se obtuvieron resultados que
estuvieron acorde a la construcción de una pauta de entrevistas basadas operacionalmente en los
objetivos específicos propuestos (ver anexo 1).
“Estábamos hablando de lo que era la libertad, la responsabilidad y
el agobio… entonces la libertad (de) que yo podía manejar mis
tiempos… De repente que está enfermo el niño y tení’ que faltar al
trabajo. Yo dispongo de mis tiempos y coordinamos con mi socia
para aquello”. (A37)

(sobre significado del emprendimiento) “Significa hacerme cargo de


mis tiempos… de mi tiempo y ser responsable también de mis
libertades”. (P37)

“…el manejo del tiempo, cuánto tiempo tienes que trabajar, cuánto
tiempo no tienes que trabajar, cuándo te puedes ir de vacaciones,
cuando no te puedes ir de vacaciones, esa cuestión para mí es de
vivir la vida… yo trabajo para vivir no vivo para trabajar…” (P64)

Bajo la premisa de “mi” tiempo, visto como una posesión absoluta, este se consideró
perteneciente al individuo. ¿Podría entonces entenderse el préstamo del tiempo a
entidades superiores que disponen de este o justamente al revés? Esta pregunta la
planteo en virtud de que, según el sistema de trabajo, el tiempo podría manejarse
(controlarse) más o menos. Ante lo mismo, P37 estimó que es responsable de sus
libertades junto con el tiempo, poniendo de manifiesto la posesión de este en función
de la libertad. A la vez, P64 (galletas veganas) toma el manejo del tiempo como el
control de los momentos y la libertad de sobrecargar la balanza del trabajo y la
calidad de vida dependiente del tiempo. Esto sería, ¿libertad para controlar el tiempo
o libertad para seleccionar acciones dentro de un patrón obligado dentro de un
tiempo106 total establecido? Es interesante ver que, si conscientemente
registráramos nuestras actividades diarias, veríamos un sinfín de anotaciones que

106Dos acepciones de la palabra tiempo en la RAE: 1) Duración de las cosas sujetas a mudanza. 2)
Época durante la cual vive alguien o sucede algo. La significancia aquí estaría centrada en el
tiempo como patrón donde selecciono acciones, pero a su vez, este “tiempo” es creado durante el
evento.
nos parecerían engorrosas y difíciles de seguir. De hecho, las actividades diarias
realizadas nos distinguen como personas mientras seamos sujetos despiertos107
(Heras, 2010). Estas actividades ocupan tiempos dentro del tiempo108, siendo este
último resultado de un intento pragmático de control por parte de una autoridad,
mostrando la ilusión del control (asociando el “manejar mi tiempo”). Históricamente
es en el trabajo (lo laboral) donde se ha intentado un mayor control global del tiempo,
en donde los sujetos pueden ocupar los espacios sobrantes. Este control dejaría
espacios propios para el tiempo libre de un trabajador, en virtud de que “se trata de
un control más difuso, que no se establece en base a líneas de mando y a jerarquías
formalmente establecidas, con sus tiempos rutinarios y previsibles, sino a través de
una cooperación más autónoma y participativa… Pero que exigen también una
vigilancia y una supervisión continua de los trabajadores, a veces incluso por parte
de los propios compañeros de los equipos en los que se integran” (Vázquez &
Duque, 2019).
La institucionalidad no se queda fuera de la discusión, pues existe una tendencia
proveniente de países europeos a reducir el horario de trabajo para otorgar más
empleo a más cantidad de personas109. Si bien la sociedad lo considera positivo, la
problemática estaría en la real aplicación de esto y las posibles implicancias
sociales. Es lo remanente del tiempo de trabajo (primario en el tiempo total) lo que
aumentaría su horario, pero sería usado bajo los mismos parámetros de quienes
controlan el tiempo (se imponen; por ejemplo, pautas de consumo). Entonces
cambiarían las percepciones del trabajo/no trabajo al cambiar las condiciones
materiales de estos. Y dado que “el tiempo y el espacio son los dos parámetros en
los que se mueve la vida personal y colectiva. De ahí la importancia de quién los
controle” (Blanco, 1999).

107 Heras distingue entre sujetos despiertos y sujetos dormidos, aduciendo que estos últimos son
una categoría única para todos.
108 Entiéndase como tiempos subjetivos dentro del tiempo cronológico macro.
109 Trabajar menos para trabajar todos.
Es la experiencia vivida en los trabajos asalariados la que podría interpretarse como
una acumulación de prácticas que condicionan y dirigen la decisión de emprender.
O sea, los turnos de trabajo, la dependencia de jefaturas y el salario solamente
aceptable por su rutina pagadora, no son suficientes ni eficientes en otorgar grados
de libertad a la persona, entonces se tendría un “culpable” que usurpa el tiempo, el
cual serviría para acumular experiencia y fomentar habilidades. Por cuanto lo
mínimo es tener flexibilidad en las condiciones laborales. De esta manera, la
incertidumbre laboral decae mientras se envejece, y ejercer una actividad
productiva pasa a ser una responsabilidad de control propio del emprendedor
(Manzano, 2017). Se produciría así, una apropiación del tiempo110, la cual
significaría a su vez, un imaginario de libertad respecto a la imposición capitalista
del trabajo. La libertad dentro del modelo capitalista asume dos razones principales
según Amartya Sen: una de evaluación donde “el progreso ha de evaluarse
principalmente en función del aumento que hayan experimentado o no las libertades
de los individuos”; y otra de eficacia, en donde “el desarrollo depende totalmente de
la libre agencia de los individuos”. El autor propone que es el progreso industrial y
la modernización lo que contribuye a “expandir la libertad del hombre” (Han, 2000:
citado en Pico, 2017). La apropiación del tiempo no toma estas causales y gracias
a estas razones propuestas, el imaginario de libertad sería interpretado fuera del
canon capitalista, pese a seguir siendo “prisionero” de las temporalidades de los
otros actores que comparten con el sujeto, donde en el emprendedor puede
significar familia, amigos, clientes, proveedores, etc., es decir, afecta sus vínculos.
Si nos centramos en el tiempo productivo, podríamos considerar que se pasa el
control del tiempo total de trabajo al sujeto, pero como se señaló, este nuevo tiempo
de control pasa a ser dependiente o demandante de otros individuos. A35 señaló
esto en la comparación asalariado dependiente-emprendedor independiente:

110Aquí parece prudente asociar que esto es independiente de toda categorización, es simplemente
tomarse el tiempo.
“…el tiempo, el manejar tu tiempo, el poder hacer rendir, quizás, tu
tiempo de una forma más eficiente que cuando estás con un trabajo
dependiente, (en el) que entras a un horario fijo y no
necesariamente sales a tu horario establecido en el contrato. Puede
ser una o dos horas después, horas extras, que problemas de último
minuto…” (A35)

Como en nuestro sistema socioeconómico se considera el tiempo como escaso,


este debe ser eficiente para satisfacer las necesidades capitales que generen
equilibrio físico y sicológico, logrando estabilidad en el individuo, lo cual significaría
un aumento del bienestar social. A nivel general, habría una implicancia en los
países con mayores productividades como significado de personas más felices (por
ende, que usaron bien su tiempo), lo cual no es totalmente cierto por las
contradicciones entre productividad y felicidad en los países (Padrón & Ruiz, 2019).
El control del tiempo sería una necesidad para construir y generar prácticas para la
optimización, generación de capital, formación de lazos sociales, etc., que a priori,
el emprendedor tendría como ventaja respecto a un trabajador asalariado,
comúnmente con horario fijo.
El manejo del tiempo se asoció en este caso a imaginar que en ese mismo tiempo
perdido (aunque productivamente no tenga sustento de acuerdo con el tipo de
actividad) se harían otras cosas aprovechando mejor el espacio temporal. Esto
implicaría que la disposición a utilizar mayormente el tiempo en el negocio no
presentaría problemas en el modelo emprendedor, aun cuando las prácticas del
sean otras que solamente eviten su categoría fija. Al respecto, Byung-Chul Han
señala: “El neoliberalismo… convierte al trabajador en empresario… elimina la clase
trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se
explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una
persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo
mismo” (Han, 2014). Si bien el párrafo de Han hace referencia a esta capacidad de
utilizar el sueldo como una inversión y la disposición absoluta y libre del tiempo de
ocio, claramente es entendible; y con más razón, a una persona que ejerza como
emprendedor. También sobre esto, Muñoz señala que “… vida, trabajo y tiempo son
recursos necesarios y fundamentales en la transformación hacia la vida líquida 111”.
También la revolución industrial evolucionando a la revolución digital, ha decantado
en una era de rendimiento continuo (Muñoz, 2017). Esta nueva exigencia de una
capacidad laboral de alta vorágine e ímpetu parece quedar evidente en los
emprendedores rancagüinos, mostrando que la libertad y el control del tiempo
corresponden al mayor uso de temporalidades predefinidas en la sociedad. Sería
probable que la libertad antes mencionada pudiera ser una redistribución
dominante. Por ejemplo:

“…manejar el tiempo… a mí antojo, porque si tuviera una agenda,


así como muy estructurada de entrega, de pedido, de todo, lo puedo
decidir yo, es más flexible”. (A35)

Esa flexibilidad me permite considerar la distribución del tiempo y cómo se entiende


eso bajo el imperativo dominante (mi tiempo, mi distribución, mi decisión), realzando
el espíritu de autonomía de los emprendedores. La flexibilidad puede tomarse como
la arista de construcción propia de la vida, donde la autorrealización individual;
realzada por el capitalismo, se sobrepone a la precariedad laboral bajo la forma del
trabajo independiente emprendedor (Prestifilippo & Wegelin, 2019). Y esto se
evidenció como un aspecto de manejo del tiempo en función del negocio, más allá
de la dependencia de los “tiempos de compra” del cliente, ya estructurados por los
horarios de los negocios establecidos.
En nuestra sociedad, la flexibilidad laboral se manifiesta dentro del tiempo social y
toma las veces de un indicador productivo, el cual actúa de manera progresiva y
bajo máximo aprovechamiento. Pareciera que nos acercamos a una producción
ininterrumpida. Sin embargo, “se produce una desincronización evidente para
aquellos/as trabajadores/as que deben cubrir los turnos nocturnos o trabajar durante

111 La referencia a la modernidad líquida de Bauman es del propio autor.


el fin de semana, puesto que la organización social del tiempo continúa
desarrollándose en torno a unos horarios establecidos112” (Lozares & Verd, 2004).
En esto es donde la flexibilidad ganada por la apropiación del tiempo genera la
libertad necesaria para dar más valor al trabajo emprendedor, porque ocurre en
la medida que otros beneficios sean palpables por el emprendedor, siempre y
cuando exista capacidad de distribuir y controlar el tiempo.
La responsabilidad del emprendedor pareciera traducirse en saber manejar el
tiempo:

“yo siento que cuando manejo mi tiempo, vivo. Es mi vida, no estoy


viviendo la vida que otros quieren que yo viva. Estoy viviendo mi
vida a mi manera, a mi forma”. (P64)

Se puede ver un sentido de no alienación del tiempo. Al parecer debe darse una
forma menos común que el trabajo asalariado para lograr la desalienación. Lo más
cercano para los emprendedores fue el derecho a cambiarse de trabajo negociando
mejores salarios, creando el espacio necesario para el riesgo de la
independencia. Aun así,
“pareciese que hasta los menos afortunados en términos de ingreso
estuviesen convencidos de las enormes ventajas de la competencia
en el trabajo, pues permite cambiarse rápidamente de empleador si
la paga es mejor” (Díaz, 1999).

Tal aliciente suena perfecto para arriesgarse a emprender.

112Los autores citan a Boulin sobre el punto de la organización social. Boulin, J.-Y. (1997) "From
working time to city time: the case for a single approach to time policies". Transfer, 4/97: 723-736.
d) El valor del tiempo emprendedor.
Observar cómo C51(Galletas del mundo), estimó que la propia definición de
un emprendedor está en la valorización del tiempo a un nivel donde asocia mayor
libertad personal al contratar tiempos ajenos (Bauman, por ejemplo, siempre ha
hablado de tiempo invertido como recurso monetario en el capitalismo), sin hacerlo
sentir como una forma de coartar a otros, sino más bien como una derivación del
tiempo productivo.

