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1911-1969

¡Todas las sangres!

“Todas las sangres” se llama una de sus obras,


pero él de piel blanca, fue básicamente de alma
indígena porque en sus actos como maestro,
folclorista y novelista transmitía sobre todo las
costumbres, tradiciones y el modo de vida del
indio, de aquel que se hallaba enrevesado entre
Alumna: su pasado ilustre y sus frustraciones de ahora.
Los personajes de sus novelas hablan castellano
Fiorella Santisteban Huaman
pero se sienten más cómodos viviendo como
indios, siempre con una idiosincracia que re-
cuerda sus ancestros, goza con su herencia y
trata de prolongarla para los hijos de sus hijos.
NIÑEZ Y EDUCACIÓN
José María nació en Andahuaylas, Región Apurímac, el 18 de
enero de 1911. Sus padres fueron don Víctor Manuel Arguedas Arellano
y doña Victoria Altamirano Navarro. Don Víctor era abogado y José
María tuvo que seguirlo por los pueblos donde su padre ejerció dicha
profesión, por lo que su educación primaria lo hizo en Lucanas, Puquio y
Abancay. Sobre esa etapa de su vida, Arguedas escribió lo siguiente: “Yo
tuve la fortuna de pasar mi niñez en aldeas y pueblos con una muy
densa población quechua. Fui quechua casi puro hasta la adolescencia.
No me podré despojar quizás nunca -y esto es una limitación de la
pervivencia de mi concepción primera del universo-. Para el hombre
quechua monolingüe, el mundo está vivo; no hay mucha diferencia, en
cuanto se es ser vivo, entre una montaña, un insecto, una piedra
inmensa y el ser humano. No hay, por tanto, muchos límites entre lo
maravilloso y lo real”.
En Ica y Huancayo cursó la educación primaria, hasta el tercer grado. El
cuarto y quinto años no los hizo en ciclos regulares y tuvo que dar
examen de revalidación de ambos grados en el Colegio Nuestra Señora
de La Merced, de Lima, lugar donde ya residía, en 1930.

En 1931 ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la


Facultad de Letras, donde se graduó de bachiller el 20 de diciembre de
1957.
BURÓCRATA Y NOVELISTA
Entre los años 1932 y 1937 trabajó como auxiliar en la
Administración de Correos, en el edificio que queda cerca
de la Plaza Mayor de Lima y desde donde hay poca
distancia a la Universidad Nacional Mayor de San marcos,
que quedaba en el Parque Universitario, en el antiguo
local del Real Convictorio de San Carlos.
En 1935 publicó “Agua”, cuya intención, según Arguedas,
era “describir
la vida de aquellas aldeas, describirla de tal modo que su
palpitación no fuera olvidada jamás, que golpeara como
un río en la conciencia del lector”, y que ganó el segundo
premio en el concurso internacional convocado por la
Revista Americana de Buenos Aires. Dicha obra fue
traducida al inglés, alemán, francés y ruso. En este
último idioma fue publicada por la revista “Literatura
Internacional”, de Moscú, capital de la entonces Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Un antifascista que cayó Se propuso difundir el folclore
preso
En 1938 publicó su libro “Canto kechwa”, edición bilingüe
En 1937 participó en una manifestación contra el que Arguedas había preparado estando en prisión y cuyo
fascismo italiano, pero fue tomado preso y estuvo propósito era empezar a divulgar las manifestaciones
en El Sexto hasta 1938. Esa reclusión de casi dos artísticas del folclore andi. Desde entonces, sus poesías y
años fue otra experiencia traumática para el canciones están dichas, según Paula Miranda: “Desde una
joven escritor, porque conoció cómo era el mundo heterogeneidad discursiva y cultural, donde lo indígena está
de las cárceles, donde primaba la ley del hampa y instalado conflictivamente en la modernidad literaria, social
los presos políticos como él tenían que cuidarse y cultural. La visión del mundo que prevalece es también la
de ser violados, maltratados, chantajeados y indígena: cósmica, religada con la naturaleza, panteísta,
vejados. ‘abismal’ y elegíaca. La multiplicidad de voces y lugares
desde los cuales hablan los poemas se explica por la también
múltiple labor de quien los crea: antropólogo, profesor,
escritor, etnógrafo, folklorista, ‘cristiano e indio’, hablante
del español y del quechua, indigenista y vanguardista. Su
heterogeneidad se enmarca
sin duda en su propósito fundamental: explicar y explicarse
la situación
social y cultural de los sectores populares peruanos,
conformados en un
gran porcentaje por indígenas”.
1911 (18 de enero)
José María nació en Andahuaylas.
1931 Ingresó a la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos.
1932 Trabajó en la oficina de correos de Lima
hasta 1937.

