Tesis Matilde Pineda

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LOS PODERES PÚBLICOS ANTE LA

MANIFESTACIÓN SIMBÓLICO-RELIGIOSA
EN ESPAÑA

Matilde Pineda Marcos


UNIVERSIDAD DE ALICANTE
FACULTAD DE DERECHO

LOS PODERES PÚBLICOS ANTE LA


MANIFESTACIÓN SIMBÓLICO-
RELIGIOSA EN ESPAÑA

AUTORA: MATILDE PINEDA MARCOS


DIRECTOR: PROF. DR. D. MANUEL ALENDA SALINAS

ALICANTE, 2.012
MANUEL ALENDA SALINAS, Catedrático de Derecho Eclesiástico del
Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante,

CERTIFICA

Que la Lcda. Dña. Matilde Pineda Marcos ha realizado bajo mi


dirección el trabajo de investigación titulado Los Poderes Públicos ante la
manifestación simbólico-religiosa en España, el cual puede ser
presentado, para su lectura y defensa, como tesis doctoral.

Alicante, a siete de febrero de 2.012

Fdo.: Dr. Manuel Alenda Salinas


Indice

INDICE

Abreviaturas…………………………………………………………………………………………………………………….………6

Introducción…………………………………………………………………………………………………………………………….7

Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa……………………………….33

I.- El Poder Legislativo en el ámbito estatal………………………………………………………………………..35

1. Ausencia de una normativa jurídica que regule, específicamente y con caracteres de


generalidad, la temática simbólico-religiosa……………………………………………………………………………35

2- Iniciativas parlamentarias en la materia…………………………………………………………………39

3. ¿Normativa simbólico-religiosa en el ámbito de la enseñanza?................................64

4. Incidencia de la Ley 52/2.007, de 26 de diciembre, de “Memoria Histórica”………….86

5. La [des]regulación penal de la “res sacra”……………………………………………………………...93

6. ¿Una nueva Ley en la materia?.................................................................................102

II.- El Poder Legislativo en el ámbito autonómico……………………………………………………………...110

Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas………………………………...131

I.- La Administración Estatal ante la manifestación simbólico-religiosa……………………………..133

1. Ministerio del Interior…………………………………………………………………………………………..141

2. Ministerio de la Presidencia………………………………………………………………………………….157

3. Ministerio de Economía y Hacienda……………………………………………………………………..162

4. Ministerio de Defensa………………………………………………………………………………………….164

5. Ministerio de Justicia……………………………………………………………………………………………173

6. Ministerio de Educación [y Cultura]……………………………………………………………………..177

7. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad…………………………………………….184

8. Ministerio de Asuntos Exteriores………………………………………………………………………….192

II.- Las Administraciones Autonómicas ante la manifestación simbólico-religiosa……………..193

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Indice

1. Cataluña……………………………………………………………………………………………………………….194

2. Navarra…………………………………………………………………………………………………………………195

3. Galicia………………………………………………………………………………………………………………..…196

4. Castilla y León……………………………………………………………………………………………….……..199

5. Castilla-La Mancha………………………………………………………………………………………….……206

6. Aragón…………………………………………………………………………………………………………….…..208

7. Extremadura…………………………………………………………………………………………………….….214

8. Comunidad de Madrid……………………………………………………………………………………….…217

9. Andalucía…………………………………………………………………………………………………………...220

10. Región autónoma de Murcia……………………………………………………………………………...229

11. País Vasco…………………………………………………………………………………………………………..233

12. Comunidad Valenciana……………………………………………………………………………………….234

13. Asturias………………………………………………………………………………………………………………238

III.- La simbología religiosa en el ámbito de la Administración Local y de otras


Administraciones………………………………………………………………………………………………………………….239

1. Administración Local…………………………………………………………………………………………….242

2. Otras Administraciones Públicas…………………………………………………………………………..253

a) Administración Electoral………………………………………………………………………………….254

b) Colegios Profesionales (Abogacía)……………………………………………………………………257

c) Universidades…………………………………………………………………………………………………..259

Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial………………………………………..264

I.- Ambito educativo………………………………………………………………………………………………………….265

1. La problemática respecto de los símbolos estáticos……………………………………………..267

1.1. Enseñanza escolar obligatoria……………………………………………………………………………267

a) Colegios públicos………………………………………………………………………………………………268

b) Colegios concertados………………………………………………………………………………………..349

c) Colegios privados………………………………………………………………………………………………354

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Indice

1.2. Enseñanza universitaria…………………………………………………………………………………….355

a) Universidades públicas……………………………………………………………………………………..355

b) Universidades privadas……………………………………………………………………………………365

2. La problemática respecto de la simbología de carácter personal………………………….366

2.1. La simbología ‘dinámica’ en la enseñanza obligatoria……………………………………….366

a) Colegios públicos……………………………………………………………………………………………...366

b) Colegios concertados………………………………………………………………………………………..399

c) Colegios privados………………………………………………………………………………………………401

2.2. La simbología ‘dinámica’ en las Universidades…………………………………………………..402

II.- Otros ámbitos……………………………………………………………………………………………………………403

1. Colegios profesionales (Abogacía)………………………………………………………………………..403

2. “Policía de estrados”…………………………………………………………………………………………….415

3. Ambito municipal…………………………………………………………………………………………………418

4. Ambito laboral……………………………………………………………………………………………………..433

5. Ambito militar y policial……………………………………………………………………………………….449

Conclusiones…………………………………………………………………………………………………………….461

Bibliografía……………………………………………………………………………………………………………….487

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Abreviaturas

ABREVIATURAS:

Art./arts. = artículo/artículos.
AA.VV.= Autores Varios.
BOE = Boletín Oficial del Estado.
CE = Constitución.
cit. = citado.
coord./coords. = coordinador/coordinadores.
dir./dirs. = director/directores.
edit./edits. = editor/editores.
L.O. = Ley Orgánica.
Núm.= número.
Pág/págs. = página/páginas.
Sig/sigs. =siguiente/siguientes.
TEDH = Tribunal Europeo de derechos humanos.
VV.AA. = Varios Autores.

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Introducción

INTRODUCCIÓN

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Introducción

Un bifaz (que se utilizaba como hacha de mano, tallado por sus dos
caras en cuarcita roja y marrón, un material poco frecuente en la sierra de
Atapuerca, y de una calidad excepcional) que apareció el verano de 1.998
en la Sima de los Huesos, se considera que tiene una importancia clave
para entender el comportamiento social de los homínidos que vivieron en
Atapuerca hace unos 400.000 años. Desde el momento de su hallazgo, los
tres codirectores de Atapuerca han venido sosteniendo que esta pieza
indica un hito representativo de alguna creencia compartida por todo un
grupo, y a la vez del comportamiento simbólico más antiguo conocido
hasta hoy. Apareció con los restos de una treintena de esqueletos, lo que
hace pensar que era un objeto simbólico, que habría sido aportado al
yacimiento, junto con los cuerpos humanos descubiertos, a modo de
ofrenda.1

El empleo de símbolos debe considerarse, en efecto, como una


constante en la especie humana, y en este sentido se ha llegado a definir
al Homo sapiens como el animal simbólico por excelencia2; tan es así que
es casi imposible suponer un pensamiento humano sin la ayuda de los
símbolos, particularmente de los significantes que subyacen como
fundamentos elementales para todo pensar complejo y que transcienda a
lo instintivo3. De hecho, mientras que ciertos signos4 se considera que se

1
Vid. el diario El Mundo, de 11 de junio de 2.011. Cfr. E.J. CARBONELL VAYÁ, X.P. RODRÍGUEZ
ÁLVAREZ, M. MOSQUERA, A. CANALS SALOMÓ y R. SALA, “Homínidos y comportamiento
complejo”, en Mundo Científico, núm. 208 (2.000), págs. 46 y sigs.
2
E. CASSIRER, La filosofía de las formas simbólicas, 3 vols., 1.923-1.929, cit. por O. Gómez-Gil,
“La filosofía de los tres símbolos”, en
www.libreonline.com/home/index.php?option=com_content&task=view&id=7888&Itemid=9
(11 de noviembre de 2.011).
3
Cfr. P. SÁNCHEZ GÓMEZ, Aspectos cognitivos de la función simbólica, Universidad
Complutense, Madrid, 2.002, pág. 246.
4
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: “(Del lat. signum). 1. m.
Objeto, fenómeno o acción material que, por naturaleza o convención, representa o sustituye
a otro. ‖2. m. Indicio, señal de algo. Su rubor me pareció signo de su indignación. ‖3. m. Señal o
figura que se emplea en la escritura y en la imprenta. ‖4. m. Señal que se hace por modo de
bendición; como las que se hacen en la misa. ‖5. m. Figura que los notarios agregan a su firma
en los documentos públicos, hecha de diversos rasgos entrelazados y rematada a veces por
una cruz. ‖6. m. Hado, sino. ‖7. m. Astr. Cada una de las doce partes iguales en que se considera
dividido el Zodiaco. ‖8. m. Mat. Señal o figura que se usa en los cálculos para indicar la
naturaleza de las cantidades y las operaciones que se han de ejecutar con ellas.
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Introducción

utilizan y pueden ser entendidos por algunos animales, en cambio, como


especie dentro de los signos, los símbolos son específicos del ser humano,
y, por ello, rasgo distintivo del mismo.5

Valga aquélla referencia, a título ejemplificativo y sin ánimo alguno


–pues no constituye el objeto del presente trabajo– de adentrarnos en
una investigación histórica ni de relatar historiografía, para dejar
constancia de la importancia de la simbología6 en las relaciones humanas;
y ello hasta el punto de haber dado lugar a una ciencia como es la
Semiótica.7

El empleo de símbolos, como no podía ser de otra forma, pronto


alcanzó a la esfera institucional o política8, en consecuencia, ha sido firme
a lo largo de la Historia; y los tiempos recientes tampoco son ajenos a tal
realidad. Por lo que respecta a España, un ejemplo de ello lo constituirían
dos acciones de distinto tipo, no tan lejanas en el tiempo: Por un lado, la
Proposición no de Ley, presentada por el Grupo parlamentario Socialista
en el Congreso, el 4 de noviembre de 2.004, para dar a conocer –hacer
más cercano al pueblo, a la ciudadanía– la simbología propia de la Unión
Europea9. Por otro lado, la Proposición no de Ley presentada a la Mesa del
Congreso de los Diputados, el 30 de septiembre de 2.004, por el Grupo
parlamentario de Esquerra Republicana (ERC), por la que se pretendía que
“el Congreso de los Diputados inste al Gobierno español a: Retirar
inmediatamente, a lo largo del año 2.005, los símbolos de la dictadura

‖9. m. Mús. Señal o figura con que se escribe la música. ‖10. m. Mús. En particular, señal que
indica el tono natural de un sonido.
5
Para la distinción, no siempre clara, entre signo y símbolo: M. MELÉNDEZ VALDÉS NAVAS,
“Reflexiones jurídicas en torno a los símbolos religiosos”, en Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 24 (2.010), del Portal Jurídico Iustel.com,
págs. 4-8.
6
“Simbología”: (De símbolo y -logía): ‖1. f. Estudio de los símbolos. ‖2. f. Conjunto o sistema de
símbolos.
7
O “Semiología”: Estudio de los signos en la vida social, según el Diccionario de la Real
Academia.
8
Acerca de los símbolos políticos, vid., con esa voz, el trabajo de F.J. BASTIDA FREIJEDO, en
Enciclopedia Jurídica Básica, IV, Civitas, Madrid, 1.995, págs. 6.215-6.216.
9
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, Serie A: Actividades
Parlamentarias, núm. 83, de 20 de diciembre de 2.004, pág. 2 y sig.
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Introducción

franquista de todos los edificios públicos del Estado donde aún persisten”,
señalando entre la motivación para tal propuesta que “hace más de 25
años que el dictador Francisco Franco murió, y los avances en la
investigación histórica han constatado las atrocidades cometidas por la
dictadura del general. Esta realidad contrasta con la pervivencia de
símbolos de la dictadura en edificios públicos (civiles, militares y
eclesiásticos). Gran cantidad de edificios públicos estatales mantienen
visibles símbolos falangistas y franquistas que ofenden a una buena parte
de la ciudadanía del Estado español. Con esta actitud, el Gobierno, la
Administración del Estado, tolera la exaltación pública de unos valores
fascistas que atentan contra la dignidad democrática del Estado en
general, de sus nacionalidades y de los millones de personas que sufrieron
sus efectos”.10

Esta última actuación que hemos narrado, junto al tema –que


también referimos a título ilustrativo– relativo a la conocida como “guerra
de las banderas”11 suscitada por la falta de colocación, contra legem, de la

10
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-83, de 11 de
octubre de 2.004, pág. 22 y sig.
11
Como ejemplo, puede atenderse a la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo
Contencioso-Administrativo. Sección 4ª), de 17 de noviembre de 2.011 (Pte.: Sra. Picó Lorenzo)
que, en ejecución de Sentencia del propio Tribunal Supremo resolutoria del recurso núm.
701/2.003, había acordado se diera cumplimiento a la Ley 39/1.981, de Banderas, condenando
a la Administración demandada a dar cumplimiento a esta última; la cual colocó la bandera,
pero al mismo tiempo se añadió una placa que entre otras cosas recogía: "He ahí la bandera,
símbolo de esta situación, puesta; por quien no desea hacerlo, a la que el viento ondea con
ironía". Con lo que el alto Tribunal vuelve a pronunciarse, “ordenando la retirada de la placa
que acompaña a la bandera española en la sede de las Juntas Generales de Guipúzcoa, pórtico
del Palacio de la Diputación Foral”. Puede consultarse en la web del Poder Judicial (Id Cendoj:
28079130042011100633).
A nivel parlamentario, puede traerse a colación la diatriba habida sobre este tema, el
12 de diciembre de 2.007, en virtud de la interpelación urgente del Grupo Popular en el
Congreso, ‘sobre las medidas que ha adoptado y piensa adoptar el Gobierno para fortalecer los
valores y símbolos que unen a los españoles’. En la misma, el Sr. Fernández Díaz, llegaba a
poner en tela de juicio la actuación gubernamental en defensa de la ‘idea de España’: “el
Gobierno ha puesto en cuestión en esta legislatura algunos de los valores superiores
consagrados en nuestra Constitución. Los símbolos son importantes no por su contenido
material sino por su representación institucional, por su repercusión afectiva, por los
sentimientos y las realidades que representan”. Le contestó la Sra. Salgado, ministra de
Administraciones Públicas, sosteniendo que “el grupo interpelante crea falsas polémicas, aviva
enfrentamientos entre territorios y personas y eleva a la categoría de problema nacional las
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Introducción

bandera de España en edificios públicos y dependencias oficiales de


determinadas zonas del Estado, ya nos pone de relieve que el símbolo, su
significado y exposición, no siempre es pacífico. Puede serlo si,
correspondiendo a su significado gramatical12, responde a una convención
socialmente asumida o adoptada; pero no cuando el símbolo en sí se
convierte en polémico, porque no todo el mundo está de acuerdo con su
significado o con lo que representa ese símbolo.

Este significado “político” o “institucional” del símbolo va ligado, en


consecuencia, a una determinada realidad identitaria. No extraña, así, que
los temas simbólicos, con cuanto conllevan, sean objeto de regulación

anécdotas con los símbolos, que siempre han existido. Señala que en este momento no hay un
problema con los valores y los símbolos constitucionales que no se diera antes”, finalizando
por resaltar que “la actuación del Gobierno de España en este tema es el de absoluto respeto
por la legalidad y una confianza plena en el funcionamiento del Estado de derecho, apoyando
la persecución de delitos y velando por el cumplimiento de la Ley de Banderas”. Vid. Cortes
Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación permanente,
año 2.007 VIII Legislatura, núm. 307, pág. 15.305.
12
El vocablo “símbolo” tiene muchos significados, a tenor del Diccionario de nuestra Real
Academia: (Del lat. simbŏlum, y este del gr. σύμβολον): ‖1. m. Representación sensorialmente
perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención
socialmente aceptada. ‖2. m. Figura retórica o forma artística, especialmente frecuentes a
partir de la escuela simbolista, a fines del siglo XIX, y más usadas aún en las escuelas poéticas o
artísticas posteriores, sobre todo en el superrealismo, y que consiste en utilizar la asociación o
asociaciones subliminales de las palabras o signos para producir emociones conscientes.
‖3. m. Ling. Tipo de abreviación de carácter científico o técnico, constituida por signos no
alfabetizables o por letras, y que difiere de la abreviatura en carecer de punto; p. ej. N, He, Km
y $ por Norte, helio, kilómetro y dólar, respectivamente. ‖4. m. Numism. Emblema o figura
accesoria que se añade al tipo en las monedas y medallas. ‖5. m. ant. santo (‖ nombre que
servía para reconocer fuerzas como amigas o enemigas).
Y, además, en constante evolución, a tenor del “Avance de la 23ª edición del
Diccionario”, todo ello accesible en la Red, a través de la página de la Real Academia Española:
‖1. m. Elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera
representativo de una entidad, de una idea, de una cierta condición, etc. La bandera es
símbolo de la patria. La paloma es el símbolo de la paz. ‖2. m. Forma expresiva que introduce
en las artes figuraciones representativas de valores y conceptos, y que a partir de la corriente
simbolista, a fines del siglo XIX, y en las escuelas poéticas o artísticas posteriores, utiliza la
sugerencia o la asociación subliminal de las palabras o signos para producir emociones
conscientes. ‖3. m. Ling. Abreviación de carácter científico o técnico, constituida por una o más
letras u otros signos no alfabetizables, que goza de difusión internacional, y que, a diferencia
de la abreviatura, no se escribe con punto pospuesto; p. ej., N, He, Km y € por Norte, helio,
Kilómetro y euro, respectivamente. Las acepciones 4 y 5 coinciden con las actuales.
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Introducción

legal13 y que, en ocasiones, se vayan judicializando. En España, aparte de


esa polémica de las banderas, se hizo patente con el tema de las “cadenas
navarras”, cuando por parte del Gobierno Vasco se incorporaron,
formando parte del Escudo de Euskadi en un cuarto cuartel, junto a los
otros tres, cada uno correspondiente a las provincias vascas. El Gobierno
navarro acudió al Tribunal Constitucional, declarándose por éste la no
sujeción a Derecho de este pretendido escudo para el País Vasco. En
efecto, en la Sentencia 94/1.985, de 29 de julio14, el alto Tribunal estimó
que la utilización de ese símbolo correspondía a la Comunidad Foral de
Navarra, declarando la nulidad del Acuerdo de 2 de noviembre de 1.978
del Consejo General del País Vasco. Desde entonces el cuarto cuartel del
controvertido Escudo permanece en blanco.

En esta materia, el máximo hermeneuta de la Carta Magna ha


realizado una serie de afirmaciones que, aunque con referencia a símbolos
políticos, entendemos que el acento puede ponerse en el sustantivo, tal y
como más recientemente ha hecho15 con referencia ya a los de carácter
religioso: “No puede desconocerse que la materia sensible del símbolo
político –en este caso, las seculares cadenas del escudo de armas navarro–
trasciende a sí misma para adquirir una relevante función significativa.

13
Aparte de lo dispuesto en el art. 4 de la CE (1. La bandera de España está formada por tres
franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de
las rojas. 2. Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades
Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus
actos oficiales), puede aludirse a la Ley 39/1.981, de 28 de octubre, por la que se regula el uso
de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas (BOE, núm. 271, de 12 de noviembre
de 1.981) y a la Ley 33/1.981, de 5 de octubre, del Escudo de España (BOE, núm. 250 de 19 de
octubre de 1.981).
Respecto al ámbito autonómico, entre otras: Ley de 4 de diciembre de 1.984, por la
que se regulan los símbolos de la Comunidad Valenciana y su utilización (BOE, núm. 23, de 26
de enero de 1.985), Ley 5/1.997, de 22 de julio, de Administración local de Galicia (BOE, núm
237, de 3 de octubre de 1.997), Ley 7/1.999, de 9 de abril, de Administración Local de Aragón
(Boletín Oficial de Aragón, de 17 de abril de 1.999), Ley Foral 24/2.003, de 4 de abril, de
símbolos de Navarra (Boletín Oficial de Navarra, de 11 de abril de 2.003; BOE, de 20 de mayo
de 2.003), que sustituye y deroga una anterior Ley de símbolos de 1.986; y Ley 6/.2003, de 9
de octubre, de símbolos, tratamientos y registro de las Entidades Locales de Andalucía (Boletín
Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 210, de 31 de octubre de 2.003).
14
BOE, de 14 de agosto de 1.985.
15
En la Sentencia del Tribunal Constitucional, Sala Segunda, 34/2.011, de 28 de marzo de 2.011
(BOE núm. 101, de 28 de abril de 2.011).
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Introducción

Enriquecido con el transcurso del tiempo, el símbolo político acumula toda


la carga histórica de una comunidad, todo un conjunto de significaciones
que ejercen una función integradora y promueven una respuesta
socioemocional, contribuyendo a la formación y mantenimiento de la
conciencia comunitaria, y, en cuanto expresión externa de la peculiaridad
de esa Comunidad, adquiere una cierta autonomía respecto de las
significaciones simbolizadas, con las que es identificada; de aquí la
protección dispensada a los símbolos políticos por los ordenamientos
jurídicos. Al símbolo político corresponde, pues, al lado de una función
significativa integradora, una esencial función representativa e
identificadora, que debe ejercer con la mayor pureza y virtualidad posibles.
En el caso de Navarra, su escudo posee en alto grado las características
que la doctrina estima deben poseer los símbolos políticos: es llamativo y
se graba fácilmente en la memoria, lo que facilita su inmediata
identificación con la Comunidad política que representa”.16

La Sentencia destaca, entre otros, el aspecto identitario del


símbolo17, que, como antes decíamos, será perfectamente admitido en las
sociedades pequeñas y cohesionadas, pero difícilmente podrá cumplir con
su misión cuando la sociedad es plural y la multiculturalidad se asienta en
ella; especialmente, cuando la cultura integra todo un mundo religioso o,
al menos, está trascendido del mismo. En estas circunstancias, como se ha
aseverado desde las más altas instancias judiciales, “la aparición de
conflictos jurídicos por razón de las creencias religiosas no puede extrañar
en una sociedad que proclama la libertad de creencias y de culto de los
individuos y comunidades así como la laicidad y neutralidad del Estado”18.
El significado del símbolo, en estas circunstancias, es importante,
especialmente cuando se siente como un signo extraño, o de cuyo
significado no se participa confesionalmente.19
16
F. J. 7, la cursiva es nuestra.
17
Cfr. J.J. SOLOZÁBAL ECHAVARRÍA, “Nación y banderas”, en Revista General de Derecho
Constitucional, num. 6 (2.008), del Portal Jurídico Iustel.com, pág. 19.
18
Sentencia del Tribunal Constitucional 154/2.002, de 18 de julio, F.J. 7 (BOE, núm. 188, de 7
de agosto de 2.002).
19
Una información periodística afirma que un Juzgado de Primera Instancia de Oviedo ha
dictado sentencia reconociendo el derecho a indemnización de una señora, que había
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Introducción

La cuestión no es exclusiva de España. Un tema como el de la “Cruz


Roja” nos lo esclarece a primeras luces. Y es que, de todos es conocido, la
Cruz Roja que así empezó siendo y llamándose, no es tal en el mundo
islámico, pues en sintonía con el mismo, su nombre cambió para pasar a
ser el de la “Media Luna Roja”. Como quiera que estas denominaciones
tampoco satisfacían a todos, se ha terminado adoptando también el
conocido como “prisma rojo” o “cristal rojo”20. Son muchos, así, los
ejemplos problemáticos que, por causa de la simbología, de mayor o
menor impronta confesional, vienen salpicando nuestra realidad global
desde hace algún tiempo, pero que en los últimos años y especialmente
en Europa son cada vez más numerosos, al punto que en todos los Países
más significativos se vienen reproduciendo. Cuestiones tan variadas que
irían desde el denominado autobús ateo que comenzó su rodaje en
Londres21, hasta el referéndum suizo acerca de los minaretes, pasando por

reclamado contra una empresa funeraria, en resarcimiento por daños morales, causados al
trasladar a la madre difunta de la actora, ambas de nacionalidad bosnia y religión islámica, en
un ataúd sin haberle retirado una gran cruz que llevaba en la tapa. Así en ‘La Nueva España’,
de 30 de octubre de 2.011 (Lne.es: www.lne.es/asturias/2011/10/30/funeraria-indemnizar-
musulmana-darle-ataud-cruz/1149776.html).
20
El símbolo de la Cruz Roja sobre un fondo blanco fue adoptado en la Primera Convención de
Ginebra, en 1.864, y corresponde a la inversión de los colores de la bandera de Suiza. La Media
Luna Roja, usada originalmente por el Imperio Otomano en la Guerra Ruso-Turca, 1.877-
1.878, fue incorporada como segundo emblema oficialmente en 1.929 por la Federación
Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR). En algunos conflictos
hubo problemas con estos emblemas, al interpretarse que los mismos poseen un significado
religioso, lo que ha provocado una interpretación errónea de la naturaleza de la organización.
Ciertas sociedades nacionales como la Sociedad Magen David Adom de Israel, no se sentían
cómodas utilizando estos símbolos. Por ello, en la actualidad utilizan la Estrella de David Roja,
un símbolo que no ha sido reconocido por la FICR hasta 2.006. Esta situación fue el origen de
un debate sobre la necesidad y conveniencia de adoptar un tercer símbolo. Como resultado de
un largo proceso de consultas, el 8 de diciembre de 2.005, se aprobó un tercer emblema, el
cristal rojo, a través del Tercer Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra de 1.949 (cfr.
http://es.wikipedia.org/wiki/Cruz_Roja#cite_note-2).
21
Con la consiguiente polémica, en su traslado a España: “En Madrid se cruzaron ayer
mensajes de ateos y cristianos en ocho autobuses de cinco líneas distintas. De un lado el
‘Probablemente Dios no existe’, que ya lució en Barcelona y en Londres y también lo hace
desde el pasado lunes en Málaga, y de otro, ‘Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo’, lema
de los cristianos evangélicos que circula por Madrid y Fuenlabrada. Además, otros vehículos
del transporte público lucieron ‘Cuando todos te abandonan, Dios permanece contigo’, pagado
por la organización católica E-Christians (S. HIDALGO, ‘Guerra de autobuses ateos y cristianos
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Introducción

cuestiones tales como el caso de las viñetas caricaturescas de Mahoma, y


hasta que el Barça tuviera que prescindir de parte de la Cruz de San Jorge
–que, como la de la ciudad de Barcelona, figura en su escudo– en una
presentación del equipo en tierras marroquíes.22

Con todo, como es de sobra conocido, sin duda, que la palma en


esta temática se la han llevado el denominado velo islámico y el crucifijo.
Afortunadamente, por problemática que pueda resultar no se resuelve
como antaño, a través de la fuerza, de modo que, como se ha definido
gráficamente, se ha pasado de “guerras de religión a meras cuestiones
administrativas”23; pero, aunque se venga afirmando que se trata de dos
temas distintos –el del pañuelo y el crucificado– en el fondo no parece que
sean tan disímiles, ya que “ambos aspectos de la utilización de simbología
religiosa, la personal y la institucional, y su correlativo análisis jurídico, no
están tan distantes como a veces se pretende”24, cuando lo que hay en
juego, en definitiva, es una cuestión de identidad cultural. Así, resulta, a
nuestro juicio, de lo actuado en la materia por Francia y Turquía,
especialmente por lo que se refiere a la prohibición en determinados
ámbitos del velo musulmán; y también Italia, en este caso por lo que
respecta al mantenimiento del crucifijo en lugares públicos. Pero no
adelantemos acontecimientos, dada la muy extensa problemática
existente en la materia.

por Madrid. Un conductor quiso objetar a circular con el mensaje que cuestiona la existencia
de Dios’, Publico.es, 27 de enero de 2.009).
22
“La junta directiva del FC Barcelona va tolerar l'exhibició de l'escut del club sense la creu de
Sant Jordi, en un acte oficial realitzat el passat divendres dia 16 a Tetuan. El presidente Joan
Laporta i un dels seus vicepresidents, Alfons Godall, van assistir a un acte amb més de tres-
centes persones a aquesta localitat marroquina. Allà, tant a la taula presidencial com al darrera
dels directius del club, hi van posar almenys tres grans banderes del Barça on hi faltava la barra
horitzontal de la creu de Sant Jordi, present a l'escut de l'entitat”. Vid. e-notícies, 23 de Gener
de 2.009.
23
Título con que publica su monografía L. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, La afirmación de la
libertad religiosa en Europa: de guerras de religión a meras cuestiones administrativas (Un
estudio de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en materia de libertad
religiosa), Thomson-Civitas, Navarra, 2.007.
24
R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y Ley. Las objeciones
de conciencia (Cap. 9: “Libertad de conciencia y utilización de símbolos religiosos”), Iustel,
Madrid, 2.011, pág. 373.
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Introducción

Son, en efecto, muchos los puntos carentes de claridad que afectan


a los símbolos y la fricción que, obviamente en el ámbito de lo público, les
afecta. El primero de ellos sería la determinación del carácter religioso, o
no, del símbolo; interrogante cuya respuesta, en ocasiones, lejos de
resultar fácil, se convierte, precisamente, en muy controvertida. Sin
embargo, constituye una cuestión de gran trascendencia poder esclarecer
la genuina naturaleza del símbolo, y en concreto si es o no
verdaderamente confesional, siendo muy importante establecer el
alcance de su significado, pues no ha de perderse de vista la variada
significación de algunos de ellos, al punto que se ha llegado a afirmar que
“uno de los problemas de actuar contra los símbolos es que algunos son
muy polisémicos”25; así como que pese a que muchos de ellos han tenido
un indudable origen religioso, sin embargo pueden haber adquirido con el
tiempo otro tipo de significación, con carácter exclusivo o concurrente con
la primigenia.

Estrechamente relacionada con los anteriores interrogantes, estaría


otra cuestión a considerar en la materia, que podría ser del tipo de ¿quién
determina la función o significado del símbolo? Pregunta que no siempre
halla fácil respuesta, pues aparte de poder hacerse pivotar sobre un
criterio subjetivo u objetivo, la dificultad proviene del significado unívoco
o no del signo, además de si todo ello puede hacerse depender de quien
dispone su presencia o de quien la percibe. Sin perjuicio de reconocer
todas estas dudas, recientemente nuestro Tribunal Constitucional, con
apoyo en la jurisprudencia de Estrasburgo, ha venido a aportar más luz en
la materia, aseverando que “nuestra labor hermenéutica debe comenzar
tomando en consideración que todo signo identitario es el resultado de
una convención social y tiene sentido en tanto se lo da el consenso
colectivo; por tanto, no resulta suficiente que quien pida su supresión le
atribuya un significado religioso incompatible con el deber de neutralidad
religiosa, ya que sobre la valoración individual y subjetiva de su significado
debe prevalecer la comúnmente aceptada, pues lo contrario supondría

25
J. TRILLA BERNET, “Religión: Asignaturas y Símbolos”, en Cuadernos de Pedagogía, núm. 345
(abril, 2.005), pág. 87.
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Introducción

vaciar de contenido el sentido de los símbolos, que siempre es social. En


este mismo sentido, la muy reciente Sentencia del TEDH de 18 de marzo
de 2.011, caso Lautsi y otros contra Italia pone de relieve que, en este
ámbito, la percepción subjetiva del reclamante por sí sola no basta para
caracterizar una violación del derecho invocado”.26

Por otra parte, la doctrina científica ha venido a distinguir a todos


estos efectos entre una simbología de tipo estático y otra de tipo
dinámico, sin que tampoco haya sido unánime en la materia, por lo que
posiblemente pueda alcanzar mayor sentido la que distingue entre la de
carácter personal y la de impronta institucional.27

Empezando por la simbología de uso personal, aunque, en general,


pueda hablarse de símbolos religiosos dinámicos28, y en nuestra vecina
Francia junto al foulard islámico se ha considerado como signo confesional
‘ostensible’ la kipá y una cruz de gran dimensión, a los efectos de que no
se considere una normativa antimusulmana29, es necesario constatar que
lo cierto es que la mayoría de los problemas que se han producido en las
aulas públicas, a causa de la vestimenta de mayor o menor impronta
religiosa, han venido siendo causados por el denominado ‘hiyab’ o velo
islámico. Ahora bien, todo ello sin desconocer que, asimismo, también a
nivel de Derecho comparado se han sucedido cuestiones problemáticas
con otras prendas propias del vestir de la mujer musulmana, como el
26
Sentencia del Tribunal Constitucional 34/2.011, de 28 de marzo de 2.011, F.J. 4, ya citada. La
cursiva es nuestra.
27
De la que se valen los Profs. R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre
conciencia y Ley. Las objeciones de conciencia (Cap. 9: “Libertad de conciencia y utilización de
símbolos religiosos”), cit.
28
A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, “La simbología religiosa en los espacios públicos: problemas
generales y soluciones concretas en los Estados Europeos”, en la obra colectiva (I.C. Iglesias
Canle, dirª.), Inmigración y Derecho, Tirant lo Blanch, Valencia, 2.006, págs. 249 y sigs., prefiere
emplear el término móviles.
29
En la Circulaire du 18 mai 2.004, relative à la mise en oeuvre de la loi n.º 2.004-228 du 15
mars 2.004, encadrant, en application du principe de laïcité, le port de signes o de tenues
manifestant une appartenance religieuse dans les écoles, collèges et lycées publics (J.O. n.º
118 du 22 mai 2.004), se califican como signos reveladores de forma ostensible de la religión a
la que se pertenece los ya habían sido adelantados por la propia Comisión Stasi, encargada de
la elaboración de un Informe a todos estos efectos: “le voile islamique, quel que soit le nom
qu’on lui donne, la kippa ou une croix de dimension manifestement excessive”.
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Introducción

‘jilbab’30, niqaq o burqa. Otros signos religiosos como la kipá, la sotana, el


turbante o el ‘kirpán’31, e incluso el uso de la barba entendido como
expresión de la pertenencia al Islam32, tampoco han escapado a toda esta
polémica.

Posiblemente por estas razones que la doctrina científica se haya


preocupado, en relación con el ‘velo islámico’, por distinguir si
verdaderamente se trata o no de “velo”33, así como si el mismo
ineludiblemente ha de ser calificado de “musulmán”. Y paralelamente, por
su absoluta proximidad o relación, se ha venido a tratar de aclarar, a todo
este respecto, las diferencias entre el ‘hiyab’, el ‘chador’, el ‘niqab’, el
‘burka’ y otras prendas.34

Se ha escrito, así, que “hijab quiere decir en árabe ‘velo que cubre la
cabeza’, y viene del verbo hajaba que significa, ‘esconder’, ‘velar’ y
también ‘cortina’. El hijab es un pañuelo que cubre la cabeza y puede ser
de diferentes colores, llevarse con cualquier vestido, falda o pantalón
amplio que no muestre las formas, y se suele llevar en el Magreb y países

30
O “túnica larga” (prenda que cubre la mayor parte del cuerpo y que no permite mostrar el
contorno de brazos y piernas), cuyo problemático porte en la escuela inglesa ha sido tratado
por A. GARCÍA URETA, “El velo islámico ante los Tribunales británicos”, en Actualidad Jurídica
Aranzadi, núm. 666 (28 de abril de 2.005), págs. 5 y sigs. Vid., también, J. GARCÍA OLIVA, “La
cuestión de la simbología religiosa en el Reino Unido”, en Revista General de Derecho Canónico
y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 15 (octubre, 2.007) del portal jurídico iustel.com.
31
En España no se han suscitado, que sepamos, problemas con relación a este objeto. Para la
problemática judicial del mismo en Canadá: S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Simbología religiosa en
la escuela. Comentario a la Sentencia del Tribunal Supremo de Canadá Singh-Multani c.
Marguerite-Bourgeoys (Commission Scolaire), en en Revista General de Derecho Canónico y
Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 11 (mayo, 2.006), del portal jurídico Iustel.com.
32
La prohibición reglamentaria de la barba ha acontecido en particular en la universidad turca,
según pone de relieve L. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, La afirmación de la libertad religiosa
en Europa: de guerras de religión a meras cuestiones administrativas…, cit., pág. 64.
33
Según S. CATALÁ RUBIO, “Libertad religiosa de la mujer musulmana en el Islam y uso del
velo”, en VV.AA. (A. Motilla de la Calle, coord.), El pañuelo islámico en Europa, Marcial Pons,
Madrid, 2.009, pág. 40: “el empleo en Europa del término “velo” para referirse al pañuelo que
usa la mujer musulmana para cubrir su cabeza no es del todo adecuado en tanto que aunque
resulte correcto desde el punto de vista semántico, es preciso hacer referencia a prendas bien
distintas, incluso a conceptos e ideas diferentes”.
34
De las que hemos nombrado, la única que recoge el Diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua es “chador”: (del persa chaddar). 1. m. Velo con que las mujeres
musulmanas se cubren la cabeza y parte del rostro.
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Introducción

de oriente. En cambio, el chador es una prenda única cosida y que cubre


todo el cuerpo incluyendo la cabeza y debe ser de color negro, típica de
Irán y ajena a las tradiciones norteafricanas".35

Por su parte, la Profª. Moreno Antón señala como prendas típicas


usadas por las musulmanas, las siguientes:
- el Burka es una especie de funda amplia y pesada que cubre
totalmente el cuerpo de la mujer y se encaja en la cabeza. Tiene una rejilla
a la altura de los ojos para poder ver. Es utilizada por las tribus pastunes
de Afganistán.
- el Serual se usa en el centro de Argelia. Es un manto que deja al
descubierto un solo ojo, el derecho o el izquierdo, según que la mujer sea
soltera o casada.
- el Hayek, es un manto de color marfil que llevan las mujeres más
ancianas.
- el Chador que es un vestido negro que cubre de la cabeza a los pies.
Deja el rostro al descubierto y puede convivir con velos coloristas. Su
origen es turco, pero hoy día se usa en Irán, Irak y Siria.
- el Hijab o Hiyab es un pañuelo de cabeza, utilizado especialmente por
las jóvenes, que cubre el pelo y el cuello. Se puede llevar solo o combinar
con otras prendas, normalmente un amplio vestido que disimula las
formas del cuerpo. Es el más usado por las musulmanas que viven en
países occidentales en los que se conoce como velo, pañuelo o foulard.36

En cuanto a la “religiosidad” de la prenda, como ha puesto de


manifiesto el Prof. Alenda, “la duda puede suscitarse desde dos distintos
ámbitos: uno, el relativo a que el uso de tal prenda no es exclusivo, ni si
quiera originario, de la comunidad musulmana; pues sabido es que ya en

35
D. MOUALHI, “Mujeres musulmanas: estereotipos occidentales versus realidad social”, en
Papers [versión digital], núm. 60 (2.000), pág. 298, nota 10.
36
M. MORENO ANTÓN, “Proyección multicultural de la libertad religiosa en el ámbito escolar”,
en Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 10 (febrero,
2.006), del portal jurídico Iustel.com, p. 19. Acerca de esta materia, vid. también S. CATALÁ,
“Libertad religiosa de la mujer musulmana en el Islam y uso del velo”, cit., págs. 45-47.
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Introducción

tiempos preislámicos eran muchos los pueblos en que las mujeres se


velaban los cabellos, costumbre que también alcanzó a las cristianas”.37

Por otro lado, es conocido que la obligatoriedad del uso del velo
está discutida entre los propios musulmanes, dudándose al respecto si se
trata de una cuestión cultural o religiosa, y si, siendo de este último
origen, constituye un verdadero deber impuesto a la mujer o, por el
contrario, se trata de un precepto meramente dispositivo o permisivo 38.
Sea lo que fuere, lo cierto es que en el Corán, Sura XXXIII, aleya 59, puede
leerse: “¡Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas, a las mujeres creyentes, que
se ciñan los velos. Ese es el modo más sencillo de que sean reconocidas y
no sean molestadas”; y también: ¡”Permaneced en vuestras casas! ¡No os
adornéis con los dos adornos de la antigua gentilidad!” (Corán 33:33).39

A juicio del Prof. Catalá, “ni del Corán ni de las diferentes


colecciones de hadices se deriva la necesidad de utilizar velo alguno *…+
por tanto, de lo que podría denominarse en terminología occidental

37
M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, con especial
referencia a la cuestión del velo islámico”, en Revista General de Derecho Canónico y Derecho
Eclesiástico del Estado, núm. 9 (septiembre, 2.005), del Portal Jurídico Iustel.com., que trae a
colación el pasaje de la Primera Carta de S. Pablo a los corintios (11, 3-15): “quiero que sepáis
que Cristo es la cabeza de todo hombre, como el hombre es cabeza de la mujer, y Dios lo es de
Cristo. Todo hombre que ora o que profetiza teniendo la cabeza cubierta, deshonra su cabeza.
Al contrario, mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza, siendo
lo mismo que si se rapase. Por donde si una mujer no se cubre con un velo la cabeza, que se la
rape. Que si es cosa fea a una mujer cortarse el pelo o raparse, cubra su cabeza. Lo cierto es
que no debe el varón cubrir su cabeza, pues él es la imagen y gloria de Dios; mas la mujer es la
gloria del varón. Que no fue el hombre formado; sino la mujer, del hombre. Como ni tampoco
fue el hombre criado para la hembra, sino la hembra para el hombre. Por tanto, debe la mujer
traer sobre la cabeza la sujeción por respeto a los ángeles [...] ¿es decente a la mujer hacer
oración a Dios sin velo? ¿No es así que la naturaleza misma os dicta que no es decente al
hombre el dejar crecer su cabellera; al contrario, para la mujer es gloria el dejarse el pelo,
porque los cabellos le son dados a manera de velo para cubrirse?”.
V. PACILLO y J. PASQUALI CEROLI, I simboli religiose: Profili di Diritto Ecclesiastico
Italiano e Comparato, CUEM, Milano, 2.003, pág. 7, lo refieren también respecto de la mujer
judía casada, en cuanto que exigencia de la Ley hebraica.
38
Cfr. L. RUANO ESPINA, «Derecho e Islam en España», en Ius Canonicum, XLIII, núm. 86
(2.003), págs. 525 y sigs.
39
Vid. también sobre la cuestión A. MOTILLA DE LA CALLE, «La libertad de vestimenta: el velo
islámico», en VV.AA., Los musulmanes en España. Libertad religiosa e identidad cultural,
Trotta, Madrid, 2.004, pág. 107 y sig.
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Introducción

Derecho divino, no parecen existir bases suficientes como para poder


establecer en esta materia obligaciones legales de índole imperativa. Ha
sido el que denominaríamos Derecho humano, es decir, de elaboración
puramente doctrinal, el que, yendo más allá de lo técnicamente extraíble
de los textos sagrados, ha establecido un conjunto de obligaciones que,
tanto desde el punto de vista histórico como sociológico, tienen que ver
más con la dignidad de la mujer y con el contexto cultural, preislámico,
que con la necesidad de ordenar un aspecto tan íntimo de la vida de la
persona como es el vestido y qué partes de su cabeza puede dejar al
descubierto”.40

Por el contrario, los Profs. Pacillo y Pasquali Ceroli consideran que sí


existe esa obligación derivada directamente del Corán, en concreto la Sura
XXIV, versículo 31: “Di a las creyentes que bajen sus ojos, oculten sus
partes y no muestren sus adornos más que en lo que se ve. ¡Cubran su
seno con el velo! No muestren sus adornos más que a sus esposos, a sus
hijos…”, la cual está confirmada según todos los hadith que forman parte
de la Sunna.41

Sin dejar de reconocer que la cuestión pueda ser importante42, la


misma ha de tenerse, a nuestros efectos, con un valor relativo por cuanto
que lo que ha de tomarse en consideración es que quien lleve tal velo
perciba subjetivamente que se trata de un deber impuesto religiosamente
o, incluso, culturalmente; pues tales comportamientos, sin duda, que

40
S. CATALÁ RUBIO, “Libertad religiosa de la mujer musulmana en el Islam y uso del velo”, cit.,
pág. 40.
41
V. PACILLO y J. PASQUALI CEROLI, I simboli religiose: Profili di Diritto Ecclesiastico Italiano e
Comparato, cit., pág. 7.
42
Para un mejor contraste de opiniones, vid., entre otros trabajos: M.A. FÉLIX BALLESTA, “El
régimen jurídico acordado en España sobre las peculiaridades culturales de las confesiones
religiosas minoritarias”, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. XVI (2.000), págs.
85 y sigs.; R. VÁZQUEZ GÓMEZ, “Aproximación al Derecho Islámico y su regulación del velo”,
en Ius Canonicum, XLVII, núm. 94 (2.007), págs. 591-615; C. DE MIRANDA AVENA,
“Perspectivas sobre el velo islámico: Especial referencia a la doctrina del margen de
apreciación en la jurisprudencia internacional”, en Anuario de Derechos Humanos. Nueva
Época., Vol. 11 (2.010), págs. 13-78; F.J. ZAMORA CABOT, “Europa entre las corrientes de la
multiculturalidad: Incidencia del velo islámico en el Reino Unido”, en Papeles el tiempo de los
derechos, núm. 14 (2.011).
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Introducción

deben entenderse amparados por la libertad de creencias43. Lo que no es


óbice que el TEDH se haya basado en la naturaleza islámica del velo para,
estimándolo discriminatorio por razón de sexo, declarar en varias
sentencias que su prohibición en Estados como el suizo, turco y francés,
en supuestos que se han llevado a sede judicial, resulta ajustada a la
Convención de 1.950.44
Todo ello sin olvidar que son muchos otros los usos de que se hace
objeto a tal prenda. Para la Profª. Moreno Antón, “el hijab puede
simbolizar valores muy distintos y encubrir situaciones diversas. Puede
interpretarse como símbolo de sumisión, subordinación, resignación o
desigualdad respecto del hombre; puede significar un rechazo o
resistencia a los valores occidentales; puede ser una provocación política y
una forma de presionar a las musulmanas que no lo llevan; puede ser un
signo de afirmación cultural; o una expresión de pertenencia a una
religión. Incluso algunos movimientos feministas marroquíes lo definen
como un instrumento de liberación”.45

Pasando a otro tipo de signos, en lo que se considera una exigencia


de respeto a la divinidad, al menos un sector del judaísmo estima que el
varón debe llevar la cabeza cubierta con lo que se viene conociendo como
kippá. Aunque en el Acuerdo entre el Estado español y la Federación de
Comunidades Israelitas de España, plasmado en la Ley 25/1.992, de 10 de
noviembre46, no se contiene ninguna previsión a este respecto, sin
embargo en el ordenamiento jurídico italiano, como consecuencia de la
regulación pacticia realizada con la Comunidad Judía, se contempla la
43
En el sentido que se configura en la Sentencia del Tribunal Constitucional 141/2.000, de 29
de mayo.
44
Un estudio exhaustivo de estos casos en L. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, La afirmación de
la libertad religiosa en Europa: de guerras de religión a meras cuestiones administrativas (Un
estudio de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en materia de libertad
religiosa), Thomson-Civitas, Navarra, 2.007, especialmente págs. 57-90. También J. MARTÍNEZ-
TORRÓN, “La cuestión del velo islámico en la jurisprudencia de Estrasburgo”, en Derecho y
Religión, vol. IV (2.009), accesible en
www.deltapublicaciones.com/derechoyreligion/gestor/archivos/07_10_41_980.pdf.
45
M. MORENO ANTÓN, “Proyección multicultural de la libertad religiosa en el ámbito escolar”,
en Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 10 (febrero,
2.006), pág. 19, del portal jurídico Iustel.com.
46
BOE, núm. 272, de 12 de noviembre de 1.992.
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Introducción

posibilidad de que a los hebreos se les permita permanecer cubiertos


incluso cuando hayan de prestar juramento en virtud de prescripción
legal.47

Por lo que respecta a la sotana, su llevanza ha dado lugar a algún


problema en Francia, donde a algunos sacerdotes se les ha negado su
acceso al aula escolar por vestir con esta prenda48; y respecto del, no tan
vistoso, pero acaso no menos llamativo, clergyman, recuerda la Profª.
Castro Jover que “no es infrecuente que un clérigo ostente la condición de
funcionario sobre todo en el ámbito de la enseñanza tanto pública como
privada, no universitaria como universitaria y que acuda al aula con signos
que identifiquen su condición religiosa”.49

También el porte del turbante ha sido el causante de que varios


niños sikhs no pudieran integrarse en el curso escolar al negarse a
despojarse del mismo, contraviniendo la prohibición de la Ley francesa. 50
47
Intesa entre el Estado italiano y la Unión de las Comunidades Israelitas (hecha ejecutiva con
la Legge 8 marzo 1.989, nº. 101.- Norme per la regolazione dei rapporti tra lo Stato e l’Unione
delle Comunità ebraiche italiane): “Agli ebrei che lo richiedono è consentito prestare a capo
coperto il giuramento previsto dalle leggi dello Stato” (art. 6.1).
La costumbre cristiana, en cambio, sería la de descubrirse: no habría más que recordar,
en este supuesto, el privilegio que supone en la Semana Santa oriolana el denominado
“caballero cubierto”.
48
Según información, datada el 7 de octubre de 2.004, y aparecida en www.padrepatricio.com.
En el extremo contrario, habría que recordar cómo el Concordato de 27 de agosto de 1.953,
firmado por el Régimen de Franco con la Santa Sede, recogía en su art. XVII que “El uso del
hábito eclesiástico o religioso por los seglares o por aquellos clérigos o religiosos a quienes les
haya sido prohibido por decisión firme de las Autoridades eclesiásticas competentes, está
prohibido y será castigado, una vez comunicada oficialmente al Gobierno, con las mismas
sanciones y penas que se aplican a los que usan indebidamente el uniforme militar”.
49
A. CASTRO JOVER, «Símbolos, ceremonias, manifestaciones religiosas y poderes públicos»,
en VV.AA. (J. Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa en España,
Ministerio de Justicia, Madrid, 2.008, pág. 810.
50
A tenor de las noticias recogidas en la Revista General de Derecho Canónico y Derecho
Eclesiástico del Estado, núm. 4, del Portal jurídico iustel.com, a fecha 8 de septiembre de
2.004. Su manifestación problemática ha acontecido sobre todo en Gran Bretaña, hasta el
punto de haberse modificado la legislación en materia de tráfico de vehículos, al objeto de
permitir la excepción en el uso del casco preceptivo en la conducción de motocicletas por
parte de varones pertenecientes a esa confesión religiosa. Una referencia a estos casos,
incluidas las decisiones recaídas al respecto en el Tribunal Europeo de derechos humanos en R.
NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y Ley. Las objeciones de
conciencia, cit., pág. 321 y 348 y sig.
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Introducción

Por lo que respecta a la simbología de carácter estático, el supuesto


conflictivo más típico viene representado por la presencia del crucifijo en
dependencias de carácter público, o usadas al menos con dicha finalidad;
pero también se han manifestado problemas con la simple cruz y estatuas,
relieves o pinturas, murales, escudos, lemas, emblemas, incluso la
denominación de dichos lugares, que sigue siendo religiosa, o, al menos,
de dicha procedencia. Entre los últimos supuestos contenciosos, se ha
puesto en tela de juicio la colocación de un belén y de adornos navideños
en centros educativos públicos y otras dependencias con dicho carácter.

Si nos referimos al crucifijo, es difícil al mismo desprenderse de su


sentido originario, de ahí que se asevere que “es un símbolo religioso de
las religiones cristianas; ni para cristianos ni para no cristianos puede
resultar convincente una argumentación que pretendiera destacar que el
crucifijo fuera exclusivamente un símbolo cultural de la civilización
occidental o representativo sólo de determinados valores éticos. No
puede negarse que cualquiera que instala un crucifijo en un inmueble que
utiliza (su casa, su despacho, etc.) realiza un acto de contenido
específicamente religioso”51.

En este sentido se llega a señalar, en pro de su retirada del aula


pública, el respeto “confesional” que merece el propio símbolo,
señalando, así, que “la retirada de los símbolos religiosos de la escuela
viene exigida por el respeto que los propios símbolos religiosos merecen.
Puede suceder –y de hecho sucede– que símbolos de profunda
significación ética y humanista, portadores de sentido, de esperanza y de
ejemplaridad de vida, al ser colocados fuera del espacio religioso
provoquen un rechazo en la ciudadanía. Es el caso del crucifijo, símbolo
que cuenta con el respeto y el reconocimiento no solo de cristianos, sino
de personas de diferentes creencias e ideologías, y que, ubicado fuera del

51
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art. 16.3 CE», en la Base de Datos de
westlaw.es (BIB 2.008\2.397), pág. 9.
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Introducción

espacio cristiano, puede generar malestar e incluso ser considerado una


agresión”.52

Enlazando con la argumentación anterior, puede traerse a capítulo


la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 16 de mayo de
1.995, que declaró inconstitucional el precepto de una norma
reglamentaria de Baviera que establecía la obligatoriedad de que hubiera
un crucifijo en las aulas de las escuelas públicas, aseveró a este respecto
que «sería una profanación del crucifijo, contraria a la propia
autocomprensión del cristianismo y de las Iglesias cristianas presentar
este símbolo como simple expresión de la tradición occidental o como
signo de culto sin una específica referencia confesional».53

Los razonamientos anteriores acerca de la necesidad de sostener el


significado religioso del símbolo a efectos de no afrentar la propia
percepción que del crucifijo tiene la Confesión desconoce, sin embargo,
que tal elemento no ha sido colocado por la Confesión en cuestión pero,
sobre todo, que el Estado –si verdaderamente ha de ser tal y, por tanto,
incompetente en materia de fe– no puede identificarse con la Confesión
en cuanto al significado estricto del símbolo, so pena de incurrir en la
confusión de funciones, religiosas y estatales, proscrita por nuestra Carta
Magna.54

Aunque únicamente sirva a los efectos penales, nuestro Tribunal


Supremo ha establecido que no es lo mismo el crucifijo que la simple cruz.

52
Juan José TAMAYO, “La escuela y los símbolos religiosos”. Fuente: El Periódico, según
WebIslam.com (2 de septiembre de 2.009).
53
Sobre esta Sentencia, en nuestra doctrina, entre otros trabajos: S. GONZÁLEZ-VARAS
IBÁÑEZ, «La polémica sentencia del crucifijo (Resolución del Tribunal Constitucional alemán de
16 de mayo de 1.995)», en Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 47 (1.996), págs.
347 y sigs.; M.J. ROCA, “La jurisprudencia y doctrina alemana e italiana sobre simbología
religiosa en la escuela y los principios de tolerancia y laicidad. Crítica y propuestas para el
Derecho español”, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. XXIII (2.007), pág. 268 y
sig.
54
En el primer capítulo de este trabajo nos ocupamos de la regulación legal relativa al delito de
profanación de cosas sagradas. En el mismo se pone de relieve que no son coincidentes los
significados religiosos y estatales en todas las circunstancias.
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Introducción

En efecto, la Sentencia de la Sala Segunda de 25 de marzo de 1.99355


señala que “se impone realizar la necesaria comparación o poner de
relieve el indudable contraste existente entre el crucifijo constituido por
una cruz a la que se halla incorporada la imagen de Jesús crucificado y la
cruz *…+ de manera que, aunque la cruz, sin más, sea un símbolo para los
cristianos en memoria de que en una cruz padeció Cristo la muerte, no
puede dejar de reconocerse que tiene otras muchas simbologías y no la
unívoca que corresponde al crucifijo, por lo que una cruz en sí, no puede
sin más, reputarse como objeto sagrado”.

Este significado no unívoco es el que ha sido destacado por un


sector doctrinal y, con énfasis, por el Estado italiano cuando ha llegado
hasta el final y logrado superar el ajuste al Convenio europeo de derechos
del hombre en el denominado caso Lautsi56. También el Prof. Cañamares
Arribas viene insistiendo desde hace tiempo en este sentido, subrayando
que, lo primero que habrá de determinarse es si el símbolo es o no
religioso, dado que los símbolos son susceptibles de múltiples significados,
entre los que puede estar el histórico-tradicional, de reconocimiento de
un “patrimonio común histórico subyacente a una determinada
sociedad”.57

Ante este panorama, por lo que respecta a nuestro Estado, aunque


no con tanta virulencia como ha llegado a suscitarse en otros Países,
también vienen produciéndose periódicamente, y cada vez más en los
últimos tiempos, sucesos conflictivos que tienen por objeto y principal
protagonista a la simbología de impronta, al menos aparentemente,
religiosa, bien por su presencia estática, ya haya sido predispuesta e
inmovilizada, con caracteres de permanencia, en algún lugar o colocada ex
profeso para determinados eventos en forma tal que luego pueda
55
Aranzadi, Repertorio de Jurisprudencia 1.993, marg. 3.152.
56
Acerca de los significados del crucifijo: vid. F. PATRUNO, “Reflexiones sobre el valor de los
pronunciamientos extranjeros en relación con la exposición del crucifijo”, en Revista General
de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 3 (2.004), del Portal Jurídico
Iustel.com.
57
S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, cit., págs. 60 y
sigs.
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Introducción

retirarse del sitio sin quebranto de la materia o deterioro del objeto, bien
porque tales signos religiosos sean portados por personas, todo ello
dándose la circunstancia de su concurrencia en ámbitos públicos.

Sobre este tipo de hechos se ha suscitado si tales situaciones


pueden o no tener acomodo conforme a nuestros parámetros
constitucionales, especialmente caracterizados por la libertad de creencias
y la laicidad estatal. Es conocido que nuestros constituyentes, con el fin de
superar, de una vez por todas, la denominada ‘cuestión religiosa’
proclamaron en el art. 16 de la CE la aconfesionalidad del Estado y, al
mismo tiempo, mandaron a los Poderes Públicos tener en cuenta las
creencias religiosas de la sociedad española, al punto de que el Tribunal
Constitucional ha interpretado tal precepto en el sentido de que lo que se
establece es una laicidad de tipo positivo, caracterizada por la neutralidad
estatal ante el fenómeno religioso, la separación y no identificación entre
las funciones públicas y las religiosas, así como la cooperación del Estado
con las Confesiones.58

En estas circunstancias, ¿impiden la libertad de creencias en su


dimensión negativa y la laicidad estatal la presencia del símbolo religioso
en el ámbito público, tal y como se propugna desde diversos colectivos?
No ha de olvidarse que, como ha proclamado en diversas ocasiones el
TEDH, “la libertad de pensamiento, conciencia y religión es uno de los
fundamentos de una “sociedad democrática” en el sentido del Convenio.
Es, en su dimensión religiosa, uno de los elementos vitales que deciden la
identidad de los creyentes y su concepción de la vida, pero es también un
valor precioso para los ateos, agnósticos, escépticos e indiferentes. El
pluralismo, indisociable de una sociedad democrática y que ha sido
ganado con esfuerzo a lo largo de siglos, depende de ello”.59

Las diversas cuestiones implicadas constituyen un tema complicado,


puesto que, como ha señalado la propia Relatora Especial de Naciones

58
Así las Sentencias del Tribunal Constitucional núms. 46 y 128, ambas de 2.001, entre otras.
59
Sentencia de 5 de octubre de 2.006, §57, Base de Datos Westlaw (TEDH 2.006/54).
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Introducción

Unidas, “las restricciones impuestas a estas exhibiciones voluntarias de


símbolos religiosos son difíciles de resolver en algunas situaciones, incluso
desde la perspectiva de los derechos humanos, ya que a menudo revelan
situaciones en que pueden estar en juego otros derechos humanos
además de la libertad de religión o de creencias. Asimismo, señala que los
órganos internacionales de derechos humanos han llegado a veces a
conclusiones diferentes sobre esta cuestión”.60

Y, en efecto, podemos constatar que si el Comité de derechos


humanos de Naciones Unidas consideró, con carácter general, en su
Comentario Oficial sobre el art. 18 del Pacto internacional de derechos
civiles y políticos de 1.966 (Observación General núm. 22, de 30 de julio de
1.993), que “la libertad de manifestar la religión o las creencias mediante
el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza abarca una
amplia gama de actividades. El concepto de culto se extiende *…+ a las
diversas prácticas que son parte integrante de tales actos [rituales y
ceremoniales+, comprendidos *…+ la exhibición de símbolos *…+ La
observancia y la práctica de la religión o de las creencias pueden incluir
*…+ costumbres tales como *…+ el uso de prendas de vestir o tocados
distintivos”.61 Y, más específicamente, en su Dictamen de 5 de noviembre
de 2.004, en el que analiza la denuncia formulada contra el Gobierno de
Uzbekistán por parte de una alumna expulsada de sus estudios por
defender el uso del velo islámico, afirma que la libertad de pensamiento,
conciencia y religión (art. 18 del citado Pacto internacional) ampara el
porte de una indumentaria de carácter religioso y considera que en el caso
se ha producido una infracción del precepto en cuestión, si bien hay que
estimar que no se ha hecho sino dar aplicación a la regla general en la
materia, pues lo cierto es que el Estado uzbeco no facilitó información
alguna al Comité que fuera suficiente a los efectos de apreciar que se
entraba de lleno en una prohibición ajustada a las limitaciones que

60
Parágrafo 67 del Informe presentado por Asma Jahangir, Relatora Especial sobre libertad de
religión o de creencias. Comisión de derechos humanos. Documento E/CN.4/2005/61, 20 de
diciembre de 2.004.
61
Parágrafos 4 y 10. Vid. Legislación eclesiástica (ed. a cargo de M.E. OLMOS ORTEGA),
Thomson-Civitas, 16ª ed., Madrid, 2.004, pág. 1.074 y sig.
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Introducción

posibilita el párrafo 3 del propio art. 18 del Pacto. Por todo ello, el Comité
dirigió una Comunicación al Gobierno de Uzbekistán, que contiene
objeciones a la prohibición del uso del velo impuesta por tal Estado.62

Sin embargo, el TEDH, en los casos concretos que ha enjuiciado, ha


venido estimando, respecto de la simbología de uso personal, que entra
dentro de los límites de la libertad de creencias admitidos en el art. 9 del
Convenio de Roma de 1.950, la prohibición de portar el pañuelo islámico
en los diversos supuestos que se le han venido suscitando, todos ellos en
el ámbito de la docencia pública. Y, respecto de los símbolos estáticos, es
sabido que la Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo ha considerado que el
crucifijo puede continuar en el aula del centro público en que se solicitó su
remoción.

Ante este contraste existente en el ámbito internacional, que


también puede apreciarse en el marco del Derecho comparado, donde se
va desde la laicidad de combate francesa con su prohibición de signos
religiosos en las escuelas públicas hasta la afirmación italiana respecto a la
presencia del crucifijo en el aula, pasando por la permisibilidad o
tolerancia, con matizaciones, alemana e inglesa, consideramos que esta
temática constituye un excelente campo de pruebas para tratar de
averiguar de la ‘sensibilidad’ de los Poderes Públicos al respecto, pues,
como ha señalado el Prof. Basterra, “nos encontramos ante nuevos
desafíos sociales, culturales, religiosos y laborales, aparecidos a raíz del
fenómeno de la inmigración, no sólo en España sino en toda Europa, que
provienen de culturas muy diferentes a las de los países receptores”.63

Y, sin duda alguna, no es este un tema acabado, sino que aún tiene
por delante mucho camino por recorrer y avanzar, en aras a lograr
mecanismos estatales e institucionales que satisfagan a todos aquellos

62
Communication núm. 931/2.000. Documento CCPR/C/82/D/931/2000, de 18 de enero de
2.005. Puede consultarse en la página web de Naciones Unidas.
63
D. BASTERRA MONSERRAT, “¿Es neutro el Estado en materia religiosa?”, en VV.AA. (J.
Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa en España, Ministerio de
Justicia, Madrid, 2.008, pág. 827.
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Introducción

que, por un motivo u otro, puedan sentirse “agraviados” por cualquier


cuestión de dicha índole, tal cual describe el Prof. Zamora Cabot en
referencia a la situación que vive el Reino Unido respecto a esta
problemática que tratamos de abordar: “Europa entre las corrientes de la
multiculturalidad. Y el Reino Unido, como una poderosa nave en primera
línea. Ha de cruzar mares inquietantes, cargados de peligros, aunque
nuestra memoria de ellos sea tan corta. Hay bajíos temibles, la ignorancia
y el prejuicio. Cantos de sirena persistentes, la demagogia y el populismo.
Escila, en forma de discriminación, Caribdis, de cruel racismo… Incluso
cabe que tenga que afrontar de nuevo súbitas tormentas potencialmente
letales, como los disturbios de difícil clasificación e insólitos en su
malignidad que, para asombro de los más, se han desatado en ese País en
agosto de 2.011”.64

En este sentido y atendiendo, de algún modo, al envite del Prof.


Basterra cuando, enlazando con sus palabras anteriores, propugnaba,
hace ya unos años, que “van a ser necesarios, por lo tanto, nuevos
estudios jurídicos, planteamientos políticos y leyes para hacer frente, de
manera democrática, a las necesidades presentes, ya casi futuras [sic], que
tenemos ante nosotros, pues todas las minorías religiosas, las existentes y
las que vendrán, van a pretender y exigir su derecho de libertad religiosa
frente a las tradiciones mayoritarias del país de acogida, que se concreta,
entre otras manifestaciones, en el empleo de signos distintivos, símbolos,
ceremonias y manifestaciones de su adscripción religiosa”65, hemos
desarrollado el presente trabajo de investigación.

Si no hace mucho tiempo la temática que tratamos, prácticamente,


no era objeto de estudio del Derecho Eclesiástico del Estado, como
demuestra el que no formara parte de los libros de texto66; en la
64
F.J. ZAMORA CABOT, “Europa entre las corrientes de la multiculturalidad: incidencia del velo
islámico en el Reino Unido”, en Papeles el tiempo de los derechos, cit., pág. 19.
65
D. BASTERRA MONSERRAT, “¿Es neutro el Estado en materia religiosa?”, cit., pág. 827.
66
Posiblemente fuera el Prof. D. LLAMAZARES FERNÁNDEZ, en su manual Derecho de la
libertad de conciencia, vol. II Libertad de conciencia, identidad personal y derecho de
asociación, 2ª ed., civitas, Madrid, 2.003, el que primero se ocupó de esta materia. En la
actualidad son muchos más los que lo hacen, y así, ente los últimos: VV.AA. (J.M. PORRAS
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Introducción

actualidad, tal y como se ha señalado desde nuestro ámbito académico,


“las cuestiones relacionadas con el uso de simbología religiosa tienden a
ser cada vez más abundantes en la realidad judicial europea”67, siendo
numerosos ya los estudios que se van desarrollando en la materia, tal y
como se pone de manifiesto en la bibliografía que recogemos al final de
este trabajo, aunque no pueda citarse en el ámbito eclesiasticista más que
una monografía específica sobre la materia, cual es la del Prof. Cañamares
Arribas, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, aparecida en
2.005. Lógicamente, y dada la multidisciplinariedad que le afecta, se han
publicado, esta vez desde el ámbito constitucionalista, otros libros, como
el del Prof. Prieto Álvarez, Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad,
pluralismo, símbolos), del año 2.010 y, entre lo último que se conoce, la
obra colectiva, dirigida por los Profs. Revenga Sánchez, Ruiz-Rico y Ruiz
Ruiz, Los símbolos religiosos en el espacio público, 2.011.

Nuestro análisis, pretende profundizar, jurídicamente, al estado en


que la simbología religiosa se desenvuelve ante los Poderes Públicos; esto
es, partiendo de que ninguna religión ostenta carácter estatal, estudiar
cómo los Poderes del Estado “tienen en cuenta las creencias religiosas de
la sociedad española” en esta temática, según exigencias del art. 16.3 de
nuestra Carta Magna.

Tras esta breve introducción, se atiende a través de tres capítulos,


respectivamente, al tratamiento efectuado por el Poder Legislativo
respecto a la manifestación de simbología religiosa –y ello tanto desde el
punto de vista estatal como desde el de las Asambleas Legislativas de las
Comunidades Autónomas–. Tras ello, y pasando ya al contenido del
segundo capítulo, nos ocupamos de analizar la problemática en que se
han desenvuelto los distintos símbolos de impronta, más o menos,
confesional ante las variadas Administraciones públicas existentes en
nuestro ordenamiento. Finalmente, en el capítulo que cierra nuestro

RAMÍREZ, coord.), Derecho y Factor Religioso, Tecnos, Madrid, 2.011; J.A. SOUTO PAZ y C.
SOUTO GALVAN, El Derecho de libertad de creencias, Marcial Pons, Madrid, 2.011.
67
R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y Ley. Las objeciones
de conciencia, cit., 2.011, pág. 297.
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Introducción

análisis, nos ocupamos de la respuesta judicial habida ante la


conflictividad suscitada por las expresiones públicas de este tipo de signos
de procedencia religiosa, cuando no han podido ser objeto de
autocomposición resolutoria por las partes y han acabado por convertirse
en litigiosas.

Nuestra labor se ha limitado al Estado español, por lo que –queda


claro– no es objeto de nuestra investigación el estudio del Derecho
Comparado, sin perjuicio de que podamos hacer alguna concreta
referencia al mismo.68

Para terminar estas líneas quiero expresar mi agradecimiento a


todas las personas que me han prestado su apoyo y comprensión en la
realización de este trabajo; y, en particular, al Prof. Alenda Salinas, por su
constante influencia favorable para que no decayera el ánimo junto a una
firme dirección acerca de los “caminos por los que había que transitar”.

68
En cualquier caso, para hacerse una “composición de lugar”, pueden verse, entre otros: M.
ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad religioso-
culturales”, en VV.AA. (J. Soroeta Liceras, ed.), Cursos de Derechos Humanos de Donostia-San
Sebastián, vol. IV, Bilbao 2.003, págs. 39 y sigs. y “La presencia de símbolos religiosos en las
aulas públicas…”, cit.; S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del
Estado, cit.; R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y Ley. Las
objeciones de conciencia, cit., 2.011, págs. 297 y sigs.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

CAPÍTULO I: EL PODER LEGISLATIVO ANTE LA MANIFESTACIÓN


SIMBÓLICO-RELIGIOSA

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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Un examen pormenorizado de nuestra legislación revela que los


distintos Gobiernos que se han ido sucediendo desde la promulgación de
la Constitución de 27 de diciembre de 1.978, ya sea en el ámbito estatal,
ya en el autonómico, en toda esta temática relativa a la simbología de
posible impronta religiosa, o con indudable significación de la misma, o, al
menos, trascendida de ella, han venido compatibilizando, por lo general,
dos distintos tipos de actuaciones en el campo legislativo, que, a muy
grandes rasgos, serían: por un lado, la falta de ordenación jurídica con
naturaleza omnicomprensiva sobre la materia69; y, por otro, la regulación
de una serie de concretas cuestiones, que podrían tener cierta implicación
en la problemática simbólico-religiosa, cuando se trata de determinados
signos cuya trascendencia no se tiene por exclusivamente religiosa,
aunque pueda tener indudables vestigios de ella.

No ha habido, pues, ningún tipo de regulación general, explícita y


directa sobre esta materia, ni de sentido positivo, sea ordenando el
establecimiento o el mantenimiento de símbolos estáticos o fijos –e
incluso movibles, como puede ser la colocación en determinadas fechas
del año de ornamentación significativamente cristiana–, o disponiendo la
permisividad de signos ostentados con carácter inequívocamente
religioso, que no puedan ser separados de este aspecto, en ámbitos
públicos; ni tampoco en sentido negativo, sea imponiendo una prohibición
al respecto o mandando la retirada de objetos o signos de este tipo de los
lugares públicos en que estuviesen colocados o expuestos.

No obstante, en el ámbito estatal, hay que dejar constancia de la


concreta regulación atinente a la protección penal de las denominadas
“cosas sagradas” y, también, la posible incidencia que, en algunas

69
M.J. ROCA, “La jurisprudencia y doctrina alemana e italiana sobre simbología religiosa en la
escuela y los principios de tolerancia y laicidad. Crítica y propuestas para el Derecho español”,
en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. XXIII (2.007), pág. 283: “ni a nivel central ni
en ninguna de las Comunidades Autónomas en particular, existe normativa alguna en la que se
prescriba qué símbolos deben estar presentes en las aulas escolares: ni banderas, ni retratos
del rey, ni crucifijos, etc., tampoco hay normas relativas a la posibilidad de que los docentes de
escuelas públicas lleven en su atuendo símbolos religiosos, como sí existe en otros Estados
europeos”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

materias, pueda tener la denominada Ley de Memoria Histórica de 26 de


diciembre de 2.007.

Más detenidamente vamos a abordar, a continuación, todo ello,


distinguiendo al respecto entre el ámbito estatal y el autonómico; dejando
constancia de que nos vamos a referir en este capítulo únicamente a la ley
en sentido formal, y no en el sentido más amplio o material, comprensivo
de la disposición reglamentaria, ya que «la “legislación” abarca también,
como es sabido y según una interpretación material avalada por la
doctrina del Tribunal Constitucional, la potestad de elaborar reglamentos
ejecutivos que desarrollen la ley o cualesquiera otros reglamentos,
siempre que no sean de autoorganización»70. En cuanto que la potestad
reglamentaria corresponde al Poder Ejecutivo, dejamos el estudio de esta
materia para el siguiente capítulo.

I.- EL PODER LEGISLATIVO EN EL ÁMBITO ESTATAL

1. AUSENCIA DE UNA NORMATIVA JURÍDICA QUE REGULE,


ESPECÍFICAMENTE Y CON CARACTERES DE GENERALIDAD, LA
TEMÁTICA SIMBÓLICO-RELIGIOSA

En el ámbito estatal, tras la instauración de la Democracia, la


actividad legislativa se ha caracterizado por la ausencia de una normativa
jurídica que regule, específicamente y con pretensión de comprender una
generalidad de ámbitos, la materia simbólico-religiosa71. Se ha mantenido,
pues, una inactividad legal en este tema, de manera que si se ha definir al

70
Vid. VV.AA. (F. Balaguer Callejón, coord.), Manual de Derecho Constitucional, vol. I, 6ª edic.,
Tecnos, Madrid, 2.011, pág. 447.
71
Así se manifiestan también J.M. CONTRERAS MAZARÍO y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad,
manifestaciones religiosas e instituciones públicas”, en Laboratorio de Alternativas
[Documento de trabajo 124/2.007 de la Fundación Alternativas, que hemos podido obtener en
la red a través de la página web de Dialnet], Madrid, 2.007, pág. 7.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

poder legislativo en este campo es por la ausencia de una regulación


jurídica general y concreta sobre el particular.

Esta inactividad puede responder –debe haber respondido, se


supone– a la ausencia de necesidad imperiosa de tal tipo de normativa. Al
menos, así se manifestó la Sra. del Castillo, Ministra de Educación siendo
Presidente del Gobierno don José María Aznar, cuando se suscitó la
polémica en Francia, con alguna reminiscencia en España, acerca de la Ley
de 2.004, que estableció la prohibición de signos religiosos ostensibles en
las escuelas e institutos públicos de nuestro vecino País72. Tras el cambio
de Gobierno, con la llegada del Partido Socialista Obrero Español, según
noticia fechada el 25 de noviembre de 2.008, la Ministra de Educación,
Política Social y Deportes, doña Mercedes Cabrera, «apostó por respetar
la “autonomía” de cada centro para decidir sobre la presencia o retirada
de los símbolos religiosos de los colegios públicos *…+, puesto que, a su
juicio, “muchas veces, establecer normas generales de carácter
obligatorio, en lugar de resolver problemas, lo que hace es crearlos”.»73
Más recientemente, sin embargo, en el año 2.010, el Gobierno socialista
manifestó sus intenciones de atender legislativamente con caracteres de
amplitud o en variados ámbitos esta cuestión; aunque, finalmente,
después de diversas vicisitudes, se desistió en el impulso de esta iniciativa.

72
Nos estamos refiriendo a la Loi nº 2.004-228 du 15 mars 2.004 encadrant, en application du
principe de laïcité, le port de signes ou de tenues manifestant une appartenance religieuse
dans les écoles, collèges et lycées publics (Journal Officiel nº 65 du 17 mars 2.004). Aparte de la
publicación oficial, el texto de la misma, y diversos análisis, también en VV.AA. (T. Massis y C.
Pettiti, edits.), La liberté religieuse et la Convention européenne des drois de l´homme,
Bruylant-Nemesis, Bruxelles, 2.004. En España, para un estudio que relaciona igualmente la
jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo con el análisis del informe Stasi que, como es
conocido, está en la base de la vigente Ley francesa, vid. VV.AA. (I. Lasagabaster Herrarte, dir.),
Multiculturalidad y laicidad. A propósito del informe Stasi, Lete argitaletxea, Navarra 2.003.
Desde otras perspectiva: A. VALERO HEREDIA, “Apuntes críticos en torno a la Ley francesa
sobre los símbolos religiosos en la escuela pública”, en Boletín de Información del Ministerio de
Justicia, núm. 1.988 (1 mayo 2.005), págs. 1.973-1.982; C. INNERARITY, “La polémica sobre los
símbolos religiosos en Francia. La laicidad republicana como principio de integración”, en Reis,
Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 111 (julio-septiembre 2.005), págs.
139-161.
73
Obtenido del apartado de noticias relativas a la voz “símbolos religiosos” de la Base de Datos
de Westlaw (www.westlaw.es). La cursiva es nuestra.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

De esta forma, desde el punto de vista legislativo, puede afirmarse


que se ha venido respetando el status quo existente, dejando las cosas
más o menos como estaban sin ningún tipo de reglamentación sobre la
cuestión: sea para atender o respetar verdaderamente los sentimientos
religiosos de quienes supuestamente quisieran llevar este tipo de signos,
pero principalmente, por las manifestaciones de religiosidad presente aún
hoy día en los espacios o dependencias públicas; sea para evitar posibles
consecuencias desagradables de coste político. Esta, por lo menos, es la
impresión que se extrae de alguna iniciativa parlamentaria sobre la
materia, así como el resultado de la misma, a excepción de la últimamente
aprobada a iniciativa de Izquierda Unida y otros, como vamos a tener
ocasión de examinar más adelante.

La ausencia de regulación legal no es, sin embargo, una cuestión


carente de importancia, y así lo ponen de relieve, a título de ejemplo, tres
manifestaciones procedentes de distintos ámbitos:
– Desde el Espacio Comunitario, se ha afirmado que se trata de una
competencia estatal. La Comisión Europea ha venido señalando en
relación con la problemática surgida en este tema, con motivo de la
sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo de fecha 9 de
noviembre de 2.00974, que la decisión de situar símbolos religiosos en los
edificios públicos es una competencia exclusiva de los Estados miembros y
que no hay actualmente en vigor ninguna legislación comunitaria al
respecto. Así, el portavoz de Justicia, Libertad y Seguridad, Michele
Cercone, al ser preguntado por la polémica desatada en Italia, respondió
que «la presencia de símbolos religiosos en edificios públicos está
regulada por el principio de subsidiaridad. Es una competencia de los
Estados miembros, es un aspecto no cubierto por ninguna legislación

74
Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sección 2ª, de 3 de noviembre de
2.009, “caso Lautsi contra Italia”, (TEDH\2.009\115). Constituye la primera sentencia del
Tribunal de Estrarburgo del asunto Lautsi contra Italia, por la que se resuelve la demanda de la
ciudadana italiana Soile Lautsi contra la República de Italia, por la injerencia estatal
incompatible con la libertad de convicción y de religión, así como con el derecho a una
educación y enseñanza conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas, que suponía la
exposición de la cruz en las aulas del instituto público al que asistían sus hijos. La misma fue
estimada a favor de la demandante.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

comunitaria actualmente en vigor», agregando que «incluso las


propuestas que ha hecho el Ejecutivo comunitario en materia de
discriminación, "excluyen con toda claridad la referencia a los símbolos
religiosos" y atribuyen "explícitamente" esta competencia a los Estados
miembros», evitando, por tanto, pronunciarse sobre este tema en
concreto.75
– Desde el sector judicial, no se ha dudado en afirmar que «resulta
marcadamente significativo el silencio normativo existente en la materia.
No se dispone de una norma o precepto inequívoco que permita realizar
un enfoque del conflicto con la máxima seguridad jurídica, siendo
entonces procedente la realización de una aproximación cautelosa,
prudente, y cómo no, susceptible de crítica jurídica».76
– Desde la doctrina científica, la carencia normativa se ha anudado a
la inseguridad jurídica en la materia, habiéndose llegado a aseverar que
«la presencia de símbolos religiosos en las escuelas públicas es uno de
esos contextos en los que la seguridad jurídica es prácticamente nula»77.
Opinión que, sin embargo, no es unánime entre nuestros autores, ya que
algunas voces critican, precisamente, que se pretenda una regulación de
lo que hasta hoy día se ha “autorregulado” sin necesidad de legislación
específica sobre el particular, pues donde no haya conflicto alguno al
respecto no parece que alcance sentido imponer una secularización
forzada de la sociedad, interrumpiendo la continuidad de tradiciones y
cultura que, por ser tales, no siempre será fácil que lesionen el derecho de
libertad religiosa.78

75
Diario del Vaticano, 4 de noviembre de 2.009.
76
Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y
León (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª), F.D. 4º: 8. Pte.: Sr. Zatarain
Valdemoro (JUR\2.010\4.104).
77
O. CELADOR ANGÓN, “Símbolos religiosos en la escuela pública”, en Público.es, 22 de abril
de 2.010.
78
Cfr. A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, “Los actos religiosos en las escuelas públicas en el Derecho
español y comparado”, en VV.AA. (R. Navarro-Valls, J. Mantecón Sancho y J. Martínez-Torrón,
coords.), La libertad religiosa y su regulación legal (La Ley Orgánica de Libertad Religiosa),
Iustel, Madrid, 2.009, pág. 408, con cita de autores patrios y extranjeros.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

2. INICIATIVAS PARLAMENTARIAS EN LA MATERIA

La ausencia de normativa jurídica general en esta temática se ha


venido manteniendo hasta el momento, pese a determinadas iniciativas
parlamentarias, no de ley, sobre el particular (aunque, respecto de
algunas, puede dudarse de que albergaran verdaderas pretensiones
legislativas), o, al menos, especialmente por lo que al ámbito educativo se
refiere. Tales iniciativas parlamentarias, propuestas prácticamente en su
totalidad por los Grupos de izquierdas, en torno a la cuestión de la
presencia de simbología religiosa en las instituciones públicas, ha dado
lugar al debate político en ambas Cámaras, siendo reiterativas sobre el
mismo tema a lo largo de varias legislaturas, si bien en los últimos años,
con una mayor asiduidad, ya que en la actualidad, es un debate candente,
no sólo entre la clase política de nuestro Estado, sino también en la propia
calle, donde existe una pluralidad social multicultural, con motivo de la
apertura de nuestras fronteras a gentes venidas de otros países,
procedentes en su mayor parte del Norte de África79; así como una mayor
secularización social, que, a su vez, convive hoy día con una sociedad de
tradicionalismos fundamentalmente católicos. En consecuencia,
consideramos que el debate en sede parlamentaria es de gran
importancia, en cuanto que personifica, de algún modo, las posturas
contrapuestas que sobre el tema existen y preocupan, al tiempo que deja
traslucir el pulso social existente y la sinceridad o ausencia de la misma
respecto a las pretensiones de legislar en la materia. Y todo ello, aunque la
aprobación parlamentaria de tales Proposiciones no llegan a alcanzar un
verdadero valor jurídico vinculante.80

79
Para un marco aproximativo sobre el tema y sin ánimo exhaustivo, desde el ámbito jurídico
general, cfr. los distintos trabajos reunidos en la obra, colectiva (I.C. Iglesias Canle, dirª.),
Inmigración y Derecho, Tirant lo Blanch, Valencia, 2.006; desde el ámbito eclesiasticista: F.
PÉREZ-MADRID, Inmigración y libertad religiosa. Un estudio desde la Ley de Extranjería,
Thomson-Civitas, Navarra, 2.004.
80
El propio Reglamento del Congreso de los Diputados, desde luego que guarda un
significativo silencio sobre el particular, regulándose la materia en sus arts. 193 a 195,
limitándose a establecer: “Los Grupos Parlamentarios podrán presentar proposiciones no de
Ley a través de las cuales formulen propuestas de resolución a la Cámara” (art. 193). “1. Las
proposiciones no de Ley deberán presentarse por escrito a la Mesa del Congreso, que decidirá
sobre su admisibilidad, ordenará en su caso, su publicación y acordará su tramitación ante el
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Efectivamente, sobre la cuestión central objeto de este estudio se


posicionan dos tesis totalmente distintas respecto del sentido de la
aconfesionalidad del Estado español y el contenido de la misma
proclamado en el art. 16.3 de nuestra Carta Magna81. Una de ellas,
defendida fundamentalmente por los Partidos de izquierdas, entiende que
el Estado debe adoptar una actitud de tinte laicista como garante del
principio de neutralidad, sin privilegiar a ninguna religión en particular y,

Pleno o la Comisión competente en función de la voluntad manifestada por el Grupo


proponente y de la importancia del tema objeto de la proposición. 2. Publicada la proposición
no de Ley, podrán presentarse enmiendas por los Grupos Parlamentarios hasta seis horas
antes del comienzo de la sesión en que haya de debatirse. 3. Para la inclusión de las
proposiciones no de Ley en el orden del día del Pleno se estará a lo dispuesto, respecto de las
interpelaciones, en el apartado 2 del art. 182 de este Reglamento” (art. 194). “1. La
proposición no de Ley será objeto de debate en el que podrá intervenir, tras el Grupo
Parlamentario autor de aquélla, un representante de cada uno de los Grupos Parlamentarios
que hubieren presentado enmiendas y, a continuación, de aquéllos que no lo hubieran hecho.
Una vez concluidas estas intervenciones, la proposición, con las enmiendas aceptadas por el
proponente de aquélla, será sometida a votación. 2. El Presidente de la Comisión o de la
Cámara podrá acumular a efectos de debate las proposiciones no de Ley relativas a un mismo
tema o a temas conexos entre sí” (art. 195).
81
Divergencia que no es exclusiva del mundo de la Política. El mismo Ministerio Fiscal que, en
virtud de su Estatuto, es defensor de la legalidad (art. 1 de la Ley 50/1.981, de 30 de diciembre,
por la que se regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal) no parece mantener una
interpretación constante en la materia, pues tan pronto afirma que la aconfesionalidad del
Estado no puede servir de amparo para pretender una suerte de limitación del fenómeno
religioso, ya que "el hecho de eliminar toda manifestación de tipo religioso a ultranza,
cualquiera que sea su signo, vendría a dar prioridad a una determinada consideración del
fenómeno religioso, como es el agnosticismo. De esta forma, también se puede menoscabar la
tolerancia que han de manifestar los poderes públicos ante el fenómeno religioso";
considerando que la neutralidad del Estado en materia de libertad religiosa no implica que los
poderes públicos deban desarrollar una especie de persecución del fenómeno religioso o de
cualquier manifestación de tipo religioso, solicitando, en el supuesto a que se refiere, la
desestimación del recurso contencioso-administrativo [vid. Sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de Madrid de 20 de mayo de 2.011, F. de D. 3º (Id Cendoj: 28079330092011100384)];
que, en otra ocasión, solicita la concesión del amparo, al estimar que “la advocación mariana
tiene un significado religioso, máxime al tratarse de un dogma de fe que entra en
contradicción con las afirmaciones de los órganos judiciales de que estamos ante un hecho
histórico o tradición histórica que no conlleva incorporar un dogma de fe a los estatutos del
colegio. Entiende por ello que el mandato de neutralidad es ignorado por el art. 2.3, inciso
final, de los Estatutos y por la orden de 23 de abril de 2.004 que declara su adecuación a la
legalidad, ya que la declaración de aconfesionalidad que se recoge en aquel precepto queda
desnaturalizada por la declaración de patronazgo que se realiza a continuación” (Vid.
Sentencia del Tribunal Constitucional, Sala Segunda, núm. 34/2.011, de 28 de marzo,
Antecedente 8 ––BOE núm. 101, de 28 de abril de 2.011).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

por tanto, evitando todo signo de identidad religiosa en la esfera pública,


tratando de secularizar en su totalidad las instituciones públicas, es decir,
un modelo de separación absoluta Estado-confesiones. Otra, la que
representan los Partidos de centro derecha o derechas, que consideran el
término de aconfesionalidad en sentido positivo o cooperacionista con las
distintas Confesiones, en tanto en cuanto que la neutralidad no puede ser
en ningún caso absoluta. Afirmaciones éstas que debemos matizar en el
sentido de que la fuerza dialéctica a la hora de poner el acento en la
postura que se sostiene se ha hecho depender de la concreta posición que
se ostente en cuanto a la acción de gobierno; tal y como vamos a explicitar
seguidamente.

La primera de las iniciativas a la que vamos a hacer mención es la


Proposición no de Ley, presentada por el Grupo Socialista, el 7 de mayo de
1.999, ante la Mesa del Congreso, para su debate en Pleno, ‘sobre
medidas para garantizar el principio de neutralidad ideológica, así como el
respeto de las opciones religiosas y morales, en los centros docentes
públicos’. Del análisis y oportunidad de la misma no parece descabellado
poder extraer su pretensión de que, al tiempo que el Partido “contentaba”
a un determinado sector social y de su electorado82, trataba, en su caso,
de que “cargara” con el posible peso político de la medida el Partido a la
sazón en el Gobierno (el Partido Popular), pues en las etapas en que el
PSOE ha venido desempeñando la actividad de Gobierno de la Nación no
ha afrontado una regulación como la supuestamente pretendida, al
menos hasta ahora; si bien en la última legislatura “amagó” con este
tema, siendo el propio Grupo Parlamentario Socialista el que apoyaba la
propuesta.

Los términos de esta Proposición no de Ley –que, en su día, fue


rechazada parlamentariamente– eran los siguientes: «El Congreso de los

82
Más recientemente ACI DIGITAL (http://www.aciprensa.com) daba noticia, fechada el 28 de
julio de 2.004, de que el 10º Congreso del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) aprobaba
por unanimidad que los socialistas “procuren” la “supresión de los símbolos religiosos en todos
los actos del Estado”, aplaudiéndose, así mismo, la iniciativa de suprimir la figura del
“sacerdote castrense dentro del ejército español”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Diputados insta al Gobierno a que adopte las medidas oportunas para que
en los centros docentes públicos la actividad educativa se desarrolle con
sujeción al principio de neutralidad ideológica y respeto de las opciones
religiosas y morales a que hace referencia el art. 27.3 de la C., e impida la
utilización de cualesquiera símbolos que pudieran violentar esos derechos
reconocidos constitucionalmente».83

La conclusión anteriormente alcanzada se refuerza tras la


desestimación por la Comisión Constitucional del Congreso de una
iniciativa similar presentada desde las filas de Esquerra Republicana,
estando gobernando el Partido Socialista. En efecto, el 26 de enero de
2.00584, el Grupo parlamentario Esquerra Republicana de Cataluña (ERC)
83
Vid. Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, Serie D, núm. 435, de
24 de mayo de 1.999, pág. 9 y sig. Lo destacado es nuestro.
84
Con anterioridad, el 12 de diciembre de 2.002, desde el Grupo Mixto en el Congreso, pero
por un diputado de ERC se había presentado una moción, consecuencia de interpelación
urgente sobre los criterios del Gobierno español para cumplir con la aconfesionalidad del
Estado, en términos muy similares: "1. Garantizar la neutralidad ideológica y religiosa de las
instituciones y centros educativos y servicios públicos del Estado, incluyendo los concertados,
evitando como tal la promoción de cualquier creencia o actividad religiosa mediante símbolos,
documentos o cualquier otro medio.
2. Revisar, en el marco de la presente legislatura, los acuerdos suscritos por el Estado
con las diferentes confesiones para plantear nuevas vías que se ajusten estrictamente a la
fórmula constitucional de cooperación con las confesiones, pero garantizando que las
instituciones y centros y servicios públicos, incluyendo los concertados, no promocionan como
tales y mediante ningún medio a ninguna confesión o actividad religiosa.
3. Realizar las modificaciones legales oportunas para eliminar del ordenamiento
jurídico todo tipo de discriminación positiva por motivos religiosos o cualquier reconocimiento
de la promoción por parte de las instituciones y centros y servicios públicos, incluyendo los
concertados, de cualquier confesión o actividad religiosa mediante cualquier medio.
4. Crear una Comisión para estudiar las medidas anteriores, crear mecanismos que
aseguren su cumplimiento y, en su caso, proponer nuevas medidas para cumplir con la
aconfesionalidad del Estado."
El Grupo Parlamentario Socialista presentó una enmienda de sustitución, de la
siguiente guisa: "Constatada la existencia de obstáculos normativos para la plena aplicación de
los principios constitucionales de pluralismo, de no confesionalidad de las instituciones públicas
y de separación entre Iglesia y Estado, el Pleno del Congreso de los Diputados considera
necesario proponer a la Mesa de la Cámara la creación de una Comisión, de las previstas en el
art. 53 del Reglamento de la Cámara, al objeto de estudiar y proponer posibles cambios
normativos con los siguientes objetivos:
1. Garantizar la neutralidad religiosa de las instituciones, centros educativos y
servicios públicos del Estado, evitando la promoción, por cualquier medio, de creencias o
actividades religiosas y asegurando, en todos los centros educativos, incluidos los concertados,
la libertad ideológica y de conciencia.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

hizo una propuesta no de Ley, para su toma en consideración por la


Comisión constitucional del Congreso, ‘sobre medidas para garantizar la
neutralidad religiosa de las instituciones y servicios públicos del Estado’,
en la que, con caracteres de mayor generalidad, se pretendía instar al
Gobierno de la Nación a: «1. Garantizar la neutralidad religiosa de las
instituciones y servicios públicos del Estado, evitando en su actividad la
promoción de cualquier creencia o acción religiosa mediante símbolos,
documentos o cualquier otro medio.
2. Revisar, en el marco de la presente legislatura, los acuerdos
suscritos por el Estado con las diferentes confesiones para plantear nuevas
vías que se ajusten estrictamente a la fórmula constitucional de
cooperación con las confesiones, pero garantizando que las instituciones y
servicios públicos no promocionan como tales y mediante ningún medio a
ninguna confesión o acción religiosa.
3. Realizar las modificaciones legales oportunas para eliminar del
ordenamiento jurídico todo tipo de discriminación positiva por motivos
religiosos o cualquier reconocimiento de la promoción por parte de las
instituciones y servicios públicos de cualquier confesión o acción religiosa
mediante cualquier medio.
4. Crear una Comisión para estudiar las medidas anteriores,
establecer mecanismos que aseguren su cumplimiento y, en su caso,

2. Revisar, en el marco de la presente legislatura, los acuerdos suscritos por el Estado


con las diferentes confesiones, para eliminar cualquier disposición que, en su aplicación o
interpretación, pueda resultar contraria a los preceptos constitucionales.
3. Proponer las modificaciones legales oportunas para suprimir, en el ordenamiento
jurídico, todo tipo de discriminación o privilegio por motivos religiosos o confesionales."
Por su parte, el Grupo Parlamentario Popular presentó una enmienda “de
modificación”: "El Congreso de los Diputados insta a los poderes públicos a que, de
conformidad con el art. 16 de la CE, continúen manteniendo relaciones de cooperación con
todas las Confesiones Religiosas existentes en España, intensificando el diálogo con las mismas
en cuanto manifestación del pluralismo social, con objeto de facilitar el ejercicio de las
libertades ideológica, religiosa y de culto."
La moción fue rechazada por el Pleno de la Cámara, en su sesión del día 17 de
diciembre de 2.002 (Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. VII
Legislatura. Serie D: General, núm. 462, 27 de diciembre de 2.002, pág. 28 y sig.).
El debate y discusión parlamentaria había tenido lugar, en sesión plenaria del 11 de
diciembre de 2.002 (Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno
y Diputación Permanente. Año 2.002. VII Legislatura, núm. 213, págs. 10.794 y sigs.).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

proponer nuevas medidas para cumplir con la aconfesionalidad del


Estado».85

Es evidente que, con esta iniciativa parlamentaria, se pretendía no


sólo la eliminación de los símbolos religiosos de todos los espacios
públicos, sino también una revisión de los acuerdos suscritos por el Estado
con las distintas Confesiones religiosas, queriendo hacer valer una
particular forma de entender la neutralidad del Estado, es decir, tratando
de imponer una separación total entre éste y las confesiones religiosas, si
bien optando por la fórmula de la cooperación entre ambos. No se cita
expresamente a la Iglesia Católica, pero fácilmente se deja entrever que
ello va dirigido a la misma.

Mientras que desde Esquerra Republicana, en la defensa de su


Proposición no de Ley, se insistía en su visión laicista de la
aconfesionalidad pública, propugnando el Sr. Tardà i Coma, «que los
poderes públicos no realicen actos de ningún signo religioso, como por
ejemplo las misas que se celebran en determinadas ceremonias oficiales»;
el Sr. Jáuregui, desde las filas socialistas, defendía una laicidad de tipo no
excluyente, lo que denominaba «una concepción racional de la laicidad
debe de evitar lo que llamaríamos una tendencia a lo que, en posiciones
más extremas, se llama un laicismo excluyente. Es objetivo y es honrado
que en esta posición que estamos describiendo tratemos de reivindicar la
laicidad, excluyendo un laicismo que es excluyente en sí mismo, porque
persigue la eliminación de la actividad educativa o social o misionera de la
Iglesia, o de su influencia en la vida pública, o inclusive la negación del
hecho religioso.»
»*…+ el hecho religioso existe, es un hecho público. Está en nuestro
calendario, en la forma de contar el tiempo, está en los museos, está en
las iglesias o en las mezquitas que vemos a nuestro alrededor. Es un hecho
público… Por eso creo que la posición política en la que nuestro grupo se
sostiene en esta materia es la de evitar ese laicismo excluyente, en cuanto

85
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. VIII Legislatura, Serie D:
General, núm. 148, 4 de febrero de 2.005, pág. 4. Lo destacado es nuestro.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

que concibe que la laicidad no debe de ser la cerrazón al hecho religioso,


sino que tiene que defender la tradición de tolerancia, de diálogo, de
libertad, que también incluye a la religión como un factor de deliberación
ética de la sociedad, pero desde la máxima confesionalidad [sic] y desde la
máxima neutralidad…».
»En España hay aconfesionalidad y una concepción laica de la
política y de las instituciones, no hay ninguna promoción de las religiones,
hay una defensa del art. 16 de la C., y por eso no podemos votar una
proposición no de ley que pone en cuestión estos principios y esta
actuación fundamental de nuestro Gobierno».

En estas circunstancias, el Sr. Tardà llegó a espetar la doble


estrategia del PSOE según estuviera en el Gobierno o no, señalando que el
Grupo Socialista «está traicionando el manifiesto por la laicidad que
presentaron hace tan solo dos meses, y a las propuestas que, avaladas por
la actual Vicepresidenta del Gobierno y el portavoz del Grupo Socialista en
el Congreso, proponían antes de estar en el Gobierno, y que hoy se
demostrarían absolutamente falsas e incluso llegaría a decir que
vergonzantes».86

Desde las filas del Grupo Popular, el Sr. Fernández Díaz se oponía a
la propuesta, al considerar que la realidad jurídico-sociológica era la
procedente de una aplicación ajustada a los principios constitucionales en
la materia, «y si aplicáramos el principio democrático, que no veo por qué
en este ámbito debería de quedar excluido, si los ciudadanos españoles en
este ámbito se definen a sí mismos, mes tras mes, año tras año, en un 80
por ciento como creyentes de una determinada religión, de una
determinada fe, parece que eso tiene alguna relevancia pública y que los
poderes públicos de ese Estado han de tener en cuenta esa realidad,
aunque solo fuera por un mínimo respeto al principio democrático de los
deseos manifestados reiteradamente por una abrumadora mayoría social

86
El debate habido al respecto en la Comisión Constitucional del Congreso aparece recogido
en Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados, núm. 747, de 14 de febrero de 2.007, págs.
13 a 17. La cursiva es nuestra.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

de los ciudadanos españoles. ¿Qué hay pocos budistas? ¡Qué le vamos a


hacer! ¡Bendito sea Dios! El día que haya un 80 por ciento de budistas, me
imagino que en la Constitución aparecerá de manera explícita esa
referencia, y habrá acuerdos; incluso sería obligatorio y de sentido común
hacerlos… Intentar construir artificialmente una sociedad, en una
auténtica maniobra de ingeniería social, al margen de las convicciones, de
las creencias, de las tradiciones, en la historia ha dado muy mal
resultado… la ingeniería social también en su dimensión religiosa es poco
recomendable. Intentar construir una sociedad a su antojo, a gusto de una
exigua minoría, privándoles de su libertad, de una libertad fundamental,
como es la libertad religiosa, que es expresión muy importante de la
libertad de conciencia que, a su vez, ontológicamente pertenece a la
categoría de la naturaleza humana, es muy peligroso».87

Puede observarse, pues, como de una actitud más bien laicista y de


tipo excluyente, en la que seguían instalados los partidos más a la
izquierda del arco parlamentario, pretendiendo la relegación de lo
religioso al ámbito más estrictamente privado; el PSOE parecía “recoger
velas”, situándose en la laicidad reconocedora de la socialización del
factor religioso. El Partido Popular propiciaba la aconfesionalidad de tipo
positivo que, conforme a la Norma Suprema, mandaba tomar en
consideración las creencias de una sociedad mayoritariamente católica. En
definitiva, la iniciativa fue rechazada por la Comisión Constitucional, en su
sesión del día 14 de febrero de 2.007.88

Paralelamente, llegó a cuestionarse en el Congreso de los Diputados


la presencia de los símbolos franquistas en la celebración de los actos de
la Patrona de Infantería, del día 8 de diciembre de 2.004, en la Academia
de Toledo, por medio de pregunta escrita por el Sr. Maldonado del Grupo
Parlamentario GC-CIU89, y de la cual recibió cumplida respuesta por el

87
Ibídem.
88
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-513, de 28 de
febrero de 2.007, pág. 10.
89
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. VIII Legislatura, Serie D:
General, núm. 164, 3 de marzo de 2.005, pág. 114.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Secretario de Estado de relaciones con las Cortes en fecha 10 de febrero


de 2.00590. No obstante, esta cuestión de los símbolos franquistas ha
tratado de solucionarse a través de la ya citada Ley de Memoria Histórica,
de 26 de diciembre de 2.007, sobre la que volveremos más adelante.

Ya en la última Legislatura pasada, el Grupo Parlamentario Esquerra


Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, ha sido el
proponente de diversas iniciativas relativas a la temática de la simbología
religiosa. Concretamente, el 23 de abril de 2.008 presentó una
“Proposición no de Ley con el objeto de avanzar en la aconfesionalidad del
Estado”. Y la presentó, exactamente una y la misma, para su examen en
Comisión y en el Pleno. En lo que respecta a la dirigida a la Comisión, sin
embargo, la retiró posteriormente, el 3 de febrero de 2.009, manifestando
que la actualizarían y volverían a presentar91; en tanto que, la debatida en
el Pleno, fue rechazada por éste.

90
La Respuesta, contenida en el Boletín identificado en la nota anterior, fue del siguiente tenor
literal: “La Comisión de Administraciones Públicas del Congreso de los Diputados aprobó el 3
de noviembre de 2.004, una Proposición no de Ley en los siguientes términos:
"1º. Instar al Gobierno a que proceda a la retirada, en el plazo más breve posible a lo
largo de la presente Legislatura de los símbolos procedentes de la dictadura franquista, por su
carácter inconstitucional, que todavía perduran en los edificios del Estado, con atención a las
determinaciones legales vigentes en materia de protección del patrimonio histórico-artístico.
2º. Instar al Gobierno a que encomiende a la Comisión Interministerial para el
estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, la elaboración de las
propuestas que fueren necesarias para conseguir la desaparición de los símbolos
inconstitucionales que aún persisten en los municipios españoles."
Respecto al punto 1º, el escudo se encuentra integrado en la Cúpula de Cristal de la
Academia. El Ministerio de Defensa se atiene a lo estipulado en la Ley 33/1.981, de 5 de
octubre, donde se señala que "se mantendrán los escudos existentes en los monumentos,
edificios o construcciones de cuya ornamentación formen parte sustancial o cuya estructura
pudiera ser dañada al separar los escudos".
En todo caso, respecto a los símbolos interesados, el Ministerio de Defensa se
atendrá a las indicaciones que la Comisión Interministerial determine. Se da traslado del
interés de Su Señoría a la citada Comisión”.
91
Boletín Oficial de las Cortes Generales. IX Legislatura, Serie D, núm. 145, de 12 de febrero de
2.009, pág. 25. Y también Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados. Comisión de Justicia,
núm. 190, de 3 de febrero de 2.009, pág. 3.
Cumpliendo parcialmente su promesa, presentó exactamente la misma proposición no
de ley, para su examen en Comisión, el 3 de febrero de 2.009 (Boletín Oficial de las Cortes
Generales. Congreso de los Diputados. IX Legislatura, núm. D-148, de 17 de febrero de 2.009,
pág. 23), que resultó caducada por disolución de la Cámara (Boletín Oficial de las Cortes
Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-648, de 28 de octubre de 2.011, pág. 58).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

El texto de la Proposición no de Ley era el siguiente: "El Congreso de


los Diputados insta al Gobierno a: 1.- Modificar el protocolo de las
ceremonias de acatamiento y promesa o juramento de cargos y funciones
públicas, incluido si fuese necesario el Real Decreto 707/1.979, de 5 de
abril, por el que se establece la fórmula de juramento en cargos y
funciones públicas, para evitar todo tipo de simbología religiosa como
corresponde a un Estado aconfesional. 2.- Elaborar un protocolo
aconfesional para los actos y ceremonias institucionales y sus relaciones
con las confesiones religiosas".92

La iniciativa no salió adelante por 309 votos en contra y 9 votos a


favor, ya que los grupos parlamentarios mayoritarios del Congreso de los
Diputados (Socialista y Popular), así como el Grupo Convergència i Unió
votaron en contra de la misma por distintos motivos, si bien todos
coincidieron en que el mencionado Real Decreto no hace referencia
alguna a la simbología religiosa, siendo totalmente aconfesional, y que no
existe norma alguna que imponga en el protocolo de las ceremonias de
acatamiento y promesa de cargos y funciones públicas la presencia del
crucifijo y de la Biblia, siendo más bien ello producto de los usos y
costumbres, y del protocolo de la Casa Real.93

Cabe señalar que la cuestión que se suscita no deja de tener su


importancia, pues no existiendo ley en la materia, y acudiendo a nuestras
fuentes del Derecho (art. 1.1 de nuestro Código Civil), podríamos
plantearnos si la reiterada práctica en la materia, después de más de una
treintena de años de monarquía y gobiernos democráticos, habría dado
92
El Grupo Parlamentario Vasco, con fecha 27 de mayo de 2.008, presentó la siguiente
Enmienda de Modificación: «El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a: 1.- Derogar la
normativa referida a actos de acatamiento y promesa o juramento de cargos y funciones
públicas, así como la referente al protocolo de éstos, incluido el Real Decreto 707/1.979 de 5
de abril. 2.- Se suprime este apartado». Vid. Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso
de los Diputados, núm. D-26, de 4 de junio de 2.008, pág. 4; que fue rechazada.
93
El resultado de la votación y la discusión parlamentaria habida al respecto aparecen
recogidos en Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y
Diputación Permanente. IX Legislatura, núm. 10, págs. 26 y sigs. (Sesión Plenaria número 10,
celebrada el 27 de mayo de 2.008).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

lugar a la formación de una costumbre, en cuanto que fuente del Derecho:


¿se podría tener por tal la tradición? A nuestro modesto entender se
cumple de lleno lo dispuesto en el art. 1.3 del Código Civil, puesto que no
existe disposición legal alguna respecto del tema protocolario
propiamente dicho, ni la presencia del cristo y la Biblia son contrarias a la
moral ni al orden público, con permiso de algunos94, además de estar más
que suficientemente probada; por lo que habría que entender que existe
una costumbre, en cuanto que normadora en este sentido.95

Pero, volviendo al debate parlamentario que nos ocupaba, con


extraordinaria claridad el Sr. Jáuregui vino a poner de manifiesto las
actuaciones del PSOE en toda esta temática hasta el momento: «no somos
partidarios de normas prohibitivas en esta materia. Ya hay demasiados
signos confesionales en la política, que es verdad que existen también en
las instituciones y en las costumbres de nuestro país, pero la pregunta que
tendríamos que hacernos es cómo y cuándo normalizamos la
aconfesionalidad al conjunto de las prácticas legales, institucionales y
sociales de nuestro país. En mi opinión, hay que avanzar acentuando los
esfuerzos en la aconfesionalidad del Estado, pero hay que hacerlo sin
producir tensiones o rupturas innecesarias. Dicho de otra manera, no
hacen falta leyes prohibicionistas, sino prácticas aconfesionales naturales
y progresivas. Por ejemplo, ¿debe imponerse una norma legal o
protocolaria, si usted quiere, para que las exequias fúnebres de las
víctimas del terrorismo o la de ex presidentes del Gobierno, como las
recientes del ex presidente Calvo-Sotelo, tengan que ser exequias laicas y
que no puedan ser funerales de Estado? ¿Hay que decirlo en una ley?
Señorías, nosotros creemos que la laicidad avanza al ritmo que establece

94
J. PÉREZ ROYO, El País, 6 de noviembre de 2.009: “No hay ninguna Constitución digna de tal
nombre que puede carecer del reconocimiento de la libertad religiosa y, en consecuencia,
ningún Estado constitucional digno de tal nombre puede tolerar que los símbolos religiosos de
una determinada confesión religiosa puedan presidir la vida pública”.
95
En la doctrina eclesiasticista escasean los trabajos acerca de esta fuente. Apenas puede
citarse a B. GONZÁLEZ MORENO, “Aproximación a la costumbre como fuente del derecho
eclesiástico”, en VV.AA. (M. M. Martín, coord.), Entidades Eclesiásticas y Derecho de los
Estados (Actas del II Simposio Internacional de Derecho Concordatario. Almería 9-11 de
noviembre de 2.005), Comares, Granada, 2.006, págs. 469-480.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

la convicción colectiva y, sobre todo, con la tolerancia que caracteriza


precisamente a la laicidad.»96

Parece, pues, que con esas palabras, al menos, se trataba más bien
de una apuesta por la aconfesionalidad cooperativa, de tipo positivo. Así
remataba el portavoz socialista: «Les hablo desde la reivindicación de la
laicidad, un movimiento que ha producido grandes conquistas de la
humanidad, desde la proclamación de los derechos del hombre a la
libertad de cultos, por ejemplo; la que nos trajo el matrimonio civil y, por
supuesto, el divorcio; la que nacionalizó la universidad; la que trajo la
escuela pública; la que secularizó los cementerios, y la que suprimió la
censura eclesiástica. La laicidad sí, pero la laicidad, señorías, no niega el
hecho religioso, lo respeta. Ahora, eso sí, exige igualdad ante la ley, que
nadie pueda ser discriminado por motivos religiosos, que ninguna
confesión goce de trato de favor en sus relaciones con el poder y que el
poder político sea, por tanto, absolutamente aconfesional. Esa es la
laicidad que reivindicamos».97

A pesar de los reveses parlamentarios, el mismo grupo de Esquerra


Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, en fecha 7 de
mayo de 2.008, volvió a presentar una “proposición no de Ley de medidas
para avanzar en la aconfesionalidad del Estado”, cuyo contenido literal era
exactamente el mismo, sin añadido ni cambio alguno, que la presentada
en al año 2.005.98 Esta iniciativa se presentó para su toma en
consideración tanto por el Pleno de la Cámara99, quedando sin embargo

96
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación permanente. Año
2.008, IX Legislatura, núm. 10. Sesión plenaria núm. 10, celebrada el 27 de mayo de 2.008.
97
Ibídem.
98
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. IX Legislatura, Serie D:
General, 16 y 20 de mayo de 2.008; núms. 15 y 16, págs. 10 y 9, respectivamente. Lo destacado
es obra nuestra.
99
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-15, de 16 de mayo
de 2.008, pág. 10.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

caducada como consecuencia de la disolución de las Cortes100, como por la


Comisión de Justicia, en la que resultó rechazada.101

Nuevamente, el 24 de noviembre de 2.008, se intenta la acogida por


el Congreso de una solicitud al Gobierno con el fin de «adoptar las
necesarias medidas legislativas, reglamentarias o de cualquier otra índole
para garantizar la aconfesionalidad del Estado en todos sus ámbitos y la
inexistencia de símbolos religiosos en sus edificios»; expresando, en la
exposición de motivos de la “proposición no de ley para garantizar la
aconfesionalidad del Estado”, para su debate en el Pleno de la Cámara, la
necesidad de resolver a nivel legislativo esta cuestión, en la que «a
menudo, se improvisa o bien se aplica el conocido "laisser fair, laisser
passer" apelándose a una tradición que, con el tiempo, ha perdido razón
de ser»; entiende que la sociedad española ha dejado de ser
preeminentemente católica, para convertirse en una torre de babel en la
que se profesan numerosas religiones o ninguna, debiendo el “Estado
actualizar su simbología” en consecuencia; para ello, justifican su
iniciativa, poniendo el ejemplo futuro del juramento de un cargo por parte
de un ciudadano de otra confesión religiosa distinta a la católica, o que no
profese ninguna, ante símbolos religiosos de esta confesión102. La iniciativa
resultó truncada por la disolución de la Cámara.103

100
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-648, de 28 de
octubre de 2.011, pág. 137.
101
Para el debate parlamentario: Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados, núm. 90, de 1
de octubre de 2.008, pág. 15. La Comisión Constitucional, en su sesión del día 1 de octubre de
2.008, adoptó el acuerdo de desestimar la Proposición no de Ley (Boletín Oficial de las Cortes
Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-88, de 21 de octubre de 2.008, pág. 13.
102
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. IX Legislatura, Serie D:
General, núm. 119, de 5 de diciembre de 2.008, pág. 9. La cursiva es obra nuestra. En la misma
Exposición de Motivos se hace también referencia a «la reciente polémica sobre la colocación
de un símbolo religioso en el Congreso de los Diputados demuestra que éste es un asunto no
resuelto». Entendemos que, sin mencionarla, se refería al problema relativo a la “placa de Sor
Maravillas”: «La Mesa del Congreso de los Diputados decidió este mediodía *19 de noviembre
de 2.008] por unanimidad revocar su acuerdo de colocar una placa en sus dependencias en
memoria de la Madre Maravillas, la religiosa canonizada por Juan Pablo II, que nació en uno de
los edificios del Parlamento. - AGENCIA ATLAS» (elpais.com, 20 de noviembre de 2.008).
103
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-648, de 28 de
octubre de 2.011, pág. 153.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

En un nuevo intento, el 4 de febrero de 2.009, presentó, para su


debate en Comisión, la siguiente Proposición no de Ley: "El Congreso de
los Diputados insta al Gobierno a que:
1. Revise los acuerdos del Estado con la Santa Sede del 1.975 al
1.979 que posibilitan la financiación de la Iglesia Católica, de acuerdo con
un Estado aconfesional y de manera que no tenga un trato de privilegio
respecto a otras religiones.
2. Reforme la Ley Orgánica de Libertad Religiosa aprobada en 1.980
de manera que no se favorezca a la jerarquía católica ofreciéndole un
trato diferencial.
3. Reforme la Ley de Asociaciones, con el fin de que en su ámbito de
aplicación la Iglesia Católica no reciba ningún privilegio respecto otras
confesiones religiosas.
4. Suprima los símbolos religiosos de los actos Institucionales de
toma de posesión elaborando un protocolo civil".104
Como consecuencia de la disolución de las Cortes, la iniciativa
caducó.105
Todavía más recientemente, este mismo Grupo Parlamentario, el 4
de noviembre de 2.009 –y aprovechando la publicación de la sentencia
dictada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, de
fecha 3 de noviembre de 2.009, así como la dictada por el Juzgado de lo
contencioso-administrativo n.º 2 de Valladolid de 14 de noviembre de
2.008, ambas sobre la presencia del crucifijo en las aulas públicas–,
presentó ante la Mesa del Congreso de los Diputados, para su toma en
consideración tanto por el Pleno como por la Comisión de Educación, una
Proposición no de Ley para la retirada de los símbolos religiosos de los
centros educativos públicos, en cuya exposición de motivos se señalaba
que «El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha dictaminado en
una sentencia que la presencia de crucifijos en las aulas públicas vulnera el
art. 9 de la Convención de los Derechos Humanos, al restringir el derecho
de los padres de educar a sus hijos en sus propias convicciones y de

104
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-148, de 17 de
febrero de 2.009, pág. 22.
105
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-648, de 28 de
octubre de 2.011, pág. 58.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

libertad religiosa del alumnado. Estas consideraciones del Tribunal


europeo están de acuerdo con los arts. 16 y 27.3 de la CE, que garantizan
tanto el derecho de libertad religiosa y de culto, como el derecho de los
padres a que sus hijos reciban "la formación moral y religiosa que esté de
acuerdo con sus propias convicciones”.
»Así, según la jurisprudencia creada por el Tribunal de Derechos
Humanos de Estrasburgo estos derechos se ponen en cuestión por la
presencia de los crucifijos en las escuelas públicas, de manera que
deberían ser retirados.
»Según la sentencia, los crucifijos en las escuelas públicas son
incompatibles con un Estado que debe ser neutro y no discriminatorio, ya
que al permitirlo "el Estado otorga a la religión católica una situación
privilegiada que se traduciría en una injerencia estatal en el derecho a la
libertad de pensamiento, de conciencia y de religión".
»Esta sentencia estaría en relación con la efectuada por el Juzgado
de lo Contencioso núm. 2 de Valladolid que consideraba que los crucifijos
en las aulas vulneraban el art. 16 de la CE, así como el 14, que establece el
derecho a no ser discriminado por razón de religión o creencia. La
sentencia afirmaba que la presencia de este tipo de símbolos puede
provocar en los menores de edad, que se encuentran en proceso de
formación, "el sentimiento de que el Estado está más cercano a la
confesión con la que guardan relación los símbolos, que a otras
confesiones respecto de las que no está presente ningún símbolo en el
centro público”.
»Asimismo, la retirada de los símbolos religiosos de las escuelas
garantiza los derechos de los creyentes de otras religiones y de los no
creyentes, pero sin lesionar ningún derecho de los creyentes de la religión
que mantiene los símbolos».106

La conclusión final apuntada en esta exposición de motivos no


puede ser en ningún caso creíble, en tanto en cuanto que, difícilmente se

106
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, Serie D, núm. 290, de 13
de noviembre de 2.009 (en Pleno), pág. 7 y sig.; y de 17 de noviembre de 2.009 (en Comisión),
pág. 16 y sig. Lo destacado es obra nuestra.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

puede proceder a una remoción de los símbolos religiosos sin vulnerar los
sentimientos de aquéllos que pertenecen a la Confesión a la que se los
retira, que normalmente serán de la religión católica. Si para contentar a
unos pocos, se ha de eliminar, en aras de la aconfesionalidad del Estado,
una simbología que se acepta con total normalidad por la mayoría (ya que
la sociedad española es en su gran parte católica)107, tampoco se estará
dando una solución al problema planteado, pues con dicha actitud sí se
lesionan los derechos de los creyentes de esa religión. En este sentido, el
Prof. Prieto Álvarez señala que «se otorga una prioridad a la libertad
religiosa negativa imponiéndose y restando virtualidad al principio
democrático, debiendo determinarse en cada ámbito público cuál es el
valor dominante, mayormente compartido», añadiendo que «si la
resolución de la cuestión la toma el Estado, estaríamos ante una actitud
nada neutral».108

Por medio de dicha Proposición se instaba, en consecuencia, al


Gobierno a adoptar las siguientes medidas:
«1. Llevar a cabo las modificaciones legales oportunas para impulsar
y garantizar, en virtud de la jurisprudencia establecida por el Tribunal de
Derechos Humanos de Estrasburgo respecto al art. 9 de la Convención de
los Derechos Humanos, la retirada de cualquier simbología religiosa de los
centros educativos públicos.
»2. Establecer los mecanismos adecuados para que los padres y
madres puedan reclamar de manera efectiva la retirada inmediata de
simbología religiosa de los centros educativos públicos donde estudian sus
hijos e hijas.

107
Según datos del barómetro de septiembre de 2.011, del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS), el 73,4 por ciento de los españoles se declara católico
(www.psoe.es/cristianos/news/629726/page/desciende-numero-los-creyentes.html).
108
T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad, pluralismo, símbolos),
Civitas – Thomson Reuters, Navarra, 2.010, págs. 178 y ss.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

»3. Introducir expresamente, en la anunciada reforma de la L.O. de


Libertad Religiosa, de 5 de julio de 1.980, los derechos y garantías
establecidos en los puntos anteriores».109

La tramitación de esta propuesta ante el Pleno caducó merced a la


disolución de las Cortes110, mientras que en su tramitación en Comisión
corrió distinta suerte, pues es precisamente con motivo de esta última
proposición no de Ley, cuando parece que el Grupo Socialista –que hasta
ese momento, como venimos viendo, había sido reticente a apoyar
cualquier iniciativa en este sentido– se mostró mucho más receptivo a la
propuesta, y en consecuencia, votó a favor de la iniciativa, aprobándose
parcialmente ésta mediante la fórmula de una enmienda transaccional en
los siguientes términos111: "El Congreso de los Diputados insta al Gobierno
a: Trasladar la jurisprudencia establecida por el TEDH respecto del art. 9
del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales, relativo a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión, desde el principio de neutralidad ideológica y
religiosa del Estado y, especialmente, en lo relativo a los centros
escolares".112

109
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, Serie D, núm. 290, de 13
de noviembre de 2.009 (en Pleno), pág. 7 y sig.; y de 17 de noviembre de 2.009 (en comisión),
pág. 16 y sig. Lo destacado es obra nuestra.
110
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-648, de 28 de
octubre de 2.011, pág. 171.
111
La postura de los distintos Grupos Parlamentarios, en el debate habido al respecto, en
Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones. Educación y
Deporte. Año 2.009. IX Legislatura, núm. 431. Sesión núm. 16, celebrada el 2 de diciembre de
2.009, págs. 19 y sigs.
112
Vid. Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. IX Legislatura. Serie
D: General, núm. 316, 23 de diciembre de 2.009, pág. 23. El texto final de la Proposición No de
Ley fue el resultado de la aprobación, con modificaciones, por la Comisión de Educación y
Deporte, en su sesión del día 2 de diciembre de 2.009, de la Proposición no de Ley sobre
medidas para la retirada de los símbolos religiosos de los centros educativos públicos,
presentada por el Grupo Parlamentario Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya Verds y publicada en el Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los
Diputados, serie D, núm. 292, de 17 de noviembre de 2.009.
A dicha Proposición no de Ley se formularon dos enmiendas, la primera por el propio
Grupo proponente: Enmienda De adición.
Se añade un nuevo punto 4:
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Al tiempo que se refiere, parece comprensible que se pudiera


entender que todo ello llegara a formar parte del contenido de la
anunciada nueva L.O. de Libertad Religiosa, y así lo expresó el portavoz
socialista, quien para justificar su postura, se basó en la necesidad de
adaptar nuestro ordenamiento jurídico a la reciente sentencia del Tribunal
Europeo de Estrasburgo ya citada, no sin antes mencionar las sentencias
emitidas por nuestro Tribunal Constitucional de 10 de mayo de 1.982, de
15 de febrero de 2.001 y de 18 de julio de 2.002, así como la sentencia del
Tribunal Supremo, de 23 de marzo de 2.004.

Otro sector de la Cámara, considerando concurrente una cierta


precipitación en la materia en todos los sentidos113, manifestó su
desacuerdo con el apoyo a la iniciativa propuesta. En este punto, la Sra.
Pigem i Palmés, del Grupo parlamentario de Convergència i Unió, señaló
que "desde el principio básico que creemos que es la tolerancia a todas las
creencias, [este Grupo Parlamentario] no va a poder apoyar esta iniciativa
ni en su versión de enmienda transaccional. Y no vamos a poder hacerlo,
en primer lugar, desde una defensa de nuestra cultura, no tanto de un
hecho religioso, sino de un hecho cultural. Creemos que esta no es una
cuestión sencilla, y que sinceramente adentrarnos en un jardín que se nos
antoja muy frondoso es complicado poder resolverlo con propuestas
lineales”. 114

El razonamiento expuesto nos parece que responde bastante


asentadamente a la realidad social, pasando la diputada a tratar de poner
de relieve si la cuestión se refería sólo a la simbología católica o,

"4. Presentar en esta Cámara el Proyecto de Ley que debe reformar la L.O. de Libertad
Religiosa en el próximo periodo de sesiones."
La segunda, por el Grupo Parlamentario Socialista: Enmienda De sustitución.
"El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a trasladar la jurisprudencia
establecida por el TEDH respecto del art. 9 del Convenio Europeo para la Protección de los
Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales."
113
La conclusión alcanzada por la Sentencia Lautsi II, dejando sin efecto la dictada por la Sala,
vendría a darles la razón, en este sentido.
114
Cortes Generales. Diario de sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones. Educación y
Deporte, año 2.009, IX Legislatura, núm. 431.; Sesión núm. 16, 2 de diciembre de 2.009, pág.
19.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

igualmente, a otra también de distinto origen confesional; cuestionando si


realmente son temas que deben responder a un tratamiento jurídico
distinto: “A este respecto dejo encima de la mesa algunas cuestiones. ¿A
qué simbología religiosa nos referimos? ¿Solo a la católica? Si es así, ¿es
simbología religiosa si se quiere poner un pesebre en las fechas en las que
estamos? ¿Es simbología religiosa que las vacaciones escolares en esta
época del año se llamen vacaciones de Navidad? Si realmente no nos
referimos solo a la católica, votaremos otras simbologías religiosas
adentradas en la cultural, como los pañuelos de las niñas musulmanas.
Cierto es que no es lo mismo usar un símbolo religioso de forma individual
que hacerlo como referente colectivo, pero tampoco es lo mismo una
sociedad que lleva 2.000 años siendo católica y que rebosa simbología
católica por todos los lados. ¿Tendremos que cambiar también los
nombres de las calles, los nombres de los colegios? No es lo mismo esto
que otras religiones también llegadas, contra las que nada protestamos en
sus simbologías religiosas, especialmente además si afectan de manera
concreta a las mujeres. No sabemos hasta dónde vamos a llegar cuando la
simbología religiosa está, como digo, entrelazada íntimamente con
nuestra tradición cultural”.115

Llama la atención que esta Sentencia, Lautsi I, del TEDH, que,


posteriormente ha sido dejada sin efecto por la Gran Sala de dicho
Tribunal –tal y como veremos más detenidamente en otra sede de este
trabajo– haya sido un revulsivo para las posturas contrarias a la presencia
de los símbolos religiosos en los espacios públicos, en tanto en cuanto que
hasta la fecha parecía que les faltara a las mismas fundamentos sólidos en
los cuales sustentar sus posiciones. De todos modos, dicha sentencia, tal
vez por la resolución novedosa de la misma, también fue objeto de
numerosas críticas desde el principio, entre otras razones, por el hecho de
que no era una sentencia firme en aquel momento y parecía dársele
demasiada importancia. Igualmente, por parte de la doctrina fue objeto
de análisis, entre otros, por el Prof. Cañamares Arribas, quien al respecto
dijo que la Sentencia del TEDH adolecía de ciertas imprecisiones que

115
Ibídem.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

condicionaban el sentido del fallo y que pasaban a atribuir al crucifijo un


carácter adoctrinador116; y por el Prof. Mückl, que la tachó de falta de
estructura, tanto en el contenido como en la argumentación, así como la
influencia sobre la misma de la decisión que sobre los crucifijos emitió el
Tribunal Constitucional Federal alemán en 1.995, evitando toda referencia
formal a esa decisión judicial117. Dejamos su análisis para más adelante, en
su respectiva sedes materiae, pero no resulta ocioso recordar que la
Sentencia Lautsi I ha sido profusamente empleada en una cadena de
intentos –impetrando, al respecto, el auxilio judicial– con el propósito de
acabar con la presencia de símbolos de representación confesional en la
esfera pública, pero siempre contra los pertenecientes a la religión
católica.118

116
S. CAÑAMARES ARRIBAS, «La cruz de Estrasburgo. En torno a la Sentencia Lautsi v. Italia, del
Tribunal Europeo de derechos humanos», en Revista General de Derecho Canónico y Derecho
Eclesiástico del Estado, núm. 22 (2.010), del portal jurídico Iustel.com, pág. 8.
117
Stefan MÜCKL, “Crucifijos en las aulas: ¿lesión a los derechos fundamentales?”, en Revista
General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 23 (2.010), del portal
jurídico Iustel.com, págs. 7 y 5, respectivamente.
118
Supuestos judiciales como los relativos al Cristo de Monteagudo, la Cruz oriolana de la
Muela y el patronazgo del Colegio de Abogados murciano atribuido a San Raymundo de
Peñafort, en los que la Asociación Preeminencia del Derecho ha solicitado su supresión;
cuestiones, todas ellas que atenderemos en el tercer capítulo de este trabajo. En cambio, la
misma Asociación abogó a favor de la letrada musulmana a quien el magistrado de la
Audiencia Nacional, Sr. Gómez Bermúdez, impidió que permaneciera en el estrado judicial con
el hiyab. Así resulta de la Sentencia del Tribunal Supremo núm. 5.910/2.010, de 2 de
noviembre, F. de D. 1º: “El 11 de noviembre de 2.009 la Asociación Preeminencia del Derecho
presentó otra denuncia ante el Servicio de Inspección del Consejo General del Poder Judicial
por los mismos hechos *que la interesada+. En ella decía que le constaba que la Sra… "ha
estado en numerosos juicios portando el pañuelo que por costumbre cultural, usa de continuo
(...) ya que las normas reglamentarias en ningún caso impiden que una mujer pueda llevar su
pañuelo puesto en la cabeza". Luego, a la misma descripción de las palabras del presidente de
la Sala efectuada por la Sra…, añadió estas consideraciones: "El magistrado denunciado ha
quebrantado las obligaciones del cargo imponiendo sus deseos o caprichos por encima de las
normas; además da muestras de no conocer las costumbres de la justicia europea, ya que es
fácil ver en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo a los abogados de religión hindú,
procedentes del Reino Unido, que llevan sus turbantes llamativos alrededor de la cabeza y sus
pobladas barbas, sin que los jueces europeos pongan impedimento alguno". Asimismo, hacía
esta otra consideración: "Desacredita a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional una
conducta despótica de su presidente, que manifiesta su intolerancia, desacredita a la justicia y
a la propia sociedad que estos rasgos de visceralismo puedan compaginarse con el ejercicio de
importantes cargos públicos. En fin que es una vergüenza, para más claridad, que estas
conductas discriminatorias e ilegales se permitan a altos cargos de la judicatura como
"licencia" inherente al "goce" del cargo por su titular".
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Por su parte, el Gobierno, ante el revuelo social derivado de la


aprobación de la proposición no de Ley, señaló que no estaba entre las
prioridades del mismo una regulación inmediata de la cuestión, sin
perjuicio de que ello sería tratado en la nueva L.O. de Libertad Religiosa.
Tras la denominada Sentencia Lautsi II, habría que preguntarse acerca de
la vinculación política gubernamental por el resultado de dicha
proposición que, recordemos, tenía por objeto el traslado de la
jurisprudencia de Estrasburgo a los efectos del principio de neutralidad
ideológica y religiosa del Estado respecto de los centros escolares.119

Las únicas iniciativas que en este campo ha tenido el Grupo


parlamentario popular han sido en materia de simbología religiosa
‘dinámica’ y, en concreto, por lo que al denominado ‘velo integral’ se
refiere. Incluso en este caso, desde este colectivo, se ha negado que se
trate de una cuestión relativa a los símbolos religiosos, por dos tipos de
razones: 1º) en cuanto que, en su opinión, se trata de la dignidad de la
mujer y no del ejercicio de la libertad religiosa; 2º) en cuanto que se
pretendía evitar que el tema de la prohibición del ‘burka’ o ‘niqab’

119
El Prof. Pérez Royo, en un artículo que titulaba ‘Libertad religiosa y Educación, publicado en
El País de 26 de junio de 2.010, escribía: “El próximo día 30 se inicia en la Gran Sala del TEDH el
debate para resolver el recurso interpuesto por el Estado italiano contra la sentencia de
noviembre del año pasado. En dicho recurso el Estado italiano es apoyado por 22 conferencias
episcopales nacionales, entre las que se cuenta la conferencia española. Nada que objetar.
Tanto el Estado italiano como las conferencias episcopales tienen derecho a interponer el
recurso el primero y a hacerse oír por el Tribunal las segundas.
Lo que sí cabe esperar es que, una vez que el TEDH haya resuelto el recurso, la
sentencia sea aceptada y no se intente torpedear su aplicación. En unas semanas vamos a
tener definidas a escala europea las relaciones entre la libertad religiosa y el derecho a la
educación y las obligaciones que para los Estados signatarios del Convenio se derivan de dichas
relaciones. Para todos y no solamente para Italia. Obviamente, me estoy refiriendo a la
obligación de los Estados de aceptar la decisión del TEDH y de no torpedear su aplicación.
Dicho de otra manera: las conferencias episcopales son libres de aceptar o no la jurisprudencia
del TEDH, pero los Estados no. Los Estados sí tienen que garantizar el cumplimiento de la
sentencia.
Me gustaría estar seguro de que los poderes públicos serán exactamente igual de
coherentes en el cumplimiento de la obligación que se desprenda de la decisión que adopte el
TEDH. Que los gobernantes democráticos sean tan coherentes como los obispos. Con esto
sería suficiente. Veremos”. ¿Seguirá sosteniendo lo mismo tras la denominada Sentencia Lautsi
II?
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

quisiera ser utilizado, por parte del Gobierno en perspectiva legal, para
justificar, paralelamente, una prohibición de símbolos estáticos.120

En el Senado el grupo popular consiguió sus propósitos, sacando


adelante su moción121, con solo dos votos de diferencia, por la que se
instaba al Gobierno a realizar las reformas legales y reglamentarias
necesarias para prohibir el uso en espacios o acontecimientos públicos
que no tengan una finalidad estrictamente religiosa, de vestimentas o
accesorios en el atuendo que cubran completamente el rostro. El texto, en
concreto, de la propuesta era el siguiente: “El Congreso de los Diputados
insta al Gobierno a prohibir en espacios o acontecimientos públicos que
no tengan finalidad estrictamente religiosa el uso de velos integrales
(burka o niqab), así como cualesquiera otros atuendos que oculten el
rostro y dificulten la identificación de la persona y la comunicación visual,
por tratarse de una discriminación que no está amparada por la libertad

120
El debate parlamentario, en Cortes Generales. Diario de Sesiones del Senado, IX Legislatura,
núm. 85, Sesión del Pleno celebrada el 23 de junio de 2.010, págs. 4.540-4.553.
121
Algo más explícita que la normativa relativa al Congreso de los Diputados, aunque tampoco
excesivamente, resulta la regulación contenida en los arts. 174 a 181 del Reglamento del
Senado, relativa a “Las Mociones”, dado que en esta Cámara no se contempla la figura de la
proposición no de ley, pudiendo destacar, a los efectos que nos interesan, los siguientes
preceptos: “Las mociones deberán tener alguna de las finalidades siguientes: a) Que el
Gobierno formule una declaración sobre algún tema o remita a las Cortes un proyecto de Ley
regulando una materia de la competencia de aquéllas. b) Que se dé una determinada
tramitación a las cuestiones incidentales que surjan como consecuencia de un debate. c) Que
concluya una deliberación y se someta a votación, en su caso, la cuestión debatida de acuerdo
con el procedimiento que le corresponda. d) Que la Cámara delibere y se pronuncie sobre un
texto de carácter no legislativo” (art. 174). “1. El Presidente de la Cámara dará inmediata
cuenta al Gobierno o al órgano correspondiente de la aprobación de las mociones a las que se
refieren los apartados a) y d) del art. 174. 2. Dentro de los seis meses siguientes, el Gobierno o
el órgano correspondiente deberán informar sobre el cumplimiento dado a las mismas. Dicho
informe será publicado por la Cámara (art. 178). “1. Si, al amparo de lo dispuesto en el art.
174, aptdo. a, se aprobase una moción para que el Gobierno formule una declaración sobre
algún tema, la Mesa, oída la Junta de Portavoces, y de acuerdo con el Ministro afectado, fijará
la fecha en que ésta deberá producirse. 2. Tras el informe o declaración del Gobierno se abrirá
un debate en el que podrán intervenir el primer firmante de la moción, o el Senador en quien
delegue, y los Portavoces de los distintos Grupos Parlamentarios, por tiempo no superior a
diez minutos cada uno de ellos. 3. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, la Mesa, a
propuesta de la Junta de Portavoces, podrá acordar que el debate sobre la declaración del
Gobierno se efectúe en sesión posterior a aquella en que ésta se produzca” (art. 179).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

religiosa al ser contraria a la dignidad de las personas y a la igualdad real y


efectiva de hombres y mujeres”.122

Por el contrario, en el seno del debate de política general en torno


al estado de la Nación, fue rechazada por el Congreso de los Diputados la
propuesta de este mismo grupo parlamentario popular, en los términos
objeto de una enmienda transaccional con el grupo de Convergencia i
Unió, que también pretendía la proscripción relativa al velo integral.123

En ambas Cámaras se tachó al Grupo Popular, en relación con la


medida, de oportunista y electoralista, considerándose por los Socialistas
que no hacía falta una prohibición expresa del velo integral desde el
momento en que en nuestro ordenamiento jurídico existía ya una
normativa suficiente como para poder adoptar las medidas necesarias en
este sentido si hubiera de actuarse contra este tipo de vestimenta.

La única iniciativa de Proposición de Ley propiamente dicha,


presentada por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, el 16 de abril de 2.008, denominada
‘Proposición de L.O. de libertad ideológica, religiosa y de culto’124, apenas
dedicaba contenido a la materia de simbología religiosa . En efecto, tan
sólo merecerían, de la misma, ser destacados, el art. 4 (‘Separación,
neutralidad y laicidad’): 1.- Las creencias, y especialmente las confesiones
y comunidades religiosas, están separadas de los poderes públicos y son
libres en su organización y en el ejercicio de sus funciones religiosas o
espirituales y de culto, con el debido respeto a la ley. En ningún caso
122
Publicada en el Boletín Oficial de las Cortes Generales. Senado, Serie I, núm. 484, de fecha
21 de junio de 2.010, Número de expediente 662/000121.
Por su parte, el Grupo Parlamentario de Convergencia i Unió logró sacar adelante su
propuesta relativa a que se solicitara un Dictamen al Consejo de Estado acerca de la
vestimenta en cuestión. Vid. Diario de Sesiones (Número de expediente 662/000126).
123
Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación
Permanente. Año 2.010 IX Legislatura, núm. 181, sesión plenaria núm. 171 (Sesión
extraordinaria), celebrada el 20 de julio de 2.010.
124
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados. IX Legislatura, Serie B: 25
de abril de 2.008, núm. 85-1.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

podrán trascender los fines que les son propios y equipararse a los
poderes públicos ocupando institucionalmente una igual posición jurídica.
2.- La neutralidad de los poderes públicos impide cualquier tipo de
confusión entre sus funciones y las religiosas o espirituales. En los actos
oficiales y en el protocolo de las Administraciones Públicas será respetado
el principio de laicidad. Los cargos públicos e institucionales deberán
abstenerse de participar en ceremonias o ritos de cualquier creencia en el
desempeño de sus responsabilidades, sin menoscabo de que a título
personal ejerciten los derechos y las libertades que como ciudadanos y
ciudadanas les reconoce la presente ley. 3.- Ninguna confesión tendrá
carácter estatal. Los valores o intereses de las confesiones no podrán
erigirse en parámetros para medir la legitimidad o la justicia de las normas
y actos de los poderes públicos; no podrá obligarse a éstos a trasladar al
ámbito jurídico-civil los valores o principios religiosos de la conciencia de
los fieles. Y el art. 16.1 (‘Formación religiosa y moral’): El Estado
garantizará un sistema de educación pública, aconfesional y coherente
con los valores democráticos. La educación escolar estará dirigida a la
creación de ciudadanas y ciudadanos libres, iguales, críticos y cultos.

