Historia Del Montañismo

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HISTORIA DEL MONTAÑISMO

No se puede cuestionar que el montañismo y todas sus variantes han crecido con
una fuerza y crecimiento incalculable desde el siglo XIX.

Se suele situar el inicio del alpinismo en la ascensión de Francesco


Petrarca al Mont Ventoux, en 1336, pero debemos considerar a esta y otras
ascensiones aisladas como episodios únicos sin carácter de fenómeno cultural o
social.

Es hacia finales del siglo XVIII cuando en Europa nace el interés verdadero hacia
la naturaleza alpina y los Alpes.

Aunque hay disparidad de criterios a la hora de considerar una fecha como el


punto de partida de lo que se denomina montañismo, el 8 de agosto de 1786,
cuando Jaques Balmat, llega a la cumbre del Mont Blanc, junto con el doctor
Paccard, marca al menos en Europa, lo que más tarde por analogía de la palabra
Alpes, se conocerá como alpinismo moderno.

Así pues, en su inicio el alpinismo es un deporte de europeos.

Después de esta ascensión, los Alpes se convertirían en el lugar más visitado por
un incipiente turismo ávido de aventuras.

De todo ello hay constancia escrita y gráfica a lo largo del siglo XVIII, el siglo de
las exploraciones.

Se inicia una larga carrera por ascender cumbres.

En tanto, otros consideraron prioritario el conocimiento del mundo en el que vivían,


y se lanzaron a la exploración de otras montañas.

Surge así la imagen del viajero explorador que narra en estilo científico
desarrollando la idea de expedición y llevándola a su práctica con sentido militar.

Con posterioridad a la conquista de las cimas más conocidas, se inició el proceso


de ataque masivo a las montañas.

Las vías se repetían una y otra vez pero lentamente la historia cambió el sentido
de la aventura, y la fascinación de la montaña virgen quedó relegada.

El "encanto" quedaba roto pues, la "obra de arte" del primero dejaba paso
solamente a un trabajo técnico y atlético de los que le seguían.
Los deseos y las emociones debían cambiar de meta.

Y así fue, a medida que las cumbres eran ascendidas, y las dificultades se
acrecentaban, se plantea el reto de ascender las mismas cumbres, pero por las
rutas más difíciles, por las diferentes aristas y caras de las montañas más
abruptas y difíciles., domesticar lo desconocido.

Los grandes picos como el Matterhorn o Cervino, escalado por E. Whymper en


1.865, el Eiger, las Grandes Jorases o la Punta Walker, determinarán el nuevo
estilo de escalada.

Con ello se da inicio a la escalada como deporte.

La idea es la conquista de las cumbres por rutas más difíciles.

Entonces el concepto del "más difícil todavía" entró con fuerza.

Se buscaba la pared más larga, más vertical, el mixto más duro más difícil, la cara
norte más impresionante...

A finales del siglo XIX en vez de buscar la cumbre, se busca la


dificultad; Mummery es el máximo representante de esta nueva tendencia que aún
hoy sigue en vigor.

Entrados ya en el siglo XX la introducción de los medios artificiales de progresión


en la escalda (Emilio Comici, 1929) permitiría ampliar los límites de la dificultad en
paredes consideradas como imposibles.

Paralelamente, la innovación de la técnica y la filosofía para enfrentarse a las


dificultades da lugar a los primeros intentos de cuantificar, clasificar y comparar las
diferentes vías de escalada.

Con Hans Dülfer (1912) se inició la era de lo que más tarde se llamaría el "Sexto


Grado" entendiendo como tal el límite de las posibilidades humanas enfrentadas
en una escalada en roca.

De todas formas, no es hasta 1926, en que Willy Welzebach propuso la creación


de una escalada de dificultades de escalada en roca (del I fácil al VI
extremadamente difícil).

Este desarrollo llega a su máximo apogeo en Europa, en los años treinta de


nuestro siglo, con las ascensiones de las caras norte de las Jorases, el Cervino y
el Eiger.
Sin embargo, las cumbres vírgenes de los Alpes se acaban poco a poco.

Pero el hombre de montaña buscaría y encontraría otros objetivos más fuertes


aún.

Entre estos retos, se desarrolla el alpinismo solitario, donde Walter Bonatti tiene


un lugar destacado por sus ascensos solitarios a las paredes más difíciles de
Europa.

 Al mismo tiempo, la historia del alpinismo se repite en el Himalaya; la primera


montaña atacada es el Everest y poco a poco la mentalidad sobre la dificultad se
restablece en esas montañas.

Hacia 1960, la ascensión a las montañas o paredes sufriría una nueva


modificación; con la aparición de los anclajes naturales surgidos en los Estados
Unidos, llegaba la revolución tecnológica, que en un principio, dio origen a la
mejora de la técnica de escalada natural y escalada libre en contraposición con la
escalada artificial, vigente hasta esos años.

En este ambiente surge en Europa la escalada deportiva e inmediatamente entra


en escena la competitividad en la escalda.

Se desarrolla, así la escalada realmente acrobática, se rompen marcas de


dificultad y se abren discusiones sobre grados de dificultad.

A partir de entonces, coexisten dos tipos de escaladas; la clásica y la deportiva.

Unos se refugian en el conocimiento de la montaña.

Los otros argumentan que es precisamente la escalada de máxima dificultad lo


que le da sentido a ascender paredes.

En la actualidad lo que alguna vez fue "el último refugio" ya no lo es.

La montaña, solitaria en 1786, es ahora bastamente asediada.

Entran en el escenario las expediciones y los patrocinadores para cubrir los gastos
de alpinistas exitosos y otros que no lo son tanto pero que tienen la fortuna de
tener los contactos y la influencia necesaria.

Gracias a esto, las expediciones de gran envergadura que antes estaban


reservadas a los mejores, son abordadas por los menos solventes
económicamente.

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