(Tutorial) Grotesco y Carnaval

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Grotesco y carnaval

El grotesco
El grotesco es un género literario asociado a la literatura cómica que representa un
mundo sumamente alejado del modelo de belleza clásico instaurado por el
Renacimiento. Si el clasicismo apelaba a lo simétrico, lo ordenado, lo geométrico, lo
proporcionado, por el contrario, el grotesco se apropia de lo exagerado, lo
desordenado, lo deforme y lo descontrolado, así como de lo vulgar, lo monstruoso y
ridículo. Además, se acerca al humor negro en tanto mezcla temas serios con tonos
cómicos. Otro de sus nombres es la tragicomedia.
El grotesco surgió para nombrar unos ornamentos que se hacían en las paredes de
los edificios y que representaban figuras literalmente grotescas: es el caso de las
sheela-na-gig, figuras femeninas que aparecían con las bocas abiertas y mostrando
sus órganos sexuales anómalamente grandes. El grotesco, entonces, tiene un
verosímil que no es el clásico: no le importa representar el mundo como
perfección, equilibrio, orden; su ojo lo pone sobre lo monstruoso, lo que escapa de
los límites humanos, lo desbordado. De hecho, lo que el grotesco nos dice es que
ese mundo de orden del clasicismo es, en verdad, una ficción humana, un orden
inventado por la cultura. Podríamos decir que, si para el Renacimiento la naturaleza
es un jardín cuidadísimo, perfectamente medido y delimitado por rejas y canteros,
para el grotesco la naturaleza es una jungla incontenible, una fuerza incomprensible.
Si para el Renacimiento el mundo es lo apacible de un paisaje, para el grotesco el
mundo es la destrucción de un huracán.
No es extraño, entonces, que las representaciones grotescas se hayan poblado de
monstruos y de todo signo de lo que no se puede comprender bajo los límites
humanos. Un cardenal del siglo XVI, Gabriele Paleotti, decía de las figuras del arte
grotesco que eran “mentirosas, ineptas, vanas, incompletas, inverosímiles, carentes
de medida, oscuras y extravagantes”. Los tres últimos adjetivos son, de hecho, muy
acertados. Los primeros son una valoración subjetiva de lo que para el cardenal
significan los tres últimos: lo desmedido, oscuro y extravagante es, para el Cardenal,
mentiroso. Para el grotesco, es la verdad. Para los artistas del grotesco, la
naturaleza, la verdad, no está en todo lo que se puede entender, porque se puede
entender sólo porque es un invento humano; por lo contrario, la verdad está en lo
que se escapa de nuestros casilleros. Para el grotesco, el mundo es cambio. Y tan
errados no estaban si pensamos en las teorías evolucionistas que luego los
seguirán. Por eso, la naturaleza no es el cuerpo “normal”, es el cuerpo deforme, el
mutante. Es la primera Lucy siendo bajada del árbol por tener pulgares oponibles,
una monstruosidad. Ahí es donde se ve la fuerza incontrolable y desbordante, la
verdad de la naturaleza.
Para Wolfgang Kayser, lo grotesco produce “el miedo, la sorpresa, la repugnancia y
la carcajada”. Al mismo tiempo, la definición de este autor engloba tanto a lo
monstruoso, entendido como “lo híbrido o lo fronterizo entre lo mecánico y lo
orgánico”, como a lo monstruoso representado por animales fantásticos o reales,
susceptibles de causar un sentimiento de terror o de provocar extrañeza. Según
Kayser, “la irrupción de lo grotesco se plantea como una perturbación profunda del
orden de la realidad, [...] aparece en contraste entre el mundo de nuestra experiencia
normal y el desorden”. Pero, a su vez, esto que se podría experimentar como terrible,
lo transforma en ridículo y divertido.
En definitiva, lo grotesco ve el mundo como desorden puro y se opone a la visión
clásica de la civilización, que intenta ordenar lo que existe en casilleros estancos. Lo
que el grotesco dice es: el mundo humano no es más que un orden frágil que se
olvida de las verdaderas fuerzas bajo las que se encuentran sometidos los seres, las
fuerzas cósmicas. Lo que un día puede estar arriba, al siguiente puede bajar, el bien
se transforma en mal. El nacimiento y la muerte, la enfermedad y la salud, la
incorporación y la expulsión, la calma y el desastre. El mundo está en constante
cambio, sometido a leyes cósmicas más generales que exceden el orden de lo
humano.

