Demanda Conra Lidia Susana Gonzalez Garcia
Demanda Conra Lidia Susana Gonzalez Garcia
Demanda Conra Lidia Susana Gonzalez Garcia
EN SU NOMBRE
JUZGADO PRIMERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y TRÁNSITO DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO MIRANDA
PARTE ACTORA: DIANA ESTHER MARCANO MARQUEZ, venezolana, mayor de edad, domiciliada
en la ciudad de Guarenas, Estado Miranda y, titular de la cédula de identidad Nº 10.699.282.
APODERADO JUDICIAL DE LA PARTE DEMANDANTE: FERNANDO LUIS RUISANCHEZ GARCÍA,
abogado en ejercicio e inscrito en el Inpreabogado bajo el No. 33.494.-
PARTE DEMANDADA: LIDIA SUSANA GONZALES GARCÍA, venezolana, mayor de edad, con
domicilio en la ciudad de Caracas, Distrito Capital y titular de la cédula de identidad No.
4.855.533.
DEFENSOR AD-LITEM DE LA PARTE DEMANDADA: JUAN F. COLMENARES T., venezolano, mayor
de edad, de este domicilio, titular de la cédula de identidad No. 12.397.223 e inscrito en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el No. 74.693.
MOTIVO: NULIDAD DE CONTRATO.
EXPEDIENTE N° 29794
SENTENCIA: DEFINITIVA
-I-
ANTECEDENTES
Se inicia el presente juicio mediante escrito presentado en fecha 30 de enero de 2012, ante el
sistema de distribución, correspondiéndole el conocimiento del mismo a este Juzgado, por el
abogado FERNANDO LUIS RUISÁNCHEZ GARCÍA, en su carácter de apoderado judicial de la
ciudadana DIANA ESTHER MARCANO MARQUEZ, ambos ampliamente identificados, a fin de
demandar por NULIDAD DE VENTA a la ciudadana LIDIA SUSANA GONZALES GARCÍA, ya
identificada.
Consignados los recaudos mencionados en el escrito libelar, este Tribunal mediante auto de
fecha 07 febrero de 2012, admite la demanda interpuesta, ordenándose el emplazamiento de
la demandada, mediante las reglas del juicio ordinario.
En fecha 10 de febrero de 2012, previa consignación de los fotostatos respectivos, se libró
compulsa a la demandada.
Gestionada la citación personal de la accionada, ésta no se logró, razón por la cual la parte
accionante mediante diligencia fechada 8 de junio de 2012, solicitó la citación por carteles,
siendo acordado tal pedimento por auto fechado 14 de junio de 2012.
Cumplidas las formalidades relativas a la citación por carteles, sin que la parte accionada se
diera por citada, procede la representación judicial de la demandante a solicitar la designación
de un defensor judicial, requerimiento que fue acordado por auto de fecha 22 de noviembre
de 2012.
Verificadas las actuaciones relativas a la notificación, juramentación y citación del defensor Ad
litem designado, este mediante escrito que consignara en fecha 11 de marzo de 2013, dio
contestación a la demanda interpuesta contra la accionada.
Mediante diligencia fechada 25 de abril de 2013, el defensor judicial promueve pruebas en el
presente juicio mientras que la parte accionante hizo lo propio en fecha 30 de abril de 2013,
los cuales fueron agregados a las actas mediante auto de fecha 2 de mayo de 2013, siendo
providenciados ambos escrito en fecha 10 de mayo de 2013, según se desprende de actuación
cursante a los folios 2 y 3 de la segunda pieza del expediente.
En fecha 31 de junio de 2013, la parte accionante consigna escrito contentivo de sus informes.
Siendo la oportunidad para decidir este Tribunal pasa a hacerlo con base en las siguientes
consideraciones:
-II-
DE LA INADMISIBILIDAD DE LA DEMANDA INTERPUESTA
En el escrito libelar que da inicio a las presentes actuaciones, la parte accionante manifiesta
que interpone demanda de nulidad de venta, de conformidad con lo establecido en los
artículos 1148, 1161 y 1346 del Código Civil, en contra de la ciudadana LIDIA SUSANA
GONZALES GARCÍA, ya identificada, por cuanto no vendió a la prenombrada ciudadana el
inmueble que identifica signado con el No. 10-43, ubicado en el piso 3 del Edificio 10-1 del
Conjunto Residencial El Torreón Etapa 2, Urbanización El Torreón, en la ciudad de Guarenas,
jurisdicción del Municipio Plaza del Estado Miranda, como se desprende de documento
protocolizado ante la Oficina Subalterna de Registro del Municipio Autónomo Plaza del Estado
Miranda, en fecha 27 de noviembre de 2006, anotado bajo el No. 29, Protocolo Primero, Tomo
38, Cuarto trimestre, razón por la cual pretende sea declarada la nulidad del referido contrato.
