La Mancha Que Imaginó Cervantes
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3 Se han propuesto
algunos modelos vivos para
el personaje: desde Rodrigo Retrato imaginado de Cervantes atribuido a
Pacheco en Argamasilla, hasta Juan de Jáuregui
un familiar de los Quijada,
pariente de Catalina de No nos hace falta saber con exactitud cuál es el pueblo de don Quijote, pues
Palacios Salazar en Esquivias, así lo quiso Cervantes, ya que en ningún momento lo precisa en la novela. La
pasando por el capitán ironía cervantina se muestra bien clara al final de la obra, cuando comenta la frase
Quesada de la galera Sol o
Luis Méndez de Quijada,
inicial de la novela de la siguiente manera:
tutor de don Juan de Austria.
Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no
4 Vid. Joaquín quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las
González Cuenca “El Quijote:
dos libros y una glosa
villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y
interminable”, en J. González tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia
Cuenca et al., Descubriendo por Homero. (II, 74)2 .
La Mancha. Paisajes y rutas
del Quijote, Toledo, Junta de
Comunidades de Castilla
Es decir, estamos ante un hidalgo manchego transfigurado en héroe
La Mancha, 2003, p. 25. homérico. Pero esto lo dice al final de la novela. Desde el inicio, hay una clave
irónica que no se debe dejar de lado: Alonso Quijano3 toma el nombre don
5 Según Jerónimo Quijote, algo así como don Muslera (el quijote era la pieza de la armadura
López Salazar, Cervantes
pensaba en La Mancha
que protegía el muslo), no se le llama caballero sino hidalgo, y no esforzado o
santiaguista (“El mundo rural invencible, sino sorprendentemente “ingenioso”, aludiendo quizá a la estructura
de La Mancha cervantina: mental del protagonista. Además, el hidalgo no es de Gaula, es decir, de la Gales
labradores e hidalgos”, en artúrica, ni de Grecia ni de Bretaña, como sus modelos, sino de La Mancha, tierra
La monarquía hispánica en
tiempos del Quijote, coord.
antiheroica donde las haya y con poca resonancia literaria4. Indudablemente no
Porfirio Sanz Camañes, era un topónimo de fortuna en aquella época y ni siquiera se puede definir con
Madrid, Silex, 2005, p. 24). exactitud La Mancha que tenía Cervantes en la cabeza a la hora de escribir El
Quijote.5
6 Julio Llamazares, El
viaje de don Quijote, Madrid,
Hay, obviamente, una degradación paródica desde el inicio. Por eso, no hay
Alfaguara, 2016, p. 124. que entrar a buscar el lugar de la Mancha. La Mancha, como Gaula, Vetusta o
Macondo, son territorios literarios y, como tal, solo existen en la imaginación
7 Joaquín González del escritor. La novela se construye desde esa imaginación, pero a partir de unas
Cuenca, “El Quijote, crónica de
una itinerancia”, en Territorios
vivencias determinadas. Cervantes atravesó muchas veces los caminos de La
del Quijote, Barcelona, Mancha y ese mundo concreto y real es su referente, pero también hay que añadir
Lunwerg Editores, 2004, p. 17. todo el peso de la tradición literaria para obtener el sustrato básico de la novela.
Así pues, podemos rastrear los referentes reales que pudieron inspirar al
8 Como es conocido,
“la Argamasilla, lugar de
genial escritor, pero sin olvidar que, como dice Julio Llamazares, se trata de “una
la Mancha” aparece en el novela que, por imaginaria, ocurre en todos los lugares y en ninguno”6. No hay una
rótulo que precede a los geografía real sino una geopoética. O como dice González Cuenca: “Respetemos
poemas de los académicos la intencionada ambigüedad cervantina. Para lo que va a ocurrir vale cualquier
al final de la primera parte.
lugar de La Mancha”7.
La tradición más asentada dice que el lugar que pudo inspirar a Cervantes
es Argamasilla de Alba8 , y que don Quijote tiene su platónica amada Dulcinea en
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11 Francisco García
Pavón, “La Mancha que vio
Cervantes”, Cuadernos de Estu-
dios Manchegos, 7, 1954, p. 9.