1935 Publicó su primera obra literaria: “Agua”.

Fue recluido hasta 1938.


1937
Publicó: “Canto kechwa”.
1938
Publicó: Yawar fiesta Trabajó en el ministerio de Educación
1941
Pública hasta 1942

1958 Publico los Rios Profundos

1959 Publicó: Obtiene el de Fomento


a la Cultura con la novela “Los ríos profundos”.
Publicó: “El Sexto”,Premio de Fomento
1961 a la Cultura.
PROFESOR NOVELISTA Y FUNCIONARIO PUBLICO

Después de salir de prisión, viajó a Sicuani y ahí ejerció el


magisterio en el Colegio Nacional de Sicuani.En 1941 publicó
su novela “Yawar Fiesta”, la que fue corregida en el año 1958.
Es, según Augusto Tamayo Vargas: “... la novela de los pueblos
grandes, capitales de provincia de la sierra, y desde el punto
de vista del lenguaje representa un intento ejemplar de asumir
el castellano y ‘de-
sordenarlo’ sutilmente a partir de la expresión quechua, de
modo que, sin perder universalidad, esta nueva palabra fuera
capaz de contener experiencias que el castellano literario no
podía sino traicionar”. Entre octubre de 1941 y noviembre de
1942 trabajó en el ministerio de Educación Pública colaborando
con la reforma de la educación del gobierno de Luis
Bustamente y Rivero y llevado adelante por el historiador Jorge
Basadre.
SU NOVELA MÁS LOGRADA
En 1958 se publicó su novela “Los ríos profundos”, que en el siguiente año (1959) fue ganadora
del Premio Nacional de Fomento a la Cultura del Instituto Nacional de Cultura. Ha sido
considerada por los literatos y lingüistas como la obra cumbre de Arguedas. Al respecto, el
literato Augusto Tamayo dice: “Su lenguaje contiene menos recursos idiomáticos quechuas,
aunque siempre está atravesado por una carga interior indígena. Una humanidad ardiente se
junta aquí con una visión mágica de la naturaleza y un sentimiento de ternura universal, para
dar forma a esta novela poética del conflicto entre dos mundos”.
El mismo Arguedas describe esa dualidad de la siguiente manera: “Entiendo y he asimilado la
cultura llamada occidental hasta un grado relativamente alto. Admiro a Bach y a Prokofiev, a
Shakesperae, Sófocles y Rimbaud, a Camus y Eliot, pero más plenamente gozo con las
canciones tradicionales de mi pueblo; puedo cantar, con la pureza auténtica de un indio
chanka, un harawi de cosecha. ¿Quién soy? Un hombre civilizado que no ha dejado de ser
en la médula un indígena del Perú. Y así, he caminado por las calles de París y de Roma, de
Berlín y de Buenos Aires. Y quienes me oyeron cantar, han escuchado melodías, absolutamente
desconocidas, de gran belleza y con un mensaje original”.
La depresión lo llevó a la muerte
El 28 de noviembre de 1969 murió de un balazo que él mismo se disparó. Los médicos de hoy
dicen que Arguedas sufría de una “patología depresiva”, que había tenido sus orígenes en la
infancia. Una de las causas fue la muerte de su madre en 1914, cuando él apenas tenía tres años de
edad. “Yo, –dice Arguedas–, no me acuerdo de mi mamá. Esa es una de las causas de mis
perturbaciones emocionales”. En 1917 su padre se casó por segunda vez, y como viajaba mucho,
José María vivió con su madrastra y su hermanastro, lo que lo incomodaba mucho y le creó
traumas como, por ejemplo, cuando su hermanastro lo obligaba a presenciar sus depravaciones
sexuales o lo trataba como a uno de sus sirvientes. En 1926 vivió en Ica y se enamoró de
Pompeya, quien lo menospreció
diciéndole: “¡No hago el amor con serranos!”. Luego, otras experiencias dolorosas fueron cuando