Por su parte, la accionada planteó la inadmisibilidad de la pretensión arguyendo que para
proponer una demanda de nulidad de venta debe existir un litisconsorcio pasivo necesario, por
ende, debe demandarse tanto al vendedor como al comprador, por constituir ello un
presupuesto procesal para trabar la litis en este tipo de acciones.
En relación a tal defensa previa, este Tribunal observa que lo alegado por el defensor judicial
resulta aplicable cuando la demanda de nulidad de contrato es planteada contra alguno de los
que aparecen identificados como supuestos contratantes y no contra todos ellos, lo que no se
verifica en el caso de marras por cuanto las personas indicadas en dicha convención son
quienes ostentan en esta causa los caracteres de demandante y demandada, por lo que debe
tenerse como válidamente integrado el contradictorio y así se establece. En tal virtud, se
desestima la defensa previa opuesta por la parte accionada.
-III-
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Constituye principio cardinal en materia procesal, el llamado principio dispositivo, contenido
en el Artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, aquel conforme al cual el Juez debe decidir
conforme a lo alegado y probado en autos por las partes, sin que pueda sacar elementos de
convicción fuera de estos, ni suplir excepciones o argumentos de hecho no alegados ni
probados. El anterior precepto establece los límites del oficio del Juez, pues para él no puede
existir otra verdad que la que resulta de los alegatos y actividad probatoria de las partes,
debiendo en consecuencia atenerse a estos alegatos para decidir.
Se trata de un requisito, de que la sentencia debe contener decisión con arreglo a las
pretensiones deducidas y a las excepciones o defensas opuestas, según el Ordinal 5° del
Artículo 243 eiusdem, lo que significa que el Juez está obligado a decidir sobre las cuestiones
propuestas o planteadas por las partes, porque el límite de toda controversia judicial está
circunscrito por los hechos alegados como fundamento de la pretensión en el libelo de la
demanda y los hechos aducidos como fundamentos de las excepciones o defensas opuestas en
la oportunidad de la contestación de la demanda, quedando de esta manera trabada la litis,
razón por la cual con posterioridad a estos actos no pueden las partes traer nuevos hechos al
proceso que alterarían la relación procesal ya cerrada.
A tales efectos establece el Código Civil, que:
“Artículo 6.- No pueden renunciarse ni relajarse por convenios particulares las leyes en cuya
observancia están interesados el orden público o las buenas costumbres”.
Artículo 1.141.- Las condiciones requeridas para la existencia del contrato son:
1º Consentimiento de las partes;
2º Objeto que pueda ser materia de contrato; y
3º Causa lícita.
Artículo 1.142.- El contrato puede ser anulado:
1º Por incapacidad legal de las partes o de una de ellas; y
2º Por vicios del consentimiento.”
Por su parte, el Código de Procedimiento Civil determina:
“Artículo 506.- Las partes tienen la carga de probar sus respectivas afirmaciones de hecho.
Quien pida la ejecución de una obligación debe probarla, y quien pretenda que ha sido
libertado de ella, debe por su parte probar el pago o el hecho extintivo de la obligación…”.