12 Vid. Alberto
Sánchez, “El paisaje manchego
en el Quijote”, en Estudios
sobre literatura y arte dedicados
al profesor Emilio Orozco Díaz,
Granada, Universidad de
Granada, 1979, pp. 285-298.
El paisaje de La Mancha
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14 Vid. Miguel
Panadero Moya, “El espacio
geográfico del Quijote”,
Estudios Geográficos, LXV,
256, 2004, pp. 471-496 y el
libro colectivo coordinado
por Félix Pillet y Julio Plaza,
El espacio geográfico del
Quijote en Castilla-La Mancha,
Cuenca, Universidad de
Castilla-La Mancha, 2006.
15 Otras descripciones
convencionales o locus
amoenus se pueden encontrar
Paisaje Manchego, en I, 20 y I, 27. Según Jaume
Cuenca. Foto de Garau, son 28 los pasajes
Paulo Valdivieso en los que se refiere el
autor al paisaje natural (“El
de nadie, no famosa por sus hechos heroicos o fantásticos, con habitantes nada tratamiento del paisaje natural
épicos, para situar a su caballero trasnochado y fuera de sitio. en el Quijote”, Actas del II
Coloquio Internacional de la
La llanura de La Mancha, la más extensa de la península ibérica, se encuentra Asociación de Cervantistas,
elevada a más de 600 metros de altura y basculada hacia el oeste, enmarcada por Alcalá de Henares, Ed.
modestos relieves —Montes de Toledo, Sierra de Altomira, Serranía de Cuenca, Anthropos, 1991, pp. 559-565).
Campo de Montiel, Sierra de Alcaraz y Campo de Calatrava — que acentúan su
sorprendente horizontalidad. Este es el territorio de don Quijote14, aunque no hay
que olvidar que los límites de la imaginación no existen y que nos hallamos ante
una obra de ficción, en la que cualquier alteración o imprecisión son posibles.
Las salidas y las rutas de don Quijote son, pues, arbitrarias, son itinerarios
trazados desde la mesa del escritor sin importar mucho la realidad o verosimilitud.
Es verdad que demuestra Cervantes un conocimiento detallado de esta tierra, no
en vano la recorrió a menudo en sus empleos de proveedor de las galeras del rey
o de agente del fisco. Pero lo que mejor conoció de ella fueron los caminos y las
ventas, es decir, la Mancha extraurbana que es la que aparece en la novela. Sobre
todo, la Mancha pegada al camino real que unía Castilla con Andalucía.
Cuatrocientos años después de la novela de Cervantes la Mancha ha
cambiado mucho. Incluso el paisaje que se deja entrever en la novela tiene poco
que ver con el que se puede contemplar hoy en nuestra región. La Mancha a finales
del siglo XVI vivía casi exclusivamente de la ganadería. Lo que hoy son viñedos,
regados abundantemente con aguas del subsuelo, eran entonces monte espeso y
pasto para ganado. Por eso Cervantes alude a menudo a matorrales y a cierto
tipo de vegetación, y nuestros personajes transitan normalmente entre bosques
tupidos o monte bajo que seguramente impedían percibir la grandeza de la
llanura. De “la espesura de un bosque” salen los gemidos que le alertan de una de
sus primeras aventuras, la del fornido labrador Juan Haldudo que está azotando
a un muchacho (I, 4). Más tarde, don Quijote y Sancho se internan en un bosque
(I, 15) en donde encuentran “un prado lleno de fresca yerba, junto del cual corría
un arroyo apacible y fresco” en donde el rijoso Rocinante provoca un conflicto
por perseguir a las yeguas galicianas de unos yangüeses (I, 15). Creo que hay que
pensar en el peso de la tradición literaria —el tópico del locus amoenus —, más
que en un lugar concreto de la Mancha bajo el calor estival15. En la segunda parte,
don Quijote “se emboscó en la floresta, encinar o selva junto al gran Toboso”
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16 Azorín, La ruta de (II, 10) imposible de encontrar hoy. Es indudable que los personajes, con tantos
don Quijote, ed. José María
Martínez Cachero, Madrid,
árboles y bosques, tendrían mayor dificultad y mayores obstáculos para admirar
Cátedra, 1984, p. 154. esa línea del horizonte que hoy se puede apreciar desde muchos puntos de La
Mancha.