Contrasta este parco articulado, en una especie de incoherencia,


con cuanto se había venido propugnando en la temática por este Grupo
parlamentario, e, incluso, con la presentación y defensa de la propia
Proposición ante el Congreso de los Diputados, ya que el Señor Ridao i
Martín, después de achacar al Gobierno el incumplimiento de su
prometida nueva Ley de Libertad Religiosa, incluso con ciertas previsiones
acerca de su contenido: “prohibir la exhibición de símbolos religiosos en
edificios públicos, incluso la laicización de los funerales del Estado e
incluso la extensión a otras religiones y confesiones más allá de la
católica”, afirma que “las instituciones del Estado deben ser totalmente
neutras eliminando entre otras cosas la presencia de la religión en las
instituciones y en los poderes públicos. No se pretende con esta iniciativa
excluir a Dios de la sociedad sino excluirlo en todo caso de los poderes
públicos. Lo que nos interesa con esta iniciativa legislativa es asegurar la
neutralidad religiosa de las instituciones, como, por cierto, ya viene

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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

diciendo la propia doctrina del TEDH y este propio Congreso de los


Diputados a través de reiterados mandatos, por ejemplo en relación con la
presencia de símbolos religiosos *…+ quiero insistir en la doctrina que
emana del propio TEDH cuando recomienda al Estado español e incluso le
inflige un correctivo diciendo que debe retirar cualquier presencia de
símbolos religiosos en las instituciones públicas”.125

Por otro lado, se ponía de manifiesto una cierta incongruencia por


parte del Grupo parlamentario Socialista al aparcar su anunciada llevanza
a la Cámara de una nueva Ley de Libertad Religiosa, desaprovechando la
posibilidad que representaba la iniciativa, señalándose por el Sr. Quijano
González las razones de todo ello, aludiendo a consideraciones de
oportunidad política, dado que se trata de un tema sensible.126

Era el representante del Grupo Popular, Sr. Fernández Díaz, el que


parecía seguir con un discurso continuista: “la proposición de ley cuya
admisión a trámite estamos debatiendo y que informa y desarrolla toda
esta particular visión que ustedes tienen del art. 16 de la CE, sin duda
legítima pero que no compartimos y además entendemos, con todo

125
Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación
Permanente, Año 2.010, IX Legislatura, núm. 190. Sesión plenaria núm. 179, celebrada el 21 de
septiembre de 2.010.
126
“He oído literalmente en la Cámara que se sigue trabajando en la preparación de un texto
que reúna las condiciones adecuadas, y a eso me referiré también a continuación. Lo que ha
dicho el Gobierno es que no considera prioritario en este momento el debate sobre el asunto.
Piense cada uno lo que considere más oportuno al respecto, pero convengamos en una cosa:
ese es el derecho del Gobierno; en cierto modo, su prerrogativa: acomodar las prioridades de
iniciativas legislativas a las circunstancias como considere oportuno. Por supuesto, eso incluye
el derecho a equivocar la valoración de esas circunstancias; piense cada uno lo que considere
oportuno al respecto, pero esa es la legítima valoración política del Gobierno y en ese sentido
convengamos que es su responsabilidad y también su riesgo. Eso, en definitiva, es la política y
el Gobierno ha venido indicando con reiteración que en este momento considera que las
prioridades están más en la zona de lo económico-social, dicho en sentido amplio, que en
otros aspectos de las iniciativas legislativas. Es por tanto una cuestión de oportunidad y así lo
quiero expresar. Tratándose, como se trata el asunto, del desarrollo, de la actualización de un
tema sensible —es un derecho fundamental pero además es un tema sensible—, es indudable
que la libre valoración del Gobierno para elegir el momento adecuado y la forma adecuada es
respetable. Insisto, libre juicio de valor de cada grupo parlamentario, pero esta es mi opinión.
Probablemente lo que no es forma adecuada para un tema sensible de estas características es
precisamente una iniciativa unilateral y en alguna medida sesgada”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

respeto, que no cabe para nada en la Constitución. Se trata, lisa y


llanamente, de provocar por la vía de ley orgánica una auténtica mutación
constitucional, de convertir el Estado aconfesional cooperativo definido en
el art. 16 de la CE, con su conexo el 27, en un Estado laico laicista, que
tienen todo el derecho a reclamarlo pero, mire usted, la Constitución no
dice eso *…+ nuestro modelo es de aconfesionalidad cooperativa, no es lo
mismo Estado laico que estado aconfesional, y, por cierto, la
aconfesionalidad con cooperación, que es nuestro modelo, es lo que el
Tribunal Constitucional ha acuñado, aunque expresi verbis no aparece en
la Constitución, como laicidad positiva, es decir, considerar como algo
positivo, real, digno de respeto y protección por parte de los poderes
públicos el hecho religioso y a partir de ahí establecer las adecuadas
relaciones de cooperación desde la neutralidad, que no indiferencia y
mucho menos hostilidad, de los poderes públicos con las asociaciones o
iglesias que representen a la mayoría de los ciudadanos españoles. Hoy
por hoy, las cosas son como son, si algún día cambian mucho,
evidentemente, con ese mismo marco normativo y con una adaptación y
aplicación distinta, sin modificar el marco, nos adaptaremos a la realidad.
Hoy por hoy no es necesario. Termino diciéndoles, señorías, que tengan
ustedes muy presente que los dos riesgos con los que nos encontramos en
estos momentos son los de aquellos que pretenden imponernos su
libertad a costa de la verdad, que son los relativistas, y los que pretenden
imponernos su verdad a costa de nuestra libertad, que son los
fundamentalistas. Huyan ustedes de los dos extremos por el bien común”.

Es de suponer que el Partido Popular, ahora en el Poder, seguirá


manteniendo su postura a todo este respecto.

3. ¿NORMATIVA SIMBÓLICO-RELIGIOSA EN EL ÁMBITO DE LA


ENSEÑANZA?

En otro orden de cosas, y en relación con esta cuestión aunque sea


en un determinado ámbito sectorial, tendríamos que preguntarnos si
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

subsiste todavía cierta normativa promulgada por el régimen de Franco,


que establecía la presencia de símbolos religiosos católicos en el recinto
educativo.

En este sentido, la relatada ausencia de regulación explícita, incluso


por la vía de la prohibición o negativa a la presencia de signos
representativos de la fe religiosa, y la insistencia de algunos grupos
parlamentarios en que se adopte la misma en los términos que hemos
analizado –lo cual sería innecesario si ya existiese–, siembra dudas acerca
de la vigencia de alguna preceptiva franquista en la materia;
reglamentación jurídica que sirve, al menos en parte, para hallar
explicación a la presencia hoy día de símbolos religiosos en el espacio
escolar público; cuestión que traemos a este apartado, pues aunque se
trata de un ámbito concreto, el educativo, la experiencia demuestra que
es en éste en el que más ampliamente se han manifestado los problemas
en torno a esta temática. Por otra parte, si bien se trata de normas de
carácter reglamentario –y el examen de las mismas lo hemos remitido,
con carácter general, al Capítulo II de este trabajo– no ha de olvidarse que
forman parte del material legislativo en sentido amplio, además
entendemos que vale la pena traerlas a esta sede, por un lado, porque
durante el anterior régimen preconstitucional la normativa no era tan
clara, en discordancia con la actual, acerca de la posibilidad de
reglamentos de carácter independiente, que venían, en consecuencia a
hacer las veces –y tal y como si se constituyesen al mismo nivel– de
disposiciones praeter legem127; y, por otro lado, como disposiciones en
abierto contraste con el silencio de la legalidad formal, o propiamente
dicha, existente en la materia.

127
“Todos aquellos principios que suelen considerarse constitutivos de un Estado democrático,
como separación de poderes o vida judicial normalizada, fueron ignorados por las leyes
franquistas. En su lugar existió un control confesado del ejecutivo sobre el legislativo y del jefe
del Estado sobre ambos y, a su vez, todo el entramado judicial se hizo depender de los
ministerios”. (Texto extraído del libro de Historia de 2º de bachillerato, de Editorial Anaya, ed.
de 2.001).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

En concreto, nos referimos a la Orden de 30 de marzo de 1.939, que


dispuso la “instauración del Santo Crucifijo en las Universidades e
Institutos de Enseñanza Media”, estableciendo al respecto que «los
Directores de los Institutos de Enseñanza Media, que todavía no lo
hubieren hecho, procederán a instaurar en el lugar preferente de cada una
de las aulas y salas de trabajo el Santo Crucifijo.- Los Rectores de las
Universidades procederán de idéntica manera en los locales y
dependencias de sus distintas Facultades».128

Otro tanto de lo mismo, por lo que respecta a las escuelas, con


especial referencia a Madrid y a las provincias que hasta el momento
habían permanecido en la denominada “zona roja”, se dispuso en la
Orden de 27 de julio de 1.939, por la que se crea en las Escuelas
Nacionales, Municipales, públicas y privadas la Fiesta de la Exaltación de la
Santa Cruz129, prescribiéndose en la misma que «La victoria de España ha
sido, esencialmente, la de la Cruz. Nuestra guerra se llamó Cruzada contra
el enemigo de la verdad en este siglo, y su digno remate ha sido la nueva
intervención de la Santa Cruz que España ha realizado para el Occidente. A
la sombra de la Cruz duermen nuestros Gloriosos Caídos Cruces de honor
brillan en el pecho de nuestros héroes; pero la mejor laureada de nuestra
Patria ha sido esta Cruz que el Caudillo ha concedido a todas las escuelas
Nacionales. En ellas ha sido restaurada la Santa Enseña que hizo reinar
nuestra tradición secular y que iluminó el prestigio de la educación, del
saber y de la ciencia española, hasta que la proscribió el materialismo
bárbaro y laico de marxismo ateo, so pretexto de una libertad que sólo se
halla en la verdad, que nos hace libres.
Ninguna Nación sintió tan honda y popularmente, como la nuestra,
el Ministerio de la Redención, que plasmó en la creación soberana de arte
católico de su imaginería. En la España, país de Crucifijos, no podía faltar
nunca, al recobrarse la auténtica sustancia histórica de nuestro ser
nacional, la Santa Enseña del Redentor, presidiendo, como luz verdadera
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo la nueva educación de

128
BOE, núm. 94, de 4 de abril de 1.939, pág. 1.931.
129
BOE, núm. 213, de 1 de agosto de 1.939, pág. 4.197.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

la niñez y de la juventud, para que la sabiduría y la ciencia sólo puedan ser


resplandor de la luz eterna, espejo sin mancha de la majestad de Dios e
imagen de su bondad.
Importa sí que este triunfo de la Cruz, sin el que no puede hacerse
perdurable la victoria de nuestras armas, ya que su continuidad estriba en
la formación sólida e integralmente cristiana de las generaciones infantiles
–cantera fecunda del porvenir de nuestra Patria–, se extienda a todas las
Escuelas del territorio nacional, y a la par que en todas, se conmemore de
manera pública y solemne esta nueva Exaltación de la Santa Cruz, a la que
va vinculada la sagrada memoria de los que dieron singularmente su
sangre y su vida inmolados por las hordas marxistas como Mártires de la
Escuela cristiana.
En su virtud, este Ministerio se ha servido disponer: 1º A partir del
próximo 14 de septiembre de este Año de la Victoria, día en que la Iglesia
Católica conmemora la Exaltación de la Santa Cruz, todas las Escuelas
nacionales, públicas y privadas, celebrarán en esa fecha la Fiesta que se
llamará de la Exaltación de la Escuela Cristiana.
2º El día 14 de septiembre de 1.939 en todas las Escuelas Nacionales
y Municipales de Madrid y su provincia, así como en todas las que radican
en las provincias últimamente liberadas por nuestras gloriosas armas
durante los meses de marzo y abril del presente Año de la Victoria, se
celebrará, con toda solemnidad posible, el acto de volver a colocar en las
aulas escolares el Santo Crucifijo.
3º Este acto será organizado por las Juntas Provinciales de Primera
Enseñanza de las respectivas provincias, de acuerdo con la Jefatura del
Servicio Nacional, comenzará con una fiesta religiosa, en la que se rezará
un responso por los Mártires de la Escuela, y continuará con la reposición
del Crucifijo en el Grupo escolar más caracterizado de la localidad, donde
se explicará la significación de nuestra victoria y se exaltarán las virtudes
de nuestro invicto Caudillo.
4º En los años sucesivos, la Fiesta irá acompañada de su homenaje
de desagravio y de fe al Crucifijo en todas las Escuelas, y de la
conmemoración de la memoria de los Mártires.

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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

5º Por la Jefatura del Servicio Nacional de Primera Enseñanza se


dictarán las normas complementarias y pertinentes para el mayor
esplendor y solemnidad de la Fiesta».

Ya con anterioridad, en plena contienda bélica, mediante una


Circular de fecha 9 de abril de 1.937130, por la que se daban normas a los
señores Inspectores-Jefes de primera enseñanza y Directores de Escuelas
Normales sobre la devoción en las Escuelas de la Virgen María, se dispuso:
«En el rico patrimonio de tradiciones populares, vital y auténtica
manifestación del genio nacional, figura con marcado relieve, que los
siglos fueron cincelando, la devoción española a la Virgen María Madre de
Dios.
La Escuela faltaría a su misión esencialmente formativa si no
recogiera esos latidos, que por ser del espíritu popular lo son de la Cultura,
incorporándolos a la tarea pedagógica para imprimirle elevación en los
conceptos y fragancia de juvenil alegría en el estilo, características de la
escuela de la España que renace, frente al laicismo y cursi pedantería de la
escuela marxista que hemos padecido.
En su virtud, esta Comisión de Cultura y Enseñanza, ha acordado:
Primero. Que en todas las escuelas figure una imagen de la
Santísima Virgen, preferentemente en la españolísima advocación de la
Inmaculada Concepción. Quedando a cargo del Maestro o Maestra,
proveer a ello, en la medida de su celo, y colocándola en lugar preferente.
Segundo. Durante el mes de mayo, siguiendo la inmemorial
costumbre española, los Maestros harán con sus alumnos el ejercicio del
mes de María, ante dicha imagen.
Tercero. Todos los días del año a la entrada y salida de la Escuela,
saludarán los niños como lo hacían nuestros mayores, con la salutación
“Ave María Purísima”, contestando el Maestro “Sin pecado concebida”.

130
BOE, núm. 172, de 10 de abril de 1.937, pág. 952. Por Orden de 12 de julio de 1.938 (BOE,
núm. 13, de 13 de julio de 1.938, pág. 188) se restablecieron en toda su integridad las Reales
Ordenes de 19 de abril y 28 de junio de 1.901, que proclamaron a la Santísima Virgen del
Carmen Patrona de la Marina de Guerra.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Cuarto. Mientras duren las actuales circunstancias, los Maestros


todos los días harán con los niños una brevísima invocación a la Virgen
para impetrar de ella el feliz término de la guerra.
Lo que digo a V.S. para su conocimiento, el de la Junta de
Inspectores y el de los maestros de la provincia; esperando de que todos
pondrán el mayor esmero en su cumplimiento.
Dios guarde a V.S. muchos años. Burgos, 9 de abril de 1.937. El
vicepresidente Enrique Suñer».

La razón de ser de esta normativa, durante y al final del


Enfrentamiento Bélico, en el que se luchó entre otras cosas por la
reivindicación de los valores cristianos que el régimen instaurado con la II
República, proclamada como es de sobra conocido el 14 de abril de 1.931,
había tratado de erradicar en la sociedad española, se halla precisamente
en esa inquietud por la restauración de los mismos. Y es que, durante la II
República, muy pronto se legisló sobre esta materia, si bien lo hizo con un
carácter bastante comedido, ya que la Dirección General de Enseñanza
Primaria dictó una Circular, de 13 de mayo de 1.931, en la que se
establecía que los crucifijos podían permanecer en las aulas siempre que
hubiera consenso en este sentido entre los miembros de la comunidad
educativa, es decir entre padres y maestros; en caso contrario, los
crucifijos, aunque podían permanecer en la escuela, no podían presidir las
aulas por respeto a la libertad religiosa y de conciencia de unos y de
otros.131

Pero las cosas, con la tendencia anticlerical que se iba adueñando


de la situación, cambiaron pronto con las medidas adoptadas por don
Rodolfo Llopis en dicho sentido, pues la Circular de 12 de enero de 1.932
del Director de Enseñanza ordenó que “la escuela, por imperativo del art.
48 de la Constitución, ha de ser laica; por tanto, no ostentará signo alguno
que implique confesionalidad”132. Esta ofensiva laicista lanzada por el

131
Cfr. G. MORENO BOTELLA, “Crucifijo y escuela en España”, en Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 2 (mayo 2.003), del portal jurídico iustel.com.
132
Dirección General de Primera Enseñanza.- Circular a los Inspectores de Primera enseñanza y
Presidentes de los Consejos locales, provinciales y universitarios de Protección escolar, de 12
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

régimen republicano no fue comprendida por una gran parte de la


sociedad española que se movilizó en contra de la misma133, siendo
numerosos los ejemplos y localidades “resistentes” a tal medida134,
habiéndose organizado, incluso, manifestaciones pacíficas en contra de tal
retirada, llegándose a no hacer efectiva dicha Circular en algunos lugares,
e incluso volviéndose a reponer el crucifijo en otros135. La Revista “El
Magisterio Español” se hizo eco de esa misma problemática en distintas
partes de la geografía española.136

Volviendo a las normas franquistas en exégesis, aunque hay que


entender que hace tiempo que entraron en la categoría de la
obsolescencia, parece que la realidad demuestra que, aunque pueda
estimarse que cada vez en menor número, todavía existen hoy día
espacios escolares públicos en los que quedan crucifijos y otros símbolos
religiosos propios del catolicismo cuya presencia podría encontrar su
origen en dicha Reglamentación franquista. De manera que, en nuestra
geografía, si bien pueden hallarse aseveraciones del tipo “los colegios

de enero de 1.932 (Gaceta de Madrid, núm. 14, de 14 de enero de 1.932, pág. 383). Sobre este
particular: vid. G. MORENO BOTELLA, “Libertad religiosa y neutralidad escolar (A propósito del
crucifijo y otros símbolos de carácter confesional)”, en Revista Española de Derecho Canónico,
núm. 150 (2.001), pág. 201 y 211; M. M. DEL POZO ANDRÉS y B. HONTAÑÓN GONZÁLEZ, “El
laicismo en la escuela pública” en VV.AA. (J. de la Cueva y F. Montero, edits.), Laicismo y
Catolicismo, El conflicto político-religioso en la Segunda República, Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Alcalá de Henares, Madrid, 2.009, pag. 301.
133
Al respecto, vid. M. OSTOLAZA ESNAL, “La «guerra escolar» y la movilización de los católicos
en la II República (1.931-1.936), en VV.AA. (J. de la Cueva y F. Montero, edits.), Laicismo y
Catolicismo, El conflicto político-religioso en la Segunda República, Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Alcalá de Henares, Madrid, 2.009, pag. 331.
134
“En un periódico local de Reus de 1.932 se relata cómo, ante la disposición de quitar los
crucifijos de las escuelas, los padres acordaron que cada niño llevase el suyo, y lo ponía en su
pupitre o entre los libros. No hubo un crucifijo, sino cientos”. Vid. J. LÓPEZ MEDEL, Libertad y
derecho a la enseñanza de la religión, Dykinson, 3ª edic. actualizada, Zaragoza, 2.004, pág. 251.
135
La Profª. García Salmerón da cuenta de las dificultades para sacar el crucifijo de las aulas en
aquella época en diversas poblaciones conquenses, así como en Cuenca capital [vid. M.P.
GARCÍA SALMERÓN, «Repercusiones conquenses a algunas disposiciones político-educativas
emanadas desde la Dirección General de Primera Enseñanza durante el mandato de Rodolfo
Llopis», en Revista interuniversitaria de Formación de Profesorado, núm. 43 (abril, 2.002), pág.
69].
136
Revista El Magisterio Español, núms. 8.938 (28 de enero de 1.932), 8.939 (30 de enero de
1.932) y 8.950 (27 de febrero de 1.932).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

públicos españoles no tienen crucifijos instalados en las clases”137; sin


embargo, más recientemente, por parte del presidente de la
Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos
(Ceapa), Sr. Sánchez Herrero, se afirmaba en sede parlamentaria que “hay
aulas donde todavía permanecen crucifijos y otros símbolos religiosos, a
pesar de que España es un estado aconfesional y, por tanto, no existe una
religión oficial”.138

Difícilmente se encontrarán hoy escuelas públicas de nueva


construcción en que se disponga la colocación de tal tipo de signo
religioso; al contrario, lo que suelen abundar son manifestaciones
tendentes a hacer desaparecer el símbolo del aula pública139. Ahora bien,
es sabido que el desuso, por sí solo, no es, en ningún caso, causa de
derogación normativa, según resulta de la dicción literal del art. 2 del
Código Civil –las leyes sólo se derogan por otras posteriores–. Acaso otra
cosa sería la interpretación que haya de darse a las mismas en relación
con la “realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas” (según
criterio hermenéutico que manda tomar en consideración el art. 3.1 de
nuestro Código Civil). Una cosa es que las Normas en cuestión no
estuviesen derogadas, y otra, que hayan continuado siendo objeto de
aplicación. En cualquier caso, si han seguido subsistiendo es por un mero
mecanismo de omisión, en tanto que no se procede a la remoción de los
símbolos religiosos, pero en ningún caso por acción, por cuanto que no se
procede a la instauración ex novo de tales símbolos.140

137
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art. 16.3 CE», en la Base de Datos de
westlaw.es (BIB 2.008\2.397), pág. 9.
138
Vid. Cortes Generales, Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones.
Igualdad. IX Legislatura, núm. 818. Sesión núm. 28 (extraordinaria), celebrada el 11 de julio de
2.011, pág. 11 y sig.
139
Habría numerosos ejemplos de ello, y que parecen demostrar que, en algunos lugares, sí ha
habido un sentimiento interpretativo de ser signos a quitar; aunque quizás pueda ser como
dice el Prof. Ollero, porque faltan más católicos laicos… que “arrimen el hombro” y no “pasen
de todo”… (cfr. A. OLLERO, España: ¿Un Estado Laico? La libertad religiosa en perspectiva
constitucional, Thomson-Aranzadi, Navarra, 2.005, passim).
140
Algún episodio aislado de restauración o restablecimiento de símbolos previamente
retirados parece sin embargo que también se ha producido (así, al menos, se relata en diversos
medios de comunicación con relación a determinados supuestos, como los acontecidos en
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

La realidad demuestra que, aunque sea “de facto”, en muchos


lugares de España ha venido manteniéndose, hasta nuestros días, la
aplicación práctica de esta normativa, así como buena parte de toda
aquélla de indoctrinación del nacional-catolicismo en esta materia141, si no
en cuanto al tema del establecimiento de tales símbolos allí donde no los
haya, sí en cuanto a su mantenimiento en los lugares en que ya estuviesen
presentes. Es así que, periódicamente, se asiste a determinadas “batallas”
contra el crucifijo y otros símbolos religiosos en el aula y en distintos
lugares públicos, siendo objeto de destacadas noticias periodísticas142,
particularmente en los últimos tiempos, en que esta problemática se ha
ido agudizando, hasta el punto del desarrollo de innumerables contiendas
tanto a nivel social como político.143

No obstante, no puede desconocerse, por otro lado, que se parte de


unos presupuestos que parecen incondicionados en el sentido de que
nadie hace el mínimo atisbo de querer sustentar en esas normas la
posibilidad de la presencia del ‘Crucificado’ y de la ‘Virgen’ en los espacios
públicos –y ello aunque algunos reclamen y pidan esa presencia–, si acaso
por el “peso político” que pudiera conllevar todo eso consigo, según
hemos puesto de relieve anteriormente, al tratar de las iniciativas
parlamentarias; de hecho, ni siquiera hemos encontrado en la doctrina
científica ni en la jurisprudencial, quien se cuestione sobre este particular;
limitándose, en su caso, a citar la particular normativa referida.

colegios públicos de la palentina Fuentes de Nava y la pacense Almendralejo). En la doctrina


científica, el Prof. ALENDA SALINAS es el único que se ha ocupado de plantearse esta
problemática a nivel teórico, que sepamos. Vid. su trabajo “Libertad de creencias del menor y
uso de signos de identidad religioso-culturales”, en Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad Complutense, núm. 98 (2.003), especialmente págs. 219 y sigs.
141
Sobre el tema: G. CÁMARA VILLAR, Nacional-Catolicismo y Escuela. La socialización política
del franquismo (1.936-1.951), Hesperia, Jaén, 1.984.
En la propia Circular de 1.937 se dispone el saludo –que se dice ya empleado por
nuestros mayores– por los infantes al entrar y salir de la escuela mediante la frase “Ave María
Purísima”, y la respuesta del maestro: “sin pecado concebida”.
142
J. ARROYO, “Las dificultades de sacar el crucifijo del aula. Varios colectivos andaluces luchan
por conseguir una educación totalmente laica”, en El País.es (edición de Andalucía), de 30 de
octubre de 2.001.
143
Conflictos que trataremos, mucho más detalladamente, en el capítulo III de este trabajo.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Pero es que la cuestión que suscitamos, no por silenciada por la


doctrina, es menos importante: Estas disposiciones normativas nunca han
sido objeto de una derogación expresa, que sepamos, ni durante el propio
régimen dictatorial de Franco ni tampoco durante la actual época
constitucional.

En la etapa franquista, si bien la materia educativa fue objeto de


diversas reformas legislativas, no hemos hallado en las mismas precepto
jurídico alguno que establezca la derogación, pues aunque pueda haber
referencias genéricas a la misma, los preceptos abrogatorios siempre se
disponían respecto de las normas anteriores en cuanto que éstas se
opusieran a la nueva Ley en la materia –lo cual y respecto de las
disposiciones normativas que tratamos era bastante complicado, por no
decir imposible, que se pudiera producir, dado que todas partían del
postulado intocable de ser una enseñanza basada en la doctrina católica–
144
, e incluso en algunos casos se disponía directamente su permanencia
en cuanto que disposiciones reglamentarias.145

144
No hay que olvidar que las mismas Leyes Fundamentales del franquismo establecían
claramente al respecto que “La profesión y práctica de la Religión Católica, que es la del Estado
español, gozará de la protección oficial. El Estado asumirá la protección de la libertad religiosa,
que será garantizada por una eficaz tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la moral y el
orden público (art. 6 del Fuero de los Españoles de 17 de julio de 1.945) y que “La Nación
española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina
de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la
conciencia nacional, que inspirará su legislación” (art. 2 de la Ley de Principios del Movimiento
Nacional de 17 de mayo de 1.958).
145
Por lo que respecta a la Enseñanza Primaria, la Ley de 17 de julio de 1.945, sobre Educación
Primaria (BOE, núm. 199, de 18 de julio de 1.945), aludía expresamente en su Exposición de
Motivos a la prohibición en las aulas de la imagen de Cristo en la etapa republicana, “por lo
que el Movimiento Nacional, desde el instante mismo en que se inició, consagró su más
decidida voluntad a restaurar en todo el ámbito de nuestra Enseñanza, y muy singularmente
en la Educación Primaria, la formación católica de la juventud. La nueva Ley invoca, entre sus
principios inspiradores, como el primero y más fundamental, el religioso. La Escuela española,
en armonía con la tradición de sus mejores tiempos, ha de ser ante todo católica”.
Consecuentemente, en su articulado, se establecía como caracteres de la Educación primaria,
el de la Educación religiosa, que “se ajustará a los principios del Dogma y de la Moral católica y
a las disposiciones del Derecho Canónico vigente” (art 5º); poniéndose todas las Escuelas bajo
la advocación de Jesús, Maestro y modelo de educación. Para celebrar anualmente esta
advocación se instituye una fiesta, cuya fecha será variable, según las distintas Escuelas y se
solemnizará con actos religiosos (art. 16). En la Primera de sus Disposiciones Finales y
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Acrecienta la dificultad en la averiguación del tema que estamos


tratando la escasa claridad del alcance derogatorio de la Ley 14/1.970, de
4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma
Educativa, ya que, en su Disposición Final 4ª estableció: “1. A partir de la
publicación de la presente Ley, todas las disposiciones anteriores,
cualquiera que fuese su rango, que venían regulando las materias objeto
de la misma, regirán únicamente en cuanto fueren aplicables, como
normas de carácter reglamentario hasta que vayan entrando en vigor las
respectivas disposiciones que se dicten en ejercicio de esta Ley, en cuyo
momento quedarán totalmente derogadas. 2. En estas disposiciones de
aplicación se relacionarán las normas que vayan quedando derogadas. 3.
Anualmente el Gobierno, a propuesta del Ministerio de Educación y
Ciencia, previo informe del Consejo de Estado, promulgará un Decreto

Transitorias, se establecía “quedando derogadas todas las Leyes, Decretos, Ordenes o


Reglamentos sobre Educación primaria que se opongan a lo preceptuado en ella.”
En relación con la Enseñanza Media, la Ley de 20 de septiembre de 1.938 (BOE, núm.
85, de 23 de septiembre de 1.938), en su Base IV preceptuaba el estudio de los principios
fundamentales de la Religión Católica; quedando derogadas “cuantas disposiciones se
opongan a las consignadas en los anteriores artículos” (art. 4º).
Posteriormente, se dictó la Ley de 16 de julio de 1.949, de Bases de Enseñanza Media y
Profesional (BOE, núm. 198, de 17 de julio de 1.949) y la Ley de 26 de febrero de 1.953, sobre
Ordenaci6n de la Enseñanza Media (BOE, núm. 58, de 27 de febrero de 1.953), en la que
expresamente se vuelve a señalar que “la Enseñanza Media se ajustará a las normas de la fe y
de la Moral católicas (art. 2º); “quedando derogadas todas las leyes y normas especiales o
reglamentarias en lo que se opongan a sus preceptos” (Disposiciones Finales y Transitorias 1ª).
El Decreto de 24 de marzo de 1.950, sobre enseñanza de religión en los Centros de
Enseñanza Media y Profesional (BOE, núm. 100, de 10 de abril de 1.950), que no contaba con
Disposición Derogatoria ninguna, señalaba que “La Formación religiosa en dichos Centros
tendrá por objeto la enseñanza de los dogmas fundamentales de la Fe y la práctica de la moral
católica” (art. 2º).
Y, en lo que se refiere a los estudios universitarios, La Ley de 29 de julio de 1943, Sobre
ordenación de la Universidad española (BOE, núm. 212, de 31 de julio de 1.943), se asentaba
sobre idénticos postulados: “La Universidad, inspirándose en el sentido católico,
consubstancial a la tradición universitaria española, acomodará sus enseñanzas a las del
dogma y de la moral católica y a las normas del Derecho canónico vigente” (art. 3º). “La
Universidad española se coloca bajo la advocación y patrocinio de Santo Tomás de Aquino, el
día de cuya fiesta no será lectivo y se solemnizará con actos religiosos y académicos” (art. 6º).
En cuanto al aspecto abrogatorio, se disponía la derogación de “todas las Leyes, Decretos,
órdenes o Reglamentos sobre régimen universitario que se opongan a lo preceptuado en ella”
(Disposiciones finales y transitorias 1ª).
El Decreto de 26 de enero de 1.944 (rectificado) establecía en las Universidades
españolas la enseñanza religiosa, por supuesto católica, con carácter preceptivo (BOE, núm.
53, de 22 de febrero de 1.944).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

definitorio de las disposiciones derogadas y en vigor”146. Aparte de que no


nos conste el cumplimiento de lo dispuesto en los dos últimos números de
este precepto; no ha de olvidarse, además, que la Ley ‘Villar Palasí’ ha
estado vigente, al menos parcialmente, hasta la derogación total de la
misma, que no fue operada hasta la L.O. de Educación de 3 de mayo de
2.006.147

Las distintas Leyes que, en el ámbito Educativo, se han venido


promulgando durante nuestro vigente régimen democrático tampoco han
sido mucho más esclarecedoras por lo que al alcance derogatorio de las
mismas se refiere.

En efecto, la LOECE, L.O. 5/1.980, de 19 de junio, por la que se


regula el Estatuto de Centros Escolares148, si bien derogó numerosos
artículos de la Ley de 4 de agosto de 1.970, otros preceptos de la misma,
solo lo fueron en cuanto se opusieran a ella, conteniendo finalmente una
derogación genérica de “cualquier otra disposición contraria a lo
preceptuado en la presente Ley”. Además, en su Disposición Transitoria 1ª
dispuso que “en las materias cuya regulación remite la presente Ley a
ulteriores disposiciones reglamentarias y en tanto estas no sean dictadas,
será de aplicación en cada caso la normativa hasta ahora vigente”.

Por su parte, la LODE, L.O. 8/1.985, de 3 de julio, Reguladora del


Derecho a la Educación149, que derogó a la anterior, dispuso también la
abrogación de varios preceptos de la Ley 14/1.970, de 4 de agosto,
General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, si bien
otros solo lo fueron “en cuanto se opongan a lo preceptuado en la
presente Ley”.

146
BOE, núm. 187, de 6 de agosto de 1.970.
147
L.O. 2/2.006, de 3 de mayo, de Educación (BOE, núm. 106, de 4 de mayo de 2.006).
148
BOE, núm. 154, de 27 de junio de 1.980.
149
BOE, núm. 159, de 4 de julio de 1.985.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

En cuanto a la LOGSE, L.O. 1/1.990, de 3 de octubre, de Ordenación


General del Sistema Educativo150, hoy derogada, señalaba en su
Disposición Final 4ª, a los efectos objeto de nuestra investigación: 1.
Quedan derogados: Los preceptos de la Ley 14/1.970, de 4 de agosto,
General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa no
derogados total o parcialmente por la LOECE, así como por la L.O.
11/1.983, de 25 de agosto, de Reforma Universitaria y por la LODE,
excepto los siguientes arts.: 10, 11.3, 137 en cuanto no haya sido
modificado por normas posteriores, y 144; y las disposiciones adicionales
4ª y 5ª, en cuanto no hayan sido modificadas por normas posteriores y no
se opongan a la presente ley. 2. Quedan, asimismo, derogadas cuantas
otras normas de igual o inferior rango se opongan a la presente ley. *…+ 5.
Continuarán asimismo en vigor, como normas de carácter reglamentario,
aquellas otras disposiciones que, cualquiera que fuese su rango, regulen
materias objeto de la presente ley y no se opongan a la misma, excepción
hecha de la LODE y de la Ley 12/1.987, de 2 de julio, sobre
establecimiento de la gratuidad de los estudios de Bachillerato, Formación
Profesional y Artes Aplicadas y Oficios Artísticos en los centros Públicos y
la autonomía de gestión económica de los Centros docentes públicos no
universitarios, que continuarán en vigor con las modificaciones derivadas
de la presente ley. 6. Las normas reglamentarias a que se refieren los dos
apartados anteriores quedaran derogadas una vez entren en vigor las
disposiciones que se citen en desarrollo de la presente ley.

Por su parte, la hoy también derogada LOCE, L.O. 10/2.002, de 23


de diciembre, de Calidad de la Educación151, en su Disposición derogatoria
única ordenaba: “1. Quedan derogados el art. 10.1 y la disposición
adicional 5ª de la Ley 14/1.970, de 4 de agosto, General de Educación y de
Financiamiento de la Reforma Educativa… 3. Quedan derogados los arts. 4,
5.5, 6, 7.2.e), 9, 10, 11, 16, 20, 22, 47, 48, 49, 52.1, 53 y 57.d) de la LODE.
4. Quedan derogados los capítulos I, II, III y V, del Título I; el capítulo II del
Título II; el Título III, los arts. 3, 4, 5, 6, 31.1 y 2, 32, 39.3, 43.1, segundo

150
BOE, núm. 238 de 4 de octubre de 1.990.
151
BOE, núm. 307 de 24 de diciembre de 2.002.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

párrafo, 55, 57, 58, 62, 66, y las disposiciones adicionales 2ª, 9ª, 10ª,
apartado 2º, y 16ª de la LOGSE. 5. Quedan derogados el capítulo II del
Título I, Título II, Título III y los arts. 35, 36, 38.1, 39, 40, 41, 42 y 43 del
Título IV y las disposiciones adicionales 2ª, 3ª, 5ª, 6ª y 8ª de la L.O.
9/1.995, de 20 de noviembre, de Participación, Evaluación y Gobierno de
los Centros Docentes. 6. Asimismo, quedan derogadas cuantas
disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la
presente Ley.

Finalmente, la vigente y ya citada LOE, L.O. 2/2.006, de 3 de mayo,


de Educación señala en su Disposición derogatoria única: “1. Quedan
derogadas las siguientes Leyes: a) Ley 14/1.970, de 4 de agosto, General
de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa. b) LOGSE. c) L.O.
9/1.995, de 20 de noviembre, de Participación, Evaluación y Gobierno de
los Centros Docentes. d) LOCE. 2. Asimismo, quedan derogadas cuantas
disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la
presente Ley”.

Y las Leyes reguladoras de la Enseñanza Universitaria tampoco


constituyen ningún modelo de claridad en cuanto a su alcance
derogatorio. Así, la L.O. 11/1.983, de 25 de agosto, de Reforma
Universitaria152, en su Disposición Derogatoria señalaba: 1.- Quedan
derogadas cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a la
presente Ley. 2.- Las disposiciones que, cualquiera que fuese su rango,
regulen las materias objeto de la presente Ley y no se opongan a la
misma, continuarán en vigor como normas de carácter reglamentario. 3.-
Las disposiciones que desarrollen la presente Ley derogarán, de manera
expresa, las normas a que se refiere al apartado anterior. 4. No obstante,
lo dispuesto en los apartados anteriores, la Ley de medidas urgentes en
materia de órganos de Gobierno de las Universidades continuará siendo
de aplicación hasta la entrada en vigor de los correspondientes Estatutos.

152
BOE, núm. 209, de 1 de septiembre de 1.983.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Por su parte, la L.O. 6/2.001, de 21 de diciembre, de


Universidades153, modificada por la L.O. 4/2.007, de 12 de abril154,
establece en su Disposición derogatoria única. Derogación normativa: 1.
Queda derogada la L.O. 11/1.983, de 25 de agosto, de Reforma
Universitaria, y en cuanto mantengan la vigencia, la Ley 8/1.983, de 29 de
junio, sobre medidas urgentes en materia de órganos de gobierno de las
Universidades, el Decreto 2.551/1.972, de 21 de julio, sobre Colegios
Universitarios, y el Decreto 2.293/1.973, de 17 de agosto, por el que se
regulan las Escuelas Universitarias, así como cuantas disposiciones de igual
o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la presente Ley. Asimismo,
queda derogada la disposición adicional 20ª de la Ley 30/1.984, de 2 de
agosto, de Medidas para la Reforma de la Función Pública, modificada por
la Ley 23/1.988, de 23 de julio. 2.- Sin perjuicio de lo establecido en la
disposición transitoria 2ª, en tanto se aprueban los nuevos Estatutos
conformados a esta Ley, la L.O. 11/1.983, de 25 de agosto, de Reforma
Universitaria, continuará en vigor en cuanto se refiere a órganos de
gobierno y representación de las Universidades.

La mejor prueba de la dificultad en la materia viene confirmada por


el hecho de que en los diversos supuestos en que se ha planteado la
retirada de símbolos representativos de confesionalidad, especialmente
en el ámbito educativo, nunca se ha esgrimido a favor de esa retirada la
existencia de normativa legal concreta y específica que disponga la
derogación de esas normas o la prohibición de tales signos, como no sea la
de la genérica y constitucional aconfesionalidad del Estado, el art. 27.3 de
la Carta Magna o la neutralidad ideológica, expresamente significada en el
art. 18.1 de la LODE155 al hablar de los centros públicos. Pero, claro, todo
ello depende de cómo se interpreten estos preceptos.

153
BOE, núm. 307, de 24 de diciembre de 2.001.
154
BOE, núm. 89, de 13 de abril de 2.007.
155
Art. 18. 1 de la LODE: “Todos los centros públicos desarrollarán sus actividades con sujeción
a los principios constitucionales, garantía de neutralidad ideológica y respeto de las opciones
religiosas y morales a que hace referencia el art. 27.3 de la CE”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Cabe, en consecuencia, plantearse si las referidas Circular y


Ordenes, que sí hacen mención explícita a esta materia, han sido objeto
de una derogación tácita, cuestión perfectamente posible y admitida por
nuestra legislación, a tenor de la interpretación jurisprudencial del art. 2
de nuestro Código Civil156, pues en otro caso podría entenderse que se
trata de preceptos reglamentarios que se hallan todavía en vigor –al
menos hasta tiempo bastante reciente, como vamos a tratar de explicar –
lo cual no deja de tener su importancia, pues, como ha dicho el Consejo de
Estado, «una norma no expresamente derogada puede conservar cierta
capacidad para influir en el comportamiento de los ciudadanos, se
persigue terminar con esa posible eficacia fáctica residual, en última
instancia, pues, si una disposición general del Gobierno deja sin derogar
expresamente una norma anterior, la misma puede conservar cierta
eficacia residual, esto es, cierta capacidad para influir en el
comportamiento de los ciudadanos».157

La cuestión no debería entenderse como baladí si hubiéramos de


atenernos a cuanto ha acontecido en suelo italiano con las normas
meramente reglamentarias, que disponen la presencia del crucifijo en

156
Lo que ha sido recordado expresamente por alguna Sentencia del Tribunal Supremo con
ocasión de la impugnación de un Real Decreto reglamentario. Así, por ejemplo, en el F.J. 4º de
sendas Sentencias de la Sala 3ª, Sección 3ª, de 9 de diciembre de 1.991. Pte.: Sr. Morenilla
Rodríguez (Ar. 9.564 y 9.565).
«La derogación tácita plantea siempre el inconveniente de que su conocimiento por
el conjunto de los ciudadanos se encuentra sujeto a una interpretación sistemática del
Ordenamiento jurídico. Dicha labor no siempre resulta sencilla ni siquiera para el experto en
Derecho, sobre todo cuando se dictan nuevos Reales Decretos en materias en las que ya
existía un variado conjunto de normas de diverso rango, muchas de las cuales regulaban
además aspectos puntuales». Vid. M. ESTEPA MONTERO, Régimen jurídico y control
jurisdiccional de los Reales Decretos Reglamentarios, Madrid, 2.004 (ISBN: 84-669-2485-X),
accesible en http://eprints.ucm.es/tesis/der/ucm-t27501.pdf.
157
«El Consejo de Estado ha mantenido respecto de la elaboración de normas finalmente
aprobadas mediante Reales Decretos que no resulta inconveniente derogar de modo expreso
un artículo de un reglamento ya derogado tácitamente por una norma de rango legal dado su
carácter clarificador del Ordenamiento jurídico vigente. En concreto, el Consejo de Estado
afirma en su Dictamen número 55.768, Sección 3ª, de 21 de enero de 1.991, Consideración 1ª,
que: “Se trata, en efecto, no tanto de extinguir una norma jurídica que se considera derogada,
sino de retirar su texto de los libros, por utilizar una expresiva forma de decir de los juristas
anglo-americanos”.» Vid. M. ESTEPA MONTERO, Régimen jurídico y control jurisdiccional… cit.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

varias dependencias y lugares públicos158; y que la Corte Costituzionale ha


rechazado que puedan someterse a juicio de constitucionalidad, ya que la
Carta Magna veda esta posibilidad respecto de las disposiciones
reglamentarias. No obstante, en España, el Tribunal Constitucional, para
este específico supuesto parece haberse decantado por una solución
distinta de la del Estado transalpino, pues no cuenta con la limitación
constitucional que se establece en este último, de modo que se puede
declarar la contrariedad con la Norma Suprema incluso respecto de
disposiciones de rango inferior a la ley.159

La derogación tácita de las disposiciones referidas podría venir


causada por efecto de dos distintas vías: bien por consecuencia de
inconstitucionalidad sobrevenida160, o bien por contrariar a la legislación
ordinaria posterior sobre la materia; y, en cualquiera de estos dos casos –
si es que concurriera alguno de ellos–, podría traerse a colación la carencia
de validez de las disposiciones que contradigan otra de rango superior,

158
Se trata de la Circular de 22 de noviembre de 1.922 del Subsecretario de Educación Pública,
la Circular núm. 2.134, de 29 de mayo de 1.926 y los Decretos regios núm. 965, de 30 de abril
de 1.924 y núm. 1.297, de 26 de abril de 1.928. Acerca de la vigencia de estas normas: A.
GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Confessioni religiose, diritto e scuola pubblica in Italia.
Insegnamento, culto e simbologia religiosa nelle scuole pubbliche, CLUEB, Bologna, 2.005, págs.
212 y sigs.
159
Así lo ha hecho nuestro Tribunal Constitucional, aun con ocasión de resolver recursos de
amparo: Vid. Sentencias 32/1.990, de 26 de febrero y 61/1.990, de 29 de marzo. Cfr. E. GARCÍA
DE ENTERRÍA, “La eliminación general de las normas reglamentarias nulas con ocasión de
recursos contra sus actos de aplicación”, en Revista Española de Derecho Administrativo, núm.
66 (1.990), págs. 288 y sigs. Recientemente ha vuelto a reiterar el Tribunal Constitucional, en
su Sentencia 34/2.011, de 28 marzo (BOE, núm. 101, de 28 de abril de 2.011): “si el resultado
de nuestro enjuiciamiento llevase a considerar que la raíz de la lesión del derecho fundamental
se ubica en el contenido mismo de la disposición, no por ello cabe olvidar que la depuración de
las normas infralegales por vicio de inconstitucionalidad es, en principio, competencia del
poder judicial (art. 117.3 CE). Por ello, si el restablecimiento en la integridad del derecho
fundamental pudiera obtenerse mediante la anulación de la resolución o acto administrativo
aplicativo de la disposición general, quedará reservada a la jurisdicción ordinaria su definitiva
expulsión del ordenamiento jurídico; y, excepcionalmente, la norma reglamentaria podrá ser
anulada por este Tribunal con motivo de un recurso de amparo cuando la vigencia de la
disposición, además de ser la causante de la lesión, impida el pleno restablecimiento en su
derecho al demandante (como entendieron las SSTC 7/1.990, de 18 de enero; y 32/1.990, de
26 de febrero).”
160
El número 3 de la Disposición derogatoria de la Carta Magna establece que “asimismo
quedan derogadas cuantas disposiciones se opongan a lo establecido en esta Constitución”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

que propugna el art. 1.2 del propio Código Civil161. Ahora bien, no
existiendo disposición constitucional ni legal que se ocupe expresa y
específicamente de este tema, no parece que pueda extraerse una
conclusión lo suficientemente segura como para aseverar que se haya
producido la referida abrogación tácita, pues no parecen suficientes a
estos efectos lo dispuesto en los ya mencionados arts. 16 y 27.3 de
nuestra Constitución y el art. 18.1 de la LODE, aunque todo parece indicar
que depende de cómo se entienda e interprete la aconfesionalidad
estatal, constitucionalmente proclamada. Pero la necesidad de legislar en
esta materia –argüida por el Ejecutivo así como por las Cortes Generales a
través de las Proposiciones no de Ley, que hemos visto– es indicativa de
que hasta el momento no ha sido regulado; y, por otro lado, el basamento
en este sentido por parte de algunos en la primera Sentencia Lautsi del
TEDH tampoco es suficiente, pues, aparte de haber sido dejada sin efecto
por la Gran Sala del propio Tribunal, la misma ponía el acento, a nuestro
juicio más por la vía de la libertad religiosa negativa del alumno que por la
de la laicidad pública.

Sin embargo, hay autores que, coincidiendo con algunas de las


interpretaciones propugnadas en las discusiones parlamentarias que
hemos puesto de relieve, sí parecen tener la solución muy clara al
respecto. Así, por ejemplo, la Profª. Llamazares Calzadilla, después de
plantearse, «la pregunta a la que hay que responder es si está
constitucionalmente prohibida [la presencia de símbolos religiosos], de
manera que, en el caso de que hubiera una norma anterior a la
Constitución, legal o consuetudinaria, en contrario, debería considerarse
derogada por inconstitucionalidad sobrevenida (Disposición Derogatoria
3ª CE)»162, asevera que «el principio de igualdad en la libertad, y el

161
Cuestión también que no deja de ser importante, dada la diferencia entre una mera
derogación normativa que, en principio, no ha de tener eficacia retroactiva respecto de los
efectos jurídicos alcanzados durante su vigencia; y la nulidad de un precepto jurídico, que
debería conllevar la de las consecuencias jurídicas derivadas del mismo. Cfr. M. ESTEPA
MONTERO, Régimen jurídico y control jurisdiccional… cit.
162
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, “Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes”, en la obra colectiva (D. Llamazares Fernández, dir.),
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

consiguiente principio de laicidad, impiden la presencia de símbolos


religiosos que presidan las actividades propias del sistema educativo en las
aulas escolares públicas».163

Todavía más vehemente se muestra el Prof. Barrero Ortega cuando


señala que «Es una decisión que adoptó el constituyente *…+ Ni siquiera
las Cortes Generales podrían tomar la decisión de que hubiera crucifijos,
pues en el supuesto de que aprobaran una ley en ese sentido la ley sería
inconstitucional. Es insostenible reconocer a los poderes públicos una
competencia para decidir sobre el cumplimiento o no del principio de
laicidad. La afirmación de esta competencia es inconstitucional y abre la
posibilidad cierta de vulnerar derechos fundamentales de los alumnos y
de sus padres».164

Aunque algún autor ha hecho ver la relevancia de los arts. 81 y 82


de la LOCE a estos efectos165, en la actualidad hay que tener en cuenta que
dicha Ley está derogada por la LOE. No obstante, tanto ésta última como
la LODE, contienen además de preceptos paralelos a aquéllos, otros
artículos que vienen a colación con el tema que estamos tratando, eso sí,
de modo muy genérico y sin dar respuesta concreta alguna a la presencia
o no de simbología religiosa en los colegios, lo que hace que cuando se
plantea un problema en este espacio público, la solución dada al caso
pueda ser totalmente dispar dependiendo del Centro escolar de que se
trate y de la Comunidad Autónoma en que se plantee; y es que la ausencia
de normativa específica y la atribución de determinadas competencias de
gestión y control de los Centros que la LOE otorga a los Consejos
Escolares166 en particular, impide una uniformidad de decisiones a nivel

Libertad de conciencia y laicidad en las instituciones y servicios públicos, Dykinson, Sevilla,


2.005, pág. 295. El corchete, con su contenido, que pretende ser aclaratorio, es nuestro.
163
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, ibídem, pág. 300.
164
A. BARRERO ORTEGA, “El vía crucis judicial de unos padres quisquillosos”, en VV.AA. (M.
Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio
público, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011, pág. 223.
165
Cfr. S. CAÑAMARES ARRIBAS, «El empleo de simbología religiosa en España», en la web del
osservatorio delle libertà ed istituzioni religiose (www.olir.it), aprile 2.005, pág. 11.
166
En su art. 127.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

estatal que, en consecuencia, puede dar lugar a graves desigualdades, tal


y como veremos posteriormente en el Capítulo dedicado a tales efectos.
La impresión que da una visión de conjunto es que la legalidad que ha sido
establecida constituye el resultado de una calculada indefinición expresa
en la materia.

Concretamente, la LODE, respecto a los centros concertados o


centros financiados públicamente, señala que es incumplimiento grave del
concierto contravenir los derechos reconocidos en los arts. 16 y 20 de la
C.167. Y el art. 6 en sus apartados 3 y 4 del Título Preliminar de la misma, en
referencia a los derechos y deberes básicos de los alumnos, contempla el
respeto a las convicciones religiosas y morales, de acuerdo con la
Constitución168. Por su parte, la LOE destaca entre sus fines la formación
en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, proponiéndose
el ejercicio de la tolerancia y de la libertad, dentro de los principios
democráticos de convivencia y la prevención de conflictos y la resolución
pacífica de los mismos, tal y como viene establecido en el Título Preliminar
de la misma.169

Sin ánimo de exhaustividad por ahora, del análisis de conjunto de


las actuaciones político-parlamentarias en supuestos de controversia

167
Art. 62. 2 de la LODE: “Son causas de incumplimiento grave del concierto por parte del
titular del centro las siguientes: *…+ e) Lesionar los derechos reconocidos en los arts. 16 y 20 de
la CE, cuando así se determine por sentencia de la jurisdicción competente”.
168
Art. 6.3 de la LODE: “Se reconocen a los alumnos los siguientes derechos básicos: *…+ b) a
que se respeten su identidad, integridad y dignidad personales; *…+ e) a que se respete su
libertad de conciencia, sus convicciones religiosas y sus convicciones morales, de acuerdo con
la Constitución”.
Art. 6.4 de la LODE: “Son deberes básicos de los alumnos: *…+ f) Respetar la libertad de
conciencia, las convicciones religiosas y morales, y la dignidad, integridad e intimidad de todos
los miembros de la comunidad educativa”.
169
Art. 1. El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la
Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella, se
inspira en los siguientes principios: *…+ c) La transmisión y puesta en práctica de valores que
favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la
tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a superar cualquier tipo de
discriminación. *…+ k) La educación para la prevención de conflictos y para la resolución
pacífica de los mismos…”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

sobre simbología religiosa170, así como de las resoluciones judiciales que se


han ocupado, de una forma u otra, de estos supuestos, por regla general,
con algunas excepciones, no parece que pueda alcanzarse tal afirmación,
al menos nada se encuentra explícitamente sobre esta temática, incluso
ha habido movimientos parlamentarios favorables a un tratamiento
específico y directo a la ordenación de la supresión de la presencia
“cristiana” en las aulas, que, como hemos visto, hasta muy recientemente,
no habían alcanzado el respaldo del Congreso; lo cual, a nuestro juicio,
vendría a ser como reconocer que no hay base constitucional ni legal
suficiente para ello. Es más, tras la aprobación por nuestros Diputados de
la proposición no de ley objeto de transacción por el Grupo Parlamentario
de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds y
el grupo parlamentario Socialista, en definitiva se dispuso que todo ello
habría de ser objeto de tratamiento específico en la que se pretendía
fuera nueva Ley Orgánica de Libertad Religiosa, iniciativa finalmente
abandonada por el propio Gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero.

Sin embargo, lo cierto es que la ‘aconfesionalidad estatal’ no parece


que, de por sí, sea suficiente para entender existente una
inconstitucionalidad sobrevenida de tales disposiciones reglamentarias,
especialmente si tal principio constitucional debe analizarse a la luz de la
“laicidad de tipo positivo” que el máximo intérprete de la Norma Suprema
ha asignado a la intelección del art. 16 de la C., en varias resoluciones, y
entre ellas, en las Sentencias 46/2.001, 128/2.001, 154/2.002, 101/2.004,
38/2.007, y 128/2.007. Además, el mismo Alto Tribunal ha tenido ocasión
de subrayar en la Sentencia 130/1.991171, al analizar el ajuste
constitucional del acuerdo del claustro universitario que dispuso suprimir
170
El entonces ministro de Educación y Cultura, Sr. Rajoy Brey, a pregunta del diputado D.
Ricardo Fernando Peralta Ortega, del Grupo Mixto, señaló que «el Ministerio de Educación, ya
desde el año 1.984, ha dicho con meridiana claridad que los principios de libertad religiosa y
no confesionalidad del Estado no implican la ausencia de cualquier símbolo religioso en los
edificios públicos», añadiendo que la decisión al respecto la habría de tomar el Consejo Escolar
del Centro, al menos si hay una petición sobre el particular. (Vid. Diario de Sesiones del
Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación permanente, núm. 225, de 24 de marzo de
1.999, pág. 11.976 y sig.).
171
Sentencia núm. 130/1.991, de 6 de junio. Pte.: Sr. Tomás y Valiente (BOE, núm. 162, de 8 de
julio de 1.991).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

del escudo de la Universidad de Valencia la tradicional imagen de la


‘Virgen de la Sapiencia’, que «la racionalidad del acuerdo, implícita en él
pero comprensible sin esfuerzo, consiste en considerar que es más
adecuado a la lógica de un Estado aconfesional un escudo universitario sin
elementos de significado religioso que con ellos». Lo cual no impide que,
según la propia sentencia, el mantenimiento de «otros [elementos de
significado religioso], como los propuestos por la minoría disconforme,
seguramente serían igual de lícitos y respetables, sólo que no han sido los
mayoritariamente votados»172. Más reciente y expresamente, con cita de
esta resolución, se ha vuelto a pronunciar sobre la materia tan Alto
Tribunal en su Sentencia 34/2.011, de 28 de marzo173, rechazando que el
patronazgo religioso de un colegio profesional sea vulnerador del principio
de aconfesionalidad ni de la libertad religiosa en su dimensión objetiva.

En cualquier caso, para finalizar con nuestra exégesis de la materia,


es necesario resaltar que las normas reglamentarias franquistas analizadas
constituyeron disposiciones normativas cuya génesis fue de carácter
estatal, –y no dictadas por autoridad religiosa alguna–, por mucho que
pudieran tener un sentido de tinte confesional, y su destino eran las aulas
de los colegios públicos. Otra cosa, y muy distinta, es lo que pudiera
disponer la autoridad eclesiástica para sus propios centros de enseñanza.
Por otro lado, y en aplicación también de tales consideraciones relativas a
la ‘sensibilidad’ mostrada al respecto, la postura legislativo-
gubernamental, cualquiera que haya sido el Partido en el Poder, ha sido
dejar que “las aguas recorran su cauce”, entendiendo que las
controversias que pudieran surgir en la materia se resolvieran aplicando la
legislación general174; concediendo gran importancia a la voluntad
mayoritaria y democrática de los implicados en el caso concreto: por lo
menos por lo que se refiere al ámbito escolar público, donde se ha dicho,
en más de una ocasión, que la competencia para resolver los posibles

172
Ibídem, F.J. 5º; cursiva y añadido, que se pretende aclaratorio, contenido en el corchete,
nuestros.
173
BOE, núm. 101, de 28 de abril de 2.011.
174
Las iniciativas parlamentarias que, anteriormente, hemos examinado nos parece que lo
ponen claramente de relieve.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

conflictos que pudieran surgir eran del consejo escolar del centro. Lo
vamos a ver más detenidamente al tratar de la problemática en los
ámbitos del poder ejecutivo y del judicial. No obstante, en los últimos
tiempos todo parece indicar que la sensibilidad sobre esta temática ha
cambiado, al menos para un sector social y político175, si tomamos en
consideración: primero, la proposición no de ley de Izquierda Unida y
otros, concordada posteriormente con el PSOE y aprobada en el Congreso;
segundo, el anuncio gubernamental de una nueva L.O. de Libertad
Religiosa, que contemplaría la materia relativa a la simbología religiosa en
lugares públicos; tercero, la incidencia de Ley 52/2.007, de 26 de
diciembre, de Memoria Histórica, que vamos a pasar a examinar.

4. INCIDENCIA DE LA LEY 52/2.007, DE 26 DE DICIEMBRE, DE “MEMORIA


HISTÓRICA”

Un paso previo en la materia en el sentido últimamente propiciado,


con posible repercusión en la normativa franquista analizada –aunque
más bien parece pasar ésta tan desapercibida que no se hace tampoco
referencia explícita a la misma– podría venir dada por la, ya mencionada,
Ley de “Memoria Histórica”176, en cuya Exposición de Motivos se expresa
que, en los arts. 15 y 16 de la Ley, “se establecen una serie de medidas en
relación con los símbolos y monumentos conmemorativos de la Guerra
Civil o de la Dictadura, sustentadas en el principio de evitar toda exaltación
de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la
Dictadura, en el convencimiento de que los ciudadanos tienen derecho a
que así sea, a que los símbolos públicos sean ocasión de encuentro y no de
enfrentamiento, ofensa o agravio”.

175
Y así, en varias Comunidades Autónomas la lectura del principio constitucional de laicidad
que se ha hecho desde sus órganos de Gobierno, tal y como vamos a ver en el siguiente
capítulo de este trabajo, es la de la actuación contra símbolo en el seno escolar, al menos si
hay petición de parte al respecto.
176
Ley 52/2.007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se
establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra
civil y la dictadura (BOE, núm. 310, de 27 de diciembre de 2.007).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Dispone, en concreto, el art. 15 de la Ley, bajo la rúbrica ‘Símbolos y


monumentos públicos’: «1. Las Administraciones públicas, en el ejercicio
de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de
escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de
exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra
Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse
la retirada de subvenciones o ayudas públicas. 2. Lo previsto en el
apartado anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de
estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando
concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas
protegidas por la ley. 3. El Gobierno colaborará con las Comunidades
Autónomas y las Entidades Locales en la elaboración de un catálogo de
vestigios relativos a la Guerra Civil y la Dictadura a los efectos previstos en
el apartado anterior. 4. Las Administraciones públicas podrán retirar
subvenciones o ayudas a los propietarios privados que no actúen del modo
previsto en el apartado 1 de este artículo».177

A la luz de este precepto, parece difícil seguir sosteniendo la


vigencia de las disposiciones reglamentarias franquistas que hemos venido
analizando. Si bien podían albergarse dudas acerca de su
constitucionalidad, pese a su confrontación con el principio de
aconfesionalidad estatal, ya que el sentido y razón de ser de aquéllas era
confesional178 y apologético –esto último, tanto de la religión católica

177
Lo destacado es nuestro.
178
Aunque a la fecha que se contraen no puede considerarse que el General Franco se hubiese
decidido en este tema, pues la confesionalidad no se plasmó legalmente hasta la promulgación
del Fuero de los españoles de 17 de julio de 1.945, “tras unos iniciales y fugaces titubeos
(provocados por el hecho de que Falange Española se manifestaba partidaria de la separación
entre la Iglesia y el Estado)”, según pone de relieve J.M. VÁZQUEZ GARCÍA-PEÑUELA,
“Evolución del Derecho eclesiástico español”, en la obra colectiva (D. García Hervás, coord.),
Manual de Derecho Eclesiástico del Estado, Colex, Madrid, 1.997, pág. 82 y sig.
Con mayor detenimiento respecto de la actitud franquista hacia la religión católica en
los primeros tiempos de su régimen: M.N. MONTESINOS SÁNCHEZ, “Notas sobre las relaciones
entre la Iglesia y el Gobierno del General Franco durante la guerra civil”, en Anales de la
Universidad de Alicante. Facultad de Derecho, núm. 5 (1.990), págs. 155 y sigs. Con
posterioridad, J. FERREIRO GALGUERA, Relaciones Iglesia-Estado en la II República española,
Atelier, Barcelona, 2.005, pág. 216 y sig., pone de relieve el discurso de Franco, de 1 octubre
1.936, en que se autoproclamaba Jefe del Estado, y en el que expresamente se afirmaba: “El
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

como del régimen político franquista y su visión acerca de la guerra civil–,


sin embargo, las medidas que imponen estas normas han de considerarse
que “caen de lleno” en el ámbito delimitado en el transcrito art. 15 de la
Ley de Memoria Histórica; y, por consiguiente en flagrante contradicción
con el espíritu y finalidad de lo preceptuado en esta Ley. De modo que no
por razón de confesionalidad, sino por la impronta apologética con la que
se ordenaron tales Normas deben entenderse derogadas, aunque también
por la vía de la abrogación tácita, pues en la Disposición derogatoria de la
Ley si bien se contiene la abrogación expresa de una serie de Leyes
franquistas, sin embargo no se contiene el alcance derogatorio genérico
relativo a cualesquiera otras disposiciones que confronten lo preceptuado
en la misma. En efecto, aunque en la primera Orden franquista de 1.939,
la finalidad apologética sólo se descubre de la exposición de motivos o
preámbulo de la Orden y no del contenido normativo, propiamente dicho,
de la misma, aunque es indudable que no puede perderse de vista la razón
de ser que inspiraba todo esto; en la otra Orden de 1.939 y,
especialmente, en la Circular de 1.937 el sentido ensalzador de la guerra y
la victoria en la misma es absolutamente patente.

La Exposición de Motivos o Preámbulo de la referida Orden basa la


instauración del Santo Crucifijo en las Universidades e Institutos de
Enseñanza Media, a tenor de la educación católica que debe recibir la
juventud, según la directriz fundamental de la reforma de la enseñanza
media implantada por la Ley de 20 de septiembre de 1.938; orientación
que ha de extenderse a los centros de enseñanza superior según
aconsejan el sentido cristiano de la victoria nacionalista y el
reconocimiento de la ayuda de Dios al Caudillo de España”.179

Estado, sin ser confesional…” y sugería el acercamiento de los militares hacia la religión para
tratar de apoyarse también en ella a favor de la revuelta. Por otra parte, y con cita de
Callaham, se señala que, pese a anteriores recelos, porque no se mostraban muy piadosos o
católicos, el Cardenal Gomá empezó a ver a los militares con “mejores ojos” cuando se
adoptaron medidas pro católicas como el retorno de los crucifijos a las escuelas.
179
La cursiva es nuestra.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

En otro orden de cosas, en aplicación y desarrollo de la Ley de


Memoria Histórica, por acuerdo del Consejo de Ministros, el 31 de octubre
de 2.008, se dictan instrucciones para la retirada de símbolos franquistas
en los bienes de la Administración General del Estado y sus organismos
públicos dependientes en aplicación del art. 15 de dicha Ley. En concreto,
acuerda: “1.º Se procederá a la retirada de todos los símbolos a los que se
refiere el art. 15.1 de la Ley 52/2.007, de 26 de diciembre, que se
encuentren en un bien propiedad de la Administración General del Estado
y sus Organismos públicos dependientes.
2.º Se exceptúan de lo dispuesto en el apartado anterior aquellos
símbolos que se encuentren en un bien calificado como Bien de Interés
Cultural siempre que se den los siguientes supuestos:
Significado histórico: Sólo se conservarán aquellos símbolos con
significado histórico y arquitectónico y que estuvieran previstos en el
proyecto original de construcción del inmueble, siempre y cuando estén
incluidos en la propia declaración de Bien de Interés Cultural.
Valor artístico o artístico-religioso: Se conservarán aquellos
símbolos con alto valor artístico o artístico-religioso y que formen parte
del Bien de Interés Cultural y así haya sido reconocido en su declaración.
Criterios técnicos: Que el símbolo constituya un elemento
fundamental de la estructura del inmueble cuya retirada pudiera poner en
peligro la estabilidad del mismo o cualquier otro aspecto relativo a su
adecuada conservación.
3.º Las excepciones contempladas en el apartado anterior tendrán
que ser valoradas en cada caso por una Comisión Técnica de expertos
constituida al efecto por el Ministerio de Cultura”.180

Por su parte, el Consejo Escolar del Estado, ya adoptó una


Resolución, de 29 de enero de 2.008, sobre la aplicación de esta Ley –sin
hacer referencia alguna a su alcance derogatorio– en el ámbito educativo,
señalando que «numerosos centros educativos tienen escudos, insignias,

180
Orden Cultura 3.190/2.008, de 6 de noviembre (BOE, núm. 269, de 7 de noviembre de
2.008). Por Orden CUL/459/2.009, de 19 de febrero, se crea y regula la Comisión Técnica de
Expertos para la valoración de los supuestos determinantes de la excepcionalidad en la
retirada de símbolos (BOE, núm. 51, de 28 de febrero de 2.009).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

placas y otros objetos o menciones conmemorativas en sus dependencias


o su propia denominación es una exaltación, personal o colectiva, de la
sublevación militar, de la Guerra Civil o de la Dictadura que en ningún caso
son ni recuerdos privados, ni elementos artísticos, arquitectónicos o
artístico-religiosos», por ello se «insta a las Administraciones educativas
correspondientes a que retiren de los centros educativos dichos símbolos
y denominaciones en los términos que establece el art. 15 de la Ley
52/2.007».181

En definitiva, y como resumen y corolario de cuanto antecede,


podríamos llegar a las siguientes consecuencias:
a) Acerca de la vigencia de las normas reglamentarias franquistas:
1) Se pueda dudar o no de su vigencia hasta tiempo reciente, lo
cierto es que habría de dárseles la consideración de normas obsoletas,
carentes de aplicación en la práctica, al menos desde los tiempos de la
transición y puede que –dadas las relaciones distantes entre el Régimen y
la Iglesia Católica– desde los tiempos del tardofranquismo.
2) Tales Normas han de entenderse derogadas, si es que antes no lo
estaban, por la Ley de Memoria Histórica, dado el carácter apologético del
sentido de la guerra y la victoria nacionalista con el que se disponía por
aquéllas la presencia escolar de los símbolos religiosos, lo cual entra en
flagrante contradicción con el sentido y finalidad de esta Ley.

b) Acerca de la pervivencia de efectos jurídicos derivados de esa


normativa franquista:
1) Parece que la realidad demuestra que, aunque pueda estimarse
que cada vez en menor número, todavía existen espacios escolares
públicos en los que quedan crucifijos y otros símbolos religiosos propios
del catolicismo cuya presencia posiblemente encuentra su origen en
dichas normas franquistas.182

181
Así en www.feteugt.es/data/images/2008/Privada/Acuerdos/PRIConEscEstado31-01.pdf
(visita de 11 de diciembre de 2.011).
182
La Ley de Símbolos de Navarra de 11 de abril de 2.003, con consciencia o no al respecto,
establece en su Disposición Transitoria Única (Retirada de simbología franquista), que «en el
plazo de un año desde la entrada en vigor de esta Ley Foral, las autoridades en ella referidas
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

2) Esos crucifijos y demás símbolos habría que removerlos con base


en la Ley de Memoria Histórica. Pero, como resulta que ello no se dispone
automáticamente sino mediante el impulso legal de avivar el celo de las
Administraciones públicas competentes en este sentido (art. 15 de la Ley)
y habría que intentar aclarar el origen del símbolo: ¿Tendría alguna
competencia cumulativa en la materia el propio Consejo escolar del
Centro? ¿Habría que “pulsar” su opinión? ¿El transcurso del tiempo podría
haber cambiado el significado originario con que fue dispuesta su
presencia? ¿El propio Consejo escolar podría atribuirle otra significación?

En el seno del Consejo Escolar del Estado parece, no obstante, que


se rechazó esta posibilidad. Al menos, respecto de la nombrada
Resolución de 29 de enero de 2.008, “a instancias de CEAPA, CCOO y UGT
se retiró un punto de la resolución que proponía que el Consejo Escolar
del Estado se encargara, en colaboración con los Consejos Escolares
Autonómicos, de elaborar una propuesta de catálogo de vestigios del
franquismo en los centros educativos”.183

Plantearse estas cuestiones, sin embargo, no resulta tan


disparatado cuando nuestro Tribunal Constitucional ha señalado, si bien
en otro ámbito, paralelo pero distinto cual es del Colegio Profesional de
Abogados, que «debemos tomar en consideración no tanto el origen del
signo o símbolo como su percepción en el tiempo presente, pues en una
sociedad en la que se ha producido un evidente proceso de secularización
es indudable que muchos símbolos religiosos han pasado a ser, según el
contexto concreto del caso, predominantemente culturales aunque esto

procederán a la retirada y sustitución de la simbología propia del régimen franquista. Aquellos


símbolos que estén integrados en edificios declarados de carácter histórico-artístico serán
sustituidos y enviados para su custodia a la Institución Príncipe de Viana, salvo que resulte
materialmente imposible la operación de sustitución». Por su parte, la Disposición Derogatoria
Única de la propia Ley establece que «queda derogada la Ley Foral 7/1.986, de 28 de mayo, y
cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en esta Ley Foral».
183
Vid. www.foroporlamemoria.info/noticia.php?id_noticia=3296 (visita de 11 de diciembre de
2.011): “Desde el Sindicato de Estudiantes seguimos pensando que esto es una buena idea,
precisamente porque es en el Consejo Escolar donde está representada toda la comunidad
educativa”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

no excluya que para los creyentes siga operando su significado


religioso».184

En cualquier caso, parece que podrían quedar crucifijos u otros


símbolos religiosos cuya presencia trajese causa anterior a la de las
disposiciones franquistas, sin que por tanto les debiese afectar la Ley de
Memoria Histórica. La labor, puede que ciertamente complicada, debería
pasar por determinar la fecha de colocación de tales símbolos, pero –a
título de ejemplo– en el caso del colegio pucelano ‘Macías Picavea’, la
Administración sostuvo que la presencia del crucifijo databa del año
1.930.185

No debe olvidarse que la Orden de 30 de marzo de 1.939 mandaba


instaurar el crucifijo a directores de Instituto y rectores de Universidad,
“que todavía no lo hubieran hecho”. Y la Orden de 27 de julio de 1.939 era
también de una aplicación bastante circunstancial en lugares y tiempo (“El
día 14 de septiembre de 1.939 en todas las Escuelas Nacionales y
Municipales de Madrid y su provincia, así como en todas las que radican
en las provincias últimamente liberadas *…+ durante los meses de marzo y
abril del presente Año…). Por tanto, no puede descartarse que, como se ha
afirmado con soporte documental en la investigación, se tratase de un
refrendo gubernamental al regreso del crucifijo al aula, que «había sido un
proceso generalizado, patrocinado por corporaciones católicas,

184
Sentencia del Tribunal Constitucional, Sala Segunda, 34/2.011, de 28 de marzo de 2.011, F.J.
4, ya referenciada anteriormente.
185
Sentencia de 14 de noviembre de 2.008 del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm.
2 de Valladolid F. de D. 4º (RJCA\2008\695): “En el escrito de contestación a la demanda,
señala el Letrado de la Administración que los crucifijos se encuentran en el centro desde su
inauguración, a finales de 1.930, vinculados de forma permanente, por voluntad de su titular,
al propio edificio, ajeno éste a todas las vicisitudes históricas y a los diversos ordenamientos
jurídicos”.
En la Gaceta de Madrid núm. 5.764, de fecha 12 de mayo de 1.850, pág. 4: TIFF
(Referencia 1.850/02.261): en su apartado de Noticias nacionales, se contiene la siguiente:
«Barcelona 8 de Mayo.- El Iltre. Sr. Alcalde constitucional de esta ciudad ha dispuesto muy
acertadamente el que en todas las escuelas de esta ciudad, sostenidas á expensas de los
fondos municipales, se coloquen una imagen del Crucificado y el retrato de S.M.»
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Diputaciones y Universidades»186, anterior y, por tanto, al margen de la


preceptiva jurídica. De modo que la percepción del significado de esos
símbolos dependía mucho de la perspectiva que pudiese adoptarse al
respecto.

Es obvio que muchos de estos símbolos también podrían haberse


puesto posteriormente, y con otro significado, al influjo y disposición
normativa de las Órdenes y Circular en cuestión, al menos en términos
dialécticos. En este sentido se encuentran episodios aislados referidos a la
recolocación del crucifijo, alguno cercano en fecha a la Ley de Memoria
Histórica, como es el caso del colegio público San Agustín de Fuentes de
Nava (Palencia).187

En cualquier caso, sería importante tomar en consideración la


percepción actual de las cosas, pues no parece que la gente en el crucifijo
vea al Caudillo o rememore la guerra civil o la dictadura, sino que ve un
símbolo religioso, ya sean partidarios o detractores del mismo, si bien
estos últimos pueden hallar el origen de su colocación o presencia en esas
normas franquistas.

5. LA [DES]REGULACIÓN PENAL DE LA “RES SACRA” (Las cosas sagradas y


su protección penal)

Una excepción patente a cuanto llevamos dicho podría venir


constituida, según cómo se interprete, pero que parece ser el sentir de
algunos autores, por la legislación penal relativa a la protección de la
libertad religiosa, pues en este sentido ha llegado a afirmarse que “la

186
A. ÁLVAREZ BOLADO, Para ganar la Guerra, para ganar la Paz, Universidad Pontificia
Comillas, Madrid, 1.995, pág. 392. En las págs. 47 a 50 de esta obra se contienen, sin ánimo de
exhaustividad, relatos sobre la concreta vuelta de muchos de estos crucifijos a la escuela, con
datos documentales y resoluciones al respecto.
187
A primeros del año 2.007, diversos medios de comunicación daban como noticia que el
consejo escolar del colegio público, de Educación Infantil y Primaria, San Agustín de Fuentes de
Nava había acordado, por mayoría de 5 contra 3 votos, reponer los crucifijos y demás símbolos
religiosos que habían sido retirados a raíz de una reunión del claustro de profesores (J.
BASTANTE, en ABC.es, 13 de enero de 2.007).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

presencia en el Código Penal de una regulación específica de carácter tan


amplio como la prevista no se encuentra justificada más que por
cuestiones simbólicas que, quizás en el caso de la libertad religiosa, no
sean suficientes”.188

Sin ánimo alguno de exhaustividad, por nuestra parte, cabe decir


que esta regulación penal viene de antiguo, pues se encuentra ya en las
Partidas189 y también en la Novísima Recopilación190, habiéndose
mantenido la tipificación criminal, con mayor o menor amplitud según las
épocas191, incluso durante la legislación de la II República.192

188
C. FERNÁNDEZ-PACHECO ESTRADA, “La cuestión religiosa en el Código Penal desde el
franquismo hasta la actualidad”, en la obra colectiva (B. Souto Galván, dir.), Libertad de
creencias e intolerancia en el franquismo, Marcial Pons-Universidad de Alicante, Madrid, 2.008,
pág. 253.
Según el Prof. W. HASSEMER (traducción de Elena Larrauri), «Derecho Penal
Simbólico y protección de Bienes Jurídicos», en Varios Autores, Pena y Estado función
simbólica de la pena, Editorial Jurídica Conosur, Santiago de Chile, 1.995, págs. 23 y sigs.
(disponible en www.metajus.com.br/textos_internacionais/simbolismo-e-bem-juridico-
Hassemer.pdf): “El propio término *simbólico+ no ha sido objeto de estudio por la doctrina; no
he encontrado un concepto preciso y apto de «simbólico» o «legislación simbólica». Existe un
acuerdo global respecto de la dirección en la cual se busca el fenómeno de Derecho simbólico:
se trata de una oposición entre «realidad» y «apariencia», entre «manifiesto» y «latente»,
entre lo «verdaderamente querido» y lo «otramente aplicado»; y se trata siempre de los
efectos reales de las leyes penales. «Simbólico» se asocia con «engaño», tanto en sentido
transitivo como reflexivo. Así Hegenbarth opone el «fortalecimiento simbólico de las normas»
a la «seguridad de su cumplimiento»; Hill habla de leyes que «no están en situación de
efectuar cambios y las cuales sólo tienen funciones simbólicas»; Ryffel vincula «simbólico» con
«consecuencias latentes» de las leyes; Noll opone las intenciones del legislador a los efectos
reales de las leyes y Amelung contrapone «prestigio» a «efectividad».”
189
Partidas VII, 28, 5: “De fecho, obrando algunt home como en manera de denuesto alguna
cosa contra Dios ó contra Santa María, escupiendo en la majestad ó en la cruz, ó firiendo en
ella con piedra ó con cuchillo, ó con otra cosa cualquier, por la primera vegada haya toda la
pena el que lo ficiere que diximos en las leyes antes desta que debe haber por la tercera vegada
el que denuesta a Dios ó a Santa María: (Pérdida de bienes) et si aquel que lo ficiere fuere de
los menores homes, que non haya nada, mandamos quel corten la mano por ende”.
190
No. R. I, 1, 5: “Pues por la santa cruz fue redimido el humanal linaje, mandamos que
ninguno faga figura de cruz, ni de santo, ni de santa, en sepultura, ni en tapete, ni en manta, ni
en otra cosa, para poner en lugar donde se pueda hollar con los pies; y cualquiera que lo hiciere
pague ciento cincuenta maravedís, la tercera parte para la Iglesia, y la otra tercera parte para
el acusador, y la otra tercera parte para la ciudad ó villa donde esto acaesciere”.
191
Código Penal de 1.822:
Art. 235: “El que con palabras, acciones o gestos ultrajare o escarneciere manifiestamente
sabiendas alguno de los objetos del culto religioso en los lugares destinados al ejercicio de éste,
o en cualquier acto en que se ejerza, sufrirá una reclusión o prisión de quince días a cuatro
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Había, pues, una regulación legal tuitivo-criminal de los objetos


sagrados, heredada del franquismo193 –y mantenida en las sucesivas
reformas legales que del Código Penal se realizaron para ajustarla a la
Constitución194– hasta el Código Penal de 1.995; de manera que se

meses; doblándose esta pena si el reo fuere eclesiástico secular o regular, o funcionario público
en el ejercicio de sus funciones. Compréndese en las disposición de este artículo el ultraje o
escarnio manifiesto de dichos objetos hecho por medio de pinturas, estampas, relieves u otras
manufacturas de esta clase exponiéndolas en público, vendiéndolas o distribuyéndolas a
sabiendas de cualquier modo”.
Art. 236: “Igual pena sufrirá el que a sabiendas derribare, rompiere, inutilizare o destruyere
alguno de los objetos destinadas al culto público”.
Código Penal de 1.848-1.850:
Art. 131: “El que hollare, arrojare al suelo o de otra manera profanare las sagradas formas de
la Eucaristía, será castigado con la pena de reclusión temporal”.
Art. 132: “El que con el fin de escarnecer la religión, hollare o profanare las imágenes, vasos
sagrados u otros objetos destinados al culto será castigado con la pena de prisión mayor”.
Código Penal de 1.870:
Art. 240: “Incurrirá en las penas de prisión correccional en sus grados medio y máximo y multa
de 250 a 2500 pesetas …4. El que con el mismo fin profanare públicamente imágenes, vasos
sagrados o cualesquiera otros objetos destinados al culto”.
Código Penal de 1.928:
Art. 272: “El que hollare, arrojare al suelo o de otra manera profanare las Sagradas Formas de
la Eucaristía, será castigado con la pena de tres a seis años de prisión”.
Art. 273: “Los que, en ofensa de la religión del Estado hollaren, destruyeren, rompieren o
profanaren los objetos sagrados o destinados al culto, ya lo ejecutaren en las iglesias, ya fuera
de ellas, incurrirán en la pena de seis meses a seis años de prisión”.
192
Código Penal de 1.932:
Art. 235: “Incurrirán en las penas de arresto mayor y multa de 500 a 2.500 pesetas …3º. El que
escarneciere públicamente alguno de los dogmas o ceremonias de cualquiera religión que
tenga prosélitos en España. 4º. El que con el mismo fin profanare públicamente imágenes,
vasos sagrados ó cualesquiera otros objetos destinados al culto”.
193
Código Penal, Texto refundido de 1.944:
Art. 207: “El que hollare, arrojare al suelo o de otra manera profanare las Sagradas formas de
la Eucaristía, será castigado con la pena de prisión menor”.
Art. 208: “Los que, en ofensa de la Religión católica, hollaren, destruyeren, rompieren o
profanaren los objetos sagrados o destinados al culto, ya lo ejecuten en las Iglesias, ya fuera de
ellas, incurrirán en la pena de prisión menor”.
Ley 44/1.971, de 15 de noviembre de reforma parcial del Código Penal:
Art. 208: “El que ejecutare actos de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos
legalmente tutelados, será castigado con la pena de prisión menor y multa de 20.000 a
100.000 pesetas. Se impondrá esta pena en su grado máximo si los hechos previstos en el
párrafo anterior fuesen realizados en templo, lugar destinado al culto o en ceremonias del
mismo, oficialmente autorizadas, siempre que este requisito fuese necesario. Cuando el hecho
revistiere suma gravedad o relevante trascendencia, se aplicará la pena superior en grado”.
194
Ley Orgánica 8/1.983, de 25 de junio, de Reforma Urgente y Parcial del Código Penal:
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

protegían todas aquéllas cosas que se consideraban “sagradas” frente a la


profanación de las mismas, esto es no tratar las cosas sagradas con el
debido respeto o destinarlas a usos profanos.195

La doctrina científica, tanto penalista como la eclesiasticista que se


ha ocupado de esta temática, ha puesto de manifiesto que, frente a la
regulación punitiva que anteriormente había sido dispuesta en la materia,
en la actualidad, tras el vigente Código Penal de la Democracia196, el
denominado tradicionalmente delito de profanación en ofensa de
sentimientos religiosos ha dejado de serlo fuera del ámbito de los lugares
sagrados (templo o lugar destinado al culto) o en el seno de ceremonias
religiosas.

Se ha dicho, así, que «el Código de 1.995 mantiene el delito de


profanación, aunque la extensión del mismo se ha visto limitada respecto
al Código anterior, de modo que la tradicional configuración abierta del
tipo ha dejado paso a una descripción cerrada de tres situaciones en las
que la profanación resulta punible»197. Basta, en efecto, comprobar la
distinta redacción de los artículos del Código Penal de 1.973 y el vigente
de 1.995; así, el art. 208 del Código Penal de 1.973 condenaba al que
ejecutare actos de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos
legalmente tutelados, imponiendo la pena en grado máximo si estos
hechos fuesen realizados en templo, lugar destinado al culto o en

Art. 208: “El que ejecutare actos de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos
legalmente tutelados, será castigado con la pena de prisión menor y multa de 100.000 a
500.000 pesetas. Se impondrá esta pena en el grado máximo si los hechos previstos en el
párrafo anterior fuesen realizados en templo, lugar destinado al culto o en ceremonias del
mismo, oficialmente autorizadas, siempre que este requisito fuese necesario. Cuando el hecho
revistiere suma gravedad o relevante trascendencia, se aplicará la pena superior en grado”.
195
Así, según el vigente Diccionario de la Real Academia de la Lengua: “Profanación”
(Del lat. profanatĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de profanar. “Profanar” (Del lat. profanāre).
1. tr. Tratar algo sagrado sin el debido respeto, o aplicarlo a usos profanos. 2. tr. Deslucir,
desdorar, deshonrar, prostituir, hacer uso indigno de cosas respetables.
196
Aprobado mediante la L.O. 10/1.995, de 23 de noviembre (BOE, núm. 81, de 24 de
noviembre de 1.995).
197
J.M. TAMARIT SUMALLA, “Comentario al art. 524”, en la obra colectiva (G. Quintero
Olivares, dir.), Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, Aranzadi, Navarra, 1.996,
pág. 1.463.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

ceremonias del mismo; sin embargo, el art. 524 del actual Código Penal –
que mantiene la redacción dada en 1.995, salvo por lo que respecta a la
multa que, en principio, era de cuatro a diez meses– señala que “el que en
templo, lugar destinado al culto o en ceremonias religiosas ejecutare actos
de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos legalmente
tutelados será castigado con la pena de prisión de seis meses a un año o
multa de 12 a 24 meses”.

Los Tribunales de Justicia confirman esta interpretación académica.


En este sentido, la Audiencia Provincial de Sevilla –Sección 4ª–, en
Sentencia de fecha 7 de junio de 2.004, ha señalado que “el art. 208 del
Código Penal de 1.973 condenaba al que ejecutare actos de profanación
en ofensa de los sentimientos religiosos legalmente tutelados. Se imponía
la pena en grado máximo si estos hechos fuesen realizados en templo,
lugar destinado al culto o en ceremonias del mismo…, pero en el vigente
Código Penal de 1.995 el antiguo art. 208 (actual art. 524), ha sido
modificado, pues se incluye la notable particularidad de que no se
consideran típicos esos actos cuando los mismos no se realicen en lugar
destinado al culto o en ceremonias religiosas. De todo ello podemos
colegir que el legislador no ha querido tipificar los actos de profanación de
sentimientos religiosos realizados en lugar distinto a templo, lugar
destinado al culto o en ceremonia religiosa. De ahí que consideremos que
la conducta ahora enjuiciada resulte atípica”.198

198
La cursiva es nuestra. Fuente: Centro de Documentación Judicial (Id Cendoj:
41091370042004100354). En el caso concreto y según el propio Tribunal, eran «Hechos
Probados: el acusado, el día 26 de noviembre de 2.002, publicó, consciente y voluntariamente,
en su página web con Direccion000, con el propósito de agraviar los sentimientos de los
católicos, un artículo titulado 001, realizado y editado por el propio inculpado o por persona de
identidad desconocida pero con su consentimiento, en el que se incluían textos atentatorios
contra la imagen de la Virgen de la Esperanza de Triana, titular de la Hermandad del mismo
nombre, al señalar: ¿Te hubiera molestado menos si hubiera puesto a la Monalisa con una
polla al lado en vez de la estatua de la Esperanza de Triana?, o, Y la noche pasada volvía a ver a
mi [dirección de internet], pero esta vez en un sueño erótico orgásmico, con un pene sujeto a
una correa...». A dichos textos acompañaba una imagen de la Virgen de la Esperanza junto a
los órganos genitales de un varón.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Por tanto, fuera de esos lugares de culto o circunstancia ceremonial


no se produciría el delito de profanación, pese a que una “cosa sagrada”
fuera tratada sin ese debido respeto199. ¿En virtud de qué se produce esa
transformación? ¿Por qué lo que es sagrado para una confesión deja de
serlo para el Estado al margen de esas circunstancias de lugar o actividad
ceremonial? ¿El Estado tiene en cuenta las creencias religiosas?

Tal vez sea conveniente traer a colación la Sentencia del Tribunal


Constitucional Federal alemán, de 16 de mayo de 1.995, cuando señala
que “sería una profanación del crucifijo, contraria a la propia
autocomprensión del cristianismo y de las Iglesias cristianas *…+ presentar
este símbolo como simple expresión de la tradición occidental o como
signo de culto sin una específica referencia confesional”.200

Cuando la cosa se estima sagrada también por el Estado, sagrada


en términos de que se la protege penalmente, no en cualquier otro
sentido, ese objeto ha de considerarse que tiene una naturaleza religiosa,
una significación confesional. Cuando ese sentido no existe para el Estado,
en cuanto que niega la tutela penal del objeto fuera de los ámbitos
señalados, ¿la cosa u objeto deja de ser religiosa?, ¿ello ha de entenderse
obra de la secularización, resultado de que al Estado no le interesa,
importa, el sentido, significado, religioso de la “cosa sagrada” en el
espacio público no afecto siquiera circunstancialmente a ceremonia
religiosa alguna? Si un “ataque” contra dicha “cosa” no tiene

199
Vid., sin ánimo exhaustivo: J. FERREIRO GALGUERA, Protección jurídico penal de la religión,
Universidade da Coruña. Servicio de Publicacións, La Coruña, 1.998, pág. 249; M. J. REDONDO
ANDRÉS, Factor religioso y protección penal, Newbook ediciones, Navarra, 1.998, págs. 293 y
sigs.; F. SANTAMARÍA LAMBÁS, El proceso de secularización en la protección penal de la
libertad de conciencia, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid,
Valladolid, 2.002, pág. 363 y sig.
200
Conocida como Sentencia del Crucifijo (Krucifix-Urteil, BVerfGE 93, 1). Vid. J.M. RODRÍGUEZ
DE SANTIAGO, “El Estado aconfesional o neutro como sujeto “religiosamente incapaz”. Un
modelo explicativo del art. 16.3 de la CE”, cit., pág. 9. Hay una traducción parcial de la
sentencia, con selección y notas a cargo del Prof. Hernán V. Gullco (‘Fallo del Tribunal
Constitucional Alemán sobre la constitucionalidad de colocar crucifijos en escuelas públicas’),
en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, núms. 1 y 2 (abril 1.997), págs. 213 - 226,
accesible en www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/revista_juridica/n2N1y2-
Abril1997/02%201y2Juridica12.pdf.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

trascendencia estatal-religiosa; o, en otras palabras, una acción hacia la


cosa religiosa carece de trascendencia político-penal-estatal, ¿a la inversa
debe tener significación religiosa? ¿Alguien puede sentirse “ofendido” en
su sentir religioso por la exposición de ese “objeto sagrado” según una
confesión religiosa pero que no lo es para el Estado? Si carece de sentido
religioso para el Estado, al menos según el sentimiento religioso de
quienes profesan la confesión a la que, presuntamente, pertenece el
símbolo, ¿puede el Estado imponer la retirada del símbolo, según la
estima confesional –o laicista– del mismo que puedan tener otras
personas ajenas a la religión simbolizada? Hipótesis: Si en un aula pública
el crucifijo fuese tratado sin el debido respeto… ¿quid iuris?

Según la Sala 2ª del Tribunal Supremo, bajo la vigencia del Código


Penal de 1.973, en su Sentencia de 25 de marzo de 1.993201, debían
“reputarse como punibles no solamente los actos de burla, mofa,
escarnio, etc., sino los simplemente atentatorios al debido respeto al
crucifijo”.

En la actualidad, sin embargo, parece evidente, conforme a cuanto


hemos expuesto anteriormente, que no sería considerado como delito. No
podría estimarse que el objeto, por muy sagrado que pudiera ser para los
profesantes de una determinada fe, fuera ni siquiera representativo de
sentimiento religioso alguno digno de protección penal. Y eso que el alto
Tribunal en su acabada de nombrar Sentencia había aseverado que “el
Crucifijo es para la Religión Cristiana quizá la cosa sagrada por excelencia
después de la eucaristía”.202

Según el Prof. Tamarit Sumalla, el bien jurídico protegido por el


art. 524 del Código Penal son «los sentimientos religiosos, no en tanto que
“sentimientos sociales”, sino los propios de los miembros de una

201
Aranzadi, Repertorio de Jurisprudencia 1.993, marg. 3.152.
202
En igual sentido la Sentencia del Tribunal Supremo de 17 de junio de 1.876 (Gaceta de
Madrid, núm. 230, de 17 de agosto de 1.876).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

confesión religiosa».203 En consecuencia, cabría cuestionarse si quienes


tienen una cosa por sagrada, por símbolo de su religión, acaso pierden o
dejan de tener esos sentimientos relativos al símbolo dependiendo de las
circunstancias que rodeen al mismo. Un ejemplo, como el relativo al
sentimiento que profesan los hindúes respecto de la cruz esvástica en
relación con el significado atribuido por los nazis, quizás pueda servir para
poner las cosas más claras.204

Si por mucho que quisieran los católicos, un determinado objeto


no puede tenerse por sagrado en según qué concretas circunstancias sean
las que le envuelven, ¿debe sin embargo tener significación religioso ese
objeto porque así lo digan los creyentes de otra confesión religiosa?, ¿o
quienes no profesen religión o creencia alguna? Si una de estas personas,
realiza actos contra el crucifijo, ¿quién es el ofendido?, ¿quién solicita su
retirada?

Si resulta que el símbolo es tratado como un bien cultural o es una


cuestión de tradición, habría que preguntarse si es posible su
mantenimiento en cualquier dependencia pública, en el sentido de que ha
perdido su carácter religioso: ¿Ya no molesta? ¿No ofende?... Nos
preguntamos a todo este respecto qué imagen transmitiría, qué
significado habría de extraerse de una situación –hipotética– en la que
estando en una dependencia pública asturiana, pongamos las paredes de
un colegio público, juntamente una bandera, o el escudo, del Principado205
y un crucifijo, o incluso una simple cruz, se dijese que el crucifijo o la cruz
deben removerse… porque molesta.

El cambio en la tipificación penal por parte del legislador es


considerable y, aunque parece haber pasado inadvertido a la doctrina

203
J.M. TAMARIT SUMALLA, “Comentario al art. 524”, en la obra colectiva (G. Quintero
Olivares, dir.), Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., pág. 1.463.
204
Según el Diccionario de nuestra Real Academia de la Lengua: “La que tiene cuatro brazos
acodados como la letra gamma mayúscula del alfabeto griego. Se ha adoptado como símbolo
religioso, político o racista”.
205
Que, como es conocido, incorporan la denominada Cruz de la Victoria.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

científica el aspecto al que nos estamos refiriendo, creemos que es de


gran significación, por cuanto que la atipicidad de la conducta señalada, si
no queremos entender que por esta vía se produce por parte del
legislador una ‘degradación’ del objeto sagrado, al no merecer tutela
penal fuera del ámbito religioso, sin perjuicio de que se pueda seguir
considerando sagrado por parte de algunos pero sin que merezca este tipo
de protección la ofensa de sus sentimientos religiosos; si no puede ya
significar jurídicamente una ofensa de tipo subjetivo por mucho que así lo
pudieran sentir los creyentes afectados, habrá que entender que la cosa
en cuestión desde parámetros objetivos, y por disponerlo así el legislador,
pierde su carácter de res sacra. Puede que ello no suponga incurrir en
ningún tipo de contradicción en referencia al ejercicio de la religiosidad en
el ámbito público en buena coherencia con la significación de la laicidad
estatal (ausencia de identidad entre las funciones públicas y las religiosas);
bien puede que ello represente que, fuera del ámbito religioso, el objeto
en cuestión puede alcanzar un significado distinto –¿debe alcanzar un
significado distinto?– como fruto o consecuencia del pluralismo o de la
secularización.

Posiblemente que resulte perfectamente legítimo que nos


preguntemos acerca de todo esto: si una pretendida ofensa de
sentimientos religiosos por vía de la profanación de cosas sagradas ya no
lo puede ser, en términos de la actuación positiva de alguien contra el
objeto religioso, fuera del ámbito cultual o confesional; el símbolo
originariamente religioso ¿puede ‘ofender’, tiene que ‘ofender’
–entiéndase el término– necesariamente con un sentido unívocamente
religioso a quien lo observa, en una mera actitud pasiva del mismo? Es
necesario tomar en consideración que quien normalmente solicita la
retirada de tales símbolos lo suele hacer con base en su percepción acerca
del significado –y consecuencias jurídicas de ello derivadas– de la laicidad
y en su libertad religiosa de tipo negativo. Cuestiones, todas ellas, que nos
hacen preguntarnos acerca de la veracidad o artificiosidad en la afrenta
tanto a la aconfesionalidad pública como a la dimensión negativa del
derecho a la libertad de creencias.

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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

6. ¿UNA [NUEVA] LEY EN LA MATERIA?

El 12 de diciembre de 2.008, el Consejo de Ministros aprobaba el


‘Plan General de derechos humanos del Gobierno de España’, señalando
en su Medida 70 que “el Gobierno aprobará un proyecto de ley de
reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, recogiendo la
Jurisprudencia constitucional sobre la materia”.

Como ha llegado a afirmarse, este Proyecto de Ley, sin haberse


plasmado, ha hecho correr “ríos de tinta”. Aunque hay medios de
información que han suministrado noticias relativas a que se estaba
trabajando en el tema, la falta de carácter oficial respecto del mismo, ha
hecho dudar acerca de su existencia, de forma que cabría hablar del
“misterio” de si se trató de un proyecto de ley non-nato, o ni siquiera
“engendrado”; y es que el mismo se ha llevado con tanto secretismo, que
no se ha conocido –al menos oficialmente– ni un anteproyecto de la tan
citada nueva LOLR, que quepa preguntarse si se malogró el nasciturus o,
acaso, no fue sino un concepturus nondum concepti.

Lo que sí está acreditado documentalmente son las razones


“oficiales” por las que la nueva Ley fue aparcada: En efecto, ante la
pregunta formulada por el Sr. Ridao i Martín, de ERC: “¿qué ha llevado al
Gobierno a aplazar la reforma de Ley de libertad religiosa, teniendo en
cuenta sus compromisos y además los mandatos de esta Cámara?”, el Sr.
Presidente del Gobierno, expuso que “el Gobierno considera que la
reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa es conveniente pero no
urgente. Además, esa reforma de una ley orgánica que regula un derecho
fundamental y la libertad religiosa exige el mayor consenso político y
social necesario. Estamos hablando de una ley orgánica del año 1.980 que
ha cumplido bien su función, que necesita una actualización, pero
objetivamente entendemos que no hay una urgencia y una necesidad
imperiosa porque en nuestro país, afortunadamente, la libertad religiosa
se ejerce sin ningún problema. No hay discriminación alguna por
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

pertenencia a una confesión religiosa, y la preeminencia del principio de la


aconfesionalidad del Estado funciona con normalidad. ¿Exige
actualización? Sí. ¿Qué quiere el Gobierno? Consenso político y social.
Cuando ese consenso político y social entienda que se puede producir,
fundamentalmente en esta Cámara, actuaremos en coherencia con el
planteamiento de la necesidad de la reforma de la Ley orgánica de libertad
religiosa.
Ante esto, el Sr. Ridao criticó la postura gubernamental, señalando,
entre otras cosas, que “vamos a continuar siendo un Estado
aparentemente aconfesional”, incidiendo negativamente en apoyo de su
discurso en la cuestión de la financiación directa que se sostiene respecto
de la iglesia católica. Además de que “los símbolos religiosos van a
continuar presentes en la escena pública, solo hay que ver la presencia del
crucifijo en la toma de posesión de los nuevos ministros, y la religión va a
continuar siendo una asignatura dogmática, que no científica, en la
educación obligatoria *…+ se trata de garantizar una sociedad libre de
dogmas y además la plena neutralidad religiosa”.

En su réplica, el Sr. Rodríguez Zapatero, manifestó que “este


Gobierno hace una política de respeto al espíritu y al principio
constitucional: aconfesionalidad del Estado. *…+ Está en el mandato
constitucional, en el art. 16, y es equilibrado, razonable, propio de una
España democrática que además reconoce la realidad de las creencias
mayoritarias de los ciudadanos. Ahí estamos y ahí seguiremos y nunca
haremos caso a las posturas de un lado o de otro que realmente no
contribuyen a fundamentar los buenos materiales, los buenos principios
de una democracia avanzada en favor de la igualdad de todos los
ciudadanos”.206 Y es que la mayor parte del Ejecutivo no veía factible que,
en caso de que se iniciara la tramitación de la nueva Ley, ésta finalmente
pudiera salir aprobada del Parlamento.207

206
Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación
permanente. Año 2.010, IX Legislatura, núm. 202, Sesión plenaria núm. 191, celebrada el 10 de
noviembre de 2.010, pág. 7 y sig.
207
“Presumiblemente PP, NNV y CIU votarían en contra y aseguran que la izquierda también,
por considerar el texto descafeinado. Una vez más el PSOE se ubicaría entre dos aguas que no
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Después del cambio de color político en el Gobierno, la cuestión


queda, obviamente, en el pasado208; pero, y aunque, como hemos dicho,
nada ha trascendido oficialmente, oficiosamente sí que algún medio de
comunicación ha sacado a la luz el que se dijo ser contenido del
anteproyecto en la materia. No nos resistimos a hacer alguna referencia al
mismo, aunque es claro que goza de muy poco valor, primero, porque
únicamente constituiría un boceto de anteproyecto de ley209, con lo
mudable que todo ello pueda ser, en el trámite administrativo hasta
convertirse en el definitivo proyecto de ley210, y en el subsiguiente
parlamentario; segundo, porque las fuentes, insistimos son meramente
oficiosas211. No obstante, hay que decir a este último respecto, que
parecen bastante coincidentes. Por lo demás, no deja de reflejar la
postura sobre esta cuestión del Partido Socialista, que, es de suponer, no
renunciará a sus propósitos.

dejarían a nadie contento, paradójicamente lo contrario de lo que pretenden: no hacer


cambios estructurales para dejara todos tranquilos”. Cfr. Nuevatribuna.es (30 de agosto de
2.010).
208
El PP se [opuso] de antemano a la nueva ley por dos razones. La primera es de oportunidad.
"No es el momento por necesidad social, prioridad ni por reconocer un nuevo derecho",
declaró el diputado Santiago Cervera en el Congreso. Además, se lamentó, la ley "intervendrá
aspectos no sustantivos, pero sí simbólicos" equiparables a "tradiciones y convenciones" de
España. Vid. El País, de 14 de junio de 2.010 (Información de I. CEMBRERO y M. CEBERIO
BELAZA).
209
Los medios de comunicación han hablado, en ocasiones, de la existencia de dos
anteproyectos elaborados por el Ministerio de Justicia, y entre los que tendría que decidir el
Gobierno: uno, más específico, que alcanzaría en sus preceptos a los distintos ámbitos de la
simbología; y, otro, que regularía la materia en términos más genéricos, remitiendo la variada
casuística al desarrollo reglamentario. Cfr. ABC.es (5 de abril de 2.010) y la web de la cadena
SER (21 de abril de 2.010).
210
Exigiría al respecto Dictamen del Consejo de Estado.
211
La Profª. M. SALVADOR CRESPO, “Gobierno local, símbolos religiosos y espacio público en
España”, en VV.AA. (M. Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos
religiosos en el espacio público, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011,
págs. 318 y sigs., parece presentarlo –dedicándole incluso un epígrafe con el Título de
‘Anteproyecto de L.O. de Libertad de Conciencia y Religiosa’– como un “producto acabado”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Vamos a destacar a continuación los pasajes que consideramos más


importantes de este borrador de Ley, según publicación de El País212,
intercalando, en cursiva y, acaso, por contraste, la información que, con
anterioridad a ésta, dio a conocer también Onda Cero.213

El borrador de ley de Libertad Religiosa214, según confirman fuentes


oficiales, habla, por primera vez, de la "laicidad del Estado" -es el título de
un capítulo y de un artículo-. En los artículos que desarrollan esta laicidad,
sin embargo, no se afirma que España será un Estado laico, sino que se
habla solo de "neutralidad de los poderes públicos ante la religión o las
creencias" y de la obligación del Estado de evitar "toda confusión entre
funciones estatales y actividades religiosas".

"Los actos y celebraciones oficiales organizados por los poderes


públicos se llevarán a cabo de forma que no integren ceremonias de
carácter religioso", dice el borrador de la Ley Orgánica de Libertad de
Conciencia y Religiosa. Se refiere, en primer lugar, a los funerales, pero
también a cualquier otro acto estatal.
El borrador del texto legal que maneja el Ejecutivo establece que el
Estado organizará exclusivamente funerales civiles y solo se podrá
desarrollar una ceremonia religiosa si las familias de los fallecidos lo
solicitan. Y si entre los militares españoles caídos hubiera católicos y
musulmanes, tendrían que celebrarse dos ceremonias sucesivas o una sola
multiconfesional.

El texto prohíbe los símbolos religiosos en determinados lugares:


"En los establecimientos públicos no se exhibirán símbolos religiosos,
salvo aquellos con valor histórico-artístico, arquitectónico y cultural

212
El País, de 14 de junio de 2.010 (Información de I. CEMBRERO y M. CEBERIO BELAZA).
213
P. PANIAGUA/ Redacción Sociedad Onda Cero / Madrid, 27 de enero de 2.010.
214
Los 37 artículos en preparación sustituirán a los ocho de la ley de 1.980. La vicepresidenta
Dª. María Teresa Fernández de la Vega preside la comisión encargada de redactar la ley, de la
que también es miembro el director general de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, D.
José María Contreras. Este catedrático consultó previamente algunos aspectos de la ley con las
confesiones religiosas reunidas en un foro informal.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

protegidos por las leyes". Es decir, no podrá haber crucifijos en colegios ni


hospitales públicos, ni tampoco en ayuntamientos o ministerios.
Hay una excepción a esta regla en el texto. Pese a estar financiados
con dinero público, los colegios concertados o los centros médicos
privados con convenio con la Seguridad Social sí podrán exhibir simbología
acorde con su credo.

La polémica del crucifijo


El crucifijo no se podrá poner en las aulas de escuelas públicas. Pero
tampoco en cuarteles, dependencias municipales -incluidos salones de
pleno- , juzgados, hospitales y otros edificios públicos. Los funcionarios
con cargo suficientemente alto como para tener despacho, sí podrán
colocar en él -si lo desean- un crucifijo. Pero no lo habrá en estancias que
sean compartidas o comunes.
Las escuelas concertadas que lo deseen, sí podrán mantenerlo. En
este caso, aunque tienen también financiación pública, se da prioridad al
ideario del colegio.

El Belén en Navidad
Los belenes y otros símbolos religiosos arraigados en la sociedad,
serán del ámbito privado. En el caso de lugares públicos, la decisión queda
al libre albedrío de cada Administración. Un ejemplo, la colocación de un
belén en una Plaza Mayor de cualquier localidad tendrá que ir autorizada
por el ayuntamiento que, en caso de conflicto, lo decidirá en pleno.

Capillas en lugares públicos


En el caso de los aeropuertos, si se mantuvieran las capillas, se
promoverá también en ellos una sala para otras confesiones, aunque éstas
sean minoritarias, y que puedan servir como oratorio. Se pretende
potenciar los derechos de los evangélicos...Y, más allá del cristianismo,
también de los judíos, musulmanes y budistas.

Las autoridades tendrán sus propias limitaciones. Si acuden a "actos


estrictamente religiosos", deberán hacerlo "de tal manera que no suponga

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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

una quiebra de los principios de neutralidad y no discriminación", prosigue


el texto. La presencia de funcionarios en actos religiosos está regulada de
forma distinta a la de las autoridades. El texto establece que será siempre
"voluntaria".

En cuanto a las procesiones de Semana Santa, los cargos públicos


podrán acudir a título personal. O bien, dejando claro que van
correspondiendo a una invitación de una parroquia, de una hermandad o
similar. Esto abre la puerta a que les sea recomendable aceptar, también,
la invitación a actos de otras confesiones.

La comisión que redacta el anteproyecto de ley no ha decidido aún


si regulará o no en la ley los símbolos religiosos individuales que llevan, en
espacios públicos, ciudadanos que no representan al Estado; prendas
como el hiyab (pañuelo islámico).215

Las mujeres musulmanas y el velo


Se podrá llevar. El texto recoge el derecho que tiene toda mujer
trabajadora musulmana -funcionaria o no- a llevar el velo en su puesto de
trabajo. Podrán llevar el velo si lo desean y el anteproyecto de Ley lo
justifica en la idea de potenciar una mayor "pluralidad" de credos.

Si, aunque consiste en el núcleo de la discusión que se sostiene al


respecto, debemos llegar a la conclusión de que la Carta Magna no impide
la presencia de simbología religiosa en los Centros públicos, pero, al
215
"Es uno los asuntos que se siguen debatiendo", indican fuentes de la vicepresidencia
primera del Gobierno. El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, sí es favorable a legislar
sobre el velo islámico. "Hay que precisar qué elementos religiosos de identificación personal
puede portar un ciudadano dentro de los espacios públicos", afirmó el 4 de mayo en Telecinco.
La ley "deberá ser clara" y aplicar "el sentido común y la tolerancia", insistió (El País, 14 de
junio de 2.010).
El Secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios en respuesta
escrita, de 17 de febrero de 2.011, a pregunta formulada por el Sr. Llamazares Trigo (GER-IU-
ICV) al respecto de la posición del Gobierno acerca la llevanza del velo islámico en las escuelas,
señalaba que “Nuestro ordenamiento jurídico recoge los instrumentos necesarios para dar una
respuesta adecuada al uso del velo en los espacios públicos, de manera equilibrada entre la
igualdad, la libertad y la seguridad” (Boletín Oficial de las Cortes Generales, IX Legislatura, Serie
D, núm. 557, de 8 de abril de 2.011, pág. 190).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

parecer, tampoco prohibiría una norma que ordenase su supresión, cabe


preguntarse cómo habría de materializarse una actuación de este tipo,
que prescribiera con carácter imperativo la remoción de simbología
religiosa preexistente en el aula. ¿Habría que estar al caso concreto,
adoptando resoluciones administrativas de este tipo para el supuesto de
que se tratase? ¿O habría de adoptarse una Norma general en la materia?

Algunas voces critican, precisamente, que se pretenda una


regulación de lo que hasta hoy día se ha “autorregulado” sin necesidad de
legislación específica sobre el particular.216

¿Cómo se materializaría una postura, a iniciativa propia o de


particulares, por parte de la Administración? ¿Mediante la aprobación de
una Ley general en la materia, o indicando en la misma que debe dejarse
al supuesto concreto, caso por caso? ¿Sería neutral una ley, general en la
materia, que ordenara quitar o suprimir los símbolos? En el supuesto de
que se estimase que no cabe una justificación de base exclusivamente
religiosa en el mantenimiento o colocación de símbolos, ¿sí que podría
tener fundamento en motivos exclusivamente antirreligiosos para ordenar
la prohibición de símbolos, incluida la retirada de los que ya pudiesen
estar?

Con todo –y como recuerdan los Profs. Contreras y Celador– el


propio Tribunal Constitucional pone de manifiesto cómo la decisión que se
adopte a este respecto no resultará absolutamente neutral, toda vez que
“la simple decisión de alterar o modificar en un determinado sentido la
simbología representativa de la institución *…+, lleva implícito un juicio de
valor respecto a los símbolos preexistentes. Se considera que la nueva
simbología identifica mejor a la institución representada o desempeña de
manera más oportuna o conveniente la función integradora o
representativa que todo símbolo comporta o, lisa y llanamente, satisface o
responde mejor a las sensibilidades y preferencias de diversa índole de

216
Cfr. A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, “Los actos religiosos en las escuelas públicas en el
Derecho español y comparado”, cit., pág. 408.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

quienes con su voto contribuyeron a la aprobación de los nuevos


elementos representativos” de la institución (STC 130/1.991, FJ 5).217

En efecto, a nuestro juicio, la decisión de remoción y/o prohibición


no sería neutral, pues impide la proyección de la libertad religiosa de
quienes se mostraran partidarios de la presencia simbólica; cuestión que,
por ej., el Tribunal Constitucional alemán ha dicho que es perfectamente
factible. Sería un triunfo de los partidarios del laicismo, que no deja de ser
una ideología, dado que lo que se propugna no parece que sea el sentido
que a la laicidad quiso dar el constituyente, no deja de ser una postura
ideológica; y no se entiende, entonces, por qué la misma haya de
prevalecer sobre una postura religiosa, siendo que ambas forman parte de
un mismo derecho –idéntica categoría jurídica– a la libertad de creencias
o libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Consideramos,
pues, que este tipo de cuestiones deberían de dejarse al caso concreto,
donde pudiese valorarse, in situ, todas las circunstancias concurrentes, a
efectos de la adopción de la mejor decisión, al albur de la seriedad y
prueba del conflicto, el ‘balenciamiento’ de los intereses existentes en el
mismo, y la proporcionalidad de la decisión a adoptar.

De todos modos, no parece probable que un Estado que de por sí


carezca de cierto arraigo cultural religioso, hayan muchos símbolos o
manifestaciones de este signo en el ámbito de las instituciones públicas.
Donde no existe tradición confesional, difícilmente se pueden plantear
conflictos de este calado; el problema surge realmente cuando se trata de
eliminar símbolos o manifestaciones religiosas, presentes durante siglos
en una sociedad determinada, de manera radical o intolerante hacia las
costumbres y sentimientos de la mayor parte de los individuos que se han
formado conforme a las mismas, sin darse cuenta, a veces, los
gobernantes que, con su afán de superar la llamada “cuestión religiosa”
en aras del principio de neutralidad del Estado, mediante la abolición de
todo signo o manifestación religiosa, no hacen sino agravar el problema.

217
J.M. CONTRERAS MAZARÍO y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad, manifestaciones religiosas e
instituciones públicas”, cit., pág. 47.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

II.- EL PODER LEGISLATIVO EN EL ÁMBITO AUTONÓMICO

En ninguno de nuestros ámbitos Autonómicos se ha formulado


tampoco una regulación general sobre la materia simbólico-religiosa. La
cuestión, sin embargo, pasaría por determinar si la Comunidad Autónoma
podría alcanzar competencia legislativa sobre el particular, dado que,
según el marco concreto de simbología a regular, podría estar afectada la
materia relativa a los derechos fundamentales218. En este sentido, si bien
para el ámbito educativo, el Tribunal Superior de Justicia castellano-
leonés, aunque no parece descartar tal posibilidad, sin embargo deja
constancia expresa de una reserva en la cuestión, cual es la relativa a la
materia propia de Ley Orgánica219. Por su parte, el Tribunal Superior de
Justicia de Cataluña parece apostar, sin ambages, por la posibilidad incluso
local de una reglamentación acerca del uso del velo integral en
dependencias municipales.220

Desde la Administración castellano-leonesa se han manifestado


motivos para esta ausencia de normativa por lo que se refiere al marco
educativo, aunque tal vez podrían ser objeto de atención con visos de
hallar fundamento a una mayor generalización en esta temática. En
efecto, la Consejería de Educación y Cultura de la citada Comunidad
Autónoma, en respuesta a la Resolución de 1 de junio de 2.002 del
Procurador del Común, y ante la falta de la mencionada regulación,
apuntó las siguientes razones para ello: “1) Porque dictar una norma de
218
En cuyo caso no está de más recordar que, a tenor de nuestra Norma Suprema, “son Leyes
orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas”
(art. 81.1 de la CE) y que el Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias:
La regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en
el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales” (art. 149.1
de la CE).
219
Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla
y León (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro, F. de
D. 10º (RJCA\2008\109).
220
Sentencia núm. 489/2.011, de 7 de junio de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña (Sala de lo Contencioso, Sección 2ª); Pte.: Sra. Rovira y del Canto (Id Cendoj:
08019330022011100482).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

carácter general suscitaría, probablemente, tensiones en el seno de


algunas comunidades educativas, generando conflictos donde ahora no
existen. 2) Porque afecta solamente a unos determinados centros
docentes. 3) Porque se enmarca dentro de la convivencia general del
centro. 4) Porque los problemas puntuales y concretos deben solucionarse
dentro de los centros afectados”.221

Sea o no por estas razones, sin embargo en los últimos tiempos


parece haberse manifestado un consenso fáctico en este tema, en el
sentido de que la regulación, si acaso, correspondía al Estado a través de
la tan anunciada nueva Ley en materia de Libertad Religiosa, incluso desde
diversas Administraciones Regionales se expresó por representantes de
las mismas que no formaba parte de sus programas de gobierno legislar
en la materia.

Actualmente, la materia educativa, salvo por lo que respecta a


Ceuta y Melilla, es competencia de las Comunidades Autónomas, por lo
que cabe preguntarse si las mismas pueden normar, por esta vía, respecto
de la simbología de naturaleza confesional en los centros escolares. No
conocemos que la haya, al menos en términos específicos sobre el
particular, pero según el Tribunal Superior de Justicia castellano-leonés
«nada empece a que por el legislador autonómico o por la Administración
se regule este concreto aspecto –a salvo del principio de reserva de Ley
Orgánica y de su posible conflicto con el principio de autonomía de los
centros educativos–».222

Son, así, muchas las Autonomías que han dictado Leyes en materia
de educación, aunque ninguna de ellas dedica una regulación explícita a la
materia simbólico-religiosa. No obstante, hay Comunidades que sí han
establecido, en términos concretos, el carácter laico que ha de regir la

221
Fuente: www.europalaica.com/noticias/n051031_srv.html (visitada el 18 de diciembre de
2.011).
222
Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y
León (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª). Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro, F. de D.
10º (RJCA\2008\109).
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

enseñanza, como es el caso de las Leyes Catalana223 y Andaluza224; o se


dice que la educación está imbuida de la misma impronta, aunque no
conste expresamente en la letra de la Ley, caso de la normativa
Castellano-Manchega.

En cuanto al sentido de la laicidad en estas Leyes, el Tribunal


Constitucional, resolviendo el recurso de inconstitucionalidad interpuesto
por el Partido Popular, en que se imputaba al precepto catalán una
contrariedad con el art. 27.3 de la Carta Magna, entiende que “la
referencia del precepto a que la enseñanza pública “es laica” sólo significa,
como se deduce de su tenor literal, que la enseñanza pública no es
institucionalmente una enseñanza confiada a las confesiones religiosas,
sin perjuicio del derecho de las madres y los padres a “que sus hijos e hijas
reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus
convicciones en las escuelas de titularidad pública”, como el propio
precepto reconoce en términos plenamente respetuosos con el art. 27.3
CE y con el art. 16 CE”.225

Una Ley reciente, como lo es la Gallega, sin contener una referencia


nominativa a la temática en cuestión, sí contiene una regulación expresa
con relación a la vestimenta estudiantil. En efecto, la Ley 4/2.011, de 30 de
junio, de convivencia y participación de la comunidad educativa226, señala
en su Exposición de Motivos que “la parte más extensa de la ley es su
título tercero, estructurado en tres capítulos, que establece las normas
básicas de convivencia en los centros docentes. En un primer capítulo de

223
El art. 21.2 del Estatuto de Autonomía de Cataluña (L.O. 6/2.006, de 19 de julio, BOE, núm.
172, de 20 de julio) garantiza a los padres el derecho a que sus hijos “reciban la formación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones en las escuelas de titularidad
pública, en las que la enseñanza es laica”.
224
El art. 21.2 de la L.O. 2/2.007, de 19 de marzo, de reforma del Estatuto de Autonomía para
Andalucía (BOE, núm. 68, de 20 de marzo de 2.007) establece que “Los poderes públicos de la
Comunidad Autónoma de Andalucía garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus
hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
La enseñanza pública, conforme al carácter aconfesional del Estado, será laica.”
225
Sentencia 31/2.010, de 28 de junio de 2.010, F.J. 20 (BOE, núm. 172, de 16 de julio de
2.010).
226
BOE núm. 182, de 30 de julio de 2.011.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

este título se establecen las disposiciones generales en la materia, que


incluyen, en primer lugar, la delimitación del contenido del plan de
convivencia y de las normas de convivencia con los que, según la vigente
legislación general educativa, han de contar todos los centros docentes.
En particular, en el artículo dedicado a este tema se aborda la cuestión,
que ha dado lugar a importantes polémicas educativas, de la regulación de
la vestimenta del alumnado, que se deja a la autonomía de cada centro en
función de la situación socioeducativa del mismo, pero con la fijación de
unos principios que deben servir de orientación y límite a la hora de
establecer esa regulación”.

En consecuencia, en el art. 10.4 se dispone: “Asimismo, las normas


de convivencia podrán contemplar previsiones sobre la vestimenta o la
manera de presentarse del alumnado, orientadas a garantizar que la
misma no atente contra su dignidad, no suponga una discriminación por
razón de sexo o un riesgo para su salud e integridad personal y la de los
demás miembros de la comunidad educativa o no impida o dificulte la
normal participación del alumnado en las actividades docentes”.227

Con ocasión del debate parlamentario habido sobre esta Ley, la


representante del Bloque Nacionalista Galego, Sra. Adán Villamarín, en
defensa de su enmienda a la totalidad contra el proyecto gubernamental,
esgrimía el peligro de que las vaguedades que incluía el mismo respecto
227
El resto del precepto establece: 1. El proyecto educativo de cada centro docente incluirá un
plan de convivencia que recoja y desarrolle los fines y principios establecidos en el art. 3 de la
presente ley y los regulados en las leyes orgánicas sobre la materia. Dicho plan integrará el
principio de igualdad entre mujeres y hombres y establecerá, sobre la base de un diagnóstico
previo, las necesidades, objetivos, directrices básicas de convivencia y actuaciones, incluyendo
la mediación en la gestión de los conflictos, y contendrá actuaciones preventivas,
reeducadoras y correctoras. El plan de convivencia será elaborado por una comisión de
convivencia, o, cuando la misma no estuviese constituida, por el equipo directivo, y aprobado
por el consejo escolar del centro. 2. Las normas de organización y funcionamiento de cada
centro docente incluirán las normas de convivencia que garanticen el cumplimiento del plan
de convivencia. Estas normas serán públicas y los centros docentes facilitarán su conocimiento
por parte de todos los miembros de la comunidad educativa. 3. En particular, las normas de
convivencia de cada centro concretarán los derechos y deberes del alumnado y establecerán
las conductas contrarias a la convivencia y las correcciones que correspondan a su
incumplimiento, en el marco de lo dispuesto por este título y de las disposiciones
reglamentarias que lo desarrollen.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

del tema de la vestimenta escolar pudiese comprometer cuestiones de


libertad religiosa, al punto de la discriminación por razón de creencias.228

Una aplicación concreta de este precepto ha dado lugar, a través de


lo que se ha considerado incumplimiento del reglamento interno de un
colegio, en Arteijo, que prohíbe vestir con prendas en la cabeza, a que una
alumna con hiyab se haya visto obligada a cambiar de centro; estimándose
por la Administración la sujeción a la legislación que examinamos de lo
actuado; en cambio, los padres de la alumna han llevado la cuestión ante
la jurisdicción criminal; tal y como detallamos más concretamente en el
siguiente capítulo de este trabajo.

Volviendo a las Leyes Autonómicas relativas a la Educación, un


repaso de las mismas revela que, en todas ellas, y de acuerdo con la
estatal L.O. 2/2.006, de 3 de mayo, de Educación, son muchas las
competencias atribuidas al consejo escolar del centro, en aras del
principio de autonomía en la gestión del colegio229, que parece
establecerse como eje del sistema. Sin embargo, como hemos dicho, no
hay referencia nominativa y explícita alguna a la materia simbólica.

Además, y de acuerdo también con las directrices de la Ley estatal,


suelen dedicarse en estas Leyes Autonómicas un buen número de
preceptos a regular las normas de convivencia en las aulas, habiéndose
destacado por regla general la autoridad del profesorado, y estableciendo
como directrices fundamentales el respeto a las convicciones ajenas,
dentro del espíritu de la tolerancia y el pluralismo, favoreciendo el
conocimiento de las diversas inquietudes y aptitudes que puedan existir
en el centro.

228
“E o que é peor: tampouco compartimos que temas tan importantes como pode ser a
discriminación por cuestións de liberdade relixiosa poidan ter cabida nas vaguidades que esta
norma recolle a respecto da vestimenta. Entendemos que é obriga da consellería ser clara e
velar pola escolarización de todo o alumnado galego, –eu engado– nun ambiente laico pero
con respecto ás crenzas relixiosas individuais, que a norma non o fai, porque non recolle máis
nada que vaguidades.” (Diario de Sesións do Parlamento de Galicia, núm. 89, 26 de abril de
2.011, pág. 13).
229
Arts. 120 a 127 de la LOE.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Todo ello, además, habría que decir que transversalmente


trascendido por la normativa dictada en pro de la ‘Alianza de
Civilizaciones’. En este sentido la Orden PRE/45/2008, de 21 de enero, por
la que se da publicidad al Acuerdo de 11 de enero de 2.008, del Consejo
de Ministros, por el que se aprueba el Plan Nacional del Reino de España
para la Alianza de Civilizaciones230, señala entre sus ámbitos de actuación,
y además como prioritarios, el de la juventud, la educación, los medios de
comunicación y las migraciones, disponiendo al respecto:
“2. Los sistemas educativos deben preparar a la juventud al respeto
de los derechos humanos, al aprecio de la diversidad y a la plena igualdad
de género, así como para hacer frente al reto de un mundo
interdependiente. Es necesario infundir valores relacionados con la
solidaridad y el respeto a los demás, impartir una educación integradora
del mundo, cívica y para la paz; global y transcultural
“4. Es necesario promover el uso responsable de los medios de
comunicación y combatir los programas que alimentan percepciones y
estereotipos hostiles, violentos o discriminatorios. Internet y otros medios
desempeñan en esta tarea un papel decisivo. Las escuelas de periodismo
deben potenciar un mejor conocimiento de la realidad internacional, en
particular en los ámbitos en que se solapan la religión y la política. Los
contenidos que contribuyen a mejorar el entendimiento intercultural
deben ser fomentados.

Y, entre su Catálogo de actuaciones y “destinadas a favorecer el


conocimiento mutuo y el aprecio de la diversidad”, se proponen, entre
otras: “Formación más acusada en el ámbito de la enseñanza
preuniversitaria y universitaria de los temas relacionados con la pluralidad
religiosa y cultural; puesta en marcha de programas de capacitación de
profesores de religión, y del profesorado en general, en cuestiones
relacionadas con la pluralidad religiosa y cultural”.

230
BOE núm. 20, 23 enero 2.008.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

Regulación, toda ella, que bien parece podría perfectamente traer


causa la Conferencia Consultiva Internacional sobre Educación Escolar en
relación con la Libertad de Religión y Creencias, la Tolerancia y la No
Discriminación, desarrollada en Madrid del 23 al 25 de noviembre de
2.001231, ya que en el Documento Final de la Conferencia se “considera
que los jóvenes deben ser educados en un espíritu de paz, tolerancia,
entendimiento mutuo y respeto de los derechos humanos, y
especialmente en el respeto a la libertad de religión o de convicciones, y
que deberían ser protegidos contra todas las formas de discriminación y
de intolerancia fundadas en su religión o convicciones”, estimando que
“cada Estado, en el nivel gubernamental apropiado, debería promover y
respetar políticas educativas dirigidas a *…+ la erradicación de los
prejuicios y las concepciones incompatibles con la libertad de religión o
convicciones, y que debería garantizar el respeto y la aceptación del
pluralismo y la diversidad en el ámbito de la religión o de las convicciones,
así como el derecho de no recibir una instrucción religiosa incompatible
con sus convicciones”. Por lo que “considera favorablemente los
siguientes objetivos: a) Fortalecer una perspectiva no discriminatoria en la
educación y el conocimiento en relación con la libertad de religión o de
convicciones en los niveles apropiados; b) Alentar a las personas
involucradas en la enseñanza a cultivar el respeto de las religiones o las
convicciones, promoviendo así el entendimiento mutuo y la tolerancia”.232

A este respecto, nos parecen sumamente apropiadas las palabras


que el Prof. Navarro-Valls tuvo ocasión de expresar, en el seno de la
misma Conferencia internacional, en el sentido de que “es urgente que la
educación escolar se oriente en ayuda a los alumnos a distinguir entre
fundamentalismo, que es una enfermedad del alma religiosa, y creencias
sinceras, no marcando con el estigma de la sospecha a las personas que
mantienen convicciones religiosas profundamente arraigadas. Eso sería
una nueva forma de intolerancia *…+ Cuando se confunden ambas

231
Vid. al respecto, A. DE LA HERA y R.M. MARTÍNEZ DE CODES, (coords.), La libertad religiosa
en la educación escolar, Ministerio de Justicia. Dirección General de Asuntos Religiosos,
Madrid, 2.002.
232
Publicado en ibídem, pág. 428 y sig.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

mentalidades y se reacciona con una especie de “fundamentalismo laico


de la purificación social”, intentando arrojar fuera del ámbito de lo público
todo valor moral o religioso, entonces existe el peligro de que el otro
fundamentalismo –el religioso– arrastre a los jóvenes. A cualquier nivela,
tanto para los jóvenes sin religión, como para los de confesión cristiana,
judía o musulmana, una mejor comprensión de los hechos y de las
personas sinceramente religiosas contribuirá a reducir los sectarismos”.233

Si puede entenderse que no haya una mayor explicitación en este


Documento Final, por cuanto que el mismo ha de perseguir un régimen
generalizado, de posible adaptación a los distintos regímenes existentes
en el Mundo, sin embargo, en nuestro Estado se podría haber sido más
explícito sobre el tema, tanto desde el ámbito estatal como desde el
autonómico, si es que verdaderamente se hubiera querido legislar sobre el
mismo. Todo parece indicar que se trata de una regulación abierta a una
interpretación que puede ser distinta, según las circunstancias de
personas, épocas y lugares. La verdad es que en cuanto que se trata de
una materia que se ha revelado conflictiva, los parámetros finales parece
que se orientan en el sentido de que si no hay ningún problema, no hay
por qué buscarlo. Si lo hay, hay quien prefiere entender que el
competente es el consejo escolar del centro, debiéndose respetar lo que
en él se decida; o no, si no dispone la remoción del símbolo. O, por el
contrario, quien estima que la competencia al respecto no es del consejo
escolar sino directa y excluyentemente de la Administración educativa,
como vamos a ver más detenidamente en el capítulo siguiente de este
trabajo.
Por otro lado, al margen de estas situaciones tocantes de manera
directa al ámbito analizado, no puede dejarse de hacer referencia a otros
supuestos en que el legislador autonómico, y sin que constituya exclusiva
del mismo, ha desarrollado regulaciones sobre determinadas materias, en
especial la relativa a los símbolos institucionales, en los que muchas veces
se incorporan representaciones de imágenes o signos que, en origen, han
tenido una significación que, en mayor o menor medida, ha sido de

233
Ibídem, pág. 382 y sig.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

naturaleza religiosa; y respecto de los cuales podríamos preguntarnos si


los mismos pueden o no tener cabida en nuestro ordenamiento. Para no ir
más lejos, el mismo Escudo de España, como es conocido, se culmina en
forma de cruz234. Pero más significativos, posiblemente, sean algunos
ejemplos autonómicos, a los que, sin ánimo de exhaustividad, vamos a
referirnos a continuación.

La Ley 4/1.990, de 19 de diciembre, de la Bandera del Principado de


Asturias235, señala –en su Preámbulo– que pretende desarrollar el artículo
3.1 del Estatuto de Autonomía para Asturias en el que se establece que «la
bandera del Principado de Asturias es la tradicional con la Cruz de la
Victoria en amarillo sobre fondo azul»; todo ello con el máximo respeto a
la historia y a la tradición de la región asturiana. A tal fin se previene que
la Cruz de la Victoria y el fondo azul de la Bandera, definidos en el Estatuto
de Autonomía, sean idénticos, tanto en diseño como en colores, a los
establecidos para el Escudo del Principado de Asturias en la Ley 2/1.984,
de 27 de abril236 y, en desarrollo de esta última en los Decretos

234
En efecto, el art. 1 de la Ley 33/1.981, de 5 de octubre, del Escudo de España (BOE núm.
250, de 19 de octubre de 1.981) describe el mismo señalando su terminación “sumado de cruz
de oro”. El Real Decreto 2.964/1.981, de 18 de diciembre, regula el modelo oficial de tal
Escudo (BOE, núm. 303 de 19 de diciembre de 1.981). Por Real Decreto 1.465/1.999, de 17 de
septiembre, se establecen criterios de imagen institucional y se regula la producción
documental y el material impreso de la Administración General del Estado (BOE, núm. 230, de
25 de septiembre de 1.999). La Orden de 27 de septiembre de 1.999 aprueba el Manual de
Imagen Institucional de la Administración General del Estado y se dictan normas de desarrollo
del Real Decreto 1.465/1.999, por el que se establecen criterios de imagen institucional y se
regula la producción documental y el material impreso de la Administración General del Estado
(BOE, de 28 de septiembre de 1.999).
235
Boletín Oficial del Principado de Asturias y de la Provincia, de 9 de enero de 1.991, núm. 6,
pág. 82.
236
El art. 2 de esta Ley señala: El Escudo del Principado de Asturias es rectangular, cuadrilongo
y con los extremos del lado inferior redondeados y una punta o ángulo saliente en el centro de
dicho lado, con la proporción de seis de alto por cinco de ancho.
Trae sobre campo de azur o azul la Cruz de Asturias, que llama de la Victoria, de oro,
guarnecida de piedras preciosas de su natural color, y las letras alpha mayúscula y omega
minúscula, también de oro, pendientes de sus brazos diestro y siniestro, respectivamente; y en
sendas líneas, con letras de oro, la leyenda HOC SIGNO TVETVR PIVS HOC SIGNO VINCITVR
INIMICVS. La primera al flanco diestro y la segunda al flanco siniestro. Al timbre, corona real,
cerrada, que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones
de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas, y de cuyas hojas salen sendas
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

118/1.984, de 31 de octubre y 59/1.985, de 13 de junio. Y, en efecto, se


establece en el articulado de la Ley, por lo que aquí respecta e interesa
destacar, que “la bandera del Principado de Asturias es rectangular, con la
Cruz de la Victoria en amarillo sobre fondo azul. De los brazos diestro y
siniestro de la Cruz penderán las letras alfa mayúscula y omega
minúscula”237. “La bandera del Principado de Asturias, junto con la de
España, deberá ondear en el exterior y ocupar lugar preferente en el
interior de todos los edificios públicos civiles del ámbito territorial de la
Comunidad Autónoma y en los actos oficiales que en ella se celebren,
siempre respetando la legislación específica”238. “La bandera del
Principado de Asturias goza de la misma protección jurídica que las leyes
estatales confieren a los símbolos del Estado con aplicación de los mismos
casos y supuestos que éstas contemplan”.239

Sobre lo dispuesto en este último precepto, conviene recordar que


el art. 543 del vigente Código Penal, bajo la rúbrica ‘de los ultrajes a
España’, tipifica como delito: “Las ofensas o ultrajes de palabra, por
escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus
símbolos o emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la
pena de multa de siete a doce meses.”

A este respecto, aunque las expresiones de ofensa o ultraje pueden


tener también como objeto los símbolos o emblemas, lo cierto es que la
acción más característica en estos casos, constitutiva del tipo objetivo del
injusto, viene representada normalmente por actuaciones de tipo fáctico,
normalmente a través de la quema, destrozo o pisoteo de los referidos
signos, o bien escupiendo o realizando otras actividades de naturaleza
concluyentemente ofensiva encima de ellos240; siendo que el Tribunal
Supremo ha considerado delictivas este tipo de acciones cuando se han

diademas, sumadas de perlas, que convergen en un mundo de azur o azul, con el


semimeridiano y el ecuador de oro, sumado de cruz de oro. La corona, forrada de gules o rojo.
237
Art. 1.
238
Art. 4.
239
Art. 9.
240
Cfr. J.M. TAMARIT TAMARIT SUMALLA, “Comentario al art. 543”, en la obra colectiva (G.
Quintero Olivares, dir.), Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., pág. 1.515.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

realizado sobre banderas de España, aunque las mismas no estuviesen


colocadas en lugares oficiales, sino que lo fueran sin ese carácter, por
ejemplo por razones festivas o de decoración u ornato, o llevadas en
manifestaciones.241

Si característica puede ser la cruz en cuanto representativa de una


naturaleza religiosa, aunque lo cierto es que se le pueden dar múltiples
significados242, más cabe decir del Escudo oficial de Galicia, que hasta en
su descripción no puede sino servirse de términos de origen
indudablemente religioso, y muy dudoso es que puedan dejar de serlo,
por muy secularizado que pueda presuponerse el empleo de tal
simbología, incluso políticamente hablando. En efecto, el art. 3 de la Ley
de 29 de mayo de 1.984, de Símbolos de Galicia243, establece que “el
escudo de Galicia trae, en campo de azur, un cáliz de oro sumado de una
hostia de plata, y acompañado de siete cruces recortadas del mismo
metal, tres a cada lado y una en el centro del eje. El timbre corona real,
cerrada, que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas,
compuesto de ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco,
interpoladas de perlas y de sus hojas salen sendas diademas sumadas de
perlas, que convergen en un mundo de azur, con el semimeridiano y el
ecuador de oro, sumando de cruz de oro. La corona, forrada de gules o
rojo.”

El referido escudo oficial debe figurar en “la bandera de Galicia


cuando ondee en los edificios públicos y en los actos oficiales de la
Comunidad Autónoma”244; bandera que, a su vez, “se utilizará, juntamente

241
Vid. Sentencia del Tribunal Supremo de 31 de octubre de 1.980 (RJ 1.980, 5.999), 7 de
febrero de 1.981 (RJ 1.981, 500) y 5 de diciembre de 1.985 (RJ 1.985, 5.999). Esta posición
jurisprudencial no es compartida por el Prof. Tamarit Sumilla, ibídem nota anterior, al preferir
una interpretación restrictiva que exija que por su emplazamiento la bandera desempeñe una
función de representación oficial y pública.
242
Cfr. Sentencia del Tribunal Supremo –Sala Segunda– de 25 de marzo de 1.993 (Aranzadi,
Repertorio de Jurisprudencia 1.993, marg. 3.152). El mismo Diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua le señala hasta 16 acepciones diferentes.
243
Publicada en el "Diario Oficial de Galicia", núm. 120, de 23 de junio de 1.984 y en el BOE,
núm. 75, de 28 de marzo de 1.985.
244
Art. 2.2.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

con la de España, en todos los edificios públicos del ámbito territorial de la


Comunidad Autónoma, y en los actos oficiales que en ella se celebren”245.
Además, “el escudo de Galicia deberá figurar: 1) En las banderas a las que
se refiere el artículo 5. 2) En las leyes de Galicia que promulgue, en
nombre del Rey, el presidente de la Xunta. 3) En las placas en las fachadas
de los locales de la Administración autonómica. 4) En los cuños en seco y
de lacre de la Comunidad autónoma. 5) En los títulos acreditativos de
condecoraciones gallegas. 6) En las publicaciones oficiales. 7) En los
documentos, impresos, cuños y membretes de uso oficial de la
comunidad. 8) En los diplomas y títulos expedidos por la comunidad
autónoma. 9) En los distintivos usados por las autoridades o funcionarios
de la comunidad a los que les corresponda. 10) En los edificios públicos y
en los objetos de uso oficial en los que, por su carácter representativo, sea
pertinente”.246

Ante las significaciones de indudable trasfondo religioso que se


contienen en estos símbolos institucionales cabría preguntarse acerca de
la legitimidad de los mismos, dado que pueden ser percibidos por quien
tenga que estar “sometido” a ellos como molestosos, en cuanto que
contrariadores de su libertad de conciencia.