“Bueno para mí un emprendedor, un emprendedor como genuino,


es una persona que conoce el valor del tiempo por tanto lo que está
buscando siempre lo que busca que uno de sus objetivos o metas
es lograr contratar tiempos de otros, para liberar tiempo de él”. (C51)

Esta valorización del tiempo es bajo la premisa de que el tiempo productivo involucra
más de ocho horas (comúnmente aceptado para culturas como la nuestra113), pues
sumamos tiempo de viaje desde y hacia, más los tiempos cronológicos de
preparación para el trabajo.
Me atrevo a establecer que el tiempo productivo total puede ser 24 horas como una
alegoría de que el tiempo de descanso (sujeto dormido), está desligado de la
acepción clásica de 8 horas continuas nocturnas114.
La segmentación de los “subtiempos” está en indeterminados115 números de
clústeres de actividades, donde lo productivo es mayoritario, pero con una
constante decisión (y usabilidad) en aspectos sociales y de ocio. En la figura 3
aparece una representación de esta propuesta.

113 Aceptado y en rigor, regulado por el código del trabajo.


114 Si bien se entiende que igualmente se duermen horas continuas en la noche-madrugada, es más
imprudente estimar ese tiempo que no se consultó.
115 Coloco cuatro clústeres sólo como referencia.
Figura 3. – Modelo de percepción y manejo del tiempo por parte
de los emprendedores de Rancagua.

El tiempo social lo he dividido en lo familiar y lo no familiar, con tal de mostrar las


diferencias entre las prioridades del tiempo otorgado a las actividades. Por ejemplo,
la dedicación a los hijos resulta importante a la hora de gestionar el tiempo
productivo dentro del cronológico, curiosamente con un significado no cronológico
del lazo afectivo:

“Lo que pasa es que por cada hijo es un tiempo en gestión que
cronológicamente se va sumando, digamos un tiempo de gestión
que tení’ que hacer por cada niño… Básicamente, cómo haces la
magia”. (A37)

A37 cuenta con apoyo económico de su marido y sentía mayor grado de


responsabilidad sobre la formación de los hijos. El hecho de emprender, si bien le
exigía más tiempo de dedicación, le permitió atribuir un grado de libertad con el que
puede “jugar” para mejorar la dedicación temporal a estos. El sentimiento de libertad
queda plasmado como una forma de rechazar el horario fijo de los formatos
dependientes asalariados:

“tenemos más libertad para ocupar el tiempo en las cosas que


realmente nos importan, en este caso los niños, para ver películas
con ellos. Antes cuando tenía el horario… ese horario weón’… no
veía películas con ellos y cuando veía me cagaba de sueño… ahora
vemos películas… hacemos cosas entretenidas igual.
Probablemente ellos quisieran más; yo también quisiera más
tiempo… esos tiempos que tenemos, igual hacemos cosas”. (C51)

Entre ambas opiniones se visualiza que mejoran las condiciones para causas
distintas. En un caso es aprender el uso del tiempo como mejora de la gestión y en
otro es la libertad ganada (que toma sentido con lo discutido en el apartado anterior).
Pero también se observa una incompatibilidad si asociamos ganancia neta de algo
positivo. Para A37 el tiempo nuevo escasea y para C51 el tiempo nuevo permite
nuevas actividades. Es potente observar que en ambos casos se producen nuevas
prácticas y nuevos aprendizajes, lo cual queda en línea con el cambio cultural, o
dicho directamente, formaría parte de la cultura del emprendimiento 116. La
incompatibilidad se refleja, a mi juicio, porque el tiempo ganado de libertad por
sobre el sistema capitalista de trabajo, tiene distintas formas de expresión. Si
aceptamos que la satisfacción laboral depende, entre cosas, del manejo de los
tiempos, el sentimiento del logro de objetivos sería clave en los emprendedores para
esta aceptación más allá de lo económico, incluyendo que mayores niveles de
satisfacción generan mayor productividad y, por tanto, en estos trabadores ya viene
implícito un sentimiento de logro dado que son dueños de las decisiones
(Saldarriaga & Vargas, 2018). Si a nivel general el manejo del tiempo es parte del
beneficio, el cómo se ocupa muestra un grado de independencia entre los

116De paso, se topan tópicos de los 3 objetivos específicos, ya sea asociando creencias sobre el
trabajo y el no trabajo, las prioridades dentro del entorno laboral y los aprendizajes e ideas del
emprendimiento.
individuos, lo cual es un carácter identificatorio y marca al emprendimiento como
una actividad difícil de estandarizar desde la mirada del actor.
En los emprendedores rancagüinos el tiempo productivo y el tiempo libre están
mezclados y se transforman en varios momentos de elección diarios que juegan
entre la producción, el aprendizaje, la gestión familiar y el negocio. Esto mismo da
una pequeña luz sobre la forma de percibir el tiempo. Tal vez sabiendo que no hay
un peso de control externo sobre el horario, el sujeto emprendedor se empodera del
mismo, como si pudiera manejarlo por fuera del sistema o, mejor dicho, como si
usara el tiempo en diversos “subtiempos” continuos del día. Usando la relación del
tiempo y la responsabilidad, se habla de la temporalidad como una “aprehensión o
interiorización de una forma del tiempo en torno a la cual se tejen todos los
elementos que conforman las representaciones de individuos y colectivos acerca de
nuestra realidad próxima” (Jiménez, 2009).
Si volvemos a la discusión sobre el tiempo prestado por la sociedad o si bien, cada
uno de nosotros construye sus patrones de tiempo, el rol de la cultura se hace
importante, pues justamente el tiempo responde a interpretaciones culturales que
dejarían un espacio interpretativo donde el sujeto genera un sentimiento de dominio
sobre el tiempo, tangible para su persona y sin necesidad de tener una lectura
“objetiva” por parte de la sociedad. El imaginario de libertad es potente para el
individuo y se siente dueño del tiempo, se apropia de este (“mi tiempo”).

“la cultura convierte la experiencia total del tiempo en el núcleo en


torno al cual se entretejen en tensión continua los elementos de
configuración de la representación mental intersubjetiva de lo que
una sociedad percibe de sí misma con pleno sentido: sistemas de
relación-dominación, conflictos, deseos y perspectivas” (Vidal,
2000).

Al conectar estas experiencias temporales de la producción y el ocio con el tiempo


de interacción social, se observa que el emprendedor rancagüino está
constantemente entremezclando estas aristas en sus prácticas, logrando que la
conceptualización de la felicidad o el bienestar subjetivo dependa de las distintas
interacciones sociales. Basado en las ideas de Chul Han, Muñoz estima sobre el
tiempo de ocio (entendido como sobrante del tiempo productivo) que es un

“tiempo de encuentro con los otros y otras, un tiempo comunitario


que permita ir más allá del encantamiento del tiempo muerto del
narciso y ególatra capital. El tiempo del otro, que nos tensiona en la
mismidad y nos exige la complicidad, la relación, el conflicto”
(Muñoz, 2017).

En el próximo capítulo se discute la fuerza, el interés e importancia de las


interacciones del emprendedor con su entorno, pero visualizar el tiempo prestado
socialmente en el quehacer del emprendedor, ayuda a comprender como el manejo
del tiempo y la percepción de dominio y aprehensión es dependiente ya no de una
entidad demandante de autoridad (como una jefatura) sino de entidad demandante
de interacción, bajo la premisa del tiempo social.
C51117 declaró en parte de la entrevista que siempre quiso dedicar más tiempo a
sus hijos, pero irremediablemente debía dedicar tiempo productivo a su negocio.
Queda latente la duda sobre el dominio del tiempo o el dominio de la libertad o el
tiempo de libertad. Recalcó lo de realizar más cosas, donde lo importante se ejerce
como libertad dentro del tiempo cronológico, pero bajo el prisma de libertad del
tiempo gestionado en forma individual. No se canaliza íntegramente en tiempo
cronológico la ganancia por cambiar de sistema dependiente a independiente, sino
que se generan más espacios de tiempo donde seguir creando clústeres (asociando
mi propuesta).
Tomándome de un estudio de Pedro Güell y Martina Yopo; para los individuos el
tiempo que sirve de orientación subjetiva, posee un sistema cualitativo y valórico de
significados, que varían desde la percepción propia como personas hasta la

117 Emprendimiento compartido con su pareja.


exceptiva de vida generada por las experiencias. Este sistema de significados sería
una construcción social, lo cual apoyaría mi propuesta sobre el tiempo construido
entre percepciones de los sujetos de la interacción del negocio emprendedor.
Igualmente se presume una importancia a la agencia del individuo sobre esta misma
percepción temporal, por cuanto el estudio marcaba diferencias generacionales en
la forma de interpretar eventos presentes y futuros. Así,

“independiente de otras variables, las etapas de la vida intermedias


asociadas a las obligaciones laborales y económicas tienden a
correlacionar con la perspectiva hacia el Futuro118” (Güell & Yopo,
2017).

La importancia del tiempo radica en una dimensión productiva.


Si devolvemos la discusión respecto a cómo el tiempo cronológico afecta al sujeto
emprendedor y su familia; acorde a un estudio general sobre ocupación del tiempo,
se pueden establecer tres tipos de relaciones afectivas119: la familia, los amigos y la
pareja. La mixtura de la pareja como familia cambiaría el tiempo cronológico
ocupado en ellas. Según los datos del barómetro del CIS120, evaluado en los días
laborales121 de la semana (en España), prácticamente todos dedican algo de tiempo
a estar con la familia. Llamativo es que el presente se tomó de forma ampliada, sin
que los entrevistados hicieran referencia del día anterior (o anteriores). En el mismo
estudio contraponen que gran parte de los entrevistados declararon que viven solos
o sin familiares directos, sin hacer o recibir visitas, por cuanto la importancia de la
familia radicaría en una idea más que un comportamiento (Heras, 2010).

118
La mayúscula es propia de los autores en el estudio original. Futuro (F): denota una orientación
hacia la planificación y el desplazamiento de gratificaciones en función del logro de objetivos, y la
evaluación de las consecuencias futuras de las acciones en el presente.
119 Las cuales resumo en su contexto del “tiempo invertido en” como lo social.
120 Centro de Investigaciones Sociológicas de Madrid. El barómetro del uso del tiempo es una

encuesta del año 2008, que evaluó las nuevas formas de redistribución del tiempo diario.
121 No se diferenciaron en el estudio tipos de trabajo, pero la mayoría fue asalariado dependiente.
¿Es una ilusión o un imaginario el nuevo tiempo conseguido desde el horario creado
socioculturalmente? La respuesta no es sencilla, pues se debe tomar en cuenta las
percepciones del otro interactuante con el emprendedor. Socialmente, todos los
demás sujetos ajenos al individuo generan y perturban el espacio y tiempo, en
dependencia del tipo de actividad o comportamiento. Por ejemplo, si bien el tiempo
de trabajo ya no es dependiente de un horario asignado, el cliente del
emprendimiento podría estar al mismo tiempo, reemplazando esa necesidad de
cuadrar la temporalidad. Pienso que se producen percepciones en ambos sentidos;
es decir, el emprendedor percibe de una manera el tiempo en la cual se desprende
de lo cronológico, pero a su vez interactúa con sus vínculos, regido en mayor estado
por el tiempo cronológico. El siguiente esquema muestra esto desde el
acercamiento a un clúster temporal:

Figura 4.- Los subtiempos del tiempo.

La pluralidad del tiempo da una primera señal de lo metafórico de su interpretación.