17 Llamazares, No sé si para Cervantes era tan evidente “la llanura bermeja, monótona,
op. cit., p. 30.
rasa” que vio Azorín en 190516 o la que hace poco atravesó y describió el escritor
18 Rubén Darío, Julio Llamazares:
“En tierras de don Quijote”
(en Jorge Eduardo Arellano, …atravesando esta llanura grandiosa, esta planicie amarilla y lisa
Rubén Darío. Don Quijote no
debe ni puede morir (Páginas como una tabla de planchar, desesperante y aburrida al mismo
cervantinas), Universidad de tiempo, bajo un cielo combado como una cuerda en la que el sol arde
Navarra/ Iberoamericana/ en vez de brillar, es como se comprende que Alonso Quijano el Bueno
Vervuert, 2005, p. 72. Menos le
gustaba La Mancha a Galdós
no sólo viviera aquí, sino que enloqueciera mirando estos horizontes
que señalaba en Bailén: “triste que él convertiría en quimeras y en ensoñaciones de su imaginación
y solitario país donde el sol febril. En medio de esta llanura, en mitad de estos campos yermos
está en su reino, y el hombre o cubiertos de cereal y de placas de termoenergía (auténticos
parece obra exclusiva del sol
y del polvo […]. Es opinión sembrados futuristas delimitados por alambradas de kilómetros de
general que La Mancha es la longitud), uno se siente fuera del mundo, abandonado a su suerte
más fea y la menos pintoresca por sus semejantes.17
de todas las tierras conocidas”
(Benito Pérez Galdós, Bailén,
Imp. de José María Pérez, Curiosamente, aunque se alude a menudo a los ardientes rayos del sol, ni
1876, 2ª ed., pp. 54-55). una sola línea hay en la obra sobre los atardeceres en la llanura manchega, esos
impresionantes crepúsculos que tanto entusiasmaron hace cien años a un poeta
como Rubén Darío:
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23 Así lo cree
también Francisco Rico:
“Para Cervantes, la Mancha
era mayormente el camino Cruce de caminos en La Mancha
entre Castilla y Andalucía, y el
Quijote nace de la experiencia que el escritor debió transitar a menudo23. En realidad, cuando se internan en
de ese camino” (Tiempos Sierra Morena, huyendo de la justicia, solo se dice que pretenden “ir a salir al
del “Quijote”, Barcelona,
Acantilado, 2012, p. 199).
Viso o a Almodóvar del Campo” (I, 23). Así, convendríamos con Astrana Marín24
que el retiro de don Quijote en Sierra Morena podría haber sido en la zona de
24 Luis Astrana Peña Escrita, a 8 leguas de Almodóvar (unos 40 kilómetros) y que la venta de
Marín, Vida ejemplar Juan Palomeque podría ser una de esa zona. Pero no se trata de la exactitud de
y heroica de Miguel de
Cervantes Saavedra, Madrid, las distancias. Todo es pura imaginación y si no, ¿cómo entender que desde la
Instituto Editorial Reus, Mancha hasta el río Ebro,—300 kilómetros en línea recta— se pueda llegar en la
1948-1958, 7 vols. novela en dos días a caballo? (II, 29).
25 Este tema ha La Mancha, para Cervantes, es un espacio imaginario, un territorio que se
hecho correr mucha tinta a puede trazar en un mapa real, pero regido por las leyes y la libertad geográfica y
partir de los trabajos clásicos temporal que da la literatura. Por eso, tratar de reconstruir la verdadera ruta del
de Fermín Caballero, Pericia
geográfica de Miguel de
Quijote es un intento condenado de antemano al fracaso, ya que todo fue fruto de
Cervantes, demostrada con la desbordante imaginación de Cervantes. No obstante, tampoco creo que sea lo
la Historia de Don Quijote más adecuado trazar una ruta de 2386 kilómetros en 10 tramos y 56 etapas, como
de la Mancha, Madrid, Imp.
se hizo en 200525.
de Yenes, 1840 y de Antonio
Blázquez, “La Mancha en
tiempos de Cervantes”, Los viajes eran largos y fatigosos. A menudo para distraerse durante
Boletín de la Real Sociedad el largo camino o para entretener las noches en las ventas y posadas
Geográfica, XLVII, 1905, pp.
eran muy de agradecer los cuentos y las historias. No en vano una
307-333. Sobre el proyecto
del centenario de 2005, vid. famosa recopilación de cuentos del siglo XVI, que escribió Juan de
María del Carmen Cañizares Timoneda, lleva por título Sobremesa y alivio de caminantes (1569).