El carnaval
¿De dónde procede el grotesco? ¿Por qué una corriente artística hace foco en lo
irregular y lo vulgar en lugar de poner la mirada en lo simétrico y regular? El grotesco
surge a la luz de la vida de las clases populares durante la premodernidad. Los
escritores y artistas del grotesco prestaron atención a lo que este sector de la
población pensaba y hacía y extrajeron de ello material para sus obras. Esta
extracción se produjo, principalmente, a partir de ciertos ritos y festividades
populares en las que la visión de mundo del campesinado se expresaba sin filtros.
Nos referimos a fiestas paganas de la Europa premoderna como el carnaval.
¿Qué pensaba la base campesina de la sociedad europea de la Edad Media? Su
forma de ver el mundo era muy diversa de la de la nobleza y la élite cultural y esta
diferencia provenía de una experiencia vital concreta. El pueblo tenía una experiencia
del mundo como eterno cambio. Sus vidas estaban sujetas a diferentes factores que
hacían de ella algo impredecible e incontrolable. La naturaleza, el clima, las
estaciones, el día y la noche eran los parámetros que organizaban sus trabajos, no
había horarios institucionales a los que sujetarse. Además, una fuerte concepción
animista y mágica hacía de los buenos y malos augurios y auspicios un factor
importante que determinaba el curso de sus días (los días de mala suerte no se
trabajaba). El dolor y el sufrimiento eran también signos antes los cuales se
encontraban abiertos: las afecciones corporales, los duelos eran situaciones que no
estaban burocratizadas y frente a las que las personas actuaban con atención y
cuidado (los duelos podían durar semanas y entorpecían las labores). La muerte era
doméstica, vivía entre ellos, podía sobrevenir en cualquier momento y, en función de
ello, se vivía en la presencia constante. Por otra parte, su lugar en el mundo no
estaba dado por una identidad singular, sino por su función en la comunidad (de
hecho, no se recibía un nombre hasta cierta edad en la que el niño había sobrevivido
y sus modos de socialización no estaban determinados por la familia nuclear, sino
por los talleres y gremios). Hay ciertas experiencias y formas de afectación con el
entorno en las que esta falta de individuación moderna se hace palpable: rituales de
éxtasis, experiencias que hoy denominamos de “histeria colectiva” (ver el
tarantismo, las plagas del baile). Todo esto hace del mundo un lugar imprevisible,
cambiante, irregular. Y este mundo imprevisible, en lugar de causar desolación o
angustia, era motivo de celebración y risa. Es esta mezcla entre lo incontrolable del
mundo, la insignificancia de la criatura humana y el tono jocoso con que se acepta,
lo que caracteriza la visión popular. Y es esta visión del mundo la que da origen a
fiestas populares como el carnaval.
En el carnaval, el mundo cambiante e inestable del pueblo se afirmaba frente al
mundo estable y ordenado de las sociedades jerárquicas, con sus protocolos y
normas de conducta. El carnaval era el momento en el que el pueblo se burlaba de
los intentos de las clases dominantes por imponer cierta organización al mundo. Lo
que el carnaval quiere hacerle entender es que las fuerzas del universo son más
fuertes e incontrolables. En el carnaval, se producen toda una serie de símbolos y
rituales que dan cuenta de esto. Y son estos rituales y símbolos los que el grotesco
toma para sus obras.