Una buena parte de la doctrina científica, para este supuesto, viene


sosteniendo una postura que nos sumerge en la duda de si, en el fondo,
no será contradictoria, pues partiendo de su aseveración de que los signos
empleados están secularizados, consideran que no se afrenta la
aconfesionalidad estatal; ahora bien, a renglón seguido parecen sostener
que esa misma aconfesionalidad puede ser base –aunque no constituya
exigencia obligatoria– para “desterrar” el símbolo. Así los Profs. Conteras
Mazarío y Celador Angón han señalado que «la presencia de símbolos o
imágenes religiosas en escudos institucionales de algunas comunidades
autónomas, provincias o municipios [...] no responde, hoy en día, a
motivaciones propiamente religiosas, sino a motivos históricos o de

245
Art. 5.
246
Art. 7.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

tradición y que, en consecuencia, no tienen por qué ser suprimidas per se


del escudo o estandarte en aplicación del principio de laicidad del Estado.
Junto con ello, debemos precisar, no obstante, que la autoridad pública
competente podría legítimamente retirar del escudo o estandarte la
imagen o símbolo religioso, si los órganos de gobierno o de representación
de la institución pública consideran que resulta apropiado, a la luz del
principio de laicidad (STC 130/1.991, de 6 de junio, FJ 5). Ahora bien, la
vigencia del reseñado principio no obliga al correspondiente organismo o
institución pública a retirar el símbolo o imagen del escudo o estandarte
(ibidem), ni a entender que su mantenimiento supone un privilegio a favor
de la religión simbolizada o un trato discriminatorio para las demás (cfr.
Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de 13 de marzo de
2.003, FJ 2). Se adopte la decisión que se adopte, de lo que no cabe la
menor duda es que ésta deberá ser tomada por los órganos legitimados
de representación y deberá ser democrática».247

En el mismo sentido, el Prof. Martínez-Torrón, ya afirmaba con


anterioridad, aludiendo a la Sentencia del Tribunal Constitucional acabada
de nombrar, en un determinado entendimiento de la doctrina que
contiene, que «en un Estado religiosamente neutral, la utilización legítima
de simbología religiosa en las instituciones públicas debe responder a una
relación con la historia de la institución de que se trate –o la historia del
país–, que frecuentemente tiene antiguas raíces religiosas. En tales casos,
el símbolo religioso resulta “secularizado” en su uso institucional, como un
modo de mantener un vínculo con la tradición. Al contrario, cuando esa
justificación histórica no existe, el empleo de signos religiosos en
instituciones públicas no parece fácilmente compatible con la
Constitución, pues transmite públicamente un mensaje de contenido
religioso. Lo cual significaría que un Estado neutral estaría protagonizando

247
J.M. CONTRERAS MAZARÍO y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad, manifestaciones religiosas e
instituciones públicas”, cit., pág. 46 y sig.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

la creación ex novo de una tradición de naturaleza religiosa, con la


consiguiente confusión entre funciones religiosas y funciones estatales»248.
De seguirse esta fundamentación, nos preguntamos si el argumento
podría valer en sentido contrario, esto es, si el motivo exclusivamente
religioso no es apto para sostenerse en el marco institucional del Estado,
un motivo exclusivamente “antirreligioso” ¿sí alcanzaría virtualidad
suficiente para desterrar el simbolismo ya existente?

A todo este respecto nos parece mucho menos conflictiva la postura


que respecto de esta resolución del Tribunal Constitucional se ha
sostenido otro sector de la doctrina, afirmando que no es necesaria la
búsqueda de una justificación con causal en la laicidad pública, sino que
basta con considerar una consecuencia ínsita en el derecho de autonomía
organizativa de la institución u organismo en cuestión que pueda variar la
composición de sus signos distintivos.249

Siguiendo con nuestras referencias a símbolos institucionales


marcadamente significativos de la referencia a la religiosidad250, podemos

248
J. MARTINEZ TORRÓN, «Una metamorfosis incompleta. La evolución del Derecho español
hacia la libertad de conciencia en la jurisprudencia constitucional», en Persona y Derecho,
núm. 45 (2.001), pág. 210 y sigs.
249
Cfr. A. OLLERO TASSARA, “Un Estado Laico. Apuntes para un léxico argumental. A modo de
introducción”, en Persona y Derecho, núm. 53 (2.005), pág. 51.
250
De la que existen numerosas muestras en la heráldica no solo española, sino en toda la
europea, tal y como pone de relieve L. VALERO DE BERNABÉ y MARTÍN DE EUGENIO, en su
Tesis Doctoral Análisis de las características generales de la Heráldica gentilicia española y de
las singularidades heráldicas existentes entre los diversos territorios históricos hispanos,
Madrid, 2.007 (ISBN: 978-84-669-3028-4), pág. 593, según visita realizada, el 11 de diciembre
de 2.011, a la página www.bne.es/opencms/es/ Micrositios/ Guias/ Genealogia/
resources/docs/Valero.pdf: “En todas las armerías europeas se da un número bastante
considerable de figuras heráldicas relacionados con la iconografía cristiana, desde personajes
bíblicos hasta objetos u ornamentos del culto religioso, pasando por cruces, ángeles, santos,
obispos, Vírgenes y hasta la imagen de Jesucristo, son bastante frecuentes tanto en las
armerías gentilicias como municipales. No obstante en todas ellas se diferencian claramente
dos tipos de figuras relacionados con la religión: Cruces y personajes religiosos o de culto. Las
Cruces son comunes en casi todas ellas, pues desde la primera Cruzada (1.095/1.098) se
convirtieron en el emblema común de todo el Occidente *…+ En lo que respecta a la heráldica
hispana las cruces son las figuras heráldicas por antonomasia dentro de este grupo, pues
suponen el 90% de todos los escudos con motivos religiosos, mientras que las demás figuras
religiosas aparecen escasamente; por lo que vemos se cumplen en general las constantes
comunes a la heráldica europea”.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

mencionar el Escudo oficial de la Comunidad Autónoma de Aragón, el cual


aparece plagado de signos de origen confesional y alguno de ellos
verdaderamente llamativo por su posible significado hostil –al menos así
parece que ha sido visto por algunos– hacia “el moro”, habiendo dado
lugar a peticiones tendentes a la supresión del cuartel del escudo en que
se contiene esa representación. Tal vez, por ello, que la normativa
reguladora del símbolo haga mucho hincapié, en su Exposición de
Motivos, de las razones de honda raigambre histórica de tal escudo y
bandera oficiales, señalando que “la Bandera de Aragón es la tradicional
de los Reyes de Aragón, antaño de uso exclusivo del titular de la Corona y
expresiva de su soberanía. Documentalmente atestiguada desde su uso
por Alfonso II, tal Bandera y armas de que proviene son universalmente
conocidas como «de Aragón».251

“El Escudo de Aragón, por vez primera atestiguado en su disposición


más conocida en 1.499, se compone de los cuatro cuarteles que, en la
configuración adoptada, se difundieron con predominio sobre otras
ordenaciones heráldicas, tendiendo a consolidarse desde la Edad Moderna
para arraigar decididamente en el siglo XIX y resultar aprobados, según
precepto, por la Real Academia de la Historia en 1.921. En la descripción
de los cuarteles del Escudo se han seguido los más tradicionales criterios
al respecto, en cuanto símbolo que cada uno de ellos es de nuestro
antiguo Reino, o de una parte territorialmente importante del mismo.”

En consecuencia, en la Ley 2/1.984, de 16 de abril252, sobre uso de la


Bandera y el Escudo de Aragón se establece que «de conformidad con lo
dispuesto en el apartado 2 del art. 3 del Estatuto de Autonomía, el Escudo
de Aragón es, estructuralmente, un escudo español, cuartelada en cruz, e
integrado de los siguientes elementos: Primer cuartel, sobre campo de
oro, una encina desarraigada, con siete raigones, en sus colores naturales,
coronada por cruz latina cortada y de gules. Segundo, sobre campo de

251
Estas razones históricas no han servido para la comprensión foránea del Santiago
“matamoros”.
252
Boletín Oficial de Aragón, núm. 5, de 18 de abril de 1.984.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

azur, cruz patada de plata, apuntada en el brazo inferior y adiestrada en el


cantón del jefe. Tercero, sobre campo de plata, una cruz de San Jorge, de
gules, cantonada de cuatro cabezas de moro, de sable y encintadas de
plata. Cuarto, sobre campo de oro, cuatro palos gules, iguales entre sí y a
los espacios del campo. Todo el escudo, timbrado de corona real abierta
de ocho florones, cuatro de ellos visibles, con perlas, y ocho flores de lis,
cinco visibles, con rubíes y esmeraldas en el aro, en proporción con el
escudo de dos y medio a seis».253

El Escudo de Aragón, así descrito, “figurará siempre en el centro de


la bandera. También debe figurar en:
- Los edificios de la Comunidad Autónoma.
- Los títulos oficiales expedidos por la Comunidad Autónoma.
- Los documentos, impresos, sellos y membretes de uso oficial en la
Comunidad Autónoma.
- Los distintivos usados por las autoridades de la Comunidad
Autónoma que tuvieran derecho a ellos.
- Los lugares u objetos de uso oficial en los que, por su carácter
especialmente representativo, así se determine”.254

En las circunstancias actuales, y en abierto contraste con las


concurrentes cuando se aprobaron oficialmente tales símbolos, el escudo
aragonés ha dado lugar a una polémica que, además de cierta repercusión
social representada por la petición de algún colectivo musulmán o
representante del mismo para que se supriman del escudo las “cabezas de
moro”255, sin duda parece que ha hecho cierta mella a nivel parlamentario,

253
Art. 4. La cursiva es nuestra.
254
Art. 5.
255
Informativos Telecinco - Nacional - El escudo de Aragón puede perder las "cabezas de
moros cortadas" (www.telecinco.es).
La parte inferior izquierda del escudo porta "las cabezas de moro cortadas".
El Gobierno de Aragón está estudiando la posibilidad de modificar el escudo que se
muestra en la bandera para suprimir del mismo las cuatro "cabezas de moros cortadas".
La bandera autonómica aragonesa porta este símbolo que recuerda la conquista de
Huesca por Pedro I en 1.096, y que la comunidad islámica ha pedido que se retire.
El Ejecutivo aragonés podría aprovechar la reforma del Estatuto de autonomía para
introducir esta modificación en el escudo que acompaña la bandera autonómica de cuatro
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

si hemos de atenernos al rechazo por las propias Cortes aragonesas de la


proposición no de ley presentada por el Grupo Popular para que el escudo
aragonés figurase en las propias Cortes. En efecto, ante la decisión de
sustituir, aludiendo a criterios de modernidad, por una escultura el escudo
de Aragón en el lugar destacado que ocupa en el Salón de Plenos de las
Cortes de Aragón, desde las filas Populares se presentó una Proposición
no de Ley, la núm. 14/2.006, con el siguiente contenido: “1. Que los
símbolos de identidad de nuestra Comunidad Autónoma son elementos
invariables y representativos de una parte sustancial de la historia
aragonesa. 2. Que el Escudo de Aragón debe ocupar el lugar preferente en
el salón de plenos de las Cortes de Aragón”. La proposición fue rechazada
por el Pleno de las Cortes, en sesión celebrada los días 9 y 10 de febrero
de 2.006.256

barras rojas horizontales sobre el fondo amarillo, en vigor desde 1.984, según recoge una
información publicada por "Heraldo de Aragón".
Las cuatro cabezas de moro cortadas se encuentra en una de las cuatro divisiones
("cuarteles") del escudo, acompañando a la cruz de San Jorge, que rememora la batalla de
Alcaraz.
El propio presidente del Gobierno aragonés, Marcelino Iglesias, señala que aunque es
un asunto que deberán estudiar los expertos "este momento es ideal no sólo para aumentar el
autogobierno, sino también para revisar los símbolos" y aunque no se ha consultado al
Consejo Asesor de Heráldica y Simbología, no cree que dicho cambio vaya a suscitar ningún
problema.
A pesar de que ya se había barajado en alguna ocasión, la supresión de este símbolo ha
vuelto a ser tomada en cuenta tras una petición de la comunidad islámica de Zaragoza, cuyo
secretario general, Abdel Kader, asegura que las cabezas suponen "una violencia que no llama
a la tolerancia ni a la concordia" y que existen otras imágenes, como el agua, que
representarían mejor a Aragón.
"Es algo que nos concierne a todos por sensibilidad, y más teniendo en cuenta el
fenómeno de la inmigración que necesitamos integrar y favorecer para beneficiar a todos los
aragoneses", recalca Marcelino Iglesias.
Algunas voces ya han mostrado su discordancia con esta posibilidad al asegurar que el
escudo actual tiene más de cinco siglos, y que en el caso de eliminarse las cabezas, que no van
acompañadas de sangre, como ocurre en otras iconografías, se suprimiría toda referencia al
mundo islámico, que es también visible en los escudos de regiones como Cerdeña o Córcega.
En cualquier caso, la modificación del escudo requeriría un acuerdo mayoritario en el
seno de las Cortes de Aragón, lo que se traduce en el respaldo de 45 de los 67 diputados con
los que cuenta la cámara autonómica.
256
Vid. Boletín Oficial de las Cortes de Aragón, núms. 192 y 193, de 9 y 14 de febrero de 2.006,
respectivamente.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

La cuestión no parece que haya ido a más, al menos de momento,


pues a nivel estatutario se mantiene el tradicional escudo, a tenor de la
Propuesta de reforma de la L.O. 8/1.982, de 10 de agosto, de Estatuto de
Autonomía de Aragón, modificada por la L.O. 6/1.994, de 24 de marzo, y
por la L.O. 5/1.996, de 30 de diciembre, que fue aprobado por el Pleno de
las Cortes, en sesión celebrada el 21 de junio de 2.006, y en cuyo art. 3.2.
se sigue señalando que “El escudo de Aragón es el tradicional de los
cuatro cuarteles, rematado por la corona correspondiente, que figurará en
el centro de la bandera”.257

En la Comunidad Valenciana podemos hacer referencia a dos


materias distintas que han sido objeto de regulación legal. Por un lado, en
relación con el drama sacro del Misterio de Elche, declarado patrimonio
universal de la humanidad, la Ley 13/2.005, de 22 de diciembre, del
Misteri d’Elx258, dispone en su art. 47, bajo la rúbrica de “protección de los
símbolos”: 1. El Consell de la Generalitat, por decreto, determinará los
símbolos del Misteri que tendrán la consideración de emblemas de la
Generalitat a los efectos de lo dispuesto en la legislación de protección de
marcas respecto a los emblemas de las instituciones públicas. 2. La
facultad de autorizar el uso de los referidos símbolos corresponderá a la
Junta Rectora.

Por otro lado, el Reglamento de les Corts Valencianes, aprobado por


el Pleno de les Corts el 18 de diciembre de 2.006259 –que aunque tiene esa
denominación de Reglamento, sin embargo ostenta rango de Ley, según
establece su Disposición Final 1ª– preceptúa en su art. 6, relativo a la
Sesión Constitutiva de las Cortes, la necesidad de prestar juramento o
promesa a efectos de la toma de posesión del cargo: “*…+ las diputadas y
diputados, prestarán juramento o promesa de acatar la Constitución
Española y el Estatuto de Autonomía de la Comunitat Valenciana
utilizando la siguiente fórmula: Jo (expresión del nombre) jure/promet

257
Boletín Oficial de las Cortes de Aragón, núm. 236.
258
BOE, núm. 41, de 17 de febrero de 2.006.
259
Boletín Oficial de les Corts Valencianes, núm. 248, de 29 de diciembre de 2.006 y BOE núm.
161, 6 de julio de 2.007.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

que aitant com tindré el càrrec de diputat/diputada acataré la Constitució


Espanyola i l'Estatut d'Autonomia de la Comunitat Valenciana sense
engany i guardaré fidelitat a La Generalitat”. Añadiéndose en la
Disposición Final 1ª que “Las normas sobre blasones, etiqueta y formulario
de Les Corts que se incorporan como anexo al presente reglamento,
determinan el formulario y tratamiento de acuerdo con las tradiciones
históricas”.
Con una indudable significación simbólica de innegable connotación
religiosa260, en este referido Anexo (‘Normas sobre blasones, etiqueta y
formulario de las Cortes Valencianas’), en su Capítulo I (De la simbología
heráldica de las Cortes), el art. 1º dispone que “El escudo de las Cortes
será el mismo de la Generalitat Valenciana, junto al cual podrán usar
también los emblemas de sus tres brazos tradicionales –militar,
eclesiástico y real–, constituidos, respectivamente, por los sellos con las
imágenes de San Jorge, la Virgen María y el Ángel Custodio”. En el
Capítulo III (Del formulario usual de las cortes valencianas), el art. 3º
señala: “Los juramentos o promesas que sea preciso formular en las
Cortes Valencianas, serán realizados en pie y de acuerdo con la fórmula
siguiente: Jo (expresión del nombre) jure (o promet) que aitant com tindré
el cárrec de (expresión del cargo) acataré la Constitució i l'Estatut
d'Autonomia, sense engany i guardaré fidelitat a la Generalitat Valenciana.
En caso de juramento se añadirá: Sí, Déu m'ajut i aquests Sants
Evangelis de Déu. Esta última fórmula será pronunciada con la mano sobre
un Evangelio abierto”.

Con motivo de la apertura de última Legislatura en las Corts y el


crucifijo aportado a la mesa de la misma por su actual Presidente, Sr.
Cotino, se levantó una polémica que dio lugar a que por parte del Grupo
Parlamentario Compromís se pidiera, el inmediato día siguiente 10 de
junio de 2.011, cambiar el Reglamento de las Cortes valencianas para
eliminar símbolos religiosos del acto de jura, mediante la presentación de

260
Cfr. J. BONET NAVARRO, “La regulación del factor religioso en la Comunitat Valenciana”, en
el volumen, colectivo, (R. García García, dir.), La libertad religiosa en las Comunidades
Autónomas. Veinticinco años de su regulación jurídica, Generalitat de Catalunya. Institut
d’Estudis Autonòmics, Barcelona, 2.008, pág. 354.
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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

una Proposición de Ley de reforma del Reglamento de las Cortes


Valencianas.

En concreto, la modificación propuesta afectaba al art. 6.1 del


Reglamento de las Cortes mediante el que se establece el procedimiento
para la jura o promesa de los diputados, donde se añadiría el siguiente
enunciado: "Ningún símbolo religioso presidirá el acto de jura o promesa,
sin perjuicio del derecho individual de cada diputada o diputado a llevar o
exhibir cualquier símbolo identificativo de su religión, creencia o ideología
o de la no pertenencia a ninguna de ellas".

La propuesta fue rechazada con 41 votos a favor y 47 en contra,


todos los últimos correspondientes al Grupo Popular. En el debate
parlamentario habido al respecto se reprodujo la histórica división entre
derecha e izquierda. Y así, por el Grupo Popular, el Sr. Serra Cervera
sostuvo la posibilidad de la presencia de símbolos religiosos en el ámbito
público: “aquí hay símbolos religiosos y muchos, porque vivimos en una
cultura en la que nos ha tocado nacer y estar. Usted es occidental, usted y
su grupo –al igual que nosotros– está en un continente que se llama
Europa, y nosotros tenemos unas raíces muy fecundas judeocristianas;
todos, compartamos creencias o no, religiones o no, que son como son, y
si usted hubiese nacido en Asia o hubiese nacido en África tendría otras
raíces, pero tenemos las raíces que culturalmente tenemos. Y yo me giro y
veo el escudo del parlamento –y se lo digo con absoluto respeto–. Un
agnóstico y un ateo se encuentran a gusto con un ángel Custodio, con una
virgen y con un santo presidiendo esta institución. Y yo no conozco a nadie
que diga nada, yo no he visto nunca a nadie que diga nada, yo no he visto
nunca a nadie diciendo lo contrario, señorías”.

Desde la izquierda parlamentaria, en bloque, se apoyó la propuesta.


La Sra. Oltra Jarque (Compromís) basó la propuesta de su Grupo en el art.
16 de la Carta Magna y la secularización del Estado plasmada en la
aconfesionalidad de este precepto: “Jo no vaig tindre llibertat, jo no vaig
tindre llibertat. A la millor vosté estava molt bé amb eixa simbologia, però

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Capítulo I: El Poder Legislativo ante la manifestación simbólico-religiosa

jo no tinc per què prometre el meu càrrec amb un símbol religiós que mai
ha presidit un acte de jurament o promesa… Vostés duga’s ací el que
vullga, i el que vullga dur-se el que vullga, la verge del seu poble, que se la
duga, però no tenen vostés per què imposar, perquè vostés són els que
estan imposant un símbol a tot el món, perquè la llibertat religiosa inclou
el dret a no confessar cap religió o a ser d’una altra religió, fins i tot una
religió no cristiana”.
Por el Grupo Parlamentario de Esquerra Unida, la Sra. López
Barceló: “para no dañar la conciencia de nadie y porque estamos en un
estado de derecho democrático del siglo XXI, la separación de iglesia y
estado debe de estar también en la simbología que presiden las cámaras,
las cámaras legislativas y ejecutivas, las cámaras que tienen que
representar a todas y todos los ciudadanos del País Valencià, no
solamente a una parte de ellos. Y por si lo recuerda el señor President,
que parecía que no se acordaba, a mí me ofendió, a mí me ofendió esta
foto porque ofende a mi creencia, que es la de ser atea, la de ser atea.
El que permanezcan y se defiendan estas costumbres y estos
símbolos, presidiendo, repito, presidiendo y no solo en el acto de
juramento de un diputado o diputada correspondiente y concreto que así
lo decida, sino presidiendo aquí la cámara, es una reminiscencia, y
naturalmente que lo es, señoras y señores, es una reminiscencia del
nacional catolicismo que inundó el estado español durante cuarenta
años”.

Por el Grupo Socialista, la Sra. Moreno Fernández: “el Partido


Popular hizo lo de siempre, confundió lo público y lo privado. Y lo que
cada uno en su capillita de su casa con perfecto derecho puede hacer, nos
trajo su capillita al hemiciclo de las Cortes Valencianas. Y ahí, ahí
únicamente… pero solo con que un diputado sintiese la imposición, no
tenía que haber ocurrido. Simplemente con uno que lo sintiera, no tenía
que haber ocurrido”.261

261
Sessió plenària realitzada el dia 6 d’octubre de 2.011. Corts Valencianes. Diario de Sesiones,
núm. 14, VIII Legislatura, 2.011, pág. 395.
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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

CAPÍTULO II: LA SIMBOLOGÍA RELIGIOSA


ANTE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Las distintas Administraciones hispanas han tenido que conocer de


una variedad de supuestos en que se han suscitado conflictos por la
presencia de símbolos religiosos en ámbitos públicos, siendo las mismas
las que primeramente –sin perjuicio de que, en ocasiones, los casos hayan
terminado en los Tribunales– han tenido que adoptar decisiones en esta
temática; y ello, pese al vacío legislativo que, con carácter general, existe
en la materia, cuyo estudio se ha afrontado en el capítulo anterior. En el
examen de toda esta problemática distinguiremos entre la Administración
estatal y las autonómicas; con una referencia final, así mismo, a otras
Administraciones.

El estudio que hemos llevado a cabo en esta materia resulta


afectado de diversos grados de dificultad, ya que la misma será mucho
menor cuando se trata de rastrear cualesquiera disposiciones de tipo
normativo, en cuanto que éstas deben aparecer en las correspondientes
publicaciones oficiales, a fin de cumplir con el deber de comunicación a la
sociedad262; con todo, no es nuestro propósito la exhaustividad en la
búsqueda, especialmente cuando pueda tratarse de disposiciones de muy
inferior rango y de carácter sectorial y local. Por otro lado, la dificultad se
torna mucho mayor cuando se trata de adentrarse en el aspecto
administrativo resolutorio; en este caso nuestro trabajo no puede ser sino
de carácter fragmentario y, en muchos casos, no obtenido de fuentes
directas, sino a través de doctrina, jurisprudencia y medios de
comunicación social. En cualquier caso, hemos creído que valía la pena
intentar poner de manifiesto la posición de conjunto de la Administración
a este respecto263; habiendo podido constatar cuando hemos tenido

262
A efectos de dar cumplimiento a lo dispuesto en el art. 9.3 de nuestra Carta Magna: 3. La
Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las
normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de
derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la
arbitrariedad de los poderes públicos. Por su parte, el art. 2.1 del Código Civil dispone que “Las
Leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en el Boletín Oficial del
Estado, si en ellas no se dispone otra cosa”.
263
Y más cuando hay supuestos que no han alcanzado otra forma de resolverse que la
administrativa. Cfr. R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y
Ley. Las objeciones de conciencia (Cap. 9: “Libertad de conciencia y utilización de símbolos
religiosos”), Iustel, Madrid, 2.011, pág. 301.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

elementos de contraste que, por regla general, la información dada por


los medios de comunicación se ajusta a la realidad.

I. LA ADMINISTRACIÓN ESTATAL ANTE LA MANIFESTACIÓN


SIMBÓLICO-RELIGIOSA

Dada la carencia legal a nivel estatal de una Normativa general


acerca de los símbolos religiosos propiamente dichos, como ya hemos
tenido ocasión de ver, lógicamente no existe norma reglamentaria
ejecutiva de legislación alguna264. Tampoco se ha dictado, que sepamos,
ningún Reglamento independiente normador de toda esta problemática.

Esto no obstante, sí cabe aludir a alguna reglamentación afectante a


sectores específicos, como la que se refiere a la necesaria identificación
fotográfica de la persona, a efectos del documento nacional de identidad y
del pasaporte, que al prohibir todo tipo de prendas cubriendo la cabeza
(aunque no se concreta sobre ninguna en particular), sin embargo, aunque
sea por vía indirecta, lo cierto es que, como veremos, es el velo islámico el
que ha suscitado alguna problemática en estos casos. Todo ello, aparte de
disposiciones relativas al estudio de la religión, a la toma de posesión de
cargos públicos, Ordenanzas militares, etc., a las que nos vamos a ir
refiriendo.

Si la posibilidad de la presencia de elementos con significación


religiosa en ámbitos públicos parece hacerse depender –según resulta
desde parámetros de Derecho internacional y comparado, así como de
distintos ámbitos de Derecho interno– de cómo haya de entenderse el
principio de aconfesionalidad del Estado, desde las propias instancias del

264
Afirma el Prof. F. BALAGUER CALLEJÓN, “Las fuentes reglamentarias”, en VV.AA. (F.
Balaguer Callejón, coord.), Manual de Derecho Constitucional, vol. I, 6ª edic., Tecnos, Madrid,
2.011, pág. 184: “No es posible defender en nuestro ordenamiento la idea de una vinculación
positiva a la ley que exija siempre y en todo caso una ley previa para que el reglamento
intervenga. El principio de legalidad como vinculación positiva carece de sentido en un sistema
como el nuestro basado en la previsión de reservas de ley que resultarían inútiles si fuera
necesaria siempre una ley previa para que la potestad reglamentaria se ejercitara. Una
vinculación positiva del reglamento a la ley equivaldría a una reserva total de ley”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Gobierno de la Nación (cúspide de la Administración265 y promotor


principal del cambio legislativo, en su caso266) no parece que este principio
se haya venido interpretando en el sentido de prohibir la presencia de
signos de indudable origen religioso en el espacio público, si hemos de
atenernos a las muestras gráficas de la jura o promesa por parte del
Presidente del Gobierno y de sus ministros con ocasión de la toma de
posesión del cargo.

Como es de sobra conocido, en el protocolo que viene


predisponiéndose para estos actos, tal juramento o promesa se realiza en
presencia no sólo del Texto Constitucional, sino también de la Biblia y de
un Crucifijo; modo de actuar que ha sido objeto de crítica desde diversos
sectores, con proyección a las polémicas parlamentarias que, como hemos
visto en el capítulo anterior, se han venido propiciado merced a diversas
iniciativas, normalmente en forma de proposición no de ley, tramitadas
por los grupos del hemiciclo situados más a la izquierda política.

En este sentido, como ya vimos, el Grupo Parlamentario Esquerra


Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds ha sido el
proponente de varias propuestas relativas a la temática de la simbología
religiosa. Concretamente, el 23 de abril de 2.008 presentó una Proposición
no de Ley con el objeto –según estas formaciones políticas– de avanzar en
la aconfesionalidad del Estado; y reincidiendo sobre la misma cuestión, el
3 de febrero de 2.009, en la que se instaba al Gobierno acerca de la
modificación del protocolo de las ceremonias de acatamiento y promesa
de cargos y funciones públicas, incluido el Real Decreto 707/1.979, de 5 de
abril, por el que se establece la fórmula de juramento en cargos y
265
El art. 97 de la CE establece que “El Gobierno dirige la política interior y exterior, la
Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad
reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las Leyes”.
266
Es sabido que aunque el art. 87 de la Norma Suprema atribuye la iniciativa legislativa al
Gobierno, al Congreso y al Senado, de acuerdo con la Constitución y los Reglamentos de las
Cámaras, además de contemplar otras posibilidades; lo cierto es que en la práctica suele ser el
Gobierno, casi en exclusiva, quien ejerce esta función. A tal efecto, el art. 88 de la CE, señala
también: Los proyectos de Ley serán aprobados en Consejo de Ministros, que los someterá al
Congreso, acompañados de una exposición de motivos y de los antecedentes necesarios para
pronunciarse sobre ellos.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

funciones públicas, así como elaborar un protocolo aconfesional para los


actos y ceremonias institucionales y sus relaciones con las confesiones
religiosas, para su debate en la Comisión de Justicia.267

Habría que preguntarse en ese sentido, si el hecho de que tanto el


Presidente del Gobierno como sus Ministros, cada vez que tienen que
tomar posesión de sus cargos institucionales, lo hacen –según conocemos
por las imágenes facilitadas por los medios de comunicación– ante una
Biblia y un Crucifijo en el Palacio de la Zarzuela en presencia de los Reyes
de España, contradice el art. 16.2 de la Constitución española, tal y como
señalaba al respecto uno de los promotores de tal iniciativa, el Sr.
Llamazares Trigo, que, en su parlamento, llega incluso a cuestionar la
separación entre Iglesia y Estado; solicitando, en consecuencia, un
protocolo aconfesional para los actos y ceremonias institucionales268. Para
ello, es significativa la cita que dicho Grupo Parlamentario atribuye a un
portavoz oficial del Palacio de la Zarzuela: «Jurar por Dios requiere la
presencia de sus símbolos. Mientras no se modifique el Decreto, nosotros
no alteraremos el escenario» (en referencia al juramento de cargos
públicos ante el Crucifijo y la Biblia).

La iniciativa fue rechazada por el grueso de las filas parlamentarias,


coincidiendo las mismas en que el mencionado Real Decreto no hace
referencia alguna a la simbología religiosa, siendo totalmente
aconfesional; y que no existe norma alguna que imponga, en el protocolo
de las ceremonias de acatamiento y promesa de funciones y cargos
públicos, la presencia del crucifijo y de la Biblia; siendo más bien, todo
ello, producto de los usos y costumbres, y del protocolo de la Casa Real.
En efecto, en el Real Decreto, de 5 de abril de 1.979269, que regula la toma

267
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, IX Legislatura, 7 de mayo
de 2.008; Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, IX Legislatura, 17
de febrero de 2.009.
268
Cortes Generales. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación
Permanente, Sesión Plenaria núm. 10, celebrada el 27 de mayo de 2.008, y debatida en la
Sesión de fecha 1 de octubre de 2.008.
269
Real Decreto 707/1.979, de 5 de abril, por el que se establece la formula de juramento en
cargos y funciones públicas (BOE, núm. 83, de 6 de abril de 1.979).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

de posesión de cargos o funciones públicas no se contiene referencia


alguna al protocolo concreto que debe arropar el acto, limitándose a fijar
la fórmula del juramento o promesa en dicha toma de posesión; fórmula,
que admite dos modalidades. La primera, contestar con un simple «sí» a la
pregunta de quien da posesión de «¿juráis o prometéis por vuestra
conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo (…) con
lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución, como norma
fundamental del Estado?», con la que el concernido puede usar un
monosílabo y no especificar, en su afirmación, si jura o promete. En la
segunda fórmula, más habitual, el juramento o promesa es prestado, en
primera persona, por quien va a tomar posesión, que de este modo,
exterioriza, más o menos, si opta por Dios o por su conciencia y honor.

Para el Prof. Tolivar Alas, el incumplimiento de lo jurado o


prometido en la toma de posesión del cargo, en cualquier caso, no tiene
trascendencia jurídica alguna; por tanto, habría que someter a revisión la
exigencia de la fórmula propiamente dicha, más que la “parafernalia” que
le rodea270. Sin embargo, los Profs. Contreras y Celador consideran que “el
acto de toma de posesión de los cargos públicos y de los funcionarios o
personal de la Administración civil del Estado tiene una naturaleza
estrictamente civil, que simboliza el compromiso entre los servidores
públicos y el Estado. La laicidad del Estado y el derecho de libertad de
conciencia exigen que, en este tipo de actos, no puedan estar presentes
símbolos religiosos, ni que pueda obligarse a los servidores públicos a
tomar posesión frente a un símbolo religioso, como un crucifijo o un texto
religioso. Esto no quiere decir que los servidores públicos no puedan
ejercer su derecho a la libertad religiosa, ya que este derecho está
amparado precisamente por el texto constitucional cuyos principios se
comprometen a garantizar en el acto de toma de posesión, pero deben
ejercer dicho derecho en un contexto ajeno al de su función como
servidores públicos. La única posibilidad de que en los actos de toma de
posesión estén presentes símbolos religiosos es que los porte el

270
L. TOLIVAR ALAS, “Juramentos públicos y simbología religiosa”, en El Comercio, 2 de junio
de 2.008 (www.actuas.es).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

funcionario o cargo público de forma “discreta”, al igual que los demás


asistentes al acto portan símbolos que representan el ejercicio de sus
derechos a la identidad o a la imagen, pero siempre que no hieran la
libertad de conciencia de los presentes en el acto o hagan peligrar la
laicidad del Estado al que el servidor público se compromete a servir”.271

No podemos compartir esta opinión, ya que una lectura de todo lo


actuado, desde los más tiernos orígenes de nuestra Democracia, no
parece admitir otra interpretación que la de que la aconfesionalidad
estatal no impide esa presencia de símbolos propios de la religiosidad en
los actos de toma de posesión; en otro caso, de considerar que el citado
principio sí que veda la actuación pública ante los signos de impronta
confesional, habría que entender que, de facto, se han plegado nuestros
gobernantes a la realización de actos confesionales, constitucionalmente
prohibidos272. A menos que quiera interpretarse como el previo
establecimiento de un ínterin, de aconfesionalidad aletargada o en la que
no se despliegan –¿por falta de definición o de aptitud del propio
principio?– todos sus efectos, hasta un momento posterior en que se
pretende, así al menos se ha venido postulando, profundizar en dicha
laicidad.273

271
J.M. CONTRERAS MAZARÍO y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad, manifestaciones religiosas e
instituciones públicas”, en Laboratorio de Alternativas [Documento de trabajo 124/2.007 de la
Fundación Alternativas, que hemos podido obtener en la red a través de la página web de
Dialnet], Madrid, 2.007, pág. 56.
272
Cuestión que no ha de tenerse por nimia, si se discierne entre una Constitución normativa o
meramente nominal Según la clásica distinción del Prof. K. LÖWENSTEIN, Teoría de la
Constitución, Ariel, Barcelona, 1.976, págs. 216 y sigs. Cfr. J. DE ESTEBAN ALONSO, “De
Constitución normativa a nominal”, en Revista de la UNED. Teoría y Realidad Constitucional,
núm. 27 (2.011), pág. 190.
En su discurso de investidura el actual presidente del Gobierno, Sr. Rajoy, abogaba –
trayendo causa del programa electoral del partido popular– por la recuperación del recurso
previo de inconstitucionalidad.
273
Explicación, crítica, esgrimida por el Prof. F. AMÉRIGO CUERVO-ARANGO, La financiación de
las confesiones religiosas en el Derecho español vigente, Publicaciones de la UNED, Madrid,
2.006, pág. 288, contra el razonamiento del Prof. Alenda Salinas cuando éste ha defendido, en
su trabajo “La financiación directa de las confesiones religiosas por el Estado español”, en
Laicidad y libertades: escritos jurídicos, núm. 2 (2.002), págs. 31-55, que si la financiación
directa del Estado a la Iglesia Católica es contraria al principio de aconfesionalidad, lo es
siempre, y no tras el transcurso de un período de tiempo.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

El propio Gobierno, a través de los controles parlamentarios a que


se ha visto sometido, se ha pronunciado en el sentido de la compatibilidad
de la iconografía religiosa y la aconfesionalidad públicas, siendo de
destacar que la respuesta ha sido la misma con independencia del
concreto color político de sus componentes.

Y así, durante el primer Gobierno del Partido socialista, se señaló,


con caracteres de abarcar en la respuesta una amplia diversidad de
ámbitos, que «la presencia en edificios públicos, tanto del Estado como de
las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, etc., de símbolos de la
religión católica no implica la violación del principio de libertad religiosa, el
cual no exige la presencia en los mismos de símbolos de todas las
confesiones religiosas. Dicha presencia, pues, no constituye trato
discriminatorio ni negación de la libertad religiosa […] En definitiva, los
principios de libertad religiosa y de no confesionalidad del Estado no
implican la ausencia de cualquier símbolo religioso en los edificios públicos,
ni, menos aun, la presencia de símbolos religiosos de todas las
confesiones».274

Tales aseveraciones daban respuesta a la siguiente pregunta,


formulada el 12 de septiembre de 1.984 por un senador perteneciente a
las filas parlamentarias socialistas: «Es común que en edificios públicos
españoles, como escuelas, presidios, cuarteles u oficinas de la
Administración del Estado, se expongan en salones y pasos símbolos de la
religión católica. No tengo noticia, sin embargo, y a pesar del respeto de
nuestras leyes a la libertad religiosa, de que en iguales circunstancias
estén expuestos símbolos de otras creencias. ¿Conoce el Gobierno la
voluntad de las religiones no católicas existentes en España al
respecto?».275

274
Boletín Oficial de las Cortes Generales, núm. 115, de 3 de diciembre de 1.984; la cursiva es
nuestra.
275
Ibídem.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Según la Profª. Llamazares Calzadilla, el asunto se resolvió


únicamente desde la perspectiva de la libertad religiosa y no desde el de la
laicidad276. Sin embargo, a nuestro juicio, esta interpretación no resulta
compartible, pues puede comprobarse que existe una referencia directa y
expresa también a este principio de aconfesionalidad.

Paralelamente, desde las filas del primer Gobierno del Partido


Popular, en el año 1.995 y para un ámbito más específico como es el de la
enseñanza, el entonces ministro de Educación y Cultura, Sr. Rajoy Brey,
señaló que «el Ministerio de Educación, ya desde el año 1.984 –y hemos
repasado las respuestas a las distintas preguntas que sobre estos asuntos
se han hecho tanto en el Congreso como en el Senado–, ha dicho con
meridiana claridad que los principios de libertad religiosa y no
confesionalidad del Estado no implican la ausencia de cualquier símbolo
religioso en los edificios públicos».277

No obstante, en los últimos tiempos el equipo gubernamental del


Sr. Rodríguez Zapatero parece que se fue decantando hacia esa otra
deriva que ya hemos mencionado, cual es la que vienen autoproclamando
como profundización en la aconfesionalidad278. Así, respecto de los
anuncios hechos en su día por el Gobierno, a través del ministro de
Justicia, relativos a que la presencia de símbolos religiosos en las escuelas
públicas y en las tomas de posesión de los cargos y funcionarios públicos
deberá compatibilizarse con la laicidad del Estado, entiende el Prof.
Celador Angón, que «pese a las ampollas que han levantado estas
declaraciones, parece que todavía nadie se ha dado cuenta de que no

276
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes», en la obra colectiva (D. Llamazares Fernández, dir.),
Libertad de conciencia y laicidad en las instituciones y servicios públicos, Dykinson, Sevilla,
2.005, pág. 298.
277
Vid. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación permanente, núm.
225, de 24 de marzo de 1.999, pág. 11.976 y sig. La cursiva es nuestra.
278
Lo cual no habría de extrañar con afirmaciones como las siguientes: “Sin laicidad no habría
nuevos derechos de ciudadanía, serían delitos civiles algunas libertades como la interrupción
voluntaria del embarazo, el matrimonio entre personas del mismo sexo, y dejarían de ser
delitos el maltrato a la mujer, la ablación o la discriminación por razón del sexo”, según puede
consultarse en la web del PSOE (www.psoe.es); la cursiva es nuestra.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

hacen más que reiterar lo que desde los años 90 viene estableciendo la
jurisprudencia del Tribunal Europeo de derechos humanos»279. Todo lo
cual, tal y como hemos aludido en el anterior capítulo, pretendía
concretarse en una nueva Ley Orgánica de Libertad Religiosa; que,
finalmente, fue aparcada por el propio Gobierno, y ello pese a la
proposición no de ley, objeto de transacción, entre los Grupos
parlamentarios de izquierda, que en este sentido solicitaban al Ejecutivo.

Actualmente, y aparte de la disolución de las Cámaras y la elección


de un Gobierno de distinto color político, la afirmación de Celador Angón,
así como de los diputados dichos, habría que entenderla sometida a
revisión tras las últimas Sentencias, tanto del Tribunal de Estrasburgo (en
el denominado caso Lautsi II)280, así como de nuestro Tribunal
Constitucional (caso de la Virgen Inmaculada como patrona del Colegio de
Abogados de Sevilla)281, las cuales se manifiestan con unos basamentos
bastante alejados de esa intelección de la aconfesionalidad; pero cuyo
examen, más en concreto, posponemos para su respectiva sedes
materiae.

De todas formas, para conocer de manera más cumplida las


posiciones gubernamentales en la materia desde que se instaura la
Democracia, puede, finalmente, aludirse a otros pronunciamientos
emanados desde distintos Ministerios282, y, entre ellos, los recaídos en los
diversos ámbitos que pasamos a referir.

279
“Crucificando la libertad”. Del Consejo editorial http://blogs.publico.es, del 18 de agosto de
2.009 (visitada el 7 de septiembre de 2.009). La cursiva es nuestra.
280
Sentencia de 18 de marzo de 2.011, pronunciada por la Gran Sala del Tribunal Europeo de
derechos humanos (TEDH 2.011\31).
281
Sentencia del Tribunal Constitucional, Sala 2ª, núm. 34/2.011, de 28 de marzo de 2.011
(BOE, núm. 101, de 28 de abril de 2.011).
282
Nos referiremos a los Ministerios según su denominación y composición al tiempo que se
contraen, que, lógicamente, han variado a lo largo del tiempo. El actual Gobierno ha procedido
también, como suele ser habitual, a llevar a cabo una remodelación de los distintos
Ministerios. Vid. Real Decreto 1.823/2.011, de 21 de diciembre, por el que se reestructuran los
departamentos ministeriales y Real Decreto 1.824/2.011, de 21 de diciembre, sobre la
Vicepresidencia del Gobierno (ambos en el BOE, núm. 307, de 22 de diciembre de 2.011) y Real
Decreto 1885/2.011, de 30 de diciembre, por el que se modifica el Real Decreto 1094/2.011,

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

1. MINISTERIO DEL INTERIOR

Este ramo de la Administración ha venido dando solución, por vía


interpretativa (plasmada en informes o instrucciones), al problema que,
acaso, el propio Ministerio habría creado, por vía normativa, al respecto
de las características que debe reunir la fotografía que ha de servir de
identificación a la persona en los documentos oficiales establecidos a
estos efectos. En ocasiones la actuación administrativa ha venido
propiciada por la intervención, en este particular, del Defensor del
Pueblo.283

Toda la Normativa, que ha sido y es en la materia, ha venido


exigiendo a efectos de facilitar y de dotar de seguridad a la identificación
que se proporcione por el interesado, para su incorporación al DNI, una
fotografía del rostro en la que la cabeza aparezca descubierta.
Evidentemente que tal requerimiento, como decimos, lo es a efectos de
seguridad, sin que la misma aparezca ligada a cuestiones de religiosidad
de ningún tipo –especialmente, contra la misma–, tal y como lo demuestra
el que desde la más primigenia normativa el requisito viene establecido;
por tanto, en un momento en el que la presencia del Islam en España
debe tenerse prácticamente por testimonial. En efecto, ya el Decreto
196/1.976, de 6 de febrero, por el que se regula el Documento Nacional

de 15 de julio, por el que se reestructura la Presidencia del Gobierno (BOE, núm. 315, de 31 de
diciembre de 2.011).
283
Recordemos que el art. 54 de la CE configura la institución del Defensor del Pueblo, como
un alto comisionado de las Cortes Generales, designado por éstas, para la defensa de los
derechos comprendidos en el Título I de la Ley de leyes, a cuyo efecto podrá supervisar la
actividad de la Administración, dando cuenta a las Cortes Generales. En relación con nuestra
disciplina pueden destacarse M.N. MONTESINOS SÁNCHEZ, “Defensor del Pueblo y derechos
fundamentales: la libertad religiosa en la Administración”, en Revista General de Derecho,
núms. 637-638 (1.997), págs. 12.141-12.164 y B. GONZÁLEZ MORENO, “El defensor del pueblo
y la defensa constitucional del derecho de libertad ideológica, religiosa y de culto”, en VV.AA.
(J. Martínez-Torrón, ed.), La libertad religiosa y de conciencia ante la justicia constitucional,
Comares, Granada, 1.998, págs. 509-524.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

de Identidad284, imponía en su art. 5º «una fotografía en color del rostro


del titular, de frente y con la cabeza descubierta».
Sin embargo, es la vestimenta con hiyab la que ha dado lugar a una
cierta problemática en esta materia. A través de los Informes del Defensor
del Pueblo tenemos noticia de que la negativa de mujeres musulmanas a
retratarse sin el velo, a efectos de la foto que debe llevar obligatoriamente
incorporada el Documento Nacional de Identidad o el Pasaporte, fue
alguna vez acogida por el Ministerio del Interior, concretamente por su
Secretaría General Técnica, admitiéndose las fotografías que antes habían
sido rechazadas, pero «siempre y cuando no se ocultaran los rasgos
identificativos del rostro».285

En este sentido, y en relación con las fotografías válidas para el


D.N.I., el Prof. Seglers Gómez-Quintero dio a conocer las notas
informativas de 12 y 30 de junio de 1.987, que le fueron facilitadas por la
Secretaría Técnica de la Comisaría General de Extranjería y
Documentación del Ministerio del Interior, en virtud de las cuales se pone
de manifiesto que «un informe de los Servicios Jurídicos de la Dirección
General de la Policía admitió las fotografías de las mujeres musulmanas de
nacionalidad española siempre que se visualizasen los rasgos faciales
(frente, cejas, ojos, nariz, labios y barbilla), sin los que la identificación de
la titular del documento no es factible». En relación con esta temática,
señala el mismo autor la queja formulada al Gobernador civil por el
284
BOE, núm. 38, de 13 de febrero de 1.976. Hasta esta disposición no se derogó el Decreto de
2 de marzo de 1.944, que fue el creador del Documento Nacional de Identidad (BOE, núm. 81,
de 21 de marzo de 1.944). En este Decreto se remitía a ulterior regulación la concreción del
modelo de DNI y exigencias de seguridad para el mismo. Hay que esperar hasta una resolución
de 2 de enero de 1.951, de la Dirección General de Seguridad, que hace público las
características que debían reunir las tres pruebas fotográficas a entregar por los interesados
para la expedición del Documento Nacional de Identidad (BOE, núm. 7, de 7 de enero de
1.951), y en la que, aparte características físicas del modelo de la foto, únicamente establecía
que «el papel-soporte será de fondo blanco, y la fotografía, en tono negro, con brillo».
285
Así resulta del Informe del Defensor del Pueblo, Informe anual 1.988 y debates en las Cortes
Generales, Madrid, 1.989, pág. 26. Cfr. B. GONZÁLEZ MORENO, “El defensor del pueblo y la
defensa constitucional del derecho de libertad ideológica, religiosa y de culto”, en VV.AA. (J.
Martínez-Torrón, ed.), La libertad religiosa y de conciencia ante la justicia constitucional, cit.,
págs. 520-522 y M.N. MONTESINOS SÁNCHEZ, “Las actuaciones del defensor del Pueblo y de
los comisionados autonómicos en materia de libertad religiosa y de conciencia y sus
conexiones”, en el mismo volumen que el anterior, págs. 677 y 680.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

presidente de la Comunidad Islámica de Sevilla, en el verano de 1.987,


indicando una posible discriminación respecto de las monjas católicas, a
las cuales se les admitían las fotografías aunque llevasen la cabeza
cubierta por el tocado exigido por su hábito religioso. Ante ello, los
servicios jurídicos de la Policía reconocieron la posibilidad de fotografiarse
con el velo en cuanto que aptas para el carné.286

A la sazón, se hallaba vigente el Real Decreto 2.002/1.979, de 20 de


287
julio , por el que se vino a modificar parcialmente el anterior de 1.976,
manteniendo incólume idéntica exigencia para el D.N.I.: fotografía del
rostro del titular, de frente y con la cabeza descubierta.

Sin embargo, con posterioridad, las actuaciones ante dicho alto


Comisionado de las Cortes Generales revelan el cambio de actitud
gubernativa sobre el particular, de modo que dejaron de permitirse ese
tipo de fotografías vistiendo el velo islámico288; o, por lo menos, habría
sido según lugares y tiempos289, pero lo cierto es que existen quejas
documentadas en este sentido por el Defensor del Pueblo: «se tramitó el
pasado año por esta institución la queja Q/1320/92, iniciada a instancia de
doña (...), quien al ir a renovar su DNI le fue informado que no era posible
admitir la fotografía que presentaba, en la que se cubría la cabeza con un

286
A. SEGLERS GÓMEZ-QUINTERO, La laicidad y sus matices, Comares, Granada, 2.005,
especialmente pág. 45; la cursiva es nuestra. Vid., así mismo, el trabajo del mismo autor,
Musulmans a Catalunya. El repte de la integració i la llibertat religiosa, Barcelona, 2.004, págs.
80-83. Una referencia también al Informe Administrativo en el Informe anual del Defensor del
Pueblo correspondiente a la gestión realizada durante el año 1.994, en Boletín Oficial de las
Cortes Generales, núm. 50, de 21 de marzo de 1.995, pág. 7.
287
BOE, núm. 202, de 23 de agosto de 1.979.
288
Vid. Informe anual del Defensor del Pueblo correspondiente a la gestión realizada durante
el año 1.992, en Boletín Oficial de las Cortes Generales, núm. 51, 24 de febrero de 1.993, pág.
64. Cfr. M. ALENDA SALINAS, “Derecho de familia musulmán en un país de inmigración: entre
el desconocimiento y la normalidad del instituto matrimonial islámico en España”, en VV.AA.
(A. Castro Jover, ed.), Derecho de familia y libertad de conciencia en los países de la Unión
Europea y el Derecho comparado, Servicio de Publicaciones de la Universidad del País Vasco,
2.001, pág. 302
289
R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y Ley. Las
objeciones de conciencia, cit., pag. 352, nota 161, señalan que «según información oralmente
transmitida por Junta Islámica, la praxis al respecto es muy desigual en función de las distintas
comisarías».

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

pañuelo, en cumplimiento de los preceptos islámicos, indicando, por otra


parte, que esa fotografía le fue admitida en su anterior DNI y en el
pasaporte, por lo que la negativa podría vulnerar el art. 16 de la
Constitución española.
En igual sentido se ha tramitado ya durante este año 1.994 la queja
Q/995/94, en la que se ha investigado la denegación a una ciudadana
española de la expedición del pasaporte en el Consulado de Düsseldorf
(Alemania) al considerar que las fotografías, en las que aparecía con el
cabello cubierto, no cumplían los requisitos exigidos».290

Por todo ello, el Defensor del Pueblo dirigió al Ministro del Interior
la siguiente recomendación: «Que por ese departamento se proceda a una
modificación de las normas que regulan la expedición del Documento
Nacional de Identidad y del pasaporte, en el sentido que se prevea en las
mismas, de manera expresa, las excepciones precisas, fundadas en
motivos religiosos o de otra índole, a la exigencia de que estos
documentos incorporen fotografías del rostro del titular con el cabello
cubierto».291

«El Ministro de Justicia e Interior del PSOE, Juan Alberto Belloch, en


la última etapa de la presidencia del Sr. Felipe González, contestó a estos
informes indicando que no resultaban permitidas las fotografías en las que
se oculta –además del cabello– el mentón, la frente y gran parte de las

290
Vid. Informe anual del Defensor del Pueblo correspondiente a la gestión realizada durante
el año 1.994, en Boletín Oficial de las Cortes Generales, núm. 50, de 21 de marzo de 1.995, pág.
7 y sig.
291
Vid. Recomendación 10/1.994, de 11 de marzo, del Defensor del Pueblo, sobre aceptación
de fotografías en las que el cabello del titular aparece cubierto, por motivos religiosos, para la
expedición de documentos de identidad (Boletín Oficial de las Cortes Generales, V Legislatura.
Serie A. núm. 50, pág. 7). Para otras actuaciones sobre el particular, remitimos a G. MORENO
BOTELLA, “Libertad religiosa y neutralidad escolar (A propósito del crucifijo y otros símbolos de
carácter confesional)”, en Revista Española de Derecho Canónico, núm. 150 (2.001), pág. 197 y
sig. Cfr. S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado,
Aranzadi, Navarra, 2.005, págs. 32-34.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

mejillas, ya que con ellas se conjura la finalidad identificativa del


documento».292

En el año 1.998 el Defensor del Pueblo vuelve a recibir una queja


presentada por la Comisión Islámica de Melilla, por lo que el Alto
Comisionado se dirige, nuevamente, a la Administración, contestándole la
Comisaría General de Extranjería y Documentación, con fecha 10 de julio
de 1.998, que se “admitían fotografías con el cabello cubierto por la hiyab
pero siempre que se pueda preciar correctamente las demás facciones del
rostro (mentón, frente, pabellones auditivos y mejillas)”.293

La última regulación habida del documento en cuestión, constituida


por el Real Decreto 1.553/2.005, de 23 de diciembre, que reglamenta la
tramitación del Documento Nacional de Identidad y sus certificados de
firma electrónica294, establece claramente en su art. 5.1.b) que «para
solicitar la expedición del DNI será imprescindible la presentación de: Una
fotografía reciente en color del rostro del solicitante, tamaño 32 por 26

292
I.M. BRIONES MARTÍNEZ, “El uso del velo islámico en Europa. Un conflicto de libertad
religiosa y de conciencia. Especial referencia a Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia”,
en Anuario de Derechos Humanos, vol. 10 (2.009), pág. 59.
293
Así consta en la recomendación dirigida por el Defensor del Pueblo al Secretario de Estado
de Seguridad, a la que puede accederse en la web del Centro cultural islámico de Valencia
(webcciv.org).
Posteriormente, se dicta una Circular, de 16 de octubre de 1.998, sobre características
exigibles a las fotografías para expedición del DNI y Tarjeta de Extranjeros en la que se
establece que “con la finalidad de clarificar consultas formuladas a esta Comisaría General y de
unificar criterios, en ocasiones contradictorios, en lo relativo a los rasgos fisonómicos visibles
en las fotografías que se aportan para la expedición del DNI y Tarjeta de Extranjeros, en
aquellos casos en que determinadas prácticas, creencias u órdenes religiosas obligan a la
ocultación del pelo y los lóbulos de las orejas, y tratando de conjugar el contenido de la
normativa legal al respecto y el más escrupuloso respeto a las mencionadas prácticas y
creencias religiosas, a partir de la fecha se seguirán las siguientes instrucciones:
1ª. Para la expedición del DNI o Tarjeta de Extranjeros se admitirán aquellas fotografías
en las que se visualicen determinados rasgos fisonómicos que permitan la identificación de su
titular, considerando suficiente, a tal efecto, la frente, cejas, ojos, nariz, labios y el mentón.
2ª. No se tendrá en consideración si el velo o hiyab cubre o no el pelo o el pabellón
auditivo”. Así en J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en materia de libertad
religiosa e integración del Islam”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-
Varas, coords), Derecho islámico e interculturalidad, Iustel, Madrid, 2.011, pág. 402, nota 840.
294
BOE, núm. 307, de 24 de diciembre de 2.005. Modificado por el Real Decreto 1.586/2.009,
de 16 de octubre (BOE, núm. 265, de 3 de noviembre de 2.009).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

milímetros, con fondo uniforme blanco y liso, tomada de frente con la


cabeza totalmente descubierta y sin gafas de cristales oscuros o cualquier
otra prenda que pueda impedir o dificultar la identificación de la
persona».295

Claramente se percibe que tal disposición tiene un carácter general,


aunque lo cierto es que la norma únicamente podría causar problemas –
por lo que respecta al tema que nos ocupa– a quien por prescripción
religiosa hubiera de llevar la cabeza cubierta (piénsese no sólo en el
pañuelo musulmán296 y el tocado de las religiosas católicas297, sino
también, aunque resulten menos habituales en nuestros lares, el supuesto
del turbante sij y, en menor medida, de la kipá judía); si bien es necesario
reconocer que el sentido de la norma no es de prohibición de ningún tipo
de vestimenta, apoyándose en razones de cualesquiera tipo que sea por
las que hubiera de llevarse la prenda, sino que se basa en la seguridad que
debe ofrecer la identificación física de la persona.

Al parecer, especialmente tras los luctuosos sucesos terroristas


acaecidos en la pasada década, se vino a incrementar la posibilidad de
favorecer la identificación personal, especialmente por razones de
seguridad.298

295
Paralelamente, el Real Decreto 896/2.003, de 11 de julio, por el que se regula la expedición
del pasaporte ordinario y se determinan sus características, establece en su art. 4.1 que “el
pasaporte ordinario será expedido a los españoles que lo soliciten ante los órganos o unidades
que se señalan en el artículo anterior, aportando los siguientes documentos: c) Una fotografía
del rostro del solicitante tamaño carné, en color y con fondo claro, liso y uniforme, tomada de
frente, y sin gafas de cristales oscuros o cualquier otra prenda que impida la identificación de
la persona” (BOE, núm. 166, de 11 de julio de 2.003).
296
Exigiendo rigor en la consideración en que es portado el hiyab, vid. F.J. DE LUCAS MARTÍN,
“La inmigración islámica: de nuevo religión y política en las sociedades multiculturales
europeas”, en Laicidad y libertades. Escritos Jurídicos, núm. 2 (2.002), págs. 231 y sigs.
297
El propio Defensor del Pueblo señalaba, en el Informe correspondiente al año 1.994, ya
citado: “esta institución tiene conocimiento de que por los propios servicios centrales del
D.N.I. a las religiosas españolas, que profesan la fe católica, sí se les permite, al parecer, la
presentación de fotografías con el cabello cubierto».
298
Mientras que en Italia, una Circular del Ministerio del Interior permite a las mujeres
musulmanas llevar el hiyab en las fotos para los documentos de identidad personal, al igual
que se les permite a las religiosas católicas; en Francia, se es estricto a la hora de cumplir lo
dispuesto en el Decreto 55-1.397, de 22 de octubre de 1.955, que exige la cabeza desnuda

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Ante las dudas surgidas, la Administración, una vez más, en su


interpretación de la normativa en vigor, ha venido a hacer factible la
posibilidad de la fotografía de la mujer velada en los documentos oficiales
de identidad. En efecto, mediante Instrucción, de 11 de abril de 2.006, de
la Comisaría General de Extranjería y Documentación, se establece que
«en relación con las instrucciones de esta unidad sobre la expedición del
DNI, de 16 de febrero pasado, y como ampliación de las mismas, se aclara
que podrán admitirse aquellas fotografías en las que el solicitante lleve la
cabeza cubierta con pañuelo, toca o prenda que imponga un culto religioso
determinado, siempre y cuando el óvalo del rostro aparezca totalmente
descubierto desde el nacimiento del pelo hasta el mentón, de forma que
no impida o dificulte la identificación de la persona. En estos casos, y
cuando se trate de la primera expedición de DNI con prenda de cabeza, se
requerirá documento acreditativo de pertenencia a culto religioso».299

El informe continúa señalando que «la necesidad de acreditar la


pertenencia a una confesión religiosa, para la admisión de fotografías
destinadas a documentos identificativos, en las que el titular figure con la
cabeza cubierta, respetando en todo caso que el óvalo del rostro aparezca
totalmente descubierto, conviene citar que con ese documento, lo que se
pretende acreditar es una excepción a lo dispuesto en la normativa antes
citada, es decir, admitir unas fotografías que incumplen los requisitos
legalmente establecidos, sin que disminuya su valor identificativo».300

para las fotos relativas a documentos de identidad, de manera que se rechazan las
instantáneas que no cumplan tal requisito. Cfr. la Sentencia de la Cour Administrative d’Appel
de Marseille, de 13 de abril de 2.007, que rechaza la demanda interpuesta por una señora a la
que no se le habían admitido fotos por aparecer cubierta con un foulard, porque, en virtud de
las disposiciones legales vigentes, “le port du voile ou du foulard, par lequel les femmes de
confesión musulmane peuvent entendre manifestar leurs convictions religieuses, peut faire
l’objet de restrictions notamment dans l’intérêt de l’ordre public”. Obtenida de la Red
(www.legifrance.gouv.fr/WAspad/rechercheSimpleJade.jsp).
299
Documentación a la que puede accederse a través de la web del Centro cultural islámico de
Valencia (webcciv.org, visita girada el 9 de diciembre de 2.011). Cfr. J. FERREIRO GALGUERA,
“Política del Gobierno en materia de libertad religiosa e integración del Islam”, cit., pág. 403 y
sig.
300
La cursiva es nuestra.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

A este respecto, el Defensor del Pueblo, dudando de la


constitucionalidad de la exigencia de acreditar la pertenencia religiosa,
basándose tanto en el principio de jerarquía normativa –se trataría de
discernir si unas Instrucciones son instrumento válido de establecimiento
de cargas de esta índole– como en la vulneración del derecho de libertad
religiosa y el art. 16.2 de la Carta Magna, dirigió al Secretario de Estado de
Seguridad la siguiente recomendación: «Que se elimine de las
Instrucciones de 6 de abril de 2.006 la necesidad de acreditar la
pertenencia a una confesión religiosa, en cualquier circunstancia, para la
admisión de fotografías destinadas a documentos identificativos».

Es el tema de la seguridad pública, en efecto, el que, formando


parte del orden público protegido por la Ley301, puede constituirse en
límite del derecho de libertad de creencias, en cuanto que éste ampara el
atuendo por razones religiosas. Existe una clara unanimidad doctrinal en
este sentido, salvo por lo que respecta al denominado velo integral que,
por razones obvias, no responde al caso que estamos tratando; pero, por
si cupiese cualquier género de duda, el Comité de derechos humanos de
Naciones Unidas, órgano de interpretación auténtica del Pacto
internacional de derechos civiles y políticos de 16 de diciembre de 1.966,
así lo ha señalado: “La observancia y la práctica de la religión o de las
creencias pueden incluir no sólo actos ceremoniales sino también

301
Conforme a lo dispuesto en el art. 16.1 de nuestra Constitución (Se garantiza la libertad
ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus
manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la
Ley), art. 3.1 de la L.O. de Libertad Religiosa (El ejercicio de los derechos dimanantes de la
Libertad Religiosa y de Culto tiene como único límite la protección del derecho de los demás al
ejercicio de sus libertades públicas y derechos fundamentales, así como la salvaguardia de la
seguridad, de la salud y de la moralidad pública, elementos constitutivos del orden público
protegido por la Ley en el ámbito de una sociedad democrática) y concordantes Textos
internacionales: Art. 9.2 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales, de 4 de noviembre de 1.950 (La libertad de manifestar su religión o
sus convicciones no puede ser objeto de más restricciones que las que, previstas por la ley,
constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática para la seguridad pública, la
protección del orden, de la salud o de la moral públicas, o la protección de los derechos o las
libertades de los demás). Art. 18.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (La
libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las
limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la
salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fundamentales de los demás).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

costumbres tales como […] el uso de prendas de vestir o tocados


distintivos”.302

Esa posible limitación de la expresión de la libertad religiosa, en


cuanto que exigencia de identificación a efectos de la necesaria seguridad,
debe ponderarse con el ejercicio de ese derecho, de manera que,
equilibradamente, puedan satisfacerse todos los intereses en juego, pues
como dice el Prof. Cañamares, “se debe permitir al titular de los
documentos oficiales de identidad aparecer en la fotografía ataviado con
aquellos elementos religiosos que exigidos por sus creencias [sic], siempre
y cuando no interfieran con el interés preponderante de la seguridad del
Estado que se concreta en la adecuada identificación de todos los
ciudadanos”303. Surgen, a todo este respecto, diversas cuestiones; siendo
la primera de ellas la relativa a si un derecho fundamental puede verse
limitado por virtud de una disposición de carácter reglamentario, cuestión
a la que el Prof. Ferreiro contesta en términos de rigurosa negativa,
exigiéndose, para ello, Ley Orgánica.304

La exigencia de ley en sentido formal, sin embargo no es la que


propugna el Tribunal Europeo de derechos humanos, que viene

302
Comentario general del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas al art. 18 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (20 de julio de 1.993), punto 4. Se puede
acceder al texto a través de la propia web del Ministerio de Justicia
(www.mjusticia.gob.es/cs/Satellite/es/1215197982506/Estructura_C/1215198071682/Detalle.
html).
Una aplicación práctica y real de esta doctrina se ha aplicado en el caso de una
estudiante uzbeka, que fue expulsada de sus estudios universitarios por negarse a quitarse el
hiyab; señalándose por el Comité de derechos humanos de Naciones Unidas, Dictamen relativo
a la comunicación núm. 931/2.000: Uzbekistán, 18 enero 2.005, CCPR/C/82/D/931/2000,
comunicación presentada por la Sra. Raihon Hudyberganova: “la libertad de manifestar la
propia religión comprende el derecho a llevar en público un atuendo que esté en consonancia
con la fe o la religión de la persona”.
303
S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Tratamiento de la simbología religiosa en el Derecho español:
propuestas ante la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa”, en VV.AA. (R. Navarro-
Valls, J. Mantecón Sancho y J. Martínez-Torrón, coords.), La libertad religiosa y su regulación
legal (La Ley Orgánica de Libertad Religiosa), Iustel, Madrid, 2.009, pág. 536.
304
J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en materia de libertad religiosa e integración
del Islam”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-Varas, coords), Derecho
islámico e interculturalidad, cit., págs. 385 y 389, so pena, dice el autor, de infringir lo
dispuesto en los arts. 53.1 y 81.1, ambos de la Carta Magna.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

considerando cumplido el requisito cuando la norma, aunque sea


reglamentaria, tiene suficiente cobertura legal, esto es cuando se ampara
en una ley que autoriza el desarrollo reglamentario; basta a este respecto
recordar cómo el Tribunal de Estrasburgo ha estimado cumplido el
requisito en el supuesto de los reglamentos universitarios turcos contra el
velo; o, como se destaca por nuestros Tribunales: “El Tribunal europeo
recuerda que ello significa que la medida debe tener una base en derecho
interno, accesible y de formulación lo suficientemente precisa. De acuerdo
con la jurisprudencia constante del Tribunal, la noción de "ley" debe ser
entendida en su acepción material y no formal. En consecuencia, incluye
el conjunto formado por el derecho escrito, incluidos los textos de rango
infralegislativo, como es en este caso una Ordenanza (De Wilde, Ooms y
Versyp vs. Bélgica, TEDH 18 de junio de 1.971; Kruslin vs. Francia 24 abril
1.990, y las de 29-6-2.004, asunto Leyla Sahin vs. Turquía y la de 4-12-
2.008, asunto Kervanci vs. Francia, así como las citadas en éstas,
singularmente la del asunto Dahlab vs. Suiza)”.305

En nuestro Estado, la referencia legal, en sentido formal, que existe


en la temática, actualmente, viene constituida por la L.O. 1/1.992, de 21
de febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana306, cuyo art. 9
establece: 1.- Todos los españoles tendrán derecho a que se les expida el
Documento Nacional de Identidad, que gozará de la protección que a los
documentos públicos y oficiales otorgan las Leyes, y que tendrá, por sí
solo, suficiente valor para la acreditación de la identidad de las personas.
2.- El Documento Nacional de Identidad será obligatorio a partir de los
catorce años. Dicho documento es intransferible, correspondiendo a su
titular la custodia y conservación, sin que pueda ser privado del mismo, ni
siquiera temporalmente, salvo los supuestos en que, conforme a lo
previsto por la Ley, haya de ser sustituido por otro documento. 3.- En el
Documento Nacional de Identidad figurarán la fotografía y la firma de su
titular, así como los datos personales que se determinen

305
Sentencia núm. 489/2.011, de 7 de junio de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña (Sala de lo Contencioso. Sección 2ª); Pte: Sra. Rovira y del Canto, F. de D. 3º (Id
Cendoj: 08019330022011100482).
306
BOE, núm. 46, de 22 de febrero de 1.992.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

reglamentariamente, respetando el derecho a la intimidad de la persona,


y sin que, en ningún caso, puedan ser relativos a raza, religión, opinión,
ideología, afiliación política o sindical o creencias.

Hemos de constatar, pues, la existencia de suficiente cobertura legal


a estos efectos, con autorización legal al desarrollo reglamentario de la
misma; lo que ocurre es que cabe dudar que la limitación del derecho
pueda hacerse por la vía de la Instrucción o Circular, dado el carácter más
propiamente interpretativo que normativo de estos instrumentos. Choca,
además, que intentando aclarar la propia Instrucción se afirme que se
exige la acreditación de pertenencia religiosa porque se incumplen los
deberes legalmente establecidos… ¿La Administración incumpliendo la
Ley…? Además que toda esta explicación gubernativa parece
desenvolverse en lo que, en términos prácticos, supondría la conversión
de la excepción en la regla: la seguridad pública excepcionada por la
libertad religiosa. Más bien convendría hablar de una delimitación, a
través de la configuración legal, de un derecho fundamental cual es el de
la libertad religiosa en este concreto ámbito307. De esta forma, parece que
sería factible una interpretación de conjunto que, sin exceder los límites
de la ley, respete la libertad religiosa y el ejercicio de la misma, cuando, en
definitiva, se puede cumplir con el requisito de seguridad en la
identificación sin tener que sacrificar por completo la libertad religiosa;
por tanto, es perfectamente posible un ejercicio de acomodación o
proporcionalidad en la medida, y no incumplimiento legal, basado en una
excepción. Todo lo cual permite, asimismo, dar respuesta satisfactoria a la
exigencia de prueba de la pertenencia religiosa sin violencia del art. 16.2
de la Carta Magna, dado que, como han significado nuestros Tribunales,
no se afrenta este precepto cuando por quien lo invoca se quieren extraer
consecuencias jurídicas favorables al mismo.308
307
Cfr. las sugerentes observaciones de L. PRIETO SANCHÍS, “Desobediencia civil y objeción de
conciencia”, en VV.AA., (I. Sancho Gargallo, dir.), Objeción de conciencia y función pública,
Estudios de Derecho Judicial, 89, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 2.007, págs. 26 y
sigs.
308
Así, por lo menos, se ha pronunciado alguna resolución judicial en el ámbito de la objeción
de conciencia al servicio militar, así como en el de la enseñanza de la religión, estableciendo
que no es óbice dicho precepto cuando quieren extraerse consecuencias jurídicas derivadas de

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

La Dirección General de la Policía y la Guardia Civil emitió, el 21 de


agosto de 2.008, a través de la Comisaría General de Extranjería y
Fronteras, un Informe que señala que en relación con las Instrucciones de
2.006, “se participa que desde la recepción del presente, y por así haberlo
acordado el Secretario de Estado de Seguridad, debe suprimirse tal
requisito, manteniéndose para la admisión de estas fotografías que el
óvalo del rostro aparezca totalmente descubierto desde el nacimiento del
pelo hasta el mentón, de forma que no impida o dificulte la identificación
de la persona”.309

No se sabe si es o no por este tipo de razones que, para tratar de


evitar toda esta problemática, que, en términos mucho más sencillos, la
Orden INT/3321/2.011, de 21 de noviembre, sobre expedición de título de
viaje a extranjeros310, se limita a referirse a que en el documento que se
expida a estos efectos se contendrá “la fotografía digitalizada del titular”.
En otro orden de cosas, también el Ministerio del Interior se ha
pronunciado por la conformidad a Derecho de la presencia de una
estatuilla de la Virgen del Pilar en las dependencias de un cuartel de la
Guardia Civil, en concreto en Almodóvar del Río (Córdoba), frente a la
reclamación de dos miembros de la Benemérita para que tal icono fuese
retirado.

La Subdirección General de Inspección de Personal y Servicios de


Seguridad, de la Secretaría de Estado de Seguridad, rechazó, mediante la
resolución de 7 de mayo de 2.007, la queja. Esta Decisión fue confirmada,

las convicciones personales. Cfr. R. PALOMINO LOZANO, “El Área de conocimiento ‘Sociedad,
Cultura y Religión’: algunos aspectos relacionados con la libertad religiosa y de creencias.
Comentario al hilo de la Sentencia del Tribunal Supremo de 25 de enero de 2.005”, en VV.AA.
(María Domingo, ed.), Educación y Religión. Una perspectiva de Derecho Comparado, Comares,
Granada, 2.08, págs. 59 y sigs.
309
Vid. J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en materia de libertad religiosa e
integración del Islam”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-Varas, coords),
Derecho islámico e interculturalidad, cit., pág. 404.
310
BOE, núm. 292, de 5 de diciembre de 2.011.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

en alzada, por el Subsecretario del Ministerio del Interior, en acuerdo de


20 de septiembre de 2.007.

La Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, de 25 de


febrero de 2.011311, que resuelve uno de estos dos supuestos –habiendo
desembocado ambos en el ámbito judicial–, confirma la adecuación a
Derecho de la Administración demandada, aun «reconociendo, que en un
momento dado el tono de la respuesta institucional dada al peticionario
ha sido inapropiado por su beligerancia, lo cierto es que en la sucesiva
invocación del Comandante Asesor Jurídico y del Teniente Coronel Jefe del
Área de Asuntos Legales –autores de informes sobre la cuestión unidos al
expediente– a la institucionalización del icono religioso se atisba la
comprensión más acabada de las razones de su presencia en
dependencias y cuarteles del Instituto Armado, a partir del
reconocimiento de que, en realidad, trasciende el ámbito de lo puramente
religioso para adquirir otra dimensión que es más histórica que otra cosa».
Y es que «es un hecho reflejado en el expediente y suficientemente
acreditado que la Virgen del Pilar fue nombrada Patrona de la Guardia
Civil en 1.913 a instancia del Teniente General … y mediante Real Orden
de 8 de febrero de 1.913».312

En el otro supuesto que también culminó en los Tribunales, el


Abogado del Estado, en defensa de la Administración, planteó la
inadmisibilidad del recurso por falta de legitimación activa del recurrente,
así como por impugnarse resoluciones que son reproducción de otras
firmes y consentidas; y, en cuanto al fondo, solicitó la desestimación de la
pretensión de la parte actora, pues la estatuilla responde a una tradición
histórica, sin que se vulnere el principio de aconfesionalidad del Estado.

311
Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, con sede en Sevilla (Sala de lo
Contencioso-Administrativo. Sección 4ª), núm. 272/2.011, de 25 de febrero de 2.011. Pte.: Sr.
Rodríguez Moral (Id Cendoj: 41091330042011100508).
312
F. de D. 3º.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

La Sentencia de 19 de enero de 2.010, del Tribunal Superior de


Justicia de Madrid313, resuelve el asunto, sin entrar a conocer del fondo
del mismo, al apreciar la falta de legitimación activa del recurrente,
invocada por dicho Letrado del Estado. Pese al éxito, en términos
forenses, obtenido por el mismo, parecen ciertamente timoratas las
alegaciones del Defensor estatal respecto a la confrontación de la estancia
de la discutida imagen con el principio constitucional de la
aconfesionalidad, al menos según se recoge en la sentencia: «El Abogado
del Estado […] en cuanto al fondo se opone pues la estatuilla responde a
una tradición histórica, sin que se vulnere el principio de aconfesionalidad
del Estado puesto que no se encuentra en un lugar de uso obligatorio y
común, siendo un pasillo que comunica el hall de entrada con el resto de
las dependencias»314; de donde, al parecer, pudiera desprenderse, a sensu
contrario, que “de encontrarse en un lugar de uso obligatorio y común”,
¿la estatuilla sería vulneradora del principio de laicidad? Sólo entendiendo
que tales palabras responden al prurito de una defensa adecuada y
proporcionada al caso concreto se puede superar ese entendimiento que,
en otro caso, no responde a una genuina interpretación del principio de
aconfesionalidad, tal y como ha sido propuesto por nuestro Tribunal
Constitucional.

Finalmente, cambiando la materia de referencia, ante la solicitud de


un subinspector del Cuerpo Nacional de Policía, de que se le dispensara de
ser partícipe en una procesión de Semana Santa –lo que constituye, por
definición, una manifestación pública de simbología religiosa315, por
mucho que pueda tener otras connotaciones–, la Administración

313
Sentencia núm. 10.166/2.010, de 19 de enero de 2.010, del Tribunal Superior de Justicia –
Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª– de Madrid; Pte.: Sra. Luaces Diaz de
Noriega (Id Cendoj: 28079330062010101169).
314
F. de D. 1º.
315
Según el vigente Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, procesión
(Del lat. processĭo, -ōnis), en su segunda acepción, quiere decir “Acto de ir ordenadamente de
un lugar a otro muchas personas con algún fin público y solemne, por lo común religioso”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

consideró que tal servicio era conforme a Derecho, por lo que la petición
fue desatendida.316

En efecto, el Comisario Jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana


de Sevilla, en Resolución de 29 de marzo de 1.998, recordaba que el
Cuerpo Nacional de Policía es Hermano Mayor de la Hermandad
Sacramental de ‘Nuestro Padre Jesús El Rico de Málaga’, y todos los años
una unidad de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana de Sevilla
participa en el desfile procesional, a fin de garantizar el normal desarrollo
del acto. Asimismo se subrayaba que la presencia de dicha unidad en el
desfile había de estimarse como un servicio, y no como una asistencia a un
culto religioso, y que los sentimientos religiosos no pueden aducirse en el
ámbito laboral a la hora de prestar un servicio; cuya actividad no es
ejecutar actos propios de una determinada Confesión, sino velar por el
orden y seguridad del desarrollo del acto.

El quejoso, tras ser designado para ello, acudió a prestar el servicio,


pero interpuso contra el indicado acuerdo recurso de alzada. La misma fue
desestimada por la Dirección General de Policía, en Resolución de 21 de
julio de 1.998, que puso énfasis en que se trataba de una función de
protección de la seguridad ciudadana. Tras lo cual acudió a la vía judicial,
invocando la vulneración de su derecho a la libertad religiosa, en su
vertiente negativa. El recurrente no vio reconocido su derecho sino en el
Tribunal Constitucional, merced a la Sentencia 101/2.004, de 2 de junio,
que le concedió el amparo solicitado; pero en la vía judicial precedente la

316
El quejoso, Subinspector del Cuerpo Nacional de Policía, destinado en Sevilla en la Unidad
Especial de Caballería, conocedor de que anualmente se disponía la comisión de servicio de un
cierto número de miembros de la misma a la ciudad de Málaga, para acompañar durante la
estación de penitencia a la Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús El Rico, dirigió
escrito al Inspector Jefe de aquélla, solicitando que, en el supuesto de que le correspondiera
en la Semana Santa de 1.998, se le dispensara de tener que asistir a dichos actos religiosos, por
considerar que, de obligarle a estar presente, se lesionaría su derecho a la libertad religiosa,
reconocido en el art. 16.1 CE. Vid. el Antecedente 2 de la Sentencia del Tribunal Constitucional
101/2.004, de 2 de junio (BOE, núm. 151, de 23 de junio de 2.004).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

razón, en términos jurídicos, había sido concedida a la Administración,


prueba de la complejidad del asunto317.

En su escrito de alegaciones ante el Tribunal Constitucional, de 8 de


octubre de 2.003, la Abogacía del Estado lleva a cabo una defensa de la
Administración en los mismos términos que había sostenido ésta,
argumentando que, situada la objeción del quejoso en el vínculo entre el
Cuerpo Nacional de Policía y la imagen de Nuestro Padre Jesús El Rico de
Málaga, es difícil reconocer, por esta simple condición de Hermano Mayor
de un cuerpo del Estado en una cofradía, una invasión del art. 16.3 CE. No
le parece que pueda seriamente afirmarse esta afectación de la
neutralidad del Estado, como tampoco habría de serlo por los signos,
nombres, advocaciones y festividades que por razones de tradición
vinculan a determinadas unidades de las fuerzas armadas a conceptos
religiosos. Ante la invocación de la contraparte de la Sentencia del
Tribunal Constitucional núm. 177/1.996, de 11 de noviembre, esgrimió
que la cita de la misma era inadecuada, puesto que el supuesto litigioso
venía constituido por un acto de naturaleza religiosa (una procesión
popular) en la que participaba una unidad armada y no de acto militar
destinado a una celebración religiosa como sucedía entonces. En el
supuesto enjuiciado se trataba simplemente de cooperar en una arraigada
práctica de expresión popular que sólo mediante un forzado y artificial
aislamiento de su significado tradicional, puede evocar un significado
dogmático.

Asimismo, aducía el Abogado del Estado que la concurrencia de una


unidad de caballería no debe interpretarse como un acto de piedad, ni del
Estado, ni de los miembros que realizan el desfile, puesto que su función
reconocible es la estética y tradicional de esta clase de actos, quedando
por otra parte sin cuestionar que la presencia de una fuerza pública ante
una concurrencia masiva de personas tiene una función de orden público,

317
Sentencia de la Sección 2ª de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior
de Justicia de Andalucía, con sede en Sevilla, de fecha 7 de marzo de 2.002, recaída en el
recurso contencioso-administrativo núm. 1.767/1.998, por la que se desestima el recurso
interpuesto.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

que no desdice el que la misma estuviese uniformada de gala y se sirviese


de un armamento vistoso, hecho este habitual en determinado tipo de
servicios.

En fin, como es de apreciar, se desarrolló una defensa ‘numantina’


de lo actuado por la Administración, que, no obstante, no fue considerado
ajustado a Derecho por el Tribunal Constitucional, tal y como veremos
más detalladamente en el capítulo III del presente trabajo.

2. MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA

A propuesta de los Ministros de Justicia y Educación, pero emanada


de Presidencia del Gobierno, se dictó la Orden de 4 de agosto de 1.980,
por la que se regula la asistencia religiosa y los actos de culto en los
Centros escolares318, en la que se dispuso:
1º.- En todos los Centros escolares públicos de Preescolar, EGB,
Bachillerato y Formación Profesional se habilitarán locales idóneos para el
desarrollo, dentro del Centro, de actividades de formación y asistencia
religiosa de los alumnos que deseen participar en ellos, incluida la
celebración de actos de culto.
2º.- Las autoridades académicas competentes acordarán con la
jerarquía de la Iglesia Católica o con las autoridades de las Iglesias,
Confesiones o Comunidades religiosas legalmente inscritas, en su caso, las
condiciones concretas en que hayan de desarrollarse en estos locales las
actividades de formación y asistencia religiosa complementarias de la
enseñanza de la Religión y Moral.
3º.- Las capillas, oratorios y otros locales destinados
permanentemente al culto católico existentes en los Centros escolares
públicos continuarán dedicados tanto a este fin como a otras actividades
de formación y asistencia religiosa, compitiendo a la correspondiente
jerarquía eclesiástica lo concerniente al carácter religioso de las referidas
capillas y locales, todo ello sin perjuicio de su posible utilización para otras
actividades escolares.

318
BOE, núm. 188, de 6 de agosto de 1.980.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Por otro lado, la Secretaría General del Boletín Oficial del Estado
dirigió un escrito, datado el 15 de abril de 1.993, en cuya virtud se
conminaba a un trabajador de tal organismo a que retirara u ocultara la
reproducción de un dibujo aparecido en un diario de tirada estatal
expuesto en el exterior de su taquilla, ya que el mismo podía considerarse
ofensivo. El dibujo en cuestión consistía en una composición fotográfica
de la imagen del Papa, publicada en un diario de ámbito nacional, en la
que el mismo aparecía con un preservativo colocado en su nariz. Así
resulta de la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid –Sala
de lo Social– de 24 junio de 1.996319, conociendo del Recurso de
Suplicación interpuesto por dicho trabajador frente a la sentencia
pronunciada por el Juzgado de lo Social núm. 32 de Madrid, con fecha 30
de noviembre de 1.995, que dieron la razón a la Administración frente a la
denuncia de vulneración de la libertad de expresión.

La resolución judicial en cuestión estima que tal medida no


constituye vulneración del derecho a la libertad de expresión sin censura
previa, pues este derecho no es absoluto u omnímodo, sino que debe
atemperarse con el derecho a la libertad religiosa de los demás y sus
sentimientos religiosos y, además, no se adecua a la neutralidad que debe
regir en los lugares públicos.320
Finalmente, si atendemos a un criterio cronológico, el Secretario de
Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios daba respuesta
escrita, fechada el 17 de febrero de 2.011, a pregunta, también escrita,
formulada por el Sr. Llamazares Trigo (GER-IU-ICV) al respecto de la
posición del Gobierno acerca la llevanza del velo islámico en las
escuelas321. Y lo hacía del siguiente modo: “Para este Gobierno resulta una
prioridad la defensa de los derechos fundamentales y, como no podía ser
319
Aranzadi, Repertorio de Jurisprudencia (AS 1.996, 2.529). Pte.: Sr. Peral Ballesteros.
320
Cfr. su F. de D. Único.
321
En concreto, se trataba de las siguientes preguntas, efectuadas con fecha 12 de mayo de
2.010: “¿Cuál es exactamente la posición del Gobierno sobre el porte del velo en las escuelas?
Siendo el velo una prenda habitual de las mujeres en numerosos países del mundo ¿Por qué
prohibirlo?” (Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, serie D, núm.
400, de 31 de mayo de 2.010, pág. 243).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

de otra manera, igualmente el derecho de la libertad religiosa y de


creencias, así como la lucha contra cualquier discriminación o limitación
de la libertad de las mujeres.
Nuestro ordenamiento jurídico recoge los instrumentos necesarios
para dar una respuesta adecuada al uso del velo en los espacios públicos,
de manera equilibrada entre la igualdad, la libertad y la seguridad.
No obstante, para alcanzar ese objetivo resulta necesario seguir
colaborando con las Comunidades musulmanas para, desde el respeto a la
identidad individual y la legítima expresión de las convicciones religiosas,
promover e impulsar la integración social y la convivencia en libertad. Y
ello con un doble objetivo. En primer lugar, fomentar la educación en el
respeto a la dignidad personal y la igualdad entre hombres y mujeres, tal y
como contemplan las leyes de Igualdad y contra la Violencia de Género,
como instrumento más eficaz para alcanzar la cohesión y la convivencia
social sobre la base de los valores constitucionales que rigen nuestra
sociedad democrática. En segundo lugar, se debe buscar y potenciar la
integración de las mujeres de origen musulmán desde el respeto a su
dignidad e igualdad”.322

Las preguntas que están en el origen de esta respuesta se fraguaron


con ocasión del denominado caso Najwa Malha, en el que, por haber
“intervenido” en el caso mediante la emisión de un informe jurídico, le
costó la destitución al entonces subdirector general de Coordinación y
Promoción de la Libertad Religiosa. En la formulación de su pregunta, el
Sr. Llamazares señalaba323: “Parece ser que la causa última del cese ha
sido la difusión de una nota jurídica –que el propio cesado desmiente
haber filtrado– originada por el caso de una alumna a la que un instituto
de Pozuelo de Alarcón prohibió entrar en clase porque llevaba el hiyab”.324

322
Boletín Oficial de las Cortes Generales, IX Legislatura, Serie D, núm. 557, de 8 de abril de
2.011, pág. 190.
323
Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, serie D, núm. 400, de 31
de mayo de 2.010, pág. 243.
324
Por proximidad al relato, aunque su sede natural es en el marco relativo al Ministerio de
Justicia, reproducimos el texto del Informe (obtenido de webislam.com), pero de alguna forma
tan “oficial” como que, según el más propio interesado, le “costó el puesto”, aunque ha de
advertirse que no es absolutamente coincidente en su literalidad como el que publica el propio

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

En un distinto ámbito, con cuanto pueda representar –dada la


trascendencia histórica, política y religiosa del personaje, así como por el
símbolo en que ha plasmado–, cabe señalar que el cargo de canciller de la
Orden de Cisneros es desempeñado por el ministro de la Presidencia.
Según su normativa: “La Orden de Cisneros queda constituida como
galardón al Mérito Político y se concederá en premio de relevantes
servicios prestados a España” (art. 1º). “El emblema fundamental de la
Orden de Cisneros estará integrado por una Cruz, entre cuyos brazos se

Prof. Ferreiro Galguera (“Política del Gobierno en materia de libertad religiosa e integración
del Islam”, cit., pág. 391 y sig.).
INFORME DE LA SUBDIRECCION GENERAL DE COORDINACIÓN Y PROMOCIÓN DE LA
LIBERTAD RELIGIOSA DEL MINISTERIO DE JUSTICIA:
“Tal como establece el art. 9.2 de la CE, los poderes públicos tienen el deber no sólo
de garantizar sino de potenciar el ejercicio de los derechos fundamentales, uno de los cuales
es la libertad religiosa. “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para
que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y
efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la
participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social” (art.
9.2).
Sin duda una de esas libertades es la libertad religiosa, reconocida en el propio
art. 16.1 “ Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las
Comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el
mantenimiento del orden público protegido por la ley”.
El derecho fundamental de la libertad religiosa, garantizado en ese art. 16.1,
ha sido desarrollado por la L.O. 7/1.980, de 5 de julio, primera ley orgánica de la
democracia que desarrolló un derecho fundamental. Una manifestación del derecho
a profesar la libertad religiosa es el derecho de las personas a vestirse según sus creencias así
como a expresar las mismas. Por tanto, el Estado, en virtud del
art. 9.2 de la Carta Magna debe proteger esa opción personal.
Ahora bien, como ningún derecho fundamental (tampoco la libertad religiosa) es
ilimitado. La propia L.O. de libertad religiosa nos marca los límites a ese derecho
fundamental: los derechos fundamentales de los demás y el orden público… (art. 3.1).
Obviamente, que una alumna lleve un velo en una escuela pública no ofende los
derechos fundamentales de los demás, ni tampoco el orden público. El orden público es un
concepto vago que la ley dibuja como un triángulo con tres lados: la seguridad, la sanidad y la
moralidad pública. Aunque sea un concepto abstracto, la más clara concreción del orden
público es la ley vigente. Las expresiones de la libertad religiosa deben realizarse, pues, dentro
del marco de la ley.
No hay ninguna ley que prohíba a las alumnas portar el hiyab en la clase. El criterio
que las autoridades educativas han mantenido hasta ahora en los poquísimos casos
que esta costumbre ha planteado problemas es que el derecho a ser escolarizado
en condiciones dignas prima sobre cualquier otro tipo de consideraciones como el derecho del
centro público a imponer una normativa respecto a la vestimenta” (Juan Ferreiro Galguera.
Subdirector General de Coordinación y Promoción de la Libertad Religiosa Ministerio de
Justicia).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

abrirán haces de cinco flechas y en el centro el Águila de San Juan,


apoyada sobre el yugo de los Reyes Católicos. Este emblema tendrá las
variaciones particulares correspondientes a las distintas categorías de la
Orden” (art. 5º).325

Finalmente, entendemos que merece ser destacada la actuación


gubernativa que rechaza que el efecto de la secularización, que algunos
pretenden basar en la aconfesionalidad estatal, pueda ser ilimitado,
especialmente cuando pretende violentar los sentimientos religiosos. En
este sentido, con fecha 14 de abril de 2.011, la Subdelegación del
Gobierno de Madrid326 dictó resolución acordando prohibir la
manifestación que los proponentes autodenominaban como "Primera
Procesión Atea de Lavapiés", y querían llevar a cabo el 21 de abril de
2.011. La misma la definían como un "acto lúdico, divertido, participativo y
reivindicativo", en el que se iban a imitar algunos de los elementos
conocidos por todos de las procesiones católicas, pero con otro
planteamiento distinto, señalando que posiblemente sería en los “pasos”
donde estaría la crítica […] mediante la instrumentación de "pasos", tales
como los de la “Cofradía de Virgen del Mismísimo Coño, de la Hermandad
de Santa Pedofilia o de la cofradía del Papa del Santo Latrocinio”.

La citada Resolución examinaba, en su F. de D. 4º, la colisión que la


manifestación representa entre el derecho fundamental de libertad de

325
La Orden de Cisneros fue creada por Decreto de 8 de marzo de 1.944 (BOE, núm. 70, 10 de
marzo de 1.944), que fue modificado por Decreto 99/1.976, de 23 de enero (BOE, núm. 24, de
28 de enero de 1.976) y por el Real Decreto 1.024/1.977 de 26 de abril, por el que se modifica
la sede de la Orden de Cisneros (BOE, núm. 113, de 12 de mayo 1.977).
326
El art. 22 de la Ley 6/1.997, de 14 de abril, de Organización y Funcionamiento de la
Administración General del Estado (BOE, núm. 90, de 15 de abril de 1.997), señala que “Los
Delegados del Gobierno en las Comunidades Autónomas representan al Gobierno en el
territorio de aquéllas sin perjuicio de la representación ordinaria del Estado en las
Comunidades Autónomas a través de sus respectivos Presidentes […] Los Delegados del
Gobierno dependen de la Presidencia del Gobierno, correspondiendo al Ministro de
Administraciones Públicas dictar las instrucciones precisas para la correcta coordinación de la
Administración General del Estado en el territorio, y al Ministro del Interior, en el ámbito de las
competencias del Estado, impartir las necesarias en materia de libertades públicas y seguridad
ciudadana. Todo ello se entiende sin perjuicio de la competencia de los demás Ministros para
dictar las instrucciones relativas a sus respectivas áreas de responsabilidad.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

expresión y de libertad religiosa a la luz de la Jurisprudencia del Tribunal


Constitucional y del TEDH, alcance del principio de aconfesionalidad del
Estado y protección específica prevista en el Código Penal, de los
sentimientos religiosos y la libertad de conciencia. En el F. de D. 5º se
examina la problemática que presenta la convocatoria dentro de los
limites específicos del derecho de reunión, esto es, "la no potencial y sí
real vulneración del Orden Público". Finalmente, concluye textualmente
en su F. de D. 7º: "En resumen: tal y como señala la jurisprudencia
constitucional, entre otras, la STC 195/2.003, de 27 de octubre, deben
existir "razones fundadas" que lleven a pensar que los límites
constitucionales no van a ser respetados y que justifiquen la adopción de
la medida.
Estas circunstancias objetivas, obrantes todas ellas en el expediente, se
dan en el presente caso […] existe una apreciación unívoca de todas y cada
una de estas razones por parte de todas las Administraciones que han
tenido conocimiento de esta convocatoria, coincidiendo en que no debe
llevarse a cabo, la Delegación del Gobierno, la Jefatura Superior de Policía,
el Ayuntamiento de Madrid y la Abogacía del Estado."
Contra la misma se interpuso recurso contencioso-administrativo,
que fue desestimado por la Sentencia de 20 de abril de 2.011 del Tribunal
Superior de Justicia de Madrid.327

3. MINISTERIO DE ECONOMÍA Y HACIENDA

Este Ministerio y la Dirección General de Bellas Artes y Bienes


Culturales328 fueron demandados por la ‘Asociación Preeminencia del
Derecho’ y los abogados Sr. Mazón Costa y Sra. Martínez Segado, por la
desestimación presunta de su solicitud, formulada el 15 de enero de
2.010, de la retirada del denominado “Cristo de Monteagudo”, en Murcia,

327
Sentencia núm. 267/2011 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid –Sala de lo
Contencioso-Administrativo, Sección 9ª– de 20 de abril de 2.011; Pte.: Sr. Massigoge Benegiu
(Id Cendoj: 28079330092011100241).
328
Que formaba parte del organigrama del Ministerio de Cultura en el último Gobierno del Sr.
Rodríguez Zapatero (Real Decreto 1.132/2.008, de 4 de julio, por el que se desarrolla la
estructura orgánica básica del Ministerio de Cultura; BOE, núm. 165, de 9 de julio de 2.008).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

al considerar a éste un “puro emblema del catolicismo impuesto por la


dictadura franquista”.329

El Abogado del Estado lleva a cabo una defensa que parte, en


primer término, de entender que el conocido como “Cristo de
Monteagudo” no es de propiedad estatal, con lo que no le incumbe
responsabilidad alguna a la Administración General. Pero, aunque lo
fuese, se indica que ese bien no pertenecería al dominio público, sino que
tendría la consideración de bien patrimonial, habiéndose adquirido la
parcela donde se encuentra la estatua por ministerio de la Ley, sin que se
haya realizado actividad pública alguna que beneficie a una Iglesia,
confesión o comunidad religiosa frente a otra en dicha parcela, pues la
estatua se encontraba ya en la parcela de carácter privada.

Y, en este último supuesto –continúa el Defensor Estatal– no le


serían aplicables las consideraciones que son exigibles respecto de la
aconfesionalidad, las cuales sólo son predicables –lo cual, dice afirmar, de
conformidad con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del
Tribunal Europeo de derechos humanos– respecto de las actuaciones
públicas que se lleven a cabo en el ejercicio de sus funciones de policía,
fomento y servicio público, pero no así cuando se actúa en el tráfico
jurídico como mero sujeto privado; rechazándose la aplicabilidad de la
Sentencia del Tribunal Europeo recaída en el asunto Lautsi contra Italia,
puesto que en éste caso se trata de la función pública de la enseñanza.

En cualquier caso, se afirma por el Letrado Público, que “la


vulneración del principio de neutralidad se derivaría cuando el Estado, por
un comportamiento positivo u omisivo y en el ejercicio de alguna de estas
tres funciones públicas estatales favoreciera de forma discriminatoria a
una Iglesia, Confesión o Comunidad religiosa específica en perjuicio de
otra. Esto es, cuando fuera más allá del ámbito de la laicidad positiva

329
Así por lo menos consta al 2º de los FF. de DD. de la Sentencia núm. 405/2.011, de 20 de
mayo de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 9ª). Pte.: Sr. Massigoge Benegiu (Id Cendoj: 28079330092011100384),
que es la que resuelve el asunto.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

recogido por el Tribunal Constitucional y de los Tratados Internacionales y


Convenios que tenga suscrito el Estado con dichas Iglesias, Confesiones y
Comunidades Religiosas".330

4. MINISTERIO DE DEFENSA

Es en el ámbito castrense donde, probablemente, más disposiciones


normativas se hayan dictado con aptitud de interrelacionar cometidos
militares con manifestaciones de confesionalidad, incluidas las simbólico-
religiosas. Y es que esta interacción resulta tan patente que incluso está
institucionalizada, como de todos es sabido, a través de figuras jurídicas
como la de la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas331; y que, como
éste instituto jurídico332 viene ya de antiguo.333

330
Posición del Ejecutivo estatal que se obtiene del F. de D. 3º de la Sentencia núm. 405/2.011,
de 20 de mayo, referenciada en la nota anterior.
331
Institución jurídica que, en su día, fue declarada conforme a la Carta Magna por la
Sentencia del Tribunal Constitucional 24/1.982, de 13 de mayo (BOE, núm. 137, de 9 de junio
de 1.982): “El hecho de que el Estado preste asistencia religiosa católica a los individuos de las
Fuerzas Armadas no sólo no determina lesión constitucional, sino que ofrece, por el contrario,
la posibilidad de hacer efectivo el derecho al culto de los individuos y comunidades. No padece
el derecho a la libertad religiosa, toda vez que los ciudadanos son libres para aceptar o
rechazar la prestación que se les ofrece; tampoco se lesiona el derecho a la igualdad, pues no
queda excluida la asistencia religiosa a los miembros de otras confesiones, en la medida y
proporción adecuadas que éstos pueden reclamar fundadamente, de suerte que el Estado que
desoyera los requerimientos hechos en tal sentido incidiría en la eventual violación analizada”.
332
Un estudio del sistema histórico español de la asistencia religiosa de las Fuerzas Armadas,
realiza el Prof. J.M. CONTRERAS MAZARÍO, en su monografía El régimen jurídico de la
asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas en el sistema español, Ministerio de Justicia, Madrid,
1.989.
333
Por Real Decreto de 19 de abril de 1.893, se disponía por la regente María Cristina que “se
tributarán a la bandera del Santo Cristo de la ciudad de Igualada, en todas las solemnidades
que se ostente, los mismos honores que para los Capitanes Generales están consignados en las
Ordenanzas Generales del Ejército” (Gaceta de Madrid, núm. 110, de 20 de abril de 1.893). La
Orden de 3 de noviembre de 1.923 estableció que “procede adoptar por Santa Patrona a la
Virgen de Monserrat” (Gaceta de Madrid, núm. 309, de 5 de noviembre de 1.923). En el Real
Decreto de 21 de agosto de 1.929 se ordenaba tributar anualmente, en el día de su festividad,
a la imagen de la Virgen del Pino, de la villa de Teror, los mismos honores que para los
Capitanes Generales están consignados en las Reales Ordenanzas, cuando existan fuerzas
militares en el lugar de su residencia” (Gaceta de Madrid, núm. 239, de 27 de agosto de 1.929).
El régimen del General Franco dispuso, entre otros, los Decretos de 28 de abril de
1.939 concediendo los máximos honores militares a la imagen de Nuestra Señora de
Covadonga (BOE, núm. 119, pág. 2.293) y de 25 de mayo de 1.939, concediendo los máximos

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

En estas circunstancias, la polémica, tarde o temprano, habría de


surgir. Y lo fue con ocasión del V Centenario de la Advocación de la Virgen
de los Desamparados334, a finales del año 1.993, en el que por el General
Jefe de la Región Militar de Levante se dispuso una parada militar de
homenaje a la Virgen, para la que se asignó una Compañía de Honores
Militares que fue destinada a un Acuartelamiento en Valencia. Un militar,
a la sazón sargento, de los así propuestos, al tener conocimiento de este
hecho, interesó, primero de palabra y después por escrito, ser relevado
del servicio, con base en sus creencias religiosas ajenas al acto. Sin
embargo, se le ordenó por la superioridad participar en la mencionada
parada militar, ya que, según aquélla, no se trataba de actos de naturaleza
religiosa con participación castrense, sino de actos marciales destinados a
la celebración, por personal militar, de una festividad religiosa.

La cuestión desembocó en el ámbito judicial, pues el sargento en


cuestión si bien participó en el acto, abandonó la formación en el preciso
momento de rendir homenaje a la Virgen, cuestión por la que el mando
militar dispuso la apertura de varios expedientes disciplinarios, al tiempo
que se le incoó un procedimiento penal por presunto delito de
desobediencia, el cual terminó archivado. Paralelamente, el sargento
acudió a la jurisdicción criminal en defensa de su libertad religiosa, según
el mismo vulnerada. Ante el archivo de las actuaciones judiciales, el
interesado recurrió hasta el Tribunal Constitucional, pronunciándose por
la Sala Segunda de éste la Sentencia núm. 177/1.996, de 11 de
noviembre335, en la que el Alto Tribunal estudia el conflicto surgido entre
el deber de disciplina militar y el derecho a la libertad ideológica y de
conciencia que el recurrente estimaba infringido.

Las dudas de constitucionalidad puestas de manifiesto en el caso


giraban en torno a la compatibilidad con el principio de aconfesionalidad

honores militares a la Virgen de los Reyes que se venera en Sevilla (BOE, de 27 de mayo de
1.939).
334
Designada, en el año 1.810, Capitana Generala y Generalísima de los Ejércitos.
335
Sentencia del Tribunal Constitucional –Sala 2ª– núm. 177/1.996, de 11 de noviembre de
1.996 (BOE, núm. 303, de 17 de diciembre de 1.996).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

estatal y el derecho a la libertad religiosa del militar, en su vertiente


negativa. Lo cierto y verdad es que las disposiciones reglamentarias
existentes en la materia trataban de compatibilizar la posibilidad de
asistencia a actos religiosos por parte de los diversos componentes del
Ejército, con la voluntariedad en todo caso al respecto, estableciéndose la
dispensa para quienes no profesasen la religión en cuestión.336

Con el objetivo de clarificar las dudas que pudieran existir, se dictó


la Orden Ministerial 100/1.994, de 14 de octubre337, sobre regulación de
los actos religiosos en ceremonias solemnes militares, en la que se
especifican una serie de episodios en que puede tener lugar la celebración
de ceremonias religiosas o la intervención del capellán castrense. Así se
señalan las siguientes ocasiones a este respecto:
1.- En el caso del Juramento o promesa ante la Bandera,
previamente a la ceremonia militar se podrá celebrar, un acto religioso:
-A la Misa oficiada por el capellán castrense o concelebrada con
otros sacerdotes asistirán voluntariamente el personal militar e invitados
que lo deseen.
-Los actos religiosos de otras Iglesias, Confesiones o Comunidades
Religiosas que, en su caso, puedan celebrarse, se regularán de
conformidad con lo previsto en los correspondientes Acuerdos de
cooperación con el Estado.

336
Cfr., los arts. 228 y 423 de las Ordenanzas del Ejército de Tierra (Real Decreto 2.945/1.983,
de 9 de noviembre –BOE, núm. 285, de 29 de noviembre–). En idéntico sentido los arts. 145 y
461 de las Ordenanzas del Ejército del Aire (Real Decreto 494/1.984, de 22 de febrero –BOE,
núm. 61, de 12 de marzo–) y los arts. 242 y 595 de las Reales Ordenanzas de la Armada (Real
Decreto 1.024/1.984, de 23 de mayo –BOE, núm. 129, de 30 de mayo–). Los arts. 416, 454 y
588 de las Reales Ordenanzas de los respectivos Ejércitos, en el orden que los hemos
nombrado, disponían que, entre otras, principales ceremonias militares se realizarían con
motivo… de las festividades de los Santos Patronos.
Todas estas disposiciones reglamentarias encontraban su cobertura legal en la Ley
85/1.978, de 28 de diciembre, de Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas (BOE, núm. 11 de
12 de enero de 1.979), Disposición hoy derogada por la L.O. 9/2.011, de 27 de julio, de
derechos y deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas (BOE, núm. 180, de 28 de julio de
2.011), según su Disposición derogatoria única, “en tanto en cuanto no lo estuviera ya por la
Ley 39/2.007, de 19 de noviembre, de la carrera militar”.
337
Boletín Oficial del Ministerio de Defensa, núm. 205, de 20 de octubre de 1.994 (Aranzadi,
Repertorio Cronológico de Legislación, 1.994, 3.043).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

2.- En el acto de entrega de Bandera a una Unidad se incluirá, como


es tradicional, la bendición de la misma.
3.- En las entregas de Despachos o Títulos, en los que se adquiere la
condición de militar de carrera o de militar de empleo, se podrá incluir
una intervención del capellán en oración de acción de gracias.
4.- En los actos de homenaje a los que dieron su vida por España se
pronunciará una oración en memoria y homenaje a cuantos a lo largo de
la historia entregaron su vida por la Patria.

Y como actos en los que tiene cabida una mayor expresión de


religiosidad, se dispone lo siguiente:
Quinto. Entierros. En los actos oficiales que se celebren en ocasión
de entierros, además de los honores fúnebres de Ordenanza, se podrá
incluir la Santa Misa u otro acto católico de oración o, en su caso, un acto
de culto con arreglo a la confesión religiosa que proceda.
Por tratarse de actos de protocolo en los que se interviene en
representación del Estado o de las Fuerzas Armadas, la asistencia a los
mismos tiene la consideración de acto de servicio.

Sexto. Celebraciones de las Festividades de los Santos Patronos. En


las Festividades de los Santos Patronos se celebrará la ceremonia religiosa
que de conformidad con el Jefe de la Unidad, considere más adecuada el
capellán. A esta ceremonia asistirán voluntariamente el personal de la
Unidad e invitados que lo deseen.
En el acto militar que se celebre con ocasión de dichas Festividades,
se podrá incluir una intervención del capellán a fin de resaltar su
significado.

Séptimo. Otras ceremonias militares significativas. Las restantes


ceremonias militares significativas podrán ir precedidas de los actos
religiosos que tradicionalmente se vinieran celebrando, teniendo en
cuenta que la asistencia a los mismos tendrá carácter voluntario.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Octavo. Celebraciones de carácter religioso con tradicional


participación castrense. Con motivo de celebraciones de carácter religioso
con tradicional participación castrense, las autoridades militares podrán
designar, en representación institucional, comisiones, escoltas o piquetes
adecuados al acto. Para el nombramiento de los mismos, se respetará el
ejercicio del derecho a la libertad religiosa y la voluntariedad en la
asistencia a los actos.

Al dictarse la precedente Orden Ministerial se hallaba vigente el


Real Decreto 834/1.984, de 11 de abril, por el que se aprueba el
Reglamento de Honores Militares338, en el cual y bajo la rúbrica ‘Honores
al Santísimo Sacramento’, se disponía que “Al Santísimo Sacramento le
serán tributados los honores militares de arma presentada e Himno
Nacional (primera parte completa)”.339

Finalmente, y para el supuesto de celebraciones de carácter


religioso con tradicional participación castrense, en que las autoridades
militares podían designar piquetes o escoltas adecuados, ante la presencia
de imágenes sagradas se ordenaba adoptar la posición de firmes (art. 60).

Dado que esta normativa ha sido muy contestada desde diversos


sectores, llegándose a afirmar que “la vigencia de estas normas pone de
relieve que la secularización no ha llegado a las Fuerzas Armadas y sólo se
entiende por el hecho de mantener tradiciones fuertemente arraigadas
cuya erradicación podría crear un malestar no deseable”340, e incluso

338
BOE, núm. 107, de 4 de mayo de 1.984.
339
Por su parte, en el art. 59 se especificaba que “Toda fuerza formada que asista a la Santa
Misa adoptará la posición de “descanso” desde su iniciación hasta el Sanctus, de “firmes”
desde este momento hasta la Consagración. Terminada ésta se pasará a la de “presenten”
mientras se interpreta el Himno Nacional (primera parte completa), reintegrándose a la de
“firmes” hasta la comunión del sacerdote, para posteriormente adoptar la de “descanso” hasta
el final de la Misa.
No obstante, la fuerza armada podrá adoptar la posición de descanso a discreción y, si
las instalaciones lo permiten, la ocupación de asientos”.
340
A. CASTRO JOVER, «Símbolos, ceremonias, manifestaciones religiosas y poderes públicos»,
en VV.AA. (J. Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa en España,
Ministerio de Justicia, Madrid, 2.008, pág. 808.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

tachada de inconstitucional al considerar que no es siempre respetuosa


con la prohibición de confusión de funciones públicas y religiosas341, en
tiempos recientes se ha promulgado el Real Decreto 684/2.010, de 20 de
mayo, por el que se aprueba el Reglamento de Honores Militares342, en
cuyo Preámbulo tratan de darse explicaciones del sentido del mismo y de
su regulación en contraste con la anterior: «Por otro lado el Reglamento
de Honores Militares queda plenamente concordado con las disposiciones
del Real Decreto 1.560/1.997, de 10 de octubre, por el que se regula el
himno nacional y en el que se establecen sus diferentes versiones.
»Los honores especiales regulados en el Real Decreto 834/1.984, de
11 de abril, son sustituidos por unas normas, incluidas en la disposición
adicional cuarta, sobre la participación de militares en actos en los que se
341
Con motivo del debate parlamentario habido acerca de la proposición no de ley sobre la
reforma de los acuerdos con la Santa Sede, presentada por el Grupo Parlamentario de
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, a primeros del año 2.007, el Sr. Tardà i Coma,
fijando la toma de posición de ERC, y dirigiéndose al PSOE, llegó a espetarles: “¿cómo es que
son ustedes tan remisos a materializar esta neutralidad? ¿O es que no es una vergüenza ver
que en los cuarteles militares todavía se consagra la hostia? Esto es muy respetable para
aquellas personas que en su ámbito de libertades profesan esta religión y ejercitan estos ritos
que, como todo rito, es susceptible de respeto y de cualquier tipo de interpretación teórica,
casi desde el punto de vista antropológico. ¿Pero es moderno que ocurra esto en un cuartel
del ejército que está financiado por los Presupuestos Generales del Estado, es decir, por la
ciudadanía? ¿No hay que debatir esto en el siglo XXI? ¿Esto significa modificar textos
constitucionales? Por favor, no nos quieran poner en la vía muerta de los debates tangenciales
ni pretendan folclorizarnos ni caricaturizarnos, que sabemos muy bien de qué estamos
hablando y tenemos detrás de nosotros un legado histórico de radicalidad democrática,
republicana y, por supuesto, laicista. Pero el debate no es sobre el laicismo; el debate es sobre
la neutralidad religiosa. Repito, por favor, no pretendan colgarnos ningún sambenito. Que nos
lo cuelgue el PP es normal, lógico y su obligación, la de ustedes no”.
La respuesta del Sr. del Burgo Tajadura, desde las filas del grupo popular, fueron de tal
guisa: “escuchando a los portavoces que han defendido la anterior proposición y la actual, uno
llega a la conclusión de que estamos de nuevo ante un ataque de laicismo excluyente y de
fundamentalismo anticlerical. La propia exposición de motivos de esta proposición no de ley
pone de relieve que esta iniciativa no se plantea desde la moderación ni la sensatez que
requieren el tratamiento de estas cuestiones tan sensibles, sino desde una posición apriorística
o dogmática que pretende discriminar injustificadamente a la confesión religiosa mayoritaria
en España con relación a otras confesiones o asociaciones. ¿O es que la jerarquía eclesiástica
católica no tiene derecho a la libertad de expresión? ¿Acaso no son ciudadanos españoles a
quienes ampara también la Constitución? Hablar, como he oído aquí, aunque desde un punto
de vista diferente, de combate brutal desde las perspectivas de la jerarquía eclesiástica hacia el
Gobierno me parece un exceso extraordinario e incompatible con la moderación de quien ha
pronunciado semejantes palabras”. Vid. Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados, núm.
747, de 14 de febrero de 2.007, págs. 19 y sigs. La cursiva es nuestra.
342
BOE, núm. 125, de 22 de mayo de 2.010.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

incluyan ceremonias de carácter religioso, compaginando el respeto a


tradiciones arraigadas en la sociedad con el principio constitucional de
libertad religiosa».

En el texto articulado de la Norma Reglamentaria, efectivamente, se


establece en la Disposición adicional cuarta. Participación en actos
religiosos, que «1. En los actos oficiales que se celebren con ocasión de
honras fúnebres, además de los honores que correspondan, se podrá
incluir un acto de culto católico o de la confesión religiosa que proceda,
teniendo en cuenta la voluntad que hubiera expresado el fallecido o, en su
caso, la que manifiesten sus familiares.
»Por tratarse de actos en los que se interviene en representación de
las Fuerzas Armadas, la asistencia a los mismos tendrá consideración de
acto de servicio.
»2. Cuando se autoricen comisiones, escoltas o piquetes para asistir
a celebraciones de carácter religioso con tradicional participación
castrense, se respetará el ejercicio del derecho a la libertad religiosa y, en
consecuencia, la asistencia y participación en los actos tendrá carácter
voluntario».

Finalmente, en la Disposición derogatoria única, se establece:


«Queda derogado el Real Decreto 834/1.984, de 11 de abril, por el que se
aprueba el Reglamento de Honores Militares. 2. Asimismo quedan
derogadas todas las disposiciones de igual o inferior rango en lo que
contradigan o se opongan a lo preceptuado en este Real Decreto».

Directa consecuencia en la aplicación del mismo, es que la entonces


Ministra de Defensa, Dª Carme Chacón, prohibiera a los militares rendir
honores a la Custodia toledana en la procesión del Corpus, tan pronto
como tuvo ocasión, una vez se produjo la entrada en vigor de la citada
norma reglamentaria; con la consiguiente polémica entre los partidarios y
detractores de tal medida343. Y es que, aunque en la Norma se mencione

343
Así, al menos, lo pusieron de relieve distintos medios de comunicación. Cfr. la web de El
Plural.com, que, con fecha 2 de junio de 2.010, daba la siguiente noticia Carlos Iserte, desde

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

el respeto a las tradiciones, se trata de una aplicación expresa en la


regulación reglamentaria de una intelección del principio de
aconfesionalidad estatal que no se corresponde con el pronunciado por el
Tribunal Constitucional, que, en su Sentencia 177/1.996, de 11 de
noviembre, que resuelve el tema litigioso al principio señalado, niega que
se afrente la laicidad por el hecho de que el Ejército participe en
festividades de tipo religioso.

No obstante, a la acción gubernamental parece que le es difícil


sustraerse a la relatada interrelación entre el mundo castrense y la
simbología de tipo religioso, al menos en el aspecto formal, desde el
momento en que recientemente ha procedido a la modificación del
Reglamento de la Cruz a la Constancia en el Servicio, aprobado por el Real
Decreto 682/2.002, de 12 de julio, mediante el Real Decreto 1.385/2.011,
de 14 de octubre344. En el Preámbulo del mismo se hace referencia,
además, a que la constancia en el servicio y la intachable conducta de los
militares de carrera, oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas y de la
Guardia Civil, se recompensará con el ingreso en la Real y Militar Orden de
San Hermenegildo345y en el caso de los demás militares profesionales de

la ciudad imperial: “El alcalde socialista de Toledo reta a la ministra y la banda municipal
interpretará el himno nacional. Chacón prohíbe a los militares rendir honores a la Custodia
toledana en la procesión del Corpus.
El Real Decreto 684/2.010, de 20 de mayo, que ha cambiado el Reglamento de
Honores Militares, ha provocado una fuerte polémica en la sociedad católica de Toledo, que
no admite que los militares que desfilarán el jueves en la procesión del Corpus no se “cuadren”
al paso de la Custodia por las calles de la ciudad. Indignación también suscrita por el alcalde
socialista, Emiliano García-Page, que obligará a la banda municipal a interpretar el himno
nacional, mientras que la asociación Alternativa Laica pide a las instituciones públicas y a sus
máximos representantes que no formen parte del cortejo procesional”.
344
BOE, núm. 269, de 8 de noviembre de 2.011.
345
Es el Real Decreto 1.189/2.000, de 23 de junio, por el que se aprueba el Reglamento de la
Real y Militar Orden de San Hermenegildo (BOE, núm. 156, de 30 de junio de 2.000), el que, en
la actualidad, regula esta materia. Según Wikipedia, “la Real y Militar Orden de San
Hermenegildo es una distinción militar y una orden de caballería española creada por
Fernando VII al terminar la Guerra de la Independencia en 1.814. La finalidad era servir de
máxima condecoración a aquellos militares que, más allá de sus libertades, superando los
sufrimientos en la batalla, sirvieran a los Ejércitos. Dado el deseo del Rey de que fuera una
distinción de alto rango, comparable a otras de más larga historia, se decidió ponerla bajo la
advocación de un santo, San Hermenegildo, quien había sido Rey de Sevilla y mártir en defensa
de la fe. Su primer reglamento se publicó en 1.815”. La II República mantuvo el galardón: vid.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil, se recompensará con la Cruz a la


Constancia en el Servicio.

Otra prueba de cuanto señalamos, todavía más reciente, vendría


constituida por el Real Decreto 1.776/2.011, de 2 de diciembre, por el que
se concede la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo a
distintos Oficiales Generales346. Esta última Orden, además, ha sido la
sostenedora de la Orden de San Fernando, según la última regulación de
ésta, realizada por el Real Decreto 899/2.001, de 27 de julio, por el que se
aprueba el Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando; con
todas las insignias y condecoraciones que contempla, y cuyos modelos
establece en forma gráfica, siendo la cruz laureada de San Fernando la
más prestigiosa347.

Por si fuera poco, entendemos que podría alcanzar el culmen, a


efectos de la relación entre el ámbito militar y la religiosidad y su
interacción con el marco escolar, la Resolución 600/38249/2011, de 30 de
noviembre, de la Jefatura de Estado Mayor de la Armada, por la que se
convocan los premios «Virgen del Carmen», para 2.012.348

En esta Resolución –que se dicta en uso de las competencias que le


otorga el Real Decreto 1.287/2.010, de 15 de octubre, y la Instrucción
3/2.010, de 10 de febrero, del Jefe de Estado Mayor de la Armada– se
establecen las normas para la concesión de los «Premios Virgen del
Carmen» de la Armada; y, entre ellos, los que se establecen “para los
mejores trabajos sobre lo que significa la Armada para España,
presentados por alumnos del sistema educativo español, para el centro
escolar al que pertenezcan el alumno y el profesor que dirija la realización
del trabajo”, estableciéndose modalidades en Educación Primaria, en
Educación Secundaria y en Bachillerato.

concesiones concretas de la misma en La Gaceta de Madrid núm. 135, de 15 de mayo de


1.931.
346
BOE, núm. 293, de 6 de diciembre de 2.011.
347
BOE, núm. 194, de 14 de agosto de 2.001.
348
BOE, núm. 305, de 20 de diciembre de 2.011.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

A nuestro modesto entender, resulta difícilmente conciliable una


norma que pretende que los alumnos, en todos los niveles de Enseñanza
no universitaria puedan trabajar, en y desde el colegio, en pro de
conseguir un Premio que tiene por nombre un significado que, cuando
menos, podrá calificarse de simbólico, cual es la “Virgen del Carmen”, y se
supone que podrá tener suficiente virtualidad como para que el alumnado
se pregunte acerca de esa simbología; y, por otro lado, el que pudiese
dictarse una Norma, o llevar a cabo una actuación administrativa acorde a
Ley, que prohibiese la presencia o estableciese la retirada de una
escultura, pintura o dibujo de simbología religiosa, pongamos como
ejemplo de la Virgen… el resultado práctico, en palabras estudiantiles,
podría ser algo así: hemos empezado a hacer un trabajo en el ‘cole’ para
intentar ganar el premio ‘Virgen del Carmen’, hoy que se han llevado la
estatuilla de la Virgen que había en el patio, porque está prohibida… ¡¿una
contradictio in adiecto?!

5. MINISTERIO DE JUSTICIA

En su seno ha habido varios pronunciamientos recaídos en diversos


ámbitos, con mayor o menor repercusión en materia simbólico-religiosa, a
los que pasamos a referirnos en las líneas que siguen.

Hace ya un tiempo que la Dirección General de los Registros y del


Notariado conoció del recurso, interpuesto por pretendientes de nupcias
civiles ante la negativa del juez encargado del Registro Civil de Oviedo, que
tramitaba el expediente previo, de dejar desprovisto el lugar de la
celebración de cualquier elemento de religiosidad, tal y como le
manifestaron que era su voluntad y deseo. En efecto, el Centro Directivo,
en Resolución de 12 de julio de 1.991349, no entró en el tema de fondo del
asunto, dejando a salvo el derecho de los promotores para que usasen de
su derecho ante quien correspondiera; al considerar que «la incidencia
surgida en este expediente previo a la celebración del matrimonio en
forma civil hace referencia a una cuestión que no afecta al fondo del

349
Aranzadi, Repertorio de Jurisprudencia 1.991, marginal 5.833.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

asunto, sino a un problema formal como es el de que la Sala de Audiencia


del Juzgado de Primera Instancia donde va a tener lugar la ceremonia se
acondicione de tal modo que, según la pretensión de los recurrentes no
tenga símbolos religiosos»; y «teniendo en cuenta que no se trata de una
Sala de bodas de un Registro Civil exclusivo, sino de la sala de un Juzgado
de Primera Instancia, la cuestión planteada excede de la competencia de
esta Dirección General, que debe declararse de oficio incompetente para
la resolución del recurso conforme a lo previsto en el art. 74 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil [de 1.881], aplicable en este ámbito en virtud de la
remisión contenida en el art. 16 del Reglamento del Registro Civil».

Por otro lado, el entonces denominado Gabinete de Asuntos


Religiosos del Ministerio de Justicia e Interior, en una Resolución de 31 de
marzo de 1.995, contestando a una consulta realizada por la dirección de
una escuela pública en relación con los símbolos religiosos, «atribuye la
competencia para decidir definitivamente el asunto al Consejo escolar del
centro, dado que es el encargado de velar porque la actividad escolar se
desarrolle de forma que quede garantizado el principio de neutralidad
ideológica y el respeto a las opciones religiosas de los alumnos y de sus
padres (art. 18.1 LODE)».350

También este mismo Centro Directivo, en Informe emitido el 30 de


enero de 1.997, acerca de la Proposición no de ley presentada por
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya sobre modificación de las Reales
Ordenanzas de las Fuerzas Armadas y la Orden Ministerial de 14 de
octubre de 1.984, señala que «la organización de actos religiosos para los
miembros de las Fuerzas Armadas responde a criterios constitucionales y
sociológicos, y defiende el arraigo del Catolicismo y la trascendencia social
de sus festividades, lo que justifica –para evitar un confesionalismo estatal
de tipo laico– su admisibilidad constitucional si se asegura voluntariedad y

350
Según noticia que proporciona, y critica negativamente, M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, “La
presencia de símbolos religiosos en las aulas de centros públicos docentes”, en VV.AA., (J.
Martínez-Torrón, edit.), La libertad religiosa y de conciencia ante la justicia constitucional, cit.,
pág. 571 y sig.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

no se realizan directamente las actividades religiosas por los Institutos


castrenses».351

En otro orden distinto de cosas, y con una incidencia mucho más


transversal en la materia, ha de aludirse a la negativa de la entonces
denominada Dirección General de Asuntos Religiosos a dejar constancia
en el Registro de Entidades Religiosas de un pretendido símbolo
identificador o propio de una entidad religiosa, en concreto la
denominada ‘Lectorium Rosicrucianum’. Por parte de la misma se señalaba
que «desde su fundación ha utilizado el símbolo de la Escuela Espiritual de
la Rosacruz de Oro (el símbolo consiste en una expresión gráfica: “un
rectángulo y un triángulo equilátero inscritos dentro de un círculo con sus
bases paralelas a la horizontal. El cuadrado y el triángulo guardan una
relación en su trazo respecto a la del círculo de sentido decreciente”)»,
pretendiendo la inscripción del mismo en dicho Registro.

El Centro Directivo, en Resolución de 22 de enero de 1.987, deniega


el asiento solicitado con el siguiente basamento: «no es conveniente abrir
la puerta para que tengan acceso al Registro todos los signos, símbolos,
anagramas, etc., etc. … de cada Iglesia, Confesión o Comunidad, cuyo
número puede ser infinito», ya que «desde el punto de vista práctico sería
extraordinariamente peligroso para el buen funcionamiento del Registro
sentar un precedente como el que ahora se pretende. No hay que insistir
mucho en esta razón para comprender el peligro denunciado. Dada la
diversidad y pluralidad de símbolos posibles, la organización del Registro y
su consulta llevarían a un completo caos, que exigiría una regulación
previa para evitarlo»; terminando por considerar que la materia es más
propia del Registro de la Propiedad Industrial.352

351
Tal y como puso de relieve J.M. MARTÍ SÁNCHEZ, “Las ceremonias religiosas en el Ejército”,
en VV.AA. (J. Martínez-Torrón, edit.), La libertad religiosa y de conciencia ante la justicia
constitucional, cit., pág. 617, nota 5.
352
El texto de la Resolución puede consultarse en S. CATALÁ RUBIO, El derecho a la
personalidad jurídica de las entidades religiosas, Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Castilla-La Mancha y Aldebarán ediciones, S.L., Cuenca, 2.001, págs. 352 y sigs.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

No nos consta que esta Resolución fuese impugnada ni


administrativa ni judicialmente, pero lo cierto es que, a nuestro juicio, el
Centro Directivo debería haberse basado en la consideración de si la
solicitud presentada se ajustaba o no a la legalidad, a efectos de atender o
rechazar tal pretensión, pero no ligarla a cuestiones que desembocan en
una serie de prevenciones –hasta de “peligro” habla la Dirección General–
que, como ha afirmado el Tribunal Constitucional, en su Sentencia
46/2.001, de 15 de febrero, se han mostrado insuficientes para sostener la
denegación registral.353

Y, aparte de todo cuanto antecede, puede aludirse a una muy


variada normativa sobre cuestiones como méritos, reconocimientos o
condecoraciones que, perteneciendo al orden civil, no dejan de tener una
trascendencia rememorativa de lo religioso354. Como muestra un ejemplo
de los más recientes: En virtud de los Reales Decretos 1.746, 1.747, 1.748
y 1.749, todos de 25 de noviembre de 2.011355, se concede,
respectivamente, la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de
Peñafort356 a la Carrera Judicial y al Tribunal Constitucional, a la Carrera
Fiscal, al Cuerpo de Abogados del Estado y al Cuerpo de Secretarios

353
Un estudio exhaustivo sobre el particular ha sido realizado por M. ALENDA SALINAS, El
Registro de Entidades Religiosas. La praxis administrativa tras la STC 46/2.001, Iustel, Madrid,
2.009.
354
A. CEBALLOS-ESCALERA y F. GARCÍA-MERCADAL, Las órdenes y condecoraciones civiles del
Reino de España. Centro de Estudios Constitucionales y Boletín Oficial del Estado, 2ª edic.,
Madrid, 2.003.
355
BOE, núm. 287, de 29 de noviembre de 2.011; corrección de errores en BOE, núm. 293, de 6
de diciembre de 2.011.
356
Su regulación jurídica se contiene en el Decreto de 2 de marzo de 1.945, por el que se
aprueba el texto refundido de las normas estatutarias de la Orden de la Cruz de San Raimundo
de Peñafort (BOE, núm. 87, de 28 de marzo de 1.945), en el que se señala que “por Decreto de
23 de enero de 1.944, se creó la Cruz de San Raimundo de Peñafort para premiar los
relevantes méritos contraídos por cuantos intervienen en la Administración de Justicia y en su
cultivo y aplicación del estudio del Derecho en todas sus ramas, así como los servicios
prestados sin nota desfavorable en las actividades jurídicas dependientes del Ministerio de
Justicia”. El mismo fue modificado por Decreto 9 de enero de 1.950 (BOE, núm. 21, de 21 de
enero de 1.950) y por Real Decreto 1.859/1.985, de 17 de julio, por el que se modifica el
diseño del reverso de la medalla del mérito a la justicia de la orden de la cruz de San Raimundo
de Peñafort (BOE, núm. 246, de 14 de octubre de 1.985), que tuvo por objeto suprimir el
escudo del anterior Jefe del Estado que venía grabado en aquél.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Judiciales y demás Cuerpos de funcionarios al servicio de la Administración


de Justicia.

6. MINISTERIO DE EDUCACIÓN [Y CULTURA]

Al margen de declaraciones verbales de distintos titulares de esta


cartera sacadas a la luz por los medios de comunicación357, este Ministerio
ha tenido que intervenir tanto en materia de símbolos religiosos estáticos
como dinámicos.
En el primer caso, puede aludirse a dos Decisiones escritas sobre el
particular: Una, de la Subdirección Territorial de Madrid-Centro, Dirección
Provincial del Ministerio, que dictó Resolución, el 11 de enero de 1.999,
denegando la petición de retirada de los símbolos religiosos del Colegio
San Benito de Madrid, por entender que no infringía ninguna norma la
presencia de símbolos de la religión católica en edificios públicos: «La
libertad religiosa está reconocida en la Constitución Española y en la L.O.
7/1.980, de 5 de julio, de libertad religiosa. Esta última establece que “el

357
Transcribimos la entrevista realizada al último ministro del Gobierno saliente, D. Angel
Gabilondo, realizada por D. Antonio M. Yagüe y D. Rafa Julve, según consta en la web
(ELPERIODICODEARAGON.COM, 2 de mayo de 2.010):
“¿Defiende que el Estado regule el uso del hiyab u otros símbolos religiosos en las
aulas? --Es un asunto complejo. Se trata de un debate sobre la libertad religiosa, los derechos
fundamentales, el derecho a la imagen, la competencia de los centros... Considero que no se
puede hacer este debate sobre la cabeza de un niño. Hemos de tener en cuenta su derecho a
la escolarización. Mover los niños de centro puede llevar a centros con pañuelo y centros sin.
--Acepta que se asista a clase con hiyab, pero ¿estaría de acuerdo con permitir a una
alumna ir a clase con burka? --No. Los límites de la libertad de expresión tienen que ver con los
derechos fundamentales y las garantías de seguridad. Me parece impresentable que alguien
vaya con la cara tapada. Ni tampoco voy a defender que en nombre de la libertad religiosa se
defienda la ablación. Debemos comportarnos sin situaciones de humillación o de sumisión.
--¿Falta regulación estatal? --Primero hay que cumplir las leyes que tenemos y luego
tener cuidado con los reglamentos de los centros educativos. La ley de libertad religiosa no
entrará en detalles, pero dejará claros los límites de la Constitución. No veo igual una cruz
colgada en un espacio público que en el cuello de una persona.
--Hay reglamentos que equiparan un pasamontañas con una gorra y un hiyab.
--La ley dejará claro que no es lo mismo. Los reglamentos deben aprobarse
legítimamente y cuidar las comparaciones.
--¿Debería prevalecer el derecho a la escolarización sobre el de ir a clase con burka? --
Los conflictos de derechos son consustanciales a la democracia. El problema es cuando entran
en colisión varios derechos. El derecho a la educación debe prevalecer, pero en espacios de
libertad”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

ejercicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y de culto


tienen como único límite la protección del derecho de los demás al
ejercicio de sus libertades públicas”. El ejercicio de la libertad religiosa es
un derecho individual que no puede negarse a ningún ciudadano,
independientemente de la ideología que uno profese. La no
confesionalidad del Estado consiste precisamente en permitir cualquier
expresión religiosa sea del signo que sea, impedirlo sería vulnerar el
principio de neutralidad o decantarse por una postura determinada»358.
Por su parte, rectificando parcialmente a la anterior, la Dirección General
de Centros Educativos del propio Ministerio, conociendo del recurso
ordinario que se formuló contra la anterior Decisión, resolvió en 20 de
mayo de 1.999 el mismo, estimándolo parcialmente, por considerar «que
la Administración no puede imponer la retirada de los crucifijos, como
solicitan los recurrentes, sino que debe ser el Consejo Escolar el órgano
que discuta y decida sobre este asunto».359

La cuestión, al tiempo que se contrae, se llevó a sede parlamentaria,


mediante pregunta formulada por el diputado D. Ricardo Fernando Peralta
Ortega, del Grupo Mixto, siendo contestada por el Sr. Rajoy en el sentido
de que la decisión al respecto de su presencia o no en los colegios públicos
la habría de tomar el Consejo Escolar del Centro, al menos si hay una
petición sobre el particular, y entendiendo que la misma tanto podría ir en
sentido favorable a su retirada como a su colocación: «si el Consejo
Escolar del Centro decide que haya estos símbolos, tendremos que
respetar, por mandato de la ley, lo que dice dicho Consejo. En caso
contrario, también lo haríamos, por lo que se procedería a la retirada de
los símbolos...»360. Finalmente, desembocó en el ámbito judicial, donde

358
Vid. G. MORENO BOTELLA, “Crucifijo y escuela en España”, en Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 2 (mayo, 2.003), del portal jurídico
Iustel.com.
359
Así se relata en la Sentencia núm. 1.105, de 15 de octubre de 2.002, dictada por la Sección
9ª de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid;
Pte.: Sr. Quesada Varea, F. de D. 1º. Accesible en Base de Datos Westlaw Premium (JUR
2.003/168.749).
360
Vid. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación permanente, núm.
225, de 24 de marzo de 1.999, pág. 11.976 y sig.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

recayó Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, núm. 1.105,


de 15 de octubre de 2.002361, a la que luego nos referiremos con mayor
detenimiento, si bien puede adelantarse que la misma entendió
concurrente la competencia en la materia tanto del consejo escolar como
de la Administración educativa.

Este doble y distinto entendimiento, gubernativo-judicial, de las


cosas, una vez transferida la competencia a las Comunidades Autónomas,
ha tenido reflejo en la práctica, de manera que, podemos adelantar, sin
perjuicio de una visión más detenida del tema que:
-- Hay Comunidades Autónomas que sostienen que la competencia en la
materia es del Consejo escolar, y se debe de aceptar la decisión que
adopte al respecto.
-- Y otras Comunidades que entienden que la competencia es de la propia
Administración, sustrayendo toda intervención en la materia a los órganos
del Colegio.

En el otro ámbito aludido, respecto de los signos de identidad


religioso-culturales llevados por las personas, el Ministerio de Educación,
con base en el respeto al considerado superior derecho a la escolarización,
instó a la dirección del Colegio Severo Ochoa, de Ceuta, a readmitir a dos
alumnas que habían sido expulsadas, a principios de octubre del año
2.007, por portar el velo islámico. El primero de ese mes había entrado en
vigor un nuevo reglamento interno del centro, que prohibía en las aulas el
velo, gorras y diademas anchas.362

«El director provincial del MEC, Juan José León Molina, en


declaraciones a SUR, ha explicado que la “recomendación” del Ministerio
está sustentada en el art. 27 de la Constitución española que ampara la
libertad religiosa, “tanto de las alumnas como de sus padres”. “España es

361
Ya circunstanciada dos notas atrás.
362
Cfr. M. LEAL ADORNA, “La regulación del factor religioso en las Ciudades Autónomas de
Ceuta y Melilla”, en VV.AA. (R. García García, dir.), La libertad religiosa en las Comunidades
Autónomas. Veinticinco años de su regulación jurídica, Generalitat de Catalunya. Institut
d’Estudis Autonòmics, Barcelona, 2.008, pág. 660.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

un estado aconfesional, no laico como Francia”, explica León Molina, por


lo que el Estado está obligado a que se respete la libertad de culto de sus
ciudadanos. León Molina subrayó además que en este caso “debe
prevalecer el derecho a la educación de las dos alumnas, pues es un
derecho fundamental”. La dirección del 'Severo Ochoa' ha acatado la
orden ministerial mientras concluye el expediente abierto sobre el caso
aunque ello contravenga las normas internas que el Consejo escolar del
centro aprobó por unanimidad el pasado 28 de septiembre».363

No queremos terminar estas referencias sin hacer alusión al Real


Decreto 1.631/2.006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las
enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria
Obligatoria364, que, en su Disposición adicional 2ª, relativa a las
“Enseñanzas de religión”, dispone en su apartado 4: “Quienes opten por
las enseñanzas de religión podrán elegir entre las enseñanzas de religión
católica, las de aquellas otras confesiones religiosas con las que el Estado
tenga suscritos Acuerdos Internacionales o de Cooperación en materia
educativa, en los términos recogidos en los mismos, o la enseñanza de
historia y cultura de las religiones.”

Pues bien en los contenidos de este Decreto, pero sobre todo, en


desarrollo del mismo, la Orden ECI/2220/2007, de 12 de julio, por la que
se establece el currículo y se regula la ordenación de la Educación
secundaria obligatoria365, en el Anexo II que contiene respecto de la
asignatura ‘Historia y cultura de las religiones’, se contienen una serie de
datos nada desdeñables acerca de las directrices del Gobierno respecto de
la orientación y contenidos de la asignatura que, por un lado, pretende
favorecer el conocimiento e interrelación entre las diversas religiones; al
tiempo que, entre sus objetivos, se marca los de “Conocer el hecho
religioso en sus diferentes manifestaciones e identificar los rasgos básicos

363
Diariosur.es: “El Ministerio de Educación y Ciencia obliga al colegio Severo Ochoa a admitir
a dos alumnas con 'hiyab'. Las adolescentes se reincorporarán hoy al centro «con
normalidad» (10 de octubre de 2.007 - J. SAKONA).
364
BOE, núm. 5, de 5 de enero de 2.007.
365
BOE, núm. 174, de 21 de julio de 2.007.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

de las grandes religiones como forma de ayudar a identificar y


comprender la pluralidad religiosa existente en la sociedad actual”, así
como “Reconocer el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y
de religión manifestando actitudes de respeto y tolerancia hacia las
creencias o increencias de las personas y de rechazo hacia las situaciones
de injusticia y fanatismo, así como ante cualquier discriminación basada
en las creencias”.