Ruiz, “La ‘ruta de don Quijote’ Así ocurre en esa venta de Juan Palomeque en donde confluyen una
en Castilla La Mancha
serie de personajes al final de la primera parte del Quijote. Allí se
(España): nuevo itinerario
cultural europeo”, Nimbus, lee en voz alta una historia que ha aparecido en un manuscrito
21-22, 2008, pp. 55-75. La ruta encontrado y que lleva por título El curioso impertinente (I, 33-35); y
atravesaba 148 municipios también escuchan la narración que hace otro personaje de su propia
repartidos por las 5 provincias
historia en tierras de moros (la historia del capitán cautivo I, 39-41).
y en ella se invirtieron 40
millones de euros. Llegó a
ser considerada itinerario En la forma de viajar, igual que hoy día, se marcaban las diferencias sociales:
cultural europeo en 2007 los caballeros a caballo, los viajeros más pobres sobre mulas de alquiler, los
por el Consejo de Europa.
labradores sobre burros.
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26 Sobre las
ventas en Cervantes, vid.
Ricardo del Arco y Garay,
La sociedad española en las
obras de Cervantes, Madrid,
Patronato del IV centenario
del nacimiento de Cervantes,
1951, pp. 600-609; Javier
Salazar Rincón, “De ventas y
venteros: tradición literaria,
ideología y mímesis en la
obra de Cervantes”, Anales
Cervantinos, 33, 1995-1997,
pp. 85-116; y Antonio
Barbagallo, “Las ventas del
Don Quijote y Sancho. Quijote: un microcosmos
Grabado de Gustavo Doré encantado y encantador”,
Anales Cervantinos, 36,
Las ventas 2004, pp. 187-196.
El escenario de don Quijote es, por tanto, el camino, con sus caminantes y 27 F. Javier Campos
y Fernández de Sevilla,
ventas. La venta es el espacio preferido de Cervantes y allí van a suceder un buen Los pueblos de Ciudad
número de aventuras26. Es el lugar de encuentro y en ella se entrecruzan las vidas Real en las «Relaciones
de los personajes y se producen equívocos y pendencias. topográficas de Felipe II»,
En el Repertorio de caminos de Alonso de Meneses en 1576 se citan 27 ventas Ciudad Real, Diputación
Provincial, 2009, p. 148.
en el camino de Madrid a Sevilla y en las Relaciones topográficas de los pueblos
de España hechas por orden de Felipe II (1575-1578) se señalan hasta veinte en 28 “En la venta del
el término de Almodóvar del Campo: “Este pueblo según está referido es muy Molinillo, que está puesta
pasajero y está en el camino real y cursado que va de Castilla para el Andalucía y en los fines de los famosos
campos de Alcudia, como
del Andalucía para Castilla la Vieja, y es paso forzoso y necesario entre las dichas vamos de Castilla a la
dos provincias; y hay en el término de esta villa veinte casas de ventas públicas”27. Andalucía…” (Rinconete y
Muy bien conocía las ventas el escritor. Por ejemplo, la venta del Molinillo Cortadillo). Es uno de los
en los campos de Alcudia, en donde se encuentran Rinconete y Cortadillo28 o la motivos para llevar la ruta
del Quijote por Almodóvar
venta Tejada citada en La ilustre fregona. Es famosa la venta de La Inés, antes del del Campo, ya que Cervantes
Alcalde, en los confines del valle de Alcudia, que seguro que conoció Cervantes cita las ventas del Alcalde,
y que, para algunos, inspira al escritor la famosa venta de Juan Palomeque que del Molinillo y Venta Tejada
se encontraba a ocho leguas (unos 40 kms.) de Almodóvar29. Por no hablar de en Rinconete y Cortadillo
y La ilustre fregona.
la venta de Borondo30, cerca de Bolaños, que estamos dejando caer sin tener en
cuenta que, inspirara o no a Cervantes, es una de las pocas que nos da cuenta de 29 Otros críticos
cómo eran esas construcciones y esos espacios de finales del XVI que el personaje sitúan esta venta de Juan
de Cervantes transformaba en castillos. Palomeque el Zurdo en las
proximidades de Malagón.