Bajo tales premisas legales, debemos establecer como quedó trabada la litis en la presente
causa:
-IV-
LÍMITES DE LA CONTROVERSIA
La representación judicial de la parte accionante afirma en su escrito libelar que, 1) consta en
documento protocolizado ante la Oficina Subalterna de Registro del Municipio Autónomo
Plaza del Estado Miranda, Guarenas, en fecha 28 de enero de 1998, bajo el No. 08, Tomo 10,
Protocolo Primero, que su mandante es propietaria de un inmueble destinado a vivienda,
constituido por un apartamento identificado con el No. 10-43, ubicado en el piso tres (3) del
Edificio 10-1 del Conjunto Residencial El Torreón Etapa 2, construido sobre la Parcela
Residencial “B” de la Urbanización El Torreón, resultante del reparcelamiento del lote de
terreno propiedad de la Urbanizadora, ubicado entre el Boulevard Rómulo Gallegos y la
Avenida Leonardo Ruiz Pineda de la ciudad de Guarenas, en jurisdicción del Municipio Plaza
del Estado Miranda, el cual fue protocolizado ante la Oficina Subalterna de Registro del Distrito
Plaza del Estado Miranda, el día 6 de marzo de 1997, bajo el No. 47, Tomo 20, del Protocolo
Primero y en el Documento de Condominio del “Conjunto Residencial El Torreón Etapa 2”,
protocolizado en la citada Oficina de Registro, el día 27 de junio de 1997, bajo el No. 24, Tomo
34, Protocolo Primero. 2) El citado apartamento tiene una superficie aproximada de cuarenta y
dos metros cuadrados (42,00 M2), siendo sus linderos los siguientes: Noreste: Fachada
Noreste y escalera. Suroeste: Fachada Suroeste. Sureste: Apartamento 10-44. Noroeste:
Apartamento 10-42. De igual forma, le corresponde un (1) puesto de estacionamiento de
vehículos distinguido con el mismo número de apartamento. 3) Su mandante pactó la venta
del inmueble descrito anteriormente y al presentarse, en fecha 12 de febrero de 2007, en la
Oficina Subalterna de Registro del Municipio Autónomo Plaza del Estado Miranda, a los fines
de protocolizar la operación definitiva de compra venta, fue detenida por funcionarios del
Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), ya que fue denunciada
por estafa por las personas a quienes ella les iba a vender el inmueble, por cuanto,
supuestamente, el inmueble de marras ya había sido vendido por su mandante a la ciudadana
LIDIA SUSANA GONZALES GARCÍA, ya identificada, según falsamente se desprende de
documento protocolizado ante la Oficina Subalterna de Registro ya mencionada, en fecha 27
de noviembre de 2006, anotado bajo el No. 29, Protocolo Primero, Tomo 38, Cuarto Trimestre.
4) La denuncia en contra de su mandante por supuesta estafa, hecha ante el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), se ventiló en el Expediente No. H-
396857 y bajo el control de la Fiscalía Quinta del Ministerio Público de la Circunscripción
Judicial del Estado Miranda, con sede en Guarenas, en el expediente signado bajo el No. 15-F5-
0236-2007, desprendiéndose de las investigaciones verificadas en dicha causa que la firma
realizada por el vendedor en el documento en referencia ni las huellas dactilares plasmadas en
el mismo corresponden a su mandante, pero que las huellas dactilares de la persona que firmó
como compradora si coinciden con las de la ciudadana LIDIA SUSANA GONZALES GARCÍA, ya
identificada. 5) La hoy demandada hace reconocimiento tácito, en su declaración ante la
Fiscalía, que ella nunca pagó suma alguna a su mandante por la compra del inmueble sino que,
por el contrario, iba o había recibido una cantidad para fungir como compradora en la
operación de compra venta, señalando a las personas involucradas, las cuales no tienen ningún
tipo de relación con su patrocinada. Por tales consideraciones, ocurre ante este Juzgado para
demandar, como en efecto lo hace, con fundamento en los artículos 1148, 1161 y 1346 del
Código Civil, a la ciudadana LIDIA SUSANA GONZALEZ GARCÍA, ya identificada, por acción de
nulidad de contrato de compra venta, a los fines de que este Tribunal declare la exclusiva
propiedad sobre el inmueble que nos ocupa a favor de su mandante con ocasión del falso
documento que, como compradora, suscribiera ante la Oficina Subalterna de Registro antes
mencionada. Finalmente, estima la demanda en la cantidad de CUATROCIENTOS MIL
BOLÍVARES (Bs. 400.000,oo), que equivale a CINCO MIL DOSCIENTOS SESENTA Y TRES unidades
tributarias.