Pese a que la dedicación horaria se vio importante en su negocio, F38 asumió que
su entorno familiar aceptaba sin problemas eso, teniendo como consecuencia la
pérdida del recurso del tiempo. Si sumamos otro ente social como los amigos o la
gente externa a la familia, se puede ver lo siguiente:

“… en lo social, tay’ metío’ acá todo el día entonces no te queda


mucho tiempo para hacer vida social. La única vida social es
compartir con otros cerveceros cuando hay eventos, pero al final tay
inmerso en lo mismo, no te queda mucho tiempo para salir de
vacaciones… La idea es tener un poquito más de tiempo para hacer
algunas cosas diferentes.” (C42)

La vida social se consideró escasa y redundante (sin dar una connotación negativa
a esta palabra). La subjetividad de la estimación horaria da al tiempo un carácter
posesivo y resultante de lo cronológico. Se observa una variable sobre el poder del
tiempo o del manejo del tiempo, lo cual se transforma literalmente en un tiempo
metafórico, imposible de estimar, pero rápidamente idealizado en una necesidad de
control:
“… pa´ disponer del tiempo… tenemos que trabajar doce horas
porque hay que hacer mil weas’… pero ya dentro de esas doce
horas podemos redistribuir lo que es más o menos…”. (C51)

No es discutible lo del “mil weas” porque sabemos que es una exageración, pero es
interesante ver que las doce horas parecen una estimación más concreta,
reivindicada en la misma opinión y luego usado como una base redistributiva.
Ramos hace una observación sobre esto:

“Que el tiempo se diga en metáforas… no debería sorprendernos.


Ocurre con todos aquellos objetos dotados de la suficiente
complejidad e instalados en los pliegues más dispares de la
experiencia que se resisten a ser expresados en un lenguaje lógico-
conceptual y sólo se abren a su apropiación metafórica” (Ramos,
2009).
Se verifica la incertidumbre contemporánea que asume su complejidad en la
escasez del tiempo controlado122. Otro ejemplo es el dueño de Piola Estudio, en
donde al aclarar sobre el uso del tiempo en su emprendimiento, comentó sobre la
escasez del tiempo cronológico promocional, relacionado a algo tan básico como
mostrar un portafolio123 en medios como redes sociales o páginas oficiales:

“Claro, no hay otra fórmula, de hecho, tenemos cubierto todo


entonces no nos queda tiempo pa’ decir esto es lo hicimos, esto es
lo que hacemos”. (D37)

Nuevamente, el tiempo metaforizado bajo la premisa de la escasez o derechamente


no poseerlo, implicaría que todo el resto del tiempo es de carácter productivo o libre,
aun considerando que fuera una elección con total dominio del sujeto y de la cual
no se arrepiente. Por esta razón encuentro una valoración distinta del tiempo,
moldeable, ajustable, pero nunca perdiéndose como posesión. La valoración del
tiempo se da en aspectos que no premian precisamente en más o mejor tiempo,
sino que intercambia su valor como herramienta del mismo negocio:

“…teníamos una empresa de propiedades que le dijimos: saben que


nosotros ya no tenemos el mismo tiempo. (Recomendó a otro
emprendedor) …no funcionó con los otros y ahora volvieron con
nosotros, porque también hay procesos donde tú como
emprendedor vai’ quebrando relaciones con los clientes”. (D37)

Bajo el riesgo de la pérdida del cliente, es este último que asume una calidad de
servicio sin importar el tiempo cronológico extra que deba suponer en el sujeto
emprendedor. Si bien faltarían estudiar otras variables como la negociación misma

122Y esta pareciera una paradoja que suena bastante asertiva si se reflexiona la frase.
123Portafolio es algo normal en el mundo del diseño. Corresponde al catálogo de trabajos realizados
en algún formato de fácil visualización. Actualmente se usa la misma página web del negocio o las
RRSS.
o las condiciones del trato, recalco la figura del “no tiempo” y como en la interacción
con el cliente, la dependencia temporal adquiere otros matices. Otro ejemplo:

“…eso para mí es emprender, no abrir a las diez de la mañana


porque soy dueño de mi tiempo, sino que yo tengo que estar antes
que los trabajadores entren a su horario laboral y tengo que irme
después salgan de su horario laboral”. (F38)

No desconociendo el carácter posesivo del tiempo, F38 lo deriva en una


dependencia (no de jefaturas como se aclaró en apartados anteriores) del cliente,
por cuanto adquiere algún grado de fuerza la suposición de una percepción de
libertad del tiempo versus la interpretación objetiva del cliente que está
dependiendo de su propio horario. Quiera o no, el sujeto emprendedor ve sus
actividades u objetivos del negocio interceptados por el estilo del cliente, pero,
insisto, sin perder la noción de la ganancia temporal al cambiar del formato
asalariado al independiente. Le Goff toma esto como el tiempo espacial, donde los
objetivos de vida o personales forzarían el tiempo cronológico, reduciendo la
percepción propia del mismo (Le Goff, 2004). Digo que la ventaja implicada en el
acto de emprender sirve para aumentar la temporalidad percibida, quebrando o
dislocando el tiempo cronológico124. Estos quiebres son una explosión contraria a la
repetición, que evita el camino rutinario del ejercicio productivo (Ramos, 2007).

Finalmente, quiero resumir los aspectos analizados en una metáfora temporal que
muestra la relación de lo productivo con la posesión del tiempo:

“Sentí que toda la parte productiva de hacer cerveza, la parte


pesada me la estaba llevando yo y no tenía tiempo para nada”.
(C42)

124 O también podría tomarse como un manejo más libre del tiempo social.
IV. COOPERATIVISMO Y COLABORACIÓN

La investigación mostró la consideración de que la agrupación y la


colaboración es una dimensión importante en el desarrollo emprendedor, sobre todo
en las etapas nacientes del negocio. La necesidad de colaboración como apoyo e
incluso la colaboración con la competencia se dan en la construcción natural entre
emprendedores y se intentan favorecer desde la institucionalidad. Los proyectos
requieren de apoyo familiar, sociopolítico y de amistades cercanas en el ámbito de
los emprendedores, incluyendo a otros emprendedores, sean del mismo rubro o no.
Estas interacciones forman parte de los procesos alteradores del emprendimiento
junto a las condiciones socioeconómicas, el nivel educacional, características
personales, regulaciones legales y estabilidad del mercado, entre otras (Paredes &
Díaz, 2019). A su vez, las formas de interacción muestran tantas facetas distintas
que pueden tomar perfectamente el aporte internacional125 y hacerlo palpable
dentro de la escena local, sea esto como adaptaciones de negocios a nuestra
realidad cultural o bien al establecimiento de modelos de negocios extendidos (tipo
franquicia). El concepto clave es la innovación, que, si bien no es sinónimo de
emprendimiento, van siempre juntas en los análisis de los emprendedores que
logran estabilizar un negocio y mantenerse en el tiempo, trascendiendo sus marcas
(Guimón et al, 2019).
En este capítulo se destaca la inferencia de las relaciones cercanas del
emprendedor, evidenciando la importancia otorgada a la cooperación, la
colaboración y las interacciones con la competencia. En una primera parte se
visualiza al emprendedor como un ser social que, amparado en el cooperativismo,
se aleja de la individuación competidora del capitalismo. Luego se estudia si estas
interacciones pudieran estar formando una red social, materializando su
instrumentación a través de los medios digitales (redes sociales digitales). El uso de
la red social (como si fuera un recurso, como el tiempo) toma en cuenta la
integración en el entorno emprendedor y las comunicaciones en ambos sentidos

125 Como una red global de información.


con actores del vínculo del negocio126. No es lejano asociar esto como instrumento
o bien como una forma metodológica de actuación, dado que un emprendedor
puede “utilizar las redes sociales como vehículo para obtener legitimidad (y
aceptación social)” y además “usará su posición en la red con el propósito de
derribar las barreras que le impiden ganar la legitimidad necesaria para obtener
dicha aceptación social” (Herrera, 2009). Al final el capítulo se inmiscuye en la
relación con la competencia mediante la cooperación, un punto clave para remover
las prácticas de los emprendedores, aumentando el conocimiento, la experiencia y
permitiendo mejores cálculos operacionales en las interacciones sociales.

a) Dos son mejores que uno


Si bien es conocida la importancia de asociarse (formal o informalmente)
entre empresas, el rol de asociatividad entre emprendedores fue considerado como
un aspecto importante dentro de la cultura emprendedora rancagüina.

“…tenemos la fortuna hoy día de pertenecer a un mercado que es


incipiente en la región, que existen contadas agencias y oficinas que
hacemos lo mismo y que incluso hoy día funcionamos de forma
cooperativa, entonces como que el tema, de emprender desde la
asociatividad, al menos en este rubro es bastante óptimo, como que
la asociatividad funciona todavía”. (D37)

Lo cooperativo es mencionado como una forma de funcionamiento adquirido desde


su raíz. Sería una forma de práctica constante en el actuar emprendedor. El
funcionamiento cooperativo es un colectivo integrado como unidad estructurada, el
cual tiene propiedades que se pueden denominar poderes causales 127 y donde

126Clientes, proveedores, familiares y amigos.


127Los autores citan a Elder-Vass como los que explican lo de los poderes causales mediante una
analogía del agua. “Se puede por ejemplo apagar el fuego con el agua, sin embargo, el resultado
sería muy diferente si utilizáramos el hidrógeno y el oxígeno por separado porque avivarían el fuego.
estas “no son las propiedades arrastradas de los miembros del colectivo, aunque
sean puestas a disposición del mismo”. Para el colectivo cooperativo, el aporte de
los individuos se denomina propiedad resultante (Supervielle, 2017). El poder
causal, visto como “algo que se ejerce” y entendido como propiedad de actuación,
posee más persistencia que el poder resultante individual. Esto depende de la
mirada del análisis, pues la sinergia de operaciones es en el nivel de operatividad
del colectivo o de la cooperación específica entre los emprendimientos. Puede que
no sea tangible o visible el poder causal en el negocio emprendedor propiamente
tal (en su actividad de venta). Las prácticas útiles de un negocio, al saberse útiles
para cualquiera del rubro, serían compartidas como un intercambio recíproco de
experiencias y aprendizajes128.
En segundo plano, se aduce el tema de la asociatividad como otro aspecto
importante de emprender “al menos en ese rubro”, el cual corresponde al diseño
gráfico. En mi experiencia de investigador y como líder de proyectos en paralelo a
mis actividades, no vi un tema de asociatividad entre agencias grandes,
establecidas y con experiencia, por lo menos como un discurso propio. La referencia
de D37 está en el contacto, la recomendación y el apoyo mutuo de trabajos
comunes. Es importante considerar que exista reciprocidad entre los participantes
de estas asociatividades, donde la forma de ver la calidad responda al largo plazo
y el nivel de colaboración entre las partes. Se da una reciprocidad basada en la
confianza, escapando de lo netamente económico, para lo cual, el capital social será
aprovechado y reivindicado (Gordon, 2006). Estas nuevas formas de interacción
permitirían institucionalizar el emprendimiento, donde la asociatividad
corresponderá al
“conjunto de transacciones para las cuales se requiere obtener y
verificar la información acerca de la calidad y cantidad de los
recursos a intercambiar, la reputación y antecedentes de cada

De igual manera, el agua se congela a cero grados Celsius, sin embargo, tanto el oxígeno como el
hidrógeno son gases a esa temperatura.
128 Esto tributaría el objetivo específico 3: Estudiar los aprendizajes e ideas del emprendimiento de

los emprendedores rancagüinos, a través del análisis de las prácticas y conductas de estos.
contraparte y la calidad de los derechos de propiedad que se están
intercambiando; así como establecer el contrato de transferencia y
prever la ocurrencia de diferencias y resolución de altercados”
(Viego, 2004).

Esta búsqueda de la asociatividad también debe su causa a equiparar la cancha en


relación con las oportunidades, transferencia de conocimientos, asimetría de
información y la búsqueda de oportunidades.

(Sobre la colaboración y su efecto) “Totalmente… es que siento que


si no te ayudai’… uno sabe lo difícil que es, si yo no tengo la empatía
de al menos… de hacer un espacio que yo lo tengo… siento que no
podís’ ser egoísta, no podis’ ser egoísta”. (P37)

La confianza en el otro se expresa para esta emprendedora en la capacidad de


transmitir los conocimientos y las experiencias puntuales de sobrellevar un negocio.
Sumo el concepto de empatía, lo cual muestra que el nivel de comunicación con
otros emprendedores debe estar supeditado al interés recíproco de recibirlo,
fenómeno que se encuentra ausente en las ayudas para redes129 de emprendedores
formales. La asociatividad aseguraría un éxito que sería más complicado de
forma individual, pero siempre considerando el aporte sinérgico de sus
participantes, por cuanto su fruto es equivalente y dependiente de quienes forman
la asociatividad, desmarcándose de las ayudas “de espera” estatales (como las
redes formales). Otra ventaja radica en el mejor posicionamiento en el mercado,
pues existen aspectos comunes de los emprendedores sin importar el tipo de
producto, como la capacidad de negociación, la autoformación, la educación
financiera, entre otros.