Evidentemente, las ventas tenían condiciones muy adversas para los viajeros.
Eran edificios pequeños con un gran zaguán y un patio al que se asomaban las 30 Vid. Agustín
puertas de tres o cuatro cuartos. Fundamental era el patio, el pozo y la pila para Muñoz-Alonso López,
abrevar el ganado. En la planta alta había un sobrado o camarón en donde se “La venta de Borondo: un
escenario real en el espacio
amontonaban los sacos de cereales o se colgaban los pellejos de vino. A veces mítico del Quijote”, en Porfirio
se habilitaba este espacio como dormitorio y por eso don Quijote se despierta Sanz Camañes (coord.),
inmerso en una batalla a cuchilladas con esos pellejos de vino que él cree gigantes Bolaños de Calatrava en
(I, 35). En la parte trasera de la venta están las cuadras y el pajar. tiempos del “Quijote”. Actas
de las Jornadas de Estudio del
En las ventas había un ventero, mozos de ventas y mozas de servicio. Entre Campo de Calatrava, Ciudad
ellas aparece la asturiana Maritornes que tanto impresionó a nuestro caballero. La Real, Universidad de Castilla-
descripción que hace de ella Cervantes no es muy sugerente: La Mancha, 2009, pp. 105-112.
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Apenas sale de su casa don Quijote y ya tropieza con una venta, en donde,
al igual que al Guzmán de Alfarache le sucede su primera aventura: la venta es el
lugar de iniciación tanto de la caballería como de la picaresca.
Esta primera venta que encuentra el caballero es rural y apartada, sin ninguna
comodidad. Aunque no hay camas, no le importa al caballero, feliz y contento
como estaba por haber iniciado sus aventuras. De comer solo tienen bacalao, “mal
remojado y peor cocido” y “pan negro y mugriento” (I, 2). La venta está poblada
por gentes poco heroicas que don Quijote transforma favorablemente: arrieros
y mozas de partido, un castrador de puercos, un porquero… Como señala Joan
Oleza 31, todo evoca el ambiente de la picaresca española, incluso la manera que
discurre el ventero para hacer beber el vino a don Quijote, utilizando una caña
a través de la celada, ya que no había consentido que se la quitaran, escena con
claras resonancias del Lazarillo de Tormes. Todo lo transforma don Quijote con
entusiasmo: la venta es un castillo, a las rameras o mozas de partido las convierte
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en elegantes damas, el cuerno del porquero será una trompeta de bienvenida, y las 32 El comentario
irónico de Joan Oleza
truchuelas o bacalao una suculenta trucha. El conflicto entre fantasía y realidad sobre esta escena no tiene
está servido. desperdicio: “A uno le queda la
La segunda venta que acoge a don Quijote, la de Juan Palomeque, se curiosidad de saber sobre qué
encuentra en las estribaciones de Sierra Morena, a dos jornadas de camino de o quién va a parar Maritornes,
y comienza a sospechar que
la aldea del caballero (I, 37), y su estancia en ella se reparte en dos visitas. En la los hermanos Marx leyeron
primera se detiene Cervantes dos capítulos (16 y 17) para contarnos los hechos esta escena para hacer la suya
sucedidos en una tarde, en una ajetreada noche y en la mañana siguiente; en la del camarote en A Night at the
segunda se demora más, nada menos que quince capítulos (del 32 al 46), para Opera” (Oleza, op. cit., p. 45).
contar no mucho tiempo más, apenas dos días, aunque sí muchas más cosas. En
conjunto, don Quijote y Sancho pasan en la venta diecinueve de los cincuenta
y dos capítulos del Quijote de 1605, es decir, un tercio largo de la novela, lo que
expresa claramente la importancia que concede el autor a este espacio como
ámbito narrativo.