Tópicos y figuras del grotesco y el carnaval


El carnaval había desarrollado toda una serie de rituales y símbolos en los que
expresaba su visión de un mundo dinámico en contra del mundo inmovilizado de los
protocolos y las normas jerárquicas.
Entre ellos encontramos
1. Los rituales de inversión: Eran prácticas ritualizadas en las que se
representaban acciones y situaciones contrarias a las de la vida ordinaria.
Entre ellas, la más importante era el ritual de entronización y destronamiento
del rey bufón. El rey bufón era el tonto del pueblo al que se lo coronaba para
que tuviera la prerrogativa de obligar a los demás (entre ellos sus superiores)
a tener conductas degradantes (andar en cuatro patas, revolcarse en
estiércol, vestirse de forma impropia a su oficio o estado). El último día del
carnaval, al bufón se le quitaban sus atributos y era degradado a su estado
normal por medio de una golpiza. Otros rituales de inversión consistían en el
insulto a los superiores, la blasfemia a signos religiosos. En ciertas fiestas,
los niños eran ordenados sacerdotes y gozaban del privilegio de mandar
sobre los eclesiásticos. En otras, las mujeres mandaban a los hombres o eran
sometidas a arar la tierra como si fueran animales de carga. También se
producían guerras y enfrentamientos en los que los campesinos adoptaban
atributos militares y se lanzaban verduras entre ellos, o bodas en las que
hombres vestidos de osos se casaban con hombres con ropas de mujeres. La
risa era la reacción preestablecida frente a todo los golpes, la violencia, el
insulto, la comida, el sexo. Todos estos rituales contradecían la organización
jerárquica y normativa del mundo oficial.
2. Los símbolos ambivalentes: Los rituales de inversión producían símbolos y
personajes ambivalentes. Las personas asumen ropas y disfraces que los
convierten en aquello contrario de lo que son el resto del año. Entre las
inversiones más importantes se jugaba con las categorías hombre/mujer,
niño/viejo, rey/esclavo o noble/mendigo, humano/no-humano,
sacerdote/laicotambién existían personajes que, en sí mismos, reunían
características contradictorias. . La embarazada de muerte era un personaje
que representaba a la muerte preñada de vida o a una mujer preñada de
muerte. La risa era ambivalente también porque las personas reían frente a
situaciones que en otro momento del año estaban prohibidas o eran recibidas
con amargura: blasfemias, golpes, insultos, caídas y violencia en general.
3. El banquete: se comía sin mesura. Antes de que empezara el período de
cuaresma, en el que se imponía el tabú sobre ciertos alimentos, las personas
tenían el permiso de comer y beber en exceso. Se derrochaba todo lo que no
iba a ser consumido durante los siguientes días (y que no podría ser
conservado).
4. Las relaciones sexuales: durante el carnaval, la gente desataba sus impulsos
sexuales reprimidos. De hecho, febrero, uno de los meses en los que se
desarrollaba la fiesta, era uno de los puntos álgidos del calendario en el que
más concepciones se producían.
5. Protuberancias, orificios y fluidos: el cuerpo se exageraba para hacer
sobresalir los aspectos que conectaban a cada uno con su entorno. Se
utilizaban largas narices prostéticas, máscaras con bocas exageradas, se
llevaban a cabo las funciones corporales en público.
6. El sacrilegio y la blasfemia: todo lo que la cultura oficial consideraba sagrado
(los atributos monárquicos, señoriales, religiosos) eran degradados por
medio de rituales de escarnio. Estos rituales tenían un componente
ambivalente: se degradaba para obligar a renacer.

El grotesco, como expresión artística del carnaval, toma estos símbolos y tópicos y
los adapta a la literatura y otras artes. El resultado es un catálogo que define la
estética de lo vulgar y lo feo, del cambio y la inversión.
1. Personajes ambivalentes: Personajes que reúnen características
contradictorias desde el punto de vista de las categorías de la cultura oficial:
viejo/niño, mujer/hombre, rey/esclavo, mendigo/noble, humano/no-humano,
sacro/vulgar, bueno/malo, el sabio/tonto.
2. Situaciones de inversión tratadas cómicamente: Situaciones en las que el
estado de un personaje cambia a su contrario, de manera real o imaginada.
La más importante es la entronización/destronamiento, en el que a un
ganancia atípica de poder le sigue una estrepitosa caída. También la
inversión puede espejarse entre dos personajes que intercambian posiciones.
Otra forma de inversión es el engaño en el que unos personajes construyen
una ficción para embaucar a otros.
3. Temas tabú: fluidos y funciones corporales, sexualidad, violencia vistos de
manera jocosa.
4. Los insultos y blasfemias.
5. Objetos y seres inmóviles que cobran agencia o voluntad.
6. Imágenes de banquetes, sexo y violencia festivas: formas de relacionarse que
invierten los protocolos de lo normal, de cómo debe actuarse y cómo deben
tratarse esos temas.
7. El ser humano visto como animal: se focaliza el ser humano como cuerpo
atado a las leyes de la naturaleza. Es decir, como criatura. Se celebra y se
exagera el cuerpo y todo lo que conecta con los ciclos de vida y muerte: la
bebida excesiva, la comida excesiva, el nacimiento, la enfermedad, las
deformidades, las heces y los fluidos corporales, los orificios del cuerpo, el
uso anómalo de los órganos y las diferentes partes del cuerpo (ojos como
bocas, bocas como manos, brazos como piernas). Todo esto retoma la idea
popular del humano como criatura al servicio de la naturaleza.
8. La mezcla de los temas serios con el tratamiento cómico.

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