129 Aquí la red es desde la mirada institucional.


b) La expresión de las redes sociales130
A medida que van desarrollándose, los emprendedores van agregando este
pensamiento de bazar que suelen tener los clientes, remarcado por el placer de
elegir y obtener. Para eso es que buscan colaboraciones fuera de lo que se
consideraría su rubro.

“Con ellos (otros emprendedores del rubro) nos pasa que es como
bien colaborativo nuestra forma de trabajar… no ando sólo
pensando en mí negocio, sino que es una cuestión como… una red
media espontánea de la gente que voy conociendo … creo que la
colaboración entre emprendedores de este tamaño, del tamaño
nuestro, es fundamental y se pueden hacer mil cosas así”. (C51)

“…falta mayor asociatividad. Bueno, aquí tení otro emprendedor


(alguien llega). De la charcutería de aquí al lado y con él estamos
trabajando cosas asociados. Estamos trabajando no se poh,
longanizas con cerveza y a futuro la idea del bar”. (C42)

Si bien para el rubro de los comestibles (C51) las combinaciones con otros
productos son mayores que los imaginados para la cerveza (C42), me gustaría
reconocer la existencia del interés de colaboración dentro o fuera del rubro, pues en
el ejemplo de C42, generar un trabajo conjunto con embutidos, si bien no es
descabellado ni poco frecuente, la interacción se busca desde la producción
misma131, no desde la venta; es decir, se asumen riesgos inherentes de probar
(aumentando la incertidumbre) productos o servicios para el complejo campo
económico de la oferta-demanda.

130 “Incluir la conceptualización de sistemas para hablar de redes es necesario, ya que solo tomando
en cuenta la interacción constante de los individuos y su interconexión con sistemas mayores; así
como, el manejo de sus propios subsistemas hace entender la necesidad de encontrarse inmerso
en redes, las cuales en muchos casos surgen de forma natural o espontánea como el caso de las
relaciones familiares, mientras que otras se van creando y fomentando con el tiempo en el medio
donde se desenvuelva el individuo” (Granadillo, 2015).
131 Charcutería cocinada en la cerveza del emprendedor y ofrecidas con ambos logos.
Los emprendedores, como trabajadores independientes, no están sujetos a realizar
sus actividades en solitario, sino que forman parte de una o más agrupaciones de
las cuales se nutren con información, conocimiento, recursos capitales, influencias
de poder, etc. Estas agrupaciones colaborativas, son asociaciones informales o
podrían ser a su vez, redes de contacto, con las cuales, lo integral es pertenecer y
ser parte de ellas, pues podrían definir (en alta probabilidad) el éxito del negocio.
De esta manera, “un emprendedor que participa de una red más desarrollada (en
términos del número y la calidad de los lazos creados), tendrá mayor posibilidad de
acceder a recursos escasos, incrementando la probabilidad de éxito del
emprendimiento” (Herrera, 2009).

“eso fue como una especie de asociatividad entre dos


emprendedores que taban por caminos diferentes y decidieron
unirse y sacar adelante un concepto”. (C42)

Si establecemos a la asociatividad como un proceso que permite la asociación y a


la vez es la actitud que asume un individuo para aceptar ser parte de una
agrupación, se puede tomar en cuenta que la consolidación de esa asociación se
cimenta como resultado de diversas transformaciones, donde se forman redes de
trabajo en la búsqueda de metas en común. Entonces, la asociatividad genera redes
de expresión, las cuales son importantes para fomentar la autogestión, compartir
información, intercambiar recursos y en la especificidad de los emprendedores,
incrementar la productividad y hacer surgir las economías de escala132. Así, la
relación entre asociatividad y reciprocidad; basadas en la confianza, atraviesa las
relaciones económicas. Esa misma confianza ha sido clave para la construcción de
ejes de comunicación entre emprendedores, que se potencian para marcar hitos
económicos, como la formalización del negocio, los convenios con grandes

132La economía de escala es un modelo empresarial que se emplea en diversas áreas o sectores
de la industria, principalmente si la apuesta estratégica de una compañía es la producción masiva o
de muchas piezas a la vez.
proveedores, acuerdos con grandes clientes, etc., donde el individualismo pudiera
demostrar resultados ineficientes e incapacidades de reflexión respecto a lo que se
debería mejorar en la gestión. Existe una búsqueda de realización individual
mediante el aporte a estas redes informales y la revaloración de la asociatividad se
fortalecería por las ganancias capitales (más allá de lo económico, sin dejar de ser
vital), y en la complicidad no arbitraria de los individuos, pues eso retribuye el
comportamiento asociativo y disminuye la aflicción de la incertidumbre (Molina,
2010: Savall et al, 2020). Con todo, pudiera no ser suficiente para considerarlo una
red formal porque se necesita, más allá de las relaciones culturales de los individuos
emprendedores, la generación de estructuras de apoyo institucionalizadas, las
cuales “trascienden las acciones de los sujetos” y sus “formas de integración, que
se entienden como los marcos contextuales en los que se realizan los intercambios
de bienes, servicios y personas…” (Molina, 2010).
En estos niveles, son las redes sociales de tipo personal las conducentes a redes
económicas y a la posterior generación de redes de empresarios fundamentadas en
la asociatividad. De esa manera, las relaciones socioeconómicas levantarían la
formación de una red social general. (Dubini & Aldrich, 1991). Estas redes no son
fijas y mutan con el contexto sociocultural de los emprendimientos dada las
necesidades locales, donde la asociatividad, expresada en redes económicas, se
adaptará a esas necesidades, teniendo presente el beneficio colectivo por sobre el
individual y dominando las interacciones con la institucionalidad. Estos aspectos
definen al sujeto emprendedor como un actor socioeconómico que optimiza los
recursos en virtud de las redes que forme (Ostrom, 2000). Si adosamos la
característica de la zona donde opera la actividad emprendedora y cómo se
desarrollan estas interacciones recíprocas, se puede inferir que

“el desarrollo local implica, pues, la formación de asociaciones de


todo tipo que den respuesta a la organización productiva, a la
gestión empresarial, a las necesidades de consumos productivos,
sociales o infraestructurales. Y, consecuentemente, todas esas
asociaciones tenderán espontáneamente a formar redes
productivas, de intercambio o sociales, estableciendo sistemas
productivos locales que luego se interrelacionarán en niveles
superiores con otros circuitos y sistemas, formando redes micro o
regionales” (Salazar, 2007).

Ante esto, la contingencia requiere que más que ver las redes como organizaciones
jerárquicas, deben ser analizadas en su sentido práctico, el cual muestra que las
redes articulan el territorio mediante una activa interacción, incluso evitando a la
institucionalidad. De esta manera, las redes como núcleos de sistemas en una
ciudad se caracterizan por “el permanente intercambio de actividades, materiales,
energía, etc.” (Mascareño, 2013). En otra perspectiva al concepto red está la teoría
del actor-red, la cual, sin la intención de profundizar en una conceptualización
basada en ella, sirve para entender el acercamiento hacia las redes de
emprendimiento o, mejor dicho, redes del emprendedor rancagüino. La teoría del
actor-red proviene en parte desde los postulados de Bruno Latour dentro de una
sociología de asociaciones, que relaciona en el mismo nivel de participación a los
individuos, su entorno y la tecnología. El orden social depende de los propios
actores y no de un observador secundario.

“la teoría actor-red no procura sustituir los actores ni brindar una


interpretación de las acciones encarnadas por ellos; en su lugar
propone seguir los actores en su movimiento para crear y develar
las relaciones generadas entre sí” (Prestel, 2006).

En esta teoría se permite hablar de una simetría del actuar de los seres humanos,
las tecnologías, los artefactos y los objetos; por tanto, la red se comporta como un
accionar redistribuido. Esta teoría es una visión que privilegia las acciones de los
individuos por sobre el actuar conjunto de la sociedad la red misma, en un juego de
sujeto-entorno constante donde se fortalece el entramado de los componentes de
la red (Day, 2019). Como última arista y en una contraposición a Latour, aparece
Castells situando a la red como un conjunto interconectado de nodos, que muta y
varía dependiendo de la red y esta misma tiene tantos niveles como interacciones
puedan crearse, generando su propio lenguaje. Para Castells, la red opera como un
modelo de resistencia de la agencia respecto a las estructuras sociales 133, si bien
para el autor tanto la agencia como la estructura se construyen como red en sí
mismas (Day, 2019). Se formaría una red que evoluciona desde una red asociativa
de crecimiento a una red de relaciones socioeconómicas (Granadillo, 2015). En un
contrapunto sobre la red como forma de expresión de la asociatividad, son las
relaciones constantes del emprendedor las que se mezclan en su operatividad
diaria. Por ejemplo, los factores familiares, pueden presentarse positiva o
negativamente (bajo visión emic), significando en beneficios o ventajas para el
negocio:

“Es que siempre me están llamando (trabajo antiguo, profesora)


pero no estoy como cerrada a esto por el momento… sabí que igual
a mí ha sido duro porque, yo no tengo redes de apoyo acá, soy de…
somos de Talca, está toda nuestra familia, allá mi mamá falleció, la
mamá de Víctor también, ta’ toa’ la gente ocupada allá, entonces no
es como “oye sabí que… ven quedarte con mi hijo hoy día porque
tengo que ir trabajar”. No tengo quien me los cuide, eso es
imposible…” (A37)

Tomando en cuenta la opinión de A37, se ha descrito que la mujer requiere opciones


de autoempleo mediante el emprendimiento (principalmente en zonas rurales) y que
durante la evolución del negocio e incluso con crisis económicas entremedio, las
redes de apoyo se diferencian entre redes formales de empresarias femeninas y
redes informales asociadas a liderazgos locales. Esta última red es la que prolifera,

133
Vale considerar que, en Chile, la CORFO tiene un fondo regional denominado Red Asociativa, en
donde se prometen estas mejoras, basadas en la transferencia de tecnologías, la innovación y el
mercadeo.
pues durante el período poscrisis (o en cambios de gobierno) las redes de apoyo
formal suelen reestructurarse o mutar dependiendo del enfoque de la ayuda. La
trascendencia de la red informal es la que determina la continuidad de los negocios
(Savall et al, 2020). Más aún, pareciera que la no valoración de una red por parte
de A37 (pese a que la resume en sólo un concepto) radica en un aspecto de
confianza sobre otras personas.

El asunto de determinar si hay una red específica o algún grado de asociatividad,


debe romper las causales deterministas de que los lazos fortalecidos por el tiempo
son los únicos beneficiosos para la persona. Se producen lazos débiles y fuertes en
el emprendedor que le permitirían determinar (en realidad decantar parecería más
adecuado) si el vínculo genera un puente necesario para interactuar con su propio
rubro, con otros rubros y confiar en los terceros que se conozcan entre los conocidos
del emprendedor original134 (Granovetter, 2003). Si asumimos a la vez que un
emprendedor cambia de un trabajo dependiente X a un trabajo independiente Z, se
forman nuevos vínculos, nuevos puentes135 y nuevas formas de interacción que
tendrán un constante análisis práctico de conveniencia. Desde la perspectiva de los
emprendedores, los vínculos débiles son un “recurso para hacer posible la
oportunidad de movilidad”, rompiendo el nivel basal, obligándolos a la colaboración
recíproca constante y en paralelo, generando una agrupación de emprendedores
que independiente del rubro generan una cultura, dado que “la información y las
ideas se mueven más fácilmente por medio de la especialidad” (Granovetter, 2003).
La especialidad emprendedora radicaría en la conjunción de los valores, creencias

134 “Un vínculo fuerte puede ser un puente, por tanto, sólo si ninguna de sus partes tiene otros
vínculos fuertes, poco probable en un sistema social de cualquier tamaño (pero pequeño en un
pequeño grupo). Los vínculos débiles no sufren tanta restricción, aunque ciertamente no son
automáticamente puentes. Lo que es importante, más bien, es que todos los puentes son vínculos
débiles” (Granovetter, 2003).
135 Un puente proporciona la ruta donde la información o influencia transcurre en doble sentido entre

un sujeto A y un sujeto B, y en ese mismo puente se interconectan otros sujetos actuando


indirectamente.
y prácticas que operan en cada individuo y ante lo cual, la competencia es mirada
como una oportunidad y la colaboración como una responsabilidad (Salazar, 2007).