El ventero, Juan Palomeque, que es asimismo cuadrillero de la Santa
Hermandad, no es tan pacífico como el de la primera venta, pues está dispuesto
a pelearse con dos huéspedes que quieren marcharse sin pagar y no atiende a
razones ante la excusa de don Quijote de que los caballeros andantes no pagan:
“Dejémonos de cuentos ni de caballerías, que yo no tengo cuenta con otra cosa
que con cobrar mi hacienda.” (I, 17). Curiosamente, es también un buen lector de
los libros de caballerías y tiene unos cuantos guardados en una maleta vieja que se
dejó olvidada un viajero. Le apasionan sobre todo los golpes y las batallas, mientras
que su hija, que también disfruta con estos relatos, prefiere las lamentaciones
de los caballeros en ausencia de sus amadas. De hecho, incluso Maritornes es
entusiasta de las escenas amorosas que escucha cuando leen en voz alta en la venta
estas historias. No obstante, ninguno de ellos confunde la literatura con la vida:
“no seré yo tan loco que me haga caballero andante, que bien veo que ahora no se
usa lo que se usaba en aquel tiempo, cuando se dice que andaban por el mundo
esos famosos caballeros” (I, 32).
La incomodidad de esta venta no es muy diferente a la de la primera. Así
lo vemos en el alojamiento que se proporciona a los viajeros: don Quijote hace
guardia, Sancho se echa sobre los aparejos de su jumento, las cuatro damas se
meten en un camaranchón y todos los caballeros se acomodan en la estrecha
cama del ventero y en la mitad de la que el Oidor trae consigo (I, 42)32 .
En la segunda parte de la novela hay cuatro ventas o mesones más, pero el
caballero ya no las ve como castillos. La primera de ellas, cerca todavía de Ossa
de Montiel, es en donde los protagonistas se encuentran con maese Pedro y el
mono adivino y presencian el retablo (II, 25). Sigue siendo el espacio de encuentro
con todo tipo de personas y aventuras. En la segunda, probablemente cerca de
Zaragoza, el pobre caballero descubre que existe una segunda parte de su historia,
una continuación espuria que le ridiculiza y que no ha sido escrita por Cide
Hamete Benengeli (II, 59). Una vez derrotado, volviendo de Barcelona, se detiene
en un mesón (II, 66) y, ya cerca de su aldea, encuentra una última venta en donde
Cervantes introduce el personaje de Álvaro Tarfe, procedente de la obra apócrifa
de Avellaneda (II, 72).
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Los molinos
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33 Richard Ford, A
hand book for travellers in
Spain, Londres, 1847, p. 85.
El tópico ha llegado hasta
nuestros días y ha servido para
justificar el atraso tecnológico
de la Europa meridional.
34 Por ejemplo, la
mención que aparece en la
Molinos de viento Crónica del halconero de Juan
en el horizonte II, cuando dice que el 15
manchego de julio de 1441 se produjo
una escaramuza “en unos
novedoso en la España de finales del siglo XVI33. Los molinos de viento se molinos de viento camino de
documentan desde la segunda mitad del siglo XV34 y se citan a menudo en La Tordesillas” (Nicolás García
Tapia, “Los molinos en El
Mancha en las Relaciones topográficas que Felipe II mandó recoger en los años Quijote y la técnica española
1575 y 1576. Además, a Sancho no le parecen nada extraño y es solo el caballero el de la época”, en José Manuel
que los transforma en gigantes. Sánchez Ron, dir., La ciencia
Estos grupos de molinos se construían en oposición a los vientos locales y El Quijote, Barcelona,
Crítica, 2005, pp. 215).