Ante tales planteamientos, la parte accionada en la oportunidad de dar contestación al mérito
de la causa: 1) Negó, rechazó y contradijo todos los hechos que le han sido imputados por la
demandante en el libelo de la demanda por no ser ciertos así como el derecho invocado que
tampoco, supuestamente, le asiste. 2) Negó la pretensión de la accionante por no estar
ajustada a la verdad, pues, a su decir, la demandante distorsiona los hechos en su propio
interés, alejándose a conciencia de lo que fue la verdadera intención cuando firmó de buena fe
el documento de compra venta del cual ahora aquella pide la nulidad. 3) Niega haber
afirmado, en Fiscalía, que nunca pagó cantidad alguna por la compra del inmueble, pues si hizo
un pago a la persona que fungía como vendedora, siendo emitidos al efecto cheques
elaborados para tal fin. 4) Niega que la actora tenga el carácter de estafada que se atribuye en
el escrito de demanda, por cuanto para ser estafada hay que estar engañada por alguien y en
este sentido a la que fue a su persona, en connivencia con otros sujetos. 5) La negociación de
compra venta efectuada con esas personas, inspiraba confianza por tratarse de las personas
que tenían las llaves para acceder al inmueble, el cual era el mismo que aparecía en el
documento que estaban ofreciendo en venta y por otra parte, por estar el inmueble
totalmente desocupado de cosas y personas así como por tener en regla toda la
documentación necesaria para la protocolización, siendo dicha venta realizada en el registro
que le corresponde al inmueble.
Trabada así la litis, procede este Juzgado al examen de las pruebas aportadas al proceso, en la
forma siguiente:
-IV-
DE LAS PRUEBAS SUMINISTRADAS AL PROCESO
A tal efecto, es de señalar que el Código Civil, en su artículo 1.133 y siguientes, regula las
disposiciones preliminares acerca de los contratos, siendo determinante expresar que el
artículo in comento establece:
“Artículo 1.133.- El contrato es una convención entre dos o más personas para constituir,
reglar, transmitir, modificar o extinguir entre ellas un vínculo jurídico.”
“Contrato. Pacto o convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinada y a
cuyo cumplimiento pueden ser compelidas (Dic. Acad.). En una definición jurídica, se dice que
hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de
voluntad común, destinada a reglar sus derechos. Capitant lo define como acuerdo de
voluntades, entre dos o más personas, con el objeto de crear entre ellas vínculos de
obligaciones; y también documento escrito destinado a probar una convención. Los contratos
han de ser celebrados entre las personas capaces y no han de referirse a cuestiones prohibidas
o contrarias a la moral o a las buenas costumbres. Los contratos lícitos obligan a las partes
contratantes en iguales términos que la ley.”. (Obra cit. Editorial Heliasta, página 167)
Ahora bien, vista la concepción del vocablo contrato, es menester advertir que el Código Civil
venezolano, a los efectos de establecer el momento en que estos se constituyen, dispone en su
artículo 1.137:
“El contrato se forma tan pronto como el autor de la oferta tiene conocimiento de la
aceptación de la otra parte.
La aceptación debe ser recibida por el autor de la oferta en el plazo fijado por ésta o en el
plazo normal exigido por la naturaleza del negocio.
El autor de la oferta puede tener por válida la aceptación tardía y considerar el contrato como
perfecto siempre que él lo haga saber inmediatamente a la otra parte.
El autor de la oferta puede revocarla mientras la aceptación no haya llegado a su
conocimiento. La aceptación puede ser revocada entre tanto que ella no haya llegado a
conocimiento del autor de la oferta.
Si el autor de la oferta se ha obligado a mantenerla durante cierto plazo, o si esta obligación
resulta de la naturaleza del negocio, la revocación antes de la expiración del plazo no es
obstáculo para la formación del contrato.
(omissis)”
Así pues, y vista la transcripción de la norma que antecede, es preciso orientar que a los
efectos de que se forme un contrato, específicamente de compra venta que es el que interesa
a los fines de resolver el asunto de autos, se hace necesaria una oferta u ofrecimiento por
parte del posible vendedor al posible comprador o viceversa y una aceptación por parte de la
persona que recibe la oferta.