Y, por otro lado, al establecer los Contenidos concretos de la


Asignatura, no se deja de destacar en los mismos todo lo relativo a la
simbología propia de cada una de las religiones. Y así, en primer curso, se
contempla el estudio de “Espacios religiosos, símbolos, ritos y principales
fiestas. Prácticas religiosas y moral”. En 2º curso, se vuelve a insistir, entre
otros, en idénticos contenidos, en relación ya con el Cristianismo y el
Islam: “Espacios religiosos, símbolos, ritos y principales fiestas. Prácticas
religiosas y moral. Al establecer los “criterios de evaluación”, se recogen,
entre otros: “Se trata de comprobar que el alumnado conoce algunos de
los ritos que suelen estar presentes en las diferentes religiones, identifica
las diferencias entre ellos y a qué responden y reconoce la pervivencia de
determinadas concepciones religiosas en las prácticas y costumbres
sociales actuales de la población en general”.366

366
Respecto de los contenidos del Tercer curso: “Reconocimiento del pluralismo religioso.
Valoración positiva de la convivencia interreligiosa y entre creyentes y no creyentes. Análisis
de algunos ejemplos significativos históricos o actuales. Valoración critica de actitudes
integristas y fundamentalistas relacionadas con las creencias religiosas. Influencia de la religión
en la manera de ver el mundo, la moral, la vida cotidiana, las costumbres, etc. Secularización
de las sociedades actuales.
En cuanto a los contenidos de 4º Curso, podemos destacar: “Las religiones y el poder
político. La teocracia. El Estado confesional. La aconfesionalidad del Estado. El laicismo.
Tensiones y conflictos de raíz religiosa. Las religiones y el pensamiento científico y filosófico.
Interrelaciones entre ambos ámbitos. Coincidencias y diferencias en la interpretación del
mundo. La diversidad religiosa, factor de pluralidad en las sociedades actuales: religiones,
nuevos movimientos religiosos y creencias pararreligiosas. Convivencia plural, tolerancia y
juicio crítico. La religión y los derechos humanos. La religión en los tratados y acuerdos
internacionales ratificados por España. Las creencias religiosas en el marco de la Constitución
española: antecedentes históricos, consenso constitucional de 1.978 y situación actual”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Finalmente, entre las ‘Orientaciones metodológicas’ que contiene la


Orden, merece la pena destacar: “La propia concepción de la materia
exige fomentar en el aula el respeto para con todas las creencias, así
como, hacia las personas creyentes o no creyentes. En el contexto de las
actuales sociedades, en las que la complejidad cultural es cada vez mayor,
adquiere una especial relevancia el valor del respeto al pluralismo religioso
y la libertad religiosa como elemento esencial de la convivencia. Por ello
deben promoverse actividades que favorezcan el desarrollo de
capacidades relacionadas con la tolerancia, con la capacidad de ver las
cosas desde el punto de vista de los demás o con el respeto a la conciencia
de los otros.
La importancia que adquiere la influencia de la religión en las
manifestaciones culturales de la tradición española y occidental hacen de
este tema un contenido especialmente adecuado para reconocer
fácilmente su influencia en el arte. Actividades de aprendizaje que
acerquen al alumnado a la iconografía cristiana, a los temas que utiliza y
sus representaciones icónicas -la creación, personajes y episodios del
Antiguo Testamento, el ciclo de la vida de Cristo o representaciones de la
Virgen María, por citar algunos- narran y describen acontecimientos y
creencias que no sólo corresponden al conocimiento de una determinada
religión o de obras de arte sino que resultan fáciles de relacionar con la
pervivencia en devociones, romerías, procesiones u otras manifestaciones
que aun siendo religiosas han pasado a formar parte de la vida social”.
Basta una lectura de los contenidos de este Anexo de la Normativa367,

367
Destacamos lo más significativo de la misma, respecto a los contenidos más concretos que
han de llenar los cuatro cursos de la Educación Secundaria Obligatoria:
“ En los tres primeros cursos de la etapa se parte de la diversidad de respuestas ante el
hecho religioso y del marco espacial y cuantitativo en la distribución de las religiones en el
mundo actual; el núcleo fundamental lo constituye la caracterización de las principales
religiones y el reflejo de las mismas en las manifestaciones artísticas y en el modo de vida.
Es curioso que en todos estos contenidos se silencie, por completo, la tradición
religiosa cristiana en España y, sin embargo, se llegue a destacar la islámica: “La importancia
de algunas religiones históricas concretas en la configuración de nuestra cultura y en la
caracterización del mundo actual exige profundizar en las grandes religiones monoteístas, en
particular, en aquéllas que se encuentran en la base de la cultura del mundo occidental o que,
como ocurre en España con la tradición musulmana, su presencia ha contribuido a configurar
en el tiempo su personalidad.”

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

para llegar a la consecuencia de que parece un “canto” a la concordia y al


entendimiento entre religiones; con lo que debiera entenderse que para el
Gobierno autor de la misma sería la situación “ideal”, el entendimiento y
comprensión por parte de todos los componentes de la comunidad
educativa. En estas circunstancias, no nos parece que fuese indicado,
adecuado, apropiado, que para los alumnos a los que van dirigidos estos
contenidos, sin embargo se procediera a la prohibición, eliminación, de
símbolos religiosos. No parece que fuera “predicar con el ejemplo”. ¿Qué
imagen transmitiría al alumno la eliminación de un símbolo religioso
después de “instruirle” en el conocimiento y significado de los distintos

En 4º curso se aborda el estudio de las religiones desde un análisis que ayude a la


comprensión de la influencia que han tenido y tienen en la vida social, la interrelación entre las
ideas religiosas y el pensamiento científico, la posición de la religión en la justificación o el
rechazo al orden social establecido y sus relaciones con el poder en diferentes momentos
históricos y en la actualidad, diferenciando el carácter de los Estados según sea su relación con
la religión o religiones mayoritarias en su territorio y analizando algunas tensiones o conflictos
que incluyen entre sus causas una raíz religiosa. También se propone la reflexión sobre la
relación de las religiones con los derechos humanos y con la CE, que constituyen los referentes
comunes de los valores compartidos por las personas con unas determinadas creencias
religiosas y por las que carecen de ellas. Por último, señalar que aspectos como la pervivencia
del fenómeno religioso en elementos de la cultura, la comprensión de la influencia que las
religiones han tenido o tienen en la vida social en diferentes épocas y espacios o la pluralidad
religiosa de la sociedad a la que pertenece el alumnado suponen la consideración, en alguna
medida, de la especificidad en la que se desarrolla su vida, tanto si se refiere a las Ciudades de
Ceuta y Melilla o a los países y zonas donde se ubica el centro escolar. Esta consideración
puede contribuir a concretar en el marco del currículo que va a ser objeto prioritario de
estudio, debate y reflexión o, en su caso, el enfoque que conviene darse a determinados
aspectos.
Entre los Objetivos se señala en el Anexo, entre otros: “La enseñanza de la Historia y
cultura de las religiones en esta etapa tendrá como finalidad el desarrollo de las siguientes
capacidades: 1. Conocer el hecho religioso en sus diferentes manifestaciones e identificar los
rasgos básicos de las grandes religiones como forma de ayudar a identificar y comprender la
pluralidad religiosa existente en la sociedad actual. 2. Reconocer el derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión manifestando actitudes de respeto y tolerancia hacia
las creencias o increencias de las personas y de rechazo hacia las situaciones de injusticia y
fanatismo, así como ante cualquier discriminación basada en las creencias. […] 4. Valorar las
manifestaciones culturales y artísticas y las tradiciones religiosas como parte del patrimonio
cultural de los pueblos, asumiendo la responsabilidad que supone su conservación y
apreciándolas como recurso para el enriquecimiento personal. 5. Elaborar un juicio razonado
acerca de las huellas que el hecho religioso ha dejado en la sociedad y la cultura, reconociendo
aquellas religiones cuya influencia tiene un mayor significado en la evolución cultural y social
de España. 6. Adquirir un pensamiento crítico, desarrollar un criterio propio y habilidades para
defender las propias ideas, a través de la argumentación documentada y razonada, así como
valorar las razones y argumentos de los otros.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

símbolos a los efectos de un mutuo conocimiento, intercultural y para una


pacífica convivencia?

Pero, claro, si esto se dijera que no se puede generalizar, por razón


de sus destinatarios, por cuanto que la disciplina académica sólo va
dirigida a los voluntarios del estudio de esta asignatura, no parece que
debiera vincular a los demás. Sin embargo, tampoco se entenderían
entonces, las “molestias” de los profesantes de otras religiones que se
hayan decidido por el estudio dogmático de las mismas; aparte de que no
cuadre muy bien con todo ello, desde un punto de vista sistemático.
Además, habría que estar a una Disposición de carácter más general como
es la relativa a la de la ‘Alianza de Civilizaciones’, que pretende un
conocimiento transversal de todos estos contenidos y habilidades.

¿Y los alumnos que no cursen ninguna asignatura de religión, por


indiferentes o no creyentes, ateos y agnósticos? Una apreciación de
conjunto de todo lo normado no parece que pudiera llevar a otra
conclusión que la de considerar que lo que parece ideal para el Gobierno
para unos alumnos debería ser igual para todos, pues no se puede regular
en la búsqueda de la situación ideal para unos, y de contraste, dejar en el
más absoluto vacío axiológico respecto de los otros, o acaso, ¿no tienen
todos derecho a vivir en esa sociedad caracterizada por el respeto y
comprensión mutuos, que se estima ideal?). En estos casos, de búsqueda
de la formación del “buen ciudadano” lo que es educativo para algunos
debe serlo para todos, pues no sólo es el ámbito del estudio de la religión
y no fuera de él lo que se trata de enseñar en estos temas, lo que se trata,
verdaderamente, es de un marco mucho más amplio como es el de la
cultura.

7. MINISTERIO DE SANIDAD, POLÍTICA SOCIAL E IGUALDAD

En mayo de 2.010, la Sra. Moneo Díez, del Grupo Parlamentario


Popular, en el seno de la Comisión de Igualdad del Congreso, formuló
pregunta intentando conocer la auténtica posición del Gobierno, en

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

términos de claridad con respecto al velo islámico y en relación con el


principio y derecho a la igualdad, en los siguientes términos: “¿Cuál es la
valoración del Ministerio de Igualdad en relación con el uso de la «hiyab»
en España?, con referencia al caso de la alumna Najwa en el instituto de
Pozuelo de Alarcón368.

Se daba respuesta por la Secretaria General de Políticas de Igualdad,


Sra. Martínez Lozano, en los siguientes términos: “el Gobierno ha
manifestado ya en varias ocasiones su posición sobre este asunto, como
también lo ha hecho la propia ministra de Igualdad […] es un asunto lo
suficientemente complejo […] voy a recordarle algunos de los elementos
que tenemos que tener en cuenta a la hora de plantear el debate.
Me parece que el primero está asumido mayoritariamente por todo
el mundo y es la necesidad de cumplir con nuestra Constitución y con
nuestras normas de convivencia. España es un estado social y de derecho
donde se respetan las distintas creencias religiosas. Y hablando de respeto
creo que también hay que respetar la autonomía de los centros educativos
y a las comunidades autónomas, que son las que tienen la competencia en
materia de educación. Ese respeto viene favoreciendo desde hace años la
mejor convivencia en España y no hay razones objetivas ni de peso en este
momento que apunten a la necesidad de ningún cambio en este sentido.
Por tanto, pediría que no se alimenten polémicas que traten de convertir
en un problema algo que ni lo ha sido ni lo es hoy para la convivencia en
nuestro país”.

Hemos destacado en cursiva, en la respuesta anterior, la afirmación


que nos parece entra en contradicción con la actuación gubernativa, en
este caso desde el Ministerio de Educación, acerca de lo realizado en
Ceuta con el problema causado por la alumna vistiendo el pañuelo
musulmán, resuelto sin tomar en consideración al consejo escolar del
centro. Y en contradicción, también, con lo que, después destacaremos,
seguía diciendo la portavoz del Gobierno. Este actuar contradictorio del

368
Recogida en Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, núm. D-395,
de 21 de mayo de 2.010, pág. 25.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Ejecutivo se ponía de manifiesto por la interpelante, Sra. Moneo, que en


su réplica recriminó: “Usted hablaba de que el Gobierno se ha
pronunciado. Se ha pronunciado de diferentes formas. Yo, hace dos años,
escuché a la ministra de Igualdad, que consideraba que el uso del velo era
claramente discriminatorio para la mujer, porque precisamente se refería
a la mujer y no al hombre. En las últimas fechas he oído a dirigentes del
Partido Socialista, curiosamente mujeres, que consideran el hiyab como
un uso cultural o como una norma cultural, etcétera. Ayer el ministro de
Trabajo hablaba de que el hiyab se puede permitir, no el burka u otros
tipos de velo. Creo que el Ministerio de Igualdad está precisamente para
eso, para definir cuestiones que pueden poner en riesgo la igualdad real
de hombres y mujeres y no se espera del ministerio otra cosa que no sea
un pronunciamiento efectivo sobre si el uso de cualquier tipo de velo
puede ser o no discriminatorio para la mujer”.

La Sra. Secretaria General terminó por contestar: “Tengo que decirle


que desde luego desde el partido del que formo parte llevamos muchos
años discutiendo sobre esta cuestión, que realmente es compleja, y no
hay verdades absolutas ni decisiones absolutas. Como siempre hemos
hecho, lo importante es mantener, y lo hacemos con coherencia, y seguir
defendiendo un modelo educativo basado en valores de respeto, en
valores de igualdad y en los valores de la libertad. Desde la Logse se
apostó por la coeducación de los centros educativos y por eliminar todo
contenido en la educación que suponga segregación o discriminación,
apostando por una convivencia en igualdad. Pero hay que tener en cuenta
que el hiyab no es necesariamente un símbolo religioso, o mejor dicho, no
es solo un símbolo religioso, es también un símbolo identitario, y de ahí la
solidaridad de tantas compañeras de clase en el caso de la última alumna
expulsada de un colegio por portar pañuelo en la cabeza.

El Gobierno ha dicho que es importante garantizar en todo caso la


escolarización de las niñas de origen musulmán, nacidas muchas de ellas
en España y en consecuencia segunda generación de inmigración, por
tanto españolas ellas y españoles sus futuras hijas y sus futuros hijos. Creo

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

que a pesar de las religiones, y todas tienen y han tenido un contenido


altamente discriminatorio en el papel que les conceden al hombre y la
mujer, la educación y la cultura son los principales instrumentos con los
que las mujeres hemos superado a lo largo del siglo XX las barreras de la
discriminación, la desigualdad y la exclusión. Por eso creo que un país
como el nuestro, con normas tan importantes que apuestan por un
modelo de convivencia basado en la igualdad, el respeto y la
corresponsabilidad, deberíamos ser capaces de seguir ofreciendo a todas
las mujeres sin distinción oportunidades de educación y emancipación
para que todas, para que todos, hombres y mujeres, puedan vivir una vida
sin violencia, con autonomía y sobre todo con capacidad de decisión, y,
sobre todo, lo más importante en este debate es que debemos aprender
de nuestros países vecinos que hay que evitar que la presión de este
debate se ponga en la cabeza de las personas, de las mujeres más
vulnerables, en este caso de las niñas y de las adolescentes en edad
escolar. Creo que la presión tenemos que hacerla desde otro frente”.369

Nos preguntamos si por nuestros países vecinos, la Secretaria


General de Políticas de Igualdad se referiría a Francia –¿quién más
cercano?–, pues sus aseveraciones no pueden cuadrarse bien con cuanto
en la misma se ha resuelto con la Loi de 2.004 y que nuestra doctrina
científica, por lo general, ha considerado no trasladable a España.

Recientemente, este Ministerio juntamente con el de Justicia, a


través del ‘Observatorio del Pluralismo religioso en España’, ha editado
una Guía de gestión de la diversidad religiosa en los centros
hospitalarios370. En la misma se contiene un apartado relativo al ‘Uso y
presencia de símbolos religiosos en los hospitales públicos’,371 en el que se

369
Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados. Comisión de Igualdad, núm. 552, de 19 de
mayo de 2.010, pág. 37.
370
http://www.observatorioreligion.es/upload/89/89/Guia_Hospitales.pdf.
371
Según la propia Guía, este apartado, contenido en sus págs. 27 a 29, resume la información
relacionada con los centros hospitalarios públicos contenida en la Guía sobre simbología
elaborada por los Profs. F. Amérigo Cuervo-Arango y J.D. Pelayo Olmedo, publicada en la
propia colección.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

parte de distinguir entre dos tipos de símbolos religiosos, los personales y


los institucionales.372

Al establecer el régimen de uso de símbolos religiosos personales, la


Guía distingue, a su vez, dos apartados, según la naturaleza del símbolo (si
el mismo permite una adecuada identificación del sujeto que lo porta, o
no) y, en ambos supuestos, de quién sea el sujeto que lo porta (paciente o
personal sanitario), señalándose al respecto:

1. Símbolos religiosos que no permiten una adecuada identificación


del sujeto:
a) Quien porta el símbolo religioso es un paciente: El límite es la
seguridad pública. Su uso queda sometido al deber de identificarse ante la
autoridad competente en caso de necesidad de identificación del sujeto.
Son competentes para requerir la identificación, de acuerdo a la L.O.
2/1.986 de Fuerzas y Cuerpos de seguridad, los agentes de la Policía
nacional, de la Guardia Civil, de la Policía de la Comunidad autónoma, allí
donde existiera en el ámbito de la Comunidad autónoma, y de la Policía
local, en el ámbito de su respectivo municipio.
Médicos y ayudantes técnicos sanitarios también pueden requerir a
la persona que retire el símbolo con el fin de practicarle las exploraciones
médicas necesarias en la privacidad de la consulta. Si la persona se niega,
renuncia a su derecho a ser atendida. En este sentido, el art. 5 de la Ley
41/2.002, de autonomía del Paciente, establece que «los pacientes o
usuarios tienen el deber de facilitar los datos sobre su estado físico o
sobre su salud de manera leal y verdadera, así como el de colaborar en su
obtención, especialmente cuando sean necesarios por razones de interés
público o con motivo de la asistencia sanitaria.»
Cabe, también, que el facultativo decida reconocer al paciente
retirando el símbolo que porta sin su consentimiento, de acuerdo a lo
establecido en el art. 9.2 c) de la Ley de autonomía del Paciente que

372
La misma Guía los define, respectivamente, así: “elementos que utilizan las personas para
manifestar su adhesión a una determinada confesión o creencia religiosa” y “todos aquellos
signos que identifican a una institución religiosa y la diferencian de las demás”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

dispone: 2. Los facultativos podrán llevar a cabo las intervenciones clínicas


indispensables en favor de la salud del paciente, sin necesidad de contar
con su consentimiento, en los siguientes casos: a) Cuando existe riesgo
para la salud pública a causa de razones sanitarias establecidas por la Ley.
En todo caso, una vez adoptadas las medidas pertinentes, de conformidad
con lo establecido en la L.O. 3/1.986, se comunicarán a la autoridad
judicial en el plazo máximo de 24 horas siempre que dispongan el
internamiento obligatorio de personas.

b) Si quien porta el símbolo religioso es miembro del personal


sanitario:
Aquí, además de la seguridad pública, también operan como límites
los derechos de los pacientes, las normas de seguridad e higiene en el
trabajo y ley de Prevención de riesgos laborales. El paciente tiene derecho
a identificar al personal sanitario que le trata. Junto a ello, no parece que
el uso de estos símbolos se adecue a las condiciones singulares del puesto
de trabajo del personal sanitario.

A nuestro juicio, puede observarse que en esta Guía373 se sale al


paso, sin nombrarlo ni tampoco hacer referencia a Confesión alguna, del
denominado ‘velo integral’ y los problemas que su uso puede ocasionar en
el contexto hospitalario, que es al que se refiere; pero, obviamente,
parece que debe extenderse a todo orden sanitario puesto que las
dificultades podrían ser las mismas. En principio, además, y aunque

373
En la elaboración de esta Guía se ha participado –aparte de representantes de otras
instituciones públicas– tanto desde el Área de Promoción de la Salud (Ministerio de Sanidad,
Política Social e Igualdad), como desde la Subdirección General de Relaciones con las
Confesiones (Ministerio de Justicia). Además, en la propia Guía se afirma que su contenido ha
sido revisado y validado por la Federación española de municipios y Provincias, la Organización
nacional de trasplantes, el Servicio de salud de Castilla-la mancha, la Fundación Pluralismo y
Convivencia, el Comité asesor de la Fundación Pluralismo y Convivencia (Generalitat de
Catalunya, Gobierno de Aragón, Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha, Generalitat
Valenciana, Junta de Extremadura, Gobierno de Ceuta, Gobierno Vasco), Ministerio de
Sanidad, Política Social e Igualdad, Ministerio de Justicia y, por parte de las Confesiones:
Federación de entidades religiosas evangélicas de España, Consejo islámico español,
Federación de Comunidades Judías de España, Testigos Cristianos de Jehová, Asamblea
episcopal Ortodoxa de España y Portugal, Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días
y la Federación de Comunidades budistas de España.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

tampoco se diga expresamente, el contexto en que parece situarse es en


el de que se trate de una paciente, mujer, respecto de un médico, varón;
ya que, en otro caso, no debe padecer el pudor de la mujer aunque
tuviese que desprenderse de la prenda en cuestión. Finalmente, según las
circunstancias, cuanto se señala en la Guía también podría alcanzar a otras
prendas que, como el hiyab, no impidan la identificación de la persona,
pero sí hicieran imposible, o excesivamente dificultoso, la concreta
exploración física, u otro tipo de pruebas, que se hubiera de hacer por el
galeno.

En efecto, en cuanto al uso de otros símbolos religiosos, la Guía


distingue entre los de uso personal y los de carácter institucional,
señalando respecto de los primeros:
a) Uso por pacientes: El uso estaría permitido siempre que no
obstaculizase la necesaria labor del personal sanitario.
b) Uso por personal sanitario: Su uso estará siempre permitido,
salvo que lo impidan las normas de seguridad e higiene en el puesto de
trabajo y lo que disponga sobre esta materia la ley de Prevención de
riesgos laborales.

Finalmente y respecto de la ‘presencia de símbolos religiosos


institucionales’, la Guía comienza por señalar su contrariedad con el
principio de laicidad, sin embargo, termina estableciendo una serie de
matizaciones al respecto, en la forma que sigue:

«La presencia de símbolos religiosos institucionales en los edificios


públicos, entre ellos los hospitales, es contraria al principio de laicidad, por
propiciar la confusión entre los fines religiosos y los fines públicos o
porque de su exhibición exclusiva pueda inferirse una cierta desigualdad
respecto al resto de creencias o afectar a la sensibilidad de quienes no
profesan ninguna (SSTC 24/1.982 y 177/1.996). Esta limitación opera
especialmente si el símbolo preside la estancia donde se presta el servicio
público.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

»Sin embargo, esta afirmación general requiere de ciertas


matizaciones ya que, teniendo en cuenta todos los elementos en juego, no
todos los símbolos religiosos institucionales deben ser retirados de los
edificios públicos, ni afectan directamente al principio de laicidad:

»• Presencia de símbolos religiosos institucionales en aquellas


partes de los edificios públicos destinadas al culto privado: no es contraria
al principio de laicidad siempre que nadie se vea obligado a asistir a
aquellos espacios y su exhibición sólo se produzca ante aquellas personas
que elijan libremente utilizar este servicio.

»• Símbolos ornamentales (cuadros, estatuas, objetos expuestos en


la pared, etc.): siempre que impliquen o puedan suponer confusión entre
Religión y Estado, deben ser retirados. Por supuesto, este no es el caso de
los símbolos religiosos colocados por los propios pacientes ingresados en
las habitaciones. En este caso, el uso de símbolos religiosos es una
expresión más de la creencia y práctica individual que en situación de
internamiento y, especialmente, de enfermedad, debería ser garantizada.
El límite en este terreno lo impone la garantía del ejercicio del derecho de
libertad religiosa y de conciencia de todos los usuarios que comparten una
misma habitación.

»• Símbolos religiosos institucionales que forman parte de alguno


de los elementos estructurales de la edificación (grabados, relieves o bajo
relieves, pinturas, etc.): se puede optar por no retirar el símbolo. Es
importante tener en cuenta que, como norma general, y a tenor del
Código Civil y de la Ley de Patrimonio Histórico Artístico español, no es
conveniente dañar la estructura de los edificios. Tanto en estos casos
como en el de símbolos institucionales como escudos, emblemas, etc.,
donde aparecen símbolos de tipo religioso, se habrá de tener en cuenta,
además, el posible carácter polisémico del símbolo. A través del proceso
de secularización, ciertos símbolos pueden llegar a alcanzar una
significación histórica y cultural adicional que se siente como propia por la
ciudadanía en su conjunto. Así, cuando se planteen dudas sobre la

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

presencia de un determinado símbolo habrá que decidir si en él


predomina la significación religiosa sobre la histórica-cultural. Solo en este
caso, su permanencia afecta a la neutralidad y separación (laicidad) (STC
34/2.011)».
Las afirmaciones contenidas en la transcrita Guía no parecen
acomodarse a la Sentencia del Tribunal Constitucional, a la que, por cierto,
citan, pues convierten en excepción la doctrina contenida en la misma, de
modo que se sustenta sobre una concepción de la aconfesionalidad que
no es la que plasma el máximo hermeneuta de la Norma Suprema, sino
que, contrariándola, se acoge a una aptitud de tipo paternalista,
admitiendo la percepción subjetiva de quien haya de verse “sometido” al
símbolo; considerando, con base en presuntas “previsiones”, que todo ello
infringe el principio de laicidad, e incluso que tenga alcance respecto del
de igualdad. Previsiones alejadas de la concreta vulneración de derecho
fundamental que es lo que, desde luego, puede dar lugar a un recurso de
amparo, según la doctrina contenida en esa Sentencia, que aunque de
alguna manera quiera reconocerse en las matizaciones que se formulan en
la Guía, es de observar que siempre se hacen desde el ámbito de la
excepción a la regla general.

8. MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES

Finalmente, podríamos hacer una referencia al Ministerio de


Asuntos Exteriores, porque, por un lado, se supone que es el que
determina siempre el adecuado protocolo a cumplir por las damas
españolas, incluidas las que han sido titulares del ramo (Dª. Ana de
Palacio, Dª. Trinidad Jiménez y la Vicepresidenta Fernández de la Vega)374,
que visitando oficialmente Estados islámicos no han dudado en vestir con
el hiyab cuando lo reclamaban las concretas circunstancias del caso.375

374
Vid. la web de Elmundo.es, de 12 de enero de 2.012.
375
Muy recientemente se producía una polémica en Holanda por el hecho de que su Reina
había vestido el velo durante su visita oficial a Omán y Abu-Dabi. Polémica por el uso del velo
de Beatriz de Holanda. Elpaís.com daba, al respecto, el siguiente titular: «La extrema derecha
critica a la soberana y ésta enfurecida responde desde Abu Dabi: "Es un disparate" », firmado
por Isabel FERRER - La Haya – 12 de enero de 2.012.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Por otro lado, el ministro de Asuntos Exteriores es el gran canciller


de la Orden de Isabel la Católica376, con cuanto ello pueda representar,
especialmente cuando este galardón se le concede a un extranjero, y este
pertenece a un País de confesionalidad no cristiana, en particular del
Islam377. Tal vez, por ello, que el Reglamento dispone, en su art. 7, que “La
tramitación de la concesión de una condecoración a un ciudadano
extranjero requerirá, salvo en los casos de reciprocidad y canje, el informe
del representante de España en el Estado cuya nacionalidad ostente la
persona a condecorar. La imposición o entrega de la misma no se llevará a
efecto hasta que el Gobierno de dicho Estado otorgue el correspondiente
beneplácito, si así estuviera establecido, salvo que concurran
circunstancias extraordinarias que no permitan el cumplimiento de este
trámite, en cuyo caso se notificará previamente esta circunstancia a la
Embajada acreditada en España”.

II. LAS ADMINISTRACIONES AUTONÓMICAS ANTE LA


MANIFESTACIÓN SIMBÓLICO-RELIGIOSA

376
Según el art. 3 del Real Decreto 2.395/1.998, de 6 de noviembre, por el que se aprueba el
Reglamento de la Orden de Isabel la Católica (BOE, núm. 279 de 21 de noviembre de 1.998). En
el mismo se establece que “La Real y Americana Orden de Isabel la Católica fue creada por el
Rey don Fernando VII el 14 de marzo de 1.815, con la finalidad de «premiar la lealtad
acrisolada a España y los méritos de ciudadanos españoles y extranjeros en bien de la Nación y
muy especialmente en aquellos servicios excepcionales prestados en favor de la prosperidad
de los territorios americanos y ultramarinos». Por Real Decreto de 26 de julio de 1.847 se
reorganizó esta Orden, tomando el nombre de Real Orden de Isabel la Católica”.
A tenor de su art. 1, “La Orden de Isabel la Católica tiene por objeto premiar aquellos
comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y
extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a
favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación española con el resto de la
comunidad internacional”.
377
Caso, por ejemplo, del Real Decreto 1.375/2.011, de 7 de octubre, por el que se concede la
Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica al señor Zaid Al-Lozi, Ex Embajador del Reino
Hachemita de Jordania en España (BOE, núm. 243 de 8 de octubre de 2.011).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

En el seno de las diversas Administraciones autonómicas378 tampoco


se halla regulación reglamentaria que, con carácter general, se ocupe de
esta temática, sin perjuicio de que varias de aquéllas han adoptado
medidas de distinto tipo, algunas veces puede que hasta de signo
contradictorio, sea en el ámbito normativo y/o en el decisorio, respecto
de concretas manifestaciones icónicas de diversos elementos propios de la
religiosidad, o, al menos, muy relacionados con la misma. Y, cuanto
antecede, sin perjuicio de que sí existen numerosas normas
reglamentarias en materia de símbolos institucionales, muchos de ellos
con rancia raigambre de impronta confesional. Dado que la materia podría
resultar prácticamente inabarcable, nos referiremos, a continuación, a la
que nos ha parecido más destacable.

1. CATALUÑA

En esta Comunidad Autónoma, aparte del problema relativo al ‘velo


integral’ que, por el momento, se ha desarrollado en el marco de la
Administración Local y luego referiremos, se ha manifestado algún
conflicto por el uso del hiyab en el ámbito educativo; en concreto, el caso
de una niña, en Girona, a la que la escuela prohibió, en septiembre de
2.007, ir a clase con el velo islámico. A este respecto, desde las filas del
Partido Popular, el Sr. D. Rafael López inquirió al Gobierno de la
Generalitat, recibiendo la respuesta, en comisión parlamentaria, del
conseller de Educació a la sazón, D. Ernest Maragall, apuntando que el
Govern no regulará el uso de símbolos religiosos en las aulas, ya que la
línea que defiende es "mantener el respeto de los derechos individuales y
garantizar el derecho a la educación".379

378
Para hacerse una “composición de lugar” acerca de la regulación jurídica en el marco
autonómico, con carácter general, de materias propias del Derecho Eclesiástico del Estado, se
consulta, provechosamente, la obra colectiva (R. García García, dir.), La libertad religiosa en las
Comunidades Autónomas. Veinticinco años de su regulación jurídica, Generalitat de Catalunya.
Institut d’Estudis Autonòmics, Barcelona, 2.008.
379
www.lavanguardia.es/lv24h/20080515/53463027633.html, 15 de mayo de 2.008.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Es preciso hacer una referencia al Decreto 139/2.007, de 26 de


junio, del Departamento de Gobernación y Administraciones Públicas, por
el que se regulan la denominación, los símbolos y el registro de entes
locales de Cataluña380, dada la importancia que concede al tema, ya que
regula detallada y minuciosamente los símbolos que pueden ser
adoptados por los entes locales (“Los entes locales territoriales y las
entidades municipales descentralizadas pueden adoptar un escudo, una
bandera y un emblema como símbolos locales. También pueden
rehabilitar los que históricamente les correspondan y modificar o cambiar
los que tengan establecidos. El resto de entes locales, los consorcios de
carácter local y los entes con personalidad propia dependientes de los
entes locales pueden adoptar como símbolo un emblema)381, así como sus
características y los requisitos necesarios para su aprobación y registro;
estableciéndose en su art. 20, respecto a su ‘Fundamentación’, que “Los
elementos del escudo y de la bandera se deben fundamentar en hechos
históricos, accidentes geográficos, características propias del ente local o
en su nombre. En cualquier caso, se deben respetar las normas de la
heráldica y de la vexilología”. Todo lo cual parece significativo de la
necesidad del entronque con razones de tipo histórico, geográfico o
nominal, aunque cualesquiera de estos criterios pueda estar relacionado
con lo religioso, pero parece, igualmente, querer descartar una relación
directa con los aspectos más propios y directamente derivados de lo
confesional.

2. NAVARRA

Con motivo de unas declaraciones del entonces ministro de Justicia,


Sr. Caamaño, respecto de la proyectada nueva LOLR, el responsable del
departamento de Educación del Gobierno de Navarra, Sr. Pérez-Nievas,
declaró, el 10 de agosto de 2.009, que no se obligaría a la retirada de
símbolos religiosos en las aulas de los centros públicos, a menos que la Ley
de Libertad Religiosa que está elaborando el Ejecutivo central se lo exija.
Su opinión es clara: "Nosotros, como departamento, no vamos a marcar
380
Diario Oficial de la Generalidad de Cataluña, núm. 4.914, de 28 de junio de 2.007.
381
Art. 18.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

ninguna directriz o directiva para quitar estos símbolos; es algo que tienen
que decidir los consejos escolares de cada centro".

Además, Pérez-Nievas resaltó que en la actualidad son pocos los


centros públicos que muestran crucifijos, imágenes de vírgenes o
cualquier otro símbolo religioso en las aulas o espacios públicos.
"Probablemente habrá alguno pero no son muchos y no hemos recibido
quejas por parte de ninguna familia por ello", insistió. Pérez-Nievas
precisó que, si los hay, será en colegios antiguos porque desde los años 80
ningún centro de nueva creación dentro de la red pública exhibe símbolos
de este tipo. El consejero, que no ocultó su sorpresa por el anuncio del
ministro Caamaño, recordó que "llevamos treinta años de democracia,
como un país laico, sin problemas por este tema; no entiendo a qué viene
esto".382

3. GALICIA

Con un antecedente paralelo en Lugo, en el año 2.009, en el que las


autoridades académicas regionales intercedieron y obtuvieron que el
colegio permitiese la escolarización383; el velo islámico llevado por una

382
Todo ello, según información de B. ARMENDÁRIZ, 11 de agosto de 2.009, en
diariodenavarra.es, donde también se recoge: «Los responsables de centros públicos
insistieron ayer en que la simbología religiosa no es la nota predominante en las aulas
navarras. "No creo que la medida vaya a tener una repercusión importante porque desde hace
ya tiempo esa simbología ha ido desapareciendo sin necesidad de ninguna norma", explicó
Juan Carlos Turumbay, presidente de ADIPNA, asociación de centros públicos de Infantil y
Primaria. Opinión que también comparte Javier Mangado, presidente de la Asociación de
Directores de Institutos.»
383
La Xunta, en octubre de 2.009, para defender el derecho de una alumna a llevar el hiyab en
un colegio de Lugo, empleó los siguientes argumentos: "Mientras que la joven cumpla con el
currículo educativo establecido no hay ningún problema para que la escolar acuda a clase con
el velo islámico", sostuvo de aquellas la Consellería de Educación, gobernada ya por el Partido
Popular.
Con su referencia al cumplimiento del currículo, la Xunta apelaba a su negativa a que
se exima a las niñas musulmanas de la clase de gimnasia. No era el caso de la alumna de Lugo.
La alumna no llegó a ser apercibida. Fueron directamente sus padres los que se opusieron a
que asistiese a clase ante la negativa de la dirección del centro a que llevase el velo en las
aulas. Este acto de protesta privó a la joven de educación durante un mes, hasta que la
Jefatura Territorial de Educación de Lugo decidió intermediar. Su máximo responsable, José
Ramos, se reunió con la directora del centro educativo y se resolvió que la alumna podría
acudir con el velo en el aula. "Debe prevalecer siempre el derecho a la educación", defendían

Página | 196
Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

alumna suscitaba el pasado curso el problema de su prohibición por parte


de un centro de Arteixo384 al que asistía la misma. El conflicto vino dado
porque el Reglamento interno del colegio, que no fue aprobado hasta el
mediados del mes de diciembre, con el curso ya empezado, prohíbe llevar
en el aula prendas que cubran la cabeza, por lo que, ante la insistencia de
la alumna, fue sancionada.

La Consellería de Educación ha defendido la actuación del Centro


Educativo basándose, fundamentalmente, en dos argumentos, cuales son
el de la igualdad de sexos y el de ajuste a la legalidad por parte del
Reglamento del Centro. «En el escrito que ha remitido al Consello Escolar,
la Xunta sostiene que los docentes deben impedir ciertas actitudes
machistas, aunque evita asociar explícitamente el uso del hiyab con esas
actitudes misóginas a erradicar. El Gobierno gallego apela en concreto al
art. 10 de la ley de igualdad, que establece que "no se admitirán en el
centro docente las desigualdades entre alumnos y alumnas sustentadas en
creencias, prejuicios, tradiciones o prácticas consuetudinarias trasmisoras,
directa o indirectamente, de una distribución estereotipada de papeles
entre sexos o de una imagen de dominación de un sexo sobre otro en
cualquier ámbito de la vida".
»El segundo punto del artículo al que apela Educación dice
textualmente "que los docentes no permitirán ninguna forma de
machismo y de misoginia que pudiese existir en el seno de la comunidad
escolar" y concluye advirtiendo "que los reglamentos escolares deberán
explicitarse las medidas de corrección o sanción de comportamientos
sexistas".

»A continuación, la Consellería de Educación hace referencia a un


caso concreto para sustentar el que fue su primer argumento, ese en el
que equiparaba el velo con una gorra. En concreto, la Xunta menciona la
resolución del Tribunal Europeo de Dereitos Humanos en el conocido

en aquella ocasión. Todo cuanto antecede, según información de ANTARES PÉREZ


(wwwLaopinioncoruna.es, 26 de febrero de 2.011).
384
En castellano: Arteijo, en la provincia de la Coruña.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

como caso Köse, en el que los magistrados se pronunciaron a favor de


aplicar la norma de la cabeza descubierta sin hacer excepciones por
razones religiosas.

»Estos dos argumentos completan ahora el ya manido de la


autonomía de cada centro escolar para redactar su reglamento. "La norma
que se auto otorga el centro es correcta desde el punto de vista jurídico,
tanto por la competencia del órgano que procedió a su aprobación, como
por la sujeción a las normas procedimentales", concluyen desde la
Xunta».385

Esta última actuación de la Xunta gallega, si bien puede que entre


en contradicción con el supuesto similar que tuvo lugar con anterioridad
en Lugo, sin embargo estaría en coherencia con la posterior Ley aprobada
por el Parlamento Regional, en concreto la Ley 4/2.011, de 30 de junio, de
convivencia y participación de la comunidad educativa386, cuyo art. 10.4
hemos de recordar que dispone: “Asimismo, las normas de convivencia
podrán contemplar previsiones sobre la vestimenta o la manera de
presentarse del alumnado, orientadas a garantizar que la misma no atente
contra su dignidad, no suponga una discriminación por razón de sexo o un
riesgo para su salud e integridad personal y la de los demás miembros de
la comunidad educativa o no impida o dificulte la normal participación del
alumnado en las actividades docentes”.

El asunto parece que pende ante los Tribunales, habiéndose llegado


al extremo de acudir a la vía penal, puesto que el Juzgado de Instrucción
núm. 1 de A Coruña ha admitido a trámite la denuncia contra el director

385
Según información de ANTARES PÉREZ (www.Laopinioncoruna.es, 26 de febrero de 2.011) y
de la Editorial de La Opinión de La Coruña.es, de 6 de marzo de 2.011
(www.laopinioncoruna.es). Las diferentes posturas adoptadas por la Xunta en casos similares
han suscitado una oleada de críticas de UGT y el PSdG. Sus portavoces hablan de
"desgobierno", de "decisiones arbitrarias" y acusan al Gobierno gallego de inhibirse en el
conflicto de Arteixo por "intereses políticos". Los socialistas reclamaron en varias ocasiones al
Gobierno gallego que establezca unas normas generales de indumentaria en los centros para
evitar este tipo de contradicciones.
386
BOE, núm. 182, de 30 de julio de 2.011.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

del colegio de Arteixo, interpuesta por los padres de la alumna por,


supuestamente, discriminar y vejar a su hija y vulnerar sus sentimientos
religiosos.387

Por lo que respecta al aspecto más institucional, el Decreto


19/2.010, de 11 de febrero, aprueba el reglamento de símbolos de las
entidades locales de Galicia388, en el que se señala que “Las entidades
locales de la Comunidad Autónoma de Galicia divulgan y perpetúan los
hechos o motivos mas representativos de su historia local a través de sus
escudos, banderas y otros símbolos que constituyen un importante signo
de identificación colectiva y contribuyen la integración de su población. Se
hace conveniente que la intervención autonómica sea la mínima para
asegurar un mayor pluralismo y participación ciudadana en las decisiones
locales relativas a su simbología”.389

4. CASTILLA Y LEÓN

387
Vid. ANTARES PÉREZ, en laopinióncoruña.es, del 31 de diciembre de 2.011.
388
Diario Oficial de Galicia, de 25 de febrero de 2.010.
389
En su regulación de los ‘símbolos de las entidades locales’, se contiene la siguiente:
Art. 2º (Símbolos): 1. A los efectos de este decreto se entienden por símbolos de las
entidades locales, el escudo y la bandera. 2. De acuerdo con el art. 258 de la Ley 5/1.997, de
administración local de Galicia los municipios y demás entidades locales de Galicia podrán
adoptar escudos heráldicos y banderas propios y privativos, modificar los ya existentes o
rehabilitar los que históricamente hubiesen empleado. Se basarán en hechos históricos o
geográficos característicos y peculiares de su territorio, conforme a las normativas de
heráldica.
Art. 3º (Símbolos prohibidos): 1. Ninguna entidad local de Galicia podrá utilizar escudo
heráldico o bandera que no fueran aprobados por el Consejo de la Xunta de Galicia, sin
perjuicio de aquellos que fueron aprobados por la Administración del Estado con anterioridad
a la transferencia de competencias en esta materia a favor de la Comunidad Autónoma de
Galicia, según establece el art. 259 de la Ley 5/1.997, de administración local de Galicia. 2.
Quedan prohibidos aquellos símbolos que incorporen en su diseño siglas, anagramas o
logotipos de partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales y demás asociaciones
y entidades privadas, así como aquellos otros que impliquen vulneración de los principios
constitucionales o lesionen derechos fundamentales. 3. Igualmente se prohíben los símbolos
que fomenten o inciten la violencia en cualquiera de sus manifestaciones y aquellos que
transmiten mensajes discriminatorios o degradantes de la imagen de la mujer. 4. Las entidades
locales no podrán adoptar símbolos que sean idénticos o induzcan a error o confusión con
otros válidamente adoptados.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Esta Comunidad cuenta con el dudoso “honor” de ser la única en la


que se ha llegado a adoptar una decisión judicial que ha ordenado la
retirada del crucifijo. Pero el iter hasta llegar a ese punto fue muy largo.

Con anterioridad, y ante una queja presentada al Procurador del


Común, éste dictó una Resolución, de 14 de junio de 2.002, dirigida a la
Administración Educativa Autonómica, en la que se concluía: «Que
conforme a los argumentos expuestos a lo largo de la presente
Resolución, y con el fin de garantizar el principio de aconfesionalidad del
Estado y la protección de las minorías en el ejercicio del derecho
fundamental a la libertad religiosa reconocido en el art. 16 de la CE de
1.978, y desarrollado por la L.O. 7/1.980, de 5 de julio, de Libertad
Religiosa, se adopten por esa Consejería de Educación y Cultura cuantas
actuaciones sean precisas, con el fin de retirar los símbolos religiosos
existentes en las aulas de los Centros públicos docentes, siempre que
medie una solicitud en tal sentido».390

Por parte de la Consejería de Educación y Cultura de Castilla y León


se contestó a esta Resolución, señalando que solamente podría existir
alguna dificultad, en lo relativo a la presencia de símbolos religiosos, en
aquellos centros cuya puesta en funcionamiento hubiera tenido lugar con
anterioridad a la entrada en vigor de nuestra Constitución. Entendiendo
que, por lo que respecta a la situación actual, es en el marco de

390
Fuente: www.europalaica.com/noticias/n051031_srv.html (VISITA 18/12/2.011).
Se trata de una extensa Resolución, en la que el Procurador del Común alcanza las
siguientes consecuencias: «la presencia de símbolos religiosos en los Centros docentes
públicos no implica necesariamente una vulneración del principio de aconfesionalidad del
Estado, y la existencia de símbolos religiosos en los citados Centros docentes no vulnera el
derecho a la libertad religiosa de las personas con distinta confesión, o que carezcan de
creencia alguna, en la medida en que los mismos se encuentren destinados al culto o a la
enseñanza religiosa, o se coloquen en lugares que individualicen a su portador.
»La existencia de símbolos religiosos en aulas donde se imparte enseñanza de
asistencia obligatoria puede vulnerar el aspecto o ámbito negativo del derecho fundamental a
la libertad religiosa de las personas. Teniendo en cuenta que el derecho a la libertad religiosa
de las personas debe ser objeto de protección fundamentalmente en las minorías, esta
Procuraduría considera que se deberían retirar los símbolos religiosos existentes en los
espacios destinados a actividad docente, cuando así lo solicitase alguna persona de las que se
consideren afectadas».

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

autonomía organizativa de los centros docentes donde debe plantearse en


sus justos límites la situación controvertida de que se trata, por los
siguientes motivos: 1) Porque dictar una norma de carácter general
suscitaría, probablemente, tensiones en el seno de algunas comunidades
educativas, generando conflictos donde ahora no existen. 2) Porque
afecta solamente a unos determinados centros docentes. 3) Porque se
enmarca dentro de la convivencia general del centro. 4) Porque los
problemas puntuales y concretos deben solucionarse dentro de los
centros afectados. Por todo ello, la Consejería estima que las decisiones
que puedan tomarse respecto a la retirada de símbolos religiosos «han de
ser alcanzadas a través del Consejo Escolar, ya que es este el órgano de
participación en el control y gestión del centro de los distintos sectores
que constituyen la comunidad educativa».391

Esta postura de la Administración castellano-leonesa –que era


coincidente con cuanto se había venido manifestando al respecto desde
instancias del Gobierno central– se ha sostenido hasta el final en el asunto
relativo a la petición de retirada de signos religiosos en el colegio público
vallisoletano Macías Picavea; primero, a nivel gubernativo y, después,
durante los dos procesos judiciales desenvueltos al respecto.

En concreto, la Dirección Territorial de Valladolid de la Dirección


Provincial de Educación entendió que no era competente para ordenar la
retirada de símbolos religiosos en las aulas de los Colegios Públicos, al
considerar que tal tipo de decisión correspondía adoptarla, en su caso, al
Consejo Escolar de cada Colegio. En efecto, mediante resolución de dicha
Dirección Provincial de Educación, de 14 de diciembre de 2.005, por la que
se contesta al escrito de 12 de diciembre de 2.005, presentado ante dicha
Administración por la Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid,
instante de la retirada de los crucifijos, se contesta: «Esta Dirección
Provincial de Educación, como órgano dependiente de la Consejería de
Educación, carece de competencias para imponer cualquier criterio que
vulnere las competencias que la normativa reconoce a los Centros

391
Fuente: www.europalaica.com/noticias/n051031_srv.html (VISITA 18/12/2.011).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Educativos y a sus órganos de participación. En definitiva, es en el marco


de la autonomía pedagógica y organizativa de los Centros donde debe
decidirse la situación que nos ocupa, siempre que la petición la realice
algún miembro de la Comunidad Educativa. El Consejo Escolar es el
órgano de participación en el control y gestión del Centro de los distintos
sectores que constituyen la Comunidad educativa y como órgano
colegiado está obligado a que los acuerdos se adopten por la mayoría de
sus componentes».392

Contra dicha Decisión, la Asociación interpuso recurso de alzada y,


transcurrido el plazo sin que fuera resuelto expresamente el recurso,
aquélla acudió a los Tribunales. Fuera de plazo, la alzada fue decidida de
manera expresa por Resolución de 17 de mayo de 2.006, de la Delegación
territorial de la Junta de Castilla y León. En la misma se mantiene la
desestimación de la petición actora, en el sentido de que no se accede a lo
solicitado porque la competencia es del Consejo Escolar y no de la
Dirección Provincial de Educación.

El anterior relato fáctico –como afirma el Juzgado conocedor del


litigio– tiene por finalidad poner de manifiesto que, en vía administrativa,
el Ejecutivo castellano-leonés se ha limitado a negar su competencia para
contestar a la reclamación actora, afirmando la del Consejo Escolar, no
pronunciándose sobre ella.393

En una segunda ocasión, en la que sí se llegó al fondo del asunto en


la vía judicial, constituyéndose en la primera sentencia que en España
ordena la retirada de símbolos religiosos estáticos, la Administración
autonómica –respaldando la negativa del Consejo Escolar del Macías
Picavea a remover tales símbolos– establecía en la propuesta de
resolución del recurso de alzada interpuesto que «en cuanto a las
motivaciones que se tuvieron en cuenta por los miembros del Consejo

392
Así resulta del F.J. 2º de la Sentencia núm. 63/2.007, de 27 de febrero de 2.007, del Juzgado
de lo Contencioso núm. 1 de Valladolid; Pte.: Sra. Lucas Lucas (JUR\2.007\80.046).
393
Cfr. el F.J. 2º de la recién nombrada, en la nota anterior, Sentencia 63/2.007, de 27 de
febrero, del Juzgado de lo Contencioso núm. 1 de Valladolid.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Escolar, se encuentra el que los símbolos religiosos no interfieren en la


labor docente. Además, no se pretende colocar símbolos religiosos donde
no los había, sino mantener los ya existentes durante muchísimos años y,
en cualquier caso, durante los treinta últimos de vigencia de la
Constitución394, que tiene muy en cuenta la realidad social en la que se
enmarca al hacer mención expresa a la Iglesia Católica, en contraposición
con el resto de las confesiones, minoritarias. Finalmente, es indudable que
el crucifijo tiene una connotación religiosa pero también lo es que forma
parte del acervo cultural y social de nuestro país, citando, a continuación,
una serie de manifestaciones de la cultura popular directamente
relacionadas con la Iglesia Católica, incluso sufragadas con presupuestos
municipales, así como supuestos en los que luce como escudo una cruz
(bandera asturiana) o el apellido o la denominación de un centro tienen
que ver con la Iglesia Católica, términos en los que también viene a
evacuarse el trámite de contestación a la demanda por el Letrado de la
Junta de Castilla y León».395

En el ámbito judicial, el Letrado de la Administración Regional


demandada realiza una encendida defensa de su representada, tanto
respecto de los argumentos de fondo, como de los óbices procesales
atinentes al caso.

En el primer asunto judicial, el Letrado niega que concurra en el


caso tanto legitimación activa de la Asociación actora, al entender que la
misma ha de limitarse a la comunidad educativa del Colegio Público
"Macías Picavea"; como legitimación pasiva "ad causam" de la
Administración autonómica demandada, al no ser en concreto
competente la Junta de Castilla y León para la decisión del mantenimiento
o retirada de los signos religiosos en aquel centro docente sino que lo es el

394
En el escrito de contestación a la demanda, señala el Letrado de la Administración que los
crucifijos se encuentran en el centro desde su inauguración, a finales de 1.930, vinculados de
forma permanente, por voluntad de su titular, al propio edificio, ajeno éste a todas las
vicisitudes históricas y a los diversos ordenamientos jurídicos.
395
Vid. Sentencia 28/2.008, de 14 de noviembre de 2.008, del Juzgado de lo Contencioso núm.
2 de Valladolid; Pte.: Sr. Valentín Sastre (RJCA\2.008\695).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Consejo Escolar. A este respecto, llega incluso a sostener que «los


crucifijos deben ser considerados como bienes inmuebles por destino o
"pertenencias" en los términos recogidos en el art. 334.4º del Código Civil,
y por consiguiente, atendiendo a la competencia municipal de
mantenimiento y conservación de los edificios destinados a albergar los
colegios públicos (disposición adicional 15ª de la LOE 2/2.006, de 3 de
mayo y disposición adicional 17ª de la LOGSE), nuevamente
correspondería la competencia al consejo escolar dado que aquí tiene su
representación el municipio titular del colegio. Finalmente, sobre el fondo
del asunto –en el que no entró la sentencia resolutoria del caso–
planteaba el Defensor Autonómico la falta de afectación de cualquier
derecho fundamental o libertad pública por la permanencia de símbolos
religiosos secularizados.396

En la segunda ocasión en que el asunto llegó a los Tribunales, el


Letrado de la Junta de Castilla y León cuestionó la sentencia apelada con
una serie de argumentos, que transcribimos de la sentencia que resuelve
la apelación, sin que profundicemos más en estas cuestiones, puesto que
requieren saber de la respuesta judicial, la cual sólo en parte fue favorable
a las pretensiones de la Administración; sin embargo, a nuestro juicio
tenían buena parte de razón. Sus razonamientos eran los siguientes:
«1) Que el acuerdo impugnado en absoluto lesiona derechos
fundamentales de la asociación demandante, extremo no razonado por la
sentencia apelada. Así entiende que no queda en absoluto acreditado
como los derechos concretos de la asociación recurrente se ven
vulnerados por el acuerdo combatido, diferenciándolos de los menores
que cursan estudios en ese centro. Cree que falta conexión entre los
derechos de estos últimos y la asociación Cultural "Escuela Laica" de
Valladolid. En puridad plantea una falta de legitimación activa de esta
asociación.

396
Vid. F. de D. 1º de la Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre de 2.007, del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid (Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro (RJCA\2.008\109).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

»2) Que la sentencia apelada no ha explicitado las razones en virtud


de las cuales se ha visto afectado el derecho a la igualdad previsto en el
art. 14 de la Constitución Española. Así pone de manifiesto la falta de
consignación de un parámetro que permita realizar el juicio de igualdad ni
menos aún por qué el acuerdo impugnado supone y provoca una
discriminación para la asociación demandante. Entiende pues que hay una
falta de motivación absoluta.
»3) Rechaza que las personas jurídicas pueden ser titulares del
derecho fundamental reconocido en el artículo 16.1 de la Constitución
Española y que por ello no hay afectación alguna. Seguidamente analiza
los fines de la asociación Cultural "Escuela Laica" de Valladolid para poner
de manifiesto que el acuerdo impugnado no afecta ni tiene relación
alguna con los fines asociativos explicitados. Alegato de forma que enlaza
con el expuesto en el apartado 1.
»4) Que los propios derechos de los menores limitan la posibilidad
de hacer proselitismo de los padres para con ellos, no constando entonces
que los menores hayan manifestado su rechazo para con el acuerdo
impugnado del consejo escolar del CEIP "Macías Picavea".
»5) Que ha tenido presentes los razonamientos y doctrina fijados
por nuestra STSJ Cast-León (Vall) Sala de lo Contencioso- Administrativo,
sec. 3ª, S 20-9-2.007, nº 1.617/2.007, rec. 180/2.007. Que de conformidad
con esta STSJ, el Consejo Escolar es el órgano competente para decidir la
retirada o permanencia de esos símbolos religiosos, recordando la línea
argumental central de la STC 130/1.991.
»6) Que la permanencia de símbolos religiosos en el citado centro
no vulnera ningún derecho fundamental. Así reproduce determinados
pasajes de la sentencia que apela (cuando reconoce la inexistencia de
proselitismo y la no afección de la enseñanza de la religión católica),
recuerda la STC 141/2.000 y la fijación de los límites de la libertad de
creencias que en ella se contiene. Advierte las sutiles diferencias que se
producen ante un supuesto de un estado aconfesional y un estado laico.
Así, en el modelo español recuerda que la aconfesionalidad del Estado no
significa que los poderes públicos tengan que desconocer el hecho
religioso sino todo lo contrario, tenerlo en cuenta tal y como ordena la

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Constitución Española (art. 16.3). Indica la marcada secularización de los


símbolos tradicionales de la religión católica acontecida en España en los
últimos tiempos, fenómeno que impide una clara delimitación entre lo
cultural, popular, histórico o artístico y lo religioso. Seguidamente
recuerda diversas situaciones o manifestaciones de la persistencia de
símbolos religiosos secularizados. Dice que el Estado no puede mantener
una especie de "neutralidad aséptica" pues la propia tradición cultural
española lo impide. Así la pervivencia de símbolos religiosos en la vida
pública española, múltiples, no puede entenderse como una
manifestación de adhesión o proximidad del Estado con la Religión
Católica.
»En otro orden de cosas recuerda el silencio normativo que existe
sobre la materia.
»Por todo ello, concluye que la decisión del Consejo Escolar, tomada
en el ejercicio de sus competencias, no puede entenderse que vulnere la
libertad de creencias, considerando además que tal decisión no fue
adoptada "ex novo" sino que supuso el mantenimiento de un "statu quo"
previo. Recuerda también que el citado acuerdo ha sido tomado teniendo
en consideración el contexto cultural y social del Centro. Como argumento
de derecho comparado, la Comunidad Autónoma recuerda la situación
acontecida en Italia y los pronunciamientos de su Tribunal Supremo y su
Consejo de Estado».397

5. CASTILLA-LA MANCHA

En esta Comunidad Autónoma no parece haberse producido una


especial problemática, siendo escasos los supuestos que han acaecido al
respecto. Tan solo tuvo algún relieve el caso de la alumna que, en el año
2.010, quería vestir su fular musulmán en un colegio público de Toledo y,
ante las dificultades impuestas por el centro, intervino la Consejería de

397
F. de D. 1º de la Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 diciembre de 2.009, del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid (Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro (JUR\2010\4104).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Educación imponiendo la permisión de la asistencia a clase con tal tipo de


prenda, en virtud de la superioridad del derecho a la escolarización.398
Por otro lado, la cuestión respecto de la simbología estática –aparte
de los pocos casos conflictivos que se han suscitado, tal y como ya hemos
dicho399– parece que para el Gobierno Regional, hasta fechas recientes en
que, como es conocido se ha producido el cambio, merece una solución
bastante pragmática: Si no se ha regulado sobre la materia, aparte de que,
según manifestaciones de la propia representante del Gobierno Regional,
se pueda considerar que la competencia es estatal, se ha señalado que no
se trata de dejación, como algunos le han reprochado, sino que la cuestión
está muy bien estudiada, en el siguiente sentido: a) Allí donde no haya
problema, no hay por qué crearlo; por lo que las cosas deben dejarse tal y
como están. b) Si alguien pide la retirada de símbolos religiosos estáticos,
el consejo escolar del centro debe proceder a su remoción. Llama la
atención que para llegar a esta conclusión, la consejera de Educación no

398
Así, por lo menos, se manifestaba la consejera de Educación, Ciencia y Cultura de Castilla-La
Mancha, Dª. María Angeles García, en una entrevista concedida a la Agencia Europa Press (vid.
ABC.es, de 12 de julio de 2.010), defendiendo el uso del velo islámico en las escuelas, ya que
debe prevalecer «el derecho fundamental y básico a la educación» de las alumnas, y «luego
ellas, cuando están bien formadas, ya se lo quitarán, o a lo mejor no». De este modo se ha
pronunciado la responsable regional de Educación sobre la polémica generada en las sociedad
española en torno al uso del velo en los espacios públicos, una cuestión que ha tildado de
«demagógica» pues, a su juicio, en lo concerniente al ámbito de la educación «cuanto menos
bla-bla-bla, mejor».
La consejera ha asegurado que en Castilla-La Mancha este problema no existe, pues
tan solo se ha dado en un centro educativo de Toledo, «que se solucionó inmediatamente,
porque di una instrucción muy clara, y es que lo primero es el derecho básico y fundamental a
la educación. Si el velo en algún momento es un estorbo para hacer algo, vale, pero si no, no».
«A mí lo que me importa es que esa niña esté bien formada y no le quitemos un derecho
básico y fundamental», como es el de la educación, ha reiterado García, quien critica que se
haya montado este «revuelo político», pues «no es necesario darle tanta importancia», ha
sentenciado.
399
Durante el curso académico 2.005/06, el entonces consejero de Educación y Ciencia, José
Valverde, afirmó “que en los colegios públicos de Castilla-La Mancha donde no haya un deseo
expreso no deben retirarse los símbolos religiosos católicos. Valverde respondió así al ser
preguntado sobre si se deberían retirar los símbolos religiosos de todos los centros educativos
públicos de la región, como se ha ordenado hacer en el colegio público San Lucas y María de
Toledo ante las quejas de los padres de los alumnos (Fuente: webislam, 25 de abril de 2.006.
También aciprensa.com, 27 abril de 2.006). El consejero señaló que «lo básico» es respetar en
cada caso lo que dice la Constitución. «Nosotros partimos del respeto de todas las ideas y
manifestaciones sean del tipo que sean, siempre y cuando estén dentro de ese marco
constitucional», añadió.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

mencione norma jurídica alguna, limitándose a señalar que, “en su


opinión” los símbolos religiosos no deben estar, aunque parece que más
que a la letra atiende al espíritu de la Ley Regional de Educación que,
siempre según la consejera, se asienta sobre el principio de la laicidad,
aunque no se explicite en la preceptiva legal.400

6. ARAGÓN

Durante la última década, cada cierto tiempo se han ido


produciendo movimientos de sectores sociales y políticos en pro de una
particular manera de entender la laicidad, proponiéndose desde las Cortes
al Ejecutivo aragonés la adopción de medidas a favor de la misma.

En este sentido, ya en el año 2.000, la Consejera de Educación y


Ciencia de la Diputación General de esta Comunidad Autónoma contestó
al Justicia de Aragón en el siguiente sentido: «Por lo que se refiere a la
existencia y exposición de motivos religiosos en las aulas e instalaciones
de los centros públicos, la legislación vigente al efecto no es dudosa. Se
regula con claridad los materiales que pueden presidir las aulas e
instalaciones, y éstos no deben tener sentido confesional. Desde este
Departamento se emitirán las instrucciones a la Inspección educativa para
que vele por la salvaguarda de esta normativa, siempre con la discreción

400
ABC.es, de 12 de julio de 2.010, que cita como fuente a la Agencia Europa Press (también
Larazon.es): «Al hilo del tema de la simbología religiosa, la consejera ha manifestado que la
nueva Ley de Educación regional no reconoce a la educación castellano-manchega como
«laica», tal y como pidieron algunos colectivos durante la elaboración del nuevo texto, “pero sí
incorpora el contenido de la palabra” pues contempla, según García, que “no se puede hacer
ningún tipo de proselitismo en favor de alguna religión, ni indoctrinar”.
“Por tanto, la escuela de Castilla-La Mancha será una escuela absolutamente laica,
aunque no hayamos utilizado esa palabra, por buscar un consenso” con el conjunto de
diversidades que presenta la comunidad educativa autonómica, apuntó la consejera de
Educación. La representante del Gobierno regional ha abogado por integrar la multitud de
culturas que llenan las aulas de la región, pues “ése es el mejor trabajo social que podemos
hacer de cara al futuro”, y porque todos los inmigrantes que llegan a Castilla-La Mancha en
busca de oportunidades “tienen derecho a mejorar sus condiciones de vida”.»

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

debida y desde el máximo respeto a las convicciones de católicos y no


católicos».401

Posteriormente, en el mes de abril del año 2.005, se vuelve a


reproducir esta situación merced a una Proposición no de Ley presentada
por Izquierda Unida a finales de diciembre de 2.004402. Tras el pertinente
debate y mediante transacción parlamentaria con el PSOE, la Comisión de
Educación y Cultura, en sesión celebrada el día 13 de abril de 2.005,
acordó lo siguiente: «Las Cortes de Aragón instan al Gobierno de Aragón
para que, a través del Departamento competente, se dé orden expresa a
la Inspección educativa al objeto de velar por el cumplimiento de la
normativa que determina la aconfesionalidad de los motivos y símbolos
que pueden presidir las aulas e instalaciones de los centros educativos
públicos de la Comunidad Autónoma y que, en los centros concertados, se

401
Según resulta de la respuesta dada al quejoso ‘Colectivo Escuela Laica’ por el mencionado
Comisionado en 5 de octubre de 2.000. Fuente:
www.europalaica.com/noticias/n051031_srv.html (visitada el 18 de diciembre de 2.011). En
este sentido, las palabras de la Sra. Mihi Tenedor, en nombre del Grupo socialista en las Cortes
de Aragón: “En octubre del año 2.000, a la queja planteada ante el Justicia de Aragón por parte
del Colectivo Escuela Laica, la consejera ya contestaba entonces que la legislación no es
dudosa al respecto. Los materiales que pueden presidir las aulas públicas no deben tener
sentido confesional. Y los inspectores velarán por que esto se cumpla”. Vid. Diario de Sesiones
de las Cortes de Aragón. Comisiones: Serie A., núm. 97 - 13 de abril de 2.005, pág. 2.171.
402
Proposición no de Ley núm. 2/2.005, sobre la exposición de motivos y símbolos en las aulas
e instalaciones de los centros educativos de la comunidad autónoma sostenidos con fondos
públicos, para su tramitación ante la Comisión de Educación y Cultura. Boletín Oficial de las
Cortes de Aragón, núm. 105, de 19 de enero de 2.005, pág. 4.640. Los Antecedentes y términos
de la Proposición eran del siguiente tenor literal: “ANTECEDENTES
La Legislación vigente no es dudosa respecto a la existencia y exposición de motivos
confesionales en las aulas e instalaciones de los centros educativos de la Comunidad
Autónoma sostenidos con fondos públicos, ya que regula con claridad meridiana los símbolos
que pueden y deben presidir dichas aulas e instalaciones para que éstos sean acordes con la
aconfesionalidad que constitucionalmente caracteriza al Estado.
Por todo ello, se formula la siguiente proposición no de ley:
Las Cortes de Aragón instan al Gobierno de Aragón para que, a través del
Departamento competente, se dé orden expresa a la Inspección educativa al objeto de velar
por el cumplimiento de la normativa que determina la aconfesionalidad de los motivos y
símbolos que pueden presidir las aulas e instalaciones de los centros educativos de la
Comunidad Autónoma sostenidos con fondos públicos”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

cumpla la normativa vigente en el marco del respeto al ideario de cada


centro».403

Sumamente interesante resulta el debate parlamentario sostenido


al respecto, pues mientras que el proponente, Sr. Barrena, pretendía la
actuación de oficio por parte de la inspección educativa, como exigencia
derivada directamente de la aconfesionalidad, en pro de la retirada de la
simbología religiosa en todos los colegios sostenidos con fondos públicos:
“vemos cómo surgen conflictos, lamentablemente todavía en muchos
lugares, por la persistencia de esos símbolos en los lugares donde se
imparte la educación. De ahí que lo que pidamos en nuestra proposición
no de ley es que el Gobierno de Aragón, a través del departamento
competente, que entendemos que es el de Educación, Cultura y Deporte,
dé orden expresa a la inspección educativa al objeto de velar por el
cumplimiento de la normativa. Y lo haga en su función inspectora, para
hacer valer la normativa vigente, y no actuando única y exclusivamente
cuando hay por medio una reclamación, una demanda, y a veces una
denuncia de algún miembro de la comunidad escolar, ya sea padre,
madre, o ya sea alumno o alumna, que ve violentada su situación con
esto”.
En cambio, desde las filas del Grupo popular en este Parlamento, la
Sra. Grande, sostenía que debía ser el consejo escolar el que resolviera el
conflicto, “como representante de todos los estamentos que tienen que
ver, o de todos los ámbitos implicados en el proceso educativo, el que...
nosotros propiciamos, primero, que se cumpla la legislación o la legalidad
vigente. Desde luego, no nos oponemos a eso. Segundo: si hay algún caso
—porque me consta, me consta; que, hombre, habrá pocos colegios, pero,
bueno, lo respeto—... Donde haya algún símbolo de estos que sea causa
de problema que sea el consejo escolar el que decida. Y, a partir de allí,
que se sigan los trámites reglamentarios”.

403
Aprobación por la Comisión de Educación y Cultura de la Proposición no de Ley núm.
2/2.005, sobre la exposición de motivos y símbolos en las aulas e instalaciones de los centros
educativos de la comunidad autónoma sostenidos con fondos públicos. Boletín Oficial de las
Cortes de Aragón, núm. 125, de 19 de abril de 2.005, pág. 5.461.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Finalmente, el Grupo socialista –en el Gobierno Regional a la sazón–


propuso una transacción que, aceptada por Izquierda Unida, fue la que
salió aprobada.404

En definitiva, podríamos decir que mientras que para algunos la


legalidad vigente, partiendo por supuesto de la Constitución, impone la
retirada del símbolo religioso, incluso –en el extremo– sin necesidad de
petición al respecto; sin embargo, para otros esa misma legislación deja en
poder del consejo escolar la capacidad de decisión al respecto.

Tal y como se reconoció desde las filas del propio Gobierno


Regional, la propuesta podía entenderse de obligado cumplimiento, pero
tan sólo en términos políticos –que no jurídicos–405 y, en principio, el
Ejecutivo autonómico debía tratar de ajustarse a ella. De hecho, en
declaraciones a Europa Press, la consejera de Educación, Eva Almunia,
calificó de “necesaria” esta medida porque “la escuela tiene que ser un
lugar donde todos nos encontremos bien y donde no haya discriminación
por raza o creencias”. Pero para obtener este respaldo, el diputado Adolfo
Barrena, tuvo que “rebajar” su petición inicial: “Mi propuesta pasaba por
la retirada de los símbolos religiosos de todos los colegios sostenidos con
fondos públicos, lo que incluía a los concertados”.406

Finalmente, durante el año 2.010 se vuelven a debatir dos


proposiciones no de ley, una a instancias de la Chunta Aragonesista y la
otra de Izquierda Unida de Aragón, ambas en aras de las que por los
proponentes se vienen a denominar en pro de la profundización en la

404
Vid. para el ‘Debate y votación de la proposición no de ley núm. 2/2.005, sobre la
exposición de motivos y símbolos en las aulas e instalaciones de los centros educativos de la
comunidad autónoma sostenidos con fondos públicos’, el Diario de Sesiones de las Cortes de
Aragón. Comisión de Educación y Cultura. Comisiones. Serie A: Comparecencias. núm. 97 —
Año 2.005 — Legislatura VI, Sesión núm. 22. Celebrada el 13 de abril de 2.005, págs. 2.170-
2.175.
405
Cfr. VV.AA. (F. Balaguer Callejón, coord.), Manual de Derecho Constitucional, vol. II, 6ª edic.,
Tecnos, Madrid, 2.011, pág. 550 y sig.
406
Tal y como explicó a Heraldo.es, según publicación obrante en su web.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

laicidad estatal. La primera de ellas tenía por objeto “que el Gobierno de


Aragón, al menos, desarrolle cuatro actuaciones.
La 1ª: en relación con los actos públicos de toma de posesión de
cargos institucional del Gobierno de Aragón o de la Administración de la
comunidad autónoma, promueva que en ellos no figuren objetos,
símbolos o fórmulas pertenecientes a ninguna confesión religiosa.
2º aspecto: que, progresivamente, adapte los espacios y locales de
titularidad de la comunidad autónoma a las características y a los
principios propios de la aconfesionalidad.
En tercer lugar, que promueva que aquellas celebraciones y
ceremonias públicas en las que participen los miembros del Gobierno en
su condición de cargos públicos del Gobierno, no en su condición de
personas, que podrán hacer lo que gusten, sean aconfesionales.
Y finalmente, planteamos, como en otras iniciativa que en estas
Cortes se han aprobado, que el Gobierno traslade a las instituciones
públicas aragonesas (ayuntamientos de Aragón, diputaciones provinciales,
comarcas...) la opinión del Parlamento de Aragón, respetuosa desde
luego, con la autonomía local, pero que traslade su opinión favorable a
desarrollar las acciones pertinentes tendentes a conseguir que tanto en
los actos públicos como en las dependencias institucionales se avance, se
vaya avanzando en la adaptación de los mismos a los principios y
características, como he dicho, propios de la aconfesionalidad”.

Tras el pertinente debate parlamentario, en el que se volvieron a


reproducir los argumentos según la gama del espectro político, obtuvieron
la aprobación de las Cortes Aragonesas las actuaciones 2ª y 4ª, siendo
rechazadas la 1ª y la 3ª. Si acaso merece ser objeto de atención es que,
ante la cita de la Sentencia Lautsi I, única existente al tiempo que se relata,
desde la filas del Grupo Parlamentario Popular, el Sr. Suárez Oriz señalaba:
“Ya ha sido interpretada esa sentencia por una sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Castilla y León de diciembre del año pasado, que

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

interpreta correctamente, en mi opinión y en la de este grupo, la


sentencia de Estrasburgo”.407

Finalmente, el 1º de marzo de 2.010, se volvía a insistir por los


representantes parlamentarios de Izquierda Unida de Aragón, en esta
cuestión, mediante la Proposición no de Ley núm. 55/10, sobre la retirada
de símbolos religiosos de las Instituciones Públicas de la Comunidad
Autónoma408, en los siguientes términos: “Las Cortes de Aragón instan al
Gobierno de Aragón a: 1. Que se den pasos a favor de la laicidad, como
muestra del respeto a todos las creencias y se trabaje, adoptando las
medidas oportunas, a favor de la neutralidad religiosa de las instituciones
públicas. 2. Retirar los símbolos religiosos que existen en la actualidad en
las Instituciones Públicas aragonesas”.

Tal y como se pidió, la Proposición se tramitó para ante el Pleno de


las Cortes Aragonesas, con el consiguiente debate parlamentario, que se
desarrolló en términos muy parecidos al anterior en el que cada grupo fijó
su posición, resultando en la votación aprobado el punto 1 y rechazado el
punto 2.409

Resultado de cuanto antecede, es que parecen haberse desarrollado


actuaciones por parte del Gobierno Regional aragonés, en el sentido de
desarrollar la toma de posesión de sus consejeros sin la presencia de
símbolos religiosos, así como hacer desaparecer los mismos tanto en el
ámbito educativo como en el sanitario. Así, al menos, se expresaba la
Consejera de Presidencia, Sra. Almunia Badía: “Con carácter general, en
educación, en servicios sociales y en sanidad, los espacios públicos están
exentos de símbolos religiosos, y le digo con carácter general, es decir,
puede haber algún caso, un caso concreto, que eso es lo que se está

407
Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón, núm. 64, 6 y 7 de mayo de 2.010, págs. 5.772-
5.779.
408
Boletín Oficial de las Cortes de Aragón, núm. 206, Legislatura VII, 10 de marzo de 2.010, pág.
13.405.
409
Diario de sesiones de las cortes de aragón núm. 65, Fascículo 1.º, Año 2.010, Legislatura VII,
Sesión plenaria núm. 67, celebrada el 20 y el 21 de mayo de 2.010.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

trabajando y se está mirando. Se ha hecho con absoluta normalidad y sin


tener ninguna dificultad en ello. Me estoy refiriendo a los centros
educativos, a los hospitales, a las residencias y a los centros de salud […] sí
que me sorprendió cuando, hace dos meses o mes y medio, el consejero
Velasco y yo misma tomamos posesión, y era la primera vez que yo
tomaba posesión en el Gobierno de Aragón, donde solo estaban la
Constitución y el Estatuto de Autonomía. Por lo tanto, ya hay actos y
hechos concretos en los cuales se está aplicando esta proposición”.410

7. EXTREMADURA

La Comunidad extremeña ratificó mediante su Decreto 65/2.003, de


8 de mayo, los Estatutos de la Universidad de Extremadura, en cuyo art. 5
se establece, con una indudable representación de una imagen propia de
la fe católica, que «serán símbolos de identidad de la Universidad de
Extremadura su Escudo, su Bandera, su Sello y los elementos de su
identidad corporativa que en cada momento tenga establecidos. El Escudo
será circular, orlado de plata, con la leyenda, en sable, UNIVERSITAS
EXTREMATURENSIS MCMLXXIII. Estará acuartelado en cruz, y acolado, en
su centro, con un blasón de forma española, de campo blanco sobre el
que destaca la imagen sedente de la Virgen de Guadalupe, con manto azul
y coronada de oro; y el Niño, sobre su regazo, con manto y corona de oro;
los rostros de ambos, en sable…».411

410
Se trata de la respuesta a la Pregunta núm. 1.438, relativa a las actuaciones del Gobierno de
Aragón en pro de la laicidad institucional (Diario de Sesiones de las Cortes de Aragón, núm. 80,
de 16 y 17 de diciembre de 2.010, pág. 7.220): “¿qué actuaciones ha llevado a cabo el
Gobierno de Aragón en el último semestre en pro de la laicidad institucional y con qué
resultados concretos?”
411
BOE, núm. 149, de 23 de junio de 2.003; la cursiva es nuestra. El Decreto, extremeño, de la
Consejería de Economía, Comercio e Innovación 190/2.010, de 1 de octubre, por el que se
modifica el Decreto 65/2.003, de 8 de mayo, por el que se aprueban los Estatutos de la
Universidad de Extremadura (Diario Oficial de Extremadura, núm. 194, de 7 de octubre de
2.010), mantiene intacto el mencionado art. 5.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

En tiempos más cercanos se ha suscitado el problema de retirada de


símbolos religiosos estáticos en el centro escolar. En esta Comunidad se
ha procedido directamente por la Administración a ordenar la retirada de
símbolos religiosos estáticos412, sin decisión previa del consejo escolar, si
bien con una serie de particularidades, que pasamos a referir.
La dirección del Colegio Público Ortega y Gasset, de Almendralejo,
ante la petición, realizada a finales de 2.008, de remoción de crucifijos
llevada a cabo por la madre de dos alumnos del mismo, entendió que por
la importancia de la cuestión, al estar implicados derechos fundamentales,
debía resolver la autoridad superior, estimando que no era competencia
del consejo escolar.413
Ante la inactividad administrativa, el padre de los niños afectados
acudió a la autoridad judicial. En estas circunstancias, se produjeron
noticias contradictorias sobre el particular, pues mientras algunos medios
de comunicación señalaron que la retirada de los símbolos religiosos había
requerido de la intervención de la Justicia, la cual habría dictado una
resolución judicial en este sentido; otros medios indican que la propia
Justicia niega otra ingerencia en la materia que no sea la de un
pronunciamiento ordenando el archivo de las actuaciones414, dado que la
Administración Educativa había adoptado la decisión de ordenar la

412
Anteriormente se había procedido a la remoción de crucifijos directamente por la dirección
del Colegio General Navarro, en Badajoz; que llevó a cabo esa retirada a instancias de la Ampa,
y sin contar con el consejo escolar ni el claustro de profesores. Medida que fue criticada por el
Partido Popular en la Región. Vid. el periódico de Extremadura, de 30 de abril de 2.008.
413
En enero de 2.009, la dirección de la escuela solicitó a la Administración instrucciones sobre
el “procedimiento a seguir”, después de que un mes antes la madre hubiera pedido también
por escrito la retirada de los símbolos religiosos por “considerarlos lesivos de los derechos del
alumnado”.
414
El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha explicado que no ha emitido resolución
alguna ni se ha pronunciado "ni a favor ni en contra" de los crucifijos en el colegio Ortega y
Gasset de Almendralejo. Fuentes del alto tribunal han señalado a Europa Press que "nunca se
ha pronunciado la sala" que llevaba este asunto y que lo que hubo fue "un auto de archivo del
procedimiento". Han apostillado estas fuentes que la retirada de los crucifijos de dos aulas del
citado colegio se llevó a cabo por una decisión de la Junta de Extremadura.
Por su parte, la Junta de Extremadura niega que la Justicia le haya obligado a la
retirada de los símbolos porque, cuando compareció ante el Alto Tribunal, aceptó las
peticiones de los padres.
Vid. el diario Público.es (Vanessa PI, 10 de noviembre de 2.010), que, bajo el titular ‘La
Justicia manda quitar dos cruces de un colegio’, señala en el meollo de la noticia que la Junta
de Extremadura adoptó la Resolución el día anterior a la comparecencia judicial.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

retirada del crucifijo, pero sólo de las aulas en que estudiasen los hijos de
los padres demandantes. Parece ser cierto, no obstante, que dichos
padres habían pedido esa retirada hacía ya dos años, habiendo recibido el
silencio de la Administración, que no actuó –en los términos ya relatados–
hasta que los solicitantes acudieron a la vía judicial.

Entendemos que la versión que tiene más visos de verosimilitud es


la de que las partes litigantes alcanzaron un acuerdo a presencia judicial,
debidamente documentado, en virtud del cual la Administración se avenía
a disponer la retirada de los crucifijos presentes en las aulas de los hijos
afectados; según se desprende de la versión de los hechos por parte del
demandante, Sr. Losada, ante la manifestación del Tribunal Superior de
Justicia de Extremadura, negando que la retirada de los símbolos
religiosos fuese debida al pronunciamiento judicial: "me sorprende este
comunicado porque el acuerdo alcanzado entre la Consejería y nosotros
se produjo en Cáceres delante de los magistrados, y aunque yo no soy un
experto legal, sí hay un acta donde se recoge que el TSJEx dicho acuerdo
[sic] y lo asume y por eso retiro la denuncia, porque si llego a saber esto
ahora continúo el proceso".415

En consecuencia, el 7 de septiembre de 2.010 el delegado provincial


de Educación en Badajoz, D. Enrique Pérez, remitió un escrito al colegio
Ortega y Gasset de Almendralejo, instando al equipo directivo a retirar los
símbolos religiosos. En el mismo se alude al art. 16.3 de la Constitución,
que establece “un principio de neutralidad de los poderes públicos” en
esta materia que, “como declaró el Tribunal Constitucional en las
sentencias 24/1.982 y 340/1.993, veda cualquier tipo de confusión entre
funciones religiosas y estatales”.

«Ante la controversia, el Departamento que dirig[iera] Eva María


Pérez se ha reafirmado en su postura y ha recordado que esto mismo ya
se ha hecho en otros centros, aunque no trascendiera a los medios de

415
Según información de David VIGARIO, fechada el 10 de noviembre de 2.010, en
Actualidadextremadura.com (visita de 15 de diciembre de 2.011).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

comunicación porque en tales casos la medida se adoptó en el seno de los


respectivos consejos escolares. Algunos padres y madres del alumnado,
sin embargo, han tachado de “exagerada” y “patética” la orden, que dicen
que no respeta las convicciones de muchos estudiantes. El presidente
extremeño [a la sazón] ha replicado que no se puede resolver el asunto
“tirándonos el crucifijo a la cabeza”.»416

Los padres demandantes están parcialmente satisfechos: La retirada


de los símbolos religiosos afecta solo a las dos aulas donde asisten a clase
los hijos de esta familia. El padre, Lorenzo Losada, denuncia que en otras
aulas siguen colgados crucifijos, imágenes de la Virgen y carteles del
Domund.417

Las últimas noticias transmitidas sobre este particular referían un


clamor popular solicitando la reposición de los símbolos religiosos: Era la
respuesta a la decisión administrativa de retirar en septiembre dos de los
doce crucifijos que ocupaban las clases del centro por la demanda de un
matrimonio. Una concentración a la que acudieron almendralejenses y
vecinos de otras poblaciones.418

Finalmente, cabría aludir al Decreto 63/2.001, de 2 de mayo, por el


que se dispone la regulación de los símbolos, tratamientos y honores de
las Entidades Locales.419

8. COMUNIDAD DE MADRID

En la Comunidad madrileña se han producido dos actuaciones de


diverso tipo, ambas en el ámbito escolar y con intervención de la
Administración en la materia: una de ellas tendente a la supresión de
elementos religiosos estáticos de naturaleza católica; la otra, relativa a la

416
Información de M. OÑATE y E.G. ROBLES, 12 de diciembre de 2.010 (Web
andaluciaeduca.com).
417
Ibídem.
418
Vid. Elmundo.es, de 19 de noviembre de 2.010.
419
Diario Oficial de Extremadura, núm. 52, de 8 de mayo de 2.001.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

posibilidad de que las alumnas puedan acudir a clase llevando puesto el


hiyab.

El primer caso –ya reseñado anteriormente, dada la intervención


ministerial en la materia– es el relativo al Colegio Público San Benito de
Madrid, negándose su Director, en cuanto Presidente del Consejo escolar
del centro, a admitir discusión sobre la petición, que le fue formulada por
escrito el 12 de mayo de 1.998, por la Asociación de Padres de Alumnos
del Colegio acerca de la retirada de los crucifijos e imágenes religiosas
ubicadas en las aulas y recinto del centro.

El segundo orden de cosas aludido se refiere al porte del hiyab, que


ha tenido varias manifestaciones. La primera de ellas fue protagonizada,
en el mes de febrero de 2.002, por una niña de 13 años, Fátima Elidrisi,
cuyo padre se mostraba firme en mantener que su hija tenía la absoluta
convicción de acudir a clase únicamente si se le permitía hacerlo llevando
puesto el pañuelo musulmán. El colegio concertado católico que se le
había asignado no consintió que la alumna acudiese al mismo con el velo,
por lo que la joven se pasó varios meses sin acudir a clase. Las autoridades
académicas madrileñas, para intentar solucionar el tema, acordaron,
entonces, asignarle la asistencia a un instituto público; pero antes de
producirse la incorporación al mismo y dado el cariz polémico que iban
adoptando los acontecimientos, con diversas manifestaciones públicas de
varios ministros del Gobierno a la sazón y hasta de la directora del nuevo
Centro –la cual se pronunciaba por su negativa a permitir tal signo en su
Instituto, señalando que así lo propondría al consejo escolar–420, la
Consejería de Educación de la Comunidad Madrileña (con competencias,
ya asumidas, a la fecha en que los acontecimientos se contraen, en la
materia) se decidió a zanjar el problema de raíz, ab initio, ordenando la
escolarización de la niña sin discusión alguna respecto a la posibilidad,
efectiva, de portar la prenda de vestir, al considerar superior el derecho a
la instrucción.

420
Vid. Las versiones digitales de los periódicos El Mundo, 15 de febrero de 2.002 y El País, de
16 de febrero de 2.002.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

De tintes no completamente coincidentes se rodeó la polémica


relativa al caso sucedido, a mediados del año 2.010, en Pozuelo de Alarcón
(Madrid), donde una alumna, Najwa Malha, fue expulsada del Instituto
Camilo José Cela, por llevar el hiyab421. El director del Instituto, con el
refrendo de la Comunidad de Madrid, basó la expulsión de Najwa en el
art. 32.4 del Reglamento interno del Centro, que dice: “En el interior del
edificio no se permitirá el uso de gorras ni de ninguna otra prenda que
cubra la cabeza”.

Según los Profs. Jiménez-Aybar y Seglers Gómez-Quintero, asesores


jurídicos de la familia de la alumna, la problemática se había producido no
por causa del Reglamento, que es correcto, sino por una interpretación
errónea del mismo. El Reglamento se basa precisamente en el «respeto a
la dignidad del alumno” y a “sus convicciones religiosas” ». Y «la idea del
art. 32, según conversación con el director de la escuela, era prohibir a los
alumnos varones vestir a la moda con gorras que les cubrieran la cabeza y
las orejas, escondiendo los cascos para escuchar música y no prestar
atención a las clases». Es decir, fue aprobado para «disuadir a algunos
grupos de alumnos de alterar el ambiente y la paz escolar siguiendo
ciertas tendencias musicales (raperos), y a vestir con gorras y cascos», y no
para impedir el hiyab. De hecho, Najwa fue durante un mes a clase con el
velo y sólo tras las protestas de un sector de alumnos y el revuelo que se
armó se tomó esa drástica decisión. Finalmente, la Administración
Educativa, que confirmó la actuación del Centro, le asignó un tercer centro
escolar, en el que no ha habido problemas para que la alumna fuera con
su velo.422
421
La información referida a este caso la hemos obtenido del periódico La vanguardia, de 20
de mayo de 2.010.
422
El Prof. J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en materia de libertad religiosa e
integración del Islam”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-Varas, coords),
Derecho islámico e interculturalidad, cit., pág. 383, pone de relieve, con información recibida
del propio Letrado, Sr. Jiménez Aybar, que la decisión del Centro fue objeto de reclamación
ante el Director del Área Territorial de Madrid-Oeste y, tras la desestimación de éste –
mediante Resolución de 23 de abril de 2.010–, se recurrió en alzada ante el Viceconsejero de la
Consejería de Educación, que también ratificó la decisión colegial, mediante una Resolución de
20 de agosto de 2.010.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Finalmente, a primeros de octubre de 2.011, varios medios de


comunicación423 informaban que una joven española, de 14 años, había
sido expulsada de un examen en el Instituto de Educación Secundaria
‘Tierno Galván’ de Madrid por negarse a quitarse el 'hiyab'. Al parecer el
Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid había abierto un
expediente sobre el caso, pues la alumna decía estar siendo acosada por
el entorno escolar del centro, incluido el profesorado.

Aun dónde se ha aceptado la polémica indumentaria, ha surgido


alguna cuestión en el tema de su porte en cuanto que pueda interferir la
concreta actividad educativa, fundamentalmente en materia de educación
física o de práctica en laboratorios. Así, el Consejo escolar del colegio
público Juan de Herrera, en San Lorenzo del Escorial, en su sesión de 5 de
febrero de 2.004, acordó que «por razones de seguridad e higiene, en las
clases de Educación Física, los alumnos, además de vestir chándal y
calzado deportivo, tienen que llevar la cabeza descubierta y no utilizar
collares, anillos, pulseras u objetos con los que, en el transcurso de las
clases, pudieran lesionarse».424

Contrasta la decisión administrativa regional con la aseveración,


desde líneas de igual color político si bien del Gobierno central –todo ello,
al tiempo que se contrae– de que la resolución en la materia correspondía
al Consejo escolar del Centro, entrando en discordancia con lo resuelto
gubernativamente en el caso del Colegio San Benito, al menos por lo que a
símbolos estáticos se refiere; no obstante, como ya hemos visto, en un
asunto posterior, habido en Ceuta en 2.007, también el Ministerio de
Educación –bien que de distinta formación política– se decidió por
imponer la escolarización sin condicionante alguno derivado del hiyab. Por
otra parte, y, como veremos en profundidad más adelante, la posición de
los Tribunales no es unánime en la materia, aunque parece decantarse por

423
Citando a la Agencia Europa Press.
424
Vid. S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad religiosa, simbología… cit., pág. 45.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

estimar que la competencia no pueda considerarse perteneciente en


exclusiva al consejo escolar del centro.

9. ANDALUCÍA

En la Comunidad Autónoma andaluza han tenido lugar actuaciones


de distinto sesgo hasta el punto de poder considerar que las mismas
incurren en contradicción. A ellas pasamos a referirnos a continuación.

Desde hace ya un tiempo se han venido produciendo diversos


episodios en el ámbito escolar, debido a la presencia en colegios públicos
de imágenes religiosas, fundamentalmente el crucifijo y la Inmaculada de
Murillo; sucesos que llevaron a formular una queja por parte de la
denominada ‘Asociación Pi y Margall’ ante el Defensor del Pueblo andaluz,
por quien se emitió un extenso Informe de nueve folios, fechado el 6 de
agosto de 2.001425, que conviene traer a colación, por la posición que
adopta, al decantarse por la retirada del crucifijo en los colegios públicos;
y en cuanto que ha sido seguido, con mayor o menor veracidad en los
presupuestos de partida, por la Junta de Andalucía. Se señala en tal
Informe: “A modo de conclusión de esta reflexión, podemos destacar las
siguientes consideraciones:
– La existencia de símbolos religiosos en los Centros docentes
públicos no implica necesariamente una vulneración del principio de
aconfesionalidad del Estado.
– La existencia de lugares especialmente destinados al culto o la
enseñanza religiosa en los Centros docentes públicos no vulnera el
derecho a la libertad religiosa de las personas, en la medida en que nadie
sea obligado a asistir a los mismos en contra de sus propias creencias.
– La existencia de lugares especialmente destinados al culto de una
determinada confesión religiosa en los Centros docentes públicos no
vulnera el principio de no discriminación por razón de religión en la

425
Su autoría se debe a D. José Chamizo de la Rubia, Defensor del Pueblo andaluz en funciones
a la fecha de su realización.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

medida en que no se excluya la posibilidad de otorgar esta facultad, en la


forma y proporción adecuadas, a los miembros de otras confesiones.
– La existencia de símbolos religiosos en los centros docentes
públicos no vulnera el derecho a la libertad religiosa de las personas de
distinta confesión, en la medida en que los mismos se encuentren
situados en los lugares especialmente destinados al culto o la enseñanza
religiosa, o se coloquen en lugares que individualicen a su portador:
pupitres, carteras, carpetas, prendas de vestir, etc.
– Los símbolos religiosos colocados en aulas donde se imparta
enseñanza de asistencia obligatoria, en Centros docentes públicos, puede
vulnerar el derecho a la libertad religiosa de las personas y, por tanto,
deben ser retirados cuando así lo solicite alguno de los que se consideren
afectados”.426

Esta última aseveración, que es la relativa al supuesto más


problemático, es la que ha venido siendo empleada a partir de entonces
por la Administración andaluza cuando ha habido alguna queja en la
materia. Posiblemente haya sido el supuesto, acaecido a mediados del
año 2.006, en el Colegio San Juan de la Cruz, de Úbeda (Jaén), el que tuvo
mayor relieve en los últimos tiempos, puesto que fue una decisión
administrativa –y, salvo error nuestro, creemos que la primera; o, por lo
menos, con tal repercusión pública– la que directamente dispuso la
retirada del crucifijo de las paredes de dicho colegio. Esta Resolución
produjo una fuerte polémica, no sólo porque un buen número de padres,
alumnos y profesores se mostraron contrarios a la medida 427, sino porque
en las inevitables declaraciones públicas que acompañaron la actuación se
involucró al Defensor del Pueblo andaluz; quien, sin embargo, se
manifestó por la inexistencia de queja alguna planteada ante el mismo
respecto al colegio jiennense.

426
Publicado, en parte, por M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de
signos de identidad religioso-culturales”, en Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad Complutense, núm. 98 (2.003), pág. 233 y sig.
427
Vid. Ginés DONAIRE, ‘Un grupo de docentes se opuso a la retirada de crucifijos de un
colegio de Jaén’, en El País, 26 de mayo de 2.006.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

La controvertida decisión –aparte de dejar incólume el nombre del


colegio, al que ni siquiera se le ha retirado su atributo de santo ni “su
apellido”– no sólo parece entrar en contraste con la permisividad o
tolerancia anterior en la materia y que, seguramente, se sigue sosteniendo
respecto del ‘velo islámico’ en esos lares, sino también con los
pronunciamientos del Gobierno Central acerca de la competencia (aquí
parece que sustraída) del consejo escolar del centro respecto a la
adopción de acuerdos sobre estos particulares.428

Con motivo de la Sentencia de 14 de noviembre de 2.008, dictada


por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 2 de Valladolid, la
consejera de Educación de la Junta de Andalucía, Dª. Teresa Jiménez,
defendió la retirada "inmediata" de los centros educativos públicos
andaluces de todo símbolo que pueda vulnerar la libertad religiosa de
cualquiera de los miembros que conforman la comunidad educativa. A
preguntas de los periodistas, Jiménez aseveró que la sentencia que obliga
a un colegio de Valladolid a retirar un crucifijo "no aporta nada nuevo a lo
que hemos venido haciendo desde la Junta". Así, la responsable del ramo
subrayó que "si cualquier miembro de la comunidad educativa considera
que la presencia de un símbolo en un aula o cualquier otro espacio
vulnera su libertad religiosa, no tiene más que solicitarlo y, de inmediato,
se retira". Volviendo al fallo judicial de Valladolid, no quiso entrar a
valorarlo "al no ser firme y afectar a otra comunidad", pero recordó que la
Ley de Educación de Andalucía y el Estatuto de Autonomía "recogen que la
enseñanza en los centros públicos andaluces, conforme al carácter
aconfesional del Estado, es laica". Esto garantizaría, según ella, "el
derecho de padres y madres a recibir una formación religiosa conforme a
sus creencias".429

Más recientemente, a principios del año 2.011, en el Instituto Al-


Zujayr de la localidad granadina de Zújar, ante un problema acerca de la

428
Y ni que decir tiene respecto de las Órdenes franquistas …
429
Vid. ‘Crucifijos en las aulas’, en Adn.es, de 26 de noviembre de 2.008, que cita a la Agencia
Efe.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

presencia de símbolos religiosos, surgido en el Centro; habiéndose


dispuesto una reunión del Consejo Escolar para resolver el asunto, «la
delegada provincial de Educación de la Junta de Andalucía en Granada,
Sra. Gámez, comunicó a través del director del centro que, según la
normativa, no debe haber símbolos religiosos en los espacios públicos por
lo que no había lugar para ninguna votación por parte del Consejo
Escolar». Ante la sorpresa de algunos de sus miembros, el director del
Centro, Sr. López Leyva, explicó que había solicitado a través del inspector
asignado al centro «una notificación por escrito de la delegada de
Educación». Para la docente de Religión, «se trata de una contradicción,
ya que fue la propia Junta de Andalucía la que dijo que el Consejo Escolar
era el que debía pronunciarse sobre este tema y ahora la delegada nos
dice que no se puede».430
Al respecto se han seguido vertiendo manifestaciones de la
Consejería de Educación, en el sentido de que, si no hay conflicto, no hay
problema y se deja estar. Pero si hay conflicto, basta que se produzca una
reclamación para que se quite el símbolo. Desde la Delegación de
Educación de la Junta en Granada explicaron, así, «que en el marco de
respeto a la autonomía del centro, en el momento en que se disiente
sobre la presencia de determinados símbolos religiosos lo que
corresponde, en un Estado aconfesional, es la retirada de esos símbolos
sin que ello implique una vulneración del derecho a la libertad
religiosa».431

430
Así, según el diario ABC, de 27 de enero de 2.011, en el que también se recoge que “Los
miembros del Consejo Escolar del Instituto Al-Zujayr de la localidad granadina de Zújar vivieron
ayer un situación absurda. Una vez reunidos para resolver –como había solicitado la Junta de
Andalucía– el conflicto que se generó en este centro después de que dos docentes obligaran a
la profesora de Religión, Susana Fernández de Córdoba, a retirar un crucifijo y el icono de una
Virgen que ella misma había colgado en la pared del departamento de Ciencias Sociales, la
votación no pudo celebrarse”.
Entre los comentarios que obraban en la edición digital, se contenía el siguiente:
“Casualmente, a estos profesores les molestaba que la profesora de religión tuviera en su
espacio personal del despacho un crucifijo y un icono oriental. Pero no les molesta que su
Instituto se llame igual que un sobrino de Aisha, la tercera mujer del profeta Mahoma”.
431
ABC.es, 27 de enero de 2.011

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

A nivel universitario, parece, sin embargo, que la Junta de Andalucía


no tiene ningún problema respecto de la simbología de impronta más o
menos confesional, si hemos de atenernos al Decreto de la Consejería de
Educación y Ciencia núm. 230/2.003, de 29 de julio, por el que se
aprueban los Estatutos de la Universidad de Jaén, cuyo art. 7.2 (Símbolos
de la Universidad), en la parte que nos interesa, señala que “el emblema
de la Universidad de Jaén responde a la siguiente descripción: Escudo
consistente en dos circunferencias concéntricas, de color ocre (panthone
117), pudiéndose apreciar en el espacio comprendido entre ambas, de
color blanco, una cruz, de color ocre.432

Pero, sobre todo, las Decisiones adoptadas en el ámbito escolar no


resultan fácilmente conciliables con otras actuaciones de la propia
Administración andaluza, que en ámbitos distintos, como son el del lema y
emblema municipales o el patronazgo de colegios profesionales, no sólo
ha adoptado determinados actos que parecen lejanos de quedar
desprovistos de significación religiosa, sino que ha defendido los mismos
ante los Tribunales cuando la contienda se ha llevado hasta este extremo.

Nos estamos refiriendo, por un lado, al Decreto 17/2.000, de 24 de


enero, por el que se autoriza al Ayuntamiento de Lucena para adoptar su
lema y escudo heráldico municipales, que incluye la denominación de
“mariana” para la ciudad433, y la resolución del Consejo de Gobierno de 9
de enero de 2.001, por el que se desestima el recurso de reposición
interpuesto contra tal Decreto; y, por otra parte, la Orden de 23 de abril
de 2.004, de la Consejería de Justicia y Administraciones Públicas de la
Junta de Andalucía434, que sostiene como ajustada igualmente a la

432
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 152, de 8 de agosto de 2.003. La cursiva es
nuestra.
433
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 22, de 22 de febrero de 2.000. En el
Preámbulo del Decreto se señala que “Solicitado el informe a la Real Academia de Córdoba de
Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes informó, mediante acuerdo de 11 de junio de 1.998,
favorablemente, al quedar demostrada reiteradamente la devoción del pueblo de Lucena,
Autoridades y Clero por la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Araceli desde su llegada a
Lucena y hasta nuestros días”.
434
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 90, de 10 de mayo de 2.004.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

legalidad los Estatutos del Colegio de Abogados de Sevilla, en la parte que


establecen que tal Corporación, si bien es aconfesional, tiene como
Patrona a la Santísima Virgen María en su misterio de Concepción
Inmaculada.435
Habiendo sido ambas decisiones administrativas objeto de litigio
judicial –resolviéndose los dos supuestos por el Tribunal Superior de
Justicia de Andalucía, en Sentencias de 13 de marzo de 2.003436 y 25 de
abril de 2.006437, respectivamente–, la Junta de Andalucía ha sido parte
activa en dichos procesos judiciales, sosteniéndose por su Defensa Jurídica
que las resoluciones administrativas acabadas de reseñar son acordes a
Derecho.

435
De conformidad con las prerrogativas legalmente atribuidas: Estatuto de Autonomía para
Andalucía, aprobado por la L.O. 2/2.007, de 19 de marzo, art. 79.3.b): la Comunidad Autónoma
de Andalucía tiene competencia exclusiva en materia de Colegios Profesionales y ejercicio de
las profesiones tituladas sin perjuicio de lo dispuesto en los arts. 36 y 139 de la CE. Ley
10/2.003, de 6 de noviembre, reguladora de los Colegios Profesionales de Andalucía, art. 22:
aprobados los estatutos por el colegio profesional y previo informe del consejo andaluz de
colegios de la profesión respectiva, si estuviere creado, se remitirán a la Consejería con
competencia en materia de régimen jurídico de colegios profesionales para su aprobación
definitiva mediante Orden de su titular, previa calificación de legalidad. Reglamento de
Colegios Profesionales de Andalucía, aprobado por el Decreto 216/2.006, de 12 de diciembre
(art. 18), y con las atribuciones conferidas por el Decreto 167/2.009, de 19 de mayo, por el que
se establece la Estructura Orgánica de la Consejería de Justicia y Administración Pública. Por
parte de ésta última se han dictado diversas disposiciones, que constituyen actuaciones
posteriores en el mismo sentido, y entre ellas:
1) Orden de 8 de abril de 2.008, por la que se procede a la adaptación de los Estatutos
del Colegio de Procuradores de Málaga (Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 84, de 8
de abril de 2.008), en cuyo art. 7 (Del Patrocinio del Colegio), se dispone: “El Iltre. Colegio de
Procuradores de Málaga es aconfesional. No obstante, respetando la tradición histórica, se
acoge desde el siglo XVIII, a la protección de la Virgen de los Dolores, Patrona de esta
Corporación. Durante el mes de julio, se organizarán los actos que se celebren con motivo de
la festividad de la Patrona, especialmente la Salve que en su honor se celebrará”.
2) Orden de 1 de septiembre de 2.009, por la que se aprueban los Estatutos del Colegio
de Abogados de Granada y se dispone su inscripción en el Registro de Colegios Profesionales
de Andalucía (Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 185, de 21 de septiembre de
2.009), cuyo art. 5 (Escudo y Patrona), señala: “Se mantiene, por tradición histórica, el
patrocinio de Santa Teresa de Jesús”.
436
Sentencia de 13 de marzo de 2.003 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (Sala de lo
Contencioso-Administrativo, Sección 1ª). Pte.: Sr. Frías Martínez (www.iustel.com).
437
Resolución, en cuestión, a la que hemos podido acceder merced a la amabilidad del propio
Letrado recurrente, Sr. Bosch Valero; nuestro agradecimiento.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

En este último supuesto, que además fue llevado ante el Tribunal


Constitucional, la Letrada de la Junta de Andalucía, en sostén de la
desestimación del recurso de amparo, formuló las siguientes
alegaciones438:
“La intervención de la Administración pública se ha limitado a una
mera actividad de control de la legalidad de los estatutos del colegio, que
han sido elaborados por los interesados sin que el demandante de amparo
hubiera impugnado la aprobación colegial. Le parece claro que la
Sentencia recurrida no ha producido lesión alguna del derecho del
recurrente reconocido en el art. 16 de la CE, pues de conformidad con
esta doctrina constitucional ninguna trasgresión de la aconfesionalidad del
Estado se produce por que en los estatutos del Colegio de Abogados de
Sevilla, no obstante su aconfesionalidad, se declare igualmente, por
tradición secular, tener a la Virgen María por Patrona del mismo. La
Constitución hace una especial alusión a la religión católica por
consideración al concreto componente religioso perceptible en la
sociedad española, sin que ello contradiga en absoluto la aconfesionalidad
del Estado. Tratándose de una norma introducida democráticamente con
la aquiescencia de la mayor parte de los colegiados no hay necesidad
siquiera de recurrir al aval de la Constitución”.

438
Además, tuvo al Ministerio Público en contra, solicitándose por el mismo la concesión del
amparo, al estimar que “La capacidad autonormativa que le reconoce la Ley de la Comunidad
Autónoma de Andalucía 10/2.003, de 6 de noviembre, de colegios profesionales, no exime al
Colegio de Abogados de Sevilla de la obligación de respeto a los principios del orden
constitucional.
El Ministerio Fiscal entiende que la advocación mariana tiene un significado religioso,
máxime al tratarse de un dogma de fe que entra en contradicción con las afirmaciones de los
órganos judiciales de que estamos ante un hecho histórico o tradición histórica que no
conlleva incorporar un dogma de fe a los estatutos del colegio. Entiende por ello que el
mandato de neutralidad es ignorado por el art. 2.3, inciso final, de los estatutos y por la Orden
de 23 de abril de 2.004 que declara su adecuación a la legalidad, ya que la declaración de
aconfesionalidad que se recoge en aquel precepto queda desnaturalizada por la declaración de
patronazgo que se realiza a continuación.
El Ministerio Fiscal concluye su escrito de alegaciones pidiendo al Tribunal la
estimación parcial del recurso de amparo por vulneración de los derechos a la libertad religiosa
(art. 16.1 y 3 CE) y a la igualdad (art. 14 CE); la declaración de nulidad de las Sentencias
recurridas en lo relativo a los pronunciamientos referidos a los citados derechos
fundamentales; y la retroacción de las actuaciones al momento anterior al de haberse dictado
la Sentencia del Juzgado para que se proceda a dictar otra, respetuosa con aquellos derechos”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Nos resulta sumamente interesante atender a lo transcrito, pues, a


nuestro juicio, resulta difícil de casar con cuanto se asevera respecto de la
remoción del crucifijo en las escuelas e institutos; asunto en el que, por el
contrario, parece que para la Junta no es de tomar en consideración la
opinión y voluntad, que podría –y habría– de formarse democráticamente
al respecto. Posición que, según hemos ido viendo, la Administración no
duda en sustentar en la aconfesionalidad propia de las instituciones
públicas.

“Tampoco se advierte –continúa señalando la Letrada de la


Administración demandada– que el patronazgo discrimine a los colegiados
que no profesen la religión católica, pues para poder apreciar una
vulneración del art. 14 CE es requisito imprescindible la aportación de un
término homogéneo de comparación, lo que no ocurre en este caso. Pero
sobre todo no puede prosperar la denuncia de discriminación cuando ésta
se ampara en una declaración simbólica de un patronazgo, cuyo alcance
limitado deriva de su carácter puramente declarativo y que refleja la
voluntad de la mayoría de los colegiados”.439

Las últimas “cruzadas” contra-simbólicas se han producido, con


éxito, en el ámbito sanitario, donde por primera vez, que conozcamos han
acontecido sucesos de este tipo, apoyados por la Administración previa
petición de parte.

De esta forma, en abril de 2.010, la Delegación de Salud de la Junta


de Andalucía, en Córdoba, ordenaba la retirada del crucifijo de la sala de
curas del centro de salud de la localidad de Palma del Río, que colgaba en
la pared desde que se abrió el ambulatorio hacía más de 20 años 440.

439
Vid. Antecedente 9 de la Sentencia del Tribunal Constitucional núm. 34/2.011, de 28 de
marzo (BOE núm. 101, de 28 de abril de 2.011).
440
ABC.es, 21 de abril de 2.010: ‘... Y la Junta de Andalucía la emprende contra los crucifijos’ (P.
GARCÍA-BAQUERO): “El hecho sucedió hace poco más de una semana, cuando un paciente de
75 años de edad manifestó a la dirección que ese crucifijo «le molestaba». Fuentes de la
Delegación de Salud reconocieron a ABC que el crucifijo se retiró por la petición del usuario -
que lucía una bandera republicana en su solapa, según algunos testigos-, pero que se trata de
un «hecho aislado, que no se ha repetido en ningún otro centro». Sin embargo, en la plantilla

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Posteriormente, tras la denuncia del ‘Observatorio de la Laicidad’, se


procedía a retirar los crucifijos del Centro de Salud ‘El Porvenir’, de Sevilla,
según comunicación, fechada el 21 de octubre de 2.011, de la Junta de
Andalucía, Consejería de Salud, Delegación Provincial, dirigida al
mencionado ‘Observatorio de la Laicidad’, en la que se le señalaba que “se
ha procedido a retirar el crucifijo de la consulta nº 29 del Centro de Salud
de “El Porvenir”, como así nos lo indica el Director del mismo centro de
salud, recordando igualmente a los profesionales del Centro que en los
espacios públicos ninguna religión tendrá carácter preferente, así como
ningún símbolo, dado que el Estado es aconfesional”.441

Esta forma de actuación no es distinta a la que se ha ido


imponiendo en los últimos tiempos en materia educativa: No hay
intervención de oficio en la materia por parte de la Administración, pero
basta que una sola persona lo solicite para que, desde las instancias
gubernativas, se ordene la retirada del símbolo molestoso. No sabemos si
por la Junta, acaso, se seguiría esta misma estrategia en el seno del
Colegio Oficial de Médicos de Huelva, cuando se dispusiera por éste la
realización de actos sociales, culturales y litúrgicos que estimara
conveniente con motivo de las festividades de San Lucas o de la Virgen del
Perpetuo Socorro. Lo decimos porque, pese a que aquélla como hemos
visto, ejerce función de legalidad en la materia, no tuvo ningún empacho
en promulgar la Orden de 8 de septiembre de 2.009, por la que se
aprueban los Estatutos del mencionado Colegio Oficial, y se dispone su
inscripción en el Registro de Colegios Profesionales de Andalucía442; y eso
que su art. 6, bajo el título de ‘Aconfesionalidad’, dispone: “El Colegio es
aconfesional, si bien, admitidas tradicionalmente por la clase médica las
advocaciones de la Virgen del Perpetuo Socorro y de San Lucas, el Colegio
se acoge a sus patronazgos, celebrando ambos días anualmente como días

de Enfermería del centro de salud palmeño no ha sentado bien este incidente, ya que según
varios profesionales «el crucifijo no molestaba». De hecho, son varios los médicos y
enfermeros consultados por ABC indignados por esta medida adoptada por la Junta. El
incidente ha tenido gran trascendencia en la feligresía palmeña”.
441
‘El pasado 20 de septiembre el Observatorio denunció la presencia de crucifijos en este
Centro de Salud’. Documento de 30 de octubre de 2.011. Autor y Fuente: laicismo.org.
442
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, núm. 197, de 7 de octubre de 2.009.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

de la Profesión del Médico, en fechas relacionadas con sus respectivas


festividades: el 27 de junio y el 18 de octubre. La Junta Directiva, con tal
motivo, organizará los actos sociales, culturales y litúrgicos que estime
conveniente”. En cualquier caso, habría que reconocer que la retirada de
los símbolos religiosos, en términos formales, aparece perfectamente
ajustado a cuanto se contiene en la Guía de Hospitales Públicos, y que ya
hemos referido al ocuparnos de la Administración estatal.

10.REGIÓN AUTÓNOMA DE MURCIA

En esta Comunidad ha tenido lugar un episodio más en contra de la


presencia de un símbolo religioso, en este caso, y por primera vez en la
práctica judicial española, un belén en época de Navidad en las
dependencias de un instituto de enseñanza secundaria, alcanzando la
pretensión negativa a que se pudiese adornar las aulas en dicho tiempo
con motivos navideños. Frente a la “protesta” escrita de un profesor de
dicho centro solicitando la retirada del belén y de los adornos navideños,
la Administración se mantuvo firme –por la vía del silencio– en que tales
ornatos y belén navideños se ajustaban a la legalidad vigente. Habiendo
desembocado el asunto en los Tribunales, el Ejecutivo murciano ha
sostenido «que tanto la instalación del belén en el vestíbulo del módulo A
del centro como la actividad "tuena tu clase en Navidad", son actividades
programadas por los órganos competentes del centro que cuentan con
cobertura legal. Frente a lo que se alega de contrario, la ubicación del
belén en dicho lugar no origina peligro alguno en caso de evacuación
urgente como ha informado la Inspección de Educación con base en el
informe emitido por el técnico de prevención de riesgos laborales.
»Por último entiende que ninguna de las actividades referidas viola
los derechos fundamentales a los que se refiere el demandante (libertad
religiosa del art. 16, derecho a la igualdad del art. 14 CE y derecho a una
tutela judicial efectiva del art. 24 CE). España no es un Estado laico como
dice el recurrente sino un Estado aconfesional. Por lo tanto es aplicable el
principio de neutralidad ante las diversas confesiones religiosas que
existen en la sociedad. En el presente caso se ha respetado el derecho a

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

instalar un belén en época de Navidad y se ha programado una actividad


consistente en "tunear tu clase en Navidad" de forma voluntaria y no
obligatoria para los alumnos, sin impedir, ni prohibir, cualquier otra
actividad que hubiera podido instar cualquiera de las confesiones
religiosas existentes supuesto en el que ciertamente se hubieran
vulnerado los derechos fundamentales que alega el recurrente».443

Es de significar que, en el caso que nos ocupa, también el Ministerio


Fiscal se opuso a la demanda, considerando ajustada a Derecho la
actuación administrativa.444
La cuestión fue resuelta por el Tribunal Superior de Justicia de
Murcia, en Sentencia de 30 de octubre de 2.009, en sentido favorable a la
Administración, al considerar que «ni la ubicación del Belén en época de
Navidades en el vestíbulo común del Centro, ni la actividad programada
“tunea tu aula en Navidad” con la consiguiente colocación de símbolos

443
F. de D. 1º de la Sentencia núm. 948/2.009, de 30 octubre de 2.009, del Tribunal Superior
de Justicia de Murcia (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2ª). Pte.: Sr. Sáez
Domenech (RJCA\2.009\853).
444
El Ministerio Fiscal se opone a la demanda. Después de hacer referencia a los preceptos que
considera aplicables (arts. 16. 1 y 3 CE; L.O. 7/1.980, de 5 de julio, de Libertad Religiosa) dice
que el TC ha señalado en la sentencia 166/1.996, de 28 de octubre, que la libertad religiosa
entendida como un derecho subjetivo de carácter fundamental se concreta en el
reconocimiento de un ámbito de libertad y de una esfera de "agere licere" del individuo, es
decir, reconoce el derecho de los ciudadanos a actuar en este campo con plena inmunidad de
coacción del Estado y de cualesquiera grupos sociales (STC 24/1.982). Asimismo hace
referencia a la STS de 11 de febrero de 2.009 referente al art. 16.1 CE (se refiere a la enseñanza
del pluralismo que transmita la realidad social de la existencia de concepciones religiosas
diferentes, señalando que la exposición de esa diversidad debe hacerse con neutralidad y sin
adoctrinamiento, es decir dando cuenta de la realidad y del contenido de las diferentes
concepciones, sin presiones dirigidas a la captación de voluntades a favor de alguna de ellas).
Concluye afirmando que la colocación de un belén navideño no vulnera los derechos
reconocidos en el art. 16 CE en cuanto no supone adoctrinamiento alguno de la concepción
católica por parte del centro, ni declaración de confesionalidad de dicha religión o
favorecedora de la misma. La realidad social, el pluralismo religioso solamente tienen límite en
un estado democrático, en el mantenimiento del orden público y éste no se ve afectado por la
colocación de un belén en Navidad cuando es un símbolo generalizado a todos los niveles (en
centros de trabajo y establecimientos públicos), como también los son otros símbolos ajenos a
la religión católica asociados también a esas fechas. Se trata por tanto de una costumbre
aceptada socialmente como otras, que hacen que sea un hecho inofensivo para modular las
creencias religiosas en este caso de los alumnos de secundaria. Tampoco existe vulneración de
otros derechos en la medida de que el actor ha tenido acceso a los recursos judiciales en
relación con la tutela judicial efectiva.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

religiosos en espacios comunes, viola los derechos fundamentales


alegados por el actor (arts. 14, 16 y 24 de la Constitución)»445.

En otro orden de cosas, en el supuesto, ya aludido, de la petición de


desmontar el denominado Cristo de Monteagudo, la Comunidad
Murciana, en cuanto que también demandada además del Gobierno
Central, ejercitó su derecho de defensa en pro del mantenimiento del
símbolo, en los siguientes términos:
«La Comunidad Autónoma de la Región de Murcia pone de
manifiesto en cuanto al tipo de protección que le corresponde que "el
castillo de Monteagudo está declarado Monumento Nacional por Decreto
de 3 de junio de 1.931 (Gaceta de 4 de junio de 1.931) y, en virtud de la
Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1.985, de 25 de junio, de
Patrimonio Histórico Español, tiene la consideración de bien de interés
cultural. Asimismo, este castillo y su entorno se incluyen en la delimitación
del bien de interés cultural, con categoría de sitio histórico, de la
denominada zona de "Monteagudo-Cabezo de Torres", declarado por
Decreto 37/2.004, de 16 de abril, del Consejo de Gobierno de la
Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, publicado en el BORM
núm. 95, de 26 de abril de 2.004.
»En la descripción del sitio histórico, que aparece en el citado
decreto, no se hace una mención expresa del Cristo de Monteagudo, sin
embargo, y frente a lo que afirma la demanda, dicho bien se encuentra
incluido en la delimitación del citado sitio histórico ya que se asienta sobre
el propio castillo. Por tanto, le será de aplicación el régimen de protección
previsto para los bienes de interés cultural, en concreto, lo relativo a la
categoría de sitio histórico establecido en la citada Ley 4/2.007, de 16 de
marzo, de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de
Murcia."
»Entiende que el art. 16.3 CE a tenor de reiterada jurisprudencia del
Tribunal Constitucional toma en consideración el componente religioso

445
Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Murcia núm. 948/2.009, de 30 de octubre de
2.009, Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2ª (Id Cendoj 30030330022009100763).
Pte.: Sr. Sáez Doménech.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

perceptible en la sociedad española que da lugar a diversas


manifestaciones de la persistencia de símbolos religiosos secularizados
que en la tradición cultural española no puede entenderse como
manifestación de adhesión o proximidad del Estado con una determinada
religión, y que la sentencia TEDH referida por la actora contempla un
supuesto muy diferente, concretamente el de la presencia de símbolos
religiosos en aulas escolares, que no resulta trasladable al presente caso,
concluyendo que la desaparición total y absoluta de los símbolos religiosos
en todos los espacios públicos supone una imposición maximalista
contraria a los preceptos constitucionales».446

11.PAÍS VASCO

La toma de posesión de D. Patxi López, en el año 2.009, como


Lehendakari del Gobierno Vasco se realizó sobre un ejemplar del Estatuto
de Gernika, primero en euskera y después en castellano, mediante las
siguientes palabras: "De pie en tierra vasca, bajo el árbol de Gernika, ante
vosotros, representantes de la ciudadanía, en recuerdo de los
antepasados, desde el respeto a la Ley, prometo desempeñar fielmente mi
cargo".

Contrasta esta fórmula con la empleada por sus antecesores en la


Presidencia de la Comunidad Autónoma, que se sirvieron del juramento
en vez de la promesa, partiendo a la vez de una premisa de indudable
significado ritual-religioso: "ante Dios humillado"447; además, también
como novedad, no se incluyó ningún tipo de simbología religiosa, por ello

446
Así resulta del F. de D. 4º de la Sentencia núm. 405/2.011, de 20 de mayo, del Tribunal
Superior de Justicia –Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 9ª– de Madrid; Pte.: Sr.
Massigoge Benegiu (Id Cendoj: 28079330092011100384).
447
Según José Luis de LA GRANJA, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad
del País Vasco, la fórmula "ante Dios humillado", la creó el Partido Nacionalista Vasco para el
primer lehendakari, D. José Antonio Aguirre; y, en su opinión, no fue consensuada con el resto
de los grupos que formaban el Frente Vasco durante la guerra civil (‘La tarde en vivo’, 7 de
mayo de 2.009).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

la toma de posesión se efectuó sobre el Estatuto y no sobre una Biblia ni la


presencia del crucifijo, como sí había acontecido con los lehendakaris
pertenecientes al Partido Nacionalista Vasco.

Se trata, sin duda, de una puesta en escena de un protocolo ajeno a


todo elemento físico, así como de carácter inmaterial sonoro,
representativo de religiosidad; más propio de cuanto se viene propiciando
desde las filas denominadas progresistas, en su particular intelección de la
aconfesionalidad estatal, a tenor de la postura puesta de manifiesto en
diversas ocasiones y particularmente con respecto a la toma de posesión
del Gobierno Central, como ya hemos tenido ocasión de examinar. Todo lo
cual entraría en absoluto contraste, si tuviésemos que atenernos al “polo
opuesto”, con lo dispuesto en el protocolo valenciano de las Cortes de
esta Región Autónoma.448
La polémica relativa a símbolos estáticos también alcanzó a esta
Comunidad cuando por parte de ‘Alternatiba’ se criticó que en el Palacio
foral hubiese un cuadro de San Ignacio y el Partido Popular respondió que
este grupo tiene una foto del Ché en su despacho. En estas circunstancias,
las Juntas Generales aprobaron, a mediados de abril de 2.010, con los
votos de todos los grupos, excepto el PP, que se abstuvo, instar a la
Diputación a que realice un informe sobre los objetos de carácter religioso
ubicados en los edificios forales. En base a este documento, las Juntas
Generales valorarán si la exhibición de estos objetos «lesiona el principio
de libertad religiosa y el de laicidad».449

12. COMUNIDAD VALENCIANA

Tempranamente se suscitó el problema relativo al patronazgo


simbólico del Colegio de Abogados de Valencia, atribuido a San Raymundo
de Peñafort y a la Virgen María en los Estatutos de la Corporación. La
cuestión se convirtió en litigiosa, rechazándose por el Tribunal Supremo,

448
Tal y como vamos a ver inmediatamente a continuación.
449
F. SEGURA, 15 de abril de 2.010, en diariovasco.com.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

en Sentencia de 16 de noviembre de 1.994450, la contrariedad a Derecho


de tal patronato. Pero, de alguna manera quedó “regosto”, de modo que
en la última actualización de los Estatutos, la Administración ha dejado
constancia de los antecedentes, incluidos los litigiosos, en la materia.

En efecto, los últimos Estatutos elaborados para el Colegio


Valentino, aprobados por Resolución de 14 de junio de 2.003, de la
Directora General de Justicia de la Conselleria de Justicia y
Administraciones Públicas de la Comunidad Valenciana451, posiblemente
para evitar este tipo de problemas, o bien de dejar constancia expresa de
la razón, tradicional, de todo ello, en la Exposición de Motivos de los
propios Estatutos –incorporados como anexo a la Resolución– se recoge la
historia colegial relativa al patronato católico, haciendo referencia
explícita a la citada Sentencia del Tribunal Supremo.452
450
Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª), de 16
de noviembre de 1.994. Consultada en Base de Datos Westlaw Premium (RJ 1.994/8.822).
451
Resolución de 14 de junio de 2.003, de la Directora General de Justicia de la Conselleria de
Justicia y Administraciones Públicas, por la que se resuelve inscribir en el Registro de Colegios
Profesionales y Consejos Valencianos de Colegios Profesionales, la modificación de los
Estatutos del Ilustre Colegio de abogados de Valencia. (Identificador en el Diario Oficial de la
Comunidad Valenciana: 2.004/X6.836).
452
El 14 de diciembre de 1.761 se aprobó la fundación del Ilustre Colegio de Abogados de
Valencia por Decreto del Supremo Consejo de Castilla. El Ilustre Colegio de abogados de
Valencia se fundó como Congregación y Colegio profesional, proclamando en sus primeros
Estatutos que se tendría por “Patrona y Abogada a la Soberana Reyna de los Cielos, María
Santísima, Virgen, y Madre de Dios de la Asumpción” a la vez que hacía conmemoración “del
glorioso San Ibo que fue de la misma profesión por tenerla también por su abogado”. Sin
embargo, el Colegio de abogados de Valencia siempre ha mostrado especial devoción por la
advocación de la Inmaculada Concepción de María, hasta el punto de que el primer sello
colegial representa una imagen de la Purísima Concepción con la leyenda “Advocata Colegii
advocatorum valentia”.
La festividad de la Inmaculada Concepción, gracias a la actividad de la Hermandad de
abogados del Ilustre Colegio de abogados de Valencia que lleva su nombre, que por su
tradición y vigencia se mantienen en los presentes Estatutos, se ha venido celebrando
regularmente a pesar de que solo los Estatutos de 1.947 y 1.995 proclaman este patronazgo.
Para adaptarse al Estatuto General de la Abogacía aprobado por Real Decreto
2.090/1.982, de 24 de julio, el Ilustre Colegio de abogados de Valencia aprueba un nuevo texto
en Junta General del 16 de enero de 1.987, que finalmente fue objeto de recurso de casación
ante el Tribunal Supremo, dictándose Sentencia el 16 de noviembre de 1.994 declarando que
“el hecho de formularse que el Colegio de abogados de Valencia, conforme a su tradición
queda bajo el particular amparo de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María o
de acogerse al patronato general de San Raimundo de Peñafort, no implica en absoluto
discriminación alguna por razón de religión no afecta a la libertad ideológica religiosa o de

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

En definitiva, en el art. 4 de los Nuevos Estatutos se establece, bajo


el título ‘Tratamiento, emblemas y patrocinio’, que “El Colegio de
abogados de Valencia […] Sin perjuicio de acogerse al patrocinio general
de San Raimundo de Peñafort, queda, conforme a su tradición, bajo el
particular amparo de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen
María”.

Paralelamente, los patronazgos religiosos de otros colegios de


abogados de la Comunidad han recibido el plácet administrativo. Así, por
lo que se refiere a los de la provincia de Alicante, podemos señalar los
siguientes: La Resolución de 20 de marzo de 2.007, de la Directora
General de Justicia de la Conselleria de Justicia, Interior y
Administraciones Públicas, resuelve inscribir la modificación de los
Estatutos del Ilustre Colegio Provincial de Abogados de Alicante, no sin
antes realizar un ejercicio expreso del control de legalidad previsto, en
los cuales se establece que “manteniendo la tradición, el Ilustre Colegio
Provincial de Abogados de Alicante celebrará sus fiestas los días 8 de
diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción y el 27 de enero,
festividad de San Raimundo de Peñafort, ambos patronos del Colegio (art.
4)453. En parecidos términos: el art. 4 de los Estatutos del Ilustre Colegio
Abogados de Orihuela (“Por secular tradición, que arranca desde el año de
su fundación, recogida por el art. 66 del primitivo Reglamento de ésta
Institución, el Ilustre Colegio de Abogados de Orihuela tiene como Patrona
a María Santísima Nuestra Señora bajo la advocación de su Concepción
Purísima. Seguirá celebrándose su fiesta anual el domingo posterior al día
8 de diciembre de cada año”)454 y el art. 1.4 de los Estatutos del Ilustre

culto de los componentes del Colegio ni a terceros ya que tal genérica tradicional advocación a
nada ni a nadie obliga ni condiciona para profesar o practicar cualquier religión o creencia, ni
para nada quedan restringidas o coartadas las libertades ideológica, religiosa y de culto”.
453
Diari Oficial de la Comunitat Valenciana [2007/4691].
454
Resolución de 25 de abril de 2.007, de la Directora General de Justicia de la Conselleria de
Justicia, Interior y Administraciones Públicas, por la que se resuelve inscribir la modificación de
los Estatutos del Ilustre Colegio Abogados de Orihuela, y se dispone su publicación en el Diari
Oficial de la Comunitat Valenciana (Diari Oficial de la Comunitat Valenciana , núm. 5.511, de
14 de mayo de 2.007 [2007/5913]).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Colegio de Abogados de Elche (“El Ilustre Colegio de Abogados de Elche, se


acoge al patrocinio de San Raimundo de Peñafort, con carácter general y
al de Nuestra Señora de la Asunción, conforme a la tradición ilicitana”).455

Todavía con anterioridad en el tiempo, en el extremo contrario en


cuanto al sentido y también por lo que respecta a otros lugares, en el
ámbito universitario, el Consell de la Comunitat Valenciana procedió,
mediante el Decreto 172/1.985, de 28 de octubre456, a la aprobación del
nuevo emblema de la Universidad valentina que vino a sustituir al que, al
menos desde el año 1.771, estaba acreditado que se empleaba como
símbolo de la misma, y que contaba como figura principal con la
denominada ‘Virgen de la Sapiencia’.

La cuestión tuvo trascendencia hasta el punto de desembocar en el


ámbito judicial, donde no coincidieron los pareceres del Tribunal Supremo
–que llegó a declarar la nulidad del cambio de emblema, considerando
que concurría en el caso enjuiciado un supuesto de arbitrariedad de los
poderes públicos al disponer tal sustitución–457 y el del Tribunal
Constitucional, que estimó que no había que buscar más causa justificativa
del cambio acordado que la propia voluntad mayoritaria del claustro
universitario a la hora de decidir los símbolos representativos de la
institución.458

Tampoco la doctrina científica parece haber coincidido en la


determinación de la causa justificativa del cambio operado, pues si un
sector doctrinal parece orientarse en el sentido de que lo actuado

455
Resolución de 25 de septiembre de 2.007, del Director General de Justicia y Menor de la
Conselleria de Justicia y Administraciones Públicas, por la que se resuelve inscribir la
modificación de los Estatutos del Ilustre Colegio de Abogados de Elche, y se dispone su
publicación en el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana (Diari Oficial de la Comunitat
Valenciana, núm. 5.617, de 11 de octubre de 2.007 [2007/12134]).
456
Diari Oficial de la Comunitat Valenciana, núm. 319, de 16 de diciembre de 1.985.
457
Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de junio de 1.990 (Aranzadi, Repertorio de
Jurisprudencia 1.990, marg. 5.184), que, aunque esté anulada por el Tribunal Constitucional,
resulta interesante su consulta en cuanto a los datos históricos que recoge sobre el escudo.
458
Sentencia del Tribunal Constitucional núm. 130/1.991, de 6 de junio; Pte.: Sr. Tomás y
Valiente (BOE, núm. 162, de 8 de julio de 1.991).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

constituye el resultado una exigencia del principio de laicidad y su


correlato de neutralidad que ha de dejar su impronta en las instituciones
públicas459, sin embargo, para otros autores la causa se encuentra en la
libre posibilidad de autonormación propia del derecho fundamental de
autonomía universitaria.460

Parece que debemos decantarnos por esta última posición si no


queremos entender que el acuerdo claustral incurría en una contradictio
in terminis, desde el momento en que tampoco el nuevo emblema
universitario aprobado estaba exento de elementos de religiosidad, ya
que, formando parte de este símbolo, según el art. 12 de los Estatutos,
había de figurar, además de la Leyenda ALEXANDER PP VI, el escudo del
propio papa, Alejandro VI, así como venir “Timbrado de tiara papal”.
Asimismo, en el anverso de la medalla de la Universitat de València,
además de estos mismos contenidos acabados de mencionar que
conforman el emblema, se dispone que ocupando el sector central
superior, figura “la imagen de la Maternidad Divina de la Virgen María”.461

En un marco distinto, relativo a símbolos estáticos, con unos


argumentos muy similares a los empleados en el supuesto del murciano
Cristo de Monteagudo, los mismos actores (Sr. Mazón Costa, Sra. Martínez
Segado y la Asociación Preeminencia del Derecho) demandaron la
remoción de la conocida como “Cruz de la Muela”, en el término de
Orihuela. Contra la que se dice “Resolución tácita” de la Conselleria de
Medio Ambiente de la Generalidad de Valencia, se demandó a la misma y

459
J. MARTÍNEZ-TORRÓN, «Una metamorfosis incompleta. La evolución del Derecho español
hacia la libertad de conciencia en la jurisprudencia constitucional», en Persona y Derecho,
núm. 45 (2.001), pág. 209 ; la cursiva es nuestra. En igual sentido parece pronunciarse A.
SEGLERS GÓMEZ-QUINTERO, La laicidad y sus matices, Comares, Granada, 2.005, págs. 37 y
sigs.
460
M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, en AA.VV. (J. Soroeta Liceras, ed.), Cursos de Derechos Humanos de
Donostia-San Sebastián, vol. IV, Bilbao 2.003, pág. 67 y sig.
461
Art. 12.3 de los Estatutos. El art. 11.3 de los vigentes Estatutos de la Universitat de València
(Estudi General), aprobados por Decreto 128/2.004, de 30 de julio, del Consell de la
Generalitat Valenciana (Diari Oficial de la Comunitat Valenciana , núm. 4.811, de 3 de
agosto de 2.004), reproduce prácticamente en su literalidad el anterior precepto.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

al Ayuntamiento de Orihuela, que sostuvieron la conformidad a Derecho


de la presencia pública del citado símbolo. La Sentencia de 6 de
septiembre de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad
Valenciana, ha dado la razón a la Administración demandada, valiéndose
para ello de la sentencia madrileña recaída en el asunto del Cristo de
Monteagudo.462

13. COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Aparte de las disposiciones de tipo reglamentario que se refieren al


Escudo de Asturias463, por lo que respecta al ámbito universitario, el
Principado ha dictado el Decreto 12/2.010, de 3 de febrero, por el que se
aprueban los Estatutos de la Universidad de Oviedo464, cuyo art. 8, bajo el
epígrafe ‘Emblemas, distintivos y tratamientos’, dispone: “1. El escudo de
la Universidad de Oviedo es el tradicional, constituido por el escudo
heráldico de los Valdés, a saber: en campo de plata, tres barras azules, con
diez cruces de San Jorge de Inglaterra, bajo sombrero, cruz y cordones
arzobispales. 2. El escudo deberá figurar en lugar destacado de los
inmuebles a ella pertenecientes, lucirá preeminentemente en los actos
académicos y será impreso en toda la documentación universitaria. 3. El
sello de la Universidad de Oviedo reproducirá su escudo, rodeado por la
inscripción SIGILLUM REGIÆ UNIVERSITATIS OVETENSIS. 4. La bandera de
la Universidad de Oviedo es rectangular, con las armas puras de los Valdés
en su centro, dispuestas sobre fondo azul y con los mismos colores que en
el escudo”.

462
Sentencia de 6 de septiembre de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad
Valenciana (Sala de lo Contencioso-Administrativo. Sección 5ª), Pte.: Sr. Bellmont Mora.
Obtenida, mediante visita de 10 de diciembre de 2.011, en la Red
(http://servicios.laverdad.es/servicios/textos/sentencia-cruz-muela-orihuela.pdf).
463
Decreto 118/1.984, de 31 octubre, por el que se desarrolla el contenido de la disposición
Adicional de la Ley 2/1.984, por la que se determina el Escudo del Principado y se regula su
uso. Decreto 59/1.985, de 13 de junio, por el que se aprueba el diseño simplificado del escudo
del Principado de Asturias y se normalizan los elementos gráficos externos de identificación de
la Comunidad Autónoma.
464
BOE, núm. 82, de 5 de abril de 2.010.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

III. LA SIMBOLOGÍA RELIGIOSA EN EL ÁMBITO DE LA


ADMINISTRACIÓN LOCAL Y DE OTRAS ADMINISTRACIONES

En una situación especial respecto a su organización institucional, a


medio camino entre la Comunidad Autónoma y el Ámbito Local, se hallan
las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, pues “a la autonomía local
común se superpone un régimen de autonomía política distinto, mediante
el que acceden a su autogobierno, incluyendo órganos, funciones y
competencias propios de este nivel. Se trata, por tanto, de un híbrido de la
autonomía política regional y la autonomía administrativa local.
Mantienen la organización municipal y las características de los
municipios, pero además se le atribuyen competencias propias de las
Comunidades Autónomas, esto es, de las establecidas en el art. 148.1 CE y
aún, algunas funciones sobre otras materias incardinadas en el marco del
art. 149.1.; no obstante, es de destacar la ausencia de potestad legislativa,
limitándose la Asamblea a la posibilidad de elaboración de reglamentos de
autoorganización y al ejercicio de la potestad normativa reglamentaria
atribuida a la Ciudad en los términos que establezca la legislación general
del Estado”.465

A nuestros efectos, puede traerse a colación el Acuerdo de la


Asamblea de la Ciudad Autónoma de MELILLA, de fecha 5 de junio de
1.998466, en el que se adoptó el nombramiento de Nuestra Señora de la
Victoria como Alcaldesa Honoraria Perpetua de la Ciudad de Melilla;
cuestión igualmente controvertida que también llegó a culminar, aunque
sin mucha convicción ni éxito por parte del recurrente, en la vía judicial,
como veremos más detenidamente, al examinar la Sentencia de 17
noviembre de 2.003, del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía,
resolutoria del caso467. Por otro lado, posteriormente, en el mes de
465
Vid. G. CÁMARA VILLAR, “La organización institucional de las Comunidades Autónomas”, en
VV.AA. (F. Balaguer Callejón, coord.), Manual de Derecho Constitucional, vol. I, 6ª edic., Tecnos,
Madrid, 2.011, pág. 445.
466
Publicado en el Boletín Oficial de tal Ciudad, de 18 de junio de 1.998.
467
Sentencia núm. 3.307/2.003, de 17 noviembre de 2.003, del Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía, con sede en Málaga (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 1ª); Pte.: Sra.
Cardenal Gómez (JUR\2.004\66.370).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

septiembre del año 2.005, tomaba posesión de su cargo en la Asamblea la


primera diputada musulmana con velo468. Más recientemente, todo
parece indicar que se ha producido un abandono escolar por parte de una
niña de 15 años, a la que su Instituto de Enseñanza no le permitía acudir a
clase con el burka.469

Uno de los últimos supuestos acaecidos en relación con la retirada


de elementos religiosos estáticos ha tenido lugar en la DIPUTACIÓN
PROVINCIAL DE ALMERÍA, donde el único diputado con el que cuenta
Izquierda Unida solicitó, a finales del mes de marzo pasado, la retirada de
un cuadro en el que aparece un crucifijo y que cuelga del salón de plenos
del Palacio Provincial de Almería, basándose en un informe elaborado por
el ‘Observatorio de la Laicidad’ en el que se señala la ubicación del
crucifijo de forma que "cualquier trabajador de la Diputación, miembro de
la corporación o cualquier ciudadano que desee asistir al pleno se ven
sometidos a su presencia", de forma que "denuncia" la existencia de tales
símbolos "por atentar contra la libertad de conciencia que protegen la
Constitución Española y el derecho internacional de aplicación en España
como la Convención de Derechos Humanos y la Carta Europea de
Derechos Humanos".