dominantes para propiciar el volteo fácil de sus aspas, generalmente a derechas,
y propiciar la molienda del grano de cereal, no sólo de los vecinos de la localidad, 35 Vid. María del
sino de los pueblos de la comarca que no tenían molino de agua ni de viento. Se Carmen Cañizares Ruiz,
trataba de una construcción cilíndrica, de fábrica de mampostería, desigualmente “Los molinos de viento en el
paisaje manchego: la puesta
trabada, muros blanqueados con cal, ventanas o huecos de luz en la parte superior en valor del patrimonio
y una cubierta cónica de tablas o zinc que se orienta mediante un palo de gobierno territorial”, en Félix Pillet y
exterior hacia la dirección del viento35. Julio Plaza (coords.), El espacio
Pero no es el único artilugio con el que se encuentran los personajes geográfico del Quijote en
Castilla-La Mancha, Cuenca,
cervantinos en su continuo deambular por tierras manchegas. No mucho después Universidad de Castilla-La
de la aventura de los molinos, Sancho pasa una noche muerto de miedo a causa del Mancha, 2006, pp. 261-273.
tremendo estruendo que oía y terminan durmiendo encima de sus cabalgaduras
por miedo de lo desconocido en espera de la luz del día. Al día siguiente caen en
la cuenta de que no eran más que unos batanes, es decir, otra especie de molino o
máquina, con gruesos mazos de madera, que se movía por la fuerza el agua, y que
servía para golpear paños y ablandar las pieles (I, 20). Azorín sitúa esta aventura
de los batanes en la laguna Batana de Ruidera.
Los pueblos
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Media noche era por filo, poco más a menos, cuando don Quijote y
Sancho dejaron el monte y entraron en el Toboso. Estaba el pueblo en
un sosegado silencio, porque todos sus vecinos dormían y reposaban
a pierna tendida, como suele decirse. Era la noche entreclara,
puesto que quisiera Sancho que fuera del todo escura, por hallar
en su escuridad disculpa de su sandez. No se oía en todo el lugar
sino ladridos de perros, que atronaban los oídos de don Quijote y
turbaban el corazón de Sancho. De cuando en cuando, rebuznaba un
jumento, gruñían puercos, mayaban gatos, cuyas voces, de diferentes
sonidos, se aumentaban con el silencio de la noche, todo lo cual tuvo
el enamorado caballero a mal agüero... (II, 9).
Halló don Quijote ser la casa de don Diego de Miranda ancha como
de aldea; las armas, empero, aunque de piedra tosca, encima de la
puerta de la calle; la bodega, en el patio; la cueva, en el portal, y
muchas tinajas a la redonda, que, por ser del Toboso, le renovaron la
memoria de su encantada y transformada Dulcinea;... (II, 18).
El Toboso
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36 Lo que se
percibe en la novela es una
Mancha eminentemente
ganadera y, así, vemos
desfilar ovejas, carneros,
puercos, yeguas, toros, cerdos
y hasta unos leones que
traen desde Orán al rey.
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37 González ellos va el curioso Ginés de Pasamonte, que termina escapándose, dándole una
Cuenca, op. cit., p. 67.
paliza al buen caballero y robándole el rucio a Sancho;
38 Galdós, op. cit., p. 55. - un barbero que se ocupa de varios pueblos y que se traslada de uno a otro
con sus herramientas de sangrar y cortar barbas y, en particular, con esa bacía que
don Quijote toma por el yelmo de Mambrino;
- una compañía de comediantes, la de Angulo el Malo, que se trasladaban
de un pueblo a otro vestidos para representar el auto titulado Las Cortes de la
Muerte;
- un carretero que lleva a la Corte una jaula con dos leones, regalo del general
de Orán a Su Majestad;
- grupos de estudiantes sobre mulas de alquiler o a pie que vienen de
Salamanca o Alcalá;
- viajeros que llegan a la venta de Juan Palomeque que representan la escala
social casi entera: nobles como don Fernando, caballeros como don Luis, damas
de mayor o menor condición como Lucinda y Dorotea, incluso una dama mora,
doncellas como doña Clara, un Oidor, servidores cualificados y lacayos, un cura,
un capitán, dos barberos, un grupo de cuadrilleros, un arriero rico y otros menos,
etc. La venta se convierte en todo un mundo abreviado de la sociedad de la época.
Además de estos, encontramos soldados, titiriteros, juglares de romances,
castradores de puercos, mozas del partido, cuadrilleros de la Santa Hermandad, y
todo tipo de aventureros camino de Andalucía para después embarcarse al Nuevo
Mundo.