Por último, es importante destacar que el artículo 1.141 del ya citado Código Civil, preceptúa:
La disposición legal copiada en las líneas precedentes, establece de forma expresa cuales son
las condiciones exigidas a los efectos de que se configure la existencia de un contrato, siendo
la primera de estas el que haya consentimiento; por lo cual se puede aseverar que en el caso
de un contrato de compra venta, debe haber consentimiento tanto del vendedor como del
comprador de llevar a cabo el negocio jurídico…”
Establecido lo anterior, este Tribunal encuentra que quedó evidenciado en las actas que la hoy
accionante no suscribió el contrato de venta protocolizado ante la Oficina Subalterna de
Registro del Municipio Plaza del Estado Miranda en fecha 27 de noviembre de 2006, bajo el
No. 29, Protocolo Primero, Tomo 38 en el Cuarto Trimestre de 2006, todo lo cual se desprende
de EXPERTICIA DACTILOSCOPICA No. 38, de fecha 10 de abril de 2007, suscrita por expertos
adscritos a la División de Lofoscopia del Cuerpo de Investigaciones, Científicas Penales y
Criminalísticas, la cual arrojó lo siguiente: “…CONCLUSIONES: 1.- Comparadas como fueron las
impresiones digitales presentes en la planilla alfabética dactilar suministrada por la Oficina
Nacional de Identificación (O.N.I) correspondiente a la ciudadana GONZÁLEZ GARCÍA LIDIA
SUSANA, titular de la cédula de identidad No. 4.855.533, con las impresiones que aparecen en
el folio útil contentivo de la copia fotostática de la cédula de identidad Nro. V-4.855.533 a
nombre de la ciudadana GONZÁLEZ GARCÍA LIDIA SUSANA resultó COINCIDIR en todos y cada
uno de sus puntos característicos individualizantes, con el dedo pulgar de la mano derecha,
por lo que hemos determinado que se trata de la misma persona. 2.- Comparadas como
fueron las impresiones digitales presentes en la tarjeta alfabética dactilar suministrada por la
Oficina Nacional de Identificación (O.N.I), correspondiente a la ciudadana MARCANO
MARQUEZ DIANA ESTHER, titular de la cédula de identidad No. 10.699.282, con las
impresiones que aparecen en el folio útil contentivo de la copia fotostática de la cédula de
identidad No. V- 10.699.282 a nombre de la ciudadana MARCANO MARQUEZ DIANA ESTHER,
resultó NO COINCIDR en ninguno de sus puntos característicos individualizantes, por lo que
hemos determinado que se trata de personas diferentes.- 3.- Comparadas como fueron las
impresiones digitales presentes en la tarjeta alfabética dactilar suministrada por la Oficina
Nacional de Identificación (O.N.I), correspondiente a la ciudadana MARCANO MARQUEZ DIANA
ESTHER, titular de la cédula de identidad No. V- 10.699.282, con las impresiones que aparecen
en la copia fotostática de la Cédula de Identidad Nro. V- 10.699.282 a nombre de la ciudadana
MARCANO MARQUEZ DIANA ESTHER, resultó NO COINCIDIR en ninguno de sus puntos
característicos individualizantes, por lo que hemos determinado que se trata de personas
diferentes…, lo que determinó en el transcurso de la investigación que personas que no están
aún plenamente identificadas, le falsificaron la identidad a la ciudadana DIANA ESTHER
MARCANO MARQUEZ, para llevar a cabo la protocolización de la venta del inmueble de su
propiedad, ubicado en la Urbanización El Torreón, Edificio 10, piso 3, Apartamento 10-43,
Guarenas, Estado Miranda, ante el Registro Inmobiliario del Municipio Autónomo Plaza del
Estado Miranda…”, de lo que se deduce que la hoy accionante no prestó su consentimiento
para la venta que, según el documento en referencia, se verificó a favor de la demandada en la
presente causa, a pesar de ser el consentimiento una de las condiciones requeridas para la
existencia del contrato, a tenor de lo previsto en el Artículo 1141 del Código Civil, todo lo cual
vicia de nulidad absoluta el contrato en mención y así se establece.