Una forma de instrumentalizar los vínculos y dar cabida a la transferencia de


información y experiencias como u reflejo de una práctica cultural es el uso de las
redes sociales digitales o medios digitales (RRSS).

i. Instrumentación mediante medios digitales

Las redes sociales digitales, en adelante RRSS, son unas herramientas


incorporadas en los nativos digitales y que para otras generaciones pudieran ser
elementos vitales para desempeñarse tanto en lo académico como en lo laboral.
Este desempeño, para los trabajadores independientes, significa mostrarse y
aumentar la potencial captación de clientes y dentro de los emprendedores, puede
ser el todo o nada respecto a una venta, pues los métodos antiguos o clásicos para
mostrar sus productos o servicios no están acorde a la vanguardia acelerada del
mercado actual (Villacis et al, 2018). En relación con los emprendedores
rancagüinos, todos ellos poseen al menos una RRSS para sus negocios. La mitad
posee una página web como tienda, pero no remarcaron uso específico de las
misma, pues la venta por contacto mediante RRSS (incluyendo WhatsApp) es la
más favorecida. Particularmente, dos de los negocios son estáticos y dependen de
la visualización del cliente con el mismo (A37 con su bazar y P37 con su cafetería),
aunque la vigencia y necesidad de las RRSS para sus locales es evidente. Lejos de
ser un adorno o un intento de verse geek136, las RRSS son una necesidad “ya que
tener presencia en las plataformas digitales conlleva a obtener seguidores que son
definidos mediante el producto o servicio que se ofrece en el mercado”, de tal forma

136 Una especie de “élite” cultural que posee grandes conocimientos y dominio del mundo
tecnológico.
que “la comunicación ha cambiado nuestra forma de producir, consumir, gestionar,
informar y pensar. Las actividades estratégicamente dominantes están organizadas
en redes globales de decisión e intercambio” (Villacis et al, 2018). Estas redes
sociales interpretan o usan como instrumento de comunicación las plataformas
digitales que consideramos como RRSS. Las RRSS son, al mismo tiempo que una
ventaja competitiva, complicaciones por el estrecho tiempo de respuesta
mensaje/receptor entre los clientes y los emprendedores.

“Inicialmente tuvimos sí, mala onda en redes sociales porque nos


instalamos al lado de la cafetería que está… Coffee Street y lleva
un par de años y los amigos de ellos en redes sociales, pero a lo
que no respondimos porque nosotros dijimos sigamos trabajando
bien… Es parte de, estamos ya en la cancha y hay que jugar, hay
gente a favor y en contra”. (F38)

En esta frase quise mostrar la relación entre las Redes Sociales (RRSS) y las redes
sociales en general. El emprendedor abordó una desventaja en función de recibir lo
que llamaríamos funa137 o la discriminación del producto ofrecido. Lo tomé desde la
desventaja en un comienzo, pero luego, el mismo emprendedor fue viendo las
ventajas asociadas a la expansión de la red de contactos, clientes y proveedores;
es decir, el aumento de relaciones sociales tuvo un aumento gracias al puntapié
inicial de del instrumento digital de comunicación (Facebook, Instagram). El detalle
radica en el trabajo extra que puede significar esto, más allá de las ventajas, pues
“las redes sociales muestran sus bondades de impactos para los emprendimientos
y esto abre el campo a los Community Managers138 quienes son responsables de

137 De moda hoy por hoy, las funas corresponden a descalificación subjetiva principalmente de un
personaje, pero también puede ser de un producto, servicio o institución. Es algo característico de
las RRSS, aprovechando su velocidad de difusión y efecto. Se considera subjetiva porque puede
iniciar como una red en el mar, sin todos los antecedentes y tomando como mal menor equivocarse.
138Son los responsables de construir y administrar la comunidad online y gestionar la identidad y la

imagen de marca, creando y manteniendo relaciones estables y duraderas con sus clientes
(iebschool.com).
manejar adecuadamente los recursos de información interna como ofertas de
productos o servicios proporcionados por los emprendimientos y la información
externa generada por las plataformas de comunicación en línea o Social Media
donde el contenido es creado por los propios usuarios mediante el uso de las
tecnologías de la Web 2.0139” (Villacis et al, 2018). Este trabajo de mánager digital
no necesita ser expresado por un algún agente externo, más bien, siempre
comienza como un nuevo desdoblamiento profesional para los propios
emprendedores.

“el tema de las redes sociales se transformaron en un re emprender,


porque también nosotros le teníamos como mucho recelo el tema,
pero que el community manager… esta cuestión no deja y resulta
que hoy día nos llegó un tapadón de boca porque al final estamos
generando contenido y estamos entrando al tema de animaciones,
estamos metiéndonos en el tema de las pantallas, entonces como
que, yo recuerdo perfecto que yo quería diseñar portadas de discos
cachay, pa’ mi esa era como la punta del iceberg y en catorce años
no he hecho ninguna, entonces como, como que al final uno tiene
que aprender a… a tranzar un poco sus dogmas...” (D37)

Se destaca el hecho del aprendizaje que le significó entender el rol del manejo de
las RRSS para su negocio y como ese impulso le llevó de un pensamiento abstracto
del trabajo a un pensamiento centrado en la rentabilidad y estabilidad. Lo referente
a “tranzar un poco sus dogmas” me pareció interesante por la relación vocacional
del trabajo, pues su emprendimiento está íntimamente ligado a su profesión, lo cual
se dio sólo en tres de los ocho emprendedores entrevistados, siendo su caso el más
notorio (Agencia de diseño-diseñador gráfico). Esta responsabilidad no es ajena de

139Históricamente, se ha pasado de unas primeras páginas estáticas en HTML (Web 1.0) a un


segundo nivel más elaborado (Web 1.5), caracterizado por la creación de documentos dinámicos.
Los cambios que se sucedieron eran más profundos y complejos, este nuevo estadio de la Web es
el que se dio a conocer como Web 2.0, donde las webs se enfocan a los usuarios finales
(ceupe.com).
los negocios estáticos que dependen del paseo de un cliente, como se observó en
la siguiente opinión:

“Yo no tenía Facebook, con suerte, WhatsApp y correo, no me


gustaba mucho el tema de andar metida en las redes sociales, pero
cuando hicimos la tienda, tuvimos que hacer un Facebook y tenía
que administrarlo”. (A37)

Esa necesidad del recurso digital acá se destaca como una necesidad o como un
tiempo extra de administración y que requiere también un esfuerzo extra de
aprendizaje. Ante esto, es interesante la siguiente declaración:

“muevo mucho en redes sociales, entonces subo la foto o de un


pedido de una clienta… lo subo una vez que lo entrego y después
empiezas a ver la retroalimentación o los comentarios que te
empiezan a postear, yo también quiero uno, quiero algo como ése y
empiezan”. (A35)

Por su formación (ingeniera informática), parece ser más dócil ante el hecho de
adecuarse a estas formas de marketing digital140, pero se notó como la presencia
en la red social extendió la captación del cliente y genera un vínculo que hasta ahora
no podríamos diferenciar desde otras formas de clientela como la cartera de clientes
o el compartir experiencias en directo con estos. Por esto es por lo que me llamó la
atención analizar lo de las RRSS como instrumento, porque dentro de la muestra
existen emprendedores que dependen en forma directa del contacto con el cliente
y las plataformas digitales pudieran significar una ganancia de valor del negocio
emprendedor, como una especie de validación.

140Marketing digital no es precisamente marketing para los entendidos clásicos del concepto y
prefieren denominarlo “difusión”.
“…después de tres años de trabajar en ferias y tener seguidores, las
redes sociales en estos tiempos me sirvieron mucho, al ver la
cantidad de seguidores que se seguían sumando sin estar presente
en un lugar fijo, me llevó a tomar la decisión de dejar lo establecido,
renunciar y tomar mi propio contrato, mi propio rumbo económico”.
(F38)

Una experiencia de interacción a través de las redes sociales permitió validar una
decisión con tal de probar un sistema estático de venta (café en carro) luego de ver
positividad en la aceptación del producto y posterior al inicio quisquilloso de la
opinión por la competencia. Este período de prueba del negocio es común en las
construcciones de empresas para emprendedores que dependen en paralelo de
otro sustento (sea este un trabajo formal, dinero acumulado, por convención de la
pareja, etc.). Si bien el riesgo es una consecuencia inherente de emprender,
mantener estos recursos de sustento paralelo aliviana el riesgo, pero a mi juicio
también entrega un espacio suficiente para analizar las consecuencias y decidir
sobre el negocio a ejercer. Sería un pre-momento de emprendimiento que,
endosado en los paradigmas actuales, se corresponde en gran medida con los
análisis de comportamiento del negocio en RRSS. De esta manera, el uso de las
plataformas digitales se transforma en un recurso fundamental. Hernán Herrera
expone sobre este punto:

“Uno de los más difíciles (obstáculos) es la obtención de los


recursos necesarios, los cuales incluyen desde información y capital
financiero, hasta el respaldo simbólico que otorga la legitimación
social de su actuación. Obtener dichos recursos dependerá de la
habilidad del emprendedor para crear relaciones sostenibles de
intercambio con las fuentes de recursos, hecho que implica una
naturaleza relacional en el emprendedor y otorga un carácter social,
además del económico, al proceso de emprendimiento” (Herrera,
2009).
Si el dominio de un tipo de recurso digital es clave en el emprendimiento rancagüino,
asimilando las experiencias con los entrevistados, me inclinaría por un sí, pero me
es llamativo que, si bien es correcta la consideración como un recurso para ellos,
es el uso por parte de los clientes (como individuos captados y prisioneros de las
RRSS) lo que finalmente permite la construcción de la interacción, la cual más allá
de generar una esperanza de venta, permitiría la creación de un vínculo de
comunicación con oportunidades espontáneas y no instantáneas de compra. Por
otro lado, al tomar las dimensiones culturales de un emprendedor, fue interesante
notar que las RRSS también cumplirían un rol de suplencia de vínculos sociales,
aunque pudiera ser que esto sólo signifique que las RRSS funcionan como vehículo
de una red social general.

“Sí, sigo los fines de semana juntándome con amigos, ni un


problema… Las redes sociales ayudan mucho a estar en contacto
con el emprendimiento, así que no es necesario estar físicamente”.
(F38)

Insistiendo con la suplencia, este asunto ocurre dentro del plano de complementar
las relaciones sociales y facilitarlas, de tal forma que todo el tiempo disponible141
quede para el emprendimiento y su contexto. El reemplazo de la interacción física
ocurre tanto individual como colectivamente. Pareciera ser que aun cuando implique
más trabajo en la interacción misma, ya sea por escribir, aprender nuevos recursos
digitales o generar multi cuentas de acceso, la masificación del medio de contacto
como una RRSS radica en la inmediatez o la aceleración del mensaje. Esto está
asumido con un nuevo entorno de relación “donde existen canales (Web, e-mail,
voz IP, vídeo) y soportes (sitios webs, blogs, wikis, comunidades, banners, etc.)
…Nunca había habido un medio capaz de integrar al resto” (Rosales, 2010). La
integración es una referencia necesaria, pues las habilidades de manejo en RRSS,
consideradas vitales para establecer relaciones de compra/venta, se deben sumar

141 Y entonces vuelvo a hacer una referenciación al capítulo del tiempo.


a una multitud de competencias digitales y que en su conjunto forman parte de la
nueva forma de ver a un emprendedor, llegando incluso a inmiscuirse en la
definición misma del término, asociando esto al primer capítulo sobre dimensiones.
La siguiente frase me permite cerrar este apartado:

“…tengo una reflexión ahí en red social142, sobre un desencanto que


sufría sobre el concepto emprendedor que está, que siento, siento
que ya debería empezar a tener categoría, incluso a lo mejor
mención, emprendedor creativo, emprendedor innovador,
emprendedor alimentario… Como que debería empezar a tener
categorías que son muy distintas, que están en el mismo saco, pero
son muy distintas y tienen pesos específicos distinto, hoy creo que
efectivamente falta desarrollar este, este como nuevo sistema,
clasificar, instrumentalizar, cachay, porque no sé, yo voy al médico
y voy a un médico general, pero el hueón me manda al compadre a
hacer exámenes, al tecnólogo ¿cachay?”. (D37)

ii. Colaboración con la competencia, integración del cliente.