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39 Miguel de
Unamuno, Vida de
Don Quijote y Sancho,
Madrid, Espasa-Calpe,
1966, 14.ª ed., p. 134.
40 José Ortega
y Gasset, Meditaciones
del Quijote, Madrid,
Publicaciones de la Residencia
de Estudiantes, 1914.
visión de Sancho como prototipo del materialismo y don Quijote como ejemplo
de idealismo.
Don Quijote es también un modelo de aspiración a un ideal ético y estético
de vida. Se hace caballero andante para defender la justicia en el mundo y, desde
el principio, aspira a ser un personaje literario. Por eso imita a sus modelos, por
ejemplo, al Amadís en la penitencia de Sierra Morena. Como en la segunda parte
ya es un personaje literario lo que busca sobre todo es el reconocimiento. Y lo
encuentra en quienes han leído la primera: Sansón Carrasco, los duques, etc. Ni
siquiera cuando es vencido y tiene que abandonar la caballería andante, renuncia
a su concepción de vida como obra de arte y piensa en hacerse pastor, con lo
cual el mito renacentista de la Arcadia pastoril sustituye al mito medieval de la
caballería andante.
De la interpretación romántica parte Miguel de Unamuno en su Vida de
don Quijote y Sancho y, como él mismo sugiere, “somos libres de interpretarlo
a nuestro sabor y consejo”39, y así, buscó en la genial novela la clave de nuestro
destino como individuos y como pueblo. Para Unamuno la raíz de la locura de
don Quijote es su bondad y se va a convertir en un modelo de vida.
Escritores e intelectuales de la primera mitad del siglo XX vieron en El
Quijote el símbolo de una decadencia histórica, la de la España de los Austrias
(Rodríguez Marín) o la expresión más clara de la radical incertidumbre de
la existencia humana (Ortega y Gasset40). Otras lecturas han identificado al
personaje con el espíritu español en su vertiente idealista. Luis Rosales41, por
ejemplo, destacó la grandeza del personaje creado por Cervantes que se acrecienta
con las humillaciones que padece.
Lo que parece evidente es que Cervantes escribió un libro divertido,
rebosante de humor, bajo el ideal clásico del prodesse et delectare. Es verdad que
afirmó en diversos lugares que su primera intención era mostrar a los lectores de
la época los disparates de las novelas de caballerías. Pero significa mucho más que
una invectiva contra tales libros. Por la riqueza y complejidad de su contenido,
por su estructura y técnica narrativa, se convierte en una obra que admite muchos
niveles de lectura e interpretaciones diversas, como considerarla una obra de
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humor, una burla del idealismo humano, una destilación de amarga ironía, un
canto a la libertad del hombre, etc.
Sus dos personajes centrales, don Quijote y Sancho, constituyen una
síntesis perfecta del ser humano. Sancho representa el apego a los bienes y valores
materiales, mientras que don Quijote ejemplifica la entrega a la defensa de un
ideal libremente asumido. Son dos figuras complementarias, que muestran la
complejidad del ser humano, materialista e idealista a la vez.
De todo ello se desprende que El Quijote es una síntesis de vida y literatura,
de vida vivida y vida soñada, una genial integración de realismo y fantasía y una
original manifestación de las dificultades de novelar las relaciones humanas desde
las múltiples perspectivas que permite una realidad siempre escurridiza.
El Quijote ha sabido responder en cada época a lo que cada lector le pedía.
Cada momento histórico ha proyectado sobre la obra sus propios y acuciantes
problemas. Es evidente que la grandeza moral del personaje creado por Cervantes
provoca un sentimiento de adhesión en los lectores de cualquier tiempo.
Por eso, gracias a Cervantes y a su genial criatura, La Mancha puede hoy
ofrecer al mundo un modelo inigualable y un paradigma de lo mejor. Un personaje
que defiende la dignidad humana, que detiene al maleante, desafía al poderoso y
se quiebra de ira ante el dolor de un muchacho apaleado o una mujer ofendida.
Es la voz de la justicia y la sabiduría. Es la voz, tremendamente entrañable, del
caballero don Quijote de la Mancha, nuestro símbolo más universal.
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Bibliografía
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