Respecto de las características de la nulidad absoluta del contrato, la Sala de Casación Civil, en
sentencia de fecha 15 de noviembre de 2004, sostiene lo siguiente:
“…Es principio general y universal del derecho contractual la autonomía de la voluntad de las
partes, entendiéndose como tal que éstas son libres para crear, modificar, reglamentar o
extinguir sus relaciones jurídicas de carácter contractual. (López Herrera, Francisco: “La nulidad
de los contratos en la Legislación civil de Venezuela”, Caracas 1952, p. 13). Este principio, si
bien no está consagrado explícitamente en nuestro Código Civil, surge de dos disposiciones
legales a saber: la primera, del artículo 1.159 del Código Civil que establece “los contratos
tienen fuerza de ley entre las partes...”; la segunda, del artículo 1.262 eiusdem que dispone
que las obligaciones deben cumplirse exactamente como han sido contraídas; por tanto, de
conformidad con las referidas disposiciones la ley permite la libertad contractual. No obstante,
esa libertad contractual no es ilimitada y, en consecuencia, las partes o un tercero pueden
solicitar ante el órgano jurisdiccional su nulidad si contraviene las leyes de la República, el
orden público o las buenas costumbres, y es la intensidad de la sanción de nulidad junto con la
intención de la norma sustantiva imperativa o prohibitiva violada la que distingue entre la
nulidad absoluta y la nulidad relativa del contrato, pues mientras unas están dirigidas a la
protección del orden público o a la salvaguarda de las buenas costumbres, otras están
destinadas a amparar a uno de los contratantes o un particular que por hallarse en situación
especial, la ley mira con particular simpatía. (Ob. cit. p. 18). De esta manera, al ser violada una
norma del primer tipo, todos los interesados en el contrato, además de las partes
contratantes, pueden prevalerse de ella y solicitar del juez la declaración de nulidad absoluta
correspondiente; en cambio, si se viola en un contrato una norma destinada a proteger
exclusivamente a un particular por no encontrarse en juego intereses superiores, sólo el
interesado tiene la titularidad de la acción de nulidad (relativa) y está única y exclusivamente
en sus manos determinar si el contrato ha de ser anulado por el tribunal o si ha de continuar
existiendo en el mundo del derecho. Por consiguiente, la nulidad absoluta es la “...sanción
aplicable a la inobservancia de alguna norma imperativa o prohibitiva de la Ley, por parte de
un contrato, cuando tal norma está destinada a proteger los intereses del orden público o las
buenas costumbres y a menos que la misma Ley indique que es otra la sanción aplicable o que
ello surja de la finalidad que persigue...”. (Ob. cit. p. 93). Sus características son: 1) Tiende a
proteger un interés público; 2) Cualquier persona interesada puede intentar la acción para que
un contrato se declare afectado de nulidad absoluta; 3) Puede ser alegada en cualquier estado
y grado del juicio; 4) No es susceptible de ser confirmado por las partes; y, 5) La acción de
nulidad absoluta no prescribe nunca. (Maduro Luyando, Eloy: Curso de Obligaciones. Derecho
Civil III. Fondo Editorial Luis Sanojo, Caracas 1967, p. 596). Por su parte, la nulidad relativa es
“...la sanción legal a la inobservancia de alguna norma imperativa o prohibitiva de la ley, por
parte de los contratantes, cuando esa norma está destinada a proteger los intereses de uno de
ellos, a quien la Ley ve con especial simpatía, dada la particular circunstancia que se
encontraba al contratar...”. (Ob. cit. p. 146). Sus características son: 1) No afecta el contrato
desde su inicio y éste existe desde su celebración; por tanto, produce sus efectos hasta tanto
no sea declarado nulo por la autoridad judicial; 2) La acción para obtener la declaración de
nulidad sólo puede ser ejercida por la persona en cuyo favor o protección se establece la
nulidad; 3) La acción es prescriptible; y, 4) Este tipo de nulidad es subsanable. (Ob. cit. p. 598)
…”
De igual forma, dicha Sala en sentencia de fecha 10 de diciembre de 2009, ratifica el anterior
criterio, adicionando lo siguiente:
“…Como puede observarse, la nulidad absoluta opera de pleno derecho, y el Juez puede
constatar, incluso de oficio, su ineficacia. La acción de nulidad absoluta puede ser incluso
intentada por los terceros que tengan un interés en ello. La propia recurrida reconoció que el
contrato no existía, pues, no hubo consentimiento al haber fallecido la persona tres años antes
de la protocolización de la venta. Siendo inexistente tal venta, no podía declarar sin lugar la
demanda de nulidad, bajo la exigencia de que “…no se puede anular lo que no existe
jurídicamente…”, pues con un sofisma semejante dejó incólume el contrato. Precisamente, al
percatarse de la inexistencia del contrato ha debido declararla de inmediato, pues el orden
público se lo exigía. Al no hacerlo, ciertamente quebrantó por errónea interpretación el
artículo 1.141 del Código Civil relativo a las condiciones requeridas para la existencia del
contrato, entre ellas, el consentimiento de las partes. Por las razones señaladas, la presente
denuncia será declarada procedente. Así se decide…” (Subrayado añadido).