En los emprendimientos se da una relación de colaboración con la


competencia143 proveniente de la agrupación de empresas como mínimo pequeñas,
donde ya no se les considera emprendimiento. Esta colaboración se manifiesta en
el sobreentendido en el cual la competencia permite mantener el nivel de calidad de
los productos/servicios y estimularía la innovación (Rodríguez et al, 2019). Se
produciría aquí un intercambio de prácticas y aprendizajes como una integración
socioeconómica, primero con la ganancia de capital humano y luego económica,
pues los beneficios pueden darse a largo plazo. Según los autores de un estudio de

142 Refiriéndose a la red social digital o RRSS.


143 En algún momento se habló (a nivel del mercado) del concepto coopetencia para esta relación.
modelos socioeconómicos para agricultores, el factor individual “pierde cada día
valor de acuerdo con las necesidades propias del individuo por agruparse para
lograr obtener confianza, ideas productivas, poder de negociación, generación de
nuevos emprendimientos e ingresos y ser competitivos en el campo empresarial,
donde la asociatividad es un acto voluntario y con objetivos comunes entre sus
socios, compañeros o comuneros” (Alburquerque & Rodríguez, 2016). Por tanto, es
prudente que dentro de la discusión se establezca la relación socioeconómica entre
los emprendedores, que parecieran tener la capacidad para interactuar con su
entorno social (proveedores, asociados de negocio, etc.) y en la relación específica
con sus clientes, siempre bajo la óptica del manejo de la empresa.

La percepción del cliente por parte del emprendedor también radica en qué se está
mostrando a este, pues la calidad del producto será un vínculo esencial para
generar un lazo de fidelidad, si bien también se habló sobre la generación inicial de
interacción mediante medios de comunicación en redes sociales. Una forma de red
que está íntimamente relacionada a la interacción de emprendedores (pero no es
exclusiva de estos) es el trabajo entre profesionales de áreas diversas, lo cual en el
emprendimiento se radica en asociaciones temporales no formales de negocios de
distinto rubro. Se denominan Coworking, y han explotado como usabilidad casi
obligatoria para los negocios que tengan pretensiones de crecimiento acelerado. La
relación construida con el entorno emprendedor radicaría en el aumento del capital
social144. En una investigación realizada sobre la relación entre capital social y el
coworking en la región de Valparaíso, se estableció que el capital social genera
espacios de trabajo colaborativo el cual fue proporcional a las mismas variables del
capital social, lo que significa “que en la medida que dentro de estos espacios de
trabajo colaborativos (coworking) se genere más confianza, se establezca más
comunicación y se creen más redes sociales, el capital social aumentará

144 “El capital social sería diferente al financiero y al de recursos materiales, donde la diferencia pareciera
estribar en que este capital social tendría una existencia etérea mientras que los otros una "concreta" y, en
aras de un realismo empírico pareciera ser adecuado darle la concreción del capital a las asociaciones
humanas” (Bolívar & Elizalde, 2011).
proporcionalmente al aumento de estas variables” (Zamora et al, 2017). ¿Es el
capital social un concepto entendido por los propios emprendedores de Rancagua
como algo crucial para ejercer su negocio y relacionarse con el entorno? No. Al
menos en su forma integrada de varias dimensiones145, no es visualizado, pero la
importancia de las formas de interacción estaría por sobre los beneficios
económicos y de posicionamiento de marca del coworking y bordearían los aspectos
que trascienden en un negocio. Así, el “coworking no sólo es compartir gastos y
romper con el aislamiento, también se trata de pertenecer a una comunidad de
individuos que están abiertos a intercambiar ideas, proyectos, conocimiento,
comunicarse, generar confianza crear redes y trabajar colaborativamente,
generándose así, capital social” (Zamora et al, 2017). Si bien no fue mi intención
abordar el tema de la relación coworking-capital social, ambos conceptos son
utilizados en los estudios del entorno emprendedor y me pareció importante para
interpretar las necesidades y los esfuerzos realizados por los emprendedores.

“Claro, el reconocimiento de tus más cercanos nomás, de tus más


amigos, pero viejito que pasaba por aquí afuera no tenía idea que
es lo que pasaba aquí adentro. Y volvemos al punto que te decía,
como es una empresa chica no tiene los recursos para hacer
publicidad de que “te ganaste un premio”, aparte de las redes
sociales que son gratis, no hay mucho más que podai’ hacer sin, sin
recursos. Todo tení’ que pagar para poder hacer un buen
marketing”. (C42)

En el paradigma antiguo del marketing y relacionando los conceptos al apartado


anterior, la única forma de hacer masificación era por anuncios pagados en medios
masivos, mientras el actual paradigma todavía mantiene esa realidad, las RRSS
agilizan el acceso y “democratizan” el uso de estas como referentes de difusión. El

145En el estudio de Zamora et al se nombran tres: confianza, comunicación y formación de redes


sociales.
trasfondo del asunto asociado a la búsqueda de visualización es la pertinencia de
contar con los medios capitales tradicionales (dinero, derechamente) aun cuando
en la propia respuesta se verificó la calidad y presencia del producto, algo que tal
vez los clientes no verán de forma sencilla a menos que el emprendedor trabaje
más de lo normal y, por cierto, con más recursos que su propia experiencia con tal
de generar ese vínculo con el cliente. C42 aclaró en algunos puntos que ya tenía
recorrido distintos negocios de la ciudad para ofrecer su producto, lo que en otros
emprendedores se traduce como las distintas maneras de buscar interacción:

“No, no, no siempre, siempre tengo un horario igual fijo, más porque
la gente se acostumbra también a respetar un horario… Cuando
cierro siempre es organizado, entonces tiendo a avisar en las redes
sociales o acá, tampoco pa’ que se genere una incertidumbre a la
gente, porque uno también tiene esa responsabilidad”. (P37)

Y su vez, el mismo C42 mostró su visión sobre ese tipo de relacionamiento:

“…uno ofrece un servicio, ofrece un bien, pero no toda la gente está


dispuesta a pagarte por él y si bien a veces tú entregas ese bien y
después que no te paguen, eso me empelota. Porque yo soy súper
leal, yo trabajo con otros emprendedores… son empresas un poco
más grandes y todo, pero yo les pago todo al contado, porque ellos
te dan un producto y lo necesito”. (C42)

Es el cliente el que genera expectativas, modifica rutinas y estimula el crecimiento


mediante la capacidad de análisis que tenga el emprendedor (y en el apartado
anterior se vio esto en el aporte de las RRSS). Esto mismo compromete una
intención de compra que necesita una venta matizada en el “cómo te vendo”; esto
es, que no es sólo recibir dinero y entregar algo, sino que la venta necesita toda una
ceremonia que comienza con la elección del cliente (entendiendo las opciones de
un producto), la visualización del punto de venta y el vínculo que se podría generar
para mantener una fidelidad. Un matiz de esta fidelidad radica en la educación del
cliente respecto al producto que consume. Esto significa un tiempo de enseñanza-
aprendizaje con el cliente, pero que se relaciona con una estrategia de gestión de
relaciones con el cliente146 enfocado en otorgar una experiencia de consumo al
transmitir los saberes, quehaceres y experiencias de generación del producto. La
razón de asociar este tipo de marketing educativo, como se le denomina, es que el
emprendedor domina su producto y es capaz de transmitir la calidad con este, pero
se suma la capacidad de interactuar con su consumidor y mejorar las propias
percepciones del producto con tal de que sea ahora el cliente quien valore en mayor
grado lo que consume. Si bien ya entra de lleno al tema económico, esta educación
al cliente sirve de trampolín para un marketing en cadena, pues el cliente se
empodera del producto y lo retransmite con la mayor parte de sus características.
Para esto, el llamado marketing educativo corresponde al “proceso de investigación
de necesidades sociales, tendientes a desarrollar y llevar a cabo proyectos
educacionales que satisfagan a las mismas, produciendo un crecimiento integral del
individuo mediante del desarrollo de servicios académicos ajustados a su valor
percibido, disponibles en tiempo y lugar…” (Sanz et al, 2017). El concepto me
resulta útil pues los emprendedores señalaron casi en unanimidad que es
importante educar a sus clientes sobre el producto y que eso misma genera mejores
relaciones con el entorno. Hablaríamos de una estrategia como práctica cultural de
estos emprendedores, de tal manera que les permite una mejor interacción,
respuesta y retroalimentación.

“Sí me encuentro si hay diferencias tanto táctiles sensoriales


digamos y también de gustos, ahora yo voy por un camino en el cual
necesito que la… cómo educar a la gente; necesito enseñarle,
decirle si hay gente que vende galletas y vende no más y le pone
chocolatito y le pone guifita’ a la cosa es que sean diferentes de las
que tú comes en un paquete en el supermercado, pero yo por lo
menos, necesito que vaya más allá porque en la medida que vaya

146 Customer Relationship Management (C.R.M.) por sus siglas en inglés.


más allá la gente se hace más culta… más culta en lo que come, en
cómo aprovecha los nutrientes que le están otorgando. Yo siempre
hablo de nutrientes porque no puedo hablar de sabor. Para mí está
implícito eso en el nutriente, pero necesito que las personas
entiendan mejor que tiene que cambiar… que no puede comerse
cualquier cosa porque sí”. (P64)

Se genera un desafío para el emprendedor respecto a su rol con el cliente, el cual


requiere que la fidelidad se establezca en valores147 relacionales (adherencia a la
marca/empresa), objetivos (percepciones del producto) y subjetivos (vínculos). Esto
generaría una motivación donde el cliente se sienta casi un socio del negocio, por
lo tanto, sin la percepción económica del éxito, el cliente contribuirá en la propuesta
de valor, aportará en las innovaciones y mejora la imagen de la empresa, logrando
aumentar las rentas futuras, mejorar la ventaja competitiva y establecer la
trascendencia de la marca (Cabana et al, 2017). Es desde aquí donde la
competencia vuelve a aparecer como una dimensión, pues está en estrecha relación
a la calidad de lo ofrecido al cliente. Existe algo así como un tiraje de calidad en la
relación de la constante competencia que permite sistemáticamente crecer a los
emprendimientos. Los factores de competitividad148 logran estandarizar los
indicadores de crecimiento para un negocio incipiente y “actúan de forma directa
dentro de las organizaciones”, de tal manera que un emprendimiento “debe tener
estrategias competitivas en alianzas con sus proveedores y empleados para ver
cómo llegar a los clientes de una manera distinta y peculiar” (Villacis, 2018).
Por supuesto, la discusión de la competencia no está exenta en el discurso
emprendedor rancagüino:

147 La relación entre los valores mencionados se puede resumir en que “el cliente adquiere productos
y servicios sobre una base emocional más que científica, al menos, en la mayoría de los casos. Es
decir, existe en toda venta, un involucramiento emocional que es el factor dinamizador en la
adquisición o no de un producto o servicio. Si un representante de ventas provee nombres y números
de teléfonos, estaría personalizando la relación comercial y eso es apreciado por el cliente” (Cabana
et al, 2017).
148 Recursos humanos, innovación, Tecnologías de información y comunicación (TICs), aspectos

contables y financieros y certificaciones de calidad, entre otros.