A ello se opuso el Partido Popular, alegando que se trataba de una


obra de arte, además de que no molestaba a nadie, a lo que el proponente
Sr. Romero, espetó que a él sí que le molestaba.

El Presidente de la Diputación, el socialista Sr. Usero, indicó que se


actuaría "conforme a la ley".
Finalmente, “se ha comprobado en un estudio realizado por el
secretario de la Diputación que se trata de un cuadro inventariado como
obra de arte dentro del inventario de la Diputación. “Por tanto
entendemos que no le afecta esa ley y no se va a quitar”, ha señalado el
vicepresidente de la institución provincial, Luis Pérez.” El mismo ha

468
ABC.es, 27 de septiembre de 2.005.
469
J.M. Irujo, en El País, de 27 de noviembre de 2.011

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

explicado que el informe jurídico elaborado por los técnicos de la


institución provincial deja claro que la institución provincial está
“obligada” por la Constitución a “garantizar la conservación del
patrimonio histórico, cultural y artístico”, como se trata de la obra en
cuestión. Además, esta obra está catalogada con el número 42, del
Inventario de Bienes Histórico Artísticos de la Diputación de Almería, en
base al cual, un informe elaborado por los técnicos subraya que “nunca se
ha considerado, ni puede ni debe considerarse, que la ubicación en el
Salón de Plenos de la obra de referencia, es de significación religiosa, sino
exclusivamente patrimonial y artística”.
El mismo informe citado con anterioridad precisa que gran parte de
los edificios oficiales conservan en sus espacios públicos “las mejores
obras de carácter religioso o histórico sin que ello suponga sometimiento
a su presencia ni atenten contra la libertad religiosa, pues no revisten el
significado de obra de culto, sino de valorado o valioso objeto artístico”.
En vista de las conclusiones emitidas en ambos informes, el
vicepresidente ha destacado que está justificada la ubicación de este
cuadro, que por tanto, permanecerá en el Salón de Plenos.470

1. ADMINISTRACIÓN LOCAL

Finalmente, son numerosos así mismo los episodios que en el seno


de la administración local vienen dándose en toda esta temática, algunos
de signo contrario al símbolo471; otros a favor del mismo, ya sean
indudablemente religiosos472, o que incluyan, aun con caracteres de

470
Según información de Elmundo.es y Minutodigital.com (ambas de 30 de marzo de 2.011),
20minutos.es, que cita como fuente a la agencia Europa Press (31 de marzo de 2.011) y
Hazteoir.org (2 de abril de 2.011). El cuadro se decía valorado en unos ocho mil euros.
471
Retirada de la cruz que presidía la entrada del cementerio de San Vicente de la Barquera –
Santander– ABC, 21 de febrero de 2.004, V. CORTABITARTE: “Es el tercer crucifijo que manda
retirar el regidor desde su elección el pasado mes de junio. Los otros estaban en el salón de
plenos y en la propia Alcaldía”.
472
“Valiente posición del Alcalde de Baena en defensa del crucifijo”: «El Alcalde de Baena y
senador del PSOE por Córdoba, Luis Moreno, rechazó en el pleno del pasado mes de julio
(2.009) la retirada del crucifijo –solicitada por IU– instalado en la mesa presidencial del salón
plenario del Ayuntamiento» (Ecclesia Digital ––www.revistaecclesia.com).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

novedad, signos de ese origen473. Nos vamos a referir con más


detenimiento, únicamente, a los que han alcanzado una mayor
trascendencia social por su litigiosidad ante los Tribunales.

Las actitudes y argumentos se repiten también en este marco, pues


muchas voces se muestran adversas a la presencia de la simbología
religiosa en el ámbito público, dado que “Los municipios -y por ende sus
órganos de Gobierno y Administración: los ayuntamientos- son Estado,
como lo son las comunidades autónomas impregnadas de sus
instituciones de autogobierno (art. 137 de la Constitución). En
consecuencia, el deber de neutralidad implica que deben guardar
distancia, y hemos de entender que la presencia de símbolos varios de
esta naturaleza en los ámbitos públicos puede resultar excluyente, para
quienes no profesan religión alguna o para quienes, profesándola, son
partidarios de relegar el fenómeno religioso a la simple esfera privada. La
neutralidad implica, por ende, respeto a la libertad de conciencia e
igualdad. Se trata, por tanto, de un concepto funcional que ayuda a
especificar los criterios de actuación que deben seguir los poderes
públicos (ayuntamientos, comunidades, etcétera) ante las diversas
manifestaciones del "fenómeno religioso" para coadyuvar a garantizar el
libre ejercicio de la libertad religiosa a todos por igual, claro”474. De este
modo, la corriente “laicista” ha ido expandiéndose por numerosos
ámbitos, no sólo a nivel estatal sino también autonómico y local. Ha sido

«El Alcalde ha tachado de “ofensiva, revanchista y sectaria” la actitud de IU, mientras


que esta formación le acusa de “integrista” y, súbitamente convertida a una peculiar fe, sus
representantes reprochan al primer edil que se permita la licencia de despreciar a los
cristianos de izquierda”. Según Luis Moreno su decisión se basa en el respeto al que obliga la
Constitución en su art. 16, que señala que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias
religiosas de la sociedad española. “La inmensa mayoría de la sociedad española es cristiana.
La inmensa mayoría de los baenenses se consideran cristianos. Basta cono observarles cómo
ustedes de IU corren debajo de los santos para portarlos en procesión o como corren detrás
del obispo para besar su mano. Este crucifijo ni atenta contra la Constitución, ni mucho menos
contra los derechos de los ciudadanos de Baena. Este Cristo estará aquí mientras yo sea
alcalde”» (www.hazteoir.org, visitada el 3 de septiembre de 2.009).
473
Caso del Escudo adoptado en el año 2.006, por Pilar de la Horadada (que se segregó de
Orihuela en 1.986), que incluye la cruz de Santiago.
474
J. GIL SÁNCHEZ, ‘Símbolos religiosos en espacios de poder’, en el diario Información [de
Alicante], 14 de junio de 2.011.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

en muchos Ayuntamientos donde se han alzado voces en contra de la


presencia de símbolos o actos ceremoniales de signo religioso, siendo una
realidad que muchos municipios españoles siguen manteniendo éstos por
razones tradicionales. Lo que está claro es que mientras nadie oponga
objeción alguna a los mismos, se seguirán manteniendo; el problema
surge cuando esas voces laicistas, en aras de su concepción de la
neutralidad y aconfesionalidad del Estado español, exigen a los poderes
públicos la retirada tanto de símbolos como de actitudes de carácter
religioso que siguen presentes en nuestra sociedad.

Sin ir más lejos, los movimientos laicos de Zaragoza trataron,


primero, de que no se aprobaran determinados preceptos, finalmente
plasmados en los arts. 8.1 (‘Asistencia de la Corporación municipal’: 1. La
Corporación municipal asistirá a los siguientes actos: a) Actos solemnes
que tradicionalmente se celebran con motivo de las festividades
siguientes: 29 de enero, San Valero. Patrón de la Ciudad, Procesión del
Santo Entierro, el Viernes Santo, Corpus Christi, 12 de octubre. Festividad
de Nuestra Señora del Pilar, patrona de la Ciudad. Día de la Hispanidad, 13
de octubre. Rosario de Cristal) y 13.1 (‘Asistencia a los actos municipales’:
Los miembros de la Corporación municipal deberán asistir a todos los
actos oficiales solemnes) del Reglamento de protocolo, ceremonial,
honores y distinciones del Ayuntamiento de Zaragoza475; y, no logrando su

475
Reglamento de 28 de marzo de 2.008 (Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza, núm. 133,
de 12 de junio de 2.008). Antes de proclamar su redacción definitiva, en el propio Boletín se
transcribe el acuerdo del Ayuntamiento de Zaragoza respecto de las alegaciones presentadas:
“La M. I. Comisión Plenaria de Presidencia y Acción Social, en sesión extraordinaria celebrada
el día 5 de junio de 2.008, en virtud del acuerdo de delegación del Excmo. Ayuntamiento Pleno
de fecha 28 de marzo de 2.008, acordó lo siguiente: 1º) Desestimar las alegaciones propuestas
por José María… y 123 más, y Miguel Angel, Jesús, Antonio y 1.000 más, en base a los
siguientes criterios:
1. Hace referencia a la pág. 8, párrafo 2º, y dice: “Considero que la leyenda Benedictus
Dominus Deus Israel, frase bíblica, debe ser eliminada o sustituida por otra en la que se vea
incluida la ciudadanía zaragozana en su conjunto, descartando cualquier fórmula que sea
propia de una confesión religiosa”.
No se considera oportuno extrapolar una leyenda como ésta de su contexto completo;
no se trata de una innovación, ni de una invocación religiosa, es la inscripción que figura en el
reverso del Sigillum Concilii Civitatis Cesaraugusta, “sello del Concejo de la Ciudad de
Zaragoza”, que es una reproducción del primitivo sello del Concejo de Zaragoza, del que
existen referencias, al menos, en dos ejemplares originales del siglo XIII. Tratándose de un sello

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

de tal antigüedad, recuperado para poder ser entregado como distinción de la ciudad de
Zaragoza, no parece oportuno cambiar en modo alguno su leyenda, sino respetar su integridad
histórica.
2. La 2ª de las alegaciones presentadas hace referencia a “la supresión del art. 4.6, pág.
11, por considerar que la Corporación municipal, como tal, no debe asistir a las procesiones
citadas en el artículo. La presencia del alcalde o de los o las concejales en estas celebraciones
religiosas debe ser exclusivamente a título personal, sin que en ningún momento la asistencia
de miembros de la Corporación a actos religiosos se produzca en representación del
Ayuntamiento de Zaragoza”.
Aclarar en primer lugar que el art. 4 hace referencia a la bandera de Zaragoza,
entendiendo, por tanto, que se ha cometido un error de transcripción y que es, en cambio, el
art. 8 , que se refiere a la asistencia de la Corporación municipal, determina en su párrafo
primero que “La Corporación municipal asistirá a los siguientes actos: a) Actos solemnes que
tradicionalmente se celebran con motivo de las festividades siguientes: San Valero (29 de
enero), Patrón de la Ciudad; Procesión del Santo Entierro, el Viernes Santo; Corpus Christi; Día
del Pilar, 12 de octubre, Día de la Hispanidad y Patrona de la ciudad; Rosario de Cristal, día 13
de octubre.
De su redacción debe colegirse que lo que el precepto dispone es el modo en que los
concejales que decidan libremente incorporarse a los actos deben hacerlo en Corporación. Es
decir, se trata de una potestad que ostentan todos los ediles por el hecho de serlo, sin que en
ningún momento se anuncie medida coercitiva alguna que obligue a los concejales a asistir a
los actos que en ese artículo se recogen, pero, si deciden hacerlo, deberán guardar las formas
que determinan la asistencia en Corporación.
Hay que señalar que el Reglamento actualmente vigente de fecha 28 de noviembre de
1.997 recoge, en su art. 2.º, la asistencia del Ayuntamiento en Corporación a los actos
solemnes, con una redacción prácticamente idéntica a la que ahora se redacta.
3. La 3ª de las alegaciones dice: “Solicito la supresión del art. 8.1.a), porque los actos
solemnes que se citan son festividades propias de una confesión religiosa, y la presencia de la
Corporación municipal como tal entra en contradicción directa con el art. 16.3 de la CE, que
establece que ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal. La redacción de este artículo
ataca la libertad de los miembros de la Corporación de asistir o no a unos actos que se
declaran solemnes, sin tener en cuenta que la relevancia social o pública de dichos actos
religiosos lo será en todo caso para los miembros de esa confesión religiosa concreta, pero
nunca para los poderes públicos, que deben velar por el respeto de principios como la libertad
religiosa y de conciencia y la aconfesionalidad del Estado”.
Aparte de lo señalado en el apartado anterior, no puede obviarse, en cualquier caso, la
redacción íntegra del invocado art. 16 de nuestra CE, que literalmente establece […] No
obstante, si la Constitución reconoce la “aconfesionalidad” del Estado español, es también
cierto que el Real Decreto 2.099/1.983, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Ordenamiento
general de precedencias del Estado, en su art. 5.2 dispone: “En los actos oficiales de carácter
general organizados por las Comunidades Autónomas o por la Administración local la
precedencia se determinará prelativamente, de acuerdo con lo dispuesto en el presente
ordenamiento, por su normativa propia y, en su caso, por la tradición o costumbre inveterada
del lugar”, y ello adquiere una gran importancia en las Corporaciones locales, precisamente
por su dilatada y arraigada tradición histórica.
Precisamente el origen de las celebraciones de la mayoría de las poblaciones tiene su
origen en alguna festividad religiosa, manteniéndose hasta nuestros días y coincidiendo las
principales fiestas populares de todas las ciudades con alguna festividad religiosa.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

propósito, posteriormente, mediante impugnación administrativa y


judicial, que alcanzó a dichos preceptos; así como a que se prohibiera la
presencia de símbolos religiosos en las dependencias municipales, y muy
en concreto un crucifijo durante las celebraciones del pleno municipal.
Hasta ahora no se han estimado acordes a Derecho sus pretensiones
jurídicas476. Distinguiremos, en esta doble vertiente, administrativa y
judicial, la actuación del Ayuntamiento, sirviéndonos de cuanto obra en la
propia sentencia resolutoria del caso.

Mediante solicitud de 18 de febrero de 2.009 se pidió por la


‘Asociación MHEL’ que se acordara la nulidad de los arts. 8.1.a) y 13.1 del
Reglamento Municipal de Protocolo, Ceremonial, Honores y Distinciones,
“por ser contrarios a lo estipulado en el art. 16 de la CE, y por tanto
contradecir una norma de rango superior.” Ante esta petición, se contestó
por el Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Zaragoza mediante
Resolución de 4 de marzo de 2.009, en el sentido del exquisito respeto del
Ayuntamiento “a nuestro ordenamiento jurídico, como no puede ser de
otro modo”, explicando que la asistencia de los concejales a las
procesiones y otros actos religiosos dependía de su libre decisión; que se
trataba de una costumbre del Ayuntamiento que se prolongaba durante
siglos, y que con ese espíritu se redactó y aprobó el Reglamento de
Protocolo del Ayuntamiento. Frente a esta decisión, se interpuso recurso
de reposición, el 25 de marzo de 2.009, que reproducía su anterior
basamento en el art. 16 de la Carta Magna. Por Decreto del Alcalde-
Presidente del Ayuntamiento de Zaragoza de 16 de junio de 2.009 se
inadmitió el recurso.

4. La 4ª de las alegaciones dice: “Solicito la supresión del art. 13.1 por establecer la
obligatoriedad de que los miembros de la Corporación asistan a los actos oficiales solemnes,
los cuales, tal y como se han definido en el art. 8.1 a), son actos religiosos, y, por tanto, la
asistencia obligatoria a los mismos atentaría gravemente contra la libertad de conciencia”, en
base a los argumentos mencionados.
476
La Sentencia núm. 156/2.010, de 30 de abril, del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo
núm. 3 de Zaragoza desestima la demanda de la ‘Asociación MHUEL, Movimiento hacia un
Estado Laico’. No nos consta que haya sido recurrida.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Llevada la cuestión a la vía judicial, el Ayuntamiento de Zaragoza


ejercitó su derecho de defensa en los siguientes términos: “El recurso
formulado debe ser declarado inadmisible por haber sido formulado de
manera extemporánea y ante órgano no competente. Dicho reglamento
fue aprobado en fecha 28 de marzo de 2.008 y no fue objeto de recurso
directo. Pero tampoco ha sido objeto de recurso indirecto (no existe acto
de aplicación alguno que haya sido impugnado -26 LJCA-). Y tampoco
resulta dable instrumentalizar la inadmisión de un recurso de reposición
para poder atacar procesalmente el reglamento, máxime cuando, como se
relata en la propia resolución impugnada, no es admisible el recurso de
reposición frente a disposiciones generales (107 LRJAP). Adicionalmente,
tampoco resulta dable acumular las dos acciones emprendidas cuando el
Juzgado carece de competencia objetiva para conocer de la impugnación
directa de una de ellas, el reglamento (77.2 LEC), dado que, al tratarse de
una disposición general, su conocimiento hubiera correspondido al TSJA
(10.1.b LJCA).”

Por otro lado, en igual fecha, 18 de febrero de 2.009, la misma


Asociación solicitó al Ayuntamiento de Zaragoza “acordara la retirada del
crucifijo del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Zaragoza, así como
cualquier otro signo religioso que se exhiba en las distintas dependencias
y centros municipales de Zaragoza”.

En el expediente administrativo, respecto de las circunstancias del


crucifijo que nos ocupa, se hace notar que no ha sido colocado en las
instalaciones de la casa consistorial por el actual Alcalde de Zaragoza; ni
tan siquiera por sus más recientes predecesores en el cargo, sino que se
trata de un objeto de relevante valor histórico y artístico, que se
encuentra en el Ayuntamiento desde el siglo XVII. El mismo se custodia en
el despacho del Alcalde y se traslada al salón de plenos cuando se va a
celebrar alguno en dicha estancia. Por otra parte, hay que tener en cuenta
que en el seno del Pleno del Ayuntamiento, con independencia de la
petición de la Asociación recurrente, se suscitó la cuestión del crucifijo y
por amplia mayoría se decidió mantener la colocación del mismo.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Además, consta en el expediente administrativo un informe sobre


“consideraciones históricas, jurídicas, culturales e inmateriales sobre el
crucifijo que preside el salón de sesiones plenarias”, suscrito por el Jefe de
Servicio de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Zaragoza, fechado el
día 16 de junio de 2.009, donde se describen las características del mismo
en los siguientes términos: “El crucifijo conservado en el despacho del
Excmo. Sr. Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Zaragoza y que
también preside las Sesiones plenarias, data del siglo XVII; es por tanto
una obra de arte que forma parte de Colección artística del Ayuntamiento
de la Ciudad (Inventario 14-2.272).477
Acerca de la cuestión de la tradición y del patrimonio inmaterial, en
el informe se indica lo siguiente: “El crucifijo del siglo XVII, además de ser
una obra de orfebrería importante, forma parte de los elementos más
importantes de la historia del municipalismo de nuestra ciudad junto a la
caja de insaculación. Es un elemento singular del Patrimonio Inmaterial o
intangible, pues forma parte de una Tradición, con continuidad en más de
dos siglos, tradición que la Ley protege para que se mantenga en su
autenticidad y se preserve para generaciones futuras. Valorar la
autenticidad de una tradición y su conservación beneficia el incremento
del tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial, no sólo de Zaragoza sino del
propio concepto de la municipalidad de España. Esta característica, a la
tradición municipal zaragozana, le confiere un rasgo esencial para
comprender en profundidad la significación de un Patrimonio Inmaterial

477
Con la siguiente descripción, según el propio Informe: “Trabajado en plata y sobre cruz de
madera, los extremos de los astiles llevan también sobrecubierta del mismo metal noble. La
peana sobre la que se asienta el crucificado tiene doble cuerpo moldurado, placas en plata y
filigranas del mismo metal. El análisis minucioso de la pieza nos indica, que desde el siglo XVII
hasta nuestros días ha experimentado diferentes intervenciones propias de las vicisitudes
históricas que ha experimentado con el curso de los siglos, y que forman parte de su
autenticidad en la actualidad. La incorporación del rótulo INRI no es del momento original de la
obra artística así como la corona radiada que lleva Cristo en la cabeza. Igualmente la placa en
plata con la rotulación de la fecha de ejecución de la, obra artística, así como las funciones que
tenía asignadas el crucifico, tanto por el troquelado de las capitales como por el pautado
incorrecto de la escritura se puede fechar en el siglo XIX. De igual forma se observan finos
tornillos en los clavos del crucificado que también son posteriores al siglo XVII. Por lo tanto,
estamos en presencia de una de las obras artísticas más antiguas de la colección municipal.
Data del siglo XVII, y se le aprecian elementos añadidos en los siglos XVIII-XIX”.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Europeo, en donde la iconografía y los símbolos, al haber desaparecido en


numerosas ocasiones, no permiten recrear la atmósfera de esa tradición.”

Este informe, que pone de relieve que, además del religioso el


objeto en cuestión aúna otros valores y otra simbología, de orden
histórico, artístico y cultural, sirve a la respuesta del Sr. Alcalde, fechada el
4 de marzo de 2.009: “El Consistorio zaragozano tiene 900 años de
historia, fue una de las primeras instituciones que se puso en marcha tras
la conquista por Alfonso el Batallador en 1.118. Es, pues, una institución
con una larga historia y con una arraigada tradición en su vida
institucional, en sus actos solemnes y protocolarios, que forman parte,
más allá de las creencias religiosas, de la historia y la cultura de nuestra
institución. “Así, desde el siglos XIV está documentada la asistencia en
pleno del Concejo de la Ciudad a la procesión del Corpus Christi, tradición
que, como otras (Rosario de Cristal, Ofrenda de Flores, "Voto de Cera" en
la Basílica del Pilar y San Valero) se siguen manteniendo. Forman parte de
las señas de identidad de la Ciudad de Zaragoza y del Consistorio que la
representa y la gobierna. “En este contexto hay que entender la presencia
de símbolos religiosos en el Salón de Plenos del Ayuntamiento: forman
parte de nuestra historia común, que en modo alguno deseamos cambiar
ni olvidar, de nuestra tradición popular, y son una seña de identidad
propia. No olvidemos que el crucifijo que se coloca sobre la mesa cada
Pleno municipal, aparte de su valor artístico, es el mismo que se utiliza
ininterrumpidamente desde el siglo XVI para que los Jurados (concejales)
juren sus cargos.”

Al desembocar la cuestión en el ámbito judicial, el Ayuntamiento


sostuvo que la pretensión deducida de contrario adolece de ausencia de
objeto (art. 69.c) Ley de la Jurisdicción Contencioso-administrativa) y que
puede considerarse simplemente como el ejercicio del derecho de
petición, al amparo de la L.O. 4/2.001 sobre la materia. Y, además, que “si
se accediese a la tesis actora, además de poderse generar un superior
grado de conflictividad social a la que derivaría de la posibilidad de
mantener el crucifijo como elemento decorativo y representativo de la

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

historia del municipalismo de Zaragoza en el Salón de Plenos, se abriría un


campo de combate frente a la simbología religiosa de todas las religiones
cuyos límites serían muy difíciles de precisar. ¿Debieran eliminarse de las
calles los templos religiosos, o al menos la simbología de sus fachadas? ¿Y
los símbolos de las banderas, escudos y joyas oficiales? ¿Y todos los
ubicados en el interior de los centros oficiales? ¿Deberían suprimirse
todas las llamadas a la divinidad escritas repetidamente en las paredes de
la Alhambra de Granada? ¿Deben ser retirados del Museo del Prado el
Cristo crucificado, de Velázquez o el Funeral de San Buenaventura, de
Zurbarán, o la Anunciación, de El Greco, o las numerosas obras religiosas
de Goya? ¿Deben ser remitidas a otros Museos de otros países donde se
conservan igualmente obras de mismo carácter? ¿Debería eliminarse la
publicidad y el proselitismo practicados por las religiones? ¿Debe
eliminarse la posibilidad de "jurar" los cargos? ¿Deben suprimirse las
fiestas del Pilar? ¿O la de la Natividad –a pesar de que cuando fue
determinada la fecha del nacimiento de Jesús por el Papa Julio I en el año
337 lo fue en coincidencia con el solsticio de invierno, la festividad de las
saturnalias romanas y el día Natalis Solis Invicti, que también había sido
señalado precedentemente como fecha del nacimiento de otros
Maestros-? ¿Y los funerales de Estado por las víctimas en Afganistán o por
los accidentes de aviación, a pesar de su aceptación por los familiares de
las víctimas? El listado de preguntas podría ser interminable, pues la
simbología religiosa llega un momento en que trasciende el fenómeno
religioso y se integra en las raíces de la sociedad como elemento de
convivencia y de cultura permitiéndose hoy en las sociedades
democráticas avanzadas el compatibilizar plenamente y sin problemas la
cultura dominante derivada de su tradición inmediata con cualesquiera
otros símbolos y culturas que son igualmente respetadas y compartidas
por los poderes públicos.”

Otro de los Ayuntamientos que ha tenido que ejercer su defensa


ante los Tribunales ha sido el de Murcia, en el caso relativo a la solicitud
de retirada del conocido como Cristo de Monteagudo. Y lo hizo en los

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

siguientes términos478: “El Excmo. Ayuntamiento de Murcia pone de


manifiesto, en primer lugar, que el propietario del monumento del Cristo
de Monteagudo es el Estado a tenor de la inscripción registral de la finca
en que se asienta, sin que exista base jurídica para considerarlo como bien
comunal y, en todo caso, por aplicación del art. 353 C.C., resaltando que la
finca es de carácter patrimonial. Concreta asimismo, la protección
otorgada por Decreto 37/2.004, de 16 de abril, como Bien de Interés
Cultural con categoría de sitio histórico a la zona denominada
Monteagudo-Cabezo de Torres, habiéndose adoptado acuerdo por el
Pleno de la corporación en 25 de febrero de 2.010 instando a la
Administración Regional para iniciar expediente para la declaración de
Bien de Interés Cultural del monumento al Sagrado Corazón de Jesús de
Monteagudo a tenor de la Ley 4/2.007, de 16 de marzo, de la Comunidad
y solicitando "al Gobierno de la Nación, y en concreto a la Dirección
General de Patrimonio del Ministerio de Economía y Hacienda, que
proceda a la rehabilitación y puesta en valor del Bien de Interés Cultural y
Patrimonio Histórico Nacional que constituye el conjunto monumental del
Castillo de Monteagudo, haciendo del mismo un recurso cultural y
turístico seguro, accesible y atractivo para todos los murcianos y cuantos
turistas nos puedan visitar."
Por otro lado, rechaza que la sentencia del TEDH de 3 de noviembre
de 2.009 sea aplicable al caso, al ser dictada en contexto y supuesto
claramente diferente, citando a continuación la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional que entiende aplicable en relación con el principio de
aconfesionalidad del Estado que con la tesis de la actora llevaría a un
Estado irreal y desconectado de la base social de la que está formado,
concluyendo que "salvo en el contexto educativo y referido al derecho de
los padres a la educación de los hijos en sus propias convicciones y dirigido
a niños (seres incapaces de discernir por inmadurez), en el resto de
pronunciamientos judiciales, no se ha obligado, por sentencia, la retirada
de lugar público de ningún símbolo religioso que, a su vez, tenga un

478
A tenor de la ya citada Sentencia núm. 405/2.011, de 20 de mayo, del Tribunal Superior de
Justicia –Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 9ª– de Madrid; Pte.: Sr. Massigoge
Benegiu (Id Cendoj: 28079330092011100384).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

carácter histórico y constituya un referente o hito territorial de una ciudad


o paisaje, tal y como se da en el denominado Cristo de Monteagudo."

Cuanto antecede por lo que respecta a símbolos de carácter


estático. Si pasamos al mundo de la simbología dinámica es necesario
discernir entre el ‘velo integral’ y otras prendas de impronta religiosa, que
han tenido repercusión en el terreno judicial desde el ámbito municipal.

El único supuesto litigioso que en nuestros lares ha planteado la


kipá judía fue debido a la negativa de una empresa municipal de
transporte balear que prohibió a uno de sus trabajadores, conductor de
autobús, que prestase sus servicios con una gorra, a pesar de que había así
venido haciéndolo durante muchos años. Por razón, precisamente, de esa
inactividad de la Empresa durante tantos años, asociado a la libertad
religiosa del demandante, se le amparó a éste en el ámbito judicial,
declarándose en sentencia su derecho a conducir el autobús municipal
llevando la discutida gorra.479

Distinta suerte, hasta el momento, ha tenido la impugnación judicial


de la proscripción del denominado velo integral. Como es conocido, de
unos pocos años a esta parte se han venido aprobando reglamentaciones
por parte de varios Ayuntamientos480, en virtud de las cuales se ha
establecido la prohibición de que, en las dependencias municipales en
cuestión, pueda vestirse con prendas tales como el burqa o el niqab; y,

479
Sentencia de 8 de febrero de 2.002 del Juzgado de lo Social núm. 2 de Palma de Mallorca,
confirmada por la Sentencia de 9 de septiembre de 2.002 del Tribunal Superior de Justicia –
Sala de lo Social, Sección 1ª– de las Islas Baleares (Base de Datos Westlaw Premium, AS
2.003/2).
480
Son otros los Ayuntamientos que han seguido estos mismos pasos: Barcelona, Tarragona, El
Vendrell, Manresa, L’Hospitalet de Llobregat, Mollet de Vallès, Cunit, Santa Coloma de
Gramanet, Roses y Martorell. Vid., al respecto: R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN,
Conflictos entre conciencia y Ley. Las objeciones de conciencia (Cap. 9: “Libertad de conciencia
y utilización de símbolos religiosos”), Iustel, Madrid, 2.011, Navarro y MT p. 361. También se
van conociendo algunos casos de otros Municipios fuera de Cataluña, por ej. el Ayuntamiento
mallorquín de Sa Pobla (Vid. Elmundo.es, 6 de septiembre de 2.011: “El acuerdo de
modificación de la ordenanza municipal de Buen Gobierno, Civismo y Convivencia Ciudadana,
defendida por el alcalde popular Biel Serra, fue adoptada anoche en un pleno municipal
y contó con los votos a favor de 13 de los 17 concejales de la corporación”).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

todo ello, bajo pena de poder incurrir en infracción susceptible de ser


castigada con sanción administrativa.

Entre estas regulaciones, la correspondiente al Ayuntamiento de


Lleida ha sido llevada ante los Tribunales por parte de una Asociación,
habiendo obtenido, primero, una suspensión cautelar de la prohibición481;
pero siendo, en definitiva, rechazada su postura por el Tribunal Superior
de Justicia de Cataluña, al confirmarse el ajuste a Derecho de la Normativa
municipal recurrida482. El asunto, sin embargo, continúa sub iudice, ante el
Tribunal Supremo.

Se trata del Acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de Lleida, de fecha


8 de octubre de 2.010, que aprueba definitivamente la modificación de
tres artículos de la Ordenança Municipal de civisme i convivència
publicada en el BOP de 13 de marzo de 2.007, y aprueba inicialmente la
modificación de los Reglamentos que regulan el Archivo municipal, el
servicio de transporte urbano de pasajeros y el de funcionamiento de los
centros cívicos y locales sociales municipales. Tales modificaciones
introducen en la Ordenanza de civismo y convivencia la prohibición de
accedir o romandre en els espais o locals destinats a l'ùs o servei pùblic, a
les persones que portin vel integral, passamuntanyes, casc integral o altres
vestimentes o accesoris que impedeixin la identificació i la comunicació
visual de les persones, sempre que així estigui prohibit o limitat per la
normativa reguladora específica, y la tipificación de una nueva infracción
leve (sancionable por tanto según el art. 106 con multa de 30 a 600
euros), consistente en infringir la anterior prohibición, es decir, accedir o
romandre en els espais o locals destinats a l'ùs o servei pùblic, a les
persones que portin vel integral, passamuntanyes, casc integral o altres
vestimentes o accesoris que impedeixin o dificultin la identificació i la
comunicació visual de les persones, sempre que així estigui prohibit o
limitat per la normativa reguladora específica. El Acuerdo impugnado

481
Auto de 12 de enero de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (Sala de lo
Contencioso-Administrativo, Sección 2ª). Id. Cendoj: 08019330022011200001.
482
Sentencia núm. 489/2.011, de 7 de junio de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña (Sala de lo Contencioso. Sección 2ª). Id Cendoj: 08019330022011100482.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

aprueba también inicialmente la modificación de tres Reglamentos, cuales


son el del archivo municipal, el del servicio de transporte urbano de
viajeros de Lleida y el de funcionamiento de los centros cívicos y locales
sociales y municipales, para introducir en tales espacios y servicio la
anterior prohibición.483

2. OTRAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS

En nuestro ordenamiento jurídico, además de las Administraciones


territoriales, en las que se cuentan las ya referidas (estatal, autonómica y
local), existen otras de carácter institucional o corporativo, esto es,
aquellos entes o corporaciones vinculados al Estado, al margen del lugar
en que se hallen484. Tampoco han escapado muchos de ellos a la
problemática que nos ocupa.

A) ADMINISTRACIÓN ELECTORAL.-

También en el ámbito de lo administrativo, pues legalmente tienen


esta consideración las decisiones o resoluciones adoptadas por las Juntas
electorales, susceptibles de revisión jurisdiccional contencioso-
administrativa485, pueden traerse a colación diversos supuestos en los que

483
Así mediante Sendos Edictos, 12.322 y 12.323, ambos de 3 de noviembre de 2.010 (Butlletí
Oficial de la Província de Lleida, núm. 159, de 13 de novembre de 2.010, pág. 54).
484
Cfr. J.A. MONTILLA MARTOS, “El Gobierno y la Administración”, en VV.AA. (F. Balaguer
Callejón, coord.), Manual de Derecho Constitucional, vol. II, 6ª edic., Tecnos, Madrid, 2.011,
pág. 542. También la Sentencia del Tribunal Constitucional, Sala Segunda, 34/2.011, de 28 de
marzo de 2.011, (BOE, núm. 101, de 28 de abril de 2.011).
485
La L.O. 5/1.985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General (BOE, núm. 147, de 20 de
junio de 1.985) dispone que “1.- La Administración Electoral tiene por finalidad garantizar en
los términos de la presente Ley la transparencia y objetividad del proceso electoral y del
principio de igualdad. 2.- Integran la Administración Electoral las Juntas Electorales, central,
provincial, de zona y, en su caso, de Comunidad Autónoma, así como las Mesas electorales. 3.-
La Junta Electoral central tiene su sede en Madrid, las provinciales en las capitales de
provincia, y las de zona en las localidades cabeza de los partidos judiciales aludidos en el
apartado 6. 4.- Las juntas de zona de Ceuta y Melilla acumulan en sus respectivos distritos las
funciones correspondientes a las Juntas Electorales Provinciales. 5.- Las Juntas celebran sus
sesiones en sus propios locales y, en su defecto, en aquellos donde ejercen sus cargos los
respectivos secretarios. 6.- A los efectos de la presente Ley los partidarios judiciales coinciden
con los de las elecciones locales de 1.979” (art. 8), y que “1. Fuera de los casos en que esta Ley

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

se ha solicitado se disponga la ausencia de cualquier presencia de tipo


religioso en los colegios electorales, cuando para tales efectos se utilizan
colegios privados; e incluso que, si algún miembro de mesa electoral viste
de ‘religioso’, se le obligue a despojarse de tales elementos.

Los argumentos que suelen alegarse contra el elemento


‘confesional’ son: 1) tal presencia supone forzar a una persona a ejercer su
voto bajo la imagen de un cristo crucificado como imagen inequívoca de
una creencia que no se corresponde con la forma de pensar del votante;
2) nuestra Constitución ampara la laicidad del Estado y puesto que
igualmente ampara el derecho de ciudadanía a creencia, no creencia o
modo de pensar, no se entiende cómo un refrendo público puede
plantearse bajo la presencia de símbolos religiosos específicos de creencia
alguna. Entendiendo que la consulta ciudadana ha de realizarse en lugares
de encuentro común y, por ello, respetuosos con todas las sensibilidades
de la ciudadanía, no pueden manifestar tendencias, creencias o formas de
pensar de forma explícita pudiendo reconocerse tendenciosos ante la
consulta”; por lo que han terminado solicitando “que con el fin de poder
ejercer mi derecho a voto en libertad y sin que se ejerza sobre mí presión
ideológica o de creencia alguna, sea retirado cualquier símbolo,
especialmente religioso, en el entorno de la Mesa Electoral y de cualquier
Mesa Electoral”.486

prevea un procedimiento especifico de revisión judicial, los acuerdos de las Juntas Provinciales,
de Zona, y, en su caso, de Comunidad Autónoma, son recurribles ante la Junta de superior
categoría, que debe resolver durante los períodos electorales en el plazo de cinco días y, fuera
de ellos, en el de diez días, en ambos casos a contar desde la interposición del recurso. 2.- La
interposición tendrá lugar dentro de las veinticuatro horas siguientes a la notificación del
acuerdo y ante la Junta que lo hubiera dictado, la cual, con su informe, ha de remitir el
expediente en el plazo de cuarenta y ocho horas a la Junta que deba resolver. Contra la
resolución de esta última no cabe recurso administrativo o judicial alguno” (art. 21). La
expresión “o judicial” contenida en el último inciso de este artículo fue declarada
inconstitucional, y consiguientemente nula, por sentencia 149/2.000, de 1 de junio, del Pleno
del Tribunal Constitucional.
486
Según campañas orquestadas desde el ‘Observatorio de la Laicidad’ y la ‘Asociación Europa
Laica’ (vid. www.Laicismo.org). En la misma se hallan datos como los siguientes: ‘Granada Laica
denuncia 36 Colegios Electorales en centros confesionales. Dos de ellos son parroquias, otros
colegios o residencias católicas, donde existen símbolos religiosos’: “La ubicación de Mesas
Electorales en edificios o locales confesionales supone la existencia de simbología religiosa, en
la propia mesa electoral o los espacios necesarios para acceder a ella. Tampoco las propuestas

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Conocemos, al respecto, de varios Acuerdos de la Junta Electoral


Central rechazando tal tipo de pretensiones:
Ante la solicitud de que se retire de los Colegios Electorales los
distintivos con connotaciones políticas como pueden ser las fotografías del
Rey, de Franco, los crucifijos y los elementos con connotaciones religiosas,
se adoptó el Acuerdo de 22 de mayo de 2.003 del siguiente tenor:
«Trasladar que la presencia de los referidos distintivos en los colegios
electorales no constituye propaganda electoral en favor de ninguna
entidad política».487

La posterior petición del coordinador de una asociación de que se


retiren de los locales que se utilicen como Colegios electorales, así como
sus accesos, todos los símbolos religiosos de cualquier confesión y que se
indique a los miembros de Mesa electoral «pertenecientes a alguna
confesión religiosa que se abstengan de vestir uniformes, hábitos o portar
otros signos ostentosos que los identifique como tales», recibió la
siguiente respuesta tomada en Acuerdo de 9 de junio de 2.004:
«Desestimar la solicitud por cuanto esta Junta tiene reiteradamente

a la Oficina del Censo Electoral para que no apruebe locales confesionales como sede de
Colegios electorales han sido efectivas, ya que acepta sin más las propuestas que le llegan de
los Ayuntamientos. Si en tu caso te encuentras con esa situación adjuntamos dos formularios:
uno para presentar ante la Mesa Electoral solicitando la retirada de los símbolos y que se
adjunte al acta nuestra protesta; otro para remitir una copia al Ayuntamiento, que propone los
locales, y otra a la Oficina del Censo Electoral, que es quien los aprueba, para que se elimine
ese local en futuras elecciones”. Documento con fecha 22 de abril de 2.011 (publicado el 31 de
agosto de 2.011). Autor: laicismo.org. Fuente: Granada Laica.
‘IU consigue que en un colegio de religiosas se tapen las imágenes el día de las
elecciones. Ahora grupos conservadores católicos critican la acción’: “Según publican varios
medios conservadores y la patronal de centros católicos, los interventores de IU en el colegio
electoral Cristo Rey de Granada, un centros confesional, denunciado por Granada Laica como
adecuado para ser un colegio electoral, por la presencia de símbolos religiosos, reclamaron a
las religiosas propietarias del centro que durante el acto electoral se tapasen las imágenes
religiosas que había en el espacio dedicado a las elecciones. Tras una intensa discusión sobre el
carácter concertado del centro, y por tanto costeado con fondos públicos, y ante la propuesta
de tapar las imágenes con papel, las religiosas accedieron a entregar unas sábanas para que los
interventores procedieran a ello”. Documento con fecha 31 de mayo de 2.011 (publicado el 31
de mayo de 2.011). Autor: laicismo.org. Fuente: Varias.
487
Puede consultarse en la página web de la Junta Electoral Central
(www.juntaelectoralcentral.es).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

acordado que los colegios que se utilicen como Colegios Electorales no


tienen obligación de hacer desaparecer u ocultar los elementos que
habitualmente se encuentran en dichos colegios y que no sean
deliberadamente colocados el mismo día de la votación con el fin de
realizar campaña electoral; siendo, por otra parte, legítimo que las
personas pertenecientes a alguna confesión religiosa vistan en la forma
que usen habitualmente y porten también los signos o elementos que
utilicen de la misma forma, sin que este hecho pueda considerarse
constitutivo en sí mismo de campaña electoral».488

Más recientemente en el tiempo se ha insistido con la solicitud de


que en las [próximas] elecciones municipales los locales electorales y su
entorno se encuentren libres de simbología religiosa de cualquier
confesión, rechazando los que incumplan este criterio; que mereció el
siguiente Acuerdo de 29 de noviembre de 2.006: «Comunicar que esta
Junta Electoral Central tiene reiteradamente acordado que los locales que
se utilicen como Colegios Electorales no tienen obligación de hacer
desaparecer u ocultar los elementos que habitualmente se encuentran en
dichos colegios y que no sean deliberadamente colocados el mismo día de
la votación con el fin de realizar campaña electoral».489

Con estos antecedentes resulta lógico que las distintas Juntas


electorales se hayan negado a acoger tales pedimentos, pudiendo
servirnos a estos efectos –aparte de lo ya dicho– de la respuesta de la
Junta Electoral Provincial de Granada: «el uso electoral de los locales tiene
carácter coyuntural y temporal y no incluye por lo mismo exigencias de
adaptación más allá de las estrictamente necesarias para el ejercicio
electoral del derecho de voto, teniendo en cuenta que son locales ajenos a
la Administración Electoral, cedidos por distintas instituciones que los
utilizan con carácter permanente para sus fines propios, siendo
determinados por la Oficina del censo Electoral a propuesta de los

488
Accesible en la web de la Junta Electoral Central (www.juntaelectoralcentral.es).
489
Puede consultarse en la pag. web del Congreso de los Diputados, en el apartado de
Resoluciones y Acuerdos.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

respectivos Ayuntamientos. A mayor abundamiento, han sido publicados


sin que conste objeción alguna al respecto dentro del plazo legalmente
establecido.
»En cuanto al segundo punto del petitum sobre la uniformidad de
los miembros de las mesas, no siendo causa de exclusión y perteneciendo
a su esfera personal y profesional, carece esta Junta de facultades para
imponer la abstención que se solicita».490

B) COLEGIOS PROFESIONALES (ABOGACÍA).-

En el seno de distintos colegios profesionales, especialmente el de


los de abogados, se han producido algunos sucesos poniendo en tela de
juicio la presencia de simbología religiosa en los mismos, bien sea de la
denominada “estática”, bien de la que tendría un sentido más
propiamente institucional de la corporación; habiendo dado lugar, en este
último caso, al primer pronunciamiento explícito del Tribunal
Constitucional sobre la materia, con toda la trascendencia que ello
conlleva.

Por lo que al primer aspecto se refiere, es de reseñar que en el


ámbito colegial madrileño, la ‘Asociación Libre de Abogados’ (A.L.A)
presentó, a finales del año 2.006, una propuesta ante la Junta General
Ordinaria del Colegio cuyo fin era “la retirada de todo símbolo religioso
que se encuentre en el Colegio, y especialmente del crucifijo existente en
los actos de promesa o jura por los nuevos colegiados de acatamiento a la
Constitución y al resto del ordenamiento jurídico y normas deontológicas
de la profesión”. Se justificaba esta petición en el hecho de que el Colegio
es una entidad de carácter aconfesional, según se establece en el art. 5°.2
de los Estatutos del Colegio de Abogados de Madrid, entendiendo que
esta aconfesionalidad resulta incompatible con la existencia de símbolos
religiosos en los actos públicos celebrados en esa corporación. Al parecer,

490
Así en www.imfegranada.es/cescuela/Laico/ColeElect.htm (28 de julio de 2.005).

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

la admisión a trámite de la proposición fue rechazada por una muy amplia


mayoría de los colegiados.491

Por lo demás, son varios los supuestos que se han judicializado. Los
letrados Sr. Mazón Costa y Sra. Martínez Segado, en su particular
“conflicto” contra la simbología de origen confesional492, y alegando
siempre en su apoyo la denominada Sentencia Lautsi I del Tribunal de
Estrasburgo, la emprendieron también contra el acto del Colegio de
Abogados de Murcia de 11 de enero de 2.010, por el que se dispuso la
celebración de las Fiestas de San Raimundo de Peñafort, así como la Santa
misa en memoria de los abogados murcianos fallecidos. El Consejo
General de la Abogacía Española rechazó el recurso de alzada mediante
Resolución de 6 de mayo de 2.011.

En la llevanza de esta cuestión a los Tribunales, interpuesta contra


el acto presunto de la desestimación tácita, se solicitó en el escrito de
demanda –novedad procesal sin parangón en cuanto ha sido objeto de
nuestra investigación– que, si el Juzgador que tuviese que dirimir el caso
fuera miembro de la Iglesia Católica, se abstuviera de conocer del asunto.
Por lo demás, y frente a cuanto vimos referido a la figura de San
Raymundo de Peñafort, los actores no dudan en calificarlo de inquisidor e
intolerante, constituyendo, siempre según ellos, una vergüenza para la
profesión.

El máximo órgano jurisdiccional murciano ha rechazado las


pretensiones de los recurrentes, estimando perfectamente ajustados a

491
Según noticia contenida en la página web del propio Colegio de Abogados de Madrid
(www.icam.es/vernoticia.jspid=200403120011&seccion=&xml=/docs/20061222/0002.xml), la
admisión a trámite de las proposiciones presentadas por A.L.A. fue rechazada por 1.268 votos
frente a 257 en contra y 30 abstenciones.
492
Llega incluso a sorprender que estuvieran representados por una Procuradora de los
Tribunales apellidada Cruz, según resulta de los antecedentes de la propia sentencia
resolutoria del caso.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

Derecho los actos organizados por el Colegio de Abogados, mediante su


Sentencia de 25 de julio de 2.011.493

C) UNIVERSIDADES.-

Son varias las Universidades que, en ejercicio de su derecho de


autonomía universitaria494, han adoptado como signos distintivos
elementos que, aunque muchas veces puedan ser de honda raigambre
histórica, también lo son de reminiscencia religiosa. Puede aquí traerse a
colación, aparte de los supuestos, ya referidos, de la Universidad de
Valencia495, de Oviedo y de Extremadura, también la de Alcalá de
Henares.496
493
Sentencia núm. 832/2.011, de 25 de julio de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de
Murcia (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2ª), Pte.: Sra. Martín Sánchez (Id
Cendoj: 30030330022011100829).
494
Proclamado por el art. 27.10 de nuestra Carta Magna. Respecto al contenido de este
derecho de autonomía universitaria, la Sentencia del Tribunal Constitucional (Sala Primera)
núm. 130/1.991, de 6 junio Pte.: Sr. Tomás y Valiente (RTC\1991\130), ha señalado, en su F.J.
5, que “interesa recordar que de acuerdo con el art. 12.1 de la Ley de Reforma Universitaria los
Estatutos habrán de ser aprobados «si se ajustan a lo establecido en la presente Ley»;
admitiéndose naturalmente sobre ellos un control de legalidad, pero sin que quepa «un
control de oportunidad o conveniencia, ni siquiera de carácter meramente técnico dirigido a
perfeccionar la redacción de la norma estatutaria» (SSTC 26/1.987 y 55/1.989, F.J. 4º). Como
ya advertíamos en esta última Sentencia, «los Estatutos, aunque tengan su norma habilitante
en la LRU, no son, en realidad, normas dictadas en su desarrollo; son reglamentos autónomos
en los que plasma la potestad de autoordenación de la Universidad en los términos que
permite la Ley. Por ello, a diferencia de lo que ocurre con los reglamentos ejecutivos de leyes
que para ser legales deben seguir estrictamente el espíritu y la finalidad de la ley habilitante
que les sirve de fundamento, los Estatutos se mueven en un ámbito de autonomía en que el
contenido de la Ley no sirve sino como parámetro controlador o límite de la legalidad del
texto. Y, en consecuencia, sólo puede tacharse de ilegal alguno de sus preceptos si contradice
frontalmente las normas legales que configuran la autonomía universitaria, y es válida toda
norma estatutaria respecto de la cual quepa alguna interpretación legal» (STC 55/1.989, F.J.
4º)”.
495
Respecto de su Escudo Universitario, la misma Sentencia del Constitucional, reseñada en la
nota anterior, señaló que “Es obvio que la simple decisión de alterar o modificar en un
determinado sentido la simbología representativa de la institución universitaria, lleva implícito
un juicio de valor respecto de los símbolos preexistentes. Se considera que la nueva simbología
identifica mejor a la institución representada o desempeña de manera más oportuna o
conveniente la función integradora o representativa que todo símbolo comporta o, lisa y
llanamente, satisface o responde mejor a las sensibilidades y preferencias de diversa índole de
quienes con su voto contribuyeron a la aprobación de los nuevos elementos representativos
de la Universidad. Es asimismo patente que la plena libertad electiva del Claustro para la
adopción del escudo universitario incluía la libertad de innovación o modificación del hasta

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

 La separación Iglesia-Estado en la Universidad Complutense


de Madrid

El Consejo de Dirección (compuesto por el Rector, los vicerrectores,


el gerente y el secretario general) de la Universidad Complutense de
Madrid adoptó a finales del año 2.004 la decisión de retirar la Biblia y el
crucifijo en los actos académicos, en las ocasiones en que el protocolo de
la institución, de acuerdo con la tradición, imponía su presencia. Todo ello
según la particular interpretación de la separación Iglesia-Estado que
entienden impone el art. 16 de la Constitución. A mediados de marzo del
año 2.005, con ocasión de la festividad de Santo Tomás de Aquino y el

entonces vigente, sin que el respecto o el mayor grado de respeto a la tradición y a la historia
fuera el único criterio que válidamente pudieran tener en cuenta los claustrales al decidir, en
legítimo ejercicio de su autonomía, el escudo de la Universidad valenciana. Las evidencias
históricas y las razones heráldicas no bastan, sin más, para menoscabar el derecho
fundamental de autonomía universitaria ni, por ello mismo, para sustituir los símbolos libre y
voluntariamente decididos por el Claustro Constituyente por otros que como los propuestos
por la minoría disconforme, seguramente serían igual de lícitos y respetables, sólo que no han
sido los mayoritariamente votados.
En un Estado democrático de Derecho que proclama como valores superiores del
ordenamiento la libertad y el pluralismo político, la vía natural de expresión de la idea y del
contenido que la sociedad -en nuestro caso, la comunidad universitaria- tiene del interés
público vigente en cada momento, cuando se trata de la adopción de Acuerdos que llevan
consigo opciones de naturaleza primaria o prevalentemente política -como los adoptados por
el Claustro Constituyente en representación de la comunidad universitaria y en ejercicio de su
autonomía- lo constituye la voluntad mayoritaria de los órganos representativos formada en
debate público y a través de los procedimientos jurídicos establecidos, cuya observancia queda
sujeta en todo caso al control de Jueces y Tribunales. A éstos les corresponde asimismo la
revisión jurisdiccional de los poderes que la LRU otorga o reconoce a las Universidades de
forma que ni padezca la legalidad ni la autonomía universitaria. De ahí que este control
judicial, de una parte, deberá atenerse a la configuración legal de la autonomía universitaria
sin imponer a ésta límites que no quiso establecer el legislador de la LRU, y, de otra, habrá de
respetar el núcleo de libertad de la decisión, fruto de la autonomía, que en cada caso se
considere más conveniente o adecuada a los intereses de la propia Universidad; pero lo que le
está vedado al órgano judicial es situar el control de legalidad en los confines de la
oportunidad de la decisión libremente adoptada en ejercicio de la autonomía, y rebasarlos,
como ha sucedido en el caso que nos ocupa” (F.J. 5).
496
En cuyo Estatuto, el art. 10 establece que “El escudo de la Universidad de Alcalá responde a
la siguiente descripción: • Timbre heráldico de dignidad cardenalicia (capelo rojo con quince
borlas del mismo color, pendientes en cinco series a cada lado) […] • Cruz patriarcal
flanqueada con dos cisnes blancos afrontados y debajo del
timbre.
En la medalla propia de la Universidad de Alcalá, en su anverso se reproduce el Escudo
oficial de la Universidad y en el reverso, junto a la efigie de Cervantes figura la de Cisneros.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

nombramiento de nuevos doctores se puso de manifiesto tal decisión,


pues frente a la tradicional jura ante la Constitución, la Biblia y un crucifijo,
en tal acto se dispuso la presencia únicamente de un texto de la Carta
Magna497.

Parece que en la adopción de tal medida no ha tenido ninguna


repercusión la especial vinculación de la Universidad con el denominado
“Libro de los libros”. No en vano, habría que «recordar que la Universidad
fue fundada por el Cardenal Cisneros, quien también promovió la edición
de la “Biblia Políglota Complutense”, que se convirtió desde ese momento
en uno de los signos de identidad de la institución. Los expertos destacan
que aquella edición de la Biblia representó el carácter universal y plural
que tiene la Universidad desde su creación y que ahora puede estar en
peligro»498. En cualquier caso, todo ello, al parecer, no impidió la
celebración de sus efemérides, de origen pontificio, como es sabido.

Un tema relacionado con éste es el de la existencia de capillas en el


ámbito universitario499; cuestión que ha recibido distinta respuesta según
los campus de nueva creación. “Así, mientras que la Universidad Carlos III
de Madrid ha optado por dar una respuesta negativa a la solicitud de
prestación de asistencia religiosa en el interior del recinto universitario, la
posición adoptada por la Universidad de Huelva ha sido la de dar una
respuesta positiva, pero a favor, en principio, de la Iglesia católica, e igual
sucede en el supuesto de la Universidad Rey Juan Carlos. Una posición
intermedia cabe encontrar en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona,
donde se ha optado por establecer un “lugar de encuentro” o
“meditación” común, de configuración multicultural. En relación con los

497
Según noticia de La Razón digital, semana del 9 al 15 de marzo de 2.005, bajo el título “La
Universidad Complutense suprime la Biblia y el Crucifijo en sus actos públicos”.
498
José R. NAVARRO PAREJA, La Razón digital, 9 de marzo de 2.005.
499
El Rector de la Universidad complutense, en su día, señaló que «considero que la
universidad es una institución laica y que, por tanto, no debe dar cabida a ninguna religión, si
bien, por el pasado, la Universidad Complutense de Madrid tiene capillas católicas, pero eso
creo que no es lo deseable. Respetando a todos creo que la religión debe de profesarse en las
respectivas capillas o iglesias, fuera de su ámbito», según noticias de La Razón digital, 28 de
abril de 2.004.

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Capítulo II: La simbología religiosa ante las Administraciones Públicas

supuestos afirmativos, debemos precisar que dicha asistencia religiosa


deberá ser siempre de carácter voluntario, tanto para los alumnos como
para los profesores, y siempre aplicada bajo los principios de pluralismo e
igualdad religiosos”.500

500
J.M. CONTRERAS MAZARÍO, “Principio de laicidad del Estado y asistencia religiosa en
centros universitarios públicos”, en Derechos y libertades, núm. 8 (2.000), págs. 99 y sigs.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

CAPÍTULO III: LA SIMBOLOGÍA RELIGIOSA EN LA DOCTRINA


JURISPRUDENCIAL

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Analizados en los capítulos precedentes las actuaciones del Poder


Legislativo y la del Ejecutivo en materia de simbología religiosa, nos queda
ahora ocuparnos de esta misma temática cuando la cuestión, entrada en
conflicto, se ha visto sometida a los Tribunales de Justicia.

El estudio de los supuestos enjuiciados revela un variado marco en


el que las disputas se han manifestado. Por nuestra parte, nos vamos a
referir, en primer término, a la problemática suscitada en el ámbito de la
Educación, ya sea a nivel de estudios no universitarios como los propios de
la universidad; pues es éste un ámbito que, posiblemente, ha de tenerse
por el más prolífico en el surgimiento de las contiendas litigiosas, tanto
por lo que respecta a los símbolos estáticos como a la indumentaria de
carácter confesional.

A continuación constituirá el objeto de nuestro análisis los demás


ámbitos en que la conflictividad derivada de la presencia en dependencias
públicas de la simbología confesional no ha podido alcanzar otra solución
que la que ha sido propiciada por los Tribunales de Justicia. Los hemos
agrupado en un segundo apartado, que hemos definido como “otros
ámbitos”, abarcando variados marcos de actuación.

I.- ÁMBITO EDUCATIVO

Al igual que en otros países de nuestro entorno cultural, viene


siendo cada vez mayor la incidencia de cuestiones de esta índole en el
ámbito educativo, tanto en los niveles de enseñanza obligatoria como en
el de la universitaria. Trataremos por separado estos dos distintos
panoramas, siendo así mismo importante discernir según que el espacio
de que nos ocupemos pertenezca al ámbito público o al privado.

En esta sede es donde se ha producido una mayor problemática, y


quizás por ello que, a diferencia de otros ámbitos, sea también que las
cuestiones se han llevado en mayor medida, aunque ciertamente escasa, a

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

los Tribunales de Justicia500. Igualmente se han expresado algunas quejas


ante distintos comisionados parlamentarios con cometidos, autonómicos,
equivalentes a los del Defensor del Pueblo. Todo ello, sin olvidar una serie
de supuestos en que se han adoptado decisiones por la vía de los hechos
consumados ya sea de particulares, por acción u omisión, ya de distintas
Administraciones públicas.501

Obviamente que, como hemos venido relatando, es el crucifijo en el


aula docente el que viene siendo objeto de actitudes contrarias a su
presencia, sin perjuicio de que la solicitud de su retirada alcance a otros
signos religiosos como, a título de ejemplo, la cruz, cuadros, estatuas,
belenes, etc.; incluso, podríamos plantearnos que pueda referirse al
nombre de muchos centros escolares que siguen siendo de origen
religioso, al menos.

Las cuestiones relativas a la indumentaria de impronta religiosa


parece que, por el contrario, no han planteado tanta conflictividad en
nuestros centros educativos; por lo menos no han llegado a alcanzar la
esfera judicial, sino al parecer muy recientemente. A esta vertiente de la

500
Se han residenciado ante los Tribunales los casos del Colegio San Benito de Madrid y el del
Colegio Macías Picavea de Valladolid. En ambos supuestos se ha pretendido la remoción de
símbolos religiosos, si bien únicamente en el tema pucelano se ha llegado al fondo del asunto,
y no sin antes haber recorrido un buen tramo de “peripecias judiciales”, que más adelante
tendremos ocasión de examinar.
501
Son numerosos los episodios que la realidad viene deparando desde hace bastante tiempo.
A mero título colativo, pueden citarse supuestos como el relatado en el Suplemento de
Educación del rotativo El País, de 11 de marzo de 2.002: «El caso de Galicia mezcla crucifijo y
águila imperial franquista. 'El crucifijo lo quité yo y la gallina la tapamos con motivo de la
renovación de la fachada, con dos losas de un metro por 80', explica el director del instituto
Salvador Moreno, en Marín (Pontevedra). Suxo Portelas recuerda, fue hace dos cursos, cómo
algún grupo radical del pueblo se resistía y las tácticas dilatorias de la Administración
provincial, fruto de esas protestas. Ahora está satisfecho. 'No se trata de anular el pasado, sino
de tratarlo con coherencia'.»
Al parecer la Administración andaluza ha producido ya varios casos en que su
Consejería de Educación ha ordenado, sin más, la retirada de crucifijos ante ciertos
movimientos reclamando esa remoción, como en el caso del colegio San Juan de la Cruz de
Úbeda (Jaén), llevado a cabo a finales de mayo de 2.006 (vid., al respecto, el artículo
periodístico ‘¿Cuándo es religiosa la simbología según la Junta de Andalucía?’, del Prof.
ALENDA SALINAS, en el diario ABC, 27 de junio de 2.006); y, más recientemente, el supuesto
del IES Al-Zujayr de Zújar (Granada), según noticia del digital Ideal.es, de 27 de enero de 2.011.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

simbología, que podríamos denominar, por contraste con la otra, como


‘dinámica’ –o, posiblemente, y con más propiedad, “personal”–
corresponderían elementos tales como los portados por el profesorado o
el alumnado, incluyendo algunos de los anteriormente citados en cuanto
que los mismos son susceptibles de ser transportados (cruz, santos,
nombres que van allá donde lo haga o se dirija la institución, etc.),
elementos aptos para una clase de religión (catecismo, Biblia, Corán…).

A nuestro juicio, es necesario llevar a cabo una distinción según el


concreto ámbito escolar en que pueda encuadrarse toda esta
problemática, así como también referirse por separado a las cuestiones
relacionadas con la denominada simbología estática y las suscitadas por la
vestimenta de tipo religioso. A todo ello dedicamos nuestra atención en
las páginas que siguen.

1. LA PROBLEMÁTICA RESPECTO DE LOS SÍMBOLOS ESTÁTICOS

1.1. ENSEÑANZA ESCOLAR OBLIGATORIA

Conviene discernir, a todo este respecto, la temática que es


susceptible de plantearse en las distintas clases de colegios existentes en
nuestro Estado. Es de sobra conocido que, sobre el particular, las
diferentes Leyes que sobre Educación se han ido promulgando, tanto en el
ámbito estatal como en el autonómico, distinguen entre colegios públicos
y privados, según que la titularidad y financiación de los mismos,
respectivamente, sea pública o privada; denominándose colegios
concertados o privados concertados aquellos que, siendo de titularidad
privada, su financiación es, en parte al menos, pública.502

502
En concreto, la vigente L.O. 2/2.006, de 3 de mayo, de Educación (BOE, núm. 106, de 4 de
mayo) señala en su art. 108 (Clasificación de los centros): 1.- Los centros docentes se clasifican
en públicos y privados. 2.- Son centros públicos aquellos cuyo titular sea una administración
pública. 3.- Son centros privados aquellos cuyo titular sea una persona física o jurídica de
carácter privado y son centros privados concertados los centros privados acogidos al régimen
de conciertos legalmente establecido.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

a) COLEGIOS PÚBLICOS

El análisis de la realidad social española revela que, posiblemente,


un dato a destacar venga constituido por el hecho de que las actitudes
contrarias a los símbolos estáticos se han propiciado desde sectores que
se proclaman laicos o aconfesionales, más que desde la representación o
pertenencia a otros credos confesionales distintos del significado por el
símbolo. Igualmente, tales peticionarios suelen acompañar sus
pretensiones con su postura contraria a la enseñanza religiosa en el seno
de la educación pública, considerando, en este sentido, que debería
procederse a la revisión del Acuerdo concordatario con la Santa Sede, que
impone tal posibilidad de estudio; después extendida a otras Confesiones
religiosas503. Postura que, por el momento, no parece alcanzar respaldo
por parte de nuestros Poderes Públicos.504

La práctica unanimidad de la doctrina científica al preguntarse


acerca del quid iuris de la presencia en las aulas públicas de simbología
religiosa estática suele plantearse el problema partiendo de que tales
signos ya están presentes en el concreto centro escolar de que se trate, y
existe una actitud por parte de padres, por lo general, o de determinadas
asociaciones, contraria a su permanencia. Sin embargo, el Prof. Alenda
Salinas ha suscitado, además, la cuestión de si puede instalarse o hallar

503
En efecto, como es sabido, el Acuerdo sobre enseñanza y asuntos culturales, de 3 de enero
de 1.979, entre el Estado español y la Santa Sede regula esta materia. Posteriormente, los
Acuerdos con las otras Confesiones, de 10 de noviembre de 1.992, disponen esta posibilidad,
correlativamente, en sus respectivos arts. 10.
504
Si hemos de atender a disposiciones como las que se establecen en la Orden PRE/45/2.008,
de 21 de enero, por la que se da publicidad al Acuerdo de 11 de enero de 2.008, del Consejo
de Ministros, por el que se aprueba el Plan Nacional del Reino de España para la Alianza de
Civilizaciones (BOE, núm. 20, de 23 enero de 2.008), que, entre su ‘Catálogo de actuaciones’
señala que “La enseñanza de las religiones minoritarias en las escuelas se continuará
impartiendo de conformidad con lo dispuesto en los Acuerdos de Cooperación con la
Federación de Entidades Religiosas Evangélicas, la Federación de Comunidades Israelitas y la
Comisión Islámica y, en su caso, con los que en el futuro puedan suscribirse con otras
confesiones religiosas”.
Fomentando la “formación más acusada en el ámbito de la enseñanza preuniversitaria
y universitaria de los temas relacionados con la pluralidad religiosa y cultural; puesta en
marcha de programas de capacitación de profesores de religión, y del profesorado en general,
en cuestiones relacionadas con la pluralidad religiosa y cultural”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

acomodo el crucifijo en las aulas que se encuentren ausentes del


mismo505. No obstante, cabe también discutir, al menos en términos
teóricos, si la presencia del símbolo religioso puede darse en el aula
pública, con independencia de un movimiento contrario a su existencia506.
Por otro lado, esta temática suele ir referida a la simbología establecida
con caracteres de permanencia, puesto que si la colocación de la misma es
meramente temporal se entiende que será menos problemática, aunque
tampoco puede descartarse, ya que así ha acontecido, en determinadas
fechas del año de carácter muy simbólico como es Navidad o Semana
Santa, hasta respecto de los belenes y adornos navideños.

A todo este respecto, es bastante común considerar por parte de la


doctrina científica que «en nuestro ordenamiento jurídico no existe una
normativa que se pronuncie expresamente sobre la presencia de
simbología religiosa en las aulas de las escuelas públicas»507. También el
Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, en su Sentencia de 14 de
diciembre de 2.009508, ha señalado que «resulta marcadamente
significativo el silencio normativo existente en la materia. No se dispone
de una norma o precepto inequívoco que permita realizar un enfoque del
conflicto con la máxima seguridad jurídica, siendo entonces procedente la
realización de una aproximación cautelosa, prudente, y cómo no,
susceptible de crítica jurídica».509

505
M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense,
núm. 98 (2.003), págs. 219 y sigs.
506
Significativo al respecto el título, “¿es constitucional el crucifijo?”, empleado por el Prof. A.
SEGLERS GÓMEZ-QUINTERO en su artículo de opinión publicado en el periódico La Vanguardia,
de 6 de junio de 2.010.
507
J.M. CONTRERAS MAZARÍO y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad, manifestaciones religiosas e
instituciones públicas”, en Laboratorio de Alternativas [Documento de trabajo 124/2.007 de la
Fundación Alternativas, que hemos podido obtener en la red a través de la página web de
Dialnet], Madrid, 2.007, pág. 48.
508
Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y
León (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro
(JUR\2.010\4.104).
509
Punto 8 del F. de D. 4º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Todo este posicionamiento acerca del status quo jurídico existente


en la actualidad parece debe entenderse revelador de la consideración de
que las normas franquistas sobre el particular –a las que ya aludimos en el
capítulo I de este trabajo– carecen de vigencia, o, al menos, de aplicación
práctica. Por nuestra parte, sin embargo, con las puntualizaciones y
salvedades que hemos realizado en el expresado capítulo, entendemos
que dichas Disposiciones han de entenderse derogadas, si es que antes no
lo estaban, por la denominada Ley de Memoria Histórica510; pero, en
cualquier caso, parece que podrían quedar crucifijos u otros símbolos
religiosos cuya presencia trajese causa anterior a la de las disposiciones
dictatoriales, sin que por tanto les debiese afectar la mencionada Ley.
Obviamente, también, que muchos de estos símbolos podrían haberse
puesto posteriormente, y con otro significado, al influjo y disposición
normativa de las Órdenes y Circular franquistas.

La labor, puede que ciertamente complicada, debería pasar por


determinar la fecha de colocación de tales símbolos por lo que habría que
intentar aclarar el origen del mismo. Y, entonces, tal y como planteamos y
consideramos importante a todo este respecto: ¿Tendría alguna
competencia cumulativa en la materia, con la Administración, el propio
Consejo escolar del Centro? ¿Habría que “pulsar” su opinión? ¿El trascurso
del tiempo podría haber cambiado el significado originario con que fue
dispuesta su presencia? ¿El propio Consejo escolar podría atribuirle otra
significación? En el seno del Consejo Escolar del Estado parece, no
obstante, que se rechazó esta posibilidad, ya que, con ocasión de adoptar
la Resolución de 29 de enero de 2.008, “a instancias de CEAPA, CCOO y
UGT se retiró un punto de la resolución que proponía que el Consejo
Escolar del Estado se encargara, en colaboración con los Consejos
Escolares Autonómicos, de elaborar una propuesta de catálogo de
vestigios del franquismo en los centros educativos”511. De todas formas,

510
Ley 52/2.007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se
establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra
civil y la dictadura (BOE, núm. 310, de 27 de diciembre de 2.007).
511
Vid. www.foroporlamemoria.info/noticia.php?id_noticia=3296 (visita de 11 de diciembre de
2.011): “Desde el Sindicato de Estudiantes seguimos pensando que esto es una buena idea,
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

son muchos los interrogantes, cuya respuesta tratamos de afrontar en el


desarrollo del presente trabajo.

La indefinición doctrinal en relación con la normativa vigente,


posiblemente explique que sean muchas las cuestiones que se han
suscitado respecto a este tema, y entre las mismas, tal y como ha
señalado la Profª. Llamazares Calzadilla, «uno de los problemas que aún
carecen de solución en el ordenamiento jurídico español es el de si la
presencia de símbolos religiosos en las aulas de centros públicos docentes
es o no compatible con los principios constitucionales de laicidad (art.
16.3 CE), de libertad ideológica y religiosa (art. 16.1 de la CE) y con los
objetivos constitucionalmente previstos para la educación (art. 27.2 de la
CE)».512

En estrecha relación con estos interrogantes, se encuentra la


materia relativa a la función que cumple el símbolo, y ello hasta el punto
de que ese desempeño se considera determinante de la solución que haya
de merecer el concreto supuesto513. Se ha señalado sobre el particular que
pueden ser hasta de tres clases este tipo de funciones: «la presencia como
elemento cultural o artístico, la presencia como instrumento para hacer
posible el ejercicio del derecho de la libertad religiosa y, en último término
de libertad de conciencia, y la presencia como símbolo que preside la
actividad desarrollada en el centro o establecimiento público del que se
trata».514

También los Tribunales se han hecho eco de la trascendencia de la

precisamente porque es en el Consejo Escolar donde está representada toda la comunidad


educativa”.
512
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes», en la obra colectiva (D. Llamazares Fernández, dir.),
Libertad de conciencia y laicidad en las instituciones y servicios públicos, Dykinson, Sevilla,
2.005, pág. 278.
513
Cfr. F. de D. 7º de la Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre del Tribunal Superior de
Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid (Sala de lo Contencioso-Administrativo,
Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro (RJCA\2.008\109).
514
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes», cit., pág. 296.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

posible función del símbolo, pudiéndose encontrar diversos pasajes en los


que se ha llegado a afirmar que «la exposición de símbolos de una
determinada religión en los Centros puede analizarse desde diversas
ópticas, esto es, desde la más transcendente de la manifestación de la
confesionalidad del Estado, con el corolario de la violación del derecho
fundamental a la libertad religiosa, […] hasta la puramente pedagógica o
educativa o la que atañe a las instalaciones o dotaciones del Centro»515;
así como que la colocación, mantenimiento o retirada de cualquier
símbolo religioso en un colegio puede analizarse como una actuación de
gestión del centro educativo, de una acción netamente material, no de
naturaleza docente ni de gestión económica, lo cual implica entender que
ese símbolo religioso, en concreto los crucifijos han sido secularizados
perdiendo la totalidad de su significación religiosa. Inversamente, si se
admite la trascendencia religiosa y/o cultural que tiene todo símbolo
religioso y el crucifijo en concreto, la decisión que sobre los mismos se
tome debe valorar también sus consecuencias e implicaciones
pedagógicas.516

La cuestión a considerar en la materia, entonces, podría ser del tipo


de ¿quién determina la función o significado del símbolo? Pregunta que
no siempre halla fácil respuesta, pues aparte de poder hacerse pivotar
sobre un criterio subjetivo u objetivo, la dificultad proviene del significado
unívoco o no del signo, además de si todo ello puede hacerse depender de
quien dispone su presencia o de quien la percibe.

A todo este respecto, viene a entender la generalidad de la doctrina


científica que no suscita mayor cuestión la presencia del símbolo si ello
responde a razones de tipo cultural o histórico. En este sentido, el Prof.
Contreras Mazarío, con el que se ha de coincidir, afirma que, tanto en el
ámbito del colegio público como en el del privado, hay que tener en

515
Sentencia núm. 1.105, de 15 de octubre de 2.002, del Tribunal Superior de Justicia (Sala de
lo Contencioso-Administrativo, Sección 9ª) de Madrid, F. de D. 3º (Id: Cendoj
28079330092002100497).
516
Cfr. F. de D. 7º de la Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre del Tribunal Superior de
Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid, ya citada.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

cuenta la naturaleza del bien, de modo que «su presencia y, por tanto, su
salvaguarda corre paralela a la propia naturaleza del bien, de forma tal
que si se está en presencia de un bien cultural es esa naturaleza y no su
consideración ideológico-religiosa la que debe ser salvaguardada»,
apoyándose a este respecto en los arts. 14, 26, 27 y 36 en relación con los
arts. 2, 4, 9 y 13.2 de la Ley del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural.517

Y también encuentra perfecto sentido cuando el signo religioso sirve


precisamente para identificar el lugar en que se imparte religión o
realizan funciones de naturaleza confesional. Así, la Profª. Moreno
Botella indica la conformidad a Derecho de los símbolos religiosos en los
lugares destinados a ello, sin que sea de apreciar inconstitucionalidad
alguna, llegando a señalar normativa (Orden de 4 de agosto de 1.980)518
que lo contempla, por lo que a priori no puede considerarse contrario al
principio de neutralidad estatal, dado, además, que a nadie se le obliga a
asistir a estos sitios519. En este sentido se ha pronunciado también el
Defensor del Pueblo andaluz, en respuesta a una queja presentada por la
‘Asociación Pi y Margall por la Educación Pública y Laica’, cuando
considera que debe procederse a la eliminación de toda simbología
religiosa en los Centros docentes públicos que no se encuentre en los
lugares específicamente habilitados al efecto, o que no sea colocada
especialmente para la impartición de la formación religiosa, siempre que,

517
J.M. CONTRERAS MAZARÍO, Laicidad del Estado y asistencia religiosa en centros docentes,
Dykinson, Madrid, 2.002, págs. 235 y 243. En el mismo sentido: M.C. LLAMAZARES
CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema en las aulas de centros
públicos docentes», en la obra colectiva (D. Llamazares Fernández, dir.), Libertad de conciencia
y laicidad en las instituciones y servicios públicos, Dykinson, Sevilla, 2.005, pág. 296.
518
Aparece publicada en el BOE, núm. 188, de 6 de agosto de 1.980, y ya nos referíamos a ella
en el capítulo anterior.
519
G. MORENO BOTELLA, “Crucifijo y escuela en España”, en Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 2 (mayo, 2.003), del portal jurídico
Iustel.com. En el mismo sentido: Cfr. B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos
fundamentales en la relación escolar”, en Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 67
(2.003), pág. 110; M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración
pública: El problema en las aulas de centros públicos docentes», cit., pág. 296.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

en este caso, se retire una vez terminada la docencia, cuando en el mismo


aula haya de impartirse otra disciplina académica.520

La conclusión alcanzada, sin embargo, no satisface a todo el mundo,


particularmente a quienes se muestran partidarios de la expulsión del
estudio de la religión –y, con ella, de todo signo que pueda constituir
reminiscencia de la misma– en el seno del colegio público. No obstante,
no deja de llamar poderosamente la atención que haya quien propugne la
desaparición del crucifijo y no tenga reparo alguno en que en dicho
ámbito escolar pueda concurrirse con el velo confesional; lo cual, a
nuestro juicio, si se halla todo ello ligado a la pretendida liberación de lo
religioso en este lugar público, no nos parece muy coherente, por cuanto
que ambos constituyen representaciones de la confesionalidad521. En este
sentido, en Cataluña, con una caracterización, además, “laica” del centro
escolar522, sin embargo y tras habérsele impedido, fue admitida al estudio
una niña de ocho años que portaba el hiyab, con basamento en el valor
superior del derecho a la escolarización.523

Así, pues, la resolución del problema, ha de partir de poder


determinar quién ha predispuesto o colocado el signo. ¿Y con qué
función? Y, por consiguiente, es preciso distinguir si el aula se destina a
“usos religiosos” o a “usos profanos”. Habiéndonos referido ya al primer

520
Según la transcripción, que se dice literal, de la contestación –carta (datada en Sevilla, 6 de
agosto de 2.001) e informe– del Defensor del pueblo andaluz dirigida a D. Angel Ramírez
Medina, tal y como aparece en www. terra. es/
pv_obj_cache/pv_obj_id_1859F947AB992AADA423C8E9FD5C3E93BE7D0000/filename/Contes
tacion%20Defensor.pdf.
521
Una revisión crítica con esta postura contraria al estudio de la religión en la enseñanza
pública en T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad, pluralismo,
símbolos), Civitas – Thomson Reuters, Navarra, 2.010, pág. 188 y sigs.
522
El art. 2.2 de la Ley catalana 12/2.009, de 10 de julio, de Educación (BOE, núm. 189, de 6 de
agosto de 2.009) establece, entre sus Principios rectores del sistema educativo: “La formación
integral de las capacidades intelectuales, éticas, físicas, emocionales y sociales de los alumnos
que les permita el pleno desarrollo de la personalidad, con una enseñanza de base científica,
que debe ser laica, de acuerdo con el Estatuto, en los centros públicos y en los centros
privados en que lo determine su carácter propio”.
523
I. MARTÍN SÁNCHEZ, “Algunos supuestos controvertidos de objeción de conciencia”, cit.,
pág. 247 nota 55.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

aspecto, queda ocuparnos del segundo. La doctrina científica se ha


dividido a la hora de determinar si el crucifijo puede seguir o no en el aula,
partiendo de que esté presente en la misma, y se le atribuya una función
activa, de “presidencia”, a tal presencia, dado que «lo que
constitucionalmente se cuestiona en España es la presencia como
presidencia de la actividad docente»524. Vamos a tratar de distinguir al
respecto, según diversas situaciones.

a’).- Aula destinada a usos profanos, con elementos o símbolos


religiosos, respecto de los que se plantee su supresión.

En el supuesto de un aula que se destine a la impartición de


enseñanza no confesional y en la que se suscite la supresión de símbolos
religiosos presentes en la misma, bien por la existencia de contrariedades
concretas y actuales en ella, bien porque se trate de una problemática que
venga ya de actuaciones más lejanas, podríamos preguntarnos quién
habría de promover este tipo de cuestiones y, en su caso, quién debería
de resolverlas; y, como cuestión de fondo, qué tipo de razones de las que
se esgrimieran merecerían ser ineludiblemente atendidas desde un punto
de vista jurídico.

 ¿Puede proceder a la remoción del símbolo la misma


Administración, incluido el consejo escolar del Centro, por su
propia iniciativa?

Tanto desde ámbitos administrativos –tal y como hemos visto en el


capítulo anterior– como judiciales se ha señalado la competencia al
respecto del Consejo Escolar del centro, sin perjuicio de que la misma
haya de entenderse siempre revisable por la Administración educativa
pertinente, a la vez que hay voces que propugnan una competencia de
tipo cumulativo entre ambos, dado que el Consejo Escolar carece de

524
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes», cit., pág. 296.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

personalidad jurídica propia, por lo que siempre estaría sometido a la


Administración. Pero, como hemos visto en el capítulo precedente, tanto
desde el Ejecutivo central como algunos autonómicos la resolución se ha
adoptado desde el mismo sin tomar en consideración al consejo escolar
del centro.

En este sentido, aunque no sin alguna variante significativa, han


venido a coincidir los pocos Tribunales que se han pronunciado al
respecto, y que más adelante tendremos ocasión de examinar con mayor
detenimiento, sin perjuicio de adelantar que hacemos referencia a la
Sentencia núm. 1.105, de 15 de octubre de 2.002, del Tribunal Superior de
Justicia de Madrid525, para el que, después de analizar la normativa
relativa a las atribuciones de los Consejos Escolares, afirma que «es
notorio que entre las competencias de los Consejos no figura nada relativo
a la exposición o exhibición en los Centros docentes de símbolos religiosos
o de otro carácter», no obstante llega a la conclusión de que «nada obsta
a que en el seno del Consejo se plantee y decida la retirada o
mantenimiento de los símbolos religiosos de ese Centro en concreto».
Ahora bien, termina el Tribunal: «Es una potestad de la Administración
educativa decidir sobre la procedencia del mantenimiento de símbolos de
una determinada religión o ideología en los Centros públicos, con
independencia de que su decisión se acomode o no al criterio de los
órganos de gobierno de cada Centro sobre ese concreto extremo, pero es
inaceptable afirmar que esta materia configura una competencia exclusiva
de los Consejos Escolares, cuando sus decisiones siempre podrían ser
revisadas por la Administración en vía de recurso»526. La cuestión, sin
embargo, a nuestro juicio, pasaría por discernir si la eventual revisión de la
Administración Educativa alcanza sólo a un juicio de legalidad, o abarca
también el de discrecional oportunidad.

525
Id. Cendoj: 28079330092002100497, ya circunstanciada anteriormente.
526
F. de D. 3º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Por su parte, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, en su


Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre527, después de señalar el
vacío normativo concreto existente en esta materia528, se inclina por
entender que la competencia primigenia es del Consejo Escolar, sin
perjuicio de las funciones inspectoras y revisoras de la Administración:
«Al regular la autonomía pedagógica de cada centro educativo, la
legislación en aquel momento aplicable -y la posterior en gran medida-
advierte que se concretará mediante programaciones didácticas, planes
de acción tutorial y planes de orientación académica y profesional y, en
todo caso, mediante proyectos educativos (art. 68.1 de la Ley 10/2.002). Y
resulta esencial que toda la actividad pedagógica deberá, en el ejercicio de
su autonomía, adaptarse a las peculiaridades de su entorno y de sus
alumnos (v. art. 68.2 de la Ley 10/2.002; "2. Los centros docentes, dentro
del marco general que establezcan las Administraciones educativas,
elaborarán el proyecto educativo en el que se fijarán los objetivos y las
prioridades educativas, así como los procedimientos de actuación. Para la
elaboración de dicho proyecto deberá tenerse en consideración las
características del centro y de su entorno escolar, así como las
necesidades educativas de los alumnos"). Y esta aprobación del proyecto
educativo corresponde, indefectiblemente al Consejo Escolar (v. art. 82.1
de la LOCE, en similares términos véase la L.O. 9/1.995, de 20 de
noviembre, de la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros
Docentes, la actual LODE, con mayor intervención del Claustro de
Profesores o el Decreto 86/2.002, de 4 de julio, que aprueba el
reglamento orgánico de estos centros). En todo caso, cualquier valoración
que se deba hacer del entorno escolar y de las condiciones de los alumnos
corresponde al Consejo Escolar.

527
RJCA\2.008\109, ya citada.
528
“La premisa inicial para comenzar a analizar el fondo del asunto, que debe circunscribirse a
verificar el órgano administrativo competente para decidir la retirada de cualquier símbolo
religioso, pasa por resaltar que hay un silencio legal en esta concreta materia” (F. de D. 7º).
“Desde luego pretender que una norma recoja en concreto las competencias de un
órgano administrativo para decidir "la retirada de los crucifijos y demás símbolos religiosos"
como sostiene la asociación apelada resulta en técnica legislativa claramente incorrecto.
Nunca la norma o reglamento desciende a un supuesto tan concreto al pergeñar el marco
competencial de cualquier órgano administrativo” (F. de D. 7º).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

»Se entienda que la configuración de cada aula y de los efectos


materiales y símbolos afecte o configure, directa o tangencialmente a la
educación que se imparta en ella -proyecto docente-, afecte a su
funcionamiento o a "aspectos relacionados con su actividad", deba ser
reglamentado o influya en la convivencia del centro, lo cierto es que son
materias de inequívoca competencia del Consejo Escolar de cada centro -
decisorias o consultivas según los casos- (art. 82. apa.1.k).
»Y además, como quiera que el mantenimiento, colocación o
retirada de un símbolo religioso está en intrínseca relación con el entorno
escolar y las circunstancias concretas del alumnado, la decisión sobre
aquellas actuaciones debe residenciarse en ese órgano administrativo, de
conformidad con el marco competencial pergeñado por el legislador
estatal».529
«Se afirma que es parcialmente correcta la decisión autonómica (lo
que de suyo implica la estimación parcial del presente recurso de
apelación) porque lo que no resulta adecuado a derecho es la negativa de
la Delegación Territorial a revisar lo resuelto por el Consejo Escolar.
»Evidentemente, toda decisión adoptada por el centro docente, sea
por su dirección o por el Consejo Escolar es revisable en vía administrativa,
revisión que corresponderá, según los casos a la Dirección Provincial de
Educación, a la Delegación Territorial o a los órganos centrales de la Junta
de Castilla y León. Por lo tanto, la abdicación de sus competencias que la
resolución impugnada entraña la convierte en parcialmente disconforme a
derecho por vulnerar las previsiones de los arts. 102 y sigs. de la LOCE».530

A nuestro juicio, respecto del Consejo Escolar, parece que se puede


concluir que el mismo tiene competencia en la materia, derivada de las
atribuciones que la legislación le reconoce con carácter genérico, pues lo
cierto es que la misma nada establece a un nivel concreto y específico
sobre el particular; y ello, tanto para adoptar decisiones de carácter
programático como de naturaleza resolutiva, en éste último caso –que no
es el que estamos tratando– cuando se suscitaran cuestiones sobre el
529
F. de D. 8º.
530
F. de D. 10º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

particular. En efecto, la legislación vigente en la materia establece que “El


Consejo Escolar del centro tendrá las siguientes competencias: a) Aprobar
y evaluar los proyectos y las normas a los que se refiere el capítulo II del
título V de la presente Ley. b) Aprobar y evaluar la programación general
anual del centro sin perjuicio de las competencias del Claustro de
profesores, en relación con la planificación y organización docente. e)
Decidir sobre la admisión de alumnos con sujeción a lo establecido en esta
Ley y disposiciones que la desarrollen. f) Conocer la resolución de
conflictos disciplinarios y velar porque se atengan a la normativa vigente.
Cuando las medidas disciplinarias adoptadas por el director correspondan
a conductas del alumnado que perjudiquen gravemente la convivencia del
centro, el Consejo Escolar, a instancia de padres o tutores, podrá revisar la
decisión adoptada y proponer, en su caso, las medidas oportunas. g)
Proponer medidas e iniciativas que favorezcan la convivencia en el centro,
la igualdad entre hombres y mujeres y la resolución pacífica de conflictos
en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social. h) Promover la
conservación y renovación de las instalaciones y equipo escolar y aprobar
la obtención de recursos complementarios de acuerdo con lo establecido
en el art. 122.3. j) Analizar y valorar el funcionamiento general del centro,
la evolución del rendimiento escolar y los resultados de las evaluaciones
internas y externas en las que participe el centro. k) Elaborar propuestas e
informes, a iniciativa propia o a petición de la Administración competente,
sobre el funcionamiento del centro y la mejora de la calidad de la gestión,
así como sobre aquellos otros aspectos relacionados con la calidad de la
misma. l) Cualesquiera otras que le sean atribuidas por la Administración
educativa”.531

Y no es obstáculo a cuanto antecede que el consejo escolar del


centro carezca de personalidad jurídica propia e independiente de la
Administración, puesto que ello no tiene que implicar necesariamente una
negativa de capacidad decisoria si la Ley se la asigna u otorga, y así es en
muchos ámbitos o sectores de la Educación. Se trataría de una
531
Art. 127 (Competencias del Consejo Escolar) de la L.O. 2/2.006, de 3 de mayo, de Educación.
En similares términos se pronuncian las Leyes autonómicas existentes sobre educación.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

manifestación de la capacidad orgánica aun sin personalidad jurídica,


como ocurre, por ejemplo, en el ámbito del Derecho civil, respecto de la
Junta General de propietarios que ostenta capacidad jurídica decisoria en
el marco de la propiedad horizontal, aunque la Comunidad de propietarios
carece de personalidad jurídica.

En teoría, por tanto, parece perfectamente factible que el Consejo


Escolar apruebe un Reglamento o Normativa de régimen interno del
Colegio que disponga acerca de la presencia de símbolos religiosos en las
dependencias del Centro escolar; o adopte decisiones acerca del
mantenimiento o conservación de tal simbología, en cuanto que
mobiliario propio del Centro532. En cualquier caso, tal regulación –siempre
sometida, o susceptible de serlo, a la revisión de la Administración
competente– debería ser respetuosa con la legislación vigente.

Paralelamente, la Ley de Memoria Histórica, como hemos visto,


impulsa el celo administrativo en la materia en aquellos casos en que
concurran las circunstancias que establece, pero, como también hemos
adelantado, habrá supuestos que no le comprendan; de manera que,
frente a ciertas “vías de hecho” como los protagonizados,
particularmente, por la Junta de Andalucía, parece que la Administración
debería someterse al imperio de la ley, so pena de incurrir en
arbitrariedad, proscrita por nuestra Ley de leyes (art. 9.3).

En nuestro País, desde el poder legislativo –como hemos visto y con


las matizaciones ya realizadas– no se ha adoptado, hasta la fecha, una
normativa general en este sentido. Es conocido que a este nivel, por lo
que a Derecho Comparado se refiere, posiblemente sean Francia y
también Turquía los mayores representantes de la política legal que ha
plasmado en el denominado ‘santuario de la laicidad’ como caracterizador
de ciertos espacios públicos, y entre ellos fundamentalmente el relativo a
532
La Comunidad Autónoma de Castilla y León lo caracterizó incluso como inmueble, a tenor
del art. 334-4º del Código Civil. Vid. el F. de D. 1º de la Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20
septiembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro (RJCA\2008\109).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

la educación. Nos parece muy significativo en este sentido que se haya


llegado a aseverar que «de meme que toute personne que sohuaite
pénétrer dans une mosquée (si les autorités religieuses le permetten) doit
se dechausser a l’entrée, de meme tout croyant doit, avant d’entrer á
l’ecole, se dépouiller de toute manifestation exterieure de sa foi avant
d’entrer dans ce santuaire de la laïcité qu’est l’ecole publique».533

Por lo que respecta a España, la doctrina científica se ha dividido


sobre el particular, contando tanto con partidarios como con detractores
en esta materia. Pasamos a detallar estas posturas.

 Sector doctrinal que propugna la incompatibilidad del principio de


aconfesionalidad con la simbología religiosa

No han faltado voces que vienen propugnando acciones del tipo


francés, con base en la exégesis que entienden ha de realizarse del
principio de aconfesionalidad constitucionalmente proclamado. En este
sentido, el Prof. Martín-Retortillo Baquer, bien que en el seno de los
comentarios a las sentencias pronunciadas por el Tribunal europeo de
derechos del hombre acerca del velo islámico, considera que la laicidad, y
su correlato de neutralidad, es más que suficiente para impedir la
presencia de símbolos religiosos (con lo que parece referirse tanto al
crucifijo como al velo) en espacios públicos. Afirma, en concreto, que «la
defensa de bienes jurídicos tan señalados como la neutralidad de unas
instituciones, o la laicidad en todos los escalones del Estado, en aquellos
sistemas que se los toman en serio, justifican sobradamente ciertas
restricciones en lo que sería el desarrollo normal de la libertad religiosa,
como que no se haga alarde de una concreta opción religiosa a través, por
ejemplo, de determinados símbolos o atuendos». Y es que, continúa el
autor, «hay espacios –físicos, temporales, institucionales– en los que,

533
J. MINOT, “Droits de l’Homme et neutralité de l’Etat: à propos de l’affaire du foulard”, en
Revue Administrative, núm. 253 (1.990), pág. 38; la cursiva es nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

quienes están habilitados para tomar las decisiones de más peso


impongan comportamientos no militantes».534

Es necesario destacar que, dejando a salvo, el caso Lautsi contra


Italia, todos los demás supuestos en que ha intervenido el Tribunal de
Estrasburgo sobre esta cuestión lo han sido con referencia al hiyab y no al
crucifijo y también que, a excepción del caso ‘Dahlab contra Suiza’, los
otros asuntos se han desarrollado en suelo galo y, todavía en mayor
medida, en el turco. No puede desconocerse que con relación a este
último País –al igual que ocurre en nuestra vecina Francia–, el alto
Tribunal europeo ha tomado muy en consideración la concreta
caracterización laica del Estado535; y, en estas circunstancias, sin dejar de
reconocer que, en los supuestos enjuiciados, se ha podido producir una
limitación de la libertad religiosa de la parte demandante, lo cierto es que
se ha afirmado que ello no supone vulneración alguna del art. 9 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, en virtud de estimar que se
trata de una restricción de tal libertad que se ha operado dentro de los
márgenes legales de la Convención, “pues el secularismo no sólo parece
amparar la libertad de escoger creencias y de profesar una religión, sino
que además garantiza el liberarse la religión, incluyendo dentro del orden
público la protección de la libertad negativa de las estudiantes
musulmanas que pueden sentirse presionadas por no cubrirse con el
velo”.536

534
L. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, La afirmación de la libertad religiosa en Europa: de
guerras de religión a meras cuestiones administrativas (Un estudio de la jurisprudencia del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos en materia de libertad religiosa), Thomson-Civitas,
Navarra, 2.007, pág. 89 y sig.
535
Como dice E. GUILLÉN LÓPEZ, “La inescrutabilidad de los caminos del Señor. Comentario de
la Sentencia del Tribunal Europeos de Derechos Humanos Leyla Sahin c. Turquía”, en Revista
de Derecho Constitucional Europeo, núm. 2 (2.004), pág. 266: “el velo en el caso turco es
también, se quiera o no, el alineamiento con una corriente de pensamiento que es percibida
como amenazadora para el sistema constitucional por una parte de la población”.
536
Cfr. J.J. RUIZ RUIZ, “La prohibición del velo islámico en centros públicos de enseñanza y el
orden público constitucional español y europeo”, en VV.AA. (M. Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico
y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio público, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 2.011, pág. 91 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

En consecuencia, habríamos de considerar que una cosa es que sea


posible, en la concepción del Tribunal de Estrasburgo, una caracterización
normativa –ya sea a nivel constitucional o meramente legal– de la laicidad
estatal de forma tal que la misma imponga medidas de este tipo, y ello
haya de juzgarse que pueda entrar dentro de los legítimos márgenes
establecidos en el Convenio: el margen de apreciación estatal; y otra cosa
distinta es que fuera necesaria una normativa que imponga, por
derivación ineludible de la laicidad, disposiciones prohibitivas y, en su
caso, removibles del símbolo religioso; lo que habría venido a confirmar la
denominada Sentencia Lautsi II.537

Asimismo y para el supuesto de nuestro Estado, hace ya un tiempo


que la Profª. Llamazares Calzadilla se ha venido pronunciando a favor de
la retirada de los símbolos por derivación directa del principio de
laicidad, señalando al respecto: «Lo que constitucionalmente se cuestiona
en España es la presencia como presidencia [del crucifijo] de la actividad
docente [en el aula pública]. Y ello porque, en ese caso, sí se puede hablar
en principio no sólo de incongruencia, sino de auténtica contradicción e
incompatibilidad con el carácter aconfesional del Estado y, por tanto, con
el principio de laicidad establecido en el art. 16.3 de la Constitución. No se
trata, en este caso, de una presencia “meramente pasiva” como escribe
Vitale (en Quaderni di diritto e politica ecclesiastica, 1.989/1, págs. 197-
199), sino de una presencia “activa”, ya que el símbolo religioso está
“presidiendo” la actividad educativa que tiene lugar en ese Centro, con lo
que esa actividad deja de ser neutral desde el punto de vista religioso, en
flagrante y palmaria violación del principio de laicidad»538. Por ello, la
citada autora rechaza el significado dado al crucifijo por el Consejo de
Estado italiano, en su resolución de 27 de abril de 1.988, “como valor
universal, independiente de una específica confesión religiosa”,
537
Así entendemos que debe extraerse de lo proclamado en esta Sentencia de la Gran Sala del
Tribunal de Estrasburgo, a la que más adelante nos referiremos.
538
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «La presencia de símbolos religiosos en las aulas de centros
públicos docentes», en VV.AA. (J. Martínez-Torrón, edit.), La libertad religiosa y de conciencia
ante la justicia constitucional. Actas del VIII Congreso internacional de Derecho Eclesiástico del
Estado. Granada, 13-16 de mayo de 1.997, Comares, Granada, 1.998, pág. 570. El contenido de
los corchetes, que se pretende aclaratorio, es nuestro.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

entendiendo que «esta sería una motivación válida si se tratara de una


presencia meramente “pasiva”, pero no de una presencia “activa” de
presidencia. Como afirma el Bundesverfassungsgericht, la cruz no puede
ser desprovista de su significado religioso, máxime en un centro
educativo, en el que la presencia de un símbolo religioso tiene un fuerte
poder evocador para los alumnos, que por su corta edad son fácilmente
influenciables».539
No obstante esta rotundidad, en postura que ha reiterado más
recientemente, aun poniendo el énfasis en el principio de laicidad, no
sabemos si por la dificultad en la especificación de dicho principio, la
referida autora acude a una concreción legal del mismo en el ámbito
escolar, cual es el de la neutralidad, aseverando que «si hablamos de
presencia “activa” se puede afirmar su incompatibilidad con la neutralidad
de la enseñanza (art. 18.1 de la LODE)».540

En esta misma dirección, se ha afirmado, en sede doctrinal, que


«vivimos en un Estado no confesional, o a eso hay que atender, y en una
sociedad plural con diferentes sensibilidades éticas, con una rica
diversidad cultural y un amplio pluriverso religioso. En un clima así, la
escuela no puede ser un lugar de indoctrinamiento religioso, sino un
espacio de formación integral, de educación en valores, de iniciación en el
conocimiento científico y de aproximación al análisis de la realidad. El
mantenimiento de los símbolos religiosos en la escuela da a la misma un
carácter confesional: imágenes de los santos, figuras de la Virgen,
crucifijos, capillas u oratorios, presencia ostensible de textos sagrados en
lugares destacados, etc. Todo esto conforma una cosmovisión, una
axiología, una manera de interpretar la realidad y una mentalidad
religiosas que quedan grabadas en el imaginario estudiantil, en su modo
de pensar y de actuar, a veces de manera más profunda que la propia
transmisión de conocimientos».541

539
Ibídem, pág. 571.
540
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes», cit., pág. 299.
541
Juan José TAMAYO, “La escuela y los símbolos religiosos”. Fuente: El Periódico, según
WebIslam.com (2 de septiembre de 2.009). La cursiva es nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

También desde otros ámbitos ajenos al jurídico se ha afirmado que


«en los centros educativos públicos de un estado aconfesional, la
presencia de tales símbolos carece de toda justificación. El espacio público
habría de expresar una escrupulosa neutralidad y evitar cualquier
propaganda institucional, activa o pasiva, de ninguna confesión
religiosa».542

 Sector doctrinal para el que el principio de aconfesionalidad no es


suficiente contra el símbolo religioso

Sin embargo, para un número de autores que ha de tenerse por


mayoritario, no parece que el principio de laicidad, per se, haya de
estimarse como mínimamente suficiente al respecto como para imponer
la prohibición y/o, en su caso, la retirada del símbolo religioso. En este
sentido, el Prof. Martín Sánchez ha manifestado que «la presencia de los
símbolos religiosos en los centros públicos no es contraria al principio de
laicidad y, por ello, la Administración no está obligada a proceder a su
sistemática retirada. En efecto, no puede decirse que esta presencia
implique la prosecución de un adoctrinamiento religioso por parte del
Estado ni la preferencia por la religión católica o la concesión a ésta de
privilegios, lo cual sería contrario a los principios de laicidad e igualdad.
Asimismo la presencia de estos símbolos en los edificios públicos no
impide a los funcionarios observar el deber de imparcialidad impuesto por
el art. 103.1 de la Constitución ni, en concreto, imposibilita a los
profesores de los centros docentes públicos explicar doctrinas
disconformes con la ortodoxia católica, siempre que no hagan propaganda
de ellas. De aquí, la imposibilidad de sostener que la presencia del crucifijo

542
J. TRILLA BERNET, “Religión: Asignaturas y Símbolos”, en Cuadernos de Pedagogía, núm. 345
(abril, 2.005), pág. 87.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

en estos centros docentes implica la información de la enseñanza de


acuerdo con los principios de la religión católica».543

Por nuestra parte, consideramos que debe coincidirse con esta


segunda posición: La aconfesionalidad no exige la desaparición de
cualesquiera simbología religiosa en el espacio público, especialmente
tomando en consideración, y tal y como ha interpretado nuestro Tribunal
Constitucional, que ha de entenderse la laicidad que proclama la Carta
Magna. Y ello, tanto por lo que respecta a la caracterización de su
impronta con parámetros de generalidad: laicidad de tipo positivo, de tipo
cooperativo (Sentencia del Tribunal Constitucional 177/1.996, de 11 de
noviembre)544, como en situaciones concretas o pronunciamientos más
específicos: Sentencia del Tribunal Constitucional 130/1.991, de 6 de
junio, relativa al escudo de la Universidad de Valencia y, más
recientemente, la Sentencia del Tribunal Constitucional 34/2.011, de 28
de marzo, acerca de la patrona del Colegio de Abogados de Sevilla; y que
vamos a ver con mayor detenimiento más adelante.

En cualquier caso, no habiendo legislación que con carácter explícito


resuelva sobre el particular, una decisión adoptada por el Consejo Escolar,

543
I. MARTÍN SÁNCHEZ, “El modelo actual de relación entre el Estado y el factor religioso en
España”, en Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 16
(enero, 2.008), del portal jurídico Iustel.com, pág. 36 y sig.
En el mismo sentido: S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Tratamiento de la simbología religiosa
en el Derecho español: propuestas ante la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa”,
en VV.AA. (R. Navarro-Valls, J. Mantecón Sancho y J. Martínez-Torrón, coords.), La libertad
religiosa y su regulación legal (La Ley Orgánica de Libertad Religiosa), Iustel, Madrid, 2.009,
pág. 540 y sig.
544
Sentencia del Tribunal Constitucional –Sala 2ª– núm. 177/1.996, de 11 de noviembre de
1.996 (BOE, de 17 de diciembre de 1.996); Pte.: Sr. Viver Pi-Sunyer: Por su parte, el art. 16.3 CE
al disponer que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», establece un principio de
neutralidad de los poderes públicos en materia religiosa que, como se declaró en las SSTC
24/1.982 y 340/1.993, «veda cualquier tipo de confusión entre funciones religiosas y
estatales».
Consecuencia directa de este mandato constitucional es que los ciudadanos, en el
ejercicio de su derecho de libertad religiosa, cuentan con un derecho «a actuar en este campo
con plena inmunidad de actuación del Estado» (STC 24/1.982, F.J. 1), cuya neutralidad en
materia religiosa se convierte de este modo en presupuesto para la convivencia pacífica entre
las distintas convicciones religiosas existentes en una sociedad plural y democrática (art. 1.1
de la CE).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

o por la Administración educativa, que se pronuncie por la supresión de


simbología religiosa no representaría, a nuestro juicio, sino una lectura
que, más que de tipo laico, sería laicista, siendo que el sentido de la
aconfesionalidad que se ha impuesto en la doctrina del Tribunal
Constitucional es la de la laicidad de tipo positivo y cooperativo, por lo que
dónde no hubiese conflicto alguno no tendría, pro bono pacis, por qué
mudarse el status quo existente. Y si en el Centro escolar público hay
presencia de simbología religiosa estática, el principio de pluralismo y de
convivencia y tolerancia pacíficas lo que exigen es mantener esa
presencia545 que, en principio, no tiene porqué tenerse por adoctrinadora
ni proselitista. Y sería su remoción la que vendría a causar un mayor
conflicto frente a quien pretende su mantenimiento, pues conllevaría
necesariamente preguntarse el por qué de su retirada, que parecería
reflejo de que si así se ha hecho será porque molesta, estorba, o es algo
prohibido o ilícito.546

No deja de resultar curioso, en este particular, que son varias las


Leyes Educativas autonómicas que –trayendo causa, al parecer, de la LOE
y de la Conferencia Internacional de Madrid, de finales del año 2.001,
sobre Educación, tal y como vimos en el Capítulo I de este trabajo– lo que
propugnan es una convivencia plural, armoniosa y pacífica del alumnado…
¿Tendría sentido, frente a esto, la orden de retirada? ¿Cómo se percibiría?

545
La Profª. M.T. ARECES PIÑOL, El principio de laicidad en las jurisprudencias española y
francesa, Servei de Publicacions Universitat de Lleida, Sevilla, 2.003, pág. 274, estima, en sus
consideraciones finales, que tanto la laicidad francesa como la española han de calificarse de
‘positivas’, de abiertas a lo religioso. Es curioso constatar que la modificación gala que se
produce posteriormente a la publicación de su monografía, con la Loi de 2.004, hace derivar a
la francesa hacia un tipo de laicidad que deja de cumplir con los atributos con los que la
profesora revestía a la aconfesionalidad con anterioridad: «Un Estado democrático y plural no
puede ser indiferente al hecho religioso. Como una realidad más los Estados deben tener en
cuenta a la religión. Así, el debate actual en torno a la laicidad, va en la dirección de saber cuál
es el lugar que las religiones deben ocupar en la sociedad moderna.
»El futuro de la laicidad debe apoyarse, como es evidente, en un espíritu de apertura
inteligente con una voluntad de diálogo y de tolerancia recíproca entre el poder político y el
poder religioso, debiendo realizar ambos poderes, un análisis de la situación actual situándose
en una realidad pragmática que nos muestra a un pluralismo cultural y religioso, que los
poderes públicos están obligados a tener en cuenta en su legislación y en sus acciones.»
546
Cfr. PRIETO ÁLVAREZ, T., Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad, pluralismo,
símbolos), cit., pág. 232.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

No deberían olvidarse las secuelas que tuvo la actuación de este tipo


durante la II República. Hay, sin embargo, Administraciones que al
parecer, algunas desde los tiempos de la Transición, han venido
interpretando la aconfesionalidad en forma tal que –corolario lógico de la
misma– exige retirar el crucifijo y demás símbolos religiosos del aula
pública, con aplicaciones efectivas de tal hermenéutica que llegan a la
actualidad.547

Teniendo en cuenta cómo hemos interpretado la Normativa


Franquista a la luz de la Ley de Memoria Histórica, parecería que, por

547
Según información elaborada por Ferran Balsells (Barcelona), Neus Caballer
(Valencia), Karim Asry (Bilbao) y Manuel Planelles (Sevilla), aparecida en El País, de 26 de
noviembre de 2.008: “Cada autonomía va abordando este problema según se va presentando
desde el final del franquismo. En Andalucía, la Consejería de Educación no tiene ningún plan de
retirada de los símbolos religiosos en los centros públicos. Sostiene que el modo de actuar en
este tipo de casos está fijado por la Ley de Educación de Andalucía, el Estatuto autonómico y
una resolución del Defensor del Pueblo Andaluz. Con que sólo un padre o una madre de un
colegio o instituto público pida que se retire el crucifijo se debe hacer, sin que la decisión tenga
que votarse en los consejos escolares. La Consejería andaluza no tiene registrado el número de
símbolos religiosos que se han retirado. Sólo les llegan estos casos cuando hay problemas.
En la Comunidad Valenciana, desde hace una década y media los colegios públicos han
ido retirando todos los símbolos religiosos. Uno de los pioneros, hace siete años, el Ballester
Fandos de Valencia lo hizo de manera mucho más casual. "El equipo directivo planteó, en el
primer claustro que tuvo, la retirada de las imágenes de vírgenes y algunos adornos religiosos",
explica el jefe de Estudios, Ximo Alpuente. Ni siquiera se llevó al consejo escolar. "Se hizo de
forma natural. Se dijo al personal que si alguien quería reclamar alguno de los objetos, pasara
a recogerlos. Sólo hubo una reclamación: eran unas cucharitas de plata con una cruz". En esta
comunidad no existe ninguna norma que obligue a retirar los símbolos religiosos de los
colegios.
El debate sobre los signos religiosos en los centros del País Vasco se hizo tras el
franquismo. A finales de los setenta se retiraron los crucifijos al mismo tiempo que los
símbolos de la dictadura. Las capillas que existían en algunas escuelas fueron reutilizadas como
aulas, según recuerda un portavoz de Educación del Gobierno vasco. No había ninguna
normativa al respecto, pero las escuelas fueron retirándolos (en algunos casos fueron los
mismos profesores quienes los quitaron, según recuerda Javier Nogales, de CC.OO.). Educación
no descarta, sin embargo, que algún centro mantenga algún signo religioso.
En las escuelas catalanas no hay crucifijos. Hace décadas que no se colocan en las
nuevas y en las antiguas se fueron retirando tras la dictadura. La enseñanza es laica en los
centros públicos, recuerda Educación, según la Constitución y el Estatuto catalán, aunque
existe el derecho a recibir enseñanza religiosa. Y si en algún centro hay símbolos nadie se ha
quejado. Otra cosa son los centros religiosos concertados, que tienen ideario propio y, por
tanto, signos cristianos en las aulas”. Tal vez todo ello se deba, como asevera, el Prof. A.
OLLERO, España: ¿Un Estado Laico? La libertad religiosa en perspectiva constitucional,
Thomson-Aranzadi, Navarra, pág. 181, a un “laicismo autoasumido”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

ministerio de la ley, las Administraciones públicas deberían emprender


una “cruzada” de signo contrario al crucifijo y otros símbolos católicos, en
cuanto que se utilizaron como instrumentos pro-Régimen de Franco; pero
dado que tales símbolos no pueden tenerse por franquistas sin más, que
el tiempo ha podido cambiar su originario sentido o significado y que los
concretos Consejos Escolares, de los Centros en los que a la sazón se
hallen, podrían tener algo que decir sobre el tema, posiblemente que
debería entenderse concurrente una competencia cumulativa, conjunta y
no exclusiva, en la materia, que podría concretarse en el sentido de que la
Administración competente no dejara de oír al Consejo Escolar, si no
quiere vivir apartada de la sociedad, en su parcela más cercana al Centro
educativo.

 ¿Puede la Administración proceder a la remoción de los símbolos


religiosos, existentes en las aulas, previa solicitud de particulares
en este sentido?

Esta cuestión suscita, de forma inmediata, otras dos, cuales son las
relativas a quién se hallaría legitimado a estos efectos, tanto en la
vertiente activa o peticionaria de la remoción, como la referente a qué
tipo de Administración u órgano de la misma, en la vertiente pasiva de la
legitimación, habría de ostentar la competencia en este tema. Una vez
solventados estos interrogantes, procedería que nos preguntáramos
cuáles habrían de ser las razones, de fondo, sustentadoras de una
pretensión de este tipo.

¿Quién estaría legitimado para solicitar la remoción del símbolo?


¿Quién tiene legitimación activa sobre este particular?
En el único supuesto en que esta cuestión ha llegado hasta el final
en la vía judicial se ha suscitado esta premisa, negándose por parte de la
Administración que pueda ostentar interés en el tema, y, en definitiva,
legitimación activa en el proceso, personas extrañas a la propia
comunidad educativa en que se suscite la cuestión de la retirada de los
símbolos religiosos. En concreto, tratándose del colegio público Macías

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Picavea de Valladolid, la Administración autonómica demandada negaba –


aunque extemporáneamente al hacerlo en la vía judicial y no haberlo
hecho en la previa administrativa– tal legitimación a la asociación
recurrente, la ‘Asociación Escuela Laica de Valladolid’. Del análisis de
conjunto de las resoluciones judiciales recaídas al respecto, parece que
puede deducirse la existencia de un criterio amplio en la legitimatio ad
processum y la adopción de un criterio más restrictivo en cuanto a la
resolución del fondo cuestionado en el caso.

La Sentencia de 27 de febrero de 2.007, del Juzgado de lo


Contencioso-Administrativo núm. 1 de Valladolid548, en el caso del Colegio
Público Macías Picavea de la misma ciudad, frente a la argumentación de
la Administración demandada (que oponía la falta de legitimación activa
de la demandante por falta de interés legítimo) señala que tal tipo de
interés debe interpretarse a la luz del principio pro actione que tutela el
art. 24 de la Carta Magna, rechazándose el alegato administrativo de que
estas cuestiones sólo pueden ser suscitadas por los miembros de la
Comunidad educativa, al entender que carece de apoyo normativo, «pues
nada impide que, aunque se trata de cuestiones que afectan a
determinado centro educativo, puedan ser planteadas por personas o
entidades que ostenten un interés legítimo y no solo un mero interés por
la legalidad, en las mismas, interés legítimo de que es titular la Asociación
actora».549

548
Base de Datos Online.elderecho.com (EDJ 2.007/12.413).
549
Con amplia cita de jurisprudencia del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, la
sentencia recuerda la doctrina sobre el particular en su F.J. 3º: «La legitimación, que constituye
un presupuesto inexcusable del proceso, según se desprende de la doctrina del TS (Sentencias
de 14 de octubre de 2.003, 31 de mayo de 2.006, y STS de 7 de junio de 2.006), así como de la
jurisprudencia constitucional (STC 105/1.995, de 3 de julio, FJ. 2; STC 122/1.988, de 15 de
junio, FJ. 4 y STC 1/2.000, de 17 de enero, FJ. 4), en el proceso contencioso-administrativo
impone la existencia de una relación material unívoca entre el sujeto y el objeto de la
pretensión deducida en el recurso contencioso-administrativo, en referencia a un interés en
sentido propio, identificado y específico, de tal forma que la anulación del acto o la disposición
impugnados produzca automáticamente un efecto positivo (beneficio) o negativo (perjuicio),
actual o futuro, pero cierto, que debe repercutir de manera clara y suficiente en la esfera
jurídica de quien acude al proceso y este criterio lo reitera la jurisprudencia constitucional (por
todas, en SSTC núms. 197/1.988, 99/1.989, 91/1.995, 129/1.995, 123/1.996 y 129/2.001, entre
otras), pudiéndose concretar algunos criterios interpretativos de la doctrina jurisprudencial en
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

La sentencia analizada aprecia este interés legítimo de la recurrente


fundamentalmente por dos tipos de razones: Una, los fines que según sus
Estatutos persigue la Asociación: 1) conseguir que el Estado, con sus
fondos públicos, no financie adoctrinamiento alguno de tipo religioso; 2)
abordar la comprensión del fenómeno religioso desde un punto de vista
científico-cultural y no doctrinal; 3) lograr una escuela que forme al
alumnado en valores humanistas y universales, en la pluralidad y en el
respeto a los derechos humanos y democráticos. Otra, la solicitud en la
acción ejercitada de retirada del Colegio de los símbolos religiosos de la
Iglesia Católica, al estimar que su presencia vulnera la libertad religiosa y
la neutralidad ideológica de la enseñanza pública, debiendo ser los
espacios educativos, espacios definidos únicamente por simbología civil y
no religiosa.

Abunda también en este sentido el Tribunal Superior de Justicia de


Castilla y León, al conocer del recurso de apelación interpuesto contra la
anterior resolución, llegando a tachar de temeraria la alegación de la
Administración acerca de la falta de legitimación activa de la Asociación,
entre otras razones, con numerosa cita de jurisprudencia, porque «la
propia Administración ha admitido la legitimación de la asociación
recurrente y ahora apelada en la vía administrativa. Si la Administración
entendía no legitimada administrativamente a la asociación debió
declararlo así, no darla por existente para a continuación concluir en la

los siguientes puntos: a) La importancia del interés, que desde el punto de vista procedimental
administrativo y procesal jurisdiccional es una situación reaccional, en evitación de un
potencial perjuicio ilegítimo temido, de modo que el interés se reputa que existe siempre que
pueda presumirse que la declaración jurídica pretendida coloque al accionante en condiciones
legales y naturales de conseguir un determinado beneficio material o jurídico o la persistencia
de la situación fáctica creada o que pudiera crear el acto administrativo al ocasionar un
perjuicio, como resultado inmediato de la resolución dictada. b) Ese interés legitimo, que
abarca todo interés que pueda resultar beneficiado con la estimación de la pretensión
ejercitada, puede prescindir de las notas de personal y directo y al diferenciar el interés directo
y el interés legítimo, éste no sólo es más amplio que aquél y también es autosuficiente, en
cuanto presupone que la resolución administrativa o jurisdiccional ha repercutido o puede
repercutir, directa o indirectamente, pero de un modo efectivo y acreditado, es decir, no
meramente hipotético, potencial y futuro, en la correspondiente esfera jurídica de quien se
persona, esto es, verse afectado por el acto o resolución impugnada».
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

falta de competencia para resolver la petición de la Dirección


Provincial».550

Sin embargo, este mismo órgano jurisdiccional, en una posterior


Sentencia, la ya citada núm. 3.250/2.009, de 14 de diciembre551, pese a
seguir sosteniendo idéntica postura, al menos formalmente, respecto de
la legitimación activa de la ‘Asociación Cultural Escuela Laica de
Valladolid’, en definitiva, al resolver la cuestión sólo la salva en el fondo en
cuanto que formaban parte de dicha Asociación algunos padres de
alumnos del referido colegio, pues, en otro caso, llega a la conclusión de
denegar la retirada de símbolos religiosos de aquellas aulas en que se
considera que no existe conflicto alguno, al no haber sido planteado el
mismo por padres de alumnos.

En definitiva, nos parece que esta resolución judicial entra un poco


en el ámbito de “lo salomónico”, pues no advertimos la necesidad de
conceder la legitimación activa a una asociación cuando, en el fondo del
asunto, se asevera que no es quién para solicitar la remoción de símbolos
colocados en lugares respecto de los que no se suscita contienda alguna,
pues ningún padre del colegio, en concreto, ha manifestado nada sobre el
particular; e incluso que la legitimación de la asociación, respecto a otras
dependencias o aulas se sostenga sobre la pertenencia a dicha asociación
de concretos padres de alumnos del colegio, pues ello supone una
confusión de las personalidades jurídicas de los particulares y la de la
propia asociación, al tiempo que un desconocimiento de la propia e
independiente personalidad jurídica de la asociación.

En conclusión, y ésta sería la pregunta: ¿la asociación habría


mantenido su legitimación de no haber pertenecido a la misma algunos de

550
Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla
y León, con sede en Valladolid (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr.
Zatarain Valdemoro, F. de D. 5º (RJCA\2008\109).
551
Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 de diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla y León, con sede en Valladolid (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª);
Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro (JUR\2.010\4.104).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

los padres de los alumnos del centro? De la doctrina judicial analizada, la


respuesta a que debe llegarse es a la negativa. Si bien puede entenderse,
humanamente, porqué se recurre a este tipo de ficciones a efectos de que
los problemas no se personalicen en los centros docentes; sin embargo,
desde un punto de vista jurídico, a nuestro juicio, lo pertinente es que la
legitimación corresponda a la propia comunidad educativa, sea a miembro
de la misma o a su legítimo representante, pues verdaderamente el
conflicto puede darse en su seno y no fuera del mismo, dado que aunque
se trata de un Centro público lo es de carácter especial, en cuanto que no
es de acceso libre al público en cualquier circunstancia, sino que hasta su
pertenencia como alumno al mismo se halla especialmente reglamentada,
siendo necesario el cumplimiento de determinados requisitos, como de
todos es sabido, para poder alcanzar tal estado.

Ante una petición de retirada de símbolos religiosos existentes en el


Colegio, ¿a quién le corresponde resolver sobre la cuestión? Se ha
discutido acerca de la competencia para decidir sobre la presencia,
permanencia o retirada del símbolo: ¿Corresponde la decisión al Consejo
Escolar del Centro, o la Administración Educativa puede sustraérsela? En
el caso de que le correspondiera al Consejo Escolar: 1) ¿Lo sería con
carácter de exclusiva, o compartida con la Administración? 2) ¿Se trataría
de una actividad reglada o discrecional?

Es necesario constatar que la escasa jurisprudencia que ha recaído


sobre el tema no es coincidente. Mientras que el Tribunal Superior de
Justicia madrileño y el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 1
de Valladolid, en las ocasiones en que han tenido que ocuparse de esta
temática, consideran que la Administración es directamente competente
en la resolución de esta cuestión, sin necesidad de que la misma fuera
planteada ante el Consejo Escolar del Centro, por cuanto que la
competencia, en su caso, del consejo escolar ha de entenderse
concurrente con la de la Administración, dado que la posible decisión del
Consejo Escolar sería, en cualquier caso, revisable ante la Administración

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

educativa; sin embargo, por parte del Tribunal Superior de Justicia


castellano-leonés, que deja sin efecto lo proclamado por el Juzgado, se
estima que la competencia al respecto es del Consejo Escolar –y, por
tanto, la cuestión debe ser suscitada ante el mismo, y no directamente
ante la Administración–, sin perjuicio de que la decisión que se adopte por
el Consejo Escolar sea susceptible de revisión, tanto administrativa como,
eventualmente, ante los Tribunales.

En efecto, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en su ya citada


Sentencia núm. 1.105, de 15 de octubre de 2.002552, señaló que «es una
potestad de la Administración educativa decidir sobre la procedencia del
mantenimiento de símbolos de una determinada religión o ideología en
los Centros públicos, con independencia de que su decisión se acomode o
no al criterio de los órganos de gobierno de cada Centro sobre ese
concreto extremo, pero es inaceptable afirmar que esta materia configura
una competencia exclusiva de los Consejos Escolares, cuando sus
decisiones siempre podrían ser revisadas por la Administración en vía de
recurso. De la competencia de la Administración recurrida se desprende su
deber de resolver sobre el fondo de la solicitud deducida por la Asociación
de Padres (art. 12.1 de la LRJAP y del PAC), resultando inadmisible que
ésta no haya obtenido una resolución hasta el momento a causa de la
invocación de incompetencia del Consejo, a través de su Presidente, y,
más tarde, de la Administración».553

552
Sentencia núm. 1.105, de 15 de octubre de 2.002, del Tribunal Superior de Justicia (Sala de
lo Contencioso-Administrativo, Sección 9ª) de Madrid (Id. Cendoj: 28079330092002100497).
553
F. de D. 3º; la cursiva es nuestra. La reproducción literal completa del mismo es la siguiente:
“Los Consejos Escolares constituyen el vehículo para la participación de la comunidad escolar
en la actividad educativa que prevé el art. 27.7 de la CE, como así establecen la LODE, y la L.O.
9/1.995, de 20 de noviembre, de la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros
Docentes. La norma fundamental impone la intervención de los profesores, los padres y, en su
caso, los alumnos, en el control y gestión de los Centros, remitiendo a la ley para el
establecimiento de las modalidades y extensión de su participación. Las Leyes citadas califican
al Consejo Escolar como uno de los órganos de gobierno del Centro, y le otorga una serie de
atribuciones que se complementan y definen, en lo que ahora interesa, con las dispuestas en
el 21 del R.D. 82/1.996, de 26 de enero, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de las
Escuelas de Educación Infantil y de los Colegios de Educación Primaria.
»La exposición de símbolos de una determinada religión en los Centros puede analizarse
desde diversas ópticas, esto es, desde la más transcendente de la manifestación de la
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Es necesario recordar las circunstancias que envuelven este caso,


relativo al Colegio Público San Benito de Madrid. La propia Asociación de
Padres de Alumnos del Centro solicitó la retirada de los crucifijos e
imágenes religiosas ubicadas en las aulas y recinto del colegio. El Director
del mismo, en cuanto Presidente del Consejo Escolar del Centro, se negó a
admitir discusión sobre la petición. Tampoco la Administración educativa
dio respuesta satisfactoria a los solicitantes, pues la Subdirección
Territorial de Madrid-Centro, Dirección Provincial del Ministerio, denegó
la petición de retirada de los símbolos, por entender que no infringía
ninguna norma la presencia de símbolos de la religión católica en edificios
públicos. Por su parte, la Dirección General de Centros Educativos del
propio Ministerio, conociendo del recurso ordinario que se formuló contra
la anterior Decisión, resolvió el mismo, estimándolo parcialmente, por

confesionalidad del Estado, con el corolario de la violación del derecho fundamental a la


libertad religiosa, que es de la que participa la Asociación recurrente, hasta la puramente
pedagógica o educativa o la que atañe a las instalaciones o dotaciones del Centro. El Consejo
Escolar dispone de atribuciones vinculadas a todos estos aspectos o manifestaciones, puesto
que existe la obligación de los órganos de gobierno de velar por el cumplimiento de los
principios constitucionales (arts. 18.2 de la L.O. 8/1.985, 8.1 de la L.O. 9/1.995, 7 del R.D.
82/1.996), de aprobar y evaluar la programación general del Centro, supervisar la actividad
general en sus aspectos docentes, el establecimiento de las directrices y la aprobación del
proyecto educativo [arts. 42.1 0 y 1) de la L.O. 8/1.985, 6.1 y 11.1 a), h) y j), de la L.O. 9/1.995,
y 21 a), i), j) y m) del R.D. 82/1.996], y de promover la renovación de las instalaciones y equipo
escolar [arts. 42.1 k) de la L.O. 8/1.985, 11.1 g) de la L.O. 9/1.995, 21 h) del RD 82/1.996]. Estos
preceptos, citados sin ánimo de exhaustividad, reflejan claramente la amplitud y generalidad
de las funciones del Consejo Escolar, que pueden, en buena parte, concurrir con las de otros
órganos de gobierno e incluso con las de la Administración educativa. Nada obsta, por tanto, a
que en el seno del Consejo se plantee y decida la retirada o mantenimiento de los símbolos
religiosos de ese Centro en concreto.
»Ahora bien, resultaría absurdo, por su prolijidad, referir los preceptos legales que atribuyen
a la Administración Pública competencia en esos mismos aspectos de la actividad educativa,
relación que habría de arrancar del art. 53.1 de la CE, el cual proclama la vinculación de todos
los poderes públicos a los derechos fundamentales. Es una potestad de la Administración
educativa decidir sobre la procedencia del mantenimiento de símbolos de una determinada
religión o ideología en los Centros públicos, con independencia de que su decisión se acomode
o no al criterio de los órganos de gobierno de cada Centro sobre ese concreto extremo, pero es
inaceptable afirmar que esta materia configura una competencia exclusiva de los Consejos
Escolares, cuando sus decisiones siempre podrían ser revisadas por la Administración en vía de
recurso. De la competencia de la Administración recurrida se desprende su deber de resolver
sobre el fondo de la solicitud deducida por la Asociación de Padres (art. 12.1 de la LRJAP),
resultando inadmisible que ésta no haya obtenido una resolución hasta el momento a causa de
la invocación de incompetencia del Consejo, a través de su Presidente, y, más tarde, de la
Administración».
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

considerar «que la Administración no puede imponer la retirada de los


crucifijos, como solicitan los recurrentes, sino que debe ser el Consejo
Escolar el órgano que discuta y decida sobre este asunto».

La resolución adoptada por el alto Tribunal madrileño fue


posteriormente seguida, con cita expresa incluida, por la Sentencia de 27
de febrero de 2.007, del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 1
de Valladolid554, en el caso del Colegio Público Macías Picavea de la misma

554
Sentencia núm. 63/2.007, de 27 febrero, del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo
núm. 1 de Valladolid; Pte.: Sra. Lucas Lucas (JUR\2007\80046).
El basamento para el Fallo se contiene en el F.J. 4º de la resolución, que transcribimos
literalmente: «En cuanto al fondo del asunto dos son las cuestiones que plantea el Letrado de
la Administración demandada: 1.- Falta de legitimación pasiva, como legitimación "ad causam"
de la Junta de Castilla y León, y 2.- Improcedencia de retirada de los símbolos religiosos por no
vulnerar derecho constitucional alguno.
»En cuanto al primero de estos alegatos estima la Junta de Castilla y León que carece de
legitimación "ad causam", esto es, no es responsable o destinatario de la obligación cuya
cumplimiento se le reclama, por que el inmueble en el que se ubica el Colegio es titularidad
municipal formando los crucifijos parte integrante de este desde su constitución en 1.930,
insistiendo en que la competencia para adoptar la decisión de retirada de estos símbolos es del
Consejo escolar órgano a través del cual participa la Comunidad Educativa en el gobierno de
los centros, estando dotados los centros de autonomía pedagógica, organizativa y de gestión
económica, y en el presente supuesto el Consejo Escolar resolvió por resolución firme de 3-10-
2.005 no acceder a la petición de retirada de estos símbolos por lo que ha de estarse a lo
resuelto en ella.
»Respecto de esta falta de legitimación "ad causam" lo primero que debe indicarse es que es
indiferente el que la Junta de Castilla y León no sea la titular del inmueble donde se ubica el
Colegio ya que la petición de la recurrente le es dirigida como Administración educativa que es
y para que ejercite sus competencias y facultades, no como titular del inmuebles, sino como
Administración organizadora de la política educativa dentro de la Comunidad Autónoma. En
segundo lugar ha de afirmarse que es cierto que el Consejo Escolar está concebido
normativamente como el órgano a través del cual participan los distintos estamentos de la
comunidad educativa en la actividad educativa, así el art. 81 de la L.O. 10/2.002, actualmente
derogada por la Ley 2/2.006, pero aplicable por razones temporales, lo define como el órgano
de participación en el control y gestión del centro de los distintos sectores que constituyen la
comunidad educativa, teniendo para ello las funciones que se especifican en el art. 82. Dicha
configuración es coincidente con la establecida en la legislación vigente en los arts. 119.2 y 127
de la LOE. De la lectura se estos preceptos se concluye que los Consejos Escolares tienen
competencias sobre la programación anual del centro, el proyecto educativo, elaboración de
informes sobre el funcionamiento y actividad del centro, admisión de alumnos, aprobación del
reglamento de régimen interior del centro, proyecto de presupuesto del centro y su
liquidación, promover la conservación y renovación de las instalaciones y equipo escolar,
proponer las directrices para la colaboración, con fines educativos y culturales, con otros
centros, entidades y organismos, etc. Ahora bien estas competencias no excluyen las de otros
posibles órganos directivos ni las de la Administración Educativa, en este caso Junta de Castilla
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

ciudad, dado que la Administración no atendió la petición de retirada de


símbolos religiosos de las aulas y dependencias comunes de dicho colegio
solicitada por la Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid. Sin
embargo, ésta última decisión fue parcialmente revocada por el Tribunal
Superior de Justicia de Castilla y León, que en su Sentencia núm.

y León pues existen múltiples supuestos de competencias concurrentes.


»Se alega por el Letrado de la Junta de Castilla y León que los centros escolares están
dotados de autonomía para que tomen sus decisiones, a través del Consejo Escolar, sin
interferencias de la Administración Educativa por lo que esta no le imponer [sic] determinada
actuación en lo relativo a la presencia de signos religiosos en las aulas. Esta alegación no
merece favorable acogida pues aunque es cierto que, conforme al art. 67.2 de la L.O. 22/2.004
[sic] "Los centros docentes dispondrán de la necesaria autonomía pedagógica, organizativa y
de gestión económica para favorecer la mejora continua de la educación...", también lo es que
ello no excluye el ejercicio de la Administración educativa de las competencias que le son
propias en cada uno de estos ámbitos y en este sentido es innegable el papel homologador e
inspector de los poderes públicos, y en concreto por lo que al presente supuesto se refiere, de
la Comunidad Autónoma de Castilla y León, en garantía del cumplimiento de las leyes y
garantía del derecho a la educación. La autonomía de los centros ha de someterse al marco
general establecido por las Administraciones educativas garantes en última instancia del
ejercicio del derecho a la educación en función de la política educativa previamente decidida
por lo que, en principio, una decisión de la Administración sobre la cuestión planteada por la
parte recurrente no vulnera la autonomía de los centros docentes pues estos siempre [sic]
someterse a los criterios generales que la Administración Educativa establezca.
»Conclusión de lo anterior es que aunque la parte actora no ha cuestionado la competencia
del Consejo Escolar para decidir sobre la cuestión planteada, ello excluye el poder de decisión
de la Junta de Castilla y León como Administración Educativa de la que depende el centro
Docente. Por todo ello debe concluirse, con la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de
Madrid de 15-10-2.002 que "Es una potestad de la Administración educativa decidir sobre la
procedencia del mantenimiento de símbolos de una determinada religión o ideología en los
Centros públicos, con independencia de que su decisión se acomode o no al criterio de los
órganos de gobierno de cada Centro sobre ese concreto extremo, pero es inaceptable afirmar
que esta materia configura una competencia exclusiva de los Consejos Escolares, cuando sus
decisiones siempre podrían ser revisadas por la Administración en vía de recurso".
»Por todo lo expuesto procede estimar parcialmente el recurso ya que lo procedente es
revocar la resolución recurrida a fin de que por la Junta de Castilla y León se resuelva
definitivamente sobre la solicitud planteada por la parte recurrente ya que esta resolución no
puede entrar en el análisis del fondo de esta cuestión al no haberse pronunciado sobre la
misma la resolución objeto de recurso que se limitó, como ya se destacó al inicio de esta
resolución, a negar la competencia de la Administración para resolver sobre dicha petición,
pues de hacerlo se estaría privando a la parte recurrente de argumentar y combatir dicha
decisión administrativa, la motivación de la misma, ya que aunque el recurrente ha tenido
ocasión, pues es el origen del procedimiento administrativo y posterior recurso contencioso-
administrativo, de motivar su petición, lo que no ha podido realizar, pues no existió respuesta
de la Administración en vía administrativa, es de rebatir la misma».
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

1.617/2.007, de 20 septiembre555, señala que «no comparte este Tribunal


la conclusión que se extrae, como fue entender competente para dilucidar
la cuestión suscitada a la Administración autonómica. Las competencias
autonómicas pueden resumirse en la dotación económica a los centros
educativos, la inspección educativa, la regulación del personal docente
universitario y no universitario, la regulación del funcionamiento orgánico
de los centros educativos, el control y registro de los centros docentes, la
regulación de la admisión del alumnado, el servicio de comedor y
transporte escolar, la educación de personas adultas, las enseñanzas de
régimen especial... etc., pero no excluyen las competencias del Consejo
Escolar.
»La Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Sala de lo
Contencioso-Administrativo, sec. 9ª, 15-10-2.002, núm. 1.105/2.002, rec.
1.127/1.999, sólo sería compartida por este Tribunal (al margen de no
estar vinculado por la misma) de entender que la retirada de símbolos
religiosos –lato sensu– no es una competencia exclusiva de los consejos
escolares. Partiendo de la vinculación de todos los poderes públicos a los
derechos constitucionales y la posibilidad de que la Administración
educativa revise en vía de recurso las decisiones de los consejos escolares,
y no siendo competencia exclusiva tal decisión de los consejos escolares
tampoco desaparecerían sus competencias, máxime si ha sido
previamente interpelado. Sólo cuando este órgano de gestión se
pronuncie podrá la Administración educativa intervenir y decidir, en vía de
recurso administrativo e imponer su criterio».556

Para llegar a esta conclusión, el alto Tribunal castellano-leonés se


basa en el principio de autonomía pedagógica, organizativa y de gestión
económica de los centros docentes, que las leyes sobre la materia
establecen al respecto557, concluyendo en consecuencia que «en todo

555
Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y
León, con sede en Valladolid (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr.
Zatarain Valdemoro (RJCA\2.008\109).
556
F. de D. 9º.
557
F. de D. 8º: “Quedando fuera del debate la injuzgada afectación de aquellos derechos
constitucionales por la exhibición de símbolos religiosos, junto a la progresiva secularización de
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

caso, cualquier valoración que se deba hacer del entorno escolar y de las
condiciones de los alumnos corresponde al Consejo Escolar.
»Se entienda que la configuración de cada aula y de los efectos
materiales y símbolos afecte o configure, directa o tangencialmente a la
educación que se imparta en ella -proyecto docente-, afecte a su
funcionamiento o a "aspectos relacionados con su actividad", deba ser

los símbolos religiosos, el punto de partida es el principio de autonomía pedagógica,


organizativa y de gestión económica de los centros docentes, reiterado hasta la saciedad por la
normativa aplicable (arts. 5 y 7 de la L.O. 9/1.995, de 20 de noviembre, de la Participación, la
Evaluación y el Gobierno de los Centros Docentes, arts. 67, 68, 69 y 70 de la LOCE. Es aquel
principio un valor desarrollado decididamente por todos los legisladores. Es lo que la
Exposición de Motivos de esa L.O. 10/2.002 denomina como el quinto eje de la reforma
educativa. La razón evidente, claramente explicitada en la exposición de motivos es la
diversidad y complejidad del contexto educativo ("El quinto eje de la Ley está relacionado con
el desarrollo de la autonomía de los centros educativos y con el estímulo de la responsabilidad
de éstos en el logro de buenos resultados por sus alumnos. En un contexto tan diverso y
complejo, con problemas tan diferenciados entre los distintos centros, es preciso potenciar las
responsabilidades en ese nivel del sistema educativo.
El refuerzo de la autonomía de los centros se basa, igualmente, en la confianza mutua
y en la responsabilidad; en el acuerdo entre centro y Administración, que deben considerarse
como socios principales en la tarea de hacer avanzar la educación en el plano local; y, a la vez,
en la necesidad de responder de los resultados mediante procedimientos de evaluación que
faciliten la mejora y permitan orientar y modular las acciones conjuntas de cada centro
educativo y de cada Administración..."). Téngase en cuenta además que este principio viene
desarrollado sustancialmente de igual modo por la vigente LOE (Véase su Exposición de
Motivos y sus arts. 120 y siguientes). Así lo positiva el art. 67.1 de la L.O. 10/2.002; "1. Los
centros docentes dispondrán de la necesaria autonomía pedagógica, organizativa y de gestión
económica para favorecer la mejora continua de la educación. Las Administraciones
educativas, en el ámbito de sus competencias, fomentarán esta autonomía y estimularán el
trabajo en equipo de los profesores".
Al regular la autonomía pedagógica de cada centro educativo, la legislación en aquel
momento aplicable -y la posterior en gran medida- advierte que se concretará mediante
programaciones didácticas, planes de acción tutorial y planes de orientación académica y
profesional y, en todo caso, mediante proyectos educativos (art. 68.1 de la Ley 10/2.002). Y
resulta esencial que toda la actividad pedagógica deberá, en el ejercicio de su autonomía,
adaptarse a las peculiaridades de su entorno y de sus alumnos (v. art. 68.2 de la Ley 10/2.002;
"2. Los centros docentes, dentro del marco general que establezcan las Administraciones
educativas, elaborarán el proyecto educativo en el que se fijarán los objetivos y las prioridades
educativas, así como los procedimientos de actuación. Para la elaboración de dicho proyecto
deberá tenerse en consideración las características del centro y de su entorno escolar, así
como las necesidades educativas de los alumnos"). Y esta aprobación del proyecto educativo
corresponde, indefectiblemente al Consejo Escolar (v. art. 82.1 de la L.O. 10/2.002, de 23 de
diciembre, de Calidad de la Educación, en similares términos véase la L.O. 9/1.995, de 20 de
noviembre, de la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros Docentes, la actual
LOE, con mayor intervención del Claustro de Profesores o el decreto 86/2.002, de 4 de julio
que aprueba el reglamento orgánico de estos centros”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

reglamentado o influya en la convivencia del centro, lo cierto es que son


materias de inequívoca competencia del Consejo Escolar de cada centro -
decisorias o consultivas según los casos- (art. 82. ap.1.k): "El Consejo
Escolar del centro tendrá las siguientes atribuciones: a) Formular
propuestas al equipo directivo sobre la programación anual del centro y
aprobar el proyecto educativo, sin perjuicio de las competencias del
Claustro de profesores, en relación con la planificación y organización
docente... b) Elaborar informes, a petición de la Administración
competente, sobre el funcionamiento del centro y sobre aquellos otros
aspectos relacionados con la actividad del mismo... d) Aprobar el
reglamento de régimen interior del centro... k) Proponer medidas e
iniciativas que favorezcan la convivencia en el centro...").
»Y además, como quiera que el mantenimiento, colocación o
retirada de un símbolo religioso está en intrínseca relación con el entorno
escolar y las circunstancias concretas del alumnado, la decisión sobre
aquellas actuaciones debe residenciarse en ese órgano administrativo, de
conformidad con el marco competencial pergeñado por el legislador
estatal».558

Por todo ello, termina el Tribunal señalando que «lo que no resulta
adecuado a derecho es la negativa de la Delegación Territorial a revisar lo
resuelto por el Consejo Escolar. Evidentemente, toda decisión adoptada
por el centro docente, sea por su dirección o por el Consejo Escolar es
revisable en vía administrativa, revisión que corresponderá, según los
casos a la Dirección Provincial de Educación, a la Delegación Territorial o a
los órganos centrales de la Junta de Castilla y León. Por lo tanto, la
abdicación de sus competencias que la resolución impugnada entraña la
convierte en parcialmente disconforme a derecho por vulnerar las
previsiones de los arts. 102 y siguientes de la L.O. 10/2.002».559

558
F. de D. 8º.
559
F. de D. 10º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Debemos, pues, extraer la consecuencia de que la Ley no está clara,


ya que los Tribunales disienten entre ellos560. Tampoco las
Administraciones y los Tribunales han coincidido, o sólo lo han hecho
parcialmente. Así las cosas, no puede extrañar encontrar interpretaciones
en el ámbito administrativo para todos los gustos, y además que recorren
todos los extremos; y ello, hasta el punto de que si bien se ha llegado a
afirmar que la competencia era del Consejo Escolar y que habría que estar
a lo que el mismo determinara, tanto en el sentido de poder acordar así la
colocación como la retirada de símbolos religiosos561; por otro lado,
parece que otra Administración, como la Andaluza, viene de facto al
menos, sustrayendo, cuando no prohibiendo, cualquier tipo de actuación
al Consejo Escolar del Centro en relación con el tema; por lo menos en
algunos casos.