Para concluir resulta oportuno señalar que, en nuestro Código Civil encontramos empleada la
palabra consentimiento en su acepción restringida, entendiendo como única declaración de
voluntad, con contenido adhesivo respecto de la otra voluntad, pero sin que se produzca la
integración de ambas voluntades; pero a la par también es utilizada en una acepción técnica
dicha expresión como hecho esencialmente bilateral (etimológicamente, consentimiento viene
de cum y sentire: sentir cum alio), tal como se desprende de los artículos 1.159 y 1.161 de la
Ley Sustantiva. En este sentido, el consentimiento es un elemento complejo, que presupone la
concurrencia de varios requisitos a saber: a) Supone en primer lugar la presencia, cuando
menos, de dos distintas declaraciones de voluntad que emanen de opuestos centros de
interés; b) Cada declaración no sólo debe ser emitida válidamente, sino además comunicada a
la otra parte, para que la misma tome conocimiento de ella y entienda su significado; c) Es
necesario además que las dos declaraciones de voluntad se combinen y se integren
recíprocamente. En el caso que nos ocupa, si bien se encuentran expresadas en el contrato
cuya nulidad se requiere, la manifestación de voluntad tanto de la supuesta vendedora como
del comprador, también es cierto que quedó evidenciado que la declaración o asentimiento
que en ese contrato se le atribuye a la hoy accionante, no fue expresado o exteriorizado por
ésta, toda vez que de las actas procesales se desprende que la rúbrica que aparece estampada
en esa convención como perteneciente a la vendedora no fue realizada por la accionante,
debiendo así concluir que ella no prestó su consentimiento en ese contrato, por lo que ningún
efecto puede producir, por adolecer de uno de los requisitos esenciales para la conformación
de un contrato válido, por lo que Tribunal concluye que la demanda incoada por la parte
actora debe proceder en derecho y como consecuencia, debe declararse nulo el documento de
compra venta protocolizado ante la Oficina de Registro Inmobiliario del Municipio Plaza del
Estado Miranda, en fecha 27 de noviembre de 2006, bajo el No. 29, Protocolo Primero, Tomo
38 en el Cuarto Trimestre de 2006 y así se declara.
-V-
DISPOSITIVO
En fuerza de las consideraciones precedentes este Juzgado Primero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, administrando
Justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley declara:
PRIMERO: CON LUGAR la demanda intentada por la parte actora, ciudadana DIANA ESTHER
MARCANO MÁRQUEZ, en contra de la parte demandada, ciudadana LIDIA SUSANA GONZÁLEZ
GARCÍA, ambas ampliamente identificadas, y consecuentemente, PRIMERO: la NULIDAD del
contrato de compra venta protocolizado ante la Oficina de Registro Inmobiliario del Municipio
Plaza del Estado Miranda, en fecha 27 de noviembre de 2006, bajo el No. 29, Protocolo
Primero, Tomo 38 en el Cuarto Trimestre de 2006. SEGUNDO: SE ORDENA la protocolización
del presente fallo de conformidad con lo establecido en el artículo 1.922 del Código Civil.
Se condena a la parte demandada al pago de las costas procesales por haber resultado
perdidosa en el juicio, ello de conformidad con el artículo 274 del Código de Procedimiento
Civil.
PUBLÍQUESE, REGÍSTRESE, NOTIFÍQUESE y DÉJESE COPIA.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho del Juzgado Primero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción del Estado Miranda, en Los Teques, a los diez
(10) de febrero de dos mil catorce (2014). Años 203° de la Independencia y 154° de la
Federación.
LA JUEZA TITULAR,
ELSY MADRIZ QUIROZ
LA SECRETARIA,
JENIFER BACALLADO
En la misma fecha se publicó y registró la anterior sentencia, siendo las dos de la tarde (2:00
p.m.).
LA SECRETARIA,
EMQ/JB
Exp. Nº 29794