“Es super necesario… que haya competidores es super necesario,
eso hace que el mercado se alimente más, porque claro hay gente
que te van a elegir por precio, otros te van a elegir porque eres muy
bueno, otros van a competir porque puta, le dieron más facilidades
de pago, entonces te va desafiando la competencia todo el rato…
nosotros tenemos hartos competidores”. (D37)

La competencia estandariza la calidad de los productos y a su vez, estimularía


colaborar con mi “enemigo” para conocer otras cartas del mercado, compartir
experiencias y reducir el tiempo de recolección de datos para tomar decisiones. Una
forma de conceptualizar esto es mediante la coopetencia149. Me parece interesante
este tipo de paradoja entre competir y colaborar. Para el emprendimiento la
colaboración es algo tanto innato como necesario. Dado que la competencia
alimenta el mercado, la colaboración sería la forma de compartir las cucharas para
comer de este. En eso se centra la coopetencia150, que corresponde a un paradigma
que aborda “la conjunción de dos elementos importantes en las relaciones con los
públicos de interés, bien sean los clientes, los proveedores e incluso los
competidores”. Por tanto, se sostiene en los vínculos del emprendedor y “se
fundamenta en la cooperación y las competencias; desarrollado desde el punto de
vista de las fortalezas de los actores mencionados, dentro de la cadena de valor de
la organización, concretando alianzas estratégicas temporales o permanentes entre
los actores” (Alcalá, 2013).
No veo una competencia descarnada en los emprendedores, sino más bien un
posicionamiento o un saber referido a “dónde” y “cuánto” le corresponde en el
mercado. Tal vez, sin la malversación de rebajar o acabar con el competidor, la

149El término lo acuñó Ray Noorda: “Uno tiene que competir y cooperar al mismo tiempo”.
150 La coopetencia pertenece a las tendencias del análisis estratégico, que en su conjunto son
paradigmas estratégicos orientados a la competitividad, que son la base para lograr la diferenciación
en el mercado por medio de la identificación eficiente de los elementos contribuyentes al éxito o
fracaso de una empresa.
competencia es necesaria para mantenerse a flote, mientras que la colaboración151
permitiría conocer mejor a esa competencia y obtener los beneficios de una red
socioeconómica destacada por la espontaneidad más que por la obligación. Con
estas consideraciones, pondría a la coopetencia como una estrategia para cimentar
el ecosistema emprendedor a nivel del intercambio económico local, en donde estos
emprendimientos logran competir en mercados de la zona y donde la “innovación
es fundamental para la generación de acciones conjuntas, trabajo en equipo y
establecimiento de alianzas, las cuales buscan captar nuevos mercados para
mejorar la rentabilidad e incrementar la productividad” (García et al, 2018).
Igualmente, la comparación entre los negocios atraviesa ambos conceptos
(competencia y colaboración), de tal forma que deberíamos agregar la comparación
como una posible herramienta; por ejemplo, en el reconocimiento de la competencia
y la comparación del nivel de los emprendimientos:

“…partimos como emprendedores y fuimos a la feria y conocimos


emprendedores que ya venían con algo de distancia con sus
emprendimientos, que venían ya trabajando y resulta que después
de dos años y medio nosotros tenemos resolución sanitaria,
tenemos algunos puntos de distribución, han aumentado las ventas,
estamos aquí… Nos ganamos este espacio sin ser
Rancagüinos…que podría resumen… creo que hemos conquistado
espacios… que si miramos pa’ tras’ y hay muchos de esos
emprendedores que siguen en ese mismo lugar” (C51).

Existe una valorización general del negocio, como un ecosistema (ganar un espacio)
que apuntaría a la perfección y al mejoramiento continuo; o sea, el entorno
emprendedor debe estar en un constante flujo de crecimiento, esperando que esa
competencia les empuje. En una de sus opiniones, D37 (Piola Estudio) asoció a
clientes y otros emprendedores dentro de un rubro, un comportamiento que habla

151 Más allá de las ventajas obvias de colaborar.


bien del entorno generado y las formas de interacción que generan círculos de
confianza:

“hace poco teníamos una empresa de propiedades que le dijimos:


<<saben que nosotros ya no tenemos el mismo tiempo y a ustedes
no les está dando y lo recomendamos>> (a otro estudio). No
funcionó con los otros y ahora volvieron con nosotros, porque
también hay procesos donde tú como emprendedor vai’ quebrando
relaciones con los clientes, cuando al cliente lo tení’ sentado en el
comedor de tu casa tomando once, es difícil que vuelvan a trabajar
con otra persona porque ya entraste a otras barreras… como que al
final es importante, es importante lo que, vuelvo al punto inicial, lo
que son las redes de contacto, que se sienten muy bien atendidos,
que ya pasa a ser un trabajador para ti que te llaman y te dicen:
<<mira te va a llamar esta persona, yo te recomendé pero no le
digai’ que yo te dije algo, pero te va a llamar, contéstale, se llama
tanto>>. Finalmente llega el contacto al WhatsApp y pasan quince
minutos y te llama, he tenido la reunión y ese cliente lo hizo porque
empatizó, porque creyó en tu trabajo nomas”. (D37)

Se aprecia el uso de las alianzas (derivado de la asociatividad) como una estrategia


para crear un vínculo con el cliente, pero al mismo tiempo, se juegan otros posibles
negocios futuros (ganaron fidelidad) y la relación de colaboración (con la
competencia contractual) se mantiene en términos de sanidad de la relación
socioeconómica. La potencia del discurso de D37 incorpora la creación de confianza
desde el convencimiento de la calidad de un servicio, pero a la vez muestra
compañerismo empresarial y una característica de evitar “rebajar” al otro incluso si
la recomendación no resulta positiva en un primer momento. Lo potente es que esta
característica se transforma en algo devorador en el paradigma antiguo de los
negocios y si bien no es exclusivo de este ecosistema152 emprendedor, sin duda

152 Dos acepciones de ecosistema de emprendimiento se resumen en: A) conjunto de elementos


individuales que apropiadamente combinados y apoyados conforman un entorno óptimo para la
forma parte de la cultura emprendedora, incorporándose como una estrategia de
alianza que utiliza herramientas de interacción de la coopetencia e integra al
cliente en sus redes sociales como agente activo de mejora.

innovación. B) conjunto de agentes interconectados (tanto existentes como potenciales),


organizaciones, instituciones y procesos que formal e informalmente se unen para formar, mediar y
determinar el desempeño dentro de un entorno emprendedor a nivel local (Cabello et al, 2018).
V. CONCLUSIONES

a) Resultados destacados
Primeramente, tomaré en cuenta que el gran objetivo de esta investigación fue
analizar la cultura emprendedora de Rancagua a través de la observación de sus
prácticas y del modo en que los propios observadores observan sus prácticas. A
partir de ahí, los objetivos específicos se resumieron en las distintas dimensiones
de la cultura, viajando entre la cultura del trabajo y una cultura del emprendimiento
más allá del uso indiscriminado del concepto. La importancia del trabajo
emprendedor está en un cumplimiento que, mediante el sentimiento de utilidad
social, transita entre la obligación y la satisfacción. Es el hecho de alejarse de la
obligatoriedad (remarcado por un trabajo asalariado), lo que radicaría en la decisión
de jugar con el riesgo socioeconómico y aceptar la incertidumbre de una nueva fase
laboral. No es liviano el hecho de jugar con el riesgo, pues el emprendimiento fue
entendido como un juego/viaje en su intento de búsquedas de nuevas
oportunidades, las cuales permitan la autorrealización y la mejora del capital de
trabajo, todo bajo el alero de la libertad (sin jefaturas, sin horario). El sentido
libertario de emprender es una creencia arraigada en los emprendedores
rancagüinos, pero cabe destacar que todos provienen del trabajo dependiente, lo
cual abriría una puerta para realizar estudios comparativos153. Esta creencia nace
de la idea de dominio de las prácticas laborales y está timbrada por la satisfacción
del trabajo personal y la baja frustración por los posibles errores o pérdidas en el
negocio.

La satisfacción se refleja como felicidad (sin perder su grado de subjetividad


personal) en los emprendedores. La felicidad o el bienestar subjetivo se
corresponde con una evaluación que las personas hacen de sus vidas que incluye
una dimensión cognitiva; esto es, la satisfacción con la vida en su totalidad o por
áreas específicas como la matrimonial, laboral, etc., y otra dimensión afectiva, que

153 Se comentará en d).


se relaciona con la frecuencia e intensidad de emociones positivas y negativas, las
cuales mediante una compleja interacción generan en el individuo percepciones que
abarcan un espectro de vivencias que transita desde la agonía hasta el éxtasis. Un
individuo posee un alto bienestar subjetivo si expresa satisfacción con su vida y
frecuentes emociones positivas, y de vez en cuando, emociones negativas. Si, al
contrario, la persona expresa insatisfacción con su vida y pocas emociones positivas
y con más frecuencia las negativas, su bienestar subjetivo se considera bajo (Díaz,
2007). Si a esto sumamos que la calidad de vida laboral desde su arista de cultura
organizacional toma a la productividad como un indicador propio del “buen
quehacer” laboral, los emprendedores rancagüinos se sienten productivos y se
presionan a sí mismos para mejorar constantemente, expresado en aprendizajes,
compartir experiencias y la búsqueda de herramientas institucionales, pese a que
esto último no fue unánime en esta investigación.

En esa misma presión por la mejora, los hallazgos mostraron que el tiempo es un
recurso valioso en los emprendedores, aun sabiendo que la dependencia
cronológica de este está en una contraposición al sentimiento de dominio que
estos individuos parecen demostrar. Así, en el emprendimiento de Rancagua se
da una ventaja de control del tiempo, pero está centralizada como una idea de la
fragmentación del tiempo cronológico total. Es muy importante ese control porque
quita el peso de la rutina de trabajo, uno de los elementos que causa mayor
desilusión a nivel laboral. De hecho, la rutina es una especie de gatillo negativo que
permite a un sujeto tomar la decisión de emprender, bajo la responsabilidad de
entenderse a sí mismo en sus capacidades teórico-prácticas para levantar y
sostener ese emprendimiento (Tarrats et al, 2015). Y el campo donde ocurrirá el
cambio para evitar la rutina es el tiempo y las prácticas que se ejercen dentro de
este. La sensación de dominio temporal parece una idea recurrente entre los
emprendedores rancagüinos, pero se diferencia en el valor otorgado. Para algunos
la escasez de tiempo es una realidad nueva y desafiante, mientras que, para otros,
el valor del tiempo radica precisamente en el dominio horario, pero, aunque se tome
como desafío o se sienta como una carencia del tiempo, el emprendedor se apropia
de este y lo moldea bajo sus apreciaciones de cómo fragmentarlo. La satisfacción
vuelve a ser un aliciente del emprendimiento al darse la creencia del manejo de
tiempo. Estos emprendedores saben que operan bajo denominaciones distintas el
concepto temporal con sus vínculos, especialmente el de los clientes. Esa
sensación de dominio estaría carente en los trabajos asalariados, especialmente si
existe un horario fijo, culpable de la mala administración del tiempo (bajo la mirada
del sujeto emprendedor). Es una primera búsqueda de flexibilidad laboral, la cual
evita el aburrimiento de la rutina, pero requiere gran capacidad mental para
buscarla, puesto que la mente se acostumbra rápido a la repetitividad de las
actividades (Cárdenas & Stillerman, 2012). La libertad de emprender permite una
apropiación del tiempo, donde adueñarse implica reestructurar, administrar,
gestionar y actuar gracias a la independencia del horario estructurado.