Puede, en efecto, hacerse referencia a los supuestos, ya relatados


en el capítulo anterior de este trabajo, de la retirada de símbolos
religiosos en el Colegio San Juan de la Cruz, de Úbeda (Jaén), dispuesta
directamente por la Administración andaluza a mediados del año 2.006,
aunque se quiso “desdibujar” alegando que había habido una queja ante
el Defensor del Pueblo andaluz, que éste negó se le hubiese formulado; y,
más recientemente, a principios del año 2.011, en el Instituto Al-Zujayr de
la localidad granadina de Zújar, en el cual ante un problema acerca de la
presencia de símbolos religiosos, surgido en el Centro, habiéndose
dispuesto una reunión del Consejo Escolar para resolver el asunto, «la
delegada provincial de Educación de la Junta de Andalucía en Granada
comunicó a través del director del centro que, según la normativa, no
debe haber símbolos religiosos en los espacios públicos por lo que no
había lugar para ninguna votación por parte del Consejo Escolar». Ante la
sorpresa de algunos de sus miembros, el director del Centro explicó que

560
R. TEJÓN SÁNCHEZ, “Símbolos religiosos y escuela pública”, en Idem, D. Llamazares
Fernández y O. Celador Angón, Educación e ideología, Dykinson, Madrid, 2.010, pág. 182.
561
Postura, en su respuesta parlamentaria en su día –a la que ya aludimos en el primer
capítulo de este trabajo– del entonces ministro de Educación Sr. Rajoy. Parece que también
sería la postura de Administraciones Autonómicas gobernadas por el Partido Popular, como
Castilla y León, Madrid y últimamente Galicia.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

había solicitado a través del inspector asignado al centro «una notificación


por escrito de la delegada de Educación». Para la docente de Religión, «se
trata de una contradicción, ya que fue la propia Junta de Andalucía la que
dijo que el Consejo Escolar era el que debía pronunciarse sobre este tema
y ahora la delegada nos dice que no se puede».562

A nuestro juicio, la cuestión que resulta más trascendental, sin dejar


de reconocer que la previa pueda ser importante, es la de si, sea
competente el Consejo Escolar o sea la Administración educativa, el
acuerdo que puedan adoptar al respecto entra dentro del ámbito de la
discrecionalidad, o, por el contrario, el mismo es un acto reglado. Para
esto último –o en cualquier caso parece que podrían concurrir de todos
modos las posibles soluciones, aunque fuera discrecional–, la normativa al
respecto debería ser clara. Y eso es, como hemos visto, lo que no es nada
diáfano. En todo caso, lo que sí aparece como seguro es la actuación no
tendrá que ser contra legem.

En principio el Consejo Escolar, como órgano colegiado que es,


debería de actuar-conformar su voluntad por medio de mayorías. Desde
instancias político-gubernamentales, como ya hemos visto, se ha dicho
que la competencia es del Consejo Escolar, y parece que quiere
atribuírsele la decisión con naturaleza discrecional. Así, ya vimos como, en
su día, siendo ministro el Sr. Rajoy se pronunció por la competencia del
consejo escolar: si acuerdan poner símbolos, pues habrá que ponerlos; y,
si acuerdan lo contrario, quitarlos.

562
Así, según el diario ABC, de 27 de enero de 2.011, en el que también se recoge que “Los
miembros del Consejo Escolar del Instituto Al-Zujayr de la localidad granadina de Zújar vivieron
ayer un situación absurda. Una vez reunidos para resolver –como había solicitado la Junta de
Andalucía– el conflicto que se generó en este centro después de que dos docentes obligaran a
la profesora de Religión, Susana Fernández de Córdoba, a retirar un crucifijo y el icono de una
Virgen que ella misma había colgado en la pared del departamento de Ciencias Sociales, la
votación no pudo celebrarse”.
Entre los comentarios que obraban en la edición digital, se contenía el siguiente:
“Casualmente, a estos profesores les molestaba que la profesora de religión tuviera en su
espacio personal del despacho un crucifijo y un icono oriental. Pero no les molesta que su
Instituto se llame igual que un sobrino de Aisha, la tercera mujer del profeta Mahoma”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Pero, dado que el Consejo Escolar es un órgano de la


Administración563 –y es la Administración misma actuando, ya que ésta
siempre tiene capacidad de revisión–, en principio debe ajustarse a Ley, so
pena de incurrir en arbitrariedad. Y, en este punto, es donde algún sector
doctrinal considera que la propia Constitución está muy clara, a la hora de
proscribir los símbolos religiosos en al aula pública, al menos si tienen una
función de presidencia.

En términos categóricos se pronuncia al respecto la Profª.


Llamazares Calzadilla, postura a la que ya aludimos, en su crítica a la
resolución del Gabinete de Asuntos Religiosos que, en su día se inclinó por
atribuir esa competencia al Consejo Escolar, al entender la autora que «el
Consejo Escolar no puede tomar decisiones contrarias a la Constitución y
al principio de aconfesionalidad y laicidad por ella consagrado. El principio
de laicidad, tal como se concibe en el modelo constitucional español, y su
traslación al sistema educativo como principio de neutralidad de la
enseñanza pública no permite, como afirmaba el
Bundesverfassungsgericht, buscar una “solución de compromiso”, ni al
legislador, ni a los Consejos Escolares de los centros. Los principios de
igualdad en la libertad y de neutralidad de la enseñanza pública impiden
en todo caso la presencia activa de símbolos religiosos en las aulas. El
Consejo Escolar tendrá competencia para decidir sobre la presencia
meramente “pasiva” de esos símbolos religiosos, pero no sobre la
presencia “activa”, que entra en palmaria contradicción con el principio
constitucional de laicidad».564

563
La Ley 4/2.011, de 7 de marzo, de educación de Extremadura (BOE, núm. 70, de 23 de
marzo de 2.011), nos lo recuerda en su art. 144. 2: Asimismo, los órganos de gobierno de los
centros públicos, en cuanto órganos administrativos de la Junta de Extremadura, se regirán de
conformidad con los principios y reglas previstos en las leyes de régimen jurídico de las
Administraciones públicas y de procedimiento administrativo.
564
M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Símbolos religiosos y Administración pública: El problema
en las aulas de centros públicos docentes», cit., pág. 299 y sig. Cfr., al respecto, el trabajo de B.
ALAEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”, cit.,
págs. 89-125. En el mismo, el Prof. Aláez –que posiblemente sea el que con mayor profundidad
ha atendido a la problemática que pueda representar la presencia del crucifijo en las distintas
clases de colegio–, sin embargo, no deja de resultar significativo que no estudie la cuestión con
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

A nuestro juicio, sin embargo, la interpretación anterior no goza de


seguridad, tal y como hemos venido señalando al referirnos al alcance del
principio de aconfesionalidad. Lo cierto y verdad es que ni la Constitución
ni la Ley resultan diáfanas en la materia. Si estuvieran claras –in claris non
fit interpretatio–, desde luego que no tendría nada que decir el Consejo
Escolar al respecto.

En este sentido, veíamos en el capítulo precedente cómo algunas


Administraciones Regionales han llevado, de hecho, una política que parte
de que el símbolo religioso se debe de quitar del aula –y así lo dispone
directamente, entonces, la Delegación de Educación correspondiente– si
hay una petición de particular en este sentido (Andalucía); o bien que es el
consejo escolar el que “debe” acordar la remoción si se pide por alguien
(Castilla-La Mancha): Este proceder, a nuestro juicio, parece llevar
implícito que no es el principio de laicidad –o habrá que entender que éste
se encuentra muy “aletargado”– el que impone la retirada del símbolo,
sino la “molestia” que causa, se supone a su libertad de creencias, a otro.

Por todo ello, entendemos que lo más práctico, y hay suficiente


base legal para ello, sería dejar la decisión a la propia comunidad
educativa, pues siempre –como más cercana al problema y a la situación
en el Centro– puede saber más del tema en cuestión. Coincidimos en este
sentido con las apreciaciones que recoge el Tribunal Superior de Justicia
de Castilla y León, en su Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre565,
cuando señala que «la retirada de todo símbolo religioso de un colegio
público, por mor del principio de Libertad Religiosa y de la declaración de
aconfesionalidad del Estado no es la única solución posible, en contra de
lo manifestado por la asociación demandante, que exhibe una posición
maximalista. En otros ámbitos de la actividad del Estado, este sí se ha
mostrado decididamente sensible a las diversidades religiosas de sus

referencia alguna al Consejo Escolar, sino que centra su análisis en el papel que juegan los
símbolos en el ejercicio de los derechos fundamentales dentro de la relación escolar.
565
Sentencia núm. 1.617/2.007, de 20 septiembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla
y León, ya citada (RJCA\2.008\109).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

administrados, pese a la naturaleza aconfesional de aquel, por ejemplo en


el ámbito penitenciario u hospitalario. Como se dijo al principio, el marco
normativo no es claro en su prohibición y sí por el contrario, es clara la
regulación y defensa legal de la autonomía de los centros docentes y la
llamada a la sensibilidad respecto de su entorno y alumnado.
»Ante la colocación, retirada o mantenimiento de cualquier símbolo
religioso caben diferentes posturas. A título meramente dialéctico se
puede aventurar que la colocación o retirada de un símbolo religioso
absolutamente contrario a las religiones que profesen todos los alumnos
del centro no será una actuación adecuada al entorno del centro
educativo. Inversamente, la colocación o retirada de un símbolo conforme
con las creencias de la totalidad de los alumnos no vulnerará su libertad
religiosa y además será plenamente adecuado a las circunstancias del
entorno social del alumnado. Entre estos dos extremos, también hay lugar
para soluciones intermedias, que pueden solventar supuestos de un
entorno social y de alumnado multicultural. Piénsese, nuevamente a título
hipotético, que ese centro, a través de su Consejo Escolar decida, en
atención a las peticiones recibidas el mantenimiento o colocación de unos
símbolos religiosos en unas aulas y no en otras según la concreta
composición de las mismas, y siempre que sea posible tal opción.»566

Este criterio, con el que se debe de coincidir, se ratifica en la


posterior Sentencia, del mismo Tribunal, de 14 de diciembre de 2.009, en
la que también se indica, mucho más decididamente, que «el
ordenamiento jurídico educativo atribuyó a los Consejos Escolares
múltiples funciones, entendiendo este Tribunal que entre ellas se incluye
la decisión sobre la presencia o no de símbolos religiosos que ahora se
revisa. Los citados consejos no son órganos cuyos miembros procedan
exclusivamente del Estado sino que ofrecen una composición
esencialmente plural, con menos presencia del poder público y marcada
presencia de terceros usuarios del servicio público de la enseñanza. Por lo
tanto, la decisión de estos consejos no es tanto una decisión de los
poderes públicos, que lo es, sino esencial y principalmente de la propia

566
F. de D. 9º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

sociedad. Y si bien cabe la revisión de su decisión por las autoridades


educativas, su control será, esencialmente, de legalidad y no de
oportunidad».567

No podemos sino suscribir estas palabras del alto Tribunal


castellano-leonés, pues no se entiende, en otro caso, la autonomía que
por vía legal se concede a los centros escolares para que, en definitiva, la
misma no pueda hacerse efectiva en la práctica en este concreto asunto.
Pero no sólo es el principio de autonomía el que debe informar estas
actuaciones, sino también el de participación, que tiene incluso refrendo
constitucional, ya que el art. 9.2 establece que “corresponde a los poderes
públicos […] facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida
política, económica, cultural y social”. De modo que lo que le corresponde
a la Administración Educativa es una función de supervisión, basada
únicamente en criterios de legalidad, de lo actuado por el Consejo escolar,
pero no ello no le habilita para sustraer la competencia al consejo ni a
sustituir discrecional y libérrimamente su decisión.

Todo ello, sin perjuicio de que, estamos en disposición de adelantar,


que no coincidimos con el resultado final al que llega el alto Tribunal
castellano-leonés. Pero esto ya es entrar en las cuestiones de fondo del
asunto, que pasamos a examinar.

Analizados los interrogantes relativos a la legitimación activa y


pasiva que se consideran han de concurrir como presupuesto ineludible
en el caso que nos ocupa, es necesario entrar en la exégesis de las razones
materiales que podrían fundamentar la petición de retirada de
cualesquiera símbolos presentes en las aulas.

567
Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 de diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla y León, ya citada (JUR\2.010\4.104), F. de D. 6º. La cursiva es nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

 ¿Es suficiente considerar que se afrenta la aconfesionalidad del


Estado?

Aunque todo depende –ya se ha dicho– de cómo se haya de


interpretar el principio de laicidad y su correlato de neutralidad, lo cierto
es que con sólo base en este principio de laicidad568 no parece suficiente
para apoyar en términos jurídicos una petición de tal tipo. Sin embargo,
no han faltado voces en este sentido, para las que no haría falta justificar,
para nada, una solicitud de esta especie. Según esta postura no sería
necesario, pues, buscar causa para pedir la remoción, más allá que la
propia petición de que se quite el signo religioso, por exigencia de la
propia aconfesionalidad.

Cabe, en consecuencia, preguntarse si basta este principio de


laicidad para tener que hacerse efectiva la supresión de los símbolos
religiosos presentes en el edificio escolar, aunque los mismos no
“molestasen” a nadie. En este sentido parece manifestarse un sector
doctrinal en el que cabe encuadrar a autores como la Profª. Llamazares
Calzadilla, tal y como antes hemos visto, y la Profª. Tejón Sánchez569.

568
Aunque el Prof. J.A. SOUTO PAZ, “La laicidad en la Constitución de 1.978”, en VV.AA. (D.
Llamazares Fernández, ed.), Estado y Religión. Proceso de secularización y laicidad. Homenaje a
Don Fernando de los Ríos, Universidad Carlos III – BOE, Madrid, 2.001, págs. 215 y sigs., llegara
a afirmar el óbito de la laicidad, sugiriendo que tuviera unas “buenas exequias”, lo cierto es
que esta materia constituye una de las más prolíficas e inacabadas de nuestra disciplina. Sin
ánimo alguno de exhaustividad: J. CALVO ÁLVAREZ, Los principios del Derecho eclesiástico
español en las sentencias del Tribunal Constitucional, Navarra Gráfica ediciones, Navarra,
1.998, págs. 97 y sigs.; D. LLAMAZARES FERNÁNDEZ, “A vueltas con la laicidad”, en VV.AA.,
Estudios Jurídicos en homenaje al Prof. V. Guitarte, vol. II, Servicio de Publicaciones Diputación
Provincial de Castellón, Valencia, 1.999, págs. 489 y sigs.; R. NAVARRO VALLS, “Los Estados
frente a la Iglesia”, en su libro con R. Palomino, Estado y Religión, Textos para una reflexión
crítica, Ariel, Barcelona, 2.000, págs. 315 y sigs.; G. SUÁREZ PERTIERRA, “La laicidad en la
Constitución española”, en VV.AA. (J. Martínez-Torrón, ed.), Estado y Religión en la
Constitución española y en la Constitución europea, Comares, Granada, 2.006, págs. 11 y sigs.;
R. NAVARRO-VALLS, “El principio de cooperación y la laicidad del Estado”, ibídem, págs. 31 y
sigs.; I. MARTÍN SÁNCHEZ, “Laicidad e igualdad religiosa: algunas cuestiones debatidas”, págs.
179 y sigs.; A. OLLERO, “Igualdad, laicidad y religiones, págs. 205 y sigs. y A. RUIZ MIGUEL,
“Laicidad, religiones e igualdad, págs. 217 y sigs.; los tres trabajos en el Anuario de la Facultad
de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, núm. 13 (2.010).
569
R. TEJÓN SÁNCHEZ, “Símbolos religiosos y escuela pública”, en Idem, D. Llamazares
Fernández y O. Celador Angón, Educación e ideología, cit., pág. 187: “la neutralidad ideológica
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

También algunas Administraciones Públicas parecen haberse decantado


por un entendimiento de la laicidad contrario a la presencia del crucifijo
en el aula, “hurtando” hasta la posibilidad de pronunciarse al respecto al
Consejo Escolar del Centro en cuestión, en actitud que no resulta
fácilmente coherente con lo actuado en otras ocasiones, incluso con
defensa de su postura en la instancia judicial, como vamos a ver
detenidamente más adelante (casos del lema ‘mariano’ de Lucena, la
Patrona del Colegio de abogados de Sevilla, etc.).570

A nivel de Derecho comparado, tal fue la postura adoptada en Italia


por el Tribunal, en su composición unipersonal, de L’Aquila, en su decisión
de 23 de octubre de 2.003, porque, según la misma, «está en cuestión no
sólo la libertad de religión de los alumnos, sino también la neutralidad de
una institución pública […] No es posible configurar una actuación del
principio de laicidad del Estado y, por lo tanto, de la libertad de religión de
los afectados “a solicitud”, sino que más bien ha de ser parte de la esencia
del modo mismo de obrar de la Administración pública».571

y religiosa que la Constitución impone a los poderes públicos exige eliminar estos símbolos, sin
que para ello sea necesaria la petición expresa de quienes entienden que su presencia atenta
contra su libertad ideológica o religiosa. Sólo así será posible garantizar la libertad de
conciencia individual en condiciones de igualdad”. La cursiva es nuestra.
570
Cfr. M. ALENDA SALINAS, "El crucifijo en el aula", en diario Información, 22 de junio de
2.006.
571
Parece que la Sentencia del Tribunal Constitucional alemán también se basa en este
principio, aunque no sea en exclusiva. En este sentido, afirma el Prof. J.M. RODRÍGUEZ DE
SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto “religiosamente incapaz”. Un
modelo explicativo del art. 16.3 CE», en la Base de Datos de westlaw.es (BIB 2.008\2.397), pág.
9: “La cuestión alcanzó niveles de polémica en el caso de la Sentencia del Tribunal
Constitucional Federal alemán de 16 de mayo de 1.995 (conocida como Sentencia del crucifijo,
Kruzifix-Urteil, BVerfGE 93, 1), que declaró inconstitucional el precepto de una norma
reglamentaria de Baviera que establecía la obligatoriedad de que hubiera un crucifijo en las
aulas de las escuelas públicas. La Sentencia destaca el específico sentido religioso del crucifijo
(pg. 19) -«sería una profanación del crucifijo, contraria a la propia autocomprensión del
cristianismo y de las Iglesias cristianas (...), presentar este símbolo como simple expresión de la
tradición occidental o como signo de culto sin una específica referencia confesional» (pg. 20)-,
y estima incompatible con el principio de neutralidad estatal la decisión de dotar inmuebles
públicos con un signo de esta naturaleza (pg. 16)”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Sin embargo, el Prof. González-Varas Ibáñez572 considera que la


resolución en cuestión –que fue revocada por Ordinanza del mismo
Tribunal, de 13 de noviembre de 2.003– no realiza una correcta exégesis
del principio de laicidad, pues según aquélla «deberíamos interpretar [tal
principio] en un sentido neo-liberal o de separación entre el Estado y las
confesiones religiosas, o incluso como una actitud laicista»573. En este
sentido, el Consejo de Estado italiano, en su Decisión núm. 556, de 13 de
enero de 2.006, se pronunció a favor de la permanencia del crucifijo en la
escuela pública, tras destacar, en su fundamentación, la «función
simbólica altamente educativa» de ese signo; y que «en Italia, el crucifijo
es apto para expresar –en clave simbólica, desde luego, pero de modo
adecuado– el origen religioso de los valores de tolerancia, respeto mutuo,
estima por la persona y afirmación de sus derechos y su libertad,
autonomía de la conciencia moral ante la autoridad, solidaridad humana,
rechazo de toda discriminación; valores característicos de la civilización
italiana». Sin embargo, a juicio del Prof. Rodríguez de Santiago, «el justo
reconocimiento, en el plano de la Historia de las ideas, del valor que
corresponde al Cristianismo en el surgimiento de esos valores –destacados
por la decisión del Consejo de Estado italiano– que hoy definen a
Occidente no tiene por qué conducir, en un plano distinto, a excepcionar
la regla constitucional que prohíbe al Estado la identificación interna con
un símbolo religioso, derivada del art. 16.3 de la Constitución».574

Desde nuestro ámbito judicial, la Sentencia del Juzgado de lo


Contencioso-Administrativo núm. 2 de Valladolid, de 14 noviembre de
2.008575, aunque no se exprese en términos categóricos, también ha
puesto el énfasis en la neutralidad al considerarla exigencia de la
enseñanza escolar pública derivada del art. 16 de la Carta Magna, pues,

572
De quien hemos tomado la anterior traducción del italiano.
573
A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, “La simbología religiosa en los espacios públicos: problemas
generales y soluciones concretas en los Estados Europeos”, en la obra colectiva (I.C. Iglesias
Canle, dirª.), Inmigración y Derecho, Tirant lo Blanch, Valencia, 2.006, pág. 271 y sig.
574
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art. 16.3 CE», cit., pág. 9.
575
Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 2 de Valladolid. Sentencia núm. 28/2.008,
de 14 noviembre (RJCA\2.008\695).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

después de aseverar que la presencia del crucifijo no constituye


enseñanza de la religión católica ni acto de proselitismo, sin embargo
considera que se infringen los arts. 14 y 16 CE; y, a nuestro juicio, que se
decanta por ello con base en la laicidad (art. 16.3 CE), al establecer que
«en España, la opción constitucional se halla en el apartado 3 del art. 16
de la CE. Que ninguna confesión tenga carácter estatal significa que el
Estado no puede adherirse ni prestar su respaldo a ningún credo religioso,
que no debe existir confusión alguna entre los fines religiosos y los fines
estatales (STC 46/2.001). La aconfesionalidad implica una visión más
exigente de la libertad religiosa, pues implica la neutralidad del Estado
frente a las distintas confesiones y, más en general, ante el hecho
religioso. Nadie puede sentir que, por motivos religiosos, el Estado le es
más o menos próximo que a sus conciudadanos.
»Como se ha dicho, en la propuesta de resolución se admite que el
crucifijo tiene una connotación religiosa, aunque también tenga otras; es
decir, no han perdido sus connotaciones religiosas, aunque puedan tener
otras. La presencia de estos símbolos en estas zonas comunes del centro
educativo público, en el que reciben educación menores de edad en plena
fase de formación de su voluntad e intelecto, puede provocar en éstos el
sentimiento de que el Estado está más cercano a la confesión con la que
guardan relación los símbolos presentes en el centro público que a otras
confesiones respecto de las que no está presente ningún símbolo en el
centro público, con lo que el efecto que se produce, o puede producirse,
con la presencia de los símbolos religiosos es la aproximación a la
confesión religiosa representada en el centro por considerar que es la más
próxima al Estado y una forma de estar más próximo a éste.
»Por lo expuesto, ha de concluirse que la decisión del Consejo
Escolar vulnera los derechos fundamentales reconocidos en los arts. 14 y
16, apartados 1 y 3, de la CE, por lo que debe encontrar favorable acogida
la pretensión deducida».576

Con todo, esta Sentencia –que sería parcialmente revocada en la


alzada por el Tribunal superior de Justicia castellano-leonés– ha recibido

576
F. de D. 4º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

las acertadas críticas del Prof. Cañamares Arribas, cuando afirma que «son
varias las objeciones que se pueden plantear a esta fundamentación
jurídica. De un lado, ¿puede afectar a la libertad religiosa un símbolo
secularizado que carece de carácter proselitista? Y de otro, ¿el hecho de
que un símbolo comparta junto a un significado cultural e histórico otro de
significado religioso lo convierte en una amenaza para la neutralidad
religiosa del Estado?».577

Debe también ser objeto de crítica el que la resolución judicial se


sustente sobre hipótesis y no vulneraciones efectivas, como cuando dice
“puede provocar en éstos el sentimiento…”, o “con lo que el efecto que se
produce, o puede producirse…”, de manera que se instala en un criterio
‘paternalista’, que no puede estimarse ajustado a Derecho; porque,
además, para tratar de evitar todo esto, ¿la solución podría ser colocar
símbolos de otras confesiones?578

 El principio de laicidad no se estima suficiente; y, por ello, se


complementa con otras razones jurídicas el basamento contrario
al símbolo

No obstante cuanto antecede, no parece –tal y como ya hemos


señalado– que el principio de aconfesionalidad sea suficiente a todos
estos efectos, a menos que se haga una lectura del mismo en clave
“laicista”. Hace ya un tiempo que, a este respecto, el Defensor del Pueblo
andaluz consideró que «la aconfesionalidad del Estado no implica la
ignorancia por el mismo de la existencia del fenómeno religioso en

577
S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Tratamiento de la simbología religiosa en el Derecho español:
propuestas ante la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa”, cit., pág. 540. La
Sentencia del Tribunal Constitucional, Sala 2ª, núm. 34/2.011, de 28 de marzo de 2.011 (BOE
núm. 101, de 28 de abril de 2.011), parece que se vale de una argumentación en este sentido
respecto al significado del símbolo.
578
Según el Prof. T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad,
pluralismo, símbolos), cit., pág. 231, no son más que “hipótesis cargadas de subjetividad”; o, en
otras palabras: “sentimientos-impresión” (T. GONZÁLEZ VILA, “España: símbolos religiosos y
centros educativos públicos”, en Acontecimiento, núm. 92, págs. 3 y sigs.).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

nuestro País, ni el desconocimiento de las creencias mayoritarias de los


españoles, realidades con las que debe contar y que deben influir en su
actuación en el ámbito religioso.
»En este sentido, la actuación del Estado que se dirija a favorecer o
facilitar el ejercicio por parte de los ciudadanos de las facultades que
integran el derecho fundamental a la libertad religiosa, no sólo es legítima
sino incluso positiva, en la medida en que no implique discriminación para
otros ciudadanos.
»En consecuencia, la existencia de símbolos religiosos en los centros
docentes, incluso en los sostenidos con fondos públicos, no supone sino el
reconocimiento de una realidad social innegable cual es la religiosidad de
los ciudadanos españoles. Reconocimiento, que incluso se extiende a la
facilitación del ejercicio del derecho a la libertad religiosa y de culto a la
confesión que goza de mayoritario predicamento dentro del Estado.
»No puede hablarse, por tanto, de un incumplimiento de la
obligación de neutralidad que la aconfesionalidad impone al Estado, por el
mero hecho de que éste permita que en centros bajo su dependencia
existan símbolos religiosos. Ya que estos no son sino manifestación de una
religiosidad reconocida por el texto constitucional como un derecho
fundamental».579

Sea o no por lo endeble del argumento –al depender de cómo se


interprete la laicidad– que son muchos los autores que aunque en
definitiva puedan poner el acento en dicho principio, sin embargo matizan
sus afirmaciones al respecto, o complementan las bases en que apoyar la
solución que estiman adecuada al caso, cual es la de la retirada de los
símbolos, con argumentos como los relativos a la libertad religiosa, en su
dimensión negativa, de los alumnos y el derecho de los padres a educar a
sus hijos conforme a sus propias convicciones, un determinado
entendimiento del pluralismo, etc. Con carácter de resumen general
aproximativo, podríamos valernos de las palabras del Prof. Salguero: «La

579
Vid. ALENDA SALINAS, M., “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, en AA.VV. (J. Soroeta Liceras, ed.), Cursos de Derechos Humanos de
Donostia-San Sebastián, vol. IV, Bilbao 2.003, pág. 70 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

aconfesionalidad del Estado, el pluralismo político y la libertad religiosa


impiden un modelo de escuela confesional-católica y exigen –como ha
señalado el Tribunal Constitucional en la sentencia 5/1.981, f.j. 9, párrafo
6º– que los centros docentes públicos sean ideológicamente neutrales.
Asignar a los centros públicos una orientación unidimensional
desconocedora de la pluralidad de opciones ideológicas y religiosas sería
contrario a la cláusula teleológica del art. 27.2 y al art. 27.3 de la
Constitución».580

En este sentido, por ejemplo, el Prof. Contreras Mazarío ha


señalado que si bien, a priori, no todo símbolo de carácter religioso es
contrario al principio de laicidad del Estado, podría interpretarse como
una adhesión de los centros docentes a una determinada religión,
produciéndose una confusión entre fines religiosos y estatales, así como
entre la formación educativa y el adoctrinamiento religioso.581

Sea o no también por todo este tipo de razones, que el Prof. Aláez
Corral, al analizar las consecuencias jurídicas en la relación escolar de la
simbología religiosa predispuesta en la instancia pública desde la
perspectiva de la neutralidad, lo hace aludiendo a su complementación o
reforzamiento con otro tipo de razones argumentativas, señalando al
respecto que la neutralidad religiosa del Estado, entendida en una
acepción pluralista y abierta, tiende a conciliar la exigencia de separación
entre Iglesia y Estado, y la garantía tanto negativa como positiva de la libre
formación y manifestación de las creencias, poniendo aquella separación
al servicio de esta garantía. Aplicado a la “escuela pública”, esto es a los
centros sostenidos con fondos públicos, este principio tiene como
consecuencia su neutralidad ideológica, con la finalidad de garantizar la
máxima protección; considerando necesario el mantenimiento de una
absoluta neutralidad respecto de símbolos religiosos en centros escolares
de titularidad pública; por lo que únicamente se admiten símbolos

580
M. SALGUERO, Libertad de cátedra y derechos de los centros educativos, Ariel, Barcelona,
1.997, pág. 170.
581
J.M. CONTRERAS MAZARÍO, Laicidad del Estado y asistencia religiosa en centros docentes,
cit., págs. 234 y sigs.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

religiosos durante la clase de religión o en el lugar habilitado en que se


preste la asistencia religiosa en la escuela. Pero, fuera de ello, «los centros
de titularidad pública están obligados a observar una absoluta neutralidad
en la actividad docente, lo que excluye que los mismos utilicen cualquier
símbolo religioso, como el crucifijo o la Biblia, que pueda expresar un
ideario y comprometer las libertades, especialmente la religiosa, de los
demás miembros de la comunidad educativa, sean padres, alumnos,
docentes o personal de administración».582

Sostiene, en definitiva, el Prof. Aláez que, en los colegios públicos


(de titularidad pública), la neutralidad (art. 16.3 CE y 18.1 LODE) no parece
plantear dificultad alguna, ya que «la cooperación del Estado con las
confesiones religiosas se encuentra circunscrita en los centros escolares
de titularidad pública a los aspectos relativos a la enseñanza de la religión,
necesaria para que tenga vigencia en este tipo de centros la garantía
reconocida a los padres en el art. 27.3 CE, y a la asistencia religiosa de
quienes, como los alumnos, se encuentran en una situación de sujeción
especial. Más allá no es posible ninguna otra forma de cooperación, pues
ella alejaría a la educación de las exigencias materiales de libertad,
igualdad, justicia y pluralismo, establecidas en el art. 27.2 CE, cuya
maximización compete a los poderes públicos especialmente en los
ámbitos en los que se administra poder público educativo».583

También en este sentido matizado, la Profª. Moreno Botella,


después de aseverar que «la laicidad bien entendida pasa inevitablemente
por la retirada de los crucifijos en los centros docentes públicos, sobre
todo, si ello, plantea problemas de conciencia para algún sector de la
comunidad educativa que pueden entender que con la presencia del
crucifijo en realidad lo que se está haciendo es adoctrinamiento o
propaganda ideológica encubierta a favor de una determinada religión,
adoctrinamiento ideológico que está prohibido al Estado, con base en la

582
Cfr. B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación
escolar”, cit., págs. 109 a 111, conteniéndose en esta última página lo entrecomillado de
nuestro texto.
583
Ibídem, pág. 111.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Sentencia del Tribunal Constitucional de 13 de febrero de 1.981». Sin


embargo, en otro pasaje posterior de este mismo trabajo parece que
matiza, al señalar también que «el tema es muy complejo y muy delicado
pues en definitiva es el recurso a la tolerancia como sinónimo de respeto a
la pluralidad de opciones ideológicas y religiosas existentes en un Estado
multicultural como el nuestro, el parámetro con el que se ha de medir la
legitimidad o ilegitimidad de la presencia de tales símbolos religiosos y la
cuestión de si el principio de neutralidad o aconfesionalidad de la escuela
abarca únicamente a la enseñanza y al modo de impartir y transmitir los
conocimientos a los alumnos o por el contrario se extiende para abarcar
también a los locales en los que aquella es impartida».584

En definitiva, puede afirmarse que buena parte de la doctrina


científica considera que el principio de aconfesionalidad no es suficiente
para poder propugnar la retirada del símbolo, a menos que el mismo no
tuviese más significado que el estrictamente religioso. Ello no quita que el
argumento haya sido utilizado por parte de otro sector doctrinal como
elemento coadyuvante con la libertad religiosa y, en su caso con el
derecho a educar a los hijos conforme a las creencias de los padres, para
entender que la solución que procede es la de retirar los símbolos
existentes en el aula, siempre que haya una petición en este sentido por
parte de algún padre en nombre de su hijo menor. Así, por ejemplo, lo ha
sostenido el Prof. Alenda Salinas, señalando que la neutralidad que debe
esgrimir el Estado es el elemento que permite decantar la balanza cuando
se sopesan la libertad religiosa, negativa, de algunos alumnos frente a la
libertad religiosa, en su vertiente positiva, de otros en el supuesto de
conflicto acerca del mantenimiento del crucifijo en el aula; y todo ello con
el fin de evitar el surgimiento de objeciones de conciencia, por parte de
quien no quiere el símbolo.585

584
G. MORENO BOTELLA, “Crucifijo y escuela en España”, en Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 2 (mayo, 2.003), del portal jurídico
Iustel.com. La cursiva es nuestra.
585
M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, cit., pág. 233 y sig., en relación con la pág. 226 y sig. En el mismo sentido,
entre otros, se pronunció el Defensor del Pueblo andaluz, en su Informe del año 2.001.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Esta conjunción de argumentos constituye, así mismo, la base, que


llevó a la Sección 2ª del Tribunal Europeo de derechos humanos a
declarar la contrariedad de la presencia del crucifijo en el aula escolar
pública con el art. 2 del Protocolo núm. 1 al Convenio Europeo de
Derechos Humanos, en relación con el art. 9 del propio Convenio586, en su
Sentencia de 3 de noviembre de 2.009, en el caso Lautsi contra Italia.587

Según el Tribunal Europeo la exposición de uno o más símbolos


religiosos no puede justificarse por la voluntad de otros padres que
quieren que la educación religiosa se haga en consonancia con sus
creencias, pues el respeto de las creencias de los padres en la educación
debe tener en cuenta el cumplimiento de las creencias de los otros
padres. En consecuencia, se estima que la exposición de un símbolo de
una confesión determinada en las aulas restringe el derecho de los padres
de educar a sus hijos según sus creencias y el derecho de los escolares a
creer o no creer y ello constituye una violación de estos derechos
(consagrados en los preceptos mencionados), toda vez que es una
restricción incompatible con el deber del Estado de respetar la neutralidad
en el ejercicio del servicio público, especialmente en el ámbito de la
educación. Y en lo que es el núcleo de su razonamiento, afirma la
Sentencia que la presencia del crucifijo puede hacer sentir a los alumnos

586
Transcribimos, a continuación el contenido de estos preceptos. Art. 2 del Protocolo número
1: «A nadie se le puede negar el derecho a la instrucción. El Estado, en el ejercicio de las
funciones que asuma en el campo de la educación y de la enseñanza, respetará el derecho de
los padres a asegurar esta educación y esta enseñanza conforme a sus convicciones religiosas y
filosóficas».
Art. 9 del Convenio: «1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión; este derecho implica la libertad de cambiar de religión o de
convicciones, así como la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o
colectivamente, en público o en privado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la
observancia de los ritos. 2. La libertad de manifestar su religión o sus convicciones no puede
ser objeto de más restricciones que las que, previstas por la Ley, constituyan medidas
necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad pública, la protección del orden,
de la salud o de la moral públicas, o la protección de los derechos o las libertades de los
demás».
587
Sentencia de 3 noviembre de 2.009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Sección
2ª). ‘Caso Lautsi contra Italia’ (TEDH\2.009\115).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

que son educados en un ambiente escolar caracterizado por una religión


en particular, hecho que puede ser estimulante para algunos pero
emocionalmente perturbador para otros (§55).588

588
Reproducimos los Fundamentos de Derecho que nos parecen más relevantes de la
Sentencia:
§50 Para examinar esta cuestión, el Tribunal tendrá especialmente en cuenta la
naturaleza del símbolo religioso y su impacto en los alumnos de corta edad, en particular en
los hijos de la demandante. En efecto, en los países en los que la gran mayoría de la población
pertenece a una religión concreta, la manifestación de los ritos y símbolos de tal religión, sin
límite de lugar y de forma, constituye una presión sobre los alumnos que no practican dicha
religión o sobre aquellos que profesan otra distinta (Karaduman contra Turquía, Decisión de la
Comisión de 3 mayo 1.993).
§51 El Gobierno (apartados 34-44 supra) justifica la obligación (o el hecho) de exponer
el crucifijo haciendo referencia al mensaje moral positivo de la fe cristiana, que trasciende los
valores constitucionales laicos, el papel de la religión en la historia italiana y su arraigo en la
tradición del país. Atribuye al crucifijo un significado neutro y laico en referencia a la historia y
la tradición italianas, íntimamente vinculadas al cristianismo. El Gobierno sostiene que el
crucifijo es un símbolo religioso pero que puede igualmente representar otros valores (véase
Tribunal administrativo del Véneto, núm. 1.110 de 17 marzo 2.005, ap. 16, apartado 13 supra).
En opinión del Tribunal, el símbolo del crucifijo tiene una pluralidad de significados, entre ellos
el significado religioso es predominante.
§52 El Tribunal considera que la presencia del crucifijo en las aulas va más allá del uso
de símbolos en contextos históricos específicos. Asimismo, ha estimado que el carácter
tradicional de un texto, en el sentido social e histórico, utilizado por los parlamentarios para
prestar juramento no privaba al juramento de su naturaleza religiosa (Sentencia Buscarini y
otros contra San Marino [TEDH 1.999, 4] [GS], núm. 24.645/1.994, TEDH 1.999-I).
§53 La demandante alega que el símbolo hiere sus convicciones y viola el derecho de
sus hijos a no profesar la religión católica. Sus convicciones alcanzan un grado de seriedad y
coherencia suficiente para que ella entienda que la presencia obligatoria del crucifijo entra en
conflicto con éstas. La interesada ve en la exposición del crucifijo la señal de que el Estado se
alinea con la religión católica. Tal es el significado admitido oficialmente por la Iglesia católica
que atribuye al crucifijo un mensaje fundamental. En consecuencia, la aprensión de la
demandante no es arbitraria.
§54 La Sra. Lautsi alude asimismo, según sus convicciones, al impacto de la exhibición
del crucifijo en sus hijos (apartado 32 supra), a la sazón de once y trece años de edad. El
Tribunal reconoce que, tal y como se ha expuesto, es imposible no reparar en el crucifijo en las
aulas. En el contexto de la educación pública, se percibe necesariamente como parte
integrante del medio escolar y, en consecuencia, puede considerarse un «poderoso signo
externo» (Dahlab contra Suiza (dec), núm. 42.393/1.998, TEDH 2.001-V).
§55 La presencia del crucifijo puede fácilmente ser interpretada por alumnos de todas
las edades como un signo religioso y se sentirán educados en un entorno escolar marcado por
una religión concreta. Lo que puede ser estimulante para algunos alumnos religiosos, puede
ser emocionalmente perturbador para los alumnos de otras religiones o para aquellos que no
profesan ninguna. Este riesgo está particularmente presente en los alumnos pertenecientes a
las minorías religiosas. La libertad negativa no se limita a la ausencia de servicios religiosos o
de enseñanza religiosa. Se extiende a las prácticas y los símbolos que expresan, en particular o
en general, una creencia, una religión o el ateísmo. Este derecho negativo merece una
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Aunque esta sentencia ha sido dejada sin efecto por la Sentencia de


18 de marzo de 2.011, pronunciada por la Gran Sala del Tribunal Europeo
de derechos humanos589; por lo que respecta a nuestro Estado, en la
única ocasión, que conozcamos, en que se ha llegado al fondo del
asunto, en el ámbito judicial, acerca de la retirada de símbolos religiosos
establecidos con carácter permanente en las dependencias de un colegio
público, cual es la ya nombrada Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 de
diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León590, se ha
resuelto la cuestión con base en la primera Sentencia del Alto Tribunal
de Estrasburgo, pronunciada en el caso Lautsi, si bien, al menos en el

protección especial si es el Estado el que expresa una creencia y si se coloca a la persona en


una situación que no puede evitar o que puede evitar solamente mediante un esfuerzo y un
sacrificio desproporcionados.
§56 La exhibición de uno o varios símbolos religiosos no puede justificarse ni por la
demanda de otros padres que quieren una educación religiosa conforme a sus convicciones ni,
como sostiene el Gobierno, por la necesidad de un compromiso necesario con los partidos
políticos de inspiración cristiana. El respeto de las convicciones de los padres en materia de
educación debe tener en cuenta el respeto de las convicciones de otros padres. El Estado está
obligado a la neutralidad confesional en el marco de la educación pública obligatoria en la que
se requiere la asistencia a clase sin consideración de religión y debe tratar de inculcar a los
alumnos un pensamiento crítico.
El Tribunal no ve cómo la exposición en las aulas de las escuelas públicas de un símbolo
que es razonable asociar al catolicismo (religión mayoritaria en Italia) podría contribuir al
pluralismo educativo esencial para preservar una «sociedad democrática», tal y como la
concibe el Convenio, pluralismo que ha sido reconocido por el Tribunal Constitucional en
derecho interno (apartado 24 supra).
§57 El Tribunal estima que la exposición obligatoria de un símbolo de una confesión
concreta en el ejercicio de la función pública respecto a situaciones específicas sujetas al
control gubernamental, en particular en las aulas, restringe el derecho de los padres a educar a
sus hijos según sus convicciones y el derecho de los niños escolarizados a creer o no creer. El
Tribunal considera que esta medida vulnera estos derechos toda vez que las restricciones son
incompatibles con el deber del Estado de respetar la neutralidad en el ejercicio de la función
pública, en particular en el ámbito de la educación.
§58 En consecuencia, ha habido violación al art. 2 del Protocolo núm. 1 conjuntamente
con el art. 9 del Convenio.
589
Sentencia de 18 marzo de 2.011 (TEDH 2.011\31). Una crítica desfavorable a la Sentencia de
2.009 había sido ya realizada, entre otros, por S. CAÑAMARES ARRIBAS, «La cruz de
Estrasburgo. En torno a la Sentencia Lautsi v. Italia, del Tribunal Europeo de derechos
humanos», en Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 22
(2.010), del portal jurídico Iustel.com. Y por Stefan MÜCKL, “Crucifijos en las aulas: ¿lesión a los
derechos fundamentales?”, en Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del
Estado, núm. 23 (2.010), del portal jurídico Iustel.com.
590
Sentencia núm. 3.250/2.009, de 14 diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y
León (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 3ª); Pte.: Sr. Zatarain Valdemoro
(JUR\2.010\4.104).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

sentir del Tribunal en su sede vallisoletana, de forma matizada y


ponderada a las circunstancias enjuiciadas. De modo que, en el supuesto
paralelo suscitado en el Colegio Macías Picavea de Valladolid, en el que la
petición de retirada del símbolo alcanzaba a todas las aulas y
dependencias comunes del colegio, sostiene el alto Tribunal castellano-
leonés que únicamente procede la remoción de signos religiosos respecto
de aquellas aulas en que cursen estudios alumnos cuyos padres hayan
solicitado la retirada del símbolo, así como en las dependencias comunes,
pero no cabe extender esa petición a aquellas otras aulas en las que no
estén presentes dichos alumnos, dado que en las mismas no se produce el
conflicto. Estas aseveraciones han recibido críticas desde diversos
sectores, pero veamos, primeramente y con más detalle cuáles son los
términos concretos de la resolución judicial.

El Tribunal Superior castellano-leonés, después de analizar la


doctrina del Tribunal Europeo y, en particular, la dicha sentencia del caso
Lautsi I –única que se había dictado al tiempo de la sentencia que
comentamos–, considera que la influencia que esta sentencia debe tener
en la interpretación del ordenamiento jurídico español ha de ser
ponderada, señalando las que, a juicio del Tribunal, constituyen razones
que impiden una extrapolación lineal o literal. Reproducimos, a
continuación, los fundamentos de la sentencia que se refieren al
problema, y aunque la cita sea extensa, entendemos que vale la pena,
debido a que se trata de la única resolución hasta el momento que se ha
ocupado del fondo del asunto en nuestro País.

«Al plantearse si el mantenimiento de símbolos religiosos en las


aulas y dependencias comunes de centros educativos públicos españoles
vulnera el derecho de libertad ideológica o religiosa, entiende que la
Sentencia del TEDH, Sec. 2ª, de 3 de noviembre de 2.009, Caso LAUTSI vs.
ITALIA, ha supuesto un significativo avance en el análisis de la cuestión
litigiosa, sobre todo porque de conformidad con el art. 10.2 de nuestra CE,
el criterio fijado por el TEDH es un juicio interpretativo a seguir. Sin
embargo, entiende el Tribunal castellano-leonés que la influencia que esta

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

sentencia debe tener en la interpretación del ordenamiento jurídico


español ha de ser ponderada. Las razones son varias, impidiendo su
extrapolación lineal o literal:

I.- Esencialmente, el art. 9 del Convenio de Roma de 4 de noviembre


de 1.950, para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales no ofrece el mismo contenido que el art. 16 de nuestra CE.
Así, si los apartados 1 y 2 del art. 9 del Convenio de Roma de 1.950 acogen
una regulación esencialmente equiparable a nuestro art. 16.1 y 2, la
diferencia la pone el apartado 3, el cual contiene un mandato inequívoco a
todos los poderes públicos para tener en cuenta el hecho religioso, eso sí,
en su justa medida. Y como se verá, la decisión que ahora se revisa es una
imposición directamente proveniente de un órgano público (autonómico).

II.- La STEDH analiza el ordenamiento jurídico italiano, en el cual la


presencia de símbolos religiosos y de crucifijos en las aulas está
expresamente impuesta por el mismo, remontándose a una época
anterior a la unificación de Italia. Además, desde 1.985, el Estado Italiano
ya no es confesional, y

III.- La STEDH de la sección segunda, que es susceptible de recurso,


analizó un caso concreto de exhibición de crucifijos en aulas respecto de
dos alumnos en concreto (v. § 3). Es decir, que recondujo el análisis de la
vulneración del derecho al caso concreto y no se pronunció en términos
generales.

»En el presente caso se está confrontando el ejercicio de varios


derechos antagónicos, por lo que su solución se encuentra en una justa
fijación de límites. Tal es el mandato inequívoco que establece nuestro art.
10.1 de la CE, in fine "1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables
que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la
ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de
la paz social.". Si se adoptan posiciones radicales o maximalistas no es
posible hallar un marco de tolerancia y ejercicio de derechos satisfactorio.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Ni se puede imponer a (alumnos y sus padres) no conformes la presencia


de crucifijos o símbolos religiosos en las aulas, ni se puede exigir la
desaparición total y absoluta de los símbolos religiosos en todos los
espacios públicos, sea en centros educativos, en la calle o, en general, en
aquellos lugares en que se desarrolle la vida en sociedad.
»La opción laicista, desconociendo o desterrando el hecho religioso,
supone una confrontación ilimitada en los posibles supuestos y en el
tiempo, pues la presencia de símbolos de connotación o ascendencia
religiosa en nuestro país es extraordinariamente numerosa.
»Correlativamente, y por idénticas razones, una consideración
desproporcionada del hecho religioso o de una o varias religiones
supondrá también una confrontación de derechos temporal y
objetivamente ilimitada.
»Por tanto, y como se avanzó, sólo mediante las limitaciones
recíprocas de los derechos de todos se podrá hallar un marco necesario de
convivencia.
»En un supuesto cercano, este Tribunal Superior de Justicia analizó y
resolvió amparar el derecho de una minoría de padres respecto de la
enseñanza de la asignatura conocida comúnmente como Educación para
la Ciudadanía, reconociendo el derecho de éstos a la objeción a la misma
por entender que vulneraba su derecho fundamental a recibir una
enseñanza conforme a sus convicciones, si bien, en aquel caso el ejercicio
de la objeción de conciencia no afectaba a terceros. En el presente caso sí
afecta a terceros, a quienes quieren y desean la permanencia de los
símbolos religiosos con los que se identifican en las aulas. Pero sin
embargo, la obligación de este Tribunal es analizar esta solicitud
minoritaria (recuérdese que sólo consta la petición de retirada en relación
con los padres de tres alumnos, frente a la totalidad de alumnos del
colegio), y si entiende que el derecho fundamental invocado de los
alumnos contrarios a la permanencia de los símbolos religiosos se ve
afectado, ampararlo».591

591
F. de D. 6º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

«Decisión de la cuestión litigiosa: mantenimiento y retirada parcial


de símbolos religiosos en las aulas y en las dependencias comunes.

»En consonancia con la doctrina de nuestro TEDH, inequívoca,


puede este Tribunal entender que la presencia de cualesquiera símbolos
religiosos (y también ideológicos o políticos) puede hacer sentir a los
alumnos (especialmente vulnerables por estar en formación) que son
educados en un ambiente escolar caracterizado por una religión en
particular, suponiendo al Estado más próximo de una confesión que de
otra, o simplemente más próximo al hecho religioso. Y como quiera que
esta circunstancia puede ser emocionalmente perturbadora para el libre
desarrollo de su personalidad y contraria al derecho de los padres a que
sus hijos reciban una educación conforme a sus convicciones religiosas y/o
morales, procede declarar la nulidad radical de la decisión del Consejo
Escolar que imponga la presencia de los citados símbolos, de conformidad
con los arts. 16 y 14 de la CE, con el art. 9 del Convenio de Roma de 4 de
noviembre de 1.950, para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales y con el art. 18 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, de 19 de diciembre de 1.966 en relación con el
art. 62.1 de la Ley 30/1.992, de 26 de noviembre, de RJAP y PAC.
»Sin embargo, esta nulidad radical no puede declararse
indiscriminadamente, generalizadamente. Resulta palmario que en
aquellos casos en los que no existe petición de retirada de símbolos
religiosos, el conflicto no existe y la vulneración de derechos
fundamentales tampoco. Por ello, lo que no puede este Tribunal es
presumir la existencia de vulneración del art. 16 de la CE. Incurriría
manifiestamente en un vicio de incongruencia extra petita. Esta fue
precisamente la declaración del TEDH; si hay petición concreta, hay
conflicto, si no la hay, no.
»Se solicitó la retirada de símbolos religiosos por una asociación, la
inicialmente actora y hoy apelada pero no se puede desconocer que el
conflicto es personal, identificando los solicitantes su condición de padres
de unos determinados alumnos. En consecuencia, sólo en aquellos
supuestos en los que medie petición expresa se puede entender existente

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

el conflicto y deberá ceder el derecho de la mayoría, canalizado a través


de la decisión escolar de mantenimiento de símbolos religiosos, o deberá
ceder el simple hecho de la existencia del símbolo religioso, en beneficio
de los derechos del solicitante. El derecho a la libertad de conciencia y
religiosa en su vertiente negativa merece una protección especial, y si el
Centro Educativo por medio de la decisión de su Consejo Escolar expresa
una decisión o una simple voluntad que entraña perturbación o un
sacrificio desproporcionado a quienes no comparten el símbolo, existe un
conflicto y procede la retirada del símbolo. Fácil es concluir también que
en aquellas dependencias de uso común de los alumnos tales como
pasillos, salones de actos, vestuarios... etc., la existencia de petición de
retirada implicará también la existencia de conflicto y por lo tanto
procederá su retirada, aunque su posible influencia y perturbación sea
cuantitativamente menor».592

«Sobre las peticiones de retirada de símbolos religiosos.

»Se dijo en los pronunciamientos de este Tribunal Superior en


relación con la controvertida asignatura de Educación para la Ciudadanía y
en aplicación de la doctrina de nuestro Tribunal Constitucional que se
valoraba la "seriedad del planteamiento" en la objeción de conciencia.
Otro tanto ha manifestado nuestro TEDH cuando enjuicia la coherencia de
las convicciones como para estar en conflicto con los símbolos religiosos
(v. §53 de la sentencia analizada), y en el presente caso, no se albergan
dudas acerca la seriedad del conflicto con el hecho religioso padecido por
los padres de los alumnos que presentaron la solicitud.
»En otro orden de cosas, la formulación de la solicitud de retirada
de los símbolos religiosos no puede entenderse que suponga una
infracción del derecho de libertad ideológica y religiosa reconocido en el
art. 16.2 de la CE, en su vertiente negativa, entendida como el derecho a
no declarar sobre la misma, pues en puridad no entraña declaración
alguna, como tampoco no lo supone optar por la promesa o por el

592
F. de D. 7º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

juramento en una toma de posesión, o en un supuesto más cercano,


cuando se opta por la asignatura de religión o su alternativa.
»Como conclusión, en aquellas aulas y para el curso escolar
concreto en el que medie una petición de retirada de cualquier símbolo
religioso o ideológico, petición materializada por los padres del alumno y
la cual revista las más mínimas garantías de seriedad, deberá procederse a
su retirada inmediata. Otro tanto deberá realizarse en los espacios
comunes del centro educativo público. En aquellas aulas en las que cursen
alumnos cuyos progenitores no hayan manifestado su contrariedad a la
persistencia o colocación de aquellos símbolos, no se entiende que existe
conflicto alguno y por lo tanto será procedente su mantenimiento o
existencia».593

Esta Sentencia ha sido criticada desde diversos flancos, y así se ha


señalado que era más respetuosa con el principio de laicidad y neutralidad
escolar, así como con el derecho de los alumnos y el de sus padres a que
reciban la educación acorde a sus convicciones la sentencia de que trae
causa y a la que revoca parcialmente594. Conforme, además con esta
postura, incluso con mayor vehemencia, el Prof. Barrero Ortega, critica el
absurdo de esta resolución judicial, pues “lleva a la conclusión de que un
padre habrá de solicitar que se retiren los crucifijos conforme su hijo vaya
avanzando en los diferentes cursos o etapas en que se configura el
sistema educativo y, con ello, pueda ir cambiando de aula”, entendiendo
que esta doctrina es difícilmente compatible con la doctrina
jurisprudencial tendente a evitar el denominado chilling efect o efecto
desaliento, particularmente en materia de derechos fundamentales;
lamentando en forma acerba, finalmente, que el Tribunal Constitucional

593
F. de D. 8º.
594
Cfr. R. TEJÓN SÁNCHEZ, “Símbolos religiosos y escuela pública”, en Idem, D. Llamazares
Fernández y O. Celador Angón, Educación e ideología, Dykinson, Madrid, 2.010, pág. 183 y sig.
En el mismo sentido O. SALAZAR BENÍTEZ, “Símbolos religiosos y espacio público: comentario
del asunto Lautsi contra Italia”, en VV.AA. (M. Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz,
dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio público, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 2.011, pág. 212: “La escuela no debe incorporar símbolos religiosos,
pero tampoco políticos o ideológicos, más allá de los identificativos del sistema constitucional
y de los expresivos de los valores democráticos.”
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

rechazara el recurso de amparo, por razones de extemporaneidad,


interpuesto contra esta sentencia.595

También la resolución judicial ha sido objeto de crítica por parte de


quien no comparte que se haya dispuesto la retirada de los símbolos596,
postura que compartimos, pero es que, a nuestro juicio, basta, además,
leer esta Sentencia para poder concluir que parece de todo punto
evidente que la misma no se habría producido en tales términos tras la
denominada Sentencia Lautsi II, así como tampoco después del
pronunciamiento de nuestro Tribunal Constitucional en la Sentencia
relativa a la Patrona del Colegio de Abogados de Sevilla.

La Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo, en la Sentencia de 18 de


marzo de 2.011, caso Lautsi y otros contra Italia597, frente al alegato del
Estado transalpino relativo a una cuestión como la de que la presencia del
crucifijo en el aula escolar pública resultaba al margen del marco regulado
en el art. 2 del Protocolo núm. 1 del Convenio europeo, considera que la
materia en cuestión sí halla perfecto entronque en el ámbito que pergeña
dicho precepto (la colocación del crucifijo forma parte de las funciones
que asume el Estado en el marco de la educación y de la enseñanza, por
tanto en el espacio del citado art. 2 y en el ámbito de la obligación del
Estado de respetar el derecho de los padres a asegurar la educación e
instrucción de sus hijos con arreglo a sus convicciones religiosas y
morales).598

Ahora bien, estima el alto Tribunal Europeo que si el Estado adopta


la decisión de mantener, por razones tradicionales, un símbolo como el

595
A. BARRERO ORTEGA, “El vía crucis judicial de unos padres quisquillosos”, en VV.AA. (M.
Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruíz Ruíz, dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio
público, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011, págs. 226 y sigs.
596
S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Los símbolos religiosos en el espacio público entre la amenaza
real y la mera sospecha”, en El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho, núm. 20
(2.011), págs. 60-67.
597
Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Gran Sala), Caso Lautsi y otros contra Italia.
Sentencia de 18 de marzo de 2.011 (TEDH 2.011\31).
598
Vid. § 65.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

crucifijo en el ámbito escolar público goza de un margen para ello; y, en


consecuencia, puede hacerlo, siempre y cuando no tenga ese símbolo un
carácter adoctrinador. Y, a este último respecto, declara el Tribunal:
1.- El crucifijo colgado en la pared es considerado por el Tribunal
como un símbolo pasivo; sin que, per se, haya de entenderse que tiene un
carácter proselitista.599
2.- No basta con la mera percepción de molestia de la parte
demandante para que, sin más, se constituya en una vulneración del
Convenio.600
3.- La mayor relevancia de una confesión religiosa que puede
resultar, en principio, de esa exposición pública, aparece contrarrestada
por la actitud que, en el propio ámbito educativo, otorga el Estado Italiano
a otras confesiones religiosas: No se obliga a estudiar ninguna religión en
concreto, se permite el uso de otros signos religiosos (significadamente el
velo islámico), no hay quejas de realización de prácticas proselitistas o de
adoctrinamiento por el profesorado en el ejercicio de sus funciones, que
se haya apoyado tendenciosamente en la presencia del símbolo religioso;
y, muy especialmente, los quejosos no han perdido su capacidad “crítica”
sobre el asunto.601

Por tanto, podemos concluir que, según el Tribunal de Estrasburgo,


todo habría de someterse al margen de apreciación estatal, quedando la
posibilidad de la presencia del símbolo religioso en el centro público al
albur del entendimiento de la aconfesionalidad del Estado en su
interrelación con los derechos educativos y a la libertad de creencias,

599
§ 66. “El Tribunal no tiene ante él elementos que evidencien la eventual influencia que la
exposición en las paredes de las aulas de un símbolo religioso podría tener en los alumnos; por
tanto, no se puede afirmar, en forma razonable, que tenga o no un efecto en los jóvenes,
cuyas convicciones aún no han sido fijadas.
600
§ 66. “Se puede comprender que la demandante pueda ver en la exposición del crucifijo en
las aulas del instituto público al que asisten sus hijos una falta de respeto, por el Estado, de su
derecho a asegurar la educación y la enseñanza de éstos de acuerdo con sus convicciones
filosóficas. No obstante, la percepción subjetiva de la demandante no es suficiente para
caracterizar en sí una violación del artículo 2 del Protocolo núm. 1.
601
Cfr. §§ 74 y 75.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

pudiendo fluctuar entre la laicidad a la francesa, turca o suiza, o la


aconfesionalidad a la italiana.

Entendemos que la caracterización que se ha venido realizando por


nuestro Tribunal Constitucional acerca de nuestra laicidad se asemeja más
a la del Estado transalpino, pero si ello podría constituir base más que
suficiente para que se considerase que no se incurriría en una vulneración
del art. 9 del Convenio europeo de derechos humanos y del art. 2 del
Protocolo núm. 1 al mismo Convenio, cabe suscitarse, sin embargo, ¿cómo
habría que entender o de interpretarse, en consecuencia, la cuestión en
nuestro ordenamiento jurídico interno, de lege data?

Parece, en primer término y dado que no hay norma clara en esta


temática, que, frente al establecimiento de una regla general en la
materia que se pronunciase por el mantenimiento o retirada, en cualquier
caso, del símbolo religioso, lo ideal sería tratar de llegar a un acuerdo
entre las partes en conflicto; pero siendo conscientes de que esto no
siempre se podrá lograr, no queda más remedio que suscitarse qué
postura habría de prevalecer.

En este sentido, al respecto de quienes consideran que el símbolo


religioso tiene un carácter proselitista, que puede dar lugar a rechazos
incluso por la vía de surgimiento de la objeción de conciencia602, o que
puede ser entendido como un acercamiento del Estado al símbolo hasta el
punto de la confusión de funciones públicas y religiosas proscritas por el
art. 16.3 de nuestra Carta Magna, habría que tener presente una serie de
razones que no se deberían desdeñar y pasamos a referir.

602
Se ha llegado, así, a aseverar que si resulta constitucional, a tenor de la Sentencia del
Tribunal Constitucional 141/2.000, de 29 de mayo, establecer restricciones a la libertad
religiosa en su dimensión positiva de un progenitor, en pro o salvaguarda de la libertad
religiosa en su vertiente negativa de un hijo menor, mayor debería ser la razón respecto de
extraños… cfr. M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de
identidad religioso-culturales”, en AA.VV. (J. Soroeta Liceras, ed.), Cursos de Derechos
Humanos de Donostia-San Sebastián, vol. IV, Bilbao 2.003, pág. 72.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Frente a los argumentos que se han blandido en pro de la remoción


de símbolos religiosos, se ha señalado que habrá de ser, efectivamente, un
signo verdaderamente religioso; lo cual lleva implícita la cuestión relativa
a quién lo determina; y, en su caso, cómo se mide el impacto que causa su
presencia, habiéndose considerado, en doctrina y jurisprudencia, que
debe haber seriedad, que no mero capricho, a la hora de establecer quién
puede ostentar legitimación activa para la solicitud de retirada del
símbolo.

La cuestión se halla estrechamente relacionada con la función que


se asigne al símbolo por parte de quien haya predispuesto la presencia del
mismo, así como la significación que de tal objeto se advierta por parte de
quien esté expuesto a su presencia. Paralelamente, habría que
interrogarse acerca de si la función y sentido originariamente atribuido al
símbolo puede mutar o no con el transcurso del tiempo, incluido un
proceso de secularización que afectase a su primigenio sentido religioso,
habiéndose señalado al respecto, como ejemplo gráfico en nuestro
ordenamiento jurídico, el carácter atribuido al domingo como día de
descanso semanal603. En este sentido, el Prof. González-Varas ha insistido
en que “a la hora de valorar el grado de compromiso de la neutralidad de
la escuela pública, o la posible lesión de la libertad religiosa o ideológica
de algunas personas, han de tenerse en cuenta […] que menor riesgo
presentarán estas conductas de lesionar la libertad religiosa y la
neutralidad de las instituciones públicas cuanto más tradicional y cultural
sea su contenido, y así lo perciba, de un modo natural, el pueblo español
al que se refiere la Constitución”.604

La jurisprudencia no parece haber logrado ponerse de acuerdo


acerca de la naturaleza que ha de atribuirse al símbolo “religioso”; y, si en

603
Cfr. S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, Aranzadi,
Navarra, 2.005, págs. 60 a 65.
604
A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, “Los actos religiosos en las escuelas públicas en el Derecho
español y comparado”, en VV.AA. (R. Navarro-Valls, J. Mantecón Sancho y J. Martínez-Torrón,
coords.), La libertad religiosa y su regulación legal (La Ley Orgánica de Libertad Religiosa),
Iustel, Madrid, 2.009, pág. 407 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

el caso ‘Dahlab contra Suiza’ y en el asunto ‘Lautsi I’, el Tribunal Europeo


se decanta por el carácter religioso “fuerte” del velo islámico y del crucifijo
católico, respectivamente; lo cierto es que en ‘Lautsi II’ –que, en definitiva,
deja sin efectos ‘Lautsi I’– la Gran Sala de Estrasburgo viene a decidirse
por la impronta escasamente proselitista del crucificado. Sobre un
particular paralelo nuestro Tribunal Constitucional, con apoyo además en
la Sentencia dicha de la Gran Sala Europea, llega a entender que el
establecimiento de la Virgen de la Inmaculada, en cuanto que Patrona del
Colegio de Abogados de Sevilla, no supone afrenta alguna a la libertad de
creencias, ni desde la dimensión objetiva –comprensiva de la
aconfesionalidad-neutralidad de las instituciones públicas– de dicha
libertad, ni desde su vertiente subjetiva.605

Desde luego que no nos parece fácil sostener que las paredes de un
colegio, si presentan el crucifijo al frente, por sí solas tienen un poder
educativo-proselitista sobre el alumnado, más si, como recuerdan los
Profs. Bueno Salinas y Gutiérrez del Moral, sólo “donde las creencias
cierran las conciencias a la libertad personal, el anuncio religioso se
convierte en proselitismo abusivo, impuesto cruenta o sutilmente”. Es
únicamente entonces, cuando –prosiguen los autores– “el Derecho tiene
por objetivo en este campo el levantar obstáculos para esa comunicación,
y a la vez proteger a la sociedad de los abusos que intentan convertir el
anuncio y la comunicación en dominación”606. Y, particularmente, cuando
muchos de los que sostienen el carácter proselitista del símbolo, sin
embargo también aseveran –y habrá que suponer que sin atisbo de
incurrir en contradicción alguna, en su concepción de las cosas– que una
profesora velada, aun funcionaria pública, en cambio no supondría
adoctrinamiento ninguno.

No ha de entenderse, pues, contradicha la laicidad del Estado por la


presencia del Crucificado u otros símbolos religiosos en el aula pública, a

605
Cfr. la ya citada Sentencia del Tribunal Constitucional 34/2.011, de 28 de marzo.
606
S. BUENO SALINAS y M.J. GUTIÉRREZ DEL MORAL, Proselitismo religioso y Derecho,
Comares, Granada, 2.002, pág. 300.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

la luz de la naturaleza positiva y cooperativa que nuestro Tribunal


Constitucional le ha asignado; aderezado, además, con un entendimiento
de la neutralidad, el pluralismo y la proporcionalidad en la medida que, en
su caso, se debiera adoptar, que sea apto para amparar una proyección de
la libertad religiosa positiva de otros alumnos (art. 16 CE)607 y el derecho
de sus padres a que sean educados con arreglo a sus convicciones
religiosas (art. 27.3 CE)608, al modo como se ha dispuesto en la Baviera
alemana, como vamos a referir más adelante.

No nos parece que se compadezca bien con una actuación pública


prohibitiva y/o removedora del símbolo cristiano toda esa normativa,
estatal y autonómica, que hemos reseñado en el primer capítulo de este
trabajo, que pretende la convivencia y el enriquecimiento cultural de los
miembros de la comunidad educativa. ¿Ha de resultar de todo ello que un
[buen] número de alumnos deben conocer, entender y aceptar, por
ejemplo, que algunas alumnas lleven hiyab, en cuanto que manifestación
de su creencia, cultura e identidad y, sin embargo, determinados símbolos
religiosos hayan de ser removidos porque no tienen trascendencia alguna
respecto de la identidad nacional, o no pueden ser conocidos, entendidos
y aceptados por otros? ¿Y cuando se promoviera en un centro escolar la
realización de un trabajo, grupal y con participación del profesorado a
efectos de concurrir al Premio ‘Virgen del Carmen’ de la Armada española,
justo cuando se tuviese que remover la estatua de tal Señora de algún
aledaño del Centro? ¿Qué sentido podría transmitir todo ello al
“imaginario” infantil?
607
Así parece apuntarse por el Defensor del Pueblo andaluz, aunque concluya por la exigencia
de retirada del crucifijo, cuando al referirse a los símbolos religiosos, señaló que «estos no son
sino manifestación de una religiosidad reconocida por el texto constitucional como un derecho
fundamental». Vid. la publicación de este Informe en M. ALENDA SALINAS, “Libertad de
creencias del menor y uso de signos de identidad religioso-culturales”, en Revista de la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, núm. 98 (2.003), pág. 233 y sig.
608
Posiblemente que no debiera olvidarse que el art. I.1 del Acuerdo sobre Enseñanza y
Asuntos Culturales, de 3 de enero de 1.979, suscrito por el Estado español con la Santa Sede
dispone que “a la luz del principio de libertad religiosa, la acción educativa respetará el
derecho fundamental de los padres sobre la educación moral y religiosa de sus hijos en el
ámbito escolar.
En todo caso, la educación que se imparta en los Centros docentes públicos será
respetuosa con los valores de la ética cristiana”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

El máximo hermeneuta de nuestra Ley de leyes y el mismo TEDH


han resaltado también que no basta la mera molestia de quien haya de
soportar la presencia del símbolo para que, sin más, deba de entenderse
que se vulnera su libertad de creencias, sino que ha de prevalecer el
sentido atribuido por la institución que haya decidido su uso o colocación,
sin que basten al respecto meras conjeturas o estorbos por parte de quien
lo percibe609, sino que sería necesaria una auténtica vulneración del
derecho de libertad religiosa. Posiblemente que esta argumentación
podría complementarse con la relativa a la constatación de la nula
importancia que el legislador español de los últimos tiempos ha atribuido
al posible surgimiento de objeciones de conciencia, en cuestiones objeto
de regulación legal como han sido, por ejemplo, el tema del denominado
matrimonio homosexual, la expendición de la píldora postcoital o el
estudio de ‘Educación para la Ciudadanía’.610

Así las cosas, el Estado –las Administraciones Públicas– habría de


actuar su aconfesionalidad que, tal y como ha declarado nuestro Tribunal
Constitucional se traduce, en el ámbito educativo, en un deber de
neutralidad, en sentido literal-gramatical611, pues «el art. 16.3 CE al
disponer que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”, establece un
principio de neutralidad de los poderes públicos en materia religiosa […]
Consecuencia directa de este mandato constitucional es que los
ciudadanos, en el ejercicio de su derecho de libertad religiosa, cuentan
con un derecho “a actuar en este campo con plena inmunidad de
actuación del Estado” (STC 24/1.982, F.J. 1.º), cuya neutralidad en materia
religiosa se convierte de este modo en presupuesto para la convivencia

609
Cfr. las Sentencias del Tribunal Constitucional 34/2.011 y 46/2.001, en cuanto que no cabe
hacer, por regla general, un uso preventivo de la cláusula de orden público.
610
Para un exhaustivo análisis de estas materias, remitimos, entre otros a VV.AA. (M.J. Roca,
coord.), Opciones de conciencia. Propuestas para una Ley, tirant lo blanch, Valencia, 2.008 y R.
NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre conciencia y Ley. Las objeciones de
conciencia, Iustel, Madrid, 2.011.
611
Según el Diccionario de la Real Academia Española, “neutralidad” quiere decir Cualidad o
actitud de neutral. Y “neutral” significa “que no participa de ninguna de las opciones en
conflicto”.
Acerca de los distintos significados de la neutralidad, vid. M. SALGUERO, Libertad de
cátedra y derechos de los centros educativos, Ariel, Barcelona, 1.997, págs. 176 y sigs.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

pacífica entre las distintas convicciones religiosas existentes en una


sociedad plural y democrática (art. 1.1 CE)»612; y todo ello, con el
complemento y en afirmación de valores como la tolerancia y el
pluralismo.613

La Administración, de facto pero por exigencia del Derecho y la


Justicia, no debería de hacer nada, sino manifestar su incompetencia en el
asunto614. Si la consecuencia de esa inactividad, quisiera identificarse, por
su resultado práctico, con una alineación con el sector de la Comunidad
Educativa favorable al símbolo religioso, también podría contestarse que,
de proceder a la retirada del crucifijo u otros símbolos, estaría tomando
partido con la otra parte en el conflicto615, con quienes están defendiendo
una postura favorable a su libertad de creencias (en forma de libertad
religiosa negativa o de libertad ideológica)616; y lo cierto es que todas estas
612
Sentencia del Tribunal Constitucional núm. 177/1.996, de 11 noviembre, F.J. 9.
613
Como dice el Prof. G. SUÁREZ PERTIERRA, “Laicidad en el constitucionalismo español”, en la
obra colectiva (D. Llamazares Fernández, dir.), Libertad de conciencia y laicidad en las
instituciones y servicios públicos, Dykinson, Sevilla, 2.005, pág. 131: “La neutralidad significa en
el entendimiento del Tribunal [Constitucional], imparcialidad respecto a las convicciones y
creencias de los ciudadanos. No es indiferencia, es sustrato y exigencia del pluralismo
ideológico que es un valor constitucional y, por tanto, garantía de la libertad de conciencia y de
la igualdad. ¿Quiere esto decir que el sistema trabaja con una especie de vacío axiológico,
como han dicho algunos analistas? Nada más contrario al planteamiento constitucional. El
Estado se identifica con el conjunto de valores que definen su propia identidad, e incorpora
esos valores, alguno de los cuales puede tener un componente religioso, como valores sociales
y civiles que constituyen su propia ética basada en el sistema democrático de convivencia.
Frente a estos valores el Estado no es neutral; es militante”. Cfr. las no menos profundas
observaciones que realiza el Prof. R. PALOMINO LOZANO, “Neutralidad y factor religioso: mito,
principio y significado, en Aequitas sive Deus. Studi in onore di Rinaldo Bertolino, II,
Giappichelli, Torino, 2.011, págs. 948-971.
614
En este sentido, los Profs. P.J. VILADRICH y J. FERRER, “Los principios informadores del
Derecho Eclesiástico Español”, en Derecho Eclesiástico del Estado Español, 4ª ed., Eunsa,
Navarra, 1.996, pág. 135, han señalado que “el Estado debe ser sólo Estado, ni más ni tampoco
menos. Se excedería si, bajo pretexto de regulación del factor religioso, adoptase una actitud
confesional, agnóstica o atea”.
615
Siendo que, como afirman los Profs. S. BUENO SALINAS y M.J. GUTIÉRREZ DEL MORAL,
Proselitismo religioso y Derecho, cit., pág. 277, “para compensar la confesionalidad católica, el
Estado no puede abrazar la confesionalidad acatólica, de igual manera a como la
aconfesionalidad no se compensa con el laicismo antirreligioso, sino con la aconfesionalidad
plural y neutral”.
616
Y, en este caso, como dice el Prof. J.A. SOUTO PAZ, Comunidad política y libertad de
creencias, Marcial Pons, Madrid, 1.999, pág. 255: “Estas actitudes –laicismo y ateismo
científico– no pueden considerarse como manifestaciones de la neutralidad ideológica del
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

manifestaciones de la libertad de creencias gozan de una idéntica, la


misma e igual, cobertura constitucional. Pero, además, y por si no se
estima suficiente bagaje jurídico el sostenedor de esta posición, habría
que formularse una serie de interrogantes, cuales son los que siguen.

¿Cómo se mide el grado de tolerancia? ¿Qué es más tolerante o


intolerante? ¿Qué es más radical? ¿Se es más tolerante cuando se quita el
símbolo porque lo piden unos pocos, o cuando se deja porque lo piden
muchos? ¿Quién es más tolerante/intolerante?617 ¿Se puede ser neutral
en estas circunstancias? ¿Cuándo se actúa más el pluralismo? ¿Qué es más
plural y favorecedor de la convivencia en el aula?

Para dar respuesta a estos interrogantes nos parece acertado traer


a colación las palabras de la Profª. Roca, cuando señala que “una
autoridad escolar en la que no están representados los padres concretos a
cuyos hijos afecta la medida, no puede ordenar la retirada, aunque se
fundamente en que esa medida es la que garantiza el interés general de la
laicidad. El perjuicio causado a la libertad de los padres no se justificaría
aquí en un interés general”618, de modo que hay que coincidir con el Prof.
Prieto Álvarez, quien se muestra en este extremo claramente partidario de
la aplicación del principio democrático, considerando que en estos casos
no se trata de ninguna “imposición”, sino de que prevalezca la posición de
la mayoría.619

Estado en esta materia. Lejos de una actitud neutral han asumido y potenciado una
determinada ideología –unas creencias no religiosas–, han actuado parcialmente en un intento
de eliminar o suprimir las creencias religiosas presentes en la sociedad. Esta postura es
claramente contraria al derecho de libertad religiosa”.
617
Ha llegado a afirmarse, a este respecto, que “una pared desnuda en la escuela… no es de
suyo más neutral que tener un crucifijo en la pared” (J.H.H. WEILER, “Il crocefisso a Strasburgo:
una decisione ‘imbarazzante’ ”, en Quaderni costituzionali, 2.010, pág. 153).
618
M.J. ROCA, “La jurisprudencia y doctrina alemana e italiana sobre simbología religiosa en la
escuela y los principios de tolerancia y laicidad. Crítica y propuestas para el Derecho español”,
en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. XXIII (2.007), pág. 290 y sig.
619
T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos…, cit., págs. 223 y sigs.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

En realidad, en el fondo de todo esto, cabe preguntarse si no se


tratará de un falso conflicto. ¿La actuación del Estado favorable a la
retirada no respondería a una especie de paternalismo injustificado? A
nuestro juicio, se trata de un falso conflicto, y toda la problemática se ha
articulado sobre ello. Como se ha llegado a afirmar, no se conoce de nadie
que se haya convertido al cristianismo/catolicismo por razón de la
presencia del crucifijo en el aula. Se trata de una cuestión meramente
cultural, tanto en el planteamiento del conflicto como, por tanto, en el de
su resolución. Las verdaderas razones de la petición de remoción del
símbolo religioso no responden a otra causa que no sea que el símbolo
molesta, pero no porque el mismo adoctrine; y molesta porque se conoce
lo que es, culturalmente, pero por ello mismo no puede adoctrinar, no
tiene capacidad para ello, porque el propio sujeto –en su caso, sus padres
o tutores–, tiene los resortes suficientes, intelectual y volitivamente, como
para que no le cause mella. O bien ya está convertido-convencido a favor
o en contra del significado profundo de la representación simbólico-
religiosa del crucifijo, o nada va a hacer el símbolo para que se convenza a
la conversión. En cualquier caso, ¿no contribuiría más al pluralismo y a la
libre formación crítica de la propia conciencia?

En apoyo de nuestra posición, entendemos que es pertinente traer


a colación el apotegma ‘nihil volitum quin precognitum’, de modo que, si
nada puede ser querido si antes no es conocido, parece que será
necesario tener conocimiento de aquello que se desea o, por el contrario,
se rechaza. Algunos ejemplos al respecto serían ilustrativos: ¿qué
pensarían un niño o niña, sin previo conocimiento al respecto, en una
visita museística a la vista de un cuadro de Adán y Eva en el Edén…?
Dejando a un lado a los menores, nos preguntamos ¿qué percepción se
tendría a la vista del Escudo de Cantabria? Supongo que quien está
familiarizado con el símbolo enseguida identificará su contenido, pero
hemos de reconocer que, antes de ilustrarnos sobre el particular,
desconocíamos qué representaban –quiénes eran– las figuras humanas
que en el mismo aparecen. Incluso si acudimos a la descripción oficial del
escudo, contenida en el art. 2 de la Ley 8/1.984, de 22 de diciembre, del

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Escudo de la Comunidad Autónoma de Cantabria, que señala, en la parte


que nos interesa y destacamos en cursiva: “El escudo de Cantabria es de
forma cuadrilonga, con la punta redondeada de estilo español y el campo
cortado. En campo de azur, torre de oro almenada y mazonada, aclarada
de azur, diestrada de una nave natural que con la proa ha roto una cadena
que va desde la torre al flanco derecho del escudo. En punta, ondas de
mar de plata y azur, todo surmontado en el jefe de dos cabezas de varón,
cercenadas y aureoladas…”, la verdad es que seguimos sin saber mucho
más del asunto. Es necesario acudir al Preámbulo de la propia Ley para,
sólo entonces, descubrir que se trata de “las cabezas de los mártires
Emeterio y Celedonio, símbolo de la unidad del territorio bajo su
Patronato”620. ¿Qué pensará y/o sentirá, al respecto, el bon sauvage? ¿Y el
que ya no lo es tanto?

Finalmente, he de reconocer, y cambio únicamente a estos efectos


el modo, para ponerme en primera persona, que si he llegado alguna vez a
pasar por debajo de los “eruvin” lo habría hecho sin tener el más mínimo
conocimiento –¿ojos que no ven, corazón que no siente?– de que esos
“hilos” o “cables” tenían un sentido y significado, religioso, para los
profesantes del judaísmo.621

Por otra parte, respecto de los “indiferentes”, aunque no pueda,


obviamente, generalizarse para todos, tampoco hay que dejar de poner de

620
Publicada en el Boletín Oficial de Cantabria, de 9 de enero de 1.985; BOE, de 9 de febrero
de 1.985. Por cierto, que el mismo Preámbulo legal caracteriza al Escudo como “hagiográfico”,
por incluir esas cabezas de los mártires. Teniendo en cuenta que la “hagiografía”, según el
Diccionario de nuestra Real Academia Española de la Lengua, se ocupa de la “Historia de las
vidas de los santos”... no sabemos qué podrían pensar algunos.
621
Los eruvin son hilos similares a los de pescar que se colocan durante el Sabbath en los
aleros de los tejados de las casas judías para unir simbólica y religiosamente a los miembros de
la comunidad, de manera que puedan trasladarse dentro del recinto que aquellos hilos unen,
sin transgredir la ley judía, por pasar en otro caso por recintos no autorizados. Los mismos
dieron lugar en Quebec (Canadá) a un litigio entre una asociación laica, contraria a su
presencia en el dominio público y a una comunidad judía. El tribunal resolvió favorablemente a
las pretensiones de esta última. Nuestro agradecimiento por ilustrarnos al respecto al
malogrado Prof. A. SEGLERS GÓMEZ-QUINTERO, «Simbología religiosa y espacio público.
Comentario a la sentencia canadiense Petitioner’s (Orthodox Jewish) v. City of Outremont and
Mouvement Laïque Québécoise», en Ius Canonicum, XLIII, núm. 86 (2.003), págs. 697-713.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

manifiesto la reproducción de esquemas que muchas veces realizan de la


“liturgia religiosa católica”, a modo de ‘religión civil’ en temas tales como
el inicio y el final de la vida e incluso la unión matrimonial, cuestiones
éstas en las que, además, muchos Ayuntamientos se han mostrado
participativos. Todo lo cual demuestra el “poso cultural” cristiano del que
aparece impregnada nuestra sociedad.622

En definitiva, como hemos dicho, consideramos que se trata de una


cuestión cultural, de previo conocimiento de las cosas, por lo que se
tienen los suficientes resortes psicológicos para entender la situación, sin
que se tenga que afrentar la libertad de creencias de nadie, pues para
nada se le obliga a que mute o deje de tener las creencias que profesa. Y,
si la edad del escolar es tal que se considera pudiera ser más “vulnerable”,
es evidente que estará bajo el amparo de personas adultas, las cuales
deben –o, al menos, deberían– tener medios racionales y motivos más
que suficientes para conocer, entender y tratar el tema con arreglo a su
propia perspectiva y creencia, a menos que se dejara de hacer uso de la
paternidad responsable.623

El Estado, teniendo en cuenta todas estas circunstancias, debe de


actuar su aconfesionalidad, su neutralidad, y no hacer nada: no tomar
partido por ninguna de las partes en conflicto. Pero el Consejo Escolar del
Centro sí que podría definirse en el asunto, pudiendo acordar, en su caso,
concreto, el mantenimiento o retirada del símbolo en cuestión; y ello en
cuanto manifestación de la voluntad de la comunidad educativa, que aun
cuando se considere que actúe como órgano de la Administración en
realidad es mucho más amplio en su composición, como manifestación de
la realidad social. Y su voluntad, conformada democráticamente, debería
ser mantenida por los Poderes Públicos –la Administración en tanto que

622
Cfr. S. BUENO SALINAS y M.J. GUTIÉRREZ DEL MORAL, Proselitismo religioso y Derecho, cit.,
pág. 272.
623
El denominado caso Lautsi contra Italia, llamado así por haber sido iniciado por la madre de
dos menores, pasó a llamarse caso Lautsi y otros contra Italia cuando esos menores –que, por
tanto, no sucumbieron al influjo del no removido Cristo– alcanzaron, en el ínterin judicial la
mayor edad.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

revisora de su actuación, pero que debe ser respetuosa con la misma


siempre que haya actuado dentro de los límites de la legalidad–, en
cuanto que expresión de la creencia religiosa de esa concreta parte de la
sociedad española que la Carta Magna ordena tomar en consideración
(art. 16.3 CE). No se entendería porqué podría hacerlo un Colegio
Profesional como el de los Abogados (Sentencia del Tribunal
Constitucional 34/2.011), o una Universidad (Sentencia del Tribunal
Constitucional 130/1.991) y no un determinado Centro Educativo, cuando
el mismo también goza de autonomía de gestión y educativa a tenor de la
legislación en vigor. Y, por supuesto, que también todos estos están
sometidos a un “control de legalidad” por parte de la Administración
antes de su efectividad normativa última.

b’) Aula destinada a usos ‘profanos’, sin elementos o símbolos religiosos,


respecto de los que se plantee la colocación de los mismos.

 ¿Puede hacerlo la Administración, incluido el consejo escolar del


centro, por su propia iniciativa?

Puede recordarse a estos efectos que, aunque no haya noticias de


que los supuestos sean abundantes, algunos se han producido en nuestro
suelo, al menos, tal y como ya hemos relatado, en los casos de los colegios
públicos de Fuentes de Nava (Palencia) y Almendralejo (Badajoz). Más
recientemente la parlamentaria de las Cortes Valencianas Sra. Oltra
Jarque, del Grupo Comprimís, preguntaba al Conseller de Educación por el
Acuerdo del Ayuntamiento de Sant Mateu, en Castellón, acerca del
cambio de nombre a un colegio público; y que, a propuesta del AMPA, se
había decidido que se llamara ‘Virgen de los Ángeles’.624

En virtud del principio de laicidad, parece que, prima facie, debe


entenderse que una actuación de la Administración, como tal, no tendría

624
Vid. Boletín Oficial de las Cortes Valencianas, núm. 233, de 21 de mayo de 2.010.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

sentido si no es con un fin distinto al del significado religioso625, a efectos


de no incurrir en la confusión de funciones públicas y religiosas que
proscribe el art. 16.3 de la Norma Suprema626. Se ha llegado a afirmar, en
este sentido, que «no puede negarse que cualquiera que instala un
crucifijo en un inmueble que utiliza (su casa, su despacho, etc.) realiza un
acto de contenido específicamente religioso, que el Estado (en el sentido
de Administración educativa titular del colegio), en cuanto tal acto, no
puede realizar por iniciativa propia en virtud del principio de neutralidad y
aconfesionalidad del Estado (art. 16.3 CE)».627

Pero aun en el supuesto –hipotético– de que tal colocación de un


determinado signo que pudiera ser evocador de lo religioso, se
pretendiera realizar con un fin y significado distinto al confesional, ¿cabría
ponerlo? Posiblemente la resolución de la cuestión habría de venir
propiciada por otra no menos conflictiva, cual es la relativa a ¿qué
parámetro ha de observarse a fin de medir el impacto que pueda suponer
el símbolo en quien está sometido a la obligatoria visión del mismo? Como
ya hemos tenido ocasión de señalar anteriormente, la jurisprudencia no se
ha puesto de acuerdo en este sentido, incluyendo la derivada del Tribunal

625
Para este caso, y después de descartar motivaciones políticas de otros tiempos, puede
coincidirse con el Prof. ALENDA SALINAS, cuando aduce que es difícil encontrar razones
justificativas para el establecimiento de tal efigie religiosa, como no sea la histórico-tradicional
(“Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad religioso-culturales”, en AA.VV.
(J. Soroeta Liceras, ed.), Cursos de Derechos Humanos de Donostia-San Sebastián, vol. IV,
Bilbao 2.003, pág. 61). Aunque autores como A. OLLERO TASSARA, Un Estado Laico. La libertad
religiosa en perspectiva constitucional, Thomson-Aranzadi, Navarra, 2.009, passim, no lo ven
tan descabellado, si la consideración del fenómeno religioso no tiene porqué desmerecer
respecto de otros factores sociales.
626
No es ocioso recordar jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional: “El art. 16.3 de la
CE proclama: “ninguna confesión tendrá carácter estatal” e impide por ende que los valores o
intereses religiosos se erijan en parámetros para medir la justicia de las normas y actos de los
poderes públicos. Al mismo tiempo, el citado precepto constitucional veda cualquier tipo de
confusión entre funciones religiosas y funciones estatales”. “El principio de libertad religiosa
reconoce el derecho de los ciudadanos a actuar en este campo con plena inmunidad de
coacción del Estado y de cualesquiera grupos sociales, de manera que el Estado se prohíbe a sí
mismo cualquier concurrencia, junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de
actitudes de signo religioso” (Sentencia núm. 24/1.982, de 13 de mayo).
627
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art. 16.3 CE», cit., pág. 9; la cursiva es
nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

de Estrasburgo, pues si bien respecto del velo islámico ha señalado su


carácter “fuerte”, especialmente cuando se trata de niños de corta edad
sometidos obligatoriamente a su visión628, en el supuesto del crucifijo la
denominada Sentencia Lautsi II se inclina por considerar que el mismo
tiene un escaso influjo proselitista.

El Prof. Alenda Salinas, atendiendo a criterios pragmáticos ha venido


a sostener al respecto que «partiendo de una situación en que el aula
escolar esté libre de signos religiosos, y teniendo en cuenta los principios
que han de regir la actuación pública en relación con la enseñanza que
han de recibir los menores, consideramos que una solución equilibrada a
todos los intereses en juego sería la de mantener el statu quo, en aras de
la seguridad jurídica, entendida en un sentido lato, que pueda
comprender el de la preservación de la “paz confesional”, pues, con
arreglo al clásico principio de justicia, melior est conditio possidentis. En
otras palabras, en este ámbito de la formación de la propia conciencia,
especialmente en edades tan jóvenes, estimamos que el más mínimo
atisbo de duda en cuanto al posible conflicto entre la significación
‘objetiva’ –oficial– del símbolo y la apreciación ‘subjetiva’ del mismo por
parte del alumno, o sus padres si es inmaduro, debería jugar –incluso, no
nos duelen prendas afirmarlo, con un carácter preventivo a favor de las
conciencias–, pro libertatis, sin condicionamientos más o menos velados
que puedan provenir de instancias públicas, precisamente en unas aulas
que habiendo estado desposeídas de cualquier significación religiosa –
aunque sea indirectamente por la evocación que conlleva todo símbolo–,
los padres han ”confiado” en el ambiente que naturalmente
correspondería o sería de esperar, de una escuela laica, so pena que el

628
“La Cour admet qu’il est bien difficile d’apprécier l’impact qu’un signe extérieur fort tel que
le port du foulard peut avoir sur la liberté de conscience et de religion d’enfants en bas âge. En
effet, la requérante a enseigné dans une classe d’enfants entre quatre et huit ans et donc
d’élèves se trouvant dans un âge où ils se posent beaucoup de questions tout en étant plus
facilement influençables que d’autres élèves se trouvant dans un âge plus avancé” (Tribunal
Europeo de Derechos Humanos –XIIª Sección–, Décision sur la recevabilité de la requête nº
42.393/1.998 présentée par Lucia Dahlab contre la Suisse). La hemos podido consultar en el
sitio del propio Tribunal (www.echr.coe.int).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Estado quiera erigirse en contraventor del derecho que ha garantizado a


los padres en el art. 27.3 CE».629

Puede compartirse, al menos en parte, esta última posición, dado


que la misma no parece poder dejar de reflejar un cierto aspecto
preventivo, posiblemente paternalista, que puede ser objeto de crítica.
Por ello, consideramos que, tal y como hemos sostenido anteriormente, la
postura de la Administración –en cuanto que Poder Público– debería ser la
de un mero no hacer nada, por virtud de la exigencia de neutralidad ínsita
en su aconfesionalidad; so pena, caso contrario, de querer incurrir en la
prohibición de concurrencia, junto a los ciudadanos, en la realización de
un acto de naturaleza religiosa.630

Para que la Administración pudiese llevar a cabo una actuación del


tipo planteado, debería de recibir una “autorización legal” en este sentido,
del tipo de la instaurada en Baviera, tras la polémica Sentencia del
Crucifijo dictada por el Tribunal Constitucional alemán. Normativa bávara
que permite la presencia de tal símbolo religioso, al establecer: “Vistas las
improntas de la historia y de la cultura en Baviera, en cada aula escolar se
pondrá una cruz. De tal forma se expresa la voluntad de realizar los
supremos objetivos de educación de la Constitución sobre la base de
valores cristianos y occidentales en el respeto de la libertad de fe. Si los
titulares del derecho a la educación se oponen al establecimiento de la
cruz por motivos serios y comprensibles inherentes a la fe o a una visión
del mundo, el director de la escuela emprenderá un intento de
conciliación. Si la conciliación no se consigue adoptará, después de haber
informado a la Administración escolar, para el caso concreto una
disposición que respete la libertad de fe del oponente y opere un justo
equilibrio entre las convicciones religiosas e ideológicas de todos los

629
M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, cit.,
pág. 222 y sig.
630
Cfr. P.J. VILADRICH, “Los principios informadores del Derecho Eclesiástico español”, en
VV.AA., Derecho Eclesiástico del Estado español, 4ª ed., Eunsa, Navarra, 1.996. Y las Sentencias
del Tribunal Constitucional 24/1.982, de 13 de mayo, y 340/1.993, de 16 de noviembre.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

interesados de la clase; ha de respetarse también la voluntad de la


mayoría en la medida de lo posible”.631

Pero que no pueda hacerlo el Poder Ejecutivo, propiamente dicho,


no es óbice a que, como también hemos señalado con anterioridad,
pudiera hacerlo el Consejo Escolar del Centro, siempre que se hiciera en
cuanto que proyección de las creencias religiosas de la comunidad
educativa, en forma no incompatible con la Constitución, tal y como ha
señalado el máximo hermeneuta de la misma. Y dado que hemos
sostenido que no basta a este respecto una actuación representativa de la
salvaguarda preventiva del orden público, requiriéndose al efecto
verdaderos ataques o vulneraciones de derechos fundamentales, que no
es posible apreciar cuando se trata, en realidad, de falsos conflictos, no
vulneradores, por tanto, de la libertad religiosa, o apreciaciones
equivocadas de lo que es la aconfesionalidad estatal.

Y todo ello, por la composición del Consejo Escolar (con una


representación mucho más amplia que la meramente procedente de la
propia Administración), las atribuciones legales que le han sido conferidas
(gestión docente y organizativa del Centro) y la plasmación, mediante sus
acuerdos adoptados de forma democrática632, de la realidad social que ha
de tomarse en consideración, tanto por lo que respecta a la interpretación
de las normas jurídicas, como a los sentimientos religiosos que la Carta
Magna manda tener en cuenta por los Poderes Públicos633. A todo lo cual,
debería de añadirse un argumento de justicia, puesto que se incurriría en

631
Vid. Jörg LUTHER, “La croce della democrazia (prime riflessioni su una controversia non
risolta)”, en Quaderni di Diritto e Politica Ecclesiastica, 1.996/3, pág. 685. Existe una versión
reelaborada de la anterior, en www.olir.it, maggio 2.004.
632
Cfr. T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos…, cit., pág. 223.
633
Además del principio de participación (art. 9.2 de la CE), en relación con el pluralismo, la
descentralización y el principio democrático. En este sentido, se ha afirmado que “es
importante tener presente que tanto el fenómeno de la descentralización, como el de la
desconcentración e incluso la participación son principios derivados de la naturaleza
democrática del Estado, cuyo fundamento axiológico reside en el pluralismo, recogido como
valor superior del ordenamiento” (A. LETURIA, “Educación en valores y centros públicos. ¿Cabe
hablar de tendencia ideológica en los mismos?”, en VV.AA., Educación como transmisión de
valores, Bilbao, 1.995, pág. 138).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

el agravio comparativo de no permitírselo a un determinado Consejo


Escolar y, sin embargo, sí tendría cabida en el supuesto de un centro
universitario o un colegio profesional, según hemos visto dispone nuestro
Tribunal Constitucional.634

 ¿Puede la Administración –en su caso, el Consejo Escolar del


Centro– proceder a colocar un símbolo religioso en un colegio
público carente de tal signo, a petición de particulares?

Parece, en primer lugar, que habría que considerar que los


peticionarios deberían tener legitimación a estos efectos; y, al tiempo,
distinguir si tales objetos van a ser colocados con carácter permanente o
sólo en forma temporal.

 Colocación con carácter temporal

Empezando por esta última cuestión, puede aludirse a que en


nuestro suelo patrio ya han tenido lugar actuaciones de este tipo, y tanto
por la vía fáctica como por la jurídica.

En el mero ámbito de los hechos consumados, los medios


informativos han suministrado noticias referentes a la retirada de un
Nacimiento Navideño en el ámbito escolar. En efecto, la directora de un
Instituto de Mijas (Málaga) tiraba a la basura, en fechas cercanas a la
Natividad de 2.006, un Belén montado por los alumnos de la clase de
Religión, alegando que en la «escuela pública de un país laico no están
permitidos los símbolos religiosos». Según explicó la Asociación
Profesional de Profesores de Religión en Centros Estatales de Andalucía

634
Y más si todos ellos gozan de reconocimiento legal de la suficiente autonomía, que “tiene
por objeto aproximar la solución de los problemas a aquellos que están directamente
interesados en ellos, suscitando nuevas capacidades de decisión y participación y, por lo tanto,
originando una multiplicación de los centros de decisión”, en palabras del Prof. L. SÁNCHEZ
AGESTA, según cita de J.A. Alonso de Antonio, “El principio de solidaridad en el Estado
autonómico. Sus manifestaciones jurídicas”, en Revista de Derecho Político, núm. 21 (1.984),
pág. 36.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

(Apprece), era patente la indignación de la comunidad educativa del


Instituto Las Lagunas ante la «actitud irrespetuosa» de su directora.635

En términos parece que más ajustados a Derecho, al haber mediado


decisión del consejo escolar, también en un centro escolar zaragozano se
decidió, en la navidad del año 2.006, suspender la celebración prevista de
un festival navideño; suceso que dio lugar a un enésimo rifirrafe
parlamentario entre el Gobierno regional, socialista, y el opositor partido
popular: La consejera de Educación, Sra. Almunia, manifestaba su
«respeto» ante la decisión del consejo escolar del centro Hilarión Gimeno
de suspender la celebración del festival de Navidad, calificando de
«deplorable» la actitud que «tomaron algunos» respecto a la «decisión
legítima de un consejo escolar». Además, la consejera afirmó no encontrar
ningún problema en el argumento utilizado, entre otros, para justificar la
eliminación del festival: «Que España es un país laico». Así, señaló que
«laico quiere decir independiente de cualquier religión u organización
religiosa».

La consejera fue contestada por la portavoz del PP, Sra. Grande,


para quien el conflicto «no es una anécdota, sino algo trascendente» y
consideró que el Gobierno aragonés «ha actuado tarde y mal», a pesar de

635
El relato de los hechos y las posturas enfrentadas surgidas de los mismos, aparecen bien
relatadas en el resumen ofertado al respecto por la Agencia Veritas (17 de diciembre de
2.006): “El Belén había sido realizado por los alumnos de primer curso de la ESO en compañía
de su profesora de Religión, «como un procedimiento educativo» que tenía como objetivo
«que el alumnado comprenda y valore los distintos elementos culturales y religiosos que
forman parte de las tradicionales fiestas de Navidad que se celebran en nuestra sociedad». Al
día siguiente de instalarlo, el Belén había desaparecido y la profesora lo encontró dentro de
unas bolsas de basura, donde, según supo más tarde, había sido arrojado por la directora del
centro. Al pedirle explicaciones por esta actitud, la directora le explicó su particular concepción
del Estado laico y le señaló que «este tipo de actividades no pueden tolerarse en un centro
público donde conviven alumnos de diferentes religiones que podrían sentirse ofendidos»,
según afirmó ayer uno de los profesores de Religión del colegio.
El vicepresidente de Apprece señaló que «actuaciones como las de este equipo
directivo nos traen a la memoria la de los talibanes que destruyeron las imágenes de los Budas
en Afganistán» y suponen «un flaco favor a la imagen de la escuela pública, la escuela de
todos, con esta actuación de intolerancia y nefasto ejemplo para los niños y jóvenes que deben
educarse en ella». Por su parte, el presidente de Concapa en Málaga, Eduardo Caro, expresó su
malestar y anunció que «llevarían el caso a los tribunales, si fuera preciso».
Página | 343
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

que la polémica «era fuerte y gruesa» porque los argumentos utilizados


fueron «el laicismo y que la supresión de ese festival obedecía a que
podría molestar a los alumnos de otras culturas». Para Grande, «no se
trata de ser creyente o no, sino de que no se pueden obviar las raíces
cristianas que están presentes en la cultura occidental» y lamentó «el
sectarismo tremendo» de Almunia al «apoyar al centro» en su actitud.636

Uno de los supuestos resueltos, más recientemente, en la


jurisdicción contencioso-administrativa –caso singular en los Tribunales
españoles–637 ha sido la demanda interpuesta por un profesor del Instituto
de Enseñanza Secundaria ‘Ramón y Cajal’ de Murcia, que solicitó, en las
navidades del año 2.008, que en el referido centro docente se retirara de
su vestíbulo de entrada un belén instalado en el mismo, así como que se
declarara su derecho a no usar simbología religiosa o católica en la
actividad de "tunear tu aula en Navidad" en la decoración de zonas
comunes del Centro (sala de profesores, salón de actos, biblioteca,
departamentos, despachos, pasillos y aulas), excepto en el aula de
religión. Ante el silencio de la Administración, acudió a la vía judicial,
siendo desestimadas sus pretensiones por el Tribunal Superior de Justicia
de Murcia, en Sentencia de 30 de octubre de 2.009638. En la misma se
establece que «ni la ubicación del Belén en época de Navidades en el
vestíbulo común del Centro, ni la actividad programada "tunea tu aula en
Navidad" con la consiguiente colocación de símbolos religiosos en

636
La Sra. Almunia mostró su preocupación porque «en el mundo globalizado en el que
vivimos, donde nuestras escuelas están recibiendo alumnos de distintos países y religiones,
sigamos pensando que tenemos que imponer por narices lo que alguno de nosotros creemos;
eso no se llama educar en valores, a eso no se les enseña a nuestros jóvenes, sino que lo que
se les enseña son los valores que son comunes, no los que algunos querrían que fueran
comunes».
637
Respecto de sucesos paralelos en los Estados Unidos de América, hace ya tiempo que la
Profª. G. MORÁN GARCÍA los puso de relieve, en su monografía La protección jurídica de la
libertad religiosa en USA, Universidad de Santiago, 1.989.
638
Tribunal Superior de Justicia de Murcia (Sala de lo Contencioso-administrativo. Sección 2ª),
Sentencia núm. 948/2.009, de 30 de octubre de 2.009; Pte.: Sr. Sáez Domenech
(RJCA\2.009\853).
Página | 344
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

espacios comunes, viola los derechos fundamentales alegados por el actor


(arts. 14, 16 y 24 CE )».639

La Sentencia sale al paso de las invocaciones que realiza la parte


actora, denegando que se produzca vulneración alguna de los arts. 14 y 16
de la Carta Magna, llegando a considerar que, como sostiene
acertadamente la Administración demandada, de acuerdo con la
Constitución, no vivimos en un Estado laico, sino aconfesional. Por lo tanto
la neutralidad del Estado y de las Administraciones no debe llegar al
extremo de limitar o restringir las libertades o derechos de los ciudadanos,
ya que podría darse en ese caso una discriminación negativa, con la
consiguiente vulneración del art. 14 de la CE. Otra cosa sería que el Estado
o la Administración hubiera permitido la realización de determinadas
actividades o manifestaciones religiosas a una confesión y a su vez hubiera
prohibido las mismas u otras análogas a otras confesiones, lo cual no ha
sucedido en el presente caso, ya que el recurrente no menciona ningún
término válido de comparación con alguna otra confesión religiosa, para
acreditar que el acto impugnado haya originado una discriminación.

Como señala el art. 18.1 de la LODE, todos los centros públicos


desarrollarán sus actividades con respeto a los principios constitucionales,
garantía de la neutralidad ideológica y respeto de las opciones religiosas y
morales a que hace referencia el art. 27.3 de la CE. Para dar cumplimiento
a este precepto el apartado 2 del citado artículo encomienda a la
Administración Educativa competente y a los órganos de gobierno de los
centros docentes la responsabilidad y obligación de velar por la efectiva
realización de los fines de la actividad educativa, la mejora de la calidad de
la enseñanza y el cumplimiento de lo dispuesto en el apartado anterior de
este artículo.

“En consecuencia” –dice el Tribunal Superior de Justicia murciano–


“la colocación de un belén en un espacio común del centro educativo o
realizar una actividad como la referida (tunea tu clase en Navidad),

639
F.J. 3º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

además de tratarse de actividades programas [sic] por el centro (y por ello


difícilmente recurribles por uno de sus profesores de forma aislada sin
vulnerar el art. 20 a) de la Ley Jurisdiccional), no contradice el precepto
constitucional referido. Por el contrario garantiza la libertad ideológica,
religiosa y de culto de los ciudadanos y las comunidades sin más
limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el
mantenimiento del orden público protegido por la Ley y ello teniendo en
cuenta que en este caso los órganos de gobierno del centro no han
impedido a miembros de la comunidad educativa la realización de
actividades de carácter religioso, por el hecho de profesar una profesión
[sic] distinta a la católica, lo que efectivamente podría haber supuesto una
vulneración de los arts. 14 y 16 de la CE.”

La segunda de dichas actividades, según el Informe de la Inspección


de Educación, es una actividad organizada por el Departamento de
Actividades Extraescolares y Complementarias del centro con la
colaboración de la APA. Por otro lado, no es una actividad obligatoria, se
dirige a todos los cursos de todas las etapas del centro, está claramente
relacionada con la acción tutorial, sin que la decoración de las aulas
dificulte el correcto desarrollo de las clases.

Llega la Sala a tal conclusión porque en ningún momento se impone


ni prohíbe al actor o a alguna confesión, el uso de motivos religiosos. Por
el contrario se deja a los alumnos y tutores en total libertad para usar los
materiales que deseen, siempre y cuando no se dificulte el correcto
desarrollo de las clases y se respeten los valores de convivencia del centro.

Por otro lado procede significar que la programación de tales


actividades cuenta con una cobertura legal evidente. Así el art. 118. 2 de
la LOE dispone que la participación, autonomía y gobierno de los centros
que ofrezca enseñanzas reguladas en esta Ley se ajustará a lo dispuesto en
ella y en la LODE y en las normas que se dicten en desarrollo de las
mismas y el art. 15 de esta última Ley añade: en la medida de que no
constituya discriminación para ningún miembro de la comunidad

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

educativa y dentro de los limites fijados por las leyes los centros tendrán
autonomía para establecer material [sic] optativas, adoptar los programas
a las características del medio en que estén insertos, adoptar métodos de
enseñanza y organizar actividades culturales escolares y extraescolares. En
el mismo sentido el art. 49 de la Orden de 29 de junio de 1.994 dispone
que de acuerdo con lo establecido en el art. 83 del Reglamento Orgánico,
el programa anual de actividades complementarias y extraescolares será
elaborado por el Jefe del Departamento de actividades complementarias y
extraescolares y recogerá las propuestas del Claustro, de los restantes
departamentos, de la Junta de Delegados de alumnos y de los
representantes de los padres. Este programa anual se elaborará según las
directrices del Consejo Escolar a cuya aprobación será sometido. Añade el
art. 50 de la Orden: las actividades complementarias y extraescolares
tendrán carácter voluntario para alumnos y profesores, no constituirán
discriminación para ningún miembro de la comunidad educativa y
carecerán de ánimo de lucro.

El supuesto que nos ocupa guarda diferencias respecto del crucifijo


en el aula, no sólo por razón de la materia y el lugar concreto de su
colocación, además de por el carácter permanente o meramente temporal
de su presencia, sino también porque en el supuesto del crucifijo su
disposición se realizó, en su día, por quien –es de suponer– tenía
competencia en la materia para hacerlo; en cambio, respecto del belén y
los adornos navideños, al acordar su colocación se lleva a cabo una
proyección sobre el recinto escolar de la libertad de creencias de la
comunidad educativa que así lo acuerda. La cuestión es que, para este
último supuesto, parece que la doctrina científica se muestra más flexible
a la hora de poder permitir su presencia en el aula pública, posiblemente
porque se considere que tales símbolos estén mucho más secularizados o
formen parte de tradiciones tan institucionalizadas en el marco educativo
como que la navidad sigue constituyendo un período vacacional.640

640
En este sentido, el Prof. L. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Estudios sobre libertad religiosa,
Reus, Zaragoza, 2.011, pág. 258, señala que “el caso del “belén” es del todo diferente. Cierto
que tiene una connotación religiosa diferente, pero también tiene muchos otros significados y
efectos. Sin duda, el centro de la representación lo constituiría el portal con el niño y María,
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

 colocación con carácter permanente

Como dice el Prof. Alenda, «el Estado, en el ámbito de una actividad


que no es voluntaria, sino obligatoria, cual es la de la enseñanza, debe
velar, teniendo en cuenta nuestro pasado más reciente y el espíritu de
consenso que hizo posible nuestra vigente Constitución, por la “paz
confesional”, y para ello nada mejor que actuar su aconfesionalidad,
entendida como neutralidad y abstención de inmiscuirse en ‘cuestiones
religiosas’, como no sea en defensa y garantía de la libertad de creencias.
Por consiguiente, lo mismo que cuando se trata de la enseñanza de la
religión, no se puede imponer la presencia de ningún elemento que pueda
interferir o afectar considerablemente a las creencias del sujeto.
»En definitiva, se trata de un problema en el que es necesario
someter a balance la libertad de creencias positiva de unos frente al
mismo tipo de libertad, pero en su faceta negativa, de otros. El problema,
en este caso, es que decidir a favor de una corriente va siempre en
detrimento de la otra. […] En el supuesto que nos ocupa, la libertad
religiosa positiva de unos reclama una actuación –un movimiento– de los
poderes públicos favorable a sus exigencias: una prestación consistente en
la colocación de un signo confesional en una propiedad o establecimiento
públicos; en cambio, la vertiente negativa de la libertad de creencias del
caso no exige a la Administración actuación alguna, una inactividad que
coincide con lo que debe ser el estado correspondiente a su imparcialidad:
no inmiscuirse en cuestiones religiosas. Este non facere es el que mejor

pero de hecho puede que los niños se fijen mucho más en la mula y el buey, en los camellos de
los Reyes Magos, en los corderos, en el molino, en el río o estanque, acaso con agua natural,
en las ocas y el pescador, o se fijen en el horno de pan y las gallinas o, incluso, según
costumbre en algunas zonas en el “caganè”. Aparte de su tan concreta duración temporal, es
una llamada a la plástica y a la representación –bien diferente pero comparable con lo que se
hará algunos meses después cuando llegue el carnaval y se invite a todos los niños a que se
disfracen-, no digamos si ellos mismos contribuyen a su instalación, excelente lección de
“manualidades”.”
No todo el mundo, sin embargo, está de acuerdo, así R. TEJÓN SÁNCHEZ, “Símbolos
religiosos y escuela pública”, en Idem, D. Llamazares Fernández y O. Celador Angón, Educación
e ideología, cit., pág. 183, critica la sentencia del alto Tribunal murciano, considerando que el
principio de laicidad estatal y el de neutralidad respecto del entorno escolar, impide la
presencia de símbolos estáticos sin necesidad de petición alguna de persona en este sentido.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

respeta la libertad de creencias de los individuos, educando para la


libertad en libertad, y favorece o contribuye a la pacífica convivencia,
constituyéndose en un “suelo común” para todos que sea apto para
garantizar el mínimo de referencia indispensable para que la personalidad
pueda desarrollarse sin ingerencias externas de otros, con sostenimiento
público».641

Tal y como antes hemos adelantado, debe coincidirse con esta


postura, a menos que se considere admisible jurídicamente que la
Administración concurra en calidad de sujeto de fe con el particular. Pero
esto no es obstáculo para que el Consejo Escolar pudiera decidir libre y
voluntariamente al respecto, aceptando democráticamente la propuesta
que desde la comunidad educativa se le hubiese planteado.

b) COLEGIOS CONCERTADOS

La doctrina científica no se ha puesto de acuerdo a la hora de


calibrar la modulación que debe derivarse de la exigencia de poner en
relación el respeto que ha de merecer el posible ideario –religioso– del
centro642 con el deber de neutralidad que han de observar los centros

641
M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense,
núm. 98 (2.003), cit., pág. 226 y sig. Según el Prof. J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado
aconfesional o neutro como sujeto “religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art.
16.3 CE», cit., pág. 10: “Distinta podría ser la cuestión si el Estado actuara a iniciativa de
ciudadanos o grupos sociales, de forma tal que el poder público, religiosamente neutro, se
viera instado a tener «en cuenta las creencias religiosas de la sociedad» (art. 16.3 CE).
Piénsese, por ejemplo, en la existencia de signos religiosos en la capilla de un tanatorio, de un
aeropuerto o de un cementerio públicos. En estos casos habría de atenderse también a la
libertad religiosa negativa de los demás y al dato, que -según creo- puede ser determinante, de
que por la ubicación del símbolo sea necesaria o sólo voluntaria para quien se encuentra en el
espacio público correspondiente la permanencia en el ámbito que se sitúa bajo la influencia
simbólica del signo religioso.”
642
Sobre el contenido, los requisitos y la eficacia potencialmente limitativa de derechos
fundamentales de terceros del «ideario» (término utilizado por la L.O. 5/1.980, de 19 de junio,
por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares) o «carácter propio» (término utilizado
por la L.O. 8/1.985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación) sigue siendo de cita
obligada la doctrina de las Sentencias del Tribunal Constitucional 5/1.981, de 13 de febrero
(RTC 1.981,5), en especial, FF.JJ. 8-12; 47/1.985, de 27 de marzo (RTC 1.985, 47), en especial,
FF.JJ. 3 y 4; y 77/1.985, de 27 de junio (RTC 1.985, 77), en especial, FF.JJ. 7-10.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

públicos, en cuanto que su régimen jurídico haya de alcanzar a los centros


concertados, en tanto que estén sostenidos con financiación pública643; y,
todo ello, en su proyección acerca de la posible existencia de símbolos
estáticos de naturaleza confesional en este tipo de centros.

En una opinión extrema, el Prof. Tamayo, que, como ya vimos, se


manifiesta contrario a la presencia de símbolos religiosos en el aula
pública, considera que las escuelas concertadas con ideario religioso
deben seguir la misma praxis que la escuela pública. En primer lugar,
porque están financiadas con fondos públicos, que proceden de los
impuestos de todos los ciudadanos. En segundo término, porque la
función principal de dichas escuelas no es la evangelización o la educación
en la fe, no es la iniciación en la vida religiosa o la actividad catequística,
sino educar en una ética cívica laica. Y eso vale tanto para los colegios
públicos como para los concertados. En tercer lugar, porque en las
escuelas religiosas concertadas hay alumnos y alumnas de diversa
procedencia cultural, de distintos credos e ideologías; situación que se
intensifica con la presencia de inmigrantes. En un clima de pluralismo
religioso y cultural, la presencia de símbolos de una sola y única religión es
una muestra más de confesionalización del espacio escolar de
adoctrinamiento, al menos indirecto, y de discriminación hacia los
símbolos de otras creencias, ideologías y culturas.644

En términos más comedidos, para el Prof. Aláez Corral es necesario


tomar en consideración el deber de neutralidad que debe alcanzar al
centro concertado, en tanto que sostenido con fondos públicos, en cuanto
que sea compatible con el respeto debido al ideario. En consecuencia,
estos centros pueden tener ideario religioso, que debe ser publicitado de
cara a la comunidad educativa, a efectos de que libremente se tenga la
posibilidad de elegir centro acorde a las propias convicciones. En esos

643
No es ocioso recordar que el art. 27.7 de la CE establece que “Los profesores, los padres y,
en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos
por la Administración con fondos públicos, en los términos que la Ley establezca”.
644
Juan José TAMAYO, “La escuela y los símbolos religiosos”. Fuente: El Periódico, según
WebIslam.com (2/09/2.009).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

centros es lógico que puede alcanzar presencia la existencia de símbolos


religiosos, pero, en opinión del citado autor: «Los elementos de la
neutralidad religiosa que resultan aplicables y que limitan la eficacia del
carácter propio del centro serían: (a) que la enseñanza debe ser impartida
con pleno respeto a la libertad de conciencia (art. 52.2 LODE); (b) que toda
práctica confesional debe tener carácter voluntario (art. 52.3 LODE), y (c)
que la admisión de alumnos se ha de ajustar al régimen establecido para
los centros públicos en el artículo 20 de la Ley (art. 53 LODE)». Por
consiguiente, dado que a veces los alumnos no pueden escoger centro,
por razones de proximidad dados los criterios de admisión de alumnos en
los centros concertados igual que en los públicos, esa presencia de
símbolos religiosos debe ser «retirada cuando lo solicite cualquier alumno
cuya libertad negativa de conciencia pudiera verse conculcada».645

Discrepa de esta opinión el Prof. Rodríguez de Santiago, quien


después de afirmar que en un colegio concertado «su ideario o carácter
propio (que debe ser público para todos los miembros de la comunidad
educativa) puede incluir la educación conforme a los principios de una
confesión cristiana y, con ello, sin duda, la facultad de instalar un símbolo
religioso de ésta», disiente de la opinión de Aláez, pues, a su juicio, limita
el contenido y la eficacia del carácter propio más allá de lo admisible646.
Las razones de estas discrepancias puede que tengan su origen en la
misma discusión doctrinal existente acerca de las limitaciones que impone
al ideario la circunstancia de que el colegio esté sostenido con fondos
públicos.647

645
B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”,
cit., pág. 111 y sig.
646
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art. 16.3 CE», cit., pág. 10.
647
Acerca de la misma: A. EMBID IRUJO, Las libertades en la enseñanza, Tecnos, Madrid, 1.983,
pág. 202 y sig.; J.M. DÍAZ LEMA, Los conciertos educativos en el contexto de nuestro Derecho
nacional y en el Derecho comparado, Marcial Pons, Madrid, 1.992, págs. 116-119; A.
FERNÁNDEZ-MIRANDA CAMPOAMOR y Á.J. SÁNCHEZ NAVARRO, en VV.AA. (O. Alzaga
Villaamil, dir.), Comentarios a la Constitución Española de 1.978, tomo III, Edersa, Madrid,
1.996, pág. 222.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Si hemos defendido la posibilidad de presencia del símbolo religioso


incluso en el colegio público, lógicamente puede coincidirse con el parecer
del último autor citado –dado además el sentido de los pronunciamientos
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y de nuestro Tribunal
Constitucional– ya que los razonamientos del Prof. Aláez no parece que
tuvieran favorable acogida a la luz de ‘Lautsi II’, al menos habrá que tener
en cuenta el verdadero carácter, religioso o cultural, del símbolo, además
de que el mismo no es considerado como evocador-proselitista en forma
suficiente alguna; y más si –como sostenemos–, en definitiva, no se trata
sino de un falso conflicto, que surge merced a los parámetros culturales
del propio alumno/a o motivado por sus padres al respecto; quienes, sin
duda ostentan suficientes resortes en este tema como para soportar la
presencia escolar del símbolo confesional, más sabiendo de la impronta
del Centro dónde se incorpora.

No obstante, en opinión de la Profª. Lorenzo Vázquez, con el apoyo


de cita jurisprudencial, «respecto al eventual conflicto entre el carácter
propio del centro y el derecho de los padres reconocido en el art. 27.7 CE,
como ha dicho el Tribunal Constitucional “es claro que al haber elegido
libremente para sus hijos un centro con un ideario determinado están
obligados a no pretender que el mismo siga orientaciones o lleve a cabo
actividades contrarias con tal ideario, aunque sí puedan pretender
legítimamente que se adopten decisiones que no puedan juzgarse, con
arreglo a un criterio serio y objetivo, contrarias al ideario”. Por otra parte,
los alumnos tienen reconocidos constitucionalmente una serie de
derechos que actúan como límite al ideario. Así, aunque el alumno debe
respetar el carácter propio de del centro en que se integra por decisión
propia o de quienes ejerzan la patria potestad, a su vez dicho ideario o
carácter propio –naturalmente, tratándose de un ideario conforme a la
Constitución– habrá de tener en cuenta “el derecho a que se respete su
libertad de conciencia, así como sus convicciones religiosas y morales, de

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

acuerdo con la Constitución” [art. 6.c) LODE] y “el derecho a que se


respete su integridad personal y moral” [art. 6.d) LODE]».648

En el supuesto de que un Profesor/a, en su caso algún trabajador de


Administración y Servicios, se manifestase contrario a la presencia de
símbolos religiosos, según y como fuese su actitud podría darse lugar a las
consecuencias que el Tribunal Constitucional se ha encargado de
especificar en el caso del planteamiento de un conflicto con el carácter
propio del Centro: En principio, no estarían obligados a desarrollar una
actitud proselitista pro Centro, pero tampoco deberían realizar ataques
abiertos, ni siquiera solapados, contra el ideario del Colegio, so pena de
poder incurrir en una conducta sancionable.649

Podríamos plantearnos, finalmente, si podrían estar presentes en el


Centro símbolos religiosos, o de otro tipo, si el colegio carece de ideario;
o, si teniéndolo, el mismo es de carácter laico. A nuestro juicio, el
concierto de un colegio privado sin ideario, o bien que el mismo sea de un
mero signo aconfesional, del tipo del estatal, no parece que hubiera de
tener consecuencias en Derecho distintas a las de las situaciones
paralelas, ya vistas, del Colegio Público. Sólo en el supuesto de que se
tratara de un colegio con ideario de carácter laico, con una declaración
expresa o interpretación inequívoca del sentido de esa laicidad como
excluyente de lo religioso, deberíamos entender que no tendría cabida la
presencia del símbolo confesional en el mismo; pues ello iría contra el
carácter propio del Centro, siendo que la legislación autoriza esta
posibilidad, con la necesaria secuela de prohibir otros símbolos.

648
P. LORENZO VÁZQUEZ, Libertad religiosa y enseñanza en la Constitución, BOE - Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.001, pág. 71.
649
Sentencia del Tribunal Constitucional 5/1.981, de 13 de febrero, F.J. 10º (BOE, núm. 47, de
24 de febrero de 1.981). Vid., no obstante la Sentencia del mismo Tribunal núm. 106/1.996, de
12 de junio (BOE, núm. 168, de 12 de julio), que concede el amparo a una trabajadora de un
Hospital confesional, que había sido despedida por criticar la actuación de un sacerdote que
llevaba la comunión a los enfermos.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

c) COLEGIOS PRIVADOS

La doctrina científica se manifiesta por la posibilidad de la presencia


de símbolos religiosos en este tipo de Colegios, siempre y cuando tengan
un ideario de tipo religioso650. Y, así, según el Prof. Aláez Corral, debe
permitirse a los centros privados no concertados, dada la amplia libertad
que ostentan para desarrollar el ideario propio, un uso casi ilimitado de
símbolos religiosos en el interior del centro escolar, con los únicos límites
de que (a) dichos símbolos no menoscaben la mínima neutralidad de
contenidos que es exigible a todo el sistema educativo conforme a la
programación y homologación de contenidos prevista en la LOGSE651; (b)
los símbolos religiosos no conculquen el denominado “ideario educativo
de la Constitución”, previsto en su art. 27.2, esto es, que no coarten ni
pongan en peligro el libre desarrollo de la personalidad del alumno y su
educación en los valores y principios democráticos; y (c), finalmente, se
respeten en el seno de una relación escolar los derechos y libertades de
los miembros de la comunidad educativa, especialmente de los alumnos
(art. 6 LODE).652

Para el Prof. Contreras Mazarío, la presencia de símbolos


ideológico-religiosos de naturaleza estática, propios de la orientación del
centro, «no puede ser entendida como contradicción con el derecho
individual de libertad de conciencia de los docentes o los alumnos. Si
dichos símbolos son la consecuencia directa del ideario educativo del
centro, su fundamentación se encuentra justamente en el derecho de los
centros privados a establecer un ideario propio, derecho que no se agota
en la elección de dicho ideario, sino en la facultad de acomodar su
régimen interior y su formación al mismo. De tal forma que los símbolos
son configurados como parte integrante del contenido educativo que

650
Cfr. M. HOLGADO GONZÁLEZ, “Alcance y límites del derecho a la simbología religiosa”, en
VV.AA. (M. Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el
espacio público, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011, pág. 272 y sig.
651
Al tiempo que se contrae. Hoy la LOGSE se encuentra derogada por la LOE.
652
B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”,
cit., pág. 107 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

pretenden transmitir y, por consiguiente, parte del ideario educativo de su


formación».653

Sin embargo, continúa el Prof. Contreras, habrá que estar a la


naturaleza del bien –a efectos de determinar si procede salvaguardarlo o
no–, cuando el símbolo presente en el colegio privado no se enmarque
dentro del ideario propio del centro educativo, atendiendo a criterios
análogos a los de los centros públicos654. En este sentido, consideramos
también que si el colegio no tiene ideario, o si el carácter propio del
mismo es de sentido aconfesional o laico, cabe que se susciten los mismos
interrogantes que antes hemos señalado respecto del colegio concertado.

1.2. ENSEÑANZA UNIVERSITARIA

a) UNIVERSIDADES PÚBLICAS

El origen indudablemente confesional de algunas universidades, o


su conexión con el mismo655, conlleva en ocasiones una interacción entre
elementos de religiosidad y los más propiamente universitarios. En este
sentido, cabría aludir a la existencia dentro de la Geografía hispana, como
de todos es conocido, de edificios universitarios, con inequívocos motivos
confesionales, que incluso están catalogados como monumentos
nacionales; a la existencia de estudios o cátedras de Teología u otros
estudios sagrados; y hasta de capillas en este tipo de universidades. Por lo
demás, salvo en determinadas Facultades, como ocurre en concreto con la
de Educación, la presencia de la enseñanza religiosa está ausente, por
regla general. En dicha Facultad y en sus estudios de Magisterio, el
Acuerdo sobre enseñanza y asuntos culturales del Estado español con la
653
J.M. CONTRERAS MAZARÍO, Laicidad del Estado y asistencia religiosa en centros docentes,
cit., pág. 243.
654
Cfr. J.M. CONTRERAS MAZARÍO, ibídem.
655
La Universidad de Alicante tiene un convenio con la Universidad histórica de Orihuela, en
cuya virtud se considera a aquélla heredera de esta última. Fruto de ese convenio es la cátedra
de teología arzobispo Loazes. También la Universidad alicantina mantiene una capilla católica
en su campus.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Santa Sede, de 3 de enero de 1.979, sí que contempla la enseñanza de la


Doctrina Católica y su Pedagogía.656

El elemento religioso, si bien en mucha menor medida que en el


ámbito de la enseñanza obligatoria, tampoco está, pues, ausente en las
Facultades y Escuelas universitarias. De hecho y como es sobradamente
conocido, dos períodos de fiestas religiosas –Navidad y Semana Santa–
vienen fijando tradicionalmente el calendario académico657. Suele haber
un patrón de este tipo, al menos en la Facultad de Derecho, cuya
festividad se conmemora.

En estas circunstancias, y como afirmara el Prof. Seglers Gómez-


Quintero «tanto las Universidades como el resto de las instituciones
públicas son espacios regidos por normas de especial sujeción, que
regulan aspectos variados como son los horarios o ciertas conductas del
personal. Es por ello que las manifestaciones de la libertad religiosa
pueden –en ciertos casos– colisionar con determinados intereses
preponderantes o límites legales de orden público»658. Por nuestra parte,
y resumidamente, podríamos decir que la problemática que se ha
producido en este ámbito, versa sobre algunos “movimientos” en relación
con el mencionado patronazgo festivo, así como que en determinados
actos se halle presente la Biblia, llegándose a haber procedido al cambio
del lema representativo de la entidad y al rechazo de la petición de
establecer una capilla.

En los últimos tiempos se han promovido, por los partidarios de una


lectura de la aconfesionalidad de tinte laicista, campañas contra la
presencia del elemento religioso en el marco universitario659; habiendo

656
Art. IV del Acuerdo.
657
Al parecer, no hace mucho tiempo que el entonces Presidente castellano-manchego, Sr.
Barreda, tenía que rectificar el propósito laicista llevado al calendario académico universitario
en dicha Comunidad, donde las vacaciones de Semana Santa habían sido sustituidas por un
“período de descanso” entre trimestres.
658
A. SEGLERS GÓMEZ-QUINTERO, La laicidad y sus matices, Comares, Granada, 2.005, pág. 48.
659
Campaña por una Universidad Pública y Laica. Documento Publicado el 12 de noviembre de
2011. Autor: Europa Laica. Fuente: laicismo.org.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

dado lugar, incluso, a actuaciones tan tristes como la protagonizada en


una capilla del campus de Somosaguas, de donde una serie de individuos
han sido imputados por delito de profanación660. Aparte de esta

“Desde el Observatorio de la Laicidad y Europa Laica hemos puesto en marcha una


Campaña para conseguir una Universidad Pública y Laica. Algo actualmente lejano, pues
encontramos todavía símbolos religiosos, capillas y capellanes en los recintos universitarios,
celebraciones de misas, patronas y patrones del santoral católico, realización de actos
religiosos con motivo del comienzo del curso o de la fiesta patronal,... En particular, creemos
que la Universidad debe tomar medidas que promuevan la libertad de conciencia (o que eviten
que se vea menoscabada) en al menos los siguientes aspectos:
*Símbolos religiosos. Aún permanecen símbolos religiosos en espacios públicos de la
Universidad. Estos espacios son de todos, no de los afectos a ninguna creencia concreta.
*Capillas. No debe haber ningún espacio de culto propio de la Universidad.
*Templos adscritos. Asimismo, ningún espacio religioso debe considerarse adscrito a la
Universidad.
*Misas. No es lícito que desde la Universidad se promuevan o convoquen actos como misas,
procesiones o funerales religiosos. Las autoridades académicas no pueden participar en cuanto
tales en este tipo de actos.
*Esquelas mortuorias. Los comunicados universitarios deben ser laicos; la Universidad no
debe, por ejemplo, pedir que se ruegue por el alma de algún fallecido, aun cuando éste fuese
creyente católico o de cualquier otra confesión.
*Patronos. Los patronos de Facultades y Escuelas no deben serlo por mera tradición religiosa,
sino por méritos ligados a los estudios en cuestión.
*Las asociaciones universitarias de carácter religioso (como la denominada “Pastoral
Universitaria”, dependiente de los obispados) no deben tener privilegio alguno respecto a
otras asociaciones universitarias ligadas a otros tipos de convicciones y creencias.
La Universidad debe oponerse a todo tipo de irracionalidades anti-científicas o
pseudocientíficas, aun cuando tengan un notable respaldo popular (y quizás en este caso debe
hacerlo con mayor vigor).
La Universidad pública no debe promocionar o amparar estudios que presupongan o
alienten un tipo particular de convicciones personales, como puede ocurrir en las Facultades
de Teología o en las Escuelas de Magisterio dependientes de la Iglesia.
Las enseñanzas de Universidades privadas y de centros concertados con la Universidad
pública sólo serán reconocidas por ésta si se asegura un control de la calidad en la docencia
similar al existente en la propia Universidad pública, incluyendo el cumplimiento de programas
de carácter no doctrinal. Asimismo debe controlarse la transparencia en las contrataciones de
profesorado”.
660
Al respecto el Prof. J. MARTÍNEZ-TORRÓN, "¿Fanatismo de baja intensidad?", en La Gaceta
de los Negocios (25 de marzo de 2.011), ha recordado: “No hace falta ser persona religiosa
para darse cuenta de que la profanación de un templo de culto –católico o no– es algo que no
puede consentirse en una sociedad democrática. No ya sólo por ese elemental respeto a lo
sagrado que es propio de personas y sociedades civilizadas, sino también porque constituye
una violación del derecho fundamental a la libertad de religión y creencias: un ámbito de
autonomía protegido por la Constitución y por el derecho internacional. Por eso el Código
Penal lo sanciona como delito (art. 524), y con penas más graves si se produce de manera
violenta o tumultuosa durante actos de culto (art. 523). No exagera nuestro Código Penal. La
profanación de un lugar de culto no es un ejercicio legítimo de libertad de expresión, pues la
expresión de ideas propias no puede, en democracia, hacerse por imposición violenta. Más allá
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

problemática, atenderemos en las líneas que siguen a otras más


concretas, que han desembocado en el marco de la litigiosidad judicial.

 La Universidad de Valencia y su emblema de la ‘Virgen de la


Sapiencia’

El supuesto de la Universidad valentina resulta relevante porque


sirve para conocer la posición del Tribunal Constitucional acerca de varias
cuestiones considerables, como son el alcance del principio de
aconfesionalidad respecto al símbolo religioso, así como el peso de las
razones tradicionales y de la libertad religiosa, en su faceta positiva, de
algunos miembros de la comunidad universitaria frente al derecho de
autonomía de la propia Universidad y el derecho de libertad de creencias
de otros miembros, esta vez en su faceta negativa. Pero antes de entrar
en estas cuestiones de fondo, veamos un poco más detenidamente las
circunstancias del caso.

Como ya adelantamos en el capítulo anterior, el claustro de la


Universidad de Valencia adoptó en 1.985, mediante un acuerdo
mayoritario de sus miembros, que el emblema de dicha Universidad
dejase de ser el que tradicionalmente –al menos desde el año 1.771– lo
había venido siendo, constituido por una efigie de la denominada Virgen
de la Sapiencia661, para sustituirlo por otro con motivos no religiosos. El

de los concretos daños materiales o humanos que pueda producir, se trata de una
manifestación de intolerancia que un Estado de derecho debe extirpar con firmeza. Los
documentos internacionales de derechos humanos son claros al recoger el principio de que
“no hay libertad para los enemigos de la libertad”. Es decir, no puede permitirse que se utilicen
las libertades constitucionales para destruir los derechos de otros.”
661
«Escudo o emblema que, cuando menos desde el año 1.771, fue utilizado como tal en toda
la documentación de dicha Universidad, con tradición secular e ininterrumpida, incluso
durante las numerosas vicisitudes políticas y religiosas por las que pasó el Estado Español, sin
que en ninguna de ellas, aun estableciéndose constitucionalmente la aconfesionalidad de éste,
se hubiera modificado dicho histórico Escudo o Emblema, hasta el punto de que dichas
circunstancias históricas, sin remontarnos a los nebulosos momentos de la fundación de dicha
Universidad, que se remiten al acto de aprobación por el Papa Alejandro VI, el 2 de enero de
1.500, seguido del Privilegio Real Fundacional dado por el Rey Fernando el Católico,
atendiendo las súplicas del Arzobispo de Valencia don Ludovico de Borja así como del Cabildo
de la Catedral y Jurados de la Ciudad, habiendo sido declarada de Santa Virgen María, bajo la
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

referido Acuerdo, sancionado por la autoridad administrativa competente


mediante el Decreto 172/1.985 del Consell Valenciano, fue objeto de
impugnación a través de los recursos pertinentes, habiendo desembocado
el asunto en los Tribunales. En este ámbito, si bien el Tribunal Supremo
dio la razón a los recurrentes, estimando que la supresión del tradicional
escudo constituía una arbitrariedad de los poderes públicos contraria al
mandato de la Carta Magna; en cambio, el Tribunal Constitucional
consideró que el acuerdo enjuiciado era conforme a Derecho, otorgando
el amparo a la Administración y Universidad valentinas, y declarando la
nulidad de la sentencia del Tribunal Supremo.

El Tribunal Supremo, en su Sentencia de 12 de junio de 1.990, si


bien entiende que no concurre contrariedad alguna con el art. 16 de la
Carta Magna662, declara que la supresión del tradicional escudo
universitario representa un acto administrativo arbitrario, pues la
aconfesionalidad del Estado no puede constituir argumento contra la
conservación de dicho emblema, cuyo mantenimiento vendría exigido en
virtud del mandato constitucional contenido en el art. 46, en cuanto que
expresivo del patrimonio de dicho Universidad y, por ende, del pueblo
valenciano; todo lo cual desemboca en la consideración de vulneración del
art. 9.3 de la Carta Magna, con su proscripción de la arbitrariedad de los
poderes públicos.

advocación de “la Sapiencia”, Patrona de la Universidad, hecho evidenciado por la tradición y


por los indubitados documentos y referencias históricas, constatan y confirman que, aun antes
de 1.771 ya se usaba como distintivo de la Universidad de Valencia, el escudo o emblema
conteniendo la imagen de la “Virgen de la Sapiencia”.» [Sentencia del Tribunal Supremo de 12
de junio de 1.990 (Aranzadi, Repertorio de Jurisprudencia 1.990, marg. 5.184), F. de D. 5º].
662
Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de junio de 1.990, acabada de referenciar ven la nota
anterior, en la que se señalaba: “Ciertamente no se puede fundar la impugnación del art. 12 de
los Estatutos de la Universidad de Valencia, aprobados por el Decreto 172/1.985, en la
vulneración por aquél de los arts. 16.1 y 3 CE, […] pues del mismo no se infiere una agresión
intencionada a las creencias religiosas de gran parte de los ciudadanos españoles, ni puede
entenderse que a través de aquél se derive un mandato a los poderes públicos para hacer
desaparecer signos o símbolos derivados de determinadas creencias religiosas que se
encuentran arraigadas en la sociedad española; sin embargo ha de estimarse la impugnación
de dicho precepto estatutario por las razones jurídicas que seguidamente se pasan a exponer.”
(F. de D. 3º; cursiva nuestra).
Página | 359
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

En concreto, y aunque se trate de una resolución judicial declarada


nula, entendemos que vale la pena atender a su literalidad, para una
mejor comprensión de las razones en que se fundamentaba:

“La aconfesionalidad del Estado, nada tiene que ver con la


conservación por la Universidad del Escudo o emblema que, cuando
menos desde el año 1.771, fue utilizado como tal en toda la
documentación de dicha Universidad, con tradición secular e
ininterrumpida, […] que ahora se pretende quitar del mismo por el art. 12
de los Estatutos de la Universidad aprobados por el Decreto 172/1.985;
olvidando que hasta cierto punto dicho escudo o emblema tradicional e
histórico de referida Universidad, forma parte no sólo del “acervo común
tradicional, histórico, cultural y espiritual” de dicha Universidad,
independientemente de su significación religiosa que en su momento
pudo tener, sino también y por ende, del acervo común expresado, de uno
de los pueblos de España cual es el Valenciano, que el art. 46 de la CE
manda conservar y proteger, pues no se ha de olvidar que atributos
propios de la religión católica campean en escudos, no sólo de otras
Universidades, sino también en los de otras Comunidades Autónomas del
Estado Español –v. gr. en el del Principado de Asturias–, sin que ello quiera
decir que responda actualmente a dichas motivaciones religiosas. De aquí
que, faltando en el acto administrativo, “causa jurídica” fundada en un
interés público o en un interés del servicio público de la docencia al que la
Universidad de Valencia viene obligada a prestar conforme a la legislación
vigente, ello hace que aquél pueda ser jurídicamente combatido, en base
al art. 9.3 de la CE, referente a la “interdicción de la arbitrariedad de los
Poderes Públicos” en su actuar, principio que es garantizado por el
mentado precepto constitucional”.663

La sentencia del Tribunal Supremo fue recurrida en amparo ante el


Tribunal Constitucional, el cual en su Sentencia 130/1.991, de 6 de junio,
falla otorgando el amparo solicitado y anulando aquélla, al entender que a

663
Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de junio de 1.990, F. de D. 5º, ya citada; la cursiva es
nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

la decisión claustral universitaria que acuerda el cambio de emblema no


se le ha de buscar más causa jurídica que la correspondiente a la fuerza
democrática de la mayoría de votos propiciadores del cambio, en el seno
del derecho de autonomía universitaria, sin que el mismo pueda ser
menoscabado por razones históricas, tradicionales o heráldicas ni por los
deseos de otro sector de los componentes de la comunidad universitaria.

