SER CHAMAN EN EL DÍA A DIA - Códigos Andinos
SER CHAMAN EN EL DÍA A DIA - Códigos Andinos
SER CHAMAN EN EL DÍA A DIA - Códigos Andinos
2ª y 3ª edición: 2019 –
1ª: edición 2017 -
Este texto es fruto de un desafío personal. Una llamada al intento que se había gestado en mí en los
últimos años sin llegar a tomar forma: ¿Cómo trasladar lo que el chamanismo significa para mí?
¿Cómo informar de la utilidad de su aplicación?
Se me hacía una tarea inmensa y compleja, con demasiadas vertientes y sorpresas para atraparlas en
papel y líneas. ¡Había tanto que contar! Quería contarlo todo. Experiencias, trayectoria personal,
diferentes líneas de aplicación, sistematización y síntesis desde diferentes perspectivas, soluciones
posibles a tropiezos habituales…
Además me agitaban las conceptualizaciones descubiertas, sus paralelismos, teorías y abstracciones…
y no veía modo de hacer llegar esto en palabras inteligibles y claras al lector… útiles en su vida diaria
en la ciudad.
Me conseguía a mí misma un proyecto inabarcable.
A lo largo del tiempo el proyecto se ha ido limpiando capa a capa de pretensiones y acercándose a su
núcleo esencial. Se ha ido alineando con la sencillez típica de su lugar de origen.
Y finalmente me parece haberse hecho a sí mismo.
Se ha ido componiendo fluidamente sin adornos y explicaciones innecesarias y descartando mi paso a
paso concreto. Al final se ha sentido más como permitir que se exprese lo que quiero que como buscar
mis palabras y estructuras.
Este texto presenta una guía básica, una humilde explicación de la Guía que
los códigos son en sí. Puedes considerarlos iniciáticos porque en aplicarlos
se contienen rasgos que un chamán3 ha de pulir y curtir exitosamente en su
carácter para llegar a serlo. Es una senda privada, íntima. Tú eres responsable
y director de cada paso porque caminas sobre tu propio terreno, el de cada
día. Los códigos serán únicamente la ruta y sólo si así lo decides.
A nivel práctico es útil adoptar alguna indicación de qué hacer o aplicar para
llegar a saber lo que es cada uno. Porque como digo: no son ideas ni
conceptos teóricos que puedan fácilmente racionalizarse y atraparse en un
sólo discurso o disertación. Será indispensable sentirlos; saber que lo has
experimentado siquiera un instante; para comprender a dónde te diriges y
porqué (un a dónde y un porqué propios).
De hecho es probable que puedas encontrar resonancia en ti de lo que quieren
decir, de a qué se refieren en concreto, situándolos en momentos de tu vida
en los que algo comprendiste o entreviste… Porque en cierto sentido son un
enfoque, una manera de mirar a la que todos podemos acceder si nos abrimos.
Es decir, una cosa es que yo acceda a la experiencia y otra que sea capaz de
sostenerla en todo mi ser 24 horas al día el resto de mi vida.
La segunda implicaría que efectivamente mi energía, mi vibración ha
cambiado y me he sintonizado en otro nivel de consciencia, más despierta. Lo
que me otorgaría esa cualidad de iniciado en un camino de sabiduría y
conocimiento, que según cuántos códigos implique sería de uno u otro
rango… con unas u otras capacidades asociadas…
Como las cosas, en cada uno y en cada circunstancia, toman su propia forma:
no hay plazos, exámenes ni nada parecido. Lo único cierto es que primero
uno tiene que estar seguro de sentir el código en su vida. Una vez detectado
en qué consiste para él, es necesaria la decisión y determinación voluntaria de
asumirlo como propio. Hecha esta elección pondrá en cada momento su
voluntad y alerta en aplicarlo con todas las consecuencias… y finalmente
estará tan asimilado e integrado que nada en su persona se sale del código. Y
esto será así de manera natural, perceptible y fluida… Ese sería el salto de
consciencia a mi modo de ver.
Elegir finalmente que así es como lo vas a hacer a partir de ahora, ¡es toda
una mudanza! Llena de retos y aventuras. Que no requiere cambiar asfalto
por árboles, no, no estoy hablando de eso. Sino cambiar el lugar desde el que
partes y lo que observas para actuar, hablar y decidir cada detalle de tu vida.
A modo particular,
a mí me gusta hablar de los códigos simbólicamente: como lugares a los que
entras.
El motivo principal brota de mi propia experiencia, que en ocasiones puede describirse
literalmente como entrar en otra cosa de un momento para el siguiente. Primero noto
cómo se presenta o cómo accedo al código y entonces parece que me cambiasen el
decorado. Lo que veía así, ahora lo veo asá. La línea anterior de mis actos,
pensamientos y opiniones se disuelve –a menudo no procede o se vuelve incoherente- y
me inspiro con nuevas palabras, acciones y posibilidades. Lo que me generara duda o
confusión, es ahora claro y directo o simplemente ni está. En general el aspecto de todo
es más brillante y sugerente, los tiempos se ajustan y, aunque a veces está mezclada con
extrañeza por lo novedoso de algunas cosas, la sensación es de certeza.
Todo el mundo puede entrar (y salir) incluso sin saber sus nombres porque
están ahí y forman parte de nuestra experiencia común como seres vivos.
Son y están en la experiencia más profunda de lo que la vida es; más allá de
nacer, crecer, reproducirse -o no- y morir.
Algunos nacemos con esta inquietud de profundizar, de explorar ese sentir esencial;
otros lo desarrollan; a otros les aparece en momentos críticos…no es necesario explicar
o diferenciar las formas…
Sí me parece vindicable en nuestros tiempos que, efectivamente, lo que “no se ve” es
experienciable y conduce a una expresión más plena, satisfactoria y sana de vivir lo que
es.
Yo puedo entrar en el primer código y visitar las otras estancias, las que
representan los otros 6; con mayor o menor dificultad (dependerá de la
persona, su recorrido y sus experiencias concretas); y no percibir la
enormidad de esa habitación llamada kawsay.
Sí: enormidad.
La cantidad de detalles, facetas, expresiones y dimensiones de mí y mi propia
vida que puede contener sumergirme en ese salón y decidir explorarlo con
verdadera dedicación, atención y profundidad.
De modo que no es una carrera para llegar a la meta Kawsay Pacha.
Es más bien un trabajo científico en primera persona en que yo soy tanto el
objeto de estudio como el sujeto que estudia, y mi vida es la probeta.
Si verdaderamente quiero conocer el primer código, kawsay, el recorrido
debe ser minucioso, ir creciendo en él hasta instalarme. Más que nada porque,
aunque habré podido hacer excursiones a las otras salas – que efectivamente
me aportarán datos y resultados –, a la hora de conocerlas íntegramente me
faltarán recursos que pasé por alto en la primera habitación e inevitablemente
tropezaré con ellos antes o después. Dicho de otro modo, cuando paso a la
siguiente habitación no abandono el contenido de las anteriores, me
acompaña, persiste o persisto en él.
Trasladarlos a la vida urbana, o la que sea que vivas, estés dónde estés.
Aconsejo que termines de leer cada uno completo para descifrar una primera aproximación ¿qué quiere
decir para ti?, inspírate con lo que sí entiendas, da tiempo a lo que no.