Ya viendo los usos del tiempo, podríamos considerar que la formación de vínculos
y la búsqueda de asociatividad estaría en algún grado de prioridad para la práctica
diaria de los emprendedores. La decisión de emprender permite la no alienación del
trabajo, evitando una fuente de sufrimiento por la obligatoriedad del trabajo
asalariado, donde existe “un impedimento para la formación humana integral y para
el fortalecimiento de los vínculos humanos sanos, provocando el aislamiento social
del individuo” (Aranha, 2000). Veo que ese aislamiento no sólo es evitado, sino la
convergencia social de las interacciones diarias del sujeto emprendedor estimula
más colaboración, más intención de asociarse y genera redes informales de
emprendimiento para sostenerse en un grado lo suficientemente cercano para el
beneficio y lo suficientemente lejano para la operatividad personal. Por tal motivo,
se ve que el emprendedor puede controlar el proceso de producción, manejar la
propiedad de sus productos y en la libertad ganada por estas prácticas, el
emprendedor se desarrollaría mejor como persona logrando la satisfacción personal
del trabajo realizado (Gomes & Elizalde, 2009).
Para los hallazgos del entorno emprendedor y las interacciones con los cercanos al
sujeto emprendedor, la investigación reveló la importancia de generar
asociatividad para el éxito154, mediante el acomodo de grupos de interés que se
hacen independientes de las redes formales, pero que igualmente generan redes
informales o pequeñas, operando bajo lineamientos de colaboración con un campo
abierto para la competitividad no destructiva, que se denomina coopetencia. Esta
coopetencia es una estrategia que permite la inserción a mejores
oportunidades de negocio en el mercado, ampliar la búsqueda de clientes,
conocer nuevos proveedores y en virtud de depender de la programación del tiempo
por parte del emprendedor, ayudaría a conocerse a sí mismo con tal de
aumentar las competencias socioeconómicas.

b) Un hallazgo en el tiempo
En los análisis realizados se destacó el factor del tiempo en su variabilidad de
usos: como recurso, como variable a superar, como bien escaso. En la discusión al
respecto se estableció cómo los emprendedores se apropian del tiempo y lo utilizan
como un recurso de acción para sobrellevar sus diferentes prácticas diarias. Como
esa gestión es resultante de la experiencia emprendedora, es la apropiación la que
permite subdividir el tiempo total (pudiera entenderse como cronológico) en
subtiempos. Estos fueron segmentados en cuatro tipos de tiempo, a su haber:
familiar, productivo, de ocio y social no familiar. Todos estos subtiempos operan
como un clúster que funciona durante el día en repetidas formas de dominio en
paralelo al tiempo cronológico. Por esta razón, la apropiación del tiempo es una
idea en los emprendedores, la cual también favorece la satisfacción y libertad
reflejado en un trabajo bien hecho. También les refuerza la idea laboral de
sentirse útil. Cualquier tiempo extra por sobre el tiempo total de estos clústeres,
termina adaptándose a estos en lugar de reemplazarlos o desplazarlos.

154 Entendido como satisfacción, independencia, felicidad, libertad y autorrealización


c) Un modelo para armar
El entorno emprendedor es un tendido de interacciones donde ocurren prácticas
y se intercambian ideas entre los emprendedores y sus lazos. Este entorno genera
una estructura donde se expresaría la cultura del emprendimiento rancagüino. Este
resultado no es distante de otros asignados por entidades del emprendimiento
(CORFO, GEM), pero tomo su peso en la direccionalidad del análisis. Generalmente
los estudios se toman desde lo externo a lo interno, más en mi investigación el
análisis comienza con el emprendedor como eje central y desde su propio discurso
su encontraron los elementos que componen esa cultura. Igual es importante aclarar
que los individuos operan bajo los límites culturales de la sociedad y desde ahí
muestran sus propios valores, creencias y tradiciones. La intención fue establecer
si estas prácticas culturales serían moldeadas por el ejercicio laboral de emprender.
Al tomar la propuesta estructural de la figura 5, se entiende que el sujeto
emprendedor opera con sus aprendizajes y conocimientos en su negocio e
interactúa en primer orden con los colaboradores. Y aquí hay un primer atisbo de
diferenciación: el colaborador incluye no sólo a proveedores u otros
emprendedores, sino que también a los familiares y/o amigos, pues el
emprendedor utiliza (no de mala forma) los tiempos de los que se apropia para
redistribuir sus quehaceres y sacar el mejor provecho de esto, amparado siempre
por la libertad y la mantención de la satisfacción laboral. ¿Todos son colaboradores?
Existe un constante pensamiento del negocio durante el día, aprovechando los
momentos de ocio para seguir aprendiendo. En la mente del emprendedor un
colaborador es un vínculo o un lazo no obstruyente de sus prácticas. El uso del
tiempo cronológico completo estaría diferenciado en los niveles de satisfacción,
pues al comparar estudios sobre tiempos de trabajo asalariado con turno, se han
visto mayores niveles de deterioro familiar y social, en estudios que estaban
enmarcados en la cronología del tiempo y encontrar un momento estándar de
producción (Curioso & Navarro, 2019). Hay una motivación extra al apropiarse del
tiempo y generar los espacios necesarios para compartir con la primera línea del
entorno emprendedor, es decir, los colaboradores. La fuerza de esta deducción es
la integralidad de los esfuerzos bajo la arista de los clústeres propuestos con
anterioridad. Luego del nivel colaborador está el nivel de los clientes, los cuales
también pueden ser considerados como colaboradores por la constante
retroalimentación recibida y porque pueden actuar como un marketing encubierto,
lo cual es una herramienta operacional en las prácticas emprendedoras. Están más
“afuera” porque a menos que literalmente accedan al nivel colaborador, su lazo es
débil. Como cliente la primera interacción es la de consumidor, pero los grados de
fidelidad se valoran más que en otros negocios, y si bien no debería extrañarnos
por la magnitud de la interacción entre marca/persona, el emprendedor pareciera
entender el rol de la construcción de una red de negocio con vínculos incorporados
del cliente, lo cual es un paradigma tardío en sectores industriales como el retail155.

Figura 5.- Entorno emprendedor en la cultura del emprendimiento de Rancagua.

Por encima de todos y en lejanía “atmosférica” respecto al sujeto emprendedor está


el aparato estatal, institucionalizado en diversos entes pro-emprendimiento, lo

155Entiéndase esto que el enfoque al cliente mediante comunicación directa data de no más de
veinte años, dentro de toda la historia del comercio.
cuales tienden a estandarizar y generalizar todos los proyectos de apoyo y
educación socioeconómica, incorporando talleres de diversas competencias y
fortaleciendo en gran medida la red formal de emprendedores formalizados
dispuestos a moverse en las aristas del gobierno de turno. En el capítulo de
cooperativismo y colaboración se consideró que el aspecto de la trascendencia es
fundamental para el camino emprendedor, y es esa trascendencia prevaleciendo
más fuerte en las redes informales la exitosa en tal asunto. Los apoyos
institucionalizados son lábiles a desaparecer, transformarse o cambiar de
exigencias si el gobierno de turno cambia o se ve presionado por cambios
socioculturales156. A medida que el emprendedor incorpora conocimientos desde
estos entes, valora más el apoyo económico, sobre todo al entender su rol como
punto extra de buena gestión para la institucionalidad. A su vez, los apoyos del
aparataje estatal pueden chocar con los valores de los emprendedores,
principalmente en las categorizaciones de empresa y la formalización, además de
ser un constante sentimiento de defraudación al no ganar postulaciones a concursos
o solicitudes crediticias.

En sí, es difícil encontrar diferencias de prácticas laborales con prácticas sociales


comunes en el sujeto emprendedor, por lo que todo se estima en el campo de la
especulación de las acciones, de tal forma que las prácticas emprendedoras, pese
a ser reiterativas en algunos casos, no significan directamente un aspecto cultural
representativo.

Transversalmente en cada nivel, el sujeto emprendedor utiliza sus valores,


creencias, ideas, estrategias y herramientas en las prácticas de interacción con los
actores involucrados. Si hacemos un símil al modelo atómico clásico 157, a más
lejanía del núcleo, los orbitales (cada actor del entorno) tienen menos energía de
unión. En tal caso, la lejanía al sujeto emprendedor pierde capacidad de fortalecer

156 Como el estallido social en Chile.


157 El de Bohr, con los orbitales como circunferencias distintas alrededor del núcleo central.
un lazo, pero son los vínculos intermedios los que se aprovecharían para la
asociatividad y la generación de redes informales.

d) Perspectivas y oportunidades
A mi entender y dado los hallazgos considerados, existirían dos grandes deudas
o aportes para que la investigación tome una fuerza representativa mayor a nivel
regional y sirva de insumo para el interés nacional.

Uno de ellos es la comparación con la realidad de la cultura emprendedora en otra


ciudad, en lo posible de otra región. Así se podrían generar comparaciones y
establecer el efecto del centralismo (dependiendo de la zona), la realidad cultural y
socioeconómica de los bienes del lugar que limitarían los tipos de negocio y abriría
la puerta para dar suposiciones como un colectivo emprendedor más que un sujeto
emprendedor en particular de un sector específico.

La otra oportunidad se construiría en los análisis de efectos del estallido social de


octubre de 2019 (fecha posterior a las entrevistas). Se podría evidenciar como
cambiaron y seguirán cambiando las prácticas emprendedoras, pero sumando la
inesperada variable (aunque menos que la otra) de la pandemia. No hay duda de
los cambios en las prácticas, pero se debe evidenciar y recopilar esa información.

Hemos de suponer un levantamiento del mercado local a medida que se acerque la


vacuna para el COVD-19, pues los emprendimientos analizados han mutado de
diversas formas desde el estallido social hasta la fecha. Algunos cambiaron de
locación, otros están en pausa, otros cambiaron su formato de venta y otros se
adaptan a los constantes cambios por parte del aparato estatal, más que nada por
la presión económica y el respeto a las condiciones de salud, que por un lineamiento
con la red formal.
e) Sobre los aportes del tema en la esfera pública
Ya tomándome del comentario en el apartado anterior sobre complementar esta
investigación para su representatividad nacional, me permito asociar que los
aportes de la presente tesis radican en las políticas públicas que los gobiernos de
turno podrían tomar para incrementar el emprendimiento y transformarlo en un pilar
socioeconómico. Creo prudente remarcar el significado del emprendimiento en sus
diferentes formatos, distinguirlo dentro del trabajo independiente y discutir sus
implicancias legales en la formación de las empresas. Esto fue uno de los primeros
incentivos para esta investigación; descubrir la razón de utilizar tanto el concepto de
emprendimiento, como si por sí solo pudiera generar tranquilidad en el discurso
público. Si bien es un mal dentro de toda la esfera político-partidista, radica su
importancia en las alzas de cesantía pospandemia y la saturación de los trabajos
profesionales con título. ¿Es una real opción el emprendimiento? La discusión
coherente sobre el emprendimiento, amparada en las investigaciones, permitiría
generar mejores planes de proyecto, concursos públicos, financiamiento y
capacitaciones concretas, lo que disminuiría el gasto público y lograría el
crecimiento de las competencias del emprendedor. La razón es la distinción de los
tipos de emprendedores y la creación de beneficios específicos. En el mismo punto,
la muestra de esta tesis resultó en emprendedores por competencias, que utilizan
sus experiencias y aprendizajes realzándose como una variante de la cultura con
sus propias prácticas, cálculos operacionales, valores y tradiciones. Se hizo
evidente que la temática del emprendimiento debe comenzar en los sistemas
educativos, mostrando las ventajas y comparativas con el trabajo dependiente, el
cual sigue capturando el pensamiento clásico del quehacer contemporáneo
respecto al trabajo. Las políticas públicas debieran incluir en el sistema educativo
esto, puesto que los emprendedores desarrollan sus competencias desde que
comienzan a trabajar y bajo la mirada regular, iniciaron en la dependencia. Esto
significaría que si el emprendimiento quiere ser considerado un pilar
socioeconómico, necesita su estímulo en las distintas esferas públicas, no solo en
la urgencia económico y lejos de ser un salvataje mágico de la cesantía.
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VI. ANEXOS

Tabla 1.- Operacionalización de objetivos. Propuesta inicial del proyecto.

Figura 1.- Diferenciación entre emprendedor naciente y propietario. Tomado de Global


Entrepreneurship Monitor (GEM) 2016.
Tabla 2.- Ficha de identificación de los emprendedores.

Ventas netas anuales: 3 rangos de microempresa corresponderían al emprendimiento.


Mayor a 2.400UF se pasa a categoría de pequeña empresa, por tanto ya se habla de
empresario (definición que divide a la micro y pequeña según SII).
Tiempo en el negocio: Superior a 3 años debiera ser empresario (Criterio según la
GEM, 2016). No es excluyente para la muestra.
Rubro: Según entrevistado seleccionado. Se procura diversificar la muestra
(isomórfica).
Tipo de emprendedor: Utilizando la descripción más general, serán categorizados
dicotómicamente entre asalariado y no asalariado. La segunda dicotomía será entre
empleador o no empleador.
Género: No habrá selección acorde a este punto, pero se buscará equilibrio en el total
de entrevistados.
Edad: Sin distinciones de edad, pero todos sobre 18 años.
Formalización del negocio: Boleta/factura o aún en proceso.
Fuente: elaboración propia.
Tabla 3.- Fichas con información identificatoria de la muestra.

(Las transcripciones y audios de las entrevistas están disponibles en este enlace)

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