cayó preso y fue recluido en El Sexto y cuando fue subrogado en el Colegio nacional nuestra
Guadalupe, en 1949. Por último,durante su primer matrimonio con Celia Bustamente, su cuñada del
que él mismo, dice: “... me trata
ron durante 14 años casi como una pertenencia sin derecho ni a voz ni a voto..., en una ocasión
estuve muy cerca de lanzarme al balcón y de clavarme un cuchi-
llo..., porque en esas horas en que me celaba tan injusta e implacablemente me echaba a llorar...”.
Todos estos factores negativos de su vida personal se sumaron a las frustraciones de su vida social y
el debilitado espíritu de Arguedas se inclinó por la autodestrucción.
Obras póstumas
En 1971 se publicó la novela que había dejado inconclusa: “El
zorro de
arriba y el zorro de abajo”. En un párrafo de esta novela que él
ya no lo
vio impresa, dice: “... no tuve más ambición que la de volcar en
la co-
rriente de la sabiduría y el arte del Perú criollo el caudal del
arte y la sa
biduría de un pueblo al que se consideraba degenerado,
debilitado o ‘extraño’ e ‘impenetrable’” pero que, en realidad,
no era sino lo que llega a ser un gran pueblo oprimido por el
desprecio social, la dominación política y la explotación
económica en el propio suelo donde realizó hazañas por las que
la historia lo consideró un gran pueblo: se había convertido en
una nación acorralada, aislada para ser mejor administrada y
sobre la cual sólo los acorraladores hablan mirándola a distancia
y con repugnancia o curiosidad”.
Otras obras póstumas han sido “Katatay” (1972) y “Cuentos
olvidados”
Yawar Fiesta
(Fragmentos)
“El jirón Bolívar comienza en la Plaza de Armas, sigue derecho tres o cuatro cuadras, cae después de una
quebrada ancha, y termina en la plaza del ayllu de Chaupi... pero la Plaza de Armas no está al centro del
pueblo. En un extremo del jirón Bolívar
está la plaza de Chaupi, en el otro la Plaza de Armas; ... Por eso, el jirón Bolívar es como culebra que parte a
dos al pueblo... llegaban a la puna como las granizadas locas, un ratito, hacían su daño y se iban...”.
“Escribí el primer relato en el castellano más correcto y ‘literario’ que podía alcanzar. Leí después el cuento a
algunos de mis amigos en Lima, lo elogiaron. Pero yo detestaba cada vez más aquellas páginas. ¡No, no eran así
ni el hombre, ni el pueblo, ni el paisaje que yo quería describir, casi podría decir denunciar! Bajo el falso
lenguaje se mostraba un mundo como inventado, sin médula y sin sangre;
un típico mundo literario, en el que la palabra ha consumido a la obra. Mientras en la memoria, en mi interior,
el verdadero tema seguía ardiendo, intocado. Volví a escribir el relato, y comprendí definitivamente que el
castellano no me serviría empleándolo en la forma tradicionalmente literaria”.
“¿En qué idioma se debía hacer hablar a los indios en la novela? Para el bilingüe, para quien aprendió a hablar
en quechua, resulta imposible, de pronto, hacerlos hablar en castellano; en cambio, quien no los conoce a
través de la niñez, de la experiencia profunda, quizá pueda concebirlos expresándose en castellano. Yo resolví
el problema creándoles un lenguaje castellano especial, que después ha sido empleado con horrible exageración
en trabajos ajenos”.
“-¡Carajo! Pichcachuri va parar huirme. Sempre año tras año, Pichcachuri ganando anjualma, dejando viuda en
plaza grande.
- K’ayau dice va a traer Misitu de Koñañi pampa.
Se han juramentao dice varayok alcalde para Misitu.

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