Coincidimos con el sector doctrinal que afirma que la ratio


decidendi, por tanto, del recurso se basa en el derecho de autonomía
universitaria, rectamente ejercitado de acuerdo con la legalidad
imperante664. También parece pronunciarse en este sentido la Sentencia,
de 14 de noviembre de 2.008, del Juzgado de lo Contencioso-
Administrativo núm. 2 de Valladolid665. En efecto, señala el Tribunal
Constitucional:
«En el caso que nos ocupa no hay que buscar “causa jurídica” o
“interés público” justificativos de la voluntad claustral más allá de ella
misma. Ni ésta contradice valores, bienes o intereses constitucionalmente
tutelados, ni vulnera precepto constitucional alguno configurador de la
autonomía universitaria, ni siendo el acuerdo claustral expresión de un
derecho de libertad debe buscársele raíz o causa exógenas a la libre
decisión claustral. La racionalidad del acuerdo, implícita en él pero
comprensible sin esfuerzo, consiste en considerar que es más adecuado a
664
Cfr., entre otros: A. OLLERO TASSARA, “Un Estado Laico. Apuntes para un léxico argumental.
A modo de introducción”, en Persona y Derecho, núm. 53 (2.005), págs. 21-53. Entre los
últimos en sostener esta posición: G. RUIZ-RICO RUIZ, “Símbolos religiosos en el espacio
público escolar. Examen de la Sentencia Lautsi contra Italia”, en VV.AA. (M. Revenga Sánchez,
G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio público, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011, págs. 167-188 y sig.
665
Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 2 de Valladolid. Sentencia núm. 28/2.008,
de 14 noviembre, F.de D. 4º (RJCA\2.008\695): “Por otra parte, y no obstante lo expuesto
hasta ahora, se considera de interés señalar que el Tribunal Constitucional, en la sentencia
130/1.991, de 6 de junio, si bien es cierto que no es el fundamento de la estimación del recurso
de amparo, en relación con un acuerdo de la Universidad de Valencia consistente en la
aprobación de un emblema en cuya composición no figuraba la Virgen de la Sapiencia, señala
que la racionalidad del acuerdo, implícita en él pero comprensible sin esfuerzo, consiste en
considerar que es más adecuado a la lógica de un estado aconfesional un escudo universitario
sin elementos de significado religioso que con ellos, decisión con la que es posible discrepar
lícitamente, pero que no puede calificarse de irracional, absurda o arbitraria”. La cursiva es
nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

la lógica de un Estado aconfesional un escudo universitario sin elementos


de significado religioso que con ellos. Sin duda es posible discrepar
lícitamente de tal decisión, pero lo que no resulta posible es calificarla de
irracional, absurda o arbitraria, por lo que la interdicción de la
arbitrariedad de los poderes públicos (art. 9.3 de la CE) no ha sido
vulnerada o desconocida en el presente caso [...] es patente que la plena
libertad electiva del Claustro para la adopción del escudo universitario
incluía la libertad de innovación o modificación del hasta entonces
vigente, sin que el respeto o el mayor grado de respeto a la tradición y a la
historia fuera el único criterio que válidamente pudieran tener en cuenta
los claustrales al decidir, en legítimo ejercicio de su autonomía, el escudo
de la Universidad valenciana”666. Y se concluye: “Las evidencias históricas y
las razones heráldicas no bastan, sin más, para menoscabar el derecho
fundamental de autonomía universitaria ni, por ello mismo, para sustituir
los símbolos libre y voluntariamente decididos por el Claustro
Constituyente por otros que, como los propuestos por la minoría
disconforme, seguramente serían igual de lícitos y respetables, sólo que no
han sido los mayoritariamente votados».667

Sin embargo, existe un sector doctrinal que parece que se decanta


por estimar que el tema en cuestión se decide por el Tribunal
Constitucional desde la consideración que se proclama acerca del principio
de laicidad estatal, transmitiendo la impresión de que entienden que la
ratio decidendi de la Sentencia en examen no está en la propia fuerza del
voto, en cuanto expresión libérrima de voluntad claustral, al amparo de la
autonomía universitaria. En este sentido, el Prof. Martínez-Torrón ha
escrito que «el Tribunal Constitucional declaró que una Universidad
pública estaba legitimada para retirar de su escudo universitario oficial
una imagen de la Virgen María si las autoridades universitarias

666
Tribunal Constitucional, en la Sentencia 130/1.991, de 6 de junio; Pte.: Sr. Tomás y Valiente,
F.J. 5º. La cursiva es nuestra.
667
F.J. 5º; cursiva nuestra.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

competentes interpretaban que esa era la decisión más apropiada desde el


punto de vista de la neutralidad del Estado en materia religiosa».668

Es necesario concluir que, aunque reiteramos que no es la razón


decisoria del recurso, de la resolución de tan alto Tribunal sí parece poder
deducirse, aunque no se exprese con caracteres terminantes, que la
presencia de símbolos religiosos en las Universidades públicas no resulta
inconstitucional, pues si bien señala el Tribunal –como acabamos de
transcribir– que «la racionalidad del acuerdo [claustral universitario
valentino], implícita en él pero comprensible sin esfuerzo, consiste en
considerar que es más adecuado a la lógica de un Estado aconfesional un
escudo universitario sin elementos de significado religioso que con
ellos»669; por el mismo también se asevera, aunque no sea en términos
categóricos, que «las evidencias históricas y las razones heráldicas no
bastan, sin más, para menoscabar el derecho fundamental de autonomía
universitaria ni, por ello mismo, para sustituir los símbolos libre y
voluntariamente decididos por el Claustro Constituyente por otros que,
como los propuestos por la minoría disconforme, seguramente serían igual
de lícitos y respetables, sólo que no han sido los mayoritariamente
votados».670

De tal resolución parece, pues, que debe deducirse que, si se


hubiera votado el mantenimiento del escudo anterior con su efigie de la
Virgen de la Sapiencia, tal acuerdo no debería considerarse transgresor del
principio de aconfesionalidad del Estado671. Esta lectura que hacemos
parece que habría venido a corroborarse por la Sentencia del Tribunal
Constitucional 34/2.011, de 28 de marzo.
668
J. MARTÍNEZ-TORRÓN, «Una metamorfosis incompleta. La evolución del Derecho español
hacia la libertad de conciencia en la jurisprudencia constitucional», en Persona y Derecho,
núm. 45 (2.001), pág. 209 ; la cursiva es nuestra. En igual sentido parece pronunciarse A.
SEGLERS GÓMEZ-QUINTERO, La laicidad y sus matices, Comares, Granada, 2.005, págs. 37 y
sigs.
669
Tribunal Constitucional, en la Sentencia 130/1.991, de 6 de junio (Pte.: Sr. Tomás y
Valiente), F.J. 5º. La cursiva es nuestra.
670
F.J. 5º; cursiva nuestra.
671
Cfr. J. MARTÍNEZ-TORRÓN, «Una metamorfosis incompleta. La evolución del Derecho
español hacia la libertad de conciencia en la jurisprudencia constitucional», cit., pág. 209.
Página | 363
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Por otro lado, sería de resaltar que, según la sentencia analizada, de


1.991, del Tribunal Constitucional, las evidencias históricas y razones
heráldicas no bastan para menoscabar un derecho fundamental, en este
caso el de autonomía universitaria, doctrina que es necesario someter a
contraste con otras afirmaciones de tan alto Tribunal, como la recaída en
el caso del ‘descanso semanal’, en que tales razones sí servían para
secularizar el sentido originariamente religioso del día del domingo y, en
consecuencia, para entender que no se causaba discriminación a la
recurrente en amparo respecto de los católicos.672

El derecho de autonomía universitaria sin embargo, como cualquier


otro, habrá que entender que no es absoluto o ilimitado, por lo que
podríamos plantearnos si podría ser modulado con base en la libertad
religiosa de los partidarios de que se mantuviese la efigie de la Virgen de
la Sapiencia: ¿podría la misma constituirse en una prolongación de su
libertad religiosa positiva? El problema es que al entrar en conflicto con
los partidarios de que la imagen fuese retirada, en una manifestación de la
vertiente negativa de su libertad de creencias, esa apunta modulación no
puede resolverse de otro modo que el democrático de la conformación de
la voluntad orgánica, y en su caso de la entidad, por medio de las
mayorías.

En el ámbito de la autonomía universitaria queda también la


posibilidad de que la misma se decante por la posibilidad de que en el
recinto académico se sitúe o no una capilla; ésta, al menos, es la posición
del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que rechazó que la
Universidad Carlos III tuviera obligación de facilitar la existencia de una
católica en su campus, según ponen de relieve los Profs. Celador y
Contreras, dado que “no existe norma jurídica alguna que se ocupe de
esta temática, por lo que la cuestión a abordar es si este tipo de centros
entran dentro o no de la categoría de los centros públicos que están
obligados a prestar asistencia religiosa, y, por tanto, si para éstos no se

672
Cfr. STC 19/1.985, de 13 de febrero (BOE, de 5 de marzo de 1.985).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

está sólo ante un derecho de autonomía, sino ante un derecho


prestación.” El Tribunal Superior de Justicia de Madrid falló en contra de la
solicitud de un grupo de alumnos y profesores que pedían de las
autoridades académicas la habilitación de un lugar a tales efectos, al
entender que, respecto de este tipo de centros públicos, no era posible
establecer un deber jurídico de actuación en la línea propuesta por los
demandantes, ya que en este caso no se daban los elementos que definen
la asistencia religiosa en centros públicos tal y como se establece en la
LOLR (art. 2.3).673

b) UNIVERSIDADES PRIVADAS

Es evidente que en la misma el elemento religioso está mucho más


presente que en las Universidades públicas, debido a la razón de ser y
origen de tales Universidades privadas674, al menos por lo que se refiere a
las de creación confesional, ya se trate de Universidades Pontificias o
Católicas, todo lo cual se traduce no sólo por lo que respecta a sus
elementos, símbolos y actitudes personales respecto a profesorado y
alumnado, sino también incluso en sus estudios, muchos de ellos
correspondientes a las “ciencias sagradas”.

No conocemos de ninguna problemática especial, por lo que se


refiere al tema que nos atañe, que se haya desarrollado al respecto en su
entorno, por lo que, mutatis mutandi, podría traerse a colación cuanto
señalábamos con ocasión de los centros privados no universitarios.

673
J.M. CONTRERAS MAZARÍO y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad, manifestaciones religiosas e
instituciones públicas”, en Laboratorio de Alternativas [Documento de trabajo 124/2.007 de la
Fundación Alternativas, que hemos podido obtener en la red a través de la página web de
Dialnet], Madrid, 2.007, pág. 25 y sig.
674
Acerca del régimen jurídico de estas universidades: J.R. POLO SABAU, El régimen jurídico de
las universidades privadas, Ministerio de Administraciones Públicas, Madrid, 1.997.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

2. LA PROBLEMÁTICA RESPECTO DE LA SIMBOLOGÍA DE CARÁCTER


PERSONAL

2.1. LA SIMBOLOGÍA ‘DINÁMICA’ EN LA ENSEÑANZA


OBLIGATORIA

a) COLEGIOS PÚBLICOS
La mayoría de los problemas que se han producido en las aulas
públicas, a causa de la vestimenta de mayor o menor impronta religiosa,
han venido siendo causados por el denominado ‘hiyab’ o velo islámico; sin
desconocer que, a nivel de Derecho comparado, también han sido
conflictivas otras prendas propias del vestir de la mujer musulmana, como
el chador, el ‘jilbab’, niqaq o burqa. Otros signos religiosos, de distinta
confesionalidad, como la kipá, la sotana, el turbante o el ‘kirpán’, tampoco
han escapado a toda esta polémica. Y todo ello, sin desconocer que esta
‘vertiente dinámica’ podría, asimismo, integrarse por elementos tales
como una cruz, o [medallas de] vírgenes, santos, nombres que van allá
donde lo haga la institución…, etc.) en cuanto que son susceptibles de ser
llevados por miembros de la comunidad educativa y, por supuesto,
materiales aptos para una clase de religión (catecismo, Biblia, Corán…).

En nuestro País la tónica general ha venido marcada por la


inexistencia de conflictos –al menos, que hayan desembocado en la esfera
judicial– en esta temática, siendo que habitualmente muchas alumnas
acuden a sus clases con el pañuelo, especialmente por lo que respecta a
las ciudades de Ceuta y Melilla donde una gran parte de la población
practica el Islam675. No conocemos que, hasta la fecha, se haya suscitado
problema alguno con relación al profesorado.

675
Cfr. S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Símbolos religiosos en un Estado democrático y plural”, en
Revista de Estudios Jurídicos, núm. 10/2.010 (Segunda Época) ISSN 1576-124X. Universidad de
Jaén (Versión electrónica: rej.ujaen.es): “En otras regiones de España la experiencia es materia
de velo islámico es mucho mayor. Tal es el caso de la Ciudad Autónoma de Melilla, donde se
concentra la mayor parte de la experiencia española en materia de indumentaria religiosa en
las aulas de los centros educativos. Los datos estadísticos apuntaban, hace ya algunos años,
que el alumnado musulmán alcanza aproximadamente el 50% de la matrícula de estos centros,
habiendo casos incluso en que este porcentaje se eleva al 100%, como es el caso de los
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

No hace muchos años que todavía escribía la Profª. Castro Jover que
«en el ámbito educativo, no ha habido conflictos por la utilización de
signos religiosos, como el chador, en la escuela».676 No es, pues, de
extrañar que no se halle rastro alguno acerca de esta temática en los
Acuerdos suscritos por el Estado, en el año 1.992, con las Confesiones
religiosas minoritarias., ni que el Prof. Martín Sánchez, haya afirmado que
«a diferencia de otros países, esta problemática no se ha planteado ante
los tribunales por lo que ha sido afrontada y resuelta mediante
resoluciones administrativas».677

Con todo, a principios del año 2.002 saltó a los medios de


comunicación678 la problemática derivada de la negativa a asistir a clase de
una joven marroquí de trece años, por cuanto que el centro escolar que le
había sido asignado –concertado católico– no le permitía el uso del velo, al
entrar en conflicto con las normas propias del colegio acerca de la
vestimenta del alumnado. Esta razón, así como el carácter confesional del
centro, tuvo como resultado el que la niña no asistiera a clase. Notificadas
pertinentemente las ausencias a la autoridad administrativa competente,
se dispuso por la misma el cambio de adscripción de la alumna a otro
centro escolar, éste de carácter público, con lo cual se estimó que se
habría resuelto el problema existente.

Sin embargo, en el ínterin hasta hacerse efectiva la escolarización, la


directora del Colegio manifestó su oposición a que la alumna llevara la
indumentaria musulmana, al considerar que no representaba sino un
signo de discriminación sexual hacia la propia estudiante, haciendo

colegios León Solá, o Juan Caro. En todos estos centros, se permite que las alumnas acudan a
clase con el velo, dado que su utilización no ocasiona ningún problema.”
676
A. CASTRO JOVER, “Las minorías religiosas en el Derecho español”, en AA.VV. (J. Soroeta
Liceras, edit.), Cursos de Derechos Humanos de Donostia-San Sebastián, Vol. I, Servicio Editorial
Universidad del País Vasco, Bilbao 1.999, pág. 242.
677
I. MARTÍN SÁNCHEZ, “Algunos supuestos controvertidos de objeción de conciencia”, en
VV.AA. (I. Martín Sánchez y M. González Sánchez, coords.), Algunas cuestiones controvertidas
del ejercicio del derecho fundamental de libertad religiosa en España, Fundación Universitaria
Española, Madrid, 2.009, pág. 247.
678
El Mundo Digital, 15 de febrero de 2.002; El País Digital, 16 de febrero de 2.002.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

público que así lo propondría al Consejo escolar del Centro679.


Paralelamente, varios miembros del Gobierno a la sazón se pronunciaron
sobre el particular, algunos en términos escasamente afortunados680. La
cuestión vino a ser zanjada a radice por la Consejería de Educación
competente en la materia, al estimar que la alumna podía acudir a clase
con el pañuelo, y ello por dos razones fundamentalmente: no existir una
prohibición normativa clara en la materia y estimar prevalente el derecho
a la educación sobre cualquier otra consideración.681

Posteriormente se han ido sucediendo otros supuestos en que el


uso del hiyab ha resultado conflictivo en el centro docente; casos que
pasamos a referir, sin ánimo de exhaustividad.

Algunos se han resuelto mediante la intervención de la


Administración Educativa, ordenando al Colegio a la admisión de la
alumna, priorizando el derecho a la escolarización. Este es, por ejemplo, el
caso de una menor, de siete años de edad, la cual, en 2.007, no fue
admitida en un centro docente público de Gerona por considerar que el
uso del pañuelo islámico era contrario al reglamento escolar, cuyas
disposiciones prohibían las diferencias entre los alumnos por razones,
entre otras, religiosas. Los Servicios Territoriales del Departamento de
Educación de la Generalidad de Cataluña dictaron una resolución
obligando al centro a admitir a la menor con su pañuelo, fundándose en la

679
Vid. El País, 16 de febrero de 2.002.
680
La entonces Ministra de Educación y Cultura, Dª. Pilar del Castillo, declaró al respecto que
en España existen unas normas –luego, más tarde, diría que si el tema se generalizaba habría
que reglamentarlo, al no existir disposición explícita al respecto– que tenían base en la
Constitución y que eran para todos, incluidos los emigrantes, los cuales, además de derechos,
también tenían deberes, lo que les obligaba a adaptarse a nuestras normas (vid. ABC Digital, 15
de febrero de 2.002; El País Digital, 15 de febrero de 2.002; El País, 16 de febrero de 2.002,
pág. 22; ABC, 16 de febrero de 2.002, pág. 34; El Mundo, 16 de febrero de 2.002, pág. 8; El País
Digital, 16 de febrero de 2.002; La Razón, 19 de febrero de 2.002, pág. 16). Por su parte, el a la
sazón titular del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Sr. Aparicio, señaló que en nombre
de la pluralidad social no se pueden permitir actuaciones del tipo de la del velo o de la ablación
del clítoris (vid. El Mundo, 17 de febrero de 2.002, pág. 12; La Razón, 19 de febrero de 2.002,
pág. 16).
681
Cfr. S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, Aranzadi,
Navarra, 2.005, págs. 43-45.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

tolerancia y en la prioridad del derecho a la escolarización682. Ese mismo


año dos niñas, de 12 y 13 años de edad, encontraron el rechazo de la
dirección de un colegio público de Ceuta porque, al llevar el pañuelo
musulmán, no se adecuaban al uniforme reglamentario. La Dirección
Provincial del Ministerio de Educación emitió un informe, en el que se
afirmaba que ambas podían asistir a clase con el pañuelo porque el
derecho a la educación es prioritario683.

Un caso paralelo tuvo lugar en un colegio de Lugo, en octubre de


2.009, con una adolescente de 13 años que dejó durante un mes de ir a
clase porque su centro le prohibía llevar el velo islámico. La Consellería de
Educación, intervino entonces a través de su Jefe Territorial, quien logró
negociar con la dirección del centro y convencerla de que la chica pudiese
acudir a las aulas con el hiyab.684

Últimamente, sin embargo, se vienen relatando supuestos en que


las actuaciones parecen irse decantando por la vía judicial penal, si es que
no lo han hecho ya definitivamente; y ello, tanto contra los padres de
alguna alumna, como contra directores de centros docentes.

Así, a finales de noviembre de 2.011, la Fiscalía de Menores de


Melilla incoaba un expediente, por abandono escolar, contra los padres de
una alumna, de 15 años, que dejó de acudir a su Instituto porque no le
permitieron acudir vestida con su burka negro y guantes hasta el codo. La
niña prometió que volvería al colegio y se matricularía este curso, pero no
lo ha hecho.685

En los últimos tiempos varios supuestos de negativa escolar al porte


del velo han alcanzado gran revuelo en los medios de comunicación, dado

682
Cfr. los diarios ABC, de 2 de octubre de 2.007, pág. 27 y El País, de 4 de octubre de 2.007,
pág. 40.
683
Sobre este caso, cfr. los diarios ABC, de 11 de octubre de 2.007, pág. 27 y El País, de 11 de
octubre de 2.007, pág. 49.
684
Según información de la web Laopinioncoruna.es.
685
Según noticia difundida por J.M. IRUJO, en El País de 27 de noviembre de 2.011.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

que ha habido implicaciones políticas y por parte de la defensa jurídica de


las familias musulmanas se ha llegado a involucrar esta temática con
acciones de tipo criminal.

El primero de estos supuestos se desarrolló, a mediados del año


2.010, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde una alumna, Najwa Malha,
fue expulsada del Instituto Camilo José Cela, por llevar el hiyab, lo cual se
consideró que contravenía lo dispuesto en el Reglamento interno del
Centro (art. 32.4: “En el interior del edificio no se permitirá el uso de
gorras ni de ninguna otra prenda que cubra la cabeza”). Los asesores
jurídicos de la familia de la alumna, Profs. Seglers Gómez-Quintero y
Jiménez-Aybar manifestaron que estudiarían la actuación del instituto San
Juan de la Cruz, que, sabedor de que se les iba a asignar la escolarización
de Najwa, convocó de urgencia a su consejo escolar para cambiar el
Reglamento e impedir el acceso al aula con el hiyab. En este caso se llegó
a suscitar la presentación de una querella criminal por discriminación
basada en motivos religiosos. Finalmente, al parecer se le asignó un tercer
centro escolar, en el que no ha habido problemas para que la alumna
fuera con su velo.686

También, a finales del mes de octubre de 2.011, la Fiscalía de Burgos


abría Diligencias Previas, por presunto delito de prevaricación, contra el
director de un colegio que prohibió ir con el velo a clase a una alumna –la
cual llevaba desde el 23 de septiembre sin ir a sus clase–, dado que el
reglamento del centro no permite ir a clase con la cabeza cubierta.687

686
Cfr. J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en materia de libertad religiosa e
integración del Islam”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-Varas, coords),
Derecho islámico e interculturalidad, Iustel, Madrid, 2.011, pág. 382 y sigs. Al Prof. Ferreiro
que, a la sazón era Subdirector General de Coordinación y Promoción de la Libertad Religiosa
en el Ministerio de Justicia, le costó el puesto, según el mismo relata, por emitir un informe
favorable a la llevanza del velo.
687
“El abogado que defiende los intereses de la niña, de 13 años, está satisfecho. Iván Jiménez-
Aybar cree que de este modo el director del centro "verá que los actos que comete, amparado
en el paraguas de la Administración, puede acarrear consecuencias penales en el ámbito
personal". Según explicó el fiscal jefe de Burgos, Santiago Mena, la actuación es consecuencia
del escrito que entregó la semana pasada al fiscal de menores el abogado de la familia de la
niña. Aunque en ese documento no se hacía referencia a un delito concreto si se relataban
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

No mucho tiempo antes, parece ser que el padre de una menor,


musulmana y española, habría denunciado ante la Policía que su hija
llevaba un tiempo siendo acosada, por alumnos y profesores, desde que
fue expulsada de un examen en el Instituto de Educación Secundaria
‘Tierno Galván’ de Madrid por negarse a quitarse el ‘hiyab’.688

El último caso polémico conocido se ha producido en el Colegio


Novo de Arteixo (La Coruña) cuando los responsables del Centro, que vivía
su primer año en funcionamiento, pusieron en marcha un reglamento
interno que prohíbe el uso de «boinas, viseras, pañuelos, y otras prendas
que cubran la cabeza». Dicha norma interna fue incumplida
sistemáticamente por una niña musulmana que decidió acudir a las aulas
con el tradicional velo. Dada la infracción, la dirección sancionó a la menor
con «la suspensión del derecho de participar en actividades escolares o
complementarias». A pesar de la medida, y de los continuas reuniones
entre la dirección y la familia, la niña insistió en acudir el centro cubierta
con el velo lo que llevó al colegio a solicitar el pronunciamiento de la
Consellería de Educación sobre la legalidad del reglamento interno. La
Administración autonómica, finalmente, respaldó la decisión de la
dirección. La menor fue trasladada al CEIP Ponte dos Brozos, sito a escasa
distancia y en la misma localidad. Pero la cuestión no parece haber
terminado ahí, dado que los padres de la alumna han presentado una
denuncia contra el director del colegio por, supuestamente, discriminar y
vejar a su hija y vulnerar sus sentimientos religiosos.689

Dado que –por el momento, y aunque las últimas vicisitudes


acaecidas han desembocado en la esfera judicial– no contamos con
pronunciamientos de nuestros Tribunales en esta materia; por lo que nos
parece procedente analizar el estado de la cuestión en la doctrina
científica, que siempre podría servir de pauta orientativa a una eventual
resolución judicial. Y al respecto, se puede constatar que, salvo para

unos hechos y una serie de actuaciones que, de ser ciertas, pueden suponer una infracción
penal, recoge Efe” (El Mundo, 27 de octubre de 2.011).
688
Vid. El País, 4 de octubre de 2.011.
689
Vid. ANTARES PÉREZ, en laopinióncoruña.es, del 31 de diciembre de 2.011.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

algunos partidarios del entendimiento de la laicidad al modo gallicus, o


incluso turco, propiciadores de la denominada ‘laicidad de combate’, o del
‘santuario de la laicidad’, la opinión dominante entre nuestros autores es
la proclive a la consideración de que, en colegios públicos, la alumna que
así lo desee pueda vestir con el ‘hiyab’. La cuestión está algo más discutida
respecto de su llevanza por una profesora.

Nos detendremos más, en las líneas que siguen, en los argumentos


utilizados a favor y en contra del uso del velo confesional, aunque podrían
ser perfectamente extensibles a otras prendas o signos religiosos; razones
que, en general, pueden predicarse tanto respecto del alumnado como del
profesorado, sin perjuicio de que a veces merezcan las correspondientes
puntualizaciones según la situación personal de que se trate.

Como argumento favorable a la posibilidad de llevar el velo u otro


signo de pertenencia confesional se ha señalado, fundamentalmente, el
derecho de libertad religiosa de quien, como manifestación de la misma y
de acuerdo con su fe, desea así vestirse. Ello no quita que la doctrina haya
empleado otro tipo de razones en defensa de esa actitud y, a ellas,
aunque sea brevemente, nos referimos a continuación690.

El Prof. Alenda Salinas, en este sentido, ha apuntado como otro


posible fundamento del porte de signos religiosos el derecho a la libertad
de expresión o manifestación de toda persona, señalando al respecto que
«este argumento podría ser un reflejo y prolongación del derecho a la
libertad religiosa, en cuanto que haría referencia a la libertad de expresión
o manifestación, entendidas en un sentido muy amplio y no en el más
técnico que cabe atribuir a una y otra; libertad de expresión o

690
Hace ya unos años que el Prof. Alenda trató de compendiar el panorama relativo a los
argumentos favorables y contrarios a la posible presencia del velo islámico en las aulas
públicas: Vid. M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas,
con especial referencia a la cuestión del velo islámico”, en Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 9 (septiembre, 2.005), del Portal Jurídico
Iustel.com., fundamentalmente págs. 5, in fine, a 11. El propio profesor señala que, en muchos
de estos supuestos, los argumentos se entremezclan o es necesario interrelacionarlos; y que
tampoco tienen todos el mismo alcance.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

manifestación, pues, íntimamente ligada a la libertad de creencias, en


cuanto que proyección exterior del sentimiento interno del sujeto». Pero
–prosigue el autor– «también podría ser un argumento sin conexión con la
libertad de creencias, pues aunque el uso de una determinada
indumentaria o utilización de otros signos religiosos no respondiese a una
verdadera convicción asentada de la persona, ¿no tendría derecho la
misma a un ejercicio de mera manifestación o expresión en un momento
determinado de su vida, incluso por capricho o simple moda por pasajera
que pudiese ser, en este sentido?». En este supuesto –continúa Alenda–
«los límites que podrían alcanzar a estos derechos habrían de ser los
mismos, para estas libertades, que para la libertad de creencias. Todo ello
sin desconocer que la jurisprudencia constitucional ha señalado también
la existencia de unos límites más específicos o propios de la libertad de
expresión».691

Por su parte, el Prof. Llamazares Fernández indica también como


posible argumento favorable al uso del pañuelo el derecho a la propia
imagen y a la propia identidad personal692. En este sentido, se ha
señalado en la doctrina la posibilidad de la utilización del pañuelo o de
otro tipo de símbolos que puedan tener una significación religiosa, incluso
aunque no se participe de esa fe o se empleen con distinta finalidad, por
ejemplo, política. Y ello porque el derecho a la propia imagen, consagrado
en el art. 18 de nuestra Constitución, se considera que es uno de los que
forman parte del patrimonio inalienable de los derechos de la
personalidad del ciudadano, y así lo ha señalado el Tribunal
Constitucional, ya que «el aspecto físico, en cuanto instrumento básico de
identificación y proyección exterior y factor imprescindible para el propio
reconocimiento como individuo, constituye el primer elemento
configurador de la esfera personal de todo individuo» (Sentencias

691
Ibídem, pág. 7.
692
Cfr. D. LLAMAZARES FERNÁNDEZ, Derecho de la libertad de conciencia, vol. II Libertad de
conciencia, identidad personal y derecho de asociación, 2ª ed., Civitas, Madrid, 2.003, págs. 38
y sigs. y 352 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

99/1.994, de 11 de abril, 81/2.001, de 26 de marzo y 156/2.001, de 2 de


julio).693

Se ha argüido también a todo este respecto el derecho al respeto


de la identidad cultural de la persona, pues, como dice la Profª. Castro
Jover, “el uso de este signo distintivo pertenece a un universo cultural, el
de la cultura islámica” y encuentra amparo jurídico en el art. 29, apartado
c), de la Convención de los derechos del niño, que considera que la
educación debe ir encaminada a inculcar al niño el respeto de su propia
identidad cultural.694

En otro orden de cosas, no ha de olvidarse la razón también


esgrimida desde instancias gubernativas, cuando frente a las
“resistencias” manifestadas contra el velo islámico se ha sustentado la
admisión de la alumna con base en la supremacía del derecho a la
educación.695

Como decidido partidario de la preponderancia de este derecho a la


educación respecto a la posibilidad de la llevanza del hiyab en la escuela
parece mostrarse el Prof. Aláez Corral, para quien la cuestión de si el
alumno tiene derecho a portar símbolos religiosos que puedan suponer un
conflicto para con otros alumnos, debe analizarse desde el “desarrollo de
la formación educativa” del propio alumno, considerando que es el
derecho a la educación de los demás alumnos y no su libertad religiosa
negativa ni el derecho de los padres consagrado en el art. 27.3 de la CE, lo
693
Cfr. M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, con
especial referencia a la cuestión del velo islámico”, cit., pág. 8. También sobre el tema A.
CUERDA RIEZU, “El velo islámico y el derecho a la propia imagen”, en Parlamento y
Constitución, núm. 11 (2.008), págs. 247-256.
694
A. CASTRO JOVER, “Inmigración, pluralismo religioso-cultural y educación”, en Laicidad y
libertades. Escritos jurídicos, núm. 2 (diciembre, 2.002), pág. 111. También alegaba el art. 9
(reconocimiento y respeto a la identidad cultural del extranjero, en el ámbito del derecho a la
educación), de la L.O. de Extranjería 4/2.000, de 11 de enero, en la redacción dada por la L.O.
8/2.000, de 22 de diciembre. Pero esta redacción del art. 9 no se mantiene en la última
modificación de la Ley, operada por la L.O. 2/2.009, de 11 de diciembre.
695
Por el que también parece postularse la Profª. M.T. ARECES PIÑOL, El principio de laicidad
en las jurisprudencias española y francesa, Servei de Publicacions Universitat de Lleida, Sevilla,
2.003, pág. 49 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

que delimita el uso de los símbolos religiosos por los alumnos, y ello
porque es el derecho a la educación, precisamente, el que delimita la
libertad religiosa en el seno escolar. En consecuencia, se muestra
partidario de atender al caso concreto, a fin de poder determinar si tal uso
de símbolos religiosos menoscaba o no el correcto funcionamiento de la
función educativa del centro.696

De todos estos argumentos, sin duda que al que más peso ha de


asignársele, especialmente teniendo en cuenta el marco en el que nos
encontramos, es el de la libertad religiosa de la portadora del velo, sin que
podamos considerar que, por mucho que el derecho a la educación
delimite en el ámbito escolar el derecho de libertad religiosa, tal y como
propugna el Prof. Aláez Corral, ello pueda conllevar una estructuración de
la libertad religiosa que conlleve la restricción de la misma al punto de su
desaparición, lo mismo que el derecho de los padres a que la educación de
sus hijos se acomode a sus convicciones, pues es en el marco educativo y
de la enseñanza en que tal facultad les es reconocida (art. 27.3 de la Carta
Magna).

Como tiene enseñado la doctrina, científica y jurisprudencial, se


trataría de un ejercicio o manifestación de la libertad religiosa, en su
vertiente positiva, de quien, por sus propias convicciones, considera que
ha de vestir con el pañuelo en la cabeza, o bien llevar otro tipo de signos,
puesto que dicha libertad ampara toda conducta que sea consecuencia de
la propia creencia, sin que la misma encuentre más limitaciones que las
necesarias para el mantenimiento del orden público protegido por la ley
(art. 16 de la CE), o, en palabras del Tribunal Constitucional, se trataría de
una manifestación que entra dentro de esa esfera de “agere licere” que

696
Postura que le lleva a criticar al Consejo de Estado francés, en su Parecer emitido en 1.989,
pues los conceptos que señala el Conseil no siempre responden a esa función educativa, que es
lo único –entiende el Prof. Aláez– que puede justificar un límite a esos derechos de los
alumnos. Cfr. B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación
escolar”, cit., pág. 119 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

permite adecuar el comportamiento a la propia creencia personal,


siempre que tal actuación no se extralimite de la licitud que lo delimita.697

«En el supuesto de que se admita que la creencia personal, con


independencia de cómo se haya conformado (religiosa, cultural,
tradicional, consuetudinariamente, etc.), exige del sujeto actuar conforme
a ella, con traducción en la práctica en una manifestación pública del uso
de una determinada indumentaria o vestimenta; ello parece claramente
amparado por la libertad de creencias de tal persona»698. No haría falta
más elemento corroborador al respecto que el propio Comentario oficial
de Naciones Unidas al referirse al contenido del art. 18 del Pacto
internacional de derechos civiles y políticos, que ya dejábamos transcrito
en el capítulo precedente.

En el caso de que las prendas de origen confesional sean llevadas


por menores, no ha de olvidarse que, además de lo dispuesto en el texto
constitucional, el art. 6.1 de la L.O. 1/1.996, de 15 de enero, de protección
jurídica del menor, dispone que “el menor tiene derecho a la libertad de
ideología, conciencia y religión”. Y, por lo que respecta al ámbito
internacional, el art. 14.1 de la Convención de los derechos del niño, de 20
de noviembre de 1.989, establece que “los Estados Partes respetarán el
derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión”. También ha de traerse a colación la Declaración de los derechos
del niño, proclamada por Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1.959,
que en su Principio 10 establece la tutela contra la discriminación racial,
religiosa y de cualquier otra índole, y la Carta Europea de los derechos del
niño, de 8 de julio de 1.992, que reconoce al menor el derecho de libertad
de religión o creencia. Por si cupiese alguna duda, nuestro Tribunal
Constitucional, en la sentencia 141/2.000, de 29 de mayo, entre otras, ha

697
Con vehemencia defiende esta posición J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en
materia de libertad religiosa e integración del Islam”, cit., págs. 385 y sigs.
698
M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, con especial
referencia a la cuestión del velo islámico”, cit., pág. 6.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

interpretado toda esta normativa en el sentido de que el titular del


derecho a la libertad de creencias es el propio menor.699

En el supuesto de que los signos distintivo-religiosos sean llevados


por parte del profesorado, buena parte de la doctrina se ha pronunciado
en el sentido de que la normativa reguladora del estatuto de la función
pública no impide al docente el ejercicio de sus derechos fundamentales y
libertades públicas, si bien puedan ser objeto de alguna legítima
modulación o restricción.700

Procede, pues, preguntarse si cabe la restricción o prohibición de la


libertad religiosa del profesor/a o alumno/a que desee vestir, en el ámbito
escolar, con alguna indumentaria denotativa de la confesión religiosa a la
que pertenece. Es sabido que, en principio, el límite al ejercicio de la
libertad en cuestión no alcanza, según el art. 16 de nuestra Carta Magna,
más que al “necesario para el mantenimiento del orden público protegido
por la ley”701. Concepto que, como ya vimos en el anterior capítulo, ha
sido objeto de concreción legal mediante el art. 3.1 de la L.O. de Libertad

699
Desde esta perspectiva: M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de
signos de identidad religioso-culturales”, en VV.AA. (J. Soroeta Liceras, ed.), Cursos de
Derechos Humanos de Donostia-San Sebastián, vol. IV, Bilbao 2.003, págs. 39 y sigs. y S.
CAÑAMARES ARRIBAS, “Libertad religiosa del menor y simbología religiosa en la escuela”, en
VV.AA. (I. Martín Sánchez y M. González Sánchez, coords.), Algunas cuestiones controvertidas
del ejercicio del derecho fundamental de libertad religiosa en España, cit., págs. 331-359.
700
Así se sostiene, entre otros, en los siguientes trabajos: M.J. ROCA, “La jurisprudencia y
doctrina alemana e italiana sobre simbología religiosa en la escuela y los principios de
tolerancia y laicidad. Crítica y propuestas para el Derecho español”, en Anuario de Derecho
Eclesiástico del Estado, vol. XXIII (2.007), pág. 290; A. CASTRO JOVER, «Símbolos, ceremonias,
manifestaciones religiosas y poderes públicos», en VV.AA. (J. Ferreiro Galguera, coord.),
Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa en España, Ministerio de Justicia, Madrid, 2.008,
pág. 811 I.M. BRIONES MARTÍNEZ, “El uso del velo islámico en Europa. Un conflicto de libertad
religiosa y de conciencia. Especial referencia a Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia”,
en Anuario de Derechos Humanos, vol. 10 (2.009), pág. 56 y sig.
701
El Prof. L. PRIETO SANCHÍS, “La escuela (como espacio) de tolerancia: multiculturalismo y
neutralidad”, en VV.AA. (A. López Castillo, ed.), Educación en valores. Ideología y religión en la
escuela pública, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.007, pág. 70, así lo
recuerda: “en ninguna norma se imponen condiciones especiales sobre uniformidad o
vestimenta en los centros públicos, por lo que los únicos límites serán los que con carácter
general rigen para la libertad religiosa y el conjunto de los derechos fundamentales, esto es, la
protección del derecho ajeno, de la salud y la seguridad, en suma, de todo lo que se suele
englobar bajo el concepto de orden público”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Religiosa, de 5 de julio de 1.980. Y según los dos Textos internacionales


más importantes en la materia –y que constituyen derecho interno en
nuestro ordenamiento (al haber sido ratificados por el Estado español), al
tiempo que criterio hermenéutico en materia de derechos fundamentales
y libertades públicas702–: art. 9.2 de la Convención Europea de Derechos
Humanos, de 4 de noviembre de 1.950) y art. 18.3 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, de 19 de diciembre de 1.966.

Al amparo, pues, de este “orden público”, podemos pasar a analizar


las razones que han sido esgrimidas en contra de la presencia de la
simbología que pueda ser llevada por las personas en el seno del ámbito
escolar. Nos valemos, para ello y en las líneas que siguen, del resumen de
este tipo de argumentos realizado por el Prof. Alenda703, sin perjuicio de
cuanto podamos complementar en este sentido.

En primer lugar, podemos aludir al argumento del criterio o


principio de reciprocidad. Este tipo de razón –fruto más de la
manifestación de sentimientos que de la aplicación de normas jurídicas–
ha sido empleado por quienes consideran que no deben permitirse en
suelo patrio aquellas actitudes o comportamientos foráneos, reflejos de
culturas extrañas, cuando a nuestros nacionales no se les permite un
comportamiento o conducta similar, respetuosa de sus propias creencias
o costumbres, en el país de origen de tales personas.704

Este argumento –aparte de poder referirse única y exclusivamente a


los extranjeros, y que, por tanto, deviene absolutamente inválido respecto

702
A tenor del art. 1.5 del Código Civil y el art. 10.2 de la CE: Las normas relativas a los
derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de
conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y acuerdos
internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.
703
M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, con especial
referencia a la cuestión del velo islámico”, cit., fundamentalmente págs. 8 a 11.
704
Cfr. al respecto los trabajos de J.T. MARTÍN DE AGAR, “Libertà religiosa e reciprocità”, en
VV.AA., Libertà religiosa e reciprocità, Giuffrè, Milano, 2.009, págs. 40 y sigs. Y J.M. VÁZQUEZ
GARCÍA-PEÑUELA, “Libertad religiosa y reciprocidad”, en VV.AA., Ius et Iura. Escritos de
Derecho Eclesiástico y de Derecho Canónico en honor del Prof. Juan Fornés, Comares, Granada,
2.010, págs. 1.079 y sigs.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

de los nacionales, sean de origen o sobrevenidos, que profesen la religión


musulmana– carece de aplicación práctica si se trata, como es el caso, del
ejercicio de un derecho fundamental705, pues es evidente que el mismo en
nuestro acervo jurídico no está sujeto a condición alguna, ya que el art.
3.1 de la L.O. 4/2.000, de extranjería, establece que “Los extranjeros
gozarán en España de los derechos y libertades reconocidos en el Título I
de la CE en los términos establecidos en los Tratados internacionales, en
esta Ley y en las que regulen el ejercicio de cada uno de ellos. Como
criterio interpretativo general, se entenderá que los extranjeros ejercitan
los derechos que les reconoce esta Ley en condiciones de igualdad con los
españoles”.706

Esto no quita que se hayan elevado voces proclamando la


inadmisibilidad de la conducta foránea cuando, bajo el pretendido manto
protector de la libertad de creencias, se considere en colisión frontal con
el sistema de derechos y libertades irrenunciables de nuestro
ordenamiento jurídico707. Y así, sin emplear nombres, pero, al parecer, en
clara referencia a prendas como el burqa o el niqab, se ha aseverado que
«en muy distintos términos se plantea la cuestión si se trata de
pronunciarse sobre la asistencia al colegio de profesoras o niñas con
prendas que tapen la cara. Aparte de otras consideraciones, puede
destacarse que la enseñanza presencial es un acto esencialmente

705
Cfr. H. TORROJA MATEU, “El derecho internacional público y la reciprocidad en materia de
libertad religiosa”, en VV.AA. (F. Pérez-Madrid, coord.), La gestión jurídica de la diversidad
religiosa en el área mediterránea, Comares, Granada, 2.011, págs. 83 y sigs. Y, en el mismo
volumen: M. BLANCO, “Conclusiones acerca de la diversidad religiosa y cultural en el ámbito
mediterráneo”, pág. 206 y sig.
706
Y ello, aunque, como relatara Mons. Giuseppe Germano Bernardini, Arzobispo de Izmir, en
el Sínodo de Obispos de Europa, el día 13 de octubre de 1.999: «durante un encuentro oficial
sobre el diálogo islámico-cristiano, un reconocido personaje musulmán, dirigiéndose a los
participantes cristianos, dijo en un cierto momento con calma y seguridad: “Gracias a vuestras
leyes democráticas os invadiremos; gracias a vuestras leyes religiosas os dominaremos”.» (así,
en www.mercaba.org/Prensa/RAZON/spain_musulmana.htm).
707
En este sentido, el art. 3.2 de la L.O. de Extranjería señala que “Las normas relativas a los
derechos fundamentales de los extranjeros serán interpretadas de conformidad con la
Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales
sobre las mismas materias vigentes en España, sin que pueda alegarse la profesión de
creencias religiosas o convicciones ideológicas o culturales de signo diverso para justificar la
realización de actos o conductas contrarios a las mismas”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

comunicativo que resulta seriamente impedido si no puede verse el


semblante del interlocutor»708; supuesto éste que, como hemos visto
anteriormente, se ha suscitado ya en Melilla.

Se ha esgrimido también como argumento en contra del hiyab el


derecho a la propia libertad de la persona: no a la imposición
paterna/familiar o cultural y, correlativamente, la “sumisión” de la
mujer709.
Se ha rechazado que deba permitirse a las niñas el uso del velo
porque se considera que el mismo obedece a una imposición paterna o,
en su caso, familiar que lo único que responde es a una perpetuación del
mantenimiento de la superioridad del varón sobre la mujer, bajo el
auspicio del Islam. En este sentido, existen testimonios que, con
conocimiento de causa real, no han dudado en aseverar: “Ho portato dieci
anni il velo. Era il velo o la morte. So di cosa parlo […] Da tredici a ventritré
anni, sono stata repressa, condannata a essere una musulmana, una
sottomessa e imprigionata sotto il nero del velo. Da tredici a ventitré anni.
E non lascerò dire a nessuno che sono stati i più begli anni della mia
vita”.710

Desde luego que debe afirmarse que si el uso de la prenda no tiene


otra razón de ser que la autoridad paterna contra los verdaderos
sentimientos de su portadora, entonces, por definición, no se trataría del

708
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”. Un modelo explicativo del art. 16.3 CE», cit., pág. 11.
709
En Francia el debate se ha llevado a sus extremos, habiéndose llegado a señalar como
argumentos contra le voile, los siguientes: “1) Le port d’un foulard par une collégienne de
douze ans est inacceptable, car c’est une "profession de foi intégriste". 2) Le foulard est
incontestablement une marque de discrimination des femmes. 3) Le renvoi de ces élèves n’est
pas une sanction démesurée, puisque les jeunes filles ont toujours la possibilité de "suivre des
cours d’enseignement à distance", et que, par conséquent, "elles ne sont pas privées
d’instruction". 4) L’absence de règles livre une société et son école à la loi de la Jungle" (Gaye
SALOM et Alain SEKSIG, "Clarté, fermeté, laïcité", en Libération, 12 de diciembre de 1.999). En
estas circunstancias no es de extrañar que un amplio sector de la sociedad francesa diera lugar
al movimiento denominado ‘Ni putas ni sumisas’.
710
Chahdortt DJAVANN, Giù i veli!, Lindau, Torino, 2.004, pág. 7 y sig. (traducción del original
francés, Bas les voiles!, por Mara Giarriti). Existe traducción al español: (Susana Peralta, tr.),
¡Abajo el velo!, El Aleph Editores, 2.004.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

ejercicio de un derecho de libertad por parte de ésta; y esto no podría


consentirse, pues supone la vulneración y el desconocimiento de derechos
fundamentales; que, además, son constitutivos de derechos de la
personalidad, cuales son la libertad de creencias y el derecho a la propia
imagen, respecto de los cuales, precisamente, se excluye a los padres del
ejercicio de potestad alguna.711

Es necesario admitir que habrá supuestos en que esto sea así, pero
¿puede generalizarse a todos los casos este tipo de consideración? ¿Cabe,
aquí, en esta temática una especie de prevención, una especie de
imposición a la fuerza de derechos fundamentales y libertades públicas?
¿Y si la mujer, ni siquiera ya no niña, ha decidido por sí sola y
libérrimamente llevar tal prenda? ¿Si no es musulmana también ha de
quitárselo? ¿La actuación pro libertatis, si es que hay algún asomo de duda
acerca de que la actuación de la mujer responda a una sincera convicción,
hacia dónde debe decantarse?712

Conviene no olvidar que nuestro Tribunal Constitucional ha


resaltado que, sólo muy excepcionalmente, cabría llevar a cabo una
realización preventiva de la cláusula de orden público en detrimento de la
libertad religiosa (Sentencia 46/2.001, de 15 de febrero), de modo que no
estaría justificada, prima facie, una actuación “paternalista” en la materia.
En este sentido, «la relatora de la ONU sobre libertad de religión, Asma
Jahangir, después de su visita oficial a Francia dijo que la legislación
aprobada “tiene un elemento positivo, porque considera la autonomía de

711
Cfr. art. 162-1º del Código civil. Sobre el particular, y con su correlato del derecho a la
educación paterno-filial, entre otros: L.M. CUBILLAS RECIO, “La enseñanza de la religión en el
sistema español y su fundamentación en el derecho de los padres sobre la formación religiosa
de sus hijos”, en Laicidad y Libertades. Escritos Jurídicos, númº 2 (diciembre, 2.002), págs. 157
y sigs.; M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, cit., págs. 197 y sigs.
712
Como dicen los Profs., R. NAVARRO-VALLS y J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Conflictos entre
conciencia y Ley. Las objeciones de conciencia…, cit., pág. 362, refiriéndose al velo integral,
pero pudiendo generalizar el razonamiento, “la real voluntariedad del uso del burka o niqab
por parte de las mujeres puede ser puesta en duda en muchas ocasiones, pero el derecho
tiene sus límites, y son evidentes los riesgos potenciales de invadir legítimas esferas de
privacidad aun con la loable intención de liberar a la mujer de yugos históricos”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

la niña incitada o forzada a cubrirse la cabeza en una etapa en que no


comprende sus consecuencias”, pero, por otro lado, “niega el derecho de
los adolescentes que usan símbolos religiosos porque lo han decidido
libremente o que expresan sus creencias de manera conspicua, como en el
caso de los siks”.»713

Dadas las dificultades en la materia, tal vez que por ello en el


supuesto del denominado ‘velo integral’ se viene insistiendo en que en
este caso no se trata del ejercicio del derecho a la libertad de creencias,
pues no puede haber derecho cuando el burka, o el niqab, lo que
verdaderamente constituye es un atentado contra la dignidad de la
persona.714

Un argumento, muy relacionado con el anterior, que ha sido


también blandido es el de la igualdad y no discriminación por razón de
sexo, cuando se considera que el uso del pañuelo responde a la

713
E. ORTEGA MARTÍN, «Libertad religiosa y actividad prestacional de las Administraciones
públicas. Especial referencia a la problemática del uso de símbolos religiosos en la escuela», en
la obra colectiva (E. Ortega Martín, dir.), Hacia un derecho unitario europeo en materia de
extranjería, en la colección Estudios de Derecho Judicial, núm. 81, Consejo General del Poder
Judicial, Centro de Documentación Judicial, Madrid, 2.006, pág. 93, nota 54, que cita como
Fuente el Centro de Noticias de la ONU.
714
En este sentido, la Sra. Prados, del Grup Socialista, en el debate habido en el Parlamento de
Cataluña, acerca de la propuesta presentada por el Partido Popular, señalaba: “Des del Grup
Socialista tornem a dir, i tornem a insistir, que nosaltres sempre hem manifestat que rebutgem
el burca o el vel integral perquè vulnera els drets de les dones. I això ho defensem aquí a
Catalunya o a qualsevol poble del món. Això forma part dels nostres principis, i, a més a més,
creiem i defensem que, per sobre de qualsevol pràctica religiosa o per sobre de qualsevol
pràctica cultural, hi ha els drets fonamentals de les persones, hi ha els valors i les normatives
constitucionals i democràtiques. Això és el que regeix la nostra convivència i, per tant, això és
el que tothom ha de respectar” (Diari de Sessions del Parlament de Catalunya, IX legislatura,
Sèrie C – núm. 50, 5 d’abril de 2.011, Comissió de Benestar, Família i Immigració, págs. 8-14:
‘Proposta de resolución sobre les reformes legals per a prohibir lautilització de peces de vestir
que impedeixin la identificació i la comunicació visual en llocs públics’).
Baste, a estos efectos, recordar también, los debates parlamentarios a nivel estatal en
la materia, que poníamos de relieve con anterioridad. Por todo ello, posiblemente, autores
como T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad, pluralismo,
símbolos), cit., pág. 149, no dudan en señalar que la ley de libertad religiosa no ha de tenerse
por instrumento legal idóneo para concretar una prohibición de este tipo de prendas, pues
dicha proscripción “se adopta prescindiendo del carácter religioso o no de cualesquiera
prendas que aniquilen la identidad de la persona”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

imposición paterna o familiar. Ahora bien, aunque pueda ser esa la causa,
al margen de ello, ¿puede considerarse tal prenda discriminatoria per se,
por el hecho de que los varones no llevan nada parecido? ¿O la
discriminación hay que referirla tomando como punto de comparación a
otras mujeres a quienes no alcance esa imposición? ¿Cómo se mide o se
sabe?715

Si bien el TEDH considera discriminatoria, per se, la prenda


musulmana en varias de sus decisiones, como, por ej., las recaídas en los
casos Dahlab contra Suiza y Leyla Sahin contra Turquía, entendemos que
el argumento sólo es admisible si responde a una exigencia paterna contra
los deseos de la hija menor, pero suficientemente madura, o mayor de
edad. Llevar el velo, si es a propio deseo de la niña o mujer, no puede, en
cambio, considerarse como discriminatorio por el simple hecho de
distinguir en su uso a la hembra del varón, pues si tuviese tal
consideración, no debería tampoco admitirse, por ejemplo, que a las niñas
se les agujerease el lóbulo de las orejas, a diferencia de los niños.716

En definitiva, el argumento debe considerarse con un valor muy


relativo, pues en el propio Islam algunos consideran signo del mismo el
dejarse la barba, que también podría estimarse de alguna manera como
una imposición, en este caso a los varones, como indicador de una
diferencia respecto a las mujeres. Y, como también es sabido, en otras
confesiones son los hombres los que han de portar ciertos signos
distintivos: pensemos en el turbante, kirpan, Kipá… En cualquier caso, se
asevera por quienes sostienen la obligatoriedad en el vestir de la prenda,
que la imposición es de origen divino, se trata de una norma religiosa y no
humana, por lo que no puede afirmarse la discriminación del hombre –no
es él el que ordena que se lleve– sobre la mujer, sino que responde a una
exigencia confesional”.717

715
Sobre esta cuestión, vid. A. MOTILLA DE LA CALLE, «El problema del velo islámico en Europa
y en España», en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. XX (2.004), pág. 128.
716
Cfr. T. PRIETO ÁLVAREZ, Libertad religiosa y espacios públicos (Laicidad, pluralismo,
símbolos), cit., pág. 158.
717
Cuestión, sin embargo, muy discutida, tal y como ya reflejamos al principio de este trabajo.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Finalmente, hay quien sostiene que lo que pretende evitarse es la


discriminación proyectada contra los otros alumnos no pertenecientes a la
religión significada. Se ha afirmado, así, que «el último argumento
prohibicionista que citaremos llega ya a la hipérbole dialéctica. Un
articulista, Jorge Volpi (“Expulsar a Dios de las escuelas”, El País, 26-1-
2.004), sostiene que el alumno que viste aquel símbolo religioso trata de
“excluir a quienes no lo utilizan del dominio de la verdad. Creo que este es
el argumento nodal de la discusión, y el único que permite celebrar la
decisión del presidente Chirac de implementar una ley prohibiendo la
exhibición ostensoria del velo islámico y de cualquier otro símbolo
religioso en las escuelas. Al hacerlo, el Estado francés no discrimina a
quienes usan estos símbolos, sino que protege de la discriminación a
quienes no los utilizan. Aunque no sean conscientes de ello, las niñas que
emplean el velo islámico, los niños que exhiben grandes crucifijos o los
que llevan kippas en la cabeza quieren mostrar que pertenecen a una
comunidad privilegiada”. Es decir, que el gravísimo y urgente problema
que en Francia motivó la ley es que las chicas musulmanas excluían a las
demás».718

No deja de ser peculiar esta interpretación de las cosas, que lo que


estaría es tratando de evitar que en el ‘santuario de la laicidad’ se
constituyesen ‘ghetos confesionales’, en los que se discriminaría a los no
creyentes. Frente a la consideración de que el símbolo pueda considerarse
causante de discriminación, recuerda el Prof. Cañamares que no bastan
“meras apreciaciones” o elucubraciones al respecto, sino que tal aserción
debe ser objeto de prueba719; opinión con la que se ha de coincidir, sin
que quepan al respecto acciones de tipo paternalista.

Junto a estos argumentos, que debemos considerar, con las


matizaciones que anteceden, que no pueden alcanzar por sí mismos

718
J. TRILLA BERNET, “Religión: Asignaturas y Símbolos”, en Cuadernos de Pedagogía, núm. 345
(abril, 2.005), pág. 88.
719
S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, Aranzadi,
Navarra, 2.005, pág. 40 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

suficiente bagaje jurídico como para dar lugar a la prohibición de la


presencia de signos de origen religioso llevados por las personas, se ha
aludido a otros dos que, a nuestro juicio, tendrían un mucho mayor peso
específico, cuales son el de la laicidad del Estado y el de la libertad de
religión de otros individuos, en conexión con el derecho de los padres a
educar a sus hijos conforme a sus propias creencias. Pasamos a
analizarlos, por ello, con mayor amplitud.

El argumento de defensa de la laicidad o aconfesionalidad ha sido


utilizado especialmente cuando tal caracterización del Estado se emplea
en cuanto que se juzga que la misma es la única –o al menos la mejor–
que puede ser garante del orden público comprensivo de la defensa de
todos los derechos humanos en un sistema democrático. En este ámbito
se ha llegado a afirmar, como hemos visto, que en determinados recintos
públicos no puede haber manifestaciones propias de la religiosidad,
tratando de preservar determinados espacios como ‘santuarios de la
laicidad’ y, por tanto, ajenos o excluidos de la pertenencia religiosa, como
mejor garantía de las libertades, incluida la de creencias.720

Por lo que respecta a la doctrina científica, tal vez como


representante de esta postura podría destacarse entre nuestros autores al
Prof. Llamazares Fernández, para quien es congruente con el principio de
laicidad la prohibición de vestimenta religiosa tanto de funcionarios como
de alumnas, ya que según el mismo es la solución que mejor garantiza la
neutralidad de los poderes y de las administraciones públicas al servicio de
la igualdad de todos sus ciudadanos sin discriminación alguna por razón de
sus creencias.721

720
Parece que, si como dijera François Mitterrand “hoy para cambiar la sociedad no hace falta
tomar el cuartel de invierno, basta con tomar la escuela”, se hubiera impuesto –al menos en
Francia– una lectura del recinto escolar ajeno a toda religiosidad, del siguiente tipo: aquí no va
a entrar confesión alguna, no sea que la misma vaya a “tomar la escuela”.
721
Cfr. D. LLAMAZARES FERNÁNDEZ, en el prólogo al libro de A. Castro Jover, La utilización de
signos de identidad religiosa en las relaciones de trabajo en el Derecho de Estados Unidos,
Servicio de Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid,
Jaén, 2.005, pág. 13 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Se trata, pues, en estos casos, de una intelección del principio de


laicidad más bien del tipo de la de ‘combate’ o antirreligiosa722; y ello nos
parece que puede que no haya inconveniente en que tenga favorable
acogida en lugares como Turquía, donde el régimen de derechos y
libertades públicas, constitucionalmente proclamado con base en la
caracterización laica del Estado, puede ponerse en peligro por las cada vez
mayores exigencias de islamización del País. El Tribunal Europeo de
Derechos Humanos ha llegado a señalar que «resulta difícil a la vez
mostrarse respetuoso con la democracia y los derechos humanos y
sostener un régimen fundado en la sharia, que se desmarca claramente de
los valores del Convenio, sobre todo teniendo en cuenta sus reglas de
Derecho penal y de procedimiento penal y el lugar que reserva a las
mujeres en el orden jurídico, con intervención en todos los ámbitos de la
vida pública y privada, de conformidad con las normas religiosas»723. Y así
nos parece que se ha tomado particularmente en consideración en las
ocasiones en que el propio Tribunal de Estrasburgo, y anteriormente la
Comisión724, ha tenido que resolver cuestiones acerca de la denuncia de
vulneración del derecho de libertad religiosa.725

722
J. TRILLA BERNET, “Religión: Asignaturas y Símbolos”, en Cuadernos de Pedagogía, núm. 345
(abril, 2.005), pág. 87: “Como escribió E. Morin, el sentido del laicismo es claro: “la
racionalidad crítica opuesta a los dogmas” y “la pluralidad opuesta al monopolio de la verdad”
(La mente bien ordenada. Barcelona: Seix Barral, 2.000, p. 139). Lo que sucede es que cabe
dudar de que los dogmas puedan combatirse eficazmente con prohibiciones y de que la
pluralidad se estimule mediante la uniformización. A veces parece como si la defensa de una
idea y de un discurso pudiese pasar por delante de derechos concretos de personas concretas.
Cuando esto ocurre es cuando uno puede empezar a sospechar indicios de una suerte de
laicismo fundamentalista.”
723
Sentencia de 13 de febrero de 2.003, en el denominado “caso Refha”. Acerca de esta
cuestión vid. las interesantes observaciones de M. J. ROCA, “¿La sharia como ley aplicable en
virtud de la libertad religiosa?”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-Varas,
coords.), Derecho islámico e interculturalidad, Iustel, Madrid, 2.011, págs. 45 y sigs.
724
Así sendas Decisiones de 3 de mayo de 1.993 (Karaduman contra Turquía y Bulut contra
Turquía).
725
Para un examen de esta jurisprudencia, pueden consultarse, entre otros, los trabajos de I.
LASAGABASTER HERRARTE, “Jurisprudencia europea sobre la prohibición de llevar el velo
islámico”, y de A. GARCÍA URETA, “Neutralidad del Estado y libertad religiosa en el artículo 9
del Convenio Europeo de Derechos Humanos”; ambos en la obra colectiva (I. Lasagabaster
Herrarte, dir.), Multiculturalidad y laicidad. A propósito del informe Stasi, Lete argitaletxea,
Navarra, 2.003, págs. 91-120 y 274 y sigs., respectivamente. Con posterioridad: I.
LASAGABASTER HERRARTE, “El velo islámico en la universidad turca. Nota a la sentencia del
Tribunal Europeo de derechos humanos de 29 de junio de 2.004, Sahin contra Turquía”, en
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Sin embargo, en supuestos como el protagonizado por el Estado


francés, nos parece que debe coincidirse más con toda la doctrina que ha
criticado las medidas legales adoptadas con el objeto de prohibir toda
presencia de cualquier signo religioso evidente en las aulas públicas de
enseñanza no universitaria con la, ya mencionada, Ley de 15 de marzo de
2.004726. En primer lugar, porque no guarda correspondencia con lo que
había dictaminado al respecto el Conseil d’Etat, en ejercicio de su función
consultiva, en su Parecer (Avis) de 27 de noviembre de 1.989727, en el que
no podía haber sido más claro, a nuestro juicio, cuando señala: “le port
par les élèves de signes par lesquels ils entendent manifester leur
appartenance à une religion n’est pas por lui même incompatible avec le
principe de laïcité, dans la mesure où il constitue l’exercie de la liberté
d’expression et de manifestation de croyances religieuses”. Del mismo y en
el posterior ejercicio de su función judicial anterior a la Ley del 2.004, se

Revista Vasca de Administración Pública, núm. 70 (2.004), págs. 383 y sisgs.; E. RELAÑO
PASTOR y A. GARAY, “Leyla Sahin contra Turquía y el velo islámico: la apuesta equivocada del
TEDH. STEDH de 10 de noviembre de 2.005”, en Revista Europea de derechos fundamentales,
núm. 6 (2.005), págs. 213-238; Y. CACHO SÁNCHEZ, “La prohibición del uso del velo islámico y
los derechos garantizados en el CEDH afectados por la prohibición. Comentario a la STEDH de
10 de noviembre de 2.005, Leyla Sahin contra Turquía”, en Revista General de Derecho
europeo, núm. 9 (2.006), del Portal Jurídico de Iustel.com; L. MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, La
afirmación de la libertad religiosa en Europa: de guerras de religión a meras cuestiones
administrativas (Un estudio de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en
materia de libertad religiosa), Thomson-Civitas, Navarra, 2.007, págs. 57-90. J. MARTÍNEZ-
TORRÓN, “El Islam en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”, en
VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A. González-Varas, coords.), Derecho islámico e
interculturalidad, Iustel, Madrid, 2.011, págs. 195 y sigs.
726
Loi n.º 2.004-228 du 15 mars 2.004 encadrant, en application du principe de laïcité, le port
de signes ou de tenues manifestant une appartenance religieuse dans les écoles, collèges et
lycées publics (Journal Officiel n.º 65 du 17 mars 2.004).
727
El texto del Avis se halla publicado en L’Anée Canonique, XXXII (1.989), págs. 363-367, con
nota de J.P. DURAND, “L’affaire des foulards islamiques”, págs. 349-354. También en Quaderni
di Diritto e Politica Ecclesiastica, 1.990/1, págs. 510-515, con nota de G. CAPUTO, “La
questione del ‘velo islamico’ ”. Igualmente en Revue Française de Science Politique, núm. 41/1
(1.991), precedido de un trabajo de J.C. WILLIAM, “Le Conseil d’Etat et la laïcité (Propos sur
l’avis du 27 novembre 1.989)”. Sobre las diversas reacciones que provocó el Dictamen, vid.
entre otros: G. KOUBI, “De la laïcité à la liberté de conscience: le port d’un signe
d’appartenance religieuse”, en Les Petites Affiches, 5 janvier 1.990, núm. 3, págs. 6-13; J.
MINOT, “Droits de l’Homme et neutralité de l’Etat: à propos de l’affaire du foulard”, en Revue
Administrative, 1.990, págs. 32-39; J. RIVERO, “Laïcité scolaire et signes d’appartenance
religieuse: l’avis de l’Assemblée Générale du Conseil d’Etat du 27 novembre 1.989”, en Revue
Française du Droit Administratif, 1.990, págs. 1-6.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

podían extraer dos conclusiones: por un lado, y como regla general en la


materia, la legitimidad y perfecto ajuste a Derecho (con base a la libertad
de creencias y de expresión de las mismas, sin que ello implique por sí solo
vulneración del principio de laicidad del que está investida la República
francesa) del uso del voile por parte de las alumnas en establecimientos
docentes públicos. Ahora bien, como excepción y en cuanto derecho que
no es omnímodo o ilimitado y para salvaguardar el indicado principio, el
uso de tal libertad no ha de permitir a los alumnos «enarbolar signos de
pertenencia religiosa que, por su naturaleza, por las condiciones en que
los mismos se llevasen, individual o colectivamente, o por su carácter
ostentativo o reivindicativo, constituyeran un acto de presión, de
provocación, de proselitismo o de propaganda, comportaran un atentado
a la dignidad o a la libertad del alumno o de otros miembros de la
comunidad educativa, comprometieran su salud o su seguridad,
perturbaran el desarrollo de las actividades de enseñanza o la función
educativa de los profesores, o en fin, perturbaran el orden en el
establecimiento o el funcionamiento normal del servicio público».

En segundo lugar, como dice el Prof. Rivas Palá, la medida legal


francesa no es sostenible desde la adopción de un criterio demócrata-
liberal, pues no respeta los dos principios básicos del mismo: autonomía y
daño; en cuanto a esto último, porque la imposición de la prohibición
supone la adopción de un juicio paternalista, considerando al individuo
incapaz de superar el pretendido carácter “proselitista” del velo. Por otro
lado, la concepción del laicismo francés –en opinión del autor– debe
incardinarse, pese a las dificultades del término, y las propias de esta
filosofía, en la denominada ‘religión civil’728. Afirma, así, que «a estas
alturas roza el ridículo el empleo de la expresión “neutralidad” para
referirse al hecho educativo. Si ya resulta impensable calificar de
“neutrales” y ni siquiera de “objetivas” las informaciones de los medios de
comunicación, con mayor motivo será imposible hacerlo con respecto a la
formación característica de la educación. Por tanto, invocar la neutralidad

728
P. RIVAS PALÁ, “Laicismo y sociedad liberal. Notas sobre la prohibición del foulard islamique
en las escuelas francesas”, en Revista del Poder Judicial, núm. 73 (2.004), págs. 217 y sigs.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

para prohibir el uso del hijab en la escuela no es dar una verdadera


razón».729

Al margen de estas críticas, puede considerarse que, como ha sido


también señalado en sede de doctrina científica, en forma mayoritaria, la
solución francesa no es “exportable” a España.730

Si la aconfesionalidad, al menos en cuanto criterio único y exclusivo,


no se considera basamento suficiente como para imponer un ‘santuario
de la laicidad’ en nuestro País, queda referirnos a si una medida como la
prohibitiva del velo musulmán, y de otros signos religiosos, ya sea llevado
por profesores/as o alumnos/as puede constituir reivindicación de la
libertad de creencias, negativa, de otras personas (fundamentalmente:
profesorado y alumnado) y, correlativamente en el supuesto de menores
que no tengan suficiente madurez proporcionada al caso731, del derecho
de los padres a elegir para sus hijos la educación moral y religiosa acorde
a sus convicciones: En definitiva, y como puede fácilmente observarse, se
trata exactamente de los mismos argumentos empleados contra la
presencia de los denominados símbolos estáticos, y que en nuestro

729
P. RIVAS PALÁ, ibídem, pág. 226.
730
Cfr., al respecto, entre otros: A. MOTILLA DE LA CALLE, «El problema del velo islámico en
Europa y en España», en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. XX (2.004), pág. 104 ;
M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, con especial
referencia a la cuestión del velo islámico”, en Revista General de Derecho Canónico y Derecho
Eclesiástico del Estado, núm. 9 (septiembre, 2.005), del Portal Jurídico Iustel.com, pág. 26; M.J.
ROCA, “La jurisprudencia y doctrina alemana e italiana sobre simbología religiosa en la escuela
y los principios de tolerancia y laicidad. Crítica y propuestas para el Derecho español”, cit., pág.
285; F. REY MARTÍNEZ, “El problema constitucional del hijab”, en Revista General de Derecho
Constitucional, núm. 10 (2.010) , del portal jurídico Iustel.com.
731
Un buen número de autores ha puesto en “sobreaviso” acerca de la dificultad de
compaginar el derecho personalísimo del menor a su libertad de creencias con el derecho
atribuido a los padres para que sus hijos reciban la educación conforme a sus convicciones.
Puede destacarse al respecto la monografía de V. PUENTE ALCUBILLA, Minoría de edad,
Religión y Derecho, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2.001. Cfr. M. ALENDA
SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad religioso-culturales”,
en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, núm. 98 (2.003), págs.
194-200 y A. CASTRO JOVER, «Símbolos, ceremonias, manifestaciones religiosas y poderes
públicos», en VV.AA. (J. Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa
en España, Ministerio de Justicia, Madrid, 2.008, págs. 800 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

ordenamiento jurídico quedan plasmados en los arts. 16 y 27.3 de nuestra


Ley de leyes.

La anterior postura, sin embargo, no es unánimemente compartida.


Así, en opinión del Prof. Rodríguez de Santiago732, en relación a la
profesora y aunque no ofrezca más información en algunos aspectos que
refiere a este respecto, entiende que estos derechos sólo pueden argüirse
en un segundo plano: «Están en juego, en primer lugar, la dimensión
externa de la libertad religiosa de la profesora (art. 16.1 CE), que lleva el
pañuelo como manifestación de sus creencias, así como el derecho a
acceder en condiciones de igualdad, sin discriminación por razón de la
religión, a las funciones y cargos públicos (arts. 14 y 23.2 CE); y, frente a
ellos, la aconfesionalidad y la neutralidad del Estado (art. 16.3 CE), en cuya
estructura organizativa se integra la profesora y al que podría
considerarse que ésta imputa su actividad supuestamente no neutral
como docente en un colegio público. En un segundo plano (y sólo en
determinadas circunstancias, a mi juicio) podrían considerarse implicados,
también, el derecho de los padres de los alumnos que asisten al colegio a
que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo
con sus propias creencias (art. 27.3 CE) y la libertad religiosa de los niños
(art. 16.1 CE), en su manifestación negativa, esto es, el derecho que tiene
un tercero, frente a la libre manifestación de sus creencias por otro, “a no
creer, a no compartir o a no soportar los actos de proselitismo ajenos”.»

No llegamos a entender porqué la libertad religiosa sólo haya de


tener una consideración de carácter secundario, particularmente cuando,
tratándose de la presencia del crucifijo en el aula, sí se suele alegar una
interacción de esta libertad en primera plana. No ha de olvidarse que se
trata del derecho de la persona a su libertad de creencias, en su vertiente
negativa, la cual ampara el no tener que soportar el proselitismo de otras
personas, en el supuesto de que el mismo sea “abusivo o de mala

732
J.M. Rodríguez de Santiago, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto “religiosamente
incapaz”, cit., pág. 11.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

calidad”733. Obviamente, como dice el Prof. Alenda, se trata aquí del


problema de una colisión de derechos, la libertad de creencias, positiva,
de uno/s frente a la libertad de creencias, negativa, de otro/s. ¿Cómo se
resuelve esa colisión de derechos, que además son, absolutamente, de la
misma naturaleza? ¿Mediante el sacrificio por completo de uno de ellos?
En el balance o pulso parece que no debería salir vencedor ninguno de
ellos, porque el derecho es de la misma naturaleza en un caso y otro, lo
único que se trata de la vertiente positiva, en un caso, y negativa en el
otro y decantarse por un derecho parece que conlleva ineludiblemente el
sacrificio por completo del otro, pero, además, con un pleno carácter
recíproco o bidireccional. Y este conflicto, en principio, no parece que
tenga fácil solución, atendiendo a la jurisprudencia del máxime intérprete
de la Ley de leyes, si ambos derechos son exactamente de la misma
naturaleza; a menos que, por aplicación de otros principios, haya de darse
una consideración prevalente a uno u otro derecho. A este respecto
puede traerse nuevamente a colación la STC 141/2.000, de 29 de mayo,
que en aplicación del favor filii, estima preferente la libertad de formación
de la creencia del menor frente a la probable actividad proselitista de su
padre. Verdaderamente que la única forma de resolver el dilema, si no se
considera que las cosas han de permanecer igual en virtud del mutuo y
recíproco contrarresto de ambos derechos, es atender a una modulación
de los mismos que parta de argumentos, o principios, complementadores
de los anteriores, como podrían ser –y así ha sido esgrimido, según los
casos, para sostener o expulsar los signos religiosos del recinto escolar
público– el del pluralismo, la no discriminación, la tradición histórica,
tolerancia, paz confesional y neutralidad pública como integrantes de la
laicidad estatal, etc. Cuestiones que, indiscutiblemente, desembocan en
otras como son la de ¿quién puede medir el impacto que causan los signos
religiosos en los alumnos? ¿Quién es el juez o árbitro de la paz
confesional? Y es que si la presencia del símbolo “molesta”, habría que
preguntarse si puede también “molestar” la ausencia del mismo, o que se
imponga la misma ausencia. ¿Resulta neutral prohibir los símbolos?

733
Vid. las Sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 25 de mayo de 1.993
(caso Kokkinakis) y 24 de febrero de 1.998 (caso Larissis), entre otras.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Aparte de la relatada posición contraria a la presencia de cualquier


símbolo religioso en las aulas públicas, un análisis de las distintas
opiniones existentes en la doctrina científica, revela la existencia de tres
posturas sobre este particular, que resumidamente pasamos a examinar.

1.- En primer lugar, puede aludirse a la posición sustentada por los


partidarios de la posibilidad de la existencia de cualquier signo de carácter
confesional.
Por lo general, quienes sostienen que debe respetarse la simbología
religiosa estática, por no suponer la misma afrenta alguna a nuestro
ordenamiento jurídico, defienden igualmente –lo que podría considerarse
en absoluta coherencia con tal postura– que la vestimenta de este tipo de
indumentaria también ha de ser objeto de idéntico respeto, a salvo
siempre que pueda entrar en conflicto con el orden público: por ejemplo,
que pueda interferir en la seguridad de la clase de educación física.

El Prof. Cañamares Arribas, después de señalar que el conflicto, en


este supuesto, tiene lugar entre el ejercicio del derecho de libertad
religiosa de los alumnos y el principio de neutralidad escolar, considera
que «en el conflicto analizado, la neutralidad religiosa queda incólume, ya
que no podía deducirse un respaldo estatal a la confesión musulmana por
el hecho de que una alumna de un colegio público acudiera a las aulas
vestida con el velo islámico. De la misma manera tampoco padecieron los
derechos y libertades del resto de los miembros de la comunidad
educativa, ya que al menos, no se pudieron acreditar lesiones derivadas
del empleo del velo musulmán por parte de la estudiante. De esta
manera, cualquier limitación al ejercicio del derecho de la alumna a
manifestar externamente sus creencias hubiera supuesto una limitación
injustificada de su derecho de libertad religiosa»734; «con lo que habría
que concluir que sólo en aquellos casos en que se emplee como

734
S. CAÑAMARES ARRIBAS, «El empleo de simbología religiosa en España», en www.olir.it,
aprile, 2.005, pág. 11 y sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

instrumento de dominación, sometimiento, etc., se estarán excediendo


los límites razonables de ejercicio del derecho de libertad religiosa».735

Para el supuesto de que tal prenda sea llevada por la profesora,


considera Cañamares que una cosa es la manifestación o exteriorización
de las creencias, y otra distinta es que ello suponga un adoctrinamiento o
proselitismo fideístico. De producirse una situación de este último tipo sí
que podría considerarse afectada la libertad religiosa de otros alumnos,
así como el derecho de los padres a elegir la educación religiosa para sus
hijos, pero por el mero hecho de vestir el hiyab no se puede considerar
que se produzca ese padecimiento, ni que por ello se vulnere la
neutralidad exigida por la laicidad estatal.736

2.- Existe, por otro lado, un sector doctrinal que, pese a considerar
que el símbolo religioso estático no puede estar presente en el aula
pública, por contraste con la laicidad estatal, sin embargo sostiene que la
vestimenta religiosa es perfectamente llevable, sin que exista ninguna
razón para no hacer factible el ejercicio de la libertad religiosa, y ello
aunque se trate de una profesora, como no exista alguna razón más
poderosa para impedir esa llevanza; que no puede ser otra, a estos
efectos, que la de un proselitismo o adoctrinamiento indebido hacia los
alumnos.

735
S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, Aranzadi,
Navarra, 2.005, pág. 49 y sig.
736
Entre otros: S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado,
cit., págs. 48-51. M.J. ROCA, “La jurisprudencia y doctrina alemana e italiana sobre simbología
religiosa en la escuela y los principios de tolerancia y laicidad. Crítica y propuestas para el
Derecho español”, cit., pág. 290. J. FERREIRO GALGUERA, “Política del Gobierno en materia de
libertad religiosa e integración del Islam”, en VV.AA. (Z. Combalía, M.P. Diago Diago y A.
González-Varas, coords), Derecho islámico e interculturalidad, Iustel, Madrid, 2.011, págs. 394
y sigs., señala que “debiera prevalecer la libertad responsable de la profesora, que se podría
modular con el diálogo en supuestos concretos en los que se generase una conflictividad
especial. Esto es, en el caso de que concurriesen factores reales (el contexto social concreto
donde esté situado el instituto, una especial sensibilidad de los alumnos de los alumnos de ese
curso por acontecimientos determinados, etc.) se podría apelar a la flexibilidad de la profesora
mediante el diálogo en aras al interés supremo de la enseñanza. Sólo en esos supuestos cabría
una interpretación estricta de la neutralidad. Pero en ningún caso por razones caprichosas o
por meros prejuicios hacia una religión”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Para la Profª. Castro Jover debe de prevalecer el derecho a portar el


hiyab por parte de la profesora, a menos que su uso fuera acompañado de
adoctrinamiento hacia el alumnado. Y ello, entendiendo la neutralidad
como favorable a la pluralidad y a la diferencia en la escuela y su
proyección social. Por lo que, en definitiva, asevera que «el uso de un
signo de identidad religiosa, en el ámbito educativo, en sí mismo no es
contrario a la neutralidad que es garantía de la diferencia, a no ser que se
utilice como instrumento de ataque real y no meramente hipotético a los
valores constitucionales y democráticos».737
Posteriormente esta autora ha complementado su postura con la
siguiente consideración: «La actividad educativa tiene entre sus fines no
sólo el de enseñar sino también educar en los valores constitucionales. En
este marco normativo me pregunto qué efecto tendría para el alumnado
en formación que se impidiera a una profesora el uso de un signo
ostentorio de la religión a la que pertenece siendo una buena profesional
y ejerciendo su función docente con absoluto respeto de los derechos de
los demás; en mi opinión, prohibir a las profesoras llevar signos de
identidad ostentorios, transmite al alumno que hay religiones buenas y
malas y esa educación es contraria a los valores constitucionales por
discriminatoria».738

La cuestión, sin embargo, a nuestro juicio, consistiría en saber si


esos mismos argumentos pueden usarse en defensa del crucifijo, u otros
símbolos estáticos. Es cierto que en un supuesto la referencia es a un
signo que porta una persona, mientras que, en el otro, estamos hablando
de un objeto colocado en una pared, ¿pero qué transmite más a los
alumnos? ¿una profesora o un objeto inerte en una pared?

737
Cfr. A. CASTRO JOVER, La utilización de signos de identidad religiosa en las relaciones de
trabajo en el Derecho de Estados Unidos, Servicio de Publicaciones de la Facultad de Derecho
de la Universidad Complutense de Madrid, Jaén, 2.005, págs. 33 y sigs.
738
A. CASTRO JOVER, «Símbolos, ceremonias, manifestaciones religiosas y poderes públicos»,
en VV.AA. (J. Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa en España,
Ministerio de Justicia, Madrid, 2.008, pág. 813 y sig. En idéntico sentido, con intertextualidad
incluida, sin cita alguna: M.C. LLAMAZARES CALZADILLA, «Algunas reflexiones sobre el derecho
de libertad religiosa de los inmigrantes en España», en la obra colectiva (M. Balado Ruiz-
Gallegos, dir.), Inmigración, Estado y Derecho, Bosch, Barcelona, 2.008, pág. 302.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Si, según el razonamiento de la Profª. Castro, quitar el signo de


origen confesional transmite que la religión a la que pertenece es mala,
¿será que dejarlo transmitirá que esa Confesión (y, por tanto, la llevanza
del pañuelo) es buena? ¿Será, entonces, que si se ordena quitar el crucifijo
del aula, es porque este no merece estar ahí? ¿Por qué será? ¿No será que
se debe a que es mala la religión del símbolo quitado? En defensa de esta
divergencia, parece que se emplea el argumento de que es diferente la
situación de las cosas, en cuyo ámbito tiene lugar el establecimiento de
simbología estática, que el de las personas, que son quienes llevan la
vestimenta, y son las que poseen derechos en este sentido y no las frías
paredes de un aula escolar739. Pero, aparte de sentimientos y de lo que se
pueda transmitir respecto de los mismos; en términos jurídicos,
posiblemente que no habría que olvidar que los símbolos estáticos no
aparecieron en el aula por generación espontánea, sino que se supone
que los colocó quien tenía competencia –acaso dotada de potestad de
imperium– y, para este supuesto, ¿no existe la presunción de legalidad del
actuar administrativo?

3.- Finalmente, hay quien propugna que es necesario diferenciar


según quién sea la portadora del velo, entendiendo supuestos que se han
de traducir en resultados distintos el de la profesora que el de la alumna.
El caso de la profesora velada se estima que ha de equipararse al del
símbolo estático, en cuanto que si éste debe ser removido del aula pública
también el argumento debe alcanzar a la profesora que lleve el hiyab, en
cuanto que la misma está prestando el servicio o función pública de la
enseñanza, de manera que, en ese sentido, está “personificando” al
Estado.

739
Entre otros autores, la Profª. A. CASTRO JOVER, «Símbolos, ceremonias, manifestaciones
religiosas y poderes públicos», en VV.AA. (J. Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas
sobre Libertad Religiosa en España, cit., pág. 794, señala que «hay que distinguir entre las
personas que realizan una función pública que como tales personas deben ser amparadas en el
ejercicio de su libertad religiosa con las modulaciones exigidas por la función que desempeñan
y los edificios públicos que en cuanto cosas deben expresar la más absoluta asepsia».
Página | 395
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Así el Prof. Alenda, para quien, a salvo de que se trate de profesores


de una determinada religión en el concreto marco de esa enseñanza de
tipo confesional, considera que debe sostenerse la imposibilidad, en caso
de conflicto e incluso en cuanto posiblemente propiciadores del mismo,
del uso de signos religiosos por parte de los profesores, ya que en el
ejercicio de su función pública deben regirse por el principio de
neutralidad propio de tal tipo de actividades en relación con todos los
demás principios de los que debe revestirse la formación educativa.740

Aun cuando este argumento, en conjunción con otros, fue validado


por el Tribunal Europeo de derechos humanos en la Decisión de 15 de
febrero de 2.001, en el caso ‘Dahlab contra Suiza’, considerando ajustado
al art. 9 del Convenio Europeo de 1.950 la negativa del Estado helvético al
porte del velo islámico por parte de una profesora, entendemos que la
solución no es exportable a España, dado que no son idénticas las
concepciones que en uno y otro Estado se tienen respecto de la laicidad.
En consonancia con cuanto hemos sostenido al respecto de la posibilidad
de la permanencia del símbolo religioso en el aula pública, por no suponer

740
M. ALENDA SALINAS, “Libertad de creencias del menor y uso de signos de identidad
religioso-culturales”, en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense,
núm. 98 (2.003), cit., pág. 234. En el mismo sentido: M.J. CARAZO LIÉBANA, “A vueltas sobre la
jurisprudencia de los Tribunales Superiores de Justicia en torno a los símbolos religiosos en las
escuelas públicas: aplicación de la principal doctrina del TC y del TEDH”, en VV.AA. (M.
Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio
público, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011, pág. 297 y sig. También
la Profª M. Moreno Antón, Multiculturalidad y libertad religiosa del menor de edad, Fundación
Universitaria Española, Madrid, 2.007, pág. 163: “aunque ciertamente la neutralidad se predica
de la institución y no de las personas que la integran, si se considera que el profesor es un
miembro representantivo de la comunidad educativa, se le debe exigir una conducta personal
acorde con la neutralidad, lo que conlleva discreción en los atuendos indicativos de su
ideología, religión o creencias. Así parece entenderlo además el TC cuando dice que la
neutralidad de los centros públicos prohíbe a los docentes cualquier forma de adoctrinamiento
ideológico a los alumnos como única actitud compatible con el derecho de los padres a elegir
la formación de sus hijos. Aunque es discutible que la forma de vestir, por sí sola, pueda ser
calificada de acto proselitista o de adoctrinamiento, ya hemos visto que el TEDH califica el uso
del velo islámico por una docente como interferencia en las creencias religiosas de sus
alumnos incompatible con la imparcialidad de la escuela pública. Por eso, entendemos que el
juego conjunto de la neutralidad de los colegios públicos y la prohibición de adoctrinamiento
ideológico como garantía del derecho de los padres a elegir la formación de sus hijos,
justificarían la prohibición a los profesores de portar prendas ostensibles de pertenencia a una
determinada religión”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

ello afrenta al principio de aconfesionalidad estatal, entendemos que el


profesorado –y aun cuando se le venga cada vez más instituyendo como
autoridad pública741– puede portar simbología religiosa en ejercicio de su
libertad de creencias, siempre y cuando ello no afrente el orden público; y,
en este punto, mientras que el Prof. Aláez Corral únicamente refiere la
posibilidad limitadora/delimitadora del símbolo respecto del derecho a la
educación, que siempre considera prevalente742, la gran mayoría de la
doctrina entiende que también pueden tener esa eficacia restrictiva o
delimitadora tanto el derecho de libertad religiosa, en su dimensión
negativa, de los alumnos y el derecho de los padres reconocido en el art.
27.3 de la Carta Magna743. No obstante, a menos que haya una infracción
evidente, concreta y efectiva, de estos derechos del alumno/a o del de sus
padres, la regla general debe de ser la de la posibilidad de llevar
indumentaria religiosa por parte del profesorado744; al igual que los

741
Así, por lo menos, lo vienen haciendo distintas Comunidades autónomas. A título de
ejemplo, entre las últimas puede verse la Ley 7/2.010, de 20 de julio, de Educación de Castilla-
La Mancha, en su art. 16.4. (BOE núm. 248, de 13 de octubre de 2.010) y la Ley 2/2.011, de 1
de marzo, de autoridad del profesor y de la convivencia en los centros educativos de la
Comunidad Autónoma de La Rioja (BOE, núm. 66, de 18 de marzo de 2.011).
742
Cfr. su trabajo “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”, cit.,
especialmente las págs. 118 a 122, donde trata extensamente la cuestión, concluyendo que “el
uso de símbolos religiosos por los docentes de los centros públicos resultará amparado por su
libertad religiosa siempre que el mismo no distorsione el cumplimiento de la función educativa
en los términos de una neutralidad abierta y pluralista impuestos por los arts. 27.2 y 3 de la
CE”.
743
Así S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, cit., pág.
48, aunque sostiene que la imagen del profesor hacia los alumnos no interfiere en la libre
formación de la conciencia del menor, a no ser que se “valga de su condición de superior
jerárquico” para adoctrinar.
744
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”… cit., pág. 11 “no puede ser misión de la enseñanza transmitir a los
niños una imagen de «sociedad cerrada» que, de hecho, ya no existe. La neutralidad religiosa e
ideológica del Estado no puede entenderse como un distanciamiento negativo de éste frente
al fenómeno religioso, sino -en parte, al contrario- como un mandato positivo dirigido al sujeto
estatal de asegurar el espacio suficiente para el desenvolvimiento activo de la personal
convicción religiosa y de la realización del libre desarrollo personal en el ámbito religioso e
ideológico. Aunque sea innegable que la profesora imputa su actividad docente a la
organización jurídico-pública en la que se integra, es discutible que, en concreto, el uso del
pañuelo en las clases, como manifestación externa de una creencia religiosa personal, pueda
imputarse a alguien distinto de ella misma y, por ello, pueda entrar en conflicto con el
principio de neutralidad que excluye que el poder público imponga signos específicamente
religiosos.”
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

alumnos. A menos –excepción– que se incidiera en cualquiera de las


conductas que deberían ser proscritas con base en los criterios que, en su
día, señaló el Consejo de Estado francés en su Dictamen de 1.989, y que ya
pusimos de manifiesto.

Cuando se trata de los signos de pertenencia confesional llevados


por los alumnos, a fortiori, que debemos mantener idéntica postura, pues
se da, además, la circunstancia de que no concurre en ellos la condición de
empleado o funcionario público ni, en su caso, de autoridad pública; por lo
que su relación se desenvuelve entre particulares aunque la misma se
desarrolle en un lugar público, con una disciplina pública. En estas
circunstancias, hemos de coincidir con el Prof. Alenda cuando expone que
“hoy por hoy, la vestimenta del hijab, incluso la del chador, si ello
responde al ejercicio de la libertad de creencias, como una manifestación
de adecuación del comportamiento de la persona a tales convicciones, no
puede encontrar otra limitación que la necesaria para el mantenimiento
del orden público protegido por la ley. No nos parece que la afrenta al
orden público pueda venir por el simple hecho de llevar el pañuelo,
incluso aunque identifique a su portadora con una determinada confesión
religiosa e implique, en su caso, una cierta actividad proselitista, pues lo
mismo habría que decir de quienes llevan una cruz o un crucifijo, o bien un
gorrito (kippah) u otros signos cristianos o judíos […] en las relaciones
entre particulares, las actitudes de los individuos se neutralizan
recíprocamente en nombre del pluralismo. En este sentido, puede traerse
a colación alguna resolución judicial que permite a cierto colectivo de
presos utilizar una camiseta con un concreto anagrama reivindicativo,
pues se estima que tal prenda de vestir no había alterado en el caso en
cuestión la normal convivencia en el centro penitenciario o afectado a su
seguridad. Es necesario resaltar que estamos en el ámbito de las
denominadas situaciones de especial sujeción, del que no pueden
sustraerse otros internos”.745

745
M. ALENDA SALINAS, “La presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, con especial
referencia a la cuestión del velo islámico”, en Revista General de Derecho Canónico y Derecho
Eclesiástico del Estado, núm. 9 (septiembre, 2.005), del Portal Jurídico Iustel.com., pág. 24 y
sig. Acompaña en su razonamiento, el citado autor, los Autos de la Audiencia Provincial de
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

b) COLEGIOS CONCERTADOS

La generalidad de la doctrina científica considera que la libertad de


creencias ampara el derecho a la manifestación de simbología de
naturaleza personal, siempre y cuando no se incurra en conductas que
atenten contra el orden público, caracterizado por cuantas actitudes
proscribía el Conseil d’Etat galo, en su citado Dictamen del año 1.989746, si
bien ha de tomarse en consideración la posible eficacia limitadora de la
libertad religiosa por parte del ideario –que siempre ha de ser conocido
por la comunidad educativa747. Ello tal vez explique las actuaciones
concretas, que hemos referido, que han primado ese ideario, dando lugar,
incluso, a la expulsión de alumnas a quienes se ha vetado que pudieran
asistir al centro ataviadas con el hiyab. Ahora bien, como quiera que el
ideario debe, a su vez, ser modulado por la neutralidad que pueda venir
exigida por la publicidad derivada del concierto ha de estimarse que “el
perjuicio que causaría a cualquier ideario o carácter propio imaginables el
hecho de que unas cuantas niñas asistan con pañuelo a clase sería
irrelevante o mínimo y no justificaría el sacrificio del derecho de éstas a la
vertiente externa del derecho fundamental”748. En este sentido, la Profª.
Holgado González considera que “una prohibición general, indiscriminada,
de esos otros símbolos podría suponer una restricción desproporcionada
de la libertad religiosa de aquellos alumnos del centro que no compartan
el ideario […] esa prohibición sólo tendría sentido cuando quedase
fehacientemente acreditado que el ejercicio del derecho a exhibir el
símbolo compromete la difusión del ideario –la facultad del centro de
evidenciar que la educación que se imparte está imbuida de los
postulados de una concreta confesión– o cuando el símbolo suponga un

Madrid –Sección 5ª– de 29 de septiembre y 28 de octubre de 1.999 (ARP 1.999/4.549 y 5.054,


respectivamente).
746
B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”,
cit., pág. 123, sostiene que el alumno puede llevar símbolos religiosos en cuanto expresión de
lícita discrepancia, pero no en cuanto que suponga ataque directo al ideario o apología de su
confesión.
747
S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, cit., pág. 51 y
sig.
748
J.M. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, «El Estado aconfesional o neutro como sujeto
“religiosamente incapaz”… cit., pág. 11.
Página | 399
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

ataque abierto, directo, a ese ideario”749. En la práctica, sin embargo, se


ha optado por las Administraciones Públicas en que han acaecido
conflictos de este tipo por asignar a las alumnas un nuevo centro,
normalmente en estos casos, de titularidad pública, donde no haya
problemas en acudir a clase con el velo.

“Distinta puede ser la solución del conflicto –dice el Prof. Rodríguez


de Santiago, en referencia a la profesora velada– en el caso de los colegios
privados concertados, en los que un específico ideario o carácter propio
puede entrar en colisión con el derecho de la profesora e imponerse de
forma tal que no se permita la utilización del pañuelo como manifestación
externa de la religión islámica. Ese signo externo constituye un acto
manifiesto para todos los miembros de la comunidad educativa que
podría justificar la prevalencia de un determinado elemento del ideario, si
éste fuera incompatible («contrario» o «no ajustado», en la terminología
de la Sentencia del Tribunal Constitucional 47/1.985, F.J. 4) con el
contenido ideológico significado que habría detrás de aquel símbolo (por
ejemplo, la supuesta imagen que transmite de la posición social y familiar
de la mujer)”750, si bien parece ser mayoritaria la postura que defiende la
posibilidad el uso de simbología por el profesorado, que sólo les podría ser
vedado en cuanto que “les hiciese incapaces de desempeñar
correctamente sus funciones educativas de conformidad con el proyecto
del centro, la CE y la Ley, o conllevase, al igual que en los centros privados,
un ataque abierto y directo contra su ideario”751, o se prevaliesen de su
superioridad jerárquica para adoctrinar.752

749
M. HOLGADO GONZÁLEZ, “Alcance y límites del derecho a la simbología religiosa”, en
VV.AA. (M. Revenga Sánchez, G. Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el
espacio público, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011, pág. 276 y sig.
750
Ibídem.
751
B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”,
cit., pág. 124.
752
S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa, Simbología y Laicidad del Estado, cit., pág. 51 y
sig.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

c) COLEGIOS PRIVADOS

En principio, como dice el Prof. Aláez, ni alumnos ni profesores


pierden sus derechos, si bien habrán de modularse por la eficacia
vinculante del ideario y las posibles normas de régimen interno del centro,
de modo que, parece razonable, que puedan prohibirse símbolos
confesionales que resulten incompatibles con otros propios del centro
(piénsese en un símbolo satánico en un colegio católico); sin embargo,
según este mismo autor, no se pueden vedar símbolos religiosos si el
colegio no tiene un ideario de esta naturaleza753. Esta última afirmación
sólo nos parece aceptable en el supuesto de que el colegio careciese de
ideario, pero no cuando lo tuviese marcadamente definido en el sentido
de establecer una impronta de tipo más que laica, laicista, dado que, en
este caso un signo confesional sería contrario al mismo, siendo que el
alumnado estaría obligado por la disciplina y orden propios del centro, al
que se supone asiste con conocimiento de causa, siendo que aquél o sus
padres lo han buscado de propósito.

En cuanto al uso de simbología religiosa por el profesorado,


entiende el Prof. Aláez que constituye un comportamiento que afecta a su
función docente, lo que justifica la exclusión del ámbito de protección del
ejercicio de su libertad religiosa cuando le impida desempeñar su función
docente conforme al ideario del centro. En cambio, cuando el uso de
signos confesionales no afecte a su función docente, pero sean contrarios
al ideario propio del centro, tal actitud habrá de tenerse por igual a las
conductas externas al centro, en cuyo caso sólo pueden ser tomadas en
consideración excepcionalmente: cuando se trate de un ataque abierto o
solapado al ideario del centro, tal y como ha sentado la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional, llegando en sus extremos a poder darse lugar a la
rescisión de la relación con el centro escolar754. Parece, en efecto, que
debe coincidirse con este planteamiento, a la vista de la Directiva

753
B. ALÁEZ CORRAL, “Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar”,
cit., págs. 113 y sigs.
754
B. ALÁEZ CORRAL, ibídem, pág. 116 y sig. Cfr. S. CAÑAMARES ARRIBAS, Libertad Religiosa,
Simbología y Laicidad del Estado, cit., pág. 46.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

2000/78/CE, de 27 de noviembre, relativa al establecimiento de un marco


general para la igualdad de trato en el empleo y la ocupación, que
estableciendo la prohibición de discriminación por motivos religiosos o de
convicción, señala una excepción cuando las diferencias de trato basadas
en una característica, constituyan un requisito profesional determinante
de la prestación a realizar, o se desarrolle en el ámbito de una
organización cuya ética se base en la religión o en la ideología. En
consecuencia con lo anterior, la Directiva de referencia establece que en
dichas organizaciones o para ciertas actividades de carácter ideológico, se
podrán exigir de acuerdo con la legislación nacional, una actitud de lealtad
y buena fe hacia la ética de la organización, por parte de las personas que
trabajen en su ámbito. La citada Directiva se refiere expresamente a las
iglesias, como paradigma de este tipo de organizaciones y de sus
peculiares características como instituciones o entidades, cuyo fin
principal consiste en la difusión de un determinado mensaje de contenido
ideológico o religioso o una determinada concepción del mundo y la vida.

2.2. LA SIMBOLOGÍA ‘DINÁMICA’ EN LAS UNIVERSIDADES

No conocemos que se haya producido una especial problemática en


este campo, por lo que parece que se ha tomado con bastante naturalidad
que sean ya bastantes las universitarias musulmanas que acuden al
campus vistiendo la indumentaria propia de su identidad religioso-
cultural. Esta situación contrasta, especialmente, con la que se vive en
Turquía, tal y como ya hemos relatado, donde la prohibición universitaria
del velo ha sido ratificada hasta por el Tribunal de Estrasburgo, y no sólo
por lo que respecta a la asistencia a clase755, sino incluso en lo que
respecta a las fotografías que han de identificar a las estudiantes a efectos

755
Se han ocupado del estudio de esta problemática, entre otros: M. MORENO ANTÓN,
“Proyección multicultural de la libertad religiosa en el ámbito escolar”, en Revista General de
Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, núm. 10 (febrero, 2.006), del portal
jurídico Iustel.com; J. MARTÍNEZ-TORRÓN, “La cuestión del velo islámico en la jurisprudencia
de Estrasburgo”, en Derecho y Religión, Vol. IV (2.009), accesible en
www.deltapublicaciones.com/derechoyreligion/gestor/archivos/07_10_41_980.pdf; L.
MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Estudios sobre libertad religiosa, Edit. Reus, Zaragoza, 2.011,
págs. 201-217.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

administrativos. Así, ya sendas Decisiones de la Comisión, de 3 de mayo de


1.993 (Karaduman contra Turquía y Bulut contra Turquía), establecieron:
“La Commision considère que le statut d’etudiant dans una université
laïque implique, par nature, la soumission à certaines règles de conduite
établies afin d’assurer le respect des droits et libertés d’autrui. Le
règlement d’une université laïque peut prévoir également que le diplôme
qu’on fournit aux étudiants ne reflète en aucune manière l’identité d’un
mouvement s’inspirant d’une religion et auquel peuvent participer ces
étudiants”.756

II. OTROS ÁMBITOS

Los episodios afectantes a los signos de origen confesional,


presentes en espacios públicos, que van salpicando la realidad española
son cada vez más numerosos, habiéndose sucedido en diferentes ámbitos,
además del educativo; variada problemática que tratamos de atender a
continuación, sin que pueda ser el examen completamente exhaustivo de
la misma, dada la muy diversa amplitud existente en la materia.

1. COLEGIOS PROFESIONALES (ABOGACÍA)

En el seno de distintos colegios profesionales, especialmente el de


los de abogados, se han producido algunos sucesos poniendo en tela de
juicio la presencia de simbología religiosa en los mismos, bien sea de la
denominada “estática”, bien de la que tendría un sentido más
propiamente institucional de la corporación; habiendo dado lugar, en este
último caso, al primer pronunciamiento explícito del Tribunal
Constitucional sobre la materia, con toda la trascendencia que ello
conlleva. Ha sido la costumbre tradicional española de adoptar el
patrocinio de determinados santos por parte de agrupaciones colegiales
profesionales la que ha sido objeto de contestación ante el foro.

756
Pueden consultarse en el sitio del Osservatorio delle libertà ed istituzioni religiose
(www.olir.it).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

El primer asunto resuelto judicialmente, en este sentido, fue el


relativo a los Estatutos del Colegio de Abogados de Valencia, al acogerse
en el mismo la corporación al patronato de determinados Santos de la
religión católica, si bien expresamente se hacía constar en la norma
estatutaria que ello era debido a razones de tradición.

La Sentencia del Tribunal Supremo de 16 de noviembre de 1.994757,


aborda la cuestión litigiosa desde la perspectiva de los arts. 14 y 16 de la
Carta Magna. Según el Alto Tribunal, el art. 5 del Proyecto de Estatuto del
Colegio de Abogados de Valencia no vulnera los preceptos
constitucionales señalados, puesto que el hecho de formularse que dicho
Colegio, “conforme a su tradición queda bajo el particular amparo de la
Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María o de acogerse al
Patronato general de San Raymundo de Peñafort no implica en absoluto
discriminación alguna por razón de religión ni afecta a la libertad
ideológica, religiosa o de culto de los componentes del Colegio ni a
terceros, ya que tal genérica tradicional advocación a nada ni a nadie
obliga ni condiciona para profesar o practicar cualquier religión o creencia,
ni para nada quedan restringidas o coartadas las libertades ideológica,
religiosa y de culto”.758

En los últimos Estatutos elaborados para el Colegio Valentino,


aprobados por Resolución de 14 de junio de 2.003, de la Directora
General de Justicia de la Consellería de Justicia y Administraciones
Públicas de la Comunidad Valenciana759, posiblemente para evitar este
tipo de problemas, o bien de dejar constancia expresa de la razón,
tradicional, de todo ello, en la Exposición de Motivos de los propios
Estatutos –incorporados como anexo a la Resolución– se recoge la historia

757
Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª), de 16
de noviembre de 1.994, en Base de Datos Westlaw Premium (RJ 1.994/8.822).
758
F. de D. 4º.
759
Resolución de 14 de junio de 2.003, de la Directora General de Justicia de la Conselleria de
Justicia y Administraciones Públicas, por la que se resuelve inscribir en el Registro de Colegios
Profesionales y Consejos Valencianos de Colegios Profesionales, la modificación de los
Estatutos del Ilustre Colegio de abogados de Valencia. (Identificador en el Diario Oficial de la
Comunidad Valenciana: 2.004/X6.836).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

colegial relativa al patronato católico, haciendo referencia explícita a la


citada Sentencia del Tribunal Supremo760. En definitiva, en el art. 4 de los
Nuevos Estatutos se establece, bajo el título ‘Tratamiento, emblemas y
patrocinio’, que “El Colegio de abogados de Valencia […] Sin perjuicio de
acogerse al patrocinio general de San Raimundo de Peñafort, queda,
conforme a su tradición, bajo el particular amparo de la Inmaculada
Concepción de la Santísima Virgen María”.

Un supuesto paralelo al del Colegio valenciano se ha suscitado


bastante tiempo después en el Colegio de Abogados de Sevilla, donde un
abogado ejerciente, Sr. Bosch, se ha venido oponiendo al patronazgo
mariano incluido en sus Estatutos.

La cuestión se suscitó a principios del año 2.004, pronunciándose el


decano del citado Colegio, Sr. Gallardo, por el mantenimiento de tal
patrona, resaltando que los Estatutos dejan muy claro que el colegio es
aconfesional, si bien se mantiene la protección de la Virgen "por una
tradición secular de 300 años", además de que otros colegios, como el de
Málaga, han aprobado designaciones similares y que la Junta Directiva
consultó la legalidad de la inclusión al Consejo General de la Abogacía
Española. En concreto, el Estatuto General aprobado, en su art. 2,
proclama que el Colegio de Abogados de Sevilla es una entidad
aconfesional pero añade que "por secular tradición tiene por patrona a la
Santísima Virgen María en el Misterio de su Concepción Inmaculada".761
Habiéndose sometido tal cuestión a la voluntad de los colegiados, en
Asamblea General, ésta se decantó porque la Inmaculada siguiese como
patrona de los abogados sevillanos por 124 votos contra 24.762

760
De lo que ya dejamos constancia suficiente en el Capítulo II de este trabajo.
761
Según noticia procedente de la Agencia EFE, fechada el 27 de enero de 2.004, el decano del
Colegio de Abogados de Sevilla, José Joaquín Gallardo, defendió hoy el mantenimiento de la
Inmaculada Concepción como patrona de la entidad porque lo es desde 1.706 y aseguró que la
Junta de Gobierno "ha medido con exactitud jurídica y sociológica" la nueva redacción de sus
estatutos.
762
Agencia EFE, 2 de febrero de 2.004.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

No conforme con ello, el colegiado disidente acudió a la vía judicial.


La Sentencia de 21 de marzo de 2.005, del Juzgado de lo Contencioso-
Administrativo núm. 1 de Sevilla763, sin embargo ha declarado ajustada a
Derecho la Orden de la Junta de Andalucía de 26 de abril de 2.004, que
aprobó dichos Estatutos, en los que se establece que tal Corporación es
aconfesional, si bien por secular tradición tiene por Patrona a la Santísima
Virgen María, en el Misterio de su Concepción Inmaculada; señalando la
conformidad del Patrocinio Colegial a los principios constitucionales de
libertad religiosa y aconfesionalidad estatal, por su compatibilidad con las
razones históricas o tradicionales que lo propugnan.

El Juzgado sevillano, sin referencia alguna a la ya reseñada sentencia


del Tribunal Supremo, decisoria de un tema exactamente idéntico, sin
embargo se apoya en la Sentencia de 13 de marzo de 2.003, del Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía, que rechazó la denuncia de que la
incorporación del término “Mariana” al lema de la ciudad de Lucena
suponía una vulneración de la libertad ideológica y religiosa y del carácter
aconfesional del Estado, constitucionalmente garantizado764. En concreto,
se emplea por el Juzgado la siguiente argumentación: «el patronazgo en
cuestión no hace caer en confesionalidad religiosa al Colegio de Abogados
de Sevilla ni supone la vulneración de la libertad religiosa, al no imponer
ninguna confesión, sino que se limita a recoger un hecho histórico
relevante, con independencia de su mayor o menor grado de misterio,
circunstancia que se considera irrelevante dado el carácter con el que se
recoge la advocación mariana pues no constituye la imposición de un

763
Y no de 18 de marzo, como equivocadamente consta en la Base de Datos de Westlaw
Premium (RJCA 2.005/275), dato que podemos contrastar al haber manejado el original de
esta resolución judicial por cortesía del Letrado Sr. Bosch Valero; nuestro agradecimiento por
su muy amable atención hacia nosotros. La Base de Datos induce también a confusión [en la
que parece haber incurrido, si bien hay que advertir que no señala fuente de consulta, J.
BUXADÉ VILLALBA, “La objeción de conciencia en la función pública”, en VV.AA. (I. Sancho
Gargallo, dir.), Objeción de conciencia y función pública, Estudios de Derecho Judicial, núm. 89,
Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 2.007, pág. 177] acerca de si quien resuelve es el
Juzgado o el Tribunal Superior de Justicia.
764
Sentencia de 13 de marzo de 2.003 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, con sede
en Sevilla (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 1ª). Puede consultarse en la Base de
Datos de Iustel (www.iustel.com).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

dogma de fe a los colegiados ni se tiene en cuenta su comprensión para el


hecho de estar en esa situación ni en definitiva se vulnera el principio
constitucional de libertad religiosa pues el demandante no ha expuesto
situación alguna derivada del patronazgo que denuncia por el que deba
entenderse vulnerado».765

Con estos antecedentes, no es de extrañar que el Tribunal Superior


de Justicia andaluz, en Sentencia de 25 de abril de 2.006766, confirmara la
del Juzgado prácticamente por sus propios fundamentos, sin que se aluda
no ya a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional dictada en la materia
con carácter general, sino tampoco siquiera al antecedente que sobre el
particular había sentado el Tribunal Supremo en su Sentencia ya
mencionada de 16 de noviembre de 1.994.

La resolución en cuestión se limita a señalar, por lo que al tema se


refiere, que se aceptan los razonamientos jurídicos de la sentencia
apelada, «al avalar su decisión respecto a que declarada la
aconfesionalidad del Colegio de Abogados, el patronazgo de la Virgen
María en una concreta advocación, por secular tradición (más de tres
siglos de historia), carece de transcendencia vulneradora de sus derechos
a la libertad religiosa y de igualdad.
»En efecto, el reconocimiento de una tradición histórica, aunque
vinculada a un hecho religioso, no implica discriminación por razón de
religión, ni afecta a la libertad ideológica, religiosa o de culto, porque no
impone creencia, culto o práctica religiosa, ni por supuesto la coarta o
restringe.
»Tampoco la seguridad jurídica se ve resentida, porque la redacción
del precepto, no deja lugar a dudas sobre la aconfesionalidad del Colegio
de Abogados y “el Misterio” al que se refiere el apelante, es una mera
advocación mariana, no la incorporación de un dogma de fe a las normas

765
F. de D. 2º.
766
Resolución, en cuestión, que hemos podido manejar por gentileza del Letrado recurrente,
Sr. Bosch Valero; nuestro agradecimiento.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

colegiales, siendo sus disquisiciones ajenas por completo al ámbito del


Derecho.
»Por lo demás y en cuanto a la presunta discriminación sufrida por
la organización de la fiesta colegial, como afirma el Letrado que
representa al Colegio, el Estatuto no obliga ni a convocar la tradicional
fiesta anual ni a hacerlo bajo la tradicional leyenda “en honor de nuestra
Patrona Inmaculada Concepción” (Se trataría de acuerdos colegiales
impugnables independientemente). En cualquier caso ni se impone la
asistencia, ni ello afecta a su libertad religiosa, pues con independencia de
la leyenda, se trata de un acto festivo de carácter colegial, no religioso,
donde cada cual como no puede ser de otra manera goza de todas las
libertades y derechos constitucionalmente incluidos la libertad ideológica,
religiosa o de culto».767

La contienda judicial no terminó ahí, pues el Sr. Bosch acudió, en


amparo, ante el Tribunal Constitucional, habiendo sido resuelta,
recientemente, por éste, en su Sentencia 34/2.011, de 28 de marzo de
2.011768. La importancia de esta Sentencia es trascendental al constituir la
primera ocasión en la que el alto Tribunal se pronuncia directa y
explícitamente acerca de un tema de simbología religiosa, con presencia
en una institución de carácter público, y su relación con la libertad
religiosa y la aconfesionalidad del Estado; rechazándose, en la misma y
con carácter de unanimidad por los miembros del Tribunal, que se
violente la libertad religiosa del demandante, tanto en su vertiente
objetiva como subjetiva.

En cuanto al primer aspecto, relativo a la dimensión objetiva de la


libertad religiosa, podemos resumir las consideraciones del alto Tribunal
de la siguiente forma:
1.- El colegio de abogados, en cuanto que colegio profesional y en
su cualidad de corporación de derecho público, está vinculado por el

767
F. de D. 1º.
768
Tribunal Constitucional, Sala Segunda. Sentencia 34/2.011, de 28 de marzo de 2.011 (BOE,
núm. 101, de 28 de abril de 2.011).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

mandato de neutralidad, derivado de la aconfesionalidad, que alcanza a


todos los poderes públicos.
2.- La significación del símbolo no puede hacerse depender, al
menos exclusivamente, de quien lo percibe para fundamentar una
vulneración de su libertad religiosa.
3.- La secularización que se ha ido produciendo en nuestra sociedad,
por transcurso temporal, afecta en muchas ocasiones al significado
primigenio del signo.
4.- En el precepto estatutario tildado de inconstitucional la
corporación explica el significado del símbolo, aludiendo a la conservación
de un sentimiento de sentido tradicional.
Por todo ello, en las circunstancias concurrentes, afirma el alto
Tribunal: «fácilmente se comprende que cuando una tradición religiosa se
encuentra integrada en el conjunto del tejido social de un determinado
colectivo, no cabe sostener que a través de ella los poderes públicos
pretendan transmitir un respaldo o adherencia a postulados religiosos;
concluyéndose así que, en el presente caso, el patronazgo de la Santísima
Virgen en la advocación o misterio de su Concepción Inmaculada, tradición
secular del Colegio de Abogados de Sevilla, no menoscaba su
aconfesionalidad».

Tampoco considera el Tribunal Constitucional que un precepto del


tipo analizado suponga una vulneración de la libertad de creencias del
demandante de amparo, ésta vez en su vertiente subjetiva, y ello por
varias razones:

1) No le vincula para realizar actos concretos en contra de su


creencia, circunstancia ésta que sí sería desconocedora de su derecho a la
libertad religiosa.

2) No se alcanza a ver en qué afecta a su claustro íntimo de


creencias la disposición colegial, siendo que el recurso de amparo protege
frente a vulneraciones reales y efectivas de derechos fundamentales y no
contra lesiones simplemente temidas de tales derechos.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

3) Es difícil, o altamente improbable, que un signo de carácter


pasivo pueda influenciar en el ámbito de las creencias personales de
alguien, conclusión alcanzada con sustento en la Sentencia del Tribunal
Europeo de derechos humanos, caso Lautsi y otros contra Italia, de 18 de
marzo de 2.011.

Finalmente, y frente a la denuncia de desigualdad que imputaba el


demandante al precepto estatutario, «al primar las creencias religiosas de
un determinado grupo, imponiéndolas al resto y discriminando a quienes
mantienen otras creencias o carecen de ellas», la misma es también
rechazada por el alto Tribunal, dado que «la posibilidad de que la
corporación asuma signos de identidad que, desprovistos de una
significación religiosa incompatible con el art. 16 CE, fueran en su origen
propios de una u otra confesión o de ninguna, es algo que sólo a la
corporación corresponde decidir democráticamente (art. 36 CE),
considerando cuáles son las señas de identidad que de forma más
oportuna o conveniente cumplen la función integradora o representativa
buscada, o lisa y llanamente, satisface o responde mejor a las
sensibilidades y preferencias de diversa índole de quienes con su voto
mayoritario contribuyan a la aprobación de los elementos representativos
de la institución (en este sentido, STC 130/1.991, de 6 de junio, FJ 5); y
que, en tanto se configuren como tradiciones, han de gozar de la
protección pretendida por el preámbulo de nuestra Constitución».769

La doctrina del Tribunal que hemos resumido deja claro que el


máximo hermeneuta constitucional no comparte en su totalidad posturas
como la propugnada por cierto sector doctrinal que, a salvo la excepción
de la secularización del símbolo religioso, sostienen, como regla general, la
contrariedad del mismo con el principio de laicidad estatal y la vulneración
de la libertad religiosa.770

769
F.J. 6.
770
J.M. CONTRERAS y O. CELADOR ANGÓN, “Laicidad, manifestaciones religiosas e
instituciones públicas”, cit., pág. 45 y sig.: «Salvo en los supuestos en que el símbolo haya
resultado “secularizado” en su uso institucional, la presencia de símbolos religiosos en centros
públicos debe reputarse inconstitucional por vulnerar el derecho de la libertad de conciencia
Página | 410
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Por el contrario, la citada jurisprudencia resulta más próxima a la


posición mantenida por otro sector de la doctrina, que, en su
representación más extrema ha sido formulada por autores como Ollero
Tassara y Prieto Álvarez, y que afirma el valor de la decisión democrática a
la hora de poder conformar la voluntad colectiva de la presencia pública
de símbolos incluso con significado religioso, y aunque no estuvieran
secularizados.771

En efecto, parece que, frente al alegato de la discriminación que


representa la presencia de un símbolo de una determinada confesión
respecto de otras confesiones religiosas, el Tribunal Constitucional señala
que, siempre que no se trate de elementos de significación religiosa
incompatibles con la Carta Magna, lo que manda es la fuerza de los votos,
ejercida democráticamente. La dificultad de esta afirmación radica,
precisamente, en la indefinición acerca de lo que habría que entender por
“signos de identidad de significación religiosa incompatibles con la
Constitución”, que no deja de introducir un elemento de distorsión, o, al
menos, una llamada a la discusión por la dificultad intrínseca que pueda
alcanzar al símbolo de indudable sentido religioso y al que no lo es.
Posiblemente, entendemos que el alto Tribunal quiera referirse a un
símbolo religioso desprovisto de cualesquiera elemento en virtud del cual
pudiera considerársele haber sido afectado por la secularización. Sin
embargo, a nuestro juicio, el origen confesional de un símbolo pierde tal
carácter desde el momento en que haya sido adoptado por una institución
ajena al ámbito de lo religioso, lo que por definición alcanza a las

de las personas que no se identifican con la religión del símbolo religioso; amén de la
confusión que se produce entre fines estatales y religiosos y que resulta contraria al principio
de laicidad del Estado (cfr. SSTC 24/1.982, FJ 1, y 177/1.996). Por nuestra parte, entendemos
que la presencia de simbología religiosa estática en los centros públicos […] habría que
retirarlo, toda vez que podría interpretarse como una adhesión de los centros públicos a una
determinada y concreta cosmovisión religiosa, produciéndose una confusión entre fines
religiosos y estatales que resultaría contraria al principio de neutralidad de las estructuras
públicas ante los contenidos ideológicos, así como al principio de libertad de conciencia, que
impone el respeto por las convicciones de los demás».
771
En sus monografías, respectivamente: Un Estado Laico. La libertad religiosa en perspectiva
constitucional, Thomson-Aranzadi, Navarra, 2.009 y Libertad religiosa y espacios públicos
(Laicidad, pluralismo, símbolos), Civitas – Thomson Reuters, Navarra, 2.010.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

instituciones públicas de cualquier naturaleza que sean; en otro caso, no


se habría salido nunca de la confusión de funciones públicas y religiosas
que veda el principio de aconfesionalidad, según la hermenéutica del
Tribunal Constitucional.

Para terminar, cabe señalar que la alusión por el propio Tribunal


Constitucional a su Sentencia 130/1.991 confirma también la
interpretación favorable a la compatibilidad de la representación público-
religiosa con la aconfesionalidad, que algunos autores habían ya
mantenido con base en aquélla.772

Todavía en tiempos más recientes, se ha vuelto a discutir la


adecuación a Derecho del patronato –encomendado a San Raymundo de
Peñafort– del Colegio de abogados de Murcia; así como que, por parte de
éste, se dispusiese, el 11 de enero de 2.010, la celebración de la festividad
en su honor así como la celebración de misa en memoria de los colegiados
fallecidos. El letrado Sr. Mazón y otro, en su peculiar “cruzada” contra
símbolos católicos se opuso a tales actos, recurriendo contra la
desestimación presunta de su reclamación por parte del Colegio
murciano, finalmente resuelta expresamente por el Consejo General de la
Abogacía española, el 6 de mayo de 2.011. Los reclamantes han venido
esgrimiendo la inadecuación de las resoluciones recurridas con la doctrina
establecida por la denominada Sentencia Lautsi I773, y su particular visión
de la aconfesionalidad del Estado.

El recurso fue desestimado, en primera instancia, por el Juzgado de


lo Contencioso Administrativo núm. 1 de Murcia, en sentencia núm.
525/2.010, de 10 de noviembre de 2.010 y, posteriormente, en la

772
Entre otros: M. ALENDA SALINAS y M. PINEDA MARCOS, “La manifestación de religiosidad
como motivo de conflictividad”, en Cuadernos de Integración Europea, núm. 7 (diciembre,
2.006), pág. 91.
773
No deja de resultar paradójico que a los quejosos no les haya importunado estar
representados causídicamente por una Procuradora apellidada “Cruz”, según consta en la
sentencia del caso.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

apelación por el Tribunal Superior de Justicia de Murcia, en su Sentencia


832/2.011, de 25 de julio de 2.011.774

Es de lamentar que no se haya publicado la sentencia del Juzgado


de instancia775, ya que la sentencia del Tribunal no viene sino a confirmar
por sus propios fundamentos la misma; debiendo ser objeto de crítica que
la del Tribunal no haga más que referirse a las sentencias dictadas por
otros órganos judiciales, e incluso por el propio Tribunal murciano
(sentencia del caso del belén) y, especialmente, con transcripción de
varios fundamentos jurídicos de la Sentencia del Tribunal Superior de
Justicia –Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 9ª– de Madrid de
20 de mayo de 2.011776, pero no se diga nada de la doctrina de la
Sentencia del Tribunal Constitucional 34/2.011, de 28 de marzo, y ello
pese a mencionarse en la resolución murciana que ésta ya se había
dictado, más cuando los recurrentes solicitaban la suspensión del término
para dictar sentencia hasta que recayera el pronunciamiento del
Constitucional.

Dejando para más adelante referirnos a esta sentencia del Tribunal


madrileño, conviene más hacer referencia, como cuestión novedosa que
no conocemos se haya suscitado en ninguna otra ocasión, que los
quejosos consideraban que el supuesto en litigio no podía ser juzgado por
un católico, por lo que en primera instancia y por medio de otrosí instaban
la abstención del juzgador en el caso de que concurriera tal circunstancia.
Tal vez esta prevención viniera dada por el hecho de que al referido
patrono le venían atribuidas por los recurrentes expresiones tales como la

774
Tribunal Superior de Justicia de Murcia (Sala de lo Contencioso-Administrativo. Sección 2ª)
Sentencia núm. 832/2.011, de 25 de julio de 2.011; Pte.: Sra. Martín Sánchez (Id Cendoj:
30030330022011100829).
775
Una referencia a la misma en L. RUANO ESPINA, “Supuestos de intolerancia y discriminación
contra los cristianos en España”, en documento que hemos hallado en la Red y se data en
Bruselas, Parlamento Europeo, 16 marzo 2.011, pág. 3 y sig.
776
Sentencia núm. 405/2.011 del Tribunal Superior de Justicia –Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 9ª– de Madrid, de 20 de mayo de 2.011; Pte.: Sr. Massigoge Benegiu
(Id Cendoj: 28079330092011100384), que resuelve el denominado caso del Cristo de
Monteagudo.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

de ser un tirano y un patrón inquisidor, con el consiguiente


desmerecimiento del honor de los afectados. La cuestión fue rechazada en
primera instancia y confirmada por el Tribunal de apelación, que señala al
respecto que «la supuesta parcialidad del Juzgador, si fuese católico, dato
personal del Juzgador desconocido para la Sala, pero en todo caso muy
respetable cualquiera que fuera su religión, y amparado por el art. 9,2 y
10, y 16,2 de la CE. Y es más, este motivo no se incluye entre las causas de
recusación ni de abstención conforme al art. 217 LOPJ, ni está acreditado
que concurra al apartado 10 del art. 219 de la misma de la L.O. 1/1.985,
de 6 de julio del Poder Judicial. Por lo que debe rechazarse, sin más
tramite. E incluso podría vulnerarse su derecho a la intimidad que ampara
la Ley 15/1.999 de 13 de diciembre de Protección de datos de Carácter
personal».

El tema con lo muy interesante que pueda resultar escapa, sin


embargo, a los fines de la presente investigación Es cierto que desde
instancias vaticanas y católicas se ha propugnado la defensa de la
presencia del símbolo cristiano en las dependencias públicas777, pero no se
ha llegado a instar, a diferencia de otros temas, a la realización de una
especie de objeción de conciencia en la materia por parte de jueces y
magistrados que, en su caso, estuvieran llamados a conocer de estos
casos778, tal vez por la secularización afectante a estas cuestiones. Pero, en

777
En la Declaración sobre la exposición de símbolos religiosos cristianos en Europa, de 23 de
junio de 2.010, realizada por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (a
la que se puede acceder en
www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/SimbolosReligiosos.html), se señala,
entre otras cosas: “las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición
pública de sus símbolos religiosos, en particular, en los lugares en los que se educa a los niños.
De lo contrario, estas sociedades difícilmente podrán llegar a transmitir a las generaciones
futuras su propia identidad y sus valores. Se convertirían en sociedades contradictorias que
rechazan la herencia espiritual y cultural en la que hunden sus raíces y se cierran el camino del
futuro. Ponerse en contra de los símbolos de los valores que modelan la historia y la cultura de
un pueblo es dejarle indefenso ante otras ofertas culturales, no siempre benéficas, y cegar las
fuentes básicas de la ética y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento,
la promoción y la tutela de la dignidad de la persona”.
778
Acerca de la posibilidad de objeción de conciencia, en el ejercicio de la función del
ministerio fiscal y judicial, pueden verse los trabajos de A. DEL MORAL GARCÍA, “La objeción de
conciencia de los miembros del Ministerio Fiscal” y C. PÉREZ DEL VALLE, “Prevaricación judicial
y objeción de conciencia”, ambos en el volumen colectivo (I. Sancho Gargallo, dir.), Objeción de
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

cualquier caso, si se siguiera el razonamiento de los recurrentes, cabría


plantearse qué jueces serían aptos para enjuiciamientos de este tipo, pues
igualmente podrían darse suspicacias respecto de jueces pertenecientes a
otras confesiones, o bien partícipes del indiferentismo, agnosticismo o
ateísmo, incluso quienes ya hubiesen adoptado decisiones de este tipo o
formulado ensayos doctrinales, y aun a título personal, sobre la materia.

2. “POLICÍA DE ESTRADOS”

En el ámbito de la potestad directiva de la Sala de vistas judicial, en


un ámbito de alguna manera relacionado con el anterior, conocemos de
un supuesto, del que ha llegado a conocer el Tribunal Supremo, referido a
la posibilidad de que una letrada pueda estar presente en estrados –en su
caso, ejerciendo de abogada defensora779– portando el hiyab en la cabeza.

A finales de octubre del año 2.009, el magistrado Sr. Gómez


Bermúdez, Presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional,
invitaba a abandonar el estrado a una letrada que vestía la citada prenda,
indicándole que, con la misma, no podía permanecer en el lugar reservado
a los abogados. Tras un diálogo entre ambos, la señora abandonó el
estrado, siguiendo el juicio desde el lugar destinado al público; pero a raíz
de este episodio se sucedieron dos actuaciones distintas, a saber780:

Por un lado, el 10 de noviembre de 2.009 la abogada, Sra. Barik


Edidi, presentó una denuncia ante el Servicio de Inspección del Consejo
General del Poder Judicial explicando su versión acerca de lo sucedido y
denunciando que lo relatado podía ser constitutivo de falta grave o muy
grave de abuso de autoridad, pues privaba a la denunciante de su derecho
de asistir en el estrado acompañando a otro compañero con el cual

conciencia y función pública, Estudios de Derecho Judicial, núm. 89, Consejo General del Poder
Judicial, Madrid, 2.007, págs. 233 y sigs. y 283 y sigs., respectivamente.
779
Posibilidad que apuntamos, por cuanto en el caso concreto se afirma –frente a lo que
aducía la denunciante– que no ejercía defensa de ninguno de los acusados.
780
Los datos, que resumimos, se obtienen de la Sentencia del Tribunal Supremo núm.
5.910/2.010 (Sala 3ª de lo Contencioso-Administrativo, Sección 8ª), de 2 de noviembre de
2.010; Pte.: Sr. Lucas Murillo de la Cueva (Id Cendoj: 28079130082010100177).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

colaboraba en la defensa de los clientes de ese colega, con la consiguiente


obstaculización de un derecho profesional por un elemento de la
vestimenta que carece de toda trascendencia procesal. Por todo ello, tras
señalar quiénes habían sido testigos de lo sucedido, pidió la apertura de
una investigación imparcial sobre los hechos que podían ser constitutivos
de las faltas mencionadas. El 11 de noviembre de 2.009, la Asociación
Preeminencia del Derecho presentó otra denuncia muy similar ante el
Servicio de Inspección del Consejo General del Poder Judicial, por los
mismos hechos.

Por otro lado, el mismo día 11 de noviembre, la Sra. Barik interpuso


ante la Sala de Gobierno de la Audiencia Nacional un recurso de alzada
contra acto gubernativo “verbal” del presidente de la Sala de lo Penal de
la Audiencia Nacional, que le impidió permanecer en estrados por tener la
cabeza cubierta con un pañuelo. En ese escrito, además de referir los
hechos en la versión expuesta al Servicio de Inspección del Consejo
General del Poder Judicial, afirmaba que la decisión que estaba
impugnando infringió los derechos fundamentales que le reconocen los
arts. 14 y 18.1 de la CE y pedía que se declarara su nulidad. Días después,
el 20 de noviembre, amplió el recurso alegando la infracción de su
derecho a la libertad religiosa.

Sin embargo, respecto de los derechos fundamentales que se


alegaban como vulnerados nada puede extraerse de la intervención del
alto Tribunal, pues en su Sentencia, de 2 de noviembre de 2.010781, la
única conclusión a la que se llega –con apoyo, además, del Ministerio
Fiscal– es a lo mal que se había hecho, desde un punto de vista procesal,
por parte de la letrada denunciante; por lo que no se podía entrar a
conocer del fondo del asunto: De manera que nos quedamos sin saber la
postura del Tribunal Supremo al respecto.

Las actuaciones sí que dieron lugar a la intervención del Consejo


General del Poder Judicial en el asunto; órgano que, al menos de forma

781
Ibídem.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

indirecta, ha venido a establecer que, dado el silencio legal en la materia,


se trata de una potestad del juez o magistrado en el ejercicio del poder
directivo de la sala de vistas y policía de estrados que tiene atribuidos.

Con todo, la lección que puede aprenderse, de todo esto, es cómo


hacerlo bien, para el supuesto de que se volviera a suscitar esta
problemática.

El Acuerdo, de 8 de febrero de 2.010, de la Comisión disciplinaria


del Consejo General del Poder Judicial que decidió archivar la denuncia de
la Sra. Barik Edidi, era susceptible de recurso contencioso-administrativo
ante la Sala 3ª del Tribunal Supremo. Pero, según éste en la sentencia que
estamos comentando, no constaba que la interesada lo hubiera
interpuesto, por lo que nada tenía que decir al respecto el alto Tribunal.

Respecto del recurso de alzada formulado por la denunciante ante


la Sala de Gobierno de la Audiencia Nacional contra el acto gubernativo
verbal del presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, como
quiera que ésta, en reunión de 14 de diciembre de 2.009, decidió remitirlo
al Consejo General del Poder Judicial, el silencio administrativo de éste,
fue recurrido por la interesada ante el Tribunal Supremo; sin embargo, el
recurso no era ajustado a Derecho, por cuanto que, aunque la Audiencia
Nacional lo hizo mal a este respecto, ya que lo que tenía que haber hecho
era resolver judicialmente el recurso de alzada y no remitirlo, como hizo,
al Consejo General. Y, por tanto: El silencio de éste no podía ser objeto de
recurso judicial pues el Consejo no era competente. En consecuencia, si
éste último, por incompetente, no tenía nada que resolver, el recurso ante
el Tribunal Supremo, por el silencio del Consejo no podía sino
desestimarse por el Tribunal Supremo, como así hace:

«No tiene duda la Sala de que se trata de una decisión adoptada por
quien presidía el juicio en el ejercicio de las funciones de policía de
estrados que le confiere el art. 684 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y
que, según explica con acierto el Ministerio Fiscal, constituye una

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

corrección especial de las contempladas en el art. 557 de la L.O. del Poder


Judicial. En consecuencia, el régimen de su impugnación es el previsto en
el art. 556 de este último texto legal: recurso de audiencia en justicia ante
el propio tribunal que juzgaba el proceso penal y, de no prosperar, ulterior
alzada ante la Sala de Gobierno de la Audiencia Nacional cuya decisión
cierra la vía judicial.
»El Consejo General del Poder Judicial no está llamado, por tanto, a
revisar esas decisiones cuya naturaleza es jurisdiccional y no gubernativa,
según viene declarando la jurisprudencia, tal como ha recordado el
Ministerio Fiscal. De ahí que la resolución expresa que hubiera debido
dictar habría sido de inadmisión ya que, además de que el camino para
impugnar estos acuerdos tomados en el ejercicio de la policía de estrados,
como se ha visto, está trazado en la L.O. del Poder Judicial y no le incluye,
no corresponde al órgano de gobierno del Poder Judicial revisar las
decisiones jurisdiccionales de los juzgados y tribunales ni en el seno del
procedimiento disciplinario ni en ningún otro.
»Es verdad que, como dice el Ministerio Fiscal, quien nuevamente
tiene razón, la remisión del recurso por la Sala de Gobierno de la
Audiencia Nacional al Consejo General del Poder Judicial no fue acertada.
Sin embargo, también lo es que ese proceder no fue en su momento, ni lo
ha sido después, combatido por la recurrente, de manera que no ha de
tener relevancia sobre la solución que ha de darse a este pleito.
»Solución que no puede ser otra que la desestimación del recurso
sin que sea necesario entrar en las cuestiones de fondo que suscita, ya
que no cabe reprochar al Consejo General del Poder Judicial no haber
hecho lo que legalmente no puede hacer»782.

3. ÁMBITO MUNICIPAL

Como ya hemos aludido en el segundo capítulo del presente trabajo


de investigación, son muy numerosos los episodios municipales en los que
la negativa a la presencia de signos de tipo religioso se vienen reiterando
en los últimos años, habiéndose adoptado, en muchos casos, tanto

782
F. de D. 7º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

disposiciones de tipo normativo como resoluciones administrativas


atendiendo a tal tipo de problemática. Las soluciones alcanzadas no
siempre han sido en el mismo sentido, siendo variado el ámbito a que se
refieren.

Pasamos a continuación a referirnos, más en concreto, a las


cuestiones que han derivado en el ámbito judicial, pudiendo significar que
los Tribunales han fallado, por regla general, a favor de la posibilidad de la
presencia de simbología religiosa en el ámbito de lo público;
especialmente cuando se trata de símbolos de carácter estático o
institucional. La excepción ha venido marcada por el denominado “velo
integral”, cuyo rechazo en diversas dependencias y lugares de algunos
municipios ha sido amparada judicialmente hasta la fecha, si bien el
asunto continúa sub iudice.

 Los casos de Lucena y Melilla

Son de destacar dos resoluciones judiciales que, con relación al alto


patronazgo religioso o la adopción de determinado lema confesional por
parte de ciudades, ha pronunciado el Tribunal Superior de Justicia
andaluz.

Así, el mismo, en su sede sevillana, dictó la Sentencia de 13 de


marzo de 2.003783, en la que, frente a la alegación de que la incorporación
del término “Mariana” al lema de la ciudad de Lucena suponía una
vulneración de la libertad ideológica y religiosa y del carácter aconfesional
del Estado, constitucionalmente garantizado en el art. 16, estableció que
«la inclusión de “Mariana” en el lema de la ciudad no implica
otorgamiento de privilegios a una determinada confesión religiosa, sino
que recoge un hecho relevante y peculiar de su pasado histórico,
existiendo una vinculación entre el Ayuntamiento y el Santuario de la

783
Sentencia de 13 de marzo de 2.003 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (Sala de lo
Contencioso-Administrativo, Sección 1ª). Pte.: Sr. Frías Martínez. La hemos consultado en la
Base de Datos de Iustel (www.iustel.com).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Virgen de Araceli desde el 27 de abril de 1.562. Habiendo informado la


Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes
favorablemente a la adición de “Mariana” al lema de la ciudad por quedar
demostrada reiteradamente la devoción del pueblo de Lucena por la
Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Araceli desde su llegada a Lucena
hasta nuestros días. La inclusión de “Mariana” no hace caer en
confesionalidad religiosa al Ayuntamiento de Lucena ni supone la
vulneración de la libertad religiosa, al no imponer ninguna confesión, sino
que se limita a recoger un hecho histórico relevante».784

A todo este respecto, es necesario volver a recordar cómo la


Administración andaluza tan pronto ha ordenado, mediante mecanismos
próximos a la vía de hecho, la retirada del crucifijo en las aulas de
determinados colegios públicos –en algunos casos sin escuchar, ni dejar
pronunciarse siquiera al propio colegio a la hora de poder formar su
voluntad sobre el particular– y, sin embargo, sostener al mismo tiempo,
con su servicio jurídico al frente en la defensa contencioso-administrativa,
sus disposiciones normativas aprobatorias de cuestiones tales como el
acabado de mencionar ‘lema mariano’ en la ciudad de Lucena, o el
patronato de la Virgen Inmaculada en el Colegio de Letrados sevillano,
también visto en páginas anteriores.

En este mismo orden de cosas, con fecha 17 de noviembre de 2.003,


se dicta por el mismo Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, esta vez
desde su sede en Málaga, la Sentencia núm. 3.307785, en virtud de la cual
se desestima la pretensión de varias personas de que se declarara la
nulidad del Acuerdo de la Asamblea de la Ciudad Autónoma de Melilla, de
fecha 5 de junio de 1.998, en el que se adoptaba el nombramiento de
‘Nuestra Señora de la Victoria’ como Alcaldesa Honoraria Perpetua de la
Ciudad de Melilla. La razón de tal desestimación –rectamente, a tenor del
Fallo, la inadmisibilidad del recurso– se basa en la alegación de la

784
F. de D. 3º.
785
Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, con sede en Málaga (Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 1ª). Sentencia núm. 3.307/2.003, de 17 noviembre. Pte.: Sra. Cardenal
Gómez (Id. Cendoj: 29067330012003101511. También en JUR\2.004\66.370).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Administración demandada, que había sostenido al respecto que el


recurso debía inadmitirse por haber sido interpuesto por persona no
legitimada para el ejercicio de la acción (art. 69 b) de la Ley 29/1.998, de
13 de julio).

El alto Tribunal acoge tal causa de inadmisibilidad, «pues


reiteradamente (por todas Sentencia del Tribunal Supremo de 16 de
diciembre de 2.002) se ha dicho que la matriz de la legitimación radica en
la utilidad que obtendría el actor si prosperase su pretensión, bien por
recibir un beneficio de carácter material o jurídico, derivado
inmediatamente del acto o disposición recurrida, sin que sea suficiente un
mero interés por la legalidad, ni estar basado en motivos extrajurídicos
susceptibles de satisfacer apetencias, deseos o gustos personales, alejados
del interés auténticamente legitimador objeto de protección legal, aunque
se hayan reconocido como incluibles en ese concepto de interés
legitimador beneficios tales como morales, los de vecindad, los
competitivos o profesionales, y en todo caso, además, con el límite de la
acción popular que tiene carácter excepcional, tasado y expreso». Y, por lo
que respecta al caso enjuiciado: «no se desprende de lo actuado cuáles
eran los motivos o circunstancias de los que derive en el presente
supuesto el interés del actor, esto es su legitimación puesto que no los ha
explicitado ni al formular demanda ni luego en escrito de conclusiones,
que ni siquiera ha presentado, no haciendo esfuerzo alguno por explicar
un interés ajeno al de preservar la legalidad cuando tenía conocimiento de
que la parte contraria se lo discutía».786

 El caso del Ayuntamiento de Toledo

La Sentencia de 10 de enero de 2.011, del Tribunal Superior de


Justicia de Castilla-La Mancha787, desestima el recurso interpuesto por la
‘Asociación Alternativa Laica’ contra el Ayuntamiento de Toledo, frente al
786
FF. de DD. 2º y 3º.
787
Sentencia núm. 30/2.011, de 10 de enero de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla-La Mancha (Sala de lo Contencioso. Sección 1ª). Pte.: Sra. López Toledo (Id Cendoj:
02003330012011100016).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Auto dictado por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 2 de


Toledo, de fecha 15 de junio de 2.009, que decretó la inadmisibilidad del
recurso contencioso-administrativo mediante el cual se combatía la
renovación del juramento en defensa del dogma de fe de la Inmaculada
Concepción, que realizó el Alcalde de la citada ciudad en nombre del
Ayuntamiento y de sus vecinos, el 7 de diciembre de 2.007, en el
Monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo.

El alto Tribunal castellano-manchego rechaza que tales hechos


constituyan un acto administrativo impugnable, al considerar que se trata
de una actuación de mera representación honorífica de la Corporación
municipal, y, en consecuencia, confirma el Auto de instancia al estimar
que «el acto sometido a fiscalización no constituye ninguna cuestión
sometida al conocimiento de esta Jurisdicción, tal y como refleja el art. 2
de la Ley Jurisdiccional, y si bien los arts. 25.1 y 28 del citado texto legal
regulan la actividad administrativa impugnable, al referirnos el art. 25.1
que son recurribles los actos expresos y presuntos de la Administración
Pública que pongan fin a la vía administrativa, ya sean definitivos o de
trámite, si éstos deciden directa o indirectamente el fondo del asunto,
determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento, producen
indefensión o perjuicio irreparable a derechos o intereses legítimos, lo
cierto es que este precepto hay que ponerlo asimismo en relación con el
art. 1.1 de la propia Ley , siendo recurribles en vía jurisdiccional los actos
sujetos al Derecho Administrativo, esto es, el recurso contencioso-
administrativo sólo se da frente a actos administrativos, entendiendo por
tal el acto jurídico dictado por la Administración y sometido al Derecho
Administrativo, cuya inexistencia determina un acto no susceptible de
impugnación comprendido en el art. 69.c) de la Ley, cual es el supuesto
que nos convoca, con la consiguiente inexistencia de causa objetiva que
determine pronunciamiento sobre la interesada falta de jurisdicción que
prescribe el apartado a) del citado precepto, al no ostentar la renovación
del juramento del dogma oficiado por el Alcalde y la Corporación la
naturaleza de acto administrativo cuya comprobación, en contra de lo
sostenido por la apelante, en modo alguno deviene condicionada por un

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

previo análisis de la versión de los hechos cuyo conocimiento sólo fuese


posible por medio de prueba.
»[…] estimando, asimismo, la Sala que debe decaer la consideración
de acto político de la actividad al tratarse de una representación
meramente honorífica de la Corporación Local, sin que, en base a lo
expuesto, constituya una actividad administrativa impugnable».788

 El caso del Ayuntamiento de Zaragoza

En la Sentencia de 30 de abril de 2.010, del Juzgado de lo


Contencioso-Administrativo núm. 3 de Zaragoza789, se desestima la súplica
formulada por la ‘Asociación MHUEL [Movimiento hacia un Estado Laico]’,
de que se retirara el crucifijo del Salón de Plenos del Ayuntamiento, así
como cualquier otro signo religioso que se exhiba en las distintas
dependencias y centros municipales, de Zaragoza. El Juzgador, se
cuestiona, en términos jurídicos, si existe alguna norma vigente en el
ordenamiento jurídico español que prohíba a una corporación municipal
tener un crucifijo con un relevante valor histórico y artístico en el salón de
plenos del Ayuntamiento.

Después de analizar la Norma Constitucional, la L.O. de Libertad


Religiosa y los Tratados internacionales suscritos por España en la materia,
llega a la conclusión de que «de un atento examen de tales normas no se
desprende en absoluto la existencia de una prohibición como la que
pretende invocar la entidad recurrente en relación con el crucifijo y otros
símbolos religiosos. La referida Ley Orgánica en su articulado no plasma
prohibiciones al fenómeno religioso, ni tampoco impone limitaciones a los
poderes públicos en este sentido. No sirve, por ello, de amparo a una
entidad con ánimo “laicista”, que viene a pretender, precisamente, una
suerte de limitación del fenómeno religioso».

788
F. de D. 2º.
789
Sentencia núm. 156/2.010, de 30 de abril de 2.010, del Juzgado de lo Contencioso-
Administrativo núm. 3 de Zaragoza, dictada por el Sr. Martín Osante, en recurso instado por la
Asociación ‘MHUEL, Movimiento hacia un Estado Laico’, siendo Administración demandada el
Ayuntamiento de Zaragoza.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Y, sigue preguntándose en la Sentencia: «¿Puede la voluntad de la


Asociación recurrente pasar por encima de la voluntad de los miembros
de la Corporación Municipal? De la legislación citada se deriva que los
miembros de la Corporación Municipal tienen algo que decir sobre la
cuestión suscitada.»

En la fundamentación de la sentencia se llega a una serie de


basamentos, que resumimos en los siguientes:
a) Que «lo cierto es que el hecho de eliminar toda manifestación de
tipo religioso a ultranza, cualquiera que sea su signo, vendría a dar
prioridad a una determinada consideración del fenómeno religioso, como
es el agnosticismo. De esta forma, también se puede menoscabar la
tolerancia que han de manifestar los poderes públicos ante el fenómeno
religioso».
b) Que la petición de la recurrente no halla amparo en la
Jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional, pues es necesaria la
existencia de una prohibición expresa en apoyo de su pretensión, y la
misma no existe; así como tampoco es aplicable la Sentencia Lautsi contra
Italia del Tribunal Europeo de derechos humanos, por cuanto que, en el
momento enjuiciado no era firme al pender de su vista por la Gran Sala,
pero especialmente por cuanto que las circunstancias de los supuestos
litigiosos no eran las mismas: en un caso el ámbito educativo escolar y, en
otro, el seno de un Ayuntamiento.
c) Que «el hecho de que exista una neutralidad del Estado en
materia de libertad religiosa no significa que los poderes públicos hayan
de desarrollar una especie de persecución del fenómeno religioso, o de
cualquier manifestación de tipo religioso».

Tras todo ello, el juzgador llega a la conclusión de que «no


existiendo una norma jurídica vigente que prohíba a la Corporación
Municipal mantener símbolos de carácter religioso, sobre todo cuando se
trate de símbolos con relevante valor histórico y artístico, como sucede en
el caso que nos ocupa, no es dable a este Juzgador impedir que la
voluntad mayoritaria de la misma decida en uno u otro sentido. En

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

definitiva, no concurre el presupuesto básico e imprescindible para que la


sentencia pueda estimar la pretensión de la parte recurrente: la existencia
de una Ley que efectivamente prohíba el comportamiento de la
Corporación Municipal».

En definitiva, en la sentencia se realizan una serie de aseveraciones


que, en parte, se adelantan a la doctrina que después ha venido a
sostener tanto el Tribunal de Estrasburgo como nuestro Tribunal
Constitucional, y que podríamos compendiar del siguiente modo:
1.- Ante la ausencia de normativa expresa prohibitoria del símbolo
con significado religioso, una actitud contraria a la presencia del mismo en
un ámbito público –especialmente si ese símbolo puede tener también
otro significado que el exclusivamente religioso: cultural, tradicional… – no
deja de manifestar una postura ante el fenómeno religioso que ha de
considerarse ausente de una significación respecto de la caracterización
del Ente Público en la materia.
2.- El punto de vista del perceptor no tiene porqué imponerse a la
significación adoptada por parte de quien dispone la presencia del
símbolo, especialmente cuando tal medida ha sido aprobada legítima y
democráticamente en el seno de una corporación municipal.

 Los casos del “Cristo de Monteagudo” y de la “Cruz de la


Muela”

Aparte de los supuestos referidos, pueden traerse también a


colación en esta sede los casos relativos al denominado “Cristo de
Monteagudo” y el de la “Cruz de la Muela”; ambos ya circunstanciados en
el capítulo precedente de este trabajo, en cuanto que, respectivamente,
las acciones judiciales en pro de la remoción de estos símbolos se dirigían
contra el Gobierno estatal y el Regional valenciano. Sin embargo, también
aparecían, correspondientemente, como demandados el Ayuntamiento de
Murcia y el de Orihuela.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

La Sentencia de 20 de mayo de 2.011 del Tribunal Superior de


Justicia de Madrid790 rechaza que se hayan vulnerado por las
Administraciones demandadas los arts. 14 y 16 de la Carta Magna,
recordando que, frente a la alegada por la parte actora, la Sentencia Lautsi
I ha sido dejada sin efecto por la Gran Sala del TEDH, de modo que la Sala
madrileña pasa a enjuiciar el asunto desde el punto de vista de nuestro
ordenamiento jurídico; y lo hace trayendo a colación buena parte de la
jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional, señalando el criterio
hermenéutico, además, que ofrece Lautsi II; pero lo curioso es que no
parece se conozca –pues no se menciona– la Sentencia del Tribunal
Constitucional 34/2.011, de 28 de marzo, y eso que la misma aparecía
publicada en el BOE casi un mes antes, el 28 de abril de 2.011, y venía, en
nuestra modesta opinión, perfectamente al caso.

Así las cosas, el Tribunal interpretando el significado de la


“aconfesionalidad estatal” establece que el mismo impone “un
tratamiento igual por parte del Estado con respeto a la pluralidad de
opciones ante lo religioso y necesariamente neutral, sin que comporte un
rechazo del hecho religioso en todas sus manifestaciones públicas,
actuando bajo la idea bien del desconocimiento o bien del destierro del
hecho religioso, como se expone en la STSJ de Castilla-León de 14 de
diciembre de 2.009 recaída en asunto similar al contemplado por la
sentencia citada del TEDH, consideraciones que esta Sala comparte”.791

Y, en cuanto al meollo de la cuestión litigiosa, considera el alto


Tribunal madrileño que “En nuestro país, como en tantos otros de
similares tradiciones culturales y religiosas, se aprecia en multitud de
lugares públicos la presencia de símbolos de carácter religioso como
crucifijos, monumentos o estatuas representativas de la figura de Cristo
similares al que ahora nos ocupa, cuyo mantenimiento no es sino
manifestación del respeto a dichas tradiciones y no imposición de unas

790
Sentencia núm. 405/2.011 del Tribunal Superior de Justicia –Sala de lo Contencioso-
Administrativo, Sección 9ª– de Madrid, de 20 de mayo de 2.011; Pte.: Sr. Massigoge Benegiu
(Id Cendoj: 28079330092011100384).
791
F. de D. 8º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

particulares creencias religiosas, y en tal sentido no pueden entenderse


como representativos de posturas de intolerancia hacia el no creyente en
las mismas y así debe entenderse cuando de su mantenimiento se trata.
En definitiva, la neutralidad e imparcialidad del Estado exigida por el
art. 16.3 CE no es en forma alguna incompatible con la presencia de
símbolos religiosos en lugares públicos que como el presente no son sino
expresión de la historia y cultura de nuestro país (al margen lógicamente
de las consideraciones que deban merecer sus valores artísticos o
estéticos) que inevitablemente está cargada de elementos religiosos e
ideológicos perfectamente compatibles con el principio de laicidad
positiva exigido por la Constitución Española y así, si conforme a la
sentencia del TEDH la muestra de símbolos religiosos en aulas de
educación es compatible con los derechos de libertad religiosa en sus
vertientes positiva y negativa, con mayor razón lo será en espacios en los
que en principio no se desarrolla una actuación del Estado más allá del
mantenimiento en su caso de un patrimonio histórico, artístico o cultural
preexistente”.792

“Finalmente –se remata en la Sentencia– la actuación administrativa


impugnada no infringe el art. 14 CE al no haberse aportado por la actora el
necesario término válido de comparación para apreciar dicha infracción, ni
aun en el supuesto de comparación en abstracto con otras confesiones
religiosas al no acreditarse que respecto a símbolos de éstas se haya
producido retirada alguna, suponiendo idénticas circunstancias en el uso
de los mismos”.793

La importancia de esta resolución judicial radica en que la misma, y


pese a la merma que le supone desconocer el pronunciamiento del
Tribunal Constitucional acerca del patronazgo colegial de los letrados
sevillanos, ha sido seguida, copiada literalmente, por los Tribunales
Superiores de Justicia murciano y valenciano, al resolver los asuntos

792
F. de D. 9º.
793
F. de D. 10º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

paralelos relativos a los “fastos” realizados en honor de San Raymundo de


Peñafort y el mantenimiento de la Cruz de la Muela orcelitana.794

Vistos hasta ahora supuestos relativos a cuestiones de simbología


estática o institucional, vamos a hora a referirnos a la simbología de
naturaleza personal. A este respecto, baste dejar aquí reseña –pues lo
trataremos ampliamente al ocuparnos del ámbito laboral– del conductor
de autobús, perteneciente a una empresa municipal mallorquina, que lo
hacía equipado con la kipá, y que fue sancionado por ello. Con más
profusión pasamos a referirnos al denominado ‘velo integral’.

 El caso del Ayuntamiento de Lleida

Otra de las cuestiones, con amplia repercusión social, que ha


llegado a los Tribunales de Justicia ha tenido por objeto la prohibición
relativa al denominado velo integral. Siguiendo el ejemplo del caso
francés795, diversos Ayuntamientos han venido estableciendo
reglamentaciones contrarias a la vestimenta del velo integral en sus
dependencias municipales. Pionera en la materia, tal y como relatábamos
en e capítulo precedente, fue la normativa del Ayuntamiento de Lleida796;

794
Vid. Sentencia de 6 de septiembre de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de la
Comunidad Valenciana (Sala de lo Contencioso-Administrativo. Sección 5ª), Pte.: Sr. Bellmont
Mora. Obtenida, mediante visita de 10 de diciembre de 2.011, en la Red
(http://servicios.laverdad.es/servicios/textos/sentencia-cruz-muela-orihuela.pdf) y Sentencia
núm. 832/2.011, de 25 de julio de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de Murcia (Sala de lo
Contencioso-Administrativo, Sección 2ª), Pte.: Sra. Martín Sánchez (Id Cendoj:
30030330022011100829).
795
Relevantes al respecto resultan las aportaciones realizadas por la Profª. V. CAMARERO
SUÁREZ, en la Mesa Redonda sobre la utilización de símbolos religiosos en los espacios
públicos, habida en la Universidad de Alcalá, el 25 de mayo de 2.011, en el Seminario Científico
sobre Derecho Internacional y Comparado, Aspectos de carácter público y privado relacionados
con los derechos humanos (en prensa).
796
Acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de Lleida de fecha 8 de octubre de 2.010, que aprueba
definitivamente la modificación de tres artículos de la Ordenança Municipal de civisme i
convivència publicada en el BOP de 13 de marzo de 2.007, y aprueba inicialmente la
modificación de los Reglamentos que regulan el Archivo municipal, el servicio de transporte
urbano de pasajeros y el de funcionamiento de los centros cívicos y locales sociales
municipales.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

razón por la cual, precisamente, haya sido objeto de impugnación judicial


por parte de una Asociación, habiendo obtenido primero una suspensión
cautelar de la prohibición, pero siendo, en definitiva, rechazada su
postura, al confirmarse el ajuste a Derecho de la Normativa municipal
recurrida; si bien pende de recurso de casación, que ha sido admitido,
ante el Tribunal Supremo.

En efecto, mediante Auto de 12 de enero de 2.011, el Tribunal


Superior de Justicia de Cataluña797, a petición de la recurrente, ‘Asociación
Watani para la libertad y la justicia’, procedió a suspender la eficacia y
ejecutividad del Acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de 8 de octubre de
2.010, al considerar que «la aplicación de la modificación de la Ordenanza
impugnada podría comportar perjuicios sino irreparables, en todo caso de
muy difícil reparación para aquellas personas a las que se impidiera el
acceso a determinados espacios municipales, como mercados, bibliotecas,
medios de transporte o escuelas, si el recurso se viera finalmente
estimado, en tanto que la suspensión cautelar no genera perjuicio alguno
para el interés general o público, pues desde luego la obligación de todo
ciudadano de identificarse a requerimiento de autoridad o funcionario
legitimado viene impuesta por la legislación vigente, y por tanto el
mantenimiento del orden público y de la seguridad ciudadana en nada se
ven afectados por la suspensión».798

Finalmente, mediante la Sentencia de 7 de junio de 2.011, el propio


Tribunal Superior Catalán799 ha resuelto el fondo del asunto,
desestimando el recurso interpuesto por la citada Asociación, al rechazar
el alegato esgrimido de la incompetencia del Ayuntamiento para normar
en la materia, así como que se incida en vulneración del art. 16 de la Carta
Magna y de su paralelo art. 9 del Convenio europeo de derechos

797
Auto de 12 de enero de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (Sala de lo
Contencioso-Administrativo, Sección 2ª) Id. Cendoj: 08019330022011200001.
798
F.J. 2º.
799
Sentencia núm. 489/2.011, de 7 de junio de 2.011, del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña (Sala de lo Contencioso, Sección 2ª); Pte.: Sra. Rovira y del Canto (Id Cendoj:
08019330022011100482).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

humanos. Señala, en concreto, el alto Tribunal catalán que «en nuestra


cultura –occidental– el ocultamiento del rostro en la realización de
actividades cotidianas produce perturbación en la tranquilidad, por la falta
de visión para el resto de personas de un elemento esencialmente
identificativo cual es la cara de la persona que lo oculta. Ello sin perjuicio
de que, por diversas razones, no se produzca tal efecto perturbador en
otras situaciones, como el ejercicio de determinadas profesiones,
seguridad e higiene en el trabajo, festividades o climatología; situaciones
que la Ordenanza ahora impugnada ya contempla como posibles
excepciones a la prohibición (art. 26.2 párrafo segundo de la
Modificación).
»En consecuencia, teniendo encaje la infracción en uno de los
criterios de antijuridicidad contemplados en la Ley de Bases de Régimen
Local, perturbación de la tranquilidad del resto de personas usuarias del
servicio o del espacio público municipal, el Ayuntamiento ostenta plenas
competencias para, de forma limitada a esos espacios municipales,
establecer la prohibición de acceder a los mismos o permanecer en su
interior con vestimentas o accesorios tales como velo integral,
pasamontañas, casco integral u otros que oculten el rostro, y tipificar
como infracción leve su incumplimiento».800

Señaladas las razones que materialmente pueden sustentar la


prohibición, entra el Tribunal a dilucidar la cuestión de si la disposición
normativa municipal puede darse aun cuando ello suponga la restricción
de un derecho fundamental, tal y como alegan los recurrentes. Veremos, a
continuación cómo resuelve la Sala, pero no ha de olvidarse que, tanto
desde el campo de la política como desde la doctrina científica, son
muchas las voces que niegan que tal tipo de indumentarias tengan cabida
en la manifestación externa del ejercicio de un derecho fundamental,
fuese la libertad religiosa o la propia imagen, cuando ningún derecho

800
F. de D. 2º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

fundamental puede constituirse, por definición, en lacerante de la


dignidad humana.801
«Y ello –prosigue el Tribunal catalán– aún cuando tal prohibición
pueda incidir (en el caso de determinadas prendas como burka, chador,
niqab) en un derecho fundamental, pues en reiteradas ocasiones, esta
misma Sala, sección 5ª, ha dicho que más allá de su carácter
reglamentario, una ordenanza sí puede incidir en la regulación municipal
de los derechos fundamentales y libertades públicas, ya que el criterio
general es que puede regular materias accesorias de esos derechos
fundamentales, y sobre todo los concernientes a las manifestaciones de la
convivencia o vida colectiva dentro del término municipal a las que se
dirige, donde la esfera protectora del derecho fundamental no alcanza a
los aspectos accesorios, accidentales o circunstanciales. En este caso se
prohíbe el uso de tal prenda, (en tanto que oculta el rostro) en aspectos
referidos a la convivencia o vida colectiva y únicamente en espacios
municipales.
»También se ha dicho en anteriores sentencias de la sección 5ª que
en las manifestaciones colectivas de la vida ciudadana existen una serie de
materias, como son la seguridad de los lugares, cuya competencia no
resulta ajena a la Administración Municipal, de acuerdo con los arts. 25 y
26 de la Ley 7/1.985, de 2 de abril (y correlativos del Decret Legislatiu
2/2.003), y que justifica la actuación normativa y organizativa municipal
materializada en ordenanzas.
»En este caso la prohibición halla sustento, como hemos dicho, en la
perturbación de la tranquilidad que ocasiona la ocultación del rostro en
actividades cotidianas, pero también se justifica en materia de seguridad
de los lugares, pues sin perjuicio de la legislación estatal en relación con la
obligatoriedad de identificación de las personas, que puede requerirse
puntualmente en el ejercicio de las funciones de indagación o prevención
de los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (art. 20 Ley de

801
Cfr., entre otros, los trabajos de E. CARMONA CUENCA, “El velo islámico, la libertad religiosa
y la igualdad de género”, págs. 157-163 y M. MACÍAS JARA, “El velo islámico: diversidad
cultural y derechos de las mujeres”, págs. 133-155; ambos en VV.AA. (M. Revenga Sánchez, G.
Ruiz-Rico y J.J. Ruiz Ruiz, dirs.), Los símbolos religiosos en el espacio público, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 2.011.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Protección de la Seguridad Ciudadana ), el mantenimiento continuado de


la seguridad en espacios municipales corresponde al Ayuntamiento.
»La L.O. de Libertad Religiosa, que regula el desarrollo de este
derecho fundamental de un modo nuclear y directo, señala en el art. 2.1
que la libertad religiosa y de culto garantizada por la Constitución,
comprende el derecho de toda persona a manifestar libremente sus
propias creencias religiosas, y la propia Constitución dice que tales
manifestaciones no tendrán más limitación que la necesaria para el
mantenimiento del orden público protegido por la ley.
»El concepto de orden público (diferente del de seguridad
ciudadana o de seguridad pública) es un concepto jurídico indeterminado,
pero como dice el Tribunal Supremo, independientemente de la mayor o
menor extensión que se le dé, se refiere, por definición, a conductas
externas reales y perceptibles, y ello pone de manifiesto para el Alto
Tribunal (SS. 11-2-2.009 y 11-5-2.009) que el constituyente nunca pensó
que las personas puedan comportarse siempre según sus propias
creencias, sino que tal posibilidad termina, cuanto menos, donde
comienza el orden público. En particular, estas sentencias rechazan que el
art. 16 de la CE ampare el derecho a comportarse en todas las
circunstancias de la vida con arreglo a las propias creencias.
»Las sentencias del Tribunal Supremo de 25-1-1.983 y 13-10-1.981
equiparan el orden público a "paz social", “paz pública" y "convivencia
social" y esta misma Sala, en sentencia de 20-6-94, sección 5ª, lo ha
equiparado a "paz y sosiego de los ciudadanos", el mantenimiento del
cual, en espacios públicos municipales, es competencia del
Ayuntamiento».802

El caso permanece sub iudice ante el Tribunal Supremo,


dividiéndose la doctrina científica entre los partidarios del perfecto ajuste
constitucional de la normativa y quienes, por el contrario, entienden que
la misma tipifica un entendimiento paternalista del uso de una
indumentaria que puede haber sido asumida personal y libremente por

802
F. de D. 2º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

quien la viste, basada en razones de identidad cultural o religiosa.


Veremos qué terminan resolviendo los Tribunales.

4. ÁMBITO LABORAL

Aunque han sido escasos los supuestos803, el orden jurisdiccional


social ha tenido que resolver alguna problemática en relación con el
vestuario de signo confesional, ya sea con ocasión de la demanda de llevar
una prenda religiosa, o bien ante la negativa a tener que vestir una
indumentaria que se considere contraventora de la fe del creyente. Los
supuestos enjuiciados se han desenvuelto, respectivamente, en el sector
de la empresa pública y en el de la privada, resultando en la primera
ocasión favorable a la libertad religiosa, en su vertiente activa, del
creyente; y, en la otra, desestimatoria de la demanda de infracción de la
libertad de creencias, en su aspecto negativo. Veremos, a continuación,
estos supuestos más detenidamente.

 Empresa pública: el caso del conductor de autobús cubierto con la


kipá

Tal y como pusimos de manifiesto en la parte introductoria del


presente trabajo, un sector del judaísmo estima que el varón debe llevar
la cabeza cubierta, con lo que se viene conociendo como kipá, como
muestra de respeto a Dios. A este respecto, el único concreto
pronunciamiento judicial con el que contamos acerca de la posibilidad del
porte de signos religiosos propiamente dichos en el marco de las
relaciones laborales804 se produjo con ocasión de la sanción impuesta por
803
Cfr. A. CASTRO JOVER, «Libertad de conciencia, laicidad y privacidad», en la obra colectiva
(D. Llamazares Fernández, dir.), Libertad de conciencia y laicidad en las instituciones y servicios
públicos, Dykinson, Sevilla, 2.005, pág. 204 y sig.
804
La Profª A. CASTRO JOVER, «Libertad de conciencia, laicidad y privacidad», en la obra
colectiva (D. Llamazares Fernández, dir.), Libertad de conciencia y laicidad en las instituciones y
servicios públicos, Dykinson, Sevilla, 2.005, pág. 206, analiza también otros supuestos judiciales
–entre ellos el relativo al denominado “caso de la barba”– en los que se pretende por el
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

una empresa, municipal, a un conductor de autobús, miembro de la


Comunidad Israelita de Mallorca, que venía realizando su labor llevando
una gorra. El sancionado planteó su asunto en los Tribunales, siendo
resuelto el tema litigioso en primera instancia por el Juzgado de lo Social
núm. 2 de Palma de Mallorca, el cual acogió la demanda en sentencia de 8
de febrero de 2.002, declarando el derecho del actor a la conducción con
la cabeza cubierta con la mencionada prenda. La resolución fue recurrida
por la empresa, pero el Tribunal Superior de Justicia –Sala de lo Social,
Sección 1ª– de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares desestimó el
recurso.

Según este Tribunal, en su Sentencia de 9 de septiembre de


805
2.002 , el conflicto se produce entre la libertad religiosa del empleado
(art. 16.1 de la Constitución) y el derecho del empresario a establecer el
vestuario de los trabajadores como contenido del derecho a dirigir la
actividad laboral (art. 20.1 del Estatuto de los Trabajadores), señalando
que «está fuera de duda que el poder empresarial de dirección y
organización de la actividad que despliega la empresa legitima en
ocasiones para imponer a los trabajadores la uniformidad de vestimenta
durante la prestación de su trabajo».

El Tribunal superior balear se apoya, al respecto, en la Sentencia del


Tribunal Supremo de 23 de enero de 2.001, cuando ésta dispone que «la
determinación de esa uniformidad compete, en defecto de pacto colectivo
o individual entre los interesados, al empresario, "salvo, naturalmente,
que la decisión patronal atente a la dignidad y honor del trabajador,
prevista en los arts. 4, 18 y 20 del Estatuto de los Trabajadores, o a

trabajador el respeto de sus convicciones personales por parte del empresario. La doctrina del
Tribunal Constitucional, rechazando la vulneración alegada, puede servir de referencia
respecto de aquellos supuestos en que el dejarse la barba o el cabello sin cortar pueda
considerarse una exigencia de tipo religioso.
805
Pte.: Sr. Muñoz Jiménez. Base de Datos Westlaw Premium (AS 2.003/2). Id Cendoj:
07040340012002100242. Un comentario a esta sentencia fue realizado, en su día, por J.
ROSSELL GRANADOS, “Improcedencia de sanción laboral por uso de vestimenta religiosa:
Comentario a la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baleares, de 9 de septiembre de
2.002”, en Aranzadi Social, núm. 1 (2.003), pags. 2.809-2.812.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

cualquiera de los derechos fundamentales y libertades públicas


reconocidas en la Constitución".»806
En el caso enjuiciado en análisis, era la norma convencional la que
establecía en su art. 26 la utilización en el trabajo de un concreto
vestuario propiedad de la empresa. «El precepto, por tanto, genera en los
trabajadores la consiguiente obligación de emplear ese vestuario durante
la jornada laboral y en la empresa el correlativo derecho de exigir que la
buscada uniformidad de vestimenta se respete –art. 5 c) del Estatuto de
los Trabajadores–. El vestuario de los conductores no comprende gorras o
prendas similares para la cabeza, por lo que, "sensu contrario", resulta
obvio que el uso de las mismas no se encuentra autorizado en
principio».807

El alto Tribunal resuelve la cuestión entendiendo que se trata de un


conflicto en el que debe prevalecer el derecho preponderante, siempre
teniendo en cuenta las circunstancias del caso concreto. Y a este respecto
se consideraba probado que el demandante trabajaba, como conductor,
para la Empresa Municipal de Transportes demandada desde el 29 de julio
de 1.985, y en la prestación de sus servicios siempre había venido
cubriéndose la cabeza con gorra, dado que era miembro de la Comunidad
Israelita de Mallorca y practicante de la religión judía desde hace unos 23
años, así como que esta creencia considera necesario tener siempre
cubierta la cabeza en señal de respeto a Dios.

806
La Sentencia del Tribunal Supremo, en concreto, es la de 23 de enero de 2.001, dictada por
la Sala de lo Social, Pte. Sampedro Corral [Base de Datos Westlaw Premium (RJ 2.001/2.063)].
En la misma se declara ajustada a Derecho la previsión contenida en el denominado Manual de
Uniformidad del Personal de Atención al cliente de AVE, según la cual en la prestación de
servicios de carácter laboral en dicho tren, el personal masculino debe usar pantalón y
calcetines, mientras que la mujer debe vestir falda dos centímetros por encima de la rotula y
medias; sin que se aprecie la discriminación denunciada por el Sindicato Federal Ferroviario de
CGT, en el sentido de que a la mujer no se le dejaba elegir entre falda y pantalón, «pues la
obligación de uniformidad parece razonable en una empresa pública, que, con la instauración
de un novedoso y moderno medio de comunicación, como es el AVE, trata de “uniformar” a
quienes de manera constante y habitual proyectan sobre los clientes la imagen de la
Compañía, en condiciones de igualdad con otras empresas dedicadas a idéntica o semejante
actividad, por lo que existe una justificación objetiva y razonable que priva a la “uniformidad”
de la empleada de carácter discriminatorio» (F. de D. 4º).
807
F. de D. 2º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

En la sentencia se establece que «no existen derechos ilimitados, y


el derecho de la empresa a imponer a sus empleados el uso de un
determinado uniforme cabe por ello que ceda si colisiona con un derecho
al que deba atribuirse rango preponderante. Ya se ha visto que la orden
empresarial de vestir una determinada ropa no puede lesionar la dignidad
y honor del trabajador o cualquiera de los derechos fundamentales y
libertades públicas constitucionalmente consagrados. El empeño del aquí
actor en llevar gorra mientras conduce el autobús no obedece a un mero
capricho o al seguimiento de modas»808, sino a una exigencia de su
religión.

Establecido el nudo gordiano del conflicto, declarando que el


derecho del empresario no es ilimitado y tomando en consideración la
doctrina del Tribunal Constitucional acerca de la libertad religiosa, que se
cita, se establece en la resolución que «un conflicto de las características
del que aquí se examina no admite una solución única», sino que debe
atenderse a las circunstancias que concurran en cada situación concreta,
ponderando hasta qué punto el comportamiento del trabajador a que le
obligan sus convicciones religiosas resulta inocuo para los intereses de la
empresa o, por el contrario, incompatible con ellos.

Y atendidas esas circunstancias, se da la razón al creyente, pues, «en


el caso de autos, no consta –y la demandada ni tan sólo lo alega– que la
conducta del actor haya causado algún tipo de daño o menoscabo a la
imagen de la empresa, incidente o trastorno cualquiera durante la
ejecución del servicio o, más en general, ninguna clase de perjuicio. Y así
debe de ser, ya que está probado que la empresa vino consintiendo
durante años que el actor se cubriera con gorra, sin que haya explicado, ni
siquiera mínimamente, a qué responde su reciente y brusco cambio de
actitud y su actual intolerancia. Luego, si ni la actividad laboral ni los
intereses empresariales sufren en absoluto, no se ve razón atendible que
justifique en derecho una decisión de la empresa, rayana, pues, en el

808
F. de D. 2º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

autoritarismo, que hiere, sin provecho para sí, los sentimientos religiosos
de uno de sus empleados constitucionalmente tutelados».809
En esta sentencia, el tema parece que se resuelve concediendo
preponderancia al derecho fundamental de libertad religiosa, estimando
que la práctica externa de la misma no incurre en contravención alguna
del orden público, sin que a estos efectos se considere soliviantada la
libertad del empleador en cuanto a la organización y productividad
empresarial810, ni tampoco la nota de laicidad opuesta por la Empresa –en
cuanto que la misma es de naturaleza pública– recurrente; pues frente a
tal alegato, lo que entiende el Tribunal es que la solución pro libertatis es
procedente, “máxime cuando la demandada es una empresa municipal y
por tanto perteneciente al sector público, y puede que, por ello, más
comprometida que las de puro carácter privado con el cumplimiento
efectivo de los valores constitucionales”.811

809
F. de D. 2º. Para la Profª. A. CASTRO JOVER, La utilización de signos de identidad religiosa en
las relaciones de trabajo en el Derecho de Estados Unidos, Servicio de Publicaciones de la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Jaén, 2.005, pág. 41: “Es de
destacar que esta sentencia plantea el problema en clave constitucional. El juicio de
ponderación sobre los derechos constitucionales en conflicto se advierte en la valoración de
ausencia de daño a la empresa (juicio de necesidad) que sólo hace que la medida, el despido,
no sea adecuada para conseguir el fin que se propone (juicio de proporcionalidad), evitar el
daño a la imagen. Por el contrario se produce un daño a la libertad religiosa del demandante
sin que con ello evite ningún otro daño”.
810
Según el Prof. S. CAÑAMARES ARRIBAS, “Tratamiento de la simbología religiosa en el
Derecho español: propuestas ante la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa”, en
VV.AA. (R. Navarro-Valls, J. Mantecón Sancho y J. Martínez-Torrón, coords.), La libertad
religiosa y su regulación legal…, cit. pág. 534, el conflicto se resuelve atendiendo en exclusiva a
la regla del derecho al acomodo, sin tomar en consideración el tiempo de antigüedad en la
empresa ni el tiempo de utilización de la gorra. Por nuestra parte, no puede compartirse esta
conclusión, pues la sentencia sí que hace referencia a tales elementos a la hora de valorar el
derecho a la libertad religiosa del empleado, recogiendo expresamente en su F. de D. 2º «que
está probado que la empresa vino consintiendo durante años que el actor se cubriera con
gorra, sin que [la empresa] haya explicado, ni siquiera mínimamente, a qué responde su
reciente y brusco cambio de actitud y su actual intolerancia», recogiéndose (en el primero de
los Antecedentes de Hecho de la propia Sentencia) como hechos probados de la Sentencia de
instancia que «el demandante trabaja para la EMT como conductor desde el 29-07-1.985 y que
durante la prestación de servicios realizada ha venido cubriéndose la cabeza con gorra»;
relación fáctica que la Sentencia de alzada declara inalterada frente a la pretensión en
contrario deducida por la entidad recurrente (F. de D. 1º).
811
F. de D. 2º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

Así, pues, la resolución, aunque no lo diga expresamente, parece


que se decanta por el entendimiento de la laicidad en cuanto que
favorecedora del ejercicio de las libertades públicas, y entre ellas las de la
libertad religiosa del caso; recordando por otro lado, aunque falte también
la mención explícita en este sentido, ese principio de justicia que se
considera proveniente del derecho romano en cuya virtud ‘quod tibi non
nocet et alii prodest non prohibetur’.

 Empresa privada: el caso de la musulmana “minifaldera”

En el ámbito de las relaciones laborales de carácter privado


contamos con un pronunciamiento judicial en el que se rechaza la
posibilidad de acomodo, en el caso concreto, de las exigencias derivadas
de la creencia religiosa en el vestir de la trabajadora respecto a la libertad
empresarial del empleador. Se trata de un supuesto en que la empleada
reclamaba de la empleadora (en este caso, una entidad mercantil
privada), entre otras cosas, que le relevase de tener que vestir en el
desempeño del trabajo –en concreto en las tiendas libres de impuestos de
aeropuertos– con falda por encima de la rodilla, por considerar que tal
vestimenta era contraria a los preceptos de su religión, manifestada como
musulmana. Ante la negativa por escrito recibida de la empresa, dicha
trabajadora acudió al amparo judicial. Tanto el Juzgado de lo Social núm.
13 de Madrid, en sentencia de 29 de octubre de 1.996, como el Tribunal
Superior de Justicia –Sala de lo Social– de Madrid, en Sentencia de 27 de
octubre de 1.997812, desestimaron tal petición al considerar que la
empleada faltó a las exigencias de la lealtad y buena fe en el ejercicio de
sus derechos, al no manifestar su religión al empresario en la entrevista y
momentos previos a la formalización de su contrato de trabajo, privando
al mismo de la posibilidad de recapacitar acerca de si podía o no encajar
tal situación especial en su estructura específica.

Sin embargo, parece que otra habría sido la solución de no haber


faltado esa previa declaración de religiosidad por parte de la trabajadora,

812
Base de Datos Westlaw Premium (AS 1.997/3.751).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

de la que se quería extraer consecuencias jurídicas, tales como el respeto


de sus creencias y el poder acomodar a las mismas su desempeño laboral,
a tenor de cuanto dice la propia Sentencia; consistente en que la tutela de
la libertad religiosa lleva a los Tribunales laborales a extremar su celo para
que las empresas no impongan a los trabajadores conductas o funciones
incompatibles con sus íntimas y respetables creencias. Debe, además,
tomarse en consideración que la empleada planteaba otro tipo de
peticiones a la empresa que todavía, probablemente, justifican en mayor
medida la respuesta de la empleadora y el sentido de la decisión judicial,
puesto que se había solicitado que no se le obligara a trabajar los viernes,
entre las 13’30 y las 16’30 horas, por ser el día de rezo colectivo islámico,
así como la finalización de la jornada de trabajo una hora antes de la
puesta de sol durante el mes de Ramadán, y que se le relevara de tener
que manipular o vender productos alcohólicos o derivados del cerdo.

La resolución judicial ha de considerarse ajustada a Derecho por lo


que respecta al argumento de la necesidad de declarar la creencia
religiosa si quieren obtenerse consecuencias jurídicas derivadas de ello,
sin que sea obstáculo a este respecto lo dispuesto en el número 2 del art.
16 de la CE813, pues ello debe considerarse una exigencia de la buena fe,
según arquetipo de conducta jurídica que proclama el art. 7.1 de nuestro
Código Civil814. No obstante, posiblemente puede aceptarse la modulación
que al respecto señala la Profª. Castro Jover, cuando indica que «la buena
fe laboral debe referirse al contrato de trabajo y tiene que ver con su
papel de hacer exigibles aquellas obligaciones que aun no estando

813
Cfr., en este sentido M.J. ROCA, La declaración de la propia religión o creencias en el
Derecho español, Universidade de Santiago de Compostela, La Coruña, 1.992, págs. 111 y sigs.
Cfr. J. FERREIRO GALGUERA, “El derecho a no declarar las creencias: reflexiones a la luz de la
jurisprudencia reciente y de la ley orgánica de calidad de la educación”, en Anuario da
Facultade de Dereito da Universidade da Coruña, núm. 7 (2.003), págs. 289-314. Sin embargo,
la Profª. CASTRO JOVER, La utilización de signos de identidad religiosa en las relaciones de
trabajo en el Derecho de Estados Unidos, cit., pág. 39, se muestra en contra, al señalar que
«quien juzga el caso parece olvidar que el art. 16.2 de la CE establece que nadie podrá ser
obligado a manifestar su religión».
814
Cfr. I.M. BRIONES MARTÍNEZ, “El uso del velo islámico en Europa. Un conflicto de libertad
religiosa y de conciencia. Especial referencia a Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia”,
cit., pág. 57 y sig.
Página | 439
Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

expresas, se entienden contenidas en el contrato según un criterio de


honrado cumplimiento de aquél, de modo que lo que el juez debió
verificar es si en el momento de firmar el contrato y en atención a su
contenido el empleado sabía que las exigencias derivadas de la religión a
la que pertenecía le impedían cumplir con las obligaciones allí
establecidas. Un análisis del problema en clave constitucional exige,
además, averiguar si la empresa pueda darle una ocupación en la que se
respeten sus exigencias religiosas dentro de la empresa.
Lamentablemente la sentencia no nos aporta todas las circunstancias de
hecho y tampoco los términos del contrato, elementos necesarios para
realizar una correcta valoración del caso».815

Por otro lado, en sede de doctrina científica se ha criticado que los


Tribunales decantan estas cuestiones hacia el ámbito estricto de lo
contractual –contrato de trabajo– y no en el marco legal de la propia
Constitución y de los derechos fundamentales que proclama816. En efecto,
desde este último ámbito, más discutible parece que, de la falta de
manifestación a priori de tal creencia, deba derivarse el sacrificio de la
misma, en cuanto que derivación ad extra de la libertad religiosa,
especialmente cuando pueda demostrarse que la organización
empresarial no padece de atender a las peticiones de la asalariada. No en
vano, y como se ocupa de recordar la Sentencia del Tribunal Supremo de
19 de abril de 2.011817, «la celebración de un contrato de trabajo no
implica la privación para una de las partes, el trabajador, de los derechos
que la Constitución le reconoce como ciudadanos. Del mismo modo, la
libertad de empresa no legitima que los trabajadores hayan de soportar
limitaciones injustificadas de sus derechos fundamentales y libertades
públicas (por todas, STC 80/2.001, de 26 de marzo, FJ 3, con cita de la STC
88/1.985, de 19 de julio, FJ 2). De esta forma, la modulación que el
815
A. CASTRO JOVER, La utilización de signos de identidad religiosa en las relaciones de trabajo
en el Derecho de Estados Unidos, cit., pág. 39 y sig.
816
Cfr. A. CASTRO JOVER, «Libertad de conciencia, laicidad y privacidad», en la obra colectiva
(D. Llamazares Fernández, dir.), Libertad de conciencia y laicidad en las instituciones y servicios
públicos, Dykinson, Sevilla, 2.005, passim.
817
Sentencia del Tribunal Supremo –Sala de lo Social– de 19 de abril de 2.011; Pte.: Sr. Gullón
Rodríguez (Base de Datos Iustel, RI §1050695).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

contrato de trabajo puede producir en el ejercicio de los derechos


fundamentales solo se producirá en la medida estrictamente
imprescindible para el correcto y ordenado desenvolvimiento de la
actividad productiva... para el logro de los legítimos intereses
empresariales, y proporcional y adecuada a la consecución de tal fin (SSTC
6/1.982, de 21 de enero, F.J. 8; 106/1.996, de 12 de junio, F.J. 5;
204/1.997, de 25 de noviembre, F.J. 2; 1/1.998, de 12 de enero, F.J. 3;
90/1.999, de 26 de mayo, F.J. 3; 98/2.000, de 10 de abril, F.J. 7; y
80/2.001, de 26 de marzo, entre otras).
»Existe también una muy numerosa doctrina del Tribunal
Constitucional a propósito de las medidas empresariales que puedan
resultar restrictivas de derechos fundamentales, cuya constitucionalidad
ha de venir determinada por la estricta observancia del principio de
proporcionalidad. Como se afirma en las SSTC 66/1.995, de 8 de mayo, FJ
5; 55/1996, de 28 de marzo, FFJJ 6, 7, 8 y 9; 207/1996, de 16 de diciembre,
F.J. 4.e) y 37/1.998, de 17 de febrero, F.J. 8), "para comprobar si una
medida restrictiva de un derecho fundamental supera el juicio de
proporcionalidad, es necesario constatar si cumple los tres requisitos o
condiciones siguientes: si tal medida es susceptible de conseguir el
objetivo propuesto (juicio de idoneidad); si, además, es necesaria, en el
sentido de que no exista otra medida más moderada para la consecución
de tal propósito con igual eficacia (juicio de necesidad); y, finalmente, si la
misma es ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más beneficios o
ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores
en conflicto (juicio de proporcionalidad en sentido estricto)".»818

En el supuesto enjuiciado que nos ocupa no consta que se adujera


cuestión de discriminación alguna en relación –sirviendo de término
comparativo– con otros empleados. La cuestión, sin embargo, es
importante porque la Sentencia del Tribunal Supremo acabada de referir,
superando (si bien se dice que no existe identidad de supuestos ni
contradicción de doctrina jurisprudencial) la citada en páginas anteriores
Sentencia de 23 de enero de 2.001, señala que «dentro de los derechos

818
F. de D. 6º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

fundamentales del trabajador que no deben verse indebidamente


modulados por el hecho de que exista un contrato de trabajo,
evidentemente se encuentra el de igualdad en la forma de no
discriminación por razón de sexo»819. Y, tomando en consideración lo
dispuesto en el art. 6.2 de la L.O. 3/2.007, de 22 de marzo, para la
igualdad efectiva de mujeres y hombres, con arreglo al que "se considera
discriminación indirecta por razón de sexo la situación en que una
disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de
un sexo en desventaja particular con respecto a personas del otro, salvo
que dicha disposición, criterio o práctica puedan justificarse
objetivamente en atención a una finalidad legítima y que los medios para
alcanzar dicha finalidad sean necesarios y adecuados", llega a la
conclusión de que resulta discriminatoria la medida que impide a la mujer
vestir, en el desempeño de su labor, igual que el hombre.

Dice, así, el Tribunal Supremo que «han de valorarse aspectos de la


cuestión relacionados no solo con los aspectos jurídicos, sino que también
los usos sociales y las máximas de experiencia pueden tener un valor
referencial; con arreglo a éstas, la uniformidad femenina que exige la
empresa tiene un cierto componente tradicional o antiguo, que se vincula
con una serie de valores próximos a una posición no equilibrada de la
mujer en relación con la de los hombres.
»Componente de distinción vinculado al sexo de las trabajadoras
que al resultar obligatorio para ellas y no permitírseles que vistan la
indumentaria generalizada del pijama sanitario, que sí utilizan los hombres
y otras mujeres de su misma categoría, pero en otras dependencias,
supone una actitud empresarial que no resulta objetivamente justificada y
por ello discriminatoria, pues de esa forma, lo que se evidencia y pretende
con esa política empresarial de uniformidad obligatoria y característica
para las mujeres, con ese componente de vestuario tradicional que hemos
dicho, es proyectar al exterior una determinada imagen de diferencias
entre hombres y mujeres que no se corresponde con una visión actual que

819
Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de abril de 2.011, F. de D. 6º; referenciada dos notas
antes.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

el usuario pudiera percibir de los servicios sanitarios, lo que también pone


de manifiesto que no resulta proporcional la medida en relación con el
derecho de igualdad y no discriminación, ni es necesaria, pues si se
concediera por la empresa la opción de llevar la vestimenta uniformada
del pijama sanitario por parte de la enfermeras y auxiliares de planta y
consultas afectadas que así lo desearan, ello permitiría también que se
materializase la comprensible finalidad pretendida por la empresa de
uniformidad de sus empleados para que los usuarios conozcan en todo
momento la calidad o condición de la persona empleada de que se trate,
como ocurre con los hombres que hacen aquéllas misma funciones.
»No obstante, en este punto debe decirse además con total claridad
que el hecho de que esta Sala haya de pronunciarse sobre el alcance de la
medida de uniformidad adoptada por la empresa y de su licitud
constitucional y se haya decantado por el carácter discriminatorio de la
mismas, no significa que no se considere totalmente digno el uniforme
tradicional que impuso la empresa y plenamente lícita la eventual decisión
que pudiesen adoptar aquellas trabajadoras afectadas que, aún teniendo
la posibilidad de vestir el pijama sanitario, optasen por la vestimenta
cuestionada constitucionalmente por la Federación demandante».820

El alto Tribunal, sin embargo, rechaza que, en el caso concreto, se


lesionen los derechos fundamentales a la intimidad y a la propia imagen,
con una doctrina que consideramos que vale la pena transcribir por lo que
al uso de la falda respecta: «Pero no aprecia la Sala en este caso que
también se haya vulnerado los derechos fundamentales de intimidad (art.
18 CE) y dignidad, (art. 10 CE), que implica (SSTC 92/2.000 y 98/2.000) "la
existencia de un ámbito propio y reservado frente a la acción y el
conocimiento de los demás", o el derecho a la propia imagen, pues como
en esos casos se trata de derechos que no son absolutos, sino que pueden
ceder ante intereses u otros derechos constitucionalmente relevantes,
como es el poder de dirección del empresario. En todo caso, cuando se
invoca su vulneración se ha de llevar a cabo un análisis detallado del caso
concreto para determinar si concurren tales vulneraciones. En un

820
F. de D. 7º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

supuesto como el presente, vinculado a esas facultades de dirección del


empresario y proyectadas sobre la uniformidad en la manera en que se ha
reiterado, aquellos usos, hábitos o formas sociales de vestir cobran
protagonismo para que podamos afirmar que la imposición de un
uniforme como el que se discute en estos autos, falda, medias, delantal
con peto y cofia, en modo alguno afecta de la dignidad de la trabajadora o
a la intimidad, pues la utilización de la falda en dimensiones normales no
solo está socialmente [sic] como algo absolutamente corriente, sino que
incluso se vincula en ocasiones con tradicionales o históricas ideas de
elegancia femenina, cuando, por otra parte, y en relación con ello, no hay
exhibición física inadecuada o excesiva que no sea total y absolutamente
normal desde el punto de vista de nuestros usos sociales».821

Por lo demás, dejando de lado el aspecto relativo a la solicitud de


relevo en la manipulación o venta de productos alcohólicos o derivados
del cerdo, hay que recordar que los otros pedimentos de la trabajadora
(que no se le obligara a trabajar los viernes, entre las 13’30 y las 16’30
horas, por ser el día de rezo colectivo islámico, así como la finalización de
la jornada laboral una hora antes de la puesta de sol durante el mes de
Ramadán) están contemplados en el Acuerdo plasmado en la Ley
26/1.992, de 10 de noviembre, que regula las relaciones de cooperación
del Estado con la Comisión Islámica de España, en concreto en su art.
12.1822, si bien el mismo exige a este respecto que debe mediar acuerdo
de las partes.

En otro orden distinto de cosas, en el ámbito de la empresa pública,


puede traerse a colación un asunto en el que los sentimientos religiosos, a

821
F. de D. 9º.
822
En concreto, señala el mismo que “Los miembros de las Comunidades Islámicas
pertenecientes a la Comisión Islámica de España que lo deseen, podrán solicitar la interrupción
de su trabajo los viernes de cada semana, día de rezo colectivo obligatorio y solemne de los
musulmanes, desde las trece treinta hasta las dieciséis treinta horas, así como la conclusión de
la jornada laboral una hora antes de la puesta del sol, durante el mes de ayuno (Ramadán). En
ambos casos, será necesario el previo acuerdo entre las partes. Las horas dejadas de trabajar
deberán ser recuperadas sin compensación alguna”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

través de dibujos caricaturescos con trasfondo religioso, pueden entrar en


conflicto con la libertad de expresión; lo denominaremos de la siguiente
forma:

 El caso de la caricatura contra el Papa, colocada por un trabajador


en su taquilla

A un trabajador (con categoría profesional de telefonista,


desarrollando las funciones propias de la misma en la centralita del
Boletín Oficial del Estado), le fue comunicado, con fecha 15 de abril de
1.993, por la Secretaría de este Organismo que retirase un dibujo
caricaturesco, reproducción de un diario de tirada nacional, que el mismo
había colocado en la parte exterior de su taquilla; y todo ello por
considerar que dicho dibujo podía resultar ofensivo para el Papa.

La caricatura en cuestión consistía, según resulta de la sentencia


enjuiciadora del supuesto, en una composición fotográfica de la imagen
del Papa, en la que el mismo aparecía con un preservativo colocado en su
apéndice nasal; publicada en un diario de ámbito nacional.

El conflicto, que tuvo su culminación en los Tribunales, fue resuelto


por la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 24 junio de
1.996823, conociendo del recurso de suplicación interpuesto frente a la
Sentencia pronunciada por el Juzgado de lo Social núm. 32 de Madrid, con
fecha 30 de noviembre de 1.995.

En opinión del recurrente la medida que se le solicitaba constituía


una vulneración de su derecho a la libertad de expresión y difusión de sus
pensamientos, ideas y opiniones, amparada por el art. 20 de la CE y el art.

823
Sentencia del Tribunal Superior de Justicia –Sala de lo Social– de la Comunidad de Madrid,
de 24 junio de 1.996; Pte.: Sr. Peral Ballesteros (Repertorio de Jurisprudencia Aranzadi, AS
1.996, 2.529).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

19 de la Declaración Universal de derechos humanos de Naciones


Unidas.824

La sentencia decisoria en cuestión se basa en dos tipos de razones


para denegar la vulneración denunciada de la libertad de expresión,
considerando que aquéllas entran dentro de los límites que pueden
constituir legítima restricción de dicha libertad. Por un lado, se alude en la
resolución a los sentimientos religiosos así como la libertad religiosa de los
demás. Por otra parte, se manifiesta la neutralidad que debe mantener el
Estado en materia religiosa, además del derecho al honor de quien puede
sentirse ofendido en este tema.

En efecto, en el Fundamento de Derecho Único de la sentencia se


deja constancia de que el derecho fundamental que consagra el artículo
20.1, a) de la CE, no se configura como un derecho absoluto u omnímodo
en su ejercicio, por cuanto que el número 4 del propio art. 20 fija
expresamente un límite al mismo y a los demás derechos recogidos en el
referido número 1 del precepto constitucional citado, como es el del

824
No está de más recordar lo que dicen estos preceptos: art. 20 de la CE: “1. Se reconocen y
protegen los derechos:
A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la
palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
A la libertad de cátedra.
A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
La Ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el
ejercicio de estas libertades.
2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de
censura previa.
3. La Ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de
comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el
acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el
pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.
4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este
Título, en los preceptos de las Leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al
honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia”.
Y el art. 19 de la Declaración Universal de derechos humanos de Naciones Unidas:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el
de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y
opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

respeto a los demás derechos reconocidos en el mismo título (los


derechos fundamentales del Título I), y entre el que se encuentra el
«derecho a la libertad religiosa y de culto de los individuos», garantizado
por el art. 16.1 de la CE.

En consecuencia, se fundamenta en la resolución judicial que la


libertad religiosa y los sentimientos religiosos de otras personas se
convierten en legítimos límites a esa libertad de expresión: «Y siendo ello
así ha de reconocerse que la exposición por el actor del dibujo del Papa
antedicho en las dependencias del propio centro de trabajo
pertenecientes al Organismo empleador para el que aquél presta sus
servicios como telefonista, a la vista de todos, empleados y público en
general, traspasa claramente los límites de su derecho a la libertad de
expresión por él alegado al no haberse respetado con aquel acto el
derecho, también fundamental, a la libertad religiosa de todas aquellas
personas que por profesar la religión católica, de la que es su máxima
cabeza visible el Papa, ven heridos y ofendidos sus creencias y
sentimientos religiosos con la simple contemplación del dibujo exhibido,
tan dignos y merecedores de igual protección, al menos, que la del
derecho a la libertad de expresión alegado por el demandante, por lo que
la decisión de la demandada para que lo retirara no constituye en el
presente caso la vulneración que se denuncia de este último derecho
fundamental dicho del actor».

Además, en apoyo de la legitimidad de la decisión administrativa, y


tal vez –aunque nada se diga en la sentencia en este sentido– para tratar
de superar el “impass” que supone la igualdad de derechos en liza y la
decantación hacia la medida restrictiva, y por tanto inclinadora de la
balanza, se aduce también el carácter que ha de impregnar la actuación
del organismo público, cual es el de la neutralidad, y más cuando se puede
afectar el honor del Romano Pontífice, ocupándose la resolución judicial
de recordar que, además de ser el máximo representante de una
confesión religiosa, cual es la Iglesia Católica, tiene la consideración de
Jefe de Estado. Se argumenta, así, en este sentido: «Pero es que además

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

se da la circunstancia de que la exhibición del dibujo en cuestión se


produce en dependencia o centro de trabajo de un Organismo del Estado,
como es el BOE, por lo que de haberse permitido por éste la exhibición del
dibujo referido del Papa, podría hacer suponer que se tolera o comparte
por aquél la crítica contenida en el mismo, lo que no resulta compatible
con la neutralidad que en materia religiosa, ideológica y política debe
mantener el Estado, y máxime si se tiene en cuenta que el Papa no es
solamente la cabeza visible de la Iglesia Católica, sino también el jefe de
un Estado extranjero como es el Estado Vaticano al que, como tal, se debe
guardar, y hacer guardar sobre todo por los Órganos Públicos, el respeto
que merece, por lo que se ha de considerar como totalmente correcta y
ajustada a Derecho la decisión tomada por el Organismo demandado de
no permitir la exhibición en sus dependencias de dibujos o fotografías del
tipo o carácter de la aquí enjuiciada, sin que tal conclusión se desvirtúe, y
por virtud de cuanto ha sido expuesto, por el hecho de que el dibujo
expuesto fuera reproducción del publicado en un diario de difusión
nacional».
De cuanto antecede parece que debería desprenderse que, en
definitiva, el acento de la decisión judicial ha sido puesto en el derecho a
determinar la organización de la empresa –comprendiendo sus
dependencias– por parte del titular de la misma, cuando ello puede hallar
amparo en la neutralidad que han de mantener las instancias públicas,
yendo más allá del primigenio animus iocandi que parecía derivarse del
dibujo caricaturesco, para estimar que, dispuesto en establecimiento
público, pueda considerarse que todo ello va más allá de ese mero ánimo
para poder desembocar en otro825, cual sería el de la crítica o
confrontación con el sostenido desde las instancias confesionales. Todo
ello nos parece más ajustado a las circunstancias del caso que no el de la
actuación pública en forma de prevención respecto a los terceros, ya fuese

825
No puede dejar de hacerse referencia a la enorme repercusión internacional que hace unos
años tuvo el denominado affaire de las viñetas de Mahoma. Sobre este particular, entre otras:
J. FERREIRO GALGUERA, “Los límites a la libertad de expresión en la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de los Derechos Humanos: a propósito de las caricaturas sobre Mahoma”, en VV.AA.
(J. Ferreiro Galguera, coord.), Jornadas Jurídicas sobre Libertad Religiosa en España, Ministerio
de Justicia, Madrid, 2.008, págs. 691 y sigs.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

el propio Papa, ya otros trabajadores o usuarios de las dependencias


públicas, pues no consta en las actuaciones judiciales que hubiese habido
quejas suscitadas por persona alguna. Por otro lado, la ratio de la
sentencia parece basarse en la impregnación que de su sentido o
significado irradia el dibujo caricaturesco colocado en dependencias
oficiales hacia la institución misma de la que forman parte.

5. ÁMBITOS MILITAR Y POLICIAL

El Tribunal Constitucional ha llegado a conocer de dos recursos de


amparo en los que el demandante del mismo había sido obligado a
participar en actos que se han considerado, por el Alto Tribunal, que
vulneraban su derecho a la libertad religiosa en su vertiente negativa. En
el primer caso, se trataba de un militar profesional que fue conminado a
rendir honores a la Virgen de los Desamparados; y en el segundo, de un
funcionario de policía nacional, a quien se le impuso el deber de prestar lo
que se calificó de “servicio policial” en una procesión de Semana Santa.

También ha sido llevado a los Tribunales el rechazo administrativo


de la pretensión de dos guardias civiles, que solicitaron que una imagen de
la Virgen del Pilar fuera retirada de las dependencias de un cuartel de la
Benemérita, en el que la misma se encontraba.

 El caso de la rendición militar de honores a la Virgen

Con ocasión de la “parada militar” dispuesta, a finales del año 1.993,


para rendir homenaje con motivo del V Centenario de la Advocación de la
Virgen de los Desamparados, un sargento destinado para este cometido,
al tener conocimiento de su designación, solicitó ser eximido del servicio,
alegando para ello sus creencias religiosas ajenas al acto. Sin embargo, se
le ordenó por la superioridad participar en el desfile castrense, ya que,
según aquélla, no se trataba de actos de carácter religioso con
participación militar, sino de actos del Ejército destinados a la celebración,

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

por personal militar, de una festividad religiosa. El sargento tomó parte en


el acto, pero abandonó la formación en el preciso momento de rendir
homenaje a la Virgen; razón por la que el mando militar dispuso la
apertura de varios expedientes disciplinarios contra el mismo, al tiempo
que se le incoó un procedimiento penal por presunto delito de
desobediencia, que acabó por ser archivado.

Coetáneamente, el sargento al estimar infringida su libertad de


creencias acudió a la jurisdicción criminal, pero la misma procedió al
archivo de las actuaciones826, por lo que el interesado recurrió la misma
llegando hasta el Tribunal Constitucional; resolviendo la Sala Segunda de
éste mediante la Sentencia núm. 177/1.996, de 11 de noviembre827, en la
que el Alto Tribunal estudia el conflicto surgido entre el deber de
disciplina militar y el derecho a la libertad ideológica y de conciencia que
el recurrente estimaba infringido.

El Tribunal Constitucional, centrando la cuestión litigiosa que se le


suscita, refuta la concepción de la libertad religiosa según la exégesis
realizada por sus Tribunales sufragáneos, rechazando que se trate de una
vulneración de la libertad religiosa en su dimensión positiva, entendiendo,

826
Según relato del propio Tribunal Constitucional, en la sentencia que conoce el recurso de
amparo: «Mediante Auto de 14 de julio de 1.994, la Sala Quinta del Tribunal Supremo
confirmó en apelación el dictado previamente por el Magistrado Instructor, de 17 de mayo de
1.994, reconociendo la competencia de la jurisdicción militar para conocer del asunto y
declarando que los hechos denunciados no eran constitutivos de delito».
827
Sentencia del Tribunal Constitucional –Sala 2ª– núm. 177/1.996, de 11 de noviembre de
1.996; Pte.: Sr. Viver Pi-Sunyer (BOE, de 17 de diciembre de 1.996). El Tribunal aclara, en el F.J.
8 de la sentencia, que lo que se impugnaba en el proceso de amparo no eran las medidas
disciplinarias impuestas al demandante en relación con su conducta y el incumplimiento de la
orden de no abandonar la formación, sino, única y exclusivamente, la decisión de los órganos
jurisdiccionales de archivar las diligencias previas instruidas a resultas de la demanda
presentada por el actor contra sus superiores, por entender aquél que habían incurrido con tal
proceder en conductas tipificadas como delito. En consecuencia, el recurso de amparo
quedaba limitado al Auto de archivo de las actuaciones penales y a la ulterior Sentencia del
Tribunal Supremo que lo confirmaba, a las que el recurrente imputaba una doble vulneración
de su derecho a la libertad religiosa, consistente en un entendimiento erróneo del contenido
de este derecho que lleva a los órganos judiciales a denegar la imposición de las sanciones
penales solicitadas.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

por el contrario, que lo que se ha infringido es la vertiente negativa de la


libertad de creencias del recurrente.

Dice, así, en concreto, que «ha de reconocerse que estas


resoluciones judiciales parten para declarar la licitud constitucional de la
orden recibida por el demandante, de una concepción del derecho a la
libertad religiosa que este Tribunal no puede compartir.
»Ciertamente, con su solicitud para ser relevado del servicio, el
actor no pretendía la defensa de su libertad para realizar actos de culto en
consonancia con la fe escogida y sin injerencia del Estado o de otras
personas, ni reaccionaba frente a un acto que le exigía declarar sobre su
credo religioso o que le obligaba a realizar una conducta contraria al
mismo. Manifestaciones, todas ellas, del derecho de libertad religiosa,
según se declaró en las SSTC 19/1.985 y 63/1.994.
»Antes bien, el recurrente perseguía hacer valer la vertiente
negativa de esa misma libertad frente a lo que considera un acto ilegítimo
de intromisión en su esfera íntima de creencias, y por el que un poder
público, incumpliendo el mandato constitucional de no confesionalidad
del Estado (art. 16.3 C.E.), le habría obligado a participar en un acto, que
estima de culto, en contra de su voluntad y convicciones personales.
»El derecho a la libertad religiosa del art. 16.1 C.E. garantiza la
existencia de un claustro íntimo de creencias y, por tanto, un espacio de
autodeterminación intelectual ante el fenómeno religioso, vinculado a la
propia personalidad y dignidad individual. Pero, junto a esta dimensión
interna, esta libertad, al igual que la ideológica del propio art. 16.1 C.E.,
incluye también una dimensión externa de agere licere que faculta a los
ciudadanos para actuar con arreglo a sus propias convicciones y
mantenerlas frente a terceros (SSTC 19/1.985, F.J. 2; 120/1.990, F.J. 10, y
137/1.990, F.J. 8).
»Por su parte, el art. 16.3 C.E. al disponer que “ninguna confesión
tendrá carácter estatal”, establece un principio de neutralidad de los
poderes públicos en materia religiosa que, como se declaró en las SSTC
24/1.982 y 340/1.993, “veda cualquier tipo de confusión entre funciones
religiosas y estatales”.

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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

»Consecuencia directa de este mandato constitucional es que los


ciudadanos, en el ejercicio de su derecho de libertad religiosa, cuentan
con un derecho “a actuar en este campo con plena inmunidad de
actuación del Estado” (STC 24/1.982, F.J. 1), cuya neutralidad en materia
religiosa se convierte de este modo en presupuesto para la convivencia
pacífica entre las distintas convicciones religiosas existentes en una
sociedad plural y democrática (art. 1.1 C.E.)».828

Por otra parte, el alto Tribunal, sale al paso de la argumentación


empleada para sostener el acto administrativo recurrido: «En la Sentencia
objeto de impugnación, se argumenta en justificación de la licitud de la
mencionada orden, que, a diferencia de otros actos que integraban la
celebración de esa festividad, la parada militar no puede calificarse como
un acto religioso o de culto, puesto que la unidad que rinde honores lo
hace en representación de las Fuerzas Armadas y, por tanto, al margen de
las convicciones ideológicas o religiosas de cada uno de sus componentes
a título individual».829

El Alto Tribunal realiza dos afirmaciones con las que se podrá o no


estar de acuerdo –y de hecho la primera de ellas ha sido objeto de
numerosas críticas– pero, en cualquier caso, resultan verdaderamente
sustanciosas:

La primera aseveración es la de que «el art. 16.3 de la CE no impide


a las Fuerzas Armadas la celebración de festividades religiosas o la
participación en ceremonias de esa naturaleza»830. Esta afirmación ha sido
muy cuestionada, señalándose que supone una vulneración del principio
de aconfesionalidad831, pero lo cierto es que algunas de estas festividades

828
F.J. 9.
829
F.J. 10.
830
F.J. 10.
831
Especialmente crítico se mostró I. MARTÍN SÁNCHEZ, “Celebración por las Fuerzas Armadas
de festividades religiosas y principio de laicidad”, en VV.AA., (J. Martínez-Torrón, edit.), La
libertad religiosa y de conciencia ante la justicia constitucional. Actas del VIII Congreso
internacional de Derecho Eclesiástico del Estado. Granada, 13-16 de mayo de 1.997, Comares,
Granada, 1.998, pág. 666, para quien «la celebración por las Fuerzas Armadas de festividades
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

de indudable sentido confesional, ¿acaso no las dispone y, en


consecuencia, celebra el propio Estado en su calendario laboral? ¿Qué ha
de extrañar, entonces, que las celebren las Fuerzas Armadas de ese
Estado? En otras palabras, el Estado puede determinar que una concreta
fecha sea festiva, y, sin embargo, ¿los poderes de ese Estado –el Estado
mismo– no pueden celebrar la festividad propia del día?832

Ahora bien, segunda aserción: «Pero el derecho de libertad


religiosa, en su vertiente negativa, garantiza la libertad de cada persona
para decidir en conciencia si desea o no tomar parte en actos de esa
naturaleza».833

Y remata el Alto Tribunal su argumentación, señalando que en el


caso enjuiciado la actuación del recurrente de amparo constituía una
«decisión personal, a la que no se pueden oponer las Fuerzas Armadas
que, como los demás poderes públicos, sí están, en tales casos, vinculadas
negativamente por el mandato de neutralidad en materia religiosa del art.
16.3 de la Carta Magna». En consecuencia, aun cuando se considere que
la participación del actor en la parada militar obedecía a razones de
representación institucional de las Fuerzas Armadas en un acto religioso,
debió respetarse el principio de voluntariedad en la asistencia y, por tanto,

religiosas supone una confusión de funciones, contraria a la neutralidad de los poderes


públicos en materia religiosa, porque implica la asunción del factor religioso en cuanto tal
como algo propio por parte de un poder laico. Es decir, la implicación de éste en algo que es
ajeno por completo a su propia naturaleza». Cfr., en la misma obra, las afirmaciones de A.
GARCÍA GÁRATE, “El largo y tortuoso camino hacia la laicidad (A propósito de la STC 177/1.996,
de 11 de noviembre)”, pág. 496.
832
Tal y como ya vimos en el capítulo anterior, la Dirección General de Asuntos Religiosos, en
Informe emitido el 30 de enero de 1.997, señaló que “la organización de actos religiosos para
los miembros de las Fuerzas Armadas responde a criterios constitucionales y sociológicos, y
defiende el arraigo del Catolicismo y la trascendencia social de sus festividades, lo que justifica
–para evitar un confesionalismo estatal de tipo laico– su admisibilidad constitucional si se
asegura voluntariedad y no se realizan directamente las actividades religiosas por los Institutos
castrenses”. Vid. J.M. MARTÍ SÁNCHEZ, “Las ceremonias religiosas en el Ejército”, en VV.AA., (J.
Martínez-Torrón, edit.), La libertad religiosa y de conciencia ante la justicia constitucional...,
cit., pág. 617, nota 5.
833
F.J. 10.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

atenderse a la solicitud del actor de ser relevado del servicio, en tanto que
expresión legítima de su derecho de libertad religiosa.834

 El caso del funcionario de policía obligado a participar en un


desfile procesional

En parecidos términos al precedente se pronunció el Tribunal


Constitucional en su Sentencia 101/2.004, de 2 de junio 835, rechazando
que se pueda obligar a un funcionario de la Policía Nacional a participar en
una procesión de Semana Santa en contra de su propia voluntad, pues ello
implica una vulneración de su libertad de creencias en su dimensión
negativa.

Si bien la Administración competente y las instancias judiciales


precedentes habían estimado que se trataba de un acto de servicio
policial, al que, por tanto, estaba obligado el quejoso836; sin embargo, el
Tribunal Constitucional le concede el amparo, dadas las circunstancias que
rodearon la intervención en el acto de la Policía: trasladarse desde Sevilla
a Málaga a fin de participar en el desfile, en el que intervinieron con traje
de gala y armas tales como lanzas y sables; todo lo cual, según el alto
Tribunal alejaba la actividad de la puramente profesional para situarla en
la de la propia procesión de carácter confesional.837

834
Cfr. F. de D. 10 de la sentencia en examen.
835
Sentencia del Tribunal Constitucional (Sala Primera) núm. 101/2.004, de 2 de junio de
2.004; Pte.: Sr. Jiménez de Parga y Cabrera (BOE, núm. 151, de 23 de junio de 2.004).
836
Resoluciones de 21 de julio de 1.998, de la Dirección General de la Policía, y de 29 de marzo
de 1.998 del Comisario Jefe de la Brigada Provincial de Sevilla, y la Sentencia de la Sección 2ª
de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, con
sede en Sevilla, de fecha 7 de marzo de 2.002, recaída en el recurso contencioso-
administrativo núm. 1.767/1.998, por la que se desestima el recurso interpuesto contra
aquéllas.
837
En concreto, señala el alto Tribunal: «resulta evidente, sin la menor duda, que un servicio
de las características del que aquí nos ocupa –unidad de caballería, uniformidad de gala, armas
inusuales como sables y lanzas, etc.– no es un servicio policial ordinario que tenga por objeto
cuidar de la seguridad del desfile procesional; servicio que, por otra parte, no se presta con
estas características a otras hermandades. Se trata, más bien, de un servicio especial cuya
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

En consecuencia, concluye el Tribunal Constitucional: «Alcanzado el


convencimiento de que ésta es la naturaleza del caso, son claras las
implicaciones de tipo religioso de la participación en dicho servicio,
implicaciones que fundamentan sobradamente la negativa de quien no
profese la religión católica a tomar parte en manifestaciones de culto de
dicha religión, como es desfilar procesionalmente. Al no dispensar al
recurrente de hacerlo, las Resoluciones de la Dirección General de la
Policía y la posterior Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía, que las confirma, han lesionado su derecho a la libertad
religiosa, por lo que procede otorgar el amparo, reconociendo su derecho
a no participar, si ése es su deseo, en actos de contenido religioso».838

Finalmente, se pretendía por el recurrente en amparo que se


declarase la nulidad del vínculo que une al Cuerpo Nacional de Policía
como Hermano Mayor con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús El Rico
de Málaga, por vulneración del art. 16.3 de la CE, cuestión que es
desestimada por el alto Tribunal, al considerar que «tal pretensión se
dirige, por tanto, contra el art. 106 de los Estatutos de “La Real,
Excelentísima, muy ilustre y venerable Cofradía de culto y procesión de
nuestro Padre Jesús Nazareno bajo la advocación de ’El Rico’ y María
Santísima del Amor” (aprobados por el Obispado de Málaga el día 4 de
mayo de 2.000), en el que se dispone que “son hermanos de esta Cofradía
el Cuerpo de Instituciones Penitenciarias y el Cuerpo Nacional de Policía”.
Sucede, sin embargo, que la disposición transcrita no es imputable a un

principal finalidad no es garantizar el orden público, sino contribuir a realzar la solemnidad de


un acto religioso de la confesión católica, como es la procesión de la hermandad tantas veces
citada» (F.J. 4).
838
F.J. 4. Un suceso paralelo, en el ámbito de la Policía Local, es el atendido por la Sentencia de
13 de febrero de 2.006, pronunciada por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 1
de Castellón, Pte: Sra. Gil Gómez (Base de Datos Westlaw Premium RJCA 2.006/302), en el que
se da la razón al recurrente contra la Resolución de la Alcaldía núm. 2.213, de 21 de julio de
2.005, del Ayuntamiento de Villarreal, dictada en respuesta a la petición formulada por el
demandante, Intendente Principal Jefe de la Policía Local, por la que solicitó que se le eximiera
de asistir a actos y ritos religiosos o confesionales en su condición de Jefe de Policía Local; y, en
cuya virtud, se establecían las reglas para la asistencia de dicho Intendente a los actos públicos
acompañando a la Corporación.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

poder público, por lo que nada puede pretenderse contra ella a través de
un recurso de amparo (art. 41.2 LOTC), independientemente de que el
eventual acto de aceptación pueda ser impugnado en la vía
procedente».839

 El caso de los guardias civiles contra la efigie de su patrona en un


cuartel de la benemérita

Según noticias ofrecidas por varios medios de información, dos


guardias civiles, en el año 2.007, solicitaron a sus Instancias Superiores la
remoción de una estatuilla representativa de la Virgen del Pilar en las
dependencias de un cuartel de la Guardia civil en Almodóvar del Río
(Córdoba), sin que por la Administración se atendiera favorablemente
dicha petición.840

El primero de estos casos, elevado a los Tribunales fue resuelto por


la Sentencia de 19 de enero de 2.010, del Tribunal Superior de Justicia de
Madrid841, que declara inadmisible, por falta de legitimación activa, el
recurso contencioso-administrativo interpuesto por uno de dichos
Guardias Civiles contra la Resolución de la Secretaría de Estado de
Seguridad, Subdirección General de Inspección de Personal y servicios de
seguridad, de fecha 20 de septiembre de 2.007, por medio de la cual se
acordó desestimar la referida solicitud de retirada del icono religioso.

El Tribunal Superior de Justicia madrileño, después de aludir a la


jurisprudencia relativa a la legitimación procesal, así como a su doctrina

839
F.J. 5.
840
Según www.público.es: "Nosotros no ponemos en cuestión dicho patronazgo, sino que
solicitamos la retirada de un símbolo religioso expuesto en unas dependencias oficiales de la
Administración Pública", afirman fuentes de la defensa.
841
Sentencia núm. 10.166/2.010, de 19 de enero de 2.010, del Tribunal Superior de Justicia –
Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª– de Madrid; Pte.: Sra. Luaces Diaz de
Noriega (Id Cendoj: 28079330062010101169).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

propia precedente sobre la misma842, acoge la falta de legitimación activa


del recurrente, puesto que el mismo está acreditado que ya no presta sus
servicios en el puesto de Almodóvar del Río donde está ubicada la
estatuilla, sino en la unidad de seguridad del Centro Penitenciario de
Córdoba-Alcolea: «En el presente caso, es evidente que no concurre
interés directo o legítimo en el recurrente, pues de la estimación del
recurso no resultaría un beneficio que amplíe la esfera de sus derechos.
»Como se indica en la STS de 13-11-2.000, “la relación entre el
sujeto y el objeto de la pretensión, con la que se define la legitimación
activa, comporta el que la anulación del acto o la disposición general que
se recurre en vía jurisdiccional produzca un efecto positivo (beneficio) o
negativo (perjuicio) actual o futuro para el legitimado, pero cierto (cfr.
sentencia de este Tribunal de 1 de octubre de 1.990)”.

»En este sentido el recurrente ya no presta sus servicios en el


Puesto de Almodóvar del Río donde está ubicada la estatuilla sino en la
Unidad de Seguridad del Centro Penitenciario de Córdoba-Alcolea, según

842
«Por lo que a la falta de legitimación respecta, debemos recordar, de acuerdo con lo dicho
en la STS de 1-10-1.997, que: “La legitimación es uno de los presupuestos esenciales para la
admisibilidad del proceso. La legitimación permite que el demandante concrete su derecho a
ser parte en el pleito: El presupuesto procesal de la legitimación, ha sido –y es– entendido por
nuestra jurisprudencia con un criterio amplio y antiformalista, tal como expresa la
representación procesal de la parte demandante. Tanto la jurisprudencia como la doctrina
científica, se han detenido en precisar cómo debe ser entendido el concepto de interés
directo, al que se refiere el art. 28.1, a) de la Ley Jurisdiccional. Y es evidente que sobre tan
importante cuestión, se aprecia una clara y evidente evolución en la jurisprudencia y en la
doctrina científica. La evolución jurisprudencial y doctrinal sobre el concepto de legitimación
en el ámbito de la jurisdicción contencioso-administrativa, obliga a distinguir y precisar los
siguientes conceptos: interés legítimo; interés directo; intereses colectivos o difusos, y el mero
interés por la legalidad. A través de los conceptos interés legítimo e interés directo, se
garantiza una utilidad sustancial al interesado: y es que frente a las potestades administrativas,
el administrado es titular de una esfera jurídica cuyo contenido no es otro que un conjunto de
utilidades a través de las que se satisface el interés propio (derechos subjetivos).
»Pero junto a ello, hay que situar los intereses colectivos o difusos, que caen dentro
del ámbito del derecho a la tutela judicial efectiva: por esta vía se amplía el concepto de
interés directo, pero sin que dentro de dicho concepto quepa incluir a quien se limita a actuar
en defensa de la legalidad (SSTS, entre otras de fechas 14 julio 1.988, 7 febrero 1.989, 12 junio
1.989, y 19 julio 1.991). La Sentencia de esta Sala de fecha 31 mayo 1.990 , precisó que “no
puede confundirse el interés directo con el mero interés de la legalidad, que sólo legitima en
aquellos campos de la actuación administrativa en que por ley esté reconocida la acción
pública”, criterio recientemente reiterado por la STS de 13-11-2.000».
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

consta en el documento número 1º emitido por la Comandancia de la


Guardia civil de Córdoba en cuyo punto 4º se señala que: "desde el 11 de
marzo de 2.008, el Guardia civil recurrente, está destinado en la Unidad de
Seguridad del Centro-Penitenciario de Córdoba-Alcolea, con lo que no
tiene interés legítimo precisamente porque no trabaja allí con lo que no
tiene visión de la estatuilla y por lo tanto ninguna vulneración se produce
a su libertad ideológica, religiosa o de culto.
»Reconoce el recurrente que ya no trabaja allí, aunque según dice
sigue personándose allí cada vez que debe realizar el traslado de personas
detenidas en dicha unidad, lo que no deja de ser una mera alegación, pues
no ha presentado ningún documento en el que se diga que acude con
frecuencia al puesto de Almodóvar del Río o que necesariamente ha de
pasar por el lugar donde se encuentra la estatuilla de la Virgen del Pilar,
razón por la que se entiende que carece de legitimación activa para pedir
su retirada.»

Nos parece, sin embargo, que la decisión judicial, en términos


estrictamente procesales, es extremadamente rigurosa en cuanto que al
suscitar la cuestión en vía administrativa el peticionario sí que estaba
perfectamente legitimado para ello; siendo que la jurisdicción
contencioso-administrativa no es sino meramente revisora de aquélla.
Cierto es, sin embargo, también, que la cuestión podría haber
desembocado así mismo en un resultado desfavorable a las pretensiones
del demandante, por la vía de carencia de objeto sobrevenido de la acción
ejercitada.

Todavía más recientemente en el tiempo, se ha desestimado la


petición del otro proponente de la remoción del icono religioso, en este
caso atendiendo a los motivos de fondo del litigio planteado. En efecto, la
Sentencia de 25 de febrero de 2.011, dictada por el Tribunal Superior de
Justicia de Andalucía843, rechaza la retirada de la estatuilla representativa

843
Sentencia núm. 272/2.011, de 25 de febrero de 2.011, dictada por la Sección 4ª de la Sala
de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, con sede en
Sevilla; Pte.: Sr. Rodríguez Moral (Id Cendoj: 41091330042011100508).
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

de ‘la Pilarica’, negando que se produzca una vulneración de la libertad


religiosa del recurrente ni se afrente al principio de aconfesionalidad de
los poderes públicos; y ello, por las siguientes razones, según la sentencia,
que vale la pena transcribir, aunque solo fuese por la buena prosa que
utiliza: «Estamos ante un símbolo en principio religioso que el transcurso
del tiempo ha incorporado a otra constelación simbólica, donde la
concepción mistérica y sagrada del hijo de Dios queda relegada a un plano
ulterior, pasando a primer plano el recordatorio de la Guardia Civil es
institución, es decir, sedimento histórico, a la par que realidad actual,
alumbrada en un pasado del que no se quiere prescindir, y de que a lo
largo del transcurso del tiempo han ido adhiriéndose a su imagen
símbolos que expresan con resonancia cultural e histórica más que
propiamente confesional.

»Por ello, puesto que apreciamos que la eficacia motivacional que


pudiera derivarse de la presencia de la Virgen en los recintos y
dependencias de la Guardia Civil es débil dudamos seriamente que el
estímulo, perturbación o riesgo de adoctrinamiento que la colocación de
un crucifijo en un establecimiento docente había preocupado al TEDH
entren aquí en juego como factores a considerar, de igual modo que
resulta difícil aceptar que los miembros del Instituto Armado lo juzguen
como un enclave confesional que pasa a formar parte del medio, puesto
que más que de símbolo ostensible o impactante, cabría hablar de un
símbolo sin mensaje, de igual modo que la sentencia de esta Sala de 25 de
abril de 2.006 (recurso de apelación nº 444/2.005, sección 1ª), al enjuiciar
el patronazgo mariano del Colegio de Abogados de Sevilla, concluyó que el
reconocimiento de una tradición histórica, aunque vinculada a un hecho
religioso, no implica discriminación por razón de religión, porque no
impone creencia, culto o práctica religiosa, ni menos aun la incorporación
de un dogma de fe a las normas colegiales».844

El alto Tribunal andaluz se apoya, para llegar a esta conclusión, en el


carácter más histórico que otra cosa de la institucionalización del icono

844
F. de D. 4º.
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Capítulo III: La simbología religiosa en la doctrina jurisprudencial

mariano y su presencia en las dependencias castrenses, puesto que se


llega a afirmar que, como consta en el expediente administrativo, la
Virgen del Pilar fue nombrada Patrona de la Guardia Civil mediante Real
Orden de 8 de febrero de 1.913.

Página | 460
Conclusiones

CONCLUSIONES

Página | 461
Conclusiones

Después del recorrido realizado por las respuestas que la


manifestación simbólico-religiosa ha recibido de los poderes públicos del
Estado español, se impone dejar constancia de ciertas constataciones que
se obtienen del estudio efectuado, así como formular conclusiones al
respecto; lo que afrontamos en las líneas que siguen.
Los símbolos que evocan, en mayor o menor medida, una
religiosidad vienen suscitando controversia en los Estados de nuestro
entorno cultural desde hace tiempo, pero ha sido sobre todo de dos
décadas a esta parte cuando se han intensificado, hasta el punto que
varios conflictos han llegado a culminar en el Tribunal Europeo de
derechos humanos. En algunos de estos Estados –supuesto, ilustrativo, de
Francia– la problemática se ha planteado únicamente respecto de los
signos de uso personal, dado que su legislación ya contemplaba, de mucho
tiempo atrás, que los símbolos de naturaleza estática no podían tener
presencia institucional alguna. Las dificultades que han supuesto la
llevanza del hiyab o del burka, en determinados lugares y dependencias
públicas, han sido objeto de regulación legal en este País, en lo que
llevamos de siglo XXI, al objeto de prohibirlos. En otros Estados, por el
contrario, las cuestiones han surgido no sólo en ese aspecto del vestir,
sino también, y trayendo además causa de muy antiguo, por ejemplo en
Italia, con la presencia de símbolos religiosos en aulas y salas públicas.
En el Estado español –aunque en menor medida que otros
ordenamientos que han conocido del fenómeno migratorio,
particularmente de procedencia islámica, con mucha mayor antelación–
tampoco se ha sido ajeno a una buena dosis de esta conflictividad; parte
de la cual, incapaz de resolverse pacífica y autocompositivamente, ha
terminado en la instancia judicial. Es necesario poner de relieve, sin
embargo, que en nuestros lares, al margen del contraste que, en su caso,
pueda suponer la presencia de determinadas prendas de vestir,
originariamente ajenas a la españolidad; la problemática más común
contra elementos de religiosidad estática se viene propiciando no por
razón de conflictos interconfesionales, sino por parte de personas
pertenecientes a colectivos que propugnan la secularización de toda
instancia oficial, o en que se realicen servicios o funciones públicas; en un

Página | 462
Conclusiones

entendimiento de la aconfesionalidad estatal, constitucionalmente


consagrada (art. 16.3 de la Carta Magna), contrario a la
institucionalización del símbolo representativo, al menos en origen, de
una fe religiosa. Con una actitud, paralela, que, a nuestro juicio, no
siempre resulta coherente respecto al tratamiento que habría de merecer
el signo islámico, pues, en cambio, se defiende por algunos de estos
mismos colectivos la presencia del velo musulmán en esos lugares
públicos.
Sin embargo, otro sector social pone el énfasis, en la intelección de
dicho precepto de la Norma Suprema en la parte relativa a la
consideración que, al respecto de las creencias religiosas de la sociedad,
los poderes públicos han de adoptar. Las consecuencias con relación a la
simbología musulmana, u otras representativas de confesiones
minoritarias, a veces se derivan hacia otros derroteros que el
exclusivamente fideísta, pretendiendo hacer hincapié en motivos de
identidad nacional. Y es que el tema identitario adquiere una singular
importancia, como lo demuestra el referéndum habido en Suiza acerca de
la presencia arquitectónica islámica en la geografía y urbanismo propios
de la Confederación; lo que parece revelar –a tenor del resultado salido de
las urnas– que, se quiera o no y por muy secularizado que pueda estar el
País, los suizos prefieren un hábitat, un medio ambiente, como el que
venían, secularmente, disfrutando y, por tanto, de origen cristiano
(caracterizado por la presencia de iglesias, con sus torres y campanarios,
incluso, en su caso, con tañido de campanas) antes que el que,
últimamente, parecía adquirir un mayor desarrollo, revistiendo ese
ambiente de tintes islámicos (representado por los minaretes y llamadas
del almuecín)… Los resultados prácticos derivados de la interculturalidad
limitados; el Derecho, con su régimen de derechos fundamentales y
libertades públicas, propios de una sociedad democrática, trascendidos
del sentimiento personal y conformador de las sociedades, que, si bien en
expansión como consecuencia de ese poso democrático aludido, reclama
en ocasiones parcelas propias como exigencias de identidad que se
“resisten” a ser sobrepasadas por otros modos culturales de ver y vivir las
cosas: léase Francia, con sus “santuarios de laicidad”; sea Suiza, con su
prohibición de nuevos minaretes coránicos.

Página | 463
Conclusiones

La labor de investigación que hemos desarrollado, sin embargo, no


se ocupa de esta temática atendiendo al análisis de Derecho Comparado,
sino que se ha desenvuelto en el triple campo de actuación que
constituyen los poderes públicos en España; sometiendo a un análisis, de
carácter exclusivamente jurídico, la sensibilidad y el tratamiento por parte
de los mismos en relación con la variada problemática que suponen los
símbolos religiosos. Hemos atendido así, y aunque, como se ha dicho,
haga ya mucho tiempo que Montesquieu falleció, a la interacción
conflictual de la manifestación simbólico-religiosa y los tres Poderes,
Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

I.- EL PODER LEGISLATIVO ANTE LA MANIFESTACIÓN SIMBÓLICO-


RELIGIOSA

El estudio de la acción legislativa desarrollada respecto de la


simbología representativa de lo religioso, tanto por parte de las Cortes
Generales como de los Parlamentos de las Comunidades Autónomas,
pone de manifiesto la existencia de tres tipos distintos de actuaciones en
esta materia:

Primero.- Cuando el símbolo pueda considerarse inequívocamente


religioso, hasta el punto de que se estime cosa sagrada por la
correspondiente Confesión, el legislador –que, en un principio, mantuvo
una protección penal del mismo en cualquier ámbito público, siendo
reforzado tal amparo cuando la conducta se desarrollaba en lugar de
culto–, con la profunda reforma que supone el denominado Código Penal
de la democracia, de 23 de noviembre de 1.995, se ha decantado hacia
una degradación en la tutela punitiva, puesto que, tras su entrada en
vigor, tratar sin el debido respeto un objeto sacro deja de constituir delito
de profanación si tal actividad se perpetra fuera de lugar de culto o al
margen del transcurso de una ceremonia religiosa.

Esta actitud del legislador revela que la significación que pueda


tener un cierto símbolo para una determinada confesión religiosa no es

Página | 464
Conclusiones

compartida –ni tiene por qué serlo, a efectos de no concurrir ambas


instituciones en la confusión de funciones proscrita constitucionalmente–
siempre, en cualquier circunstancia de tiempo y lugar, por el Estado; que
sólo ha considerado merecedor de tuición penal el sentimiento religioso
cuando se cumplen estrictamente los términos del art. 524 del vigente
Código Penal. La consecuencia que debería de extraerse es que,
correlativamente, el Estado, para ser coherente con su propia percepción
de las cosas, no podría imponer un significado estrictamente religioso al
símbolo que, “profanado” fuera de su ámbito natural de protección, ya no
es digno de la tutela criminal. ¿Si pierde ese significado religioso por
mucho que los profesantes de una determinada creencia lo mantengan,
aun considerando que se hieren sus sentimientos, los Poderes Públicos
pueden seguir sosteniendo, sin embargo, ese carácter confesional del
signo a los efectos de expulsarlo o prohibirlo en esos mismos ámbitos?

Segundo.- Cuando el Legislador, estatal y autonómico, ha tenido


que afrontar la regulación de símbolos con impronta más o menos
religiosa, pero, que al mismo tiempo, están trascendidos de otro
significado como puede ser el histórico, cultural, tradicional,
secularizado… y, especialmente, si es de naturaleza institucional pública,
no ha tenido reparo alguno no sólo en legislar sobre la materia, sino que
ha establecido incluso unos medios de defensa jurídica que, en su
extremo, son de carácter punitivo (art. 543 del Código Penal), cuando de
los símbolos que se consideran propiamente estatales o representativos
de Comunidades Autónomas –fundamentalmente, banderas y escudos
oficiales– se trata.

En estos supuestos, además, el significado del símbolo es el que


objetivamente le ha asignado la Institución Territorial a la que representa,
trascendida de sentimiento social y de la fuerza democrática que lo
sustenta, en una situación que se institucionaliza en términos jurídicos
mediante un proceso de retroalimentación en que la tradición
permanentemente se actualiza, en cuanto que signo identitario de un
pueblo y, en consecuencia, surgido y mantenido por la voluntad popular.
Ante esta consideración de las cosas poco, más bien nada, puede hacer

Página | 465
Conclusiones

quien dice que tal símbolo le molesta; y puede que, en ese sentido, sea
sincero respecto a la transmisión de sus sentimientos si atendemos a
determinados símbolos a los que hemos hecho referencia como más
significativos, tales como la bandera y escudo asturianos y el escudo
gallego, aragonés, cántabro o riojano… algunos tan representativos de
religiosidad (supuesto del escudo oficial de Galicia) que hasta en su
descripción gráfica tiene que valerse de nomenclatura católica.

Tercero.- Cuando el significado del símbolo pueda ser objeto de


discusión acerca de su naturaleza propiamente confesional, o al menos
que recuerda la misma (habiéndose debatido al respecto si tal impronta
ha de determinarse con base en parámetros objetivos o subjetivos), el
legislador no se ha definido al respecto, pudiendo caracterizarse su
actuación en la materia por su absoluta inactividad. De modo que, si en
algo se caracterizan la regulación estatal y las autonómicas, es por la
inexistencia de una Ley que, con rasgos de generalidad y naturaleza
omnicomprensiva, se ocupe de la materia simbólico-religiosa, ya sea para
establecer la posibilidad o, por el contrario, la prohibición de la misma en
dependencias pertenecientes al Estado o a cualesquiera otras
Administraciones Públicas.

No obstante, un sector social y político, que cuenta también con


apoyo en un parcela de la doctrina científica, estima que es la propia
Constitución la que, al proclamar, en su art. 16.3, el carácter aconfesional
del Estado, veda, por regla general y aunque como es obvio no se refiere
nominativamente a la materia, la presencia del elemento simbólico-
religioso en el ámbito de lo público-institucional; en el sentido de que no
abarca tal prohibición a todos los lugares públicos y, además, que la
misma ha de ser objeto de matización según la naturaleza del símbolo y el
lugar de su colocación.

Sin embargo, conviene no olvidar, teniendo en cuenta nuestra


histórica ‘cuestión religiosa’ –que también alcanzó a la presencia del
crucifijo y otros símbolos católicos en dependencias públicas–, que
seguramente haya de considerarse que la Constitución, fruto del

Página | 466
Conclusiones

consenso, no estableció un régimen jurídico de relaciones del Estado para


con las Confesiones de tipo laicista, que, paralelamente al francés
imponga una actitud de beligerancia, cuando no más bien hostil, hacia la
presencia confesional en la res publica; sino que, como ha tenido ocasión
de precisar el Tribunal Constitucional, en diversas ocasiones, la Carta
Magna impone un sistema de aconfesionalidad o laicidad positiva, que si
bien veda la confusión entre funciones religiosas y funciones estatales, no
supone una separación, a modo de compartimentos estancos, entre lo
público y lo confesional, desde el momento en que es la propia Ley de
leyes la que impera no sólo tener en cuenta las creencias religiosas de la
sociedad española, sino también “mantener las consiguientes relaciones
de cooperación con la Iglesia católica y las demás Confesiones”.

No entendemos, pues, que sea de signo laicista la interpretación


que deba de hacerse de la Constitución, ni que de la misma haya de
extraerse forzosamente que el elemento representativo o evocador de lo
confesional haya de ser extirpado de la sede institucional pública; no se
entendería, entonces, cómo puede aparecer en el propio Texto Magno,
art. 16.3, la dicción relativa a la Iglesia Católica y las demás Confesiones845.
Se olvida, en este caso, el mismo valor simbólico, incluso como patrimonio
inmaterial, que debe de atribuirse a la presencia, expressis verbis, de la
Iglesia Católica en la propia Ley de leyes que quisimos darnos los
españoles; se soslaya, así mismo, el valor propiamente jurídico que tiene
esta declaración. La prueba más palmaria, social y jurídica, de que lo
religioso no es incompatible con lo público-institucional es esa
manifestación constitucional de la relación poderes-públicos-confesiones-
religiosas.

No puede, en consecuencia, estimarse que de la propia Constitución


se derive un mandato, dirigido a los Poderes Públicos, a efectos de
desterrar todo elemento religioso de las Instituciones Públicas. Por tanto,

845
A no ser que, como algunos sugieren, haya de entenderse que se trata de un precepto
constitucional materialmente inconstitucional. Cfr. J.R. POLO SABAU, Estudios sobre la
Constitución y la libertad de creencias, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga,
Málaga, 2.006, págs. 224 y sigs.
Página | 467
Conclusiones

la temática, en su caso, quedaría para ser atendida por el Poder


Legislativo. Y, en este sentido, ha de tenerse como un acierto del
Legislador, en particular, y de los poderes públicos de la Democracia, en
conjunto, no haber regulado esta materia con caracteres de generalidad
(ni a favor ni en contra), habiendo constituido un buen ejercicio de
sensibilidad y prudencia políticas a fin de no “molestar o herir
sensibilidades” de nadie; dejando que las situaciones de cada caso
concreto pudieran ir resolviéndose por sus propios medios. La verdad es
que la conflictividad judicial que ha habido sobre el particular tampoco ha
sido excesiva; y, todo ello, sin desdeñar el que, en la práctica, se haya
acudido, por regla general, al sustento de la decisión democrática en los
supuestos de mayor conflictividad.

La prueba, además, se halla también en toda esa regulación legal, ya


aludida, relativa a la propia simbología público-institucional que, tanto
desde el ámbito estatal como el de las autonomías, incluso en muchos
otros ámbitos públicos, se ha llevado a cabo definiendo símbolos como
propios (fundamentalmente: banderas y escudos), que no pueden
desdecirse de su significado, cuanto menos, originariamente religioso; y
que, en otro caso, constituiría un ejercicio práctico de verdadero
contrasentido.

En estas circunstancias, ¿es necesaria una Ley general en la


materia? ¿O es preferible dejar las cosas como están, y que se vayan
“autorregulando”? Ante las dificultades de que esa Ley pueda ser
absolutamente neutral, entendemos que si cabe legislación en la materia
debería serlo con el objeto de establecer, expresamente, que los
supuestos conflictivos tratasen de resolverse en términos de amigable
composición y, si ello no fuera posible, estar a lo que decidiera la mayoría
implicada en ese problema, mediante la decisión de los órganos
competentes a estos efectos.

En todos estos supuestos, y dado que es difícil sustraerse a la


respuesta socio-emocional que produce el genuino, y como tal enraizado,
símbolo, el ordenamiento jurídico no siempre es capaz de abarcar una

Página | 468
Conclusiones

regulación en términos de poder satisfacer a todos. En estas


circunstancias, la conflictividad que pudiera surgir, derivada de diferentes
puntos de vista, con sensaciones y sentimientos trascendidos de la propia
cultura, inmanente al ser humano, debería resolverse de la forma en que
mejor se han sabido solucionar, hasta ahora, las cuestiones conflictivas en
sociedad, esto es, mediante el método democrático, perfectamente
asumible desde el punto de vista político, aunque sólo fuera por aquello
de lo “menos malo conocido”; y que cuenta con instrumentos jurídicos
suficientes para ello, aun en la actualidad desde perspectivas de ius
conditum, partiendo de la propia Constitución y el derecho a la
participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica,
cultural y social, que proclama (art. 9.2).

Uno de los ámbitos en los que más se viene suscitando la necesidad


de esa regulación legal, pues la situación actual ha llegado a ser tildada
por algunos sectores, políticos y científicos, de auténtica inseguridad
jurídica, es el educativo. En el mismo, ciertas disposiciones reglamentarias
franquistas establecieron la presencia del Crucifijo y de la Virgen;
normativa que desde los tiempos de la Transición, si no antes, todo el
mundo parece haber olvidado, pero que explicaría, al menos en parte, el
porqué de la existencia de símbolos estáticos en aulas de algunos –al
parecer, cada vez menos– colegios públicos. Todavía no hace mucho,
refiriéndose a la Orden de 30 de marzo de 1.939, se afirmaba que “esta
norma, creo, sigue formalmente en vigor aunque relegada al olvido de la
desmemoria histórica”.846 Por nuestra parte, sin embargo, estimamos que
es, precisamente, la denominada Ley de Memoria Histórica la que ha
venido a derogar estas disposiciones reglamentarias, pero no por su
impregnación de confesionalidad, sino en cuanto que las mismas eran
apologistas del régimen dictatorial y de los vencedores de la Guerra Civil.
Cuestión distinta a la de la pervivencia de efectos de aquellas normas,
hace ya tiempo, como se ha dicho, en la categoría de la obsolescencia;

846
R. GUERRA GONZÁLEZ, “Signos Religiosos en las Salas de Audiencia, en Abogados de
Valladolid. Desde el Foro, julio de 2.010, pág. 19, accesible en
www.icava.org/revistas/jul10/foro.pdf.
Página | 469
Conclusiones

pero cuyos resultados prácticos, acerca de si la colocación o no de


símbolos religiosos fueron obra, efectiva y exclusiva, de las mismas sería
necesario discernir, a los efectos de determinar si procede o no la
remoción de los Crucifijos y Vírgenes, teniendo en cuenta, además, que en
la duda debería de prevalecer la presunción de legalidad del actuar
administrativo. Y aun así determinado, entendemos que deberían ser los
consejos escolares los que adoptaran la decisión definitiva al respecto.

La legislación dictada en materia educativa ha sido calculadamente


establecida, tanto a nivel estatal, como por parte de las diversas
Comunidades Autónomas, a fin de que no pueda determinarse,
exactamente y con precisión, la regulación concreta atinente a los signos
de carácter religioso, ya sean de naturaleza estática o de uso personal,
pues nunca se les menciona nominativamente; y, por otro lado, no
termina de quedar claro si la competencia a todo este respecto es propia
del consejo escolar del mismo centro o, por el contrario, es una
competencia exclusiva de la Administración Educativa. Debe llegarse a
extraer esta consecuencia, a tenor de la distinta interpretación que se
hace de estas Leyes según las distintas Autonomías, que son las que
tienen en la actualidad la competencia en la materia, sin perjuicio de la
regulación estatal del derecho fundamental a la educación. Además, por
supuesto, de haberse regulado la materia con “conocimiento de causa” de
la problemática existente; de modo que si no se ha querido legislar el
tema con claridad y precisión sólo se debe a un propósito deliberado de
dejar estos asuntos en esa “nebulosa falta de definición jurídica”, que
pueda propiciar la interpretación acomodada a las circunstancias políticas
del gobernante a la sazón.

Por lo demás, el conjunto legislativo o normativo (leyes


propiamente dichas y disposiciones reglamentarias) dictado en diversos
ámbitos sectoriales (fundamentalmente el educativo y el militar) ofrece un
panorama que abrumadoramente se muestra propicio a la posible
presencia o manifestación simbólico-confesional en la “arena” pública.
Una pequeña excepción, entre lo último normado, se habría establecido
en el marco castrense respecto de la actitud marcial a adoptar ante

Página | 470
Conclusiones

determinadas representaciones de imaginería religiosa, en la que el


Gobierno saliente ha reglamentado el que no se rindan honores, en
contraste con la normativa anterior en la materia. Con todo, y siendo éste
el sentido de la Norma, realmente lo que se ha producido es una
desregulación, y está muy claro su sentido, pero, a falta de una
prohibición expresa, la ausencia de concreta regulación podría suplirse por
la vía de la remisión a las “prácticas tradicionales” que el nuevo
Reglamento de Ordenanzas Militares contempla847; a menos que una
“interpretación superior” se imponga en la materia, cosa que al parecer
sucedió con la intervención ministerial en el asunto de la “custodia
toledana”.

II.- LA SIMBOLOGÍA RELIGIOSA ANTE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS

El Ejecutivo estatal, además de transmitir a la ciudadanía unas


muestras gráficas nada alejadas de la religiosidad cuando lleva a cabo sus
tomas de posesión ante símbolos tan significadamente religiosos como el
Crucifijo y la Biblia, con una repetida tradición susceptible de haberse
constituido en costumbre normadora en la materia; salvo concretas
regulaciones reglamentarias ya referidas, ha dictado toda una serie de
disposiciones de diverso rango que pueden caracterizarse por su sentido
favorable a la presencia institucional y pública del símbolo religioso. Y así:

En una materia tan particularmente sensible como la educativa,


disposiciones del último Gobierno, saliente, como las relativas a la
convivencia escolar y la enseñanza de la asignatura ‘Historia y Cultura de
las Religiones’, o la posibilidad de que los colegiales participen en el
Premio ‘Virgen del Carmen’ de la Armada, todo ello bajo el auspicio de
transversalidad de la cultura y métodos formativos instados desde la
normativa relativa a la ‘Alianza de Civilizaciones’, hace difícilmente
entendible que, coherentemente, pudieran impetrarse desde la

847
El art. 23 del Real Decreto 96/2.009, de 6 de febrero, por el que se aprueban las Reales
Ordenanzas para las Fuerzas Armadas (BOE, núm. 33, de 7 de febrero de 2.009) dispone que el
militar “conservará y transmitirá el historial, tradiciones y símbolos de su unidad, para
perpetuar su recuerdo, contribuir a fomentar el espíritu de unidad y reforzar las virtudes
militares de sus componentes”.
Página | 471
Conclusiones

Administración acciones –ya fueran de tipo normativo o resolutivo– tales


como las relativas a la retirada de símbolos religiosos estáticos o
tendentes a la prohibición de asistencia a clase con el velo islámico. En
este sentido, se ha sostenido por el Ministerio del ramo, en el marco de la
resolución de conflictos, respecto de las alumnas que han querido asistir a
clase con tal tipo de prenda, que debía de prevalecer el derecho a la
escolaridad por encima de cualquier otro tipo de cuestión, aun en el
supuesto de que el consejo escolar del centro, público, hubiese dispuesto
otra cosa, esto es, la prohibición de llevar la cabeza cubierta.

Incluso en el supuesto de la regulación relativa a la obtención del


Documento Nacional de Identidad y de otros documentos similares, en
que la normativa sería ciertamente restrictiva, por no decir que
claramente prohibitiva, al exigir que las fotografías a incorporar a dichos
documentos lo sean con la cabeza descubierta, la interpretación que, por
vía de circulares e instrucciones, se ha venido dando a aquélla es
claramente favorecedora de la posibilidad de fotografiarse para los
efectos oficiales con el hiyab.

Puede coincidirse con las soluciones gubernativas, que hacen


factible el ejercicio de la libertad religiosa de forma proporcionada con las
exigencias derivadas de la seguridad pública, en el supuesto de los
documentos de identidad; así como en la preeminencia del derecho a la
escolarización sin impedimentos derivados de la vestimenta, siempre que
en virtud de la misma no se haga imposible o peligrosa la actividad de
enseñanza, ni se realice por su portadora actos que resulten en perjuicio,
real y efectivo, de los derechos de los demás. Por tanto, se trata de un
ejercicio del derecho de libertad religiosa que, como fundamental que es,
sólo puede verse restringido en virtud de los límites legalmente
habilitados al efecto (art. 16.1 CE, art. 3.1 LOLR y concordantes de los
Textos Internacionales).

Fuera del supuesto referido, desde las instancias gubernamentales


centrales siempre se ha señalado, con independencia del concreto color
político del Ejecutivo, que la competencia en la materia –y, por tanto, así

Página | 472
Conclusiones

como para remover como para colocar símbolos–, era del consejo escolar
del propio centro. Y, por otra parte, además, que la presencia del símbolo
religioso en lugares e instituciones públicos no vulneraba el carácter
aconfesional del Estado.

Esta última afirmación ha sido desconocida, aunque únicamente por


la vía fáctica que no con refrendo jurídico, en la Guía de Hospitales editada
en el año 2.011, y que ha sido elaborada con el auspicio y participación de
los Ministerios de Sanidad y Justicia del Gobierno de la Nación. En la
misma, respecto de los símbolos estático-institucionales propugna, prima
facie, su contrariedad con la laicidad estatal con la consiguiente invitación
a practicar la retirada de los mismos, aunque después se matice el aserto;
y ello, pese a conocer –ya que se cita– lo resuelto por el Tribunal
Constitucional en su Sentencia 34/2.011, de 28 de marzo; de manera que,
consciente y deliberadamente en un entendimiento distinto de las cosas,
se invierten los términos interpretativos de esta última, que, como
destacaremos con más detalle, niega la vulneración de dicho principio
caracterizador de la acción pública por la concurrencia con el elemento
religioso.

En sus actuaciones de tipo político, a tenor de las discusiones


parlamentarias, el último Gobierno, saliente, ha sido muy cauto a la hora
de adoptar iniciativas legislativas en materia de simbología religiosa, al
punto que, pese a haber sido instado en este sentido por el Congreso de
los Diputados y haberse tenido el propósito de regular nuevamente la
libertad religiosa, finalmente, no se llevó a cabo. En la sede del Congreso y
ante las posiciones enfrentadas de los partidos a su izquierda y derecha,
en su forma de entender la aconfesionalidad estatal, el Grupo Socialista se
decantó, de manera pragmática, por la postura de dejar las cosas
normativamente como están para que sea una acción de tipo fáctico,
resultado de la cada vez mayor secularización que afecta a la sociedad, la
que vaya imponiendo “su ley” en toda la temática relativa a los símbolos
religiosos. A la postre, es lo que han venido haciendo todos los Gobiernos
de la democracia con su inactividad legislativa.

Página | 473
Conclusiones

A todo este respecto, es necesario dejar constancia de que ha


habido muy pocas iniciativas legislativas propiamente dichas en la
materia, y sí han abundado más, en las dos últimas legislaturas, las
proposiciones no de ley con el fin de instar al Gobierno a que regulara la
materia de forma comprensiva, general, haciendo hincapié,
particularmente, en la cuestión de la simbología estática, respecto de la
que se ha pedido su supresión en instancias oficiales y públicas. Con
relación a la vestimenta o indumentaria personal de significación religiosa
no ha habido más intervenciones pro-legislativas –con aprobación del
Senado en este caso, incluida– más que en materia del llamado ‘velo
integral’.

Cuando al Gobierno se le han suscitado cuestiones conflictivas –al


punto de desembocar en los Tribunales de Justicia– en relación con
símbolos estáticos, como en el caso de la solicitud de desmantelamiento
del Cristo de Monteagudo, o la retirada de la estatuilla de ‘la Pilarica’
colocada en un cuartel de la Benemérita; o ha tenido que actuar en
defensa de sentimientos religiosos, tales como el que pudiera herir
sentimientos una caricatura, colocada en dependencias oficiales por un
trabajador, que podía estimarse “ofensiva” hacia el Papa; o prohibiendo la
celebración de la autodenominada ‘primera procesión atea de Lavapiés’,
tanto en la vía administrativa como en la jurisdiccional ha defendido la
presencia del símbolo en los lugares públicos, así como la proscripción de
los que podían herir sentimientos religiosos. El análisis de lo actuado
permite conocer la posición del Ejecutivo a este respecto, así como las
concretas razones de defensa jurídicas esgrimidas desde la Abogacía del
Estado y el Ministerio Fiscal. Se ha sostenido, con basamentos jurídicos, la
adecuación a Derecho de las Resoluciones adoptadas, sin vulneración
alguna ni del principio estatal de aconfesionalidad ni de los derechos a la
igualdad jurídica, sin discriminación, y la libertad de creencias. Los
Tribunales han confirmado el actuar administrativo en este campo.

En el ámbito regional –aparte de aquellas Autonomías que no


parecen presentar una especial problemática en la materia, al menos
respecto de los símbolos estáticos, posiblemente porque se han ido

Página | 474
Conclusiones

retirando gradualmente desde hace ya bastante tiempo– los distintos


Ejecutivos que han adoptado decisiones a la hora de resolver conflictos
suscitados por la presencia de símbolos estáticos en el ámbito educativo e,
incluso por algunos, en el sanitario, parecen haberlo hecho dependiendo
del color del partido político en el poder, con su consiguiente
interpretación de la legislación vigente en la materia.

Así, en Comunidades gobernadas por el Partido Socialista se han


adoptado decisiones ordenando la retirada de tales símbolos, si no motu
proprio, sí a petición de parte, pero sin concesión alguna a la decisión del
consejo escolar del centro afectado, más bien sustrayéndole esta
posibilidad (Andalucía y Aragón, si bien éste último instándole a ello el
Parlamento regional) o permitiendo pronunciarse al centro, pero
“enmendándole la plana” si no ordena la retirada del símbolo
(Extremadura, aunque previa demanda ante los Tribunales; Castilla-
Mancha, según declaraciones de la consejera de Educación). La razón de
este tipo de actuaciones se suele basar en la consideración de constituir su
retirada una exigencia directa del carácter aconfesional de la Institución
Pública. Sin embargo, en lo que estimamos resulta constitutivo de un
ejercicio práctico de clara incongruencia, la Junta de Andalucía no ha
tenido ningún reparo en considerar ajustados a la legalidad –manteniendo
esta postura hasta sus últimas consecuencias cuando ha resultado
demandada ante los Tribunales– los acuerdos adoptados por la ciudad de
Lucena (declarando el carácter “mariano” de la misma) y por el Colegio de
Abogados de Sevilla (acogiéndose al patronazgo de la Virgen María en su
Concepción Inmaculada); supuesto, éste último, que es el único que ha
llegado hasta el Tribunal Constitucional planteando abierta y directamente
la conformidad constitucional de este conflicto atinente a la simbología
religiosa.

En cambio, respecto de las Autonomías gobernadas por el partido


popular se ha venido sosteniendo, también hasta el extremo judicial, que
la competencia para resolver la problemática simbólico-religiosa que se
pueda originar en los centros escolares públicos corresponde a los
consejos escolares, siendo la posible intervención de la Administración

Página | 475
Conclusiones

Educativa en la materia únicamente a los efectos de la revisión


meramente de naturaleza legal. Ha sido, así, que en Castilla y León se ha
dictado la única sentencia que, en España, ha obligado a la retirada de
crucifijos y otros símbolos católicos de un colegio en Valladolid, siendo
que la Administración siempre defendió el mantenimiento de los mismos.
En la Región Autónoma de Murcia, el Ejecutivo ha sostenido,
administrativamente y con posterior refrendo judicial, el ajuste a la
legalidad de la colocación de un belén y adornos navideños en un Instituto
de Educación Secundaria, sin afrenta alguna a la aconfesionalidad del
centro ni a la libertad religiosa y derecho a la igualdad del recurrente, un
profesor del propio centro.

En los últimos tiempos, estas Administraciones regidas por el


Partido Popular han venido a considerar acorde a Derecho negativas de
los centros escolares a que las alumnas porten el velo islámico,
normalmente en ejecución de prohibiciones establecidas en el reglamento
de régimen interno del centro que, aunque no se refieren
nominativamente a tal prenda, sí que vedan la posibilidad de llevar la
cabeza cubierta –en algunos casos, como el de Galicia, con sustento legal
en la autorización a la reglamentación propia del centro para que se
disponga acerca del vestuario estudiantil–. Supuestos acaecidos, en los
últimos tiempos, en colegios de Galicia, Madrid y Burgos parecen haber
desembocado en actuaciones de tipo penal, mediante denuncias de los
padres de las “agraviadas” contra el director del centro, al estimar que se
ha prevaricado al respecto, o sometido a acoso ilegal a las mismas.

El caso de la negativa a permitir la asistencia a clase con burka,


ocurrido últimamente en Melilla, ha llevado, ante la falta de escolarización
de la alumna, a la intervención del Ministerio Fiscal, en este caso contra
sus padres, por hacer dejación de sus deberes ínsitos en el ejercicio de la
patria potestad.

Relacionado con el tema de los colegios pero en un orden distinto


de cosas, cabe señalar que la Administración Electoral ha rechazado
cuantas solicitudes relativas a la retirada de símbolos religiosos existentes

Página | 476
Conclusiones

en colegios electorales se le han planteado, particularmente cuando la


sede de la votación se establece en colegios, incluso privados, que tienen
tal tipo de simbología. En ocasiones la pretensión, tampoco atendida, ha
alcanzado a la solicitud de que los integrantes del escrutinio se
abstuvieran de vestir con signos reveladores de su pertenencia
confesional.

El uso del ‘velo integral’ ha sido objeto de prohibición en


dependencias municipales por varios Ayuntamientos, especialmente en
Cataluña, con posterior imitación de otros Municipios de la geografía
española. Desde el Gobierno central, por el contrario, no se quiso regular
esta materia, y ello aun a pesar de la moción del Senado instándole a
prohibir el uso de tal indumentaria. Desde la perspectiva de la acción
política, el ejecutivo sostuvo que en nuestra legislación había ya resortes
más que suficientes para tratar este tipo de situaciones.

Desde el punto de vista de la legalidad, y a tenor del principio de


igualdad y de la dignidad de la persona, nos parece que no es permisible el
porte de este tipo de prenda, que más que vestir a la mujer, en términos
físicas, pareciera que la desviste, despojándola en términos jurídicos, de
su personalidad. Si la palabra “persona” designaba la máscara con la que
los actores se revestían en las obras de teatro para dar mayor resonancia a
la voz, el actuar desprovisto de la misma hacía aflorar el revestimiento de
personalidad jurídica que ostenta todo ser humano. Volver a tapar el
rostro mediante el velo integral, en el contexto cultural en que se realiza,
supone la dejación de la personalidad jurídica, de la dignidad insita en la
humanidad; y le hace a su portadora perder sus derechos, por naturaleza
relacionales, respecto de sus semejantes. En esta tesitura, no puede ser
consentido su uso.

En definitiva, los argumentos empleados desde instancias


gubernativas, ya sean favorables o adversos, respecto del uso de signos
personales que delatan pertenencia confesional, bien de naturaleza
estática o virtual, parten siempre del entendimiento de su posibilidad, o
no, de acomodación al principio de aconfesionalidad pública, así como del

Página | 477
Conclusiones

alcance de los límites que pueden imponerse al ejercicio externo del


derecho a la libertad de creencias.

A nuestro juicio, la laicidad no ampararía la imposición de


elementos con un significado, mayor o menor, pero de alguna forma
religioso en el ámbito público de competencia de la Administración, si no
lo fuera por razones históricas o de mantenimiento de la tradición; pero
no creemos, por el contrario, que la actuación de tal principio
constitucional imponga la retirada de este tipo de elementos, puesto que
no son incompatibles y, por ello, tal laicidad ha sido calificada de positiva
por el Tribunal Constitucional. Si, por el contrario, la forma de entender la
aconfesionalidad se considerara –y hay voces y algún que otro
movimiento social en este sentido– que lleva implícita la incompatibilidad
de la presencia de lo religioso en el ámbito de las competencias de la
Administración pública, se llegaría a situaciones en las que hallar una
solución no parece precisamente carente de dificultad: ¿cómo acabar con
nombres de pueblos y ciudades, plazas, calles, honores, distinciones…?
Hasta ahora no conocemos de nadie que haya rechazado la cruz de San
Raimundo de Peñafort por razones de conciencia… el campus de la
Universidad de Alicante se halla en el término municipal de San Vicente
del Raspeig… ¿quod iuris?

III.- LA RESPUESTA JUDICIAL ANTE EL CONFLICTO SIMBÓLICO-


RELIGIOSO

En materia relativa a los signos confesionales, salvo el caso


pucelano, no conocemos de pronunciamiento judicial alguno que haya
impuesto la retirada de ningún elemento, estático, con significado más o
menos religioso presente en instancia pública. Contrariamente, se han
dictado sentencias considerando ajustado a la legalidad la permanencia de
símbolos estáticos en bienes de propiedad pública (entre otros: Cristo de
Monteagudo, Cruz de la Muela oriolana, Crucifijo en el Ayuntamiento de
Zaragoza, etc.), así como lemas marianos de ciudades, alcaldías honorarias
y patronatos colegiales atribuidos a Vírgenes, etc. Igualmente, se ha

Página | 478
Conclusiones

impuesto desde la instancia judicial la remoción de actitudes impeditivas


del ejercicio de la libre religión (caso del conductor balear con kipá, del
policía que no quiere participar en una procesión o del militar que no
desea rendir honores a un icono religioso) o prohibiendo actividades
contrariadoras de sentimientos religiosos (supuesto de la caricatura
antipapal o de la procesión atea).

El pronunciamiento del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y


León, de 14 de diciembre del año 2.009, ordenando la retirada de
símbolos católicos en el colegio Macías Picavea de Valladolid, ha sido
criticado tanto por defecto como por exceso. Parece, en efecto, una
resolución que se sitúa en el marco de lo salomónico; entendiendo, por
nuestra parte, que desde luego no se hubiera producido en esos términos
–ya que la misma se fundamenta en la Sentencia de la Sección 2ª del TEDH
de 3 de noviembre de 2.009, caso Lautsi I–, de haberse dictado, al tiempo
que se contrae, la Sentencia de la Gran Sala de Estrasburgo, Lautsi II, de 18
de marzo de 2.011, que deja a la primera sin efecto. Y tampoco a la vista
de la Sentencia 34/2.011, de 28 de marzo, de nuestro Tribunal
Constitucional.

No sabemos de decisión judicial alguna que establezca que la


presencia de símbolos religiosos en elementos o instituciones de
titularidad pública sea contraria al principio de aconfesionalidad estatal.
Contrariamente, se ha dicho por el Tribunal Constitucional, primero
implícitamente en la Sentencia 130/1.991, de 6 de junio (relativa al
emblema de la Universidad de Valencia) y, más recientemente y de forma
explícita en la Sentencia 34/2.011 (recaída en la resolución del recurso de
amparo suscitado contra el acuerdo del Colegio de Abogados de Sevilla,
que mantiene a la Virgen Inmaculada como Patrona del mismo), que un
elemento evocador de la divinidad no es contrario per se a la
aconfesionalidad de las instituciones públicas, siempre que no vaya
acompañado de declaraciones de confesionalidad contrarias, en modo
radical, a la Norma Suprema.

Página | 479
Conclusiones

Señala el alto Tribunal, en doctrina con la que coincidimos y,


además, consideramos que ha de tener una fuerza expansiva respecto de
cualesquiera otros temas en que se suscite el conflicto de la presencia de
un elemento de religiosidad en un ámbito institucional público:

Por una parte, que no hay afrenta a la aconfesionalidad del Estado


y, por tanto, no hay obligación de remover un símbolo religioso, a menos
que así se decida, libre y voluntariamente, por parte de quienes tengan
competencia para ello, bastando aquí, como basamento causal, la fuerza
del voto, sin necesidad de entendimiento alguno de estar obligado por el
principio de aconfesionalidad. Tampoco hay obligación de impedir,
incluso, la existencia de un elemento evocador de una creencia religiosa, si
así lo decide la mayoría que ha de conformar la voluntad de las personas
jurídicas.

Por otro lado, que no se produce vulneración de la libertad de


creencias, en su dimensión negativa, de quien no esté de acuerdo con el
elemento de religiosidad en el seno de una corporación pública, porque,
en ningún caso esta presencia, virtual o simbólica, impide ni prohíbe a
nadie actuar con arreglo a sus creencias, ni se le obliga a ir contra las
mismas. En cualquier caso, y para que, de resultas de una determinada
actuación pública, pueda reclamarse una tutela judicial efectiva en
amparo de un derecho fundamental cual es la libertad de creencias, no
basta la mera molestia de los sentimientos propios, ni cabe solicitar la
protección al socaire de una cláusula de orden público de naturaleza
preventiva, ni reclamar un amparo basado en un paternalismo, que no
podría ser sino un malentendido; todo ello, desde el momento en que el
alto Tribunal estima, además con apoyo en la denominada Sentencia
Lautsi II, que un símbolo estático o representativo de un patronazgo
resulta escasamente proselitista. Por lo que, en todo caso, habría que
demostrar la existencia de un perjuicio real y efectivo en detrimento del
derecho a sostener las propias creencias.
Otros Tribunales de inferior rango jerárquico en la tutela
jurisdiccional de los derechos fundamentales se han adelantado, incluso,
al Tribunal Constitucional, coincidiendo en cuanto al resultado final

Página | 480
Conclusiones

alcanzado por éste, en la interpretación que ha de darse al principio de


aconfesionalidad y a los derechos fundamentales implicados, cuando la
simbología religiosa ha entrado en conflictividad litigiosa.

No parece que en nuestro ordenamiento jurídico, el principio de


laicidad haya sido establecido en forma tal que, al modo francés o turco,
impida la proyección de lo religioso incluso en la manifestación simbólica
personal, por lo que la doctrina del TEDH que ampara tales prohibiciones
es necesario recordar que lo hace dentro de los márgenes que en una
sociedad democrática se pueden imponer a los derechos fundamentales,
pero siempre que la medida esté predispuesta legalmente y se considere
proporcionada y razonable en su aplicación al caso concreto; por lo que,
hoy por hoy, no entendemos que pudiera ser de aplicación en España,
donde no existe ningún precepto legal expreso preestablecido en contra
de los signos ostensibles reveladores de una determina confesión
religiosa, ni que su utilización pueda menoscabar las bases
constitucionales sobre las que se asienta el Estado democrático. El
supuesto del ‘velo integral’ es diferente pues, como hemos dicho, impide
la actuación vital relacional con otras personas, en su integridad, en la
“arena” pública; por lo que menoscaba la dignidad de la persona, y eso sí
que no es admisible en nuestras coordenadas jurídicas, si quiera al
amparo de la libertad de creencias o del derecho a la propia imagen, pues
lo cierto es que no puede haber derechos fundamentales algunos si no
pueden ejercerse en libertad, y es muy dudoso que la mujer musulmana
así lo haga y no por imposición paterna, del marido o familiar; y, en
cualquier caso, ello no resultara en detrimento de su dignidad, puesto que
el derecho a la propia imagen es, por naturaleza, relacional, de modo que
comprende no solo la propia autopercepción, sino también la que se
proyecte respecto de los demás, la que se tenga, entonces, por otras
personas. Y la respuesta socioemocional en este sentido no debe tenerse,
en la España actual, por favorable a este tipo de vestimenta.
En cuanto a la posible afectación del elemento de significado
confesional al derecho de libertad religiosa, es necesario distinguir según
el carácter estático o dinámico del símbolo evocador de lo religioso.

Página | 481
Conclusiones

Si se trata de la presencia de tales signos en dependencias públicas,


bien con manifestaciones plasmadas en objetos físicos, bien de forma más
etérea (lemas, patronatos, etc.), cabe cuestionarse si tal derecho, en
cuanto que perteneciente a las personas que están ligadas con tales
dependencias (particularmente en el caso de los colegios de enseñanza
pública, pero también respecto de los patronatos de personas jurídico-
públicas, por ejemplo), puede conllevar la proyección del mismo hasta
concretarse en realizaciones de hecho o de derecho en tales lugares, al
modo como se ha hecho en Baviera, con la Ordenanza que dispone la
presencia de la cruz en el aula escolar, sin perjuicio de tratar de buscar
solución al caso concreto si surge el conflicto. Es sabido que la voluntad de
tales organizaciones o instituciones suele conformarse con base en la
mayoritaria propia de sus miembros, o de sus órganos de dirección o
gobierno, manifestada a través de votación.

Frente a un hipotético acuerdo colegial en este sentido, ¿tiene


virtualidad prohibitiva la vertiente negativa de la libertad de creencias en
cuanto que pueda contrariar a la misma? Quizá más que una respuesta
general la solución del interrogante dependa del supuesto concreto de
que se trate. Si el presupuesto de partida se considera válido, estaríamos
ante un conflicto de derechos fundamentales, en el que si bien la libertad
religiosa, en su proyección positiva, está claro que no es ilimitada, también
lo está que la vertiente negativa de la misma tampoco es omnímoda
desde el momento en que, como ha afirmado el mismo TEDH, una cierta
labor de proselitismo no está prohibida, sino sólo la denominada de “baja
calidad” o de carácter “agresivo”. En este sentido, el propio Tribunal de
Estrasburgo ha venido a sentar, en su Sentencia Lautsi II, las bases para un
entendimiento interreligioso, en el seno de una sociedad plural, cuando el
aula pueda estar presidida por el Crucificado. Otra consideración habría de
tenerse en cuenta –y así lo señala nuestro Tribunal Constitucional en su
sentencia 34/2.011, y es la relativa a cuál es el verdadero significado del
símbolo y quién determina tal cuestión; en otras palabras, ¿la significación
de un determinado símbolo siempre es religiosa o está trascendida de una
determinada cultura? Creemos que es significativo, como ya hemos
expresado, que en nuestro Estado son más los partidarios de un

Página | 482
Conclusiones

determinado modo de entender la laicidad que los profesantes de otras


religiones los que vienen propugnando actuaciones tendentes a la
desaparición de manifestaciones de religiosidad en el ámbito de la res
pública.
Por lo que respecta a la utilización de signos de religiosidad por
parte de las personas, somos partidarios, en cualquier caso, de permitir el
uso de estas prendas, partiendo de la consideración de la máxima libertad
posible y la mínima restricción necesaria, pues estamos en el marco del
ejercicio de los derechos fundamentales; los cuales no se pierden por el
hecho, incluso de ser funcionario público. Para imponer su prohibición,
siempre y cuando se respetase, además, la regla de proporcionalidad o
acomodación razonable si surgen conflictos insalvables, debería de
tratarse de una actuación que fuese contra el orden público, esto es,
irrespetuosa con los derechos fundamentales de otras personas, o
vulneradora de la salud, la moral o la seguridad pública.
Esta última razón se ha esgrimido, así mismo, respecto de la
regulación municipal prohibitiva del velo integral en determinadas
dependencias pertenecientes a Ayuntamientos; cuestión que sí se ha
llevado a sede judicial, siendo que el Tribunal Superior de Justicia Catalán
ha declarado su perfecto ajuste a derecho. La cuestión pende, sub iudice,
ante el Tribunal Supremo, pero la fundamentación jurídica que sustenta la
sentencia nos parece suficientemente consistente como para ser
confirmada por el alto Tribunal, porque está en juego la misma seguridad
pública ante tales indumentarias, de modo que la restricción impuesta es
perfectamente legítima y ajustada a Derecho.
A nuestro juicio, por mucho que pueda plantearse un conflicto entre
las libertades de dos sujetos, en sus vertientes negativa y positiva, debe
sostenerse que, en las relaciones entre particulares que se desarrollen en
el ámbito de lo público, las actitudes de los individuos deben entenderse
neutralizadas recíprocamente en nombre de la libertad y del pluralismo, la
convivencia y la paz social. A esta conclusión parece que pueden
contribuir algunas resoluciones judiciales que, si bien de forma indirecta,
habrían de estimarse propicias para orientar sobre el particular. Así la
Sentencia del Tribunal Constitucional 156/2.001, de 2 de julio, después de
señalar que el derecho a la propia imagen se configura como un derecho

Página | 483
Conclusiones

de la personalidad, añade, con cita de las Sentencias 99/1.994, de 11 de


abril, y 81/2.001, de 26 de marzo: “el aspecto físico, en cuanto
instrumento básico de identificación y proyección exterior y factor
imprescindible para el propio reconocimiento como individuo, constituye
el primer elemento configurador de la esfera personal de todo individuo”.
No obstante, tampoco pueden perderse de vista diversos
pronunciamientos de nuestros Tribunales que, en determinadas
relaciones laborales, han estimado ajustadas a Derecho las exigencias
empresariales de afeitarse la barba (tan común en algunos profesos de la
religión judía y musulmana) en el sector de la hostelería. Y, por otro lado,
las resoluciones judiciales que permiten a cierto colectivo de presos
utilizar una camiseta con un concreto anagrama reivindicativo, al
considerar que tal prenda de vestir no había alterado en el caso en
cuestión la normal convivencia en el centro penitenciario o afectado a su
seguridad. Es necesario resaltar que estamos en el ámbito de las
denominadas situaciones de especial sujeción, del que no pueden
sustraerse otros internos, paralelamente a como ocurre en el ámbito de la
enseñanza pública obligatoria.
Por tanto, en caso de conflicto, la decisión al respecto habría de ser
adoptada por el consejo escolar del centro, existiendo a estos efectos base
legal suficiente, dado el principio de autonomía de los centros escolares,
que, como eje vertebrador del sistema, se establece a estos efectos (arts.
120 a 127 de la LOE y correspondientes autonómicos), sin que la
intervención de la Administración educativa, a todos estos efectos, incluso
en su cometido de revisión en vía administrativa, pueda tener otro alcance
que el de mera comprobación de sujeción a la Ley, pero sin poder sustraer
esa competencia al consejo escolar, ni poder, de modo discrecional,
alterar el resultado de esa decisión, si ha sido tomado en términos de
legalidad. En otro caso, no se entiende, dando lugar al agravio
comparativo, por qué una universidad pública y un colegio de abogados
pueden, libérrimamente en ejercicio de su derecho de autonomía, adoptar
decisiones en este sentido, incluidas las relativas a la presencia de
religiosidad en su seno institucional, y sin embargo, un colegio público no
puede disponer, autonormándose o resolviendo la conflictividad que se
pueda plantear, decisiones en este sentido.

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Conclusiones

Finalmente, en nuestra opinión, los ataques que se han producido


contra la presencia de simbología estática en instancias públicas
descansan sobre dos aprehensiones equivocadas –no se sabe si
interesadamente y, por tanto, deformadas– de la realidad:
Por un lado, no es cierto que se produzca un ataque a la
aconfesionalidad del Estado, que se afrente la misma por el hecho de una
presencia de religiosidad en su seno. Tal aseveración se basa en una
interpretación que no es la que ha propiciado el Tribunal Constitucional
que, primero, lo afirmó en forma implícita (en su sentencia 130/1.991) y,
más recientemente de manera explícita, al señalar, en su Sentencia
34/2.011, que no se vulnera la libertad de creencias, en su dimensión
objetiva, comprensiva de la actitud aconfesional pública, por la
declaración colegial de mantener a la Virgen Inmaculada como patrona en
virtud de una tradición secular. Pero, en cualquier caso, que, siempre que
no haya una declaración incompatible con la laicidad institucional, es la
fuerza democrática la que ha de determinar a estos efectos el sentido del
símbolo, y no la percepción subjetiva de un colegiado que haya votado en
contra, estando legitimado a estos efectos la asamblea para decidir con
sus votos la presencia del símbolo. No todo el mundo está de acuerdo con
esta doctrina, ni con la sentada por la Gran Sala de Estrasburgo en el caso
Lautsi II, obvia y legítimamente, pero mientras no se demuestre otra cosa,
y frente a quienes parecen adoptar una postura en la que tiene cabida un
Derecho tan dúctil que es capaz de dar cobijo al “todo vale”, sin tomar en
consideración la doctrina del Tribunal Constitucional, conviene tener
presente que, al menos en la actualidad, este Tribunal sigue siendo el
máximo hermeneuta de la Carta Magna.
Por otra parte, la presencia de signos religiosos en ámbitos públicos
o institucionales no produce ninguna vulneración en la libertad de
creencias de nadie. Las afrentas denunciadas se asientan sobre un falso
conflicto. En nuestra sociedad actual, salvo aquellos supuestos que
pudieran ser encuadrados en situaciones que pudieran ser personificadas
en una especie de “bon sauvage”, todo es cultural, todo es aprendido; y
no creemos que los padres hagan dejación de su derecho de transmitir sus
propias creencias a sus hijos.

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Conclusiones

De manera que un símbolo religioso pasivo no va a constituirse en


ningún elemento adoctrinador por encima de los padres. No se conoce de
nadie que se haya cambiado de religión y pasado al cristianismo por causa
de la presencia del Cristo en las paredes de un colegio, los padres ya se
cuidan mucho en este sentido de que sus hijos reciban la formación moral
y religiosa de acuerdo con sus convicciones. De modo que, o bien el signo
religioso no se conoce, y por tanto no puede causar efecto proselitista
alguno, pues nihil volitum quin praecognitum. O ya se conoce el símbolo,
y, consecuentemente, el sujeto o se ha acogido a la confesión que
representa o se rechaza el mismo.
Si la persona, a este respecto, es adulta o, por el contrario, se halla
en situación de primigenia formación, ella misma, o sus padres, tutores o
guardadores, según el caso, gozan de medios racionales y motivos más
que suficientes para saber, parar y rechazar… cualquier forma de
adoctrinamiento o proselitismo, por carente de fuerza de convicción
mínima que fuera, para rechazarlo.
La doctrina de otros Tribunales, de inferior rango jurisdiccional en
materia de libertades públicas, también sostiene que la laicidad no impide
la presencia de simbología religiosa estática en ámbitos públicos; y, en
cuanto a los signos de religiosidad que puedan ser llevados por las
personas, la neutralidad estatal si impone algo es ser cauce para el
ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas, y no para
menoscabar derechos o intereses religiosos ajenos. En consecuencia, debe
permitirse el uso de elementos religiosos en el desempeño de la actividad
laboral y no lo que pueda ser ofensivo para los sentimientos religiosos.
Para el eficaz ejercicio de esos derechos religiosos en el ámbito del
trabajo, debe manifestarse, sin embargo, tempestivamente al empresario,
en aras de la buena fe y la lealtad contractuales, la religión que se profesa,
con cuantas cuestiones de conciencia puedan afectar al desempeño
laboral.

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